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Terenas c are cre UN Fexerel co Clifford Geertz, James Clifford y otros pot ren ee Ee tee is arses ene et Creed PNatsxey ole) corsa ifford Geertz, James Clifford y otros El surgimiéento e la antropologia posmoderna idicién a cargo de Carlos Reynoso «& po fexere thy} editorial Cia*DEeMA ANTROLOPOLIA EL SURGIMIENTO E Mannix Juez, Contr DE LA ANTROPOLOGIA POSMODERNA C. Geertz, J. Clifford y otros Compilacién de Carlos Reynoso gedisa editorial La corporizacién textual de la autoridad es un problema recurrente para 5 los experimentos contemporéneos en etnografia."* El viejo modo realista —Ai- gurado en el frontispicio de Los argonautas del Pacffico occidental y basado en Ia construceién de un tableau vivant cultural disefiado para ser visto desde tna sola perspectiva, la del escritor y el lector— puede identificarse ahora s6lo co- Las etnograffas como textos* ‘mo un paradigma de autoridad posible. Los supnestos politicos y epistemoldgi- z 08 estdn incorporados en éste y en otros estos, y el eseritorelnogréfico ya no Gronce E. Marcus y Dick E. CustaN pede ignorarlos. Los modos de autoridad que hemos revs - piping Unt dl Tas) | interpretativo, dialégico y los escritores de textos etnogréficos, occidental cecidentales. Ninguno sé obsoleto, ninguno es puro: hay espacio para la invencién dentro de eada paradigma. Hemos visto emo las nuevas es i i pricticas descartadas. La autoridad polifénica mira con renovada simpatfa iducettat los compendios do textos vernéculos, de exposicién distintas de la mo- - Finalmente los antropSlogos han comenzao a prestaratencién expltcta 9 ala eseritura de textos etnogrificos, un tema largamente ignorado ya sea cstratégica, He tratado de distinguir estilos han vuelto visibles en las dltimas dé fica, en gran medida como una eee tealisaappeainc yaa eonsenso técito y art tevde los escrtores recientes. Fslos temas alafion a ‘en que Tas etno- sgraffas aleanzan su efecto como conoci los “otros”. npleto de la ctnografa experimental reciente, véanse Marcus y Webster, 1962; Fahim, 1982 y Clifford y Mares, 1986, * Annual Rerew of Anthropology, vl. 11, 1982, pig, 25-09, ra elnogré , su objetivo Fel proceso del trabajo de campo antropd sido cada vez més embar ] aihos ce realismo etn En segundo lugar, definimos aunque no necesariamen ren sus propios objetivos, en lugar de atenerse a los de la disciplina.' El hecho procluccién de un texto etnogréfico publicado y sus versiones forma de notas de campo, disertaciones o artfculos. del realismo etnogrifico, se consideraba que el tra- snes proyectados (como era el caso de itchard), una concepeién del formato que se re- inografia anterior a la era del abajo de camo. En ‘que escribe y lee etpograia con un interés empirico afia- tural sobre otras formas de vida. La 1a antropologia, o del teérico social 0 so del asunto sera sin duda diferente, dad de antroplogos que se En cuato y sltimo lugar, en géneto, manteniendo una indefinicién bésica acerca de los propésitos y los intereses de una escritura etnografica cde campo. Como ha dicho Frederic Jameson (Ja- los géneros son esencialmente instituciones litera- no importa cuan éste. En st aparente desprecio hacia cualquier clase de inherente a la nocién de género, las etnografias nombradas pparecen querer dejar que los proyectos de escritura explo- lento de la literatura de ficeia reciente con la ditincin de su la oftece The French Liewtenan's Woman de John Fowles ex idad de una perspectiva ertica sobrela de que todo el campo de la experimentacién esté en plena emergencia y de st considera- a Ar oe arse xperimentos actuales, en Tas etnogralfas, en cconcluyente sobre Ia importancia de la etno dad de una perspectiva critica de la eseritura etnografi De hecho, lo de realidad conereta bbasados en sus propias observ hheterogéneo y a Un resultado de semejante consol parlantes esperaban cierta adhes 1 fue que los etnégrafos anglo- das convenciones 2 0. Consecuentement ipo su desarrollo fue eseas0 ¥ ‘de muy poco interés. Més aun, una articulacién de convenciones tan pobre 0 dircetamente sobre Ia manera eaprichosa en que 8 icos sobre Ia adecuacién de etnografias especificas (por ejemplo, en las criticas de las disertaciones doctorales y en las revisiones weiones periédieas); simplemente habfa que tenes convenciones que hacfan que un texto fuera ci ‘Como son precisamente estas convenciones del género real hoy en dia se encuent 8 de ex 1. La escritura narrativa de la etnografia total La eseritura narrativa tipica de la etnografia tradicional se desarroll6 en_ lacie de dependencin con es iegiperis analind online pestis estudios de comunidades” de las dlgcadas de . Una consiste en convertir Ia naturaleza temporal de la experiencia ijo de campo en un marco de referencia. pacial para el texto (Briggs, 1970; Castaneda, 1968). La otra, en plantear un problema o paradoja cultural en el primer capitulo y, através ce cierto niimero de ceapitulos dedicados al examen del material relevante llegar a una solucién en las conclusiones. 2, La presencia no intrusiva del etndgrafo en el texto de hace tiempo uno Ia ficeién y de 3. El comtin denominador personal Dada Ia abrumaclora preocupacién de los antropélogos tempranos por es- tablecer la cultura o la sociedad como ide la indagaeién, era habitual que se supri iuos ena eseritura eino- inioios de la etnografi liciones y experiencias del poder reivindiear argu- ‘mentos especificos y validar Ia evidencia. Dado lo inmensamente pretencioso «qu esc intento de esribir una “etnografa total” y dado c-iempo necenaria. mente limitado que se habia pasaclo en el campo, esto implicaba admitir la fa~ “Libiticted: * ‘communicar, era un refuerzo sarrollé a partiF de los modelos pioneros, consistia en seftalar las condiciones de trabajo de campo, pero sélo como un aspecto marginal y relativamente no del género, se las arreglaba ja informacién derivada de ella icamente Ia escala del ias particulares ob- idas en el campo, acompafiada de una autoconseiente elaboracién de las las convenciones, tal como 8 concibe. Ambos son modos de representacién «que permiten lo que sabe autorizadamente. Es posible que un control line controlar ese parte del lenguaje relaiva aun taba Parte del trabajo de | competencia en el lenguaje particularmente alto rés de preguntas-y-chequeos intensivos, necesarios para un 2, de esta manera, ha sido idacl etnografica, confina- del trabajador de campo 9. Kxégesis contextual de los conceptos y el discurso nativo Dado que trabajar en la lengua nativa es uno de los pilares que sustentan jo de campo como una base I para cevidencia de Ia compete 3.una de las representa es y mis se ogeat en un texto realista, En In reacciSn critica f avifico, &te es uno de los crterios mes sefialadas que pudie todos. De Ia misena mat Fla como una actividad,-se—— incompetencia o recono~ seriamente Ia autoridad oro ésla no es necesaria~ tura confesional del trabajo de campo y Inego, principal. 'y 1979). pologia, porque la etnografia tado esperando un cuerpo teérico semejante. Caracteristicamente, en lugar de dar origen a un nuevo ‘cuerpo auténomo de influyente, no slo ino como. introducior de cries d ses estfmulo teo- tico. No hay una escuela geeriziana como tal, pero. ~de la de sus alumnos configura uno de los centros. dl todos estos experimenton. La el Bos eloances de las reproscntaciones reli hhemos preferide refundir nuestro anélisis en términos de tres euestiones fan- La autoridad de los textos etnogréficos E] positivista poctrfa preguntar por qué el escritor etnogréfico experimen- Atal no conduce su reflexidn epistemolégica en privado y luego publiea desapa- Cierto sentido una representac [La pregunta, que se desarro- 195 la brevemente més abajo, es hasta qué punto en la escritura de etnografias ex- imentales se pueden transformar fundamentalmente estas convenciones y, los objetivos tradicionales de la etnografia. queda naturalmente abierto al apoyo retérico de las descripeiones y de las afir- maciones realizadas a titulo de testimonio personal. 2. Definiendo una organizacién textual “ cen forma de alguna En la eseritura ctnogréfiea ac jencia de trabajo de camy v0, pero no ha habido ningiin desarrol hasta muy reeientemente. Una ve Como problema de cestablocer Ta presencia ti “qu el eindgrafo comic do interpretada en el pasado. De esta manera, la autoridad del texto sila con precisidn en un contexto hermenéutico, y lo que sigue a partir de alll 186 primero que mencionamgs antes, el cual fue prominentemente desarrollado fr eg acy SE luna prictica ricamenie deserita que corporiza un enigma para el Tector, mover tos a menudo va més torio, ido se percibe cier- Ins discusiones que componen el cuerpo haber un respeto y una aprobacién general hacia concurrentemente, i 4 ‘upacién por la forma puede tener un efecto aun més selectivo sobre lo que se reporta 0 no se reporta de lo que es el caso con los desmafiados usos actu que los cap - termedios tienen a eubrir un rango de temas muy amplio sin reconocer la ne~ cosidad de restringirse al enigma organizante. 3. Precodificando la presentacin de los datos to se representa como los hechos o los fenémenos emptri- spende mucho de la manera en que las dos. hayan sido manejadlas por el escritor. La i acién con un objeto de estu lo, a veces los etnégrafos sugicren la rendiges qe aprenden Los argumentos ( 1957),ow textos (Geertz 197. :ién, se suponen de autorfa ct 0 protende que el dilogo proc la autoridad del ‘etnSgafo pasando el paso de la veriad de na palabras del tndgafo alse del nav, esto cs aun més reprensible, porque ninguna inveeacién del “otro” puede establecero a ‘como el agente de las palabras y hechos que se leatribuyen en el registro de un didlogn, ‘8 menos que también sea libre de interpretarlo y mecharlo con advertencias, spolo- {gla notes al pie y detalles explicatvas (pero con Crapenzana, 1980). Estos per lo | tanto no son diloge, sino texts sitions como aqullesdiflago fingidas perpetmads. por Plaén. involucra varios autores de | jan tener presencia nareativa en las ). Cémo se han de representar en to a la del eseritor etnografico y quin ree: dad dispersa son problemas eruciales para la experi ‘ejemplos actuales del modo dialégico en la presentaci :miético de una etnografia (por ejemplo, Crapanzano, 1980) se pu ografias (véase Bahr, nnales y experimentales con Ia autoridad di wgréfico, Las primeras dos, y por lo co han permanecido dentro de los objetivos realistas, les del género ctnogréfico, pero muchas eonvenciones de larga data transformado ercativamente. A despecho de todas las salvedades epis- temolégicas, la mayor parte de ra experimental conserva obstinada- de los experit “Tuscign de lo seguro para Disicos de gran parte del espfrit: hermes Imentos ctnogrificos actuales es que los ‘otra, uno de los mensajes ipo de representacin que no se preocupa por los limites del realismo podria no ser bien comprendido por muchos antropSlogos contem- vo en los experi- igentes a contextos 191 {| de interaceién siempre cambiantes, que son imposibles de expresar como co- ausibilidad: Un problema de ret6ri nto determinante, agnirado con elavos por decitlo ast, y eclslctas ances ilectohertinear carr TrteRpretacion, como Tas que + tadas por sates formalesy metodo profundas diferencias que él percibe, medi que cs desde la base sutilmente etnocénirico?* Hasta el momento, la tiniea so- Tucién a este acertio ha sido un elaborado trabajo de construceién en la eseri~ * Si nuestonsupuostin sobre a naturale de las personas como actors scales (cypucsos que en- carn nooner do aga, motvecn y patos de respuesta eosin) peta silent en cen el mismo texto, persuadiendo a los lectores para que altemen los eriterios se- stim los cuales se acucrda al textos confianca y su autvidad 192 «kelp ar lalicteeenbelelarrempemrtrmare apart imeerate toorticos do na discplina send ocidenta 193 cn aiiabeiainiditiilal caso reciente y memorable jendo a Turnbull rendi- fs eee su manejo de las convenciones istas. La corriente de experimentacién etnogré- fica estimula el desarrollo de la. ve que leen los trabajos de otros experimentado- de tipo 2 (véanse Crapanzano, 1981; Schieffelin, han convertido en un foro para la discusién de anteriores de este articulo. ‘obra que parecia ina etnografia profesional, incorporaba en ella abser- ‘vaciones morales sobre el mundo y sugerencias polémicas concemientes ala polf- tica que podifan afectar el destino de los Ik. La respuesta a este alaque en una ‘edicién posterior (Wi cialistas del érea, Jo cual por lo menos tendia a prestar un sustento mis equilibra- ficadas de las etnografias profesiona- do al material etnogrifico que Tumbull hab(a elaborado de acuerdo com su con frecuencia una adhesin pedestre a las conven- proyecto de escritura. Pese a que estos intercambios se refer‘an a los propésitos a Jos que podsfan servir las convenciones realistas (después de todo, Tumbull pudo haber escrito un ensayo estipulando sus puntos de vista, de modo de suscitar un ala cde Barth), ninguno de los moderadores trajo a cola~ 199. C—O una perspoctiva desarrollada en la ertcaliteraria fen su obra principal (Whi- Iuacién complementara de la Logica y de la evideneia de las afirmaciones de suda principal es con Northrop nes de oq la sete re los antropdlogos, porque la nara ee ee etnogréfica del siglo xix (Said, 1979). La dificultad con aoa, Comtempornen com excep dene rote perspectiva de la Ast, lo que revela el anilisis retérico (y lo que no revela una mera eva- Iuacién de las argumes ‘etnografico precodifiea tanto el objeto de jenta como datos) como ;pecffica. Como con la escritura histériea, una perspectiva ‘una dimensién analiticamente auténoma de la evaluacién de las etnografias, pero no es de ningtin medo un sustitulo de una eva- ridad de esas experiencias, que toleran cierto margen de variacién personal. Por desgracia, no tenemos un niimero semejante de relatos que traten del tra -ampo sobre las eonvencio- Los experimentos en escritura etnogréfica, la préctiea del trabajo de eampo y la teoria 205 204 sist sth a ite. pologia social y cultural; pero los etnégrafos y los teéricos comparativos —su- Puestamente parte de la misma empresa— a menudo han sido gente diatinia, con diferentes perspectivas. La corriente actual de etnografias experimental ‘grafia més all —esta vex explicitamente— de dicha tiva. Los intereses teéricos se focalizan més est nte en los problemas descriptivos ¢ interpretativos planteados por un sujeto, rigurosamente circuns- crito por el texto, que deviene parte del dorninio de interés teoet ‘Las comparaciones controladas sumiblemente de preocupaciones tex pias de pequefias “comunidades” de investigadores) tal vez sean aceptables para los ctnégrafos, por cuanto es posible un estrecho control de los contextos representacos en la etnografia, contextos que se pierden en las comparaciones reno similar, desarmolladas en diferentes resefias. Esta es precisamente la clase de teorfa que depende de Ins variaciones innovadoras de las di invocan y desarrollan para sus ropios propésitos las ideas de los “grandes” pasados y recientes como Marx, Weber, Durkheim, Ricoour, Barthes y Witigenstein. La antropologia no ha pro. ducido puramente dentro de su propia tradieién una teorfa fundamentadora de La evidencia més clara del interés prioritario de la antropologia por el fpr ae levees slo ora dann on In it Contrast, lo textos etnogréfiece viven y poseen una relova oer at de la continuidad dis los en etnografia parece estar en Tinea inografia y la teorfa de base que la mo- proyectos etnograficos un rango mucho 1 exploradas. No es probable que esto jereed a Marx y a Nitzche, iucho més establecida que se ‘antropologia cultural y social. ro estén pesada ni explicitamente cargados con un aparato teorstico tal como a psicologia freudi se conforman a la ret6rica formal positivista. Tahi- tians de Robest Levy i 1980) serfan ejemplos recientes de la primera; Fischer, Taylor, 1979; Wallace, 197% fico en campos de interés de la realista de la escritura etnogréfica ha per- _, Enel estudio comparativo, el trabajo de campo puede darle a uno una {dea interpretativa; pero aquél sélo se puede desarrollar en ampli parando el trabajo propio con otros casos relevantes. de gran eseala en sociedades complejas, la combi 1 raft de la controversia sobre la rele biologfa y de las preocupaciones mirada einogréfica a los reportes de 6rdenes) requeriria un manejo hal Hidy (Hedy, 1977) es uno de esos textos, caulo en sus afirmaciones pero cer- ceano a las convenciones de la etnografia realista. lidoso. Langurs of Abu de Sara Balifer Conelusién por su falta de preocupacién realista, no seria fundamentalmet Soe | Jextualmente Ins diferencias culturales en un mundo contemporfneos.un-mun= |. do muy distinto al que ofrecia plausiblemente sistemas cerrados —tribus, pue-__| como sujetos merved a los cuales se desarroll6 histdricamente el _/ “Fealisio cinografico. mente, esta perspectiva radical es hasta el momer ina. Dentro de Tos Hiites de In pri pucsta convencional a los experimentos abarca desde la decepeién hasfa el fusiasmo sin reservas. Cualquier cambio en el foco de interés worecido ya sea la historia de vida (que algunos po- lun subgénero etnogréfico, pero que hemos ignorado en este articule) o las comparaciones transeulturales, que han evclact luna relérica impresionista @ una relérica que constituye ereana de In atropologfa socal al modelo de testoo de aa 2 ‘Penetrante, sin precedentes, en el corazon de las pretextactones r ras, Es precisamente la auseneia de tal literatura lo que ha hecho necesario (fc cata rscla ve comventre on Ia critica del recliaws elnogrdice com funcién interna de las modernas etnografias experimentales. Agradecimientos ¢ Yaris personas han leo ertcament un borador inci do eee atone rico no ploria de Vata cl obras objetivo de Ia construccién de un conocimiento sistemético de las otras cultu- 212

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