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Desde el nacimiento hasta el primer mes de vida, el bebé tiene reflejos voluntarios y
automáticos que aparecen ante cualquier estímulo.
Entre los 2 y los 4 meses, el bebé pone en marcha un tipo de conducta que se conoce como
reacción circular primaria.
El bebé comienza a jugar con su cuerpo y a realizar conductas como balbuceos, sonrisas,
movimientos de cabeza y manos.
Al finalizar los 4 meses, se puede observar que el bebé intenta coger objetos que se
encuentran a su vista, localiza la fuente de sonido y mira objetos.
El niño está más atento de su entorno y comienza a realizar acciones para conseguir un fin.
Aumenta significativamente su interés por los objetos en sus acciones.
En esta etapa se produce una mayor comprensión de la realidad, de manera que el bebé logra
encontrar objetos escondidos ante su vista, se arrastra, gatea o comienza a andar para alcanzar
un objeto
Aumenta la exploración de su espacio y de otros objetos que están por descubrir.
El niño comienza a probar aquello que lo rodea y a utilizar los objetos con el fin de alcanzar
otros que le interesan para jugar.
Al final de esta etapa el juego se convierte en uno de tipo instrumental más que sensorial.
Intenta encontrar, en un espacio cercano, un objeto que ha desaparecido, aunque no lo haya
visto desaparecer.
Tratar de activar un juguete después de una demostración.
Empieza a imitar gestos y movimientos.
El niño realiza muchos juegos de forma individual, pero pasando a realizar un juego paralelo
(en relación con sus pares)
Reciben reglas de juego por otra persona.
Juegan sin el afán de ganar.
Los juegos más característicos de este tipo son los de construcciones y destrucciones.
Aparecen los juegos simbólicos. Se inicia una relación entre lo motor y lo simbólico que dará
lugar a la imitación, en la que reviven experiencias pasadas que le hayan sido gratificantes.
Los juegos de imitación se relacionan con el medio familiar y social que rodea al niño.
Aún en esta etapa el juego es individual, no compartido, aunque le gusta tener a alguien junto
a él que le haga una simple compañía física.
En estas edades aparecerán los juegos deportivos, aunque aún el niño ve el deporte como un
juego.
Durante los doce años el niño va a ir asemejándolo con el deporte de los adultos
predominando la ejercitación y el perfeccionamiento bajo reglas más estrictas.
En esta etapa la figura de la pandilla va a consolidarse más, aunque en ocasiones pasan a
segundo plano y la actividad se torna más individual, sólo permaneciendo el carácter de grupo
en los deportes de equipo.
La diferenciación sexual va a verse acentuada por la diferencia de intereses y necesidades, y
por el desarrollo físico e intelectual, lo que provocará, entre ambos sexos, un rechazo
declarado y consciente.
Los niños volverán a centrar sus juegos y actividades en ellos mismos al iniciarse la formación
de su imagen corporal.