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COMO SE RECUERDAN LAS VIDAS PASADAS f “ e Ads JINARA AVADASA EDICIONES OBELISCO JINARAJADASA COMO SE RECUERDAN LAS VIDAS PASADAS A EDICIGNES OBELISCO ‘Si este Ebro fe he inleresado y deste qué le mantengamas informade de nuesiras publicaciones, cscribanos indicdndonos qué temas gon de sy inte- rés (Astrologia, Auloayuda, Ciencias Ocultas, Artes. Marciales, Naturismo, Espiritwalidad, Tradicién) y gustosamente le complacereaios. Puede consular nucsiro catélogu ce www.edicioncsobelisco.com ‘Colecekin Ciésicos de la Autoayuda Camo se recuerdan Las vidas pasadas Jinarajadasa Ire febrero de L995 2" edigign: abril de 2002 © 1995 by Ediciones Obelisca (Reservados tados los derechos para la presente edicién) Edita; Ediciones Obelisec, 3.L- Pere IW, 78 (Edit. Pedro 1) 4" planta 5* puerta 2! Fase ‘Tel. 93 3H 85 25 - Fax 93 309 BS 29 03005 Barcelona - Espaira Castillo, $40 - Tel. y Fax, 541-14 771 43 82 1414 Buenos Aires (Augentina} E-mail: obelisco@ainel net ISBN.: 34-7720-411-K Depésiio Legal: B. 13.991 - 2002 Printed in Spajr Ienpreso er: log tallares grafieos de Romanya/Walls 5.4, de Capellades (Barcelona) Minguna parte de esta publicacién, incluso ¢l disefio de la cubierta, pucde ser reproducida, almacenada, transmitida o otilizada cn manera alguna ni por oingin medio, ya sea electrénicu, quimico, mecdnico, Oplico, de prabacidn o eleciroprifica, sin cl previo consentimientn per escrile del editor, |, Cémo se recuerdan las vidas pasadas Entre Jas numerosas doctrinas que han aliviado la car- ga de los hombres, no cabe la menor duda de que fa de Ja reencamacién es la mas cficaz. Eso no solo se expli- ca por el hecho de que uno nazca rodeado por el lujo y otro en medio de la pobreza, porque el unc sea un genio y 2] otro un deficiente, sino también porque nos aporta la certidumbre de que fos hombres se encuentran preci- samenic con aquella que han sembrado en e! pasado; asi pues, el pobre y el rico de hoy encontraran en la vida fulura aquello que desean, con tal de que empiecen a ac- tuar en ese mismo sentido a partir de ahora mismo; y de ese modo, hasta el deficiente, al actuar en una vida tas otra, $¢ formard una mente que, en un futuro lejano, sera similar a la de un genio. Cuande se oye hablar por primera vez de la reencar- acion, se supene, casi de modo natural, que se trata de una doctrina procedente de la India, ya que, como suele saberse, esta doctrina constituye ¢1 fundamento tanto del hinduismo como del budisme. No obsiante, la doctrina de la reencarnacién ha sido aceplada por numerosas creencias, ¥ no hay que buscar 7 sus origenes exclusivamente en las fuentes indias, Se oye hablar de Ja reencarnacién entre los aborigenes de la lejana Australia, y se cuenta de un indigena australiano que, al ser Ilevada al patibulo, se mostrs muy contento, ¥ que en respuesla a su actitud desenfadada, dijo: «Cag ef hombre negra y nace ef hombre bianco, que dispane de un monton de dinero para pastary. Esta doctrina ya era ensefiada por los druidas de la antigua Galia, y Julio César narra cOmo se impartia la doctrina de la reencarnacion a los javenes galos, y como consecuencia de la cual éstos no tenian miedo alguno de enfrentarse a la muerte. Les filésofos griegos también conocieron esta docri- na. Pitagoras, por ejemplo, afirno ante sus discipulos que en su vida pasada habia sido un guerrero en él ase- dig de Troya, y que después se encamé en el fildsofo Armetime de Glazomene. La doctrina tampoce fue ignorada por el cristianis- mo, si es que aceplamos las afirmaciones exactlas de Je- sis cuando se le pregunte si Juan el Bautista era el pro- fela Elias renacide: «Si queréis, poddéis creer que este es Elias que ha regresadon, a lo que se afiaden las siguien- tes palabras sipnificativas: «Quden tenga oidos para oir, que Giga», En ia tradicién hebraica posterior vuelve a aparecer la misma idea y el Talmud cita diversos casos de reen- camacion. La doctrina de Ja recncamacién ejerce una gran fas- cinacion para muchas personas, y Schopenhauer no exa- gera mucho cuando dice: «fe comprobudo gue esta docirina parece evidente a todos aquellos que han oido hablar de ella por primera vem». Algunos creen en ella repentinamente, y la reciben come un rayo de luz procedente de las tinieblas, y en- tonces comprenden con claridad el problema de la vida, al acepiar que la reencamacion es la solucién. Para otros, en cambiv, la creencia se forma gradual- mente, a medida que las dudas se van transformandg en claridad y que las preguntas encuentran una respuesta. Existe, sin embargo, una abjecién que se puede con- traponer légicamente a la creencia en la reencamacion entendida correctamente, tal como ensefia ta teasofia. La vbjecién consiste en plantear la siguiente pregunta: «Si es come dice, si he vivide en ia tiernt en otros cuer- Pos, Zpor qué no recuerdo ef pasado?», $i la reencarnacion es un hecho natural, deben exis- tit, ciertamente, otras muchos factores concomilantes que indiquen su existencia. Ningim hecho naturai permanece aislado y, por con- siguiente, deberia ser posible descubrir el hecho pot vias diversas, Lo mismo puede decirse de la reenearnacién; en efec- to, hay moultitud de hechos de orden psicolégico que de- Thusstran al investipador que la reencarnacién debe ser an heche de Ja naturaleza, y no una simple teoria. Al contestar a la pregunta de por qué no recordamos nuesiras vidas pasadas, lo primero que tenemos que di- lucidar es qué entendemos exactamente por «memoria. Una vez que tengames las ideas claras sobre el meca- tusme de la memoria, no tardaremos en comprender por qué recordamos o no recordames nuestras vidas pasa- das, En resumen, podemos decir que aquello que entende- Mos por memoria no ¢s una recopilacién de los aconte- cimientos que se han experimentado. Al recordar aquei incidente que me ocurrié ayer, cuando me corté un dedo, hay dos elementos que aparecen en mi memoria: en pri- mer lugar, la serie de acontecimientos que produjeron el dolor, como el manejo erréneo del cuchillo, el corte, la aparicion de la sangre, la reaccién sensible dei cerebro, 2] gesto de la mano, etc. Fn segundo lugar, la sensacién causada por ¢] dolor. A medida que transcurren los dias, las causas del do- lor retroceden hacia la periferia de la conciencia, micn- tras que los efectos, es decir, el dolor mismo, permane- cen en el centro. A continuacién, el recuerdo mismo del dolor retrocede hacia el fondo, por lo que ya no guarda- mes un recuerdo directo del acontecimiento, sino un Te- cuerdy indirecto, como una especie de tendencia, que se expresa en el mayor cuidado que llevamos al manejar instrumentos corlantes. Este proceso se desarrolla continuamente: la causa se olvida poco a poco por cuanto se la puede evocar en la mente subconsciente, bajo la influencia de Ja hipnosis, Mientras que el efecto permanece, cransformandose en una tendencia adquirida. En este proceso encontramos la ayuda de nuestro ce- tebro. Podemos considerar el cerebro como una registra- dora de los recuerdos, pero su funcion mas eficaz con- siste precisamente en eliminar los registros mnemdnicos que ya han sucedide; asi pues, el cerebro tiene una do- ble funcion, la de registrar y la de olvidar, Nuestra vida seria imposible si no tuviéramos la ca- pacidad para olvidar. Si cada vez que tratamos de mover 10 una extremidad tuviérames que recordar todos los es- fuerzos que hicimos de nifics para realizar ese mismo movimiento, junto con la excitacion y las dudas, y tam- bién con el sufrimiento que cso implicé cn aquellos mo- Tnentos, nuestra conciencia se encontraria tan sobrecar- gada de recuerdos, que el necesario movimiento de esa extremidad se verfa considerablemente retrasado e in- cluso impedido. Lo misme podriamos decir con respecte a cualquier otra funcién que ahora realizamos de forma automiatica, pero que en su momento fue algo que adquirimos cons- cientemente, Elio se debe, precisamente, al hecho de que olvida- mos el proceso de Ja adquisicién, a pesar de lo cual uti- lizamos la facullad que hemos adquirido. Ese proceso se produce continuamente en la concien- cia de todos y cada uno de nosotros. Se produce, én otros términos, un proces de trans- Mmutacién, cemo cuando se cambian las monedas de co- bre por las de plata, del mismo valor pero de menor peso; éslas se pueden cambiar a su vez per billetes de bance que representan precigamente su valor, o bien por un trozo de papel en forma de pagaré, cuyo valor incrin- seco cs nulo. En tal caso, basta firmar el pagaré para que se ponga en funcionamiente todo el mecanismo del cambio. Pues bien, con nuestros recuerdos de {as sensaciones, {os sentimientos y los pensamientos se produce un pro- ceso similar. Estos se guardan en categorias y se trans- forman en placeres y desagrados (en inclinaciones y aversiones), y Finalmente en talentos o facullades. Ahora sabemos que cuando manifestamos un placer i (inclinacién) o un desagrado (aversidn), para cada una de esas cosas con las que expresamos cualquier actitud especial, no hacemos otra cosa que recordar nuestro pa- sado, @ pesar de que no recordamos las detalles de la ex- pericncia que generd, en un principio, la emucion o la facultad. Micniras escribo estas palabras sobre la pagina, debo recordar algunos otros tiempos en las que me encontré por primera vez con cada una de las palabras en los Jibros de Jectura, y descubri su significado en algiin dic- cionario, cuando aprendi las ieccioney escolasticas, Aho- Ta, ch cambio, utilize esos recuerdos transfermados. En efecto, recordamos continuamente, y si no fuera por esos recuerdos acumulados en alguna parle de mi eonciencia {ya sea en las células cerebrales o en cual- quier otro Jugar, esc no viene ahora al caso), ni siquiera estaria en disposicién de conocer la palabra apropiada para expresar mi pensamiento o incluso para escnbirla de mode que el tipdgrafo pudiera reconocer las letras para componer la misma palabra. Por otro lado, se ha observado el hecho de que elvidamos efectivamente las causas uma 4 Lina; seria una verdadera locura si, cuando escnibo una palabra, tuviera que recordar cuando la vi por pimera vez. El cerebro es un instrumento de regis- tro de tal calibre que no obedece a la conciencia cuando deseamos remontarnos al ongen de los acontecimientos, excepto en algunos casos particulares. El deseo de recordar no va necesariamente seguido por recuerdos relativos, y eso es un hecho que debemos aceptar tal cual es. Bergson ha demostrado bastante apropiadamente que «pensamos inicamente con una pe- quefia pare del pasado, mientras que deseamos, quere- 2 mos y actuamos con todo nuestro pasado y con el im- pulse original de nuestra alma». Esta clato, que seria inutil tatar de recordar nuestras vidas pasadas con el simple ejercicia de la mente; a pe- sar de que el pensamiento puede recordar cualquier cosa del pasado, eso no es mds que una fraccién del todo. Por otro lado, basta sentir y a¢tuar para descubrir que nuestros sentimientos o acciones no son mds que el re- sultado del pasado que convergen en nuestra individuali- dad actual. Por esla razon, si queremos localizar los recuerdos de Tuestras vidas pasadas y ‘levarios a nuestra couciencia actual, en estado normal, debemos observar céma senti- Ings y como actuames, ya que bien poco podremos re- cordar simplemente con ej esfuerzo mental. Asi pues, cada uno de nuestros sentimientos o accio- nes pueden ayudarnos a encontrar la pista de sus compo nentes que forman las expresioues exteriores y las reac- ciones interiores. Eso mismo puede decirse de cada uno de nosotros y por ello podemes reconstruir lambien el pasado de los otros cbservando cémo sienten y acruan, siempre y cuando lo hagamos de forma comin. Pero 5i &) otro manifiesta un modo de sentir o de pen- gar uo comin, ese modo se hace incomprensible para nosotros ¥ por ello necesilamnos de las explicaciones, para comprenderlo. Los sentimientos y pensamientos co- Tunes se pueden explicar con facilidad cuando son el Tesyliady de cxpericncias comunes, mientras que los sen- timientos y acciones no comunes exigen de las explica- siones, ya que Henen causas completamente insdlitas para nosotros. 13 Si el autor de estas lineas, siendo de origen indio, pro- Tunciara wna conferencia en inglés, hallandose en la In- dia, donde son muchos Jos que hablan inglés, el publico asistente podria eslar seguro de que habia asistido a una escuela y a la universidad, sin necesidad de averiguar posteriormente cudndo 9 donde ocurris esa. Si, en cambio, esta persona hablara espafiol, los asis- tentes a la conferencia tendrian curicsidad por saber cémo y cuando adquird la capacidad para hablar en es- paiiol, Por otro lado, si entre el piblico asistente a la confe- rencia hubiera un espafiol, comprenderia, a partir del modo de hablar y del tono, que el conferenciante habria tenido que vivir en Espaiia, o haber pasado algun tiem- po entre espafioles, Asi pues, podemos concluir diciendo que cada vez que se produce Ja manifestaciGn de sentimientos o de acciones, asi como de ciertas expresiones del pensa- miento, que revelen la cualidad de una especializacion, debeunos Jlegar a ta conclusion de que tal facultad se ha adquirido gradualmente por medio de la experiencia, y que es el resultado de experimentes o intentos realiza- dos en una direccién en particuiar. Ahora bien, cada uno de nosotros posee muchas cua- lidades comunes y algunas cualidades especiaiizadas. Las primeras, naturalmente, se deben a las experiencias que sen comunes a todos, Examinemos, por ejemplo, algunas de las facultades especializadas y tratemos de ver si podemos atnbuirlas a una hipotesis distinta a la de la reencamacién. 14 Aquelle que caracteriza principalmente a los setes humanos son las cosas que les agradan (inclinacicnes) o desagradan (aversiones). A veces, estas pueden ser razo- nables, es decir, propiag de un tipo de individuo, que las posee normalmente en e! grado de evolucion en que 3¢ encuentra. Consideramos como normales las cosas que nos agradan y desagradan cuando podemos experimen- tarlas como lales dentro de Jas mismas condiciones. Examinemos, por ejemplo, un caso excepcional, como 1 que suele definirse como «enamorarse a primera vis- la», Dos personas sé encuentcan en circunstancias apa- rentemente fortuitas, a veces procedentes de dos partes extremas del munde. Ninguma de las dos conoce ta exis- lencia de Ja otra; entonces se manifiesla el extrafio fend- meno por medio del cual se reconocen reciprocamente. La vida seria verdaderamente feliz si pudi¢ramos sentir un afecto profundo por todas aqueilas personas con las que nog encontramos; sabemos, sin embargo, que eso no es pasible si no existe previamente ese mis- mo sentimiento en nuestra naturaleza. Entonces, ;por qué pertenece a nuestra natumleza el «enamoramos» de una persona detenninada? {Pot qué estames dispuestos a sacrificarla todo por esa persona a la que hemos encontrado pocas veces, al menos en la vida actual? i Cémo se produce esa situacién en la que parecemos conocer e] funcionamiento intima de su corazén y de su cercbro, a pesar de los pocos indicios que revelan Tues- tras primeras telaciones convencionales? El hecho de «enamorarse» constituye, en efecto, un fenémeno psicolégico misterioso, pero el proceso po- 15 dria describirse mucho mejor como un impulsa de amor, debido al cuai el individuo casi se ve obligado a obedecerlo, sin poderse resistir. Existen por lo menos dos oxplicaciones légicas posi- bles: una seria aquella segin Ja cual se trataria de fiber- tinaje, es decit, de una forma de histena y de demencia incipiente, debida tal vez a complejos psiquicos; la otra, en cambio, indicaria que este profundo sentimiento de un individuo por el otro no represenlaria mds que un huevo encuenn, el ultimo de otros muchos, ya que pre- cisamente esos otros muchos se habrian producido en las vidas pasadas. Dénde y cuando tuvieron lugar esos encuentros, es algo que tiene muy poca importancia para los amantes. Rudyard Kipling, en su libro La historia mas Rermo- sa del mundo, dice que tos dioses nos hicicron beber en el rio def ofvido, antes de dejarmos regresar a la Tierra, Pprecisamente para procurarnos la divina sensacion de enamoramos de Ja persona amada. E] punto principai que debemos observar en este egla- do emocional, el de estar enamorado, es que Ja amislad no surge, por asi decirlo, sinu que es continua, porque en el comportamiento psicolégice de los dos amantes se ex- presa ei recuerdo que ha permanecido de las existencias pasadas, en las que se encontraron, amaron y se sacrifi- caron el uno por el otro. Un ejemplo no muy distinto del apego comin, que fiene su expresién mas intensa en el enamorarse, es el de la aversién reciproca comun, algo que no resulta tan rare encontrar en la experiencia de los seres humanos. Hay algunas aversiones normales que pueden ser expli- 16 cadas con facilidad, pero tomemos, por ejemplo, a dos individuos que se encuentran por primera vez, que nun- ca se han conocido, ni tan siquiers de vista, pero que, al encontrarse, expenimentan un fenémenc de aversion re- ciproca, no debida a ninguna clase de gesto exterior, sino al sentimiento interior y a la intuicién. Lo més extraiio de todos los casos de aversion es que no se trala de ningun sentimiento personal, ¢s decir, que ne sé experimenta una violenta sensacion de «no te amo», sino que se traia mds bien de un estado de con- ciencia mental impersonal, en ¢l que no se manifiesta casi ningun sentimiente y que podria expresarse con las palabras: «Es mejor no tener nada que ver con esta per- sonan. En ocasiones, queremos seguir de inmediato esta in- tuicién, pero en seguida Ja consideramos como una des- cortesia, y luego tratamos de comprender con ia mente a esla nueva persona a la que hemos conocido, Ofras ve- ces, sucede que la persona comienza a gustarnos, y has- ta empezamos a amarla. En tal caso hemos olvidado huesita primera impresion, o bien Ja hemos rechazado por considerarla come un impulse irracional. Hay que considerar, efectivamente, que muchas aver- siones se deben puramente a impulsos irracionales, pero que también hay casos en que los acontecimientos que ocurren con postenoridad demuestran que en un princi- pio no se Irataba tanto de un impulso, sino de uma infui- clon Muy exacta, Puede suceder que, a pesar de nouchos anos de rela- ciones amistosas, nuestro amigo nos propine un golpe morial por la espalda, de una forma imprevista y sin ninguna razén; enlonces, suntidos en el dolor de la hu- 17 millacién padecida, recordames aquella primera impre- sién que tuvimos de esa persona, y habriamos querido hacerle caso. ¢De donde surge, pues, esa primera impresion? La reencarnacion ofrece una solucién; eso podemas explicaclo con el hecho de que, en las vidas pasadas, la misma persona, nos ha producido un gran disgusta, y el tecuerdo de ese hecho relampaguea en la mente como una intuicién en cuanto se produce el primer contacto con esa misma persona. Mas caracteristicos sen aquellos casos en los que se producen al mismo tiempo apego y aversién, amor y re- sentimiento. Recuerte a una sefiora que describié muy bien su actitud en los enfrentamienta con el amiga al que se sentia profundamente apegada: «Le amo, pero al mismo tiempo lo desprecion. Cuantas mujeres actuales repiten laa mismas palabras con respecto a sus maridos, y cuantos maridos dicen lo mismo de sus mujeres. {Por qué surge esta confusién incomprensible de sen- timientos contradictorios? La pista que nos permite dilucidar esta confusion fue expresada eficazmente por W. E. Henley en su poema. En él narra cémo el protagonista ve a una hermosa jo- ven en los templos de Babilonia, y la toma y la abando- na sucesivamente. A pesar de todo, ella seguia aman- dole, aunque, después del rratamiento de que era objeto, tan desgarrador para el corazén, terminé por suicidarse. Es natural, pues, que Ja joven muriera con un senti- miento de amor y de resentimiento hacia la misma per- soa ¥, Como quiera que aquello que sembramos es lo 18 que cosechamos, ambos personajes se encontraron al re- nacer con el resultado de las causas pasadas, bajo la for- ma de apego emocional, En esia nueva ocasién, cl hombre ama ova vez a la deseada; ella, a su vez, corresponde a su amor, pero ahora no quiere ceder a los deseos del hombre, a causa del oscuro y iriste recuerdo de su vida pagada. Por eso, el amante exclama: Tu orgulic, que yo desderé, ahora me quebranta y hasta me desdefia... El! antiguo resentimiento es tenaz, como Ja muerte. Me amas, pero te contienes; el corazin se me rompe por {a aspera perfidia, yen vano fate en mi pecho... Henley, en su visién poética, vislumbra que esa clase de sityaciones no pueden mantenerse para siempre, por fo que debe ilegar el dia en que haya enwe los dos ver- dadero amor y comprensién. E] poema acaba narrando como el antiguo orgullo se transforma en la resignacién del presente, en el recuerdo del bien pasado, que no debe ser despreciado. En el mas alld de fa tumba, ef hecho cometida, no hublera gueride consumarto, cuando fui un rey de Babilonia yi una virgen esclava. Sélo puede Ilegarse a una conclusion, la que encon- tramos en la narracion de los hechos; pero ésta exige un universo en el que esté el uno al que se ama, donde: 13 Los senderos terminan alli donde se encuentran los amantes, alli donde esta ef hija de toda sabio. Hasta aqui hemos considerado las manifestaciones de Ja taturaleza emotiva del individno y por ello es eviden- te que, a partir de Jas propias experiencias se pueden juzgar ¥ comprender las emociones de los demas, natu- Talmente en la medida en que tales emoctones sean, en general, similares a las que hemos conocido nosotros. Pero zqué podemos decir de aquellas personas que comprenden perfectamente tales experiencias sin haber- las llegado a vivir nunca? Shakespeare, por ejemplo, comprende profundamen- te cl desgaste del corazén y de ia mente de Ja mujer, asi como el complicade proceso mental del waidor; Dic- kens, a su vez, comprende perfectamente io que siente un homicida después de haber cometido su delito. Hay, por otra parte, personas /uminadas que, cuando expenmentan emociones, las generalizan, considerando- las también como extensibies a los demas, mienwas que hay ous, no tan iluminados, que a pesar de haber sido polpeados ya una vez, no evitan por segunda vez el peli- gro ni Ilegan a ser apreciablemente mas sabtos por el hecho de haber pasado varias veces por la misma expe- Tiencia. E] ifvminado wata de descubtir la cualidad universal en toda experiencia singular y, de ese modo, puede anti- cipar el resuliado de experiencias de naturaleza afin, tanto para si mismo como para los dem4s; es capaz de catalogar sus experiencias reduciéndolas a férmulas al- 20 gebraicas, en cada una de las cugles comprende, me- diante una definicién general, todos los casos particula- res. Sus pensamienlos y sentimientos son como los de los aforismos, que transforman todas las experiencias en una inica y gran experiencia. La facuhad de generalizar las definiciones extraidas de las emociones individuales, constituye una cualidad fara, tanto come la de formular una filosofia a partir de los pensamientos particulares que nos hayamos formado sobre las cosas. La generalizacion de las emociones particulares es ti- Pica del pocla, y cuanlo mas universales sean sus gene- talizaciones, tanto mas grande puede ser considerado el poew. {Por qué, entonces, surge aqui y alla un individuo que posce la maravillosa capacidad de ver a los hombres como representantes de tipos, y las emociones particula- Tes como expresiones de emociones universales? De un hombre asi sclemos deciz que es un gemo, pero la pala- bra genio describe el hecho, no Lo explica. Hay genios en todos los sectores de la vida, en la re- ligién, en la poesia, en ef arte, en Ja musica, en la politi- ca, en el teatro, ef la estrategia, en el cometcio y en otros aspectos de la vida. Esos genios se caracterizan por poseer numerosas cualidades anormates, son hombres del futuro, y no de su tiempo; cada gemo <8 un legislador para las genera- ciones Futuras en su ambito concreto de actividad pero, sobretodo, el genio vive emocional y menialmenie a base de amplias generalizaciones. éDe dénde proviene esta maravillosa capacidad? Se trata de explicarlo acudiendo a las leyes de la he- 21 rencia. Pero, ciertamente, no sabemos hasta qué punto queda el genio explicado por la herencia. Segun la teoria comvinmente acepzada de la herencia, cada gencracion afade alguna cosa a ia calidad alcanza- da por las generaciones precedentes, y ésta transmite a las sucesivas todo aquelio que ha acumulado en el pasa- do; las generaciones sucesivas Lransmiten a su vez a la siguiente generacién todo aquelio que han recibide, ade- mas de su propia contribucién, y de ese modo se pasa de una generacién a otra, hasta que Ilegamos a una ge- neracién en particular, y a un individuo concrete de la misma, en el que Ja cvalidad especial se concentra de un made misterioso y el individuo se manifiesta come an Benio. Seguin esta teoria popular, cualquier antepasado de Shakespeare posceria un rasgo de su genic, que transmi- ié a sus descendientes pot medio de la herencia; estos descendientes, habiendo mantenido inlacto lo que les habian transmitido sus progenitores, afiadieron su propia experiencia y luego transmitieron una y otra a sus des- cendientes, y asi sucesivamente a las generaciones si- guientes, cada una de Jas cuales atesoraria las experien- cias de las generaciones pasadas y amiadiria algo propio antes de transmitirlo a Jas generaciones posteriores. Entendido de ese modo, fa individualidad de Shakes- peare seria como un torrente contenido por un dique, que se va hinchande gradualmente hasta que se romper los diques cuando la presidn de las aguas supera el limi- te de resistencia. Este concepto de la herencia se basa en la hipkitesis de que todo aquellg que el individuo adquiere en el uso 22 de sus facullades, como resultado de la adaptacién al ambiente, acaba siendo transmitido a los descendientes. Esta es la conclusién a la que ha llegado la escuela danyinisla de biclogia, al analizar aquello que sucede en la naturaleza. En el transcurse de jos ditimos afos, la investigacién biologica se ha dingido en buena medida a trauar de de- mostrar la validez de la teoria de la transmision de tas caracteristicas adquiridas; pero no sdlo no se ha descu- bierto ni uN solo caso cierto sino que, antes al contrario, todos los experimentos realizados a base de cruces y crias han acumulado jas pruebas necesarias para demos- trar exactamente lo contrario. La escuela bialggica de Mendel ha legado por su parle a conclusiones sobre la herencia que no solo son Tuevas, sino asombrosas. Segun esta escuela, fas caracteristicas estructunales, de las que dependen tas capacidades mentales py mora- ies del individuo, existen plenamente en todos fos ante- pasados; asi, todas las caracteristicas estructurales tuvie- ron que haber eslado presentes en el polvillo primordial de la matena viva. Ninguna de ellas ba sido afiadida per la evolucion a este polvillo original y a sus potencialida- des protoplasmaticas. Tede genio existia ya potencialmente, tanto los que ha conocido el mundo, como los que conocer en cl fu- turo, por cuznto que deben esperarse millones de atios antes de que surjan los hechos genéticos apropiados, a fin de que pueda aparecer ¢s¢ genio sobre el escenario de Ja evolucion. La naturaleza no ha desarrollado la compleja estruc- 23 tura del cerebro de Shakespeare a partir de los cerebros rudimentarios de fos mamiferos, puesto que esa comple- jidad ya existia en cada célula protoptasmatica. La naturaleza no ha evolucionado para dar lugar al genio, sino que mas bien le ha liberado de las cepas on- vueltas del protoplasma primordial, eliminando, una ge- neracién tras otra, jos factores penélicos que impedian ja expresion de su manifestacién tipica. Bateson resume esta teoria moderna al decir. «Opino que la cualidad artistica de ia kumanidad se demostrara como debida na ya en cualquier cosa que se afiada a da formacion de un hombre comiin, sino mas bien en ta eliminacién de aquellos factores que inhiben, en ia persona normal, ef desarrofio de esas mismas cuatidades, »ES casi seguro que podemos considerarlas came li- beraciones de poderes que normaimente son inhibidas. a&f insirumenio existe, pero se ve impedide de ac- mary (Discurso presidenciat pronunciado ante la Asociacién Brilénica de la Ciencia, 1914.) Solo el tiempo demostrara hasta qué punto se tendran que modificar las cuncepciones de Mendel a medida que se realicen nuevos descubrimientos, pero lo ¢ierto es que la concepcidn darwinista de la herencia cs insos- tenible, cuando se llega a la conclusidn de que ef genio debe bien poco a los lopres iniclectuales y emocienales de sus antepasades. A pesar de todo, ¥ aun admitiendo, con los mendetia- nos, que el genio es liberado de las obstacules que re- 24 presentan los factores inhibidores y que no es, por Lanto, el resultado de una lenta acumulacidn, seguimos sin re- solver e] misterio, és decir, la explicacién de la capaci- dad sintética del genio. No ubstante, nos encontramos mas cerca de la com- prensién de la naturaleza del genio a partir de Mendel que de Darwin, Las teorias cientificas sc refieren sobre toda a cuales son las condiciones en las que se manifiesta el genio en un caso, o no se manifiesta cn el otra. La Unica leoria racional que explica al genio y que admite los hechos cientificos sobre la herencia del genia es precisamente la de la reencarnacion. Si admitimos que el individuo ¢s un aima, y que ésla 8 un ente en evolucidn ¢ immertal que sc manifiesla por Medio de un cuerpo apropiado a la fase de desarrollo en que s¢ encuenima, y a la tarea que debe desarrollar en ese cuerpo, resulta evidente que los atnibulos emotives y men- lales no son mas que los resultados de experiencias mo- dificadoras vividas en las existencias pasadas. Pero dade el hecho de que éstas deben expresarse 8o- bre tode por medio de un cuerpo ¥ de un cerebro adap- lado, éste debe posecr las caracteristicas que la propia naturaleza ha seleccionade paralelamente con la herencia para alcanzar asi cl fin preestablecido. Asi pues, la manifeslacién de toda capacidad supe- nior depende de dos factores indispensables: por un lado, la existencia de un ente o conciencia que haya desarre- Wado aquella capacidad por medio de experiencias repe- tiday en el pasado, y por el otro de la existencia de un instromenio adaptado, es decir, de un cuerpo fisico cuya 25 nafuraleza estructural haga posible la expresién de la misma capacidad. Pero si considerarnos la cualidad del genio que posee un cuerpo modelado por tales factores genéticos que in- hiben su genialidad, ésta se mantendra en estado peten- cial, por decirlo al modo de Bateson, y se vera impedida la expresion de su gemalidad. Por otro lada, si la natura- leza produjera miles de cuerpes adaptados, no tendria- mos por ello miles de genias. Por eso, tienen que con- vergee en un sclo punto dos corrientes evolutivas antes de que pueda mantfestarse cualquier cualidad que no sea puramente funcional. La primera exige Ja evolucién de una conciencia in- destructible, que expermenta la vida continuamente y que se especializa lentamente; Ja segunda, a su vez, exi- ge la evolucion de la estructura fisica, seleccionada per la herencia, para responder a los estimulos interiores panliculares. Si armados con esta premisa, derivada de Io que su- cede en Ja naturaleza, examinamos a los diversus genios que ha producido el mundo, descubriremos que éstos no hacen otra cosa que recordar su existencia pasada al mismo tiempo que manifiestan su genialidad. Examinemos, por ejemplo, un genio como el del jo- ven vighinista Mischa Eiman, que comenzé hace varios afios su carrera musical, en aquel entonces no era mas que un nifio, aunque ya manifestaba una técnica maravi- llosa. De acuerdo con la teoria de Mendel! podriames atri- buir Jegitimamente su capacidad técnica a una rara con- vergencia de factores genéticos, a pesar de que ninguna teoria de la herencia fisica puede explicar aquello que 26 mas sorprende a los mas grandes criticos de la masica, es decir, su interpretacién particular de la musica que suena. Es propio de esta interpretacién que el amante de la Musica pueda vislumbrar el alma del ejecutante, es de- cir, si se trala dé un alma grande o pequefia, si ef ejecu- tante percibe la vida superficialmente o en profundidad. La interpretacién de Mischa Elman era absolulamente espontanea, y no una imitacién de ningtn maestro, es decir, la propia de un hombre, y no la de un muchacho, No es, pues, sorprendente, que muchos criticos se sin- ticran azorados, come per ejemplo el del Dailp Tele- graph, de Londres, que dijo: «La itevia caia rumorosamente sobre ef tejado v et fone perturbaba ef aria, pero Mischa Elman, con caina, seguia interpretando fas partituras de Paganini, Bach p Hieniawsky. Su palabra era tranquila, no altiva. ¥a he- mos visio en ofras acasiones a nittos prodigic en nues- tros escenarios, pero los ofros eran “altivos”. Mischa Elman, en cambio, no es ni lo uno ni fo otro. Mientras mueve ef arco, una gran paz se extiende a todo su aire- dedor y, de vez en cuando, apaya un poco mas ef men— fon sobre el instrumente, coma para acogerse al impul- so de sus vibraciones a como para comurticarle ef ritmo de su propia alman. Aceplando Ja teoria de Ja reencarnacion, y suponien- do que Mischa Elman es un alma que en vidas pasadas ascendia al vérlice supremo y por eso conectd con la profundidad de la vida humana, encentraremos una ex- plicacion razonabdle de su genialidad. En cada una de 27 suS interprelacionés 3¢ refleja la suma de todas sus ex- periencias pasadas y, por eso, las alegrias y doiores de los hombres que él mismo experimenté en sus existen- cias pasadas y de las que conserva recuerdos celativos en las generalizaciones emetivas ¢ intelectuales. Esta explicacién viene confirmada por la ciencia, puesto que la teoria de la reencarnacién del genio impli- ca, para el alma musical, la necesidad de que exista un cuerpo pariicularmente adaptado y convergente con la herencia musical, seleccionado por la evalucién y for- mado por faciores genéticos apropiados. Sélo la reencammacion explica la existencia de otro genio, algo que para cualquier otra teoria sigue siendo um enigma. Keals destaca en la poesia inglesa como ¢} pocta mas prego de los ingleses, Poscia, come un don natural, ese sentimiento tinico de la vida que constituye el tesoro del temperamento helenistico. Si él hubiera sido un estudiosa del griego y versado en Jas tradiciones de ja cultura gricga, podriamos consi- derar que esa anima naturaliter Groeca de Keats no era griega. Pero si tenemos en cuenta que Keats sabia poco de latin y mucho menos de gnego, ¥ que inicio su carrera come cirujano, no podemos dejar de sorprendernos al comprobar que no canta como un poela cristiano, sino come un pastor gnego, tacido en las laderas del Ema. El estuper desaparece si admitimos que Keats fue la Teencamacion de un poeta griego y que no hizo otra cosa sino recordar su existencia pasada, cuando pensaba y sentia a la manera de los gri¢gos. Siguiendo e] camino de la reencarnacién, resulta in- 28 teresante conslalar camo, en un anélisis general, esta- mos en disposicién de decir dénde vivid un individua en el pasado. En la cultura de Europa y de América encontramos tres corfientés principales de retorno, la de Roma, la de Grecia y la de la India. Cualquiera que haya estudiado las instituciones romanas y ej conceplo romano de Ja vida no tendrd dificultad en constatar hasta qué punto es el 1emperamente inglés afin al de la antigua Roma, aun- que bajo el aspecto de la modemidad. Los escritos his- téricos de Gibbon, Macaulay y Hume son practicamente idénticos a los escritos de los historiadores romanos Sa- lustio, Tacito y Livio, respectivamente. Por otro lado, si examinamos a los historiadores fran- Ceses, NO encontraremos e] temperamento romano, sino algo bastante més afin al griego. La ecuacién Tennyson igual a Virgilio no es inexacta por aquello que conoce- Mos de ambos poetas. El regreso al espintu de Grecia podemos detectarlo claramente en escritores como Goethe, Schiller y Les- sing, Por qué otra razon habrian proclanrade estos es- critores en Alemania el «regreso a Grecia», con un entu- siasmo indescrptible, si no hubieran visto en sus existen- cias pasadas aquella que la cultura helenistica guardaba au para los hombres? éQué puede ser el entusiasmo sino el impulso del alma hacia la experiencia, y la alegria que ya se experi- Mmenté en otra tiempo y de la que ahora se reconoce su llamada? Los hombres entusiastas, pioneros del futuro, no son del todo burlas de Ja naturaleza, sino que debemnos con- siderarlos como almas reencarnadas que recuerdan en su 23

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