FILOSOFIA
BEG \AS NAGEL
. ns mentes
a triticos 1969-1994
fo)
LosonAsegtin la cual, si bien los fenémenos mentales son.
no analizables, ni en términos de la conducta ni eta
cosa respecto del cuerpo, estén esencialmente conectados con
el cuerpo yentre si, La manera de acercarnos lo mas posible a
una definicion de estos conceptos es descubrir sus conexiones
esenciales. ¥ esto no es lo mismo que reducir los contenidos de
Ja mente a espacios en blanco dentro de la red de circunstan-
cias corporales y manifestaciones, con los cuales se encuen-
tran epistémicamente 0 causalmente relacionados. Un dolor
de cabeza es tan real como un golpe en la cabeza.
10
Searle: Por qué no
somos ordenadores?’
Bate ensayo fue originalmente una resefia de ‘The Rediscovery of
the Mind (ALL. Press, 1992), de John Searle. Aunque Searle y vo
rptamos de acuerdo en muchas cosas, no creo que sea posible dis-
fingutr ou solucion antirreduccionista del dualismo de propiedad.
TTenpoco ereo que pueda ser un hecho bruto de la naturaleza que
Jae hropiedacle de orden superior del sistema nervioso sean pro-
ducidas por las particularidades de su o} siogutmica. La
rlacién entre los niveles tiene que ser mds “interna” que es0, e8
TTecin una forma de consecuencia inteligiblemente necesaria, antes
‘ae una mera correlacién, La irreductibilidad de fo ontolégieamente
aig jetio alo ontoldgicamente objetivo sigue siendo un obstdeulo a
‘Seguin una posicién ampliamente aceptada, el cerebro es un
ordenador gigante, y la relacién entre la mente y el cerebro
jumanos es semejante a la relacién entre el programa del or-
donador y el hardware clectrénico sobre cl que el programa
funciona. El filésofo John Searle, un Inchador por tempera
jnento, se propuso mostrar que esta posicién y la tradi \-
torialsta subyacente en ella, son un sinsentido por diferentes
Fazones, algunas de las cuales son obvias y otras més sutiles.
Mediante la elaboracién de argumentos que él y otros sostu-
Vieron en los tiltimos veinte afios, Searle ataea la mayor parte
"+ Rwimpreso con autorizacién de The New York Review of Books, copyright
41994 pur Nyro, Inc. Publicado por primera ver el 4 de marzo de 1999
125poder ser descrito por Ia ciencia fisica. Mas arin, encuentran
evidencia directa de que esto es posible aun para la mente, en la
intima dependencia de Io mental de los procesos neurofisiolé-
gicos, sobre los que se ha aprendido mucho desde ol siglo xvi.
hasta hoy. Y encuentran evidencia directa a partir de la exito-
8a aplicacién de la fisica y la quimica a otros aspectos de la
vida, desde la digestion hasta la herencia. Consecuentemente,
Ia mayorfa de los esfuerzos para completar la cosmovision
‘ifiea en forma materialista han levado a cabo una eap
reduccién de lo mental a lo fisico, donde lo fisico, por defini-
cién, es lo que puede ser deserito en términos no mentales.
Una reduccién es el andlisis de algo identifieado en un nivel
de descripeién, en términos de otro
derado mas fundamental, que nos permite decir que el prime-
ro en realidad no es sino el segundo: el agua puede deseribirse
como moléculas de H,0, el calor como movimiento molecular,
Ja luz como radiacién electromagnética. Estas son reduceiones
de lo macroscépico fisico a ico fisieo, y tienen los
siguientes rasgos notables: (1) proven no sélo informacion
externa sobre las causas o condiciones del fendmeno reducido,
sin una explicacién interna de lo que realmente es el agua, el
calor o la luz; (2) funcionan sélo porque hemos distinguido las
apariencias perceptivas de los fendmenos macroseépicos —cémo
sentimos el agua y el calor, e6mo vemos la luz— de las propie-
dades que estamos reduciendo. Cuando decimos que el calor
consiste en movimiento molecular, queremos decir que el calor,
ropiedad intrinseca de objetos calientes, no es sino el
‘iento de sus moléculas, Tales objetos producen en noso-
tros la sensacién de calor cuando los tocamos, pero no identifi-
camos esa sensacién con el movimiento molecular; en efecto, la
reduecién depende de que lo hayamos dejado de lado.
Ahora bien, {c6mo podrfamos reducir los fenémenos menta-
Jes a algo descrito totalmente en términos fisicos, no mentales?
En este caso, no podemos dejar de lado todos los efectos sobre
1a mente, ya que eso es precisamente lo que tenemos que redui=
cir. Lo que necesitamos para completar la imagen del mundo
materialista es algtin esquema del tipo: “los fenémenos menta-
Jes (pensamientos, sentimientos, sensaciones, deseos, percep:
", donde tenemos que completar ln
-
ciones, etc.) no son sin
128
frase con una deseripeién que sea exy
utilice sélo términos aplicables a algo totalmente fisico.? Los
diferentes intentos de
itamente fisiea, o que
var a cabo esta tarea, en apariencia
imposible, constituyen la historia de la filosofia de la mente de
imos cincuenta afios.
La participacién de Searle en esta empresa parte del
conduetismo, la concepeién de que los conceptos mentales no
serefieren a nada dentro de nosotros, y que cada tipo de estado
mental puede ser identificado con una disposicién del organis-
‘0 para conducirse de determinadas maneras bajo ciertas con-
‘iones fisicas. Cuando esta posicién parecia convertirse en
in franco rechazo a la existencia de la mente, algunos filésofos
propusieron teorias de la identidad, segiin las cuales los proce-
50s mentales son idénticos a los procesos cerebrales, del mi
modo que la luz es idéntica a la radiacién electromagnética.
Pero las teorfas de la identidad tenfan el problema de explicar
n términos no mentales, qué quiere decir de un proceso
bral determinado, que es un pensamiento o una sensacién,
Después de todo, no quiere decir solamente que es cierto tipo
proceso neurofisioldgico. Dado el objetivo de estas teorias,”
podia querer decir que el proceso cerebral tiene algiin efecto
nental. La solucién propuesta era un renacimiento del
ductismo, con una nueva forma: la sed, por ejemplo, se iden-
icaba no s6lo con una disposicién a beber, sino con un estado
bral, pero ese estado cerebral determinado, al ser idéntico
sed, ahora consistia simplemente en el hecho de que cra
icamente causado por deshidrataciGn, y que causaba tipica-
snte la disposicin a beber. De este modo, se pensaba que la
nntificacién de estados mentales con estados cerebrales po-
ia evitar toda referencia a rasgos no fisicos.
A estos andlisis *conductistas causales” les sucedié, even-
Imente, una teoria més té llamada “funcionalismo”,
in la cual los conceptos mentales no pueden estar unidos
idualmente a la conducta y cireunstancias, sino como una
de una tnica red intereonectada. La conducta causada
por la sed, por ejemplo, depende del resto de la condicién men-
Jal de la persona, es decir, sus creencias sobre dénde encontrar
1, ¥ sobre si el agua es potable, la fuerza de sus deseos de
10 morit, ote, Cada estado mental forma parte de un siste-
ihrola la interaceién del organismo con eldescribir adecuadamente su conexidn con la conducta y las ei
cunstancias externas. Un sistema de este tipo peri lenti-
ficar estados mentales con estados cerebrales, siempre que los
uiltimos tengan roles causales o funcionales del tipo especifica:
do por la teorfa (que debe ser construida) de cémo funciona el
sistema integrado. Finalmente, el funcionalismo condujo a lo
que Searle denomina IA Fuerte (nteligencia Artificial Fuer=
te), a saber, la identificacién de estados mentales con estados
computacionales de un programa de ordenad.
conducta del organismo, un programa que s\
camente en el hardware (0 wetware) del cerebro.’
‘Todas estas teorias intentan reducir la mente a algt
to de un mundo que pueda deseribirse completamente por la
fisica, es decir, el mundo de Jas particulas y campos.
fas no fueron desarrolladas en detalle, sdlo son esperanzadas
descripeiones de lo que deberia ser una teorfa de la mente, jun-
to con algunos ejemplos extremadamente esquematicos, En
tanto que cada nueva propuesta fue criticada por defensores
de algiin enfoque reduccionista alternativo, Searle argumenta
gue todas ella tenen un grave defeto; todas dejan @ la con-
ciencia de lado.
Be
Ninguna teorfa que deje la conciencia de lado puede preten-
der ser una teoria de la mente, y no es posible hacer un andlisis
de la conciencia en términos no mentales. Consecuentemente,
ninguna reduccién materialista de lo mental puede tener éxito,
Searle arguye que ninguna de estas teorias podria decir lo que
realmente es dolor, hambre, creencia, visién, etc., porque todo lo
que tratan es externamente observable —la conducta del orga-
nismo y su estructura causal—, y una descripeidn exelusivamente
en es08 términos no puede garantizar que tiene conciencia: cada
una de estas teorfas conductistas, funcionalistasocomputacionales
podrfan satisfacerse por un autémata ineonseiente dotado de la
suficiente complejidad fisica,
|
",en tanto distinta de “Como conocer
.cionan eausalmente en la vida del organismo?”. (p.23),
Les atribuimos conciencia a otras personas y a los animales,
base de su conducta, lo cual es simplemente una evi
ia de conciencia, mas bien que una prueba de concier
: ya que creemos en la uniformidad de la naturaleza, in-
imos naturalmente que eriaturas que se conducen en forma
ilar a nosotros, y que tienen érganos sensoriales y sistemas
rviosos similares fisicamente a los nuestros, también tienen
xperiencias conscientes de alguna clase. Pero, Searle argu-
rnta, ninguna cantidad de hechos sobre la condueta fisica 0
Ja organizacién funcional implica por si misma que un sistema
sea eonsciente. Y, una teoria que sostiene, por ejemplo, que la
visi6n no es ‘nada mas que” un estado del organismo, a fin de
ser adecuada, debe tener la eonsecuencia de que, si el organis-
mo est en ese estado, no puede dejar de ser conseiente. De lo
contrario, dejara de lado lo més importante sobre la visién y,
por més ventajas que ofrezca, no podra representar un enfo-
que valido sobre lo que es la vision.
Los reduccionismos materialistas no s6lo no pueden impli-
car que el sistema es consciente; es evidente de antemano que
ningun desarrollo posterior en esta misma direccién, ni ningu-
na complicacién adicional estructural o conductista, podrian
hacerlo, La razén es que hay una diferencia crucial entre fend-
menos conscientes y fenémenos de condueta o fisiolégicos, que
hace que los primeros sean irreductibles a
ciencia es, en términos de Searle, “or
Es decir, Sus rasgos esenciales no pueden ser descritos total
mente desde un punto de vista externo de una tercera persona.
Incluso la deseripeidn fisioligiea de lo que ceurre dentro del
crdneo es, en este sentido, externa: la describimos desde afue-
ra, No basta con resumir las observaciones, conductuales o fi-
siologicas, de una tercera persona, que nos permiten atribuirles
estados mentales conscientes a los demés. El punto de vista de
Ja primera persona, que nos revela cémo es un estado mental
consciente para el sujeto, es indispensabledente cuando preguntamos: {qué es la con-
podamos describir ciertos rasgos e identificar
especificos de fenémenos mentales, en tanto sus ins-
a8, es tan basica que no puede ser definida en términos de
otra cosa, Usted, lector, es consciente, en este preciso momen-
to, y su condicién de conciencia incluye cosas como su manera
de percibir esta pagina, como siente el papel entre sus dedos,
cémo siente su camisa en el cuerpo y la silla sobre la que est
sentado, los sonidos que esta escuchando, la musica, 0 las sire-
nas de la policia en el fondo; y su experiencia de leer esta ora-
cién. La posicion de Searle es que el andlisis de Ja tercera
‘persona, sea conductual, causal o funcignal, no importa ewan
mismas, en qué consisten, i
ns. Esto es absolutamente obvi
tivos sobre lo que es para una persona estar en eiertas condi-
extenso sea, no puede d
ntasde sus caus;
efectos. arque Tos hechos mae
nadie, sino en si mismos. Los hechos sobre nuestra
ista, a pesar de su evidente falsedad, requiere una explica-
cién, El la compara con la repeticién constante de una condue-
ta destructiva por parte de un neurotico compulsivo, y espera,
al traer a la luz sus causas subyacentes, poder romper con esa
compulsién. Hs evidente, tanto por lo que dicen como por lo
que hacen, que los reduccionistas estdn eonvencidos de ante-
mano de que alguna teoria materialista debe ser correcta: lo
que tienen que hacer es encontrarla. Esta suposicién es parte
de una cosmovisidn cientifica que, seguin ellos, no tiene alter-
nativa. Pero, segin Searle, hay dos errores conceptuales
cruciales que subyacen en esta suposicién, E primero de ellos
es que debemos elegir entre materialismo y dualismo:
No quiero dejar de insistir en que uno puede aceptar los hechos:
obvios de la fisiea —por ejemplo, que el mundo consiste entera-
mente en particulas fisicas, en campos de fuerza— sin negar al
‘mismo tiempo los hechos obvios de nuestras propias experiencias,
por ejemplo, que somos todos consciontes y que nuestros estado
conscientes tienen propiedades fenomenolégicas
decir, subjetivas] bastante especificas, El error consiste en supo-
también el materialismo{F error profundo es suponer que debe-
mos optar entre estas posiciones .. -7
Una vez que acoptamos nue:
las razones por las que Bre el dualismo, rechazo el monismo y
isin, el Unico obstéculo
ia su caracter de raszo bioldgico de
un organismo,
rialista, de que el caraeter “mental” de la conciencia le impide ser
una propiedad “fisica’
Esta tesis radical de que la coneieneia es una propiedad fisica
del cerebro, a pesar de su subjetividad, y de que es irreduetible
a cualquier otra propiedad fisica, es el corazén metafisico de la
én de Searle. Sin embargo, lo importante es que Searle
;ne que los materialistas se dejan conducir hacia formas
mposibles de reduceién psicofisica, porque suponen que,
ecio: “Entonces, el materialismo es, en cierto sentido, la flor
fina del dualismo”.
Para escapar de este brete, segtin Searle, tenemos que
liberarnos de la urgencia de preguntarnos si hay una 0
lases uiltimas de cosas y propiedades. En primer lugar, no
10s empezar por conta:
‘le esta absolutamente en lo cierto sobre el temor all dua-
(en efecto, creo que él mismo no es inmune a él). Su ex-
resin mas extrafia es, sin embargo, otra teori: lesadel nas
ismo climinatiyo”| Se trata de la posicién de que, dado
que los estados mentailes no pueden acomodarse dentro del
mundo descrito por la fisica, no existen, asi como no existen ni
ws brujas ni los fiantasmas. Pueden ser rechazados como pos-
ilados de Une teoria primitiva, a la que habitualmente nos
uy”, Sobre esta teoria, P. F, Straw-
133son ha dicho que es la provineia de “gente tan sencilla como
Shakespeare, Tolstoy, Proust y Henry James”.’ Pacientemen-
te, Searle pulveriza esta posieidn, pero el nticleo de su argu-
mentacién es que toda la tradicién materialista es eliminati-
va: todas las teorfas materi
mente, pero la mayoria de el
‘mos o por los demas), al identificar la mente con alguna otra
cosa,
El segundo error conceptual crucial que trasciende la busque-
da compulsiva de teorias materialistas, segin Searle, es el error,
simple pero enormemente destructivo, sobre la objetividad:
Hay una eonstante confusién entre Ia afirmacién de que deberia-
‘mos trata, en lo posible, de eliminar los prejuicios subjetivos per
sonales en la biisqueda de la verdad, y la afirmacion de que el
mundo real no contiene ningiin elemento que sea irreductiblemente
Jégico de la distineién subje-
stineién marca dife-
rentes grados de independencia de afirmaci
chos de valores especiales, prejuicios person
emociones. En el sentido ontolégic distincién marca diferentes
tategorias de realidad empiria. (,
Esto me parece totalmente convincente, y muy importante.
Naturalmente, la ciencia debe buscar objetividad episté
—conoeimiento objetivo— usando métodos que compensen los
diferentes puntos de vista y que permitan a diferentes obser-
vadores llegar a la misma concepeién de algo. Pero es una gran
confusion concluir, a partir de eso, que nada que tenga o inclu-
ya un punto de vista pueda ser objeto de investigacién cientifi-
‘ca. Los puntos de vista subjetivos son, ellos mismos, partes del
mundo real y, si ellos y sus propiedades deben ser descritos
adecuadamente, su eardcter ontolégicamente subjetivo —la
subjetividad de su naturaleza— debe ser reconocida. Més ain,
es posible hacerlo objetivamente en un sentido epistémico: aun-
que solo usted esté teniendo la experiencia de mirar la pagina
ante sus ojos, otros pueden saberlo y pueden saber bastante
bien cémo es esa experiencia para usted. Es una verdad objeti-
va que usted est teniendo cierta experiencia visual subjetiva
en este momento,
134
Si aceptamos esta distincién, la pregunta es: ,e6mo podemos
formarnos una concepcién cientifica objetiva, desde el punto
de vista epistémico, de un mundo que no contiene solamente
los hechos objetivos ontolégicamente familiares, descritos por
la fisica, quimica, biologia, sino también los hechos ontolégica-
snte subjetivos de la conciencia? Y esta pregunta nos trae,
la posicién de Searle, que denomina “naturalis-
biol6gico”, y que combina la aceptacién de la irreductible
lad de lo mental con el rechazo a la dicotomfa entre lo
mental y Io fisico: “la conciencia... es un rasgo bioldgico del ce-
rebro humano y de
sis, digestién 0 mitosis”. (p. 90)
Y, a pesar de su antirreduccionismo, también dice lo siguiente:
La conciencia es una propiedad de nivel superior, o emergente, del
cerebro, en el sentido totalmente inocuo de “nivel superior’ o emer
la solidez.es una propiedad emergente de nivel
cuando se encuentran en.
muidez.es, andlogamente,
el sentido en qui dez es una propiedad de sistemas
moleculares. (p.14
Si pndiéramos aclarar esta posicién, como para distinguirla
Iternativas, deberia representar un aporte fundamen-
tal a las respuestas posibles al problema mente-cuerpo. Pero
no creo que lo sea,
‘Supongamos que garantizamos que los estados de 1a con-
ciencia son propiedades del cerebro causadas por, pero no re-
dueibles a, su actividad neuronal. Esto quiere decir que mi
cerebro, por ejemplo, tiene un punto de vista, del que mis expe-
riencias actuales son aspectos. Pero, {cudl es la justificacién
para llamar fisicos a estos rasgos del cerebro, que son irreduc-
tibles y subjetivos? ,Qué signifiea Hamarlos fisicos? Por cierto,
son d || superior” en el sentido de que pueden ser atribi
dos sélo al sistema como un todo y no a sus partes micros
cas; también son “emergentes” en el sentido de que se explican
135teracciones causales de aquellas partes. Pero, p
que sea la variedad de fenémenos fisicos, la subjeti
dad ontolégica es una de sus condiciones definitorias centr
les. Asimismo, como ya vimos, Searle insiste en que la conciencii
es ontolégicamente subjetiva.
Searle no dice demasiado sobre este punto. Quiz cree que,
los cerebros estan constituidos por particulas fisicas, se dedue
automaticamente que todas sus propiedades son fisicas. Y ci
una obseryacién de Noam Chomsky, quien sostiene que, en cu:
to comprendemos algo, lo Iamamos “fisico”. Pero, si “fisico”
en este sentido, un término meramente honorifico (este es
‘término que Chomsky ha usado), entonces, jeu es el conteni
metafisico de la afirmacién de Searle de que las propiedad
mentales son fisicas, y su enfiitico rechazo al dualismo de pr
piedad? El dice, después de todo, que la distineién ontologit
entre subjetivo y objetivo senala “diferentes categorias de la r
Pero decir, ademés, que nos “quedamos con.
universo que contiene un componente fisico irreduet
subjetivo como componente de la realidad
». No podemos esperar nada comparable en el caso de las
‘ronas, aun cuando sea empiricamente evidente que los es:
ios de conciencia son las consecuencias necesarias de la acti-
iad neuronal, Searle hace un andlisis interesante sobre esta
srencia que, diee, resulta no sélo de una limitacién de nues-
poderes para conecbirlo: podemos representarnos la rela-
necesaria entre los niveles macro y micro del agua, ya que
los imaginamos desde afuera, pero no podemos hacerlo con
subjetividad, que nos tenemos que imaginar desde adentro,
wea la nuestra o la de los demas. Estoy de acuerdo, pero creo
esto significa que no entendemos realmente la afirmacién
que los estados mentales son estados del cerebro: todavia
‘0s ineapaces de coneebir cémo la conciencia surge en la
incluso si estamos seguros de que lo hace.?
mm
La segunda serie de argumentos de Searle en contra del
‘lo computacional de la mente depende de la naturaleza
ica de los ordenadores, y es més tipicamente propia de
surge de su antigua preocupacién por la teoria del sig-
icado y la “intencionalidad” de los estados mentales: es de-
su capacidad para significar algo o referirse a algo fuera de
1s mismos, y su consecuente susceptibilidad respecto de los
8 de verdad o falsedad, y correceién o incorreecién.*
Cémo pueden los ordenadores responder a las preguntas
les hacemos, por gjemplo, las preguntas aritméticas? La
.acién tiene dos partes, En primer lugar, es posible for-
wr cada una de las preguntas usando una secuencia de sim-
los —letras 0 numerales— que se seleccionan de una corta
ay se distinguen por sus formas, y diseriar una serie fi
reglas para manipular esos simbolos, la cual tiene la siguien-
jedad: si comenzamos con la secuencia que corresponde a
regunta, y soguimos las reglas para mover, eliminar y agre-
bolos, Legaremos, después de una serie finita de pasos
‘minados uno tras otro, a un punto en el que las reglas nos
dirdin que debemos detenernos; la tiltima secuencia que produyji-
‘mos corresponders a la respuesta” que simplemente debemos
wor: Pero, a fin de seguir las reglas para manipular los simbo-
bal. Es el problema de eémo construir uma cosmovis
inteligible y completa, una vez que rechazamos la reducti:
iiidad de lo mental a lo no mental. ‘Tal como sefiala Searl
para lograr este objetivo, no podemos seguir por el camino q
la ciencia ha seguido desde el siglo xv, porque este depen
de la exclusién de la mente del observador del mundo que
observa y describe. Proponer a la conciencia como una propie:
dad subjetiva intrinseca del cerebro, causada por su activid:
neuronal, es el primer paso en un camino diferente: el cami
correcto, en mi opinién. Pero hay grandes problemas a resol
vet, y no se trata sdlo de problemas empiricos, sino tambi
filoséficos.
‘Aun si aprendemos mucho mas de lo que sabemos hoy en di
sobre las causas fisiolégicas de la conciencia, no hard, co
Searle ya sabe, a la relacién de la conciencia con la conducta
neuronas andiloga a la relacién de la liquidez con la conduc
de moléculas de HO. En este tiltimo caso, la relacién es tra
parente: podemos ver eémo la liquidez es el resultado logico
las moléculas “rodando unas con otras” en el nivel mi
-
137
136Un estado fisieo de un
cuando se le asigna a ese estado
cin computacional . . . nociones t
mo y programa no nombran rasgt
no descubrimos estados computacionales dentro de la fies, se los
las reglas de la semdntica, que necesitamos para interpre
una secueneia que signifique algo), Lo bueno de esto es qu
podriamos entrenar a alguien en divisién, por ejemplo, en
ma totalmente mecénica, usando una clase de reglas y tabl
sin que él sepa que los simbolos que esta escribiendo represen,
fan ntimeros o alguna otra cosa: si esa persona sigue las reglas
sintacticas, llegaré a lo que nosotros leeriamos (aunque él no)
como la respuesta."?
La segunda parte de la explicacién es que hay, ademés de la
eseritura sobre papel, di
én y conocimiento, no hay ninguna forma e a
cognitive computacional pueda ser una clncia natural, porgue
ia undo, Bs asignaddo en for:
>; bastardila en el original)
‘ma relative a los observadores, (pp. 210,
inci6 rt ala cosa
La distin de Sent ene > que ox atone nn ona
intencionalidad intrinseea
es dei a capacidad deeaptar el significado de enunciados,
y seguir reglas eonscientemento— cure silo en Ia. ment
‘Podemos decir que palabras en una pagina o abn alie
sen un chip de ordenador significan algo o que obedeson
as de gramética o de aritmética, s6lo en el sentido derivat
ie que nuestra mente puede interpretarlos de ese modo, en
virtud de su disposiein, Esto signifiea que la afirmacién de
que el cerebro es un ordenador impliea que el cerebro tiene
inteneionalidad y sigue reglas de computacién que no son in-
seca, sino sdlo relativas a la interpretacién de su usuario.
in se supone que es ese usuario? Si el cerebro es un or-
dor no tene intenconalidad intrinsec, Sil iene, deber
ser algo mds que un ordenador. Searle clige esta apes al:
ternativa, También diseute que las teorias que tratan de
prosentar la mente como un ordenador, subrepticiamente su-
ponen una mente o un “homiinculo” que la interprete.
Hay mucho més todavia en este argumento y, aunque su
ion negativa me parece convincente, se podrian plan-
mnas preguntas que no he tratado aqui con respect a
intencionalidad intrinseca,
que, supuestamente, es compatible con su naturalismo biol6gico.
Aligual que la conciencia, es muy dificil ver eémo la intencio
ser una propiedad del organismo
tiones, eonsidera-
. Pero, en lugar de ahondar en estas euest .
la pooiciae de Séarte shew el ineohaiente at reloHiOH coe
la conciencia, ya que ellos unen ambas partes del argumento.
139
fin de que puedan llevar a cabo mecénicamente todos los pasos
en la manipulacién de los simbolos que prescribon I
En lugar de
camente, sin saber lo que significan los simbolos,
mo fisieo puede hacer las mismas operacione:
en forma automatica. Pero, nétese que es
no sabe lo que los simbolos significan, era sabe,
a diferencia del eseriba de nuestro ejemplo, que jgnora la se,
mantica, que esta siguiendo reglas para su manipulacién, re.
glas sintdeticas. No sabe nada. En realidad, no est siguiendo
reglas, sino que esta fancionando solamente de acuerdo oon
las leyes de la fisica, en las formas disefiadas por ingenieros
expertos, que nos permiten interpretar los resultados tanto
sintactica como seménticamente,
El conocido argumento de Searle de la “habitacién china”
describe una persona consciente que, sin saber chino, sigue
teglas de manipulacién de los caracteres chinos y arma ora.
ciones inteligibles para personas que saben chino. El punto
crucial en contra del modelo computacional de la mente es
que la sintaxis sola no puede llegar a la semantica."" En The
Rediscovery of the Mind, Searle ext
mostrar que la fisiea sola no puede
reglas, aunque sean reglas puramente sintadcticas, es un pro-
ceso mental irreductible, un proceso “intencional”, en el que
cl significado de las reglas en sf mismas debe ser captado por
138hha dado gran importancia a la afirmacion de que la
jetiva no es reductible a ninguna otra cosa. Pero
wyoria de nuestros estados mentales no son conscientes,
‘Tomemos todas las creencias ¢ intenciones que tenemos, pero
en las que no estamos pensando en este momento. Por ejem=
plo, la creencia de que hay una torre inclinada en Pisa. Recién
se ha vuelto consciente, pero probablemente tenemos esta creen-
cia desde hace afios. Si tales creencias pueden existir en forma
conciencia no es un rasgo esencial de
la vida mental, y debe ser posible que los estados mentales
estén incorporados en un cerebro puramente material. De modo
que se podria decir que, incluso para aquellos estados menta-
les que son conseientes, su carseter subjetivo, experimentado,
no es esencial para su intencionalidad. Quiz la eonciencia sea
sélo un tipo de “tinte” subjetivo que algunas veces se les agre-
gaal blanco y negro verdaderamente funcional de los estados
mentales, de modo que una teorfa de la mente podria dejar de
lado a la conciencia, en tanto algo no esencial.
Esta es la respuesta de Searle a esta sugerencia:
Entendemos la nocién de estado mental inconsciente solamente
embargo, la clase de cosa que puede
ciente. (p. 156)
Esto es lo que Searle llama el “principio de conexién”; sus
angumentos a favor de él es que incluso los estados mentales
inconseientes deben tener un cardcter distintivamente subje-
tivo, que puedan contar como creencias, pensamientos, deseos,
ete. Para poder ser sobre algo, y por lo tanto, ser verdadero 0
falso, correcto o incorrecto, un estado debe pertenecer, al me-
nos poteneialmente, al punto de vista de alguin sujeto. Searle
reconoce que era un estado nourofisiolégico de mi corebro lo
que hizo verdadero, hace dos horas, que yo ereyera que habia
una torre inclinada en Pisa, pero argumenta que la neurofisio-
logfa sola no puede elovar ese estado al rango de creencia, por-
que ninguna descripcién fisiolégica por sf misma implica que
el estado cerebral tenga alguna intencionalidad o significado,
aun si le agregamos a la descripeién la conducta fisica que pi
drfa causar. Su conelusién es que se les puede atribuir inten-
140
‘ionalidad a los estados neurofisiol6gicos s6lo en form:
tiva, en virtud de los estados conscientes que pueden produc
“La ontologia del inconsciente consiste en rasgos objetivos del
cerebro, capaces de causar pensamicntos conscientes subjeti-
‘mo tiene la sorprendente consecuencia de que
tun mecanismo profundo, supuestamente psicolégico, como el
Instrumento de adquisici6n del lenguaje de Chomsky, que le
permite al nifio aprender la gramatica de un lenguaje a partir
de los segmentos de habla con los que se encuentra en una
‘edad temprana, no es una clase de reglas mentales inconscien-
tes, sino simplemente un mecanismo fisico, porque es ineapaz
de dar origen a un pensamiento consciente subjetivo, cuyo con-
tenido consiste en esas mismas reglas. De manera que, en la
posicidn de Searle, la conformidad del niao a las reglas, al apren-
der el lenguaje, no es un ejemplo de intencionalidad intrinse-
ca, sino sélo una intencionalidad que le atribuye el observa-
dor-lingiista. 4 y
‘En suma, la coneiencia es la esencia de lo mental, incluso si
la mayoria de los estados mentales no son conscientes en al-
inado. No podemos estudiar ningun as-
pecto de la experiencia mental sin incluirla, oella 0. su posibi-
idad, on la definicién de lo que estamos tratando de entender.
En particular, la intencionalidad es inseparable de ella.
‘The Rediscovery of the Mind es incisivo, agresivo y bella-
mente claro, en el mejor estilo de Searle de “Qué es todo este
sinsentido?”. Es un valioso antidoto contra una de las ilusio-
nes predominantes de nuestro tiempo.
Notas
1. Véase Geottey Mal,
Pres, 1988)
bere entratoga reducinista, que no puedo analiar aqui on extenso
const on sustitae una teria defo queso Tos estados memtales, por na