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Pontificia Universidad Javeriana

Facultad de Comunicación
Carrera de comunicación social
Seminario: Comunicación y cultura
Nicolás Ulloa
Ana Carolina Tapias
María José Gonzáles
Silvia Herrera
21 de Octubre 2013

Valores sociales, procesos afectivos y construcción de la realidad


social en la serie Gossip Girl
Percepción, mediación y realidad social

Cuando hablamos de la realidad social, hablamos de todos aquellos elementos que problematizan
y constituyen un conjunto de vidas humanas dentro de un espacio determinado. En otras palabras,
la realidad social es como la estructura, los pilares de un edificio a partir de los cuales se
construyen las distintas subdivisiones dentro del mismo, es decir, los cuartos, los apartamentos,
las escaleras y pasillos para llegar a ellos. Así como no se puede pensar en un cuarto aislado del
apartamento del que hace parte ni de las columnas de concreto que sostienen el edificio entero,
no se puede pensar un sujeto fuera de sus relaciones personales (familia, amigos, pareja) ni de su
contexto social y cultural.

El lector ya intuirá que la diferencia entre mi analogía del edificio y la realidad social es que la
primera es un objeto concreto fácilmente identificable mientras que la última se construye a partir
de hechos que generan reacciones y dinámicas complejas no del todo concretas, lo que las hace
más difíciles de percibir que la estructura y la forma del edificio. La diferencia principal no es
únicamente esa, además de ello, la realidad social se construye a partir de mediaciones
abstractas, las cuales afectan la manera en que los seres humanos comprenden la realidad. Por lo
tanto, la estructura de la realidad social se forma en una dimensión abstracta pero que afecta la
realidad concreta.

De aquí surgen muchas preguntas –muchas que el lector mismo tal vez ya ha anticipado- como
por ejemplo: ¿Cómo se articulan ambas dimensiones? ¿Cómo las mediaciones abstractas
resultan en realidades concretas? O la más importante que deberíamos hacernos ¿Qué son las
mediaciones abstractas?

Las mediaciones abstractas son aquellos dispositivos que construyen realidades paralelas mas no
son tangibles en sí mismas (Martín Barbero, 1987; McLuhan, 1996). El primero de estos
dispositivos vendría siendo el lenguaje, este ayudó al ser humano a construir esquemas
cognitivos, a abstraer la realidad a partir de la equivalencia de signos y significantes (por ejemplo:
“vaca” y su equivalencia con aquellos seres que poseen un conjunto de características
determinadas que los constituyen como “vacas”), a comunicarse e intentar comprenderse unos a
otros y, lo más importante, a subjetivar la experiencia humana y darle sentido a su existencia.
Gracias a la subjetivación de la experiencia a través del lenguaje, surge el “yo” o el “ego” (Freud,
1984) -que más tarde será investigado por el psicoanálisis-, este construye mundos imaginarios y
califica las experiencias. Es a partir de estos dos elementos que el ego forma su expectativa
acerca de la realidad, es decir, el ego construye su percepción de la realidad a partir de sus
sensaciones – que conoce gracias a la experiencia-, por medio de ellas crea experiencias
imaginadas las cuales son su marco de referencia y su relación con la realidad (Freud, 1984).
Paradójicamente, es también gracias al lenguaje que surge la comunicación, el entendimiento de
las emociones ajenas y una manera de intercambiar experiencias sin necesidad de vivirlas; estos
factores llevaron a la asociación de grupos humanos que más tarde terminaron convirtiéndose en
la consolidación del estado nacional moderno. He aquí nuestro tercer dispositivo mediador de la
realidad: no el estado nacional en sí sino la constitución que lo consolida como tal, es a partir de
los estatutos escritos en la constitución que los seres humanos son finalmente capaces de formar
verdaderas macro estructuras sociales coordinadas y organizadas entre sí. En otras palabras, lo
que se logra es la construcción de la realidad social por medio de una serie de pautas escritas
(también conocido como el contrato social) que tienen que ser cumplidas por todo aquel que
quiera ser parte de dicha sociedad humana.

Por último, tenemos los medios masivos de comunicación y las nuevas tecnologías. Las nuevas
tecnologías alteran la percepción que el ego tiene de la realidad social, son extensiones de sus
sentidos (McLuhan, 1996). Desde las teorías de McLuhan (1996) -el medio es el mensaje-,
pasando por la de Martín Barbero (1987) –los medios son dispositivos que median la cultura y la
realidad social- y la de Castells (2006) –la sociedad red sitúa la socialización, las luchas sociales y
los mecanismos de organización de una sociedad en un espacio abstracto-, explican y
conceptualizan el impacto que los medios y las nuevas tecnologías han tenido tanto en la
percepción que el ego tiene de la realidad como su impacto en la construcción colectiva de la
realidad social. En última instancia, lo más importante y el factor que cohesiona estos cuatro
dispositivos es la capacidad que tienen para construir realidades y crear sentidos, esto es, de
modificar y reinventar el constructo ontológico, la manera de ser y estar, en el mundo, de una
sociedad.

La serie televisiva Gossip Girl y su influencia en la realidad

Ahora retomaremos una de las preguntas que anteriormente nos hicimos: ¿Cómo las mediaciones
abstractas resultan en realidades concretas? Mi propósito es responder a dicha pregunta a partir
de un caso específico, el de la serie norteamericana Gossip Girl y su influencia en las mujeres de
los estratos 5 y 6 entre los 20 y los 23 años de edad de la ciudad de Bogotá.

La trama de la serie ocurre en el “Upper East side” un barrio de clase alta en Nueva York. Los
protagonistas: Blair, Serena, Dan, Nate y Chuck son un grupo de niños adinerados –a excepción
de Dan- cuyas vidas se desarrollan alrededor del dinero, el sexo, el drama, las drogas y la
popularidad. Todos ellos estudian en la misma escuela privada de Manhattan, lugar donde se
desarrolla buena parte de la serie. A partir de sus relaciones familiares, de pareja y sus amistades
ocurren una serie de situaciones que son capturadas por una serie de anónimos y publicadas en
un blog.

En la primera parte del estudio, me propongo analizar –desde el psicoanálisis, la semiótica y la


sociología- las relaciones familiares, conyugales y las amistades que construyen Serena y Blair, y
cómo estas afectan y reflejan sus valores éticos, sus estilos de vida y sus identidades como
mujeres.

En primera instancia, lo que constituye a un sujeto es: (1) su historia personal, (2) el espacio en el
que se desenvuelve, (3) su relación con los “otros” con que interactúa y (4) los códigos por medio
de los cuales construye el sentido de su mundo. Por consiguiente, hay que comprender esos
cuatro factores cómo se desarrollan y entrelazan en las vidas de Blair y Serena. Para ello es
imprescindible descifrar, por medio del acto psicoanalítico, las relaciones que Blair y Serena tienen
y tuvieron con sus padres, porque al dilucidar dichas relaciones podremos comprender por qué
actúan y se relacionan de la manera en que lo hacen con sus parejas y amigos. Después de haber
comprendido estas relaciones podremos proseguir a analizar la relación que ambas mujeres
tienen con su hábitat social y como este cumple un papel importantísimo a la hora de descifrar los
códigos por medio de los cuales construyen su sentido de ser en el mundo y se relacionan con el
otro.

Psicoanálisis de Serena y Blair

Serena van der Woodsen es hija de Lily van der Woodsen, su padre, David van der Woodsen, la
abandonó cuando era pequeña. Este primer dato que tenemos es fundamental para comprender
la construcción del personaje de Serena. Cuando una niña es abandonada por su padre a
temprana edad pierde su objeto sexual y junto a eso otra serie de elementos esenciales en su
formación; como el modelo de relación que la niña va a establecer en su madurez con otros
hombres y el horizonte de moralidad a partir del que se regirá toda su vida, esto es, los valores
éticos.

Como consecuencia, la niña, que ha perdido a su objeto sexual, retrae la carga libidinosa -que
debería estar proyectada hacia el padre- y la proyecta hacia sí misma, es decir, la carga de la
libido objetal pasa a la del yo. Esto lleva a la niña, ahora adolescente, a tener relaciones de pareja
efímeras puesto que la mayor parte de la carga libidinosa se encuentra en la libido del yo (Freud,
1935). En cuanto al padre como modelo de autoridad, se me objetará que la madre también puede
ser un modelo de autoridad. Sí, claramente pero en el caso de Serena vemos que su madre nunca
lo fue. En uno de los primeros capítulos de la primera temporada Lily le dice a Dan –el entonces
novio de Serena-: “Te confieso que al principio no me agradaste, pero desde que mi hija está
contigo llega antes de las doce y sin una gota de alcohol en su cuerpo, sus notas han subido y
parece estar concentrada en lo que quiere”. Esto demuestra la imposibilidad que Lily tiene para
imponer un modelo de autoridad, lo que nos lleva a la siguiente consecuencia del abandono del
padre de Serena.

La falta de un modelo de autoridad se hace más clara si analizamos el perfil de Serena y la vida
que llevaba antes de conocer a Dan. Era una vida llena de excesos: droga, fiesta y sexo. Este es
el signo típico de la falta de un modelo de autoridad; como de niña no tuvo una noción clara de
“qué está bien y qué está mal”, y a causa también de su pronunciado narcicismo, Serena
construye una filosofía de vida basada en el hedonismo y la autosatisfacción (Freud, 1935), es
decir, pierde el norte por completo, lo que finalmente la lleva a una especie de angustia
existencial.

Esta angustia existencial proviene del “no saber quién soy porque no tengo valores que me
anclen y den sentido a mi vida”; en otras palabras, el “anclarse” es el no haber tenido un modelo y
unas pautas a seguir, el no haber tenido un modelo para relacionarse con el otro del sexo opuesto
y tener una relación significativa (con un significado más complejo que el mero placer del coito).
Esta angustia existencial se ve reflejada en la razón por la que Serena se va a Connecticut -que
se revela en los últimos capítulos de la primera temporada-. Resulta que Serena, después de
haberse acostado con Nate (el entonces novio de su mejor amiga Blair), se va a la casa de un
chico donde la espera su amiga Georgina, allí consumen cocaína y el adolescente, dueño de la
casa, muere de un paro respiratorio. Luego, Georgina la persuade de no decir nada a las
autoridades ni a sus padres y Serena huye a Connecticut para escapar de su pasado.

Por su parte, Blair Waldorf es hija de Harold Waldorf, abogado, y Eleanor Waldorf, diseñadora de
modas. Su padre se declara homosexual y se va a Paris a vivir junto a su nuevo compañero, esto
crea una serie de repercusiones negativas en el comportamiento de Blair. Según la información
que aporta la serie, Blair creció en un ambiente aparentemente normal excepto por una cosa.
Eleanor desde un principio sabía de la orientación sexual de su esposo, sin embargo por el bien
de Blair mantiene el matrimonio con Harold hasta que lo obvio no puede permanecer escondido.

Basándonos en esta evidencia, Blair fue criada en un matrimonio donde su madre amaba
profundamente a su padre, pero este segundo no sentía lo mismo por ella, este hecho va a ser un
factor determinante en su personalidad. Los niños en su primera infancia copian lo que ven con el
fin de construir un modelo ético para relacionarse con el mundo, este modelo lleva a la escisión
del yo, es decir, tienden a binarizar todo (Jung, 1983): “la niña hizo esto; por lo tanto, la niña es
mala”. “La niña hizo lo otro; por lo tanto la niña es buena”. Si la niña, en la etapa que está
construyendo dicho modelo, observa constantemente que su padre no ama a su madre y su
madre ama a su padre pero lo resiente porque este no le ama de vuelta va a introyectar tal modelo
como el correcto. En otros términos, la niña va a entender el afecto como el “no afecto”, esto
quiere decir que cuando la niña crezca va a buscar reproducir un modelo donde ella
–interpretando el papel de su madre- va enamorarse de un hombre que no la ama.

Este tipo de modelos se ven claramente en los neuróticos que inconscientemente se resisten a
dejar al padre o la madre -dependiendo del caso- como objeto sexual y, a causa de ello,
desarrollan un súper ego excesivamente severo con el yo, el cual, movido por la culpa, cree
merecerse aquel castigo y, por ende, sigue reproduciendo dicho modelo. Obviamente el neurótico
nunca va a aceptar tal juicio conscientemente, esa es la maldición del neurótico (Freud, 1935;
1984). En el caso de Blair este signo se ve reflejado en sus relaciones, primero se enamora de
Nate, que le es infiel con Serena, y luego de Chuck, que la deja por querer estar con otras mujeres
sin compromiso alguno. En el caso de la neurosis se ve con los indicios de bulimia.

Al mismo tiempo, además de tener dichos rasgos tan marcados de neurosis, Blair muestra un alto
grado de narcisismo que se manifiesta de un modo distinto que el de su amiga Serena. Blair, a
diferencia de Serena, piensa que su vida es documentada por una especie de panóptico que en
vez de verlo todo, ve todo lo relacionado con ella o como lo explica Bauman, ahora en vez del
panóptico de Bentham y Foucault hay una cámara que sigue la vida de unos pocos y es mirada
por la gran mayoría (Bauman, 2006). En la vida de Blair, esta idea se cumple pero ella es una de
las pocas personas que es seguida por la cámara y es observada por la gran mayoría, esto es un
claro signo del narcisismo encarnado en una fantasía infantil, esto es, el exhibicionismo (Freud,
1966). En el capítulo trece de la primera temporada (7’25’’) Serena sostiene un diálogo con Blair
donde Blair cree que su vida es observada por la comunidad entera de Manhattan y Serena le
dice: “relájate, el mundo no gira alrededor tuyo como te imaginas”. Es así como se desarrolla la
historia de la serie, donde Blair, Serena, Nate, Chuck y Dan son seguidos por una cámara
anónima –que es el ojo de toda la comunidad de Manhattan- que construye su mundo narcisista.
Literalmente es como la fantasía de todo narcisista hecha realidad.

Las relaciones humanas, el otro y los espacios de interacción social

Asimismo, hay una fuerte tendencia a hacer de la tecnología un fetiche. Empezando por el blog de
“Gossip girl” que se dedica a seguir la vida de los chicos ricos y populares. Todo el mundo está
inscrito al blog y a todos les llegan notificaciones de las últimas novedades que han subido a este.
Esto dilucida un factor fundamental de la era contemporánea que es que todo está en constante
movimiento y ante tal incertidumbre el ser humano tiende a buscar un sedimento estable del que
aferrarse (Bauman, 2005). Como el único elemento es la tecnología en sí –ni siquiera los
dispositivos que la materializan- el individuo se ve obligado a idealizar y fetichizar la tecnología y
junto a esta a sí mismo.
Adentrándonos en las relaciones que construyen los personajes en la serie y su similitud con la
realidad, nos encontramos con la noción de movilidad y con el concepto de individualidad. Tal
como lo dice Bauman, el celular es para gente móvil (Bauman, 2003), afirmación que tiene dos
efectos claros. En primer lugar, que la tecnología siempre está en movimiento y las novedades
son algo efímero; y el segundo -que se desprende del primero- si la tecnología tienen un efecto en
las relaciones humanas, entonces ellas las están transformando en algo nuevo, esto es, en algo
efímero. He ahí la esencia de las relaciones contemporáneas descritas por Bauman y reflejadas
claramente en el núcleo bajo el cual se desarrolla la serie.

Las relaciones humanas son efímeras, buscamos mantener al otro alejado ¿Cómo? Con las
nuevas tecnologías. Bauman las denomina relaciones de bolsillo que dependen únicamente del
individuo, una vez alguna de las dos partes no encuentre conveniente mantenerla la relación se
acaba, no hay compromiso, ni lealtad, ni honestidad, ni incondicionalidad, son instantáneas y
están diseñadas para durar un muy corto plazo (Bauman, 2005). Tal como la amistad entre
Serena y Blair, que cae en constantes altibajos. Para empezar, Serena se acostó con el novio de
Blair -por las razones que ya expusimos en el psicoanálisis de Serena-, luego Blair intentó
vengarse inventándose que Serena era drogadicta, después de eso se reconcilian. Sin embargo,
su amistad sufre constantes peleas debido a la fragilidad del vínculo entre ambas y la falta de
compromiso y honestidad.

Exactamente lo mismo ocurre con las relaciones que se establecen en la escuela secundaria. Blair
tiene un grupo de seguidoras, ella es considerada la líder por su belleza, sensualidad y pureza.
Más tarde es destituida por la hermanita menor de Dan, Jenny; la razón por la cual Blair es
destituida es porque las amigas descubren que se acostó con Chuck y después con Nate, lo que
destruye la idealización de los valores que sus amigas creían que identificaban a Blair. Sin
embargo, esto muestra una idea de los valores sociales un tanto hipócrita puesto que cuando Blair
aún era la más popular salía con las amigas a bares y aunque no estaba el acto sexual en sí
explícito sí había insinuaciones y actos, por parte de todas las niñas, que incitaban al sexo.
Asimismo, aunque no se diga explícitamente, gran parte de la idealización de Blair era por su
atractivo, por ser deseable para los hombres.

Así, vemos como las relaciones entre amigos, en la serie, se construyen con base en unos valores
hipócritas que todos incumplen bajo la mesa pero cuando sale a la luz pública todos se sienten
indignados contra aquel que los infringió. De igual manera, estas relaciones llevan la marca de la
conveniencia de las relaciones de bolsillo y de la movilidad constante.

Bauman explica que los vínculos humanos están cambiando porque la manera en que
concebimos las relaciones de parentesco han cambiado. Ahora –explica Bauman- los dictámenes
del mercado dominan todas las instancias de lo humano, incluso el formar una familia y tener un
hijo constituye un objeto de consumo (Bauman, 2005). El fin del objeto de consumo es satisfacer
un deseo, una necesidad o las ganas del consumidor, cuando se tiene un hijo, hoy en día, se
desea por el placer que produce vivir la experiencia de ser padre. No obstante, como cualquier
otro bien de consumo, el comprar el objeto produce una satisfacción efímera, es por ello – nos
dice Bauman- que las crisis maritales posparto son fenómenos que se han empezado a dar en
nuestra era contemporánea.

Sin embargo, cuando se compra un producto, este se mide a partir del nivel de expectativa que se
tiene del mismo y su costo –esto es, el esfuerzo que hizo el consumidor para pagar el bien
adquirido-. En el caso de los hijos, se cumple la misma lógica, se espera que el hijo responda
frente a sus responsabilidades, si se le paga una buena educación se espera que el hijo consiga
un buen empleo y sea alguien distinguido, por dar un ejemplo. En la serie observamos
exactamente la misma lógica incluso más marcada. Al principio de la primera temporada, el padre
de Nate le exige a él que se comprometa con Blair para poder cerrar un negocio, muy prometedor,
con los padres de Blair, esto es, que el producto cumpla con las expectativas que tiene el
consumidor sobre el mismo. “He sacrificado mucho por esta familia” le dice su padre a Nate, “y tú
¿Qué has hecho por esta familia además de sacar malas calificaciones y tener un bajo
rendimiento escolar?”. Aquí se dilucida aún más claro la anterior afirmación que es, en otras
palabras: ¿Qué has hecho, como producto, para cumplir mi expectativa como consumidor?

Si observamos detenidamente en el mundo perfecto narcisista de la serie nunca encontraremos


un “otro” amenazando romper la calma del lugar. Lo más parecido al “otro” que aparece en la serie
son Dan Humphrey y su hermana Jenny, ambos viven en Brooklyn con su padre en un barrio de
clase media, no llevan la vida glamurosa de los demás personajes, son gente sencilla. No
obstante, Dan y Jenny representan algo más importante que eso en la serie porque al ser los
únicos extranjeros del “Upper East side” son los únicos que no construyen su mundo con base en
los mismos códigos y valores que el resto y es su lucha por apropiarse de esos códigos
manteniendo sus viejos valores que le otorga cierta dinámica distinta a la historia.

La figura de Dan y de Jenny es el símbolo de lo otro, los valores tradicionales que han sido
olvidados y dejados atrás. Dan y Jenny buscan encajar, sin necesidad de olvidar su identidad, en
la sofisticada y glamurosa comunidad de Manhattan. Tal es el dilema que sufre Jenny en la
primera temporada cuando es consumida por el estilo de vida de las chicas de la alta sociedad de
Manhattan. Jenny empieza una guerra de poder contra Blair, esta la ciega hasta tal punto que
empieza a olvidar aquellos valores con los que se identificaba y a perder el respeto de su padre,
estos sucesos la llevan a recapacitar y a dejar atrás la compañía de Blair y sus amigas. Este juego
de poder es, de alguna manera, el juego de: “que tan bajo puede caer el ser humano”. En otras
palabras, el juego muestra la naturaleza más oscura del ser humano de la que hablaba Freud y –
como expone Bauman (2005)- el límite entre el principio de realidad y el principio del placer se
está desdibujando en nuestra sociedad contemporánea, ahora las formas perversas de sexualidad
no se distinguen de las sanas.

De igual manera, Dan le devuelve el norte y la estabilidad a Serena, al menos temporalmente. Es


como el Fausto de Goethe (Berman, 1988): al Dan llegar a la comunidad del Upper East side
transforma ciertas pautas y actitudes insanas pero al transformar su entorno, él también es
transformado por este mismo. Así, se construye una relación donde se juega la reintroducción de
ciertos valores tradicionales al mundo contemporáneo y la transformación de los mismos para
lograr sobrevivir dentro de la postmodernidad. Entonces el lector se preguntará: ¿Hasta qué punto
pueden ser transformados aquellos valores sin que se distorsionen y pierdan sentido?

Al mismo tiempo, la figura de Dan y de Jenny es la representación de la diferencia. Son los únicos
que no son como el resto de los habitantes de Manhattan y por ello son discriminados y
humillados. Claramente lo que la serie muestra es que no hay un reconocimiento del otro, las
élites, padeciendo su complejo de narciso, son incapaces de sensibilizarse ante el otro. Es aquí
donde se ve la función de los lugares émicos. Todos los sitios que frecuentan en la serie son
émicos, excluyen la diferencia, todo aquel que aparece es semejante y viste igual que los
protagonistas –a excepción de los choferes, meseros, empleadas, etc. Que son despojados de su
humanidad y tratados como meras herramientas-.

Feminidad, sexualidad e identidad

Más allá del debate acerca de la igualdad de género y el constructo cultural que se le otorga a la
condición biológica de la sexualidad (Bauman, 2005), lo relevante es determinar cómo los
individuos construyen su identidad sexual a partir de la multiplicidad de identidades sexuales
disponibles. En un mundo donde todo es efímero la sexualidad no puede permearse de dicha
característica, ahora la sexualidad es algo transitorio. Gracias a los avances científicos y médicos
un hombre puede quitarse el pene y hacerse una operación para ponerse una vagina o puede
simplemente vestirse como una mujer sin necesidad de cambiar de preferencia sexual ni alterar su
naturaleza sexual, es decir, la sexualidad es un producto más en el mercado que depende del
libre albedrío del consumidor.

Este tipo de tema no es tan tratado en “Gossip Girl”. Durante la primera temporada el hermano de
Serena se declara homosexual y causa una gran conmoción dentro de la comunidad pero además
de eso no se suele tratar con la transexualidad o el travestismo. No obstante, la idea de feminidad
y sexualidad es, en su mayor parte, un factor esencial en la serie. La manera en que aparecen las
mujeres son explícitamente sexuales.

Por ejemplo: tenemos a Chuck Bass, el estereotipo del mujeriego, que en casi todos los capítulos
de la primera temporada -que no está en busca de Blair- está con una, dos o tres mujeres
distintas. Esto es la objetivación del placer encarnado en la mujer, es decir, la mujer ya no es
sujeto que siente, piensa y obra según su voluntad sino un objeto de placer. Tal como lo
mencionamos anteriormente, el principio de realidad se entremezcla con el principio de placer y
cada vez es más difícil reconocer la diferencia (Bauman, 2005).

De esta manera, podemos dilucidar la forma en que se objetiva el sexo como un producto más en
la cultura del consumo. Bauman cita al sexólogo Segusch:

“Cuando el sexo significa un evento fisiológico del cuerpo y la sensualidad no evoca más que una
sensación corporal placentera, el sexo no se libera de sus cargas supernumerarias, superfluas,
inútiles y agobiantes. Muy por el contrario, se sobre carga” (Bauman, 2005, P.69).

En otras palabras, cuando el instinto sexual se desliga del instinto del yo y la sexualidad se
fundamenta únicamente en el placer del orgasmo, el instinto sexual queda sin riendas y el yo
sigue buscando la satisfacción, que normalmente obtendría en la convivencia de una relación, en
la sexualidad. Esto lo lleva a un círculo vicioso que solo alimenta más y más la sexualidad hasta el
punto en el que el yo pierde el sentido de ser y existir, fenómeno común en la ninfomanía y otras
patologías semejantes. En este orden de ideas, la construcción de la identidad sexual de la mujer
en “Gossip Girl” se forma, en cierta medida, en una patología, esto es, una desviación de la
sexualidad.

El concepto de moda en la serie expone, de igual manera, la objetivación de la identidad sexual de


la mujer. Sin embargo, también delata el deseo cumplido del narcisismo femenino, donde, al igual
que en el sadismo, el sujeto se convierte en objeto pasivo, es decir, desea ser observado, desea
ser objeto de deseo del otro y, asimismo, le resulta placentero el someterse a las fantasías
sexuales del otro. Esto se pone en evidencia en el capítulo en que Eleanor escoge a su hija como
la nueva cara de su nueva línea de ropa, Blair se siente halagada y complacida al saber que va a
salir en las portadas de las revistas de moda más importantes de Nueva York.

De igual manera, vemos que además de tener toda esta carga sexual, la moda es un símbolo de
apropiación y distinción de las clases altas. De hecho, es la razón por la que Jenny y Dan suelen
ser discriminados. Como en la primera temporada cuando Jenny roba un vestido para poder ir a
un evento social de la comunidad del Upper East side.

En última instancia, vemos como en la serie se reflejan ciertas construcciones de la realidad social
y sus problemáticas más profundas. Como se mostró hasta este punto, los problemas sociales
tienen un origen, en su mayoría de casos, de talante psicológico; estos se cuela en las estructuras
profundas del entramado sociocultural y va invadiendo poco a poco desde las instancias micro
sociales hasta llegar a las macro sociales. Por ende, nuestra hipótesis es que, si se comenzara a
trabajar desde los problemas psicológicos subjetivos se lograría un verdadero cambio social
duradero. Claramente, las problemáticas sociales son mucho más profundas y hay que entender
que el andar de la libido está supeditado a los dictámenes sociales, las necesidades biológicas,
los entramados culturales y otras instancias de la vida humana hasta llegar al debate de si la
ontogenia reproduce a la filogenia el cual termina cayendo en un argumento circular, en fin...Todo
esto no es una solución hipotética únicamente para la serie de la WB sino también para las
problemáticas de la realidad social –tal como se analizará en la última parte del trabajo-.

Bibliografía

 Freud, Sigmund (1984); Esquema del psicoanálisis y otros escritos; Trad. López
Ballesteros, Luis, Alianza editorial, Madrid.
 Freud, Sigmund (1935); Psicología de las masas y análisis del yo; Ercilla; Santiago de
Chile.
 Freud, Sigmund (1966); La interpretación de los sueños; Círculo de lectores, Barcelona.
 Jung, Carl Gustav (1983); Teoría del psicoanálisis; Editora Virgen de Guadalupe;
Barcelona.
 Bauman, Zygmunt (2005); Amor líquido; Fondo de cultura económica; México.
 Berman, Marshall (1988); Todo lo sólido se desvanece en el aire; Siglo veintiuno editores,
Madrid.
 McLuhan, Marshall (1994); Comprender los medios de comunicación; Paidós, Barcelona.
 Martín Barbero, Jesús (1987); De los medios a las mediaciones; Editorial Gustavo Gili S.A,
Barcelona.

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