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La fragilidad es la capacidad de un material de fracturarse con escasa deformación.

Por el
contrario, los materiales dúctiles o tenaces se rompen tras sufrir acusadas deformaciones,
generalmente de tipo plásticas. La fragilidad es lo contrario de la tenacidad y tiene la
peculiaridad de absorber relativamente poca energía, a diferencia de la rotura dúctil.

Curvas representativas de Tensión-Deformación de un material frágil (rojo) y un material dúctil y tenaz


(azul)

La energía absorbida por unidad de volumen viene dada por:

Si un material se rompe prácticamente sin deformación las componentes del tensor

deformación resultan pequeñas y la suma anterior resulta en una cantidad relativamente


pequeña.
La fragilidad de un material además se relaciona con la velocidad de propagación o crecimiento
de grietas a través de su seno. Esto significa un alto riesgo de fractura súbita de los materiales
con estas características una vez sometidos a esfuerzos.1 Por el contrario los materiales
tenaces son aquellos que son capaces de frenar el avance de grietas.
Ejemplos típicos de materiales frágiles son los vidrios comunes/vidrios duros (como los de las
ventanas, por ejemplo), algunos minerales cristalinos, los materiales cerámicos y algunos
polímeros como el polimetilmetacrilato (PMMA), el poliestireno (PS), o el poliácidolactico (PLA),
entre otros. Es importante mencionar que el tipo de rotura que ofrece un material (frágil o dúctil)
depende de la temperatura. Así mientras algunos materiales como los plásticos
(polietileno, polipropileno u otros termoplásticos) que suelen dar lugar a roturas dúctiles a
temperatura ambiente, por debajo de su temperatura de transición vítrea dan lugar a roturas
frágiles.

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