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MARIO RAPOPORT CLAUDIO SPIGUEL ESTADOS UNIDOS Y EL PERONISMO La politica norteamericana en la Argentina: 1949-1955 Grupo Editor Latinoamericano Coleccién Esrupios INTERNACIONALES . Capitulo I LA POLITICA NORTEAMERICANA EN EL MUNDO: 1949-1955 Los escenarios de Ja guerra fria A principios de 1950 el Consejo Nacional de Seguridad de los Estados Unidos elaboré un documento que fijé los objetivos y programas de la estrategia norteamericana para los afios siguientes, este documento, el NSC 68, expresaba la culminacién de un proceso que se habia iniciado con la proclamacién de la estrategia de contencién del co- munismo centrada en Ja reconstruccién de Europa occidental’. La recesién econémica norteamericana, que comenzé a manifestarse desde fines de 1948, el triunfo de la revolucién china, al afio si- guiente, y la bomba atémica soviética empujaron a la administraci6n demécrata a redefinir los objetivos de esa politica de contencién hacia metas mas globales. En el plano econémico, hacia fines de los afios 40, el mundo se encontraba muy lejos de las previsiones de los planificadores de Bretton Woods. Desde la etapa final de la guerra Washington habia impulsado a fondo el disefio de un “nico mundo” bajo su liderazgo. La consecucién y mantenimiento de la paz universal se vinculaban a una expansién del comercio internacional sin restricciones, que pu- 1 USNA (United States National Archives) NSC-68, 14/4/1950. Ver, para este tema, Lewis Gaddis, John, Estrategias de la contencién, Buenos Aires, 1989; LaFe- ber, Walter, America, Russia and the Cold War, Nueva York, 1985. 15 16 Mario Rapoport y Ciaupio SPIGuEL siera fin a las barreras nacionales y al bilateralismo imperantes desde la preguerra. Tales objetivos, que orientaban la politica eco- nomica exterior norteamericana desde la depresién, se compatibili- zaban con la imperiosa necesidad de acceso irrestricto a los mercados extranjeros para la economia del pais del norte, exportadora de pro- ductos industriales masivos y cuya supremacia aparecia ahora in- contestada, a fin de sortear el fantasma de una recesién que el fin de la guerra hacia prever. Se concebia una répida transicién hacia el multilateralismo, la libre convertibilidad y un equilibrio externo al precio de politicas de ajuste interno convenidas entre paises deudores y acreedores, re- gulado y aceitado por instituciones supranacionales y un centro fi- nanciero con base en el Tesoro de los Estados Unidos: la “pax americana”’. Pero estos supuestos se derrumbaron pronto: en primer lugar el avance del comunismo,'con el liderazgo' de la Unién Soviética, creé un campo econémico contradictorio con esos objetivos; el “mercado universal” se reducfa a los paises capitalistas. Por otro lado, la situacién de equilibrio econémico requerida por esas previsiones se hacia esperar. En los primeros afios de la pos- guerra, mientras el superdvit comercial norteamericano no hacia més que crecer, Europa occidental padecia 'un continuo déficit debido tanto a las secuelas del conflicto cuanto a la desaparicién de los su- peravit en los “rubros invisibles”’ de la balanza de pagos europea (creciente deuda externa, pérdida de la actividad maritima, peso de Jos gastos militares y politicos y liquidacién de las inversiones en el exterior, abastecimiento norteamericano en otras partes del mundo). Por esa época, Europa importaba siete veces el valor de sus expor- taciones a los Estados Unidos. Tal situacién concurria a causar la creciente inestabilidad poli- tica de los paises europeos, atenazados en el fuego cruzado de movi- mientos obreros en ascenso que confluian con el fortalecimiento so- viético, por un lado y, por otro, de las condiciones impulsadas por su aliado americano, que pretendian limitar, en aras del equilibrio ex- terno, la autonomia en materia de politicas econémicas nacionales que los europeos requerian y deseaban preservar. Nubarrones de guerra civil y revolucién tefifan el horizonte. En consecuencia, el “consenso keynesiano” se ratificaba como fundamento del orden so- cial: mientras se procuraba mantener bajo control estatal las princi- pales palancas de las economias y se preconizaba el incremento del gasto publico para lograr el pleno empleo, los paises del Viejo Mun- do se atrincheraban en politicas de convenios bilaterales y regia la inconvertibilidad. A este panorama se agregaba la precariedad de la ? Ver Gardner, Richard N., La diplomacia del délar y la esterlina, Buenos Ai- res, 1966. La POLfTICA NORTEAMERICANA EN EL MUNDO: 1949-1955 17 colaboracién financiera anglo-norteamericana, debida a la desastrosa situacién de la balanza de pagos britanica y la defensa por Londres del sistema de. “preferencia imperial”. Asi, en 1947 el sistema de Bretton Woods hizo crisis: el decreto de inconvertibilidad de la libra esterlina debié ser aceptado por Es- tados Unidos para evitar el derrumbe de su principal aliado. El equilibrio y la libre convertibilidad previstos eran reemplazados. por el generalizado sintoma de la “escasez de délares”, mientras se debia reconocer que el retorno al multilateralismo no podria lograrse con unas pocas medidas de transicién. La politica norteamericana debié apostar a la doctrina Truman de “contencién del comunismo” y al plan Marshall para lograr la es- tabilidad europea y garantizar su hegemonia. En. los hechos, con el programa de reconstruccién europea el Fondo Monetario Internacional cesé en su operatoria cambiaria y el Banco Internacional abandoné las actividades de reconstruccién, Por ultimo, la Organizacién Internacional de Comercio (ITO) naufragé en las aguas de los desacuerdos anglo-norteamericanos. Ni siquiera Es- tados Unidos mostraba ya interés en un programa de liberalizacién de ese tipo cuando comenzaba a estatuir cuotas de importacién para productos agricolas. Aunque Washington seguiria impulsando sus recetas frente a terceros paises (como la Argentina), el acento se desplaz6 del multi- lateralismo sobre bases universales a través de las instituciones de Bretton Woods al objetivo mas restringido de la recuperacién e “in- tegracién” de Europa. A la larga, Estados Unidos deberfa aceptar la liberalizacién “en el seno de bloques determinados”’. Hacia fines.de 1948, la economia norteamericana mostraba sin- tomas de saturaci6n; el ritmo de la actividad industrial se reducia. La recgsién no serja superada a consecuencia de factores endégenos: el estimulo provendria tanto de la reconstruccién de Europa occi- dental cuanto de un nuevo conflicto bélico en los marcos de la agu- dizada guerra fria‘. Tal era el contexto nacional y mundial en el que Washington definia, a comienzos de 1950, sus metas globales. La nueva estrategia comprendia la ampliacién de las fuerzas armadas convencionales, él desarrollo del programa atémico basado en las bombas de hidrégeno para mantener su ventaja respecto del arsenal atémico soviético, aumentos de impuestos para financiar este programa de gastos militares, la movilizacién de la sociedad ameri- cana a fin de enfrentar la supuesta agresividad de la politica sovié- tica, descartando en gran medida la posibilidad de negociaciones, y el ® Van der Wee, Herman, Prosperidad y crisis. Reconstruccién, crecimiento y cambio 1945-1980, Barcelona, 1986, pag. 421. ~ “4 Van der Wee, H., Prosperidad y crisis... pag. 68. 18 Mario Raporort Y CLAupIo SPIGUEL, fortalecimiento del sistema de alianzas dirigido por los Estados Unidos. Una serie de hechos iran revelando esta redefinicién de la poli- tica norteamericana, cuyo punto culminante va a ser el involucra- miento de Estados Unidos en la guerra de Corea, que estalla en junio de 1950. El primer episodio importante de estos cambios fue el anuncio, a mediados de mayo, de la necesidad de lograr répidamen- te un tratado de paz con el Jap6n. Iniciada la guerra coreana —don- de Estados Unidos interviene bajo la bandera de las Naciones Unidas y con el aval politico de sus aliados europeos— se produjo también un cambio en la politica hacia China a partir del reforzamiento de las relaciones con el régimen de Chiang Kai-Shek en Taiwan y la ubi- cacién de la Séptima Flota entre esa isla y el continente chino. Tru- man despacha, asimismo, la primera misién militar a Vietnam en apoyo de las tropas francesas en la guerra indochina y en Europa encara una politica tendiente a favorecer el rearme de Alemania dentro de la estructura de la OTAN, organismo que se amplia con el envio de nuevas divisiones norteamericanas y la creacién de una fuerza integrada bajo un comando supremo, para el cual se designa como jefe al general Dwight Eisenhower. En el plano interno el Congreso de Estados Unidos aprobé un nuevo programa de gastos militares, reflejando el creciente peso de los republicanos en el Parlamento y el replanteo de muchos demé- cratas, que se hacian eco de las criticas conservadoras en relacién con la politica de contencién, acusada de excesivamente defensiva, en particular en Asia, por la “pérdida” de China en manos de los co- munistas. El fulgurante ascenso del senador McCarthy y el éxito inicial de su campafia anticomunista y de critica al gobierno consti- tuyeron la principal expresién del tono politico-ideolégico que predo- minaba en la sociedad norteamericana de entonces. El desarrollo de la guerra de Corea y, particularmente, la decisién de cruzar el pa- ralelo 38 e invadir Corea del Norte, con la subsiguiente intervencién de las tropas chinas en el conflicto, llevé al mundo al borde de una tercera guerra mundial, conduciendo a una situacién que puso en crisis la misma politica norteamericana. La guerra generé un altisi- mo costo social —por la pérdida de vidas~ y financiero, que fue in- crementéndose a medida que el conflicto se estancaba (entre di- ciembre de 1950 y enero de 1951 el presupuesto de defensa de los Estados Unidos se elevé a 50 mil millones de délares, contrastando con los 13.500 millones de 6 meses antes) sin lograrse victorias de- cisivas, constituyendo asi el primer hecho bélico en que las armas norteamericanas no resultaban triunfantes. Esto provocé, a la vez, un creciente descontento publico que influy6 m4s adelante en la campajia presidencial de 1952, un ten- sionamiento de las contradicciones politicas internas y externas ge- neradas por el nuevo posicionamiento internacional de Estados LA POL{TICA NORTEAMERICANA EN EL MUNDO: 1949-1955 19 Unidos. Por una parte, las potencias europeas, sobre todo Inglaterra y Francia, se mostraron poco entusiastas con la perspectiva de una globalizacién del conflicto que involucrara a China Popular abriendo Ja posibilidad de una conflagracién general y debilitando la anterior prioridad estratégica de la alianza europeo-norteamericana. Por la otra, los sectores norteamericanos més interesados en el reforza- miento de la presencia en Asia tuvieron su victima en el general McArthur, partidario de la intervencién en China, que fue destitui- do (después de una serie de acontecimientos que tuvieron en vilo a la clase politica estadounidense) por el presidente Truman, quien leg6 a afirmar que “la expansién de la guerra destrozaria la unidad de las naciones libres”. Se refirmaba asi la éptica demécrata de que Corea debia ser concebida como parte de un sistema de seguridad colectiva y que la prevencién del comunismo tenfa como centro a Europa occidental. Sin embargo, los primeros afios de la década de 1950 marcaron cambios en la estrategia norteamericana, que se reflejaron en los debates de la campajia electoral en curso en 1951-1952. Esto se de- bid, principalmente, a que, estabilizada la situacién europea y des- plegadas las alianzas militares en ese continente, el centro de la tension politica pasé a los paises periféricos. En primer lugar, y desde el punto de vista de los intereses y percepciones norteamericanos, el triunfo de la revolucién china marcé el inicio de una época en que los procesos de descolonizacién ame- nazaban derivar hacia la implantaci6n de regimenes socialistas y confluir con el bloque liderado por la URSS. Asi, y todavia bajo la presidencia de Truman, la esfera de aplicacién de la “estrategia de contencién” se amplié al hemisferio sur, particularmente a Asia y a Medio Oriente. Expresién de ello fue el programa de asistencia mi- litar y la promocién de pactos bilaterales bajo la Mutual Security Act, aprobeda por el Congreso norteamericano y que iba a servir de base al sistema de alianzas militares a lo largo del globo. En segundo término, la estabilizacién econémica y politica de las potencias de Europa occidental abrié el camino para que, aun bajo el marco de la alianza atlantica, se manifestaran signos de disenso y politicas de una cierta autonomia respecto de los Estados Unidos; como lo demostré sobre todo la resistencia francesa al rearme alemén (Francia ya habia aceptado mal la creacién de un Estado aleman occi- dental unos afios antes) y a una total subordinacién a estrategias mi- litares comunes. Londres y Paris manifestaron, también, disidencias en torno de otras cuestiones como la guerra de Corea y, particular- mente, tuvieron percepciones y actitudes diferentes de las predomi- nantes en Estados Unidos respecto de la Unién Soviética. En este ul- timo sentido, el embajador argentino en Washington, Hipélito J. Paz, registr6 la repercusién que tuvo en el pais del norte la publicacién, en la revista Bolshevik de Moscu, de las tesis de Stalin para el XIX Con- 20 Mario Raroport y CLaupio SPIGuEL greso del PCUS, que afirmaban la existencia de tendencias hacia la autonomia y el reavivamiento de la competencia de Europa occidental respecto de los Estados Unidos, lo que reforzaba las criticas republi- canas a la politica de Truman como altamente dependiente de sus aliados del otro lado del Atlantico®. La muerte de Stalin agudizé las diferentes percepciones y actitudes sobre el rival del este entre norte- americanos y europeos’. Por tltimo, la expansién norteamericana empujaba a focalizar la atencién sobre los pafses periféricos, que habian pasado a ser un ‘campo importante para las jnversiones extranjeras, una fuente crucial de aprovisionamiento de materias primas y un mercado apetecible para la venta de armamentos y equipos bélicos (favore- cida por diversos acuerdos de asistencia militar). Nelson Rockefeller sefialaba en el Congreso norteamericano, respaldando la Mutual Security Act, la existencia de “una brecha entre nuestra produccién de manufacturas y materias primas...” y el hecho de que “el 73% de nuestros materiales criticos y estratégicos vienen de las areas sub- desarrolladas”’. En particular, la industria petrolera, implantada en esos paises y cuyas inversiones se habian cuadruplicado con la guerra y la in- mediata posguerra, reportaba una parte sustancial de las ganancias provenientes del extranjero. Esto, al mismo tiempo que resaltaba la necesidad de oponerse a las diversas manifestaciones de nacionalismo que aparecian en las regiones petroleras, llevaba a Estados Unidos.a ocupar espacios a expensas de la vieja influencia colonial europea. Ambas circunstancias tendieron a desplazar el eje estratégico norte- americano, proceso que se profundiz6 desde mediados de los afios 50 con un involucramiento cada vez mayor en Medio Oriente y el su- deste de Asia. Estas tendencias provocaron cambios en el peso de los distintos grupos de poder que conformaban el establishment estadounidense. La estrategia predominante en la administracién Truman brind6 un légico protagonismo econémico a jntereses financieros e industriales tradicionalmente vinculados con Europa y a sectores politicos y mi- litares “atlantistas”. Sin embargo, desde fines de los afios ’40, grupos econémicos y politicos con peso en el Partido Republicano cobraron una influencia creciente en los gobiernos demécratas, en el marco de una politica exterior bipartidista. El senador Vanderberg, Nelson 5 Informe de Hipélito J. Paz, Washington, 10/10/1952, embajada en Washing- ton, Informes Politicos 1951-1955, Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la Republica Argentina (AMREC). © Gf, Paradiso, José, La era de las superpotencias, Buenos Aires, 1983; Gi- rault, René; Frank, Robert, La puissance francaise en question!, 1946-1949, Paris, 1986. 2 Collier, Peter; Horowitz, David, The Rockefellers, an American Dinasty, Nueva York, 1977, pag. 267. LA POLITICA NORTEAMERICANA EN EL MUNDO: 1949-1955 Qu Rockefeller y J. F. Dulles, fueron algunas de las personalidades re- publicanas mas destacadas que colaboraron 0 tuvieron cargos im- portantes én esos afios e impulsaron cambios en la estrategia norte- americana que, sin negar la importancia de Europa, ampliaban la esfera de influencia de los Estados Unidos a otras partes del mundo, reflejando un nuevo espectro de intereses*. La campajia electoral norteamericana de 1952 revelé estas pug- nas. Sobre la base del descontento existente por el desgaste que re- presentaba la guerra de Corea y en el contexto de la campafia ma- cartysta, los republicanos criticaron la politica demécrata como poco flexible, demasiado defensiva frente al comunismo, altamente de- pendiente de los aliados europeos, responsable de la “pérdida de China” y expansiva respecto del gasto publico. En los primeros tra- mos de la campafia surgié, incluso, una linea aislacionista, sobre todo respecto de Europa, asociada a la extrema derecha en sus criticas hacia la politica asidtica y que propulsaba la candidatura del senador Taft (grupo con base en el medio oeste). La candidatura de Eisen- hower fue una jugada maestra de los sectores politicos del esta- blishment del este, representados por los Rockefeller, que en combi- nacién con el californiano Nixon (candidato a vicepresidente y res- paldado por grupos en ascenso de la costa oeste) bloquearon a Taft y luego ganaron las elecciones. Como sefialaba el embajador argentino en Washington, Hipdlito Paz, la primera etapa de la presidencia de Eisenhower iba a conser- var las lineas bdsicas de la administracién anterior en cuanto a su internacionalismo y al papel protagénico que después de la guerra habia comenzado a jugar Estados Unidos en el mundo y al cual no deb{a renunciar. “Sea quien fuere el vencedor, y terminada la batalla verbal para la conquista momentdnea del elector, no modificara sustancialmente la politica trazada en materia internacional... lo que sucede,es... no una discrepancia de fondo sino de tacticas.”® Sin em- bargo, Eisenhower coincidia con ‘Taft en cuanto a la contencién del gasto publico y se diferenciaba de Truman por su énfasis en una es- trategia ms ofensiva frente al comunismo (aunque también porque planteaba terminar con el conflicto de Corea, impopular en sectores de la poblacién norteamericana por el costo de vidas que represen- taba) y por una visién diferente del escenario internacional. La teorfa de la “represalia masiva” del nuevo secretario de Esta- do, Foster Dulles, privilegiaba la lucha por la supremacia atémica con la Union Soviética y enfatizaba el papel de la aviacién por sobre el despliegue de fuerzas terrestres convencionales. Esta politica, denomi- ® Cf Perlo, Victor, El imperio de las altas finanzas, Buenos Aires, 1962; Rabe, Stephen, Eisenhower and Latin America, the Foreign Policy of Anticommunism, Chapell Hill, 1988. > Paz a Remorino, Washington, 15/2/1952, embajada en Washington, Informes Politicos 1951-1955, AMREC. 22 Mario Rapoport ¥ CLaupio SpraueL nada del new look, no frend de todas formas la expansion del gasto militar ni la concertacién de nuevas alianzas militares y pactos bila- terales, aunque Estados Unidos debié aceptar el armisticio en Corea. Frente a la concepcién “globalista” del gobierno anterior, la adminis- tracion Eisenhower realizé una politica mas regionalista, buscando diferenciar las relaciones de fuerza reales en distintas partes del mundo, aun cuando conservaba como eje central el enfrentamiento con el comunismo. Este involucramiento generaria més adelante un nuevo enfoque estratégico: el de las “guerras localizadas”. En Europa, Foster Dulles brindé una atencién especial a Ale- mania occidental, mientras tuvo, por el contrario, varios roces con Francia e Inglaterra (como en el caso de la crisis de Suez). En el in- cipiente Tercer Mundo buscé favorecer una nueva oleada de expan- sién econémica que se basé, esencialmente, en la inversion privada reduciendo en Jo posible la asistencia directa del gobierno norte- americano, como habfa sido el caso del plan Marshall, a excepcién de Ja asistencia militar a las 4reas consideradas estratégicas, que con- tinud fluyendo”. Para lograr esto debié enfrentar a los nacionalismos emergentes, encarando una politica de mayor iniciativa y flexibilidad, y combatir los focos revolucionarios, desplazando al mismo tiempo la anterior influencia europea. Este proceso de cambios en la politica norteamericana puede observarse también en la orientacién de las relaciones con sus veci- nos més préximos de América latina. Estados Unidos y América latina: de Truman a Eisenhower Fruto de la “politica del buen vecino” de Roosevelt y de la actividad de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, en la in- mediata posguerra la influencia norteamericana en América latina crecié considerablemente. En el periodo bélico se habjan multiplicado jos intereambios y acuerdos comerciales con Washington mientras que, en el plano militar, dieciséis de las diecinueve naciones pusieron. a su disposicién bases navales y aéreas, y Brasil y México partici- paron directamente, con un envio de efectivos militares. Sin embargo, la participacién latinoamericana consistié sobre todo en su contribu- cién econémica.como proveedora de materias primas estratégicas: berilo, cobre, manganeso, estafio, petréleo, etc. Por ejemplo, Vene- zguela suplié el 80% del petréleo consumido por Gran Bretajfia, asi como la carne argentina también contribuyd significativamente al esfuerzo de guerra inglés. 10 Tras el fin de la guerra de Corea y la reduccién de gastos operada por el gobierno republicano, la consiguiente recesién de 1953-1954 fue superada al crecer, Sobre todo, las inversiones en el exterior como forma de salida para el capital nor- teamericano, Ver Van der Wee, H., Prosperidad y crisis..., pag. 68. LA POL{TICA NORTEAMERICANA EN EL MUNDO: 1949-1955 23 Al compas de los triunfos aliados y del derrumbe del fascismo Washington alenté procesos de democratizacién en diversos paises apoyandose en sectores liberales mientras se oponia decididamente a las tendencias nacionalistas en los planos econémico y politico, como en los casos de Argentina, Bolivia e, incluso, Brasil, donde el varguismo, que habia promovido la alianza militar con Estados Unidos, cayé en desgracia hacia 1945 por sus posiciones populistas y nacionalistas. A la vez, al final de la guerra Washington pro- metia a los grupos reformistas latinoamericanos un apoyo al de- sarrollo econdmico y a la diversificacién de la estructura producti- va latinoamericana. Se anunciaba asi una “nueva era panameri- cana”. Sin embargo, la politica de la Casa Blanca en la posguerra pro- vocaria desilusién en muchos latinoamericanos, sobre todo en los sectores que habfan alentado reformas econémicas y politicas, en al- gunos casos en un sentido democratico, sobre la base de Ja alianza con el pais del norte. El curso de las relaciones con los Estados Unidos sirvié, ante todo, para afirmar el predominio de los intereses estadounidenses, que desplazaron a los britdnicos y los de otros pai- sSés europeos, y para iniciar un proceso de endeudamiento de los go- biernos de la regién, mientras que la conducta exterior de Washing- ton iba siendo vista en América latina como una nueva versién de la tradicional politica de esferas de influencia. Estados Unidos se habia transformado en una superpotencia con intereses globales y la ilusién latinoamericana de “ayuda eco- némica” chocaba, abiertamente, con las prioridades estratégicas que Washington asignaba a Europa y al Pacffico, en funcién de la_doc- trina de “contencién” del comunismo y el progresivo avance de la guerra fria. El flujo de préstamos que. significé.el_plan. Marshall respondia a esta definicién, asi como a la necesidad de mantener Ja expansién de la econom{fa norteamericana, a través de la colocacién de sus excedentes agrarios e industriales y la inversién de sus ca- pitales en el exterior. Por el contrario, desde el punto de vista de la politica de “con- tencién” América latina no era un drea prioritaria. Alli el comunis- mo fue considerado sélo un peligro “potencial” y la actividad diplo- matica del pais del norte se centré en la conformacién del sistema interamericano disefiado en la conferencia de México y puesto en marcha por el tratado militar de Rio de Janeiro, en 1947, y la creacién de la OFA, en 1948, que fueron construyendo un esquema multilateral en el cual se afirmaba la hegemonfa pol{tica norte- americana. Paralelamente, y para conjurar el peligro “potencial” del comu- nismo, se procuré que los paises de la regién restringieran 0 rom- pieran sus relaciones diplomaticas con la URSS, asi como que prac- Q4 Mario Rapoport Y CLaupio SpiGueL ticaran politicas internas tendientes a impedir las actividades co- munistas o de la izquierda politica en cada uno de ellos". Desde el punto de vista econémico, y lejos de satisfacer las es- peranzas de un plan Marshall para América latina (el area recibié entre 1945 y 1952 menos asistencia econémica que Bélgica y Luxemburgo), el Estado norteamericano recetaba para esos paises la “autoayuda”, las practicas del libre comercio y la inversién privada de capitales extranjeros. Sdlo se contemplaba el otorgamiento limitado de préstamos del Exim-Bank para suplementar o facilitar algunas inversiones. Al mismo tiempo, se oponia firmemente al nacionalismo econémico, como se reflejé en la negativa al otorgamiento de présta- mos a empresas estatales latinoamericanas, como Pemex o Petrobras, o en las criticas a la constituci6n venezolana de 1947, cuyo.articula- do fue considerado atentatorio contra los intereses. petroleros del norte y constituyé el prélogo del golpe militar contra el presidente democratico Rémulo Gallegos. Por otra parte, las prdcticas comerciales estadounidenses Ileva- ron a reducir, limitar 0 cancelar las compras de productos latinoa- mericanos en funcién de politicas mas globales. Con todo, el comercio con América latina no era despreciable: representaba.el 30% del co- mercio exterior de Estados Unidos mientras que, en el caso de las inversiones en el exterior, las colocadas en la regién constitufan el 40% del total de capitales norteamericanos en el mundo”. Con el.avance de la guerra fria, e iniciado el segundo periodo presidencial de Truman, aun manteniéndose la prioridad estratégica de otras dreas, se extendié el concepto de seguridad nacional a América latina. En lo inmediato, el apoyo a las dictaduras surgidas de la oleada de golpes de Estado en el continente conllevé cambios en la politica de reconocimiento de.los gobiernos de facto, pues se su- bordinaron los proclamados objetivos democraticos de la etapa ante- rior a la conservacién de relaciones “normales”. Esto flexibilizé la posicién diplomadtica de Estados Unidos respecto de las dictaduras militares, especialmente en Centroamérica. Esos gobiernos se con- virtieron, asi, en los aliados mas fieles del pais del norte en los or- ganismos internacionales. Secundariamente, este criterio diplomatico permitié también al Departamento de Estado replicar a las criticas de los sectores liberales del establishment frente a las negociaciones con el gobierno de Perén (al que acusaban de fascista), negociaciones emprendidas con el objeto de moderar su nacionalismo y atraerlo a su esfera de influencia. Este nuevo perfodo legé a su culminacién con la guerra de Co- 4 Cf. Green, David, The Containment of Latin America, Chicago, 1971; Bla- sier, Cole, The Giant’s Rival, the URSS and Latin America, Pittsburgh, 1983. 2 Rabe, S., Eisenhower..., op. cit., pag. 18, Ver también Halperin Donghi, Tu- lio, Historia contempordnea de América latina, Madrid, 1975. La POLITICA NORTEAMERICANA EN EL MUNDO: 1949-1955 25 rea, momento que Estados Unidos aproveché para culminar el -pro- ceso dealineacién, estratégica de los paises latinoamericanos ‘en la guerra fria. Parecié que Washington tenia éxito; la actividad comu- nista en América latina habia sido ilegalizada y reprimida severa- mente, y la URSS sélo conservaba lazos diplomaticos con la. Argen: tina, México y Uruguay. : Desde el punto de vista estratégico, el Departamento de Estado buscaba ahora favorecer una nueva interpretacién de la‘ doctrina Monroe. En abril de 1950, se procuré asi replantear la doctrina de no intervencién establecida’en la carta de la OEA, relativizando su contenido a través de lo que se dio en llamar la “alternativa a la in- tervencién”, que implicaba la’ creacién de mecanismos multilaterales de intervencién panamericana si un Estado miembro era amenazado por la actividad politica comunista, calificada de agresién extracon- tinental. Fue lo que dio en Ilamarse “doctrina Miller”, por él nombre de su propulsor, el secretario asistente-de Asuntos Interamericanos del gobierno Truman. Tales lineamientos de accién diplomatica fueron acompafiados por un decidido impulso al rearme de América latina, levando a la concrecién de pactos militares bilaterales en el marco de los cuales fuera posible aplicar la ley de seguridad mutua planteada en el NSC 56/2 de 1951. La conferencia de cancilleres de Washington de 1951, en el punto culminante de la guerra de'Corea, ‘sé realizé a los fines de lograr un consenso regional multilateral para la aplicacién de esta nueva estrategia de intervencién. Con todo, la respuesta latinoamericana no estuvo a la altura de las expectativas del Departamento de Estado. Aunque logré el apoyo inicial a la participacién norteamericana en Corea, fracasé en lograr que el conjunto de los paises mandara tropas, salvo en el caso de Colombia. La contribucién en efectivos militares no era decisiva desde e] punto de vista bélico, pero si como una forma de refirmar‘el compromiso politico de los Estados latinoamericanos. En consecuen- cia, Washington consideré la actitud de los paises del continente como un apoyo meramente retérico’. En su viaje por América del Sur, en febrero de 1951, prepara- torio de la conferencia de cancilleres, el subsecretario Miller no en- contré ‘una acogida demasiado célida, no sélo en la Argentina sino también en paises presuntamente mas préximos de Estados’ Unidos, como el Brasil. En todo caso, recibié en casi todas partes un men- saje generalizado: la condicién principal para un cambio de actitud estaba vinculada con una mayor ayuda econémica norteamericana, especialmente a través de una especie de plan Marshall para: la ** Ver para este tema: Child, John, Unequal Alliance. The Interamerican Mi- litary System, 1938-1978, Boulder, 1980; Parkinson, Francis, Latin America. The Cold War and the World Powers, 1945-1973, Beverly Hills, 1974. 26 Mario Rapoport y CLaupio SpiGueL regién. A la vez, los paises Jatinoamericanos resistian las propuestas de sus vecinos del norte en materia de venta de materiales estra- tégicos a precios mas bajos en funcién de la emergencia bélica. Fi- naimente, las resoluciones de la conferencia de Washington, si bien brindaron el marco multilateral deseado por el Departamento de Estado para la ulterior concrecién de los pactos militares bilaterales (se aprobé un plan de defensa del continente disefiado por el Pen- tAgono, para ser aplicado por la Junta Interamericana de Defensa) no legitimaron la intervencién colectiva como pretendia Washington. México, Argentina y Guatemala contribuyeron, en gran medida, a suavizar o diluir varias cl4usulas propuestas por la delegacién norteamericana en este sentido, y se invocaron las reservas consti- tucionales de varios paises respecto del envio de tropas al exterior, las que debian obtener ratificacién parlamentaria y no podian estar sujetas a poderes supranacionales™. También las clausulas referidas a la venta de materiales estra- tégicos estuvieron condicionadas a otras que establecian condiciones de intercambio mas favorables para los paises latinoamericanos. La politica norteamericana en el continente, en este perfodo de la guerra fria, consiguié sélo en parte sus objetivos: para Washington, como surge de los documentos diplomaticos, América latina no se habia alineado decididamente con Estados Unidos en la emergencia. Ante esta situaci6n, y si bien Miller logré gestionar con éxito para Brasil un préstamo de emergencia de 300 millones de délares, concretado a fines de 1952, la administracién demécrata mantuvo una actitud de cierta dureza y reproche hacia los latinoamericanos. Ya Miller, en 1950, planteaba que “los paises del sur ignoran la guerra fria y que, sobre la base de la experiencia previa (la politica de buena vecindad), se dan demasiada importancia”. En Foreign Affairs, un vocero oficioso del subsecretario de Es- tado norteamericano, expresaba la impaciencia de los funcionarios del Departamento de Estado con América latina, adjudicando la conducta diplomatica de los paises de la regién a rasgos infantiles, “no madu- ros”, propios de lo que el secretario de Estado, Dean Acheson, Ila- maria una cultura “hispano-india”. Asi, hacia el fin del mandato de Truman, y en plena campafia electoral en el pais del norte, las relaciones Estados Unidos-América latina presentaban graves signos de deterioro. No es de extrafiar que el candidato republicano, Dwight Eisenhower, denunciara la falta de una politica latinoamericana, tema no frecuente en la agenda elec- toral. El futuro presidente sefialaba que Truman habia descuidado una regién que, en su conjunto, habia sido aliada en la Segunda 14 Cf, Lanus, Juan Archibaldo, De Chapultepec al Beagle. Politica exterior ar- gentina (1945-1980), Buenos Aires, 1984; Child, J., Unequal..., op. cit. 16 Rabe, S., Eisenhower..., op. cit., pags. 20 y 36. La POL{TICA NORTEAMERICANA EN EL MUNDO: 1949-1955 27 Guerra Mundial. “Una terrible desilusién —decia Eisenhower-— se ex- pande a través de Latinoamérica.” Estados Unidos habia renegado de sus promesas de cooperacién econémica con sus vecinos y el resulta- do era “la crisis econémica, seguida por un descontento popular ha- bilmente explotado por los agentes comunistas”. La “politica del buen vecino” se habia transformado en “una pobre politica de vecindad”"*. En realidad, el accionar del gobierno de Truman en el continente (reconocimiento de los regimenes de facto, actitudes intervencionistas, enfoque primordialmente militar de las relaciones) parecia tropezar con dificultades hacia 1952. El escenario latinoamericano habia cambiado después de 1950. Detras de aquella unanimidad diploma- tica en la que sélo asomaban tibias o aisladas disidencias, emergian nuevas realidades sociopoliticas que complejizaban el panorama. En Brasil, el retorno de Vargas a la presidencia, aunque no modificaba la relacién preferencial con el pais del norte, introducia en ella un factor de dureza en las negociaciones, pues el nuevo. gobierno. pre- tendia condiciones de mayor reciprocidad en el plano econémico para impulsar su programa de industrializacién. Por otra parte, Vargas buscaba diversificar sus relaciones econémicas internacionales au- mentando el comercio con Europa, a fin de equilibrar la influencia norteamericana”. En la Argentina, como veremos, el gobierno de Perén, luego de su fugaz acercamiento de 1950, con las misiones Miller y Cereijo, retorné a sus postulados de Tercera Posicién y a los acentos anti- norteamericanos de la posguerra, acosado por la crisis econémica, el recrudecimiento de las actividades de la oposicién y las dificultades existentes en su propio movimiento politico. En ese marco, el go- bierno peronista promovié la conformacién de un bloque de paises productores de materias primas para sostener los precios de sus productos en los mercados internacionales, abrié negociaciones para Ja concrecién de una unién aduanera con sus vecinos y desarrollé una campafia propagandistica en América latina, sobre todo a través del sindicalismo, fuertemente critica de los Estados Unidos (percibida en ese pais como un signo de la definitiva tendencia “neutralista” de la Argentina). En Chile, el reemplazo de Gonzalez Videla por el general Ibafiez del Campo anunciaba también el retorno de politicas mas naciona- listas (se legalizé, por ejemplo, el Partido Comunista Chileno) con una mayor afinidad con el peronismo. Por otra parte, la crisis eco- nomica desencadenada en Bolivia por la baja del precio del estafio, © Eisenhower's speech, 26/9 al 13/10 de 1952, (3) Folder Box 2, Speech Series, Whitman Papers, Eisenhower Library. Cf. Hilton, Stanley, “The United States, Brazil and the Cold War, 1945-1960: End of the Special Relationship”, en The Journal of American History, vol. 68, N° 3, diciembre de 1981, pags. 609-616; Moniz Bandeira, L. A., 0 Bixo Argentina-Brasil, 0 processo de integracao de America Latina, Brasilia, 1987, pags. 29-30. 28 Mario Rapoport y CLaupio SPIGUEL cuyo principal comprador era Estados Unidos, fue el escenario de una revolucién popular que aseguré en el poder al democraéticamente electo (e impedido de asumir su cargo por un golpe de Estado) Victor Paz Estenssoro. Esto abrié paso a la nacionalizacion de la minerfa, la reforma agraria y la disolucién del ejército profesional, causando, asimismo, serias preocupaciones en el pais del norte. El desplaza- miento electoral del presidente Galo Plaza, fiel aliado.de Washington, en Ecuador (reemplazado por Velazco Ibarra, de tendencias populis- tas) y, sobre todo, la yadicalizacion del gobierno de Jacobo Arbenz en Guatemala, que procedié a profundizar la reforma agraria de su an- tecesor, Arévalo, expropiando tierras de la United Fruit Company, completaban un panorama sumamente desalentador para Washing- ton. Todo esto colocaba a América latina en el movimiento mas ge- neralizado que sacudia al Tercer Mundo y que, a través de rebeliones populares (en algunos casos bajo direcci6n comunista), politicas na- cionalistas e, incluso, acuerdos 0 actitudes comunes en foros inter- nacionales (que culminarian con la conferencia de Bandung, de 1955), ponian en jaque a las potencias occidentales. Eisenhower tenia, pues, buenos motivos para prometer, como lo hizo en su campaiia electoral, una politica mas activa hacia sus ve- cinos del sur. Ya como miembro de la Junta de Comandantes en Jefe del Pentagono, el. ahora candidato republicano se habia manifestado partidario de reforzar la ayuda militar hacia América latina, pues consideraba al subcontinente como base estratégica principal de Es- tados Unidos en una guerra potencial. Al mismo tiempo, los desafios de la ‘nueva situacion internacional y hemisférica, asi como los inte- reses econémicos y politicos directamente involucrados, que presio- naban al Departamento de Estado, empujaban en la misma direccién. En este tltimo sentido, en el nuevo gobierno de Eisenhower van a expresarse grupos con fuertes jntereses en América latina, como el mismo secretario de Estado, Foster Dulles (abogado de firmas con intereses en la regién), John Moors Cabot, secretario asistente de Asuntos Interamericanos y accionista de la United Fruit Company, Nelson Rockefeller y el ex embajador en Cuba Guggenheim, que participaron activamente en distintas instancias de la administracién republicana y aportaron fondos para la campafia presidencial. El nuevo presidente norteamericano consideraba que el nacio- nalismo emergente era la fuerza’ mas dindmica en los asuntos in- ternacionales de la posguerra, y que el status quo de Occidente no podia preservarse haciendo abstraccién de este hecho, pero lo enfo- caba desde la politica anticomunista de la guerra fria. En conse- cuencia, se trataba de asegurar a América latina para el campo occidental; teniendo en cuenta los reclamos que Jos paises del con- tinente hacfan en cuanto a sus necesidades de desarrollo econémico y cambio ‘social. Segtin el secretario Foster Dulles, “en otras épocas éramos capaces de hacer pasar a América del Sur por el ‘exprimi- La POLITICA NORTEAMERICANA EN EL MUNDO: 1949-1955 29 dor’ de los malos tiempos y, cuando los tiempos mejoraban, todo volvia a’ su lugar, pero el problema ahora es que todo lo. que pasa por el ‘exprimidor’ se vuelve ‘rojo”!*. Los nuevos funcionarios del Departamento de Estado encontraban rasgos similares en América latina respecto de la situacién del Medio Oriente: tendencias hacia el nacionalismo econémico, el regionalismo y el rieutralismo que, conjugadas con una creciente influencia comunista, hacian peligrar ‘el acceso norteamericano a materiales estratégicos clave y retarda- ban la cooperacién militar. Esta nueva 6ptica suponia un cambio respecto de los pardmetros fijados por la administracién Truman unos afios antes. El comunismo ya no era una amenaza potencial sino también actual en América latina, como lo proclamaba el se- cretario de Estado Foster Dulles en su presentacién inicial ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado. Se trataba, segtin él, de un aparato muy bien organizado en la mayoria de los paises, que conflufa con un “movimiento fascista en el Cono Sur” (en clara re- ferencia a la Argentina) en su odio hacia los “yanquis”, constitu- yendo una amenaza al mundo occidental’? Este andlisis: guié la formulacién de los objetivos de la politica norteamericana hacia el area establecidos el 18 de marzo de 1953}en el NSC 144/1. El énfasis en la busqueda del desarrollo politico y econémico “ordenado” en funcién de las prioridades estratégicas — norteamericanas, aun con pautas mas pragmaticas y flexibles, man- tenia las lineas centrales de la diplomacia demécrata: combatir el comunismo y fomentar las inversiones extranjeras y el libre comercio. En verdad, los norteamericanos reconocian una base objetiva en las condiciones econémicas y.sociales del continente latinoamericano que hacfa comprensibles los impulsos reformistas llevados a cabo por varios gobiernos de la regién, pero consideraban que estas politicas debilitaban la propiedad privada y podian abrir el paso al comunis- mo. Se trataba de promover una evolucién social para evitar esta Ultima*eventualidad, afianzando los intereses globales de los Estados Unidos. A mediano plazo, al igual que con los démécratas, el aspecto que se revelarfa como uno de los mas conflictivos para asegurar el éxito de esta politica radicaba en que el reconocimiento de la nece- sidad de cambios no iba acompafiado de ninguna “ayuda” directa gubernamental significativa, segin reclamaban diversos gobiernos del hemisferio. Pero tampoco el flujo de inversiones privadas y el co- mercio con la regién produjeron cambios importantes en cuanto al fortalecimiento de las alianzas con Washington. Por el contrario, la revolucién cubana y otros acontecimientos de finales de la década de 1950 marcarian el fracaso, de las intenciones iniciales de la admi- nistracién Eisenhower. 1 Rabe, S., Eisenhower..., op. cit., pags. 29-30 Idem, pag. 31. 30 Marto Rapoport y CLaupio SPiGuEL E] dilema entre las percepciones y las politicas de los Estados Unidos hacia el nacionalismo latinoamericano era analizado con dramatismo por el embajador Paz, en un informe en que reproducia los andlisis de un articulo del The New York Times. En él se sefia- jaba al nacionalismo como un “mal que corroe toda Latinoamérica”, diciendo que el ejemplo mas destacado era el de Per6n, y remarcan- do el paralelismo existente con la situacién del Medio Oriente. El articulo afirmaba: “Es importante comprender que el nacionalismo existe aparte del comunismo y es un complejo y poderoso movimiento por si mismo”. No haber tomado en cuenta este hecho habia levado a que “en 1952 los Estados Unidos estén débiles, confundidos y emocionalmente exhaustos”. Comentando este editorial, el embajador argentino en Washington agregaba al respecto: “No obstante, quienes con una mano escriben que ‘es necesario comprender este hecho’, con la otra lo borran cuando Ilegan al terreno de la aplicacién practica de este principio (la comprensién del nacionalismo)””’. Sin embargo, los nuevos planteos en la politica latinoamericana de Washington tuvieron en un principio cierto éxito. Desde el co- mienzo de su gestién la administracién Eisenhower despleg6 una gran actividad diplomatica y politica hacia sus vecinos del sur. En el plano diplomatico la gira de Milton Eisenhower, hermano del Presi- dente, a diversos paises latinoamericanos, fue demostrativa de la nueva atencién brindada a la region. Se desarroll6 una activa cam- pafia oficial de propaganda anticomunista que, en el plano sindical, se conjugé con una activa oposicién a la influencia de la Confedera- cién de Trabajadores de América Latina, dirigida por el pro comu- nista Lombardo Toledano, y al ATLAS, organizacién fomentada por el peronismo, procurando promover la ORIT (Organizacién Regional Interamericana de Trabajadores), basada en el sindicalismo norte- americano de la AFL-CIO. En lo que se refiere a las relaciones militares, el nuevo gobierno asumi6 como propios los lineamientos fijados por la anterior admi- nistracién en la promocién de pactos bilaterales y de asistencia mi- litar. Se refirmaba asi una 6ptica que el propio Presidente habia apoyado antes de llegar al gobierno; si América latina se armaba, Estados Unidos podfa dedicar su atencién en el plano bélico a otras 4reas més conflictivas. Esta politica no supuso, de todos modos, un flujo de gran envergadura en materiales y equipos, dadas las priori- dades militares en otras 4reas, en particular en Indochina. En los hechos, los objetivos del andamiaje de pactos militares bilaterales eran mas politicos que militares, tal como en privado lo planteaban generales de Ja junta de comandantes y diplomaticos acreditados * The New York Times, 21/8/1952, citado por el embajador Paz en Paz a Re- morino, Washington, 29/8/1952, Informes Politicos 1951-1955, embajada en Wash- ington, AMREC. LA POLITICA NORTEAMERICANA EN EL MUNDO: 1949-1955 31 ante distintos gobiernos latinoamericanos. Se trataba de fortalecer a los ejércitos del drea manteniendo buenas relaciones politicas con ellos en funcién del peso que tenian en sus respectivos paises. Desde el punto de vista de la seguridad colectiva, la iniciativa diplomatica norteamericana desplegada en la décima conferencia in- teramericana de Caracas, de marzo de 1954, parecié llevar a su cul- minacién la estructuracién de un sistema militar multilateral. La resolucién anticomunista allf aprobada, que sirvié de justificacién luego para el apoyo brindado por los norteamericanos a los sectores que derrocaron al gobierno guatemalteco, sélo conté alli con la opo- sicién de este ultimo y las abstenciones argentina y mexicana. Foster Dulles legé a proclamar que la doctrina Monroe habia pasado a ser un pacto multilateral. En el mismo sentido se expresé el secretario asistente para Asuntos Interamericanos, Henry Holland, ante el Co- mité de Relaciones Exteriores de la Camara de Representantes del Congreso”). No obstante, los diplomaticos norteamericanos reconocieron en privado que la “resolucién” carecia de vitalidad. Aun cuando el cre- cimiento de la influencia polftica del comunismo en un pais era identificado con una agresi6n extracontinental, el propio desarrollo de la conferencia mostraba que el pafs del norte no habia podido con- vencer a América latina de boicotear o invadir Guatemala multila- teralmente o en forma unilateral. Foster Dulles sélo logr6é que se rechazaran 50 propuestas de enmiendas destinadas a debilitar la resolucién con el apoyo de los dictadores del Caribe y América del Sur. Por otra parte, todos los cancilleres dejaron explicito el derecho de cada pais a elegir su forma de gobierno y sistema econémico. Los aplausos al canciller guatemalteco Mevaron a los diplomaticos norte- americanos presentes a concluir que habia mas miedo a la interven- cién de Estados Unidos que al comunismo guatemalteco. Durante la crisis guatemalteca de mayo, esta realidad se hizo mas evidente en las vot&ciones de la OBA, donde Washington sélo pudo lograr una mayoria exigua para convocar a una reunién de cancilleres (que, fi- nalmente, fue cancelada ante la caida del gobierno de Arbenz y la asuncién de Castillo Armas). Las dificultades de Estados Unidos también existieron en las Naciones Unidas, donde otros paises occi- dentales, como Inglaterra y Francia, criticaron la intervencién nor- teamericana”. En el decisivo plano de las relaciones econémicas y comerciales interamericanas, la consigna de la nueva administracién de Was- hington fue “trade, not aid” (comercio, no ayuda). Una severa inter- 2 Inter-American Affairs, Session Hearings of the Committee, 1951-1956, vol. XVI, Historical Series, Washington, 1980, pag. 523. ® Rabe, S., Eisenhower..., op. cit., pag. 52. Ver también Paradiso, J., La era de las..., op. cit. 82 Mario Rapoport Y CLAupio SPIGUEL pretacién de esta formulacién, que presuponia que quienes desearan. obtener dinero norteamericano buscaran los capitales de ese origen, era desarrollada por la Secretaria del Tesoro, cuyo titular, Humprh- eys, sefialaba: “No debemos comprar amigos con. ayuda”, aceptando asi las concepciones predominantes entre los politicos “fiscalistas” mas conservadores, como el frustrado candidato Taft. Tal orientacién fue puesta una y otra yez en discusién dentro del gobierno. norteamericano frente a la presién de los reclamos de América latina que, particularmente con el fin de la guerra de Corea, padecia el efecto de un pronunciado deterioro de los términos del intercambio en. su balanza comercial por la caida en los precios de las materias primas y reclamaba “precios justos”, mayores eréditos y la eliminacién. de las politicas discriminatorias en el mercado norte- americano, posiciones fundamentadas en las doctrinas que comenza- ban a elaborarse desde la CEPAL por un. equipo. de economistas li- derados por Raul Prebisch. Todo esto obligé a Estados Unidos a aceptar la convocatoria de una conferencia a realizarse en Rio de Janeiro para discutir colectivamente los temas econdémicos. En el interior del gobierno norteamericano, pese a una intensa presién de organismos como el Departamento de Defensa o de cor- poraciones jnteresadas en la regién, como las que dirigian los Roc- \kefeller, que pretendian jncrementar la ayuda directa, siguidé. de to- dos modos predominando la orientacién inicial. Incluso el propio Cabot fue reemplazado por Henry Holland, abogado de varias cor- poraciones pero partidario de las tesis “fiscalistas”, quien realiz6é una gira por Latinoamérica en la segunda mitad de 1954, planteando a Jos gobiernos del area la necesidad de permitir el libre flujo de bienes y capitales privados, y desalentando cualquier posibilidad de asistencia econémica gubernamental. En consecuencia, la conferencia econémica de Rio de Janeiro, que sesion6 los dos ultimos meses de ese afio, no ofrecié resultados consistentes para la region, toda vez que Estados Unidos se abstuvo en todas las votaciones que iban en sentido contrario a su politica, como la propuesta de. creacién de un Banco Interamericano. El embajador de Brasil, Muitiz, daba, des- pués de la conferencia, una vision descarnada de lo que pensaban muchos latinoamericanos al concluir en una conyersacién con Ho- lland que Estados Unidos luchaba contra el comunismo en Asia y Europa con ayuda econémica, y en América latina con “métodos politico-policiales™. Sin embargo, la excepcién que confirma la regla fue la politica norteamericana hacia Bolivia, ejemplificando los aspectos pragmati- cos que pretendia imponer Bisenhower. En este caso, los Estados Unidos dejaron de lado la proclamada oposicién al nacionalismo y a Ja asistencia econdmica directa. Basandose en la aguda dependencia 23 Hilton, S., The United States, Brazil..., pag. 618. LA POLITICA NORTEAMERICANA EN El, MUNDO: 1949-1955 33 boliviana respecto de las compras norteamericanas de estafio, y en- frentando la posible radicalizacién de la vida politica de aquel pais’ como consecuencia de la revolucién de 1952, Washington acepté pa- gar durante un ajio el estafio a precios superiores a los del mercado, e inicié un programa de asistencia alimentaria y financiera logrando, , desde 1954, un realineamiento del gobierno del MNR con las posi- ciones diplomaticas norteamericanas y un progresivo abandono de las posiciones nacionalistas, por ejemplo, en el terreno petrolero™. De todas formas, la estrategia norteamericana hacia la region no podria impedir un creciente malestar, especialmente visible en la segunda mitad de la década de 1950, mientras que politicamente sus socios mds seguros pasaban a ser los gobiernos dictatoriales del continente (Odria, del Pert; Batista, de Cuba; Pérez Jiménez, de Venezuela; Trujillo, de Santo Domingo; y Stroessner, del Paraguay). Pero, a mediados de los ’50 el predominio econdémico y politico de los Estados Unidos en América latina parecia incontestado y la po- litica mas activa de Kisenhower hacia la regién lucfa como exitosa: Podian contabilizarse a favor de Washington la caida de Arbenz en Guatemala, el desplazamiento del varguismo en Brasil, la “modera- cién” de la revolucién boliviana y, en este contexto, el nuevo rumbo adoptado frente a la Argentina de Perén, que pasaremos a analizar a continuacién. 4 Cf. Rabe, S., Eisenhower...; Wood, Bryce, The Dismantling of the Good Neighbor Policy, Austin, 1985.

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