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El 3 de febrero se rompió el ducto de líquidos de Transportadora de Gas del

Perú (TGP) en la quebrada de Kemariato, a 8 kms del punto de inicio en la


selva de Camisea. El reinicio del bombeo recién se produjo el 15 de febrero. El
problema más importante ha sido la afectación la seguridad energética porque
no se está construyendo el Gasoducto Sur Peruano (GSP). Veamos los hechos
y luego el fondo.
Se ha causado daños a la flora y fauna de la selva, como lo ha reportado el
Programa de Monitoreo Ambiental Comunitario del Bajo Urubamba. También
se ha perjudicado a las comunidades, que reclaman una indemnización y
afirman que si esto no sucede “hay el riesgo de que en los siguientes días se
cierren las válvulas de transporte de gas a la costa” (La República 18 de
febrero).
Se interrumpió el transporte de gas natural, que abastece a Lima y, sobre todo,
a las centrales eléctricas a gas (casi todas en Chilca) que proveen el 50% de la
electricidad. Y tuvieron que entrar en operación las centrales de “reserva fría”
(que usan diésel, más caro que el gas). Por ello, según el COES, en las horas
punta los precios “spot” del gas natural se decuplicaron, pasando de 50 a 500
soles el Megawatio/hora (ver www.otramirada.pe).

Rotura del gasoducto de TGP-


Camisea: Aquí no pasó nada
15. 02. 2018
Por:
Humberto Campodónico

Precisión-Corrección de Humberto Campodónico: En el séptimo párrafo de este


artículo se dice que el mayor costo que han tenido que pagar los consumidores
aparecerá en la próxima factura de electricidad. Ese párrafo debe ser reemplazado por
éste:
Por lo tanto, los consumidores “libres” han tenido que pagar la electricidad al
precio de las centrales diésel, más caras y menos eficientes, porque así lo
determina la metodología del costo marginal. Estos consumidores “libres”, en su
mayoría, grandes industrias, seguramente trasladarán ese mayor costo a los
precios de sus mercancías.
El pasado 3 de febrero el ducto que transporta los líquidos de gas de Camisea a la costa
sufrió una rotura en la quebrada Kemariato, distrito de Megantoni (Cusco), a 8
kilómetros del punto de inicio del transporte. Esta rotura causó daños a la flora y
fauna de la selva amazónica, como lo ha reportado el Programa de Monitoreo
Ambiental Comunitario del Bajo Urubamba (1).
Esta rotura tiene consecuencias de la más alta importancia, no solo para el medio
ambiente, sino también para la seguridad energética del país porque no se está
construyendo el Gasoducto Sur Peruano (GSP) pues no pudo lograr, en enero del año
pasado, el financiamiento requerido para la inversión.

Y, también, de manera directa sobre los consumidores, pues las tarifas eléctricas
subieron durante unos días. Asimismo, se puede constatar que los medios escritos han
informado muy poco sobre esta rotura, incluidos los canales de TV.

Vamos por partes. Al darse la ruptura, se afectó la producción de las centrales térmicas
que usan gas natural (la mayor parte situadas en Chilca) y que hoy representan casi el
50% del abastecimiento de electricidad del Perú. El consorcio que transporta el gas de
Camisea, TGP, está integrado por Enagás de España, Tecgas Camisea –que es el
operador a través de la empresa COGA- y SIPCO Perú, principalmente.

Por ese motivo, para cubrir todo el suministro de electricidad en las horas-punta (de 7
a 12 de la noche) se tuvo que recurrir a centrales que operan con diésel, que es mucho
más caro que el gas natural. Esto sucedió del 5 al 9 de febrero, siendo los días 5 y 6 de
febrero los más complicados.

Cuando operan las centrales hidroeléctricas y las de gas natural, el costo del
Megawatio/Hora en las noches (horas punta) varía entre 30 y 50 soles. Eso se aprecia
(en color verde) en el gráfico del COES-SINAC del 2 de febrero (lado izquierdo). Pero
en la noche del 6 de febrero se aprecia (en color rojo) que el precio ha subido y que el
costo de la electricidad fue 10 veces mayor: más de 500 Megawatio/hora (2).
Por lo tanto, todos los consumidores hemos tenido que pagar el consumo de energía al
precio de las centrales diésel, que son menos eficientes, porque así lo determina la
metodología del costo marginal. Ese mayor costo aparecerá en la próxima factura de
electricidad (3).
Como la rotura se produjo cerca del inicio del ducto (a 8 km), las cuadrillas lo pudieron
reparar en poco tiempo. Pero si se hubiera producido a distancias mayores y en
terrenos difíciles, habría tomado más tiempo repararlo, lo que hubiera implicado un
mayor costo para los consumidores.

No solo eso. Si la rotura no se puede reparar rápidamente, entonces la falta de gas


natural para producir electricidad podría llevarnos a una situación donde se tendría
que racionar el consumo de electricidad. Si ello llegara a suceder el costo por
Megawatio/hora sería al menos hasta 10 veces mayor que los 500 soles por MW hora
de las centrales eléctricas que consumen diésel.

Todo esto sucede porque hay un solo ducto de gas y un solo ducto de líquidos en todo
el tramo de 180 km en la selva, que es el más complicado. Por eso, los planes de
seguridad energética del país contemplan la construcción de dos ductos paralelos en la
selva, de manera que si alguno de los ductos principales se rompe en ese tramo,
inmediatamente entran en operación los ductos paralelos: en la jerga eléctrica se dice
que estos nuevos ductos “le dan redundancia” al sistema.

Eso es precisamente lo que contempla el proyecto del Gasoducto Sur Peruano, cuyo
nombre oficial es "Mejoras a la seguridad energética del país y desarrollo del
Gasoducto Sur Peruano". En su primera etapa, por tanto, se contempla que el GSP
otorgue la redundancia y, luego, prosiga su camino hacia Quillabamba y el Cusco,
llegando finalmente a la costa sur entre Arequipa y Moquegua. Pero como la
construcción del GSP está paralizada, no tenemos seguridad en el sistema.

No se debe confundir los problemas del GSP con la imperiosa redundancia,


indispensable para la seguridad energética. Asimismo, dicho proyecto es necesario
para que los pueblos del sur tengan gas domiciliario, GNV, gas para las industrias y,
sobre todo, para la industria petroquímica que permita avanzar hacia la
diversificación productiva. Hay, sin embargo, muchos enemigos del gasoducto, tema
sobre el que volveremos en un próximo artículo.

Un tema final: las roturas en los ductos pueden ocurrir, como lo demuestra el hecho
que dichos problemas se manifiestan también en países como EEUU, Francia,
Alemania, Japón y Holanda, entre otros. Dicho esto, el objetivo de las empresas debe
ser de “tolerancia cero” en rotura de ductos y pensamos que, tanto TGP y Petroperú
(que transportan el 95% del gas natural y el 100% del petróleo que se producen en el
Perú, respectivamente) persiguen esos objetivos.

Los organismos del Estado encargados de hacer cumplir esta política son el
Osinergmin y la Oficina de Evaluación y Fiscal Ambiental (OEFA). En el caso de la
rotura del ducto de TGP, sus informes han sido escuetos.

Nota aparte, y desaprobatoria, merecen la mayoría de los medios de prensa (no todos,
remarcamos): cuando se trata de la rotura de un ducto de Petroperú (el 95% ha sido
producto de causas naturales y de rotura deliberada por parte de manos ajenas),
entonces hay infinidad de primeras planas de los diarios, se envían periodistas a la
zona y los programas dominicales preparan sendos programas de larga duración para
mostrar la supuesta “ineficiencia” de la empresa pública.

Pero cuando se trata de una empresa privada como TGP, entonces, aparece el doble
rasero pues el silencio casi absoluto. Esa es la política del “no se oye padre”.

(1) Ayuda Memoria de verificación del derrame de líquidos de gas natural en el Río
Urubamba y Quebrada Kemariato, Camisea, 5 de febrero 2018 http://pmac-bu.org/
(2) http://www.coes.org.pe/Portal/MercadoMayorista/CostosMarginales/Index
(3) No hemos determinado aún este costo adicional para los consumidores.

La Dirección General de Hidrocarburos del MEM expidió una Resolución para


garantizar el abastecimiento en Lima con un orden de prelación. Primero los
domicilios, luego el GNV para los autos, después los regulados, luego las
empresas de generación eléctrica. Y así. Los más perjudicadas han sido los
clientes “libres” que compran “spot”: Alicorp, Backus, Cogorno, Lindley,
Cementos Sur, Gloria, Telefónica, entre otras. Si “trasladan” este sobrecosto a
sus precios habrá un impacto en los bolsillos de los consumidores.
También se afectó el suministro de GLP, motivo por el cual Petroperú realizó
dos importaciones para garantizar el mercado interno, además de enviar a
Talara, desde el Callao, su buque gasero flotante para que trajera GLP. Otrosí:
también se paralizó la exportación de LNG que produce Peru LNG en Pampa
Melchorita y que es realizado por Shell.
La pregunta del trillón: ¿puede la rotura de un tubo causar toda esta
emergencia? Y eso que la rotura se ha solucionado relativamente rápido
porque se produjo cerca del inicio. Si hubiera sido en un punto lejano y menos
accesible, se tendría que racionar el abastecimiento de gas natural. Ojo, esto
es riesgo mayor.
La respuesta: esto sucede porque hay un solo ducto de gas y un solo ducto de
líquidos en todo el tramo de 180 km en la selva. Por eso, los planes de
seguridad energética contemplan la construcción de dos ductos paralelos en la
selva, de manera que si alguno de los ductos principales se rompe, éstos
entran a funcionar. En jerga eléctrica: “le dan redundancia” al sistema.
Ese es el objetivo del proyecto Gasoducto Sur Peruano, cuyo nombre oficial es
"Mejoras a la seguridad energética del país y desarrollo del Gasoducto Sur
Peruano". En su primera etapa el GSP otorga la redundancia y, luego, sigue al
Cusco, llegando a la costa entre Arequipa y Moquegua. Pero su construcción
GSP está paralizada desde enero pasado porque Odebrecht no pudo conseguir
los préstamos para financiarlo.
Muy importante: no se debe confundir los problemas del GSP con la
indispensable seguridad energética. Asimismo, el GSP es necesario para que
los pueblos del sur tengan gas domiciliario, GNV, gas para las industrias y,
sobre todo, para la industria petroquímica que permita avanzar hacia la
diversificación productiva. Dicho esto, el GSP tiene muchos enemigos que, por
razones particulares, se oponen a una nueva licitación.
Las roturas pueden ocurrir, como en EEUU, Francia, y Alemania. Pero el
objetivo debe ser “tolerancia cero” y pensamos que, tanto TGP y Petroperú
(que transportan el 95% del gas natural y el 100% del petróleo,
respectivamente) persiguen esos objetivos. De su lado, los organismos del
Estado encargados de hacer cumplir esta política son el Osinergmin y la
Oficina de Evaluación y Fiscal Ambiental (OEFA). En este caso, sus informes
han sido muy escuetos.
Nota final, y desaprobatoria, merecen la mayoría de los medios de prensa:
cuando se trata de Petroperú (el 95% de las roturas ha sido por manos ajenas
y por causas naturales), abundan las primeras planas, los periodistas en la
zona y los programas dominicales preparan sendos reportajes para mostrar la
supuesta “ineficiencia” de la empresa pública. Pero cuando se trata del ducto
de una empresa privada que afecta ni más ni menos que la seguridad
energética del país, cero balas.
Más allá del doble rasero, el tema central es saber si el gobierno hará algo para
garantizar la seguridad energética, lo que implica reanudar la construcción del
GSP. La cosa está verde, como veremos en un próximo artículo.

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