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EUTANASIA

Holanda, donde bien morir es cotidiano

El 4% de los holandeses falleció en 2016 por eutanasia. La 
mayoría tenía cáncer y se la practicó su médico de cabecera

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ISABEL FERRER
La Haya 3 SEP 2017 - 21:17 CEST
El holandés Mark Langedijk pidió la eutanasia en
julio de 2016.

El holandés Mark Langedijk tenía 41 años cuando


pidió la eutanasia, en julio de 2016. En la plenitud
de su vida era alcohólico, padecía depresión y un
trastorno de ansiedad. Divorciado y con dos hijos
pequeños, había entrado y salido de 21 clínicas de
desintoxicación en un intento de superar sus
problemas. Murió en su casa. Estuvo acompañado
por sus padres, sus hermanos, un primo y su mejor
amigo, un párroco. La vecina preparó una sopa y
comieron y bebieron hasta que llegó el momento de
la despedida, cuando el doctor le inyectó una
sustancia letal. Su caso levantó enorme polvareda,
porque Mark no era un enfermo terminal. Tampoco
padecía una demencia aguda que le robara la
lucidez. Sin embargo, su médico de cabecera
consideró que su sufrimiento, y su dependencia del
alcohol, eran insuperables.

MÁS INFORMACIÓN
 “Me indigna tener que morir

en clandestinidad”
 Las muertes por eutanasia son

ya un 4% de los fallecimientos en Holanda


 Holanda explica su ley de eutanasia
 El primer centro privado

holandés para eutanasia tiene lista de espera

La Ley de Eutanasia entró en vigor en Holanda en


2002, y penaliza su mala práctica hasta con 12 años
de cárcel. Pero “la vida no es una obligación”, dice
el hermano de Mark, Marcel Langedijk, en un libro
que ha escrito sobre aquello.

Jacob Kohnstamm, presidente del organismo oficial


que analiza a posteriori los casos (la Comisión
Regional de Revisión de la Eutanasia), recalca que
“la eutanasia es una posibilidad, no una obligación”.
“Creo que gracias a ella la gente vive más; es un
alivio saber que el médico te ayudará si el dolor es
insoportable y el mal irreversible”, agrega. El caso
de Mark Langedijk se consideró correcto; no fue
remitido a la fiscalía.

La ley holandesa considera eutanasia tanto la


practicada por el médico, como la ayuda al suicidio
(el paciente toma una sustancia preparada por el
doctor) y la combinación de ambas. Y contempla la
objeción de conciencia del facultativo. “Tener una
ley que permita hablar con el paciente es siempre
mejor que recurrir a una sedación paliativa masiva
sin decírselo. Es un acto médico para combatir el
dolor, sin duda, pero el enfermo puede morir con
ello y tal vez no lo haya pedido”, apunta
Kohnstamm.

Revisada hasta ahora la ley en tres ocasiones, su


puesta en práctica aumenta. Si al legalizarse, en
2002, hubo 1.882 eutanasias, el año
pasado sumaron 6.091, es decir, un 4% de todas las
muertes contabilizadas (148.973) en el país. El año
anterior fueron el 3,75% (5.516 muertes). Los
médicos suelen rechazar la mitad de las peticiones,
y entre las razones del incremento se apunta el
envejecimiento de la población, la mejora de la
comunicación entre paciente y médico, y el mayor
grado de información del afectado.

El 83% de los pacientes a los que el año pasado se


le practicó la eutanasia en Holanda padecía cáncer,
enfermedades como Parkinson, esclerosis múltiple,
ELA, o bien eran enfermos de corazón y pulmón.
Otras 141 personas sufrían una demencia en fase
inicial, con síntomas como pérdida de la orientación
o cambios de personalidad ya visibles. Otras 60 se
llevaron a cabo por problemas psiquiátricos, 244 por
acumulación de males propios de la edad y 1.509
por otros trastornos. En un 96% de los casos la
eutanasia la practicó un médico; un 3,5% consistió
en ayuda al suicidio y un 0,3% a una combinación
de ambas modalidades, asistencia y eutanasia. Si
bien las estadísticas señalan que un 85% de los
holandeses apoya la ley, no todos los casos de
eutanasia están claros.
Kohnstamm y los 45 juristas, médicos y expertos en
ética que evalúan las eutanasias practicadas
concluyeron que 10 de ellas no se ajustaban a las
exigencias legales. Eso exige un paciente seguro y
consciente, que lo pide repetidas veces y una
dolencia irreversible con dolores insufribles. El
doctor está obligado a consultar a otro colega antes
de proceder. “Mi mayor deseo es cumplir las leyes,
de modo que esa decena de casos fueron enviados
al fiscal y a la Inspección General de Salud. Debo
decir, sin embargo, que nunca, desde la aprobación
de la ley, ha habido que procesar a un facultativo.
Todos obraron de buena fe, pensando en el
paciente. Por eso es muy difícil enfilar la vía penal”,
asegura.

El papel de los médicos

Tampoco para los médicos es fácil. Atendida en su


mayoría por los de cabecera, suelen recibir un par
de ruegos anuales. Uno de ellos, que prefiere
mantener el anonimato, cuenta que dejó de fumar
hace años. Después de practicar una eutanasia se
sube a la bici, pedalea lejos de la ciudad y consume
un paquete de cigarros en pocas horas. El detalle
del tabaco es personal, pero en la dureza de la
situación se reconocen otros colegas.

El final de Mark Langedijk está descrito con detalle


en el libro de su hermano, y una de las dudas más
repetidas al saberse lo ocurrido señalaba a su
familia: ¿hicieron lo posible por ayudarle? Paul
Schnabel, sociólogo y senador liberal de izquierdas,
rechaza “opinar sobre sucesos particulares”;
considera que no le corresponde. “Por otro lado, es
cuestión de opiniones que un 4% de las muertes
totales por eutanasia parezca mucho o poco. La
principal razón para pedirla sigue siendo el cáncer”,
dice.

Pero apunta dos datos esclarecedores. “En la ley de


eutanasia subyace la libertad de decidir sobre tu
vida. Un sentimiento de autonomía sobre cómo
gestionar el final; por otro lado, las familias en
nuestro país se organizan de manera más
independiente que en el siglo XVII. Entonces, solo
los ricos podían vivir por su cuenta. En los hogares
pobres tenían que convivir varias generaciones. No
es una cuestión de amor. Todo el mundo se quiere.
No es eso. Es que hijos y padres suelen residir en
lugares distintos y las pensiones son lo bastante
buenas. De modo que los padres también ‘se
independizan’ de los hijos, señala.

Primera reprimenda

Otro ejemplo anónimo es el de un anciano de 88


años, aún en plenas facultades, que lo tiene todo
preparado para cuando su vida resulte insufrible.
Espera que su familia y su doctor sepan cómo
actuar.

Uno de los casos más polémicos de eutanasia


en 2016 se cerró con la primera reprimenda
recibida por un médico

Uno de los casos más polémicos de eutanasia en


2016 sí se cerró con la primera reprimenda a un
médico por “forzar la situación” con una paciente
aquejada de demencia aguda. Ella firmó ante
notario una declaración donde afirmaba que
solicitaría la eutanasia “cuando lo creyera
conveniente”. A pesar de que había perdido ya la
razón, ante su mal estado y con el documento en
cuestión, fue el facultativo quien “consideró que
había llegado el momento”. Le puso un barbitúrico
en el café y luego le inyectó una sustancia letal por
vía intravenosa. La mujer se resistió, pero su
rechazo fue considerado un acto reflejo y el
procedimiento siguió adelante. “No conozco a
ningún médico que ante un paciente con demencia
y una buena calidad de vida vaya a practicar la
eutanasia”, sigue Schnabel, responsable también de
la comisión que ha desaconsejado ampliar la
legislación actual a una eutanasia por cansancio
vital.

Se trata de un nuevo concepto, cuyos protagonistas


son ancianos sanos a partir de los 75 años, que
sienten su vida completa y no desean seguir
adelante. A Schnabel, el cansancio vital le parece
más “una forma de asegurar la libertad de decidir
sobre el final, porque la ley vigente ya puede
afrontar casos de sufrimiento extremo derivado de
sentirse acabado, sin estar enfermo”.

René Héman, presidente de la Asociación holandesa


de Médicos, va más allá. Sostiene que “la
generación entre entre 20 y 30 años quiere tener la
seguridad de que podrá influir en todas las
circunstancias de su vida, desde tener o no hijos,
hasta el momento de la muerte; los de 40 y 50 años
no desean acabar en un asilo”. “Pero al final, nadie
quiere morir antes de tiempo. Una edad avanzada
no es una enfermedad. El cansancio vital es un
problema social que debemos encarar, pero una ley
adicional puede tener efectos nocivos sobre la
sociedad; corremos el riesgo de que los mayores se
sientan desprotegidos y crean que deben firmar una
declaración rechazando la eutanasia”, añade.

La ley favorece el control de la eutanasia, pero no


resuelve la complejidad de su práctica. Por eso
existe una Clínica para morir
(Levenseindekliniek ) que acoge los casos más
difíciles. Entre ellos resaltan los pacientes
psiquiátricos (un tercio de las solicitudes), y los que
tienen demencia, trastornos de la ancianidad y
cáncer (otro tercio). En realidad, no es una sede
física con camas al uso, sino una red de 40 equipos
ambulantes formados por un médico y una
enfermera, que en 2016 recibieron 1.796 peticiones
(practicaron 498). En el primer semestre de 2017
han registrado ya 1.286 (y ejecutado 373). Como el
resto de sus colegas, operan en la red sanitaria
pública y dentro de la ley. “Creemos llenar un
espacio vacío en Holanda en este campo”, señalan
sus portavoces. “Cuando un paciente dice que su
vida está completa, tiene a su vez suficientes
problemas médicos que encajan en la norma legal”.
El servicio nació en 2012 y asegura sentirse
apreciado por la Asociación Médica, que lo cita con
naturalidad, y también por la población.

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REPORTAJE:

Holanda explica su ley de eutanasia

Para evitar fanatismos o malentendidos, en los Países Bajos se
ofrece información sobre el alcance de su normativa

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JUAN G. BEDOYA
Madrid 20 OCT 2001
¿Puede un paciente español ir a Holanda para que
se le practique la eutanasia? ¿Cómo se determina
por ley en los Países Bajos que existe un sufrimiento
insoportable y sin perspectivas de mejora? ¿Puede
un menor de edad acogerse a la ley de eutanasia
que entra en vigor este mes? Éstas y otras de
preguntas tienen respuesta en un folleto que la
Embajada de los Países Bajos en Madrid ofrece a
quien lo solicite. La información también está
disponible en español en su página web
[http://www.embajadapaisesbajos.es, en el
apartado de Prensa y Cultura / Cuestiones éticas].
MÁS INFORMACIÓN
 Grupos proeutanasia de todo el mundo piden
que España regule el suicidio asistido
 El Senado de Bélgica aprueba un proyecto de
ley que despenaliza la eutanasia

Holanda es el país que practica una política más


avanzada en temas tan polémicos como el aborto,
la eutanasia y las drogas. Una encuesta sobre la
imagen de los Países Bajos en Europa, encargada
por el Gobierno de La Haya, indica que los
holandeses son creativos e innovadores, liberales en
política y muy avanzados en lo social. Sin embargo,
un porcentaje opina que esa sociedad 'muestra
indicios de decadencia moral'. Precisamente para
contrarrestar los prejuicios e, incluso, los fanatismos
que se perciben en algunos sectores, Holanda ofrece
una amplia información sobre esas políticas
sociales,

Más de treinta años de debates y numerosas


sentencias judiciales desembocaron el año pasado
en la llamada Ley de Eutanasia, un paso más, el
más avanzado de momento, en el camino de la
despenalización de la eutanasia, pero todavía 'muy
restringido', en palabras del magistrado José Antonio
Martín Pallín, del Tribunal Supremo español. Martín
Pallín participó la semana pasada en Madrid en una
jornada de debate organizada por la Asociación
Derecho a Morir Dignamente.

'Los holandeses están preocupados por la polémica


que rodea esta ley', dijo el magistrado en alusión a
los tremendismos que algunos sectores integrestas
están usando para desprestigiarla. Con el folleto
distribuido por la Embajada holandesa en la mano,
Martín Pallín concluyó 'los holandeses son unas
personas muy civilizadas que van en la vanguardia
de los derechos humanos'.

Estas son algunas de las respuestas facilitadas por


el folleto sobre la nueva ley de eutanasia:
- ¿Cuáles son los requisitos que se deben cumplir?

Cuando un paciente solicita a un médico que le


practique la eutanasia, el médico tiene haber
llegado al convencimiento de que la solicitud del
paciente es voluntaria y ha sido bien pensada; que
el sufrimiento del paciente es insoportable y que no
tiene perspectivas de mejora; haber informado al
paciente sobre la situación en que se encuentra y
haber consultado al menos con otro médico
independiente que haya emitido un dictamen
parecido.

- ¿Se accede en Holanda a cualquier solicitud de


eutanasia?

No, se rechazan dos terceras partes de las


solicitudes que se presentan al médico de cabecera.
La práctica demuestra que muchos pacientes se
sienten más tranquilos sabiendo que el médico está
dispuesto a practicar la eutanasia, y acaban
muriendo sin haber hecho uso de esta posibilidad.

- ¿Cómo se determina si existe sufrimiento


insoportable y sin perspectivas?

Lo establece la opinión médica dominante. El


médico ha de determinar que el estado del paciente
no es susceptible de mejora. El sufrimiento
insoportable es más difícil de establecer
objetivamente.

- ¿Puede un menor solicitar la eutanasia?


Los pacientes de 12 a 16 años pueden solicitar la
eutanasia, pero se exigirá el consentimiento de los
padres o del tutor. Los menores de 16 y 17 años
podrán decidir por sí mismos, pero se exigirá que los
padres formen parte del proceso de la toma de
decisión. También en estos casos debe quedar
probado que existe un sufrimiento insoportable y sin
perspectivas de mejora.

- ¿Puede un paciente ir a Holanda para que se le


practique la eutanasia?

No, esto no es posible ya que es imprescindible la


existencia de una relación de confianza entre el
médico y el paciente.

- ¿Está el médico obligado a acceder a la solicitud


de eutanasia?

No. Los médicos pueden negarse a practicar la


eutanasia. Los enfermeros pueden negarse a hacer
los preparativos para que pueda practicarse la
eutanasia. El punto de partida de la ley es que no
existe un derecho del paciente a la eutanasia ni la
obligación del médico a practicarla.

El primer centro privado holandés para eutanasia tiene lista de 

espera

La clínica, con profesionales a domicilio, ha recibido 714 
peticiones en un año

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ISABEL FERRER
La Haya 16 MAR 2013 - 23:26 CET

La ley de eutanasia entró en vigor en 2002 en


Holanda. ROOS KOOLE ANP/AFP
La Levenseindekliniek (en español, Clínica para
Morir), la primera institución privada holandesa
dedicada a la eutanasia, practicada hasta ahora solo
en la medicina pública, lleva un año abierta y tiene
ya una lista de espera de 200 personas. En 12
meses, el centro —sin habitaciones pero cuyos
equipos ambulantes acuden a domicilio— ha
recibido 714 peticiones, de las cuales 104 se han
traducido en sendas ayudas a morir. La Ley de
Eutanasia entró en vigor en 2002, y en 2011,
periodo del que se tienen los últimos datos, hubo
3.695 notificaciones a escala nacional de médicos
de cabecera. Ellos se ocupan de aplicarla en el
sector público, en su mayoría a pacientes con
dolencias físicas (sobre todo cáncer, enfermedades
circulatorias y de corazón) y trastornos
neurológicos. Las solicitudes por problemas
mentales, amparados también en la norma, son
pocas. La Clínica para Morir, por el contrario, ha
registrado muchas más en este apartado: entre un
70% y un 80% de los pacientes reflejaba diversos
grados de demencia. En un tercio había
padecimientos psiquiátricos. En enero se realizó la
primera eutanasia privada en este grupo.
“A un médico de familia le piden una eutanasia cada
dos o tres años, poco para tener la experiencia
adecuada. A nosotros nos han llegado más llamadas
por problemas psíquicos porque es un terreno
delicado, y donde suele haber rechazo a prestar
ayuda. La norma no los excluye y nuestros expertos
pueden colaborar aquí con los médicos de familia”,
dice Steven Pleiter, director de la fundación creada
al tiempo de la clínica, con sede en La Haya. “Una
eutanasia puede tardar entre tres semanas y seis
meses en producirse”, añade.

En la pública, en 2011 se practicó la eutanasia a 13


pacientes con problemas psiquiátricos y 49 con
depresión, a menudo derivada de una demencia
incipiente. Un caso destaca por su dureza: el de una
mujer que padeció anorexia durante 30 años.
Tratada sin éxito con todos los medios conocidos,
pidió morir durante cinco años seguidos. Cuando los
especialistas no pudieron ofrecerle más, su
psiquiatra dio el consentimiento.

El sufrimiento psíquico, difícil de evaluar


objetivamente, se recoge en la ley, siempre que no
tenga su origen inmediato en una afección física.
Los psiquiatras, por su formación, suelen abordar las
demandas de muerte como una llamada de socorro
del enfermo. Una eutanasia mal enfocada puede
acarrear hasta 12 años de cárcel. La regulación es
muy estricta: los solicitantes deben ser siempre
holandeses con el seguro médico y la residencia en
regla. Los extranjeros precisan residencia legal,
póliza sanitaria y buen conocimiento del idioma
local. No se admite el llamado turismo de la muerte.

En 2011 los médicos del sector estatal ayudaron a morir a 
3.695 pacientes

Entre los enfermos mentales se analiza a fondo que


no la solicitan por los cambios de ánimo derivados
de su mal. Como en la eutanasia para enfermedades
físicas, es preciso agotar las posibilidades de
mejorar su estado. Además, se exige lucidez,
seguridad y un padecimiento insoportable. El
facultativo consulta con dos colegas independientes,
uno psiquiatra, antes de proceder. Con la demencia
se tiene muy en cuenta la demanda voluntaria de
morir efectuada antes de caer en ese estado. Se
analiza para saber si el afectado consideraba que su
vida, sin memoria y dependiente, sería inaceptable.
El criterio médico aquí es decisivo. Los informes de
todas las eutanasias practicadas se remiten a cinco
comisiones regionales que las evalúan a posteriori.
En caso de duda interviene la Fiscalía General del
Estado.

Para evitar problemas legales, la Clínica para Morir


—que ha rehusado hasta ahora 198 peticiones—
solo acepta a pacientes rechazados por su médico
personal. Pleiter poner como ejemplo el caso de una
sexagenaria que tuvo un derrame cerebral y perdió
de forma progresiva e irreversible sus funciones
vitales. La mujer solicitó la eutanasia con plena
lucidez. Su médico tenía reparos, pero cumplió
todos los requisitos para proceder. Un equipo de la
clínica le administró un compuesto letal por vía
intravenosa.

La práctica también es gratuita en este centro, que vive de 
donaciones

El ideario del centro privado, que ofrece seriedad y


rapidez sin desviarse de la ley, no ha variado la
postura de la Federación Médica Nacional, contraria
a la eutanasia cuando el paciente, en casos de
demencia, sea incapaz de comunicarse. Incluso si
firmó antes un documento pidiéndola. Edith
Schippers, titular de Sanidad, admitió el viernes
ante el Parlamento que la eutanasia en casos de
demencia y problemas psíquicos “sigue siendo muy
compleja y debe estudiarse”. La ministra ya recordó
en 2012 que “la eutanasia no es un derecho”.

La supuesta voluntad de la Clínica para Morir de


llevar al límite permitido los casos psíquicos también
ha recibido críticas. Sobre todo porque sus parejas
de médico y enfermera ambulantes no pueden
seguir la evolución de unos pacientes que confiaron
en el mismo facultativo de cabecera durante años.
El médico no está obligado a ayudar a morir, y de
ahí la importancia de su estrecha relación con los
pacientes.

El centro, que subsiste con donaciones privadas, no


da abasto. Tiene 17 expertos itinerantes y esperan
crecer este año hasta los 35 o 40 equipos.

Tanto el sector estatal —donde es obligatorio tener


un seguro de salud básico y todo el mundo tiene un
médico de cabecera al que los especialistas, en caso
de eutanasia, devuelven el historial del paciente—
como la clínica Levenseindekliniek practican la
eutanasia de forma gratuita de acuerdo con la ley.

La eutanasia está permitida a partir de los 16 años,


involucrando a los padres en la decisión. Entre los
12 y los 16 los menores pueden solicitarla, pero es
necesario el consentimiento paterno. En el caso de
bebés, existe un protocolo (llamado de Groningen,
elaborado en 2003) que obliga a confirmar que el
recién nacido está sentenciado y con grandes
dolores. Los padres autorizan.

“Hasta la fecha, las comisiones que analizan las


eutanasias han comprobado que 26 de los casos
privados se realizaron de manera correcta”, dice
Nicole Visée, secretaria general del organismo.
Ninguna de las 3.695 notificaciones relativas a 2011
repasadas por las comisiones vulneró la ley; aunque
en cuatro casos el médico no consultó con
suficientes colegas o administró mal las dosis de
sustancias mortales.

* Este artículo apareció en la edición impresa del


Sábado, 20 de octubre de 2001

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