Desigualdades
Tolerancia, legitimación
y conflicto en las sociedades
latinoamericanas
305.098 Castillo, Mayarí
I Desigualdades: tolerancia, legitimación y con-
flicto en las sociedades latinoamericanas / Editoras:
Mayarí Castillo G. y Claudia Maldonado G.. – –
Santiago : RIL editores, 2015.
498 p. ; 23 cm.
ISBN: 978-956-01-0176-1
Desigualdades
Tolerancia, legitimación y conflicto
en las sociedades latinoamericanas
Primera edición: abril de 2015
ISBN 978-956-01-0176-1
Derechos reservados.
Índice
Agradecimientos.........................................................................11
Desigualdades socioecológicas.
Miradas etnográficas sobre el sufrimiento
ambiental en los casos de Ventanas y Arica
Mayarí Castillo ...........................................................................403
11
Presentación
Apuntes sobre los conceptos
de desigualdad, legitimación y conflicto
para el análisis de las sociedades
latinoamericanas
Introducción
Este libro nace como un esfuerzo colectivo hace años atrás. Es la continui-
dad de una serie de diálogos en torno a la legitimidad de las desigualdades
en las sociedades latinoamericanas, que comenzaron en México D.F., con-
tinuaron en Berlín y que culminan hoy en Santiago de Chile, casi 6 años
después. En el camino, este esfuerzo colectivo creó y publicó un primer
libro, organizó dos seminarios y entabló un diálogo, donde alrededor de
una veintena de investigadores de diversos países establecieron líneas de
reflexión sobre el tema.
En esta segunda etapa se planteó el desafío de construir un segundo
tomo a partir de una convocatoria abierta, con el fin de integrar a esta
reflexión a distintos investigadores jóvenes que estuvieran produciendo
análisis empíricos sobre el tema desigualdad, legitimación y conflicto.
Considerábamos que en América Latina había una tradición de alta
calidad en estudios sobre desigualdad, pobreza y conflicto, y que esta
tradición estaba produciendo interesantes aproximaciones empíricas para
comprender la región. Queríamos, a la vez, rescatar los aportes teóricos
de aquellos que están pensando y aportando herramientas para analizar
la realidad latinoamericana hoy desde miradas nuevas o relecturas de los
clásicos. Para esto, contamos con los valiosos aportes de investigadores
consolidados que aceptaron colaborar con este desafío de pensar desde y
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1
Ver especialmente el Capítulo LII de El Capital, El Manifiesto del Partido Comu-
nista y el Prefacio de la Contribución a la Crítica de la Economía Política.
2
No se debe confundir el modelo de conflicto con una postura crítica respecto de la
configuración de relaciones sociales. Para un buen análisis sobre qué es la crítica y
cuáles son sus diferentes dimensiones, ver De Munck, Jean, «Les trois dimensions
de la sociologie critique», SociologieS [En ligne], La recherche en actes, Régimes
d’explication en sociologie, mis en ligne le 06 juillet 2011, consulté le 10 avril
2014. Disponible en: http://sociologies.revues.org/3576.
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Presentación. Apuntes sobre los conceptos de desigualdad...
c) Legitimidad y legitimación
Este apartado pretende dar cuenta del concepto de legitimidad y legiti-
mación en torno al problema de las desigualdades y el conflicto, inten-
tando dar respuesta a algunas de las preguntas que constituyen la base
de este volumen: ¿qué tipo de desigualdades generan consenso entre la
población y cuáles son consideradas injustas? ¿Cuál es la relación entre
Ver www.clacso.org.
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Ver http://www.webiigg.sociales.uba.ar/conflictosocial/revista.
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Nos referimos al libro Teoría de la Justicia, publicado por primera vez en español
por el Fondo de Cultura Económica, México (1975).
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Dada esta misma complejidad, no nos detendremos en la discusión sobre los dis-
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de la desigualdad» como nos señala Boltanski, sino que esta se fue cons-
truyendo poco a poco en la constante problematización de desigualdades
que superaban el tema del ingreso, tales como el acceso a servicios sociales
como salud, educación y protección social, el reconocimiento y reparación
para los pueblos indígenas, entre otras demandas. Así, los movimientos
lograron ampliar los campos a los que la igualdad como medida debía ser
aplicada, sacándola de la pura dimensión socioeconómica para integrar
otras dimensiones y construir la noción de desigualdades que resulta hoy
la forma más adecuada de realizar investigación en esta línea. Contribu-
yeron también a través de sus luchas a poner en el centro y de manera
renovada, la disputa por la cuestión de la ciudadanía que, en última ins-
tancia, es la disputa desde los inicios de la modernidad por la igualdad
(Araujo, 2013:117).
Este hecho nos ha puesto el desafío de buscar respuesta a una serie de
preguntas: ¿hasta qué punto es legítima la desigualdad en América Latina?
¿Qué condiciones han hecho posible la visibilización de este malestar en los
últimos años? ¿Qué tipo de desigualdades están siendo cuestionadas hoy
en día? Interrogantes que cobran relevancia en el contexto de este libro.
La discusión entonces se da en torno a la existencia o no de legitimidad de
la desigualdad en el contexto latinoamericano, en un primer momento. En
un segundo momento, entre quienes reconocen que existe una legitimidad
de las desigualdades en nuestro continente, la investigación ha estado
orientada a establecer en qué grado esta desigualdad es legítima y cuáles
son las causas/mecanismos tras su legitimidad. Entre quienes consideran
que la desigualdad en la región no es legítima sino meramente aceptada
o tolerada por los sujetos, la investigación ha estado orientada a mostrar
aquellos puntos de inflexión en los que esta aceptación, tolerancia o com-
portamiento legitimantes se ponen en cuestión y son capaces de establecer
condiciones para el surgimiento del conflicto.
Entre los primeros encontramos el trabajo realizado para el caso
chileno por Castillo, Miranda y Carrasco (2011). Para estos autores,
el punto de partida para comenzar a hablar sobre legitimación de la
desigualdad son dos supuestos: el del «espejo», donde la percepción de
igualdad estaría relacionada con la distribución económica existente en
una población (contextos con mayor desigualdad económica, perciben
una mayor desigualdad). El segundo es el supuesto de que la percepción
de desigualdad estaría relaciona con motivos racionales de los individuos.
Esto quiere decir que existiría una influencia del nivel socioeconómico de
los individuos en su percepción de desigualdad (individuos con menor nivel
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realizado por los investigadores Juan Carlos Castillo, Daniel Miranda y Diego Ca-
rrasco. Esta investigación se centró en dos aspectos relacionados con la medición
de percepción de desigualdad: diferencias entre indicadores y diferencias entre la
influencia de predictores sobre estos indicadores. El modelo de análisis consideró
tres indicadores de percepción de desigualdad que se encuentran presentes en los
datos chilenos de la encuesta del International Social Survey Programme (ISP) 2009:
percepción general de desigualdad, percepción de brechas salariales y percepción
de distribución económica. En este terreno, los autores intentarán innovar respecto
a las investigaciones sobre percepción de la desigualdad, tratando de suplir la falta
de estudios que i) comparen distintas medidas de percepción de desigualdad, y ii)
comparen las diferencias individuales en percepción de la desigualdad. El estudio
cotejó tres medidas de percepción de desigualdad en Chile: percepción general de
la desigualdad, percepción de brechas salariales, y percepción de diagramas de
distribución. A ellas se agregaron tres determinantes económicos: la influencia
del estatus socioeconómico, la posición política y la evaluación de justicia salarial
(Castillo, Miranda y Carrasco, 2011).
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Nicolás Orellana, Claudia Maldonado y Mayarí Castillo
36
Herramientas teóricas
contemporáneas para el
estudio de tolerancia,
legitimación y conflicto
sobre desigualdades en
América latina
Más allá de la legitimación.
Cinco procesos simbólicos
en la construcción de la igualdad
y la desigualdad
Luis Reygadas
*
Antropólogo, profesor del Departamento de Antropología de la Universidad Autó-
noma Metropolitana, Unidad Iztapalapa (México). Correo electrónico: reygadasl@
gmail.com.
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Más allá de la legitimación. Cinco procesos simbólicos...
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Por poner un ejemplo, un estudio sobre la legitimación de las desigualdades
en Brasil señala que «es posible afirmar que existe un discurso legitimador de
la desigualdad que la hace aparecer como algo natural» (Damm, 2011:198),
a pesar de que presenta el dato de que 86% de los brasileños consideran muy
altas las desigualdades salariales que hay en el país.
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des faites culturels comme étant constitutifs des inégalités construites, ressenties,
mises en actes et en paroles. (…) la puissance sociale des formes culturelles ne se
réduit nullement à leur seule capacité à fabriquer du symbolique. Elle repose au
contraire sur leur matérialité en termes de capital, de temps, de travail, de techniques
et de technologies, d’apprentissage et de savoir-faire».
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Como señala Pierre Bourdieu: «(…) los dominados tienden de entrada a atribuirse
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«In human history, I see a continuous tension between structure and communitas,
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on all levels of scale and complexity. The structure, or all that which holds people
apart, defines their differences, and constrains their actions, is one pole in a charged
field, for which the opposite pole is communitas, or anti-structure, the egalitarian
“senting for humanity”, of which David Hume speaks».
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por las normas del don, pero existen otras dimensiones por considerar,
por ejemplo, la lógica de la maximización de los beneficios que ha sido
bien descrita mediante otro tipo ideal, el del homo oeconomicus. Tam-
bién puede ser útil recordar la distinción que hace Dumont (1977) entre
homo aequalis y homo hierarquicus, para señalar que los seres humanos
estamos atravesados por la tensión que existe entre la búsqueda de la
igualdad y el afán por obtener un estatus superior. Es necesario tras-
cender el dualismo que separa de manera tajante dones y mercancías,
reciprocidad y jerarquía, sociedades primitivas y sociedades modernas,
para ver las interconexiones entre ellos y su incidencia sobre la dialéctica
entre igualdad y desigualdad.
La equidad no solo se construye mediante el recurso de la reciprocidad.
Hay que considerar también los dispositivos simbólicos que sostienen,
justifican y legitiman la resistencia cotidiana frente a la desigualdad y las
«expropiaciones desde abajo» que realizan los sectores explotados o exclui-
dos. En un famoso ensayo sobre los motines de subsistencia que realizaban
los campesinos y trabajadores ingleses durante el siglo XVIII, el historiador
Edward P. Thompson proporcionó importantes claves analíticas para el
estudio del entramado cultural que sustenta las prácticas populares igua-
litaristas. Durante dichos motines, que por lo general se presentaban en
épocas de escasez y precios altos, los trabajadores confiscaban el grano,
la harina o el pan y obligaban a los agricultores, molineros, panaderos y
comerciantes a venderlos a un precio accesible, o bien lo vendían por su
cuenta y devolvían a los propietarios el dinero obtenido de la venta. En
estas acciones se pueden encontrar nociones legitimadoras, los hombres
y las mujeres que las realizaban creían estar defendiendo derechos o cos-
tumbres tradicionales. Los motines estaban guiados por una «economía
moral de los pobres», vinculada con antiguas ideas de reciprocidad:
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«Traces of rebellion against authority everywhere creep into the ritual that enve-
lopes the mighty».
7
Balandier, 1994. Sobre el papel de la parodia y de las inversiones simbólicas en la
resistencia frente a la desigualdad, se pueden consultar también Gledhill (2000) y
Keesing (1992).
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3. Construcción y deconstrucción.
Disputas simbólicas en torno a la desigualdad
Hasta aquí, he descrito por separado diversos dispositivos simbólicos, unos
que producen desigualdades y otros que las cuestionan. Pero esos disposi-
tivos no actúan de manera aislada, sino que se entrelazan para configurar
estrategias utilizadas para producir y reforzar la desigualdad, a las que se
oponen otras estrategias que tratan de reducirla. Si combinamos varios
dispositivos en una estrategia y la confrontamos con la opuesta, pode-
mos diseñar un cuadro que sintetice cinco diferentes procesos simbólicos
involucrados en la construcción y deconstrucción de las desigualdades.
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«The main road to increasing inequality today. It is the most subtle of mechanisms,
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Dice Ismael Puga que «al evaluar la realidad social y enfrentarse a su propia prác-
tica legitimante, los actores renuncian a “lo justo”, para actuar en “lo posible”»
(Puga, 2011:158). Tiene razón al señalar que los actores pueden pensar que una
situación es injusta y, al mismo tiempo no actuar para combatir esa injusticia; sin
embargo, no creo que esa actitud sea necesariamente «una práctica legitimante»,
puede ser una práctica prudente o realista: hay desigualdades que reprobamos y,
si no hacemos nada para suprimirlas, no es porque tengamos una práctica legiti-
mante, sino porque, la mayoría de las veces, es poco lo que podemos hacer frente
a ellas.
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Luis Reygadas
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Las experiencias sociales y la creencia
en la legitimidad
Kathya Araujo*
*
Doctora en Estudios Americanos. Profesora, Instituto de Humanidades de la Uni-
versidad Academia de Humanismo Cristiano.
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Para una discusión de los diferentes tipos de coerciones, objetiva, simbólica, inte-
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Para Weber, existen tres tipos de dominio legítimo, definidos por el tipo de legiti-
midad a la que aspiran: racional-legal; tradicional (creencia en el carácter sagrado
de las tradiciones); carismática (basada en la entrega a los rasgos considerados
excepcionales de una persona) (Weber, 1978).
5
Es precisamente esta última, la legitimidad basada en la creencia en la legalidad
(que implica la racionalidad formal de sus normas y el cumplimiento de un pro-
cedimiento considerado correcto), la que sería la que caracterizaría el momento
actual (Weber, 1984:62-63).
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Para aportes que destacan el carácter irracional y opaco del origen de la creencia,
6
pero con respuestas distintas al teorizar esta dimensión, cf. Zizek, 1999; Derrida,
1997.
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Las experiencias sociales y la creencia en la legitimidad
a) Un estudio empírico
Nuestra investigación8 se interesó en la actuación de la noción de derecho
en cuanto principio normativo. Partimos de la evidencia de que, en la
actualidad, el derecho aparece como uno de los más extendidos princi-
pios regulatorios de la vida social, al punto que se ha constituido en un
verdadero ideal normativo (Habermas, 1998). Sus efectos discursivos y
procedimentales se revelan en la creciente juridificación de la vida social
(Habermas, 1981; Blichner y Anders, 2005; Teubner, 1987), la judiciali-
7
Aunque por razones de espacio y foco argumentativo no lo desarrollemos aquí,
vale la pena subrayar que una crítica inversa se puede realizar a posiciones pura-
mente pragmáticas, en las cuales la dimensión moral que plantea la relación con
las normas queda invisibilizada tras una concepción puramente estratégica del
actor.
8
Un estudio sobre la actuación del derecho como principio normativo en interac-
ciones cotidianas, realizada con el apoyo de OXFAM-GB. Estas reflexiones se
apoyan, también, en los resultados de la investigación «La autoridad y la demo-
cratización del lazo social en Chile», FONDECYT N° 1110733 (CONICYT),
aunque no haga por razones de espacio uso explícito de ellos aquí. Agradezco a
ambas instituciones por el apoyo otorgado.
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Las experiencias sociales y la creencia en la legitimidad
zación (GCD), una técnica que combina las técnicas de Grupos de Conversación y
de Dramatización vinculadas al teatro y la performance, de entre 5 a 8 participan-
tes, compuestos por hombres y mujeres de sectores populares y medios, jóvenes y
adultos. Para una presentación detallada de los aspectos metodológicos, ver Araujo
(2014 y 2009a).
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Kathya Araujo
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Las experiencias sociales y la creencia en la legitimidad
son colocados en el lugar del ideal, es decir, sostenidos por una fuerza
enigmática que nos apega a ellos, no hay ninguna certeza o garantía que
ellos consigan orientar nuestras acciones. El ideal puede participar en las
formas de presentación y legitimación y, sin embargo, no tener la misma
influencia para orientar las conductas o prácticas.
Lo que define la brecha entre el ideal y las prácticas puede, por cierto,
ser explicado, como lo ha hecho el psicoanálisis, a partir de la economía
psíquica individual. Sin embargo, una respuesta como esta sería puramente
psicológica, y por tanto, insuficiente para el análisis social (Habermas,
1991). Lo que nuestro trabajo nos ha mostrado es que si la dimensión
ideal está en juego para cada cual, la distancia entre el Ideal y las prácti-
cas no hay que entenderla como resultado de un déficit o una desviación
sino del papel que poseen las experiencias sociales: lo que ellas entregan
como insumo para la orientación y acción en el mundo social. Son las
experiencias sociales las que aportan a la comprensión de la distancia
entre el deber ser y el ser.
Los encuentros con otros y el mundo, y por ende con sus límites,
son constituidos en experiencia vía el trabajo de significación y represen-
tación individual desarrollado en torno a ellos. La decantación de estas
experiencias produce un saber sobre lo social que interviene orientando
las relaciones del individuo con el mundo. Un saber sobre las lógicas
que gobiernan las interacciones en la vida social. Me orientan porque
me muestran las formas eficientes de conducirme en el mundo. Es decir,
entregan insumos de racionalidad práctica para la acción.
Pero del mismo modo que en el caso del ideal, las experiencias y lo
que ellas me dan en cuanto saber, no son tampoco suficientes por sí mismas
para orientar mi conducta. Puedo, por ejemplo, saber que para conseguir
un puesto debería recurrir a influencias personales de cercanos, pero pue-
do al mismo tiempo abstenerme de hacerlo aun sabiendo el riesgo que
eso supone. La acción del ideal interviene de manera constante, aunque
con grados diferenciales de impacto. En cualquier caso, lo central es que
no está asegurada la coherencia entre mi acción con lo que me informa
el saber sobre lo social decantado de mis experiencias. El «saber-hacer»
está en interrelación permanente con el «deber ser» y «querer ser». La
relación con la norma, el tipo de normas que observo o me orientan o
las que desconozco, no es mero resultado de una relación abstracta con
estas o con una especie de espacio de representación normativo total (la
ley), sino que resulta, en cada caso, de la compleja actuación simultánea
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Kathya Araujo
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Hay cuestiones que tienen que ver con la cuestión clasista que hay
con esta cosa de la visión de los pobres eso a nosotros mismos como
pobres nos hace menoscabarnos y sentirnos menos y tener la necesidad
de ser otra cosa, es como una negación de la identidad de ser pobre, o
sea, si soy pobre, soy marginal, soy delincuente, y la verdad es que yo
no lo soy: soy pobre. Sin embargo, toda esta carga social me niega mi
identidad (Hombre, GCD mixto adulto).
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::::::::
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Kathya Araujo
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Desigualdades en América Latina: desde
la Ilustración hasta el siglo XXI*
Göran Therborn**
ica: From the Enlightenment to the 21st Century» Working Papers Series Nº1,
international research network on interdependent inequalities in latin
america, Freie Universität Berlin. Se agradece al autor los derechos de traducción
y reproducción en este volumen.
**
Profesor emérito de Sociología, Universidad de Cambridge.
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Göran Therborn
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Göran Therborn
Veo que los bienes y los males se reparten con igualdad en el mundo; las
grandes riquezas desaparecen; el número de las pequeñas fortunas crece
y los goces y los deseos se multiplican: no hay prosperidades extraordi-
narias ni miserias irremediables. De la démocratie en Amérique (1840)
(1961, II:452).
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Desigualdades en América Latina: desde la Ilustración...
Da que pensar sobre los diagnósticos sociales, que dos eruditos tan
eminentes pudieran ver el mundo de modo tan diferente. Ellos miraban
el mundo desde dos perspectivas temporales muy disímiles, y tenían dife-
rentes objetos y objetivos en mente. De Tocqueville estaba centrado en los
resultados de las dos grandes revoluciones del siglo XVIII, la de Francia y
de Estados Unidos. Estaba interesado principalmente en la política y en la
ley. Políticamente era liberal, y estaba cómodo en la liberal monarquía de
Julio. Marx estaba concentrado en analizar el nuevo sistema económico
que emergía de la Revolución Industrial, tras el desmantelamiento del
orden aristocrático. Su estudio estaba centrado en las condiciones socioe-
conómicas de una nueva clase, el proletariado industrial. Como socialista
intelectual, su objetivo político era inducir la nueva clase obrera hacia la
acción. Probablemente también sea relevante que los dos analistas estaban
observando países distintos, De Tocqueville a Francia y Estados Unidos,
Marx a Inglaterra.
Entonces, De Tocqueville y Marx estaban hablando en gran medida sin
escucharse el uno al otro, y posteriormente la historiografía de las ciencias
sociales no intentó casi nunca relacionarlos y compararlos. Sin embargo,
desde sus puntos de partida radicalmente diferentes, los diagnósticos de
De Tocqueville y Marx sí se toparon, como muestran las citas anteriores.
Por tanto, ¿quién tenía la razón y quién se equivocaba?
Podemos decir que ambos la tenían, con el conocimiento a posteriori
de las investigaciones de nuestros días. De Tocqueville tenía la razón en
que la Revolución Francesa había puesto fin a las desigualdades legales
y políticas de linaje y patrimonio del ancient régime, y que en la primera
mitad del siglo XIX, el poder emergente de Estados Unidos era casi en
todos los aspectos —exceptuando la esclavitud en el sur y el genocidio
de los indios en Occidente— mucho más igualitario que el del Viejo
Mundo de Europa. Además, la Revolución francesa había disminuido
la desigualdad económica; este resultado no fue deshecho por completo
por la restauración ni la monarquía de Julio (Morrisson, 2000: table 7b).
Gran Bretaña del siglo XIX era uno de los países con mayor desigual-
dad del Atlántico Norte, claramente más que Prusia, pero estaba a la par
con la Francia de la posrevolución (Lindert, 2000: tabla 1 y Morrisson
2000: tablas 6c y 7b). Era el hogar de los «trituradores oscuros y satánicos»
(William Blake) de los inicios de la industrialización. Hubo un significativo
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Göran Therborn
aumento de largo plazo de la cuota de ingresos reales del cinco por ciento
de los más ricos en Inglaterra y Gales, en el período de mediados del siglo
XVIII hasta la víspera de la Primera Guerra Mundial, y un marcado au-
mento de la riqueza del uno por ciento superior desde principios del siglo
XVIII hasta alrededor de 1875, después de esta fecha se mantuvo en un
nivel alto hasta mediados de la década de l920. En la primera mitad del
siglo XIX, también hubo una dispersión más amplia en los ingresos por
mano de obra (Lindert, 2000:179). En general, la industrialización capita-
lista produjo más desigualdad en Europa, como fue el caso de Francia en
las décadas de l830 a l860 y el de Alemania después de 1870 (Morrisson,
2000:234 y 236). En Suecia y los Países Bajos la desigualdad económica
empezó a surgir, como en Inglaterra, ya en el siglo XVIII, y en los Países
Bajos en el siglo XVII (Morrisson 2000:229 y 238). En Estados Unidos,
la desigualdad aumentó fuertemente en el curso del siglo XIX, aunque
aún no se han datado con exactitud los puntos de inflexión de la curva
de distribución. También creció la desigualdad en salud y expectativa de
vida entre 1790 y l870 (Lindert, 2000:192).
En síntesis, Marx tenía la razón, y aún más que De Tocqueville, con
respecto a las condiciones socioeconómicas.
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parte 3.
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más influyente fue diseñada por Erik Olin Wright (l997) en la Universidad
de Wisconsin en Madison, Estados Unidos.
Actualmente, pero no necesariamente por siempre, todos estos esfuer-
zos han dejado de estar en el centro de atención. La estratificación suponía
un consenso de ranking, local o nacional, que resulta sospechoso en las
sociedades fragmentadas y segmentadas de hoy, aunque el término ahora
también es usado por una corriente académica especializada, interesada
en la movilidad social pero no en las clases (Treiman y Ganzeboom,
2000). Los estudios de elites de poder han perdido su esplendor, en un
mundo donde el poder de los que firman acuerdos y hacen la guerra son
expuestos públicamente, y también porque parecen no haber captado las
instituciones y los procesos institucionales que mantienen a aquellos que
son ajenos a la elite, como Barack Obama por ejemplo, en un curso insti-
tucional predeterminado. Entre los británicos aún sobrevive la fascinación
por la clase, pero también su ambigüedad, ilustrada en el plan de 2011 de
la BBC de emitir una nueva serie sobre el tema de clases de Upstairs and
Downstairs. La pertinencia del análisis convencional marxista de clase se
está desvaneciendo con el descenso central de la clase obrera industrial,
y es cuestionada por la existencia de diferentes parámetros sociopolíticos
en países (aún) periféricos como China, India, e incluso Brasil y México.
En síntesis, los análisis sociales igualitarios están volviendo a la pre-
ocupación por la desigualdad, propia de la Ilustración, después de que la
preocupación principal del siglo diecinueve y veinte fuera la de clase —pero
con una herencia intelectual mayor, tanto del pasado reciente como de la
historia de la modernidad.
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Ya es una vieja tradición considerar políticas macro, como políticas e instituciones
estatales.
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por muy crueles e injustas que puedan parecer, como por ejemplo la que
existe entre ciegos y videntes.
Sin embargo, la norma de igualdad que subyace a la preocupación de
desigualdad no es absoluta ni a menudo, muy explícita. ¿Cómo podemos
entonces comprender la desigualdad? No necesitamos una norma absoluta
de igualdad, podemos atenernos a un discurso relacional y comparativo de
más o menos (des)igualdad, al comparar condiciones y programas de cambio
(cf. Sen, 2009:94ff). Para determinar qué tipos de desigualdad importan,
debiéramos hacernos una pregunta fundamental sobre la condición humana.
¿Cómo es ser un ser humano? (Sen, 2009:414). ¿Qué tipos de igualdad se
requieren para que cada uno de nosotros sea un ser humano en la misma
medida, con nuestros físicos distintos y nuestros intereses y valores diferen-
tes? La respuesta de Sen es que se necesita una igualdad de capacidad para
hacer las cosas que queremos. Es una buena respuesta filosófica, hasta donde
yo sé la mejor disponible, pero es demasiado filosófica para ser un enfoque
útil para la investigación empírica, y de políticas de cambio. El enfoque de
Sen ha sido especificado en los Informes sobre Desarrollo Humano de la
ONU y su Índice de Desarrollo Humano, que se componen de esperanza
de vida, educación e ingreso (PIB). Pero parece haber sido cuadrado para
hacerlo calzar para reportes internacionales estandarizados, y demasiado
limitado para un programa de investigación sobre desigualdades.
Si partimos nuevamente de la pregunta ¿cómo es ser un ser humano?,
parece haber al menos tres respuestas indisputables:
Los seres humanos son organismos, cuerpos, susceptibles al dolor,
sufrimiento y muerte.
Los seres humanos son personas, que viven sus vidas en contextos
sociales de significado.
Los seres humanos son actores, capaces de actuar en busca de obje-
tivos o metas.
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6. La producción de la (des)igualdad
La desigualdad puede darse de diferentes maneras. De hecho, es posible
identificar un pequeño número, parece que cuatro es suficiente, de procesos
recurrentes, de mecanismos sociales a través de los cuales esta se produce
y reproduce en una variedad infinita de contextos. Para cada uno de estos
procesos o mecanismos hay un opuesto correspondiente, que funciona en
la dirección contraria. Estrictamente hablando, aquí no nos concierne tanto
una igualdad o desigualdad absolutas. Un mecanismo de producción de
desigualdad lleva a más desigualdad, y uno que produce igualdad lleva a
menos de lo anterior, o más igualdad.
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7. Un marco explicativo
Los mecanismos son importantes porque nos muestran cómo se producen
las cosas y cómo estas, por ejemplo las desigualdades existentes, se pueden
cambiar. Pero no son explicaciones suficientes porque obtienen su energía
y su fuerza de otro lado. Es este «otro lado» lo que intentaremos al menos
abordar.
Hay tres grupos de variables explicativas que parecen ser cruciales:
1. Historia global
Si está hecho adecuadamente, esto debiera incluir la geología sociocultural
del mundo o región actual (Therborn, 2011: ch.1). En el caso de Latino-
américa, esta historia se podría concentrar primero en las instituciones
y patrones étnicos y sociales de la conquista, y la distribución colonial
de los derechos de minería y uso de la tierra. Luego, podría seguir con la
ubicación del subcontinente independiente en las esferas de interés britá-
nico, francés y estadounidense. La ubicación en el sistema-mundo puede
ser otra forma de resumirlo.
2. Procesos globales actuales
2.1 Flujos de comercio, capital, personas, información (incluyendo
todo tipo de ideas) y materia (como sustancias contaminantes). Los
flujos de capital han tendido a incrementar la desigualdad en los países
receptores, mientras que los de comercio parecen no haber tenido efectos
distributivos sistemáticos.
2.2 Implicación de instituciones globales-nacionales, con la ONU (por
ejemplo la Conferencia sobre la Mujer en México, l974), y con el FMI/
Banco Mundial. Generalmente, estas han tenido efectos opuestos sobre la
desigualdad, la participación con la ONU ha disminuido la desigualdad
existencial de género, con el FMI/BM ha aumentado la desigualdad de
recursos de ingreso.
2.3 Acción, conjunta o imperial, actualmente de poco efecto distri-
butivo, pero la geopolítica transnacional de la Guerra Fría mostró que
puede ser significativa.
3. Procesos nacionales
Actualmente, todos estos procesos se ven afectados por los desarro-
llos internacionales, pero su persistente variación internacional demuestra
que tiene carácter nacional con gran resiliencia.
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8. Posibilidades de igualación
Suponiendo que estamos interesados en mayor igualdad, ¿qué posibilidades
hay? Debiéramos fijarnos en:
a) Fuerzas de demanda
Las alianzas laboristas y popular-laboristas han sido la fuerza distributiva más
importante, y más generalizada globalmente, aunque se han dado con más
fuerza en Europa occidental. En Latinoamérica han sido a menudo enclavadas
y aisladas o acorraladas desde arriba, lo que es efecto de la estructura de clase
de la región, que carece de un centro industrial fuerte. Pero fueron decisivas
en la Argentina peronista, y fueron el núcleo de la original y finalmente de la
exitosa coalición de Lula en Brasil.
El feminismo ha sido un movimiento importante de igualdad exis-
tencial de género, con más influencia en Norteamérica, Oceanía y Europa
noroccidental. En todas las olas en la historia del feminismo internacional,
el movimiento se ha manifestado más tardíamente y con mayor debilidad
en Latinoamérica.
Durante mucho tiempo, los movimientos étnicos y raciales tomaron
básicamente forma de rebeliones breves, que generalmente fueron aplastadas.
El movimiento de los derechos civiles de Estados Unidos de la década de
l960 inició un ciclo internacional nuevo, de organización y acción colecti-
vas sostenidas. En partes de la región, tales movimientos han modificado
el panorama político, de forma decisiva en Bolivia en las décadas de l990-
2000, de forma muy importante en Ecuador desde la década de 1990, de
forma significativa pero en enclaves en el resto de Latinoamérica del 2000,
desde Chile a México.
Es improbable que los movimientos de la clase obrera se fortalezcan
en la mayor parte de las Américas (al igual que en Europa). La influen-
cia del feminismo progresivo —en oposición al de políticas femeninas
de derechas— está actualmente en declive. Únicamente en un par de
países —Guatemala y Perú— se puede prever una corriente igualitaria
mayor, no solamente sectorial, sino también con base étnica. ¿Hay po-
sibilidad de que se dé alguna nueva alianza cívica para la igualdad? No
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b) Fuerzas de suministro
No toda reforma igualitaria ha tenido que ser arrebatada de los dientes a
una rapaz clase dominante. A veces las fuerzas de suministro han venido
desde arriba.
Una variante básicamente europea y japonesa ha sido un sentido de
noblesse oblige, el toryismo a favor de la nación en Inglaterra, y/o cálculos
de los beneficios de la cohesión nacional. En Latinoamérica, que ha care-
cido mayormente de una clase alta segura, este fenómeno ha sido escaso.
En cambio, América Latina desarrolló una variedad más plebeya, pero
aún vertical, con el populismo nacionalista. Vargas en Brasil y Cárdenas
en México pueden ser considerados los clásicos de la década de 1930,
Perón como el clímax de fines de la década de l940, y Chávez como el
principal defensor de esta tradición. Pero el carácter vertical, autocrático
y personalista del típico populismo nacionalista presupone limitaciones
tanto a su sustentabilidad como a su igualitarismo.
En Latinoamérica, la igualdad probablemente tendría mejores po-
sibilidades si los movimientos sociales fueran enfrentados con cierto
igualitarismo desarrollista-administrativo.
c) Condiciones favorables
Podemos identificar, retrospectivamente, las condiciones que han resultado
propicias para la igualación.
Guerra total o la amenaza de esta: las dos guerras mundiales destru-
yeron gran parte de la riqueza acumulada, y fue el segundo conflicto el
que generó luego el Estado de Bienestar británico. La Guerra Fría, con su
desafío comunista y su amenaza de un nuevo orden que requiriera mo-
vilización popular completa, desató políticas radicales de redistribución,
incluyendo el respaldo estadounidense a profundas reformas agrarias en
Japón, Corea del Sur y Taiwán.
La depresión de la década de l930 acabó con gran parte de la riqueza
especulativa capitalista, lo que contribuyó significativamente a la igua-
lación. Aún está por verse si el reciente pinchazo a la burbuja financiera
tendrá efectos distributivos duraderos.
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Índice
Índice Índice
Región expectativa
educacional ingreso nacional
de vida
Latinoamérica y el Caribe 15 22 38
África subsahariana 42 34 26
Estados Árabes 22 43 18
Asia del Este y del Pacífico 16 21 27
Europa oriental y Asia 14 12 16
Central
Asia del Sur 30 41 18
OCDEa 5 6 20
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Fuente: provincias nacionales: CEPAL, 2010: tabla IV:1; naciones: UNDP, 2010a:
tabla 1.
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Asimetrías, diferencias,
interdependencias: regímenes de
desigualdad en América Latina
Sérgio Costa*
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como una cuestión accesoria, esto es, como una «deformación» individual
sin mayor relevancia sociológica.
Teniendo en cuenta esta menor importancia atribuida a la discrimi-
nación racial, el estudio de Pierson se concentra en la diferencias entre
casta y clase. Él estaba interesado principalmente en demostrar que las
desigualdades sociales en Brasil no son reproducidas por un rígido sistema
de castas basado en el color, sino que este país habría conseguido establecer
una sociedad de clases multirracial en la que la movilidad social ascendente
era posible, a pesar de las adscripciones racistas residuales.
Años después, Wagley (1952:148s) corroboró las conclusiones de
Pierson en relación a la desaparición de castas raciales, aunque no sin
añadir la siguiente observación:
Con pocas excepciones, las personas da clase alta en Brasil son caucási-
cas en apariencia física [...]. El criterio de raza se torna extremadamente
decisivo en la determinación de la posición social.
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Sérgio Costa
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Asimetrías, diferencias, interdependencias: regímenes de desigualdad...
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Sérgio Costa
entre los individuos en una escala social, y las segundas, a las existen-
tes entre grupos2.
Al concentrarse en las desigualdades horizontales, Stewart tiene como
objetivo ampliar la visión economicista convencional sobre las causas de
la desigualdad social. Ella ve la identidad de grupo o la pertenencia a uno
como determinadas no solo por factores económicos, sino también por
criterios políticos, religiosos, étnicos, raciales y relativos a temas de géne-
ro. Por tanto, la cuestión de la definición de grupo no puede responderse
fácilmente. Esto es, dado que un individuo puede sentirse al mismo tiempo
perteneciente a grupos diferentes, ¿cómo se define un grupo? Además de
esto, considerando que las propias desigualdades generan un sentido de
pertenencia a un grupo, la relación causal entre pertenencia y desigualdad
no es de ninguna manera obvia. Así, Stewart y sus colaboradores argu-
mentan lo siguiente:
Hasta cierto punto, los límites del grupo se tornan endógenos a la des-
igualdad entre grupos. Si las personas sufren discriminación (esto es,
experimentan desigualdad horizontal), ellas pueden entonces sentirse más
fuertemente identificadas culturalmente [como un grupo discriminado],
en particular si otros las categorizan en grupos con el propósito expreso
de ejercer discriminación (creando así o imponiendo DIs [desigualdades
horizontales]) (Stewart, Brown y Mancini, 2005:9).
2
Es importante referirse aquí al trabajo de Charles Tilly (1998) que, a través del
concepto de «desigualdades categoriales», muestra cómo pares dicotómicos como
hombre/mujer o blanco/negro estructuran desigualdades sociales históricamente
duraderas. A pesar de que ha sufrido críticas y correcciones, el trabajo de Tilly
continúa siendo referencia central para el estudio de las relaciones entre categorías
y desigualdades sociales, habiendo influenciado de forma evidente la investigación
sobre el tema en América Latina (ver p.e. Reygadas, 2004).
3
En conformidad con el abordaje de las desigualdades horizontales, Thorp y Pa-
redes (2010) examinaron las desigualdades sociales en Perú e identificaron tres
grupos principales: blancos, mestizos e indígenas. En combinación con otros ejes
importantes de desigualdad —en particular, lugar de residencia (rural, urbana,
etc.), género y clase—, la pertenencia de un individuo a uno de esos tres grupos
determina su posición en la sociedad peruana.
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Ver http://www.desigualdades.net
4
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Joan Acker (2006) desarrolló la expresión régimen de desigualdad y con ella todo
6
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Geschichte») en América Latina, en el doble sentido del término tal como es en-
tendido por Conrad y Randeria (2002): una historia compartida y dividida. Esto
implica que existe una experiencia compartida como parte de la historia de la
diáspora africana en América Latina, pero que esta experiencia está separada por
las narrativas de las historias nacionales.
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En todos los países de la región los intelectuales, los políticos y las elites
del Estado lucharon con el problema de la herencia racial latinoamericana.
Como creyentes convencidos del determinismo racial, no tenían dudas
de que la trayectoria histórica de los individuos, de las naciones y los
pueblos estaba irremisiblemente determinada por sus orígenes raciales.
[...] La respuesta latinoamericana a este dilema fue un esfuerzo inten-
so, visionario y finalmente quijotesco para transformarse a sí mismas,
partiendo de unas sociedades racialmente mixtas y predominantemente
no-blancas hasta ser «repúblicas blancas», pobladas por europeos y sus
descendientes (Andrews, 2007 [2004]:197).
8
Como muestra acertadamente Góngora-Mera (2012) en su genealogía de las arti-
culaciones históricas entre raza y ley en América Latina, esta última ha funcionado
desde el comienzo de la colonización como un enlace transregional para sustentar
la supremacía blanca en las colonias.
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Todo esto nos lleva a una visión de mestizaje que es bastante diferente
de la imagen usual de los procesos nacionalistas, que se empeña en crear
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9
Con relación a las políticas que consolidan y amplían los derechos de la población
afrodescendiente, sería importante también considerar las contribuciones de actores
no estatales y de agencias de cooperación internacionales. Este campo incluye nu-
merosas ONGs que proporcionan información jurídica y que coordinan proyectos
sociales, así como instituciones multilaterales e internacionales como, por ejemplo,
el Banco Mundial, que financia programas especiales de apoyo a afroecuatorianos,
y la Fundación Ford, que es el partidario financiero más importante para afrobra-
sileños (Telles, 2003). En este texto no me refiero a estos desarrollos, limitándome
a una visión general de medidas estatales relativas a la implementación de derechos
políticos, sociales y culturales.
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7. Conclusiones
El concepto de las desigualdades entrelazadas, acuñado en este texto, busca
reconstruir los vínculos entre las desigualdades sociales, interdependencias
globales y las interpenetraciones entre distintas categorizaciones sociales.
Consecuentemente, las desigualdades sociales son definidas aquí como
asimetrías entre las posiciones de ciertos individuos o grupos de ellos en
un contexto relacionalmente (no espacialmente) determinado. Esto se
refiere a posiciones económicas (definidas por renta, acceso a recursos,
etc.), así como a las prerrogativas políticas y legales (derechos, poder
político, etc.). Para comprender las articulaciones de las cuales surgen las
posiciones desiguales, es necesario tener unidades relacionales de análisis
que sean definidas dinámicamente en el propio proceso de investigación.
De modo semejante, la interacción de categorizaciones sociales (género,
raza, clase, etnia, etc.) no puede ser articulada ex ante en una formulación
teórica. Solamente puede ser estudiada en el respectivo contexto específico.
Al proponer el concepto de régimen de desigualdad, he intentado
acuñar una unidad dinámica de análisis que permite captar las interde-
pendencias entre categorizaciones sociales y entre diferentes regiones del
mundo. Además de esto, el rastreo de diferentes regímenes de desigualdad
interrelacionales a lo largo del tiempo permite contemplar la construcción
histórica de las desigualdades.
En la segunda mitad del artículo, he examinado regímenes de des-
igualdad que han involucrado históricamente a los afrodescendientes en
América Latina: esclavitud, nacionalismo racista, nacionalismo mestizo,
y régimen compensatorio. Cada régimen está formado por un conjunto
diferente de entrelazamientos globales.
En cada uno de estos regímenes, una interacción de categorizaciones
sociales específica ocupa el primer plano: durante la esclavitud, el estatus
de ser esclavizado prevalece, mientras que otras atribuciones se vuelven
secundarias. Hoy, por el contrario, la posición de los afrodescendientes
en las estructuras de desigualdad depende de una combinación compleja
de diversas categorías: clasificaciones etnorraciales (que no pueden ser
reducidas a la dualidad negro-blanco), clase, sexo, grupos meta de dere-
chos y políticas, etc.
Estas posiciones varían dependiendo de cuál nivel de régimen de
desigualdad es tomado en cuenta: ser categorizado como «negro», por
ejemplo, puede ser ventajoso en relación al acceso a algunas políticas
—por ejemplo, la política de cuotas—. Sin embargo, en otros niveles del
145
Sérgio Costa
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Asimetrías, diferencias, interdependencias: regímenes de desigualdad...
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Sérgio Costa
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Asimetrías, diferencias, interdependencias: regímenes de desigualdad...
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Tolerancia a la desigualdad y
justicia social. Una agenda teórica
de investigación*
*
Este texto se enmarca en el proyecto Fondecyt regular 1130276, 1130800 y FON-
DAP 15130009. Contó además con el apoyo financiero de Enlace VID-CEPIA de
la Universidad de Chile. Los enfoques generales del proyecto y sus resultados están
disponibles en www.desigualdades.cl. Agradecemos a nuestros coinvestigadores por
el trabajo de equipo: María Luisa Méndez, Universidad Diego Portales; Virginia
Guzmán, Centro de Estudios de la Mujer y Vicente Espinoza de la Universidad de
Santiago.
**
Socióloga y cientista político, profesora asociada del Departamento de Sociología
de la Universidad de Chile e investigadora asociada del proyecto CONICYT/
FONDAP/15130009 COES (Centro de Estudios para el Conflicto y la Cohesión
Social), ebarozet@uchile.cl.
***
Sociólogo e historiador, investigador de la Universidad de Los Lagos, oscar.mac-
clure@ulagos.cl.
151
Emmanuelle Barozet y Oscar Mac-Clure
Véase detalle de nuestros enfoques y trabajos en el sitio web del Proyecto Des-
1
igualdades: www.desigualdades.cl.
152
Tolerancia a la desigualdad y justicia social. Una agenda teórica...
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Emmanuelle Barozet y Oscar Mac-Clure
consenso entre las fuerzas políticas y las autoridades sobre los aportes
positivos del modelo económico al crecimiento del país. A su vez, las y
los ciudadanos parecían reconocer la ampliación de oportunidades y de
bienestar social en el país. Sin embargo, a partir de ese año, y con mayor
fuerza a partir del año 2011, el malestar (PNUD, 1998; Brunner, 1998) y
las demandas de redistribución frente a las desigualdades (Espinoza, 2012)
comenzaron a ganar posiciones en las agendas públicas y académicas. Se
visibilizaron la diversidad de reivindicaciones sociales insatisfechas, las
dimensiones ocultas de la desigualdad, la injusticia, el abuso de poder y la
imposición de decisiones de parte de las autoridades sobre temas públicos.
Una creciente ola de protesta social fue llevando esta agenda al espacio
político, partiendo en 2006 con las movilizaciones de los «pingüinos», los
paros de trabajadores subcontratados en la minería, la remediatización de
las luchas de grupos indígenas, las demandas ambientalistas, proceso que
tuvo su punto cúlmine el año 2011. La aparición simultánea de una serie
de escándalos y problemas sociales que afectaron a grupos modestos y de
clase media2 en los años anteriores, constituyeron antecedentes directos
de la crisis del año 2011.
La producción social, periodística, y científica acerca de las desigualda-
des pasó a estar, por lo tanto, mucho más fuerte que hace una década. Se ha
centrado sin lugar a dudas en las diferencias de ingresos como síntesis de las
diferencias sociales, en especial desde la economía, pero se ha demostrado
desde la sociología y la psicología que lo que está en juego para las perso-
nas, también se expresa en categorizaciones sociales y representaciones de
la sociedad (Durkheim y Mauss, 1903), mucho más ancladas en las mentes
de las personas que sus fluctuantes niveles de ingresos. Desde el punto de
vista cuantitativo, distintas encuestas evidenciaron los niveles de malestar
ciudadano frente a la desigualdad y situaciones de abusos (CERC, CEP,
ISSP, ENES). Esto llevó a la discusión nacional, lo que parecía un tema
menor hace diez años: las brechas de la desigualdad, la sustentabilidad
Podemos destacar los siguientes escándalos: colusión de las farmacias para fijar
2
154
Tolerancia a la desigualdad y justicia social. Una agenda teórica...
3
Obviamente, el término «desigualdad social» requiere de una importante precisión
en cuanto al tipo de variables que se tomarán en cuenta para definir los distintos
aspectos de dicha desigualdad. Se puede tratar cada una de estas dimensiones
por separado o mediante una combinación de varias de ellas. En nuestro equipo,
optamos por tomar en cuenta varias dimensiones de la desigualdad, de manera
conjunta (Tilly, 2000).
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Emmanuelle Barozet y Oscar Mac-Clure
4
Considerando incluso seguimientos y detenciones arbitrarias de parte de las fuerzas
del orden, como sigue ocurriendo en Chile: http://fech.cl/fech-y-dirigentes-sindi-
cales-exigen-la-libertad-de-camilo-diaz-y-el-fin-a-la-persecucion-a-estudiantes/.
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5
A menos, por supuesto, de que consideremos que todas las desigualdades son injus-
tas, punto cuestionado por la mayor parte de las teorías de la justicia actualmente,
como veremos más adelante.
6
Una completa síntesis de los debates desde la filosofía moral y política se encuentra
en el libro del canadiense Will Kymlicka (1999), tomando en consideración los
debates utilitaristas, liberales, libertarios, marxistas, comunitaristas y feministas.
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Emmanuelle Barozet y Oscar Mac-Clure
7
«Es lo que llamo las dos aplicaciones fundamentales. En breve, la primera consiste
en la aplicación de los principios de justicia a la estructura de base de la sociedad,
gracias al ejercicio del sentido de la justicia de los ciudadanos. La segunda consiste
en la aplicación de las facultades de razonamiento y de pensamiento práctico de su
concepción del bien» (Rawls, 1971 [2009, prólogo para la edición en francés]:11).
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Las seis dimensiones de justificación descritas por Boltanski y Thévenot (1991) son
8
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9
«Las personas que seguimos en las pruebas que les toca enfrentar deben pasar de un
modo de ajuste a otro, de un orden de grandeza u otro en función de la situación
en la cual se encuentran» (Bolstanki y Thévenot, 1991:30).
166
Tolerancia a la desigualdad y justicia social. Una agenda teórica...
10
Se reclutó a 129 sujetos entre estudiantes de pregrado de universidades nortea-
mericanas; un grupo es familiarizado con principios de justicia redistributiva y
el otro no. El primer grupo puede deliberar y elegir un principio de repartición
en el futuro sistema tributario, al cual serán sometidos experimentalmente. Una
vez elegido el principio, se les solicita realizar una tarea, para la cual se calcula
la productividad —corregir errores editoriales en un texto de Parsons— y se les
retribuye según el sistema elegido en el primer grupo y según un sistema impuesto
en el segundo grupo. El experimento se realiza varias veces, con el fin de medir la
estabilidad de los principios elegidos o los cambios de preferencias, así como la
satisfacción de las personas con el sistema tributario elegido, en comparación con
el sistema impuesto.
167
Emmanuelle Barozet y Oscar Mac-Clure
11
Se puede mencionar al respecto los cuatro principales procesos con resultados
revolucionarios: México en 1910, Bolivia en 1952, Cuba en 1959 y Nicaragua
en 1979. Tres de estos procesos se cerraron y solo en el caso de Cuba se prolonga
hasta hoy, aunque su transformación posterior lo alejara de lo que se entiende por
proceso democrático.
12
En general, la literatura producida en el continente, en especial en los últimos años,
aborda la justicia social desde temas como educación, pobreza, derechos humanos,
medioambiente, pueblos indígenas, justicia transicional, derechos reproductivos, en
especial de las mujeres, es decir, de manera sectorializada.
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Ambas herramientas son aplicadas solo a Chile y Brasil en lo que se refiere a América
13
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Solo para mencionar algunos de los trabajos con ese enfoque. En el ámbito de la
14
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15
En especial en las afirmaciones «Estaría dispuesto/a a agregar 10% de mis ingresos
a los impuestos que pago, si con ello se pone fin a la desigualdad en Chile», «En
Chile, las personas reciben ingresos acordes a su esfuerzo», «En Chile, las per-
sonas reciben ingresos acordes a su inteligencia y capacidades», «Las diferencias
de ingreso en Chile son demasiado grandes» y «Las diferencias de ingreso son
necesarias para el desarrollo del país» (www.desigualdades.cl).
16
Entre los factores influyentes, la literatura sociológica internacional considera
también la movilidad social intrageneracional (D’Anjou et al., 1995; Forsé y Pa-
rodi, 2010) o incluso factores culturales nacionales (Verwiebe y Wegener, 2000),
las clases sociales —o el nivel socioeconómico—, el nivel de satisfacción con los
ingresos, la edad y el nivel de desigualdad de la sociedad donde se vive.
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Emmanuelle Barozet y Oscar Mac-Clure
Los referentes empíricos de este análisis teórico más particular son nuestros estu-
17
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Emmanuelle Barozet y Oscar Mac-Clure
6. Conclusión
La demanda de justicia social en América Latina y Chile ha sido un tema
recurrente en la vida de estas sociedades. En las ciencias sociales, las
desigualdades representadas como injusticias han sido estudiadas desde
diversos ángulos, pero solo más recientemente la propia justicia ha sido
objeto de análisis. En este marco, este trabajo pretendió establecer un
recorrido o mapa conceptual de la discusión actual en torno a la relación
entre desigualdades percibidas y concepciones de justicia social. Particu-
larmente, se buscó analizar la consistencia entre los niveles de desigualdad
presentes y las creencias y prácticas de individuos y grupos sociales que
en la interacción social condenan la desigualdad, a la vez que en su actuar
y discurso la reproducen. Como se ha señalado, partimos del supuesto
teórico de que las desigualdades no solo se arraigan en procesos macro
y estructurales, sino también en las prácticas sociales nutridas por las
concepciones, ideas, creencias, e intereses concretos que movilizan a las
personas en sus interacciones sociales y que están presentes en los mo-
mentos de toma de decisiones, que son también parte del actual «espíritu
del capitalismo». La pregunta central es qué es lo que está en juego en
la sociedad en términos de redistribución de los bienes societales y que
al mismo tiempo tensiona a los individuos en su interacción social, esta-
bleciendo así un vínculo entre lo micro y lo macro. Lo que ocurre a nivel
individual no es ajeno a las desigualdades colectivas y estructurales, pues
estas son sometidas a prueba a través de los juicios que surgen en la vida
social de las personas.
Se trata obviamente de una perspectiva alejada de las más conven-
cionales acerca de la medición de las desigualdades —ámbito necesario
y clásico en nuestras disciplinas— porque busca entender la construc-
ción y reproducción de las desigualdades sociales no desde una norma
174
Tolerancia a la desigualdad y justicia social. Una agenda teórica...
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Marginalidad, etnicidad y penalidad en
la ciudad neoliberal: una cartografía
analítica*
Loïc Wacquant**
183
Loïc Wacquant
obstáculos para los avances en las ciencias sociales hoy, reside en la organi-
zación social y temporal de la investigación, con la invasión descontrolada
de los horarios, la sobrecarga de trabajo y la multiplicación de tareas sin
una expansión correspondiente de los recursos necesarios para llevarlas
a cabo. Eso explica que a duras penas tenemos los incentivos concretos, o
simplemente el tiempo, para sentarnos y leer en profundidad los trabajos
de otros estudiosos, incluso de aquellos que necesitaríamos asimilar para
mantenernos al día con nuestras propias áreas de especialidad. Y aún te-
nemos menos oportunidades de encontrarnos con un grupo de colegas que
vienen de variados campos de estudio, quienes se han tomado la molestia
de examinar minuciosamente una serie de escritos para entrar en discu-
siones puntuales sobre ellos, con el fin de ayudar a cada uno a avanzar
en su propio camino. Es una ocasión extraña en la que nos encontramos
hoy, gracias a la energía y el talento que Mathieu Hilgers despliega entre
bastidores para organizar este encuentro. Le estoy muy agradecido, así
como a los sociólogos, geógrafos, criminólogos y antropólogos que se han
reunido para estas discusiones, y a la enorme audiencia que ha venido a
escuchar y, mejor aún, espero, a contribuir a nuestros debates a través de
sus preguntas y reacciones.
Lo que me gustaría hacer hoy es, precisamente, servir como un con-
mutador humano para activar la comunicación entre los investigadores
que usualmente no se encuentran y, por lo tanto, no hablan entre sí, o
lo hacen muy raramente, o desde cierta distancia, sobre los tres ejes que
unen las temáticas de esta jornada de estudio. En la primera esquina,
tenemos gente que estudia la fragmentación de clase en la ciudad como
consecuencia del desmoronamiento de la clase trabajadora tradicional
que había surgido desde la era fordista y keynesiana (es decir, algo así
como el largo siglo que va desde 1880 a 1980) bajo la presión de la
desindustrialización, el incremento del desempleo masivo y la difusión
de la precarización laboral, en la intersección de lo que Robert Castel
(1996) define bajo el concepto de «erosión de la sociedad salarial»,
y Manuel Castells (2000) llama «los agujeros negros» del desarrollo
urbano en la «era de la información». Estos investigadores están intere-
sados en el empleo y en las tendencias del mercado de trabajo y en sus
consecuencias polarizadoras y ramificadoras sobre estructuras sociales
y espaciales —que han conducido en particular al peldaño más bajo de
la escala de las clases y posiciones, a la génesis inacabada del precariado
postindustrial en la periferia urbana desde los inicios del siglo XXI—.
Sin embargo, ellos casi no entablan discusiones continuadas con sus
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Loïc Wacquant
Wilson (1980 [1978]), The Declining Significance of Race, así como también en
un artículo que abogaba por la elaboración de un «análisis de la dominación
racial» que escapara de la lógica judicial que interpreta a la racialización como
una entre muchas modalidades en competencia por la fabricación de colectivos
(Wacquant, 1997a).
186
Marginalidad, etnicidad y penalidad en la ciudad neoliberal...
marginadas y denigradas —el primero entre ellos es el brazo penal (la policía,
las cortes, las cárceles, las prisiones, los centros de menores y sus prolonga-
ciones)—. Si hay un argumento clave que quiero presentar hoy, a través de
mis respuestas sobre cada uno de los libros que son el foco de nuestras tres
sesiones, así como también de mi discurso al fin de esta jornada, es que nos
urge vincular estas tres áreas de investigación y poner las correspondientes
disciplinas a trabajar juntas: la sociología urbana y el análisis económico;
la antropología y la ciencia política de la etnicidad; la criminología y el
trabajo social, con aportes diagonales de la geografía que nos ayuden a
capturar la dimensión espacial de sus mutuas imbricaciones, con el fin de
ver la figura de un «Estado centauro», liberal en la cima y punitivo en la
base, que desprecia los ideales democráticos por su misma anatomía y por
su modus operandi.
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Loïc Wacquant
Cada volumen de esta trilogía arroja luz sobre un lado del triángulo
«clase-raza-Estado»2 y prueba el impacto del tercer vértice en la relación
entre los otros dos. Así, cada libro se construye sobre los otros dos como
trasfondo empírico y trampolín teórico.
2
Uso el término «raza» en el sentido de etnicidad denegada: un principio de estratifi-
cación y clasificación que estipula una gradación de honor (decreciente de acuerdo
a la ascendencia, fenotipo o alguna otra característica sociocultural movilizada
para el propósito de cierre social, cf. Wacquant, 1997) que pretende ser basado
en la naturaleza; o si no, una variedad paradójica de etnicidad que reclama no
ser étnica —una demanda que, infeliciter, los sociólogos refrendan cada vez que
descuidadamente invocan el par «raza y etnicidad» que ancla el sentido común
etnorracial en los países de habla inglesa.
188
Marginalidad, etnicidad y penalidad en la ciudad neoliberal...
3
Con el término workfare hago referencia a los programas de asistencia pública
destinados a los pobres, que hacen de la recepción de la ayuda un beneficio per-
sonal condicionado a que los beneficiarios acepten trabajos mal remunerados
o se sometan a estrategias orientadas al empleo, tales como el entrenamiento
en lugares de trabajo o «job-searching», en contraste con welfare, que es un
derecho incuestionable a la asistencia social.
4
Prisonfare es un término que introduje en analogía con workfare, para de-
signar a los programas de penalización de la pobreza vía el direccionamiento
preferencial y el empleo activo de la policía, los tribunales y las cárceles (así
como sus anexos: la libertad vigilada, la libertad condicional, bases de datos
de criminales y variados sistemas de vigilancia) en el interior y en las proxi-
midades de los barrios marginalizados, donde se aglomera el proletariado
postindustrial.
189
Loïc Wacquant
Neoliberalismo
ESTADO
Mano izquierda Mano derecha
workfare prisonfare
Workfare
Workfare Prisión
Hipergueto
-
Anti-gueto
190
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191
Loïc Wacquant
6
Quienes duden sobre la relevancia del régimen del workfare estadounidense para
los países no anglosajones deben consultar el libro de Lødemel y Trickey (2001),
bien titulado «An offer you can’t Refuse»: Workfare in International Perspecti-
ve. Hace ya una década, este libro documentó la tendencia generalizada en las
políticas sociales, de los derechos hacia las obligaciones de los beneficiarios, la
multiplicación de restricciones administrativas al acceso, y la contractualización
del apoyo, así como también la introducción de programas de trabajo obligado
en seis países de la Unión Europea. En su meticulosa revisión de dos décadas de
programas de «activación del bienestar social», Barbier (2009:30) advierte sobre
las generalizaciones amplias y pone el acento en las variaciones transnacionales
así como intranacionales en la arquitectura y en sus resultados; pero concede que,
al margen de impulsar la «contención de costos», estos programas participan de
«una profunda transformación ideológica» que ha fomentado en todas partes
«una nueva “lógica moral y política” articulada en un discurso moralizante de
“derechos y deberes”». Para una discusión más amplia de las raíces político-
económicas y las variantes del «estado del workfare», ver Peck (2001).
7
Cuando Michel Foucault (1975) publicó Surveiller et punir (traducido dos años
después como Vigilar y castigar), el consenso internacional entre los analistas de
la escena penal era que el presidio era una institución obsoleta y desacreditada.
El confinamiento era unánimemente visto como una reliquia de una época ya
pasada del castigo, destinada a ser suplantada por sanciones alternativas e inter-
medias en la «comunidad» (este fue el punto máximo del llamado «movimiento
antiinstitucional en psiquiatría» y de la movilización a favor de la «excarcela-
ción» en criminología). El propio Foucault (1977:358, 354, 359) enfatizó que
«la especificidad de la prisión y su rol como encierro están perdiendo su razón
de ser con la difusión de disciplinas carcelarias “a través de todo el cuerpo
social” y la proliferación de agencias encomendadas para “ejercer un poder de
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Loïc Wacquant
194
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del triángulo y cubierta por el tercer libro, Deadly Symbiosis: Race and
the Rise of the Penal State (Wacquant, próximamente por Polity Press).
La conexión sinérgica entre el clivaje etnorracial y el desarrollo del
Estado penal es, por varias razones, la cuestión más difícil de esta tabla
de investigaciones, tanto para plantear como para resolver8. Primero, el
estudio de la dominación racial es conceptualmente farragoso; y además,
es un sector de la investigación social donde las posturas políticas y los
discursos morales muy a menudo prevalecen sobre el rigor analítico y
la calidad de los materiales empíricos (Wacquant, 1997). Segundo, la
probabilidad de caer en la lógica del juicio, que es la enemiga jurada
del razonamiento sociológico, que ya es muy alta cuando se trata con el
concepto resbaladizo y cargado del «racismo», se reduplica en el presente
caso cuando estamos tratando con una institución, la justicia penal, cuya
misión oficial es precisamente dictar sentencias de culpabilidad. Tercero,
para entender la relación contemporánea entre la raza y el poder público,
se debe volver cuatro siglos atrás, a la fundación de la colonia americana
que se convertiría en los Estados Unidos, sin por eso caer en la trampa de
hacer del presente el inerte e ineludible «legado» de un vergonzoso pasado
que todavía se debe expiar. Finalmente, dado que la división etnorracial
no es una cosa sino una actividad (y una simbólica, además, una relación
objetivada y encarnada), no está congelada ni es permanente; evoluciona
a trompicones a través de la historia, precisamente como una función del
modo operativo del Estado como poder simbólico supremo. Estas dificul-
tades explican por qué tuve que retirar dos veces este libro a mi editor para
revisarlo de principio al fin (y en consecuencia por qué incluso ahora solo
pueden ustedes evaluarlo a través de los artículos que ofrecen versiones
provisionales y preliminares de los principales capítulos).
Deadly Symbiosis muestra cómo el clivaje etnorracial lubrica e inten-
sifica la penalización y cómo, a su vez, el auge del Estado penal moldea a
la raza como una modalidad de clasificación y estratificación, al asociar
a la negritud con una peligrosidad tortuosa y al dividir la población
El concepto de sinergia (que desciende del griego syn, juntos, y ergon, traba-
8
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II
198
Marginalidad, etnicidad y penalidad en la ciudad neoliberal...
empresas, sino también entre residentes de las áreas así denigradas y entre
sus vecinos);
199
Loïc Wacquant
Campo burocrático
200
Marginalidad, etnicidad y penalidad en la ciudad neoliberal...
12
Para una discusión más completa de las relaciones internas entre estos conceptos,
que enfatizan el lugar baricéntrico del capital simbólico en sus variadas encarna-
ciones, ver Bourdieu y Wacquant (1992).
201
Loïc Wacquant
comparativa del gueto, construida desde afuera y desde arriba del mundo
vivido al que encuadra13.
Utilizo estas ideas como otras tantas palancas teóricas para trabajar
conceptos que me ayudan a detectar las nuevas formas de la marginali-
dad urbana, a identificar las actividades del Estado dirigidas a producirla
primero y a tratarla después, y por consiguiente, evaluar los vectores
emergentes de la desigualdad en las metrópolis dualizadoras en la era de
la propagación de la inseguridad social (ver gráfico 3). Por lo tanto, en Los
condenados de la ciudad, me apoyo en el concepto de espacio social para
introducir la triada de gueto/hipergueto/antigueto y para diseccionar las
cambiantes constelaciones socioespaciales que contienen a las desposeídas
y denigradas poblaciones atrapadas en los peldaños más bajos de la escala
social de los lugares que forman la ciudad (Wacquant, 2008a y 2010b).
Uniendo la teoría del poder simbólico de Bourdieu (1991) al análisis de
la gestión de «las identidades deterioradas» de Goffman (2003 [1964]),
acuño el concepto de la estigmatización territorial para revelar cómo, a
través de la mediación de los mecanismos cognitivos que operan en múl-
tiples niveles entramados, la denigración espacial de barrios de relegación
afecta a la subjetividad y a los lazos sociales de sus residentes, así como
a las políticas de Estado que les dan forma14. Siguiendo los preceptos de
la epistemología de Bachelard, desarrollo una caracterización ideal-típica
del nuevo régimen de la marginalidad avanzada (llamada así porque no es
residual, cíclica ni transicional, sino que está orgánicamente relacionada
con los sectores más avanzados de la economía política contemporánea,
y notablemente a la financialización del capital), que ofrece una precisa
matriz analítica para la comparación internacional.
13
Un análisis detallado de las estrategias vitales de un «buscavidas» en la economía
predatoria de la calle (Wacquant, 1998 [1992]) y del giro normativo y la extensión
práctica que el hipergueto impone al matrimonio (Wacquant, 1996), son dos de los
múltiples puntos de unión entre estos dos niveles y modos de análisis: en ambos
estudios de casos, mis principales informantes de campo eran también boxeadores.
Asimismo, el extenso enredo judicial de mi mejor amigo y «compañero de ring» en
el Woodlawn Boys Club durante dos décadas me proporcionó un vívido analizador
de las relaciones entre la marginalidad y la penalidad en tiempo biográfico y a una
escala microsociológica.
14
Este concepto ha sido desarrollado teóricamente y ampliado empíricamente a
través de tres continentes, cf. Wacquant (2007, 2010b, 2010f), las investigaciones
llevadas a cabo en el marco de la red internacional e interdisciplinaria advance-
durbanmarginality.net, y la selecta bibliografía compilada por Tom Slater, Virgilio
Pereira y Loïc Wacquant para el número especial de Environment & Planning E
sobre el tema de «La estigmatización territorial en acción» (en prensa).
202
Marginalidad, etnicidad y penalidad en la ciudad neoliberal...
203
Loïc Wacquant
Poder simbólico
ESTADO
Campo burocrático
Soberanía teatralizada Raza delito cívico
“pirsonfare” Ciudadano
Espacio social
Contención punitiva Judicializado hipercancelación
Marginalidad avanzada
Gueto Antigueto
Hipergueto
Habitus
Clase (mercado) Raza (etnicidad)
204
Marginalidad, etnicidad y penalidad en la ciudad neoliberal...
III
Pido disculpas si fui alusivo cuando debí haber sido didáctico, y viceversa,
pero para cubrir mi tema y a la vez ser breve, he tenido que simplificar
mi razonamiento y comprimir mis argumentos. Sin embargo, espero que
estos rudimentos de una cartografía analítica les permitan comprender
mejor y, especialmente, interrelacionar las tres obras que vamos a debatir.
Anticipo que probablemente vayan a reaccionar a algunas de vuestras
críticas dirigidas a este o aquel libro, señalando que la respuesta ya se
halla en uno de los otros dos, o que la cuestión ha sido reformulada o
incluso resuelta por la división del trabajo entre los tres tomos. No diré
esto para darme una excusa para eludir el tema: es la economía general
del proyecto que lo requiere, en la medida que el todo es más que la
suma de las partes que cada grupo correspondiente de lectores tiende a
Adapto aquí la dualidad de la «teodicea» propuesta por Max Weber (1948 [1915])
15
en su Psicología social de las grandes religiones, que compara las doctrinas que
validan «los intereses exteriores e interiores de todos los opresores» (Theodizee
des Glückes) con las doctrinas que legitiman y racionalizan el sufrimiento de
«estratos socialmente oprimidos» (Theodizee des Leidens).
205
Loïc Wacquant
16
Es revelador que las contribuciones a los simposios dedicados a Los condenados
de la ciudad (por City en 2008, International Journal of Urban and Regional
Research, Revue française de sociologie y Pensar en 2009, y Urban Geography
en 2010) y a Castigar a los pobres (organizado por la British Journal of Crimi-
nology, Theoretical Criminology, Punishment & Society, Critical Sociology and
Studies in Law, Politics & Society, Criminology & Justice Review, The Howard
Journal of Criminal Justice, Amerikastudien, Prohistoria y Revista Española de
Sociología) reproducen la separación establecida entre las disciplinas (con, en un
sentido amplio, la geografía urbana y la sociología por un lado y la criminología
por el otro, mientras el trabajo social y la ciencia política brillan por su ausencia),
y tratan exclusivamente con solo una de estas dos obras, omitiendo a la otra. El
libro colectivo editado por Squires y Lea (2012) es un raro intento de relacionar
el esquema de la marginalidad avanzada a mi análisis del Estado penal, pero al
precio de descuidar al eje de racialización-penalización.
17
Ver Wacquant (2009c) para una discusión más completa de las vinculaciones
analíticas y lazos biográficos entre «el cuerpo, el gueto y el Estado penal», y las
motivaciones cívicas que me impulsaron a desenredarlos.
206
Marginalidad, etnicidad y penalidad en la ciudad neoliberal...
207
Loïc Wacquant
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Marginalidad, etnicidad y penalidad en la ciudad neoliberal...
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214
Análisis contemporáneos
sobre tolerancia, legitimación
y conflicto en torno a las
desigualdades en
América Latina
La relación entre desigualdad
e impuestos como fuente de conflicto
social: el caso de Chile
Jorge Atria*
1. Introducción
Entre los múltiples puntos de observación que la sociología ha utilizado
para examinar el fenómeno de la desigualdad, el estudio de los impuestos
es uno de los que ha recibido menor atención. Ciertamente, la tributación
no remite directamente a un derecho social, ni tampoco su buen o mal fun-
cionamiento alcanza a ser percibido cotidianamente como un mecanismo
que delata disparidades u oportunidades diferenciadas entre personas y
grupos sociales. No obstante lo anterior, esta resulta de vital importancia
cuando interesa una analítica de las condiciones que caracterizan a una
sociedad desigual. Esto se debe a que la tributación, entre otras cosas:
217
Jorge Atria
218
La relación entre desigualdad e impuestos como fuente...
1
De acuerdo con Solimano (2012), Milton Friedman acuñó la idea de «el milagro
económico de Chile» en el contexto de las transformaciones económicas realiza-
das por economistas influidos por la Escuela de Chicago. Para Friedman, el libre
mercado como estrategia central adoptada por el país traería una sociedad libre.
2
Esto redundaría en una visión acotada sobre el progreso en Chile, otorgando cen-
tralidad al PIB per cápita y a otros indicadores macroeconómicos como evidencia
de un nivel de desarrollo alcanzado, mientras simultáneamente diversos análisis
muestran la estabilidad de la desigualdad y la alta concentración de ingresos,
repercutiendo en que los productos del crecimiento beneficien mayoritariamente
a un grupo de la población. Ver Solimano (2012) y Repetto (2010).
3
Aunque la frecuencia y magnitud de estas manifestaciones representan una novedad
para la historia reciente del país, ello no quiere decir que hasta antes de 2011 los
ciudadanos no percibieran la existencia de distintos problemas sociales, económicos
o políticos. Un ejemplo relacionado con el tema de este artículo se desprende de
la encuesta Latinobarómetro 2010, de acuerdo a la cual un 74,4% de los chilenos
señala que hay un conflicto fuerte o muy fuerte entre ricos y pobres.
219
Jorge Atria
220
La relación entre desigualdad e impuestos como fuente...
221
Jorge Atria
222
La relación entre desigualdad e impuestos como fuente...
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Jorge Atria
224
La relación entre desigualdad e impuestos como fuente...
225
Jorge Atria
5
A partir de la evidencia empírica disponible, se destaca que Chile presenta movilidad
social, aunque especialmente entre grupos bajos y medios de la escala socioeco-
nómica, existiendo barreras históricas jerárquicas que dificultan el acceso a los
estratos más altos. Esta movilidad restringida es un elemento relevante para ser
considerado en conjunto a la alta desigualdad de ingresos, indicando que la con-
centración económica está asociada también a una cierta estabilidad en los grupos
superiores, determinándose en buena medida desde la infancia las oportunidades
de bienestar y desarrollo de cada persona. Para esta discusión en relación al caso
chileno, ver Ferreira et al. (2013), Torche (2005), Barozet y Espinoza (2013) y
Espinoza y Núñez (2014).
6
Ver, por ejemplo, Wormald et al. (2012) y Sabatini et al. (2012).
227
ASSESSMENT AND RECOMMENDATIONS Jorge Atria
After taxes and cash transfers Before taxes and cash transfers ²
A. Gini coefficient
0.6 0.6
0.5 0.5
0.4 0.4
0.3 0.3
0.2 0.2
0.1 0.1
0.0 0.0
CHL TUR ISR GBR AUS JPN ESP EST POL ISL NLD LUX AUT FIN SVK NOR SVN
MEX USA PRT ITA NZL CAN KOR GRC CHE DEU FRA HUN BEL SWE CZE DNK
45 45
B. Poverty rates ³
40 40
35 35
30 30
25 25
20 20
15 15
10 10
5 5
0 0
MEX CHL TUR KOR ESP CAN ITA NZL GRC CHE LUX SVN AUT SVK NLD HUN CZE
ISR USA JPN AUS EST PRT POL GBR BEL DEU SWE FIN NOR FRA ISL DNK
1. Household income is adjusted by the square-root of the number of persons in the household. Provisional
1. El ingreso del hogar está ajustado por la raíz cuadrada del número de personas
estimates.
2. en
Beforeel transfers
hogar.onlyEstimaciones
for Greece, Hungary,provisionales.
Mexico and Turkey. Subsidies to buy a home are not included in Chile.
3. Poverty line defined at 50 per cent of the current median income.
2. Source:
Antes OECD,de transferencias
Income Distribution Database. solo para los casos de Grecia, Hungría, México y
1 2 http://dx.doi.org/10.1787/888932563856
Turquía. Los subsidios para la vivienda no están incluidos en el caso de Chile.
Once the external environment improves the government should close
Fuente:
the OCDEbudget
structural (2012).
deficit
The government expects a budget surplus of 1.2% of GDP in 2011, thanks to strong
de la molybdenum,
desigualdad en Chile. A diferencia de lo que acontece en otros países
in line with the government’s fiscal rule, this still corresponds to a structural
budget deficit of –1.6% of GDP, down from –2.1% in 2010. The government aims to gradually
miembros de structural
reduce the la OCDE —cuyos
deficit to 1% ofniveles de desigualdad
GDP in 2014, mainly by containing inicial son similares
spending. The
a los substantial
de Chilecost o ofMéxico—
reconstructionel (4.2%
Estado noandtiene
of GDP) la capacidad
the external environmentde modificar
justify a
slow pace of consolidation in the short run, although resolute tightening to close the
sustancialmente
structural deficit lawilldistribución de ingresos
be needed once reconstruction producida
nears completion and por the el mercado,
external
manteniendo
environment las grandes
improves. disparidades
This would help replenish entre distintos
savings in grupos
the stabilisation fund, sociales.
the
Fondo de Estabilización Económica y Social (FEES), which has proven very useful as an
Incluso considerando otras mediciones, precisiones sobre los datos o
análisis distintos, la conclusión sobre la insuficiencia
12 de laSURVEYS:
OECD ECONOMIC política fiscal
CHILE © OECD 2012
228
La relación entre desigualdad e impuestos como fuente...
229
Jorge Atria
230
La relación entre desigualdad e impuestos como fuente...
231
Jorge Atria
tributo que pagan todos los chilenos, al estar incluido (con pocas excep-
ciones) en la mayoría de los bienes de consumo cotidianos.
Esta evaluación positiva es contrastada cuando se constata que las
estimaciones de evasión del impuesto a la renta son bastante altas, alcan-
zando el 46% (Fairfield y Jorratt, 2014), siendo comparable a las cifras
de otros países latinoamericanos. Lo importante en este caso es, como ya
se ha dicho, que este impuesto es pagado únicamente por el estrato alto
del país. Ciertamente, aunque la complejidad de la administración de este
tributo es mayor, y dada la estructura tributaria chilena, aún más10, aquí
entran en consideración otros aspectos, uno de los cuales son los ya men-
cionados estímulos y exenciones designadas como gasto tributario, facili-
tando el diferimiento del pago, y la realización de complejas operaciones
de optimización que pueden terminar en muchos casos diluyéndolo. Adi-
cionalmente, compartiendo el análisis de López y Figueroa (2011), llama
la atención cómo una misma institucionalidad tributaria logra cifras tan
exitosas de control de la evasión y elusión, por un lado, y tan insuficientes
por el otro. De acuerdo con estos autores, en los países de la región donde
existen estimaciones para el IVA y el impuesto a la renta, la proporción de
evasión entre el primero y el segundo es de 1:2 a 1:3 (vale decir, la evasión
en el impuesto a la renta es dos a tres veces superior a la del IVA). En el caso
de Chile es mayor a 1:4. A la luz de estas cifras, el argumento de la mayor
complejidad en la administración no sería suficiente para dar cuenta de las
diferencias tan pronunciadas entre un impuesto y otro.
Una manera de observar el fenómeno de evasión y elusión de modo más
específico lo constituye el análisis del impuesto a la herencia, un impuesto
patrimonial y uno de los mecanismos directamente enfocados a reducir la
reproducción intergeneracional de la riqueza, en la idea de que las herencias
se relacionan con «con conceptos y prácticas arcaicas que no tienen lugar
en la ética de nuestros días» (Durkheim, 1957:174).
En Chile, este es un impuesto de diseño progresivo, es decir, el
porcentaje de pago aumenta en conformidad con el monto en cuestión,
de modo que el que pagan estas últimas en realidad constituye un adelanto, que
opera como un crédito al impuesto que deben pagar los dueños de las empresas al
momento de retirar las utilidades de las mismas. Dado que explicar esto —y sus
consecuencias— con mayor profundidad excede a los propósitos de este artículo,
ver Jorratt (2009), Boylan (1996), Fairfield (2010) y el mismo López y Figueroa
(2011).
232
La relación entre desigualdad e impuestos como fuente...
11
Ver: http://www.sii.cl/preguntas_frecuentes/otros_impuestos/001_020_0332.htm
(última actualización: 21/10/2013).
12
Dado que el impuesto a la herencia no está presente en todos los países de América
Latina, no es posible comparar la importancia de este tributo en otras naciones,
aunque si se consideran los impuestos patrimoniales en general, Chile ocupa una
posición intermedia en la región, ubicándose por debajo de países como Argentina,
Brasil o Colombia y en un lugar similar a Uruguay y Bolivia (en términos del por-
centaje del PIB que representan los impuestos patrimoniales). En comparación con
países de la OCDE, aunque la participación de estos tributos en la carga tributaria
es similar, ellos recaudan casi el doble en términos del PIB. Ver De Cesare y Lazo
(2008).
233
Jorge Atria
234
La relación entre desigualdad e impuestos como fuente...
13
La ley de la reforma tributaria de 1990 contemplaba la reversión de los principales
aumentos de impuestos (Impuesto a la Renta de las empresas —o Primera Cate-
goría—, al IVA y a los ingresos personales) a partir de 1994; vale decir, se trataba
de incrementos transitorios, lo que obligaba a renegociar dichas modificaciones a
fines de 1993. Ver Marcel (1997).
14
Los siguientes párrafos se basan en Napoli y Navia (2012). Allí puede analizarse
el proyecto inicial, el proceso de negociación y el acuerdo aprobado.
235
Jorge Atria
236
La relación entre desigualdad e impuestos como fuente...
16
El presidente Sebastián Piñera oficializa el envío del proyecto de ley de reforma
tributaria al Congreso el día 30 de abril de 2012. Tras los múltiples debates y crí-
ticas que dicho proyecto enfrentó, uno nuevo que recoge algunas modificaciones
es presentado el día 2 de agosto del mismo año.
17
Ver, por ejemplo, Fontaine (2012) o las declaraciones del ex ministro de Hacienda,
Felipe Larraín, en relación a la ausencia de necesidad de una reforma tributaria
para incrementar el gasto en educación (El Mostrador, 2011).
18
Ver, por ejemplo, las declaraciones en relación a un «acuerdo macro» del diputado
Nicolás Monckeberg (El Mostrador, 2012), donde se destaca que el objetivo de
la reforma refiere al financiamiento de los cambios educacionales y no a otros
objetivos que puedan arriesgar el crecimiento o la creación de empleos.
19
La tasa de 20% se había acordado como un alza temporal para la reconstrucción
posterior al terremoto de 2010 que afectó a varias regiones del país.
20
Sin embargo, dado que todos los tramos inferiores bajaron, de todos modos quienes
tributan en el tramo superior verán reducido el pago de impuestos, al ser una tasa
marginal máxima.
21
Este beneficio establece un límite máximo de $100.000 por gastos en el año por
cada hijo. Este crédito puede ser descontado del pago de impuestos a la renta
(Impuesto de Segunda Categoría o Global Complementario).
237
Jorge Atria
238
La relación entre desigualdad e impuestos como fuente...
24
Ver «Mensaje Presidencial por el que inicia el proyecto de ley que perfecciona la
legislación tributaria y financia la reforma educacional», en Biblioteca del Congreso
Nacional (2012:9).
25
El rol secundario de la tributación en la desigualdad se puede apreciar en palabras
del presidente: «Aunque estamos conscientes que la herramienta tributaria no es el
pilar principal sobre el cual descansa la equidad, las modificaciones del proyecto
de ley y la utilización de los recursos que permite obtener, colaborarán a hacer
nuestra sociedad más justa». «Mensaje Presidencial por el que inicia el proyecto
de ley que perfecciona la legislación tributaria y financia la reforma educacional»,
en Biblioteca del Congreso Nacional (2012:7). En relación con la posibilidad de
que un alza de impuestos aumente la desigualdad en Chile a través de un menor
crecimiento, menor inversión y mayor desempleo, ver Estrategia (2011).
239
Jorge Atria
Para todas las citas de este párrafo, ver Gobierno de Chile (2014) y El Mostrador
26
(2014).
240
La relación entre desigualdad e impuestos como fuente...
4. Conclusiones
A través de este artículo se ha explorado la relación entre el sistema tribu-
tario chileno y sus altos niveles de desigualdad, poniendo especial atención
a las características que constituyen fuentes de conflicto actual o potencial,
denotando tensiones redistributivas, diferencias valóricas, defensa de pri-
vilegios adquiridos o disputas sobre el rol que debe cumplir el Estado en
regular grandes diferencias entre los ciudadanos, y la cantidad de recursos
a que debe acceder para financiar derechos sociales y bienes públicos.
Aunque varias de estas desavenencias pueden ser rastreadas en todas
las sociedades contemporáneas, en este trabajo se ha resaltado la existencia
de altas y persistentes desigualdades como un componente de especial re-
levancia y potencialidad en la producción de estos conflictos, pues expresa
diferencias radicales de recursos, de acceso a bienes, de calidad de servicios
sociales o de poder para participar e influir en las distintas esferas de la
organización social. Consiguientemente, se configuran patrones diferen-
ciados que no dicen relación solamente con oportunidades diversificadas
de desarrollo humano —vale decir, en un nivel individual—, sino también,
con igual impacto, con las formas en que un orden social injusto puede
ser reproducido cotidianamente.
Desde esta perspectiva, si la tributación es un vínculo permanente
entre los ciudadanos y el Estado, estableciendo deberes y derechos que
241
Jorge Atria
242
La relación entre desigualdad e impuestos como fuente...
Como ha sido descrito en una investigación reciente que incluye el caso de Chile,
27
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puestos para financiar la reforma educacional”», www.elmostrador.cl,
11 de agosto.
244
La relación entre desigualdad e impuestos como fuente...
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Jorge Atria
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La relación entre desigualdad e impuestos como fuente...
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Jorge Atria
248
El discurso de la igualdad de género
en el Chile neoliberal: ¿«nuevos»
significados para la igualdad?
1. Introducción
Este trabajo plantea una reflexión sobre las características del discurso
de la igualdad de género que se ha instalado en Chile a nivel institucio-
nal, en las dos últimas décadas, y los sentidos que adquiere en el terreno
económico. Este es un tema que resulta de particular interés, dado que se
produce en el marco del proceso de redemocratización social y política
que vive el país luego de diecisiete años bajo un régimen dictatorial, el cual
suponía una fase de transición política (paso de dictadura a democracia),
eliminación de enclaves de institucionales autoritarios y la profundización
de la participación social y modernización social (Garretón, 1990:126)1.
Es en este contexto que comenzaron a tomar forma una serie de cambios
en el ámbito de las prácticas y representaciones sexo-genéricas.
*
Antropóloga, Universidad Academia de Humanismo Cristiano (UAHC). Doctora
en Estudios Latinoamericanos, Universidad de Chile. Profesora Escuela de An-
tropología UAHC. Correo electrónico: cggodoy82@hotmail.com. Este trabajo se
enmarca en el proyecto Fondecyt de Iniciación en Investigación N°11130005, «El
discurso de la igualdad de género en Chile y su recepción en mujeres jóvenes de
las capas medias y altas», que se encuentra en curso.
1
De acuerdo al mismo autor, la modernización se tradujo en una desmoderniza-
ción en términos de «la capacidad de constitución de sujetos». Se trata de «una
modernidad frustrada y de una sociedad desquiciada por el doble estándar de
un alto crecimiento económico acompañada de una muy débil coherencia social
y capacidad de la gente para generar comportamientos orientados por intereses
colectivos e ideas de país» (Garretón, 2007:229-231).
249
Carmen Gloria Godoy Ramos
2
De acuerdo a Nancy Fraser (1997), la esfera pública corresponde a un espacio de
deliberación, formación de opinión y discusión en el que, contrariamente a lo que
supone la idealización de la esfera pública burguesa, que obedece a patrones de
interacción masculino, las diferencias y desigualdades de género no se neutralizan,
sino que se manifiestan como «formas alternativas de expresión pública» (96).
3
Proceso cuyos antecedentes más próximos se encuentran en las acciones del movi-
miento de mujeres durante la dictadura y sus demandas por la democratización de
la sociedad, las relaciones de género y la ampliación de los derechos de las mujeres.
La creación del Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM), en el año 1991, como
organismo encargado de coordinar las políticas públicas en materia de género,
constituye un elemento clave respecto a la institucionalización del tema y su origen
250
El discurso de la igualdad de género en el Chile neoliberal...
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252
El discurso de la igualdad de género en el Chile neoliberal...
6
En 1985 se realiza la tercera Conferencia Mundial para el Examen y la Evaluación
de los Logros del Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer: Igualdad, Desa-
rrollo y Paz. Las Estrategias de Nairobi, orientadas al mejoramiento de la situación
de la mujer para el año 2000, sobre la base que la «participación de la mujer en
la adopción de decisiones y la gestión de los asuntos humanos no solo constituían
su derecho legítimo, sino que se trataba de una necesidad social y política que
tendría que incorporarse en todas las instituciones de la sociedad». «Las cuatro
conferencias mundiales sobre la mujer, 1975 a 1995: una perspectiva histórica».
Período extraordinario de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas
para examinar la Plataforma de Acción de Beijing, Nueva York, 5 a 9 de junio de
2000. Disponible en: http://www.un.org/spanish/conferences/Beijing/Mujer2011.
htm (última visita: 22 de abril 2011).
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«Market feminism: the case for a paradigm shift», en Marketing Feminism: Current
8
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9
En el año 2009 es promulgada la Ley 20.348, que resguarda «el derecho a la igualdad
en las remuneraciones» entre hombres y mujeres que desempeñan un mismo trabajo.
260
El discurso de la igualdad de género en el Chile neoliberal...
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10
Uno de ellos es el Capital Abeja, un programa de apoyo del Servicio de Cooperación
Técnica (SERCOTEC, dependiente del Ministerio de Economía), enfocado exclu-
sivamente en mujeres. El programa apoya proyectos negocio o emprendimientos
de más de un año, de micro o pequeñas empresas. Los recursos que entregan están
entre los 500 mil y 1,5 millones de pesos para el Emprendimiento Línea 1 y 2,
y entre uno y tres millones de pesos para la línea de Empresa. Ver: http://www.
sercotec.gob.cl/.
11
Mujeres empresarias: http://www.me.cl/. Sección «Quiénes somos».
262
El discurso de la igualdad de género en el Chile neoliberal...
Por mucho tiempo tuvimos que explicar que no éramos feministas; que
nos dedicábamos al emprendimiento y a los negocios. Su socia, comple-
menta: Nos esforzábamos por no salirnos de nuestro perfil. Decíamos:
«No nos llamen por la violencia intrafamiliar que, aunque es un problema
muy relevante, no es nuestro tema». Una sola línea, pero también bastante
confianza en sí mismas (San Juan, 2011).
263
Carmen Gloria Godoy Ramos
(…) lo primero que buscan las mujeres son redes de contacto, redes de
apoyo para poder dedicarse a su carrera profesional, queremos contar
con maridos más colaboradores en la casa (…) Queremos tener flexibi-
lidad, manejar nuestros tiempos, y son muchas las mujeres que deciden
abandonar sus trabajos porque no pueden compatibilizar el mundo
familiar con el laboral. (…) Yo creo que es transversal esto, en distintos
264
El discurso de la igualdad de género en el Chile neoliberal...
Otra diferencia de género es que las mujeres por naturaleza somos más
soñadoras y esto hace que nos enamoramos de nuestras ideas y proyec-
tos, que por un lado es una ventaja para ser perseverantes, pero por otro
lado hace que nos cueste más aterrizar y poner el foco en la rentabilidad
que debe tener y que debemos exigir a todo proyecto. (…) las mujeres
tenemos ese «sexto sentido» que podemos usar de manera favorable a
la hora de emprender e incluso de negociar, otra capacidad «multi task»
de poder hacer muchas cosas al mismo tiempo, que si bien trae consigo
mayor dificultad para enfocarnos, si logramos hacerlas con un foco claro,
tenemos una ventaja comparativa importante (Cox, 2012).
12
Corresponde a un programa Conecta2, transmitido en el canal de YouTube
de la Dirección para la Comunidad de Chilenos en el Exterior-DICOEX. Ver:
http://www.youtube.com/watch?v=WP5clWBSz74.
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El discurso de la igualdad de género en el Chile neoliberal...
13
Hacemos referencia al aviso publicitario de una marca de electrodomésticos
aparecido hace algunos años en Sábado, un semanario de El Mercurio. El aviso
estaba compuesto por dos fotografías: a la izquierda una mujer joven y de cabello
claro vestida de manera informal, sentada en el jardín de lo que suponemos es
su casa, mientras en la fotografía de la derecha encontrábamos a la misma mujer
pero vestida formalmente —de chaqueta y pantalón negro—, y sentada en un
sillón al interior de la casa. En ambas fotografías aparecían las palabras «Mamá»
y «Modelo», solo que combinadas de diversa manera: la mujer en el jardín era la
Modelo-Mamá (aunque no vemos un niño o niña junto a ella), mientras que la
mujer del sillón era la Mamá-Modelo, solo acompañada por una aspiradora, el
producto publicitado.
14
La autora hace referencia al planteamiento de Raymond Williams, quien denomi-
na como «tradición selectiva» a aquel proceso que se produce en el nivel de las
prácticas y que en el marco de la cultura dominante simula ser parte de «la tradi-
ción», «el pasado importante», pero en realidad corresponde a una selección de
un dominio del pasado y de ciertas prácticas y significaciones que no contradicen
otros elementos de la cultura dominante que se encuentre en vigor.
267
Carmen Gloria Godoy Ramos
público, hacerse un lugar, pero sin cuestionar los roles ni las concepciones
tradicionales de lo femenino, así como neutralizar el impacto que este
«nuevo» lugar tiene en la vida familiar y personal de las mujeres. Ahora
ya no solo como madres de familia, sino como ciudadanas con derechos.
La pregunta que surge entonces, es si acaso la autonomía que se promueve
en el terreno económico, tienen como correlato la justicia social.
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268
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Carmen Gloria Godoy Ramos
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271
Percepción de conflicto en Chile:
un análisis desde la opinión pública
2006-2013
Introducción**
La «conflictividad social» no aparece de manera notoria en la agenda de
la investigación social en Chile sino hasta los últimos años, principalmente
asociada a la expresión de demandas ciudadanas en forma de protesta
y/o movilizaciones sociales a partir del año 2006. Si bien en el contexto
latinoamericano Chile no es catalogado como un país altamente conflic-
tivo, sí ha llamado la atención un aumento en el nivel de violencia que
se genera en eventos públicos relacionados con expresión de demandas
ciudadanas (UNDP, 2013). Gran parte de los estudios en el área han
girado en torno a las características y clasificación de estos eventos y sus
participantes (Bellei, Cabalin y Orellana, 2014; Donoso, 2013; Sepúlveda
y Villaroel, 2012), así como sobre las posibles consecuencias en términos
de cambio social y de una posible crisis de legitimidad de los sistemas
políticos y de su capacidad de dar respuesta a la ciudadanía. Sin embargo,
un elemento que aún se encuentra ausente en esta agenda de investigación
corresponde al análisis de la percepción de distintos tipos de conflicto en
Chile y al cambio de estas percepciones en el tiempo. Este aspecto nos
parece relevante, dado que la conflictividad percibida de la sociedad podría
asociarse no solamente a la presencia de mayores conflictos, sino también
Instituto de Sociología, Pontificia Universidad Católica de Chile.
*
Los autores agradecen el aporte del COES (Center for Social Conflict and Social
**
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Percepción de conflicto en Chile: un análisis desde la opinión...
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Francisco Olivos, Bernardo Mackenna, J. C. Castillo y Matías Bargsted
2. Datos y variables
Para conocer cómo ha evolucionado la percepción de conflicto en Chile
durante los últimos años, se utilizan los datos de la Encuesta Nacional
Bicentenario. Esta es un proyecto colaborativo de encuestas de opinión,
que busca obtener información sostenida en el tiempo acerca del estado
de la sociedad chilena en tópicos altamente relevantes, como los del foco
de este libro. Comenzó en el año 2006 y ha sido realizada anualmente,
siendo la última aplicación disponible la correspondiente al año 2013. El
universo incluye a toda la población de 18 años y más que habita en el país
(excluyendo zonas de muy difícil acceso que equivale a menos del 1% de
la población total de Chile). El muestreo es probabilístico y estratificado
en cuatro etapas de selección aleatoria, siendo la muestra anual de 2.000
casos aproximados. Los cuestionarios son aplicados cara a cara en los
hogares de los encuestados.
El análisis empírico considera cuatro ítems de percepción de conflictos
específicos que se encuentran presentes en los ocho años de la serie. Para
276
Percepción de conflicto en Chile: un análisis desde la opinión...
En el caso del indicador sobre conflictividad mapuche para el año 2006, la pre-
1
gunta es sobre «Mapuches y el resto de los chilenos», y a partir del año 2007 entre
«Mapuches y Estado chileno». Como se muestra en las secciones siguientes, esto
no presenta mayores distorsiones, considerando que muestra un comportamiento
similar a los demás conflictos para el primer año de la serie.
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2
Indicador elaborado en el marco del proyecto Fondecyt «La difusión de la protesta
colectiva en Chile (2000-2011)» (N° 11121147). Los autores agradecen al inves-
tigador principal del proyecto, Nicolás Somma, por facilitar esta información.
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Percepción de conflicto en Chile: un análisis desde la opinión...
285
Tabla 1. Modelos de regresión lineal de Índice Sumativo de Percepción de Conflicto Social (ISC), por año.
Significancias estimadas a partir de errores estándar robustos considerando la imputación de ingreso
AÑOS VARIABLES 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 TODOS
ISMP -0.067*** -0.070*** -0.078*** -0.065*** -0.068*** -0.003 -0.066*** -0.058*** -0.060***
Ingreso (en cientos de miles) -0.009*** -0.012*** -0.003 -0.003 -0.013*** -0.004* -0.010*** -0.006** -0.007***
Riqueza 0.041 0.060 0.002 0.014 0.045 0.059 -0.008 0.011 0.030**
Educación 0.003 0.002 -0.002 -0.01 -0.003 0.003 0.000 -0.006 -0.002
Año de Nacimiento 0.009*** 0.015*** 0.012*** 0.008** 0.005 0.006 0.010*** 0.013*** 0.010***
Año de Nacimiento 2 -0.000** -0.000*** -0.000*** 0.000 0.000 0.000 -0.000*** -0.000*** -0.000***
Religión: Católico -0.046 -0.063** 0.039 0.004 -0.102*** -0.015 0.026 -0.011 -0.019*
Religión: Evangélico -0.007 -0.070* 0.046 -0.028 -0.134*** 0.039 0.034 0.057* -0.006
Religión: Otra Fe 0.022 0.016 0.106** -0.035 -0.014 -0.031 -0.162*** -0.013 -0.014
Mujer 0.039* 0.044** 0.02 0.052*** 0.042** 0.008 0.015 -0.002 0.027***
Zona: Centro -0.002 -0.136*** -0.119*** 0.03 -0.032 -0.045 0.078*** 0.047 -0.025**
286
Zona: Sur -0.021 -0.048 -0.089*** 0.045 -0.082** -0.101*** -0.054* 0.000 -0.043***
Zona: Metropolitana -0.156*** -0.079*** -0.060** -0.051 -0.151*** -0.079*** -0.033 -0.048* -0.082***
Encuesta: 2007 0.195***
Encuesta: 2008 0.218***
Encuesta: 2009 0.184***
Encuesta: 2010 0.154***
Encuesta: 2011 0.213***
Encuesta: 2012 0.204***
Encuesta: 2013 0.238***
Intercepto 1.306*** 1.423*** 1.406*** 1.439*** 1.675*** 1.532*** 1.422*** 1.419*** 1.264***
R2 0.051 0.039 0.029 0.032 0.045 0.013 0.045 0.037 0.051
R2 Ajustado 0.045 0.033 0.023 0.025 0.039 0.006 0.039 0.031 0.050
Francisco Olivos, Bernardo Mackenna, J. C. Castillo y Matías Bargsted
287
Tabla 2. Modelos de regresión lineal de Índice Sumativo de Percepción de Conflicto de Clase (CDC), por año.
Significancias estimadas a partir de errores estándar robustos considerando la imputación de ingreso
AÑOS VARIABLES 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 TODOS
ISMP -0.073*** -0.064*** -0.078*** -0.100*** -0.086*** -0.038 -0.107*** -0.058** -0.075***
Ingreso (en cientos de miles) -0.013*** -0.011*** -0.002 0.001 -0.015*** -0.008** -0.013*** -0.008** -0.008***
Riqueza 0.059 0.043 -0.028 -0.007 0.021 0.063 -0.038 -0.021 0.014
Educación 0.008 -0.002 -0.004 -0.017* -0.009 -0.002 -0.008 -0.016* -0.007**
Año de Nacimiento 0.008** 0.016*** 0.013*** 0.004 0.005 0.004 0.013*** 0.011*** 0.010***
Año de Nacimiento 2 -0.000* -0.000*** -0.000*** 0.000 0.000 0.000 -0.000*** -0.000** -0.000***
Religión: Católico -0.061 -0.072** 0.062* -0.02 -0.130*** -0.032 0.047 -0.018 -0.026**
Religión: Evangélico 0.015 -0.086* 0.056 -0.07 -0.144*** 0.051 0.047 0.055 -0.006
Religión: Otra Fe -0.019 -0.007 0.133** -0.085 -0.047 -0.014 -0.240*** -0.02 -0.038
Mujer 0.027 0.059** 0.005 0.080*** 0.054** 0.014 0.011 -0.004 0.030***
Zona: Centro -0.008 -0.139*** -0.179*** 0.072* -0.008 -0.127*** 0.091** 0.061 -0.033**
288
Zona: Sur 0.017 -0.037 -0.135*** 0.074* -0.143*** -0.106** -0.047 0.042 -0.043***
Zona: Metropolitana -0.119*** -0.036 -0.082** -0.007 -0.161*** -0.088** -0.041 -0.015 -0.069***
Encuesta: 2007 0.152***
Encuesta: 2008 0.173***
Encuesta: 2009 0.133***
Encuesta: 2010 0.068***
Encuesta: 2011 0.093***
Encuesta: 2012 0.054***
Encuesta: 2013 0.139***
Intercepto 1.305*** 1.383*** 1.377*** 1.490*** 1.687*** 1.516*** 1.278*** 1.413*** 1.316***
R2 0.037 0.030 0.027 0.025 0.046 0.013 0.049 0.031 0.027
R2 Ajustado 0.031 0.023 0.021 0.019 0.040 0.006 0.043 0.025 0.026
Francisco Olivos, Bernardo Mackenna, J. C. Castillo y Matías Bargsted
290
Tabla 3. Modelos logísticos binarios de sofisticación en percepción de conflicto social, por año. Se reportan coeficientes
logit. Significancias estimadas a partir de errores estándar robustos considerando la imputación de ingreso
AÑOS VARIABLES 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 TODOS
ISMP 0.221** 0.134 0.346*** 0.331*** 0.282*** 0.414*** 0.419*** 0.267** 0.299***
Ingreso (en cientos de miles) 0.006 0.044*** 0.027** 0.036** 0.041*** 0.051*** 0.032 0.026** 0.031***
Riqueza -0.176 0.011 -0.145 0.308 -0.122 -0.212 -0.047 0.118 -0.036
Educación 0.038 0.022 0.058* 0.024 0.082*** 0.012 0.068** 0.017 0.042***
Año de Nacimiento -0.040*** -0.067*** -0.068*** -0.025 -0.021 0.005 -0.061*** -0.059*** -0.040***
Año de Nacimiento2 0.000*** 0.001*** 0.001*** 0.000* 0.000 -0.000 0.001*** 0.001*** 0.000***
Religión: Católico 0.167 0.050 -0.311** 0.060 0.092 0.310** -0.023 -0.131 0.023
Religión: Evangélico 0.241 0.129 -0.399** 0.114 0.201 -0.076 0.127 -0.263 0.002
Religión: Otra Fe -0.084 -0.134 -0.653** 0.047 -0.093 -0.187 0.463* -0.256 -0.115
Mujer -0.203** -0.144 -0.102 -0.055 -0.051 -0.092 -0.031 0.051 -0.084**
Zona: Centro 0.272 0.106 0.503*** -0.042 0.145 0.314* -0.274 -0.400** 0.076
Zona: Sur 0.094 0.298* 0.329** -0.019 0.138 0.237 0.117 -0.175 0.136**
Zona: Metropolitana 0.534*** 0.201 0.106 0.128 0.136 0.238 0.159 -0.075 0.180***
291
Encuesta: 2007 -0.938***
Encuesta: 2008 -0.855***
Encuesta: 2009 -0.497***
Encuesta: 2010 -0.675***
Encuesta: 2011 -0.587***
Encuesta: 2012 -0.577***
Encuesta: 2013 -0.788***
Intercepto 0.922** 0.847** 0.956** 0.093 -0.250 -0.716 1.165** 1.231*** 1.118***
Pseudo R2 0.019 0.019 0.030 0.023 0.019 0.025 0.025 0.022 0.028
N 2,011 2,016 2,002 1,994 1,990 1,966 1,998 1,991 15,968
Percepción de conflicto en Chile: un análisis desde la opinión...
5. Conclusiones
Hasta hace algunos años, el estudio del conflicto social había sido conside-
rado solo de forma marginal en la agenda de investigación de las ciencias
sociales en Chile. Esta situación se producía aun contando con datos que
permitían realizar análisis de este tipo. Así, lo que aquí se ha presentado
ha sido un primer paso en la comprensión de la formación y elaboración
de los juicios que los chilenos están elaborando sobre el conflicto social en
292
Percepción de conflicto en Chile: un análisis desde la opinión...
293
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294
Percepción de conflicto en Chile: un análisis desde la opinión...
295
Desigualdad, conflicto y movilización
social. Algunas posibilidades teóricas
para pensar la política y la hegemonía
en el Chile actual
1. Introducción
La igualdad como objeto de demanda y la desigualdad como motivo de
denuncia y conflicto social (Güell, 2013:1), son dos dimensiones claves
para comprender el malestar social cristalizado en Chile durante las ma-
sivas protestas sociales acontecidas durante el año 20111. A partir de la
tensión observable entre esta problemática histórica —la desigualdad— y
el conflicto reciente, este artículo espera, por un lado, proporcionar ele-
mentos teóricos que sirvan para hacer una lectura de las movilizaciones
sociales y del rol que el binomio igualdad/desigualdad tuvo dentro de estas.
Y por otro, indagar en el horizonte de posibilidades que dicho conflicto
podría abrir a la redefinición de lo político y a la generación de nuevas
identidades sociales que sean un contrapeso real al modelo económico,
social y político vigente en Chile.
En este ejercicio teórico no se abordarán aquellas investigaciones sobre
la desigualdad con énfasis en las variables socioeconómicas, ni aquellas
*
Socióloga y magíster en Gobierno y Asuntos Públicos de la FLACSO-México;
estudiante del Doctorado en Sociología, LateinamerikaInstitut, Freie Universität
Berlin; becaria del proyecto de CONICYT/FONDAP/15130009 COES (Centro
de Estudios para el Conflicto y la Cohesión Social). Correo electrónico: cmaldo-
nadograus@gmail.com.
1
Estas movilizaciones que abarcaron una diversidad de tópicos: desde demandas
provenientes del ámbito de la educación (movimiento estudiantil), pasando por
las medioambientales, hasta demandas de los trabajadores, entre otras.
297
Claudia Maldonado Graus
2
Hago referencia a las nociones que han definido la cuestión social en la agenda de
la política latinoamericana. Un análisis detallado al respecto se puede encontrar
en un documento de Victoria D’Amico, «La desigualdad como definición de la
cuestión social en las agendas transnacionales sobre políticas sociales para América
Latina», Working Paper, N° 49-2013, Desigualdades.net, Alemania.
3
Esta investigación no adoptará las perspectivas de la acción colectiva. La razón es
que la movilización social será mi referente empírico donde observar el funciona-
miento de mis herramientas teóricas, sin constituirse en sí misma en mi objeto de
análisis.
4
Una completa sistematización de las perspectivas de la sociología de la acción
colectiva, podemos encontrarla en el texto de María Luisa Tarrés, «Perspectivas
analíticas en la sociología de la acción colectiva», en Estudios Sociológicos X:30
(1992).
298
Desigualdad, conflicto y movilización social. Algunas posibilidades...
5
Esta expresión de la «desigualdad como enemigo común» fue utilizada por la pro-
pia Michelle Bachelet, en el discurso pronunciado el 27 de marzo de 2013, fecha
en la que la actual presidenta ratificó su opción de presentarse a las elecciones
presidenciales de ese año, por la coalición que hoy recibe el nombre de «Nueva
Mayoría».
6
Para corroborar esto, solo hace falta hacer referencia a las movilizaciones del 2006
(«la revolución pingüina») y a las demandas de igualdad, derechos e inclusión que
vinieron de la mano de la recuperación democrática en los años 90, por nombrar
algunos ejemplos.
7
Solo a modo de ejemplo, entre principios del 2011 y junio de 2014 en los perió-
dicos El Mercurio y El Mostrador se publicaron más 300 columnas de opinión
que tuvieron como foco la desigualdad. Sin contar que esta fue un tema presente
en casi todos los programas de los candidatos a la elección del 2013. Bachelet,
de manera particular, lo incluyó como eje importante de todas sus intervenciones
públicas.
299
Claudia Maldonado Graus
8
La razón principal para elegir este enfoque teórico radica en que para esta tradición,
los sujetos sociales son una construcción de la política que requiere del conflicto.
Esta construcción es a su vez contingente, por lo tanto, los conceptos que definen
las acciones y manifestaciones de lo político pueden adquirir una diversidad de
significados que configuran imaginarios que no son completamente homogéneos
ni estables.
9
Concepto desarrollado originalmente como «punto de almohadillo» por Lacan,
define las categorías semánticas centrales que forman la estructura central y que
organiza el discurso.
10
La idea de orden se manifiesta en oposición al «desorden» económico e institu-
cional que, a juicio de la junta militar y sus adherentes, había dominado la escena
nacional durante el régimen de la Unidad Popular.
300
Desigualdad, conflicto y movilización social. Algunas posibilidades...
«Unidad nacional» fue una frase comúnmente usada por Pinochet para hacer
11
301
Claudia Maldonado Graus
12
Basta recordar que aún se encuentra vigente en Chile la Constitución de 1980, la
que fue redactada en dictadura.
13
El proceso de transición democrática en Chile puede ser denominado «transición
pactada», en el sentido de que las Fuerzas Armadas reconocen la vigencia de un
régimen democrático y asimismo los partidos políticos los procedimientos esta-
blecidos por la Constitución de 1980 (Lechner, 2012:530).
14
La Concertación de Partidos por la Democracia es la alianza de centroizquierda
que gobernó Chile entre los años 1990 y comienzos del año 2010. Luego de su
refundación bajo en el nombre de «Nueva Mayoría» (que incluye a los antiguos
miembros de la anterior alianza y a un número más extenso de participantes), ha
regresado al poder en marzo del 2014, con la figura de Michelle Bachelet.
15
Este hecho estaría siendo reforzado por los candados institucionales que se
han mantenido a lo largo de las últimas décadas, que no han permitido la
expresión de la pluralidad de los grupos políticos y menos aún su participa-
ción efectiva en el interior del sistema político actual.
302
Desigualdad, conflicto y movilización social. Algunas posibilidades...
16
Creo que hablar de una ausencia total de la política no es correcto para el caso
chileno, ya que implicaría negar muchas de las manifestaciones que fueron «en-
cubando» al movimiento del 2011. Especial mención en este aspecto merecen
el movimiento indígena (mapuche), las movilizaciones estudiantiles de los años
anteriores (sobre todo las del 2006), la de los trabajadores, ambientalistas, entre
otros.
17
Una aproximación actual a este debate es el que entrega Kathya Araujo (2009) en
su texto Habitar lo social y su referencia a «la falacia de la igualdad» como una
constatación generalizada —de los grupos sociales— entre lo que se constituye
en un interjuego entre el reconocimiento de la oferta discursiva de lo social —por
parte del Estado— y lo que es, por mediación de las experiencias sociales, concebido
como su negación (152).
303
Claudia Maldonado Graus
18
Con «revolución pingüina» hago alusión a las masivas protestas protagonizadas
por estudiantes secundarios durante el año 2006 por la derogación de la Ley
General de Educación (LOCE), entre otras reclamaciones. Recibe el nombre de
«pingüina» por el uniforme característico que visten los escolares.
19
El suelo ético de 250.000 pesos chilenos (500 dólares) fue propuesto por monseñor
Goic en reemplazo del salario mínimo de 144.000 pesos (480 dólares) vigente en
esos años. Esta propuesta fue impulsada en el contexto de las movilizaciones pro-
tagonizadas por los trabajadores subcontratistas de CODELCO y hacía referencia
a los mínimos recursos con los que debería contar un trabajador y su familia para
suplir sus necesidades de forma digna.
304
Desigualdad, conflicto y movilización social. Algunas posibilidades...
A este proceso litigioso en donde conviven estas dos lógicas, Rancière (2012)
lo ha llamado el desacuerdo.
La otra respuesta indica que el conflicto haría posible la definición y
demarcación de identidades contrapuestas —nosotros/ellos—, concreta-
mente bajo la manifestación de sujetos políticos antagónicos. Esta carac-
terística sería imposible de erradicar de la vida política, pues atañe a la
naturaleza misma de la acción pública y a la conformación de identidades
colectivas (Mouffe, 1999).
Ambas lecturas del conflicto, como desacuerdo o como antagonismo,
serán a los efectos de este análisis, el requisito esencial para la aparición
de la política. Sin embargo, para comprender el proceso mediante el cual
esta maniobra logra concretarse, será necesario detenernos en los detalles
que cada autor proporciona.
Desde la perspectiva del desacuerdo, «la política es la actividad que
tiene por principio la igualdad, y el principio de la igualdad se transforma
en distribución de las partes de la comunidad en el modo de un aprieto:
¿de qué cosas hay y no hay igualdad, entre cuáles y cuáles? ¿Qué son esas
«qué», quiénes son esas «cuáles»? ¿Cómo es que la igualdad consiste en
igualdad y desigualdad?» (Rancière, 2012:7-8), son las preguntas que se
encuentran en juego.
La actividad política se vuelve «litigante» cuando quienes no tienen
derecho a ser contados como seres parlantes se hacen contar entre estos,
formando una comunidad unida por una distorsión común: la transgresión
a la igualdad (Rancière, 2012:42). Esta distorsión en el plano de lo coti-
diano podría presentar varias caras: la del abuso, la de la marginación, la
de la exclusión, entre otras, reclamos que necesariamente deben instalarse
y visibilizarse colectiva y públicamente. Para Rancière, no hay posibilidad
alguna para la política si no existe una apelación al principio igualitario20.
La violación al principio general que supone la igualdad es escenificada
en la forma de un daño21. Quien daña la igualdad es la policía, quien me-
diante un conjunto de procesos efectúa la agregación y el consentimiento
20
En concordancia, Alan Badiou (2000) también ve en la apelación a la igualdad
una fuente de sentido de la movilización. «Para que haya movimiento tiene que
haber una idea que nuclee a todos. Y esta idea, forzosamente es algo que va hacia
a la igualdad. Entonces un movimiento, grande o pequeño es algo que irrumpe el
curso común de las cosas, y es algo que propone que vayamos hacia la igualdad.
Al menos en un punto determinado» (3).
21
El daño implica la vivencia experimentada por un sujeto o grupo que considera
que no es reconocido en su ser; esto no es equivalente a no ser visualizado, sino ser
percibido a partir de algo con lo que no se desea ser identificado (Aibar, 2007:32).
305
Claudia Maldonado Graus
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Desigualdad, conflicto y movilización social. Algunas posibilidades...
Las instituciones estatales fueron sin duda las principalmente interpeladas, pero
27
309
Claudia Maldonado Graus
Cerca del 70% de la población chilena apoyaba las demandas del movimiento
28
estudiantil del 2011 (Encuesta CEP, junio-julio 2011). Sin contar que tanto los
estudiantes, como los representantes de otros grupos de la población como los am-
bientalistas, participaron activamente de procesos de negociación con el gobierno
de Piñera, es decir, eran reconocidos como actores legítimos.
310
Desigualdad, conflicto y movilización social. Algunas posibilidades...
311
Claudia Maldonado Graus
32
En la teoría de la hegemonía, la categoría de sujeto se entiende en el sentido de
posiciones de sujeto en vista de que alude a las diversas interpelaciones (muchas de
ellas contradictorias e incoherentes), que coexisten en una misma persona o grupo.
Esta posición de sujeto tiene a la vez un carácter discursivo, condición que nece-
sariamente necesita de un otro para que su constitución sea posible. Esto implica
un descentramiento fundamental, puesto que un sujeto nunca es interpelado por
un solo discurso (o por un único lugar de un mismo discurso) (Aibar, 2003:29).
33
Este segundo momento representa el fracaso de los discursos que construyen y
mantienen el sistema de diferencias. Es el estadio en el que los discursos de las
distintas instituciones (familia, Iglesia, trabajo, etc.) empiezan a tener cada vez
312
Desigualdad, conflicto y movilización social. Algunas posibilidades...
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Claudia Maldonado Graus
314
Desigualdad, conflicto y movilización social. Algunas posibilidades...
36
«El mito, no debe ser entendido aquí en un sentido despectivo. Tiene lugar
cuando una demanda es percibida como el principio de lectura y solución a un
universo de problemas que no tiene relaciones necesarias entre sí. Es un principio
de rearticulación de los elementos dislocados en un cierto momento de cualquier
configuración social. En ese sentido, toda sutura es por un lado un momento de
cierre, pero implica también una instancia que desutura los elementos que hasta
ese momento habían permanecido organizados de otra forma» (Aibar, 2003:39).
315
Claudia Maldonado Graus
316
Desigualdad, conflicto y movilización social. Algunas posibilidades...
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318
Desigualdad, conflicto y movilización social. Algunas posibilidades...
319
El carácter oligárquico de la clase
dominante salvadoreña: análisis
histórico de la persistencia de la
desigualdad social a partir de la base
estructural
Melissa Salgado*
1. Introducción
De forma general, cuando se habla del neoliberalismo en América Latina,
lo primero que se viene a la mente es la noción de exclusión, pobreza,
aumento de las brechas sociales y todo tipo de apelativos relacionados
al fracaso en materia de distribución. Esto, sin lugar a dudas, lo sustenta
no solo el sentir de la población, sino también una serie de indicadores1
de todo nivel que fielmente han evidenciado que este modelo mantiene la
estructura característica de América Latina: la desigualdad social.
Sin embargo, poco se hace la reflexión si realmente esta situación
de persistencia de la desigualdad en la región se debe exclusivamente al
modelo económico «neoliberal» o si más bien se trata de un proceso más
complejo en donde intervienen una serie aspectos históricos, económicos,
políticos, sociales, etc.
*
Estudiante del Doctorado en Economía, Instituto de Investigaciones Económicas,
IIEc-UNAM, en el programa PROGLOCODE, http://www.proglocode.unam.mx/.
Investigadora/docente del Departamento de Economía, Universidad Centroameri-
cana José Simeón Cañas, UCA El Salvador. Correo electrónico: melissa.salgado@
gmail.com.
1
Algunos informes que detallan indicadores de desigualdad social son: Banco
Mundial (2006) «World development report: Equity and Development»; Comi-
sión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) (2010) «La hora de la
igualdad»; United Nations Children’s Fund (UNICEF) (2012) «Desigualdad global:
la distribución del ingreso en 141 países».
321
Melissa Salgado
2. El argumento
¿Por qué oligarquía y no elite?
El estudio de la elite aplicado a la realidad salvadoreña, representa un
problema metodológico en sí mismo. Por tres razones principalmente;
primero, por su concepción de acción social definida como una acción
individual determinada por la naturaleza y los caracteres propios del actor:
sus necesidades, sus instintos, disposiciones, intereses, valores, raciona-
lidad, es decir, por su enfoque funcionalista2 (Laurin-Frenette, 1989:5).
Por ello, el abordaje de las elites en los estudios contemporáneos da
por sentado su existencia, «las elites no solamente son indispensables
para una sociedad, también son inevitables» (Hofmeister, 2007:125) y se
centran en caracterizar su capacidad de liderazgo, su proceso de formación
y calificación, e inclusive se apela a esquemas normativos y éticos en su
actuar en la promoción de la democracia y el desarrollo.
El segundo aspecto, identificado en el debate actual sobre elites, es
la premisa sobre los avances en las estructuras productivas de los países
latinoamericanos, lo que posibilita la complejización de estas sociedades,
exige nuevos actores, por ende, no es posible hablar de una elite, «con
la industrialización, la creciente división del trabajo y la cada vez mayor
diferenciación social, se dio un cambio radical. Estos procesos tuvieron
el efecto de que también las elites se diferenciaran. Hoy en día ya nadie
habla de “la elite” de un país, sino que se hace una distinción entre las elites
económicas, políticas, administrativas, intelectuales, de medios masivos,
etc.» (Waldmann, 2007:11).
322
El carácter oligárquico de la clase dominante salvadoreña
Un tercer aspecto del estudio de las elites, es que si bien autores en-
fatizan su distancia con los enfoques funcionalistas, justifican el accionar
de las primeras a partir de la cultura.
En realidad han sido mis observaciones en esta región, las que me dieron el
impulso decisivo para postular mi tesis de que una concepción puramente
funcionalista de elites es incompleta, ya que además hace falta un elemento
de virtud y de orientación hacia el bien común [...] La especialización
profesional y los controles severos no alcanzan para inhibir prácticas
ilegales y corruptas en las esferas políticas y administrativas, cuando no
son respaldadas por una cultura que aprecia y apremia virtudes como
la responsabilidad cívica, la integración personal y la dedicación al bien
común (Waldmann, 2007:27-28; énfasis propio).
323
Melissa Salgado
Recuadro 1
«¿Por qué se postula de manera tan reiterada el vigor de lo oligár-
quico? Las razones se intersectan de manera múltiple. La estructura
económica rígida ayuda a la preservación de actores tradicionales
en posiciones de dominio […] Otro factor es la presencia de una
fuerte endogamia y como resultado, una compleja red de relaciones
consanguíneas, un poderoso sistema de parentesco, cerrado, auto-
rreferido como sentido de casta, más que de clase, que como se viene
diciendo hace más excluyente el ejercicio del poder. Así lo oligárquico
desarrolla una doble capacidad de sobrevivencia, oponerse a los
proyectos de cambio que vienen de su exterioridad o reorientarlos
y adaptarse a ellos.
Una tercera razón es que lo oligárquico no por ser tradicional es
estático sino que por su vivacidad se convierte en un estilo de pree-
minencia social y de control político; perdurable porque es la suma
de esas “virtudes” que convierten el ejercicio del poder político en
algo indisputable» (Torres Rivas, 2013:55).
3
En este artículo se usarán de forma indistinta los términos oligarquía, clase do-
minante con carácter oligárquico y clase oligarca. Esto para evitar la repetición
de la misma palabra. El sentido que mantiene el uso de los términos es el mismo,
la connotación de esta clase social superior con raíces coloniales/feudales, que no
ha logrado su renovación en el período señalado, sino más bien su reforzamiento,
esto último posibilitado a partir de la guerra, pero fundamentalmente gracias al
neoliberalismo.
324
El carácter oligárquico de la clase dominante salvadoreña
325
Melissa Salgado
3. El proceso de industrialización
El proceso de industrialización de El Salvador se inicia en la década
de los cincuenta, de manera tardía con relación al resto de los países de
América Latina. Su producción se concentró en los bienes de consumo,
principalmente en alimentos, vestuario y bebidas; en los bienes intermedios
en la producción química; y en los bienes de capital en la producción de
metálicos para uso estructural.
La primera dificultad con la que se tropieza el proceso de industria-
lización es el poco desarrollo de su mercado interno4, por ello la impor-
tancia del mercado común centroamericano (MCCA) (1960), es decir, la
integración comercial planificada regionalmente que permitió dar salida
a la producción industrial.
Con esto se evidenció una primera contradicción de la industria-
lización tanto a nivel regional como nacional, pues al tratarse de una
modalidad de producción con orientación hacia adentro, es decir, endo-
genista, en Centroamérica se realizaba hacia afuera5. En otras palabras,
se postergó el imperativo de desarrollar el mercado interno nacional y se
transfirió su solución al mercado regional. A esto último además hay que
agregarle, que gran parte de la industrialización se llevó a cabo mediante
4
Con la excepción de Costa Rica, el resto de países de la región centroamericana
partió de un proceso de acumulación originaria de capital en la agricultura,
mediante dos mecanismos principalmente: el primero, mayormente utilizado en
Guatemala y en la zona occidental de El Salvador, el colonato, que consistió en la
forma de explotación de las tierras del cultivo en donde el peón (principalmente
indígenas) recibía una parcela dentro de la finca para cultivar lo necesario para
la subsistencia familiar y a cambio quedaba obligado a ofrecer servicios gratuitos
en la finca, ya sea en horas, jornadas o en cosecha. El segundo mecanismo fue el
despojo de las tierras y leyes contra la vagancia, obligando la venta de la fuerza
de trabajo. Sin embargo, por el carácter estacional del cultivo del café, a pesar del
desarrollo capitalista que este supuso en el agrocultivo, las actividades de subsisten-
cia persistieron. Teniendo todo ello entre otros resultados agregados, un mercado
laboral segmentando entre el salario y la supervivencia, y el poco desarrollo de
los mercados internos (Pérez Brignoli, 1989).
5
Con esto se enfatiza uno de los principales hallazgos del historiador económico
Victor Bulmer-Thomas, el carácter abierto de las economías centroamericanas que
data desde principios del siglo XX.
326
El carácter oligárquico de la clase dominante salvadoreña
327
Melissa Salgado
328
El carácter oligárquico de la clase dominante salvadoreña
329
Melissa Salgado
8
Guatemala inicia desde 1960; Nicaragua con la revolución sandinista en 1979, en
claro enfrentamiento con la contrarrevolución conocida como «la contra» (grupo de
paramilitares que desestabilizaron todo el intento de revolución, además de haber
sido financiado por EE.UU.); Honduras como base de entrenamiento militar de «la
contra» y de militares de El Salvador y Guatemala; y El Salvador inicia, en 1981,
posterior al magnicidio del arzobispo de San Salvador, Óscar Arnulfo Romero.
9
Esta figura política se mantuvo de finales de 1989 a mediados de 1992 (la primera
fecha es anterior a la segunda, corregir), se separa en tres JRG, se trató de una
alianza entre los militares insurrectos, una fracción del sector industrial, miem-
bros de la UNO, Partido Demócrata Cristiano (PDC). Esta figura política estuvo
fuertemente condicionado por hostigamientos del resto de la milicia, la oligarquía
y la guerrilla.
10
Férreo defensor de los derechos humanos, fue asesinado el 24 de marzo de 1980
por parte de la estructura paramilitar «Escuadrones de la Muerte». De acuerdo
al informe de la comisión de la verdad, «De la locura a la Esperanza» (1993), el
autor intelectual de dicho magnicidio fue el mayor Roberto d’Aubuisson, fundador
del partido político de derecha Alianza Republicana Nacionalista (ARENA).
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El carácter oligárquico de la clase dominante salvadoreña
Al respecto, las fuentes de información que se dispone, sobre el exilio de las familias
11
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Parte de esta vinculación entre las familias de la oligarquía salvadoreña y los nuevos
12
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El carácter oligárquico de la clase dominante salvadoreña
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Melissa Salgado
4.2 Lo político
Ahora bien, para poder consolidarse, la «nueva» clase oligarca requería
del soporte institucional que posibilitará las nuevas exigencias del modelo
económico neoliberal. Comenzaron con el financiamiento y el apoyo al
partido ARENA (finales de 1981), proyecto político de extrema derecha,
que aglutinó a otros sectores sociales no solo de la oligarquía.
Para las elecciones de la asamblea constituyente en marzo 1982,
ARENA logró escaños en el parlamento (no la mayoría) y emprendería
la labor de cabildeo y realización de la Constitución de la República de
1983 (vigente en la actualidad), con Roberto d’Aubuisson como presidente
de la misma.
Además, la oligarquía apoyó la creación en 1983 de la Fundación
Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (FUSADES), como
principal centro de pensamiento. En 1985, con financiamiento de la U.S.
Agency for International Development (AID), FUSADES elaborará un
proyecto de desarrollo económico de corte neoliberal que sienta las bases
y el diseño del proceso de reforma económica en el país (Lungo, 2008:71).
Pero es el documento «Hacia una economía de mercado en El Salva-
dor; bases para una nueva estrategia de desarrollo económico y social»
(mayo de 1989) el que establecerá las fundamentaciones doctrinales del
libre mercado, que se convertirán en los principios de los sucesivos go-
biernos de ARENA.
ARENA llega a la presidencia en 1989, con las segundas elecciones
presidenciales de gobiernos civiles. La importancia de este hecho es que
consolida el proyecto político de la clase dominante salvadoreña, entre su
nuevo esquema productivo (financiero), ARENA, FUSADES, distintas cá-
maras de comercio y la Asociación Nacional de Empresa Privada (ANEP).
No obstante, los intereses de la «nueva» clase dominante no son los
únicos. Y esto es uno de los aspectos más importantes que denotan su
diferencia en el marco de la democracia, su apertura política con respecto
a su pasado.
Las primeras acciones de ARENA en el poder fueron: liberalización
comercial, desgravación arancelaria (290% a 20%), eliminación de
controles de precios, adopción del sistema arancelario centroamericano,
eliminación de la mayoría de las barreras comerciales no arancelarias,
ejecución de un programa de promoción de exportaciones basado en la
ley de zonas francas y recintos fiscales, ley de promoción de exportaciones
(«Draw-Back», reembolso del 6% del valor FOB de las exportaciones,
no maquila), política cambiaria que consistía en el mantenimiento estable
334
El carácter oligárquico de la clase dominante salvadoreña
del tipo de cambio (Escobar, et al., 2011:83). Además, inicia la ola de las
privatizaciones con las exportaciones de café, azúcar, banca, de la impor-
tación de petróleo, entre los principales.
La segunda administración de ARENA (1994-1999) continuó con las
privatizaciones de la distribución de la energía eléctrica, telecomunicacio-
nes, del sistema de pensiones. Bajo este gobierno inicia la suscripción a los
TLC con República Dominicana en 1998, además de mantener anclado
el tipo de cambio del dólar estadounidense a 8.75 colones. Este último es
el antecedente de la posterior dolarización de la economía.
El tercer gobierno de ARENA (1999-2004) firmó los TLC con México,
Chile, Panamá, además de iniciar las negociaciones de Estados Unidos
(CAFTA).
A partir de enero de 2001, implementó la «ley de integración mo-
netaria» en El Salvador, con lo cual se reconoce el dólar como moneda
de curso legal. Esta dolarización de facto ha derivado en prevalecer el
tipo de cambio fijo orientado principalmente a las grandes transacciones
del proceso productivo que se realizan en esa moneda, tal es el caso del
comercio internacional y del sector financiero.
Otro aspecto importante de esta administración es la desregulación
del territorio nacional, tanto en el mar como en el subsuelo. En dos casos
específicamente, en la energía geotérmica que es patrimonio nacional y en
la desregularización de más de 100 millas de mar. En ambas situaciones se
trató de la concesión de recursos del Estado, a empresas transnacionales.
Esta administración además se caracterizó por el intento de la pri-
vatización de la salud pública, lo cual generó un fuerte descontento con
la población e implico la organización de los profesionales de la salud
pública en total rechazo a dichas medidas, todo ello manifestado en mul-
titudinarias protestas denominadas «marchas blancas».
Este tercer mandato de ARENA, Alexander Segovia (2007) lo cataloga
como un ejemplo ilustrativo de gobierno empresarial, en donde la agenda
gubernamental responde a intereses empresariales en general, y a intereses
de grupos de poder en particular (103).
La última gestión de ARENA, 2004-2009, se enfocó en las firmas del
TLC con países potencias económicas, tal es el caso de Estados Unidos,
Taiwán y las negociaciones con la Unión Europea.
Además, inicia los programas sociales de transferencias condicionadas,
bajo un reconocimiento subyacente de los impactos negativos del neoli-
beralismo en la pobreza, exclusión y marginalidad. Al mismo tiempo, se
refuerza la política de seguridad pública «mano dura», que tendrá como
335
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Para una lectura más exhaustiva sobre las privatizaciones en El Salvador, ver:
13
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El carácter oligárquico de la clase dominante salvadoreña
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Melissa Salgado
338
El carácter oligárquico de la clase dominante salvadoreña
Fuente: elaboración propia con base en Plantilla Mensual de Cotizantes del Instituto
Salvadoreño del Seguro Social ISSS.
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6. Conclusiones
La falta de un proyecto nacional que incorpore a todos los sectores sociales,
desde la base material, sigue siendo un aspecto reiterativo en la historia de
El Salvador. Los intereses particulares de la clase oligarca siguen prevale-
ciendo en la nación y su lógica de reproducción a grandes rasgos (orientado
a lo externo, desarticulado con el resto de la economía real) no logra una
estructura productiva que implique procesos de inclusión nacional.
Así, en su trayectoria histórica desde su fundamentación terrateniente
mantuvieron sus intereses sobre la tierra, en contra incluso de la etapa de
promoción de la industrialización, y de las presiones sociales, sobre todo
de los campesinos sin tierra. Esto estableció parte de las condiciones para
el posterior conflicto armado.
No obstante, la guerra en El Salvador le otorgó a esta clase el tiempo
necesario para reconvertir su eje de acumulación de capital y dar el paso
de terrateniente a financiero, en la actualidad su eje de acumulación se
diversificado a otras ramas siempre del sector servicio. Para la autora Be-
nedicte Bull (2013), incluso han entrado a una nueva etapa de vinculación
con las empresas multinacionales.
La renovación de la «nueva» oligarquía salvadoreña, con todas las
modificaciones institucionales realizadas en las grandes orientaciones eco-
nómicas y políticas plantea dos paradojas. La primera, la incorporación
al nuevo orden mundial pero sin una base material para su sustento, es
decir, sin una estructura productiva ad hoc a las exigencias de la com-
petencia internacional que establece la dinámica del comercio exterior.
La clase dominante con carácter oligárquico puede estar inmersa en las
actividades globales posibilitadas por el sistema financiero y ahora por
otros servicios, pero la economía real no cuenta con la base tecnológica,
con mano de obra calificada, con infraestructura, para su inserción en
la dinámica internacional. Esto, desde la base estructural, da pie para la
continuidad de la desigualdad social.
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El carácter oligárquico de la clase dominante salvadoreña
Fuente: elaboración propia con base en National Accounts Main Aggregates Database,
United Nations Stadistics Division.
341
Melissa Salgado
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Vervuet.
342
El carácter oligárquico de la clase dominante salvadoreña
343
El papel del terror en la
resemantización* de la justicia
social en Chile
Patricia Castillo**
1. Introducción
Sobre la desigualdad en el mundo se ha discutido mucho en las últimas
décadas. Se ha cuestionado la sensibilidad de los indicadores, denunciado
las medidas tributarias que favorecen a los ricos y puesto en evidencia los
obstáculos materiales y simbólicos que impedirían construir un país, una
sociedad que transite hacia escenarios de mayor justicia social (Castillo,
2009; Pérez Sáinz, 2009; Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo
[PNUD], 2010; Solimano, 2007).
En este controvertido escenario, este texto en particular no tiene por
finalidad escudriñar en nuevas formas de medir o de cualificar la desigual-
dad o las desigualdades.
El objetivo de este trabajo es ofrecer un perspectiva distinta, que
permita observar el efecto del terror en las categorías «lo justo» y «lo
posible», las que con anterioridad al golpe de Estado de 1973 sustentaban
la legitimidad de un discurso caracterizado por una demanda de justicia
*
Resemantizar es un vocablo que se refiere a la operación semiótica de transformar
el sentido de una realidad conocida o aceptada para renovarla o para hacer una
transposición de modelo, creando una entidad distinta, pero con alguna conexión
referencial con aquella, de modo que esta última asume un nuevo significado que
la primera no tenía (Zecchetto y Victorino, 2011:127).
**
Doctora en Psicología mención Psicopatología y Epistemología Clínica Compa-
rativa, Universidad París VIII. Profesora asistente de la Facultad de Psicología de
la Universidad Diego Portales. Correo electrónico: patricia.castillo@udp.cl.
345
Patricia Castillo
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El papel del terror en la resemantización de la justicia social...
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Patricia Castillo
una junta militar que encabezó Augusto Pinochet Ugarte. Dicha etapa duró 17 años
y durante ese tiempo el país enfrentó una crisis económica de gran envergadura,
al tiempo que los partidarios del gobierno derrocado de Salvador Allende fueron
perseguidos violentamente. Las víctimas de ejecuciones, desapariciones forzadas
y tortura fueron miles. De hecho, aún no se obtiene un recuento oficial.
348
El papel del terror en la resemantización de la justicia social...
con un triunfo heroico ante un enemigo feroz y despiadado (de ahí las
categorías maniqueas e infantiles del conflicto político2 que los medios
entregaban en todo Chile).
Estas y otras medidas refundaron las expectativas, descentraron se-
mánticamente lo que como ciudadanos entendemos por «lo justo» y por
«derechos» y con ello se favoreció la instalación del «espíritu del capitalis-
mo» contemporáneo. Es decir, y en esta reflexión nos sumamos al debate
que ha instalado de manera inmejorable Luc Boltanski (2002) en torno
a la investigación del o «los cambios ideológicos que han acompañado a
las recientes transformaciones del capitalismo» (1). Bajo el entendido de
que dicha lógica ideológica es, en cierto modo, aquello que corre por las
venas del sistema económico, permitiéndole la vida eterna.
Boltanski (2002) definirá entonces como el «espíritu del capitalismo» a:
349
Patricia Castillo
3
Actualmente, la memoria de los actos de resistencia que miles de personas reali-
zaron para acabar con la dictadura, también tienden a estar encubiertos para dar
lugar a un mandato oficial sobre lo que hay que recordar respecto al período: los
«excesos» en materia de derechos humanos, la polarización del país antes del golpe,
la persecución de los que «pensaban distinto», la «intolerancia», la brutalidad y
la sin razón.
4
En este sentido, la disociación entre lo político y lo económico ha permitido que
algunos sectores de la derecha se sumen a la condena de las violaciones de los dere-
chos humanos, sin que ello implique una condena a la reestructuración económica
y al asesinato del proyecto de igualdad que sostenían muchos de los asesinados.
350
El papel del terror en la resemantización de la justicia social...
2. Metodología
Para la redacción de este artículo, se analizaron 20 entrevistas del archi-
vo del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos «Proyecto Cien
Entrevistas»5, correspondientes a distintos actores políticos, sociales,
religiosos y artísticos que vivieron y recuerdan el golpe militar.
Se definieron veinte entrevistas de un archivo de cien, por considerar
que dicho número permitía abarcar la heterogeneidad de experiencias que
se encuentran documentadas en dicho conjunto de relatos. Se excluyeron
de la selección las entrevistas a personas que vivieron directamente prisión
política y tortura, por considerar que en esos casos la experiencia de dolor,
y la necesidad de relatar, restringen la posibilidad de una narración que
permita la reconstrucción cronológica de las representaciones, también
porque la identidad social de los individuos, que vivieron directamente
estas experiencias, otorga a la resistencia física al dolor, un argumento
de resistencia que es difícil de encontrar en un segmento más amplio de
la población.
El análisis se hizo mediante análisis de contenido y se destacaron tres
momentos de inflexión en el discurso: i) proyecto político antes del golpe
o asociado a la Unidad Popular; ii) proyecto político durante la dictadura;
y iii) proyecto político asociado a la época postdictadura.
5
Colección audiovisual que reúne entrevistas de corte periodístico a cien personajes
del mundo de los derechos humanos, la política, los medios de comunicación y las
artes nacionales, quienes entregan sus impresiones sobre nuestra historia reciente.
Desde presidentes, hasta los más variados actores sociales, están retratados en estas
piezas especialmente producidas para el Museo de la Memoria y los Derechos
Humanos, para fines de estudio e investigación.
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Patricia Castillo
(…) había que defender, en el fondo, los grandes valores. Sí, fue un tiem-
po muy impresionante, un pueblo movilizado atrás, una construcción
de algo justo, de algo bueno. Claro, tuve la gran oportunidad de vivir
cuando un pueblo se siente conmovido por algo que puede construir
juntos (F. Pollarolo, entrevista «Proyecto Cien Entrevistas», 8 de julio
2009).
352
El papel del terror en la resemantización de la justicia social...
Como nunca antes, por uno u otro camino, surgía en Chile la perspectiva
concreta de hacer la revolución. «La revolución socialista», afirmaba
una editorial de la revista Punto Final, «es una tarea inesquivable (sic)
de nuestra generación».
La década de los sesenta, y con mayor razón los mil días de la Unidad
Popular, estuvieron marcados por esa expectativa. […] «El objetivo supre-
mo del partido comunista», declaraba en 1969 el programa aprobado en
XIV Congreso de esa colectividad, «es abrir paso a la revolución chilena».
Y precisaba: «Concebimos a la revolución chilena como el movimiento
de la clase obrera y del pueblo organizado que, mediante la lucha de
masas, desplaza del poder a las actuales clases gobernantes, elimina al
viejo aparato del estado, las relaciones de producción que frenan el desa-
rrollo de las fuerzas productivas e introduce transformaciones de fondo
en la estructura económica, social y política del país, abriendo camino
al socialismo» (Vallejos y Moulian, 2005:10-11).
Sobre esto, vale la pena revisar el trabajo de Cornejo et al. (2013); Piper et al.
6
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Yo lo único que sentí fue pena, llorar, porque era un llanto colectivo. Pero
era un llanto colectivo de mirar a mi madre y vecinos. Todos nos abrazába-
mos porque no lo creíamos y nosotros seguimos funcionando hasta el 17 de
septiembre en la población. (…) Yo creo que cuando vino la preocupación
fue cuando mi padre me dijo ya no hay nada que hacer. Ahí, yo creo que
fue cuando empezamos a tomar conciencia de lo que íbamos a enfrentar
definitivamente, porque nosotros pensábamos que podíamos revertirlo (C.
Núñez, entrevista «Proyecto Cien Entrevistas», 7 de mayo 2009).
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7
Este tema aparece contundentemente desarrollado en el libro de David Fernández
(1996:133-152) sobre la Iglesia católica en Chile. En él es posible observar el trán-
sito de la jerarquía católica desde la legitimación soterrada del golpe de Estado a
la posterior condena de las violaciones a los derechos humanos.
8
La Vicaría de la Solidaridad (1976-1992) fue un organismo de la Iglesia católica de
Chile, creada por el papa Pablo VI a solicitud del cardenal Raúl Silva Henríquez
en sustitución del Comité Pro Paz. Su función era prestar asistencia a las víctimas
de la dictadura militar del general Pinochet.
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