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COLECCION
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LECTURAS RECREATIVAS
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por
EL P. LUIS CO LO M A
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1884
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LECTURAS RECREATIVAS
COLECCION
DE
LECTURAS RECREATIVAS
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por
EL P. LUIS COLOMA
DB LA C6U PASU OB JESVS
1884
ADMIHISTR ACION
BI L BAO
BiLftió: jM*. — Tlp. de A. Emper&fle, Cruz, s.
Á L O S SE Ñ O R E S S U SC R IT O R E S
D IL
M EN SA JERO D E L CO R A ZO N D E JE SU S.
L u is C o l o m a , S. J.
F AN TASM AS V E R D A D E R O S
Q u i póte&t e a p e r « . c a p ía t. ■
El que pueda comprender. comprenda.
( S a n M a tto , C4¿ . 1 9 » v. n . J
II
IV
II
III
IV
II
III
II
III
IV
III
II
III
I II
IV
( e p is o d io d e 1812.)
III
L a buena de mi suegra
Me dió unas medias...
C ada vez que reñimos
M e quedo en piernas.
(EJEMPLO.)
M i n f c con c o m p a s ió n ...
I N o # *d eje s , o a d r e m ía .
Y EL CUARTO AYUNAR.
II
III
A . M. D . G .
ÍN DICE.
PÍGUU3.
LECTURAS RECREATIVAS
P U B L IC A D A S
EN E L
MV
mZd F. L U I S O O X-I O &£
DF L A COMVAflÍA D E JKSLS
1 8 8 5
C O K LICSNCtA D E L A A U TO R ID A D E C L E S IÁ S T IC A
ADM INISTRACION
D EL MENSAJERO DEL C OR AZ O N D K J K S U S
P LAZt'fcLA D Í S a K T IA G O . '
BILBAO
ADVERTENCIA PRELIMINAR
II
IV
II
III
Republicana es la luna,
Republicano es el sol,
Republicana es mi jemdra,
Republicano soy yo.
IV
CUENTO
II
« MY V 0 N IT OS* ( l ’i
I
Sembrad en lo* ninas Ja idea, Aunque
no la entiendan loa afin-i se ertcar^arin
de ¿«¿cifrarla en su entendimiento, y
hacerla florecer «11
tu caratoc,
j) A u tentico.
— ¿Pues no lo acaba V. de ver, alma de miércoles?
— Compadre, es menester que me venda V. ese
gorro.
— Ni que V . lo piense, compadre.
— Mire V., que le doy dos onzas por él.
— Ni que me diera V . cuatro.
— Compadre, ¿sirven dos mil reales?
— Si quiere V . gorro, ha de darme cuatro mil.
— Compadre, eso es muy caro.
— Pues de ahí no bajo un ochavo.
— Venga V . por ellos, compadre.
Y los dos se fueron á casa de señó Juan Botija,
que entregó á Juanete los cuatro mil reales, y se que
dó con su gorro colorado, creyendo que ya con él te
nia al R ey cogido por un bigote.
Dejemos á Juanete, que reventando de risa, fué á
buscar á su mujer, y entre los dos hicieron un hoyo
al pié de una higuera, donde enterraron los cuatro mil
reales, y vamos á señó Juan Botija, que con su gorro
colorado encasquetado, y puesto encima el sombrero
para no llamar la atención, se fué para la confitería,
dispuesto á darse de rosita una at raqui na de marca
mayor. Lo de merengues, lo de peras de dulce, lo de
mazapanes y lo de almendrados que aquel buen hom
bre se metió en el cuerpo, no es para contado, sino
para visto. A sí que ya se lo tocaba con e! dedo, le
hizo un guiño á !a confitera, se quitó el sombrero
para dejar asomar el gorro colorado, y volvió la es
palda. La confitera se echó á reir de aquellos telégra
fos que no entendía, y dejó que se fuera con Dios;
porque como era hombre de dineros, en otra ocasion
podria cobrarle.
— Malíllo fué el negocio que hice yo comprando
mi gorrito, decia señó Juan Botija, guardándolo bajo
siete llaves, despues de cepillarlo por mor de la poli
lla. ¡Ahí es nada el capital que se me entra por las
puertas! Pues ¿dónde me deja V . ese tonto de Juane
te, que por tristes cuatro mil reales me ha vendido
esta mina de oro?
Y todos los dias diarios iba á la confitería, se po
nía reventando, echaba al aire el gorro colorado, y
se iba sin pagar un cuarto. Pues, señor, que una no
che en que señó Juan Botija se comia una batata que
no le cabía en la boca, le dijo la confitera:
— Conque, don Juan, ¿cuándo paga V . esa cuente-
cilla?..
Don Juan se quedó con la batata en la mano y la
boca abierta, y por toda respuesta se quitó el som
brero, echando al aire el gorro cobrado.
— No se asuste V ., replicó la confitera; que no es
puñalada de picaro.
— Pero, se flora, ¿no ve V . el gorro que tengo
puesto?
— Y a lo veo, que no soy ciega.
— Pues es que el que traiga puesto este gorro, no
tiene que pagar nada, ni aquí ni en ninguna parte.
— Está V. loco, señor.. ¿De dónde ha sacada us
ted eso?
— D e cuatro mil reales que m e ha co stad o el tal
go rrito .
— Con lo que y o no tengo nada que ver.
— ¿Sí?... pues espere V. ahí sentada á que venga
yo á pagarle los dulces.
— ¡Lo veremosl... |Pues no faltaba más, sino que
estuviese aquí una pobre ganándose la vida, para que
vinieran á robarla los señores de levita!
— ¡Señora, señora, no me falte V!... los dulces que
yo cómo están ya pagados!
— ¡Mentira, mentira!
— ¡Señora!
— ¡Sí, señor, mentira, mentira podrida; y ha de
ir V . á la cárcel por ladrón, ó pierdo yo el nombre
que tengo!
Señó Juan Botija pierde los estribos, echa mano á
una batea de merengues, y se !os estampa en la ca
beza á la confitera: ésta chilla, se alborota el barrio,
acuden los municipales, hac«n que señó Juan Botija
afloje los cordones de la bolsa, y me lo llevan á su
casa para encerrarlo por loco.
Que, si como fué rico, hubiera sido pobre, duerme
en la cárcel aquella noche.
III
LK C -riifU S RRCREATIVAS.
RANOQUE
RANOQUE
III
IV
II
(t) E i h tch o qué vam os ¿ narrar, es rigu rosam ente hU iúrico. CaH an o& vQ r
pru&r.^íft noetbres y fe c h a s , y ad ve n im o s al lecto r que e) su ceio no tuvo lu g a r
«n E»p*r<&.
Era el 3 de diciembre, fiesta de san Francisco J;ivier,
apóstol de las Indias, y patrón de los misioneros de la
Compañía, y el Hermano Domingo habia decidido
■contribuirá la fiesta, presentando en la humilde mesa
•de la Comunidad un plato de su inventiva. Porque era
el Hermano Domingo una especialidad en su géne
ro: genio atrevido y algún tanto nebuloso, verdadero
-Goethe de Jos cocineros, despreciaba los clásicos pre
ceptos de Apicio en su libro de re culinaria, para des
peñarse en ua océano de salsas románticas, con que
pretendía hacer pasar las patatas por faisanes, y las
judías por pechugas de pollo; salsas capaces de resis
tir á todo análisis químico, que debieron de inspirar
á Veuillot, huésped por tres diasen tina casa de jesuí
tas, aquella dolorida frase;— O Jésuites’. ctant a • que
ttous etcs,que ria¿’ez-i>ousde malUnrs citisiukrsr... (1).
La pobreza cortaba las alas al genio culinario del
Hermano Domingo, y por eso se habia fijado tan sólo
en unos modestos pimientos rellenos: compró, pues,,
en .el mercado como extraordinario cuatro de éstos,
dignos por su tamaño, color y figura de servir de
gomo frigio al mismo Washington en persona, y tornó
de aaevo el camimo de su casa, absorto en combinar
los ingredientes del relleno, con esa pureza de inten
ción, oon esa santa sencillez propia del alma justa y
verdaderamente espiritual, que gana tanto cielo al
pie de w » hornilla como en lo aíto de un pulpito. En
contróse en la puerta coa una vieja de malísima cata-
III
(Por el reverso.)
S¿t L ux, el L u x Fttit.
Nos Josué gr.-. 33/. Gr.1. Maestro de la Muy R.\
Gr.\ Logia Simb.- de* para*
Certificamos: Que el diploma de la vuelta, ha sido
legal y legítimamente otorgado á nuestro muy q. h. *
y que las firmas que lo autorizan son las que usan y
acostumbran el V en.1. Mtro.\ Dign.\ y Ofic.-. de la
R.\ Logia'’’ de nuestra dependencia.
Or.-. de* el dia 15 del mes de* A: L: 58* y del Se
ñor 18*
E lM .-.R .-.G r.-. .Mtro.-.
G.-. TV. J. Josué Gr: 33.
El Gr.-. Secr.-. Gda.'. Sellos.
Américo 2.« Gr. 14. .
LOS MUERTOS
¡ PAZ A L OS M U E R T O S !
(T R A D I C I O N )
I
Orad por les difuntos; que no es Isv
iriUencordisi de Dioa más du*a que la*
«rtraltaa de lactqrfa...
II
II
IV
FIN