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Estudio de un ascenso
Miguel León Pérez
INTRODUCCIÓN
Leer El Capital es, sin duda, toda una aventura. Es duro, difícil, e incluso (y sin
su Prólogo a la edición francesa: “En la ciencia no hay caminos reales, y sólo tendrán
esperanzas de acceder a sus cumbres luminosas aquellos que no teman fatigarse al escalar
por senderos escarpados” [Marx, 1984: 21]; conste que dice “esperanzas”, así que ni
¿A qué se debe la dificultad en el ascenso? ¿Hace falta un buen guía para llegar
esa, es decir, que resulta muy recomendable contar con ayuda (al menos hasta
que Marx eligiera para subir una cara de la montaña que tal vez no es siempre la
apropiada.
¿Por qué comenzar por el Capítulo I? ¿Por qué no por el IV como propone
Marx en el Cortázar de la economía política? Es cierto que Marx merece un mínimo crédito
teniendo en cuenta la cantidad de vueltas que le dio al Capítulo I hasta publicarlo pero, ¿no
forma que no puedo probar conmigo mismo la pertinencia de otros caminos. Además,
♣
El presente texto es una reelaboración de otro, algo más extenso y titulado de igual forma, que ha
aparecido publicado durante el curso 2009-2010 como Documento de Trabajo de la asignatura
Introducción a la Crítica de la Economía Política, impartida por el profesor Carlos Alberto Castillo
Mendoza en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Complutense de
Madrid.
resultan tan convincentes las bondades del sendero seguido hasta el momento, que creo que
En cualquier caso puede ser interesante estudiar, desde la distancia y seguridad que
proporciona este trabajo, cuáles son esos otros senderos, qué motivos justifican (o no) su
elección y adónde nos conducen. Puesto que este es el objetivo del trabajo, podemos
para analizar el conjunto de una obra tan importante como El Capital, que es (o tal vez
sociales.
I. LE CAÏMAN
El personaje por el cual surge el debate es de conducta tan discreta, tan pacífica,
como los árboles y los muros de su dominio. Louis Althusser porta desde 1962 el título de
(…) ‘agregado repetidor secretario de la Escuela [Normal Superior] (sector letras)’. (...) La
apelación, en parte solemne, en parte modesta, se acorta en la jerga folclórica tradicional:
Louis Althusser es el ‘caimán’ filosófico de la casa. (...) ‘Le caïman’ (...) disfruta de poderes
considerables, más reales que escritos. Especie de prefecto de estudios, es el confidente, el
guarda, el estímulo de los jóvenes que buscan su camino. (...) Y sobre todo, (...) él incluye a
Marx en el programa de autores estudiados. ¡Increíble! Nadie se arriesga allí, en el seno de
la Universidad canónica (el autor de La Sagrada Familia no es evocado, en el repertorio
filosófico de la Sorbona, sino como un zombi instantáneamente refutado). Nadie se arriesga
tampoco en el seno del PCF: los pesados manuales, las vulgatas toscamente edulcoradas por
las generaciones de apparatchiks, sirven de introducción al pensamiento del Padre. [Hamond
y Rotman, 1987: 258-259]
Francia) de los 60, de que ese Marx “zombi” recupere la vitalidad perdida.
posibilidad de que “la” forma de leer El Capital es “su” forma y no otra; a su presente por
desacreditar a la autoridad política y a la intelectual (sea la que “mata” a Marx, sea la que lo
“traviste”).
Humor de reptil
largo, enrevesado, que, sin embargo, gira en torno a una idea clave del pensamiento
althusseriano: que Marx, en El Capital, hace ciencia en el más puro y estricto sentido del
La primera tiene como núcleo el siguiente ejemplo de la crítica que hace Marx a la
economía política clásica: “lo que ella llama valor del trabajo (value of labour) es, en
como “vue”, “desacierto” como “bévue” y “ver” como “voir”; Althusser parece querer jugar
con la propia pronunciación para convertir el texto en todo un trabalenguas. ¿Por qué
obstaculizar tanto la lectura? ¿Es tal el elitismo althusseriano que no basta con la aridez
Mucho me temo que la prueba que Althusser plantea a sus lectores es mucho más
sutil y oscura de lo que pueda parecer en un primer momento (y aún más para el lector no-
francés y de nuestros días). “Le caïman” está lanzando, de forma implícita pero muy aguda,
una afilada y crítica sonrisa al economista francés Frédéric Bastiat (1801-1850), autor de Ce
qu’on voit et ce qu’on ne voit pas3. El lector que no se ría, que no entienda la gracia, se
1. No es en absoluto azarosa la elección de este fragmento, puesto que está en la raíz de la teoría del plusvalor, que es
considerada por Althusser como “el corazón del Libro I” (ver la Advertencia a los lectores del libro I).
2. El texto original: Ce que l’économie politique classique ne voit pas, ce n’est pas ce qu’elle ne voit pas, c’est ce
qu’elle voit; ce n’est pas ce que lui manque, c’est au contraire ce qui ne lui manque pas; ce n’est pas ce qu’elle rate,
c’est au contraire ce qu’elle ne rate pas. La bévue, c’est alors de ne pas voir ce qu’on voit, la bévue porte non plus
sur l’objet, mais sur la vue même. La bévue est une bévue qui concerne le voir: le ne pas voir est alors intérieur au
voir, il est une forme du voir, donc dans un rapport néccessaire avec le voir.
filósofo.
economía política clásica, es mostrar el modo en que éste extrae de ella sus “aciertos” y
Hay una realidad, dice Althusser, que se ve, la del “valor de la fuerza de trabajo”,
pero la teoría económica clásica no lo ve por un error que radica en ella misma: que se
Volviendo a Bastiat, él dice que en la realidad económica hay algo que se ve y algo
que no se ve; Marx, según Althusser, demuestra que todo se ve siempre y que es la teoría la
que determina la agudeza y precisión de la mirada4. El filtro del conocimiento, por tanto,
están en el origen de esa especie de “giro copernicano” y que permiten que, aunque la
Cuando el empirismo señala la esencia como objeto del conocimiento, confiesa algo
importante que al mismo tiempo niega, confiesa que el objeto del conocimiento no es
idéntico al objeto real. Pero niega lo que confiesa, reduciendo, precisamente, esa diferencia
entre dos objetos, el objeto del conocimiento y el objeto real, a una simple distinción de las
partes de un solo objeto: el objeto real. En el análisis confesado hay dos objetos distintos, el
objeto real que ‘existe fuera del sujeto, independientemente del proceso del conocimiento’
(Marx) y el objeto del conocimiento (la esencia del objeto real) que es ciertamente distinto
del objeto real. En el análisis negado ya no hay más que un solo objeto: el objeto real.
[Althusser, 1973: 46]
4. Curiosamente, θεωρέω (theoréo) significa “mirar” en griego; θεωρία (theoría), por su parte, se suele
traducir como “visión” o “vista”.
Marx da cuenta, a través de su teoría, de una realidad: el sueldo del obrero no
equivale al valor de su trabajo sino al valor de su fuerza de trabajo. Si, como afirma el
constituye de forma hasta cierto punto independiente de ésta, es posible no ver algo que se
ve.
se podría esperar de ella, en qué consiste y cómo se forma ese conocimiento (haciendo
ciencia). De igual forma, Marx, por un lado, intenta “explicar el mecanismo por el cual la
historia ha producido como resultado el modo de producción capitalista actual” y, por otro,
explicar “ese producto particular [el capitalismo] que funciona como sociedad” [Althusser,
1973: 72]. El Capital, por tanto, “debe considerarse como la teoría del mecanismo de
73].
Lo que Marx hace en El Capital, por tanto, es ciencia y no ideología en los términos
planteados por Althusser, porque existe una “dependencia sistemática que une entre sí los
El “Continente-historia”
El texto de Althusser está articulado en torno a una doble cuestión: en primer lugar
capítulo los dos fragmentos que creo que expresan lo fundamental para este trabajo: por un
lado, que “sólo es posible dar un contenido al tiempo histórico definiéndolo como la forma
específica de la existencia de la totalidad social considerada”; por otro, que “la teoría
una parte, indisociable de su relación con el “todo” y con cada una de sus partes, del
“tiempo histórico”. Por eso en la Advertencia a los lectores del Libro I identifica a Marx
como descubridor del “Continente-historia” frente a los griegos como descubridores del
La segunda tiene un desarrollo mucho más extenso que podemos subdividir en las
siguientes fases:
1) Sobre el método
La reflexión de Althusser parte de la observación que hace Marx sobre los dos
Uno que parte de lo real, el otro que parte de abstracciones. (…) El segundo
método, que parte de abstracciones simples para producir el conocimiento de lo real en un
‘concreto-de-pensamiento es, evidentemente, el método científico correcto’ [Althusser,
1973: 97]
abstracciones, y de ello, dice, algunos han deducido erróneamente que el objeto del
conocimiento es el mismo en ambos casos; Althusser, sin embargo, defiende que se trata de
abstracciones “radicalmente nuevas”, fruto de “una ruptura epistemológica” [Althusser,
1973: 99-100].
2) Sobre la ciencia
determinar cuál es la relación existente entre dicho conocimiento y la realidad a la que hace
referencia. Según Althusser, Croce y Gramsci (aunque no son los únicos) cometen un error
al considerar la ciencia como parte de la superestructura, ya que lo que hacen con ello es
política o la ideológica, sino que, aunque “puede nacer de una ideología, [ha de]
estructura” [cf. Althusser, 1973: 145]. De este modo, Althusser critica tanto a los idealistas
que piensan la ciencia como algo puro y ajeno a su contexto como a aquellos que se
1973: 162-168].
conceptualizada del plusvalor era el eslabón más débil de la cadena teórica forjada por la
economía política clásica. Ese fue el eslabón que Marx pudo y tuvo que romper para, desde
hace que lo vea como “el corazón del Libro I” y que considere una “recomendación
imperativa” comenzar a leer por la Sección Segunda [cf. Althusser, 1992: 17].
antropología ideológica del homo oeconomicus que está en su base [cf. Althusser, 1973:
“distribución” y “producción”) que puede ser objeto de estudio, y este espacio, además, se
fundamenta en la dimensión económica de los sujetos que constituyen una sociedad y que
181]; detalle, dice Althusser, que se veía cuando Ricardo produjo su teoría pero que, a
diferencia de Marx, no vio. Siguiendo a Althusser, las diferencias de Marx con respecto a la
1973: 184], cuando para Marx hay una serie de determinaciones materiales que la hacen
impensable. Esa concepción utópica del trabajo conlleva la omisión de “la necesidad de la
reproducción de las condiciones materiales del proceso de trabajo” [Althusser, 1973: 185].
b) Según Althusser, los medios de producción tienen para Marx una importancia
producción” [Althusser, 1973: 187]. La economía política clásica no consiguió llegar hasta
ahí.
c) Podríamos decir que Marx define las relaciones de producción como aquellas
combinaciones que vinculan los diferentes elementos materiales de la producción para dar
económico para construir un armazón teórico que dé cuenta de una sociedad concreta.
Dice Althusser:
Evidentemente, detrás de todo este análisis que vuelve con insistencia sobre el
proceso y las relaciones de producción está esa identificación constante de la clave del
1973: 174] se convierte para Althusser en un endeble castillo de naipes que puede derribar.
Para Marx, por tanto, “en el nivel económico propiamente dicho, la estructura que
puede ser definido fuera del concepto de la estructura global del modo de producción”
Haciendo acopio del valor que le faltaba al famoso pirata, ha llegado el momento de
dejar de huir de los argumentos del feroz reptil para por fin hacerle frente. Por supuesto han
aparecido muchos puntos discutibles a lo largo de la exposición, así que me detendré para
La tesis althusseriana afirma que hay un Marx joven y un Marx maduro; el Marx
una fuerza y utilidad que es imposible ignorar. Por otra parte, la discontinuidad que se
puede suponer que para Althusser existe entre las obras producidas en un período y en otro,
es al mismo tiempo refutada por éste, ya que a lo largo de todo el libro hace referencia a
conceptos y categorías que no son propios de El Capital sino de otras obras de Marx.
¿Cómo sería compatible un concepto “ideológico”, propio del Marx joven, con las
categorías científicas de El Capital? Pues tan sólo si no existe semejante distinción, claro.
Además, hay que tener en cuenta la apreciación de Sacristán acerca de los tres
(ciencia positiva, empírica) [cf. Sacristán, 1980]. Es posible sostener, aunque Sacristán no
lo haga, que estos tres sentidos se articulan de forma simultánea cuando Marx habla de
“Ciencia” a partir de los Grundrisse, pero Althusser parece ignorar los dos primeros, de
Toda esa confusión lleva a comparar, sin ningún tipo de matiz, a Marx con Galileo;
y eso está relacionado con la idea de que Marx, con El Capital, descubre el “Continente-
comparativamente, haga al Sistema Solar casi eterno, sino que el propio objeto de El
Capital no es ni siquiera la Historia al completo sino una minúscula parte de ella. Debido a
todo ello, Marx no podría abordar jamás, y menos en El Capital, la Historia en su conjunto
Por otra parte, lo que sí se encuentra en esta obra es un breve pero fundamental
recorrido histórico que, en el sentido que da Marx a la crítica como “análisis de la génesis”,
explica cómo se configura una realidad contemporánea. Precisamente la intención de Marx
es luchar contra la concepción “eternista” de los fenómenos económicos que en realidad son
Althusser no parece ignorar esta cualidad del pensamiento de Marx, pero entonces
no se puede afirmar que, con El Capital, Marx haga de la Historia lo que Galileo de la
Física.
creación del concepto de plusvalor fue el origen de toda la crítica de Marx a la economía
política clásica. Efectivamente, en el texto citado Engels dice que “partiendo de esta
realidad [la del plusvalor], sometió a examen el conjunto de las categorías que había
encontrado establecidas” [Althusser, 1973: 164]. Sin embargo, siendo eso así, y conociendo
la “pedagogía de El Capital” que Althusser construye a partir de ahí, ¿por qué Marx
Engels nos da la respuesta en ese mismo texto: “Para saber lo que es el plusvalor, le
era necesario saber lo que es el valor” [Althusser, 1973, 164]. Nos encontramos en este
punto con que Marx reelaboró su investigación siguiendo su propio criterio pedagógico (y
no sólo pedagógico, como se verá a continuación) porque él mismo tenía claro que sería
imperativo, y puede que ni siquiera recomendable, comenzar por la Sección Segunda puesto
Podemos aventurar, además, que posiblemente existe una línea teórica definida (y
en absoluto exclusiva de Althusser) que, al mismo tiempo que considera central el problema
del plusvalor, plantea como elemento clave para identificar el modo de producción la
propiedad de los medios de producción. Sólo porque la propiedad de los medios de
sólo por eso existe plusvalor; abolir la propiedad privada de los medios de producción
Sin embargo, autores marxistas que han desarrollado sus reflexiones de forma
identificado el valor como el elemento clave que permite la perpetuación del modo de
capitalista. A la luz de este nuevo enfoque, se vuelve aún más fuerte la propuesta construida
Althusser cita, Marx comenzó la exposición de su análisis por un punto distinto al que él
mismo abordó en primer lugar, es decir, por la mercancía y el valor frente al plusvalor.
Ahora bien, ¿era su única justificación que, para entender lo que era el plusvalor,
hacía falta aclarar el concepto de valor previamente? Wolfgang Fritz Haug, en su libro
dificultad, Haug considera pertinente dedicar unas páginas a analizar otros posibles puntos
de ellas:
Haug termina su explicación haciendo ver que El Capital está escrito pensando
precisamente en una lectura lineal, de forma que cada capítulo se construye sobre los
cimientos que crea el anterior. Con ello, cierra su recorrido por los caminos erróneos y
afirma que lo apropiado es empezar a leer por la Sección Primera, con todas las dificultades
que eso implica y que a lo largo del texto quiere superar [cf. Haug, 1978: 35-37].
5. … si la crítica de la economía política ha de poner el fundamento, y el fundamento para nada menos que la asociación de los
miembros de la sociedad, entonces sólo puede ser estudiada con acierto bajo una forma que la haga accesible a cualquiera,
independientemente de su orientación profesional. (…) De esto deducimos que no podemos fijar como condición previa para la
participación ningún conocimiento especial de la literatura existente. (…) La tarea se plantea, así, como sigue: ha de hallarse
una vía de acceso y un método de trabajo que consientan, sin presuponer conocimientos especiales, hacer accesible e
inteligible esta teoría a todo aquel que disponga al menos de las experiencias de mayor nivel de generalidad de nuestra
sociedad [Haug, 1978: 21].
En el principio fue la mercancía
por qué el comienzo por la mercancía es un comienzo apropiado. Según Haug, el comienzo
pensado por Marx tiene las siguientes virtudes: es “conocido de todo el mundo”, es
Lo primero quiere decir que hasta aquél que no ha reflexionado nunca acerca de su
objeto de estudio sabe de qué le están hablando. Lo segundo que, una vez establecido el
presencia en otros dos ámbitos tan distintos de la economía política (y entre sí) como la
biología o la lingüística.
(que, a su vez, cita a Marx), ese comienzo es la célula [cf. Haug, 1978: 40]. La primera
condición se cumple puesto que cualquiera, aunque jamás haya llamado de tal forma a un
huevo, al ver el contenido de uno, ha visto una célula. La segunda condición también se
cumple, ya que se sigue lógicamente que las células forman los tejidos, y los tejidos los
órganos, y los órganos los sistemas y aparatos que, a su vez, en coordinación, constituyen el
cuerpo humano; tampoco tiene sentido comenzar el análisis del cuerpo humano por
cualquiera de ellos, y mucho menos por los orgánulos, sin haber definido a la célula
previamente. Por último, la tercera condición también se cumple, puesto que los organismos
unicelulares son los primeros signos de vida en la Tierra y también los elementos necesarios
también, porque se sigue lógicamente que las palabras forman sintagmas, que a su vez crean
estas unidades lingüísticas sin haber dado cuenta primero de la parte constitutiva
por fonemas y morfemas. La tercera se nos presenta como parte de la propia funcionalidad
del lenguaje, al emplear los primeros seres humanos determinadas construcciones fonéticas
más o menos complejas para hacer referencia a una realidad imposible de deducir de éstas.
primera condición, cualquiera, como individuo que forma parte de una sociedad capitalista
más o menos desarrollada en la que el mercado cumple un papel fundamental, ha visto una
mercancía. En cuanto a la segunda, esa mercancía, junto con sus dos determinaciones
apartado anterior, comenzar por cualquier otro punto sin recurrir insistentemente a la
capitalista, ya que hace falta que la forma mercancía tenga una cierta extensión para
son valor de uso y valor (llamado insistentemente por Haug valor de cambio6), las dos
6. Esta observación se basa en la traducción al castellano que manejo. Confundir valor y valor de cambio es un error
relativamente fácil de cometer, así que no me extrañaría que Haug hubiese empleado bien los términos y que fuese un
determinaciones de la célula serían sus cualidades morfológicas y fisiológicas7, y las dos
de la comparación).
general sin forzar los argumentos propios de cada disciplina. Por ejemplo, en cualquiera de
los tres casos la primera determinación (llamémosla “material”) no basta para deducir la
segunda, pero sí es necesaria para que exista. Puede haber valores de uso que no sean
misma forma, los cuerpos de los seres vivos, a un nivel infinitamente más pequeño que el
de la célula, están compuestos por átomos y moléculas (en este sentido, por tanto, también
son morfológicos), pero de éstos no se puede deducir la existencia de vida; por otra parte, es
comparación.
Cruce de miradas
Althusser, lo que de momento desvela el interrogante que pone en marcha este trabajo es
Tanto Haug como Althusser, que ora coinciden ora difieren, se ven obligados a
exponer una cierta “filosofía del conocimiento” o, al menos, una “filosofía del
fallo de traducción; como no tengo acceso al texto original, aplicaremos respectivamente “in dubio pro reo” y
“traduttore, traditore”.
7. La célula es la unidad mínima morfológica porque de ella se componen todos los organismos vivos y también
fisiológica porque, en sí misma, puede ser considerada un organismo viviente.
8. El significante se puede definir como la secuencia de sonidos que crea materialmente la palabra; el significado es,
por tanto, aquello a lo que esos sonidos quieren hacer referencia.
conocimiento de Marx”. Vamos a observar cómo se relacionan sus puntos de vista en dos
cuestiones9:
Donde Althusser habla de objeto del conocimiento y objeto real, Haug habla de “concepto”
y “objeto de análisis”; así, Haug dice que “el análisis destaca las determinaciones en estado
puro [habla de los conceptos de valor de uso y valor], deja fuera todo lo que es posible
eliminar” [Haug, 1978: 90]. Donde Althusser habla de la “producción del conocimiento”10,
Haug analiza “la formación del concepto” [Haug, 1978: 91] y los mecanismos dialécticos y
lógicos que Marx emplea, aceptando implícitamente que la teoría es, de alguna forma,
producida.
II) La “Ciencia”
Ahora, sin embargo, Althusser y Haug tienen visiones distintas. Se vio que
Althusser tomaba la “Ciencia” únicamente como “Science”, comparando por ello a Marx
con Galileo (lo que luego mostré como un error); Haug, por su parte, y aunque no habla
cómo Marx “produce” los conceptos que maneja, emplea la palabra “Ciencia” con un
sentido implícito mucho más completo y cercano a la descripción de ella que, basándome
9. Las observaciones que hago aquí sobre el punto de vista de Haug las extraigo fundamentalmente de las Lecciones
III a VI, donde se analiza con detalle la construcción de los conceptos que hace Marx para evitar dar nada por
supuesto.
10. Un ejemplo de esa expresión: La teoría de la historia del conocimiento o teoría de la historia de la práctica
teórica nos hace comprender cómo se producen –en la historia de la sucesión de los diferentes modos de producción-
los conocimientos humanos, primero bajo la forma de ideología, después bajo la forma de ciencia. (…) Esta historia
nos da la comprensión del mecanismo de la producción de conocimientos (…). [Althusser, 1973: 68]
posible, me pregunto, que disciplinas con objetos de naturaleza tan distinta tengan en su
Para responder a ambas cuestiones, es evidente que hay que volver sobre los dos
“Ciencia”.
de una naturaleza mucho más estable que el de la lingüística, y por supuesto que el de la
economía política. En este sentido, la capacidad para hacer predicciones precisas es mucho
mayor en la primera que en las otras dos y, por tanto, si la consideramos conditio sine qua
non, entonces lingüística y economía política no pueden ser descritas como ciencias. Esta
parece que es la concepción que Althusser maneja, y hemos demostrado cuáles son las
sentido mucho más amplio y, por llamarlo de alguna manera, “formal”. Entienden como
objeto (este sería su sentido “material”) y de las diferencias prácticas que puedan derivarse
de dicha naturaleza (que siempre han sido incuestionables11), cumple unos determinados
producción de conocimiento que garantiza una cierta capacidad explicativa lo que permite
11. Ya Aristóteles diferenciaba entre las ciencias cuyos objetos eran “necesarios”, y las ciencias cuyos objetos eran
“contingentes” [Aristóteles, 2000: 1139a]; no hay que escandalizarse ni deprimirse si esa diferencia se mantiene hoy
en día. No está en juego (o no debería) el prestigio de ninguna disciplina ni de ninguna de las personas que la
desarrollan.
Este cuestionamiento del propio significado de la palabra “ciencia”, que aparece
cuando son puestas en relación las múltiples disciplinas consideradas “científicas” y sus
objetos, por una parte anula las pretensiones “cientifistas” de las ciencias sociales y por otra
nos previene contra la aceptación automática e irreflexiva del saber que se presenta como
“científico”.
como el nuestro, en el que todo aquello que no es ciencia queda condenado al ostracismo o
“ciencia” de todo contenido (material o formal) para convertirlo en una simple señal que
(todos los detergentes, tengámoslo presente, consiguen “el mejor blanco”, y todos dejan
manchas).
atendiendo a cuestiones de carácter epistemológico. Desde ese punto de vista, está de sobra
demostrado que, dada la propia composición del Libro I, es imposible leer de la Sección
Segunda en adelante sin dominar mínimamente la Sección Primera, pero es innegable que
se trata de un comienzo altamente problemático12; ¿no será un error comenzar siempre por
¿Por qué iba a hacer Marx semejante recomendación cuando él mismo había
12. Dice Marx, en el Prólogo a la Primera Edición: Los comienzos son siempre difíciles, y esto rige para todas las
ciencias. La comprensión del primer capítulo, y en especial de la parte dedicada al análisis de la mercancía,
presentará por tanto la dificultad mayor [Marx, 1984: 5].
visto, ninguna, pero ¿qué sucede con las políticas? Intentaré responder, en el presente
interrogante que hasta ahora no había aparecido: ¿hay motivos políticos detrás de su
“recomendación imperativa”?
Frente a El Capital hay dos tipos de lectores: los que tienen experiencia directa de la
explotación capitalista (…) y los que no tienen experiencia directa de la explotación
capitalista pero que, con todo, son dominados, en sus prácticas y su conciencia, por la
ideología de la clase dominante (la ideología burguesa). Los primeros no experimentan
dificultad ideológico-política para comprender El Capital, puesto que habla a las claras de
su vida concreta. Los segundos experimentan una extrema dificultad para comprender El
Capital (…) puesto que existe una incompatibilidad política [Althusser, 1992: 8-9]13.
¿Para quién escribe Althusser? En la Escuela Normal Superior trata más con
estudiantes pequeño-burgueses que con obreros, pero su texto va dirigido a todos. ¿A quién
repetirla aquí. Sin embargo, ¿es criticable su propuesta si la pensamos desde el punto de
hasta hacerlo palpitar y bombear, como corazón que se supone que es, el fluido escarlata de
la revolución. Sin embargo, Korsch verá (y con acierto) que la dimensión política de las
13. Es curioso hasta qué punto se parece el estilo de Althusser en este texto al que se puede leer en el Libro Rojo de
Mao (teniendo en cuenta que éste, a su vez, guarda muchas similitudes con el de los clásicos chinos, como El Arte de
la Guerra de Sunzi). Me parecería normal que el lector entendiera esto como una consideración extravagante si no
fuera porque los alumnos más cercanos a Althusser a principios de los 60 fundaron después la UJCML, una
formación política que seguía la línea maoísta (¿tendrá algo que ver con la similitud retórica?). Reproduzco dos
breves ejemplos (Mao y Sunzi respectivamente) para que comparen con la cita de Althusser: Las clases luchan, unas
clases salen victoriosas, otras quedan eliminadas. Así es la historia, así es la historia de la civilización de los últimos
milenios. Interpretar la historia desde este punto de vista es materialismo histórico; sostener el punto de vista
opuesto es idealismo histórico [Zedong, 1998: cita 1, capítulo II]. En la guerra, así pues, quien conoce al adversario
y se conoce a sí mismo, librará cien batallas sin correr ningún peligro; quien no conoce al contrario pero sí a sí
mismo, ganará una batalla y en la otra estará perdido; quien no conoce al contrario ni tampoco a sí mismo, en todas
las batallas será, sin remisión, vencido. [Sunzi, 2006: 127].
categorías fuerza de trabajo y plusvalor no se revela hasta el Capítulo V, ya que en el
imagen de los Electroduendes en La Bola de Cristal14, presentar una obra de ficción y tintes
encuentra en el Capítulo IV; Korsch replicaría y daría pruebas suficientes para demostrar
En el tercer y último acto, Haug, deus ex merce, les recordaría a ambos que los
rompecabezas teóricos que armar por puro divertimento intelectual. Por el contrario,
que además experimentará importantes cambios a lo largo del amplio período de tiempo
ectoplasma sobre la sólida estructura del análisis materialista del modo de producción
capitalista.
14. Supongo que, a pesar de los años transcurridos, aún perdura en el imaginario colectivo ese estupendo espacio que
por desgracia desapareció de la televisión. Recordemos: “¡Viva el Mal! ¡Viva el Capital!”.
Con la intención de saber qué recomendaciones hizo Marx a ese fantasma que,
como el Leviatán hobbesiano, estaba compuesto por los miles de hombrecitos que sumaron
El tema que tiene previsto [Hess], la legislación inglesa sobre las fábricas, me
parece también el más indicado para presentar la obra. No obstante, ni esto siquiera se puede
hacer sin algunas palabras de introducción sobre la teoría del valor, ya que Proudhon ha
embrollado las mentes también en este punto. (…) Las exposiciones sobre la jornada de
trabajo, etc., en una palabra, sobre las leyes de las fábricas, no tienen base alguna sin un
conocimiento de la naturaleza del valor. Habría que decir algunas palabras sobre este punto
a modo de introducción [Marx y Engels, 1974: 149]
Segunda carta. 10 de Mayo de 1868. Engels escribe a Marx sobre un artículo que
No termino de decidir por dónde debo empezar. Creo que debo hacerlo por
la transformación del dinero en capital, pero lo que todavía no veo es cómo. ¿Qué
piensas tú?
Marx responde:
tajante los comienzos alternativos que le proponían sus interlocutores, siempre les daba
como referencia el mismo sendero: “Me parece muy bien, pero no olvides que el
capital o la “palabra” con la que se forma su discurso, no ha de extrañarnos nada que Marx,
sabiendo mejor que nadie por qué empezó por el punto escogido, vuelva insistentemente
sobre ello. Ahora bien, ¿es una recomendación puramente epistemológica como hemos
Harry Cleaver, que publicó en los 80 Una lectura política de El Capital, es el autor
escogido para desvelar aquello que de momento permanece oculto bajo las cuestiones
epistemológicas que señalan, contundentes pero solitarias, hacia el Capítulo I. Sous les
Siguiendo la estructuración del texto, en este apartado haremos un recorrido por las
siguiente, con ese contenido a la espalda, nos adentraremos en la lectura política de Cleaver
propiamente dicha.
Lo primero que hace el autor es clasificar los tipos de lecturas de El Capital que se
han dado históricamente atendiendo a varias cuestiones. Distingue, en primer lugar, tres
conjuntos básicos: lecturas económicas, lecturas filosóficas y lecturas políticas [cf. Cleaver,
1985: 70]. A continuación, utiliza dos criterios para clasificar las lecturas encuadradas
dentro de éstos:
Por un lado, éstas pueden ser ideológicas, ya que “contemplan la obra de Marx
como una crítica ideológica o una interpretación crítica del capitalismo”, o estratégicas,
porque “contemplan tal obra como una crítica de la ideología y un descifre estratégico de la
15. Lo que cito, por ser un resumen adecuado, es la contraportada. No se trata de un simple capricho el comenzar con
estas líneas; cuando nos adentremos en el próximo texto de referencia, se entenderá lo oportuno de la
contextualización.
Por otro, pueden ser realizadas desde el punto de vista del capital, puesto que
“ayudan a desarrollar la estrategia capitalista”, o desde el punto de vista del trabajo, ya que
1) Lecturas económicas
Pueden ser ideológicas o estratégicas, pero en cualquier caso están realizadas desde el punto
de vista del capital. Tienen, escribe Cleaver, problemas para explicar los movimientos
Cleaver, 1985: 100]; cosifican las categorías y benefician al capital en tanto que las vacían
de su contenido social y otorgan a éste (al capital) todo el poder [cf. Cleaver, 1985: 102]; y,
por último, convienen a los partidos leninistas, que se convierten en la única salida de los
trabajadores ante un capital omnipotente [cf. Cleaver, 1985: 105]. Identifica como lecturas
económicas:
Bernstein por el lado ideológico, y Rosa Luxemburgo y Lenin por el lado estratégico [cf.
·El marxismo comunista. Tal vez se pueda resumir el análisis de esta lectura
diciendo que, para Cleaver, no la hay digna de tal nombre: “En la Unión Soviética, tras la
economía política y las demás, quedó rápidamente abolido” [Cleaver, 1985: 80]. Es, como
se puede comprobar, drástico y demoledor; tanto que, a veinte años de la caída del muro,
parece casi un ensañamiento innecesario que sólo busca rematar, como si tal cosa fuera
16. Tal vez el lector se sorprenda de que Rosa Luxemburgo o Lenin, personajes célebres por su espíritu revolucionario, sean
vistos por Cleaver como lectores “desde el punto de vista del capital”. Cito unas líneas para aclarar el asunto: Me interesa
más bien señalar que (…) su restricción del alcance de El Capital, y de las teorías de la crisis y el imperialismo derivadas
al campo de la economía política, limitaba la plenitud de sus análisis, dejando sin examen algunos aspectos importantes del
sistema, y lo volvía unilateral: analizaban el crecimiento y la acumulación capitalistas independientemente de la iniciativa
de la clase trabajadora. [Cleaver, 1985: 79].
posible, al muerto. Ni el socialismo chino ni el ruso son para Cleaver otra cosa que “la
diciendo que “se revalúa positivamente a Marx frente a la ortodoxia clásica, pero se le
completar’ sus teorías” [Cleaver, 1985: 86]; “en su mayor parte, el marxismo quedaba
·El resurgir de la Antigua Izquierda. Ante las críticas de los neomarxisas, introducen
pequeños cambios en su planteamiento: el primero fue explicar “la enorme variación de las
[Cleaver, 1985: 95]. El segundo fue explicar la Crisis de los 70, que “no ha representado un
retorno a Marx sino un retorno al marco y los problemas del marxismo anterior a la
2) Lecturas filosóficas
Estas lecturas son ideológicas y siempre desde la perspectiva del capital. Debido al
amplio número de autores y reflexiones distintas que aparecen dentro de este conjunto,
Cleaver anuncia que se centrará por una parte en los ortodoxos y por otra en el análisis de la
“esfera cultural” propia de la Teoría Crítica [cf. Cleaver, 1985: 106-107]. Identifica las
siguientes:
y por ello mismo el primero que lo desarrolla es Engels18. Después será defendido en la
17. Las páginas dedicadas a la Unión Soviética, centradas en su papel político ya que no hay lectura analizable, son
demoledoras; no digo erradas porque no me lo parecen, pero sí las veo excesivas.
18. Los autores que siguen este enfoque suelen considerar que, en estos temas, tanto da que escriban Engels, Marx o
ambos, suponiendo que su pensamiento era monolítico. Si esto resulta atrevido, también me lo parece (igual, si no
más) decidir un siglo después que Marx tenía una línea clara que nosotros conocemos y que Engels terminó haciendo
China comunista y en la Unión Soviética. También identifica a Althusser como defensor de
·Teóricos críticos. Al comparar este enfoque con el anterior, identifica dos ámbitos
despótica por parte del capital), que después les llevó a vincular la aparición de formas
políticas autoritarias con la extensión de esa dominación fabril a otros espacios; el segundo
3) Lecturas políticas
trabajadora. Analiza las posturas de diferentes colectivos que, naciendo en el seno del
trotskismo, luego se separan de éste tras su crisis interna en los años 50 (la tendencia
referencias son variadas y muy detalladas, pero si intentamos extraer de ello lo fundamental
Estas son algunas de las ideas principales que en conjunto constituyen el inicio de
un análisis del patrón del poder de la clase trabajadora: 1) la clase trabajadora como un
poder autónomo; 2) el capital que incluye en su interior a la clase trabajadora; 3) la
tecnología como una división particular del poder de la clase trabajadora generada por la
lucha de clases; 4) la organización de la clase trabajadora como una función de la
composición de la clase y por lo tanto la especificidad histórica del sindicalismo, la
socialdemocracia y el leninismo como soluciones válidas de la organización de la clase
trabajadora; 5) la recomposición política a medida que la clase trabajadora supera la división
del capital; 6) la clase trabajadora incluye a asalariados y no asalariados; y por lo tanto 7) el
capital como capital social o como fábrica social; 8) la crisis capitalista como crisis de poder
entre clases; y 9) la recomposición política de la clase trabajadora y la descomposición
capitalista como la sustancia de los dos momentos de la crisis [Cleaver, 1985: 168-169].
El valor es revolucionario
El objetivo de Cleaver es claro: recoge el testigo que le legan los lectores políticos
antes referidos para “mostrar cómo se relaciona cada categoría y relación con la
un análisis completamente desvinculado. Veo difícil solución a este asunto si no es aceptando que no podemos hablar
por ellos y que se trata sólo de interpretaciones imposibles de demostrar.
naturaleza de la lucha de clases y la aclara y mostrar qué significa eso para la estrategia
política de la clase trabajadora” [Cleaver, 1985: 171]. ¿En qué radica su novedad? En que
hará un análisis político del valor; “uno de los conceptos más básicos de El Capital, que ha
escribe Cleaver, “hasta donde yo sé, el concepto mismo nunca se ha sometido a una lectura
Séptima del Libro I; en este momento la lucha de clases tiene como objeto determinar si el
de clases se centrará en “limitar la parte de sus vidas y energías que debía entregar para
VIII.
Esta paradoja del incremento del trabajo al mismo tiempo que aumenta la
productividad sólo puede tener sentido desde el punto de vista de una clase cuyo medio
básico de control social es la imposición del trabajo (…). Si el desarrollo de la maquinaria
llega hasta el punto de eliminar la necesidad del trabajo, el capital afrontará una crisis
fundamental [Cleaver, 1985: 203-204].
Cleaver, sin embargo, para hacernos ver lo que se esconde tras esa apariencia inmaculada,
de dinero pagadas por ellos, y sus valores de uso son sus cualidades nutritivas; pagando por
los productos cierran el ciclo que permite a los productores capitalistas obtener D’,
de uso para trabajadores y capitalistas es el de ser medios de producción, aunque esto tenga
implicaciones distintas para unos y otros; en cuanto a su valor, éste sólo se realiza ante los
El trabajo abstracto es la esencia del valor, lo que no puede alterarse sin perder el
concepto mismo. (…) Este análisis, este proceso mental de abstracción, a través del cual
aislamos una sola determinación no es, sin embargo, un proceso que ocurra fuera del
mundo. (…) Por el contrario, el trabajo abstracto es semánticamente significativo como un
concepto no porque todo el trabajo humano sea básicamente similar, no porque algún
elemento común sea necesario para la equivalencia del cambio y sea revelado por ella. Es
significativo porque el capital mismo, en su lucha continua con el trabajo para crear y
mantener la división del trabajo que es la base de la producción mercantil, el cambio, y el
Es el trabajo concreto que cada hombre realiza el que es objeto de la división social
(con las consecuentes diferencias salariales y de otro tipo –por ejemplo de prestigio- que
una mercancía según el tiempo de trabajo abstracto socialmente necesario que el trabajador
(…), el valor expresa el promedio social que dará las condiciones ‘normales’ de la
instrumentos de opresión dentro del capital porque los minutos de tiempo de trabajo son
V) El dinero
Dado que la circulación se contempla sólo como un reflejo de las luchas que se
libran en la producción y alrededor de ella, el dinero y las mercancías no se ven como
elementos importantes de la lucha misma [Cleaver, 1985: 295-296].
relación entre la clase trabajadora y el capital; una mercancía sólo se sabe mercancía al
clase trabajadora sólo se afirma a sí misma y se reconoce en su relación con el capital [cf.
Cleaver, 1985: 309]. El dinero, equivalente general y, en virtud de ello, mediador universal,
da consistencia y coherencia a ese “enorme cúmulo de mercancías” ya que todas pueden
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en la lectura política de las categorías fundamentales del Capítulo I, lo cierto es que hay
No obstante, pienso que no son en absoluto pilares fundamentales sin los cuales no se
sostenga el resto del contenido, así que ni podría ni pretendo desvirtuar con mi crítica el
resto de su trabajo.
fundamentales “la clase trabajadora como poder autónomo” y “la recomposición política de
Pienso que hay dos causas que explican el entusiasmo con el que Cleaver sostiene
(al igual que sus predecesores) que la clase trabajadora es un poder autónomo. Por un lado,
su propia orientación política; por otro, el momento histórico en el que escribe. El carácter
esfumaron poco después de que Cleaver escribiera el ensayo que hemos tratado.
convirtieron en el primer paso dado por el capital para deconstruir políticamente a la clase
revolución ni al fin del capitalismo, sino al neoliberalismo atroz y destructivo que hemos
vivido estas últimas dos décadas y que ha tenido como resultado la privatización de la
las prestaciones sociales que el Estado ofrecía, y, finalmente (hasta ahora), la terrible crisis
descomposición capitalista como los dos momentos sustanciales de la crisis, cae arrastrada
por lo dicho hasta ahora. La crisis de los 70 significó justamente lo contrario de lo que
Sumemos a eso que, por el momento, atrapados en una nueva crisis económica, el capital
exactamente de aquellos momentos, ahora remotos, en los que se luchó por la reducción de
una victoria de los trabajadores (esto es, la reducción de la jornada laboral), nos permite ver
el terrible triunfo del capital que asoma los pies por debajo de tan triste cortina: el paso de la
20. Análisis especialmente enfocados en la situación de los trabajadores a partir de ese momento son el de Andrés
Bilbao [Bilbao, 1993] y el de James Petras [Petras, 1997]. En cuanto a los cambios experimentados por el Estado
como consecuencia del paso de un modelo económico a otro, resulta especialmente interesante el trabajo de Robert
Jessop [Jessop, 2008].
subsunción formal a la subsunción real; con ello, la lucha de clases ya no tiene el propósito
Bajo este nuevo prisma, incluso las ventajas indudables del Estado de Bienestar no
concretas para garantizar la subsunción real del trabajo y, por tanto, la acumulación
capitalista.
fantasmas de niebla y luz que tan pronto se disipan como nos ciegan, impidiéndonos ver
dónde está la trampa que el capital nos tiende con los husos que hilamos. La clase
trabajadora no aparece ahora en escena como un héroe que, gracias a las luchas colectivas,
esté cada vez más cerca del Olimpo; ya no. Ahora la vemos más bien como el héroe trágico
que, ignorando las palabras del coro que lo advierte, se enfrenta a su fatal e ineludible
destino ante la mirada de los pocos espectadores que, con impotencia, observan el
Tal vez la solución sea plantear el problema en los mismos términos en los que Kant
resolvió sus quebraderos de cabeza sobre la libertad. Para él, no había ninguna garantía de
que quedase espacio para la acción libre y moral en un mundo cada vez más claramente
determinado por las fuerzas físicas y las relaciones causales; se encontraba con un límite
insalvable, el del alcance de la razón humana, que le impedía afirmar o negar con
rotundidad que el hombre era libre. Pero en esas circunstancias la acción moral era
de ese límite, sí podía pensarla y con ello construir, a partir de esa base (y mejor esa que
desarrollo histórico del capitalismo que muestra su increíble capacidad para mantener la
subsunción real e incluso ahondar en ella, no es una respuesta política aceptable la asunción
puesto que los límites al conocimiento son los mismos: la teoría y la experiencia no nos dan
garantías de ser libres si estamos subsumidos (más bien apuntan lo contrario), pero sólo si
CONCLUSIÓN
Llegados a este punto, y después del largo recorrido realizado, parece apropiado
realizar una recapitulación que sirva al mismo tiempo para condensar los argumentos más
propuesta sobre una concepción muy concreta de la “Ciencia” y del análisis del modo de
producción capitalista que Marx nos lega en El Capital. Esta visión, reducida a entender la
novedad y sus implicaciones en relación con la economía política clásica y la lectura que
Marx hace de ella, el concepto clave. Hemos visto, sin embargo, que esa importancia del
trabajo de Haug. Gracias a su estudio, que demuestra las desventajas de comenzar por
cualquier otro punto de El Capital y argumenta de forma muy sensata acerca de las ventajas
del comienzo propuesto por Marx, vimos que el Capítulo I no sólo era un comienzo
apropiado sino que, al tratarse de un análisis “científico”, se trataba del punto de arranque
que necesariamente Marx tuvo que presentar. Esto nos llevó a entender que la concepción
de “Ciencia” que subyace a El Capital es mucho más amplia y se refiere más a los aspectos
formales de producción del conocimiento que podemos calificar de científico que a las
circunstancias materiales propias de cada objeto. Esta segunda concepción, que no rebaja a
las ciencias naturales y tampoco disfraza a las ciencias sociales con rasgos que no poseen,
parece, en tanto que menos excluyente (y no por ello menos rigurosa), más apropiada.
juntar al Marx joven con el maduro y, por tanto, al ideólogo con el científico; la conclusión
que extraje de aquello fue que semejante distinción no tenía sentido. Ahora bien, ¿existe
alguna distinción? Hay datos biográficos y diferencias evidentes entre unos textos y otros
como para pensar que evidentemente Marx cambió de parecer en lo que toca a
revolucionaria), pero ¿cuáles son entonces los textos realmente significativos? ¿Hemos de
pensar que lo último que dijo ha de ser tomado como la manifestación más afinada de su
pensamiento? Como planteé en la nota 18, donde apareció el tema de las posibles
divergencias entre Marx y Engels, pienso que lo que subyace es el problema insalvable de
que estamos leyendo a un clásico: tenemos lo que escribió, punto. Aun así, lo que sí
podemos constatar, en lo que a la economía política se refiere, es que El Capital es, frente a
los Grundrisse o los Manuscritos económico-filosóficos, el texto más preciso. Más allá de
simplemente lo dejan aparcado, insinuando que, tal vez, nos encontremos ante una pregunta
con que el propio Marx aceptaba sin problemas los comienzos alternativos, aunque siempre
recordaba que, para hacer comprensibles los argumentos, sería necesario remitirse
brevemente a los contenidos del Capítulo I. Tras revisar la propuesta de Althusser desde el
su lectura política del Capítulo I. La única objeción que planteé a su argumentación, y que
desarrollé en el apartado anterior, tenía que ver con una concepción absolutamente
idealizada de la clase trabajadora; sin embargo, repitiendo ahora lo que dije antes, el hecho
de que desde un punto de vista teórico enfrentemos serios problemas para considerar a la
clase trabajadora un sujeto autónomo no quiere decir que, de cara a la práctica política, no
haya más remedio que considerarla así para no haber perdido de antemano (y eso, por
supuesto, no implica que olvidemos los peligros que la teoría nos señala y que la
respuesta es que no. Todo lo contrario. Tienen una relación directa e importante.
Por una parte, ya planteé que los enfoques epistemológicos que presentan el
plusvalor como concepto fundamental, en la práctica política defienden que, para terminar
privada de los medios de producción. Aquellos que, normalmente impulsados por una
articulado con el plusvalor) la centralidad que Marx parecía darle, consideran que, aunque
la propiedad de los medios de producción pudiera tener su importancia, lo realmente
de la accesibilidad planteado por Haug, es el enfoque político el único que, por no requerir
más allá del apolitismo que podamos percibir en las sociedades actuales, lo cierto es que no
dejamos de ser una especie que necesita de la vida en sociedad, que cada individuo se ve
irremediablemente afectado por el devenir del conjunto social y que, por tanto, uno queda
(lo quiera o no) atado a “lo político”21, por muy acrítica o inconsciente que sea su postura.
Aunque la conclusión hasta ahora sería que la lectura ideal comienza por el Capítulo
porque éste debe prestar también atención a la coyuntura en la que se quiere realizar una
hielo” y quitar a los nuevos lectores el miedo a un texto que normalmente se considera
anticuado y/o demasiado difícil, se introduzca la lectura por otro lugar (por ejemplo el texto
de Marx Salario, precio y ganancia, o tal vez alguno de los “capítulos históricos” del Libro
I de El Capital).
Finalmente, como herramienta teórica para las ciencias sociales, El Capital ha de ser
que esa es la combinación que mueve a Marx a realizar su investigación y es ésta misma la
que, con mayor o menor acierto, ha seguido rodeando a quienes se han acercado a esta obra.
21. El criterio de distinción amigo-enemigo [que caracteriza a “lo político”] no significa tampoco que
un determinado pueblo deba ser por la eternidad el amigo o el enemigo de otro determinado pueblo, o
que la neutralidad no sea posible o no pueda ser una elección políticamente válida. Sólo que también el
concepto de neutralidad, como todo concepto político, está dominado en todo caso por este presupuesto
final de una posibilidad real del reagrupamiento amigo-enemigo. [Schmitt, 1984: 31]
Una lectura de El Capital realizada desde las claves aquí descritas proporcionará sin duda
elementos para realizar un buen análisis sociológico con relativa independencia del campo
Resulta interesante añadir aquí, porque nos permite cerrar el texto con el mismo
texto, sin embargo, no es simplemente mostrar dicha evolución, sino demostrar que existe
una contradicción conceptual entre la Sección Primera y la Sección Segunda, ya que, “sobre
la base de dicha ley [la ley del valor], lo más lejos que parece poderse llegar por el camino
transformación de dinero en capital]” [Fernández Liria y Alegre Zahonero, 2008: 84]. Dicha
contradicción llevaría, en último término, a ignorar el Capítulo I, puesto que desarrolla unos
supuestos que luego no se mantienen (aunque Marx diga que sí), y a poder comenzar la
Considero que existe un doble error de apreciación en la lectura de Marx por parte de
estos dos autores: por un lado, tienen una lectura del Capítulo I despojada de la
especificidad histórica que lo caracteriza; por otro, han olvidado un elemento fundamental
En cuanto al primer error, los autores entienden que la Sección Primera da cuenta de
Alegre Zahonero, 2008: 84]. Sin embargo, siendo cierto que mercancías, dinero e
investigación al comenzar su libro con la frase “La riqueza de las sociedades en las que
mercancías’” [Marx, 1984: 43]. Es la riqueza de las sociedades capitalistas la que analiza y,
En segundo lugar, que el trabajo abstracto, sustancia del valor, no es cualquier tipo
como hemos visto, es impuesto por la fuerza. Sólo la sociedad capitalista es capaz de
conseguir la abstracción social real de los múltiples trabajos concretos y convertir a los
contradicción que existe entre el intercambio de valores equivalente y que se pueda producir
el ciclo D-M-D’.
Entonces Marx juega a suponer que el plusvalor surge de una habilidosa técnica que
permite comprar barato y vender caro. El problema de la hipótesis es que no puede ser
imposible que todos vendan caro y, al revés, si todos venden caro no es posible comprar
barato. Se trataría de un juego de suma cero en el que el capitalista perdería por un sitio lo
que ganara por el otro.
Así, parece que la contradicción no puede ser resuelta: D-M-D es un ciclo que, así
presentado, no puede convertirse en D-M-D’ ni, por tanto, producir valor adicional. No es
posible dar cuenta de la existencia del plusvalor, y, lo que es más importante, nos topamos
valor.
permite que haya más valor al final del proceso del que había al principio? Y Marx nos da
Dicha mercancía se define como “el conjunto de capacidades físicas y mentales que
movimiento cuando produce valores de uso de cualquier índole” [Marx, 1984: 203]. Y tiene
un valor: “el valor de los medios de subsistencia necesarios para la conservación del
poseedor de aquélla” [Marx, 1984: 207]. Y un valor de uso: “el de ser fuente de valor”
subyacente, que es la que no han tenido en cuenta los autores del texto que comento, es la
existente entre los conceptos fuerza de trabajo (cuyo valor se realiza en la circulación) y
trabajo (objetivado en las mercancías una vez que la fuerza de trabajo ha formado parte del
proceso productivo, con la consiguiente realización de su valor de uso). La ley del valor,
pues, sigue funcionando como supuesto en la construcción teórica del Capítulo IV y de los
siguientes.
Así, los autores del texto, que parecen empeñados en encontrar nuevos argumentos
para defender la postura de Althusser (su evidente autor de referencia), terminan por no ver,
BIBLIOGRAFÍA
·ALTHUSSER, Louis (1992). Introducción a los lectores del Libro I, descargable en:
es.geocities.com/pcpecaudal/libros/leerelcapital.pdf
·CLEAVER, Harry (1985). Una lectura política de El Capital, Fondo de Cultura Económica,
México.
·HAMOND, Hervé y ROTMAN, Patrick (1987). Génération: 1. Les années de rêve, Seuil,
París.
·HAMOND, Hervé y ROTMAN, Patrick (1988). Génération: 2. Les années de poudre, Séuil,
París.
·MARX, Karl y ENGELS, Friedrich (1974). Cartas sobre El Capital, Laia, Barcelona.
·SUNZI (2006). El Arte de la Guerra (edición bilingüe), La esfera de los libros, Madrid.