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Irazola, Lucchetti, Lleonart, Ocaña, Tapia y Tudela. 1996.

La Pesca en el Siglo XXI: propuestas para una gestión


pesquera racional en Catalunya. CCOO-CEPROM-FORCEM.

3. DINÁMICA DE POBLACIONES Y BASES CIENTÍFICAS DE LA GESTIÓN DE


PESQUERÍAS

3.1. Algunos conceptos básicos

Para poder gestionar racionalmente la pesquería debemos comprender el


funcionamiento del recurso. Éste está constituido por organismos que nacen, crecen,
se reproducen y mueren. El rendimiento del recurso depende de los factores
anteriores, los cuales requieren alguna explicación adicional.

Nacen. La mayoría de los organismos marinos que se explotan se reproducen


mediante huevos, que son pequeñas esferas (de una décima de mm de diámetro)
transparentes y tienen tendencia a flotar. En su interior se desarrolla el embrión que se
alimenta de reservas contenidas en el propio huevo.

Cuando al cabo de algunos días de desarrollo los huevos hacen eclosión, aparecen
las larvas, que en un primer período se alimentan todavía de las reservas alimenticias
contenidas en el huevo (el saco vitelino) mientras se va completando el desarrollo que
prepara al organismo para vivir libremente. Cuando se agota el vitelo, la larva tiene
que empezar a alimentarse del medio, debe aprender a cazar y seleccionar presas.
Huevos y larvas tienen vida pelágica, viven entre aguas, en ambientes que pueden ser
muy diferentes de los de sus progenitores. En este momento la larva puede tener entre
uno y tres milímetros, dependiendo de la especie. Todavía es transparente pero
empieza a pigmentarse y sufre cambios morfológicos de forma que cada vez se
parece más al adulto, a este periodo se le denomina metamorfosis o fase crítica.
Más tarde, el pequeño individuo ya tiene aspecto de adulto y se incorpora al ambiente
en que viven sus progenitores. Si se trata de un organismo demersal (merluza,
salmonete, etc.) esto significa pasar de la vida pelágica que ha tenido hasta ahora, a
vivir cerca del fondo. Este proceso, es decir, la incorporación de los individuos jóvenes
al stock adulto, se denomina reclutamiento y se trata de un concepto fundamental en
el estudio de las comunidades explotadas.

El número de huevos que produce una población es proporcional a la biomasa de


reproductores, pero durante las fases de huevo, larva con saco vitelino, larva de
alimentación libre, metamorfosis y reclutamiento, los organismos están sometidos a
unas mortalidades enormes.

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Supongamos que una anchoa hembra adulta (digamos de un año de edad) pone un
millón de huevos por temporada, si sobrevivieran todos tendríamos que cada año el
número de individuos se multiplicaría por medio millón (suponemos que hay tantos
machos como hembras). Unos pocos años bastarían para que las anchoas no
cupieran en el mar. Para mantener la población constante, del millón de huevos deben
llegar a adulto dos: un macho y una hembra. Esto significa que en un año deben morir
el 99.9998% de los huevos. Es fácil ver que pequeñas diferencias en las mortalidades,
por ejemplo un año bueno en alimento, o un año en que los predadores sean
particularmente abundantes, el reclutamiento puede variar enormemente.

Como el ambiente marino es tan cambiante de un año a otro, la relación entre el


número de huevos o stock adulto (ambos son proporcionales) y el reclutamiento que
se obtiene de ellos, es prácticamente inexistente. Dicho de otra forma, el reclutamiento
es más función del ambiente que del tamaño del stock parental. Esto hace que sea tan
difícil predecir el reclutamiento y, por lo tanto, el futuro de la pesquería.

Sin embargo hay situaciones en que sí podemos decir algo más. Obviamente la
relación entre stock y reclutamiento está determinada en el punto trivial: si no hay
stock no hay reclutamento. Asimismo si el stock es muy pequeño uno o dos
reclutamientos malos pueden colapsarlo. Esto significa que cuando el stock es
pequeño existe un gran peligro de colapso debido al fracaso del reclutamiento, fracaso
muy poco probable en stocks grandes. La situación en que la sobrepesca ha reducido
el stock parental hasta tal punto que pone en peligro el reclutamiento se conoce como
sobrepesca de reclutamiento, y es un fenómeno conocido que ha ocurrido en
diversas ocasiones.

Crecen. Crecimiento es aumento de tamaño con la edad. Los organismos marinos


crecen constantemente, aunque el ritmo de crecimiento cambia. Un organismo joven
es pequeño y crece muy deprisa, uno viejo ya es grande y crece a un ritmo muy bajo.
El crecimiento en longitud y peso no tiene las mismas características, el peso aumenta
mucho más deprisa que la longitud, un animal que dobla su talla aumenta su peso
ocho veces. Los biólogos prefieren emplear tallas a pesos en sus cálculos porque su
relación con la edad no es tan incierta como la del peso, mucho más variable. Por otra
parte medir tallas a bordo es más fácil y preciso que hacerlo con pesos.

En todo caso es relativamente fácil medir tamaños, ya sean tallas o pesos. Pero medir
edades, la otra componente del crecimiento, es mucho más difícil. Entre los varios

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métodos que existen hay dos que se emplean con frecuencia. Uno de ellos es el de las
estructuras duras: escamas, vértebras, pero sobretodo otolitos. Los otolitos son unas
pequeñas piedras de carbonato cálcico que los peces tienen en el oído interno, son
bien conocidos y según la tradición popular se ve una imagen, generalmente de la
virgen, si se les observa a contraluz. Debido a los cambios de temperatura en las
estaciones a lo largo del año, el ritmo de crecimiento también cambia, estos cambios
se reflejan en el crecimiento de las estructuras duras en forma de anillos, de manera
homóloga a los anillos de crecimiento de los árboles. Estos anillos anuales de
crecimiento son observables, con los métodos adecuados, en forma de bandas claras
y oscuras (es por este motivo que se ven las "vírgenes"). Así se determina la edad y
se relaciona con la talla, previamente medida, del animal al que se ha extraído el
otolito. Este método no es aplicable a los animales que no tienen estructuras duras
permanentes, como crustáceos (que mudan), o pulpos.

El otro método que permite relacionar tallas y edades consiste en seguir el grupo de
nacidos en una estación de reproducción. Debido a la estacionalidad de la
reproducción, los individuos nacidos en una temporada, tienen tallas parecidas entre
ellos, pero menores de los nacidos el año anterior y mayores de los del año siguiente.
Al grupo de individuos nacidos en una temporada se le denomina cohorte. En las
capturas comerciales es posible observar distintas abundancias de tallas
corresponedientes a distintas cohortes. De esta manera es posible establecer
relaciones entre tallas y edades.

Se reproducen. La reproducción no se da a lo largo del año, cada especie tiene un


período de reproducción propio, aunque puede ser más o menos variable según las
condiciones ambientales. Por ejemplo, la anchoa se reproduce a principios de verano,
la sardina en invierno, la merluza, con un periodo más largo que los anteriores,
también en invierno, etc.

Y mueren. Hay muchas causas por las que los individuos mueren. A efectos prácticos
las dividiremos en dos grupos: las causas naturales (depredadores, enfermedades,
hambre, etc.) y las que tienen su origen en la pesca, y las denominaremos mortalidad
natural y mortalidad por pesca respectivamente. El conjunto de ambas es la
mortalidad total. Desde el punto de vista del organismo, o de la población, es
indiferente si el predador causante de la muerte es un pez o una red, pero desde
nuestro punto de vista esta distinción es importante por dos motivos, en primer lugar
podemos medir y modificar la intensidad de la mortalidad causada por la pesca y en

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segundo lugar podemos conocer el número de individuos que mueren por esta causa.
Ninguna de ambas cosas es posible con la mortalidad natural.

La mejor forma de estudiar la mortalidad es considerar una cohorte. Una vez


establecida, no es posible añadir individuos a una cohorte, de forma que su número
inicial empieza a disminuir con el tiempo, hasta que desaparece el último individuo (se
supone que viejo y grande) y la cohorte se extingue. Normalmente las poblaciones
están constituidas por varias cohortes. Obviamente el número de cohortes en una
población depende de la longevidad de la especie, así una especie de vida corta,
como la anchoa tiene pocas cohortes mientras que la merluza tiene muchas.

La mortalidad causada por la pesca puede ser, pues, estudiada con mucho detalle.
Hay, por lo menos dos componentes independientes que son muy importantes: el
esfuerzo y la selectividad. El esfuerzo de pesca representa la energía que el
pescador invierte en pescar, por ejemplo se pueden emplear como medidas de
esfuerzo de una flota el combustible consumido, el número de días de pesca de esta
flota, etc. Para los palangres se debe emplear el número de anzuelos y para las redes
la longitud de las piezas que se calan, todo ello multiplicado por el tiempo de trabajo.
En el caso del arte de cerco se debe emplear el tiempo de búsqueda y concentración
de cardúmenes. En cualquier caso no se debe emplear el tiempo de navegación. La
selectividad es la propiedad que tienen los artes de pesca de causar distinta
mortalidad a distintas especies o a distintas fracciones de la población de una especie.
Así por ejemplo, un palangre merlucero pesca ejemplares la mayoría de los cuales son
superiores a los 40 cm de talla, no afectando a los ejemplares inferiores. Por el
contrario el arrastre pesca pocas merluzas superiores a estos 40 cm mencionados. La
selectividad de estos dos artes es distinta.

Esfuerzo y selectividad son propiedades que afectan la mortalidad por pesca de


distinto modo. El primero lo hace globalmente, de forma que si duplicamos el esfuerzo,
o lo reducimos a la mitad, duplicaremos, o reduciremos a la mitad, cada una de las
mortalidades por pesca que afectan a cada una de las tallas del recurso. La
selectividad representa el factor de la mortalidad relacionado con la talla, si
aumentamos la malla de arrastre, cambiará la selectividad de unas tallas que antes
eran pescadas y cuya mortalidad por pesca se reducirá después del cambio. La
selectividad de las otras tallas, las que no eran afectadas por la vieja o la nueva malla
o las que son capturadas por ambas, no sufrirá modificación.

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Dado que el hombre puede controlar tanto esfuerzo como selectividad, dicho control
es empleado como herramienta de gestión.

Si relacionamos dos de los conceptos anteriores: crecimiento y mortalidad, llegaremos


a un resultado importante. Calculemos la biomasa que tiene una cohorte a lo largo del
tiempo. Esto se obtiene multiplicando el número de individuos de la cohorte a cada
edad, por su peso correspondiente. Al principio de la cohorte hay muchos individuos
muy pequeños (son los huevos), su biomasa global es pequeña (equivalente a la de
las gónadas de las hembras). Al final de la existencia de una cohorte quedan unos
pocos individuos cuya biomasa, aunque puedan ser muy grandes, resulta pequeña
debido al número. Durante toda la existencia de una cohorte sus individuos van
creciendo y muriendo. Hemos visto que los jóvenes crecen muy deprisa, pero también
tienen una gran mortalidad. Los viejos crecen poco y su mortalidad también en baja.
¿Cual es el balance global? Se puede demostrar que en la fase joven de la cohorte, el
crecimiento domina sobre la mortalidad, mientras que en el periodo final ocurre al
revés. Esto muestra que existe una edad a la cual la biomasa de la cohorte alcanza su
máximo (se denomina edad crítica). Cuando una población se explota la edad crítica
disminuye. La explotación tiene, pues, dos efectos: rejuvenece la población, con lo que
se acelera el ritmo de producción, y disminuye la biomasa.
Biomasa

Cohorte virgen

Cohorte explotada

Edad

Figura 2. Evolución de la biomasa de una cohorte en función de la edad. Aunque la forma de la


curva de la cohorte explotada puede variar mucho según el tipo de explotación, la figura
muestra un perfil bastante típico: la cohorte explotada presenta el máximo de biomasa inferior
al de la cohorte no explotada y a una edad inferior. Los parámetros, unidades y escalas son
arbitrarios.

La dinámica de poblaciones es una disciplina de la biología pesquera que trata de


determinar numéricamente todos estos conceptos. Su objetivo es comprender como

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funciona desde el punto de vista demográfico un determinado recurso, evaluar su


biomasa y su capacidad de producción, y, finalmente, recomendar a los gestores las
acciones que se pueden tomar con el fin de optimizar, siempre desde el punto de vista
biológico, la explotación de la pesquería. A este proceso se le denomina evaluación.

3.2. Rendimiento pesquero a largo plazo

Es trivial decir que si no hay esfuerzo de pesca no hay captura. Pero si el esfuerzo de
pesca es muy excesivo, puede ocurrir el mismo resultado, ha sido pescado todo el
recurso y el rendimiento es cero. Entre ambos límites hay un espacio en que el
rendimento es "bueno". La curva de rendimiento tiene más o menos forma de cúpula
con un máximo, conocido como rendimiento máximo sostenible (MSY, por que se
emplea el acrónimo inglés), que corresponde al esfuerzo óptimo. El MSY no puede ser
superado a largo plazo, es decir de forma sostenible, y significa un límite impuesto por
la naturaleza a la explotación pesquera. Si el esfuerzo es inferior al óptimo, el
rendimiento será menor y diremos que la pesquería está subexplotada, y que
incrementando el esfuerzo se aumentaría el rendimiento. Si el esfuerzo es mayor al
óptimo se obtiene un rendimiento menor que el máximo y diremos que la pesquería
está sobreexplotada, lo que significa que disminuyendo el esfuerzo se obtendría un
mayor rendimiento.

La palabra rendimiento se refiere a rendimiento total de la pesquería, y no se debe


confundir con rendimiento por recluta, que es el rendimiento total dividido por el
número de reclutas o, dicho de otro modo, la biomasa que produce cada recluta, y se
emplea para independizar las estimaciones de rendimiento de las de reclutamiento,
que como se ha dicho anteriormente, es incierto y poco predictible. Tampoco de debe
confundir con captura por unidad de esfuerzo, o CPUE, que representan un
rendimiento relativo a la energía que el pescador invierte (por ejemplo kilos por hora
de pesca para una embarcación). Se acostumbra a considerar que la CPUE es
proporcional a la biomasa de la población, de forma que si en un año la CPUE es la
mitad de la del anterior significa que la biomasa ha descendido a la mitad. La biomasa
máxima que puede tener un stock es la biomasa virgen, es decir la del stock no
pescado. Empezar a pescar sobre un stock virgen producirá las máximas CPUEs. Esto
significa que el MSY no produce los máximos CPUEs, sino el máximo rendimiento
global. Se considera que la biomasa correspondiente al MSY es más o menos la mitad
de la biomasa virgen, esta biomasa tiene suficiente espacio ecológico para crecer y
producir un excedente que será pescado.

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Hasta aquí se ha visto la relación entre captura y esfuerzo. También podemos hacer
un análisis parecido con la selectividad. Según cual sea la fracción de tallas (o edades)
capturadas, la curva de rendimiento cambia. Si, por ejemplo, capturamos animales
muy grandes, por mucho que aumentemos el esfuerzo no podremos extinguir la
población ya que los animales entraran en la medida pescable cuando hayan realizado
varias puestas y cuando su crecimiento ya sea muy pequeño. Por el contrario, si
empezamos a capturar los individuos muy pequeños, habrá un esfuerzo óptimo, a
partir del cual el rendimiento disminuirá. Si nuestra pesquería está en este caso, a la
derecha del máximo, existe la llamada sobrepesca de crecimiento, lo que significa
que el recurso rendiría más si dejáramos crecer los individuos.
Rendimiento por recluta

A
C

Esfuerzo de pesca

Figura 3. Efecto del esfuerzo de pesca y la selectividad sobre el rendimiento. La curva A


representa el caso de mala selectividad, cuando los individuos se empiezan a capturar muy
pequeños. El máximo rendimiento se da a un esfuerzo relativamente bajo, y si el esfuerzo
aumenta perdemos rendimiento debido a sobrepesca de crecimiento. La curva B muestra el
caso en que los individuos se capturan a una talla mayor que en A. Aunque se aumente el
esfuerzo no se produce sobrepesca de crecimiento (aunque el rendimiento tampoco aumenta).
Obsérvese que los rendimientos en B siempre son mayores que en A. El caso C ilustra el caso
de una subexplotación debido a que se empiezan a capturar los animales cuando ya son muy
grandes y la mortalidad natural predomina sobre el crecimiento. El rendimiento aumenta con el
esfuerzo pero es muy bajo, aunque para grandes esfuerzos grande supera a A.

Todas las explicaciones hechas hasta aquí se refieren al recurso en equilibrio


(también denominado estado estacionario), lo que significa que no hay cambios de
un año al siguiente. La pesquería tiende a esta situación cuando el esfuerzo se
mantiene constante durante un largo periodo, de forma que hay tiempo suficiente para
que el recurso se adapte a la situación. En definitiva, es lo que se espera a largo
plazo. Por supuesto esto no es así en la realidad. El esfuerzo va cambiando y la
pesquería se halla fuera de las curvas que hemos trazado. Realizar una evaluación
empleando un modelo de equilibrio cuando la pesquería no lo está puede provocar

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errores, a veces muy graves. Debemos conocer el comportamiento de la pesquería


fuera del equilibrio o a corto plazo, para hacer evaluaciones realistas.

3.3. Rendimiento pesquero a corto plazo

Si las poblaciones explotadas respondieran inmediatamente a los cambios pesqueros


sería bastante fácil regular las pesquerías, ya que el mismo recurso conduciría a los
pescadores al máximo rendimiento, que es lo que el pescador pretende. Pero esto no
es así. A corto plazo un aumento de esfuerzo conduce a un aumento del rendimiento,
independientemente de cual sea la situación real del recurso. A largo plazo, si existe
sobreexplotación, el recurso rendirá menos de lo que hacia anteriormente, pero el
pescador, tiene un objetivo económico consistente en maximizar las ganancias a corto
plazo (como el resto de los humanos). Esto es así aunque sea consciente de que a
largo plazo esto le perjudica. Es la fábula de la gallina de los huevos de oro.

D
recta de corto plazo
C
MSY
Rendimiento
por recluta

A curva de largo plazo

E
TAC
B

E(MSY) E actual
Esfuerzo

Figura 4. Representación del comportamiento de una pesquería a corto plazo. Supóngase que
nos encontramos en el punto A, es decir en una situación de equilibrio con sobrepesca de
crecimiento. La recta ascendiente describe la captura que obtendremos a corto plazo. Para
alcanzar el MSY se debería disminuir el esfuerzo desde su valor actual a E(MSY), aunque a
corto plazo la captura sería muy inferior de la que se espera obtener a largo plazo. Una vez
llegados a B, si mantuviéramos el esfuerzo, la captura iría aumentando año tras año hasta
alcanzar el nivel de MSY en C. (Otra manera de llegar a B es imponiendo el TAC
correspondiente). Por el contrario, si duplicamos el esfuerzo, a corto plazo obtendremos un
rendimiento también doblado (punto D), que incluso puede ser superior al MSY, sin embargo, si
mantenemos este esfuerzo, el rendimiento no se mantendrá sino que empezará a descender
hasta alcanzar el equilibrio en E.

Se ha dicho anteriormente que el empleo de un modelo de equilibrio para analizar una


situación que se halla fuera del equilibrio puede provocar graves errores.
Efectivamente, es fácil deducir de las pautas de comportamiento de la pesquería fuera
del equilibrio que un aumento de esfuerzo produce una imagen más optimista de lo

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que es realmente la situación, produce un rendimiento superior al de largo plazo, y da


la impresión que hay más biomasa de la que realmente existe. Dado que la percepción
que se tiene de la pesca es su rendimiento a corto plazo, la tendencia a la
sobreexplotación es muy grande. También ocurre al revés, la recuperación de una
pesquería sobreexplotada implica pasar por una crisis de rendimientos bajos. La
tendencia natural, gobernada por la percepción inmediata, es ir a la sobreexplotación y
oponerse a la recuperación del recurso. Es por este motivo que las pesquerías
requieren una regulación pública.

3.4. Evaluación

Una vez conocida la situación real de una pesquería y los parámetros que gobiernan
su dinámica, es fácil afirmar cosas sobre su comportamiento. Por ejemplo, se puede
contestar a la pregunta, tantas veces formulada, de qué es peor, pescar las crías o las
madres. O cual es el esfuerzo que se debería aplicar, o cual es la cuota que se debe
capturar. Los biólogos evaluadores, pueden incluso recomendar varias alternativas al
gestor y valorar su incidencia.

Sin embargo la premisa de una buena evaluación es la necesidad de buenos datos


(capturas totales, tallas de captura, etc.) lo cual raramente se da.

3.5. Gestión

Hemos visto que de los diferentes factores que gobiernan la dinámica de un recurso,
los hay que son biológicos, inherentes al propio recurso y que el hombre no puede
actuar sobre ellos. Son el crecimiento, la mortalidad natural, la biomasa que puede
soportar el medio, o biomasa virgen, el reclutamiento. Otros factores, en cambio,
dependen de la actividad del hombre y pueden por lo tanto ser regulados.
Básicamente son el esfuerzo de pesca (o su recíproco, la captura total), y la
selectividad.

Las herramientas de gestión de pesquerías pueden, pues clasificarse entre las que
operan sobre el esfuerzo, sobre la selectividad, ambos a la vez. Otras normas pueden
ir dirigidas a la protección del medio que sustenta las especies explotadas.

Las más importantes son:

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Sobre el esfuerzo

- Limitación de capturas. Mediante el establecimiento de totales permitidos de


captura (TAC), que se distribuyen en cuotas para distintas flotas. Este es el
método de gestión más extendido. Se emplea sistemáticamente en el Atlántico,
pero no es empleado en el Mediterráneo. Su aplicación en las aguas
comunitarias no ha logrado frenar la sobrespesca de los recursos, según
reconoce la propia Comisión Europea (10).

- Limitación de esfuerzo. Existen multitud de métodos de limitar el esfuerzo:


tiempo de pesca (número de días al año, a la semana, número de horas al día,
vedas temporales), número de barcas, o de artes, o el tamaño de los artes,
potencia de los motores, etc. Este es el método usado en el Mediterráneo.

Sobre la selectividad

- Prohibición de artes

- Regulación de las características de los artes: malla en el arrastre, longitud de


redes, etc.

- Establecimiento de tallas mínimas para las especies.

Sobre esfuerzo y selectividad

- Protección de zonas. Prohibiendo la pesca con determinados artes en zonas


concretas donde se acumulen juveniles, o donde los ecosistemas sean
particularmente sensibles (por ejemplo praderas de Posidonia). Este es un
método empleado en todas las pesquerías.

Hay, por supuesto, muchas combinaciones entre estos tipos de regulación: por
ejemplo vedas temporales de zonas determinadas, etc.

En definitiva, de lo que se trata es de tener suficiente información sobre el recurso y su


pesca para poder responder a ciertas preguntas y recomendar las medidas de gestión
adecuadas para su óptima explotación y conservación.

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3.6. Ejemplos de éxito y fracaso en la regulación de pesquerías

Puede aducirse que todo lo que se ha explicado es muy teórico pero, ¿funciona de
verdad en la realidad?.

En los ejemplos que se presentan a continuación se muestra que los stocks


reaccionan a la pesca. A pesar de que en el mundo de la pesca haya una cantidad
importante de incertidumbre, está claro que los recursos no son indiferentes a la
pesca. Esto significa, ni más ni menos, que es posible gestionar las pesquerías.

El Plan Castellón

Bajo el nombre "Plan Experimental de Pesca de Arrastre", o simplemente "Plan


Castellón", se desarrolló entre 1961 y 1966 una experiencia de regulación pesquera
que afectó las flotas de los puertos de Sant Carles de la Ràpita, Les Cases d'Alcanar,
Vinaròs, Benicarló, Peníscola, Castelló y Borriana (11). Los datos de potencia y
rendimiento de la pesquería desde 1943 hasta 1961 mostraban que un aumento
constante de potencia (de 100,000 a 500,000 CV de potencia instalada) se
correspondía a una disminución de rendimientos (de 2.4 kg por CV a 0.2). Los propios
pescadores pidieron la búsqueda de una solución al problema, con lo que, después de
ponerse de acuerdo todos los organismos implicados y constituirse en una Junta
(pescadores, "sindicatos", Dirección General de Pesca Marítima, científicos y
autoridades de Marina), se puso en marcha el Plan.

En 1961 había una reglamentación consistente en una veda desde el 1 de mayo hasta
el 30 de septiembre y una malla de copo de 36 mm, incumpliéndose sistemáticamente
ambas normas. El Plan consistió en hacer efectivas las siguientes medidas: los
horarios pasaron de ser de 12-14 horas diarias a 10-12. La luz de malla se estableció
efectivamente a 36 mm durante los tres primeros años, pasándose luego a 40 mm. Se
suprimió la pesca los sábados. Se implantó un paro total de tres meses al año (abril,
mayo y junio), para 1962 y 1963 y dos meses (mayo y junio), en 1964, 1965 y 1966,
esta veda estaba destinada a la protección de capellán y la merluza. Se estableció una
veda de la franja costera hasta 50 m desde el 1 de agosto hasta el 15 de noviembre
(protegiendo la cría de salmonete, sepia, pagel, besugo y langostino), el resto del año
continuaba prohibido pescar a menos de 30 m de profundidad.

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El resultado se puede resumir en los siguientes datos. El peso desembarcado al


finalizar el Plan era un 21% superior al año previo al Plan. La captura por unidad de
esfuerzo de las principales especies se incrementó un 47%. El rendimiento económico
medio por salida y embarcación, corregidos los precios, fue un 67% más alto.

Lamentablemente, una vez finalizada la experiencia no se adoptaron las medidas


necesarias para mantener las normas que se habían mostrado tan beneficiosas. La
vigilancia se relajó y se aumentó el esfuerzo, desaparecieron las vedas y se redujeron
las mallas.

El bacalao de Terranova (12)

Entre 1968 y 1977 las capturas de bacalao en los Grandes Bancos de Terranova
cayeron desde las 810.000 t. hasta las 150.000 t. En ese momento, Canadá extendió
su jurisdicción hasta las 200 millas, expulsó a las flotas extranjeras y asumió una
política de recuperación del recurso que debía conducir a capturas sostenibles de
400.000 t. en 1990. Previendo esta recuperación, el gobierno promovió el desarrollo de
plantas de procesado y la construcción de nuevas y modernas unidades pesqueras,
que aumentaron el esfuerzo sobre el recurso.

La ansiada recuperación, basada en el establecimiento de TACs anuales por parte de


los científicos del gobierno nunca se produjo. Mientras, el área ocupada por el stock se
reducía progresivamente al mismo tiempo que la densidad del recurso aumentaba
localmente, lo que daba una falsa idea de abundancia. Presionados por fuertes
intereses políticos, los científicos establecieron las cuotas anuales basándose en la
biomasa obtenida del estudio de las capturas comerciales, que no reflejaba la realidad.
Cuando en 1989 los científicos tomaron conciencia de la magnitud de la catástrofe y
recomendaron disminuir el esfuerzo a la mitad respecto del año anterior los políticos
se negaron y mantuvieron el TAC prácticamente intacto. En 1992 el gobierno
canadiense declara una moratoria (que las flotas de la UE no respetan). Esto lleva al
paro a 40,000 trabajadores de Terranova (con un total de 568,000 habitantes).

La historia de la pesca del bacalao en Terranova finaliza en 1993, año en que se


consideró comercialmente extinguido. En 1994 la biomasa se estima en sólo 2.700
toneladas.

3.7. El Principio de Precaución

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En los últimos tiempos se ha asistido a la consolidación del concepto de desarrollo


sostenible como el principio que debería guiar la relación del hombre con el medio. La
FAO (94ª Sesión del Consejo, 1988) define este término como " la gestión y
conservación de la base del recurso natural, y la orientación del cambio tecnológico e
institucional de modo que asegure la consecución y la satisfacción continuada de las
necesidades humanas de la presente generación y de las venideras. Este desarrollo
conserva la tierra, el agua, los recursos genéticos vegetales, no degrada el ambiente y
es tecnológicamente adecuado, económicamente viable y socialmente aceptable" . De
cara a conseguir este desarrollo sostenible, ha irrumpido con fuerza en los últimos
años la idea del principio de precaución como la filosofía que debe subyacer en la
gestión humana de los recursos naturales.

El principio de precaución se fundamenta en la "inversión de la carga de la prueba",


es decir, la asunción del carácter perjudicial de las acciones humanas sobre el medio
mientras no se demuestre lo contrario e implica la consideración de las necesidades
de las generaciones venideras, evitando las acciones que puedan generar cambios
irreversibles.

Esta idea ya ha sido recogida en las conclusiones y declaraciones de numerosos foros


internacionales. Así, el Principio 15 de la Declaración de Río de la Conferencia de las
Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (Río de Janeiro, 1992)
establece que "Para proteger el medio ambiente, el principio de precaución debe ser
ampliamente aplicado por los estados de acuerdo con sus posibilidades. En caso de
amenaza de daños serios o irreversibles, la ausencia de completa certeza científica no
se utilizará cómo una razón para posponer la adopción de medidas efectivas pero
costosas para impedir la degradación ambiental. "

El principio de precaución se extendió explícitamente a la actividad pesquera, primero,


mediante el Código de Conducta para una Pesca Responsable adoptado por la
Conferencia de la FAO en 1995 y, posteriormente, mediante el Acuerdo resultante de
la Conferencia de Naciones Unidas sobre Stocks de Peces Transzonales y Altamente
Migratorios, del mismo año.

Aplicado a la pesca, el principio de precaución implicaría el reconocimiento de los


siguientes puntos (13):

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Irazola, Lucchetti, Lleonart, Ocaña, Tapia y Tudela. 1996. La Pesca en el Siglo XXI: propuestas para una gestión
pesquera racional en Catalunya. CCOO-CEPROM-FORCEM.

• todas las actividades pesqueras tienen impactos ambientales, y no es correcto


asumir que son negligibles mientras no se demuestre lo contrario.

• aunque el criterio de precaución aplicado a las pesquerías puede requerir el cese


de las actividades pesqueras que presenten potencialmente impactos adversos
serios, ello no implica el cese de toda actividad pesquera hasta que todos los
impactos potenciales hayan sido evaluados y estimados negligibles.

• el principio de precaución aplicado a la pesca requiere que todas las actividades


pesqueras se sometan a una revisión y autorización previas; que se establezca un
plan de gestión que especifique claramente los objetivos y de qué modo el impacto
de la pesca debe ser evaluado, sometido a seguimiento y corregido; y que se
apliquen medidas de gestión provisionales a todas las actividades pesqueras hasta
el momento de entrada en vigor del plan de gestión, y

• el estándar de la prueba (los criterios con que deben juzgarse las evidencias) que
debe emplearse en las decisiones que afecten la autorización de actividades
pesqueras debe establecerse considerando el riesgo potencial para el recurso y, al
mismo tiempo, los beneficios esperados de estas actividades.

El principio de precaución puede aplicarse a diferentes ámbitos relacionados con la


pesca, ya sea al nivel de la gestión como a los de la ciencia y la tecnología pesqueras.

Frecuentemente, la gestión de las pesquerías se ha basado en el establecimiento de


puntos de referencia a los que la pesquería debería llegar. Estos puntos de referencia
objetivo (Target Reference Points) son valores óptimos de parámetros de la pesquería,
tales como la mortalidad por pesca F. Así, el punto de referencia objetivo utilizado más
comúnmente ha sido el F MSY , es decir, aquella mortalidad por pesca que permite
obtener a la pesquería el rendimiento máximo sostenible (MSY) del recurso.

De lo expuesto anteriormente, no obstante, puede deducirse que una explotación de la


pesquería basada en el criterio del MSY no entra en el ámbito del criterio de
precaución, puesto que ha demostrado haber fracasado en su objetivo de preservar
los recursos. A ello ha contribuido el hecho que las condiciones del MSY sólo pueden
ser conocidas cuando éste punto ya ha sido superado y, por tanto, el recurso está
siendo sobreexplotado. Además, la gran incertidumbre que envuelve el conocimiento
de las pesquerías puede implicar que se produzcan fácilmente desviaciones respecto

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Irazola, Lucchetti, Lleonart, Ocaña, Tapia y Tudela. 1996. La Pesca en el Siglo XXI: propuestas para una gestión
pesquera racional en Catalunya. CCOO-CEPROM-FORCEM.

de la situación deseada hacia el lado de la sobreexplotación, como ha ocurrido en


innumerables ocasiones.

El principio de precaución implica la persecución de niveles de mortalidad por pesca


tales que comporten un riesgo lo sufucientemente bajo de llevar la pesquería a la
sobreexplotación como para que pueda considerarse razonable. De este modo, se
percibe la creciente necesidad de establecer nuevos puntos de referencia que
contribuyan a evitar situaciones peligrosas para el recurso. Nace así el concepto de
puntos de referencia límite (Limit Reference Points) o puntos de referencia umbral.

La asunción del criterio de precaución en la gestión pesquera implica que, en tanto no


se establezcan unos criterios de explotación basados en el estudio específico del stock
considerado, deben tomarse las siguientes precauciones:

• la biomasa reproductora debe mantenerse a un nivel prudente (por encima del 50%
de la biomasa que correspondería al stock sin explotar)

• la mortalidad por pesca debe mantenerse a niveles relativamente bajos (por debajo
de la tasa de mortalidad natural)

• debe evitarse la pesca intensiva de individuos inmaduros

• deben protegerse los hábitats

Si el stock se halla ya sobreexplotado, como es el caso en muchas pesquerías, la


aplicación del principio de precaución llevaría a la inmediata limitación del acceso a la
pesquería, así como a la congelación de la capacidad pesquera y de la mortalidad por
pesca. El paso siguiente consistiría en la elaboración de un plan para la recuperación
del stock, que podría contemplar el cierre de determinadas áreas a la pesca y la
eliminación de capacidad y de esfuerzo pesqueros.

El enfoque precautorio implica también la introducción del concepto de ecosistema en


la gestión. Así, preconiza la necesidad de considerar los efectos aditivos de las
pesquerías multiespecíficas, obliga a minimizar el impacto de la pesca sobre las
especies asociadas y dependientes (entre otras cosas, priorizando el uso de artes
selectivos) , a reducir el impacto de determinados artes sobre los fondos, a proteger la
biodiversidad, etc...

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Irazola, Lucchetti, Lleonart, Ocaña, Tapia y Tudela. 1996. La Pesca en el Siglo XXI: propuestas para una gestión
pesquera racional en Catalunya. CCOO-CEPROM-FORCEM.

La aplicación del enfoque precautorio a las pesquerías deberá pasar por la


concienciación previa de los científicos y gestores pesqueros acerca del alto grado de
incertidumbre que acompaña al estudio y análisis de las pesquerías. Al carácter
inherentemente incierto de las estimaciones de los parámetros biológicos y pesqueros
que intervienen en los modelos (mortalidades, esfuerzo, etc...) se une la sospecha de
que algunas de las asunciones que son adoptadas habitualmente pueden no ser
siempre ciertas. La validez de una de las más importantes, la independencia entre el
reclutamiento y el tamaño del stock, ha sido puesta en cuestión por algunos científicos
pesqueros en el caso de situaciones de sobreexplotación de los stocks. Y,
precisamente, muchos de las pesquerías gestionadas según estos modelos se hallan
es este estado. Otro factor que escapa a la modelización es la relación entre los
parámetros ambientales y el reclutamiento. Ya hemos visto cómo en el caso de las
especies de pequeños pelágicos se dan grandes fluctuaciones de sus niveles
poblacionales relacionados, en parte, con el efecto del medio sobre el reclutamiento.

La adopción del principio de precaución implica, pues, la necesidad de cambiar una


concepción excesivamente analítica de la ciencia pesquera, basada en la hipótesis de
la comprensión total de los fenómenos naturales por parte del hombre, hacia una
concepción más abierta, que asuma la gran complejidad de los ecosistemas naturales
y la imposibilidad de su completa parametrización, en definitiva, más humilde.

La introducción del principio de precaución a la gestión de las pesquerías catalanas se


presenta, pues, como un paso a realizar necesario e inevitable si se persigue la
sostenibilidad de la actividad pesquera. Dada la elevada presión que se ejerce
actualmente sobre los recursos, su aplicación conllevará la necesidad de adoptar
medidas urgentes y efectivas. Es imprescindible para el bienestar de las generaciones
futuras, y depende de nosotros.

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