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Qué es labilidad emocional: causas, síntomas y tratamiento

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Labilidad emocional

Contenido [esconder]

1 En qué consiste la labilidad emocional

2 Principales causas de labilidad emocional

3 Signos y síntomas

4 Diferencia entre labilidad emocional y depresión

5 Consecuencias de la labilidad emocional

6 Tratamiento de la labilidad emocional

En qué consiste la labilidad emocional

La labilidad emocional o incontinencia emocional es un trastorno neurológico que se caracteriza


por episodios involuntarios de llanto, risa u otras manifestaciones emocionales incontrolables. Las
víctimas pueden empezar a reírse descontroladamente de algo que a penas es gracioso o estallar a
llorar por acontecimientos o situaciones que no son verdaderamente tristes. En casos más
severos, las emociones pueden no coincidir con las circunstancias.

Son lo que podría denominarse reacciones extremas a los eventos diarios. Por ejemplo, un
comentario moderadamente gracioso o sarcástico podría desencadenar un ataque de risa
incontrolable. Un programa de televisión o incluso un anuncio con contenido emocional puede dar
lugar a una respuesta extrema de llanto durante bastante tiempo.

Las personas que padecen este trastorno no son capaces de poner fin a esa emoción durante
varios minutos. Los sentimientos de enojo o las frustraciones también pueden ser una razón para
que el sujeto llore o ría incontrolablemente.

Principales causas de labilidad emocional

Las principales causas de labilidad emocional son enfermedades neurológicas como la demencia,
un traumatismo craneoencefálico, un accidente vascular cerebral o la esclerosis múltiple.
La labilidad emocional o incontinencia emocional se produce cuando la lesión cerebral daña e
impide:

La comprensión de las emociones de uno mismo y los demás.

La capacidad para gestionar cómo expresar las sensaciones emocionales.

La capacidad de ralentizar o detener el resultado de dichas sensaciones.

El trastorno es provocado por la interrupción del circuito intelectual y emocional que existe en el
cerebro. En un cerebro sano hay como una “puerta de enlace” neuronal que controla las
conexiones entre la respuesta intelectual a una circunstancia y la consecuente respuesta
emocional. Las personas sanas son capaces de sentirse tristes sin llorar o sentirse felices sin reírse.
Cuando, por alguna causa, esta puerta neuronal se rompe, la respuesta emocional deja de estar
bajo el control del individuo.

Además de la respuesta emocional incontrolada, también se puede presentar una incapacidad


para controlar los impulsos. Esto es evidente en individuos que, antes de la lesión, eran muy
educados con los demás y tras el accidente se muestran incapaces de controlar sus emociones,
haciendo declaraciones inapropiadas en una conversación o mostrando una tendencia a actuar sin
pensar en las consecuencias.

Estos tipos de comportamientos pueden ser muy desconcertantes, incómodos y difíciles de


reconocer para la persona, e incluso para los demás.

Signos y síntomas

Las personas con labilidad emocional muestran episodios de risa, llanto o gritos sin una motivación
obvia o en respuesta circunstancias que no habrían desencadenado una respuesta tan expresiva.

En algunos pacientes el comportamiento puede ser incluso el opuesto al esperado, el afectado


podría reírse tras recibir una mala noticia o llorar en respuesta a una alegría, incluso pueden
cambiar espontáneamente y de improvisto de la risa al llanto o viceversa.

Los signos de labilidad emocional pueden llegar a ser graves, con episodios constantes y crónicos.
Las características principales son:
El comienzo es abrupto y aleatorio, como si de un ataque se tratara.

Los incidentes duran unos segundos o unos pocos minutos.

El episodio puede repetirse muchas veces al día.

Algunos pacientes afirman que reconocen la inadecuación de sus emociones y que éstas se
encuentran fuera de lugar, pero que no son capaces de controlarlas. La influencia de este
trastorno puede ser muy grave, con signos crónicos y duraderos que pueden inmovilizar a los
pacientes e influir considerablemente en la condición de vida de los cuidadores.

Diferencia entre labilidad emocional y depresión

A veces, la Labilidad Emocional se diagnostica erróneamente como depresión clínica, pero hay
muchas diferencias que distinguen ambos trastornos.

El llanto es naturalmente un indicador de tristeza en la depresión y en los procesos de dolor, pero


en la labilidad emocional se producen manifestaciones patológicas del llanto, ya que suelen ser
abruptas, exageradas y están fuera de lugar, pero no se trata de un estado de ánimo generalizado.

Otra clave importante para la discriminación entre la depresión y la labilidad emocional es la


duración de la tristeza. En la depresión, el llanto y el estado anímico triste es algo prolongado y
está fuertemente relacionado con el estado de ánimo original, mientras que los incidentes de
labilidad emocional son repentinos y ocurren de manera periódica.

La posibilidad de control de la aparición del llanto es diferente en la depresión y en la labilidad


emocional. En la depresión las expresiones emocionales, especialmente el llanto, se pueden
adaptar a la situación, lo que significa que se puede controlar. Mientras que en la labilidad
emocional controlar los episodios de llanto o risa es del todo imposible.

De la misma manera, en la depresión la activación del llanto está relacionada con el


temperamento original del individuo, mientras que en la labilidad emocional los factores
desencadenantes de los episodios de llanto suelen ser imprecisos, mínimos e inadecuados para la
situación.
En ciertos casos, el estado de ánimo deprimido y la labilidad emocional pueden coexistir. En
realidad, la depresión se considera una de las transformaciones emocionales generalmente más
frecuentes en los pacientes con síndrome neurodegenerativo o tras padecer un accidente
cerebrovascular.

Consecuencias de la labilidad emocional

Las consecuencias para las víctimas de labilidad emocional incluyen pensamientos de cansancio
emocional y, a menudo, aislamiento social. Sin entender que poseen un trastorno neurológico, las
personas con labilidad emocional a menudo cambian sus vidas para mantenerse alejadas de las
cosas que activan las situaciones, incluido el trabajo, los amigos e incluso la familia. Con esta
separación de la vida social todavía sobrevienen emociones más dañinas que pueden llegar a ser
obvias como la depresión mayor.

Tratamiento de la labilidad emocional

Desgraciadamente, como hemos podido ver, la labilidad emocional destruye severamente las
relaciones sociales, aislando a quien la padece de forma importante, lo cual puede tener un efecto
nocivo en la condición de vida de las personas afectadas y sus familias.

Enseñar a las personas afectadas, a los cuidadores y as familias de qué se trata este trastorno es
muy importante para que estas personas se sientan más comprendidas y aceptadas por quienes
les rodean.

Por otro lado, los fármacos antidepresivos como la fluoxetina, la sertralina, la nortriptilina, la
amitriptilina o el citalopram, son de bastante utilidad. Sin embargo, el Dextromethorphan, de
nombre comercial es Nuedexta, es el primer medicamento aceptado para tratar la labilidad
emocional. La medicación con dextrometorfano-quinidina disminuye considerablemente las
apariciones de risa y llanto en individuos afectados con ELA, es decir, esclerosis lateral amiotrófica
o EM o esclerosis múltiple.
Los signos de tristeza
June 9 by admin

Muchas personas experimentan tristeza en algún momento de su vida. El conocimiento de los signos y síntomas de
la tristeza puede traer comprensión.

Definición de la tristeza

De acuerdo con The American Heritage Dictionary del Idioma Inglés, la tristeza es cuando una persona está
"afectada con o marcada por la infelicidad." La tristeza y el dolor se definen como dolor emocional que resulta de
una pérdida, melancolía persistente o somberness habitual.

Los signos emocionales de tristeza

La tristeza es a menudo una respuesta a la pérdida y el dolor. Algunas de las señales emocionales de tristeza son
parte del proceso de duelo. Una persona que está de duelo experimentará sentimientos de choque, una necesidad de
ventilar y obtener los sentimientos, de pánico, soledad y aislamiento. Otros signos emocionales incluyen
sentimientos de ansiedad, vacío o desesperanza, pesimismo, culpa e irritabilidad.

Los signos físicos de la tristeza

Los cambios en los hábitos de actividad, sueño y alimentación físicos son todos indicadores de tristeza. Los
sentimientos de la energía disminuida y fatiga son síntomas comunes. Otros cambios físicos incluyen insomnio,
despertar temprano por la mañana o exceso de sueño; pérdida de peso o comer en exceso y aumento de peso; y la
inquietud. La tristeza también puede manifestarse físicamente como dolores de cabeza y trastornos digestivos.

Los signos cognitivos de la tristeza

La tristeza puede afectar a nuestra forma de pensar, así como nuestro estado de ánimo y el cuerpo. Las indicaciones
de la infelicidad incluyen intereses perder en actividades placenteras y aficiones, y dificultad para concentrarse,
recordar y tomar decisiones.

Tristeza Depresión vs.

A pesar de la tristeza y la depresión tienen muchos síntomas similares, que no son lo mismo. Es importante no
confundir los signos de tristeza con síntomas de depresión. Un trastorno depresivo es una enfermedad que puede ser
diagnosticada por ciertos criterios específicos. Como la tristeza, la depresión implica el cuerpo, el estado de ánimo
y pensamientos. Sin embargo, la depresión difiere de tristeza en la gravedad de los síntomas. La tristeza puede ser
experimentada en diferentes momentos a lo largo de un día o semana y es por lo general en respuesta a algún tipo
de pérdida, como la pérdida de un ser querido, un trabajo o el respeto. Los sentimientos de tristeza son una parte
importante y funcional del proceso de duelo. Nos permiten saber que valoramos y llorar lo perdido. Los síntomas de
la depresión pueden durar semanas y meses y se caracterizan por su naturaleza crónica o por su número e
intensidad. La depresión interfiere con su capacidad para funcionar y puede ser incapacitante. Para cumplir con los
criterios para un trastorno depresivo, debe experimentar síntomas múltiples, con el tiempo, con un grado de
severidad.

¿Cómo saber si tengo baja autoestima?

1. Inseguridad personal

Este es el primer síntoma de baja autoestima y es muy fácil de identificar, pues hace que las
personas necesiten la aprobación de terceros para hacer casi todo lo que implique una toma de
decisiones. La inseguridad personal también lleva a las personas con baja autoestima a convertirse
en complacientes, pues creen que al hacer favores y ayudar a los demás (así no deseen hacerlo)
serán aceptados y valorados socialmente. Otras consecuencias de la inseguridad personal son la
dificultad para decir que “no” y la facilidad para sentirse ofendido y engañado.

2. Autocrítica

Las personas con autoestima baja siempre están buscando algún defecto o error para cuestionar
su comportamiento. Suelen ser negativos, muy duros en la crítica personal, no perdonan sus
errores y pueden lamentarse mucho tiempo por algo que ocurrió años atrás. La baja autoestima
hace que las personas sean hipersensibles, se sientan decepcionadas, culpen a otras personas de
sus problemas y se comparen con los demás.

3. Exigencia desmesurada

Debido a la autocrítica, cuando una persona tiene la autoestima baja es común que intente
defenderse o encontrar consuelo en la búsqueda de la perfección. El hecho de no recibir bien las
críticas de terceros (posiblemente por una mala experiencia del pasado) los lleva a asumir una
insistencia por hacer todo bien para evitar dar de qué hablar o ser lastimados nuevamente.

4. Tristeza
El estado de ánimo suele variar entre tristeza y melancolía. La tristeza la despierta la falta de amor
propio que hace que la persona se sienta sola, no querida y no valorada por quienes la rodean. La
melancolía suele aparecer por recuerdos de una época que consideran era mejor que la actual.

baja autoestima

5. Incompetencia

Cuando existe el sentimiento de que no somos aptos para llevar una tarea a cabo estamos ante la
presencia de un síntoma de baja autoestima. Por lo general esta señal se puede determinar por la
incapacidad de la persona para arriesgarse a asumir nuevos retos, prefiriendo mantenerse al
margen de hechos que necesitan de su autoconfianza y truncando que ésta se desarrolle.

6. Miedos

El miedo puede ser bueno cuando te impulsa a actuar, pero cuando inmoviliza es una emoción
muy negativa. Las personas con baja autoestima suelen ser víctimas del miedo pues experimentan
miedo a fracasar, a equivocarse, a vivir, a mostrarse tal cual son, a ser juzgados, a no gustarle a
alguien, entre otros. En este punto es importante que la persona busque ayuda para superar los
miedos que le agobian, lo cual muchas veces puede contribuir a descubrir cuál es el hecho que
desencadenó la baja de autoestima.

7. Exagerada importancia

La autoestima baja hace que a las personas les importe demasiado lo que dicen de ellas, al punto
que puede creer que todo el tiempo los demás están hablando mal de ella. Asimismo, cuando la
baja de autoestima proviene por un complejo físico la persona tiende a esconderse vistiéndose de
forma discreta para evitar resaltar.
8. En el amor

La baja de autoestima hace que las personas sean celosas por el miedo a ser abandonadas o por
sentir que no merecen ser amadas y que cualquier persona puede ser mejor compañía que ellas.
De igual modo, la baja autoestima también puede ocasionar que una persona no renuncie a estar
con alguien que le hace daño por miedo a no encontrar a alguien más, a quedarse sola para
siempre o, en los casos más graves, por no sentir que merece algo mejor.
Indicadores de ansiedad en niños y adolescentes

Posted on 6 Mar in Destacado, Revista Palabras


Por Ruth Monroy Psicólogo de INVEDIN
El miedo es una respuesta natural y adaptativa ante estímulos que son considerados como amenazantes.
Cuando experimentamos miedo se activan 4 sistemas de respuestas del tipo cognitivas, afectivas,
fisiológicasy conductuales. Las respuestas al miedo nos preparan para las situaciones amenazantes o
peligrosas, ya sea para enfrentarlas o evitarlas. Cuando estas respuestas se alejan de las valoraciones
reales de tales amenazas o peligros, e interfieren en el funcionamiento y actividades del niño o
adolescente, entonces probablemente se está en presencia de un trastorno ansioso (Satter y Hoge, 2008).
Los niños experimentan diversos y numerosos miedos durante su crecimiento y desarrollo, los cuales
suelen ser transitorios, de intensidad leve y específicos para cada edad, sin embargo, algunos miedos de
la infancia podrían permanecer hasta la edad adulta. Cuando estas experiencias permanecen en el
tiempo, causan malestar clínico significativo, y traen como consecuencias alteraciones o interferencias
en las actividades cotidianas tanto familiares, escolares como sociales. Por esta razón, es de suma
importancia identificar cuando los síntomas o respuestas ante el miedo se tornan irracionales, poco
adaptativos o no se revierten con el tiempo (Satter y Hoge, 2008).
Es muy importante no subestimar el sufrimiento de los niños y las consecuencias negativas generadas
por algunos miedos en la infancia (Méndez, Olivares y Bermejo, 2005). El modo cómo los niños
experimentan el miedo y en especial los niños más pequeños, no siempre es igual a como lo viven los
adultos. Aún cuando experimenten malestar fisiológico y/o psicológico, no siempre comentan sus
vivencias, pero se pueden observar e identificar algunos síntomas psicofisiológicos y conductuales que
nos permitirán ayudarlos (De la Barra, 2013).
Tanto Padres, maestros, como cuidadores, deben estar atentos ante algunas de las siguientes respuestas
psicofisiológicas que acompañan a la ansiedad y que afectan el bienestar físico y psicológico de niños y
adolescentes:
 En primer lugar se evidencia un aumento de la sudoración en la palma de las manos, las cuales se aprecian
húmedas o pegajosas.
 Hay un aumento en los latidos del corazón y pueden experimentarse palpitaciones.
 Puede observarse variación en la coloración de la piel (enrojecimiento o palidez) debido al cambio en el flujo
sanguíneo.
 También pueden aparecer cambios en la temperatura corporal, en especial en manos y pies (calor o fríos
súbitos).
 Se pueden producir movimientos musculares como temblores y tensión muscular.
 Aumento de la respiración y también puede expresarse como una sensación de ahogo y que en ocasiones
puede ser acompañado de suspiros.
Conductualmente pueden observarse las siguientes respuestas motoras:
 Respuestas de evitación activa, donde el niño lleva a cabo una acción que evita o impide la aparición de las
situaciones que provocan las respuestas ansiosas.
 Respuestas de evitación pasiva, donde el niño interrumpe el curso de una actividad, logrando de esta manera
que el objeto o situación que provoca la respuesta ansiosa no se presente.
 Respuestas de escape, ocurre un alejamiento de la situación u objeto temido, cuando este se presenta de forma
inesperada o por presión social.
 Respuestas motoras alteradas, son el conjunto de conductas o perturbaciones de conductas motoras verbales
(voz temblorosa, bloqueos, repeticiones) y no verbales (temblores, tics, muecas faciales) que se observan
cuando la situación obliga a que el niño permanezca ante el objeto o evento temido (Méndez, Olivares y
Bermejo, 2005).
Los pensamientos e imágenes que evocan la situación temida constituyen un componente muy poderoso
en la experiencia emocional y se puede manifestar en la ansiedad con:
 Una percepción distorsionada de los eventos amenazadores, confiriendo rasgos o características exageradas o
poco válidas.
 La evaluación del repertorio de conductas de afrontamiento puede ser negativa, señalando la incapacidad de
enfrentar la situación temida (no me atrevo, soy miedoso, no puedo).
 Puede haber preocupación por las reacciones fisiológicas que acompañan a la experiencia emocional, como
marearse, desmayarse o vomitar.
 Puede haber persistencia de pensamientos de escape o evitación y expectativa de daño, anticipando las
posibles consecuencias de la situación temida.
Si usted ha notado alguno de estos cambios en su hijo o en algún niño o adolescente conocido, es
recomendable atender estas señales de alarma, más aún si usted conoce que se haya presentado alguna
situación amenazante en la que haya sido partícipe u observador.
La intervención psicológica temprana de estos síntomas, evitará consecuencias negativas a largo plazo y
garantizará un mejor desarrollo y bienestar integral en nuestros niños y adolescentes.

Referencias:
De la Barra, F. (2013) Trastorno de estrés post traumático en niños y adolescentes. Revista
chilena pediátrica 84 (1): 7-9
Méndez, F. X., Olivares, J. y Bermejo, R. M. (2001). Características clínicas y tratamiento
de los miedos, fobias y ansiedades específicas. En V. E. Caballo y M. A Simón (dirs.) Manual de
Psicología clínica infantil y del adolescente: Trastornos generales (pp 59-92). Madrid : Pirámide
Sattler, J. y Hoge, R. ( 2008) Evaluación infantil: Aplicaciones conductuales, sociales y
clínicas. Manual Moderno. Mexico . DF

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