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6 de noviembre de 2016
Uno no sabe por qué escribe. En cierto momento puedo uno pensar que se debe a una
moda: aparentar que se tiene un acervo cultural con rasgos privilegiados por los cuáles
debe escuchar ese llamado a la inmortalización del pensamiento.
García Márquez decía que había decidido hacerse escritor para demostrarle a un amigo
que su generación podía tener escritores. Hoy, yo diría que enfrentamos escenarios más
críticos. No solo estamos en un tiempo en el que ver un joven escritor parece
inverosímil, sino que incluso algo tan sencillo y placentero como la lectura es
repudiada.
Mi patria lleva consigo el gen de la ociosidad. Con ella ve uno morir sueños u anhelos.
Todo abandonado ante la falta de una conexión con la disciplina y la persistencia. Y, en
parte, escribir por moda puede traer consigo un descenso vertiginoso en las aspiraciones
inseguras de un novato. A tal grado que puede arrancarlo de raíz del mundo de las
letras.
Para mí estos son argumentos nefastos, dado que cada generación ha considerado a la
siguiente como incapaz o débil, demostrándonos la historia que, sin embargo, los logros
de una época sobre otra, en muchos aspectos, son mucho mayores. Aunque la nuestra
vaya en picada aún podemos levantar la nariz del avión, como en “Actitud de
Vencedor”, de John C. Maxwell: nuestros horizontes se amplían a medida que nuestra
actitud fluctúa positivamente. García Márquez supo alzar la nariz de su actitud y
exaltarse al Parnaso de la Literatura, demostrando que en su generación podía haber
gente de letras.
Escribir por moda es bueno, siempre y cuando no venga una tendencia que se oponga
radicalmente y te haga ir a otro rumbo sin saborear el placer de ver alguna producción.
Sólo queda luchar contra la avasallante tormenta que lleva a perder el entusiasmo. Así
que planteémonos hacer que el siglo XXI tenga gente que escribe. De lo que sea. Quizá
nunca te ganes ni el premio rural –si es que lo hay– de escritura. Como le decía Aurelio
Mejía a un paciente de hipnosis: “si te gusta tocar guitarra, hazlo, quizá no te conviertas
en un Paco de Lucía, pero tu vida tendrá sentido”. Hagamos algo para que los
pensadores del pesimismo contemporáneo no tengan razón.
Yo, escribo por moda, espero no quedarme en el camino, y que la moda no se me pase.