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Desarrollo Rural,

Soberanía y
Seguridad Alimentaria
Desarrollo rural, soberanía y seguridad alimentaria / compilado por Cristina Díaz
y Eduardo Spiaggi. 1a ed. Rosario: UNR Editora. Editorial de la Universidad Nacional
de Rosario; FODEPAL - Núcleo de capacitación en Políticas Públicas FAO/RALC -
Observatorio del Sur - UNR, 2011.

180 p. ; 23x16 cm.


ISBN 978-950-673-869-3

1. Políticas Sociales. 2. Ciencias Agrarias. 3. Desarrollo. 4. Seguridad Alimentaria.


I. Díaz, Cristina, comp. II. Spiaggi, Eduardo, comp.
CDD 338.9

Diseño de tapa y diseño interior: Jorgelina Fray.

ISBN 978-950-673-869-3
© Eduardo Spiaggi. 2011

IMPRESO EN ARGENTINA / PRINTED IN ARGENTINA

UNR EDITORA. EDITORIAL DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO;


SECRETARÍA DE EXTENSIÓN UNIVERSITARIA

FODEPAL - NÚCLEO DE CAPACITACIÓN EN POLÍTICAS PÚBLICAS FAO/RALC -


OBSERVATORIO DEL SUR - UNR
Desarrollo Rural,
Soberanía y
Seguridad Alimentaria
Cristina Díaz y Eduardo Spiaggi
Compiladores

Guillermina Curti
Soledad Brunetti
Mirian Musso
Laura Rastelli
Mauricio Spillere
María Paola Ukic
Graciela Ottmann
Danilo Renzi
Alejandro Miretti
Eduardo Spiaggi
Erika Beckmann
Jorge Cardelli
Marcos Monteverde
Claudio Tomás
Pablo Ruggeri
Índice
Prólogo
por Eduardo Spiaggi y Cristina Díaz 7

Introducción
por María Elena Nogueira 9

Parte I: Trabajos de Investigación

Análisis de las políticas públicas regionales


en materia de seguridad y soberanía alimentaria
por Guillermina Curti, Soledad Brunetti, Mirian Musso,
Laura Rastelli, Mauricio Spillere y María Paola Ukic. 13

La sustentabilidad del modelo del desarrollo rural


en la provincia de Santa Fe: determinación de
indicadores para sistemas productivos de
diferentes ecoregiones
por Graciela Ottmann, Danilo Renzi, Alejandro Miretti
y Eduardo Spiaggi. Colaboradores: Gonzalo Colomar,
Javier Couretot, Violeta Pagani y Maite Pigini. 55

Parte II: Comunicaciones

Aportes para pensar la soberanía alimentaria


desde la ciudad
por Erika Beckmann. 99

Argentina: agricultura y desigualdad.


El papel de la Universidad Pública
por Jorge Cardelli 111

AGENCIA SANTAFESINA DE SEGURIDAD


ALIMENTARIA (ASSAL): implementación del
modelo de agencia única descentralizada
como respuesta a las demandas de un
nuevo paradigma en seguridad alimentaria
por Marcos Monteverde 120
5
Conceptualización, diagnóstico, relevamiento
y propuestas. Hacia un enfoque integrador en
materia de seguridad y soberanía alimentaria
por Claudio Tomás 130

La sustentabilidad en la Economía Social


y Solidaria: consideraciones en torno a sus
objetivos, propuestas y desafíos
por Pablo Ruggeri 168
Presentación
Esta, la segunda publicación de la Cátedra FODEPAL “Observatorio del sur: hacia
un desarrollo rural sustentable” se constituye de alguna manera en el producto que
sintetiza más de cinco años de trabajo de un colectivo de docentes, investigadores y
profesionales que desde distintas disciplinas, miradas y enfoques tratamos de aportar
a la comprensión de la muy compleja trama que constituye el modelo de desarrollo
agro-productivo predominante en la región pampeana, cuya intensificación tanto en
volúmenes de producción como en superficie involucrada se profundiza, extiende
y genera crecimiento económico, a la vez que presenta innegables impactos socio-
ambientales.
En los objetivos de su creación proponíamos al Observatorio como una “caja
de resonancia” en donde los distintos actores involucrados con esta problemática
tuvieran un espacio para hacerse escuchar e interactuar, debatir, y en lo posible,
llegar a consensos sobre propuestas de políticas públicas que permitieran pensar en
un desarrollo rural sustentable para nuestra región.
Así se constituyó el Consejo Asesor y se realizaron los Foros anuales sobre
Desarrollo Rural, en los que debatieron temas como: Opciones sustentables para
pequeñas y medianas unidades de producción en la región. Pensando “otro” de-
sarrollo: agricultura con agricultores y pueblos con gente. Economía, medios de
comunicación y la sustentabilidad del desarrollo. Nuevas tecnologías: riesgos y
oportunidades para la sustentabilidad. La construcción de nuevos espacios: vincu-
lando la universidad con otros actores del desarrollo. La nueva gestión provincial
y las políticas para el sector. Energías alternativas: producción de biogás. Granja
Naturaleza Viva, agroecología en la región: situación y perspectivas. La Agroecolo-
gíacomo herramienta para el desarrollo. Programa de Agricultura Urbana. Políti-
caspúblicas para el desarrollo rural de la región.
Como puede verse, han sido tratados una gran variedad de temas y con una gran
riqueza y representatividad de actores, que incluyeron desde funcionarios políticos de
todos los niveles del Estado responsables de diseñar y ejecutar políticas públicas, desde
técnicos y profesionales universitarios y de instituciones públicas como el Instituto Na-
cional de Tecnología Agropecuaria (INTA) hasta distintos representantes de movimien-
tos sociales y ONG`s.
En los dos últimos años hemos focalizado más los esfuerzos en el estudio y el
análisis de las relaciones entre desarrollo rural, seguridad y soberanía alimentaria
y esta fue la temática del IV Foro realizado el año pasado. Y es, a su vez, la proble-
mática central abordada en esta nuestra segunda publicación, que esperamos sea
una contribución para generar y ampliar los debates en relación a estos temas de
gran trascendencia, que marcan - de acuerdo a qué decisiones y rumbos se tomen
- la posibilidad de reorientar nuestras políticas hacia una verdadera integración de
las variables sociopolíticas, económico-productivas y ecológico-ambientales que
conforman el desarrollo sustentable. 7
Por último queremos agradecer a nuestros compañeros y compañeras del Ob-
servatorio (a los que están y los que estuvieron) por el respeto y la dedicación con la
que hemos llegado a estos más de cinco años de trabajo y finalmente, a las autorida-
des del Proyecto FODEPAL y al Núcleo de Capacitación en Políticas de FAO por el
apoyo y el financiamiento que nos brindaron desde los inicios.

Cristina Díaz
Responsable del Equipo Técnico.

Eduardo Spiaggi
Director.
Introducción
Desarrollo Rural, Soberanía y Seguridad
Alimentaria: a modo de Introducción

El presente trabajo colectivo presenta las diversas propuestas discutidas alrededor del
“Foro Desarrollo Rural, Soberanía y Seguridad Alimentaria” realizado por la Prime-
ra Cátedra FODEPAL, “Observatorio del Sur” durante noviembre de 2009. Siendo el
cuarto de este tipo de encuentros, los Foros han servido para introducir temas relevantes
en la agenda pública, promover la discusión entre los distintos participantes, mostrar
estrategias de intervención en el territorio y pensar propuestas para el futuro de una
problemática clave: el Desarrollo Rural y la Soberanía Alimentaria.
El libro se compone de dos partes: una primera destinada a artículos de in-
vestigación y una segunda, con relatos de experiencias sobre la temática y comu-
nicaciones breves. En la primera parte se encontrarán los trabajos de Guillermina
Curti, Soledad Brunetti, Mirian Musso, Laura Rastelli, Mauricio Spillere y María
Paola Ukic que se inscribe en una investigación llevada adelante por el Grupo Po-
lítica y Gestión de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de
la Universidad Nacional de Rosario en los espacios de investigación de la cátedra
respecto de la Seguridad y Soberanía Alimentaria.
En segundo lugar, se presenta el trabajo de Graciela Ottmann, Danilo Renzi,
Alejandro Miretti y Eduardo Spiaggi con la colaboración de Gonzalo Colomar,
Javier Couretot, Violeta Pagani y Maite Pigini. En este caso, se trata de docentes
e investigadores de la Facultad de Ciencias Veterinarias que forman parte del Co-
mité Ejecutivo y de asesoría técnica del Observatorio del Sur que avanzan en sus
investigaciones sobre el uso de indicadores de sustentabilidad presentando casos
concretos por eco-regiones socio-productivas.
La parte siguiente incluye Comunicaciones de diverso tipo hilvanadas en la te-
mática central del texto que se presenta: la Soberanía Alimentaria. Allí encontramos
una serie de trabajos sobre agencias y programas estatales y sus experiencias en torno al
tópico. La primera de las comunicaciones es de autoría de Erika Beckmann y presenta
el relato de la experiencia de intervención en torno a la Agricultura Urbana con origen
en la Municipalidad de Rosario. En segundo lugar, el trabajo de Jorge Cardelli presenta
el papel de la Universidad pública y sus responsabilidades en este sentido. En el tercer
trabajo, Marcos Monteverde se explaya sobre la implementación de la Agencia Santa-
fesina de Seguridad Alimentaria y sus efectos en el último tiempo.
Por su parte, el texto de Claudio Tomás, de carácter más teórico, integra la
cuestión de la Seguridad y la Soberanía Alimentaria en cuanto a su diagnóstico, re-
levamiento y propuestas alternativas. Finalmente, el trabajo de Pablo Ruggeri apor-
ta a la discusión desde una mirada más académica y crítica, revisando las opciones
para pensar y generar acciones en el marco de la Economía Social y Solidaria de
modo sustentable. 9
Las problemáticas del Desarrollo Rural, la Soberanía y Seguridad Alimenta-
ria están hoy en el tapete. Mientras se espera que la población mundial crezca en
número en forma progresiva, el acceso a alimentos se convierte en una cuestión a
tener en cuenta para cualquier estrategia de desarrollo que se ponga en práctica. La
discusión sobre la distribución de estos alimentos y no tanto su oferta, en un contex-
to productivo teñido por una tecnología rentable pero muy cuestionada en términos
sociales y ambientales, es una de larga data, hoy encrudecida de cara a las disputas
por territorios y recursos escasos, el agua por ejemplo.
Los trabajos que se presentan en este libro contribuyen a esta discusión y
muestran los aportes del arduo y constante trabajo del “Observatorio del Sur”, pri-
mera cátedra FODEPAL, que desde sus inicios se encuentra involucrada o mejor,
ha sido creada para involucrarse, en dichas problemáticas.
Políticas, económico-productivas y ecológico-ambientales que conforman el
desarrollo sustentable.

Ma. Elena Nogueira


Parte 1
Trabajos de
Investigación

11
Análisis de las políticas públicas
regionales en materia de seguridad
y soberanía alimentaria

Guillermina Curti, Soledad Brunetti, Mirian Musso,


Laura Rastelli, Mauricio Spillere y María Paola Ukic*

1. Introducción
El presente documento desarrolla la investigación realizada por el Grupo Po-
lítica y Gestión de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la
Universidad Nacional de Rosario, en el marco de la Cátedra Fodepal: Observatorio
del Sur. Desde el mismo, se ha requerido trabajar para el año 2009, la temática de la
Seguridad y la Soberanía Alimentaria. En este marco se propone abordar el “Análi-
sis de Políticas Públicas Regionales en materia de Seguridad Alimentaria”.
Partiendo de indagar respecto de cómo se problematiza e interviene en la te-
mática alimentaria en Rosario, y su área metropolitana1, nuestro trabajo se propuso
como objetivos:
1.- despejar las improntas dominantes y los alcances que les otorgan los sos-
tenedores de visiones como las de asistencia, seguridad y soberanía alimentaria, en
su solapamiento y confrontación expresados en el despliegue territorial de políticas
de actores públicos y privados.
2.- reconstruir el sentido y resultados de lo actuado al presente, proporcionan-
do elementos para una evaluación crítica y eventual reorientación.
Para tal fin se ha trabajado sobre dos planos distintos pero íntimamente rela-
cionados, que se reconocen, interpelan y retroalimentan, a saber:
• el plano NACIONAL, para reconstruir cómo se conceptualiza el problema,
se define la cuestión, y se diseñan estrategias de intervención en relación a la segu-
ridad alimentaria.
• el plano LOCAL, para indagar acerca de las mismas dimensiones recono-
cidas, pero añadiendo lecturas sobre la incidencia de su implementación en el terri-
torio (en término de percepciones, reapropiación creativa, márgenes de autonomía,
posibilidades de logro de objetivos planteados, etc.)
De esta forma, interpelamos -al mismo tiempo- la complejidad de ambos pla-
nos a la luz de categorías predominantes para nuestro análisis, tales como:

* Los autores son investigadores del Centro de Estudios “Política y Gestión” en la Facultad de
Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario.
1. Integrada por las localidades de Alvear, Arroyo Seco, Capitán Bermúdez, Fray Luis Beltrán,
Funes, General Lagos, Granadero Baigorria, Ibarlucea, Pérez, Pueblo Esther, Puerto General San
Martín, Roldán, Rosario, San Lorenzo, Soldini y Villa Gobernador Gálvez (Rosario Metropolitana
2008, Diagnostico Participativo, Plan Estratégico Metropolitano Región Rosario). 13
- Intervenciones sociales del Estado.
- Política, Política Publica y Política Social.
- Importancia de los territorios y del desarrollo rural y regional.
El análisis de actores nos permitió reconocer el modo de nombrar, definir
y conceptualizar que los mismos realizan acerca de la temática alimentaria. Estos
marcos, que estructuran posicionamientos y condicionan análisis, son rescatados en
este trabajo con el objeto de redescubrir los argumentos que se esbozan al momento
de problematizar la temática de la Seguridad y Soberanía alimentaria. De este modo,
también poder descifrar la predominancia de algunos marcos sobre otros que, en
conjunto con el patrocinio que se hace de ellos por parte de instituciones, organiza-
ciones de investigación y/o investigadores, implica reconocer estrategias y recorri-
dos desarrollados para imponer la vigencia de unos sobre otros.
El recorte espacial realizado para nuestra investigación se encuentra demar-
cada por la llamada Rosario y su área metropolitana. Este área se configura como
un territorio abierto e interconectado, un espacio construido socialmente, resultado
de las estrategias de organización de los actores y del tipo de instituciones que lo
conforman. Es el espacio privilegiado de la interacción y del conflicto, donde se
desenvuelven múltiples relaciones sociales que lo identifican.
El alcance del Área Metropolitana está definido por dos criterios: a) continui-
dad urbana (reconociendo la máxima prolongación del área así como su potencial de
urbanización), y b) vinculaciones e interdependencias socioeconómicas.
Rosario y su área metropolitana forman un ámbito predominantemente urba-
no, estructurado en torno a una ciudad central articulada con otras localidades que
cuentan con mercados de trabajo y ámbitos comerciales vinculados entre sí. Este es-
pacio territorial presenta un perfil social, cultural y económico complejo, con niveles
importantes de interacción e interdependencia.
Cabe aclarar, además, que este criterio de delimitación es utilizado para la
elaboración de informaciones censales y estadísticas nacionales. Por ejemplo, el Ins-
tituto Nacional de Estadísticas y Censos –en adelante INDEC– utiliza como catego-
ría Aglomerado Gran Rosario para la realización de indicadores permanentes tales
como la Encuesta Permanente de Hogares.
Por su perfil económico–productivo, Rosario y su área metropolitana se están
convirtiendo en el primer centro agroindustrial del país y en uno de los más impor-
tantes de América Latina.
La estructura productiva de la ciudad y su área está formada por una multipli-
cidad de actividades que integran ramas agroindustriales tradicionales con aquéllas
vinculadas a las tecnologías de información y comunicación, pasando por un desa-
rrollado sector de servicios y una industria alimenticia altamente competitiva.
El área metropolitana de Rosario contiene el complejo oleaginoso más impor-
tante del país y el que más contribuye a las exportaciones argentinas. Datos de los
últimos años muestran que Santa Fe es la tercera provincia productora de cereales
del país.
Según datos del Municipio de Rosario (Rosario Metropolitana, 2008), las ex-
portaciones de granos cerealeros a través de los puertos fueron de 28.919.397 tone-
ladas (año 2006). Por su parte, más del 55% de dichas exportaciones se realizaron
desde las terminales portuarias de Up River, que incluyen las terminales que van
desde Puerto General San Martín al norte hasta Arroyo Seco al sur.
Siguiendo la misma fuente, podemos afirmar que la producción de granos
oleaginosos de la provincia, en la campaña 2006/2007, representó el 22,5% de la
producción nacional, con 11.600.000 toneladas. La soja, con el 97,4% de la pro-
ducción total de oleaginosos sigue siendo el cultivo más relevante. En el 2006, la
producción de aceites de Santa Fe representó el 76,6% de la producción nacional. La
industria aceitera del área metropolitana de Rosario, en el año 2007, contaba con 9
establecimientos activos (siendo dos de ellos los más grandes del país) y generador
del 53% de la capacidad de molienda del país, con un volumen anual de 26 millones
de toneladas.
Si consideramos el perfil exportador por grandes rubros se destaca el fuerte
sesgo de Rosario y su área hacia la exportación de manufacturas de origen agrope-
cuario. (Rosario Metropolitana, 2008).

2. ALGUNAS PRECISIONES ACERCA DE LA CONCEPTUALIZACIÓN


DE LA SEGURIDAD Y LA SOBERANÍA ALIMENTARIA: DIMENSIONES
ESTRUCTURANTES

En este afán de constituir un marco conceptual que aglutine el debate actual


sobre la Seguridad Alimentaria y Soberanía Alimentaria, en tanto antecedente
útil para reconstruir el abordaje realizado por los diferentes actores indagados, se
pueden contrastar tradiciones, convergencias, derivaciones e implicancias.
Las lecturas referidas a las dimensiones que los actores resaltan nos pueden
ayudar a entender el estado de la cuestión alimentaria en la región seleccionada para
esta investigación y, en alguna medida, el modo en que se conciben la seguridad y
soberanía alimentaria.

SURGIMIENTO Y EVOLUCIÓN DE LOS CONCEPTOS LA MIRADA DE


LOS ORGANISMOS Y LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES

La expresión Seguridad Alimentaria es propuesta por FAO (Food and Agri-


culture Organization of the United Nations por sus siglas en Inglés) y gana la promi-
nencia una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, particularmente en Europa.
Sin embargo, el concepto moderno surge, según comentan los expertos, en la década
del setenta, basado en la producción y disponibilidad alimentaria a nivel global y
nacional. Durante esta época “se vinculaba sobre todo a la existencia de una oferta
suficiente de alimentos a nivel nacional y mundial, y la principal preocupación eran
las fluctuaciones de la producción en cada país y en el mundo, así como las fluctua- 15
ciones de las existencias de cereales y otros alimentos básicos almacenados por los
gobiernos, las empresas comerciales o los agricultores” (Maleta y Gómez, 2004:6)
Esta década se encontró determinada por un periodo de sucesivas crisis que
tendrán distintas aristas. La crisis de alimentos de los setenta, se relacionó íntima-
mente con las sucesivas pérdidas de cosechas de alimentos básicos particularmente
en África y el fuerte aumento de los precios de los mismos, en conjunto con la
posterior suba de precios del petróleo en 1973. Este es el marco y la motivación de
la realización de la Primera Conferencia Mundial sobre Alimentación efectuada por
la FAO en 1974. El enfoque de la misma se concentró en el problema de la oferta
o disponibilidad alimentaria mundial. La Seguridad Alimentaria mundial consistía
esencialmente en que a lo largo del tiempo la producción y las existencias de ali-
mentos básicos en el mundo alcanzasen para sostener la demanda mundial. (Maleta
& Gómez, 2004:6)
En los años ochenta, se añadió la idea del acceso, tanto económico como físico.
Maleta y Gómez (2004:6) comentan que: “El libro Poverty and famines de Amartya Sen,
publicado en 1981, demostró que muchas hambrunas habían ocurrido sin que existiese
un déficit de alimentos a nivel mundial o incluso en el país afectado. El acceso a los
alimentos depende de los ingresos, los derechos o títulos que los individuos o familias
poseen, los activos con que cuentan y el entorno social e institucional”.
En el transcurso de la nueva década, se llegó al concepto actual que incorpora
la inocuidad y las preferencias culturales, y se reafirma la Seguridad Alimentaria
como un derecho humano. En la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, celebra-
da en Roma en 1996, representantes de 185 países y de la Comunidad Europea se
comprometieron activamente a erradicar el hambre de todos los países con el objeto
inmediato de reducir el número de personas desnutridas a la mitad de su nivel actual
no mas tarde del año 2015.
En esta instancia se definió que “existe Seguridad Alimentaria cuando todas
las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes ali-
mentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus pre-
ferencias en cuanto a los alimentos a fin de llevar una vida activa y sana.” (Cumbre
Mundial sobre la Alimentación, 1996. Esta definición, comúnmente aceptada, señala
las siguientes dimensiones:
• Disponibilidad de alimentos: la existencia de cantidades suficientes de ali-
mentos de calidad adecuada, suministrados a través de la producción del país
o de importaciones (comprendida la ayuda alimentaria).
• Acceso a los alimentos: acceso de las personas a los recursos adecuados
(recursos a los que se tiene derecho) para adquirir alimentos apropiados
y una alimentación nutritiva. Estos derechos se definen como el conjunto
de todos los grupos de productos sobre los cuales una persona puede
tener dominio en virtud de acuerdos jurídicos, políticos, económicos y
sociales de la comunidad en que vive (comprendidos los derechos tradi-
cionales, como el acceso a los recursos colectivos).
• Utilización: utilización biológica de los alimentos a través de una ali-
mentación adecuada, agua potable, sanidad y atención médica, para lo-
grar un estado de bienestar nutricional en el que se satisfagan todas las
necesidades fisiológicas. Este concepto pone de relieve la importancia de
los insumos no alimentarios en la seguridad alimentaria.
• Estabilidad: para tener seguridad alimentaria, una población, un hogar
o una persona, deben tener acceso a alimentos adecuados en todo mo-
mento. No deben correr el riesgo de quedarse sin acceso a los alimentos
a consecuencia de crisis repentinas (por ejemplo, una crisis económica
o climática) ni de acontecimientos cíclicos (tales como la inseguridad
alimentaria estacional). De esta manera, el concepto de estabilidad se
refiere tanto a la dimensión de la disponibilidad como a la del acceso de
la seguridad alimentaria.
Es interesante remarcar como en los años noventa el concepto de seguridad
alimentaria fue gradualmente absorbido en dos grandes marcos conceptuales más
amplios: la lucha contra la pobreza y la protección y promoción de los “modos de
vida” o “modos de subsistencia” (Maleta y Gómez, 2004:14). Entre estos marcos se
encuadran los Informes del Banco Mundial sobre pobreza y hambre.
En el Informe sobre el “Estado de la Inseguridad Alimentaria 2008” FAO ha
expresado, como en otras ocasiones, su profunda preocupación acerca de la falta de
progresos en la reducción del número de personas que padecen hambre en el mundo,
que continúa siendo elevado. En ese informe la atención se centra en los precios ele-
vados de los alimentos, que están afectando de forma grave a la población más pobre
en el mundo, reduciendo drásticamente su ya de por sí bajo poder adquisitivo. En
este sentido, los precios altos han incrementado los niveles de escasez alimentaria,
al tiempo que han supuesto una presión enorme en la consecución de los objetivos
convenidos internacionalmente respecto al hambre para 2015.
De esta forma, los mensajes principales que se extraen en el mencionado in-
forme (FAO, 2008), afirman que:
1. El hambre en el mundo está aumentando.
2. Los precios elevados de los alimentos tienen gran parte de la culpa.
3. Los hogares más pobres, los que no tienen tierras y los que están a cargo de
mujeres son los más perjudicados.
4. Las respuestas iniciales de los gobiernos en materia de políticas han tenido
un efecto limitado.
5. Los precios elevados de los alimentos también constituyen una oportunidad.
6. Los gobiernos, los donantes, las Naciones Unidas, las organizaciones no
gubernamentales, la sociedad civil y el sector privado deben combinar de inmediato
sus esfuerzos en un enfoque estratégico para abordar las consecuencias de los pre-
cios elevados de los alimentos en el hambre, que incluyan: i) medidas que permitan
responder al sector agrícola, en especial a los pequeños agricultores de países en
desarrollo, y ii) redes de seguridad y programas de protección social que de forma 17
selectiva se orienten a la población más vulnerable y con más inseguridad alimenta-
ria. Este es un desafío mundial que requiere una respuesta de ámbito mundial.
Dentro del mismo ámbito de Naciones Unidas, la Organización Mundial de la
Salud –en adelante OMS– toma, en parte, la definición de Seguridad Alimentaria de
FAO sin embargo aclara, profundizando en el tema, que el mismo es un concepto
multifacético que va más allá del número de personas que pueden sostenerse de los
recursos alimentarios limitados de la tierra abarcando una amplia gama de temas:
crecimiento, control, movilidad de la población, etcétera.
En este sentido, la Seguridad Alimentaria supone que2:
• Todas las personas en todo momento tienen acceso tanto físico como
económico a suficiente alimento para una vida activa y saludable.
• Los modos en que se produce y distribuye el alimento son respetuosos con
los procesos naturales del planeta y por tanto son sostenibles.
• Tanto el consumo como la producción de alimentos se rigen por valores
sociales justos, equitativos, éticos y morales.
• La habilidad para adquirir alimentos está asegurada.
• El alimento mismo es nutricionalmente adecuado y personal y cultural-
mente aceptable.
• Su obtención ocurre de manera que enaltece la dignidad humana.
Las instituciones financieras internacionales también han sentado posición
acerca de la temática, aunque en muchos casos con una visión disímil a la remarca-
da anteriormente. En algunos casos, hemos encontrado un posicionamiento publico
muy explícito –en sus portales web, así como también en documentos instituciona-
les- y en otros, no se han podido relevar posicionamientos claros. Sin embargo no
podemos dejar de contrastar sus posturas con las acciones llevadas a cabo. En este
sentido, las condicionalidades que estos organismos imponen al momento del otor-
gamiento de créditos y financiamiento a los países menos desarrollados para pro-
gramas alimentarios nos dan algunas pautas de sus concepciones sobre la temática,
donde subyace una visión de índole más asistencialista que soberana.
Considerando lo anterior, el Fondo Monetario Internacional –en adelante
FMI–menciona que la Inseguridad Alimentaria crónica se debe principalmente al
insuficiente poder adquisitivo de los pobres, la verdadera pregunta es cómo puede
darse a la población pobre la oportunidad de que ganen un ingreso que alcance para
satisfacer sus necesidades de consumo, dejando de lado si lo hacen con alimentos
producidos en el país o en el extranjero.3
Por su parte, para la Organización Mundial del Comercio –en adelante OMC–,
la Seguridad Alimentaria es un concepto que desestimula la apertura de mercados in-
ternos a los productos agrícolas foráneos con base en el principio de que un país debe
ser tan autosuficiente como le sea posible para cubrir sus necesidades alimentarias
básicas. “Principio en virtud del cual un país se resiste a abrir el mercado nacional a

2. Lo que sigue se extrajo de http://www.euro.who.int/nutrition/security/sectop


3. Véase http://www.imf.org/external/
los productos agropecuarios extranjeros por considerar que debe alcanzar la mayor
autosuficiencia posible en lo que se refiere a las necesidades básicas de productos
alimenticios”4. Esta postura, se contrastará con las sostenidas por algunas organizacio-
nes internacionales como por ejemplo, Vía Campesina, que será analizada con mayor
detenimiento más adelante.
En el ámbito continental, nos encontramos con algunas instituciones que han con-
ceptualizado sobre la temática. En este sentido, el Instituto Interamericano de Coopera-
ción para la Agricultura –en adelante IICA–, es un organismo especializado cuyos fines
son estimular, promover y apoyar los esfuerzos de sus Estados Miembros para lograr el
desarrollo agrícola y el bienestar de las poblaciones rurales, entiende que la seguridad
alimentaria es la existencia de condiciones que posibilitan a los seres humanos tener
acceso físico, económico y de manera socialmente aceptable a una dieta segura, nutritiva
y acorde con sus preferencias culturales, que les permita satisfacer sus necesidades ali-
mentarias y vivir de una manera productiva y saludable. 5
Estas condiciones son:
• La disponibilidad física de alimentos en cantidades y calidad suficientes
a través de la producción del país y de las importaciones (incluida la ayuda
alimentaria).
• El acceso de todas las personas a los alimentos por medio de la disponibili-
dad de recursos económicos y de otra índole para adquirir alimentos nutriti-
vos, sanos y en la cantidad apropiada.
• El logro de un nivel de bienestar nutricional en el que se satisfagan todas
las necesidades fisiológicas, gracias a una alimentación adecuada, disponibi-
lidad y acceso de agua potable, sanidad y atención médica (importancia de
los insumos no alimentarios).
• La estabilidad del acceso a alimentos adecuados en todo momento, sin ries-
go de quedarse sin alimentos a consecuencia de crisis políticas, económicas
o climáticas repentinas ni de acontecimientos cíclicos (inseguridad alimenta-
ria estacional). Esto engloba tanto la disponibilidad como el acceso.
Por su parte, el Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe –en adelante
SELA– concibe que, para América Latina la Seguridad Alimentaria se inscribe en la
noción más amplia de seguridad económica. Ésta es el resultado de la reducción de la
vulnerabilidad en las áreas estratégicas de las economías tales como la alimentación, la
energía, la tecnología y su interacción con las áreas del transporte, las comunicaciones,
la información y la seguridad financiera.
Así quedó claramente definido en las decisiones 113 y 125 del Consejo Latino-
americano del SELA. “La seguridad alimentaria se refiere e indica el grado de garantía
que debe tener una comunidad de disponer en todo momento, oportunamente y bajo
cualquier circunstancia, de suministros de insumos básicos para la producción de ali-
mentos, así como de éstos. Ello con el fin de que la población tenga plena certeza de

4. Extraído de http://www.wto.org/indexsp.htm
19
5. Extraído de http://www.iica.int/esp/conocimiento/actualidad/Paginas/seguridadalimentaria.aspx.
El subrayado es nuestro.
que no será sometida, o de que no padecerá situaciones adversas o de insuficiencia de
aquellos alimentos básicos constituyentes de su alimentación cotidiana. La seguridad
alimentaria regional es, al mismo tiempo, condición de confianza e instrumento para
que América Latina mantenga y amplíe su capacidad de negociación, su presencia y
peso específico en el mundo, su margen de maniobra, su grado de autonomía relativa,
su derecho y voluntad de disponer de tecnologías apropiadas y de conocimientos y posi-
bilidades de efectuar manejos adecuados de sus agrosistemas.” En la Reunión Regional
de Alto Nivel sobre Seguridad Alimentaria en América Latina y el Caribe, desarrollada
en mayo del 2008, los temas más relevantes debatidos por los delegados de los Estados
Miembros del SELA se destacaron los siguientes6:
a) El alza de los precios de alimentos a escala global afecta a la mayoría de los
productos agrícolas más importantes para nuestra región y tiene repercusiones negativas
tanto para los países exportadores como importadores netos de alimentos.
b) Los factores explicativos del alza de precios de los alimentos son múltiples,
unos de corto plazo y otros que responden a tendencias estructurales de largo plazo.
c) Las respuestas a la presente crisis han sido diversas, y se han dado tanto en el
plano nacional como regional y multilateral. Dada la naturaleza de la crisis, se requieren
estrategias de políticas que enfrenten los problemas vinculados del lado de la demanda,
pero también medidas de largo plazo que incidan sobre la oferta mundial de alimentos.
d) Además de tomar en cuenta la situación presente en cada país, las respuestas
nacionales –y también las regionales y multilaterales– deben siempre priorizar a los es-
tratos sociales más vulnerables de la población.
e) Las estrategias para el enfrentamiento de las causas y manifestaciones de la ac-
tual crisis también tienen que incluir, de manera destacada, la utilización de mecanismos
de cooperación regional entre los países de ALC.
Por otro lado, el tema y concepto de Soberanía Alimentaria surge y se desarrolla
por la sociedad civil en los años noventa como respuesta a diversos enfrentamientos po-
líticos basados, principalmente, en modelos de desarrollo capitalistas. Su presentación a
nivel mundial tuvo lugar en 1996, de forma paralela a la Cumbre Mundial de la Alimen-
tación, organizada por la FAO celebrada en Roma. (Niemeyer y Scholz, 2008).
La idea sobre una Soberanía Alimentaria tiene bases de sustento que le dan solidez
a la posición, a la estrategia política, al discurso y al actuar de las agrupaciones y movi-
mientos que la apoyan alrededor de todo el mundo.
La organización mundial Vía Campesina, que promueve un modelo campesino
basado en la agricultura y en la producción sustentable, con recursos locales, en armonía
con la cultura y las tradiciones locales, nos habla de, “Soberanía Alimentaria”, entendida
como el derecho de los pueblos, las naciones o las uniones de países a definir sus políti-
cas agrícolas y de alimentos, sin ningún dumping frente a países terceros.
De este modo, según Vía Campesina7, la soberanía alimentaria organiza la produc-
ción y el consumo de alimentos acorde con las necesidades de las comunidades locales,

6. Extraído de http://www.sela.org/sela/seguridad_alimentaria.ASP
7. Para mayor información ver: www.viacampesina.org
otorgando prioridad a la producción para el consumo local y doméstico. Proporciona el
derecho a los pueblos a elegir lo que comen y de qué manera quieren producirlo. La so-
beranía alimentaria incluye el derecho a proteger y regular la producción nacional agro-
pecuaria y a proteger el mercado doméstico del dumping de excedentes agrícolas y de
las importaciones a bajo precio de otros países. Reconoce así mismo los derechos de las
mujeres campesinas, la gente sin tierra, el campesinado y la pequeña agricultura tienen
que tener acceso a la tierra, el agua, las semillas y los recursos productivos así como a un
adecuado suministro de servicios públicos. La soberanía alimentaria y la sostenibilidad
deben constituirse como prioritarias a las políticas de comercio.
Una de las definiciones más recientes corresponde a la Declaración de Nyéléni
(Mali) en febrero de 2007 durante el Foro Social Mundial del mismo año. Su descripción
acerca de Soberanía Alimentaria es “el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y
culturalmente adecuados, accesible, producidos de forma sostenible y ecológica, y su
derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo”. (Niemeyer y Scholz,
2008:10. La cursiva es nuestra).
Vía Campesina fomenta siete principios para lograr una Soberanía Alimentaria
(Niemeyer y Scholz, 2008:10).
1. Alimentación, un Derecho Humano Básico.
2. Reforma Agraria.
3. Protección de Recursos Naturales.
4. Reorganización del Comercio de Alimentos.
5. Eliminar la Globalización del Hambre.
6. Paz Social.
7. Control Democrático.
Así entendida, la soberanía alimentaria es el derecho de cada pueblo a definir sus pro-
pias políticas agropecuarias y en materia de alimentación, proteger y reglamentar la produc-
ción agropecuaria nacional y el mercado doméstico a fin de alcanzar metas de desarrollo
sustentable, decidir en qué medida quieren ser autosuficientes, impedir que sus mercados se
vean inundados por productos excedentarios de otros países que los vuelcan al mercado in-
ternacional mediante la práctica del dumping. La soberanía alimentaria no niega el comercio
internacional, más bien defiende la opción de formular aquellas políticas y prácticas comer-
ciales que mejor sirvan a los derechos de la población a disponer de métodos y productos ali-
mentarios inocuos, nutritivos y ecológicamente sustentables. (Declaración sobre la Soberanía
Alimentaria de los Pueblos, por Vía Campesina y otros).
Desde esta perspectiva, la soberanía alimentaria de un pueblo es un tema de se-
guridad nacional, de soberanía nacional. Si para alimentar a su población, una nación
debe depender de los caprichos del mercado internacional, de la voluntad de una super
potencia al utilizar los alimentos como instrumentos de presión internacional, o de la im-
previsibilidad y los altos costos del transporte de larga distancia, ese país no está seguro,
ya sea con respecto a la seguridad nacional o a la seguridad alimentaria.
Para los sostenedores de este concepto, la soberanía alimentaria va más allá del
concepto de seguridad alimentaria, según éstos, ha sido despojado de su verdadero sig- 21
nificado por las diversas maneras en que el concepto ha sido manipulado por diferentes
intereses creados. Seguridad alimentaria significa que cada niño, cada mujer y cada
hombre deben tener la certeza de contar con el alimento suficiente cada día. Pero el
concepto no dice nada con respecto a la procedencia del alimento, o la forma en que se
produce. De ese modo, Washington puede argumentar que la importación de alimentos
baratos desde los Estados Unidos es una excelente manera que tienen los países pobres
de lograr seguridad alimentaria, más que si la producen ellos mismos. Pero la impor-
tación masiva de alimentos subsidiados baratos socava a los agricultores locales, obli-
gándolos a abandonar sus tierras. Ellos engrosan las cifras de los hambrientos, ya que
su seguridad alimentaria se pone en manos del mercado cuando migran a los barrios
urbanos pobres, en donde no pueden hallar un empleo asalariado que les permita vivir
bien. Para lograr una seguridad alimentaria genuina, los pueblos de las áreas rurales
deben tener acceso a tierra productiva, y a recibir precios justos por sus cosechas que
les permita gozar de una vida digna (Rosset, 2003. Énfasis nuestro). La propuesta de
estas organizaciones para eliminar el hambre y reducir la pobreza es a través del desa-
rrollo económico local. Una forma de lograr dicho desarrollo en las áreas rurales es crear
circuitos locales de producción y consumo, donde las familias de agricultores vendan sus
productos y compren lo indispensable en poblaciones locales.
De acuerdo con Vía Campesina, “la soberanía alimentaria da prioridad de acceso
al mercado a los productores locales. El comercio agrícola liberalizado, que brinda acce-
so a los mercados sobre la base del poder en el mercado y a bajos, a menudo subsidiados,
precios, niega a los productores el acceso a sus propios mercados.” (Via Campesina,
2002). Lo que Vía Campesina y otros dicen es que enfrentamos una verdadera confron-
tación entre modelos económicos en el mundo rural. El contraste entre el modelo domi-
nante, basado en la agroexportación, las políticas neoliberales y el libre comercio, versus
el modelo de soberanía alimentaria, no podría ser más descarnado. Donde un modelo ve
a los agricultores familiares como un anacronismo ineficiente que debería desaparecer, el
otro los ve como la base de las economías locales y del desarrollo económico nacional.
(Rosset, 2003)
Así, las organizaciones mencionadas, exigen la exclusión de los alimentos y la
agricultura de los acuerdos comerciales como la Organización Mundial del Comercio,
el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el Área de Libre Comercio de las
Américas y otros acuerdos regionales y bilaterales. Ellos ven a la liberalización des-
controlada del comercio como una fuerza que conduce a los agricultores a abandonar
sus tierras y como el principal obstáculo al desarrollo económico local y a la soberanía
alimentaria.8
Hemos encontrado repercusiones de esta postura en manifestaciones de organi-
zaciones de la sociedad civil en nuestro país. Así, resulta interesante citar cómo en el
Encuentro Latinoamericano de Mujeres Urbanas y Rurales por la Soberanía Ali-
mentaria -realizado en la Provincia de Santa Fe, Argentina, en octubre del 2005- se

8. Véase http://www.ircamericas.org/esp/4645 - Programa de las Américas, Octubre 2007


declara que: “El alimento es un derecho humano básico. La soberanía alimentaria es el
derecho de cada nación para mantener y desarrollar su propia capacidad para producir
sus alimentos básicos, a definir su propia política agraria, pesquera, alimentaria y de
tierras, respetando la diversidad cultural y productiva. La soberanía alimentaria es una
precondición para obtener seguridad alimentaria genuina. Las mujeres producimos mas
del 50% del alimento cultivado en el mundo, durante miles de años las campesinas y las
indígenas han conservado y transmitido enseñanzas, saberes y oficios traspasados y re-
creados de generación en generación, preservando la enorme diversidad de la naturaleza.
Hoy esa misma diversidad esta en peligro, desaparecen nuestros bosques, envenenan
con pesticidas nuestras tierras, el agua y el aire que respiramos. Patentan nuestras semi-
llas, nos desalojan de nuestras tierras, todo esto para que una inmensa masa de dinero
quede en las pocas manos de las multinacionales. Para nada han solucionado el hambre
del mundo, lo han agudizado al extremo que naciones como Argentina, que hasta hace
treinta años era una productora de una enorme diversidad de alimentos, hoy tenga una
inmensa cantidad de su territorio sembrado con soja transgénica para forrajes de anima-
les de otros países, mientras mas de la mitad de su población se encuentra en estado de
indigencia y aumentan día a día los casos de desnutrición” (en http//www.rimaweb.com.
ar/des_noticias.shtml?x=25521).
Dentro de las organizaciones ecologistas, Greenpeace no realiza una conceptuali-
zación explicita acerca de la seguridad y/o soberanía alimentaria. Sin embargo, durante
la Cumbre Mundial de la Alimentación en Roma, Italia, desarrollada en Junio de 2002,
Greenpeace reclamó las siguientes medidas9:
• Prohibir la liberación de cultivos transgénicos y organismos genéticamente mo-
dificados.
• Garantizar la soberanía y seguridad alimentaria en la próxima década, priorizan-
do la aplicación de prácticas agrícolas sustentables que respeten el conocimiento tradi-
cional y el ambiente.
• Ratificar inmediatamente el Tratado Internacional sobre Recursos Genéticos Vegeta-
les para la Alimentación y la Agricultura y el Protocolo de Bioseguridad de Cartagena.
• Reconocer e implementar el derecho soberano de los países a prohibir las impor-
taciones de OGMs y proteger de la contaminación genética sus patrimonios genéticos,
especialmente en los países que son además centros de diversidad de cultivos.
• Detener el patentamiento sobre las formas de vida y prohibir cualquier “tecnolo-
gía restrictiva”, especialmente la llamada “Terminador”, así como mantener y aumentar
el control público sobre la diversidad agrícola.
• Eliminar los subsidios gubernamentales que soportan prácticas agrícolas destruc-
tivas del ambiente.
De este modo, lo que podemos visualizar es que la problematización que esta orga-
nización realiza sobre la temática se vincula íntimamente con otras “cuestiones” como por
ejemplo, la manipulación genética de los alimentos, los cultivos transgénicos, entre otros.
Así, encontramos cómo los actores tienen posturas muy enclavadas en intereses específicos,
9. Véase http://www.greenpeace.org/argentina/bosques/transgenicos/declaraci-n-de-greenpeace-al-f
23
demostrando esto en su accionar, posicionamiento público y estrategias discursivas.
Como conclusión podemos afirmar que la concepción de Seguridad Alimentaria
es absolutamente validada y respaldada por organismos internacionales como la FAO.
Se ha se convertido en el concepto central utilizado en el proceso intergubernamental
con ocasión a las seguidas Cumbres Mundiales de Alimentación que se han realizado.
Debe entenderse que esta concepción se adecua a la línea de la naturaleza propia de
la Organización de Naciones Unidas –en adelante ONU–, la cual fomenta una vía de
desarrollo civilizado que no se oponga a corrientes antagónicas al mercado y, además,
porque admite una integración cultural a nivel regional entre los pueblos. (Niemeyer y
Scholz, 2008).
El concepto de Seguridad Alimentaria evolucionó (Maleta y Gómez, 2004:16)
desde 1975 siguiendo varios ejes principales:
• De lo global y lo nacional hacia los hogares y los individuos.
• Del énfasis en la disponibilidad al énfasis en el acceso a los alimentos.
• Del énfasis en la autosuficiencia a la aceptación del rol del mercado en la provi-
sión de alimentos, tanto para los países como para las regiones y los hogares.
• De la preocupación puramente alimentaria a la visión de la alimentación como
una parte del modo de vida, donde hay otras necesidades también prioritarias.
• De los indicadores exclusivamente objetivos a la inclusión de indicadores adicio-
nales sobre la percepción subjetiva y la conducta.
• De una visión de la inseguridad alimentaria basada en la situación actual o re-
ciente, a otra que prioriza los riesgos futuros.
Un interesante debate acerca de los conceptos Seguridad y Soberanía Alimenta-
ria, lo plantean Niemeyer y Scholz (2008), comentando que: “Seguridad Alimentaria, a
diferencia de Soberanía Alimentaria, plantea asegurar una producción cuantitativamente
suficiente de alimentos con garantías de inocuidad, sin tener en cuenta aspectos cultu-
rales locales como: qué, quiénes, cómo, dónde y a qué escala se hará la producción de
alimentos. Ciertamente este enfoque está dirigido a la erradicación del hambre a corto
plazo, por sobre una perspectiva sostenible de autoabastecimiento. Es quizás por esto
que muchos analistas consideran a la Seguridad Alimentaria como un conjunto de obje-
tivos para políticas de alimentación y nutrición únicamente” (Énfasis nuestro). Lo que
se desprende que el marco de la Soberanía Alimentaria incluye el acceso a los recursos
y su control para la producción de alimentos. De esta forma se constituye en una postura
alternativa de políticas a la agricultura industrial liberalizada y conjuga elementos de
diferentes áreas de políticas.
Según el estudio arriba mencionado, “Lo importante para FAO es generar con-
diciones de “Sustentabilidad Alimentaria” en todas las comunidades rurales, pueblos y
países que hoy padecen hambre. Esta idea significa que más que alcanzar temporalmente
una condición de Seguridad Alimentaria es necesario poseer estrategias y herramientas
replicables y sostenibles a través del tiempo. En escenarios de mercados globalizados la
preservación de las condiciones sociales, culturales y hábitos alimenticios de comuni-
dades rurales puede ser un elemento fundamental para una Sustentabilidad Alimentaria.
Bajo este sentido la idea es muy cercana a la de Soberanía Alimentaria, pero se enfoca
necesariamente a las comunidades rurales que no presentan condiciones de inserción
bajo un patrón alimentario internacionalizado” (Niemeyer y Scholz, 2008:16).

SEGURIDAD Y SOBERANÍA ALIMENTARIA ¿COMO LA ENTIENDEN LOS ACTO-


RES NACIONALES?

En relación a los actores y organizaciones gubernamentales y de la sociedad civil,


encontramos algunas conceptualizaciones en materia de Seguridad y Soberanía Alimen-
taria. Sin embargo, la impronta que muchas organizaciones tienen, se desprenden de los
conceptos analizados en el apartado anterior. Sólo a modo enunciativo, hemos decidido
incluir algunas posturas encontradas a través del relevamiento documental realizado.
Es interesante remarcar cómo los argumentos esbozados por la mayoría de los actores
nacionales se enclavan en una clara tradición inaugurada por instituciones de carácter
internacional.
Por otra parte, hemos considerado pertinente reconstruir la definición que el actual
gobierno nacional realiza de esta temática a partir de sus acciones concretas, como por
ejemplo, a través del Plan Nacional de Seguridad Alimentaria, al cual se le dedicará un
apartado especifico.
Dentro de las organizaciones de la sociedad civil, la Federación Agraria Argentina,
en adelante FAA, como una de las más importantes entidades gremiales y de servicios
que nuclea a pequeños y medianos productores, concibe como uno de los temas priorita-
rios establecer nuevas formas alternativas de acceso a los alimentos.
En la temática que nos ocupa, la FAA sostiene que “Las crisis vividas en el país
nos dejan como experiencia qué es estratégico en materia de seguridad alimentaria y
en este sentido, resulta necesario establecer nuevas formas alternativas de acceso a los
alimentos, la cual comprende:
• La vinculación entre los productores y los consumidores.
• Se establece un vínculo comercial entre ambas partes.
• Forma parte de una trama social integral.
• El consumidor tiene la garantía de obtener un abastecimiento sanitariamen-
te seguro, sin mano de obra infantil a un precio justo.
• Abre oportunidades de agregado de valor a la producción familiar.
• Democratizando el comercio y el consumo. (http://www.fao.org/Regional/
LAmerica/prior/desrural/argentina/buzzi.pps.)
Otra organización no gubernamental argentina, vinculada con el sector agropecuario
del país, la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa, en adelante AAPRESID,
integrada por una red de productores agropecuarios, también explicita una visión sobre la Se-
guridad Alimentaria. Sin embargo, la misma tiene una raigambre muy disímil a la sostenida
por la FAA. Su ex presidente, Víctor Trucco, en un artículo de opinión, se refiere a la temática
del siguiente modo, “los precios de los alimentos, comparados mundialmente, son los mejores
en su relación de calidad/ precio. En Argentina no hay problema de distribución de alimentos. 25
Alimentos hay, en cualquier parte del país, lo que no hay es poder adquisitivo del salario.
También hay problemas culturales (…) Argentina tiene condiciones excepcionales para que
el problema del hambre se redujera a situaciones extraordinarias. En primer lugar porque se
dispone de cantidad de alimentos y algunos como la soja a bajo costo o cero costo” (en http://
www.concienciarural.com.ar/articulos/opinion/sustentabilidad-y-autonomia-alimentaria-en-
argentina/art51.aspx. El subrayado es nuestro).
El investigador argentino Walter Pengue, desarrolla a lo largo de muchos de sus
trabajos y estudios la temática de la soberanía alimentaria y relacionándola con las polí-
ticas estatales –regulatorias, en algunos casos- en materia de producción de alimentos y
la incapacidad de los gobiernos de determinar sus propios lineamientos.
En este sentido, Pengue (2004) aclara: “es evidente entonces, que la política
agropecuaria no sólo debe contemplar el producir materias primas para sus mercados
externos. En la búsqueda productivista y muchas veces acallado por la recuperación
de impuestos y retenciones, el Estado Argentino ha desatendido, una situación básica,
cabalmente comprendida por la mayoría de las naciones desarrolladas: Su Soberanía
Alimentaria (…). La misma implica la determinación y el abastecimiento de los reque-
rimientos de los alimentos de la población a partir de la producción local y nacional,
respetando la diversidad productiva y cultural.” Recapitulando, es interesante remarcar
las dimensiones que han involucrado los actores relevados para construir el concepto de
Seguridad Alimentaria, en muchos casos complementarios:
• Oferta o disponibilidad alimentaria mundial.
• Acceso Económico y físico.
• Inocuidad de los alimentos.
• Adecuación a las preferencias culturales.
• Como un derecho humano.
• Alimentos nutritivos para satisfacer las necesidades alimenticias y sus preferen-
cias para llevar una vida sana y activa.
• Estabilidad de los alimentos (acceso en todo momento).
• Precios elevados de los alimentos.
• Sostenibilidad.
• Equidad, ética y moral.
• Seguridad económica.
• Poder adquisitivo.
• Asistencia Alimentaria (en comedores escolares).
• Autoproducción de alimentos.
• Asistencia para el desarrollo de huertas y granjas.
• Prioridad del consumo local.
En materia de Soberanía Alimentaria, este concepto es sostenido por organizacio-
nes sociales. La principal es Vía Campesina, la que relaciona el mismo con:
• Derecho de los pueblos a definir sus políticas agrícolas y de alimentos.
• Derecho a decidir su sistema alimentario y productivo.
• Prioridad al consumo local.
• Alimentos:
o nutritivos
o culturalmente adecuados
o accesibles
o producidos de forma sostenible y ecológica.

3. UN SALIENTE QUE MARCA UNA IMPRONTA: PLAN NACIONAL DE SE-


GURIDAD ALIMENTARIA

Las acciones gubernamentales tendientes a paliar el hambre de la población


han tenido un vasto recorrido en la historia de nuestro país, con algunos programas
tales como el Programa Materno Infantil (PROMIN), Programa Alimentario Nutri-
cional Infantil (PRANI), Programa Apoyo Solidario a Mayores (Asoma), entre
otros, agrupados la mayoría en paradigmas asistenciales a corto plazo.
Sin embargo, la coyuntura de crisis económica y social de 2001 y 2002, determinó
que el problema del hambre y la desnutrición cobraron una repercusión en la opinión
pública como no ocurría desde fines de los ochenta. En este marco el Gobierno Nacional
declara la Emergencia Sanitaria y Alimentaria en 2002 y, en ese contexto, la reorienta-
ción de fondos presupuestarios a reforzar programas sociales, de salud y alimentarios.
Fruto de este periodo son también la implementación de otros programas sociales
focalizados como el Plan Jefas y Jefes de Hogar Desocupados, el Programa Remediar en
salud y entre los Alimentarios, la implementación del Programa de Emergencia Alimen-
taria (PEA) y Fondo Participativo de Inversión Social (FOPAR).
La Ley 25.724, crea el Programa de Nutrición y Alimentación Nacional, como
instancia de articulación y diseño estratégico de los programas alimentarios. Marco
para que en el año 2003, la gestión de Kirchner lance el Programa Nacional de Se-
guridad Alimentaria -Hambre Más Urgente-, en declarado intento de articular los
programas existentes (PEA, Fopar, Comedores Escolares, ProHuerta), avanzar hacia
la conformación de una base única de beneficiarios, transferir fondos a las provincias
para una ejecución más organizada de los programas y fortalecer la capacitación y
asistencia técnica a los equipos provinciales.
El marco normativo aclara: el PLAN NACIONAL DE SEGURIDAD ALI-
MENTARIA “EL HAMBRE MAS URGENTE”, estará destinado a financiar accio-
nes de ejecución integral, tendientes a garantizar la Seguridad Alimentaria de perso-
nas en condición de vulnerabilidad social, priorizando la atención de la emergencia
alimentaria.- Dichas acciones tienen por objetivo:
i. Realizar un aporte a las necesidades alimentarias del hogar.
ii. Fomentar mecanismos de asistencia y promoción que privilegien el ámbito fa-
miliar y el fortalecimiento de redes solidarias en la comunidad.
El Plan Nacional de Seguridad Alimentaria, en adelante PNSA, es implementado
a través del Ministerio de Desarrollo Social y Salud (Véase www.desarrollosocial.gov.
ar). Este Plan promueve: 27
- Asistencia alimentaria a familias en situación de vulnerabilidad social.
- Incentivo a la autoproducción de alimentos en las familias y redes prestacionales.
- Asistencia a comedores escolares.
- Asistencia a huertas y granjas familiares.
- Atención a la embarazada y al niño sano.
- Fortalecimiento de la gestión descentralizada de fondos.
La implementación del mismo se da de un modo descentralizado, respetando
el carácter federal de nuestro sistema de ordenamiento político. En este sentido, el
nivel nacional aporta fondos a las provincias que suscribieron los convenios corres-
pondientes, y las mismas establecen la particular modalidad de ejecución (centrali-
zada-descentralizada-mixta) según el tipo de prestación a implementar. El indicador
utilizado para la asignación del presupuesto a las provincias es: 55% por coparticipa-
ción federal, 35% por la línea de indigencia y el 10% por mortalidad infantil.
Según la evaluación de los especialistas: “Transcurridos cuatro años desde su
implementación, aún no se ha realizado ninguna evaluación de resultados del PNSA
y los cambios más sustanciales que se verificaron en la matriz de asistencia social-
alimentaria están dados por una percepción –no sustentada por ninguna evaluación-
de mayor articulación y seguimiento de los programas alimentarios provinciales,
un mayor protagonismo de la autoridad central, vinculado con un menor grado de
autonomía presupuestaria en las jurisdicciones y la irrupción de un nuevo formato de
programa alimentario: las transferencias - mayormente no condicionadas- de ingreso
monetario a las familias beneficiarias bajo la forma de tickets o tarjetas electrónicas
para la compra de alimentos. Esta modalidad, inexistente antes de 2003, hoy repre-
senta una fracción marginal pero creciente del presupuesto destinado por el Gobier-
no Federal en el marco del PNSA.” (Britos y Cortes, 2007:15)
Podemos entender que a partir de esta problematización de la temática se de-
limita en buena medida el modo en el que el gobierno nacional concibe la seguri-
dad alimentaria, suponiendo que este tipo de abordaje permite mejorar la situación
alimentaria de los sectores más vulnerables de la población. El PNSA más allá de
estar estructurado a partir de la transferencia de ingresos integra, al mismo tiempo,
otros programas que ya se venían ejecutando en nuestro país. El caso del Pro Huer-
ta, revela el carácter abarcativo de la política gubernamental, ya que a pesar de ser
concebido en un principio como un programa de un instituto nacional, como es el
Instituto Nacional de Teconología Agropecuaria –INTA–, se ha transformado en la
actualidad en un elemento muy importante para muchos sectores de la población,
que a partir del mismo han encontrado un modo de autoabastecimiento.

4. LAS POLÍTICAS PÚBLICAS EN MATERIA DE SEGURIDAD ALIMENTA-


RIA EN LA REGIÓN. UNA MIRADA ACTORAL Y RELACIONAL

Al momento de decidirnos a desarrollar un estudio de políticas públicas regionales


observamos que una multiplicidad de actores participan y se involucran en este proce-
so complejo. A fines analíticos, se sugiere analizar, estudiar, comprender una política
pública por etapas, cada una de las cuales posee sus actores, restricciones, decisiones,
desarrollo y resultados propios, influye en las demás y es afectada por lo que sucede en
las otras. (Aguilar Villanueva, 1993:15).
La política estatal –para nuestro caso utilizaremos el término de pública –puede
ser entendida, como un conjunto de tomas de posición por parte del Estado respecto de
cierta cuestión. Estos posicionamientos tienden a variar a lo largo del tiempo. Asimismo,
la política pública no puede ser entendida ni explicada prescindiendo de las políticas de
otros actores. Aun en el caso de que el Estado inicie con gran autonomía una cuestión,
las decisiones posteriores vinculadas a la misma– tanto en términos de implementación
de la decisión originaria como de posibles cambios implícitos o explícitos de su conteni-
do- no dejarán de estar influidas por las posiciones adoptadas por otros actores (Oszlak
y O´Donnell, 1974).
Como podemos ver, el análisis de actores ha resultado relevante para nuestro es-
tudio. Con el objetivo de iniciar una exploración o un mapeo de actores, se procedió a
identificar aquellos clave con incidencia en la temática en la región. Se han identificado
aquellos individuos, grupos u organizaciones que poseen interés (en términos de una
posición y una prioridad) en la temática y que pueden movilizar recursos para afectar los
resultados de alguna forma. Para seleccionar los actores relevantes en la región se propu-
so realizar una primera exploración a partir de la combinación de fuentes, estrategias de
indagación y técnicas, instrumentadas a los fines de detectar centralidades actorales.
La recolección de la información, para el posterior análisis, se realizó por medio de
entrevistas semiestructuradas a los actores relevantes, cuyos objetivos se centraron en:
- Identificar las problematizaciones que los actores entrevistados realizan acerca
de las temáticas de la Seguridad y Soberanía Alimentaria.
- Recabar la percepción de los diferentes informantes calificados sobre las dimen-
siones centrales de la temática alimentaria.
- Relevar los distintos modos de intervención que los actores efectúan en materia
alimentaria.

4.1. LA CUESTIÓN ALIMENTARIA EN LA REGIÓN


4.1.1. PROBLEMATIZACIONES Y CONSTRUCCIONES POR PARTE DE LOS
ACTORES

“Ninguna sociedad posee la capacidad ni los recursos para atender omní-


modamente a la lista de necesidades y demandas de sus integrantes. Solo
algunas son “problematizadas”, en el sentido de que ciertas clases, fraccio-
nes de clase, organizaciones, grupos o incluso individuos estratégicamente
situados creen que puede y debe hacerse “algo” a su respecto y están en
condiciones de promover su incorporación a la agenda de problemas so-
cialmente vigentes. Llamamos “cuestiones” a estos asuntos (necesidades,
demandas) “socialmente problematizados”. (Oszlak y O´Donnel, 1976) 29
La cuestión alimentaria en la región estudiada se encontró interpelada por distintas
problemáticas que los actores fueron enumerando. A partir del análisis de las entrevistas
a actores relevantes realizadas, se pueden vislumbrar las siguientes problematizaciones
-en muchos casos complementarios y en otros contradictorios-:
- Persistencia de Políticas Alimentarias asistenciales.
- Falta de presencia del Estado en la cuestión alimentaria.
- Inexistencia de un Sistema de Trazabilidad/Alimentos Seguros.
- Relevancia de la Cuestión de la Soberanía alimentaria.
- Criticas al modelo de Producción/Acumulación/Distribución.
- Falta de Buenos Hábitos en la cocina y en el consumo.
- Dificultades en el acceso de alimentos/Inequidad.
- Problemas Ambientales.
En este sentido resulta interesante remarcar como algunas de las dimensiones que
han señalado los sostenedores de visiones para construir el concepto de Seguridad y So-
beranía Alimentaria, se ponen en juego como “cuestiones socialmente problematizadas”
Oszlak y O’Donnell (1974) para la cuestión alimentaria de la región. Estas problemáticas
identificadas por los actores se pueden asociar íntimamente con su pertenencia institucio-
nal. Hemos agrupado a los mismos en las siguientes categorías, a saber: actores guberna-
mentales pertenecientes a áreas técnicas; actores gubernamentales pertenecientes a áreas
sociales; actores de la sociedad civil.

Actores Gubernamentales pertenecientes a Áreas Técnicas


Así podemos encontrar como actores gubernamentales relacionados con instan-
cias más “técnicas” identifican como problemas principales la “Inexistencia de Siste-
mas de Trazabilidad en la cadena agroalimentaria y Alimentos Seguros”, caracteriza-
da por la presencia de sistema informales de unidades de faena de pequeños animales,
por ejemplo, ausencia de buenas practicas agrícolas en la producción hortícolas, carencia
de control, entre otros.
Es interesante remarcar cómo un actor entrevistado caracterizaba a esta problemá-
tica: “Al no poder vincular las cadenas alimentarias bajo un concepto básico que son
las buenas prácticas (buenas prácticas agrícolas, agropecuarias, de manufactura, de
consumo), hace que la cadena esté fuertemente debilitada y que no tengamos trazabi-
lidad de los productos. No se puede asegurar que estos productos contengan “salud”.
Si bien la reglamentación está, la transformación de esto se da a través del cambio de
paradigma en lo que respecta a producción y consumo de alimentos, que aún no se
ha logrado”. También son estos actores los que remarcan como necesario ahondar en
la “Relevancia de la Cuestión de la Soberanía Alimentaria” considerándola en muchos
casos como superadora del concepto de Seguridad Alimentaria. En este sentido, entien-
den a la Soberanía Alimentaria como el derecho de los pueblos a producir y consumir
sus propios alimentos, vinculado íntimamente con la pertenencia cultural y el consumo
local. “Hubo un modelo en la Argentina y en el resto de los países americanos en don-
de se privilegió la producción de las grandes empresas y ello significó el olvido de las
pequeñas producciones que hacen a la cultura, al folklore de una provincia o región,
bajo una profecía de que los alimentos producidos en la ruralidad o a baja escala eran
alimentos inseguros.”

Actores Gubernamentales pertenecientes a áreas Sociales


Los actores gubernamentales pertenecientes a áreas sociales han identificado las
siguientes problemáticas:
- Asistencia Alimentaria.
- Problemas de Acceso.
- Desnutrición.
- Hábitos de consumo.
- Cuestiones culturales.
Así, vemos que se coincide respecto de la “Falta de hábitos en la cocina y en el
consumo”, derivan en problemas de acceso a una alimentación sana y nutritiva.
El “Problema del acceso a los alimentos”, entendido en términos de “acceso físico
a los alimentos los 365 días del año”, fue un común denominador para estos actores
entrevistados dando cuenta que, en muchas ocasiones, esta problemática se vincula con
cuestiones de pobreza, falta de educación, violencia, etcétera.
No obstante estas afirmaciones, encontramos una gran disyuntiva. Existen actores
que manifestaron explícitamente que, para su entender, los problemas no derivaban de la
falta de acceso a los alimentos sino que los mismo se relacionaban con algunas políticas
de corte “asistencial” y una cultura del “pedir” así como también con la falta de hábitos
de consumo mencionadas anteriormente que en muchos ocasiones derivan en casos de
desnutrición.
Con respecto a la “Persistencia de políticas alimentarias asistenciales”, algunos
actores mencionan que, más allá de que las mismas no promueven el desarrollo de capa-
cidades como la auto organización, el autoabastecimiento, son las que persisten y tam-
poco hay que desdeñarlas. En este mismo tono, encontramos actores que plantean que
es el “modo de intervenir del Estado”, a través de las políticas asistenciales. También
encontramos otras posiciones que sostienen que “este tipo de acciones han quebrado la
capacidad de mejorar la calidad de vida de la población”.

Actores de la Sociedad Civil (ASC)


Con respecto a los actores de la sociedad civil, vemos que las problematizaciones
que los mismos reconocen versan sobre:
• Dificultades en el acceso a los alimentos: esta problemática se asoció con una cues-
tión de “equidad”, entendida como “imposibilidad de algunos sectores de la sociedad de
acceder a alimentos nutricionales necesarios para tener una buena calidad de vida.”
• La inexistencia de Sistemas de Trazabilidad/Alimentos seguros, se vincula con la
“adulteración de los alimentos”, la “calidad”.
• Criticas al Modelo de Producción/acumulación y distribución.
• Problemas medioambientales: los actores que han reconocido esta dimensión 31
nos hablan de la necesidad de controlar los impactos en el medio ambiente, la conserva-
ción de los recursos naturales y la sustentabilidad.
La “apelación a la intervención del Estado”, se encuentra como una problemática
muy amplia. Sin embargo, cada actor en su particularidad reconoce y apela a la necesi-
dad de algún tipo de accionar por parte de este actor central. Tanto desde los actores so-
ciales como de los gubernamentales, se concibe la necesidad de reglamentar, intervenir,
direccionar acciones y/o planificar políticas de las instancias estatales. Los actores guber-
namentales que mencionan esta temática, plantean siempre en instancias superiores, ya
sean nacionales, provinciales; la falta de políticas públicas adecuadas.
A continuación, se presentará el cuadro N° 1, el cual refleja el posicionamiento
de los diferentes actores entrevistados, y su concepción en relación a las problemáticas
asociadas a la cuestión alimentaria en la región. A partir de las entrevistas realizadas,
se han indicado en la primera fila, las dimensiones en que los actores estructuran la
cuestión alimentaria, esto es: la persistencia de políticas asistenciales; la ausencia del
Estado en la problemática alimentaria; la inexistencia de un sistema de trazabilidad que
garantice alimentos seguros, la falta de educación alimentaria, la inequidad, el modelo
de acumulación/ producción, los problemas medio ambientales, etc. Teniendo en cuen-
ta estas problematizaciones, hemos relacionado, cada uno de los actores entrevistados
con las mismas. Este cuadro, intenta reflejar gráficamente, a partir de diferentes colores,
como se posicionan los actores en relación a las problemáticas enunciadas, ya sea que
estén de acuerdo, parcialmente de acuerdo, en desacuerdo, o bien que no reconozcan la
problemática.
33
4.1.2. LA SEGURIDAD Y LA SOBERANÍA ALIMENTARIA EN LA PRIORIZA-
CIÓN DE LOS ACTORES

Con el objeto de poder vislumbrar la priorización de dimensiones que se recono-


cen como constituyentes en el debate de la Seguridad y Soberanía Alimentaria a nivel
internacional ya abordadas en la primera parte del documento y otras relacionadas con
las políticas sociales en materia alimentaria en nuestro país, se realizó en la entrevista un
esquema de valoración de las siguientes dimensiones:
1. Oferta o disponibilidad alimentaria.
2. Acceso Económico y físico a los alimentos en todo momento.
3. Inocuidad de los alimentos.
4. Derecho humano.
5. Alimentos nutritivos para satisfacer las necesidades alimenticias y sus preferen-
cias para llevar una vida sana y activa.
6. Precios de los alimentos.
7. Equidad, ética y moral.
8. Poder adquisitivo.
9. Derecho de los pueblos a definir sus políticas agrícolas y de alimentos.
10. Alimentos nutritivos, culturalmente adecuados, accesibles, producidos de for-
ma sostenible y ecológica.
11. Asistencia Alimentaria.
12. Autoproducción de alimentos.
13. Asistencia en Comedores Escolares.
14. Asistencia para el desarrollo de huertas y granjas.
15. Prioridad del consumo local.
Así, la dimensión priorizada como Nº1 por los actores relevados fue “Acceso Eco-
nómico y físico a los alimentos en todo momento”.
La dimensión priorizada como Nº2 y Nº3 fue “Alimentos nutritivos, culturalmen-
te adecuados, accesibles, producidos de forma sostenible y ecológica”.
La dimensión Priorizada como Nº4 fue “Derecho de los pueblos a definir sus po-
líticas agrícolas y de alimentos”.
Desde otra mirada, las seis dimensiones que tuvieron mayores menciones fueron
en orden decreciente:
1º. Alimentos nutritivos, culturalmente adecuados, accesibles, producidos de for-
ma sostenible y ecológica.
2º. Acceso Económico y físico a los alimentos en todo momento.
3º. Derecho de los pueblos a definir sus políticas agrícolas y de alimentos.
4º. Equidad, ética y moral.
5º. Inocuidad de los alimentos.
6º. Asistencia Alimentaria.

35
Alimentos nutritivos, culturalmente adecuados, accesibles, producidos en forma
sostenible y ecológica
Para hacer un análisis de esta dimensión priorizada es menester señalar que la
misma ha sido elegida en mayor número de ocasiones por los actores. Esto es, que los
actores consultados reconocen que la cuestión alimentaria en la región está atravesada
por esta dimensión: “Alimentos nutritivos, culturalmente adecuados, accesibles, produ-
cidos en forma sostenible y ecológica.” En relación a la pertenencia institucional de
los consultados, éstos coinciden en ser actores gubernamentales o bien forman parte de
organizaciones de la sociedad civil.
En esta dimensión, los actores enfatizan dos aspectos fundamentalmente: el para
quién se producen los alimentos y el cómo se producen. Del análisis de la información,
surge la idea que la producción de alimentos debe asegurar el acceso de los mismos a
la población. En otras palabras, que se produzcan alimentos culturalmente adecuados,
esto es, rescatando lo local en la selección, elaboración, y producción de alimentos. Asi-
mismo, aparece la necesidad de potenciar, activar, mostrar, impulsar las producciones
sociales locales. Surge la cuestión de las economías “invisibles”, las informales, y la
importancia de reivindicarlas, de hacerlas “visibles” ya que como señala un actor, no
compiten con las grandes empresas, sino que las complementan.
Por otro lado, lo importante en la cuestión alimentaria, es fomentar redes y aso-
ciaciones de producción, destinadas al consumo familiar, comunitario, y también a la
comercialización. También, rescata un actor, que esta producción no sólo asegure el con-
sumo de la población, sino que también genere riqueza a la región.
Se vislumbra la idea de que en el proceso de potenciar lo local, también se per-
mita definir culturalmente qué producir, de modo de establecer límites con la soberanía
alimentaria.
Otra cuestión a rescatar es el cómo producir. En repetidas ocasiones se apela a la
sustentabilidad ambiental. Si bien no aparecen definiciones acerca de qué entender como
“sustentable ambientalmente” se hace referencia a buenas prácticas agrícolas, al cuidado
de la tierra, la utilización racional de agroquímicos y antibióticos, etcétera.
Para finalizar, la cuestión alimentaria está atravesada por la necesidad de rescatar
lo local y lo nativo, del territorio, de lo argentino, de los pueblos, de la soberanía, desde
las producciones sociales, informales, invisibles, que no compiten con el mercado, pero
lo complementan a través de procesos de producción ecológicos, racionales, sustenta-
bles, sanos, que se puedan sostener en el tiempo.

Acceso Económico y físico a los alimentos en todo momento


Podemos observar en este análisis cómo los actores entrevistados consideran el
“Acceso Económico y físico a los alimentos en todo momento” como una de las cuestio-
nes prioritarias en materia de Seguridad Alimentaria.
En relación a la definición que hacen los actores es interesante resaltar, como la
mayoría concluye, que hay una gran disponibilidad de alimentos pero que la debilidad
es respecto al insuficiente poder adquisitivo de las personas, lo cual crea un gran nivel
de inequidad que se manifiesta en la oferta de alimentos de distintos estándares: “Con lo
cual hay personas que se encuentran condicionadas al momento de elegir que alimentos
comprar por su precio, tomando aquellos más inseguros o que no fueron elaborados
bajo los criterios de buenas prácticas, alimentos que no construyen salud”.
Resulta pertinente remarcar la posición de dos actores sociales y uno guberna-
mental vinculado a lo social, los cuales ligan la garantía del acceso físico a los alimentos
con el acceso a las tierras y la autoproducción, en donde “el Estado debe ser un agente
público de distribución, todo esto en el marco de una opción socioeconómica que crece
cuando incluye o reconstruye lazos, o crea redes donde no existen.”
La propuesta de estas organizaciones para garantizar una debida seguridad alimen-
taria fomenta el sistema económico local, creando circuitos de producción sustentables,
saludables, y accesibles para todos.

Derecho de los pueblos a definir sus políticas agrícolas y de alimentos


Los actores entrevistados que eligieron como dimensión el derecho de los pueblos
a definir sus políticas agrícolas y de alimentos, entienden por esto, la necesidad de par-
ticipación por parte de los habitantes del territorio, en el diseño de políticas vinculadas
a la definición de las condiciones de producción agrícola y de alimentos. Las lecturas
referidas a la posición en que cada actor se sitúa, es lo que se podría resaltar a la hora
del análisis, retomando el concepto elaborado por Vía Campesina respecto de Sobera-
nía Alimentaria. Ésta organización sostiene que la Soberanía Alimentaria organiza la
producción y el consumo de alimentos acorde con las necesidades de las comunidades
locales otorgando prioridad a la producción para el consumo local y doméstico. Propor-
ciona el derecho a los pueblos a elegir lo que comen y de qué manera quieren producirlo.
La soberanía alimentaria incluye el derecho a proteger y regular la producción nacional
agropecuaria y a proteger el mercado doméstico del dumping de excedentes agrícolas
y de las importaciones a bajo precio de otros países. Reconoce así mismo los derechos
de las mujeres campesinas. Quienes no poseen tierra, el campesinado y la pequeña agri-
cultura tienen que acceder a aquella, al agua, las semillas y los recursos productivos así
como a un adecuado suministro de servicios públicos. La Soberanía Alimentaria y la
sostenibilidad deben constituirse como prioritarias a las políticas de comercio.

Desglosemos el concepto a partir de lo relevado en la muestra:


Punto 1: “organiza la producción y el consumo de alimentos acorde con
las necesidades de las comunidades locales”: fueron muy pocos los actores que
pudieron establecer una diferenciación entre el establecimiento de un sistema de
producción o sistemas de producción y las necesidades de la población local respec-
to al consumo. En este marco, solamente uno de los actores hizo referencia concreta
a una relación directa entre la necesidad de establecer sistema productivos en base
a las necesidades. Lo particular del caso es que no es un actor gubernamental y se
encuentra por fuera del diseño de una política estatal. Además de ello, la posición
del actor esta directamente relacionada a la Economía Social. El resto de los actores, 37
si bien vincularon a la temática la necesidad de definir políticas de producción, lo
hicieron desde el plano de la percepción de que deben asumir o bien desde la nece-
sidad de participación en el diagrama de acciones a nivel local.
Lo importante a resaltar es la sensación que queda a la hora de indagar a los actores
respecto a esta temática arrojando una necesidad por comenzar a delinear conjuntos de
actuación desde lo local.
Punto 2: “derecho a los pueblos a elegir lo que comen y de qué manera quieren
producirlo”. Respecto a este punto, la mayoría de los entrevistados resaltan y remarcan
constantemente la necesidad de respetar este derecho. El interrogante esta en conocer en
profundidad lo mecanismos que se establecen para llevarlo a la práctica. Frente a esto,
hay experiencias exitosas que se demuestran que a través de acciones como ser prácticas
económicos sociales y solidarias, se comercializan productos elaborados por cooperati-
vas que demuestren una no explotación de mano de obra y que produzcan alimentos en
condiciones naturales y seguras. En lo que hace a la comercialización de estos productos,
conservan precios accesibles transmitiendo consumo responsable en la ciudadanía.
En primer lugar, queda la impronta de una necesidad de participación por parte
de las diferentes organizaciones tanto gubernamentales como no gubernamentales en
la gestación de las políticas publicas, en el acompañamiento y en la asistencia técnica
a pequeños y medianos productores. Muchos de los entrevistados sostienen que son los
productores/ consumidores quienes tienen que priorizar aquello que necesitan producir
para incorporarlo en su alimentación. La problemática que se genera en torno a esto es la
carencia de un uso responsable y seguro de los implementos suministrados en sus culti-
vos y en la manipulación de los alimentos. Por ejemplo, productos hortícolas generados
en granjas o huertas que conviven con animales domésticos como pueden ser perros y
gatos o animales de granja que no cuentan con controles fitosanitarios.
Por otro lado, actores vinculados a comunidades originarias o productores coo-
perativistas destacan como una gran amenaza la introducción de semillas transgénicas
y los procesos de investigación en genética para lograrlas los cuales son cada vez mas
promovidos por grandes empresas privadas, desplazando al Estado y sus institutos en
la gestación de estos avances tecnológicos. A esta situación la marcan como una clara
entrega de la Soberanía Alimentaria a los sectores de gran acumulación de capital donde
el mercado introduce los lineamientos políticos productivos respecto a la alimentación
de un país.
En conclusión, lo destacado es la necesidad de poder articular políticas públicas
vinculadas a los sistemas productivo y alimentario que de forma integrada contemplen
las necesidades internas de la población y las capacidades de las organizaciones guber-
namentales y no gubernamentales en la articulación de acciones que protejan y defiendan
la Soberanía Alimentaria.

Equidad, Ética y Moral


Encontramos que buena parte de actores entrevistados establecen como funda-
mental que tanto el consumo como la producción de alimentos se rijan por valores socia-
les justos, equitativos, éticos y morales. Según FAO: “La tenaz persistencia del hambre
y la pobreza plantea las que tal vez sean las cuestiones éticas más candentes de nuestros
días. Liberar a la humanidad del hambre y la malnutrición es una obligación moral que
recae sobre nosotros con una fuerza cada vez mayor conforme avanzan nuestra capaci-
dad y nuestras tecnologías”.
Algunos de los actores entienden el problema de la seguridad alimentaria como un
tema ético, enfatizando el mismo a través del comportamiento responsable de hombres
y empresas. Desde esta perspectiva, el Estado y las empresas que se conducen con có-
digos éticos y morales asegurarían mayor equidad en la distribución de riquezas, en las
oportunidades de acceso a ellas, en la producción de mejores productos y servicios, de
calidad y en cantidad suficiente.
Mediante la priorización del aspecto moral de la seguridad alimentaria uno de los
actores recuerda que el derecho a la alimentación fue aprobado en la década de 1990
como un Derecho Humano.
Asimismo, otros entrevistados comprenden que los problemas de la seguridad ali-
mentaria, requieren necesariamente identificar que tanto la pobreza como el hambre se
definen en términos de exclusión. En esta lógica, la posibilidad de acceder al mundo del
trabajo puede servir de sustento para modificar esta condición.
Relacionado con lo arriba remarcado, en lo que respecta a la problematización
que ciertos actores hacen de la inequidad, ésta respondería a cuestiones redistribu-
tivas pero también culturales y expresan que la equidad es la cuestión central. Así
se apela a que, en la actualidad no existe un sistema que produzca y distribuya los
alimentos con equidad social. Ello se combatiría, siempre según este razonamiento,
partir del acceso a la educación, esencial al momento de poder diferenciar un ali-
mento nutritivo de uno no nutritivo.
El conocimiento apuntaría a producir equidad a partir de la construcción de nuevas
cultura y forma de consumo. También mediante la facilidad, otorgada por el Estado, de
las mismas oportunidades para producir.
Uno de los actores afirma que el tema de la seguridad alimentaria se enmarcaría
dentro del más complejo entramado que supone defender la soberanía alimentaria de los
pueblos, incorporando al debate el desarrollo sustentable y el que los pueblos decidan su
sistema de producción.

Inocuidad de los alimentos


Lo que se puede comenzar planteando respecto de esta dimensión es que es priori-
zada, en general, por los organismos gubernamentales. Se podría afirmar que son los que
más destacan la temática de la inocuidad de los alimentos como “cuestión” importante
dentro de la seguridad alimentaria.
En general también cabría agregar que los organismos gubernamentales que la
toman son aquellos ligados directa o indirectamente con la problemática referente a la
inocuidad de los alimentos en lo que respecta a “control de calidad” de los mismos.
10, Véase http://www.fao.org/DOCREP/003/X9601S/x9601s03.htm#TopOfPage
39
En relación a la definición que hacen los actores sobre la dimensión, se puede
decir que se coincide y destaca que, la inocuidad de los alimentos está sujeta a las bue-
nas prácticas de producción referidas a “la correcta manipulación y elaboración de los
alimentos”.
Se plantea que es necesario atender a lo que se llama “manual de buenas prácticas
de producción” en el que se explicitan las condiciones requeridas para que un alimento
sea sano, nutritivo, saludable e inocuo.
En este sentido se alude al necesario control, por parte de los organismos y actores
responsables de esta función, del proceso de elaboración y fabricación de los alimentos.
Los actores relevados vinculan también la inocuidad con lo “nutricional” y “salu-
dable” del alimento. Otro saliente importante para los actores es focalizar en la cuestión
educativa de los sujetos que en tanto consumidores acceden al alimento y de los respon-
sables de su producción. Como caracterización de esto último, algunos actores sugieren:
“Educación a la población, sobre qué producir, qué elegir, qué consumir”.

Asistencia Alimentaria
Solo cinco de los actores entrevistados priorizaron como dimensión primordial
de la temática alimentaria, la cuestión de la asistencia alimentaria; vinculada, para los
actores que la mencionaron como prioritaria, con la intervención social del Estado. En
muchos casos también aparece asociada a una estrategia para intervenir frente a la pro-
blemática del acceso a los alimentos y en este sentido se plantean: “Asistirlos para que
realmente puedan llegar a una institución donde puedan obtener los alimentos indispen-
sables para la nutrición”. De esta forma, un rasgo del asistencialismo es la significación
de la acción como acto moral. A nivel discursivo, se plantea un cuestionamiento de la
validez del concepto de derecho social, que es sustituido por el de deber moral. “La
asistencia social ha dejado de obedecer al derecho de los desposeídos para constituirse
en un deber moral de aquellos que están en condiciones materiales de ayudar” (sea un
particular, un gobierno, un partido político, etc.) (Vacarissi, s/d). En este mismo marco,
encontramos algunas afirmaciones de AGM que alegan que es necesario “políticas para
brindarle acceso a la alimentación a los sectores más postergados, cualquiera se la
vía.” La asistencia –en este caso alimentaria- se asocia a estrategias de focalización,
es decir, destinada para los sectores más vulnerables de la población. La focalización
implica un nivel de creciente selectividad de la población a la cual se dirigen las inter-
venciones públicas, justificado generalmente por la necesidad de eficacia y eficiencia en
el gasto público social (Andrenacci, 2002:178). Otros actores han asociado la asistencia
como una obligación por parte de las instancias estatales de intervenir en las cuestiones
alimentarias y en el “derecho a ser asistido”.
Siguendo a Vacarissi (s/d), podemos afirmar que en muchos casos se toman como
sinónimos políticas de asistencia con políticas asistencialista o asistencialismo. Esta con-
fusión lleva muchas veces a rechazar a ultranza respuestas que brindan asistencia mate-
rial, cuando el problema no es el recurso o beneficio entregado sino la intencionalidad
y la concepción de sujeto de derecho o no que subyace en el responsable –individual o
colectivo– de desarrollar la acción. En consecuencia, “... la asistencia social a los pobres
puede ser: un gasto inútil, un adormecedor de conciencias, un desestímulo al esfuerzo
propio, un medio de control social”, pero también puede ser la primer instancia de un
proceso que apunte a generar mejores condiciones de vida –enmarcadas en la autono-
mía y dignidad de las personas- a amplios sectores sociales que actualmente no pueden
satisfacer sus necesidades fundamentales, ante las condiciones socioeconómicas de des-
igualdad y exclusión vigentes.

4.2. ¿CON QUIÉN DIALOGAN LOS ACTORES? IDENTIFICANDO INTER-


LOCUTORES

Las cuestiones involucran a actores que pueden hallarse objetiva y/o subje-
tivamente afectados por las mismas. Sin embargo, no existe una correspon-
dencia necesaria entre la situación de un actor en relación con una cuestión
y su propensión a movilizarse activamente en la defensa o cuestionamiento
de dicha situación. (Oszlak & O´Donnell, 1976).

Con el objeto de identificar actores primarios y secundarios para la problemática, se


ha procedido a utilizar como herramienta la Matriz de Menciones (para cada dimensión
priorizada por los actores y también en general), la cual nos posibilitó reconocer el posicio-
namiento relativo de los actores en un ranking de significación en relación a la cuestión que
estamos abordando. Se parte del supuesto que las menciones que un actor recibe dan cuenta
de su significación o peso relativo al evidenciar la importancia subjetiva.
En este sentido, hemos podido observar la centralidad del Estado (tanto en su
esfera provincial como en su esfera nacional) y la mención por parte de los actores en-
trevistados considerando necesario/ primordial el dialogo y la interpelación a este actor,
lo cual no sólo se visualiza al momento de conceptualizar la temática alimentaria, sino
también en como se interviene en la misma.
A pesar de que muy pocos actores identifican áreas particulares del gobierno he-
mos podido observar cómo se plantea dentro de los actores gubernamentales entrevis-
tados la continua referencia y la permanente apelación a un trabajo interconectado entre
jurisdicciones, tanto de los municipios como así también del gobierno provincial.
Sin embargo, lo que no se ha podido observar es una conexión entre esferas del
mismo nivel, por ejemplo, no se observó un vínculo (relevado a través de las interven-
ciones) ni una mención a municipios y/o comunas que se encuentran a una distancia
bastante acotada como es la región estudiada.
Consientes que en un proceso de política pública se convocan a diversos actores,
los cuales ingresan y egresan de este proceso según las etapas o fases de un ciclo y de
la racionalidad acotada de los mismos; frente a la necesidad de conformar estrategias
conjuntas, y de no contar con todos los medios –económicos, de conocimiento, etc.–
suficientes, siempre el trabajo relacionado y en algunos casos el trabajo en red resulta
mucho más provechoso para el logro de los objetivos planteados. 41
En este marco, un actor de permanente referencia ha sido la Universidad. Tanto
actores sociales como gubernamentales apelan a la necesidad de que, para abordar la
temática, se incluya a este centro de conocimiento. Sin embargo, contrastado con las
acciones, no se visualiza un trabajo coordinado entre estos actores.
A partir de la herramienta de análisis utilizada hemos podido observar que otro de
los actores primarios es el INTA, organización interpelada por AG y ASC. Con el INTA
se coordinan acciones con municipios, comunas, programas municipales, así como tam-
bién organizaciones sociales. Cabe remarcar que el Programa ProHuerta, en la actua-
lidad componente del PNSA, implementado en la región y que se ejecuta en distintas
localidades con el asesoramiento de la institución mencionada.
Una aclaración aparte debemos realizar con respecto al actor que mayores men-
ciones tuvo, las ONGs. Se ha observado que fue el actor más nombrado por los entre-
vistados. Sin embargo, no podemos afirmar a las mismas como actores en si, sólo cabe,
para lo fines de nuestra investigación, sostener la necesidad imperiosa de tanto AG como
ASC de trabajar, dialogar, vincularse entre sí.
Concientes de “los cambios en los regimenes políticos, en la regulación estatal de
las actividades económicas, en la extensión de las funciones administrativas del estado
y en la escala territorial de los procesos políticos y económicos (globalización)” (Leiras,
2007:25), podemos encontrar algunas de las explicaciones acerca de la creciente activi-
dad política de las organizaciones de la sociedad civil. En los últimos treinta años au-
mentaron notablemente tanto la visibilidad pública como la participación más o menos
activa e institucionalizada de este tipo de organizaciones en espacios de decisión política
nacionales e internacionales. (Idem: 21).
A continuación, el cuadro N° 2 refleja los actores primarios y secundarios, quienes
desde el punto de vista de los entrevistados, han sido interpelados como actores priorita-
rios que debieran intervenir en la cuestión alimentaria. El cuadro se construye a partir de
la suma de las menciones de actores realizadas, como resultado de ello, pueden recono-
cerse actores primarios y secundarios.
Cuadro Nº2: ACTORES PRIMARIOS Y SECUNDARIOS

Actores Menciones
ONG 9
Min. Des. Soc. Prov. SF 7
Min. Prod. SF 7
Gob. Nac 6
Gob. Prov. SF 5 Actores

INTA 5 Primarios

Min. Salud SF 5
Universidad 5
Mercado De Frutas
Y Verduras Ros 4

Centros De Salud 3
Municipio De Rosario 3
Org. Consumidores 3
ASSAl 2
Cámara De Empresarios 2
Colegios de Profesionales 2
Comedores 2
Mercado Solidario 2
Min. Cultura Prov. 2
Actores
Municipios 2
Secundarios
Org. Productores 2
Partidos Políticos 2
Programas Mun. Rosario 2
Clubes 1
Gremios 1
Iglesia 1
Medios Com. 1
Mov. Soc. 1
Sec. Mun. Funes 1
Vecinales 1

43
4.3. LA CUESTIÓN DE LA SEGURIDAD Y SOBERANÍA ALIMENTARIA:
TEMA DE AGENDA

“La agenda suele entenderse en la literatura como el conjunto de


problemas, demandas, cuestiones, asuntos que los actores han selec-
cionado y ordenado como objetos de su acción y, más propiamente,
como objetos sobre los que han decidido que deben actuar o han con-
siderado que tienen que actuar. (..) En efecto, el que una demanda,
problema, cuestión o asunto llegue a ser considerado como punto o
tema de la agenda [de gobierno] supone analíticamente decisiones
antecedentes: la decisión de prestarle atención, la elaboración y se-
lección de su definición, la elaboración y selección de una opción de
acción” (Aguilar Villanueva, 1993:29).

Con el objeto de reconstruir las intervenciones que los actores realizan en rela-
ción con la temática estudiada, hemos decidido indagar si la Seguridad y Soberanía
Alimentaria se constituyen en temas de agenda para los actores entrevistados.
Frente a esta búsqueda la mayoría de los actores han afirmado que la cues-
tión de la Seguridad y Soberanía Alimentaria constituyen temas de agenda para sus
organizaciones, algunos de una forma directa, ya que son instituciones que se han
conformado con fines específicos para intervenir en la misma.
Sin embargo, otros actores han afirmado que la temática constituye un tema de
agenda pero de un modo indirecto ya que la cuestión fundamental de su agenda es la
temática alimentaria en general.
Se han observado dentro de las argumentaciones de los actores entrevistados
algunas contradicciones manifestadas explícitamente, ya que alegan que estas cues-
tiones son tema de agenda pero “no pueden ser pensadas como políticas de Estado
integralmente concebidas”, reconociendo a partir de esto la complejidad que supone
intervenir en cuestiones de Seguridad y Soberanía Alimentaria.
Algunos de los AGM han manifestado que no se constituye como tema de
agenda ya “que no existe financiamiento” o que “es una cuestión crítica y lo que se
trata de hacer es atender a toda la demanda”.
Resulta interesante también, remarcar como un ASC apela a que “la Seguri-
dad Alimentaria se relaciona con poner en agenda de su organización y de otros
actores representativos, la necesidad de abastecer de alimentos al mundo y la posi-
bilidad que nuestro país cuenta en este sentido”.
Como conclusión, podemos observar que la mayoría de los actores han mani-
festado que la temática estudiada constituía uno de los temas de su agenda. Sin em-
bargo como bien señala Aguilar Villanueva (1993), los temas/ cuestiones/ problemas
que se encuentran en la agenda de las organizaciones implican de modo explicito o
implícito una intervención en consecuencia.
De este modo contrastaremos las principales conclusiones extraídas de este
apartado con las intervenciones que los actores realizan.

4.4. LA INTERVENCIÓN EN MATERIA ALIMENTARIA EN LA REGIÓN


¿PROPICIANDO LA SEGURIDAD, LA SOBERANÍA O LA ASISTENCIA?

El modo de intervenir de los actores se relaciona íntimamente con los proble-


mas que han identificado los mismos en la región. Así, frente a la Problemática del
Acceso Físico a los Alimentos, encontramos intervenciones orientadas:
- A brindar asistencia alimentaria a las familias o individuos, realizadas en
gran proporción por AGP y AGM, siendo estos últimos ejecutores de programas
nacionales y/o provinciales, entre los que podemos mencionar la Tarjeta Única de
Ciudadanía, Programa Nutrir Más, Bolsones, Asistencia en comedores, etcétera.
- La autoproducción de alimentos y el círculo virtuoso que de los mismos
generan, en el sentido de promover producciones locales, regionales, autóctonas,
favoreciendo la economía social y el surgimiento de micro emprendimientos que
son sustentados por AG y ASC a través de instancias de capacitación, promoción y
formación de redes que comercializan los alimentos producidos. Los momentos de
enseñanza se orientan a la capacitación en buenas prácticas para la manipulación de
alimentos y en la cadena agroalimentaria.
- Frente a la Problemática de Alimentos Seguros, encontramos intervencio-
nes orientadas a la producción y a la garantía de alimentos seguros. Así, tanto AGM
y AGP como ASC, se plantean estrategias de trabajo que se vinculan con lograr la
“creación de herramientas para el registro de establecimientos y productos alimen-
ticios”, “sistemas de trazabilidad”, “datos confiables”, “lograr la certificación de los
alimentos producidos”.
Es posible observar como las intervenciones que se realizan se encuentran orien-
tadas a garantizar la seguridad alimentaria de la población entendida la misma como
acceso a los alimentos, llevadas a cabo en la mayoría de los casos por AG por medio de
estrategias de asistencia alimentaria y existencia de alimentos seguros.
Es interesante no perder de vista como, a pesar de que la dimensión con más men-
ciones obtenida por los actores entrevistados se vincula íntimamente con cómo se entien-
de a la Soberanía Alimentaria, sin embargo –o por la complejidad que la misma conlleva,
la necesidad de resultados inmediatos, la implicancia de muchos cambios estructurales,
o por la falta de impactos que puede conllevar este tipo de políticas– se prioriza/ decide
actuar en un marco de promoción de la seguridad alimentaria, como mencionamos ante-
riormente, por medio de estrategias de asistencia estatal.
No obstante, podemos adelantar que las estrategias de autoproducción de ali-
mentos en cierta medida promueven en algunos aspectos la Soberanía Alimentaria.
El cuadro N° 3 es un síntesis en el cual se relaciona la problematización que
los diferentes actores hacen de la cuestión alimentaria, las estrategias para afrontarla
y las acciones que se implementan, ya sea que estas promuevan Seguridad, o bien,
la Soberanía Alimentaria. 45
Cuadro Nº3: problemas, estrategias e intervenciones en ma-
teria alimentaria

Problema Estrategias Orientadas a Acciones Actores


promover

t1SPHSBNB/VUSJS.ÈT
Asistencia t5BSKFUBEF$JVEBEBOÓB
Alimentaria t"CBTUFDJNJFOUPEF
AGP
víveres AGM
Seguridad t$PNFEPSFT
Alimentaria Comunitarios
t4FHVSPEFDBQBDJUB-
ción de empleo

t1SPEVDDJØOEF
alimentos saludables
t1SPEVDDJØOZ7FOUBEF AGP
semillas híbridas AGM
“tradicionales” (sin ASC
Acceso físico eventos transgénicos)
a los t$BQBDJUBDJØO
alimentos permanente a
productores
t'PSNBDJØOEFSFEFT
DPOQSPEVDUPSFTZ
Autoproduc- consumidores
ción de t'FSJBTEFWFOUB
alimentos t$BNQB×BTEFEJGVTJØO
t1SPNPDJØOEF
consumo responsable
t1SPNPDJØOEF
producciones
regionales artesanales
ZTFNJJOEVTUSJBMFTFO
forma cooperativa

t3FHJTUSPEFMPT
FTUBCMFDJNJFOUPTZ
productos alimenticios
que se elaboran en la
1SPWJODJBEF4BOUB'F
Sistema de Informa-
DJØOZUSB[BCJMJEBE
t$SFBDJØOEF AGP
Buenas Seguridad legislación pertinente AGM
Alimentos Prácticas Alimentaria t$BQBDJUBDJØO
Seguros sistema de prevención,
buenas prácticas,
FQJEFNJPMPHÓB
t"VEJUPSJBDPOUSPMEF
la inocuidad de los
alimentos
t"TFTPSBNJFOUPZ
capacitación en la
implementación de
buenas practicas
IPSUÓDPMBTZQFDVBSJBT
t$POGFSFODJBTTPCSF
inocuidad en la
producción primaria

Fuente: Elaboración Propia


4.5 INNOVACIÓN EN POLÍTICAS PÚBLICAS

En el lenguaje cotidiano la palabra innovación es utilizada como


sinónimo de producir, asimilar y explotar con éxito una novedad en
la esfera económico-social, de forma que aporte soluciones inéditas
a los problemas y permita así responder a las necesidades de las
personas y de la sociedad. La innovación resulta así un fenómeno de
múltiples facetas. (Díaz, 1999).

Situando el análisis en los actores que reconocemos inciden en Seguridad y


Soberanía Alimentaria y enmarcados en el concepto de innovación, podemos reafir-
mar que, en su mayoría, encontramos que desarrollan acciones que poseen un tinte
innovador.
De la investigación realizada se despende que algunos actores, si bien se reco-
nocen como innovadores, encuadran más con acciones innovadoras en el plano del
proceso6 de gestación de las políticas públicas en materia de seguridad alimentaria.
Así nos encontramos con AGM que superados por las problemáticas del sector y
limitados por los alcances de las acciones programadas en otras esferas guberna-
mentales, se encuentran cuasi-obligados a ser innovadores en la temática ya que de
otra manera su repercusión en el “campo” resultaría muy poco incidente. Es decir,
“pensar constantemente de que manera se puede alterar el conjunto de actuación
que desarrollan para… y por otro lado pensar con quiénes porque solos no se pue-
de”, da espacio a que criterios de innovación emerjan directamente al momento de
pensar un proceso de cómo concebir y producir política pública.
En la otra cara de la moneda se encuentra el conjunto de ASC que si bien
pueden llegar a ser innovadores en alguna fase de la gestación de la política, los son
mayormente innovadores en los productos7 que ella genera. En este plano nos en-
contramos con acciones tendientes a generar productos agroecológicos alternativos,
desarrollar y promover buenas prácticas en materia de seguridad alimentaria, pro-
mover cultivos orgánicos o instancias de comercialización diferentes a las relaciones
establecidas en la economía capitalista.
En resumen, si bien en algún plano estos actores son gestadores de innovación,
a la hora de situarlos en el presente análisis, vemos en cuestiones concretas asimila-
das a un producto o servicio específico capacidades innovadoras.
Muchos ASC destacan la importancia y necesidad de generar nuevos conoci-
mientos desde la organización o del resultado de trabajos en conjunto con espacios
11. “En sentido de proceso, la innovación remite a la forma en que se ha concebido y se pro-
duce; a las diferentes fases y mecanismos que lleva a ello y a su articulación y movimiento jamás
lineal o legible en calve etapista; su reconstrucción podría aspirar a esbozar un complejo sistema de
interacciones, de idas y venidas, entre las diferentes funciones y participantes cuya experiencia y
conocimientos se refuerzan mutuamente y se acumulan” (Diaz, 1999:1).
12. “En la consideración de la innovación como resultado, se recorta el producto, que puede ser
47
un bien, servicio o procedimiento nuevo” (Díaz,1999:1).
más técnicos como ser el INTA, “Creemos que estamos en un muy buen momento
para el desarrollo de políticas. Con el INTA estamos pensando en la de Utilización
de energías Limpias para incorporarlos en los procesos productivos, ya tenemos
los secadores solares que estamos utilizando para las girgolas y las hierbas pero
también lo queremos utilizar para las pastas”. Tanto los actores gubernamentales
como los no gubernamentales, si bien destacan la importancia de éste aspecto, sólo
los que tienen una mayor actuación exclusiva en materia de Seguridad Alimentaria
-entendida con las buenas prácticas en el uso y manipulación de alimentos- remarcan
la necesidad de mejorar las prácticas con acciones innovadoras.
No podemos desconocer la interpelación de los ASC hacia los AG respecto
de la puesta en marcha de acciones innovadoras en la búsqueda de mejoras en los
sistemas que puedan garantizar aspectos de Soberanía Alimentaria y, en particular
en un país agroexportador como el nuestro, “relacionado a un nuevo modelo de
producción que haga hincapié en la producción agroecológica”.
La posibilidad de introducir cambios en los cursos de acción y en la diagra-
mación de políticas en muchos casos se encuentra mellada por la saturación y la
sobrecarga de demandas. Así, encontramos organizaciones desbordadas por los con-
textos donde están insertas desarrollando acciones que se encuentran por fuera de
sus competencias; organizaciones que sólo son meras ejecutoras de objetivos sujetos
a programas de índole nacional o internacional, búsqueda necesaria de articulación
con otros espacios para coordinar en terreno y preocupación constante por las con-
diciones de alta necesidad y carencia alimentaria en los grupos poblacionales mas
empobrecidos.

4.6. COORDINACIÓN DE ACCIONES

La capacidad de coordinar con otras organizaciones facilita, en muchos casos,


el logro de objetivos. La coordinación interjurisdiccional e intraorganizacional, las
relaciones intergubernamentales y la articulación público-privado, son cada vez más
comunes en el diseño, implementación, ejecución y gestión de políticas.
Así, podemos conceptualizar los multiniveles de coordinación a través del
enfoque de redes, entendiendo que cada red representa un conjunto de relaciones
de negociación, control e intercambio entre productores y destinatarios de políticas
públicas (Morata, 1991:164).
La metáfora de las redes, también sirve para visualizar el campo de acción de
una multiplicidad de actores que participan en una política pública, a pesar de no
existir un intercambio formal. El uso de esta herramienta, permite vincular tanto a
los actores que se han visto “invitados” a participar de las negociaciones como a los
que han sido afectados, y por lo tanto coaccionan para frenar, dinamizar, agilizar el
proceso de políticas.
Para la corriente de la gobernabilidad, la puesta en práctica de las redes denota
la apertura del espacio público a la participación de los ciudadanos. Por el contrario,
sobrestimar esta idea no permite observar que las relaciones no son tan horizontales.
Existe una dependencia mutua entre Estado y los diferentes grupos de intereses. Al
punto tal que la capacidad de influencia de un actor dependerá de su posición en la
red. Ésta vendrá dada por los recursos de poder con los que cuente: grado de influen-
cia política, acceso a la información, respaldo económico, ser un referente para el
resto de los actores etcétera.
En nuestra investigación se observa que las instancias de coordinación de po-
líticas prevalecen a los espacios autónomos. Las relaciones intergubernamentales
entendidas como “un cuerpo importante de actividades o interacciones que ocurren
entre unidades gubernamentales de todos los tipos y niveles dentro del sistema fe-
deral” (Wright,1997: 67-8), se observan cuando los AGP coordinan acciones con
jurisdicciones nacionales en sus áreas especificas, por ejemplo el Ministerio de la
Producción de la Provincia de Santa Fe con su par nacional, la Agencia Santafesina
de Seguridad Alimentaria (ASSAL) con el Servicio Nacional de Sanidad Animal
(SENASA), entre otros.
La descentralización y la mayor transferencia de responsabilidades adminis-
trativas y tributarias a los municipios y regiones han otorgado una nueva caracteri-
zación a las relaciones intergubernamentales, entre algunas de estas características
podemos mencionar: negociación permanente, lucha por aumento de autonomía, co-
ordinación política, fiscal y administrativa, resolución de conflictos, y presencia de
la sociedad civil, en un rol controlador (Ospina y Penfold, 2002).
Los AGP, remarcan la necesidad de trabajo en red, con sus dependencias mi-
nisteriales, con secretarias y direcciones, sin embargo también coordinan acciones
con los municipios, un claro ejemplo representa el Programa de la Tarjeta Única
de Ciudadanía. Además, estos actores establecen relaciones con ASC los cuales se
transforman en interlocutores, implementadores y ejecutores de programas.
Algunos AGM se han convertido también en ejecutores de programas provin-
ciales y nacionales. Asimismo, establecen interconexiones entre secretarias y pro-
gramas municipales, un caso muy representativo es el del municipio de la ciudad de
Rosario. El vínculo con ASC también es significativo.
De nuestro análisis se desprende también que los AGM no establecen lazos
entre si, la posibilidad que les brinda la región metropolitana de Rosario como ins-
tancia de articulación de intereses no se explicita para la temática abordada en el
accionar de los actores entrevistadas.
Entre los ASC, se observa un gran dinamismo, estableciendo relaciones y co-
ordinando intervenciones con instancias gubernamentales nacionales, provinciales y
municipales y entre ellas. Sus vínculos con organizaciones internaciones son mucho
más importantes que las que mencionan los actores gubernamentales.
Podríamos ejemplificar lo explicado siguiendo la metáfora de las redes:

49
Cuadro nº 4: COORDINACIÓN DE ACCIONES / REDES DE ACTORES

Referencias:
AGN: Actor gubernamental nacional
AGP: Actor gubernamental provincial
AGM: Actor gubernamental municipal
ASCL: Actor de la Sociedad Civil Local
ASCI: Actor de la Sociedad Civil Internacional
Fuente: elaboración propia

5. CONCLUSIONES

El estudio de las políticas públicas en materia de seguridad alimentaria en la


región supuso recorrer y atravesar las complejidades propias de cualquier proceso
social, donde una gran cantidad de actores problematizan sobre la temática, se in-
terpelan, dialogan, diseñan estrategias en conjunto y coordinan la implementación
de las mismas.
En este sentido, resulta interesante, a la luz de los objetivos trazados por nues-
tra investigación, realizar algunas consideraciones finales. Es necesario afirmar lo
complejo de abordar la temática de la Seguridad y Soberanía Alimentaria, ya que
la misma se encuentra comprendida en una problemática general como es la de la
Alimentación, la cual no le quita, sin embargo, especificidad ni particularidad, No
obstante, no podemos desconocer el marco que la aglutina. Razón por la cual, la
estrategia de investigación se orientó en un primer momento a reconocer las dimen-
siones estructurantes de los mencionados conceptos, que los actores auspiciantes
retoman para caracterizarlas. Lo relevante de nuestro análisis fue entrever que estas
dimensiones son identificadas por los actores locales al momento de reconocer las
problemáticas en nuestra región.
Hemos podido observar en nuestro trabajo que las principales características
de cómo es entendida la Soberanía Alimentaria fueron enunciadas y priorizadas
por los actores en reiteradas ocasiones en las entrevistas, así “Alimentos nutritivos,
culturalmente adecuados, accesibles, producidos de forma sostenible y ecológi-
ca” y “Derecho de los pueblos a definir sus políticas agrícolas y de alimentos”
resultan de las más mencionadas.
Sin embargo, más allá de su nivel discursivo, las intervenciones actorales se
relacionan con acciones que promueven la Seguridad Alimentaria, en términos de
“Acceso a los alimentos” y “Alimentos seguros”, las cuales se reconocen y relacio-
nan mutuamente.
Así, resulta interesante remarcar que la intervención a través de estrategias
para garantizar el acceso a los alimentos y el consumo y la producción de alimentos
seguros, se vinculan, nuevamente, con otras “cuestiones sociales” identificadas en
nuestra región, y común a la mayoría de los países de estas latitudes, a saber:
• Falta de poder adquisitivo, que deriva en situaciones de inequidad.
• Problemas de educación.
• Problema del acceso a las tierras.
• Sustentabilidad ecológica.
Cuestiones condicionantes y emergentes de los problemas identificados por
los actores, y de sus estrategias para trabajar. Así encontramos como elementos co-
munes a los actores la necesidad de “favorecer cambios” en términos de:
• Propiciar un modelo productivo integral (para algunos como una Reforma
Agraria).
• Fomentar el surgimiento de economías locales, vinculadas con un modelo de
desarrollo regional –a definir-.
• Articular políticas públicas a los sistemas productivos de forma integrada
con la población y organizaciones gubernamentales y no gubernamentales.
• Impulsar las economías familiares y proteger a los pequeños productores con
el objeto de diversificar la producción.
• Promover la participación ciudadana, las redes y el asociativismo.
• Educación y cultura: buenas prácticas de producción, consumo y cocina.

En la otra cara, encontramos cómo principios asistenciales, desempeñan un


rol fundamental en las distintas estrategias de intervención de los actores, retomando
la centralidad estatal un lugar predominante y protagónico. La posibilidad de cambio
en los hábitos culturales se encuentra permeada por practicas asistencialistas, no
sólo del Estado, sino también reclamadas por la sociedad. 51
Para finalizar, no podemos dejar de destacar la imperiosa necesidad que se
manifiesta de trabajar de modo coordinado, en el marco de redes actorales. La red,
entendida como un lugar de conexión, con vínculos horizontales constituye una
perspectiva innovadora que permite a los actores obtener mayores beneficios y el
logro de objetivos en conjunto. Hemos reconocido que los espacios de coordinación
prevalecen a los del trabajo autónomo, sin embargo, no pudimos constatar, como se
ha mencionado anteriormente, que los AGM trabajen en esta temática en modo de
red. La región metropolitana, a pesar de ser impulsada como un ámbito de concer-
tación de distintas políticas, no representa un elemento aglutinador para la cuestión
alimentaria. Así podemos sostener que la complejidad de la temática, la multiplici-
dad de factores intervinientes, la inmediatez, la necesidad de resultados mediatos,
la diferencia en los colores políticos pueden constituirse en algunos de los factores
a tener en cuenta para explicar esta carencia y trabajar en pos de modificarla. Todo
esto puede apreciarse en el cuadro siguiente.

Cuadro Nº5: CUESTIONES Y PROBLEMAS DE LA SEGURIDAD ALIMEN-


TARIA: PRINCIPALES CAUSAS E INTERROGANTES

Fuente: elaboración propia


BIBLIOGRAFÍA
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- www.iica.int
- www.imf.org
- www.sela.org
- www.viacampesina.org

ANEXO

Actores consultados

Actores Gubernamentales Provinciales (AGP)


Min. Desarrollo Social –Gobierno de la Provincia de Santa Fe–
Min. Producción –Gobierno de la Provincia de Santa Fe– Dirección Provincial de
Desarrollo Territorial
Assal: Agencia Santafesina De Seguridad Alimentaria

Actores gubernamentales municipales (AGM)


Instituto Del Alimento, Municipalidad De Rosario
Programa De Agricultura Urbana, Municipalidad De Rosario
Secretaría De La Producción, Municipalidad De Rosario
Programa Alimentos, Municipalidad De Rosario
Secretaria De Políticas Sociales, Municipalidad De Funes
Secretaría De Acción Social Y Salud, Municipalidad De Arroyo Seco
Municipalidad De Capitán Bermúdez, Técnico Responsable.
Secretaria De Salud, Área Municipal De Seguridad Alimentaria, Municipalidad De
Villa Gobernador Gálvez
Presidente Comunal, Comuna De Soldini
Oficina De Empleo, Formación Y Desarrollo, Municipalidad De Baigorria

Actores De La Sociedad Civil (ASC)


Federación Agraria Argentina
Sociedad Rural Argentina
Taller Ecologista
Aapresid
Mercado Solidario
Caritas Rosario
La sustentabilidad del modelo del desarrollo rural en la pro-
vincia de Santa Fe: determinación de indicadores para siste-
mas productivos de diferentes ecoregiones

Graciela Ottmann♠, Danilo Renzi, Alejandro Miretti y Eduardo Spiaggi♠


Colaboradores▪: Gonzalo Colomar, Javier Couretot, Violeta Pagani y Maite Pigini

1. NOTA INTRODUCTORIA
Recientemente el International Assessment of Agricultural Knowledge, Scien-
ce and Technology for Development ˗en adelante IAASTD˗ ha publicado un informe
“La agricultura en la encrucijada” (2009) elaborado por más de cuatrocientos expertos
de todo el mundo, representantes de gobiernos y ONGs. La meta principal de esta insti-
tución consiste en facilitar a quienes toman decisiones, las herramientas e información
necesaria para reducir el hambre y la pobreza, mejorar el hábitat rural y el acceso a la
salud y facilitar un desarrollo sostenible, económico, ambiental y socialmente equitativo.
El marco conceptual del que parte permite un análisis sistemático de los desafíos anterio-
res basados sobre conceptos y terminología conocida.
Alcanzar los objetivos que se sostienen en este informe requiere del conoci-
miento de la multifuncionalidad de la agricultura: el desafío radica en que pretende
simultáneamente alcanzar objetivos de sustentabilidad y aumento de la productivi-
dad, en un contexto de una cada vez más rápida urbanización -entendida ésta a par-
tir de la pérdida de tierras agrícolas-, crecimiento de las inequidades, migraciones,
globalización, cambios en los hábitos alimenticios, cambio climático, degradación
ambiental, una tendencia a la producción de agrocombustibles, y aumento de la po-
blación humana. Estas condiciones ponen en riesgo la seguridad y la soberanía ali-
mentaría tanto a nivel local como regional y ejercen cada vez más presión sobre la
capacidad productiva de los ecosistemas.
En el mencionado informe se evalúa el rol que ha jugado el Sistema de Ge-
neración de Conocimiento y la Gestión de la Ciencia de la Tecnología en el De-
sarrollo Agrícola en adelante SCCTA se consideran tres grandes categorías de sis-
temas agrícolas para América Latina: el sistema tradicional/ indígena, que incluye
a los sistemas indígenas, campesinos y afroamericanos, basados en el conocimiento
local/ancestral, ligado estrechamente al territorio. El sistema convencional/ produc-


Graciela Ottmann, Danilo Renzi y Alejandro Miretti son docentes e investigadores de la Facul-
tad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional de Rosario. Se desempeñan como profesio-
nales en el Equipo Técnico de Cátedra FODEPAL: Observatorio del Sur.

Eduardo Spiaggi es Magíster en Sistemas Ambientales Humanos y Director de la Cátedra FO-
DEPAL: Observatorio del Sur.
▪ Integrantes del Equipo Técnico de Cátedra FODEPAL: Observatorio del Sur 55
tivista, incluyendo prácticas de producción intensivas, tendiendo hacia el monocul-
tivo y uso de insumos externos cuya producción está dirigida a un amplio merca-
do. Finalmente, el sistema agroecológico, que considera a los sistemas productivos
como ecosistemas, en los que los ciclos minerales, transformaciones de la energía,
procesos biológicos y relaciones socioeconómicas son objeto de estudio y análisis
para maximizar no sólo la producción, sino también optimizar el agroecosistema en
su conjunto. Su manejo se basa en la “ciencia de la agroecología” cuyas premisas
son la diversificación productiva, la revalorización del conocimiento tradicional, el
diálogo de saberes y la generación de mercados alternativos, entre otras. Existen
interacciones entre estos sistemas y algunos de ellos presentan una combinación de
características así como también, diferentes grados de integración al mercado. Estos
tres sistemas han tenido históricamente un desempeño heterogéneo en la región.
En respuesta al modelo de desarrollo y a las políticas de producción imple-
mentadas, la agenda del SCCTA tuvo como prioridad aumentar la producción para
satisfacer los mercados internos y de exportación. Los resultados obtenidos fueron
satisfactorios en materia de productividad, pero no respondieron a los problemas
de los pequeños productores tampoco a los de las comunidades tradicionales e in-
dígenas o a la reducción de la pobreza, del hambre y del deterioro ambiental. El
desempeño actual del SCCTA no satisface totalmente las nuevas demandas de la
sociedad, que requieren una agenda más diversa, compleja y holística para poder así
compatibilizar objetivos aparentemente en conflicto como cuestiones referentes a la
competitividad, sostenibilidad, e inclusión social y cultural.
En este contexto, la problemática de la sustentabilidad en el manejo de sis-
temas agropecuarios involucra a diversos actores sociales en la búsqueda de en-
foques científicos alternativos con capacidad de ofrecer respuestas tecnológicas y
productivas que no degraden el medio ambiente y la sociedad. En este sentido, el
marco teórico/ metodológico lo brinda la propuesta agroecológica en la que deben
necesariamente incluirse aspectos económicos, sociales, ambientales y ecológicos
(Ottmann, 2005).
En el apartado 2 presentaremos de manera esquemática la adopción generali-
zada del modelo industrial de uso de los recursos naturales y sus principales impac-
tos, mostrando como la introducción de las innovaciones tecnológicas que sirven
para denominar cada etapa, representa un quiebre en el patrón tecnológico anterior e
introduce cambios cualitativos que, por su importancia, determinan luego el cambio
sustantivo de la estructura productiva global.
En el apartado 3 mostraremos el marco teórico que nos permite interpretar, desde
la Agroecología, las consecuencias que este modelo hegemónico de producción genera
en la sociedad en su conjunto. Partiendo entonces de la naturaleza sistémica e interdisci-
plinaria de la Agroecología, el concepto de sustentabilidad requiere del análisis, diseño
y evaluación de sistemas sustentables siguiendo metodológicamente las dimensiones de
la Agroecología (Ottmann, 2005: 21-30) y, por supuesto, contemplando las variables
socioeconómicas y culturales en pie de igualdad con las biofísicas.
En los siguientes apartados, 4 y 5, luego de realizar una contextualización bio-
física (mediante la utilización de fuentes secundarias) y social (fundamentalmente a
través de la caracterización de los actores) de la región bajo estudio hemos dividido
a la misma en dos ecorregiones: la sur o Pampa santafesina y la norte o Chaco
santafesino con el interés de mostrar diferentes sistemas productivos que hemos de-
nominado “emergentes” al modelo imperante de monocultivo. Para ello, en el apar-
tado 5, proponemos utilizar diferentes herramientas metodológicas para realizar una
evaluación de la sustentabilidad de los sistemas agropecuarios, entendiendo por sus-
tentabilidad a la inseparable articulación entre dimensiones económico-productivas,
socio-políticas; y ecológico-ambientales que permitan generar y mantener condicio-
nes de calidad de vida para las familias rurales y de la sociedad en su conjunto.
Con este propósito, indagamos y recabamos información de campo sobre
distintos sistemas productivos –que de alguna manera podríamos denominar como
emergentes o alternativos al de la agricultura industrializada de monocultivo- para
evaluar otras maneras posibles de producir en las cuales se genere riqueza (produc-
tividad creciente), con equidad distributiva, empleo digno, autosuficiencia alimen-
taria y respeto por el ambiente y la diversidad biológica y cultural. Por ello, nuestra
propuesta consiste en analizar sistemas que consideramos emergentes frente a aquél
que representa el paradigma de la agricultura industrializada que utiliza el paquete
tecnológico soja RR1– siembra directa – glifosato.
Introduciéndonos ya en el apartado 5, ofreceremos al lector la fundamenta-
ción de las dos herramientas metodológicas utilizadas y los cinco casos estudiados,
cuatro de los cuales se ubican en la región sur de la provincia, y el otro en la región
norte. El primero de ellos representa el ejemplo más paradigmático en un extremo de
la simplificación productiva, los otros tres son considerados como emergentes hacia
un camino a la sustentabilidad, (siempre refiriéndonos a la región sur) y finalmente
al quinto, lo ubicamos en el otro extremo de la diversidad e integración productiva,
representando un auténtico caso agroecológico.
Para el establecimiento de indicadores de sustentabilidad, hemos trabajado
con aportes de distintos autores (el sistema Marco para la Evaluación de Sistemas
de Manejo de recursos naturales incorporando Indicadores de Sustentabildad -en
adelante MESMIS- elaborado por Masera, 2002; trabajos de Sarandón, 2006; Odum,
1996; Ortega, 2002 y Ottmann, 2005, entre otros) combinados con nuestra propia
experiencia y criterios elaborados y consensuados por el grupo de trabajo.
Por un lado, respecto al MESMIS, diremos brevemente que el mismo busca en-
tender de manera integral las limitantes y posibilidades para la sustentabilidad de los
sistemas de manejo que surgen de la intersección de procesos ambientales con el ámbito
social y económico. Permite comparar a los sistemas de manejo en términos de su sus-

1. Cultivar genéticamente modificado resistente al herbicida Round Up e introducida en nuestro país


en 1996 por la multinacional Monsanto.
Información disponible en: http://mesmis.gira.org.mx/es/static/mesmis_framework 57
tentabilidad, ya sea mediante la confrontación de uno o más sistemas alternativos con
un sistema de referencia -comparación transversal- o bien mediante la observación de
los cambios de las propiedades de un sistema de manejo particular a lo largo del tiempo
-comparación longitudinal-. El objetivo principal del MESMIS es brindar un marco me-
todológico para evaluar la sustentabilidad de diferentes sistemas de manejo de recursos
naturales a escala local (parcela, unidad productiva, comunidad).2
Por el otro, poder realizar una valoración adecuada de los aportes que realizan al
sistema, la sociedad y la naturaleza, requiere de la definición de variables e indicadores
capaces de ser medidos cuantitativa y cualitativamente, evaluados y comparados dentro
de un mismo esquema. Con este propósito, recurrimos al concepto de emergía, magnitud
que se expresa en sej, y que representa la energía solar (Joules) necesaria para producir un
producto o servicio cualquiera. Dentro de este marco teórico, a partir del conocimiento
del sistema agropecuario en estudio, de sus flujos e intercambios emergéticos, se pueden
cuantificar y comparar recursos monetarios y no monetarios, es decir, recursos económi-
cos (materiales y servicios) y recursos naturales (renovables y no renovables) (Ortega,
2002). De esta forma se contabilizan todos los recursos en forma conjunta incluyendo
aquellos que en los análisis económicos convencionales no son tenidos en cuenta.
En el caso de la Pampa argentina, objeto de nuestra reflexión, el problema
es especialmente grave por lo que se hacen necesarias las propuestas sectoriales
de reconversión agroecológica (Ottmann, et. al, 2005). Este estudio es un punto de
partida imprescindible tanto a la hora de realizar una evaluación longitudinal (estu-
diar cómo cambian los índices en el tiempo), como transversal (comparar al mismo
tiempo con otros sistemas productivos como el ganadero o mixto; e incluso otros
sistemas extrapampeanos).
En esta etapa del trabajo presentamos:
• Información de campo sobre distintos sistemas productivos, y un análisis de
las tres dimensiones de la sustentabilidad, mediante la construcción de indicadores
dentro del marco de evaluación MESMIS.
• Evaluación de la viabilidad de modelos que permitan conciliar producción,
equidad distributiva y respeto por el ambiente como así también la diversidad bio-
lógica y cultural.
• Diferentes herramientas metodológicas en la construcción de indicadores de
sustentabilidad para lograr una mejor comprensión de aquellos aspectos que influ-
yen sobre la sustentabilidad de los sistemas productivos.

2. SOBRE LA INDUSTRIALIZACIÓN AGRARIA DE LA REGIÓN PAM-


PEANA ARGENTINA

En Argentina, las actividades agropecuarias tienen un rol preponderante en la


economía desde hace más de un siglo. De las cuatro exportaciones más importantes

2. Información disponible en: http://mesmis.gira.org.mx/es/static/mesmis_framework


para la economía del país (agricultura, ganadería, combustibles, minerales y roca),
las actividades agropecuarias dan cuenta de casi el 100% de todo lo exportado desde
comienzo hasta casi tres cuarto del siglo pasado, donde, en las últimas dos o tres
décadas comenzó a prevalecer la contribución del petróleo y minerales (Ferreyra,
2007: 26-29).
En la “región pampeana”, centro de nuestro análisis, es donde se concentran las
mayores producciones. Es una región que históricamente basó su producción en la uti-
lización de recursos naturales de alta calidad bajo un modelo de explotación extensivo,
tanto agrícola como ganadero (Di Tella, 1969; Gallo, 1983; Scobie, 1983; Cortés Conde,
1969). En la actualidad se ha producido el reemplazo casi total de la actividad ganadera
por la especialización agrícola sobre todo en el doble cultivo trigo/ soja como práctica
dominante, que con distintas intensidades y modalidades ha provocado en la región pro-
fundos cambios y transformaciones (Ottmann, et al, 2001).
Este proceso denominado “agriculturización” (Barsky, 1988; Obschatko,
1991; Pizarro, 1999) ha de ser entendido como un proceso de modernización que
implicó: la utilización generalizada de paquetes tecnológicos, el uso intensivo de
capital, la difusión de nuevos estilos de manejo predial, el aumento y especialización
de la producción comercializada, y la subordinación de la naturaleza a la lógica del
mercado con un fuerte deterioro de los recursos naturales, en especial del suelo. A
continuación, pasamos a considerar esquemáticamente la génesis, evolución y con-
secuencias de este proceso.
La región pampeana constituye el centro de gravedad de la agricultura argen-
tina. Se extiende sobre una llanura de 50 millones de hectáreas que aportan más de
tres cuartos de la producción agropecuaria del país. La especialización productiva
en granos es su rasgo fundamental. En los últimos cuarenta años se llevó a cabo
el proceso de modernización del manejo de sus recursos naturales. En un trabajo
reciente (Ottmann, 2009) se ha presentado, una periodización de este proceso, es-
tableciendo cinco etapas modernizadoras: “técnicas agronómicas”, “mecanización
agrícola”, “semillas mejoradas”, “uso de agroquímicos” y “biotecnológica”. Se trata
de desarrollos tecnológicos que impactan en los sistemas y en la sociedad, aún sin
debatir -como hemos visto anteriormente- este modelo tecnológico “siembra direc-
ta- soja transgénica- glifosato” facilitó el desplazamiento de sistemas productivos
diversificados “tanto las economías regionales, como muchas otras producciones
vieron ocupados sus espacios por el avance de la soja.
La renovación de la base ecológica de la región pampeana se vio cada vez más
restringida en la medida en que sus ecosistemas disminuían la capacidad de produc-
ción. Para mantener en producción, un recurso fuertemente deteriorado en su oferta
energética ambiental, era necesario un incremento de los insumos industriales que
compensaran en el nivel de los rendimientos, los efectos de la degradación. Aquellas
explotaciones que no supieron o pudieron desarrollar una “hibridación tecnológica”
de resistencia, e incorporaron los insumos tecnológicos y químicos, cayeron en la
especialización agraria cada vez más dependiente de inputs industriales. 59
Como consecuencia de ello, se inició un proceso de endeudamiento que se
traduciría en un paulatino pero constante deterioro del tejido social de la agricultura
familiar quien comenzó a proletarizarse culminando en la década de los noventa: de
un total de 28.000 explotaciones existentes en la provincia de Santa Fe en 1992 sólo
habían permanecido 14.000 en el circuito productivo para 1997 estando la mayor
parte de las desaparecidas vinculadas con la agricultura familiar. En el caso de las
asociaciones económicas de estos productores, entre 1985 y 1994, sólo consideran-
do las cooperativas de industrialización de alimentos y tabaco, su número se redujo
en un 20%. Se estima que una tendencia similar han seguido las cooperativas dedi-
cadas a la comercialización de cereales. La Federación Argentina de Cooperativas
Agrarias (FACA), como consecuencia de la violenta desaparición de la agricultura
familiar se encontraba en 1999, según palabras de su presidente, en una situación de
quiebra (citado en Lattuada, 2000). Aquellas explotaciones que no supieron o pudie-
ron desarrollar “tecnologías de resistencia”, de naturaleza agroecológica, e incor-
poraron los insumos tecnológicos y químicos, cayeron en la especialización agraria
cada vez más dependiente de inputs industriales.

3. SOBRE EL CONTEXTO TEÓRICO: LA SUSTENTABILIDAD COMO


MARCO DE REFERENCIA

El discurso oficial sobre el desarrollo sostenible surge en la histórica Confe-


rencia de la Organización de Naciones Unidas –ONU– celebrada en Estocolmo en
1972 sobre el Medio Humano (Gallego, 1972), donde el mundo occidental de las
“sociedades avanzadas” descubre que existe un solo mundo, aquejado de problemas
medioambientales.
El concepto de Desarrollo Sostenible fue definido institucionalmente por pri-
mera vez en 1987 por la Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo a tra-
vés de un informe conocido como Informe Brundtland para tratar el tema de la crisis
ambiental generada como consecuencia de la implementación, a escala mundial, del
modo industrial de uso de los recursos naturales.
En un trabajo reciente, José Manuel Naredo (2006:19-31) al analizar las raí-
ces económicas del deterioro ecológico y social establece el período de 1970-1980
como aquél en el que los países desarrollados de occidente adquieren una conciencia
ecológica ante la contemplación de este deterioro generado por el modelo industrial
de producción y consumo. Estas preocupaciones ecológicas no sólo se extendieron
a la opinión pública sino que se introdujeron en el terreno “del mundo académico,
del administrativo y de los medios de comunicación (…) obligando a las administra-
ciones con competencias en este campo a responder sobre el tema. Así, organismos
como el Banco Mundial, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Eco-
nómicos –OCDE- o incluso el Fondo Monetario Internacional –FMI–, se ocupan de
la problemática ambiental en publicaciones y líneas de trabajo”. No obstante, ni las
preocupaciones, ni las medidas pragmáticas relacionadas con la gestión ambiental
disminuyeron el crecimiento del deterioro (extracción de recursos y emisión de resi-
duos), siendo actualmente mayor del que se vislumbraba hace treinta años.
La presente encrucijada ecológica y social a la que nos enfrentamos, requiere
un urgente llamado de atención para abordar esta problemática compleja “atendien-
do en buena medida a los factores sociales, económicos y culturales que los provo-
can y que no será posible, por consiguiente, prevenirlos o resolverlos con medios
exclusivamente tecnológicos, sino que habrá que tratar, sobre todo, de modificar los
valores, las actitudes y los comportamientos de los individuos y grupos con respecto
a su medio” (UNESCO, 1985). En este contexto, la problemática de la sustentabi-
lidad requiere de la construcción de un esquema conceptual y metodológico para
abordar la actual crisis ecológica.
Como señalan Sevilla Guzmán y Ottmann, “de hecho y como mantienen Dixon
y Fallon (1989), resulta imposible dar una definición universal de la sostenibilidad
sencillamente porque este es un concepto dinámico que cambia con el tiempo, con
el recurso o recursos que se pretenden proteger, con su escala espacial, con las pre-
ocupaciones de cada época, con el desarrollo de la ciencia, con el nivel tecnológico
y con nuestro nivel de conocimiento actual del funcionamiento de los ecosistemas.
No obstante, podemos enumerar algunos principios básicos de la sustentabilidad
que deberían ser comunes a todas la definiciones y, por tanto, aplicables también al
manejo de los agroecosistemas” (2000: 200-201).
En primer lugar, el concepto de sustentabilidad es por naturaleza dinámico,
debe cambiar con el tiempo, como dinámico es el “equilibrio” que existe en la natu-
raleza; por tanto, no puede decirse que un agroecosistema es o no sustentable, sino
que es más o menos sustentable que antes o que otro agroecosistema con el que se
compara. En segundo lugar, es un concepto que debe ser aplicado, operativo, y en
ese proceso no todos los objetivos de la sustentabilidad pueden alcanzarse al mismo
tiempo; por tanto deben ser determinados por la gravedad de los daños ambientales,
por la urgencia de su resolución o por la escala de tiempo en que nos situemos. En
tercer lugar, y aún teniendo una dimensión claramente planetaria, la aplicación de
la sustentabilidad debe hacerse sobre ecosistemas específicos, muy diferentes unos
de otros, de manera que el contenido concreto del concepto puede variar tanto en el
espacio como en el tiempo (Astier y Masera, 1996).
Su contenido puede variar y complicarse más o menos en función del objeto
a que se aplique: a un recurso, a un grupo de recursos, o a un ecosistema particular,
a un grupo de ecosistemas o al planeta. Puede variar también si su contenido es
puramente biofísico o si se toman en cuenta las variables de carácter económico y
social (Dixon y Fallon, 1989). La aplicación que del concepto hace la Agroecología
se refiere a cada agroecosistema sin perder de vista su interconexión con los demás
y, por supuesto, contemplando las variables socioeconómicas y culturales en pie de
igualdad con las biofísicas.
El término sostenibilidad o sustentabilidad aplicado a las actividades agrarias
también ha sido objeto de controversia. No obstante, suele definirse como la capa- 61
cidad de un agroecosistema para mantener su producción a través del tiempo supe-
rando, por un lado, las tensiones y forzamiento ecológicos y, por otro, las presiones
de carácter socioeconómico (Conway, 1985). Frente a las interpretaciones conven-
cionales que confunden la sustentabilidad con la perdurabilidad de la producción
y del máximo beneficio, David Goodman y Michael Redclift (1991) han señalado
acertadamente que cualquier definición de sustentabilidad ha de tener en cuenta ne-
cesariamente las dimensiones cultural y estructural. Desde esta perspectiva, para
que un agroecosistema sea sostenible es preciso que el manejo que se haga de él sea
ecológicamente sano, es decir, que mantenga la calidad y la cantidad de los recursos
naturales y la vitalidad del agroecosistema considerado en su conjunto.
Dentro del marco teórico de sustentabilidad que estamos proponiendo desde
la Agroecología, éste adquiere una multidimensionalidad, porque es en sí mismo
“dinámico y parte necesariamente de un sistema de valores, no se puede derivar una
definición universal de sustentabilidad; genéricamente es la posibilidad de mantener
una serie de objetivos o propiedades –ambientales y socioeconómicas- deseados a lo
largo del tiempo; debe ser analizado de acuerdo al contexto socio-ecológico en que
se lleva el análisis; e involucra incorporar la pluralidad de preferencias, prioridades
y percepciones en los objetivos de lo que se va a sostener” (Masera, Astier y Ló-
pez Ridaura, 2000); por ello “la complejidad de la evaluación de la sustentabilidad
requiere la simplificación de valores objetivos, claros y que brinden información,
denominados indicadores” (Sarandón, 2002).
La dimensión ecológica y técnico/agropecuaria de la agroecología orienta el
análisis de los agroecosistemas considerando la sociedad como un subsistema rela-
cionado con el ecosistema explotado. El sistema ecológico o ecosistema es la unidad
funcional de la naturaleza que intercambia materia y energía con su ambiente. En
este sentido, todo ecosistema posee una estructura y una función y ambas operan
como resultado de controles y balances internos al propio sistema tendiendo al equi-
librio con el ambiente necesitando reinvertir la mayor parte de su productividad en
el mantenimiento de su propia organización.
Así, tanto la tasa de circulación de nutrientes, como la transferencia de energía
(en relación con su estructura) forman parte del metabolismo general del sistema y,
existe un alto grado de interrelación entre ambas, supeditadas además, a los cam-
bios que el ecosistema va experimentando según sean éstos, juveniles o maduros;
de ahí la importancia decisiva que adquieren las determinaciones que se tomen a la
hora de intervenir en estos ecosistemas para transformarlos con fines productivos en
agroecosistemas (Gliessman, 2002).
Como señala Margalef (1979), “la explotación de los cultivos comporta una sim-
plificación del ecosistema, en comparación con su estado pre-agrícola. Ese ecosistema
explotado se compone de un número menor de especies y también de un número menor
de tipos biológicos (hierbas, malezas, árboles, etc.). La estructura del suelo se simplifica
y la diversidad de las poblaciones de los microorganismos y de los animales del suelo
disminuye. La circulación de los nutrientes por fuera de los organismos adquiere más im-
portancia. Los ritmos anuales se acentúan, no sólo en las especies cultivadas, sino tam-
bién en las especies asociadas a los cultivos, como malas hierbas o plagas”. En definitiva
la artificialización (sic) de los ecosistemas para obtener alimentos supone la reducción
de su madurez y la simplificación de su estructura, proceso este que debe ser analizado
en sus características “macroscópicas” para alcanzar un diagnóstico correcto del “estado
actual” de cada agroecosistema.
La dimensión socioeconómica y cultural pretende también evitar la degrada-
ción de la sociedad mediante la elaboración participativa de métodos de desarrollo
local. En este sentido, la obtención de un nivel de vida más alto para las poblaciones
implicadas es un logro ineludible para la Agroecología. Es el nivel socioeconómico
el que se encarga de ampliar el ámbito de la Agroecología de la producción (dimen-
sión ecológica y técnico agronómica) a la circulación y el consumo. Para ello, debe
incorporar la perspectiva histórica y el conocimiento local; es decir, lo endógeno
específicamente generado a lo largo del proceso histórico que nos lleva a repensar
los estilos de desarrollo rural, desde una perspectiva de sustentabilidad.
La dimensión sociopolítica de la sustentabilidad agroecológica tiene que ver con
los procesos participativos y democráticos que se desarrollan en el contexto de la pro-
ducción agrícola y del desarrollo rural, así como con las redes de organización social y
de representación de los diversos segmentos de la población rural. En ese contexto, el
desarrollo rural sustentable debe ser concebido a partir de las concepciones culturales y
políticas propias de los grupos sociales considerando sus relaciones de diálogo y de inte-
gración con la sociedad mayor a través de su representación en espacios comunitarios o
en consejos políticos y profesionales en una lógica que considere aquellas dimensiones
de primer nivel como integradoras de las formas de explotación y manejo sustentable de
los agroecosistemas” (Caporal y Costabeber, 2002: 79).
Si bien reconocemos que existe una tipología de sistemas dentro de la clasifi-
cación convencional que abarcan desde sistemas agrícolas puros; mixtos predomi-
nantemente agrícolas; mixtos predominantemente ganaderos; hasta ganaderos pu-
ros, con distinto grado de intensificación de sus manejos; también existen sistemas
agroecológicos, desde aquellos que han iniciado un proceso de transición hacia la
agricultura ecológica, hasta aquellos en los cuales este proceso se ha estabilizado
encontrándose altamente diversificados e integrados. En esta instancia pretendemos
establecer indicadores de sustentabilidad para evaluar la viabilidad de sistemas pro-
ductivos que permitan conciliar producción, equidad distributiva y respeto por el
ambiente y la biodiversidad biológica y cultural, en las dos regiones propuestas para
el estudio de la provincia de Santa Fe que pasamos a considerar.

4. UNA BREVE CARACTERIZACIÓN DE LA UNIDAD ESPACIAL DE ANÁ-


LISIS: EL CAMINO RECORRIDO EN DOS REGIONES SANTAFESINAS

En Argentina, el modelo de producción agroindustrial imperante ha provocado


profundos cambios y modificaciones en los ecosistemas y fundamentalmente, en la 63
región pampeana se ha generalizado la utilización de paquetes tecnológicos vincu-
lados al aumento y especialización de la producción; el uso intensivo de capital; y
la subordinación de la naturaleza a la lógica del mercado, con la consecuente degra-
dación de los recursos, fundamentalmente el suelo. En la provincia de Santa Fe este
proceso de modernización ha influido además en cambios en los estilos de manejo
predial con un fuerte predominio del cultivo de soja desplazando, en la década del
noventa, prácticamente a la actividad agrícolo-ganadera y ganadera.
En las últimas tres décadas, la región bajo estudio ha sufrido grandes trans-
formaciones, que han sido traccionadas, por un lado, por la influencia innegable de
políticas neoliberales que atravesó a la mayoría de los países de la región, por otro
la aplicación de nuevos paquetes tecnológicos (Soja transgénica, herbicida glifosato
y siembra directa) que permitieron hacer crecer los volúmenes de producción. En-
tre 1988 y 2001, sobre aproximadamente 421.222 de establecimientos según datos
del Censo Nacional Agropecuario (CNA) de 1988, para el año 2002 desaparecieron
unos 87.688 sobre un total de 333.533 lo que significó por un lado migración rural
hacia las ciudades, y por otro, concentración de la tierra en menos manos.
Particular es el período iniciado en 2001 luego de la gran crisis socio-política que
atravesó el país: desde el punto de vista macroeconómico la salida de la convertibilidad
(1peso = 1dólar) y la posterior devaluación (3 pesos = 1 dólar) impactó favorablemente
en los productos agropecuarios exportables, particularmente la soja que se vio beneficia-
da, además, por el sostenido aumento del precio, impulsado por una creciente demanda
de los mercados internacionales.3
De esta forma, se aceleró en intensidad y expandió en superficie el proceso de
“agriculturización”, término acuñado para describir el fenómeno de desplazamiento
de otras formas de producción como las pecuarias (cerdos, tambos, ovinos, etc.)
hortícolas, frutales, entre otras. Así los productores que se adaptaron/ sobrevivieron
(en general grandes y medianos) a este proceso, vieron incrementados sus ingresos,
a su vez esto repercutió favorablemente en la reactivación de la industria metalme-
cánica ligada a la fabricación de maquinaria agrícola, se ampliaron y se construyeron
nuevas terminales portuarias destinadas a la exportación de granos.
Se puede afirmar entonces que el eje económico-productivo ha tenido un com-
portamiento positivo, ahora cuando analizamos los otros dos componentes de la
“tríada”, de la sustentabilidad, encontramos que: desde el punto de vista social, hay
“menos gente viviendo en el campo”, ha disminuido la generación de empleo rural
(el cultivo de de soja requiere cada vez menos mano de obra) y, además, se ha con-
formado una nueva figura de productor-empresario, consistente es inversores ajenos
a región cuyas ganancias no son reinvertidas en el territorio.

3. Datos extraídos de la Oficina de Riesgo Agropecuario de la Secretaría de Agricultura de la Nación


(actualmente Ministerio) en base a datos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires y de la Dirección
de Mercados Agroalimentarios de la SAGPyA. El período analizado fue enero de 1999-diciembre de
2008. Información disponible en: http://www.ora.gov.ar/mercado_consulta_informacion_1.asp
Desde el punto de vista ambiental, el impacto de la masiva adopción de las
semillas transgénicas está mostrando claros indicios de insustentabilidad (Rissler,
1996; Krimsky, 1996 citados por Altieri, 1999 y Aranda, 2009) en las tres dimen-
siones que plantea la Agroecología. La extrapampeanización del modelo, particular-
mente sobre áreas cubiertas de bosques nativos y habitados por pobladores indígenas
y criollos ha sufrido inundaciones como consecuencia de las deforestaciones, cuyo
impacto se ha agravado por efecto de estas externalidades, desencadenando con-
flictos y movilizaciones sociales frente a la expulsión de esos pobladores locales,
muchas veces en forma violenta.
En el caso de la provincia de Santa Fe, en los últimos dos años, diversas co-
munidades de la región se han movilizado en contra de las fumigaciones que se reali-
zan en las adyacencias a zonas urbanas, se han realizado presentaciones judiciales de
distinta índole, entre ellas amparos, que han sido dictados a favor de los pobladores
como el caso de la comuna de San Jorge, por ejemplo.
Como consecuencia de estas denuncias y de la aparición de casos cada vez
más frecuentes de distintas enfermedades, entre ellas malformaciones en niños re-
cién nacidos y algunos tipos de cáncer; Andrés Carrasco, investigador del Concejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), publicó una nota
el 3 de mayo4 de 2009 donde exponía resultados de años de investigación sobre los
efectos del glifosato en embriones humanos. Dichos resultados han sido un ver-
dadero llamado de atención hacia la comunidad científica en particular y hacia la
sociedad en general (Spiaggi et al, 2009).
No cabe duda que “los beneficios plasmados en incrementos de la productividad
de ciertos cultivos, generados por la mejora agrícola, fueron indiscutibles, pero se acom-
pañaron con problemas e impactos negativos de igual o mayor magnitud, en cuanto a
los costos sociales y ambientales que generaron, especialmente en los países en vías de
desarrollo, donde su mitigación no era considerada” (Pengue, 2005: 46-47).
Como hemos comentado anteriormente, el mayor impacto del modelo productivo,
casi exclusivamente de monocultivo, se hizo sentir en la región pampeana (para nuestro
caso el sur de la provincia de Santa Fe). También se ha extendido hacia otras regiones no
pampeanas produciendo las mismas consecuencias a nuestra unidad espacial de análisis:
la provincia de Santa Fe escindida en dos regiones: una sur que denominamos Pampa
santafesina, y otra norte que denominamos Chaco santafesino. Si bien estas dos regiones
pertenecen a distintas ecorregiones, el proceso modernizador fue el mismo para toda la
provincia aunque ingresó más tardíamente en la región Norte.
Como veremos más adelante, el establecimiento de estas dos regiones obedece
a uno de los objetivos del presente trabajo que es evaluar la viabilidad de modelos
que permitan conciliar producción, equidad distributiva y respeto por el ambiente
como así también la diversidad biológica y cultural. La mayoría de las clasificacio-
nes obtenidas con información biofísica prácticamente, clasifican la Provincia de

4. Información disponible en: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-123111-2009-04-13.html.


65
Santa Fe entre un sur pampeano y un norte-nordeste litoral-chaqueño. Así, desde un
punto de vista climatológico (De Fina, 1973) e incluso desde una perspectiva con
pretensiones de caracterización ecológica (Papadakis, 1960), aparece tal dualidad.
Aunque casi la totalidad de la provincia de Santa Fe se encuentre dentro de la
denominada región húmeda (el noroeste chaqueño de la provincia aparece ubicado
en la región semiárida), quedando la Pampa húmeda santafesina delimitada por la
isohieta de 1000 mm y la de de 600 mm anuales. Respecto a los suelos, la región
Pampeana, especialmente en la parte sur de la Provincia de Santa Fe, se corresponde
con un espacio predominantemente integrado por suelos negros o Molisoles; frente
al Chaco santafesino con predominio de suelos grises o Alfisoles que están asociados
a los suelos Molisoles del Chaco.

Región sur o Pampa santafesina.

El estudio de caso de la región pampeana en el sur de la provincia de Santa Fe, rea-


lizado con motivo de una tesis doctoral (Ottmann, 2003), mostró que el “vacío agroeco-
lógico” existente en la Pampa santafesina nos permite percibir como la racionalidad eco-
nómica puede tornarse en una suerte de fe tecnológica como consecuencia de la creciente
artificialización del manejo, en un proceso dinámico de sustitución gradual de insumos.
El deterioro del ecosistema como consecuencia del manejo fuertemente industrializado
que se desarrolla en esta zona en ningún caso constituye una excepción de la utilización
intensiva de insumos externos que han provocado un fuerte deterioro de los recursos
naturales, y especialmente en el suelo.
La mayor parte de los productores desarrollan su actividad en explotaciones com-
prendidas entre 100 y 200 hectáreas, encontrándose las desviaciones en 60 has (la ex-
plotación menor) y 600 has (dos explotaciones de entre 500 y 600 has). Prevalentemente
aparece un sistema de tenencia mixto en el que el limitado tamaño de la propiedad es
ampliado a través de arrendamientos. Todos poseen maquinaria propia y no contratan
mano de obra ajena. Una parte sustantiva de ellos prestan servicios a terceros predomi-
nantemente con máquinas fumigadoras para tratamiento químico y cosechadoras. Aún
cuando se conservan instalaciones en el campo para poder vivir allí, la residencia habi-
tual de la mayoría de los productores tiene lugar en el núcleo urbano.
La percepción del proceso histórico que ha conducido al tipo de manejo ac-
tual, muestra claramente el paso de sistemas mixtos en los que el ganado jugaba un
papel muy importante, a formas de manejo altamente tecnificadas con predominio
del monocultivo. Se identifica como fecha desencadenante de esta dinámica los años
setenta, con la introducción del cultivo de soja. El pasaje del manejo tradicional a la
agricultura industrializada en la zona es claramente percibido como un proceso que
genera un fuerte deterioro en el recurso suelo. En un primer momento se introduje-
ron variedades de soja mejoradas y vinculadas a un paquete tecnológico que exigía
la utilización intensiva de agroquímicos, y permitió además, obtener dos cosechas al
año asociadas al doble cultivo trigo/soja.
El deterioro generado como consecuencia de este tipo de manejo profundizó
los procesos de degradación del suelo lo que condujo a la adopción de un nuevo
“paquete tecnológico” vinculado ahora a la siembra directa-barbecho químico-soja
transgénica. Si bien este nuevo paquete tecnológico es percibido por la gran mayoría
de los productores como el único camino posible para frenar el deterioro del suelo
y poder hacer frente a la grave situación económica por la cual están atravesando;
por otra parte, una minoría manifiesta tímidamente, los posibles efectos negativos
de la alta utilización de fertilizantes y agroquímicos; reconociendo además que si no
cambian las políticas hacia el sector, se verán impulsados a continuar con este tipo
de prácticas.
Esta breve caracterización realizada a partir del discurso de los actores, nos
muestra la necesidad de construir herramientas que midan el grado de insustentabili-
dad de los procesos de degradación del ecosistema predial en términos energéticos,
evitando la trampa neoclásica de la monetarización (Naredo, 2006) para detectar su
nivel de reversibilidad e iniciar los procesos de transformación agroecológica como
pretendemos mostrar más adelante.
Para describir esta unidad espacial hemos tomado al departamento Caseros
dado que es, a nuestro entender, una unidad bastante representativa, por sus condi-
ciones ecológicas (suelo y clima), de la Pampa húmeda santafesina ya que es uno
de “los centros” donde se llevó a cabo, en los últimos cuarenta años, el proceso de
modernización en el manejo de los recursos naturales.
Es una región que basa su producción en el monocultivo destacándose que
la superficie ganadera representa el 10% de la superficie total en hectáreas con una
clara tendencia a su disminución en el período comprendido entre 2001/2007. Basta
señalar que en dicho período, según datos del IPEC, pasaron a la actividad agrícola
2347 has aproximadamente. Según los datos expuestos por Adrián L. Gargicevich5,
el Departamento Caseros tiene el 85% de la superficie destinada a cereales y oleagi-
nosas; el 91% de los cereales son trigo y maíz; el 99% de las oleaginosas es soja. El
48,6% de la superficie corresponden a establecimientos menores a 200 has.
Analizando el gráfico nº 1, se puede observar que la línea que mide la tenden-
cia en la intención de siembra de cultivos de verano, en particular la soja de primera
siembra, posee una pendiente positiva lo que muestra que la superficie del cultivo,
pensamos, seguirá incrementándose.
La figura nº 1 que presentamos a continuación muestra claramente el grado
se sojización que presenta la región, en donde dentro de la escala de colores de re-
ferencia que propone el IPEC, se observa claramente que el dominio casi absoluto
del porcentaje de hectáreas sembradas con soja corresponde a la escala comprendida
entre el 60 al 95% de la superficie total del departamento Caseros.
En el siguiente gráfico nº 2, es oportuno apuntar que en el distrito Casilda (ca-
becera del departamento Caseros y referente del sur de la provincia de Santa Fe), se

5. Información disponible en: http://rimisp.org/FCKeditor/UserFiles/File/inta.pdf 67


Gráfico nº1: EVOLUCIÓN DE LA SUPERFICIE SEMBRADA PERÍODO
2000/2008

Fuente: elaboración propia a partir de Instituto Provincial


de Estadística y Censos (IPEC), 2009.

Figura nº 1: GRADO DE SOJIZACIÓN EN EL DEPARTAMENTO CASE-


ROS. SANTA FE.

Fuente: Instituto Provincial de Estadística y Censos (IPEC). 2007.


observa una tendencia más pronunciada de la siembra de soja temprana. Esto avala
la dirección de nuestro análisis desde la agroecología, en su dimensión ecológica-
ambiental: la diversificación de actividades productivas. Respecto a la dimensión
económico-productiva contemplando la diversificación de productos y riesgo eco-
nómico que supone el monocultivo.

Gráfico nº2: EVOLUCIÓN DE LA SUPERFICIE SEMBRADA, DISTRITO


CASILDA, 2000/2008

Fuente: elaboración propia a partir de Instituto Provincial de


Estadística y Censos (IPEC), 2009.

Región norte o Chaco santafesino.

Como ha podido observarse, la aptitud agraria del suelo de esta región, es sensi-
blemente inferior al resto de la Provincia de Santa Fe. Ello no fue obstáculo para que el
modelo tecnológico de agricultura industrializada se introdujera en esta región al igual
que en la Pampa húmeda. De igual forma que en el caso anterior, presentaremos una
caracterización cualitativa (Ottmann, 2003) realizada a un informante clave que optó
por un modelo agroecológico aún cuando las condiciones de agricultura industrializada
ejercen mayor presión por la expansión de dicho modelo.
El agricultor pionero entrevistado inicia la caracterización de la situación actual
mediante el establecimiento de unos “antecedentes”, que considera relevante para en-
tender el proceso cuyo desenlace es el inicio de la Agroecología: nosotros “tenemos una
experiencia larga y este tipo de jornadas nos ayuda a ver lo importante que es el planteo
de la agroecología. Hace catorce años que empezamos lentamente, cuando hace catorce
años atrás ni se hablaba de la producción orgánica. Iniciamos una experiencia en el cam-
po de una hermana que había “capotado”, con un alto grado de endeudamiento, a partir 69
de 80 años de agricultura. Pero debemos hablar de 40 años y con mayor gravedad de 20
años se ha desencadenado un proceso de destrucción. Yo era el fumigador de mis herma-
nos, se cree que el suelo es una materia que le podemos agregar de todo y es una mentira,
por eso el deterioro y la crisis grave de pequeños productores, y los grandes vinculados
a las empresas también están cayendo”.
La toma de conciencia de la degradación medioambiental se vincula, en este caso,
con una conciencia social de muchos años de militancia en el movimiento campesino
argentino que se dio con mucha fuerza en el norte del país como consecuencia de las
formas de dependencia que generaban, los monopolios en la producción de algodón,
tabaco y yerba mate, fundamentalmente, sobre los productores.
Cuando indagamos en este productor respecto de su cambio de percepción en
el manejo de los recursos naturales (dado que él mismo se reconoce como un “fumi-
gador”), lo asocia directamente a sus años de trabajo en el seno de las Ligas Agrarias,
con un fuerte compromiso social y de cambio y así lo expresa: “hay que reprogramar el
futuro en base a ciertas ideas. No por casualidad estamos contando historias. La mayoría
tenemos alguna historia que nos vincula a alguna preocupación del futuro, del país, de la
humanidad; porque nos juntamos y ya estamos hablando de la dictadura militar, de que
estuvimos refugiados, fugados, etcétera”.
Intentaremos caracterizar aquí, a través de toda la experiencia acumulada por este
productor, todos aquellos elementos que la Agroecología tiene en cuenta para proponer
pautas de manejo sustentables en los agroecosistemas. Para ello utilizaremos el concepto
de “contextos de sustentabilidad” que Steve Gliessman define de la siguiente manera, “la
sostenibilidad no es un concepto absoluto, sino que por el contrario, ésta sólo existe me-
diante contextos generados como articulación de un conjunto de elementos que permiten
la perdurabilidad en el tiempo de los mecanismos sociales y ecológicos de reproducción
de un etnoecosistema” (1990b: 380).6
El planteo de desarrollo local aparece en el discurso y coincide con los elementos
teóricos que propone la Agroecología (Cfr. Guzmán et al, 2000: 138-143; Altieri, 1995:
197-202) utilizando como elementos centrales:
(a) El establecimiento de circuitos cortos para el consumo e intercambio de pro-
ductos: menciona el entrevistado, “comenzamos comprando las terneras de tambo y
la recriábamos, nuestra región no es tambera… Luego empezamos a distribuir a Re-
conquista y Avellaneda en frascos de vidrio, de ahí a los quesos, acá en la cocina....En
Reconquista la leche viene de las empresas lácteas, no hay una planta nuestra y esta es
la visión de desarrollo que tenemos que implica generar desarrollo local... Hacemos
desde hace 6 años la distribución casi diaria de la leche”.
(b) Garantizar el autoconsumo primero: “el 95% de lo que comemos lo produci-
mos nosotros.”
(c) La generación de empleo local a partir de una mayor diversidad productiva:
“en nuestra familia somos 6 hijos, mi esposa y yo, pero estamos trabajando 4 porque

6. Ver en Guzmán Casado, G.; González de Molina, M, Sevilla Guzmán, E., (2000: 104-105 y 144).
hay dos que estudian afuera. El sistema agroecológico es diferente de un año a otro; es
al revés que el otro sistema; éste es crecimiento y el otro decadencia… Esto es un camino
que incorpora mucha mano de obra…”.
(d) La creación de redes solidarias y de formación continua que permitan una
mejora de la calidad de vida de la población local y una progresiva expansión espacial:
“dedico un día a la semana a las escuelas y esto forma parte de la agroecología, es
solidaria porque cuanto más somos mejor vamos a estar; cuando estás de parte de la
naturaleza no podes tener dos caras...”.
(e) La potenciación de la biodiversidad: “nosotros fuimos poniendo árboles; un
pacto que hicimos con la naturaleza fue no menos de 300 plantas por año; estoy hablan-
do de 16 años atrás; hoy tenemos por encima de 12.000 plantas y cada año tenemos que
poner más plantas; hemos transformado el paisaje, era todo agricultura… la planifica-
ción tiene que ver con una planificación económica y ecológica…”.
El Departamento Gral. Obligado, en donde se encuentra uno de los establecimien-
tos analizados, ocupa una superficie de 1.092.800 has, según datos del IPEC, posee una
extensión sembrada en 2001 de 104.197 has y en 2009 de 127.966 has.
La agricultura en esta región es predominantemente industrializada en sus princi-
pales cultivos de caña de azúcar, algodón, girasol y soja; no obstante, dada las caracte-
rísticas ecológicas de la región, la ganadería extensiva ocupa un importante lugar sobre
todo en la actividad de cría. En el caso del Chaco santafesino, la aptitud agraria del suelo
es mucho menor que la de la Pampa santafesina, por lo que la escala en el tamaño de las
explotaciones es sensiblemente diferente. Allí vemos que respecto a la distribución de
las explotaciones por tamaño de superficie, la mayoría de las mismas se encuentran en el
estrato de más de 1000 ha representando el 62 % del total del Chaco santafesino.
En lo que respecta a los cultivos, como se puede apreciar en el próximo gráfico
nº 3, para el período 2000/2009; la implantación de soja de primera siembra viene re-
duciendo su superficie en forma importante y la pendiente de la línea de tendencia es
notoriamente negativa, la soja de segunda es de una importancia menor y es mucho más
estable, pero la oleaginosa que tiene una relevancia de peso en la superficie es el girasol
que evolucionó de menos de un 20% a ocupar casi el 50% de la superficie total cultivada
con especies estivales del departamento.
Si observamos la tendencia estadística, se ve que el girasol posee una pendiente
inversa a la soja con riesgo de convertirse en monocultivo en una región de fragilidad
ambiental. Asímismo, dentro de la actividad agraria, la ganadería (incluyendo también la
agrícola-ganadera) representa el 78%. La primera de ellas es una región que se caracteri-
za por tener suelos muy heterogéneos, mal drenados lo que constituye una seria limitante
para la producción agrícola. No obstante, existe una pequeña subregión, más elevada
donde pueden obtenerse buenos rendimientos cuando la actividad es la agricultura.
La aptitud ganadera también encuentra limitantes porque la base forrajera está
dada por pastos perennes de ciclo primavera-estivo-otoñal; por tanto no puede comple-
tarse con éxito un ciclo completo de cría-recría e invernada; es decir, el “nicho ecológi-
co” permite realizar ganadería-cría y agricultura. 71
Gráfico nº3.

Fuente: elaboración propia a partir de Instituto Provincial de


Estadística y Censos (IPEC), 2009.

Gráfico nº 4.

Fuente: elaboración propia a partir de Instituto Provin-


cial de Estadística y Censos (IPEC), 2009.

Respecto al distrito Guadalupe Norte, en el gráfico que presentamos a continua-


ción puede observarse que, para el período 2000/2009, los cultivos de primavera-verano
ocupan una superficie muy reducida.
Pero, en concordancia con lo que ocurre en el departamento General Obligado,
el girasol es la especie vegetal que más gravita en extensión llegando en la campaña
2008/2009 a cerca de 700 has, y su tendencia es a ir en aumento en forma significativa.
Representa el 35,14 % de la superficie total sembrada. La soja temprana por el contrario
viene reduciendo su extensión (ver línea de tendencia en el gráfico nº 4). No obstante, si
consideramos la superficie total destinada a la siembra de soja, es similar a la ocupada
por el girasol.
Hecha esta breve caracterización sobre las dos ecorregiones, diremos a modo
de recapitulación que la aptitud agraria del suelo es muy inferior en el norte mos-
trando agroecosistemas de mayor fragilidad ecológica. O dicho con otras palabras,
la viabilidad de las explotaciones necesita de una mayor superficie para la obtención
del acceso a los medios de vida si las comparamos con las de la región de la Pampa
santafesina. En efecto, hay una mayor prevalencia de las grandes explotaciones de
más de 1.000 ha en la región norte y las explotaciones de menos de 100 ha no llegan
a representar el 5% de la superficie.
La Pampa santafesina posee, como ya hemos visto, una capacidad productiva su-
perior por lo que parece lógico que la distribución espacial de sus explotaciones según el
tamaño, sea más equilibrada que aquellas del norte. El estrato que concentra una mayor
superficie es el de las medianas explotaciones, las de 100 a 500 has.
Respecto a la actividad agropecuaria la región del Chaco muestra una prevalencia
ganadera que como actividad aislada concentra alrededor del 50% de la superficie de sus
explotaciones; y si consideramos la actividad mixta obtenemos una vocación ganadera
que ocupa más del 80% de su superficie. La región Pampeana, por el contrario, posee
una actividad agropecuaria con prevalencia de la actividad agrícola casi exclusivamente
destinada al cultivo de soja.

5. SOBRE EL CONTEXTO METODOLÓGICO Y LOS CASOS ESTUDIADOS

Partiendo de la naturaleza sistémica e interdisciplinaria de la Agroecología, utili-


zaremos algunos componentes de dos herramientas metodológicas para evaluar susten-
tabilidad de sistemas agropecuarios. Presentaremos en primera instancia la construcción
de diagramas de flujo emergéticos, y luego la propuesta MESMIS.
La primera de ellas consiste en destacar la importancia de poder evaluar sustentabili-
dad mediante un balance energético, es decir un modelo de entradas y salidas de energía, en
y desde el sistema; es decir, un esquema de contabilidad emergético en el que se cuantifican,
bajo una misma unidad de medida, los flujos de energía que el sistema incorpora del sector
económico y del medio ambiente, para alcanzar un determinado objetivo productivo. Nuestra
búsqueda pretende generar un proceso de interacción entre experiencia e información; entre
conceptos y datos, que no sólo se limite a expresar la energía presente en un producto o un
servicio sino que muestre la evidencia del trabajo realizado por la naturaleza. Odum (1996)
ha desarrollado el concepto de Emergía para poner en valor la energía solar necesaria para
producir un producto o un servicio. Como ya hemos mencionado, la Emergía se expresa en
Joules solares denominado emjules (sej). 73
Si bien, uno de nuestros objetivos es evaluar distintos sistemas productivos en la
región objeto de estudio bajo indicadores emergéticos de sustentabilidad; en esta instan-
cia del trabajo sólo presentaremos para cada uno de los sistemas analizados, un diagrama
donde se muestre precisamente estas relaciones de entradas y salidas del sistema y cómo
se vinculan dentro del mismo.
Como acabamos de comentar, hasta el momento sólo contamos con datos cuali-
tativos referidos a los distintos sistemas a evaluar. Esto permite aproximarnos a la des-
cripción de las variables que determinan las entradas y salidas del sistema, como también
las interrelaciones que ocurren dentro del mismo cuando se complejizan las actividades
productivas.
Una forma simple y operativa de interpretar los gráficos de flujo consiste en contar
el número de entradas que atraviesan los límites del sistema, hacia dentro y hacia fuera
de él. Un gráfico con muchas entradas que nacen en el exterior del sistema e ingresan en
él, da cuenta de una alta dependencia de insumos externos, lo cual estaría indicando poca
capacidad de resiliencia. Por otro lado, si dentro del sistema existen muchas actividades
conectadas entre sí, esto significaría que el sistema tiene diversidad productiva, y que
éstas a su vez, se encuentran integradas.
Como mencionamos anteriormente, el análisis del comportamiento de estos ele-
mentos estaría brindando una primera aproximación al diagnóstico de la sustentabilidad
de los sistemas productivos en cado uno de los casos analizados.
Si bien en esta instancia no se presenta la contabilidad emergética de los respecti-
vos recursos ambientales y económicos que participan en la construcción de los diagra-
mas, consideramos que su interpretación cualitativa aporta información valiosa para el
análisis de los sistemas productivos.
A continuación presentamos, de manera esquemática, la simbología que utiliza-
mos en la construcción de los diagramas de flujo de energía que presentaremos en cada
uno de los casos analizados.
Respecto a la otra herramienta metodológica de análisis: MESMIS (Masera, 2000:
18-23), hemos trabajo en las tres dimensiones agroecológicas (ecológica-ambiental; socio-
cultural, y económico-productiva) utilizando el o los atributos a los que consideramos tienen
un mayor impacto en la sustentabilidad global. A su vez, cada atributo fue caracterizado me-
diante diferentes variables de diagnóstico, las cuales fueron medidas con el mayor número de
indicadores relevantes, que nos fue posible confeccionar (ver Anexo nº 1).
Así, dentro de la dimensión ecológica-ambiental (en adelante EA) hemos conside-
rado solamente al atributo Estabilidad-Resiliencia-Confiabilidad por ser, desde el punto
de vista agroecológico, el más relevante. En la dimensión socio-cultural (en adelante SC)
hemos trabajado con dos atributos: Estabilidad-Resiliencia-Confiabilidad y Equidad,
ambos nos permite caracterizar cualitativamente las percepciones de los productores res-
pecto al manejo de los recursos naturales y su concepción del modelo de desarrollo que
llevan en la práctica. Finalmente, en la dimensión económica-productiva (en adelante
EP) hemos incluido al atributo Productividad además de aquél de, Estabilidad-Resilien-
cia-Confiabilidad.
Fuente: elaboración propia a partir de Odum, 1996.

Cada uno de los atributos fue caracterizado por variables diagnósticas, las cuales
fueron medidas a través de indicadores. Los valores finales de cada indicador, con su
respectiva unidad de medida, fueron calculados con una escala de 1 a 5, donde el valor 5
representa la mejor sustentabilidad, y el valor 1 la menor sustentabilidad. En aquellos ca-
sos en que las variables diagnósticas fueron medidas con más de un indicador, se realizó
un promedio para obtener un único valor.
A continuación pasamos a considerar cada uno de estos indicadores que fueron te-
nidos en cuenta para medir las variables diagnósticas. Dentro de la dimensión ecológica-
ambiental (en adelante EA) consideramos tres variables diagnósticas:
(1) Conservación de la vida en el suelo: en agroecología se considera al suelo 75
como un recurso finito en donde los procesos naturales para conservar sus propiedades
no ocurren a igual velocidad en que el mismo es degradado por las prácticas agrícolas
actuales; por ello la vida del suelo es la base de toda actividad productiva sustentable.
Esta variable fue evaluada a través de siete indicadores:
• Nutrientes críticos (Nitrógeno, Fósforo, Potasio y Materia Orgánica): debi-
do a que las plantas obtienen del suelo estos nutrientes en mayor medida, la
disponibilidad de los mismos puede ser un factor limitante para la produc-
tividad.
• pH: hemos considerado al rango 6,6-7,5 como el mejor dado que pocas
plantas o cultivos agrícolas se desarrollan bien fuera de él; además la acidifi-
cación en el tiempo estaría indicando inmovilidad de la materia orgánica.
• Materia Orgánica en %: la mayoría de los suelos intervenidos por el hombre
poseen entre 1 a 5 % de MO; estos valores podrán variar dependiendo de las
prácticas agrícolas.
• Cobertura del suelo en %: un suelo cubierto protege contra los efectos del
clima y disminuye el riego de erosión.
• Diversificación/rotación de cultivos: tanto la diversidad de cultivos como
las rotaciones que se hagan de los mismos aumenta la sustentabilidad.
• Evolución de indicadores de suelo: hemos tomado este indicador para po-
der comparar la evolución favorable o desfavorable de los nutrientes más
críticos (P y MO).
• Práctica de labranza: las prácticas serán sustentables si favorecen la fertili-
dad del suelo, disminuyen la erosión, impiden la compactación, entre otros.
(2) Riesgo de contaminación ambiental: la utilización de plaguicidas y fertilizantes
sintéticos en los últimos 50 años fue “vendida” a los agricultores como una tecnología para
la solución definitiva en el control de plagas, enfermedades, y reposición de la fertilidad de
suelos; “sin embargo esta promesa ha demostrado ser falsa… Al aplicarse a los campos de
cultivos, estos productos son lixiviados hacia aguas superficiales o subterráneas donde se
incorporan a la cadena alimenticia persistiendo por decenios” (Gliessmann, 2002: 4-5). Un
sistema será más sustentable si no se utilizan productos sintéticos.
(3) Eficiencia energética: para este indicador hemos destacado la importancia que
adquiere el uso de energías renovables en el manejo de sistemas sustentables dado que la
mayoría de los insumos externos al sistema utilizados por la mayor parte de los produc-
tores provienen de energías no renovables.
La dimensión socio-cultural (en adelante SC) fue evaluada mediante siete varia-
bles diagnósticas; las dos primeras para el atributo Estabilidad-Resiliencia-Confiabili-
dad; y las restantes para el atributo Equidad:
(1) Satisfacción de necesidades básicas (calidad de vida): aquí hemos incluido
cuatro indicadores convencionales (vivienda, educación, servicios, acceso a salud) que,
analizándolos en el contexto de las otras variables diagnósticas nos permite evaluar la
reproducción social de la finca; esta última es una medida fundamental en las evaluacio-
nes de sustentabilidad
(2) Autosuficiencia alimentaria: un sistema será sustentable si las familias que vi-
ven de él pueden garantizar su alimentación con productos de calidad producidos por el
propio establecimiento. A esta variable la hemos medido estableciendo un rango de 5 a 1
considerando que aquellas familias que se alimentan con más del 90% de su producción
son las más sustentables.
(3) Aceptabilidad del sistema productivo: consideramos que aquellos productores
que trabajan bajo el convencimiento de que contribuyen al bienestar social y ambiental
propio y colectivo con el tipo de manejo que realizan son aquellos que contribuyen ma-
yormente a la sustentabilidad. Esta variable, de naturaleza cualitativa fue medida esta-
bleciendo un rango de 5 a 1.
(4) Conocimiento y conciencia ecológica: consideramos que aquellos productores en
los que prive una racionalidad ecológica sobre la económica y trabajan para maximizar be-
neficios a largo plazo, son aquellos que mayor sustentabilidad aportan al sistema, por ello les
hemos atribuido el mayor valor en un rango determinado cualitativamente entre 5 y 1.
(5) Mano de obra y generación de empleo: un elemento clave en la sustentabilidad
social lo constituye la generación de empleo local. Es decir, los manejos de sistemas
productivos diversificados coadyuvan a la sustentabilidad social al ser un elemento que
contribuye a evitar las migraciones rurales hacia la ciudad. Esta variable, también de na-
turaleza cualitativa, fue medida estableciendo un rango de 5 a 1 atribuyendo el mayor va-
lor de sustentabilidad cuando se emplea mano de obra formal y de manera permanente.
(6) Integración social: esta variable fue tenida en cuenta debido a la participación
y compromiso que tienen los productores con el desarrollo local y regional. Fue tenida
en cuenta la capacitación y formación del personal, la participación en eventos que socia-
licen prácticas de manejo sustentable, entre otras. Hemos establecido también un rango
cualitativo de 5 a 1, atribuyendo el mayor valor de sustentabilidad a quienes participen y
promuevan el desarrollo agroecológico.
(7) Grado de autonomía: un sistema será más sostenible cuando el manejo basado en
la experiencia acumulada a lo largo de los años, impide la sustitución de insumos externos y
la utilización de energía y recursos no renovables. Esta variable, de naturaleza cualitativa fue
medida estableciendo un rango de 5 a 1 considerando que aquellos productores que desarro-
llan tecnologías en finca son los que contribuyen a la sustentabilidad.
Finalmente, la dimensión económico-productiva (en adelante EP) la hemos evaluado
mediante cuatro variables diagnósticas: la primera para ponderar el atributo Productividad y
las tres restantes para ponderar el atributo Estabilidad-Resiliencia-Confiabilidad.
(1) Eficiencia/rentabilidad: para esta variable hemos optado por utilizar el indica-
dor genérico del Margen Bruto el cual ha sido cuantificado y comparado con la media de
la región; su operativización se ha realizado a través de un rango de tres intervalos: si este
margen supera a la media regional (5), si es igual (3) o si es menor (1).
(2) Diversificación productiva: consideramos que un sistema es más sustenta-
ble si tiende a incrementar las actividades productivas disminuyendo el riesgo frente a
perturbaciones ambientales o económicas. Esta variable diagnóstica fue medida con el
siguiente indicador: 77
• Cantidad de actividades productivas operativizado con un rango de 5 a 1 otorgan-
do la mayor sustentabilidad a más de ocho actividades productivas.
(3) Riesgo económico: el riesgo económico fue medido a través de tres indicado-
res considerando que a mayor cantidad de productos para la venta, mayor número de
canales de comercialización y menor dependencia de insumos externos disminuyen el
riego económico frente a cambios en las condiciones del mercado.
• Diversificación para venta (nº de productos): este indicador fue ponderado
estableciendo un rango de 5 a 1 en función de los productos producidos y/o
transformados en la finca, para la venta; otorgando la mayor sustentabilidad
a más de ocho productos.
• Vías de comercialización (nº): este indicador fue ponderado estableciendo
un rango de 5 a 1 en función de los canales de comercialización, otorgando
mayor valor de sustentabilidad a quienes utilizan más de cinco vías de co-
mercialización.
• Dependencia de insumos externos (%): este indicador fue medido en rela-
ción a un rango de 5 a 1 estableciendo la mayor sustentabilidad a las fincas
que utilizan recursos propios y locales.
(4) Integración productiva: la integración productiva adquiere relevancia en las
evaluaciones de sustentabilidad pues da sentido al concepto de diversidad al articular los
distintos rubros o componentes del sistema de tal forma que los residuos de una activi-
dad se trasformen en insumos de otra. A esta variable diagnóstica la hemos medido con
el indicador de “cantidad de actividades productivas integradas” en un rango de 5 a 1
estableciendo el mayor valor de sustentabilidad a más de ocho producciones integradas
(Brealey, 1993; INTA PROCADIS, 2008).
Una vez presentada esta conceptualización para cada variable diagnóstica y su
operativización mediante los indicadores propuestos, el siguiente paso consiste en rea-
lizar los gráficos radiales para cada uno de los casos estudiados. En general diremos
que, cuantos más puntos se acerquen a los bordes del gráfico mayor será la condición de
sustentabilidad para esas variables diagnósticas; por el contrario, cuanto más cerca del
centro se encuentre los valores, menor sustentabilidad poseerán.
Por otra parte, estableceremos un Índice de Sustentabilidad General a partir de un
valor “umbral” que surge como consecuencia de realizar el promedio de las tres dimen-
siones, que en nuestro caso, ese umbral sería el valor tres. En este contexto, no sólo el
índice o promedio general debe superar el valor umbral sino cada una de las dimensiones
también debería hacerlo a los efectos de mostrar la sustentabilidad general del sistema.
Nuestra intención es mostrar, en cada caso y en cada gráfico, los valores que to-
man las variables diagnóstico. Complementa esta información la que aporta el “valor
umbral”; el cual habría de ser superado, al igual que los de los promedios de cada di-
mensión. En caso que algún punto correspondiente al promedio de una dimensión cayera
dentro de la curva del valor umbral, el sistema sería deficientemente sustentable aunque
su valor medio total superase el valor tres.
Los estudios de caso:
de sistemas simplificados a sistemas diversificados.

A continuación describiremos los cinco sistemas productivos evaluados en las dos


ecorregiones que hemos caracterizado para la provincia de Santa Fe, yendo desde el más
simplificado en las dimensiones ecológica, económica y ambiental (“Agricultura indus-
trializada Casilda”); hasta el más complejo (“Granja Naturaleza Viva”). Para ello: (a)
comenzaremos con una breve caracterización de cada uno de los establecimientos. Lue-
go, (b) presentaremos los diagramas de flujo y finalmente, (c) representaremos mediante
gráficos radiales, los indicadores que hemos construido para cada una de las dimensiones
dentro del marco de la Agroecología. Para una mejor comprensión del desarrollo de esta
metodología, remitimos a los respectivos anexos, donde se encuentra detallada la cons-
trucción de la herramienta de análisis.
En este marco, presentaremos a los casos que hemos denominado: “Agricultura in-
dustrializada Casilda”; “La Vanguardia”; “Granja Casilda” y “El Maiten”, todos ellos perte-
necientes a la región Pampa santafesina. Finalmente, el establecimiento “Granja Naturaleza
Viva” correspondiente a la región norte de la provincia de Santa Fe o Chaco santafesino.

Caso 1: Agricultura industrializada Casilda.


Se trata de una explotación de 50 has ubicada en el Departamento Caseros, sur de
Santa Fe. Es un predio proveniente de una herencia de una superficie mayor que además
de agricultura contaba con producción porcina y engorde de novillos. Al subdividirse
quedaron para el actual propietario las 50 has de referencia. Como no posee capital de
trabajo para llevar a cabo las tareas productivas por administración propia, desde un
principio se arrendó. Comenzó a trabajarse mediante un contrato de aparcería para des-
pués realizar contratos accidentales por cultivo y a quintales fijos por cosecha. Este tipo
de convenio se mantiene en la actualidad y como consecuencia de ello, no hay personal
viviendo en el campo ni en forma permanente ni circunstancial; no posee vivienda, ni
mejoras, ni alambrado perimetral.
Desde la década de los ochenta el cultivo que predomina es la soja de primera y
eventualmente trigo-soja de segunda, muy influenciada por el eventual inquilino y la
perspectiva del precio del cereal de invierno (trigo) aunque el cobro del contrato siempre
está subordinado a la oleaginosa de primavera-verano (soja). Actualmente, su sistema
productivo responde exclusivamente a la agricultura; siendo el cultivo de referencia el
modelo tecnológico de soja transgénica/ glifosato/ siembra directa, utiliza ocasionalmen-
te insecticidas y/o fungicidas. Según datos de la revista Agro Mercado, de febrero de
2010, y por comentarios del propio productor, el margen bruto de la soja 2009 fue un 2%
superior al promedio del último quinquenio.
Con respecto al suelo del establecimiento, se corresponde al orden de los mo-
lisoles y al grupo de los argiudoles vérticos (serie Peyrano) y en la carta de suelos de
Casilda (en “Carta de suelos de la Rep. Arg”, hoja 3360-19 Casilda, INTA 1979) figura
con una capacidad de uso I-2; esto por definición significa que puede sostener cualquier 79
actividad productiva sin ninguna práctica especial, pero en la actualidad los arrendatarios
de la zona analizada “asiste” al suelo con hasta 500 kgs de urea para el cultivo de maíz
y niveles cada vez más elevados de fósforo y azufre para el cultivo de soja (comunica-
ción personal con productores). El total de lo cosechado se destina a la venta, y por el
volumen producido por el inquilino de este predio (posee en arrendamiento más de mil
hectáreas) opera directamente con la industria y hasta con exportadores.
Siguiendo el orden propuesto para el análisis de los respectivos casos, presentamos
el diagrama de flujos utilizando la simbología que hemos desarrollado a partir de Odum
(1988) que muestra los distintos componentes estructurales y funcionales del sistema y
sus interrelaciones como paso previo para analizar y calcular la sustentabilidad general
del sistema en términos energéticos; como comentamos en el apartado 5.

Este diagrama correspondiente al modelo de “Agricultura industrializada Casilda”


permite ver que la productividad primaria es una sola, de origen vegetal (soja y eventual-
mente, trigo y maíz como comentamos anteriormente). Como la fuente de energía reno-
vable (sol y otros recursos) es la misma para todos los sistemas, concentraremos nuestro
análisis en los otros factores del diagrama que atraviesan sus límites. Observamos que
para sostener al sistema ingresan seis insumos provenientes de la economía (derivadas
del petróleo, la industria y servicios) y sale energía (semillas) que se cambia por dinero
en el mercado; es decir, toda la energía ingresada por la compra y venta de bienes y ser-
vicios, más el aporte que realiza la naturaleza, sale del sistema mediante un cambio de
flujo monetario. Brevemente, diremos que este es un sistema altamente dependiente de
insumos externos y carece de diversidad e integración productiva.
Cuando incorporamos en el análisis de sustentabilidad los resultados obtenidos
bajo la metodología MESMIS (ver Anexo nº 2) representados mediante el gráfico radial
que presentamos a continuación, vemos que, los mayores valores de sustentabilidad res-
ponden a una valoración subjetiva que hace el productor de su actividad en la dimensión
sociocultural.

Gráfico radial 1. Representación gráfica de las variables


diagnósticas por dimensión: ecológica-ambiental (EA);
sociocultural (SC) y económica-productiva (EP).

Vemos que todos los valores medios -de las 3 dimensiones- están por debajo del
umbral (3), más allá de tener un promedio general de 2,04; esto estaría indicando la baja
sustentabilidad general del sistema que se relaciona con lo que muestra el diagrama de
flujo; es decir, la actividad productiva es una sola y depende fundamentalmente de la
aleatoriedad de los factores externos, sean éstos climáticos o de mercado.

Algunas experiencias emergentes en la Pampa santafesina

Caso 2: La Vanguardia7
Es una empresa familiar, de tamaño medio y producción mixta agrícola ganadera,
81
7. Tanto la caracterización del establecimiento como relevamiento de la información para construir el
diagrama radial ha sido realizada por Gonzalo Colomar.
ubicada en Sancti Spiritu, en el sur de la provincia de Santa Fe, Argentina. El suelo es un
hapludol típico de aptitud agrícola clase II, el clima es templado y el promedio de lluvia
es de 800 Mm. al año. Sobre un total de 520 has productivas, un tercio es superficie
ganadera y el resto agrícola. El personal consta de un encargado que realiza tareas varias
y un ayudante para ganadería, que viven en el establecimiento. Actualmente, se ha incor-
porado un pequeño desarrollo apícola y se integran las diversas actividades productivas
que compiten por el uso del suelo, adoptando tecnologías que permitan tender puentes
complementarios entre las diferentes actividades.
El establecimiento participa en grupos de trabajo con otros productores y organismos
técnicos. Integra el Grupo CBI (Cría Bovina Intensiva) perteneciente al INTA Nuzea de Ve-
nado Tuerto. Participa de Congresos, cursos y charlas. La dirección técnica está a cargo de
un Ing. Agrónomo y un Médico Veterinario de consulta permanente. Tiene todo su personal
inscripto y pretende la formación permanente del mismo, ya sea por la interacción misma
dada por el tamaño de la empresa o por cursos y jornadas a las que se los envía. Promueve
el desarrollo local mediante la compra local de mercancías, insumos y servicios; la diversifi-
cación de la producción como demandante de servicios: veterinarios, molineros, soldadores,
torneros, alambradores, oficios varios, clasificación de semillas, entre otros.
En este caso, vemos en el siguiente diagrama que la productividad primaria se
reparte en diferentes actividades las cuales se realizan complementariamente confor-
mando subsistemas que interactúan entre sí y con el entorno. El agrosistema está confor-
mado por los subsistemas agrícola, ganadero y un pequeño desarrollo apícola. También
se encuentra presente una forestación y árboles frutales íntimamente relacionados con la
producción apícola.
Como puede observarse, la cantidad de interacciones que se producen en el inte-
rior del sistema es superior al que ingresa desde el exterior marcando una tendencia a
mayor sustentabilidad cuando aumenta la diversificación productiva. No todo lo que in-
gresa sale del sistema mediante un intercambio monetario; sino que al haber más de una
actividad productiva van conformando subsistemas que se complementan en la circula-
ción de materiales y energía. Como mencionamos previamente, la actividad principal es
la agrícola y luego la ganadera; existe además un pequeño desarrollo apícola. La rotación
agrícola ganadera se realiza en todos los lotes del establecimiento y las pasturas inician
el ciclo de rotación agrícola.
La información que surge del gráfico radial 2 (ver anexo nº 3 para la construcción
de indicadores) muestra una tendencia hacia mayores valores de sustentabilidad funda-
mentalmente en la dimensión sociocultural.

Gráfico radial 2. Representación gráfica de las variables


diagnósticas por dimensión: ecológica-ambiental (EA);
sociocultural (SC) y económica-productiva (EP).

La dimensión Económica Ambiental estaría mostrando valores (2,33), por lo de-


más sería sustentable si mejorara un poco esos indicadores sobre todo eficiencia energé-
tica, ya que el promedio general es 3,28.

83
Caso 3: Granja Casilda
Se trata de un predio de 10 has propias y otras 10 que alquila a un familiar, ubicado
en Casilda. Es un productor familiar que eligió dedicarse a la actividad agropecuaria.
Vive en su predio junto a su familia. Se dedica fundamentalmente a la huerta y además,
cría de animales de granja y frutales. Trabaja con él un mediero (al 50% de la producción
que se vende semanalmente) quien comparte exclusivamente la actividad hortícola. Este
personal vive también en el campo.
El 70 % de la producción es comercializada por un mayorista y el 30 % restante
vende en Casilda. Utiliza fertilizante de origen orgánico (cama de pollo que la compra a
un vecino); y en muy pocas ocasiones un herbicida. Además de la huerta trabaja con un
criadero de cerdos, y tiene dos o tres vacas que utiliza solamente para consumo familiar.
La agricultura es una actividad destinada a los porcinos. Hay gallinas y conejos para
consumo familiar y venta directa. Hace tres años comenzó con plantas frutales y árboles
como cerco para la huerta y demás espacios perimetrales.
El diagrama correspondiente al modelo de “Granja Casilda” permite visualizar
que la productividad primaria es fundamentalmente la huerta; aunque se complementa
con otras actividades que el productor realiza.

Observamos que si bien ingresan al sistema seis insumos provenientes de la eco-


nomía (derivadas del petróleo, la industria y servicios) y sale energía (productos de la
huerta) que se cambia por dinero en el mercado, la mayor diversidad con la cuenta hace
que este sistema sea poco dependiente de insumos externos. Prácticamente, todo lo que
realiza el productor circula dentro del sistema.
El gráfico radial 3 (ver Anexo 4 para la construcción de indicadores) muestra cla-
ramente cómo mejoran los valores de sustentabilidad general, ya que casi todos ellos
están más cerca de la periferia del gráfico evidenciando una mayor diversificación pro-
ductiva y además éstas muestran un grado de integración.
Gráfico radial 3. Representación gráfica de las variables
diagnósticas por dimensión: ecológica-ambiental (EA);
sociocultural (SC) y económica-productiva (EP).

En general podemos decir que este sistema es sustentable, ya que además de tener
un promedio general por encima del umbral (3,61), cada una de las dimensiones supera
también el valor umbral en la mayoría de las variables diagnósticas.

Caso 4: El Maiten8
El Maitén es un espacio ubicado en la localidad de Pérez, con una superficie
aproximada de 5 has. Durante el transcurso de 8 años, se centró en la producción orgáni-
ca de alimentos de origen tanto vegetal como animal. La mano de obra que se emplea en
el predio es familiar (dos personas), complementada en tareas muy puntuales con mano
de obra transitoria.
Desde hace más de un año, y luego de un período de interrupción de sus activi-
dades, está dedicado a la producción agroecológica de alimentos. En el establecimiento
trabajan regularmente dos personas. Se produce y comercializa humus de lombriz y hue-
vos de campo y, en menor medida, verduras frescas de estación y dulces y encurtidos
realizados a partir de los excedentes de producción. Una parte de la producción está
destinada al autoconsumo familiar y el resto se comercializa a través de redes de consu-
midores organizados y en forma directa.

8. Tanto la caracterización del establecimiento como el relevamiento de la información para construir el


diagrama radial han sido realizadas por Javier Couretot , Violeta Pagani y Maite Pigini. 85
Como puede observarse en el diagrama de flujos que presentamos a continuación,
se identifican doce actividades productivas entre las cuales hay algunas actividades re-
lacionadas con la productividad primaria y otras más vinculadas con la transformación
de la materia prima.
Vemos como, a partir de la utilización de residuos de una actividad obtenida del
propio establecimiento, o desde el exterior, se recicla para otras actividades dentro del

sistema estableciéndose de esta forma una circulación de materiales y energía dentro del
sistema que lo hace poco dependiente de energía externa. En este sistema aparece una
caja representada por conservas que indica que parte de la productividad primaria es
transformada dentro de la finca para el consumo interno y la venta como la mayoría de
las actividades productivas.
Si analizamos el gráfico radial 4, cuyos datos para su construcción pueden verse
en el anexo 5; vemos que El Maitén pierde sustentabilidad en la dimensión Económico-
Productiva ya que su valor medio es 2,75 ligeramente por debajo del umbral (3). Mejo-
rando la Rentabilidad el sistema sería sustentable ya que su promedio general es de 3,54;
por encima del umbral requerido.
Gráfico radial 4. Representación gráfica de las variables
diagnósticas por dimensión: ecológica-ambiental (EA);
sociocultural (SC) y económica-productiva (EP).

Análisis de un “faro agroecológico” en el Chaco santafesino:

Caso 5: Granja Naturaleza Viva


A continuación vamos a presentar un caso de manejo predial que consideramos
representa un genuino “modelo agroecológico” de desarrollo rural. El mismo fue carac-
terizado por nuestro informante clave en el apartado 3 cuando se refería a la región del
Chaco santafesino. En esta instancia analizaremos, desde la perspectiva agroecológica,
su sistema predial, estableciendo los indicadores para cada una de las dimensiones pro-
puestas teniendo como marco de referencia la metodología que propone el MESMIS.
Como dijimos anteriormente, este sistema representa un caso paradigmático porque,
como señala Altieri (1995), “las fincas cuyos valores de sustentabilidad son más altos
son consideradas “faros agroecologicos”, en los cuales se pueden estudiar las interaccio-
nes y sinergismos ecológicos que explican el adecuado funcionamiento del sistema.
El aspecto clave no es que los agricultores “copien” las técnicas que usa el agri-
cultor en la finca “faro” sino que emulen los procesos e interacciones promovidos por la
infraestructura ecológica de esa finca, que conllevan al éxito del sistema desde el punto
de vista agroecológico de calidad de suelo y salud fitosanitaria. Puede ser que en la finca
“faro” la clave sea la alta actividad biológica o la cobertura viva del suelo. Los agriculto-
res de otras fincas cercanas no necesariamente tienen que usar el mismo tipo de compost 87
o cobertura que el agricultor de la finca “faro”, sino técnicas que estén a su alcance y
que optimicen los mismos procesos”. En este sentido, los aspectos abordados que hacen
a la centralidad de la agroecología son desarrollados por este productor en su totalidad
al realizar producciones primarias diversificadas buscando sustentabilidad económica y
ambiental; al transformar artesanalmente la producción buscando valor agregado. Otros
aspectos a destacar son la comercialización directa al consumidor a través de diferentes
formas de encuentro, buscando viabilidad económica y mejora de la calidad del producto
y el fomento a las actividades de formación y promoción de acciones de desarrollo inter-
nas y externas al sistema, buscando sustentabilidad social.
La granja se encuentra ubicada en Guadalupe Norte, departamento General Obli-
gado, Santa Fe. Es una unidad doméstica donde viven tres familias de 180 hectáreas de
las cuales 110 son propias y 70 son alquiladas. Hace más de 20 años que comenzaron un
proceso de transición hacia el manejo agroecológico, hoy ya consolidado. Emplea a más
de diez personas que trabajan en forma permanente. El establecimiento está incorporado
en el circuito local y regional, tanto en la comercialización de productos para la venta
como en la compra de insumos.
A continuación presentamos un diagrama de flujos que muestra, como los casos
anteriores, los distintos componentes estructurales y funcionales del sistema y sus in-
terrelaciones como paso previo para analizar y calcular la sustentabilidad general del
sistema en términos emergéticos.
Este diagrama permite visualizar, a priori, que la productividad primaria (alta-
mente diversificada) sea ésta de origen vegetal como animal, es transformada y utilizada
como insumos para integrar los distintos subsistemas dentro del predio y cerrar dentro de
lo posible la circulación de materiales y energía. Es decir que los distintos componentes
productivos se complementen en los flujos de materia y/o energía donde el producto
y/o residuo de una actividad productiva se trasforme en insumo total o parcial de otra,
de tal forma que la diversidad implique, en todas las áreas o rubros productivos, una
completa integración; integración que se fortalece al especificar que no hemos incluido
en el diagrama los flujos provenientes de la mano de obra que se diversifica en todas las
actividades.
En el gráfico radial 5 que presentamos a continuación (ver Anexo 6 para la cons-
trucción de indicadores), refleja claramente como las relaciones de circulación de mate-
riales y energía que se muestran en el diagrama de flujo, presentan un alto grado de di-
versificación e integración productiva, haciendo al sistema prácticamente independiente
de insumos externos. Vemos como todas las variables diagnósticas en sus respectivas
dimensiones se encuentran en la periferia del gráfico.

Gráfico radial 5. Representación gráfica de las variables


diagnósticas por dimensión: ecológica-ambiental (EA);
sociocultural (SC) y económica-productiva (EP).
89
Se puede observar que no sólo los valores medios de cada una de las dimensiones
se encuentran muy por encima del umbral, sino que cada uno de los indicadores supera
al valor umbral. Desde luego el promedio general (4,19) supera holgadamente al umbral
requerido (3).

6. NOTA FINAL. A MODO DE CONCLUSIÓN

En esta recapitulación final pretendemos aportar al debate actual, sobre el papel de la


agricultura, evidenciando su necesidad de cambio para alcanzar una sustentabilidad ecoló-
gica y social, tal como muestran las experiencias “emergentes” presentadas como estudios
de caso. Por otra parte queremos finalizar mediante una reflexión sobre los objetivos que
nos propusimos cubrir con esta investigación y que, según establecimos en la construcción
del marco teórico y metodológico, abarcan los dos amplios bloques temáticos de nuestro
trabajo: por un lado, la agroecología, como marco de evaluación de la viabilidad de modelos
que permitan conciliar producción, equidad distributiva y respeto por el ambiente como así
también la diversidad biológica y cultural y, por otro, analizar mediante diferentes herramien-
tas metodológicas la construcción de indicadores de sustentabilidad para lograr una mejor
comprensión de aquellos aspectos que influyen sobre la sustentabilidad de los sistemas pro-
ductivos y por otro, el uso del MESMIS como herramienta metodológica para la evaluación
de los sistemas ambientales desde un punto de vista complejo.
En el transcurso de estas notas observamos que el proceso de modernización
significó la industrialización del manejo con paquetes tecnológicos orientados exclusi-
vamente al incremento de la producción generando claros contextos de insustentabili-
dad. Así, se fueron incorporando paulatinamente en la agricultura familiar las “técnicas
agronómicas” de naturaleza industrial, la “mecanización agrícola” con la incorporación
de un manejo de bienes de capital e insumos y las tecnologías basadas en híbridos y
agroquímicos. Como consecuencia de ello la división del trabajo en las explotaciones se
modificó sustantivamente expulsando en la década del setenta una importante parte de la
población rural hacia las zonas urbanas y semiurbanas.
Desde una perspectiva agroecológica este proceso significa la pérdida de la es-
pecificidad e integralidad de los agroecosistemas y la dimensión particular que en ellos
cobran los problemas locales alterando así la dinámica de la interacción del hombre con
los recursos naturales y perdiéndose los contextos temporales, sociales, políticos y eco-
nómicos concretos donde estos están insertos. Las prácticas agrícolas generadas a partir
de la agricultura industrializada carecen de la articulación necesaria entre la información
obtenida por la agronomía convencional y la significación que ésta tiene para los actores
intervinientes.
Mediante nuestro trabajo de campo y análisis posterior de la información brin-
dada a través de los cinco casos analizados, hemos abordado la complejidad de los
sistemas productivos, en su multidimensionalidad, y hemos intentado hacer un apor-
te metodológico que permita comprender y describir cada uno de los elementos y
variables involucradas en el desarrollo de los procesos productivos, creemos que es
posible determinar algunos elementos clave que marcan la tendencia de los agroeco-
sistemas aquí evaluados y las posibles intervenciones y arreglos que pueden o no
conducirlos hacia estados dinámicos de mayor o menor sustentabilidad que pasamos
a considerar.
El caso 1: Agricultura industrializada Casilda, ubicado en la región sur de la pro-
vincia, lo hemos tomado como emblemático del modelo industrial, aún sabiendo que hay
casos más moderados, a modo de presentar el giro que ha tomado en forma dominante
la producción de la región pampeana y porque además, representa en forma cabal el
modo de producción productivista/ convencional, al cual se ha dirigido la mayoría de los
esfuerzos y recursos del mencionado al principio, -International Assessment of Agricul-
tural Knowledge, Science and Technology for Development-, es decir la focalización en
la dimensión económico/productiva, como hacíamos referencia en la introducción del
presente trabajo.
En los casos 2: La Vanguardia, 3 Granja Casilda y 4 El Maitén; también ubicados
en la región sur de la provincia, los hemos considerado como “emergentes” puesto que
en todos ellos, a pesar de sus diferencias, muestran elementos que marcan una tendencia
a mayores valores de sustentabilidad en los términos conceptuales que la hemos defini-
do. En el caso 2, La Vanguardia se puede observar claramente que dentro de la catego-
ría convencional/productivista se pueden tomar decisiones que corrijan y disminuyan
impactos negativos, y que puede diferenciarse del caso 1, diversificando la producción,
generando empleo y participando de la red local de comercialización y consumo; uno de
los elementos clave para el desarrollo local.
En el caso 3 Granja Casilda, y 4 El Maitén, vemos que los indicadores demuestran
que en un predio de 8 has y 5 has respectivamente, se pueden obtener buenos valores de
rentabilidad, generación de empleo, integración y diversificación productiva. A su vez,
es preciso destacar que se encuentran en un proceso de optimizar los procesos produc-
tivos y mejorar la rentabilidad a través de la incorporación de una importante cantidad
de frutales y de la instalación de un puesto de venta de directa. La superficie de estos
establecimientos está muy lejos de lo que se establece como Unidad Económica Agraria
para el sur de Santa Fe. Otro elemento destacable es que, tanto en el caso 3 como en el
4, es el rol que juegan los servicios y las tareas extraprediales que permiten aumentar los
ingresos de los establecimientos.
Respecto al caso 5 Granja Naturaleza Viva, ubicada en el norte de la provincia,
hemos hecho referencia de sus principales características denominándolo “faro agroeco-
lógico”, pero en este punto debemos remarcar, que en un ambiente con características
menos aptas que en el sur de la provincia, y que a través de un manejo agroecológico
sistemático y continuado, basado en un desarrollo intensivo de tecnología de procesos, se
prioriza como un primer paso fundamental el mejoramiento de la fertilidad biológica del
suelo, base fundamental en la que se sustentan o deberían sustentarse la producción de
alimentos en cantidad y calidad para todos. Este sistema muestra claramente que pueden
conciliarse los objetivos del desarrollo sustentable e ir además incrementando con el
correr del tiempo la capacidad productiva del agroecosistema. 91
Como recapitulación final podemos comentar que tanto los productores del sur
como el ejemplo del norte de la provincia, estuvieron sujetos a las mismas condiciones
de contexto que impulsó la agricultura industrializada a través del proceso de moderni-
zación; sin embargo, las respuestas de cada uno de ellos fueron diferentes. Esto nos per-
mite pensar, o al menos repensar y discutir, algunas categorías de análisis que se dan por
sentadas en la literatura como por ejemplo, el concepto de “Unidad Económica Agraria”
y la forma de determinarla; puesto que más allá del tamaño de la superficie; aquellos
productores que implementan prácticas de manejo diversificadas e integradas, muestran
mejores valores de sustentabilidad general del sistema aún cuando su superficie es pe-
queña como el los casos 3 y 4.
Es oportuno reflexionar también sobre estas cuestiones porque en muchas ocasio-
nes pareciera ser que las transformaciones tienen que estar determinadas por cambios en
la relaciones de contexto, es decir por cambios objetivos de las condiciones socioeco-
nómicas y políticas en una realidad concreta. Sin embargo, bajo un mismo proceso his-
tórico de agricultura industrializada, producto del paquete tecnológico de la Revolución
Verde, que en Argentina aún es el modelo dominante, surgen otras perspectivas que esta-
rían indicando la posibilidad de conciliar producción con sustentabilidad.
También nos habíamos referido al impacto sociocultural que sobre la pequeña
agricultura está causando el nuevo modo industrial de uso de los recursos naturales res-
pecto a la pérdida de la autosuficiencia alimentaria, a la ruptura de las matrices sociocul-
turales portadoras del conocimiento local, de las tecnologías sistémicas sobre el control
de plagas y enfermedades; y en general, a la ruptura de una estrategia diversificada de
producción y articulada con el uso múltiple del territorio. Estas son las características
que precisa la Agroecología para con la utilización de nuevas tecnologías de naturaleza
medioambiental, llevar a cabo el diseño de sistemas sustentables.11

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11. Para una demostración contundente de la falta de seguridad de la Ingeniería Genética y la Seguridad
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ar. Año 2009.

95
Parte 2
Comunicaciones
Aportes para pensar la soberanía
alimentaria desde la ciudad.

Erika Beckmann*

Comentarios preliminares
Al momento de definir los principales ejes de nuestra exposición, debimos re-
flexionar acerca de cuáles podrían ser nuestras contribuciones específicas, nuestros
aportes para enriquecer este debate tan necesario. Y una de las cuestiones que surge
con más claridad es el claro perfil urbano de nuestras intervenciones, perspectiva
que, pensamos, no sería quizás la más presente ya que muchas de las organizaciones
e instituciones aquí presentes desarrollan sus actividades en otro tipo de contexto.
Es por ello que decidimos contribuir a esta reflexión y compartir nuestra ac-
ción –como organismo público municipal inserto en uno de los aglomerados urbanos
más grandes del país- a partir de esta, nuestra situación, y de una pregunta básica,
fundamental: ¿cómo pensar la soberanía alimentaria desde la ciudad? A partir
de este interrogante inicial, dividiremos la virtual “respuesta” –o al menos, nuestra
respuesta- en dos partes: un encuadre teórico, donde intentaremos avanzar en algu-
nas definiciones y luego, una revisión de nuestra forma de trabajo, plasmada en los
Programas Productivos que integran la Subsecretaría.

Acerca de definiciones y encuadres teóricos


Soberanía Alimentaria es una noción acuñada y defendida en sus orígenes por
organizaciones campesinas y su sentido está muy asociado a la producción primaria
en ámbitos rurales o rur-urbanos -aunque existen experiencias de agricultura urbana,
como la desarrollada por este municipio-. Sin embargo, a los fines de complejizar tal
término y, a la vez, multiplicar los posibles campos de acción, es necesario pensar
y aplicar sus principios también para la manufactura de esos productos. Es decir, en
otro eslabón de la cadena productiva, pero respetando los mismos valores y princi-
pios. Es en este marco que se inserta nuestra opción por la Economía Solidaria como
forma de producción, distribución y consumo, pero también como principio orga-
nizador de otras realidades posibles, no sólo en el plano económico, sino también
político, social y cultural.
Dentro de tales valores y principios, rescatamos y queremos compartir aque-
llos que creemos preponderantes y que estructuran nuestra propuesta de Economía
Solidaria. Un primer valor, y quizás el más importante, es la centralidad del tra-
bajo: el hombre y la reproducción de la vida son el factor fundamental, que debe
estar en el centro, ser el eje de los sistemas económicos, y con ello, de los sistemas
productivos, y no el lucro y la búsqueda de ganancias (que si bien es lícito como
fin, no puede hacerse a costa de la vida y la dignidad de los demás). José Luis Co-
99
* Licenciada en Ciencia Política. Programa de Producción de Alimentos, dependiente de la Subsecretaría
de Economía Solidaria. Secretaría de Promoción Social, Municipalidad de Rosario.
raggio1 afirma que lo que él llama “Economía del Trabajo”, sólo puede entenderse
como contrapunto de la Economía del Capital, y uno de los ejes principales de esta
oposición es, justamente, el lugar que ocupa el trabajo y la reproducción amplia-
da de la vida de sus “portadores”, los hombres, las familias, las organizaciones de
productores/ consumidores, etc.: “así como desde la Economía del Capital se ve
el conjunto de la economía a partir de la lógica del capital y su acumulación, y el
sistema de intereses en la sociedad resulta hegemonizado por los intereses generales
o de determinadas fracciones de los capitalistas, desde la Economía del Trabajo se
ve el conjunto de la economía a partir de la lógica del trabajo y su reproducción
ampliada, confrontando esa hegemonía y afirmando la primacía de los intereses del
conjunto de los trabajadores y de sus múltiples identidades y agrupamientos.” (Co-
raggio, 2004:s/d). En una línea similar, encontramos que Alejandro Rofman define
a la Economía Solidaria como un modelo de organización de la sociedad –y no sólo
como un subsistema económico, como una lógica sólo productiva, ni como una es-
trategia de política social– que incluye “todas aquellas manifestaciones productivas
de bienes y servicios que se rigen por un principio fundamental: el de desarrollar su
actividad con la finalidad de mejorar la calidad de vida de quienes toman parte en las
mismas. Tal principio básico se contrapone a los guían las sociedades organizadas
bajo el sistema capitalista, donde se privilegia el lucro, la competencia, la obtención
de la máxima tasa de ganancia individual y la ausencia de participación del colectivo
en la gestión de las unidades productivas” (Rofman, s/d).
Lo anterior contradice la realidad de nuestros sistemas alimentarios, aquellos
de los países del sur, donde se producen alimentos y, sin embargo, los pueblos pasan
hambre. Claramente, nuestro problema no es de disponibilidad alimentaria (ya que
en nuestros países se producen alimentos en variedad, calidad y cantidad mayores
incluso a las necesidades de consumo), sino de autonomía y sustentabilidad de los
mismos ya que, a pesar de la suficiencia productiva no podemos cumplir siquiera
con lo que la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimenta-
ción –FAO por sus siglas en Inglés– denomina “Seguridad Alimentaria”, entendida
como la necesidad de que “toda la población en todo momento goce del acceso fí-
sico, social y económico a alimentos suficientes, inocuos y nutritivos que satisfagan
las necesidades alimentarias adecuadas para llevar una vida activa y sana” (FAO,
2003:3, citado en Garcia de la Serrana-Castillo, 2003:3). Y esto es así en los países
empobrecidos porque la gran mayoría de su población no tiene acceso ni siquiera
al mínimo vital de alimentos. Pero también lo es en los países ricos, pues si bien es
cierto que sus poblaciones tienen asegurado un abastecimiento abundante de alimen-
tos, esto se consigue mediante sistemas y técnicas productivas que están generando
graves crisis sanitarias.
Es por ello que Xavier Garcia de la Serrana-Castillo afirma que la situación actual
se revela insostenible “por sus graves repercusiones sociales (migración campo-ciudad,
explotación laboral, pauperización creciente), económicas (destrucción de mercados lo-

1. La producción de este autor es amplia y prolífica, de hecho ha llegado a constituirse en uno de los mayores
referentes de la Economía Social. Veáse: http://www.coraggioeconomia.org; http://www.riless.org/investiga-
dores_desarrollo.shtml?x=24314, donde se podrá encontrar abundante bibliografía y materiales.
cales y regionales, destrucción de puestos de trabajo en la agricultura...) y ambientales
(destrucción de recursos agroecológicos, degradación de la biodiversidad, utilización de
técnicas de producción cuya inocuidad no está demostrada...)” (Idem).
Esto nos lleva a pensar la relación entre seguridad y soberanía alimentarias,
como conceptos intrínsecamente relacionados, pero que deben ser a la vez distin-
guidos, ¿por qué? Porque la noción de soberanía alimentaria se nos demuestra más
abarcadora, ya que supone no sólo la construcción de herramientas de análisis para
nuestra realidad sino que da un paso más allá y nos coloca en el terreno de la apuesta
política por su transformación.
En esta línea, recurro a un texto llamado “Reflexiones en torno a la seguridad
alimentaria en Argentina” de Stella Maris Toler, en el que se establece esta distin-
ción, que resulta necesario traer a colación. Retomando a la antropóloga Patricia
Aguirre, allí se afirma que “la seguridad alimentaria refiere al derecho de todas las
personas a acceder a alimentos nutricionalmente, pero también culturalmente, ade-
cuados y suficientes. Corresponde discutir, entonces, la cuestión alimentaria como
una problemática compleja, que puede ser analizada en el nivel macroeconómico
–seguridad alimentaria propiamente dicha- que se vincula con poblaciones, grupos
de personas, y en el nivel microsocial que abarca lo relativo a las estrategias de con-
sumo que refieren a las prácticas y las representaciones, cuyo análisis se centra en
los hogares” (citado en Toller, 2006:6).
Siguiendo a esta autora, se proponen cuatro ejes a partir de los cuales es posible
analizar la disponibilidad alimentaria, ellos son: suficiencia, estabilidad, autonomía
y sustentabilidad que explicamos a continuación. “Respecto de la suficiencia, puede
diagnosticarse que Argentina, cuenta con una disponibilidad media de alimentos de
alrededor de 3070 calorías per cápita (FAO, 2005). O sea, la disponibilidad calórica
–medida en tanto saldo disponible descontada las exportaciones- supera, en promedio,
los requerimientos nutricionales de 2700 calorías correspondientes al desgaste energé-
tico normal de un adulto. Si se examina la estabilidad de la disponibilidad, pareciera
que la variedad productiva, aún vigente a pesar de la preeminencia que van tomando
algunos cultivos, permite realizar diversas compensaciones ante algunas oscilaciones
estacionales y asegurar variada alimentación a lo largo del año.
Los otros dos aspectos –autonomía y sustentabilidad- no están garantizados
plenamente en Argentina. Hay algunos ejes críticos que no aseguran, en el mediano
y largo plazo, ni la autonomía ni la sustentabilidad productiva de alimentos. Más
ampliamente, puede interpretarse que si se analizan las condiciones de la seguridad
alimentaria, particularmente la autonomía y la sustentabilidad, hay una precondición
de fondo que es la soberanía alimentaria. En efecto, siguiendo algunas afirma-
ciones del Foro Mundial sobre Soberanía Alimentaria, realizado en La Habana en
septiembre del 2001, se entiende que la soberanía alimentaria es el derecho de cada
nación a mantener y desarrollar su propia capacidad para producir alimentos básicos
del pueblo, respetando tanto la diversidad productiva como cultural. En definitiva,
cuanto más fortalecida esté la soberanía alimentaria se favorecerá, garantizará con 101
mayor solvencia, la disponibilidad y el acceso a una alimentación sana y suficiente,
especialmente de los sectores de población más vulnerables. La soberanía alimen-
taria, en tanto concepto desarrollado en el ámbito de movimientos como Vía Cam-
pesina, se muestra así como una categoría teórica que pone el énfasis en el derecho
a los alimentos, como lo hace la seguridad alimentaria, pero pregunta incisivamente
acerca de la procedencia de los alimentos, la forma de producción. Puede inter-
pretarse que mediante esta categoría se hace hincapié más fuertemente en los dos
nudos problemáticos –autonomía y sustentabilidad- de la seguridad alimentaria de
Argentina. Y, a su vez, permite realizar una articulación comprensiva del acceso. En
definitiva, (…) lo que ocurre es que se vulnera, simultáneamente, la disponibilidad
y el acceso para una porción importante de la población.” (Toler, idem:8-9. Énfasis
en el original).
Un segundo conjunto de valores nodales para la Economía Solidaria son, de
manera inescindible, la Solidaridad, la Cooperación y el Asociativismo. En efecto,
la Economía Solidaria parte de considerar que no existen opciones ni soluciones
individuales; antes bien, se caracteriza por el reemplazo –al interior de las relaciones
económico-sociales– de los principios individualistas y competitivos por principios
solidarios de cooperación. Estas asociaciones (cualesquiera que sean: emprendi-
mientos familiares, mutuales de productores, cooperativas, empresas recuperadas,
asociaciones de consumidores, etc.), reúnen o tienden a reunir las siguientes carac-
terísticas: estimulan la unión y el apoyo mutuo entre sus miembros a través de la
autogestión, se afirma la vigencia del asociativismo y la cooperación, se despliegan
prácticas socio políticas que tienden a la participación democrática en la gestión, al
cuidado del medio ambiente, y a la acción solidaria tanto en él ámbito familiar como
en el productivo y el comunitario. En las experiencias concretas se presenta la lucha
permanente de las personas por la sustitución de los principios individualistas por
principios colectivos que favorezcan no sólo a los grupos implicados en los proyec-
tos, sino a toda la sociedad.
Esto se encadena con otros valores propios de este sector socioeconómico,
recién mencionados pero que es necesario remarcar, tales son la Autonomía y la
Autogestión. Y finalmente, una última serie de valores, son aquellos que intentamos
plasmar en nuestra acción cotidiana y que estructuran nuestra propuesta de inter-
vención específica dentro del Municipio y de la Secretaría de Promoción Social: la
producción como estrategia de inclusión y eje de la política social. Según nuestro
entender –y esto ha quedado claro ya a lo largo de la exposición– no hay separación
entre el mundo social y el económico, toda economía crea sociedad en función de
los parámetros por los que se rige, crea “consecuencias” a partir de su forma de
funcionamiento. Y esto mismo puede ser pensado para las políticas públicas y, sobre
todo, las políticas sociales: siguiendo a Claudia Danani (2004) afirmamos que todas
las políticas sociales “crean sociedad” en función de los objetivos que las alientan;
cada una de ellas, y más aún su conjunto, en su accionar, crean sociabilidades y
subjetividades en función de las formas de intervención. No es lo mismo interpelar
a las personas como beneficiarios de un plan, de una transferencia de ingresos o
servicios, que como trabajadores, como productores, que a partir de su labor, crean
para sí mismos otro lugar en la sociedad. De allí que nuestro objetivo sea la realiza-
ción efectiva del derecho al trabajo en sus más variadas formas (el trabajo asociado,
cooperativo, al interior de la unidad doméstica, el “autoempleo”). Dicho objetivo se
encuentra en el centro de la reconstitución de los lazos sociales y puede constituir,
asimismo, el germen de otras formas socio-económicas, inclusivas socialmente y
más equitativas.
No existe ciudadanía posible si no se concreta el derecho básico, inalienable,
al desarrollo de las propias capacidades, a la dignidad de la subsistencia a partir del
despliegue de las propias potencialidades y de la participación en el progreso de la
comunidad a la que se pertenece.
En base a lo expuesto, podemos afirmar que todo esto es una discusión cultu-
ral, por lograr otras pautas de producción, de consumo y de comercio (por eso elegi-
mos hablar, desde la Subsecretaría, de “Comercio Solidario” y “Consumo Responsa-
ble”, como formas de consumo, opciones conscientes y orientadas a fortalecer estas
estrategías económicas), pero también y fundamentalmente una discusión política.
Es necesario pensar la economía con otro sentido -más abarcador y más humano-,
con otros valores rectores, para lograr otros modos de distribución y redistribución
de los ingresos, así como otras maneras de inclusión de sectores hoy marginados.
Pero para esto, se requieren políticas públicas que sostengan esta visión y la
impulsen, la materialicen en avances y logros concretos, lo que requiere firmes com-
promiso y decisión política.

La propuesta de la Subsecretaría de Economía Solidaria


Como ya se ha mencionado, son los valores y principios antes expuestos los
que intentan –aunque quizás aún de forma incipiente– ponerse en práctica desde
la Subsecretaría. En relación con la temática de este Foro, a continuación pasaré a
exponer –de manera muy rápida y somera– las iniciativas locales que se vinculan
con la visión de la Soberanía Alimentaria e intentan, desde nuestro específico lugar,
contribuir a ella.
Los orígenes de las políticas públicas de Economía Solidaria a nivel munici-
pal se remontan al año 2002, cuando el municipio crea el Programa de Agricultura
Urbana, y promueve la Instalación de Agroindustrias Urbanas Sociales, a la par de
desarrollar diferentes programas y proyectos desde las áreas de Empleo, Emprendi-
mientos Sociales y la Dirección de Cooperativas y Mutuales.
Una vez que la Subsecretaría adquirió la forma institucional que hoy conserva
(en diciembre del año 2003), se crearon diferentes Programas de Apoyo a Empren-
dimientos Productivos Sociales, especializados, cada uno, en rubros de producción
específicos. Actualmente la oferta de Programas Productivos se ha ampliado y for-
talecido, llegando a totalizar hoy, siete. Al Programa de Agricultura Urbana se han
sumado otros nuevos, gracias, en parte, al mismo crecimiento y diversificación de 103
las expresiones de la Economía Solidaria en nuestra ciudad pero también, a la ne-
cesidad de brindar respuestas específicas más acordes con las necesidades de cada
uno de estos nuevos sectores. Así, la creación de los diferentes programas buscó
convertir lo que en principio surgía como un tipo de economía débil, de subsistencia,
subsidiaria, en una economía alternativa realmente viable y sostenible en el tiempo,
capaz de convertirse en una opción de producción y de vida, tendiente a incluir en
lugar de excluir.

Los Programas Productivos que se vinculan con el tema específico de este


Foro, y que muy brevemente vamos a describir aquí son:
• Programa de Agricultura Urbana
• Programa de Producción de Alimentos
• Programa de Producciones Animales
• Programa de Pesca Artesanal (de creación más reciente, aún no sancionado
normativamente pero que ya está comenzando a dar sus primeros pasos).

Programa de Agricultura Urbana


El Programa de Agricultura Urbana –en adelante PAU– integra varones y mu-
jeres en la generación de emprendimientos sociales de producción y elaboración de
alimentos mediante técnicas ecológicas, destinados al consumo familiar, comunita-
rio y al mercado.
Para su implementación, se articula mediante convenio con el Programa Pro-
huerta del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y el Centro de
Estudios de Producciones Agroecológicas (CEPAR).
De las huertas en la emergencia se pasó a las huertas productivas como espacio
público, incorporadas en la planificación de una ciudad para todos. Esto implica:
- Tenencia segura de los terrenos.
- Infraestructura adecuada para producir verduras de calidad.
- Nuevos espacios de comercialización, con la visión de la Economía Solidaria.
Establecimiento de prioridades:
Las siguientes prioridades fueron establecidas entre la Municipalidad y las
organizaciones responsables del PAU.
• Atender a la seguridad alimentaria de las familias de mayor vulnerabilidad de la
ciudad a partir de la puesta en producción de los terrenos vacantes y su tenencia segura.
• Establecer un sistema de producción de alimentos de rápidos resultados (hor-
talizas) que no genere dependencia de recursos y de fácil adopción.
• Producir alimentos sanos de alto valor biológico, con el fin de atender a la
necesidad de vitaminas y minerales de las familias de bajos ingresos.
• Establecer un sistema de comercialización directa, ubicados en espacios pú-
blicos en lugares estratégicos de la ciudad.
• Promover la sostenibilidad de la iniciativa a partir de la institucionalización
de la Agricultura Urbana como política pública.
Estrategias de intervención:
En su aplicación se consideró desarrollar un plan de trabajo integral basado en:
• La agroecología como metodología, entendida no solamente como una ma-
nera de producir alimentos con técnicas ecológicas sino como una estrategia de de-
sarrollo local que persigue objetivos que tienen que ver con dimensiones sociales,
económicas y ambientales.
• El protagonismo de las familias beneficiarias del programa mediante un pro-
ceso participativo en todas las etapas de manera de responder a las necesidades e
involucrar a las mismas en la ejecución del PAU.
Se ha conformado una Red de huerteros y huerteras como una de las bases de
la consolidación de la actividad de Agricultura Urbana –en adelante AU–.
• El acompañamiento en terreno, realizando actividades de motivación, capa-
citación y acompañamiento técnico en todas las etapas (producción, transformación,
comercialización).
• La aplicación de tecnologías apropiadas y ecológicas que permite producir
alimentos de alto valor nutricional, elemento básico para que las familias gocen de
un buen estado de salud. Además posibilita lograr márgenes crecientes de libertad a
través del aprovechamiento productivo de los recursos disponibles y la independen-
cia de recursos externos.
• El trabajo integrado con las numerosas organizaciones populares que tiene
la ciudad. Socios de anclaje que colaboran en la ejecución del programa. Se realizan
actividades con mas de 200 organizaciones comunitarias.
• El trabajo interinstitucional con institutos de investigación (universidad y
centros de estudios); con otras áreas municipales con las cuales se trabajan de ma-
nera transdisciplinaria temas como la gestión del suelo urbano, la producción de
alimentos y procesos de inclusión social protagonizados por mujeres, jóvenes, an-
cianos, personas con capacidades diferentes, etcétera.
• La institucionalización de la AU como política pública superando a la misma
como un programa de emergencia alimentaria. En este sentido se trabaja en:
a) La regulación de la actividad mediante Ordenanzas Municipales que otorgan
un marco legal a la cesión de espacios vacantes para su uso productivo y a la venta
de sus productos en ferias. Esto le permite a los grupos productivos una tenencia
segura de sus terrenos y una planificación productiva y de venta a mediano plazo.
b) La inclusión de las familias pobres a un circuito de economía solidaria
reconocida y validada por la sociedad en su conjunto. Se ha conformado una red
productiva entre las huertas comunitarias que funcionan en la ciudad integradas has-
ta el momento a seis ferias callejeras instaladas por la Municipalidad en espacios
públicos ubicados en el centro y barrios de la ciudad. Además de verduras orgánicas
se comercializan, productos de panificación, dulces y licores caseros, artículos de
cosmética natural y artesanías. Productos todos diferenciados por su excelente cali-
dad y presentación.
c) La instalación de Agroindustrias Urbanas Sociales en las que grupos de 105
huerteros/as se asocian para procesar y agregarle valor a su producción. Funciona
desde el año 2003 la de procesamiento de verduras (elabora bandejas de ensaladas
lista para usar). Desde el año 2005, la de cosmética natural, dedicada a la elabora-
ción de cremas, geles, jabones, champúes.
d) La creación de una marca social “Rosario Natural” que identifica los pro-
ductos elaborados y un sello de certificación social de “economía solidaria” que
validan los mismos ante la sociedad.
e) La incorporación de la AU en la planificación física de la ciudad. Con la
Secretaría de Planeamiento Municipal, se ha trabajado, en conjunto, en la identi-
ficación de espacios disponibles para la AU y en el diseño de espacios públicos
adaptados a esta actividad.
Parques Huerta
Representan la mejor forma de aprovechar la experiencia social y productiva
en curso y suman un plusvalor al modo de intervenir los “vacíos” urbanos que –por
su localización- pueden configurarse como “bandas de naturaleza” sobre los accesos
viales a la ciudad, los bordes de los arroyos o sobre sistemas infraestructurales que
presentan tierras vacantes en el interior del tejido urbanizado.
Esta alternativa permite introducir espacios para la agricultura y el esparci-
miento público en tierras fiscales remanentes o sin programa de uso.
Se promueve entonces el uso productivo de espacios públicos integrando pro-
yectos urbanísticos y ambientales de recuperación del paisaje y re-cualificación ba-
rrial para mejorar la calidad de vida de los habitantes de la ciudad y lograr una mayor
inclusión social de sectores de bajos recursos.
En una primera etapa se proyectaron:
- Bosque de Los Constituyentes.
- Barrio Las Flores.
- Barrio La Paloma-Molino Blanco.
- Barrio La Tablada.
Sus objetivos fueron:
• Mejorar los ingresos de los huerteros al facilitar el acceso a un espacio
de mayor superficie de trabajo y a mejores condiciones productivas.
• Recuperar espacios públicos con fines sociales a través de su aprove-
chamiento socio productivo, que contemplen servicios paisajísticos, ur-
banísticos y ambientales.
• Mejorar la salud de la población (productores y consumidores) a través
de la obtención de hortalizas de alto valor biológico mediante técnicas
ecológicas de producción.
• Desarrollar capacidades productivas en los actores asociados a cada
parque huerta a través del funcionamiento de módulos didácticos y acti-
vidades de capacitación en cada uno de ellos.
Programa de Producción de Alimentos
El Programa de Producción de Alimentos –en adelante PPA– se inserta en la
estructura de la Subsecretaría de Economía Solidaria, dependiente de la Secretaría
de Promoción Social de la Municipalidad de Rosario. Sus antecedentes son el Regis-
tro Único de Emprendimientos sociales, que existe desde 2002; recién en diciembre
de 2003 se crea la Subsecretaría, y en 2004 los primeros programas productivos
(excepto Agricultura Urbana, que también existía con anterioridad).
Los primeros rubros en lo que se trabaja son aquellos en los que existen sabe-
res previos que en general tienen a las mujeres como actores principales. La marca
de género es así una característica de la Economía Solidaria. La orientación y el
acompañamiento tienen relación directa con el tipo de economía que promueve la
Subsecretaría, esto es: la asociación en algunas o todas las etapas de la compra de
insumos- producción y comercialización, la no-explotación de mano de obra, la pro-
ducción saludable (tanto para el consumidor, la sociedad y el ambiente, como para
el mismo productor). También están vinculados a las líneas productivas: diversifica-
ción y aumento cualitativo y cuantitativo de la producción, para lo cual es necesario
el desarrollo de nuevos saberes y el acceso a otras tecnologías, como así también el
desarrollo de tecnología adecuada; y la producción, compra y/o comercialización en
escala. Se busca que la producción tienda a respetar los principios de la Economía
Solidaria al mismo tiempo que tienda a ser viable y sostenible.
En cuanto a las actividades que se vienen desarrollando en el PPA, algunas
de ellas son: capacitaciones junto con el Instituto del Alimento de la Municipalidad
(bebibles a base de hierbas y frutas, salsas especiales, dulces, especialización téc-
nica para panificadores, presentación de productos, producción de alimentos para
celíacos y diabéticos, bombonería, y los básicos de manipulación de alimentos);
acompañamiento e instrucción a los nuevos emprendimientos; establecimiento de
redes para la difusión de los productos en programas de canales locales de señal
abierta; organización permanente de eventos y degustaciones para promocionar los
productos; venta permanente en las 7 ferias dependientes de la Subsecretaría.
Los rubros en los que actualmente se produce son: dulces artesanales, encurti-
dos y salsas, chocolatería artesanal, licores, panificación, repostería, complementos
nutricionales, pastas secas, cervezas artesanales.
Es importante destacar como antecedente a la posibilidad de comercialización
de los productos, la creación -en el 2001- en el marco del Instituto del Alimento, de
la Gestión de Inocuidad del Producto –en adelante GIP–. Esta habilitación municipal
que es obligatoria para la comercialización de productos alimenticios dentro de la
ciudad, pueden obtenerla gratuitamente los productores de Economía Solidaria. Me-
diante este sistema, el Instituto del Alimento certifica la salubridad de los productos,
a los cuales se les otorga un número determinado o GIP, una vez aprobados por dicho
organismo de acuerdo a lo fijado en el Código Alimentario Argentino, las Buenas
Prácticas en Manufacturas y lo aconsejado por los organismos internacionales. Esto
suma un valor agregado importante a los productos. 107
Algunas características de los emprendimientos
En el Programa de Producción de Alimentos –que es en el que me desempeño,
y por tanto el que más conozco- existían para septiembre de este año, 840 emprendi-
mientos registrados. De ellos, 396 (el 47,14%) se encuentra en actividad, lo que nos
habla de una considerable fluctuación en la actividad (cuya comprensión requeriría
un análisis en sí misma, ya que las condiciones económicas han variado enorme-
mente del 2001 a la fecha, y con ello las características, condiciones y objetivos de
surgimiento de los emprendimientos). Respecto de las características de los mismos,
el 90% es de tipo familiar, y de ellos, el 66% tienen como titular a una mujer, es
decir, la marca de género en la actividad es muy fuerte.
En todos los casos, son muy pocos los que cuentan con algún tipo de formali-
zación jurídica (cooperativa o asociación civil). La mayoría trabaja sólo a partir de
la inscripción en el Registro Municipal de Emprendimientos. En cuanto a las ins-
cripciones fiscales, muchos han comenzado a acceder al beneficio del Monotributo
Social, que les permite contar con una obra social (con cobertura mínima) a la que
incluso pueden adherir familiares a cargo, así como comenzar o continuar con los
aportes previsionales, y el futuro acceso a una jubilación.
Otro aspecto que es interesante mencionar, es que si bien se hacen esfuer-
zos por incorporar nuevas producciones y fomentar la variedad y diversidad en la
misma, el 67% de los emprendimientos desarrolla productos de los rubros de pa-
nificación y repostería, que son en general los de menos valor agregado, y muchas
veces concentran a la población más vulnerable, como puede observarse en los datos
presentados a continuación:

Fuente: registro Municipal de Emprendimientos.


Municipalidad de Rosario.
Programa de Producciones Animales
Antecedentes
Durante el año 1997 se implementa el Proyecto de Autoproducción de Alimen-
tos como uno de los proyectos del Programa Crecer de la Secretaría de Promoción
Social, que promovía fundamentalmente actividades de producción de alimentos
(especialmente animales y huertas) para el autoconsumo.
Muchas familias fueron vinculándose y luego asociándose para producir exce-
dentes que permitieran comercializar y generar así un ingreso económico.
Ante este proceso el proyecto se reconvierte y pasa a llamarse “Proyecto de Activi-
dades Productivas” (PAP) en el 2003, incorporando un nuevo eje: los emprendimientos.
Ante este desarrollo del PAP, fue necesario abordar conceptualmente la nue-
va realidad de los emprendimientos: del asociativismo, de la producción en mayor
escala, de la organización productiva, del valor agregado, de cadenas productivas
de la región, la comercialización, la economía; todos ellos, aspectos que involucran
el concepto de Desarrollo Local (local – microrregión – región) en el marco de una
Economía Social como política de Estado para la promoción social.
Así surge, a comienzos del 2008, el Programa de Producciones Animales den-
tro del ámbito de la Subsecretaría de Economía Solidaria.

Proyectos de trabajo:
- avícola (gallinas y codornices)
- cunícola
- sub-productos animales (lanas-cueros)
- producciones vegetales asociadas: producciones específicas y ornamentales
- fertilizantes orgánicos de origen animal (lombricultura)
Áreas temáticas:
- desarrollo de Cadenas Productivas: Lleva a cabo la organización y la interre-
lación de las unidades productivas generadas a partir de los distintos proyectos del
Programa, al tiempo que garantiza la trazabilidad de la cadena alimentaria.
- economía Social y Desarrollo Comercial: Realiza la intervención y el análisis
de los procesos económico-socio-productivos llevados adelante en el Programa y
monitorea el desarrollo de planes comerciales.

Centros de Producción y Capacitación: dos espacios de fundamental impor-


tancia para agregar valor al producto final y garantizar la trazabilidad del mismo,
como también para capacitar a nuevos productores. Se destacan los siguientes.
- Galpón de engorde comunitario: Se destina al engorde de gazapos que
provienen de las unidades de producción familiar.
- Sala de elaboración y procesamiento de alimentos: Espacio destinado a
generar valor agregado a las carnes de los animales que se producen.
Finalmente, quisiera cerrar esta exposición compartiendo lo que nosotros conside-
ramos que son algunos de los desafíos de la Economía Solidaria en el mediando plazo. 109
En principio, creemos necesario caminar hacia objetivos más ambiciosos en la
escala de nuestras intervenciones. Las mismas, en efecto, muchas veces son reducidas, y
más todavía, desarticuladas. Como Estado, y como partícipes de un movimiento político
y social, debemos procurar saldar estas deficiencias, y avanzar hacia propuestas más
abarcadoras e integrales, capaces de reunir iniciativas diversas, y re-ligar las distintas
esferas de la vida que el sistema actual intenta artificialmente separar.
Esto requiere, en el mediano plazo, una inyección de recursos de todo tipo, hu-
manos y materiales: inversiones, infraestructura, bienes públicos, que sobrepasan las
posibilidades de cada Estado local de manera aislada. Pero lo que es más importante,
para proyectarse en el largo plazo como función imperiosa, es una clara proyección
política: debemos apostar a construir un movimiento nacional de Economía Social,
articulado con experiencias regionales, latinoamericanas –ya que nuestra historia
continental es riquísima en experiencias de este tipo- que congregue a actores públi-
cos, privados, comunitarios, comprometidos con su construcción, y que nos permita
accionar con más fuerza. Muchas gracias.

Referencias Bibliográficas
Artículos:
CORAGGIO, J.L. (2004), “Economía del Trabajo” en CATTANI, A.D. (org.):
La otra economía, Universidad Nacional de General Sarmiento-Altamira-Fundación
OSDE, Buenos Aires.
DANANI, C. (2004), “El alfiler en la silla: sentido, proyectos y alternativas
en el debate de las políticas sociales y de la economía social” en DANANI, C.
(comp.), Política Social y Economía Social. Debates Fundamentales, Ed. Altamira-
UNGS-OSDE, Buenos Aires.
GARCIA DE LA SERRANA-CASTILLO, X. (2003), “La Soberanía Alimen-
taria: Un nuevo paradigma”, Colección Soberanía Alimentaria de Veterinarios sin
Fronteras. Documento para la Federació Catalana d’ONGD. Disponible En http://
www.veterinariossinfronteras.org/mm/DOC1,%20Soberania%20alimentaria,%20
generalidades.pdf
ROFMAN, A. (s/d), “La Economía Solidaria y los Desafíos Actuales” en Re-
vista de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Quilmes. Disponible en
formato digital.
TOLER, S. M. (2006), “Reflexiones en torno a la seguridad alimentaria
en Argentina”. Facultad de Ciencias de la Administración, Universidad Nacio-
nal de Entre Ríos, Argentina. Disponible en http://www.ucm.es/info/ec/jec10/
ponencias/206StellaSoler.pdf
Documentos y publicaciones oficiales:
Información pública sobre Programas Productivos de la Subsecretaría de Eco-
nomía Solidaria disponible en http://www.rosario.gov.ar/sitio/desarrollo_social/em-
pleo/menuempleo.jsp?nivel=DesarrolloSocial&ult=D_8
Folletería y material de difusión – Subsecretaría de Economía Solidaria.
Argentina: agricultura y desigualdad.
El papel de la Universidad Pública

Jorge Cardelli *

Introducción

La agricultura sufre en el capitalismo profundas transformaciones producto


de la expansión del mismo a través del capital trasnacionalizado e imperialista, en
particular desde la segunda mitad del Siglo XX en adelante. En nuestro país como
en el conjunto del mundo la agricultura esta crecientemente dominada por la lógica
del capital: o sea la búsqueda de la máxima ganancia. También se verifica otro rasgo
típico del capitalismo realmente existente en el mundo: una inmensa polarización de
productividades. En la pampa húmeda con una alta productividad determinada, ade-
más de los beneficios de la fertilidad, por la incorporación de tecnología mecánica,
química y genética se desarrolla una agricultura extensiva y tecnologizada dejando
atrás a la clásica producción campesina pequeña y mediana. Por otro lado, en la pe-
riferia de nuestro país, en el nordeste, noroeste, norte y oeste, donde viven las pobla-
ciones campesinas que realizan agricultura familiar y la productividad es muy baja,
avanza el monocultivo de la soja y el pino desplazando de manera violenta a estas
poblaciones. En ambas situaciones va creciendo la polarización de productividades
volviéndolas cada vez menos rentables.
A esto es importante agregarle que desde la lógica del capital la naturaleza es
un lugar de donde se extraen recursos siguiendo los mismos criterios empresariales
que en la producción en general, los de máxima ganancia. Están muy lejos de pensar
en términos de ecosistemas o de que los procesos naturales y biológicos son donde
se procesan los recursos que luego se extraerán. Menos aun que estos procesos no
son infinitos (infinitamente modificables o infinitamente “productivos”) y más aun,
que siguen leyes que ha ido descubriendo la ecología. En este plano la lógica del
capital ingresa a una irracionalidad insoluble porque deberían incorporar la idea de
subordinación a una totalidad co-evolutiva que incluye a la naturaleza y a la humani-
dad en su proceso histórico y de conjunto. Cosa difícil para el pensamiento burgués
que tiene al “fin de la historia” como un constituyente imposible de erradicar.
El caso de la yerba mate en Misiones es particularmente claro. Este cultivo
tradicional en esa provincia está en retroceso y esta siendo suplantado por el pino,
expresión de la agricultura moderna y tecnologizada. Mil hectáreas de yerba mate
generan 160 puestos de trabajo mientras que 1000 hectáreas de pino reforestadas ge-
neran 4,4 puestos de trabajo (Información del Banco Mundial) Estas diferencias de
productividades pueden exceder la relación de 50 a 1 y consecuentemente los bajos
precios dejan de ser rentables para aquellos que no accedieron a la tecnología. La
consecuencia de esto es la creciente migración de los campesinos de las tierras que
111
* Diputado Nacional por Proyecto Sur y Docente Universitario.
luego pasan a ser ocupadas por la agricultura moderna. Muchos de estos campesinos
terminan siendo vendedores de su fuerza de trabajo en las peores condiciones de
vida y de organización social y política. Al ser expulsados de su tierra se trasladan
a los asentamientos alrededor de las ciudades, que luego se convertirán en Villas
Miserias y donde se vive en las condiciones mas indignas que uno se pueda imagi-
nar. Esta es una de las fuentes de la pobreza que hoy habita las villas miserias y los
asentamientos alrededor de las grandes ciudades.
Una situación similar se expresa con el avance de la soja y otros cereales
donde se va imponiendo el cultivo extensivo por vía de la tecnología de la siembra
directa. Trabajar pocas hectáreas de tierra es poco rentable y esto impulsa a aban-
donar el campo y ofrecerlo como arrendamiento en el mejor de los casos, porque en
otros se inicia una presión por el desalojo cuando el campesino es muy débil o en su
defecto para su compra o arrendamiento. Este proceso se da fundamentalmente en
la pampa húmeda pero se va extendiendo a la periferia como son las provincias del
Chaco, Corrientes o Santiago del Estero. En estos últimos casos crece la violencia
por la apropiación de la tierra promoviéndose el desalojo de campesinos de tierras
en las que vivieron por generaciones.
Este proceso es en realidad el movimiento de avance del agro-negocio como
expresión de la ofensiva neoliberal a través de cultivos altamente tecnologizados y
regidos por la lógica de la ganancia. La alianza de los grandes propietarios de tierra
con el capital oligopólico y trasnacional, que finalmente termina tributando a los
centros imperialistas, atraviesa toda la trama de esta ofensiva de reconfiguración
de la agricultura y del territorio argentino. El capital imperialista aparece a la hora
de la concentración de tierra, de la producción de fertilizantes, de la producción de
semillas genéticamente modificadas y finalmente en el comercio de exportación de
productos con bajo nivel de elaboración salvo honrosas excepciones como la leche.
Pero no es solamente el capital imperialista el beneficiado sino también los propie-
tarios de grandes extensiones de tierra. En este proceso de ninguna manera se ha
eliminado la renta agraria del propietario de grandes extensiones de tierra por el solo
hecho de poseerlas.
Estamos ante una forma de producción donde los productos agrícolas que son para la
subsistencia alimentaria son reducidos de manera creciente a mercancías. Productos que cada
vez más son producidos por los agro-negocios que de manera creciente van desplazando a la
producción campesina de alimentos. Pero lo mas grave de esta situación es que con muchísi-
mos menos trabajadores producen varias veces más y entonces, los campesinos se van con-
virtiendo en una población sobrante en el campo que, producto de esta ofensiva del capital,
se parece cada vez más a una fábrica altamente tecnologizada. La contradicción en nuestra
patria, que reproduce casi textualmente la del sistema capitalismo mundializado, es inmensa.
Por un lado se puede producir varias veces más y luego garantizar la reproducción vital de
muchos, del mundo entero, pero con muchísimos menos trabajadores o campesinos en este
caso. Pero como este proceso productivo es con la lógica del capital en su funcionamiento real
va desplazando campesinos al hambre en los asentamientos periféricos urbanos.
Como decíamos más arriba en el caso de Misiones este marco funciona como te-
lón de fondo a través del avance creciente de la ocupación de la tierra para la producción
de pino como expresión de un cultivo moderno. A su vez tiene como consecuencia el
creciente proceso de concentración de la propiedad de la tierra y el desplazamiento de
campesinos a la vera de las ciudades formando asentamiento donde la vida es de una po-
breza absoluta. Campesinos que a su vez muchos de ellos se convertirán en vendedores
de su fuerza de trabajo en la yerba mate, cultivo que para ser rentable necesita una pro-
funda superexplotación de los mismos (tareferos) por la baja productividad tecnológica.
Esta superexplotación se garantiza por la vía de la precarización laboral. Este proceso
precarización laboral también lo tenemos en la producción del pino o en la pampa hú-
meda pero tiene características diferentes por que entre otras cosas por que la tecnología
para los cultivos y cosecha son modernas.
El contratista se convierte en una figura central de este proceso de explotación.
Es importante señalar que este papel protagónico del contratista en la producción de
yerba de Misiones, en la producción del pino o de la soja se da en la mayoría de la
producción agropecuaria del país. El agro-negocio no trata directamente con los tra-
bajadores sino por vía del contratista. A su vez, en la mayoría de las situaciones los
trabajadores están precarizados lo que garantiza altos niveles de superexplotación.
Lo que si hay que distinguir es el capital constante y su grado de desarrollo tecno-
lógico que se usa cada uno de ellos. Es claro que no es el mismo para la cosecha de
la yerba que para la cosecha de soja. Tasa de explotación y tecnología se combinan
para garantizar una buena tasa de ganancia. Siempre en este caso la variable de ajus-
te es aumentar la tasa de explotación lo que se garantiza por la institucionalización
de la precarización y del sobrante de mano de obra.
Como decíamos más arriba el caso de Misiones es un ejemplo paradigmático.
Es interesante observar que la yerba mate es un cultivo en retirada y también muchos
tareferos son campesinos en retirada. Por otro lado el avance creciente del agro-
negocio del pino se va apoderando del territorio misionero. Es claro que estamos
ante un claro proceso de reconfiguración territorial de la provincia de Misiones que
si se impone, dejará como saldo una minoría de ricos propietarios de tierras y agro-
negocios y por otro lado, grandes capas de población en asentamientos miserables en
las periferias urbanas que se van constituyendo en un verdadero apartheid. En este
sentido se puede decir que en muchos aspectos la provincia de Misiones es a su vez
un modelo en pequeño de lo que pasa en el país y en el capitalismo mundializado.
De forma análoga se expresa el avance de la soja tanto en al pampa húmeda como
en la periferia. Pero es en este último cultivo donde con más rapidez se visualiza
el horizonte de expulsión de sus tierras de miles de campesinos y también de una
reconfiguración territorial. Hay una clara ofensiva del agro-negocio como expresión
de un cultivo moderno, tecnologizado y expresión del gran capital, incluido el im-
perialista, y de los propietarios de las grandes extensiones de tierra. Al igual que en
Misiones crecientes masas de campesinos se van desplazando a los asentamientos
en la periferia de las ciudades constituyéndose en espacios humanos de una inmensa 113
pobreza y de una absoluta falta de infraestructura urbana, de salud y educacional.
En el ejemplo señalado de Misiones y en todo nuestro país se dan todos los
componentes que han alimentado las luchas sociales de los movimientos sociales de
América Latina desde los noventa en adelante. Luchas sociales de defensa territo-
rial, sean campesinas o para defender el ambiente amenazado de depredación. Estos
componentes son: por un lado el capital, que si no es imperialista en algún punto se
termina articulando con él, que viene a apropiarse de un territorio -sea para minería,
agricultura extensiva moderna tipo soja o pino o proyectos inmobiliarios con destino
al turismo- con moderna tecnología y con una retórica de progreso y de desarrollo
que justifica los desplazamientos de población. Por otro lado poblaciones campe-
sinas o de pequeños pueblos que viven allí por generaciones por lo general de la
agricultura y en creciente proceso de subsistencia por la diferencia de productividad
con la producción moderna y tecnologizada o por la distancia y las dificultades de
comercialización. Estas poblaciones son obligadas a desplazarse de manera explíci-
ta, cuando se pretende poner en marcha en el territorio en donde viven explotaciones
mineras, inmobiliarias u otras incompatibles con la vida de las mismas, o de manera
implícita cuando se va deteriorando las condiciones ambientales o de producción
por descapitalización e imposibilidades de competir en el mercado. Es importante
aclarar que esta descripción de los actores es muy aproximada pero que a los efectos
de este trabajo conserva lo esencial. Finalmente hay un componente central que hace
posible estos procesos de transformación productiva que tienen como consecuencia
la polarización de productividades y la profundización del empobrecimiento, que es
el diseño de tecnologías que persiguen como fin el ahorro de mano de obra y el incre-
mento de la tasa de ganancia mas allá de la depredación ecológica que produzcan.
A estos tres componentes centrales se agrega la complicidad del Estado, sea
municipal, provincial o nacional o la combinación de ellos, con el avance apropia-
dor del capital. Lo notable de esta complicidad es que asumen en forma de aparato
propagandístico el discurso ideológico del capital donde el progreso, el desarrollo y
el empleo son las promesas fundamentales. En el plano de la minería es interesante
escuchar las justificaciones de los gobiernos de San Juan, Catamarca y la Rioja.

El papel actual de la Universidad pública

En el marco de todo lo planteado y que obra como introducción de los obje-


tivos de este artículo está la pregunta de cual es el papel de la Universidad Pública
en este proceso. En los hechos, lo que se observa es la contemplación silenciosa de
este proceso de ofensiva contra las poblaciones campesinas por parte de la alianza
de los grandes propietarios de tierras con el capital (nacional y trasnacionalizado e
imperialista). Es bueno decir que una parte -por no decir todas- de las universidades
nacionales de nuestro país como son la de Misiones, Tucumán, Mendoza y también
la Universidad de Buenos Aires (el caso de los fondos derivados de la minería a
cielo abierto de Catamarca y Tucumán y de los estudios de posgrado ligados al agro-
negocio son ejemplos paradigmáticos) recibe importante beneficios de esta actitud
contemplativa pero que en términos prácticos y desde la lógica de los movimientos
sociales que confrontan con esta realidad, implica complicidad.
Hay que decir también que dentro de estas universidades se desarrollan grupos
de trabajo y de investigación comprometidos con las luchas sociales de los movi-
mientos que resisten esta creciente ocupación de nuestro territorio. Pero en general
la universidad aparece como una institución que por un lado tiene la capacidad para
pensar las consecuencias ambientales, sociales, culturales y políticas de esta ofen-
siva global del capital para explotar nuestros recursos naturales o nuestras tierras
al sólo efecto de beneficiarse con las ganancias y que por otro, esta capacidad está
desarrollada en otras direcciones, que podrán ser más universales o más concretas
pero que no tienen que ver con el problema del territorio donde está enclavada. En el
discurso que justifica las orientaciones de formación e investigación de las univer-
sidades el desarrollo de la nación, en tanto totalidad que las incluye, aparece como
un derivado que emerge de sus actividades y que se suma a la de otras y no como un
marco determinante. En complemento con este discurso los desarrollos científicos y
de diseños tecnológicos aparecen como una universalidad independiente inclusive
de los intereses nacionales de los países desarrollados centrales. Aunque si motiva-
dos por el reconocimiento su carácter avanzado.
Profundizando lo anterior se puede decir que en general las universidades
públicas en nuestro país y en Latinoamérica en general, no tienen justificada su
existencia por su aporte al desarrollo nacional y menos regional sino por su contri-
bución a la formación de trabajadores calificados en el plano del conocimiento y en
la producción de conocimiento científico. Es importante observar que en los hechos
una parte menor de ellos, después de un importante proceso de selección ideológica
primero y luego técnica, pasarán a integrar el cuerpo de intelectuales dirigentes, ya
sea económico, político o cultural del país. En general se piensa la formación o la
investigación científica en un sentido universal, que en algunos casos tiene alguna
referencia nacional o regional pero que juega un papel complementario.
Esta idea de formación universal se conduce (por vía de hegemonía cuando
no de imposición) desde los países capitalistas centrales que aparecen como el lugar
más desarrollado en lo científico y en lo tecnológico y de mayor potencialidad en la
formación profesional. Estos procesos de dominación imperial expansivos tienen la
impronta norteamericana de organización de su educación superior y de su produc-
ción de conocimientos. El pensamiento dominante de nuestras universidades oculta
el carácter imperialista de los mismos y más aun oculta que estas naciones (EEUU,
la Europa Atlántica y Japón), además de ser las protagónicas en la dominación mun-
dial, se asientan sobre un territorio donde se desenvuelve su desarrollo y donde se
vuelcan los beneficios de la dominación mundial. Todos los territorios del mundo
van tendiendo a reorganizarse en función de la explotación capitalista que a su vez
vuelcan sus beneficios en las naciones desarrolladas. El objetivo es que cada vez
mas las “naturalezas” se vayan convirtiendo en un territorio único que es explotado 115
y administrado por las potencias imperialista que son las naciones centrales. En este
sentido el desarrollo científico y la producción de diseños tecnológicos no solamente
no es neutral desde el punto de vista de la confrontación de clases, de raza, de género
y menos desde la dominación imperial, sino tampoco es neutral desde el punto de
vista territorial. De una forma u de otra siempre se está aportando a los objetivos de
una re-configuración territorial del mundo que también es geopolítica.
No queda “lugar territorial” en el mundo que no sea observado desde un in-
terés productivo” en el sentido de recursos naturales o de biodiversidad o en su
defecto, de un interés geopolítico. La manera en como está organizada la producción
científica o las característica y los valores de la formación profesional tiene como
efecto práctico que reditúa en beneficios económicos o de poder en términos de
dominación imperial a los países desarrollados centrales (EEUU, Japón y Europa
occidental)

Las universidades públicas y los universitarios necesitamos reflexionar sobre


nuestro papel en el desarrollo nacional y latinoamericano

Los hechos que se mostraron más arriba, más allá de que estén presentados con
una importante carga teórica nos interpelan en nuestra situación de universitarios de uni-
versidades públicas Argentinas o Latinoamericanos. Somos parte de una Nación que
pugna desde hace más de 200 años por alcanzar su condición de tal. Al día de hoy somos
dependientes. En esta dependencia las universidades han jugado un papel. Es sobre este
papel sobre el que creo que debemos reflexionar. A manera de fundamento esta reflexión
no puede dejar de tener en cuenta las apreciaciones siguientes.
El inmenso desarrollo que presenta hoy el saber científico y tecnológico (en lo
que sigue la referencia serán siempre las ciencias de la naturaleza por las razones que
surgirán del propio texto) y las maneras en que se articula con los intereses de las clases
dominantes en beneficio de la profundización y expansión del capitalismo bajo el predo-
minio norteamericano nos hablan de cómo la organización institucional y cultural de las
naciones se constituye en condiciones de posibilidad para que esto sea así. En las diver-
sas instituciones educativas y también en las estructuras de producción de conocimiento
científico campea una visión ideológica de que el conocimiento científico y tecnológico
en sí mismo tiene un carácter neutral, que está al margen de los conflictos sociales. A los
esfuerzos que han hecho los estados del capitalismo desarrollado y en particular el im-
perialismo norteamericano en crear condiciones de infraestructura y de financiamiento
para este desarrollo y también a la gran inversión que realiza el capital en el mismo no
se los alcanza a caracterizar como una acción que tiende a controlar las direcciones del
mismo y hacerlo jugar un papel clave en los procesos de explotación y de dominación
de clase, de raza y de género.
El saber científico es una creación histórica del espíritu humano y tiene un
claro carácter colectivo. No hay argumentos que puedan justificar relaciones de pro-
piedad y de esta manera instrumentarlo en beneficio de determinados intereses sin
correr el riesgo de destruir su potencialidad creativa y mas aún, sus posibilidades
de existencia misma. Menos aun cuando el control de la dirección del mismo por
determinados sectores de poder afecta los intereses del desarrollo de la humanidad
como es el caso de la tecnología armamentista o el desarrollo industrial que esta des-
truyendo el planeta del que nadie puede dudar que es de todos. Hoy no hay razones
que justifiquen que la organización de ese inmenso potencial que es la ciencia y su
articulación con la producción de diseños tecnológicos con todas sus potencialida-
des en direcciones alternativas a la actual, de las que hay sobradas experiencias, esté
en función de unos pocos.
Los mecanismos que garantizan que esto continúe en manos de pocos son
parte de estructuras de poder combinadas con ideologías tecnocráticas. En cuanto a
las estructuras de poder están tanto las de carácter macro, como las de los países del
capitalismo desarrollado con sus características imperialistas, como las de carácter
micro con instituciones altamente verticalizadas y desarticuladas de sus contextos
ciudadanos y territoriales. Este es el caso de nuestras universidades públicas. Las
decisiones descienden siempre y en el mejor de los casos, cuando se ven obligados
a argumentar, estos adquieren la forma de “razón de estado”. Todo estos procesos
decisorios están lubricados con una ideología tecnocrática que se desarrolla en las
instancias institucionales (escolares, universitarios y de tipo social y cultural) y que
se constituyen en mecanismos de selección de quienes llegan a los puestos de de-
cisión. Es aquí donde se visualiza con claridad como el funcionamiento del saber
lleva implícito una forma de ejercicio de poder y como este en sus formas micro es
absolutamente funcional a las maneras macro del ejercicio del mismo.
La democratización de la Ciencia y de la producción de diseños tecnológicos
es un largo proceso que tiene que ser iniciado cuanto antes por que son muchas las
visiones ideológicas con las que hay que confrontar, que están arraigadas en el sen-
tido común y que legitiman su carácter instrumental en los procesos de dominación
de clase, de raza, de género y de carácter imperialista. Su base es ese poder que se
genera a partir de una visualización tecnocrática del saber y por este camino se vuel-
ve instrumental a las clases dominantes.
La tesis que sustento es que la democratización de la producción de cono-
cimiento científico y de diseños tecnológicos es una dirección de avance que ha
empezado a emerger por la vía del protagonismo de los movimientos sociales, en
particular los ambientalistas, poniendo en cuestión la “verdad” de las decisiones
científicas desde un saber construido en la práctica social cotidiana o de lucha por
las necesidades propias de la existencia. Esto es válido inclusive en las naciones de-
sarrolladas. Por este camino el protagonismo de los movimientos sociales a la hora
de la construcción de los diseños tecnológicos o de su articulación comprensiva con
la comunidad científica se vuelve central. Afirmo esto porque en ellos se expresan
con fuerza los impactos territoriales, culturales y sociales de las decisiones de orden
tecnológico que se toman desde el capital como desde los estados. El conocimiento
científico no solo es válido como insumo de la producción de diseños tecnológicos, 117
sino también para el análisis crítico de los mismos. Hay que tener presente que en
general los diseños tecnológicos que se imponen no se producen en las universida-
des sino en instituciones directamente dependientes del capital, fundamentalmente
trasnacionalizado.
Este camino se vuelve más prometedor cuando es acompañado con el fortale-
cimiento del derecho al conocimiento del saber científico y tecnológico. La confron-
tación mas fuerte que tenemos en la actualidad es con el neoliberalismo, que tiende a
hacer del saber una forma de “capital individual” que se supone clave para trabajar y
crecer a través del mismo y entonces, al igual que el capital, su producción no se dis-
cute en la medida que sea exitosa, es del orden de la naturaleza y luego está fuera de
la política. Es una operación que tiende a llevar la producción, uso y enseñanza del
conocimiento al plano de la economía de mercado y de esa manera sale de la órbita
de lo público y luego de la política. El saber científico es un bien cultural universal
y que debe ser público y al que debemos acceder todos y por ello, el fortalecimiento
del derecho al conocimiento (esto implica el desarrollo de una voluntad popular en
torno a su importancia) es hoy una línea de acción política vital para la democrati-
zación de la sociedad.
Volviendo a la interpelación que la realidad de nuestras poblaciones afectadas
por la ofensiva del capital en los agro negocios nos realizan, es necesario visibilizar
que esta es posible y que cada vez tiene mas fuerza por que hay movimientos socia-
les (campesinos, ambientales y de trabajadores) que la corporizan. Si tomamos como
punto de partida que las universidades deben hacer del desarrollo de la sensibilidad
hacia las luchas de los movimientos sociales que se dan en los territorios donde se
encuentra enclavadas un componente ético e institucional otras serían las actitudes
que tendríamos ante la ofensiva del agro-negocio. El fundamento de esto está expre-
sado mas arriba en el sentido que la ciencia no es universal en términos abstractos (la
que así se justifica es funcional a los países centrales) sino en relación a la humani-
dad concreta que incluye a todos los pueblos y a todos los territorios del mundo.
Esto también debe tener como contrapartida que los movimientos sociales
campesinos, ambientales y de trabajadores, deben trabajar en la búsqueda de aliados
en los grupos de trabajo académico de las universidades pública y promover el deba-
te amplio con ellos y, más aun, plantearse como horizonte incidir en la programación
académica de las mismas. Creo a que a través de lo planteado se abre un camino de
articulación entre movimientos sociales y universidad, que recuperando las mejores
tradiciones científicas, autónomas y democráticas podemos hacer realidad una uni-
versidad comprometida con el pueblo.

Bibliografía
Amin, S. (comp.) 2005, Compilación, Las luchas campesinas y obreras fren-
te a los desafíos del Siglo XXI. Ed. El Viejo Topo, España 2005.
Amin, S. (comp.) 2003, Mas allá del capitalismo senil. Ed. El Viejo Topo,
España.
Cardelli, J. 2009, La democratización del saber científico y tecnológico.
Publicado en el Informe Anual del 2009 del Proyecto de Investigación en la UNER
que dirige Rosario Badano.
Houtart, F. (comp.) 2004, Compilación, Globalización, agricultura y pobreza.
Ed. Abya-Yala. Universidad Andina Simon Bolivar, Sede Ecuador. (2004).
Feenberg, A., Ciencia, tecnología y democracia: distinciones y conexio-
nes. Artículo presentado en el I Encuentro Internacional de Culturas Científicas y
Alternativas Tecnológicas.

119
AGENCIA SANTAFESINA DE SEGURIDAD
ALIMENTARIA (ASSAL): implementación del modelo de
agencia única descentralizada como respuesta a las demandas
de un nuevo paradigma en seguridad alimentaria.

Marcos Monteverde*

I.- Identidad de la Agencia Santafesina de Seguridad Alimentaria


A.- Antecedentes y Reseña Histórica
La provincia de Santa Fe ha sido pionera en materia alimentaria, habiendo la
municipalidad de Rosario organizado la primera dependencia en alimentos a nivel
local, en octubre de 1887. Más adelante, en el año 1941 se sanciona la Ley Pro-
vincial Nº 2.9981, que da marco legal a la Dirección General de Bromatología y
Química, rectora en su materia en toda la provincia. Su importancia se corrobora a
partir de la activa participación de la provincia en la sanción del Código Alimentario
Argentino, por ejemplo.
Sin embargo, a más de sesenta años de la creación de dicha Dirección, y ante
las urgencias de los nuevos tiempos y tendencias internacionales, se hizo necesario
un fortalecimiento de la misma, adecuando su estructura, funciones y principios para
la óptima consecución de sus objetivos en un contexto social, político, económico y
cultural fluctuante en sus demandas permanentes.
Por ello, y teniendo en consideración que los organismos internacionales plan-
tean la necesidad de dar mayor jerarquía, integración, transparencia y vinculación
de todos los actores sociales que intervienen en la cadena agroalimentaria2; que la
seguridad alimentaria y de los alimentos es una exigencia del ya mencionado con-
texto mundial y que promoverla es una obligación del Estado; que se debe efectuar
un replanteo de las políticas de seguridad alimentaria a fin de afrontar los problemas
emergentes en cuanto a ella y la calidad de los alimentos; que se destaca la descen-
tralización como principio y herramienta efectiva en cuanto a la operatividad del
sistema en los tiempos actuales, sin por ello desconocer la integridad del sistema;
que la normativa legal provincial reconoce la potestad y autonomía municipal y/o
comunal en agroalimentación y que los diferentes municipios provinciales ya están
trabajando en esta materia, es que en diciembre de 2007, se decretó la creación

* Médico Veterinario egresado de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y Magister en Tecnologías de
los Alimentos por la Universidad Católica Argentina (UCA). Actualmente se desempeña como Secretario de
la Agencia Santafesina de Seguridad Alimentaria, perteneciente al Ministerio de Salud de Santa Fe y como
Consultor Temporero de la Organización Panamericana de la Salud en Argentina (OPS/OMS).
1. A su vez, esta Ley da marco legal a la creación del Código Bromatológico de la provincia de Santa Fe,
primero en todo el país.
2. En este sentido es oportuno mencionar el Libro Blanco de la Seguridad Alimentaria que, en 1999, la
Comunidad Europea hizo público y donde se recomienda la creación de agencias análogas en diferentes
países del mundo que se consoliden en una red de cooperación e intercambio de información técnico-
científico. A su vez, se enuncian en él los principios básicos sobre los que deberían sustentarse las dife-
rentes agencias a crearse.
de la Agencia Santafesina de Seguridad Alimentaria –en adelante ASSAL-, como
Agencia Única integrada por Municipios, Comunas y Provincia y como respuesta a
la necesidad de integrar a todos aquellos actores públicos y privados que promueven
la seguridad de los productos y procesos alimenticios en cada uno de los eslabones
de la cadena agroalimentaria, “desde el campo a la mesa” protegiendo, como fin
primero y último, la salud pública de todos los santafesinos.
Resumiendo, la ASSAL nació en diciembre de 2007 como un organismo descen-
tralizado, producto de una decisión política provincial para responder a las demandas de
un Nuevo Paradigma en Salud. El proyecto cuenta con el aval de la representación de
la Organización Panamericana de la Salud en Argentina –en adelante OPS/OMS- y
con el reconocimiento y la colaboración de la Organización a nivel regional.
La Agencia tiene por misión articular, estimular y desarrollar la producción,
elaboración y el consumo de alimentos seguros y saludables en toda la cadena agroa-
limentaria. Todas sus decisiones están tomadas sobre sólidas bases científicas/técni-
cas y, la participación de todas las voces actuantes dentro de esta cadena.
Recientemente, y como uno de los últimos logros alcanzados, la ASSAL ha
certificado con la Norma ISO 9001:2008 su ingreso a un Sistema de Gestión de
Calidad, convirtiéndose en el primer ente provincial en materia alimentaria en ha-
cerlo en todas las Américas.

B.- Principios de un Nuevo Paradigma en Seguridad Alimentaria


La oportunidad de constituir una Agencia Santafesina de Seguridad Alimen-
taria, tiene como sustento teórico, político y cultural directo y más cercano el ya
mencionado Libro Blanco de Seguridad Alimentaria, elaborado por la Comunidad
Europea en diciembre de 1999. En éste, entonces, se pautan los principios vectores
con los cuales la ASSAl comulga, y que a continuación se describen.
El principio rector destacado de todo el Libro Blanco… es que la política de
seguridad alimentaria debe basarse en un planteamiento global e integrado, es decir,
a lo largo de toda la cadena agroalimentaria (“de la granja a la mesa”); en todos
los sectores de la alimentación; entre los actores sociales que participan; en los foros
internacionales y comunitarios de toma de decisiones y en todas las etapas del ciclo
de elaboración de políticas.
Se desprende de este principio todo aquello referido a la seguridad de los
productos alimenticios basada en una consideración integral de la cadena agroa-
limentaria; el análisis de los riesgos alimentarios -bajo la triple consideración de la
evaluación, gestión y comunicación de riesgos- como herramienta más adecuada
para promover los mayores niveles de protección y confianza de los consumidores;
la necesidad de fundamentar la gestión de los riesgos llevada a cabo por las autorida-
des competentes, en evaluaciones científicas generadas desde la experiencia y la in-
dependencia así como a la transparencia que debe subyacer a todas estas acciones.
El enfoque global e integrado propicia una política alimentaria más coherente,
eficaz y dinámica y resuelve las insuficiencias derivadas del enfoque anterior, ato- 121
mizado, sectorial y rígido, que han limitado su capacidad de abordar rápidamente y
con flexibilidad los peligros/ riesgos para la salud de los ciudadanos. Esta política,
por el contrario, se somete a una revisión constante y, en todo caso, debe modificarse
para resolver los fallos, dar respuesta a los nuevos peligros y adaptarse a los nuevos
avances en la cadena de producción. Al mismo tiempo, tal planteamiento se desa-
rrolla de manera transparente, fomentando la participación de todos los interesados
(productores, transportadores, elaboradores, comerciantes y consumidores) y permi-
tiéndoles, además, hacer contribuciones eficaces para nuevos avances.
Por otro lado, la consideración integral y la denominación “cadena agroali-
mentaria” permiten definir claramente los papeles de cada uno de los participantes
de la misma. Por un lado, productores agropecuarios o manipuladores de alimentos
destinados al consumo humano y transportistas de los mismos. Por otro, autoridades
competentes en los organismos oficiales y consumidores. Cada uno de ellos es res-
ponsable en el eslabón de su competencia, actuando según las normas de las Buenas
Prácticas de Manufactura, basadas en el concepto de mejora continua.
En este punto, es relevante aclarar que la ASSAL considera a la Auditoria
como un sistema de evaluación pero, intenta que no quede asimilado a una instancia
punitiva de vigilancia y castigo, sino de mejora continua, e inclusive autoevaluación.
Por último, los consumidores han de reconocer, asimismo, que a ellos compete la
responsabilidad de preparar sus alimentos de manera apropiada bajo el concepto de
las 5 claves estipuladas por la OPS/OMS (Higiene, Temperaturas Seguras, Conta-
minación Cruzada, Cocción Completa y Agua Potable).
Así, esta política “de la granja a la mesa”, que abarca todos los segmentos de
la cadena agroalimentaria, se pone en práctica de manera sistemática y coherente, a
través de la formación en Buenas Prácticas de Consumo.

C.- Valores y Filosofía


Esta definición de valores puede englobarse, o bien, contextualizarse en lo
que, desde su creación, la ASSAL ha definido como “Cambio de Paradigma” y que
se sostiene como su filosofía de acción: desarrollar y sostener un Sistema Descen-
tralizado e Integrado como Agencia Única entre Municipio/Comuna y Provincia
con acciones de complementariedad con el plano nacional. Este cambio es causa
y, al mismo tiempo, consecuencia de una profunda transformación en el sistema
agroalimentario en materia de educación, capacitación y sensibilización que genera
y sostiene políticas de Estado en toda la cadena agroalimentaria y con una alta reper-
cusión en todos los agentes activos en dicha cadena.
Este nuevo modo de entender y actuar en política de seguridad alimentaria y
de los alimentos, busca generar “Buenas Prácticas” que garanticen la seguridad
alimentaria y de los alimentos y preserven y prioricen, por ende, la construcción de
óptima Salud Pública.
Sin embargo, fundamentalmente el compromiso por establecer condiciones socio-
culturales que garanticen la equidad en las posibilidades de acceder a una alimentación
segura y saludable para el correcto y óptimo desarrollo integral de –en principio- todos
los santafesinos pero con la intención de proyectarse a todo el territorio nacional e in-
cluso internacional, orienta, guía y, en definitiva, actúa como eje conductor, horizonte
regulativo y valor fundante de todas las acciones de la Agencia.
A continuación, se detallan algunos valores íntimamente vinculados con la
consecución de las condiciones de equidad ya mencionadas y que interactúan dentro
de este Nuevo Paradigma de la Seguridad Alimentaria:
1.- Seguridad Alimentaria. Esta denominación representa el derecho de todas
las personas de disponer en todo momento de acceso físico, sociocultural y económi-
co a alimentos seguros, sanos y nutritivos, culturalmente aceptables, necesarios para
llevar una vida sana y activa que les permita desarrollar todas sus potencialidades.
2.- Seguridad de los Alimentos. Se refiere a las acciones que tiendan a ga-
rantizar alimentos sanos y nutritivos, que no provoquen enfermedades en los con-
sumidores. En este sentido, la atención está puesta en el producto: que el alimento
recorra un camino en el cual no se corra el riesgo de provocar alguna alteración en
él afectando de manera negativa la salud de quien lo consuma.
3.- Centralización / Descentralización. Esta dicotomía pretende significar el re-
planteo de la política en seguridad alimentaria y de los alimentos dado en la provincia de
Santa Fe. A partir de ésta, se crea un organismo único competente, que integre a todos
aquellos actores públicos y privados con injerencia en el proceso alimenticio pero que,
al mismo tiempo, reconozca y garantice los derechos y las obligaciones, la potestad y
la autonomía de los municipios y comunas. En otras palabras, la Agencia realiza sus
tareas vinculando la actividad pública y privada diseñando, construyendo e integrando
desde lo municipal/comunal a lo provincial, nacional e internacional. Siempre con el
horizonte puesto en garantizar la Soberanía alimentaria de cada pueblo (pueblo, comuna,
municipio?: “El derecho de los pueblos a definir sus propias políticas y estrategias sus-
tentables de producción, distribución y consumo de alimentos que garanticen el derecho
a la alimentación para toda la población, con base en la pequeña y mediana producción,
respetando sus propias culturas y la diversidad.”
4.- Coparticipación Automática. Consecuente con la defensa y el respeto
por la Soberanía Alimentaria, la Descentralización implica el traslado automático a
cada municipio/ comuna del 60% de los fondos que se recaudan a nivel provincial,
en concepto de coparticipación. Por otro lado, el 100% de lo recaudado en el ámbito
municipal/ comunal pertenece a la localidad en cuestión.
5.- Equidad. Representa otro de los principios en los que se sostiene la de-
fensa de la Soberanía Alimentaria de los municipios y/o comunas y significa actuar
para garantizar la igualdad de condiciones y posibilidades para la producción, elabo-
ración y consumo de la producción de alimentos.
6.- 5 Claves para la Seguridad Alimentaria y de los Alimentos. Estipuladas
y recomendadas por la OPS/OMS, son reglas y pautas sencillas y claras que promue-
ven la elaboración y el consumo seguro de alimentos. La ASSAl basa sus políticas
de formación y educación, sensibilizando sobre todo en ellas. 123
7.- Buenas Prácticas. Es el nuevo paradigma donde cada uno de los integran-
tes de la cadena agroalimentaria debe garantizar la seguridad alimentaria y de los
alimentos, centrando sus acciones en la formación y sensibilización de los actores
intervinientes y que tienen responsabilidad directa en el consumo de alimentos segu-
ros. Además, éstas permiten integrar a dichos actores desde una mirada sistemática
de la cadena, diferenciando, sin embargo, la especificidad de las funciones propias
de cada uno de ellos.
Estas buenas prácticas pueden clasificarse según la etapa específica dentro
de la cadena. Las de tipo agrícolas y pecuarias tienen por finalidad disminuir los
peligros/ riesgos de contaminación física, química y/o biológica en la etapa de pro-
ducción primaria de productos agrícolas y pecuarios para el consumo humano. Las
buenas prácticas de manufactura son procedimientos escritos que tienen a minimizar
la aparición de enfermedades transmitidas por los alimentos, evitando el deterioro y
descomposición de los mismos. Finalmente, las del consumidor se refieren a accio-
nes y actitudes basadas principalmente en la selección, conservación y preparación
de los alimentos en condiciones de higiene para optimizar la seguridad, disminuyen-
do el riesgo de aparición de enfermedades transmitidas por ellos.
9.- Peligro/Riesgo. La ASSAL basa sus acciones sobre las bases científico/
técnicas del concepto “peligro/ riesgos”. Esta política es un elemento esencial de la
comunicación de los riesgos y de la confianza pública y, por lo tanto, debe prose-
guirse activamente.
10.- Transparencia. Se refiere a la convocatoria, articulación e integración de
todos los actores -tanto del sector público como del privado- y con injerencia directa
e indirecta en la cadena agroalimentaria. Se espera que con su activa participación
fomenten la democratización en la toma de decisiones políticas tendientes a garanti-
zar las condiciones óptimas para el consumo seguro de alimentos.
11.- Consumidores. Representan el horizonte regulativo de todas las accio-
nes, el eje sobre el cual se integran las políticas en materia de seguridad alimentaria y
de los alimentos. Además, para este Nuevo Paradigma, el consumidor también debe
ser responsable de construir su salud y, en este sentido, depositario de las políticas
activas que pretenden formar y sensibilizar en Buenas Prácticas de Consumo.

II.- Estructura y Políticas para las demandas de un Nuevo Paradigma


A.- Estructura de la Agencia Única
En consonancia con los cinco pilares que sostienen la política de la Agencia,
ésta ha sido estructurada y coordinada en cinco Departamentos homónimos: a) La-
boratorio, b) Capacitación/Epidemiología, c) Auditoria, d) Gestión/Administración
y e) Legislación. Cada uno de estos se compone, a su vez, de sub-áreas.
Además de estos departamentos, la Agencia trabaja con dos Estructuras Par-
ticipativas. El fin de éstas es incorporar las diversas voces autorizadas que enrique-
cen el debate en torno a la seguridad alimentaria y de los alimentos en la provincia,
el país y la región. Estas son:
Comité Científico
Dicho Comité está compuesto por una diversidad de disciplinas que requiere
el análisis y la gestión de los riesgos relacionados con la seguridad alimentaria. Tie-
ne por función proporcionar dictámenes científicos en materia de inocuidad y segu-
ridad alimentaria, como así también coordinar los trabajos de los grupos de expertos
que realicen actividades de evaluación de riesgos en el marco de las actuaciones de
la Agencia. De esta manera, se involucra a los actores intervinientes en los eslabones
de la Cadena Agroalimentaria socializando y democratizando la toma de decisiones
políticas en materia de seguridad alimentaria. En este sentido, se trabaja conjunta-
mente con los Colegios profesionales de la provincia y diferentes Facultades.
Consejo Consultivo
Es el órgano de participación activa de la sociedad en los asuntos relacionados
con la seguridad alimentaria. Está compuesto por representantes de las instituciones
oficiales, organizaciones de consumidores, organizaciones de productores, indus-
triales y comerciantes, profesionales y sociales cuyo ámbito de actividad incida di-
recta o indirectamente en la inocuidad y seguridad alimentaria.

B.- Políticas integrales para un Nuevo Paradigma en Seguridad Alimentaria


¿Cómo llevar a la práctica, es decir poner en acciones, los principios y con-
ceptos anteriores? La ASSAL se estructura, como se mencionó, en torno a los cinco
pilares creados con funciones y actividades específicas, articulados entre sí y con un
objetivo en común: garantizar la seguridad de los alimentos y el consumo seguro
de los mismos. Este modelo de Agencia Única y Descentralizada conformada
por pilares es pionera a nivel nacional y pretende consolidarse a nivel regional,
compartiendo y transfiriendo experiencias y retroalimentándose con ellas. De
esta forma, los intercambios y las visitas de miembros de organismos públicos de la
salud de Canadá, Paraguay y provincias de la Argentina (Río Negro, Buenos Aires,
Córdoba y Entre Ríos) se constituyen como una oportunidad de estrechar lazos y
expandir lo logrado para consolidarlo en la región, al tiempo que permite incorporar
lo aprendido por otras experiencias.
Los cinco pilares con los que la Agencia trabaja para garantiza la Seguridad
Alimentaria y de los Alimentos en la provincia son:
1.- Gestión y Administración / Gobierno Electrónico. Se creó un Sistema
de Gobierno Electrónico que concretó la sistematización de toda la información
pertinente para un trabajo dinámico, fluido y óptimo de la Agencia. A través de la
web -www.assal.gov.ar- se puede acceder a toda la información pública disponi-
ble en materia de seguridad alimentaria, realizar registros de establecimientos,
productos y vehículos desde la localidad de origen (lo cual reduce drásticamente el
tiempo de concreción de los trámites -de meses a minutos-). Finalmente, permite al
consumidor consultar online por la habilitación de los productos que consume, los
transportes y establecimientos que los elaboran. Asimismo, se puede acceder a toda
la información pública disponible en materia de seguridad alimentaria y de los ali- 125
mentos, incluyendo la normativa vigente y a información actualizada no sólo local,
sino nacional e internacional. También, se han generado vínculos con otros organis-
mos públicos a quienes se han incorporado mediante sus sitios web, para estrechar
el contacto e intercambio de información de interés público en diferentes regiones
nacionales, latinoamericanas y mundiales.
Se persigue con esta política de sistematización, no la suma y/o acumulación
de datos estáticos y mudos, sino la posibilidad de planificar acciones a partir del
análisis de la información recopilada, teniendo en cuenta un momento y un lugar
específicos y contextualizados. En otras palabras, que la información sea el insumo
para la toma de decisiones en pos de la mejora constante del sistema, es decir, que
adquiera carácter programático.
En la web también se encuentra disponible el Registro Provincial de Pro-
ducciones Primarias. El mismo, implementado gracias al producto del trabajo ar-
ticulado e integrado entre tres Ministerios (Salud, Gobierno y Reforma del Estado
y Producción), permite conocer de manera permanente y actualizada la cantidad de
producción en todos los rubros de la cadena agroalimentaria y pretende consolidarse
como una Base de Datos Geo-referenciada que sustente la acción estratégica e inte-
grada a nivel local, regional y provincial. Así pues, lo que se intenta lograr con esta
acción es poder mancomunar el trabajo para efectivizar Políticas activas de Buenas
Prácticas Agrícolas y Pecurias, en pos del mejoramiento continuo y de la capacita-
ción permanente en cuanto a Seguridad Alimentaria se refiere.
2.- Laboratorio. Se pretende la ejecución de Medidas Preventivas consecuentes
con todo el trabajo de investigación sobre la base de análisis y controles llevados a cabo
en los laboratorios de la Agencia, en los que se identifican Indicadores de Peligros Bio-
lógicos, Químicos, Sustancias Adulterantes, y también indicadores microbiológicos de
Buenas Prácticas de Manufactura (BPM). Se ha implementado un Sistema de Vigilancia
por Laboratorio por el cual se analizan todo tipo de muestras de alimentos, a través de
la implementación de un programa basado en la relación peligro/ riesgo, para así poder
tomar medidas preventivas con una sólida base científica.
Por otro lado, desde la Creación de la Red de Laboratorios de Alimentos
de la Cadena Agroalimentaria (primera de su clase en toda Latinoamérica), 91
documentos con Manuales de Técnicas de Análisis de diferentes alimentos se han
publicado en el sistema informático de la Agencia para ser discutidos, evaluados y
modificados por el Comité Científico y los integrantes de la mencionada Red, en una
clara apertura e integración de diferentes voces en la toma de decisiones políticas
que garanticen la seguridad alimentaria y de los alimentos.
Cabe destacar la incorporación de nuestro Laboratorio a la Red Interamericana
de Laboratorios de Análisis de Alimentos (RILAA) efectivizada a través de Red
Nacional de Laboratorios Oficiales de Análisis de Alimentos de Argentina (RENA-
LOA). Comenzar a participar de esta Red significó ingresar a un Sistema de Gestión
de Calidad implementado en todos y cada uno de los laboratorios que la integran.
3.- Capacitación / Epidemiología. Se refiere a la implementación de pro-
gramas tendientes a la articulación de todos los actores sociales participantes en
la cadena agroalimentaria. La capacitación está destinada tanto al personal de la
Agencia como a los destinatarios directos e indirectos de las políticas de seguridad,
producción y consumo alimentario. También, se pretende consolidar la educación en
seguridad alimentaria en los diferentes niveles del Sistema Educativo de la Provin-
cia. Respecto a Epidemiología, se generó el mencionado Sistema de identificación
Geo-referenciado, denominado “Sistema de Información en Epidemiología y Salud
Alimentaria”, donde se registran, mediante la utilización de herramientas de la infor-
mática, enfermedades vinculadas a la alimentación.
En Capacitación se vienen realizando cursos presenciales y a distancia para
estimular la formación en Buenas Prácticas en todos los eslabones de la cadena
agroalimentaria y en otros temas relacionados con la seguridad alimentaria y de los
alimentos, destinados a elaboradores, manipuladores y consumidores. Entre otros
cursos se pueden mencionar los referidos a Manipulación, Legislación, Rotulado,
Auditoria y Habilitación e Inscripción de Productos.
Cabe destacar, además, que se han realizado Talleres para Docentes del Primer
Ciclo Escolar en la temática Alimentación Segura y Saludable (en conjunto con los
Ministerios de la Producción y de Educación de Santa Fe) para la implementación
de la Seguridad Alimentaria dentro de la currícula anual de la escuela santafesina,
haciéndolo extensivo en un futuro a todos sus niveles. Estos se llevaron a cabo en
las ciudades de Santa Fe, Rosario, Reconquista, Rafaela y Venado Tuerto, contando
con la participación de 920 maestros de toda la provincia.
Otra de las capacitaciones que, con gran satisfacción se ha realizado, es la
destinada a los Manipuladores de Alimentos de la provincia. Luego de instancias
presenciales y a distancia que aún se continúan, se arribó a la creación del Carnet
único y obligatorio de Manipulador de Alimentos, cuyo método de otorgamiento
es la aprobación de dicho curso. Este hecho significa que Santa Fe se convierte en
la primera provincia del país en implementar esta herramienta que constituye una
acción más tendiente a garantizar la elaboración segura de alimentos.
En lo que a Epidemiología se refiere, se ha implementado un Sistema Integra-
do e Interactivo de Alertas por el cual los efectores de la salud santafesina y otros ac-
tores involucrados en la salud pública, pueden publicar de manera electrónica alertas
que anuncien casos posibles, probables y confirmados de enfermedades transmitidas
por alimentos en todo el territorio provincial. Esta novedosa herramienta informática
permite, en principio, la declaración, búsqueda y seguimiento de estas enfermeda-
des; integrando así el trabajo de todos los organismos responsables y comprometidos
con el cuidado de la salud de los santafesinos. De este modo se formaliza la identi-
ficación y comunicación de las ETA, como primer paso para, luego, poder activar
respuestas en pos de analizar los casos y los brotes generados.
En la utilización de este Sistema prima un fin superior al mencionado anterior-
mente: planificar y efectivizar acciones integrales e integradas en materia de Segu-
ridad Alimentaria, basadas en información sólida y verificada. En otras palabras, se 127
busca ejecutar políticas contextualizadas -y por lo tanto eficaces- de prevención de
la salud sobre bases científicas.
Al registrarse electrónicamente una alerta, se persigue obtener información
significativa sobre el brote detectado para de este modo obtener datos sobre su im-
pacto en la población, los alimentos y establecimientos involucrados en el mismo,
las condiciones de riesgo de esta enfermedad, diversos factores intervinientes y zona
y época del año en las que éstas se manifiestan con mayor influencia. Con todo, este
relevamiento y sistematización daría la posibilidad de localizar las ETA y diseñar,
como efecto paralelo al trabajo de investigación que -reiteramos- se inicia con la
difusión de la alerta a través del sistema, un Mapa Georreferenciado de ETA, en
continua actualización en base al cual se podrían planificar las políticas de preven-
ción oportunas y adecuadas en todo el territorio provincial, según las características
propias de cada región.
4.- Auditoria. Esta nueva visión respecto al control de la seguridad y la cali-
dad de los alimentos tiene como propósito principal la mejora continua del sistema.
Se sostiene sobre la distinción identificación del peligro (posibilidades de desarreglo
alimentario) / minimización o disminución del riesgo (de las probabilidades de con-
cretarse un desarreglo). Son acciones de control que se realizan con una periodicidad
preestablecida tanto en Establecimientos elaboradores de alimentos, como así tam-
bién sobre los vehículos transportadores de los mismos. Como ya se dijo, posterior
a la identificación del peligro, el sistema de auditorias tiene por finalidad la dismi-
nución de las probabilidades (Riesgo) de Enfermedades transmitidas por alimentos
(ETA), centrando su accionar en el control del cumplimiento de las Buenas Prácticas
y no en un sistema basado en el castigo. En este sentido, el Sistema Integrado de
Auditorias constituye una innovación respecto a la tradicional forma de control ali-
mentario a nivel nacional.
Para ello, se creó un renovado Sistema Integrado y sistemático de Auditorias a
establecimientos y a Unidades de Transporte de Alimentos (UTA). Como resultado de
ello el 2009 arrojó las siguientes cifras, que representan un gran avance respecto a lo
actuado en años anteriores: se realizaron 1574 auditorias a establecimientos elaboradores
de alimentos, con una frecuencia de dos al año como mínimo. Se han habilitado, además,
más de 9200 vehículos de transporte de alimentos, significando una cifra récord en la
historia para la provincia. Mientras que más de 5500 vehículos han sido auditados en las
17 auditorias quincenales que se han desarrollado de manera conjunta entre municipios/
comunas y provincia, en las distintas rutas provinciales.
Los datos obtenidos durante las auditorias, luego, son publicados mediante indica-
dores en el sistema informático de la ASSAL. Esto permite llevar un registro de estable-
cimientos y transportes por cantidad de habitantes y por localidad, pero sobre todo, per-
mite la evaluación y autoevaluación periódica del trabajo realizado por los municipios y
comunas que integran la Agencia. Con todo, esta información se transforma en material
fundamental para la planificación de acciones concretas que consoliden lo ya logrado y
permita pautar nuevas metas en un Plan estratégico de Mejora continua.
5.- Legislación. Se propuso la actualización del marco normativo para avalar
y sustentar legalmente la participación activa de todos los actores sociales con in-
fluencia en la cadena alimentaria. La nueva legislación aboga por la instauración, la
consolidación y defensa de las condiciones de posibilidad de la equidad, es decir, de
la igualdad de condiciones y posibilidades a todos los municipios y comunas para
la gestión de la producción de alimentos. Esto se sostiene en el compromiso de la
actual gestión conductora de la ASSAl de defensa de la soberanía alimentaria.
El marco normativo nacional que regula el accionar de la Agencia, está com-
puesto por el Código Alimentario Argentino, la Ley Federal de Carnes, el Decreto
de Derivados y Subproductos de origen animal, Decreto Nº 815/99 (es el Decreto
de Derivados u otro, habría que aclararlo), entre otros. Luego, cada provincia cuenta
con su propio Código o Digesto Bromatológico y procedimientos administrativos.
Actualmente, el objetivo de la Agencia es trabajar en la actualización del Código
Provincial a los fines de adecuarlo a los nuevos y modernos conceptos.

III.-Conclusión
A la fecha son 93 las localidades que componen la Red de Trabajo de la
ASSAl, incluyendo comunas de 1500 habitantes hasta municipios con más de un
1.000.000 de habitantes. Traduciendo esta cifra, la Agencia, en dos años de exis-
tencia las políticas en Seguridad Alimentaria afectan al 86% de la población san-
tafesina. Para concretar estas cifras, cuenta con más de 400 miembros en toda la
provincia, de los cuales 200 son profesionales.
Con todo, la ASSAL pretende seguir consolidando las bases de un Nuevo Pa-
radigma, coordinando sus acciones con organismos internacionales (OPS/OMS y el
Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura -IICA-) y nacio-
nales (como las Universidades y los Colegios de Profesionales) para mantenerse a
la altura de un contexto mundial en crisis, que exige de sus autoridades una política
dinámica que se ajuste a sus demandas fluctuantes. La Agencia actúa en pos de
la mejora continua y permanente de las condiciones mediante las cuales se pueda
acceder a una alimentación segura y saludable, para que los santafesinos cuenten
con mejores herramientas para el cuidado de su salud, defendiendo el derecho a la
soberanía alimentaria.

129
Conceptualización, diagnóstico,
Relevamiento y propuestas. Hacia un
enfoque integrador en materia de
Seguridad y Soberanía Alimentaria

Claudio Tomás*

Introducción
¿Cómo se puede comenzar a abordar al Hambre1 Global sin caer en el desaso-
siego, habida cuenta de que jamás en la historia de la humanidad se produjo seme-
jante cantidad de alimentos a escala planetaria?
¿De que hablamos cuando hablamos de Hambre?
¿De una temática?
¿De una cuestión?
¿De una problemática?
¿Es posible abordarlo académicamente, cuando la naturaleza del mismo impli-
ca la decisión, con las inmediatas acciones, de erradicarlo ya?
¿Cuál es el sentido epistemológico de abordarlo desde el debate, desde la dis-
cusión, desde la teoría?
Si bien la praxis sea el lugar natural desde donde intentar mitigarlo hasta su no
existencia, el abordaje académico y su publicación posterior permiten, a) instalarlo
en la agenda de aquellos que deciden como así también, b) contribuir, en el lento
trabajo de concientización de la sociedad civil, en cuyas profundas convicciones
subyacen las esperanzas de cambio.
Teorizar sobre el Hambre es una obligación moral para todo aquel ser humano
que se precie de su condición de tal. Es por eso que intentamos aproximarnos desde
esta perspectiva.
Resulta fundamental aceptar la pedagogía del dolor que provoca el hambre,
para que se puedan generar las políticas públicas necesarias orientadas a intentar
suprimirlo; de ahí, lo esencial de la divulgación de los trabajos inherentes como la
concientización de la sociedad civil, actor clave a la hora de inducir a aquellos que
ostentan la capacidad política de revertir la situación.
Entendemos que enunciarlo de cualquiera de las formas mencionadas, sea
como temática, cuestión o problemática es banalizarlo, relativizarlo y ponerlo en el
lugar de efecto, resultado o consecuencia no deseada del modo en que produce el
sistema mundial capitalista.
El Hambre es la negación del más básico y constitutivo de los Derechos Hu-

* Licenciado en Relaciones Internacionales, Master en Administración de Empresas, integrante del Equipo


Técnico de la Cátedra FODEPAL- OBSERVATORIO del SUR de la Universidad Nacional de Rosario.
1. Definido por la Real Academia Española en su primera acepción como Gana y necesidad de comer o en su
tercera acepción como Apetito o deseo ardiente de algo.
manos: el derecho a la alimentación; por lo tanto es un no derecho y como tal,
debemos enfocarlo filosófica, política y jurídicamente.
Desde el punto de vista filosófico, en cuanto a la concepción antropológica
respecto del Derecho Humano que le asiste a cada persona por idéntica condición.
Desde el punto de vista político, en cuanto a la decisión que permite la exis-
tencia de tal situación estructural.
Desde el punto de vista jurídico y como síntesis de la concepción filosófica
y la decisión política, en cuanto a la suscripción e implementación de Tratados y
Acuerdos Internacionales.
Más allá de todo análisis, la visibilidad del Hambre resulta incontrastable a
partir de la simple observación cotidiana, posicionado en casi cualquier punto de
cualquier urbe del Sur Global y la periferia del Norte, utilizando al estaño como
método de conocimiento (Jauretche, 2001:12).
Por todo ello, entendemos que el Hambre:
1- Es un problema sociopolítico y cultural, reflejado en las asimétricas posibili-
dades de acceso a los alimentos producidos que, a la vez, genera su contra-fenómeno:
la obesidad, resultado de un patrón de producción y consumo exacerbado en todos sus
niveles. Estamos en presencia de un fenómeno correspondiente a una sola unidad, con
dos facetas, complementarias y necesarias para la explicación de la otra.
2- Como crisis alimentaria, constituye parte integrante de las otras variantes
de la crisis, articuladas entre sí y sinérgicas entre ellas: crisis financiera, energética y
climática, cuyo origen es una formidable crisis de valores.
Es por ello que en el presente trabajo nos proponemos abordar el objeto de
estudio a partir de un esquema secuencial articulado en torno a:
a) una instancia conceptual sobre temáticas conexas tales como la globalización,
el derecho a la alimentación, la seguridad alimentaria, la soberanía alimentaria y
el sistema alimentario mundial. A los efectos de abordar la justificación jurídica del
Derecho a la Alimentación, se recurrirá a Declaración Universal de Derechos Huma-
nos, al Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales así como
también a la diversa bibliografía de la Food and Agriculture Organization of the United
Nations –en adelante FAO por sus siglas en Inglés-, como El Derecho a la alimentación
en la práctica. La FAO y VIA CAMPESINA serán los puntales de la comparación de
los enfoques sobre la Seguridad Alimentaria y la Soberanía Alimentaria.
B) un recorrido histórico a partir de la Segunda Post Guerra: desde las hambru-
nas provocadas por la conflagración mundial -dando origen a la Revolución Verde- la
transformación del paradigma tecnológico-productivo -devenido en Agricultura Indus-
trial- y el emergente modelo de Agronegocios, señalando a partir de tales fenómenos
algunas consecuencias para Argentina derivadas de la implementación del mismo.
C) una instancia de diagnóstico, descriptiva de la situación mundial de los
países en emergencia alimentaria, incluyendo las causas de la crisis alimentaria des-
atada a partir de 2008, destacándose una situación nueva generada por la adquisición
de tierras de Estados a otros Estados, con el fin de producir alimentos en otras latitu- 131
des y utilizarlas en función de sus propios intereses.
D) una mirada regional desde América Latina, donde se analizará la si-
tuación regional, clasificando los Programas en marcha como que se están imple-
mentando desde los Organismos Internacionales en cooperación con los Estados, y
también los Programas desde la Sociedad Civil.
E) una conclusión que corroborará la complejidad del fenómeno, con una
propuesta de algunos lineamientos tendientes a definir un nuevo enfoque superador
e integrador de los debates actuales.

A) Conceptualizando

De sol a sol, labrando tierra tendrás tu pan todos los ríos van al mar
pero éste nunca se llenará todos los ríos siempre volverán a donde sa-
lieron para comenzar a correr de nuevo lo que siempre fue lo mismo será
lo que siempre hicieron repetirán; no olvidar, lo que ves ya se ha visto ya
tal vez un día lo sabrás, todo tiene un tiempo bajo el sol porque habrá
siempre tiempo de plantar y de cosechar tiempo de hablar, también de
callar hay tiempo para guerra y tiempo de paz tiempo para el tiempo y
un rato más.
(Ricardo Soulé, Libros Sapienciales en La Biblia, Febrero de 1971)

Entendemos como marco conceptual al conjunto de conceptos principales


del trabajo, siendo su objetivo la interpretación de los mismos del modo en que se
los ha definido. Además, este marco permite el recorte del problema con su conse-
cuente enfoque, destacando, por último, la condición de guía a lo largo del trabajo,
que permita lograr la consistencia metodológica necesaria. Globalización, Sistema
Alimentario Mundial, Seguridad y Soberanía Alimentaria y Derecho a la Ali-
mentación constituirán el corpus conceptual, desde los macro a lo micro o desde lo
general a lo particular.

a).1
Por ello es que, partiendo de la globalización como contexto histórico deci-
mos que es “un vasto proceso histórico, simultáneamente social, económico, polí-
tico y cultural en el que se mueven individuos y multitudes, pueblos y gobiernos,
sociedades y culturas, lenguas y religiones, naciones y continentes, formas de los
espacios y posibilidades de los tiempos” (Ianni, 1998:41). Complementariamente,
está compuesta por un “sistema de redes en las cuales se organizan el comercio, las
inversiones de las corporaciones trasnacionales, las corrientes financieras, el mo-
vimiento de personas y la circulación de la información que vincula a las diversas
civilizaciones; es asimismo, el espacio del ejercicio del poder dentro del cual las
potencias dominantes establecen, en cada período histórico, las reglas de juego que
articulan el sistema global” (Ferrer, 2004:359).
La globalización es un proceso de índole inicialmente geográfico, que comien-
za con el surgimiento del sistema mundial capitalista y se acelera deliberadamente a
partir de la consolidación de los Estados luego de la 2ª Guerra Mundial y, finalmente,
del diseño e implementación consensuada de los Organismos internacionales y la
Revolución de las Telecomunicaciones a partir de los años sesenta.
Sus principales dimensiones son: la economía, las finanzas, el comercio in-
ternacional, la política, cultura y sociedad, la ecología, donde las primeras y, espe-
cíficamente las finanzas, han impuesto la dinámica al sistema, siendo alguna de las
manifestaciones mas ostensibles, la crisis de las hipotecas en EE.UU, la crisis del
petróleo, como así también la crisis de los alimentos que convergieron en la segunda
mitad del 2008 con consecuencias aún inciertas para el desarrollo del sistema mun-
dial capitalista.

a).2
Si tenemos un contexto globalizado, todo sistema o subsistema que emerja a
la luz de estos tiempos será global, ergo, el desarrollo de un Sistema Alimentario
Global resulta pieza fundamental para intentar explicar el objeto de estudio del pre-
sente trabajo.
FAO advierte que “por primera vez, el desarrollo del sector alimentario y
agrícola está siendo objeto de una conceptualización mundial, como debe ser en
realidad” (2001:1). Esto anuncia la máxima autoridad de los Organismos Intergu-
bernamentales referidos a la Alimentación mundial. El triunfo de esta afirmación
reside en que en virtud de la consolidación de sus principales características, la oli-
gocéntrica2 y el asimétrico acceso a los alimentos: la discusión sobre el mismo ya
no podrá sofrenarse.
A pesar de no contar con una definición taxonómica respecto del Sistema Ali-
mentario Global la FAO, en el Preámbulo de su Constitución, expresa claramente la
prefiguración del mismo:
“Los Estados que aceptan esta Constitución, decididos a fomentar el bienestar
general, intensificando, por su parte, la acción individual y colectiva a los fines de:
- elevar los niveles de nutrición y vida de los pueblos bajo su respectiva ju-
risdicción;
- mejorar el rendimiento de la producción y la eficacia de la distribución de
todos los productos alimenticios y agrícolas;
- mejorar las condiciones de la población rural;
- y contribuir así a la expansión de la economía mundial y a liberar del ham-
bre a la humanidad, constituyen por la presente la Organización de las Naciones
Unidas para la Agricultura y la Alimentación”.

2. “Las diez empresas más importantes del mundo controlan la mitad del suministro de semillas del mundo;
diez empresas controlan el 55% del mercado de fármacos de veterinaria(…) las diez procesadoras de alimentos
y bebidas mas importantes representan el 24% del mercado estadounidense (…) en cuanto a la cerveza, el 41% 133
del mercado mundial está controlado por cinco empresas estadounidenses o europeas” (Patel, 2008:96).
De todos modos, según sus propias definiciones, “la FAO tiene como obli-
gaciones constitucionales mejorar la nutrición y el nivel de vida, mejorar el rendi-
miento de la producción y la eficacia de la distribución de todos los productos ali-
menticios y agrícolas, mejorar las condiciones de la población rural y contribuir así
a una expansión de la economía mundial y a liberar del hambre a la humanidad.
Además, la FAO tiene el mandato de la comunidad internacional de propor-
cionar los instrumentos y mecanismos para un foro internacional en el que se afron-
te el equilibrio de los intereses y se adopten medidas al respecto, al propio tiempo
que se aspira a proteger y mejorar los bienes públicos globales por lo que respecta
a la alimentación y a la agricultura” (FAO, 2001: 26).
Y continúa con su incipiente conceptualización: “Estos instrumentos y mecanis-
mos pueden servir para crear un sistema alimentario y agrícola más ético que afronte
los problemas y los desafíos antes expuestos. Un sistema ético de este tipo sería eficaz,
seguro y solidario, al propio tiempo que aceptaría la diversidad de los sistemas de va-
lores. La creación de un sistema de este tipo no debería significar la creación de un
estereotipo: un plan detallado que esté abocado a convertirse en un fin en s. mismo. Al
contrario, debe ser un proceso participativo y que evolucione con el tiempo para res-
ponder a los nuevos datos científicos, a las innovaciones en las metas y objetivos y a las
nuevas cuestiones éticas planteadas por la FAO y sus asociados.
Un sistema alimentario y agrícola más ético debe incluir el interés por tres
objetivos mundiales generalmente aceptados, cada uno de los cuales incorpora nue-
vas propuestas normativas: mejora del bienestar, protección del medio ambiente y
mejora de la salud pública” (Ibidem).
Insistimos en que no hay claramente una definición de Sistema Alimentario
Global pero, observamos el modo en que se reconocen sus deficiencias y sus debi-
lidades. Raj Patel lo corrobora cuando señala que “es frágil debido al tamaño de su
impronta ecológica, los recursos que se necesitan para sostenerlo y la explotación
que requiere (…) es vulnerable sistémica y estructuralmente y su vulnerabilidad se
encuentra cercana a la superficie de nuestras vidas cotidianas: todo lo que hace
falta para exponerla es una ligera sacudida al sistema, algo como la escasez de
petróleo” (2008: 56).
El punto de partida para comprender que el no ejercicio del derecho a la ali-
mentación es definir la prevalencia de un tipo determinado de Sistema Alimentario
Global -entendido éste como un proceso constituido por actores interactuantes y
complementarios entre sí, que comparten un objetivo común, establecen relaciones
y definen reglas para el funcionamiento del mismo-.
Desde la geografía económica, las corporaciones multinacionales de la ali-
mentación; los pequeños y medianos productores rurales, son los que producen y
comercializan los alimentos. Desde la geografía política, los Estados nacionales, los
Organismos Intergubernamentales y las ONG’s, son las que confieren el marco regu-
latorio de esas relaciones. Desde del punto de vista de la geopolítica, los alimentos
fueron moneda de cambio fundamental durante la Guerra Fría, especialmente entre
EEUU y Europa con motivo del Plan Marshall3, a fin de contener el avance de los
socialismos reales.
Hoy, esa postura superada por la historia deviene en geoeconomía, ya que los te-
rritorios han evolucionado en potenciales mercados donde colocar la producción, por un
lado y, como plataforma de lanzamiento para posicionarse con perspectivas más amplias.
Por el otro, China es un fiel reflejo a través de los acuerdos financieros recientes con
Argentina y Brasil, de cara al posicionamiento en toda América Latina.
En cuanto a objetivo último, el actual Sistema Alimentario Mundial apunta a
la satisfacción de todas las necesidades alimentarias del planeta. Si “el hambre en el
mundo alcanzará un récord histórico en 2009, con 1 020 millones de personas que
pasan hambre a diario” (FAO, 2009), la corroboración del pésimo funcionamiento
del mismo resulta una simple y triste confirmación.
Por lo que se viene exponiendo resulta imprescindible presentar las grandes
líneas de debate acerca de morigerar las consecuencias de un Sistema Alimentario
asimétrico, tal como se venía señalando.

a). 3
Las directrices generales de ese debate están representadas por los diseños
e implementación de las políticas de Seguridad Alimentaria y de la Soberanía Ali-
mentaria. Siguiendo las declaraciones constitutivas podemos enunciarlas de modo
consecutivo:
“Existe seguridad alimentaria cuando todas las personas tienen en todo mo-
mento acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para
satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos
a fin de llevar una vida activa y sana, siendo sus dimensiones la disponibilidad de
alimentos, el acceso a los mismos, su utilización y la estabilidad (se refiere tanto a la
dimensión de la disponibilidad como a la del acceso de la seguridad alimentaria.)”
(FAO, 1996).
La soberanía alimentaria corresponde al derecho de los pueblos, de sus paí-
ses o uniones de Estados a definir su alimentación y su agricultura, a proteger y
regular la producción y el mercado nacional de los productos agrícolas con el ob-
jetivo de conseguir los objetivos de desarrollo sostenible, a determinar el grado de
autosuficiencia y a limitar el “dumping” de productos alimenticios a sus mercados
nacionales. Sus principios fundamentales son: la alimentación como derecho huma-
no básico, la reforma Agraria, la protección de recursos naturales, la reorganiza-
ción del comercio de alimentos, eliminar la globalización del hambre, la paz social,
el control democrático” (Neymeyer et al. s/d).
De igual modo y a los efectos de verificar el aggiornamiento de ambos con-
ceptos en el tiempo y dejar sentado lo que significan hoy, citamos:

3. Iniciativa de los Estados Unidos, que lleva el nombre de su Secretario de Estado, tendiente a reconstruir 135
Europa luego de la Segunda Guerra Mundial y a contener un posible avance del comunismo.
La seguridad alimentaria consiste en “el derecho de toda persona a tener
acceso a alimentos sanos y nutritivos, en consonancia con el derecho a una ali-
mentación apropiada y con el derecho fundamental de toda persona a no padecer
hambre “(…) y “esclarecer el contenido del derecho a una alimentación suficiente y
del derecho fundamental de toda persona a no padecer hambre” (FAO, 2004).
“La soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos, las comunidades y
los países a definir sus propias políticas agrícolas, de trabajo, pesca, alimentación
y tierras, que sean adecuadas desde el punto de vista ecológico, social, económico
y cultural a sus circunstancias únicas.
Esta incluye el verdadero derecho a la alimentación y a producir el alimento,
lo que significa que todo el mundo tiene el derecho a una alimentación inocua,
nutritiva y culturalmente adecuada y a los recursos para producir estos alimentos,
así como el derecho a poder alimentarse a si mismo y a sus sociedades” (Foro So-
beranía Alimentaria, 2002)
La soberanía alimentaria es “el derecho de los pueblos a alimentos nutriti-
vos y culturalmente adecuados, accesible, producidos de forma sostenible y ecológi-
ca, y su derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo” (Foro Social
Mundial, 2007).
A raíz de las definiciones precedentes, podemos intentar un cotejo tomando
diferentes tópicos:
Para ubicar históricamente ambos conceptos es necesario señalar que la se-
guridad alimentaria surge en los setenta concebida en el seno de la realización
de la Primera Conferencia Mundial sobre la Alimentación realizada por la FAO en
1974, como consecuencia de la crisis alimentaria en el marco de un Estado que ya
comenzaba a retirarse y acentuaba, paulatinamente, su presencia ausente. Además,
EE.UU abandonaba el Sistema Monetario Mundial creado en Bretton Woods, decla-
rando la inconvertibilidad del dólar en oro, comenzando a generar, de modo coadyu-
vante, un fenómeno inédito denominado stanflation que combinaba la inflación de
precios con recesión de la actividad económica. La seguridad alimentaria surge
como expresión de los Organismos Intergubernamentales.
La profundización del modelo iniciado, conlleva a la respuesta segura durante
los noventa como consecuencia de la revolución neoconservadora de Tatcher y Rea-
gan iniciada a una década antes, sustento ideológico de la última etapa de globaliza-
ción y liberalización de la economía mundial.
El concepto que comienza a pergeñarse es el de soberanía alimentaria, a ma-
nos de un movimiento campesino global, la Vía Campesina4, que intentaba pensar y
desarrollar alternativas para poder seguir subsistiendo como productores pero tam-
bién, como partes integrantes de las comunidades locales con identidades propias.
La soberanía alimentaria surge como expresión de la Sociedad Civil y tiende a
presionar a los Estados para la adopción de políticas públicas, en beneficio de

4. Véase Vía Campesina: www.viacampesina.org


aquellos que constituyen el sector mas perjudicado de la producción alimenta-
ria industrial, es decir, los pequeños productores rurales.
A pesar de la distancia histórica, ideológica y de procedencia, ambos enuncian
al derecho a la alimentación como propio y de modo reivindicativo, al que nos re-
feriremos con mayor extensión en el próximo apartado. No obstante es posible hacer
algunos comentarios: pareciera que, mientras la seguridad alimentaria circuns-
cribe el derecho a la alimentación al acceso a la alimentación propiamente dicha,
la soberanía alimentaria busca superar y aplicar el derecho en sentido amplio, es
decir, que los alimentos que consume cada comunidad sean producidos por ella en
firme sintonía con la preservación del ambiente natural, destacando la fuerte impron-
ta cultural de estas prácticas. Seguridad implica satisfacer una necesidad que, en
este caso es la alimentación. Soberanía, implica la capacidad para gestionar las
prácticas que conducen a la producción que va a satisfacer aquella necesidad.
Otros de los puntos interesantes a contrastar es el de la sustentabilidad. En el
enfoque de la seguridad alimentaria, lo fundamental resulta de la perentoriedad de
desarrollar condiciones de largo alcance que tiendan a erradicar paulatinamente el
hambre, con alimentos “inocuos y nutritivos”. El foco está en el producto final y la
sustentabilidad deviene alimentaria y es el emergente de un modelo de gestio-
nar la tríada capital-trabajo-naturaleza.
En relación al enfoque de la soberanía alimentaria, el eje sobre el cual gira
la propuesta es la preservación de las pautas culturales de cada lugar, como de sus
recursos naturales. El foco está en el proceso y la sustentabilidad deviene socio-
cultural y representa otro modelo de gestión capital-trabajo-naturaleza.
Respecto a la escala de producción podríamos señalar que, detrás de la segu-
ridad alimentaria, la producción sería de tipo industrial, mientras que detrás de la
soberanía alimentaria, la consideración de los factores ya enumerados y explicados
nos llevaría a pensar en términos de desestandarización del modelo industrial,
atendiendo a las particularidades de cada región, adquiriendo en algunos casos, ca-
racterísticas cuasi artesanales.

a). 4
Como planteábamos al inicio del presente capítulo, hemos arribado al análisis
del aspecto micro o particular constituido por el ser humano y, en relación al tema
que nos convoca, el derecho a la alimentación es aquel que logra encuadre jurídico
en la Declaración Universal de Derechos Humanos, en el Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, en la Declaración Americana de
los Deberes y los Derechos del Hombre5 (Art. 11), en el Pacto de San José de Cos-
ta Rica o Convención Interamericana sobre Derechos Humanos (Cap. 3 Art. 26)
como así también en nuestra Constitución Nacional. El derecho a la alimentación

5. En 1948, en la Novena Conferencia Internacional Americana, los participantes firmaron la Carta de la OEA
y la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, la primera expresión internacional de 137
principios de derechos humanos.
es el punto de partida de ambos enfoques. En su artículo 25, la Declaración Uni-
versal de Derechos Humanos sostiene que “toda persona tiene derecho a un nivel
de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en
especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios
sociales necesarios (…)”. El artículo 11 del Pacto Internacional de Derechos Eco-
nómicos, Sociales y Culturales, adoptado por la Asamblea General de las Naciones
Unidas el 16 de diciembre de 1966 en vigor desde 1976, expresa que, “Los Estados
Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a un nivel de vida
adecuado para sí y su familia, incluso alimentación, vestido y vivienda adecuados,
y a una mejora continua de las condiciones de existencia (…)reconociendo el de-
recho fundamental de toda persona a estar protegida contra el hambre, adoptarán,
individualmente y mediante la cooperación internacional, las medidas, incluidos los
programas concretos, que se necesiten para: mejorar los métodos de producción,
conservación y distribución de alimentos(…), asegurar una distribución equitativa
de los alimentos mundiales en relación con las necesidades(…)”.
Aquí ya comienza a tallarse la relación entre los individuos y los Esta-
dos -cuales propias entidades obligadas a promover los derechos mencionados-.
Nuevamente, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Cul-
turales señala en el artículo 2: “Cada uno de los Estados Partes en el presente Pacto
se compromete a adoptar medidas, tanto por separado como mediante la asistencia y la
cooperación internacionales, especialmente económicas y técnicas, hasta el máximo de
los recursos de que disponga, para lograr progresivamente, por todos los medios apro-
piados, inclusive en particular la adopción de medidas legislativas, la plena efectividad
de los derechos aquí reconocidos.(…) y se comprometen a garantizare el ejercicio de los
derechos que en él se enuncian, sin discriminación alguna”.
Los individuos son los titulares del derecho a una alimentación adecuada.
Los Estados tienen la obligación de promover medidas utilizando sus recursos para
asistir a los individuos en el esencial ejercicio del derecho a la alimentación. Es
decir, los Estados son aquellos actores del Sistema Internacional responsables de
asegurar el derecho fundamental de toda persona a estar protegida del hambre.
El derecho a la alimentación en el marco de la seguridad alimentaria concibe
un enfoque desde los Derechos Humanos, articulando los Derechos Económicos y
Sociales. En este caso, se ejercita el derecho a la ingesta sana y nutritiva, en condi-
ciones que permitan el acceso a la misma. Ejercitar el derecho a alimentarse implica
muchas veces enfrentar relaciones conflictivas con el mercado, quien ejerce los de-
rechos políticos de decidir que se produce, a que precios y con cuales insumos; y si
no son los individuos que ejercen los derechos políticos, ergo, no hay ejercicio de
derecho sino decisiones corporativas.
En relación a los derechos culturales, el Instituto Interamericano de Coopera-
ción para la Agricultura –en adelante IICA–6 plantea la seguridad alimentaria como

6. Veáse www.iica.int
el acceso a una dieta segura acorde con las preferencias culturales. No consideramos
esta acepción como genuina expresión del ejercicio de los derechos culturales.
Pero, en el Informe especial de las Naciones Unidas de 2002 se definió el
concepto de derecho a una alimentación adecuada que, a la vez, se deriva del
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y de su Ob-
servación General 127, del siguiente modo:
El Derecho a una alimentación adecuada es un derecho humano, inherente
a todas las personas, “tener acceso ilimitado, permanente y regular, sea directamen-
te o por adquisiciones, cualitativa y cuantitativamente a una adecuada y suficiente
alimentación, que corresponda a la tradiciones culturales del grupo al cual perte-
necen las personas, lo cual asegura la realización de una vida digna, física y mental,
individual y colectivamente libre de miedo”. (FAO s/d: 3). Aquí se aprecia cómo se
van ampliando los derechos culturales, al hacer referencia a las tradiciones cultu-
rales del grupo. La pregunta es la siguiente: ¿hay consenso, desde los Organismos
internacionales, respecto del ejercicio del los derechos culturales? Sólo la historia
determinará si es mera enunciación o ampliación en el ejercicio de aquellos.
En cambio, desde la soberanía alimentaria, el enfoque se da desde los Derechos
Humanos pero en un plano de complementación más amplio con otros derechos huma-
nos, concatenados entre sí, como los Derechos Económicos, Sociales, Culturales y los
Ecológicos o Verdes. En este enfoque, la semántica misma ya indica la extensión de los
derechos que se pretenden ejercitar: el control de los recursos -como decisión política-;
la elección acerca de lo que se desea producir en sintonía con la propia cultura culina-
ria implica el desarrollo de los derechos culturales; el respeto por la naturaleza -como
principio esencial marca la presencia de los derechos verdes y naturalmente, generar su
propio alimento para sí mismo como para la comunidad como principales destinatarios-,
encierran el ejercicio de los derechos económicos y sociales.
Para cerrar, es necesario marcar que si bien ambos enfoques parten de idéntico
origen, la concepción de los derechos humanos del derecho a la alimentación, cuando
hablamos de seguridad alimentaria, se refleja una situación reparatoria o de resarci-
miento respecto de las consecuencias de un Sistema Alimentario Mundial esencialmente
asimétrico. Mientras que cuando hablamos desde la soberanía alimentaria, la actitud
propositiva de un modelo alternativo, y porque no, complementario, de gestión de la
satisfacción de las necesidades de alimentación, es lo que se observa.

B) Historizando

Volvemos entonces a la frase de Heidegger: “la ciencia no piensa”.


La afirmación nos suena más cercana a la dolorosa verdad. La ciencia

7. “El derecho a una alimentación adecuada es completamente alcanzado cuando cada hombre, mujer y niño,
solo o en comunidad con otros, tiene acceso permanente, físico y económico a una alimentación adecuada o a 139
los medios para procurársela”.
no se piensa a si misma sino que va hacia delante estableciendo, ante
todo, lo verificable, que es su típica elemental. Pero la pregunta del
porque y para qué de la ciencia o de las distintas disciplinas es una
pregunta que corresponde a la filosofía: Al pensar asume reflexiva-
mente cada acto de trascendencia. (Feinmann, José Pablo 2009: 32)

b). 1
Probablemente el siglo XX no tenga su origen según lo indican los registros
cronológicos: se lo podría ubicar al finalizar la Segunda Gran Guerra cuando el pro-
ceso de institucionalización internacional, previo despuntar en la malograda Socie-
dad de la Naciones8 wilsoniana, logra poner en marcha un mundo que aún no había
resuelto los principales conflictos arrastrados desde la centuria anterior.
Las fracturas y la posterior desintegración de los imperios decimonónicos a
partir del Tratado de Versalles, continuaron desarrollando una dinámica que se im-
puso en el ulterior desenvolvimiento del mundo, generando las causas, tal vez las
más importantes, de la Segunda Gran Guerra. Por ello podemos pensar que el siglo
XX recién comienza con el diseño e implementación de instituciones interguberna-
mentales, comenzando por la Organización de las Naciones Unidas9 –en adelante
ONU–, sobre la base de la cooperación internacional.
Amén del antecedente señalado, jamás en la historia de la humanidad se había
llegado tan lejos a la hora de coordinar y poner en práctica instituciones cuyas regu-
laciones ostentaran carácter planetario, ergo, pareciera que el siglo XX se inicia en
esos momentos. Pero las dos conflagraciones mundiales habían arrasado al mundo,
sobre todo a Europa, espacio territorial donde mayormente se desenvolvieron las
mismas. Las consecuencias funestas se esparcieron como reguero por toda Europa,
destino principal del Plan Marshall con el objetivo de su reconstrucción. La más
grave de todas aquellas -el hambre- recorría el continente sin detenerse y la ausencia
de medios inmediatos para combatirlo, parecían sumergirlo en un final sin fin.
En esos momentos hizo su aparición la nueva superpotencia con los argumen-
tos más convincentes y pragmáticos: la provisión de alimentos para atenuar una
situación desesperante que, simultánea y deliberadamente, se complementaba con
el otro objetivo geopolítico buscado: evitar el avance del comunismo, sistema so-
cioeconómico y cultural imperante en la geografía de la otra superpotencia, la ex
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Si el Plan Marshall fue el marco de la relación entre Estados Unidos y Europa y
el contexto fue la Guerra Fría, la asistencia alimentaria fue la genuina herramienta nor-

8. La Sociedad de Naciones, organismo intergubernamental internacional creado por el Tratado de Versalles el


28 de junio de 1919, fue el primer intento de establecer la paz mundial y el ordenamiento de las relaciones inter-
nacionales en un marco de cooperación, propuesto por el Presidente de Estados Unidos Woodrow Wilson.
9. La Organización de las Naciones Unidas, fue gestada en la Conferencia de Dumbarton Oaks, Washington,
Estados Unidos en agosto de 1944; asistieron a la misma, representantes de los Estados Unidos, Francia, la
Unión Soviética, el Reino Unido, y la República de China. Oficialmente, fue fundada el 24 de octubre de 1945
en San Francisco, California, Estados Unidos, por 51 países.
teamericana para posicionarse a escala continental y ubicarse en el corazón del mundo
occidental. La arista militar, fue la creación de la Organización del Tratado del Atlántico
Norte –en adelante OTAN por sus siglas en Inglés-. Como señala Raj Patel, “El Plan
Marshall instigó la transferencia de comida a la población europea hambrienta (…)
cuando los agricultores europeos pudieron alimentar de nuevo al continente, e inclu-
so, generar un excedente, a principios de la década del cincuenta, quisieron detener
la ayuda, ya que las importaciones baratas de Estados Unidos le impedía vender su
producción a sus compatriotas. A partir de julio de 1954 la ayuda alimentaria de Esta-
dos Unidos fue dirigida a un nuevo objetivo, pensado en ser aplicado en una parte del
mundo donde los campesinos no podían plantear a Estados Unidos las exigencias de sus
colegas europeos: el Sur Global” (Patel, 2008:83-84).
De modo paralelo y en sintonía con la creación de las instituciones intergu-
bernamentales de cooperación internacional, Europa desarrolla un esquema similar
revelando dos grandes objetivos: por un lado, la consolidación del proceso de paz;
por el otro, el inicio de la integración económico-comercial a través de la firma del
Tratado de París de 1951, creando la Comunidad Económica del Carbón y del Acero
–en adelante CECA–. Esta Europa de los seis10 profundiza el camino y firma en 1957
el Tratado de Roma, dando origen a la Comunidad Económica Europea y a la Comu-
nidad Europea de Energía Atómica –en adelante Euratom–: Europa refuerza la doble
idea de asegurar la paz como así también, integrarse a partir de la liberalización de
sus vínculos económicos y comerciales.
Para nuestro caso, la importancia de este último Tratado reside en la creación
de la Política Agrícola Común11, base del esquema alimentario europeo, que co-
menzaba a dejar atrás las aciagas horas de la 2ª pos guerra: sus objetivos centrales
fueron incrementar la productividad, garantizar un nivel de vida equitativo a la po-
blación agrícola, estabilizar los mercados, garantizar la seguridad de los abasteci-
mientos y asegurar al consumidor suministros a precios razonables. Era necesario
lograr la seguridad alimentaria.
En 30 años: desde el inicio de la Primera Gran Guerra hasta la finalización de la
Segunda Gran Guerra, la tercera parte de ese tiempo -es decir diez años- se había des-
truido toda la actividad productiva y el hambre era la consecuencia natural. El sistema
de subsidios, de precios sostén y de asistencia financiera para aumentar la producción de
alimentos configuraba el diseño consensuado de una Política Agrícola Común.

10. Alemania, Francia, Italia más el Benelux (Bélgica, Holanda y Luxemburgo)


11. “El origen de la PAC se remonta a los años cincuenta, en una Europa occidental cuya población estaba
marcada por los años de guerra y en la que la agricultura había quedado paralizada y el abastecimiento de
alimentos no podía garantizarse. El objetivo central de esta primera PAC fue fomentar la mejora de la produc-
tividad agrícola, de forma que los consumidores dispusieran de un suministro estable de alimentos a precios
asequibles, y garantizar que la UE disponía de un sector agrícola viable. La PAC ofrecía subvenciones y sis-
temas que garantizaban precios elevados a los agricultores, proporcionando incentivos para que produjeran
más. En este sentido, se concedía asistencia financiera para la reestructuración de la agricultura, por ejemplo
mediante subsidios a las inversiones agrícolas para favorecer el crecimiento de las explotaciones y de la gestión
de conocimientos tecnológicos, para adaptarse a las condiciones económico-sociales de entonces” (Comisión 141
Europea para la Agricultura y el Desarrollo Rural: 6)
Evidentemente, el hambre resultó pedagógico. La situación generó dos ins-
tancias complementarias entre sí, donde se articularon la necesidad de buscar res-
puestas para aumentar la producción por medio de la tecnología y la de usufructuar
comercialmente la coyuntura derivada: la llamada Revolución Verde ya estaba en
marcha y el hambre como negocio, también. Y sino, ¿a quienes pensaban ven-
der las producciones a punto de multiplicarse de la mano de la tecnología?

b). 2
Sin poner en tela de juicio las inquietudes humanísticas del padre fundador
de la Revolución Verde, Norman Borlaug12, quien señalo que “no habrá paz en el
mundo con los estómagos vacíos”.13 La propia dinámica del sistema de producción
y comercialización mundial llevó a que sus descubrimientos contribuyeran a palear
el hambre mundial, promoviendo también el desarrollo de la agricultura industrial,
en los prolegómenos del modelo de Agronegocios.
“La revolución verde consistió en un conjunto de tecnologías integradas por
componentes materiales, como las variedades de alto rendimiento (VAR) mejoradas
de dos cereales básicos (arroz y trigo), el riego o el abastecimiento controlado de
agua y la mejora del aprovechamiento de la humedad, los fertilizantes y plaguicidas,
y las correspondientes técnicas de gestión. La utilización de este conjunto de tecnolo-
gías en tierras idóneas y en entornos socioeconómicos propicios tuvo como resultado
un gran aumento de los rendimientos y los ingresos para muchos agricultores de Asia
y de algunos países en desarrollo de otros continentes” (FAO, 1996: s/d).
No obstante, y esta es la gran duda (¿o deuda?), planteada desde el principal
organismo intergubernamental dedicado al tema: “Las tecnologías de la revolución
verde no dejaron de plantear problemas. Aunque las variedades de alto rendimiento
sustituyeron a menudo a variedades locales más antiguas, no es seguro que el mundo
haya sufrido de hecho una erosión genética significativa. La necesidad de un amplio
recurso a la lucha agroquímica contra plagas y malas hierbas ha suscitado preocu-
pación por sus efectos sobre el medio ambiente y la salud humana. A medida que se
ampliaba la superficie de las tierras de regadío, la ordenación del agua exigía cono-
cimientos prácticos que no siempre existían. Se modificaron los papeles en función del
sexo. Hubo que hacer frente a nuevos retos científicos” (Ibidem).
La I&D en su aspecto más prolífico abría un camino nuevo hacia la producción
de alimentos, pero las condiciones multiplicadoras del rendimiento que se lograban
hacían presagiar el alto costo de oportunidad a pagar que si bien no fue detectado
en su momento, el tiempo (y las consecuencias tangibles sobre otros recursos) se
encargó de poner en clara evidencia. Como se menciona: “La investigación creó
variedades híbridas de semillas que rendían más que las tradicionales. Para crecer,
las semillas requerían condiciones casi de laboratorio, que demandaban irrigación,

12. Científico estadounidense, Doctor en Patología Vegetal y premio Nobel de la Paz en 1970.
13. “Muere Norman Borlaug, padre de la ‘revolución verde’ y la agricultura moderna”, Diario El País de
Madrid, España, 13.09.09
fertilizantes y pesticidas. Estos, a su vez, dependían de los combustibles fósiles para
su producción. Y toda la operación requería eliminar la biodiversidad nativa para que
las hileras de la nueva semilla pudieran ocupar su lugar” (Patel, 2008: 109-110).
Además, indica Patel a partir de la experiencia en el Punjab -zona mas fértil
de la India- “las semillas requerían irrigación, lo cual generaba competencia por el
agua, que a su vez resultaba en que el nivel de las napas caía unos treinta centíme-
tros por año en algunas zonas” (Ibidem, p.114).
Resulta muy claro señalar las consecuencias del desarrollo tecnológico que,
como notaremos a continuación, serán coincidentes entre enfoques disímiles o al
menos complementarios como el expresado por el autor hindú y la mismísima FAO,
que señala que con la Revolución Verde “se ha perdido una gran parte de la biodi-
versidad agrícola. Cuando los agricultores decidieron producir las variedades me-
joradas de cultivos y de ganado, se abandonaron muchas variedades tradicionales,
locales, que se extinguieron. Además, en muchos países el gran uso de plaguicidas y
otras sustancias agroquímicas causó un grave deterioro del medio ambiente y puso
en peligro la salud pública. Los sistemas agrícolas de la revolución verde también
requieren una abundante irrigación, lo que ejerce una presión enorme en los recur-
sos hídricos del mundo.
Por último, a pesar de que aumentó la productividad agrícola, sigue habien-
do hambre. Para aprovechar los adelantos de la revolución verde, los agricultores
necesitan tener dinero y acceso a recursos como la tierra y el agua. Los agriculto-
res pobres que no tenían estos recursos quedaron excluidos de la revolución verde.
Muchos se hicieron todavía más pobres” (FAO, 2010).
Entonces, concluimos que la extinción de la biodiversidad agrícola, el uso
discrecional de los plaguicidas y sustancias agroquímicas, la utilización intensiva
del recursos vitales -como el agua y la tierra-, aparecen como las consecuencias más
visibles de la implementación de la Revolución Verde. No obstante, el ostensible
aumento de la producción logró atenuar, más no erradicar, la ominosa urgencia del
hambre. Y muy a pesar de las intenciones del genetista estadounidense. En términos
cuantitativos, la Revolución Verde creía haber encontrado la solución pero estaba
prohijando un modelo de producción que colisiona contra la sustentabilidad medio-
ambiental, cultural y socioeconómica.

b). 3
Las condiciones para implementar una agricultura de tipo industrial ya esta-
ban dadas: de la mano de la I&D y de la carencia de los alimentos se traccionaba el
desarrollo de un nuevo paradigma tecnológico-productivo que hizo del hambre su
mayor justificación y de la evolución científica su potente herramienta. Los campos
del mundo esperaban ser sembrados, las bocas alimentadas y el mercado alimentario
consolidarse de la mano de las empresas pioneras que configurarían el perfil concen-
trador del mismo
La liberalización económica, financiera y comercial, cual espíritu del proceso 143
de institucionalización de la segunda pos guerra, promovieron un esquema a partir
del cual, la –gran- escala, como medida de las actividades productivas, engendró el
poder de las empresas dedicadas a la I&D y a posicionarse en el mercado como las
proveedoras de todos los insumos pertinentes. El fordismo14 de principio de siglo,
fue el iniciador del proceso, desde la perspectiva de la industria automovilística,
cuya evolución y situación actual en el marco del sistema agroalimentario mundial,
la podemos comprender desde la siguiente cita:
“Cargill, por ejemplo, agrupa enlaces de procesamiento y de logística en una
sociedad con Monsanto, que aporta pesticidas y semillas. Novartis y ADM tienen un
acuerdo similar. Con Agra, uno de los mayores procesadores de cereales de Estados
Unidos, tiene acuerdos con empresas de arriba y abajo de su cadena de suministros
desde la semilla hasta el plato” (Patel, 2008:103).
En la Sociedad del Conocimiento15, el poder se plasma a través del control de
la tecnología y se materializa en el marco de un mercado global capaz de amortizar
los costos de esas inversiones: la agricultura industrial está al alcance de la mano.
Por todo ello, la agricultura industrial comienza a imponerse con una serie de
premisas fundamentales, entre ellas:
- investigación científica como fundamento tecnológico.
- aplicación de la gran escala como medida de las unidades productivas.
- monocultivo, como opción de usufructo óptimo de la gran escala.
- búsqueda de la productividad, como objetivo excluyente.
- utilización de la química como insumo esencial para lograr lo anterior.
- mecanización progresiva de la actividad agro-ganadera.
Podemos observar las diversas dimensiones del nuevo paradigma tecnológico-
productivo denominado agricultura industrial. En cuanto a la dimensión científico-téc-
nica, la I&D es privativa de las empresas globales, avalada por la Organización Mundial
de Comercio, en el Acuerdo sobre la Propiedad Intelectual aplicada al Comercio y en la
dimensión económica, el beneficio económico resulta apropiado por las mismas.
La dimensión ecológica, probablemente sea las más vulnerada del modelo
analizado, ya que alto costo energético (por las ingentes cantidades de combustibles
fósiles utilizadas), la utilización de los recursos hídricos, el agotamiento y la pérdida
de fertilidad de los suelos y la contaminación general del medio ambiente, revelan
su inviabilidad, ecológicamente hablando.
En la misma perspectiva, podemos enfocar la dimensión social, dado el au-
mento de la pobreza a nivel mundial, por un lado y por el otro, el vedado acceso de
los pequeños agricultores al modelo analizado

14. Ver Méndez, Ricardo (2008), Geografía Económica: la lógica espacial del capitalismo global, Ed. Ariel,
Barcelona, cuarta impresión 2008, pág. 96.
15. Teorización desarrollada por Peter Druker, que sostiene que los factores tradicionales de la producción
(recursos naturales, mano de obra y el capital) ostentan un carácter asequible, en tanto y en cuanto su búsque-
da y obtención estén sustentadas en el conocimiento potenciado por las tecnologías de la comunicación y la
información.
La dimensión política, tal vez la decisiva, es la que se manifiesta en deuda de
todas las analizadas en virtud de que, en el plano de la potencialidad de cambio que
contiene, no ha logrado morigerar, significativamente, las consecuencias planteadas.
“El mayor problema de la agricultura industrial procede de que el único factor que
considera racional es la intensificación de la producción. Las soluciones propuestas
son exclusivamente tecnológicas y externalizan los problemas hacia fuera del pro-
ceso productivo y hacia el futuro, agravándolos en lugar de resolverlos”.16 (Grupo
De Estudios Agroecológicos, 2009)
Si analizáramos el modelo y se implementaran soluciones que trasciendan la
racionalidad tecnológica, esto es, considerando el contexto, seguramente hallaría-
mos a mediano y largo plazo las soluciones que, pareciera, no quieren lograrse.

b). 4
Parido en el corazón de la Revolución Verde y la agricultura industrial, el
modelo que culminó por imponerse es el de los Agronegocios, que representa la
expresión de una economía global, industrializada y aplicada a todos los sectores
productivos y financieros. Si el siglo XX comienza, en términos de cooperación
internacional intergubernamental, luego de la Segunda Gran Guerra, las bases ma-
teriales del mismo comenzaron a gestarse con el fordismo, como decíamos anterior-
mente. La posterior liberalización promovida por los Acuerdos de Bretton Woods,
que generaron las nuevas reglas del juego económico, financiero y comercial acele-
raron el proceso y las actividades rentables que emergieron en torno a la producción
agropecuaria, vía la Revolución Verde, devinieron en Agronegocios.
Según la FAO, se considera Agronegocios a “la expansión de los negocios del
sector agropecuario y rural y de sus cadenas, a partir de relaciones que involucran es-
tructuras contractuales, alianzas o asociaciones ejecutadas principalmente por el sector
privado a partir de los productores del sector agropecuario, sostenibles a largo plazo,
que involucran, además de un conjunto asociado de agricultores, a diversos agentes
exógenos o de las cadenas agroindustriales y que podrían contar o no, con el apoyo de
las políticas públicas. Estos acuerdos se realizan con el fin de garantizar condiciones
básicas para el avance de una producción competitiva, así como el desarrollo de enca-
denamientos de los procesos productivos, principalmente post-cosecha, hacia el proce-
samiento, comercialización, oferta de servicios a la cadena, gestión y establecimiento de
nexos con los consumidores finales” (FAO, 2005:3).
Desde la lógica empresarial, la concepción de los negocios derivados del agro
no son ni malos ni buenos, sino que son rentables o no lo son. Expandir el negocio,
asociaciones en busca de escala, búsqueda de la competitividad, satisfacción del
cliente constituyen el argot propio de la actividad específica. Pero, recordemos, las
sociedades crecen y evolucionan como conjunto (algunos subconjuntos crecen más
que otros, ¿no?) organizadas jurídicamente desde un Estado que representa los in-

145
16. Véase www.ecoportal.net, La industrialización de la Agricultura, 08.04.09
tereses colectivos.
Entonces, ¿què sucede cuando la actividades de un sector de la sociedad (pro-
ductivo o no) generan las consecuencias analizadas anteriormente y los perjuicios se
extienden a toda la sociedad? ¿qué sucedería si en una sociedad, cada sector buscase
imponer su lógica, prescindiendo del conjunto? Se cristalizaría la ¿metáfora? hobbe-
siana que señala que el hombre es el lobo del hombre.
Claramente, quien ha fallado ha sido el Estado que, reducido a expresiones mi-
nimalistas, permitió el desarrollo y la consolidación de un modelo cuyos argumentos
se labilizan cada vez más. Ya volveremos sobre el rol del Estado.
Acerca de la sustentabilidad de los Agronegocios: “Los transgénicos agudizan
los problemas que prometen resolver: abuso de agroquímicos, crecimiento de pla-
gas, resistencia a los productos que combaten las plagas, aumento de la contamina-
ción de aguas y suelos, pérdida de fertilidad de la tierra, menores rendimientos de
los cultivos. Acrecientan la incapacidad de los agricultores para resolver sus pro-
blemas “técnicos” y, con ello, su dependencia del “agrobussines”. Las relaciones
entre los nuevos genes y los antiguos no son predecibles porque nunca han interac-
tuado unos y otros en el mismo organismo. No podemos determinar qué pasará en
las generaciones futuras de dichos organismos”(…)las soluciones a sus problemas
“técnicos” dependen, cada vez más, del beneficio de la industria agroquímica. Y las
nuevas respuestas, en un circuito de dependencia creciente, vienen nuevamente de la
industria agroquímica, ahora agro-químico-biotecnológica”. (Ibidem)
Retomamos una de las consecuencias respecto de la dimensión social: ¿qué
calidad tienen los alimentos producidos al calor de los agronegocios? ¿cuan inocuos
son para la salud humana? ¿cuál es la sustentabilidad de las explotaciones pequeñas
y medianas si para permanecer en el circuito productivo deben comprar semillas,
fertilizantes, pesticidas en un “paquete tecnológico”, el que debe amortizarse en el
beneficio al final de las cosechas? ¿y si los precios de los commodities cotizan a la
baja en un mercado global integrado? ¿cuál es la verdadera sustentabilidad, en su
dimensión económica como unidad productiva?
Evidentemente, a medida que se amplifica el modelo y las premisas del mis-
mo continúan fortaleciéndose, los pequeños y medianos agricultores constituyen las
principales variables de ajuste deviniendo en rentistas o a lo sumo en productores
marginales del circuito industrial de producción agrícola.

b). 4
Llegamos a nuestro país, Argentina. El proceso mundial de globalización,
dada la cada vez mayor gravitación de los asuntos mundiales en los asuntos regio-
nales y nacionales, le confirió el marco para integrarse “con éxito” a la economía
mundial globalizada.
Si,
- la revolución verde proporcionó la dimensión científica.
- la agricultura industrial, la dimensión organizativa.
- los agronegocios la dimensión empresarial.
- el neoliberalismo, la dimensión político-ideológica: en Argentina, la des-
aparición de la Junta Nacional de Granos y Carnes en los noventa definió el marco
político-técnico desregulado, privatizador y carente de un Estado que ordenara al
sector agropecuario. En otras palabras, su ausencia permitió un nuevo modo de orga-
nización y las políticas públicas brillaron por su ausencia, para que la mano invisible
del mercado ordenara las relaciones de producción y marchásemos hacia la integra-
ción “exitosa y eficiente” de un mundo globalizado.
Como señala Giarracca, “este era un país de chacareros, de cooperativas, de
industrias nacionales, de cadenas agroindustriales, tanto en los frigoríficos como
en las harinas: Terrabusi o Bagley, por ejemplo eran algunas de las viejas empresas
nacionales que estaban en la cadena agroindustrial y les iba bien». Había una lógi-
ca orientada a exportar pero también de producir alimentos orientados al consumo
popular masivo” (Teubal, 2008: s/d). Pero este panorama comienza a reconfigurarse
a partir de los años setenta procediéndose a su consolidación en los años noventa,
cuando se introduce la soja transgénica en el país.
En el marco de la crisis global actual, cuando el rescate financiero e industrial
ya se ha llevado a cabo, ¿no cabría preguntarse si el salvataje de miles de pequeños
productores, a los que se los priva de generar la seguridad alimentaria propia y de los
Estados a los que pertenecen, corresponde la próxima decisión cronológica a tomar?
Las consecuencias de la adopción deliberada y coactiva en forma paralela del mode-
lo analizado saltan a la vista. Según Teubal (Ibidem), habría que diferenciar:
“a) En primer lugar, el boom de la soja transgénica ha causado la especialización
del país en la producción y exportación de unos pocos productos primarios sujetándolo,
como en ningún período anterior, a los vaivenes de la economía mundial.(…) La doble
cosecha trigo-soja, ha desplazado a la ganadería como actividad de rotación incluyendo
a los tambos y a gran parte de los cultivos industriales del interior.
b) En segundo lugar, el crecimiento de la soja transgénica ha originado un
fenómeno de dependencia del país respecto de las grandes empresas multinaciona-
les. Esto se evidencia en el dominio que ejercen Monsanto y Novartis, que no sólo
proveen la semilla, sino también el paquete tecnológico y los agroquímicos para el
cultivo de la soja transgénica.
c) En tercer lugar, el “modelo” argentino ha contribuido a la desaparición de
gran parte de la agricultura familiar y de los trabajadores rurales. Entre los censos
de 1988 y 2002 desaparecieron 25% de las explotaciones agropecuarias existentes
en el país, o sea, 87 mil explotaciones (86% de las cuáles tenían menos de 200 has y
9% entre 200 a 500 has). En cambio, aumentaron las de más de 500 has (particular-
mente las de entre 1000 a 2500 has). Este fenómeno, ha convertido al agro argentino
en una especie de agricultura sin agricultores.
d) En cuarto lugar, el boom de la soja en Argentina ha estado íntimamente
asociado al deterioro ambiental. Además de la irresuelta cuestión acerca de los
riesgos del cultivo en gran escala de la soja transgénica en el largo plazo, su auge 147
se ha dado en detrimento de la yunga y de la flora y fauna en extensos territorios del
país. Esta expansión también está ocasionando la deforestación de extensas áreas
en particular en las provincias del norte, que, al mismo tiempo, está desplazando a
campesinos y comunidades indígenas y comprometiendo la biodiversidad del país.
e) También deben considerarse los efectos perniciosos que ejerce la utiliza-
ción masiva del glifosato, su rocío masivo por aire sobre comunidades campesinas
e indígenas, para la salud humana” (Teubal, 2008: s/d).
Según el Informe preliminar del Censo Nacional Agropecuario 2008, “entre
2002 y 2008, desaparecieron casi 60.000 explotaciones agropecuarias (59.943,
exactamente), de acuerdo con los datos que se desprenden del informe preliminar
del Censo Nacional Agropecuario realizado por el Instituto Nacional de Estadística
y Censos –Indec- el año pasado, en pleno conflicto por las retenciones móviles. En
2002 existían 333.533 establecimientos; en 2008, esa cifra cayó 18% y se redujo a
273.590. En otras palabras: en la misma superficie productiva hay menos producto-
res y, por lo tanto, una mayor concentración del negocio del campo”.17
Pero además, no pueden obviarse las consecuencias en la estructura demográfica
argentina que viene corroborando desde hace tiempo las migraciones internas del campo
a las ciudades, hacia donde se dirigen los trabajadores rurales en busca de un destino pre-
anunciado, destino de condiciones de vida urbana con perspectivas precarias. No sólo los
trabajadores rurales son los que emigran, sino que muchos de los pequeños productores,
que al no poder rentabilizar sus unidades deciden arrendarlas y convertirse en rentistas:
tal vez, el mayor perjuicio no recaiga en ellos mismos, sino en las generaciones siguien-
tes, sus hijos, quienes dejan de vivenciar lo que ellos vivenciaron, esto es, la cultura del
trabajo rural transmitida de generación en generación.
Otra vez, como al comienzo, recurrimos al método del estaño, para comprobar que
los pequeños productores no buscarían sojizar, cual convicción ideológica, sino producir
lo que le permita continuar sobreviviendo: imperaría, la lógica de la supervivencia antes
que la lógica del monocultivo. Sus argumentos pasarían por el hecho incontrastable del
valor de la oleaginosa en el mercado mundial, añorando el tiempo de la rotación y la
diversidad de cultivos, con claro conocimiento de los perjuicios que este modelo les
genera, quedando encerrado en el dilema de continuar (hasta donde puedan resistir) o
convertirse en rentistas, emergiendo un nuevo sujeto agrario. 18
Claramente, “el productor agropecuario que siempre reprodujo su propia se-
milla ahora se ve inducido a comprarla año tras año a las transnacionales. Ade-
más, son semillas que van acompañadas por paquetes tecnológicos, por ejemplo,
la siembra directa, que requieren grandes cantidades de agrotóxicos para matar
la maleza, y maquinaria y equipo no siempre accesibles para medianos y pequeños
productores” (Teubal, 2008: s/d).

17. Crettaz, José, Cerraron 60.000 explotaciones agropecuarias desde 2002, Diario La Nación, Argentina
29.09.09.05.08
18. Zaiat, Alfredo, Sujeto Agrario, Diario Página 12, Argentina 03.05.09
Entonces, ¿cual sería el horizonte temporal para un pequeño productor, actor
marginal en es modelo? Como dice el poeta, la respuesta está en viento.
Lo notable de esta estrategia es su capacidad para comunicar, para instalar
como ganador, precisamente, un modelo con consecuencias en todas las dimensio-
nes, como fuimos señalando en el presente capítulo. Al mejor estilo gramsciano,
construye la hegemonía a partir de la coerción y del consenso: coerción, por estar
dentro de un paradigma tecnológico-productivo del cual les resulta, desde la gestión,
imposible salirse. Consenso, a partir de expresiones que calan hondo en el imagina-
rio popular, del tipo “tenemos los mejores suelos, todos los climas, podemos alimen-
tar al mundo”, sin percatarse que el paradigma tecnológico-productivo ha cambiado
y los que van a alimentar (ya alimentan) al mundo van a ser (son) las corporaciones
que, de lejos, son las verdaderas ganadoras del mismo. Persuasión, a partir del rol
jugado desde algunos medios masivos de comunicación, corporaciones que respon-
den a la misma lógica, difundiendo sistemáticamente la idea -símil pensamiento
único- de la existencia de un solo modelo de agricultura. ¿Las economías regionales,
los productores extrapampeanos, que sustentan pueblos y pueblos de la extensa geo-
grafía argentina, no merecerían mayor espacio de conocimiento, difusión y atención
a sus estructurales inequidades?
Lamentablemente, “prevalece en nuestro país la noción que impulsan sus pro-
motores de que el modelo de agricultura industrial ha sido plenamente exitoso. Son
pocas las voces que señalan sus efectos nocivos y los de la difusión masiva de los
cultivos transgénicos en general: efectos sociales, económicos, medioambientales,
sanitarios, etc. Tampoco se discute en qué medida es perjudicial una excesiva espe-
cialización en la soja transgénica. Asimismo, se hace caso omiso de sus consecuen-
cias: la desaparición de medianos y pequeños productores y trabajadores rurales;
la creciente pérdida de la soberanía alimentaria; la gran vulnerabilidad a que está
siendo sometido nuestro agro a causa de la especialización en este cultivo exclu-
sivamente de exportación; el deterioro ambiental, que ha generado protestas, por
ejemplo, en poblados contaminados por las fumigaciones del glifosato por aire; la
pérdida de la biodiversidad en nuestro medio; la dependencia respecto de grandes
empresas transnacionales que, en forma creciente, son proveedoras excluyentes de
la semilla; la expulsión del sector de medianos y pequeños productores y campe-
sinos por parte de grandes sojeros, etc. Tampoco se señala el impacto que habría
tenido sobre la desocupación, el hambre y la pobreza y la creciente regresividad en
la distribución del ingreso en el nivel nacional” (Teubal, 2006: s/d).

b). 5
Y el Estado, ¿donde está? Estamos asistiendo al fin de un paradigma libe-
ralizador iniciado con la segunda posguerra a partir del cual, los Estados fueron
acotando paulatinamente su grado de participación en las economías nacionales. Sin
cavilar un momento, el Estado regresa: en el salvataje financiero, a nivel industrial,
auxiliando al mayor símbolo del capitalismo norteamericano, la General Motors. 149
Lo auspicioso resulta el margen con el que se cuenta desde la periferia: la
crisis tuvo su epicentro en el Norte y los primeros indicios del regreso se dieron
por esas latitudes. Lo esperanzador resulta del protagonismo tomado por el G-20;
los nubarrones se ciernen con el relanzamiento del Fondo Monetario Internacional,
recuperado en el epílogo de su existencia histórica.
Por ello, entendemos que YA nos encontramos en “(…) tiempo de nuevos o
reversionados paradigmas a partir de los cuales, comenzarán a gravitar el rol de
los Estados con fuerte participación de la sociedad civil en cuanto al acceso a los
derecho mencionados, con la conciencia de que el ecosistema es un organismo vivo
a preservar, generando el marco para que las empresas produzcan a partir de tec-
nologías limpias”. (Tomás, 2009)
Desde posturas desarrollistas aggiornadas, podemos comenzar a desandar el
camino extraviado en tiempos de pensamiento único. Bresser Pereira, nos provee un
marco teórico interesante para el abordaje:
“Y para el nuevo desarrollismo el agente fundamental es la nación, que usa
su Estado para generar el desarrollo. (…) la globalización es la competencia gene-
ralizada entre los Estados-nación y, por lo tanto, un momento del capitalismo en el
que los Estados-nación son más importantes que nunca (…) lo fundamental no es
simplemente la garantía de la propiedad sino una estrategia nacional de desarrollo,
que es un conjunto de instituciones, de leyes, de reglas y de políticas, de creencias
compartidas para generar oportunidades para la inversión productiva, la innova-
ción, el trabajo (…) porque la historia demuestra que el desarrollo se hace siempre
en base a capitales nacionales y ahorro interno”.19
El keynesianismo apreciado está basado en la Teoría Económica del Desarro-
llo, “le otorga al Estado un papel central, pero para llevar a cabo su tarea éste debe
ser financieramente sólido y administrativamente eficiente (…)
Pero solo tendrá sentido si parte de un consenso interno (…) entre los empre-
sarios productivos, los trabajadores, los técnicos del gobierno y las clases medias
profesionales; es decir, un acuerdo nacional”20.
Y continúa señalando al Estado con un “papel económico fundamental como
garante del buen funcionamiento del mercado y de las condiciones generales de la
acumulación de capital: educación, salud, infraestructura de transportes, comuni-
caciones y energía” (Bresser Pereira, 2007: s/d).
Aldo Ferrer, lo señala claramente: “el papel del Estado en los mercados es
insustituible. Queda claro que la economía de mercado necesita del Estado para
funcionar bien, eso es así desde el origen del capitalismo. Lo hizo Gran Bretaña,
cuna del capitalismo industrial. Existen límites, no se puede hacer todo. Aún así,

19. Bresser Pereira, Luis Carlos, “Hay espacio para un nuevo desarrollismo”, Diario Página/12,
Argentina, 29-04-07.
20. Bresser Pereira, Luis Carlos, Estado y Mercado en el Nuevo Desarrollismo. Revista Nueva So-
ciedad Nº 210, julio-agosto de 2007.
21. Aldo Ferrer: “La economía de mercado, para funcionar, necesita del Estado”, Diario La Capital
de Rosario, 21.06.09.
sigue existiendo una carga de resentimiento antiestatal, a pesar del final del para-
digma neoliberal y de que la imagen del Estado ausente para sacar las regulaciones
se desplomó a la par de la caída de las Bolsas. Hoy vemos que los Estado tuvieron
que venir a rescatar al sistema, tal como pasó acá en el 2002. Igual, en Argentina los
prejuicios subsisten, y como suele pasar acá no se discute la forma que debe tomar
la intervención estatal, sino directamente si se debe o no se debe hacer” .
Cuando podamos comprender y discutir ya no si el Estado debe intervenir o
no, sino la calidad de esa intervención, en términos de transparencia (controlado
por la sociedad civil), efectividad y eficiencia, siguiendo un modelo estratégico de
desarrollo nacional y regional en sintonía con los Estados de América Latina, empe-
zaremos a pensar y a internalizar que la seguridad y la soberanía alimentaria pueden
ser, efectivamente, asequibles.
Como veremos más adelante, ambos enfoques tienen mas puntos en común
que los que desde posiciones maximalistas no alcanzan (o no quieren) percibirse.
Y por lo tanto, implementarse en con el firme objetivo de erradicar el hambre. O al
menos intentarlo firmemente, lo que es, cualitativamente, un paso superador.

c) Diagnosticando
La humanidad produce actualmente más alimentos que en toda su histo-
ria y sin embargo una cifra superior al diez por ciento de la población
padece hambre. El hambre de esas 800 millones de personas ocurre al
mismo tiempo que otro record histórico: mil millones de seres humanos
sufren hoy en día sobrepeso (Patel, Raj, 2008:7)

“Desde que terminó la Guerra Fría, la Humanidad está pasando por una cri-
sis económica y social de una gravedad sin precedentes, que está llevando a grandes
sectores de la población mundial al rápido empobrecimiento. Una tras otras, las
economías nacionales se desploman y el desempleo abunda. Hambruna y miseria
prevalecen en el África subsahariana, en el sur de Asia y en algunas partes de La-
tinoamérica. Esta `globalización de la pobreza’ que en gran medida a revertido los
logros de la descolonización, se inició en el tercer mundo al mismo tiempo que la
crisis de la deuda de principios de los ochenta y la imposición de las letales refor-
mas económicas del Fondo Monetario Internacional.
El Nuevo Orden mundial se nutre de la pobreza y de la destrucción del medio
ambiente. Genera el apartheid social, alienta el racismo y las luchas étnicas, socava
los derechos de las mujeres y con frecuencia lanza a los países a confrontaciones
destructivas entre nacionalidades” (Chossudovsky, 2002:7)
Chossudovsky hablaba de este modo a fines de los noventa, cuando el Consen-
so de Washington comenzaba a desilacharse y aún, la implosión de la crisis de las
hipotecas subprime, los alimentos por las nubes igual que el petróleo de mediados
del 2008, estaban madurando las condiciones de la crisis actual.
De todos modos, apreciamos un ciclo que se abre con el colapso del sistema 151
de los socialismos reales y encuentra al mundo hoy en una “crisis de múltiples dimen-
siones que atentan contra el acceso a los derechos humanos más básicos como contra
la esencial proveedora de nuestra especie: la naturaleza; la verdadera crisis es la del
modo en que el mundo produce y genera desechos actuando con marcada lógica de
presente absoluto, es decir, una formidable crisis de valores”. (Tomás, 2009)
En idéntica línea, “en materia económica, las orientaciones neoliberales im-
puestas por el Fondo Monetario Internacional, con el consentimiento de los gobier-
nos locales, tienen una enorme gravitación en el aumento de la inseguridad alimen-
taria, al exigir la eliminación de los subsidios a los productos de primera necesidad
y destinar prioritariamente las riquezas producidas al pago de la deuda externa. La
feroz liberalización de las economías de los países en vías de desarrollo, erigida en
dogma en los ‘planes de ajuste estructural’ de los organismos financieros interna-
cionales, contribuye a desorganizar la producción agrícola del Sur. La situación se
agrava por los subsidios agrícolas de los países del Norte y las reglas desiguales del
comercio mundial. Además, la ayuda externa a la agricultura cayó fuertemente, en
términos reales, dese 1980(…). Las donaciones, sobre todo, se conceden en función
de criterios geoestratégicos y no benefician a los países que más lo necesitan” (Le
Monde Diplomatique, 2006:30).
Cualquier similitud de la vieja práctica alimentos por paz durante la Guerra
Fría, corresponde a vuestra imaginación. De ser así, estaríamos de acuerdo.
En otra línea, el Programa Mundial de Alimentos22 para América Latina y el
Caribe, sostiene que “en el último cuarto del siglo XX, la humanidad estaba ganan-
do la guerra a su más viejo enemigo. Desde 1970 a 1997 el número de personas con
hambre cayó de 959 millones a 791 millones –principalmente debido a los tremen-
dos progresos logrados en reducir el número de desnutridos en China e India. En la
segunda mitad de los años 90, sin embargo, el número de personas afectadas por el
hambre de forma crónica en países en vías de desarrollo aumentó a un ritmo de 4
millones por año. Para el 2000-2002, la cifra mundial total de personas desnutridas
había aumentado hasta 852 millones: 815 millones en países en vías de desarrollo,
28 millones en países en transición y 9 millones en países industrializados” (Progra-
ma Mundial de Alimentos en América Latina y el Caribe , 2007)23
¿Se está reconociendo implícitamente en estas líneas las consecuencias de las
reformas estructurales ´sugeridas` por los Organismos Financieros Internacionales o
es una observación subjetiva?
Entonces tendríamos:
- Un nuevo tiempo histórico que se abre con la caída del Muro de Berlín, a fin
de contextualizar el origen del proceso de empobrecimiento mundial.
- Organismos internacionales con sus exigencias de reformas estructurales li-
beralizadoras, implementadas con la connivencia de los gobiernos nacionales.

22. El Programa Mundial de Alimentos es la agencia de primera línea de Naciones Unidas en el


combate contra el hambre.
23. Véase http://es.wfp.org/hambre/el-hambre
- Gobiernos de los países del Norte subsidiando sus producciones, descono-
ciendo las reglas del comercio mundial, a tal punto que hoy, y todavía, la Ronda de
Doha se encuentra virtualmente estancada.
- La conjunción de varias crisis que se potencian en sentido negativo, cuya fa-
ceta mas dramática la representa la de los Alimentos, empobreciendo y hambreando
a millones y millones de personas en el planeta.

c). 1
La conjunción de diversos factores24, promovieron la actual crisis alimentaria
expresada en la suba de los precios de casi todos los productos en los últimos dos
años, por lo menos alrededor del 20% desde 2006 y se presenta al nivel más alto del
que se tenga registro.
Diversos factores han contribuido a este fenómeno25:
- Generales:
1- Contexto de globalización que entrelaza de una modo cada vez mayor los
mercados agrícolas con los no agrícolas (energía, industria, finanzas, etc.).
2- Crecimiento vegetativo de la Población mundial (Malthus planteaba que
la población crecía por progresión geométricamente y los alimentos por progresión
aritmética, lo que sigue en vigencia).
3- El Cambio climático y las limitaciones de recursos (en particular el sumi-
nistro de agua).
-Específicos:
1- Bajo nivel de las existencias mundiales (sobre todo del trigo y el maíz),
debido a dos años de cosechas inferiores al promedio en Europa, en 2006 y 2007.
2- Malas cosechas en importantes países productores –el caso de Australia- en
2006 y 2007.
3- Subsidios a largo plazo para los granjeros en el mundo desarrollado han
contribuido a reducir la producción en el mundo subdesarrollado, especialmente en
el África subsahariana. En una palabra, la sobreproducción artificial terminó aniqui-
lando la producción natural. 26
4- Acelerado crecimiento, de la demanda de producción de cereales para ela-
borar biocombustibles.
5- Fuerte crecimiento económico de China e India., con el consiguiente au-
mento de la demanda alimentos.
6- Vigoroso proceso de especulación financiera, dada la crisis financiera e inmo-
biliaria, que estalló en Estados Unidos en agosto de 2007: los grandes fondos de inver-
sión especulativos trasladaron millonarias sumas de dinero a la plaza internacional de

24. Algunos de los factores mencionados han sido presentados en un documento de la FAO, del año
2008.
25. Tomás, Claudio Luis, “La Crisis Mundial de Alimentos: algunas explicaciones a partir de una
mirada situacional desde América Latina, Argentina y Santa Fe” en Observatorio del Sur, U.N.R
www.observatoriodelsur.unr.edu.ar/secciones/articulos/_texto-ch-crisis-alimentos.pdf 153
26. Valiente Noailles, Enrique, El tsunami silencioso, Diario La Nación, Argentina 04.05.08
commodities. En los últimos nueve meses de 2007, el volumen de capitales invertidos
en los mercados agrícolas se quintuplicó en la Unión Europea y se multiplicó por sie-
te en Estados Unidos, según precisa Dominique Baillard en “Estalla el precio de los
cereales”27. La especulación en torno a los alimentos básicos empuja los precios de los
cereales y el azúcar hacia nuevos máximos, inalcanzables para una inmensa masa de
población, principalmente ubicada en Asia, África y América Latina. 28
Y esclareciendo aún más la variable especulativa, vemos que “el fatídico en-
carecimiento de los alimentos hay que buscarlo en la especulación oportunista en los
mercados de cereales. Funciona cuando se aprecia una situación potencial de esca-
sez, sea por un aumento desorbitado de la demanda -consumos en China o India- o
por una restricción de la oferta -malas cosechas mundiales en 2006 y 2007- y apare-
cen los procesos de acaparamiento, la elevación de los precios mayoristas a medio
plazo y las subidas de los precios minoristas a corto. La escalada de los precios se
convierte en letal para los países del Tercer Mundo, debido a un sistema perverso
que obliga a dichos países a exportar los alimentos que producen para compensar su
deuda exterior”. 29
Sin embargo, el Programa Mundial de Alimentos –en adelante PMA- sos-
tiene que el hambre aflige a una de cada siete personas en el globo y que no hay
escasez de alimentos en el mundo ya que hoy en día existen suficientes alimentos
para que cada ser humano lleve una vida sana y productiva.
Evidentemente el problema no es la escasez de productos agroalimentarios
sino de distribución y acceso al consumo de los mismos.
En este sentido, verificamos la estrecha relación entre el aumento de los pre-
cios del petróleo y de los alimentos, manifestada mediante el encarecimiento de los
fletes internacionales, la utilización de los derivados del petróleo como insumos
para la producción de alimentos y por la susceptibilidad de los alimentos de ser
convertidos en fuente de energía.

c) 2.
Según la FAO, en su Informe de Abril de 2009, referido a la actualización
de la emergencia alimentaria mundial, “la continuación de los precios altos de los
alimentos en los PBIDA sigue siendo un motivo de preocupación para la seguridad
alimentaria (…). La persistencia de los precios altos de los alimentos en los PBI-
DA30 continúa afectando al acceso a los alimentos de un gran número de grupos de
bajos ingresos de la población, debido a que los hogares más pobres gastan la ma-
yor parte de sus ingresos en alimentos y descuidan otras necesidades básicas. Los

27. Véase Le Monde Diplomatique, Edición Cono Sur, en la edición de mayo de 2008.
28. Dierckxsens, Wim, Especular con alimentos, Suplemento Cash, Diario Página/12, Argentina,
25.05.08
29. Precios de Hambre, editorial del Diario El País de Madrid, España, 20.05.08
30. Los Países de Bajos Ingresos y con Déficit de Alimentos abarca los países deficitarios de alimen-
tos con un ingreso anual per cápita inferior al nivel utilizado por el Banco Mundial para determinar
el derecho a recibir la asistencia de la AIF (es decir, USD 1 675 en 2005).
más afectados son los hogares pobres de las zonas urbanas y los agricultores con
déficit de alimentos, ya que dependen del mercado para los productos alimenticios
(FAO, 2009)
Naturalmente y desde el punto de vista geocultural, los países en emergencia
alimentaria mundial pertenecen al Sur.

Sintetizando31:
En el África occidental, se dan las siguientes condiciones:
- Persistencia de los precios altos de los alimentos.
- Empeoramiento de la situación del arroz importado, cuyo precio interno se
determina en función de los precios mundiales, por lo que la FAO recomienda in-
tervenciones en materia de protección social tales como, distribuciones selectivas,
ventas a precios subvencionados.
En el África oriental, las cosechas inferiores al promedio, los conflictos, los
disturbios civiles o una combinación de dichos factores llevan a millones de perso-
nas a la inseguridad alimentaria dejándolos inermes.
En Somalia, además, al caer los ingresos de remesas desde el exterior poten-
cian la dramática situación.
En Kenya, la regular afluencia de refugiados desde Somalia suma otro factor
de criticidad.
En Eritrea, la deficiente cosecha principal empuja a los precios de los cereales
muy arriba, traccionando de igual modo la inflación general de precios.
En Etiopía, se combinan los altos precios de los alimentos y la inseguridad en
la región somalí.
En el Sudán, los conflictos en Darfur y la expulsión de organismos humani-
tarios han decretado la vulnerabilidad alimentaria y general de ingentes masas de
población.
En Uganda, la sequía deteriora aún más la situación alimentaria.
En el África austral, el nivel siempre alto de los precios internos en algunos
países ha afectado la seguridad alimentaria en Zimbabwe –con un brote de cólera
en 2009-, Lesotho y Swazilandia.
En la región de los Grandes Lagos, los altos precios de los alimentos conti-
núan perjudicando a un gran número de hogares vulnerables en Burundi.
En el Lejano Oriente, la grave sequía en China a pesar de las lluvias recibi-
das al inicio de la siembra, junto con los abastecimientos de riego obtenidos median-
te la ayuda del Gobierno mejoraron las perspectivas de la cosecha.
En el Nepal, se potencian el alza de los precios y las malas cosechas.
En Sri Lanka, los resabios del conflicto civil continúan afectando la seguridad
alimentaria.
La República Popular Democrática de Corea, como consecuencia de las últi-

31. Datos extraídos en base a Perspectivas de cosechas y situación alimentaria 2009 ( FAO, 2010: 4-5) 155
mas magras cosechas, continua manifestando gravemente la escasez de los alimentos.
En el Cercano Oriente, la situación alimentaria en la Franja de Gaza sigue
siendo grave. En vista de ello, en enero de 2009 la FAO y el PMA aprobaron conjun-
tamente una Operación de Emergencia -en adelante OEM- destinada a otorgar asis-
tencia alimentaria durante un período de 12 meses (del 20 de enero de 2009 al 19 de
enero de 2010) a 365 000 personas muy afectadas: indigentes, grupos vulnerables,
personas desplazadas en el interior y agricultores damnificados.
En la República Árabe Siria, la FAO y el PMA aprobaron conjuntamente una
operación de emergencia en noviembre de 2008 para prestar asistencia alimentaria a
40.000 hogares (200.000 personas) afectados por la sequía. En el Yemen, los altos pre-
cios de los alimentos vigentes durante una gran parte de 2008 han empeorado la situa-
ción de la seguridad alimentaria de los hogares pobres que ya estaban sufriendo una in-
seguridad alimentaria de moderada a grave, aprobando la FAO y el PMA una operación
de emergencia durante un período de 12 meses (de enero a diciembre de 2009).
En América Central y el Caribe, Haití y Honduras todavía están recibiendo
ayuda internacional para recuperarse de la intensa segunda mitad de la temporada
de huracanes de 2008 que dañó gravemente los cultivos alimentarios y comerciales
y trastornó los medios de subsistencia locales. La disminución de los precios con
respecto a los niveles máximos alcanzados anteriormente y los buenos resultados de
las cosechas pequeñas de la segunda temporada están permitiendo una reducción del
número de los hogares afectados de vulnerabilidad alimentaria -que siempre sigue
siendo muy elevado-.

c) 3.
La contratara de este fenómeno es lo que sucede en los países del Norte, donde
GRAIN lo describe claramente:
“Los gobiernos con “inseguridad alimentaria”, que dependen de las impor-
taciones para alimentar a sus pueblos, se están adueñando rápidamente de tierras
agrícolas por todo el mundo en las cuales producir sus propios alimentos fuera
del país. Las corporaciones de alimentos y los inversionistas privados, ávidos de
ganancias en medio de la profundización de la crisis financiera, ven la inversión
en tierras agrícolas extranjeras como una importante fuente nueva de ingresos. El
resultado es que las tierras agrícolas fértiles se privatizan y concentran cada vez
más. De no poner coto a este proceso, el acaparamiento mundial de tierras podría
significar en numerosos lugares del mundo el fin de la agricultura en pequeña es-
cala y del campo como medio de vida y sustento” (GRAIN, 2008). Arabia Saudita,
Japón, China, India, Corea del Sur, Libia, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Qatar,
son algunos estados que realizan estas prácticas.
La situación, ha sido reflejada y difundida por el Financial Times, Bloomberg,
Reuters, El País de Madrid; ergo, merece intentar abordarla:
“Madagascar, un país-isla de Africa donde el ingreso por persona no llega a
1 dólar diario (320 al año), es famoso estos días por la película de animación que
lleva su nombre y porque -y este no es un cuento de niños-, la empresa surcoreana de
logística Daewoo negocia la compra de más de la mitad de su tierra cultivable para
sembrar allí y alimentar a los surcoreanos, cuyos ingresos rondan los 20 mil dólares
por año. (…)El caso fue difundido en diciembre por el diario británico Financial
Times y retomado por la prensa internacional. Las agencias de noticias Bloomberg
y Reuters y el diario español El País abundaron sobre los detalles del negocio”.32
Entonces, retomando las líneas expuestas cuando nos referíamos al Sistema Ali-
mentario Mundial, decimos que la compra de territorios realizada por determinados Es-
tados viene a aggiornar las prácticas geopolíticas, convirtiéndolas en prácticas geoeco-
nómicas ya que los territorios son adquiridos con el objetivo de ser utilizados en lógica
económico-comercial antes que ideológica, como sucedió durante la Guerra Fría.
Esa nueva lógica, persigue la finalidad de perforar su potencial situación de inse-
guridad alimentaria que en algunos casos tales como el de Daewoo, los Estados actúan
avalando a las corporaciones: “La modalidad Daewoo, que ya posee tierras en Indone-
sia y otros países, tiene aval del gobierno surcoreano, que busca garantizar para su po-
blación reservorios alimenticios y energéticos, igual que hacen China, Estados Unidos
y países mayormente superpoblados o con recursos insuficientes”.33
En perspectivas del crecimiento poblacional y ante el temor que genera la in-
seguridad alimentaria, los Estados y las empresas, desarrollan estrategias. Entre las
que mencionamos las que siguen:
- Algunos de ellos, y generalmente los Estados del Norte, se centran en no des-
articular su esquema de subsidios a fin de que su producción local no se vea afectada.
De esa situación, se explica el actual adormecimiento de la Ronda de Doha.
- Otros -generalmente los países productores del Sur- prefieren asegurar su abaste-
cimiento alimentario interno a partir de la utilización de los derechos de exportación. 34
- La tercera estrategia genérica que observamos es la compra de tierras pero,
en este caso, la división -casi taxativa- desaparece ya que Estados del Norte y del
Sur incurren en ella.
- Por último -e inercial y dramáticamente- a los Estados en emergencia ali-
mentaria más que estrategias, sólo les resta acudir al milagro de la Fe para sobrevivir
ya que las decisiones de los de la misma especie, hasta ahora, se encuentra lejos,
muy lejos, de lograrlo.

d) Relevando

Reconocida por su tremenda diversidad, fecundidad, riqueza y con-


trastes, América Latina y el Caribe produce lo suficiente para ali-
mentar a sus 522 millones de habitantes. No obstante, cerca de 53

32. Restivo, Néstor: Multinacionales y Gobiernos a la caza de tierras cultivables. Diario Clarin, Argen-
tina, 02.03.09.
33. Ibidem anterior 157
34. Candelaresi, Cledis; Argentina está acompañada, Diario Página/12, Argentina, 08.07.08
millones de personas no tienen alimentos suficientes para llevar una
vida activa y sana. (Extraido de one.wfp.org/spanish: “El PMA en
América Latina y el Caribe; Una región rica y fecunda”)

En su presentación, el Informe 2009 de los Objetivos de Desarrollo del Mi-


lenio de la Organización de las Naciones Unidas señala que “la Declaración del
Milenio fijó el 2015 como fecha límite para alcanzar la mayoría de los objetivos de
desarrollo del Milenio (ODM), que establecieron los parámetros cuantitativos para
reducir todas las formas de extrema pobreza a la mitad. A medida que se acerca esa
fecha, en menos de seis años, el mundo se encuentra sumido en una crisis económi-
ca sin precedentes por su gravedad y sus dimensiones mundiales (…) Es probable
que los importantes avances en la lucha contra la extrema pobreza logrados entre
1990 y el 2005, por ejemplo, se hayan estancado. Durante ese periodo, el número de
personas que vivían con menos de 1,25 dólares al día disminuyó de 1.800 millones
a 1.400 millones. En el 2009, se estima que entre 55 a 90 millones de personas más
que lo previsto antes de la crisis estarán viviendo en condiciones de pobreza extre-
ma” (ONU, 2009).
Luego de la contextualización pertinente, señalamos que América Latina y el
Caribe han venido mostrando -de modo regular- indicadores positivos en términos
económicos durante los últimos cinco años, lo que le ha permitido optimizar su per-
formance tanto cuantitativamente como cualitativamente en el diseño e implementa-
ción de políticas públicas, sobre todo en materia de seguridad alimentaria.
Es dable destacar que esta recuperación del rol activo de un Estado resulta
sumamente auspiciosa, dada la condición que otrora ostentaba durante los años no-
venta, en el marco del pensamiento neoliberal único cobijado bajo los parámetros
del Consenso de Washington.
Pareciera que, aquel Estado presentemente ausente intenta retomar la centra-
lidad necesaria tendiente a enfrentar, en este caso, el drama del Hambre. ¿estamos
ante un cambio de paradigma genuino? Y a propósito de este regreso del Estado a la
vida económica a partir de la crisis desatada desde mediados de 2008 cuya génesis
fue en el Norte, podemos ampliar la reflexión: ¿Significan las nacionalizaciones en
curso, y esta en particular, por lo emblemática y por tocar el sector industrial, una
vuelta del capitalismo mixto que prevaleció en Europa en la posguerra?35.
Sin poder argumentar posiciones definitivas, al menos, la proactividad de un
Estado que despierta aletargado no deja de ser una tendencia esperanzadora, cuya
consolidación está lejos de vislumbrarse aún.
Lo que si podría percibirse es la dinámica, a nivel latinoamericano, con el
desarrollo de Programas en la lucha contra el hambre, por lo que la Cooperación Re-
gional, más que la iniciativa individual de cada Estado, pareciera ser la que tracciona

35. Rapoport, Mario; El derrumbe de un símbolo, la nacionalización de General Motors cuestiona un


estilo de vida, Le Monde Diplomatique, Edición Cono Sur, agosto de 2009, p. 31.
la puesta en marcha de aquellos.
De todos modos, y viniendo la región de un lustro de crecimiento económico
“el problema del hambre persiste afectando en el 2003-2005 a aproximadamente 45
millones de personas, pese a que se trata de una región que produce alrededor de
30% más alimentos que los necesarios para satisfacer las necesidades energéticas
mínimas de todos sus habitantes” (FAO, 2008).
Concretamente, podemos observar dos niveles de acción en torno a la imple-
mentación de los programas de lucha contra el Hambre, en nuestra región:

INSTANCIA INTERGUBERNAMENTAL
1- Un nivel general, con origen en la Organización de las Naciones Unidas e
implementados regionalmente a nivel mundial.
2- Otro nivel específicamente regional y sectorial que si bien tiene origen (al-
gunos) en la Organización Mundial de la Agricultura y la Alimentación (FAO), la
pertenencia y el involucramiento territorial es su característica.

INSTANCIA SOCIEDAD CIVIL


El movimiento global que referencia a todos los movimientos es Vía Campe-
sina y en América Latina la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones
de Campo36 nuclea a los movimientos reivindicatorios de la soberanía alimentaria,
entre otras temáticas. Seguramente, el Movimiento Sin Tierra37 en Brasil, sea el de
mayor relevancia en América Latina.
Ampliando la INSTANCIA GUBERNAMENTAL, el primer nivel estaría dado
por el ya mencionado Programa Mundial de Alimentos que constituye la agencia
de primera línea de Naciones Unidas en el combate contra el hambre. El trabajo del
PMA es alimentar a los pobres con hambre y ayudarles a romper el ciclo del hambre
y la pobreza. El PMA distribuye ayuda alimentaria en proyectos de emergencia y
desarrollo que llegan directamente a los beneficiarios. Como instrumento de ayuda
alimentaria de las Naciones Unidas, el PMA usa sus alimentos para reducir necesida-
des en casos de emergencia y apoyar el desarrollo económico y social. El Programa
Mundial de Alimentos para América Latina y el Caribe ayuda a los gobiernos de la
región mediante:
- Programas de Ayuda Alimentaria
- Análisis y Mapeo de la Vulnerabilidad (VAM)
- Compras
- Logística
El segundo nivel estaría dado por la Oficina Regional para América Latina y el
Caribe, que depende de “la Organización de las Naciones Unidas para la Agricul-
tura y la Alimentación (FAO) conduce las actividades internacionales encaminadas

36. Véase www.movimientos.org/cloc/index.php 159


37. Véase www.mst.org.br
a erradicar el hambre. Al brindar sus servicios tanto a países desarrollados como
a países en desarrollo, la FAO actúa como un foro neutral donde todos los países
se reúnen en pie de igualdad para negociar acuerdos y debatir políticas. La FAO
también es una fuente de conocimientos y de información. La Organización ayuda
a los países en desarrollo y a los países en transición a modernizar y mejorar sus
actividades agrícolas, forestales y pesqueras, con el fin de asegurar una buena nu-
trición para todos.” 38
Los Programas implementados en este marco son:
- Programa Especial para la Seguridad Alimentaria (PESA) y sus varian-
tes nacionales denominados Programas Nacionales para la Seguridad Alimen-
taria (PNSA).
- Iniciativa para América Latina y el Caribe sin Hambre (ALCSH)
- Chefs contra el Hambre
- Planes de implementación nacional
• Hambre Cero.
• Oportunidades.
• Papea Perú.

- Estrategias de Seguridad Alimentaria39


• Seguridad Alimentaria en los Países Andinos: Hacia una Estrategia
de Desarrollo Rural Integral y Lucha Contra la Pobreza (Comunidad
Andina de Naciones – CAN).
• MERCOSUR Ampliado: La Seguridad Alimentaria y el Acceso a los
Mercados Internacionales de Productos Agrícolas y Agroindustriales
(Mercado Común del Sur – MERCOSUR.
• Seguridad Alimentaria en Centroamérica: Del Manejo de Crisis en el
Corto Plazo, al Manejo de Riesgos y Reducción de la Vulnerabilidad en
el Largo Plazo (Consejo Agropecuario Centroamericano – CAC).
• Food Security in CARIFORUM Countries Productivity Enhancement,
Trade Facilitation and Food Policy.

Además de los dos niveles señalados es necesario señalar las acciones del
Grupo Banco Mundial, organismo crediticio y de asistencia técnica que contribuye
con los países en desarrollo en la lucha contra la pobreza, que aumentó el Programa
para hacer frente a la crisis mundial de los alimentos y creó el Mecanismo de
apoyo al financiamiento agrícola.
Sintetizando, y coincidiendo con Jose Graziano da Silva quien es Represen-
tante Regional de la FAO ante América Latina y el Caribe, la implementación de los
Programas mencionados, permiten:

38. Véase http://www.fao.org/about/es/??


39. En www.rlc.fao.org/es/prioridades/seguridad/
1- la construcción de un marco institucional adecuado para promover leyes
de seguridad alimentaria y la creación de un acuerdo institucional que ayuda a los
distintos entes gubernamentales a trabajar conjuntamente por la seguridad alimen-
taria y el derecho a la alimentación;
2- el desarrollo de una fuerte conciencia social y de apoyo en torno a deter-
minados objetivos, como la erradicación a medio plazo de la malnutrición crónica
entre los niños menores de cinco años, y
3- la creación de un amplio acuerdo para monitorear los niveles regionales,
nacionales y subnacionales de desnutrición. 40
En la Introducción del presente trabajo sosteníamos la necesidad de aceptar la
pedagogía del dolor que provoca el hambre para que puedan generarse las políticas
públicas necesarias orientadas a intentar suprimirlo, de ahí lo esencial de la divulga-
ción de los trabajos inherentes tanto como la concientización de la sociedad civil,
actor clave a la hora de presionar a aquellos que ostentan la capacidad política de
revertir la situación.
La construcción del marco institucional adecuado para promover leyes de se-
guridad alimentaria, constituyen el fundamento del diseño y la implementación de
políticas públicas sustentables, cuales genuinas políticas de Estado, que se reclaman
desde estas líneas; el desarrollo de una fuerte conciencia social y de apoyo en torno a
determinados objetivos, equivale a nuestro planteo respecto de la necesidad de divul-
gar los trabajos que teorizan sobre el objeto de estudio, cuyos contenidos y planteos,
contribuirían a ‘ despabilar’ a la sociedad civil para lograr amplitud y legitimidad en
los planteos, como también a persuadir a aquellos que pueden revertir parte de la histo-
ria desde sus escritorios públicos; y la creación de un amplio acuerdo para monitorear
los niveles regionales, nacionales y subnacionales, sin lugar a dudas representa el
punto de llegada de la utopía de una América Latina, sin hambre.

e) Concluyendo

Nosotros no podemos ser ellos, los de enfrente, los que entienden la


vida por un botín sangriento: como los tiburones, voracidad y dien-
te, panteras deseosas de un mundo siempre hambriento (Hernández,
Miguel, “El hambre”, poema perteneciente a su obra El hombre ace-
cha (1937-39)

Recuperando dos de los conceptos clave del trabajo, decimos que “los cuatro
pilares de la seguridad alimentaria son la disponibilidad alimentaria, el acceso a la ali-
mentación, la estabilidad del suministro alimentario, y la utilización alimentaria”41.

40. Entrevista disponible en www.iaahp.net/fileadmin/templates/iaah/pdf/LASH_Dasilva_sp.pdf, sitio


de la Alianza Internacional contra el Hambre.
41. Véase FAO, “Derecho a la alimentación en la práctica¨. Curso de aprendizaje electrónico, Lección 2, 161
p.18 en www.fao.org/righttofood/kc/dl_es.htm
Por otro lado, la soberanía alimentaria es “el derecho de los pueblos a ali-
mentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesible, producidos de forma sos-
tenible y ecológica, y su derecho a decidir su propio sistema alimentario y pro-
ductivo”, de acuerdo a la Declaración de Nyéléni, Sélingué, Mali en 2007, cuyos
principios fundamentales referían a la alimentación como derecho humano básico,
la reforma agraria, la protección de recursos naturales, la reorganización del co-
mercio de alimentos, eliminar la globalización del hambre, la paz social, el control
democrático.
Hasta aquí, pareciera que estamos en presencia de dos enfoques contrapuestos, de
dos visiones que -excepto la reivindicación compartida del derecho a la alimentación-
pocos puntos podrían llegar a tocarse. Pero no; entendemos que concebirlos en términos
mutuamente excluyentes coadyuva una vez más a no encontrar caminos de resolución
efectivos y sustentables y a continuar dilatando la decisión de erradicar el hambre, a pe-
sar de contar con lo conocimientos suficientes para combatirlo (FAO, 2003).
Por lo tanto, si se tienen los conocimientos suficientes para combatir el Ham-
bre, ¿por qué no se acaba con el flagelo? ¿será porque prima una lógica utilitarista
y combatir el hambre no representa ningún beneficio para aquellos que definen las
políticas públicas? ¿por qué efectivamente no se tienen los conocimientos para ha-
cerlo? ¿por qué no es suficiente ni el enfoque ni lo medios materiales?

e). 1
Sin pretender plantear cuestiones meramente retóricas y menos aún, dejar de
reconocer los intereses que se movilizan en torno del Sistema Alimentario Mundial,
entendemos que la coyuntura impone soluciones consensuadas y tomando como eje
al Hombre y sus necesidades urgentes. Un nuevo enfoque que deberá lograr el deli-
cado equilibrio entre el ser humano, la naturaleza, los Estados y las empresas.
Luego, se estarían imponiendo dos lógicas que pueden complementarse pero
nunca excluirse: la lógica de la supervivencia por un lado y la lógica mercantil, por
el otro: o se combate el hambre por razones humanitarias o se lo combate para no
quedarse sin futuros mercados. Crudeza, más no ingenuidad.
Por ello, emerge la necesidad de un nuevo enfoque superador de la dicotomía se-
guridad/ soberanía alimentaria. El mismo, requiere acercar las premisas de cada uno de
los anteriores, consensuarlas y sintetizarlas en un enfoque integrador, que no se basa en
otro sustento que no sean los trabajos de aquellas Organizaciones específicas.
Partiendo de la premisa de que la existencia del Hambre en un mundo caracte-
rizado por la abundancia es una vergüenza moral, desde la seguridad alimentaria
en términos de la FAO y, que la eliminación de la globalización del Hambre es uno
de los principios fundacionales del ideario diseñado por Via Campesina desde la
soberanía alimentaria, observamos el primer punto de contacto, a fin de avanzar en
las coincidencias de ambos enfoques.
Por ejemplo, “el Programa Especial de la FAO para la Seguridad Alimentaria
reconoce el encruce de las condiciones de muchos sectores como la agricultura,
la tenencia de la tierra, la comercialización y los mercados y otros sectores para
lograr la meta del programa. Estas condiciones son vistas como creadoras del am-
biente necesario para lograr la meta”42.
Prosiguiendo en el análisis, uno de los principios de la soberanía alimentaria
es la propiedad de la tierra para producir y consumir los alimentos cual derecho ina-
lienable mientras que, desde la seguridad alimentaria se reconoce a la tenencia de
la tierra como uno de las condiciones creadoras del ambiente necesario para lograr
la meta. Pues bien, ¿qué significa en la práctica misma este último aspecto sino que
los agricultores sean los mismísimos dueños de la tierra que trabajan?
Si continuamos cotejando: la disponibilidad, el acceso a la alimentación y la
estabilidad, pilares de la seguridad alimentaria, ¿no es posible equiparlos con lo
que se plantea desde la soberanía alimentaria, acerca del derecho de los pueblos a
alimentos accesibles producidos en forma sostenible?
Y cuando se considera el ambiente necesario para lograr la meta y desde la IICA43
se habla de la necesidad de considerar las preferencias culturales, ¿acaso no se habla
de lo mismo, aunque con mayor énfasis, cuando desde la soberanía alimentaria
se plantea que el proceso debe estar adecuado a la cultura propia, a su historia, a su
propio ambiente natural?
Además, la Declaración de Madrid de la Reunión de Alto Nivel sobre Seguri-
dad Alimentaria para Tod@s de 2009 convocada por la FAO, plantea que los Esta-
dos tienen la responsabilidad primaria de hacer los máximos esfuerzos para respe-
tar, asegurar, satisfacer y promover el derecho a disponer de alimentos adecuados
de forma regular y permanente, ¿acaso no recupera en algún punto, la función que,
desde la soberanía alimentaria, se erige al Estado como actor fundamental en el
diseño de una política de producción, comercialización y acceso a alimentos sin
prescindir del medio sociocultural propio, recobrando parte de la centralidad otrora
ostentada cuando Estado de Bienestar?
Es por ello que, como decíamos al comienzo de la conclusión, podemos ver o
presentar ambos enfoques como visiones casi irreconciliables, sólo con un idéntico
origen: combatir el Hambre. Ello sólo lograría que se desperdiguen esfuerzos y se
neutralicen mutuamente las acciones tendientes a mitigar un drama cuyo origen no
reside en la producción u oferta de alimentos, sino en las asimétricas condiciones de
acceso a aquellos.
Pero, entendemos que bajo la impronta de la conciliación y la sinergia de las
instituciones vigentes sumando a ellas los nuevos enfoques en perspectivas proacti-
vas, podremos llegar a resultados más esperanzadores y aproximarnos cada vez más
a concretar el sueño de un mundo sin Hambre.
Para ello, y desde la cooperación internacional, será necesario aggiornar las

42. Véase FAO, “Derecho a la alimentación en la práctica¨. Curso de aprendizaje electrónico, Lección 2,
p.17 en www.fao.org/righttofood/kc/dl_es.htm 163
43. Véase http://www.iica.int/Esp/conocimiento/actualidad/Paginas/seguridadalimentaria.aspx
instituciones existentes para desplieguen la flexibilidad y permeabilidad necesarias
hacia la incorporación de las nuevas demandas que serán vitales para lograr el ejer-
cicio de los derechos humanos más elementales, como así también, promover la
atenuación de la conflictividad social.
El nuevo enfoque, de características convergentes, debería generar una nueva
institucionalidad superadora, que no necesariamente implique la creación de nuevas
instituciones sino que se relancen las ya existentes y que, de momento, resultan ne-
cesarias pero no suficientes. Será fundamental tomar y usufructuar la interacción
de las organizaciones de la sociedad civil, el potencial de sus recursos humanos, la
experiencia lograda y sus convicciones. De esta forma, bajo una firme decisión po-
lítica que sume los actores gubernamentales y no gubernamentales provenientes de
ambos enfoques, se potenciará el logro de la meta final.
Una nueva forma de cooperación internacional, devendrá en el ejercicio de
implementar sinérgicamente los programas en marcha y los nuevos que van a resul-
tar del consenso. La cooperación intergubernamental se potenciará a partir de
la discusión inter gubernamental y no gubernamental.

e). 2
Profundizando el análisis y en función de darle mayor fundamentación teórica
al nuevo enfoque propuesto, hallamos en el esquema del doble estándar o doble
componente44, pergeñado por la FAO hacia 2003 las razones por las cuales los en-
foques analizados, pareciera vienen transitando caminos paralelos, en un diálogo
de sordos que no contempla la existencia del otro -condición esencial de un nuevo
enfoque más democrático en el sentido de incorporar las voces no representadas
institucionalmente pero con aportes que pueden llegar a renovar la búsqueda de la
soluciones al drama del Hambre-. De los fundamentos que se esbozan, encontramos
algunos reveladores de la cercanía que se vislumbra entre los enfoques de seguridad
y soberanía alimentaria, y ellos son:
- Atención a las causas fundamentales de la inseguridad alimentaria: Promo-
ver no sólo el aumento de la productividad, sino también el acceso a los recursos, la
tenencia de la tierra, la remuneración de la mano de obra y la instrucción.
- Atención a las dimensiones urbanas de la inseguridad alimentaria: Tratar los
factores singulares que determinan el aumento de la pobreza urbana e incrementar la
seguridad alimentaria en cuanto a disponibilidad y acceso, promoción del mercado,
gestión de los recursos naturales y acceso a los servicios básicos.
- Fomento de la participación de todas las partes interesadas en el diálogo
que conduce a la elaboración de estrategias nacionales: Para asegurar un amplio
consenso en las cuestiones, los objetivos y las soluciones (FAO, 2006).
Raj Patel señala que, “la soberanía alimentaria implica una diversidad de

44. Véase FAO, Programa de lucha contra el Hambre: Enfoque de doble componente para la reducción
del hambre, Roma, Noviembre de 2003.
soluciones, no un monocultivo, no un enfoque patentado propiedad de una corpo-
ración única; no significa que un solo remedio sirva para todos: es un conjunto
de ideas, políticas y maneras de comer sensibles a la historia, a la ecología y a la
cultura, que respeten los derechos humanos” (2008:75)
Acaso, y como se indicaba anteriormente, ambas visiones y sin partir de pos-
turas filosóficas idénticas, ¿no refieren a cuestiones que, operativamente y desde la
negociación y el consenso, pueden aportar cada una desde su lugar y potenciar las
soluciones que se persiguen?
Creemos que mas allá de cualquier argumentación válida, hay una razón ur-
gente, excluyente, ineludible y contundente para pensar en la necesidad de desarro-
llar un nuevo paradigma integrador de las visiones, a priori antagónicas y es que el
hambre en el mundo alcanzará un récord histórico en 2009, con 1 020 millones de
personas que pasan hambre a diario, como señalábamos anteriormente, y que en
caso de no implementar las medidas apropiadas, el flagelo seguirá avanzando cual
sombra de ignominia que se cierne sobre toda la especie humana.
Las políticas públicas tienen la misión histórica de recuperar para sí y para
los hombres su sentido teleológico, cual dogma simple pero no menos absoluto y
vigente: la política es la vocación de servicio orientada al bien común; la primera
instancia de ese bien común es el derecho de todo ser humano a alimentarse.
Volviendo al inicio del trabajo, retomamos las inquietudes iniciales y le damos
respuestas posibles, más no únicas ¿se puede comenzar a abordar al Hambre Global sin
caer en el desasosiego? Definitivamente, no. ¿cuál es el sentido epistemológico de abor-
darlo desde el debate, desde la teoría? La respuesta está en la construcción de un nuevo
paradigma superador, a partir del cual se generen soluciones sustentables. Solamente
desde el diseño racional de un marco teórico apropiado podremos comenzar a ganar
las batallas contra el Hambre ya que si lo abordamos desde la dimensión emotiva, cual
impulso genuino de cualquier ser humano que se precie de tal, estaremos dejando en el
camino posibilidades de resolución sin explorar ya que cuando hablamos de Hambre no
hablamos de mediciones econométricas sino de vidas.
Y si bien el desasosiego no cejará hasta suprimirlo de las más recóndita aldea
del globo, habremos buscado los modos, bifurcaciones y atajos a fin de intentarlo;
de eso se trata.
De eso se trata.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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- Le Faim, Canadá, 1974, cortometraje, Director Peter Foldès. 167
La sustentabilidad en la Economía Social y
Solidaria: consideraciones en torno a sus
objetivos, propuestas y desafíos.

Pablo Ruggeri*

Actualmente, las discusiones teóricas en torno “desarrollo sustentable”, se encuen-


tran muy presentes en el ámbito académico. Tanto el tema del desarrollo, como el
de la sustentabilidad, disparan un sinnúmero de controversias refrendadas en posi-
ciones políticas, ideológicas y de prácticas disímiles, en ocasiones antagónicas o in-
compatibles. Precisamente, los debates en torno al desarrollo sustentable atraviesan
por un lado, aquellos defensores del sistema de producción capitalista y, por otro,
quienes proponen su superación o bien su eliminación como caso extremo.
Dentro de esta multiplicidad de voces, interesa aproximarnos al conocimiento
de cuál -o cuáles- son las propuestas de la Economía Social y Solidaria en torno
a la temática, siendo que a priori se presenta como promotora y articuladora de
otro desarrollo y otras relaciones sociales. Por lo tanto, el presente trabajo intentará
orientar la discusión en ese sentido, poniendo en debate la construcción histórica del
concepto de desarrollo desde esta latitud del mundo. Seguidamente, se expondrán
conceptualizaciones en torno al desarrollo sustentable y los debates circundantes a
la Economía Social y Solidaria, presentes en la actualidad. Por último se intentará
abordar la problemática de la sustentabilidad desde esta corriente de pensamiento
con el fin de plasmar sus límites y desafíos.

El desarrollo desde la periferia: algunas aproximaciones históricas y metodo-


lógicas

El mundo moderno tiene como origen la Europa del siglo XVI, cristalizándose
a finales del siglo XVIII, y pudiéndose apreciar algunas de sus características en la
actualidad1. Se concibe como el modo de organización de las relaciones socioeconó-
micas de la época, en donde el conjunto de los Estados-Nación a partir de la propia
dinámica de interacción explicaban los cambios sociales que se producían al interior
de ese “Sistema Mundo”. Una de las características principales del Sistema en el
siglo XVI es la existencia aparatos estaduales que van a ir transformándose hasta
llegar al capitalismo monopólico de Estado.
La economía del sistema mundo era la europea, cuyo espacio geográfico abar-

* Licenciado en Ciencia Política. Maestrando de la Maestría en Economía Social, UNGS. Adscripto a la Cáte-
dra Análisis de Políticas Públicas, Facultad de Ciencia Política y RRII, UNR.
1. Es necesario tener presente que hoy el debate académico suele girar en torno a la posmodernidad. Más allá
de esto, consideramos que ciertas variables de la modernidad no han sido modificadas del todo en la periferia
y por eso es importante retomarla como categoría central de análisis.
caba más que Europa y menos que el orbe. Este hecho, permite analizar las relacio-
nes comerciales con Japón y Rusia como con los países andinos. En este sentido, los
dos países mencionados no pertenecían a la economía por el tipo de mercancías que
comercializaban pues de allí provenían solamente artículos suntuarios. En cambio,
de América Latina provenían las materias primas junto con el oro y la plata. lo que
le otorgaba un grado de importancia trascendental para el normal funcionamiento de
Europa. De este modo, América Latina se constituye en la Periferia de la Economía
Mundo, entendiéndose por tal al sector geográfico que produce bienes de poca ca-
lidad (realizado con mano de obra mal remunerada) pero que,simultáneamente, son
esenciales para la vida cotidiana de esa economía (Evers, 1989).
Al abordar las relaciones centro-periferia, ya en el siglo XIX, en América Lati-
na, los países se están conformando como Estados-Nación y las concepciones sobre
desarrollo están imbuidas por las conceptualizaciones de la modernidad (consoli-
dada por la revolución Francesa) pero entendido aquél como desarrollo industrial,
tanto para criticar como para avalar al capitalismo, lo cual supone a la modernidad
como análoga al industrialismo.
Si el desarrollo es entendido en función del desarrollo de las fuerzas produc-
tivas, y es en los países capitalistas del “centro” donde encuentra su máxima expre-
sión, la periferia capitalista según Evers, (1989) incluye las formaciones capitalistas
en las que el éste no se desarrolló a partir de su surgimiento primario en Europa
Occidental, sino que se impone en forma históricamente secundaria a partir de la
existencia del capitalismo como modo de producción dominante en los centros he-
gemónicos mundiales.
Siguiendo a este autor, se plantea que el elemento constitutivo que define y da
origen al capitalismo de la periferia -al mismo tiempo que lo diferencia del capitalis-
mo de las metrópolis- es su génesis derivada: mientras que en los países centro-eu-
ropeos la historia del desarrollo es idéntica a su primer surgimiento a escala mundial,
en los países periféricos aparece como “reflejo” de ese desarrollo, y partiendo de la
existencia y el predominio del capital en el mercado mundial (Evers, 1989).
En el plano de las clases sociales la diferencia entre el capitalismo endógeno2
y exógeno el surgimiento del modo de producción capitalista. Particularmente, en
los lugares donde se produjo el “nacimiento” del capitalismo, esto conllevó a la su-
peración de las clases dominantes históricamente caducas por parte de nuevas clases
y capas progresistas, mientras que en las colonias la imposición del capitalismo va
acompañada de la subyugación de la totalidad de la sociedad autóctona, a las clases
dominantes de la sociedad extranjera.
Es posible pensar, que el criterio de hegemonía del desarrollo económico pue-
de servir de explicación para aquellos contados ejemplos históricos en los que algu-
nas economías (Prusia, Japón) realizaron un desarrollo capitalista subsecuente y hoy

2. Entendidos como procesos generados a partir del desarrollo de las relaciones sociales, políticas, productivas
y económicas desde el interior mismo de una sociedad (endógeno), o bien como producto de la “naturaliza- 169
ción” o “imposición” de prácticas externas, asumidas o plausibles de asumir como propias (exógeno).
en día forman parte de las metrópolis a pesar de estar confrontados en sus orígenes
con la existencia y el predominio del capitalismo a escala mundial.
Las estructuras de la producción creadas en el curso de la división internacio-
nal del trabajo implican que el excedente realizable de estos países, la mayoría de las
veces, consista en pocas materias primas de origen mineral o agrario. El grueso de
estos productos tiende a realizarse en el mercado mundial o en los países industria-
lizados, posibilitando en contrapartida. La importación de aquellos bienes que no se
producen en el país (de equipo, de consumo).
Desde los años cincuenta del siglo XX se avanza hacia un modelo de interna-
lización de la producción industrial. El nexo reproductivo se realiza con el mercado
mundial a través de la tecnología, modelos de consumo y sistemas de producción ex-
tranjeros. Con ello, el interés y el control de las burguesías metropolitanas se dirige a
los reflujos meramente financieros y (transferencia de ganancias y pago de licencias)
y la realización local. Síntoma de esta nueva forma de dependencia es el crecimiento
de las deudas externas de los países periféricos (Evers, 1989).
Profundizando, e intentando propiciar un marco un tanto más esquemático,
al abordaje en torno al mismo, Escobar (2002) propone analizar los paradigmas
del desarrollo en función de los tres paradigmas de las Ciencias Sociales (Liberal,
Marxista y Posestructuralista), a fin de comprender, sus propuestas, fines, actores y
racionalidades.

El paradigma Liberal
La clave del paradigma liberal (que podemos apreciarla desde Adam Smith,
Locke y Hobbes, hasta Milton Friedman o Jeffrey Sachs) es centrar la teoría en el
rol del individuo y su relación con la sociedad y el mercado. Desde esta perspectiva
los actores que asumen capacidades relevantes son precisamente, los individuos, las
instituciones y los Estados (Escobar, 2002).
La consigna en torno al desarrollo se plantea en la posibilidad de hacer con-
fluir capital, tecnologías y acciones estatales individuales como fórmula para que
las sociedades se desarrollen o sean desarrolladas. Este tipo de premisas podemos
verlas aún hoy en diversas políticas estatales o programas de ayuda internacional3.
El desarrollo propuesto por la teoría liberal apunta a ser un tanto más igualitario y en
definitiva tiene la intención de completar, profundizar y complejizar el “proyecto de
la modernidad”, concibiendo que el individuo, los mercados, la ciencia y tecnología,
son los que aportaran a que éste se realice. Sin embargo, esta teoría intenta universa-
lizar y naturalizar un tipo de racionalidad que no contempla otro tipo de realidades,
culturas, composiciones étnicas, etc. para las cuales no pueden pensarse fórmulas es-
tancas y únicas en pos de lograr el “desarrollo” y más precisamente porque quizás el
significado que le den a dicho término no sea el mismo que sugiere la modernidad.

3. Ver por ejemplo los programas del Banco Mundial (www.bancomundial.org) en donde los “programas de
desarrollo” replican este tipo de racionalidad.
El paradigma Marxista
A diferencia del paradigma liberal, el materialismo histórico concentra su es-
tudio en el trabajo y la producción y las relaciones que estas configuran: en definiti-
va, en las relaciones sociales de producción. Para esta corriente de pensamiento, ya
no serán ni el individuo, ni las instituciones los actores centrales, sino las clases y
movimientos sociales, infiriéndole al Estado también un rol protagónico en la confi-
guración de las relaciones sociales de producción (Escobar, 2002).
En la teoría marxista, el desarrollo en entendido en función de la ideología
dominante y del sentido que ésta le imbrique. En el capitalismo, el desarrollo, es
entendido por su fin ulterior que es la reproducción ampliada del capital. Aquí co-
mienzan a jugar un papel fundamental las ideologías en pos de la transformación de
las relaciones sociales de producción a partir del desarrollo de conciencia de clase.
Algunos teóricos marxistas enfatizan la necesidad de reorientar el desarrollo hacia
la justicia social y la sostenibilidad, lo que llaman un modernismo crítico, que des-
vincule al capitalismo de la modernidad4 En este sentido el problema no estaría dado
por la modernidad misma (ni la ciencia, el desarrollo o la tecnología) sin particular-
mente el uso que hace el capitalismo de dichos conceptos (Escobar, 2002).

El paradigma Posestructuralista
Por último, la teoría posestructuralista encuentra en el análisis del lenguaje,
las representaciones y significaciones, su centro de estudio. Mientras que los libe-
rales parten de la premisa que en las sociedades, el principio y fundamento es el
individuo, y en este sentido, para poder conocer cabalmente la realidad es necesario
estudiar el comportamiento de éste en vinculación con el mercado. Por su parte, la
teoría marxista propone el análisis de las condiciones materiales y la organización
de la producción para entender a la sociedad. A diferencia de ambas, para la teoría
posestructuralista, si la intención es conocer y entender la producción “real” de una
sociedad, necesariamente hay que comprender como dicha sociedad crea el lengua-
je, el significado y la representación (Escobar, 2002). Aquí lo importante son los pro-
ductores de conocimiento (los actores centrales en esta teoría son las comunidades
locales, los nuevos movimientos sociales, las ONGs, etc.) ya que entre el “quienes y
como” se produce dicho conocimiento, esta la producción de la ‘realidad’ misma.
La teoría posestructuralista cuestiona las construcciones de conocimiento en
torno al desarrollo y principalmente al subdesarrollo, cual fue la consecuencia sobre
el lenguaje y a partir de ello como se tradujo en el montaje de aparatos institucio-
nales para ‘propiciar’ el desarrollo (ONU, Banco Mundial, FMI, OMC, etc.). Esta
construcción de sentido, significó construcción de poder, particularmente de los ‘ex-
pertos’ que propiciaban planificaciones y formulas encapsuladas que respondían a
racionalidades diferentes a las que existían en los lugares donde aplicaban dichos
conocimiento (particularmente América Latina, Asía y África, los nichos centrales
del subdesarrollo). Así, para los posestructuralistas, el desarrollo se transformó en
Sobre la temática pueden consultarse autores como T. Adorno y M. Horkheimer, entre otros.
171
la práctica de vincular conocimiento y poder desde una racionalidad universalizable
(distinta a la existente en cada lugar). Consecuentemente, la transformación de la
economía estará dada por la modificación de los ‘actores’ del conocimiento. En este
sentido, interesa quién y cómo conoce, cómo circula el conocimiento, el discurso y
como éste crea poder.
A diferencia de la teoría marxista, para el posestructuralismo, la modernidad
y la racionalidad científico-tecnológica son parte del problema. Propender a moder-
nidades alternativas o alternativas a la modernidad son los caminos para estructu-
rar nuevos conocimientos y sentidos a las prácticas realmente existentes (Escobar,
2002). Quizá, pensar los modos o caminos en que se constituiría esta pluralidad de
conocimientos, que de cuenta de las múltiples racionalidades (y particularmente de
las “prácticas reales de una sociedad” como propone el posestructuralismo) es un
desafío importante pero no menos complejo, ya que requeriría de consensos que
parecieran estar incipientemente planteados pero lejos de estar resueltos.
Como pudimos apreciar, la temática del desarrollo puede abordase desde dife-
rentes concepciones teóricas, ideológicas y metodológicas. Si nos situamos desde la
“periferia” resulta pertinente preguntarnos cuáles son las características y condicio-
nes que posibilitan la perdurabilidad (no solo temporaria)de determinados procesos
de desarrollo y, en este sentido, cuáles son los elementos que lo sustentan y –par-
ticularmente- qué se entiende por sustentabilidad. En los párrafos subsiguientes se
intentará dar cuenta de estos interrogantes.

Sobre la sustentabilidad y el desarrollo sustentable


La noción de sustentabilidad acuñada por el capitalismo, particularmente, en
su etapa neoliberal, suele hacer referencia a una instancia microeconómica de desa-
rrollo, calculando la misma a partir de la racionalidad instrumental de las empresas
o emprendimientos, en donde el beneficio económico debe ser mayor a los costos.
Este tipo de racionalidad individualista presenta al “desarrollo económico” como
un fin en sí mismo sin interpelarse sobre las consecuencias que se deducen de él:
polarización económica, resquebrajamiento de lazos sociales, deterioro del medio
ambiente, pérdida de identidades culturales.
Se presenta entonces una tensión entre lo que el capitalismo considera como
sustentable y lo que las sociedades se plantean como instancias necesarias para la
reproducción de la vida. Existe un dilema por la apropiación del sentido que se
quiere inferir a dicha palabra particularmente la dicotomía capitalismo sostenible-
desarrollo sostenible5 (O’Connor, 2002). Sin lugar a dudas esta disputa por la apro-
piación de sentido es resultado de una confrontación político-ideológica más que
económica o semántica.
Entonces la sostenibilidad capitalista puede pensarse en tres sentidos: “’soste-
ner el curso’ de la acumulación capitalista a escala global, ‘proporcionar medios de

5. Ver por ejemplo los programas del Banco Mundial (www.bancomundial.org) en donde los “programas de
desarrollo” replican este tipo de racionalidad.
vida’ a los pueblos del mundo y ‘sostenerse sin ceder’ por parte de aquellos cuyas
formas de vida están siendo subvertidas por las relaciones salariales y mercantiles
(O´Connor, 2002:28). La complementariedad de estas tres proposiciones es lo que
daría al capitalismo la capacidad de ser sostenible. Sin embargo, para este autor, las
recurrentes crisis, el aumento de la pobreza, hambre y condiciones inhumanas de
vida de sectores cada vez más amplios del mundo, son las que determinan su inca-
pacidad de ser sostenible.
En contrapartida a esta conceptualización del ‘desarrollo económico’, algunos
autores teorizan respecto al Desarrollo Sustentable. En este sentido Milanez (2004)
propone cuatro aspectos estructurales para describirlo:

Aspecto Ambiental: la palabra sustentable está directamente vinculada a este


aspecto (a diferencia de aquellos que se describirán a continuación a los cuales y
según el autor, suelen proporcionarles la misma terminología pero que no dan cuenta
de ella y opacan su significado más que esclarecerlo). Esta posición se sostiene en
el hecho que el desarrollo actual está conduciendo a la sociedad global a un colapso
ambiental, surgiendo allí la demanda y el concepto de Desarrollo Sustentable. Apli-
car el término sustentable a los otros aspectos de dicho desarrollo es inapropiado y
trae más confusión que claridad a sus objetivos.
Aspecto Social: esta segunda instancia hace referencia a un desarrollo social-
mente justo. En efecto, el tipo de desarrollo neoliberal genera la imposibilidad de
sustentarse socialmente debido a que la “injusticia social” es condición sine qua
non del mismo. La progresiva concentración de la riqueza y el aumento de las des-
igualdades sociales promueven que sectores cada vez más amplios sean víctimas del
hambre y enfermedades evitables vinculadas con la pobreza y la miseria. Debido a
la destrucción ambiental provocada por la producción de bienes, la población consi-
derada pobre, ahora también sufre enfermedades degenerativas, fruto de la polución
ambiental.
Aspecto Económico: refiere a la viabilidad económica del mismo pues es un
requisito necesario e indispensable del desarrollo que se de la posibilidad de repro-
ducción de la vida (en sentido amplio, no solo de subsistencia) a partir de la obten-
ción de bienes materiales e inmateriales. Además, es importante remarcar que el
aspecto económico del desarrollo es un medio y no un fin en si mismo.
Aspecto Cultural: el último aspecto, propone como indispensable al desarro-
llo, el respeto cultural. Esta prerrogativa intenta poner en “jaque” una de las instan-
cias más características del desarrollo actual, la tendencia a hegemonizar un tipo de
comportamiento societal, rescatando al mismo tiempo el conjunto de valores que
estructuraran a las diferentes sociedades, es decir, sus culturas. “No es posible que
una comunidad se autorealice si no tiene como base a su cultura. Las culturas son la
mayor y más compleja expresión de la experiencia humana; constituyen la acumu-
lación de los conocimientos de las sociedades en determinados medios ambientes a
través del tiempo. Parte de ellas son los sistemas de valores, las estrategias de pro- 173
ducción, las formas de esparcimiento, las creencias religiosas, las manifestaciones
artísticas, científicas, filosóficas y tantas otras cosas que son totalmente co-evoluti-
vas, interdependientes, indispensables a la realización de las personas y expresiones
directas del entorno donde fueron creadas” (Milanez, 2004:138).
Casi sin temor a equivocarnos podríamos afirmar que la institucionalización
del desarrollo tal cual se ha planteado y ejecutado hasta el momento, sólo ha eviden-
ciado el carácter falaz de una de sus premisas centrales; es decir, el progreso econó-
mico sustentado en el “goteo”. Efectivamente este tipo de desarrollo sólo ha promo-
cionado el crecimiento de los sectores “modernos” de la economía, concentrando la
riqueza y regalando a las mayorías poblacionales de dichos “beneficios”, al mismo
tiempo que deterioraba el medio ambiente en pos del progreso (Barkin, 2002).

La Economía Social y Solidaria como vía para entender otro desarrollo


Las discusiones teóricas en torno a la construcción de ‘otra’6 economía están
horizontalmente trazadas por la problematización del desarrollo. Sin embargo, no to-
das las teorías arriban a conclusiones similares. Es necesario hacer un recorrido por
los conceptos7 de Economía Popular, Economía Solidaria y Economía Social, que
suelen asimilarse como sinónimos, pero que responden a posicionamientos políticos
e ideológicos diferentes y, como veremos, ponen en tensión distintos significantes y
por ende prácticas y objetivos.
A partir de los años ochenta del siglo XX comienza a impulsarse el concepto
de Economía Solidaria o de Solidaridad. En Chile, Luis Razeto, fundador e inves-
tigador del Programa de Economía del Trabajo (PET), institución no gubernamental
de inspiración cristiana que él mismo definió como “un centro independiente de
investigación y de servicios al movimiento laboral”, comienza una vinculación y un
estudio mucho más profundo de las organizaciones económicas populares.

6. “Otra” en contraposición a la economía basada en la acumulación de capital. Este tipo de economía, con sus
características diferenciadas, intenta ser una “alternativa” superadora de los principales problemas causados (e
inherentes) por la economía de mercado. Uno de ellos es la alienación que plantea al hombre trabajador. Para la
mayoría de los trabajadores, esto se traduce en tareas repetitivas, estresantes y cercenadoras del capital humano,
del potencial creativo de los hombres. La posibilidad de acceder a tareas innovadoras está al alcance de pocos,
mientras la automatización cae sobre el resto ampliando la exclusión y la precarización.
Otro problema asociado es la ampliación de las desigualdades. En la vorágine capitalista de la acumulación
incesante, las rentas mundiales se distribuyen cada vez más en forma regresiva. La amenaza creciente sobre la
supervivencia física del planeta y sus recursos naturales entra en la lista de las consecuencias a ser superadas.
Las practicas de la llamada economía solidaria, economía social, economía popular o economía del trabajo
y los valores, principios supone mecanismos que implican (autogestión, consumo responsable, producción
saludable, cooperativismo, empresa social, inversión ética, protección de la biodiversidad, etc.) y se presentan
como una contracorriente económica, pero sobre todo como una contracorriente ideológica, ya que implica
valores y prácticas que contradicen al sistema y sus principios. En las experiencias concretas se presenta la
lucha permanente de los hombres por la sustitución de los principios individualistas por principios colectivos
que favorezcan no sólo al grupo implicado en los proyectos, sino, a toda la sociedad.
Desde esta perspectiva, desde esta concepción del trabajo y de las relaciones sociales (entre las que se encuen-
tran las económicas), el trabajo es el eje y no el capital y la acumulación.
7. Para los efectos del presente trabajo no abordaremos las conceptualizaciones europeas de la Economía
Social, las cuales son muy ricas en el estudio del cooperativismo y mutualismo, pero no dan cuenta de la mul-
tiplicidad de experiencias y matices latinoamericanas.
Estas organizaciones son definidas como: “las diferentes formas de asociación
que, para enfrentar el problema de la subsistencia o para alcanzar la satisfacción
de necesidades básicas, se constituyen en los sectores populares, especialmente de
menores ingresos, contando en muchos casos con el apoyo o los servicios de alguna
institución de ayuda social. Se trata, en lo fundamental, de formas de organización
en las que una actividad o función económica se presenta como objetivo principal
(pero no exclusivo) del grupo, que de esta manera busca enfrentar sus problemas
económicos inmediatos a través de una acción directamente encaminada a solucio-
narlos. En perspectiva se busca, mediante la puesta en común de los propios escasos
recursos, junto a otros que se pueda obtener de donaciones y ayuda social, una cierta
reinserción en el mercado y una participación en los beneficios ofrecidos por insti-
tuciones de carácter solidario. Característica relevante de estas organizaciones es el
constituirse en base a valores no individualistas, autogestionarios, de solidaridad y
ayuda mutua, y el combinar funciones y actividades económicas, sociales, culturales
y educativas; ellas a veces se conciben a sí mismas como unidades económicas al-
ternativas, que aspiran a la autonomía, y como modos de organización que postulan
y tratan de llevar a la práctica líneas de transformación socio-económica y político-
cultural” (Razeto, Klenner, Ramírez y Urmeneta, 1990:50).
Desde este mismo paradigma se teoriza en torno a lo que se denomina Eco-
nomía de la Solidaridad8, entendiéndola como una búsqueda teórica y práctica de
formas alternativas de hacer economía, basadas en la solidaridad y el trabajo. El
fundamento de esta economía es la introducción de niveles crecientes de solidaridad
en las actividades, organizaciones e instituciones económicas, tanto a nivel de las
empresas como en los mercados y en las políticas públicas, lo que genera un incre-
mento en la eficiencia micro y macroeconómica y un conjunto de beneficios sociales
y culturales que favorecen a toda la sociedad.
A lo largo de la historia contemporánea y desde los orígenes del capitalismo,
se han desarrollado una diversidad de experiencias en torno a formas económicas
alternativas entre las cuales podemos nombrar las siguientes: cooperativismo, auto-
gestión, mutualismo, Economía Social y otros. Un rasgo que distingue a este tipo de
experiencias es que han sido orientadas por un pensamiento económico en términos
ético-filosóficos, lo que ha devenido en el establecimiento de principios orientadores
y modelos organizativos que expresan el “deber ser” de las mismas. En consecuen-
cia, se establecen normativas que indican el carácter jurídico y estatutario de las
organizaciones y, por lo tanto, el modo en que se organizan y funcionan dentro de
sus respectivas identidades.
Las formas en que han sido orientadas este tipo de experiencias sin duda han
sido útiles, especialmente para motivar a quienes participan de ellas; sin embargo,
los autores plantean que se mostraron insuficientes al momento de:
▪ proporcionar una adecuada guía y eficientes criterios de eficiencia económi-

8. Extraído de: Luis Razeto: “¿Qué es la Economía Solidaria?”, documento de presentación del Campus Vir- 175
tual de Economía Solidaria, disponible en http://economiasolidaria.net.
ca en los procesos decisionales y de gestión de las operaciones que realizan.
▪ Garantizar una identidad consistente a las experiencias y búsquedas que a
menudo pierden el perfil inicialmente deseado y se van semejando y subordinando a
las formas capitalistas y estatales de hacer economía respecto a las cuales aspiran a
diferenciarse y constituir alternativas válidas y viables.
▪ Generar la confianza y convicción suficiente respecto a su eficacia econó-
mica, como para atraer hacia ellas los recursos humanos, financieros y materiales
indispensables para su desarrollo.
▪ Asegurarles la autonomía cultural que necesita cualquier movimiento y pro-
ceso que aspire a realizar cambios profundos en la economía y en la vida social.
Como explicación de todas estas limitaciones, Razeto (1990) menciona el he-
cho que las experiencias cooperativas, autogestionarias, mutualistas y otras afines,
careciendo de un instrumental conceptual y analítico propio que las oriente en sus
procesos decisionales, a menudo recurren a aquellas herramientas de análisis pro-
porcionadas por la ciencia económica convencional que ha sido formulada a partir
de experiencias y racionalidades operacionales muy distintas y, en cierto sentido,
opuestas a las solidarias.
Los cuatro aspectos mencionados previamente -que implican limitaciones y
deficiencias- no pueden superarse sino mediante la disposición de una teoría cientí-
fica, elaborada en el mismo nivel de la disciplina económica. Y esto no sólo respe-
tando sino además, fortaleciendo la identidad económica alternativa que exprese de
modo coherente su racionalidad económica especial y que le proporcione criterios
rigurosos que guíen su proceso de toma de decisiones y su gestión y operación en
los mercados en que participan.
Entonces, para este autor, la concepción de la Economía de Solidaridad es
una elaboración científica de teoría económica que viene a llenar este vacío. Ella
se establece en el nivel epistemológico de la ciencia económica, y utiliza las herra-
mientas conceptuales y metodológicas propias de ésta, convenientemente ampliadas
y reelaboradas para expresar la identidad de formas económicas muy diferentes: la
racionalidad especial de las economías alternativas fundadas en la cooperación, la
autogestión, el mutualismo y la ayuda mutua. La Economía de Solidaridad constitu-
ye, en tal sentido, una contribución relevante al potenciamiento y desarrollo de las
búsquedas de economías alternativas eficientes.
A mediados de los años noventa, en Brasil comenzó a divulgarse la idea de
Economía de la Solidaridad, impulsada fundamentalmente por organizaciones no
gubernamentales, sindicales, y organizaciones populares estrechamente vinculadas
a la Iglesia Católica, más precisamente con Cáritas (Guerra, 2002). Las conceptua-
lizaciones que obtuvieron un mayor desarrollo fueron la de Economía Popular y
Economía Solidaria.
Por su parte, Economía Popular se entiende al “conjunto de actividades eco-
nómicas y prácticas sociales desarrolladas por los sectores populares con miras a
garantizar, a través de la utilización de su propia fuerza de trabajo y de los recursos
disponibles, la satisfacción de las necesidades básicas, tanto materiales como inma-
teriales” (Sarria Icaza y Tiriba, 2004:173) . En esa perspectiva, el concepto remite a
dos cuestiones fundamentales:
a) una dimensión de la economía que trasciende a la obtención de ga-
nancias materiales y está estrechamente vinculada a la reproducción
ampliada de la vida. Los actores de la Economía Popular desarrollan
estrategias de trabajo y supervivencia que buscan no solo la obtención
de ganancias monetarias y excedentes que puedan ser intercambiados
en el mercado. También buscan la creación de condiciones que favo-
rezcan algunos elementos fundamentales en el proceso de formación
y realización humana, como son la socialización del conocimiento,
de la cultura, de la salud, el acceso a la vivienda, etcétera.
b) un conjunto de prácticas que se desarrollan entre los sectores po-
pulares, manifestándose y adquiriendo diferentes configuraciones y
significados a lo largo de la historia de la humanidad (Sarria Icaza y
Tiriba, 2004).
El concepto Economía Solidaria es ampliamente utilizado y siempre hace
referencia a la idea de solidaridad, en contraste con el individualismo competitivo
característico del comportamiento económico de las sociedades capitalistas. Este
concepto refiere a las “organizaciones de productores, consumidores, ahorristas,
etc., que se distinguen por dos especificidades: estimulan la solidaridad entre los
miembros a través de la práctica de la autogestión y practican la solidaridad hacia
la población trabajadora en general, con especial énfasis en la ayuda a los más des-
favorecidos” (Singer, 2004:199). Esta opción por aquellos menos favorecidos hace
referencia a que las entidades que promueven la Economía Solidaria asumen como
actores prioritarios a las organizaciones de cooperativas conformadas por desem-
pleados, trabajadores en vías a perder su empleo por la crisis en la empresa que le
paga el salario y pobres en general. Precisamente, la Economía Solidaria surge a
fines del siglo XX como respuesta a las políticas neoliberales que propiciaron la
desregulación de la economía, y la liberación de los movimientos de capital, que
tuvieron como consecuencia en diversos países, el desempleo en masa, el cierre de
empresas y por ende el aumento de la marginación económica, pero también social
y política de vastos sectores de la población.
José Luis Coraggio entiende que la expresión Economía Solidaria o de So-
lidaridad “usualmente se usa como sinónimo de Economía Social, pero conviene
reservarlo para las corrientes ideológicas (sobre todo de vertiente cristiana de base
en América Latina) que buscan construir formas de acción económica orientadas
por valores afines al concepto de solidaridad hacia el otro y predominantemente
dirigidas a los pobres” (Hintze, 2007:107). En este sentido, Coraggio propone no
sólo acotar el campo teórico de estudio de la Economía Solidaria a las experiencias
autogestivas, cuya base de sustentación es la solidaridad de sus miembros, sino am-
pliarlo a todas las esferas de la sociedad, entendiéndolo como un proyecto político 177
superador. Así, propone al término Economía Social como “una concepción que pre-
tende superar la opción entre el mercado capitalista (al que asocia con la Economía
“a secas”) y un Estado central planificador y regulador de la economía (al que asocia
con las variantes del socialismo y la Economía Política)” (Coraggio, 2002:1).
Desde este concepto de Economía Social, Coraggio plantea que el mercado
capitalista debe ser superado porque es alienante en sí mismo y máxime por estar
dominado por el poder de los grupos monopólicos, que manipulan los valores, ne-
cesidades y formas de socialización a través de su control de la comunicación social
y además, actualmente tiende a excluir ingentes mayorías del derecho mismo a ser
consumidor y productor. Este autor continúa diciendo que el Estado centralizado
debe ser superado porque sustrae poder de la sociedad y asume la representación de
un bien común nacional, actuando como delegado que -en ausencia de una demo-
cracia sustantiva, fácilmente cae en la tentación de obedecer a los intereses de los
grupos económicos más concentrados- haciendo “gobernable” un sistema injusto y
socialmente ineficiente. “Esta economía es social porque produce sociedad (…) y no
está orientada por la ganancia y la acumulación de capital sin límites. Porque vuelve
a unir producción y reproducción, al producir para satisfacer de manera más directa
y mejor las necesidades acordadas como legítimas por la misma sociedad” (Corag-
gio, 2002:2. Cursiva en el original). Sin embargo y a pesar de esto, el autor señala
que el concepto de Economía Social se encuentra profundamente marcado por las
experiencias ligadas al cooperativismo, mutualismo y asociacionismo tradicional.
Por último, el término Economía Social y Solidaria, es propuesto por Susana
Hintze como forma de aunar en la teoría y en lo empírico -y quizás también como
apuesta política-, la larga tradición de asociativismo materializada en las cooperati-
vas y mutuales junto con las expresiones de asociativismo y autogestión más recien-
tes que se asumen como de Economía Solidaria. Más allá de las disputas concep-
tuales en torno a las implicancias de la utilización de uno u otro término, es válido
sostener, como lo hace la autora, la denominación de “Economía Social y Solidaria”
por razones teóricas, ya que se trata de un concepto más rico y menos restrictivo que
cada uno de los términos por separado, y , además, por razones empíricas, ya que
los distintos actores públicos no siempre manejan en su trabajo cotidiano estas dife-
renciaciones ni las argumentaciones de uno u otro lado, provocando que, en algunas
situaciones, los mismos términos se manejen de manera indistinta (Hintze,2007).
Ésta es la conceptualización que adoptaremos para entender a la Economía Social y
Solidaria como un subsistema (junto con el subsistema de la Economía del Capital y
el subsistema de la Economía Pública) dentro de un Sistema Económico Mixto.9

9. Para una mayor ampliación sobre el tema ver: José Luis Coraggio (2009), “Los Caminos de la Economía So-
cial y Solidaria”, presentación del Dossier, Flacso-Ecuador. Disponible en http://www.flacsoandes.org/dspa-
ce/bitstream/10469/295/1/03.%20Presentaci%C3%B3n%20del%20dossier.%20Los%20caminos%20de%20
la%20econom%C3%ADa%20social%20y%20solidaria.%20Jos%C3%A9%20Luis%20Coraggio.pdf
Desde el desarrollo sustentable hacia la sostenibilidad socioeconómica
A partir del planteo de la Economía Social y Solidaria como subsistema, sur-
ge indefectiblemente el tema de la sustentabilidad de los procesos productivos que
pretende promover.
Primeramente, la sustentabilidad suele estudiarse a nivel de microemprendimiento
y expresarse en una cuenta de capital, vigente en el imaginario no sólo del común de las
personas sino además en el de los técnicos, profesionales y de los mismos emprendedo-
res, como sinónimo de un saldo monetario favorable entre ingresos y gastos.
Para comenzar a buscar sendas que nos conduzcan a la sustentabilidad de los
emprendimientos de la Economía Social y Solidaria debe plantearse la idea de que,
en las nuevas formas de producción basadas en la organización autogestionaria de
los trabajadores y en la gestión de las necesidades con el fin de la reproducción am-
pliada de la vida de todos, actúan ciertas variables que no sólo se limitan a lo micro
económico y a sus comunidades locales (Coraggio, 2008). En este sentido, debe
considerarse un contexto más abarcativo en el que el rol del Estado y el mejor acceso
a los bienes públicos por aquél provistos son necesarios e indispensables. Entre otras
cosas, mencionamos las que siguen:
- una política fiscal progresiva que redistribuya desde los que más a los que
menos tienen;
- la implementación de un ordenamiento jurídico que reconozca y promueva
las formas autogestionadas de producción;
- el acceso a una educación básica de calidad;
- el conocimiento científico-tecnológico;
- mejoramiento de las condiciones sanitarias y del sistema de salud y de la
seguridad social que socialice riesgos;
- el derecho al pluralismo cultural y en las formas sociales de propiedad ;
- el derecho a la información fidedigna, etc. (Coraggio, 2008).
No sólo las transferencias de recursos (en sentido amplio) del sector estatal
influyen sobre la sustentabilidad, además hay otros dos factores importantes: las
capacidades y disposiciones de los trabajadores que cooperan a nivel micro; las dis-
posiciones de dichos trabajadores a cooperar y coordinarse entre unidades micro-
económicas. Es decir, en el nivel meso (Coraggio, 2008), ampliando la dimensión de
la lucha por la Economía Social y Solidaria, en forma de lucha por la participación
popular. Esta lucha por la participación popular transcurre, particularmente, en el
modo de resolver las contradicciones y conflictos de intereses inmediatos al interior
del campo popular condicionan la sustentabilidad.
La sostenibilidad socioeconómica (que sería el concepto propio de la Economía
Social y Solidaria en un proceso de transición) admite a los aparentes subsidios econó-
micos generalizados a: la educación, la capacitación, la exceptuación de impuestos, los
sistemas de salud, en función de la redistribución progresiva por parte de la Economía
Pública. También los aportes de trabajo: trabajo voluntario, redes de ayuda mutua, uso de
la vivienda para la producción, que no se consideran costos. De esta manera, los empren- 179
dimientos deben poder cubrir sus gastos monetarios sin atribuir valores a capacidades y
recursos no obtenidos en el mercado, y alcanzar su objetivo de lograr la reproducción de
sus miembros o comunidades de referencia (Coraggio, 2005).
Son condiciones de la sostenibilidad en la Economía Social y Solidaria: el cui-
dado de las bases naturales (humanas y no humanas) de la producción y reproduc-
ción; la extensión continua de las relaciones asociativas solidarias y la ampliación
del sector social que involucra. No se trata de una economía pobre para pobres.
El individualismo metodológico, por el que la viabilidad de cada micro em-
prendimiento determina, por agregación, la viabilidad de todo el resto de la Econo-
mía Social y Solidaria, no resulta adecuado ni serio. Lo que determina la viabilidad
y sostenimiento de las iniciativas particulares es el cambio del contexto estructural
meso socioeconómico por otro más consistente (Coraggio, 2008). No obstante, lo
inviable e irracional para la sostenibilidad mercantil estricta puede ser condición de
reproducción de muchas otras actividades (por ejemplo empresas recuperadas con
altos índices de sustentabilidad que son promotoras y ejecutoras de microcréditos.
Esta actividad que podría prefigurarse poco sustentable para las mismas (empresas
recuperadas), genera sin embargo disponibilidad de recursos para otras unidades
productivas, fomentando la cooperación entre los trabajadores).
Aplicar los cálculos de sostenibilidad de la racionalidad instrumental a los
microemprendimientos es difícil, cuando no imposible. Es necesario tener en cuenta
que los emprendimientos económicos de los trabajadores pueden no tener beneficios
en sentido estricto y, pese a ello, ser justificables económicamente, en el contexto de
una nueva definición de economía, encendiéndola como “el sistema que se da una
sociedad par definir, movilizar, distribuir y organizar recursos con el fin de producir,
intercambiar y utilizar bienes y servicios útiles para satisfacer cada vez mejor y
transgeneracionalmente las necesidades legítimas de todos sus ciudadanos” (Cora-
ggio, 2004: 171). Creemos necesario aclarar que ningún emprendimiento podría sos-
tenerse de no percibir algún tipo de rédito -ya sea monetario o no- inmaterial, social,
etc., que permita o facilite la reproducción ampliada de la unidad productiva.
La sostenibilidad anticipada regida por la racionalidad instrumental que suele
calcularse para un producto dado y una técnica dada de producción al comienzo de
la iniciativa, como forma de diagnosticar su posible viabilidad, puede ser útil en
primera instancia. Pero las capacidades, los productos, las técnicas y las condiciones
y oportunidades de mercado variarán tanto como las necesidades. Cambiaran en-
tonces la productividad y los resultados en valores de uso y de cambio, implicando
un proceso de aprendizaje mayor a los seis meses o el año de maduración que sue-
len preverse en los programas. Esto puede apreciarse cuando muchas incubadoras
institucionalizadas prevén un plazo prolongado de “incubación”. Por ejemplo, el
Complejo de Cooperativas de Mondragón considera un promedio de cinco años para
probar la sostenibilidad de una nueva cooperativa (Coraggio, 2008).10

10. Es válido también resaltar que todavía en nuestro continente no contamos con un ejemplo de trabajo aso-
ciativo, tan acabado como el Complejo Mondragón, pero que sin duda puede tomarse como instancia de refe-
rencia para la generación de políticas que fortalezcan la Economía Social y Solidaria
En relación con estos plazos, y teniendo en cuenta que el crédito puede ser una
herramienta, válida y útil a la hora de que los microemprendimientos puedan propo-
nerse un salto tecnológico, maduración de los proyectos o bien superación de crisis.
Desde la perspectiva de la construcción y sostenibilidad de un sector de economía
social y solidaria no es lo mismo acceder al micro crédito gestionado como parte
del proceso del ciclo del capital financiero que hacerlo como parte de un sistema de
socialización de los ahorros, por ejemplo (Coraggio, 2008).
La existencia del mercado en donde se encuentran estas distintas formas de
producción, para algunos llevaría forzosamente a aplicar un mismo concepto de
competitividad. Aceptar la competitividad como criterio supremo prioriza el valor
de cambio por sobre el valor de uso y la ganancia sobre la satisfacción de las nece-
sidades para la buena vida.
Estas ideas requieren hablar de la supuesta soberanía del consumidor al que se
disputan empresas capitalistas y empresas o emprendimientos del sector social y so-
lidario. Para la Economía Social y Solidaria, las decisiones que orientan al consumo
no se reducen a las variables precio, precio-calidad. De hecho, existen elementos so-
cialmente simbólicos que la Economía Social debe hacer manifiestos como parte de
su producción: efecto sobre la sociedad, el status, la ciudadanía, el medioambiente
sano, la sinergia sobre el desarrollo local y el entorno social de la vida de los consu-
midores (Coraggio, 2008). Informar al consumidor sobre estos efectos tiene un costo
que pocos emprendedores pueden asumir; por lo tanto es función del Estado -y la
sociedad- hacerse cargo de esa tarea, como así también de proporcionar información
sobre las empresas que no cumplan con sus obligaciones (leyes sociales, fiscales) o
bien sus actividades propicien la superexplotación, la contaminación ambiental o la
degradación de los entramados sociales.
Los tiempos que demanda la construcción que propone el autor y que impli-
can cambios institucionales, culturales, de relaciones de poder, de constitución de
nuevos sujetos colectivos, de reformas profundas del Estado y de la cultura política,
no pueden pensarse a corto plazo. Esta nueva construcción de sentido y racionali-
dad, implica la interlocución de actores e intereses disímiles (para llegar a acuerdos
comunes) que a priori - y en función de ser serios y consecuentes con la propuesta
(de Economía Solidaria)- no son viables en lo inmediato. Sin embargo estas pro-
posiciones no están sustentadas sólo en hipótesis o valorizaciones y aspiraciones
ideológicas sino que, se sustentan en un camino ya trazado y en numerosas expe-
riencias existentes a las cuales hay que posibilitarle visibilidad a fin de generar un
pensamiento y prácticas que apunten a fortalecerlo.
En conclusión, y a partir de todo lo expuesto, podríamos afirmar que el con-
cepto de sostenibilidad no es propio de la microeconomía, sino del nivel meso
sociopolítico-económico (Coraggio, 2008). En este sentido, es primordial intentar
correrlo del eje que le asigna el paradigma economicista al momento de pensarlo
como instancia organizacional fundamental de la producción social y re-significarlo,
a partir de todas las particularidades analizadas. 181
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