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LUIS ALBERTO REYES LUIS ALBERTO REYES

El pensamiento indígena en América El pensamiento


Los antiguos andinos, mayas y nahu as
A diferencia del pensamiento occidental, que se dirige unilateralmente
indígena en América
hacia el cielo y la luz, el pensamiento indígena vuelve también su Los antiguos andinos, mayas y nahuas
atenció n a la osc uridad y las profund idades. Además, son singulares
sus indagaciones sobre el conocimiento, ligadas en los mitos a las Prólogo: ARTURO ANDRÉS ROIG
experiencias existenciales de la sexualidad y la enfermedad.
Trabajando sobre las fuentes, que reproduce extensamente, y con una
mirada filosófica, este libro cuestiona los comunes criterios hermenéu-
ticos, sostenidos entre otros por Mircea Eliad e, en el estudio de la
espiritualidad arcaica.
Dice Arturo Andrés Roig en el prólogo: "Con este libro que nos entrega
Luis Alberto Reyes, estamos frente a una de esas contribuciones
destinadas a marcar hitos dentro del conocimiento de la compleja y rica
cultura de los pueblos indígenas de nuestra América. En un esfuerzo
nada común h a trabajado comparativamente nuestras grandes culturas:
la náhuatl, la maya y la andina. Se trata de un estudio que intenta
rescatar aspectos significativos del pensamiento filosófico-religioso
de pueblos e imperios que padecieron, además de su destrucción, el • •
desconocimiento y el olvido. Es, asimismo, una invitación para que
repensemos nuestro pasado que, a la par del conquistador europeo,
hemos despreciado por ignorancia y hasta por maldad". •

Luis Alberto Reyes es doctor en Filosofía por la Universidad Nacional


de Córdoba . Ha enseñado en universidades de México y Argentina, y actual- •

mente es titular de Historia de la Filosofía Contemporánea en la Facultad
de Humanidades de la Universidad Nacional de Catamarca, donde también

dirige el Instituto de Estudios Indígenas. • •

Editorial Biblo / DESDE AMÉRI CA

Editorial Blblos I DESO,E AMÉRICA .


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LUIS ALBERTO REYES

El pensamiento
DESDE. AMÉRICA
indígena en América
Los antiguos andinos, mayas y na.huas
Colección dirigida por
Prólogo: ARTURO ANDRÉS ROIG
CARLOS MARTÍNEZ SARASOLA

Editorial Bihfos I DESDE AMÉRICA


Reyes, Luis Alberto
El pensamiento indígena en América: los antiguos andinos, mayas y nahuas / Índice
Luis Alberto Reyes; con prólogo de Arturo Andrés Roig - 1ª ed. - Buenos Aires:
Biblos, 2008.
315 pp. más pliego color; 23xl6 cm.

ISBN 978-950-786-647-0

1. Antropología. I. Roig, Arturo Andrés, prolog. II. Título


CDD 306

Esta edición cuenta con el apoyo del Ministerio de Educación, Cultura, .. 11


Prólogo, por Arturo Andrés Roig ...................... ······· ······ ······· ············
Ciencia y Tecnología de la provincia de Catamarca.

Introducción
Cómo estudiar el pensamiento indígena ...................... ······-············ 15
Los temas y las funciones de los mitos indígenas ....... · · · ··········· · ·· ........ 15
Estructuras y contenidos . ............. .......... . .... · · · ··· ···· ·· ······· ·· ············· ······ 19
Hacia una interpretación fenomenológica ........ · · -· .. · · · · · · ·· · · · · · ·· ·· · · · ·· ·· ·· ······ 25
-
¿Por que, -los mitos
. se parecen en t re s1' ") ......... · · · · · · ·. 98
~

Los momentos y el sentido de este libro ............ · · · · .. -· · · · · · · · · · · · ·· · ·· · ·· · ·· ·· · .... 30

Diseño de tapa: Luciano Tirabassi U.


Capítulo l
Ilustración: la pareja humana primordial. Códice Borbónico, Azteca, 1525.
Aproximación a las fuentes para el estudio del
Papel de amate. Bibliotheque de l'Assemblé Nationale Frarn;:aise, París.
pensamiento indígena .......................................................................... 35
Armado: Ana Souza
El Códice Chimalpopoca .......................... ·· ······ ··-···· ····· -········· ···· ······ ·· ······ 38
©Luis Alberto Reyes, 2008
h uaman_catamarca@yahoo.com. ar t~t1~~;~: ~?p~~~~~-~-~ . : : : : : :::: ::: ::::::::::::::::::::::: :::::: ::::::::::: : : : : : : : : : : !;
~~:~~~~~~:tl~h·¡~·iii:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::: :~
©Editorial Biblos, 2008
Pasaje José M. Giuffra 318, Cl064ADD Buenos Aires
info@editorialbiblos.com / www.editorialbiblos.com Cronistas e informantes del área mesoamericana ....... · · · · · · · · ··· ................ 50
Hecho el depósito que dispone la Ley 11.723 Circunstancias de la escritura de los textos del Ande ···························· 50
Impreso en la Argentina Las Informaciones de servicio de Cristóbal de Albornoz ........................ 51
Las obras de los cronistas cuzqueños ............... ····· .. · ·· ·· ····· · · ······ ·············· 52
No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la trans-
misión o la transformación de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea Dioses y hombres de Huarochirí ................... ·· ·· ·· ··· ······· ············ ··············· 55
electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el per- El teatro .......................................... · · ·· · · · · ··· ·· ····· · · · ··· ··· · · ·· ·· ···· · ······ · ····· ········ 57
miso previo y escrito del editor. Su infracción esta penada por las leyes 11.723 y 25.446.
Capítulo 2
Esta primera edición de 1.500 ejemplares Las antiguas diosas .................................... ····· ···· ·· ········ ······················· 59
se terminó de imprimir en Primera Clase, La ambigüedad de los polos masculino Y femenino .... · · · · · · · · .................... 59
California 1231, Buenos Aires, Las diosas en las tradiciones andina y náhuatl ...................................... 60
República Argentina, La simbólica del agua ................................................................................ 62
en marzo de 2008.
Capítulo 3 Capítulo 9
Coatlicue y Pachamama: de la oscuridad a la dualidad .............. 67 Los espacios y los hombres ................................................................ 159
La diosa originaria en la tradición náhuatl ........................ .:.................. 67 Espacios, tiempos, existencias ................................................................ 159
El mito mexica de Coatlicue y Huitzilopochtli ........................................ 69 El mundo actual, ¿armonía o conflicto? ................................................ 161
El contexto histórico del relato ................................................................ 73 Lugares y hombres .................................................................................. 163
Los significados del mito .......................................................................... 75 Los lugares de origen de los pueblos ...................................................... 163
La prioridad de la gran madre en el Ande .............................................. 78 Los lugares regionales de los pueblos .................................................... 168
El mito de Pachamama y los Wilka ........................................................ 79 Las parcialidades de arriba y de abajo .................................................. 171
El desplazamiento incaico ........................................................................ 84
El retorno de la Pachamama .................................................................... 89 Capítulo 10
Símbolos actuales de la Pachamama ...................................................... 92 La condición humana entre el Cielo y el Inframundo ................ 175
El modelo del maíz en el Popal Vuh ...................................................... 175
Capítulo 4 Otra interpretación acerca de los hombres de maíz .............................. 179
La teología indígena: cuestiones de interpretación ...................... 97 La misión de los hombres ...................................................................... 180
Los dioses de los nahuas .. ............................... ........ ... ..... . .. .. .. .. . 97 El predominio de la vida, el Sol y el mundo de arriba.. ... 181
¿Dioses buenos y dioses malos? ................................................................ 98
Limitaciones de una visión fenomenológica .... .............. ...... .. .. .... .. ... 102 Capítulo 11
¿Un principio metafísico? ¿Un dios supremo? ¿Un monoteísmo'/ .. 106 Las claves del conocimiento....... . .............. 185
Las dos teologías indígenas .. ... .. .... .. .. .... .. .. .. .... .. .. .. .. . ..... 111 El velo sobre los ojos.............. .. ............................................. 185
El zorro de arriba y el zorro de abajo ................................................... 186
Capítulo 5 La maldad de los dioses .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. ........................ 189
Las crisis cósmicas .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. ... .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. ..... 115
El mito náhuatl de los soles............................................ .. .... 115 Capítulo 12
Los mitos y las referencias andinas ...................................................... 120 La pareja como orden ontológico ................................................. 203
La idea del fin del mundo ...................................................................... 124 La lucha sexual.. ...................................................................................... 203
Las "edades" de que hablan los cronistas ............................................. 126 Sexualidad y pareja en el Ande .............................................................. 204
Expresiones nahuas de la sexualidad .................................................... 209
Capítulo 6 Sexualidad y conocimiento de la verdad.... .. ............................. 219
El calendario ........................................................................................ 131
Elementos ................................................................................................ 131 Capítulo 13
Los destinos ............................................................................................ 134 Los arquetipos de m.ujer en la tradición andina...... 227
Las huacas mujeres ................. ........ .... ...... .... ...... .......... ........... ... 227
Capítulo 7 Cauillaca ............................................................................................... 228
El pensamiento indígena sobre los tiempos ................................. 137 Chuquisuso .............................................................................................. 230
Tiempo cósmico y tiempo humano ......................................................... 137 Chaupiñamca .......................................................................................... 232
Mitos y calendarios ................................................................................. 140
El eterno retorno de la destrucción............................ 142 Capítulo 14
Los aspectos de la dualidad mujer/varón en tiempos de
Capítulo 8 las dinastías guerreras ...................................................................... 235
Los sacrificios de los dioses y de los hombres .............................. 14 7 Superposiciones ...................................................................................... 235
Los sacrificios de los dioses .................................................................... 14 7 El mito inca de los Ayar .................................... ,............ .. ..... 236
Los sacrificios de los hombres ................................................................ 152 El modelo inca de mujer de las acllacunas ............................................ 240
Celebración y resistencia ....................................................................... 154 El modelo náhuatl de mujer en los huehuehtlahtolli ............................ 242
Capítulo 15 Prólogo
Las transgresiones ........................................................... ._ .................. 245
Culpas y castigos ............................ c......................................................... 245
Las pautas de conducta .......................................................................... 250

Capítulo 16
Los lugares de la muerte .................................................................... 253
Ritos de la muerte y naturaleza ............................................................ 253
Congoja y perplejidad en la poesía náhuatl .......................................... 254
Al Inframundo, al Sol y al Tlalocan ...................................................... 256
Un paraíso inexistente ............................................................................ 259
Despojados y devorados por la Tierra .................................................... 260
La simiente de la muerte ........................................................................ 265
Fecundación, muerte y renacimiento en el Ande .................................. 266
El renacimiento del Inca ........................................................................ 267 Con el libro que nos entrega Luis Alberto Reyes estamos frente a una ele
Revisando nuestros presupuestos .......................................................... 269 esas contribuciones destinadas a marcar hitos dentro del conocimiento
Las teorías sobre la muerte .... ..................... .... .... .. .... .. ................. 269 de la compleja y rica cultura de los pueblos indígenas ele nuestra América.
La expulsión de la muerte en la cultura europea... .. ..... 270 En un esfuerzo nada común ha trabajado comparativamente nuestras
El reverso de la expulsión .. . .. . .. .. ... . .. .... . .. .. .... .. .... . . .... 272 grandes culturas: la náhuatl, la maya y la andina. Se trata de un estudio
que intenta rescatar aspectos significativos del pensamiento filosófico-re-
Capítulo 17 ligioso de pueblos e imperios que padecieron, además de su destrucción,
El sufrimiento 275 el desconocimiento y el olvido. Es, asimismo, una invitación para que re-
Las formas del sufrimiento ................................ .. ....... 275 pensemos nuestro pasado que, a la par del conquistador europeo, hemos
El llanto ele las ñustas y el llanto ele Pizarro ............. . .............. 279 despreciado por ignorancia y hasta por maldad .
Reyes con su riquísimo estudio está cumpliendo lo que con ardiente pa-
Capítulo 18 triotismo nos aconsejó José Martí: "La historia de América, ele los Incas
Revolución y pensamiento .................................. . ............. 285 acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de
El retorno de los huacas.............................. .. ......... .. . ................... 285 Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la que no es nuestra. Nos es más
necesaria ... ". Años antes, recordando sus andanzas por Guatemala y Mé-
Capítulo 19 xico, había anticipado estas ideas, subrayando con fuertes pinceladas la
La expresión simbólica del pensamiento indígena .................... 291 humanidad de los pueblos de aquellas grandes culturas, recurriendo pa-
Símbolo y percepción .......................................................... .. .............. 291 ra ello a 1R comparación entre la Grecia "que no es nnestrn", con la nues-
La exclusión del símbolo en la modernidad europea .. . .. ................... 293 tra. Pueblos tan humanos como inhumanos, lo mismo que los griegos, pe-
ro también iguales en ambas cosas a los romanos, los judíos y los íberos.
Capítulo 20 Y a propósito de éstos, agregará que "de los indios han dicho más de lo jus-
El arte plástico.................... .. .... 295 to en estas cosas los españoles vencedores que exageraban e inventaban
Arte religioso y estética ........................................................................ 295 los defectos de la raza vencida, para que la crueldad con que la trataron
La abstracción en la plástica indígena .. .. .. .. .. . .. .. .. .. . .. .................... 297 pareciese justa y conveniente al mundo ... ". Hecho que -sin desconocer la
existencia ele cultos sanguinarios, en particular entre los aztecas- fue he-
Bibliografía ........................................................................................... 303 rramienta importante en la construcción ele la "calumnia de América", la
misma ante la cual habían respondido ya en defensa de ID nuestro, en el
siglo XVIII, los jesuitas expulsos.
[ 11 J
12. Arturo Andrés Roig Prólogo 13

Pues bien, el tema central de la obra es el de la dualidad femenina/mas- dos artificiales" de las ciudades entregados a justificar el poder y la vio-
culina del principio originario, característica principalmente de culturas lencia. Si pensamos en el pasado indígena americano se trata, en efecto,
agrari_as, a la que se opondría la idea de un principio único; masculino, sur- del surgimiento de las "metrópolis guerreras" e imperiales en las que la
gido del poder político y militar de. las grandes ciudades, como fueron Te- "madre tierra" perdió presencia y se dieron las bases para una cultura ex-
nochtitlán y Cuzco. Curiosamente, el autor nos muestra, en otros trabajos clusivamente "solar" masculina. Lo acaecido explica las raíces profundas
suyos, cómo un fenómeno equivalente habría tenido lugar en el mundo he- del "malestar de la cultura" en la sociedad contemporánea: la pérdida de
breo, entre los griegos y, lógicamente, en el cristianismo como derivación una experiencia natural de pertenencia a la "madre tierra'', a la natura-
cultural de ambos. En todos ellos acabó por imponerse una divinidad mas- leza y, con ella, a nuestra corporeidad, así como a lo que hemos denomi-
culina, ya fuera como "religión solar", o tal como se expresa acabadamen- nado "condición sexual" de los seres humanos, de tanto peso y sentido co-
te en el libro del Génesis de la Biblia hebrea. Este hecho vino a oscurecer mo la "condición de lenguaje". Una plenitud de vida con sus alegrías y sus
los valores profundamente humanos del dualismo, así como de la ontología penas, sus goces y sus dolores, una aceptación de nuestra compleja huma-
que éste implica. nidad ajena completamente a la oposición "soma/serna" de los griegos que
Y si la negación del dualismo ongmano, por obra de las religiones olvidaron a Gaia y se refugiaron en el Olimpo es lo que está de trasfondo
olímpicas o celestes, crea una dificultad seria para el estudio de aquella en aquella teología y antropología dual de los antiguos americanos.
cosmovisión, no menos problemática resulta la lectura para el pensamien- Y si la vida adquiere su plenitud, otro tanto sucede con la muerte, la
to occidental del universo ele símbolos y de narraciones míticas con las que que es, en esta rica silnbología, no otra cosa que el regreso al regazo de
se expresa. donde vinimos. No hay una "borradura ele la muerte", sino una idealiza-
Nietzsche ha sido el único de los grandes filósofos occidentales que ción de ella; no hay expulsión cuando se trata de un regreso. Y ni siquie-
abiertamente puso de manifiesto el escondido repudio de la tierra, de la ra los cataclismos en los que concluye cada "edad" son el fin de todo. Pa-
corporeidad y, con ella, ele la sexualidad por parte ele quienes impusie- chacuti no supone el acabamiento del mundo, sino el comienzo ele otro. Es,
ron la imagen ele un dios solitario que convivió con la nada absoluta an- en el pensamiento quechua actual, desmitologizado el término, la revolu-
tes de la creatio. Y no es extraño, pues, que haya sido el mismo Nietzs· ción que esperamos que hará posible la emergencia de un nuevo mundo,
che quien quebró la imagen del mundo griego vigente en su época, mos- el de la justicia. La mitología ha dado lugar a la utopía, esa luz inalcan-
trando sus lados oscuros, señalando el peso de las figuras ele Dionisos, zable pero siempre orientadora.
así como las de Deméter y Proserpina, y la ele Baubo ante Deméter. Po- En fin, no vamos a transitar íos numerosísimos y ricos temas de este
dríamos decir que el rescate de la ontología y la teología implícitas en el libro que nos propone un nuevo paradigma, nuevo pero con profundas raí-
dualismo de las sociedades agrarias viene a ser paralelo, de alguna ma- ces en el pasado. Para concluir regresaremos al célebre texto de José Mar-
nera, con la revolución cultural que inició Nietzsche dentro ele las siem- tí, cuyas palabras parecieran estar vivas en este esfuerzo por pensar lo
pre fabricadas cosmovisiones ele Occidente. nuestro. "Las levitas", decía, "son todavía ele Francia, pero el pensamien-
La "divinidad dual" de las grandes culturas indígenas no respondía, to empieza a ser ele América. Los jóvenes de América se ponen la camisa
por lo demás, a una ingenua imposibilidad ele pensar la "creación", sino al codo, hunden las manos en la masa y la levantan con la levadura ele su
que su sentido está dado por una distinta y profunda valoración de lo fe- sudor. Crear es la palabra de peso para esta generación". Y a los suficien-
menino, próxima a la y_ue puede leerse en aquel pasaje del Génesis según tes doctores occidentales o, peor, occidentalistas, les diremos con las pala-
el cual Yahvé creó al "hombre" corno macho y como hembra. Y si alguno de bras finales de la cita: "El vino, de plátano, y si sale agrio, nuestro vino".
los dos posee una dimensión primaria, ateniéndonos al pensamiento an- ARTURO ANDRÉS Rore
dino popular, es la segunda, que como Pacharnama es símbolo de vida y
ele muerte, regazo en que crecemos y que nos recibe cuando nos toca ter-
minar la vida. Con palabras del autor, "con su aspecto originario femeni-
no, de útero que concibe la vida, de regazo que la sostiene y, finalmente,
la reabsorbe".
A su vez, la vigencia de la "gran madre" y su desplazamiento posterior
se relacionan con la contradicción que se dio entre la cultura campesina y
la cultura ciudadana. Se trata, otra vez citando a Martí, del "hombre na-
tural" con su mirada a la vez ingenua y profunda, enfrentado a los "letra-
INTRODUCCIÓN

Cómo estudiar el pensamiento indígena

A los hijos de esta tierra.


A 1\11.ercedes lVluiioz Los temas y las funciones de los mitos indígenas

Este libro articula un conjunto ele estudios del pensamiento de los andi-
nos, n1ayas y nahuas, contenido en los testimonios anteriores a la con-
quista españole, o inmediatamente posteriores a ella.
Los largos años en que las culturas arcaicas del mundo vienen siendo
estudiadas han llevado a la elaboración de categorías que ofrecen un pun-
to de partida teórico para cualquier estudio. Entre estas categorías, la de
mito adquirió universal y obligatoria pertinencia y se nos presenta como
el marco del pensamiento indígena de América, al que cabría interpretar
partiendo del rasero del "pensamiento mítico".
Pero debemos cuestionar la pretensión de caracterizar con tal molde y
ele antemano la forma, el contenido y los temas, la objetividad y la verdad
del pensamiento ele los pueblos antiguos.
Reconocemos que la de mito es una c~tegoría útil. Nos remite a una na-
rración 1 altamente significativa2 y creíble 3 para un pueblo que, en el caso

l. Con lo que ello implica: no sólo una "trama" sino persnn,¡jes relacionados por ei amor, el
odio, el trabajo, el conocimiento. Seguimos especialmente a Mircea Eliade, a quien nos refe-
rimos más adelante. También Claude Lévi-Strauss (1969: 190) pone énfasis en este aspecto:
"La sustancia del mito [se encuentra] en la historia relatada", y Hans-Georg Gadamer (1998:
159): "Mito no significa otra cosa que narración".
2. Aludimos en general a la importancia, a la fuerte inserción social del relato mítico en ia
sociedad. Bronislaw Malinowski (1985: 171) toma este rasgo como la característica principal
del mito: "Mientras que en el puro cuento que se relata junto a la hoguera el contexto socio-
lógico es angosto, la leyenda ya penetra con mucha mayor profundidad en la vida social de
la comunidad, y el mito desempeña una función social mucho más importante".
3. Evocando las palabras de Aristóteles acerca de las cosas de las que no se deben pedir prue-
bas, Gadamer (1998: 159) afirma que la narración mítica "se confirma a sí misma, es decir
que no hay por qué pretender confirmar y afirmar".

[ 15]
lq Luis Alberto Reyes Cómo estudiar el pensamiento indígena 17

de nuestro estudio, es una de las formas principales que hallamos en las través de un relato aparente. No se trata de dos órdenes semánticos dife-
4
fuentes. Nos permite distinguirlas de los ritos o de otras expresiones sim- rentes sino de relatos paralelos.
bólicas. Contra las exageraciones de la tradición de la mitología natural y tam-
Pero en la medida en que se pretende que tal tipo de expresión es el bién contra la lectura que ve los mitos como explicaciones de la realidad,
fundamento único o último del pensamiento indígena, y en la medida en Malinowski (1985: 109) minimizó el interés artístico o científico que pu-
que se pretende establecer el origen, el tema y la verdad de todos los mi- diera motivarlos y negó también el presunto simbolismo de sus expresio-
tos de acuerdo con una idea previa, esta categoría se convierte en un an- nes. Apoyándose en sus propias observaciones 5 sobre los isleüos de Tro-
darivel acotado y un obstáculo para la comprensión. briand, en el Pacífico occidental, y siguiendo la tradición de Émiie Durk-
Es por eso que descartamos las propuestas totalitarias de las teorías. heim, hizo una interpretación sociológica del mito como afianzador de las
No porque ellas sean falsas siempre, sino porque resultan insuficientes o instituciones vigentes en la comunidad:
erradas en su aplicación a ciertos casos de las expresiones indígenas de
América. El mito entra en escena cuando el rito, la ceremonia, o una regla
Veamos entonces lo que podemos tomar y lo que debemos dejar de la- social o moral, demandan justificante, garantía de antigüedad, rea-
do de las teorías sobre los mitos. lidad y santidad. (Malinowski, 1985: 121)
Una de las más exitosas propuestas explicativas de los mitos es la de
la escuela alemana, en la que se destaca la idea de que son alegorías poé- Compulsando su teoría con los mitos que aquí estudiamos, advertimo;;
ticas de los fenómenos naturales, meteorológicos o cósmicos. que muchos de ellos, en los que participan personajes sagrados, apunta-
Si traemos esa teoría popularizada por Max Müller a la América anti- lan instituciones indígenas como el asentamiento territorial y los predo-
gua, es cierto que aquí encontramos los ciclos naturales como inspiración minios nacionales, la religión, las dinastías, la limpieza de los canales de
de varias de las más notables narraciones, como la del nacimiento de riego, las jerarquías, las fiestas, íos _sacrificios.
Huitzilopochtli (Sol en el mito azteca) y el combate con su ·hermána Co- En fa región maya es visible esta función estatutaria en los relatos del
yolxauhqui (la Luna) y sus hermanos los 400 Surianos (las estrellas) (Có- Popal Vuh, en el Título de los Señores de Totonicapán y en los Anales de
dice Florentino 111, cap. 1) o la de la muerte por decapitación de Hunah- los Cakchiqueles, cuando hablan delorigen ~e las dinastías, los sacrificios
pú (representación del acto de separar la mazorca de la planta de maíz en y la posesión de las tierras. ' -_
el Popal Vuh). Pero en los relatos indígenas sería forzado ver todos los En el Ande la hallamos en los mitos. de Huarochirí cuando hablan del
combates como alegorías del enfrentamiento de la aurora con la noche, y origen de las huacas, de los canales de .~iegoj del.as fiestas; cuando rela-
todas las muertes y sacrificios como expresiones del ciclo de las plantas. tan las antiguas batallas sagradas de las que proviene el asentamiento y
Aunque la Tierra, los astros y muchos seres y fenómenos naturales son el predominio de los pueblos en la región. Los :irÍÍtos incaicos, especialmen-
considerados sagrados, y las narraciones en las culturas que hemos estu- te, exhiben una indiscutible función,,de fundamentación dinástica.
diado contienen innumerables referencias nominales o simbólicas a la na- En la tradición azteca el ca~o más notable que abonaría la tesis de es-
turaleza, también encontramos mitos indígenas que no se refieren a ella. ta mitología estatutaril} es el de la decisión del tlatoani Izcóatl (1428), por
Asimismo, y esto es esencisl en nuestra interpretación del pensamien- consejo de Tlacaélel, de quemar -lo_s códices que contenían las antiguas
to indígena, la naturaleza, la Tierra, los astros, no están separados de la historias de toltecas y tepanecas pa,ra abrir paso a las nuevas versiones
vida de los hombres, no pertenecen a otro orden. Entonces, cuando bus- míticas, en las que los advenedizos r:hexicas tendrían un papel destacado,
cando las referencias simbólicas de una historia sexual descubrimos, por legitimador de su predominio en laregión. ..
ejemplo, que cabe asociarla a la lluvia cayendo sobre la Tierra, sólo con re- Pero esta función no puede excluir Ótros sentidos que estos mismos mi-
servas podemos decir que se trata de una alegoría de la naturaleza como tos poseen y, además, no aparece en aquellos mitos que no ofrecen mode-
si ésta fuera otra cosa que el mundo social humano. los ejemplares de col).ducta o devoción. Además, aun con el aporte esclare-
Es cierto que, al interpretar los mitos andinos de Cauillaca, de Chu-
quisuso y de Chaupiüamca, vemos que en ellos se trata de historias cós-
micas de la Tierra y su consorte celestial. Pero también vemos que, más 4. Con esto estamos sugiriendo que algunos criterios de la hermenéutica podrían ser afina-
inmediatamente, se trata de mujeres presentadas como arquetipos de fe- dos desde las cuestiones que nos plantea el pensamiento indígena de América.
mineidad. Son historias equivalentes, mutuamente convertibles: el paso 5. Malinowski contrapone la legitimidad de la observación de campo a la arbitrariedad de
del relato humano al cósmico no significa acceder al relato verdadero a las interpretaciones de los estudiosos de gabinete.
18 Luis Alberto Reyes Cómo estudiar el pensamiento indígena 19

cedor que representa el advertir la relación que suele haber entre los mi- xuales ele los relatos andinos: la enseñanza de que el tránsito de las opo-
tos y los intereses políticos, las observaciones de Malinowski no lo autori- siciones de la dualidad es el más profundo sentido del cosmos.
zan a-resolver dogmáticamente pa:ra los :relatos sagrados la compleja cues- Sin embargo, admitimos que esta idea no aparece en todos los casos.
tión de la anterioridad entre el rito y el mito. 6 El sociologismo de su visión Por eso no cabe generalizar la relación de los mitos con la ontología dual,
lo inhibe para apreciar otros aspectos de la riqueza simbólica de los mitos. ni atribuirles a todos ellos el sentido filosófico o científico de ser explica-
Una crítica similar cabe a la interpretación que hace Laurette Séjour- ciones de la realidad.
né (1984) de las ideas y el culto religioso de los aztecas. Ella explica los
sacrificios humanos y las guerras floridas 7 como un método de la dinastía
gobernante para sujetar a la población y oscurece el hecho de la extendi- Estructuras y contenidos
da presencia de esta práctica en Mesoamérica y del carácter esencial que
tiene en los antiguos mitos cosmogónicos. Cuando Lévi-Strauss se encontró con barreras, que confiesa en Tristes
Es cierto que resulta saludable tener en cuenta las circunstancias po- trópicos, para· comprender a los tupi-kawahib, "los podía tocar, pero no po-
lítico-sociales del pensamiento y sacudir las abstractas elucubraciones día entenderlos", toma una posición, que va a ser el motivo de su opción
metafísicas a las que es proclive a veces la interpretación de fenómenos por una caracterización estructural del "pensamiento salvaje": "¿No con-
sobre los que tenemos escasas indicaciones. Es cierto también que hay sistía mi error, y el de los de mi profesión, en creer que los hombres no son
exageraciones en la teoría del sentido pedagógico y explicativo de los mi- siempre hombres?" (en Geertz, 1992: 290).
tos y que, en nuestro caso, es insuficiente la teoría etiológica8 que los con- Esta búsqueda de constantes antropológicas, ele universalidad, lo lleva
vierte, generalizando, en una especie de ciencia primitiva. Sin embargo se a detenerse en la clave trascendental en los mitos. 9 Lo aparta de las expe-
frustraría cualquier intento de comprensión completa del pensamiento in- riencias, temas e ideas que los relatos expresan, para quedarse con sus es-
dígena que no tuviera en cuenta esos caminos de interpretación. tructuras, donde aparecería esta constante de los hombres que "son siem-
Por ello es que, aunque nos ayuda a comprender la vigencia de ciertos pre hombres".
mitos, no podemos seguir la posición de Malinowski en cuanto teoría glo- Tal acotación del objeto a las estructuras le permite producir un cono-
bal del mito cuando supone que éste no se relaciona con la filosofía. Cuan- cimiento aparentemente estable y objetivo cuyo modelo encuentra en la
do supone que sólo estatuye una práctica, una costumbre, una institución. lengua, de donde lo traspone al discurso, al relato. 10
Aunque no sea sólo la exposición de las causas de la realidad lo que da De este modo realizaría el anhelo de Wilhelm Dilthey de dotar de ob-
significado a las narraciones, es innegable que una gran parte de ellas jetividad a las "ciencias del espíritu".
transmiten conocimientos esenciales. Nuestro trabajo pone su atención en Su técnica consiste en formular los acontecimientos de la narración re-
este aspecto. teniendo las frases más cortas posibles que impliquen una relación. A es-
Entre esos conocimientos, que transmiten los mitos de las culturas tas unidades les asigna un número de acuerdo con el orden que tienen en
nahuas, mayas y andinas, se halla la idea de que la dualidad rige la rea- la sucesión. Luego reúne estas unidades en haces de unidades de relacio-
lidad. Ésta es la enseñanza de las destrucciones que aparecen en las cua- nes correspondientes, con lo cual se da una fusión entre el tiempo irrever-
tro primeras creaciones del relato náhuatl de los soles y Pn cada una de sible, la diacronía de la sucesión de relaciones y el tiempo reversible, la
las innumerables historias de la muerte de los dioses; es la enseñanza sincronía de la estructura de relaciones que atraviesa al relato (Lévi-
en los mitos mayas del descenso al Inframunclo, y lo es en las luchas se- Strauss, 1969: 191 ss.).

9. Usamos la palabra "trascendental" en su sentido kantiano, de estructuras mentales que


6. Dice Malinowski (1985): "Mantengo que existe una clase especial ele narraciones. que son
ordenan todos los procesos humanos ele conocimiento.
consideradas sacras, que están inspiradas en el ritual, la moral, la organización social" (123).
"La función del mito, por decirlo brevemente, consiste en fortalecer la tradición y dotarla ele 10. "Como toda entidad lingüística, el mito está formado por unidades constitutivas. Estas
un valor y prestigio aun mayores al retrotraerla a una realidad más elevada y mejor y más unidades constitutivas impiican la presencia ele aquellas que normalmente intervienen en
sobrenatural ele eventos iníciales [. .. ] derivado ele la fe viva que necesita milagros; del status la estructura ele la lengua, a saber fonemas, morfemas y semantemas. Pero ellas tienen con
sociológico, que necesita precedentes; ele la norma moral, que demanda sanción" (171). estos últimos la relación que los semantemas guardan con los morfemas y que éstos guar-
dan con los fonemas. Cada forma difiere ele la precedente por w1 grado más alto ele comple-
7. Que se hacían con el propósito ele capturar víctimas para sacrificar.
jidad. Por esta razón, a los elementos propios del mito (que son los más complejos ele todos)
S. Del griego aitión, causa. los llamaremos unidades constitutivas mayores" (Lévi-Strauss, 1969: 191).
2{) Luis Alberto Reyes Cómo estudiar el pensamiento indígena 21

Hallada esta consistencia estructural, lo demás se desvanece de su con- de Boas de que en los mitos se trata dé universos destinados a ser des-
sideración.11 La indiferencia haciá los contenidos y los significados particu- mantelados apenas formados, para que nuevos universos nazean de sus
lares de cada mito es la consecuencia de esta actitud, con la admisión in- fragmentos. Con esos contingentes elementos "diacrónicos", los avatares
discriminada de versiones, variantes y aun interpretaciones. Este eclecti- cósmicos y políticos, el bricoleur -el pensamiento mítico- rehace una y
cismo se corresponde con un displicente desinterés hacia lo que no es me- otra vez las formas estables, "sincrónicas", de las subterráneas relaciones
ra estructura sintáctica, con una implícita subestimación de los significa- que narra.
dos que lo conduce a desentenderse de ellos, a vaciar el mito concreto: De este modo, apartados los aspectos inestables, queda la caracteriza-
ción del pensamiento mítico como un pensamiento no consciente clasifica-
En un mito todo puede suceder; parecería que la sucesión de los dor de oposiciones, que a su vez se asimila, según Lévi-Strauss, al rasgo
acontecimientos no está subordinada a ninguna regla de lógica o de común de todo pensamiento, con lo que se disuelve la peculiaridad de
continuidad. Todo sujeto puede tener cualquier predicado; toda rela- nuestro objeto.
ción concebible es posible. Y sin embargo estos mitos, en apariencia Es interesante su posición en cuanto implica un cuestionamiento a esa
arbitrarios, se reproducen con los mismos caracteres y a menudo con reunión de vuelo imaginativo con dogmatismo que suele darse en las in-
los mismos detalles, en diversas regiones del mundo. (Lévi-Strauss, terpretaciones que se dejan fascinar por los contenidos del relato. En
1969: 187-188) cuanto alcanza las pretensiones que, en un amplio espectro, se extienden
desde las teorías tributarias de la antigua filosofía del lenguaje al modo
El hallazgo de estructuras de relaciones entre los elementos del discur- del Cratilo platónico 13 hasta las teorías que a veces asocian excluyente-
so tomados como elementos de la lengua lo lleva de hecho a desconocer las mente los temas míticos a significados psicológicos al modo de Sigmund
significaciones más elocuentes ele los mitos. Lo digno de atención para el Freud o de Carl Jung.
investigador estructuralista oscurece los otros significados simbólicos, Pero debemos reconocer el ámbito en que se da esta reticencia de Lé-
que son meros "residuos". i 2 vi-Strauss y el sentido que tiene: elude la generalización de los significa-
Así, lo que interesa es la estructura de relaciones en que la hija se opo- dos referenciales de los mitos no por reconocer que hay diversas líneas de
ne a la madre y el hijo se opone a la hermana, y no el hecho ele que se tra- significación en ellos, sino porque ve arbitrarios e intercambiables los sig-
te, como en el mito mexica, de Coatlicue (la Tierra) atacada por su hija Co- nificados que proceden de este ámbito "externo":
yolxauhqui (la Luna) y defendida por su hijo Huitzilopochtli (el Sol). No
interesa que el relato afirme la anterioridad cósmica de la Gran Madre, Por fin, nos hemos guardado de invocar las clasificaciones pre-
ni que su fecundación le venga del Cielo, fundamentando la dualidad. No concebidas en mitos cosmogónicos, estacionales, divinos, heroicos,
interesa tampoco que las fuerzas de la oscuridad alegóricamente derrota- tecnológicos, etc. También aqcú toca al mito mismo, sometido a la
das en el mito náhuatl simbolicen a las culturas campesinas y a los tolte- prueba del análisis, revelar su naturaleza y revelarse en un tipo;
cas, y el triunfante Sol simbolice a la nueva cultura que impone su predo- meta inaccesible al mitógrafo mientras se funda en caracteres exter-
nos y arbitrariamente aislados. (Lévi-Strauss, 1978: 14)
minio.
Pero debemos decir que si despreciamos estos contenidos e intencio-
Es terminante, como estamos viendo, la acotación de las regularida-
nes, el mito nos dice lastimosamente poco. No importan las determinacio-
des halladas a lo "interno", al texto mismo. Su sentido no viene de afue-
nes concretas del pensamiento sino la oculta y abstracta determinación
ra, no viene del mundo al que aluden los mitos ni tampoco del sujeto que
que, con esos elementos aleatorios, construirá una y otra vez una forma
los narra.
estructural constante.
De acuerdo con el carácter formal del objeto que -ya ceñidos al texto-
Lévi-Strauss ilustra esta idea suya de la construcción de los mitos con
atrae su atención (lo ordenante más que lo ordenado, la sintaxis más que
la alegoría del bricolage, algo hecho de residuos, siguiendo la curiosa idea
la semántica), el análisis estructural resulta una especie de trascenden-
talismo kantiano "por habernos puesto a buscar las condiciones en virtud
ll. A pesar de su paradójico reconocimiento de que "la sustancia del mito no se encuentra en
de las cuales se vuelven mutuamente convertibles sistemas de verdades y
el estilo, ni en el modo de la narración, ni en la sintaxis, sino en la «historia" relatada" (Lé-
vi-Strauss, 1969: 190).
12. Término de Franz Boas que resulta feliz a Lévi-Strauss. 13. Que liga, en sentido ontológico, ciertos sonidos o palabras a significados.
22 Luis Alberto Reyes Cómo estudiar el pensamiento indígena 23

pueden ser así simultáneamente aceptables para varios sujetos, el con- cuchando a los informantes indígenas acerca del sentido que para ellos
junto de esas condiciones adquieré el carácter de objeto dotado de una rea- tienen sus mitos. 16
lidad propia e independiente de todo sujeto" (Lévi-Strauss, 1978: 21). Para superar esta exégesis ingenua de la conciencia indígena, Lévi-
Encontramos aquí, por un lado, el reconocimiento expreso de los logros Strauss considera el relato mítico un texto en el que, sin ir más allá, de-
limitados de sus Mitológicas, no sólo en cuanto Lévi-Strauss no alcanza ben buscarse las respuestas. El elemento sincrónico que los mitos tienen
conocimientos consistentes sobre los significados de los mitos, sino en en común se le revela anterior a los individuos, a la historia, a la socie-
cuanto no puede articularlos de otro modo que artísticamente, a la mane- dad. El mito en cada caso no remite a estos referentes sino sólo a un mi-
ra de una partitura musical. to anterior, cuyos elementos retoma para organizarlos. 17
Pero, por otro lado, encontramos también, abriéndose paso con mu- Coincide tangencialmente con el psicoanálisis en que los mecanismos
cha fuerza en sus obras, el viejo sueño dogmático del científico: parece que regulan los relatos son ocultos a sus emisores y aun encubiertos por
convencido de que halló la única forma aceptable de conocimiento de los sus mismos propósitos conscientes. También se acerca a las especulacio-
mitos y en El pensamiento salvaje eleva su descubrimiento al rango de nes psicoanalíticas al proponernos la idea de que el carácter traumático
clave de todo pensamiento. 14 "Si hay leyes en algún sitio, deberá haber- de ciertas experiencias se debe al hecho de que hayan sucedido para sus
las por todas partes" escribe, citando a Edward Burnett Tylor, en el epí- protagonistas en la forma del mito vivido (Lévi-Strauss, 1969: 183).
grafe de Les structures elementaires de la parenté; y reafirma en sus lvli- Sin embargo, cabe acotar, en las fuentes que hemos estudiado, esta in-
tológicas: dicación sobre una relación causal positiva entre mito y enfermedad. En
el universo simbólico hallamos el origen de algunas enfermedades en re-
Nos bastará con Ja convicción de que si el espíritu humano apa- lación con los días nefastos, o con alguna actividad, día o lugar regidos por
rece determinado hasta en sus mitos, u fortiori deberá estarlo en to- ciertos dioses e influencias. También ciertas prácticas mágicas que provo-
das partes. (Lévi-Strauss, 1978: 20)
can la enfermedad y la muerte en sus víctimas recogen sus significados de
los mitos. 18
En una primera impresión podría verse una coincidencia entre nues-
La relación causal del mito con el origen de la enfermedad se da sólo
tra resistencia a las definiciones que caracterizan cerradamente a los mi-
en casos como éstos, singulares y reveladores de un aspecto funcional de
tos por sus temas o funciones y la reticencia de Lévi-Strauss a generali-
ciertas situaciones establecidas en los calendarios, los mitos y los rituales.
zar las referencias directas o alegóricas que ellos contienen. Esas genera-
Y, en cuanto a la enfermedad por conjuro, sólo indirectamente, como so-
lizaciones temáticas, como hemos mostrado en párrafos anteriores, termi-
porte de fe en la magia del hechicero, podría atribuirse su origen al mito.
nan dejando muchos importantes mitos indígenas afuera. Pero al no ad-
Pero no es un rasgo constante de las enfermedades su relación causal
vertir que el mito expresa una concepción de la realidad del universo, Lé-
positiva con un mito que actúa desde el inconsciente. 19 Por el contrario, la
vi-Strauss nos deja ele hecho sin pensamiento mítico.
explicación ele éstas suele ser la transgresión de un orden mítico o el olvi-
Apuntando contra Malinowski, cuando desautoriza las interpretacio-
nes que ven en los mitos el propósito directo ele sustentar normas institui-
das, deja ele lado las racionalizaciones insertas en los relatos míticos 15 y lG. Para interpretar cabalmente los mitos, Malinowski (198G: 112) propone Jejar de lado a
cuestiona los resultados obtenidos por los antropólogos que intentan ha- los filósofos de gabinete y seguir a los investigadotes de campo.
cer una especie ele exégesis viva reconstituyente del discurso hablado es- 17. Jean Pouillon ( 1986: 53) señala que la relación del mito con la infraestructura social
"no es causal ni funcional, es más bien la de una respuesta a una pregunta, con la salve-
dad, no obstante, de que la respuesta es anterior a la pregunta y que su adaptación recí-
14. Esta pretensión suya se da pese a c¡ue sus investigaciones y ejemplos se circunscriben a proca obedece más a la lógica del mito que a la condición sociológica ele los investigadores.
los pueblos indígenas del siglo Je'{ en ciertas áreas tropicales ele iunérica, cuyas culturas po- A las necesidades internas de una sociedad, a sus desequilibrios, los mitos aportan justifi-
drían englobarse en la "ilusión totémica", más proclives a los ordenamientos clasificatorios. caciones. Pero estas justificaciones aparecen menos en el relato mismo, en las imágenes
que propone, que en las relaciones forn1ales entre los diferentes térn1inos".
15. "El anáíisis etnográfico de Boas, incomparablemente más honesto, sólido y metódico que
el de Malinowski, se mantiene aún, al igual que el de este último, en el nivel del pensamien- 18. Lévi-Strauss lo trata en el ensayo "El hechicero y su magia" de su Antropología estuctu-
to consciente de los individuos. Sin duda alguna Boas evita retener las racionalizaciones se- rcd (1969), W.B. Cannon lo ha estudiado en "Voodoo Death" (1942).
cundarias y las reinterpretaciones, las cuales conservan un imperio tal sobre Malinowski, 19_ Lévi-Strauss no hace estas reflexiones apoyándose en los ejemplos que hen1os sugerido,
que éste logra eliminar las de los indígenas sólo para reemplazarlas por las suyas propias" sino a partir de w1 caso que -siguiendo la descripción que de él nos hace el mismo Lévi-
(Lévi-Strauss, 1969: 21). Strauss- difícilmente podría ser considerado un "mito inconsciente". Se trata de un texto
Cómo estudiar el pensamiento indígena 25
24 Luis Alberto Reyes

Sin embargo, contra está lectura filosófica del análisis estructural que
do de un mito, olvido que deb.e ser reparado en la curación. Y este olvido
con esforzada buena voluntad intenta Ricmur, el mismo Lévi~Strauss se
de que nos habla la etiología sagrada .de las enfermedades a lo largo de
ocupa de argumentar, y lo hace con re1ación a las preeirntas últimHs:
América nos remite a la presencia normal de su opuesto: el recuerdo cons-
ciente del mito. No existe término verdadero del análisis mítico, ni l1nidad secre-
En este punto el psicoanálisis, y particularmente los antropólogos que ta por asir al final del trabajo de descomposición.
en él se inspiran, confunden la situación excepcional del enfermo visto por A diferencia de la reflexión filosófica, que pretende remontarse
los ojos del médico indígena con la relación normal que los hombres de la hasta su fuente, las reflexiones que aquí tratamos se refieren a rayos
sociedad indígena tienen con sus historias. La condición normal de los carentes de todo foco, como no sea virtual. (Lévi-Strauss, 1978: 15)
hombres sanos no es el olvido sino el recuerdo del mito. Su función sim-
bólica no actúa desde el inconsciente. También es tajante al explicar su posición con relación a la búsqueda
Al pensamiento indígena de nahuas, mayas y andinos lo vemos guiado de sentido y a la pretensión misma de que éste exista:
conscientemente por una concepción dual de la realidad que se expresa en
los mitos. Esa concepción, apoyada en la experiencia, no sufría interdicción Para mí la misma [la búsqueda de sentido al relato mítico] apa .
rece como un medio suplementario del que disponemos para tratar
por parte de la cultura, no estaba obligada a refugiarse en el inconsciente.
de controlar la validez de nuestras operaciones sintácticas.
Finalmente, cabe hacer una referencia a intentos de recuperación del En consecuencia aprehender el sentido, desde el punto de vista
método de Lévi-Strauss sorteando los límites que él le impuso. Esta recu- del método, me parece secundario y derivado en relación al trabajo
peración sería posible en el nivel más profundo del análisis estructural en esencial, que consiste en desmontar el mecanismo de un pensamien-
el que más allá de las relaciones aparentes, de superficie, las que se ha- to objetivado. (Lévi-Strauss, 1967: ~69)
cen visibles, por ejemplo, al estructuralismo funcionalista, se alcanzarían
relaciones ontológicas expresadas en los mitos (Del Barco, 1967: 18). 20 El sentido nunca es un fenómeno primero: el sentido es siempre
En el mismo sentido, refiriéndose a las series de oposiciones que des- reductible. Dicho de otra manera: detrás de todo sentido hay un no-
cubre el análisis estructural, Paul Ricmur reflexiona: sentido, y lo contrario no es verdadero. Para mí la significación es
siempre fenomenal. (Lévi-Strauss, 1967: 166)
No habría contradicción, ni tentativa de resolución de contradic-
ción, si no hubiera preguntas significativas, proposiciones de senti- En el caso de los viejos mitos, estudiados en sus fuentes, esta clausu-
do sobre el origen y fin del hombre. Ahora bien, esta función del mi- ra metódica del texto sobre sí mismo podría ser tentadora porque estamos
to como relato de los orígenes es la que se ha querido poner entre pa- lejos de los referentes, la situación de origen. Lejos de los sujetos de esos
réntesis. El análisis estructural no llega a eludir esta función, sólo discursos, del mundo al que aludían y de los hombres a quienes iban diri-
la posterga para más adelante. (Ricoeur, 2000: 143) gidos. Considerando nuestra distancia, tiene sentido desconfiar de refe-
rencias que apenas podemos reconstruir dificultosamente.
Pero la renuncia que propone el estructuralismo es demasiado penosa.
mágico religioso de los cuna de Panamá, en el que el nele, médico indígena, canta unn his- Por eludir el carácter de probabilidad que tienen nuestras interpretaciones
toria de búsqueda delpurba, de la parturienta en aprietos, con diversas vicisitudes y luchas. nos privaríamos de escuchar el tesoro de voces que hablan en los mitos in-
Establece una sugestiva comparación entre esta curación, en que el nele hace escuchar una dígenas de América. Nos privaríamos de escuchar el pensamiento antiguo.
historia a la paciente, y Ja cura psicoanalítica. Observa que, "en ambos casos, el propósito es Por eso vamos más allá de la intención de retener sólo las estructuras
llevar a la conciencia conflictos y resistencias que han permanecido hasta ese momento in- de relaciones entre las unidades mínimas del discurso.
conscientes, ya sea a causa de su represión por otras fuerzas psicológicas, ya sea -como en
el caso del parto- a causa de su naturaleza propia, que no es psíquica sino orgánica. [... ] Es-
te conocimiento hace posible una experiencia específica en cuyo transcurso los conflictos se
reactualizan en un orden y en Lm plano que permiten su libre desenvolvimiento y conducen Hacia una interpretación fenomenológica
a su desenlace" (Lévi-Strauss, 1969: 179).
20. "Es éste lo que nosotros llamamos el tercer nivel de significación del término 'estructu- Hacemos entonces un giro desde la inclinación analítica, que quiere un
ra', mientras el primero hacía referencia a la estructura en la cosa, en la sociedad, etc., y el objeto sin ambivalencias, unívoco y nítido, hacia una interpretación dis-
segundo trataba de construir un modelo que se confundía con las relaciones sociales, un mo- puesta a hacerse cargo de múltiples significaciones, ambientaciones emo-
delo que nos mostraba los hechos tal como son, interconectados, etc., este tercer nivel busca cionales, oposiciones y ambigüedades.
darnos las razones últimas de toda realidad" (Del Barco, 1967: 18).
26 Luis Alberto Reyes Cómo estudiar el pensamiento indígena 27

Más allá también de las perspectivas positivistas, que coinciden en Aquí la verdad no se refiere sólo a la fe en que los sucesos narrados su-
prescindir de la pretensión de hallar fundamentos o visiones totalizado- cedieron realmente, en el sentido que distingue a las narraciones míticas
ras, la hermenéutica que se desarrolla desde las humanidades, y particu- de las leyendas u otras ficciones literarias, 23 sino a que hay un referente
larmente desde la filosofía contemporánea, se vuelve hacia los mitos para del relato, de algún modo aislable para los investigadores, y que se distin-
encontrar en ellos respuestas que calan en el sentido de la existencia y en gue de la mera causalidad psicológica. La posición fenomenológica impli-
la ontología. 21 ca aquí tanto una atención puesta en aquello de lo que hablan los mitos
Esto no implica recaer en los dogmatismos de la verdad única. La con- como en la expresión de la que se valen.
sideración de los descubrimientos que aportan las diferentes perspectivas Un destacado exponente de esta posición aplicada al estudio de los mi-
de interpretación, así como sus limitaciones en sus pretensiones totalita- tos y la historia de las religiones es la obra del rumano Mircea Eliade. 24
rias o descontextualizadas, nos inclina a una actitud hermenéutica de ca- En su teoría, además de los rasgos que hemos mencionado, se destaca la
racterísticas peculiares. idea de la dialéctica de lo sagrado y lo profano que regiría a la experien-
Aquí no cabe una teoría general conclusiva. No puede haberla por cuan-· cia religiosa arcaica. También es suya la noción de un "tiempo primordial''
to partimos de admitir que el lenguaje simbólico del discurso mítico remi- al que aludirían los mitos y al que estaría asociada una "nostalgia del Pa-
te a significados no inmediatos, difícilmente agotables (Ricceur, 2003), .Y raíso'', inspiración de los grandes relatos sagrados.
que caben iluminaciones desde los diversos aspectos del contexto, desde la En otros lugares de este trabajo analizamos críticamente estas ideas en
estructura del texto y desde los prejuicios de los sujetos involucrados en su las que advertimos inconsecuencias en su orientación fenomenológica. 25
recepción (Gadamer, 2002). Eliade también sostiene que existe una relación de correspondencia,
En esta corriente el encuentro ele la hermenéutica con la fenomenolo- dentro de cada cultura, entre los mitos cosmogónicos y los de origen.
gía generó una fecunda posibilidad de consideración de los mitos, de la En los casos en que la continuidad ele las fuentes lo permite, pueden
que destacaremos aquí dos rasgos. confirmarse correspondencias entre los mitos cosmogónicos y los de origen
El primero de ellos es el de tomar con seriedad su carácter narrativo. Es- de la antigua América. Si tomamos los dos más completos y unitarios con-
to implica una revaloración después de las descalificaciones que el relato juntos con que co_ntamos, los de Huarochiri recogidos por el cura doctrine-
sufriera desde las ciencias sociales y algunas tendencias filosóficas contem- ro Francisco de Avila y los del Popal Vuh, vemos esta correspondencia en
poráneas. La hermenéutica fenomenológica no sólo destaca este aspecto na- la común estructura sexual y conflictiva con que aparecen ambos tipos de
rrativo sino que lo recupera en el plano de la filosofía reflexiva. Los huma- mitos en el texto andino de los mitos de Huarochirí y en las corresponden-
nos nos reconocemos a través de nuestra historia y de nuestras obras, en cias en la estructura común de destrucciones seguidas de creaciones con
una identidad narrativa, aunque ella sea multiforme, abierta, inexacta. que aparecen ambos tipos en el texto quiché del Popal Vuh. 25

El narrar no es nunca un informe exhaustivo del que se pueda


"levantar acta" como ocurre con el protocolo. [... ] No es una debilidad
23. A propósito de la verdad del mito, la hermenéutica fenomenológica asumió la dificil tarea
de la presencia de lo narrado el que exista esa posibilidad de narrar
de invertir un lugar común, de origen cientificista, que hace al mito sinónimo de falsedad.
lo mismo de diversos modos, pues detrás de ello se oculta la presu-
posición de que hay una abundancia tal de lo que debe ser narrado 24. Desde la historia de las religioneo, propone una completa definición que eo orientadora
y de lo que acontece, que es inagotable. (Gadamer, 1997: 32) hacia aspectos esenciales de los más importantes mitos indígenas de América. Son historias
sagradas, nos dice, de seres sobrenaturales que en un tiempo primordial crearon la realidad,
tanto cósmica como humana (Eliade, 1968a: 18-24). Son también modelo de las acciones hu-
El segundo rasgo es el de contar con la "verdad" de la narración míti- manas significativas y de los ritos, que tienen el poder mágico religioso de repetir el aconte-
ca, en el sentido en que Rícceur contrapone este concepto de la fenorneno- cimiento primordial (19, 25-27).
logia de la religión al concepto freudiano de "ilusión"- 22 25. En el capítulo 4 examinamos la idea de Eliade sobre la ruptura de lo sagrado con lo pro-
fano, mostrando su incompatibilidad con el antiguo pensamiento indígena de América y la
inconsecuencia fenomenológica de su planteo. También examinamos críticamente la idea de
tiempo primordial en el sentido que le da Eliade de un tiempo mejor, esencialmente diferen-
21. En esta perspectiva, lVIircea Eliade (1968b: 10) afirma que "los problemas cardinales de te del actual. Vemos en ella una incorrecta generalización de las tradiciones inspiradas en
la metafísica se verían renovados con el conocimiento de la ontología arcaica". el Génesis de la Biblia.
22. "Una verdad en el sentido que Husserl le da a esta palabra en sus Investigaciones lógi- 26. En un análisis más meticuloso, podemos señalar como correspondencias entre los mitos
cas y que significa el cumplimiento de la intención significante" (Ricceur, 2003: 290). cosmogónicos y los de origen del Popal Vuh (los descensos a Xibalbá) las siguientes: 1) El po-
28 Luis Alberto Reyes Cómo estudiar el pensamiento indígena 29

Cabe observar, sin embargo, que esta teoria acerca de la consecuencia apoyadas en los contactos culturales y la imitación o imposición iluminan
de los mitos de origen con relación a los cosmogónicos se enlaza en Eliade sólo un aspecto de la cuestión.
con _otra idea cuestionable: la que aísla y destaca desmesuradamente aquel Las interpretaciones psicoanalíticas que explican el parecido de los mi-
momento cosmogónico protagonizado por los dioses, sugiriendo que el mi- tos por la universalidad de las experiencias psicológicas que en ellos se ex-
to traslada al hombre a un ámbito sagrado más allá de su existencia pro- presarian son bastante reveladoras, aunque merecen ser acotadas desde
fana. El antiguo pensamiento indígena no separa de este modo las esferas una perspectiva histórico-cultural.
sagrada y profana. El mito no tiene una relación externa con el hombre, También la sed metafísica de los hombres, que los inclinaría a ciertos
sacándolo del ámbito profano, sino que, al contrario, el hombre está de an- relatos apropiados para colmarla -la presencia de arquetipos que reapa-
temano instalado en una existencia sacralizada en el ámbito del mito. recen en diferentes tiempos y pueblos, a los que aluden Jung y Eliade-, 28
Por eso tomamos su teoría como marco conceptual general pero sin ha- indicaría motivaciones y estratos sustentando cierta materia espiritual
cer desde ella una acotación excluyente de las características de los mitos, común en las culturas. 29
salvo en la consideración de éstos como relatos importantes para la comu- A este conjunto de factores de coincidencias entre los mitos debemos
nidad, lo que implica una concepción dramático-narrativa del universo. hacer concurrir otro, al que están dedicadas precisamente las investiga-
ciones de este trabajo: el hecho de que son historias sustentadas en una
concepción dual de la realidad, fluyente entre opuestos que luchan entre
¿Por qué los mitos se parecen entre sí? sí y que emergen alternadamente.
Las expresiones del pensamiento de los antiguos nahuas, mayas y an-
Algunas propuestas teóricas significativas intentan explicar el pareci- dinos muestran este hilo conductor común que también hallamos en el
do entre los mitos de diferentes pueblos y lugares. pensamiento arcaico de los semitas occidentales y de los griegos.
Sabemos que en muchos casos los mitos no aparecieron espontáneamen- En cierto modo lo intuye Ernst Cassirer cuando señala qu~ la singula-
te en los pueblos que los profesaron, sino que nacieron en culturas localiza- ridad con que se nos presentan los mitos se debe a una manera de perci-
das y llegaron luego a otras regiones y pueblos que los asumieron como pro- bir: "Si el mito no percibiera el mundo de un modo diferente no podría juz-
pios. El caso del Quetzalcóatl teotihuacano-tolteca que reaparece como Ku- garlo o interpretarlo en su manera específica". También advierte, aunque
kulcan y Gucumatz entre los mayas es un ejemplo destacado entre otros. vagamente, el sentido de las diferencias:
Pero las teorías de la difusión no alcanzan para explicar todos los ca-
sos y no explican por qué (más allá de los casos de imposición violenta) el El mundo mítico se halla, como si dijéramos, en un estado mu-
mito ha siclo asumido y creído en diversos lugares. Más allá del encanto o cho más fluido y fluctuante que nuestro mundo teórico de cosas y
la sugestión literaria de algunos relatos, permanece la cuestión de por qué propiedades, de sustancias y accidentes [... ] su mundo es dramático,
pueblos distantes hicieron suyos estos mitos viajeros.27 Las explicaciones de acciones, de fuerzas, de poderes en pugna. (Cassirer, 1968: 119)

Pero se inclina a una explicación psicologista cuando sostiene que es-


ner a pnieh8 8 los hombres P-n su devoción, en sus habilidades. 2) El destruirlos antes de tas diferencias provienen de las emociones, de los sentimientos. 30 Al ha-
crearlos definitivamente (la destrucción de los hombres de barro y de madera antes de las
creaciones sucesivas; la destrucción de los gemelos antes del nacimiento del Sol y la Luna).
3) Los animales como decisivos para la vida o la muerte de los hombres (en el castigo a íos
hombres de madera, en la búsqueda del maíz, en la guía y el asesoramiento a los gemelos peas, de las que habrían llegado a las culturas indígenas de América por el fenómeno de la
en su viaje a Xibalbá). "difusión".
En sentido contrario a estas comprobaciones, es interesante advertir que las primeras 28. Eliade (1968b: 9) reconoce esta coincidencia con Jung cuando alude a "la voluntad de sus
páginas de los mitos cosmogónicos del Popoi Vllh tienen una estructura difícilmente compa- sociedades de rechazar el tiempo concreto, su hostilidad a toda tentativa de ><historia" autó-
tible con los otros relatos del texto. Pero esas primeras páginas son precisamente las que re- noma, es decir, de historia sin regulación arquetípica".
velan una dominante influencia de las ideas importadas por los españoles. Sobre el carácter
probablemente espurio de parte del contenido de estas páginas nos habla entonces tanto su 29. "Símbolos, mitos y ritos revelan siempre una situación límite del hombre, y no solamen-
correspondencia con el relato hebreo de la Creación como su falta de correspondencia estruc- te una situación histórica; situación límite, es decir, aquella que el hombre descubre al te-
tural con los otros mitos del texto. ner conciencia de su lugar en el Universo" (Eliade, 1994: 36).
27. Estudiosos de las antiguas culturas americanas, como dice Dick Ibarra Grasso (1982), 30. "La percepción mítica se halla impregnada siempre de estas cualidades emotivas; lo que
han insistido en el parecido de sus mitos y símbolos con los de las antiguas culturas euro- se ve o se siente se halla rodeado de una atmósfera especial, de alegría o pena, de angustia,
30 Luis Alberto Reyes Cómo estudiar el pensamiento indígena 31

cerlo parece presuponer que sólo correspondería el rango de teorías a la do se insiste en hallarle afinidades con el cristianismo, intenciones y cate-
captación de realidades sustanciales, ceñidas a categorías fijas. 31 Para él, gorías propias de otras culturas. Tales miradas velaron su originalidad y
t.anto la fluidez como el aspecto dramático de las percepciones en que se ayudaron a hacerlo invisible para la filosofía y la historia de las culturas.
apoyan los mitos provendrían cie la afectividad de los hombres que los Además, se han considerado aisladamente contenidos, como los sacri-
concibieron (Cassirer, 1968: 120). ficios o las concepciones sobre el tiempo; o formas, como el carácter sim-
Más allá del hecho de que toda experiencia humana está siempre de al- bólico de las expresiones y el carácter abstracto prevaleciente en ciertos
gún modo contenida en una afectividad -Heidegger decía en ese sentido ámbitos de la plástica, para establecer apreciaciones erradas y descalifi-
que siempre nos encontramos de un cierto modo afectivo en el mundo-, no catorias, o ha sido tomado como caso o ejemplo de explicaciones psicológi-
cabe señalar diferencialmente como afectivo un contenido de la percep- cas que lo reducen y esquematizan. 33
ción que puede comprenderse en términos estrictamente teóricos. Inicialmente este libro propone un acercamiento a las principales
Los relatos míticos indígenas -además de sus otras funciones a las que fuentes para conocerlo, porque en buena medida ellas son ignoradas y
nos hemos referido- transmiten un conocimiento sobre la realidad 32 que permanecen casi inaccesibles para los lectores. Por eso también es que, al
es común a los pueblos en que la experiencia de la existencia no ha sido abordar cada capítulo, se reproducen, aunque sea parcialmente, los testi-
expresamente censurada por la cultura imperante. Es por eso -junto a monios indígenas.
otros factores psicológicos y circunstanciales- que en muchos casos halla- La revelación de aquellos significados que no aparecen inmediatamen-
mos historias parecidas contadas por diversos pueblos. Se trata de versio- te, debido a la distancia histórica con los testimonios o al carácter de las ex-
nes de una experiencia con aspectos comunes, más allá de las diversas presiones, se apoya en textos y símbolos paralelos. Evitamos el recurso co-
mediaciones socioculturales de esa experiencia. mún de forzar analogías con el pensamiento occidental, que suele resultar
en falsificaciones. La posibilidad de comprender debe buscarse por un ca-
mino más confiable que el de asimilar nuestro objeto a tradiciones extrañas
Los momentos y el sentido de este libro a él. La comprensión es posible porque el pensamiento indígena se basa en
experiencias primarias del ser humano: el movimiento de los astros, los ci-
El pensamiento indígena de América cuestiona la formación espiritual clos de las plantas y los animales y la sexualidad. A pesar de las mediacio-
e intelectual de los egresados en Filosofía de nuestras universidades. El nes a que las hemos sometido -disolviendo la noche, encerrándonos en
título de este libro, sin duda muy pretensioso en su extensión, alude glo- mundos de cemento-, estas experiencias siguen estando a nuestro alcance.
balmente a ese pensamiento cuestionador, al que dirigimos una mirada A diferencia de la intención de alejamiento de la tierra que ha orienta-
con limitaciones: no sólo en cuanto a su extensión sino en cuanto caben do a las culturas europeas, el antiguo pensamiento de nahuas, mayas y
otras miradas pertinentes sobre el tema. En un objeto de estudio que ha andinos encuentra el sentido de la existencia no en el más allá, sino en el
sido dominio casi excluyente de antropólogos e historiadores, este libro universo localizado en que se desenvuelve la vida.
tiene la peculiaridad de la mirada filosófica. Por eso los estudios de este libro se despliegan a partir de la referen-
Se trata de un encuentro con el espíritu de los antiguos en tiempos del cia mítica más originaria: la Madre Tierra. En los relatos hallamos las
mundo cuando el futuro parece sin caminos y desolado, cuando las utopías transiciones cósmicas que llevan desde la oscura diosa originaria a la dua-
de la modernidad se muestran extrañas e inalcanzables. La crisis es un lidad, la iluminación y la vida de los seres, que llevan también desde las
motivo más para volvernos a otras raíces espirituales, a otros modos en sociedades arcaicas a las dinastías guerreras y los nuevos valores e ideas.
que los hombres han proyectado estar sobre la Tierra. En este punto, y ya en contacto con los mitos religiosos, nos detenemos
El pensamiento indígena de América ha sido olvidado y quedó en la a meditar sobre las claves de la teología indígena. Una actitud fenomeno-
sombra como objeto de investigación. En los raros estudios que ha merecí-

33. La teoría ele Freucl, que hace observaciones atinadas en cuanto al origen inconsciente
de excitación, de exaltación o de postración" (Cassirer, 1968: 119). "Lo que caracteriza a la de las representaciones simbólicas ele los modernos europeos, no es aplicable sin mediacio-
mentalidad primitiva no es su lógica, sino su sentimiento general de la vida" (127). nes a los mitos indígenas, y conduce a errores en cuanto al origen ele la dualidad en esas
representaciones. La alternativa ele Jung, aunque ha pretenclíclo superar el psicologismo
31. De acuerdo con esto, no sólo las percepciones de los antiguos indígenas de la "fluidez" del freudiano y revalorar los mitos arcaicos, conduce a un subjetivismo que complica las posi-
mundo sino también las de Heráclito y de Hegel eslarían contaminadas de emotividad. bilidades de comprender y desvía el estudio ele las antiguas culturas hacía construcciones
32. El conocimiento de la dualidad en el mundo ele los hombres, de la naturaleza y los astros. injustificadas.
32 Luis Alberto Reyes Cómo estudiar el pensamiento indígena 33

lógica consecuente debe situarnos críticamente frente a teorías cuya apli- terios de los descensos al Inframundo, así conio los mitos de iniciación en
cación a nuestro continente es un anacronismo. Entre ellas, la contrapo- la sabiduría, tanto de la tradición náhuatl como andina, revelan que en la
sición sagrado/profano, de uso casi canónico en la historia de las religio- comunicación con estos dos ámbitos se halla una clave del conocimiento.
nes antiguas. Estas perspectivas·, tributarias de las teologías de la tras- Comprendiendo esta preocupación integradora y mística que los anima,
cendencia, nos distraen de los aspectos distintivos de las religiones indí- se nos abren los significados de los mitos toltecas de la ruptura de la pu-
genas de América. reza y de la iniciación en la sexualidad, así como del diálogo andino del zo-
El tema del tiempo -más propiamente "los tiempos"- es la vasija en rro de arriba con el zorro de abajo.
que caben todas las cuestiones del cosmos, los dioses y los hombres. Tam- La sexualidad, su relación con el orden del mundo y con la verdad, es
bién aquí el insistente anhelo de eternidad que atraviesa al pensamiento un tema que atraviesa centralmente el pensamiento indígena, aunque en
occidental ha matizado su comprensión del pensamiento indígena. Se ha muchos de los testimonios sólo a media voz, por la doble incidencia vela-
interpretado la visión cíclica de las emergencias e influencias cósmicas co- dora de los ideales de las dinastías guerreras, que eran hegemónicas en
mo la idea de un universo extático, velando la radical idea indígena de los tiempos de la conquista española, y de la moralidad cristiana que ésta im-
cambios, de la incesante destrucción de toda posición. puso. Cuando contamos con testimonios que se remontan a tradiciones
Desde la idea de las sucesivas creaciones y destrucciones del mundo anteriores, el tema tiene una presencia dominante, como en las historias
hasta la compleja configuración de esos pequeños mundos o lugares que de Huarochirí. Se nos revela entonces un universo sexuado, con estructu-
son cada año, .cada mes, cada día, los tiempos indígenas son la agónica e ra de pareja, que remite, en última instancia, a la historia fundamental
incesante sustitución de unas fuerzas por otras. Los mitos cosmogónicos, del amor de la Tierra con el Cielo.
los ritos y los intricados calendarios como el del tonalámatl, llamado Có- Esos mitos presentan arquetipos de mujer que se corresponden con las
dice Borgia, hablan del necesario paso de todo, aportando fecundas pers- ideas sobre los roles e intercambios en el cosmos. Otras expresiones, pro-
pectivas al viejo problema filosófico. venientes de las culturas mexica y cuzqueña, muestran la transición ha-
Abordamos luego la extendida práctica de los sacrificios rituales. Los cia nuevos roles de la mujer, y una concepción más abstracta y política del
símbolos y los mitos a que nos remiten muestran que no sólo ni primaria- mundo humano.
mente cumplían la función de conjurar a los dioses, sino que corresponden A pesar de estos cambios, en el ámbito andino persistía fuertemente la
a una concepción sacrificial del universo mismo. Tanto los astros como ca- idea de la solidaridad entre el ámbito cósmico y el comunitario, como lo
da pequeño ser se deben al sacrificio de quienes los precedieron y también revelan no sólo los mitos de los pueblos alejados de Cuzco sino aun la for-
se entregan para que siga el movimiento de la vida. Los dioses se sacrifi- ma que asumían las pautas de control en las áreas que alcanzaba la au-
caron para que haya humanos, y éstos deben a su vez apoyarlos en la ta- toridad inca.
rea de renovar el mundo. Un sentido de misión ecológica los sustenta. El sufrimiento, las adversidades y la muerte, asociados a la pertenen-
Al entrar al tema de la concepción indígena sobre los hombres, parti- cia telúrica y a la necesidad de los movimientos del universo, constituyen
mos de los textos que hablan sobre los espacios, porque los humanos están temas esenciales del pensamiento indígena. Podríamos decir, invirtiendo
vinculados ontológicamente con los lugares. Como en el caso de los tiem- un diagnóstico sobre la tradición occidental, 34 que el pensamiento indíge-
pos, también aquí es preciso hablar en plural de espacios (no de un indife- na no toma con tanta gravedad a la muerte ni con tanta liviandad a la se-
rente, único espacio), cuyas diversas fuerzas, identidades, son participadas xualidad con que la vida se inicia. Son temas que remiten a la inclinación
por quienes los habitan. Algunos mitos, y los calendarios mánticos, mues- espiritual hacia la Tierra; el mito de Incarri y el wanka sobre la muerte
tran los espacios asociados con los tiempos en complejos sistemas de signi- de Atahualpa permiten reconocerlo.
ficación. Los rumbos cardinales, el lugar de abajo o de arriba, los cielos y Finalmente, esa conjunción de conciencia cósmica y acción revolucio-
el mundo infratelúrico son las principales referencias según la tradición de naria que es el Taki Onqoy expone la originalidad de un pensamiento que
que se trate. Pero además, así como les toca a los hombres propiciar ritual- no concebía la acción humana como destinada a crear un mundo extraño
mente los pasajes de los tiempos, también les toca mediar entre los abis- a la naturaleza, sino a servir de vehículo a los movimientos de alternan-
mos de la Tierra y los Cielos, y transitar por los dos, como enseñan, entre cia duales.
otros textos, los mitos del quiché.
La existencia sobre la superficie, donde se desarrolla la cultura y el po-
der de los hombres, les hace olvidar que no sólo pertenecen al aire y la luz 34. Idea expresada por Georges Bataille en el Prólogo a "Madame Edwarda" (en La Mort á
sino también a las densas oscuridades del cuerpo y de la Tierra. Los mis- uoir, París, 1877, CerD.
34 Luis Alberto Reyes

Justamente estas dualidades, orientadoras de las diversas expresiones CAPÍTULO 1


del pensamiento indígena (mujer/varón, Tierra/Cielo, luz/oscuridad ... ),
provocaron las más intolerantes reacciones de parte de los conquistadores Aproximación a las fuentes para el estudio
europeos. La cultura del Viejo Mundo había luchado largamente para des- del pensamiento indígena
prenderse de los antecedentes arcaicos de la filosofía griega y de la reli-
gión cananea contra los que se impuso la tradición hebreo-cristiana: una
tradición, esta última, unilateralmente dirigida al Cielo, a la luz, a la pu-
reza, y desintegrada de la Tierra, de la sexualidad y de toda experiencia
que implicara reconocer el universo de la vida como integrado por opues-
tos de valores equivalentes. Esta unilateralidad explica la radical repug-
nancia, la incapacidad de escuchar, con que Europa se situó frente a las
religiones indígenas de América.

Aquí escribiré brevemente las palabras de nuestros


primeros padres.
Anales de los Xahil 1

Uae ix chilw tzibaj clrnpam chic u chaóal Dios; pa


Christianoil chic. Ix chic h'elezaj, rumal ma jabí chic
ilbal ré Popal Buj. [Esto fue escrito dentro del cristia-
nismo y la palabra de Dios; y lo sacamos a luz porque
ya no existe lo que se veía en el Popal Buj.]
Popal Buj, Preámbulo 2

Y porque la memoria de los hombres es débil e ¡1a-


ca si no nos ocurrimos a las letras para nos aprovechar
dellas en nuestras necesidades
Ti tu Cussi Yupanqui,
Relación de la cor..quista del Perú 3

Runa yndio. 1Viscap Jvfachoncuoo ñcwpa pacha


quillcacta yachanman carcaclwyca hi,nantin causas-
caucunapas manam cananea mapas dúncaycuc hina-

l. La cita es de Anales de los Xahil, que acompaña, .como apéndice, la veisión del Popal Vuh
de Georges Raynaud (1927: 135) .
2. La cita es del Manuscrito de Chichicastenango, en la versión Villaco!ta y Rodas (1927:
164-165).
3. La cita es de la primera página de este escrito de 1570 que lleva por titulo originario Ins-
trucción del Inga Don Diego de Castro Titu Cussi Yupangui para el muyi.lustre señor el Li-
cenciado Lope García de Castro Gobernador que fue destos Reynos del Púd, tocante a los ne-
gocios que con su majestad, en su nombre por su poder h:i-de tratar. Laqual es esta que se
sigue (Carrillo Espejo, 1991: 41)

[ 35 J
36 Luis Alberto Reyes Aproximación a las fuentes para el estudio del pensamiento indígena 37

cho canman. [Si en los tiempos antiguos los antepasa- mente convocados para transmitir las tradiciones que recordaban. La
dos de los· hombres llamados indios hubieran conocido obra más destacada es la de los textos recogidos en náhuatl por fray Ber-
la escritura, no se habrían ido perdiendo todas sus tra- nardino de Sahagún en Tezcoco y Tlatelolco, conocidos como Códices ma-
diciones como ha ocurrido hasta ahora.]
Ritos y tradiciones de Huarochirí4
tritenses, que se han publicado en parte.
La poesía, frecuentemente unida al canto y la danza en la tradición
mesoamericana y en la andina, 6 ocupa un lugar importante entre las
fuentes, y abarca un amplio espectro ele temas religiosos, épicos, reflexi-
Las fuentes utilizadas en la parte central de este estudio, referidas a los
vos y amorosos.
antiguos nahuas, mayas y andinos, son los documentos de origen indíge-
Finalmente, ampliamos nuestras noticias con recensiones y estudios
na o mestizo anteriores o contemporáneos a la conquista y a los primeros
de filósofos, historiadores de las culturas y las religiones, y antropólo-
tiempos de la colonia.
gos. Deteniéndonos en textos que consideramos especialmente relevan-
En libros, monumentos y expresiones fijadas de diversos modos es po-
tes,7 intentamos una interpretación valiéndonos en primera instancia dP.
sible hallar varios tipos de contenidos: los que refieren los orígenes cósmi-
los procedimientos comparativos propios de la fenomenología de la relí-
cos, los dioses, calendarios, rituales, la aparición de los humanos y los hé-
roes; los que expresan ideas de la vida y el mundo, valores, sentimientos;
los que consignan o relatan migraciones, ciudades, tributos, linajes Y se- 6. En la tradición mesoamericana: ·'En esta lengua de anáhuac ia danza o baile tiene dos
ñoríos; los que describen aspectos de ia sociedad y ia cultura material, nombres: el uno es macehualiztli y el otro netotiliztli. Este postrero quiere decir propiamen-
los que relatan la conquista y hablan desde la experiencia ele padecimien- te baile de regocijo con que se solazan y toman placer. [... ] El segundo y principal nombre de
to de la dominación española.º la danza se llamaba n1acehualiztli, que quiere decir n1erecimiento: macehualo quiere decir
n1erecer; tenían este baile por obra n1eritoria, ansi con10 decimos merecer uno en las obras
Este estudio se enfoca en los dos primeros tipos. Incluye no sólo las
de caridad, de penitencia, y en las otras virtudes i... í Y estos baiies mas solemnes eran he··
fuentes elaboradas por manos indígenas antes de la conquista o en los pri- chos en las fiestas generales y también particulares de sus dioses y hacíanlas en las plazas"
meros tiempos ele la colonia, entre las que se destacan los libros de pintu- (Durán, J.967, JI: 230)
ras y los redactados por indígenas que aprendieron el alfabeto español, si- "Muy ordinario era bailar en los templos, pero era en las solemnidades, y mucho más or-
no también los informes de los cronistas europeos que en algunos. casos re- dinario era en las casas reales y de los señores, pues todos ellos tenían sus cantores, que les
cogieron de manera directa los testimonios indígenas y en otros consigna· componían cantares de las grandezas de sus antepasados y suyas, especialmente a Monte-
zuma Pizintli, que es el señor de quien más noticias se tiene, y de Netzahuaípitzintli, de Tez-
ron los resultados de sus propias averiguaciones. coco, les tenían compuestos en sus reinos cantares de sus grandezas y de sus victorias y ven-
Diversas motivaciones llevaron a los españoles a escribir sus crónicas cimientos y linajes, y de sus extrañas riquezas, los cuales cantares he oído yo muchas veces
y fueron significativas para su contenido. Incidieron en la elección de los cantar en bailes públicos que, aunque eran conmemoración de sus seüores, me dio mucho
informantes así como en la disposición a escuchar ciertas cosas más que contento de oír tantas alabanzas y grandezas" (Durán, 1967, JI: 233; Garibay Kintana, 1982:
Xl!). En la tradición andina: "E luego fueron sacados allí a la plaza mucha y muy gran can-
otras; influyeron en la interpretación ele lo que escuchaban y en la dispo-
tidad de cántaros de chicha; y luego vinieron las señoras, ansi las mujeres del inca como las
sición a limitarse a los testimonios, o a "completarlos" con agregados pro- demás principales, las cuales sacaron muchos y diversos manjares; e luego se sentaron a co-
veniP.ntes del cronista. mer todos, e después de haber comido comenzaron R beber, e despnés de he her bebido, el In-
En algunos casos, además ele sus escritos personales, los cronistas es- ca mando sacar cuatro atambores de oro, e siendo allí en la plaza mandáronlos poner a tre-
pañoles se dedicaron a recopilar textos de escribientes indígenas especial- cho en ella, e luego se asieron de las manos todos ellos, tanto a una parte como a otra, e to-
cando los a tambores, que ansí en medio estaban, e empezaron a cantar todos juntos, comen-
zando a cantar las seüoras-mujeres que detraes de ellos estaban, en el cual cantar decían y
deciaraban la venida que Uscovilca había venido sobre ellos, e la salida de Viracocha [eco-
4. La cita corresponde a las primeras palabras del texto encomendado a informantes Y re- mo] Inca Yupanqui le había preso e muerto, diciendo que el sol le había dado favor para ello,
dactores indígenas por el sacerdote Francisco de Ávila. La versión y su traducción fueron to- como a su hijo, e como después ansimesmo había desbaratado y preso y muerto a los capita-
madas de la edición preparada por Gerald Taylor, con ei título Ritos y tradiciones ele Hu.aro- nes que ansi habían hecho la junta postrera. E después de este canto, dando loores y gracias
chirí (Taylor, 1999: 2-3). al Sol e ansimesmo a Inca Yupanqui, saludándole co1n0 a lüjo Jel Sol se tornaron a sentar"
1

5. "Visión de los vencidos" llamaron Miguel León-Portilla y Ángel Garibay Kintana (1992) a (citado por Carrillo Espejo, 1986: 33).
estos textos, en los que al hilo conductor se agregan frecuentemente otros temas, incorpo- 7. No intentamos una tarea de rastreo y decodificación de todos los testimonios recupera-
rando memorias históricas y míticas. El género responde a una compleja intencionalidad de bles. Tampoco nos referimos exhaustivamente al conjunto de los que han sido descubiertos
recuperación de la cultura avasallada, de argumentar sobre la "historia verdadera" o de ale- aceptablemente por los investigadores. Esto es así porque nuestra intención no es etnográ-
gar ante el soberano español los merecimientos indígenas. fica ni tampoco la de exponer de manera panorámica o histórica el conjunto del material.
38 Luis Alberto Reyes Aproximación a las fuentes para el estudio del pensamiento indígena
39

gión. 8 Pero también nos anima la intención de reflexionar filosóficamente, las detalladas notas de Primo Feliciano Velázquez. En algunos casos tam-
y ello nos ha llevado a reducir el universo de las comparaciones para dedi- bién tomamos corno referencias, por la claridad y belleza de las versiones
carnos a ese segundo nivel -reflexivo- de nuestra intención hermenéutica. algunos de los fragmentos traducidos por Miguel León-Portilla. '
Aun dentro de este horizonte acotado, presentar particularmente a to-
das nuestras fuentes extendería demasiado este capítulo. Lo hacernos con
algunas de ellas que, en sus diversas características, considerarnos ejem- La poesía náhuatl
plares para la orientación de nuestro estudio. Aunque hemos estudiado
rnonurnentos, corno la Piedra del Sol, las esculturas de Coatlicue y Coyol- Es significativa la distinción de cuícatl, poesía, respecto de tlahtolli
xauhqui y las tumbas reales mayas, obteniendo relevantes sugerencias, prosa. Difieren los intereses temáticos, la manera de encarar los temas co~
nuestras referencias aluden predominantemente a los textos, 9 incluyendo rnunes y las formas, que están singularmente ligadas en los poemas a las
en ellos los libros de pinturas. ideas que expresan.
Si en los libros de pinturas son características las estereotipadas imá-
genes mítico-rituales, y en los Huehuetlahtolli lo son las amonestaciones
El Códice Chúnalpopoca de severidad e intensa ternura, en la poesía son característicos los disfra-
sisrnos, rasgo lingüístico que, tanto en esto corno en el carácter cifrado de
Entre las fuentes nahuas se destacan dos textos de autores desconoci- muchas imágenes, manifi.esta Ja cualidad dual con que los poetas conce-
dos, incluidos en el llamado Códice Chimalpopoca. bían la realidad.
El primero, Anafes Cucwhtitlán, uno de los documentos ele la colección En cuanto a su contenido, abundan los textos reflexivos sobre la belle-
de Boturini, recoge tradiciones históricas y míticas de este pueblo y tam- za de Ja naturaleza, la amistad y el arte, sobre la brevedad de la vida, Ju
bién de Tezcoco, Tollan (Tula), Tenochtitlán, Chalco y Tlaxcala. Particu- tristeza de las inminentes s:paraciones, el incierto más allá y la enigrná
larmente nos hemos detenido en la historia del sacerdote y guía ele Tollan, tica voluntad de los dioses. Estos son ternas destacados en las recopilacio--
Quetzalcóatl, y el relato acerca ele los soles. Ambas son expresiones privi- nes de los ''colegiales"' 1 que las escribieron en náhuatl.
legiadas del pensamiento náhuatl. Sin embargo, cuando consideramos la centralidad y aun la aparente
El segundo, conocido corno JV!anw;crito de 1558 o "Leyenda de los So- exclusividad de estos temas, debemos tener en cuenta las perspectivas ex-
les". es probablemente el más rico de los textos que hablan de los cinco so- ternas que han venido marcando -en el tenso y traumático tiempo poste-
les,· o cr-eaciones, que hubo de la vida sobre la Tierra (seguidos los cuatro rior a la conquista- el material poético que llegó a nuestras manos.
primeros por destrucciones). Además ele esta narración, contiene una Algunas lecturas actuales del pensamiento náhuatl se detienen en las
apretada historia que, partiendo del Quinto Sol y el pueblo de los mixco- trágicas perplejidades de los icnocuícatl (los poemas de modalidad más re-
hua, prosigue con los toltecas y las dinastías de Tenochtitlán. flexiva). Esos himnos, transidos de acongojadas preguntas, expresaban
Existe una edición clásica de Walter Lehman, con los originales paleo- mejor que ninguno ele los otros géneros la experiencia indígena de la épo-
grafiados y la traducción al alemán. La edición de la Universidad Nacio- ca que había comenzado con la conquista: la experiencia de ser abandona-
nal Autónoma de México del Códice Chimalpopoca incluye una reproduc- dos por los dioses, de hallarse inciertos e inseguros en el cosmos, de per-
ción fototípica de los dos textos en náhuatl, sus traducciones al español y der a los seres queridos.
Así, referido a estos asombros y angustias, el pensamiento náhuatl
puede incorporarse fluidamente a las discusiones de la filosofía europea,
S. Podríamos señalar que interpretar es, en este nivel, hacer aparecer significados de w1 ele- cumpliéndose la buena intención de revalorar la cultura indígena que
mento (símbolo o mitema) apoyándonos en su coherencia con otras apariciones de este mis- mueve a los investigadores proclives a encontrar en ella preguntas filosó-
mo elemento o de otros correlativos dentro del universo cultural, o mostrando su vinculación ficas más que dogmáticas respuestas rníticas. 1 ~
con otros elementos correspondientes del mismo texto.
ti. Seguimos ia simple definición de Ricceur (2001: 127): "Un discurso fijado por la escritu-
ra". En nuestro caso esos textos están recogidos en libros, que consideramos tales en los di-
versos formatos de su sostén material (rollos, biombos, páginas). lL Jóvenes indígenas reunidos en Tlatelolco y educados por sacerdotes que les enseñaron
las letras.
10. El abate Brasseur de Bourbourg llamó así a este libro que reúne, junto a los dos textos
en náhuatl a que hacemos referencia, otro en español, redactado por el bachiller Pedro Pon- 12. Tal es el caso de la valiosa tesis de Miguel León-Portilla La filosofía náhuatl estudiada
ce: Breve relación de los dioses y ritos de la gentilidad. en sus fuentes ( 1979).
40 Luis Alberto Reyes Aproximación a las fuentes para el estudio del pensamiento indígena 41

Estimamos que este tipo de lecturas viene a ratificar el trabajo de cri- Cantares mexicanos, y el manuscrito que se halla en la Biblioteca de la
ba que probablemente comenzó en las recopilaciones que los instruidos es- Universidad de Austin, en Texas, en el Fondo Genaro García de la Benson
cribas e informantes indígenas h.acían en el contexto de 'las escuelas y los Collection, llamado Romances de los Señores de la Nueva España.
conventos coloniales. A estas colecciones debemos agregar los Veinte poemas que recogió el
Aquella originaria selección daba curso preferencial al aspecto de la padre Sahagún en Tepepulco entre 1558 y 1560, traducidos y comentados
sensibilidad indígena que era compatible con la ideología religiosa medie- como Los cantares a los Dioses por Eduard Seler y luego por Ángel Gari-
val de los sacerdotes españoles, vigilantes atentos de estas tareas; ideolo- bay K.intana.
gía proclive a una visión sufriente de la existencia o a un espiritualizado Los Cantares mexicanos habrían sido copiados entre 1582 y 1597. Son
misticismo. la primera parte, 85 folios, de un tomo que incluye un conjunto de trans-
Pero éstos no son los únicos temas importantes de los cuícatl. Tam- cripciones, muchas de ellas de origen europeo, que no se relacionan entre
bién hay extensos versos piadosos, de exaltación de los dioses y descrip- sí salvo por el hecho de encontrarse en el mismo volumen. 14 Además de los
ción de sus cualidades y hazañas, ligadas generalmente a los ciclos cós- poemas, el texto contiene anotaciones de los "colegiales" de Tepepulco que
micos y de la vegetación. hicieron las copias. 15 En algunos casos se advierten interpolaciones e in-
Otros, con el mismo tono de exaltación religiosa, están dedicados a la fluencias del pensamiento europeo.
misión de los hombres en la guerra y los sacrificios. El padre Ángel María Garibay K.intana ha realizado el más importan-
Finalmente, y en menor cantidad, nos damos con poemas reveladores te trabajo de fijación y traducción de los textos, y en sus versiones nos
de una sexualidad gozosa y exacerbada. La fuerza y la soltura de las imá- apoyamos, aunque también son susceptibles de algunos reparos críticos
P-enes. así como los importantes personajes a quienes los poemas involu- por las modificaciones que realizó en el texto original. 16
~ran, dan motivos par~ pensar q.:;_e se tr~taba de un tema importante, cu- Los Romances de los Señores de la Nueva España fueron copiados en
ya menguada emergencia en los textos se debe a la vigilancia ejercida por el siglo XVII en cuarenta y dos folios por Juan Bautista Pomar, un tezco-
los doctrineros españoles. cano que había sido alumno del colegio de Santa Cruz de Tlatelolco.
Los poemas cúltico-religiosos y guerreros, junto con los de contenido Transcribe treinta y seis composiciones, muchas de las cuales atribuye al
sexual, completan entonces el cuadro esencial de esta fuente del pensa- rey de Tezcoco Netzahualcóyotl. Garibay K.intana en su edición paleográ-
miento náhuatl, que no puede restringirse a los temas reflexivos sin men- fica con traducción castellana, Poesía náhuatl, de 1963, 17 reparte el tex-
guar la trama que la constituye. to en sesenta poemas.
El trabajo de investigación y traducción de Garibay K.intana abrió el
camino para interpretaciones apoyadas centralmente en la poesía. Tal
es el caso de la obra de Miguel León-Portilla, quien encuentra en ella los 14. Además de un texto sobre El calendario mexicano y latino-español y un tonalámatl in-
principios de la "filosofía náhuatl" y retoma la tesis de Garibay K.intana completo: Arte divinatoria, se·encuentran temas tales como la vida de San Bartolomé, las fá-
bulas de Esopo, Ja historia de la Pasión de Cristo (Segala, 1990: 159).
sobre la oposición entre el ideal estético de los poetas por un lado 13 y el
místico-guerrero que orientaba la política de Tenochtitlán, por el otro. 15. En algunos casos estas notas y títulos facilitan la comprensión. En otros casos son ma-
Más allá de estas inspiradas interpretaciones, que acentú:rn aspectos nifiestamente errados, como lo hizo notar Garibay Kintana a propósito de los que acom-
pañan a los Himnos, de la recopilación de Sahagún y como hace notar 0egala a propósito
parciales, en las fuentes hallamos los diversos géneros que distinguía la de los Cantares.
tradición indígena de acuerdo con sus temas e intenciones: Icnocuícatl,
16. Tradicionalmente se ha cuestionado a Garibay Kintana el orden en que presenta las
cantos de pérdidas y lamentación; Xochicuícatl, Xopancuícatl, cantos de composiciones, modificando la secuencia del manuscrito. También Amos Segala le reprocha
flores, de verdor; Yahocuícatl, Ocelocuícatl, Cuauhcuícatl, cantos de gue- creer, "de modo bastante arbitrario, que la estructura de los Cantares (que es muy larga y
rra, de tigres y de águilas, y Ahuilcuícatl, Cuecuechcuícatl, cantos de llega a veces a centenas de versos) disimulaba una pléyade de composiciones más breves que
amor y sexualidad sería útil extraer y valorar fuera del contexto pesado y repetitivo o ajeno que las rodeaba.
Dos recopilaciones reúnen la casi totalidad de los textos poéticos que Apoyándose en los pocos tachones del copista en relación con las referencias cristianas 0 es-
pafiolas, Bimple y llanamente las eliminó, recortando cantos cuya «Coda" no era w1 recurso
poseemos de la antigua cultura náhuatl. Son el Manuscrito 1628 bis de la
estilístico o ideológico, oportunista o ritual, sino la culminación de un discurso conflictivo y
Biblioteca Nacional de México, en el Fondo Franciscano, conocido como dramático cuidadosamente preparado. El resultado de esta recensio fue una precolombini-
zación extrema del conjunto del manuscrito" (Segala, 1990: 165).
17. Entendemos que esta edición de Garibay Kintana, con introducción y un glosario de tér-
13. El ideal expresado en el disfrasismo "Flor y canto''. minos nahuas, es la única existente.
42 Luis Alberto Reyes Aproximación a las fuentes para el estudio del pensamiento indígena 43

Los Himnos son una colección de cantos que Sahagún recoge en el una expresión que guardaba la verdad de la vida de los hombres y que los
apéndice del libro II (folios 31 y siguientes) del Códice Florentino. 18 Apor- integraba con ella. 21
tan una extensa serie de referencias simbólicas a los di~ses que abren la Asimismo, salvo raras excepciones, este arte se configura como texto
plenitud de sus cualidades duales permitiéndonos apreciar, como pocos como escritura. En los diversos soportes plásticos (estelas, frisos, dinteles'.
otros textos, el significado de los dioses en el nivel de la más compleja, cul- cerámicas, joyas, tableros, jambas, peldaños, pilares, muros, bóvedas ... )
ta, teología náhuatl. Garibay Kintana los tradujo y editó en 1958 con el tí- y, en nuestro caso, códices o libros, aparecen tres tipos de signos, "glifos",
tulo Veinte himnos sacros de los nahuas. ele esa escritura: los figurativos o pictográficos, los ideográficos y los foné-
ticos. Estos últimos (que son los menos en los códices precortesianos) apa-
recen con cierta frecuencia en los códices mayas.
Los libros de pinturas Los glifos pictográficos reproducen la imagen del objeto al que aluden:
una casa, un templo, las piernas o el ojo de alguien. Las figuras eran dibu-
Sólo quince de los antiguos amoxtli, nombre náhuatl ele los libros de jadas de perfil. Aunque podemos hablar, en cuanto a estos glifos, de pintura
pinturas mesoamericanos, han sobrevivido a la destrucción y el saqueo figurativa, los objetos de referencia son, generalmente, abstractos, 22 salvo en
de la conquista. En el caso de los mayas, estuvieron a punto de desapa- algunos códices que registran hechos históricos y accidentes geográficos.
recer toclos. 19 A ellos se agregan algo más de quinientos cóclices 20 colonia- En virtud de este carácter ele la referencia permitían identificar, por
les, con variados grados ele influencia ele la cultura española. Tenemos ejemplo, no a la persona sino el personaje representado. Así, un sacerdo-
evidencias de libros ele pinturas desde el 600 de nuestra era, pero los pri- te era siempre pintado con la cara negra y la oreja sangrante por el auto-
meros podrían venir desde tiempos ele los olmecas, en el 800 a.C. sacrificio.
Los mayas y los aztecas utilizaban papel hecho con la corteza del ama- Los glifos ideográficos reclaman un desciframiento más mediatizado:
te, un árbol del género ficus. Los códices de la mixteca, como el Borgia, un ojo para l.ndicar la visión, un ojo cerrado en el cielo para indicar la no-
son de piel de venado. Se preparaba un fondo blanco con carbonato de cal- che, una cinta saliendo ele la boca de una persona para indicar que habla
cio ele los dos lados y luego se los pintaba con pincel. Pegados unos a con- o canta. 23
Los glifos fonéticos usaban el dibujo, pero no para representar el obje-
tinuación de otros, se plegaban generalmente en forma ele biombo. Ade-
to dibujado sino el sonido con que se nombraba este objeto. De este modo.
más ele "pliegos", existen "tiras" en las que el conjunto se guarda enrolla-
se podía componer una palabra (su sonido, no su concepto) a partir de u~
do, y "lienzos", una sola lámina de mayor tamaño.
objeto o de varios. El glifo cliente (tiantli) podía usarse para escribir la sí-
Al pensar en este arte pictórico no aludimos a esa delectación con la
laba tlan. Pero también el dibujo de un diente junto al dibujo ele un árbol
belleza, adorno o exquisitez, que es para nosotros hoy la pintura, sino a
(cuauitl) componía los sonidos de la palabra cuautitlán. Una piedra (tell)
de donde sale un cactus (tochtli) indica el sonido Tenochtitlán, que nom-
bra a la capital ele los aztecas.
18. Los titula Nir.o.n mitoa in incuic catea in tlatlacateculoinic quinmalrnizitiliaya inin teu- Por otra parte, las vocales solían ser evocadas por el scmido con que co-
pan yca in can quiiaoac ("Relación de los cantares que se decían a honra de los dioses en los menzaba el nombre del objeto dibujado. Así la vornl "a" era indicada con
templos y fuera de ellos").
el glifo agua (atl), la letra "o" con el glifo camino (olli).
19. Contamos con quince libros mesoamericanos anteriores a la conquista. Seis del llamado
Tanto los mayas como los nahuas y mixtecos desarrollaron una escri-
grupo Borgia, de contenido eminentemente calendárico religioso. Cinco de los mixtecas: Bec-
ker I, Bodley, Colombino, Zouche-NuLLall y Viena. Y cuatro mayas: Drcsde, Grolier, Marlrirl tura compuesta, logosilábica, combinando glifos que representaban un
y París. concepto con otros que fonéticamenLe indicaban sílabas o letrns.
20. La expresión "códice" es utilizada usualmente para referirse a las fuentes originarias,
pintadas o escritas, con in1ágenes o diferentes tipos de glifos. Tan1bién reciben esta deno-
minación algunas crónicas o recopilaciones que se deben a españoles, como la relación en 21. Tratamos esta cuestión en ei capítulo 20.
náhuatl de Sahagún (1580, Historia general ele las cosas de Nueva España) llamada Códi-
22. En el sentido de que en la pintura encontramos las notas esenciahll, comunes.
ce Florentino. Los códices son libros; son considerados tales, aunque en algunos casos no
tengan la misma forma de encuadernación o el mismo sustrato material (papel) de los li- 23. A veces la referencia ideográfica debe ser precisada por sus asociariones en la composi-
bros de hoy. Los libros de pinturas mesoamericanos son códices, aunque no todos los códi- ción. Así, los signos en forma de U pueden indicar, además de algo prerioso, también los ra-
ces son libros de pinturas. yos de Tonatiuh, o plumas, según el complejo que integra la pintura.
44 Luis Alberto Reyes Aproximación a las fuentes para el estudio del pensami_ento indígena 45

Se puede descomponer en glifos el conjunto de la página de un libro de EIPopol Vuh


pinturas (o cualquier otra representación plástica) y esta descomposición
incluso es conveniente para alcanzar con propiedad el significado del con- Es la más completa y sistemática exposición originaria de la tradición
junto. 24 ·
espiritual indígena de América con que contamos. Se trata de un texto en
En' general, la antigua plástica indígena (y particularmente la religio- lengua maya quiché vertido fonéticamente en el alfabeto español del siglo
sa) es icónica, entendiendo por íconos las composiciones que representan xvr. Habría sido escrito por un indígena desconocido que dice, en las pala-
de modo estereotipado un personaje, una cosa o una situación. El carác- bras preliminares, estar sacando a luz un libro ya perdido, llamado Popal
ter abstracto convencional la caracteriza. Vuh. 26
Los glifos eran organizados en una especie de escena, lo cual complica Por su estructura parece tomado efectivamente de un texto anterior,
la lectura para quienes estamos acostumbrados a leer los signos en la es- aunque hay largos pasajes que probablemente fueron vertidos desde una
critura convencional actual, en la que unos van siguiendo linealmente a tradición oral, como es el caso de los diálogos entre los animales y los de
otros de acuerdo con una secuencia indicada unívocamente. los mellizos con sus distintos interlocutores. 27
La elaboración de estos libros de pinturas era obra de un especializa- Asimismo, siguiendo la teoría de que era efectiva y materialmente un
do grupo de tlacuilos. A su vez, la lectura o desciframiento, amoxohtoca, libro antiguo, no existen indicios concluyentes acerca de cuál habría sido
era privilegio de los nobles educados en el calmecac. la forma de escritura de aquel libro originario "que ya no se ve", como la-
Para la interpretación hay principalmente dos caminos: por un lado, menta el escribiente en el preámbulo (Popal Vuh, Recinos, 1984: 83). Las
el de las indicaciones para su lectura que nos dan los primeros intérpre- opiniones están divididas en cuanto a que habría sido un texto jeroglífico
tes, 25 así como los mitos y ritos que conocemos. Por otro, el análisis de maya, como plantea Munro Edmonson (1971), autor de la primera traduc-
vestiduras, pinturas corporales y faciales, tocados, collares, armas y si-
tuaciones integrantes de la pintura, apoyando la identificación de los
símbolos pictográficos e ideográficos; su listado y el establecimiento de 26. Pop significa la estera en que se asienta la autoridad (en quiché y en otras lenguas ma-
las correspondencias entre los códices que tienen paralelismos. Estos li- yas) o es partícula ele pluralidad y continuidad (Manuscrito de Chichicastenango, Villacorta,
bros son, especialmente por su novedad para la interpretación filosófica. 1927: 405).
un desafío que pone a prueba la ductilidad de nuestros criterios herme- El Diccionario de Motu/ y arte de la lengua maya, terminado alrededor de 1603, en Yu-
néuticos. catán. por el sacerdote español fray Antonio de Ciudad Real (también llamado Calepino ma-
ya de iviotul), es mencionado como Diccionario ele Motul por Adrián Recinos. Éste dice que,
Hemos dirigido nuestra atención a dos libros ele pinturas: los códices según ese diccionario, "Popal na es la casa de la comunidad donde se juntan a tratar ele co-
Borgia y Vaticano A, refiriendo a los dos muchas de nuestras apreciacio- sas ele la república", y cita a Francisco Ximénez, según el cual Pop es verbo quiché que sig-
nes sobre los dioses, la concepción del universo y sus rumbos. Particular- nifica juntarse la gente, y popal, comunal. Vuh o uúh significa libro, papel o trapo, y deriva
mente al Borgia hacemos las referencias al calendario mesoamericano y del maya Húun o úun, que es papel y el árbol del que se hacía el papel, y que los nahuas lla-
al Vaticano A las referencias a los orígenes cósmicos en ese universo cul- man amatl (Popo/ Vuh, Recinos, 1984: 83).
Vuh tiene el significado, también generalizado en las tierras bajas y altas, de "libro".
tural.
Por su parte, Adrián Chávez, que escribe Pop Wuj el título del libro, lo traduce como "li-
bro del tiempo" (Pop Wuj, 1994).
27. Encontramos especialmente ese carácter oral que permitiría suponer un Popo/ Vuh ori-
ginario "no escrito" en los capítulos V1I y V1II de la traducción de Recinos.
Aunque "texto" es hoy para nosotros la fijación material de un discurso, en la antigüe-
24. "No es admisible la afirmación de López Baralt ( 1988: 43) para quien «el código icónico dad esa fijación tenía un fundamento preescritural. Una permanencia que llegó después a
-basado en la interpretación analógica ele lo real·- es mucho más difícil de segmentar que el ser ratificada por los libros que guardaban y reproducían los tlamatinime, los balam, los sa-
lenguaje verbal y por ello tiende universalmente a depender del habla articulada, que les bios portadores de la tinta azul y-roja. Aún el "está escrito" de las graneles y modernas reli-
otorga la discontinuidad de que carece•., lo cual es válido en todo caso para los códigos icóni- giones del libro, remiten a un "es palabra de Dios" como una fijación anterior y decisiva.
cos del mundo occidental, pero no µara otros códigos en los que tal segmentación no sólo es En este sentido podemos hablar de textos -o cuasitextos porque funcionaban como ta-
posible, sino que, de hecho, la investigación tiende a ir completando tales series de elemen- ies- cuya "escritura era anterior al hecho evenLual de que fueran consignados materialmen-
1
;

tos icónicos" (Alcina Franch, 1992: 25). te. Un texto anterior al texto, en el sentido escritura! en que hoy se lo define.
Esto vale para los mitos, las narraciones y las fórmulas sagradas, y también para los
25. Aquellos europeos que escucharon y recogieron las explicaciones ele los indígenas en tiempos en que, habiendo escritura material y multiplicaciones de las copias, no es esa es-
tiempos de la conquista. Un ejemplo es el Códice Vaticano A, que contiene glosas explicati- critura material la referencia central, sino el "texto" guardado por la memoria de la comu-
vas en italiano. nidad o de los sacerdotes como la palabra ele los dioses, con caracteres definitivos.
46 Luis Alberto Reyes Aproximación a las fuentes para el estudio del pensamiento indígena 47

ción directa al inglés, entre otros; o que habría sido un texto icónico, si- Contiene mitos de la creación cósmica y de la creación de los humanos.
guiendo un sistema de escritura inás extendido en las tierras altas de la También cuenta dos mitos del descenso al Inframundo, uno fallido y otro
nación quiché así como en la zona náhuatl que tuvo mucho contacto con exitoso. Incluye además las historias del pueblo recordadas desde los ini-
ella como testimonia el mismo Popal Vuh: . cios, desde las cuatro primeras parejas hechas con la masa del maíz, e his-
torias de las dinastías, divisiones, conflictos y desplazamientos del pueblo
Todo esto trajeron los que vinieron, cuando fueron a recibir del quiché.
otro lado del mar las pinturas de Tulán, las pinturas, como le llama- Volviendo a la cuestión de la textualidad de la fuente con que traba-
ban a aquello en que ponían sus historias. (Popal Vuh, Recinos, jamos, la interpretación tropieza con una dificultad, puesto que en el ca-
1984, VI: 222) so del Popal Vúh su fijación como texto escrito es discutida. Se trata de
una fijación paradójicamente en curso. No se conoce el texto original si-
Georges Raynaud (1927: 2) da por descontado este carácter de la es- no sólo una copia y corrección -realizada en el siglo XVIII por Ximénez-,
critura. De este modo, su versión comienza afirmándolo: "Éste es el pri- de la que a su vez habría sido una fonetización castellana en lengua qui-
mer libro, pintado antaño". 28 Esta opinión de que el Popal Vuh habría sido ché escrita a mediados del siglo X-VI. Quedan entonces irremediables du-
un libro de pinturas, hacia la que nos inclinamos, es sostenida también, elas flotando sobre todas l~s versiones que poseemos, y sus diferencias no
entre otros, por Gordon Brotherston. 29 Dueclen zanjarse definitivamente con criterios filológicos. 32
El padre Ximénez lo descubrió a comienzos del siglo XVIII en su curato -' Aunque no podemos terciar en las discusiones que remiten a cuestiones
de Santo Tomás Chichicastenango. Cuando lo copió le puso como título ele fonética quiché o de significación literal común de las palabras, sí nos
Empiezan las historias del origen de los indios ele esta provincia de Gua- atrevemos a hacerlo cuando la traducción debe apoyar sus opciones en la
temala y lo incluyó en un volumen mayor: Arte de las tres lenguas, Cachi- comprensión del texto y de la tradición que expresa. Y éste suele ser el ca-
quel, Quiché y Tzutuhil. so con el Popal Vuh, dado que ciertas opciones de las diferentes versiones
Se pueden distinguir en el texto una parte de historias míticas y otra implican verdaderas reconstrucciones del sentido de los mitos narrados.
de historias de las migraciones y el establecimiento del pueblo quiché. Por La comprensión fenomenológica se orienta a integrar el conjunto de íos
estas últimas podría encuadrárselo, en cuanto género literario, como "tí- mitos, los símbolos y los relatos en un sistema. Ello permite descubrir
tulo" para legitimar posesiones territoriales. 30 Pero sus detalladas narra- los aspectos velados o cuestionados de un elemento a partir de otros co-
ciones míticas hacen de él, en primer lugar, un "libro de sabiduría". 31 En rrespondientes y del sentido fundamental del conjunto; también referir·
este sentido lo consideramos una de nuestras fuentes principales. nos a la coherencia de la totalidad de las narraciones y los personajes del
Popal Vuh y de éstas en el conjunto de la antigua tradición maya. Así es
como las cualidades y las oposiciones que vamos descubriendo en los dio-
28. Se trata de una versión "libre" ele Raynaud del lexto que dice: "Aré u tzijoxic guaé ca ca ses, en la materia ele las creaciones, en las regiones y los planos del uni-
tzinin oc, ca ca chaman o". Antonio Villacorta y Flavio Rodas traducen: "Ésta es la primera
referencia: todo estaba en suspenso ... " (Manuscrito de Chichicastenango, 1927: 167). Reci-
nos: "Ésta es la relación de cómo todo estaba en suspenso ... " (Popal Vuh, 1984: 85).
29. "La escriturn jeroglífica maya está dedicada a la fonética del maya de las tierras l.Jajas 32. Los juicios sobre las traducciones clan testimonio de algunas de las dificultades: "La d8
(chol-yucateco) [... } los quichés ocuparon un área situada fuera de la zona jeroglífica, como Ximenes, el descubridor del manuscrito quiché, es muy mala y de una inútil aproximación
se ha designado a ésta por los monumentos e inscripciones que se han conservado. Además, a la Biblia. La de Brasseur es descuidada, llena de fantasías y de un evemerismo exagera-
en todos los casos conocidos de su uso, la escritura jeroglífica maya está relacionada con el do·' (Raynaucl, Introducción al Popal Vu.h, 1927: XIX)_ Y seüala Raynaud la incidencia de lo
calendario tun de 360 días preferido en las tierras bajas. En cambio el calendario solar, re- que llama "la enfermedad del lenguaje" y "enfermedad gráfica" para los que da como ejem-
lacionado con la escritura no jeroglífica o icónica de Mesoamérica, fue y sigue siendo emplea- plo el caso del mito del nacimiento del Huitzilopochtli náhua tl y del Kukulcan maya: "El dios
do por los quichés y se lo menciona en el Popal \!u.h" (Brotherston, 1997: 278). Xochiquetzal «Mechón ele Plumas", que la leyenda del nacimiento de Huitzilopochtli trans-
formó en un simple mechón de plumas caído del cielo; la leyenda se vuelve así infantil, mien-
30. En este sentido habría sido redactado en tiempos de ia colonia por una comunidad local
tras que el mito expresaba simplemente que el Diestro Guerrero Vuelto hacia el Sur era hi-
del poblado Santa Cruz Quiché para reivindicar derechos sobre la región. Esta tesis es pro-
jo del dios Mechón de Plumas, más o menos dios de Jos placeres en México, pero dios de la
puesta por Edmonson (1971) y apoyada por Brotherston (1997: 276).
guerra entre los matlatzincas". "Kukulcan «Poderosos (santos, fuertes) del Cielo", al princi-
31. Además en el mismo texto, explícitamente, se enuncia el contenido sapiencial de la obra: pio epíteto de los dioses supremos primordiales o de un grupo de ellos, tuvo por jeroglífico
"y todo era claro ante sus ojos; veían si habría mortandad o hambre, si habría pleitos. Sa- fonético. y por tanto por símbolo bastante apropiado. una serpiente envuelta en plumas. Es-
bían bien que había donde podían verlo, que existía un libro por ellos llamado Popal \!u.h" to ha cambiado su nombre real, convertido en Gucumatz en Quiché y en Quetzalcóatl en ná-
(Recinos, 1984: 239). huatl" (ídem: XXI)_
48 Luis Alberto Reyes Aproximación a las fuentes para el estudio del pensamiento indígena 49

verso, en los personajes y tiempos, permiten decidir sobre las dudas o va- especialmente tomamos como fuente. Olmos reunió en el siglo XVI a los
cíos que aparecen en algunas partes del texto. ancianos nahuas para que, basándose en los antiguos amoxtli, libros ele
Esta comprensión de los mitos maya-quiché, en la que unos iluminan a· pinturas, escribieran los textos en náhuatl con caracteres latinos, como
los otros, nos ha llevado a seguir preferentemente la traducción de Recinos, sabemos por el testimonio del oidor Alonso de Zurita, quien se dirige al
que citamos casi en todos los casos, complementándola en ocasiones con rey Felipe n:
otras versiones o con remisiones al texto en quiché que tomamos normal-
mente del texto bilingüe quiché-castellano preparado por Villacorta y Rodas. Demás de criar a los hijos con la disciplina o cuidado que se ha di-
Esta opción preferencial por la traducción de Recinos está motivada cho los padres [indígenas] asimismo lo tenían en les dar muchos y
muy buenos consejos y los tienen hoy en día los indios principales por
especialmente por su presentación dual de las parejas ele héroes míticos
memoria en sus pinturas, e un religioso muy antiguo en aquella tie-
y la fijación que hace de sus nombres. Tal presentación se corresponde rra [México] los tradujo en su lengua y dice que hizo a unos principa-
con la concepción maya-quiché del mundo desplegada en la obra y en la les que los escribiesen [... ] e que los escribieron e ordenaron en su len-
tradición conocida, y se corresponde también con el sentido y la suerte de gua, sin estar él presente, y los sacaron de sus pinturas, que son co-
las acciones de los héroes que descienden a Xibalbá. Además de esta co- mo escritura e se entienden muy bien por ellas, e que no se mudó le-
rrespondencia entre los elementos de una fenomenología sistemática, la tra de lo que le dieron, más que dividirlo en párrafos. [... ] Y que los
traducción escogida reconoce implícitamente al principio ontológico dual nombres que había de sus dioses le avisó que los quitasen e pusiesen
que da sentido al antiguo pensamiento mesoamericano. Ese principio do- el nombre del Dios verdadero y Señor Nuestro. (Zurita, síÍ: 112)
ta de una inteligibilidad profunda, vertical, a los mitos narrados.
Cabe sostener y contrastar este criterio para valorar l8s versiones del Se trata ele textos tradicionales ele enseñanza, de contenido especial-
Popal Vuh frente a otros criterios que se apoyan en incidencias extrínse- mente moral y religioso, dirigidos generalmente a los Jóvenes y a las m-
cas a una hermenéutica fundada ele los contenidos textuales en juego.:' 3 ñas, con anuncios ele castigos sociales a quienes no observen las pautas,
revelándonos así su inspiración eminentemente patriarcal, propia ele la
cultura guerrera de los nahuas bajo la dominación azteca.
Los huehuehtlahtolli En este sentido, son en general tenonotzaliztli, "amonestación", pláti-
ca. Pero también hallamos en ellos la concepción ele la vida humana y del
Las más importantes colecciones ele huehuehtlahtolli, "antigua pala- mundo, el pensamiento ritual y religioso, oraciones y orientaciones para
bra", con que contamos, son las recogidas por fray Bernardino ele Sahagún los gobernantes y los que desempeñan diversas profesiones. Por ello tam-
(1500-1590) 34 y por el franciscano Andrés ele Olmos. Esta última es la que bién cabe el otro, más amplio nombre, huehuehtlatolli, con el que han lle-
gado hasta nosotros.
Su contenido era vertido principalmente en el hogar por los padres y
33. En este último caso se encuentra la defensa que Carlos Guzmán Bockler hace en ei oró-
en los telpochcalli, "casas ele jóvenes", y calmecac, "hileras de casas", por
logo a la versión de Chávez, desacreditando otras -traducciones simplemente por el origen. na- el temachtiani, "maestro", y el tlamatini, "sabio", autor ele libros que tam-
cional, social o intelectual de los autores (Chávez, Pop Wuj, 1994: 21). bién se dedicaba a enseñar.
Cuando Bockler señala que el cura Ximénez era "el portador de una cosmogonía extra- Olmos, y otros sacerdotes de la colonia, advirtieron la correspondencia
ña", dice una verdad obvia. Pero cuando utiliza este dato para argumentar a favor de las mo- de estos textos con aspectos esenciales de la doctrina moral cristiana, y se
dificaciones de Chávez al texto de Ximénez (el más cercano al origen que tenemos) realiza
valieron entonces de ellos para su magisterio. Con esa intención catequi-
una labor confusionista que termina invirtiendo el significado de "cosmogonía extraüa".
En efecto, el Popal Vuh, y el conjunto de las expresiones conocidas del pensamiento ma- zadora en 1600 otro franciscano, nacido ya en México, fray Juan Bautista
ya, nos comunica el carácter dual del fundamento de la realidad y de la verdad que los hu- Viseo, publicó los manuscritos en náhuatl 35 y en ellos se basa la reciente
manos deben aprender para encontrar su lugar en el mundo. Este fundamento es negado ex- traducción de Librado Silva Galeana, revisada y prologada por León-Por-
presamente por la cosmogonía de las grandes civilizaciones europeas que constituyó la ideo- tilla, en la q.ue nos apoyamos preferentemente.
logía oficial de ia conquista de América. Ai expulsar Chávez del Popal Vuh la irrita ti va dm1-
lidad no está haciendo, como cree, un favor a la dignidad y a la racionalidad del pensamien-
to indígena (por más indígena ele extracción popular que el mismo Chávez sea) sino que es- 35. Los libros publicados en América tuvieron durante los p"rimeros tiempos un casi exclu-
tá clesplazanclo su esencia y cediendo precisamente a la seducción ele lo que Bockler llama yente objetivo catequizador, ele conquista espiritual. En México se estableció la imprenta en
''cosmogonía extrañan. 1539 y en Lima en 1584. Guatemala tuvo su imprenta en 1660 y en el siglo xvm se extendió
34. Sahagún las incluyó en el libro IV de su Historia general de las cosas de la Nueva Espaiia. a otras capitales coloniales.
50 Luis Alberto Reyes Aproximación a las fuentes para el estudio del pensamiento indígena 51

Cronistas e informantes del área meso'americana Se había impuesto una extrema descalificación del pensamiento indí-
gena en su conjunto y, especialmente, en su dimensión filosófico-religiosa.
El conocimiento actual del antiguo pensamiento de Mesoamérica debe Era más que una mera invalidación y exclusión: se lo había convertido en
mucho a los sacerdotes que se dedicaron a recogerlo y anotarlo. Se desta- un pensamiento que manchaba y hacía culpables ante las autoridades
can el franciscano Toribio de Benavente, quien se hizo llamar Motolinía 36 eclesiásticas y civiles a quienes lo asumían y seguían.
Y respetó como pocos a los indios; el dominico Diego Durán y, especialmen- Los escritores que lo exponían, particularmente los indios y mestizos,
te, el franciscano Bernardino de Sahagún, a quien se debe la más exten- naturalmente sospechosos de simpatizar con las tradiciones prehispáni-
sa y criteriosa, desde el punto de vista científico, recopilación de tradicio- cas, se veían obligados a tomar o aparentar alguna de las tres posiciones
nes que, a treinta años de la caída de Tenochtitlán, vivían en la memoria corrientes:
ele sus informantes.
Los intentos de conocer la espiritualidad indígena apuntaban a una 1) Condenarlo expresamente, señalándolo como adversario de la ver-
evangelización más eficaz. En el caso de Sahagún, a pesar de su inestima- dad y el bien.
ble contribución a la conservación de los testimonios, lo animaba la decla- 2) Mostrarse ajenos al pensamiento indígena, especialmente a su teo-
rada intención de erradicar las antiguas creencias: logía, como algo del pasado, superado de hecho por la nueva reli-
gión.
Porque otros muchos pecados hay entre ellos muy más graves y 3) Adaptarlo y subordinarlo al pensamiento cristiano como un mo-
que tienen gran necesidad de remedio: los pecados de la idolatria y ri- mento o expresión de éste.
tos idolátricos, y supersticiones idolátricas y agüeros, y abusiones
y ceremonias idolátricas, no son aún perdidos del todo. Para predi- El cumplimiento de alguna de estas tres opciones se manifiesta no só-
car contra estas cosas, y aun para saber si las hay, menester es ele sa- lo en los rasgos de estilo y en los encabezamientos ele forma de los textos,
ber cómo las usaban en tiempo de su idolatría, que por falta de no sino en algunos casos en la mutilación, la sustitución o la tergiversación
saber esto en nuestra presencia hacen muchas cosas idolátricas sin del contenido ele las tradiciones.
que lo entendamos. (Sahagún, 1956, 1: Prólogo)

Entre los indígenas se destaca Fernando Alvarado Tezozómoc, qrnen Las Informaciones de servicio de Cristóbal de Albornoz
fuera intérprete de la Real Audiencia de México. En sus dos crónicas re-
lata la historia de los mexicas hasta la llegada de Hernán Cortés. Sl1 ob- Los escritos del clérigo Cristóbal de Albornoz constituyen la fuente
jetivo ha sido, como el ele Garcilaso de la Vega en Cuzco, poner ele relieve principal acerca del movimiento místico Taki Onqoy, en el que las anti-
la grandeza indígena y la de sus dinastías gobernantes. guas creencias del Ancle resurgen como bandera revolucionaria. Entre
quienes conocieron directamente el movimiento y escribieron sobre él es-
tuvo también Cristóbal de Molina, que lo describió en un escrito de 157 4
Circunstancias de la escritura de los textos del Ande titulado Ritos y fábulas de los incas.
Las cuatro Informaciones de Albornoz 37 pertenecen a un peculiar géne-
Para ubicarnos ante las fuentes indígenas del Ande, es importante con- ro literario, que detalla las tareas de investigación y represión contra es-
siderar la situación en que fueron expresadas las palabras, la intención tas creencias. El estilo es burocrático en sus minuciosidades cuantitati-
de los informantes o escribientes y las mediaciones a través ele las que lle- vas, y de finalidad apologética y ele promoción personal, cuando destaca
garon a la escritura. los trabajos y los logros del autor para erradicar las creencias indígenas.
Estas circunstancias, que se daban en tiempos ele las graneles crónicas
sobre los incas y ele las informaciones de los curas doctrineros en el perío-
do colonial que se extiende entre 1550 y 1650, son parte ele los textos; por 37. También escribió en 1602 una carta al rey en la que plantea cuestiones de organización
eso cabe referirlas en esta ubicación ante las fuentes. eclesial y denuncia abusos que se cometen contra los indios: "Que el obispo y el clérigo y el
religioso y la monja y el visorrey y el oidor y corregidores, vecino y soldado, todos pende-
mos de ellos y empaque los tratamos como a esclavos, y lo que es más de sentir es que
quanto Vuestra Majestad provee en su favor se convierte en su daño y trabajo" ("Carta al
36. !Vlotolinía en náhuatl significa "pobre", "humillado". rey, 1603", f, 2v, en Millones, 1990: 39).
Luis Alberto Reyes Aproximación a las fuentes para el estudio del pensamiento indígena 53

La primera información, realizada en Cuzco en 1569, es breve y poco En sus escritos exponen las cualidades del incario, desprestigiado por
relevante. La segunda, presentada en Huamanga en 1570 ante el corregi- algunos histori~dores que justificaban el paternalismo de ~as institucio-
dor, expone los resultados de la visita eclesiástica de Albornoz a la zona y nes coloniales. Este es, especialmente, el caso del Inca Garcilaso de la Ve-
reivindica el mérito de haber descubierto el Taki Onqoy. La tercera, rea- ga, quien escribió en nueve libros sus Comentarios reales de los incas con
lizada en 1577 cuando el autor se encontraba en Cuzco, acompaña un pe- un bello y culto manejo del español que lo destaca entre los escritores his-
dido, dirigido al Consejo de Indias, de que se le encomiende en todo el panoamericanos más allá de su tiempo. La obra, publicada en Lisboa en
obispado de Cuzco "la estirpación de las dichas guacas e ydolos y reduc- 1609, es ilustrativa por el buen conocimiento de las dos culturas, incaica
ción de los yndios". La cuarta, de 1584, se propone sustentar sus aspira- y europea, que se reunían en el autor. _
ciones al arzobispado o un alto cargo religioso. 38 Su valor se ve limitado por el desconocimiento de otras culturas mdí-
El texto se compone de las declaraciones de un conjunto de testigos, genas más allá de la cuzqueña, y por la parcialidad de su posición en la
entre los que se hallan encomenderos, vecinos, sacerdotes y militares, que confrontación entre las panacas enfrentadas de Huascar y Atahualpa. He-
responden a un cuestionario común presentado por Albornoz. mos trabajado con la edición de 1995, en dos tomos, que posee un bien do-
La formularia reiteración de muchas de las respuestas y la manipula- cumentado glosario preparado por Carlos Araníbar.
ción del conjunto del proceso para el lucimiento de las funciones del extir- También los cronistas intentan denunciar ante el rey de· España las in-
pador de idolatrías proyectan dudas sobre aspectos de lo informado por justicias y crueldades que s~ían los indígenas y el orden de cosas que des-
los documentos. Tampoco parece que en el trabajo lo haya guiado ningún truía sus vidas y culturas. Este es el propósito principal de la Nueva corá-
interés en conocer y comprender la espiritualidad indígena, salvo en sus nica y buen gobierno, de Felipe Guarnan Poma de Ayala. La terminó hacia
aspectos exteriores me.nsurables para evaluar los méritos del autor que 1614, poco antes de morir, en un pintoresco español en que se reconoce el
está exhibiendo sus acciones. Sin embargo, del extenso conjunto de pági- estilo y el ritmo interior de la lengua indígena. Su obra revela muchos de-
nas se desprende la más completa fuente de información que poseemos talles sobre la vida en el mundo del Tahuantinsuyo, y testimonios sobre los
acerca de los diversos aspectos del Taki Onqoy. atropellos que sufrían los indígenas por parte de sus sojuzgadores españo-
El hecho de que el movimiento propicie una revolución cósmica. de la les. La ilustró con un extenso conjunto de dibujos de notable calidad esté-
cual se derivaría un radical cambio sociopolítico, hace que para no.sotros tica que complementan las descripciones del texto. La edición de 1993 en
sea interesante tanto por las ideas filosóficas y religiosas que contiene tres tomos contiene un vocabulario preparado por Jan Szemínski.
(con la llamativa peculiaridad de ser autónoma respecto de la religión de Joan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua redactó, proba-
los incas) como por la fuerza mítica que revela. 39 blemente en 1613, la Relación de antigüedades deste reyno del Piru.
Las Informaciones se hallan en el Archivo General de Indias, en Sevilla. 40 Escrita en una mezcla muchas veces oscura de español y quechua, la
Luis Millones las publicó en 1990, bajo el título El retorno de las huacas. obra relata la historia de Perú desde una perspectiva incaica, pues sólo
refiere las etapas de esta dinastía, quitando todo valor a los tiempos an-
teriores,41 y cristiana, porque el sentido de la historia es la dramática
Las obras de los cronistas cuzqueños emergencia de esta fe, implícita en la teología de algunos incas, que se ha-
ce finalmente explícita con la llegada de los españoles. 42
Los cronistas indios y mestizos pertenecen a las elites sobrevivientes El texto contiene referencias a los orígene0, las sucesiones y los conflic-
del antiguo orden cuzqueño, son curacas, quipucamayos o tienen sangre tos de los incas; también a los cultos y huacas. Estas referencias muestran
de la dinastía incaica. Adhieren al cristianismo e intentan de diversos
modos, reconciliar con él algunos aspectos de las tradiciones' indígenas.
41. Según el autor, antes de los incas la región habría estado sumida en el indiferenciado
caos del Purun Pacha.
38. La tercera información es acompañad" por otros dos documentos: una relación de la ex- 42. La historia comienza poco después de Ja pasión de Cristo (lo que da a todo el período in-
tirpación que hizo en Huamanga entre 1569 y 1571 y Ja sentencia a su favor emitida por el caico una duración de mil quinientos años), acontecimiento que alejó a los diablos hapiíiuñu
Tercer Concilio Provincial de 1583 en Lima. y achacalla, abriendo la nueva era en Perú. Poco después pasó por el Tahuantinsuyu el pre-
dicador Tonapa, quien anticipó Ja fe bíblica, e inmediatamente comienza la dinastía que fun-
39. Siglos después, movidos por una religión muy diferente de ésta de las huacas, el movi-
miento de los cristeros en México retoma ese espíritu místico revolucionario. da Manco Cápac. Cada uno de los incas es valorado por el autor en cuanto se acerca al dios
cristiano, Viracocha Pachayachachic en la versión incaica, o se aleja de él acercándose a las
40. Se encuentran en el legajo 316 de la Sección Audiencia de Lima. huacas demoníacas.
54 Luis Alberto Reyes A p roximación a las fuentes para el estudio
. del pensamiento indígena 55

por un lado una marcada hostilidad a las concepciones indígenas arcaicás · _4s
0
El texto que utilizamos es la edición facsimilar y transcripción paleo-
y por otro una clara intención de hallar en Perú antecedentes del cristia- ~áfica del Códice de Madrid preparada por Pierre Duviols Y César Itier.
nismo, lo que nos lleva a inferir que fue una obra concebida para catequi-
zar a los indios, exaltando o inventando algunas creencias incaicas para
que coincidieran con la religión europea. Dioses y hombres de Huarochirí
Como señalamos antes, las voces indígenas de los siglos XVI y XVII ex-
presan de modos diversos los resabios espirituales de la violencia de la con- La Relación de antigüedades, a la que nos referimos antes, es un caso
quista. Y expresión paradigmática de esta violencia internalizada es la Re- extremo de la negación o desconfianza hacia la antigua teología en los in-
lación, que cuando se refiere a los antiguos dioses indígenas distingue en- dígenas letrados influidos por la evangelización cristiana. . .
tre los aceptables, parecidos al dios de los cristianos, y los incompatibles Si queremos encontrarnos más cercanamente con las arcaicas y vivas
con éste, los diabólicos, designados por Santa Cruz Pachacuti como hapi- huacas del Ande, debemos acudir a otras fuentes, que expresan no a las
ñuños ,43 nombre genérico de las viejas divinidades femeninas provenientes elites cuzqueñas sino al pueblo y a los dirigentes de las regiones interio-
de los oscuros tiempos de tutayac pacha. 44 res del antiguo incario.
Es difícil entonces admitir sin reparos la autenticidad indígena de los Estas fuentes, en sus casos más destacados, no son textos escritos por
relatos, así como del célebre dibujo incluido en el texto 45 y de los himnos la iniciativa de un indio que persigue un proyecto defensivo con su obrn
en quechua, 4 G que en muchos casos han sido considerados literatura pre- sino textos compuestos por sacerdotes doctrineros quienes reunieron tes-
49
hispánica.47 Sin embargo, en ellos aparece notablemente la concepción eu- timonios directos o sus experiencias personales como "visitadores".
ropea y aun hallamos una resignificación ele los términos usados, en el Paradójicamente, al no tener objetivos apologéticos, sino de pesquisa y
sentido en que fue modificada la semántica del quechua para la evangeli- denuncia de los cultos indígenas, reflejan frecuentemente con más fideli-
zación dad que otras fuentes el pensamiento ele los vencidos.
A pesar ele ello, encontramos en la Relación de antigüedades algunos as- Éste es el caso de la recopilación de mitos, ritos y creencias del Ancle,
pectos, nombres y expresiones simbólicas interesantes para nuestro traba- en quechua y directamente vertida del t~stimonio de sus info~mantes, que
fue realizada en 1598 por Francisco ele Avila, sacerdote doctrinero de San
Damián, provincia de Huarochirí. Concluida su redacción en 1608 con el
43. "Hapuñuñu o hapiyñuüu. Fantasma o duende que solía aparecerse con dos tetas largas título de Tratado y relación de los errores, falsos dioses Y otras supersticio-
que podían asir dellas" (González Holguín, 1989: 150). nes y ritos diabólicos en que vivían antiguamente los indios de la provin-
También hace Santa Cruz Pachacuti una referencia condenatoria a "muchas guacas ydo-
latras sin berguenca" vinculadas al culto fálico de las guacanquis, que eran piedras alargadas.
cia de Huarochirí, el manuscrito se encuentra en la Biblioteca Nacional
de Madrid. 50
44. Esta referencia negativa al pasado preincaico, común a otros cronistas indígenas y nota-
La intención del autor no fue preservar la tradición sino justificar y ex-
blemente acentuada en Garcilaso de la Vega, alude también en algunos textos a un predo-
minio político-militar de las mujeres. hibir su propia labor represiva, investigando y persiguiendo las idolatrías
45. "Este dicen que los hizo renobar a aquella plancha que había puesto su bezagüelo, fixán- ele la región.
dole de nuevo en el lugar do estaba primero, ydcficándole de nuevo a la cassa de Corican- De su actitud ante los indígenas informa Guarnan Poma, quien queján-
cha" (f. 13, Duviols, 1993: 207). La plancha dibujada por Pachacuti expresaría el monoteís- dose de los abusos de los funcionarios españoles en América incluye el tes-
mo de los incas, en la imagen del creador rodeado de las criaturas.
46. Siguiendo el orden en que aparecen a lo largo del libro, el primer texto contiene la ora-
ción de Manco Cápac a Wiraquchan (f. 9v). El segundo, la oración a Thunapa (f. lOr) (salvo
estos dos textos en quechua, a los otros que a continuación mencionamos no les cabe propia- 48. "Es uno de los tres monumentos etnohistóricos y etnolinguísticos de la cultura andina,
mente el título de "oraciones" que se les asignó). El tercero, las indicaciones de Manco Cá- junto con la crónica de Guarnan Poma de Ayala y la relación en quechua ele Huarochirí" (Du-
pac acerca del culto (f. 11). El cuarto, un conjuro (f. 16). El quinto, una invocación al Seüor viols, 1993: 9).
del Principio (f. 16v). El sexto es una maldición del inca Guáscar contra los írlolos (f 39v) El 49. Como Guarnan Poma, que e.Erige su texto al rey, intentando que interceda para aliviar
séptimo contiene las palabras que pronuncia el rey de los collas en ocasión del casamiento los atropellos que sufrían los indios, o como Garcilaso de la Vega, que escribe sus Comenta-
de Uiracochampa Yncan Yupangui con Mama Rontocay, seüalando que mientras los incas rios "reales" de los incas para oponerlos a las calumnias ("irreales") de los historiadores a
adoraban a Uiracocha el colla adoraba a Inti (f. 18). sueldo del virrey Toledo.
47. Entre los estudiosos que aceptaron la autenticidad de los himnos se hallan Lafone Que- 50. También escribió en 1648 un Tratado ele los Evangelios, sermonario en espaüol Y que-
vedo (1892) y Lara (1969). chua para todas las semanas del aüo con amonestaciones sobre las creencias indígenas.
Aproximación a las fuentes para el estud.io del pensamiento in¡lígena 57
56 Luis Alberto Reyes

Salvo contadas excepciones, como el ·preá:i:nbulo y los títulos, el estilo


timonio de tres ancianas que ;recoge en Castrovirreyna acer~a de los crue-
del manuscrito es oral, con la tonalidad y frescura de narraciones que van
les manejos del "extirpador de iclolatrias". 51 siguiendo los recuerdos vivenciales de quien está hablando, y llega a ha-
Esta posición negativa de Ávila favoreció paradójicamente la autenti-
cerlo, en algunas páginas, en primera persona (capítulos 5 y 13). Hemos
cidad de las versiones que nos transmitió, pues no las seleccionó ni reto- utilizado tanto la traducción de Arguedas, por su matizada sensibilidad y
có para hacerlas coincidir con las creencias cristianas o para hacerlas pre-
belleza, como la erudita versión de Gerald Taylor.
sentables desde la óptica de la cultura española.
Sus informantes, entre los que se destacaron Cristóbal Choquecasa y
Hernando Paucar, escribieron o dictaron el manuscrito refiriendo mitos y
El teatro
costumbres que comienzan con episodios cosmogónicos e incluyen los tiem-
pos del dominio de los yungas, el dominio incaico y finalmente el dominio Entre los textos andinos en runa simi, "lengua de los hombres" (que-
español. Aparecen las huacas de la región y algunas locales, con sus oríge- chua), escritos con los signos alfabéticos importados por la colonia, se en-
nes y hechos, así como el culto que recibían. cuentra la Atau Wallpaj p'uchukakuyninpa wankan, o Wanka del fin de
Es la más completa y confiable fuente para el conocimiento de la reli- Atawallpa, 52 que junto al Ollantay es un valioso vestigio del teatro de los
gión del Ande. José María Arguedas, quien además de narrador fue un incas. 53 No se conoce el nombre del autor pero muy probablemente fue es-
destacado estudioso de la cultura espiritual de Perú y traductor de este crita poco tiempo después del crimen, representada y conservada clandes-
texto, dice de él: -
tinamente.54
Este wanka es testimonio de una larga tradición teatral que frecuen-
_ Es 18. obr8 en quechua más importante de cuantas existen, un
temente estuvo entrelazada, en sus representaciones, con celebracione::;
documento sin igual y sin equivalente tanto por su contenido como
religiosas y políticas. Era una expresión que formaba parte solemne de las
por la forma. Dioses y hombres de Huarochirí es el único texto que-
chua popular conocido de los siglos XV1 y XV1I y el único que ofrece un fiestas.
cuadro completo, coherente, de la mitología, de los ritos y de la so- El cronista español Juan de Betanzos, quien estuvo muy cerca de la
ciedad en una provincia del Perú antiguo. (Arguedas, 1975: 9) nobleza inca, describe una celebración en que participó Inca Yupanqui con
otros jefes cuzqueños:

E luego fueron sacados allí a la plaza mucha y muy gran canti-


51. "Señor, nosotras estamos huidas del padre doctor Ávila, visitador del obispado de los re- dad de cántaros de chicha; y luego vinieron las señoras, ansi las mu-
yes de Lima Y valle de Huarochirí y valle de Jauja; a cauda del doctor dijeron que le quería jeres del inca como las demás principales, las cuales sacaron muchos
hacelle hechiceros Y hechiceras, el quien dice en la preguntas que huacas mocha sin haber-
lo sido, se huelga Y dice que adora piedras, que no le castiga, sino que le coraza y le ata en
el cuello con una soga y en la mano una candela de cera y ansí dice que anda en procesión:
52. Para los detalles acerca del texto, su origen y las diferencias de este manuscrito de Cha-
con ello acaba y queda contento el dicho visitador; y si es cristiano y responde y dice que no
yanta con los de San Pedro y Santa Lucía, remitimos al Estudio Preliminar de Jesús Lara,
sabe de hu~cas ídolos y que el adora a un sólo Dios y la Santísima Trinidad y a la Virgen
Santa Mana y a todos los santos y santos ángeles del cielo, a este dicho indio o india, luego que acompaña la edición del Wanka.
le manda subir en un carnero blanco y allí dice que le da muy muchos azotes hasta hacelle 53. Tenemos constancia de que era un género plenamente desarrollado, con gran cantidad
caer sangre del pobre indio, y con los tormentos y dolores dice el indio que adora al ídolo hua- de obras, hoy perdidas, cuando llegaron los conquistadores. Jesús Lara, en el Estudio Preli-
ca antiguo; -ves aquí, cristiano de palo, cómo no tienen favor los pobres de Jesucristo, anda minar que acompaña la edición que citamos, hace una reseña de las numerosas menciones
tanto tormento y castigo; dijéronle al autor las tres viejas: Señor V Md. irá allá y sabrá la ~1 teatro de los quechuas que hallamos en Gamboa, Murúa, El Jesuita Anónimo, Santa Cruz
verdad Y llorará con los pobres de Jesucristo- dijo estas dichas pobres mujeres que otro vie- Pachacuti, Garcilaso y Aranz y Vela (Lara, 1993: 12 ss.). Estos testimonios nos muestran que
JO pobre, por no verse en el dicho tormento injusto, que el pobre dicho viejo tomó coca moli- en los Andes había un teatro plenamente desarrollado desde antes de que en Espaii.a alcan-
do hecho polvo y lo tomó y se ahogó y murió con ella y le enterraron en el sae-rado y de allí zara el mismo nivel.
1
"e man d'o sacar el cuerpo y lo mando quemallo y de los huesos que quedó echó b
en el' río. ¡Oh Por otro lado, acerca del Ollantay como texto incaico original hubo opiniones encontra-
que buen doctor! ¿Adonde sin dueño, está vuestra anima? ¿Qué sierpe la come y desuella a das, y tanto Marcelino Menéndez y Pelayo como Bartolomé Mitre y Ricardo Palma le nega-
las dichas oveias sm pastor y sin dueño, que no tiene año? Si tuviera dueño todavía se do- ron esa condición.
liera de sus ovejas de Jesucristo que le costó su sangre. ¿Donde estás, Dios d~l Cielo? ¡Como 54. "Queda prohibida la representación de comedias, como también otras festividades que
esta leJOS el pastor Y teniente verdadero de Dios, el santo Papal ¿Donde estás, nuestro seiior los indios celebran en memoria de sus Incas." Así dice la sentencia del visitador general Jo-
rey Felipe, que así lo pierdes tu reino y tu hacienda, servicio de tu corona real?" (citado por sé Antonio Areche, pronunciada en 1871 contra José Gabriel Túpaj Amaru.
Duviols, 1975: 162).
58 Luis Alberto Reyes

y diversos manjares; e luego se sentaron a comer todos, e después de CAPÍTULO 2


haber comido comenzaron a beber, e después de haber bebido, el In-
ca mando sacar cuatro a tambores de oro, e siendo allí. en la plaza Las antiguas diosas
mandáronlos poner a trecho en ella, e luego se asieron de las manos
todos ellos, tanto a una parte como a otra, e tocando los atambores,
que ansí en medio estaban, e empezaron a cantar todos juntos, co-
menzando a cantar las señoras-mujeres que detraes de ellos esta-
ban, en el cual cantar decían y declaraban la venida que Uscouilca
había venido sobre ellos, e la salida de Viracocha [e como] Inca Yu-
panqui le había preso e muerto, diciendo que el sol le había dado fa-
vor para ello, como a su hijo, e como después ansimesmo había des-
baratado y preso y muerto a los capitanes que ansi habían hecho la
junta postrera. E después de este canto, dando loores y gracias al Sol
e ansimesmo a Inca Yupanqui, saludándole como a hijo del Sol, se
tornaron a sentar. (Citado por Carrillo Espejo, 1986: 34)

Tanto en estas representaciones, que no hacen distinción entre espec-


La ambigüedad de los polos masculino y femenino
tadores y actores, como en aquellas otras que -como el caso de nuestro
wanka- exigen la especialización de los actores, el tema era histórico y se En algunas expresiones destacadas del pensamiento indígena sobre los
referfa a sücesos de la dinastía inca. 55 dioses, la mujer y el varón, sin perder su oposición, se hallan unirlos es-
Lara argumenta convincentemente sobre la autoría indígena del texto: trechamente y en una posición de recíproca convertibilidad.
Esa ambigüedad se advierte en la deidad suprema de los nahuas que
El estilo de la composición es original; no nos recuerda a ningún es nombrada Ometéotl (dos dios), porque dios a veces es Ometecuhtli (dos-
autor ni ninguna obra ele ninguna época o latitud. La forma como Sle varón) y a veces Omecíhuatl (dos-mujer) (véase figura 1).
conduce la acción, el comportamiento que se atribuye a los persona- Una dinámica de similar ambigüedad hallamos en los dioses que los
jes españoles, la concepción personalísima de los objetos exóticos co- mayas llaman "nuestros madre padre". En el Popal Vuh se los nombra con
mo el papel y el arcabuz, en fin, el desenlace, háyanse elaborados una expresión que parece componerlos en un solo sujeto: EAlom E Qaho-
con un interés netamente indígena. (Lara, en La tragedia del fin ele lom, que significa "las que conciben y dan a luz, los que engendran a los
Atahuallpa: 47)
hijos". Aparecen en momentos fundamentales de la narración: en la pri-
mera página del texto, cuando deciden iniciar su tarea cosmogónica, y en
Garcilaso de la Vega llama "tragedia" a este género indígena, equipa-
el comienzo de la tercera parte, cuando deciden crear a la humanidad, a
rándolo con las que escribieron los atenienses y las posteriores obras que
los hombres de maíz (Popal Vuh, 1984: 85, 174). 1
seguimos llamando así en la cultura occidental. 56
La ambigüedad y convertibilidad de las figuras fundamentales de la
Esta equiparación nos acerca al acongojado contenido de la obra, aun-
teología se manifiesta en los poemas que hablan de un ser con diferentes
que advertimos que en cada cultura el sufrimiento es matizado y ahonda-
manifestaciones sexuales o de seres diversos que remiten ala dualidad de
do por la peculiar relación de los hombres con su familia, la sociedad, la
la que forman parte.
naturaleza, los dioses. Estas diferencias tienen un fundamento más pro-
fundo que el de las circunstancias de escenario histórico y social.
Señor, amo nuestro:
la de la falda de jade,
55. Salvo en el caso del aránway, equiparado por Garcilaso con la comedia, que incluía temas el ele brillo solar ele jade.
cotidianos y humorísticos, a juzgar por los títulos de las piezas que mencion;i .To8n de Santii Llegó el homhre
Cruz Pachacuti Yamki Salkamaywa en su Relación de antigüedades deste Reyno del Piní.
56. Aunque este wanka en particular tiene en común con las tragedias griegas -además del
coro, la posición casi estática y los recitados de los personajes- el tema del destino trágico, l. En los mitos y ritos andinos referidos al encuentro sexual se hallan indicaciones de la fe.
comúnmente las piezas de este género no tenían un final funesto y simplemente narraban minización del varón. Véase el apartado "Sexualidad y pareja en el Ande", en el capítulo 12.
hazañas de los incas.
[ 59]
60 Luis Alberto Reyes Las antiguas diosas 61

· Lo qu.e se vene~a en primer lugar en Min, Baal, Hadad, Teshup


y lo envió acá nuestra madre, nuestro padre
y otros d10ses taurinos del rayo, esposos de la gran diosa, no es su
el señor dual, la señora düal,
el del sitio ele las nueve divisiones, carácter celeste sino sus posibilidades fecundantes. Ya no son crea-
el del lugar de la dualidad. (Códice Florentino, libro Vl, f. 148v) dores cosmogónicos, como las divinidades celestes primordiales, si-
no fecundadores y procreadores en el orden biológico. La hierogamia
se convierte en su función esencial. (Eliade, 1972: 105)
Esta especie de unidad de la dualidad en su expresión fundamental co-
mo Ometéotl hace que el lugar de los dos componentes de la pareja divina
Pero afirma que esta concepción es posterior a otra, más originaria en
sea el mismo para los dos, que ocupan los dos últimos cielos, como lo re-
2 la que el dios era visto como creador y soberano absoluto (Eliade, 1972: 97).
velan diversas fuentes, entre las que se destaca el Códice Vaticano A.
Más allá de que son cuestionables las especulaciones acerca ele cuál
habría sido la primera idea teológica ele los hombres, Jos mitos indígenas
de América, especialmente los andinos, revelan más bien una secuencia
Las diosas en las tradiciones and1na y náhuatl
inversa a la formulada por Eliade.
Las tradiciones ele los pueblos -particularmente de los costeüos-
Los mitos que provienen ele tiempos anteriores al de las dinastías gue-
muestran la anterioridad de la religión centrada en la gran diosa, ele la
rreras, o ele los pueblos del interior del Tahuantinsuyu y ele
cual su consorte es el dios del Ciclo. Después llegó a darse (tal el caso de}
ias graneles organizaciones políticas, indican Cllllo en esos en el
incario, con Inti) el predominio de este último.
Ande, las alternancias ele la dualidad eran ílui~la:s entre los Dolo::; de aba-
Las diversas fuentes de la espiritualidad del Ande coinciden en cuan-
jo y arriba, de lo femenino y lo masculino. "
to a la anterioridad dP í R neligíón de las diosas. Lo mdican los cronistas
En muchos de esos antiguos mitos e:s una diosa quien ocupa el
indígenas cuando se refieren al purun pacha descalificado por la cultura
central y, cuando se trata ele la gran rnadrc telúrica, se muestra con una
cuzqueña ele tiempos de Atahualpa. Lo indican también los informantes
anterioridad y permanencia cósmica que contrasta con la eventualidad v
que interrogó el padre Ávila: "Dicen que en tiempos muy antiguos había
transitoriedad del varón celestial. .
unos huacas llamados Yanaí'íamca y Tu.tcú'íwnca" (Taylor, 1999: 5). La os-
La realidad no aparece estructuradajerárquicamentl:. No eran tampo-
curidad a que aluden los nombres (Ñamca ele la oscuridad y Ñamca de la
co las gestas civilizadoras o guerreras el ápice ele las acciones de los cÜo-
noche) es símbolo de la femineidad telúrica.
ses sino que ante todo el cosmos era concebido como una estructura de pa-
. Con el clesarrolio de las ciudades y de las dinastías g·uerreras, cobró rn-
reja, y sus movimientos como la historia ele sus relaciones sexuales.
heve el aspecto magisterial y civilizador de las acciones de los dioses va-
La motivación que guía las acciones de las huacas varones es el deseo
rones. Pero en tiempos antiguos predominaba la sexualidad junto a los
de la cópula. En el caso de las diosas encontramos en ocasiones este de-
conflictos cl~vinos. 3 En esa tradición, que nunca dejó ele tener alguna vi-
seo sexual, pero también, en casos significativos, el ele ser fecundadas o
gencia, la Tierra, la Luna, la mujer, el agua y la noche se vinculan fuerte-
el de lograr, como pago por la cópula, agua y sustento para los hijos y las
mente entre sí en mitos y rituales. Se asocian también parcialmente con
tierras de labranza.
otros elementos que les son afines, y cada una de estas asociaciones remi-
Min:ea Eliacle reconoce, en las mitologfo.s de los pueblos europeos y
te en los mitos a matices peculiares ele significación.
asiáticos, el papel de simple consorte (fecundador, distribuidor de la llu-
. Las divinidades femeninas más destacadas -por su extendida presen-
via) que suele cumplir el dios del Cielo.
cia en las distintas regiones del Ancle- eran las mama. vinculadas con la
maternidad y con los alimentos: Pachamama, la Tierra ,viviente en su con-
junto y en cualquier lugar (a diferencia de Ashpa, o Allpa, un lugar parti-
cular. de la Tierra); Mamacocha, el mar; Mama Raiguana, que dio alimen-
2. El cielo inferior, visible para codos, donde están las nubes y por el que transita la Luna,
tos diferentes a los costeüos y a los serranos, y Hurpay Huachac, diosa de
Ifüuícat! Metzt.li, F.l segundo, lugar de las estrellas, Citlalco, las Centzon Mimixcoa del nor-
te y las Centzon Huitznahua del sur. El tercero, por donde viaja el Sol, Ilhuícatl Tonatiuh.
El cuarto cielo es el de Venus, Ilhuícatl Huitztlan. El quinto, el de las estrellas humeantes
(cometas) Citlalin Popoca. El sexto y el séptimo son los cielos azul y negro del día y de la no-
che. El octavo, probablemente de las tempestades. Los cielos noveno, décimo y undécimo 3. Hallamos también en la tradición náhuatl estos aspectos esenciales de la sexualidad y
contienen las moradas de los dioses Teteocan. Los cielos decimosegundo y decimotercero son la lucha en los dramas míticos. Véase el apartado "La maldad de Jos dioses" en el capít"-
lo 11. ' u
el lugar de la dualidad Omeyocan (León-Portilla, 1979: 114-118).
62 Luis Alberto Reyes - Las antiguas diosas 63

los peces (que aparece en algunos mitos como compañera del dios costeño siones al agua. También aquí nos encontramos con una serie de niveles de
Pachacámac). interpretación, que van desde los más accesibles para una lectura que
_En la cultura náhuatl las más notables eran Tonacadhuatl, "Señora de considere el contexto temático de la referencia, hasta los más complejos
nuestro alimento", también llamada Omecíhuatl, "Dos Mujer" y Citlali- que requieren un conocimiento de los mitos, los valores u otras circuns-
cue, "la de la falda de estrellas". Tonacacíhuatl es la parte femenina de la tancias ideológicas.
pareja primordial y habita en los cielos más altos. Teteoinan, la "Madre Un primer nivel es la referencia al agua como invocación, conjuro o es-
de los Dioses", también llamada Toci, "nuestra abuela", y Tonantzin, peranza de riego en los pueblos agricultores para quienes el agua es una
"nuestra madre venerada". Coatlicue "la de la falda de serpientes", perso- expectativa constante y, particularmente, en culturas de regiones áridas
nificación de la Madre Tierra. Chalchiuhtlicue, "la que tiene una falda de o semiáriclas.
piedra verde", diosa del agua, compañera de Tláloc. Coyolxauhqui, que re- Un segundo nivel es la referencia al agua que remite a los orígenes cós-
presenta a la Luna y la noche, hermana y rival de Huitzitopochtli en el micos, a la femineidad, que se abre a significados ontológicos, antropoló-
mito azteca del nacimiento del Sol. Chicomecóatl, "Siete Serpiente'', diosa gico::; y teológicos (figura 2)_
de la vegetación. Xochiquetzal, "Flor pluma preciosa", joven diosa de la En los mitos de Huarochirí encontramos el primer sentido en relación
vegetación renaciente y del amor_ Tlazoltéotl, diosa originaria de la Huas- con las aguas de arriba, del Cielo, que dependen de las huacas varones,
teca, pero adoptada por los nahuas, hiladora hábil de algodón; diosa de la aguas por las cuales se entrega Chuquisuso. 6 Encontramos el segundo
carnalidad y la lujuria, también "devoradora de inmundicias", purificado- sentido cuando nos damos cun el mar en que se sumergen las huacas, o
ra o "comedora de pecados" (Tlalqueant). Por ella eran perdonados quie- que se desborda reinteg-ranclo a los seres al femenino seno maternal. Tam-
nes cometían faltas, sobre todo ele carácter sexual. bién encontramos este último sentido cuando el Popal Vuh hace referen-
Las profundidades que devoran y conciben, la oscuridad, la vegetación cia al Paxil, lugar ele munclac10nes, matnz de donde viene el maíz, la vi-
y la sexualidad, son las principales y más peculiares características de es- da, Es preciso detenerse a diferenciarlos porque ambos niveles aparecen
tas diosas. frecuentemente juntos y asociados en las culturas que hemos estudiado.
Las encontramos en los códices indígenas prehispánicos, en las des- Esta cirClmstancia puede llevar a que un sentido se confunda con el otro
cripciones del culto, en la piástica' y en algunos ele los poemas transcrip- y se pierda a los ojos del intérprete_
tos por los indígenas letrados de la colonia." Con estos dos sentidos asociados apreciamos la presencia ritual de ca-
racolas y perlas en la ciudad sagTada de Teotihuacán y en otros templos
mediterráneos muy alejados del mar_ Recientemente, en los trabajos que
La simbólica del agua se realizan en el Templo Mayor de México,' apareció la talla ele un gran
caracol de la especie Strombus gigas. Esta pieza, de una sutil belleza, for-
Aspecto elemental de la femineidad y la maternidad, la simbólica del ma parte de un grupo de tres obras monumentales del mismo tipo. 8
agua plantea diversas cuestiones de interpretación_ La escultura expresa la extraüa presencia del mar en el centro de las
Una es la identificación de los símbolos que nos permiten reconocer tierras continentales, en México Tenochtitlán. Pero el mar y el caracol sig-
alusiones a ella. Van desdP lss rPfarencias evidentes y universales de las nifican mucho m8s Pn Psta región alta y geográficamente alejada de lRs
ondas de un río o laguna, las gotas ele la lluvia o los animales acuáticos, costas, en este lugar áspero y seco regido por varones guerreros: es la pre-
hasta expresiones más complejas, como la cruz en la tradición andina o el sencia -subyugada pero sag-rada y expectante- de la húmeda femineidad.
dios Tlaloc en la,antigua iconografía náhuatL El agua y los seres vinculados a ella simbolizan la femineidad en sus dos
Otra es la interpretación del sentido que en cada caso tienen estas al u- dimensiones esenciales para las culturas indígenas: maternidad y reinte-
gración de los seres a la unidad primordial a través de la muerte.

4. En la plástica se destacan las monumP.nt.;:ilP.o:; Coatlicue y Coyolxauhqui y en los libros de


pinturas que se conservan, Tonacacíhuatl y TlazoltéotL o, Véase el capítulo 13_
5. Estos textos poéticos hablan en escasa medida de las peculiaridades de las diosas, que se 7_ Las excavaciones se encuentran a un costado de la actual catedral de la ciudad de Méxi-
asociaban a la carnalidad, la descomposición y la muerte, Esto se debe probablemente a la co, frente al Zócalo,
tendencia de los aztecas a privilegiar los valores guerreros y también a la reticencia ante lo 8. Hecha en piedra, con 92 centímetros de largo, data aproximadamente del 1500, esto es,
femenino por parte de los sacerdotes espaüoles que los recogieron, del período imperial azteca (Pudelko, 1986: 73),
64 Luis Alberto Reyes Las antiguas diosas 65

Eliade señala que ostras, conchas marinas, caracolas, perlas, son soli- el ave de bello plumaje, 14 se asocia con los líquidos de la podredumbre,
darias de las cosmologias acuáticas y del simbolismo sexual. 9 Cabe agre- donde la vida y los seres pierden la individualidad en los procesos de la
gar a esta lista las ranas y otros animales vinculados con el agua y la llu- muerte.
via, como el suri en el noroeste argentino, y las deidades relacionadas con La misma asociación encontramos en las instancias de la creación de
el papel de las aguas en la concepción de los seres 10 y en su reintegración los hombres de maíz que narra el Popal Vuh. Las aguas son el origen del
al vientre cósmico con la muerte.11 maíz que será carne de los hombres:
En las capitales indígenas mediterráneas las esculturas de caracoles
provienen probablemente de tributos de pueblos de la costa y son también De Paxil, de Cayalá [los términos significan extensión de las
símbolos de la d01ninación sobre ellos. Este simbolismo político, asociado aguas, inundación y podredumbre] vinieron las mazorcas amarillas
al simbolismo conjuratorio y al ontológico del agua y particularmente ele y las mazorcas blancas. (Popal Vuh, 1984: 174)
las conchas y los caracoles, se completaría con el simbolismo ele la domi-
nación sobre lo femenino que hallamos tanto en el Estado azteca 12 comu La inmersión en las aguas expresa regreso a las profundidades uteri-
en el Tahuantinsuyu. nas, y este significado, a su vez, remite a otros: la disolución purificadora
Ese doble aspecto de dominación sobre la costa y sobre lo femenino de la existencia individual y aérea y la restitución al estado primordial de
es uno de los sentidos de los mitos mexicas protagonizados por el dios semilla.
tutelar Huitzilopochtli así como de los mitos andinos de tiempos de los Para las culturas de la antigüedad mesoamericana los lagos y cenotes
incas. son puertas privilegiadas de acceso a lo sagrado en el universo náhuatl y
La relación clei agua con los femeninos orígenes y destinos últimos ele simboio principal del mundo femenino en el universo maya.
la vida se expresa en el Canto de Xochiquétzal .1º En el universo andino el mar es la madre en su dimensión profunda
ensimismada. La que recoge y guarda a las criaturas, reintegrándolas al
Yo, Xochiquetzal, diosa de las flores y el amor
origen. Las aguas son las que acaban, en forma de diluvio, con el mundo,
ele! país ele ÍR lluvia y ele la nieblR vengo yo.
Yo, Xochiquetzal, vengo ele Tamoanchan, tanto en la tradición maya 15 y náhuatl1 6 como en la andina (Taylor, 1999:
lugar del árbol florido, 34). En la trama de los relatos andinos las grandes aguas aparecen con
ele los aires fríos, delicados y helados, dos principales significados inmediatos: son en algunos mitos el medio en
sobre los nueve cielos. que lo masculino se sumerge después de sus hazañas, cediendo ante lo fe-
menino, entregándose y confundiéndose con la gran mujer. 17 También y
Llora el piadoso Pilzíntecuchtli, particularmente se ocupan de acabar con la vida de los soberbios y no hos-
en busca de Xochiquetzal. pitalarios, defectos que aparecen como típicamente masculinos y opuestos
la podredumbre domina a las cualidades femeninas en los mi tos andinos. 18
en la región adonde debo ir.
perdió a su amada y está llorando. (Asturias, 1968: 31)

El juego de vida y muerte, propio de la diosa madre, se expresa en las 14. Ése es el significado literal de xochiquetzai.
imágenes de este canto. El rostro de lo más bello y primaveral, la flor Y 15. En el Popol Vuh, la inundación pone fin a la era de los hombres de madera.
16. "El nombre de este Sol es nahui atl (cuatro agua), porque hubo agua cincuenta y dos
años. Éstos son los que vivieron en el cuarto, que fue el Sol nahui atl; que vivieron seiscien-
9. Es evidente, señala, la unidad, e intercambiabilidad simbólica, de ias aguas. la Luna y la tos setenta y seis años, hasta que se destruyeron, se anegaron y se volvieron peces. Hacia
mujer (Eliade. 1994: 13S). acá se hundió el cielo y en solo un día se destruyeron. Comían nahui xochitl (cuatro flor); era
10. Tal el caso de Chuquisuso en la cultura andina. su alimento. Su año fue ce calli (1 casa). En un día del signo nahui atl, en que se destruye-
ron, todos los cerros desaparecieron, porque hubo agua cincuenta y dos años" (Códice Chi-
11. Los mitos de Huarochirí y las profecías del Taki Onqoy a que nos referimos en varios ca-
pítulos muestran este rol del mar.
12. Indicamos con el nombre "Estado azteca" a la triple alianza de Tenochtitlán, Tezcoco Y
l malpopoca, 1975: 119).
17. Véanse los mitos, que citamos más adelante, de Pachamama-Pachacámac y de Vichama.

Tlaco pan. 18. Testimonio de esta función de las aguas es el mito del castigo que Pariacaca impone a la
comunidad de yuncas de Huayquihusa por faltar a la hospitalidad (Taylor, 1999: 81 ss.).
13. Xochiquetzal, "Flor pluma preciosa", es uno de los nombres de la diosa madre.
1 También la profecía del Taki Onqoy anuncia que los españoles y su Dios se ahogarán en el

l
]
66 Luis Alberto Reyes

En las danzas y los cantos rituales que se hacían en ocasión de la lim- CAPÍTULO 3
pieza de los canales de riego y solían tener momentos orgiásticos, la dua-
lidad se manifiesta en su inagotable potencia a través de la simbólica del
Coatlicue y Pachamama:
agua. 19 El varón encarna el polo masculino que se feminiza para poder ac- de la oscuridad a la dualidad
ceder a la mujer. Se anticipa con esto un tema profundo de los mitos an-
dinos: el regreso del varón, con la muerte, al origen femenino de su ser. La
mujer está al principio y al final.
Son la cercanía con la mujer y la identificación con ella -que ritual-
rnente se da en un momento del qachwa- 20 las que hacen que el hombre
pueda ser también portador del agua, portador del yumay, el semen en el
que se expresa la esencia femenina que toma el varón para poder pene-
trar en la muJer.
Esta conversión ritual es un reconocimiento al fundamento femeninu
de la vida. El rito asimila el varón a la mujer al convertirlo en agua sa-
¡;,rracln (unu). El o.gua, que expresa la dimensión profunrL1 ele: h mo.drc:. La diosa originaria en la tradición náhuat1
también símbolo del varón en su función como fecundador.
En sus estudios ele las tradiciones actuales en Puquio, José i\ilnrút Ar- mitos cosmogónicos indican un orimü:enio estado femenino dr:I
gueclas recogió interesantes testimonios sobre esta dimensión universo antes de que comenzara el movi~ient,~ rfr he; opnsicioncc;, :-;;-"
masculina del Unu agua. 21 del drama del mundo.
El Unu es un don de 100 Viarnan1s: La clio:sa Tierra, sola en su oscuridad, aun no era propiamente ¡0 qtw
llegaría a ser cuando sobre ella actuarf'\ su ceiestinl. Lo refiere•
Va1nonioi?una1nantnr: !lor¡sirnur.h!?Cln }'Cttunrhi?no,
" \1 l.rn• 1
núto náhuatl:
wmurmchihpaq. todo, lliopaq, ri!ú'': elijo el regidor v rwqui menor de·
Chaupi: "De los wamanis brota la vena ele sangTe, el ngua. h1r:1
La tierra fue creada de esta suerte: dos dioses, C-¿uet;,:n lcóatl v Tez
nue0t.ros hijos de toda especie, todo, para todos pues .. "Orqotaytapu
catlipoca, bajaron del cielo a la diosa Tialtecuhtli, ia cuai estaba lle
ueno, re!ú unuquq, aguay unu'', afirma don Viviano. "El agrn1 es Lt
\·enct cfol Padre Cerro. el Aguay Un.u.. " (Argueclas, 1981: ,¡91 na por todas las coyunturas de ojos y de bocas, con las que mordia co-
mo bestia salvaje. Y antes de que fuese bajada, había ya agua, que no
saben quién la creó, sobre la que esta diosa caminaba. Lo que viendo
los dioses dijeron el uno al otro: "Es menester hacer la tierra".
n12r. Se reúnen aquí tanto la doctrina dei destino mortal de los dioses del ciclo en las prirni·· Y esto diciendo, se cambiaron ambos en dos graneles sierpes, de
genias aguas, con10 la doctrina de las cfclicas destrucciones, o pacha.cutis transforn1CTdore:~
Lis que el uno asió a la diosa de junto a la mano derecha hasta el pie
del n1undo, y finaln1enteJ la doctrina del castigo a quienes faltan a las paulas ancestn:des.
1

•;"''{ t..f ue CLlCtEdv el l\.1afc1u8s eüti·ü tú e:::ilct Li81 ! et ct vi¿t Jius vt:Hcidu a. las guctLZtS y lus espaúo-
1zqmerdo, Y el otro de la mano izquierda al pie derecho. Y la Rpreta-
les a los indios; en1pero que agora dava la buelta el n1undoJ y que dios y los españoles que- ron tanto, que la hicieron partir por la mitad, y del medio de las es-
cbvan vencidos clesta vez y todos los españoles muertos, y las ciudades de los espaúoles ane- paldas hicieron la tierra y la otra mitad la subieron al cielo, de ¡0
gadas, y que la n1ar avia de crecer y los avia de aogar, porque dellos no uviese n1ernori<1., cual los otros dioses quedaron rnuv corridos.
(Cristóbal de Molina, citado por Wachtel, 1976: 285). Luego, hecho esto, para compe~sar a la dicha diosa de los daños
19. En la qachwa de la limpieza ele los canales ele riego (yarqa aspi), b mujer representa a que estos dos dioses le habían hecho, todos los dioses descendieron
la Nladre Tierra seca ansiosa de agua. Es la que llan1a a los hombres a practicZJ.r el sexo r:-
1
a consolarla y ordenaron que de ella saliese todo el fruto necesario
tual yacu cocha qcunuptin ... wachunsi chakrata. A propósito de las celebraciones de Chaup1- para la vida del hombre. Y para hacerlo, hicieron de sus cabellos ár-
1l8n-ir?.. F-1 IV!nnusrrit.o rl<? TTuarochir( nos d8. not.1ci8.s de e.st.o.s ritos boles Y flores y hierbas; y de su piel la hierba rnuy r:ncnuda y flore-
20. Nos referirnos 8 est8s rlanzas rituales en el apartado "Sexualidad y pnrej" en ~1 Ancle". cillas; de los ojos pozos y fuentes y pequeñas cuevas; de la boca, rios
en el capítulo 12. Y cavernas grandes; de la nariz, valles y montañas.
21. Unu es el nombre para el agua en el quechua ele Cuzco. En Ayracucho y Huanczn:éliG1. Esta diosa lloraba algunas veces por la noche, deseando comer
nos dice Arguedas, la llarn8n comúnmente yacu. Pero cuando la invocan en términos religio- corazones de hombres y no se quería callar, en tanto que no se le da-
sos usan el término unu jLmto al castellano "agua".
f 67 j
68 Luis Alberto Reyes- Coatlicué y Pachamama: de la oscuridad a la dualidad
69

ban, ni quería dar fruto si no era regada con sangre de hombre. El mito mexica de Coatlicue y Huitzilopochtli
(Thevet, 1973: 10)
El mito central de la cultura de los mexicas contiene rasgos esenciales
Vemos aquí que la Tierra es anterior al Cielo. Éste, que será su opues-
del pensamiento arcaico sobre la Tierra y su relación con el Sol.
to y fecundador, se origina de la partición en dos de ella. 1 Después, cuan-
do el Cielo luminoso se vuelva para penetrarla, la diosa Tierra será arran-
l\i~ucho honraban los mexicas a Huitzilopochtli; sabían ellos que
cada de su identidad ensimismada. Desde entonces el cosmos se hará ac- su ongen, su principio, fue ele esa manera:
tivo y dual. Tomará el rostro de la complementariedacl y la rivalidad, del
conflicto y la reciprocidad. En Coatépetl, por el rumbo de Tula,
En este primer momento se destaca su fiereza y el apetito que nunca había estado viviendo,
abandonará a las concepciones arcaicas de la diosa: ella devora a los se- allí habitaba una mujer
res. Los asimila en su interior. Antes ele la aparición de su pareja, puede de nombre Coatlicue.
descubrirse en ella la presencia de lo masculino, del varón que aún no es Era madre ele los 400 Surianos
una figura independiente. Los mitos lo dicen en la ambigüedad ele las re- y de una hermana de éstos
ferencias a una diosa a la que también nombran Tlaltecuhtli, "señor ele la ele nombre Coyolxauhqui.
Y esta Coatlicue allí hacía ueni tencia.
tierra". Es el momento ele la unidad extática de la madre, que en algunos
barría, tenía a su cargo el barrer. .
mitos -como éste- saca ele sí a su paredro, a su compañero destinado a fe-
así hacía penitencia.
cundarla. en Coatépetl, la Montaña ele ío.
Junto con los mitos de los soles y sus muertes, encontrarnos en Mesoa- y una vez,
mérica y en el Ande un conjunto de mitos cosmogónicos, en los que )a Tie- cuando barría Coat!icue,
rra es reconocida como protagonista ele un tiempo primigenio, como ante- sobre ella bajó un plumaje,
cedente y madre de los dioses y del Sol. como una bola de plumas fina~
Estos mitos indican dos graneles tipos de tiempos: los de la Tierra pa- En seguida lo recogió Coatlicue.
riendo al astro y dando lugar a los opuestos, al drama del mundo; y los del lo colocó en su seno.
Sol tomando el protagonismo y la centralidad que antes tenía la Tierra. Cuando terminó ele barrer,
Este desplazamiento del protagonismo hacia el Sol se anuncia ya desde buscó la pluma, que había colocado en su seno,
pero nada vio allí.
antes de que éste nazca del seno de la madre Tierra:
En ese momento Coatlicue quedó encinta.
Pero su hijo Huitzilopochtli, que estaba en su seno [ele la Tierra,
Al ver los 400 Surianos que su madre estaba encinta
Coatlicue, amenazada por las fuerzas ele la noche],
mucho se enojaron, dijeron
la confortaba, le decía:
-¿Quién le ha hecho esto?
"No temas,
¿Quién la dejó encinta?
yo sé lo que tengo que hacer". (Códice Floren.tino, 1987, rn, l: 12)
Nos afrenta, nos deshonra.
El desplazamiento de la Tierra y la oscuridad, así como la violencia del Y su hermana Coyolxauhc¡ui les elijo:
proceso, son coherentes con la estructura agónica ele la mitología mesoa-
mericana y andina, en la que los dioses morían y eran sustituidos por -Hermanos, ella nos ha deshonrado,
otros; en la que unos mitos, también, eran sustituidos por otros. 2 hemos de matar a nuestra madre
la perversa que se encuentra ya e'ncinta.
¿Quién le :hizo lo que lleva en el serio?
Cuando supo esto Coatlicue,
l. Los mitos arcaicos de Grecia revelan una visión similar de los orígenes: "Lo femenino y lo
mucho se espantó,
masculino se escinden para volver a unirse en fecundo acoplamiento" (Grammático, 1958).
mucho se entristeció.
2. Ricceur (2003: 267) señala: "Los mitos no han cesado de luchar entre ellos. Todo mito es Pero su hijo Huitzilopochtli, que estaba en su seno,
iconoclasta respecto a otro". le confortaba, le decía:
'to Luis Alberto Reyes Coatlicue y Pachamama: de la oscuridad a la dualidad 71

-No temas, Sus flechas tenían puntas barbadas.


yo sé lo que tengo que haéer.
Habiendo oído Coatlicue Luego se pusieron en movimiento,
las palabras de su hijo, iban en orden, en fila,
mucho se consoló, en ordenado escuadrón,
se calmó su corazón, los guiaba Coyolxauhqui.
se sintió tranquila. Pero Cuahuitlícac subió en seguida a la montaña
para hablar desde allí a Huitzilopochtli,
Y entre tanto, los 400 Surianos le elijo:
se juntaron para tomar acuerdo, -Ya vienen.
y determinaron a una Huitzilopochtli le respondió:
dar muerte a su madre, -Mira bien por dónde vienen.
porque ella los había infamado.
Estaban muy enojados, Dijo entonces Cuahuitlícac:
estaban muy irritados, -Vienen ya por Tzompantitlan.
como si su corazón se les fuera a salir. Y una vez más le elijo Huitzilopochtli:
Coyolxauhqtü inucho Jos incitaba) -¿Por dónde vienen ya?
avivaba la ira ele sus hermanos. Cuahuitlícac le respondió:
para que inataran a su n1adre. -Vienen ya por Coaxalpan.
'[los 400 Surianos Y de nuevo Huitzilopocht.li prr;gimtó a Cuahuitlícac:
se aprestaron, -Mira bien por dónde vienen.
se ataviaron para la guerra. En seguida le contestó Cuahuitlícac:
-Vienen ya por la cuesta ele la montaña.
Y estos 400 Suriano:,; Y todavía una vez más le dijo Huitzilopochtli:
eran como capitanes, -Mira bien por dónde vienen.
torcían y enredaban sus cahellos, Entonces le elijo Cuahuitlícac:
como guerreros arreglaban su cabellera. -Ya están en la cmnbre, ya llegan,
Pero uno llamado Cuahuitlícac los viene guiando Coyolxauhqui.
era falso en sus palabras.
Lo que decían los 400 Surianos, En ese momento nació Huitzilopochtli,
en seguida iba a decírselo, se vistió sus atavíos,
iba a comunicárselo a Huitzilopochtli. su escudo de plumas ele águila,
Y Huitzilopochtli Je respondía: sus dardos, su lanzaclardos azul,
-Ten cuidado, está vigilante, el llamado lanzadardos ele turquesa.
tío mío, bien sé Ju que Leugo que hacer Se pintó su rostro
con franjas diagonales,
Y cuando finalmente estuvieron ele acuerdo. con el color llamado "pintura de niño".
estuvieron resueltos los 400 Surianos Sobre su cabeza colocó plumas finas,
a matar, a acabar con su n1ndre) se puso sus ore.Jeras.
luego se pusieron en movimiento, Y uno ele sus pies, el izquierdo, era enjuto,
los guiaba Coyolxauhqui. llevaba una sandalia cubierta ele plumas,
Iban bien robustecidos, ataviados, y sus dos piernas y sus dos brazos
guarnecidos para la guerra, los llevaba pintados de u.zuL
se distribuyeron entre sí sus vestidos ele papel,
su anecúyotl, sus brazaletes, Y el llamado Tochancalqui
sus colgajos ele papel pintado, puso fuego a la serpiente hecha ele teas llamadas Xiul!cóatl,
se ataron campanillas en sus pantorrillas, que obedecía a Huitzilopochtli.
las campanillas llamadas oyohualli. Luego con ella hirió a Coyolxauhqui,
72 Luis Alberto Reyes Coatlicue y Pachamama: de la oscuridad a la dualidad 73

le cortó la cabeza, Y este Huitzilopochtli, según se decía,


la cual vino a quedar aba~donada era un portento,
en la ladera de Coatépetl, porque con sólo una pluma fina,
montaña de la serpiente. que cayó en el vientre de su madre Coatlicue, fue concebido.
El cuerpo de Coyolxauhqui Nadie apareció jamás como su padre.
fue rodando hacia abajo, A él lo veneraban los mexicas,
cayó hecho pedazos, le hacían sacrificios,
por diversas partes cayeron sus manos, lo honraban y servían.
sus piernas, su cuerpo. y Huitzilopochtli recompensaba
a quien así obraba.
Entonces Huitzilopochtli se irguió, y su culto fue tomado de allí,
persiguió a 1os 400 Sur:ianos) de Coatépetl, la montaña de la serpiente,
los fue acosando, los hizo dispersarse como se practicaba desde los tiempos antiguos. (Códice Florenti-
desde la cumbre del Coatépetl, la montaña de ia culebra. no, Libro m, cap. 1) 3
Y cuando los había seguido
hasta el pie de la montaña,
los persiguió. los acosó cual conejos,
en torno ele la montaña. El contexto histórico del relato
Cuatro veces los hizo dar vueltas.
En vano trataban de hacer algo en contra de éL L~t llcgad::1 de los aztecas 81 A náhuac, varios años después de haber par
en vano se revolvían contra él tido de Aztlán guiados por su caudillo-dios tutelar Huitzilopochtli, quedó
al son ele los cascabeles r'n la memoria y ÍÜe recogida por los cronistas indígenas y españoles
y hacian golpear sus escudos_
Nada pudieron hacer, l~uando íos aztecas, los mexicanoc,;" pasaron ele Azllán acá,
nada pudieron lograr, ron a Colhuacan: después salieron ele allá para acá asiendo al diablo
con nada pudieron clefonderse.
Tetzahu_itl Huitzilopochtli. (Alvarado Tezozomoc, 197.S: lS)
Huitzilopochtli los acosó, los ahuyentó.
los destrozó, los aniquiló, los anonadó.
Y accedieron a un lugar cercano al que sería su asentamiento de-
Y ni entonces los dejó,
continuaba persiguiéndolos. finitivo: "Vinieron a un cerro que está antes de 'I\üa, que se llama
Pero ellos mucho le rogaban, le decían: Coatebeque" (Coatepec). ("Historia de los mexicanos por sus pintu-
-¡Basta ya' ras": 221)
Pero Huitzilopochtli no se contentó con esto,
con fuerza se ensañaba contra ellos.
Los perseguía. 3_ En las traducciones ele León-Portilla, como la que aquí tomamos, el hecho de ordenar en
Sólo unos cuantos -pudieron escapar de su presencia, versos la secuencia ele los relatos es peculiar.
pudieron librarse ele sus manos. .¡_"Según cuentan los ancianos, cuando los aztecas vinieron de Aztlán no se llamaban toda-
Se dirigieron hacia el sur. vía mexicanos, sino que se llamaban todos aztecas, y hasta después de esto que relatamos
Porque se dirigieron hacia el sur fue cuando tomaron el nombre, y se denominan mexicanos [... ] quien les dio el nombre fue
se llaman 400 Surianos Huitzilopochtli" (Alvaraclo Tezozomoc, 1975: 19).
''Llamábanlos por otro nombre n1ecitin) que quiere decir n1exicanos, a causa de que el sa-
los pocos que escaparon
cerdote y señor que los guiaba se llamaba Meci, de donde toda la congregación tomó la de-
ele las manos ele Huitzilopochtli. nominación [_ .] Tienen otro nombre, el cual heredaron después que poseyeron esta tierra,
Y cuando Huitzilopochtli les hubo dado muerte, que fue tenuchca, por causa del tunai que hailaron nacido en la piedra" (Durán 1967, 11: 29).
1

cuando hubo dado salida a su ira, En el Manuscrito de 1558 o "Leyenda de los Soles" hallamos una referencia que vincula
les quitó sus atavíos, sus adornos, su anecúyotl, a los mexicanos con los orígenes de los hombres, en el Quinto Sol: "Cuando nacieron [los mix-
se los puso, se los apropió coua]. se metieron en el agua, se echaron en el agua; luego salieron hacia acá y les dio de
los incorporó a su destino, mamar Me~itli. Este Me~itli es el Señor de la tierra. Por eso hoy somos mexicanos; pero no
hizo de ellos sus propias insignias. mexica, sino me~itin" (Códice Chimalpopoca, 1975: 122-123)_
74 Luis Alberto Reyes Coatlicue y Pachamama: ele la oscuridad a Ja dualidad 75

Entre los grupos que integraban la migración se hallaba~ los huitzna- avasallada por otra, la mítica. A esta dimensión se accede, sin embargo,
huac que aparecen en el mito: ele forma indirecta, predominantemente alegórica. Intentamos, a conti-
nuación, este camino.
Se llaman así Jos siete calpulli de los mexicanos que vinieron: el
primer calpulli es el de Jos yopica, el segundo calpulli es el de los tla-
cochcalca, el tercer calpulli es el de los huitznahuac, el cuarto calpu- Los significados del mito
lli es el de Jos cihuatecpaneca, el quinto calpulli es el de los tlacatec-
paneca, y el séptimo calpulli es el de Jos izquiteca. (Alvarado Tezo-
El centro ceremonial de México Tenochtitlán, con su pirámide trunca-
zomoc, 1975: 26)
da coronada por la piedra ele sacrificios y los templos ele Tlaloc y Huitzi-
1opochtli, era una réplica del cerro de Coatepec.
Este calpulli intenta cuestionar al grupo dominante, ele seguidores de
El rito sangriento que se oficiaba era una repetición conjuratoria del
Huitzilopochtli. Según los testimonios, los disidentes se negaban a seguir
viejo mito: procuraba que la noche füera de nuevo derrotada, muerta por
la penosa peregrinación:
el Sol. A sus escalinatas llegaban quienes serían sacrificados. Al pie de
Estando los mexicanos en este lugar tan deleytoso, olvidados ele ellas, pasaban junto a un monumental disco de piedra con la talla de Co-
que les avya dicho el ydolo que era aquel sitio la muestra y dechado volxauhqui. desmembrada y decapitada (véase figura 4).
ele la tierra que les pensava dar, comen~aron a estar muy ele propó- º A las ~íc-timas, en algunos casos, les tocaba repetir el destino ele los se-
sito, clizienclo algunos que allí se avyan de quedar paro. siempre. (To res de la noche. Los ofrendados en sacrificio eran los hijos de la Tierra.
var, 1972: 15; Dmán, 1967. !!: 32) eran su oscuridad elemental, entreg-ada a la luz del Sol para que éste" im-
pere.
En seguida le dijeron a Huitzilopochtli sus Líos, los Centzon Al llegar a lo alto del templo, el sacerdote les abría el pecho para arran-
huitznáhuac, los sacerdotes: "Aquí concluirá la tarea para la que ve- carles el corazón y ofrecerlo al dios Huitzilopochtli. El cuerpo se desmem-
niste, para regir, para enfrentarte a Ja gente de los cuatro punto.' braba cuando era arrojado por las empinadas cscalinatas. 5 Muchos crnn
cardinales, para impulsar el poblado y asirlo con tu poder"- ( Alvarn- decapitados después al modo de Coyolxauhqui, como lo muestra el tzom-
clo Tezozomoc, 1975: 33)
po.ntli, hilera de calaveras, hallado en el recinto.
- Estos ritos no eran dirigidos a Huitzilopochtli corno mero dios tribal, ni
Y sobreviene entonces la terrible imposición de la autoridad ele .Huitzi-
.se los concebía como actualizaciones de un conflicto histórico entre calpu
lopochtli:
llis que disputaban supremacías.
Huitzilopochtli era el Sol que sostenía la vida sobre la Tierra, luchan-
Oído por su dios Huitzilopochtli [... ] cuyo caudillo de aquella
murmuración y concierto era Huitznaua y una señora que llamaban do contra las fuerzas que se oponían a la novedad de la vida. La mujer que
Coyolxauh, no querían pasar adelante. barría, Coatlicue, era la Tierra, 5 amenazada por la noche representada
"Decidles que yo tomaré venganza ele ellos."
Venida la mañana hallaron muertos a Jos principales movedores
5. "Tenían grandes torres y encima una casa ele oración, y a la entrada de la puerta, un po-
ele aquella rebelión, juntamente a Ja señora que dijimos se llamaba
co nntes, tenían puesta una piedra baja, hasta la rodilla, en donde o a mujeres o a hombres
Coyolxauh y a todos abiertos por los pechos y sacados solamente los
que hacían sacrificio a sus dioses íos echaban de espaldas, y ellos mismos se estaban que-
corazones, ele donde se levantó aquella opinión y secta ele que Huit- dos, adonde salía un sacerdote con un navajón ele piedra que casi no cortaba nada, hecho "
zilopochtli no comía sino corazones. (Durán, 1967. I: :32-3:)) manera ele hierro o ele lanza, y luego con aquella navaja le abría por la parte del corazón y
se le sacaba, sin que a la persona que así se le sacaba dijese palabra; y luego al que o a b
¿Son entonces los sucesos históricos los que dan origen al mito? ¿Es su que eran así muertos los arrojaban por las escaleras abajo. El dicho sacerdote tomaba e! co-
tema la rebelión incidental ele un calpulli y la terminante represión ele razón en la mano y entraba en la casa ele oración donde estaban puestos ídolos, así ele pie-
dra como de n1adera) con su altar; y de esta n1anera con la 1nano ensangrentaba a sus írlo-
que es objeto? Una apreciación fenomenológica nos abre a otra perspecti- !os'' (Aguilar, 1977: 102)
va ele interpretación.
6. Con este nombre, Coatlicue, aparece en otros diversos testimonios de la religión azteca.
El contexto religioso ele la actualización del mito en Tenochtitlán y el
Por ello, y por su relación con el Sol en este n1ito: resultn indudable que se trata de la lVL1-
profuso conjunto ele elementos que desde los ritos, la plástica y otros mi- clre Tierra. La acción de barrer nos la muestra replegada sobre sí misma antes de su rela-
tos aluden a él indican que la sustancia histórica del relato se disuelve ción con el Sol.
76 Luis Alberto Reyes Coatlicue y Pachamama: de la oscuridad a la dualidad 77

por Coyolxauhqui, la Luna, y los centzonhuiznahua, las estrellas. Diaria- de morir. Por un lado, en este mito solar de un pueblo guerrero, el Sol es el
mente 1a noche retorna, con la ori.ginaria oscuridad del mundo, hasta que protagonista de las acciones. Pero, por el otro, la Tierra lo preexiste, y sus
triunfa el Sol nuevamente sobre ella en el combate del que depende la fuerzas elementales siempre amenazan restaurar el estado primigenio.
continuidad de la creación. Se revelan las ambivalencias de la dualidad, porque el Sol no sólo de-
Este dios que sostiene la vida sobre la Tierra es también el numen tu- fiende a la Tierra sino que también lucha contra ella al oponerse a las
telar de los mexicas. A ellos les correspondía apoyarlo. Los corazones que fuerzas de la noche, que tienen su mismo significado femenino, son su
le ofrendaban le daban fuerza frente a otras fuerzas anteriores a él, ame- cualidad virginal. Al derrotar a la noche, el Sol derrota un aspecto esen-
nazantes siempre de restaurar el omnímodo reinado de la oscuridad. Con- cial de la Tierra.
juraban la continuidad del drama mítico. Los poetas aluden orgullosa- Aunque el mito gira en torno al tema del cuidado de la vida de la Madre
mente a esta función cósmica del templo, de la ciudad: y, con ello, de los seres que viven sobre su seno, cabe advertir que, al ser in-
vadida y muerta la oscuridad representada por la Luna y las estrellas, tam-
Desde donde se posan las águilas, bién se desgarra el ser de la Tierra. El Sol no dejará de ser su opuesto.
desde donde se yerguen los tigres. Cuando la Tierra le da vida, se está decidiendo a favor de su adversario
el Sol es invocado. complementario y en contra ele la oscuridad de su propio útero en reposo.
Las cualidades originarias de la Tierra debieron alterarse, ceder, para
Como un escuelo que baja.
que vivan otros seres. Comprometida con ellos, dispuesta a ser madre,
así se va poniendo el Sol.
En México está cayemlo la noche, ella se entrega a su adversario: a la fecundación solar. El triunfo y la per-
la guerra merodea por todas parte,;. sistencia de la noche significarían para la Tierra permanecer en estado de
¡Oh, Dador de la vida! soledad, vacío y confusión.
Se acerca la guerra. El mito es ambivalente hacia la gran divinidad femenina. La prioridad
de la Tierra no deja de ser reconocida aunque el argumento se desplace
Orgullosa de sí misma, hacia las historias épicas, singulares y masculinas. Ella tiene l111 papel
se levanta la ciudad de México-Tenochtitlán. importante, pero ya no decisivo.
Aquí nadie teme la muerte en b guerra. El combate incesante se comprende en relación con la idea indígena de
Ésta es nuestra gloria, la dualidad: la derrota de las fuerzas de la noche por el Sol no es definiti-
éste es tu mandato.
va. Ellas también tendrán su turno de triunfo.
¡Oh, Dado de la vida!
Tenedlo presente, oh príncipes, Del mismo modo, la adhesión de los mexicas al Sol Huitzilopochtli no
no lo olvidéis. fue excluyente sino, por el contrario, incluyente de la veneración a las
¿Quién podrá sitiar Tenochtitlán? fuerzas de la oscuridad que se le oponen, a los dioses y valores campesi-
¿Quién podrá conmover los cimientos del cielo. __ ., nos con los que coexiste la ciudad guerrera.
Es cierto que la formulación del mito muestra sus vínculos con sucesos
Con nuestras flechas, de la historia de los mexicas. Eduardo Matos Moctezuma propone que es-
con nuestros escudos, te relato del nacimiento de Huitzilopochtli es una proyección mítica de ta-
está existiendo la ciudad. les acontecimientos:
¡México-Tenochtitlán subsiste! (Cantares mexicanos, Manuscri-
to 1628 bis de la Biblioteca Nacional de México, Fondo Francisca- Sabemos cómo muchos mitos surgen de hechos reales, verdade-
no, f. 19v.-20r. Versión castellana de Ángel Garibay Kintana) ros. Es así como algunas fuentes históricas nos relatan cómo, duran-
te su larga peregrinación, los seguidores de Huitzilopochtli tendrán
Confluyen en el mito otros significados) Pntre }os que se destacan el de problemas con los diferentes barrios o grupos y se habla de Malinal-
la primigeneidad de la Tierra, en estado ele oscuridad antes ele parir al xóchitl, de Coyolxauh y de cómo Huitzilopochtli enfrenta y destruye
Sol, y el ele la nueva situación, cuando el Sol es sostenedor activo ele la vi- al enemigo. (Matos Moctezuma, 1981: 16-17)
da en la Tierra, con lo que pasa a ser un par, un complemento de ella.
La relación Tierra-Sol es de sostén recíproco ele la vida: la Tierra Coa- Pero nosotros observamos que el relato no surge sólo de ellos. Más bien
tlicue guarda la pluma, concibe al Sol en su seno y éste, a su vez, la salva que a crear el mito, los sucesos históricos vienen a confirmarlo, en una
78 Luis Alberto Reyes Coatlicue y Pachamama: de la oscuridad a Ja dualidad 79

concepción de la realidad en que cada momento, cada suceso, es reproduc- do cuestiones más controvertidas. Algunas vinculadas a su antigiiedad,ª
ción de los dramas cósmicos. otras al matriarcado como forma política que, presumiblemente, habría
La historicidad de sus elementos no excluye su fundamentalidad. El tenido paralelismo con algunas expresiones del culto. 9
relato esencial trasciende su ropaje histórico. En el marco de tal concep- En América aparece con un lugar reconocido pero no preponderante
ción, el episodio de Coyolxauh y los huitznauac, registrado por las cróni- entre los dioses de los grandes centros culturales; como si ella estuviera
cas, es de algún modo posterior al mito. Aunque de ese episodio tomen en una especie de horizonte teológico, presente pero no siempre inmedia-
nombre los personajes y localización los sucesos. tamente visible. A este cierto velamiento de la diosa madre contribuyó el
La función principal de la evocación del mito es ontológica: ayudar a hecho de que las dinastías guerreras destacaban a sus dioses celestiales
sostener la vida sobre la Tierra a través de la reiteración ritual del dra- en desmedro de las divinidades campesinas.
ma cósmico. También es explicativa y pedagógica, al enseñar la dinámica Pachamama, Madre Tierra, es el nombre que para los andinos, desde
de las fuerzas del cosmos y el papel que les toca a los hombres en ella. tiempos que se pierden en el pasado, indica al ser universal viviente que
,. l . 1 lf)

El mito también cumple una función política: posicionar a los mexica sosuene ia v1oa.
dentro ele la gran tradición espiritual, al asignar .a su dios tutelar el ca· El concepto implicado en la partícula pacha suele aparecer ambiguo 0
rácter de Sol 7 El simbolismo político establece la simultánea alianza v paradójico a quienes se acercan a él con exigencias de univocidad y sin re-
confrontación de los iT1exic:as con las tradiciones y los valores religiosos el~; ferirlo a las arcaicas concepciones míticas del fundamento sagrado. Pacha
los pueblos preexistentes en el Anáhuac. Una alianza ele las i~ágenes se extiende a todo lo implicado en el universo: la Tierra, los ciclos natura-
guerreras y solares con la;,; imágenes telúricas y atmosféricas al tiempo les y astrales. la atmósfera y los tiempos. También, según el contexto en
CfGC t!Jl ineql.:.Í'/OCO predo:::ninio c_le l., n 11 ri"·-_"} ,.,1lh1..,.·G <n1orror0 cr.hrn lr1C! ui-;:,,
que es usado, so refiere a cada uno ele estos ámbitos en particular.
jos valores can1pesinos. . "· '" ....... º"""''°"'" ,_, ••••••••• ·---~·· ,_,.. . . . . . •
En el marco de la teología ilustrada de los amautas es eí umverso vivo
ordenado, con sus ritmos y sus mandatos. Por eso el dios mítico civilízR-
dor del mundo, Tici Viracocha, tiene el título de Pachayachachic, que
La prioridad de la gran madre en el Ande nifica "el maestro dr"l e! que enseñR el pacha"
Pero cuando se invoca a Pacharnama en términos religiosos, en su sen·
Para las antiguas culturas de América .la Tierra es la madre de los tido mítico, se alude al planeta en su aspecto originario de útero que con-
hombres. La madre biológica ejerce una extensión de aquella que origina- cibe la vida, de regazo que la sostiene y que finalmente la reabs~rbe: la
riamente los ha concebido. Aún hoy continúa vigente esta idea en los pue- Madre Tierra.
blos indígenas y campesinos de la región andina, sus pampas y quebradas Su opuesto complementario es el Cielo o un dios que lo representa. En
adyacentes, y otros lugares del continente. el siguiente apartado se expone una ele sus historias.
Mircea Elíade la encontró en muchas culturas del mundo:

La madre no hacía mas que recibir al hijo. Son innumerables las El mito de Pachamama y los Wilka
creencias que nos muestran que las mujeres quedan embarazadas al
acercarse a ciertos lugares: rocas, cavernas, árboles, ríos. Las almas Pachacámac, dios del cielo, se unió a Pachamama, y ele dicha
de los niños penetran entonces en su vientre y las mujeres conciben. unión nacieron los gemelos llamados Wilka, varón y hembra. Como
Hasta entonces vivían una especie de existencia embrionaria en en otros mitos andinos, murió el padre, desapareció en el mar o se
el seno ele su verclader~\ ::Vlaclre, la tierra. (EJiacle, 2001: 191) encantó en una ele las islas del Ji toral.
Queclose viuda la diosa Tierra, sola con sus hijos y reinaba la os-
curidad en la soledad ele la noche. A lo lejos vieron una luz situada
El culto a la Madre Tierra, con ser uno de los más extendidos v anti-
guos qne registr8 lR h1stor1n d0 1As rPlizinnc:::\ 0s quizá e1 ciue ha s~1scita-
S. Los etnólogos coinciden en que corresponde c1l surgin1iento de las sociedades agrlcolns, pP.-
ro se han encontrado vestigios ele cliosas-rnaclres en pueblos paleolíticos.
7. Siguiendo a su consejero Tlacaéletl, el t.lutouni: rey rnexica: lzcóatl se propuso, durante su 9. No e>.:isten evidencias de que hayan existido sociedades propian1ente n-1atriarcalcs.
gobierno, reforn11ilar en parte las tradiciones religiosas toltecas para dar en ellas un lugar
a la nación mexicana. 10. Ywy Rupa la llaman los mbyá-guarnní. 11JuplÍ. los mapuches, Thaka Honat los wichí.
80 Luis Alberto Reyes Coatlicue y Pacha.mama: de la oscuridad a la dualidad 81

en un distante picacho y se dirigieron hacia las vacilantes llamas. jo la forma de un imponente nevado llamado hasta hoy día La Viu-
Salieron de Kappur por las fragosidades de Gasgachin de la quebra- da. (Villar Córdoba, 1933: 161-179; Rostworoski, 1991)
da de Arma, y en el camino monstruos temibles los acechaban. Al
pasar por la laguna de Rihuacocha bebieron de sus aguas y siguie- Este relato fue recogido por el padre Villar Córdoba del testimonio de
ron adelante.
los ancianos Cajavilca y Carhuayali en el pueblo de Culhuay, provincia
Por último llegaron a una cueva conocida con el nombre de Wa-
conpahuin en el cerro de Reponge, habitada por un hombre semides- de Canta, en 1925. Es notorio que el lenguaje del recopilador ha sustitui-
nudo llamado Wakon. En el fuego hervían unas papas en una olla de do a las formas originales en que fue expresado.
piedra y, dirigiéndose a los niños, Wakon pidió fuesen a una fuente Su recepción bastante reciente es indicativa de la resurrección de los
a traer agua, pero el cántaro que les dio estaba rajado y por esa cau- antiguos mitos después de la caída de los incas. Debe, sin embargo, ser
sa los niños tardaron en regresar a la cueva. considerado primigenio por los hechos que relata y por la ideología arcai-
Durante la ausencia de los mellizos, Wakon intentó seducir a Pa- ca que denota.
chamama y, al no lograrlo, la mató y devoró parte de su cuerpo, Es significativa la presencia fugaz del varón en el mito, que cumple
guardando los restos en una olla.
una función de mero consorte fecundador. Desde allí, lo que sigue es la
Al regresar los gemelos preguntaron por su madre y Wakon les
dijo que no tardaría en volver, pero los días pasaban sin que apare- historia de un mamantin, conjunto típicamente andino de la madre y sus
ciera. hijos. El recopilador dice "como en otros mitos andinos, murió el padre".
Huaychau, ave que anuncia la salida del sol, se compadeció de Esta alusión reconoce el carácter vicario del varón en los antiguos mitos
Jos niños y les contó la suerte de su madre y el peligro que corrían cosmogónicos.
ele continuar con Wakon. Les aconsejó ir a la cueva de Yagamachay, Cuando Eliade estudia las divinidades celestes, se detiene en el fenó-
lugar donde estaba durmiendo Wakon y, aprovechando de su sueño, meno del dios cuya función parece agotarse en ser fecundador de la diosa.
atarlo de los cabellos a una gran piedra y escapar rápidamente, he- Esta observación lo lleva a proponer una línea evolutiva de las imágenes
cho que cumplieron los mellizos.
míticas:
En su huida los hermanos encontraron a Añas, la zorra que les
preguntó dónde corrían y al enterarse ele sus cuitas les escondió en
su madriguera. Mientras tanto despertó Wakon y, después de desa- 1) El dios del cielo, dueño del mundo, soberano absoluto (déspota),
tarse de la guanca o piedra, partió en busca de los mellizos. guardián de las leyes.
Por el camino topó con un puma, un cóndor y una serpiente o 2) El dios del cielo, creador, el macho por excelencia, esposo de la
amaru, pero no supieron decirle dónde se hallaban los niños. Des- gran diosa telúrica, distribuidor ele la lluvia. (Eliade, 1972: 97)
pués se cruzó con Añas, la zorra, que astutamente le aconsejó subir
a un empinado cerro y desde allí cantar imitando la voz de la madre Los comprendidos en la segunda etapa de desarrollo -que sería el ca-
para que los pequeños fuesen hacia el cerro. so ele Pachacámac en este mito- tienen una función pasajera ante la figc1-
Apresurado se marchó Wakon, sin darse cuenta de que Añas le ra femenina telúrica.
había tendido una trampa, y al pisar la piedra cayó al abismo. Su
Tomando como referencia los mitos y los ritos asociados a las metrópo-
muerte causó un violento terremoto.
lis guerreras Tenochtitlán, Cuzco, Tezcoco, y su probable relación evoluti-
Los mellizos permanecieron con Aña::;, µero hastiados de alimen-
tarse sólo con su sangre, le pidieron ir al campo a recoger unas pa- va con los mitos en los que podemos inferir un origen campesino y una
pas. Allí encontraron una Oca (Oxalis tuberosa) en forma de muñe- inspiración más antigua, la secuencia evolutiva de Eliade -al menos en
ca y al jugar con ella se partió en pedazos. Lloraron los niños por la esos casos- debe invertirse: los dioses del Cielo, que habían sido sólo fe-
pérdida del juguete y por fin se quedaron dormidos. cundadores o ayudantes de la Gran Madre en la América antigua, recién
Al despertar la niña contó su sueño a su hermano y como ella después, con el tiempo, llegan a tomar un papel preponderante en la vida
lanzaba su sombrero al aire y allí quedaba, y lo mismo sucedía con del cosmos.
su ropa. Mientras los niños se preguntaban por el significado, vie-
No es pertinente el carácter de "absoluto" que Eliade asigna al dios del
ron bajar del cielo una larga soga. Sorprendidos, consultaron entre
Cielo, carácter que ningún dios llega a tener en las religiones antiguas de
ellos y decidieron trepar por la cuerda y ver dónde los conducía. Su-
bieron y subieron y llegaron al cielo donde hallaron a Pachacámac América, seglÍn los testimonios que conocemos.
que se había apiadado por sus desventuras. Además, y éste es el reparo más importante que cabe hacer a Eliade,
Reunidos con su padre, fueron convertidos el niño en el Sol y la los predominios de la Tierra o del Cielo, de la mujer o el varón, son pasa-
niña en la Luna. En cuanto a Pachamama, quedó para siempre ba- jeros y están llamados a invertirse en una concepción de la realidad fun-
.82 Luis Alberto Reyes Coatlicue y Pachamama: de la oscuridad a la dualidad . 83

dada en el pensamiento dual. Este pensamiento es extraño·a los predomi- che"· a los Wilka en cuanto hijos de Pachamama, vale decir, terrestres y
nios unilaterales, excluyentes, que orientan el pensamiento europeo. La noct~os, y a la zorra Añas. Por el otro, a Pachacámac, dios del Cielo; a
dualidad impone muerte y alternancias. lm:> vVilka en cuanto hijos de ésLe y e11 cua11Lu uvLau vo1· ascender al Cielo;
Una ratificación de la prioridad que, dentro de las alternancias de pre- al Sol y la Luna, en que se convierten los Wilka; a Wakon y, asociados a él,
dominio, tiene la figura femenina en América es el hecho de que, aun en la "luz situada en un distante picacho" y el fuego con que cocina.
los mitos orientados a destacar el protagonismo del Sol, éste debe su vida Si ordenamos los vínculos, encontramos una estructura general de re-
a la Tierra. 11 laciones entre la Tierra y el Cielo, signadas por la sexualidad y el conflic-
Pero la Tierra, así como no puede concebir sola, tampoco puede, sola, to el sustento de los hijos y la muerte.
cuidar a sus criaturas. Vemos en este mito que, a pesar de la solidaridad ' El varón celestial (Pachacámac) engendra los hijos. En diversos momen-
y hospitalidad ele los animales, la ayuda decisiva para los hijos vendrá del tos éstos son sustentados por la madre Tierra o por el padre Cielo. Tam-
Cielo. En el sueño, modo andino de acceder al conocimiento decisivo para bié~ en diversos momentos éstos deben apartarse de uno Yoptar por el otro.
la transformación ele la vida, 12 a los niños les es revelado el llamado hacia Primero la Tierra es vencida por el Cielo: Wakon, que la mata, la cor-
su destino en el Cielo. El momento clave ele sus vidas es el pachacuti. el ta en trozos, la cocina. Pachacámac la sustituye en el cuidado de los hijos.
cambio radical de la posición terrestre que tenían. Después, el Cielo es devorado por la Tierra: Pachacámac ahogándose
El dios ele las alturas, que los llama y ampara, reemplaza a la Tierra. en el mar, Wakon cayendo a los abismos.
1
foma el papel predominante en la proteccíón de la ·vida. Otro mito andino, el de Vichama, recogido por fray Calancha en 1638,
El mito náhuatl ele Coatlicue y Huitzilopochtli que vimos en páginas tiene una estructura similar en cuanto a la cópula de un dios del Cielo con
anteriores muestra una variante ele la misma estructura. Allí el Sol, pa- la diosa Tierra, y a las violencias que ésta debe sufrir.
:t8. proteger n la tierrn y a los seTes vivo~ y_ue habitan su regazo~ debe en- Aquí al comenzar el relato la mujer estaba sola, su hombre había
frentarse y dar muerte cada día a otros hijos de la Tierra: la Luna y l21s muerto.i 5 El Sol se compadece, acercándose y fecundándola. Nace enton-
estrellas. ces un hijo, pero es sacrificado por su hermano Pachacámac que en este
El mito andino concluye: "Pachamama quedó para siempre bajo la for- mito simboliza a la nochei 6 y con sus despojos da origen a las plantas ali·
ma ele un imponente nevado llamado hasta hoy día La Viuda". Parece con·· menticias.
tradictoria esta localización particular de la Pachamama, que es toda la La madre vuelve a ser fecundada por el Sol y nace Vichama, el día,
Tierra. 13 Se debe probablemente a la predisposición indígena a identificar quien, imitando a su padre, se echa a andar por el mundo dejando a la
a todo ser con un lugar, apartándose de las concepciones abstractas del es- madre abandonada a la noche quien aprovecha su ausencia y la sacrifica
pacio. partiéndola en trocitos.
El carácter sexual de la relación de las huacas masculinas, Pachacá- Al regresar Vichama reconstruye a la mujer Y la resucita. Enojado,
mac y Wakon, con Pachamama, es indicativo del espíritu andino y anti- busca castigar el crimen. Pachacámac se sumerge en el mar y Vichama
guo del mito, porque en esa tradición la relación sexual da la trama a las vuelca su ira contra los hombres ele su pueblo, convirtiéndolos en piedras
historias del universo. 14 (Calancha, 1976; también en Krickeberg, 1980: 167 ss.).
Si ordenamos a los personajes con referencia a la dualidad Cielo-Tierra, En este mito Pachamama -que no es mencionada por su nombre·- ocu-
encontramos por un lado, a Pachamama, a la "oscuridad y soledad de la no- pa el lugar primero y central. La vida y la muerte giran alrededor de ella.
Pero el protagonismo se va desplazando hacia el día, hijo del Sol, y su en-
frentamiento con la noche.
11. En el Popal Vuh, como en el mito de Pachamama y los vVilka, son dos hermanos quienes Las acciones son sacrificios, los seres mueren para que nazcan sus
se convierten en el Sol y la Luna. Decimos que en los mitos del Popo/ Vuh también son hijos opuestos. De la muerte del primogénito ele la Tierra provienen los frutos
ele la Tierra, porque fueron concebidos en el Inframunclo, y ascienden al Cielo desde las pro- que clan vida a los humanos y animales. La noche y el día y la misma Tie-
foncliclacles ele Xibalbá.
rra deben enfrentarse y morir unos en otros.
12. 'léanse los capítulos 11 y 17.
13. Para designar la tierra de una comunidad en particular, los hablantes quechuas utilizan
la voz ashpa o allpa. 15. Para el pensamiento del Ande es difícil concebir un ser que no tenga, o haya tenido ori-
14. En otros capítulos analizamos diversas instancias dramáticas de la sexualiclacl y su re- ginariamente, pareja. El singular es un ser precario, excepcional.
lación con el conocimiento, tanto en la tradición andina como en la mesoamericana. 16. Son notables las diferencias entre este Pachacámac y el del mito anterior.
84 Luis Alberto Reyes Coatlicue y Pachamama: de la oscuridad a la dualidad 85

Unos indios había poco mejores que bestias mansas, y otros mu-
En esta dialéctica hay una ley de amor filial que debé respetarse. A
causa de su violación sobreviene la ira de Vichama: los humanos, hijos de chos peores que fieras bravas.
Y principiando de sus dioses, decimos que los tuvieron conforme
la noche en el mito, deben cuid.ar a la Madre Tierra. Si no lo hacen, ésta a las demás simplicidades y torpezas que usaron, así en la muche-
se convierte en desierto y ellos en piedras. dumbre de ellos como en la vileza y bajeza de las cosas que adora-
También aquí encontramos paralelismos con la tradición mesoameri- ban. (Garcilaso de la Vega, 1995, I: 28)
cana: Vichama, hijo del Sol y la Tierra, defiende a su madre como lo hace
Huitzilopochtli, hijo del Cielo y de la Tierra, en el mito mexica. Según esta visión apenas podían rescatarse, condescendientemente,
En ambos mitos la noche, ligada al estado primigenio de la Tierra, apa- algunos aspectos de esa antigiiedad, como el culto a la Madre Tierra:
rece como un ¡adversario que busca su muerte desde que la madre decide
entregarse a la luz. Se enfrentan las fuerzas del día, solares, contra las Otros muchos indios hubo de diversas naciones en aquella pri-
fuerzas de la oscuridad, de origen terrenal. La Tierra debe ser protegida mera edad que escogieron sus dioses con alguna más consideración
contra ella misma, contra su propia naturaleza y engendros que quieren que los pasados, pues adoraban algunas cosas, de las cuales sacaban
volverla a la pasividad originaria. algún provecho: como los que adoraban las fuentes caudalosas y ríos
Finalmente, este mito dice explícitamente lo mismo que los mexicas in- grandes, por decir que les daban agua para regar sus sementeras.
fieren del suyo: los hombres tienen la responsabilidad de ayudar al Sol en Otros ado}'aban la Tierra y le llamaban "madre", porque les daba sus
la protección de la Madre Tierra. frutos. (Garcilaso de la Vega, 1995, !: 30)
Los grandes mitos antiguos, de uno en otro, iluminan mutuamente sus
significados, y nos permiten entrever la historia que subyace en todos La idea descalificadora fue también acuñada y difundida por los cro-
ellos: la de las dramáticas nupcias de la Tierra con el Cielo. 1 nistas españoles, como el padre Blas Valera:
i Los indios del Perú comenzaron a tener alguna manera de repú-
El desplazamiento :incaico l¡ blica desde el tiempo del Inca Manco Cápac y dei rey Inca Roca, que
fue uno de sus reyes. Hasta entonces . en muchos siglos atrás, ha-
Las antiguas manifestaciones religiosas de la región andina tenían su 1
¡
bían vivido con mucha torpeza y barbaridad sin ninguna enseñanza
referencia más importante en la gran madre que sustenta en su seno la de leyes ni otra alguna policía. (Citado por Garcilaso de la Vega,
vida de todos los seres. Pero en los recientes tiempos de los incas, el cen- l• 1995, l: 273)
tro cambió oficialmente y se trasladó al Sol. El culto a la Tierra. evocada 1 Por boca de Garcilaso habla la orgullosa dinastía a la que pertenece-
como Pachamama o como las diversas huacas mujeres de las aicrns y los
alimentos, fue oscurecido y desplazado por Inti y Quilla, por Viracocha y
í ría por la madre. Su intención es apologética del incario ante los ataques
los Hijos del Sol. difamatorios que éste estaba recibiendo por parte de algunos historiado-
res españoles. En parte por eso carece de amplitud para apreciar las ex-
Cuando en 1609 el Inca Garcilaso de la Vega escribe sus Comentarios
rea.les de los Incas, muestra el desprecio que esta dinastía profesaba ha-
1
f presiones de otras culturas anteriores o aun contemporáneas a la ele
cia las sociedades y culturas antiguas. Cosa extraña considerando el es- Cuzco.
plendor de culturas como la de Tiahuanaco, de cuyo desarrollo Cuzco se Su apreciación es errada en dos aspectos. En primer término, al negar
sabía continuador. prácticamente toda la espiritualidad andina anterior al incario. En se-
La actitud de la que participa Garcilaso hace pensar en un empeño en gcmdo, al desconocer la espiritualidad emergente en los pueblos del Ande
borrar las huellas del pasado anterior al incario. De este modo, los incas a fines del siglo XVI, justamente cuando Garcilaso estaba escribiendo su
habrían hecho -aunque no tenemos testimonios expresos de tal inten- obra. 17 Sus testimonios deben ser completados más allá del acotado espa-
ción- algo parecido a la "reforma de Tlacaelel" en Tenochtitlán, quien cio a que se redujo su mirada.
mandó quemar viejos libros de pinturas que exaltaban a pueblos anterio-
res para refundar una mitología en los que los aztecas tuvieran un rol so-
bresaliente. 17. A este desconocimiento contribuyó su reclusión en el círculo ele su familia ele noble as-
Dice Garcilaso de esos tiempos preincaicos: cendencia inca y posición española privilegiada y sus estadías en Europa, que io alejaron ele
la gente ele los pueblos peruanos.
86
Luis Alberto Reyes Coatlicue y Pachamama: de la oscuridad a la dualidad 87

De hecho las arcaicas religiones habían tenido continuidad durante el Esta universalidad, así como el carácter femenino de las diosas, dos
Tahuantinsuyu -l~s cuatro reiiones del Sol, como dice la exp;esión Tawa rasgos incómodos para las estructuras sacerdotales, jerárquicas y milita-
Inti Suyu- en la veneración popular a las huacas, que- generalmente eran res de los incas, debió hacerlas sospechosas o desmerecerlas ante sus ojos.
expresiones telúricas regionales de lo sagrado_ A pesar de ello otro jesuita, José Acosta, indica en 1588 su inclusión en
Los incas admitieron esta supervivencia telúrica porque las raíces el panteón andino, con la primacía del Sol:
duales del pensamiento andino incluían la contrapartida, el otro lado de
toda realidad. La admitieron también porque el culto oficial del Sol tenía El mayor honor lo tributan al Sol, y después de él al trueno; al
un sentido elitista. Correspondía propiamente a los incas, sus hijos, y no Sol llaman Púnchao y al trueno Illapu; a la Quilla, que es la Luna y
a los simples runas, los hombres. a Cuillor, que son los astros; a la Tierra, a la que llaman Pachama-
El jesuita Bernabé Cobo reflexiona sobre esta actitud tolerante de los ma, y al Mar, Mwnacocha. (Acosta, 1954: 560)
incas hacia los dioses originarios de los pueblos, haciendo notar que los ad-
mitían y hacían traer a Cuzco colocándolos entre los suyos propios (Cobo, Acosta probablemente integra dos fuentes de referencia para estas ob-
1964: 145). Tal amabilidad, que no podía dejar de llamar la atención a un servaciones. Por un lado, las tradiciones del incario, con el predominio ele
hombre proveniente de la Iglesia exclusivista e intolerante que era el cris- los dioses del Cielo (Púnchao, Illapu) y por otro las noticias sobre las for-
tianismo de esos tiempos, tenía un reverso que Cobo no llegó a ver: el ele la mas religiosas populares del interior.
firme actitud de fiscalización sobre la vida espiritual de los pueblos que in- La convivencia religiosa entre las religiones antiguas y la ele los incas,
tegraban el Tahuantinsuyu. Las huacas móviles llevadas al Cuzco -prác- más allá ele los criterios políticos de esta dinastía, se apoyaba en decisivos
ticamente sccucstrnd.'.ls en cs8. ciudad·-· obligaban a los pueblos e dirigir principios comunes. Uno ele ellos era el antiguo sistema de oposiciones. El
sus miradas hacia el centro teológico de los hijos de Inti. Ataban al Cuzco tradic10nal criterio que siguieron, de asi 6 um· ::i los dioses incas el lugm· ele
las devociones de todos. Es lo que advirtió el padre Blas Valera: arriba, hanan pacha, y a los dioses de los pueblos el lugar de abajo, hurin
pacha, aparece como el principio ordenador global del panteón del Ta-
Después de sujetada la provincia lo primero que el Inca hacía era huantinsuyu. Ambos grupos a su vez se desdoblan interiormente en opo-
que, como en rehenes, tomaba el .ídolo principal que aquella tal pro- siciones similares.
vincia tenía y lo llevaba al Cozco. No hubo, en el incario, un choque de religiones excluyentes sino una
No echaban por tierra los dioses ajenos luego que conquistaban ia nueva expresión de la dualidad del mundo. A ella concurre un complejo
provincia, por la horu-a de ella, para que los natw·ales no se desdeña- simbólico en el que el mundo de abajo se manifestaba como Tierra, Mar,
sen del menosprecio ele sus dioses hasta que los tenían cultivados en huacas de Los pueblos, mujer, yana, hermano menor, tierras de la costa,
su vana religión. (Citado por Garcilaso de la Vega, 1995, I: 276)
tierras bajas, subordinada/ o, doble de. Cada una de estas referencias po-
día aparecer evocando las demás significaciones correlativas.
En cuanto a la Pachamama, no la encontramos en la descripción que
Probablemente en coherencia con ·la tendencia de los mitos solares que
hace Cobo de las líneas de adoratorios que partían de Cuzco, los llamados
destacan la dualidad del día-sol contraponiéndolos a la noche, y conside-
ceques; es decir, no l::t hallamos entre los dioses reconocidos como importan-
rando su localización c.osteña, los incas reconocieron a Pachacámac como
tes desde la administración centralizada en el Tahuantinsuyu. Apenas una
principal dios de abajo.
huaca cercana a Cuzco llevaba su nombre, un llano del Anti-suyu. 18
Aunque el mito recogido por Pedro Villar Córdoba, que reproducimos en
La atención de los dirigentes cuzqueños se detuvo en las particularida-
páginas anteriores, nos dice de una tradición que lo tenía por dios del cielo.
des ele los cultos regionales, como actitud política hacia los pueblos incor-
el nuevo ordenamiento lo instala con fuerza como "dios de abajo", coherente
porados al Tawantinsuyu. En cambio, ignoraron la universalidad ele la re-
con su ubicación en la costa. Esta instalación incaica de Pachacámac expli-
ligión telúrica que unificaba a los pueblos de la costa en el culto a Mama-
caría lo que parece ser su confusión con Pachamama por parte de Garcilaso:
cocha y a los de la sierra en el culto de la PachanrnmFJ
Entendían los indios, con lumbre natural, que se debia dar gra-
cias y hacer alguna ofrenda a Pac!wcánwc, dios no conocido, que
18. Y Cobo confirma este papel relativan1ente n1odesto ubicándola. en su clasificación de aquellos adoraban mentalmente, por haberles ayudado en aquel tra-
"dioses del Cielo" y "dioses de la Tierra", entre estos últimos. con eÍ creador Viracocha por bajo. Y así luego que habían subido la cuesta, se descargaban y, al-
sobre todos ellos. -
zando los ojos al cielo y bajándolos al suelo, repetían dos, tres veces,
Coatlicue y Pachamama: de la oscuridad a la dualidad 89
88 Luis Alberto Reyes

gu!, de cuya luzida soldadesca y de sus muertes Y des~a9ias llora el


el dativo apachecta y, en ofrenda, se tiraban de las cejas y, que ynga. Al fin el ynga sale del Cuzco con sus pento y bemte mlll om-
arrancasen un pelo o no, lo soplaban hacia el cielo, y echaban la yer- bres contra los Collas. Y en llegando el dicho ynga con su campo,
ba llamada cuca (coca) que llevaban en la boca, que ellos tanto apre- asienta su rreal, haziendo serco a la dicha fortaleza de Llallaua Pu-
cian. [... ] a falta de cosas mejor, ofrecían algún palillo o alguna pa- cara, y así el dicho serco y conbate le duró tres años. (Pachacuti,
juela, o un guijarro, o un puñado de tierra. De estas ofrendas habían
grandes montones en las cumbres de las cuestas. No miraban al Sol 1989: f. 26v., 234)
cuando hacían aquellas ceremonias, porque no era adoración a él, si-
Esta imagen refleja -quizá más cabalmente que la v.ersión de los qui-
no a Pachacámac, y las ofrendas, mas eran señales de sus afectos
que ofrendas. Estas ofrendas las hacían los que iban cargados, y no pucam ayos- el sentimiento de los incas
. . hacia las
. . expresiones
. . de ,.predomi-
. ,
los descargados. 19 (Garcilaso de la Vega, 1995, IV: 88) nio ele las mujeres y del mundo de abaJO. Sentimiento con mgrementes de
temor y desconfianza. . . _
La idea del predominio ele lo a1to venclria en parte ele los lugares natu- De acuerdo con esta idea que asocia el "abajo" con la resistencia al con-
rales de asentamiento y en parte ele la experiencia histórica; ante todo de trol. al ubicar los incas a Pachacámac como dios ele .abajo, éste se les
los triunfos militares de los incas, pueblo de las alturas serranas, sobre los mu~stra como expresión de las fuerzas terribles, misteriosas, asoc.iadas al
pueblos costeños. También podría tener relación con prejuicios asentados Ukhu Pacha, al desorden primordial, a la noche, al pa~aclo, Y también a ~os
c:n 1rr memoria_, como muestra la idea que los quipucamayos de1 incar:io, C~o­ -" , " ·rn ·ent.O" futuros. Una narración de la zona de los Andes centra1es
,c,1~ci...1 .. _ _ . _
llapiña y Supno, tenían de los antiguos pueblos de Ja costa peruana: de Perú sugiere que el dios habría traído a los españoles:

Fue la gente de ia costa y llanos, a quien llamaban v1mf!as. 2'en- Po.chnc6.mac fue dios de los costeñ.os r.uanOo los españoles aún no
tc muy débil; en la mayor parte de la costa gobernaban.y m~anda~ban habían llegado. Entonces en Ja costa, al frente .de las islas, de Lurín,
mujeres, a quienes llamaban las Tallaponas, y en otras partes las Pachacámac se hizo construir una casa ele luJO y pedrenas. Dicen
llamaban Capullanas. (Carrillo Espejo, 1991: 23) que decía: "Si no me traen un niño, haré un terren1.0to". Y la gente
con miedo, le traía un niño, el más inocente que encontraban, por-
En contraposición a esta asociación con la debilidad hallamos otrn.s. que si no se enojaba. Los españoles mataron a sus curas; el P~cha­
cámac dicen que era tan poderoso que pudo traer a los espanoles.
que presentan como muy temibles a los pueblos gobernados por las huar
m.is, las mujeres. Un testimonio es la narración ele las campañas del no- (Ortiz Rescaniere, 1993: 58)
veno Inca, Topa Inca Yupanquí, que hace Joan ele Santa Cruz Pachacutí
Yamc¡ui Salcamaygua:
El retorno de la Pachamama
i\1 fin el dicho Topa Ynga Yuµangui haze gente ele guerra contra
ellos. Y enton~es se ofrecen los Hanan Quichuas y Hurin Quichuas Los mitos que provienen ele tiempos anteriores, º.de los pueblos sepa-
ele yr solos, confiando en sus fuer~as. Y al fin, por los muchos rrue- rados ele Cuzco, indican que en otros tiempos y ámbitos de las concepc10-
gos dellos, el dicho Topa Ynga Yupangui con):ede y a):epta la conquis- nes del Ancle las estructuras jerárquicas no eran la clave de ordenamien-
ta de las 4 uaLro provincias. Y as si sale del Cuzco Un exército muv to de lo real, ni las gestas civilizadoras o guerreras el ápice de las accio-
poderso de doze mil! ombres quechuas, los quales llevando 'tan luzÍ- nes de los dioses.
dos armas y gente, y con mucha soberbia, y en su compañía lleba En esos mitos, que comenzaron a llegar a oídos de los españoles cuan-
una guaca y yclolo, los quales comien):a a pelear en Guarmi Pucara do la cultura cuzqueña de los incas dejó de acaparar toda la atención, las
con las mugercs Cullacas, en donde aynas fueron ven~iclos los Qui- alternancias son más fluidas entre los polos de abajo Y arriba, de lo feme-
chuas del ynga. Al fin se rretira a la fortaleza principal de Llallaúa
nino v lo masculino. En muchos ele ellos la huaca femenina ocupa el lugar
Pucara, en donde hazen serco los Quichuas a los Collas, combatién-
cent;al y, cuando se trata ele la gran madre te~úrica, tien,e ~.m,a anteriori-
doles con gran confian~a ele ven~er, arrimándose en la ayuda de su
uaca ydolo, en donde íos probes Quichuas foeron asolados de todo dad y permanencia cósmica que contrasta con la eventuanaaa y transito-
punto. Uno solo se escapó, el qua] trae la nueba a Topa Ynga Yupan- riedad del varón celestial.
Además, las divinidades de abajo estaban recuperando, en el siglo :&'VI
y a consecuencia del colapso del Tahuantinsuyu, la importancia que les
19. Los viajeros hacían la ceremonia que describe Garcilaso, y continúan haciéndola en vas-
tilS regiones de la franja andina de América del Sur, en homenaje a Pachamama. había sido restada.
Luis Alberto Reyes Coatlicue y Pachamama: de la oscuridad a la dualidad 91
90

En estos informes los dioses aparecen con rasgos eminentemente telú-


Las principales versiones que hablan del retorno de las divinidades te-
ricos y defienden los valores de la Tierra. Suelen ser pobres, harapientos,
lúricas provienen de los curas Visitadores y doctrineros. Estos funcionarios
y castigan la soberbia y la falta de hospitalidad. Los principales relatos se
:clesiásticos, que tenían una misión a un tiempo pastoral y represiva -se
refieren a interrelaciones de lucha y amor en que el varón, asociado a la
mternaban en los pueblos indígenas para catequizar pero también para de-
atmósfera, fecunda a la mujer, vinculada a la Tierra. A veces estas relacio-
tect~~ Y erradicar las idolatrías que pudieran subsistir-, dejaron una infor-
nes aluden a la contraposición de la sierra y la costa, el hanan y el hurin.
mac10n que no encontramos en los intelectuales ligados a la dinastía inca .
Son relaciones en las que se imbrican el conflicto, la atracción sexual
la muerte, el renacimiento y los trabajos agrícolas. Los pueblos las toma~
. En 16~1., cuando el jesuita José de Arriaga, un colaborador de Fran-
c1sco de Avlla en la tarea persecutoria, escribe su Extirpación de la ido-
ban como referentes rituales y modelos míticos para tareas como la cons-
latría en Perú, revela una nueva conformación de la estructura de la teo-
trucción y la limpieza de canales.
logía andina.
Los textos de Huarochirí aluden también a la función ordenadora que
Clasifica a las entidades sagradas en walws (huacas), malquis y cono- cumplía el Inca, al menos formalmente, en materia religiosa, asignando
pas. Enüe las p~imeras distingue por un lado las grandes wakas inmóvi- lugar a los dioses en las posiciones alto/bajo y estableciendo los cultos se-
les: Inti, o Punchao; Quilla, lvlamapacha, Mamacocha, Puquios (manan-
gún las regiones:
tiales), Razu o Ritti (ríos, cerros), Pacarinas (ancestros, sitios de origen de
los pueblos), y por otro lado, las wahas móviles. Si el Inca le rendía mucha re-.rerencia y culto a Pochar-ámctc) no lo
sabemos bien. En cambio sabemos una parte: que en los pueblos ele
De ordinario son de piedra y las más de las veces sin figura nin- las alturas, en todos desde S'l Titicaca, se adoraba al Sol, y la gemc:
gi.ma; otras tienen diversas figi.iras ele hombres o de muier:es v a al- decí::i~: ''A.. si :ccie lo ordenó el l.ncon; y fllJP 0n los pueblos de las tiE=:rn1,c:.
gcmas ele estas walws dicen que son hijas o mujeres de ~tras l~aJws: bajas: "Así me lo ordenó el inca" diciendo, adoraban a Pachacámac.
otras tienen figi.iras de animales, todas tienen sus oarticulares norn A estas dos huacas que hemos nombrado les rendían culto mu-
bres. (Arriaga, 1968: 202) . cho más que a los otros. (Arguedas, trad., 1975: 99)

La descripción se completa con los Malquis, que son íos huesos o cuer- Las referencias a los dioses del panteón de los incas, como el Sol, la Lu-
pos e,nteros ele antepasados, y las Conopas, ídolos familiares para la pro- na y algunas estrellas, son mínimas en contraste con la notable presencút
tecc1011 de la casa o la chacra (Arriaga, 1968: 203). de las huacas regionales. Esto probablemente se debe no sólo al enraiza-
En este informe se destaca como novedad la ausencia del criterio miento más profundo de la religión ele las huacas, sino también a lo.s con
quico en la clasificación, en una estructura en la que el peso ma~or lo tie- secuencias laterales de la conquista española, que había liberado a las re-
nen las reforencias al lugar, al pasado, la tierra, la familia. Las 1~elacione:s
22
giones interiores de la influencia religiosa cuzqueña. En esos tiempos
entre las huacas no son ele subordinación sino sexuales y ele parentescu. posteriores a la conquista la Madre Tierra no se hace visible inmediata-
Int1 aparece como una huaca más entre las otras. mente, pero alienta en los suburbios y las barracas, en las quebradas es-
. La supervivencia y la autonomía de la antigua religión se hacen noto- condidas.
nas en cuanto nos alejamos de la capital de los incas. Los informps rPr:o- Las huacas, acostumbradas a hablar sólo a media voz con los incas v a
gidos por el sacerdote Francisco de Ávila en la provincia de Huarochirí. callar con los españoles, terminan consustanciándose con el corazón de los
conocidos inicialmente como Runa Indio, 20 muestran una religión centra~ indios campesinos; "se metían en el cuerpo de los indios y los hacían ha-
da en las huacas de la región 21 y ele los ayllus. blar y hablaban desde allí", registra Albornoz en sus informaciones ele ser-
vicio como extirpador de idolatrías (Millones, 1971, 1: 17)
Atahualpa había sido muerto por Pizarro, y el dios Sol derribado por el
20. Las_ palabras iniciales del manuscrito son: "Runa indio niscap lvfachoncww naripa ¡ pa- dios de la Biblia. Inti había sido reemplazado con relativa facilidad por
cha _qu.dl casta yaclwn mcmcarca c/wyca ... ".Dioses y hombres de Hzwrochirí es el título que
otro dios varón, y también con dominio en los cielos, Pero no fue tan fár:il
lt?. dH::-i A.rguedas E'r! su traducción, donde le llar:na "el Popol \luh de la antigüedad peruana ...
1'.unc¡;ie fueron muchos_ los. informantes, probablemente quien escribió el texto quechua fue
Cnstobal Choquecasa, md10 de San Damián que colaboraba estrechamente con Avila.
22. Pueden consultarse al respecto los estudios de Varón Gabai, Castro-Klarén, Lenlij, Mi-
21. Huarochirí está situada en el Chinchasuyu, flanqueada por las huacas Pariacoca al es-
llones, Péndola, Rostworowski y Hernández que acompaüan la edición de las Informaciones
te Y la huaca Paclwcámac en la costa. Los pueblos principales a quienes aluden los relatos
ele Cristóbal de Albornoz en el siglo Xvl (Millones, 1990).
son los checa y los conchas.
92 Luis Alberto Reyes Coatlicue y Pacharnama: de la oscuridad a la dualidad 93

erradicar a las antiguas divinidades locales. En ellas se inspiró la más Posiblemente concurren a esta asimilación de la Tierra con el dios va-
profu~d~ revolución antiespañola, el Taki Onqoy 0 Ayra, que anunciaba el rón tanto la idea indígena que ve la feminización como un momento del
hundimiento de los europeos y su Dios en el fondo del mar. La orieuLacióu destino del varón como la idea española de la masculinidad de Dios.
d:l movimiento también incluía en su rechazo la religión estelar y varo- Además de la personificación de la diosa en las montañas y las pam-
rnl de los señores de Cuzco. 23 pas, también las tierras de cultivo y los alimentos se integran fuertemen-
. La resistencia espiritual indígena, contra la que lucharon sin poder te en la cosmología femenina.
triunfa: los c.ur~s doctrineros, era la continuidad de una religiosidad que Denise Arnold señala, haciéndose eco de las palabras de sus informan-
ya vema resistiendo de antes, bajo la hegemonía incaica. Una teología tes, que en todas las fases del trabajo agrícola siempre se le habla a la tie-
opuesta al exclu.sivismo de cualquier dios celestial y que espera siempre rra como si fuera una persona (Arnold, 1992: 143). Las ch'allas actuales
el pachacuti, la mversión del mundo. que vienen de la antigua tradición, a la que se han superpuesto algunas
De esas profundidades reaparecía el culto a la Pachamama. Los signos incidencias de la cultura española, muestran su consideración concreta
de este fenómeno se prolongan hasta nuestros días en las costumbres ri- como una madre:
tuales que acompañan las tareas y la vida de los campesinos del Ande.
Muchos descendientes de aquellos hijos de la Tierra, que las habían aban- Cuando se voltea a la tierra por primera vez con el nuevo arar, se
donado, ahora las recuperan. le pide a la tierra que se vista con una manta roja, ya que la tierra
recién arada es de color rojo. La tierra nupcial y reproductiva; como
el maíz nupcial de la canción a los productos, es, ele nuevo, una ma-
mala "rojiza". En las ch'allas y cliscw·sos contemporáneos que se ha-
Símbolos actuales de la Pachamama
cen en la época de la siembra, se clice que las nuevas semillas alimen·
ticias están acurrucadas corno guaguas dentro de la faja (k'inch'u) de
En diversos testimonios de la actual sabiduría indígena de las sierras la tierra, esto se refiere a la faja que las mujeres llevan alrededor de
peruanas se unen los ni.sgos de la Madre Tierra y sus profundidades acuá- su cintura. Se hacen ch'allas para que las semillas entren allí para
ticas con los del varón que fecunda y señoreR. Uno de ellos, recogido por mamar. "Mamaremos", ñuñt'asiñani, clicen. Se dice que la gente en
Arguedas, es el de los wamanis de Puquio: general mama ele la tierra toda su vida, cuando se nutren de ia tierra.
Kinch' jarxiw, dicen, que significa "Está agarrada dentro ele la fa-
No logramos descubrir a través de nuestras entrevistas con los ja", mientras la semilla entra dentro ele la tierra. Se les pide a los es-
indios si ellos establecen una concepción diferente del wamani y ele posos, que son los cerros, que envíen las lluvias ele la estación lluvio-
allpa mama (madre tierra) o allpa terra (tierra) corno también la lla- sa, que fertilizarán la tierra, produciendo la tierra líquida de color
man. El wamani es la montaña "wamaniqa orqon", afirmó categóri- rojo que agarrará y nutrirá a las semillas alimenticias que hay
camente el aukz mayor de Chaupi. Pero el regidor de Pichqaclwri v adentro. Luego, la faja aprieta a la semilla bebé dentro de sí corno
au~i del ayllu dijo: "Allpaqa sutiyoqmi, ñoqanchik hina, wamanimi, una placenta. Después de producir sus guaguas productores duran-
Senor Don Pedro" (La tierra tiene nombre, como nosotros Señor te un ciclo entero de rotación ele cultivos, se cree que la tierra virgen
Don Pedro). 24 ' se convierte en una abuela cansada (awicha) y que necesita descan-
El auki menor de Chaupi elijo: "P"yllli (Wwrwni) !erra kachkan so durante varios años de barbecho. Se dice que tan sólo después ele
dios ina, animalninchik kausa. Todo paymcrnta. Paymantan dio; un descanso ele varios años se convierte de nuevo en una joven (pa-
bendisionnin lloqsimuchkan, ue na, aguay unu, cliospa uenan" (Él lachu). (Arnold, 1992: 144)
-el wamani- es la tierra, como si fuera Dios, el ser ele nuestros ani-
males. Todo viene ele él. De él brota la bendición ele Dios, la vena, el En cada huarmi, mujer madura; en cada sipas, muchacha en edad de
agua, vena de Dios). (Argueclas, 1981: 46) ser madre, alienta la Pachamama. El joven que quiere unirse a ella en sir-
uinakuy, matrimonio de prueba que antecede al matrimonio legal defini-
tivo, se dirige al padre pidiéndola en el rimaykulrny. Si este pedido es
otorgado, cuando el ¿uayn,a. se lleva o. la sipas, dice que se lleva al cünien-
23. Aunque el Taqui Onqoy hablaba de una divinidad que andaba por los aires en una ca- to de su casa, y el padre, a su vez, "es la mama pacha", le dice al entre-
nasta, posiblemente como un aditamento aculturado que venía a sustituir en las alturas a garla (Arguedas, 1981).
Dios y a Inti, las huacas eran el objeto del culto. Agosto es el mes de la Pachamama, época de preparación de la siem-
24. "Don Pedro" es el mayor de los wamanis de Puquio. bra, Chawawarqui Killal Sitwa tarpuy (Poma de Ayala, 1980; Marroquín
.94 Luis Alberto Reyes Coatlicue y Pachamama: de la oscuridad a la dualidad 95

Llamoca, s/D. La cualidad femenina de la diosa se manifiesta, con su mí- propiciarí, con diversos ~ituales simples y festivos, en las s_e~a_ladas de ga-
tica peculiaridad receptiva, en la fiesta que perdura en nuestros días. La nado, cuando comienzan las tareas agrícolas, cuando se m1c1a el trabajo
madre, que en la tradición occidental se evoca pariendo y cuidando la vi- en la mina, antes de habitar una casa nueva o en el momento de comen-
da, ·tiene además en la concepción andina la peculiaridad de esperar a sus zar a beber un vaso de chicha u otra bebida. "El primer traguito", suelen
hijos y, en agosto, llamarlos hacia ella. Es cuando está abierta, ocasión es- decir, "es para la Pacha, a quien todo pertenece".
pecial para hacerle ofrendas, cuyo significado es el devolver ritualmente Las encarnaciones y apariciones de la Pachamama, según los relatos
lo que la tierra ha dado. populares, han ido concentrándose en los cerros y quebradas si bien ella es
Es un tiempo con especiales facilidades para morir, porque la Tierra considerada la madre ele todas las tierras, incluidos los llanos. Su figura en
está predispuesta para reintegrar a los hijos en su seno. Algunas existen- estos relatos es la de una mujer, a veces joven hermosa y fuerte y otras ve-
cias se tornan más precarias en este mes. Las de aquellos que tienen un ces vieja, harapienta; aun deformada, como solía aparecer en las quebra-
cuerpo enfermo o envejecido, los que han cumplido su destino o los que das de La Rioja. Con esta imagen se encarnaba en la condehuiza ele quien
tienen una carga pesada de sufrimientos porque se sienten solos, perdi- habla Guarnan Poma, la hechicera huidiza ele los cerros de Perú.
dos o con males de amor, múnay onqoy.
Como en otros ámbitos de la vida andina, en éste rige especialmente la
reciprocidad: cada ser ha recibido la vida como una donación y, a su vez,
debe devolverse, donarse.
Los humanos tienen también la misión de ser chakanas, enlaces, entre
los cielos y la Tierra. La misión de ayudar, con sus celebraciones, a la ar-
monía de las transiciones de los espacios y de los tiempos. Este sentido
tienen las celebraciones en los solsticios, en los cambios de luna, en los na-
cimientos (especialmente de mellizos, chuchos, y deformes de los pies,
chapeas), en las muertes, en los bautismos (chuscharuto), en los matrimo-
nios de prueba, tincunucuspa, en los pasajes de la vida a través de sus lu-
gares o estaciones. Cuando, celebrándola, abren la "boca" de la Tierra, se
están asociando a las transiciones de la vida con la muerte.
En agosto, particularmente el día primero, la celebran las comunida-
des indígenas del Ande. Pero no sólo las comunidades y los campesinos,
sino muchos miles de personas de la zona que se alarga en el costado oc-
cidental de América, realizan a su modo el homenaje. Aún al extremo sur
del collasuyo, en algunas ciudades del noroeste argentino como Jujuy,
gTupos de obreros, estudiantes y empleados públicos interrumpen sus ta-
reas para reunirse en un lugar espacioso, quizá al lado de una piedra, y
abrir un hueco para corpachar. 25 Ofrecen a la Tierra las cosas que salie-
ron de ella, los alimentos, el agua, el vino. 26 Es una forma de reconocer lo
recibido devolviéndolo ritualmente a su origen.
Mas allá de su fiesta de agosto, la gente de la región propicia a la Pa-
cha cuando viaja por la montaña, poniendo una piedrita y el acullico de
hojas de coca en la apacheta mientras le pide su benevolencia. También la

25. El ritual tiene muchos modos diferentes en esta religión sin dogmas escritos, jerarquías
eclesiales ni centralización del culto.
26. Cizallar es el rito de ofrecer a la Tierra el primer trago de la bebida.
CAPÍTULO 4

La teología indígena: cuestiones de interpretación

Los dioses de los nahuas

Uno de los primeros escritos en español que recoge relatos cosmogónicos


mesoamericanos habla de los dioses principales, los originarios. 1

De la creación y principio del mundo y de los primeros dioses.


Por los caracteres y escrituras de que usan, y por relación de los
viejos y de los que en tiempo de su infidelidad eran sacerdotes y pa-
pas, y por dicho de los señores y principales a quien se enseñaba la
ley y criaban en los templos para que la deprendiesen, juntados an-
te mí y traídos sus libros y figuras que según lo que demostraban
eran antiguas, y muchas dellas teñidas, la mayor parte untadas con
sangre humana, paresce que tenían un dios a que decían Tonacate-
cli, el cual tovo por mujer a Tonacaciguatl o por otro nombre Cache-
quecatl, los cuales se criaron y estuvieron siempre en el treceno cie-
lo, de cuyo principio no se supo jamás, sino de su estada y creación
que fué en el treceno cielo. Este dios y diosa engendraron cuatro hi-
jos: al mayor llamaron Tlacauque Tezcatlipuca, y los de Guaxocin-
go y Tas cala, los cuales tenían á este por su dios principal, le llama-
ban Camastle: este nació de todo colorado. Tovieron el segundo hi-
jo, al cual dijeron Yayanque Tezcatlipuca, el cual fué el mayor y
peor, y el que más mandó y pudo que los otros tres, p9rque nació en
medio de todos: este nació negro. Al tercero llamaron Quizalcoatl, y
por otro nombre Yagualiecatl. Al cuarto y más pequeño llamaban
Omitecilt, y por otro nombre Maquezcoatl, y los mexicanos le de-

l. El texto que incluimos a continuación, de la Historia de los mexicanos por sus pinturas y
otros testimonios del libro de oro, habría sido escrito por el fraile Andrés de Olmos u otro mi-
sionero alrededor de 1536.

r 97 l
98 Luis Alberto Reyes La teologia indígena: cuestiones de interpretación
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cían Uchilobi, porque fué izquierdo, al cual tovieron los de México Los españoles que primero se dieron con las religiones del Nuevo Mun-
por dios principal, porque en la tierra de do vinieron le tenían por do no tomaron la actitud de suficiente incredulidad que se desarrollaría
más principal, y porque era más dios de la guerra que no los otros
después. No consideraron infundadas las creencias e inexistentes los dio-
dioses; y destos cuatro hijos.de Tonacatecli y Tonacaciguatl, el Tez-
ses. Admitieron que éstos eran reales y se manifestaban a los indígenas,
catlipuca era el que sabía todos los pensamientos y estaba en todo
lugar y conoscía los corazones, y por esto le llamaban Moyocoya, pero los calificaron como dioses enemigos del buen dios del cristianismo.
que quiere decir que es todopoderoso ó que hace todas las cosas sin Uno de los más destacados estudiosos de la cultura azteca, Jacques
que nadie le vaya á la mano; y según este nombre no le sabían pin- Soustelle, señala esta actitud de los conquistadores y los sacerdotes:
tar sino como aire, y por eso no le llamaban comunmente deste
nombre. El Uchilobi, hermano menor y dios de los de México, nació Negar la existencia de Tlaloc hubiese sido una blasfemia, porque
sin carne, sino con los huesos, y ele esta manera estovo seiscientos Dios sólo puede ser vencedor cuando tiene enemigos por deshacer.
años, en los cuales no hicieron cosa alguna los dioses, así el padre
como los hijos, ni en sus figuras tienen más del asiento de los seis- Y reproduce las palabras de Sahagún:
cientos años, contándolos de veinte en veinte, por la señal que tie-
nen que significa veinte. Estos dioses tenían estos nombres y otros Huitzilopochtli no es dios. Tezcatlipoca no es dios. Tlaloc no es
muchos, porque según en la cosa que entendían ó se les atribuían dios ... todos son demonios, vuestros antepasados adoraban a un dios
ansi le ponían el non1bre, y porque cada pueblo les ponía diferentes llamado Tezcatlipoca (pero hoy sabemos que) es Lucifer, padre de to-
nombres, por razón de su lengua, y ansí se nombra por rnuchos da maldad y mentira. (Soustelle, 198:3: 9)
nombres. (Olmos, 1985: 691-692)
En esta predominante, aunque no única, posición espanola, 2 hay quizú
La narración permite distinguir tres grupos ele dioses. El grupo qrn: menos error que en las otras perspectivas, mediadas por intenciones con-
forma la pareja dual "ele cuyo principio no se supo jamás"; el grupo de los ciliadoras de proyectar sobre el pensamiento indígena categorías 0 aun
cuatro hijos de esta pareja: Tlacauque Tezcatlipuca, el dios rojo; Yayanquc asimilaciones al cristianismo, que vendrían a clefenderlo. 3 Lo cierto es que
Tezcatlipuca, el dios negro; Quizalcoatl o Yagualiecatl, el dios blanco; la oscuridad y lo siniestro eran realmente notables en los dioses mesoa--
Omitecilt o Uchilobi el "izquierdo", azul. Y el grupo de los otros graneles mericanos, y la cultura europea tenía una larga tradición de ver en estas
dioses: Mitlitlatteclet y su mujer Michitecaciglat; Tlalocatecli y su mujer cualidades el mal y lo diabólico 4 La calificación de los dioses indígenas co-
Chalchiutlique y, finalmente, Tlaltecli. mo diablos lleva implícito el reconocimiento de la dualidad que estos dio-
Los cuatro hijos de la pareja fündamental son los creadores del fuego. ses expresaban: por cierto que ellos no eran sólo luminosos, aéreos, crea-
del primer e insuficiente sol, ele los tiempos, los cielos, la Tierra y la pri- dores, sino que también eran oscuros, abismales y destructivos.
mera pareja de humanos. También son creadores ele los otros dioses, en- Una expresión de esta idea europea de hallarse en la antigua América
tre los que se destaca Tlaloc, "Tlalocatecli", administrador de las aguas ante el mal se observa en la alusión del cronista andino convertido al cris-
del Cielo que se derraman sobre la Tierra. tianismo J oan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua, cuando se
refiere a los tiempos "de las EP.ntilirlFlrlP.s" P.n <JllP. lns inrlíF,enas, según él,
vivían desgraciados, sumidos en las tinieblas y la barbarie, regidos y aco-
¿Dioses buenos y dioses malos? sados por los demonios:

En tiempos de la conquista y las primeras etapas ele la colonia coexis-


tieron tres interpretaciones ele la teología indígena: 1) la de que se tra-
taba de dioses inexistentes, producto de la ignorancia y superstición de
:?. Otros cronistas espaüoles no adhirieron a esta satanización. Tal es el caso, contemporá-
los indígenas; 2) la de que algunos dioses indígenas eran encarnaciones neo a Saha.gún. de fray Toribio de Benavente: llan1ado Motolinf;¡
ele apóstoles cristianos o aun de alguna de las personas de la Trinidad,
3. Tendencia que cultivaron algunos sacerdotes espaüoles, entre quienes se destaca fray Ser-
y :3) la de que se trataba de entidades del mal, demonios opuestos al ver-
vando Teresa de Mier, y algunos cronistas indígenas, entre quienes se destaca Joan de San-
dadero Dios. Aquí nos detendremos en esta última caracterización por- ta Cruz Pachacuti.
que con relación a ella se revelan significativas alternativas de interpre- 4. "Mas lo que vemos y entendemos es que el Demonio tuvo poder grandísimo sobre estas
tación. gentes, permitiéndolo Dios" (Cieza de León, 1967: 11).
100 Luis Alberto Reyes La teología indígena: cuestiones de interpretación 101

Y assí cada día (f. 3) an abido encuentros y batallas sin aber la tes de Tláloc, dios de los agricultores, y de Huitzilopochtli, dios de los gue-
paz en este tiempo, de tantos combates y guerras injustos, que los rreros.
unos y los otros estaban jamás seguros, sin alcanssar quietud. Y por Cuando la condena de los dioses indígenas por parte de los intérpretes
entonces, a media noche, oyieron que los hapiñuños se desaparecie-
europeos se transformó en una condena discriminada, que contrapuso el
ron dando temerarios quejas, deziendo: ''Vencidos somos, ¡ay que
supuesto carácter diabólico de unos dioses a la supuesta santidad de otros
pierdo mis tierras!". A esto se entiende que los demonios fueron ven-
cidos por Xesuxpo Nuestro Señor quando la cruz en el monte calba-
(con relación, por ejemplo, a su vinculación con los sacrificios humanos),
rio. Porque antiguamente, en tiempo de purun pacha, dicen que los la incomprensión, en cierto sentido, se profundizó. Desde Alfonso Caso,
happiñuños andavan bissiblP.mP.nte en toda esta tierra que no abían que contrapone la "santidad" de Quetzalcóatl a las fuerzas del "mal" en-
seguridad de andar en anocheciendo, porque a los hombres y muge- carnadas en Tezcatlipoca, haola Laurette Séjourné, que habla de "la trai-
res y muchachos y criaturas los llevavan arrebatándoles como tira- ción a Quetzalcóatl", contraponiendo las ideas del rey-dios a los rituales
nos infernales y enemigos capitales del género humano etc. Y pas- aztecas, la hermenéutica ha encontrado equivocadamente en la mitología
sado algunos años, después de aberlos ydo y echado a los demonios mesoamericana cuestiones que son más familiares a la tradición europea
hapiñuños y achacallas desta tierra, an llegado entonces a estas que al pensamiento indígena. 7
provincias y reynos de Tabantinsuyo un hombre barbudo. (Pachacu- Actualmente se reconoce que la práctica religiosa de los sacrificios se
ti, 1993: f. 3v. 188) 5 hallaba extendida en Mesoamérica y no fue un invento o una práctica sin-
gular de los mexicas, que los distinguiera radicalmente de los mayas u
Las religiones indígenas vigentes en tiempos de la conquista se desa- otros pueblos del área.
rrollaban en dos corrientes. Por un lado, estaban las expresiones más di- Los dioses de las religiones indígenas no están determinados por los
rectamente asociadas a las dinastías guerreras. Sus símbolos remitían principios morales del bien y el mal. No es que no se den esas oposiciones,
principalmente a la exaltación de la guerra y el sacrificio. Por otro, es- pero no son excluyentes y, en términos ontológicos, conducen una a la otra. 3
taban las antiguas ideas campesinas de lo sagrado. Desde muy antiguo,
quizá desde milenios, en el México central eran venerados Tlaloc y
Quetzalcóatl (Soustelle, 1983: 14), dioses asociados a la naturaleza fe-
cunda y a los trabajos de los hombres, a la vida feliz y enaltecida por la
! Los dioses se han sacrificado a sí mismos para la creación de una nue-
va era de vida en la Tierra. Son quienes la propician en cada ciclo de la
naturaleza, o los que guían y tutelan a los pueblos. Pero también son .esos
dioses los que reclaman sacrificios y no hay en ellos manifestación algu-
cultura.
Estas dos corrientes religiosas tenían una interacción conflictiva, pero
1 na de compasión.
1f Los dioses de las profundidades burlan a los hombres y destruyen su
eran convergentes. Algunos intérpretes y estudiosos actuales tienen la individualidad, pero son también quienes -en procesos que no son extra-
tendencia a destacar las diferencias entre ambas. Ven a los nuevos dioses ños a esta actividad destructiva- les dan acceso a la sabiduría y al movi-
guerreros como incompatibles con los antiguos dioses de la fecundidad. miento de la dualidad que permitirá a los humanos divinizarse. 9
Sin embargo, cabe advertir que estos últimos, y los modos e ideales de Las huacas andinas, por su parte, siguen deseos individuales, sexua-
vida a los que estaban asociados, no eran extraños a la dualidad y a la les y de poder, pero de ellas vienen los dones de la fertilidad, la vida y la
concepc1ón sacrificial de la existencía. Cuando se leo <>UJJe1 pusieron los cultura que oc prodigan hacia los hombres 10
ideales guerreros, sólo se produjo una militarización de la antigua concep-
ción en que la muerte tenía también un lugar principal. 1
El sincretismo de las supervivencias agrarias con las nuevas expresio- 7. Véase el desarrollo de esta discusión en el apartado "La maldad de los dioses", en el capí-
nes alentaJ.as por los reyes y los caballeros águila y tigre se muestra en tulo 11.
el Templo Mayor de los mexicas, 6 que reúne uno junto a otro los temple- 1 8. Cuando, en los lwelw.ehtlahtolli, se amonesta a la gente contra las transgresiones a las
pautas sociales y se hace referencia a los castigos que sobrevendrán a quienes las violen, se
t anuncia el castigo del rechazo social y también la sanción divina. Sin embargo esta última
5. Más adelante nos dice del hombre barbudo que "se llamó a este barón Tonapa Uiraco- es, probablemente, una interpolación cristiana en esos textos indígenas, manipulados por
champa cachan, pues ¿no era este hombre el glorioso apóstol Sancto Tomás?" (Pachacuti, los sacerdotes cristianos para sus enseüanzas. En todo caso, los dioses no aparecen como le-
1993: f. 4, 189). gisladores morales.
6. Nombre asignado por los antropólogos a las construcciones aztecas reveladas por las ex- 9. Véanse los capítulos 3, 8, 10 y 11.
cavaciones en el costado izquierdo de la actual catedral de la ciudad de México. 10. Véanse los capítulos 12 y 13.
102 LuisAlberto Reyes La teología indígena: cuestiones ele interpretación
103

Limitaciones de una visión fenomenológica lo sobrenatural ele la idea ele Dios por la simple noción ele lo otro, lo
heterogéneo, lo extraordinario; la sencilla dependencia que nos es
Una orientación predominante en el estudio de las religiones arcaicas familiar, por un sentimiento general ele distancia. (Van cler Leeuw
es la que aportan las teorias de la contraposición de las categorias sagra- 1975: 13) ,
do/profano. De cuño fenomenológico, su aplicación se ha extendido a la his-
toria de las religiones a través de la obra de Rudolf Otto y Mircea Eliade. Los esti:dios _de Eliade lo obligaron a advertir la existencia de religio-
La consideración de la religión como fenómeno separado de los ámbi- nes que evidencian no seguir esta idea, lo que indicaría errores en los pre-
tos comunes de la vida, "irreductible, original" (Eliade, 1972: 20), es una supuestos teóricos de los fenomenólogos. Pero intenta a su modo rectifi-
postura teórica de la fenomenología. También lo es su consideración en carlas o precisar lo que sería la verdad de ellas, mediante el concepto de
términos "esenciales", que la aparta tanto de los reduccionismos sociales ''hierofanía".
o psicológicos como de los análisis evolucionistas que suponen un progre-
so desde expresiones como "maná", "totemismo", "fetichismo", hasta llegar El Occidente rnoclerno experimenta un cierto malestar frente a
a "monoteísmo". Cada fenómeno religioso implica para esta perspectiva varias formas ele manifestación de lo sagrado; le resulta difícil acep-
tar que, para ciertos seres humanos, lo sagrado pueda manifestarse
una modalidad religiosa completa y equivalente a cualquier otra en cuan-
en piedras o en árboles por ejemplo. Pero no hay que olvidar que no
to a Sll estructura. se trata de una veneración de la piedra por sí misma, ele un culto del
Paradójicamente, las formulaciones de los fenomenólogos vulneran, en árbol por sí mismo; la piedra sagrada, el árbol sagrado, no son ado-
algunos casos, la vocación de "atenerse a las cosas mismas", postulada por rados en tanto que piedra o árbol sino precisamente porque son hie-
Husserl: sobre las peculiaridades de las diferentes religiones han proyec- rofanías. porque muestran algo que ya no sólo es piedra ni árbol si
tado la dialéctica ele las categorías sagrado/profano en que sobrevuela 1a no lo sagrado, lo ganz andere. (Eliacle, 2001: 148)
sombra del dogma de la trascendencia hebrea y cristiana.
Las aproximaciones al pensamiento indígena desde la antropología, la Eliade presupone aquí lo que debería demostrar en las religiones anti-
historia y la filosofía utilizan notablemente estas categorías, que son im- guas que la piedra, el árbol, son sólo una apariencia, un rostro de algo sa-
precisas o aun inadecuadas para nuestro objeto. Es necesario volvernos grado_ ql'.e pertenece a otro orden, está más allá ele ellos. Además, su pre-
sobre ellas con una hermenéutica crítica. El cuestionamiento permitirá suposic10n es errada, cuanto menos en el nivel de generalidad con que nos
acotar el alcance ele tal contraposición, que desde las obras ele Eliade se la presenta. El error proviene de no tomar en serio una de las ideas más
ha vuelto prácticamente canónica, y precisar peculiaridades ele las anti- importantes de las teologías indígenas, y que se expresa visiblemente en
guas religiones indígenas. las repre_sentaciones del culto: la de que éste es un mundo lleno de dioses.
De Rudolf Otto viene la impronta teórica para hacer de l Fl trnscenclen- Es la idea que aparece extensamente en los antiguos mitos y en las trn-
cia la esencia universal de lo sagrado. Otto destaca la enorme otredad de diciones de los pueblos ligados a la tierra. La hallamos en las historias
"die Heilige" respecto de lo que es del mundo, su misterium tremendum cosmogónicas, en los calendarios augurales, en los ritos y en los relatos
que genera temor y fascinación. Eliade se apropia de esa idea de diferen- acerca de las huacas y las tradiciones.
cia abismal, de otredad de lo sagrado (ganz andere): En r:lación con ella no es pertine11L.;, ltt e:::;t:i:::;iúu J.e lo sagrado que pro-
pone Ehade. Por eso este autor desvirtúa la teología -que probablemente
Retengamos la siguiente observación de entre los penetrantes h~ tenido ante sus ojos en muchos de sus estudios- del mundo lleno de
análisis de Ruclolf Otto: "Lo sagrado siempre se manifiesta corno un choses; mtenta quitarle significación. Se aparta, con ello, de lo que sería
poder ele un orden totalmente distinto ele las fuerzas naturales". una actitud fenomenológica coherente.
(Eliacle, 2001: 147) S~gi.üenclo su razonamiento, puede decirse que es cierto que la piedra
o el arbol sagrados no son adorados en tanto que piedra o árbol. tal como
También Ge:cardus van der Leeu lv·, aunque rechaza la categoría de "so-
1
aparecen en las tR.x.onomías de nuestras ciencias naturales, que- los redu-
brenatural" para referirse a "la religiosidad primitiva", generaliza acerca cen a simples ejemplares de una especie, sino por ser hierofanías. Pero la
del objeto de la religión: cu_estión es más sutil y reacia a ser resuelta con las categorías del pensa-
miento europeo. Desde el principio nos equivocamos si pretendemos atri-
Debernos acostumbrarnos a sustituir, en la religiosidad primiti- buir al pensamiento indígena la idea de "piedra en sí misma" "árbol en sí
va e incluso en una buena parte ele la religiosidad ele la antigüedad, mismo". Los seres de su universo no se pertenecen a sí mism¿s o a un me-
104 Luis Alberto Reyes La teología indígena: cuestiones de interpretación 105

ro orden botánico, sino a la totalidad sagrada. Hierofanía 11 es la vida mis- la miradá indígena, en cambio, un cerro es una entidad maravillosa, dig-
ma en sus diversidades. na de la divinidad.
Las piedras, los cerros, los lagos, la Tierra, la Luna, ias estrellas, Ve- Atinadamente, Eliade (1972: 399) advierte que las hierofanías no son
nus, no "representan" a los dioses sino que son dioses, como literal y repe- aisladas, que siempre hay un sistema en el que se integran y que este sis-
tidamente dicen los textos indígenas, sea originariamente o porque los tema se vincula con el símbolo. Pero distingue el símbolo de la hierofanía,
dioses se han convertido en piedra, en Sol, habiendo tenido antes otra fi- por cuanto el primero conjuga al hombre con la realidad abriéndolo a su
gura (generalmente humana). En mitos importantes encontramos esta comprensión; en cambio, la esencia de la segunda sería la ruptura, la dis-
identidad que no es alegórica ni representativa sino ontológica. continuidad.
Así Nanahuatzin llega a ser el Sol, Tonatiuh, en el mito náhuatl del sa- Eliade advierte expresiones manifiestas de esta discontinuidad en los
crificio de los dioses en Teotihuacán ("Anales de Cuauhtitlán", 1975); del tiempos y en los espacios sagrados, que rompen la homogeneidad del tiem-
mismo modo Hunahpu llega a ser el Sol, Kij en el mito quiché del triunfo po y el espacio profanos. Este último señalamiento acerca de las diferen-
sobre los señores de Xibalbá 12 (Popal Vuh), y uno de los gemelos Wilka lle- cias entre espacio y tiempo sagrados, por un lado, y esp~cio y tiempo pro-
ga a ser el Sol en el mito de la Pachamama y sus hijos: fanos, por otro, y la generalización indiscriminada de tales diferencias, es
otro lugar común en la hermenéutica de las religiones, hasta el grado en
Al despertar la niña contó su sueño a su hermano v como ella que estas diferencias suelen mencionarse como una obviedad.
lanzaba su sombrero al aire y allí quedaba, y lo mismo ~ucedía con Sin embargo, en las antiguas religiones indígenas de América encon-
su ropa. Mientras los niños se preguntaban por el significado, vie- tramos peculiaridades que obligan a cuestionar también tal interpreta-
ron bajar del cielo una larga soga. Sorprendidos, consultaron entre ción. Es cierto que en estas religiones cada hierofanía nos saca, en cierto
ellos y decidieron trepar por la cuerda y ver dónde les conducía. Su- modo, de donde estábamos. Pero la ruptura no es con el mundo, entendi-
bieron y subieron y llegaron al cielo donde hallaron a Pachacámac do como lo profano, sino con otra hierofanía. Implica un salto de una sa-
que se había apiadado por sus desventuras.
Reunidos con su padre, fueron convertidos el niño en el Sol y la cralidad a otra diferente.
niña en la Luna. En cuanto a Pachamama quedó para siempre bajo Es cierto también, por consiguiente, que la cuenta de los días no es ho-
la forma de un imponente nevado llamado hasta hoy día La Viuda. mogénea. De un día a otro, de un mes a otro, de un siglo a otro, se confron-
(Villar Córdoba, 1933; Rostworoski, 1991) tan y suceden las expresiones de los tonallis que, sin embargo, son -todas
ellas- sagradas. Podemos entonces reconocer que todos los tiempos sonsa-
La dificultad de los intérpretes para aceptar el carácter divino de las grados y reconocer, simultáneamente, que no son homogéneos debido a las
manifestaciones terrestres en los testimonios indígenas se debe al prejui- oposiciones entre los dioses. 13 Del mismo modo, el espacio no es homogé-
cio occidental de que lo divino debe ser una realidad superior a la de las neo. En su totalidad se divide en opuestos regidos por sus diferentes in-
cosas visibles. fluencias que lo escinden en el interior de la común sacralidad espacial.
Para ese prejuicio, aceptar que Pachacámac es "un simple cerro" de Cuando hablamos de sacralidad, el continente de ella es, en definitiva,
lri costa peruana disminuiría la importancia del gran dios andino. Para la gran historia sagrada que recoge las historias singulares. El mismo
Ehade lo reconoce, refiriéndose a lus actos humano3:

il. El término "hierofanía", acuñado por Eliade, es suficientemente amplio en principio pa- Su significación, su valor, no están vinculados a su magnitud fí-
ra que podamos utilizarlo, aun con las diferencias de nuestra hermenéutica con relación a sica bruta sino a la calidad que les da el ser reproducción de un ac-
la suya: "Para indicar el acto de la manifestación de lo sagrado hemos propuesto el término to primordial, repetición de un ejemplar mítico. La nutrición no es
hierofanía. Este término es cómodo porque no implica niniuna precisión adicional. No im- una simple operación fisiológica, renueva una comunión. El casa-
plica más que lo que expresa su contenido etimológico, es decir, algo sagrado que se nos miento y la orgia colectiva nos remiten a prototipos míticos.
mnestra, que se manifiesta" (Eliade, 2001: 147). En el detalle de su comportamiento consciente el hombre "primi·
12. "Así fue su despedida, cuando ya habían vencido a todos los de Xibalbá. Luego subie- tivo", el hombre arcaico, no conoce ningún acto que no haya sido
ron en medio de la luz y al instante se elevaron al cielo. A uno le tocó el sol y al otro la lu- planteado y vivido anteriormente por otro, otro que no era un hom-
na. Entonces se iluminó la bóveda del cielo y la faz de la tierra. Y ellos moran en el cielo.
Entonces subieron también los cuatrocientos muchachos a quienes mató Zipacná, y así se
volvieron compañeros de aquéllos y se convirtieron en estrellas del cielo" (Popal Vuh, 1984:
173). 13. Veáse en particular el tema del tiempo en los capítulos 6 y 7.
106 Luis Alberto Reyes La teología indígena: cuestiones de interpretación 107

bre. Lo que él hace, ya se hizo. Su vida es la repetición ininterrum- nifica que el hombre ha descubierto un centro en sí mismo y que con-
pida de gestas inauguradas por otros. (Eliade, 196Sa: 13-14) cibe el universo a partir de ese centro. Es decir, que la esencia de to-
do sistema religioso reside en la revelación de un alma individual es-
En algunos de los antiguos testimonios encontramos un notable interés trechamente ligada al alma cósmica: se trata, en una palabra, de la
divinización del hombre. No siendo sino perecederas producciones
por la singularización de lo sagrado. Lugares, momentos, cosas, activida-
del intelecto sometidas a las circunstancias sociales, los dioses son
des, requieren para el indígena que se precisen los ámbitos específicos de secundarios y, considerados como un fin en sí, no pueden inducir
su sacralidad. Esa precisión es uno de los instrumentos con que estas cul- más que a error. (Séjourné, 1984: 64)
turas dotaban a sus miembros; les servía para comportarse adecuadamen-
te ante los fenómenos del universo. Aún hoy lo advertimos en los temores Es significativa, en este texto, la fuerza con que el ideal occidental de
o respetos reverenciales con que los campesinos tradicionales orientan su espíritu y orden del universo, así como los ideales humanistas e iluminis-
relación con ciertos aspectos de la naturaleza y la vida. tas, condicionan el lente a través del cual son miradas las religiones indí-
La interpretación usual que los estudiosos hacen de estas singulariza-
genas. Las omnipresentes diversificaciones duales de los espacios, los se-
ciones de lo sagrado es la de que ellas revelan regiones, objetos, extraños
res, los tiempos y las actividades que son contenido de los mitos y los ri-
al ámbito cotidiano de los hombres. Apoyándose en observaciones prove-
tos son secundarias según la autora, y nos conducen al error si les presta-
nientes de religiones de otras latitudes, o en testimonios de indígenas
mos atención.
aculturados por la colonización, los intérpretes destacan la concienci~ que
También desestima los testimonios de las fuentes acerca de la perte-
los indígenas tendrían de su separación con lo profanoH
nencia del hombre a los espacios que habita, a los tiempos que vive, a la
Esta conclusión puede oscurecer lo importante, que no e~ el carácter
comunidad en la que existe.
extraordinario, distinto e irruptivo de lo sagrado, sino justamente lo
La religión de los nahuas resulta, en su teoría, una religión del principio
opuesto: propia de la teología indígena es la idea de la presencia extendi-
unitario y una exaltación del alma individual del hombre, que realiza su ca-
da ele lo sagrado en el mundo, como lo muestran los ritos, los calendarios,
mino ascensional apartándose de las impuras diferencias de este mundo.
las particiones de espacios y tiempos, las inagotables huacas.
Otros estudiosos, como es el caso de Hermann Beyer, proponen la te-
El sentido común en la hermenéutica nos indica que no había "ruptu-
sis, más morigerada, de que la religión náhuatl sería un monoteísmo pan-
ra" entre el Sol, o la Madre Tierra, y el mundo "profano" de la cotidiani-
teísta en que los dioses expresan fuerzas cósmicas, emanaciones del prin-
dad de los hombres. Bajo el primero y encima de la segunda trabajaban,
cipio divino, representadas como "hijos" del dios único Tonacatecuhtli. 15
descansaban, amaban. No es atinado suponer que los vieran como "lo en-
Alfonso Caso coincide con esta postura, al sostener que los sacerdotes az-
teramente otro" del mundo.
tecas habrían hecho esfuerzos para reducir las divinidades múltiples a as-
La vocación indígena por precisar la sacralidad en sus diversas instan-
pectos de una misma divinidad. Sin embargo reconoce que esta teologia
cias y manifestaciones viene de la concepción de que los lugares del uni-
del dios único contrastaba con el politeísmo de las clases incultas (Caso
verso, así como los tiempos, están regidos por diferentes fuerzas sagradas.
1936: 7; 1976: 16-17). '
A favor de esta visión de Caso, cabe reconocer que algunos testimonios
¿Un principio metafísico? ¿Un dios supremo? ¿Un monoteísmo? nahuas, como los de los informantes de Sahagún o los huehuehtlahtolli, 16
y algunos testimonios andinos como la Relación de antigüedades deste
. Algunos intérpretes proyectan en las culturas indígenas sus propios Reyno del Perú, de Santa Cruz Pachacuti, le dan sustento. En algunos ca-
ideales culturales. Esta actitud es notable en los escritos de Laurette Sé- sos, particularmente en los dos que acabamos de citar, se trata de versio-
journé, quien ve en la religión de los nahuas un humanismo espiritualista:
li'i HArnrnnn BAyer, Das n.elPr¡u.isr.h.P. Giitterhild Alexander uon Hu.mboldt's, 1 lfi fcit.erln pnr
El pnnc1p10 de unicidad inherente a la relición -DrinciDio nue León-Portilla, 1979: 11).
tiene muy poco que ver con la calidad y el númer~ de lo's dios~s- ~·ig~
16. En estos últimos las advocaciones se dirigen casi exclusivamente a ese dios supremo has-
ta el punto que, apoyándose en ellos, podría vérselo como dios único. Pero no debemos olvi-
14. Para "separar" lo sagrado, serían elegidas por los indígenas las manifestaciones extraor- dar, al leer los hu.ehuehtlahtolli, la mediación de los traductores y la utilización evangeliza-
dinarias de la naturaleza, aquellas que causan admiración y sorpresa a los hombres (Puech dora de estos textos por los frailes que los recogieron, y en ciertos casos los modificaron pa-
1982: 204). , ra acercarlos a las enseñanzas cristianas.
-108 Luis Alberto Reyes La teología indígena: cuestiones de interpretación 109

nes cultivadas -y también aculturadas por el contacto con los sacerdotes A su vez, algunos autores contemporáneos traducen la teología ná-
cristianos- en que aparecen ide-as aproximadas a la del_ dios supremo. huatl en abstracciones de la filosofía. Tomando al dios indígena no como
Los informantes atribuyen a los toltecas, quienes hábrían sido instrui- una persona sino como un principio metafísico, parecería hacerse más
dos por Quetzalcóatl, el origen de esta idea. Es decir que ella formaría comprensible. Así es como lo presenta Caso:
parte de la toltecáyotl, lo más refinado y culto de la tradición náhuatl:
Una escuela filosófica muy antigua sostenía que el origen de to-
Y se refiere, se dice/ que Quetzalcóatl invocaba, hacía su dios, a das las cosas es un solo principio dual, masculino y femenino, que
algo en el interior del Cielo. [Auh motenehua mi toa/ Quetzalcóatl ca había engendrado a los dioses, al mundo y a los hombres. (Caso,
ilhuicatl iitic in tlatlatlautiaya in moteotiaya auh inquinotzaya.] 1936: 8)
("Anales de Cuauhtitlán", en Códice Chimalpopoca; versión de León-
Portilla, 1979: 90) Y Miguel León-Portilla (1979) lo sigue en esta traducción de la pareja
dual, llamándola en casi todas las ocasiones "principio dual" 17 con prefe-
En el caso de los nahuas, la idea del dios supremo se refiere al padre y rencia a "dios".
creador primero: "Teotloquenahuaque, Ipalnemohuani hizo todas las co- Sin embargo, las fuentes en náhuatl o quiché hablan de "dios", "señor",
sas y la primera pareja humana, de la que proceden todos los demás hu- "señora", "padre", "madre", "anciano". Estos términos, que nos alejan de
manos" (Alva Ixtlílxóchitl, 1952: r, 19 y n, 21)_ Sin embargo, en este nivel los conceptos metafísicos bajo los que quiere subsumir León-Portilla a los
de la teología culta tampoco se afirma un solo, unívoco dios. Es un dios do- dioses, no deben tampoco llevarnos a ver aquí algo similar al dios "perso-
ble o dual, que en ocasiones es llamado con el singular Ometéotl, "dio;; na", con cualidades éticas, el "dios de la historia" de la teología hebreo-
dos'', y, más frecuentemente con dos nombres que aluden a su diversidad. cristiana. La caracterización de los dioses indígenas, en la perspectiva de
Los más generales son Ometecuchtli (señor de la dualidad) y Omecíhuatl una teoría comparada de las religiones, es una discusión difícil de cerrar,
(señora de la dualidad). Pero también esa pareja fundamental es llamada que remite nuevamente a las cuestiones inherentes a la definición de los
con otros muchos nombres que implican los inagotables rostros de la dua- mitos. 18
lidad, como vemos en estos versos: Otra circunstancia que interpone reparos a la interpretación de los
dioses indígenas como "principio divino" es el hecho de que los aconteci-
Y se refiere, se dice mientos cosmogónicos son expresados por los indígenas en forma de rela-
que Quetzalcóatl invocaba, hacía su dios a algo [que está] en el tos, con personajes y estructura dramática, más que en forma de exposi-
interior del cielo, ción de sucesos físicos.
a la del faldellín de estrellas, al que hace lucir las cosas, Esta dramaticidad, esta trama narrativa del mundo, es coherente con
señora de nuestra carne, señor de nuestra carne; la idea de la multiplicidad. Porque hay otros dioses, y no uno solo, es que
la que está vestida de negro, el que está vestido de rojo; hay drama sagrado, es que el universo se mueve a través de la lucha y el
la que sostiene a la Tierra, el que la cubre de algodón ... amor.
(Citlalinicue Citlallaconac / Tonacacihuatl Tonacatecuchtli /Te- Los múltiples dioses encarnan las oposiciones duales que movilizan al
colliquenqui Yestlaquenqm / 'l'lallamanac Tlalhchcatl...J (Anales de mundo. Establecida la supremacía del dios o pareja dual y su inicial ac-
Cuauhtitlán, 1975, f. 4, 8; citamos por la versión de León-Portilla, ción creadora, 19 los sucesivos soles posteriores (las grandes renovaciones
1979: 90)
de la vida sobre la Tierra) dan testimonio de que ya desde los orígenes es-
tán actuando una diversidad de dioses.
Para la lógica europea de los significados unívocos es turbadora esta
concepción del dios que es doble. A pesar de que la buena voluntad de al-
gunos intérpretes de la colonia los llevó a retocar las ideas religiosas in- 17. Titula uno de los capítulos de su libro: "Otros aspectos fundamentales del principio dual"'
dígenas acomodándolas a la lógica del cristianisrn.o, no pudieron recono- (León-Portilla, 1979: 155).
cer aquí al creador único del Antiguo Testamento: 18. En este caso, la cuestión es si cabe interpretar a sus personajes como alegorías de la na-
turaleza, de principios metafísicos, ideas, etcétera_
Que estos indios quisieron entender en esto haber Naturaleza 19_ Esta pareja suprema puede ser vista como una pareja ociosa, que deja los trabajos de las
Divina repartida en dos dioses, dos personas, conviene saber Hom- creaciones en manos de sus hijos. También es mínima su presencia en los tiempos, como po-
bre y Mujer. (Torquemada, 1723, IJ: 37) demos ver en el tonalámatl conocido como Códice Borgia.
liO Luis Alberto Reyes La teología indígena: cuestiones de interpretación 111

Los protagonistas en el mito de los soles, los tezcatlipocas que rigen ca- miento es típica en el Ande. Los mitos de Huarochirí, donde los dioses pri-
da sucesiva creación, integran a ·su vez un sistema de parcialidades con meros Cuniraya Viracocha y Pariacaca compiten con otras huacas, lo
22
las fuerzas del cosmos. Cada dios, cada sol de estas epopeyas, participa de muestran ejemplarmcnte.
un color, un rumbo, un elemento. Lo que cabe dejar de lado, en la hermenéutica de estas expresiones, es
El hecho de que los dioses y las fuerzas -rumbos espaciales, elemen- la idea de un dios supremo o único cuyo sentido sería la superación de las
tos, colores-, que van apareciendo en las distintas creaciones o soles, pa- diferencias y los conflictos entre los dioses, la superación de las oposicio-
recen expresar aspectos parciales de una totalidad ha inspirado las inter- nes del universo.
pretaciones que ven en la narración cosmogónica 20 un sentido unificante
del universo, que se consumaría en el Quinto Sol. Esta idea de los dioses
como aspectos de la unidad la sugiere también el hecho de que el dios su- Las dos teologías indígenas
premo en algunos casos es invocado con los nombres de otros dioses me-
nores que representan momentos del tiempo, rumbos del espacio, plantas
1l En muchos testimonios indígenas aparecen diversos dioses, en otros
alimenticias, astros. 1 sólo uno. En los nahuas la idea de dios reducida a un personaje podría in-
Así es como lo encontramos, en los memoriales de Sahagún, ya no con
i ferirse del culto a Ometéotl, ele las alusiones de los mitos y de las invoca-
los nombres de Ometéotl y Tonacatecuhtli-Tonacacíhuatl sino con el de ciones de los poetas; 23 pero esa idea contrasta con la noticia sobre la mul-
Quetzalcóatl. 21 . f Litud de dioses de los pueblos, de los días y los rumbos espaciales, que ha-
¿No se trata, entonces, de diferentes dioses sino sólo de diferentes llamos en los tonalámatl (libros calencláricos), en las creencias y ritos, y
nombres del mismo dios? en los textos provenientes de informantes y cronistas.
Probablemente en algún momento de la tradición espiritual de los pue- 1
blos nahuas ha surgido esta idea de identificar a ciertos dioses con un dios 1
¡
Los ídolos que los indios tenían eran muy muchos y en muchas
partes, en especial en los templos de sus demonios, y en los patios y
supremo sea por la destacada función benéfica que cumplían o por los des-
doblamientos duales en que ese dios se multiplicaba. Es lo que propone
! en los lugares eminentes así como bosques, grandes cerrejones, y en
los puertos y montes altos, y en los caminos, a doquiera que se hacía
Román Piña Chan (1992: 67) a propósito de Quetzalcóatl quien, al serle algún alto o lugar graciosos, o dispuesto para descansar; y los quepa-
atribuidos todos los bienes de la vida del hombre y las funciones de varios
dioses agrarios, dio pie a un culto casi monoteísta. Pero esa misma tradi-
1 saban echaban sangre de las orejas o de la lengua, o echaban un poco
de incienso ele los que hay en aquella tierra, que llaman copalli; otros,
ción espiritual nos muestra otras diversas perspectivas de la representa- rosas que cogian en el camino, y cuando otra cosa no tenían, echaban
ción del dios. un poco ele yerba verde o unas pajas, y allí descansaban, en especial
Cuando este dios aparece en las expresiones que serían de origen más 1 los que iban cargados, porque ellos se echan buenas y graneles cargas.
popular ya no es el supremo con un carácter absoluto, metafísico, sino só- Tenían asimismo ídolos cerca del agua, mayormente en par ele
lo el más fuerte, el más astuto (corno Tezcatlipoca en los mitos nahuas, o las fuentes, adonde hacían sus altares con sus gradas, cubiertos; y
en muchas principales fuentes ele mucha agua tenían cuatro ele es-
Pariacaca en los andinos). O aparece corno el más viejo: hallamos frecuen-
tos altares puestos en cruz unos enfrente de otros, la fuente en me-
temente la prioridad de un dios por ser el anterior, el progenitor de los
dio, y allí y en el agua ponían mucho copalli, y papel y rosas; y algu-
otros dioses y frecuentemente también de los humanos. "Es madre y _[Ja- nos devotos del agua se sacriücaban alli. Y cerca ele lus gra11cliofü fu--
dre de los dioses, el dios viejo" (in teteu inan, in teteu ita, Huehuetéotl) boles, así como cipreses grandes o cedros, hacían los mismos altares
(León-Portilla, 1979: 163) y sacrificios, y en sus patios de lus demonios y delante ele los templos
Es quien tiene más poder, aunque no necesariamente reconocido en su trabajaban por tener y plantar cipreses, plátanos y cedros. También
majestad por los otros dioses. Esta situación ele conflictos ele reconoci- hacían de aquellos altares pequeños, con sus gradas Y cubiertos con
su terrado, en muchas encrucijadas de los caminos, Y en los barrios
de sus pueblos, y en los altozanos, y en otras muchas partes tenían
20. V8ase, en el capítulo siguiente, :'El n"lito náhu3tl de li.)~ ~oles').

21. "Y así decían: engendró a la gente, nos engendró, tuvo volwltad de crearnos el que es
22. Esta situación de conflictos y de supremacías siempre en riesgo de ser revertidas tiene
nuestro inventor, Topiltzin Quetzalcóatl, e inventó el Cielo, el Sol, Tlaltecuhtli" (Primeros
también notable similitud en la teología de la época arcaica de otros pueblos como los grie-
Memoriales ele Sahagún, citado por López Austin, 1973: 53). En diversos trabajos de León-
Portilla hallamos esta interpretación acerca ele Quetzalcóatl como dios supremo o uno de los
1 gos y los sernitas occidentales.
nombres de éste, que abonan diversas fuentes. 23. Decimos "inferirse" porque no hallamos la afirmación expresa de que hay un solo dios.

J
112 Luis Alberto Reyes La teología indígena: cuestiones de interpretación 113

como oratorios, en los cuales lugares tenían mucha cantidad de ído- religión cristiana ádmitiera una interpretación de la Virgen María dotada
los de diversas formas y figuras. (Benavente, 1971: 76) con el polimorfismo dual propio de los dioses indígenas. Sin embargo, lavo-
luntad de justificar la cultura indígena ante la Iglesia, recortándole para
En los mayas habría un cierto contraste entre los "Padre-Madre" ori- ello ciertos aspectos, así como la intención de hacer una catequización "in-
ginarios y)os muchos dioses que se evocan en los actos creadores o cuan- tegradora", aparta a esta teoría del plano de las consideraciones objetivas.
do se menciona a los dioses de Xibalbá. Para estas interpretaciones, la verdadera religión indígena se hallaría
En los andinos el contraste se puede apreciar en las referencias míti- en conflicto tanto con los dioses oscuros y sanguinarios como con el poli-
cas o de los cronistas cuzqueños ilustrados 24 acerca de Viracocha, Pacha- teísmo de los campesinos y el pueblo bajo. Esta idea de la verdadera, eli-
cámac o Inti como deidades supremas por un lado y, por otro, en las visio- tista, religión indígena sería abonada por el hecho de que en el seno del
nes más igualitarias y múltiples de que dan cuenta los ceques (líneas de cristianismo se da también el desdoblamiento entre un cristianismo popu-
adoratorios registradas por los cronistas españoles) o los mitos de los pue- lar orientado al culto de los santos, con una implícita inclinación politeís-
blos recogidos por los curas "visitadores". ta, por un lado, y un cristianismo culto que dirige su devoción al único
Es válida la observación de Caso sobre la coexistencia de una teologia Dios, por el otro.
popular con otra culta en las grandes civilizaciones indígenas. En térmi- Hoy es posible superar este conjunto de ideas erradas acerca de la teo-
nos generales la diferencia entre una y otra es la diversidad por un lado 1 logia indígena que van desde la afirmación de un politeísmo irracional,

i!
y la tendencia a la unidad y la centralidad divina por el otro. Pero es ex- desconectado de una concepción coherente del universo, hasta el estable-
cesivo verlas como posiciones ideológicas contrapuestas, como religiones cimiento del monoteísmo como la verdadera religión indígena, que su-
enfrentadas en el seno de una misma cultura indígena. Son en realidad puestamente habría sido asumida por los sabios de estas culturas en opo-
aspectos de una misma teologia y religión, que los reúne a ambos, acen- sición al culto general.
tuando uno u otro rasgo según los casos.
1 Los errores provienen de los diversos prejuicios e intenciones descali-
Se ha pretendido que este desdoblamiento indica una correspondencia ficadoras o de asimilación a las tradiciones europeas. Provienen de haber
ele la religión indígena culta con el monoteísmo de los cristianos. Esta in- estudiado el pensamiento indígena aislándolo del fundamento dual que
terpretación cobró importancia desde los escritos de los cronistas indíge- explica las pluralidades divinas, y también del modo parcial en que fue
nas que hicieron una apologia del incario, proponiendo que la doctrina considerada la religión, separando algún aspecto de ella y destacándolo
esencial de los indígenas americanos, defendida por los incas contra las arbitrariamente.
tradiciones más antiguas de los pueblos sometidos a Cuzco, era la del dios Las diferencias entre la teologia popular y la teologia ilustrada en la
único e invisible al modo de la religión europea. cultura azteca se dan en cuanto a focalizaciones del culto, a la posesión de
En este sentido el Inca Garcilaso de la Vega y Joan de Santa Cruz Pa- las versiones más o menos abstractas de los mitos cosmogónicos. Pero per-
chacuti Yamqui Salcamaygua velaron parte de las tradiciones religiosas y tenecen a un mismo saber. Con esta acotación es aceptable la apreciación
modificaron otras para acomodarlas al celoso cristianismo hegemónico de de Alfonso Caso (1976) sobre desajustes entre las expresiones cultas y las
la colonia. El origen confesional y cortesano de estas interpretaciones, sig- populares. Pero los testimonios no indican en los nahuas un nivel supe-
nadas por las estrategias defensivas de la cultura oprimida, el oportunis- rior esotérico de la elite indígena, contrario a las ideas generales, del pue-
mo o las inclinaciones purificadoras propias de los conversos, explica el blo común, sobre los dioses.
sentido forzado que tuvieron. La fe y la razón, la fe y las ideas metafísicas -tanto en el nivel popular
Parecido es el caso de las tesis sostenidas por religiosos españoles, en las como en el nivel culto-, no son adversas ni independientes en el pensa-
que la motivación era una revaloración piadosa de las doctrinas indígenas miento indígena. Sus objetos son los mismos y el aspecto de este mundo es
desde una mirada europea. Un ejemplo es el de fray Servando Teresa de el mismo a los ojos del sabio que a los del sacerdote y a los del simple ma-
Mier, quien ve a la Tonantzin indígena, madre de los dioses, como una ma- cehual; tanto del "que posee la tinta roja y negra", sabio tlacuilo escribien-
nifestación de la madre de Jesú:s,~;; lo cual seda válido si el contexto de la te de los códices, como del que los interpreta; del que empuña en lo alto rlP.l

como una manifestación de Tonantzin. Y esta representación es coherente no sólo con el an-
24. Garcilaso de la Vega, Guarnan Poma de Ayala y Joan de Santa Cruz Pachacuti. tiguo mito de Tonacacíhuatl, madre de todos los dioses, y con la doctrina azteca de Coatlicue,
25. En la conciencia indígena, desde la colonia hasta nuestros días el sincretismo funciona de madre de las estrellas, la Luna y el Sol, sino con el inagotable polimorfismo de una religión
manera inversa. Ellos ven a la Virgen de Guadalupe aparecida a un indiecito en el Tepeyac de la dualidad siempre dispuesta a reconocer otro aspecto, otro norübre de lo divino.
114 Luis Alberto Reyes

templo el cuchillo de obsidiana de los sacrificios, como del que sube las es- CAPÍTULO 5
calinatas de piedra para entregar su corazón.
No caben tampoco las diferencias que hallamos en- la tradición occi- Las crisis cósmicas
dental entre teodicea y teología o entre teología natural y teología reve-
26
lada. La fe en los mitos se imbrica con las ideas cosmológicas apoyadas
en la experiencia y la razón.
Podemos reconocer en las teologías indígenas la coexistencia de: a) la
idea de un mundo lleno de dioses e influencias divinas que habitan o se
identifican con los espacios, los fenómenos cósmicos y naturales y los
tiempos, y que tienen relaciones conflictivas y amorosas entre sí alternán-
1
dose en el predominio; b) la identificación de los pueblos o dinastías con
un dios protector, que les asigna una misión entre los hombres, y c) la idea
de un dios supremo -en el sentido de más poderoso o preeminente-, gene-
ralmente una pareja o un ser dual, que puede dar lugar a una relación
más reflexiva y personal con los hombres. 1 El mito náhuatl de los soles
Así, ante ellos acercamos la tierra a la boca,2 7
(por ellos) nos sangramos Aunque en los calendarios mesoamericanos hallamos diversos tiempos
cumplünos las pro:rnesas, 1 smgulares, 1 y no el "tiempo" en abstracto, podríamos aproximadamentP
quemamos copa] !¡ hablar ele un gran tiempo del mundo que engloba a los días, las semanas,
y ofrecemos sacrificios. los meses y los años del Tonalpohualli, o calendario mántico, y, ya fuera
1 de él, los siglos. Pero aun este gran tiempo no es absoluto sino uno más
Era doctrina de nuestros mayores ¡
entre otros, a los que da paso a su turno, cuando le toca morir.
que son los dioses por quien se vive, ! Los nahuas le llamaban "sol", porque ese gran conjunto ele tiempos tie-
ellos nos merecieron, (con su sacrificio nos dieron vida).
¿En qué forma, cuándo, dónde? ne vigencia mientras dura la vida del astro. También cabe llamarlo "crea-
Cuando aun era de noche. (Colloquios y Doctrina ... , citado por ción", como hacen algunos intérpretes dando un sentido amplio a la expre-
León-Portilla, 1979: 131)28 1 sión, porque la vida del mundo empezó o se renovó con el comienzo de la
¡
vida del Sol que además es el que mantiene la vida sobre la Tierra.
¡~
' En los mitos el morir y el nacer de los seres no es un mero suceso que
se pueda explicar solamente con las leyes de la física o la biología o por la
26. Teodicea es uno de los términos empleados para el estudio natural de Dios desde la pu- rueda ineludible de los días del calendario, sino la expresión de una trama
blicación por Leibniz de su Essais de Theodicée sur la Bonté de Dieu, la liberté de l'homme cósmica signada por el sacrificio de quienes en ellas participan. Los calen-
ai !'origine du mal, en 1710.
En la teología revelada el conocimiento acerca de Dios es recibido porque Él habla o se darios nahuas que despliegan los tiempos del Quinto Sol, Nahui Ollin To-
muestra directamente o a través de algún mediador. En la teología natural, en cambio, el co- natiuh, sólo desarrollan las fuerzas y los destinos de la actual creación. Es-
nocimiento de lo divino se alcanza por el ejercicio de las facultades del hombre, en forma "pu- te sol está destinado a morir, como murieron los que lo precedieron.
ra", por la lógica del pensamiento, o bien captando las apariencias del mundo y deduciendo Un mito, del que las fuentes dan varias versiones parecidas, lo dice: 2
ele ellas, a posteriori de la percepción sensible, su origen o remisión a lo sagrado.
27. Sahagún describe la ceremonia que hacían en los juramentos, tocando con los dedos ia
tierra y llevándolos luego a la boca.
l. Véase el capítulo 7.
28. El fragrnentu corresponde a la respuesta que, en 1524 1 dan !os sabios nahuas a los fran-
ciscanos que los interpelaban sobre sus creencias. El título completo del manuscrito original 2. Las principales fuentes para el mito de los soles son el Manuscrito de 1558 que aquí
en que se encuentra es Colloquios y Doctrina Christiana con que los Doze Fray/es ele San transcribimos, los "Anales de Cuauhtitlán", la "Historia de los mexicanos por sus pintu-
Francisco enviados por el Papa Adriano Sesto y por el Emperador Carlos quinto conuerlie- ras", la escultura monumental conocida como Piedra del Sol o Calendario Azteca y el Có-
ron a los Indios de la Nueva Espanya, en Lengua IYiexicana y Espcufola. León-Portilla lo ci- dice Vaticano A.
ta de la edición ele Walter Lehmann, Stuttgart, 1949, pp. 100-106.
[ 115 J
· 116 Luis Alberto Reyes Las crisis cósmicas 117

Manuscrito de 1558, o "Leyenda de los soles" 3 más; agujerad un ahuehuetl muy gránde, y ahí os meteréis cuando
Los cuatro primeros soles 4 sea la vigilia (tor;or;tli) y se venga hundiendo el cielo". Ahí entraron;
Aquí están las consejuelas de la plática sabia. Mucho tiempo ha luego los tapó y les dijo: "Solamente una mazorca ele maíz.comerás
sucedió que formó los animales y empezó a dar de comer a cada uno tú, y también una tu mujer." Cuando acabaron de consumir los gra-
de ellos_: sólo así se sabe que dió principio a tantas cosas el mismo nos, se notó que iba disminuyendo el agua; ya no se movía el palo.
Sol, hace dos mil quinientos trece años, hoy día 22 de mayo de 1558. Luego se destaparon y vieron un pescado; sacaron fuego con los
Este Sol nahui ocellotl (4 tigre) fué de 676 años. Estos que aquí palillos (arrojaron el tizón) y asaron para sí los pescados. Miraron
moraron la primera vez, fueron devorados de los tigres en el nahui hacia acá los dioses Citlallinicue y Citlallatónac y dijeron: "¡Dioses!
ocellotl del Sol; comían chicome malinalli, que era su alimento, con ¿quién ha hecho fuego? ¿quién ha ahumado el cielo?". Al punto des-
el cual vivieron 676 años, hasta que fueron devorados como una fie- cendió Titlacahuan, Tezcatlipoca, los riñó y dijo: "¿Qué haces, Tata?
ra, en trece años; hasta que perecieron y se acabaron. Entonces de- ¿Qué hacéis vosotros?". Luego les cortó los pescuezos y les remendó
sapareció el Sol. El año de éstos fué ce acatl (1 caña). Por tanto em- su cabeza en su nalga, con que se volvieron perros. Por tanto, se
pezaron a ser devorados en un día del signo nahui ocelotl, bajo el ahumó el cielo en el año 2 acatl. He aquí que ya somos nosotros, que
mismo signo en que se acabaron y perecieron.
El nombre de este Sol es nauhuecatl (4 viento). Estos que por se-
gunda vez moraron, fueron llevados del viento: fue en el nahuecatl
del Sol. En cuanto desaparecieron, llevados del viento, se volvieron
monas; sus casas y también sus árboles, todo se llevó el viento; a es-
l ya vivimos; que cayó el tizón y que se estancó el cielo en el año 1
tochtli. He aquí que cayó el tizón y entonces apareció el fuego, por-
que veinticinco años había sido noche. Por tanto, se estancó el cielo
en el año 1 tochtii; después que se estancó, lo ahumaron los perros,
así como se ha dicho; y a la postre cayó el tizón, sacó el fuego Tezca-
tlipoca, con que otra vez ahumó al cielo en el año 2 acatl.
5
te Sol asimismo se lo llevó el viento. Comían matlactlomome cohuatl
(12 culebra); era su alimento, con que vivieron trescientos sesenta y
cuatro años, hasta que desaparecieron en un solo día que fueron lle-
vados del viento; hasta que perecieron en un día del signo nauhecatl.
1 El Quinto Sol
El nombre de este Sol es naollin (4 movimiento). Este ya es de
Su año fué ce tecpatl (1 pedernal). (Véase figura 5) nosotros, de los que hoy vivimos. Esta es su señal, la que aquí está,
Este es el Sol nalwi quiyahuitl (4 lluvia); y estos los que vivieron porque cayó en el fuego el Sol en el horno divino de Teotihuacan. Fué
en el Sol nahui quiyahuitl, que fué el tercero, hasta que se destru- el mismo Sol de Topiltzin (nuestro hijo) de Tollan, de Quetzalcó-
yeron porque les llovió fuego y se volvieron gallinas. También ardió huatl. Antes de ser este Sol, fué su nombre Nanáhuatl, que era de
el Sol; y todas las casas de ellos ardieron. Por tanto, vivieron tres- Tamoanchan. Águila, tigre, gavilán, lobo; chicuacen ecatl (6 viento),
cientos doce años, hasta que se destruyeron en un solo día que llo- chicuacen xochitl (6 flor); ambos a dos son nombres del Sol. Lo que
vió fuego Comían chicome tecpatl (7 pedernal), que era su alimento. aquí está se nombra teotexcalli (horno divino), que cuatro años estu-
Su año es ce tecpatl (l pedernal); y hasta que se destruyeron en un vo ardiendo. Tonacateuctli (Señor do nuestra carne) y Xiuhteuctli
día del signo nahui quialwitl, fueron pipiltin (niños): por eso ahora (Señor del año) llamaron a Nanáhuatl y le dijeron: "Ahora tu guar-
se llama a los niños pipilpipil (muchachitos). darás el cielo y la tierra". Mucho se entristeció él y dijo: "¿Qué están
El nombre de este Sol es nahui atl (cuatro agua), porque hubo diciendo los dioses? Yo soy un pobre enfermo". También llaman allá
agua cincuenta y dos años. Estos son los que vivieron en el cuarto, a Nahuitécpatl: éste es la Luna. A éste lo citó Tlalocanteuctli (Señor
4ue fue el Sul miliui aLI; 4ue vivieruJJ :;ei:;t:ieHLu:; :;eLeuLa y :;ei::s aüos. Jel .lJa.t aíso), y asimismo Napatouctli (cuatro vPrPs SP.ñor). Lm~go
hasta que se destruyeron, se anegaron y se volvieron peces. Hacia ayunó Nanáhuatl. Tomó sus espinas y sus ramos de laurel silvestre
acá se hundió el cielo y en solo un día se destruyeron. Comían nahui (acxoyatl); consigue que la Luna le provea de espinas. Primeramen-
xochitl (cuatro flor); era su alimento. Su año fue ce calli (1 casa). En te Nanáhuatl se sacó sangre en sacrificio. Después se sacrificó la Lu-
un día del signo nahui atl, en que se destruyeron, todos los cerros na: sus ramos de laurel son plumas ricas (quetzalli); y sus espinas,
desaparecieron, porque hubo agua cincuenta y dos años. chalchihuites, que inciensa. Cuando pasaron cuatro días, barniza-
Acabando el año de ellos, Titlacahuan llamó al que tenía el nom- ron de blanco y emplumaron a Nanáhuatl; luego fué a caer en el fue-
bre de Tata y a su mujer llamada Nene, y les dijo: "No queráis nada

5. Incluimos aquí sólo los pasajes cosmogónicos del mito. Omitimos, de la versión del Ma-
3. Con el título "Leyenda de los Soles" fue recogido en el Códice Chimalpopoca. Para eludir nuscrito de 1558, aquellos en que se relata el descenso de Quetzalcóatl al Mictlán a rescatar
la imprecisión del título "leyenda" que el copista consignó en el original suele utilizarse la los huesos de la pareja humana y el sacrificio de los dioses para reanimarlos. También el pa-
denominación Manuscrito de 1558. saje en que los dioses, con el amcilio de los animales, obtienen el maíz para alimento de los
4. Éste y los otros subtítulos han sido agregados por nosotros para facilitar la lectura del mito. humanos.

·•-l
~
118
Luis Alberto Reyes Las crisis cósmicas 119
go. Nahuitécpatl en tanto le da música con el tiritón de frío. Naná-
huatl cayó en el fuego, y la Luna inmediatamente fué a caer sólo en Algunos intérpretes del mito de los soles se orientan a disminuir su
la ceniza. Cuando aquél fué, pudo el águila asirle y llevarle. El tigre originalidad. Hay coincidencias, desde tiempos de la conquista:, en carac-
no pudo llevarle, sino que le saltó y se paró en el fuego, por lo que se teri:.Gar los soles de la c.:uncepción indígena como "edades" de un tiempo
manchó; después ahí se ahumó el gavilán y después se chamuscó el creciente. El uso de esta categoría puede acercar la concepción indígena a
lobo: estos tres no pudieron llevarle. Así que llegó al cielo, le hicie- la judeo-cristiana, que ve al tiempo pasado como una historia que va pro-
ron al punto mercedes Tonacateuctli y Tonacacíhuatl: le sentaron en gresando a través de años, siglos y épocas, marcada~ ést~s por los aconte-
un trono de plumas de quecholli y le liaron la cabeza con una banda cimientos que en esos períodos se incorporan a la historia.
roja. Luego se detuvo cuatro días en el cielo; vino a pararse en el Jacques Soustelle (1983: 102) comienza su comentario sobre el mito di-
(signo) naollin.
ciendo que "nuestro mundo fue precedido por cuatro mundos o «soles» que
Cuatro días no se movió; se estuvo quieto. Dijeron los dioses:
tuvieron su fin en cataclismos". Pero más adelante utiliza las expresiones
"~Por qué no se mueve?". Enviaron luego a Itztlotli (gavilán de obsi-
diana), que fue a hablar y preguntar al Sol. Le habla: "Dicen los dio- "cuatro épocas" y "cuatro edades" (ibídem) que, por su carga semántica en
ses: pregúntale por qué no se mueve". Respondió el Sol: "Porque pido las filosofías de la historia europeas desde Hesíodo hasta Oswald Spen-
su sangre Y su reino". Se consultaron los dioses y se enojó Tlahuizcal- gler, pueden confundirnos acerca de la concepción indígena, velándonos la
panteuctli, que dijo: "¿Por qué no le flecho? Ojalá no se detuviera". Le discontinuidad entre las creaciones que ésta implica.
dispB.ró Y no le acertó. ¡i-\h! ¡ahl le dispara y flecha el Sol a T1ahuiz- 1 Aun admitiendo aue cada Sol termina en un cataclismo, León-Portilla
calpanteuctli con sus saetas de cañones de plumas rojas, y en segui- sostiene a su vez la idea de que un tiempo ascendente atraviesa las dis-
da le tapó la cara con los nueve cielos juntos. Porque Tlahuizcalpan- tintas creaciones:
teuctlí es el hielo. Se hizo Ja junta por los dioses Titlacahuan v Huit- f
zílopochtli y las mujeres Xochiquetzal Yapalíicue y NochpaÚicue; e
mmedratamente hubo mortandad de dioses ¡ah! ¡ah! en Teotihua-
1 Pero en vez de volver a repetirse una historia, fatalmente idén-
1 tica a la anterior, el nuevo ciclo ascendente en espirai va originando
can. ·. [El texto sigue con la historia de los mixcoua y los mexicanos.] formas mejores. (León-Portilla, 2004: 16)
("Leyenda de los Soles", Códice Chimalpopoca, 1975: 119-122)
Apoya su interpretación en los diversos alimentos que consumían los
De los significados que ofrece este mito para la reflexión nos detendre- humanos en cada uno de los soles. Estos alimentos (que en la "Historia de
mos e~ la idea. que sustenta la historia de las cinco creaci~nes: la de que los mexicanos por sus pinturas" a que se refiere Portilla son las "bellotas
hay diversas vidas del mundo que se suceden. La conciencia de que este de encina'', luego el "maíz de agua", después el "cincocopi" y, finalmente,
mundo no es el primero y que, como los anteriores, acabará un día, indi- un maíz similar a las especies actuales) mostrarían una evolución hacia
ca una diferencia radical entre este pensamiento y el predominante en la especies mejores y, con ello, la evolución de uno a otro Sol, un tiempo as-
tradición occidental.
cendente.
Desprendiéndose de doctrinas anteriores, los griegos de la época clási- Pero no es del todo precisa esta interpretación. Si leemos con cuidado,
ca pretendieron un modelo eterno de ser y de verdad. A su vez, los hebreos vemos que los soles no tienen entre sí más que una relación externa: ca-
afirmaron la única creación, debida al absoluto dio;:; oel irniw~rsn T,11,c; <:>1JJ- rlR 11nn rlR lns r.rn:itro (el quinto es un caso especial) está regido por princi-
turas cristiana e islámica, construidas sobre estas raíces, afirman que los pios y dioses opuestos del universo.
hombres ocupan centralmente el escenario del único tiempo.
Es cierto que en la trama de los mitos, con la fuerza de sus figuras na-
Es perceptible el temor a la caducidad, la búsqueda de argumentos rrativas, se debilita la imagen de los tiempos singulares y opuestos, pro-
contra ella, que alimenta las tradiciones religiosas del Viejo Mundo. 6 Los pia de los calendarios; pero aun así la discontinuidad aparece y es notoria
ind~genas mesoamericanos ignoraron estos recursos y asumieron las pre- en este caso.
caned~des que la experiencia les indicaba: que los seres que aquí estamos Lo que acontece en un Sol no prosigue su curso en el otro. A pesar de
y el mrnmo mundo se extinguirán un día para dar paso a otros.
regir uno después del otro; a pesar de registrarse sucesivamente en el
transcurso de los siglos, y a pesar también de que en cada uno de ellos
predominan aspectos y fuerzas divinas que volveremos a encontrar, no es-
6. Las doctrinas orientales reconocieron la finitud ele los individuos, pero se consolaron ar- tán unidos en una historia creciente.
guyendo que esto no importaba, que la ilusoria incliviclualiclacl puede disiparse sin pena por-
que la permanencia rema en el nivel ele la totalidad. Los mitos de los soles son coherentes con la pauta de singularidad de
cada uno de los tiempos del calendario. En la parte inicial de una de las
120 Luis Alberto Reyes Las crisis cósmicas
121
1
f:
De diversos modos en los mitos se alude a los tiempos originarios, los
versiones del_ mito, e_n la "Historia de los mexicanos por sus pinturas", hay
de la Tierra ensimismada en indiferenciada oscuridad. Los ñamcas que en
una referencia al ongen de los tiémpos:
la cita anterior se mencionan: "Negros" (Yanañamca) y "De la noche" (Tu-
tañamca) aparecen también en los textos de los cronistas representando
Luego hicieron los días y l.os partieron en meses dando á cada
mes veinte días, y ansí tenía diez y ocho, y tresciento~ y sesenta días los lejanos tiempos del purun pacha.
en el año, como se dirá adelante. (Olmos, 1985) Un mito cuenta el enfrentamiento entre Huallallo Carhuincho y Paria-
caca. El fin del mundo del primero, fundado en el fuego, y su reemplazo
. Al referi~se a estas primeras"entidades creadas, el mito no habla de por el mundo acuático de Pariacaca:
ti_~mpo en smgular sino de días; es decir tiempos, o destinos, como tam-
bien puede ser traducido el término "tonalli". Entidades sustantivas y no Cuando Pariacaca, en el curso de su lucha contra Huallallo Car-
huincho, quiso extinguir el fuego [en que éste se había convertido]
meras d1vIS1ones abstractas de un tiempo indistinto.
El actual Quinto Sol, según los testimonios en que el mito se imbrica transformó ese lugar en laguna. [... ]
Los cinco Pariacaca fueron a dar batalla a Huallallo Carhuincho;
con la histor~a, se inició en Teotihuacán en el 751. Los hombres y las mu- en Ocsapata se pusieron a lanzar sus rihuis. Y así, empezó a hacer
jeres provement~s de Tamoanchan llegaron en ese tiempo a la región, le- mucho frío y cayó una granizada mientras jugaban. (Taylor, 1999:
vantaron Tula Xicotitlan y adquirieron renombre como artesanos. por lo
101, i04)
que se los llamó toltecas. Entre ellos prodigó sus enseñanzas el sa~~rdote
Quetzalcóatl. A su memoria como civilizador se unió la deificación luego Como Pariacaca [y sus hermanos] eran cinco hombres, cayeron
de su muerte, probablemente en el año 895. El culto que recibió, como dios lluvia desde cinco lugares diferentes. Esta iiuvia era amarilla y ro-
del viento Y lucero de la mañana, fue acercándolo y confundién.dolo con el ja. Después, relámpagos, se arrojaron también desde cinco lugares
dios Quetzalcóatl de las cosmogonías. 7 diferentes.
Desde la mañana temprano hasta la puesta del sol, Huallallo
Carhuincho [bajo la forma de] un fuego gigantesco, cuyas llamas lle-
Los mitos y las referencias andinas gaban casi hasta el cielo, ardía sin dejarse extinguir.
Toda el agua producida por las lluvias de Pariacaca bajó hacia el
mar. Antes que entrara [en el mar], uno [de los hermanos de Paria-
En las antiguas culturas andinas, el conjunto más rico ele alusiones a caca] hizo caer un cerro más abajo [por el camino que iba a seguir el
destrucciones y transformaciones del mundo lo encontramos en los mitos agua] y la detuvo. Entonces esta agua formó una laguna. Esta lagu-
de Huarochirí (Taylor, 1999; Arguedas, 1975). na hoy se llama Mullococha. (Taylor, 1999: 109)
Resulta difícil establecer un orden cronológico entre los sucesos cósmi-
cos a los que se refieren Jos relatos. El cura doctrinero Francisco de Ávi- En estos mitos el mundo es destruido por la lucha entre huacas. La
la, que los recogió directamente en las versiones de los informantes indí- que representa un principio opuesto viene a reemplazar a la que estaba
genas, advierte que no pudo establecer el orden ele sucesión entre ellos.
predominando.
Habría, sin embargo, un::i. üocuoncia entro lo::i mó.::i grandes cataclismos: La unilateralidad, el exceso en una dirección, debe ceder a su UJJuesLu.
aquellos por los que el mundo nocturno y oscuro de los dioses Yanañamca El mundo avanza en el desarrollo de una posición hasta que se invierte,
Tutañamca fue reemplazado por el mundo de fuego de Huallallo Carhuin-
dando lugar a otro sentido.
cho y éste a su vez por el mundo de Pariacaca, sustentado en el agua. La razón de las destrucciones es la misma aquí que en los mitos na-
huas de los cinco soles. Se deben a la necesidad de la alternancia dual. Pe-
Dicen que en tiempos muy antiguos había unos huacas llamados ro en el caso de los soles la destrucción no venía del contrario, como suce-
Yanañamca y Tutañamca. 8 A éstos, en una época posterior los ven- de en estos mitos, sino del mismo Sol dominante. Llegaba un tiempo en
ció otro huaca llamado Huallallo Carhuincho. (Tayior, 1999: 5)
que, en una especie de paroxismo de sus fuerzas, el fundador de la vida
terminaba con esa vida unilateralmente orientada por él dando lugar a
que surgiera otro mundo.
Un relato andino muestra elementos notablemente semejantes a los de
7. Para la tradición antigua, Quetzalcóatl era dios del agua (Seler, 1969: 68-72).
esa tradición mesoamericana. Tiene como título "Ahora vamos a contar
8. "Ancha ñcwpa Pachaca lwc huaca ñiscas yanañamca tutañamca sutiyuc karqan."
1

,l
.122 Luis Alberto Reyes Las crisis cósmicas 123

una historia sobre la muerte del sol" 9 y otro agregado en castellano: "Có- mano. "¡Imbécil! ¿Dónd~ está tu juicio? Dentro de cinco días el mar
va a desbordarse; entonces el mundo entero se acabará'', le dijo.
mo el sol se desapareció cinco días":
(Taylor, 1999: 33)
Se cuenta que, en los tie~pos antiguos, murió el sol.
El hombre se asustó. "¿Qué será de nosotros? ¿Adónde iremos pa-
La oscuridad duró cinco días.
ra salvarnos?'', dijo [La llama respondió:] "Vamos al cerro de Huill-
Entonces, las piedras se golpeaban unas contra otras y los mor-
cacoto, allí nos salvaremos." Entonces, sin tardar, el hombre se fue,
teros [que llaman] muchcas, así como los batanes, empezaron a co-
merse a la gente. cargando él mismo la llama y los alimentos.
De igual manera, las llamas comenzaron a perseguir a los hom- 1 Cuando llegó al cerro de Huillcacoto ya todos los animales -el
puma, el zorro, el huanaco, el cóndor todos los animales sin excep-
bres.10 (Taylor, 1999: 39)
ción- lo habían ocupado. Tan pronto como llegó, el mar se desbordó.
Estaban allí, apretujados unos contra otros.
Estos sucesos, que el aculturado informante relaciona con la muerte de 1 Cuando todos los cerros estaban ya sumergidos, apenas la pun-
Jesucristo, nos evocan la muerte de los soles nahuas, la idea del Sol sos- tita del cerro de Huillcacoto no fue cubierta por el agua. Entonces el
teniendo a la vida sobre la Tierra, que se terminaba al acabarse el Sol. agua mojó la cola del zorro, que se ennegreció. (Taylor, 1999: 35)
Nos evocan también el rol vindicativo de las herramientas, que se vuelven
contra sus dueños. Es un tema paralelo al del fin de los hornbres de n1a- Después de cinco días, las aguas empezaron a bajar de nuevo y a
dera que relata el Popal Vuh de los mayas quiché: secarse. Así, al secarse, hicieron que el mar se retirase hacia abajo
(después de haber] exterminado a todos los hombres.
Y por este motivo se oscureció la faz de la tiena y comenzó una Entonces, el hombre [que se había salvado en Huillcacoto] co-
lluvia negra, una lluvia de día, una lluvia de noche. menzó a multiplicarse de nuevo. Por eso existen todavía los hom
Llegaron entonces los animales pequeños, los animales gTandes, bres. (Taylor, 1999: 37)
y los palos y las piedras les golpearon las caras. Y se pusieron todos
a hablar; sus tinajas, sus comales, sus platos, sus ollas, sus perros, En algunos casos, los mitos de Huarochirí dan un sentido expiatorio a
sus piedras de moler, todos se levantaron y les golpearon las caras. los cataclismos. Tal es el caso de la culpa del soberbio Tamtañamca:
(Popal Vuh, 1984: 95- 96)
Entonces cuando se enteraron de cómo se había comportado la
Uno de los relatos de Huarochirí dice cómo se salvó la sucesión de los gente de aq~ella época y de cómo ese hombre llamado [Tamtañam-
animales y de la especie humana gracias a una llama que avisó a su clue- ca] fingiendo ser dios se había hecho adorar, se enojaron mucho a
no lo que ocurriría. Lleva, en el original, un título castellano agregado al causa de esos pecados y, convirtiéndose en lluvia, los anastraron
texto quechua: "Cómo pasó antiguamente los indios cuando reventó el con todas sus cosas y sus casas hasta el mar sin dejar que uno solo
mar''. se salvase. (Taylor, 1999: 75)

Se dice que, en los tiempos antiguos, este mnndo P.st.n hA pnr FINJ- Es el caso también de la comunidad rlP H11Ay(J.11Íh11sil, <J.llP faltó a los
barse. Entonces una llama, sabiendo que el mar iba a desbordarse, deberes de hospitalidad con los viajeros pobres:
no comía y, aunque su dueño la hacía pastar en un lugar donde la
hierba era muy buena, se lamentaba como si sufriera mucho. Enton- En ese cerro Pariacaca [se transformó en] tempestad de lluvia y,
ces el dueño, muy enojado, le arrojó la corona del choclo que estaba bajo la forma del granizo amarillo y rojo, arrastró a toda aquella
comiendo y le dijo: "¡Come perro! Hay tanta hierba aquí donde te he gente hacia el mar sin perdonar a nadie. (Taylor, 1999: 83)
puesto a pastar". Entonces la llama se puso a hablar como un ser hu-
Estas destrucciones, que en unas ocasiones se deben a luchas ele la~
huacas y en otras a la decisión de abatir a los soberbios, suelen ser par-
9. "Chaymanlam huk simiktataq willasun puncáw wwlusqanta."
ciales, afectando a las gentes de una comunidad o región. Sólo en un sen-
tido relativo cabe llamarlas "destrucciones del mundo".
10. La traducción de Arguedas, difiriendo de la de Taylor, dice: "Los hombres empezaron a
comer en esas cosas [refiriéndose a los morteros y los batanes] las llamas de los cerros co-
menzaron ya a seguir al hombre" (Arguedas, 1975: 34).
125
124 Luis Alberto Reyes Las crisis cósmicas

go de las hogueras en Teotihuacán, ~;i las qu:e se inmolan los clio~:s- El


La idea del fin del mundo
mito muestra la idea de que la creac1on se sustenta en la destrucc10n.
Aparece este significado en la ceremonia del Fuego Nu~vo, que ~e .hacía
Los mitos revelan una conciencia de que los mundos -entendidos por
cada vez que, tras cincuenta y dos años, se cumplía un xwhmolpilli, ata-
tales el conjunto de la vida sobr·e la Tierra o, en sentido más restringi-
dura de años en que era probable que se produjera la muerte del mundo.
do, la vida humana o la vida de una comunidad- tienen en cada caso un
Entonces tenía lugar la más emotiva de las fiestas aztecas, la Fiesta
final.
del Fuego Nuevo. El corazón ele un sacrificado era ofrecido al dios del Fue-
Se halla esta idea en las destrucciones nahuas de los soles de tierra
viento, fuego Y agua, y en la esperada destrucción del actual Nahui Ollí~
go. En el cuerpo, que había quedado abierto, introducían un brasero en el
Tonatiuh, Sol de Movimiento. También en las destrucciones mayas de la que el sacerdote encendía el nuevo fuego.
Al verlo en los altos del cerro, el pueblo recibía la buena nueva. Cuan-
humanidad hecha de barro, luego de madera y ele paja, y en el previsible
do finalmente el fuego devoraba el cuerpo del sacrificado, Y el Sol reapa-
final de los actuales hombres ele maíz. 11
recía en el oriente, se consumaba la repetición del mito del nacimiento del
Se encuentra asimismo en los mitos andinos ele Huarochirí y es el sus-
tento, en el Taki Onqoy, ele los anuncios proféticos ele un pachacutí que Quinto Sol, Nahui Ollín Tonatiuh, el sacrificio del dios Nanahuatzin arro-
hundirá en el mar a los conquistadores europeos junto con su dios cuan- jándose a la hoguera en Teotihuacán para posibilitar que hubiera un nue-
do se cumpla su mita, su turno. vo Sol. una nueva Creación.
Ehade reconoce la extensión que esta idea de fin ele mundo tiene en las A t~avés ele los tiempos que registra el calendario, los días y las exis-
sociedades arcaicas. Pero la ve como un artificio subjetivo. un procecli- tencias van destruyéndose y naciendo. El fuego expresa ese maravilloso
nuento ele renovación espiritual: proceso, y dos serpientes de fuego aparecen rodeando la Piedra del Sol
simbolizándolo (véase figura 10) Por eso, en el momento de la gran muer-
Las sociedades arcaicas destruyen periódicamente el mundo pa- te, al cumplirse la atadura ele cincuenta y dos años, se .ªPªg8:ban todos l.os
ra poder rehacerlo y, por consiguiente, vivir en un universo nuevo fuegos. Los viejos fuegos del mundo cuyos ciclos intenores de destruccio-
sin pecado. (Eliade, 1994b: 94) nes vivificantes llegaban al final.

Habla de "técnicas ele salida del tiempo" que encuentra en los adeptos Es de notar la cerimonia o fiesta que hacían en el fin o postre-
~1el yoga 12 .en sus búsquedas de purificación, y extiende estos propósitos a ro día de aquellos cincuenta y dos años, y en el primero día que co-
la generalidad del "hombre de las sociedades arcaicas" a quien asimila con menzaba nuevo año ... de nueva indicción ... ca el postrer día del
"el místico ele las religiones históricas" (Eliacle, 1994b: 94 ). postrer año, a horas de vísperas en México y en toda. su tierra y
Debemos oponerle el reparo ele que, en los mito;; y rituales indígenas Tezcuco y sus provincias, por mandamienLo de los mimstros de los
templos mataban todos los fuegos con agua, ansí de las casas de
de la antigua América, el fenómeno del fin del mundo no es un artificio
los vecinos como de los templos del demonio, a do había algunos
logrado a través de una técnica subjetiva, ni tampoco el medio de una au-
fuegos perpetuos, que nunca se mataba el fuego sino en este día.
topurific~ción. No cabe asimilar el pensamiento del conjunto de los pue-
Salían ciertos ministros de los templos de México, dos leguas a un
blos arcaicos con los ideales de los santos hindúes y de los místicos cris- Jugar que se dice Iztapalapa, y subían a un cenejú11 llarüado Vi-
tianos. El fin del mundo es, para los indígenas de la antigua América, un xachtla sobre el cual estaba un templo del demonio. A esta sierra
modo de ser del universo, una realidad del pasado y una probabilidad del e templo tenía mucha devoción e reverencia el señor de Mexico
futuro. Moctezuma; allí a ]a medianoche, que era principio del primer año
Da que pensar el hecho ele que, en la tradición náhuatl, la creación del de la siguiente, los dichos ministros sacaban nueva lumbre de un
Sol Y la Luna actuales, el mundo del Quinto Sol, esté mediada por el fue- palo llamado tlequahuitl, que quiere decir palo de fuego, e .luego
encendían tea, e antes que nadie encendiese, con mucha pnesa e
brevedad llevábanla al principal templo de México; e puesta la
lumbre delante los ídolos traían un captivo tomado en guerra, Y
11. Cabe inferir que también serán destruidos los hombres hechos de maíz y su mundo. El delante el fuego, sacrificado le sacaban el corazón, y con la sangre
texto no dice que ésta sea la creación definitiva, como leen algunos intérpretes.
el ministro mayor rociaba el fuego, a manera de bendición. (Bena-
12. "Por su propio ritmo respiratorio, el yoguin repite y en cierto modo revive el Gran vente, 1971: 49)
Tiempo cósmico, las creaciones y las destrucciones periódicas del universo" (Eliade 1994b:
91-92). ,
126
Luis Alberto Reyes Las crisis cósmicas 127

En_ ese _moment_o, e~~ ~e temer que se acabara también el Quinto Sol, Diremos cómo vivían antes de los Incas y.luego diremos cómo go-
Nahui Ollm Tonatiuh. Si ello no sucedía, la renovación del fuego anima- bernaron aquellos reyes, para que no se confunda lo uno con lo otro
do por los hombres sobre el Tlaltiplac, la superficie de la Tierra era una ni se atribuyan las costumbres ni los dioses de los unos a los otros.
renovación de la alianza con los dioses en el movimiento del co;mos· con Para lo cual es de saber que en aquella Primera Edad Y antigua gen-
el sa~rificio, la muerte que da lugar a la nueva vida. Lo registra fray 'Ber- tilidad unos indios había poco mejores que bestias mansas y otros
nardmo de Sahagún: mucho peores que fieras bravas. (Garcilaso de la Vega, 1995: 28)

f'.ntonces renovaban todas las estatuas de los ídolos y todas sus Paradójicamente, Garcilaso de la Vega emplea la expresión "pacham-
alhaJa~, Y e: propósito de servir los otros cincuenta y dos años, y cutin" para referirse a esos grandes cambios del mundo. Pero cabe obser-
tamb1en teman profesía o oráculo del Demonio que en uno des tos pe- var que la noción andina del pachaculi 14 implica una visión diferente de
ríodos se había de acabar el mundo. (Sahagún, 1989: 184) la europea. Alude a un corte y a una inversión, poco compatibles con la
1 idea tradicional europea de un tiempo creciente a través de edades. 15
En una variante más compleja, el cronista andino Felipe Guarnan Po-
Las "edades" de que hablan los cronistas
ma de Ayala ( 1993: 22-32) habla de cinco edades del mundo, que son poco
más que una periodización de la historia sagrada del cristianismo par-
• ,,
Otras versiones
• ,,. • ,
u.-.
.Y{..(.
Y'\r~ ~.:+.:e,. . ,...;:.. ____: ____ --~-- _
con ll1LeHc1unes ue narra-
.uv .L.l.1.Lt....L v-1...,u.:::i1111cct::::i :::i111u
· _,_ _ · ·1
1
¡ tiendo ele idán y Eva la primern, de Noé la segunda, de Abraham la ter-
cwn h1stonca humana, y notoria influencia europea, aparecen en los ero .. cera, ele David la cuarta y de Jesucristo la quinta. También habla de cua-
mstas de la colonia.
tro "generaciones de indios" antes del tiempo ele los incas.
En la Apologética histori(l .sum urio ele Bartolomé ele Las Casas se en- A. nesar de la débil fidelidad a las tradiciones indígenas que tienen es-
cuentra la_ icl~a latina de las dos edades, una primitiva y salvaje, y 1::t otro. tn" n~saies de su obra son interesantes como testi~onio de los intentos
actual Y civilizada. En el Ancle esta concepción europea fue desarrollada ~l~- ~~om~dación o som~timiento a la cultura europea que se estaban pro-
por el sacerdote Blas Valera, que la identificó con el mito náhuatl ele los so- duciendo en la cultura cuzqueña ele los primeros tiempos de la colonia.
les. Fragmentariamente, sus perdidos textos aparecen citados en las obras La primera generación, que hace descender del Noé diluviano, füe ia
de Antomo de Montesinos y Garcilaso.
de los Uari Uiracocha Runa, que eran piadosos, no morían, no trabaja-
y perdieron finalmente el favor ele Dios (véase figura 6):
, Esta manera de contar por soles la edad del mundo fue cosa co-
mun _Y usada entre los indios de México y del Perú. (Blas Val era. en
Garcilaso de la Vega, 1995: 84) · Duraron y multiplicaron pocos años, ochocientos y treinta años
en este Mundo Nuebo llamado Yndias, a los quales que enbió Dios.
Destos yndios de Uari Uim Cocha, los dichos legítimos y los ma-
Además asocia esta periodización a una infamante desvalorización del yores, que llamaron pacarimoc capac cipo [señor poderoso y primor-
pasado:
dial], salieron señores gTandes. Y los uastardos y menores salieron
gente baja. Multipricaron y fueron llamados Uari Rww y Punin Ru-
Los f!1lP. r:omíRn carne humana, que ocuparon todo el imperio de na. (Poma de Ayala, 2001: 51-52)
México Y todas las islas y muchas partes ele los términos del Perú.
guardaron bestia!ísimamente esta mala costumbre hasta que reina~ La segunda generación fue la de los Uari Runa:
ron los meas Y los españoles. CBlas Valera. en Garcilaso de la Veo-a
1995: 84) , ' be'

Que duraron y multiplicaron estos dichos yndios mil y trecientos


y doze (1) años: Comensaron a trauajar, hizieron chacras, andenes y
Garcilaso de la Vega hace suya esa vü;ión del pasado:

14. Diego Gonz8.lez Holguín (1989) traduce pacliacuti corn.o "grande destru.cción pestilencia,
13. D_e acuerdo co~ el mito de los soles (iVfanuscrito de 1553), cada w10 ele los cuatro soles
1

0
ruina o pérdida o daüo común", "fin del mundo".
crea~1ones termmo en el día que le da nombre. Entonces el actual Sol debería terminar en
15. El profeta Daniel habla de cuatro reinos en sus profecías; y la Edad Media, ele cuatro
un d:a nahw ollin'. cuatro movimiento. En cuanto al aüo, generalmente las fuentes indican
un ano correspondiente al número dos y al signo caña, ame acatl. edades anteriores a Cristo. La antigüedad clásica acuñó la tradición de las cuatro edades de
oro, plata, cobre y hierro.
.128 Luis Alberto Reyes Las criSis cósmicas 129

sacaron asecyas de agua de los rríos y lagunas y de posos yací lo lla- Habla también de una "sombrilla" o "sombra" de la revelación del dios
man pata [andén], chacra [sementera], larca [acequia],yacoy [agua]. verdadero, cristiano, sobre los sucesos indígenas (Poma de Ayala, 2001:
Y no tenían casas, cino edeficaron unas cacitas que pax-ese horno que 58, 62, 73, 201, 925). En esta perspectiva de asimilación del pasado a los
ellos les llaman pucullo. Y no sauían hazer rropa, cino que se bes- designios salvíficos del dios importado, narra o imagina la vida de los an-
tían de cueros de animales souado y se uestía de ello. (Poma deAya- tiguos. Sus indicaciones sobre las creencias religiosas de cada generación
la, 2001: 54)
son una mezcla de dioses y nombres indígenas con motivos e ideas cristia-
nos. Así, refiriéndose a la fe de la primera generación:
La tercera generación fue la de los Purun Runa, salvajes:
Estos primeros yndios llamados Uari Uira Cocha Runa ado-
Y biuieron y multiplicaron esta gente muy mucho como la arre- rauan al Ticze Uira Cocha [señor fundamental o primario], Caylla
na de la mar que no cauía en el rreyno de yndios y multiplicaron mil Uira Cocha [señor presente], Pacha Camac [creador del universo],
treynta y dos y ciento años. Estos dichos yndios comensaron a hazer Runa Rurac [hacedor del hombre]. Hincado de rrodilla, puesta las
rropa texido y hilado, auasca [tejido corriente] y de cunbe [fino] y manos y la cara, mirando al cielo, pedían salud y merced y cla-
otras pulicías y galanterías y plomages. (Poma de Ayala, 2001: 58) mauan con una bos grande, deziendo: "Maypim canqui, maypim
canqui, yaya?" [¿Dónde estás, dónde estás, padre mío?]. (Poma de
Hay una incongruencia entre el nombre, Purun, que Guarnan Poma de Ayala, 2001: 51)
Ayala asigna a esta generación de runas, y las cultivadas cualidades que
les atribuye, no sólo como artesanos sino también en el modo de relacio- De la segunda generación:
narse y gobernarse:
Tenían los yndios antigos conocimiento de que abía un solo Dios,
De cómo auía borracheras y taquies [danza ceremonial] y no se tres personas. Desto decía ací: que el padre justiciero, yayan runa
matauan ni rreñían; todo era holgarse y hazer fiesta. Y no entreme- muchachic [su progenitor, que hace sufrir al hombre]; el hijo carita-
tían ydúlatra ni serimonias ni hecheserías ni males del mundo. De tibo, churin nma cuyapayac [su hijo, el que tiene compasión de los
cómo guardauan las leys y hordenansas puesto por ellos y muría por hombres]; el menor hijo que daua y aumentaua salud y daua de co-
ello y la ley de sus mojones y términos por el rrey y señor y capita- mer y enbiaua agua del cielo para darnos de comer y sustento, sul-
nes que defendían en aquel tienpo. (Poma de Ay ala, 2001: 59) ca churin causay cae micay cae runap allinninpac. Al primero le lla-
maua yayan yllapa [su padre, el rayo]; el segundo, chaupi churin
Cabe acotar entonces la denominación "salvajes, bárbaros" al sentido yllapa [su hijo del medio, el rayo]; el quarto le llamaua sullca chu-
religioso: "estubieron de todo herrado y ciego, perdido del camino de la rin yllapa [su hijo menor, el rayo]. Questos dichos tres personas eran
gloria". La dogmática catequizadora impera en estos pasajes, pero Poma y crey}'an que en el cielo era tan gran magestad y señor del cielo y
de Ayala demuestra ser menos despectivo que incas y españoles con res- de la tierra yací Je llamauan yllapa. (Poma de Ayala, 2001: 56)
pecto al pasado andino.
La cuarta generación fue la de los Auca Runa, guerrero: De la tercera generación:

Y se hizieron grandes capitanes y ualerosos prínzepes de puro De cómo no supieron leer ni escriuir, estubieron de todo herra-
uallente. Dizen que ellos se tornauan en la batalla leones y tigres y do y ciego, perdido del camino de la gloria. Y ancí, como herrado de
sorras y buitres, gabilanes y gatos de monte. Y ancí sus desendien- dezir que salieron de cueuas y peñas, lagunas y serros y de rríos,
tes hasta oy se llaman poma [león], otorongo Liaguar], atoe [zorro], ueniendo de nuestro padre Adán y de Eua, conforme el trage y áui-
candor, anca [gavilán], usco [gato montés], y biento, acapana [cela- to y de trauajar, arar y adorar a Dios y Criador. (Poma de Ayala,
jes], páxaro, uayanay [papagayo]; colebra, machacuay; serpiente, 2001: 60)
amaro. Y ací se llamaron de otros animales sus nombres y armas
que tray}'a sus antepasados; los ganaron en la batalla que ellos tu- Y de la cuarta generación:
bieron el más estimado nombre de señor fue poma, guarnan [hal-
cón], anca, candor, acapana, guayanay, curi [oro], cullque [plata], co- De cómo no tenían guacas ydolos ni adorauan a las piedras ni al
mo parese hasta oy. (Poma de Ayala, 2001: 65) sol y a la luna ni a las estrellas ni tenían tenplo cubierto, cino fue
señalado un citio y lugar; lo tenían como cosa grande da donde ha-
130 Luis Alberto Reyes

blaron con Dios del cielo Runa Camac [creador del hombre]. Yací los CAPÍTULO 6
demonios se huyan de ellos y-no ubo tanta tentación en aquella gen-
te y en aquellos tienpos. (Poma de Ayala, 2001: 73) El calendario
La idea de las generaciones fue bien recibida por los censores colonia-
les, como lo muestra el que haya sido seguida por el jesuita Giovanni Ane-
llo Oliva y por el franciscano Buenaventura de Salinas y Córdoba en sus
respectivas historias escritas en el siglo XVII.
Aunque mediadas por el sometimiento a la colonización espiritual, sus
referencias son reveladoras de la selectiva recepción que la elite cuzque-
ña venía haciendo de la tradición de los pueblos y del imaginario sobre el
pasado que sustentaba.
Igual que Garcilaso, Guarnan Poma de Ayala se apartó de la concep-
ción tradicional andina del pachacuti como forma de las transiciones, con
sus ciclos regenerativos de cinco días y sus cualidades destructivas y de
inversión del orden cósmico. Elementos
Comparando estos textos con los de la tradición de Huarochirí recogi-
dos por el cura Franéisco de Ávila, es notable el desplazamiento desde el En los testimonios con que contamos, se distinguen dos calendarios me-
encuadre mítico-cósmico hacia el histórico político. Los textos de Poma de soamericanos. El solar, xillhpohualli, referido al año solar xiuitl, 1 y el au-
Ayala ya no tienen la forma del mito. No son relatos sino caracterizacio- gural y ritual, o tonalpohualli. 2
nes, descripciones. El primero está estructurado en dieciocho cempohuallis -grupos de
Cabe reconocer sin embargo que en su inclinación historicista se ma- veinte días-, que hacen un total de trescientos sesenta días más cinco ne-
nifiesta algo más que influencia europea. El desplazamiento de la visión montemi, días no computados y sin nombre, considerados nefastos. Este
mítico-cósmica venía de antes de la llegada de los españoles: coincidía con calendario organiza las actividades agrícolas pero no es por ello un calen-
la experiencia cuzqueña de que desde el centro político del Tahuantinsu- dario propiamente profano. Se imbrica profundamente con el calendario
yo se configuraba, cada vez más extensamente, el mundo andino. Desde augural y también está atravesado de simbolismos religiosos. Los veinte
esta experiencia, presente en la mentalidad de los cronistas cuzqueños, ya días de cada cempohualli representarían la peregrinación espiritual del
no eran las huacas las protagonistas de los sucesos, sino los hombres. hombre, que nace al segundo día, muere al sexto, baja al Inframundo al
Aquéllas aparecían ahora indirecta y pasivamente sólo como expresiones séptimo, asciende al doceavo y se une a la divinidad al vigésimo día (Ni-
de las creencias, pero el centro de las historias no estaba en ellas. cholson, 1967: 51-52).
Marcada por esa doble influencia, e inserta en la estrategia de acercar El otro calendario, el tonalpohualli, "cuenta de los días'', despliega los
el pasado indígena a los dogmas europeos cristianos sobre el sentido de la días como destinos, como asientos de dioses e influencias que permiten
historia, la idea de las "generaciones de ind10s", de Guarnan 1-'oma de Aya- hacer augurios. También indica y describe rituales . .Ss el libro de los sa-
la, merece reparos. cerdotes indígenas, que se apoyaban en él para hacer sus prescripciones
y predicciones. 3
Bartolomé de Las Casas unifica los dos calendarios en su presentación:

l. Tar11bién significa "follaje"} "verde" "turquesa". En lengua n1aya ileva el nombre de haab.
1

2. "Cuenta de los días" o "cuenta de los destinos". En maya lleva el nombre de tzolqzdn.
3. Alfredo López Austin ( 1973: 97) señala una doble utilización de este calendario: "por una
parte la regulación de la conducta ritual que mantenía en su sitio al ser humano; por otra
la defensa contra los malos tiempos o la enseüanza para aprovechar los buenos".
[ 131]
132 Luis Alberto Reyes El calendario 133

El año de aquellas gentes mexicanas tenía entre trescientos y se- realizadas en un período entre doscientos y trescientos años antes de la
senta y cinco días; dieciocho meses y cinco días tenía el año, y cada conquista.
mes veinte días, y la semana de trece días, de lo cual tenían consti-
Al desplegar el tonalámatl (abriéndolo a partir de las últimas páginas
tuido un calendario. Y para cada día de la semana, y del mes y del
del pliego en forma de biombo) se encuentran cinco filas con los veinte sig-
año tenían su ídolo con su nombre propio, y estos nombres ya eran
de hombres ya eran de mujeres que tenían o habían tenido por dio- nos, cada uno con un significado mántico 6 de los días, en series que se re-
sas, y así todos los días estaban ocupados con estos ídolos y nombres, piten una tras otra a lo largo de las ocho primeras páginas, comenzando
y figuras de la manera que nuestros breviarios y calendarios tienen de atrás para adelante y por la fila de la parte inferior derecha de la últi-
para cada día su sancta o sancto. (Las Casas, 1967, I: 640) ma página hasta llegar a la octava página y regresar a fila siguiente ha-
cia arriba de la última página y así sucesivamente (véase la representa-
Los elementos del tonalpohualli, el calendario augural, son veinte sig- ción de estos signos en la interpretación de fray Diego Durán, figura 9).
nos que van tomando sucesivamente números del uno al trece. Al cabo del Estos signos tienen un cierto carácter representativo de los objetos que
afio vuelven a coincidir el mismo signo con el mismo número. Se estruc- en un sentido primario indican y cuyo nombre llevan, pero en algunos ca-
turan en un conjunto de veinte ele estos grupos de trece días, que totali- sos son fuertemente ideográficos. 7 Tal es el caso de Acatl, Atl, Malinalli,
zan los doscientos sesenta días del año. Ollín, Quiauitl y Xochitl: en ellos no se representa una impresión sensi-
El trece es un número sagrado y su uso curn::ilia siinbolismos cosmoló- hle natural sino un ícono mítico o una abstracción convencional.
gicos y temporales: el cosmos azteca cuenta con doce cielos uno encima del Aplicando la cuenta de trece sobre los veinte signos, y de acuerdo con
otro, los cuales, junto con la superficie de la Tierra, forman trece niveles la trecena del año en que está incluido, la combinación de cada signo con
que conducen hasta la cima celeste y la morada del Dios del Cielo. un número diferente 8 aporta al día un peculiar sentido, resultante de la
Según los informantes ele Sahagún, que lo expresaron en la imagen de convergencia de ambas fuentes de significación.~
la "Rueda de los Afi.os", incluida en el Códice Matritence, en el siglo los
años se ordenan a su vez en cuatro grupos de trece, cada uno ele los cua-
6. Cipactli, Cocodrilo: simboliza a la Tierra, lo primigenio, maduro, creativo. Ehécatl, Viento:
les se orient~ en uno ele los rumbos del universo y está regido respectiva-
simboliza vida, cultura, obra sobre la Tierra, asociados al dios Quetzalcóatl; también lo pere-
mente por Acatl, Técpatl, Calli y Tochtli (cafi.a, pedernal, casa, conejo), cedero. Calli, Casa: reposo, tranquilidad, femenino. Clletzpallin, Lagartija: trabajos. Coatl_
constituyendo el xiuhmolpilli, o atadura de años (podríamos decir, el "si- Serpiente: unión de opuestos, sexualidad, peligros, inconstancia de lugar, de casa. Miquiztli:
glo" indígena), que era simbolizado con un nudo (figura 8). Muerte: su simbolismo es inmediato (más que símbolo, el dibujo de la calavera es un signo),
Cada año augural (tonalpohualli) se engrana con el año solar (xiuhpo- también indica tristeza, cobardía. Mazatl, Venado: vida en el monte, también nerviosismo_
suspenso. Tozili, Conejo: embriaguez, debilidad, espíritu nocturno, lunar. Atl, Agua: inestabi:
huallí) a partir del primer día de cada uno de los dos calendarios. Los dos
lidad, lo pasajero. Itzcuintli, Perro: fidelidad, franqueza, abundancia. También malas inclina-
primeros días de ambos vuelven a coincidir después del transcurso de cin- ciones. Ozomatli, Mono: alegría, ociosidad, liviandad, falta de honestidad. Malinalli, Hierba
cuenta y dos años solares. Se marcaba el paso de cada año separando una torcida: eníermar y sanar, tenacidad, rejuvenecimiento. Acatl, Caña: autoridad, apariencia de
vara hasta juntar cincuenta y dos y formar con ellas un haz. Se esperaba pobreza. Ocelotl, Jaguar: agresividad, orgullo, bondad. Cuallhtli, Águila: valor, libertad, robo.
con ansiedacl 4 el advenimiento de este hecho cósmico que coincide con el Cozcauallhtli, Zopilote: vejez, discreción, sabiduría. Ollin, Movimiento: suerte para los varo-
nes, desconcierto para las mujeres. Tecpotl, PPrlArnril· srir.rifirin, ¡;nP.rra. Qniahnitl, T,J 11 viw
momento en que la constelación de las Pléyades atraviesa el cenit. enfermedades de la piel, abundancia, alegrías. Xochitl, Flor: arte, hermosura, brevedad de la
El libro que contiene un tonalpohualli recibe el nombre de tonalámatl. 5 vida (Anders, Jansens y Reyes García, 1993). Estas influencias se extienden con otras mu-
En esta descripción seguimos el tonalámatl conocido como Códice Borgia, chas (de las trecenas, años, etc.) que las complementan o modifican en cada caso.
que probablemente pertenece a la zona mixteca y cuyas pinturas fueron 7. Véase en el capítulo 1 la caracterización de los glifos ideográficos, pictográficos y foné-
ticos.
8. De este modo Cipatl (en el extremo inferior derecho de la primera página, donde comien-
4. Véase el capítulo 5. za la lectura del tonalárnatl) lleva el núrnero uno. i\l llegar la cuenta a trece ácatl vuelve el
5. El norn.bre Tonal-amatl significa "papel de los díasn. Estaban elaborados con papel del LLno, ahora con10 un océlotl; luego de esa serie de trece recon1ienza con uno mázatL y así su-
amátl o higuera silvestre (ficlls), o con cuero de venado y algtmos, después de la conquista, cesivamente hasta llegar a la instancia en que advendría la repetición de un Cipatl al final
llegaron a componerse en papel europeo. Se los llamaba también Cemilhllitiapo!w.aliztli, del ciclo completo del calendario, cuando el primero de los trece números vuelve a coincidir
"cuenta de fiestas o de días rituales". Eran una larga tira que, generalmente, se doblaba co- con el primero de los veinte signos.
mo biombo, tal el caso del conocido como Códice B01gia. Cada semana era plasmada en dos 9. La significación de los números se integra principalmente por dos vertientes: 1) La perte-
páginas. Los códices Borbónico, Bo1gia y Allbin son tonalámatl. nencia a w1 dios: en conjunto los números de todas las trecenas pertenecen a Tezcatlipoca,
134 Luis Alberto Reyes El calendario 135

En cada bloque, signado por la orientación espacial, las trecenas se ha- fecundidad y vigor propios del Sol triunfante en el alba. Al norte
llan pintadas una encima de la otra, de modo que los -días con el mismo años ligados a la destrucción, el frío, la aridez propia de esa direc~
.. número (de uno a trece) se hallan encolumnados. Cada éolumna o núme-
ro está además afectada por dos influencias mánticas: una en la parte in-
ción para los mexicanos. Al poniente, años ligados al recogimiento,
a la declinación y la pasividad. Al sur, años que son indiferentes con
ferior y otra en la parte superior de la hoja. relación al destino.
Siguen, en el tonalámatl llamado Códice Borgia, una sucesión de ilus- e La orientación espacial de la trecena de días a la que pertenece el
traciones sobre las advocaciones divinas correspondientes al ámbito diur- día de niño cuyo destino se interroga. Cada una de las veinte trece-
no y al nocturno, y a ciertas actividades y situaciones humanas. Se com- nas se halla en alguno de los cuatro bloques espaciales en el inte-
pleta con el señalamiento de los períodos aciagos y sus determinantes, y rior del año.
con un conjunto de indicaciones rituales. 0 Los veinte símbolos de los días, que en cada caso indican una cier-
ta cualidad o fuerza, como Cipatli, "Lagarto", que simboliza la Tie-
rra, lo originante, la concepción, la creatividad; Ehecatl, ''Viento",
l que simboliza la cultura, el esfuerzo del hombre. En un sentido es
Los destinos
lo vivificante, pero también el viento es lo perecedero, lo que es
Se le atribuye R L1 concepción indígena expresada en el tonalpohualli 1 arrastrado por las tempestades que él mismo desencadena; Calli,
un fatalismo que desconoce la libertad humana. 10 De hecho ªtonal" signi- "Casa", que simboliza el amparo, el reposo, el final del camino del
fica tanto "día" como "destino", y la fecha del nacimiento es una verdade- Sol. 11
ra destinación para el ser humano.
0 El número que toca al tonalli, combinado con la orientación ele la
Los tonalpouhque, consultados para conocer qué deparaban los tiem- 1 trecena, suma otras influencias. Por ejemplo, los tonalli con el nú-
pos al recién nacido, consideraban un conjunto de variables, entre las que mero uno en las trecenas de oriente muestran (en la parte inferior
se destacan: de la columna) a un sacerdote con el tocado de Quetzalcóatl, los
punzones para el autosacrificio y la bolsa de copal 12 caminando so-
La orientación espacial de la trecena de años a la que pertenece el bre el agua. Significa culto de la fertilidad, acuerdo con los dioses,
año del niño en cuestión (figura 8): Al oriente, años que propician la 1 ayuda divina. También muestran esos días (en la parte superior de
la misma columna del calendario) a un hombre con punzones en la
mano sentado en un templo o palacio: significa el poder condiciona-
señor de los días. Este gran guerrero de la oscuridad, seílor de las transformaciones y los do por la humildad y el autosacrificio.
destinos, aparece en la página 17 del Códice Borgia en una magnífica imagen a la que se in- 0 Otra influencia es la de los dioses tutelares que se asientan en ca-
tegran cada uno de los veinte signos de los dfas (también en Sahagún, 1989, Lib. IV, cap. XX, da uno ele los tonalli. Los tronos de los dioses, en las pinturas, re-
I, 257). Los números de cada trecena pertenecen al señor del signo que en ella lleva el nú-
presentan justamente a los tonalli, los días. Por ejemplo, el patrono
mero uno (Durán, 1984, I: 233-234). Por otro lado, los días 7 pertenecen a Chicomecóatl (Sa-
hagún, 1989, Lib. IV, cap XV, I: 251-252), los días 10 a Tlahuizcalpantecuchtli, 11 a Citlalli- del primer tonal, cipactli, es Tonacatecuchtli, "Señor de nuestra
r11.P, 12 ;i Tnnatinh, 1:1 A Tnn.nrofPr11rhtli (x¡v· ~Fil ) T.ns '1, mímPrns m~lM, ~ T/a7o/tfotl, rlin- carne", el dios primordial. Un hombre y una mujer, bajo una cohij11
sa de las inmundicias (Sahagún, 1989, Lib. IV, cap. x,;:, 1: 257). 2) La segunda vertiente de preciosa, simbolizan a la primera pareja, la dimensión dual sexual
significación es la del carácter fasto o nefasto ele los números: Sahagún indica como fastos de la vida.
el 3, 7, 11, 12 y 13. Como nefastos el 2, 4, 5, 6, 8 y 9 (Sahagún, 1989, Lib. IV, cap I: 233-274).
Una versión diferente da Walter Krickeberg: "Eran ele buena suerte el 2 porque simboliza-
ba las polaridades cósmicas, el 3 por ser el número sagrado del dios del fuego, el 4 como ci-
fra ele las edades del mundo, ele los puntos cardinales, ele las fases de la Luna, y por simbo-
lizar a los dioses ele la lluvia y del viento, el 7 porque era el centro entre el 1 y el 13, y el 9
y el 13 por corresponder al número de los ínfran1undos y de los cielos. Era fatídico en carn-
bio el 5, pues sirnbolizaba lo que µa~aüa del cuarLu, e::; decir el inútil sobrante y el exceso no-
civo" (Krickeberg, 1982: 179).
10. "Se encuentra automáticamente insertado en este orden, aprisionado por su máquina
ll. Véase la nota 9 ele este capítulo, con una aproximación a los significados de los veinte
omnipotente. El signo del día ele su nacimiento lo dominará hasta su muerte; determinará
signos-símbolos.
incluso ésta y, por consiguiente, su destino ulterior. [ ... ] Toda su suerte se halla sometida a
una predestinación rigurosa" (Soustelle, 1955: 140). 12. Resina de árbol usada para sahumar.

J
CAPÍTULO 7

El pensamiento indígena sobre los tiempos

Tiempo cósmico y tiempo h1..1mano

Las sociedades siempre se han esforzado por objetivar el tiempo crónico,


por darle una referencia social que les permita clasificarlo, reconocerlo, de
manera común a todos los hombres. Los calendarios son el mejor exponen-
te de esos esfuerzos. En el mundo moderno éstos no alcanzan, sin embar-
go, a conectar profunda y convincentemente el tiempo de los individuos
con el de la sociedad y a estos dos tiempos con los ciclos de la naturaleza
terrestre y los movimientos astrales. 1
Este mundo es heredero de la fractura entre universalidad y singulari-
dad que en la concepción europea introduce la metafísica hebreo-cristiana
y el historicismo, apartándose del orden cósmico que le atribuían los grie-
gos. 2 Por esta fractura el mundo humano se aparta del "orden de las esfe-
ras" para precipitarse en el ámbito de la contingencia, de lo singular único
e irrepetible. 3 El carácter objetivo y común del tiempo del calendario resul-
ta poco más que una artificiosa convención. Lo decisivo no son esos alma-
naques, todos iguales, que las familias tienen colgados en sus casas, sino el

l. Ricc:eur (1996a: 783) en general ve a los calendarios como instrumentos del pensamiento
que conectan el tiempo vivido y el tiempo universal al verter sobre el universo categorías na-
rrativas. Esta apreciación es valiosa, pero es necesario superar una cierta abstracción en su
planteo: debe distinguirse el actual servicio del calendario con la función de los arcaicos, que
integraban fuertemente a los humanos con el universo.
2. "Platón sigue !a mirada ordenadora de la inspiración pitagórica, contemplando el orden
de las esferas, el orden de los estamentos en la Polis ideal y el orden de las fuerzas en ei al-
ma humana con una gran mirada globalizadora" (Gadamer, 1998: 205).
3. Hoy, cuando la teoría del big-bang induce a físicos y astrónomos a hablar de "historia del
universo" y de un posible marco común con las "ciencias del espíritu" a propósito de la rea-

[ 137]
El pensamiento indígena sobre los tiempos 139
138 Luis Alberto Reyes

En el Uno Chúen sacó de sí mismo su divinidad e hizo el cielo y


sentido particular que cada persona da a los indiferentes, vacíos días con-
la tierra.
signados en sus hojas. En el Dos Eb hizo la primera escalera, para que Dios bajara en
Entonces para la moderna civilización planetaria de ·cuño europeo el medio del cielo y en medio del agua.
puente siempre debe volver a tenderse, porque las separaciones entre lo No había tierra, ni piedras, ni árboles.
social y lo individual, y entre la casa y el cosmos, predominan. Los inten- En el Trece Akal sucedió que tomó agua y mojó tierra Y labró el
tos de reconciliación son precarios. cuerpo del hombre. (El libro de Chilam Balam ele Clwmayel, 1991:
En cambio, los tiempos configurados por el calendario indígena son, en 81-82)
sus complejos y significativos rostros, comunes a todos los hombres y co-
sas del universo. La vida humana va vi::ütando los tiempos del calendario Pero también el imprevisto y la _[Jerplejidad ante la acción inesperada
y éstos la imbuyen de su tonalli, día-destino, fasto o nefasto, casa o peder- ele los tiempos se reflejan en este antiguo testimonio. Luego de relatar la
nal, del norte o el oeste ... peregrinación ele los ltzaes por los lugares del espacio, las distintas regio-
La realidad de los indígenas es "situada" tanto en sus escenarios espa- nes que, conjugándose con los tiempos, les van dando su~ cualidades y
ciales como en las instancias de los tiempos del calendario. Esta captación sus destinos a la comunidad de los hombres, el libro hace una singular
que ele sí mismo tiene el indígena como expresión de tiempos determina- reflexión.
dos no sufre entonces las aporú1s clP. fa opción entre captación íntim21 C::o rofi"r" ,~ ....b Nmmnrinn
..._, '-' ................ ._,..._ ._,
~ -~ ~ ~
nnr P.l l'.ataclismo de la conquista
...., ...., ----- -- - -- .r- - - -
española
-
v

captación cosmológica ele los días, que dividen las aguas ele las teorías eu- cuestiona los tiempos, que se volvieron incomprensibles, Y a los sacerdo-
ropeas tradicionales sobre el tiempo. tes que, más cercanos a sus misterios, presumiblemente tienen algo qm:
Es una singularidad de la filosofía indígena, y particularmente de la ver con la carga que trajeron los tiempos:
mesoamericana, esta concepción ele los tiempos, desde los más pequeños
hasta los más graneles, como destinos. El cal~ndario es un itine;ari~ ana- Solan1ente por el tiempo loco, por los locos sacerdotes, fue que
lítico de cada existencia. 4 Frente a estas determinaciones, el margen pa- entró a nosotros la tristeza, que entró a nosotros el cristianismo. (El
ra la libertad individual consiste en intentar un juego combinatorio entn: libro ele Chilam Balam ele Clwmayel, 1991: 15)
las influencias que confluyen en cada ser.
Los tiempos hacen a los seres. Es tan fuerte esta idea del rol ontológi- Más allá de perplejidades como la que acabamos ele citar, una consoli-
co de los tiempos, que ella se extiende, en algunas expresiones del pensa- dada tradición de conocimiento orienta las elaboraciones mesoamericanas
miento maya, a la constitución misma del cosmos. En el Chilam Balam de sobre los tiempos. Las ideas de la dualidad divina, y del alternado predo-
Chumayel, el uinal, mes, 5 aparece como creador de la rcalidad:G minio de sus opuestos, expresan esta tradición en los antiguos calendarios.
Las divinidades tienen rostros diferentes y opuestos que se hacen pre-
Nacido el Mes, creó el que se llama Día y creó el Cielo y la Tie- sentes sobre la superficie de la Tierra cuando les corresponde en los mo-
rra, por escala: agua, tierra, piedras y árboles. vimientos incesantes de lo real. Es el momento fijado para su conjunción
Y creó las cosas del mar y de la tierra. con los tiempos de la existencia de cada uno de los hombres.
De es Le ew..:ueuLr u entre el devenir de la cxictoncia humana y lac cícli
cas alternancias sagradas daba cuenta, al especializado intérprete que lo
lidad, esta unificación resulta problemática para la tradición historicista de cuño romántico consultaba, el tonalpohualli, 7 que tiene como función indicar el predomi-
y raíz hebrea. nio circunstancial de un sentido, de una fuerza o, más precisamente, de
Gadamer (1998) destaca la dificultad de este reencuentro entre la historia de los cientí- una conjunción de ellas, en la vida de los hombres.
ficos y la de los humanistas. El tonalpohualli indica también otra cosa importante: los ritos que
4. Los quichés y los cakchiqueles de Guatemala llamaban cholqu.ih a este calendario desti- deben avudar los pasa_ies y movilizar la sucesión de los opuestos. En el
na! ele doscientos sesenta días al que los mayas de otras latitudes llamaban tolkín y los ns- calenda;io inclíge~a los ritos no están consignados sólo al modo de un
huas, tonalpohualli.
ayuclamemoria para ceremonias de validez subjetiva, que podrían o no
5. El katún representa un ciclo ele veinte años (tu.n). El uinal reúne veinte días (!,'in, que sig-
nifica "sol").
6. A lo largo del texto hay varias narraciones diferentes de la creación. Aparecen en algunos
7. Contenido en el tonalámat/, nombre que se daba al libro que lo contenía.
casos interpolaciones ele la doctrina cristiana.
140 Luis Alberto Reyes El pensamiento indígena sobre los tiempos 141

hacerse. El universo demanda los ritos para que los tiempos sigan su presentación del calendario. No es función de éste la de unirlos tiempos,
curso. a través de actos y acontecimientos encadenados, sino la de separarlos.
L.os tiempos humanos se confunden en los cósmicos y" éstos son ayuda- Además, la idea del tiempo continuo no informa globalmente el pensa-
dos en sus movimientos por los ritos que los humanos realizan en los mo- miento de los antiguos indígenas de América. La misma palabra "tiempo"
mentos oportunos. El tonalpohualli no ofrece dos escrituras paralelas, la se revela imprecisa para traducir sus ideas, 9 que no aluden a la homoge-
de la vida divina y de la vida humana. Es un solo, único, texto. neidad de un indiferente movimiento cósmico al modo aristotélico ni a
Cada tonalli (día) o cada xiuhpohualli (atadura de años), es decir, ca- una distensión interior signada por los acontecimientos del alma, al mo-
da lugar entre la más pequeña y la más grande de las unidades, indica do agustiniano. 10
no sólo el predominio siempre precario de algún opuesto sino también el En la tradición occidental, el tiempo ha sido tenido por una medida, en
pasaje que es el sentido de la dualidad actualizada en ese momento. Glo- sí misma, neutra, o ha sido considerado un recipiente, a ser llenado y sig-
balmente el sentido del calendario está regido por el "Sol", o creación ac- nificado por los sucesos que en él pudieran ocurrir. En estos términos no
tual. Vivimos en el dominio del Nahui Ollín Tonatiuh Sol cuatro movi-
miento, el Quinto Sol, y suyo es el calendario. El Sol es 'su continente que
9. En las traducciones castellanas de expresiones o textos indígenas se utiliza el español
lo limita y trasciende. Es un calendario explícitamente solar en reempla-
"tiempo", pero basta acercarnos a la literalidad del término original y a sus usos en la len-
zo del arcaico calendario lunar. 8
gua indígena pa1·a advertir que la traducción es artificiosa. Tal es el caso de "pachE" en la
La sociedad misma expresa en los planos político, religioso y militar su tradición andina, que encontramos en muchas diversas acepciones y especialmente en una,
carácter solar. En este marco, los hombres tienen la misión de contribuir piadosa, de remoto origen, aún vigente: "¡Pacha Mama kusiya!", "Madre Tierra ayúdame".
al movimiento del Sol. Todos los diversos ritos podrían verse como aspec- Su traducción sin más como "tiempo" es imprecisa entonces, aunque sea una de las n1ás usa-
das de modo abstracto para señalar épocas y estados, como en C/wy (o kay) pacha, "enton-
tos del rito principal de intermediar en lR vinculRción del astro con la Tie-
ces)'; hunanpacha "ahora mismo". "Dicen que en tien1po de purun pacha todas las naciones
rra y la oscuridad.
de Tahuantinsuyo benieron de hazia arriba de Potosí tres o cuatro exércitos en forma de gue-
rra y assí los venieron poblando, tomando quedándose cada uno de las compañías en los lu-
gares baldíos. A este tiempo se llaman ccallac pacha tuta o tutayac pacha y como cada uno
Mitos y calendarios cogieron lugares baldíos para sus beviendas e moradas, esto se llaman purun pacharac cap-
tin este tiempo" (Pachacuti, 1993: f. 3, 187). También encontramos en el quechua, para ex-
presar pasado: llalliscka, para día; p'unchay, para noche; tuta; para mañana, pacarin. Otras
El sentido de los símbolos del calendario, ele los tiempos en él consig- expresiones que comparten con pacha un cierto grado de abstracción son qayna: "en otro
nados, proviene en muchos casos de las historias míticas. tiempo"; qaynimpa, "vez pasada"; unayña, "hace tiempo" (Marroquín Llamoca, s/f; Bravo,
Pero también hay diferencias significativas. Es cierto que los calenda- 1987).
rios tienen en común con los mitos el que ambos se refieren al mismo En náhuatl, lengua a cuya cultura pertenecen mayoritariamente las referencias de este
capítulo, suele traducirse como "tiempo" el término cáhuitl. Para advertir sobre su proble-
"gran tiempo" en que coincide el tiempo cósmico con el tiempo ele los hom-
mática traducción remitimos a la referencia que sobre su significado hace Miguel León-Por-
bres CRicceur, 1996a: 784).
tilla: "Derivado del verbo Ca!wia, «ir dejando", forma aplicativa de calwa: «dejar". Puede
Pero los calendarios mesoamericanos no tratan ele la historia de un pues traducirse la idea más honda expresada por cálwitl (tiempo) como ,,jo que va dejando
gran tiempo sino de la Llest.:ri.¡. H.:ióu de rnuchos diversos tiempos, aunque al¡¡o, una huelh"" (León-Portilla, 1979· :i78)
pertenezcan al continente del Nahui Ollin Tonatiuh la actual vida de la En araucano o mapuche tampoco habría una sola expresión para los diversos tiempos.
Tierra. La trama narrativa ele los mitos los clistin~1e ele .la discontinua antu, sol, es el día; pun es la oscuridad de la noche. Generalmente se habla de los tiempos
con referencia a los astros, días, noches o meses: Pu we luay antii mi amuam, "ya no alcan-
zará el Sol para que te vayas"; Petu miiliy antii tañi raki cluaman, "todavía quedan días, o
soles". Para expresar el paso de los días: epu puni, "hace dos noches"; Epu pumai, "cuando
8. Este antiguo calendario habría estado constituido por trece meses de veintiocho días, con pasen dos noches". Entre el día pleno y la oscuridad otras expresiones indican con precisión
lo que respondía tanto a los ciclos lunares y de la mujer como al gran ciclo del Sol. Como un el momento sin que aparezca tampoco el término abstracto de tiempo: así el atardecer es
vestigio, en el año solar mesoamericano (que acomoaiía al tonaloo!wal/i) el mes de veinte Güu antü., "el Sol escondido" o, más indirectamente, dun2in, n,aw j.XLY "viene bajando la oscu-
1

días -que no coincide con el cicio lunar- sigue sin e.mbargo llamándose U ("luna" en maya) ridad~~, y otras expresiones que no excluyen antu o pLln. La primera claridad del día es epe
o Meztli ("luna" en náhuatl). wiin, "casi el alba". Son las horas santas invocadas en la rogativa indígena: Epe wiin uiicha,
"El establecimiento del tonalpohualli, que es en sí una revolución, obedece a dos objeti- epe wiin Kucle, epe wiin we che; epe wiin iilcha. También encontramos sustantivos con indi-
vos mutuamente complementarios: dividir el tiempo tomando el día como unidad de referen- cación del tiempo, como muleam, "vivienda futura"; miile peyem, "la vivienda actual", y mu-
cia absoluta de cronología y eliminar el antiguo calendario lunar, considerado arcaico" (Du- le peruiim "la vivienda anterior" (Venigar, 1978: 84-90).
verger, 1995: 29).
10. San Agustín propone estas ideas en sus Confesiones.
142 Luis Alberto Reyes El pensamiento indígena sobre los tiempos 143

habría tiempo en el pensamiento indígena, sino más bien lugares tempo- el cuidado predominante de perseverar en su ser. (Lévi-Strauss,
rales que constituyen a los hombres que los habitan. 1969: XLIV-XLV)
No son 1os sucesos particulares, históricos o míticos· los que dan signi-
ficado a los n:iomentos sino al revés, los sucesos son marcados por'el signifi- Esta interpretación se vincula con una idea generalizada en la aprecia-
cado de los tiempos en que los sucesos habitan. No es un ciclo de historias ción moderna de los primitivos: el hecho de que éstos veían lo que que-
que pasan en el mundo, sino un ciclo de tiempos que moldean historias del rían ve:-, tenían una visión subjetiva, opuesta a la objetividad de la mo-
mundo. derna concepción europea de la realidad.
Podem_os llamarlos "lugares" porque son como ciudades regidas por le- Sin embargo, la peculiaridad de la visión indígena de los ciclos de los
yes especiales. Al llegar a ellos, los hombres son moldeados por sus in- tiempos difícilmente podría Pxp1icnrsP. por la intención dP. nc:omodar el
fluencias. cosmos a los deseos humanos, pues era una visión que generaba temores
dolor. Destacaba la caducidad, el eterno retorno de la destrucción y l~
muerte.
El eterno retorno de la destrucción Al establecer que los tiempos y los sucesos esenciales se repiten, esos
pueblos arcaicos no expresaban un deseo sino experiencias que tení~n ca-
Es común caracterizar como "estáticas'', como una cíclica repetición de da día y a las que simplemente reconocían. Experiencias de la naturale-
lo mismo, a las concepciones indígenas de la vida de las socied~des, y con- za, de la vida humana, de los astros.
traponeda~ a la concepción histórica europea, que concibe el tiempo como Asimismo, las fuentes que poseemos de la antigüedad indígena, tanto
el advenimiento de sucesos singulares nuevos. mesoamericanas como andinas, nos muestran que también tenían con-
Pero debemos profundizar nuestra mirada, porque si bien es cierto que ciencia de sus experiencias "históricas", 11 como las emigraciones de los
comúnmente las concepciones indígenas se apoyan en los ciclos de la na- pueblos, el ascenso o la caída de las dinastías, guerras y conquistas, y que
turaleza Y el cosmos, en ellas hay una clave que debemos advertir. algunos de estos pueblos las registraron minuciosamente. Esta visión his-
. Equivocadamente, se ha puesto el acento de la interpretación en la tórica de los sucesos se expresa no sólo en la forma de acciones de perso-
igualdad de un tiempo detenido o en el eterno retorno de lo mismo. nalidades míticas, al modo en que hacían sus relatos los historiadores eu-
Pero la clave de los ciclos temporales indígenas no es la insistencia en ropeos del siglo XIX, sino también en la forma de los procesos de larga du-
lo mismo sino la cancelación de lo que era, la afirmación de la desigual- ración que prefieren los historiadores actuales. Los códices mesoamerica-
dad. Aunque haya una reiteración del mqvimiento y un regresar a los lu- nos y el Popal Vuh refieren migraciones, procesos económicos y sociales
gares anteriores, la esencia de la temporalidad es la ruptura. Los pasajes que van configurando la vida de los pueblos, y la evolución de las creen-
por los que cada ser y cada momento se sacrifican para que otro diferen- cias y los rituales en conjunción con las circunstancias de la vida social.
te llegue a ser. La muerte es la que da el sentido. La idea de las relaciones agonales entre los tiempos, en que las suce-
Los mitos cosmogónicos hablan de estos pasajes: la muerte de cada Sol siones implican muerte y destrucción, es un aspecto del pensamiento que
para dar paso a su opuesto; la muerte del dios del maíz en el interior de se apoya en la noción de la dualidad de lo real. No haberlo advertido ha
lR 'riPr_rn p<1rn dar lugar a la vida t:obrc olla, la muerte de cada dios y ser conducido a interpretaciones desviadas.
del umverso. Uno de estos casos es la teoría de que los mitos y las tradiciones de los
Dado que se atribuyó a la antigüedad indígena la carencia ele una idea pueblos arcaicos expresan la nostalgia de un pasado sin conflictos ni mo-
histórica del tiempo, algunas lecturas antropológicas han hecho una exé- vimiento:
g_esis ele los deseos que animarían a esos hombres. Es típica la interpreta-
ción de Claude Lévi-Strauss: Al p1incipio como al final de la historia religiosa de la humani-
dad puede hallarse la misma nostalgia del paraíso. Si se tiene en
Bien que instaladas en la historia, estas sociedades oarecen héi-
ber el_aborado o retenido una sabiduría particular, que "las incita a
11. "Las sociedades llamadas primitivas se encuentran, sin duda alguna, en la historia· su
resistir desesperadamente toda modificación de su estructura que
pasado es tan antiguo como el nuestro puesto que se remonta a los orígenes de la espe,cie.
pueda permitir una irrupción de Ja historia en su seno. Aquellas so- En el transcurso ele los milenios han sufrido toda clase de transformaciones; han sufrido pe-
c1edades que han preservado mejor sus caracteres distintivos hasta ríodos de crisis y prosperidad; han conocido las guerras, las migraciones, la aventura" (Lé-
una época reciente se nos aparecen como sociedades inspiradas por vi-Stra uss, 1969: XLIV).

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Luis Alberto Reyes El pensamiento indígena sobre los tiempos 145
144

cuenta que la nostalgia del paraíso permite ser descifrada en el com- Sin embargo, la generalidad de los mitos de origen d." laAméri~~ a:r.:ti-
portamiento religioso general del hombre de las sociedades arcaicas, gua no habla de un tiempo originario esencialmente diferente; m md1ca
podemos suponer que el recuerdo mítico de una beatitud sin histo- nostAfgia por él. Mas bien, en algunos casos, expresan que lo~ hombres
que vinieron después encontraron medios mejores ~ara co~un1cars~ cEon
. ria acosa a la humanidad desde el momento en que el hombre tomó
conciencia de su situación-en el cosmos. (Eliade, 2001: 88) los dioses y para ayudar a mantener el orden y la vida en e cosmos.
2 n
el pasado primigenio también regía la alternancia de".or~~ora entre los
Así como Lévi-Strauss habla de resistencia a la irrupción de la historia, poderes del Inframundo y del Cielo, y la difícil intermediac~on de la super-
Eliade habla de nostalgia de una beatitud sin historia, recuerdo de un tiem- ficie de la Tierra, lugar de los hombres, entre las profundidades Y las al-
po de armoniosa comunicación entre el Cielo y la Tierra que luego se habría turas.
roto y que sólo incidentalmente, a través de los chamanes, se recuperaría:

El chamanismo revela la nostalgia del paraíso, el deseo de recu-


perar el estado de libertad y de beatitud de antes de la caída, la vo-
luntad de restaurar la comunicación entre tierra y cielo. En pocas
palabras: de abolir todo lo que fue modificado en la estructura pro-
pia del cosmos y en el modo de ser del hombre como consecuenciR º"'
la ruptura primordial. (Eliade, 2001: 82)

Esta interpretación, tras la cual se transparenta el modelo bíblico del


perdido Jardín del Edén, es aplicable probablemente a muchos pueblos
además de los semitas occidentales, pero difícilmente a estas antiguas
culturas de América.
Los testimonios de nahuas, mayas y andinos no hablan de un pasado
tiempo idílico sino que muestran conflictos y escisiones entre los miem-
bros de los primeros grupos humanos. En lugar de aludir a un originario
sitio paradisíaco, relatan migraciones -inmediatamente después de la
creación de los humanos- en busca de un lugar adecuado para vivir, como
vemos en el Popal Vuh y en los Anales de los Cachikeles mayas o en la na-
rración andina de los Hermanos Ayar.
Estos mitos de los orígenes hablan de carencias dolorosas y desencuen-
tros. La institución de los sacrificios humanos aparece en el Popal Vuh
destacando los sufrimientos que implicaban para los humanos ancestra-
les. A su vez, las diferentes versiones del mito cosmogónico nahirn rJp, loe;
soles muestran que la destrucción y la muerte fueron sucesos centrales de
cada una de las remotas creaciones.
Eliade universaliza imágenes inspiradas en las culturas que conoció y
cede, probablemente, a una vocación por proyectar sobre el conjunto de los
pueblos arcaicos imágenes provenientes de la tradición religiosa europea.
Reconoce que la imagen del "buen salvaje" es un invento de los europeos
de los siglos XvI y XVII de acuerdo con sus propios ideales, pero la justifica
aduciendo que tal invención "no era más que la revalorización, radical-
mente secularizada, de un mito mucho más antiguo: el mito del paraíso
terrenal y de sus habitantes en los tiempos fabulosos que precedieron a la
historia. Más que una invención del buen salvaje, debería hablarse del re- 12. Los relatos inspirados por la dinastía cuzqueña de los incas. exa.ltan ia armoniosa orga-
nización de ésta y se refieren con extrema repulsión a los salva1es tiempos pnm1genws.
cuerdo mitificado de su imagen ejemplar" (Eliade, 2001: 38).
CAPÍTULO 8

~ Los sacrificios de los dioses y de los hombres

Los sacrificios de los dioses

Las muertes del Sol y de la Luna y las estrellas, las muertes de los días y
de las noches, en el antiguo pensamiento mesoamericano, son entregas de
1 sí, sacrificios. Cada uno muere para que viva lo que ha de sucederle, pa-
ra que continúe el movimiento de la dualidad. Es un modelo establecido
por los dioses en sus actos fundacionales e imitado por los hombres en sus
1 ritos.

l Entre los relatos de sacrificios ejemplares se destaca el mito náhuatl


de la muerte los dioses, primero de dos y finalmente de todos ellos, en la
hoguera de Teotihuacán para dar vida al Quinto Sol:

El sacrificio de los dioses en Teotilwacán


Se dice que cuando aún era de noche, cuando aún no había luz,
cuando aún no amanecía, dicen que se juntaron, se llamaron unos a
otros los dioses, allá en Teotihuacán.
Dijeron, se dijeron entre sí:
-¡Venid, oh dioses! ¿Quién tomará sobre sí, quién llevará a cues-
tas, quién alumbrará, quién hará amanecer?
Y en seguida allí habló aquél, allí presentó su rostro Tecucizté-
catl. Dijo:
-¡Oh dioses, en verdad yo seré!
Otra vez dijeron los dioses:
-¿Quién otro más?
En seguida unos y otros se miran entre sí, unos a otros se hacen
ver, se dicen:
-¿Cómo será? ¿Cómo habremos de hacerlo?
Nadie se atrevía, ningún otro presentó su rostro. Todos, gran-
des señores, manifestaban su temor, retrocedían. Nadie se hizo allí
visible.
[ 147 J
148 Luis Alberto Reyes Los sacrificios de los dioses y de los hombres 149

Nanahuatzin, uno de esos señores, allí estaba junto a ellos, per- volver hacia atrás, vino a retroceder. Una vez más fue a intentarlo,
manecía escuchando cuanto se decía. Entonces los dioses se dirigie- todas sus fuerzas tomó para arrojarse, para entregarse al fuego. Pe-
ron a él, y Je dijeron: ro no pudo atreverse. Cuando ya se acercó al reverberante calor, só-
-¡Tú, tú serás, oh Nanahuatzin! lo vino a salir de regreso, sólo vino a huir, no tuvo valor. Cuatro ve-
Él entonces se apresuró a recoger la palabra, Ja tomó de buena ces, cuatro veces de atrevimiento, así Jo hizo, fue a intentarlo. Sólo
gana. Dijo: que no pudo arrojarse en el fuego. El compromiso era sólo de inten-
-Está bien, oh dioses, me habéis hecho un bien. tarlo allí cuatro veces.
En seguida empezaron, ya hacen penitencia. Cuatro días ayuna- Y cuando hubo intentado cuatro veces, entonces ya así exclama-
ron los dos, Nanahuatzin y Tecuciztécatl. Entonces fue cuando tam- ron, dijeron los dioses a Nanahuatzin:
bién se encendió el fuego. Ya arde éste allá en el fogón. Nombraron -¡Ahora tú, ahora ya tú, Nanahuatzin, que sea ya!
al fogón roca divina. Y Nanahuatzin de una vez vino a tener valor, vino a concluir la
Y todo aquello con que aquel Tecuciztécatl hacía penitencia era cosa, hizo fuerte su corazón, cerró sus ojos para no tener miedo. No
prec10so: sus ramas de abeto eran plumas de quetzal, sus bolas de se detuvo una y otra vez, no vaciló, no se regresó. Pronto se arrojó a
grama eran de oro, sus espinas de jade. Así las espinas ensangrenta- sí mismo, se lanzó al fuego, se fue a él ele una vez. En seguida allí
das, sus sangramientos eran coral, y su incienso, muy genuino copal. ardió su cuerpo, hizo ruido, chisporroteó al quemarse.
Pero Nanahuatzin, sus ramas ele abeto todas eran solamente ca- Y cuando Tecuciztécatl vio que ya ardía, al momento se arrojó
üas verdes, caüas nuevas en manojos ele tres, todas atadas en con- también en el fuego. Bien pronto él también ardió.
junto eran nueve. Y sus bolas ele grama sólo eran genuinas barbas Y según se dice, se refiere, entonces también remontó el vuelo un
de ocote; y sus espinas, también eran sólo verdaderas espinas ele águila, los siguió, se arrojó súbitamente en el fuego, se lanzó al fo-
maguey. Y lo que con ellas se sangraba era realmente su sangre. Su gón cuando todavía segi.úa ardiendo. Por eso sus plumas son obscu-
copa] era por cierto aquello que se raía ele sus llagas. ras, están requemadas. Y también se lanzó el ocelote, vino a caer
A cada uno ele éstos se le hizo su monte, donde quedaron hacien- cuando ya no ardía muy bien el fuego. Por ello sólo se pintó, se man-
do penitencia cuatro noches. Se dice ahora que estos montes son las chó con el fuego, se requemó con el fuego. Ya no ardía éste mucho.
pirámides: la pirámide ele sol y la pirámide ele la luna. Por eso sólo está manchado, sólo tiene manchas negras, sólo está
Y cuando terminaron ele hacer penitencia cuatro noches, enton- salpicado de negro.
ces vinieron a arrojar, a echar por tierra, sus ramas ele abeto y todo Por esto dicen que allí estuvo, que allí se recogió la palabra; he
aquello con lo que habían hecho penitencia. Esto se hizo. Ya es el le- aquí lo que se dice, lo que se refiere: aquel que es capitán, varón es-
vantamiento, cuando aún es ele noche, para que cumplan su oficio, forzado, se le nombra águila, ti¡p:e. Vino a ser primero el águila, se-
se conviertan en dioses. Y cuando ya se acerca la medianoche, enton- gún se dice, porque ella entró primero en el fuego. Y el ocelote vino
ces les ponen a cuestas su carga, los atavían, los adornan. A Tecuciz- después. Así se pronuncia conjuntamente, águila-ocelote, porque es-
técatl le dieron su tocado redondo ele phunas ele garza, también su te último cayó después en el fuego.
chalequillo. Y a Nanahuatzin sólo papel, con él ciüeron su cabeza, Y así sucedió: cuando los dos se arrojaron al fuego, se hubieron
con él ciñeron su cabellera; se nombra su tocado ele papel, y sus ata- quemado, los dioses se sentaron para aguardar por dónde habría de
víos también ele papel, su braguero ele papel. salir N anahuatzin, el primero que cayó en el fogón para que brilla-
Y hecho c::ito nsí, cuando se acercó la medianoche, todos los dio- ra la luz del sol, para que se hiciera el amanecer.
ses vinieron a quedar alrededor del fogón, al que se nombra roca di- Ahora bien, mientras ambos se seguían presentando juntos,
vina, donde por cuatro días había ardido el fuego. Por ambas partes tampoco podían moverse, ni seguir su camino. Sólo allí permane-
se pusieron en fila los dioses. En el medio colocaron, dejaron de pie cían, se quedaban quietos. Por esto, una vez más, dijeron los dioses:
a los dos que se nombran Tecuciztécatl y Nanahuatzin. Los pusieron -¿Cómo habremos de vivir? No se mueve el sol. ¿Acaso inducire-
con el rostro vuelto, los dejaron con el rostro hacia donde estaba el mos a una vida sin orden a los macehuales, a los seres humanos?
fogón. ¡Que por nuestro medio se fortalezca el sol! ¡Muramos todos 1
En seg1J.ida hablaron los dioses, dijeron a Tecuciztécatl: Luego fue oficio ele Ehécatl dar muerte a los dioses. (Códice Ma-
-¡Ten valor, oh Tecuciztécatl lánzate; arrójate en el fuego!
7
tritense del Real Palacio, textos de los informantes ele Sahagún, ff.
Sin tardanza füe éste a arrojarse al fuego. Pero cuando Je alcan-
161 v. ss. Versión del náhuatl de M. León-Portilla)
zó el ardor del fuego, no pudo resistirlo, no le fue soportable, no le
fue tolerable. Excesivamente había estado ardiendo el fogón, se ha-
Además del sacrificio de la vida, los sacerdotes y los gobernantes me-
bía hecho un fuego que abrasaba, bien había ardido y ardido el fue-
go. Por ello sólo vino a tener miedo, vino a quedarse parado, vino a soamericanos practicaban frecuentes autosacrificios. Generalmente con-
150 Luis Alberto Reyes Los sacrificios de los dioses y de los hombres 151

sistían en sangrados de las orejas, la lengua o el pene. Un mito ejemplar tezcahuauhtli, y las molían delicadamente, y después de haberlas
inspirador es el del dios Quetzalcóatl sangrándose para dar vida a los molido, estando la harina muy sutil, amasábanla de que se hacía el
huesos de la pareja humana que poblaría el mundo actual (todos los hu- cuerpo de Huitzilopochtli; y otro día siguiente un hombre que sella-
manos habían muerto con la destrucción del Cuarto Sol): maba Quetzalcóatl1 tiraba al cuerpo de dicho Huitzilopochtli con un
dardo que tenía un casquillo de piedra, y se le metía por el corazón,
Luego los juntó, los recogió e hizo un lío, que inmediatamente lle- estando presente el rey o señor, y un privado del dicho Huitzilopoch-
vó a Tamoanchan. Después que los hizo llegar, los molió la llamada tli, que se llamaba Tehoua; y más se hallaban presentes cuatro gran-
Quilachtli: ésta es Cihuacóhuatl, que a continuación los echó en un des sacerdotes y más otros cuatro principales de los mancebos, que
lebrillo precioso. Sobre él se sangró Quetzalcóhuatl su miembro; y en tenían cargo de criar los mancebos, los cuales se llamaban telpoch-
seguida hicieron penitencia todos los dioses que se han mencionado: tlatoque; todos estos se hallaban presentes cuando mataban el cuer-
Apanteuctli, Huictlolinqui, Tepanquizqui, Tlallamánac, Tzontémoc y po ele Huitzilopochtli y después de haber muerto el dicho Huitzilo-
el sexto de ellos, Quetzalcóhuatl. (Códice Chimalpopoca, 1975) pochtli; luego deshacían y desbarataban el cuerpo de Huitzilopoch-
tli, que era de una masa hecha de semillas de bledos, y el corazón de
En esta misma línea de mitos ejemplares sobre el sacrificio voluntario Huitzilopochtli tomaban para el señor o rey, y todo el cuerpo o peda-
zos que eran como huesos del dicho Huitzilopochtli repartían en dos
debe incluirse el relato del descenso a Xibalbá por los gemelos del Popal
partes, entre los naturales de México y Tlatilulco.
Vuh. Los hombres aprenden de él oue dehen ref;pnrnier cil lbmcirln rlPl Tn-
Los de México, que eran ministros del dicho Huitzilopochth, to-
framundo, cumplir ~l destino del ~aíz d~ -~b~~d;~~~-la--~id-;-~~-1-a~~~lt~;_
maban cuatro pedazos del cuerpo; y otro tanto tomaban los de Tla-
ras para exponerse a los despojamientos y la aniquilación que conducen a tilulco, y así de esta manera repartían entre ellos-los cuatro peda-
la semilla, a las condiciones iniciales de la vida. zos, a los indios de los barrios y a los ministros de los indios que se
En la concepción sacrificial de la existencia se comunican dramática- llamaban cal pules, los cuales comían el cuerpo de Huitzilopochtli ca-
mente la vida con la muerte y los dioses con los hombres. La vida del da año, según su orden y costumbre que ellos habían tenido. (Saha-
cosmos se desarrolla en las alternancias ele los opuestos. Para que este gún, 1956, I: 229-230)
movimiento sea posible, cada ser debe morir a su turno. La muerte se
constituye en sentido de las vidas. Los rasgos totémicos de este relato invitan a la discusión. Sigmund
Sacrificio es el acto en que un ser hace entrega de su cuerpo y sus ener- Freud destaca ciertos aspectos del totemismo, como el de dar muerte al ani
gías dando lugar a la continuidad y la renovación. "Acto", y no mero suce- mal totémico y comerlo ritualmente, para sustentar su teoría del paralelis-
so, en cuanto participa el individuo que ofrece su vida o su dolor y sangre mo entre las historias del origen de las sociedades y ele la niñez de los indi-
al punzarse las orejas, la lengua, el pene; acto, también, cuando es ofreci- viduos, entre la ontogénesis y la filogénesis ele los humanos (Freud, 198íi)
da la vida de un ser por la sociedad a la que pertenece la víctima, como 1\mbas historias expresan la ambivalencia ante un padre a quien se ama y
miembro efectivo ele ella o como cautivo que la representa simbólicamen- se odia, a quien se mata rechazando su. autoritarismo y a quien se intema-
te en el sacrificio. liza sin embargo en la forma ele pautas sociales o morales.
Es notable la ambigüedad entre la valoración moral y metafísica del La comprensión del pensamiento indígena nos abre a otra interpreta-
sRr.rifir.io propio y hi situación de violencia y lucha en que generalmente ción de estas historias, más amplia que la freudiana: el motivo del asesi-
es arrebatada la vida de las víctimas. Autoasumida entrega sacrificial por nato va más allá de la rebelión contra quien detenta el monopolio de las
un lado, pero también lucha y derrota de quien muere, y el simbolismo mujeres del grupo, contra quien impone odiosas prohibiciones (Freud
muchas veces presente ele que la víctima es devorada, se imbrican o pre- 1981i). Y el motivo de la comida ritual es también más amplio que el d~
dominan incidentalmente en los testimonios míticos y rituales. internalizar las pautas del padre muerto. Detrás de la confrontación in-
La versión de fray Bernarclino de Sahagún sobre la principal de las mediata entre los hijos y el padre, entre los hombres y el dios, detrás de
fiestas que los aztecas realizaban para celebrar a Huitzilopochtli habla los sentimientos inmediatos de respeto, odio y arrepentimiento, se halla
del sacrificio ritual del dios tutelar: en el rito náhuatl el intento de repetir la experiencia del cosmos: el dios
debe morir. Muere devorado, como es devorada la noche por el día, el día
Asimismo dicen que el día cuando amasaba y hacía el cuerpo de por la noche.
Huitzilopochtli para celebrar la fiesta que se llamaba panquentza-
litztli, tomaban semillas ele bledos y las limpiaban muy bien, quitan-
do las pajas y apartando otras semillas que se llamaban petzicatl y L Nombre que tomaban algunos sacerdotes_
152 Luis Alberto Reyes Los sacrificios de los dioses y de los hombres 153

Los sacrificios de los hombres ·tado en el mito de su descenso a Xibalbá (Popal Vuh, 1984: 124). En
~~anto los tnayas hicieron del maíz su símbolo central, también hicieron
En la Mesoarnérica anterior a la conquista el sacrificio de la vida era de la decapitación la más frecuente forma de ::;acrificio de los humanos. El
ext~nsarnente practicado, sea en actos directamente dirigidos a él o a hecho de cortar la mazorca de la planta, y el equivalente. sacrificio de la
través de la ritualización de acciones que indirectamente podían culmi- vida de un humano, marca el fin del tiempo aéreo, de la Vlda de los seres
nar en la muerte, corno la guerra y el parto. Pero el ámbito de alcance en la superficie, el comienzo del retorno a las profundidades. .
del sacrificio es rnás amplio que el de las acciones de los hombres o de Por su lado los nahuas, en la fiesta con que culminaba su veintena, lla-
los dioses: en definitiva toda muerte -también la natural- consuma un mada hueí tecuhíhuitl, sacrificaban a una niña decapitándola como se ha-
sacrificio. ce al separar la mazorca tierna de su tallo.
La vida se debe al sacrificio y se dirige hacia él. Esta idea se manifies- Cuando un niño nacía, su ombligo era cortado sobre una mazorca de
ta lacónica y ejemplarmente en la expresión usual que anuncia el trance maíz. Ésta quedaba unida a su vida. Sus granos eran sembrados Y -con
del parto: "Llegó el tiempo de la muerte: ya quiere parir" (Códice Floren- la cosecha- los padres le preparaban su primer atole. Mas adelante, ya
tino, Libro VI, cap. XXX, f. 144r). crecido, recibía parte de esos granos de manos del sacerdote para se::11-
Siguiendo la enseñanza de los mitos, y de acuerdo con las transiciones brarlos y con sus frutos hacía ofrendas a los dioses en los momentos sig-
indicadas en los calendarios rituales, los humanos deben ofrecer sacrifi- nificativos de su vida (Las Casas, 1967, n: 227; López Austin, 1994: 209).
cios para la continuidad de la vida en el universo, sacrificios dedicados al Manifestando los diferentes rostros que va tornando el grano (tlaolli)
Sol y a los grandes dioses que rigen los tiempos y la vegetación. en esta tradición, se llama Tonacacíhuatl, "señora de nuestra carne'', en
Desde sacrificios de guerreros en el campo de batalla y de prisioneros la siembra, y Tocí, "nuestra abuela", cuando va al mercado o a la troje.
en los sacrificios gladiatorios, hasta niñas ofrecidas a la diosa de las flo- Cuando se dispone a colocar la semilla en el hoyo excavado en la tie-
res o al dios del maíz tierno. Desde la muerte a filo de obsidiana sobre el rra, el sembrador la conjura con estas palabras:
canto de la piedra en lo alto del templo, hasta los cotidianos autosangra-
dos con púas de jade o de maguey por el pueblo y especialmente por los Dígnate venir, mi hermana mayor Tonacacíhuatl.
sacerdotes y gobernantes. Dígnate venir, Tlaltecuhtli (Señor de la Tierra).
Las representaciones artísticas y los ritos ayudan a comprender el ca- Ya en la palma de tu mano coloco a mi hermana mayor Tonaca-
rácter mutuamente alegórico que tiene la existencia humana con la plan- cíhuatl,
ta del maíz, y la religiosa unción con que era considerada la alternancia luego, pronto, vendrá a salir sobre la tierra.
rítmica entre lo celestial y lo telúrico, mediada por el sacrificio. Honraré, saludaré a mi hermana mayor Tonacacíhuatl. (Ruiz de
En este punto es paralelo el simbolismo de la cultura maya y la náhuatl. Alarcón, 1953: 103-104)
La primera, en el período clásico (siglo n al X) representaba al dios del maíz
corno un joven de hermoso rostro, con brazos ondulantes como las hojas de Tocí, "nuestra abuela'', también conocida como "la partera", es el rostro
la caña. La segunda identificaba esta primera fase, del maíz joven en leche, divino del maíz maduro, listo para ser comido, molido, vendido, enterrado,
COn la diosa Xilonen, nombre que RÍVIÍfirA "lA <JllP. nlP. y Anduvo dPlirAdit.A es derir, listo pArn dar la vida. La muier que encarna al grano que ahora
y tierna, como mazorca ternecita y fresca" (Durán, 1984: r, 265). es xinachtli, "semilla", derrama harina de maíz en el mercado. Luego es sa-
El dios del maíz maya, en cuanto dador de vida, es uno de los "madre- crificada y desollada, de modo análogo al desprendimiento que sufre la piel
padre", como llaman a los primordiales seres duales de los orígenes de la
especie y a los dioses que siguen siendo el modelo de los humanos. 2 Para
destacar su aspecto femenino lleva en su paño de cadera o faldilla la con-
l de la semilla al germinar bajo la tierra. El sacerdote viste su piel signifi-
cando la nueva vida que emerge desde el corazón del maíz ofrendado. Al
hacerlo asume la imagen de Xipe Totec, el dios que asoma desde adentro
cha de un Spondykus prínceps, o de un ostión espinoso con la cara cónca- del des~llado representando la sacralidad de esta transición.
va hacia afuera, simbolizando una vagina (Miller, 1993: 159). 1 Los rituales del maíz, sustancia originaria y alimento de los humanos,
Hun-Hunab.pú, nombre de este dios del maíz para los quichés, es deca- revelan una estructura de significado a través de la cual podemos inter-
pretar la simbólica maya-quiché de la cuarta y actual creación de los hu-
manos según el Popal Vuh: la de los hombres de maíz.
2. En el Popal Vuh se les llama E Alom, "las que conciben y dan a luz"; E Qaholom, "los que En esta estructura se articulan como significados, en primer lugar, la
engendran los hijos" (Popal Vuh, 1984: 85). devolución de lo que ha sido dado a los humanos: un ser vivo, la planta,
1

J
Los sacrificios de los dioses y de los hombres 155
154 Luis Alberto Reyes

se ofrece en alimento. Como contrapartida otro ser vivo, la víctima del sa-· Tanto el maíz, que parece ser el trasfondo 8.l.egórico del libro sagrado,
crificio, debe ofrecerse. como los héroes míticos y los hombres, se sacrifi_can. . .
En segundo lugar la respuesta y el culto a los dioses, -entendidos como Pero los testimonios no sólo hablan del sentido ele los sacrificios y de
imitación de sus actos porque los· dioses, según revelan los mitos, se han la conformidad de los hombres con ellos, sino también, en algunos caso~,
sacrificado para que haya vida sobre la Tierra. ele la resistencia y el rechazo a su institución. Como en pocos otros_te~tr­
En tercer lugar, una pedagogía de los ritmos cósmicos, de la vocación rnonios del pensamiento mesoamericano, en el_ Popal Vu_h _los ~acnficios
de integrarse en ellos y de participar en la comunicación y la alternancia aparecen como una imposición violenta en los tiempos on~nanos en que
entre el Inframundo y el Cielo. establecieron. Hacen odiosos a los seres de las profundidades ~ue los
Los dos últimos significados implican la unión mística, o aun la trans- ~r:iponen. El texto indica el contraste ent~o l~ disposición d~ los primeros
mutación, de los humanos con los dioses. Cuando mueren en el templo, o quichés, los sacerdotes, a oficiar lo~ sa_cnfic10s, ~la rebeld1~ de las gen-
en la guerra o en el parto, mueren como dioses. Cuando -como muestran tes del pueblo, que se oponen al des1gn10 ele los d10ses y aun mtentan en-
los testimonios mayas- se atraviesan la lengua con hilos jalonados de es- frentarlos. . .
pinas y los envuelve el humo de los papeles sangrantes que arden en el fo- A su vez los héroes míticos muestran una actitud ambigua, en la que
gón, en ese éxtasis, los dioses aparecen y hablan. por un lado responden al llamado de los dioses ele Xibalbá a acce_der ~ sus
dominios de muerte y por el otro se esfuerzan en evitar l~s hi:millac10nes
y el aniquilamiento que el descenso a las profundidades implica. _ , _
Celebración y resistencia

Lo que.caracteriza en primer lugar al hombre en los grandes mitos me-


l
1
Los hombres comunes --partícipes de los desplazamientos histoncos
del pueblo quiché en busca de un territorio- defio:r1den la vida _ante
ciente número de víctimas que les son arrebatadas por los d10ses. _Pero
cre- ;1
soamericanos es la doble función de celebrar a los dioses y de auxiliar al los conductores del pueblo -que en el relato son los cuatro _primeros hom-
movimiento de las alternancias del universo a través de Jos ritos y de la bres creados con la masa del maíz- han pactado con los d10ses y estable-
memoria mítica. cen los sacrificios y autosacrificios:
El Popal Vuh marca con fuerza el rol celebratorio. Los dioses indican
repetidas veces el propósito de la creación de los hombres: ¿Qué dirán de las muertes del pueblo, que uno por un~ los vamos
m~tando? Decían entre sí cuando se dirigían a la presencia de Tohrl,
Que el hombre que formemos, el hombre que vamos a crear, nos Avilitz y Acavitz. . ..
sostenga y alimente, nos invoque y se acuerde de nosotros. (Popal Luego se punzaban las orejas y los brazos ante la c'.1v1rudad, re-
Vuh, 1984, 1, 2: 92) • • t' " l" p1"dra rDop"l
cogían su sangre y la ponían en un vaso, jUD o ce a " . '" v"

Vuh, 1984, IV, 1: 205)


Y dijeron los Progenitores, los Creadores y Formadores, que se
llaman Tepeu y Gucumatz: "Ha llegado el tiempo del amanecer, de
Es notable, e inusual en la claridad del planteo, la revelación del ca-
que se termine la obra y que aparezcan los que nos han de susten-
tar y nutrir, los hijos esclarecidos, los vasallos civilizados; que apa- rácter contradictorio ele los sentimientos del pueblo, por un lado, Y la po-
rezca el hombre, la hurnauiuad, ~obre la superficie de Ja tierra". (Po- sición de los sacerdotes, por el otro:
pal Vuh, 1984, rn, 1: 174)
Se tuvo noticia de donde estaban Balam-Quitzé, Balarn-Acab,
El principal motivo para hacer desaparecer a los hombres de madera Mahucutah e Iqui-Balam, y al instante celebraron consejo las tribus
fue que no recordaban a sus creaclon~s, pues, aunque desarrollaron cultu- sobre la manera de darles muerLe [éstos son los nombres de los cua-
ra y poder: tro primeros hombres de maíz].

No tenían alma ni entendimiento, no se acordaban ele su Cre.a- 1


j
dor, de su Formador. (Pupol Vuh, 1984, r, 2: 94) 3. Esta afinidad con la vida de la superficie se expresa, en los redactores, en la postura_ ma-
nifiestamente comprometida del relato a favor de los gemelos (nacidos so'hre la superficie de
Y esto fue para castigarlos porque no habían pensado en suma- la Tierra) en su confrontación con los señores de Xibalbá (dioses del Infra:i1Undo). ~s la .pos-
dre, ni en su padre, el Corazón del Cielo, llamado Huracán. (Popal tura también de los "Anales de Cuauhtitlán", a favor ele Quetzalcóatl en et relato nahuatl de
Vuh, 1984, r, 95) su descenso al Mictlán a confrontar con Mictlantecuchtli.
156 Luis Alberto Reyes Los sacrificios de los dioses y de los hombres 157

Los venceremos primero a ellos [a Tohil, Avilix y Hacavitz] y des- El sentido de estas palabras rituales en el contexto del campesinado
pues comenzaremos la derrota de los sacerdotes y sacrificadores. del centro de México, dependiente de las escasas lluvias para-hacer pro-
(Popal Vuh, 1984, IV, 1: 208) ducir a la tierra y sobrevivir, es propiciatorio y de integración cósmica.
Se trata de apoyar al dios principal de la lluvia para que haga germi-
Esta resistencia a los dioses y a sus mandatarios sacerdotales confiere nar los granos, de lograr su favor, y los versos expresan la preocupación
al Popal Vuh singulares rasgos testimoniales. Por un lado, es una obra pe- de que no se esté haciendo lo suficiente para conjurar al dios. 4 Conviene
dagógica que transmite las tradiciones míticas y rituales. Por el otro, es inclinarnos, al interpretar, hacia el modelo de las religiones arcaicas diri-
una obra histórica que recoge los diferentes modos en que aquellos hom- gidas a sintonizar a los hombres con la naturaleza, más que hacia el mo-
bres se situaban ante las pautas religiosas. delo de las religiones morales, en que la intención apunta a conformar a
Más allá de esta resistencia a los sacrificios en los tiempos iniciales de un padre celoso o justiciero.
las migraciones, el conjunto de los testimonios mesoamericanos -expresión Los sacrificios de camélidos y humanos en las tradiciones andinas te-
de las elites cultas cercanas al poder- que subsisten muestra simplemen- nían el carácter de ofrendas propiciatorias. Éste habría sido el sentido
te una aceptación, cuando no una exaltación, de los ritos sacrificiales. El de la capac hucha, o capacocha, el sacrificio de niños, generalmente hi-
fundamento se halla en la intención de mantener una relación de imitación jos de curacas de las comunidades, que eran enterrados vivos en parejas
y de reciprocidad con los actos que originariamente hicieron los dioses. de un niüo y una niüa. 5
J acques Soustelle entiende los motivos de los sacrificios como el pago Es en la concepción sacrificial de la existem:ia, coherente con la onto-
de una deuda: logia de las alternancias duales del cosmos, donde debe buscarse esencial-
mente la comprensión. Este sentido no es, sin embargo, único y excluyen-
Su vida le ilega del cielo, de la pareja primordial, y sólo le es da- te. En el Popal Vuh los mitos hablan de los pasajes de la existencia y de
da para que él, a su vez, después de las generaciones que le han pre- los sacrificios necesarios que implican, pero cuando el texto relata la re-
cedido, pueda pagar las deudas de sangre. Nace con esas deudas pa- sistencia del pueblo a los crueles ritos de los sacerdotes, los sacrificios
ra con "nuestra madre y nuestro padre, la tierra y el sol", intonan aparecen como debidos al arbitrio de los dioses, no a una ley necesaria
intota tlaltecuhtli tonatiuh, según la fórmula con que se recibe al re- (Popal Vuh, 1984, rv, 1: 205).
cién nacido; con todo el resto del pueblo, también él lleva el peso de
la deuda de sangre hacía Tlaloc, el dispensador de las lluvias. (Sous-
telle, 1983: 138-139)

Ante esta idea del sacrificio como "pago de deuda" usada por Soustelle,
cabe prec1sar que la imitación y ia reciprocidad hacia los dioses no tiene
sólo el sentido de compensarlos por lo que hicieron, sino el de colaborar en
la misión de sostener el ritmo del universo, sus transiciones, continuar
desde el lugar humano la tarea de los dioses. Las antiguas culturas indí-
genas soH exlraüas a ese sesgo moral que puede sugerir la palabra "deu-
da", con sus correlatos de culpa y expiación. Soustelle cita, en apoyo de su
afirmación, el "Himno a Tlaloc":

¡Oh, México se ha consagTado al servicio del dios!


Las banderas ele papel se han colocado en los cuatro uuntos car- 4. El detalle de que, en las instancias previas al sacrificio de los niüos consagrados a Tlaloc,
ili~~- •
se procuraba que lloraran derramando lágrimas (a semejanza de gotas de la lluvia) muestra
Ya no es la hora ele la tristeza. también este carácter conjuratorio del rito.
¡Oh, mi jefe príncipe-hechicero!
5. Santa Cruz Pachacuti menciona el "sacrificio de capac hucha cocuy, enterrándole a Jos
¡A ti te corresponden los alimentos'
muchachos sin mancha". Guarnan Poma indica que se realizaba la capacocha en todo el Ta-
Eres tú el que los produce haciendo germinar todo, huantinsuyu, especialmente en diciembre, tiempo de abrir la tierra. Garcilaso, en su inten-
¡Y, sin embargo, no hacemos más que ultrajarte! (Soustelle, ción apologética con respecto al incario, seüala que era una práctica de los chancas, anterior
1983: 137) al dominio inca.
CAPÍTULO 9

Los espacios y los hombres

Espacios, tiempos, existencias

En la tradición náhuatl el Quinto Sol, la actual creación, reúne en su in-


terior la totalidad de rumbos cardinales del espacio que orientaron, aisla-
damente, a cada una de las creaciones anteriores. Ahora, y mientras du-
re esta creación, las cuatro direcciones alternarán sus influencias en el in-
terior de cada siglo.
Los cincuenta y dos años que componen cada atadura de años perte-
necen, en grupos de trece que se suceden, unos al oriente, lugar de la
luz, del color rojo, 1 asociados a la caña, ácatl; otros al norte, región del
frío, la oscuridad, asociados al pedernal, tecpatl; algunos al occidente,
lugar del reposo, el color blanco, asociados a la casa, calli, y otros al sur.
lugar cá1ido e imprevisible, del color azul, asociado al conejo, tochtli (fi-
gura 8)

Uno conejo, se llama el signo anual, la cuenta de los años del


rumbo del sur.
T1ece aúos porta, encamina, lleva a cucctac c:;iompre, cada uno de
los años.
Y él va por delante, guía, comienza, se hace su principio, intro-
duce todos los signos del año: caña, pedernal, casa.
Caña se dice al día del rumbo ele la luz (oriente) así como tam-
bién se dice al signo anual del rumbo de la luz, porque de allá apa-
rece la luz, el resplandor.
Y el tercer grupo de años: pedernal. Se dícc el día del rumbo de
los muertos.

l. Aunque en el Códice Borgia se asocia también el oriente con el verdor.

[ 159}
1.60 Luis Alberto Reyes Los espacios y los hombres 161

Porque hacia allá se decía, la región de los muertos, como decían yen cuatro diferentes grandes dioses: Tlapallan al oriente, regido por el
los viejos: dizque cuando se mueren, hacia allá se van, hacia allá van Tezcatlipoca Rojo; 6 Mictlampa al norte, regido por el Tezcatlipoca negro;
derecho, hacia allá se encaminan los muertos.
Cihuatlampa al occidente, regido por Quetzalcóatl, y Huiztlampa al sur,
Y el cuarto signo anual, casa, se dice el día del rumbo de las mu-
regido por Huitzilopochtli.
jeres, porque como se decía (está orientado) hacia las mujeres (al
oeste). A su vez los tiempos también pertenecen y reciben influjo -notoria-
Dizque sólo siempre las mujeres allá moran y ningunos hombres. mente en la tradición náhuatl- de alguno de estos cuadrantes en que se
Estos cuatro signos anuales, cuentas de años, tantos cuantos divide la superficie, el Tlalticplan. Cada uno de los soles perteneció a uno
son, de uno en uno surgen, días principios se hacen. Cuando todos de ellos y estuvo ligado a uno de los elementos que les corresponden: tie-
los trece años terminaban, se acercaban, concluían, cuatro veces da- rra, aire, fuego y agua.
ban vueltas, se apartaban, iban entrando cada uno de año en año.
(Sahagún, 1907, vol. vn, f. 269r.; 1979: 121)
El mundo actual, ¿armonía o conflicto?
A su vez, los días también pertenecen particularmente a los rumbos
del espacio: cada año del tonalpohualli -doscientos sesenta días- está di- Laurette Séjourné (1984) habla de una "ley del centro" en la tradición
virlir102 en cuatro grupos de sesenta y cinco días -cinco sernanas de trece náhuatl, que vino a reemplazar en el mundo actual a los unilaterales pre-
días- que corresponden al oriente, al norte, al poniente y al sur. dominios que orientaban a las anteriores creaciones del mundo. El quin-
La concepción dual de la realidad excluye la idea de homogeneidad es- cunze (profusamente presente en expresiones plásticas como la "Piedra
pacial. Los espacios se diferencian en los mundos opuestos de arriba y de del Sol", figura 10) sería el símbolo de la armonía de los contrarios, prin-
abajo, de Cielo e Inframundo. También se oponen los cuatro puntos c~rdi­ cipio cósmico que, según la antropóloga, rige a este "sol".
nales. Con diversos acentos en una u otra -de estas dualidades las anti- En el mismo sentido, Miguel León-Portilla propone la idea de que este
guas culturas indígenas veían a los seres, y particularmente ~ los hom- sol es el de la reconciliación de las fuerzas opuestas, el ámbito de la armo-
bres, determinados por los diferentes espacios en que se encontraban. nía de espacios, tiempos y dioses que antes se enfrentaban en el universo.
Trece son los cielos según el Códice Vaticano A -en algunas versiones
míticas doce o nueve-, y en ellos se encuentran y desplazan las diversas En esta forma, el espacio y el tiempo, uniéndose y compenetrán-
entidades atmosféricas y los astros. En los cielos noveno, décimo y undé- dose, hicieron posible la armonía de los dioses (las cuatro fuerzas) y
cimo habitan los dioses y en los dos últimos la pareja o divinidad dual por con esto, el movimiento del Sol y la vida.
lo que reciben el nombre Omeyocan. 3 '
Puede pues afirmarse sin fantasear que el movimiento y la vida
eran para los nahuas el resultado de esa armonJa cósmica lograda
Desde la superficie de la Tierra hacia abajo se extienden los nueve ni-
por la orientación espacial de los años y los días, o, más brevemen-
veles del Inframundo que en los antiguos testimonios, como los dibujos co- te, por la espacialización del tiempo.
mentados del Códice Vaticano A o los informes recogidos por Sahagún, Pero, si algún día esto faltare, quiere decir que entonces habrá de
aparecen como pasajes o etapas en el camino de los muertos 4 hacia el ni- comenzar una vez más la lucha cósmica. (León-Portilla, 1979: 122)
vol máe profundo, ol Mictlán. 5
La superficie de la Tierra se encuentra dividida por dos líneas entre- León-Portilla ve la oposición y la lucha como un emergente eventual,
cruzadas en el centro -en la tradición azteca es el templo mayor de Méxi- una falla posible en algún momento de la creación, que la precipitaría a
co Tenochtitlán (Matos Moctezuma, 1992: 283)-, en cuatro grandes luga- "comenzar una vez más la lucha cósmica".
res o rumbos que corresponden a los puntos cardinales, y en los que influ- Estas interpretaciones aproximan al Nahui Ollín Tonatiuh, Sol Cua-
tro Movimiento que sustenta al mundo actual, a los ideales de la cultura
2. Seguimos el tonalátnatl conocido como Códice Borgia.
europea y lo alejan de la agónica característica del pensamiento náhuatl.
Es cierto que el dios Nanahuatzin obliga a todos los dioses ("Leyenda
3. "Lugar dos", iugar de ia dualidad, dei desdoblamiento.
de los soles", Manuscrito de 1558) a sacriñcarse en Teotihuacán después
4. En el Códice Bo1gia aparecen como nueve complejos rituales o templos de la oscuridad en
las profundidades de la Tierra.

5. En este mismo capítulo tratamos con más detenimiento el tema del Inframundo, Xibalbá, 6. Tezcatlipoca es el nombre que en los mitos cosmogónicos recibían cada uno de los hijos de
en el Popal Vuh y, desde otra perspectiva, en los capítulos 10 y 16. la pareja dual Omecíhuatl-Ometecuhtli.
162 Luis Alberto Reyes Los espacios y los hombres 163

de haberse arrojado -él y Tecuciztécatl- a la hoguera. Pero ello no debe Lugares y hombres
interpretarse como una cancelacíón de las oposiciones entre _los d~oses si-
no al contrario como el comienzo de una creación en éuyo interior cada La tradición ontológica europea concibe la existencia de los hombres
cu:o. deberá, a s~ turno e incesa~temente, morir en el movimiento de las como esencialmente autónoma respecto de los espacios Y los tiempos, y ve
oposiciones. a éstos como indiferentes recipientes de las acciones Y los sucesos.
Muchos signos indican que el Quinto Sol se fundamenta en la confron- La experiencia del hombre occidental moderno es la de no tener un lu-
tación de los opuestos: desde las secuencias del calendario, sucesión de gar propio sobre la Tierra, es una experiencia de apatridad. Sus actitudes
opuestos tonallis y grupos de tiempos en que están siempre presentes la ejemplares con relación al mundo en que vive son las del ascetismo (que
muerte y los sacrificios, hasta los grandes mitos de la lucha de Quetzal- desprecia a la Tierra, al cuerpo ... ) o la exaltación (que lo eleva a "otro lu-
cóatl con Tezcatlipoca o de Huitzilopochtli con Coyolxauhqui. gar" ideal). Ambas actitudes tienen el sentido de separarlo de la natura-
En consonancia con la estructura agónica de esta creación, los aztecas, leza y de la comunidad.
En sentido opuesto, el pensamiento indígena sostiene que la existen-
para darle fuerzas, le ofrecen incesantemente la sangre de los guerreros
cia pertenece y es regida por los lugares en que se desenvuelve. El ser hu-
y los sacrificados. La llamada Piedra del Sol es un testimonio de la con-
mano se encuentra situado en el día o la noche, en lo alto o lo bajo, nacien-
cepción del Quinto Sol como el continente de los conflictos (fi~ura 10). Así
te o poniente, el sur o el norte, la casa o el campo de batalla, los días de
como cada uno de los soles fue en su momento creado y destrmdo, del mis-
trabajo o descanso, los dias de dolor o de alegría ... En cuanto instalada en
mo modo se alternan ahora, a través de los días, los años y los siglos, las
algunos de estos extremos o afectada por algún movimiento de inversión
fuerzas que encarnaban. .
entre ellos, la existencia responde a las cualidades y las transformaciones
Los cuatro primeros soles se hallan, a través de sus íconos, en el pn-
locales del cosmos.
mer círculo de la escultura, integrados con el rostro central en el inte-
En consecuencia, un camino del conocimiento es la indagación acerca
rior del símbolo "movimiento". Entre ellos aparecen dos garras opri-
ele los aspectos regionales del tiempo y del espacio, y sus interrelaciones.
miendo sendos corazones. Lo que enlaza las creaciones es la alternancia Usamos aquí la expresión "lugar" con un sentido más fuerte que el ele
del movimiento devorador en que están inmersos. El rostro central, pro- mero sitio en que alguien se encuentra físicamente. Los lugares determi-
bablemente de Tonatiuh, es el que ordena esta conjunción de opuestos, nan el destino. Los seres son ele acuerdo con sus lugares de existencia.
pero no en una pacífica simultaneidad, sino en alternancias mediadas
por la lucha y la muerte, como lo indica la boca descarnada de la que
emerge la lengua convertida en cuchillo de pedernal, símbolo de los sa- Los lugares de origen de los pueblos
crificios.
Siguen en el anillo siguiente los símbolos de los tonallis, días o desti- En los mitos indígenas ele América predomina la idea ele que los hom-
nos con los que se arman, en múltiples combinaciones, las expres10nes bres salen originariamente desde cuevas, lagos o plantas. Estos testimo-
particulares de los tiempos. Los rodean círculos de quincunzes -s~:n;bo:os nios parecen indicar que ya estaban ele antemano -formados o como semi-
del Quinto Sol-, plumas y, finalmente, una guarda de gotas del lrqmdo llas- en el seno de la Tierra.
precioso'', la sangre que simboliza el incesante sacrificio rigiEmoo la0 rnla- Los mexicas recordaban venir de un lugar llamado AztLán, una isla si-
ciones entre dioses, tiempos y espacios. tuada en una laguna donde eran llamados atlacachichimecas. Allí se ha-
Llegando a la circunferencia exterior, dos grande0 xiuhcocoa, ser- brían originado saliendo de una de las siete cuevas, Chicomoztoc, existen-
pientes de fuego, rodean todo el conjunto uniendo sus colas arri~~ y sus tes en el lugar (figura 12).
grandes fauces abajo, devorando a los dioses. Las mariposas estilizadas
en los segmentos de sus cuerpos, que simbolizan el fuego, así como las La venida de estos mexicanos muy antiguos, de la parte que ellos
llamas que salen del cuerpo de las serpientes flameando hacia el inte- vinieron, tierra y casa antigua llamada hoy día Chicomoztoc, que es
rior, donde se encuentran los tien1pos, los espacios y fuerzas divinas, nos casa de siete cuevas cavernosas. Segundo nombre llaman Aztlán,
dicen que éste es el mundo de la agonía y la clestrucóón incesantes (véa- que es decir asiento de la garza o abundancia de ellas. (Alvarado Te-
se figura 10). zozomoc, 1982a: 32)

Estando ya los chichimecas con alguna policía y la tierra ya po-


blada y llena ele los seys linajes ... passaclos trescientos y dos años,
164 Luis Alberto Reyes Los espacios y los hombres 165

que avyan dexado sus cuevas y solares, aportaron a esta tierra los crecía y allí, en ese sitio, se formaron los pueblos". (Arguedas,
de la séptima cueva, que es la nación mexicana, la cual como las de- 1975: 106)
más salió de las tierras de A;,;Llán y Teoculhuacán. (Tovar, 1982: 56)
En estas culturas era tradicional identificar a los pueblos por sus lu-
En tiempos del tlatoani Motecuhzorna Ilhuicarnina encomendó a los gares de origen:
tlamatinime recorrer en sentido inverso el camino que, en tiempos vela-
dos por el olvido, los trajo desde allí. Ante las dificultades para encontrar Seis leguas de Cuzco al suroeste por el camino que los incas hi-
los signos físicos de la ruta, los enviados viajaron mágicamente, converti- cieron, está un asiento llamado Pacarí Tampu que quiere decir "ca-
dos en nahuales para llevar presentes a la madre tierra Coatlicue y testi- sa de producción" en el cual hay un cerro llamado Tampu Tocco que
moniarle la fidelidad del pueblo a su origen, corno dice una tradición re- significa "casa de ventanas". Y esto es cierto, en este cerro hay tres
ventanas, la una llamada Maras-tocco y la otra Sutil-tocco y la que
cogida por el dominico Diego Durán (Martínez Marín, 1979: 761).
está en medio se llama Cápac-tocco, que quiere decir "ventana rica",
Los quichés evocan, en los mitos del Popal Vuh, ese mismo lugar, al que porque dicen que está guarnecida de oro y otras riquezas. De la ven-
concurrieron con sus descendencias los hombres de maíz cuando aún rei- tana Maras-tocco salieron sin gener.ación de padres una nación de
naba la oscuridad sobre la tierra. indios llamados maras, y ahora hay de ellos en el Cuzco. De la ven-
tana Sutil-tocco salieron unos indios 118.mados tambos, que poblaron
Ahora bien, el nombre del lugar a donde se dirigieron Balam- a la redonda del mismo cerro y en el Cuzco ahora hay de este linaje.
Quitzé, Balam-Acab, Mahucutah e lqui-Balam y los de Tamub e Ilo- De la ventana mayor, Cápac-toco, salieron cuatro hermanos hom-
cab era Tulán-Zuiva (cueva de tulán), Vucub-Pec (siete cuevas), ·vu- bres y cuatro mujeres. A éstos no se les conoció padre ni madre, mas
wb-Ziván (siete barrancas). Éste era el nombre de la ciudad a don- [de ellos] dicen que salieron y fueron producidos de la misma venta-
de fueron a recibir a sus dioses. (Popal Vuh, 1984: 184) na que mandado de Ti.cci Viracocha y ellos mismos decían de sí que
el Viracocha los había creado para ser señores. Y así tomaron por
Eran los tiempos en que aún estaban unidos los diversos pueblos ma- causa este nombre inca, que es lo mismo que decir señor. Y porque
yas, y el mito señala que también estaban los mexicanos, a quienes llama salieron de la ventana Cápac-tocco tomaron por sobre nombre capac,
que quiere decir rico; aunque después usaron este término para de-
"la gente yaqui, 7 los sacerdotes y sacrificadores" (Popal Vuh, 1984: 183),
notar con él al señor, príncipe de muchos. CK:rickeberg, 1980: 194)
compartiendo la angustiosa espera de que el sol apareciera.
Más al sur del continente, en los mitos de los pueblos del interior del
Así como algunos ayllus, comunidades, salieron de cerros, otros provie-
Tahuantinsuyu, las referencias al origen aluden al interior de la tierra y
nen del mar o de lagunas, como los Chankas, cuyo origen eran las lagu-
al fruto de la quinua: nas de Choclococha y Urcococha (Rostworowski, 1988a: 288).
Estos diversos orígenes nos indican importantes cualidades antropoló-
Mientras ellos [los yuncas] habitaban esas tierras, dijimos en ca-
gicas: los humanos no aparecieron como género en abstracto ni como in-
pítulos anteriores que otros hombres aparecieron desde Yarillancha,
de Huichicancha, y algunos dicen que también de Quinua; así, del dividuos singulares, sino como pueblos, y salieron de lugares determina-
mismo modo, se dice que los hombres de Concha nacieron de Yari- uoo de la tierra, COoa que eoLaLleeiú la verLeuern:ia Je los pueLlu::; a 1.:ierla
llancha, que nacieron en número de cinco, brotaron de debajo de la región o aspecto de la naturaleza.
tierra. (Arguedas, 1975: 128) Al no ser homogéneos en su origen, no provienen todos los hombres, co-
mo propone el Génesis bíblico, de un único y común acto creador.
Dicen que allí, del fruto de la quinua, apareció el hombre. Sin embargo es notable cómo, en su afán de acercar las tradiciones in-
Pero otros cuentan: "Del universo alto cayó sangre sobre un lu- dígenas a las ideas europeas y allanar el camino para mimetizar esas tra-
gar llamado Huichicancha, cayó sobre los campos en que la quinua diciones con la narración bíblica, versiones como la de Pachacuti Yamqui
Salcamaygua intentan desmitologizar las narraciones de los orígenes de
los pueblos. 8
7. Recinos interpreta en este sentido la referencia a Iosyaquis (Recinos, 1984, "Introducción"
al Popal Vuh, 66) con lo que, si atendemos al consenso que sitúa el histórico-mítico lugar de
origen de los mexicas en la periferia de Mesoamérica, al norte del actual México, tal sería
también el punto de origen de los pueblos mayas del Popal Vuh. 8. Véanse, en el capítulo 1, las referencias al texto de este cronista indígena.
166 Luis Alberto Reyes Los espacios y los hombres 167

Al fin los labró los indios por horden de Manco Cápac deshazien- cluyente del universo que recogían y transmitían los mitos de origen y que
do la cassa ydeficando canterías· a manera de ventana que eran tres tenía su expresión en la unidad local de las comunidades. Los incas al su-
ventarnrn que segnificavan la cassa de sus padres clP. clonde descen- marlas a ::;u dominación estatal no iuLeuLaron romper esa unidad y susti-
dieron, los cuales se llamaron: el primero Tampo Ttoco, el 2º Maras tuirla por una abstracta integración nacional. Sólo implantaron la lengua
Ttoco, el 3º Sutic Ttoco, que fueron de sus tíos aguelos maternos Y general para poder administrar sus' dominios. 11
paternos que son como este [... ]Y assí [mandó] que los vestidos Y tra- La otra concepción sobre el origen de los hombres es la de que fueron
xes de cada pueblo fuesen defirentes, como en hablar, para conocer
hechos por los dioses. Su formulación, en los mitos mesoamericanos, no es
porque en este tiempo no echavan de ver y cono~er a los indio~ qué
nación o que pueblo eran y para que sean conocidos los mando que excluyente con las versiones sobre la emergencia desde las profundidades,
cada provincia y cada pueblo se escogiesen o hiziesen de donde des- pues en ellas estarían esperando (habiendo sido preformados antes por
cendieron o ele donde vinieron. Y como en general los indios eran tan los dioses, y con sus cuerpos íntegros o reducidos a huesos-semillas) el mo-
ydiotas y torpes, con poca facelidad y por ser tan haraganes los es- mento en que llégarían a recibir la luz del sol sobre sus rostros.
cogieron por su pacarisca o pacarimusca, unos a las lagun_as, otros El Popal Vuh (1984: 174) relata cómo los cuerpos de los primeros cua-
a manantiales, otros a las peñas bivas, y otros a los serros Y quebra- tro hombres y sus mujeres fueron amasados por los dioses con las mazor-
das ..(Pachacuti, 1993, f. Sv.: 198-199) cas blancas y amarillas traídas de las regiones acuosas de Paxil y Caya-
lá. Después pasaron mucho tiempo ligados al elemento húmedo y oscuro
Esta afirmación de que las pacarinas habrían sido fabricadas por íos de la tierra, y regidos por los dioses infratelúricos de Xibalbá, hasta que
indios, quienes "escogían" a posteriori el lugar en que habrían n~_cido co- les fue dado ver el Sol.
mo una forma de diferenciarse unos de otros, es una tergiversac10n de la En los antiguos relatos de los nahuas, que hacia 1536 recogió fray An-
9
concepción andina de la pacarina como lugar ctónico de origen. drés de Olmos, hallamos otra versión ele creación de los humanos por los
La antropología andina vigente entre los indígenas de tiempos de la dioses:
conquista no suponía para los hombres individual~~ un de~~ir;o indepen-
diente y diferente dentro del colectivo en que participaban. Este les da- Pasados seiscientos años del nacimiento de los cuatro dioses her-
ba sus rasgos, sus bienes, su poder. manos, y hijos de Tonacatecli, se juntaron todos cuatro y dijeron que
Cada ser humano se definía por la comunidad a la que pertenecía Y por era bien que ordenasen lo que habían de hacer, y la ley que habían
el lugar -en el marco de las oposiciones duales regionales- que dentro de ele tener, y todos cometieron á Quezalcoatl y á Uchilobi que ellos dos
lo ordenasen, y estos dos, por comisión y parecer de los otros dos, hi-
ella le era propio.
Esto no impedía que se dieran diferencias y que unos resultaran más cieron luego el fuego, y fecho, hicieron medio sol, el cual por no ser
entero no relumbraba mucho sino poco. Luego hicieron á un hombre
afortunados que otros en sus cosechas o en el crecimiento de sus majadas,
y á una mujer: el hombre dijeron Uxumuco y a ella Cipastonal, y
pero la idea guía era la del destino comunitario com~ar~i~o. No estaban mancláronles que labrasen la tierra, y que ella hilase y tejese, y que
expuestos a quedar desintegrados por no alcanzar, individualmente, la dellos nacerían los macehuales, y que no holgasen sino que siempre
posición de los demás. . trabajasen, y á ella le dieron los dioses ciertos granos de maíz, para
Con su riguroso sistema de participación en el reparto de las tierras, que con ello3 ella curase y usase de adevinanzas y heduL:~1ía:;, y an-
en el trabajo y en la distribución de sus productos, los incas reafirmaron sí lo usan hoy día á facer las mujeres. (Olmos, 1985: 692)
los principios inclusivos de las comunidades tradicionales.
La int~gración no era concebida como un artificio, como una construc- En esta tradición sucederán luego los diversos soles o creaciones de la
ción humana con fundamentos sólo morales y políticos. El fundamento de vida sobre la tierra y, a comienzos del Nahui Ollín Tonatiuh, Quetzalcóatl
esta condición social se encontraba por detrás de ella: en la concepción in- desciende al Inframundo para rescatar los huesos-simiente de una pare-
ja ele humanos y animarla sobre la superficie, para que la pueblen. En es-
te mito se reúnen coherentemente las dos ideas, de la emergencia desde
9. Duviols (1993: 79) seüala al respecto que la pertenencia a la pacarina viene de la antigua las profundidades de la Tierra y de la creación por los dioses.
tradición.
10. Estas ideas contrastan con las de sujeto autosuficiente en la modernidad occidental, que
ha justificado la aparición histórica de individuos abandonados Y carenciados en med10 de 11. Rostworowski (1988b: 286) seüala, en este sentido: "El Estado incaico no fue considera-
sociedades prósperas. do por los naturales bajo el concepto de una nacionalidad".
168 Luis Alberto Reyes Los espacios y los hombres 169

Los lugares regionales de los pueblos [. .. ] y v1rueron a TI-maax. Allí se magullaron a golpes unos a
otros los guerreros. Y llegaron a Buczotz. Allí vistieron los cabellos
de sus cabezas.
Los diferentes grupos mayenses se identifican por referencia a los lu- Y llegaron a Kini ... era tiempo de dolor para ellos. [... ] y llegaron
gares de origen y también a los lugares que atraviesan o en los que se a Baca. Allí les llegó el agua hasta los huesos.
asientan en las migraciones. Y llegaron a Caucel. Allí el frío se apoderó de ellos.
Cuentan los Anales de los Xahil las opciones territoriales que hicieron [... ] Y llegaron a Munaa. Allí se hizo tierno su lenguaje y se hizo
los pueblos y los nombres que por ello recibieron: suave su saber.
[... ] Timacal. Popolá. Allí ordenaron la estela del Katún.
Los Ah Cuyva, allá en el Este ... nos preguntamos unos a otros [... ] y empezó a entrarles tributo en Chichén. [... ] Es Lo :;uceuió en
en donde estaría nuestra seguridad; los hombres Qeche nos dijeron el Trece, Ahau Katún.
que, como tronaba y relampagueaba en el cielo, así en el cielo es- Allí recibían el tributo los grandes señores. Y entonces comenza-
taría nuestra seguridad, y por consiguiente les fue dado el nombre ron a reverenciar su majestad. Y comenzaron a tenerlos como dioses.
de Trueno Resonante. Los hombres Costil dijeron que la seguridad Y comenzaron a servirlos. Y sucedió que llegaron a llevarlos en an-
estaba en la boca del Guacamayo; [así] dijeron, y por consiguiente das. Y comenzaron a arrojarlos al pozo para que los señores oyeran
les fue dado el nombre [de] Guacamayo. Nosotros, los hombres su voz. (Chilam Balam, 1991: 6-11)
Cakchiquel, dijimos que la seguridad no estaba sino en medio de
las llanuras, entrando, nosotros, allá en el país, y por consiguien- Advertimos que van recibiendo sus atributos y destinos no como dones
te (nos) fue dado el nombre [de] En las Llanuras. Gucwnatz, dijo abstractamente reservados a ellos sino como cualidades que les invisten
otro, que la seguridad estaba en el agua. Los hombres Tukuche di- por haber llegado a esos lugares.
jeron que la seguridad no estaba sino en lo alto de una aldea. v nor En sus migraciones, que los llevan de unos lugares a otros, los itzaes
consiguiente les fue dado el nombre [ele] Aldea Alta. Los ho;;;b;·es buscan la tierra en la que podrán vivir de acuerdo .con sus esperanzas, pe-
Akahal dijeron que la seguridad no estaba sino en las colmenas. y
ro estas travesías tienen la consecuencia de darles los caracteres y las po-
por consiguiente les fue dado el nombre de Mansiones de las C~Í­
menas. ("Anales de los Xahil": 140) tencias de la tierra que pisan.
La relación de los pueblos con sus lugares de asentamiento tiene varios
estratos. A las inmediatas cualidades y destinos de que nos habla el Chi-
El Chilam Balam de Chumayel relata la peregrinación mítica-históri-
ca de los itzaes, pueblo maya de la zona de Yucatán, al norte del emplaza-
lam Balam se superponen las de la pertenencia de cada población a un dios
protector, de ellos y sus lugares, que los acompaña desde el origen en la tra-
miento de los quichés del Popal Vuh. Aquellos primeros "hijos de las abe-
dición de nahuas y de mayas tzotziles.13 En los mitos y ritos nahuas apare
jas", 12 recorriendo espacios y tiempos, fueron encontrando, según los luga-
cen como capultéotl, o dioses del calpulli, cumpliendo una función protecto-
res, cada uno de los rasgos de su condición humana:
ra de un pueblo. 14 Dioses abogados, los llamaban los cronistas españoles. Y
Y llegaron a Ppole. Allí crecieron los ltzaes. Allí tuvieron enton- no sólo los pueblos, sino aun cada barrio tenía su dios (Códice Magliave-
ces por madre a lx Ppol. chiano, f. 73v, citado por López Austin, 1973: 4 7). En algunos casos, estaco-
He aquí que llegaron a Aké. Allí les nacieron hijos, allí se nutrie- rrespondencia del dios con el pueblo se expresa en una correspondencia de
15
ron . nombres. El dios tiene el nombre de los hombres que ampara.
... y vinieron a Tixchel. Allí se elevó su lenguaje, allí subió su conoci-
miento. [... ] Y vinieron al lugar que es nombrado T'Cooh. Allí com-
praron palabras a precio caro, allí compraron conocimientos. 13. Pues estos dioses son los que abren las cuevas de la montaña para que salgan a ver el
Sol (López Austin, 1973: 56; Guiteras Holmes, 1965: 237).

¡ 11. En algunos casos tHl dios aparece como protector de varios pueblos: Texcatlipoca, de los
coyohuacas (Chimalpahin, 1949: 154); de los tlacochcalcas (ídem: 165); de los tolteca chichi-
12. Por el hecho de que el texto comienza hablando del tronco del linaje de Ah Puch que co- mecas (Historia tolteca-chichimeca, 1976: 70) y de los tezcocanos (Mendieta, 1945, 1: 98),
rresponde al Señor del Sur, podrían ser hijos de la "gran abeja amarilla que está en el Sur". Mixcóatl, de los otomíes (Sahagún, 1946, !: 204); de los cuauhtitlanecas ("Anales de
Pero también la asociación de los hombres con "la pequeña Cozumil", que fue "la jícara de la Cuauhtitlán", 5) y de los chichimecas (Sahagún, 1956, n: 81).
miel, el primer colmenar y corazón de la tierra" (Chilam Balam de Chumayel, 1991: 3-4) po- 1
dría indicar (por la posición geográfica de la isla de Cozumel) que serían hijos de "la gran l 15. Como es el caso de Mexi, de los mexicas; Tepoxtéatl, de los tepoztecas; Totonac, de los to-
abeja roja que está en el oriente". tonacas; Taras, de los tarascos (López Austin, 1973: 52).
1

1
170 Luis Alberto Reyes Los espacios y los hombres 171

Otra determinación que los lugares dan a los pueblos es su ubicación Las parcialidades de arriba y de abajo
en alguno de los cuatro (o cinco si se incluye el centro) rumbos cardinales.
Fernando Alva Ixtlilxóchitl, al darnos su versión de los mitos de los so- En la región andina unificada culturalmente por el incario, la expre-
les, habla de distintos grupos o p~eblos que se habrían originado y suma- sión sobresaliente de la dualidad es la bipartición en hanan y hurin, que
do en cada creación (Alva Ixtlilxóchitl, 1952, I: 11-15). En esta versión -di- indican la mitad de arriba y la mitad de abajo. Esta dualidad tiene dos re-
ferente de las usuales, en que el conjunto de los hombres se destruyen an- ferencias básicas: una es la ·del Cielo o las partes altas de la Tierra con-
tes de cada nueva creación- se hallan implícitas varias ideas interesan- trapuestas a sus profundidades y partes bajas como son las costas y va-
tes: la de los dioses protectores, en este caso los dioses regentes de cada lles, y la otra es la relación de oposición y complementariedad entre dos
creación, que dan sus cualidades a los hombres; la de la pertenencia de los partes de una comunidad, autoridad o pareja (en este último caso la com-
diversos pueblos a uno de los grandes tiempos, a una creación cósmica, y, plementariedad suele adoptar otros nombres). Una expresión menos co-
finalmente, la idea de la pertenencia a un lugar espacial, pues cada crea- mún es la bipartición en lloq'e, izquierda, y paña, derecha.
ción estaba marcada por un rumbo del universo. Contamos con numerosos testimonios de bipartición en el gobierno, en
Las ciudades y los lugares de que hablan los mitos mesoamericanos no los sistemas de solidaridad y trabajo, de matrimonio y de culto. Los halla-
han podido ser ubicadas geográficamente de manera concluyente, pero mos en las narraciones míticas de la guerra. Los chancas combatían divi-
una de las respuestas posibles a partir de las fuentes es que se hallaban didos en hananchancas y hurinchancas, quienes eran guiados respectiva-
en los extremos de los cuatro rumbos del universo o en su centro. mente por sus jefes míticos Uscouilca y Astouilca, encarnados en piedras
En cuanto muchas ciudades mesoamericanas llevan los nombres de portadas por las tropas (Sarmiento de Gamboa 1942: cap. 26)
esas ciudades míticas tendrían también sus cualidades espaciales y sus Los hallamos en las observaciones de los cronistas 17 y en los estudios
habitantes resultarían determinados por ellas: etnológicos actuales:

Y esas cuatro ramas que allá comenzaron eran las tribus. En cada repartimiento o provincia hay dos parcialidades que una
He aquí las historias de Gagavitz y Zactecauh; éste es el princi- se dice Hanansaya y otra Hurinsaya. Cada parcialidad tiene un ca-
cique principal que manda a los principales e indios de su parciali-
pio de las historias que contaban Gagavitz y Zactecauh:
dad y no se entromete a mandar a los de la otra, excepto que el cura-
"De cuatro [lugares] llegaron las gentes a Tulán. En oriente es-
ca de la parcialidad de hanansaya es el principal de toda la provin-
tá una Tulán; otra en Xibalbay; otra en el poniente, ele allí llega-
cia, a quien el otro curaca de hurinsaya obedece en las cosas que di-
mos nosotros, del poniente; y otra donde está Dios. Por consiguien-
ce él. Tiene el de hanansaya el mexor lugar en los asientos y en todo
te había cuatro Tucanes, ¡oh hijos nuestros'"· Así dijeron. "Del po- lo demás, que en este guardan su orden. Los de la parcialidad ele ha-
niente llegamos a Tulán, desde el otro lado del mar; y fue a Tulán nansaya se asientan a la mano derecha y los de lwrinsaya a la mano
a donde llegamos para ser engendrados y dados a luz por nuestras izquierda, en sus asientos baxos que se llaman cluos, cada uno por su
madres y nuestros padres." Así contaban. (lvfemorial ele Sololá, orden. (Matienzo, 1967: 20; citado por Rostworowskí, 1988a: 115)
1980: 48) 16
Esta dualidad estructural de cada pueblo del Tahuantinsuyu no era
Los Sabios, los Nahuales, los jefes y (.audillos de tres grandes
privativa de ellos ni comenzó con los incas. A partir de sus observaciones
pueblos y de otros que se agregaron, llamados U Mamae [los viejos],
y estudios comparativos, Lévi-Strauss (1969: 102) afirma que el esquema
extendiendo la vista por las cuatro partes del mundo y por todo lo
que hay bajo el cielo y no encontrando inconveniente, se vinieron ele de organización dual era común a las sociedades de América del Sur tan-
la otra parte del océano, de allá de donde sale el Sol, lugar llamado to a las primitivas como a las avanzadas. 18 '

Pa Tidán, Pa Civán. (Memorial ... , 1980: 215)

17. Rost\vorowski (1988a: 114-129) hace una reseña de las noticias históricas, en los infor-
mes de los cronistas y funcionarios coloniales de los siglos xv1 y xv11, que n1uestran la insti-
tución de las parcialidades sobre estas particiones en referencia a los lupaca, los collagua,
16. Adrián Recinos sostiene, interpretando este párrafo en sus notas a la edición, que no es los chupacho, los huanca, los chachapoyas y otros.
que los pueblos vengan de diferentes Tulán, sino que llegan a ella (Memorial ... , 1980: 49). Su 18. Lévi-Strauss (1969) elabora un modelo ele dualidad circular para los bororo de la selva
interpretación parece un poco forzada, más aún si tomamos en cuenta el párrafo del Título brasileña, a diferencia de la línea recta propia tanto de las particiones de los Ancles como de
de los seiiores de Totonicapán que copiamos ele la ¡:ita siguiente. las oposiciones cardinales de los rumbos del universo en JVIesoamérica.
172 Luis Alberto Reyes Los espacios y los hombres 173

Los estudios etnológicos actuales en pueblos andinos, además de mos- la región montañosa de Cuzco, que proyectaba su modelo ele bipartición
trarnos la continuidad de las estructuras antiguas de pensamiento, nos sobre el Tahuantinsuyu.
enseñan peculiaridades de ellas. Tal es el caso del estudio de Tristan Plat Los mismos incas de Cuzco se dividieron en dos linajes que tendrían
sobre los machas, 19 que se dividen en dos ayllus: Aransaya y Urinsaya, ca- su asiento simbólico en el Indicancha, templo del Sol, los del linaje hurin
20
da uno subdividido en cinco ayllus menores que a su vez se subdividen en y en otras canchas, palacios, los incas del linaje hanan.
cabildos (Platt, 1976: 6). La dualidad entre las dos partes de la comunidad tiene otra expresión
Ecológicamente la dualidad se da entre la puna, que es patarana, y en el desdoblamiento de las autoridades de los pueblos. En muchos casos
chichirana, parte alta y fría, y el valle, que es urarana y q'uñirana, parte encontramos testimonios de que los jefes tenían su doble dentro de la mis-
ma parcialidad. Es el caso del yanapaque, que funcionaba como una espe-
baja y cálida.
Como en otras expresiones, aquí también la oposición no es gradual si- cie de ayudante, delegado o reemplazante.
no polar. La chawpirana, zona intermedia entre la puna y el valle, es asi-
milada en los ordenamientos a una u otra región (Platt, 1976: 11).
Teniendo una referencia eminentemente espacial-ecológica, la duali-
dad no está sin embargo reducida a ella sino que la oposición entre aran-
saya y urinsaya actúa en el interior -ecológicBmente homogf'ineo- rle cB-
da una de las regiones opuestas.
La relación se articula en un conjunto de intercambios y de oposiciones
que se maniñestan desde la institución matrimonial entre miembros de
una misma mitad pero procurando que pertenezcan a diferentes partes
ecológicas, hasta las luchas rituales del tinku, encuentro, en que los
miembros de cada mitad se unen para enfrentar a los de la otra en una
celebración preparada en la plaza del ayllu. "La ferocidad del conflicto po-
dría llegar hasta el punto de despedazar alguna víctima y comerse peda-
zos de la misma" (Platt, 1976: 18).
Esta institución de la bipartición de las comunidades indígenas andi-
nas es reveladora de la idea de integración profunda con el cosmos: como
es el modo de ser de éste, también así deben ordenarse v vivir los pueblos.
En la relación de }a Tierra con el Sol y las lluvias, ~ igualmen:te en la
relación entre los esposos, se trata de dos mitades que tienen una identi-
dad propia, al mismo tiempo referida a la otra parte y opuesta a ella. Por
eso el conflicto coexiste con la solidaridad.
El espíritu de la dualidad rige loe cictomuc do reciprocidad o intorcam
bios entre las comunidades y en el interior de éstas, en el trabajo, la vida
social, en los asuntos particulares y colectivos. Es un modelo de minkas.
turnos, que se da en la sociedad como en el cosmos. . 1
La hegemonía, cuanto menos en el aspecto formal del predominio del l
curaca de la parcialidad hanan, se fundaba probablemente en dos facto- 1
res principales: por un lado, la relación simbólica ele esta mitad con la su- .¡
perficie iluminada por el Sol. la existencia emergente. Por otro, su rela- í
-··t :¿o. Auca, el hermano gue1Tero habría dado origen a la nütad hanan de Cuzco, supone Rost-
1

ción simbólica con el origen solar de la dinastía ele los incas, instalada en worowski, dado que Manco se instaló en la parte baja, en el templo de Inti, iniciando el li-
naje de la mitad hurin (Rostworowski, 1988a: 175). Esta interpretación, en el sentido de que
desde los comienzos de la autoridad inca se habrían establecido los dos linajes, es coheren-
19. Grupo étnico asentado en el departamento boliviano de Potosí, sobre la falda oriental de te con las estructuras duales del pensamiento andino, pero difiere de otras que unifican el
los Andes. primer mando en Manco Cápac, como es el caso de la interpretación de Dubiols.
CAPÍTULO 10

La condición humana entre el Cielo y el Inframundo

El modelo del maíz en el Popol Vuh

El Popal Vuh 1 hace del espacio uno ele sus temas esenciales. La clave de
la existencia humana radica en su situación sobre la superficie de la Tie-
rra, en la intersección entre el Inframundo de las profundidades y el Cie-
lo, con sus cualidades opuestas de húmedo y seco, muerte y vida, femeni-
no y masculino, humillación y soberbia. 2
Cuando narra el mito de la creación de los hombres hechos con lama
sa de las mazorcas y al ofrecer, en diversos pasajes, las claves para la in-
terpretación ele este hecho, el Popal Vuh indica la correlación estrecha que
existe entre el hombre y las dos dimensiones del espacio a las que perte-
nece la planta de maíz, que las recorre a través de sus ciclos vitales.
A diferencia de las ideas europeas modernas que ven al hombre abrién-
dose paso en su vida a despecho de las circunstáncias exteriores y ele su
propia naturaleza, trascencliéndolas,º esta antropología ve al humano co-
mo producto ele las situaciones que van constituyéndolo. Para expresar el
carácter local que tienen estas situaciones, hablamos de "lugares de la
existencia".

l. Las citas del Popal Vuh corresponden a la versión de Recinos (1984), salvo alguna trans-
cripción en quiché, que tomamos de la edición de A.ntonio Villacorta. Para el significado ele
los nombres propios consultamos también la versión de Georges Raynaud.
2. Otros lugares o condiciones de la existencia, importantes en el Popal íluh y en los otros
textos mayas que conocemos, son los nombres, que invisten a los individuos y a los pueblos
ele su peculiar sentido. En algunos casos son non1bres de anin1ales. En ?vfesoarnérica prove-
nían también del día del nacimiento, según el calendario ritual adivinatorio.
3. En el pensamiento europeo contemporáneo de cúneo exístencialista, Heidegger habla ele
"trascendencia·• y Sartre de "nihilización" de la realiclacl por parte del hombre.

¡ 175]
176 Luis Alberto Reyes La condición humana entre el Cielo y el Inframundo 177

Nacer en ellos, habitarlos después, recibiendo sus fuerzas, indica un no es transitar las dos direcciones, por ser su cuerpo amasado de kanájal
destino que no es opción personal, en el sentido m.oderho, ni eventualidad y zakí jal, mazorcas amarillas y mazorcas blancas de maíz. .
o accidente. Los mitos de las varias creaciones de los humanos se refieren Este destino es coherente con las enseñanzas de una arraigada tradi-
directamente, en ese libro, a los materiales con que son formados en cada ción de conocimiento: como los otros pueblos de América, los mayas fun-
ocasión. Pero a través de ellos: barro, madera, paja, maíz, se refieren a los daron su cosmovisión en la experiencia de los ciclos cósmicos Y naturales.
lugares, aéreos o subterráneos, a los que pertenecen tales materiales. La El movimiento de los astros de los que fueron extraordinarios observado-
sustancia con que fueron hechos en cada caso los hombres los comprome- res, el sucederse de días y noches, estaciones y años.
tió con una posición en relación con las alturas o las profundidades. También los nahuas hablan, en sus grandes mitos cosmológicos, de ci-
La primera creación de los humanos que intentan los dioses, de barro, clos en los que el Sol y Venus, después de llenarse de luz;, sumergi.éndose
se hace excluyentemente condicionada por el ámbito primordial del Infra- y oscureciéndose, atraviesan las profundidades de la noche.
mundo. Esos hombres pertenecían a la Tierra, eran del lugar de abajo (Po- Pero a pesar de sus conocimientos astronómicos, el ciclo arquetípico al
pal Vuh, 1984: 91). que los quichés y los cakchiqueles -un pueblo que compartió con los qui-
Por eso les faltaba el elemento vivificante que viene del Cielo. Los chés el origen y las primeras migraciones- refieren su existencia no es
hombres de barro se deshacían, se confundían en la primigenia masa in- estelar. El ciclo de los astros en el Cielo muestra inadecuadamente, para
forme, no hablaban, no se individualizaban, no se sostenían en el aire, no estos mayas, el abajo que específicamente corresponde a la vida de los
creaban cultura. hombres: las profundidades de la Tierra. .
Las dos siguientes creaciones estuvieron condicionadas por la superfi- Por eso tomaron como arquetipo el ciclo no de un astro sino de una
cie y las alturas. Los hombres de madera, y luego los de paja, tuvieron ca- planta, la del maíz, en la que vieron, además del sustento humano, el mo-
pacidad para hacer cosas, grandes hazañas, despegándose de la Tierra y delo esencial del movimiento de la vida: hacia abajo Y hacia arriba de la
sus ataduras. Podían transformar el mundo, crear cultura. superficie de la Tierra.
Pero al estar su origen excluyentemente determinado por las alturas, En ella vieron también las cualidades, los géneros, los estados, asocia-
a estos hombres les faltaba el elemento húmedo y femenino de la solida- dos a la incidencia de los dos lugares de la existencia. Concibieron el
ridad y el amor. Fueron soberbios y maltrataron a la tierra y sus montes, mundo y el destino humano a través de los momentos de la planta: nace
a los animales y a las herramientas, que tienen también un lugar en la bajo la Tierra, busca luego la altura, danza, leve Y bella en el viento. Ya
correlación universal de la vida. madura, se sacrifica para que el mundo tenga alimento. Desciende a las
Por eso su creación fue fallida, terminaron destruidos por la Tierra he- profundidades en forma desemilla, enferma, se deshace, para renacer.
rida, por los animales acosados, por las herramientas que les golpearon el Asciende después nuevamente a la luz, desde la oscuridad, en forma de
rostro -expresión del alma en la antigua Mesoamérica- a estos hombres planta joven.
secos, exclusivamente aéreos. Finalmente los llevó el viento, como a los Puesto que el ciclo se origina en la humedad subterránea, desde ese lu-
hombres de barro los llevó el agua. Ambas especies de hombres fueron gar primordial femenino se origina el cuerpo de los seres humanos:
arrastradas por su propio elemento unilateral. 4
En la última y actual crnFlción, lA rlP lns homhres ele maíz, a diferencia De Paxil, de Cayalá [términos que, en <.:ua11Lu lJl'ÍmaiiarneHLe ~ig­
de los anteriores intentos fallidos, el humano fue formado con un material nifican extensión de las aguas, inundación y podredumbre, en la
que pertenece a los dos lugares opuestos de arriba y de abajo. simbólica quiché nos remiten a las profundidades de la Tierra] vi-
El destino de estos hombres consiste en alternar y ser condicionados nieron las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas. (Popal Vuh,
en su ser por ambos lugares. Descender, en sentido literal y metafísico, al 1984: 174)
Inframundo, y ascender luego al Cielo: en estos movimientos se expresa
la determinación que reciben por haber sido hechos de una planta cuyo si- El predominio de la simbólica de la humedad y el Inframundo se reite-
ra en la descripción del proceso creador:

Y moliendo las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas, hizo


4. Esto de ser destruidos, los seres de las diversas creaciones, por su propio elemento, lo en-
Ixmucané nueve bebidas [alusión alegórica a los nueve niveles del In-
contramos también en el mito náhuatl de los soles. La versión andina de estas destruccio-
nes, tal como la encontramos en Guarnan Poma o los mitos de Huarochirí, nos dice en cam-
framundo) y de este alimento provinieron la fuerza y la gordura Y con
bio que son destruidos por el elemento o dios que se les opone. él crearon los músculos y el vigor del hombre. (Popal Vuh, 1984: 176)
178 Luis AlbertoReyes La condición humana entre el Cielo y el Inframundo 179

También los nombres de los cuatro primeros varones, que son "tigres", En ambos relatos ocurre la inevitable muerte de quienes descienden.
y las cuatro primeras mujeres, que-son "agua", 5 nos indican que provienen Pero ella, al tener un sentido sacrificial, debe trascender -como sucede ex-
de las profundidades. El tigre es -uno de los símbolos de la Tierra, y el plícitamente en el segundo descenso- al aniquilamiento y la derrota.
agua, de su cualidad uterina más profunda. El lugar normal de la vida de los hombres es la superficie de la Tierra
En tiempos de dinastías guerreras que se reparten la conducción de las la intersección entre lo alto y lo bajo, entre lo húmedo y lo seco. Ése es el
florecientes ciudades mayas, el Popal Vuh insiste, 6 como equilibrando des- lugar general de sus existencias. Los otros lugares particulares sobre esa
de la ancestral sabiduría los olvidos en que suelen incurrir las civilizacio- superficie -las regiones o sitios que ocupan los pueblos- implican modos
nes en el vínculo de los humanos con el Inframundo: están ligados a él o matices de este fundamental lugar humano.
por,el origen, por los dioses que inciden en su vida y por la inevitable ins- La superficie no es un lugar estflh1e, porque recibe influencias del
tancia del descenso a sus profundidades que espera a todos en la muerte. mundo de arriba y del mundo subterráneo. Transita por los misterios de
Relata dos descensos a Xibalbá. En ambos una pareja de hombres de los dos opuestos.
la superficie son invitados-desafiados a descender. Los dos primeros son Estos dos ámbitos del Cielo y las profundidades no son lugares que a
matados por los dioses subterráneos pero uno de ellos, ya muerto, fecun- los hombres quepa hasta cierto punto elegir, como sucede con aquellos lu-
da a una muchacha de las profundidades. Ésta asciende a la superficie gares particulares de los que los pueblos toman sus nombres en los Ana-
v ria a luz a dos gemelos que estarán imbuidos del espíritu femenino de les de los Xahil, ni son tampoco lugares a los que llegan eventualmente,
la Tierra. Por es~ después~ cuando los gemelos sean a su vez invitados a como sucede en la narración del Chilam Balam de Chumayel:º la dualidad
descender, saldrán airosos de la humillación y la muerte que el descen- ele ser seres ele la intersección y el tránsito entre arriba y de abajo, mar-
so implica: como la planta del maíz, volverán a lo alto. cada por la sustancia de los hombres ele maíz, es mucho más fuerte e ine-
Muchos son los sentidos, o matices de los sentidos principales, que vitable, más radical. Es una condición ele todos los humanos, más allá ele
ofrecen los dos mitos de descensos a Xibalbá que relata el libro. Los prin- las parcialidades de los pueblos.
cipales, para nuestra interpretación, son el de la caducidad de la vida y
las construcciones realizadas sobre la Tierra y el de la necesidad que tie-
nen los hombres de imbuirse del sentido de las profundidades, para poder Otra interpretación acerca de los hombres de maíz
realizar en plenitud la vida en las alturas.
Los primeros en descender, respondiendo al desafío y la seducción del Hemos encontrado interpretaciones actuales ele este pensamiento que
Inframundo, Hun-Hunahpú y Vucub-Hunahpú, son derrotados por tener tienen diferencias con la que proponemos. Un caso destacado es el de Ar-
orígenes sólo en la altura y estar inspirados unilateralmente por ella, co- turo Andrés Roig (2002), quien lee con una perspectiva renacentista el mi-
mo indican sus nombres. 7 Los segundos, Hunahpu e Ixbalanqué, tienen to ele la creación de los hombres en el Popal Vuh. 9
un vínculo con el mundo subterráneo, pues fueron concebidos y orienta- Observa que en los hombres hechos de maíz no hay un alma anhelan-
dos por una mujer de allí. Sus nombres indican la correlación dual entre do liberarse al final de la vida, ni la creación se realiza con materia iner-
ambos. Por eso, por tener tanto un origen aéreo como un origen femeni- te que recibe el soplo vivificador desde afuera. El maíz es integralmente
no y subtern'\nen, Ps f111P. r.11mphm exitosamente el ciclo ele la existencia l;:i snst.:rncía dr.1 hombre y tiene movimiento propio, a diferencia ele como
(figura 11).
sucede en el texto de Cayo Higinio y en el bíblico del Génesisrn

5. Balam significa tigre, también hechicero. Los nombres de los varones son Balam-Quitzé.
tigre que ríe; Balam-Acab, tigre de la noche; lqui-Balam, tigre de la Luna; lVfahucutah, no S. Relatos equivalentes, referidos a migraciones, hallamos también en la tercera y cuarta
cepillado. Los non1bres de las mujeres son Caha-Pctluna, agua que cae; Cho1nihá, agua her- parte del Popal Vuh, en el Memorial de Sololá y en otros textos mayas.
n1osa y escogida; Tzununiha, agua de gorriones; Caquixaha agua de Guacamaya.
1
9. La creación de los hombres de maíz, después ele los dos intentos fallidos de hacerlos ele ba-
6. l\Jos referimos a los tien1pos del originario I'opol Vi.lh, no a los ele su transcripción quP co- rro primero y de madera después, es narrada en los tres primeros capítulos ele la tercera par-
nocemos, posterior a la conquista espaüola. te ele la edición de Recinos (Popoi Vuh, 1984: 174 ss.). La misma narración, con pequeñas va-
7. Hunahpü significa cazador con cerbatana, ele pájaros. Es el vigésimo nombre de los vein- riaciones, hallamos en los "Anales de los Cakchiqueles" (Memorial ... , 1980: 50).
te días del cholc¡uih, calendario ritual quiché. Hun-Hunahpú, uno-cazador. es el número Y 10. El relato ele Higinio lo toma Roig de Heidegger (1971: 218). La teoría ele Platón, en el Fe-
nombre del día en que nació el niüo; lo mismo en cuanto a Vu.cub-Hunahpú, siete-cazador. dro, es un antecedente de estos argumentos sobre lo que tiene "movimiento propio" en los
El día del nacimiento marca el destino y la naturaleza de la persona. hombres.
180 Luis Alberto Reyes La condición humana entre el Cielo y el Inframundo 181

Es cierto que, al contraponer la pasividad y la limitación del barro co~ En el Popal Vuh hallamos una versión radical de la dualidad cósmica
el dinamismo y la plenitud del maíz en el mito maya, Roig- capta en profun- a la que está asociado el ser de los hombres. Esta condición de pertenecer
didad la ontología indígena, integradora de los opuestos sentidos de lo real. al mundo de abajo y al ele arriba, de tener que penetrar en uno Y en otro
Pero el filósofo va más allá e interpreta el dinamismo del maíz en el senti- de los lugares básicos de la existencia, se articula con una concepción del
do de una alegoría de la autosuficiencia, del autohacerse, por parte del rol de los humanos, presente tanto en Mesoamérica como en el Ande: tie-
hombre: nen la misión de contribuir al movimiento, a los pasajes de un polo cósmi-
co al otro. 13 La destrucción ele los antiguos testimonios míticos, abruma-
De este modo, en su búsqueda, los dioses descubren ese principio dora en el área maya, nos impide reconocer hasta qué grado esta concep-
que, en cuanto tal, posee un impulso propio, autosuficiente, el que ción del doble movimiento y sentido de la vida ha estado presente en los
resulta ser el mismo alimento que el ser humano prepara para su
mitos de otros pueblos del área.
nutrición: Ja masa de harina de maíz. El ser humano es creado
Representando esa situación humana ubicada en la intersección, los
creándose a sí mismo, creado desde su propio impulso creador.
mesoamericanos edificaron las pirámides truncas, los templos que sim-
Nuestro ser depende de Ja creación de Ja cultura mediante el tra-
bajo, simbolizado pues, todo eso, en la producción del alimento [... ] bolizaban la unión del mundo de arriba y el de abajo mediada por los ri-
Y se hace para la vida, no para la muerte. (Roig, 2002: 33) 11 tos: desde la superficie de la Tierra (que según el Códice Vaticano A per-
+,,,,'°""' ""' "l Tnfr::irrrnnrln) rnmifmza la escala descendente al Mictlán, a
Nos inclinamos por otra interpretación del antiguo pensamiento maya. :Xib~lb¿'_ -y-;a~-bié-~-d~-;d~ l; superficie, en sentido inverso, comienza ha-
El sentido simbólico que encontramos en los mitos sobre las sucesivas 1 cia arriba la escala de los cielos. La pirámide visible, superior, se corres-
creaciones de los humanos y sobre los descensos al Inframundo nos incli- l ponde con otra similar que nace desde su base hacia abajo.
na a inferir el papel determinante de éste y el Cielo en el ser de los hom-
bres de quienes habla el Popal Vuh.
1 El predominio de la vida, el Sol y el mundo de arriba
l
La misión de los hombres
l El pensamiento indígena ele las grandes culturas de tiempos de la con-
quista muestra en sus expresiones un conflicto con las tradiciones arcai-
La misión de los hombres consiste en cumplir su rol de intermediarios,
a partir de reconocer que no son exclusivamente aéreos ni terrestres.
Cuando los humanos se alejan de la Tierra, empeñados en la autosufi-
! cas. Una reivindicación de la vida y un triunfo del Sol frente a las fuerzas
ele la oscuridad, el Inframundo y la muerte.
No sólo uoraue los relatos culminan con la emergencia, en el Cielo, del
ciencia, como es el caso extremo de los hombres de madera, terminan Sol o ele la pla~ta de maíz, sino también por las expresiones que en algu-
transformándose en monos, símbolos de los vanos juegos del aire. 12 Sus nos casos apuntan a desvalorizar el mundo ele abajo.
acciones se disuelven en fatuidad por no haber reconocido el lugar y el rol 1 Era el tiempo de las grandes ciudades, con sus dinastías guerreras que
l
que les corresponde. tenían una actitud ·ambivalente, pues exaltaban los sacrificios y la digni-
Es que el sentido de la vida no se fundamenta en la espontaneidad de dad de la muerle e11 curnLaLe, pero al mismo tiempo avanzaban en la des-
un sujeto que se hace a sí mismo, sino en el cumplimiento del movimien-
calificación de las fuerzas telúricas y femeninas, asociadas tradicional-
to descendente-sacrificial que sigue o precede al de ascenso-florecimiento.
El movimiento que recorre los espacios ele la doble condición del hombre. mente con la muerte.
Cuando Quetzalcóatl desciende en busca de los huesos de la última pa-
reja humana para poblar nuevamente la Tierra, el dios del Inframundo,
Mictlantecuchtli, es mostrado por el mito como el perdedor:
ll. En realidad el ensayo de Roig no está dedicado al estudio del Popo! Vuh sino a una revi-
sión histórica del concepto de "condición hun1ana". Dentro de este ensayo, aparece la refe-
rencia al texto indígena. Luego fue Quetzalcóhuatl al infierno [lvlictlan, "entre los muer-
tos"]; se llegó a Mictlanteuctli y a Mictlancíhuatl y dijo: "He venido
12. Éste fue también el destino de los hermanos mayores de los gemelos Humahpú e Ixba-
lanqué, Humbatz y Hunchouén, quienes se volvieron monos porque se ensoberbecieron y
maltrataron a sus hermanos (Popo! Vuh, 1984, JI, v: 138). En el mito náhuatl de los soles
los humanos se convierten en monos al colapsar la segunda creación, Nalwi Ehecatl Tona- 13. Chakana es el nombre que recibe esta situación de mediación, de enlace, en la cultura
tiuh. andina.
i82 Luis Alberto Reyes La condición humana entre el Cielo y el Inframundo 183

por los huesos preciosos que tú guardas". Y dijo aquél: "¿Qué harás desventurados, los que se entregan ai· vicio, esos son los que os aco-
tú, Quetzalcóhuatl?". Otra vez ·dijo éste: "Tratan los dioses de hacer gerán. Ya no os apoderaréis repentinamente' de los hombres, y tened
. con ellos quien habite sobre la .tierra". De nuevo dijo Mictlanteuctli: presente la humildad de vuestra sangre. Así les dijeron a todos los
"Sea en buena hora. Toca mi caracol y tráele cuatro veces al derre- de Xibalbá. (Popal Vuh, 1984: 170)
dor de mi asiento de piedras preciosas". Pero su caracol no tiene
agujeros de mano. Llamó a los gusanos que le hicieron agujeros e in- Pero la consideración del Inframundo y de sus dioses no deja de ser
mediatamente entraron allí las abejas grandes y las montesas que ambigua y controvertida. A diferencia de la versión del Popal Vuh, que
lo tocaron; y lo oyó Mictlanteuctli. Otra vez dice Mictlanteuctli: "Es- destaca su aspecto devorador, para los cakchiqueles, Xibalbay es hermoso
tá bien. Tómalos". Y dijo Mictlanteuctli a sus mensajeros los micte- y uno de los lugares originarios de los que salen los pueblos después de
cas: "Id a decirle, dioses, que ha de venir a dejarlos". Pero Quetzal- haber sido creados.
cóhuatl dijo hacia acá: "No, me los llevo para siempre". Y dijo a su
nahual: "Anda a decides que vendré a dejarlos". Y éste vino a decir
"De cuatro [lugares) llegaron las gentes a Tulán. En oriente es-
a gritos: ''Vendré a dejarlos". Subió pronto, luego que cogió los hue-
tá una Tulán; otra en Xibalbay; otra en el poniente, de allí llega-
sos preciosos: estaban juntos de un lado los huesos de varón y tam-
mos nosotros, del poniente; y otra donde está Dios. Por consiguien-
bién juntos de otro lado los huesos de mujer. Así que los tomó, Quet-
te había cuatro Tulanes ¡oh hijos nuestros!" Así dijeron. "Del po-
zalcóhuatl hizo de ellos un lío, que se trajo.
niente llegamos a Tulán, desde el otro lado del mar: y fue a Tulán
Otra vez les dijo Ivíictlanteuctli a sus mensajeros: "¡Dioses! De
a donde llegamos para ser engendrados y dados a luz por nuestras
veras se llevó Quetzalcóhuatl los huesos preciosos. ¡Dioses! Id a ha-
madres y nuestros padres." Así contaban.
cer un hoyo". Fueron a hacerlo; y por eso se cayó en el hoyo, se gol-
Entonces fue creada la Piedra de Obsidiana por el hermoso Xi-
peó y le espantaron las codornices; cayó muerto y esparció por el
balbay, por el precioso Xibalbay. Entonces fue hecho el hombre por
suelo los huesos preciosos, que luego mordieron y royeron las codor-
el Creador y el Formador, y rindió culto a la Piedra de Obsidiana.
nices. A poco resucitó Quetzalcóhuatl, lloró y dijo a su nahua!: "¿Có-
("Anales de los Cakchiqueles'', Memorial ... , 1980: 48-49)
mo será esto, nahua] mío?". El cual dijo: "¡Cómo ha de ser! Que se
echó a perder el negocio; puesto que llovió". Luego los juntó, los re-
cogió e hizo un lío, que inmediatamente llevó a Tamoanchan. Des- Aun con el signo de adversidad que tiene en el Popal Vuh, el Infra-
pués que los hizo llegar, los molió la llamada Quilachtli: ésta es Ci- mundo está en sus relatos integrado a la Tierra como su rostro esencial.
huacóhuatl., que a continuación los echó en un lebrillo precioso. So- Desde esas profundidades vino la mujer que parió a los gemelos divinos,
bre él se sangró Quetzalcóhuatl su miembro; y en seguida hicieron que llegarían a convertirse en astros. Fue el sentido femenino ele la vida
penitencia todos los dioses que se han mencionado: Apanteuctli, el que los ayudó a recorrer el ciclo completo que va de lo alto a lo bajo y
Huictlolinqui, Tepanquizqui. (Códice Chimalpopoca, 1975: 119-122) nuevamente a lo alto.
El mito náhuatl del nacimiento de Huitzilopochtli replantea la identi-
La relación entre los dioses es de confrontación y las armas son el in- ficación ele la Tierra con las fuerzas de la oscuridad estelar. Huitzilopoch-
genio y el engaño al adversario. Los objetivos son opuestos: mientras tli defiende a la Tierra, Coatlicue, al tiempo que lucha contra las fuerzas
Quetzalcóatl quiere reinstaurar la vida sobre la Tierra, Mictlantecuchtli de la noche. Ellas, aunque consustanciadas con la Tierra ensimismada, no
defiende la contmmdad de su latencia baJO la Tierra. Pero esta posición, sólo significan la muerte de las criaturas sino, de prevalecer, la muerte de
del Inframundo terrenal cerrado sobre sí mismo, que se resiste a abrirse la Tierra misma.
para que la vida salga de su seno, es derrotada. Este pacto del Sol con la Tierra revela un reacomodamiento mítico:
Más adversa ante el Inframundo es la culminación del mito quiché del queda opacado el aspecto activo de la Tierra (como diosa originaria, como
descenso a Xibalbá: amante sexual, como madre, como adversario devorador) para convertir-
se en la protegida de su hijo a quien debe la vida y a quien, para que esa
Puesto que ya no existe vuestro gran poder ni vuestra estirpe, y vida solar pueda continuar, ofrenda en sacrificio a sus otros hijos.
tampoco merecéis misericordia, será rebajada la condición ele vues-
i~unque la oscuridad y la profundidad del Inframundo sean esenciales
tra sangre. No será para vosotros el juego ele la pelota. Solamente os
ocuparéis ele hacer cacharros, apastes y piedras de moler maíz. Sólo a su naturaleza, la Tierra hace un pacto con la luz. Es la orientación ele la
los hijos de las malezas y del desierto hablarán con vosotros. Los hi- nueva teología indígena, la de los centros urbanos que predominaban en
jos esclarecidos, los vasallos civilizados no os pertenecerán y se ale- tiempos ele la conquista.
jarán de vuestra presencia. Los pecadores, los malos, los tristes, los
CAPÍTULO 11

Las claves del conocimiento

El velo sobre los ojos

Aunque la experiencia de la vida y de los movimientos cósmicos pone a los


hombres ante la dualidad de lo real, no siempre la reconocen.
Una decisión de los dioses, celosos de sus privilegios, interpuso un ve-
lo a los ojos de los hombres, como lo revela el Popal Vuh. Les interpuso di-
ficultades para ver el otro lado del mundo, que originariamente podían
captar en la primera mirada:

Fueron dotados de inteligencia; vieron y al punto se extendió su


vista, alcanzaron a ver, alcanzaron a conocer todo lo que hay en el
mundo. Cuando miraban, al instante veían a su alrededor y con-
templaban en torno a ellos la bóveda del cielo y la faz redonda de la
tierra.
Las cosas ocultas las veían todas, sin tener primero que mover-
se; en seguida veían el mundo ... (Popal Vuh, 1984: 177)

Luego dieron las gracias al Creador y al Formador: -¡En verdad


os damos gracias dos y tres veces! Hemos sido creados, se nos ha
dado una boca y una cara, hablamos, oímos, pensamos y andamos;
sentimos perfectamente y conocemos lo que está lejos y lo que está
cerca. Vemos también lo grande y lo pequeño en el cielo y en la tie-
rra ...
Pero el Creador y el Formador no oyeron esto con gusto. -No es-
tá bien lo que dicen nuestras criaturas, nuestras obras; todo lo sa-
ben, lo grande y lo pequeño, dijeron. Y así celebraron consejo nueva-
mente los Progenitores: -¿Qué haremos ahora con ellos? ¡Que su vis-
ta sólo alcance a lo que está cerca, que sólo vean un poco de la faz de
la tierra! (Popal Vuh, 1984: 178)

[ 185]
18-6 Luis Alberto Reyes Las claves del conocimiento 187

Entonces el Corazón del Cielo les echó un vaho sobre los ojos, los Así dijo el zorro de arriba, en segUida .preguntó al otro: "¿Y los
cuales se empañaron como cuando se sopla sobre la luna de un es- hombres de la zona de abajo están igual?". Él contó otra historia.
pejo. Sus ojos se velaron y sólo pudieron ver lo que estaba <.:er<.:a, só- Luego de oír a los dos zorros, Huatyacuri dijo: "Está sufriendo
· 10 esto era claro para ellos. ese tan grande jefe, que simula ser dios". (Arguedas, 1975: 35-36)
Así fue destruida su sabiduría. (Popol Vuh, 1984: 178-179)
El poderoso Tamtañanca, que padece de una "horrible enfermedad'', se
Pero también los dioses dieron pistas a los hombres para recuperar el equivocaba al recurrir -buscando que lo curaran- a los sabios que, como
conocimiento de lo oculto y guiar sus vidas. Les dieron el modelo de exis- él, veían las cosas desde una sola perspectiva. En cambio Huatyacuri, por
tencia que encarna la planta de maíz; 1 les dieron la memoria, que recupe- haber escuchado a los dos zorros, tiene otra visión de lo que sucede. La cu-
ra lo que ha quedado velado por los tiempos; les dieron las enseñanzas ele ra consiste en destruir la casa que desde arriba está siendo devorada por
los mitos. una serpiente y desde abajo por un sapo. Cambiar el lugar del hombre, co-
Suele suceder que quienes llegan a descollar entre los demás se detie- rrompido en su relación con lo alto y lo bajo.
nen en la apariencia inmediata que los halaga. Al obtener fama, riquezas Tamtañanca, aislado por sus riquezas, encontrará la salida gracias a
y poder, olvidan la precariedad de los triunfos, de la cultura y la luz o, la ruptura de su universo ciego. Le ayuda la sexualidad ele su hija solte-
simplemente, desconocen que existe el otro lado de cada posición. La exis- ra, que la hace deseable para Huatyacuri. 2 Gracias a ella su padre tiene
tencia de estos hombres padece de falsedad. El objetivo ele Blgimos mitos ·:;;ir'f'PQ()
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es reorientarlos al conocimiento. Aquí, como en muchos otros mitos de Huarochirí, aparece la sexualidad
con sus radicales significados. En las tradiciones indígenas que estamos
considerando es una revelación, una apertura a la verdad. 3 A través de ella
El zorro de arriba y el zorro de abajo se revela el a la vez íntimo y polémico entramado de los seres del universo,
cuyos sentidos están ligados a otros seres, complementarios y opuestos. En
Un mito andino, recogido en el siglo XVI por el cura doctrinero Francis- el mito que estamos interpretando, uno de los temas de las historias que se
co de Ávila, hace indicaciones sobre los caminos a la verdad. relatan mutuamente los zorros es el del deseo sexual de las mujeres.
Cuenta que un pobre caminante, Huatyacuri, habiéndose quedado dor- Cuenta uno de los zorros:
mido en una quebrada, escucha el diálogo entre un zorro que venía de
arriba y otro que venía ele abajo. Se entera entonces de que un hombre, Un grano de maíz de varios colores saltó del tiesto donde su mu-
supuestamente sabio y poderoso, está muy enfermo. Y no puede curarse jer estaba tostando y tocó sus vergüenzas. Después ella lo recogió y
porque ignora el vínculo ele su estado con las fuerzas que actúan desde los se lo dio ele comer a otro hombre.
cimientos y el techo ele su casa, porque ignora también el vínculo ele su pe-
queño universo con las acciones ocultas ele su mujer. Cuenta el otro:
Contando con este conocimiento, el pobre caminante llega hasta la ca-
sa del poderoso, le revela la verdad y logra su curación. Hay una mujer -la hija de ese gran señor- que, por cal!Sa de un
Dado que cura al poderoso enfermo, Huatyacuri es recompensado con pene, 4 casi se muere. (Taylor, 1999: 47-49)
la hija del señor, pero debe enfrentarse con los celos del soberbio cuñado
de ella, que lo desprecia por ser un pobre extranjero, y a quien logra de- La inquietud sexual, parecen decirnos los antiguos relatos andinos,
rrotar en difíciles competencias. mueve al mundo.
El símbolo central es el diálogo de los zorros: el hombre adquiere el co- Además, en la relación entre la hija de Tamtañamca y Huatyacuri, la
nocimiento en cuanto se ubica en el lugar ele encuentro entre el arriba y sexualidad desencadena una lucha con sus familiares, en nna asociación
el abajo, y el sueño lo ayuda a escuchar:

Mientras allí dormía vino un zorro de la parte alta y vino tam- 2. "Chaysi nocahuan casan carnra:yco yayaiquicta alliya chisca 11.ispa. uillarcan'' ("l~uédate
bién otro zorro de la parte baja; ambos se encontraron. El que vino conmigo, le dijo Huatiacuri, por ti voy a curar a tu padre") (Taylor, 1999:50-51).
de abajo preguntó al otro: "¿Cómo están los de arriba?". 3. Esta función de la sexualidad, y un sorprendente parecido con los sírnliolos de este rela-
to, la hallamos en ciertos mitos nahuas. Véase el capítulo 12.

l. Véase el capítulo 10. 4. Debe entenderse, según la traducción de Ávila, "por deseo de un pene'~
188 Luis Alberto Reyes Las claves del conocimiento 189

que es propia del pensamiento andino. En este caso la lucha tiene dos ins- Otro símbolo es su condición de extranjero. Nos. indica que para acce-
tancias. Primero para conseguir a la mujer, cosa que se resuelve en la ne- der a la verdad hay que abrirse a lo que viene de otro lado, conmoviendo
gociación: la muchacha se entrega a cambio de la curación de su padre. la situación establecida. La verdad es una alternativa a la familiaridad
Después como enfrentamiento violento: aquí, como suele suceder aún hoy privilegiada que reivindica el yerno del enfermo. En consonancia con las
en las costumbres tradicionales, el lugar de la mujer rival, que en otros notas extrañas de su extranjería, su pobreza y su experiencia de soñante,
mitos se enfrenta por sí misma al varón, lo toman sus parientes varones el mito anuncia el carácter "misterioso" de lo que hizo Huatyacuri, alu-
5
que luchan con el novio. diendo a su relación con cosas no inmediatamente visibles.

El cuñado de la mujer, de quien hablamos antes, supo que la mu-


jer había pecado; se enfureció, habló: ''Voy a afrentarlo, lo dejaré en La maldad de los dioses
la mayor vergüenza", diciendo, fue a desafiarlo. (Arguedas, 1975: 38)
El mito tolteca sobre Quetzalcóatl, que recogen los "Anales de Cuauh-
El mito presenta la adquisición del conocimiento como un proceso ini- titlán", plantea uno de los más interesantes desafíos a la hermenéutica de
ciático y sugiere además que acceden a él los pobres más bien que los ri-
los testimonios indígenas.
cos y poderosos.
Quetzalcóatl es la figura destacada en los mitos y las tradiciones me-
Por eso, un símbolo importante es la humildad de Buatyacun, señala-
soamericanas. Es el dios regente de una de las cuatro creaciones y tiene
da desde su nombre que alude al precario modo de alimentarse con papas
un papel central en el origen de los seres humanos del Quinto Sol, pues
huatiadas. Este modo de cocinar enterrando los alimentos indica. además
no sólo les da la vida sino que les procura los alimentos ("Leyenda de los
de la precariedad de medios, otros significados asociados al pers~naje: es
alguien conectado con las profundidades. Soles", Códice Chimalpopoca). Tiene una fuerte presencia en el Tonalpo-
En otros mitos de la misma tradición hallamos el vínculo de la pobre- hualli, la cuenta de los días, 6 y es probablemente, junto con Tlaloc, la re-
za con el verdadero poder, así como su confrontación aleccionadora con la presentación plástica más repetida en la arquitectura de los centros cere-
soberbia o la indiferencia de los hombres. Así, en el mito de Cuniraya Vi- moniales de las tradiciones teotihuacana y tolteca.
racocha: Su nombre compuesto sugiere la simbiosis del Quetzal, el pájaro de
plumas coloridas, con cóatl, la serpiente, e indica que es el dios de la
Este Cuniraya Viracocha, en los tiempos más antiguos, anduvo, dualidad: 7 el que tiene un aspecto aéreo, de volar por los cielos, pero
vagó, tomando la apariencia de un hombre muy pobre; su yacolla también uno íntimamente terreno, de arrastrarse contra la Tierra; el
(manto) y su cusma (túnica) hecha jirones. Algunos que no lo cono- que desciende de lo alto, como cuentan los mitos, a los abismos del In-
cían, murmuraban al verlo: "miserable piojoso", decían. Este hom- framundo.
bre tenía poder sobre todos los pueblos. (A.rguedas, 1975: 26) Además de esta presencia de Quetzalcóatl como dios en la cosmogonía
y la religión, otros testimonios hablan de un personaje con rasgos históri-
Y en el mito de Pariacaca:
co-míticos: el venerado sacerdote y guía de la ciudad de Tula, quien dio a
los toltecas y a la cultura náhuatl la habilidad para las arles y fumlú las
Cuando Pariacaca tomó ya la figura humana, cuando era ya
hombre grande, se dirigió hacia el Pariacaca de arriba, al sitio que tradiciones religiosas.
habitaba Huallallo Carhuincho. En ese tiempo, en una estrecha que-
brada que había muy abajo de Huarochirí, existía un pueblo yunca;
se llamaba Huayquihusa. Los hombres de ese pueblo celebraban 5. "Gay yachasqantari ahka misterio rurascantalwanmi rimaso" ("Vamos a hablar de cómo
una gran fiesta; era día de bebida grande. Y cuando estaba bebien- supo y de los muchos misterios que realizó") (Taylor, 1999: 42).
do, así en grande, Pariacaca llegó a ese pueblo. Pero no se dio a co- 6. En el tonalámatl conocido como Códice Borgia aparece, en dualidad con Mictlantecuhtli,
nocer, se sentó en un extremo del sitio que ocupaba la concurrencia como señor de los días y de las trecenas.
como si füera un hombre muy pobre. (Arguedas, 1975: 44). 7. La partícula cóatl de su nombre no sólo significa serpiente sino "gemelo". Por eso su nom-
bre se traduce también "gemelo precioso" (ya que el quetzal simboliza lo que es sumamente
En el mito de Buatyacuri, no sólo el héroe es pobre sino que se reitera bello). Con este significado suele ser traducido Quetzalcóatl para aludir a los "preciosos ge-
el carácter de riqueza que tienen tanto el falso sabio Tamtañanca como el melos" que son la estrella matutina y la estrella vespertina en que se transformó el sacer-
cuñado, que lo desprecia y lo desafía. dote-rey de Tula al quemarse en la hoguera en el oriente.
190 Luis Alberto Reyes Las claves del conocimiento 191

Más allá de esta presencia descollante, divina y humana, en los testi- Y cuando allí vivía,
monios antiguos; más allá de la controvertida cuestión de la existencia no se mostraba ante el rostro de la gente,
real de aquel conductor en cuya vida y obras se confunden.el mito y la his- en el lugar oculto, en el interior de su palacio,
toria,s lo cierto es que en tiempos de los mexicas fue considerado el crea- allí estaba custodiado.
dor de la cosmovisión de los toltecas, cuya cultura era tenida a su vez, por Y los que lo guardaban, sus servidores,
los tlamatini, los sabios, como la fuente de la tradición náhuatl. en muchos lugares lo mantenían oculto.
En todas partes, en grupos, allí estaban sus servidores.
Algunos estudiosos apoyan sus interpretaciones sobre el sentido del
Él estaba sobre esteras de jades, de plumas de quetzal,
pensamiento náhuatl en este personaje central de la tradición (León-Por- de oro y plata.
tilla, 1959: 127). Ésta es también una razón para detenernos en él, por- Y se dice, se refiere, que cuando vivía Quetzalcóatl,
que en su figura podemos contrastar, con otras interpretaciones, nuestra muchas veces los hechiceros quisieron engañarlo,
comprensión del antiguo pensamiento indígena. para que hiciera sacrificios humanos, para que sacrificara hombres,
Contamos con una historia del sacerdote de Tula 9 cargada de extraños pero él nunca quiso, porque quería mucho a su pueblo que eran los
simbolismos y, probablemente, con varias esferas diferentes de significa- toltecas.
ción.10 En esa historia se apoyaron los intérpretes del pensamiento de Sus ofrendas eran siempre serpientes, aves, mariposas, que él sacri-
Quetzalcóatl y conviene que volvamos a leerla y pensarla:11 ficaba.
Y se dice, se refiere, que esto enojó a los hechiceros.
Así empezaron éstos a escarnecerlo, a hacer burla de él.
8. No sólo se ha discutido la posible existencia de un Ce Ácatl rey o caudillo de los toltecas Decían, deseaban los hechiceros afligir a Quetzalcóatl,
sino la historicidad de Tollan (o Tula, o Tulan). Acerca de la naturaleza histórica de Quetzal- para que éste al fin se fuera, como en verdad sucedió.
cóatl se han sostenido tesis que van desde el escepticismo a la ingenuidad extremas. Alfre- Se convocaron entonces los hechiceros,
do López Austin (1973: 9-10) hace una reseña de las posiciones y señala las dificultades con los que se llamaban Tezcatlipoca, Ihuimécatl, Toltécatl.
que tropieza en ese aspecto la investigación: "Las fuentes indígenas -y aquí, si se exige pre- Dijeron: es necesario que deje su ciudad Quetzalcóatl,
cisión del término, se encontrará el primer problema taxonómico- parecen haber sido elabo- allí habremos de vivir nosotros.
radas con una delectación malévola por confundir a los futuros historiadores: no sólo son Dijeron: ofrezcámosle fuerte bebida embriagante,
muchas las que nos hablan de Ce Ácatl, sino detalladas; no sólo muchas y detalladas, sino con ella habremos de perderle, así no hará más penitencia.
contradictorias. El nombre mismo se reproduce para convertirse en Nácxitl, Tepeuhqui, Me-
Entonces habló Tezcatlipoca: yo digo, yo,
conetzin, Ah pop, Guatezuma, Kukulcán, Ru. Su vida se desdobla para aparecer nuestro per-
sonaje dos veces, bajo dos nombres, dueño de dos historias, en dos épocas y en distintos pue- hagámosle saber qué apariencia tiene su cuerpo.
blos, todo según un mismo autor. Es confundido en otra, recibiendo el nombre de Topiltzin, En seguida confirieron entre sí cómo habrían de hacerlo.
y su mortal enemigo el de Quetzalcóatl. Se le hace tolteca, chichimeca o tenochca. Se le men-
ciona temprano en un documento espaúol de 1526, y recogen diversas versiones de su vida Primeramente ya va Tezcatlipoca,
milagrosa Pedro Carrasco, en Coatepec de los Costales, Guerrero, en 1943, y Antonio Gar- consigo lleva un espejo,
cía de León, en Jáltipan, Veracruz, en 1966. No es mencionado como rey o sacerdote preci- pequeño, reluciente por ambos lados, lo lleva envuelto.
samente en la fuente histórica en la que su aparición se espera indispensable. Quedan, en Cuando llegó allí, donde vivía Quetzalcóatl,
cambio, noticias de su vida en los hermosos versos de la destrucción de Tollan y en las expli- dijo a los servidores que lo guardaban:
caciones de los refranes populares de los antiguos nahuas". ¡id a decir al sacerdote que ha venido un joven
9. Nos apoyamos en la narración de los "Anales de Cuauhtitlán", contenida en el Códice Chi- que viene a mostrarle, que viene a hacerle ver cómo es su cuerpo!
malpopoca, del que consultamos la traducción de Primo Feliciano Velázquez y también la de Entraron luego los servidores, lo que habían oído fueron a decirlo a
León-Portilla, de la que reproducimos aquí algunos pasajes. También puede consultarse la Quetzalcóatl.
versión recogida por Sahagún, que no contiene elementos esencialmente diferentes a los de Respondió éste: ¿qué cosa, oh abuelo, servidor, qué tiene mi cuerpo?
estas versiones. Ved lo que ha traído, luego podrá entrar.
10. Además de la esfera de significación ontológica, en que nosotros nos detenemos y que es Pero Tezcatlipoca no quiere mostrarlo, dice:
esencial al relato, advertirnos una esfera histórico-política, que aludiría a rivalidades en las en verdad yo mismo lo haré ver al sacerdote,
dinastías que aspiraban al poder de los toltecas, y una esfera de edificación rnoral a la que id a decírselo.
algunos intérpretes dan importancia central. Los servidores fueron a decírselo: No lo permite, mucho quiere él ha-
11. Desde nuestra perspectiva dirigida a la ontología náhuatl, hacemos una interpretación cértelo ver.
que difiere -como se verá- de la que hicieron destacados estudiosos de Quetzalcóatl corno el Quetzalcóatl respondió: dejadlo pasar.
mismo León-Portilla, Alfonso Caso y Laurette Séjourné. Fueron a llamar a Tezcatlipoca; entró, hizo reverencia, dijo:
192 Luis Alberto Reyes Las claves del conocimiento 193

¡oh príncipe, sacerdote, aquí estoy yo, yo, hombre del pueblo, he ve- dieron de beber a todos sus servidores; a todos cinco jícaras les die-
nido. ron.
Y he venido a saludarte, oh Señor! -Caña Quetzalcóatl, Cuando estuvieron enteramente embriagados,
·he venido a mostrarte cómo es tu cuerpo. de nuevo dijeron los hechiceros a Quetzalcóatl:
Quetzalcóatl respondió: te has fatigado, ¡oh príncipe, ponte a cantar, he aquí el canto que has de elevar!
¿de dónde vienes para que yo vea cómo es mi cuerpo? Entonces habló, entonces así lo entonó Ihuimécatl:
Dijo Tezcatlipoca: ¡oh príncipe, sacerdote! Mis casas de quetzal, de quetzal, mi casa de plumas amarillas, mi
Sólo soy un hombre del pueblo, aquí he venido casa de coral,
desde las faldas del monte de los nonohualcas, yo tendré que dejarlas.
¡mira ya cómo es tu cuerpo! Estando ya alegre Quetzalcóatl, dijo:
Entonces le dio el espejo, le dijo: ¡conócelo por tus propios ojos, Id a tomar a mi hermana mayor, Quetzalpétatl,
míralo con tus propios ojos, oh príncipe, allí en el espejo, te verás a ¡que juntos los dos nos embriaguemos!
ti mismo! Sus servidores fueron allá, donde ésta hacía penitencia,
Y cuando se hubo visto Quetzalcóatl, en el cerro de los nonohualcas.
tuvo gran pesar de sí mismo, dijo: si me ven las gentes del pueblo Le fueron a decir: Hija nuestra, señora Quetzalpétatl,
mío, penitente, venimos a tomarte,
¿no habrán de correr? te aguarda el sacerdote Quetzalcóatl, tú vas a ir a estarte con él.
Porque muy grandes eran sus ojeras, estaban muy hundidos sus Ella respondió: Bien está, vayamos, oh servidores.
ojos, Y cuando hubo llegado, se sentó al lado de Quetzalcóatl.
por todas partes tenía bolsas en el rostro, Entonces le dieron cuatro jícaras de bebida fermentada,
su rostro no era ya como el de un hombre. y una más que fue su libación.
Cuando se hubo mirado en el espejo dijo: Luego Ihuimécatl y Toltécatl, los embriagadores,
¡que nunca me mire mi pueblo, sólo aquí habré de quedarme! así cantaron a la hermana mayor de Quetzalcóatl,
Entonces salió, le dejó Tezcatlipoca ... entonaron: ¡Hermana mía!, ¿en dónde está tu morada?,
Luego vinieron a acercarse, vinieron a dirigirse ¡oh tú, Quetzalpétatl, embriaguémonos ... !
los hechiceros Ihuimécatl y Toltécatl adonde estaba Quetzalcóatl. Y después ya se va Quetzalcóatl,
Los que guardaban a éste no querían permitirles la entrada, se levanta, llama a sus servidores, por ellos llora.
dos veces, tres veces, los regresaron, no querían permitírselo. Entonces se marcharon hacia allá, se fueron a buscar a Tlillan Tla-
Finalmente se les preguntó de dónde venían. pallan,
Respondieron éstos, y dijeron: de allá del cerro de los sacerdotes, la tierra del d:ilor negro y rojo, el lugar de la cremación ...
del cerro de los toltecas. En el mismo año 1-Caña, se dice, se refiere
Cuando Quetzalcóatl oyó esto, dijo: ¡dejadlos entrar! que cuando llegó al agua divina Quetzalcóatl,
Pasaron luego, lo saludaron, le entregaron verduras, chiles, otras a la orilla de las aguas celestes, entonces se irguió, lloró,
yerbas. tomó sus atavíos, se puso sus insignias de plumas, su máscara de
Cuando Quetzalcóatl las hubo probado, turquesas.
entonces una vez más le pidieron, le entregaron la bebida fermenta- Y cuando se hubo ataviado,
da. entonces se prendió fuego a sí mismo, se quemó, se entregó al fue-
Pero él dijo: no habré de beberla, estoy ayunando, go ...
¿acaso es ésta, bebida que embriaga a la gente, Y se dice que, cuando ya está ardiendo,
que da muerte a los hombres? muy alto se elevan sus cenizas.
Los hechiceros le dijeron: pruébala al menos con tu dedo pequeño, Entonces aparecen, se miran, toda clase de aves
es fuerte, es punzante. que se elevan también hacia el cielo,
Quetzacóatl con la punta de su dedo la probó, aparecen el ave roja, la de color turquesa, el tzinitzcan, el ayocuan
después ele gustarla elijo: ¡pueda yo beber de ella, oh abuelos! y los loros,
Luego que hubo bebido una vez, los hechiceros le dijeron: toda clase de aves preciosas.
¡cuatro veces tendrás que beber! Y así cinco jícaras le dieron. Y cuando terminó ya de quemarse Quetzalcóatl,
Entonces dijeron: ésta es tu libación. hacia lo alto vieron salir su corazón y, como se sabía,
Y después ele que él hubo bebido, entró en lo más alto del cielo.
194 Luis Alberto Reyes Las claves del conocimiento 195

Así lo dicen los ancianos: se convirtió.en estrella, El contenido espiritual del mito de Quetzalcóatl salta a la vista:
en la estrella que brilla en el alba. ("Anales de Cuauhtitlán", ff. 3-7 su angustia del pecado, su ardiente necesidad de purificación, así co-
versión del náhuatl de León-Portilla, 1985: 37-45) mo la hoguera que lo convierte en luz, constituyen los rasgos de una
doctrina religiosa singularmente emparentada con aquellas que la
Es evidente el carácter simbólico de este texto. Desde la primera lectu- humanidad, bajo lenguajes simbólicos diversos, ha conocido en todas
ra se intuye una expresión indirecta que invita a desentrañar significa- partes. (Séjourné, 1984: 65)
dos, cosa que hicieron destacados estudiosos de la cultura náhuatl.
Alfonso Caso interpreta en términos morales la historia de Quetzal- La autora contrasta esta visión moral y espiritualista de Quetzalcóatl
cóatl: con la política de los mexicas, que le provoca indignación, y con las ideas
cosmológicas de éstos, que evoca con imágenes escogidas por ella con el
Quetzalcóatl es el arquetipo de la santidad; su vida de ayuno y notorio propósito de desvalorizarlas:
penitencia, su carácter sacerdotal, su benevolencia con sus hijos, los
hombres, son patentes a través de las noticias que nos han conser- Las leyes de perfeccionamiento interior enseñadas por Quetzal-
vado las crónicas y las representaciones de los manuscritos indíge- cóatl sirven a los aztecas para apoyar una sangrienta razón de Es-
nas. Pero al lado de este aspecto de santidad encontramos también tado.
en Quetzalcóatl el pecado, que se traduce para Jos indígenas en lEt Se trata, en verdad, de una práctica de baja hechicería: la tra110-
violación de la abstinencia sexual y en la embriaguez. misión material, al sol, de la energía humana. La revelación exal-
Claro está que es inducido a ella por el dios del mal, Tezcatlipo- tante de la Unidad eterna del espíritu se ha convertido en un prin-
ca, y, como decimos antes, en la larga lucha que sostienen estos dos cipio de antropofagia cósmica. (Séjourné, 1984: 35)
dioses rivales, que en su combate van creando y deshaciendo el uni-
verso para volverlo a construir y desbaratar, Tezcatlipoca, el malva- Después de citar las descripciones, recogidas por Sahagún, de los san-
do, empleó al fin la seducción para hacer caer en pecado al santo grientos sacrificios ofrecidos a Xipe Totec, el dios de los rebrotes primave-
Quetzalcóatl, como, según otro mito, la diosa del amor y la hermo-
rales, y destacar el contraste con las cualidades virtuosas y amorosas que
sura, Xochiquetzal, sedujo al virtuoso Yappan, provocando la ira de
se exigían a los sacerdotes que oficiaban estos ritos -quienes portaban
los dioses que lo convirtieron en alacrán.
De este modo la lucha cósmica se transforma en una lucha mo- también el nombre de Quetzalcóatl- concluye:
ral. (Caso, 1976: 40-41)
Como, por otra parte, a este pontífice se le consideraba como una
reencarnación de Quetzalcóatl -guía luminoso del perfeccionamiento
Vemos aquí una reconversión del pensamiento cosmogónico náhuatl a
interior-, se convendrá que no es exagerado hablar de traición a pro-
un esquema con reminiscencias maniqueas que le es extraño. Con esta in- pósito de la pretendida religión de los aztecas. (Séjourné, 1984: 37)
terpretación Caso convierte las expresiones di.vinas de la dualidad, con
sus oposiciones, luchas y alternancias de los opuestos -igualmente sagra- Su interpretación se apoya en una visión evolucionista de la historia
dos y necesarios-, en una lucha entre el bien y el mal. La confusión se de las religiones, cuyo ápice serían las exaltaciones luminoR;:is y místicas
agranda cuando no sólo reduce el sentido del mito del rey Quetzalcóatl .ª del espíritu desmaterializado. La "pretendida religión" de los aztecas no
una lección de moral cristiana, sino que traslada este esquema a los mi- alcanzaría ese nivel. Sería tan primitiva que "poco antes de su llegada al
tos cosmogónicos, donde no hay elementos para intentar alguna interpre- altiplano los aztecas estaban gobernados todavía por una hechicera" 12 (Sé-
tación moral. journé, 1984: 38).
Supone también Caso una especie de virtuosismo victoriano en los an- Cabe recordar, al leer las interpretaciones de esta autora, los princi-
tiguos toltecas, para quienes la historia mítica del rey que conoce su ros- pios orientadores de la tradición europea. Como vemos, su evolucionismo
tro, se embriaga, alterna con Quetzalpétatl... habría significado una "tra- y su entusiasmo excluyente por las metafísicas celestiales propias de la
gedia" moral y no una revelación ontológica, como los simbolismos del re- tradición europea coinciden con el rechazo hacia las expresiones indíge-
lato nos sugieren.
Laurette Séjourné no duda de que la doctrina de Quetzalcóatl expresa
lo que para ella son rasgos universales de la religión y la espiritualidad:
12. Se refiere a Malinalxóchitl, quien fue abandonada por el grupo de los mexicas poco an-
tes de llegar al lugar donde fundarían Tenochtitlán.
196 Luis Alberto Reyes Las claves del conocimiento 197

nas con protagonismos femeninos, ligadas a la sacralización de la tierra y so. Lo hace al tomar como un valor suficiente en sí mismo, en el que de-
de la naturaleza. bía permanecer, el comportamiento virtuoso de Quetzalcóatl:
Al mismo tiempo -en una cierta inconsecuencia con su planteo evolu-
cionista- reduce a una explicación funcionalista, al modo de Malinowski, El sacerdote tuvo un momento de debilidad. Rompió su vida de
los mitos y ritos aztecas, que habrían sido adoptados para sostener los in- abstinencia y castidad. Pero arrepentido luego, volvió a erguirse pa-
ra afirmar de nuevo las ideas a las que había consagrado su vida.
tereses del Estado indígena:
(León-Portilla, 1979: 307)
Como si fuera norma para todos los despotismos, el de los azte-
cas no pudo implantarse más que apoderándose de una herencia es- Esta lectura se detiene en la inmediata significación moral, sin adver-
piritual que transformó, traicionándola, en arma de dominación. tir que "las ideas a las que había consagrado su vida" no puede~ reducirse
(Séjourné, 1984: 38) a ese unilateral ascetismo a poco que tengamos en cuenta el rico conjunto
ele fuentes sobre el dios, sobre los sacerdotes y la religión de los toltecas,
Con su posición, la antropóloga retoma e intenta resolver una perple- que nos muestran a Quetzalcóatl radicalmente asociado a la dualidad.
jidad que proviene de los primeros intentos de comprensión de la espiri- Hipertrofiar la imagen del mítico fundador de la cultura náhuatl como
tualidad indígena. un modelo de ser puro, de las alturas y luminoso, es una tentación para
nuestra predisposición a ver estas cualidades como esenciales al bien, el
La ambigüedad desconcertante de la cultura azteca: al mismo conocimiento místico metafísico y la espiritualidad.
tiempo que manifestaciones de una innegable grandeza moral, ofre- Pero debemos preguntarnos si éstos eran los rasgos ele la espirituali-
ce aspectos de barbarie absoluta que detienen cualquier impulso de dad tal como era concebida por el pensamiento mesoamericano. Pregun-
comprensión. (Sejourné, 1984: 17) tarnos también hasta qué punto las fuentes nos autorizan para atribuir-
los con este sentido excluyente a Quetzalcóatl y, finalmente, si la interven-
Es la perplejidad que manifestaba en los primeros tiempos de la colo-
ción de Tezcatlipoca en esta historia apunta sólo a debilitar en su posición
nia fray Bernardino de Sahagún, ante el contraste entre los ideales de
política al sacerdote, incitarlo a "caer", "mancharse", "desviarse", sentirse
cordialidad y desprendimiento que pautaban la sociedad, y la crueldad
"culpable", con el significado que tienen estas expresiones del mal moral
de los sacrificios (Sahagún, 1946, I). Sejourné resuelve esta contradicción
en la tradición hebreo-cristiana. 14 Éste es el punto decisivo en una discu-
al establecer dos criterios de consideración de la teología indígena: 1) hay
sión hermenéutica en que el desafío es alcanzar el mensaje ele un texto
dioses malos, contrapuestos a los dioses buenos personificados en Quet-
profundamente simbólico. Un texto que dice otras cosas tras los significa-
zalcóatl, y 2) estos dioses malos son introducidos por los aztecas, en una
dos literales y exige trascender el simplismo de las traducciones en térmi-
traición a la teología originaria, para justificar intereses políticos de do-
nos de valores extraños a este pensamiento.
minación.
Nuestra interpretación parte del dios Quetzalcóatl. respecto del cual el
León-Portilla hace hincapié en el papel del sacerdote mítico como
sacerdote Quetzalcóatl es una repetición ele sus rasgos, para orientarnos
transmisor de la antigua concepción del universo, con sus cuadrantes, sus
r-n cnrrnto Fl los FlvF!t.FlrPs rlP lFl Pspirit.irnlir!Flrl r!P Pst.P iílt.imn
pisos celestes e inferiores y sus varias etlades u sule::;, iusistiendo en bus-
En su nombre, y en muchas de sus imágenes, que lo representan como
car la sabiduría más allá de la realidad presente.
una serpiente con plumas en el cuerpo o con un collar de plumas, el dios
Para alcanzar una especie de salvación personal en el acerca- simboliza la vigencia de los opuestos. Quetzalcóatl no es la superación de
miento al dios cuyo ser se encuentra, más allá de las aguas inmen- la oposición, la reconciliación. Menos aún es la unidad indiferenciada en
sas, en el misterioso Tlilan Tlapalan. 13 (León-Portilla, 1979: 308) que ambos términos se pierden, sino la conjunción de dos rostros opues-
tos por los que va pasando alternativamente: la luz del Cielo y la oscuri-
Siendo la visión de León-Portilla más completa y receptiva ele los ele- dad del Inframundo. La vida y la muerte. Cada pasaje es una instancia de
mentos indígenas involucrados en las tradiciones de Quetzalcóatl, su in- lucha y sacrificio.
terpretación del mito mantiene sin embargo la pauta establecida por Ca-

14. A propósito del significado de estos símbolos en la tradición europea, véase Ricceur
13. El lugar de la oscuridad y la luz. (1976).
198 Luis Alberto Reyes Las claves del conocimiento 199

Es el dios de los cielos y el viento, pero desciende al Mictlán a reunir- Los brujos extranjeros y el "dios del mal", al decir de Caso, que enga-
se con el señor de la muerte. Es un dios de la vida en las cosmogonías y ñan a Quetzalcóatl, en realidad lo inician en el conocimiento de su ser. Lo
es el vivificador, con su semen, de los huesos-semillas humanos. Pero lo conducen a asumir su plenitud existencial.
hace sacrificándose e instando a los dioses a seguir su ejemplo, por lo que Son sabios que cumplen su función indicada por el símbolo del espejo,
también es un dios de los sacrificios y la muerte. Una adecuada compren- que reconocemos -en múltiples testimonios nahuas- asociado a la sabidu-
sión fenomenológica de los símbolos implicados no debe limitarse a las ría, al magisterio, a la formación de los jóvenes.
fronteras del texto. Debe considerar los significados de esos símbolos en En este sentido hallamos un ejemplo en la descripción que los infor-
el horizonte más amplio de la cultura espiritual tolteca y sus anteceden- mantes de Sahagún hacen del tlamatini, el sabio que es temachtiani,
tes teotihuacanos, especialmente en las expresiones de la plástica y los maestro, y a quien describen como espejo que se pone ante los hombres: 17
mitos cosmogónicos que involucran a los dioses Quetzalcóatl y Tezcatli-
poca. Hace sabios los rostros ajenos, hace a los otros tomar una cara,
Entonces el mito, más bien que revelar su oposición a los sacrificios, los hace desarrollarla.
Pone un espejo delante de Jos otros, los hace cuerdos, cuidadosos;
exhibe la instancia pedagógica de iniciación en ellos por parte del sacer-
hace que en ellos aparezca una cara.
dote que personifica al dios. Conoce lo [que está] sobre nosotros [y], la región de los muertos.
Los diferentes dioses ocupan los lugares neces8.rios de las oposiciones ( Cúclice l'vfatritense: vn1: 1 lSr llSv; Lra.ducción de León-Portilla;
duales, de modo que les toca ser luz u oscuridad en la economía del uni- 1979: 65)
verso, pero además llevan en sí mismos -y esto es particularmente noto-
rio en Quetzalcóatl- el desdoblamiento interior de los opuestos. Los dio- El espejo del maestro, que dota de rostro a los hombres, cumple en el
ses no tienen la unicidad positiva que las modernas religiones monoteís- mito que estamos interpretando una función más profunda que la normal
tas atribuyen a Dios. en los textos de magisterio conocidos, como los de los huehuehtlahtolli.
A despecho de las amables intenciones ele los intérpretes que quieren Aquí se trata de algo más que forjarse una personalidad, aquello que se
ver en Quetzalcóatl un modelo de elevación en consonancia con los valo- muestra a los demás; se trata de ver el otro lado de sí mismo, la dimen-
res occidentales, el Códice Borgia (un códice de la mixteca, cuyas diferen- sión ele sí que aún no reconoce. El doble con el que se constituye también
cias con un códice mexicano como el Borbónico muestran que no está ba- el ser de cada uno.
jo la influencia de quienes "traicionaron" a Quetzalcóatl) nos lo muestra En el macroescenario cósmico se enfrentan Tezcatlipoca y Quetzalcóat]
en dos ocasiones unido por las espaldas a Mictlantecuhtli, señor ele la como el frío y la oscuridad enfrentan el calor y la claridad. En ocasiones
muerte. 15 Esta unión, en la que cada uno es doble del otro, indica la am- las tradiciones muestran a los dioses luchando en el "juego de pelota" con
bivalencia ele ambos. Quetzalcóatl es dios de la vida, descendió al Mictlán que los antiguos mesoamericanos representaban los dramas cósmicos.
para rescatar y vivificar los huesos humanos; pero su compañero insepa- Uno al otro, los contendientes se necesitan para poder jugar el juego.
rable y reverso en los tonallis, los días, es la muerte. Además Quetzalcóatl Y en el más pequeño escenario de la historia de este sacerdote que es
es también Ehécatl, dios del viento, que todo lo arrastra. 16 modelo de los hombres, fundador ele cultura y arquetipo de saber, Tezca-
Es necesario, adcmó.s, tener en cuenta que el dios del cual el so.cerdo tlipoca viene ante el para devolverlo al juego trágico y maravilloso del
te es una réplica es un dios de la sabiduría por ser el dios de los pasajes, mundo, mostrándole, en primer lugar, cómo esa lucha y alternancia con el
por conocer los secretos de la vida y la muerte, la luz y la oscuridad; por doble se produce adentro de él.
conocer que uno es el reverso del otro. En los mitos antiguos Tezcatlipoca es asociado a la sabiduría y a la ubi-
Por ello los mi temas del espejo de Tezcatlipoca y de la tentación del rey cuidad:
por los brujos, así como las consecuencias ele estos hechos, pueden ser vis-
tos como alegorías de la iniciación en el conocimiento de la dualidad. Y destos cuatro hijos ele Tonacatecli y Tonacacigulatl, el Tezcatli-
puca era el que sabía todos los pensamientos y estaba en todo lugar
y conoscía los corazones, y por esto le llamaban Moyocoya, que quie-
15. Para indicar, en un caso, que ambos rigen en las trecenas (Códice Borgia, 1993: 56) Y pa- re decir que es todopoderoso ó que hace todas las cosas sin que na-
ra mostrar, en otro caso, que ambos rigen en los días (73).
16. Con grandes vientos él mismo acaba con la vida de la creación que estuvo bajo su regen-
cia: Nahui Ehécatl Tonatiuh. 17. "In tlamatini [... ] tezcatl coyauac, tezcatl necuc xapo" (en León-Portilla, 1979: 327).
200 Luis Alberto Reyes Las claves del conocimiento 201

die le vaya á la mano; y según este nombre no le sabían pintar sino Decían que, cuando él murió, sólo cuatro días no apareció, por-
como aire, y por eso no le llamaban comunmente <leste nombre. (Ol- que entonces fue a morar entre los muertos (mictlan); y que también
mos, 1985: 695) en cuatro días se proveyó de flechas; por lo cual a los ocho días apa-
reció la gran estrella (el lucero), que llamaban Quetzalcóatl. Y aña-
Frecuentemente el lugar que ocupan los hombres les impide ver el otro dían que entonces se entronizó como Señor.
lugar que también los reclama y, ante su revelación, sufren una conmoción. Sabían cuándo viene apareciendo, en qué signos y cada cuántos
resplandece, les dispara sus rayos y les muestra enojo. Si cae en 1
Los momentos del drama mítico son etapas del despliegue de la verdad.
cipactli (espadarte), flecha a los viejos y viejas, a todos igualmente.
El primer momento es el del ilusorio encierro en la mismidad. Quetzal- Si en 1 océlotl (tigre), si en 1 mazatl (venado), si en 1 xóchitl (flor),
cóatl permanece en sus palacios apenas rodeado de sus servidores más flecha a los muchachitos. Si en 1 acatl (caña), flecha a los grandes
fieles. Está aislado en su hermoso lugar, armonioso y bello tanto exterior- señores, todo así como si en 1 miquiztli (muerte). Si en 1 quiyáhuitl
mente como en la interioridad de su alma y sus acciones pacíficas y vir- (lluvia), flecha a la lluvia, y no lloverá. Si en 1 olin (movimiento), fle-
tuosas. No confronta con el mundo y no conoce tampoco, de sí mismo, la cha a los mozos y mozas; y si en 1 atl (agua), todo se seca, etc. Por
vejez, la caducidad, el cuerpo. eso los viejos y viejas veneraban a cada uno de esos signos. (Códice
Después esta mismidad es violentada desde el exterior por el otro, el Chimalpopoca, 1975: 11)
extranjero que viene a revelarle el secreto de su identidad efímera. El es-
pejo y el pulque le descubren la presencia, en sí mismo, de la alteridad. Los últimos momentos del mito son los de la aceptación del ser duaL
Cuando el sacerdote Quetzalcóatl accede al conocimiento de esa di- del despliegue de su verdad. Siguiendo con el camino de nuestra interpre~
mensión de su ser, reacciona con dolor. Es el dolor de la iniciación en la tación, el mitema de Quetzalcóatl que se arroja al fuego en Tlilan Tlapa-
dualidad, que se sintetiza simbólicamente en el descubrimiento del cuer- lan es el símbolo de su transformación, la apertura de su nueva condición.
po. Descubre que no es sólo espiritualidad, pureza. También es inevitable Eliade destaca la asociación que existe entre el chamán, 18 que es bru-
jo, adivino, sacerdote, médico, gracias a su capacidad para cambiar de es-
carnalidad.
tado y para viajar al mundo de la muerte, y el fuego, que suele atravesar
Viene entonces el momento de la entrega. El sacerdote dice, cantando,
el chamán en sus rituales (Eliade, 2001: 86).
que dejará su casa, al tiempo que manda a llamar a su hermana Quetzal-
La hoguera en el mito del sacerdote Quetzalcóatl no tiene el preciso
pétatl para compartir con ella. Hasta entonces no había tenido las expe-
significado que tiene en el mito cósmico de Teotihuacán, 19 de sacrificio di-
riencias de los desdoblamientos que se alcanzan, paradójicamente, en
vino para que haya vida sobre la tierra. Pero también es un pasaje, una
aquellas situaciones de mayor encarnamiento en el propio cuerpo. Por eso
apertura de posibilidades para otro ser. En este caso, el nuevo ser es Quet-
la iniciación atraviesa en el mito por la embriaguez y, probablemente, la
zalcóatl que accedió a la verdad, y con él los hombres, para quienes es mo-
cópula sexual: experiencias del cuerpo que supera sus límites, que tienen
delo. El mito es una alegoría de este pasaje. 20
el sentido de abandono de la identidad singular, de cercanía con la muer-
te comprendida y aun querida.
El mito, en la versión del náhuatl de Feliciano Velázquez, indica la in-
cu1 po1ación de la oscuridad a la existencia de Quetzakóatl después de
esas experiencias de entrega.

Después que cantaron sus pajes, Quetzalcóatl les dijo: "Abuelo y


paje. Basta. Voy a dejar el pueblo, me voy. Mandad que hagan una
caja de piedra". Prontamente labraron una caja de piedra. Y cuando
se acabó de labrarla, acostaron ahí a Quetzalcóatl. Sólo cuatro días
estuvo en la caja de piedra. (Códice Chimalpopoca, 1975: 11)
i8. Término que significaría "ei que arde" (Eliade, 2001: 86).
Más tarde, habiéndose sacrificado en la hoguera, se transforma en una 19. En el mito del nacimiento del Quinto Sol, Na/wi Ollin Tonatiuh, gracias al sacrificio de
estrella que, así como brilla en el cielo, se sumerge en la oscuridad. Y apa- los dioses en Teotihuacán.
rece el aspecto destructivo de Quetzalcóatl, que no se manifestaba en el 20. Algunos aspectos de la interpretación de este mito se profundizan en el apartado "Sexua-
anterior rol de guía benefactor de los toltecas. lidad y conocimiento de la verdad", en el capítulo 12.
CAPÍTULO 12

La pareja como orden ontológico

La lucha sexual

Conviene apartarnos de las distinciones -comunes en la cultura occiden-


tal- entre sexualidad, erótica y amor. En los testimonios indígenas es di-
fícil encontrar la mera sexualidad natural, despojada de imágenes eróti-
cas, o de significaciones sociales, cósmicas y religiosas. Más extraño aún
es el amor romántico, invención occidental ajena a estas culturas.
La sexualidad, con su sentido de atracción natural que lleva a la unión
de los cuerpos en la cópula, se muestra en representaciones simbólicas
que le incorporan sentidos y motivaciones. El alcance de estas represen-
taciones es vasto y se conecta con la cosmología y la religión.
En cuanto a los caminos de realización del vínculo, encontramos que
éste implica, en las tradiciones andinas, la confrontación entre los miem-
bros de la pareja; el pretendiente mide fuerzas, las de su cuerpo o las de
su inteligencia, sea directamente con la novia o con quienes la represen-
tan: la familia o la comunidad a la que pertenece. 1 Todavía hoy, en algu-
nas regiones de Perú, la relación se formaliza a partir de un rapto real o
figurado y OP. nn AnfrnnüimiP.nt.r) P.n flllP. SP. eolpP.811 P.l novio y los herma-
nos de la novia en una batalla ceremonial (Ortiz Rescaniere, 1993: 167).
La lucha de la pareja a la que nos estamos refiriendo es algo más que
una lucha ocasional, por los caprichos singulares de cada uno. La pareja
se ve a sí-misma encarnando un episodio de la confrontación que se da en
el cosmos. Alternativamente le toca vencer y descollar a la planta, al fru-

l. El pensanüento i11dígena también en este punto es coherente con la idea de las oposicio-
nes duales. En la sexualidad están implicadas la confrontación y la negociación, como vemos
en los mitos de Huarochirí. Tristán Platt señala, en su estudio sobre los machas actuales de
Bolivia, que "en muchos relatos se identifica la comida y la cópula o también la lucha y la
cópula" (Plat, 1976: 18).

[ 203 J
204 Luis Alberto Reyes La pareja como orden ontológico 205

to, la tierra o el aire o, en este caso, a la mujer o al varón. Se complemen- Los mitos de encuentros sexuales tanto como los ritos y las fiestas di-
tan, pero deben enfrentarse. Es la iucha del movimiento de la vida. versas en que se sugieren o realizan cópulas representan y conjuran los
Es cierto que hay momentos, expresamente caracterizados en mitos, orígenes y las mutaciones de la naturaleza.
canciones y danzas, en que la dualidad y la separación de varón y mujer A su vez las parejas humanas, con las interacciones y los juegos dra-
parecen acabarse, subsumirse en la mujer, origen y fin de la vida; cuando máticos de su erotismo, no son una distante alegoría del ser y de los mo-
el varón se feminiza, como vemos más adelante, convirtiéndose en el ~mientos cósmicos. La historia de cada pareja, la historia de sus separa-
aguay unu o sumergiéndose en ella (recordemos que el agua es símbolo de ciones y encuentros, es una expresión real del drama del universo; una fi-
la dimensión femenina por excelencia). Pero estos momentos de consuma- gura de su movimiento.
ción sexual en que el varón se convierte en su opuesta, cuya femineidad, Es parecida la interrelación causal que en los ritos aztecas se da entre
por otra parte, también late en el interior del varón, no deben confundir- los sacrificios por un lado y la continuidad del movimiento del Sol, por el
nos en el sentido de ver la supresión de las oposiciones como finalidad y otro, con la interrelación que aquí se da entre la unión de las parejas y la
conclusión del proceso. fecundación de la Tierra por el Cielo. El universo sigue con sus historias
El acoplamiento sexual no es el final de la inquietud, un fundirse y amorosas estimulado por los varones y las mujeres de las comunidades
descansar, sino un replanteo del enfrentamiento, que prosigue en otras que entrelazan sus cuerpos.
instancia::; U.entro del siste111a que es la pareja. Hay hilos que conectan los ritmos de excitación o declinación de abs-
Para comprender mejor este aspecto de la concepción indígena, pode- tención o de licencia en las parejas, con las alternancias de sequí~ y ferti-
mos contrastarla con el tantrismo hindú, una concepción que también re- lidad, ele invierno y primavera, de vida y muerte cósmicas.
conoce un sentido cósmico en la sexualidad y en el que la cópula ocupa el En las tradiciones más antiguas esta erótica tiene una manifestación
centro del ritual religioso. Hay una semejanza en cuanto a la proyección preponderante. Los mitos hablan de las parejas de huacas y sus referen-
universal del acto. Pero la diferencia esencial radica en que el Tantra bus- cias cósmicas. Los ritos giran en torno al tema del encuentro sexual y su
ca superar la polaridad, el anhelo y el conflicto, alcanzar la indiferencia a simbología de lucha, fiesta, muerte, embriaguez orgiástica, fertilidad.
través del encuentro sexual. Todos los seres, tanto los vivos como los inanimados, tienen sexo. Tam-
En la antigua tradición andina a la que nos estamos refiriendo, en bién cada ser tiene su pareja, incluidos los cerros, los lagos, las regiones y
los tiempos.
cambio, no aparece el ideal de acabar con la escisión entre los seres. La
diferenciación y la lucha no son ilusiones o defectos del mundo, sino su na- Hasta ~oy, en la tradición andina, una persona sola (sin pareja e hijos)
no es propiamente runa o warmi. El solitario es un ser incompleto, sin lu-
turaleza. La fusión indiferenciada no aparece como objetivo místico del
gar, un desvalido, un wakcha.
encuentro sexual. La cópula es sólo un momento especial de la oposición
dual, de sus dramas ambivalentes, de su carácter agónico. Chacha ast anqa jakamakiw sarnaqasji
Los amantes luchan buscando vencer e imponerse. El erotismo impli- El marido está andando como si fuera una persona de afuera
ca la desigualdad y la intención de predominio, pero en un movimiento cir- Jan warmin jaqika iñjnax uk' amakiwa
cular. Implica derrota para el victorioso justamente allí donde alcanza a Al hombre que no tiene mujer le miramos, así no más es,
prevalecer. La idea andina acerca del pudwr.:uLi, u iu versión de la realidad, Ka misas ma kallinxjan jaqínanux sarnaqasji uk'nmn,
indica que el cambio es obligado por el exceso de una posición. A la inver- Ma utarurak sarasji.
sa, la derrota es también el comienzo de la reivindicación del vencido. Es como que un perro sin dueño caminara en la calle así, y está
¿Qué es entonces el amado para el amante? Es su límite, el otro lado yendo de casa en casa.
de su camino. Es el objeto de su predominio y el sujeto de su derrota. Su Nanakax sapxtpi, aka taykapiniw aka wilUanaks luriri
Sas uk'ama.
adversidad y su consumación.
Nosotros decimos pues, esta madre siempre suele hacer alcanzar
las porciones diciendo así,
Warmintipini jaqisnaxa, jan warmini ianiw chachasoaxa.
Sexualidad y pareja en el Ande Con la mujer siempre somos gente, si; la mujer no s~ría hombre ..
(Arnold, 1992: 215)
En los antiguos testimonios andinos Jos sucesos cósmicos y naturales
son expresiones de la sexualidad del universo. Ésta aparece como la cla- . En circunstancias excepcionales el chulla, individuo aislado, que no
ve de las historias divinas y de los sucesos astronómicos y agrarios. tiene par, adquiere valor. Como el macho que cubre a toda la manada o la
206 Luis Alberto Reyes La pareja como orden ontológico 207

piedra que se presume producto del _rayo, illa, o el fuereño que anda solo, birlos con sus dos manos ahuecadas. Esto también se explica como
a la vez repugnante y temible. yanantin. (Platt, 1976: 27)
Una· de las formas privilegiadas. en que se expresa la dualidad en el
Ande es esta de la pareja sexual que comprende al cosmos, al conjunto de El qachwa es una de las antiguas tradiciones que muestran la concep-
los seres, y se extiende hasta nuestros días: ción andina de la sexualidad. Es un baile y canto de varones y mujeres to-
mados de la mano en rueda. Se realizaba en ocasiones políticas muy im-
Tukuy ima qhariwarmi, "todo es hombre y mujer", se me dijo portantes: el nacimiento de un gobernante, la conquista de un nuevo te-
cuando estaba investigando el sistema religioso de los machas. Se rritorio; en el cambio de ciclos agrarios; cuando reverdece la naturaleza,
referían a ciertas rocas sagradas wak'as, algunas de las cuales se como en el qachwa de Wayllacha (Yaranga Valderrama, 1994: 128) y cuan-
consideran masculinas y otras femeninas. La totalidad de las wak'as do se limpian los canales, como en el caso del culto a Chaupiñanca. 4
conforman una serie de divinidades locales emparejadas. De igual El baile y la poesía expresan el propósito fecundador del rito y se su-
modo me indicaron que los espíritus que se supone habitan las pun- man en la celebración el juego, el trance místico, la exaltación del wachoq,
tas de los cerros jurq'u son masculinos, mientras que sus esposas, la raka 5 y la cópula. 6
warmi jurq'u son las fuentes que brotan de las montañas y fluyen
Los participantes encarnan las esencias cósmicas de la fecundidad, de
hacia abajo. (Platt, 1976: 21-22)
modo similar a como, en el Taki Onqoy, las huacas regresan tomando los
cuerpos de las danzantes.
En cuanto a los seres humanos, la idea de pareja está presente cuan-
Varones y mujeres cantan alternadamente sus estrofas. Empiezan los
do se trata de caracterizarlos o de referirse a ellos. Son yanantin, expre-
varones, invitando a las mujeres a los actos del placer sagrado. Siguen és-
sión usada por los machas para designar al par, qhariwarmi, varón-mu-
tas, respondiendo con sus versos al llamado que proviene no sólo de los ver-
jer, no sólo los esposos sino los gemelos (aunque sean del mismo sexo) y
sos de los varones sino también de la danza, de la situación ceremonial:
cada cosa que tiene su par, como los ojos, las orejas (Platt, 1976: 28).
La mirada indígena ve algo más, atrás del hecho de que dos estén jun- Es únicamente el mirar de las piernas, hermana
tos. Yanantin no es una eventualidad, en que dos están juntos circunstan- Es únicamente el juego sacro, hermana
cialmente. El modo de ser de los humanos en el mundo no es otro que el de Es únicamente el mirar de las piernas, hermana
ser en pareja. Probablemente por ello el rito de sacrificio que se practica- Es únicamente el juego sacro, hermana
ba en el Ande, la Capacocha, era de una pareja de niños, varón y mujer.
En el primer suplemento del manuscrito de Huarochirí, el padre Ávila Coro de mujeres
hace una minuciosa descripción del complicado rito que se practicaba Por donde fuere, afuera, correré
cuando nacían mellizos, a los que llamaban curi. La importancia del acon- Como si hubiera recibido bofetones
tecimiento se debía a que manifestaba la dualidad de un modo especial: Por donde fuere, jugando, correré
Dando vueltas a las polleras.
Si [los curis] nacían ambos hombres o ambas mujeres creían que
Coro de varones
la suerte iba a ser mala, que iba a seguir una época de mucho sufri-
Es un juego sacro, hermana
miento. 2
Es un juego de las piernas, hermana
Si nacían hombre y mujer lo juzgaban positivo.' (Taylor, 1999: 453)

Interiormente cada individuo es también pareja: 4. En el manuscrito recogido por el padre Francisco de Ávila, Jos informantes lo llaman ca-
sayaco. "Chaupiñamca se alegraba especialmente, porque para bailarlo se quitaban los ves-
Cuando se ofrecen hojas de coca a un invitado o al que participa tidos y se cubrían sólo con parte de los trajes [... ] Cantando y bailando decían: «Chaupiñam-
en un rito, se ofrecen dos puñados a cada persona, y ésta debe recí- ca se regocija mucho viendo ia parte vergonzosa de cada uno de nosotros». Y cuando canta-
1
ban y bailaban esta danza, comenzaba la n1aduración del mundo (l\.rguedas, 1975: 64).
)

5. Miembro masculino y vulva de la mujer.


2. "Qaripllra yuriptinqapana warmipllra yuriptin pas manwn allí pachacho canea ancha
6. Que solía realizarse en un prado ele cultivo, el wachoq, pampa planicie ele fornicación, al
muchoy pacham canea ñispan 1lic carcancu" (Taylor, 1999: 452).
que corrían las y los solteros en algún momento de Ja celebración (Yaranga Valelerrama,
3. "Chaymanta qari hzwrmi yuriptinmi allipac hunan charcanc¡¿" (Taylor, 1999: 452). 1994: 123).
208 Luis Alberto Reyes La pareja como orden ontológico 209

Por donde fuere afuera correré Expresiones nahuas de la sexualidad


Midiendo el paso de las mujeres
Muy poco sabríamos de la tradicional concepción andina de la sexuali-
Coro de mujeres dad si sólo contáramos con los testimonios de los cronistas indígenas per-
Por donde fuere acompañada correré tenecientes a las elites cuzqueñas. Gracias al manuscrito de Huarochirí 8
Coleando frecuentemente podemos asomarnos al estrato cultural sobre el que había venido a asen-
A manera de mirar las piernas tarse el incario.
De fuera, aproxímate corriendo. Pero en el área de Mesoamérica no tenemos textos equivalentes al an-
dino. Sahagún trabajó con informantes cultos, provenientes de los centros
Coro de varones
del poder azteca. Carecemos de testimonios que recojan de modo sistemá-
En tu cinta ajada
Juega, aproxímate corriendo tico las tradiciones de los pueblos mesoamericanos del interior, periféricos
En una parte de tu faja. a las grandes ciudades dominantes.
¡Lleva, con fuerza lleva! Tenemos fragmentos de una tela que suponemos extensa y entramada.
Así, los testimonios sobre el culto muestran que diosas como Tlazoltéotl y
Coro de mujeres y ua.rones Xochiauetzal eran relacionadas de diversos modos con la sexualidad. A su
Collar negro, suyrur, sall sall, enamorado, enamorada vez lo~ libros de pinturas muestran imágenes aisladas de parejas y refe-
Collar negro y rojo, wayrur sall sall, enamorada, enamorado. rencias a los excesos sexuales. En los mitos las alusiones sugieren la se-
xualidad indirectamente, como en el mitema en que el rey Quetzalcóatl
Coro de mujeres hace llamar a Quetzalpétatl:
Cuando crezca tu pájaro negro chiwillu
Aun las mujeres de edad vendrán Estando ya alegre Quetzalcóatl, dijo:
Cuando crezca tu pájaro negro chiwillu Id a tomar a mi hermana mayor, Quetzalpétatl,
Aun las mujeres encintas vendrán. ¡que juntos los dos nos embriaguemos!
¡Ay mi pájaro negro chiwillu! Sus servidores fueron allá,
(El testimonio más antiguo de Ja letra de un qachwa, en la Nue- donde ésta hacía penitencia,
va coránica y buen gobierno, de Guarnan Poma de Ayala. Versión en el cerro de los nonohualcas.
de Yaranga Valderrama, 1994: 135) 7 Le fueron a decir:
Hija nuestra, señora Quetzalpétatl,
Las palabras que cantan los participantes indican, junto con la alegría, penitente, venimos a tomarte,
la proyección religiosa y el misticismo, que crece en la tercera de las es- te aguarda el sacerdote Quetzalcóatl,
trofas de los varones cuando éstos se identifican con las piernas y el paso tú vas a ir a estarte con él.
de las mujeres. Al final las mujeres, plenas de alegría, de libertad, exal- Ella respondió: Bien está, vayamos, oh servidores.
Y f'.mmrln h11ho ]Jp,gado,
tan al pájaro que es uno de los símbolos del pene.
se sentó al lado de Quetzalcóatl. ("Anales de Cuauhtitlán", ff. 3-7) 9

O en el mito de Coatlicue:

Y esta Coatlicue allí hacía penitencia,


barría, tenía a su cargo el barrer,
7. "Chanka qawaylla pani /Aya misaylla pani / Chanka misaylli pani /Aya misaylla pa- así hacía penitencia,
n.i Maytachi Kayta Qawa curisaq / Kuta maliqllaqta / Maytachi Kayta misa cllrisaq / Siki en Coatepec, la Montaña de la Serpiente.
qapaqta / / Aya misaylía pani i Chan.ka misayiíi pani i Maytachi Kayta Qawa curisaq i
Paya kamaqta Maytachi kayta pusa cllrisaq / Tira clwpaqta / Chanka qawaylla / Qawa
curimuy / / Saqra win.chayquipi / Misa curimuy / Piti chumpikipi / Wikayro, wikayro I 8. Dioses y hombres de Huarochiri, en la traducción de Arguedas (1975) Y Ritos Y tradicio-
Apayro, apayro. / / Suyrur piñi sall sall / Waymr piñi sall sall / / Chiwilluyki poqoptin I nes de }foarochiri en la ·de Taylor (1999).
Paya/lapas qamunqam / Chiwilluyki poqoptin / Chichollapas qam¡¿nqam / Chiwillullay
chiwillu." 9. Tomamos aquí la versión de Miguel León-Portilla (1985: 37-45).
210. La pareja como orden ontológico
Luis Alberto Reyes 211

Y una vez, Yo entono su canto, al señor, pequeño Axayácatl.


cuando barría Coatlicue, lo entretejo con flores, con ellas lo circundo.
sobre ella bajó un plumaje, Como una pintura es el hermoso canto,
como una bola de plumas finas. como flores olorosas que dan alegría,
En seguida lo recogió Coatlicue, mi corazón las estima en la Tierra.
lo colocó en su seno.
¿Qué significa todo esto?
Cuando terminó de barrer, Así estimo tu palabra,
buscó la pluma, compañero en el lecho tu, pequeño .AJ:ayácatl.
que había colocado en su seno, Con flores lo entretejo, con flores lo circundo,
pero nada vio allí. lo que nos une levanto, lo hago despertarse.
En ese momento Coatlicue quedó encinta. (Códice Florentino, Li- Así daré placer
bro m, cap I, versión del náhuatl de León-Portilla) a mi compañero en el lecho, a ti, pequeño Axayácatl.
Se alegra, se alegra,
Hace giros, es como niebla.
En los huehuehtlahtolli, conjuntos de consejos y amonestaciones diri-
gidos a los jóvenes y subordinados, la visión patriarcal enmarca las rela- Acomnañante. acomnañante pequeño, tú, señor Axayácatl.
ciones entre la mujer y el varón. La sexualidad se subordina a la inten- Si en '.verdad ~res ho'mbre, aquí tienes dónde afanarte.
ción moralizante y las referencias a ella son indirectas y prevenidas. Apa- ¿Acaso ya no seguirás, seguirás con fuerza?
rece como regimentada obligación conyugal o bien como descarriado pla- Haz que se yerga lo que me hace muJer, .
cer individual que pone al sujeto -especialmente a la mujer- fuera de los consigue luego que mucho de veras se encienda.
límites de la moral y la sociedad. Ven a unirte, ven a unirte:
En los poemas, en cambio, hallamos una visión más naturalista y festi- es mi alegría.
Dame ya al pequeñín,
va de las relaciones entre la mujer y el hombre. Revelan la fuerza con que,
el pilón de piedra
a pesar del predominio de los valores guerreros y masculinos en tiempos que hace nacer en la tierra.
de la confederación azteca, sobrevivían antiguos modos de ver a la pareja.
Un singular testimonio son estos versos del poema que Aquiauhtzin de Habremos de reír, nos alegraremos,
Ayapanco compuso hacia el año 13 caña (14 79), como introducción para las habrá deleite, yo tendré gloria,
mujeres de Chalco que venían a cantar ante el señor mexica Axayácatl: pero no, no, todavía no desflores, .
compañerito, tu, señor, pequeño Axayácatí.
Canto de las mujeres de Chalco
Levantaos, vosotras, hermanitas mías, Yo, yo soy atrapada,
vayamos, vayamos, buscaremos flores, mi manita da vueltas,
vayamos, vayamos, cortaremos flores. ven ya, ven ya.
Aqui se extienden, aquí se extienden Quicrc3 mamar en mi3 pccho3,
casi en mi corazón.
las flores del agua y el fuego, las flores del escudo,
las que se antojan a los hombres, las que son prestigio:
flores de guerra. Quizá tú mismo estropearás
lo que es mi riqueza, la acabarás;
yo, con flores color de ave de fuego,
Son flores hermosas,
para ti haré resonar mi vientre,
¡con las flores que están sobre mí yo me adorno, aquí está:
son mis flores, soy una de chalco, soy mujer! a tu perforador hago ofrenda.
Deseo y deseo las flores,
deseo y deseo los cantos, La preciosa flor de maíz tostado, 10
estoy con un anhelo, aquí en el lugar donde hilamos,
en el sitio donde se va nuestra vida.
10. La "flor de maíz tostado", que, como las expresiones que la siguen, es una metáfora del
212 Luis Alberto Reyes La pareja como orden ontológico 213

la del ave de cuello de hule, No hay ya jugo, señor mío, tú, grari señor,
la flor del cuervo, tu manto de flores, tú, pequeño Axayácatl;
están ya exlendidos. todavía no empiezas
Sobre la estera preciosa tú yaces, ya estás disgustado, compañero pequeño.
en casa que es cueva de plumas preciosas, Ya me voy a mi casa, niñito mío.
en la mansión de las pinturas. Tal vez tú aquí me has embrujado,
Así en su casa me aflijo, has pronunciado hermosas palabras.
Tu, madre mía, quizá ya no puedo hilar. Sabrosa es tu semilla,
Tal vez no puedo tejer, tú mismo eres sabroso.
Solo en vano soy una niña. ¿Acaso se .sabe esto en nuestra casa?
Soy muchachita
De mí se dice que tengo varón. ¿Acaso tú me has comprado,
tú para ti me adquiriste niñito mío?
Aborrezco a la gente, ¿Tal vez cambiarás mi placer, mi embriaguez?
mi corazón la detesta en la tierra. Acaso despreci~s, te has disgustado,
Así tristemente cavilo, pequeño compañero, ya me voy a mi casa, niñito mío.
deseo la maldad,
la desesperación ha venido a ser mía.
Tú, amiga mía, tú, mujer ofrendadora,
Me digo, ven niña,
mira como permanece el canto,
aun cuando del todo he de morir.
en Cohuatepec, en Cuauhtenanpan,
Aunque mi madre perezca de tristeza,
sobre nosotros se extiende, luego pasa.
aquí tengo yo a mi hombre,
Tal vez mi ser de mujer hace locuras,
no puedo ya hacer bailar el huso,
no puedo meter el palo del telar: mi pequeño corazón se aflige.
niñito mío, de mí te burlas. ¿Cómo habré de hacerlo,
¿Qué me queda? ¡Lo haré! a aquel que tengo por hombre
aunque sean mías falda y camisa?
¿Cómo se embraza el escudo ¡Los que son nuestros hombres,
en el interior de la llanura? compañeros de lecho!
Yo me ofreceré, me ofreceré,
niñito mío, de mí te burlas. Revuélveme como masa de maíz,
tú, señor, pequeño Axayácatl,
Compañerito, niñito mío, yo a ti por completo me ofrezco,
tú, señor, pequeño Axayácatl, soy yo, niñito mío, soy yo, niñito mío.
vamos a estar juntos, Alégrate, que nuestro gusano se yerga.
a mi lado acomódate, ¿i\caao no creo un 6.guila, un ocelote, 11
haz hablar tu ser de hombre. tú no te nombras así, niñito mío?
¿Acaso no conozco, no tengo experiencia ¿Tal vez con tus enemigos de guerra no harás travesuras?
de tus enemigos, niñito mío? Ya así, niñito mío, entrégate al placer.
Pero ahora abandónate a mi lado.
Aunque seamos mujeres, Nada es mi falda, nada mi camisa,1 2
tal vez nada logres como hombre. yo, mujercita, estoy aquí,
Flores y cantos viene él a entregar su armonioso canto,
de 1a compañera de placer] niñito mío.

sexo femenino, aparece con significado similar en el mito andino de la mujer de Tamta- 11. Los "caballeros águila" y los "caballeros tigre" eran dos órdenes guerreras mexicas.
ñamca, quien al convidar a un hombre con un grano de maíz tostado se le entrega simbó- 12. El disfrasismo "la falda, la camisa" es usual en los hue/wehtlahtolli para nombrar a la
licamente. mujer.
214 Luis Alberto Reyes La pareja como orden ontológico 215

viene aquí a entregar la flor del escudo. ¿De qué modo me lo haces, compañero de placer?
¿Acaso de algún modo somos ·dos, Hagámoslo así juntos,
.. yo, mujer de Chalco, yo Ayocuan?
Quiero que haya mujeres como yo
¿acaso no eres hombre?, qué es lo que te confunde?
Mi corazón con flores circundas,
de allá, de acolhuacan, son tu palabra.
quiero que haya mujeres como yo, Te digo el lugar donde yo tejo,
que sean tecpanecas. el lugar donde hilo,
¿Acaso de algún modo somos dos, te hago recordar, compañero pequeño.
yo, mujer de Chalco, yo Ayocuan? ¿Qué es lo que te turba, corazón mío?

Están avergonzados: yo me hago concubina. Soy vieja mujer de placer,


Niñito mío, soy vuestra madre,
acaso no me lo harás soy anciana abandonada,
como se lo hiciste al pobre Cuauhtlatohaua? soy vieja sin jugo,
Poco a poco desatad la falda, es esto lo que hago, yo mujer de Chalco.
abrid las piernas, vosotros, tlatelolcas,
los que lanzáis flechas, He venido a dar placer a mi vulva florida,
mirad aquí a Chalco. mi boca pequeña.
Que yo me atavíe con plumas. Deseo al señor,
madrecita mía, al pequeño AxayácatL
que me pinte yo la cara, Mira mi pintura florida,
¿cómo habrá de verme mi compañero de placer? mira mi pintura florida: mis pechos.
Ante su rostro saldremos, ¿Acaso caerá en vano
quizá habrá de irritarse tu corazón,
allá en Huexotzinco Xayacamachan, pequeño Axayácatl?
en Tetzmolocan, He aquí tus manitos,
yo mujer me unté las manos con ungüentos, ya con tus manos tómame a mí.
me acerco con mi falda de fruto espinoso, Tengamos placer.
con mi camisa de fruto espinoso. En tu estera de flores
Los veré a todos perecer. en donde tú existes, compañero pequeño,
Deseo en Xaltepetlapan a los huexotzincas, poco a poco entrégate al sueño,
al cautivo de Cuetlaxtan, queda tranquilo, niñito mío,
a los traviesos cuetlaxtecas, tú, señor Axayácatl.
los veré a todos perecer. (Aquiauhtzin, Cantares mexicanos, f. 72r. 73v. La presente ver-
sión en León-Pm·t.illii, 108fí: 125-128)
¿De qué modo se sabe?
Me llama el niño, el señor, el pequeño Axayátl Probablemente son varias las jóvenes mujeres que van tomando lapa-
quiere conmigo lograr su placer. labra a lo largo del Canto, y también una anciana madre. En ocasiones
Por mi causa
hablan entre ellas, reflexivas, como a comienzos de la estrofa catorce, des-
a dos tendrás que cuidar,
niñito mío, tacando el aspecto ritual de la entrega: "Tú, amiga mía, tú, mujer ofren-
tal vez así lo quiere tu corazón; dadora, ! mira como permanece el canto ... "·.
así, poco a poco, cansémonos. La constante utilización de imágenes bélicas para referir los encuen-
Tal vez no de corazón, niñito mío, tros sexuales va más allá de la alusión rnetafórica. Llega un momento en
entras a la que es de placer, que se imbrican y se confunden la guerra con el amor, las armas que en
a tu casa. uno y otro caso se llevan: los ungüentos, las pinturas de guerra, la falda
Tal vez así lo quiere tu corazón, "de fruto espinoso", el anhelo del otro y la expectativa de verlo perecer. To-
así, poco a poco, cansémonos do el poema habla de enfrentamiento, desafíos, vencer y ser derrotado.
La pareja como orden ontológico 217
216 Luis Alberto Reyes

En este juego despliega una diversidad de referencias de la palabra xó-


Habla también de placer, deseo, sentimientos tiernos y cálido afecto. La
chitl, "flor", que en la primera estrofa.y comienzos de la segunda significa
claridad con que se reúnen aquí lós signos de la atracción y de la lucha
adversarios, cautivos, semen, sangre derramada en la guerra, atributos
ofrece. orientación para ver asociacJ.as a través de estos signos las relacio-
de la mujer y encuentro sexual, en una secuencia de metáforas que se re-
nes del conjunto de los seres del universo.
vierten e implican.
Si el amor se desarrolla en el escenario de un combate, a su vez el La multiplicidad de los símbolos -en los versos, y sus usos ambivalen-
combate, aun el que enfrenta a pueblos que se dan muerte mutuamente tes, no se deben a una perversión del lenguaje sino al carácter dual de la
co~ sus flechas y rodelas, tiene signos de ambigua superposición del ene-
realidad a la que se refieren.
migo con el amante: "¿Acaso no eres un águila, un ocelote,/ tú no te nom- La actitud de la mujer reúne provocaciones e ironías con ternura y ex-
bras así, niñito mío? I ¿Tal vez con tus enemigos de guerra no harás tra- presiones maternales. Es el combate amoroso. Afirma la concepción de su
vesuras?". ser como simultáneamente adversario del varón y unido a él: "Nada es mi
En otros poemas y mitos nahuas, en que el mismo Axayácatl no se en- falda, nada mi camisa [... ] ¿Acaso de algún modo somos dos, yo, mujer de
cuentra ya entre sus mujeres sino en medio de un sangriento combate, Chalco, yo Ayocuan?".
encontramos un exaltado erotismo místico: No se trata, en esta reflexión de la mujer, de una claudicación de su in-
dividualidad o de una invalidez psicológica: las palabras expresan una
En tu n1ano está firme, oh .ll.....xayácatl, la floreciente macana: concepción ontológica del ser en pareja.
con ella está echando brotes el florido combate.
El divino licor florido con que se embriagan los que van a nues-
tro lado.
Sexualidad y conocimiento de la verdad
Por nosotros abre sus corolas la guerra florida
en Ecatepec y en México.
La historia del Tohuenyo, recogida en náhuatl por fray Bernardino de
(Fragmento de Victoria de los Matlatzincas, en Garibay Kíntana
1982:42) '
Sahagún, 14 se desarrolla en tiempos de esplendor de la ciudad de Tula Xo-
cotitlan, y contiene una singular enseñanza en que se unen sexualidad y
. La exaltación del goce y de los atributos sexuales femeninos y mascu- conocimiento.
Tohuenyo, forastero de la Huasteca, vendía chiles en el mercado de Tu-
lrnos, la desenfadada y directa expresión de la sensualidad que hallamos
la sin el maxtle, sin cubrir sus genitales (León-Portilla, 1997: 266, traduce
en este poema, son poco comunes en la antigua literatura náhuatl que nos
tohuenyo como "nuestro vecino"). La hija del rey Huemac, que casualmen-
ha llegado. 13 Pero debemos recordar que los indígenas que transcribieron
te vio los atributos del hombre, se perturbó tanto que enfermó de deseo. El
los textos lo hicieron por encargo de sacerdotes españoles. Éstos les ense- rey, buscando su curación, la entregó al extranjero pero luego, avergonza-
ñaban las letras, les asignaban la tarea de registrar la tradición y tam- do de su yerno miserable, procuró que muriera enviándolo a la guerra al
bién decidían lo que valía la pena recoger de esa tradición. El tema sexual frente de una tropa de tullidos. El Tohuenyo logró superar la prueba de un
en los poemas no era admisible para el modo reservado y pacato, cuando combate desigual y fue reconocido por todos en el palacio.
no negador y condenatorio, con que la moral colonial se situaba ante la se-
xualidad. Y he aquí otra cosa
En su exuberan~ia de metáforas poéticas, el poema abre una inquietan- que llevó a cabo Titlacahuan,
te riqueza de s1gn1ficados. Expresa la concepción de la sexualidad como hizo algo que resultó un portento:
combate Y transita de las imágenes amorosas a las guerreras o las usa con se transformó, tomó rostro y figura de un Tohuenyo.
el doble sentido de confrontación en el campo de batalla y en el lecho. Andando no más desnudo, colgándole la cosa,
se puso a vender chile,
fue a instalarse en el mercado, delante del palacio_
13. De Tlaltecatzin de Cu,azthchiriancu t>e conserva un cuicatl con que alude a la ahuiani la
"alegradora" o mujer pública. Se refiere a los deleites que ofrece y lamenta su finitud: ;'Yo Ahora bien, a la hija de Huémac,
tengo anhelo, / lo saborea mi corazón, I se embriaga mi corazón, / en verdad mi corazón lo que estaba muy buena,
sabe: I ¡Ave roja de cuello de hule! I fresca y ardorosa,/ luces tu guirnalda de flores./ ¡Oh ma-
dre! I Dulce, sabrosa mujer, I preciosa flor de maíz tostado, /sólo te prestas/ serás abando-
14. Se encuentra en los ff. 142-144 del Códice Matricence del Real Palacio (1907).
nada, I tendrás que irte, I quedarás descarnada" (Martínez, 1984: 88).
218 Luis Alberto Reyes La pareja como orden ontológico 219

muchos de los toltecas En seguida se hacen pesquisas,


la deseaban y la buscaban, en ninguna parte anda,
tenían la intención de hacerla su mujer. revuelven toda Tula
· Pero a ninguno hacía concesión Huémac, y aunque hicieron todo esfuerzo
a ninguno le daba su hija. no lo vieron por ninguna parte.
Entonces vinieron a comunicar al Señor
Pues aquella hija de Huémac que en ninguna parte habían visto al Tohuenyo.
miró hacia el mercado,
y fue viendo al Tohuenyo: está con la cosa colgando. Pero después por sí mismo apareció el Tohuenyo,
Tan pronto como lo vio, no más se vino a instalar,
inmediatamente se metió al palacio. donde había aparecido por primera vez.
Por esto enfermó entonces la hija de Huémac, Y cuando lo vieron los toltecas,
se puso en tensión, entró en grande calentura, corrieron a informar a Huémac,
como sintiéndose pobre le dijeron:
del pájaro 15 del Tohuenyo. 16 -Ya apareció el Tohuenyo.

A lo cual dijo Huérnac:


ya está enferma su hija. -Venga acá a toda prisa.
Dijo entonces a las mujeres que la cuidaban: Apresurados fueron los toltecas a traer al Tohuenyo,
-¿Qué hizo, qué hace? lo hicieron venir ante el Señor.
¿cómo comenzó a entrar en calentura mi hija? Y cuando lo trajeron ante él,
y las mujeres que la cuidaban respondieron: inmediatamente Huémac lo interrogó:
-Es el Tohuenyo, que está vendiendo chile: -¿Dónde es tu casa?
le ha metido el fuego, le ha metido el ansia, El otro respondió:
con eso es que comenzó, con eso es que quedó enferma. -Yo soy un Tohuenyo,
ando vendiendo chilito.
Y Huémac, el Señor, Y el Señor Huémac le dijo:
en vista de esto dio órdenes y dijo: -¿Pues qué vida es la tuya, Tohuenyo?
-Toltecas, búsquese el que vende chile, Ponte el maxtle, tápate
aparecerá el Tohuenyo. A lo cual respondió el Tohuenyo:
y luego fue buscado por todas partes. -Pues nosotros así somos.

Y como no aparecía nadie, Dijo luego el Señor:


por esto el heraldo empezó a pregonar -Tú le has despertado el ansia a mi hija, tú la curarás.
desde el Cerro del Pregón. Dijo:
-Toltecas, ¿acaso en alguna parte habéis visto al vendedor ele Respondió el Tohuenyo: -Extranjero, señor mío,
chile, eso no podrá ser.
al Tohuenyo? Traedlo acá. Mátame, acaba conmigo,
El Señor lo busca. ¡muera yo!
¿Qué es lo que me dices?
Si no soy más que un pobre vendedor de chile.
Entonces el Señor le dijo:
15. Nombrar "pájaro", itotouh., al falo es algo que encontramos también en los poemas que- -Pues no, tú la curarás,
chuas, como pishco, o chiuilú, en las alusiones del coro femenino en algunos kashwas. no tengas miedo.
16. El texto náhuatl de esta estrofa es: "Auh yn yezwtl yn ilpoch yn Uemac / u.allachix yn Y en seguida le cortaron el pelo,
tianquizco, / quiualitac yn tou.enyo: tlapilotica. / Auh yn oquittac, I ninwn calac yn cali- lo bañaron y después de esto,
tic, / niman ye ic rnococozw, / teponaciui, popopozcwa, / yuhqu.in quimotolini / yn itotouh lo ungieron,
touenyo". le pusieron un maxtle, le ataron la manta.
220 Luis Alberto Reyes La pareja como orden ontológico 221

y cuando lo dejaron así arreglado, para informar al señor Huémac,


le dijo el Señor: le dijeron:
-Mira a mi hija, -Ya fuimos a dejar allá al Tohuenyo,
allá está guardada. el que fue tu yerno.
Mucho se alegró Huémac,
Y cuando el Tohuenyo entró a verla, pensó que tal vez era cierto, que tal vez era así,
luego cohabitó con ella, porque estaba avergonzado
y con esto al momento sanó la mujer. de haber hecho su yerno a un Tohuenyo.
En segtúda, se convirtió el Tohuenyo en el yerno del Señor. Pero aquel Tohuenyo,
que habían ido a abandonar en la guerra,
Y luego por esto cuando vinieron ya sus enemigos,
hubo burlas acerca de Huémac, los de Coatepec, los de Zacatepec,
los toltecas se mofaban, bromeaban acerca de él, decían: entonces mandó
-¡Conque el señor ha hecho su yerno a un Tohuenyot a enanos y corcobados,
les dijo:
Entonces Huémac convocó a los toltecas. -Tened mucho ánimo,
lt::iC!
~~~
rliin·
~-~J""º ¡no tengáis :mjer1n,.
-He oído que se dicen chistes acerca ele .mí. no os acobardéis, no desmayéis.
que soy objeto de risa, no os dejéis abatir'
por haber hecho mí yerno a u11 Tolwenyu. Yo lo sé,
Pues idio a dejar con engaño todos vosotros haréis cautivos.
en Zacatepec, en Coatepec. como quiera que sea a todos los rnataréis.

En segtúcla anunciaron la guerra Jos to] terns, Y cuando sus enemigos


todos a una se pusieren en movimiento. vinieron a caer sobre ellos, a oprimirlos,
Luego se van luego el Tohuenyo y los suyos les hicieron venir por tierra,
para dejar abandonado o.l yerno. les dieron muerte, acabaron con ellos.
E idos ya al lugar ele la guerra, a muchísimos destruyeron;
colocaron aparte al Tohuenyo tantos,
con todos los enanos y tullidos, que no pudieron contm·se,
y puestos todos éstos aparte, los que mataron de sus enemigos.
se fueron los toltecas
para hacer cautivos Y cuando el Señor Huémac oyó esto,
entre sus enemigos los de Coatepec. mucho se perturbó y se abatió:
convocó luego a los toltecas,
El Tohuenyo diju e11Lurn;e0 Jc3 dijo:
a todos los enanos y tullidos: -Vamos a encontrm· a nuestro yerno.
-No tengáis miedo, Con esto se ponen en movimiento los toltecas.
aquí acabaremos con ellos, se alborotan.
aquí en nuestras manos perecerán. Van en compañía del Señor. van a su alrededor,
van en tumulto.
Y así las cosas, para encontrar al Tohuenyo
hicieron huir Van llevando los toltecas aderezos.
sus enen1igos a los toltecas. un tocado de plumas de quetzal,
Pensaron éstos un escudo hecho de mosaico de turquesas.
que sus enemigos matarían allí al Tohuenyo,
ele este modo con engaño lo habían dejado, Cuando estuvieron cerca del Tohuenyo,
Jo dejaron a morir. luego le hicieron clones,
Entonces vinieron le dieron el tocado de plumas ele quetzal,
La pareja como orden ontológico 223

y su escudo de mosaico de turquesas,


y todos los aderezos que llevaban consigo.
aparecer con la paradójica función de ser quien engaña y humilla al y,
mismo tiempo, quien da la sabiduría y propicia las transformaciones.
Con estas insignias va bailando,
¿Qué hace aquí este dios? Su presencia nos indica que el sentido del re-
va bailando la danza del cautivo, va haciendo contorsiones,
va haciendo ostentaciones, cambiando de lugar. lato es más que el de un incidente de turbación sexual. El texto comienza
Ellos le van cantando. sugiriéndonos que debemos apreciar una acción importante:
El canto se va matizando,
el canto va repercutiendo. Y he aquí otra cosa
Le van tocando flautas, que llevó a cabo Titlacahuan,
las trompetas van resonando, hizo algo que resultó un portento.
los caracoles van lanzando su sonido.
y cuando hubieron llegado al palacio, La clave del relato, su portento, debe buscarse en las consecuencias de
entonces pusieron plumas en la cabeza del Tohuenyo y lo ungie- la acción intencional del dios: quebrar la vida tranquila y armoniosa de la
ron de amarillo. joven y de la casa real, haciéndola presa de su propio cuerpo turbado, ha-
y le pintaron su rostro de rojo. ciendo también que se incline hacia alguien profundamente diferente a ella
y todos sus amigos del mismo modo fueron ataviados.
y a su casa: un extranjero miserable, de costumbres extrañas y chocantes.
El portento tiene un segundo momento en la entrega al ext:caüu, en esa
A la postre dijo Huémac a su yerno:
vocación de muerte, que es la entrega sexual. No sólo la mujer, también
-Ahora quedó satisfecho el corazón de los toltecas
ele que tú seas mi yerno. la conciencia colectiva de los toltecas, encarnada en el rey Huémac, parti-
Lo has merecido; cipan de la entrega.
toma asiento en la tierra, El portento se consuma finalmente con el nuevo estado, la curación. La
da reposo a tus pies. (Versión paleográfica del texto del Códice entrega, con la que culmina el rompimiento de la mujer con su identidad
Matritense del Real Palacio, ele fray Bernardino de Sahagún, en primitiva, se revela justificada por el nuevo ser de la mujer.
León-Portilla, 1997: 270-281) Para dar resonancia al portento, para indicar la fuerza de aquello que
viene a trastocar la realidad, el mito cuenta el triunfo del Tohuenyo y sus
El sencillo curso narrativo, su expresión aparentemente directa y sim- tullidos contra los enemigos del rey. Quien encarna al otro lado de la
ple, invita a quedarnos en los significados literales, alrededor del ardor de existencia es poderoso aunque aparezca débil y marginal, con ropajes hu-
la joven mujer perturbada por la visión de un hombre desnudo. A primera mildes.
vista se trata del relato de un mordaz incidente erótico al que se agregan El mito nos dice que pasar al otro lado, al opuesto, es necesario para
episodios de celos e intrigas cortesanas y una milagrosa victoria bélica. cada ser. El extranjero es un símbolo de esa otredad a la que hay que en-
Así lo ve Ascención Hernández de León-Portilla (1997: 265), para quien tregarse. Nos dice también que la sexualidad es un modo de conocimien-
la historia muestra que el sexo era para los nahuas motivo de inspiración to y de acceso a la ·crisis y la transformación necesarias.
y regocijo. En esta línea de interpretación el relato se equipararía, como Mucho más al sur de la Tula mesoamericana de esta historia, en los
género, a los poemas referidos a las ahuianime, mujeres de placer que so- Andes cercanos al centro del Tahuantinsuyo, el mito de Huatyacuri 1·1 con-
lían acompañar a los guerreros. tiene símbolos equivalentes, y una revelación parecida de la dualidad co-
Pero cabe abrir, tras los significados inmediatos, aquellos otros que se mo verdad de la existencia. La historia del Tohuenyo no es una anécdota
develan a través de la teología náhuatl que conocemos, a través del con- de picardía, sino de un mito de sabiduría. Una revelación del movimien-
texto histórico y de la referencia intertextual con otro mito que, en aspec- to de alternancia de los opuestos.
tos esenciales, puede ser considerado paralelo. También da que pensar la ubicación histórica de los incidentes, indica-
En primer lugar, advertimos que el Tohuenyo no es otro que el dios da por la figura de Huémac, quien fue rey ele los toltecas en tiempos en
Tezcatlipoca, a quien con el nombre Titlacahuan, que se menciona en el que alcanzaron su mayor esplendor.
relato, encontramos en algunos mitos y advocaciones rituales. Es el dios
de una de las creaciones del mundo, o "soles", Nalwi Océlotl Tonatiuh, do-
minada por la Tierra y la oscuridad. Rige el juego ritual de la pelota, que
17. El mito es recogido por Arguedas (1975: 35-43) y Taylor (1999: 43-73). Véase el aparta·
simboliza los combates cósmicos y, en su relación con los hombres, suele do "El zorro de arriba y el zorro de abajo", en el capítulo 11.
224 Luis Alberto Reyes La pareja como orden ontológico
225

Éstos fueron considerados grandes y ejemplares artesaños. La tradi- Aunque las interpretaciones que conocemos. atribuyen a la historia de
ción posterior los tuvo como creadores de la cultura, modelo de los pue- Quetzalcóatl un significado moral de caída y expiación 20 y a la historia del
blos. Los aztecas se decían herederos de sus virtudes, la toltecáyotl. Al ha- Tohuenyo un significado simplemente erótico, 21 desde una hermenéutica
blar el mito de un suceso en la casa del rey de los toltecas, es decir, de fi- más perceptiva cabe reconocer en ambos un común sentido sapiencial.
guras arquetípicas de la cultura náhuatl, está indicándonos con ello su La verdad, nos dicen los dos mitos, no es un único principio, un solo lu-
función pedagógica. gar, por bueno y hermoso que éste sea. La verdad requiere del opuesto.
Tenemos otra fuente importante que proyecta significados sobre el mi- La situación imperante es destruida en sus aspectos positivos, aque-
to que nos ocupa. Sabemos que coincidieron, en un.mismo momento de la llos que podían llevar a los protagonistas a envanecerse de su virtud a
vida de la ciudad de Tula, el rey Huémac y el sacerdote Quetzalcóatl, guía pretender permanecer en ella. Son necesarios la humillación y el dol~r
espiritual del pueblo ejemplar. La cercanía de uno con el otro en los anti- pero el significado negativo del trance se compensa con la apertura al otr~
guos registros llevó aun a que fueran confundidos, en algunos registros, lado de lo real. A una nueva realidad.
en una persona. Las concordancias, que muestran en una misma línea de sabiduría los
La interconexión histórica y la probabilidad de que haya correspon- dos relatos, permiten considerarlos un sistema en que los símbolos de uno
dencias mutuamente esclarecedoras sugieren que miremos desde el mi- Y otro se iluminan mutuamente. Siguiendo un criterio fenomenológico,
to de la h.ija de Huémac hacia el del sacerdote QuetzalcóatL 18 descorremos el velo de ambigüedad o el silencio acerca del alcance del en-
La historia de Quetzalcóatl cuenta que éste llevaba una vida retirada, cuentro de Quetzalcóatl con Quetzalpétatl, apoyándonos en las revelacio-
de espiritualidad, ascetismo y castidad. Un día llegan sacerdotes extran- nes de un símbolo paralelo: el encuentro de la hija de Huémac con el To-
jeros, guiados por Tezcatlipoca, y le proponen conocer su propio cuerpo. huenyo. Nos remitimos al carácter manifiestamente sexual del descubrí
Se mira Quetzalcóatl en el espejo que le ofrecen, dándose, angustiado, miento de la dualidad en este último mito, para sustentar una interpre-
con alguien a quien desconocía. Lo inducen a beber hasta la embriaguez y tación de que el mito de Quetzalcóatl también tiene entre sus significados
canta en compañía de su hermana Quetzalpétatl. Después ele esta experien- el de la iniciación sexual con su hermana en una experiencia en que la se-
cia decide enterrarse durante tres días, y más tarde abandona la ciudad y xualidad se revela como método de conocimiento y corno clave ontológica
se dirige al este. Allí se sacrifica en la hoguera convirtiéndose en el planeta del universo.
Venus, que cíclicamente aparece al alba o se sumerge en la oscuridad. 19 Con el mismo criterio, descorremos el velo ele la simplicidad anecdóti-
Es llamativa la repetición en ambos relatos de la presencia de Tezca- ca ele la turbación sexual que provoca el Tohuenyo, siguiendo las revela-
tlipoca y el paralelismo de las acciones que en ellos realiza: en los dos ca- ciones de simbolismo paralelo en el mito ele Quetzalcóatl: la ele mirarse en
sos es un extranjero que trae una seductora perturbación a personajes -la el espejo y de la iniciática experiencia de la embriaguez.
hija de Huémac en un caso, el sacerdote Quetzalcóatl en otro- que perma- De lo que se trata es del reconocimiento del cuerpo, de la identidad hu-
necían satisfechos en la pureza de sus identidades. mana encarnada. Sea cual fuere la espiritualidad que desarrollemos su
En el mito que estamos estudiando, es notorio el rol central de Tezca- intensidad y pureza, hay un turno también para el predominio del c~er­
tlipoca-Tohuenyo. En la primera historia, el relato se desarrolla alrededor po, para el predominio de los más terrenales aspectos del ser de cada uno.
de la ±igura de Quetzalcóatl: su virtuosümw, :sus acciones vinculadGr; a la El Tohuenyo, el extraño adversario, llega para mostrarles su propio ser a
visita de los extranjeros y su sacrificio. Pero si nos detenemos a pensar, los humanos.
advertimos que las acciones de Quetzalcóatl son inducidas expresamente
por Tezcatlipoca. Es él quien lo lleva a mirar el otro lado de su espiritua-
lidad, a reconocerse en su cuerpo. Esta acción pedagógica es el momento
esencial de la historia. Con respecto a ella, el rol de Quetzalcóatl es pasi-
vo. También allí el sujeto decisivo de la historia es Tezcatlipoca.

18. Sobre este mito hacemos una extensa reflexión en el apartado "La maldad de los dioses'',
en el capítulo 11. 2.0. En el capítulo 11 discutimos con las tradicionales interpretaciones que, en una perspec-
19. Véase el mito del sacerdote Quetzalcóatl en "Anales de Cuauhtitlán", ff. 3-7; también la liva moral, hacen del mito Alfonso Caso, Miguel León-Portilla y Laurette Séjourné.
versión de León-Portilla (1985: 37-45). 21. Es el caso del análisis de León-Portilla (1979).
CAPÍTULO 13

Los arquetipos de mujer en la tradición andina

Las huacas mujeres

En el panteón incaico las huacas mujeres casi no tenían presencia, apare-


cían de modo secundario. Pero en los pueblos del interior, siguiendo vie-
jas tradiciones, e¡¡taban tan presentes como los varones. Eran un extenso
conjunto de diosas asociadas a la maternidad, a la sexualidad, a los ali-
mentos y a la hospitalidad, cuyos nombres se multiplicaban de comunidad
en comunidad, de región en región.
El culto las muestra vinculadas a los trabajos con los canales de riego
y las tareas agrícolas. Frecuentemente las modalidades de estos cultos
eran la danza y el canto, e incluían experiencias orgiásticas.
Fueron estas huacas femeninas las que meTecieron más hostilidad de
los españoles dedicados al adoctrinamiento, o de parte ele los indios cro-
nistas conversos como Joan de Santa Cruz Pachacuti.
La teología de los españoles tenía puntos de contacto con los dioses
principales del panteón incaico y con la espiritualidad religíos8 r:uzqueña.
Pero las incompatibilidades eran profundas con respecto a las huacas de
la tierra, que ponían a la cultura europea ante los fantasmas de su propio
pasado, ante las rupturas y las negaciones de las que provenía el cristia-
nismo de virreyes, corregidores y curas. Europa se encontraba, con las
huacas, ante sus adversarios arcaicos.
Por eso su culto fue perseguido con particular repugnancia y violen-
cia por los curas "visitadores" y extirpRdores de idolatrías. El caso más
conocido de estos ensañamientos se dio contra el Taki Onqoy, 1 en el que

l. Acerca del Taki Onqoy véase el capítulo 18.


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228 Luis Alberto Reyes Los arquetipos de mujer en la tradición andina 229

se confundían, en peligrosa alianza, las mujeres que protagónizaban fre- demente, aparecía como un hombre :m:uy pobre, la mujer no le pre-
cuentemente los ritos, el carácter místico-orgiástico del culto, cuyo ar- guntó a él. ''No puede ser hijo de un miserable" diciendo. [... ] ·
caísmo lo hacía inasimilable para los evangelizadores, y la profecía de "Ahora mismo me ha ele amar", dijo Cun..iraya Viracocha y, vis-
tiéndose con su traje de oro, espantó a todos los huacas; y como es-
que el mundo se invertiría y los españoles y su dios serían devorados por
taban así, tan espantados, los empezó a arrear, y dijo: "Hermana Ca-
el mar. villaca, mira a este lado y contémplame; ahora estoy muy hermoso".
En los pueblos campesinos, donde sobrevivía la religiosidad preincai- Y haciendo relampaguear su traje, se cuadró muy enhiesto. Pero
ca, la sexualidad, la pareja, la mujer, eran mucho más que meras catego- ella ni siquiera volvió los ojos hacia el sitio en que estaba Cuniraya;
rías biológicas y sociales: eran aspectos del universo, indispensables para siguió huyendo hacia el mar. "Por haber parido el hijo inmundo de
comprenderlo. Acercarse a la mujer, poder ver en ella, era tanto como un hombre despreciable, voy a desaparecer", dijo, y diciendo, se
acercarse a uno de los rostros del cosmos. arrojó al agua. Y allí hasta ahora, en ese profundo mar de Pachacá-
Tal es la revelación que ofrecen los arquetipos de mujer que aparecen mac se ven muy claro dos piedras en forma de gente que allí viven.
en los relatos míticos recogidos por Francisco de Ávila, a fines del siglo Apenas cayeron al agua, ambas [madre e hija] se convirtieron en
piedra. (Arguedas, 1975: 26, 27, 30)
XVI, en Huarochirí.

Cauillaca representa el estado femenino originario del universo. Es la


Pachamama que permanece en sí misma, inmóvil en su oscura unidad. Si
Cauillaca nos trasladamos a Mesoamérica, la hallamos en el mito náhuatl que ha-
bla de Coatlicue barriendo el cerro de Coatepec, atareada con el cuidado
El primer modelo, Cauillaca, es el de la mujer que no se ha entregado
de su propio vientre, antes de ser fecundada. Es el arquetipo de la mujer
al varón; suficiente en su soledad que no está dispuesta a ceder:
en tranquila y elemental femineidad.
Y así, en ese tiempo, había una huaca llamada Cauillaca. Era
El varón que la fecundó en el mito andino era extraño a ella, la emba-
doncella, desde siempre. 2 Y como era hermosa, las huacas, ya uno, razó mediante un engañoso ardid, la sorprendió. Cauillaca rechaza la as-
ya otro, todos ellos: "Voy a dormir con ella" diciendo, la requerían, la tucia del hombre y su cualidad ele pobre extranjero, rasgos simbólicos li-
deseaban. Pero ninguno consiguió lo que pretendía. Después, sin ha- gados, en los mitos de América, a la revelación de la sexualidad.
ber permitido que ningún hombre cruzara las piernas con las de Rechaza su pobreza que no promete darle nada. No reconoce que ya ha
ella, cierto día se puso a tejer al pie de un árbol de lúcuma. En ese recibido de él el don precioso de la maternidad. Al hacerlo se retrotrae a
momento Cuniraya, como era sabio, se convirtió en pájaro y subió al la condición de virgen. No acepta su nueva figura de madre y se aferra por
árbol. Ya en la rama tomó un fruto, le echó su germen masculino e el contrario a la condición ele doncella, que debe negociar el bien de su
hizo caer el fruto delante de Ja mujer. Ella, muy contenta, tragó el cuerpo con un varón rico en clones.
germen. Y de ese modo quedó preñada, sin haber tenido contacto con Y se siente enajenada ante él, arrebatada de su identidad. Su reacción
ningún hombre. A los nueve meses, como cualquier mujer, ella parió es huir del amante y de su nueva figura de mujer. Busca el mar, se sumer-
3
así doncella. Durante un año crió dándole sus pechos a la niña.
ge y funrlA An lo honrlo nA MAmA \;or.hA, rlonnA rnr.11pArn h pAz y le\ uni-
"¿Hija de quién sera?", se preguntaba. Y cuando la hija r.:wut;lió el
dad. Este final es símbolo de la inmersión en sí misma, en su propia ma-
año justo y ya gateaba de cuatro pies, la madre hizo llamar a las
huacas de todas partes. Quería que reconocieran a su hija. Las hua- triz, es la restitución de la mujer originaria. 4
cas, al oír la noticia, se vistieron con sus mejores trajes. "A mí ha de A pesar de centrarse el mito en la figura de la mujer sola, están pre-
quererme, a mí ha de quererme", diciendo, acudieron al llamado de sentes los símbolos de la sexualidad cósmica: es el Cielo (el pájaro) quien
Cauillaca. [... ] facunda a la Tierra. El fruto es lanzado sobre la Tierra desde lo alto (la ra-
... como Cuniraya Viracocha, del que hemos hablado, sentado humil- ma), como sucede con los fenómenos atmosféricos del Sol, la lluvia, el

2. La expresión "donzella", como otras en español en el original, muestra las influencias que 4. En varios mitos los amantes, las huacas varones, se hunden y mueren en el mar. Esto in-
estaban afectando tempranamente a la runa simi, al quechua. El manuscrito dice: "Cay cue- dica otra forma de recepción del varón por la mujer: ésta lo acepta en su seno -el mar es sím-
llacas canan uiT1ay donzella carean" (Taylor, 1999: 14). bolo de la matriz- no ya como fecundador sino descansando en su vientre en el que cabe el
3. El sustantivo huarma, como huahua, no indica el sexo. universo, asimilándolo a la femineidad primigenia.
230 Luis Alberto Reyes Los arquetipos de mujer en la tradición andina 231

viento, que hacen nacer la vida de la Tierra. El fruto del Cielo es asimila- piedra está; ella es la que se llamaba Chuquisuso. (Arguedas, 1975:
do por la mujer. Otro mito asoma tras éste: la arcaica historia de la cópu- 46-47)
la del Cielo con la Tierra. Del Cielo atraído por la Tierra, quien a su vez
desea devorarlo. 5 Chuquisuso es el arquetipo de la mujer que se entrega para asegurar
que sus hijos crezcan y se alimenten.
El mito confirma la dualidad de la existencia: es necesario el otro, la
Chuquisuso contrapartida, para realizar el destino de los seres. La mujer espera al es-
poso, llora por el agua vivificante de sus maicitos, para la que requiere la
El segundo modelo, Chuquisuso, es el de la mujer que vive para los su- participación del varón.
Podríamos ver en ella una redención de la mujer que pone precio a sus
yos. La Tierra que se ofrenda.
favores. El acuerdo nupcial no tiene aquí eufemismos, es una negociación
En aquel tiempo/vivía una mujer muy hermosa en el pueblo del de intercambio. Pero la mujer negocia por la vida de los seres que depen-
que hablamos; ella se llamaba Chuquisuso. Un día regaba, llorando, den de ella. Frente al egoísmo del varón movido sólo por su deseo, la mu-
su campo de maíz, lloraba porque la poquísima agua no alcanzaba a jer representa valores más amplios.
mojar la tierra seca. Entonces Pariacaca bajó, y con su manto tapó Porque se concretó esa pareja, la cópula mítica, la gente tiene agua,
la bocatoma de la laguna pequerl.a. La mujer lloró más dolorosamen- acequias. Dado que la mujer-tierra se entregó al varón-cielo y es regada
te, viendo que la poquísima agua desaparecía. Así la encontró Paria- por él, los runas campesinos pueden comer de sus chakáras.
caca, y le preguntó: "Hermana: ¿por qué sufres?". Y ella le contestó: Los ritos en celebración de Chuquisuso complementan los significados
"Mi campo de maíz muere de sed". "No sufras", le dijo Pariacaca. "Yo que nos da el mito: dicen los informantes de Ávila que Chuquisuso perte-
haré que venga mucha agua de la laguna que tienen ustedes en la necía a la parte antigua del ayllu Chahuincho cuyos habitantes limpiaban
altw·a; pero acepta dormir 6 antes conmigo." "Haz venir el agua pri- el acueducto en mayo.
mero. Cuando mi campo de maíz esté regado, dormiré contigo", le
contestó ella. "Está bien", aceptó Pariacaca; e hizo que viniera mu- Toda la gente iba hasta la piedra en que se convirtió Chuquisu-
cha agua. La mujer, feliz, regó todos los campos, no sólo el suyo. Y so. Llevaban chicha, una especie de comida que se llamaba ticti y cu-
cuando acabó de regar los sembrados: "Ahora, vamos a dormir", le yes y llamas para adorar a la mujer demonio.
dijo Pariacaca. "Todavía no, pasado mañana'', le dijo ella. Y como Pa- Concluida la ceremonia se encerraban en un cerro de troncos de
riacaca la amaba mucho, le prometió de todo, porque deseaba dor- quishuar y desde allí saludaban a Chuquisuso durante cinco días,
mir con ella. sin moverse. Después de esta adoración limpiaban el acueducto.
"Voy a convertir estos campos en tierra con riego, con agua que Concluida la limpieza de la acequia la gente bajaba al pueblo can-
vendrá del río", le dijo. "Haz primero esa obra después dormiré con- tando y bailando.
tigo", dijo ella. "Está bien", contestó Pariacaca, y aceptó. "Soy Chuquisuso" diciendo, una mujer servía chicha en una va-
Y cuando ya hubieron dormido juntos, la mujer le dijo a Paria- sija de gran tamaño y, con un poto también grande servía a torlri lri
caca: "Vamos a cualquier sitio, los dos". "VamoR", rPspondió ól. Y oc geuLe de un extremo a otro: "Es la chicha de nuestra madre", decía.
llevo a la mujer hasta la bocatoma del acueducto de Cocochalla. Ella misma, también, entregaba a cada persona una porción de maíz
Cuando llegaron al sitio, esa mujer llamada Chuquisuso dijo: "Voy tostado que llevaba en un mate.
a quedarme en el borde de este acueducto", e inmediatamente se Lo hacen los hombres de todas partes. Pero algunos, cuando
convirtió en yerta piedra. Pariacaca siguió cuesta arriba, siguió ca- tienen un buen sacP.rdote, lo olvidan; y otros adoran y beben a es-
minando hacia arriba. Pero de este suceso hablaremos después. En condidas. Y así, de este modo, viven hasta hoy. (Arguedas, 1975:
49-50)
la bocatoma de la laguna, sobre el acueducto, una mujer de helada

El rito sigue los actos de la vieja narración mítica: las celebraciones y


las ofrendas iniciales a la huaca repiten la espera femenina así como el
5. En los mitos cananeos de Ugarit encontramos esta relación entre Cielo y Tierra en aque-
llos que relatan los encuentros, de amor y de muerte, entre Baal y Mot. acercamiento y las seducciones de Pariacaca_ Los cinco días (número sa-
grado, símbolo del pachacuti) de encierro y saludos a la huaca pueden
6. Taylor traduce la expresión "pw1oson rlisca ñircan" como "acostarnos juntos" (Taylor,
1999: 87). simbolizar su anhelo y recato o el lecho compartido con Pariacaca. Es pro-
232 Luis Alberto Reyes Los arquetipos de mujer en la tradición andina 233.

bable que los ritos incluyeran una instancia de encuentro sexual entre las mundo. Todas estas cosas hacían en esa pas~ua [de Chaupiñamca].
mujeres y los hombres participantes, que los informantes no se atrevieran (Arguedas, 1975: 63-64)
a explicitar ante el padre Ávila
Después la generosa entrega, la apertura de la acequia, el encuentro Encontramos en el mito a la mujer ya iniciada en los misterios de la
con el dios de las aguas de lo alto. Finalmente la alegría de las aguas que pareja. 8 Es el arquetipo de la que expresa, libre y gozosa, su sexualidad.
bajan, la plenitud de la fiesta. Es la Tierra en su madurez.
El rito de servir, la mujer que encarnaba a Chuquisuso, chicha y comi- A diferencia del anhelo sexual de los huacas varones, que compulsiva-
da a todos indica el sentido de sacrificio que tuvo la acción de entregarse: mente persiguen mediante diversos ardides y recursos a ciertas mujeres,9
alimentar a sus hijos, los frutos de la Tierra. el anhelo de la mujer es amplio y no discriminatorio; se acostaba con to-
dos, aunque finalmente se quedó con quien le dio más satisfacción.
En ella aparecen aspectos del antiguo y generalizado culto de la Pacha-
Chaupiñamca mama: con el nombre de Manañamca, era la que daba vida a los hom-
bres.10 "Creen que esta Chaupiñamca era madre de todos los hombres"
El tercer modelo, Chaupiñamca, es el de la mujer que se prodiga se- (Arguedas, 1975: 63). 11
xualmente. Es la Tierra abierta a la fiesta de la dualidad. Según los testimonios del manuscrito de Huarochirí, se hace notorio
A diferencia de los relatos de Cauillaca y de Chuquisuso, aquí sí se alu- que Chaupiñamca había sido la más destacada huaca mujer. Las tradicio-
nes de 111ama la tenían como hija del Sol y hermana de Pariacaca. 12
de al deseo sexual de la mujer:
Al darse sexualmente, Chaupiñamca despliega también sus cualida-
Dicen que esta mujer, en tiempos antiguos, caminaba con figura des maternales, hospitalarias y compasivas. Es la mujer en plenitud que
humana y pecaba [relaciones sexuales] con todos los huacas, y no te- se derrama festivamente; esta amplitud se corresponde con s; carácter-de
nía en cuenta a ningún hombre de los pueblos, no decía de ellos: "És- gran madre.
te es bueno". Entonces hubo un hombre huaca sobre el cerro Mama, Aparece vinculada al número cinco, el del pachacuti en estas tradicio-
se llamaba Runacoto. Ante Runacoto iban los hombres que tenían el nes, simbolizando probablemente el carácter transformador de la sexuali-
miembro viril corto y le pedían que se los hiciera crecer. En cierta dad. Su culto se realizaba durante cinco días. Tiene cinco hermanas que
ocasión Chaupiñamca tuvo relaciones con Runacoto y éste la satisfi- son diferentes pero se invocan en conjunto, como una sola.
zo mucho con su miembro viril grande. Y por eso ella lo prefirió en- Chaupiñamca, unida a sus hermanas y al número cinco, simboliza las
tre todos los huacas y vivió con él para siempre; vivieron converti- transformaciones de la mujer y también nos revela que es la mujer quien,
dos en piedra en ese lugar llamado Mama.
Ahora volvamos a la Pascua de Chaupiñamca. La celebraban los
8. Originariamente Chaupiñamca fue mujer de Huatyacuri, el "pobre hombre sin tierras", a
huacasas 7 cantando y bailando durante cinco días. Llevaban colga-
quien se entregó a cambio de que curara la enfermedad de su padre.
das del cuerpo sus bolsas de coca. De los demás hombres, aquellos
qnP. t.P.nfan llamaR, llevaban pumas y bailaban y cantaban; los que 9. Como Cuniraya con Cauillaca y con las hijas de Urpayhuachac; como Collquiri con Cap-
yana; como Panacaca con Chuqmsuso.
no tenían llamas lo hacían así nomás, solos. Quienes llevaban pu-
mas decían: "Ahora él [la tierra] madura". Ese canto se llama "huan- 10. "Cay manañamca rlisca huarmis 'iiucan runakwiakta camaq kani' rlispa purirqan (La
cay cocha". Otros cantos llamados ayño también cantaban y baila- mujer llamada Manarlamca andaba diciendo que era ella quien animaba a los hombres)"
ban, y el canto llamado "casayaco". Cuando cantaban y bailaban el (Taylor, 1999: 148).
De este modo Chaupiñaca viene a reemplazar a la Manañamca, mujer de Huallallo Car-
"casayaco", Chaupiñamca se alegraba especialmente porque para
huincho, quien fue la más antigua huaca de la región hasta que fue desplazado por Paria-
danzarlo se quitaban los vestidos y se cubrían solo con parte de los caca.
trajes; Jo vergonzoso ele cada hombre lo cubrían con un paño corto de
ll. Cuando alude al rito de Chaupiñamca, que recibía ei nombre de Chaycasna, el escri-
algodón. Cantando y bailando decían: "Chaupiñamca se regocija
biente del n-1anuscrito consignó al margen: ''Chaycasna, para nuestra n1adre" (Taylor,
mucho viendo la parte vergonzosa de cada uno de nosotros". Y cuan- 1999: 128).
do cantaban y bailaban esta danza, comenzaba la maduración del
12. En ese capítulo se reitera la afirmación de que era la "creadora de mujeres y hombres
junto con Pariacaca" (Arguedas, 1975: 70). Taylor traduce "ella animaba a las mujeres y Pa'.
hacaca a los hombres" el pasaje, que dice: "kay chaupirlamucas ancha runa camac carean
7. Oficiantes de los cultos, en los testimonios de Huarochirí. lwarmipac, qaripaqri pariacaca" (Taylor, 1999: 178-179).
234 Luis Alberto Reyes

con su sexualidad, sustenta al mundo, a los hombres, a la realidad en sus CAPÍTULO 14


diversos aspectos. 13
Los aspectos de la dualidad mujer/varón
Así como el argumento principal de las relatos de Huarochirí es de ca-
rácter sexual, también cada uno de estos tres arquetipos de la mujer se en tiempos de las dinastías guerreras
define por una manera de disponer su sexualidad: como el secreto de la fe-
mineidad íntima, resguardada; como el medio para dar vida a los hijos y,
finalmente, como la fiesta de la vida.

Superposiciones

Las grandes culturas que predominaban tanto en el Ande como en Mesoa-


mérica a la llegada de los conquistadores españoles estaban dirigidas por
dinastías guerreras que, en el caso de incas y mexicas, eran nuevas en
esas regiones.
Al encontrarse con los pueblos agricultores sobre los que dominaron,
superpusieron sus valores guerreros y varoniles a los autóctonos. Pero es-
tos últimos, asociados a la sexualidad, la maternidad, la tierra, el agua, el
maíz, sobrevivieron en el nuevo panteón. Sobrevivió también la arcaica
idea de la dualidad del cosmos y tomó una nueva expresión en la oposi-
ción complementaria entre las nuevas y las viejas divinidades.
Así en el Templo Mayor de México Tenochtitlán, junto al recién llega-
do Huitzilopochtli que guiaba a los conquistadores mexicas, fue entroni-
zado el viejo Tlaloc, a quien se invocaba pidiendo lluvias y fertilidad para
las milpas, los sembrados de maíz. De igual modo en el incario, junto a In-
ti que reinaba en su templo de Cuzco, se aceptaba la vigencia del gran
santuario de Pachacámac en la costa y de las huacas locales en los pue-
blos del interior.
El principio de la dualidad, tradicionalmente sexual en las sociedades
de_ agricultores que en muchos casos concebían los orígenes como hieroga-
mias, 1 adoptó nuevas formulaciones que, sin embargo, no dejaron de es-
13. En otros textos y tradiciones andinas encontramos importantes arquetipos de mujer que tar referidas de algún modo al esquema arcaico de la relación del Cielo
completarían los del texto de Huarochirí. La tradición mítica más antigua asocia la sexuali- con la Tierra.
dad en la mujer al carácter guerrero. Así, en una tumba de Karwa se hallaron unas doscien-
tas piezas textiles de la tradición de Chavin de Huantar (Horizonte temprano) en las que
aparece representada una deidad femenina con ojos en los senos y con dientes y colmillos en-
trecruzados en la vagina (Patricia Lyons, 1978; citada por Rostworowski, 1995: 8). En w1 mi-
to incaico de origen, el de los hermanos Ayar, la mujer tiene dos arquetipos: el de guerrera
l. Unión sexual de los dioses. Est.e término es usado por Mircea Eliade.
(Mama Huaco) capitana de su propio ejército, luchadora que aterrorizaba a los adversarios,
y el de hogareña y subordinada (Mama Ocllo) (Poma de Ayala, 2001, f. 81). [ 235]
236 Luis Alberto Reyes Los aspectos de la dualidad mujer/varón en tiempos de las dinastías guerreras 237

El mito inca de los Ayar hermanas. Ayar Cachi, quien tenía poderes mágicos, derribaba cerros
con su honda, creando quebradas. Los hermanos se atemorizaron y lo
En .el caso de los incas, la dualidad religiosa central es la división en- persuadieron de que volviera a Pacaritambo a buscar unos vasos de oro,
tre dioses de arriba, generalmente. masculinos, y dioses de abajo, con as- topacusi, y el distintivo de mando, napa, que allí habían olvidado. Cuan-
pectos vinculados con las tareas productivas y con la mujer. Tienen una do entró en la cueva cerraron la entrada con grandes piedras y lo deja-
cierta preeminencia los primeros, y particularmente Inti, quien ocupa os- ron encerrado. 3
tensiblemente los espacios centrales de la mitologia y el culto. Los otros tres hermanos continuaron por las serranías y, cerca de Hua-
En esta esfera cultural predominan los relatos de las hazañas varoni- nacauri, Ayar Uchu manifestó su deseo de tomar posesión del lugar y, para
les, entre las que se destacan los del origen de la dinastía gobernante, su cumplir su voluntad, mostró unas alas y volando llegó hasta donde se en-
filiación divina y su misión civilizadora, y el relato de la guerra contra los contraba el Sol. Al tocar tierra, se convirtió en piedra, y allí le quebraron
chancas, que es el mito por excelencia de la virtud militar de la dinastía un ala. Sin embargo, desde su figura lítica ordenó a Ayar Mango tomar el
incaica. Pero más allá de estos temas, aparecen también en estos mitos nombre de Manco Cápac y de continuar su ruta hasta llegar a Cuzco.
aspectos telúricos y femeninos en los que se revela la persistencia de tra- Los hermanos restantes, acompañados por las cuatro hermanas, si-
diciones más antiguas. guieron su camino y después de quedar en varios pueblos sembrando y co-
Ejemplo de esta doble vertiente de contenidos es e1 mito de las haza- sechando arribaron a Matagua. Alií es donde, segiín Sarmiento de Gam-
üas de los Ayar que, justamente por esta inclusión de lo femenino, se boa, Mama Huaco, "mujer fortísima y diestra", tomó dos varas de oro y las
muestra más propiamente andino que otras versiones de los orígenes de lanzó hacia el norte: una cayó en tierra dura y no hincó bien, mientras que
los incas afectadas por la influencia española. arrojó la segunda vara en un terreno llamado Guaynapata donde penetró
El escenario histórico habría sido el de las migraciones del ayllu de los suavemente. Otros informantes, señala sin embargo el mismo Gamboa,
hermanos Ayar quienes, buscando tierras fértiles donde asentarse, llega- cuentan que fue Manco Cápac quien arrojó las varas (Lemlij et al., 1991:
ron a un lugar habitado ya por otros grupos, llamado originariamente 21).
Acamama, según indica Guarnan Poma. 2 La versión más difundida dice que sólo dos de los hermanos, Ayar Au-
Garcilaso de la Vega transmite una escueta versión de esta "fábula", ca y Ayar Manco, acompañados cada uno por dos mujeres, fueron quienes
según él la llama: llegaron finalmente a Cuzco. Pero se vieron obligados, por la resistencia

Dicen que al principio del mundo salieron por unas ventanas de
de los naturales, a retroceder hasta Managua. Ayar Manco ordenó enton-
ces a su hermano ir a tomar posesión del paraje en que se había hundido
unas peñas que están cerca de la ciudad en un puesto que llaman la vara, cosa que éste hizo volando hasta el lugar convirtiéndose luego en
Paucartampu, cuatro hombres y cuatro mujeres, todos hermanos. Y
piedra4 (Sarmiento de Gamboa, 1942: 13; Betanzos, 1968: 13-14).
que salieron por la ventana ele en medio (que ellas son tres) la cual
llamaron "ventana real". [... ] Ayar Auca, que fue el primero en ocupar, en su figura de piedra, el
Al primer hermano llaman Manco Cápac y a su mujer Mama Oc- asiento de la dinastía, ordenó a Ayar Manco que desde entonces se llama-
llo. Dicen que éste fundó la ciudad y que la llamó Cozco (que en la len- ra Manco Cápac.
gua particular de los incas quiere decir ombligo) y que sujetó aquellas Manco Cápac eon Mama Huaco :;e eslableciero11 alejamlo o derrotando
naciones y les enseñó a ser hombres. Y que ele éste descienden todos a los pobladores anteriores. Ella espantó a los guallas con su ferocidad
los incas. Al segundo hermano llaman Ayar Cachi y al tercero Ayar cuando mató a un hombre, le abrió el pecho con el tumi, cuchillo de peder-
Uclw y al cuarto Ayar Sauca. (Garcilaso ele la Vega, 1995: 47) nal, sacándole las entrañas, y con la boca infló sus bofes. Así como luchó
contra los guallas, empleando un haybinto, boleadora, también, junto a
Otras versiones del mito, como las crónicas de Juan de Betanzos y de Manco Cápac, se enfrentó a los alcavizas (Sarmiento de Gamboa, 1942,
Pedro Sarmiento de Gamboa, son más completas. Ayar Cachi, Ayar Man- caps. 13 y 14).
go, Ayar U ch u y Ayar Auca salieron de la cueva de Pacaritambo y se pu-
sieron en camino buscando buenas tierras, acompañados por sus cuatro
3. Sarmiento de Gamboa (1942) señala que los hermanos lo enviaron a Pacaritambo con un
sirviente, Tambochácay, quien tenía la orden de encerrarlo y a quien después mataron.
2. Podría h[lber sido en realidad Acamana, sugiere Rostworowski (1988a: 131) apoyándose 4. Las guanca, o piedras, eran mojones indicadores de la toma de posesión de un espacio
en los archivos parroquiales de San Gerónimo. (Rostworowski, 1988b: 33).
238 Luis Alberto Reyes Los aspectos de la dualidad mujer/varón en tiempos de las dinastías guerreras 239

En el relato nos encontramos con un mito estatutario, 5 esto es, funda- de haber salido de las profundidades dos de lOs hermanos vuelan. Uno de
mentador de un dominio político, que establece el valor de la guerra y la ellos lo hace hacia el Sol, reconociéndole paternidad y guía.
misión cultural de la dinastía. Además, los nombres de los primeros incas nos reconducen al primige-
En este aspecto es, obviamente, un mito nuevo de los conquistadores nio femenino: aluden a alimentos, a sustancias de la Tierra. Ayar, nombre
cuzqueños que vienen a imponer, por sobre los valores de los antiguos de todos, es la quinua silvestre;7 Cachi es la sal, Uchu es el ají y también
pueblos asentados en las tierras de cultivo, el predominio de la gloria mi- otro nombre de la quinua silvestre. Manco es el nombre de un cereal pa-
litar y de la cultura. ra hacer bebida. Auca es comúnmente traducido como guerrero; pero Gar-
Es notable el predominio de los varones. Las mujeres apenas son men- cilaso, que lo escribe Sauca, dice que significa regocijo, contento, alegría
cionadas y la que se destaca, Mama Huaco, lo hace asumiendo el rol mas- (Garcilaso de la Vega, 1995: 47). Aun siendo "hijos del Sol" (de lo alto, va-
culino de la guerra. Este aspecto guerrero, que vemos en los informes de roniles), estos primigenios incas revelan en sus nombres una genealogía
Sarmiento de Gamboa ya citados, y que destaca María Rostworowsky femenina y telúrica.
(1995: 6), no aparece del mismo modo en todos los cronistas. Guarnan Po- Otro rasgo andino es el hecho de que los hermanos se originan con
ma de Ayala destaca su carácter de hechicera y su avidez sexual: sus parejas, hecho que nos remite a la idea andina de que un ser, para
ser completo, debe tener su otro complementario. Acentuando esta recí-
Esta dicha muger clizen que fue gran fingidora, ydúlatra, hiche- proca complementariedacl, como suele ocurrir con las divinidades, los
sera, el qua! hablaua con los demonios del ynfierno y hazía serirno- ~iembros de las parejas aparecen como hermanos. De este modo se des-
nias y hecheserías. Y ací hazía hablar piedras y peñas y palos y ze-
taca la dualidad como igualdad al tiempo que como oposición comple-
rros y lagunas porque le rresponclía los demonios. Y ací esta dicha
mentaria.;'
señora fue primer enbentaclora las dichas uacas yclolos y hechese-
rías, encantamientos, y con ello les engañó a los dichos yndios. Pri Sobresalen entre las mujeres Mama Huaco, mujer viril, terrible gue-
mero fue engañado del Cuzco y trayya engañado y sugeto, como los rrera,9 y Mama Ocllo, que encarna la dimensión acogedora, hogareña, de
yndios lo uiesen corno cosa ele rnilag[r]o que una rr{uger hablase con la Pachamama.
piedras y peñas y serros. Y ací fue obedecida y seruida esta dicha se- En Mama Huaco, junto al acentuado aspecto masculino con que la ve-
ñora }!fama Uaco, yací le llamaron Coya y rreyna del Cuzco. Dizen mos en muchas versiones, aparece también la femineidad en su rol de ma-
que se echaua con los hombres que ella quería ele todo el pueblo, co- dre ele la dinastía de los incas y en el hecho de que establece o favorece la
rno este engañó andaua muchos años, según cuentan los dichos muy agricultura, cuando determina (con la vara ele oro que penetró en el sue-
biejos yndios. (Poma de Ayala, 2001: f. 81)
lo suavemente) cuál es la tierra apta para trabajar y el mejor lugar para
auedarse a vivir.
Pero también encontramos supervivencias de las antiguas concepcio- . Este costado materno de Mama Huaco se acentúa en la versión de
nes andinas, que dan un lugar a la tierra, los alimentos, la mujer.
Guarnan Poma de Ayala (2001: f. 81) en que es madre de Manco Cápac cu-
En algunos casos estos diversos aspectos se muestran directamente.
yo padre es desconocido; Manco, según algunas versiones, contaba haber
En otros aparecen mediados por símbolos que remiten tanto a las ambi-
sido engendrado por el Sol o una serpiente. Después Mama Huaco se unió
valencias de la realidad como a la que exiRü~ ent.rn lFis t.rnrlirinnes Fint.i-
como pareja a su hijo, convirtiéndose en Coya.
guas y los nuevos valores que se les oponen. 6
Es un incidente común en los mitos arcaicos la ausencia del padre, y
La supervivencia de lo originario femenino, oscuro e intratelúrico se
también este conjunto ele madre-hijo llamado mamantin. Tal estructura
revela en el hecho de que los hermanos emergen de una cueva. De allí van
nos indica, más allá del fuerte componente varonil de los mitos funclacio-
hacia la superficie, a crear cultura. Reafirmando esta dirección del movi-
miento hacia el opuesto aéreo, hacia su preeminencia simbólica, después
7. Diego González Holguín traduce este significado en su Vocabulario, aunque Garcilaso di-
ce que ::Ayar no tiene significación en la lengua general del Perú" (Garcilaso de la Vega,
100,::::. A'7\
5. Robert Graves iiama "cartas constitucionales" a estos mitos que establecen derechos te- J...JV<.J. '-:l:IJ.

rritoriales y poder político (Graves y Patay, 2000: 17). 8. En consonancia con la extendida institución ele la cliarquía, una especie de doble del go-
6. El símbolo no es, en la tradición indígena americana, el velo que los dioses utilizan para bernante, forma de poder en tiempos de Jos incas.
mostrar indirectamente la verdad, sino el medio adecuado para aludir al lado oscuro de Ja 9. Aspecto sobre el que llaman la atención, además de Gamboa, Martín ele Murúa (1962, 1:
realidad o bien a ésta en su conjunto, con su ambivalencia de luz y oscuridad. 28) y Miguel Cabello de Valboa (1951: 268).
240 Luis Alberto Reyes Los aspectos de la dualidad mujer/varón en tiempos de las -dinastías guerreras 241

nales de las dinastías guerreras como el que nos ocupa, la prioridad de la mado zancu) para los saCrlficios que ofrecían al sol en las fiestas ma-
gran madre. · yores (que llamabanRaimi y Citua). Hacían, tarr¡.bién, la bebida que
el Inca y sus parientes aquellos días festivos bebían (que en su len-
gua llaman aca). (Garcilaso de la Vega, 1995: 206-209)
El modelo inca de mujer de las acllacunas
En las acllahuasi que el Inca mandó edificar fuera de Cuzco podían
. La dinastía gobernante del Tahuantinsuyu integraba una pequeña so- también ingresar doncellas sin sangre incaica, y de éstas se valía el inca
ciedad que establecía pautas para el conjunto de los pueblos que contro- como concubinas. 10 También escogía el Inca bellas muchachas, probable-
~ab~, pe_ro se reservaba para sí rasgos específicos, peculiaridades de las mente hijas de sus capitanes u otros funcionarios, para obsequiarlas a
mstituc10nes, costumbres y culto, que se daban sólo dentro del ámbito se- aquellos que deseaba distinguir. Garcilaso insiste en aclarar que no se
lecto de la dinastía. trataba en estos casos de muchachas de las acllahuasi ni tampoco de
En esa integración ambivalente no dejaban de constituir un modelo in- aquellas que habían sido sus concubinas y ahora estaban fuera de ellas
fluyente sobr~ el resto de la gente, y es pertinente acercarnos a los luga- (Garcilaso de la Vega, 1995: 214). 11
res de las mujeres en esa ejemplar sociedad. También alude a las diversas categorías de mujeres que alli se encon-
Ellas ocupaban lugares destacados como coyas, esposas de los incas, y traban, mencionando a las mamacuna, las de mayor edad, "mujer que tie-
en cu_anto acllacunas, "escogidas". La institución que albergaba a estas ne cuidado de hacer oficio de madre". 12
escogidas era la acllahuasi o agllahuasi (Acosta, 1954, v: 15). La "casa de La valoración de la virginidad de las acllacunas implica paradójicamen-
las e~cogidas" e~taba en Cuzco y era específicamente incaica. Es cierto te una desvaloración de la entrega, que en los antiguos mitos la acción era
que fue esta?le_c1da t~mbién en muchas provincias pero, según Garcilaso, más propia de la mujer y su fuerza. Ahora, en el marco ideológico de esta
con caractensticas diferentes de la original cuzqueña. institución, adquiere importancia central como cualidad moral negativa,
Por su proximidad con el inca, las mujeres estaban investidas de sa- como mancha. "Las que una vez servían como concubinas del rey, como ya
cralidad, pero la de ellas era una sacralidad pasiva. Garcilaso corrige a corruptas no podían volver a la casa" (Garcilaso de la Vega, 1995: 212).
quienes las ven como oficiantes del culto incaico:

Dicen que. estas vírgenes estaban en el t~mplo del sol y que 10. "Todo lo que se ha dicho era de la casa de las vírgenes del Cozco dedicadas al sol, a se-
eran sacerdotisas y que ayudaban a los sacerdotes en los sacrifi- mejanza de la cual había otras muchas en todo el reino en las provincias más principales,
donde el Inca, por gran merced y privilegio, las mandaba edificar. En las cuales entraban
cios, habiendo tanta distancia de una casa a la otra y siendo la
doncellas de todas suertes, así de las legítimas de la sangre real corno de las que llamarnos
prmc1pal mtención de aquellos reyes incas que en esta de las mon-
bastardas, mezcladas con sangre ajena.
Jas no entrasen hombres ni en la del sol mujeres. (Garcilaso de la Entraban también, por gran favor y merced, hijas de los curacas señores de vasallos. Asi-
Vega, 1995: 205)
mismo entraban hijas de la gente común, las que eran escogidas por muy hermosas porque
eran para mujeres o concubinas del Inca y no del sol. Los padres lo tenían por suma felici-
Es~a. institución -y la idea de ml\ier que desde ella se generaba- reve- dad que les tornasen las hijas para mujeres del rey. Y ellas, lo mismo" (Garcilaso de la Vega,
la esc~s1ones entre la cultura de los incas y las viejas tradiciones en que 1995: 210).
la muJer y la sexualidad jugaban un rol fundamental. 11. Carlos Aranibar, prologuista y glosador de los Comentarios reales de los incas en la edi-
ción que comentarnos, parece no advertir la diferencia que establece Garcilaso entre las Ac·
llahuasi del interior y la de Cuzco. Además, ignora también su explícita aclaración de que
Llamábase casa de escogidas porque las escogían o por linaje o
las muchachas entregadas por el Inca no eran ni habían sido habitantes de las Acllalwasi
por hermosura. Tenían que ser vírgenes y para segtffidad de que lo
(véase Índice Analítico y Glosario en Garcilaso de la Vega, 1995: 654).
eran las escogían de ocho años abajo. [... ]
Vivían en ~erpetua clausura hasta acabar la vida, con guarda de 12. Poma de Ayala señala siete categorías de "vírgenes de ídolos" y siete de "vírgenes comu-
perpetua vlrgmidad. [... ] nes", entre estas "acllaconas del mismo inga".
Santa Cruz Pachacuti, refiriéndose a las obras de '(Inga Lluque Yupangui)), dice que:
El principal oficio que las mujeres del sol hacían era hilar y tejer
"abía mandado hazer cassas para las acllas que son cuatro maneras: yurac aclla, huayrur
Y hacer todo lo que el inca traía sobre su persona de vestido y toca- aclla, paco aclla, yanac aclla . A estas dicen las señalaron a cada uno de las cuatro cassas, al
do. Y también para la Coya, su mujer legítima. Labraban asimismo uno primero para el Hacedor llamado Huiracochan Pacha Yachachi, al los uayrur acllas pa-
toda la ropa finísima que ofrecían al sol en sacrificio. ra sus doncellas, y a los paco acllas para las rnugeres de apo curacas, y a los yana acllas pa-
Tenían cuidado estas monjas de hacer a sus tiempos el pan Ola- ra los indios comunes" (Pachacuti, 1993, f. 12: 205).
Luis Alberto Reyes Los aspectos de la dualidad mujer/varón en tiempos de las dina¡¡tías guerreras 243

El extremado control de la virginidad; 13 la utilización de la mujer como Y háblale bien a la gente, ruégale mucho a las personas, respé-
talas, témelas, obedécelas, ámalas, porque así vivirás, así estarás de
pasivo instrumento de trabajo y objeto de intercambio y, en ese ro~, la je-
pie ... (Huehuehtlahtolli, 1993: 55)
rar4 uización por su belleza; su encieao y control, que supone nesgo e
irresponsabilidad femenina si se hallara en libertad, hacían de la institu-
En cuanto a la mujer, las amonestaciones apuntan al cuidado de su fa-
ción de las acllahuasi una especie de ensayo y de modelo de un proyecto
ma, a su discreción y disposición para hacer las tareas que le son propias.
incaico de cultura aún en gestación a la llegada de los españoles. Un pro-
yecto nuevo con relación a las tradicionales formas de la dualidad andina Y tú, no te abandones, no seas desperdiciada, no te quedes atrás,
que se revelan en los mitos de Huarochirí.14 tú que eres mi collar, mi pluma de quetzal; no se dañe tu rostro, tu
En esta resignificación incaica la mujer perdía la centralidad que te- corazón, ni tu hombro, tu espalda, tu codo, tu rodilla, si te pones a
nía en los viejos mitos y menguaba su papel como sujeto dentro de la so- barrer, a limpiar, a lavarle las manos, a lavarle la cara, la boca a los
ciedad. Se inhibía la movilizadora interacción entre los polos femenino y demás. Y también ponte junto al agua, el metate, y bien coge, toma
masculino, probablemente porque la nueva cultura quería destacar las el molcajete, el canasto; 15 ante las personas, junto a ellas, acomóda-
hazañas políticas y guerreras por encima de los ciclos e inversiones de la los, sepáralos. (Huehuehtlahtolli, 1993: 91)
naturaleza.
Quizá el hecho de que esta institución evocaba los valores ch~ ]3 cultu- También apuntan al recogimiento que debe guardar:
ra europea de esos tiempos haya motivado que los españoles identificaran
las acllahuasi con los conventos de monjas del viejo continente. No vayas fuera, y no te pongas en el mercado, en el río, en el ca-
mino, en un lugar no bueno, en un lugar no decoroso. i\llí está Jo que
afea, lo que mancha, lo que pone en peligro, lo que causa aflicción, lo
que hace como animales a las gentes, lo no bueno, las transgresiones,
El modelo náhuatl de mujer en los huehuehtlahtolli lo que sólo es como el mixítl, el tlapatl [las hierbas que provocan alu-
cinaciones], lo que mucho sobrepasa. (Huehuehtlahtolli, 1993: 95)
En México Tenochtitlán, los huehuehtlahtolli ofreqen un testimonio del
lugar que tenía la mujer en la cultura establecida por las dinastías azte- Hay una marcada reticencia de los huehuehtlahtolli ante la sexuali-
cas. En estas "palabras de los viejos", las dirigidas específicamente a las dad. Este hecho muestra el debilitamiento de los mitos cosmogónicos fren-
niñas y las mujeres se enmarcan en la general orientación ele los jóvenes te a los estatutos de la espiritualidad moralizante impuesta por las dinas-
hacia la humildad, el acatamiento de las convenciones y una profunda de- tías gobernantes.
licadeza y respeto en el trato con los demás. Habrían incidido dos factores históricos: en primer término, la super-
Las amonestaciones suelen hacer un minucioso recorrido por los casos posición y probable preeminencia de los fines y los valores políticos y mi-
en que el joven puede verse en situación de molestar o interferir social- litares (de orden y dominación) por encima de los campesinos (de fecundi-
mente. dad y fluidez natural). En segundo término, la selección del material por
Es típica la "Exhortación con que el padre así habla, así instruye a su parte de los sacerdotes cristianos que realizaron las recopilaciones y las
hijo para que bien, rectamente viva": versiones de los textos que llegaron hasta nosotros.
Expresamente los huehuehtlahtolli buscan erradicar las situaciones de
conflicto en las parejas. La amonestación se dirige enfáticamente a Ja mu-
jer; le indican que debe respeto al marido:
13. "Para la monja que delinquiese contra su virginidad había ley que la enterrasen viva. Y
al cómplice mandaban a ahorcar. Y porque les parecía (y así lo afirmaban ellos) que era po-
co castigo matar un hombre solo por delito tan grave como era atreverse a violar una mujer
Y cuando contraigas matrimonio con quien es águila, ocelote, 16 no
dedicada al sol, su dios y padre de sus reyes, mandaba la ley matar con el delincuente su ante él, encima de él andes. Cuando algo te pregunte, te encomiende,
mujer e hijos y criados y también sus parientes y todos los vecinos y los moradores de su pue- te avise, luego bien lo obedecerás, oirás con alegría su palabra; no
blo y todos sus ganados, sin quedar mamante ni piante, como dicen. Derribaban el pueblo y
lo sembraban de piedras. Y, como patria y madre que tan mal hijo había parido y criado, que-
daba desierta y asolada y el sitio maldito y descomulgado para que nadie lo hollase -ni aún 15. Los disfrasismos: collar, pluma de quetzal significan "hija"; ponte junto al agua, el meta-
los ganados- si ser pudiese" (Garcilaso de la Vega, 1995: 210). te significan "haz tus tareas".

14. Véase el capítulo 13. 16. El disfrasismo "águila", "ocelote'', significa "guerrero".
244· Luis Alberto Reyes

luego la tomarás con enojo, no luego te molestarás, no serás respon- CAPÍTULO 15


dona, no contra él te vuelvas. Si algo así te molesta tampoco allí se lo
recordarás, no sólo así lo despreciarás, no te harás la voluntariosa; Las transgresiones
aunque sea una persona humilde. (Huehuehtlahtolli, 1993: 96)

Sin que este respeto implique una posición enteramente pasiva en la


relación:

Si gracias a ti vive, por estar a tu amparo, bajo tu protección lo


pondrás. Pero no así te .considerarás como un águila, te considera-
rás como un ocelote.
Sólo suavemente, sólo con calma, le dirás lo que te molesta. No
delante de la gente, al lado de las personas lo avergonzarás, porque
si lo avergüenzas, luego así tu corazón, tus entrañas, lo que ante la
gente haces vivir, los arrastrarás.
Y si alguien lo importuna, cuidarás si no se comporta bien, si no Culpas y castigos
tiene cuidado. A tu marido, tú le dirás cómo se pondrá de pie, cómo
vivirá sobre la tiena. (Huehuehtlahtolli, 1993: 96-97)
Las antiguas culturas de América mantenían un fluido intercambio de in-
fluencias y acomodamientos con la naturaleza y los astros. Para su pensa-
Los modales, que en los huehuehtlahtolli enmarcan al sistema de rela-
miento, concordar con el universo tenía un sentido no sólo funcional sino
ciones, establecían un trato previsible en el que los extremos femenino y
religioso, un valor en sí mismo más allá de cualquier utilidad inmediata.
masculino evitan la emergencia desmedida, evitah la imposición total, el
desplazamiento de uno por el otro. Tal cortesía apenas matiza el predomi- Los hombres tenían la misión de ayudar a sostener el orden del mun-
nio masculino, y apoya su continuidad, alejando la amenaza de una even- do en el que vivían, con sus ritos de sacrificios, con sus trabajos, con su vi-
tual inversión de la situación. da sexual. Pero también podían transgredir ese orden, y esto ocasionaba
El cuidado del otro y, especialmente, el cuidado de no herirlo o enfren- consecuencias y castigos.
tarlo de algún modo es la nota llamativa en estas recomendaciones. La in- Uno de los modos de articulación con el orden cósmico era el reconoci-
tención de evitar conflictos, más allá ele la subordinación ele la mujer que miento de la dualidad que lo rige. 1 Según los mitos, su ignorancia causa
propone como mecanismo, parece oponerse a las tradicionales concepcio- desgracias. Uno de los modos de esta ignorancia es desconocer la limita-
nes duales en que la relación de los opuestos complementarios es concebi- ción de la posición humana sobre la Tierra. Quienes se creen poderosos ig-
da como agónica.17 noran lo que está bajo sus pies sosteniéndolos.
En sus amonestaciones, los huehuehtlahtolli expresan las tendencias Desde el rico Tamtañanca de los mitos de Huarochirí (Arguedas, 1975:
que se abrían paso en la sociedad azteca. Al igual que la institución incai- 35-39) hasta los soberbios hombres de madera de los mitos del quiché (Po-
ca de las acllacunas, revelan la tentativa de sustraer las relaciones huma- pal Vuh, 1984), ese desconocimiento es castigado severamente: Tamtañan-
nas de las alternancias conflictivas en que se desenvuelven. ca, que no ve más allá de su floreciente casa, resulta con el cuerpo y la ca-
Cabe interpretar estas instituciones y pautas morales como expresión sa enfermos. Las riquezas o los médicos de su mundo no pueden ayudar-
de los ideales culturales de las dinastías guerreras, que veían en la natu- lo. A su vez, los hombres de madera mayas, por no respetar a la Tierra,
raleza femenina y en el libre juego de su relación con el varón un factor son atacados por los animales y los utensilios.
de peligrosa inestabilidad. En cuanto a las conductas, predominan dos sistemas de valores para
juzgarlas: uno es el de las tradiciones campesinas, que conservaban vi-
gencia en tiempos de la conquisLa en los calpullis nahuas y los ayllus an-

l. Véase el tema en los capítulos 11 y 12.


17. Véase el capítulo 12. [ 245]
246 Luis Alberto Reyes Las transgresiones 247

dinos del interior, Y otro es el de las pautas sobrepuestas a esas tradicio- En este mito el orden natural se indica a través de los símbolos: es una
nes por las dinastías que establecieron sistemas de control desde las gran- mujer la que preserva ese orden, el marido no figura en la historia -'-ha de-
des urbes. 2 · saparecido de algún modo después de engendrar a los hijos- y el grupo lo
Podemos reconocer uno y otro sistema a través del testimonio de los constituyen los hijos y los herma!'lOS, es decir, los unidos por la sangre de
mitos andinos de Huarochirí para el primero y de las amonestaciones na- la mujer.
huas de los huehuehtlahtolli para el segundo. La pobreza de la huaca Pariacaca permite diferenciar y jerarquizar los
Vinculados a las huacas de los campesinos y a la vieja religión de la valores meramente sociales -la riqueza- de los valores, más importantes,
Madre Tierra, los arcaicos mitos andinos adhieren a las leyes maternas de la hospitalidad.
que obligan a dar hospitalidad y amparo a los pobres y desvalidos. Su vio- Otro rasgo propio del orden natural es la forma del castigo. No tiene
lación causa la ira divina y la desgracia de los hombres. argumentaciones, matices. No pertenece a las mediaciones racionales de
la deliberación y la apelación sino a las extremistas sentencias de los
En la quebrada.más debajo de Huarochirí había una comunidad afectos. 4
de yuncas llamada Huayquihusa. Además el castigo tiene en la tradición andina la peculiaridad de que
Por ese entonces los miembros de esa comunidad celebraban una la expiación es compartida por la gente y las cosas allegadas al culpable.
fiesta importante con una gran borrachera. Lo vemos en el mito citado, en el que el castigo alcanza a toda la comuni-
Mientras bebían, llegó Pariacaca. dad, "sin perdonar a nadie" y no sólo a quienes bebían sin convidar al fo-
Se sentó a un lado, como suelen hacer los poHres. rastero.
Ninguno le sirvió de beber. Podemos ver también este mal que alcanza al entorno de los transgre-
Pasó el día entero así. Finalmente una mujer, que también per-
sores en la culpa de la mujer de Tamtañanca:
tenecía a esa comunidad, exclamó: "¡Añañi! ¿Cómo es posible que no
le hayan convidado nada a este pobrecito?", y llevándole un gran po-
Entonces ese Huatyacuri, caminando ele Uracocha hacia Siene-
to blanco de chicha, se lo ofreció.
guilla, en el cerro por donde solemos bajar en esa ruta se quedó a
Entonces él le dijo: "Hermana, te alegrarás de haberme brinda-
dormir. Ese cerro se llama ahora Latauzaco. Mientras allí dormía vi-
do esta chicha, verás como algo va a suceder en esta comunidad; por no un zorro de la parte alta y vino también otro zorro de la parte ba-
eso, no debes estar aquí ese día; tendrás que alejarte un poco; si no, ja; ambos se encontraron. El que vino de abajo preguntó al otro:
podré equivocarme y matarte también a ti y a tus hijos. Esta gente "¿Cómo están los de arriba?". "Lo que debe estar bien está bien", con-
me ha enojado mucho''. testó el zorro. "Sólo un poderoso, que vive en Anchicocha, que hace
Entonces, cinco días más tarde, la mujer y sus hijos y sus herma- como si fuera un dios, está muy enfermo. Todos los amautas han ido
nos se retiraron ele aquel lugar. a descubrir la causa de la enfermedad pero ninguno ha podido ha-
Los demás miembros de la comunidad seguían bebiendo tranqui- cerlo. La causa de la enfermedad es ésta: a la parte vergonzosa de la
lamente. mujer de Tamtañamca le entró un grano de maíz mura saltando del
Pariacaca subió al cerro que está arriba de Huarochirí. tostador. La mujer sacó el grano y se lo dio a comer a un hombre. Co-
Este cerro se llama hoy día Mataocoto mo el hombre comió el grano, se hizo culpable; por eso, desde ese
Más abajo hay otro cerro, Puypuhwrn11, pnr rlnnrlP. hajAmos nian- tiempo, a los que pecan de ese modo se les tiene en cuenta, y es por
do vamos a Huarochiri. Así se llaman. En ese ceno, Pariacaca (se causa de esa culpa que una serpiente devora las cuerdas de la bellí-
transformó en) tempestad de lluvia. sima casa en que vive, y un sapo de dos cabezas habita bajo la pie-
Y, granizo amarillo y rojo, arrastró a toda aquella gente hacia el dra del batán. Que esto es lo que consume al hombre, nadie lo sos-
mar sin perdonar a nadie. 3 (Taylor, 1999: 81-82)
pecha."
Así dijo el zorro de arriba, en seguida preguntó al otro: "¿Y los
El orden violado corresponde a los principios de solidaridad fraterna hombres ele la zona de abajo están igual?". El contó otra historia:
vinculados a la naturaleza concebida como madre. "Una mujer, hija de un sacro y poderoso jefe, está que muere por [te-

2. Como Cuzco, Tenochtitlán, Tezcoco y Tlacopan. 4. A propósito de estas sanciones inspiradas por el orden arcaico, cabe evocar la dureza si-
3. "Chaysi cuillo runto puca hatarispas chay runakunactaqa tukuyninta mamaqucaman milar que hallamos en algunas tragedias griegas, donde la desgracia cae fatídica sobre quie-
aoarcan mana hucllaktapas perdonaspa" (Taylor, 1999: 82 § 22). nes violan las leyes arcaicas.
Las transgresiones 249
248 Luis Alberto Reyes

La acción por la que se V-Uelve culpable la mujer del mito revela el en-
ner contacto] con un sexo viril". Pero el relato de cómo esa mujBr pu-
tramado simbólico que relaciona la alimentación y las actividades agrí-
do salvarse es largo y lo escribiremos después; ahora volvamos a
colas con la sexualidad. Al dar el grano al hombre para que lo coma, la
continuar lo que íbanios contando. Luego de oír a los dos zorros,
Huatyacuri dijo: "Está sufriendo ese tan grande jefe, que simula ser mujer de Tamtañanca se le entrega. La infidelidad se consuma simbóli-
dios, porque está enfermo; dicen que ese hombre tenía dos hijas, a camente.
la mayor la ha unido con un hombre muy rico". Acerca de las sanciones para quienes violaban la castidad de las vírge-
Y así, ese miserable Huatyacuri, de quien hablamos, llegó hasta nes recluidas por los incas en las acllahuasi, recordemos lo que establecen
donde estaba el hombre enfermo. Ni bien llegó, empezó a preguntar: los Comentarios reales de los incas que hemos citado en la nota 13 del ca-
"¿No hay en este pueblo alguien que sufre un mal grave?". Entonces pítulo anterior.
la menor de las hijas: "Mi padre es quien está enfermo", dijo. "Jún- El castigo por la infidelidad de la mujer lo sufrió su marido, quien en-
tate conmigo; por ti sanará a tu padre", le propuso Huatyacuri. No fermó. Y antes que él, lo afectado fue el universo representado por la ca-
sabemos cuál era el nombre de esta mujer, aunque se dice que des-
pués la llamaron Chaupiñamca. Ella no esperó y se llevó ai descono- sa en que .ambos vivían.
Tanto el castigo como la reparación de la transgresión y consiguiente
cido. "Padre mío, aquí hay un pobre miserable que dice que puede
sanarte", dijo. Al oír estas palabras, todos los sabios que estaban cura del enfermo remiten al universo de pertenencia y no en las indivi-
sentados protestaron: "No lo hemos podido curarinosotros y va a po- dualidades. Aunque la falta haya sido cometida sólo por uno o algunos
der ese pobre miserable", dijeron. Pero como el poderoso hombrean- singulares miembros del grupo, las consecuencias son para codos. La rup-
helaba sanar: "Que venga ese hombrecito, cualquiera que sea", orde- tura del manay (acuerdo comunitario, costumbre) por parte de una perso-
n? e hizo llamarlo. Y como fue llamado, este Huatyacuri, entrando, na genera males en su familia o en todo el ayllu.
di.Jo: "Padre, si deseas sanar yo te sanaré, en cambio me convertirás Es que cada ser humano se define y aparece en el mundo como el no-
en tu hijo". "Me parece bien", contestó el jefe. Al oír esta respuesta, qayku, "nosotros'', al que pertenece y con que se nombra a sí mismo fren-
el marido de la hija mayor se enfureció: "¿Cómo ha de unirla con es- te a, por ejemplo, otros ayllus. Y eso implica que es responsable por lo que
te pobre miserable, siendo ya nosotros ricos y poderosos?"- hace cada uno de los rniembros de ese "nosotros" suyo.
Narraremos, luego, las luchas que hubo entre este hombre enfu·· Las implicancias se extienden más allá del grupo social. Los hombres
recido Y Huatyacuri; ahora, continuemos con la historia de la cura- 5
pertenecen ontológicamente a los lugares de sus existencias y estos luga-
ción del enfermo por el tal Huatyacuri. Cuando empezaba a curar al
enfermo, le dijo: "Tu mujer es adúltera. Y por ser ella así te ha en- res a su vez son afectados por los hombres que los habitan. Por la acción
fermado; y quienes te hacen padecer son dos serpientes que viven en de la mujer, la casa estaba siendo corroída y, a su vez, porque a la casa le
el techo de tu excelsa casa y un sapo de dos cabezas que habita de- sucedía tal cosa, el hombre se enfermó.
bajo del batán. Vamos a matarlos y te aliviarás. Una vez que estés El carácter comunitario de la identidad, que pone la responsabilidad en
sano adorarás a mi padre, prefiriéndolo a quienquiera: mi padre ha el n.oqaylw más que en el individuo agente de la transgresión, se extiende
de llegar pasado mafi.ana. Tú no tienes verdadero poder, pues si lo en este caso al plano cósmico simbolizado por la casa, el lugar de la pareja.
tuvieras no te habrías enfermado gravemente". Al oír esto, el enfer- Al ser todos integrantes ele un cosmos solidario, no debe extrañarnos que la
mo se atemorizó mucho y dijo: "Voy a desatar mi hermosa casa" y reparación del acto ele la mujer sea cumplida por la casa: destruida ésta, se
entristeció. '.
repara el orden vulnerado por la infidelidad. El conjunto paga la deuda.
"En vano este miserable infeliz habla; yo no soy adúltera", dijo la
Con la cultura que se superpone sobre estas tradiciones, las culpas y
mujer, se puso a gritar. Pero como el hombre ansiaba sanar, ordenó
que desataran su casa y así encontraron a las dos serpientes, las sa- los castigos, ahora regulados por el poder político, siguen teniendo carác-
caron y mataron. Luego le dijo a su mujer que ella había hecho co- ter solidario. La culpa del individuo se extiende al ayllu o lapanaca, la ca-
mer a cierto hombre un grano de maíz que saltó de la tostadora a su sa, el pueblo, como muestran las sanciones generalizadas, irradiativas al
parte vergonzosa. La mujer se vio obligada a contar lo que había entorno social y natural del transgresor, aplicadas por los incas. En sus
ocurrido y a declarar que Huatyacuri decía la verdad. En seguida hi- castigos a los autores de delitos graves aplicaron este criterio, destruyen-
zo levantar el batán. Encontraron debajo de la piedra un sapo de dos do en ocasiones hasta los cimientos lat) construcciones del pueblo al que
cabezas; el sapo voló hasta la laguna Anchi q~1e había en ~ma que- pertenecía el culpable.
brada. Dicen que hasta ahora vive allí, en un manantial. Y cuando
algún hombre llega hasta sus orillas: "¡Ñal'', diciendo, lo hace desa-
parecer o pronunciando la misma palabra lo enloquece. (Arguedas,
5. Véase el capítulo 9.
1975: 35-39; Taylor, 1999, cap. 5)
250 Luis Alberto Reyes Las transgresiones 251

Las pautas de conducta La contención de los impulsos, la medida, es aconsejada en el marco de


un acomodamiento a los tiempos que va habitando la existencia:
La comunidad es un complejo sistema de lugares determinantes de la
existencia de los hombres, cuyo ser no puede definirse de manera aislada En tu juventud aléjate de las delicias carnales. En la corrupción
e independiente. Los lugares implican conductas que les corresponden. te arruinas, te destruyes, te matas. [... ] Aguarda la madurez de tu
Son. numerosos los testimonios sobre las pautas a cumplir de acuerdo vida para conocer la vida carnal. Evita la impetuosidad que agota.
Pues tú eres como el maguey: si se le abre demasiado pronto, deja
con el lugar que a cada uno le ha tocado, y sobre las consecuencias perni-
rápidamente de dar azúcar y perece. Así te consumes tú en el acto
ciosas de no cumplir con esas pautas. Las pinturas de los tonalámatl, li-
de amor. (Duverger, 1983: 61)
bros de pinturas que contienen calendarios, indican actividades y advier-
ten acerca de los vicios probables de los hombres afectados por las influen-
Los consejos previenen contra la crueldad y la soberbia, contra la va-
cias de los tiempos. A su vez, los himnos, poemas épicos y líricos, incluyen
nidad y la falta de recato:
amonestaciones sobre el valor que cabe a los guerreros.
En las colecciones de enseñanzas y consejos que los ancianos, padres y Y no te rías, no te burles, no hagas bromas del anciano, de la an-
maestros daban a los jóvenes, conocidas como huehuehtlahtolli, el destino ciana o del enfermo, del de boca torcida, del ciego, del tuerto o del
se traduce en obligación moral. Se insiste en el reconocimiento, por cada m:rnrn. <lel lirntima<lo <le Ja mano, del que tiene la mano cortada o
uno, del rol que debe cumplir. Hay una coherencia entre la moral füerte- d~l tuÚido que anda a gatas, del cojo, dei que arrastra el pie o ia
mente pautada de los huelwehtlahtolli y la concepción destinal de los lu- mano o del mudo, del sordo, del loco desatinado o del demente, de
gares del tiempo y el espacio tal como es sustentada en las indicaciones aquel en quien la enfermedad está, o de aquel que sufre con íos
del calendario: 6 A los hombres les toca actuar en conformidad con lo que errores, o de quien frente a ti incurrió en faltas, de quien las come-
son, con el lugar que ocupan. No hacerlo implica salirse del lugar propio tió. (Huehuehtlahtollí, 1993: 59)
y esto, a su vez, perder sustancia. Es lo que sucede a quien:
Exhortación con que el padre así habla, así instruye a su hijo pa-
Ya no sale por su salida, ya no vive en su lugar de vivir, ya no co- ra que bien, rectamente viva: 8
rre en su lugar de correr. Ya allá no tiene rostro, ya allá no tiene ore- Y cuídate de las palabras vanas, de las palabras de recreación
jas, ya allá no están bien su rostro, su corazón. (Hueiwehtiahtolli, porque no son buenas, no son correctas; porque sólo infaman, per-
1993: 55) vierten a las personas; no son serenamente rectas, precipitan a la
gente, las arrojan al río, al despeñadero, al lazo para cazar, a la so-
ga. Hacen que la gente se tope con la piedra, el palo. Y cuídate de
Siendo el mundo un orden minucioso en que cada lugar implica signi-
permanecer en el mercado y en ei río, en el camino no te detengas,
ficaciones en cuanto al destino y la conducta, cabe ajustarse a ellas para no te sientes; ahí está, ahí vive, ahí se halla un gran bebedero, un
evitar malograrse. El resultado, cuando el hombre es consecuente con las comedero del hombre tecolote. Eso es la mujer ajena, el marido aje-
pautas a que se debe, se traduce en el "rostro", alegoría de la personali- no, las propiedades ajenas, los bienes ajenos, la falda, la camisa.
dad, que hace a cada uno visible entre los hombres, y el "corazón", que es (Huelwehtlahtolli, 1993: 65)
la fuerza i11Le1iu1 }Jctrn Jirigirse al destino propio. Asi, el hombre cabal es
el dotado de in ixtli, in yóllotl, rostro y corazón, disfrasismo que simboli- Las razones para actuar de acuerdo con las pautas sociales y para evi-
za el ideal de la educación. 7 tar los vicios residen en las consecuencias que, en la vida social de los ac-
tores, en su prosperidad y en su salud, tendrían las conductas.

6. Además se corresponden estos contenidos de los /wehuehtlahtolli con la jerarquizada y Estas cosas te he advertido, si obras así [incorrectamente] allá
controlada sociedad azteca. Es probable también que la mediación de religiosos españoles, vas a aparecer como un gran perverso. Allá no estará tu rostro, tu
en las recopilaciones que nos han llegado, haya ayudado a destacarlos por ser funcionales a corazón. ooroue tú mismo eres un dejado. Porque para ti mismo se
los objetivos pedagógicos de las autoridades coloniales. hará tu ion, tu merecimiento las hierbas que enloquecen; beberás el
7. Los informantes de Sahagún, al caracterizar al tlamatini, sabio y maestro, dicen: "Hace
sabios los rostros ajenos, hace a los otros tomar tma cara, los hace desarrollarla" (teixtla·
machtiani, teixwitiani, teixtomani) (Códice Matritense de la Real Academia, f. 118v, citado S. "Tenonotzaliztli in teta ye quinonotza, ye quizcalia in ipiltzin inic qualli, yectli ye mone-
por León-Portilla, 1979: 65). 1nitiz."
252 Luis Alberto Reyes

pulque, comerás el hongo alucinante; así te emborracharás, te arrui- CAPÍTULO 16


narás, ya así no entenderás.
Te arrojarás sobre ascuas, en el fuego del coma], en el río, en el Los lugares de la muerte
·despeñadero. Te meterás en donde está la trampa del cazador, en la
soga, así ya no conocerás, te toparás con la piedra, el palo, el excre-
mento, las heces; así vivirás frente a la gente, por encima de la gen-
te; así huirás, te harás montuno, así hallarás el camino del conejo,
del venado; así te meterás al bosque, al hierbazal, si no coges, si no
tomas en cuenta, si no haces tuyo lo que es de los padres, si no quie-
res escuchar; entonces ya ocurrió, ya todo se echó a perder, lo que te
mantiene en pie, lo que te hace vivir. Porque por cualquier lugar irás
· a caer, porque sólo a manos de un coyote, de una fiera irás a dar.
(Huelwehtlahtolli, 1993: 85)

En los huehuehtlahtolli el aislamiento y los sufrimientos del transgre-


sor se refieren normalmente a las relaciones con la sociedad, que es la que Ritos de la muerte y naturaleza
lo sanciona excluyéndolo. Las alusiones a Dios, como legislador y juez su-
premo que dispensa premios y castigos, son, probablemente, interpolacio- En el antiguo pensamiento indígena, al consumarse el final ele una vida
nes cristianas de los sacerdotes que utilizaron estos textos para reforzar individual sobre la superficie ele la Tierra, la muerte es la etapa del des-
sus enseñanzas dirigidas a los indígenas. censo y la disolución. Es el turno ele la gran madre que vuelve a tomar la
Un libro ele pinturas eminentemente religioso, como es el Códice Bor- vida que dio. Este pasaje debe ser ayudado por los vivos.
gia, muestra que los vicios y la impiedad acarrean un destino adverso. El Los extendidos ritos de muerte implicaban esta visión. No sólo eran ac-
orden sagrado descarga su peso sobre los culpables. Las imágenes son in- tos en función ele los vivos, para que éstos se acomoden a lo que sucede,
directas, plenamente simbólicas, plurisignificantes. Una pintura ele un sino actos para los muertos, a fin ele propiciar su transición hacia el lugar
hombre cayendo de un árbol que se quiebra sugiere a un tiempo la idea al que van. Actos ejemplares que fundan lo que ha ele suceder en adelan-
de su caída del lugar en que se hallaba, no merecer ya el sostén que el te al muerto.
mundo le ofrecía y la idea ele estar afectado interiormente, debilitado en El rito básico generalizado en Mesoamérica consistía en la cremación
su ser. del cadáver, en cuya boca se ponía un chalck¡,íhuitl representando el cora-
zón, la recuperación de los restos óseos y las cenizas que eran colocados
en una caja, y su entierro a los cuatro clías. 1 Durante este lapso se hacían
las principales ceremonias y, a su culminación, el muerto comenzaba su
viaje a las profundidades, su camino al Mictlán. La cremación ayudaba al
p:t;oceso dP 1:1 nAsmmpnsir.ión, Al despojamiento y la purificación que se
cumplía por la plena reincorporación del cuerpo a la tierra. Ello implica-
ba también una nueva habilitación de la semilla ele vida latente en él (Ló-
pez Austin, 1980: 357-371). 2

l. Diego Durán (1984) habla de cuatro días cuando alude a las exequias de los tlatoani Axa-
yácatl, Ahuítzotl, Ttlacaélel y Tízoc. Por su parte, Torquemada, en su Histoire du 111exique,
atribuye el origen de Ja práctica de la cremación a los chichimecas que llegaron al Valle de
México en el siglo XII, y señala que ías cenizas guardadas en la caja eran honradas durante
cuarenta días (Limón Olvera, 2001: 271).
2. López Austin hace un interesante estudio e interpretación del proceso de la teyolía, el áni-
ma que subsiste después de Ja muerte (López Austin, 1980, J: 364).

[ 253]
254 Luis Alberto Reyes
Los lugares de la muerte 255

Estos ritos no cumplen la función de cortar con la muert~, que tienen ¡Al menos flores, al inenos cantos!·
los modernos -y cada vez menos visibles- actos funerarios. Por el contra- ¿Cómo ha de obrar mi corazón?
rio, apuntan a reafirmar, en la conciencia de los vivos, los vínculos con ella. ¿Acaso en vano venimos a vivir, a brotar en la Tierra?
Hay un pensamiento general predominante que no escinde al ser hu-
mano de la naturaleza y el cosmos: comprende a los hombres y sus desti- ¿Acaso es verdad que se vive en la Tierra?
nos en la experiencia natural de la destrucción y la asimilación de los ani- ¿Acaso para siempre en la Tierra? ¡Solo un breve instante aquí!
males y las plantas por la tierra. Los pueblos campesinos asocian estas
destrucciones con los ciclos agrarios y pecuarios de la reproducción, con Hasta las piedras finas se resquebrajan,
Hasta el oro se destroza, hasta las plumas preciosas se desgarran.
los ciclos astronómicos y las alternancias del día y la noche.
¿Acaso para siempre en la Tierra? ¡Solo un breve instante aquí!
No sólo la muerte humana está integrada genéricamente a la muerte
(Garibay Kintana, 1982: 164-168)
en la naturaleza, sino que esta última está integrada al orden originario
del cosmos.
El pensamiento se revela de modo directo: es lamento, sin mediaciones
En conexión con esta idea podemos discernir un complejo de temas y
metafísicas, por la existencia efímera. Tras el lamento se encuentra la va-
matices. Comencemos con una expresión singular, que se aparta bastan-
loración de la vida enfocada en la belleza y en los dones de la amistad, que
te de esta idea general que acabamos de mencionar.
suele con frecuencia expresarse con el disfrasismo in xochitl in cuicatl,
"flores y cantos".
Un desamparo de mayor alcance se agrega en otros testimonios a este
Congoja y perplejidad en la poesía náhuatl
anticipo de perder la vida. El desconocimiento de lo que sobrevendrá del
otro lado de la muerte:
Los poemas de origen prehispánico recogidos en náhuatl en el manus-
crito conocido como Cantares mexicanos, que se encuentra en la Bibliote- Abandonados con la tristeza
ca Nacional de México 3 dicen la congoja por la inevitable muerte propia 4 quedamos aquí en la tierra.
¿En dónde está el camino
Soy cual un ebrio, lloro, sufro, que lleva a la región de los muertos,
si sé, digo y tengo presente: al lugar de nuestro descenso,
¡ojalá nunca muera, ojalá nunca perezca yol al país de los desencarnados?

Allá donde no hay muerte, allá donde se triunfa, allá voy yo: ¿Acaso en verdad se vive,
¡ojalá nunca muera, ojalá nunca perezca yo! allí donde todos vamos?
¿Acaso lo cree tu corazón?
Sólo venimos a dormir, sólo venimos a soñar: Él nos esconde
no es verdad, no es verdad que venimos a vivir en la Tierra. en un arca, en un cofre,
el Dador de la Vida,
En hierba de primavera venimos a convertirnos: el que amortaja a la gente.
llegan a reverdecer, llegan a abrir sus corolas nuestros corazones,
es una flor nuestro cuerpo: cla algunas flores y se seca. ¿Acaso allí podré contemplar,
podré ver el rostro
¿Conque he de irme, cual flores que fenecen? de mi madre, de mi padre?
¿Nada será ele mi nombre alguna vez? ¿Se me darán en préstamo allí
¿Nada dejaré en pos ele mí en la Tierra? algunos cantos, algunas palabras?
Aiií tendré que bajar,
nada es lo que espero:
3. Publicados en versión de Ángel María Garibay Kintana en Poesía indígena ele la aitipia·
Nos dejaron,
nicie ( 1982).
acompañados con la tristeza.
4. Los poemas que citamos pertenecen al tipo de los icnocllícatl, "poemas de honda reflexión" (Cantares mexicanos, f. 26r; en León-Portilla, 1985: 89)
(León-Portilla, 1985: 66).
256 Luis Alberto Reyes Los lugares de la muerte 257

¿Se llevan las flores a la región de la muerte? recorrido desde el cenit hasta el ocaso. Entonces, al llegar al occidente, el
¿Estamos allá muertos o vivimos aún? astro es acogido en Cihuatlampa, el lugar de las Cihuateteo, las mujeres
¿Donde está el lugar de la luz pues se oculta el que da la vida? divinas.
(Cantares mexicanos, f. 4v; en León-Portilla, 1985: 91) Para quienes mueren ahogados, o heridos por el rayo o por enfermeda-
des acuosas de la piel, el destino es el Tlalocan, casa de Tlaloc, el dios de
Los poemas expresan no sólo contrariedad por la finitud humana, sino las lluvias, en las montañas húmedas del este de México, donde hay abun-
también perplejidad teórica, anhelo de respuestas. dancia de vegetación y la vida es descansada y placentera, como ilustran
Estos dos tipos de sentimientos, tanto en la orientación afectiva y ele- los frisos de Teotihuacán. 6
mental de unos versos como en la orientación cuestionadora de otros, con-
trastan sin embargo con otros testimonios, los más comunes, en los que Lo que dijeron y supieron los naturales antiguos y señores de es-
aparecen respuestas en lugar de preguntas, en los que aparece una es- ta tierra, de los difuntos que se morían es que las ánimas de los di-
tructurada concepción del más allá de la muerte, como veremos a conti- funtos iban a una de tres partes: la una es el infierno, donde estaba
nuación. y vivía un diablo que se decía Mictlantecutli, y por otro nombre
Tzontémoc, y una diosa que se decía Mictecacíhuatl que era mujer
de Mictlantecutli; y las ánimas de los difuntos que iban al infierno,
son los que morían de enfermedad, ahora fuesen señ.ores o principa-
Al lnframund.o, al Sol y al Tlalocan les, o gente baja. (Sahagún, 1956, m: 325)

En el antiguo pensamiento náhuatl así como hay lugares que asignan La otra parte a donde se iban las ánimas de los difuntos es el cie-
destinos a los vivientes, también hay lugares que indican los destinos de lo, donde vive el sol. Los que se van al cielo son los que mataban en
los muertos que llegan a ellos. El lugar de cada muerto depende de las las guerras y los cautivos que habían muerto en poder de sus enemi-
condiciones de la muerte que eligió o que le tocó padecer. El tonalpohua- gos: unos morían acuchillados, otros quemados vivos, otros acañave-
lli indica que los distintos tiempos y lugares en que exl.ste la gente deter- reados, otros aporreados con palos de pino, otros peleando entre
minan sus conductas y destinos; aquí es diferente: las circunstancias de ellos, otros ·atábanles teas por todo el cuerpo y poníanles fuego, y así
sus muertes determinan los lugares que les esperan al desencarnarse. se quemaban. Todos estos dizque están en un llano, y que a la hora
Para quienes mueren de manera normal, por decadencia, enfermeda- que sale el sol alzaban voces y daban gritos golpeando las rodelas, y
el que tiene rodela horadada de saetas por los agujeros de la rodela
des o accidentes, el lugar ele llegada es el Inframunclo, las profundidades
mira al sol, y el que no tiene rodela horadada de saetas no puede mi-
-también situado en el norte, lugar de frío y oscuridad- en las que rigen rar al sol. Y en el cielo hay arboleda y bosque de diversos árboles; y
Mictlantecuhtli 5 y Mictlancíhuatl. las ofrendas que les daban en este mundo los vivos, iban a su pre-
Para quienes mueren sacrificados o combatiendo en las guerras, el des- sencia y allí las recibían; y después de cuatro años pasados las áni-
tino es acompañar al Sol desde su salida hasta el mediodía.· Después ele mas de estos difuntos se tornaban en diversos géneros de aves de
cuatro años vuelven a la superficie ele la Tierra convertidos en colibríes. pluma rica y color, y andaban chupando todas las flores así en el cie-
Lo dicen, con delicadas metáforas, los poemas recopilados en el siglo XVI: lo como en este mundo, como los zinzones lo hacen. (Sahagún, 1956,
cap. m: 328)
Vengo al lado de otros: he bajado ya
Yo, guacamaya primaveral llego al suelo, La otra parte donde decían que se iban las ánimas de los difun-
Expando mis alas en los floridos atabales: tos es el paraíso terrenal, que se nombra Tlalocan, en el cual hay
Mi canto se eleva y se difunde en la tierra. (Garibay Kintana, muchos regocijos y refrigerios, sin pena ninguna; nunca jamás fal-
1964-1968, Il: 115) tan las mazorcas de maíz verdes, y calabazas y ramitas de bledos, y
ají verde y ji tomates, y frijoles verdes en vaina y flores; y allí viven
Las mujeres muertas en parto son consideradas guerreras inmoladas unos dioses que se llaman Tlaloque, los cuales se parecen a íos mi-
en combate. A ellas les cabe acompañar también al Sol, y lo hacen en su

6. Jacques Soustelle (1983: 141) sugiere que Ja noción de inmortalidad, reservada a estos
5. En el Códice Borgia este dios del Inframundo aparece cargando en sus espaldas al sol ne- muertos con destinos especiales que no v~n al Inframw1do, habría aparecido tardíamente
gro, que en la noche atraviesa las profundidades. entre los antiguos mexicanos.
258 Luis Alberto Reyes Los lugares de la muerte 259

nistros de los ídolos que traen los cabellos largos. Y los que van allá '.'Despierta, ya el cielo se enrojece,
son los que matan los rayos o se ahogan en el agua, y los leprosos, ya se presentó la aurora,
bubosos y sarnosos, gotosos e hidrópicos. (Sahagún 1956;m: 328) ya cantan los faisanes color de llama,
las golondrinas color de fuego, ya vuelan las mariposas."
Este testimonio, y los versos citados, hablan sobre el regreso a la Tie-
Por esto decían los viejos,
rra de los guerreros, convertidos en colibríes que chupan las flores. quien ha muerto, se ha vuelto un dios.
Los poemas nahuas recopilados en el siglo XVI mencionan otra modali- Decían: "Se hizo allí un dios,
dad de regreso de los espíritus. Ellos vuelven "in xochitl in cuícatl'', en for- quiere decir que murió".
ma de flores y de cantos. El disfrasismo que reúne a los términos xóchitl (Códice Matritense, f. 195r.; León-Portilla, 1985: 63)
(flor), y cuícatl (canto) ha sido leído como "poema" por el estudioso y reco-
pilador de la poesía náhuatl Garibay Kintana apoyándose en el sentido Laurette Séjourné (1984) indica como uno de los sentidos de Teotihua-
que la expresión tiene en los llamados Cantares mexicanos. Pero las me- cán el de ser el lugar en que los hombres se transforman en dioses.
táforas nahuas tienen diversos significados (Bierhorst, 1985) y en algunos En la tradición andina había una idea de divinización a través de la
casos esta delicada expresión alude a los espíritus de los muertos. muerte en la sacralización de los malquis, momias de los antepasados. Es
Los cantares sentencian que los hombres vuelven en forma de cantos. frecuente la idea de transformación, generalmente en piedras y ocasional-
Así han renacido los príncipes Moctezuma y Axayáctl. mente en animales u otros seres naturales.

Sólo hemos venido a hacer cantos en la tierra,


A conocernos unos a otros en el sitio de los tambores, Un paraíso inexistente
¡tú eres nuestro amigo:
y nada tendrá su éxito,
Es un lugar común en las exégesis del pensamiento indígena utilizar
y nada ha de perecer en la tierra! (Cantares mexicanos, f. 24; Ga-
ribay Kintana, 1968, n: 46) el término "paraíso" para referirse al destino de quienes no descienden al
Mictlán. La analogía que sugiere con la idea cristiana debe, sin embargo,
ser acotada.
Superponiéndose o imbricándose con esta concepc10n, otra indica la
conversión de los hombres muertos en dioses. Lo propio de los dioses es En otro lugar, al examinar las teorías acerca de los mitos, hacemos una
que encarnan la experiencia completa de la dualidad. 7 Son habitantes na- crítica de la categoría del illo tempore, el tiempo originario, que propone
turales de los grandes extremos cósmicos y de los diversos tiempos. Han Eliade. Aquí debemos también señalar reparos a una idea ligada a ella, la
descendido al Inframundo y ascendido a los cielos. de Paraíso, que indiscriminadamente atribuye el historiador de las reli-
giones a las tradiciones arcaicas.
Los hombres toman contacto con los dioses al habitar los espacios y los
tiempos de este lugar intermedio que es la superficie de la Tierra. Des-
Tanto para el cristianismo como para las tradiciones arcaicas, la
pués se divinizan o directamente se confunden con los dioses. Esto suce-
condición humana actual es el resultado de la "caída". En consP.-
de al morir: cuencia abolir, aunque sea provisofiamente, esta condición, equiva-
le a reintegrar la situación del hombre primordial. Dicho de otra ma-
Así se dirigían al muerto, nera: a anular el tiempo, a regresar atrás, a recuperar el illud tem-
cuando moría. pus paradisiaque. (Eliade, 2001: 86)
Si era hombre, le hablaban, lo invocaban como ser divino,
con el nombre ele faisán,
En esta idea del paraíso, que identifica con la nostalgia del tiempo ori-
si era mujer con el nombre de lechuza,
les decían: ginario, Eliade ve una beatitud caracterizada por la ausencia de cambios,
de conflictos, de muerte. Un paraíso al que se llega escalando el Cielo.
El Tlalocan de los frisos teotihuacanos, con sus imágenes de abundan-
cia, trabajos alternados con cantos, juegos, felicidad, parece contener as-
pectos esenciales de esa idea ele paraíso. Pero no tenemos elementos para
7. No pretendemos indicar con esta interpretación la única respuesta posible a la cuestión
de la diferencia, en el pensamiento náhuatl, entre los dioses y los hombres. asociar estas imágenes con un tiempo pasado. Esta idea no concuerda con
Luis Alberto Reyes Los lugares de la muerte 261
260

la concepción predominante en las representaciones indígenas acerca de también el proceso de un despojamiento radical. Un aligeramiento y u
la muerte. puri~cación de toda la carga (tlalticpacáyotl) adquirida en la superficie~:
En .las antiguas culturas indígenas de América no hay· "caída" de una la Tierra, en el Tlalticpan. Los ancianos informantes de fray Bernardino
condición beatífica original. 8 Tamp~co hallamos la idea de la recuperación de Sahagún le dijeron las palabras que se pronunciaban ante el muerto:
de un paraíso inicial, extraño al tiempo y la muerte. Aun los guerreros na-
huas que después de la muerte pasan a integrar el glorioso cortejo del Sol, He aquí que tú saldrás por allá donde se juntan los montes.
deben compartir con el dios su inevitable y repetida muerte. Y he aquí que, con esto, saldrás por el camino que la serpiente
Aunque hay una valoración especial de los sacrificados, los guerreros custodia. .
Yhe aquí que, con esto, saldrás por donde se halla el lagarto ver-
y las parturientas muertas, los diversos destinos de los muertos no res-
de azulado, el que tiene el destino de la flor.
ponden a una discriminación valorativa entre "buenos" y "malos". Al In-
Y he aquí que así saldrás por el lugar de las ocho llanuras.
framundo descienden la mayoría de los hombres sin distinción de sus cua- Y he aquí que saldrás al lugar de los ocho collados.
lidades. La casualidad indica quiénes van al Tlalocan y también, en bue- He aquí que saldrás al lugar del viento de obsidiana. Y allí, en el
na medida, quiénes van al cortejo del Sol, pues muchos esforzados guerre- lugar del viento de obsidiana, se dice que hay mucho sufrimiento,
ros no tienen la suerte de morir "a filo de obsidiana". que todo se lo lleva el viento, la obsidiana y las piedras arenosas.
No hallamos en el antiguo pensarnirmto indígena la idea de infierno y Dicen que quien venía 3. salir por allá, luego buscaba al perro. Y
de paraíso como castigo o premio después de la muerte por el comporta- cuando éste reconocía a su señor, luego se echaba al agua para pa-
miento durante la vida. Los deberes para con los dioses tienen dos senti- sar a su señor [... ]
dos: ayudarlos en sus responsabilidades cósmicas y/o ganar su favor para Cuando el difunto llegaba al lado de lvlictlantecuhtli (Señor de
las diversas situaciones de la vida. No apuntan a congraciarse con un su- la Región de los Muertos), le hacían entrega de aquello que había
premo legislador y juez moral para el juicio final y el destino ulterior del sido su atavío en la tierra, lo que era el destino de los que habían
faliecido.
alma. Y allí en la novena región de los muertos, perecían por completo.
(Códice Florentino, m, 25r-v)

Despojados y devorados por la Tierra Los testimonios dan diversas indic~ciones sobre los lugares que actúan
desencarnando a los muertos: montañas que chocan entre sí, zonas regi-
La profundidad de la Tierra es el lugar por excelencia de la muerte. Pa-
das por bestias que devoran corazones, vientos helados y cortantes como
ra quienes descienden al Inframundo, la muerte significa el fin de la exis-
obsidianas y, finalmente, chiconahuapan, los nueve ríos que vadeaban las
tencia singular. Algunos testimonios indican que el fin implica la conti-
almas guiadas por el perro que encarnaba a Xolotl, el dios que al comien-
nuidad de la simiente, del principio humano con cuya recuperación culmi-
zo de los tiempos había descendido al Mictlán para buscar los huesos con
na el proceso de la muerte. Otros parecen indicar una definitiva asimila-
que animar a los primeros humanos (Soustelle, 1983: 142).
ción a la Tierra. El Códice Vaticano A, en su ilustración de los trece cielos y nueve nive-
En algunos LesLimuuiu::; uahuas se cuenta el largo, difícil y penoso ui-
les ~el Inframundo, invierte el lugar del agua y el perro, colocándolos al
mino de regreso al corazón de la Tierra, al seno de la gran Madre, que es
comienzo del camino de la muerte, inmediatamente abajo del Tlalticpan,
la superficie. .
8. Cuando nos encontramos con imágenes muy positivas del pasado, como en el caso de La Los libros de pinturas y los relatos míticos ofrecen imágenes en que los
nueva coronica y buen gobierno, de Guarnan Poma de Ayala, reconocemos la influencia de la procesos físicos observables en la muerte se imbrican con simbolismos
doctrina cristiana y, aun así no hay coincidencias con la idea occidental del Paraíso terrenal:
"De cómo esta gente cada uno fueron casados con sus mugeres y ueuían cin pleyto y cin pen-
metafísicos.
dencia ni tenía mala uida, cino todo era adorar y seruir a Dios con sus mugeres. Cómo el pro- El viaje dura cuatro años y lo acompaña el progresivo desvestirse, des-
feta Ysay:Yas en el pesalmo rrogaua a Dios por el rn.undo y pecadores, cómo profeta Salomón cubrir~e: de l~ carne cor110 de las soberbias y las superficialidades propias
dixo que orásemos por la conuerción de los próximos del mundo, ancí esta gente se ense- de la vida arnba de la Tierra, los apegos allí adquiridos, que separan a los
ñauan a unos y a otros entre ellos y pasauan ací la uida estos dichos yndios en este rreyno"
hombres de la originaria pertenencia a la gran matriz. Cada vez es más
(Primera generación de indios, vari vira cocha Runa, primer yndio deste rreyno, facsímil del
manuscrito autógrafo de El primer nueva coránica y buen gobierno, www.kb.dk/permalink/
tenue la existencia individual que va recorriendo esos caminos de regreso
2006/poma/info/es/frontpage.htm). hasta que, ya desencarnada al final del viaje, ella termina por disolverse.
262· Luis Alberto Reyes Los lugares de la muerte 263

Un aspecto esencial de esta agónica concepción del fin de la vida es el Pero esas manos aparecen flanqueando a la calavera que se destaca
despojamiento de las vestiduras de la individualidad, hasta llegar a una en el centro del vientre, en el centro de la escultura. La calavera indica
especie de semilla o principio de posibles nuevos seres. Otro es el de la ac- que ella recibe a los muertos, los guarda. E indica algo niás, un significa-
tividad fagocitante que en este proceso cumple la Tierra, particularmen- do que viene de la relación de la muerte con la vida que viene. En este
te en su profundidad. sentido, la profusión de cráneos y esqueletos en la plástica de las cultu-
La muerte no es una transición pacífica sino la conclusión de una lu- ras mesoamericanas no significaría sólo muerte, y menos aún negación
cha y la instancia en que un ser es devorado por otro. Testimonio expre- de la vida. Simbolizaría las transiciones de la vida, sus renacimientos, la
sivo de esta concepción es el de las imágenes de la diosa Coatlicue, don- concepción, la fertilidad. 1
de la madre tierra aparece identificada con la muerte misma. Su escul- Los rasgos de águila en la escultura, las garras con que esta ave sujeta
tura monumental, que fue hallada en las cercanías del llamado Templo a sus víctimas, y las serpientes nos ponen ante otro notorio simbolismo.
Mayor de México Tenochtitlán y se encuentra ahora en el Museo Nacio- Los nahuas admiraban a las serpientes por la inigualable capacidad de sus
nal de Antropología de México, es la expresión más impresionante que fauces, y las tuvieron por el símbolo más característico de la Tierra. 10 En
conocemos del antiguo arte indígena escultórico de nuestra América. 9 No esta imagen predominan: las encontramos en las grandes fauces que apa-
sólo por sus colosales dimensiones sino por lo extraña y perturbadora que
recen reemplazando al cuello y la cabeza de la mujer; 11 en el cinturón for-
resulta para nuestros valores, nuestras ideas de lo divino y criterios es-
mado por dos grandes serpientes anudadas y en la multitud de ellas entre-
téticos (figura 3). Reúne rasgos de mujer con rasgos de serpiente y de
lazadas formando la falda que representa a la superficie de la Tierra. "Fal-
águila, símbolos de maternidad con símbolos de muerte.
da de serpientes" es el significado literal del nombre Coatlicue.
Ferdinand Anders (1993: 60) y otros intérpretes, apoyándose en el he-
La concepción del universo y de los dioses como devoradores se revela
cho de no haber hallado representaciones iguales a ésta, concluyen que no
en los testimonios recogidos por Sahagún:
sería la estatua de una diosa sino más bien un texto ideográfico esculpido
sobre los significados de la Tierra.
El dios de Ja tierra abre la boca, con hambre de tragar la sangre
En sentido opuesto, nos inclinamos hacia la opinión que la reconoce ele' muchos que morirán en esta guerra. Parece que se quieren rego-
como la diosa de la Tierra, pues en ella encontramos representados los cijar el Sol y el dios ele la Tierra llamado Tlalte-cuchtli; quienes dan
caracteres que se le atribuyen en su personificación como Coatlicue, tal a conocer a los dioses del cielo y del infierno, haciéndoles convites
como es llamada en el mito azteca del nacimiento del Sol Huitzilopochtli, con sangre y carne de los hombres que han de morir en esta guerra.
el hijo de la Tierra a la que, desde entonces, tendría la misión de prote- Ya están en la mira los dioses del cielo y del infierno para ver quié-
ger y vivificar. nes son los que han ele vencer [... ] cuya sangre ha de ser bebida y cu-
La destrucción masiva que íos conquistadores españoles hicieron de ya carne ha de ser comida. (Sahagún, 1956: 62)
las representaciones religiosas indígenas permite suponer la desaparición
de otros iconos similares, que podrían haber existido en esculturas, frisos, El Inframundo se vincula con el aspecto devorador de la Tierra. En el
pinturas de códices u otros modos de representaciones. Códice Borgia 12 se ilustra un descenso al Inframundo. En el aspecto de su
Sea esta escultura un icono (imagen de una deidad representada por ubirn~ión formAl, el texto presentado por las pinturas del tonalámu.Ll o;e
sus atributos estereotipados) o un texto ideográfico, lo cierto es que su modifica al llegar a este punto de su desarrollo. Debemos cambiar la po-
simbolismo remite a la concepción náhuatl de la Tierra, en la que sus do- sición de las páginas -que veníamos leyendo horizontalmente- para mi-
nes de vida y muerte aparecen como momentos que se alternan y, en cier- rarlas en posición vertical.
to sentido, confunden.
Las manos extendidas en posición de dar y los corazones junto a los se-
nos dicen que la Tierra es la gran madre que da la vida y el sustento ama- 10. También el océlotl (tigre) es un símbolo destacado de la Ti~rra.
mantando a sus hijos.
11. En realidad la escultura ouede versP. como dos serpientes e:nfren.tadas o bien como una
sola cabeza en que se ven sidiultáneamente sus dos perfiles. Esta imagen remitiría alcora-
zón de la Tierra, el Tepeyolotle, una serpiente emplumada de gran tamaño que vive en las
9. La estatua fue hallada en 1790, con la Piedra del Sol, durante los trabajos de empedrado montañas, según los relatos indígenas (Anders, en "Libro explicativo del Códice Borgia",
del Zócalo de la ciudad de México. Antonio de León y Gama, que la estudió en primer lugar, 1993: 60).
veía en ella a la diosa Teoyaomiqui. Alfredo Chavero la reconoció como Coatlicue. 12. En las páginas centrales del códice, que van desde la 29 hasta la 47.
264 Luis Alberto Reyes Los lugares de la muerte 265

Se trata de un conjunto de situaciones articuladas en una gran narra- La simiente de la muerte


ción del viaje que los seres deben realizar a la oscuridad y la muerte, al
lugar dqnde también renacen la luz y la vida. 13 Uno de los nombres que recibe el ~nframundo o seno profundo de la
Por un lado, el texto es mítico. R~lata el descenso de los seres divinos Tierra es Ximoayan, derivado de xima, "pulir" que interviene además
de las alturas a las entrañas devoradoras de la Tierra. Este lugar espacial para formar las palabras "semilla" y "semen'', xinachtli, xináchyotl, lo
se asocia a uno temporal: el período metafísico que transcurre más allá de que nos indica que ximoayan (lugar de llegada de los muertos) es donde
la muerte, en el ámbito donde se nace y al que se regresa al morir. terminamos de pulirnos para ser, otra vez, semillas (López Austin, 1994:
Por otro lado, el texto también describe los rituales, pues las incidencias 220).
y las interacciones del viaje aparecen con carácter ceremonial. En este sen- En uh sentido que abonaría la hipótesis seminal, Matos Moctezuma
tido probablemente era un modelo para las prácticas de los sacerdotes, in- (1992: 283) estima que los nueve estratos del Inframundo que debe des-
dicándoles los pasos a seguir cuando guiaban al pueblo, en los templos de cender el teyolía, especie de alma del muerto, es el recorrido en sentido in-
la mixteca, en un alegórico recorrido por los misterios de la dualidad. verso de los nueve meses de gestación en el vientre materno.
Cuando arribamos a estas páginas -luego de recorrer el tonalpohualli Esta idea se expresa en los mitos y los ritos relacionados con los des-
con sus diversas estructuras, sus predicciones, dioses e influencias que se censos al Xibalbá en el Popal Vuh: las trampas y las acechanzas de los se-
van adicionando-, el ritmo y el ámbito de las alternancias de la dualidad ñores del Inframundo, los terribles lugares por los que deben pasar quie-
se modifican. El movimiento se vuelve más grave. No se trata de las opo- nes descienden, son alegorías de los desencarnamientos de la muerte.
siciones en el ámbito de la superficie de la Tierra, donde transcurren los Y la vida vuelve, pero no en la reencarnación del mismo ser que había
destinos de los hombres. No se trata de las inversiones de vida y muerte, muerto sino en uno nuevo, del cual el antiguo es sólo simiente.
desgracia y prosperidad en los destinos de los seres, sino de una inmer- Los despojos de Hun-Hunahpú, sacrificado en el inframundo Xibalbá,
sión en las formas primigenias de la dualidad. animan un árbol cuyos frutos tienen la capacidad de fecundar:
En una de sus advocaciones, muy repetida en las representaciones, la
madre telúrica que recibe a los muertos aparece como Tlazoltéotl, "devo- -Ah -exclamó-, ¿qué frutos son los que produce este árbol? ¿No
radora de inmundicias". Ella es la que consume las cargas y los pecados es admirable ver cómo se ha cubierto de frutos? ¿Me he de morir, me
de los hombres aligerándolos para que la vida pueda renacer. perderé, si corto uno de ellos? -dijo la doncella.
Expresión exuberante de la dualidad, en la entrega por un lado y en el Habló entonces la calavera que estaba entre las ramas del árbol
y dijo: -¿Qué es lo que quieres? Estos objetos redondos que cubren
ascetismo por el otro, Tlazoltéotl es la que propicia los encuentros sexua-
las ramas del árbol no son más que calaveras. Así dijo la cabeza de
les, los afectos, los placeres, y es también ella misma la que consume esas
Hun-Hunahpú dirigiéndose a Ja joven. -¿Por ventura Jos deseas?
carnalidades, las destruye en los hombres.
-agregó.
-Sí, los deseo -contestó Ja doncella.
El polvo y la basura -Muy bien -dijo Ja calavera-, extiende hacia acá tu mano derecha.
las obras de la carne -Bien -respondió la joven, y levantando su mano derecha, la ex-
Tlazoltéotl las provocaba, las encendía tendió en direct:i6u a la calavera.
Tlazoltéotl las fomentaba En ese instante la calavera lanzó un chisguete de saliva que fue
y sólo ella descargaba a caer directamente en Ja palma de la mano de la doncella. Mirose
ella purificaba, aliviaba ésta rápidamente y con atención la palma de la mano, pero la sali-
ella lavaba, bañaba. (León-Portilla, 1987: 42)
va de la calavera ya no estaba en la mano.
-En mi saliva y mi baba te he dado mi descendencia -dijo la voz
En este aspecto la muerte es el momento de la restitución: quien mue- en el árbol-. Ahora mi cabeza ya no tiene nada encima, no es más
re es despojado de las particularidades que recibió sobre la Tierra para que una calavera despojada de la carne. (Popal Vuh, 1984: 126)
volver a la situación de la semilla.
Así como, en el caso del maíz, no es la planta vieja la que renace de la
tierra sino su semilla despojada de toda su anterior vestidura, del mismo
13. Podemos pensar correspondencias que comunican al Mictlán y al Xibalbá de nahuas y
modo en los humanos no se continúa la historia personal de los ancestros
quichés con la casa de Mot en los mitos cananeos, con el Tártaro de los mitos relatados por
Hesíodo y el mundo de Asterios, el Minotauro y Dionisos, al que desciende Aliadna. aunque exista la continuidad de la simiente.
266 Luis Alberto Reyes Los lugares de la muerte 267

La muchacha encinta de las profundidades subirá a la superficie y da- Y desde entonces, cuando moría lá gente, rev1vian a los cinco
rá a luz a mellizos que, a su vez, descenderán para enfrentarse a los se- días, 15 y del mismo modo las sementeras maduraban a los cinco días
ñores del Inframundo repitiendo los ciclos de la agonía y la muerte. de haber sido sembradas. Y estos pueblos, los pueblos de toda esta
De un modo radical, esta historia muestra la alteridad que tienen los región, tenían muchos yuncas.
seres que suceden a los muertos: los que renacen ya no son los que murie- En tiempos antiguos dicen que el sol murió. Y muerto el sol se hi-
ron -los terrenales hijos de la doncella, Hum Hunahpú y Vucub Hunah- zo noche durante cinco días. (Arguedas, 1975: 24, 34)
\
pu- sino el Sol y la Luna (Popal Vuh, 1984: 17).
También la pareja que comienza el poblamiento de la Tierra en el Na- Esta idea de renacimiento aparece también en los movimientos y los
hui Ollín Tonatiuh, el Quinto Sol, es otra que aquella cuyos restos resca- mitos escatológicos posteriores a la conquista española en la región del
tó Quetzalcóatl del Mictlán, aunque la pareja se haya erguido de los anti- antiguo Tahuantinsuyu. Un ejemplo es el movimiento de Ayra Taki On-
guos huesos sobre los que vertieron su sangre los dioses para dar vida a qoy, que surge independiente de la cultura de los incas, enraizado en las
los nuevos seres. 14 tradiciones telúricas de las huacas. Ellas regresan tomando posesión del
cuerpo de sus devotos (Millones, 1990).

Fecundación, muerte y renacimiento en el Ande


El renacimiento del Inca
En los mitos y las tradiciones mesoamericanas, la muerte y la renova-
ción de la vida se asocian en la idea sacrificial de la existencia. El más popular ejemplo de esta idea de renacimiento es el mito del In-
En los mitos de la región andina, aunque también nos damos con sa- carrí, cuyo tema es la utopía del regreso del Inca y su poder. Aquí el mito
crificios, no encontramos con relación a ellos una simbólica tan extensa y se apoya en la cualidad restauradora de la Tierra a partir de la semilla
fuerte. Sin embargo, es notoria la relación fecundación-muerte de carac- que ha descendido a sus profundidades.
teres netamente arcaicos. "Incarrí" se compone del término quechua al que se adosa el español
"rey". El relato muestra algunos elementos de la ideología española. 16
Pachacámac, dios del cielo, se unió a Pachamama y de dicha Esencialmente dice que Incarrí, el hijo del Sol, vendrá para redimir a
unión nacieron los gemelos llamados Wilka, varón y hembra. Como los indios. Su cuerpo está formándose a partir ele la cabeza del último In-
en otros mitos andinos, murió el padre, desapareció en el mar o se ca, decapitada por Pizarra y enterrada. Cuando se complete el cuerpo, que
encantó en una de las islas del litoral. (Villar Córdoba 1933· Rost- "está creciendo hacia abajo", volverá, pero dependiendo esto último -como
woroski, 1991) ' ' dicen algunas versiones del mito- de que dios (el cristiano) dé su consen-
timiento: "Dios conuinitiptinga". 17
En los mitos cosmogónicos la concepción ele la vida del universo y de
las relaciones entre los dioses es eminentemente sexual. Después de la có-
pula fecundadora muere el varón, circunstancia frecuente -en los mitos 15. "Chaymantas chay pachacas wañuspapaspichqa puncawllapitaq kawsarimpuc lwrqan"
que relatan el matrimonio entre el dios de la atmósfera y la d10sa de la (Tnylor, 1000: 1).
tierra: muere, desaparece o es absorbido por la mujer. 16. No contamos con referencias ciertas sobre el momento en que comenzó a circular el mi-
to~ pero presumiblemente se ren1onta hasta tien1pos cercanos al asesinato de Atahualpa.
Esto muestra la prioridad cósmica de la Tierra, la diosa. El varón es
Franklin Peace (1973: 82) alude a "una imagen mesiánica contemporánea, cuyas raíces pue-
un episodio fugaz, un momento necesario. Ella queda sola al final en una den rastrearse en informaciones aisladas desde el mismo siglo XVI, robustecidas en torno a
realidad de signo maternal. los movimientos indígenas del dieciocho, como los de Juan Santos Atahualpa o Túpac Ama-
La vida renaciendo desde los muertos se muestra en los mitos andinos ru, para terminar en los mitos actuales, publicados desde 1956". Apoya esta alusión en AJ"-
de resurrección de las huacas: guedas, en la primera edición, en 1956, de Puquio, u.na cultura en proceso de cambio. Ese
texto fue publicado después como parte del libro ele 1981, Formación de u.na cultura nacio-
nal indoamericana que citamos a propósito del mito de Incarrí.
17. Explícitamente lo dice la versión del informante Mateo Garriazo, cabecilla del ayllu de
Chcwpi: Dios convinitiplinga. 1Vfanas yuclwnilwchu. convininqaclws Diosninchik chayta; "si
14. Véase en el capítulo 5 el mito del Quinto Sol y la vivificación de los humanos por Quet- Dios da su consentimiento. Pero no sabemos, dicen, si Dios ha de convenir en que vuelva"
zalcóatl. (Argueclas, 1981: 39-40).
268. Luis Alberto Reyes Los lugares de la muerte 269

José Maria Arguedas recogió tres de las versiones 18 en Puquio: Aunque la tradición an:d1na no contiene el.expreso tema mesoamerica-
no de los sacrificios de los dioses, esta idea del inca muerto preparándose
Los wamanis existen, propiamente. Ellos fueron puestos por el para retornar desde el corazón de la Tierra evoca el ciclo cósmico oscuro
antiguo Señor, por Inkarri. · de Quetzalcóatl como Venus, y de Tonatiuh, el Sol, con sus rayos apaga-
El Wamani es, pues, nuestro segundo Dios. dos en las entrañas de la noche. Evoca también los mitos Y los rituales
Todas las montañas tienen Wamani. En todas las montañas está centrados en el ciclo de vida y muerte de los vegetales en las tradiciones
el Wamani. mesoamericanas. '
El Wamani da los pastos para nuestros animales y para nosotros Da que pensar la imagen de la contención y recomposición, por parte
su vecina, el Agua. Nuestro Dios puso la nube, la lluvia; nosotros lo de la Tierra, de los despojos del Inca. 20 La idea de que los procesos de na-
recibimos como una bendición suya. Y de nuestros padres, los wa- cimiento y muerte de los seres animados son paralelos a los procesos de
manis, recibimos el Aguay Unu, porque así Dios lo ha convenido y las plantas es una inspiración frecuente del pensamiento dual indígena. 21
mandado. Pero, todo fue puesto por nuestro antiguo Inkarrí. Él creó Es significativo el hecho de que en la región de irradiación del mito de In-
todo lo que existe. carrí el maíz tenía un papel preponderante en la alimentación. Cuando se
Entonces, cuando él trabajaba, le dijo a su padre el sol: "Espéra- corta la mazorca ha llegado el momento de la muerte de la planta, pero
me". Y con unos cinchos de hierro aman-ó al sol, en Osqonta, en la también la probabilidad de que un día vuelva a emerger sobre la tierra.
montaña, junto a Wanakupampa.
Contra las versiones históricas, que hablan de una ejecución por "garro-
Y el padre de Inkarrí fue el sol. Inkarrí tiene abundante oro.
te", estrangulamiento, los relatos míticos insisten en que Atahualpa fue
Dicen que ahora está en el Cuzco.
Ignoramos quién lo habría llevado al Cuzco. Dicen que llevaron decapitado. Su cabeza es una semilla bajo la tierra.
su cabeza, sólo su cabeza. Y así, dicen, que su cabellera está crecien-
do; su cuerpecíto está creciendo hacia abajo. Cuando se haya recons-
tituido, habrá de realizarse, quizá, el Juicio. Revisando. nuestros presupuestos
Cuando iba a morir Incarri, "¡Oy plata y oro!" diciendo, en toda
la tierra desapareció la plata. "Ocultaos, en los siete estados, oro y Las teorías sobre la muerte
plata", dicen que ordenó Inkarri.
No sabemos quién lo mató, quizá el español lo mató. Y su cabeza Los testimonios que poseemos de las antiguas culturas indígenas
la llevó al Cuzco. muestran la incorporación de la muerte a la existencia y a las represen-
Y por eso, los pájaros, en la costa, cantan: "En el Cuzco el rey, al taciones cotidianas. Muestran también una muerte humana integrada,
Cuzco id, están cantando". 19 (Versión de don Viviano Wamancha, del como suceso similar, a la muerte de los otros seres y a los ciclos de la na-
ayllu de Chaupi, recogida por Josafat Roel Pineda en colaboración turaleza terrestre y los astros.
con Arguedas. Traducción de Arguedas, 1981: 40-41) Estos rasgos indican significativas diferencias con los presupuestos de
la tradición predominante en Occidente y con las corrientes de la filosofía
existencial que han orientado en el siglo XX la reflexión sobre el tema.
18. Existen varias versiones del mito, con vigencia hasta nuestros días; algunas con diferen-
cias interesantes, que señala Peace (1973). "Pis aparqa riki Kllskoman; ¡¿rna umallantam apasqa. Chayqa, chllkchachansj wifiach-
19. "Wamanikllnaqa, propiopllnim, iiawpa señorpa, Inkarripa chllrasqanmi. kan, werpuchansj ¡¿rayman wiñachakan. Pay qespiqtinqa, jllysiwpas kangachá.
"Wamaniqa segllndo diosninchismi riki. "Wañzman kaptinsi: "ºY qoriqollqe,,, nispas, tllklly pachapi chinkanichis.. qa qollqeta.
"Llapallan orqokllnapin wamaniqa, llapa orqon wamaniyoq. «Qanchis estadupi gori qollqe pakakuy", nisqas.
"XVamaniqa pastlltan animalninchisrnan qlln, ñllqanchismanqa benanta ag¡¿a un unta. "Chaymantaqa, pichayá sipirqa, espaii.olchachichriki sipirqa, umantataq Kuskoman
"Diosninchismi pllyuta, parata chllran, grasia bendisionmantamchaskin chik. Taytan- apasqa.
chik wamaninchikmantaqa agua llnllllata chaskinchik, diosninchik kllmbinisqanta kama- "Ciwymantas, pispochakllna kostapi takichkan: «Qosqopi riy,,, «Qosqota rip takich-
chisqanrni. hanx-_"
""Pero, lliwqa, ñawpapiraq inkariyninchik ch¡¿rasqanmi. Paymi chlliasqalliw kasqanta. 20. En esta línea de interpretación, Frankin Peace (1973: 76) reflexiona: "El orden andino
""Chayqa, llankaqtinsi taytan Intita nisqa: «Sllyctykuway", nispa; chaysi, se refugió en el subsuelo, donde fue a parar el Inca ejecutado en Cajamarca".
er'o sinchuwan watasqa Intita, Osqontapi, orqopi, Wanakupampa ladllmpi. Inkarriypa-
qa Inti taytanmj kasqa. Inkarniyqa achka qoniyllqmi. 21. El ejemplo más destacado de este paralelismo, entre el maíz y los humanos, lo ofrece el
"Xlunanqa Kuskopim kachkan ninkum. Popo/ Vuh.
270 Luis Alberto Reyes Los lugares de la muerte 271

Por eso es n~cesario deconstruir algunos de estos presupuestos para Cada vez más los cementerios y los trámites Y actos ele un entierro se
comprender las ideas indígenas. · desnudan de símbolos y de ritos que la puedan evocar demasiado. Cada vez
T.et .cultura de nuestros dfas, en .su reflexión filosófica sob~e la muerte menos tenemos verdaderos ritos para la muerte. Los ritos son actos ejem-
ha hecho una peculiar acotación de su objeto: no reflexiona sobre la muer~ plares, que dirigen y fundamentan a los demás. En cambio, los actos de la
te orgánica, o de cualquier cosa o manifestación, sino sobre la muerte hu- muerte deben ser intencionalmente pasajeros en la cultura estandarizada
mana como suceso diferente a todo otro fenómeno de cesación. de la civilización actual. 23
A lo largo de su tradición, Occidente está marcado por las teorías acer- Sin embargo estos. actos, con su parquedad, también nos dicen simbó-
ca de l_a muerte de_los humanos en cuanto tales. Las doctrinas religiosas licamente su sentido. Se trata de olvidar la muerte. Sepultarla junto con
Y filosoficas que onentan esta tradición aíslan el fenómeno como exclusi- el muerto, sustraer a los allegados de aquello que los conmueve y soste-
vo de la especie. La finitud, en cuya toma de conciencia insisten no tiene ner la inalterable continuidad de la sociedad de los vivos.
en esas doctrinas el sentido indígena de indicar el simple acaba~se de los Las formalidades que subsisten son cada vez menos para el difunto y
ser~s Y l~ a_lternancia en el turno de las existencias, sino que señalan el su muerte, y más para el ilusorio escenario de los vivos, para interponer
caracter umco de la existencia que le toca vivir a cada humano. La finitud una valla con lo sucedido y dejar a los deudos del lado de acá, arrancán-
de la existencia humana ha tenido el curioso destino en la filosofía de dolos de la presencia de la muerte. Aunque ella ronda y enfrenta frecuen-
exaltar la singularidad de cada uno. ' ' temente a cada individuo, éste no tiene otra alternativa que ignorarla y,
Además, tanto la reflexión contemporánea de la filosofía existencial co- en particular, apartarse del suceso que lo afecta personalmente en la
rno la del psicoanálisis de F'reud señalan en los hombres una actitud de muerte de los allegados y en la eventual muerte propia. 24
presunta ignorancia acerca del fenómeno de la muerte. Y toman esta ac- En una primera aproximación aparecen dos tipos de causas de esta ne-
titud negadora como rasgo antropológico, como condición humana univer- gación. Por un lado, psicológicas: el psicoanálisis señala que la muerte ge-
sal. Estas teorías consideran las actitudes observadas en individuos ele la nera angustia al poner límites a la omnipotencia y el narcisismo del ser
Europa moderna -y quizá en el conjunto del mundo globalizado actual- humano (Montevechio, 2001). Este aserto sería consecuente con los conte-
como trascendentales, como si informaran la experiencia de todos los nidos estereotipados que revelan los diálogos en las situaciones de duelo. 25
hombres y los tiempos. - Por otro lado, causas políticas: la sociedad actual no está para acompañar
Es preciso ~evis_ar esta posición admitiendo las diferentes perspectivas a los individuos y sostenerlos ante la muerte. Ignora lo que sucede,- salvo
sobre la experiencia ele la muerte, develando comparativamente los fun- excepciones de muertos muy representativos. Además de abandonarlos
damento~ ele la~ diferencias desde los universos culturales en que apare- les dice que no quiere saber nada con la muerte ni admitir visiblemente
cen. Las ideas md1genas que examinamos en las páginas anteriores nos su presencia. El individuo, solo ante la muerte, tiene que expulsarla de su
obligan a hacerlo. conciencia.

La expulsión de la muerte en la tradición europea 22

. Repitiendo una experiencia ancestral, los hombres modernos se angus- 23. Este despojamiento de los rituales de la muerte hasta hacerla pasar casi desapercibida
tian ante la muerte, la temen y padecen el dolor de sus separaciones de- en la vida de las ciudades tiene su expresión más clara en Estados Unidos. Con el imperio
finitivas. de la globalización el despojamiento se va extendiendo, con diferentes intensidades, al resto
del mundo.
A los sentimientos anteriores se agrega la actitud ele la negación: cada
~ez menos la rnuer~e está formalmente presente en las representaciones 24. Freud, con quien discutimos más adelante, sostiene que esta actitud coincide con la si-
tuación profunda de nuestra psiquis, en tanto que la aparente aceptación de la muerte -que
ae la_ e_x1stenc1~ cot;cliana. S~1 presencia en cualquier modo que sobrepase
en tiempos de Freud habría sido manifiesta en la sociedad- sería una actitud insincera. Sin
el m1mrno inevitab1e es considerada de un mal gusto chocante. Hasta del embargo establece una diferencia entre la muerte propia y la de los allegados, que sería ne-
llanto nos hemos alejado. gada, y la muerte de los adversaríos, que ;:;;ería aceptada con-10 real y deseada íervienten1en-
te por los hombres, generando sentimientos de culpabilidad ante esa inclinación asesina que
cada uno observa en sí mismo.
22 ..Hacemos extensiva la categoría "tradición europea" a la actual cultura predominante en 25. Sin embargo, como proponemos más adelante, estos rasgos de omnipotencia y narcisis-
vanas de las grandes ciudades del continente americano. mo son relativos a la cultura no dual de los hombres considerados por Freud.
27-2 Luis Alberto Reyes Los lugares de la muerte 273

El reverso de la expulsión tendrían una percepción originaria de sU existencia como perteneciente 'al
todo fluyente de la naturaleza, 29 a sus ciclos de destrucción y muerte.
En la cultura imperante está la causa. La cultura prohíbe pensar la al- Asimismo, convendría distinguir las actitudes de los adultos jóvenes y
ternancia de la vida y la muerte sobre la Tierra. Esta interdicción subya- con fuerzas de las de los ancianos o personas gravemente enfermas. Fre-
ce a las causas psicológicas y políticas de su negación. cuentemente, en estos casos en que la muerte se halla naturalmente cer-
A ella se debe que la muerte, como otros aspectos de la experiencia, sea ca, se da una actitud de aceptación o de tranquila resignación. Lo que
convertida en invisible para los hombres. No sólo por lo que tiene de do- Freud y los pen.~adores existencialistas de la "inautenticidad" ven como
lorosa en cuanto nos aparta de nuestros apegos, sino porque la destruc- una negación de la muerte por la psique sería la negación de una idea for-
ción natural atenta contra los principios de la cultura. 26 zada de la muerte, elaborada por la cultura.
Por las restricciones que la cultura impuso a la conciencia de la des-
trucción, la decadencia, la separación y la muerte, la experiencia de ésta
es caracterizada cada vez más como inapropiada. Se impone de manera
implícita la idea de que, cuando alguien se detiene a pensar en la muer-
te, lo hace por alguna deficiente inclinación. Da que pensar el hecho de
que el psicoanálisis, que se volvió críticamente sobre muchos prejuicios
de la cultura, no haya discutido esta imposición. 27
Sin embargo, queda en pie el hecho de que las representaciones indí-
genas de la muerte harían difícil intentar explicarlas con los términos psi-
coanalíticos del duelo. Algunos teóricos de esta corriente, al advertir las
peculiaridades de la comprensión indígena de la existencia, se mostraron
inclinados a revisar sus presupuestos dogmáticos sobre la personalidad.
Tal es el caso de José Blejer, que pudo acercarse al pensamiento de algu-
nas comunidades andinas a través del reconocimiento de la personalidad
ambigua (que no discrimina entre el yo y el no-yo), como un tipo no nece-
sariamente patológico de organización psíquica (Montevechio, 1991: 140).
Esta personalidad en que las antiguas voces indígenas coinciden con las
expresiones infantiles de hoy en su espontáneo modo de hablar de la
m~erte 28 no es signo de un yo inmaduro. Más bien s~ñala que los hombres

26. Sólo como mítico castigo es, de algún modo, incorporada en el Génesis bíblico.
29. Freud (198lg: 2110) afirma la "insinceridad" de estas percepciones, contrapuestas a
'27. Esta postnrn '" pArnrlñjirn, y "F'rnnrl mismo rnronorP sn pPrplPjirlArl· "F.l miArln A l:i muer- otrao que para él oorínn mó.o propiamente nuestras "Nos pnet.Anrlírm10s dispuestos R sostp,-
te plantea al psicoanálisis un difícil problema, pues la muerte es un concepto abstracto de ner que la muerte era el desenlace habitual de toda vida, que cada uno de nosotros era deu-
contenido negativo, para el cual no nos es posible encontrar nada correlativo en lo incons- dor de una muerte a la naturaleza. í... ] Pero en realidad [_ .. ) mostramos una potente incli-
ciente" (Freud, 198lh: 2727)_ nación a prescindir de la muerte." Con esto parece querer decirnos que la visión de la muer-
Siendo Freud tan suspicaz para descubrir el origen y el rostro esencial de las represen- te como suceso natural dentro de una totalidad integradora es una idea artificial, sobrepues-
taciones tras las modificaciones que les impone la censura, no se ha detenido a investigar la ta a nuestras verdaderas y profundas percepciones. Sin embargo, en otras partes ha recono-
genealogía de esa "abstracción de la conciencia", a pesar de ser esta caracterización tan es- cido Ja originariedad psíquica de ese sentimiento de pertenencia al todo, de desaparecer en
casamente útil para explicar nuestra angustia. él perdiendo la individualidad, como se expresa en las religiones orientales. Freud confina
Los aspectos alternativos de la experiencia moderna de la muerte que examina no alcan- este sentimiento a la etapa de la lactancia, con su sentimiento oceánico) que persiste y re-
zan a modificar su iuicio acerca de la inexistencia de la muerte en la psique humana. En pri- torna en el individuo como una especie dP. rémora infantil pero también como una experien-
mer lugar la acept~ción de la muerte, "idea no sincera" (Freud, 198lg: ÚlO)_ En segundo lu- cia de integración con el mundo.
gar el miedo a la muerte, algo secundario psíquicamente (2115). Y finalmente el no creer en "Originalmente el yo lo incluye todo; luego desprende de sí un mundo exterior. Nuestro
la muerte, actitud que sería -ésta sí- para él una especie de condición humana sustentada actual sentido yoico no es, por consiguiente, más que el residuo atrofiado de un sentimiento
·en el inconsciente. más amplio, aun de envergadura universal, que correspondía a una comunión más íntima
28. "Querida mamá, cuando mueras yo haré esto o lo otro" (Freud, 198lg: 2110). entre el yo y el mundo circundante" (Freud, 198lg: 3019)_
CAPÍTULO 17

El sufrimiento

Las formas del sufrimiento

En los testimonios indígenas el padecimiento es un destino que va más


allá del individuo singular: es del cosmos, aunque encarne en un ser par-
ticular al que toca el inevitable destino de dolor.
Las causas de los males suelen indicarse como fatalidades inscriptas
en los ritmos cósmicos, en los días nefastos que los acarrean. Pero tam-
bién, en ottos casos, se muestran como consecuencia de faltas cometidas
por los hombres contra el orden comunitario, la naturaleza o los dioses.
Cuando la causa de la desgracia es la acción de algún individuo, las
consecuencias suelen diseminarse o compartirse con el lugar y la comuni-
dad de la que forma parte el culpable. Ejemplos de esto son, en los mitos
andinos, Tamtañanca, enfermo por una falta de su mujer, y también los
pueblos enteros arrasados por las faltas a la hospitalidad que cometieron
sólo algunos de sus integrantes. 1
En la poesía náhuatl se conservan expresiones de perplejidad y triste-
za ante la muerte natural. 2 No conocemos testimonios con ese nivel de
subjetividad ante la muerte trágica, por accidentes o guerras. Los que re-
coge la poesía sobre la conquista, que Ángel María Garibay Kintana lla-
mó "visión de los vencidos", tienen una notable objetividad y parquedad
emotiva. Los testimonios indígenas antiguos son recatados en la expre-
sión de emociones. La vivencia personal del sufrimiento sólo indirecta-
mente aparece en los mitos.

l. Véase el capítulo 15.


2. Principalmente los versos de los príncipes nahuas sobre la precariedad de Ja vida (origi-
nalmente recopilados como Romances de los seriares de la Nueva Espwla).
[ 275 J
276 Luis Alberto Reyes El sufrimiento 277

Una poco usual expresión subjetiva del sufrimiento, quizá debida en El texto confirma la legitimidad que, como fuente de conocimientos, 'se
alguna medida a la influencia del· ethos europeo de la colonia en cuyos otorgaba a los sueños. Para captar lo vedado a las percepciones inmedia-
tiempos fue escrito, es el Atau Wallpaj P'uchukakuyninpa Wankan (ed. tas, hay que convocar a quien se especializa en descender, en soñar. La zo-
1993). Su desconocido autor refiere, desde la intimidad de la familia indí- na oscura y subterránea de la mente revela el lado no visible de las cosas
gena gobernante, el encuentro de los incas con los españoles y el apresa- y los movimientos destructivos de la realidad.
miento y asesinato de Atahualpa. Es un bello wanka, género literario con
característica de drama dialogado u obra teatral, en el que, junto a los. Qhora Chinpu
rasgos generales de la emotividad indígena, podemos reconocer caracte- convoca, pues, al sumo sacerdote,
tu primo hermano,
rísticas del pensamiento andino.
señor que sabe presagiar durmiendo,
La historia dramatizada comienza cuando Atahualpa relata a las ñus-
a fin de que en su sueño aclare. (Tragedia clel fin ele Atawallpa,
tas, princesas, y a otros incas, 3 un extraño sueño que anunciaba la llega- 1993: 55)5
da de los extranjeros y la pérdida de sus dominios. Un sacerdote indíge-
na, también a través del sueño, confirma los funestos presagios. Se pro- Lo que no se ve y lo funesto, el límite de lo que brilla sobre la Tierra, se
duce luego el encuentro entre el Inca y los conquistadores, los vanos in- descubre en las regiones subterráneas. Las antiguas culturas indígenas de
ten.tos de comunicación, el apresamiento de i-\tahualpa y su asesinato a América consideraron y cultivaron esta región del conocimiento, que a ve-
pesar del cuantioso rescate en oro que por su vida pagan los indígenas. ces estimaron la más poderosa y asociaron con lo tenebroso y lo engañador.
Antes de su muerte y después de ella, en la despedida y en las lamenta- Una dimensión a la que accedían los brujos y nahuales, que enfrentaban a
ciones, el dolor y los lazos de cariño de los allegados al Inca tienen una los hombres con su otro lado o los guiaban en esas regiones. 6
conmovedora expresión. Concluye la obra con la condena del crimen come- Un testimonio anterior al que estamos analizando, la narración incai-
tido por Pizarro y su expiatoria muerte en la corte española. ca de la guerra contra los chankas, dice que antes de la batalla el Inca Yu-
Es notable que dos inmersiones, la primera en un sueño premonitorio panqui tuvo un sueño en el que recibió revelaciones decisivas. 7
y la última en el mar que envolverá a los incas caídos en desgracia, mar-
quen el comienzo y la culminación de la tragedia. Una noche Yupanqui se apartó de sus compañeros y se puso en
oración al hacedor y, vencido por el cansancio, se quedó dormido. En-
Atau Wallpa tonces vio en sueños al dios Viracocha en figura de hombre que le di-
... el mismo sueño infausto jo no tener pena, ni temor, que el día del encuentro le enviaría gen-
ha venido a turbarme. te con que desbaratar a sus enemigos.
Ambas veces he visto al Sol, En el fragor de la lucha Yupanqui llamó a los Pururaucas, pie-
purificador Padre nuestro, dras apostadas cerca del campo de batalla y cobraron vida transfor-
oculto en negro y denso humo,

... han de venir a nuestra tierra 5. "Qhora Chinpu / -Wájyay ari ouñuj apu / Wíllaj umu Inka / Sispa wauqechaikita /Mus-
a demoler nuestras viviendas, quyninpi sut'ichanánpaj" (Tragedia del fin de Atawallpa, 1993: 55).
a arrebatarme mi dominio 6. Es la región que destruye las certezas del conocimiento de la superficie. El nahua/ (o na-
Qhora Chimpu, princesa mía. gual) es en la cultura náhuatl el animal compañero de cada hombre, al que ayuda y guía cuan-
(Tragedia clel fin ele Atawallpa, 1993: 53) 4 do le llega la hora de descender al Inframundo, como vemos ejemplarmente en el mito del des-
censo del dios Quetzalcóatl al Mictlán para rescatar los huesos de la pareja humana (Manus-
crito de 1558, o "Leyenda de los Soles"). También es el "brujo o nahua!, burlador de la gente,
conocedor de hierbas maléficas, hechicero que adivina con cordeles" (León-Portilla, 1979: 86).
El nahua/ y los dioses de la oscuridad cumplen el papel de engañadores, que confunden y de-
3. En ia obra aparecen ocho personajes incas además de ias J{ust'akuna, o princesas, y ele jan perplejos a quienes se sentían seguros y firn1es sobre la Tierra. Después les darán su~ do-
cinco "Enemigos de Barba". nes de sabidmia, pero primero los desprenderán, capa tras capa, de lo que habían adquirido.
Esas armaduras de los hombres que los hacían sentirse establecidos sobre la Tierra como si,
4. "Atau Wallpa / -Munaspayniypi yananchani / Llaki phutillatatajmi / muskuyniyspiri ri-
escapando a los ritmos de la dualidad, estuvieran definitivamente adheridos a su superficie.
kuni lnti, ! Maillij Taytanchijta ! Yana q 'ushípi pakasqata / Jallp anchijman jamunanku
/ Wasinchijta wankurqáyaj I Qhápaj kayniyta apakápuj / Qhora Chimpu ñust'allay" (Tra- 7. Rostworowski ( 1988b, cap. m) hace un recuento de los aspectos que, en cuanto a las accio-
gedia del fin de Atawallpa, 1993: 54). nes y los personajes, sustentan la historicidad de esta narración.
Luis Alberto Reyes El sufrimiento 279
278

mándose en soldados que dieron la victoria a los inkas. (Lemlij et al., versión del mundo. A esa cultura y sus brillos le llegó la hora de ser devó-
1991: 23) rada por la oscuridad.
Tiempo después de estos hechos, en la rebelión del Ta ki. Onqoy, P.l men-
En otro mito andino, el de Huatyacuri, el sueño le permite al protago- saje telúrico de las huacas anunciará que el mundo debe de nuevo voltear-
nista escuchar la conversación entre el zorro de arriba y el zorro de aba- se, que el mundo colonial regido por el poder de los españoles y su dios es-
jo. Adquiere su conocimiento durmiendo 8 (Arguedas, 1967, cap. 5). En los tá llamado a hundirse en la gran madre. 11
momentos de adversidad, enfermedad y muerte, el subsuelo dice la pala-
bra orientadora. Por eso los médicos y profetas recurren a los alucinóge-
nos o al sueño para mirar más allá. El llanto de las ñustas y el llanto de Pizarro
Otra inmersión, ya no en el sueño sino en el mar, nos pone ante un sím-
bolo arcaico de notable fuerza en el pensamiento andino. Se aproxima el Apresado el Inca Atahualpa y a pesar de pagar el rescate en oro que
desenlace del wanka al que nos estamos refiriendo, el Inca ve acercarse a exigian los conquistadores para liberarlo, igualmente lo ejecutan ante los
la muerte y recuerda la función devoradora que tienen las profundidades, suyos.
a las que se accede a través del mar, de la Mamacocha: Los versos sugieren un cósmico sufrimiento, que desde sus allegados
se extiende a los animales, los cerros y los ríos. El lamento de las prince-
Atau Wallpa sas -la más larga serie de versos de la obra- adquiere un carácter litúr-
Mi muy amado Waylla Wisa, gico y una resonancia totalizadora. La pena se refugia en el regazo del
mimado primo hermano mío, mundo.
6 y a ti que he de dejarte?
A nuestro Padre Sol será Ñust' akuna (Las princesas):
y a nuestra Madre Luna. Inca mío, mi solo señor,
En medio de tu pena que infortunio graniza,
has de recurrir a ellos. Inca mío, mi solo señor.
Cuando se acabe tu existencia Se ha reclinado el árbol grande,
te srunergirás en el seno Inca mío, mi solo señor.
del mar junto con ellos. (Tragedia del fin de Atawallpa, 199:3: Era a tu sombra que vivíamos,
127) 9 Inca mío, mi solo señor,
fuiste tú nuestro día.
El símbolo de la inmersión final en el mar sitúa a este testimonio incai- Inca mío, mi solo señor,
co, y como tal perteneciente a una cultura celestial y masculina, en el mar- ese tu hermoso llautu de oro,
co más amplio de las anteriores concepciones telúricas y femeninas. El fin Inca mío, mi solo señor,
de la vida es concebido en éstas como una reintegración al gran vientre pro- los enemigos te han robado,
fundo.10 A pesar de la prioridad que la dinastía de los incas dio al Sol y fop, Inca mío, mi solo señor.
astros, la gran madre no perdió su carácter primigenio y final. En este pá- Viendo tu llautu de oro,
Inca mío, mi solo señor,
rrafo del wanka hablan los mitos que exaltan a este poder telúrico.
tu majestad y tu poder,
Del seno líquido emergió la vida y a él retorna. Hundirse en la Mama-
Inca mío, mi solo señor,
cocha es ahora el sino del Tahuantinsuyu. La tragedia del inca es una in- a la memoria nos venían.
Inca mío, mi solo señor.
No hay corazón para olvidarte.
8. Véase el capít.ll]o 11. Inca mío, mi solo señor,
a ti, nuestro Inca idolatrado,
9. "Atau Wallpa I -Sínchij munásqay Waylla Wisa, / Wayllu.sqa sispa wcw.quechay I qan-
manri imatátaj saquesqayki / Inti Taytanchijtachari, / Killa Mamanchijtac!wri, / Túcuy
Inca mío, mi solo señor.
llakiyniykipipas I Paykunaman willakunki. / Kausayniyki p'uchukakujtin / Paykunawan
tanta / Mamaq!wchaman yaykupzmki".
10. Véase el capítulo 16. 11. Véase el capítulo 16.
280 Luis Alberto Reyes El sufrimiento 281

En qué angustia nos hemos visto, Inca Khishkis:


Inca mío, mi solo señor, Venados de los páramos,
con qué corazón viviremos, Cóndores de alto vuelo
Inca mío, mi solo señor, ríos y roquedales,
sin la protección de tu sombra, venid y llorad con nosotros (Tragedia del fin de Atawallpa, 1993:
Inca mío, mi solo señor, 135-136, 137) 12
portentoso árbol derribado,
Inca mío, mi solo señor. Pizarra, después, también llorará. Pero el suyo será el sufrimiento del
Ya no veremos nunca más, hombre solo, autor de sus pesares, culpable de los males que sobrevienen
Inca mío, mi solo señor, en la Tierra. El dolor del hombre desarraigado, que se impuso violentamen-
ese tu hermoso llautu de oro, te sobre la Tierra y, finalmente, no tiene un lugar en ella ni en el Cielo.
Inca mío, mi solo señor,
resplandeciendo como el Sol,
Pizarra
Inca mío, mi solo señor.
Ay de mí, ay de mí, Jehová.
Todo, todo se entenebrece,
Ay de mí, ay de mí, señor de Israel.
Inca mío, mi solo señor,
De tal manera he delinquido,
como nube de tempestad,
he escarnecido el Cielo
Inca mío, mi solo señor.
y a ti también te he escarnecido.
El torbellino se desata,
Fui con mis propios pies
Inca mío, mi soio señor,
a tejer las intrigas más sutiles
se desmoronan las montanas.
para apoyar la muerte
Inca mío, mi solo señor,
de ese animoso y noble inca. (Tragedia del fin ele Atawallpa,
hay sangre en el agua del río,
1993: 143) 13
Inca mío, mi solo señor,
y la diafanidad del Cielo,
Inca mío, mi solo señor, En la reflexión culposa de Pizarra aparece el recurso usual de los cu-
está vistiéndose de luto, racas y cronistas nativos cuzqueños: enfrentar a los curas, encomenderos
Inca mío, mi solo señor. y demás autoridades españolas con sus propios principios y valores con-
Qué mano habrá que ha de empuñar, trarios a las iniquidades que cometen, como ejemplarmente hace Guarnan
Inca mío, mi solo señor, Poma de Ayala en su Nueva coronica y buen gobierno.
tu imperial cetro de oro, Un enfoque diferente de la conquista aparece en los testimonios acer-
Inca mío, mi solo señor. ca del Taki Onqoy, donde la desdicha indígena y la dominación española
Tu noble y varonil acento, están explicadas por los turnos de emergencias y declinaciones cósmicas.
Inca mío, mi solo señor, A estos ritmos se debe el triunfo que en s1_i momP.nt,o b1vo Rl rlios nR loB es-
estremecía al mundo entero,
pañoles sobre las huacas de los runas. Acabada la mita, el tiempo pasaje-
Inca mío, mi solo señor,
tu inigualable poderío,
Inca mío, mi solo señor,
hacía hablar hasta a los montes, 12. "Ñust' akuna. I -Inkallay, sapan apuliay, / lma aqzúrakim chijchimzm, I Inkaliay, sa-
pan apu.liay / Jatun sach'a siriykapzm, / Inkallay, sapan apullay / Llanthuykipin káusaj
Inca mío, mi solo señor.
kayku, Í Inkallay, sapan apullay i Qan p'unchcwniyku karc¡anki" (Tragedia del fin de Ata-
Cómo nos has abandonado, wallpa, 1993: 134).
Inca 1nío, n1i solo señor, ª.1..Zhishkis. Purun.. purun tandt.al?-una / Jánaj phawaj hunturhuna, / l11ayuhnna, qaqa-
a quien hemos de dirigir, kuna, / Jamúycij, waqaysiwasqayku" (Tragedia del fin ele Atawallpa, 1993: 136)
Inca mío, mi solo señor, 13. "Pizarra. -Iyau, iyau, Jehová, I lycrn, iycrn, Israélpaj ápu.n / Kai jinatan ju.challikuni I
nuestros ojos llenos de lág:cimas, Janajpachatan watuykayani, / Watuykayaykin qantapas / Chakiywan wayrakacharkani, /
Inca mío, mi solo señor. Ñujña ñujñata awaykáchaj / Cáy sínchij qhapaj Inkajpa / P'uchu.kayninta mask' aspa"
(Tragedia del fin ele Atawallpa, 1993: 142).
282 Luis Alberto Reyes El sufrimiento
283

ro de esos triunfos, cabe esperar el pachacuti, el trastocamiento que res- En el extremo contrario estaría el Abraham bíblico como el individúo
tituya el antiguo orden. absolut~. E_l qu_e decide seguir la voz que oye en su interior más allá de to-
En. el wanka de la muerte de Atahualpa hay dos explicaciones del su- das las md1cac10nes de los instintos naturales y los valores familiares. E
frimiento: una en términos peculiarmente indígenas, como los del Taki esta_ exaltación de una antropología desgajada del cosmos, los individuo~
Onqoy, que remite a la fatalidad cósmica desde la perspectiva del Inca no tienen la contención de la naturaleza ni de la sociedad. Se han soltado
asesinado. Otra, más europea, que explica la desgracia final de Pizarro de ambas. 15
por su propia conducta perversa. Son dos formas de sufrimiento y dos ór- Al llegar al continente americano los portadores de esas tradiciones
denes de causalidades diferentes de la desgracia. europeas de individualismo, soledad y culpa, los desarraigados de la Tie-
Las palabras que el autor indígena pone en boca del conquistador rra, s~ encontraron con hombres que pertenecían a ella. Los hijos de las
muestran una comprensión del modo europeo de sufrir, del papel que pacannas de Tampu Tocco, los hijos de Inti, Killa, Pachamama.
cumple la conciencia moral. Esta apertura del autor es propia de la on-
tología dual: frente a los runas y su mundo, es posible y natural que ha- El Sol, que es nuestro padre,
Es de oro refulgente
ya otros hombres, los españoles, regidos por un orden diferente. Cabe,
Y la Luna, que es nuestra madre,
entonces, que Pizarro sufra según las formas de su cultura, no según las Es de radiante plata
formas indígenas. En Quricancha 3-.i.""Ubos están_
Soren Kierkegaard (1969), pensando en la evolución del género trági- Para acercarse a ellos
co europeo, hace una distinción entre pena y dolor que puede ayudarnos Hay que besar antes la Tierra. (Tragedia del /in de Atawallpa,
a comprender. Pena es lo que siente el hombre inocente cuando la fatali- 1993: 77) 16
dad pone la desgracia sobre sus hombros. 14 Este sentido sustancial meta-
físico se transmuta en individual y moral, convirtiéndose en dolor, cuan-
do el hombre se reconoce culpable de sus desgracias. Cuando se ve preci-
pitado a los males y padecimientos por sus vicios y crímenes.
Siguiendo la evolución de las relaciones del hombre con el mundo, en
la cultura europea la tragedia se apartó de esa fatalidad de las causas di-
vinas para acercarse a la libertad de los motivos humanos. Se encogió des-
de el cosmos a la subjetividad. Los antiguos recitados, los mensajeros, los
monótonos coros que habitaban las tragedias griegas y expresaban alter-
nativamente las voces de los dioses y los hombres, de la ciudad y la natu-
raleza, del pasado y el presente, fueron reemplazados por los ágiles dra-
mas de hoy, excluyentemente llenos de actos y diálogos humanos, de pa-
siones y remordimientos.
En el wanlw. Rnrlinn rpie examinamos, la fatalidad de la "pena" y la res-
ponsabilidad del "dolor" aparecen encarnados en personajes diferentes
15. Hegel (1966: 128-129) caracterizó plásticamente esta subjetividad como la desdichada
que representan distintos valores, culturas enfrentadas y superpuestas autoconciencia del desgarramiento, que ha de ser superada históricamente. Esta subjetivi-
en ese momento histórico de crisis. En los pueblos arcaicos predominaba dad ha sid_o vista como una cualidad original del cristiano, que lo separa radicalmente del
la pena y ella sigue probablemente pesando en la experiencia de los po- hombre gnego: "Entre los griegos el mal se halla en la línea de una fatalidad y se confund
bres y desamparados del mundo, con su exterioridad de suceso que sobre- con el destmo de sufrimiento que es el de la humanidad: entre los cristianos por el co t. e
· 1 ¡ · , n ia-
no, e ma se _aprehende claramente como obra ele! hombre, es el acto libre y es ¡0 que engen-
pasa los esfuerzos de los individuos. La pena los remite a un universo, a
dra el sufnmiento Y la muerte" (l'vloeller, 1948: 28). Sin embargo, según autores más recien-
una pertenencia cósmica, en que encuentran algún modo de descanso. tes (Mondolfo; 1969\ P.1 proceso de aislarrriento de la subjetividad hun1ana cornienza ya a ex-
presarse en la_ cultura griega de tiempos de las tragedias atenienses, coexistiendo con la
fuerte presencia que en ella aún tenía el Hado.

14. Es la experiencia de Edipo, que no conocía el significado parricida e incestuoso de los ac- 16._ "Ñuqáykuj In_ti Yayaykuqa I Illarísqqj qurimanta, 1 Killa Mamaykupas / fllarísqaj qul-
tos a los que es arrastrado por su destino. Es la experiencia también de lmtígona, que era qzwn~,nta I Qunkanchapimin kanku I Paykunaman sispanapajri / Jallp'atáraj much'ay-
kuna.
ajena a los conflictos entre sus hermanos y a las leyes de la ciudad regida por Creonte.
CAPÍTULO 18
Revolución y pensamiento

El retorno de las huacas

La interpretación de las luchas indígenas por la emancipación suele ha-


cerse desde perspectivas extrínsecas o incidentales, las de la significación
que esas luchas tuvieron para los intereses de europeos o criollos o las de
la reacción indígena, en términos inmediatos, ante las afrentas y los de-
safíos que implicaba la presencia y dominación de los invasores. 1
Pero hay otras motivaciones de las posturas revolucionarias, que vie-
nen de la estructura misma del pensamiento indígena sobre la realidad y
sus transformaciones. Podemos acercarnos a ellas a través del movimien··
to andino Taki Onqoy:

Y en la dicha visita el dicho canónigo Cristóbal ele Albornoz ha-


lló una nueva seta que estava senbrada por toda la tierra entre los
ynclios e naturales della que llamavan Taqui Ongoy, y el fundamen-
to della fue aver creido los indios en general que todas las guacas del
reino, quantas avían quemado los cristianos e destruido, avían resu-
citado y estaban repartidas en dos partes, las unas con la guaca Pa-
chacama y las otras con la guaca Guaca Titicaca, que heran las dos
principales del reino, e questas se avían juntado para dar batalla a
Dios Nuestro Señor, al cual trayan ya ele vencida e que los españo-
les desta tierra se acabarían presto porque las guacas le ordenarían
enfermedades a todos para matarlos, a todos los quales estaban he-
nojados con los indios porque se avían vuelto cristianos, e que si que-
rían los indios que no les viniese enfermedades ni muertes sino to-

l. Estas visiones tradicionales, en cuanto intentan comprender las motivaciones indígenas,


destacan el rencor a la ciudad y la civilización, o la lealtad a los pactos que hacían con los
blancos, contrastando con la actitud desleal de éstos. Un ejemplo de este tipo de interpreta-
ciones es la Radiografía de la pampa, de Ezequiel Martínez Estrada.

[ 285 J
286 Luis Alberto Reyes Revolución y pensamiento 287

da salud y aumento de bienes que renegasen del cristianismo que ban posesión de los danzantes. Las huacas que habían sido quemadas, én-
avían rescevido e no se llamasen nombres de cristianos ni comiesen terradas, negadas, perseguidas, por los españoles, recobraban sus fuerzas
ni se visti~sen cosas de Castilla creyendo que Dios hera poderoso pa- y renacían.
ra ayer fecho a Castilla e a los españoles e a los mantenimientos que Las profecías del movimiento no anunciaban un simple cambio social
en Casulla se crían, pero que las guacas avían sydo poderosas para sino una próxima inversión del mundo, las danzantes eran un enlace, y
ayer fecho esta tierra e a los yndios e a los mantenimientos e a las
un apoyo, para las fuerzas de las profundidades.
cossas que en ella se criavan, e que] Marqués Pis:arro, quando entró
No se reivindicaban las grandes divinidades de los incas. Los protago-
de Caxamalca e venció a los yndios e subjetó este reyno, avía sido
porque Dios entons:es avía ven<;:ido las guacas, pero que agora todas nistas no eran el Sol, ni la Luna ni Viracocha.
avían resus:itado para dalle batalla y ven<;:elle e que las dichas gua- Se profetizaba el retorno de las huacas de la Tierra, fusionadas en la
cas ya no se encorporavan en piedras ni en árboles ni en fuentes, co- huaca Pachacamac y la huaca Titicaca. En esta unificación, este despoja-
mo en tiempo del ynga, sino que se metían en los cuerpos de los in- miento de las particularidades, emergía la gran madre, en algunas regio-
dios y los hazían hablar e de allí tomaron a temblar diciendo que te- nes representada como Mamapacha y Mamacocha. Pero también se ha-
nían las guacas en el cuerpo y a muchos dellos los tomavan Y pinta- cían presentes las huacas de cada ayllu, que los incas habían secuestrado
ban los rostros con color colorada y los ponían en unos cercados Y allí llevándolas al Cuzco; las grandes divinidades, a veces aleccionadoramen-
vvan los indios a los adorar por tal guaca e ydolo que dezía que se le te humildes y harapientas, de Huarochirí, 3 esas que en los mitos se enre-
~vía metido en el cuerpo y les sacrificaban carneros ropa) platB
1 daban en amores o probaban la fidelidad de los ayllus a los principios de
maíz e otras muchas cosas, los quales predicaban grandes abomina- la hospitalidad y el respeto a los pobres; las conopas, pequeñas huacas
ciones contra Dios Nuestro Señor e contra nuestra religión cristia- que propiciaban la vida de cada casa, y los malquis, venerados huesos ele
üS.. (Fragn1cntos del testimonio de L;_lis de Olvera ªInformación dP
1
los antepasados que habían sido profanados por los europeos.
1577", en Millones, 1990: 178) El movimiento, por los testimonios conocidos, no planteaba reivindica-
ciones ele reparación de injusticias particulares. En todo caso buscaba Ja
Tahi significa canto y baile; Onqoy, enfermedad. El Taki Onqoy fue un justicia como compensación cósmica. El sujeto ele esta revolución no eran
movimiento místico revolucionario que surgió hacia 1565 al sur del actual los oficiantes, las mujeres que conducían los ritos del Taki Onqoy, ni el
departamento ele Ayacucho y con epicentro en el tambo de Huamanga, en- profeta del movimiento, Juan Chocné, sino la Pacha.
tre Lima y Cuzco. Se prolongó por siete años durante los cuale~ muchos En su resistencia no invocaba al Evangelio contra los abusos de los co-
cientos ele indios fueron condenados a diversos castigos por seguirlo, en- rregidores, curas y encomenderos. No se enredaba en demandas legales
tre ellos su líder principal, Juan Chocné, quien murió en la cárcel. corno lo hacían los curacas, que cuestionaban a los españoles por sus in-
Las fuentes para conocerlo provienen de los sacerdotes que denuncia· consecuencias con el cristianismo que profesaban. Tampoco sostenía, co-
ron y persiguieron a los creyentes: un escrito de Cristóbal ele Molina Y es- mo los cronistas indígenas, que los dioses y los valores del incario eran pa-
necialmente las Informaciones de servicio de Cristóbal de Albornoz, que recidos a los del cristianismo y por ello debían ser respetados.
~stentaba la función de "extirpador de idolatrías" y escribió sus informa- Aunque pacífico y desarmado, el movimiento planteaba una ruptura
ciones en 1569, 1570, 1577 y 1580. 2 total con los españoles, su cultura y religión. Quizá por ello fue reprimido
La preparación ele los seguidores del movimiento implicaba apartarse dura y minuciosamente, hasta sus últimos seguidores.
completamente de la religión, ropas, comidas y nombres recibidos ele los Cabe interpretarlo en dos niveles: uno histórico y exegético, referido a
esp~ñoles. Se requería también guardar la típica abstinencia andina que la situación y los sentimientos ele los indios de la región, y otro ontológi-
desde tiempos inmemoriales se practica en las ceremonias: abstenerse ele co, referido a las ideas indígenas sobre el universo.
la sal, el ají y la cópula sexual. En el primer nivel, se puede comprender el Taki Onqoy como una res-
Los ritos del Taki Onqoy consistían en la inmersión, que se extendía puesta a la herida que la naturaleza, la vida ele la Madre Tierra, había su-
durante varios días, en antiguos cantos y danzas. En el éxtasis que esta frido en la región. Las cercanas minas de Huancavelica habían sido des-
entrega generaba -la enfermedad del baile y los cantos- las huacas toma- cubiertas en 1563 y el trabajo forzado, diezmador ele pueblos, se nutrió de

2. Con excepción de la de 1569, las otras tres se encuentran en el legajo 316 de la Sección 3. Aludimos a los mitos recogidos en el siglo XVJ por Francisco de Ávila en la provincia de
Audiencia de Lima en el Archivo General de Indias de Sevilla (Millones, 1990: 36). H uarochirí, que son considerados en otros capítulos de este libro.
288 Luis Alberto Reyes Revolución y pensamiento 289

las encomiendas. de Huamanga y Huanta obligando a dejar las tareas Los oficiantes del Taki Onqoy asumían esta sabiduría que reconoce los
agrícolas. pachacutis, las transiciones cósmicas, y las necesarias manifestaciones de
Eran varias las afrentas a la Madre Tien-a. En primer lugar, el obliga- esas transiciones en la vida de los pueblos. Asumían también el compro-
do des.cuido y la pérdida de sembradíos de maíz, ancestralmente asocia- miso ritual de ayudarlas.
dos a la vida de esos pueblos, al ser an-ebatados los hombres de sus cha- En la tradición, el taki cumplía una función instauradora de la reali-
karas. En segundo lugar, la matanza de los camélidos andinos, guanacos dad. Por eso eran cantadas, solemnemente, las gestas militares de los in-
y llamas, que eran componentes esenciales de la vida andina. Esta depre- cas y los acontecimientos familiares de la panaca, la línea particular de
dación llegó a tener tal magnitud que el virrey Andrés Hurtado de Men- ascendencia familiar incaica, que ejercía el poder. Las canciones y las
doza prohibió en un momento que los españoles los cazaran porque esta- danzas terminaban de consumar el alumbramiento de los hechos nuevos.
ban en peligro de extinción. La historia adquiría su plena vigencia al ser cantada.
Finalmente, el sacrilegio de penetrar indiscriminada y torpemente, Los ritos del Taki Onqoy evocan y propician el conflicto y las alternan-
con los socavones mineros, a los cerros sagrados, las huacas que protegían cias que son la trama de la vida del cosmos. Más allá de las posiciones
a los pueblos. que, en los diferentes conflictos entre los hombres, están en juego, hay un
Ante esta situación, la motivación era elemental y radical. Se trataba trasfondo latente que sostiene el conflicto, que lo estimula.
de la supervivencia de los pueblos, de su posibilidad misma de continuar Es lo que advirtió José María i\..rgt1edas en el Perú contempo~áneo:
sobre la tien-a. Esta intención equipara al Taki Onqoy con los otros mo-
dos de resistencia que se daban en esos tiempos. Las clases sociales tienen también un fundamento cultural espe-
Pero su carácter místico, asociado a la religión arcaica, lo hacía dife- cialmente grave en el Perú andino; cuando-ellas luchan, y io hacen
rente e independiente de la lucha violenta por sacudirse el yugo español bárbaramente, la lucha no es sólo impulsada por interés económico;
que asumían en ese momento las huestes indígenas de Tito Cusí Yupan- otras fuerzas espirituales profundas y violentas enardecen a los
qui en Vilcabamba. Lo hacía diferente también de los argumentos que en- bandos; los agitan con implacable fuerza, con incesante e ineludible
sayaban los aculturados descendientes de los incas en Cuzco y Lima, quie- exigencia. (Arguedas, 1950: 56)
nes invocaban las leyes reales y virreinales que, al no cumplirse, hacían
más cruel el sometimiento indígena. La idea subyacente es que en la resolución del conflicto uno de los
Más allá de estas motiv.aciones revolucionarias inmediatas (la defensa opuestos debe entregar su vida para que el otro tenga su turno. Se trata
de la Tierra y la vida, y la defensa de los símbolos religiosos mancillados), de un acontecimiento espiritual perteneciente al orden natural de la vida
en un segundo nivel de interpretación se revelan motivaciones que res- y la muerte. No es una espiritualidad sobrepuesta a la naturaleza. Los ri-
ponden a la estructura del pensamiento indígena andino, que vienen de tos que conjuran el conflicto vienen a consolar y fortalecer a los indígenas
arcaicas ideas sobre el universo. con la promesa de que el mundo se invertirá, de que lo que está sumergi-
Es preciso referir a esas ideas lo que sabemos del Taki Onqoy para do volverá a ver la luz. Aun los mundanos conflictos humanos parecen in-
comprender los símbolos que en él se expresan. Los principales son los si- vestirse de algún sentido ritual que excede las particulares circunstancias
ei1iAntAs. que los desencadenaron.
El universo es inestable. En él alternan su predominio las alturas y las En esa dimensión del conflicto no aparecen valoraciones morales. En
profundidades, el varón y fa mujer, la luz y la oscuridad. todo caso puede manifestarse una crítica a la ignorancia de los poderosos
Los hombres, con sus historias y conflictos como éste que enfrenta a in- que no advierten la fragilidad de su posición, llamada a ceder en el pacha-
dios con españoles, están integrados al universo, regidos por sus mismas cuti, el inevitable darse vuelta dél cosmos, que un día sobrevendrá.
pautas de transformación. De acuerdo con ellas, tal como se había acaba- La protagonista de los conflictos, que los resuelve finalmente, es la
do el predominio de la dinastía incaica, también debía caer el actual pre- muerte. Para las culturas indígenas arcaicas es el contacto con ella la cla-
dominio español. ve existencial de acceso a la verdad.
Aunque cada instancia de la vida está sometida a las alternancias pro- Por eso la importancia sapiencial y religiosa de la enfermedad, el on-
ducidas por los pachacutis, a los hombres les cabe contribuir con este sen- qoy, en que caían los posE?ídos por las huacas: porque la enfermedad pone
tido del universo. Ésta es una de las funciones de la religión. El movi- en contacto con la muerte, en las cercanías del trance sagrado.
miento místico-revolucionario del Taki Onqoy es un rito propiciatorio de . El camino espiritual, en las antiguas culturas indígenas, comenzaba
los pasajes cósmicos. siempre por un descenso. En la enfermedad hay un descenso a las profun-
290 Luis Alberto Reyes

didades del cuerpo propio y una anticipación y un descenso alegórico a las CAPÍTULO 19
profundidades de la Tierra, de laPachamama. La enfermedad era tenida
como una oportunidad de sabiduría. La expresión simbólica del pensamiento indígena
Los humanos, los animales y las plantas deformes o enfermos eran dis-
tinguidos, escuchados, temidos, por el sagrado privilegio de estar enfer-
mos. Los bailes y los cantos, las bebidas alucinógenas que aún hoy ingie-
ren los médicos y los oficiantes de algunas ceremonias religiosas, tienen
desde antaño el objetivo de acceder ritualmente a la enfermedad. Ella
despoja de anteojeras, impedimentos, distancias, con los orígenes sagra-
dos. Las ceremonias que aluden a ella en el calendario ritual descripto por
Poma de Ayala (2001, cap. 11: 287 ss.) tienen sentido de purificación.
En un inmediato plano aparente el conflicto es entre los indígenas que
resisten y los conquistadores que los oprimen. Pero de lo que se trata, y a
ello remite el Taki Onqoy, es de un conflicto entre las huacas y el dios que
predomina desde el aciago tiempo de la conquista. La lucha es cósmica y
se halla sometida a los ritmos del gTan ir1ovin1iento de las dualidades. Símbolo y percepción
Es un cuestionamiento del presente, ya de antemano vencido porque
acaba su mita, su turno. A la sacralidad de abajo, a las huacas de la tie- Se pueden advertir diversas funciones de los símbolos indígenas. Una de
rra, les toca devorar al dios del Cielo y a los conquistadores: estos domi ellas es señalarnos la identidad, en el orden cósmico, de un objeto. Así, el
nadores de hoy se ahogarán en las entrañas de Mamacocha, las aguas símbolo puede referir su género, su actividad, el sentido de su vida, el
uterinas de la gran mujer yacente, la antigua América. rumbo espacial al que pertenece, su carácter diurno o nocturno ...
En esta función relativa a la identidad, prácticamente todos los elemen-
tos de la cultura pueden tanto recibir como dar, simbólicamente, identidad.
Por ejemplo, en la tradición náhuatl, al rumbo del poniente, asociado como
símbolo a una persona, permite identificarla como mujer o como anciana.
Y la mujer, actuando a su vez como símbolo, puede dar identidad al espa-
cio como poniente, 1 al Sol como Sol que cae, al combate como el combate fe-
menino del parto.
Otra función de los símbolos es remitir a la enseñanza de los mitos,
sintetizando su significado esencial, Así, el mono remite, en la tradición
náhuatl, al mito de la destrucción de una de las creaciones, la regida uni-
lateralmente por la polaridad del viento, o bien, en la tradición maya-qui-
ché, al mito do la dostrucción de los soberbios hombres de madom.
Más allá de estas funciones específicas, advertimos que en conjunto las
expresiones están dominadas por la simbólica, tanto en el lenguaje dis-
cursivo como en la plástica. Este hecho nos pone ante cuestiones que van
desde el origen o fundamento de los símbolos hasta la calidad de un pfm-
samiento que se vale predominantemente de ellos.
Es decisivo en este punto advertir que en el pensamiento indígena los
símbolos no son un caprichoso camino indirecto de expresión sino lama-

l. Por ejemplo, si de un espacio se nos dice que es "donde están las mujeres", sabemos por
eiio que se trata del rumbo del poniente.

[ 291]
292 Luis Alberto Reyes La expresión simbólica del pensamiento indígena
293

nifestación adecuada, la exigencia de una realidad que generalmente, pa- Símbolos como la imagen plástica del Sol de rayos oscuros acompañan-
ra los indígenas, tiene otro lado; es dual. do a los rayos luminosos, 4 o como la tríada ritual de siembra-sexualidad-
En los testimonios está fuertemente presente el otro lado sexual, el muerte de los ritos mesoamericanos, son síntesis de la experiencia de la
otro lado del día, el otro lado de la vida, etc. Y esta duplicación la expre- sucesión de momentos y de los diversos rostros que muestra el mundo.
san los símbolos. Al simbolizar, el indígena no busca ir más allá de la realidad. Su expe-
En cuanto esos símbolos aluden frecuentemente a otra cosa que la rea- riencia se organiza en una cosmovisión que reúne las percepciones parti-
lidad inmediata, el pensamiento occidental sospecha de subjetividad y de culares con una visiórtmás amplia, que intenta superar la abstracción del
que son lábiles sus límites con la irracionalidad. Aparentemente, en la aquí y ahora recuperando los diversos rostros de cada realidad.
mavoría de estas expresiones nos hallamos ante signos no "naturales". 2 Los símbolos exponen simultáneamente los opuestos que en la expe-
Ba;ta abrir un códice mesoamericano para advertir que sus muy elabora- riencia suelen mostrar alternativamente su predominio. 5 Esta cosmovi-
das imágenes apenas remotamente indican la inmediatez de los objetos de sión abre, para cada momento particular de la experiencia, su otro polo.
la percepción. Basta también con escuchar un mito andino para advertir Remite siempre a otra cosa que tiene que ver con ella misma. A la percep-
que en ellos el mar, el cerro, la lluvia, indican algo más que lo que desig- ción de un mundo cotidiano de fluyente profundidad, revelada para noso-
namos con esos nombres. 3 tros en esa impresión poética que nos dan los textos y representaciones in-
Estas observaciones parecieran indicar un origen puramente psíquico dígenas.
del símbolo, apartado de lo que el universo natural nos comunica. No quieren ser la reelaboración de lo real sino su imagen fiel. A despe-
cho de la impresión artificiosa que nos causa un mito andino o de la im-
El símbolo no puede ser el reflejo de ritmos cósmicos en tanto presión de abstracción estereotipada que nos dan los iconos de un códice
que fenómenos naturales, porque un símbolo siempre revela algo
mesoamericano, estas representaciones revelan, en el aspecto que esta-
más que el aspecto de la vida cósmica que ha de representar. Los
símbolos y los mitos solares, por ejemplo, nos revelan también un la-
mos examinando, una elaborada intención de fidelidad con lo real.
do "nocturno", "malo" y "f~nerario" del Sol, lo cual no es evidente, en La función general de los símbolos indígenas no es la de canalizar Ja
principio, en el fenómeno solar en cuanto tal, este lado, en cierto mo- invención artística ni la de ocultar algo o distraer la atención, sino la de
do negativo, invisible en el Sol en tanto que fenómeno cósmico, e;o acercarnos de una peculiar manera al significado que en segundo lugar
constitutivo del simbolismo solar; lo que prueba que desde el co- tienen las realidades. Lo dice, con una precisión que aquí es pertinente,
mienzo el símbolo aparece como una creación de la psique. (Eliade, Heráclito: "El señor al que pertenece el oráculo que está en Delfos no afir-
1994: 188) ma ni oculta, sino que indica" (citado por Giorgio Colli, 1996: J.4 l.

Pero cabe al.menos matizar esta apreciación. Resulta excesivo asignar


a la psique la creación -en el sentido fuerte de la palabra- del símbolo. El La exclusión del símbolo en la modernidad europea
hecho de que los símbolos no sean "naturales" (en cuanto a la inmediatez
con que la naturaleza se presenta a una mirada poco atenta) no quiere de- El racionalismo, que impuso su orientación al pensamiento europeo
cir que no sean una cabal lectura de la naturaleza. La experiencia de los moderno, lo apartó de las represeuLaciuue::; ::ümbólícas. Éstas padecen, ar-
pueblos arcaicos reclama expresarse en símbolos porque ella no es sólo la guye, de una ambivalencia, imprecisión y ambigiiedad incompatibles con
de la percepción inmediata, la actualidad natural, a que alude Eliade, si- la ciencia. La profusión simbólica de las culturas indígenas fue, entonces,
no que tiene memoria de sus ciclos, de lo que no se ve ahora mismo. una dificultad para su aceptación como un conocimiento cierto. .

2. "Lo corriente es utilizar el término 'símbolo' como una clase particular de signo. En tal ca- 4. En la escultura conocida como Piedra del Sol o Calendario Azteca.
so sP.snele considerar que los símbolos son signos no naturales: signos conscientes~ signos
:í. Eliade (1972: 402-403) io advierte: '"Uno de los rasgos característicos del símbolo es la si-
convencionales" (Ferrater Mora, 1975: 672).
multaneidad de los sentidos que revela. Un símbolo lunar o acuático es válido en todos los
3. Esa "otra cosa" que el fenómeno natural no debe entenderse en este caso sin embargo co- niveles ele lo real, y esta multivalencia es revelada simultáneamente. El elíptico •<luz-oscuri-
mo algo trascendente a la naturaleza o al sentido natural sino como algo que, a través de es- clacJ,,, por ejemplo, simboliza al mismo tiempo al "día y la noche,, cósmicos, la aparición y de-
te sentido, prolonga su significación. Ricceur (1975: 17) nos habla, con precisión, de w1 exce- saparición de una forma cualquiera, la muerte y la resurrección, la creación y la disolución
so de significación en el símbolo. del cosmos, lo virtual y lo manifiesto, etcétera".
294 Luis Alberto Reyes

Pero esta decisión de apartarse de los símbolos tiene razones anterio- CAPÍTULO 20
res a las de una opción epistemológica de certeza.
Las culturas occidentales desecharon la arcaica concepción dual del
El arte plástico
mundo. Implantaron la vigencia excluyente del principio varonil de la al-
tura y la luz como fundamento y sentido. Afirmaron la unidimensionali-
dad de la verdad.
A veces, con una sensación de riesgoso o lúdico atrevimiento, los here-
deros de esas culturas van hoy más allá de los permisos de la cultura Y se
asoman al abismo de los símbolos que dicen, en una segunda instancia,
algo que rompe los límites de las impresiones inmediatas. Lo hacen explo-
rando territorios que previamente han declarado de la fantasía. Territo-
rios reservados a los artistas y los niños, esos seres a los que cabe tolerar
con simpatía pero no seguirlos en sus extraños caminos.
También lo hacen cuando les tocan insoslayables experiencias paradóji-
cas, como las del amor y de la muerte. Y aun en estos casos pareciera que Arte religioso y estética
se resisten a ver las imágenes de estas experiencias corno algo rnás que pro-
yecciones de temores o deseos. Suponen que la presencia de un significado El antiguo arte plástico, en la generalidad de los pueblos, era religioso y
agregado es defecto humano: producto del error, o el exceso de imaginación, estaba comprometido con los dioses. Para comprenderlo es preciso apar-
de la dialéctica psíquica o ideológica entre deseo y realidad o entre intere- tarse de las mediaciones de la estética crítica, que lo juzga como una ac-
ses y verdad. tividad independiente.
En ciertas creaciones como la poesía, donde son admitidos de pleno de- En cuanto la plástica indígena era principalmente un arte religioso, te-
recho los símbolos, ellos suelen ser tenidos por sus propios autores como nía un sentido indudable que la guiaba. No era autónoma ni se justificaba
expresiones que escapan a la realidad. "La rosa no sabe que es la rosa", estéticamente sino por exponer los signos objetivos ele lo divino.
dice el poeta. Aquello que ella no sabe es su significado simbólico, que per- Dentro de esta acotación, debemos aún diferenciar el arte indígena
tenece a la subjetividad humana. respecto de otras tradiciones de arte religioso. Para los antiguos griegos
La idea de símbolo es aquí la de algo que, desde el sujeto, trasciende el la presencia de lo divino se hacía manifiesta en las formas bellas. Para la
mundo. No puede fundarse en la realidad porque ella es unidimensional, Edad Media europea lo divino aparecía en las anécdotas bíblicas evocadas
v entonces también la experiencia objetiva debería serlo. La alteridad o el y en la actitud de los personajes, con sus rostros dirigidos hacia lo alto,
~xceso de significados provendrían de un defecto de la mirada. purificados de sensualidad. Hay en estas expresiones europeas un relati-
Algunos pensadores han llegado a advertir que la realidad excede esos vo simplismo en el simbolismo de lo divino.
esfuerzos por acotarla, que los símbolos expresan una captación global de En los antiguos testimonios de plástica indígena, no son la belleza o los
lo real. En este sentido los románticos afirmaron la importancia de los sentimientos los que evocan lo divino. Normalmente, el código C3 más
::;ueüo::; y olru::; llleilios <.:orno un territorio más vasto de percepción. Hegel complejo, teórico y despojado emocionalmente. Lo divino se muestra en la
mismo reconoció la verdad de estas representaciones, a pesar de las re- combinación, discernida por la inteligencia, de un conjunto de símbolos
pugnancias con que su noción del "trabajo del concepto" lo apartaba de la convencionales.
simplicidad de las representaciones simbólicas. 6 En muchos casos, y particularmente en los libros de pinturas mesoa-
Ese otro lado de lo real, que la orientación hegemónica de Occidente mericanos, no hay ostensiblemente un ideal estético en el sentido de enal-
decidió negar, o cuanto menos velar, es recogido en las expresiones simbó- tecimiento de las formas naturales evocadas por imágenes con gracia,
licas del pensamiento indígena. tranquilas o bellas. 1 Al modo del Tao te king, que propone que "las pala-

l. Las pinturas ele los frescos, particularmente las que ilustran escenas del Tlallocan o pa-
raíso ele verdores y abW1clancia ele agua al que iban algunos ele los muertos, serían excepcio-
6. Puede hallarse una referencia ele Hegel a este aspecto de las representaciones arcaicas nes a esta observación que hacemos sobre los libros ele pinturas. También lo serían algunas
cuando hace el deslinde entre la filosofía y los demás campos del saber (1979: 80 ss.).
[ 295 J
296 Luis Alberto Reyes El arte plástico 297

bras verdaderas no son bellas" (Lao Tsé, 1981: 185), el arte indígena, en Los pasajes son sagrados porque se dan entre los dioses que pueblan
su compromiso religioso con la verdad; tendría cuanto menos un concepto el universo. Los pasajes de UI) tiempo a otro y del predominio de un lugar
más amplio de la belleza que el occidental de lo::; liempos clásicos. 2 espacial a otro son apoyados por la memoria celebratória y los ritos. El ar-
La composición no se ofrece para ~na consideración estética. No cabe te del tonalámatl cumple una función en la economía del universo al indi-
ante ella el "extrañamiento" con que suele caracterizarse a la "conciencia carlos. .
estética". 3 A pesar de que no responden en general a la idea occidental de belle-
Se trata de una composición plana, con una visión ecuánime de los su- za, coinciden sin embargo en un matiz con la formulación griega (cuanto
cesos del universo. No advertimos en ella la "perspectiva central" rena- menos de la plástica clásica) de lo bello, que remitía a un orden grato de
centista, ni hallamos relieves apoyados en la luz o la ubicación en el espa- ver. 5 Del mismo modo las antiguas culturas indígenas de América admi-
cio. Tampoco la unidad de la composición está dada emotivamente por raban el movimiento ordenado del cosmos y de los tiempos. Este orden del
una tonalidad de bondad, dulzura, amor u horror. 4 En todo caso, estas movimiento, en su omnímoda vigencia y en su apuntar a una trascenden-
perspectivas emotivas se darían por añadidura en la experiencia estética cia incesante de las particularidades, era el soporte temático de los libros
de la obra, conferidas simplemente por el tema. de pinturas.
La unidad de cada imagen o cuadro apunta a componer intelectual-
mente un lugar de la secuencia temporal del universo o oP-1 destino huma-
no. Cada signo de la composición tiene un valor necesario, como el que tie- La abstracción en la plástica indígena
nen las frases de un riguroso discurso escrito.
Aparentemente los libros de pinturas reclaman una lectura de tales La pintura de estos libros se nos revela como una expresión extraña.
signos y una interpretación del conjunto del que participan. Si el libro Entre sus peculiaridades se destaca su alto nivel de abstracción.
(amoxtli) es un tonalámatl, es decir, contiene un calendario augural (to- Para comprender este fenómeno debemos advertir que no se trata aquí
nalpohualli), el sentido general orientador es el de los pasajes incesantes de representaciones que quieran reflejar a los seres como se presentan a
de la dualidad, aunque quien acude a ellos en busca de una indicación la percepción inmediata, sino de una plástica que intenta reunir sus ras-
mántica particular, de un tonalli o destino, pueda detenerse en unos ras- gos globales y el conjunto de influencias que reciben.
gos, una singularidad. Los seres del mundo, para el pensamiento indígena que se manifiesta en
las pinturas, son una conjunción de influencias. En los testimonios de este
arte plástico, estas influencias son las que resultan de una compleja combi-
esculturas. Aun ia monumental de Coyolxauhqui hallada en las excavaciones del Templo natoria. Cada ser se identifica con un momento dentro del marco sinfónico
Mayor de México Tenochtitlán, aunque ilustra el dramático momento de su muerte y des- del calendario. A su vez, cada momento es una asociación de números, dio-
membramiento en el combate mítico con Huitzilopochtli, y a µes>H del realismo de la com- ses, animales, rumbos espaciales, colores, elementos, símbolos atávicos.
posición, muestra un delicado enaltecimiento de las formas femeninas.
Los hombres acudían a las pinturas del tonalámatl -a través del sabio
2. De hecho la reflexión occidental sobre el arte, y aun sobre la estética en general, no ha po- "guardián de los días" que sabía descifrarlas- a conocer su identidad y su
dido acordar sobre la vigencia de ese valor como un supuesto canon de la obra de arte. El
destino.
concepto de "belleza", que era más o menos obvio en la Antigüedad y hasta el siglo XV11 ser-
vía para caracterizar como "bellas artes" a la plástica o la música, se vuelve extremadamen- Pero los individuos no se disuelven en las generalidades de esa confi-
te problemático en la modernidad. guración témporo-espacial, sino que son incluidos como una variante en
3. En contraposición a esta "conciencia estética", Hans-Georg Gadamer señala: "El artista ella, particularizándola. Orientados hacia esta interpretación particulari-
de las culturas de signo religioso ha creado siempre, en el pasado, su obra de arte con la in- zada -a diferencia de los códices del centro de México, cuyos calendarios
tención de que lo creado por él sea aceptado en lo que dice y representa, y de que pertenez- son generales-, los mayas se preocuparon por la confluencia de los signos
ca al mundo donde conviven los seres humanos" (Gadamer, 2002: 214).
4. Una excepción a esto que observamos estaría en los frisos sobre el Tlalocan, o paraíso re-
gido por Tlaloc. En las pinturas de Teotihuacán que lo ilustran, los hombres danzando y can- 5. "Para ios griegos ei cosmos, ei orden dei cieio, representa ia auténtica manifestación visi-
tando se hallan en una atmósfera emotiva de tranquilidad y gozo. ble de lo bello. Hay un elemento pitagórico en la idea griega de lo bello. En el orden regular
Las imágenes de muertes y de sacrificios podrían suponerse dirigidas a causar una at- de los cielos poseemos una de las mayores manifestaciones visibles del orden. Los períodos
mósfera emocional de horror. Sin embargo no juegan ese papel: la sobriedad con que son uti- del año, de los meses, la alternancia del día y la noche, constituyen las constantes fiables de
lizadas, representando los momentos destructivos de los ciclos de la dualidad o los ritos sa- la experiencia del orden en nuestra vida, justamente en contraste con la equivocidad y ver-
crificiales, lo atestigua. satilidad de nuestros propios afanes y acciones humanos" (Gadamer, 1991: 50).
298 Luis Alberto Reyes El arte plástico
299

cósmicos con instancias circunstanciadas de la vida. Por eso sus códices sentaciones de personajes singulares porque, a fuerza de ser repetidas, se
contienen una pluralidad de calendarios que versan sobre temas específi- han convertido en imágenes de Tezcatlipoca, de Quetzalcóatl, como si plas-
cos como. el maíz, la guerra, el comercio, el matrimonio, las enfermedades, maran a seres singulares, con un rostro y un cuerpo distinguible de otros.
los movimientos planetarios, la caza,"la agricultura. 6 Pero si nos fijamos en la compleja estructura de estas composiciones,
En los libros religiosos -que probablemente eran los más numerosos- si las desarmamos para volver a armarlas, advertimos que originaria-
la plástica expresa la simbología de las relaciones esenciales del hombre mente no son representaciones de imágenes plásticas percibidas sensible-
con los regentes (dioses, signos, rumbos, números) de su situación. Por eso mente. Plasman una idea de lo divino a través de signos convencionales
su referencia predominante no es estética -no se refiere a impresiones abstractos como los de una lengua escrita. En las representaciones de los
sensibles- sino ideológica, aunque se exprese en un medio estético. dioses hay cierta evocación antropomórfica, pero esto no constituye una
Casi no hallamos en los códices la reproducción de lo que inmediata- atadura, es apenas un soporte para trabajar sobre él.
mente ven los ojos en el mundo, eso que motiva generalmente a artistas Tomemos como ejemplo la imagen náhuatl de Tlaloc, 9 extensamente
de otras culturas. Quienes los compusieron buscaban expresar conceptos presente en la iconografía mesoamericana. !O Este d:íos, cuyo culto se remon-
más amplios, cuyas referencias abarcan desde situaciones morales hasta taría a los tiempos de las primeras sociedades agrícolas, en el 300 a.c .. n
elaboradas ideas metafísicas. adquiere el aspecto con que lo conocemos en tiemp~s de Teotihuacán, en c~1 -
La composición es abstracta: una minuciosa suma de piezas-signos yas piedras labradas aparece su impresionante máscara con fauces y an-
abstraídas ele mitos, rituales y figuras convencionales que, al articularse
Leojeras. Es dios de los agricultores, de la tierra viva simbolizada por las
en una página o conjunto, arman una nueva estructura simbólica, suscep-
serpientes en su rostro. Refiriéndose a sus rasgos, escribe Alfonso Caso:
tible de modificarse con la sustitución de cualquiera de tales piezas.
De este modo la abstracción de estas pinturas, en relación con las li··
En muchos casos no son más que estilizaciones de unas origina-
mitaciones que tiene cualquier visión inmediata, se convierte en la más ies serpientes cuyas colas se ubican en la parte superior del rostro y
pretenciosa concreción, en el sentido de que reúne todo el conjunto de las conforman las cejas; los cuerpos de los reptiles se entrelazan for-
determinaciones del objeto. Es el "concreto", podríamos decir, ele una mando la nariz; posteriormente el cuerpo ele la serpiente, a cada la-
pintura eminentemente conceptual. 7 do del rostro, da una vuelta alrededor de los ojos -a manera de ani-
Las imágenes de los códices se refieren a dioses y a relaciones de los llo o círculo- para que finalmente las cabezas de ambos animales, en
humanos con los dioses, con sus influencias, pero ¿cómo están allí los dio- la sección de la boca de ia máscara, se coloquen de perfil y frente a
ses? Propiamente no se trata de imágenes que reproduzcan sensaciones frente, de tal manera que los colmillos de ambas integran la boca
del mundo o de la imaginación, sino de imágenes construidas por una su- monstruosa del dios. (Caso, 1936: 25)
perposición de signos. Lo imitado, en todo caso, son las pinturas de los li-
bros anteriores, como vemos al comparar los códices del grupo Borgia. A causa de esos signos estereotipados, aunque nos encontremos a veces
Nos estamos refiriendo aquí de modo preferente a los libros de pinturas, con una imagen diferente de otra en cuanto a la impresión visual, pode-
aunque muchas de las más importantes esculturas mesoamericanas tam- mos sin embargo en ambas reconocer a Tlaloc o, según el caso, a Tezcatli-
bién son composiciones ideográficas, en ocasiones de suma riqueza y com- poca, Tlazoltéotl, Quetzalcóatl.. ..
µlejiJ.aJ., corno es el casu de la CuaLlit.:ue 4ue ::;e cu11::;erva e11 el Museo Na- Cuamlo en la colección de poemas nahuas que conocemos como Canta-
cional de Antropología de México (figura 3). 8 Las imágenes de los dioses, res mexicanos hallamos cantos dedicados a los dioses, éstos hablan fre-
siendo abstracciones conceptuales, llegan a funcionar también como repre- cuentemente de sus atavíos, que componen estos signos, o de rasgos abs-
tractos, a los que nos estamos refiriendo.

6. Por ejemplo, el Códice Dresde contiene calendarios sobre el movimiento de Venus y los
eclipses. También sobre enfermedades, los días asociados a ellas y los días más peligrosos. te presencia de ios signos de la muerte sino a las dificultades de nuestro entendimiento pa-
Los calendarios del Códice Madrid se refieren a la agricultura. ra apreciar en la plástica el grado de abstracción propio de esas esculturas ideográficas.

7. Remitimos, para estos sentidos que damos a "concepto" y "concreto", a Hegel en su Intro- 9. Es el dios que tomaba el agua de las profundidades de la Tierra y la conducía al Cielo pa-
ra derramarla como lluvia.
ducción a las Lecciones de historia de la filosofía.
8. Es generalizado el desconcierto o la repugnancia que genera en los turistas la contempla- 10. Los mayas lo llamaban Chac, los zapotecos Cocijo, en la costa del golfo lo llamaban Ta-
ción de las esculturas que se ven en el Museo Nacional de Antropología de México o en los jín y en la mixteca Tzahui (Nicholson, 1967: 163-164).
restos de las antiguas ciudades indígenas. Ello posiblemente se debe no sólo a la dominan- 11. Correspondería al llamado Preclásico Tardío, o Período Formativo.
300 Luis Alberto Reyes El arte plástico 301

Atavíos de Tlaloc Probablemente recurrían a la pintura figurativa para registrar infor-


Tlaloc, dios de la lluvia, la cara teñida de negro, mación operativa sobre el aspecto de la realidad que se manifiesta inme-
el cuerpo embadurnado rlP negro. diatamente, en un solo plano. Es el equivalente, en los libros de pinturas,
En la cara, motas como granos de salvia. a esa parte del Popal Vuh en que se relatan las migraciones de los pueblos
Chaquetín de rocío, collar de jade, engendrados por los primeros cuatro hombres y sus mujeres: los capítulos
alocadas plumas de garza en la cabeza. que relatan los conflictos, la búsqueda de lugares de asentamiento, los
Señor de la lluvia, acontecimientos históricos.
las caderas ceñidas con ropaje a manera de columnas,
Así es como de la zona central de México provienen pinturas centradas
manto de imanes terrestres para atraer las piedras cristalinas
en la crónica histórica de familias o grupos étnicos, registrando cargos,
del cielo.
Campanillas en las piernas, sandalias de hule. conquistas, muertes, construcciones, cataclismos naturales. En algunos
En un brazo el escudo con la flor acuática, casos, como el del Códice Xolotl, las pictografías ilustran desplazamientos
y en la mano el bastón de junco. (Asturias, 1968: 65) en espacios identificados; mapas y paisajes que nos remiten a regiones
singulares, aunque con un alto grado de esquematización conceptual. 13 Se
Atavíos de Tezcatlipoca trata en estos casos de registrar sucesos en un nivel superficial o mera-
Tezcatlipoca, espejo que ahúma mente administrativo.
con los pedernales de su cabeza, Es diferente el caso de la pintura que sustenta a los textos fundamen-
espejo que hace brillar, espejo que ahúma, tales, de carácter calendárico y metafísico-religioso. En estos casos se pre-
espejo que hace brillar con los pedernales de su cabeza. tende pintar la realidad plena y no sólo un aspecto parcial de ésta. Enton-
ces predomina la composición ideográfica. El agregado de elementos abs-
Orejeras torcidas como humo, en espiral, tractos cuya composición arma el concreto conceptual de cada ser, que no
rayas a la altura de los ojos,
es el que se ve de modo directo, inmediato, cuando miramos algo en el
a cuestas, una olla hecha de plumas de quetzal,
mundo. Es el ser en que confluyen los diversos rostros de la dualidad, 14 al-
las piernas rayadas con franjas negras,
campanillas, cascabeles, cascabeles redondos go pensado conceptualmente para luego ser dicho plásticamente por el ar-
en sus piernas rayadas con franjas negras. tista-filósofo indígena.
Brazaletes de pedernal, sandalias color de obsidiana Cabe preguntar si había una razón radical para confiar la representa-
al brazo el escudo con fleco de plumas ción de lo concreto a una imagen ideográfica. Una respuesta probable es
y bandera de papel y el mirador perforado, que en ese proceso de armar lo concreto con abstracciones recogidas de
cetro de oro agujereado por en medio una multiplicidad de intuiciones, ideas, creencias, reflexiones, se preser-
para ocultar su rostro y mirar a la gente. (Asturias, 1968: 61) va la posibilidad de alcanzar de modo simultáneo las agónicas sucesiones
de los opuestos que se alternan en el tiempo. De alcanzar también a los
El simbolismo de estos signos, y de los conjuntos en que normalmente opuestos que se desdoblan y se enfrentan en el espacio. La razón de este
aparecen, trasciende a los naturales simbolismos plásticos como los re_co- mono rlP pintar está en el reconocimiento de que lo concreto y verdadero
nocemos en la tradición occidental. No sólo funcionan como textos smo es la dualidad de lo real.
aue en muchos casos están intencionalmente construidos como tales. Son
~xposiciones que incluyen aspectos descriptivos y n~rrativos. . ,
Cabe reconocer que también hay pintura figurativa en los antiguos co-
dices, incluso predomina en algunas páginas de los precortesianos de la
mixteca.12 Pero aun en estos casos, en que la intención es registrar algún 13. En este tipo de códices, que insertan a los personajes y los acontecimientos en un paisa-
je conceptualizado, se incluyen además del Códice Xólotl, el mapa Tlotzin, e! mapa Sigüen-
accidente natural o sujeto histórico, la composición tiende a la icónica, al za y el n1apa Quinatzin, entre otros.
estereotipo, y no parece que el pintor tuviera ante los ojos la referencia de
14. Rostros ambivalentes. Presencia de símbolos de la muerte en seres con roles ligados con
su obra. la vida. Humillación y destrucción del saber en representaciones ligadas al conocimiento ...
Y la síntesis paradójica del calendario, con su representación temporal del espacio y es-
pacial del tiempo (uno de los más ambiciosos y logrados testimonios de esta síntesis es la pri-
12. Los códices Becker !, Bodley, Colombino, Zouche-Nuttall Y Viena. mera página del Códice Fejérvary-Mayer).
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FIGURA 3. La diosa madre
como· Coatlicue, la de la falda ·de
serpientes, que evoca a la Tierra
en su dimensión devoradora. Es
notable el simbolismo de las
serpientes enfrentadas en lugar
de la cabe:ia, y en el cinto y la
falda. Las garras de águila en
los pies, las manos recibiendo
corazones, las tetas de madre ...
Talla en andesita, de 3,5 metros
de altura. Recuperada en una
excavación de 1790 en el Zócalo
de México. Museo Nacional de
Antropología. Foto: Ana Casas
Broda. Exposición Azteca-
]Vfexica, Madrid, INAH-Quimo
Centenario-Lunwerg, 1992.

FI G.U RA 2. Esta escultura del caracol de ala, Strombus gigas, que abunda en el golfo de México, es un
antiguo símbolo místico que remite a los femeninos y acuáticos orígenes de la vida. Piedra basáltica 87 x
44 x 75 cm. Mexica. Posclásico tardío. Museo del Templo Mayor. México D.F. Foro: Ana Casas Broda.
Exposición Azteca-Mexica, Madrid, INAH-Quinto Centenario-Lunwerg, 1992.
F1GURA 1 . La pareja humana primordial de los mitos cosmogónicos, Oxomoco y Cipactónal. Sabios
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\
-~

\.
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\\ \
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FIGURA 4. Coyolxauhqui, la Luna, enfrentada con su hermano Huitzilopochdi, el Sol, en el mito


del nacimiento de este último, yace desmembrada luego de su derrota. Fue hallada en la base de las esca-
linatas de la tercera etapa del Templo Mayor de México Tenochtidán, que simboliza al cerro de Coatepec,
lugar de los acontecimientos míticos. Talla en andesita, de forma circular, de 3,2) m x 3,U':> m. Foto de
Grobet y Westendarp, en Coyolxauhqui, México DF, SEP, 1982.

FIGURA 5 · La segunda creación .


o edad del mundo. El dios que la sustenta ) Quetzalco' "tl -- .
a , o iepresen-
tado por un sol con cola de serpiente emplumada y cabeza de dios, del viento · Las fiauras : .:- esant · ro d ea d as
de volutas y, máscaras del dios del viento. Los diez escudos de n11-c111e ..:::.:i con rl -:io-n" 6-nn ,....,,,;~ i~- 1("\ _
. . l . -- -·u··'-' ... vv, uia.:i 1V0 lV _!JUil-
toS azules, mdican que duró 4.010 años. Los hombres se convinieron en monos al finalizar este período y
una pare¡a sobrevive sobre la fauces hambrientas de la Tierra, proteaiéndose de los vi'entos en
• f • • u una cueva.
Vers10n de un libro de pmruras posterior a la conquista (siglo xvr) con anotaciones en italiano el jj d
Co'd'ice -- · ~ d .
Vaticano A. Co ex Vanc. Lar. 3738 de la Biblioteca Apostólica Vaticana, f. Gr.
, ama o
FIGURA 6. La primera
·generación de indios, Uari
Uiracocha Runa, según el
cronista cuzqueño Guarnan
Poma de Ayala, en un dibujo
hecho por é) mismo como
parte de su larga carta al
rey de España que tituló El
primer nueva coránica y buen
gobierno. Revelando fuertes
influencias europeas, habla
de cinco "edades del mundo"
v cuatro "generaciones de
indios". F. 48 en el facsímil
del manuscrito autógrafo F 1G U R A 7. Hay tiempos en el tonalpohualli o calendario augural en que las acciones de los humanos
1 (1615-1616). Transcripción se encuentran seriamente amenazadas por adversidades. Esta escena se refiere al tercero de los períodos
anotada, documentos y aciagos, dominado por Chalchiuhdicue, diosa de ríos y lagunas. La olla que lleva tiene una serpiente de

l
1 1

1
otros recursos digitales de
1 K0benhavn, Det Kongelige

1 Bibliorek, GKS 2232 4'. 2001.


coral, está enviciada, se quiebra, no puede contener agua. La jícara en su mano tiene un corazón sangran-
te, indicando muerte. El agua de la fuente arde, en señal de sequía y guerra, hambre y sed. La persona
cocinándose en la olla indica padecimientos en manos de los enemigos. La mujer desnuda con tocado de
1 ;
flores, de vida liviana, se lamenta (Anders, Jansen y Reyes, 1993: 128). Fragmento de la parte inferior de
la página 20 del llamado Códice Borgia, un tonalámatl (libro que contiene un tonalpohualli) anterior a !a
1 1 invasión española.
' 1
1 1
1 1
' 1

F 1GURA 8. Los rumbos espaciales de los años.


La imagen representa las orientaciones cardinales
de cada uno de los cuatro grupos de trece años
(del ario solar de 365 días, xihuitl, de los aztecas)
en que se divide el xiuhmolpilli, la atadura de años,
o siglo, de la tradición calendárica mesoamericana.
Al conjunto de influencias que signan a cada una
de las unidades del tiempo se agregan las del espa-
cio al que cada tiempo pertenece. La ilustración se
debe a fray Diego Durán (1991, 11: 481).
F ¡GURA 9. Los veinte símbolos de los días del tonalpohua!Li, cuenta de los días-destinos (del calenda-
rio auoural de 260 días) en el que se combinan símbolos, números y un complejo entram:do ¿e influen-
cias di:inas. Ai cabo de 75 aríos augurales se daba la aradura de años que coincidía con los )2 anos solares.
La ilustración se debe a fray Diego Durán (1991, II: 484).

F 1GURA 1 O. Esquema de la Piedra del Sol, escultura en bajo relieve que reúne un extraordinario
conjunro de símbolos. La cara central probablemente es la del Sol, Tonatiuh, del cenit, también llama-
do Xochipi!Li, de la unión .de los contrarios, con un rayo diurno arriba, flanqueado por la fecha ] tecpa!,
símbolo de fecundación, y un cha!chíhuitl, o pendiente de jade, que indica la húmeda oscuridad, abajo.
El mismo rostro aúna rasgos solares con otros de Tierra, muerte y regeneración. La forma integrada del
circulo central con el siguiente es la del glifo de la creación actual, el quimo sol, Nahui O!!in en la con-
cepción azteca. En su interior estan representadas las cuatro creaciones anteriores de la vida en el mundo
y dos garras con corazones humanos. El tercer círculo es el de los veinte símbolos de los días. Sigue un
círculo de guincunces, símbolos esquemáticos del quinto sol, y otro de ocho rayos diurnos alternando con
los nocturnos chalchz'huites, destacando la dualidad que rige al conjunto de la representación. Entre am-
bos, los glifos que simbolizan plumas y sangre aluden, como otras refere'ncias de la obra, a los sacrificios
que sustentan a los movimientos cósmicos. El último círculo es el de dos xiuhcocoa, serpientes de fuego
enfrentadas devorando a los dioses abajo y unidas por la fecha 13 caña, año del nacimiento del Sol, arriba.
En ei canto del disco están grabados los símbolos del cielo nocmrno. Basalto de olivino, 358 metros de
diámetro. La escultura se hallaba enterrada en el Zócalo de la ciudad de México, esquina suroesre de la
Catedral. Cultura Mexica. Museo Nacional de Antropología.
F1G U R A 11 . El dios ·FIGURA 12. Nacimiento de
maya del maíz joven. Se las tribus aztecas del útero de la
lo representaba como un montaña en Chicomoztoc, siete
hermoso joven en actitudes cuevas. Vemos representada
ondulantes de danza como en la imagen la idea de que
las hojas verdes del maíz la Tierra es la madre de los
movidas ·por el viento. humanos, quienes proce<len de
Solía llevar en el vientre, sus profundidades a través de
sobre la faldilla, una cuevas que les otorgan caracteres
concha con el lado cóncavo peculiares; y la idea de que el
hacia afuera, simbolizando nacimiento, y por consiguiente
una vagina y el carácter un aspecto fundamental de
dual, femenino-masculino, la identidad humana, no es
de la deidad. Apoyándose individual sino como puebio.
en este rasgo, Miller (1983) (Historia Tolteca Chichimeca
lo asimila a los Madre- 1976, f. 16r, ms. 51-53: 28). '
Padre de la teología maya.
También se lo identifica
con Hun Hunahpú, el
personaje de los mitos
dei Popol Vúh. Escultura
en piedra. Templo 22 de
Copán, Honduras, c. 775.
Foto: Justin Kerr (Miller,
1993). The Trustees of rhe
British Museum, Londres.
'
,
1
¡

F 1GURA 1 3. Escena del Tlalocan. "La otra parre donde decían que se iban las ánimas de los difuntos
es el paraíso terrenal, que se nombra Tlalocan, en el cual hay muchos regocijos y refrigerios, sin pena
ninguna; nunca jamás faltan las mazorcas de maíz verdes, y calabazas y ramitas de bledos, y ají verde y ji-
tomates, y frijoles verdes en vaina y flores" (Sahagún, 1956, m: 328). Foto: Richard Townsend, del mural
que reproduce el fresco de Teorihuacán, México, 1964. Museo Nacional de Antropología.

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