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LOS EXTREMOS

Vivo y muerto, salvaje y tierno.


Nervio y trueno, paz de ensueño.
Ojo abierto todo el tiempo.
Cielo raso, eterno ocaso
que amanece por si acaso
de tanto en tanto.

Lluvia y viento, sol, desierto.


Grito seco, desespero. Perro viejo.
Flor temprana, niño ingenuo
que disfraza el miedo con silencios.
Adentro, intenso. Afuera, hielo.
Dice blanco y piensa en negro.
Nada es cierto en su tormento,
pero es sincero su reflejo.

Fino y culto, hiriente y burro.


Cordero y lobo, su amor es odio
y su odio es oro de amor en polvo
que sana, cura, lava y estruja.
Su mente juega a inventar fantasmas,
la noche aplasta sus esperanzas.
Mas llega el día y resucita
como hace el Fénix de sus cenizas.

Tiene la fuerza de un toro bravo,


pero él no cree más que en fracasos.
Se piensa sucio, brutal estorbo.
No ha comprendido que es un tesoro.
¿Cómo sentirse él mismo viviendo en otros?

Su mano escribe tocando fondo,


pues nunca deja partir del todo
la causa misma de sus escombros.
El sexo alivia un poco sus penas,
alguna droga tal vez lo aleja
de la penuria de andar cargando
viejas maletas y más de mil vidas ajenas.

Devora el alma cuando se entrega


y si hace daño no es que quisiera.
La guerra acosa tras cada puerta,
pero en su cuarto la calma es ella.
Hoy en la luna lee su nombre
y hasta el infierno le sabe a cielo
porque en sus ojos se siente nuevo
y su sonrisa, como una veta,
le muestra aquello
que dista mucho de sus miserias.

Es fino y culto, hiriente y burro.


Todo en uno, conviviendo junto.
Tormenta y fuego, salvaje y tierno.
Siempre los extremos, nunca el punto medio.
© Lara Hum │ Libro: Mi columpio en la luna │ www.larahum.blogspot.com.ar

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