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ARTICULACIONES DEL CUERPO Y LO SIMBÓLICO.

DIVERGENCIAS ENTRE
CIENCIA COGNITIVA Y PSICOANÁLISIS

– Martina Elizalde

Docente de la Cátedra Desarrollos Psicológicos Contemporáneos, Facultad de


Psicología, UNR.

Integrante del Grupo de Investigación El estatuto del cuerpo en Ciencia Cognitiva y


Psicoanálisis. Interrogantes, tensiones y divergencias.

PONENCIA JORNADAS DE INVESTIGACIÓN 2012 / FACULTAD DE


PSICOLOGÍA UNR

En este trabajo se intenta poner en relación el estatuto de “lo simbólico” en Ciencia


Cognitiva (computacionalista) y en Psicoanálisis (desde la perspectiva lacaniana). Esta
relación cobra interés por su vinculación al estatuto del cuerpo, tema central de nuestra
investigación. Así, se trata de despejar el sentido que adquiere el término “simbólico” en
ambas perspectivas y su articulación a la noción de “cuerpo”.

Desde las Ciencias Cognitivas computacionalitas -aquellas que toman como punto
axiomático de partida la analogía mente-ordenador- el estatuto de lo simbólico se
encuentra definido a partir de la noción de cómputo, es decir, como la sustitución de un
símbolo por otro; la mente manipula símbolos y realiza cómputos, en el sentido en el
que lo lleva a cabo un ordenador. Dado que las discusiones internas a la Ciencia
Cognitiva son fuertes (por ejemplo, la discusión entre Daniel Dennett y John Searle)
resulta de interés especificar algunos de los criterios más representativos en este punto,
e indagar cuál es para estos autores la relación de lo simbólico con el cuerpo.

Desde la perspectiva del psicoanálisis, y fundamentalmente a partir de los planteos de


Jacques Lacan, el estatuto de lo simbólico se enlaza a la noción de significante y a su
anudamiento como registro con lo imaginario y lo real. Se despejará el modo en que lo
simbólico se articula al cuerpo y sus consecuencias en la constitución subjetiva.

Finalmente, se busca establecer diferencias estas nociones entre ambas perspectivas y


sus implicancias para entender la noción de “cuerpo”.

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo se enmarca en una investigación más amplia acerca del estatuto del
cuerpo en la Ciencia Cognitiva (computacionalista) y el Psicoanálisis1. A partir de la
misma, hemos distinguido la importancia que ambas perspectivas le otorgan a lo
simbólico en tanto modo de inscripción de las llamadas “representaciones”. Es nuestro
interés despejar dichas concepciones y su articulación con el estatuto del cuerpo.

LOS DEBATES INTERNOS DE LA CIENCIA COGNITIVA. FUNCIONALISMO Y


EMERGENTISMO
Según Gardner2 la Ciencia Cognitiva surge y se caracteriza, entre otros aspectos, por
centrarse en la analogía funcional entre la mente y el ordenador, así como por la
importancia otorgada al nivel de las representaciones mentales en sí mismas, es decir,
separadas del nivel cultural por un lado y del nivel biológico por el otro. Así mismo, hay
ciertas variables que serán dejadas de lado con una finalidad metodológica: las
emociones, los elementos históricos y culturales y el papel del contexto. Es decir, que se
intenta construir a la mente misma y a las representaciones mentales como categorías
desvinculadas de todo aquello que ponga en juego la singularidad y la historia, para
poder mantener la analogía mente-ordenador como axioma.

Dentro de esta perspectiva, sin embargo, encontramos fuertes debates,


fundamentalmente filosóficos, acerca del alcance y sentido de la mencionada analogía.
Dentro de estos debates ha cobrado importancia el que mantienen Dennett y Searle.
Daniel Dennett3, al igual que Jerry Fodor4, representan una postura situada en el
extremo del funcionalismo computacionalista o versión de la inteligencia artificial
fuerte. Para esta perspectiva, la organización cognitiva es similar a la organización de un
ordenador al ejecutar un programa; estos procesos computacionales son procesos
lógicos (software) que operan en función de símbolos y no en función de su soporte
físico (hardware). Para estos autores, la mente humana funciona como un ordenador en
el sentido pleno de la comparación; es decir, eliminan del debate aquellos aspectos que
podrían significar una diferencia posible o cuestionar el axioma funcionalista.

La idea básica de la IA es que el ordenador, como sistema de símbolos físicos, posee la


capacidad de desarrollar conductas inteligentes, porque interpreta símbolos, los
manipula, los almacena en ciertas estructuras de memoria y, finalmente, produce un
resultado que se considera inteligente. Estos planteos de la IA se basan en la corriente
filosófica del funcionalismo, para la cual la misma organización del sistema es la que
define las condiciones necesarias y suficientes para que existan los estados mentales.
“Como los ordenadores son funcionalmente equivalentes a la mente humana, esta es la
prueba necesaria y suficiente para que los ordenadores tengan estados mentales”5.

A modo de síntesis podemos detallar algunos de los supuestos principales del


funcionalismo computacional en su versión fuerte:

Los estados mentales se definen por sus roles causales abstractos dentro de un sistema
de procesamiento de la información.

La organización cognitiva es similar a la del ordenador cuando ejecuta un programa


lógico.

Los procesos computacionales son procesos lógicos que operan con símbolos y no
dependen del soporte físico.

Lo importante es la organización funcional que permite la conducta inteligente.

Pensar es lo mismo que procesar información.


Procesar información es lo mismo que computar, es decir, manipular símbolos según
reglas que constituyen una sintaxis. Las reglas sintácticas son análogas a sistemas
lógicos o matemáticos con procedimientos formales.

Vemos en este planteo que la mente humana funcionaría según leyes puramente
sintácticas ciegas al contenido; procesan información de manera independiente del tema
que se trate, pues sólo se rigen por leyes lógico-sintácticas. El planteo central de este
tipo de funcionalismo computacionalista establece, en última instancia, que pensar es
computar, es decir, sustituir un símbolo por otro dentro de un sistema lógico cerrado,
autosuficiente, “puro” o ideal, es decir, sin vinculación con el cuerpo ni con el nivel del
sentido, aunque se aluda a este de modo ocasional. En esta perspectiva el cuerpo es
mero soporte sin ningún tipo de conexión con el pensamiento. Hay un puro símbolo-
cómputo ciego al sentido, separado del plano del cuerpo, que funciona por sí mismo, sin
sujeto ni intérprete.

Las críticas a los planteos de Fodor y Dennett son muchas. Una de ellas, en otro
extremo del gran abanico de las Ciencias Cognitivas contemporáneas, es la de John
Searle6. Este autor cuestiona fuertemente al funcionalismo computacionalista en varios
aspectos.

Sus críticas plantean que una teoría de la mente debería necesariamente considerar:

La existencia y el funcionamiento de la conciencia: pues entender a la conciencia como


“atención selectiva”, “proceso de control” o “memoria de trabajo” implica una
concepción mecánica o pasiva, sin su dimensión constructiva ni intencionalidad.

La intencionalidad de los estados mentales: la intencionalidad, en la versión fuerte, se


equipara a metas o fines, en una explicación causal mecanicista, sin explicaciones
teleológicas o finales.

La subjetividad de los estados mentales y la existencia de una causación mental: la


versión fuerte considera irrelevantes los contenidos cualitativos de la conciencia por
creer irrelevante a la conciencia como causa. Searle, por el contrario, considera que la
conciencia, entendida como sensaciones subjetivas, causa la disposición a la conducta.

A partir de su conocido “experimento del cuarto chino”, busca poner de manifiesto que
las representaciones mentales implican ciertos contenidos; es decir, el pensamiento
manipula representaciones ligadas a un sentido (nivel semántico) y no sólo a leyes
sintácticas. Para Searle el pensamiento se equipara, entonces, parcialmente al modo de
un ordenador, pues a diferencia de éste procesa información atendiendo al contenido de
la misma, es decir, al sentido de la información. Pensar no es sólo manipular símbolos
abstractos según reglas lógicas sino que el pensamiento, emergente del soporte
biológico, opera al nivel del sentido que pone en relación al cuerpo biológico con el
exterior.

Su planteo busca demostrar que la semántica no es intrínseca a la sintaxis y que la


sintaxis del procesamiento de la información no es intrínseca a la física del hardware
sino que requiere de un intérprete externo; es decir, se trataría de formular una
explicación neurobiológica de los procesos cerebrales que causan estados cualitativos de
la conciencia, intérprete del sentido de la información y de los propios estados de
conciencia, emergentes en un organismo biológico en busca de la adaptación.

Vemos que el planteo de Searle recupera la noción de subjetividad, de los fenómenos


mentales y de la relación entre lo simbólico y el cuerpo desde una perspectiva que
intenta resolver el dualismo cartesiano a partir de un monismo materialista emergentista,
es decir en la división entre cuerpo y mente, esta última emerge de lo biológico y debe
ser biológica su indagación.

LA PERSPECTIVA PSICOANALÍTICA. LA ARTICULACIÓN DEL LENGUAJE Y


EL CUERPO

“EL OTRO, ES EL CUERPO”

J. Lacan7

La perspectiva psicoanalítica, fundamentalmente a partir del descubrimiento de Freud y


de los aportes de Lacan, pone en relieve la importancia de la articulación entre el
lenguaje y el cuerpo para entender la constitución subjetiva.

La problemática relación entre lo psíquico y lo somático fue para Sigmund Freudun


interrogante que abordó a lo largo de toda su obra; ya desde 18908 plantea que lo
anímico puede causar perturbaciones de lo corporal. Así también, intentó establecer la
especificidad de los síntomas de conversión y distinguirlos de otras manifestaciones que
afectarían el cuerpo. La posible relación entre lo psíquico y lo somático derivó en un
pasaje del cuerpo como organismo a la idea de cuerpo erógeno, ligado a la noción de
pulsión.

A partir de las formulaciones de Lacan, Silvia Amigo9 lleva a cabo desarrollos que nos
permiten introducir ciertas conceptualizaciones en torno a la cuestión del cuerpo. A
partir de la distinción entre cuerpo y soma, y de la operación de anudamiento entre
cuerpo y lenguaje por la intervención de la traza fálica, la autora se interroga acerca de
los devenires subjetivos a partir de los posibles “accidentes de la entrada del lenguaje en
el sujeto”. Es decir, que la articulación entre el lenguaje y el soma no está
necesariamente garantizada en los humanos y su imbricación dependerá de los avatares
identificatorios. Es pues, a partir de los diferentes operaciones identificatorias que se
produce la articulación entre el lenguaje y el soma, de modo tal que éste se transforma
en un cuerpo erógeno; no se trata del lenguaje en tanto sistema lógico, sino del lenguaje
materno en el que se articula, con suerte, el deseo de esa madre por ese hijo.

Eduardo Foulkes10 se interesa a su vez por la relación entre la palabra y el cuerpo, y


puntualmente por lo que denomina la ‘falla somato-significante’. Plantea que la
apropiación del cuerpo a partir del nombre propio implica una necesaria vacilación, tal
que el sujeto padece en su cuerpo de una exterioridad estructural. Desarrolla la relación
primordial con el Otro materno que con su demanda topologiza al sujeto, construyendo
un adentro y un afuera para el sujeto, una particular anatomía erógena. En este sentido,
establece diferencias entre el orden de la palabra en tanto signo y el orden del discurso,
que con su potencia significante impone un corte entre el cuerpo biológico y el cuerpo
erógeno. El estatuto del ‘agujero’ se vincula aquí a las posibilidades del discurso
materno en tanto vehiculizadora del Nombre del Padre entendido como dimensión
simbólica de la función paterna. La ‘palabra anatómica’ es para el autor, aquella que
perfora la maquinaria biológica, impone una suerte de ‘corte y confección’, por la
acción del corte significante y la confección que la voz configura en el cuerpo erógeno.
El cuerpo erógeno es entendido, entonces, como un agujero en el cuerpo orgánico.

“Tener un cuerpo propio es una ilusión que es necesario adquirir y no siempre es posible
mantener, ilusión sin la cual la propia supervivencia del sujeto se ve comprometida y ni
el amor ni el deseo encontrarían el único territorio posible para su dialéctica”.

Foulkes propone, a su vez, la idea de un ‘orden libidinal’ para pensar lo erógeno, en


reemplazo del término ‘organización libidinal’:

“Hablar de un orden libidinal plantea una petición de principio: referir el cuerpo


erógeno, con sus fantasías y sensaciones, a un orden que sólo puede ser discursivo (…)
Se trata de penetrar en los recovecos simbólicos de la configuración imaginaria del
cuerpo y el deseo, para poder observar los resortes de los que dispone el discurso sobre
todo el dominio corporal. Determinar las condiciones a partir de las cuales ese cuerpo se
ordena desde afuera, siguiendo los carriles significantes que le tiende el deseo materno,
para continuar después con los condicionales estructurales a los cuales el propio deseo
materno se ve sometido”. 11

ALGUNAS CONCLUSIONES

Vemos a partir de estos últimos planteos, tomados como referentes de la perspectiva


psicoanalítica, que la noción de cuerpo en psicoanálisis dista radicalmente de los
planteos cognitivos en la medida en que incorpora la idea de constitución subjetiva a
partir de la relación primordial con el Otro y del modo en que se articulará en la misma
la terceridad. Ya no se tratará de el cuerpo en el sentido biológico o neurológico, sino en
tanto cuerpo erógeno subsumido en el lenguaje de un modo que será siempre singular.

Tampoco la noción de símbolo será coincidente con los planteos cognitivos. En la


perspectiva psicoanalítica, la idea de símbolo es reemplazada por la noción de
significante y su lógica estructurante del sujeto. No sólo hay discrepancias sobre la
noción de lo simbólico y del cuerpo, sino, y más radicalmente aún, sobre la noción de
sujeto que se pone en juego en cada perspectiva. Ya no se tratará de un sujeto agente12,
manipulador de símbolos, realizador de cómputos según procesos lógico-matemáticos,
sino de un sujeto dividido, efecto de la estructura del lenguaje a partir del encuentro con
el Otro primordial. Si bien los planteos de Searle parecieran comenzar a dar cabida en
las investigaciones cognitivas a la temática del sentido, su propuesta se recuesta en un
enfoque neurobiologicista que parece desconocer nuevamente la dimensión subjetiva.
Por otra parte, la nociones de sentido e intérprete que propone, mantienen la idea de una
conciencia que interpreta el sentido de la información con una intencionalidad sostenida
en procesos biológicos adaptativos.

Para la Inteligencia Artificial fuerte, dentro de la perspectiva del procesamiento de la


información, la actividad mental por excelencia es el pensar en tanto computar, es decir,
reemplazar un símbolo por otro según mecanismos lógicos, pero sin sujeto. Desde el
psicoanálisis habrá sujeto, sujeto sexuado, dividido, en la medida en que haya una
lectura por parte del mismo con respecto al deseo del Otro. El sujeto no sólo recibiría
“información codificada” sino que esa suerte de información le atañe, lo compromete, lo
constituye en tanto pueda recortar allí un Significante en relación al cual se articule
como sujeto. Deberá darse la posibilidad de registrar una falta en relación al deseo del
Otro y preguntarse sobre la demanda que se le dirige. Las “instrucciones” de la novela
familiar, los avatares del deseo del Otro, que el sujeto pueda cavar allí una falta e
interrogarla, tendrán, a su vez, consecuencias sobre el futuro funcionamiento de la
“máquina deseante”.

Sabemos que el planteo psicoanalítico produce una ruptura con la noción de adaptación
del sujeto al entorno, pues la noción de deseo sexual, tal como lo planteara Freud, no se
condice con el ideal de un sujeto biológico cuyo comportamiento tiene por última
finalidad la adaptación al medio ambiente. La noción de deseo inconsciente y sexual, no
se corresponde con el terreno del sentido ni de la conciencia, pues pone de manifiesto
un sujeto efecto de un lenguaje que lo determina y que transmuta el organismo en
cuerpo deseante.

BIBLIOGRAFÍA

- Amigo, S. El inconsciente en Freud y Lacan, y los impasses del “inconsciente” en las


neurociencias, mimeo.

- Amigo, S. Clínicas del cuerpo. Lo incorporal, el cuerpo, el objeto a, Rosario, Homo


Sapiens Ediciones, 2007.

- Elizalde, M. Fenómenos psicosomáticos. Cuerpo y escritura, Tesis Final, Maestría en


Psicoanálisis, UNR, 2010.

- Foulkes, E. Palabra anatómica y orden libidinal, Rosario, Homo Sapiens Ediciones,


1998.

- Gardner, H. La nueva ciencia cognitiva, Buenos Aires, Paidós, 1989.

- Gardner, H. La revolución cognitiva: una panorámica para la ciencia cognitiva,


Buenos Aires, Paidós, 1989.

- López, Jaime, El Psicoanálisis y las nuevas tecnologías, Extensión Digital, Facultad de


Psicología, UNR. Año Tres Nº 1, Junio 2010,
http://extensiondigital.fpsico.unr.edu.ar/n1-2010

- Pozo, J. I. Teorías cognitivas del aprendizaje, Madrid, Morata, 1989.


- Searle, J. El misterio de la conciencia, Barcelona, Paidós Ibérica, 2000.

- Searle, J. La mente. Una breve introducción, Bogotá, Grupo Editorial Norma, 2006.

CITAS

1 “El estatuto del cuerpo en Ciencia Cognitiva y Psicoanálisis. Interrogantes, tensiones


y divergencias”. Acreditada en Facultad de Psicología, UNR. Director: Prof. Jaime
López.2 Gardner, H. La nueva ciencia cognitiva, Buenos Aires, Paidós, 1989.

3 Daniel Dennett es profesor de filosofía e investigador en Tufts University,


Massachusetts, EEUU.

4 Jerry Fodor es catedrático de filosofía de la Universidad Rutgers, en Nueva Jersey,


EEUU.

5 Ballesteros Jiménez, Soledad, Psicología general: un enfoque cognitivo, Madrid,


Universitas, 2000.

6 John Searle es Profesor de Filosofía en la Universidad de California, Berkeley, EEUU.

7 “No es con el goce propio de un cuerpo, en tanto el goce lo define, un cuerpo es algo
que puede gozar, solamente se lo hace aparecer como la metáfora del goce de otro (…)
la función del cuerpo, lo hemos repetido siempre, es ser el lugar del Otro”. Jacques
Lacan, El Seminario, Libro XIV, La lógica del fantasma, clase del 7 de junio de 1967,
versión digital.

8 Freud, S., “Tratamiento psíquico (tratamiento del alma)”, Obras Completas, Ed.
Biblioteca Nueva, Madrid, 1981.

9 Amigo, S., ¿Qué es, analíticamente hablando, la gravedad? Afecciones del soma, el
cuerpo, el narcisismo, mimeo.

10 Foulkes, E., Palabra anatómica y orden libidinal, Homo Sapiens Ediciones, Rosario,
1998

11 Ibid. p. 112.

12 Jaime López, Los conceptos de sujeto, individuo y persona. Su decir, Ficha de


Cátedra, Desarrollos Psicológicos Contemporáneos, Facultad de Psicología, UNR.

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