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POLEMICA José Luis Rénique LA UTOPIA ANDINA HOY (Un comentario a “Buscando un Inca”) "Pero Rendon Willka no es indio no cree en los dioses montafa, se vale de esa creencia para llegar a un fin polt- ico es totalmente racional 0 raciona sta Jose Mana Arguedas (1965) 1endo un libro de histona, Buscando un Inca Identdad y utopia en S los Andes (Lama, Instituto de Apoyo Agranio, 1987), de Alberto Flo- res Galindo, encierra una enorme actualidad Sus planteamtentos pa- recen responder a una actitud muy propia de tiempos de incertidumbre co- mo los actuales 1a bisqueda en el pasado de claves para encontrar una sali- da al atolladero del presente El obyettvo pnncipal de Buscando un Inca es reflexionar sobre el papel de "lo andino" —como visi6n del mundo, como idea y sustento de plantea- muentos politicos y movimtentos sociales— en la histoma y el presente del Pera Su andlisis se imicia en el siglo XVI para arnibar a una interpretaci6n de la "guerra silenciosa” en curso, es decir, de la violencia polftica actual y de las alternativas en juego para un pafs que no termina atin de convertirse ennaci6n Esta opcién metodol6gica se justifica por el hecho de que, para Flores Galindo, la confrontacién social y politica que se vive hoy en el Pe- tu cs, fundamentalmente, la expresién de un nuevo y reiterado enfrenta- muiento entre el mundo andino y Occidente (p 365) Es decir, el capitulo de- finitivo de una larga confrontaci6n que ha moldeado la historia de este pafs el momento en que "la cultura andina parece ubicada finalmente ala defensi- va" por la imposici6n del capitalismo Momento crucial, por Jo tanto, en el cual surge una disyuntiva entre el aplastamiento definitivo de la cultura an- dina y la postbilidad de un modclo de desarrollo que no implique la poster- gaci6n del campo y Ja runa de los campesinos (p 364) DEBATE AGRARIO/2 131 Esta aproximaci6n es discutida en las p4ginas siguientes de este artfculo Para ello, cn primer lugar, se ubica a Buscando un Inca en la tradicién inte- Jectual de Ja que se nutre 1a visi6n indigemsta del problema nacional Luc- go se examina con cierto detalle algunos aspectos claves de su argumenta- ci6n—lanaturaleza dela llamada “utopia andina”, los mecamismos de trans- misi6n de la misma y su encuentro con los movimientos sociales—, toman- do para ello los pasayes m4s relevantes del texto Finalmente, se exphicita el modelo que se propone en Buscando un Inca y se discute su pertnencia co- mo explicacion historica de 1a confrontaci6n actual, asf como las implican- Cras para nuestro tempo de una visin del Peni desde la perspectiva de "lo andino" tal como es entendido por Flores Galindo I BUSCANDO UN INCA Y LA TRADICION INDIGENISTA. Con todas las innovaciones que introduce, el libro de Flores Galindo tc- ne parentesco con intentos anteriores de ndagaci6n por "Io andino”, basica- mente, como ya hemos mencionado, con una visi6n indigenista radical que tomé forma en Jos afios vente Una comparacién con Tempestad en los An- des —-el célebre libro de Luis E Valcércel aparecido en 1927— permite ubi- car a Buscando un Inca en la tradici6n del esfuerzo de los intclectuales urba- nos por pensar el pais desde la perspectiva del campesinado mdigena En Tempestad, bajo el impacto de los movimientos indigenas de inicios de los veinte, Valcarcel pretendia desentrafiar los “mitos movilizadores" de larebeldfa andina Como desconfiaba de la utlidad de los métodos conven- cionales de arquedlogos, socidlogos 0 historiadores para comprender el "lento, casi imperceptible” proceso de nacimiento de una nueva conciencia indigena, elaboré una aproximaci6n alternativa basada en la intuici6n (1) La cultura "bajard otra vez de los Andes", concluyé Este planteamiento, sin embargo, provocé obyeciones Se criticé sus am- biguedades y anacronismos ,poesfa, relato, historia, panfleto o ret6nca pu- ra? ,Propomia Valcdrcel un retorno al Tawantinsuyo? ,Por qué el historia- dor acucioso se apartaba del rambo erudito y optaba por "adivinar" el desti- no del mundo andino? Para Valcarcel, el método tenia su justificaci6n en el hecho de que "lo andino" se revelaba como una ebullici6n, como un fermen- to que encerraba las claves de una historia antigua Segun 61, la sierra atra- vesaba por una coyuntura excepcional de aquéllas en que las sociedades re- velan sus contradicciones mternas, en las que se descubre la insuficiencia de los paradigmas interpretativos prevalecientes para captarel pulso acelera- do de los tempos revueltos De ahf su enfoque heterodoxo, bien compren- (1) Estas ideas fueron expuestas por Valcarcel en su correspondencia con Jose Carlos Mania tegu Es conviccion mia —escnbio en septiembre de 1925— que mas poslemos hacer por la adivinacion del Peru precolombino quienes somos capaces de un gran amor por el indio y por las sierras que cuantos se limutan a un infecundo eruditismo 0 a una tnvial busqueda arqueol6gica Mas tarde en juhio de 1926 sostuvo Ln contacto con la raza antuyo lo que en su alma crepuscular va emergiendo, 132 dido por José Carlos Manategui, quien afirm6 que no podia esperarse una “critica obyctiva, un andlisis neutral” de una obra que pictendia traducir cl "fntumo sentido hist6nco" de la conciencia indigena Si ante un mundo andino en ebullici6n Valcércel aposté por la intuicién, en circunstancias andlogas Flores Galindo recurre al andlisis hist6rico Su propuesta explorar la conformacion y el iunerano de la “utopia andina", concepto que —segun su argumentacién— resume una serie de concepcio- nes milenaristas y mesidnicas que han configurado, desde cl siglo XVI, el trasfondo de los movimientos rurales andinos Asi, Buscando un Inca res- ponde al intento de hacer la biograffa de una idea, pero, sobre todo, "de las pasiones y las practicas que 1a han acompafiado " (p 24) Los resultados de su investigaci6n estén expucstos cn nucve capftulos que pueden ser leidos con cierta autonomia En los capitulos J, 1 y If anali- za la conformaci6n de la “utopfa andina" y su papel cn el movimiento tupa- camarista de 1780 Los capitulos IV y V se reficren al siglo XIX, a los in- tentos cniollos de cobyarse bajo el manto de la “utopia andina" para montar un movimiento emancipatono que, finalmente, no lograria resolver la cucs- ti6n de cémo derrotar a los espafioles evitando al mismo tiempo una guerra de castas Los capitulos VI a IX est4n dedicados al presente siglo Encl re- ferente a la década del veinte se explora la posibilidad de que Ja tradici6n ut6pica andina se entroncara con la lucha por cl socialismo en cl Peru El desengafio con unamodemuzacién anicampesina y la nsurreccién senderis- ta son los asuntos examinados en los capitulos VII a IX Il LA UTOPIA EN LOS ANDES Las utopias expresan un cuestionamicnto del presente, revelana posibili- dad de transformarlo, y encierran un planteamiento sobre cl futuro La uto- pfa surgida en los Andes, segtin nos dice Flores Galindo, anuncia que al- giin dfa el tiempo de los mistis Hegaré a su fin y se miciard una nueva edad Su conformaci6n, afirma, se micid con la Conquista, a raiz de la cual se pu- so en marcha el proceso colectivo de reedificar mentalmente el pasado pre- hist6rico como respuesta a los problemas de 1dentidad provocados por di- cha catéstrofe Entonces, la memona y lo imagimanio, categorias mentales andinas y europeas, confluyeron para crear un modelo de sociedad ideal ubicada en el pasado “un reino sin hambre, sin cxplotaci6n y donde los hombres andinos vuelvan a gobernar" (p 49) El trdgico fin de la resistencia de Vilcabamba y la muerte de Tépac Ama- ru I dicron pie al surgimiento del mito de Inkam Pero fue Garcilaso de la Vega quicn, con su idealizada visi6n del impeno incaico, otorg6, a inicios del siglo XVI, partida de nacimiento a la "utopia andma" En ese punto —concluye el autor—, "de practica y anhelo”, la "utopfa andina" pasé a ser “discurso escrito" (p 54) El andlisis del alzamiento hderado por José Gabriel Condorcanqui en 1780 permite examinar la relacion entre "utopia andina" —como aspiraci6n 133 compartida pero también diferenciada de las masas indigenas y de la élite que se reclamaba descendiente de la nobleza incaica— y movimiento so- cial A diferencia de otros autores que han pucsto cnfasis cn las causas eco- ndémuicas 0 politicas que dicron origen a la rebelion tupacamanista, Flores Gahndo subraya cl peso fundamental yugado por los cambios operados en Jacultura y en Ja mentalidad colectiva andina que precedicion al cstallido de 1780 Se refiere basicamente a dos fenémenos a la irrupcion cn la politica colonial de una élite indigena que en su conflicto con la metrépolhi rervindi- caba orgullosamente su condicién étnica (y que habfa encontrado cn la obra de Garcilaso la yustificaci6n 1deolégica de sus pretensiones), y a la existen- cia de un anhclo colectivo por la "vuclta a ese Tahuantinsuyo que la imagi- nac16n popular habfa recreado con los rasgos de una sociedad igualitaria " (p 117) Aldeclararse Inca-Rey, Tipac Amaru habria sellado la alianza de ambas yertuentes Sin embargo, en el transcurso de la rebeli6n surgie- ron divergencias profundas La relativa orgamzacién cstablecida por los li- deres fue desbordada por un movimiento espontanco, sin embargo, el alza- mento en su conjunto dependfa de éste para seguir adelante De al que —escnibe Flores Galindo— la espontanerdad fuese inevitable y hasta nece- sana Con ella vino la generalizacién de la violencia Pero —segtin sefiala cl autor— esta "violencia rebelde" no surgié como una respuesta mecdnica a la opresi6n colonial Por el contrario, para admi- urla posibilidad de la revoluci6n se requerfa, ademés, de un elemento men- tal que permitera que los rebeldes sintieran que sus acciones tentan susten- to y explicacion en una cultura, en una concepcién del mundo propia, en una ideologia y una moral (p 119) La “utopfa andina” ofrecta ese susten- to una particular concepc1én del tiempo, por cyemplo, que sefialaba que en 1780 "terminaba Ja edad de los espafioles y los incas volverian " Matar es- Pafioles se convertfa asi —segun se argumenta— en un acto propiciatono para Ja llegada de esa particular fusién de apocalipsis y pachacuti presente ena “utopfa andina" (p 139) La tensién entre estas dos concepciones dis- tintas de los obyetivos de la lucha—vuelta al pasado, por una parte, y ruptu- ra con Espafia y modernizaci6n del pafs, por otra— terminania paralizando la revolucién y propiciando su derrota La élite idfgena habfa intentado “convertr ala utopia andina en un programa polftico "(p 108) Iniciado el alzamiento, sin embargo, no habfa conseguido contener una espontancidad que actuaba relativamente divorctada del discurso politico claborado por la élite Esta tensin interna serfa un elemento caractenstco de los movimien- tos soctales andinos Pero Ja historia de la utopfa en los Andes —ha advertido cl autor cn los inicios del libro— no es una histona lineal alterna periodos dlgidos donde confluye con grandes movimientos demasas y otros de postergacién y olvi- do, como cl siglo XIX, durante cl periodo cn que se establece una republi- ca que prolongarta la marginaci6n dc los indios propia de la dominacién co- lomal Utilizando cl enfoque del psicoandlisis, Flores Galindo analiza "los suc- 134 fios de Gabnel Aguilar" Examina su busqueda Icbril de un descendiente de Tupac Amaru I para colocarlo ala cabeza de una rebelion antiespafiola y detalla cl entrampamuiento interno de su proyecto El caso de Aguilar cyem- plifica la mpotencia del estrato cnollo luego de que 1a posibilidad de unana- cion diferente con capital en cl Cusco—cuyos gobemantes habrian descen- dido de la anstocracia indfgena y donde "cl indio y su cultura no habrian si- do menospreciados" (p_108}— habfa sido derrotada en 1780 Un largo si- glo, por lo tanto, en el que 1a "utopia andina" no se encontré con la “inter- venci6n mulutudinana" de las masas campesinas, cn cl cual, por un lado, Jos incas fueron invocados "como un pasado del que los militares criollos se imaginaban como continuadores”, y, por otro, la aspiraci6n por la vuelta del inca "termina confinada a los espacios rurales 1dca subterranea y clan- destina, confundida con el folklore de los pucblos 0 con los sordos temo- res de los blancos " (p 210) De ese confinamiento, a través de mecanismos no explicados cn el texto, Ja “utopia andina" emergena a imcos del siglo XX para cxpresarsc como. sustento de un conyunto de rebeliones rurales entre 1919 y 1923, cuyo cen- tro estuvo cn las alturas de Cusco y Puno pero que abarcaron desde Ayacu- cho hasta Cochabamba (p 248) Flores Galindo se pregunta si, en cl mar- co de dichas rebelioncs, Jos indigenas se plantearon la restauraci6n del Ta- wantinsuyo Su respuesta no despeya las dudas por completo "No existen Jas evidencias necesarias —explica— para afirmar que los campesinos Ie- gascn a formular un programa de ese estilo" (p 226) Anota, sin embar- gO, que por cse entonces, "cl mito vivfa en los Andes" (p 269) Mas aun elimdigemsmo, cl aprismo y el socialismo de Manategui —es decar, las co- rrientes que “vertebrarén en lo sucesivo la vida intelectual del pafs"— se- rfan "tnibutarias de la utopia andina " (p 226) Este encucniro significé la posibilidad de que Ja fuerza de los mitos andinos se cntroncara con la poliu- ca, con la lucha revolucionania y cl socialismo, y que 1a historia de 1a “uto- pla andina" entrara cn una ctapa en que se configurarfa un “horizonte ut6- pico" para la revoluci6n cn cl Peru Es mteresante detenerse aqui para cxa- minar ms en detalle este planteamiento, porque cn ¢] reposa Ja validez del argumento de Ja continudad de Ja “utopia andina" El "socialismo de Manategui" habta asimilado las concepciones de 1a “utopia andina" a través de los indigenistas, quienes habrian actuado como. el puente entre cl autor de los 7 ensayos y un mundo que este no conocio di- roctamente Sogiin afirma Flores Galindo, a pesar de que Manategut sabfa que no todos los indigenistas cran souialistas, Crcta que sus plantcamicntos interpretaban “Jas tendencias de 1a realidad " (p 275) {Hasta qué punto —Wos pieguntamos— era correcta la suposicion de Manatcgui? Al respecto, una primera cucsui6n que deberia ser cxaminada es cl grado cn que, por aquel entonces, las percepciones politicas de 1a poblacion rural indfgena se habian occidentalizado Flores Galindo ucnde a privilegiar los testimomios que prucban la persistencia de las conunuidades Segtin se sa- be, a raiz de los movimientos del periodo 1919-1923, muchas veces se dyo que los indios pretendian retornar al Tawantinsuyo Al calor del debate, in- 135 digenistas como Valc4rcel llegaron a plantear Ja posibilidad de restablecer instituciones incaicas_ Sin embargo, una vez que las confrontacioncs fuc- Ton amamando y la situaci6n rural se estabilizo, fue quedando claro que Jas reivindicaciones campesinas estaban expresdndose en un lenguaje cada vez més politico (en tanto opuesto a utdpico), y que la mercantihzaci6n dela so- ciedad rural y la expansién estatal que se registraban implicaban expericn- c1as polfticas nuevas que tban transformando Ia conciencia indigena A fines de la década del veinte, por eyemplo, los indios de 1a provincia cusquefia de Espinar protestaron en los siguientes términos por la clecci6n de un conocido gamonal a ta diputacion regional "Un sefior de esta indole, yamds puede representarnos (_) porque seria un contrasentido que un enemigo tradicional de los indigenas y repudiado por la totalidad de los habitantes de estas provincias ¢s- pecialmente de los indfgenas que en la mayoria sabcmos escnbir, leer y furmar, desde luego crudadanos comprendidos cn nuestra Carta Fundamental, sea nuestro representante " (2) «Mera manipulacién de los indios para resolver problemas de mistis, 0 prueba de la emergencia de una noci6n de ciudadanfa en Ja sociedad rural? Testimonios complementanios permiten pensar que cl memonal citado ex- presaba una tendencia que abarcaba al menos al estrato més alto de la socie- dad campesina En Espinar, como en buena parte del sur andino, se habian vivido afios de agudos conflictos sociales Con laexpansién estatal impulsa- da por el gobierno legunsta (1919-1930), el 1mpacto en el campo de las cuestiones politicas nacionales se habfa ido acrecentando, con lo cual lama- nera de percibir dichos acontecimientos fue también alteréndose Como lo ha sefialado Nelson Mannque en su estudio sobre 1a sierra central cn los afios de la Guerra del Pacifico, en épocas en que se produce una “brusca aceleraci6n del "tempo histérico” rural, la conciencia indfgena pucde expen- mentar rdpidos cambios (3) Algo semeyante habrfa ocurndo en el sur algu- nas décadas después, cuando, como parte de los cambios que se vivieron con la mercantilizaci6n suscitada por el auge de la exportaci6n lanera y la polftrca ndigenistade Legufa, las tradiciones ut6picas fueron rdpidamentee- rosionadas Asf, de su estudio sobre los alzamientos rurales de los afios veinte, Manuel Burga concluye que en ese peniodo las tradiciones dela “uto- pia andina” habfan egado a "las fronteras de su extstencia " (4) (2) De Jos indigenas de la provincia de Espinar represcntados por nuestros delegados cuyos nombramientos han sido expedidos por el Patronato Departamental de la Raza Indigena en conformidad con las dispostciones ultimas del Supremo Gobiemo al Prefecto del De partamento 08.08 1929 Archivo del Mimisteno del Intenor @) Mannque Nelson Tas guerrillas indigenas en la Guerra con Chile Centro de Investigacion y Capacitacion, Lima 1981 p 379 (4) Burga Manuel Los profetas de la rebelion 1920 1923 (Imaginacion y realidad en una sublevacion andina) en Estados y Nacimes en los Andes IP Deler / V Sant Geours Lima IEP EA 1986 pp 467 517 136 Una segunda cuesti6n a explorar es el grado en el que la aproximacién misma de los indigenistas al problema del campo era capaz de refleyar "las tendencias de la realidad" rural Para tal fin es preciso tener en cuenta la idcologfa que moldcaba su percepci6n delamisma Valcércel, poreyemplo, rechazaba explicitamente las interpretaciones de "{ndole econémica" —es- pecificamente del matenialismo hist6nco— y optabaporlas cornentes “espi- mitualistas" Afirmaba, ademds, querer "revivir lo extinto” para "“compren- der nucstros propios hechos, borrados por la amnesia colectiva " (5) No era cxtrafio, pucs, que en su observaci6n del presente sobrevalorara los ele- mentos milcnanistas y mest4nicos y desdefiara los que evidenciaban el pro- gresivo acercamiento de los campesinos a la politica En el propio Cusco de los afios veinte hubo quienes cuestionaron la vi- si6n indigenista desde una posici6n proindfgena, sefialando que se trataba de "pura literatura" Asf, las ideas de Valcdrcel encontraron enconada oposi- cin entre los j6venes activistas que mds tarde fundarfan la célula comunis- ta cusquefia Inclusive, debido a su amistad con Valcérccl, estos ulumos vieron a Maridtegui con gran desconfianza (6) Al extremo que, en 1929, en lugar de vincularse con el Partido Soctalista fundado en Lima por el Amauta, decidieran buscar su afiliaci6n directa con la Intemacional Comu- nista a través de su sede en Buenos Aires (7) Pero estos desacuerdos no se agotaban en la reténica Frente al asistencialismo del grupo indigcmsta "Resurgimiento" fundado en el Cusco por Valcarcel y Unel Garcia, entre otros, los comunistas locales asumicron la defensa de las reivindicaciones inmediatas de la poblacién rural, desarrollando un camino que desemboca- na en la expansion del sindicalismo agranio de mediados de siglo Ademis, si bien Maridtegut asimilé elementos de Ja visi6n indigenista, subray6 la necesidad de que la "reivindicaci6n indigena" se convirtiese en “rervindicaci6n econdmica y politica." Guiados por esta perspectiva, en las décadas siguientes (particularmente después de 1950), sus seguidores im- (S) Valearcel Luis E Curso de Histona Nacional” Versién de los alumnos Ladislao Casa pino Rafael Lechuga y J Anchorena H Cusco 1926 © En el prologo a Tempestad en los Andes Manategui hizo esfuerzos por subrayar el sentido tevolucionano de la vision de Valcarcel Ast, una frase plena de Jinsmo como. la diciadura mndigena busca su Lenin se trocaba en ej prologo en el proletanado indigena espera su Lenin’ De la misma Marutegut info que Valcércel hablaba el Ienguaje de un marxista En el Cusco los jovenes detractores de Valearcel no estaban igualmente persuadidos de su compromiso revolucionano Con el correr de los aiios el celebre prologo mariateguiano a Tempestad sona tomado como el testimomo por excelencia del encuentro entre mdigemismo y marxismo Desde esa perspectiva la trayectona de los plantearmentos indigemstas de Valcarcel seria vista como una desercion del camino revolucionano Sin embargo una lectura cuidadosa de Tempesiad revelana que ahi estaban las bases del rumbo tomado por dichos planteamientos cl papel concedido a Ia escuela en Ja reivindscacion del indio por eyemplo 0 la posibilidad de una toma de conciencia de Jos hacendados con respecto a sus maldades contra el indio © esa particular simpatia por el asistencialismo de los advenuistas norteamencanos por aquellos que como el predicador Miller —en el relato La nueva amistad —, oftece al indio Condon su santa amistad tan esperada cinco siglos Valcarcel, Luis E Tempestad en los Andes, Lima Editonal Minerva 1927 p 88 @ Vease al respecto Gutierrez Juho C Ast nacié ef Cuzco rojo Contribucion a su Justo poliuca 1924 1934 Lima 1986 pp 66 y ss 137 pulsaron la formaci6n de organizaciones campesinas en diversos puntos de Ja sierra del pafs En ese proceso el contenido utépico de la visi6n mariate- guiana fue quedando confinado a la retérica, mientras el sindicalismo agra- M10 se constituia en expresi6n del encuentro de los militantes socialistas con los campesinos En el capftulo VII, Flores Galindo intenta demostrar cémo se prolonga Ja conunnuidad de la “utopfa andina" en el contexto de la modernizaci6n que el Peri vive desde mediados del presente siglo Para ello se apoya en la obra de José Marfa Arguedas, en la que encuentra una visi6n de la vida an- dina que contrapone a aquéllas que privilegian el gradual predomimio de los elementos capitalistas Segtin Flores Galindo, a través de Arguedas pode- mos conocer una perspectiva del pafs "desde el interior del mundo andi- no" (p 292) Visién que se funda en la creencia de que la sierra peruana en su conjunto segufa siendo una sociedad rfgida, “donde se nace indio 0 musti" (p 297) y que, en un mundo asf definido, podfa alrmentarse la espe- ranza de que algiin dfa un inmenso incendio arrase con un orden tan injusto como brutal Que los indios deyen de estar abajo, mas que explota- dos, se trata de hombres humullados cotidianamente La unica for- ma de que este mundo se invierta es convertir el odio cn una pa- si6ncolectiva Transferir el miedo Sélo de esta manera serfa posi- ble romper con esa ‘dominaci6n total’ sobre los cuerpos y las al- mas, que los mistis eyercen " (p 295) Para subrayar los alcances —y también la incomprensi6n que suscit6— de este punto de vista, Flores Galindo retoma el debate de Arguedas con quienes en 1965 discutieron Todas las sangres como Si se tratara de un “tra- tado sociolégico " (p 300) Flores Galindo sostiene que la incapacidad de esos eventuales criticos para advertir"1as resonancias milenaristas" conteni- das en la novela demostrarfa que los conceptos y categorfas "preservaba a los socidlogos de la reahdad" (p 301) Asf como a Valcércel en su mo- mento, a Flores Galindo le preocupa descubnir detrds de las apaniencias de “occidentalizaci6n" Ja fuerza de las continuidades andinas Desde esta pers- pectiva, las movilizaciones campesinas de los afios sesenta y setenta son en- tendidas no sélo como factores de democratizaci6n del campo y modermza- ci6n politica, sino como la reaparicién de “la posibilidad de una revoluci6n. como inversi6n del mundo " Mas atin los testimonios de una pretendida “occidentalizacin" de las practicas sociales campesinas son valorados en su ambiguedad Asf, el afan de los campesinos de sujetar sus demandas a los marcos juridicos tenfa como contenido esencial el hecho que, "a través de los litigios. los campesinos fuesen recuperando Ja historia y adquiriendo una identidad a través de la memona" (p 303) Las luchas rervindicativas de los campesinos se inscribfan, pues, en una secular continuidad termina- ban expresando, mds all4 de su apariencia, la vigencia de la "utopfa andi- 138 na" Sin embargo, los datos que en el libro se nos presentan para tener una idea mds precisa acerca del peso de los elementos étnicos en la sociedad ru- ral de los sesenta son escasos, y, cuando existen, aparecen sobrevalorados porel autor Eyemplo de esto ultimo es el comentanio siguiente sobre Hugo Blanco, a quien "algunos campesinos de La Convencién habfan comenzado a identificarlo con la imagen del inca Aunque esto no fue més all4, representé un primer encuentro entre la cultura andina y el marais- mo" (p 304) Frente a observaciones como la citada, se concede una importancia se- cundaria al entramado organizativo (partidos, asesores laborales, apoyo es- tudiantl), que aporté al movimiento un mprescindible apoyo urbano ,No sefialan acaso esos desarrollos organizativos un avance dela "occidentaliza- ci6n" de la conciencia polftica campesina y una erosi6n de sus fundamentos: muilenanstas y mesinicos? Flores Galindo, sin embargo, opta por desarro- Marla vigencia de la conunuidad, y es ala luz de la misma que se reinterpre- tan las experiencias polftucas e ideoldgicas en curso Asf, cl citeno para en- Juictar los avances o Ifmites de los movimientos rurales es el de si fueron 0 no capaces de entroncar la labor organizativa con la "fuerza del mito", con Ja aspiraci6n de una inversi6n del orden Por ello, encontramos apreciacio- nes tales como que, en 1964, con la unica excepcién de "(Hugo) Blanco y algunos otros”, escasearon en el sur andino, personajes como Lino Quinta- nila o Julio César Mezzich, "dispuestos a llevar hasta el final la marcha al pueblo que otros jévenes de su generaci6n proclamaban " (p 317) Fuera de que en 1964 Blanco ya habfa sido capturado, se trata de una extrapola- c16n que no considera los importantes cambios ocurndos en el pafs entre 1964 y 1974 —incluida una de las mas radicales reformas agrarias latinoa- mericanas— nu los enfoques 1deoldgicos en juego vEn qué medida los elementos milenaristas estaban presentes en la con- ciencia de los campesinos que en los afios sesenta se movilizaron por la tie- tra? Al respecto, en 1965, Anfbal Quijano afirmé "Yo estoy trabajando en este momento sobre el liderazgo del movi- muento campesino, y he recorndo durante el afio pasado algunas zonas mds afectadas por el movimiento campesino Yo no he en- contrado sino un Lider indio dentro de todos los sindicatos campesi- nos que yo he conocido De manera que no existe liderazgo indio en cl movimiento campesino de este momento Aparece sélo por excepcién y s6lo de manera totalmente aislada y el Ifder indio est4 ya, él mismo, en proceso de cholificaci6n " (8) (8) Arguedas Jose Marta y otros He vivid en vano? Mesa redonda sobre ‘Todas las sangres 23 de jumo de 1965 Instituto de Estudios Peruanos Lima 1985, p 60 139 Sin embargo, reiteramos, no se trata de contraponer unos hechos con otros Flores Galindo no desconoce estos hechos, pero los valora de una manera particular Es decir el problema son los enfoques que sc contrapo- nen Para Flores Galindo, el propésito fundamental es acceder a un nivel de la conciencia campesina que no puede encontrarse en las fuentes docu- mentales ¢ inclusive orales, en las que han vendo basdndosc los estudios de los movimientos campesinos con que contamos As1, para comprender Ja lucha por la tierra en Andahuaylas (1974), el autor sugicre "— olvidarnos de los volantes, de los documentos firmados cutre la dingencia y las autoridades politicas, incluso del tesumomo de los protagomistas y escuchar los huainos que sc compusicron y can- taron durante esos dfas _ salpicados de violencia y célera, querien- do poner fin a Ja servidumbre y la dependencia personal " (pp 317-318) Ill UNA EXPLICACION HISTORICA DE LA VIOLENCIA ACTUAL Del recorndo hist6nico realizado en Buscando un Inca surge un modclo iterpretauvo de los movimientos sociales andinos Este modelo debe que- dar explicito si queremos comprender mejor el andlisis del presente que cl lubro conticne En ese modelo el énfasis principal est4 puesto en los cam- bios que ticnen lugar en la mentalidad y la cultura Si los factores socio-eco- némicos y politicos explican la consolidaci6n de una élite indigena como la de fines del siglo XVIII, por ejemplo, 1a posibilidad de desatar un movi- mucnto depende fundamentalmente de la capacidad de sus dingentes para establecer un idioma comin que los unifique con la masa movilizable En ese sentido, las tradiciones de la "utopfa andina” han constituido un arsenal ideolégico indispensable La quiebra del orden que la rebeli6n implica permite que "concepciones postergadas y reprmidas puedan emerger "(p 141) Las demandas especi- ficas y las tradiciones (“utopfa andina") se retroalimentan, otorgando a los movimientos gran explosividad Las acctones rebeldes se insertan en una continuidad histérica el proceso de formacién de una identidad colectiva Pero Ja referencia comin que proporciona la "utopfa andina" no es ayena alas diferencias sociales en el seno del movimiento La "utopfa andina” es un anhelo difuso y larvario en Ja mente de 1a masa indfgena, y se mamifesta- r4como espontaneidad Pero la “utopfa andina” estd presente también en la mentalidad de la élite, la que intentard convertirla en programa polftico Ha- cerconfluirutopfa y polftica implica canalizarla espontanerdad hacia obyett- vos politicos Histéricamente, el fracaso de tal empefio frustré la construc- ci6n de una identidad comin, impoméndose 1a fragmentacién de la socie- dad andina Asf, en 1780 como en 1920, un elemento fundamental en la de- rrota de los movimientos rurales fue la mampulacién por los explotadores de unos indios contra otros Desde Mandtegui, la “utopfa andina" habriaen- 140

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