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CAPITULO II

ANTECEDENTES HISTORICOS DEL DESCENTRALISMO DE 1900 A 1920

Para MARIATEGUI el centralismo fue fruto de las consecuencias del proyecto

independentista, pues estos no contaban con implantar el federalismo como así lo

hizo Argentina,Venezuela y Mexivo, además de quedar varias guerras pendientes

con España y la interna.

Las Juntas Deparatamentales, experimento que cierra el siglo XIX y abre el XX en

el Perú, fueron organismos fiscalizadores departamentales que en 1886 llegaron a

tener ciertas funciones administrativas (supervisaban, proponían, nombraban o

excluían) al interior del departamento. En 1895, ya fortalecido el Estado, el gobierno

de Piérola intentó suprimir las Juntas Departamentales, sin embargo tan solo se

llego a neutralizarlas.

“El Ejecutivo fue autorizado por el Congreso para hacer en el

Presupuesto de la República las modificaciones convenientes y, al aplicar esta

autorización disminuyó las rentas departamentales y circunscribió las

atribuciones de las juntas. El cobro de las rentas fue dado a la Compañía

Recaudadora, la que fue facultada para proponer a los empleados. Este

proceso de arrinconamiento continuó a medida que el Estado fue haciéndose

más poderoso hasta que las juntas quedaron, según dice Carlos Concha,

como "organizaciones destinadas a revisar los actos de los concejos


provinciales, sujetas a la obligación de concurrir a los fondos generales de

instrucción y caminos y con rentas escasas".” Bustamante(1989)

REGIONALISMO

En este período surge de un sentimiento regionalista. Sin embargo, este es un

periodo de contradicciones en que los factores influyen inversamente. Un ejemplo,

es el liberalismo de los ricos y el conservadurismo de las masas. Es decir, se carecia

de convicciones para apoyar tal o cual. Sin embargo ser regionalista, federalista o

anti centralista significaba ser incongruente política y socialmente, pues permitía

horizontes muy amplios e indefinidos que daban terreno hacia la elucubración o

demagogia sin una política concreta de las reivindicaciones. Mariátegui(1928)

plantea las siguientes características:

- La polémica entre federalistas y centralistas es un anacronismo,

es más un movimiento en lucha por lo económico.

- El federalismo significó para la clase gamonal y su clientela, lo que

significa para las clases emergentes pequeño burguesas de las

antiguas ciudades coloniales: una posición frente a un fenómeno

generalizado. Están exceptas las masas indígenas.

- Para el caciquismo y el gamonalismo regionales, centralismo es lo

mismo que federalismo.

- Durante estos años no hay reforma en la constitución, ni una lucha

contra concreta contra el centralismo.


- Marcada ausencia de voluntad política para atacar al centralismo

por parte de demócratas y liberales.

- Significa una especulación teórica, propaganda, lema, idealismo o

principio sin valor para darle realce a los fines y acciones de un

partido.

BASES HISTORICAS DEL DESCENTRALISMO ANTES DE 1900

No es a partir del siglo xx que se inicia los procesos de descentralización, sino que

ya en 1873 el caudillo civilista Manuel Pardo, bosqueja una política

descentralizadora con la creación de los concejos departamentales y que, años

más tarde se suscribiría de manera nominal, el caudillo demócrata Nicolás

de Piérola. La tesis centralista que era exclusivamente sostenida por los civilistas,

ya en 1873 se mostraron inclinados a actuar por una política descentralizadora.

Pero toda ésta era una especulación teórica.

Después del año 1895, las declaraciones anticentralistas se multiplican. El partido

liberal de Augusto Durand se pronuncia a favor de la forma federal; el partido radical

no ahorra ataques ni críticas al centralismo; y hasta aparece, de repente, como por

ensayo, un partido federal.

El partido liberal, después del deceso del precario partido federal y de la disolución

espontánea del radicalismo gonzález-pradista, sigue agitando la bandera del

federalismo.
Durand se da cuenta de que la idea federalista –que en el partido demócrata se

había agotado en una platónica y mesurada declaración escrita–, puede servirle al

partido liberal para robustecer su fuerza en provincias, atrayéndole a los elementos

enemistados con el poder central. Bajo, o mejor dicho, contra el gobierno de José

Pardo, publica un manifiesto federalista. Pero su política ulterior demuestra,

claramente, que el partido liberal no obstante su profesión de fe federalista, sólo

esgrime la idea de la federación con fines de propaganda.

Los liberales forman parte del ministerio y de la mayoría parlamentaria durante el

segundo gobierno de Pardo. Y no muestran, ni como ministros ni como

parlamentarios, ninguna intención de reanudar la batalla federalista.

También Billinghurst llegó al poder con una plataforma anticentralista, luego de su

breve mandato, se ha corroborado que fungió bajo ningún efecto contra aquella.

Para Mariategui (1928) el sentimiento regional que comprometió a los intelectuales

provincianos hacia 1910, especialmente durante el Oncenio, para entonces,

existían grupos de intelectuales tan dinámicos como numerosos en las ciudades

del interior que, inspirados en el radicalismo de González Prada, sintieron la

obligación de emprender la crítica a Lima y al centralismo en un período en el cual

la expansión de los aparatos estatales amenazaba más allá de declaraciones

regionalistas que no excedían el terreno verbal.

Sin embargo Galindo(1999) es el Partido Aprista Peruano quien representa una

opción para el provinciano, para el peón rebelde, y como partido nacionalista que

era, y contra la tradición virreinal que subordinaba y aplastaba a la vida provinciana.


Era un regionalismo que nacía de un peligro demasiado visible y que al ser una

crítica del Estado, terminó confundiéndose con quienes -por otras razones- se

ubicaban en la oposición al régimen de Leguía. Fue, como dijo Jorge Basadre, la

“subversión de las provincias”.

Esta corriente regionalista llegó a los provincianos que emigraron a Lima y desde

esta ciudad imprimieron La Sierra una revista algo viotrilica La capital se identificó

con todos los defectos posibles y la añoranza provinciana llevó a una exaltación

ilimitada a las ciudades del interior. Este regionalismo acabó incorporando al

aprismo y tuvo también expresiones propias a través del Partido Descentralista,

formado por Emilio Romero, entre otros.

Así mismo, al cerrarse el siglo XIX el Estado yacía en manos del civilismo, un

partido de notables que logró forjar un proyecto modernizador relativamente exitoso,

que el historiador Jorge Basadre denominó “La República Aristocrática” (1899-

1919).

Este proyecto significó, a ocho décadas de la independencia, la consolidación del

Estado nacional. Para conseguirlo reforzó todavía más la centralización fiscal y

administrativa. Igual que en los mediados del siglo XIX, la consolidación del aparato

estatal parecía lograrse sólo al precio de postergar la causa de la descentralización.

Ilustrativo fue, por ejemplo, lo que sucedió en el campo de la educación. Las

escuelas elementales y los colegios secundarios habían quedado en manos de los

municipios desde la ley de 1873.Galindo(1999).


Pero la ofensiva educativa para redimir a la raza indígena lanzada por el civilismo

requirió “rescatar” a las instituciones de enseñanza de manos de las

municipalidades, cuya mala organización era evidente por la carencia de elites

locales suficientemente preparadas. En 1905 el sistema educativo fue centralizado

con el fin de conseguir su despegue. Las elites locales con capacidad de

administración y fomento no se improvisan por una ley. Son el lento producto de un

proceso histórico; su tiempo de maduración no se respetó en el Perú. Cuando la

economía nacional consiguió reconstruirse en los años finales del siglo XIX, ¿fue

gracias a que se abandonó la descentralización? Responder que sí sería demasiado

fácil para la complejidad de todo lo que está detrás. La elite civilista había optado

por un tipo de reconstrucción económica consistente en la atracción de la inversión

extranjera. Para ello requería ofrecer seguridad a los potenciales inversionistas, y

esa seguridad, entendió, pasaba por despojar a las “bárbaras” elites locales de la

posibilidad de gravar con imposiciones fiscales a las nuevas inversiones. Una

situación similar a lo que ocurriría un siglo después, bajo el gobierno de Fujimori.

Contexto de las juntas departamentales, que argumentaban antes de supresión que

eran un organismo reciente, y pedían tiempo

CENTRALISMO Y DESCENTRALIZACIÓN EN LA HISTORIA DEL PERÚ

INDEPENDIENTE:

CONTRERAS, C. (1999) Extracto del ensayo “Centralismo y descentralismo en la

Historia del Perú Independiente” La resistencia del Ejecutivo y el Congreso a tener

ante sí poderes regionales paralelos ungidos con la legitimidad del voto ciudadano.

Con ocasión de los debates en el Congreso para las leyes de 1886 y 1933 fue
evidente el ánimo del mismo para inhibir la autonomía de los gobiernos

departamentales, colocándolos bajo su tutela. Por ello se explica la renuencia y

parálisis por hacer del departamento o la región de Lima un gobierno local. Es

innegable que este gobierno, democráticamente elegido, se alzaría, como hoy

ocurre hasta cierto punto con el Municipio de Lima, como un poder competidor.

PROCESOS DE DESCENTRALIZACIÓN Y RECENTRALIZACIÓN ESTATALES:

UNA APROXIMACIÓN AL CASO PERUANO:

A inicios del siglo XX, se produce el desplazamiento del Partido Demócrata por el

Partido Civil, radicándose el dominio electoral de este último, si bien las elecciones

eran controladas. El segundo civilismo continuó el intento centralizador desde Lima

y fue el primer gobierno de Augusto Leguía (1908 - 1912), quien representó a los

sectores más autoritarios y más centralistas del Partido Civil.

La nueva inserción del Perú en el mercado internacional significó una "revolución

económica":

la minería y la agricultura de exportación alcanzaron impresionantes tasas de

expansión y se produjo una importante penetración de capitales extranjeros,

principalmente norteamericanos, en la economía peruana.

La fuerte fragmentación regional del país, característica del siglo XIX, continuó a

inicios del siglo XX. Asimismo, el fenómeno de la privatización del poder público

local continuó y se mantuvo ligado estrechamente a la propiedad de la tierra.


El Estado Oligárquico centralista y la Sociedad Señorial A fines del siglo XIX, con el

Gobierno de Nicolás de Piérola de 1895, empieza a organizarse el Estado

Oligárquico en el Perú. El periodo denominado por Basadre de la “República

Aristocrática” ( 1895-1919) corresponde al de la formación del Estado Oligárquico.

A ) No existía una diferencia clara entre el Estado y la sociedad, entre los intereses

públicos y los privados. Las relaciones de autoridad del Estado Oligárquico y sus

características, estaban estrechamente asociadas a las relaciones sociales

organizadas sobre el eje racial y étnico, y sobre el eje de la propiedad de la tierra

como recurso clave de la organización social. La introducción de los enclaves y las

plantaciones inició un proceso peculiar de modernización que no modificaron

substancialmente ni las relaciones de autoridad ni las relaciones estamentales.

B ) La coalición dominante en el Estado era la de la oligarquía criolla y el

gamonalismo, asociados al capital extranjero. El Estado tenía una soberanía

limitada, pues ya no sólo le administraban sus recursos vía empréstitos y

representaciones bancarias y comerciales, sino que las principales actividades

económicas se empezaron a organizar bajo decisión directa externa con la

modalidad de “enclaves”, en el petróleo (Internacional Petroleum Company), la

minería (Cerro de Pasco Corporation.), la agricultura de exportación (algodón y

azúcar). Se bloqueó la posibilidad de un desarrollo nacional autónomo. La base de

poder terrateniente y étnico (criolla y mestizo), impregnaban al Estado de un

carácter señorial y de discriminación racial y étnica, excluyente.


C ) La forma de dominación era el patrimonialismo, esto es, la privatización del poder

estatal por las elites y funcionarios públicos, con el Presidente como vértice del

sistema de prebendas.

El derecho para este control aludía a la elección pero implícitamente el poder estaba

en la cuna, apellido y experiencias, estableciendo con los gobernados relaciones

prebendistas y de clientela.

D) Era un “gobierno indirecto y mediado”, pues mantenía los poderes locales del

gamonalismo, que seguían privatizando el poder público y que mantenían relación

de favores y lealtades con la población bajo su dominio.

E) Las Instituciones estatales eran muy pocas, frágiles y sobretodo coercitivas

(ejército y policía). Las funciones impositivas estatales eran encargadas a

organizaciones privadas. El Banco Central de Reserva, la política monetaria y otras,

se decidían en instancias del Estado controladas por organizaciones gremiales del

poder señorial, por encargo de la ley. La coalición dominante carecía de

instituciones políticas partidarias.

A fines del siglo XIX, con el Gobierno de Nicolás de Piérola de 1895, empieza a

organizarse el Estado Oligárquico en el Perú. El periodo denominado por Basadre

de la “República Aristocrática” ( 1895-1919) corresponde al de la formación del

Estado Oligárquico. Esta forma de Estado continúa con Leguía (1919-1930), entra

en crisis después de la Segunda Guerra Mundial, y se mantiene hasta 1968, en que

colapsa definitivamente”.

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