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«Los costos y las costas en el proceso civil espafiol> CARLos DE MIGUEL ¥ ALONSO Catedrético de Derecho Procesal SUMARIO I. El fin del proceso—tt. Sociologia del proceso moderno—IIT, Las exigencias feconémicas de la Justicla—A) Clastieacién del gasto piblico, B) El volumen dde gastos de la Justicia en Espafa. C) Procedencia de los fondos, D) Los ser viclog de la Justicla civil en Espafla—IV. Las costas: Su regulacion en Eepata. A) Tasas. Sus clases, 1. Tasas fiscales. a) Hecho imponible. b) Sujetos. ¢) Base ‘imponible: 4) Tipo. e) Liquidacién y pago. 2° Tasas judiciales, a) Hecho lmpon- ble. >) Sujeto pasivo. c) Base impontble y tipos de gravamen, d) Liguidaclon Y pago. 3 Pollzas de la Mutualidad de Puncionarios de la Administracion de Justicia, B) Derechos arancelarios. C) Honorarios profesionales.—V. Ejemplos ‘de tasaciones de costas en primera instancla.—-VI. Posibles solueiones, A) ;Jus lela gratuita? B) Extension del criterio del vencimlento objetivo en coats. ©) Mayor agilidad y eftcacia en la concesién del benefclo de justiela gratuita D) Alteraclin no regresiva de las tasas, derechos arancelarios y honorarios rofeslonales, I. EL FIN DEL PROCESO El proceso es un fenémeno histérico, es una realidad social, nos dijo BecestA (1), cuya regulacién, al perpetuarse desde su apa- ricién como fenémeno permanente, ha dado lugar al derecho pro- cesal. Y el fenémeno procesal se nos aparece como la conerecién de la continua lucha juridica. El Estado, a través de su funcién ju- risdiccional, y para conseguir la actuacién efectiva de la volun- tad del legislador, asume el monopolio de la solucién de los con- flictos sociales, a través de los jueces, que han de utilizar para ello el proceso. (1) Bocesa: Notas de Derecho procesal, recogidas por Perales y Enciso, Lit. Madrid, 1982, pég. 18. — 901 — CARLOS DE MIGUEL Y ALONSO Para nosotros (2) el fin tltimo del proceso y su motivo funda- mental, es la Justicia. Para ello trata de conseguir el esclareci- miento de la verdad en los casos en que haya discusién sobre a quien asiste un Derecho, sobre el restablecimiento de este Derecho, y sobre la aplicacién de la Justicia humana en el caso de que éste haye sido perturbado. I, SOCIOLOGIA DEL PROCESO MODERNO. ‘La paulatina transformacién del individualismo procesal se va produciendo de una manera acentuada ante la consideracién de que, si la actuacién del Derecho es productora de la seguridad so- cial, necesaria para el perfecto desenvolvimiento de la actividad individual, y por consiguiente a la vida y al progreso de la socie- dad, ésta, la sociedad, ha de estar ciertamente interesada en la actuacién del proceso. EI fin sociolégico del proceso se acentiia cada vez més clara- mente, Tenemos que contemplar el proceso desde cierta lejanfa para darnos cuenta de ello. Hay que observarle desde un plano superior y objetivo al que las partes interesadas puedan tener. Cada parte tendré como fin el conseguir el triunfo de su Dere- cho subjetivo, y que normalmente seré opuesto al de su adversa- rio. Por ello nosotros debemos considerar el fin supremo del pro- eso (que para nosotros es la Justicia), sin tener en cuenta la pos- tura eoncreta de las partes, y debiendo construirle como una en- tidad superior a los particulares intereses que en el mismo se de- baten, debiendo permanecer inalterable en todo tiempo y lugar y ser el mismo. AtcauA-ZaMORA (3) ha recogido en brillantes paginas los inte- reses que HOY en el proceso deben ser tenidos en cuenta y que podemos resumir de la siguiente maner Un interés particular a una sentencia favorable, en el que apa- rece preponderante el interés del individuo. (2) Micus, v Romexo y De MicuEL y ALONSO: Derecho procesal practico, 118 ed, Barcelona, 1967, 1, pag. 7. (3) "ALCALA-ZAMORA:' Los ‘problemas juridicos suscitados por 1a planifica- clon econémica y social, Institut Japonats de Drott comparé. Université Chue, ‘Tokio, pag. 426. — 902 — “LOS COSTOS ¥ LAS COSTAS BN EL PROCESO CIVIL ESPANOL" Un interés iblico, como derecho @ una sentencia sin més, en el que aparece claramente el interés del Estado. Un interés social, como derecho a une sentencia justa, en el que aparece el interés de Ia colectividad. La impregnacién sociolégica del proceso se nos muestra en las més interesantes y recientes de las investigaciones en esta rama, y las iltimas directrices del pensamiento procesal defienden, desde muy diversos sectores, Ia necesidad de un reajuste de ideas ten- dentes a la misma meta: la consecucién de una mayor cficacia en Ta Justicia a través de un proceso mejor. La buena fe, la lealtad y Ja sinceridad, deben inspirar el proceso moderno. Para ello la acti- vidad de las partes y la del Juez deben confluir en una leal y franca cooperacién para la consecucién de la Justicia, que viene @ significar, la consecucién del Derecho. El problema de la eficacia tiene en el proceso dos gravisimos obstéculos que frecuentemente impiden obtener de él su meta fun- damental: la Justicia. De un lado Ia duracién del proceso y de otro lado la carestia del mismo, originan no sélo graves censuras a la institueién, sino a los que de ella nos ocupamos, ya que no somos ‘capaces de ponerle remedio. Contra 1a duracién, la técnica procesal descubrié el proceso cau- telar. Contra la carestia se aplicé la condena en costas y el benefi- cio de justicia gratuita, Pero la naturaleze sociolégica de estos remedios 0 remiendos, es bien diferente en uno y otro caso. La ralz sociolégica de la carestia del proceso es de mucha mayor en- vergadura que la producida por la duracién temporal del proceso, cuya solucién —el proceso cautelar— es de mucha mayor eficacia que las soluciones al otro problema de la carestia de la justicia civil. Vamos en estas notas, y después de centrado el tema, a exponer algunos de los aspectos que hemos considerado mis interesantes CARLOS DE MIGUEL Y ALONSO III, LAS EXIGENCIAS ECONOMICAS DE LA JUSTICIA Como antes hemos sefialado, el Estado ejerce el monopolio de la Administracién de Justicia, y en el ejercicio de dicha funcién necesita la utilizacién de hombres, de medios y de cosas, que hay que procurar cada vez con mayores exigencias econémicas. Si observamos Ia realidad desde el Angulo visual de quien para sus fines ultra-procesales, acude a tan particular y delicado instru- mento como es el proceso civil, podemos comprobar que este tilti- mo en la misma proporcién que cualquier otro instrumento a dispo- sicién del hombre, tiene sus propias exigencias (4). Estas exigencias econémicas de la justicia son necesarias, como las de cualquier otro gasto piblico, pero teniendo en cuenta que la meta que con ellos se persigue, es la de mayor transcendencia social: la realizaoién del Derecho, su consideracién y apreciacién deben situarse en primer plano, De abi nuestra opinién de que el mejor empleo del gasto piblico deba ser, en primerisimo lugar, la dotacién generosa de la Justicia en todos sus aspectos: retribucio- nes, modernizacién de los materiales, perfeccionamiento —en fin— de los funcionarios. Seré el dinero més rentable a la nacién, por- que de su buena o mala justicia, y sobre todo de su eficacia, de- penderd en definitiva el desarrollo futuro de la misma. A) CLASIFICACION DEL GasTO POBLICO Varios criterios podemos anotar en este apartado, sobre el en- cuadre de los gastos de Justicia dentro del presupuesto de un pais. Brocuter y TABATONT (5) recogen diversas clasificaciones aten- diendo a la rentabilidad del gasto (NicHOLSoN); a la relacién del gasto piiblico con la economfa del mercado, de la que aparece como elemento complementario (Couat) ; la fundada en el niimero de be- neficiarios y en el carécter (divisible o indivisible) de las ventajas concedidas (PLEHN); la de STERN en el Libro Blanco briténico (0), CaRNACINI: Tutela juriadiccional y técnica del proceso, Trad. de Romo, en la “Rev. Fae. Deho. de México”, T. I, mim. 12, oct-dic,, 1953, pag. 80. (G)_ BROCHIER y TARATONI: Bconomia’ financiera, trad.” de Petit, Barcelo- 1a, 1960, pag. 12 ¥ — 904 — “LOS COSTOS Y LAS COSTAS BN BL PROCESO CIVIL ESPASOL” de 1942; y la suya propia, que intenta combinar varios criterios, Y que es la que recoge el presupuesto francés. ‘A nosotros nos parece especialmente interesante la clasifica- cién de Pun, que se funda —como hemos indicado—, en el nti- mero de beneficiarios y en el cardcter de las ventajas concedidas, Y que es la siguient @) Gastos que proporcionan ventajas comunes e indivisibles a la colectividad nacional entera (defensa nacional, administracin general, poderes piiblicos). b) Gastos que proporcionan una ventaja especifica o una cate- gorla determinada de beneficiarios, pero que al mismo tiempo tie- nen una utilidad indirecta para toda la colectividad (subsidios de aro). ©) Gastos que benefician a ciertas personas, pero que se efec- téian para bien de la comunidad (administracion de justicia, man- tenimiento de carreteras). @) Gastos que benefician exclusivamente a ciertas personas (subvenciones econémicas). ‘Muy parecida a esta clasificacién, pero creemos que mas perfi- Jada es Ia de Gances (6): Primer grupo: Gastos obligatorios. Comprenden un complejo de servicios que se encuentran en todos los Hstados sea cual fuere ‘su constitucién politica. Son funciones inherentes a la existencia misma de la sociedad politicamente organizada (los principales son los gastos por intereses y gastos militares). Segundo grupo: Servicios piiblicos que se desarrollan en bene- ficio de-la colectividad, pero que resultan particularmente venta- josos a determinadas personas: a) Fundamentalmente es el servicio de la justicia, que como el de Ia seguridad interior es en todas las partes potenciado con sumas crecientes. Estas funciones son indirectamente productivas porque mantienen las condiciones para el tranquilo desarrollo de la produccién y del tréfico juridico. }) Gastos de educacién. ©) Gastos de obras piblicas. @) Gastos para el desarrollo de la produccién. (©) GANGEME: Finansa pubblioa, Vol. 1, Napoll, 1965, pég. 240. — 905 — CARLOS DE MIGUEL Y ALONSO Tereer grupo: Gastos originados por Ia legislacién social y Cuarto grupo: Gastos por los servicios piblicos de caréeter di- visibles. Creemos que 1a que puede ser aceptada en principio recoge los gastos de justicia como servicio piiblico que se desarrolla en be- neficio de la colectividad, pero particularmente ventajosa para de- terminadas personas. Entendida por nosotros la jurisdiecién como la funcién piblica que se desarrolla en el proceso, nos mostramos partidarios de esta catalogacién de sus exigencias econémicas en el total del gasto piblico. B) EL VOLUMEN DE LOS GASTOS DE JUSTICIA EN ESPANA El Boletin Oficial-Gaceta de Madrid, de 6 de abril de 1968, pu- blica la Ley de 5 de abril, nim. 5/1968, aprobando los presupues- tos del Estado para el bienio 1968-1969. El total de gastos e ingresos asciende a 237.800 millones de pesetas. De esta cantidad el gasto ocasionado por el Ministerio de Jus- ticia en su totalidad asciende a pesetas 6.075.355.000, lo que su- pone el 2,55 por 100 del total nacional. De este gasto ocasionado por el Ministerio de Justicia, el co- rrespondiente a la Direceién General de Justicia es de pesetas 3.579,695.000. Hay en ella cuatro apartados diferentes, del que nos interesa especialmente el primero. Estos cuatro apartados son para “Remuneraciones” (3.218.040.000 ptas.); “Compras” (104.615.000 pesetas); “‘Transferencias” (55.940.000.000 ptas.) e “Inversiones” (210.100.000 ptas.). Las remuneraciones de los funcionarios de Justicia aparecen Presupuestadas de la siguiente manera (art. 11): Retribuciones (art. IL) Funcionarios 2 Presidente y Fiscal del T. 8. ... 652.800 ptas. 11083 miembros de la carrera judicial Gueces “LOS COSTOS Y LAS COSTAS EN BL PROCESO CIVIL BSPAROL” 253 Jueces munictpales 58,681.00 ptas. 502 Jueces comarcales 1104.702.000 258 Fiscales (superiores) '87-260.000 300 Flscales mun. y comarcaies 62571.000 676 Secretarios judiciales (excluldos 22 que ‘perelben sus arancelea) 144.526.000 ” 742 Secretarios de jusgados inferiores (mun. ‘com. y de paz) 200581.000 829 Funolonarios varios de Justicia, ‘como varios 108.247.000 6.534 Oficiales y agentes de toda clase de juz- ‘gados y tribunales 825.672.000 ” 10.880 otal retribuciones 1.748.919.000 * Gastos de represontacién, de dedioacion absoluta, de Tentdencia, neontives y gratifiootones (ar ‘tleulo 12), total 1.414.982.000 tas. Otras partides: Desplazamiento en la RENFE (ferrocarril) fe 1.800.000 Limpieza, ete. “243528000 Varios 2.637.000 Seguros 5.204.000 Total otras partidas '54.160.000 54.169.000 pta: ‘ToTAL, CONSIGNACION DIR. GRAL, JUBTICIA, 5.218.040.000 que se distribuye entre diez mil ochocientos ochenta funcionarios al servicio de la Justicia. Con estas nuevas y recientes retribuciones se dota a los fun- cionarios de Ia Justicia en Espaiia —no excesivamente bien pa- gados hasta entonces— de una justa remuneracién como corres- ponde a su rango y al nivel de vida aleanzado en Espafia en estos iltimos afios. Me permito indicar aqui, que estos gastos son generales y en ellos se incluyen los de 1a justicia civil, justicia penal, y justicia contencioso-administrativa. De momento, la justicia laboral viene resupuestada (creemos que por poco tiempo) en los gastos del Ministerio de Trabajo. CARLOS DE MIGUBL Y ALONSO ©) PROCEDENCIA DE Ls FONDOS Bl estudio de la procedencia de los fondos gastos generales de la Justicia en Espafia, es dificil de realizar, dada la contextura de la redaccién del presupuesto nacional. Hn los gastos generales ocasionados por la Justicia, seria inte- resante determinar la participacién de las fuentes privadas (a tra- vés de las tasas fiscales y judiciales) y de las fuentes piblicas nacionales. Para el bienio 1968-1969, en la seccién de ingresos, aparece una Partida con el concepto de tasas judiciales, por un importe de cua- trocientos millones de pesetas. (Esta cantidad que es ascendente desde su instauracién, fue en 1965 de doseientos quince millones, y en el bienio 1966-67 de doscientos sesenta millones). Ateniéndonos al rigor presupuestario esta cifra de cuatrocien- tos millones es la Gnica que claramente, y como fuente privada, encontramos para enjugar el gasto de la Justicia. La otra partida de las tasas fiscales (antiguo timbre) aparece, después de la reforma tributaria, englobada en el impuesto por “actos juridicos documentados”, y el ingreso que ello reporta a la Justicia es muy impreciso de fijar, ya que en las partidas pre- supuestarias de ingresos, y bajo Ia denominacién de “Actos juri- dicos documentados”, se cifra su importe en pesetas 7.350 millones, sin determinar detalladamente su origen. Insisto en que es muy dificil precisar Ia procedencia de los fondos necesarios para el funcionamiento de la justicia, ya que sélo tenemos una aproximacién de una partida de los fondos pri- vados, en esos 400 millones de tasas judiciales. Lo que no se in- grese por este concepto (tasas judiciales) ni por las tasas fiscales, se cubriré con los fondos piiblicos nacionales. D) Los sERvicros DE LA JUSTICIA crv. EN ESPANA Tomados de fuentes oficiales (7), vamos a aportar unos datos, sobre los servicios que presta la Justicia civil en Espafia en sus di- (1) Botadiaticas Judiciates de Bepaiia, ao 1966, Madrid, 1968, publica — 908 — “LOS COBTOS Y LAS COSTAE BN BL PROCESO CIVIL ESPANOL" ferentes escalas, de cuya contemplacién panorémica podemos sacar Ja consecuencia de que, pese al aumento de los gastos de la justi- cia —fenémeno universal que también se da en nuestro pais— la litigiosidad ha aumentado también, no en cifras alarmantes, sino en cantidad proporcionada al aumento de la poblacién de Espa- fia (8), al aumento del nivel de vida (renta por habitante) y al in- eremento del desarrollo industrial de la nacién. Justicia municipat Los Srganos de la Justicia municipal, que se agrupan en Es- pafia en tres diferentes categorias: jueces de paz (con atribucio- nes hasta 250 pesetas, legos en derecho y no retribuidos) y jueces comareales y municipales (ténicos en derecho con atribuciones hasta 50.000 pesetas), han conocido en los afios 1956 y 1966 de los siguientes asuntos civiles que se indican a continuacién como mas importantes y reveladores de la cuestién: Juicios verbales incoados seats 18502 Julelos de cognicién incoados 2331348341 Tuicios arrendaticlos urbanos incoados S281T 18.356 Juleios arrendaticios risticos incoados S271 TT Observaciones: La partida més interesante es la de los juicios declarativos ordinarios denominados de cognicién, con un nota- ble incremento en la litigiosidad entre 1956 y 1966. Desciende la litigiosidad en los juicios verbales, derivado del escaso contenido ‘16m de la Presidencia del Gobierno, Instituto Nacional de Estadistica, que ha Negado a nuestro poder a finales de 1968, especialmente pag. 117 y ss. (8) Segin el Anuario estadistico de Bepara, Madrid, 1968, p&g. 32, 1a po- blaclon ha pasado de 27.9768 millones en 1960 2 30.524,7 millones en 1960. Como ‘el censo ae reallza cada diez alos, se puede caloular actualmente una. pobla- flén de unos 82 millones de habitantes. ‘La renta por habitante se estima actualmente en 530 ddlares estadount- Aenses, segiin cuadro estadistico que publica “Mundo Social” y recoge el diario Ya" en su ndmero domintcal de 6 de abril de 1969, pég. 16, columna 5. Bn el citado Anuario Hstadistico (p4g. 238), se sefiala'una renta por har bitante de 35.167 pesetas en 1968; de 38.720 en 1966 y provisionalmente de 42841 posetas en 1067, ‘La lproduceiéa industrial, tomando como base la de 1958100, alcanza en 1967 un indice de 2184’ (sin industrias de la construccién), pég. 82 del ‘Anuarlo Batadtetico. CARLOS DE MIGUEL ¥ ALONSO econémico de las reclamaciones que hasta 1966 (Ley de 23 de julio) egaba hasta las 1.000 pesetas. Es de subrayar el notable descenso en la litigiosidad arrendaticia, tanto urbana como ristica, que también se reflejaré en los Juzgados de primera instancia. Ello es debido, en cuanto a los arrendamientos urbanos a la extensién de la propiedad horizontal que ha permitido que muchos espafioles sean duefios de su vivienda. En cuanto a los arrendamientos ris- ticos, se refleja en su descenso litigioso Ia despoblacién del agro espafiol que pone su meta en la ciudad industrial (y en la concen- tracién parcelaria). Juagados de primera instancia Son el prototipo de la justicia civil espaiiola de primer grado, con atribueiones casi ecuménicas. De los datos estadisticos dedu- cimos un interesante ineremento de Ia litigiosidad civil espafiola: Sus datos absolutos son los siguientes: Asuntos despachados en 1956 30.46 ‘Asuntos despachados en 1966 66.138 Tneremento 15.390 De estas cifras generales de la jurisdiccién contenciosa (9) nos permitimos indicar a continuacién las cuatro mas importantes par- tidas: ens an 3086 Julcios de mayor cuantia resueltos LT 1422 ‘uleios de menor cuantia remueltos 275 3879 ‘Jufeios sumarios ejecutivos resueltos sz = 19.581 ‘Julelos arrendaticion reaueltos 3.002 1.005, Observaciones: Las cifras més reveladoras son, sin duda, las de los juicios declarativos ordinarios de menor cuantia —hoy de 50.000 @ 500.000 pesetas— y de mayor cuantia —hoy superior a 500,000 pesetas— en los que se ve un discreto aumento, Descien- de la litigiosidad arrendaticia por las razones expuestas mis arri- ba. Sufre un fuerte incremento la litigiosidad de los juicios suma- ios ejecutivos, consecuencia de una fluides crediticia y del aumen- (@ De Tos que en todo caso habria que deductr unas 15.000 declaraciones de herederos, que son més proplamente actos de juriadieetn voluntaria exac- tamente 15.228 en 1956 y 15.179 en 1906). — 910 — “LOB COBTOS Y LAB COBTAS BN BL PROOBSO CIVIL BSPAROL” to de la renta nacional, derivado también de la fuerte industriali- zacién del pais. Ni que decir tiene que la letra de cambio es hoy dia en Espafia, la reina del juicio sumario ejecutivo, ya que los otros titulos contractuales van en manifiesta inferioridad. Audiencias territori Son tribunales civiles de segunda instancia con una brillante historia. (Hasta la Ley de 20 de junio de 1968, eran el prototipo de tribunales de apelacién.) El movimiento en estos diez afios ha sido el siguiente: Apelaciones en materia clvil contenciosa despachadas en ‘otal en. 1956 7385, Apelaciones en materia clvil contenciosa despachadas ea ‘otal en 1066 1895 con un tneremento de 310 Como més indicativas, citamos las cifras de los dos juicios mas importantes: Apelaciones de julclos de mayor cuantia re- ‘sueltow Tet a2 Apelaciones de juicios de menor cuantia re- ‘sueltow 1206 1.208 Tribunal Supremo. Sala primera de lo civil ‘Total de asuntos despachados en 1956 1412 ‘Total de asuntos despachados en 1066 1361 Con un descenso de ‘51 asuntos Estos son los més importantes servicios de la Justicia civil en Espafia. Es de advertir que nos hemos fijado en los aspectos que hemos considerado més relevantes para la finalidad que nos propo- nemos con estas notas informativas. 1 IV. LAS COSTAS: SU REGULACION EN ESPANA En el apartado anterior hemos expuesto las exigencias eco- némicas de la Justicia en Espafia, Vamos ahora a detenernos en el examen de las costas procesales, esto es, de las consecuencias eco- — 911 — CARLOS DE MIGUBL Y ALONSO némicas de los actos procesales (10), que no comprenden Ja tota- lidad de los gastos producidos por el proceso, sino solamente aquella parte que los litigantes deben aportar y que, como antes hemos expuesto, no permiten en modo alguno hablar de la autofinanziacién de la justicia. BECENA (11) nos ensefié que el concepto de costas es puramen- te procesal y que indica siempre el desembolso que requiere el re- eonocimiento o la declaracién judicial del Derecho. Nuestra Ley de enjuiciamiento civil de 1881, en el tit. XI, ar- tieulo 421 y ss. regula la tasacién de costas, pero no expecifica la diferencia entre gastos y costas procesales. Gastos procesales son para Guasp (12), todas las inversiones de cardcter econémico que reconocen, de una manera més o menos inmediata, al proceso como causa generadora. Las costas no son todos los gastos procesales, sino una parte de estos gastos, cuya delimitacién precisa no es del todo facil de hacer. Para nosotros, las costas son precisamente aquella parte de los gastos procesales que han de ser satisfechos por los litigantes (13) ‘Son una parte de los gastos a que da lugar la administracién de Justicia, y cuyo pago corresponde a las partes que en el proceso intervienen. Vienen a constituir en el fondo una merma o disminucién del principal reclamado en el juicio civil y, relegado al campo de las utopias el postulado de la justicia gratuita, se pueden considerar de acuerdo con CALAMANDREI (14) como la compensacién de ser- vicio que se presta a quien pide justicia. Los estudiosos de pro- blemas financieros los han considerado ora como un bien, en cuan- to servirdn de rémora a la litigiosidad, ora como un mal en cuanto pueden constituir de hecho para los desposeidos una especie de denegacién de justicia. Personalmente, el maestro de Florencia sus- (10) ALCALA-ZAMoRA: Panorama del Derecho Mezicano, Sintesis det Ve~ recho procesal, México, 1966, pag. 75. (11) BeceSa: Costas en €1 procedimiento civfl, “Rev. Deho. Privado", 1922, pagina 33. (12) GuAsr: Comentarios a la Ley de enjuiciamionto civil, Madrid, 1943, TX, pag. 1167. (43) MIGUEL v RomERo y De MIGUEL Y ALONBO, ob. eit. (14) CALAMANDAEI: ET proceso ciel bajo el peso det fisco. Hn “Estudios sobre el proceso ofvil", Trad. de Sentis Melendo, Buenos Aires, 1945, pagi- nas 311 y 812, — 912 — “LOS COSTOS Y LAS COSTAS BN EL PROCESO CIVIL ESPANOL” tenta la opinién —que compartimos plenamente ante la experien- cia espaiiola de las ltimas elevaciones de las tasas judiciales— de que no hace disminuir en absoluto la litigiosidad el encarecimien- to de las costas judiciales. Anotan ALCALA-ZAMORA Y TORRES y ALCALA-ZAMORA ¥ CASTI- 120 (15) la importante Sentencia del Tribunal Supremo en Espaiia de 9 de julio de 1888, para la que “el concepto de costas y gastos del juicio es el mismo que el de costas en el procedimiento civil, pues que uno y otro, comprenden igual y tnicamente los honora- rios, timbre y derechos de arancel devengados en las actuaciones judiciales”. Suelen excluirse del concepto de costas procesales, los gastos, que ain teniendy relacién con el proceso civil, se han producido fuera de él, como las consultas que suelen preceder a la iniciacin del litigio, las gestiones extraprocesales del letrado, los viajes que se hacen para instruccién de los mismos, las pérdidas que la acti- vidad consumida en el proceso puede oeasionar en los negocios de los contendientes, a cuyas partidas citadas por BEcENA (16), afiade Prteto-CastRo (17) las cantidades satisfechas para procurarse do- cumentos, antecedentes, pruebas anticipadas'y semejantes. Todos estos dispendios pueden considerarse como simples gastos, no com- putables con las costas. De acuerdo con Siva MELERO (18) entendemos por costas aquella parte de gastos procesales que, de un modo ineludible y por im- perativo legal, recaen sobre las partes que intervienen en un pro- ‘ceso conereto, por lo que no inchuimos en estas notas la posible indemnizacién de dafios y perjuicios a que un proceso puede dar lugar, el pago de una mult como consecuencia de una sancién de tipo procesal, y la pérdida del depésito constituido ad cautelam. En nuestra exposicién dividimos las costas en tres diferentes categorias atendiendo al origen de las mismas. ‘Unas son impuestas por el Estado para atender a la satisfac- (15) ALCALA-ZAMORA Y TORRES y ALCALA-ZAMORA Y CASTILLO: La conde- ‘na en costas, Madrid, 1980, nota (1), pag. 38. (18) BeceRA: Costas... ob. cit, pag. 35. (27) Pripto-Castto: Derecho procesal civ, segunda parte, Madrid, 1966, 608. (18) SILVA MuuEKo: Costas, en la “Nueva Enciclopedia Juridica’ ‘Tomo V, Barcelona, 1958, pags. 856 y 887. ", SEIX, — 913 — CARLOS DE MIGUBL Y ALONSO cidn de las necesidades que la Justicia ocasiona en los presupues- tos generales. Otras proceden de la remunerada obligacién de de- terminados colaboradores judiciales que pereiben sus haberes de los litigantes. Otras, finalmente, estén formadas por los gastos oca- sionados por Ia direccién técnica del proceso llevada a cabo por los profesionales del Derecho (19). Hablamos en el primer supuesto de tasas, en el segundo caso de derechos arancelarios y en el tercero de honorarios profesionales. A) Tasas, Sus CLASES Las tasas han sido calificadas por Usera (20) como ciertos in- gresos, que si tienen el cardcter de ordinarios y disfrutan el ca- lificativo de provinientes de Derecho piblico, es decir, detraidos en virtud del poder soberano de Estado, rozan, sin embargo, el aspecto del Derecho privado que caracterizan a los ingresos patri- moniales del Estado, en cuanto son atenuaciones de aquella iltima ratio, expresin de soberania que al Estado asiste para detraer in- gresos con los que hacer frente a sus fines especificos. La tasa exige un acto de voluntad del particular que provoca la actividad del Estado y la existencia de una contraprestacién representada por el servicio que el Estado rinde al particular individualmente, El articulo 1. de la Ley de tasas y exacciones parafiscales de 28 de diciembre de 1958 consideraba a las tasas como prestaciones pecuniarias legalmente exigibles por la administracién del Estado, organismos autonomos, entidades de Derecho piiblico, funciona- ios piiblicos asimilados, como contraprestacién de un servicio, de Ja utilizacién del dominio pablico, o del desarrollo de una acti- vidad que afecta de manera particular al obligado. ‘Afios después la Ley general tributaria de 28 de diciembre de 1963 contiene una definicién mucho més concreta de la tasa, que LOPEZ BERENGUER (21) encuentra inspirada en la doctrina de (49) MicUEL ¥ RowERO y DE MIGUEL Y ALoHBO, ob. cit. IL, pax 240 y a8. (20) UsERA: Lepislaclén de Hacienda eopatola, 7.* ed., Madrid, 1959, pé- gina 394, (21), LOPEZ BERENGUER: Las tasas fiseales, en “Sistema tributario espa: fol’, en la. “Revista de Derecho financiero y de Haclenda Publica”, v. I, Madrid, 5. f, pag. 989. — 914 — “LOS COSTOS Y LAS COSTAS BN EL PROCESO CIVIL ESPANOL" Granwint (22) y que especifica en el articulo 26 calificando las tasas como aquellos tributos cuyo hecho imponible consiste en la utili- zacién del dominio pitblico, la prestacién de un servicio piblico, o Ja realizacién por la administracién de una actividad que se re- fiera, afecte o beneficie de modo particular al sujeto pasivo. De esta definicién se puede deducir que la tasa es un tributo y que su hecho imponible se deriva de una triple actividad: Pri- mero, la utilizaeién del dominio piblico; segundo, la prestacién de tun servicio piblico; 0, tereero, por cualquier otra actividad admi- nistrativa que se refiera, afecte o beneficie, de modo particular, al sujeto pasivo. Las clasificaciones de las tasas pueden hacerse atendiendo a varios criterios. Nos referiremos aqui a dos de ellos: Por la ads- eripeién presupuestaria (ver antes apartado III, A), en tasas fis- cales y en tasas parafiscales; y atendiendo al servicio prestado por el Estado, y entre ellos, las tasas por los servicios de la justicia. A los fines de estas notas, nos interesa especialmente refe- rirnos dentro de las tasas del Estado a esta doble categoria: las tasas fiscales y las tasas judiciales. Las tasas fiscales son impuestas por el Estado a los particu- lares, para resarcirse en cierta manera, de los gastos generales que ocasiona la administracién de justicia. Las tasas judiciales, de instauracién muy discutida, vienen en el fondo a suponer una remuneracién complementaria de los fun- cionarios de la Administracién de Justicia. Para todas ellas son de capital importancia, aparte de la ci- tada Ley de tasas y exacciones parafiscales de 1958 y Ia Ley gene- ral tributaria de 1963, la importante Ley de reforma tributaria de 11 de junio de 1964, y otras disposiciones que iremos citando en este trabajo. 12 Tasas fiscales. El articulo 214, I de In Ley de reforma del sistema tributario de 11 de junio de 1964 califiea a las tasas fiscales como las que se exigen por el Estado, definidas en el articulo 26 de la citada Ley general tributaria de 1963, y cuyo rendimiento se ingresa inte- (@2) GUNN: Inatituolones de Derecho tributario, Madrid, 1987, pag. 50. CARLOS DE MIGUBL Y¥ ALONSO gramente en el tesoro, estando prevista su exaccién en los pre- supuestos generales del Estado. Corresponde esta tasa al antiguo timbre del Estado, regulado hasta 1964 por la Ley de 3 de marzo de 1960 en la que se estable- cia este timbre como medio de realizar el precio de los servicios piiblicos en que asi estuviera legalmente determinado para el per- cibo de las exacciones que tuvieran prescrita esta forma de pago. El titulo segundo de la Ley de reforma tributaria de 1964 e: tablece los impuestos indirectos, en el capitulo I, con tres diferentes aspectos de la euestién, mera yuxtaposicién de tributos de distinta naturaleza, agrupados bajo el mismo rétulo, como sefiala FERNAN- ex Onp6Nez (23): El impuesto sobre transmisiones patrimoniales inter vivos, el impuesto por el aumento de valor de las fincas ris- ticas y urbanas y el impuesto por actos juridicos documentados que es el que ahora nos interesa, y que ha venido a sustituir al antiguo impuesto de timbre. Actualmente rige en la materia el Texto refundido publicado con el nombre de Ley y Tarifas de los impuestos generales sobre las sucesiones_y sobre transmisiones patrimoniales y actos jurt- dicos documentados de 6 de abril de 1967, de cuyo texto nos inte- resa especialmente el libro II, titulo tereero, en cuanto afecta a la tasa fiscal que ahora exponemos (lo citaremos con la sigla LIAJD —Ley del impuesto de actos juridicos documentados—). a) Hecho imponible. El hecho imponible de esta tasa aparece recogido en el articu- lo 100 LIAJD y afecta, en cuanto al tema de este estudio se refie- re, a dos grupos de hechos: senteneias y escritos de las partes, con una muy diferente repercusién impositiva, como veremos al exponer el tipo de la imposicién. El apartado a) del articulo 100 citado se refiere a las resolucio- ‘nes que se dicten poniendo fin a cada instancia o resolviendo cual- quier recurso ordinario 0 extraordinario (y a los actos de conci- iacién). (28) FERNANDEZ ONDOREZ: BI impuesto sobre actos juridicos doowmen- tados, en “Sistema tributario espatol”, elt, pag. 758. — 916 — “LOS COSTOS Y LAS COSTAS EN EL PROCESO CIVIL ESPANOL” El apartado b) del mismo artfculo recoge los escritos de los in- teresados 0 de sus representantes y las diligencias que se practi- quen en el juicio. 1b) Sujetos pasivos del impuesto. En los actos juridicos documentados de naturaleza jurisdivvio- nal civil, estardn obligados al pago las partes procesales, y si hu- biese condena en costas, la parte condenada a ellas (art. 104 LIAJD). Eat exento de esta tasa el Estado cuando sea parte o intere- sado en el juicio. Igualmente esté exento el particular, cuando el obligado al pago del impuesto hubiese obtenido el beneficio de jus- ticia gratuita. ©) Base imponible. En las sentencias (y actos de conciliacién) serviré de base 1a cuantia litigiosa o controvertida fijada en los respectivos juicios (art. 105 LIASD), cuya determinacién se haré utilizando las normas de la Ley de enjuiciamiento civil, especialmente las contenidas en el articulo 489. En el otro grupo de hechos imponibles (escritos y diligencias), la base imponible es inoperante, ya que se trata de una tasa ‘inica. a) Tipo. E] tipo de la tasa viene determinado en la tarifa 29 de la LIAJD y para las sentencias (y conciliaciones con avenencia), es la siguien- te, por folio escrito. Peseta Haste 1.000 pesetas 3 De 1.60001 a 3.000 " 5 De 5.00001 & 25.000" 10 De 25.0000 8 100.000" 2 De 100.000,01 s 250.000” 50 De 250.000,01 a 500.000 % De _ 500.000,01 a 1.000.000” 100 ‘De 1.000.000,01 en adelante 150 Cuantia indelerminada y coneiliaciones sin avenencia. 25 E] tipo en el grupo segundo del hecho imponible (escritos y di- ligencias) es ‘nico y se gravard con la tasa de tres pesetas por pagina. — 917 — CARLOS DE MIGUBL Y ALONSO e) Liquidacién y pago. EI pago de esta tasa en las actuaciones jurisdiccionales se efec- tuaré en papel timbrado (art. 108 LIAJD). El artfculo 248 de la Ley de enjuiciamiento civil establece que todas las actuaciones judiciales deberén escribirse en el papel se- Mado que prevengan las leyes y reglamentos, bajo las penas que en ellos se determinen. Una reiterada jurisprudencia, anterior a la reforma tributaria, que he venido a acentuar la presién fiscal, habia sentado la doctrina de que las infracciones en esta materia tributaria no enervaban la validez de los documentos y no podian autorizar otra cosa que la adopeién de medidas fiscales y correcciones administrativas (24). Pero la LIAJD de 1967, extrema la presién fiscal con medidas que iniciadas en las iltimas leyes tributarias Iegan a limites de una gran energia. A titulo de ejemplo nos permitimos citar dos pre- ceptos en cuanto se refieren al pago del impuesto y a las garan- tias de su liquidacién, estableciéndose que los tribunales no darn curso sin el pago del impuesto a los eseritos y demas documentos que se presenten y que deban ir timbrados, requiriendo al interesado ara que, en un plazo de diez dias, los subsane con apercibimiento de que si no lo hicieren, se procederé, sin més tramites, al archivo de Ia instancia o recurso (art. 114, 7, LIAJD), no admitiéndose ni surtiendo efectos en los tribunales los documentos en que no conste haberse satisfecho los impuestos correspondientes (art. 114, I), de- volviéndose por los tribunales y juzgados a los interesados los do- ‘cumentos que se presenten sin el mencionado requisito para que subsanen el defecto (art. 114, 2) LIAJD). Los jueces no pueden acordar Ja entrega de bienes a los acreedores sin que se justifique previamente el pago del impuesto cuidando de que los secretarios judiciales cumplan las obligaciones que les impone el reglamento (art. 189 LIAJD), egéndose en este caso a 1a posible imposicién de una multa de 100 2 10.000 pesetas @ los jueces y secretarios judiciales que efectien 1a entrega de bienes a los acreedores sin el pago del impuesto (art. 149, 7.° de Ia LIAJD). (24) Sontencias de 27 de noviembre de 1950 y 12 de marzo de 1952 entre otras. — 18 — “LOS COSTOS Y LAS COSTAS BN EL PROCESO CIVIL ESPAROL” Pese a estas normas de presién fiscal, nos mostramos partida- ios de la doctrina antes sefialada de nuestro Tribunal Supremo. 22 Tasas judiciales. Las tasas judiciales, exigidas por razin o en contraprestacién de los servicios de Justicia tienen una antigua tradicién en Espaiia y en el mundo entero, como ha sefialado Lérez BERENGUER (25). En Espafia existen precedentes de tasas judiciales cobradas por los servicios de justicia en el Ordenamiento de Alcalé y en la No- visima recopilacién y en fechas més recientes, especialmente a partir del iltimo tercio del siglo pasado, diversos auxiliares de la admi- nistracién de Justicia precibian su retribucién por el sistema aran- celario. La parafiscalidad surge en Espafia sobre los afios 1940, como ha sefialado Torres Lopez (26), sin someterse a normas ni regulacién genérica fundamental de ninguna clase y en la mayor parte de los casos faltando al principio de legalidad y a lo dispuesto en el Fuero de los espafioles de 17 de julio de 1945, cuyo articulo 9 dispone que nadie estaré obligado pagar tributos que no hayan sido es- tablecidos con arreglo a Ley votada en Cortes Como ha sefialado OuART (27) la parafiscalidad, tal como se ha desarrollado en Espafia y también en Francia entre otros paises, se nos presenta como un fenémeno de desorden en el crecimiento del Estado o més exactamente de sus gastos. El estado de confusién creado por las tasas parafiscales llega a situaciones delicadas, e incluso a afectar a las retribuciones de los funcionarios de los diversos departamentos ministeriales. Por otra parte, superadas las causas que habian provocado el intervencio- nismo anterior, se inicia en 1957 la etapa de la liberalizacién de la economia nacional. En 1957, en el Texto Refundido de la Ley de Régimen Juridico de la Administracién del Estado (Decreto de 26 de julio de 1957) se emplaza al Gobierno para que en el plazo de seis meses eleve a (25) Lore, BeReNaues, ob. cit. pig. 968. CARLOS DB MIGUEL Y¥ ALONSO las Cortes Ia propuesta de reforma o convalidacién de las tasas parafiscales, una de cuyas caracteristicas era precisamente el que sus ingresos pudieran no ser ingresados en el Tesoro integra y di- rectamente. Es fundamental, en la materia que ahora nos ocupa, la Ley de Tasas y Exaceiones parafiscales de 26 de diciembre de 1958, que inicia la etapa de encauzamiento juridico. ‘Como consecuencia de la misma, se dicta la regulacién de las tasas judiciales en 18 de junio de 1959, convalidando y regulando Ja exaceién de las tasas judiciales. La finalidad que persigue el Es- tado con dicha disposicién es el procurar una remuneracién com- plementaria de los funcionarios de la administracién de justicia, ‘una vez deducido el importe que corresponde a Ia participacién que en los derechos arancelarios venian pereibiendo los funcionarios que tenfan reconocido ese sistema de retribucién. Por consiguiente, 1a tasa judicial, sirve a dos fines. De un lado, aumentar la retribucién de los jueces y magistrados, y de otro re- tribuir, suprimido el arancel, a los funcionarios auxiliares de la justicia. En efecto, todos los derechos arancelarios que hasta el Decreto de 18 de junio de 1959, devengaban los funcionarios de la Administracién de Justicia, se refunden ahora en las tasas judi- ciales, de tal manera que su pereepcién es tinica, deduciéndose de la misma —como queda indicado— el importe de los antiguos aran- celes para dichos funcionarios, y el resto va destinado a incrementar la remuneracién de los jueces y magistrados. Por consiguiente, dentro del importe de las nuevas tasas judi- ciales, habia que incluir los aranceles de los Seeretarios de los Juz~ gados y Tribunales, los de los Oficiales de Juzgados y Salas, de los ‘Agentes Judiciales y de los Médicos forenses. Esta primera etapa de la parafiscalidad en Espafia, produjo en el campo que nos ocupa muy duras eriticas, centradas en el ci tado Decreto de 18 de junio de 1959, que convalidaba las tasas judi- ciales, ya que se habia establecido en el mismo que la gestién de la tasa correspondia precisamente a los jueces y magistrados, que eran en definitiva sus principales destinatarios. En modo alguno se entendia que deberian ellos estar interesados en el rendimien- to de estas tasas. Y por supuesto, que si los jueces y magistrados deberfan tener una més digna retribuci6n, no era ese el camino de — 920 — “LOS COBTOS ¥ LAS COSTAS EN EL PROCESO CIVIL ESPANOL” aleanzarla, sino que deberia hacerse por la via presupuestaria, En general, los comentarios vefan con buenos ojos el aumento de la retribucién de los jueces y magistrados, asi como la supresién de los aranceles, unificando su percepeién, pero no estaban de acuerdo en este sistema de aumentar las retribuciones de la magistratura espafiola, Sirva como botén de muestra las palabras de FaRNANDEZ SERRANO (28): La justicia no es un servicio que el Estado presta a los particulares, sino el fin del Estado mismo, la razén de su existencia, No acertamos a comprender cémo puede intentarse re- solver el problema de los gastos que trae aparejados por el procedi- miento de una tasa y que el producto de la misma vaya a repartirse entre los que sirven a la justicia. La participacién en el rendimiento de la tasa repugna a Ia esencia misma de la funcién judicial, decia también FERNANDEZ BUGALLAL (29), pues en todo momento debe velarse por la independencia, libertad y prestigio de la magistratura. En un segundo momento de la evolucién de la parafiscalidad, estas tasas judiciales procuran urgentemente soslayar las graves censuras que justificadamente habia recibido de todos los medios juridicos de la nacién. A ello contribuye de manera terminante el ‘texto de la Ley General Tributaria de 28 de diciembre de 1963 que realiza una ordenacién institucional de todos los tributos, inelui dos los parafiscales, disponiéndose en su articulo 2.° que la facul- tad originaria de establecer tributos es exclusiva, del Estado, y se ejerceré mediante Ley votada en Cortes, correspondiendo la ges- tidn tributaria privativamente al Ministerio de Hacienda (art. 6., 2). La tercera fase en esta evolucién, a que se refiere TORRES L6Paz (30) es Ia de la centralizacin de los ingresos parafiscales, iniciada en el art{culo 13 de la Ley de presupuestos generales del Estado de 28 de diciembre de 1963, desarrollada en diversas dispo- siciones complementarias o aclaratorias. Asi legamos a la impor- tante Ley de Retribuciones de los Funcionarios civiles del Estado de 4 de mayo de 1965, para nosotros la cuarta fase del desarrollo de esta cuestién, en cuyo articulo 16 se establece que las tasas y exacciones parafiscales se destinan a financiar con cardcter ge~ (28) FERNANDEZ SERRANO: Sobre las tasas jullciales, en el “Boletin del Colegio de Abogados de Madrid”, mayo-junio, 1959, pag. 489. (GO) BYRNANDEZ BUGALLAL, cltado por Lépez Berenguer, ob. elt, pg. 989. (20) ToRReS Lopez, ob. y lug. cit. pag. 997. — 921 — CARLOS DE MIGUEL Y ALONSO neral los gastos piiblicos. Con ello précticamente pierden el cardcter de parafiscalidad, y desde entonces se consideran simplemente como una tasa més, la tasa judicial, nombre con el que se Ia conoce nor- maimente. Mientras tanto, los funcionarios auxiliares de Ia justicia, que percibian sus retribuciones mediante arancel, recibieron la indica- cién de que deberian optar por su integracién en las escalas ge- nerales de funcionarios del Estado con retribueién presupuestaria © continuar con su retribucién arancelaria, con las consecuencias que ellos provocaria sobre todo, en cuanto a efectos pasivos. De manera casi general, todos se integraron en la retribucién me- diante sueldo, trienios y otros incentivos, y solo 22 Secretarios diciales (como antes hemos indicado) continian acogidos al régi- men anterior, que ha merecido diversas disposiciones legales, para regular su situacién. Pero ahora —y esto es lo més interesante— Ja tasa judicial se ingresa en el Tesoro, y como hemos anotado antes (II, C) figuran sus cantidades en los presupuestos generales del Estado desde 1963. ‘Una nueva etapa en la parafiscalidad se perfila en el articu- lo 224 de la Ley de Reforma del Sistema Tributario espafiol de 11 de junio de 1964, y ahora esperamos Ia iltima etapa de supresién de la parafisealidad, ‘Vamos a exponer sucintamente el contenido actual de las tasas judiciales reguladas en sus aspectos més importantes por el De- ereto de 18 de junio de 1959 (lo citaremos como DCT —Decreto de convalidacién de tasas—), que convalidé Ins tasas judiciales, y que —como hemos sefialado ya— desde la Ley de 8 de julio de 1963, se pereiben directamente por el tesoro piblico, pasando a ser un greso més, integrado en el presupuesto general del Estado. a) Hecho imponible. La obligacién de contribuir se origina por la actuacién de los ‘Tribunales y Juzgados (art. 2.* DCT). La iniciacién del perfodo pro- cesal correspondiente origina la obligacién del pago de la tasa. — 922 — “LOS COSTOS ¥ LAS COSTAS EN EL PROCESO CIVIL ESPANOL" b) Sujet pasivo. Vienen obligados al pago de las tasas judiciales las personas naturales o juridieas que promuevan la actuacién de los Tribunales y Juzgados, 0 sean parte en el proceso, y las que actiien en su nom- bre (art. 3" DCT). Las exenciones se refieren al Estado, al Ministerio piblico y en ia gratuita (articu- ©) Base imponible y tipos de gravamen. Viene detalladamente regulada esta materia en las tarifas que se acompafian a este Decreto de Convalidacién de Tasas de 18 de junio de 1959. A titulo de ejemplo nos permitimos indicar la cuantia de la tasa judicial en los procesos ordinarios de declaracién en primera ins- tancia. De 08 500 pesetas el 15 se de Io que exceda De 00a 1.000 "el 2 * De 10008 © 5.000" ak 8 : De 5.000 10000 " a 8 % . De 10.0008 20000 " al 5 % ” De 20.000 a 100.000 a4 % ” De 100000 500000 * al 3 % : De 500.000 2 1500000 " el 2 % ” De 1.500.000 8 10 millones el_5 por mit De 10 millones en adelante... el 2 por mil La cuantia litigiosa se regularé conforme a las normas de la Ley de enjuiciamiento civil contenidas especialmente en el articu- Jo 489. 4) Liquidacién y pago. La liquidacién se hace por los Secretarios judiciales (articulo 8.*) Le recaudacién se hace hasta ahora en metélico mediante re- cibo (Dis. trans. 2"). 3.2 POLIZAS DE LA MUTUALIDAD DE FUNCIONARIOS DE JUSTICIA Las pélizas de las diferentes mutualidades de Funcionarios de la Justicia, se han unifieado en 1966 (art. 25 de la Ley de 18 de marzo — 923 — CARLOS DE MIGUEL Y ALONSO y Orden de 25 de junio de 1966). Con ello el Estado facilita a los funcionarios de la Administracién de Justicia, ya través de la Agru- pacién mutuo benéfica, 1a adecuada asistencia y seguridad social. La iiltima disposicién que tenemos recogida es la Resolucién de 9 de diciembre de 1968. En ella se establece que la liquidacién de la tasa judicial (examinada en el apartado anterior) deberd ir inexcusablemente seguida de la determinacién y exaccién de la Péliza de la Mutualidad, cuya liquidacién se efectuaré también aqui, por el Secretario judicial. La cuantia de esta péliza, se sefiala de la siguiente manera en los asuntos civiles ordinarios y en la primera instancia: Hasta 1.000 pesetas . 10 ptas, De més de 1.000 "hasta 20.000 25° De més de 20.000 " hasta 50.000 50” De mis de 50.000" asta 100.000 100” De mas de 100.000 Ihasta 500.000 200" ‘De més de 500.000 en adelante a razén de cada milidn 100 ” La péliza la pagaré independientemente cada parte personada, a razén de dos pélizas en cada etapa del juicio: una al comenzar y otra al abrirse el periodo probatorio. Por lo tanto, si hay dos partes personadas se pagardn en la primera instancia cuatro polizas. B. DERECHOS ARANCELARIO8 La remuneracién de ciertos colaboradores de la justicia inte- gran el segundo grupo de las costas judiciales, bajo el nombre de derechos arancelarios, ya que los antiguos aranceles de los auxilia- ves permanentes del érgano jurisdiccional se han refundido en las tasas judiciales, como acabamos de exponer en los apartados an- teriores. Al igual que las tasas fiscales y judiciales, los derechos arance- larios estén predeterminados gradualmente y, en general, de acuer- do con el contenido patrimonial del objeto del proceso (31). Son, para nosotros, y dado el fin de este trabajo, especialmente interesantes los que atafien a los procuradores, representantes pro- cesales de las partes ante Juzgados y Tribunales, que pereiben su retribueién precisamente mediante arancel. (1) MIGUEL Y RoMERo y De MIGUEL Y ALONSO, ob. cit, pag, 242. — 924 — “LOS COSTOS ¥ LAS COBTAS EN EL PROCESO CIVIL E8PAROL”" La Gltima disposicién sobre esta mat Deereto de 3 de junio de 1967. En los juicios civiles —que son los que aqui examinamos— la tarifa arancelaria es la siguiente (en la primera instancia) : ia es la contenida en el Hasta 5.000 pesetas de cuantia.. a7 % De 5000 a 10000 el 5% de Io que exceda De 10.000 20000 el 45% " De 20.000 100.000 el 2.7 9% De 100.000 500.000 el 0.80 9 De 500.000 1.500.000 el 0,60 % . De 1.500.000 10:000,000 et 0,70 por mil ‘De 10,000,000 en adelante el 1 0,20 por mil Numerosos profesionales disponen también de arancel para la percepeién de sus retribuciones. Entre ellos, por ejemplo, los far- macéuticos, arquitectos, ingenieros, notarios, registradores, etc. En cuanto a las pélizas de la Mutualidad de Prevision de los Pro- curadores de Espafia, su cuantia ha venido estableciéndose en di- ferentes disposiciones. La ditima es la de la Orden de 18 de enero de 1967. En los Juzgados de primera instancia es de 50 pesetas. Se establece en Ia citada Orden de 18 de enero de 1967, que esta Péliza de la Mutualidad de Previsién de los procuradores deberé adherirse una sola vez, en el escrito inieial en que el procurador intervenga. ©) HoNoRARIOS PROFESIONALES El tercer grupo de las costas est constituido por los honorarios profesionales, que por su actuacién en el proceso, pereiben princi- palmente los abogados (a los que vamos a cefiirnos en este informe) y ciertos peritos no sujetos a derechos arancelarios. Su importe no esta determinado anticipadamente, y responde al criterio de honorabilidad que debe presidir el noble ejercicio de Ia Abogacia. De ahi Ia raiz historica del nombre, honorarium, pues de esta manera ve retribuido el abogado sus servicios téenicos y su trabajo intelectual, puesto a disposicién de las partes y al servi- cio de la Justicia, En general, los honorarios implican la retribucién econémica que se percibe por una actividad profesional de cardeter liberal, — 925 — CARLOS DE MIGUBL Y ALONSO siendo supuesto fundamental de los mismos, el de su fijacién fle- xible y libre por parte del profesional que presta sus servicios. Este supuesto marca la linea divisoria con los derechos arancela- ios, cuyo importe responde a unas normas rigidas —los arance- Jes— que sefialan la percepcién de una determinada cantidad, mar- cada, precisamente, de acuerdo con el contenido del objeto pro- cesal (82). El articulo 879 de la Ley Organica del Poder Judicial de 1870, dispone que “los honorarios de los letrados no estarén sujetos a arancel”, lo cual tampoco significa que puedan sefialarse de manera arbitraria. El articulo 37 del Estatuto General de la Abogacia espaficla, de 28 de junio de 1946, establece que el abogado tiene derecho a una compensacién econdmica por los servicios prestados y que se fijaré en concepto de honorarios. Y precisamente, para que tengan ese estricto y a la vez flexible concepto de honorarios, han de ser ‘fijados teniendo en cuenta toda la gama de problemas que la direc- ién técnica de un proceso puede levar en sf, y basados en los mas rigurosos principios de la ética profesional. Los Colegios de Abogados y el Consejo General de la Aboga- cla espafiola, pueden publicar tarifas, pero sélo como orientacién, de carécter minimo o maximo, y para conocimiento interno de los abogados. Esta flexibilidad de los honorarios profesionales da lugar a que su importe pueda ser impugnado por dos motivos, bien por estimarse los honorarios indebidos, por no haber sido dichos ho- norarios devengados en el pleito de que se trate (33), bien por con- siderarlos excesivos (34). Esta posible reclamacién por indebidos o por excesivos de los (82) De MIGUEL ¥ ALONSO: Honorarios profesionates, en la “Nueva Enel- clopedia Juridica”, SEIX, ‘T. XII, Barcelons, 1962, pag. 145. (63) Esta reclamacién por honorarios Indebidos se rige por los articu- los 424 y 429 de In Ley de enjulclamtento civil. (84) “St la imptignacion se basa en la consideracién de que los honorarios son ezcesivos (que es la causa mAs frecuente de impugnacién), la tramitacién se afusta al articulo 879, 2 de Ia Ley Organica y a los articulos 427 y 428 Ge la Lay de enjuiciamiento elvil. Hn este caso debe dictaminar el Colegio de ‘Abogados y en ditimo término los jueces y tribunales les aprobaran la minuta © mandarén hacer en ella las alteraciones que estime justas, sin ulterior re- eurso (art. 428 de la Ley de enjulciamiento elvi) — 926 — “LOB COBTOS ¥ LAS COBTAS EN BL PROCESO CIVIL, BSPAROL* honorarios de los abogados, ha sido recogida en el articulo 24 del Estatuto General de los Colegios de Abogados de Espafia de 3 de febrero de 1947, y bien recientemente, la Orden del Ministerio de Justicia de 15 de junio de 1967, ha venido a insistir en esta posibi- lidad impugnativa, disponiendo que las Juntas de Gobierno de los respectivos Colegios de Abogados no pueden limitar en ningém caso la facultad de impugnar los honorarios profesionales, ni imponer a los abogados obligatorias sumisiones a su criteri ‘A titulo de ejemplo, se indican a continuacién las bases hoy vi- gentes en el lustre Colegio de Abogados de Salamanca, que se me han facilitado para este estudio. Cifiéndonos —como venimos haciendo— a los juicios declarati- vos ordinarios, en primera instancia, las bases medias para la de- terminacién de los honorarios profesionales indicadas son las si- guientes (aprobadas en 10 de diciembre de 1964 y revisables cada cinco afios). Hasta 1.000 ptas 00 De 1.000 a 5000" ei 25" % De 5.0002 10.000 el 20% De 100008 20.000 el 19 De «0000 80.000 el 1 De 50.0008 100.000 el _ 12% De 100000 8 200.000 el 8% De 200000 2 500.000 el 6% De 500.000 1000.00 el 5% De 1.000.000 & 5.000.000 el 4% De 5.000.000 8 10.000.000 el 3% De 10.000.000 20,000.00 el 2 © % De 20.000.000 a £0.000.000 el 1 9% De 0.000.000 @ 100.000.000 el 080% De 100,000.000 en adelante el 0,20 % En cuanto a las pélizas de la Mutualidad General de Prevision de la Abogacta, sus escalas iltimas han sido aprobadas por Decre- to de 17 de noviembre de 1966. Su imposicién es nica por cada abogado, lo que supone, pues, dos pélizas (en general) en cada juicio civil, que se adhieren normalmente, con la diligencia del bas- tanteo del poder del procurador. Su cuantia es la siguiente: De De De 1500” ” » 400.00 0" De Por CARLOS DE MIGUEL ¥ ALONSO V. EJEMPLOS DE TASACIONES DE COSTAS EN PRIMERA INSTANCIA Después de haber expuesto en el apartado anterior la regula- cién de las costas en los juicios civiles en Espafia, vamos a ex- Poner ahora unos cuantos ejemplos, tomados al azar en los Juz- gados de Salamanca, para ilustrar practicamente el tema de este trabajo sobre la onerosidad de los juicios civiles en Espafia. Los casos han sido tomados sin prevencién ninguna, y como simple in- dicativo de la cuestién. Caso ms 1 Juleio de cognicién, nim. $17 de 1966 ‘Cusatia 18.651 pesotas, ‘Tasacion de costas: ‘Tasas judiciales 2107 Dos exhortos 472 Bjecucion sentencia 300 Remocién depositario y mutusiidad iT Dos exhortos 252 Salldas 190 Un letrado 4705 Otro exhorte 1100 Reintegros 115 Despachos testimonio de autos 150 Tora. 3.438 Solo se incluyen los honorarios de UN abogado. En el pleito actuaron dos abogados por lo que a esa partida habria que afiadir or lo menos los minimos honorarios de otro abogado, que podemos cifrar de acuerdo con las normas antes indicadas en 2.150 pesetas que sumadas a las 8.438 anteriores hacen un total del coste real del Juicio de pesetas 10.588. Caso m2 SJulclo verbal nim. 399 de 1968 Cuantia Importe total ‘de las tasas Dos abogados ‘Tora Caso a 3 Tulelo declarative ordinario mim. 31 de 1957 ‘Cuantia 86,000 ptas — 928 — “LOS COSTOS ¥ LAS COSTAS BN BL PROCESO CIVIL BSPAROL" Costas: ‘Tasas judiciales 3.595 Disp. comunes: 150 Despachos 400 Reintegros (timbre) 420 Idem sentencia 100 Polizas judiciales 600 Polizas procuradores 255 Polizas abogados 515 ‘Tora, Tass ¥ nOLIZAS 6445 Dos abogados Dos procuradores ‘Toran cosas Caso ae 4 Tuicio sumario ejecutivo nim. 178 de 1967 (sin oposicién) Principal 22.558 Protesto 264 Intereses, costas y gastoe 18.000 ‘Tora 40.822 ‘Tasacién: ‘Tasas judiotales 3.366 Derechos procurador 2519 Suplidos por el procurador (entre “clos is ‘minuta del abogado: $250, avaldo de pe- ritos: 1.500, ete.) ‘Toran 12:02 645 25.600 5.680 3.705 Caso m5 Tulcio sumario ejecutivo, nim. 184 de 1968 (sin oposicién) con apremio. Prinetpal ‘ 130.000 Intereses, Sostaa ¥ gastos 20.000 ‘Tora ‘50.000 ‘Tasaclén de costes ‘Tasas judiciales Le y 2° perlodo 1.964 Registro 50 ‘Mandamiento 50 1s y 2* periodos’ del premio 128 ‘Mandamiento 1150 Entrega de cantidad 20 ‘Tasacion de costes 200 ‘Tora 732 Minuta Letrado 4300 a.r32 2.888 CARLOS DE MIGUEL Y ALONSO Agente judicial % ‘Adunelo™"B. 0." provincia 7 133 Perito 1.200 Bastanteo, pélizas y selloe : Yoo1 Protesto ‘364 —— 1108 Tora... 7768 ‘Tora comrAs 15.589 Al no haber oposicién, solo intervino un abogado y un pro- curador. Caso a 6 Tulelo sumario ejecutivo, nm. 17 de 1968, con oposicion y apremio. Principal 263.733, Intereses y eostas 100:000 Tom. 368.735 ‘Tasacion de costas ‘Tases judiciales Registro . . 50 Perfodos 12818 ‘Testimonios y despachos 520 Desistimlento incidente 200 Bjecucién sentencia 124 160. m2 ‘Tasacién costas 200 —— 1804 21.804 Derechos procurador Perfodos sie Bjecuelén 2600 Cumplimlento de despachos .. ‘300 Copias 300 ‘Tasacioa ‘costes 00 —— 200 9229 ‘Suplides por el procurador Protesto oa Tumo we 2 ‘Honorarios tetrado ... 30.400 ‘Amunetos "B. 0.” provincia’ 13 ‘Anuncios “B. 0." provinela 963 ‘Agente Judicial 160 ‘Honorarios perito 2200 Anunelo "B. 0. del “Hetado” 10.208 ‘Anunelo “B. O. del Betado” 11.43 Bastanteo, mutualldades y relntegros (timbre) 2.920 39.901 50901 ‘Toray costa 90.956 — 930 — “LO8 COBTOS Y LAS COSTAS BN BL PROCESO CIVIL ESPANOL" ‘A esta cifra habria que afiadir la minuta del otro abogado (no incluida en esta tasacion) 'y los derechos arancelarios dei otro procurador (tampoco ‘mellido en la. tasaclon) ‘TomAL, REAL DE COSTS Caso a 7 21.500 8.000 128.404 Julcio declarative ordinario. Cuantia 19.228, ntim. 69 de 1968 (en trimite) Costas aproximadas: ‘Tasas judiciales 7 siz Dos procuradores 25500 Dos abogados 8800 ‘Tasas fseales (timbre) ‘600 ‘TorAL, APROXIMADO “13212 Caso a 8 Juclo declarative. Cuantia 24 millones, en tramite en 1968. Costas aproximadas: “Tasas judiciales, unas 120.000 Doe procuradores, unas 30.000 ‘Dos abogados, unas 1,288,200 ‘TorAL APROXIMADO 1.493200 Caso as 9 Julelo ejecutivo sumario, nim. 188 de 1967 (sin oposteién). ‘Cuantia’ principal "12.000 Costas y gastos 7.000 19.000 ‘Tassotén ‘Tasas judiciales 3.208 Letrado : : 3.500 Derechos procurador : 2076 ‘Suplidos por el procur. Perito |. 1.000 ‘Anuncios “B. 0." prov. : "709 ‘Agente judicial 25 ‘Tora 10518 Caso 10 Julelo sumario ejecutivo, nim. 183 de 1967, sin oposicién. ‘Prinetpal .. 181.250 Gastos del protesto ‘39 Intereses y costas : 70.000 261,800 ‘Tasaclon de costas (resumen de las partidas; Tases judiciales 10857 Un letrado 4167 Derechos un procurador <.. “. . ‘8379 ‘Suplidos por el procurador (perito, etc.) 3.685 ‘Mutualldades, bastanteo, retntegro 4.308 ‘1.396 — 931 — CARLOS DE MIGUEL Y ALONSO Caso a 11 Julclo declarative ordinario, iim. 181 de 1964 ‘Cuantia de la. reclamactén 190.454 ‘Tasacién de costas (resumen de las partidas) ‘Tesas_judiciales 15.498, Un letrado : 20.000 Derechos un procurador 5.308 ‘Suplidos por el procurador (exhorios, registro, ertificacién eargas, pélizas) 10.242 o1340 a cuya cantidad habria que afiadir: Otro abogado 20.000 Otro procurador 3.500 ‘Toray neat 74.640 A continuacién damos en forma de esquema la relacién de los casos expuestos, todos de primera instancia y tomando como base de la reclamacién la del prineipal (sobre todo en los juicios sumarios ejecutivos), y calculando el costo de la misma. Cuntla Conta —Lquido 6 aproxim. obtenide —"obtenido Caso nim. 1 18651-10888 806s 48 % Caso mim. 2 8.000 5615 285-2 % Caso nim. 3 86.000 37.705 48.295 58S Caso nim. 4 22558 ©1202, 10456 45 Caso nim. 5 30.000 15583 aa 48 Caso nim. 6 263.783 «1284041372092 Caso nim. 7 19.228 15.212 31 Caso nim. & 24.000.000 1.438.200 Me Caso nom. 9 12000 10518 Be Caso adm. 10 361250 © 51308 z0ase 1 Caso nim. 11 1044 = 4GHO MUSAB Observaciones. Las cuantias sefialadas a efectos arancelarios no son muchas veces las reales, por eso puede parecer en algune de los casos excesivo el importe de las costas, aunque en realidad, y teniendo en cuenta el valor efectivo del objeto del proceso no sea asi. Es de notar que las costas en general son regresivas y, por consiguiente, se da la paradoja de que proporcionalmente produce menos gastos una reclamacién importante que una pequefia, cuan- do debiera ser al revés, si tenemos en cuenta el fin sociolégico del proceso al que antes nos hemos referido. — 932 — “LOR COBTOR Y LAS COSTAS BN BL PROCESO CIVIL BSPAROL” Puede recordarse aqui una vez més la frase de LASKI, que re- coge SILVEIRA (35), de que en la mayoria de los casos la justicia es un lujo que no puede permitirse el proletariado. E\ problema de Ia onerosidad de la justicia se da en casi todos los sistemas procesales, segiin expuso certeramente ALLORIO (36). Por lo que respecta mi pais, ya en el afio 1922 BscaNa (37), nos demostraba cémo reclamar en aquel entonces 25.000 pesetas venia, 8 suponer unos gastos en las tres instaneias que importaban el 42,46 por 100 del valor de la cosa litigiose. VI. POSIBLES SOLUCIONES ‘Vamos a indicar en estas lineas finales de este estudio las posibles soluciones que se nos ocurren para hacer frente al problema de Ia onerosidad de los juicios civiles, enumeracién que seré mera- mente indicativa pues por la premura del tiempo no pueden tener estas notas otra pretensién. A) jJusticia craturra? La posible gratuidad absoluta de la Justicia ha quedado rele- gada en frase de CALAMANDRET ya citada (38) a una utopia, El principio de la gratuidad de la justicia, uno de los més debatidos en los pasados tiempos, aunque por razones de cardcter politico y no exclusivamente téenico juridico, debe ser considerado en la ac- tualidad como superado. La tesis defensora de la gratuidad, parte para Guasr (39) de una consideracién extremadamente sencilla en apariencia: puesto que la Administracién de Justicia constituye en fin de cuentas un (85) SUYEMA, Aliplo: La justicia inglesa de hoy, trad. de Alcalé-Zamora, de In “Rav. de la Fac. de Derecho de México", T. V, enero-junlo, 1085, "S1) BEceRA: La condena on costas, ob. elt, pag. 51. ($8) CaLAMANDaEs, ver nota 14 (89) GUASP! Comentarios... lt, TT, pag. 1.168. — 933 — CARLOS DE MIGUEL ¥ ALONSO servicio piblico, los usuarios de este servicio, es decir, los litigan- tes, no deben pagar cantidad ninguna por su utilizacién, del mismo modo que, por ejemplo, los transeintes de una ciudad no pagan los gastos de pavimentacién de las calles, cada vez que hacen uso de las mismas. El litigante, por otra parte, no es considerado en esta concepeién como un beneficiario de un servicio que perjudica indizectamente al litigar a los dems. Es por el contrario una per- sona que en mayor 0 menor grado se sacrifica a la paz de la co- lectividad y contribuye a la certidumbre de las normas por que ésta se rige. Finalmente, el que la Justicia haya de ser un servicio retribuido por los litigantes hace a unos de peor condicién que los otros, al depender de Ia. posicién econémica de una parte sus posi- bilidades de que los Tribunales le hagan justi Sin embargo, estos argumentos no resisten un atento examen de los fundamentos sobre que se basan. No es cierto, en primer lugar, que en todo caso el coste de un servicio piblico deba gravar a todos los ciudadanos por igual y no, con mayor fuerza, a los que se benefician directamente del servicio mismo. Ni puede ne- garse tampoco que el litigante, por lo menos el litigante vencido, aunque no sea culpable, es la causa inmediata de la existencia del Proceso a que su resistencia o pretensién injustificada dan lugar, por lo que no es absolutamente inadmisible que pese sobre él la carga cconémica de atender a los gastos de dicho proceso. Ni cabe desconocer que el problema que plantea la existencia de pretensio- nes cuyos titulares carecen de recursos econémicos suficientes para acudir a un proceso puede resolverse mediante una ordenacién sa- tisfactoria del beneficio de pobreza. Si a estas razones se afiade el extraordinario aumento de la litigiosidsd que la implantacién de la gratuidad absoluta de la Justicia levaria consigo y el que la litigiosidad es siempre un mal, aunque, dentro de ciertos limites, deba considerarse como un mal necesario, se comprende que el principio de la existencia de las costas procesales no puede ser com- batido de una manera tan radical (40). En el apartado III, A), hemos indicado nuestro criterio también negativo a la justicia gratuita absolutamente, y Ia incardinacién (40) En sentido parecido, por ejemplo, PLAZA: Derecho procesal civil, ‘Madrid, tomo I, 1042, pg. 22; AGUILAR: Ouestiones do derecho judicial, en 1a “Rev, de Deho. Privado”, Madrid, 1925, pag. 278, etc. — 934 — “LOS COSTOS Y LAS COSTAS BN BL PROCESO CIVIL ESPAROL” de las exigencias econdmicas de la justicia. Veamos a continuacién, descartada esta posibilidad, otras posibles soluciones al problema. B) EXTENSION DEL CRITERIO DEL VENCIMIENTO OBJETIVO EN COSTAS La Ley de enjuiciamiento civil espafiola no tiene disposiciones generales sobre imposicién de costas, sino s6lo reglas para su ta- sacién, cuando hubiera recafdo condena. Esa falta de preceptos genéricos hay que suplirla acudiendo en primer término a la propia Ley procesal, que en una serie muy extensa de articulos disper- 505, ¥ que recoge cuidadosamente ALcaLA-Zamora (41), determina quien haya de pagar las costas de determinadas actuaciones 0 ju cios, Esta falts; de un criterio general determinador de la imposi- cién, hia tenido que ser suplida por la jurisprudencia, apoyéndose en el contenido del artieulo 1.902 del Cédigo civil, aludiendo al eri- terio subjetivo de la temeridad. Conforme a este criterio subjetivo, es el juez o tribunal el que aprecia libremente la posible temeridad o mala fe de los litigantes € impone la obligacién del pago de las costas a aquella parte que haya obrado de tal manera. Conforme al criterio objetivo o del vencimiento, la condena en costas seré la consecuencia del vencimiento en el proceso, impo- niéndose a la parte cuyas pretensiones sean rechazadas. ‘Nuestro ordenamiento positivo —como decimos en otro lugar (42)— adopta en general el defectuoso sistema subjetivo de la con- dena en costas, salvo precept o pacto en contra, aplicando como fundamento de la condena la culpa o negligencia de una de las partes (basindose en el argumento del art. 1.902 Cédigo civil que dispone que el que por accién u omisién, cause dafio a otro, inter- viniendo culpa o negligencia, esté obligado a reparar el dafio cai sado). Sin embargo, el moderno criterio del vencimiento objetivo de costas, viene recogido claramente en el articulo 60 del Decreto de 21 de noviembre de 1952 sobre justicia municipal, al disponer que (41) AUcALA-Zamons, adiclones a Ia trad. del Derecho procesal civil de Gowscustipr, Barcelona, 1936, pag. 224. (42) MidueL Y Rostino y De MIGUEL ¥ ALONSO, ob. cit, "7 TT, pig. 248. — 935 — CARLOS DB MIGUEL Y¥ ALONSO las costas se impondrén a la parte cuyos pedimentos hubieren sido totalmente rechazados. También en los juicios verbales (hasta 10.000 pesetas) fundados en titulo ejecutivo contractual y segin la reforma de 23 de julio de 1966, se sigue el moderno criterio del vencimiento objetivo, imponiéndose preceptivamente a la parte cuyas pretensiones hubieren sido totalmente rechazadas. Este criterio seria una de las posibles soluciones al problema de la onerosidad de los juicios civiles en Espaiia. La aplicacién ge- neral del criterio del vencimiento objetivo en costas, ya aplicado en estos dos casos citados, y cuya extensién propugnamos abierta- mente a toda clase de procesos civiles. No debe darse la situacién actual en Ia que, al no aplicarse més que el vencimiento subjetivo, en muchos supuestos no hay expresa imposicién de costas, por lo que cada parte debe pagar la mitad de las comunes y la totalidad de las causadas a su instancia. Ello supone una indudable merma econémica del objeto del proceso, ya que muestros jueces no suelen mostrarse partidarios de condenar en costas (43). Por ello nos parece oportuno repetir aqui la resolucién adop- tada en el V Congreso Nacional de Derecho procesal Argentino de Salta (1968) de “que el pago de las costas debe correr de cuenta de la parte que resulte vencida, principio del que solo corresponde apartarse excepcionalmente en los casos previstos por la Ley” (44). Ello supondria un necesario punto de partida para la solucién del problema de las costas, asi considerado por CHIOVENDA (45) y en que insiste certeramente mas tarde PAJARDI (46). (42) Quins una de las causas de esta falta de imposicién de costas en los jlelos elviles, se deba a la Indeterminaclén de los honorarios de los abo- gados, Esto es, un Juez o un Tribunal, puede calcular casi con exactitud a Euénto ascenderé. Ia sanciéa econémica’ impuesta al vencido por el concepto de Tasas (Aseales ¥ judiciales), ast como por los derechos del procurador, pero como los abogados espafoles ‘han perdido la antigua —y sana— costumbre fe minutar al ple de cada escrito o intervenciéa sus honorarios, se deseonoce fn el momento de dictar sentencla, a cuénto ascenderdn sus las ‘bases 0 normas de los respectivos colegios son “medios “ortentadoras” (44) En la “Revista Iberoamericana de Derecho Procesal”, Madrid, 1968, pagina 731 (45) CHIOVENDA: Za condena.en costae, trad. y notas de Xirau, Madrid, 1928, pagina 229 y ss. (46) Pazant ano, 1988, pag. 4. La responeabiita per le spese ¢ i danni det processo, Mi- — 936 — “LOS COSTOS ¥ LAS COSTAS BN BL PROCESO CIVIL ESPANOL” Ta} direccién sigue afortunadamente el Anteproyecto de bases para el cédigo procesal civil espafiol de 1966, en el que se dispone textualmente que “La imposicin de costas se hard atendiendo, como regla general, al principio del vencimiento, sin perjuicio de sefialar correcciones al mismo en supuestos especiales. Serén nulos los convenios de las partes que modifiquen las disposiciones legales sobre la condena en costas” (47). C. MAYOR AGILIDAD Y EFICACIA DE LA CONCESION DEL BENEFICIO DE SJUSTICIA GRATUITA El patrocinio gratuito repara —en sentir de ALLoRIo (48)— hasta cierto punto el dafio social producido por el exorbitante au- mento de las tasas judiciales, y el remedio es a veces, peor que el mal, dada Ia situacién de desventajosa desigualdad en que las per- sonas que (a menudo més ricas) no pueden gozar del patrocinio gratuito, estén colocadas en parangén con las personas que pueden gorar de él. Los abusos actuales de la concesién del beneficio de pobreza son certeramente sefialados por ALCALA-ZAMORA ¥ TORRES y ALCALA- ZAMORA Y CaSTILLo (49). Su regulacién aparece en los artfculos 13 al 50 de la Ley de enjuiciamiento civil, disponiendo el primero de di- chos articulos que la Justicia se administraré gratuitamente 2 los pobres que por los Tribunales y Juzgados sean declarados con derecho a este beneficio. En principio, en Espafia pueden solicitar la concesién de este beneficio todos los que tengan un ingreso in- ferior al doble del jornal del bracero, es decir, actualmente, todos los que ganen menos de 204 pesetas diarias (50). Si ganan mas y no pasan del triple del jornal (306), la concesién seré del 50 por 100. CT) Apattado 4 de a Bate 40. on “fev. heoamericann de Deke, Poe 41068, pag. 801, ver el comentario de FAMEN en Bugerencias aobre el “dntepro: sete ‘de. Bases para et Codigo procesal cfell” de 1068, Valencla, 1966, pa- BP) Aslam: Refleiones sire la diminacin de le gilded, ob, cy 264. (49) ALCALA-ZAMOBA Y TORRES y ALCALK-ZAMORA Y CARTILLO: La condena on costas, ob, cit. pag. 105 y 68. (90) Bl salario actualmente vigente, se 36 por Decreto de 16 de agosto de 1968 on 102 pesetas dlarias. — 937 — CARLOS DE MIGUEL Y ALONSO ‘Tal y como esté hoy concebida la concesién de este beneficio adolece de graves ineonvenientes. De un lado en la meeénica de la concesién, frente a la cual los jueces s6lo disponen de una vélvula de escape para negar la concesién cuando por los signos exteriores de riqueza, y pese a cumplirse por el solicitante todos los requisi- tos legales exigidos, Heguen a la conviccién de que distrutan de unos ingresos superiores al doble del jornal del bracero (art. 17 Ley de enjuiciamiento civil), y sobre cuya interpretacién, el Tri- bunal Supremo ha elaborado una amplia doctrina aclaratoria. De otro lado, y en cuanto a la eficacia de la concesién, hay tres motivos que nos hacen dudar mucho de la misma. En primer lugar, el contenido del articulo 36 de la Ley de en- juiciamiento civil en virtud del cual, Ia declaracién de pobreza hecha en favor de cualquier litigante, no le libra de la obligacién de pagar las costas en que haya sido condenado, lo que viene a demostrar que en realidad no se concede la defensa gratuita. En segundo lugar, el precepto del articulo 37, en el que se es- tablece que aunque no haya condena especial de costas, tampoco estaré exento de pagarlas el declarado pobre que vence en el pleito, puesto que debe pagar las causadas en su defensa, siempre que no excedan de la tercera parte de lo que en dicho juicio hubiere obtenido. Y en tercer y iiltimo lugar, el contenido del articulo 39 de Ia Ley de enjuiciamiento civil por el que el declarado pobre esté obli- gado también a pagar las costas en que haya sido condenado, si se demostrase que dentro de tres afios de terminado el pleito ha venido a mejor fortuna. Por todo ello, estimamos que la concesin del beneficio de po- breza debe agilizarse y sobre todo concederle una mayor eficacia que no tiene actualmente en Espafia. Siguiendo esta linea, el Anteproyecto antes citado de Bases para un nuevo eédigo procesal civil espaiiol de 1966, sefiala en su base 41 lo siguiente: La exencién del pago de los gastos procesales se concederé a todas aquellas personas a las que sus recursos no permitan hacer frente a los mismos sin menoscabo de las necesidades esenciales pro- pias y de la familia, cuidando de que tal beneficio no se utilice contrariamente a su finalidad. Para ello, el Cédigo seguiré las re- glas siguientes: 1. Extensién del arbitrio para la concesién. 2.* Exi- — 938 — “LOB COSTOS Y LAS COSTAS EN EL PROCESO CIVIL ESPANOL" gencia de una previa declaracién de sostenibilidad de la accién u oposicién que el solicitante del beneficio quiera ejereitar en el pro- ceso. 3.» Exencién del pago de los gastos a la parte contraria hasta la terminacién del proceso. 4* Establecimiento de un adecuado ré- gimen de sanciones a los que pretendan o utilicen el beneficio freu- dulenta 0 abusivamente. 5.° Organizacién de comisiones de composi- cién mixta, judicial, administrativa y profesional, a las que compete la concesién, vigilancia y revocacién del beneficio, y 6.* Ordenacién de Ia concesién del beneficio a las personas juridicas, a las partes por razén del cargo, a los extranjeros y a los espafioles con resi- dencia fuera de Espafia. D) ALTERACION NO REGRESIVA DE LAS TASAS, DERECHOS ARANCELA- RIOS ¥ HONORARIOS PROFESIONALES De los datos que hemos aportado a este trabajo, hemos demos- trado cémo las bases impositivas o de percepcién de aranceles y honorarios son regresivos. Y creemos haber demostrado en los casos anotados que las pequefias reclamaciones judiciales suponen unos gastos desproporcionados por su contenido econémico, mientras que en las reclamaciones de mayor importancia, las costas procesales son perfectamente tolerables. Hilo, insisto, es una irregularidad en todo el sistema impositivo de muchos paises (51). Si queremos hacer al proceso més eficaz y sociolégicamente mis proyectado a los esta- mentos menos poderosos econémicamente, debemos seriamente plan- tearnos la necesidad de propugnar por una alteracién de la regresi- vidad de todas esas percepciones que hemos incluido en las tasas (52). Salamanca, abril de 1969 (61) ALtont0, ob. cit. pag. 262. (62) Comunteacién expuesta en el Cuarto Congreso Mexicano de Derecho Procesal, Cuernavaca, abril de 1969, — 939 —

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