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Soberanía y
Seguridad Alimentaria
Desarrollo rural, soberanía y seguridad alimentaria / compilado por Cristina Díaz
y Eduardo Spiaggi. 1a ed. Rosario: UNR Editora. Editorial de la Universidad Nacional
de Rosario; FODEPAL - Núcleo de capacitación en Políticas Públicas FAO/RALC -
Observatorio del Sur - UNR, 2011.
ISBN 978-950-673-869-3
© Eduardo Spiaggi. 2011
Guillermina Curti
Soledad Brunetti
Mirian Musso
Laura Rastelli
Mauricio Spillere
María Paola Ukic
Graciela Ottmann
Danilo Renzi
Alejandro Miretti
Eduardo Spiaggi
Erika Beckmann
Jorge Cardelli
Marcos Monteverde
Claudio Tomás
Pablo Ruggeri
Índice
Prólogo
por Eduardo Spiaggi y Cristina Díaz 7
Introducción
por María Elena Nogueira 9
Cristina Díaz
Responsable del Equipo Técnico.
Eduardo Spiaggi
Director.
Introducción
Desarrollo Rural, Soberanía y Seguridad
Alimentaria: a modo de Introducción
El presente trabajo colectivo presenta las diversas propuestas discutidas alrededor del
“Foro Desarrollo Rural, Soberanía y Seguridad Alimentaria” realizado por la Prime-
ra Cátedra FODEPAL, “Observatorio del Sur” durante noviembre de 2009. Siendo el
cuarto de este tipo de encuentros, los Foros han servido para introducir temas relevantes
en la agenda pública, promover la discusión entre los distintos participantes, mostrar
estrategias de intervención en el territorio y pensar propuestas para el futuro de una
problemática clave: el Desarrollo Rural y la Soberanía Alimentaria.
El libro se compone de dos partes: una primera destinada a artículos de in-
vestigación y una segunda, con relatos de experiencias sobre la temática y comu-
nicaciones breves. En la primera parte se encontrarán los trabajos de Guillermina
Curti, Soledad Brunetti, Mirian Musso, Laura Rastelli, Mauricio Spillere y María
Paola Ukic que se inscribe en una investigación llevada adelante por el Grupo Po-
lítica y Gestión de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de
la Universidad Nacional de Rosario en los espacios de investigación de la cátedra
respecto de la Seguridad y Soberanía Alimentaria.
En segundo lugar, se presenta el trabajo de Graciela Ottmann, Danilo Renzi,
Alejandro Miretti y Eduardo Spiaggi con la colaboración de Gonzalo Colomar,
Javier Couretot, Violeta Pagani y Maite Pigini. En este caso, se trata de docentes
e investigadores de la Facultad de Ciencias Veterinarias que forman parte del Co-
mité Ejecutivo y de asesoría técnica del Observatorio del Sur que avanzan en sus
investigaciones sobre el uso de indicadores de sustentabilidad presentando casos
concretos por eco-regiones socio-productivas.
La parte siguiente incluye Comunicaciones de diverso tipo hilvanadas en la te-
mática central del texto que se presenta: la Soberanía Alimentaria. Allí encontramos
una serie de trabajos sobre agencias y programas estatales y sus experiencias en torno al
tópico. La primera de las comunicaciones es de autoría de Erika Beckmann y presenta
el relato de la experiencia de intervención en torno a la Agricultura Urbana con origen
en la Municipalidad de Rosario. En segundo lugar, el trabajo de Jorge Cardelli presenta
el papel de la Universidad pública y sus responsabilidades en este sentido. En el tercer
trabajo, Marcos Monteverde se explaya sobre la implementación de la Agencia Santa-
fesina de Seguridad Alimentaria y sus efectos en el último tiempo.
Por su parte, el texto de Claudio Tomás, de carácter más teórico, integra la
cuestión de la Seguridad y la Soberanía Alimentaria en cuanto a su diagnóstico, re-
levamiento y propuestas alternativas. Finalmente, el trabajo de Pablo Ruggeri apor-
ta a la discusión desde una mirada más académica y crítica, revisando las opciones
para pensar y generar acciones en el marco de la Economía Social y Solidaria de
modo sustentable. 9
Las problemáticas del Desarrollo Rural, la Soberanía y Seguridad Alimenta-
ria están hoy en el tapete. Mientras se espera que la población mundial crezca en
número en forma progresiva, el acceso a alimentos se convierte en una cuestión a
tener en cuenta para cualquier estrategia de desarrollo que se ponga en práctica. La
discusión sobre la distribución de estos alimentos y no tanto su oferta, en un contex-
to productivo teñido por una tecnología rentable pero muy cuestionada en términos
sociales y ambientales, es una de larga data, hoy encrudecida de cara a las disputas
por territorios y recursos escasos, el agua por ejemplo.
Los trabajos que se presentan en este libro contribuyen a esta discusión y
muestran los aportes del arduo y constante trabajo del “Observatorio del Sur”, pri-
mera cátedra FODEPAL, que desde sus inicios se encuentra involucrada o mejor,
ha sido creada para involucrarse, en dichas problemáticas.
Políticas, económico-productivas y ecológico-ambientales que conforman el
desarrollo sustentable.
11
Análisis de las políticas públicas
regionales en materia de seguridad
y soberanía alimentaria
1. Introducción
El presente documento desarrolla la investigación realizada por el Grupo Po-
lítica y Gestión de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la
Universidad Nacional de Rosario, en el marco de la Cátedra Fodepal: Observatorio
del Sur. Desde el mismo, se ha requerido trabajar para el año 2009, la temática de la
Seguridad y la Soberanía Alimentaria. En este marco se propone abordar el “Análi-
sis de Políticas Públicas Regionales en materia de Seguridad Alimentaria”.
Partiendo de indagar respecto de cómo se problematiza e interviene en la te-
mática alimentaria en Rosario, y su área metropolitana1, nuestro trabajo se propuso
como objetivos:
1.- despejar las improntas dominantes y los alcances que les otorgan los sos-
tenedores de visiones como las de asistencia, seguridad y soberanía alimentaria, en
su solapamiento y confrontación expresados en el despliegue territorial de políticas
de actores públicos y privados.
2.- reconstruir el sentido y resultados de lo actuado al presente, proporcionan-
do elementos para una evaluación crítica y eventual reorientación.
Para tal fin se ha trabajado sobre dos planos distintos pero íntimamente rela-
cionados, que se reconocen, interpelan y retroalimentan, a saber:
• el plano NACIONAL, para reconstruir cómo se conceptualiza el problema,
se define la cuestión, y se diseñan estrategias de intervención en relación a la segu-
ridad alimentaria.
• el plano LOCAL, para indagar acerca de las mismas dimensiones recono-
cidas, pero añadiendo lecturas sobre la incidencia de su implementación en el terri-
torio (en término de percepciones, reapropiación creativa, márgenes de autonomía,
posibilidades de logro de objetivos planteados, etc.)
De esta forma, interpelamos -al mismo tiempo- la complejidad de ambos pla-
nos a la luz de categorías predominantes para nuestro análisis, tales como:
* Los autores son investigadores del Centro de Estudios “Política y Gestión” en la Facultad de
Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario.
1. Integrada por las localidades de Alvear, Arroyo Seco, Capitán Bermúdez, Fray Luis Beltrán,
Funes, General Lagos, Granadero Baigorria, Ibarlucea, Pérez, Pueblo Esther, Puerto General San
Martín, Roldán, Rosario, San Lorenzo, Soldini y Villa Gobernador Gálvez (Rosario Metropolitana
2008, Diagnostico Participativo, Plan Estratégico Metropolitano Región Rosario). 13
- Intervenciones sociales del Estado.
- Política, Política Publica y Política Social.
- Importancia de los territorios y del desarrollo rural y regional.
El análisis de actores nos permitió reconocer el modo de nombrar, definir
y conceptualizar que los mismos realizan acerca de la temática alimentaria. Estos
marcos, que estructuran posicionamientos y condicionan análisis, son rescatados en
este trabajo con el objeto de redescubrir los argumentos que se esbozan al momento
de problematizar la temática de la Seguridad y Soberanía alimentaria. De este modo,
también poder descifrar la predominancia de algunos marcos sobre otros que, en
conjunto con el patrocinio que se hace de ellos por parte de instituciones, organiza-
ciones de investigación y/o investigadores, implica reconocer estrategias y recorri-
dos desarrollados para imponer la vigencia de unos sobre otros.
El recorte espacial realizado para nuestra investigación se encuentra demar-
cada por la llamada Rosario y su área metropolitana. Este área se configura como
un territorio abierto e interconectado, un espacio construido socialmente, resultado
de las estrategias de organización de los actores y del tipo de instituciones que lo
conforman. Es el espacio privilegiado de la interacción y del conflicto, donde se
desenvuelven múltiples relaciones sociales que lo identifican.
El alcance del Área Metropolitana está definido por dos criterios: a) continui-
dad urbana (reconociendo la máxima prolongación del área así como su potencial de
urbanización), y b) vinculaciones e interdependencias socioeconómicas.
Rosario y su área metropolitana forman un ámbito predominantemente urba-
no, estructurado en torno a una ciudad central articulada con otras localidades que
cuentan con mercados de trabajo y ámbitos comerciales vinculados entre sí. Este es-
pacio territorial presenta un perfil social, cultural y económico complejo, con niveles
importantes de interacción e interdependencia.
Cabe aclarar, además, que este criterio de delimitación es utilizado para la
elaboración de informaciones censales y estadísticas nacionales. Por ejemplo, el Ins-
tituto Nacional de Estadísticas y Censos –en adelante INDEC– utiliza como catego-
ría Aglomerado Gran Rosario para la realización de indicadores permanentes tales
como la Encuesta Permanente de Hogares.
Por su perfil económico–productivo, Rosario y su área metropolitana se están
convirtiendo en el primer centro agroindustrial del país y en uno de los más impor-
tantes de América Latina.
La estructura productiva de la ciudad y su área está formada por una multipli-
cidad de actividades que integran ramas agroindustriales tradicionales con aquéllas
vinculadas a las tecnologías de información y comunicación, pasando por un desa-
rrollado sector de servicios y una industria alimenticia altamente competitiva.
El área metropolitana de Rosario contiene el complejo oleaginoso más impor-
tante del país y el que más contribuye a las exportaciones argentinas. Datos de los
últimos años muestran que Santa Fe es la tercera provincia productora de cereales
del país.
Según datos del Municipio de Rosario (Rosario Metropolitana, 2008), las ex-
portaciones de granos cerealeros a través de los puertos fueron de 28.919.397 tone-
ladas (año 2006). Por su parte, más del 55% de dichas exportaciones se realizaron
desde las terminales portuarias de Up River, que incluyen las terminales que van
desde Puerto General San Martín al norte hasta Arroyo Seco al sur.
Siguiendo la misma fuente, podemos afirmar que la producción de granos
oleaginosos de la provincia, en la campaña 2006/2007, representó el 22,5% de la
producción nacional, con 11.600.000 toneladas. La soja, con el 97,4% de la pro-
ducción total de oleaginosos sigue siendo el cultivo más relevante. En el 2006, la
producción de aceites de Santa Fe representó el 76,6% de la producción nacional. La
industria aceitera del área metropolitana de Rosario, en el año 2007, contaba con 9
establecimientos activos (siendo dos de ellos los más grandes del país) y generador
del 53% de la capacidad de molienda del país, con un volumen anual de 26 millones
de toneladas.
Si consideramos el perfil exportador por grandes rubros se destaca el fuerte
sesgo de Rosario y su área hacia la exportación de manufacturas de origen agrope-
cuario. (Rosario Metropolitana, 2008).
4. Extraído de http://www.wto.org/indexsp.htm
19
5. Extraído de http://www.iica.int/esp/conocimiento/actualidad/Paginas/seguridadalimentaria.aspx.
El subrayado es nuestro.
que no será sometida, o de que no padecerá situaciones adversas o de insuficiencia de
aquellos alimentos básicos constituyentes de su alimentación cotidiana. La seguridad
alimentaria regional es, al mismo tiempo, condición de confianza e instrumento para
que América Latina mantenga y amplíe su capacidad de negociación, su presencia y
peso específico en el mundo, su margen de maniobra, su grado de autonomía relativa,
su derecho y voluntad de disponer de tecnologías apropiadas y de conocimientos y posi-
bilidades de efectuar manejos adecuados de sus agrosistemas.” En la Reunión Regional
de Alto Nivel sobre Seguridad Alimentaria en América Latina y el Caribe, desarrollada
en mayo del 2008, los temas más relevantes debatidos por los delegados de los Estados
Miembros del SELA se destacaron los siguientes6:
a) El alza de los precios de alimentos a escala global afecta a la mayoría de los
productos agrícolas más importantes para nuestra región y tiene repercusiones negativas
tanto para los países exportadores como importadores netos de alimentos.
b) Los factores explicativos del alza de precios de los alimentos son múltiples,
unos de corto plazo y otros que responden a tendencias estructurales de largo plazo.
c) Las respuestas a la presente crisis han sido diversas, y se han dado tanto en el
plano nacional como regional y multilateral. Dada la naturaleza de la crisis, se requieren
estrategias de políticas que enfrenten los problemas vinculados del lado de la demanda,
pero también medidas de largo plazo que incidan sobre la oferta mundial de alimentos.
d) Además de tomar en cuenta la situación presente en cada país, las respuestas
nacionales –y también las regionales y multilaterales– deben siempre priorizar a los es-
tratos sociales más vulnerables de la población.
e) Las estrategias para el enfrentamiento de las causas y manifestaciones de la ac-
tual crisis también tienen que incluir, de manera destacada, la utilización de mecanismos
de cooperación regional entre los países de ALC.
Por otro lado, el tema y concepto de Soberanía Alimentaria surge y se desarrolla
por la sociedad civil en los años noventa como respuesta a diversos enfrentamientos po-
líticos basados, principalmente, en modelos de desarrollo capitalistas. Su presentación a
nivel mundial tuvo lugar en 1996, de forma paralela a la Cumbre Mundial de la Alimen-
tación, organizada por la FAO celebrada en Roma. (Niemeyer y Scholz, 2008).
La idea sobre una Soberanía Alimentaria tiene bases de sustento que le dan solidez
a la posición, a la estrategia política, al discurso y al actuar de las agrupaciones y movi-
mientos que la apoyan alrededor de todo el mundo.
La organización mundial Vía Campesina, que promueve un modelo campesino
basado en la agricultura y en la producción sustentable, con recursos locales, en armonía
con la cultura y las tradiciones locales, nos habla de, “Soberanía Alimentaria”, entendida
como el derecho de los pueblos, las naciones o las uniones de países a definir sus políti-
cas agrícolas y de alimentos, sin ningún dumping frente a países terceros.
De este modo, según Vía Campesina7, la soberanía alimentaria organiza la produc-
ción y el consumo de alimentos acorde con las necesidades de las comunidades locales,
6. Extraído de http://www.sela.org/sela/seguridad_alimentaria.ASP
7. Para mayor información ver: www.viacampesina.org
otorgando prioridad a la producción para el consumo local y doméstico. Proporciona el
derecho a los pueblos a elegir lo que comen y de qué manera quieren producirlo. La so-
beranía alimentaria incluye el derecho a proteger y regular la producción nacional agro-
pecuaria y a proteger el mercado doméstico del dumping de excedentes agrícolas y de
las importaciones a bajo precio de otros países. Reconoce así mismo los derechos de las
mujeres campesinas, la gente sin tierra, el campesinado y la pequeña agricultura tienen
que tener acceso a la tierra, el agua, las semillas y los recursos productivos así como a un
adecuado suministro de servicios públicos. La soberanía alimentaria y la sostenibilidad
deben constituirse como prioritarias a las políticas de comercio.
Una de las definiciones más recientes corresponde a la Declaración de Nyéléni
(Mali) en febrero de 2007 durante el Foro Social Mundial del mismo año. Su descripción
acerca de Soberanía Alimentaria es “el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y
culturalmente adecuados, accesible, producidos de forma sostenible y ecológica, y su
derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo”. (Niemeyer y Scholz,
2008:10. La cursiva es nuestra).
Vía Campesina fomenta siete principios para lograr una Soberanía Alimentaria
(Niemeyer y Scholz, 2008:10).
1. Alimentación, un Derecho Humano Básico.
2. Reforma Agraria.
3. Protección de Recursos Naturales.
4. Reorganización del Comercio de Alimentos.
5. Eliminar la Globalización del Hambre.
6. Paz Social.
7. Control Democrático.
Así entendida, la soberanía alimentaria es el derecho de cada pueblo a definir sus pro-
pias políticas agropecuarias y en materia de alimentación, proteger y reglamentar la produc-
ción agropecuaria nacional y el mercado doméstico a fin de alcanzar metas de desarrollo
sustentable, decidir en qué medida quieren ser autosuficientes, impedir que sus mercados se
vean inundados por productos excedentarios de otros países que los vuelcan al mercado in-
ternacional mediante la práctica del dumping. La soberanía alimentaria no niega el comercio
internacional, más bien defiende la opción de formular aquellas políticas y prácticas comer-
ciales que mejor sirvan a los derechos de la población a disponer de métodos y productos ali-
mentarios inocuos, nutritivos y ecológicamente sustentables. (Declaración sobre la Soberanía
Alimentaria de los Pueblos, por Vía Campesina y otros).
Desde esta perspectiva, la soberanía alimentaria de un pueblo es un tema de se-
guridad nacional, de soberanía nacional. Si para alimentar a su población, una nación
debe depender de los caprichos del mercado internacional, de la voluntad de una super
potencia al utilizar los alimentos como instrumentos de presión internacional, o de la im-
previsibilidad y los altos costos del transporte de larga distancia, ese país no está seguro,
ya sea con respecto a la seguridad nacional o a la seguridad alimentaria.
Para los sostenedores de este concepto, la soberanía alimentaria va más allá del
concepto de seguridad alimentaria, según éstos, ha sido despojado de su verdadero sig- 21
nificado por las diversas maneras en que el concepto ha sido manipulado por diferentes
intereses creados. Seguridad alimentaria significa que cada niño, cada mujer y cada
hombre deben tener la certeza de contar con el alimento suficiente cada día. Pero el
concepto no dice nada con respecto a la procedencia del alimento, o la forma en que se
produce. De ese modo, Washington puede argumentar que la importación de alimentos
baratos desde los Estados Unidos es una excelente manera que tienen los países pobres
de lograr seguridad alimentaria, más que si la producen ellos mismos. Pero la impor-
tación masiva de alimentos subsidiados baratos socava a los agricultores locales, obli-
gándolos a abandonar sus tierras. Ellos engrosan las cifras de los hambrientos, ya que
su seguridad alimentaria se pone en manos del mercado cuando migran a los barrios
urbanos pobres, en donde no pueden hallar un empleo asalariado que les permita vivir
bien. Para lograr una seguridad alimentaria genuina, los pueblos de las áreas rurales
deben tener acceso a tierra productiva, y a recibir precios justos por sus cosechas que
les permita gozar de una vida digna (Rosset, 2003. Énfasis nuestro). La propuesta de
estas organizaciones para eliminar el hambre y reducir la pobreza es a través del desa-
rrollo económico local. Una forma de lograr dicho desarrollo en las áreas rurales es crear
circuitos locales de producción y consumo, donde las familias de agricultores vendan sus
productos y compren lo indispensable en poblaciones locales.
De acuerdo con Vía Campesina, “la soberanía alimentaria da prioridad de acceso
al mercado a los productores locales. El comercio agrícola liberalizado, que brinda acce-
so a los mercados sobre la base del poder en el mercado y a bajos, a menudo subsidiados,
precios, niega a los productores el acceso a sus propios mercados.” (Via Campesina,
2002). Lo que Vía Campesina y otros dicen es que enfrentamos una verdadera confron-
tación entre modelos económicos en el mundo rural. El contraste entre el modelo domi-
nante, basado en la agroexportación, las políticas neoliberales y el libre comercio, versus
el modelo de soberanía alimentaria, no podría ser más descarnado. Donde un modelo ve
a los agricultores familiares como un anacronismo ineficiente que debería desaparecer, el
otro los ve como la base de las economías locales y del desarrollo económico nacional.
(Rosset, 2003)
Así, las organizaciones mencionadas, exigen la exclusión de los alimentos y la
agricultura de los acuerdos comerciales como la Organización Mundial del Comercio,
el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el Área de Libre Comercio de las
Américas y otros acuerdos regionales y bilaterales. Ellos ven a la liberalización des-
controlada del comercio como una fuerza que conduce a los agricultores a abandonar
sus tierras y como el principal obstáculo al desarrollo económico local y a la soberanía
alimentaria.8
Hemos encontrado repercusiones de esta postura en manifestaciones de organi-
zaciones de la sociedad civil en nuestro país. Así, resulta interesante citar cómo en el
Encuentro Latinoamericano de Mujeres Urbanas y Rurales por la Soberanía Ali-
mentaria -realizado en la Provincia de Santa Fe, Argentina, en octubre del 2005- se
35
Alimentos nutritivos, culturalmente adecuados, accesibles, producidos en forma
sostenible y ecológica
Para hacer un análisis de esta dimensión priorizada es menester señalar que la
misma ha sido elegida en mayor número de ocasiones por los actores. Esto es, que los
actores consultados reconocen que la cuestión alimentaria en la región está atravesada
por esta dimensión: “Alimentos nutritivos, culturalmente adecuados, accesibles, produ-
cidos en forma sostenible y ecológica.” En relación a la pertenencia institucional de
los consultados, éstos coinciden en ser actores gubernamentales o bien forman parte de
organizaciones de la sociedad civil.
En esta dimensión, los actores enfatizan dos aspectos fundamentalmente: el para
quién se producen los alimentos y el cómo se producen. Del análisis de la información,
surge la idea que la producción de alimentos debe asegurar el acceso de los mismos a
la población. En otras palabras, que se produzcan alimentos culturalmente adecuados,
esto es, rescatando lo local en la selección, elaboración, y producción de alimentos. Asi-
mismo, aparece la necesidad de potenciar, activar, mostrar, impulsar las producciones
sociales locales. Surge la cuestión de las economías “invisibles”, las informales, y la
importancia de reivindicarlas, de hacerlas “visibles” ya que como señala un actor, no
compiten con las grandes empresas, sino que las complementan.
Por otro lado, lo importante en la cuestión alimentaria, es fomentar redes y aso-
ciaciones de producción, destinadas al consumo familiar, comunitario, y también a la
comercialización. También, rescata un actor, que esta producción no sólo asegure el con-
sumo de la población, sino que también genere riqueza a la región.
Se vislumbra la idea de que en el proceso de potenciar lo local, también se per-
mita definir culturalmente qué producir, de modo de establecer límites con la soberanía
alimentaria.
Otra cuestión a rescatar es el cómo producir. En repetidas ocasiones se apela a la
sustentabilidad ambiental. Si bien no aparecen definiciones acerca de qué entender como
“sustentable ambientalmente” se hace referencia a buenas prácticas agrícolas, al cuidado
de la tierra, la utilización racional de agroquímicos y antibióticos, etcétera.
Para finalizar, la cuestión alimentaria está atravesada por la necesidad de rescatar
lo local y lo nativo, del territorio, de lo argentino, de los pueblos, de la soberanía, desde
las producciones sociales, informales, invisibles, que no compiten con el mercado, pero
lo complementan a través de procesos de producción ecológicos, racionales, sustenta-
bles, sanos, que se puedan sostener en el tiempo.
Asistencia Alimentaria
Solo cinco de los actores entrevistados priorizaron como dimensión primordial
de la temática alimentaria, la cuestión de la asistencia alimentaria; vinculada, para los
actores que la mencionaron como prioritaria, con la intervención social del Estado. En
muchos casos también aparece asociada a una estrategia para intervenir frente a la pro-
blemática del acceso a los alimentos y en este sentido se plantean: “Asistirlos para que
realmente puedan llegar a una institución donde puedan obtener los alimentos indispen-
sables para la nutrición”. De esta forma, un rasgo del asistencialismo es la significación
de la acción como acto moral. A nivel discursivo, se plantea un cuestionamiento de la
validez del concepto de derecho social, que es sustituido por el de deber moral. “La
asistencia social ha dejado de obedecer al derecho de los desposeídos para constituirse
en un deber moral de aquellos que están en condiciones materiales de ayudar” (sea un
particular, un gobierno, un partido político, etc.) (Vacarissi, s/d). En este mismo marco,
encontramos algunas afirmaciones de AGM que alegan que es necesario “políticas para
brindarle acceso a la alimentación a los sectores más postergados, cualquiera se la
vía.” La asistencia –en este caso alimentaria- se asocia a estrategias de focalización,
es decir, destinada para los sectores más vulnerables de la población. La focalización
implica un nivel de creciente selectividad de la población a la cual se dirigen las inter-
venciones públicas, justificado generalmente por la necesidad de eficacia y eficiencia en
el gasto público social (Andrenacci, 2002:178). Otros actores han asociado la asistencia
como una obligación por parte de las instancias estatales de intervenir en las cuestiones
alimentarias y en el “derecho a ser asistido”.
Siguendo a Vacarissi (s/d), podemos afirmar que en muchos casos se toman como
sinónimos políticas de asistencia con políticas asistencialista o asistencialismo. Esta con-
fusión lleva muchas veces a rechazar a ultranza respuestas que brindan asistencia mate-
rial, cuando el problema no es el recurso o beneficio entregado sino la intencionalidad
y la concepción de sujeto de derecho o no que subyace en el responsable –individual o
colectivo– de desarrollar la acción. En consecuencia, “... la asistencia social a los pobres
puede ser: un gasto inútil, un adormecedor de conciencias, un desestímulo al esfuerzo
propio, un medio de control social”, pero también puede ser la primer instancia de un
proceso que apunte a generar mejores condiciones de vida –enmarcadas en la autono-
mía y dignidad de las personas- a amplios sectores sociales que actualmente no pueden
satisfacer sus necesidades fundamentales, ante las condiciones socioeconómicas de des-
igualdad y exclusión vigentes.
Las cuestiones involucran a actores que pueden hallarse objetiva y/o subje-
tivamente afectados por las mismas. Sin embargo, no existe una correspon-
dencia necesaria entre la situación de un actor en relación con una cuestión
y su propensión a movilizarse activamente en la defensa o cuestionamiento
de dicha situación. (Oszlak & O´Donnell, 1976).
Actores Menciones
ONG 9
Min. Des. Soc. Prov. SF 7
Min. Prod. SF 7
Gob. Nac 6
Gob. Prov. SF 5 Actores
INTA 5 Primarios
Min. Salud SF 5
Universidad 5
Mercado De Frutas
Y Verduras Ros 4
Centros De Salud 3
Municipio De Rosario 3
Org. Consumidores 3
ASSAl 2
Cámara De Empresarios 2
Colegios de Profesionales 2
Comedores 2
Mercado Solidario 2
Min. Cultura Prov. 2
Actores
Municipios 2
Secundarios
Org. Productores 2
Partidos Políticos 2
Programas Mun. Rosario 2
Clubes 1
Gremios 1
Iglesia 1
Medios Com. 1
Mov. Soc. 1
Sec. Mun. Funes 1
Vecinales 1
43
4.3. LA CUESTIÓN DE LA SEGURIDAD Y SOBERANÍA ALIMENTARIA:
TEMA DE AGENDA
Con el objeto de reconstruir las intervenciones que los actores realizan en rela-
ción con la temática estudiada, hemos decidido indagar si la Seguridad y Soberanía
Alimentaria se constituyen en temas de agenda para los actores entrevistados.
Frente a esta búsqueda la mayoría de los actores han afirmado que la cues-
tión de la Seguridad y Soberanía Alimentaria constituyen temas de agenda para sus
organizaciones, algunos de una forma directa, ya que son instituciones que se han
conformado con fines específicos para intervenir en la misma.
Sin embargo, otros actores han afirmado que la temática constituye un tema de
agenda pero de un modo indirecto ya que la cuestión fundamental de su agenda es la
temática alimentaria en general.
Se han observado dentro de las argumentaciones de los actores entrevistados
algunas contradicciones manifestadas explícitamente, ya que alegan que estas cues-
tiones son tema de agenda pero “no pueden ser pensadas como políticas de Estado
integralmente concebidas”, reconociendo a partir de esto la complejidad que supone
intervenir en cuestiones de Seguridad y Soberanía Alimentaria.
Algunos de los AGM han manifestado que no se constituye como tema de
agenda ya “que no existe financiamiento” o que “es una cuestión crítica y lo que se
trata de hacer es atender a toda la demanda”.
Resulta interesante también, remarcar como un ASC apela a que “la Seguri-
dad Alimentaria se relaciona con poner en agenda de su organización y de otros
actores representativos, la necesidad de abastecer de alimentos al mundo y la posi-
bilidad que nuestro país cuenta en este sentido”.
Como conclusión, podemos observar que la mayoría de los actores han mani-
festado que la temática estudiada constituía uno de los temas de su agenda. Sin em-
bargo como bien señala Aguilar Villanueva (1993), los temas/ cuestiones/ problemas
que se encuentran en la agenda de las organizaciones implican de modo explicito o
implícito una intervención en consecuencia.
De este modo contrastaremos las principales conclusiones extraídas de este
apartado con las intervenciones que los actores realizan.
t1SPHSBNB/VUSJS.ÈT
Asistencia t5BSKFUBEF$JVEBEBOÓB
Alimentaria t"CBTUFDJNJFOUPEF
AGP
víveres AGM
Seguridad t$PNFEPSFT
Alimentaria Comunitarios
t4FHVSPEFDBQBDJUB-
ción de empleo
t1SPEVDDJØOEF
alimentos saludables
t1SPEVDDJØOZ7FOUBEF AGP
semillas híbridas AGM
“tradicionales” (sin ASC
Acceso físico eventos transgénicos)
a los t$BQBDJUBDJØO
alimentos permanente a
productores
t'PSNBDJØOEFSFEFT
DPOQSPEVDUPSFTZ
Autoproduc- consumidores
ción de t'FSJBTEFWFOUB
alimentos t$BNQB×BTEFEJGVTJØO
t1SPNPDJØOEF
consumo responsable
t1SPNPDJØOEF
producciones
regionales artesanales
ZTFNJJOEVTUSJBMFTFO
forma cooperativa
t3FHJTUSPEFMPT
FTUBCMFDJNJFOUPTZ
productos alimenticios
que se elaboran en la
1SPWJODJBEF4BOUB'F
Sistema de Informa-
DJØOZUSB[BCJMJEBE
t$SFBDJØOEF AGP
Buenas Seguridad legislación pertinente AGM
Alimentos Prácticas Alimentaria t$BQBDJUBDJØO
Seguros sistema de prevención,
buenas prácticas,
FQJEFNJPMPHÓB
t"VEJUPSJBDPOUSPMEF
la inocuidad de los
alimentos
t"TFTPSBNJFOUPZ
capacitación en la
implementación de
buenas practicas
IPSUÓDPMBTZQFDVBSJBT
t$POGFSFODJBTTPCSF
inocuidad en la
producción primaria
49
Cuadro nº 4: COORDINACIÓN DE ACCIONES / REDES DE ACTORES
Referencias:
AGN: Actor gubernamental nacional
AGP: Actor gubernamental provincial
AGM: Actor gubernamental municipal
ASCL: Actor de la Sociedad Civil Local
ASCI: Actor de la Sociedad Civil Internacional
Fuente: elaboración propia
5. CONCLUSIONES
ANEXO
Actores consultados
1. NOTA INTRODUCTORIA
Recientemente el International Assessment of Agricultural Knowledge, Scien-
ce and Technology for Development ˗en adelante IAASTD˗ ha publicado un informe
“La agricultura en la encrucijada” (2009) elaborado por más de cuatrocientos expertos
de todo el mundo, representantes de gobiernos y ONGs. La meta principal de esta insti-
tución consiste en facilitar a quienes toman decisiones, las herramientas e información
necesaria para reducir el hambre y la pobreza, mejorar el hábitat rural y el acceso a la
salud y facilitar un desarrollo sostenible, económico, ambiental y socialmente equitativo.
El marco conceptual del que parte permite un análisis sistemático de los desafíos anterio-
res basados sobre conceptos y terminología conocida.
Alcanzar los objetivos que se sostienen en este informe requiere del conoci-
miento de la multifuncionalidad de la agricultura: el desafío radica en que pretende
simultáneamente alcanzar objetivos de sustentabilidad y aumento de la productivi-
dad, en un contexto de una cada vez más rápida urbanización -entendida ésta a par-
tir de la pérdida de tierras agrícolas-, crecimiento de las inequidades, migraciones,
globalización, cambios en los hábitos alimenticios, cambio climático, degradación
ambiental, una tendencia a la producción de agrocombustibles, y aumento de la po-
blación humana. Estas condiciones ponen en riesgo la seguridad y la soberanía ali-
mentaría tanto a nivel local como regional y ejercen cada vez más presión sobre la
capacidad productiva de los ecosistemas.
En el mencionado informe se evalúa el rol que ha jugado el Sistema de Ge-
neración de Conocimiento y la Gestión de la Ciencia de la Tecnología en el De-
sarrollo Agrícola en adelante SCCTA se consideran tres grandes categorías de sis-
temas agrícolas para América Latina: el sistema tradicional/ indígena, que incluye
a los sistemas indígenas, campesinos y afroamericanos, basados en el conocimiento
local/ancestral, ligado estrechamente al territorio. El sistema convencional/ produc-
♠
Graciela Ottmann, Danilo Renzi y Alejandro Miretti son docentes e investigadores de la Facul-
tad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional de Rosario. Se desempeñan como profesio-
nales en el Equipo Técnico de Cátedra FODEPAL: Observatorio del Sur.
♠
Eduardo Spiaggi es Magíster en Sistemas Ambientales Humanos y Director de la Cátedra FO-
DEPAL: Observatorio del Sur.
▪ Integrantes del Equipo Técnico de Cátedra FODEPAL: Observatorio del Sur 55
tivista, incluyendo prácticas de producción intensivas, tendiendo hacia el monocul-
tivo y uso de insumos externos cuya producción está dirigida a un amplio merca-
do. Finalmente, el sistema agroecológico, que considera a los sistemas productivos
como ecosistemas, en los que los ciclos minerales, transformaciones de la energía,
procesos biológicos y relaciones socioeconómicas son objeto de estudio y análisis
para maximizar no sólo la producción, sino también optimizar el agroecosistema en
su conjunto. Su manejo se basa en la “ciencia de la agroecología” cuyas premisas
son la diversificación productiva, la revalorización del conocimiento tradicional, el
diálogo de saberes y la generación de mercados alternativos, entre otras. Existen
interacciones entre estos sistemas y algunos de ellos presentan una combinación de
características así como también, diferentes grados de integración al mercado. Estos
tres sistemas han tenido históricamente un desempeño heterogéneo en la región.
En respuesta al modelo de desarrollo y a las políticas de producción imple-
mentadas, la agenda del SCCTA tuvo como prioridad aumentar la producción para
satisfacer los mercados internos y de exportación. Los resultados obtenidos fueron
satisfactorios en materia de productividad, pero no respondieron a los problemas
de los pequeños productores tampoco a los de las comunidades tradicionales e in-
dígenas o a la reducción de la pobreza, del hambre y del deterioro ambiental. El
desempeño actual del SCCTA no satisface totalmente las nuevas demandas de la
sociedad, que requieren una agenda más diversa, compleja y holística para poder así
compatibilizar objetivos aparentemente en conflicto como cuestiones referentes a la
competitividad, sostenibilidad, e inclusión social y cultural.
En este contexto, la problemática de la sustentabilidad en el manejo de sis-
temas agropecuarios involucra a diversos actores sociales en la búsqueda de en-
foques científicos alternativos con capacidad de ofrecer respuestas tecnológicas y
productivas que no degraden el medio ambiente y la sociedad. En este sentido, el
marco teórico/ metodológico lo brinda la propuesta agroecológica en la que deben
necesariamente incluirse aspectos económicos, sociales, ambientales y ecológicos
(Ottmann, 2005).
En el apartado 2 presentaremos de manera esquemática la adopción generali-
zada del modelo industrial de uso de los recursos naturales y sus principales impac-
tos, mostrando como la introducción de las innovaciones tecnológicas que sirven
para denominar cada etapa, representa un quiebre en el patrón tecnológico anterior e
introduce cambios cualitativos que, por su importancia, determinan luego el cambio
sustantivo de la estructura productiva global.
En el apartado 3 mostraremos el marco teórico que nos permite interpretar, desde
la Agroecología, las consecuencias que este modelo hegemónico de producción genera
en la sociedad en su conjunto. Partiendo entonces de la naturaleza sistémica e interdisci-
plinaria de la Agroecología, el concepto de sustentabilidad requiere del análisis, diseño
y evaluación de sistemas sustentables siguiendo metodológicamente las dimensiones de
la Agroecología (Ottmann, 2005: 21-30) y, por supuesto, contemplando las variables
socioeconómicas y culturales en pie de igualdad con las biofísicas.
En los siguientes apartados, 4 y 5, luego de realizar una contextualización bio-
física (mediante la utilización de fuentes secundarias) y social (fundamentalmente a
través de la caracterización de los actores) de la región bajo estudio hemos dividido
a la misma en dos ecorregiones: la sur o Pampa santafesina y la norte o Chaco
santafesino con el interés de mostrar diferentes sistemas productivos que hemos de-
nominado “emergentes” al modelo imperante de monocultivo. Para ello, en el apar-
tado 5, proponemos utilizar diferentes herramientas metodológicas para realizar una
evaluación de la sustentabilidad de los sistemas agropecuarios, entendiendo por sus-
tentabilidad a la inseparable articulación entre dimensiones económico-productivas,
socio-políticas; y ecológico-ambientales que permitan generar y mantener condicio-
nes de calidad de vida para las familias rurales y de la sociedad en su conjunto.
Con este propósito, indagamos y recabamos información de campo sobre
distintos sistemas productivos –que de alguna manera podríamos denominar como
emergentes o alternativos al de la agricultura industrializada de monocultivo- para
evaluar otras maneras posibles de producir en las cuales se genere riqueza (produc-
tividad creciente), con equidad distributiva, empleo digno, autosuficiencia alimen-
taria y respeto por el ambiente y la diversidad biológica y cultural. Por ello, nuestra
propuesta consiste en analizar sistemas que consideramos emergentes frente a aquél
que representa el paradigma de la agricultura industrializada que utiliza el paquete
tecnológico soja RR1– siembra directa – glifosato.
Introduciéndonos ya en el apartado 5, ofreceremos al lector la fundamenta-
ción de las dos herramientas metodológicas utilizadas y los cinco casos estudiados,
cuatro de los cuales se ubican en la región sur de la provincia, y el otro en la región
norte. El primero de ellos representa el ejemplo más paradigmático en un extremo de
la simplificación productiva, los otros tres son considerados como emergentes hacia
un camino a la sustentabilidad, (siempre refiriéndonos a la región sur) y finalmente
al quinto, lo ubicamos en el otro extremo de la diversidad e integración productiva,
representando un auténtico caso agroecológico.
Para el establecimiento de indicadores de sustentabilidad, hemos trabajado
con aportes de distintos autores (el sistema Marco para la Evaluación de Sistemas
de Manejo de recursos naturales incorporando Indicadores de Sustentabildad -en
adelante MESMIS- elaborado por Masera, 2002; trabajos de Sarandón, 2006; Odum,
1996; Ortega, 2002 y Ottmann, 2005, entre otros) combinados con nuestra propia
experiencia y criterios elaborados y consensuados por el grupo de trabajo.
Por un lado, respecto al MESMIS, diremos brevemente que el mismo busca en-
tender de manera integral las limitantes y posibilidades para la sustentabilidad de los
sistemas de manejo que surgen de la intersección de procesos ambientales con el ámbito
social y económico. Permite comparar a los sistemas de manejo en términos de su sus-
Como ha podido observarse, la aptitud agraria del suelo de esta región, es sensi-
blemente inferior al resto de la Provincia de Santa Fe. Ello no fue obstáculo para que el
modelo tecnológico de agricultura industrializada se introdujera en esta región al igual
que en la Pampa húmeda. De igual forma que en el caso anterior, presentaremos una
caracterización cualitativa (Ottmann, 2003) realizada a un informante clave que optó
por un modelo agroecológico aún cuando las condiciones de agricultura industrializada
ejercen mayor presión por la expansión de dicho modelo.
El agricultor pionero entrevistado inicia la caracterización de la situación actual
mediante el establecimiento de unos “antecedentes”, que considera relevante para en-
tender el proceso cuyo desenlace es el inicio de la Agroecología: nosotros “tenemos una
experiencia larga y este tipo de jornadas nos ayuda a ver lo importante que es el planteo
de la agroecología. Hace catorce años que empezamos lentamente, cuando hace catorce
años atrás ni se hablaba de la producción orgánica. Iniciamos una experiencia en el cam-
po de una hermana que había “capotado”, con un alto grado de endeudamiento, a partir 69
de 80 años de agricultura. Pero debemos hablar de 40 años y con mayor gravedad de 20
años se ha desencadenado un proceso de destrucción. Yo era el fumigador de mis herma-
nos, se cree que el suelo es una materia que le podemos agregar de todo y es una mentira,
por eso el deterioro y la crisis grave de pequeños productores, y los grandes vinculados
a las empresas también están cayendo”.
La toma de conciencia de la degradación medioambiental se vincula, en este caso,
con una conciencia social de muchos años de militancia en el movimiento campesino
argentino que se dio con mucha fuerza en el norte del país como consecuencia de las
formas de dependencia que generaban, los monopolios en la producción de algodón,
tabaco y yerba mate, fundamentalmente, sobre los productores.
Cuando indagamos en este productor respecto de su cambio de percepción en
el manejo de los recursos naturales (dado que él mismo se reconoce como un “fumi-
gador”), lo asocia directamente a sus años de trabajo en el seno de las Ligas Agrarias,
con un fuerte compromiso social y de cambio y así lo expresa: “hay que reprogramar el
futuro en base a ciertas ideas. No por casualidad estamos contando historias. La mayoría
tenemos alguna historia que nos vincula a alguna preocupación del futuro, del país, de la
humanidad; porque nos juntamos y ya estamos hablando de la dictadura militar, de que
estuvimos refugiados, fugados, etcétera”.
Intentaremos caracterizar aquí, a través de toda la experiencia acumulada por este
productor, todos aquellos elementos que la Agroecología tiene en cuenta para proponer
pautas de manejo sustentables en los agroecosistemas. Para ello utilizaremos el concepto
de “contextos de sustentabilidad” que Steve Gliessman define de la siguiente manera, “la
sostenibilidad no es un concepto absoluto, sino que por el contrario, ésta sólo existe me-
diante contextos generados como articulación de un conjunto de elementos que permiten
la perdurabilidad en el tiempo de los mecanismos sociales y ecológicos de reproducción
de un etnoecosistema” (1990b: 380).6
El planteo de desarrollo local aparece en el discurso y coincide con los elementos
teóricos que propone la Agroecología (Cfr. Guzmán et al, 2000: 138-143; Altieri, 1995:
197-202) utilizando como elementos centrales:
(a) El establecimiento de circuitos cortos para el consumo e intercambio de pro-
ductos: menciona el entrevistado, “comenzamos comprando las terneras de tambo y
la recriábamos, nuestra región no es tambera… Luego empezamos a distribuir a Re-
conquista y Avellaneda en frascos de vidrio, de ahí a los quesos, acá en la cocina....En
Reconquista la leche viene de las empresas lácteas, no hay una planta nuestra y esta es
la visión de desarrollo que tenemos que implica generar desarrollo local... Hacemos
desde hace 6 años la distribución casi diaria de la leche”.
(b) Garantizar el autoconsumo primero: “el 95% de lo que comemos lo produci-
mos nosotros.”
(c) La generación de empleo local a partir de una mayor diversidad productiva:
“en nuestra familia somos 6 hijos, mi esposa y yo, pero estamos trabajando 4 porque
6. Ver en Guzmán Casado, G.; González de Molina, M, Sevilla Guzmán, E., (2000: 104-105 y 144).
hay dos que estudian afuera. El sistema agroecológico es diferente de un año a otro; es
al revés que el otro sistema; éste es crecimiento y el otro decadencia… Esto es un camino
que incorpora mucha mano de obra…”.
(d) La creación de redes solidarias y de formación continua que permitan una
mejora de la calidad de vida de la población local y una progresiva expansión espacial:
“dedico un día a la semana a las escuelas y esto forma parte de la agroecología, es
solidaria porque cuanto más somos mejor vamos a estar; cuando estás de parte de la
naturaleza no podes tener dos caras...”.
(e) La potenciación de la biodiversidad: “nosotros fuimos poniendo árboles; un
pacto que hicimos con la naturaleza fue no menos de 300 plantas por año; estoy hablan-
do de 16 años atrás; hoy tenemos por encima de 12.000 plantas y cada año tenemos que
poner más plantas; hemos transformado el paisaje, era todo agricultura… la planifica-
ción tiene que ver con una planificación económica y ecológica…”.
El Departamento Gral. Obligado, en donde se encuentra uno de los establecimien-
tos analizados, ocupa una superficie de 1.092.800 has, según datos del IPEC, posee una
extensión sembrada en 2001 de 104.197 has y en 2009 de 127.966 has.
La agricultura en esta región es predominantemente industrializada en sus princi-
pales cultivos de caña de azúcar, algodón, girasol y soja; no obstante, dada las caracte-
rísticas ecológicas de la región, la ganadería extensiva ocupa un importante lugar sobre
todo en la actividad de cría. En el caso del Chaco santafesino, la aptitud agraria del suelo
es mucho menor que la de la Pampa santafesina, por lo que la escala en el tamaño de las
explotaciones es sensiblemente diferente. Allí vemos que respecto a la distribución de
las explotaciones por tamaño de superficie, la mayoría de las mismas se encuentran en el
estrato de más de 1000 ha representando el 62 % del total del Chaco santafesino.
En lo que respecta a los cultivos, como se puede apreciar en el próximo gráfico
nº 3, para el período 2000/2009; la implantación de soja de primera siembra viene re-
duciendo su superficie en forma importante y la pendiente de la línea de tendencia es
notoriamente negativa, la soja de segunda es de una importancia menor y es mucho más
estable, pero la oleaginosa que tiene una relevancia de peso en la superficie es el girasol
que evolucionó de menos de un 20% a ocupar casi el 50% de la superficie total cultivada
con especies estivales del departamento.
Si observamos la tendencia estadística, se ve que el girasol posee una pendiente
inversa a la soja con riesgo de convertirse en monocultivo en una región de fragilidad
ambiental. Asímismo, dentro de la actividad agraria, la ganadería (incluyendo también la
agrícola-ganadera) representa el 78%. La primera de ellas es una región que se caracteri-
za por tener suelos muy heterogéneos, mal drenados lo que constituye una seria limitante
para la producción agrícola. No obstante, existe una pequeña subregión, más elevada
donde pueden obtenerse buenos rendimientos cuando la actividad es la agricultura.
La aptitud ganadera también encuentra limitantes porque la base forrajera está
dada por pastos perennes de ciclo primavera-estivo-otoñal; por tanto no puede comple-
tarse con éxito un ciclo completo de cría-recría e invernada; es decir, el “nicho ecológi-
co” permite realizar ganadería-cría y agricultura. 71
Gráfico nº3.
Gráfico nº 4.
Cada uno de los atributos fue caracterizado por variables diagnósticas, las cuales
fueron medidas a través de indicadores. Los valores finales de cada indicador, con su
respectiva unidad de medida, fueron calculados con una escala de 1 a 5, donde el valor 5
representa la mejor sustentabilidad, y el valor 1 la menor sustentabilidad. En aquellos ca-
sos en que las variables diagnósticas fueron medidas con más de un indicador, se realizó
un promedio para obtener un único valor.
A continuación pasamos a considerar cada uno de estos indicadores que fueron te-
nidos en cuenta para medir las variables diagnósticas. Dentro de la dimensión ecológica-
ambiental (en adelante EA) consideramos tres variables diagnósticas:
(1) Conservación de la vida en el suelo: en agroecología se considera al suelo 75
como un recurso finito en donde los procesos naturales para conservar sus propiedades
no ocurren a igual velocidad en que el mismo es degradado por las prácticas agrícolas
actuales; por ello la vida del suelo es la base de toda actividad productiva sustentable.
Esta variable fue evaluada a través de siete indicadores:
• Nutrientes críticos (Nitrógeno, Fósforo, Potasio y Materia Orgánica): debi-
do a que las plantas obtienen del suelo estos nutrientes en mayor medida, la
disponibilidad de los mismos puede ser un factor limitante para la produc-
tividad.
• pH: hemos considerado al rango 6,6-7,5 como el mejor dado que pocas
plantas o cultivos agrícolas se desarrollan bien fuera de él; además la acidifi-
cación en el tiempo estaría indicando inmovilidad de la materia orgánica.
• Materia Orgánica en %: la mayoría de los suelos intervenidos por el hombre
poseen entre 1 a 5 % de MO; estos valores podrán variar dependiendo de las
prácticas agrícolas.
• Cobertura del suelo en %: un suelo cubierto protege contra los efectos del
clima y disminuye el riego de erosión.
• Diversificación/rotación de cultivos: tanto la diversidad de cultivos como
las rotaciones que se hagan de los mismos aumenta la sustentabilidad.
• Evolución de indicadores de suelo: hemos tomado este indicador para po-
der comparar la evolución favorable o desfavorable de los nutrientes más
críticos (P y MO).
• Práctica de labranza: las prácticas serán sustentables si favorecen la fertili-
dad del suelo, disminuyen la erosión, impiden la compactación, entre otros.
(2) Riesgo de contaminación ambiental: la utilización de plaguicidas y fertilizantes
sintéticos en los últimos 50 años fue “vendida” a los agricultores como una tecnología para
la solución definitiva en el control de plagas, enfermedades, y reposición de la fertilidad de
suelos; “sin embargo esta promesa ha demostrado ser falsa… Al aplicarse a los campos de
cultivos, estos productos son lixiviados hacia aguas superficiales o subterráneas donde se
incorporan a la cadena alimenticia persistiendo por decenios” (Gliessmann, 2002: 4-5). Un
sistema será más sustentable si no se utilizan productos sintéticos.
(3) Eficiencia energética: para este indicador hemos destacado la importancia que
adquiere el uso de energías renovables en el manejo de sistemas sustentables dado que la
mayoría de los insumos externos al sistema utilizados por la mayor parte de los produc-
tores provienen de energías no renovables.
La dimensión socio-cultural (en adelante SC) fue evaluada mediante siete varia-
bles diagnósticas; las dos primeras para el atributo Estabilidad-Resiliencia-Confiabili-
dad; y las restantes para el atributo Equidad:
(1) Satisfacción de necesidades básicas (calidad de vida): aquí hemos incluido
cuatro indicadores convencionales (vivienda, educación, servicios, acceso a salud) que,
analizándolos en el contexto de las otras variables diagnósticas nos permite evaluar la
reproducción social de la finca; esta última es una medida fundamental en las evaluacio-
nes de sustentabilidad
(2) Autosuficiencia alimentaria: un sistema será sustentable si las familias que vi-
ven de él pueden garantizar su alimentación con productos de calidad producidos por el
propio establecimiento. A esta variable la hemos medido estableciendo un rango de 5 a 1
considerando que aquellas familias que se alimentan con más del 90% de su producción
son las más sustentables.
(3) Aceptabilidad del sistema productivo: consideramos que aquellos productores
que trabajan bajo el convencimiento de que contribuyen al bienestar social y ambiental
propio y colectivo con el tipo de manejo que realizan son aquellos que contribuyen ma-
yormente a la sustentabilidad. Esta variable, de naturaleza cualitativa fue medida esta-
bleciendo un rango de 5 a 1.
(4) Conocimiento y conciencia ecológica: consideramos que aquellos productores en
los que prive una racionalidad ecológica sobre la económica y trabajan para maximizar be-
neficios a largo plazo, son aquellos que mayor sustentabilidad aportan al sistema, por ello les
hemos atribuido el mayor valor en un rango determinado cualitativamente entre 5 y 1.
(5) Mano de obra y generación de empleo: un elemento clave en la sustentabilidad
social lo constituye la generación de empleo local. Es decir, los manejos de sistemas
productivos diversificados coadyuvan a la sustentabilidad social al ser un elemento que
contribuye a evitar las migraciones rurales hacia la ciudad. Esta variable, también de na-
turaleza cualitativa, fue medida estableciendo un rango de 5 a 1 atribuyendo el mayor va-
lor de sustentabilidad cuando se emplea mano de obra formal y de manera permanente.
(6) Integración social: esta variable fue tenida en cuenta debido a la participación
y compromiso que tienen los productores con el desarrollo local y regional. Fue tenida
en cuenta la capacitación y formación del personal, la participación en eventos que socia-
licen prácticas de manejo sustentable, entre otras. Hemos establecido también un rango
cualitativo de 5 a 1, atribuyendo el mayor valor de sustentabilidad a quienes participen y
promuevan el desarrollo agroecológico.
(7) Grado de autonomía: un sistema será más sostenible cuando el manejo basado en
la experiencia acumulada a lo largo de los años, impide la sustitución de insumos externos y
la utilización de energía y recursos no renovables. Esta variable, de naturaleza cualitativa fue
medida estableciendo un rango de 5 a 1 considerando que aquellos productores que desarro-
llan tecnologías en finca son los que contribuyen a la sustentabilidad.
Finalmente, la dimensión económico-productiva (en adelante EP) la hemos evaluado
mediante cuatro variables diagnósticas: la primera para ponderar el atributo Productividad y
las tres restantes para ponderar el atributo Estabilidad-Resiliencia-Confiabilidad.
(1) Eficiencia/rentabilidad: para esta variable hemos optado por utilizar el indica-
dor genérico del Margen Bruto el cual ha sido cuantificado y comparado con la media de
la región; su operativización se ha realizado a través de un rango de tres intervalos: si este
margen supera a la media regional (5), si es igual (3) o si es menor (1).
(2) Diversificación productiva: consideramos que un sistema es más sustenta-
ble si tiende a incrementar las actividades productivas disminuyendo el riesgo frente a
perturbaciones ambientales o económicas. Esta variable diagnóstica fue medida con el
siguiente indicador: 77
• Cantidad de actividades productivas operativizado con un rango de 5 a 1 otorgan-
do la mayor sustentabilidad a más de ocho actividades productivas.
(3) Riesgo económico: el riesgo económico fue medido a través de tres indicado-
res considerando que a mayor cantidad de productos para la venta, mayor número de
canales de comercialización y menor dependencia de insumos externos disminuyen el
riego económico frente a cambios en las condiciones del mercado.
• Diversificación para venta (nº de productos): este indicador fue ponderado
estableciendo un rango de 5 a 1 en función de los productos producidos y/o
transformados en la finca, para la venta; otorgando la mayor sustentabilidad
a más de ocho productos.
• Vías de comercialización (nº): este indicador fue ponderado estableciendo
un rango de 5 a 1 en función de los canales de comercialización, otorgando
mayor valor de sustentabilidad a quienes utilizan más de cinco vías de co-
mercialización.
• Dependencia de insumos externos (%): este indicador fue medido en rela-
ción a un rango de 5 a 1 estableciendo la mayor sustentabilidad a las fincas
que utilizan recursos propios y locales.
(4) Integración productiva: la integración productiva adquiere relevancia en las
evaluaciones de sustentabilidad pues da sentido al concepto de diversidad al articular los
distintos rubros o componentes del sistema de tal forma que los residuos de una activi-
dad se trasformen en insumos de otra. A esta variable diagnóstica la hemos medido con
el indicador de “cantidad de actividades productivas integradas” en un rango de 5 a 1
estableciendo el mayor valor de sustentabilidad a más de ocho producciones integradas
(Brealey, 1993; INTA PROCADIS, 2008).
Una vez presentada esta conceptualización para cada variable diagnóstica y su
operativización mediante los indicadores propuestos, el siguiente paso consiste en rea-
lizar los gráficos radiales para cada uno de los casos estudiados. En general diremos
que, cuantos más puntos se acerquen a los bordes del gráfico mayor será la condición de
sustentabilidad para esas variables diagnósticas; por el contrario, cuanto más cerca del
centro se encuentre los valores, menor sustentabilidad poseerán.
Por otra parte, estableceremos un Índice de Sustentabilidad General a partir de un
valor “umbral” que surge como consecuencia de realizar el promedio de las tres dimen-
siones, que en nuestro caso, ese umbral sería el valor tres. En este contexto, no sólo el
índice o promedio general debe superar el valor umbral sino cada una de las dimensiones
también debería hacerlo a los efectos de mostrar la sustentabilidad general del sistema.
Nuestra intención es mostrar, en cada caso y en cada gráfico, los valores que to-
man las variables diagnóstico. Complementa esta información la que aporta el “valor
umbral”; el cual habría de ser superado, al igual que los de los promedios de cada di-
mensión. En caso que algún punto correspondiente al promedio de una dimensión cayera
dentro de la curva del valor umbral, el sistema sería deficientemente sustentable aunque
su valor medio total superase el valor tres.
Los estudios de caso:
de sistemas simplificados a sistemas diversificados.
Vemos que todos los valores medios -de las 3 dimensiones- están por debajo del
umbral (3), más allá de tener un promedio general de 2,04; esto estaría indicando la baja
sustentabilidad general del sistema que se relaciona con lo que muestra el diagrama de
flujo; es decir, la actividad productiva es una sola y depende fundamentalmente de la
aleatoriedad de los factores externos, sean éstos climáticos o de mercado.
Caso 2: La Vanguardia7
Es una empresa familiar, de tamaño medio y producción mixta agrícola ganadera,
81
7. Tanto la caracterización del establecimiento como relevamiento de la información para construir el
diagrama radial ha sido realizada por Gonzalo Colomar.
ubicada en Sancti Spiritu, en el sur de la provincia de Santa Fe, Argentina. El suelo es un
hapludol típico de aptitud agrícola clase II, el clima es templado y el promedio de lluvia
es de 800 Mm. al año. Sobre un total de 520 has productivas, un tercio es superficie
ganadera y el resto agrícola. El personal consta de un encargado que realiza tareas varias
y un ayudante para ganadería, que viven en el establecimiento. Actualmente, se ha incor-
porado un pequeño desarrollo apícola y se integran las diversas actividades productivas
que compiten por el uso del suelo, adoptando tecnologías que permitan tender puentes
complementarios entre las diferentes actividades.
El establecimiento participa en grupos de trabajo con otros productores y organismos
técnicos. Integra el Grupo CBI (Cría Bovina Intensiva) perteneciente al INTA Nuzea de Ve-
nado Tuerto. Participa de Congresos, cursos y charlas. La dirección técnica está a cargo de
un Ing. Agrónomo y un Médico Veterinario de consulta permanente. Tiene todo su personal
inscripto y pretende la formación permanente del mismo, ya sea por la interacción misma
dada por el tamaño de la empresa o por cursos y jornadas a las que se los envía. Promueve
el desarrollo local mediante la compra local de mercancías, insumos y servicios; la diversifi-
cación de la producción como demandante de servicios: veterinarios, molineros, soldadores,
torneros, alambradores, oficios varios, clasificación de semillas, entre otros.
En este caso, vemos en el siguiente diagrama que la productividad primaria se
reparte en diferentes actividades las cuales se realizan complementariamente confor-
mando subsistemas que interactúan entre sí y con el entorno. El agrosistema está confor-
mado por los subsistemas agrícola, ganadero y un pequeño desarrollo apícola. También
se encuentra presente una forestación y árboles frutales íntimamente relacionados con la
producción apícola.
Como puede observarse, la cantidad de interacciones que se producen en el inte-
rior del sistema es superior al que ingresa desde el exterior marcando una tendencia a
mayor sustentabilidad cuando aumenta la diversificación productiva. No todo lo que in-
gresa sale del sistema mediante un intercambio monetario; sino que al haber más de una
actividad productiva van conformando subsistemas que se complementan en la circula-
ción de materiales y energía. Como mencionamos previamente, la actividad principal es
la agrícola y luego la ganadera; existe además un pequeño desarrollo apícola. La rotación
agrícola ganadera se realiza en todos los lotes del establecimiento y las pasturas inician
el ciclo de rotación agrícola.
La información que surge del gráfico radial 2 (ver anexo nº 3 para la construcción
de indicadores) muestra una tendencia hacia mayores valores de sustentabilidad funda-
mentalmente en la dimensión sociocultural.
83
Caso 3: Granja Casilda
Se trata de un predio de 10 has propias y otras 10 que alquila a un familiar, ubicado
en Casilda. Es un productor familiar que eligió dedicarse a la actividad agropecuaria.
Vive en su predio junto a su familia. Se dedica fundamentalmente a la huerta y además,
cría de animales de granja y frutales. Trabaja con él un mediero (al 50% de la producción
que se vende semanalmente) quien comparte exclusivamente la actividad hortícola. Este
personal vive también en el campo.
El 70 % de la producción es comercializada por un mayorista y el 30 % restante
vende en Casilda. Utiliza fertilizante de origen orgánico (cama de pollo que la compra a
un vecino); y en muy pocas ocasiones un herbicida. Además de la huerta trabaja con un
criadero de cerdos, y tiene dos o tres vacas que utiliza solamente para consumo familiar.
La agricultura es una actividad destinada a los porcinos. Hay gallinas y conejos para
consumo familiar y venta directa. Hace tres años comenzó con plantas frutales y árboles
como cerco para la huerta y demás espacios perimetrales.
El diagrama correspondiente al modelo de “Granja Casilda” permite visualizar
que la productividad primaria es fundamentalmente la huerta; aunque se complementa
con otras actividades que el productor realiza.
En general podemos decir que este sistema es sustentable, ya que además de tener
un promedio general por encima del umbral (3,61), cada una de las dimensiones supera
también el valor umbral en la mayoría de las variables diagnósticas.
Caso 4: El Maiten8
El Maitén es un espacio ubicado en la localidad de Pérez, con una superficie
aproximada de 5 has. Durante el transcurso de 8 años, se centró en la producción orgáni-
ca de alimentos de origen tanto vegetal como animal. La mano de obra que se emplea en
el predio es familiar (dos personas), complementada en tareas muy puntuales con mano
de obra transitoria.
Desde hace más de un año, y luego de un período de interrupción de sus activi-
dades, está dedicado a la producción agroecológica de alimentos. En el establecimiento
trabajan regularmente dos personas. Se produce y comercializa humus de lombriz y hue-
vos de campo y, en menor medida, verduras frescas de estación y dulces y encurtidos
realizados a partir de los excedentes de producción. Una parte de la producción está
destinada al autoconsumo familiar y el resto se comercializa a través de redes de consu-
midores organizados y en forma directa.
sistema estableciéndose de esta forma una circulación de materiales y energía dentro del
sistema que lo hace poco dependiente de energía externa. En este sistema aparece una
caja representada por conservas que indica que parte de la productividad primaria es
transformada dentro de la finca para el consumo interno y la venta como la mayoría de
las actividades productivas.
Si analizamos el gráfico radial 4, cuyos datos para su construcción pueden verse
en el anexo 5; vemos que El Maitén pierde sustentabilidad en la dimensión Económico-
Productiva ya que su valor medio es 2,75 ligeramente por debajo del umbral (3). Mejo-
rando la Rentabilidad el sistema sería sustentable ya que su promedio general es de 3,54;
por encima del umbral requerido.
Gráfico radial 4. Representación gráfica de las variables
diagnósticas por dimensión: ecológica-ambiental (EA);
sociocultural (SC) y económica-productiva (EP).
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tentable, CLADES, Santiago de Chile.
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ar. Año 2009.
95
Parte 2
Comunicaciones
Aportes para pensar la soberanía
alimentaria desde la ciudad.
Erika Beckmann*
Comentarios preliminares
Al momento de definir los principales ejes de nuestra exposición, debimos re-
flexionar acerca de cuáles podrían ser nuestras contribuciones específicas, nuestros
aportes para enriquecer este debate tan necesario. Y una de las cuestiones que surge
con más claridad es el claro perfil urbano de nuestras intervenciones, perspectiva
que, pensamos, no sería quizás la más presente ya que muchas de las organizaciones
e instituciones aquí presentes desarrollan sus actividades en otro tipo de contexto.
Es por ello que decidimos contribuir a esta reflexión y compartir nuestra ac-
ción –como organismo público municipal inserto en uno de los aglomerados urbanos
más grandes del país- a partir de esta, nuestra situación, y de una pregunta básica,
fundamental: ¿cómo pensar la soberanía alimentaria desde la ciudad? A partir
de este interrogante inicial, dividiremos la virtual “respuesta” –o al menos, nuestra
respuesta- en dos partes: un encuadre teórico, donde intentaremos avanzar en algu-
nas definiciones y luego, una revisión de nuestra forma de trabajo, plasmada en los
Programas Productivos que integran la Subsecretaría.
1. La producción de este autor es amplia y prolífica, de hecho ha llegado a constituirse en uno de los mayores
referentes de la Economía Social. Veáse: http://www.coraggioeconomia.org; http://www.riless.org/investiga-
dores_desarrollo.shtml?x=24314, donde se podrá encontrar abundante bibliografía y materiales.
cales y regionales, destrucción de puestos de trabajo en la agricultura...) y ambientales
(destrucción de recursos agroecológicos, degradación de la biodiversidad, utilización de
técnicas de producción cuya inocuidad no está demostrada...)” (Idem).
Esto nos lleva a pensar la relación entre seguridad y soberanía alimentarias,
como conceptos intrínsecamente relacionados, pero que deben ser a la vez distin-
guidos, ¿por qué? Porque la noción de soberanía alimentaria se nos demuestra más
abarcadora, ya que supone no sólo la construcción de herramientas de análisis para
nuestra realidad sino que da un paso más allá y nos coloca en el terreno de la apuesta
política por su transformación.
En esta línea, recurro a un texto llamado “Reflexiones en torno a la seguridad
alimentaria en Argentina” de Stella Maris Toler, en el que se establece esta distin-
ción, que resulta necesario traer a colación. Retomando a la antropóloga Patricia
Aguirre, allí se afirma que “la seguridad alimentaria refiere al derecho de todas las
personas a acceder a alimentos nutricionalmente, pero también culturalmente, ade-
cuados y suficientes. Corresponde discutir, entonces, la cuestión alimentaria como
una problemática compleja, que puede ser analizada en el nivel macroeconómico
–seguridad alimentaria propiamente dicha- que se vincula con poblaciones, grupos
de personas, y en el nivel microsocial que abarca lo relativo a las estrategias de con-
sumo que refieren a las prácticas y las representaciones, cuyo análisis se centra en
los hogares” (citado en Toller, 2006:6).
Siguiendo a esta autora, se proponen cuatro ejes a partir de los cuales es posible
analizar la disponibilidad alimentaria, ellos son: suficiencia, estabilidad, autonomía
y sustentabilidad que explicamos a continuación. “Respecto de la suficiencia, puede
diagnosticarse que Argentina, cuenta con una disponibilidad media de alimentos de
alrededor de 3070 calorías per cápita (FAO, 2005). O sea, la disponibilidad calórica
–medida en tanto saldo disponible descontada las exportaciones- supera, en promedio,
los requerimientos nutricionales de 2700 calorías correspondientes al desgaste energé-
tico normal de un adulto. Si se examina la estabilidad de la disponibilidad, pareciera
que la variedad productiva, aún vigente a pesar de la preeminencia que van tomando
algunos cultivos, permite realizar diversas compensaciones ante algunas oscilaciones
estacionales y asegurar variada alimentación a lo largo del año.
Los otros dos aspectos –autonomía y sustentabilidad- no están garantizados
plenamente en Argentina. Hay algunos ejes críticos que no aseguran, en el mediano
y largo plazo, ni la autonomía ni la sustentabilidad productiva de alimentos. Más
ampliamente, puede interpretarse que si se analizan las condiciones de la seguridad
alimentaria, particularmente la autonomía y la sustentabilidad, hay una precondición
de fondo que es la soberanía alimentaria. En efecto, siguiendo algunas afirma-
ciones del Foro Mundial sobre Soberanía Alimentaria, realizado en La Habana en
septiembre del 2001, se entiende que la soberanía alimentaria es el derecho de cada
nación a mantener y desarrollar su propia capacidad para producir alimentos básicos
del pueblo, respetando tanto la diversidad productiva como cultural. En definitiva,
cuanto más fortalecida esté la soberanía alimentaria se favorecerá, garantizará con 101
mayor solvencia, la disponibilidad y el acceso a una alimentación sana y suficiente,
especialmente de los sectores de población más vulnerables. La soberanía alimen-
taria, en tanto concepto desarrollado en el ámbito de movimientos como Vía Cam-
pesina, se muestra así como una categoría teórica que pone el énfasis en el derecho
a los alimentos, como lo hace la seguridad alimentaria, pero pregunta incisivamente
acerca de la procedencia de los alimentos, la forma de producción. Puede inter-
pretarse que mediante esta categoría se hace hincapié más fuertemente en los dos
nudos problemáticos –autonomía y sustentabilidad- de la seguridad alimentaria de
Argentina. Y, a su vez, permite realizar una articulación comprensiva del acceso. En
definitiva, (…) lo que ocurre es que se vulnera, simultáneamente, la disponibilidad
y el acceso para una porción importante de la población.” (Toler, idem:8-9. Énfasis
en el original).
Un segundo conjunto de valores nodales para la Economía Solidaria son, de
manera inescindible, la Solidaridad, la Cooperación y el Asociativismo. En efecto,
la Economía Solidaria parte de considerar que no existen opciones ni soluciones
individuales; antes bien, se caracteriza por el reemplazo –al interior de las relaciones
económico-sociales– de los principios individualistas y competitivos por principios
solidarios de cooperación. Estas asociaciones (cualesquiera que sean: emprendi-
mientos familiares, mutuales de productores, cooperativas, empresas recuperadas,
asociaciones de consumidores, etc.), reúnen o tienden a reunir las siguientes carac-
terísticas: estimulan la unión y el apoyo mutuo entre sus miembros a través de la
autogestión, se afirma la vigencia del asociativismo y la cooperación, se despliegan
prácticas socio políticas que tienden a la participación democrática en la gestión, al
cuidado del medio ambiente, y a la acción solidaria tanto en él ámbito familiar como
en el productivo y el comunitario. En las experiencias concretas se presenta la lucha
permanente de las personas por la sustitución de los principios individualistas por
principios colectivos que favorezcan no sólo a los grupos implicados en los proyec-
tos, sino a toda la sociedad.
Esto se encadena con otros valores propios de este sector socioeconómico,
recién mencionados pero que es necesario remarcar, tales son la Autonomía y la
Autogestión. Y finalmente, una última serie de valores, son aquellos que intentamos
plasmar en nuestra acción cotidiana y que estructuran nuestra propuesta de inter-
vención específica dentro del Municipio y de la Secretaría de Promoción Social: la
producción como estrategia de inclusión y eje de la política social. Según nuestro
entender –y esto ha quedado claro ya a lo largo de la exposición– no hay separación
entre el mundo social y el económico, toda economía crea sociedad en función de
los parámetros por los que se rige, crea “consecuencias” a partir de su forma de
funcionamiento. Y esto mismo puede ser pensado para las políticas públicas y, sobre
todo, las políticas sociales: siguiendo a Claudia Danani (2004) afirmamos que todas
las políticas sociales “crean sociedad” en función de los objetivos que las alientan;
cada una de ellas, y más aún su conjunto, en su accionar, crean sociabilidades y
subjetividades en función de las formas de intervención. No es lo mismo interpelar
a las personas como beneficiarios de un plan, de una transferencia de ingresos o
servicios, que como trabajadores, como productores, que a partir de su labor, crean
para sí mismos otro lugar en la sociedad. De allí que nuestro objetivo sea la realiza-
ción efectiva del derecho al trabajo en sus más variadas formas (el trabajo asociado,
cooperativo, al interior de la unidad doméstica, el “autoempleo”). Dicho objetivo se
encuentra en el centro de la reconstitución de los lazos sociales y puede constituir,
asimismo, el germen de otras formas socio-económicas, inclusivas socialmente y
más equitativas.
No existe ciudadanía posible si no se concreta el derecho básico, inalienable,
al desarrollo de las propias capacidades, a la dignidad de la subsistencia a partir del
despliegue de las propias potencialidades y de la participación en el progreso de la
comunidad a la que se pertenece.
En base a lo expuesto, podemos afirmar que todo esto es una discusión cultu-
ral, por lograr otras pautas de producción, de consumo y de comercio (por eso elegi-
mos hablar, desde la Subsecretaría, de “Comercio Solidario” y “Consumo Responsa-
ble”, como formas de consumo, opciones conscientes y orientadas a fortalecer estas
estrategías económicas), pero también y fundamentalmente una discusión política.
Es necesario pensar la economía con otro sentido -más abarcador y más humano-,
con otros valores rectores, para lograr otros modos de distribución y redistribución
de los ingresos, así como otras maneras de inclusión de sectores hoy marginados.
Pero para esto, se requieren políticas públicas que sostengan esta visión y la
impulsen, la materialicen en avances y logros concretos, lo que requiere firmes com-
promiso y decisión política.
Proyectos de trabajo:
- avícola (gallinas y codornices)
- cunícola
- sub-productos animales (lanas-cueros)
- producciones vegetales asociadas: producciones específicas y ornamentales
- fertilizantes orgánicos de origen animal (lombricultura)
Áreas temáticas:
- desarrollo de Cadenas Productivas: Lleva a cabo la organización y la interre-
lación de las unidades productivas generadas a partir de los distintos proyectos del
Programa, al tiempo que garantiza la trazabilidad de la cadena alimentaria.
- economía Social y Desarrollo Comercial: Realiza la intervención y el análisis
de los procesos económico-socio-productivos llevados adelante en el Programa y
monitorea el desarrollo de planes comerciales.
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Folletería y material de difusión – Subsecretaría de Economía Solidaria.
Argentina: agricultura y desigualdad.
El papel de la Universidad Pública
Jorge Cardelli *
Introducción
Los hechos que se mostraron más arriba, más allá de que estén presentados con
una importante carga teórica nos interpelan en nuestra situación de universitarios de uni-
versidades públicas Argentinas o Latinoamericanos. Somos parte de una Nación que
pugna desde hace más de 200 años por alcanzar su condición de tal. Al día de hoy somos
dependientes. En esta dependencia las universidades han jugado un papel. Es sobre este
papel sobre el que creo que debemos reflexionar. A manera de fundamento esta reflexión
no puede dejar de tener en cuenta las apreciaciones siguientes.
El inmenso desarrollo que presenta hoy el saber científico y tecnológico (en lo
que sigue la referencia serán siempre las ciencias de la naturaleza por las razones que
surgirán del propio texto) y las maneras en que se articula con los intereses de las clases
dominantes en beneficio de la profundización y expansión del capitalismo bajo el predo-
minio norteamericano nos hablan de cómo la organización institucional y cultural de las
naciones se constituye en condiciones de posibilidad para que esto sea así. En las diver-
sas instituciones educativas y también en las estructuras de producción de conocimiento
científico campea una visión ideológica de que el conocimiento científico y tecnológico
en sí mismo tiene un carácter neutral, que está al margen de los conflictos sociales. A los
esfuerzos que han hecho los estados del capitalismo desarrollado y en particular el im-
perialismo norteamericano en crear condiciones de infraestructura y de financiamiento
para este desarrollo y también a la gran inversión que realiza el capital en el mismo no
se los alcanza a caracterizar como una acción que tiende a controlar las direcciones del
mismo y hacerlo jugar un papel clave en los procesos de explotación y de dominación
de clase, de raza y de género.
El saber científico es una creación histórica del espíritu humano y tiene un
claro carácter colectivo. No hay argumentos que puedan justificar relaciones de pro-
piedad y de esta manera instrumentarlo en beneficio de determinados intereses sin
correr el riesgo de destruir su potencialidad creativa y mas aún, sus posibilidades
de existencia misma. Menos aun cuando el control de la dirección del mismo por
determinados sectores de poder afecta los intereses del desarrollo de la humanidad
como es el caso de la tecnología armamentista o el desarrollo industrial que esta des-
truyendo el planeta del que nadie puede dudar que es de todos. Hoy no hay razones
que justifiquen que la organización de ese inmenso potencial que es la ciencia y su
articulación con la producción de diseños tecnológicos con todas sus potencialida-
des en direcciones alternativas a la actual, de las que hay sobradas experiencias, esté
en función de unos pocos.
Los mecanismos que garantizan que esto continúe en manos de pocos son
parte de estructuras de poder combinadas con ideologías tecnocráticas. En cuanto a
las estructuras de poder están tanto las de carácter macro, como las de los países del
capitalismo desarrollado con sus características imperialistas, como las de carácter
micro con instituciones altamente verticalizadas y desarticuladas de sus contextos
ciudadanos y territoriales. Este es el caso de nuestras universidades públicas. Las
decisiones descienden siempre y en el mejor de los casos, cuando se ven obligados
a argumentar, estos adquieren la forma de “razón de estado”. Todo estos procesos
decisorios están lubricados con una ideología tecnocrática que se desarrolla en las
instancias institucionales (escolares, universitarios y de tipo social y cultural) y que
se constituyen en mecanismos de selección de quienes llegan a los puestos de de-
cisión. Es aquí donde se visualiza con claridad como el funcionamiento del saber
lleva implícito una forma de ejercicio de poder y como este en sus formas micro es
absolutamente funcional a las maneras macro del ejercicio del mismo.
La democratización de la Ciencia y de la producción de diseños tecnológicos
es un largo proceso que tiene que ser iniciado cuanto antes por que son muchas las
visiones ideológicas con las que hay que confrontar, que están arraigadas en el sen-
tido común y que legitiman su carácter instrumental en los procesos de dominación
de clase, de raza, de género y de carácter imperialista. Su base es ese poder que se
genera a partir de una visualización tecnocrática del saber y por este camino se vuel-
ve instrumental a las clases dominantes.
La tesis que sustento es que la democratización de la producción de cono-
cimiento científico y de diseños tecnológicos es una dirección de avance que ha
empezado a emerger por la vía del protagonismo de los movimientos sociales, en
particular los ambientalistas, poniendo en cuestión la “verdad” de las decisiones
científicas desde un saber construido en la práctica social cotidiana o de lucha por
las necesidades propias de la existencia. Esto es válido inclusive en las naciones de-
sarrolladas. Por este camino el protagonismo de los movimientos sociales a la hora
de la construcción de los diseños tecnológicos o de su articulación comprensiva con
la comunidad científica se vuelve central. Afirmo esto porque en ellos se expresan
con fuerza los impactos territoriales, culturales y sociales de las decisiones de orden
tecnológico que se toman desde el capital como desde los estados. El conocimiento
científico no solo es válido como insumo de la producción de diseños tecnológicos, 117
sino también para el análisis crítico de los mismos. Hay que tener presente que en
general los diseños tecnológicos que se imponen no se producen en las universida-
des sino en instituciones directamente dependientes del capital, fundamentalmente
trasnacionalizado.
Este camino se vuelve más prometedor cuando es acompañado con el fortale-
cimiento del derecho al conocimiento del saber científico y tecnológico. La confron-
tación mas fuerte que tenemos en la actualidad es con el neoliberalismo, que tiende a
hacer del saber una forma de “capital individual” que se supone clave para trabajar y
crecer a través del mismo y entonces, al igual que el capital, su producción no se dis-
cute en la medida que sea exitosa, es del orden de la naturaleza y luego está fuera de
la política. Es una operación que tiende a llevar la producción, uso y enseñanza del
conocimiento al plano de la economía de mercado y de esa manera sale de la órbita
de lo público y luego de la política. El saber científico es un bien cultural universal
y que debe ser público y al que debemos acceder todos y por ello, el fortalecimiento
del derecho al conocimiento (esto implica el desarrollo de una voluntad popular en
torno a su importancia) es hoy una línea de acción política vital para la democrati-
zación de la sociedad.
Volviendo a la interpelación que la realidad de nuestras poblaciones afectadas
por la ofensiva del capital en los agro negocios nos realizan, es necesario visibilizar
que esta es posible y que cada vez tiene mas fuerza por que hay movimientos socia-
les (campesinos, ambientales y de trabajadores) que la corporizan. Si tomamos como
punto de partida que las universidades deben hacer del desarrollo de la sensibilidad
hacia las luchas de los movimientos sociales que se dan en los territorios donde se
encuentra enclavadas un componente ético e institucional otras serían las actitudes
que tendríamos ante la ofensiva del agro-negocio. El fundamento de esto está expre-
sado mas arriba en el sentido que la ciencia no es universal en términos abstractos (la
que así se justifica es funcional a los países centrales) sino en relación a la humani-
dad concreta que incluye a todos los pueblos y a todos los territorios del mundo.
Esto también debe tener como contrapartida que los movimientos sociales
campesinos, ambientales y de trabajadores, deben trabajar en la búsqueda de aliados
en los grupos de trabajo académico de las universidades pública y promover el deba-
te amplio con ellos y, más aun, plantearse como horizonte incidir en la programación
académica de las mismas. Creo a que a través de lo planteado se abre un camino de
articulación entre movimientos sociales y universidad, que recuperando las mejores
tradiciones científicas, autónomas y democráticas podemos hacer realidad una uni-
versidad comprometida con el pueblo.
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119
AGENCIA SANTAFESINA DE SEGURIDAD
ALIMENTARIA (ASSAL): implementación del modelo de
agencia única descentralizada como respuesta a las demandas
de un nuevo paradigma en seguridad alimentaria.
Marcos Monteverde*
* Médico Veterinario egresado de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y Magister en Tecnologías de
los Alimentos por la Universidad Católica Argentina (UCA). Actualmente se desempeña como Secretario de
la Agencia Santafesina de Seguridad Alimentaria, perteneciente al Ministerio de Salud de Santa Fe y como
Consultor Temporero de la Organización Panamericana de la Salud en Argentina (OPS/OMS).
1. A su vez, esta Ley da marco legal a la creación del Código Bromatológico de la provincia de Santa Fe,
primero en todo el país.
2. En este sentido es oportuno mencionar el Libro Blanco de la Seguridad Alimentaria que, en 1999, la
Comunidad Europea hizo público y donde se recomienda la creación de agencias análogas en diferentes
países del mundo que se consoliden en una red de cooperación e intercambio de información técnico-
científico. A su vez, se enuncian en él los principios básicos sobre los que deberían sustentarse las dife-
rentes agencias a crearse.
de la Agencia Santafesina de Seguridad Alimentaria –en adelante ASSAL-, como
Agencia Única integrada por Municipios, Comunas y Provincia y como respuesta a
la necesidad de integrar a todos aquellos actores públicos y privados que promueven
la seguridad de los productos y procesos alimenticios en cada uno de los eslabones
de la cadena agroalimentaria, “desde el campo a la mesa” protegiendo, como fin
primero y último, la salud pública de todos los santafesinos.
Resumiendo, la ASSAL nació en diciembre de 2007 como un organismo descen-
tralizado, producto de una decisión política provincial para responder a las demandas de
un Nuevo Paradigma en Salud. El proyecto cuenta con el aval de la representación de
la Organización Panamericana de la Salud en Argentina –en adelante OPS/OMS- y
con el reconocimiento y la colaboración de la Organización a nivel regional.
La Agencia tiene por misión articular, estimular y desarrollar la producción,
elaboración y el consumo de alimentos seguros y saludables en toda la cadena agroa-
limentaria. Todas sus decisiones están tomadas sobre sólidas bases científicas/técni-
cas y, la participación de todas las voces actuantes dentro de esta cadena.
Recientemente, y como uno de los últimos logros alcanzados, la ASSAL ha
certificado con la Norma ISO 9001:2008 su ingreso a un Sistema de Gestión de
Calidad, convirtiéndose en el primer ente provincial en materia alimentaria en ha-
cerlo en todas las Américas.
III.-Conclusión
A la fecha son 93 las localidades que componen la Red de Trabajo de la
ASSAl, incluyendo comunas de 1500 habitantes hasta municipios con más de un
1.000.000 de habitantes. Traduciendo esta cifra, la Agencia, en dos años de exis-
tencia las políticas en Seguridad Alimentaria afectan al 86% de la población san-
tafesina. Para concretar estas cifras, cuenta con más de 400 miembros en toda la
provincia, de los cuales 200 son profesionales.
Con todo, la ASSAL pretende seguir consolidando las bases de un Nuevo Pa-
radigma, coordinando sus acciones con organismos internacionales (OPS/OMS y el
Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura -IICA-) y nacio-
nales (como las Universidades y los Colegios de Profesionales) para mantenerse a
la altura de un contexto mundial en crisis, que exige de sus autoridades una política
dinámica que se ajuste a sus demandas fluctuantes. La Agencia actúa en pos de
la mejora continua y permanente de las condiciones mediante las cuales se pueda
acceder a una alimentación segura y saludable, para que los santafesinos cuenten
con mejores herramientas para el cuidado de su salud, defendiendo el derecho a la
soberanía alimentaria.
129
Conceptualización, diagnóstico,
Relevamiento y propuestas. Hacia un
enfoque integrador en materia de
Seguridad y Soberanía Alimentaria
Claudio Tomás*
Introducción
¿Cómo se puede comenzar a abordar al Hambre1 Global sin caer en el desaso-
siego, habida cuenta de que jamás en la historia de la humanidad se produjo seme-
jante cantidad de alimentos a escala planetaria?
¿De que hablamos cuando hablamos de Hambre?
¿De una temática?
¿De una cuestión?
¿De una problemática?
¿Es posible abordarlo académicamente, cuando la naturaleza del mismo impli-
ca la decisión, con las inmediatas acciones, de erradicarlo ya?
¿Cuál es el sentido epistemológico de abordarlo desde el debate, desde la dis-
cusión, desde la teoría?
Si bien la praxis sea el lugar natural desde donde intentar mitigarlo hasta su no
existencia, el abordaje académico y su publicación posterior permiten, a) instalarlo
en la agenda de aquellos que deciden como así también, b) contribuir, en el lento
trabajo de concientización de la sociedad civil, en cuyas profundas convicciones
subyacen las esperanzas de cambio.
Teorizar sobre el Hambre es una obligación moral para todo aquel ser humano
que se precie de su condición de tal. Es por eso que intentamos aproximarnos desde
esta perspectiva.
Resulta fundamental aceptar la pedagogía del dolor que provoca el hambre,
para que se puedan generar las políticas públicas necesarias orientadas a intentar
suprimirlo; de ahí, lo esencial de la divulgación de los trabajos inherentes como la
concientización de la sociedad civil, actor clave a la hora de inducir a aquellos que
ostentan la capacidad política de revertir la situación.
Entendemos que enunciarlo de cualquiera de las formas mencionadas, sea
como temática, cuestión o problemática es banalizarlo, relativizarlo y ponerlo en el
lugar de efecto, resultado o consecuencia no deseada del modo en que produce el
sistema mundial capitalista.
El Hambre es la negación del más básico y constitutivo de los Derechos Hu-
A) Conceptualizando
De sol a sol, labrando tierra tendrás tu pan todos los ríos van al mar
pero éste nunca se llenará todos los ríos siempre volverán a donde sa-
lieron para comenzar a correr de nuevo lo que siempre fue lo mismo será
lo que siempre hicieron repetirán; no olvidar, lo que ves ya se ha visto ya
tal vez un día lo sabrás, todo tiene un tiempo bajo el sol porque habrá
siempre tiempo de plantar y de cosechar tiempo de hablar, también de
callar hay tiempo para guerra y tiempo de paz tiempo para el tiempo y
un rato más.
(Ricardo Soulé, Libros Sapienciales en La Biblia, Febrero de 1971)
a).1
Por ello es que, partiendo de la globalización como contexto histórico deci-
mos que es “un vasto proceso histórico, simultáneamente social, económico, polí-
tico y cultural en el que se mueven individuos y multitudes, pueblos y gobiernos,
sociedades y culturas, lenguas y religiones, naciones y continentes, formas de los
espacios y posibilidades de los tiempos” (Ianni, 1998:41). Complementariamente,
está compuesta por un “sistema de redes en las cuales se organizan el comercio, las
inversiones de las corporaciones trasnacionales, las corrientes financieras, el mo-
vimiento de personas y la circulación de la información que vincula a las diversas
civilizaciones; es asimismo, el espacio del ejercicio del poder dentro del cual las
potencias dominantes establecen, en cada período histórico, las reglas de juego que
articulan el sistema global” (Ferrer, 2004:359).
La globalización es un proceso de índole inicialmente geográfico, que comien-
za con el surgimiento del sistema mundial capitalista y se acelera deliberadamente a
partir de la consolidación de los Estados luego de la 2ª Guerra Mundial y, finalmente,
del diseño e implementación consensuada de los Organismos internacionales y la
Revolución de las Telecomunicaciones a partir de los años sesenta.
Sus principales dimensiones son: la economía, las finanzas, el comercio in-
ternacional, la política, cultura y sociedad, la ecología, donde las primeras y, espe-
cíficamente las finanzas, han impuesto la dinámica al sistema, siendo alguna de las
manifestaciones mas ostensibles, la crisis de las hipotecas en EE.UU, la crisis del
petróleo, como así también la crisis de los alimentos que convergieron en la segunda
mitad del 2008 con consecuencias aún inciertas para el desarrollo del sistema mun-
dial capitalista.
a).2
Si tenemos un contexto globalizado, todo sistema o subsistema que emerja a
la luz de estos tiempos será global, ergo, el desarrollo de un Sistema Alimentario
Global resulta pieza fundamental para intentar explicar el objeto de estudio del pre-
sente trabajo.
FAO advierte que “por primera vez, el desarrollo del sector alimentario y
agrícola está siendo objeto de una conceptualización mundial, como debe ser en
realidad” (2001:1). Esto anuncia la máxima autoridad de los Organismos Intergu-
bernamentales referidos a la Alimentación mundial. El triunfo de esta afirmación
reside en que en virtud de la consolidación de sus principales características, la oli-
gocéntrica2 y el asimétrico acceso a los alimentos: la discusión sobre el mismo ya
no podrá sofrenarse.
A pesar de no contar con una definición taxonómica respecto del Sistema Ali-
mentario Global la FAO, en el Preámbulo de su Constitución, expresa claramente la
prefiguración del mismo:
“Los Estados que aceptan esta Constitución, decididos a fomentar el bienestar
general, intensificando, por su parte, la acción individual y colectiva a los fines de:
- elevar los niveles de nutrición y vida de los pueblos bajo su respectiva ju-
risdicción;
- mejorar el rendimiento de la producción y la eficacia de la distribución de
todos los productos alimenticios y agrícolas;
- mejorar las condiciones de la población rural;
- y contribuir así a la expansión de la economía mundial y a liberar del ham-
bre a la humanidad, constituyen por la presente la Organización de las Naciones
Unidas para la Agricultura y la Alimentación”.
2. “Las diez empresas más importantes del mundo controlan la mitad del suministro de semillas del mundo;
diez empresas controlan el 55% del mercado de fármacos de veterinaria(…) las diez procesadoras de alimentos
y bebidas mas importantes representan el 24% del mercado estadounidense (…) en cuanto a la cerveza, el 41% 133
del mercado mundial está controlado por cinco empresas estadounidenses o europeas” (Patel, 2008:96).
De todos modos, según sus propias definiciones, “la FAO tiene como obli-
gaciones constitucionales mejorar la nutrición y el nivel de vida, mejorar el rendi-
miento de la producción y la eficacia de la distribución de todos los productos ali-
menticios y agrícolas, mejorar las condiciones de la población rural y contribuir así
a una expansión de la economía mundial y a liberar del hambre a la humanidad.
Además, la FAO tiene el mandato de la comunidad internacional de propor-
cionar los instrumentos y mecanismos para un foro internacional en el que se afron-
te el equilibrio de los intereses y se adopten medidas al respecto, al propio tiempo
que se aspira a proteger y mejorar los bienes públicos globales por lo que respecta
a la alimentación y a la agricultura” (FAO, 2001: 26).
Y continúa con su incipiente conceptualización: “Estos instrumentos y mecanis-
mos pueden servir para crear un sistema alimentario y agrícola más ético que afronte
los problemas y los desafíos antes expuestos. Un sistema ético de este tipo sería eficaz,
seguro y solidario, al propio tiempo que aceptaría la diversidad de los sistemas de va-
lores. La creación de un sistema de este tipo no debería significar la creación de un
estereotipo: un plan detallado que esté abocado a convertirse en un fin en s. mismo. Al
contrario, debe ser un proceso participativo y que evolucione con el tiempo para res-
ponder a los nuevos datos científicos, a las innovaciones en las metas y objetivos y a las
nuevas cuestiones éticas planteadas por la FAO y sus asociados.
Un sistema alimentario y agrícola más ético debe incluir el interés por tres
objetivos mundiales generalmente aceptados, cada uno de los cuales incorpora nue-
vas propuestas normativas: mejora del bienestar, protección del medio ambiente y
mejora de la salud pública” (Ibidem).
Insistimos en que no hay claramente una definición de Sistema Alimentario
Global pero, observamos el modo en que se reconocen sus deficiencias y sus debi-
lidades. Raj Patel lo corrobora cuando señala que “es frágil debido al tamaño de su
impronta ecológica, los recursos que se necesitan para sostenerlo y la explotación
que requiere (…) es vulnerable sistémica y estructuralmente y su vulnerabilidad se
encuentra cercana a la superficie de nuestras vidas cotidianas: todo lo que hace
falta para exponerla es una ligera sacudida al sistema, algo como la escasez de
petróleo” (2008: 56).
El punto de partida para comprender que el no ejercicio del derecho a la ali-
mentación es definir la prevalencia de un tipo determinado de Sistema Alimentario
Global -entendido éste como un proceso constituido por actores interactuantes y
complementarios entre sí, que comparten un objetivo común, establecen relaciones
y definen reglas para el funcionamiento del mismo-.
Desde la geografía económica, las corporaciones multinacionales de la ali-
mentación; los pequeños y medianos productores rurales, son los que producen y
comercializan los alimentos. Desde la geografía política, los Estados nacionales, los
Organismos Intergubernamentales y las ONG’s, son las que confieren el marco regu-
latorio de esas relaciones. Desde del punto de vista de la geopolítica, los alimentos
fueron moneda de cambio fundamental durante la Guerra Fría, especialmente entre
EEUU y Europa con motivo del Plan Marshall3, a fin de contener el avance de los
socialismos reales.
Hoy, esa postura superada por la historia deviene en geoeconomía, ya que los te-
rritorios han evolucionado en potenciales mercados donde colocar la producción, por un
lado y, como plataforma de lanzamiento para posicionarse con perspectivas más amplias.
Por el otro, China es un fiel reflejo a través de los acuerdos financieros recientes con
Argentina y Brasil, de cara al posicionamiento en toda América Latina.
En cuanto a objetivo último, el actual Sistema Alimentario Mundial apunta a
la satisfacción de todas las necesidades alimentarias del planeta. Si “el hambre en el
mundo alcanzará un récord histórico en 2009, con 1 020 millones de personas que
pasan hambre a diario” (FAO, 2009), la corroboración del pésimo funcionamiento
del mismo resulta una simple y triste confirmación.
Por lo que se viene exponiendo resulta imprescindible presentar las grandes
líneas de debate acerca de morigerar las consecuencias de un Sistema Alimentario
asimétrico, tal como se venía señalando.
a). 3
Las directrices generales de ese debate están representadas por los diseños
e implementación de las políticas de Seguridad Alimentaria y de la Soberanía Ali-
mentaria. Siguiendo las declaraciones constitutivas podemos enunciarlas de modo
consecutivo:
“Existe seguridad alimentaria cuando todas las personas tienen en todo mo-
mento acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para
satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos
a fin de llevar una vida activa y sana, siendo sus dimensiones la disponibilidad de
alimentos, el acceso a los mismos, su utilización y la estabilidad (se refiere tanto a la
dimensión de la disponibilidad como a la del acceso de la seguridad alimentaria.)”
(FAO, 1996).
La soberanía alimentaria corresponde al derecho de los pueblos, de sus paí-
ses o uniones de Estados a definir su alimentación y su agricultura, a proteger y
regular la producción y el mercado nacional de los productos agrícolas con el ob-
jetivo de conseguir los objetivos de desarrollo sostenible, a determinar el grado de
autosuficiencia y a limitar el “dumping” de productos alimenticios a sus mercados
nacionales. Sus principios fundamentales son: la alimentación como derecho huma-
no básico, la reforma Agraria, la protección de recursos naturales, la reorganiza-
ción del comercio de alimentos, eliminar la globalización del hambre, la paz social,
el control democrático” (Neymeyer et al. s/d).
De igual modo y a los efectos de verificar el aggiornamiento de ambos con-
ceptos en el tiempo y dejar sentado lo que significan hoy, citamos:
3. Iniciativa de los Estados Unidos, que lleva el nombre de su Secretario de Estado, tendiente a reconstruir 135
Europa luego de la Segunda Guerra Mundial y a contener un posible avance del comunismo.
La seguridad alimentaria consiste en “el derecho de toda persona a tener
acceso a alimentos sanos y nutritivos, en consonancia con el derecho a una ali-
mentación apropiada y con el derecho fundamental de toda persona a no padecer
hambre “(…) y “esclarecer el contenido del derecho a una alimentación suficiente y
del derecho fundamental de toda persona a no padecer hambre” (FAO, 2004).
“La soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos, las comunidades y
los países a definir sus propias políticas agrícolas, de trabajo, pesca, alimentación
y tierras, que sean adecuadas desde el punto de vista ecológico, social, económico
y cultural a sus circunstancias únicas.
Esta incluye el verdadero derecho a la alimentación y a producir el alimento,
lo que significa que todo el mundo tiene el derecho a una alimentación inocua,
nutritiva y culturalmente adecuada y a los recursos para producir estos alimentos,
así como el derecho a poder alimentarse a si mismo y a sus sociedades” (Foro So-
beranía Alimentaria, 2002)
La soberanía alimentaria es “el derecho de los pueblos a alimentos nutriti-
vos y culturalmente adecuados, accesible, producidos de forma sostenible y ecológi-
ca, y su derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo” (Foro Social
Mundial, 2007).
A raíz de las definiciones precedentes, podemos intentar un cotejo tomando
diferentes tópicos:
Para ubicar históricamente ambos conceptos es necesario señalar que la se-
guridad alimentaria surge en los setenta concebida en el seno de la realización
de la Primera Conferencia Mundial sobre la Alimentación realizada por la FAO en
1974, como consecuencia de la crisis alimentaria en el marco de un Estado que ya
comenzaba a retirarse y acentuaba, paulatinamente, su presencia ausente. Además,
EE.UU abandonaba el Sistema Monetario Mundial creado en Bretton Woods, decla-
rando la inconvertibilidad del dólar en oro, comenzando a generar, de modo coadyu-
vante, un fenómeno inédito denominado stanflation que combinaba la inflación de
precios con recesión de la actividad económica. La seguridad alimentaria surge
como expresión de los Organismos Intergubernamentales.
La profundización del modelo iniciado, conlleva a la respuesta segura durante
los noventa como consecuencia de la revolución neoconservadora de Tatcher y Rea-
gan iniciada a una década antes, sustento ideológico de la última etapa de globaliza-
ción y liberalización de la economía mundial.
El concepto que comienza a pergeñarse es el de soberanía alimentaria, a ma-
nos de un movimiento campesino global, la Vía Campesina4, que intentaba pensar y
desarrollar alternativas para poder seguir subsistiendo como productores pero tam-
bién, como partes integrantes de las comunidades locales con identidades propias.
La soberanía alimentaria surge como expresión de la Sociedad Civil y tiende a
presionar a los Estados para la adopción de políticas públicas, en beneficio de
a). 4
Como planteábamos al inicio del presente capítulo, hemos arribado al análisis
del aspecto micro o particular constituido por el ser humano y, en relación al tema
que nos convoca, el derecho a la alimentación es aquel que logra encuadre jurídico
en la Declaración Universal de Derechos Humanos, en el Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, en la Declaración Americana de
los Deberes y los Derechos del Hombre5 (Art. 11), en el Pacto de San José de Cos-
ta Rica o Convención Interamericana sobre Derechos Humanos (Cap. 3 Art. 26)
como así también en nuestra Constitución Nacional. El derecho a la alimentación
5. En 1948, en la Novena Conferencia Internacional Americana, los participantes firmaron la Carta de la OEA
y la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, la primera expresión internacional de 137
principios de derechos humanos.
es el punto de partida de ambos enfoques. En su artículo 25, la Declaración Uni-
versal de Derechos Humanos sostiene que “toda persona tiene derecho a un nivel
de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en
especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios
sociales necesarios (…)”. El artículo 11 del Pacto Internacional de Derechos Eco-
nómicos, Sociales y Culturales, adoptado por la Asamblea General de las Naciones
Unidas el 16 de diciembre de 1966 en vigor desde 1976, expresa que, “Los Estados
Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a un nivel de vida
adecuado para sí y su familia, incluso alimentación, vestido y vivienda adecuados,
y a una mejora continua de las condiciones de existencia (…)reconociendo el de-
recho fundamental de toda persona a estar protegida contra el hambre, adoptarán,
individualmente y mediante la cooperación internacional, las medidas, incluidos los
programas concretos, que se necesiten para: mejorar los métodos de producción,
conservación y distribución de alimentos(…), asegurar una distribución equitativa
de los alimentos mundiales en relación con las necesidades(…)”.
Aquí ya comienza a tallarse la relación entre los individuos y los Esta-
dos -cuales propias entidades obligadas a promover los derechos mencionados-.
Nuevamente, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Cul-
turales señala en el artículo 2: “Cada uno de los Estados Partes en el presente Pacto
se compromete a adoptar medidas, tanto por separado como mediante la asistencia y la
cooperación internacionales, especialmente económicas y técnicas, hasta el máximo de
los recursos de que disponga, para lograr progresivamente, por todos los medios apro-
piados, inclusive en particular la adopción de medidas legislativas, la plena efectividad
de los derechos aquí reconocidos.(…) y se comprometen a garantizare el ejercicio de los
derechos que en él se enuncian, sin discriminación alguna”.
Los individuos son los titulares del derecho a una alimentación adecuada.
Los Estados tienen la obligación de promover medidas utilizando sus recursos para
asistir a los individuos en el esencial ejercicio del derecho a la alimentación. Es
decir, los Estados son aquellos actores del Sistema Internacional responsables de
asegurar el derecho fundamental de toda persona a estar protegida del hambre.
El derecho a la alimentación en el marco de la seguridad alimentaria concibe
un enfoque desde los Derechos Humanos, articulando los Derechos Económicos y
Sociales. En este caso, se ejercita el derecho a la ingesta sana y nutritiva, en condi-
ciones que permitan el acceso a la misma. Ejercitar el derecho a alimentarse implica
muchas veces enfrentar relaciones conflictivas con el mercado, quien ejerce los de-
rechos políticos de decidir que se produce, a que precios y con cuales insumos; y si
no son los individuos que ejercen los derechos políticos, ergo, no hay ejercicio de
derecho sino decisiones corporativas.
En relación a los derechos culturales, el Instituto Interamericano de Coopera-
ción para la Agricultura –en adelante IICA–6 plantea la seguridad alimentaria como
6. Veáse www.iica.int
el acceso a una dieta segura acorde con las preferencias culturales. No consideramos
esta acepción como genuina expresión del ejercicio de los derechos culturales.
Pero, en el Informe especial de las Naciones Unidas de 2002 se definió el
concepto de derecho a una alimentación adecuada que, a la vez, se deriva del
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y de su Ob-
servación General 127, del siguiente modo:
El Derecho a una alimentación adecuada es un derecho humano, inherente
a todas las personas, “tener acceso ilimitado, permanente y regular, sea directamen-
te o por adquisiciones, cualitativa y cuantitativamente a una adecuada y suficiente
alimentación, que corresponda a la tradiciones culturales del grupo al cual perte-
necen las personas, lo cual asegura la realización de una vida digna, física y mental,
individual y colectivamente libre de miedo”. (FAO s/d: 3). Aquí se aprecia cómo se
van ampliando los derechos culturales, al hacer referencia a las tradiciones cultu-
rales del grupo. La pregunta es la siguiente: ¿hay consenso, desde los Organismos
internacionales, respecto del ejercicio del los derechos culturales? Sólo la historia
determinará si es mera enunciación o ampliación en el ejercicio de aquellos.
En cambio, desde la soberanía alimentaria, el enfoque se da desde los Derechos
Humanos pero en un plano de complementación más amplio con otros derechos huma-
nos, concatenados entre sí, como los Derechos Económicos, Sociales, Culturales y los
Ecológicos o Verdes. En este enfoque, la semántica misma ya indica la extensión de los
derechos que se pretenden ejercitar: el control de los recursos -como decisión política-;
la elección acerca de lo que se desea producir en sintonía con la propia cultura culina-
ria implica el desarrollo de los derechos culturales; el respeto por la naturaleza -como
principio esencial marca la presencia de los derechos verdes y naturalmente, generar su
propio alimento para sí mismo como para la comunidad como principales destinatarios-,
encierran el ejercicio de los derechos económicos y sociales.
Para cerrar, es necesario marcar que si bien ambos enfoques parten de idéntico
origen, la concepción de los derechos humanos del derecho a la alimentación, cuando
hablamos de seguridad alimentaria, se refleja una situación reparatoria o de resarci-
miento respecto de las consecuencias de un Sistema Alimentario Mundial esencialmente
asimétrico. Mientras que cuando hablamos desde la soberanía alimentaria, la actitud
propositiva de un modelo alternativo, y porque no, complementario, de gestión de la
satisfacción de las necesidades de alimentación, es lo que se observa.
B) Historizando
7. “El derecho a una alimentación adecuada es completamente alcanzado cuando cada hombre, mujer y niño,
solo o en comunidad con otros, tiene acceso permanente, físico y económico a una alimentación adecuada o a 139
los medios para procurársela”.
no se piensa a si misma sino que va hacia delante estableciendo, ante
todo, lo verificable, que es su típica elemental. Pero la pregunta del
porque y para qué de la ciencia o de las distintas disciplinas es una
pregunta que corresponde a la filosofía: Al pensar asume reflexiva-
mente cada acto de trascendencia. (Feinmann, José Pablo 2009: 32)
b). 1
Probablemente el siglo XX no tenga su origen según lo indican los registros
cronológicos: se lo podría ubicar al finalizar la Segunda Gran Guerra cuando el pro-
ceso de institucionalización internacional, previo despuntar en la malograda Socie-
dad de la Naciones8 wilsoniana, logra poner en marcha un mundo que aún no había
resuelto los principales conflictos arrastrados desde la centuria anterior.
Las fracturas y la posterior desintegración de los imperios decimonónicos a
partir del Tratado de Versalles, continuaron desarrollando una dinámica que se im-
puso en el ulterior desenvolvimiento del mundo, generando las causas, tal vez las
más importantes, de la Segunda Gran Guerra. Por ello podemos pensar que el siglo
XX recién comienza con el diseño e implementación de instituciones interguberna-
mentales, comenzando por la Organización de las Naciones Unidas9 –en adelante
ONU–, sobre la base de la cooperación internacional.
Amén del antecedente señalado, jamás en la historia de la humanidad se había
llegado tan lejos a la hora de coordinar y poner en práctica instituciones cuyas regu-
laciones ostentaran carácter planetario, ergo, pareciera que el siglo XX se inicia en
esos momentos. Pero las dos conflagraciones mundiales habían arrasado al mundo,
sobre todo a Europa, espacio territorial donde mayormente se desenvolvieron las
mismas. Las consecuencias funestas se esparcieron como reguero por toda Europa,
destino principal del Plan Marshall con el objetivo de su reconstrucción. La más
grave de todas aquellas -el hambre- recorría el continente sin detenerse y la ausencia
de medios inmediatos para combatirlo, parecían sumergirlo en un final sin fin.
En esos momentos hizo su aparición la nueva superpotencia con los argumen-
tos más convincentes y pragmáticos: la provisión de alimentos para atenuar una
situación desesperante que, simultánea y deliberadamente, se complementaba con
el otro objetivo geopolítico buscado: evitar el avance del comunismo, sistema so-
cioeconómico y cultural imperante en la geografía de la otra superpotencia, la ex
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Si el Plan Marshall fue el marco de la relación entre Estados Unidos y Europa y
el contexto fue la Guerra Fría, la asistencia alimentaria fue la genuina herramienta nor-
b). 2
Sin poner en tela de juicio las inquietudes humanísticas del padre fundador
de la Revolución Verde, Norman Borlaug12, quien señalo que “no habrá paz en el
mundo con los estómagos vacíos”.13 La propia dinámica del sistema de producción
y comercialización mundial llevó a que sus descubrimientos contribuyeran a palear
el hambre mundial, promoviendo también el desarrollo de la agricultura industrial,
en los prolegómenos del modelo de Agronegocios.
“La revolución verde consistió en un conjunto de tecnologías integradas por
componentes materiales, como las variedades de alto rendimiento (VAR) mejoradas
de dos cereales básicos (arroz y trigo), el riego o el abastecimiento controlado de
agua y la mejora del aprovechamiento de la humedad, los fertilizantes y plaguicidas,
y las correspondientes técnicas de gestión. La utilización de este conjunto de tecnolo-
gías en tierras idóneas y en entornos socioeconómicos propicios tuvo como resultado
un gran aumento de los rendimientos y los ingresos para muchos agricultores de Asia
y de algunos países en desarrollo de otros continentes” (FAO, 1996: s/d).
No obstante, y esta es la gran duda (¿o deuda?), planteada desde el principal
organismo intergubernamental dedicado al tema: “Las tecnologías de la revolución
verde no dejaron de plantear problemas. Aunque las variedades de alto rendimiento
sustituyeron a menudo a variedades locales más antiguas, no es seguro que el mundo
haya sufrido de hecho una erosión genética significativa. La necesidad de un amplio
recurso a la lucha agroquímica contra plagas y malas hierbas ha suscitado preocu-
pación por sus efectos sobre el medio ambiente y la salud humana. A medida que se
ampliaba la superficie de las tierras de regadío, la ordenación del agua exigía cono-
cimientos prácticos que no siempre existían. Se modificaron los papeles en función del
sexo. Hubo que hacer frente a nuevos retos científicos” (Ibidem).
La I&D en su aspecto más prolífico abría un camino nuevo hacia la producción
de alimentos, pero las condiciones multiplicadoras del rendimiento que se lograban
hacían presagiar el alto costo de oportunidad a pagar que si bien no fue detectado
en su momento, el tiempo (y las consecuencias tangibles sobre otros recursos) se
encargó de poner en clara evidencia. Como se menciona: “La investigación creó
variedades híbridas de semillas que rendían más que las tradicionales. Para crecer,
las semillas requerían condiciones casi de laboratorio, que demandaban irrigación,
12. Científico estadounidense, Doctor en Patología Vegetal y premio Nobel de la Paz en 1970.
13. “Muere Norman Borlaug, padre de la ‘revolución verde’ y la agricultura moderna”, Diario El País de
Madrid, España, 13.09.09
fertilizantes y pesticidas. Estos, a su vez, dependían de los combustibles fósiles para
su producción. Y toda la operación requería eliminar la biodiversidad nativa para que
las hileras de la nueva semilla pudieran ocupar su lugar” (Patel, 2008: 109-110).
Además, indica Patel a partir de la experiencia en el Punjab -zona mas fértil
de la India- “las semillas requerían irrigación, lo cual generaba competencia por el
agua, que a su vez resultaba en que el nivel de las napas caía unos treinta centíme-
tros por año en algunas zonas” (Ibidem, p.114).
Resulta muy claro señalar las consecuencias del desarrollo tecnológico que,
como notaremos a continuación, serán coincidentes entre enfoques disímiles o al
menos complementarios como el expresado por el autor hindú y la mismísima FAO,
que señala que con la Revolución Verde “se ha perdido una gran parte de la biodi-
versidad agrícola. Cuando los agricultores decidieron producir las variedades me-
joradas de cultivos y de ganado, se abandonaron muchas variedades tradicionales,
locales, que se extinguieron. Además, en muchos países el gran uso de plaguicidas y
otras sustancias agroquímicas causó un grave deterioro del medio ambiente y puso
en peligro la salud pública. Los sistemas agrícolas de la revolución verde también
requieren una abundante irrigación, lo que ejerce una presión enorme en los recur-
sos hídricos del mundo.
Por último, a pesar de que aumentó la productividad agrícola, sigue habien-
do hambre. Para aprovechar los adelantos de la revolución verde, los agricultores
necesitan tener dinero y acceso a recursos como la tierra y el agua. Los agriculto-
res pobres que no tenían estos recursos quedaron excluidos de la revolución verde.
Muchos se hicieron todavía más pobres” (FAO, 2010).
Entonces, concluimos que la extinción de la biodiversidad agrícola, el uso
discrecional de los plaguicidas y sustancias agroquímicas, la utilización intensiva
del recursos vitales -como el agua y la tierra-, aparecen como las consecuencias más
visibles de la implementación de la Revolución Verde. No obstante, el ostensible
aumento de la producción logró atenuar, más no erradicar, la ominosa urgencia del
hambre. Y muy a pesar de las intenciones del genetista estadounidense. En términos
cuantitativos, la Revolución Verde creía haber encontrado la solución pero estaba
prohijando un modelo de producción que colisiona contra la sustentabilidad medio-
ambiental, cultural y socioeconómica.
b). 3
Las condiciones para implementar una agricultura de tipo industrial ya esta-
ban dadas: de la mano de la I&D y de la carencia de los alimentos se traccionaba el
desarrollo de un nuevo paradigma tecnológico-productivo que hizo del hambre su
mayor justificación y de la evolución científica su potente herramienta. Los campos
del mundo esperaban ser sembrados, las bocas alimentadas y el mercado alimentario
consolidarse de la mano de las empresas pioneras que configurarían el perfil concen-
trador del mismo
La liberalización económica, financiera y comercial, cual espíritu del proceso 143
de institucionalización de la segunda pos guerra, promovieron un esquema a partir
del cual, la –gran- escala, como medida de las actividades productivas, engendró el
poder de las empresas dedicadas a la I&D y a posicionarse en el mercado como las
proveedoras de todos los insumos pertinentes. El fordismo14 de principio de siglo,
fue el iniciador del proceso, desde la perspectiva de la industria automovilística,
cuya evolución y situación actual en el marco del sistema agroalimentario mundial,
la podemos comprender desde la siguiente cita:
“Cargill, por ejemplo, agrupa enlaces de procesamiento y de logística en una
sociedad con Monsanto, que aporta pesticidas y semillas. Novartis y ADM tienen un
acuerdo similar. Con Agra, uno de los mayores procesadores de cereales de Estados
Unidos, tiene acuerdos con empresas de arriba y abajo de su cadena de suministros
desde la semilla hasta el plato” (Patel, 2008:103).
En la Sociedad del Conocimiento15, el poder se plasma a través del control de
la tecnología y se materializa en el marco de un mercado global capaz de amortizar
los costos de esas inversiones: la agricultura industrial está al alcance de la mano.
Por todo ello, la agricultura industrial comienza a imponerse con una serie de
premisas fundamentales, entre ellas:
- investigación científica como fundamento tecnológico.
- aplicación de la gran escala como medida de las unidades productivas.
- monocultivo, como opción de usufructo óptimo de la gran escala.
- búsqueda de la productividad, como objetivo excluyente.
- utilización de la química como insumo esencial para lograr lo anterior.
- mecanización progresiva de la actividad agro-ganadera.
Podemos observar las diversas dimensiones del nuevo paradigma tecnológico-
productivo denominado agricultura industrial. En cuanto a la dimensión científico-téc-
nica, la I&D es privativa de las empresas globales, avalada por la Organización Mundial
de Comercio, en el Acuerdo sobre la Propiedad Intelectual aplicada al Comercio y en la
dimensión económica, el beneficio económico resulta apropiado por las mismas.
La dimensión ecológica, probablemente sea las más vulnerada del modelo
analizado, ya que alto costo energético (por las ingentes cantidades de combustibles
fósiles utilizadas), la utilización de los recursos hídricos, el agotamiento y la pérdida
de fertilidad de los suelos y la contaminación general del medio ambiente, revelan
su inviabilidad, ecológicamente hablando.
En la misma perspectiva, podemos enfocar la dimensión social, dado el au-
mento de la pobreza a nivel mundial, por un lado y por el otro, el vedado acceso de
los pequeños agricultores al modelo analizado
14. Ver Méndez, Ricardo (2008), Geografía Económica: la lógica espacial del capitalismo global, Ed. Ariel,
Barcelona, cuarta impresión 2008, pág. 96.
15. Teorización desarrollada por Peter Druker, que sostiene que los factores tradicionales de la producción
(recursos naturales, mano de obra y el capital) ostentan un carácter asequible, en tanto y en cuanto su búsque-
da y obtención estén sustentadas en el conocimiento potenciado por las tecnologías de la comunicación y la
información.
La dimensión política, tal vez la decisiva, es la que se manifiesta en deuda de
todas las analizadas en virtud de que, en el plano de la potencialidad de cambio que
contiene, no ha logrado morigerar, significativamente, las consecuencias planteadas.
“El mayor problema de la agricultura industrial procede de que el único factor que
considera racional es la intensificación de la producción. Las soluciones propuestas
son exclusivamente tecnológicas y externalizan los problemas hacia fuera del pro-
ceso productivo y hacia el futuro, agravándolos en lugar de resolverlos”.16 (Grupo
De Estudios Agroecológicos, 2009)
Si analizáramos el modelo y se implementaran soluciones que trasciendan la
racionalidad tecnológica, esto es, considerando el contexto, seguramente hallaría-
mos a mediano y largo plazo las soluciones que, pareciera, no quieren lograrse.
b). 4
Parido en el corazón de la Revolución Verde y la agricultura industrial, el
modelo que culminó por imponerse es el de los Agronegocios, que representa la
expresión de una economía global, industrializada y aplicada a todos los sectores
productivos y financieros. Si el siglo XX comienza, en términos de cooperación
internacional intergubernamental, luego de la Segunda Gran Guerra, las bases ma-
teriales del mismo comenzaron a gestarse con el fordismo, como decíamos anterior-
mente. La posterior liberalización promovida por los Acuerdos de Bretton Woods,
que generaron las nuevas reglas del juego económico, financiero y comercial acele-
raron el proceso y las actividades rentables que emergieron en torno a la producción
agropecuaria, vía la Revolución Verde, devinieron en Agronegocios.
Según la FAO, se considera Agronegocios a “la expansión de los negocios del
sector agropecuario y rural y de sus cadenas, a partir de relaciones que involucran es-
tructuras contractuales, alianzas o asociaciones ejecutadas principalmente por el sector
privado a partir de los productores del sector agropecuario, sostenibles a largo plazo,
que involucran, además de un conjunto asociado de agricultores, a diversos agentes
exógenos o de las cadenas agroindustriales y que podrían contar o no, con el apoyo de
las políticas públicas. Estos acuerdos se realizan con el fin de garantizar condiciones
básicas para el avance de una producción competitiva, así como el desarrollo de enca-
denamientos de los procesos productivos, principalmente post-cosecha, hacia el proce-
samiento, comercialización, oferta de servicios a la cadena, gestión y establecimiento de
nexos con los consumidores finales” (FAO, 2005:3).
Desde la lógica empresarial, la concepción de los negocios derivados del agro
no son ni malos ni buenos, sino que son rentables o no lo son. Expandir el negocio,
asociaciones en busca de escala, búsqueda de la competitividad, satisfacción del
cliente constituyen el argot propio de la actividad específica. Pero, recordemos, las
sociedades crecen y evolucionan como conjunto (algunos subconjuntos crecen más
que otros, ¿no?) organizadas jurídicamente desde un Estado que representa los in-
145
16. Véase www.ecoportal.net, La industrialización de la Agricultura, 08.04.09
tereses colectivos.
Entonces, ¿què sucede cuando la actividades de un sector de la sociedad (pro-
ductivo o no) generan las consecuencias analizadas anteriormente y los perjuicios se
extienden a toda la sociedad? ¿qué sucedería si en una sociedad, cada sector buscase
imponer su lógica, prescindiendo del conjunto? Se cristalizaría la ¿metáfora? hobbe-
siana que señala que el hombre es el lobo del hombre.
Claramente, quien ha fallado ha sido el Estado que, reducido a expresiones mi-
nimalistas, permitió el desarrollo y la consolidación de un modelo cuyos argumentos
se labilizan cada vez más. Ya volveremos sobre el rol del Estado.
Acerca de la sustentabilidad de los Agronegocios: “Los transgénicos agudizan
los problemas que prometen resolver: abuso de agroquímicos, crecimiento de pla-
gas, resistencia a los productos que combaten las plagas, aumento de la contamina-
ción de aguas y suelos, pérdida de fertilidad de la tierra, menores rendimientos de
los cultivos. Acrecientan la incapacidad de los agricultores para resolver sus pro-
blemas “técnicos” y, con ello, su dependencia del “agrobussines”. Las relaciones
entre los nuevos genes y los antiguos no son predecibles porque nunca han interac-
tuado unos y otros en el mismo organismo. No podemos determinar qué pasará en
las generaciones futuras de dichos organismos”(…)las soluciones a sus problemas
“técnicos” dependen, cada vez más, del beneficio de la industria agroquímica. Y las
nuevas respuestas, en un circuito de dependencia creciente, vienen nuevamente de la
industria agroquímica, ahora agro-químico-biotecnológica”. (Ibidem)
Retomamos una de las consecuencias respecto de la dimensión social: ¿qué
calidad tienen los alimentos producidos al calor de los agronegocios? ¿cuan inocuos
son para la salud humana? ¿cuál es la sustentabilidad de las explotaciones pequeñas
y medianas si para permanecer en el circuito productivo deben comprar semillas,
fertilizantes, pesticidas en un “paquete tecnológico”, el que debe amortizarse en el
beneficio al final de las cosechas? ¿y si los precios de los commodities cotizan a la
baja en un mercado global integrado? ¿cuál es la verdadera sustentabilidad, en su
dimensión económica como unidad productiva?
Evidentemente, a medida que se amplifica el modelo y las premisas del mis-
mo continúan fortaleciéndose, los pequeños y medianos agricultores constituyen las
principales variables de ajuste deviniendo en rentistas o a lo sumo en productores
marginales del circuito industrial de producción agrícola.
b). 4
Llegamos a nuestro país, Argentina. El proceso mundial de globalización,
dada la cada vez mayor gravitación de los asuntos mundiales en los asuntos regio-
nales y nacionales, le confirió el marco para integrarse “con éxito” a la economía
mundial globalizada.
Si,
- la revolución verde proporcionó la dimensión científica.
- la agricultura industrial, la dimensión organizativa.
- los agronegocios la dimensión empresarial.
- el neoliberalismo, la dimensión político-ideológica: en Argentina, la des-
aparición de la Junta Nacional de Granos y Carnes en los noventa definió el marco
político-técnico desregulado, privatizador y carente de un Estado que ordenara al
sector agropecuario. En otras palabras, su ausencia permitió un nuevo modo de orga-
nización y las políticas públicas brillaron por su ausencia, para que la mano invisible
del mercado ordenara las relaciones de producción y marchásemos hacia la integra-
ción “exitosa y eficiente” de un mundo globalizado.
Como señala Giarracca, “este era un país de chacareros, de cooperativas, de
industrias nacionales, de cadenas agroindustriales, tanto en los frigoríficos como
en las harinas: Terrabusi o Bagley, por ejemplo eran algunas de las viejas empresas
nacionales que estaban en la cadena agroindustrial y les iba bien». Había una lógi-
ca orientada a exportar pero también de producir alimentos orientados al consumo
popular masivo” (Teubal, 2008: s/d). Pero este panorama comienza a reconfigurarse
a partir de los años setenta procediéndose a su consolidación en los años noventa,
cuando se introduce la soja transgénica en el país.
En el marco de la crisis global actual, cuando el rescate financiero e industrial
ya se ha llevado a cabo, ¿no cabría preguntarse si el salvataje de miles de pequeños
productores, a los que se los priva de generar la seguridad alimentaria propia y de los
Estados a los que pertenecen, corresponde la próxima decisión cronológica a tomar?
Las consecuencias de la adopción deliberada y coactiva en forma paralela del mode-
lo analizado saltan a la vista. Según Teubal (Ibidem), habría que diferenciar:
“a) En primer lugar, el boom de la soja transgénica ha causado la especialización
del país en la producción y exportación de unos pocos productos primarios sujetándolo,
como en ningún período anterior, a los vaivenes de la economía mundial.(…) La doble
cosecha trigo-soja, ha desplazado a la ganadería como actividad de rotación incluyendo
a los tambos y a gran parte de los cultivos industriales del interior.
b) En segundo lugar, el crecimiento de la soja transgénica ha originado un
fenómeno de dependencia del país respecto de las grandes empresas multinaciona-
les. Esto se evidencia en el dominio que ejercen Monsanto y Novartis, que no sólo
proveen la semilla, sino también el paquete tecnológico y los agroquímicos para el
cultivo de la soja transgénica.
c) En tercer lugar, el “modelo” argentino ha contribuido a la desaparición de
gran parte de la agricultura familiar y de los trabajadores rurales. Entre los censos
de 1988 y 2002 desaparecieron 25% de las explotaciones agropecuarias existentes
en el país, o sea, 87 mil explotaciones (86% de las cuáles tenían menos de 200 has y
9% entre 200 a 500 has). En cambio, aumentaron las de más de 500 has (particular-
mente las de entre 1000 a 2500 has). Este fenómeno, ha convertido al agro argentino
en una especie de agricultura sin agricultores.
d) En cuarto lugar, el boom de la soja en Argentina ha estado íntimamente
asociado al deterioro ambiental. Además de la irresuelta cuestión acerca de los
riesgos del cultivo en gran escala de la soja transgénica en el largo plazo, su auge 147
se ha dado en detrimento de la yunga y de la flora y fauna en extensos territorios del
país. Esta expansión también está ocasionando la deforestación de extensas áreas
en particular en las provincias del norte, que, al mismo tiempo, está desplazando a
campesinos y comunidades indígenas y comprometiendo la biodiversidad del país.
e) También deben considerarse los efectos perniciosos que ejerce la utiliza-
ción masiva del glifosato, su rocío masivo por aire sobre comunidades campesinas
e indígenas, para la salud humana” (Teubal, 2008: s/d).
Según el Informe preliminar del Censo Nacional Agropecuario 2008, “entre
2002 y 2008, desaparecieron casi 60.000 explotaciones agropecuarias (59.943,
exactamente), de acuerdo con los datos que se desprenden del informe preliminar
del Censo Nacional Agropecuario realizado por el Instituto Nacional de Estadística
y Censos –Indec- el año pasado, en pleno conflicto por las retenciones móviles. En
2002 existían 333.533 establecimientos; en 2008, esa cifra cayó 18% y se redujo a
273.590. En otras palabras: en la misma superficie productiva hay menos producto-
res y, por lo tanto, una mayor concentración del negocio del campo”.17
Pero además, no pueden obviarse las consecuencias en la estructura demográfica
argentina que viene corroborando desde hace tiempo las migraciones internas del campo
a las ciudades, hacia donde se dirigen los trabajadores rurales en busca de un destino pre-
anunciado, destino de condiciones de vida urbana con perspectivas precarias. No sólo los
trabajadores rurales son los que emigran, sino que muchos de los pequeños productores,
que al no poder rentabilizar sus unidades deciden arrendarlas y convertirse en rentistas:
tal vez, el mayor perjuicio no recaiga en ellos mismos, sino en las generaciones siguien-
tes, sus hijos, quienes dejan de vivenciar lo que ellos vivenciaron, esto es, la cultura del
trabajo rural transmitida de generación en generación.
Otra vez, como al comienzo, recurrimos al método del estaño, para comprobar que
los pequeños productores no buscarían sojizar, cual convicción ideológica, sino producir
lo que le permita continuar sobreviviendo: imperaría, la lógica de la supervivencia antes
que la lógica del monocultivo. Sus argumentos pasarían por el hecho incontrastable del
valor de la oleaginosa en el mercado mundial, añorando el tiempo de la rotación y la
diversidad de cultivos, con claro conocimiento de los perjuicios que este modelo les
genera, quedando encerrado en el dilema de continuar (hasta donde puedan resistir) o
convertirse en rentistas, emergiendo un nuevo sujeto agrario. 18
Claramente, “el productor agropecuario que siempre reprodujo su propia se-
milla ahora se ve inducido a comprarla año tras año a las transnacionales. Ade-
más, son semillas que van acompañadas por paquetes tecnológicos, por ejemplo,
la siembra directa, que requieren grandes cantidades de agrotóxicos para matar
la maleza, y maquinaria y equipo no siempre accesibles para medianos y pequeños
productores” (Teubal, 2008: s/d).
17. Crettaz, José, Cerraron 60.000 explotaciones agropecuarias desde 2002, Diario La Nación, Argentina
29.09.09.05.08
18. Zaiat, Alfredo, Sujeto Agrario, Diario Página 12, Argentina 03.05.09
Entonces, ¿cual sería el horizonte temporal para un pequeño productor, actor
marginal en es modelo? Como dice el poeta, la respuesta está en viento.
Lo notable de esta estrategia es su capacidad para comunicar, para instalar
como ganador, precisamente, un modelo con consecuencias en todas las dimensio-
nes, como fuimos señalando en el presente capítulo. Al mejor estilo gramsciano,
construye la hegemonía a partir de la coerción y del consenso: coerción, por estar
dentro de un paradigma tecnológico-productivo del cual les resulta, desde la gestión,
imposible salirse. Consenso, a partir de expresiones que calan hondo en el imagina-
rio popular, del tipo “tenemos los mejores suelos, todos los climas, podemos alimen-
tar al mundo”, sin percatarse que el paradigma tecnológico-productivo ha cambiado
y los que van a alimentar (ya alimentan) al mundo van a ser (son) las corporaciones
que, de lejos, son las verdaderas ganadoras del mismo. Persuasión, a partir del rol
jugado desde algunos medios masivos de comunicación, corporaciones que respon-
den a la misma lógica, difundiendo sistemáticamente la idea -símil pensamiento
único- de la existencia de un solo modelo de agricultura. ¿Las economías regionales,
los productores extrapampeanos, que sustentan pueblos y pueblos de la extensa geo-
grafía argentina, no merecerían mayor espacio de conocimiento, difusión y atención
a sus estructurales inequidades?
Lamentablemente, “prevalece en nuestro país la noción que impulsan sus pro-
motores de que el modelo de agricultura industrial ha sido plenamente exitoso. Son
pocas las voces que señalan sus efectos nocivos y los de la difusión masiva de los
cultivos transgénicos en general: efectos sociales, económicos, medioambientales,
sanitarios, etc. Tampoco se discute en qué medida es perjudicial una excesiva espe-
cialización en la soja transgénica. Asimismo, se hace caso omiso de sus consecuen-
cias: la desaparición de medianos y pequeños productores y trabajadores rurales;
la creciente pérdida de la soberanía alimentaria; la gran vulnerabilidad a que está
siendo sometido nuestro agro a causa de la especialización en este cultivo exclu-
sivamente de exportación; el deterioro ambiental, que ha generado protestas, por
ejemplo, en poblados contaminados por las fumigaciones del glifosato por aire; la
pérdida de la biodiversidad en nuestro medio; la dependencia respecto de grandes
empresas transnacionales que, en forma creciente, son proveedoras excluyentes de
la semilla; la expulsión del sector de medianos y pequeños productores y campe-
sinos por parte de grandes sojeros, etc. Tampoco se señala el impacto que habría
tenido sobre la desocupación, el hambre y la pobreza y la creciente regresividad en
la distribución del ingreso en el nivel nacional” (Teubal, 2006: s/d).
b). 5
Y el Estado, ¿donde está? Estamos asistiendo al fin de un paradigma libe-
ralizador iniciado con la segunda posguerra a partir del cual, los Estados fueron
acotando paulatinamente su grado de participación en las economías nacionales. Sin
cavilar un momento, el Estado regresa: en el salvataje financiero, a nivel industrial,
auxiliando al mayor símbolo del capitalismo norteamericano, la General Motors. 149
Lo auspicioso resulta el margen con el que se cuenta desde la periferia: la
crisis tuvo su epicentro en el Norte y los primeros indicios del regreso se dieron
por esas latitudes. Lo esperanzador resulta del protagonismo tomado por el G-20;
los nubarrones se ciernen con el relanzamiento del Fondo Monetario Internacional,
recuperado en el epílogo de su existencia histórica.
Por ello, entendemos que YA nos encontramos en “(…) tiempo de nuevos o
reversionados paradigmas a partir de los cuales, comenzarán a gravitar el rol de
los Estados con fuerte participación de la sociedad civil en cuanto al acceso a los
derecho mencionados, con la conciencia de que el ecosistema es un organismo vivo
a preservar, generando el marco para que las empresas produzcan a partir de tec-
nologías limpias”. (Tomás, 2009)
Desde posturas desarrollistas aggiornadas, podemos comenzar a desandar el
camino extraviado en tiempos de pensamiento único. Bresser Pereira, nos provee un
marco teórico interesante para el abordaje:
“Y para el nuevo desarrollismo el agente fundamental es la nación, que usa
su Estado para generar el desarrollo. (…) la globalización es la competencia gene-
ralizada entre los Estados-nación y, por lo tanto, un momento del capitalismo en el
que los Estados-nación son más importantes que nunca (…) lo fundamental no es
simplemente la garantía de la propiedad sino una estrategia nacional de desarrollo,
que es un conjunto de instituciones, de leyes, de reglas y de políticas, de creencias
compartidas para generar oportunidades para la inversión productiva, la innova-
ción, el trabajo (…) porque la historia demuestra que el desarrollo se hace siempre
en base a capitales nacionales y ahorro interno”.19
El keynesianismo apreciado está basado en la Teoría Económica del Desarro-
llo, “le otorga al Estado un papel central, pero para llevar a cabo su tarea éste debe
ser financieramente sólido y administrativamente eficiente (…)
Pero solo tendrá sentido si parte de un consenso interno (…) entre los empre-
sarios productivos, los trabajadores, los técnicos del gobierno y las clases medias
profesionales; es decir, un acuerdo nacional”20.
Y continúa señalando al Estado con un “papel económico fundamental como
garante del buen funcionamiento del mercado y de las condiciones generales de la
acumulación de capital: educación, salud, infraestructura de transportes, comuni-
caciones y energía” (Bresser Pereira, 2007: s/d).
Aldo Ferrer, lo señala claramente: “el papel del Estado en los mercados es
insustituible. Queda claro que la economía de mercado necesita del Estado para
funcionar bien, eso es así desde el origen del capitalismo. Lo hizo Gran Bretaña,
cuna del capitalismo industrial. Existen límites, no se puede hacer todo. Aún así,
19. Bresser Pereira, Luis Carlos, “Hay espacio para un nuevo desarrollismo”, Diario Página/12,
Argentina, 29-04-07.
20. Bresser Pereira, Luis Carlos, Estado y Mercado en el Nuevo Desarrollismo. Revista Nueva So-
ciedad Nº 210, julio-agosto de 2007.
21. Aldo Ferrer: “La economía de mercado, para funcionar, necesita del Estado”, Diario La Capital
de Rosario, 21.06.09.
sigue existiendo una carga de resentimiento antiestatal, a pesar del final del para-
digma neoliberal y de que la imagen del Estado ausente para sacar las regulaciones
se desplomó a la par de la caída de las Bolsas. Hoy vemos que los Estado tuvieron
que venir a rescatar al sistema, tal como pasó acá en el 2002. Igual, en Argentina los
prejuicios subsisten, y como suele pasar acá no se discute la forma que debe tomar
la intervención estatal, sino directamente si se debe o no se debe hacer” .
Cuando podamos comprender y discutir ya no si el Estado debe intervenir o
no, sino la calidad de esa intervención, en términos de transparencia (controlado
por la sociedad civil), efectividad y eficiencia, siguiendo un modelo estratégico de
desarrollo nacional y regional en sintonía con los Estados de América Latina, empe-
zaremos a pensar y a internalizar que la seguridad y la soberanía alimentaria pueden
ser, efectivamente, asequibles.
Como veremos más adelante, ambos enfoques tienen mas puntos en común
que los que desde posiciones maximalistas no alcanzan (o no quieren) percibirse.
Y por lo tanto, implementarse en con el firme objetivo de erradicar el hambre. O al
menos intentarlo firmemente, lo que es, cualitativamente, un paso superador.
c) Diagnosticando
La humanidad produce actualmente más alimentos que en toda su histo-
ria y sin embargo una cifra superior al diez por ciento de la población
padece hambre. El hambre de esas 800 millones de personas ocurre al
mismo tiempo que otro record histórico: mil millones de seres humanos
sufren hoy en día sobrepeso (Patel, Raj, 2008:7)
“Desde que terminó la Guerra Fría, la Humanidad está pasando por una cri-
sis económica y social de una gravedad sin precedentes, que está llevando a grandes
sectores de la población mundial al rápido empobrecimiento. Una tras otras, las
economías nacionales se desploman y el desempleo abunda. Hambruna y miseria
prevalecen en el África subsahariana, en el sur de Asia y en algunas partes de La-
tinoamérica. Esta `globalización de la pobreza’ que en gran medida a revertido los
logros de la descolonización, se inició en el tercer mundo al mismo tiempo que la
crisis de la deuda de principios de los ochenta y la imposición de las letales refor-
mas económicas del Fondo Monetario Internacional.
El Nuevo Orden mundial se nutre de la pobreza y de la destrucción del medio
ambiente. Genera el apartheid social, alienta el racismo y las luchas étnicas, socava
los derechos de las mujeres y con frecuencia lanza a los países a confrontaciones
destructivas entre nacionalidades” (Chossudovsky, 2002:7)
Chossudovsky hablaba de este modo a fines de los noventa, cuando el Consen-
so de Washington comenzaba a desilacharse y aún, la implosión de la crisis de las
hipotecas subprime, los alimentos por las nubes igual que el petróleo de mediados
del 2008, estaban madurando las condiciones de la crisis actual.
De todos modos, apreciamos un ciclo que se abre con el colapso del sistema 151
de los socialismos reales y encuentra al mundo hoy en una “crisis de múltiples dimen-
siones que atentan contra el acceso a los derechos humanos más básicos como contra
la esencial proveedora de nuestra especie: la naturaleza; la verdadera crisis es la del
modo en que el mundo produce y genera desechos actuando con marcada lógica de
presente absoluto, es decir, una formidable crisis de valores”. (Tomás, 2009)
En idéntica línea, “en materia económica, las orientaciones neoliberales im-
puestas por el Fondo Monetario Internacional, con el consentimiento de los gobier-
nos locales, tienen una enorme gravitación en el aumento de la inseguridad alimen-
taria, al exigir la eliminación de los subsidios a los productos de primera necesidad
y destinar prioritariamente las riquezas producidas al pago de la deuda externa. La
feroz liberalización de las economías de los países en vías de desarrollo, erigida en
dogma en los ‘planes de ajuste estructural’ de los organismos financieros interna-
cionales, contribuye a desorganizar la producción agrícola del Sur. La situación se
agrava por los subsidios agrícolas de los países del Norte y las reglas desiguales del
comercio mundial. Además, la ayuda externa a la agricultura cayó fuertemente, en
términos reales, dese 1980(…). Las donaciones, sobre todo, se conceden en función
de criterios geoestratégicos y no benefician a los países que más lo necesitan” (Le
Monde Diplomatique, 2006:30).
Cualquier similitud de la vieja práctica alimentos por paz durante la Guerra
Fría, corresponde a vuestra imaginación. De ser así, estaríamos de acuerdo.
En otra línea, el Programa Mundial de Alimentos22 para América Latina y el
Caribe, sostiene que “en el último cuarto del siglo XX, la humanidad estaba ganan-
do la guerra a su más viejo enemigo. Desde 1970 a 1997 el número de personas con
hambre cayó de 959 millones a 791 millones –principalmente debido a los tremen-
dos progresos logrados en reducir el número de desnutridos en China e India. En la
segunda mitad de los años 90, sin embargo, el número de personas afectadas por el
hambre de forma crónica en países en vías de desarrollo aumentó a un ritmo de 4
millones por año. Para el 2000-2002, la cifra mundial total de personas desnutridas
había aumentado hasta 852 millones: 815 millones en países en vías de desarrollo,
28 millones en países en transición y 9 millones en países industrializados” (Progra-
ma Mundial de Alimentos en América Latina y el Caribe , 2007)23
¿Se está reconociendo implícitamente en estas líneas las consecuencias de las
reformas estructurales ´sugeridas` por los Organismos Financieros Internacionales o
es una observación subjetiva?
Entonces tendríamos:
- Un nuevo tiempo histórico que se abre con la caída del Muro de Berlín, a fin
de contextualizar el origen del proceso de empobrecimiento mundial.
- Organismos internacionales con sus exigencias de reformas estructurales li-
beralizadoras, implementadas con la connivencia de los gobiernos nacionales.
c). 1
La conjunción de diversos factores24, promovieron la actual crisis alimentaria
expresada en la suba de los precios de casi todos los productos en los últimos dos
años, por lo menos alrededor del 20% desde 2006 y se presenta al nivel más alto del
que se tenga registro.
Diversos factores han contribuido a este fenómeno25:
- Generales:
1- Contexto de globalización que entrelaza de una modo cada vez mayor los
mercados agrícolas con los no agrícolas (energía, industria, finanzas, etc.).
2- Crecimiento vegetativo de la Población mundial (Malthus planteaba que
la población crecía por progresión geométricamente y los alimentos por progresión
aritmética, lo que sigue en vigencia).
3- El Cambio climático y las limitaciones de recursos (en particular el sumi-
nistro de agua).
-Específicos:
1- Bajo nivel de las existencias mundiales (sobre todo del trigo y el maíz),
debido a dos años de cosechas inferiores al promedio en Europa, en 2006 y 2007.
2- Malas cosechas en importantes países productores –el caso de Australia- en
2006 y 2007.
3- Subsidios a largo plazo para los granjeros en el mundo desarrollado han
contribuido a reducir la producción en el mundo subdesarrollado, especialmente en
el África subsahariana. En una palabra, la sobreproducción artificial terminó aniqui-
lando la producción natural. 26
4- Acelerado crecimiento, de la demanda de producción de cereales para ela-
borar biocombustibles.
5- Fuerte crecimiento económico de China e India., con el consiguiente au-
mento de la demanda alimentos.
6- Vigoroso proceso de especulación financiera, dada la crisis financiera e inmo-
biliaria, que estalló en Estados Unidos en agosto de 2007: los grandes fondos de inver-
sión especulativos trasladaron millonarias sumas de dinero a la plaza internacional de
24. Algunos de los factores mencionados han sido presentados en un documento de la FAO, del año
2008.
25. Tomás, Claudio Luis, “La Crisis Mundial de Alimentos: algunas explicaciones a partir de una
mirada situacional desde América Latina, Argentina y Santa Fe” en Observatorio del Sur, U.N.R
www.observatoriodelsur.unr.edu.ar/secciones/articulos/_texto-ch-crisis-alimentos.pdf 153
26. Valiente Noailles, Enrique, El tsunami silencioso, Diario La Nación, Argentina 04.05.08
commodities. En los últimos nueve meses de 2007, el volumen de capitales invertidos
en los mercados agrícolas se quintuplicó en la Unión Europea y se multiplicó por sie-
te en Estados Unidos, según precisa Dominique Baillard en “Estalla el precio de los
cereales”27. La especulación en torno a los alimentos básicos empuja los precios de los
cereales y el azúcar hacia nuevos máximos, inalcanzables para una inmensa masa de
población, principalmente ubicada en Asia, África y América Latina. 28
Y esclareciendo aún más la variable especulativa, vemos que “el fatídico en-
carecimiento de los alimentos hay que buscarlo en la especulación oportunista en los
mercados de cereales. Funciona cuando se aprecia una situación potencial de esca-
sez, sea por un aumento desorbitado de la demanda -consumos en China o India- o
por una restricción de la oferta -malas cosechas mundiales en 2006 y 2007- y apare-
cen los procesos de acaparamiento, la elevación de los precios mayoristas a medio
plazo y las subidas de los precios minoristas a corto. La escalada de los precios se
convierte en letal para los países del Tercer Mundo, debido a un sistema perverso
que obliga a dichos países a exportar los alimentos que producen para compensar su
deuda exterior”. 29
Sin embargo, el Programa Mundial de Alimentos –en adelante PMA- sos-
tiene que el hambre aflige a una de cada siete personas en el globo y que no hay
escasez de alimentos en el mundo ya que hoy en día existen suficientes alimentos
para que cada ser humano lleve una vida sana y productiva.
Evidentemente el problema no es la escasez de productos agroalimentarios
sino de distribución y acceso al consumo de los mismos.
En este sentido, verificamos la estrecha relación entre el aumento de los pre-
cios del petróleo y de los alimentos, manifestada mediante el encarecimiento de los
fletes internacionales, la utilización de los derivados del petróleo como insumos
para la producción de alimentos y por la susceptibilidad de los alimentos de ser
convertidos en fuente de energía.
c) 2.
Según la FAO, en su Informe de Abril de 2009, referido a la actualización
de la emergencia alimentaria mundial, “la continuación de los precios altos de los
alimentos en los PBIDA sigue siendo un motivo de preocupación para la seguridad
alimentaria (…). La persistencia de los precios altos de los alimentos en los PBI-
DA30 continúa afectando al acceso a los alimentos de un gran número de grupos de
bajos ingresos de la población, debido a que los hogares más pobres gastan la ma-
yor parte de sus ingresos en alimentos y descuidan otras necesidades básicas. Los
27. Véase Le Monde Diplomatique, Edición Cono Sur, en la edición de mayo de 2008.
28. Dierckxsens, Wim, Especular con alimentos, Suplemento Cash, Diario Página/12, Argentina,
25.05.08
29. Precios de Hambre, editorial del Diario El País de Madrid, España, 20.05.08
30. Los Países de Bajos Ingresos y con Déficit de Alimentos abarca los países deficitarios de alimen-
tos con un ingreso anual per cápita inferior al nivel utilizado por el Banco Mundial para determinar
el derecho a recibir la asistencia de la AIF (es decir, USD 1 675 en 2005).
más afectados son los hogares pobres de las zonas urbanas y los agricultores con
déficit de alimentos, ya que dependen del mercado para los productos alimenticios
(FAO, 2009)
Naturalmente y desde el punto de vista geocultural, los países en emergencia
alimentaria mundial pertenecen al Sur.
Sintetizando31:
En el África occidental, se dan las siguientes condiciones:
- Persistencia de los precios altos de los alimentos.
- Empeoramiento de la situación del arroz importado, cuyo precio interno se
determina en función de los precios mundiales, por lo que la FAO recomienda in-
tervenciones en materia de protección social tales como, distribuciones selectivas,
ventas a precios subvencionados.
En el África oriental, las cosechas inferiores al promedio, los conflictos, los
disturbios civiles o una combinación de dichos factores llevan a millones de perso-
nas a la inseguridad alimentaria dejándolos inermes.
En Somalia, además, al caer los ingresos de remesas desde el exterior poten-
cian la dramática situación.
En Kenya, la regular afluencia de refugiados desde Somalia suma otro factor
de criticidad.
En Eritrea, la deficiente cosecha principal empuja a los precios de los cereales
muy arriba, traccionando de igual modo la inflación general de precios.
En Etiopía, se combinan los altos precios de los alimentos y la inseguridad en
la región somalí.
En el Sudán, los conflictos en Darfur y la expulsión de organismos humani-
tarios han decretado la vulnerabilidad alimentaria y general de ingentes masas de
población.
En Uganda, la sequía deteriora aún más la situación alimentaria.
En el África austral, el nivel siempre alto de los precios internos en algunos
países ha afectado la seguridad alimentaria en Zimbabwe –con un brote de cólera
en 2009-, Lesotho y Swazilandia.
En la región de los Grandes Lagos, los altos precios de los alimentos conti-
núan perjudicando a un gran número de hogares vulnerables en Burundi.
En el Lejano Oriente, la grave sequía en China a pesar de las lluvias recibi-
das al inicio de la siembra, junto con los abastecimientos de riego obtenidos median-
te la ayuda del Gobierno mejoraron las perspectivas de la cosecha.
En el Nepal, se potencian el alza de los precios y las malas cosechas.
En Sri Lanka, los resabios del conflicto civil continúan afectando la seguridad
alimentaria.
La República Popular Democrática de Corea, como consecuencia de las últi-
31. Datos extraídos en base a Perspectivas de cosechas y situación alimentaria 2009 ( FAO, 2010: 4-5) 155
mas magras cosechas, continua manifestando gravemente la escasez de los alimentos.
En el Cercano Oriente, la situación alimentaria en la Franja de Gaza sigue
siendo grave. En vista de ello, en enero de 2009 la FAO y el PMA aprobaron conjun-
tamente una Operación de Emergencia -en adelante OEM- destinada a otorgar asis-
tencia alimentaria durante un período de 12 meses (del 20 de enero de 2009 al 19 de
enero de 2010) a 365 000 personas muy afectadas: indigentes, grupos vulnerables,
personas desplazadas en el interior y agricultores damnificados.
En la República Árabe Siria, la FAO y el PMA aprobaron conjuntamente una
operación de emergencia en noviembre de 2008 para prestar asistencia alimentaria a
40.000 hogares (200.000 personas) afectados por la sequía. En el Yemen, los altos pre-
cios de los alimentos vigentes durante una gran parte de 2008 han empeorado la situa-
ción de la seguridad alimentaria de los hogares pobres que ya estaban sufriendo una in-
seguridad alimentaria de moderada a grave, aprobando la FAO y el PMA una operación
de emergencia durante un período de 12 meses (de enero a diciembre de 2009).
En América Central y el Caribe, Haití y Honduras todavía están recibiendo
ayuda internacional para recuperarse de la intensa segunda mitad de la temporada
de huracanes de 2008 que dañó gravemente los cultivos alimentarios y comerciales
y trastornó los medios de subsistencia locales. La disminución de los precios con
respecto a los niveles máximos alcanzados anteriormente y los buenos resultados de
las cosechas pequeñas de la segunda temporada están permitiendo una reducción del
número de los hogares afectados de vulnerabilidad alimentaria -que siempre sigue
siendo muy elevado-.
c) 3.
La contratara de este fenómeno es lo que sucede en los países del Norte, donde
GRAIN lo describe claramente:
“Los gobiernos con “inseguridad alimentaria”, que dependen de las impor-
taciones para alimentar a sus pueblos, se están adueñando rápidamente de tierras
agrícolas por todo el mundo en las cuales producir sus propios alimentos fuera
del país. Las corporaciones de alimentos y los inversionistas privados, ávidos de
ganancias en medio de la profundización de la crisis financiera, ven la inversión
en tierras agrícolas extranjeras como una importante fuente nueva de ingresos. El
resultado es que las tierras agrícolas fértiles se privatizan y concentran cada vez
más. De no poner coto a este proceso, el acaparamiento mundial de tierras podría
significar en numerosos lugares del mundo el fin de la agricultura en pequeña es-
cala y del campo como medio de vida y sustento” (GRAIN, 2008). Arabia Saudita,
Japón, China, India, Corea del Sur, Libia, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Qatar,
son algunos estados que realizan estas prácticas.
La situación, ha sido reflejada y difundida por el Financial Times, Bloomberg,
Reuters, El País de Madrid; ergo, merece intentar abordarla:
“Madagascar, un país-isla de Africa donde el ingreso por persona no llega a
1 dólar diario (320 al año), es famoso estos días por la película de animación que
lleva su nombre y porque -y este no es un cuento de niños-, la empresa surcoreana de
logística Daewoo negocia la compra de más de la mitad de su tierra cultivable para
sembrar allí y alimentar a los surcoreanos, cuyos ingresos rondan los 20 mil dólares
por año. (…)El caso fue difundido en diciembre por el diario británico Financial
Times y retomado por la prensa internacional. Las agencias de noticias Bloomberg
y Reuters y el diario español El País abundaron sobre los detalles del negocio”.32
Entonces, retomando las líneas expuestas cuando nos referíamos al Sistema Ali-
mentario Mundial, decimos que la compra de territorios realizada por determinados Es-
tados viene a aggiornar las prácticas geopolíticas, convirtiéndolas en prácticas geoeco-
nómicas ya que los territorios son adquiridos con el objetivo de ser utilizados en lógica
económico-comercial antes que ideológica, como sucedió durante la Guerra Fría.
Esa nueva lógica, persigue la finalidad de perforar su potencial situación de inse-
guridad alimentaria que en algunos casos tales como el de Daewoo, los Estados actúan
avalando a las corporaciones: “La modalidad Daewoo, que ya posee tierras en Indone-
sia y otros países, tiene aval del gobierno surcoreano, que busca garantizar para su po-
blación reservorios alimenticios y energéticos, igual que hacen China, Estados Unidos
y países mayormente superpoblados o con recursos insuficientes”.33
En perspectivas del crecimiento poblacional y ante el temor que genera la in-
seguridad alimentaria, los Estados y las empresas, desarrollan estrategias. Entre las
que mencionamos las que siguen:
- Algunos de ellos, y generalmente los Estados del Norte, se centran en no des-
articular su esquema de subsidios a fin de que su producción local no se vea afectada.
De esa situación, se explica el actual adormecimiento de la Ronda de Doha.
- Otros -generalmente los países productores del Sur- prefieren asegurar su abaste-
cimiento alimentario interno a partir de la utilización de los derechos de exportación. 34
- La tercera estrategia genérica que observamos es la compra de tierras pero,
en este caso, la división -casi taxativa- desaparece ya que Estados del Norte y del
Sur incurren en ella.
- Por último -e inercial y dramáticamente- a los Estados en emergencia ali-
mentaria más que estrategias, sólo les resta acudir al milagro de la Fe para sobrevivir
ya que las decisiones de los de la misma especie, hasta ahora, se encuentra lejos,
muy lejos, de lograrlo.
d) Relevando
32. Restivo, Néstor: Multinacionales y Gobiernos a la caza de tierras cultivables. Diario Clarin, Argen-
tina, 02.03.09.
33. Ibidem anterior 157
34. Candelaresi, Cledis; Argentina está acompañada, Diario Página/12, Argentina, 08.07.08
millones de personas no tienen alimentos suficientes para llevar una
vida activa y sana. (Extraido de one.wfp.org/spanish: “El PMA en
América Latina y el Caribe; Una región rica y fecunda”)
INSTANCIA INTERGUBERNAMENTAL
1- Un nivel general, con origen en la Organización de las Naciones Unidas e
implementados regionalmente a nivel mundial.
2- Otro nivel específicamente regional y sectorial que si bien tiene origen (al-
gunos) en la Organización Mundial de la Agricultura y la Alimentación (FAO), la
pertenencia y el involucramiento territorial es su característica.
Además de los dos niveles señalados es necesario señalar las acciones del
Grupo Banco Mundial, organismo crediticio y de asistencia técnica que contribuye
con los países en desarrollo en la lucha contra la pobreza, que aumentó el Programa
para hacer frente a la crisis mundial de los alimentos y creó el Mecanismo de
apoyo al financiamiento agrícola.
Sintetizando, y coincidiendo con Jose Graziano da Silva quien es Represen-
tante Regional de la FAO ante América Latina y el Caribe, la implementación de los
Programas mencionados, permiten:
e) Concluyendo
Recuperando dos de los conceptos clave del trabajo, decimos que “los cuatro
pilares de la seguridad alimentaria son la disponibilidad alimentaria, el acceso a la ali-
mentación, la estabilidad del suministro alimentario, y la utilización alimentaria”41.
e). 1
Sin pretender plantear cuestiones meramente retóricas y menos aún, dejar de
reconocer los intereses que se movilizan en torno del Sistema Alimentario Mundial,
entendemos que la coyuntura impone soluciones consensuadas y tomando como eje
al Hombre y sus necesidades urgentes. Un nuevo enfoque que deberá lograr el deli-
cado equilibrio entre el ser humano, la naturaleza, los Estados y las empresas.
Luego, se estarían imponiendo dos lógicas que pueden complementarse pero
nunca excluirse: la lógica de la supervivencia por un lado y la lógica mercantil, por
el otro: o se combate el hambre por razones humanitarias o se lo combate para no
quedarse sin futuros mercados. Crudeza, más no ingenuidad.
Por ello, emerge la necesidad de un nuevo enfoque superador de la dicotomía se-
guridad/ soberanía alimentaria. El mismo, requiere acercar las premisas de cada uno de
los anteriores, consensuarlas y sintetizarlas en un enfoque integrador, que no se basa en
otro sustento que no sean los trabajos de aquellas Organizaciones específicas.
Partiendo de la premisa de que la existencia del Hambre en un mundo caracte-
rizado por la abundancia es una vergüenza moral, desde la seguridad alimentaria
en términos de la FAO y, que la eliminación de la globalización del Hambre es uno
de los principios fundacionales del ideario diseñado por Via Campesina desde la
soberanía alimentaria, observamos el primer punto de contacto, a fin de avanzar en
las coincidencias de ambos enfoques.
Por ejemplo, “el Programa Especial de la FAO para la Seguridad Alimentaria
reconoce el encruce de las condiciones de muchos sectores como la agricultura,
la tenencia de la tierra, la comercialización y los mercados y otros sectores para
lograr la meta del programa. Estas condiciones son vistas como creadoras del am-
biente necesario para lograr la meta”42.
Prosiguiendo en el análisis, uno de los principios de la soberanía alimentaria
es la propiedad de la tierra para producir y consumir los alimentos cual derecho ina-
lienable mientras que, desde la seguridad alimentaria se reconoce a la tenencia de
la tierra como uno de las condiciones creadoras del ambiente necesario para lograr
la meta. Pues bien, ¿qué significa en la práctica misma este último aspecto sino que
los agricultores sean los mismísimos dueños de la tierra que trabajan?
Si continuamos cotejando: la disponibilidad, el acceso a la alimentación y la
estabilidad, pilares de la seguridad alimentaria, ¿no es posible equiparlos con lo
que se plantea desde la soberanía alimentaria, acerca del derecho de los pueblos a
alimentos accesibles producidos en forma sostenible?
Y cuando se considera el ambiente necesario para lograr la meta y desde la IICA43
se habla de la necesidad de considerar las preferencias culturales, ¿acaso no se habla
de lo mismo, aunque con mayor énfasis, cuando desde la soberanía alimentaria
se plantea que el proceso debe estar adecuado a la cultura propia, a su historia, a su
propio ambiente natural?
Además, la Declaración de Madrid de la Reunión de Alto Nivel sobre Seguri-
dad Alimentaria para Tod@s de 2009 convocada por la FAO, plantea que los Esta-
dos tienen la responsabilidad primaria de hacer los máximos esfuerzos para respe-
tar, asegurar, satisfacer y promover el derecho a disponer de alimentos adecuados
de forma regular y permanente, ¿acaso no recupera en algún punto, la función que,
desde la soberanía alimentaria, se erige al Estado como actor fundamental en el
diseño de una política de producción, comercialización y acceso a alimentos sin
prescindir del medio sociocultural propio, recobrando parte de la centralidad otrora
ostentada cuando Estado de Bienestar?
Es por ello que, como decíamos al comienzo de la conclusión, podemos ver o
presentar ambos enfoques como visiones casi irreconciliables, sólo con un idéntico
origen: combatir el Hambre. Ello sólo lograría que se desperdiguen esfuerzos y se
neutralicen mutuamente las acciones tendientes a mitigar un drama cuyo origen no
reside en la producción u oferta de alimentos, sino en las asimétricas condiciones de
acceso a aquellos.
Pero, entendemos que bajo la impronta de la conciliación y la sinergia de las
instituciones vigentes sumando a ellas los nuevos enfoques en perspectivas proacti-
vas, podremos llegar a resultados más esperanzadores y aproximarnos cada vez más
a concretar el sueño de un mundo sin Hambre.
Para ello, y desde la cooperación internacional, será necesario aggiornar las
42. Véase FAO, “Derecho a la alimentación en la práctica¨. Curso de aprendizaje electrónico, Lección 2,
p.17 en www.fao.org/righttofood/kc/dl_es.htm 163
43. Véase http://www.iica.int/Esp/conocimiento/actualidad/Paginas/seguridadalimentaria.aspx
instituciones existentes para desplieguen la flexibilidad y permeabilidad necesarias
hacia la incorporación de las nuevas demandas que serán vitales para lograr el ejer-
cicio de los derechos humanos más elementales, como así también, promover la
atenuación de la conflictividad social.
El nuevo enfoque, de características convergentes, debería generar una nueva
institucionalidad superadora, que no necesariamente implique la creación de nuevas
instituciones sino que se relancen las ya existentes y que, de momento, resultan ne-
cesarias pero no suficientes. Será fundamental tomar y usufructuar la interacción
de las organizaciones de la sociedad civil, el potencial de sus recursos humanos, la
experiencia lograda y sus convicciones. De esta forma, bajo una firme decisión po-
lítica que sume los actores gubernamentales y no gubernamentales provenientes de
ambos enfoques, se potenciará el logro de la meta final.
Una nueva forma de cooperación internacional, devendrá en el ejercicio de
implementar sinérgicamente los programas en marcha y los nuevos que van a resul-
tar del consenso. La cooperación intergubernamental se potenciará a partir de
la discusión inter gubernamental y no gubernamental.
e). 2
Profundizando el análisis y en función de darle mayor fundamentación teórica
al nuevo enfoque propuesto, hallamos en el esquema del doble estándar o doble
componente44, pergeñado por la FAO hacia 2003 las razones por las cuales los en-
foques analizados, pareciera vienen transitando caminos paralelos, en un diálogo
de sordos que no contempla la existencia del otro -condición esencial de un nuevo
enfoque más democrático en el sentido de incorporar las voces no representadas
institucionalmente pero con aportes que pueden llegar a renovar la búsqueda de la
soluciones al drama del Hambre-. De los fundamentos que se esbozan, encontramos
algunos reveladores de la cercanía que se vislumbra entre los enfoques de seguridad
y soberanía alimentaria, y ellos son:
- Atención a las causas fundamentales de la inseguridad alimentaria: Promo-
ver no sólo el aumento de la productividad, sino también el acceso a los recursos, la
tenencia de la tierra, la remuneración de la mano de obra y la instrucción.
- Atención a las dimensiones urbanas de la inseguridad alimentaria: Tratar los
factores singulares que determinan el aumento de la pobreza urbana e incrementar la
seguridad alimentaria en cuanto a disponibilidad y acceso, promoción del mercado,
gestión de los recursos naturales y acceso a los servicios básicos.
- Fomento de la participación de todas las partes interesadas en el diálogo
que conduce a la elaboración de estrategias nacionales: Para asegurar un amplio
consenso en las cuestiones, los objetivos y las soluciones (FAO, 2006).
Raj Patel señala que, “la soberanía alimentaria implica una diversidad de
44. Véase FAO, Programa de lucha contra el Hambre: Enfoque de doble componente para la reducción
del hambre, Roma, Noviembre de 2003.
soluciones, no un monocultivo, no un enfoque patentado propiedad de una corpo-
ración única; no significa que un solo remedio sirva para todos: es un conjunto
de ideas, políticas y maneras de comer sensibles a la historia, a la ecología y a la
cultura, que respeten los derechos humanos” (2008:75)
Acaso, y como se indicaba anteriormente, ambas visiones y sin partir de pos-
turas filosóficas idénticas, ¿no refieren a cuestiones que, operativamente y desde la
negociación y el consenso, pueden aportar cada una desde su lugar y potenciar las
soluciones que se persiguen?
Creemos que mas allá de cualquier argumentación válida, hay una razón ur-
gente, excluyente, ineludible y contundente para pensar en la necesidad de desarro-
llar un nuevo paradigma integrador de las visiones, a priori antagónicas y es que el
hambre en el mundo alcanzará un récord histórico en 2009, con 1 020 millones de
personas que pasan hambre a diario, como señalábamos anteriormente, y que en
caso de no implementar las medidas apropiadas, el flagelo seguirá avanzando cual
sombra de ignominia que se cierne sobre toda la especie humana.
Las políticas públicas tienen la misión histórica de recuperar para sí y para
los hombres su sentido teleológico, cual dogma simple pero no menos absoluto y
vigente: la política es la vocación de servicio orientada al bien común; la primera
instancia de ese bien común es el derecho de todo ser humano a alimentarse.
Volviendo al inicio del trabajo, retomamos las inquietudes iniciales y le damos
respuestas posibles, más no únicas ¿se puede comenzar a abordar al Hambre Global sin
caer en el desasosiego? Definitivamente, no. ¿cuál es el sentido epistemológico de abor-
darlo desde el debate, desde la teoría? La respuesta está en la construcción de un nuevo
paradigma superador, a partir del cual se generen soluciones sustentables. Solamente
desde el diseño racional de un marco teórico apropiado podremos comenzar a ganar
las batallas contra el Hambre ya que si lo abordamos desde la dimensión emotiva, cual
impulso genuino de cualquier ser humano que se precie de tal, estaremos dejando en el
camino posibilidades de resolución sin explorar ya que cuando hablamos de Hambre no
hablamos de mediciones econométricas sino de vidas.
Y si bien el desasosiego no cejará hasta suprimirlo de las más recóndita aldea
del globo, habremos buscado los modos, bifurcaciones y atajos a fin de intentarlo;
de eso se trata.
De eso se trata.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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gentina 1999, Buenos Aires, Argentina.
- Méndez, Ricardo: Geografía Económica: la lógica espacial del capitalismo
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res, 2008, Argentina.
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Agricultura y la Alimentación.
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torio del Sur de la Universidad Nacional de Rosario.
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y el Caribe.
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- www.viacampesina.org, sitio de la ONG Vía Campesina.
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Latina y el Caribe.
C) Video
- Fast Food Nation, Estados Unidos , 2006, Director Richard Linklater.
- Le Faim, Canadá, 1974, cortometraje, Director Peter Foldès. 167
La sustentabilidad en la Economía Social y
Solidaria: consideraciones en torno a sus
objetivos, propuestas y desafíos.
Pablo Ruggeri*
El mundo moderno tiene como origen la Europa del siglo XVI, cristalizándose
a finales del siglo XVIII, y pudiéndose apreciar algunas de sus características en la
actualidad1. Se concibe como el modo de organización de las relaciones socioeconó-
micas de la época, en donde el conjunto de los Estados-Nación a partir de la propia
dinámica de interacción explicaban los cambios sociales que se producían al interior
de ese “Sistema Mundo”. Una de las características principales del Sistema en el
siglo XVI es la existencia aparatos estaduales que van a ir transformándose hasta
llegar al capitalismo monopólico de Estado.
La economía del sistema mundo era la europea, cuyo espacio geográfico abar-
* Licenciado en Ciencia Política. Maestrando de la Maestría en Economía Social, UNGS. Adscripto a la Cáte-
dra Análisis de Políticas Públicas, Facultad de Ciencia Política y RRII, UNR.
1. Es necesario tener presente que hoy el debate académico suele girar en torno a la posmodernidad. Más allá
de esto, consideramos que ciertas variables de la modernidad no han sido modificadas del todo en la periferia
y por eso es importante retomarla como categoría central de análisis.
caba más que Europa y menos que el orbe. Este hecho, permite analizar las relacio-
nes comerciales con Japón y Rusia como con los países andinos. En este sentido, los
dos países mencionados no pertenecían a la economía por el tipo de mercancías que
comercializaban pues de allí provenían solamente artículos suntuarios. En cambio,
de América Latina provenían las materias primas junto con el oro y la plata. lo que
le otorgaba un grado de importancia trascendental para el normal funcionamiento de
Europa. De este modo, América Latina se constituye en la Periferia de la Economía
Mundo, entendiéndose por tal al sector geográfico que produce bienes de poca ca-
lidad (realizado con mano de obra mal remunerada) pero que,simultáneamente, son
esenciales para la vida cotidiana de esa economía (Evers, 1989).
Al abordar las relaciones centro-periferia, ya en el siglo XIX, en América Lati-
na, los países se están conformando como Estados-Nación y las concepciones sobre
desarrollo están imbuidas por las conceptualizaciones de la modernidad (consoli-
dada por la revolución Francesa) pero entendido aquél como desarrollo industrial,
tanto para criticar como para avalar al capitalismo, lo cual supone a la modernidad
como análoga al industrialismo.
Si el desarrollo es entendido en función del desarrollo de las fuerzas produc-
tivas, y es en los países capitalistas del “centro” donde encuentra su máxima expre-
sión, la periferia capitalista según Evers, (1989) incluye las formaciones capitalistas
en las que el éste no se desarrolló a partir de su surgimiento primario en Europa
Occidental, sino que se impone en forma históricamente secundaria a partir de la
existencia del capitalismo como modo de producción dominante en los centros he-
gemónicos mundiales.
Siguiendo a este autor, se plantea que el elemento constitutivo que define y da
origen al capitalismo de la periferia -al mismo tiempo que lo diferencia del capitalis-
mo de las metrópolis- es su génesis derivada: mientras que en los países centro-eu-
ropeos la historia del desarrollo es idéntica a su primer surgimiento a escala mundial,
en los países periféricos aparece como “reflejo” de ese desarrollo, y partiendo de la
existencia y el predominio del capital en el mercado mundial (Evers, 1989).
En el plano de las clases sociales la diferencia entre el capitalismo endógeno2
y exógeno el surgimiento del modo de producción capitalista. Particularmente, en
los lugares donde se produjo el “nacimiento” del capitalismo, esto conllevó a la su-
peración de las clases dominantes históricamente caducas por parte de nuevas clases
y capas progresistas, mientras que en las colonias la imposición del capitalismo va
acompañada de la subyugación de la totalidad de la sociedad autóctona, a las clases
dominantes de la sociedad extranjera.
Es posible pensar, que el criterio de hegemonía del desarrollo económico pue-
de servir de explicación para aquellos contados ejemplos históricos en los que algu-
nas economías (Prusia, Japón) realizaron un desarrollo capitalista subsecuente y hoy
2. Entendidos como procesos generados a partir del desarrollo de las relaciones sociales, políticas, productivas
y económicas desde el interior mismo de una sociedad (endógeno), o bien como producto de la “naturaliza- 169
ción” o “imposición” de prácticas externas, asumidas o plausibles de asumir como propias (exógeno).
en día forman parte de las metrópolis a pesar de estar confrontados en sus orígenes
con la existencia y el predominio del capitalismo a escala mundial.
Las estructuras de la producción creadas en el curso de la división internacio-
nal del trabajo implican que el excedente realizable de estos países, la mayoría de las
veces, consista en pocas materias primas de origen mineral o agrario. El grueso de
estos productos tiende a realizarse en el mercado mundial o en los países industria-
lizados, posibilitando en contrapartida. La importación de aquellos bienes que no se
producen en el país (de equipo, de consumo).
Desde los años cincuenta del siglo XX se avanza hacia un modelo de interna-
lización de la producción industrial. El nexo reproductivo se realiza con el mercado
mundial a través de la tecnología, modelos de consumo y sistemas de producción ex-
tranjeros. Con ello, el interés y el control de las burguesías metropolitanas se dirige a
los reflujos meramente financieros y (transferencia de ganancias y pago de licencias)
y la realización local. Síntoma de esta nueva forma de dependencia es el crecimiento
de las deudas externas de los países periféricos (Evers, 1989).
Profundizando, e intentando propiciar un marco un tanto más esquemático,
al abordaje en torno al mismo, Escobar (2002) propone analizar los paradigmas
del desarrollo en función de los tres paradigmas de las Ciencias Sociales (Liberal,
Marxista y Posestructuralista), a fin de comprender, sus propuestas, fines, actores y
racionalidades.
El paradigma Liberal
La clave del paradigma liberal (que podemos apreciarla desde Adam Smith,
Locke y Hobbes, hasta Milton Friedman o Jeffrey Sachs) es centrar la teoría en el
rol del individuo y su relación con la sociedad y el mercado. Desde esta perspectiva
los actores que asumen capacidades relevantes son precisamente, los individuos, las
instituciones y los Estados (Escobar, 2002).
La consigna en torno al desarrollo se plantea en la posibilidad de hacer con-
fluir capital, tecnologías y acciones estatales individuales como fórmula para que
las sociedades se desarrollen o sean desarrolladas. Este tipo de premisas podemos
verlas aún hoy en diversas políticas estatales o programas de ayuda internacional3.
El desarrollo propuesto por la teoría liberal apunta a ser un tanto más igualitario y en
definitiva tiene la intención de completar, profundizar y complejizar el “proyecto de
la modernidad”, concibiendo que el individuo, los mercados, la ciencia y tecnología,
son los que aportaran a que éste se realice. Sin embargo, esta teoría intenta universa-
lizar y naturalizar un tipo de racionalidad que no contempla otro tipo de realidades,
culturas, composiciones étnicas, etc. para las cuales no pueden pensarse fórmulas es-
tancas y únicas en pos de lograr el “desarrollo” y más precisamente porque quizás el
significado que le den a dicho término no sea el mismo que sugiere la modernidad.
3. Ver por ejemplo los programas del Banco Mundial (www.bancomundial.org) en donde los “programas de
desarrollo” replican este tipo de racionalidad.
El paradigma Marxista
A diferencia del paradigma liberal, el materialismo histórico concentra su es-
tudio en el trabajo y la producción y las relaciones que estas configuran: en definiti-
va, en las relaciones sociales de producción. Para esta corriente de pensamiento, ya
no serán ni el individuo, ni las instituciones los actores centrales, sino las clases y
movimientos sociales, infiriéndole al Estado también un rol protagónico en la confi-
guración de las relaciones sociales de producción (Escobar, 2002).
En la teoría marxista, el desarrollo en entendido en función de la ideología
dominante y del sentido que ésta le imbrique. En el capitalismo, el desarrollo, es
entendido por su fin ulterior que es la reproducción ampliada del capital. Aquí co-
mienzan a jugar un papel fundamental las ideologías en pos de la transformación de
las relaciones sociales de producción a partir del desarrollo de conciencia de clase.
Algunos teóricos marxistas enfatizan la necesidad de reorientar el desarrollo hacia
la justicia social y la sostenibilidad, lo que llaman un modernismo crítico, que des-
vincule al capitalismo de la modernidad4 En este sentido el problema no estaría dado
por la modernidad misma (ni la ciencia, el desarrollo o la tecnología) sin particular-
mente el uso que hace el capitalismo de dichos conceptos (Escobar, 2002).
El paradigma Posestructuralista
Por último, la teoría posestructuralista encuentra en el análisis del lenguaje,
las representaciones y significaciones, su centro de estudio. Mientras que los libe-
rales parten de la premisa que en las sociedades, el principio y fundamento es el
individuo, y en este sentido, para poder conocer cabalmente la realidad es necesario
estudiar el comportamiento de éste en vinculación con el mercado. Por su parte, la
teoría marxista propone el análisis de las condiciones materiales y la organización
de la producción para entender a la sociedad. A diferencia de ambas, para la teoría
posestructuralista, si la intención es conocer y entender la producción “real” de una
sociedad, necesariamente hay que comprender como dicha sociedad crea el lengua-
je, el significado y la representación (Escobar, 2002). Aquí lo importante son los pro-
ductores de conocimiento (los actores centrales en esta teoría son las comunidades
locales, los nuevos movimientos sociales, las ONGs, etc.) ya que entre el “quienes y
como” se produce dicho conocimiento, esta la producción de la ‘realidad’ misma.
La teoría posestructuralista cuestiona las construcciones de conocimiento en
torno al desarrollo y principalmente al subdesarrollo, cual fue la consecuencia sobre
el lenguaje y a partir de ello como se tradujo en el montaje de aparatos institucio-
nales para ‘propiciar’ el desarrollo (ONU, Banco Mundial, FMI, OMC, etc.). Esta
construcción de sentido, significó construcción de poder, particularmente de los ‘ex-
pertos’ que propiciaban planificaciones y formulas encapsuladas que respondían a
racionalidades diferentes a las que existían en los lugares donde aplicaban dichos
conocimiento (particularmente América Latina, Asía y África, los nichos centrales
del subdesarrollo). Así, para los posestructuralistas, el desarrollo se transformó en
Sobre la temática pueden consultarse autores como T. Adorno y M. Horkheimer, entre otros.
171
la práctica de vincular conocimiento y poder desde una racionalidad universalizable
(distinta a la existente en cada lugar). Consecuentemente, la transformación de la
economía estará dada por la modificación de los ‘actores’ del conocimiento. En este
sentido, interesa quién y cómo conoce, cómo circula el conocimiento, el discurso y
como éste crea poder.
A diferencia de la teoría marxista, para el posestructuralismo, la modernidad
y la racionalidad científico-tecnológica son parte del problema. Propender a moder-
nidades alternativas o alternativas a la modernidad son los caminos para estructu-
rar nuevos conocimientos y sentidos a las prácticas realmente existentes (Escobar,
2002). Quizá, pensar los modos o caminos en que se constituiría esta pluralidad de
conocimientos, que de cuenta de las múltiples racionalidades (y particularmente de
las “prácticas reales de una sociedad” como propone el posestructuralismo) es un
desafío importante pero no menos complejo, ya que requeriría de consensos que
parecieran estar incipientemente planteados pero lejos de estar resueltos.
Como pudimos apreciar, la temática del desarrollo puede abordase desde dife-
rentes concepciones teóricas, ideológicas y metodológicas. Si nos situamos desde la
“periferia” resulta pertinente preguntarnos cuáles son las características y condicio-
nes que posibilitan la perdurabilidad (no solo temporaria)de determinados procesos
de desarrollo y, en este sentido, cuáles son los elementos que lo sustentan y –par-
ticularmente- qué se entiende por sustentabilidad. En los párrafos subsiguientes se
intentará dar cuenta de estos interrogantes.
5. Ver por ejemplo los programas del Banco Mundial (www.bancomundial.org) en donde los “programas de
desarrollo” replican este tipo de racionalidad.
vida’ a los pueblos del mundo y ‘sostenerse sin ceder’ por parte de aquellos cuyas
formas de vida están siendo subvertidas por las relaciones salariales y mercantiles
(O´Connor, 2002:28). La complementariedad de estas tres proposiciones es lo que
daría al capitalismo la capacidad de ser sostenible. Sin embargo, para este autor, las
recurrentes crisis, el aumento de la pobreza, hambre y condiciones inhumanas de
vida de sectores cada vez más amplios del mundo, son las que determinan su inca-
pacidad de ser sostenible.
En contrapartida a esta conceptualización del ‘desarrollo económico’, algunos
autores teorizan respecto al Desarrollo Sustentable. En este sentido Milanez (2004)
propone cuatro aspectos estructurales para describirlo:
6. “Otra” en contraposición a la economía basada en la acumulación de capital. Este tipo de economía, con sus
características diferenciadas, intenta ser una “alternativa” superadora de los principales problemas causados (e
inherentes) por la economía de mercado. Uno de ellos es la alienación que plantea al hombre trabajador. Para la
mayoría de los trabajadores, esto se traduce en tareas repetitivas, estresantes y cercenadoras del capital humano,
del potencial creativo de los hombres. La posibilidad de acceder a tareas innovadoras está al alcance de pocos,
mientras la automatización cae sobre el resto ampliando la exclusión y la precarización.
Otro problema asociado es la ampliación de las desigualdades. En la vorágine capitalista de la acumulación
incesante, las rentas mundiales se distribuyen cada vez más en forma regresiva. La amenaza creciente sobre la
supervivencia física del planeta y sus recursos naturales entra en la lista de las consecuencias a ser superadas.
Las practicas de la llamada economía solidaria, economía social, economía popular o economía del trabajo
y los valores, principios supone mecanismos que implican (autogestión, consumo responsable, producción
saludable, cooperativismo, empresa social, inversión ética, protección de la biodiversidad, etc.) y se presentan
como una contracorriente económica, pero sobre todo como una contracorriente ideológica, ya que implica
valores y prácticas que contradicen al sistema y sus principios. En las experiencias concretas se presenta la
lucha permanente de los hombres por la sustitución de los principios individualistas por principios colectivos
que favorezcan no sólo al grupo implicado en los proyectos, sino, a toda la sociedad.
Desde esta perspectiva, desde esta concepción del trabajo y de las relaciones sociales (entre las que se encuen-
tran las económicas), el trabajo es el eje y no el capital y la acumulación.
7. Para los efectos del presente trabajo no abordaremos las conceptualizaciones europeas de la Economía
Social, las cuales son muy ricas en el estudio del cooperativismo y mutualismo, pero no dan cuenta de la mul-
tiplicidad de experiencias y matices latinoamericanas.
Estas organizaciones son definidas como: “las diferentes formas de asociación
que, para enfrentar el problema de la subsistencia o para alcanzar la satisfacción
de necesidades básicas, se constituyen en los sectores populares, especialmente de
menores ingresos, contando en muchos casos con el apoyo o los servicios de alguna
institución de ayuda social. Se trata, en lo fundamental, de formas de organización
en las que una actividad o función económica se presenta como objetivo principal
(pero no exclusivo) del grupo, que de esta manera busca enfrentar sus problemas
económicos inmediatos a través de una acción directamente encaminada a solucio-
narlos. En perspectiva se busca, mediante la puesta en común de los propios escasos
recursos, junto a otros que se pueda obtener de donaciones y ayuda social, una cierta
reinserción en el mercado y una participación en los beneficios ofrecidos por insti-
tuciones de carácter solidario. Característica relevante de estas organizaciones es el
constituirse en base a valores no individualistas, autogestionarios, de solidaridad y
ayuda mutua, y el combinar funciones y actividades económicas, sociales, culturales
y educativas; ellas a veces se conciben a sí mismas como unidades económicas al-
ternativas, que aspiran a la autonomía, y como modos de organización que postulan
y tratan de llevar a la práctica líneas de transformación socio-económica y político-
cultural” (Razeto, Klenner, Ramírez y Urmeneta, 1990:50).
Desde este mismo paradigma se teoriza en torno a lo que se denomina Eco-
nomía de la Solidaridad8, entendiéndola como una búsqueda teórica y práctica de
formas alternativas de hacer economía, basadas en la solidaridad y el trabajo. El
fundamento de esta economía es la introducción de niveles crecientes de solidaridad
en las actividades, organizaciones e instituciones económicas, tanto a nivel de las
empresas como en los mercados y en las políticas públicas, lo que genera un incre-
mento en la eficiencia micro y macroeconómica y un conjunto de beneficios sociales
y culturales que favorecen a toda la sociedad.
A lo largo de la historia contemporánea y desde los orígenes del capitalismo,
se han desarrollado una diversidad de experiencias en torno a formas económicas
alternativas entre las cuales podemos nombrar las siguientes: cooperativismo, auto-
gestión, mutualismo, Economía Social y otros. Un rasgo que distingue a este tipo de
experiencias es que han sido orientadas por un pensamiento económico en términos
ético-filosóficos, lo que ha devenido en el establecimiento de principios orientadores
y modelos organizativos que expresan el “deber ser” de las mismas. En consecuen-
cia, se establecen normativas que indican el carácter jurídico y estatutario de las
organizaciones y, por lo tanto, el modo en que se organizan y funcionan dentro de
sus respectivas identidades.
Las formas en que han sido orientadas este tipo de experiencias sin duda han
sido útiles, especialmente para motivar a quienes participan de ellas; sin embargo,
los autores plantean que se mostraron insuficientes al momento de:
▪ proporcionar una adecuada guía y eficientes criterios de eficiencia económi-
8. Extraído de: Luis Razeto: “¿Qué es la Economía Solidaria?”, documento de presentación del Campus Vir- 175
tual de Economía Solidaria, disponible en http://economiasolidaria.net.
ca en los procesos decisionales y de gestión de las operaciones que realizan.
▪ Garantizar una identidad consistente a las experiencias y búsquedas que a
menudo pierden el perfil inicialmente deseado y se van semejando y subordinando a
las formas capitalistas y estatales de hacer economía respecto a las cuales aspiran a
diferenciarse y constituir alternativas válidas y viables.
▪ Generar la confianza y convicción suficiente respecto a su eficacia econó-
mica, como para atraer hacia ellas los recursos humanos, financieros y materiales
indispensables para su desarrollo.
▪ Asegurarles la autonomía cultural que necesita cualquier movimiento y pro-
ceso que aspire a realizar cambios profundos en la economía y en la vida social.
Como explicación de todas estas limitaciones, Razeto (1990) menciona el he-
cho que las experiencias cooperativas, autogestionarias, mutualistas y otras afines,
careciendo de un instrumental conceptual y analítico propio que las oriente en sus
procesos decisionales, a menudo recurren a aquellas herramientas de análisis pro-
porcionadas por la ciencia económica convencional que ha sido formulada a partir
de experiencias y racionalidades operacionales muy distintas y, en cierto sentido,
opuestas a las solidarias.
Los cuatro aspectos mencionados previamente -que implican limitaciones y
deficiencias- no pueden superarse sino mediante la disposición de una teoría cientí-
fica, elaborada en el mismo nivel de la disciplina económica. Y esto no sólo respe-
tando sino además, fortaleciendo la identidad económica alternativa que exprese de
modo coherente su racionalidad económica especial y que le proporcione criterios
rigurosos que guíen su proceso de toma de decisiones y su gestión y operación en
los mercados en que participan.
Entonces, para este autor, la concepción de la Economía de Solidaridad es
una elaboración científica de teoría económica que viene a llenar este vacío. Ella
se establece en el nivel epistemológico de la ciencia económica, y utiliza las herra-
mientas conceptuales y metodológicas propias de ésta, convenientemente ampliadas
y reelaboradas para expresar la identidad de formas económicas muy diferentes: la
racionalidad especial de las economías alternativas fundadas en la cooperación, la
autogestión, el mutualismo y la ayuda mutua. La Economía de Solidaridad constitu-
ye, en tal sentido, una contribución relevante al potenciamiento y desarrollo de las
búsquedas de economías alternativas eficientes.
A mediados de los años noventa, en Brasil comenzó a divulgarse la idea de
Economía de la Solidaridad, impulsada fundamentalmente por organizaciones no
gubernamentales, sindicales, y organizaciones populares estrechamente vinculadas
a la Iglesia Católica, más precisamente con Cáritas (Guerra, 2002). Las conceptua-
lizaciones que obtuvieron un mayor desarrollo fueron la de Economía Popular y
Economía Solidaria.
Por su parte, Economía Popular se entiende al “conjunto de actividades eco-
nómicas y prácticas sociales desarrolladas por los sectores populares con miras a
garantizar, a través de la utilización de su propia fuerza de trabajo y de los recursos
disponibles, la satisfacción de las necesidades básicas, tanto materiales como inma-
teriales” (Sarria Icaza y Tiriba, 2004:173) . En esa perspectiva, el concepto remite a
dos cuestiones fundamentales:
a) una dimensión de la economía que trasciende a la obtención de ga-
nancias materiales y está estrechamente vinculada a la reproducción
ampliada de la vida. Los actores de la Economía Popular desarrollan
estrategias de trabajo y supervivencia que buscan no solo la obtención
de ganancias monetarias y excedentes que puedan ser intercambiados
en el mercado. También buscan la creación de condiciones que favo-
rezcan algunos elementos fundamentales en el proceso de formación
y realización humana, como son la socialización del conocimiento,
de la cultura, de la salud, el acceso a la vivienda, etcétera.
b) un conjunto de prácticas que se desarrollan entre los sectores po-
pulares, manifestándose y adquiriendo diferentes configuraciones y
significados a lo largo de la historia de la humanidad (Sarria Icaza y
Tiriba, 2004).
El concepto Economía Solidaria es ampliamente utilizado y siempre hace
referencia a la idea de solidaridad, en contraste con el individualismo competitivo
característico del comportamiento económico de las sociedades capitalistas. Este
concepto refiere a las “organizaciones de productores, consumidores, ahorristas,
etc., que se distinguen por dos especificidades: estimulan la solidaridad entre los
miembros a través de la práctica de la autogestión y practican la solidaridad hacia
la población trabajadora en general, con especial énfasis en la ayuda a los más des-
favorecidos” (Singer, 2004:199). Esta opción por aquellos menos favorecidos hace
referencia a que las entidades que promueven la Economía Solidaria asumen como
actores prioritarios a las organizaciones de cooperativas conformadas por desem-
pleados, trabajadores en vías a perder su empleo por la crisis en la empresa que le
paga el salario y pobres en general. Precisamente, la Economía Solidaria surge a
fines del siglo XX como respuesta a las políticas neoliberales que propiciaron la
desregulación de la economía, y la liberación de los movimientos de capital, que
tuvieron como consecuencia en diversos países, el desempleo en masa, el cierre de
empresas y por ende el aumento de la marginación económica, pero también social
y política de vastos sectores de la población.
José Luis Coraggio entiende que la expresión Economía Solidaria o de So-
lidaridad “usualmente se usa como sinónimo de Economía Social, pero conviene
reservarlo para las corrientes ideológicas (sobre todo de vertiente cristiana de base
en América Latina) que buscan construir formas de acción económica orientadas
por valores afines al concepto de solidaridad hacia el otro y predominantemente
dirigidas a los pobres” (Hintze, 2007:107). En este sentido, Coraggio propone no
sólo acotar el campo teórico de estudio de la Economía Solidaria a las experiencias
autogestivas, cuya base de sustentación es la solidaridad de sus miembros, sino am-
pliarlo a todas las esferas de la sociedad, entendiéndolo como un proyecto político 177
superador. Así, propone al término Economía Social como “una concepción que pre-
tende superar la opción entre el mercado capitalista (al que asocia con la Economía
“a secas”) y un Estado central planificador y regulador de la economía (al que asocia
con las variantes del socialismo y la Economía Política)” (Coraggio, 2002:1).
Desde este concepto de Economía Social, Coraggio plantea que el mercado
capitalista debe ser superado porque es alienante en sí mismo y máxime por estar
dominado por el poder de los grupos monopólicos, que manipulan los valores, ne-
cesidades y formas de socialización a través de su control de la comunicación social
y además, actualmente tiende a excluir ingentes mayorías del derecho mismo a ser
consumidor y productor. Este autor continúa diciendo que el Estado centralizado
debe ser superado porque sustrae poder de la sociedad y asume la representación de
un bien común nacional, actuando como delegado que -en ausencia de una demo-
cracia sustantiva, fácilmente cae en la tentación de obedecer a los intereses de los
grupos económicos más concentrados- haciendo “gobernable” un sistema injusto y
socialmente ineficiente. “Esta economía es social porque produce sociedad (…) y no
está orientada por la ganancia y la acumulación de capital sin límites. Porque vuelve
a unir producción y reproducción, al producir para satisfacer de manera más directa
y mejor las necesidades acordadas como legítimas por la misma sociedad” (Corag-
gio, 2002:2. Cursiva en el original). Sin embargo y a pesar de esto, el autor señala
que el concepto de Economía Social se encuentra profundamente marcado por las
experiencias ligadas al cooperativismo, mutualismo y asociacionismo tradicional.
Por último, el término Economía Social y Solidaria, es propuesto por Susana
Hintze como forma de aunar en la teoría y en lo empírico -y quizás también como
apuesta política-, la larga tradición de asociativismo materializada en las cooperati-
vas y mutuales junto con las expresiones de asociativismo y autogestión más recien-
tes que se asumen como de Economía Solidaria. Más allá de las disputas concep-
tuales en torno a las implicancias de la utilización de uno u otro término, es válido
sostener, como lo hace la autora, la denominación de “Economía Social y Solidaria”
por razones teóricas, ya que se trata de un concepto más rico y menos restrictivo que
cada uno de los términos por separado, y , además, por razones empíricas, ya que
los distintos actores públicos no siempre manejan en su trabajo cotidiano estas dife-
renciaciones ni las argumentaciones de uno u otro lado, provocando que, en algunas
situaciones, los mismos términos se manejen de manera indistinta (Hintze,2007).
Ésta es la conceptualización que adoptaremos para entender a la Economía Social y
Solidaria como un subsistema (junto con el subsistema de la Economía del Capital y
el subsistema de la Economía Pública) dentro de un Sistema Económico Mixto.9
9. Para una mayor ampliación sobre el tema ver: José Luis Coraggio (2009), “Los Caminos de la Economía So-
cial y Solidaria”, presentación del Dossier, Flacso-Ecuador. Disponible en http://www.flacsoandes.org/dspa-
ce/bitstream/10469/295/1/03.%20Presentaci%C3%B3n%20del%20dossier.%20Los%20caminos%20de%20
la%20econom%C3%ADa%20social%20y%20solidaria.%20Jos%C3%A9%20Luis%20Coraggio.pdf
Desde el desarrollo sustentable hacia la sostenibilidad socioeconómica
A partir del planteo de la Economía Social y Solidaria como subsistema, sur-
ge indefectiblemente el tema de la sustentabilidad de los procesos productivos que
pretende promover.
Primeramente, la sustentabilidad suele estudiarse a nivel de microemprendimiento
y expresarse en una cuenta de capital, vigente en el imaginario no sólo del común de las
personas sino además en el de los técnicos, profesionales y de los mismos emprendedo-
res, como sinónimo de un saldo monetario favorable entre ingresos y gastos.
Para comenzar a buscar sendas que nos conduzcan a la sustentabilidad de los
emprendimientos de la Economía Social y Solidaria debe plantearse la idea de que,
en las nuevas formas de producción basadas en la organización autogestionaria de
los trabajadores y en la gestión de las necesidades con el fin de la reproducción am-
pliada de la vida de todos, actúan ciertas variables que no sólo se limitan a lo micro
económico y a sus comunidades locales (Coraggio, 2008). En este sentido, debe
considerarse un contexto más abarcativo en el que el rol del Estado y el mejor acceso
a los bienes públicos por aquél provistos son necesarios e indispensables. Entre otras
cosas, mencionamos las que siguen:
- una política fiscal progresiva que redistribuya desde los que más a los que
menos tienen;
- la implementación de un ordenamiento jurídico que reconozca y promueva
las formas autogestionadas de producción;
- el acceso a una educación básica de calidad;
- el conocimiento científico-tecnológico;
- mejoramiento de las condiciones sanitarias y del sistema de salud y de la
seguridad social que socialice riesgos;
- el derecho al pluralismo cultural y en las formas sociales de propiedad ;
- el derecho a la información fidedigna, etc. (Coraggio, 2008).
No sólo las transferencias de recursos (en sentido amplio) del sector estatal
influyen sobre la sustentabilidad, además hay otros dos factores importantes: las
capacidades y disposiciones de los trabajadores que cooperan a nivel micro; las dis-
posiciones de dichos trabajadores a cooperar y coordinarse entre unidades micro-
económicas. Es decir, en el nivel meso (Coraggio, 2008), ampliando la dimensión de
la lucha por la Economía Social y Solidaria, en forma de lucha por la participación
popular. Esta lucha por la participación popular transcurre, particularmente, en el
modo de resolver las contradicciones y conflictos de intereses inmediatos al interior
del campo popular condicionan la sustentabilidad.
La sostenibilidad socioeconómica (que sería el concepto propio de la Economía
Social y Solidaria en un proceso de transición) admite a los aparentes subsidios econó-
micos generalizados a: la educación, la capacitación, la exceptuación de impuestos, los
sistemas de salud, en función de la redistribución progresiva por parte de la Economía
Pública. También los aportes de trabajo: trabajo voluntario, redes de ayuda mutua, uso de
la vivienda para la producción, que no se consideran costos. De esta manera, los empren- 179
dimientos deben poder cubrir sus gastos monetarios sin atribuir valores a capacidades y
recursos no obtenidos en el mercado, y alcanzar su objetivo de lograr la reproducción de
sus miembros o comunidades de referencia (Coraggio, 2005).
Son condiciones de la sostenibilidad en la Economía Social y Solidaria: el cui-
dado de las bases naturales (humanas y no humanas) de la producción y reproduc-
ción; la extensión continua de las relaciones asociativas solidarias y la ampliación
del sector social que involucra. No se trata de una economía pobre para pobres.
El individualismo metodológico, por el que la viabilidad de cada micro em-
prendimiento determina, por agregación, la viabilidad de todo el resto de la Econo-
mía Social y Solidaria, no resulta adecuado ni serio. Lo que determina la viabilidad
y sostenimiento de las iniciativas particulares es el cambio del contexto estructural
meso socioeconómico por otro más consistente (Coraggio, 2008). No obstante, lo
inviable e irracional para la sostenibilidad mercantil estricta puede ser condición de
reproducción de muchas otras actividades (por ejemplo empresas recuperadas con
altos índices de sustentabilidad que son promotoras y ejecutoras de microcréditos.
Esta actividad que podría prefigurarse poco sustentable para las mismas (empresas
recuperadas), genera sin embargo disponibilidad de recursos para otras unidades
productivas, fomentando la cooperación entre los trabajadores).
Aplicar los cálculos de sostenibilidad de la racionalidad instrumental a los
microemprendimientos es difícil, cuando no imposible. Es necesario tener en cuenta
que los emprendimientos económicos de los trabajadores pueden no tener beneficios
en sentido estricto y, pese a ello, ser justificables económicamente, en el contexto de
una nueva definición de economía, encendiéndola como “el sistema que se da una
sociedad par definir, movilizar, distribuir y organizar recursos con el fin de producir,
intercambiar y utilizar bienes y servicios útiles para satisfacer cada vez mejor y
transgeneracionalmente las necesidades legítimas de todos sus ciudadanos” (Cora-
ggio, 2004: 171). Creemos necesario aclarar que ningún emprendimiento podría sos-
tenerse de no percibir algún tipo de rédito -ya sea monetario o no- inmaterial, social,
etc., que permita o facilite la reproducción ampliada de la unidad productiva.
La sostenibilidad anticipada regida por la racionalidad instrumental que suele
calcularse para un producto dado y una técnica dada de producción al comienzo de
la iniciativa, como forma de diagnosticar su posible viabilidad, puede ser útil en
primera instancia. Pero las capacidades, los productos, las técnicas y las condiciones
y oportunidades de mercado variarán tanto como las necesidades. Cambiaran en-
tonces la productividad y los resultados en valores de uso y de cambio, implicando
un proceso de aprendizaje mayor a los seis meses o el año de maduración que sue-
len preverse en los programas. Esto puede apreciarse cuando muchas incubadoras
institucionalizadas prevén un plazo prolongado de “incubación”. Por ejemplo, el
Complejo de Cooperativas de Mondragón considera un promedio de cinco años para
probar la sostenibilidad de una nueva cooperativa (Coraggio, 2008).10
10. Es válido también resaltar que todavía en nuestro continente no contamos con un ejemplo de trabajo aso-
ciativo, tan acabado como el Complejo Mondragón, pero que sin duda puede tomarse como instancia de refe-
rencia para la generación de políticas que fortalezcan la Economía Social y Solidaria
En relación con estos plazos, y teniendo en cuenta que el crédito puede ser una
herramienta, válida y útil a la hora de que los microemprendimientos puedan propo-
nerse un salto tecnológico, maduración de los proyectos o bien superación de crisis.
Desde la perspectiva de la construcción y sostenibilidad de un sector de economía
social y solidaria no es lo mismo acceder al micro crédito gestionado como parte
del proceso del ciclo del capital financiero que hacerlo como parte de un sistema de
socialización de los ahorros, por ejemplo (Coraggio, 2008).
La existencia del mercado en donde se encuentran estas distintas formas de
producción, para algunos llevaría forzosamente a aplicar un mismo concepto de
competitividad. Aceptar la competitividad como criterio supremo prioriza el valor
de cambio por sobre el valor de uso y la ganancia sobre la satisfacción de las nece-
sidades para la buena vida.
Estas ideas requieren hablar de la supuesta soberanía del consumidor al que se
disputan empresas capitalistas y empresas o emprendimientos del sector social y so-
lidario. Para la Economía Social y Solidaria, las decisiones que orientan al consumo
no se reducen a las variables precio, precio-calidad. De hecho, existen elementos so-
cialmente simbólicos que la Economía Social debe hacer manifiestos como parte de
su producción: efecto sobre la sociedad, el status, la ciudadanía, el medioambiente
sano, la sinergia sobre el desarrollo local y el entorno social de la vida de los consu-
midores (Coraggio, 2008). Informar al consumidor sobre estos efectos tiene un costo
que pocos emprendedores pueden asumir; por lo tanto es función del Estado -y la
sociedad- hacerse cargo de esa tarea, como así también de proporcionar información
sobre las empresas que no cumplan con sus obligaciones (leyes sociales, fiscales) o
bien sus actividades propicien la superexplotación, la contaminación ambiental o la
degradación de los entramados sociales.
Los tiempos que demanda la construcción que propone el autor y que impli-
can cambios institucionales, culturales, de relaciones de poder, de constitución de
nuevos sujetos colectivos, de reformas profundas del Estado y de la cultura política,
no pueden pensarse a corto plazo. Esta nueva construcción de sentido y racionali-
dad, implica la interlocución de actores e intereses disímiles (para llegar a acuerdos
comunes) que a priori - y en función de ser serios y consecuentes con la propuesta
(de Economía Solidaria)- no son viables en lo inmediato. Sin embargo estas pro-
posiciones no están sustentadas sólo en hipótesis o valorizaciones y aspiraciones
ideológicas sino que, se sustentan en un camino ya trazado y en numerosas expe-
riencias existentes a las cuales hay que posibilitarle visibilidad a fin de generar un
pensamiento y prácticas que apunten a fortalecerlo.
En conclusión, y a partir de todo lo expuesto, podríamos afirmar que el con-
cepto de sostenibilidad no es propio de la microeconomía, sino del nivel meso
sociopolítico-económico (Coraggio, 2008). En este sentido, es primordial intentar
correrlo del eje que le asigna el paradigma economicista al momento de pensarlo
como instancia organizacional fundamental de la producción social y re-significarlo,
a partir de todas las particularidades analizadas. 181
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