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Evaluación de una acción formativa sobre liderazgo

Kirkpatrick menciona en su libro “Evaluación de acciones formativas” los


cuatro niveles de evaluación de una acción formativa sobre liderazgo, cuyo
objetivo final es comprender y asimilar las experiencias que permiten actuar
como un líder identificando las necesidades de la organización.

Kirkpatrick insiste en la importancia de la evaluación antes, durante y


después de una acción formativa lo que es vital en el caso de la formación
dirigida al liderazgo. Es vital que la persona que se está capacitando en esta
temática sea evaluada durante todo el proceso, ya que no es un tema de
actualización teórica o técnica, sino de constante mejora personal.

En la evaluación del liderazgo se deben considerar muchos aspectos de las


acciones formativas porque de ellos dependerá el crecimiento de las áreas
que representan, así como de la misma empresa. Dicha evaluación tiene que
perseguir dos objetivos:

1. Probar la capacidad de autoridad y capacidad de liderazgo y no la


capacidad de imponer por la fuerza su liderazgo.

2. Comprobar la capacidad de abordar los problemas mediante toma de


decisión viable, factible y segura que garanticen el bienestar del personal y
empresarial de la organización en cuestión.

La formación en liderazgo ayuda a mejorar el desempeño en las habilidades


del superior e incrementa la satisfacción en el trabajo, ya que proporciona a
los directivos herramientas necesarias para el desarrollo de su persona a fin
de que la empresa siga desarrollándose. Al conocer las necesidades del
personal y la organización, permite crear una simbiosis que encuentre la
satisfacción de ambos.

En la actualidad, ser líder es necesario para lograr los objetivos sin la


necesidad de un jefe autocrático. Cuando existe un líder, las personas lo
siguen y hacen el trabajo con la convicción de su líder. De esta manera, una
acción de formación en liderazgo potencia a las instituciones a mejorar el
ambiente de trabajo, a ser más eficientes y a alcanzar los objetivos.
El liderazgo es una de las competencias más exigidas en las empresas a nivel
medio y ejecutivo, siendo una habilidad nata en muchas personas, mientras
que en otras, son las empresas las que se encargan de desarrollarlas.
Actualmente, la mayoría de las empresas invierten en seminarios de
liderazgo, pues se han dado cuenta de que tener una persona influyente, de
manera óptima, genera un clima positivo y desarrollo para las metas de la
empresa.

Sin embargo, la efectividad de un curso se evidencia en el desarrollo de los


cuatro niveles de evaluación, ya que los resultados pueden mostrar: reacción
positiva o negativa, adquisición de conocimientos y habilidades, utilizar la
enseñanza para mejorar su labor como líderes y, por consiguiente, presentar
mejoras en la gestión de su puesto de trabajo.

El porqué vamos a formar a una persona en una temática específica


dependerá mucho de la actividad que realice y de cómo la evalúe el jefe
inmediato, pero también de los objetivos estratégicos de la institución.

La evaluación de la formación enfocada al liderazgo de las personas ayuda a


medir el nivel de conocimiento o cambios de conductas entre los
participantes para conocer si hay o no cambios significativos y saber cuánto
aportó el nuevo conocimiento para el desempeño de los trabajadores tras
recibir una capacitación.

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