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5. EL SÍNDROME ANSIOSO.

El síndrome ansioso está compuesto por un conjunto de cuadros cuya


característica es la presencia de ansiedad o de angustia, términos que
aunque se usan como sinónimos, la primera se refiere más al
componente psíquico del malestar y la angustia más al componente
fisiológico. En general se refiere a un sufrimiento y malestar, que
tiene ese doble componente y que se parece al miedo, pero sin una
causa externa objetiva, que se caracteriza por situaciones de
inseguridad, expectativa molesta, sensación de que algo puede pasar,
o de perder el control y en caso extremos como en las crisis agudas
llamadas también crisis de pánico, de que el paciente puede
enloquecer, o siente sensaciones como de muerte, de infarto
inminente o de que su mente está confusa y llena de temores;
además, como se describirá más adelante aparece el cortejo de
síntomas fisiológicos como la respiración rápida, la taquicardia,
sudoración, malestar epigástrico, temblor, diarrea, polaquiuria
(deseos de orinar y micción escasa) etc., e inquietud psicomotora en
general difícil de controlar. Además en los cuadros crónicos: síntomas
de tensión muscular, dolor de nuca, de espalda y cefaleas.

La vida de la persona ansiosa crónicamente lleva a la amargura y los


acontecimientos, sean los inevitables, como las muertes de los seres
queridos o los accidentes irremediables, esto es “lo incierto de la vida”
y lo impredecible de la muerte, son vividas por estas personas “como
pruebas suplementarias de su permanente aflicción” como diría un
autor eminente. Un evento como la guerra puede ser más devastador
para algunos de ellos que para otros, mientras que un acontecimiento
cotidiano como una mudanza podría tener un efecto “catastrófico” en
determinadas personas. En muchas de ellas por su vulnerabilidad es
más fácil que un evento pueda ser traumático con secuelas
importantes, sin que la causa sea en sí sea de verdadera importancia
para el promedio de la gente.

Con frecuencia los ansiosos son candidatos a intolerancias de todo


tipo: son alérgicos al ambiente y a los medicamentos, no toleran sus
efectos secundarios; sus cirugías se complican, sus enfermedades se
vuelven crónicas, su digestión y en general las funciones que
satisfacen sus necesidades son difíciles y con frecuentes trastornos
funcionales. Cada día esperan morir y tienen tanto miedo, que
paradójicamente toman medidas desproporcionadas para evitar ese
miedo imaginario, pues no quieren tomar riesgos. Otros, que esperan
vivir más, temen gastar su dinero y tener una vejez pobre; a veces
guardan y atesoran para exorcizar peligros futuros o creen sufrir una
enfermedad incurable o temen llegar a padecerla. Estas
complicaciones pueden a su vez aumentar la ansiedad o estimular la
aparición de temores fóbicos, obsesiones, compulsiones o verdaderos
cuadros depresivos.

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5. EL SÍNDROME ANSIOSO.

Anteriormente a estas afecciones se les llamaba neurosis, pero desde


la salida de la clasificación DSM III en 1980, se decidió, por lo menos
entre los psiquiatras norteamericanos, pero se ha generalizado,
llamarlas trastornos (disorders en inglés), que se constituyen más
como grupos de signos y síntomas, con ciertos límites clínicos, pero
sin configurar entidades tan amplias y con etiologías de predominio
psíquico como las antiguas neurosis.

El trastorno por ansiedad es uno de los grupos de trastornos


psicopatológicos más comunes. Es más frecuente en mujeres y está
relacionado con el estrés ambiental crónico. El estudio de salud
mental en Colombia (1993) encontró para el país una prevalencia de
ansiedad del 9,6%, similar a otros países. La prevalencia específica
por género fue de 7,1 % para el masculino y 12,2 % para el
femenino, con una proporción de 10 hombres por cada 17 mujeres
con ansiedad. Y en casos graves de 1 hombre por 3 mujeres.

El síntoma de “sentirse nervioso” es el de mayor frecuencia y


gravedad, seguido por el de “sentirse irritado”; el pánico es más
frecuente en mujeres. Entre los síntomas somáticos y vegetativos los
dolores de espalda, cuello y la cefalea son los más frecuentes, ya que
se encuentran en el 43% de las personas, seguido por el cansancio y
la sensación de debilidad.

La ansiedad al igual que los otros sentimientos o estados de ánimo,


los llamados afectos: placer, exaltación, euforia, éxtasis, tristeza, ira,
rabia y calma son fundamentales en la vida humana, regulan la
interacción con los demás y ofrecen un sistema de alarma, que como
en el caso del miedo, sirven para afrontar situaciones de peligro o
riesgo.

El investigador Kandel reconoce tres aspectos importantes en la


experiencia ansiosa:

 Un componente cognitivo
 Respuestas autónomas, endocrinas y esqueleto-motoras
 Representaciones subjetivas del estado emocional

La presencia de estos tres componentes en la experiencia es uno de


sus aspectos indiscutibles. La controversia, entre investigadores y
autores clínicos, radica en cómo se integra y se relaciona la
experiencia cognitiva, es decir la percepción consciente de la
ansiedad, con las respuestas autónomas, endocrinas y esqueléticas. Al
parecer está relacionada con las diferentes conexiones entre la
corteza cerebral, y las estructuras sub-corticales como la amígdala, el
hipotálamo y el tronco cerebral.

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5. EL SÍNDROME ANSIOSO.

Todo lo anterior tiene conexiones también con los componentes


inconscientes de los conflictos psíquicos y el carácter traumático de
ciertos eventos como lo estudia el psicoanálisis; sin embargo los
aportes comportamentales también tienen su peso. Para éstos la
angustia es una respuesta condicionada por el estímulo ambiental; las
personas afectadas por la ansiedad han sobre generado temor y han
aprendido, por imitación, a responder con ansiedad. Esas imitaciones
provienen de figuras significativas como padres o cuidadores y en
consecuencia las respuestas de los ansiosos, son valoraciones que
exceden la peligrosidad de las situaciones y subestiman sus propias
habilidades para enfrentar esas amenazas. En estos casos un
mecanismo básico de protección contra peligros o desconocimiento, se
convierte en una fuente de sufrimiento e incapacidad.

Criterios para el diagnóstico del trastorno por ansiedad generalizada:

Es necesaria la presencia de ansiedad la mayor parte del día, durante


al menos varias semanas seguidas, acompañada de tres categorías de
síntomas:

 Aprensión hacia el futuro incierto, preocupaciones constantes y


excesivas por lo que vendrá, sensación de estar al límite,
dificultad para llevar a cabo las tareas y para concentrarse.

 Síntomas somáticos vagos como tensión muscular, inquietud,


incapacidad para relajarse, cefalea tensional o temblor

 Hiperactividad vegetativa que se expresa en: mareos,


sudoración, taquicardia o taquipnea, molestia epigástrica,
vértigo o sequedad de boca.

En niños existe necesidad de reaseguramiento, ansiedad de


separación, temor excesivo a personas o lugares nuevos y quejas
somáticas recurrentes.

Criterios (CIE 10) para el diagnóstico de la crisis de angustia o de


pánico:

Aparición temporal y aislada de miedo o malestar intensos


acompañada de cuatro (o más) de los siguientes síntomas que se
inician bruscamente y tienen su máximo al cabo de unos 10 minutos:

 Palpitaciones, sacudidas del corazón, o elevación de la


frecuencia cardiaca
 Sudoración
 Temblores o sacudidas
 Sensación de ahogo o falta de aliento
 Sensación de atragantarse

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5. EL SÍNDROME ANSIOSO.

 Opresión o malestar torácico


 Náuseas o molestias abdominales
 Inestabilidad, mareo, desmayo.
 Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (
estar separado de sí mismo)
 Miedo a perder el control o volverse loco
 Miedo a morir
 Parestesias ( entumecimiento u hormigueo)
 Escalofríos o sofocaciones

En el DSM IV aparecen las categorías “con agorafobia” y sin


“agorafobia”. La agorafobia consiste una tremenda sensación de
angustia y miedo a salir a la calle o a los espacios abiertos por temor
a tener una crisis, o a perder el control o a sentirse desprotegido; en
ese caso se prefiere la seguridad de un lugar familiar o la compañía de
conocidos. Limita en extremo al paciente en sus desplazamientos y
salidas

Otro síntoma que puede acompañar los períodos entre las crisis es el
estado de angustia que se le denomina “ansiedad anticipatoria” que es
equivalente al “miedo de tener miedo”; es una expectativa muy
negativa y ansiosa de tener una nueva crisis y no saber que hacer
para salir de ella; tiene que ver con el recuerdo muy intenso de los
síntomas de las crisis precedentes y el terror de volver a repetirlas.

Entre los trastornos de ansiedad se clasifican en general los


siguientes cuadros:

 Trastorno de ansiedad generalizada


 Trastorno de pánico sin agorafobia
 Trastorno de pánico con agorafobia
 Agorafobia sin historia de pánico
 Fobia específica
 Fobia social
 Trastorno obsesivo compulsivo
 Trastorno de estrés postraumático
 Trastorno de estrés agudo
 Trastorno de ansiedad debido a enfermedad médica general
 Trastorno de ansiedad no especificado.

Para ampliar y definir cada uno de los cuadros no descritos se puede


acudir a los textos donde se desarrollan todas las categorías del DSM
IV y del CIE 10 y a los documentos consignados en la bibliografía de
esta sección del curso.

Evolución y tratamiento

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5. EL SÍNDROME ANSIOSO.

Los cuadros de ansiedad pueden cursar de manera crónica, y están


muy relacionados con las formas y condiciones de vida de las
personas y en la actualidad existen diversas formas de tratamiento
tanto por los métodos de psicoterapia (psicodinámicos, conductuales,
cognitivos o interpersonales) que en general necesitan un tiempo
mediano o largo para obtener mejoría, pero también en los cuadros
agudos o en donde los síntomas son muy prominentes y molestos se
utilizan los psicofármacos, en particular de los grupos de las
benzodiacepinas o de los antidepresivos modernos que muchos de
ellos tienen un poderoso efecto ansiolítico, es decir que mejoran los
síntomas ansiosos
Trastornos de ansiedad y consumo o abuso de SPA

Los trastornos de ansiedad tienen una alta correlación con el consumo


de SPA, en primer lugar con el alcohol, el cual inicialmente es un
poderoso ansiolítico, pero en su consumo crónico producirá todos los
efectos orgánicos y psíquicos que se conocen, incluso el aumento de
la ansiedad cuando se suspende o en las resacas o “guayabos”
posteriores a su alto consumo. Otras sustancias como la cannabis
también pueden disminuir las molestias ansiosas en algunas personas
y estimular a su abuso o posterior adicción. En otras personas la
experiencia con cannabis, por el contrario, puede estimular crisis
ansiosas o de pánico, con componentes persecutorios.

La cocaína, las anfetaminas y el éxtasis, en los usos prolongados y en


los abusos crónicos, fuera de las múltiples secuelas físicas y
psicológicas, pueden producir aparición de síntomas ansiosos y
depresivos de manera aguda, pero con tendencia a la cronificación,
dependiendo del carácter y frecuencia de los consumos.

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