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Antonio, con los ojos cerrados y la manito abrazando fuerte a su mamá, disfruta de
tomar la teta. Mientras, ella lo sostiene con una mano y con la otra saca una foto
para compartir ese momento tan intenso y especial con su familia, amigos y
seguidores. “Así es la vida” escribió María Julia en su cuenta de Twitter para
acompañar la imagen. Y sí, así es la vida durante los primeros meses: una se la
pasa dando la teta, durmiendo poco, entregada a esa criatura que está de estreno
en el mundo, desbordando sentimientos y leche por todas partes. Pero parece que
a la red social la vida le resulta incómoda: al rato de haber subido la foto, Twitter la
censuró. Dijo que la publicación “Podía herir la sensibilidad de algunas personas”.
Según la OMS, la lactancia materna aporta todos los nutrientes y anticuerpos que
el bebé necesita, reduce la mortalidad infantil, es fácil de digerir y previene de
alergias, además de ser una forma de dar amor y contención. Y tiene beneficios
para la madre: retrasa el regreso de la menstruación, ayuda a recuperar el peso
previo al embarazo, reduce las posibilidades de contraer cáncer de mama y de
ovario. Sin embargo, a pesar de todo esto, menos de la mitad de los bebés toman
la teta. El mercado está lleno de leches de fórmula y de mamaderas de todas
formas y colores que se encargan de suplantar a la bendita lactancia materna.
Nadie critica a una mujer que le da la mamadera a su hijo en un bar, pero cuidado
si alguna se atreve a dejar que el pezón se asome. “El cuerpo incomoda y por eso
también es que hay tantos bebés y niños mal maternados: con poco contacto
físico”, dice Paola.
“Molesta la teta que asoma bajo la blusa y cae, como caen los duraznos en
febrero, sobre los labios diminutos de la cría hambrienta. Molesta la cría que
acaricia la teta mientras posa los ojos nuevos en el rostro piadoso de la hembra
que amamanta en el parque, en el colectivo, en el cantero. Molesta el pezón,
redondo y rosado, arrugado, rebosante de leche, besado y mordido. Incomoda la
teta cuando es fruta y no morbo, cuando el acto es íntimo a pesar de ser público y
ningún otro que no sea hembra o cría comprende. La teta apropiada es la teta que
vende lencería, celulares, autos, pero nunca la que da de comer. Qué sabe la cría
de momentos adecuados para llorar de hambre. Qué sabe la cría del furioso
marketing que condenó a la teta a ser pública para vender, pero nunca para
amar” Escribió el chaqueño Juan Solá.