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FILOSOFIA BEG \AS NAGEL . ns mentes a triticos 1969-1994 fo) LosonA segtin la cual, si bien los fenémenos mentales son. no analizables, ni en términos de la conducta ni eta cosa respecto del cuerpo, estén esencialmente conectados con el cuerpo yentre si, La manera de acercarnos lo mas posible a una definicion de estos conceptos es descubrir sus conexiones esenciales. ¥ esto no es lo mismo que reducir los contenidos de Ja mente a espacios en blanco dentro de la red de circunstan- cias corporales y manifestaciones, con los cuales se encuen- tran epistémicamente 0 causalmente relacionados. Un dolor de cabeza es tan real como un golpe en la cabeza. 10 Searle: Por qué no somos ordenadores?’ Bate ensayo fue originalmente una resefia de ‘The Rediscovery of the Mind (ALL. Press, 1992), de John Searle. Aunque Searle y vo rptamos de acuerdo en muchas cosas, no creo que sea posible dis- fingutr ou solucion antirreduccionista del dualismo de propiedad. TTenpoco ereo que pueda ser un hecho bruto de la naturaleza que Jae hropiedacle de orden superior del sistema nervioso sean pro- ducidas por las particularidades de su o} siogutmica. La rlacién entre los niveles tiene que ser mds “interna” que es0, e8 TTecin una forma de consecuencia inteligiblemente necesaria, antes ‘ae una mera correlacién, La irreductibilidad de fo ontolégieamente aig jetio alo ontoldgicamente objetivo sigue siendo un obstdeulo a ‘Seguin una posicién ampliamente aceptada, el cerebro es un ordenador gigante, y la relacién entre la mente y el cerebro jumanos es semejante a la relacién entre el programa del or- donador y el hardware clectrénico sobre cl que el programa funciona. El filésofo John Searle, un Inchador por tempera jnento, se propuso mostrar que esta posicién y la tradi \- torialsta subyacente en ella, son un sinsentido por diferentes Fazones, algunas de las cuales son obvias y otras més sutiles. Mediante la elaboracién de argumentos que él y otros sostu- Vieron en los tiltimos veinte afios, Searle ataea la mayor parte "+ Rwimpreso con autorizacién de The New York Review of Books, copyright 41994 pur Nyro, Inc. Publicado por primera ver el 4 de marzo de 1999 125 poder ser descrito por Ia ciencia fisica. Mas arin, encuentran evidencia directa de que esto es posible aun para la mente, en la intima dependencia de Io mental de los procesos neurofisiolé- gicos, sobre los que se ha aprendido mucho desde ol siglo xvi. hasta hoy. Y encuentran evidencia directa a partir de la exito- 8a aplicacién de la fisica y la quimica a otros aspectos de la vida, desde la digestion hasta la herencia. Consecuentemente, Ia mayorfa de los esfuerzos para completar la cosmovision ‘ifiea en forma materialista han levado a cabo una eap reduccién de lo mental a lo fisico, donde lo fisico, por defini- cién, es lo que puede ser deserito en términos no mentales. Una reduccién es el andlisis de algo identifieado en un nivel de descripeién, en términos de otro derado mas fundamental, que nos permite decir que el prime- ro en realidad no es sino el segundo: el agua puede deseribirse como moléculas de H,0, el calor como movimiento molecular, Ja luz como radiacién electromagnética. Estas son reduceiones de lo macroscépico fisico a ico fisieo, y tienen los siguientes rasgos notables: (1) proven no sélo informacion externa sobre las causas o condiciones del fendmeno reducido, sin una explicacién interna de lo que realmente es el agua, el calor o la luz; (2) funcionan sélo porque hemos distinguido las apariencias perceptivas de los fendmenos macroseépicos —cémo sentimos el agua y el calor, e6mo vemos la luz— de las propie- dades que estamos reduciendo. Cuando decimos que el calor consiste en movimiento molecular, queremos decir que el calor, ropiedad intrinseca de objetos calientes, no es sino el ‘iento de sus moléculas, Tales objetos producen en noso- tros la sensacién de calor cuando los tocamos, pero no identifi- camos esa sensacién con el movimiento molecular; en efecto, la reduecién depende de que lo hayamos dejado de lado. Ahora bien, {c6mo podrfamos reducir los fenémenos menta- Jes a algo descrito totalmente en términos fisicos, no mentales? En este caso, no podemos dejar de lado todos los efectos sobre 1a mente, ya que eso es precisamente lo que tenemos que redui= cir. Lo que necesitamos para completar la imagen del mundo materialista es algtin esquema del tipo: “los fenémenos menta- Jes (pensamientos, sentimientos, sensaciones, deseos, percep: ", donde tenemos que completar ln - ciones, etc.) no son sin 128 frase con una deseripeién que sea exy utilice sélo términos aplicables a algo totalmente fisico.? Los diferentes intentos de itamente fisiea, o que var a cabo esta tarea, en apariencia imposible, constituyen la historia de la filosofia de la mente de imos cincuenta afios. La participacién de Searle en esta empresa parte del conduetismo, la concepeién de que los conceptos mentales no serefieren a nada dentro de nosotros, y que cada tipo de estado mental puede ser identificado con una disposicién del organis- ‘0 para conducirse de determinadas maneras bajo ciertas con- ‘iones fisicas. Cuando esta posicién parecia convertirse en in franco rechazo a la existencia de la mente, algunos filésofos propusieron teorias de la identidad, segiin las cuales los proce- 50s mentales son idénticos a los procesos cerebrales, del mi modo que la luz es idéntica a la radiacién electromagnética. Pero las teorfas de la identidad tenfan el problema de explicar n términos no mentales, qué quiere decir de un proceso bral determinado, que es un pensamiento o una sensacién, Después de todo, no quiere decir solamente que es cierto tipo proceso neurofisioldgico. Dado el objetivo de estas teorias,” podia querer decir que el proceso cerebral tiene algiin efecto nental. La solucién propuesta era un renacimiento del ductismo, con una nueva forma: la sed, por ejemplo, se iden- icaba no s6lo con una disposicién a beber, sino con un estado bral, pero ese estado cerebral determinado, al ser idéntico sed, ahora consistia simplemente en el hecho de que cra icamente causado por deshidrataciGn, y que causaba tipica- snte la disposicin a beber. De este modo, se pensaba que la nntificacién de estados mentales con estados cerebrales po- ia evitar toda referencia a rasgos no fisicos. A estos andlisis *conductistas causales” les sucedié, even- Imente, una teoria més té llamada “funcionalismo”, in la cual los conceptos mentales no pueden estar unidos idualmente a la conducta y cireunstancias, sino como una de una tnica red intereonectada. La conducta causada por la sed, por ejemplo, depende del resto de la condicién men- Jal de la persona, es decir, sus creencias sobre dénde encontrar 1, ¥ sobre si el agua es potable, la fuerza de sus deseos de 10 morit, ote, Cada estado mental forma parte de un siste- ihrola la interaceién del organismo con el describir adecuadamente su conexidn con la conducta y las ei cunstancias externas. Un sistema de este tipo peri lenti- ficar estados mentales con estados cerebrales, siempre que los uiltimos tengan roles causales o funcionales del tipo especifica: do por la teorfa (que debe ser construida) de cémo funciona el sistema integrado. Finalmente, el funcionalismo condujo a lo que Searle denomina IA Fuerte (nteligencia Artificial Fuer= te), a saber, la identificacién de estados mentales con estados computacionales de un programa de ordenad. conducta del organismo, un programa que s\ camente en el hardware (0 wetware) del cerebro.’ ‘Todas estas teorias intentan reducir la mente a algt to de un mundo que pueda deseribirse completamente por la fisica, es decir, el mundo de Jas particulas y campos. fas no fueron desarrolladas en detalle, sdlo son esperanzadas descripeiones de lo que deberia ser una teorfa de la mente, jun- to con algunos ejemplos extremadamente esquematicos, En tanto que cada nueva propuesta fue criticada por defensores de algiin enfoque reduccionista alternativo, Searle argumenta gue todas ella tenen un grave defeto; todas dejan @ la con- ciencia de lado. Be Ninguna teorfa que deje la conciencia de lado puede preten- der ser una teoria de la mente, y no es posible hacer un andlisis de la conciencia en términos no mentales. Consecuentemente, ninguna reduccién materialista de lo mental puede tener éxito, Searle arguye que ninguna de estas teorias podria decir lo que realmente es dolor, hambre, creencia, visién, etc., porque todo lo que tratan es externamente observable —la conducta del orga- nismo y su estructura causal—, y una descripeidn exelusivamente en es08 términos no puede garantizar que tiene conciencia: cada una de estas teorfas conductistas, funcionalistasocomputacionales podrfan satisfacerse por un autémata ineonseiente dotado de la suficiente complejidad fisica, | ",en tanto distinta de “Como conocer .cionan eausalmente en la vida del organismo?”. (p.23), Les atribuimos conciencia a otras personas y a los animales, base de su conducta, lo cual es simplemente una evi ia de conciencia, mas bien que una prueba de concier : ya que creemos en la uniformidad de la naturaleza, in- imos naturalmente que eriaturas que se conducen en forma ilar a nosotros, y que tienen érganos sensoriales y sistemas rviosos similares fisicamente a los nuestros, también tienen xperiencias conscientes de alguna clase. Pero, Searle argu- rnta, ninguna cantidad de hechos sobre la condueta fisica 0 Ja organizacién funcional implica por si misma que un sistema sea eonsciente. Y, una teoria que sostiene, por ejemplo, que la visi6n no es ‘nada mas que” un estado del organismo, a fin de ser adecuada, debe tener la eonsecuencia de que, si el organis- mo est en ese estado, no puede dejar de ser conseiente. De lo contrario, dejara de lado lo més importante sobre la visién y, por més ventajas que ofrezca, no podra representar un enfo- que valido sobre lo que es la vision. Los reduccionismos materialistas no s6lo no pueden impli- car que el sistema es consciente; es evidente de antemano que ningun desarrollo posterior en esta misma direccién, ni ningu- na complicacién adicional estructural o conductista, podrian hacerlo, La razén es que hay una diferencia crucial entre fend- menos conscientes y fenémenos de condueta o fisiolégicos, que hace que los primeros sean irreductibles a ciencia es, en términos de Searle, “or Es decir, Sus rasgos esenciales no pueden ser descritos total mente desde un punto de vista externo de una tercera persona. Incluso la deseripeidn fisioligiea de lo que ceurre dentro del crdneo es, en este sentido, externa: la describimos desde afue- ra, No basta con resumir las observaciones, conductuales o fi- siologicas, de una tercera persona, que nos permiten atribuirles estados mentales conscientes a los demés. El punto de vista de Ja primera persona, que nos revela cémo es un estado mental consciente para el sujeto, es indispensable dente cuando preguntamos: {qué es la con- podamos describir ciertos rasgos e identificar especificos de fenémenos mentales, en tanto sus ins- a8, es tan basica que no puede ser definida en términos de otra cosa, Usted, lector, es consciente, en este preciso momen- to, y su condicién de conciencia incluye cosas como su manera de percibir esta pagina, como siente el papel entre sus dedos, cémo siente su camisa en el cuerpo y la silla sobre la que est sentado, los sonidos que esta escuchando, la musica, 0 las sire- nas de la policia en el fondo; y su experiencia de leer esta ora- cién. La posicion de Searle es que el andlisis de Ja tercera ‘persona, sea conductual, causal o funcignal, no importa ewan mismas, en qué consisten, i ns. Esto es absolutamente obvi tivos sobre lo que es para una persona estar en eiertas condi- extenso sea, no puede d ntasde sus caus; efectos. arque Tos hechos mae nadie, sino en si mismos. Los hechos sobre nuestra ista, a pesar de su evidente falsedad, requiere una explica- cién, El la compara con la repeticién constante de una condue- ta destructiva por parte de un neurotico compulsivo, y espera, al traer a la luz sus causas subyacentes, poder romper con esa compulsién. Hs evidente, tanto por lo que dicen como por lo que hacen, que los reduccionistas estdn eonvencidos de ante- mano de que alguna teoria materialista debe ser correcta: lo que tienen que hacer es encontrarla. Esta suposicién es parte de una cosmovisidn cientifica que, seguin ellos, no tiene alter- nativa. Pero, segin Searle, hay dos errores conceptuales cruciales que subyacen en esta suposicién, E primero de ellos es que debemos elegir entre materialismo y dualismo: No quiero dejar de insistir en que uno puede aceptar los hechos: obvios de la fisiea —por ejemplo, que el mundo consiste entera- mente en particulas fisicas, en campos de fuerza— sin negar al ‘mismo tiempo los hechos obvios de nuestras propias experiencias, por ejemplo, que somos todos consciontes y que nuestros estado conscientes tienen propiedades fenomenolégicas decir, subjetivas] bastante especificas, El error consiste en supo- también el materialismo{F error profundo es suponer que debe- mos optar entre estas posiciones .. -7 Una vez que acoptamos nue: las razones por las que Bre el dualismo, rechazo el monismo y isin, el Unico obstéculo ia su caracter de raszo bioldgico de un organismo, rialista, de que el caraeter “mental” de la conciencia le impide ser una propiedad “fisica’ Esta tesis radical de que la coneieneia es una propiedad fisica del cerebro, a pesar de su subjetividad, y de que es irreduetible a cualquier otra propiedad fisica, es el corazén metafisico de la én de Searle. Sin embargo, lo importante es que Searle ;ne que los materialistas se dejan conducir hacia formas mposibles de reduceién psicofisica, porque suponen que, ecio: “Entonces, el materialismo es, en cierto sentido, la flor fina del dualismo”. Para escapar de este brete, segtin Searle, tenemos que liberarnos de la urgencia de preguntarnos si hay una 0 lases uiltimas de cosas y propiedades. En primer lugar, no 10s empezar por conta: ‘le esta absolutamente en lo cierto sobre el temor all dua- (en efecto, creo que él mismo no es inmune a él). Su ex- resin mas extrafia es, sin embargo, otra teori: lesadel nas ismo climinatiyo”| Se trata de la posicién de que, dado que los estados mentailes no pueden acomodarse dentro del mundo descrito por la fisica, no existen, asi como no existen ni ws brujas ni los fiantasmas. Pueden ser rechazados como pos- ilados de Une teoria primitiva, a la que habitualmente nos uy”, Sobre esta teoria, P. F, Straw- 133 son ha dicho que es la provineia de “gente tan sencilla como Shakespeare, Tolstoy, Proust y Henry James”.’ Pacientemen- te, Searle pulveriza esta posieidn, pero el nticleo de su argu- mentacién es que toda la tradicién materialista es eliminati- va: todas las teorfas materi mente, pero la mayoria de el ‘mos o por los demas), al identificar la mente con alguna otra cosa, El segundo error conceptual crucial que trasciende la busque- da compulsiva de teorias materialistas, segin Searle, es el error, simple pero enormemente destructivo, sobre la objetividad: Hay una eonstante confusién entre Ia afirmacién de que deberia- ‘mos trata, en lo posible, de eliminar los prejuicios subjetivos per sonales en la biisqueda de la verdad, y la afirmacion de que el mundo real no contiene ningiin elemento que sea irreductiblemente Jégico de la distineién subje- stineién marca dife- rentes grados de independencia de afirmaci chos de valores especiales, prejuicios person emociones. En el sentido ontolégic distincién marca diferentes tategorias de realidad empiria. (, Esto me parece totalmente convincente, y muy importante. Naturalmente, la ciencia debe buscar objetividad episté —conoeimiento objetivo— usando métodos que compensen los diferentes puntos de vista y que permitan a diferentes obser- vadores llegar a la misma concepeién de algo. Pero es una gran confusion concluir, a partir de eso, que nada que tenga o inclu- ya un punto de vista pueda ser objeto de investigacién cientifi- ‘ca. Los puntos de vista subjetivos son, ellos mismos, partes del mundo real y, si ellos y sus propiedades deben ser descritos adecuadamente, su eardcter ontolégicamente subjetivo —la subjetividad de su naturaleza— debe ser reconocida. Més ain, es posible hacerlo objetivamente en un sentido epistémico: aun- que solo usted esté teniendo la experiencia de mirar la pagina ante sus ojos, otros pueden saberlo y pueden saber bastante bien cémo es esa experiencia para usted. Es una verdad objeti- va que usted est teniendo cierta experiencia visual subjetiva en este momento, 134 Si aceptamos esta distincién, la pregunta es: ,e6mo podemos formarnos una concepcién cientifica objetiva, desde el punto de vista epistémico, de un mundo que no contiene solamente los hechos objetivos ontolégicamente familiares, descritos por la fisica, quimica, biologia, sino también los hechos ontolégica- snte subjetivos de la conciencia? Y esta pregunta nos trae, la posicién de Searle, que denomina “naturalis- biol6gico”, y que combina la aceptacién de la irreductible lad de lo mental con el rechazo a la dicotomfa entre lo mental y Io fisico: “la conciencia... es un rasgo bioldgico del ce- rebro humano y de sis, digestién 0 mitosis”. (p. 90) Y, a pesar de su antirreduccionismo, también dice lo siguiente: La conciencia es una propiedad de nivel superior, o emergente, del cerebro, en el sentido totalmente inocuo de “nivel superior’ o emer la solidez.es una propiedad emergente de nivel cuando se encuentran en. muidez.es, andlogamente, el sentido en qui dez es una propiedad de sistemas moleculares. (p.14 Si pndiéramos aclarar esta posicién, como para distinguirla Iternativas, deberia representar un aporte fundamen- tal a las respuestas posibles al problema mente-cuerpo. Pero no creo que lo sea, ‘Supongamos que garantizamos que los estados de 1a con- ciencia son propiedades del cerebro causadas por, pero no re- dueibles a, su actividad neuronal. Esto quiere decir que mi cerebro, por ejemplo, tiene un punto de vista, del que mis expe- riencias actuales son aspectos. Pero, {cudl es la justificacién para llamar fisicos a estos rasgos del cerebro, que son irreduc- tibles y subjetivos? ,Qué signifiea Hamarlos fisicos? Por cierto, son d || superior” en el sentido de que pueden ser atribi dos sélo al sistema como un todo y no a sus partes micros cas; también son “emergentes” en el sentido de que se explican 135 teracciones causales de aquellas partes. Pero, p que sea la variedad de fenémenos fisicos, la subjeti dad ontolégica es una de sus condiciones definitorias centr les. Asimismo, como ya vimos, Searle insiste en que la conciencii es ontolégicamente subjetiva. Searle no dice demasiado sobre este punto. Quiz cree que, los cerebros estan constituidos por particulas fisicas, se dedue automaticamente que todas sus propiedades son fisicas. Y ci una obseryacién de Noam Chomsky, quien sostiene que, en cu: to comprendemos algo, lo Iamamos “fisico”. Pero, si “fisico” en este sentido, un término meramente honorifico (este es ‘término que Chomsky ha usado), entonces, jeu es el conteni metafisico de la afirmacién de Searle de que las propiedad mentales son fisicas, y su enfiitico rechazo al dualismo de pr piedad? El dice, después de todo, que la distineién ontologit entre subjetivo y objetivo senala “diferentes categorias de la r Pero decir, ademés, que nos “quedamos con. universo que contiene un componente fisico irreduet subjetivo como componente de la realidad ». No podemos esperar nada comparable en el caso de las ‘ronas, aun cuando sea empiricamente evidente que los es: ios de conciencia son las consecuencias necesarias de la acti- iad neuronal, Searle hace un andlisis interesante sobre esta srencia que, diee, resulta no sélo de una limitacién de nues- poderes para conecbirlo: podemos representarnos la rela- necesaria entre los niveles macro y micro del agua, ya que los imaginamos desde afuera, pero no podemos hacerlo con subjetividad, que nos tenemos que imaginar desde adentro, wea la nuestra o la de los demas. Estoy de acuerdo, pero creo esto significa que no entendemos realmente la afirmacién que los estados mentales son estados del cerebro: todavia ‘0s ineapaces de coneebir cémo la conciencia surge en la incluso si estamos seguros de que lo hace.? mm La segunda serie de argumentos de Searle en contra del ‘lo computacional de la mente depende de la naturaleza ica de los ordenadores, y es més tipicamente propia de surge de su antigua preocupacién por la teoria del sig- icado y la “intencionalidad” de los estados mentales: es de- su capacidad para significar algo o referirse a algo fuera de 1s mismos, y su consecuente susceptibilidad respecto de los 8 de verdad o falsedad, y correceién o incorreecién.* Cémo pueden los ordenadores responder a las preguntas les hacemos, por gjemplo, las preguntas aritméticas? La .acién tiene dos partes, En primer lugar, es posible for- wr cada una de las preguntas usando una secuencia de sim- los —letras 0 numerales— que se seleccionan de una corta ay se distinguen por sus formas, y diseriar una serie fi reglas para manipular esos simbolos, la cual tiene la siguien- jedad: si comenzamos con la secuencia que corresponde a regunta, y soguimos las reglas para mover, eliminar y agre- bolos, Legaremos, después de una serie finita de pasos ‘minados uno tras otro, a un punto en el que las reglas nos dirdin que debemos detenernos; la tiltima secuencia que produyji- ‘mos corresponders a la respuesta” que simplemente debemos wor: Pero, a fin de seguir las reglas para manipular los simbo- bal. Es el problema de eémo construir uma cosmovis inteligible y completa, una vez que rechazamos la reducti: iiidad de lo mental a lo no mental. ‘Tal como sefiala Searl para lograr este objetivo, no podemos seguir por el camino q la ciencia ha seguido desde el siglo xv, porque este depen de la exclusién de la mente del observador del mundo que observa y describe. Proponer a la conciencia como una propie: dad subjetiva intrinseca del cerebro, causada por su activid: neuronal, es el primer paso en un camino diferente: el cami correcto, en mi opinién. Pero hay grandes problemas a resol vet, y no se trata sdlo de problemas empiricos, sino tambi filoséficos. ‘Aun si aprendemos mucho mas de lo que sabemos hoy en di sobre las causas fisiolégicas de la conciencia, no hard, co Searle ya sabe, a la relacién de la conciencia con la conducta neuronas andiloga a la relacién de la liquidez con la conduc de moléculas de HO. En este tiltimo caso, la relacién es tra parente: podemos ver eémo la liquidez es el resultado logico las moléculas “rodando unas con otras” en el nivel mi - 137 136 Un estado fisieo de un cuando se le asigna a ese estado cin computacional . . . nociones t mo y programa no nombran rasgt no descubrimos estados computacionales dentro de la fies, se los las reglas de la semdntica, que necesitamos para interpre una secueneia que signifique algo), Lo bueno de esto es qu podriamos entrenar a alguien en divisién, por ejemplo, en ma totalmente mecénica, usando una clase de reglas y tabl sin que él sepa que los simbolos que esta escribiendo represen, fan ntimeros o alguna otra cosa: si esa persona sigue las reglas sintacticas, llegaré a lo que nosotros leeriamos (aunque él no) como la respuesta."? La segunda parte de la explicacién es que hay, ademés de la eseritura sobre papel, di én y conocimiento, no hay ninguna forma e a cognitive computacional pueda ser una clncia natural, porgue ia undo, Bs asignaddo en for: >; bastardila en el original) ‘ma relative a los observadores, (pp. 210, inci6 rt ala cosa La distin de Sent ene > que ox atone nn ona intencionalidad intrinseea es dei a capacidad deeaptar el significado de enunciados, y seguir reglas eonscientemento— cure silo en Ia. ment ‘Podemos decir que palabras en una pagina o abn alie sen un chip de ordenador significan algo o que obedeson as de gramética o de aritmética, s6lo en el sentido derivat ie que nuestra mente puede interpretarlos de ese modo, en virtud de su disposiein, Esto signifiea que la afirmacién de que el cerebro es un ordenador impliea que el cerebro tiene inteneionalidad y sigue reglas de computacién que no son in- seca, sino sdlo relativas a la interpretacién de su usuario. in se supone que es ese usuario? Si el cerebro es un or- dor no tene intenconalidad intrinsec, Sil iene, deber ser algo mds que un ordenador. Searle clige esta apes al: ternativa, También diseute que las teorias que tratan de prosentar la mente como un ordenador, subrepticiamente su- ponen una mente o un “homiinculo” que la interprete. Hay mucho més todavia en este argumento y, aunque su ion negativa me parece convincente, se podrian plan- mnas preguntas que no he tratado aqui con respect a intencionalidad intrinseca, que, supuestamente, es compatible con su naturalismo biol6gico. Aligual que la conciencia, es muy dificil ver eémo la intencio ser una propiedad del organismo tiones, eonsidera- . Pero, en lugar de ahondar en estas euest . la pooiciae de Séarte shew el ineohaiente at reloHiOH coe la conciencia, ya que ellos unen ambas partes del argumento. 139 fin de que puedan llevar a cabo mecénicamente todos los pasos en la manipulacién de los simbolos que prescribon I En lugar de camente, sin saber lo que significan los simbolos, mo fisieo puede hacer las mismas operacione: en forma automatica. Pero, nétese que es no sabe lo que los simbolos significan, era sabe, a diferencia del eseriba de nuestro ejemplo, que jgnora la se, mantica, que esta siguiendo reglas para su manipulacién, re. glas sintdeticas. No sabe nada. En realidad, no est siguiendo reglas, sino que esta fancionando solamente de acuerdo oon las leyes de la fisica, en las formas disefiadas por ingenieros expertos, que nos permiten interpretar los resultados tanto sintactica como seménticamente, El conocido argumento de Searle de la “habitacién china” describe una persona consciente que, sin saber chino, sigue teglas de manipulacién de los caracteres chinos y arma ora. ciones inteligibles para personas que saben chino. El punto crucial en contra del modelo computacional de la mente es que la sintaxis sola no puede llegar a la semantica."" En The Rediscovery of the Mind, Searle ext mostrar que la fisiea sola no puede reglas, aunque sean reglas puramente sintadcticas, es un pro- ceso mental irreductible, un proceso “intencional”, en el que cl significado de las reglas en sf mismas debe ser captado por 138 hha dado gran importancia a la afirmacion de que la jetiva no es reductible a ninguna otra cosa. Pero wyoria de nuestros estados mentales no son conscientes, ‘Tomemos todas las creencias ¢ intenciones que tenemos, pero en las que no estamos pensando en este momento. Por ejem= plo, la creencia de que hay una torre inclinada en Pisa. Recién se ha vuelto consciente, pero probablemente tenemos esta creen- cia desde hace afios. Si tales creencias pueden existir en forma conciencia no es un rasgo esencial de la vida mental, y debe ser posible que los estados mentales estén incorporados en un cerebro puramente material. De modo que se podria decir que, incluso para aquellos estados menta- les que son conseientes, su carseter subjetivo, experimentado, no es esencial para su intencionalidad. Quiz la eonciencia sea sélo un tipo de “tinte” subjetivo que algunas veces se les agre- gaal blanco y negro verdaderamente funcional de los estados mentales, de modo que una teorfa de la mente podria dejar de lado a la conciencia, en tanto algo no esencial. Esta es la respuesta de Searle a esta sugerencia: Entendemos la nocién de estado mental inconsciente solamente embargo, la clase de cosa que puede ciente. (p. 156) Esto es lo que Searle llama el “principio de conexién”; sus angumentos a favor de él es que incluso los estados mentales inconseientes deben tener un cardcter distintivamente subje- tivo, que puedan contar como creencias, pensamientos, deseos, ete. Para poder ser sobre algo, y por lo tanto, ser verdadero 0 falso, correcto o incorrecto, un estado debe pertenecer, al me- nos poteneialmente, al punto de vista de alguin sujeto. Searle reconoce que era un estado nourofisiolégico de mi corebro lo que hizo verdadero, hace dos horas, que yo ereyera que habia una torre inclinada en Pisa, pero argumenta que la neurofisio- logfa sola no puede elovar ese estado al rango de creencia, por- que ninguna descripcién fisiolégica por sf misma implica que el estado cerebral tenga alguna intencionalidad o significado, aun si le agregamos a la descripeién la conducta fisica que pi drfa causar. Su conelusién es que se les puede atribuir inten- 140 ‘ionalidad a los estados neurofisiol6gicos s6lo en form: tiva, en virtud de los estados conscientes que pueden produc “La ontologia del inconsciente consiste en rasgos objetivos del cerebro, capaces de causar pensamicntos conscientes subjeti- ‘mo tiene la sorprendente consecuencia de que tun mecanismo profundo, supuestamente psicolégico, como el Instrumento de adquisici6n del lenguaje de Chomsky, que le permite al nifio aprender la gramatica de un lenguaje a partir de los segmentos de habla con los que se encuentra en una ‘edad temprana, no es una clase de reglas mentales inconscien- tes, sino simplemente un mecanismo fisico, porque es ineapaz de dar origen a un pensamiento consciente subjetivo, cuyo con- tenido consiste en esas mismas reglas. De manera que, en la posicidn de Searle, la conformidad del niao a las reglas, al apren- der el lenguaje, no es un ejemplo de intencionalidad intrinse- ca, sino sélo una intencionalidad que le atribuye el observa- dor-lingiista. 4 y ‘En suma, la coneiencia es la esencia de lo mental, incluso si la mayoria de los estados mentales no son conscientes en al- inado. No podemos estudiar ningun as- pecto de la experiencia mental sin incluirla, oella 0. su posibi- idad, on la definicién de lo que estamos tratando de entender. En particular, la intencionalidad es inseparable de ella. ‘The Rediscovery of the Mind es incisivo, agresivo y bella- mente claro, en el mejor estilo de Searle de “Qué es todo este sinsentido?”. Es un valioso antidoto contra una de las ilusio- nes predominantes de nuestro tiempo. Notas 1. Véase Geottey Mal, Pres, 1988) bere entratoga reducinista, que no puedo analiar aqui on extenso const on sustitae una teria defo queso Tos estados memtales, por na

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