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PROLOGO MITO Y LITERATURA Los cinco estudios reunidos en este libro estin relacionados ‘entre si por una cierta convergencia tematic, ya que todos tra- tan de mitos griegos y de su tradicién literara. Creo que hay tambicn una cierta perspectiva comiin en el enfoque de estos ensayos y evocaciones mitolégicas. Porque no se pretende sdlo 1 fundamentalmente volver a contar las viejs leyendas por el simple placer de la narracién, Ese gusto de la fabulacién inge- niu subyace tal vez en alguno de estos cinco andlisis de viejos {estos pero ereo que domina una preocupacién te6ricadistin- twa la del mero Last 2u fabuliren: la de destacat las relaciones nrc esos dos téeminos: el mito y su transmisién literaria en ‘una tradicién como fa helénica, una tradicién literaria pro- 1-y escrta, extendida por varios siglos y sujeta a varindas mas de expres. hay dos que oftecen una perspec- ntalmente diacrénica: el primero estudia la varia- cio en el tratamiento de un tema mitico, el segundo la de- junidacisn se un personaje heroico, Las variaciones con que el Mito se presenta en textos excalonados alo largo de algunas siglos son significaivas. La tradicin literati y la sensibilidad an los elementos del esquema arquetipico de un Ino peculiar. Otros dos estudias tratan de dos cutiosos per- 0 PROLOGO sonajes de la mitologia clisica. Al analizarlos, he quetido des- tacat la signifcacidn del texto narrativoreferde a ss contexto social. Finalmente, el limo ensayo estudia la pervivencia y la infidelidad de un famoso mito en una recteacién muy distan- te por el ambiente litrario en que reaparece. Quisier aprovechar las piginas de este prélogo para anotar algunas reflesiones acerca de los problemas yaicatades que se entrelazan con el estudio de los mitos y la mitologia. La pre- cisién no deja de ser una pretensién arvesgada en este terreno, ya que hablar del mito es exponerse descle un comicnzo a una Serie de malentendidos, Tl vez, pensaréalgin astuto lector, es ‘esa misma confusién lo que contribuye a la proliferacién de libros y estudios sobre él, Pero aqui trataremos de ponernos en guardia y,advirtiendo de antemano que no tenemos ninguna formula ni teceta, buscaremos proponer algunas definiciones ‘nfnimas de los téminos mas usados en esas paginas. Podemos comenzat reitiéndonos a las dificltades que presenta la palabra “mito”, Es evidence que la definicién que podemios encontrar ‘en un diccionatio, como por cjemplo el de Ia Real Academia, Espafiola ~que dice que es “fabula, ficcién alegica, especial- mente en materia religiosa"-, deja mucho que desear. Dirlase que en esa definicién se percibe un tufilo dieciochesco. Pero, catiosamente, la palabra “mito” ha entrado en los diccionatios n fecha bastante tardia. No aparece en castellano hasta la edi- cin del Diccionario de la Academia de 1884, mucho después uc “miologi” y “iicoldgico”, términos ya usados en el si- lo xvtl. En francés aparece en 1811 (Robert), en alemén en 1815 (Grimm), en inglés en 1830 (OED), y estas fechas son. significaivas, ast como el retraso del espatiol al respecio. La definicién que el mismo diccionario (ediciéa de 1970) da de “mirologia’ como “historia de los fabulosos dioses y héroes de la gentilidad” no es menos anacrénica. (Sobre “gentilidad”, dice que es la “fsa religién que profesan los gentiles 0 idl. tras” 0 “el conjunto y agregado de todos los gentile”) -MITO Y LITERATURA, a Frente ala limiracién del uso recogido tan ranclamente por 4 icon habla coins a omer el mina eo ‘una palabra cargada de connotaciones, peyorativas (algo falso Pena y6 a srtaass (algo fabuloso, quimérico”) aque lo hacen ambiguo e incluso equivoco, Esas mismas conno- taciones pueden llevar a empleos dela palabra bastante distintos de su acepcién més antigua y originaria, y basta pensar en ‘eémo utilizan el término “mito” algunos escrivores marxistas 0 algin estucturalista como R. Barthes, para adver as ficiles dlesviaciones, en principio ir6nicas, luego ya rutinarias, que pueden imprimirse a su sentido, Por otto lado, conviene notar que es frecuente en fa iteratu- ra especializada, en antropéloges, fldsof0s, psicdlogos, historia: ddores dela religibn, eccétera, que el término sea tomado en una acepeidn un tanto restingida, dependiente de una determina- da escuela, Hay muchas definiciones del “mito, divergentes y dlseutbles. Por poner un ejemplo, podemos citar el articalo de G. J. Larson sobre “la definicién dl mito” (en Myth in Indo European Antiquity Berkeley, 1974), donde con afin de sincess se peelilan siete definiciones generals, desde diferentes perspecti- vas: y ninguna de las siete es, a mi parecer, lo suficientemente pci comprehensa como pre evita tes inter de Los intentos mds simplistas que tratan de caracterizar al iio cone edo sepeaTo tad ala historia elas doses", eceétera, fala de manera rotunda en cuanto pensamos «1 la mitologa elésica. El mito de Edipo, pongo por caso, no trata de los dioses y tiene muy poco que ver con la religién, in fin, todo esto parece jusificar la desconfianza con que ilpunos estudiosos tratan la cuestién. “No hay ninguna defini- ‘ion del mito, ninguna forma platénica den miro que se aus te todos los casos reals. Los mitos differen enormemente por ay su funcién social”, sefala G. S. Kirk en un yportante sobre el tema (EI mito: se significado y fan- 2 PROLOGO cone em les distntasculturas, waduccién espafiola, Barcelona, 1973, p.21). Pero ahora no pretendemos decidir com una dfiniin general qu es cl mito ni postular una referencia inca para todos los usos del término, cosa que seria muy dif de Con. sui sno impose, Nox contentasmos con india is modestamente, en que sentido usamos agut, en estas pginas, «ese vocablo tan manipulado y controvertdo, Para ello nos ser- viremos de una definicién minima, que tenga en cuenta la cau- tela y las advertencias criticas de G. S. Kirk y otros estudiosos de estos temas, Precisamos, pues, que entendemos por “mito” un “re- fn tdiconal que cuenta ls ctuaciin memorable einer Remorse caroondinarlog em un_temmpo preseigioga y Ieje- Con sta deficién pragmética pretendemos resaltar algunos tazos que nos parecen pertinentes y evitar otros ‘menos relevantes, a nuestro entender. En primer lugar, todo mito ¢s un relato o narracién, que tefiere unos hechas situa- “dos enn pasado remota. Con esto queda dicho que el mito ‘es mds que un agregado de simbolos: es una secuencia narra- tiva, Ese es el sentido bisico y originatio del griego mythas: tuna historia 0 cuento, en el sentido més amplio de esos t- sminos (el que tiene inglés story o tale). Yes tradicional, algo ue se cuenta y se sepi do como una hetencianarrativa y es propiedad comanitatia, un y-ne-personal. El mito pertenece a a ‘memoria dela gente y el rerteno de la mirologta es el dm ‘Aste carcter tradicional que postulamos puede replic: se con Ia observacién de que algiin gran eseritor y fldsofo, como Platsn, también ha inventado algunos mitos, Pero tal invencidn es ante todo una recreacién de relatos de corte tra- dlicional, hecha sobre una pauta previa yun esquema tpico. Los mitos platénicos son, por decieo asi, mitos secundatios, MITOY LITERATURA 8 de segunda mano, que sélo al ser memorizados por la colecti- vidad podrian devenir mitos auténticos. Hay entre los relatos tradicionales una posible divsién entre “mitos, “leyendas” y “cucntos populares’, que algunos «studiosos, como Frazer 0 Malinowski, consideran importan- te, Los mitos tratarian de temas fundamentales en a concep- cién de la vida y el mundo, como el de los origenes del u verso y la vida, el hallazgo de las arces, los cambios de la vegetacién, la necesidad de la muerte. Las leyendas, segin Frazer, son “tradiciones, orales © escrtas, que relatan las avenuuras de gente real en el pasado, o que deseriben suce- sos, no necesariamente humanos, que se dice ocurrieron en detetminados lugares"; mientras que los cuentos populares (inglés folktales, aleman Mérchen) son “puramente imagina- tivos, sin ninguna otra finalidad que el entretenimiento del cyente y sin que reclamen realmente su eredulidad”, La dis- tincidn, sin embargo, resulta més clara en la teoria abstracta «que en su aplcacién conereta. Es cierto que hay algunos trazos «que la apoyan: los mitos se refieen a un pasado mis lejano que cl de las leyendas, mientras que los cuentos populares se tefieren a un tiempo totalmente indeterminado, el de “érase tina vez...” y a.un espacio sin relacién con la geografia real, cla que se ubican las leyendas e ineluso algunos micos. Los personajes de los cuentos no tienen una personalidad propia, vino que se agotan en su funcién de protagonistas de la tama, mientras que los héroes de las leyendas y los micos| ticnen nombres y Familias definidos y Fos. Pero, aun as, el \nivar una distineién tajante entre unos y otros relatos pare- cen muchos algo diftil y poco tl (cf. R. Chase, The Quest fir Myth, Westport, Conn., 2+ ed., 1969, pp. 75 ys: Kitk, oP ‘iin ppeA7 ¥ 5). Los griegos daban el nombre de mythoi \ lox tes tipos o especies del relato tradicional andnimo y Jiveslado. Y una de las caractersticas del repertorio de mitos Vvlénicos es lx dificultad para distinguir lo que podriamos “ PROLOGO lamar “mitos propios” de las “leyendas”,aplicando el esque- mma de Frazer. ay fae ‘Otzos dos rasgos del mito son su carécter dramdtico y sua valor jemplar. Como indicaba E. Cassrcr, “cl mundo del mito es un mundo dramético, un mundo de acciones, de fuerza, de poderes en conflicto”. Fl modo narrativo que caracteiza al relato mitico esté fundado en la dramaticidad, es decir, en la ccién ~drima, etimolégicamente significa cs0~. ¥ en esto es triba uno de los puntos de su oposicién a fdas, que es “raz6n, azonamiento y discurso teérico”. Sobre esta oposicién volve- remos luego. Ahora basta con indicar que el mito se reconoce por un estilo propio de narracién dramtica (en ese amplio sentido en el que se puede decir que los amorias de los dioses, por ejemplo, son historias dramaticas). Ese aspecto draméti- co puede luego vincularse a rituales determinados, pero éste es ‘oto tema, Quisira ahora sefalar que al decie que el mito es ejemplar 108 a que lo sea moralmente, sino a algo mas ampli y tal vez poco precisado por est adjtivo. Ea la narracién ‘mitica la comunidad ve algo que mercce ser tecordado como ius twacién de sus costumbres, como explicacién del mundo, como algo que confiee un sentido a ciertas ceremonias. El mit tiene tuna funcin social (en esto han insistido Malinowski y los la- mados antropélogos “funcionalisas”, con demasiada sencillz), que no hay que olvidar. En eso aventaja al cuento que, segiin Frazer sirve slo para entretenimiento de los oyentes, (Pero el viejo Tucidices pensaba fo mismo de los mitos confrontados a Ia veracidad del saber histérico,) Algol que devace W. Buea defini mio como tun “cuento tradicional aplicado a algo imporcante: mth isa trainee wit wcondary paral refines somading of collective importance” (Seructure and History in Greek My- thology and Ritual, Berkeley, 1979, p, 23). Por exo el mito es digno de menciéa en ciertas ceremonias, y contribuye a la cohesién de la comunidad la evocacién de los mitos, patti rio comiin. Este rasgo entronca directamente con ef cardcter tradicional de tales relatos memonahles. A sa manera el mit ‘ofiece una explicacién del mundo y de la sociedad, explica- «ign que luego el progreso racional puede mostrar qu es inst- ficiente o fantéstica, pero que ha servido en una época para domesticar, por asf decir, a Ia medida del hombre su entorno natural, confiriendo un sentido humano a procesos y causas {que estaban mds all de la comprensin por otros medios que no fucran el relato mitico. La tadicién ha alterado luego la funcién del mito, y esto « muy notable en la transmisién de la mitologta griegs. Pindaro utiliza el mito como un paradigma, al servicio de su ideologia conservadora y aristocritica, mientras que los tré- gicos atenienses escenifican los conflicts de las sagas heroicas on un propésito muy distinto. La tragedia griega se constr ye sobre los temas miticos, pero los héroes se convierten en tes- tigos de la grandeza y la fagildad de la enigmética condicién, hhumana. Al evocar el mito el relao situado en es ljano pasa- lo heroico, le tragedia cuestiona el presente. ‘También ast cumple el mito una funcién social. “El mito", ~sefiala J. P ‘Vernane- “en su forma auténtica, aportaba respuestas sin for rmular jamas explicitamente los problemas. La tragedia, al recomar las eradiciones miticas, ls utiliza para plantear, a tr vés de étas, problemas que no comportan una solucién’” (bythe et société en Groce ancienne, Pars, 1974, p. 206) Creo que algunos estructuralistas pasan demasiado por alto «ta Funcién social de Tos mitos, que es uno de los trazos per- tinentes para distinguislos de los euentos (como advierte muy bien Propp en Las raice histricas del cuento, traduccion espa- rd, 1974, pp. 30 ys) y lo que fundamenca su larga \vonsmisién, asf como las variaciones de ésta Calilicar de “extraordinarios” a los personajes de ls relatos Inlticos puede parecer muy vago. ;Por qué no hablar de dioses, “ PROLOGO seres divinos, sobrenaturales, 0 preternaturales, como se dice firma, sin-més, alain reputada manual mitolégico, Es ver. {ad gue los mitos hablan de Jos doses antigo pero tam- bigarhablan de otF0s sere. En la micologia griga los héroes ategorla rou df de determina, incluso con la ayuda dal excelente libro de A. Brelich ocupan un lugar casi ean amplio como los dioses. Y famésos heroes, como Ulises, Jas6n, Tese0 0 Edipo, son demasiado humanos, tienen un parentesco familiar harto ljano con los dios, y actdan en ‘un horizonte tan terreno que, en muchos casos a califcacion de “divinos’ o “sobrenaturales” no concuerda con su condi- cin teal. Decit que son extrzordinaris es, al menos, distin- suirlos de los demés, de los efimeros mortales no heroicos {ue somos inlgnos de ser evocados en relatos de este género ico oat! La narracin mitica se refiere siempre a un pasado prest- gion y Iara. En cl famoso mito de ls edades gue Gacnta Hesiodo hay una Edad de los Heroes, que precede a nuestra Specs agp de Hesodo, edad dl ho, Lo ios ‘itos se reficren a ese tiempo heroico, mientras que algunos tvs tata del principio defor empos al narra cogona ya cosmogonta. Entze los mitlogos ha sido quizi M. Eliade ‘quien mds ha insistido en ese tiempo distinto, lejano, sacro, del mito, como un tiempo opuesto al mundanale histérico tiempo en que nos movemos. Es el viempo de los origenes de tas cosas, el tiempo en que los hombres hablaban con los di ses, el tiempo del que nos separa la historia y nuestra menta- lidad, el tiempo del ererno retoro y del nunca jams. En el mundo de la mitologia griega ese pasado mitico es sentido como algo no excesivamente lejano,y ls mitos heroicos estin sigs cerca de a leyenda que del “mito propia”, en la distincién de Fraret. Pensemos, por ejemplo, en has sagas heroicas relat vas ala guetta de Troya o a la conquista de Tebas, que podian MITO Y LITERATURA, ” siruarse en un siglo no muy Tejano a la época en que compo- nia Homero sus poemas, slo tres o cuatro sighos antes. Para nuestra definicin del mito podemos prescindir de dis- ‘quisiciones acerea del “pensamiento mitico” como una mods- Tidad opuesea al pensamiento Iégico, bien en el sentido de representar la expresin de una mentalidad prelégica (Lévy- Bruhl) o de una emorividad e imaginacién singulat, mitopoé- tica (Cassrer), 0 del pensamiento salvaje que recurre aun len- guaje distin y a un c6digo diverso para exponer su visién del mundo (como indicé Lévi-Strauss) Las investigaciones sobre el sentido de la micologia y sus interpretaciones filos6ficas y antropolégicas forman el tema de una historia apasionante, pero en laque no podremos demorarnos aqui, ya que nos des- viarfa de nuestro tema, que es mds sencillo: destacar la relaci6n entre ef relato mitico y su tradicion literaria. Conviene, a este propésio, distinguir entre un mito y una versin del mismo en un texto determinado. La interpretacién dde-un mito es diferente de la interpretacidn de un texto que refleja el mito en una forma peculiar, en un géneroliteratio y cn un. contexto histérico determinado. Homero, Pindaro, Séfocles y Apolodoro pueden referimnos un mismo mito de rmodos muy diferentes. El relato miico tiene un valor paradig- itico en cuanto relato tradicional que las diversas versiones recogen como realzaciones singulares, Un mito viene determi- nado por la sumna y el contraste de esas versiones y ls varia- tones de las mismas. Pero conviene que evitemos el prejuicio ‘ealista de suponer que el mito existe por st mismo, al margen tle esas realizaciones literarias ~y de las realizaciones orales que hnemos perdido-. Las variaciones diacrénicas de la narracién voesponden a su dimensién histérica. Al ser recontado ef nico se altera y en esa alteracién el mio guanda los trazos de lo histérieo, de lo que ni siquiera el mito se escapa Con esto hacemos una pausa en nuestra consideracién y Jpasamos a otro temar el de la oposicién entre relato mitico y —_—_—_— 8 PROLOGO relatohistrico el enfientamiento entre la mitologe ya historio- sala, Se tata de una oposicién en la que se ha insstdo menos que en la famosa myzhos frente a digo en la historia del espiica sriego, pero que tal vez no sea menos interesante que ésa. Ya hemos aludido a la oposicién entre mythos y légos en evanto al modo narrativo. Légos es un téimino mucho més amplio que tiene los valores de “elato, narracin", pero tam. bién muchos otros significados, como los de “palabra, frase, tratado, razén, raaonamiento, proporcién”, etc, que exceden al campo seméntico de mythos. También el mito puede ser dlesignado con el té:mino indiferenciado de dios Los mitos ton laradoe veces oo) le, "ecuos ects Soe dos’. El enfrentamiento entre ambos términos se produce en la época de la sofistica, cuando se quiere resltar el valor del gos como ravén y razonamiento, como método tinico para aleanzar la verdad, frente al saber dudoso del myihos arcaico © indemostrable. Tucidides, Euripides, Platén, son los primeros testigos de esa oposicién que marca una etapa en la culeura sriega. Del mito no se puede “dar razén’, légon didénai; el mito reclama una fe ingenua que los ilustrados del siglo V a. CC. no puedan ya concederles como explicacién de Io real el ‘mito se revela inapropiado 2 las exigencias racionales de esa histor. La informacion de visu es esencial para este tela- fo, mientras que nadie ha visto lo que el mito cuenta. El mito se escucha, porque lo que refiere siempre ha sucedido en ese | pasado inaccesible ala experiencia humana, de los actuales ef zeros, ya que es lo que pasé en ese otro tiempo de los dioses ¥ Jos hétoes. El historiador antiguo es, como Herédoto, un viajero que va “con afin de investiga’, theories héneka, por el ancho escenario de la historia recogiendo tesimonios de lo que .afitma y cxticando las tadiciones locales. Poco o nada tiene que ver con el mitslogo que repte ls viejs historieras tradi- ionales. Estd mucho més cerca del flésofo, cirtamente. Tal vez, como en el caso del buen Herédoto, al historiador le gusta escuchar los pintorescos myzo’ de tal o cual pueblo; Peto silos transmite, lo hace con una sontisa escépticae iré- nica, como un embellecimiento accesorio de su obra. ~ Queda claro que entre ambos relatos, cl mitol6gico y el his- ‘oriogréfico, hay una notoria oposicién. Pero en las versiones del mito se inteoducen notas del contexto social, y en ese sen- tido, dectamos, las versiones del mito guardan los erazos, la {mpronta, de un momento determinado de la historia, (Bn algunos pucblos los mitos estén ligados a la literatura ; teligiosa, custodiada por una casta o un grupo profesional de personas. En tal caso los mitos som la literatura sagrada,y la ‘organizacién ecesidstica local vela por si transmisidn inale- rada, ya estén encomendadbos a la memoria de los sacerdotes 0 [MITO YEITERATURA 2 un libro sagrado, As{ suede en la tradicién hindi o en Ja Ihebrea Pero en Grecia la cosa es diferente. Aunque los mitos son ‘en muchos casos literatura religios y estin en conexiin con las ‘rcenciasyrtos locales, sin embargo, no son monopolios de nin- ‘gn grupo social en su tradcién, ni estin encomendados a los Sacerots, sn os potas educadres trains del po blo griego hasta que las filésofos vinieron a reclamar esta com- pete so cone lo ito griegor una sbi yuna 1 fx transmisin mioldgica en otros puc- gos han variado notablemente en su tradi- cién secular, por esa misma apertura y liberad de transmisin. Los mitos no tienen una fijeza dogmtics, sino que postu ln ua eed un ent gay genera ea ee la fe requerida por los textos dogmaticos de ciertas religiones 0 oe rents “eveldo, lente alos gue nose admiten di dlencias. En tal sentido la eligin antigua era algo mucho més liberal que la tradicidn cristiana o la musulmana o la hebi ca, ¥ los mitos, junto con los rtos, aunque ligados a la con- cepeidn religiosa del mundo y la existenci, signifieaban algo dlistineo que lo que han sido luego los eatecismos, algo que era rnicho mis vivaz, més poético y ms literario,e incluso, si ast te quiere, “nis foo" (en el sentido en que Niewsche de- cia que la “frivolidad era una de las més bella earacterstcas Ue los doses griegos”) que los relatos de otros textos religiosos ‘ns familiares para nosotros. Tito para Fundacdn dela historigralla como para ly Ue la filosofa hay un hecho fundamental: [a divulgacién de Jn escritura, que no es slo un instrumento de eivilizacién, sino Aubin un nuevo terreno para la discusién y la demostracién Ul saber, J. B Vernant ha destacado muy bien lo decisiva que es Jon la ticién de mito la aparicién de Ja escritura, Lin y por Ia literatura escrita se instaura ese tipo de dscurso cn ue el logo no es ya sa Ia palabra, en que ha cobrado 2 PRoLOGo ‘alo de racionalidad demosteativa y en et plano se opone, tanto por la forma como por el fondo, a la palabra del ‘myths. Se opone por la foxma por el ditanciamiento entre Ja demostracén argumentada y I texturafabulosa del cela- to mics se opone por el fondo por la distancia enc ls eatidades abstracts del solo y las poten divinas dels aque el mito cuenta las aventurssdearitcas. Esa dvergencia funcional ence palabra y escrtura afectaditecamente al ‘stato del mito (. P Vernane en “Rasons du mythe", en Mite es oitaé en Grceancenne, Pris, 1974, pp. 198-199). Una diversa actitud de espiritu es la que se tiene ante el relato oral; acompafiado de gestos y reactualizado en un con- ‘texto cargado de emotividad, y ante el escrito que permite una postura critica Los antropélogos actuales son bien conscientes de esta dis- ‘incin, las citicas, hechas por P. Ricoeur y otros, a la gene- ralizacin de la significacin del pensamiento mitico (como la de Lévi-Strauss, por ejemplo), a partir de los mios recogidos ‘en pueblos primitivos sin escriturs, parecen muy acestadas. En cl caso de los grigos nos es imposible ponernos en camino para visita ‘al hacedor de mitos’, como hacia o crefa hacer ‘Malinowski, surcando con los natives las sinuosas playas y las junglas de las Trobriand. La funcién social del mito “viva” sélo podemos percibirla de un modo remoto, a través de los textos excrtos, reliquias esporidicas de la eradicién mitica Una tradicién que, al hacer de los mitos una materia literaria (no custodiada por una clase sacerdotal ni sllada por marcas dle dogmatismo), se prestasingularmente a variaciones y reto- ‘ques. Al estcliar los mitos helénicas conviene tener en cuen- #2 esa fragmentariedad de las reliquiasy la facilidad de varia- ‘ign que oftecen los relatos de los poctas, que no slo gozan dea libra ya ald sino que conten ademas on que su pablico ya conocia los mitos, por lo que podian aludir ses- [MIO Y LITERATURA » gadamente 2 ellos, como hacen tan a menudo los liticos, 0 peemitsse divergencias de detale La literatura griega es, en gran parte, un dislogo con los imitos ya sabidos, ya transmitidos oralmente, y esa relacién dialderica es, pienso, algo singular. Los estudiosos del pensa- ‘mienco gricgo no comparten hoy la concepcién rigida de un cenfrentamiento entre el mito ¥ la filosofia como enemigos imeconciliables, F. M. Cornford, H. Frinkel, M. Untersteines, shan stad cme el prog dl pena icin se hace apoyindose en vijas estructura del mito, y cémo ya Fendt comieas dela savant ym cxplion del devenir cdsmico, Por otra parte la pervivencia de la cultu- ta oral en Grecia es muy amplia hasta la época del helenismo. Bien lo ha moserado E. A. Havelock en su Prfice to Plato ‘Cambridge, Mass., 1963.) La literatura oral tiene un cardter formulary el repetic los mitoses la funcién fundamental, recordadora, dela pica 13s Mass jas de Moemésn, son ls pode dios que «poeta invoca para que le inspiren, no algo nucvo, sino el recuerdo exact dl pata, Con la apaiion ydvulgcin de In eseritura cambia la funcién del poeta, Ahora ya subsisten las versiones del pasado por escrito, y entonces el poeta puede Iuacer sus comentarios y sus observaciones personales. No es ‘cial, pienso, que Estesicoro, el Iirico del siglo vit que cuen- Lule nuevo tantos temas épicos, introduzca curiosas novedades tou rekxo, El es quien dice, por ejemplo, que Helena no fo a Tioya, sino que Pars rapté s6lo a un fantasma, un doble ile Ia hermosa reina de Esparta, y que fue por ese fantasma de Holena por lo que aqueos y troyanos lucharon y murieron en Jn longa vontiends. Com ello introduce tna versin irénica de Jn leyenda famosas y eso s6lo es posible hacerlo porque Este- » se considera un poeta diferente de los aos y rapsodos| ne ya una idea de su propia personalidad ino crear de una obra literati, PROLOGO {a literatura grcga ha vivido de la tradicién mitica en una ‘medida que ef lector moderno debe advert como enorme. Pignsese que los argumentos de todo el rearotrigico ~y en buena medida también la irca coral~ son leyenda mitices, econtadas con esa libertad a que aludiamos. Esa recurrencia continua los mitos y la libertad de su tecreacién caracteriean 4a tradicion lireraria de a antigledad grecolatina, Es curioso que en la Potica de Arisiéceles la palabra mythos ifique a menudo “argumento’, ‘tama’, de una obra tea, tral. Ese atgumento era un “relato tradicional” cas sempre (con alguna excepcién, como los Persas de Esquilo,o el drarna Anteo de Agatén, quicn wav la peregrina iden de iene oe atgumento de tagedia, sin éxito, al parece). Al final el mito enrré en una decisiva crisis, en algunas piezas de la ultima éoca de Euripides. Nietzsche ha comentado, can vehemene ¥ aeresividad, el caso que vino a producir el final de la tage- dla, Pero &ste es oto tema, y nos desviaria de lo que estamos considerando aqui, (El estidio acerea de las Bacantes puede recordar de nuevo ese problema.) Nuestra petspectiva sobre los mitos griegos es filoldgica, “Tal material nos ha Hlegado tinieamente en forma de textos aisladosliterarios, sin soporte en la vida real y caentes de su contexto social”, como advierte Malinowski. Esto hay que recordarlo para no olvidar que los mitos griegos tambien te, ‘fan una referencia social y formaban parte de una cultura viva y compleja, y que precisamente las variaciones en su ‘wansmisién se deben a que reflejan las tensiones del contexte Social que las impulsa, Quisira afiadir una breve reflesién acerca de la palabra “imitologia”, que, como sefala el profesor Kirk, con su habit tual agudeza, es un término ambiguo. “Mitologi signifi tanto “coleccién de mites" como “estudio de los mitos", Tal Uso ambiguo no es antiguo, y segiin Kirk lo mejor seria evitar tun voeablo tan pretencioso (‘mythology is a highsounding TO Y LITERATURA 2s fame that lends a spurious quasi-philosophical glamour to Whar may bea very simple ire Te mace of Cec myths, Hardmondsworth, 1974, pp. 22 y ss). No comparto ‘ea suspicacia, ya que los dos usos del término (derivados de los sentidos de la rate glog, que significa “recoger,reunir” y también “decir, considera") no. parecer producir graves smalentendids : eemeal Desde Hesfodo a los mitdlogos y mitdgrafos tardios, como Apolodoro, tenemos atestiguadas colecciones de mitos, es decir, “mitologlas" en el primer sentido del término. La for- amacién de tales corpus mitoldgicos es muy incest para a comprensidn del pensamiento mitico griego. Hay una gran citaenia ene sn sitemataion mii coms I de Hisiodo y la coleccién de mitos de Apolodoro (cf. J. B Ver- ‘nant, op. cit pp. 207 ys), pero ¢s muy importante conside- rar Ja existencia de tales perspectivas de conjunto sobre los imitos griegos, Precisamente uno de los puntos clave para el «studio de los mitos antiguos habria de ser esta consideracién dle que los mitos se integran en una mitologia, que los ele- rmentos del eédigo mitico se definen por la rlacin de unos con otros, que las prerrogativas miticas de tal 0 cual persona «stin definidas por su enfrentamiento con las de otros, en una estructura miolgica que poemas como el de Hesfodo expli- citan de forma clara, pero que de algin modo previamente cstin en Ia formacién del mismo corpus mitico, en que los mitos se interelacionan y se definen en una estructura laxa, pero fandamental En cuanto a la “mitalogia’ como “ciencia que estudia los nites y cl sentido de los mismos” éta es una ciencia, © pre- tend sero, bastante moderna, Sus viisicudesy la variedad de ‘corfas sobre los mitas y el pensamiento mitico puede verse en libs conn el de J. de Vies,Fchumggescichte der Mythologie, Vriburgo-Miinich, 1961, y el ya citado de J. R Vernane 0 el anticulo de M. De Da Max Miller 26 PROLOGO ‘Claude Lévi-Strauss", en el volumen col. I! mito. Guida sto- rica e critica, Basi, 1975). De alguna manera todos los estudios actuales sobre el mito comienzan por refritse a estas especu- incions sobre el sentido delox mits “que rman am ert: der uoa hsoria muy inference reveadora dels cultura ‘modera~ en que los ancropélogos, los psicélogos, ls filiso- fos, los hiworiadores de a religones, es Rilogosyslguns ‘otros han emitido hipétesis y fraguado teortas discutibles y discutidis. Seguit dindole el nombre de mitologia a estos estudios no parece evitable a menos que se sugiera un térmi- ‘no mds claro y conveniente para todos. La relacidn de “mito literatura” ha sido planteada muchas Neves. Con frecuencia se refieren a ell algunos crticos liter _Zsios que tatan de la pervivencia de os mitos en la poesta actual ‘9 moderna. (Sirvan de ejemplo el volumen colectivo Myth and ‘Symbol. Critical approaches and applications, ed. por N. Frye y ‘otros, Lincoln, 1963, 0 el breve libro de W. Righter, Myth and Literature, Londres, 1975.) En estos estudios se suele insstr en el valor simbélico de los mitos o en los simbolos miticos «que perviven en la literatura moderna, o en la nostalgia mtn de ucstra época, que se expres en la bdsqueda del mito. Todo ese aspocto del simbolismo de la mitologla les parece primordial a muchos exticos literati, (HI estudio més informativo y com- pleto al respecto me parece el libro de G, Durandy Les sructu- res anthrapologiques de Vimaginaire, Pais, 1969.) Sélo en muy limitada medida se relacionan con ese enfoque los estudios que aut presento; y no son ls simbolos arquetipicos universales, Jo que tratamos de desvelar en nuestro anliss de los textos 0 de la rama de un relato mitco, sino la referencias histsricas y las connotaciones ideoldgicas que laten en la versin determi- nada en que se presenta 0 vuelve a contar el rela, Los griegos no tenfan una palabra para designar lo que nos- ‘otros Hamamos “literatura”. Las expresiones mas cercanas se- fan paideia y mowsiké, “educacién’ y “el are patrocinado por -MITO Y LITERATURA Fo las musas’ que engloba ala poesia, la mss , por excensin, lafieratna. Pero su literatura estaba unida au mitolog,ylos mitos ean lteratur, de un modo que no tiene paralelo en fhuesro mundo actual. Los fidvofos, desde Jendfanes y He- Ticlto a Platén,protestan de exe predominio de la enseRanza de los mites, contados pot los poets, en la eucacisn popu- Tat. Peo, pese a estas protests de ls ‘lustzads, los mitos Sigueron sendo hasta la epoca lnk cl hums en que se enaia toda la gran trata, Sélo ls Comedia Nueva sigs pcs arn papa ono gine ean do sists de ese argo mien; son géneros “burgucss” Nay naplie' cece aiee (2 elie oils a el kl novela, Maid, 1972), Los dos primerosensayos de este libro, acerca dl vije al mundo de los muertos y sobre la decadencia de un hétoe a- dicional, sefilan, en su enfoque diternico,cdmo la penlur cién dela tama mica acartea un desgaste y reinerpretcién los motion lexi sobre Pee inde cone nit, ia recarga de problematicida,tene una eferen- Fae ee Sear ag patio Se ee ateniense dela epoca de Euripides, Tanto exe ensayo como el referido a Treas revlan las contadicciones de determinadas posiciones sociales “pesonalizadas en el rey o en el adivino mnticos-. Como dice Lév-Straust, el mito no aportasolucio- ns, sino que sive de "mediador” en la expresign de graves ‘lems sociales. lesudio Final, sobre “Sir Orfeo" estudia un caso curioso de contaminacién mitolgica entre dos tradiciones Ia greco- tromana la etic, cn un tema archidivulgado de un viaje al mundo de los muertos. De alin modo el rem suscitado en cl primer ensayo enlazn con este tkimo, El mito, recbido del pasado como un placencero pero ambiguo legado, es ms que una gratuita fclén, puesto que habla en su claro y enigmstico idioma propio, de temas que 28 PROLOGO ‘han asediado la imaginacién de muchos hombres, de genera: ciones remotas. Hasta qué punto el mio significa para nos. ‘otros algo mas que un entretenimiento, un “deleite del oido”, como la lteraura de fccin segin Plutarco, es asunco en que fo voy a enttar ahora. 50 depende de la sensibilidad la ‘eeeptividad imaginativa mayor o menot de cada uno, de su dlisposicin hacia el pasado y su seguridad y anclaje en el pre- sente, Lo que aqui pretendo es invtar a una relectura de alg. nos de es0s vigjos relatos como quien incita a una excutsidn a terrenas extraios, pero recorrdos ya en suefos. CEG, Enero de 1981 ao Nar MR De a ine coor se los han apacecido con variants en revises copuicher “Theta adiving como median” en Ent, 1973, TOT, y “Se feo spree UE 1 87s pp 1 Gran B edettdoal igns Jasin y el que uta de Heteo,recogenysmplian muy consider Ne inte algunos apuntes presentation los alone ee nese eae de lor Atgonantas (1976) des Beconete Easedes G9), Nota 14 raisewre roto. Heafaido come sexo capo e ensayo que escrib en 2007 tuto “Relecures meaner yp sbversta dls mitos amigos" qe nse ens persncaee dee sites you eeinerpretaion en fecha recess EL VIAJE AL MAS ALLA EN LA LITERATURA GRIEGA

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