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SARA MOLPECERES ARNAIZ MITO PERSUASIVO Y MITO LITERARIO Bases para un analisis retérico-mitico del discurso UNAM ‘BIBLIOTECA CENTRAL eS Se Wo ead permidida la repzoduccidn total o parcial de este fibro, ni su tratamiento informético, ni la transmisién de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrSnico, mecinico, por Fecocopia, por registro u otros métodos, ni su préstamo, alquiler © ecualguier otra forma de cxsidn de uso del ejemplar, sin el ppermiso previo y por escrito de los tieulares del Copyright. © SARA MOLPECERES ARNAIZ, VALLADOLID, 2014 EDICIONES UNIVERSIDAD DE VALLADOLID Motivo de cubierta; Fotografia de la autora Disefio de cubierta: Ediciones Universidad de Valladolid ISBN: 978-84-8448-795-1 Dep. Legal: VA-447-2014 Preimpresién: Ediciones Universidad de Valladolid Imprime: Imprenta Manolete, $.L. ~ Valladolid 4, LA NATURALEZA RETORICA DEL DISCURSO: IDEOLOGIA, MARCO Y LENGUAJE METAFORICO 0 habria tenido ningiin sentido la explicitacién de las caracteristicas definitorias del mito que, desde nuestra perspectiva, van a permitirnos en esce trabajo poner de manifiesto Ia presencia de aspectos miticos en cualquier cipo discursive actual, sin tna reflexién paralela sobre la naturaleza del discurso y Ja comunicacién verbal en los discursos en los que esos mitos se insertan, discursos comunicativos propios de la época {que nos ha tocado vivir, Para dar cuenta de la relacién entre el discurso paiblico actual (entendiendo dis- curso como una organizacién comunicativo-retérica de fines persuasivos) y cl mito, de los aspectos coincidentes entre ambos, vamos a tratar una serie de conceptos utilizados en el apartado anterior para caracterizar el mito y que también son aplicables al tema que nos ocupa aqui, lo que efectivamente pone de manifiesta las similitudes entre am- bos: vamos a definir el discurso actual en sus relaciones con la ideologia, con el lenguaje figural y con la Revérica. Recordamos, de nuevo, que nuestro concepto de ideologia no es negativo, sino que estamos con Teun A. van Dijk al considerar que la ideologia estaria formada por “sistemas politicos o sociales de ideas, valores © preceptos de grupos u otras colectivida- des tienen la funcién de organizar o legitimar las acciones del grupo”, Pero es més, estos sistemas de ideas estarian relacionados con la prictica discursi- vai", pues ésta aparece en todos los niveles del discurso®, sobre rodo si tenemos en cuenta que construir un discurso sobre unos hechos determinados es un acto interpre- tativo y, por fo tanto, ideolégico"®. Todo discurso seria ideolégico, puesto que somos 47 Teun A. van DIJK, Jdeologta. Una aproximacién mudtidisciplinaria, cit. pig. 16, “8 CE ibidem, 409 CE David PUJANTE, Manual de retirica, cit., pag, 367. 10 £ David PUJANTE, “El discarso politico como discurso retérico. Tomis ALBALADEJO, Francisco CHICO RIC oviafCrhica, 5, pig. 316. ado de la cuestién”, ent y Emilio del RIO SANZ. (eds}, Retirica Hay. Te 72 Mito persuasivo y mito liceratio | Sara Molpeceres Arndiz seres sociales y todo pensamiento cotidiano surge a partir de ese sistema ideoldgico que nos da las pautas para actuar en el mundo*®. Pero no sélo la ideologia influye de manera decisiva en el discurso, sino que tamn- bién el discurso tiene un lugar preponderante dentro de una construccién ideol6gica, ya que, como apunta Van Dijk, las ideologias “form the basis of the social representations and practices of group members, including their discourse, which at the same time serves as the means of ideological production, reproduction and challenge”*, Es decir, las ideologias nacen, cambian y se transmiten por medio de discursos, discursos retéricos que tienen una base figural, Esto es, existe una “relacién entre esas construcciones retdrico-discursivas y los modelos subyacentes y las creencias de quien fas lleva a cabo”*”, y ya se ha comentado aqui el vinculo enete las figuras retdricas que ucilizamos y nuestra concepcién del mundo. Por Jo tanto, no es de extrafiar que esa relacién entre nuestra ideologia y nuestro discutso se manifieste especialmente a nivel elocutivo*, ya que “the semantic operations of rhetoric, such as hyperbole, under- statement, irony and metaphor, among others, have a closer relation to underlying models and social beliefi”*, Por medio de las figuras que utilizamos en un discurso se descubre nuestta concepeidn ideoldgicas pero también pueden sernos titiles a la hora de transformar la concepcién ideolégica del receptor, a la hora de persuadicle, pues, “specific ‘thetorical’ structures of discourse, such as surface strucmure repetition (thyme, alliterations) or semantic ‘figures’ such as metaphors, may be a function of ideological control”, De hecho, apunta Jonathan Charteris-Black, la ideologfa, la metéfora y, ademés, el mito comparten funcién persuasiva y una enorme capacidad de comprometer al receptor tanto a nivel emocional como cognitive". De las relaciones entre lenguaje ¢ ideologia han dado cuenta de manera amplia y cexhaustiva diversos autores que habria que telacionar con el Anilisis Critico del Diseur- 47° Cf Jonathan CHARTERIS-BLACK, Politicians and Rhetoric. The Persuasive Power of Metaphor, cit., pag. 21, “2° Teun A. van DIJK, “Discourse, Ideology and Context”, en: David PUJANTE (coord.), Cami- nos de la semidtica en la stltima década del siglo XX, Valladolid, Universidad de Valladolid y Centro Buendia, 2004, pag. 48. *3 David PUJANTE, “El discurso politico como discurso retérico. Estado de la cuesti 4 CE ibidem, pig, 325. 8 Teun A. van DIK, “Discourse Analysis s Ideology Analysis”, en: Christina SCHAFENER & Anica L. WENDEN (eds), Language and Peace, Londres!Nueva Yorks, Routledgc, 2004, pig. 29 41 Tbidem. “7 CE Jonathan CHARTERIS-BLACK, Politicians and Rhetoric. The Persuasive Power of Metaphor, cit., pig. 13. cit, pig. 323. La naturaleza retdtica del discurso: ideologia, marco y lenguaje metaférico 3 80 {ACD)*", como el ya mencionado Van Dijk. En este sentido, este autor apunta que serfan precisamente las figuras que utilizamos las que desvelan nuestra ideologta, fo que coplicarla que “different groups, cultures or countries may use different metaphors to denote ‘the same thing”; es decir, que puesto que cada grupo tiene una cosmovision ideolégica distinta, al interprerar un mismo hecho segtin sus pardmetros el resultado lingitistico ha de ser, necesariamente, distinto. Nuestro discurso esté relacionado con la ideologia y, a partir del discurso concreto, de sus figuras y clecciones lexicales, podemos deducir la ideologfa que esti detrés. Pero queremos sefialar y recordar que no nace primero el pensamiento de tipo ideolégico y después éste se manifiesta o configura en [os elementos metafdricos, simbélicos o miti- cos de un texto. Esto mantendria la cisiea distincién entre un pensamiento sin figuras yun decorativo lenguaje fgurado, que consideramos inviable en la préctica. Muy al conttario, hay metéforas porque primero pensamos metaféricamente, hay mitos porque ptimero pensamos de manera mitica. Y esto es evidente en ef discurso ideoldgico si tenemos en consideracién que éste surge de lo que se [lama ‘sentido comtn’, es decir, de un marco ideolégico que permite descubrir ¢ interpretar la realidad en un momento previo a cualquier manifestacién discussiva o creacién mitoldgica. Como decimos, la ideologfa no deja de ser un tipo de “conocimiento directo, in- mediato, irreflexivo, no teédtico y no cientifico, pero basado en la observacién o en las experiencias diarias”, es decir, la ideologia tendrfa como fuente el sentido comtn, esos saberes bisicos que fundamentan una cultura! y que se presuponen comunes a Jos miembros de todos los grupos de una sociedad‘, El sentido comin se relaciona con el concepto de ‘marco’ (fame), desarrollado por George Lakoff, Este autor defi- 8 Precisamente esta cortienre estudia cémo operan fas idzologias a nivel lingiiistico y, sobre todo, las relaciones entre lenguaje y poder. Ademds de Teun A. van Dijk, ottos autores representativos del ACD son Ruth Wodak, Nozman Fairclough, Ron Scollon, Gunther Kress o Theo van Leeuwen; eada uno, ademés, con un enfoque distinto: semiético-social el de Kress y van Leeuwen, socio-cognitivo el de van Dijk socio- hist6rico de Wodak, etc. (para una introduccién general sobre el ACD, cf. Ruth WODAK, “De qué trata el anilisis critica del discerso (ACD). Resumen de su historia, sus conceptos fundamentales y sus desarralios”, en: Ruch WODAK y Michael MEYER (comp.), Métodos de andlisisertico del discurso, Barcelona, Gedisa, 2003, pags. 18 yss.). “9 Teun A. van DUK, “Discourse Analysis as Ideology Analysis”, cit., pig. 30. Teun A. van DIK, Mdeologia. Una aproximacion multiiscplinaria, cit, pig. 31. “1 Cf. Teun A. van DIK, “Discourse, ideology and context”, cit., pag. 51. “CF ibidem, pig, 92. 8 Aunque no sélo por , Fl mismo Lakoff sefala que autores anteriores a dl rarabign han prestado aten- ién al concepto de marco, como el Lingttiser Charles J. Fillmore, que estudié amo los marcos cotidianos fancionan en los procesos judiciaies el socilogo Erving Goffinan, que analizé diversas insticuciones y uses sociales, descubriendo que estaban conformadas por marcos que determinan cl comportamniento o el lenguaje adeczado 0 inadecuado en dichos concestos (cf, George LAKOEE, Puntos de refexién. Manual del progresct, 420 74 Mito persuasivo y mito titerario | Sara Molpeceres Arndiz ne los marcos como una serie de escructuras mentales que son nuestro ‘inconsciente cognitive’, ya que conforman nuestra vision del mundo y dan forma a nuestro pensa- miento, acciones y juicios sobre las cosas", Los marcos y otras estructuras conceptuales esvin profunda ¢ inconscientemente incrustados en nuestro cerebro, en nuestra sinapsis cerebral, y se presentan fisicamente bajo la forma de circuitos neuronales**. Todo aquello que vamos aprendiendo se nos dice se va poniendo en relacién con nuestros marcos, ésa es nuestra manera de dar sen- tido a la informacién que recibimos, haciendo encajar la nueva informacién con lo que ya csta en nuestra sinapsis cerebral”. No basta, pues, la evidencia de un hecho para que lo consideremos valido, ya que “la verdad, para ser aceprada, tiene que encajar en los marcos de la gente. Si los hechos no encajan en un determinado marco, el marco se mantiene y los hechos rebotan”®”, Los hechos rebotan hasta el punto no sélo de no aceptar como verdadero el hecho que se nos plantea, sino de tachar “de irracional, de enloquecido o de estipido”** di- cho hecho, por muy evidente que éste sea 0 pueda parecer“. Aqui esté la conexién Barcelona, Peninsula, 2008, pigs. 57 y $9). Por otro lado, hay que tener en cuenta que un concepto semcjait- teal de marco, pero desligado de la lingSistica, lo desarrolla el soci6logo Piers Bourdieu, Este autor habia de ‘habitus’ para referitse al sistema de estructuras cognitivas y de disposiciones sociales que generaria nuestras percepciones, juicios y acciones. Fate sistema funcionaria de forma inconsciente, hasta el panto de gue al nivel de ‘habitus’ podréan seguir funcionando elementos que a nivel racional el individu ha descartado; esto expli- catia por qué a veces actuanos ea contradiccién con aquello que pensames racionalmente, Fl ‘habitus’ am biga estazia relacionado con el sentido comin © prictico, pues nos permite saber cual es el comportamiento. adecuado en cada situacién (cf: Pierre BOURDIEU, Fl sentido préctico, Madrid, Taurus, 1991, pigs. 92 y ss Pierre BOURDIEU, Raitons pratigues. Sur la ehéorie de (action, Paxis, Editions du Seuil. 1994, pd, 23) Sobre este concepco en el campo de la cfencia, cf. Pietre BOURDIEU, Hf offcio de ciennifico. Ciencia de la ciencia y relecividad, Barcelona, Anagrama, 2003, pigs. 77-78: y sobre su relacién con la ideologfa y el discur- s0 politica, cf Suzanne SCOLLON, “Habitus, Consciusness, Agency and the Problem of Intention. Flow we (Camry and are Cartied by Political Discourses”, Folia Linguistica, 35, 1-2, 2001, pigs. 97-129. Como se puede apteciat, es un concepto semejante al presentado por Lakoff, no obstante preferimos el tltimo al de Bourdieu ppor su importante énfasis en la relacidn entre ef Jenguaje y tos marcos. “4 CE George LAKOFF, No pienses en un elefutte, Madrid, Edivosial Complutense, 2007, pig, 17. °° CE ibidem, pig. 110. “6 CE ibidem, pag, 39. #7 Thidem. 8 Thidem. 8° La evidencia de este hecho a encomttd Lakoff al comprobar cémo el votante norteamericano que posela menos recursos voraba a los republicanos a pesar de que era evidente que la politica demécrata les era és favorable desde un punto de vista ccondmico, Ta explicacién de este hecho seria que el marco republi- ano y si: lenguaje estén muy perfeccionados y son capaces de evocar tuna importante respuesta emocionnal que supere cualquicr interés econdmico del electorado (ef. George LAKOEF, No pienses en un elefante, cit, pig, 129). La naturaleza rerérica dei discurso: ideologia, marco y lenguaje metafiirico 78 entre cl marco y el sentido comiin: aquello que consideramos racional depende de hhuestros marcos y, precisamente, el sentido comin es razonar dentro de un marco aceptado®, Todo lo que pensamos dentro de nuestro marco nos parecerd a nosotros y a quien comparta el marco puro sentido comnins asi, si queremos persuadir a alguien de nuestra cosmovisién, es necesario tener en cuenta el marco de ambos, al igual que vol- ver a enmarcar las ideas ajenas para que encajen en nuestra visibn" Igual que el marco, el sentido comin también es inconsciente*™, es decir, que no somos conscientes de él, ni del sistema de conceptos que usamos, ni de cémo son estos conceptos 0 cémo encajan en cl sistema"; por lo tanto, aunque creamos saber cual es nuestra visibn del mundo, lo cierto es que en realidad no sabemos cémo razonamos, acniamos 0 catalogamos lo que nos rodea*. Por esa razén el sentido comin ¢s un concepto mucho més complejo y sofisticado** de lo que tradicionalmente se ha pensa- do, y va més allf de una definicién tradicional de dicho témino", Lo que considera: mos sentido comin aceptado por la mayorta de las personas puede no setlo, y, por otro lado, aunque cteamos tener el control sobre fo que pensamos y decimos, lo cierto es que las cosas que nos parecen razonables o no (esto es, de sentido comiin), asi como el Jenguaje que utilizamos, pueden no corresponder necesariamente con nuestra cosmovi- sién consciente, sino con nuestros marcos inconscientes. El marco es inconsciente, y también se caracteriza por una gran complejidad*”’: interpretamos la realidad partiendo de un elaborado sistema de constelaciones de tipo simbélico, ya que el marco incluye categorfas pata clasificar la realidad, conceptos para definir la nueva informacién que llega a nuestro cerebro, razonamientos para justificar nnuestras acciones y rechazar las ajenas, y un lenguaje determinado para expresar nuestra cosmovisién®®. Un lenguaje que necesariamente es metaférico y simbélico porque el proceso de categorizacién, nivel bdsico de pensamiento, se realiza por medio de meca- nismos asociativos imaginativos que asocian Jo concreto y lo abstracto, lo fisico y lo “0 CE George LAKOFF, No pienses en un elefante, it. pig. 166. “CE ibidem, 2 CE George LAKOEE, Moral Politics. How Liberals and Conservatives Think, cit. pig. 4. CE ibidem, 4 CE ibidem, pig, 36. CE ibidem, pig. 4. 46 “Modo de pensar o proceder tal como lo harfa la gencralidad de las personas”, asi es como se define en el DRAE, pdg. 2048. Viggsima segunda edicion, 2001 © CE George LAKOFE, Women, Fire and Dangerous Things, cit, pag, xit y ss; Geouge LAKOFF, No pierses on un cleftnte, cit., pig. 17. “8 CE George LAKOFE, No pienses en un elefante, ci., pig. 25. 76 Mito persuasivo y mito literario | Sara Molpeceres Arndiz: incangible®, de ahi que podamos hablar de la asimilacién de un campo de la experien- cia en términos de otro™®, esto es, del mecanismo de la metafora conceptual por el cual se crea una red de metaforas intercambiables“'. El Lenguaje esta intimamente relacionado con nuestros marcos y nuestro sentido comiin. Es precisamente mediante el uso del lenguaje como se activan esas categorias que ya existfan previamente, que nosotros consideramos sentido comtn y que implican “an ontology or ideology of which we may not be aware”*#, De hecho, a cada palabra le comresponde un marco y la sola mencidn de una determinada palabra es capaz de activar el marco correspondiente, En este sentido, Lakoff distingue dos tipos de mar- cos, los de superficie y los profundos. Los primeros se basarfan en marcos léxicos, esto cs, los marcos conceptuales que asociamos con las distintas palabras en su acepeién comin“, Estos marcos de superficie que estin asociades a frases y palabras, a su vez, “activan y dependen de marcos profundos”*, Son los tiltimos, los marcos profundos, los que forman nuestras cosmovisiones y “definen el «sentido comin» globat del ser humano”*, Los marcos profandos permiten que los de superficie salgan a la luz” y, 4° CE George LAKOFF, Warsen, Fire and Dangerous Things, cit, pig. xii y ss George LAKOFF, No pienses en un eefiste, cits pig, 17.A esto hay que adie que, curiosamente, desde la Psicologia cognitiva se esti defendiando que fa mente funciona de manera argumentativa, de manera retérica. Asi lo apanta Mi- chael Billig al poner como ejemplo los estudios que se estén sealizando sobre los mecanismos cerebrales de resolucién de problemas (problem-solving): nuestros problemas cotidianos son retéricos, coexisten diversas soluciones vilidas para un mismo problema y el cerebro pondria en funcionamiento todos sus mecanismos rexérico-argumentativos para solucianetlos, ya que, precisamente, lo que corresponde al pensamiento retdri- co es la apertura y la diversidad, la no existencia de un s6lo razonamiento conrecto (ef. Michael BILLIG, Ideologia ¢ opinioni, Studi di pricologia retorica, Bati, Laterza, 1995, pags. 48 y ss). 0 "CE George LAKOFF y Mark JOHNSON, Metéforas de la vida coridiana, cit., pigs. 41-43. 1 Apunra Lakoff que, por ejemplo, envendemes el concepto zbstracto ‘moral’ en términos del concepto fisico ‘bienestar’. Todo fo que éste implica (metéforas, relaciones con ottos conceptos) pasa a formar parte del campo de la moral [as expericncias de bienestar incluyen estar sano, ser econdmicaments acomodado, ser fuerce, libre, estar cuidaclo, feliz, sentinse satisfecho, ete. Ast, si el campo moral se conceptualiza en +érm nos de bienestar, yl bienestar se experimenta como salud, riqueza, fuerza, libertad, etc, hablaremos de la moral en estos mismos términos: moral como fuerza, salud, libertad o riqueza. Conceprualizamos la moral en términos de bienestar, pero, ademés, esta visién de la moral se aplica también a rodos las czmpos que se concepttalizan por medio de la moral, como es el caso de la politica; esto es, fas meniforas aplicadas al campo seméntioo moral se aplicarlan también ai politico, Tendriamos una secuencia de estabones (realida- des, campos seminticos) unidos (¢ incercambiables, por tanto) debido a asociaciones meraforicas (¢F. George LAKOFF, Moral Politics, How Liberal and Conservatives Thinks cit, pags. 41-43). “2 Andrew GOATLY, Washing the Brain. Metaphor and Hidden Ideology, cit., pag. 25. 48 CE George LAKOFF, No pienses en tn elefarnte, cit., pig, 17. 4 CE George LAKOFF, Puntos de reflenidn. Manual del progresista, cit. pag. 61. 45 Thidem. “46 idem, pag. 62. “7 CE ibfdem. La naturaleza retérica del discurso: ideologia, marco y Lenguaje metaférico 7 por su parte, los de superficie conectan las palabras con el marco profundo anclado en nuestro inconsciente. Esa es la razéa por la que cualquier creacién discursiva debe ape- lar a unos marcos profundos adecuados y previamente bien asentados, de lo contrario no tendré ningiin tipo de efecto™®, De ahi que la importancia del discurso, de encontrar el lenguaje que encaje con nuestra visién del mundo (esto es, enmarcar) para que cl discurso sea efectivo y persua- sive, porque el marco permite establecer el significado de dicho discurso, pero tam- bién determina el grado y tipo de participacién de los individuos receptores*”. Es decir, el marco en el que esté situado un oyente no sélo determina la interpretacién del men- saje, sino las reacciones a dicho mensaje: el receptor puede 0 no hacer suyas las ideas que se le oftecen, y actuar en consecuencia®™, Un discurso puede reafirmar o desafiar el marco del receptor (y, pot lo tanto, lo que para éste es sentido comin), provocando, ligicamente, la aceptacidn o el rechazo 8 CE ibidem. Seorge LAKOFF, No pienses en un elefante,cit., pig. 25. E Erving GOFFMAN, Frame Anahsis. An Esaay om the Organization of Experience, Boston, North- eastern University Press, 1986, pig. 345. ‘El ejemplo mis claro de esta situaciéa quizis lo constituya el discurso politico, donde ¢s vital que el cemmisor sea consciente del marco de sus vorantes y que, llegado el caso, refuerce 0 cambie dicho marco para que su discutso sea efeetivo. No quiere decir esto que enmarcar sea engafiat, camarcar cs, seacillamence, transmitir nuestra visién del mundo, No obstante, apunta Lakoff, puede darse el caso de que un odor busque manipolar istencionadamente al electorado para mantener el podcr politico, haciendo como propio tun marco que no es verdad y que sabe que no es verdad (ef. George LAKOFF, No pienser en an eof, cit. pag, 147). El ciesgo de macipulacién y mentira siempre estar’ presente, con marcos 0 sin ellos, pero no debernos olvidar que tambide la presentacién del propio sujeto ante los demés determina el marco, marco que no tiene por qué coincidir con el del discusso, De af que el receptor pueda basarse en los que se consideran aspectos ingobemables de Ia conducea expresiva (gestos, po: eferaplo) para comprobar la veraciclad de lo transmitido por los aspectos gobemables (el discurso verbal}. Ta contradiccién entre ambos elementos, por supuesto, cendeia graves consecuencias para la interaccién social, o la reputacidn y credibilidad del emisor (ef, Erving GOFFMAN, La presemacién de ta pervona en la vida cotidiana, Buenos Aires/Madeid, Amorrorea- Marguia, 1987, pigs. 19 y 258-259). Ssta idea de que fa informacién no verbal que emnite el orador sobre sf mismo también proporciona un marco de interpretacidn para los receprores, y que ése no deberla contradecir al marco que presenta el discurso verbal, si quiere ser efectivo, estaba ya esbozada en la revGrica clisica, donde se establecfa que el orador debia adaprar Ia imagen que daba a su discurso verbal, y ambos a sus ayences. En. palabras de Lapez Fire, el orador debe poner “todo interés y esmero en la imagen que de sf misno con st. alocucién va a proporcionar, para que tambin ella se adapte a lo que los ayentes se haven del arador ideal y conveniemte cx. ol que pueden deposicar sin recelos su confiznca” (Antonio LOPEZ FIRE, Accualidad de la retbrica, it, pag, 136). En la rexérica romana este concepto se maretializa en la idea del sr bonus, esto €s, que el buen orador habia de ser necesariamente un hombre virtuoso, si querfa ser persuasivo, Jo que eliminaba la vieja ceftica de la posibilidad de engafio en Ia rerévica, pues “successful chetotic entailed both an fective heuristic or logos (the content of a speech), and a speaker who was ethically beyond cziticism” Jonathan CHARTERIS-BLACK, Politicians and Rhetoric. The Persuasive Power of Metaphor, ci, pig. 9). 78 Mico persuasivo y mito literario | Sara Molpeceres Arndiz de dicho discurso. No obstante, en ocasiones un discurso puede oftecer una perspectiva © un marco distinto al del receptor y aun asi conseguir que éte sea aceptado, al haber enlazado el nuevo marco con los del receptor, logrando que lo que en un momento podifa parecer una opinién ajena, se convierta en una verdad evidente y propia, es decir, se produce un proceso de naturalizacion del discurso*™. EL marco tiene como consecuencia que el receptor pueda entender qué se dice 0 sucede, pero que también se sienta, en cierto grado, “spontaneously engrossed, caught up, enthralled”*; y en este proceso tienen importante funcién las figuras y tropos presences en ef discusso, por su conexidn con los distintos marcos. Recordemos, por gjemplo, que tras las metéforas se encuentra “a shared system of beliefs”, Y es que la persuasién exitosa no sdlo depende de las intenciones del emisor. La supuesta pasividad del receptor es, en realidad, relativa, ya que el mensaje s6lo sera persuasivo si obedece a los descos, ngcesidades ¢ imaginacién de los recepcores*, y, en ese sentido, Ja palabra esté emotivamente cargada*™, sobre todo si nace de figuras y metéforas. Hay otra raz6n que ovorga al ornato expresivo capacidad persuasiva. Para que el proceso de persuasién se lleve a buen término, el emisor debe introducir aquel concepto que es propio (y que quiere que ef receptor haga suyo también) selaciondndolo con alguna idea que el receptor ya acepta: esa idea ya aceptada funcionarfa como ‘ancla’ haciendo de enlace con la visién distinea de las cosas que el emisor propone, y facilitan- do su aceptacién™. Aqui, de nuevo, el recurtir a un lenguaje metafsrico puede ser vital, ya que la me- téfora proporciona una nueva visibn. de las cosas, pero partiendo de aspectos ya conoci- dos que aparccen fusionados, enlazando un marco con otro. Esto convierte a la metéfor ra en una suerte de mecanismo de subversién a nivel cognitive, ya que es capaz de desafiar nuestras categorias ya establecidas de sentido comin y ampliarlas, al utilizar de maneta inusual el lenguaje y reestructurar nuestros conceptos™, ¢ CE Teny EAGLETON, Ideologia. Una introdueciin, Barcelona, Paidés, 2005, pigs. 54, 256~ 3 eving GOFEMAN, Frame Analysis. An Euay on the Organization of Experience, cit., pig, 345. Jonathan CHARTERIS BLACK, Politicians and Rhetoric, The Persuasive Power of Metaphor, cit., pag, 20. °° Co ibidem, pigs. 9-10. 6 CE Antonio LOPEZ. BIRE y Javier de SANTIAGO GUERVOS, Reiérica 7 comunicacién politica, ‘Madrid, Catedra, 2000, pag. 114, 4 CL Garth JOWETT 8 Victoria O'DONNELL, Propaganda and Penswasion, Londres y Newbury Park, *, 1992, pags. 22-23; civado en: Jonathan CHARTERIS-BLACK, Politicians and Rhetoric. The Persuasive Powcer of Metaphor, cit. pig. V0. SS CE Andrew GOATLY, Washing the Brain, Meraphor and Hidden Ideology, cits, pig. 28. 9 Co ibidem. 1a naruraleza retérica del discurso: ideologta, marco y lenguaje metaférico 79 Este aspecto de subversi6n cognitiva y cultural es lo que produce esa fuerte res puesta emocional de la mevéfora‘, Pero hay que tener en cuenta que no todes las me, tiforas pueden provocar el mismo tipo de efecto. Hay una gran diferencia anes In setdforas activa y ls lexicalizadas, esto es, entte las metéforas potas y las metéforas gque urilizamos en nuestra vida cotidiana sin ser conscientes de que lo son". Andree Goatly sostiene que esta diferenciacién también tiene que ver con el efecto persuasivo a nivel ideoligico: una metafora original que se usa por primera vez tiene un efecie es Ximo como metifora (poética), pero un efecto minimo desde el punta de vista iceold. sico en cambio, en una metifora lexicalizada la ideologta estaia latence ¥. por lo ‘ant, seria muy persuasiva a nivel ideoldgico, aun a costa de perder sus capacidades Poéticas“*. La metifora activa y original seria més evidente y palpable, de ahi que tenga ‘menos implicaciones ideoligicas", pues ef hecho de que un discusso ene mayor efec- ‘© Persuasivo cuanco menos consciente es el receptor de los procedimientos retériens utilizados“ también puede aplicarse al caso de las fgutras retéricas, En resumen, Goadly atribuye a esas meréforas originales y activas un efecto mexic to a nivel poético-metalirico, pero mainimo a la hora de una persuasién de tipo ideo- l6gico. Por el contrario, una metéfora convencional,lexicalizada, tendefa el efeere cone trario: poca eficacia podtica, pero fuerte efecto ideoldgico™ Aunque tambicn podsfa darse el caso de que una metifora hoy activa pueda convertitse de manera gradual en tina mevifora convencionalo lexicalizada, lo que es un cambio muy importante de cars a su utilizacién como elemento ideoldgico™”, De la petspectiva de Goatly se deduce una segunda cuestién, y es que no hay, pues, posibitidad de hablar de discursos en los que estén presentes metiforas y en los ave no, sino que, alli doncle no creemos verlas, nos encontramos, como apuntan Lakoff ¥ Johnson“, con una presencia de metéforas normalizadas que ya no identificemes como tales porque forman parte de nuestro lenguafe literal. No existe el disctuse ste slementos metafézicos. Aunque buscéramos de forma intencionada eliminar today le tetiforas poéticas de un determinado texto, seria casi imposible eliminar el lenguaje ‘etafirico normalizado, ya que precisamente este lenguaje seria el natural en el kore “© CE Jonathan CHARTERIS-BLACK, Politicians and Rbetore, The Persuasive Power of bletaphor, cit, pag. 20. “CE George LAKOFF. y Mark JOHNSON, Metdfiras dela viele cotidiana, ci. SS Gh Andzew GOATLY, Washing the Brain, Metaphor und Hiden Ideology, cit, pig, 29. 43 CF ibidem. 8 CR ibidem. 05 » “Rei6rica y producciéin del exto”, cit, pig. 257. “CE Andsew GOATLY, Washing the Brain. Metaphor and Hidden Ideology, cit, pig, 29, CE bide, *8 CE George LAKOEF y Mark JOENSON, Metafonas de la vida cotidiana, cit., pags. 2 y ss, 80 Mito persuasivo y mito literario | Sara Molpeceres Arndiz bre, y no el tipo de lenguaje que durante siglos la ciencia y la filosoff han anhelado, tuna construccién artificial libre de metéforas (normalizadas y potticas) fruto de un Lutépico proceso metalingiiistico de limpicza para evitar todo tipo de ambigiiedades y dobles sentidos*, A este punto sobre la presencia de lo metalitico en el discurso ideoldgico hay que afiadir un elemento mas que cierra el cfrculo de nuestra argumentacién en este aparta- do, Hemos hablado de la ideologfa, del sentido comiin, del marco de interpretacisn y comprensién de la realidad, de sus aspectos figurales y las configuraciones simbdlicas en las que pueden consticuirse y que los forman. Todos estos aspectos estén relacionados con el mito, como ya hemos hecho constar, pero también tienen relacién con lo retri- co, y tal relacién se da en dos sentidos: el pensamiento mitico-simbélico se manifiesta discursivamente con un lenguaje ret6rico, pleno de figuras, y tal cosa tiene st reflejo en el discurso ideolégico; pero, ademas, hay que sumar también el hecho de que todo discurso pretende provocar un efecto persuasivo, y ese, indudablemente, es el texreno de la Retérica. Una Retrica concebida como disciplina universalizada y aplicable, como apunta Kibédi Varga, a todo signo o ambito dentro de la sociedad medidtica contem- pordnea’”, Sil discurso construido retéricamente y sus guras y tropos contribuyen a crear, perpetuar o desafiar ideologias; y la ideologia, tal y como la concibe Teun A. van Dijk’, es ya los conceptos, simbolos y modos de un grupo; parece evidente que, si el concepto ideologia amplia sus dominios hasta llegar a abarcarlo casi todo, la Retérica y la construccién discursiva le van a la zaga. 46° CE GRUPO x, Retérica general, Barcelona, Paidés, 1987, pags. 77-78. 7 CE, ibidens, Se trataria de la oposicién entre lo que los micmbros del Grupo yt laman ‘grado cero prictico’, esto es, ol lenguaje natural, leno de metiforas lexicalizadas, y el ‘prado cero absoluto’, el lenguaje artificial en el que se ha eliminado « posteriori todo rastro de metaforas, posticas y lexicalizadas. Volveremos sobre esta cusstidn en nuestro capitulo dedicado al discurso cientifico. a Segrin este autor, ha habido tres tipos de civilizaciones que marcan la comunicacién humana: la oral, Ja escria y la mediftica. Cada civilizacién ha implicado dececminados cambios ea la Recética y en los me dios de persuasiin. La civilizacién mediftica viene marcada por los medios de relecomunicaciéa, que han permitido mezclar los aspectos verbales y visuales de la communicaciéa de la civlizacién oral con la distancia propia de la comunicacién en la civilizacién escrita, Esa comunicacion visiva que puede succder en tiempo real y a fa vez tealizarse en fa distancia ha propiciado, por una parte, Ja recuperacién de las operaciones retbricas de memoria y acto y, por otra la ampliacién de los limizes de li Revérica hasta abarcar todo signo. En este sentido, la Retérica en la civilizacién medidtica funciona como una suerte de Semiética universal ‘que no sélo es capaz de interpretar todo producto comunicativo, sino, ademis, de juzgar adecuadamence suis intenciones y las de su emisor (c£ Aton KIBEDI VARGA, “Universalité et limites de la rhétorique”, cic, dgs. 1-17). CE Teun A. van DIJK, Ideolngia. Una aprosimacion mulsdisciplinaria, ct, pag. 16, La naturaleza ret6rica del discurso: ideologfa, marco y lenguaje metaférico 8h Hay que tecordar, ademiés, la reivindicacion de la Retérica desde Ambitos muy di- vers0s (por parte del Pragmatismo™ y la Deconstruccién™, la recuperacién cognitiva de la mevifora"”’ o la consideracidn de las figuras retéricas como tniversales antropold- gicos de la expresion®®), en un camino que nos lleva a situar a la Retética como disci- plina privilegiada no sélo para mediar en el Ambito social, tal y como sucedia en Grecia, sino también como mecanismo necesario del pensamiento a nivel cognitivo y lingiifsti- cor mediante construecién ret6rica llega el individuo a establecer su propio estar y pen- sar en el mundo, para después transmitir a otras dicho descubrimiento. Pero a esto hay que sumar que autores como el antropélogo Clifford Geertz sefialan !a importancia que los simbolos tiencn en 12 comprensién, formacién y comunicacién de das realidades sociales”, y denuncian qué poca formacién ¢ interés hay dentro de la So- ciologia de la cultura por entender cémo funcionan los simbolos y el lenguaje figurado”®, Precisamente, Geertz. lo que echa de menos en su disciplina es una metodologia que in- cluya fa apreciacién de la Retérica, ya que, “si no dominamos la retérica del discurso pablico, no podemos articular el poder expresivo y la fuerza retética de los simbolos socia- les", es mas, sin Rewrica no se podria analizar la sociedad como un sistema de “simbo- os en interaccién, como estructuras de entretejidas significaciones”**°, Estas cuestiones no sélo han permitido ensalzar Ja posicién de la disciplina retsrica, sino que también han contribuido a desechar la critica por excelencia a lo retérico desde Platén: su controvertida relacién con el concepto de ‘lo verdadero’. El rechazo de la reté- ria por parte de la filosoffa se basaba en la existencia de certezas que son evidentes por si mismas y de las que no necesitamos ser petsuadidos: las certezas se demuestran, pues estamos en el terreno de la verdad, una verdad consensuada universalmente ys en tal te- treno, se puede prescindir de la retérica’**, Se trata, en una palabra, de la tradicional dife- renciacién entre convencer y persuadir, clara muestra del “debate secular entre los partida- tios de la verdad y los de la opinidn, entre filésofos, buscadores de lo absoluto, y ret6ticos, "3 Ch Stanley FISH, Prdsioe sis teonia: retdrica Y cambio en ke vida institucional, Barcelona, Destino, 1992. “8 Ch Paul de MAN, Resistencia a la teoriz, Madi, Visor, 1990. © CE Max BLACK, Modelos y metéforas, ci. 8 CE Stefano ARDUINI, “La figura retérica como universal antropoldgico de la expresién’ 47 Cf Clifford GEERTZ, La incerpresactin de las culeuras, cit., pag. 184. Cf ibidem, pig, 183, *° Paul RICOEUR, Hdeologia y wsopia, Barcelona, Gedisa, 2001, pag. 54. “8 Clifford GEERTZ, La interprenaciin de las culeuras, cit, pag, 182, Precisemente esta Linea de trabajo (la organizactin y representacién de los sistcrnas sociales mediante sitabolos, imagenes o meciforas) estd viviendo ctualiente gran expansidns como muestra: Wolfgang WAGNER y Nicky HAYES, Fl dicurso de o cotidiano el sentido coratin. La toot dels represntactones socials, Barcelona, Antbropos, 2011. “Cf Aton KIBEDI VARGA, “Retirea y produccin del texto”, ct, pig, 256, 82 Mito persuasivo y mito literario | Sara Molpeceres Arndia: comprometidos en Ja accién”*, Desde la Antigiicdad se ha considerado que convencer era propio del terreno de lo racional, de verdades inquebrantables y tangibles, mientras que persuadir implicaba lo contratio, lo no racional, a saber, la utilizacién de recursos afectivos, imaginativos sentimentales‘® para hacer que el receptor acepte conceptos ajenos a Jas ‘verdades racionales’, que no necesitan ser argumentadas. Esta oposicién no sélo tiene fa implicacién de identificar lo racional con la filoso- fia y lo emotivo con la retérica** (contribuyendo, por lo tanto, a una visién negativa de la propia disciplina***); en cuenta los elementos seftalados anteriormente en este apartado: en primer higar que, retomando a Lakoff, no existen ‘verdades evidentes’ ajenas a un marco de interpreta- sino que, ademés, es una oposicién que resulta vacua si renemos 4 Chaim PERELMAN y Lucie OLBRECHTS-TYTECA, Thatado de la argumencacién, Madrid, Gredos, 1989, pig, 65. 485 CE ibidem, pag, 66. 481 Of David PUJANTE y Esperanza MORALES LOPEZ, “Intervencién del lider dela oposicién Josep Borrell en el Debate sobre el estaco dela nacién expanola de 1998: Andlisis de un diseutsa fracasado”, Montea- sudo, Revista de Literatwva Eipaiola, Hispanoamericana y Teoria de la Literatura, 8, 2003, pig. 131, nota 15. Rs En este sentido, conviee mencionar que distimos autores dentro del terreno de ka argumentacién y de la retérica han mantenido esta distincidn encre persuadir y convencer, pero le han dado un matiz distinto. Asi, por jemplo, Peselman y Obrechts-Tyteca hablan de argumencacién. persuasiva en el caso de que hrablemos de un anditorio pantcular y axgumentacién convincente como la que es efteriva en todo ser racional, aunque, cono- ciendo la importance filiacién filosofica de los autores, cal distincion parece mués bien una reformulacién del antiguo tépico; sunque se deje claro que fa persuasién esc vinculada a la accién y la conviecién a la inteligencia (Chaim PERELMAN y Lucie OLBRECHTS-TYTECA, Tritado de la argummentecién, cit, pig. 67 y ss). En caso del profesor Tomas Albaladgj, la oposicion entre convencer y persuadit toma un derrorero distinto, ya ‘que para él tal diferenciaci6n se basa en la posicién del receptor, en si el oyente puede o debe tomar una deci- Sién.o llevara cabo una accién como consecuencia del discurso, 0 sal avente no le es posible o permitido dicha decisién o aecién. sta cnsstién esti relcionada con el fendmeno que Albaladejo ha dado en Hamar ‘poliacros- sis), que sc basa en la idea de que el discurso puede ser recibido e intexpresaco por més personas que aquilas a Jas que va destinado en un principio, pues el audivorio de los discursos orales no es hornogéneo, sino que diver- sos clementos (ideologta, capacidad de decisibn, si un oyenre esté perstadido de antemano o no, si el oyente también es orador participant, la separacin temporal y espacial, ewcécera) lo hacen heterogneo, propiciando la interpretacién miltiple. En este sentido, se podria distinguir entre un destinatario primatio que tiene poder pata actuar o decidir, receptor directo del discurso y al que hay que persuadir levndolo 2 la accidn, y un espec~ tador sin posibilidad de accién 0 decisién en exe momento, destinatario secundario al que se comvence (ef, Tumis ALBALADEJO, “Sobre la posicién comunicativa del receptor en el discurso retirico”, Castilla, 19, 1994, pigs. 8 y 685 Tomds ALBALADEJO, “Rew6rica y cultura. A propésito de la oratoria politic”, en: Emilio del RIO, José Antonio CABALLERO y Tomés ALBALADEJO (eds), Quinriiamo y Le formacién del arador polio, Logzoio, Instituto de Estudios Riojanos /Ayuntarniento de Calahorea, 1998, pags. 21 y sss Tomés ALBALADEJO MAYORDOMO, “Poliactoasis en la oratoria de Emilio Caster’, en: José Antonio HER- NANDEZ GUERRERO (ed.), Ritima COCA RAMIREZ. ¢ Imbel MORALES SANCHEZ (coords), Enmilio Castelar y st época, Actas del 1 Seminario Emilio Castelar 9 su tpoca, Ideolrgta, Resériew y Poétia, Ci, Fundacién Municipal de Cultura del Excmo, Ayuntamiento de Cadiz y Servicio de Publicaciones Universidad de Cédiz, 2001, pigs. 18 ys). 766407 La naturaleza retdtica del discurso: ideologia, marco y lenguaje metafbrico 83 cién y de sentido*, , est0 es, que las certezas son incerpretaciones dentro de un matco, y en toda actividad comunicativa hay dos individuos que tratan de ejercer influencias el uno sobre el otro**”, ‘Todo intercambio humano (incluido el intercambio con uno mismo) implica intentar que el otro adopte nuestra cosmovisién y para ello se recurre a una serie de elementos que implican la creacién retérica del discurso™*, Por oxto lado, no podemos olvidar que el concepto tradicional de verdad énica y universalmente aceptada ha sido ya puesto en seria duda por corrientes como a De- construccién o el Pragmatismo, y la alternativa no es una ‘anarguia’ de la no-verdad, sino una verdad consensuada por las distintas partes, una verdad, si, momentinea, limivada y finita; pero también funcional, en resumen, una verdad ret6rica®™. Efectivamente, la retérica no proporciona ni busca una verdad universalmente vé- lida, pues no “trata de elegir lo verdadero sino lo oportuno”*", y lo oportuno es, nece- sariamente, algo momentiineo y contextual. La clase de verdad que nos puede offecer la fetérica es una verdad consensuada, fruto del intercambio de posturas en un momento dado; un acuerdo de validez temporal que habré de ser negociado de nuevo si cambia alguno de los elementos que le permitieron surgir; pues el discurso retérico es siempre un continuo “proceso de interaecién comunicativa con su contexta”®', esta es, se caracte- tiza por la adaptacién permanente de todos sus elementos a las variaciones de la situa- cidn retérica®”, Tener en cuenta el aspecto mas cambiante y contextual del intercam- bio comunicative es obligacién del buen otador retérico, que ha de aprovechar las mejores circunstancias, el momento oportuno o fairés, para intervenir modificando persuasivamente la situacién®”. ‘Fal cosa es sélo posible si adapta su discurso y la ima- gen que da de s{ mismo al contexto presente ya las catacterfsticas de su auditorio™, Ello hace de la verdad retérica un producto del intercambio social, inestable como la sociedad misma, pues cambia con sus interlocutores y sus coordenadas espacio- temporales. En efecto, no ofrece garantia de universalidad, pero es innegable su eficacia a la hora de funcionar como cohesionador social: la sucesién de acuerdos sobre distintos “8 CE George LAKOEE, No pienses en im elefante, cits, pig. 25. “© Ch Antonio LOPEZ EIRE y Javier de SANTIAGO GUERVOS, Retérica y comunicacién politica, cic, pag, 83. “SCE Aton KIBEDI VARGA, “Retdriea y produccién del texto”, cit, pag, 253. “9 C£ Stanley FISH, Prdctica sin teorta: retrica y cambio en la vida institucional, ct. “9 Stefano ARDUINI, “La no evidencia de la verdad: politica y retdrica’, ea: Emilio del RIO SAN: José Antonio CABALLERO y Tomds ALBALADEJO (eds.), Quinstiane y la formaci6n del orador politico, Logroao, Instituto de Estudios Riojanos, 1998, pag, 28, "Antonio LOPEZ EIRE, Actualidad de la rettica, cits, pig. 139. “CE ibidem, pig, 144. CF ibidem, pig. 135, © CE ibidem, pig. 136. IBLIOTECA CENTRAL BIRO UINAM. 84 Mito persuasive y mito literario | Sara Molpeceres Arndiz puntos permite seguir manteniendo la unidad de la comunidad, lo que hace de la teeé- rica una disciplina realmente adecuada para mediar en lo social. Siempre en el caso, desde luego, de que dicha comunidad sea plural y admita la puesta en comtin de dife- rentes puntos de vista que han de concifiarse para Hegar a la resolucién del problema, pues “el debate sano es aquel que no logra el convencimiento total del otto sino de erea- cién de un consenso a. partir de la inclusién de todos las eriterios vertides”", y ya se sabe que la imposici6n tirinica de una verdad hace innecesaria la retérica”*, Dice Hans Blumenberg que lo retérico es propio del hombre “abandonado por la evidencia”®”: si en el mundo de lo humano no puede haber certezas absolutas, el hombre rendrd que construir sus pequefias certezas pata sobrevivir en entorno hostil. Tampoco podemos clvicar que estas configuraciones humanas son lingiifsticas, son discutsos y que lo que nos permite crearlas es el arte ret6rica, pues la persuasion es necesaria alli donde el discurso no se puede construis sobre “evidencias sino sobre interpretaciones"**, Para enfientarse a una realidad desconocida, para hacerse un hueco en un mundo que le supera, el hombre crea, y crea con el lenguaje; as{ funda mundos y establece una imagen de si mismo y de su realidad. ¥ “la retérica es la altenativa al tettor”®”, pues frente ala ‘nada’ de ka existencia habré que crear un ‘algo’, no importa si es verdadero 0 falso, basta con que nos ayude “dotdndonos social y politicamente de estabilidad axio- légica, sin la que no podriamos vivie™ Porque, en realidad, lo verdadero no es aquello que se mantiene inmatable, espejo de la naturaleza™", sino aquello que funciona dentro de nuestros lazos sociales creados por el lenguaje, pues “lo que todo el mundo cree decimos que es ast, y el que rechaza esta conviceisn no encontraré otra més convincente”®™, La categoria de lo verdadero, tal y como la cultura occidental la ha concebido, no es funcional; es irrelevance que nuestras realidades sean verdaderas o falsas, lo que se impone es que sean “vitalmente esenciales, sociopragmaticamente verdaderas”*, En resumen, 495 Abel BRETON MEJIA, “La ieapostbilidad del ser ‘tnico (Retérica y persuasion)”, Monteagudo, 8 (3° poe), 2003, pg 219. CE Stefano ARDUINI, “La no evidencia de la verdad: politica y revér 47 Hans BLUMENBERG, Las reatidades en que vivimos, cit. pag. 118. #8 David PUJANTE, Manual de retérit, cit., pdg. 93, 49° Hans BLUMENBERG, Las realidades en gue vivinsos, cit. pag. 123. 500 Antonio LOPEZ FIRE, “Mito, retirica y pottica”, cit., pag. 51. 501 CE Richard RORTY, La fllosofta 9 ef espejo de la natseraleca, Madrid, Catedra, 1983, pags. 323-354. 502 ARISTOTELES, Erica nicomdgqnea, 1173a, 1. Utilizamos la traduccién de Julio Palli Bonet, publi- cada por Gredos en 2000. 503 Antonio LOPEZ-EIRE, “Mito, revérica y poética”, cit., pag. 51. cit. pag 38. La naturaleza retérica del discurso: ideologia, marco y lenguaje metaldrico 85 4a retorica es la fatigosa produccién de aquellos acucrdos que, para hacer posible el obrar, deben encargarse, en la comunidad, de la labor de regulacién [..] bajo este aspecto, Jenguaje no es un instrumental para la comunicacién de conocimientos 0 verdades, sino, Primordialmente, para la produccién del buen asentimiento o tolerancia que necesita el que obra. Ahi va enraizado el consensus, bisico para el concepto de lo que «realmente es, No es de entrafat que lo retérico se extienda a los diferentes mbitos de la expe- Hencia humana, desde el mismo lenguaje (por naturaleza estratégico y otientado a con- seguir fines") a toda situacién social en la que el hombre se intertelaciona con otros hombres, discursos e ideologias: ya que, en nuestra sociedad moderna y polifSnica, e individuo participa al mismo tiempo de distintos cédigos ¢ identidades culturales y puede ie variando entre ellos, al ser persuadido en un momento u otro. No podemos olvidar, tampoco, aquellos contextos cotidianos, aquellassicuaciones comunicativas que fo percibimos como tales y en las que se da el caso, en palabras de Kibédi Varga, de una ‘retética natural’, que “escapa 2 cualquier examen consciente y a cualquier observa. dor”®”, pero que no por ello deja de estar presence™, Por iltimo, también conviene seftalar que lo retdrico estd. presente incluso en la consttuccién de uno mismo™, pues mediante el discurso, en nuestca vida diaria, se crea tuna persona retérica “con unas caracteristcas decerminadas que aparece como la boca de la que sale el discurso, discurso que queda impregnado de dichas caracterfsticas, anulndose asf la persona real que esti en la base de todo”, Lo que no implica, en absoluto, que estemos hablando de una impostura o un en- gafio, ya que ese personaje retérico muchas veces no es otra cosa que la manera en que 508 505 08 idem, pag. 131. Sobre esta cuestisin of. Sherry TURKLE, La vita sulloschermo. Nuove identitd velasion’ socialé nell ipoca de Internet, Mitin, Apogeo, 1997, pigs. 389 y ss; y Robert J. LIFTON, The Protsan Self Human Resilience in an Age of Fragmentation, Nueva York, Basic Books, 1993. 5? Aron KIBEDI VARGA, “Retdrica Y ptoduccidn del texto”, cit., pag. 258, %8 No obstante, esta idea de la nararaleza rerdtica de todo discarso y dmbito ha suscitade posturas reacias dlesde distineos campos de conocimiento. En este sentido, Kibédi Varga sefala especialmente el echazo de Jos cientificos 4 un posible andlisis retérico de sus textos 0 actos comunicativos {ef Aron KIBEDI VARGA, “Universalité ct limites dela hétorique’, ct, pég. 11). El anilisisrerico se puede extender casi a cualquier acto comunicative porque tras cada texto, elocucién verbal o discurso hay una situacign comunicativa con ts hablante que quiere comunicar su visién, un autor, uoa antoridad, una tradicidn o un simple individu, {ue poses o cree poseer unos conocimiemtas o datos de los que el receptor care, y és es una sitacién que afecta 4 todos los campos, desde la ciencia hasta la historia (cf, Aron KIBEDI VARGA, “Retérica y produc- cién del texto”, cit, pig, 256). 58° CE Enving GOEFMAN, La presenuacin de la persona en la vida cotidjana, cit, 51 David PUJANTE, Manual de rerbrica, ct, pig. 367. 86 Mito persuasive y mito liverario | Sara Molpeceres Arndiz el emisor se ve a s{ mismo, una personalidad y un sentir en unas citcunstancias que nos son transmitidos mediante ef discurso"'; y es que, antes de persuadit al otto, nos per- suadimos a nosotros mismos de nuestra identidad y posicionamiento en el mundo, ya que, al fin y al cabo, la persuasidn, ef objetivo de la retérica, es también “una operacién de armonizacidn del mundo y el hombre a través del discurso personal y social”, Como vemos, el hombre esté inmerso en una marafia de discutsos. Utilizamos discursos al establecer relaciones con los otros, al explicitarnos nuesttas creencias a noso- tros mismos, al negociar lo que es verdadero ¥ lo que no”! Todo ello se hace mediante discursos ideoldgicos (ya que lo ideolégico es, en realidad, nuestro modo de pensar), discursos, ademas, persuasivos, puesto que el lenguaje es estratégico y estd orientado a la practica, Para ello, ademds, utilizamos figuras retéricas, meciforas, simbolos y mitos, ya que éstos son manifestaciones del pensamiento mitico-simbélico mds persuasivas que otras manifestaciones como el concepto o el andlisis, productos también del pensamien- to mitico-simbélico, pero productos de segunda caregorfa, pues han suftido un proceso intencionado de eliminacién de los aspectos simbélicos en ellos. sit f.ibidem. *2 David PUJANTE y Esperanza MORALES LOPEZ, “Intervencidn del lider de la oposicién Josep Borrell en el Debate sobre el estado de la nacién espatiola de 1998: Andlisis de un discursa fracasado”, cit, pig, 131, nota 15. Conviene sefalar que Pujance y Morales Ldpez contintan trabajando en esta linea, especialmente en la consteuceién retérico-discussiva del sujero y de lo social. Este objeto de estudio lo abordan cn la actualidad desde un marco ceérico-metodotégico que integra Retérica, Anélisis Critico del Discurso y Lingiifstica cognitiva (principalmence el ya mencionado Lako@®, pero también teorias como el constructivismo cientifico (ef. Humberto MATURANA y Francisco VARELA, El drbol del conocimiento. Las bases biolégicas del conocimiento bumano, Madtid, Debate, 1990; Antonio R. DA- MASIO, ¥ el cerebro cred af hombre. ;Cémo pudo el cerebro generar emoctones, sentimientos 3 el yo?, Barcelona, Destino, 2010) o la complejidad (cf. Edgar MORIN, Intradueciin al pensumiento complejo, Barcelona, Gedisa, 1994), CE David PUJANTE y Esperanza MORALES-LOPEZ, “Discurso (Dis- curso politico), constructivismo y rexdrica: los esliganes del 15M”, Language, Disconase & Society, 2/2, 2013, pags. 32-59, en linea: hup://www.language-and-society.org/journal/issues.heml (Uhimo acceso: 27-11-2013); Esperanza MORALES LOPEZ, “Andiisi del discurs i complexitat”, Lengua, Societat i Comunicacid, Vi, 2013, pigs. 60-67, en linea: heps//tevistes.ub.edufindex.php/ ESCfarticle/view!/5730 (Cltimo acceso: 27-11-2013). 5) Cf Stanley FISH, Prtenica sin woria: retirica y cambio en la wida institucional, cit, pigs. 156 y ss. 7. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS!*” A) _ Referencias bibliogréficas correspondientes a la parte teérica (capitulos 1-5) ABBAGNANO, Nicola (1982), Storia della filosofta, vol. IH (Filosofia del Romanticismo. La filosofia ora il secolo XIX e it 39, Turin, Unione Tipografico-Editrice Torinese. 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