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Cadenas y redes tróficas-La Biomagnificación

Los seres vivos están relacionados por la alimentación y dependen unos de otros para sobrevivir, por lo que si alguno de
ellos desaparece o se reduce en su número afecta al resto de seres vivos relacionados con él. Este concepto es lo que se
conoce como cadena trófica o cadena alimenticia. En la naturaleza hay una serie de cadenas alimenticias por las que
circulan la energía y materiales, y en las que normalmente existen muchas interconexiones.
El primer eslabón se inicia con los denominados productores, los vegetales, que sintetizan sustancias orgánicas a partir
de sustancias inorgánicas que toman del aire y del suelo, y con energía solar por medio de la fotosíntesis. El siguiente
eslabón lo constituyen los consumidores, que se alimentan del productor. En este nivel, además, existen los
consumidores primarios, que sirven a su vez de alimento a otros seres, denominados consumidores secundarios, y así
sucesivamente . En el último nivel de la cadena alimenticia se encuentran los descomponedores, que actúan sobre los
organismos muertos, degradan la materia orgánica y la transforman nuevamente en materia inorgánica devolviéndola al
suelo y a la atmósfera. Los animales carroñeros no se consideran descomponedores, ya que aprovechan los restos de
animales muertos. En una cadena trófica cada eslabón obtiene la energía necesaria del nivel inmediatamente anterior,
mientras que el productor la obtiene del Sol, de manera que la energía fluye a través de la cadena. Rara vez existen más
de cuatro o cinco niveles, puesto que la energía que fluye a través de los niveles tróficos se pierde en forma de calor, y
porque no todos los organismos de los niveles inferiores son comidos ni todo lo que es comido es digerido. Así, para
conocer las conexiones de una cadena es necesario seguir su curso hacia atrás hasta llegar a la No obstante, la
naturaleza es más complicada que un esquema representado por una simple cadena. En la mayoría de los casos, los
seres vivos diversifican su alimentación ya que al hacerlo incrementan sus posibilidades de supervivencia. Por ejemplo,
los halcones no limitan sus dietas a culebras, las culebras comen otras cosas aparte de ratones, los ratones comen hierba
además de saltamontes, etc. Una representación más cercana a la realidad se llama red alimenticia, que consiste en
cadenas alimenticias interrelacionadas.
La desaparición de los seres vivos que constituyen un eslabón de la cadena conlleva graves consecuencias para el resto
de seres que conviven en ese ecosistema: Los seres vivos que se encuentran en los siguientes niveles también
desaparecerán, al quedarse sin alimento; se producirá una superpoblación del nivel inmediatamente anterior, pues ya
no existe su predador y en consecuencia de lo dicho anteriormente se desequilibrarán los niveles más bajos. Por
ejemplo, cuando se ha perseguido y diezmado a lobos o coyotes por considerarlos una plaga para el ganado, el número
de roedores, que eran parte de su alimentación, crecía espectacularmente, lo que conducía a que éstos hicieran
finalmente estragos en los cultivos. Asimismo, los seres humanos, al manipular la naturaleza en su beneficio, alteran el
equilibrio en las cadenas tróficas. Por ejemplo, la agricultura supone la creación de un ecosistema muy reducido más
propenso para enfermedades y plagas.
La biomagnificación sucede cuando un producto contaminante que se asemeja químicamente a nutrientes inorgánicos
esenciales es incorporado y almacenado en el organismo del ser vivo que se encuentra en la base de la cadena
alimenticia. Posteriormente, la sustancia contaminante pasa en grandes cantidades al organismo del siguiente ser de la
cadena, puesto que, como se pierde energía al pasar de un nivel a otro, se necesita consumir cada vez más cantidad de
alimento. Así, la sustancia contaminante va magnificándose de un nivel a otro. Por lo tanto, el ser humano, como gran
productor de sustancias contaminantes, corre el riesgo de absorber finalmente dichas sustancias magnificadas, al
encontrarse arriba en la cadena alimenticia. La sustancia contaminante, para que acabe finalmente biomagnificada,
debe tener una larga vida, debe ser concentrada por los productores y debe ser soluble en grasa para que acabe
finalmente almacenada en el organismo.
Un ejemplo de biomagnificación con nefastas consecuencias para el ser humano fue el DDT. Este pesticida se utilizó para
eliminar insectos que transmitían enfermedades para los seres humanos, lo que permitió la mejora de la salud en
muchos países. Sin embargo, el DDT acabó incorporándose al organismo de muchos animales en los que provocó graves
efectos. Por ello, el DDT fue finalmente prohibido.

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