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NOVENA A LA DOLOROSA

¡Oh Madre Dolorosa, Madre de los afligidos, Madre de la Santa Esperanza! Yo vengo a Tí, a
contarte lo que me pasa: mi corazón está despedazado por el dolor. Mi alma está llena de
amargura y de tristeza. Siento ansias de muerte. Siento como que voy a sucumbir, bajo el peso
de tantas amarguras que me abruman y desconciertan. Mírame, Madre mía Dolorosa, con esos
tus ojos, llenos de misericordia. Tú sabes, por experiencia propia, lo que es sufrir, lo que es
llorar. Por eso vengo a Tí, me postro a tus pies, te llamo a socorro. Escucha el grito de mi
angustia. Escucha también el grito penetrante de todos los que son queridos a mi corazón. Sus
sufrimientos aumentan los míos. Sus necesidades pesan sobre mí. Yo nada puedo hacer por
ellos, pero Tú, sí puedes, Madre mía. A Tí clamamos, a Tí suspiramos, gimiendo y llorando, en
este valle de lágrimas. Óyenos, ayúdanos, consuélanos, fortalécenos.

Pero, si Dios quiere, que mi vida siga siendo un doloroso viaje, como fue la tuya, con lágrimas
en los ojos, con coronas de espinas y clavos en las manos y con espadas en el corazón; si Dios
quiere que mi camino sea ese, entonces, Madre mía, dame fuerza, dame valor, dame
constancia, dame paz, dame alegría en el dolor... Te pido este milagro. Así padeciste Tú en los
dolores que tu hijo te dió. Quiero imitarte, Madre mía. Quiero. Ayúdame. Fortaléceme. Dame
paz en el dolor. "Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, etc.". (Récese dos veces la salve,
a los dos ojos de la Dolorosa con que hizo el milagro).

¡Oh Madre Dolorosa! Has oído y consolado a tantos otros; óyeme, y consuélame a mí también,
si me conviene... Te pido Madre mía, por tu corazón herido con espadas, rezándote la oración
que más te agrada: "Dios te salve, María", etc. (Siete avemarías, a las siete espadas, pidiendo
interiormente lo que se desea conseguir).

Voy a seguir durante el día, pidiéndote lo mismo, oh Madre mía. Dame tu santa bendición.
Amén.

Concédenos 100 días de indulgencias.

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