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IGLESIA DE JESUCRISTO DEL TIEMPO DEL FIN

RAMA INDEPENDIENTE DE LA REORGANIZACIÓN

SANTOS DE LOS ÚLTIMOS DÍAS - DOCTRINA


1. INTRODUCCIÓN
2. DIOS
3. JESUCRISTO
4. DE LA CREACIÓN ESPIRITUAL Y LA RESURRECCIÓN
5. EL REINO DE DIOS
6. EL EVANGELIO
7. LA LEY DE DIOS
8. EL BAUTISMO
9. EL BAUTISMO POR LOS MUERTOS
10. LOS GRADOS DE GLORIA
11. LA CONFIRMACIÓN
12. LA ABSOLUCIÓN
13. LA EUCARISTÍA
14. LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS
15. CORTES Y EL JUICIO DE DIOS
16. EL RECOGIMIENTO DE ISRAEL Y EL TIEMPO DEL FIN
17. LA FAMILIA - MATRIMONIO
18. JOSEPH SMITH
19. LA PROFECÍA BÍBLICA Y LA RESTAURACIÓN
20. EL SÁBADO
21. LA CUESTIÓN DE LA SUCESIÓN PROFÉTICA: UTAH, LA IGLESIA REORGANIZADA, Y JAMES STRANG
22. LA DECLARACIÓN DE LOS SANTOS EN 1852
23. CONCLUSIONES EN LOS ÚLTIMOS DÍAS

INTRODUCCIÓN

1. Enseñamos que la Biblia es la Palabra de Dios, en sus versiones fieles. 1 Empleamos la Versión Inspirada
del Profeta Joseph Smith; y en español recomendamos el uso de la Versión Moderna, de H.B. Pratt (1899,) o la
Biblia de Felipe Scio de San Miguel. Creemos que el Libro de Mormón, en su versión original de 1830, o sus
versiones restituidas, con las que actualmente se cuenta, es Palabra de Dios, y otro Testamento de Jesucristo,
nuestro Dios y Señor; y que este Libro es un poderoso alegato de la verdad y divinidad de Jesucristo.
Asimismo, creemos que el Libro de las Doctrinas y Convenios, básicamente en su versión de 1835, incluyendo
las Lecturas sobre la Fe, de Joseph Smith, y la Perla de Gran Precio, son revelaciones de Dios. 2 Creemos,
asimismo, que el Libro de la Ley del Señor, 3 traducido por James Strang, se halla entre los más relevantes
libros de la Fe; como lo era antes de la Cautividad Babilónica. Lo empleamos para instrucción y edificación.
Fue traído a las Américas por un Profeta del Antiguo Israel, alrededor del año 600 antes de Cristo; y más tarde
es recobrado junto al Libro de Mormón, y los otros libros entregados por el Profeta Joseph Smith.

2. Nosotros somos Discípulos de Jesucristo el Señor. Las Escrituras emplean varios términos para los
Cristianos, entre ellos, los de hijos de Dios, y Santos. Nosotros preferimos la frase Santos de los Últimos Días. El
título de la página de la primera edición de Doctrinas y Convenios, en 1835, emplea el término ‘Iglesia de los
Santos de los Últimos Días.’ Como éste es un título previo al martirio del Profeta y a la división de la Iglesia en
varias fracciones, no pertenece en exclusividad a nadie. Desde que la palabra ‘Mormón’ se ha vuelto de uso
extendido, no nos ofende que así se nos llame; e incluso lo usamos entre nosotros a causa de su renombre.

3. Creemos que Dios ha revelado muchas cosas al hombre a través del Espíritu Santo y por medio de Sus Santos
Profetas; y que así continúa haciéndolo hoy día, por el mismo Espíritu; y que aún revelará asuntos graves e
importantes en el futuro. ‘13 Mas cuando viniere aquél, el Espíritu de verdad, él os guiará al conocimiento de
toda verdad; porque no hablará de sí mismo, mas de todo cuanto oyere hablará; y os anunciará las cosas
venideras.’ (Juan, 16.) ‘5 Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos

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abundantemente, y sin reproche; y le será dada.’(Sgo., 1.) ‘7 Porque no hará nada el Señor DIOS, sin que
revele Su secreto a Sus siervos los Profetas.’(Amos, 3.)

4. Se acerca el día cuando ‘14...la tierra será llena del conocimiento de la gloria del SEÑOR, así como las aguas
cubren la mar.’(Hab., 2.) Cada persona que descubre la correcta comprensión de Dios, Jesucristo, y el
Evangelio, lo hace a través de una revelación personal. Cada vez que Dios levanta a un Profeta en la tierra,
nuevos preceptos, revelaciones, profecías y testimonios, son dados a esa generación.

5. La Religión debe estudiarse como una ciencia sagrada; sus principios fueron establecidos desde antes de la
fundación del mundo, 4 y continuarán en la eternidad. Joseph Smith enseñó que es una materia en la que
debiéramos indagar más que en ninguna otra; puesto que nuestras vidas en la eternidad dependen, en gran
modo, de la circunstancia según la cual desarrollamos nuestra existencia en la tierra. Nuestros días en este
estado de probación son como un guiño, comparados con la eternidad. Si no entramos por la puerta estrecha
del Reino de Dios en la mortalidad, tendremos una gran contrariedad después de la muerte. La Teología es
aquella ciencia revelada que trata del ser y de los atributos de Dios, de Su voluntad para con nosotros, de
nuestros deberes para con Él, y para con nuestro prójimo. ‘13 Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es
la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición; y muchos son los que entran por ella.’ (Mateo, 7.)

6. No es adecuado exponer nuestras creencias en un Credo. El Profeta Joseph Smith se manifestó contrario a
los Credos, ya que la revelación continúa, en tanto haya Santos piadosos sobre la tierra. Dios habló por Sus
Profetas, desde Adán hasta el Señor Jesucristo, el Santo Hijo de Dios: excepto durante la Cautividad Egipcia, y
desde Moisés hasta cuatrocientos años antes de que Cristo se manifestara en la carne. Dios no designó
entonces otro Profeta después del Apóstol San Juan, a causa de la Apostasía que sobrevino a la Iglesia
Cristiana. 5 ‘7 Porque ya obra el misterio de iniquidad; sólo espera hasta que sea quitado de en medio el que
ahora le detiene.’(II Tes., 2.) Dios no se separó del hombre, ni le abandonó; fue el hombre quien se separó a sí
mismo de Dios, al retornar a sus primitivas creencias y prácticas paganas. ‘1 He aquí, que no se ha acortado la
mano del SEÑOR para salvar, ni se ha agravado Su oído para oír: 2 pero vuestras iniquidades han hecho
división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho cubrir Su rostro de vosotros, para no
oíros.’(Isa., 59.)

7. Enseñamos que todo hombre tiene el derecho de adorar según los dictados de su propia conciencia. Algunas
de las páginas más sombrías de la Historia se han escrito bajo la persecución, el asesinato de los Profetas y
Santos de los Últimos Días, y el robo de su propiedad, con el único fundamento del la intolerancia, y el odio a lo
religioso. Los Santos de los Últimos Días jamás causaron daño alguno a sus vecinos no Mormones; pero su
estilo de vida consagrado al Señor Dios siempre se ha opuesto a la impía manera de vivir de quienes les
rodeaban, como en los primeros tiempos en la frontera. El Gobernador de Missouri decretó una orden de
exterminio contra los Santos de los Últimos Días, por el único y funesto hecho de sus prejuicios religiosos.
También fueron acechados y perseguidos los Santos congregados en la Isla de Beaver y en Voree por James
Strang, sobre todo luego del martirio de éste. Turbas furiosas les despojaron de sus bienes y sus casas,
forzándolos a embarcar y expulsándolos de sus hogares para siempre. ‘Todo el que quiera vivir piadosamente
sufrirá persecución,’ ha escrito el Apóstol Pablo. (II Tim., 3.12.)

1. Versiones fieles. Consideramos como tales a las que han sido aprobadas por Iglesias Históricas, en su momento, o rendidas por doctores ortodoxos de la
Palabra, y que luego han sido aprobadas como correctas por Cristianos de sana doctrina. A partir de fines del siglo diecinueve, basados en el texto Griego del
Nuevo Testamento de Wescott y Hort, quienes emplearon textos espurios conocidos como el Codex Vaticanus, y el Sinaíticus, una serie de traducciones
mutiladas y deformes comenzaron a inundar la tierra; más modernamente, y con el pretexto de una ‘más fácil lectura,’ la distorsión de los textos sacros se
acentuó, en nuevas «versiones,» en muchas de las cuales tomaron parte ‘eruditos’ escépticos, incrédulos, o aún personas cuyas actitudes disentían con la
voluntad de Nuestro Padre Eterno. Tampoco merece gran confianza el texto Hebreo recibido por los Protestantes en el siglo XVI, por lo cual resulta de
importancia el recurso de la Versión de los Setenta, traducida por eruditos de la Nación israelita anteriores al nacimiento de Cristo, y que es la empleada por
los escritores sacros del Nuevo Testamento, y la Vulgata Latina, cuyas mejores versiones en lengua romance, pese a sus arcaísmos, continúan siendo la de la
Felipe Scio de San Miguel, en español, y la de Douay-Rheims, en Inglés. Especial mención, por supuesto, merecen la King James, y la Biblia de Ginebra.
2. No hay inconveniente en emplear, junto a las Doctrinas y Convenios de la Reorganización (Secciones 1 a 137) (excepto las Secciones 111 y 119,
añadiendo las faltantes de) las Doctrinas y Convenios de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días; de ésta no se reconocen, asimismo, como
autoritativos entre nosotros, los dos Comunicados de Prensa conocidos como ‘Declaraciones Oficiales.’ La Sección 138 puede tomarse como un documento de
interés sobre una doctrina del Reino de Dios.

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3. James Strang, en la segunda edición, añadió unas Notas al Pie, aclaratorias y ampliatorias, según su juicio privado, del contenido del Libro de la Ley del
Señor. De éstas se ofrecerá, oportunamente, mención de las más notables y ajustadas, dejando de lado otras referidas al contexto de la época, la ciencia en
esos días, discusiones teológicas con seglares de otras religiones, ya perimidas, y asuntos por el estilo, al no resultar de urgencia, en este momento, el
arduo trabajo de su traducción y edición.
4. La profanidad y secularización del decadente mundo moderno, y post moderno ahora, hace que muchos hayan creído (y aún lo hacen así,) que cualquiera
pueda opinar sobre ‘Religión,’ aún en su más completa ignorancia de la Historia de la Iglesia y del estudio de la Escrituras. Son los mismos hijos de la
Modernidad, que toman como palabra santa cualquier engaño o despropósito trascendido por la Prensa y los Medios, aún conociendo que éstos son
manipulados por ‘grupos de poder’ que los emplean para el manejo de las masas, que yacen en la ignorancia más supina.

DIOS

8. Confesamos un Dios, Viviente y Verdadero, el único que es Eterno e Inmortal. Creemos que un correcto
conocimiento del Padre y del Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, es esencial para la fe que lleva a la vida eterna. ‘3 Y
esta es la Vida Eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien Tú has enviado.’(Juan,
17.) Sólo Dios es uno, Todopoderoso, sin igual. Sólo Él es Omnisciente, Omnipotente, y Omnipresente. No
aceptamos la doctrina Trinitaria, tal como fue introducida en la Cristiandad bajo la influencia del pensamiento
pagano, procurado por la filosofía griega y el decreto del Emperador Constantino, no bautizado, en 324 D.C. ‘32
Y el Escriba le dijo, Bien, Maestro, has dicho la verdad: porque hay un Dios, y no hay otro sino Él.’(Marcos, 12) ‘5
Porque hay un Dios, y un Mediador entre Dios y el hombre, Jesucristo hombre’ (I Tim., 2.) El Profeta dice de
DIOS, que es ‘el único gobernador supremo y Ser independiente en el que habita toda plenitud y perfección; es
Omnipotente, Omnipresente y Omnisciente; sin principio de días o fin de vida; en Él moran todos los buenos
dones y todo buen principio; y es el Padre de las luces; en Él el principio de la fe mora independientemente y en
Él se centra la fe de todos los seres racionales y responsables, para obtener la vida y la salvación (Lecturas
sobre la Fe,1 pág. 9) ‘Hay un Dios en el cielo, infinito y eterno, de eternidad en eternidad el mismo Dios
inmutable, el organizador de los cielos y de la tierra y de cuanto en ellos hay.’ (D&C.; 20.17.) El Padre Eterno no
es un ser ‘en progreso;’ ni ‘una necesidad’ del hombre; y tampoco fue un Dios de venganza y guerra en tiempos
del Antiguo Testamento, y un Dios de amor y misericordia más tarde, en los días del Nuevo Testamento. Es el
mismo ayer, hoy y para siempre. A Dios se lo conoce solamente por revelación, o permanece desconocido. No
se lo puede descubrir en un laboratorio, o mirando la inmensidad del espacio a través de monumentales
telescopios, o clasificando las leyes de la naturaleza que existen, o existieron alguna vez. El conocimiento de sus
poderes y de las leyes de la naturaleza por Él ordenadas, no revelan al hombre la personalidad de Dios ni Sus
atributos, según el Evangelio verdadero. Ciertamente que un conocimiento de estas leyes y poderes permiten al
hombre aprender verdades que traen la fe, y que le ayudan a comprender mejor la Deidad, pero el conocimiento
de Dios para salvación, viene solamente a través de la revelación del Espíritu Santo en la Palabra, y como
consecuencia misma de esa fe, que lleva a las obras del amor de Dios, y a recibir Sus sacramentos y preceptos.
9. Los falsos credos enseñan que Dios es una esencia de espíritu que llena la inmensidad del espacio y está en
todas partes y en ningún lugar en particular. En un vano intento por apoyar esta doctrina formulada por los
Concilios de los primeros días de la Gran Apostasía, es común que algunos se refieran a una declaración de la
Biblia, que dice, ‘Dios es Espíritu.’ (Juan, 4.22-24.) Según la Versión Inspirada, la rendición de este versículo es,
‘Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en Espíritu y en verdad;
porque también el Padre, tales adoradores busca que le adoren. Pues a ellos Dios ha prometido su Espíritu. Y
los que lo adoran, en espíritu y en verdad es necesario que le adoren.’ (Versión Inspirada; Juan, 4.25-26.) Sin
embargo, puede decirse en verdad que Dios es Espíritu: mas señalando que han sido los griegos, y no los
antiguos hebreos, quienes concibieron al ‘Espíritu’ como algo inmaterial. En la Escritura se dice Espíritu, con el
mismo sentido en que un hombre resucitado es un espíritu. Cuando los Apóstoles vieron al Señor resucitado
estaban ‘espantados y atemorizados, y pensaban que veían espíritu’ (Lucas, 24.36-43.) No hubo ni la más
mínima insinuación de que el ‘espíritu’ era una nada sutil que llenaba la inmensidad. Los espíritus son
personajes. Dios el Padre es un Hombre glorificado y perfecto, un Personaje de carne y huesos (D&C.; 130. 22,)
y en su cuerpo tangible mora un espíritu eterno. Así pues, confesamos que Dios no es un ser inmaterial o
etéreo, ‘sin partes ni pasiones,’ como algunos de entre los Protestantes lo han definido, mas creemos que Él
posee un cuerpo glorioso, vivificado por el Espíritu, que es el paradigma sobre el cual fue creado el hombre,
Adán, antes de la Caída.
1. La versión en castellano no se ajusta al original con exactitud.

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JESUCRISTO
10. Creemos en Jesucristo como Nuestro Salvador y Redentor, Mediador en el Santuario Celestial y Dios de la
Creación que contemplamos, conmovidos; y Autor de mundos sin fin (Génesis, Revelación y Prefacio dados al
Profeta Joseph Smith, 21, Versión Inspirada; Moisés, 1. 33, Perla de Gran Precio.) Enseñamos que la Creación
fue obra de Sus manos, en unión con el Padre, en aquella perfección que compartieron antes de que el mundo
fuese (Juan, 17.5;) y que el Padre ha puesto Su Nombre sobre Él, y con ello todos Sus atributos y Su Gloria,
de modo que el Verbo Divino es la imagen y semejanza cabal de Su Padre. ‘1 En el principio era el Verbo [Logos,
Verbum, Jesucristo] y el Verbo estaba con Dios [el Padre,] y el Verbo era Dios [de la Creación y mundos sin fin.]
2 El mismo estaba en el principio con Dios [y fue el principio de la Creación de Dios.] 3 Todo lo que existe fue
hecho por Él, y sin Él nada de lo que ha sido hecho fue hecho.’ (Juan, 1.) 1

11. Enseñamos que Jesucristo es el Primogénito del Padre, y por ello Su Unigénito Hijo (Jn, 1.14,) esto es,
todos los demás espíritus de los hombres, fueron creados por Jesucristo, Nuestro Dios. Por ello Isaías, al igual que
el Libro de Mormón (Prefacio; Mosías, 7. 27; 16. 15; Alma, 11. 38-39, Ether, 4.12; &c.) le llama el Padre Eterno, el
Dios de los Cielos y la tierra, el Padre y el Hijo. Sobre Él fue investido en la Preexistencia el Rango mayor del
Sacerdocio de Melquisedec, que es según el Orden del Hijo de Dios, sin principio de Días, ni fin de Años
(Hebreos, 7. 1-3; D&C., 107.1-4.) Él fue el Principio. ‘25 Soy el Principio, el mismo que os habló.’(Juan, 8.25;
Scio.) ‘16 Yo Jesús he enviado Mi Ángel para dar testimonio de estas cosas a las Iglesias. Yo soy la Raíz [creador de
David en el espíritu] y el linaje de David [según la carne,] y la Estrella Resplandeciente de la mañana [el comienzo
de la Creación espiritual.]’(Apoc., 22) ‘13 Y ningún hombre ascendió al cielo, sino el que descendió del cielo, el
Hijo del Hombre que está en el cielo.’(Juan, 3.) Nadie recibe el Sacerdocio en la tierra sin antes haberlo
recibido en la vida premortal (Alma, 13,) como sucediera con el mismo Señor Jesucristo.

12. Creemos que Jesucristo era el Bendito Hijo de Dios antes de Su ordenación suprema en El Monte de la
Transfiguración. Jesús es Hijo de Dios en el mismo Principio, y en la Preexistencia. Es, asimismo, el Hijo de
Dios, por haber recibido el más alto grado del Sacerdocio de Melquisedec, desde antes de la fundación del
mundo; Su título de Hijo de Dios, Señor y Dios de este orbe, y de mundos sin fin. Luego le fue investido el Sacerdocio,
en sus otros rangos, durante Su ministerio en la tierra, como Hombre divino: en el Bautismo; durante Su
tentación, con ministerio angélico (Lu., 22.43;) hasta Su ordenación al más alto grado del Sacerdocio de
Melquisedec en el Monte Tabor * (LL., pág. 165; Mat., 17. 3-5; Hech., 5. 29-31; Exo., 3, 4, 10; Hech., 7.35; D&C.,
20.) Es, finalmente, el Hijo de Dios y el Primogénito del Padre en la Resurrección, siendo la única persona
resucitada por Dios (Hech., 4.10; 1 Pedr. 1.21.) Luego, recibe Jesucristo las Llaves de la Resurrección, y se
sienta a la Diestra de Dios, y reina con Él, en Gloria y Majestad, como Su Virrey. Jesucristo ha de resucitar a
todos los que han tenido un cuerpo en esta vida. — El modo supremo en este, Su ser el Hijo de Dios, es por
el Sacerdocio con que fue Ungido en el Principio, antes de que creara todas las cosas; fue por este
Sacerdocio que Él tuvo toda la Autoridad y el Poder del Padre Celestial, para cumplir todo aquello para lo cual
fue enviado. (Ver, además, nuestro Tratado, Jesucristo; y Times & Seasons, Vol. 4, 1554 ss.) Ningún otro
hombre, sino el Hijo de Dios, ha recibido el rango de Apóstol del Primer Grado, Legislador, Profeta,
Vidente, Revelador y Traductor, y el de Rey de Reyes, y Señor de Señores (I Tim., 6.15; Apocalipsis, 17.14;
19.16; L.L., págs. 192; 214.) Nunca hay más de un Profeta y Apóstol, Vidente y Revelador del primer rango
en la tierra al mismo tiempo (D&C., 132.7.) Esto significa que éste jamás puede ser ordenado por hombres;
debe ser designado por su antecesor; y, en cualquier caso, pues podría no haberlo, debe ser llamado por Dios,
y ordenado por Ministerio de Ángeles. (D&C., 43. 2-7; 28. 2-7; 35.18; 90.4; 102.9; 107.91-92.) Jesucristo,
único en poseer las Llaves de David (Apoc. 3.7,) al recibir las Llaves del Infierno y de la Muerte, y con
ellas las de la Resurrección, recibe título del Padre como Rey de Reyes y Señor de Señores (Apoc., 17.14;
19.16) por lo cual preside y reina por encima de cualquier otro hombre nacido de mujer, siendo,
además, el Unigénito del Padre, y Su Primogénito.
* La Llave pasada por alto de parte de las Iglesias del mundo, es aquella que enseña que el Verbo Encarnado, antes de comenzar Su Ministerio de la
dispensación del Meridiano de los tiempos, fue llamado y ordenado por Dios al más alto rango del Sacerdocio de Melquisedec, al igual que Moisés. Los
Profetas de los Últimos Días nos han enseñado que Jesucristo fue un Profeta-Legislador; ‘Si guardáis Mis Mandamientos, permaneceréis en Mi amor; así
como Yo he guardado los Mandamientos de Mi Padre, y permanecido en Su amor’ (Juan, 15.) Sin el Bautismo del Sacerdocio de Melquisedec
nadie puede entrar al Reino de Dios; nadie puede reclamar para sí que es un Cristiano, si no pertenece al Reino de Dios.

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13. Confesamos que Jesús Nazareno fue concebido por el poder del Espíritu Santo, en el seno de María, de
quien testificamos es una Virgen pura (I Nefi, 11.13-18.) Ella concibió por el poder del Espíritu Santo
(concepción virginal; II Nefi, 17.14; Mateo, 1.18; Lucas 1. 34-35; Alma, 7.10.) Enseñamos que San Mateo,
Capítulo I, da cuenta del linaje de Jesús como simiente de Abraham, por la tribu de Judá y de la Casa de David, a
través de José de Nazareth, su padre, que lo fue legítimo, aunque no su progenitor según la carne, como luego
veremos. María, asimismo, fue de la tribu de Judá, por Natán, hijo de David (Lucas, 3.31.) ‘30...ten misericordia de
nosotros, Oh Señor, Hijo de David.’ (Mat., 20) ‘3. De Su Hijo Jesucristo, Nuestro Señor, quien fue hecho de la
simiente de David, según la carne.’(Rom., 1.) Aunque solamente la línea masculina lleva la simiente y el
linaje, en genealogía Bíblica, nosotros enseñamos que Nuestro Señor Jesucristo, siendo a la vez de la
Simiente de David, era a la vez la Simiente de la Mujer, según la Palabra de Dios en Génesis, 3. 15 [3.21,
Versión Inspirada.](Comp. Apoc., 12. 7.) El Verbo, aún el Unigénito, se hizo carne, pues ‘17 Por lo tanto, en todas
las cosas convino que Él fuese hecho semejante a Sus hermanos [los fieles Cristianos,] para que viniese a ser un
misericordioso y fiel Sumo Sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo.’ (Hebr., 2.)
14. Jesucristo el Señor se vinculó a la familia humana al tomar nuestra naturaleza de Su madre, María.
Como ya se dijese, la genealogía de la Virgen, de acuerdo al relato de Lucas, llega hasta David, por su hijo
Nathan,2 en tanto la genealogía de José, escrita por San Mateo, llega también hasta David, por medio de su hijo,
Salomón (Mat., 1. 6, 16.)
1. Un magnífico desarrollo doctrinal sobre la Doctrina del Hijo de Dios ha sido escrito por el gran Poeta y Teólogo John Milton (1608-1674) en su Tratado
Sobre la Doctrina Cristiana. Milton es el autor de los célebres poemas El Paraíso Perdido, y El Paraíso Recobrado.
2. José es llamado en Lucas, ‘hijo de Elí;’ esto es, de Elí, o Joaquín, el padre de María, a causa de su matrimonio con ella; así, legalmente se le llama ‘hijo de
Elí,’ según la Ley; entre nosotros se le llamaría ‘hijo político.’ Por nacimiento, José era hijo de Jacob, como lo dice San Mateo, 1. 16. A continuación se lo
explica en detalle.

15. Al haber José aceptado a María como a su esposa, y acogido a Jesús, hijo de María por el poder de Dios,
como a su propio hijo, esta admisión, según la Ley, dio Título a Jesucristo a reclamar el linaje de José como propio;
pero tal genealogía, que nos remonta hacia el pasado, hasta el mismo rey David, no es necesaria, finalmente,
pues, como se ha explicado arriba, de forma breve, Su madre también provenía de David, por otra línea. Sea
pues, comprendido, que el legítimo reclamo de Nuestro Señor del Trono de Israel, no descansa sobre relación
carnal alguna de Su madre con José, como algunos han inferido. Por el contrario; si Jesucristo hubiese sido
hijo natural de José, hubiera sido excluido de todo derecho ancestral al Trono de David, ya que, aunque los
herederos de David en el Reino procedían, originalmente, de la línea de su hijo Salomón, y no de la línea de su
otro hijo Natán, no obstante ciertas Escrituras señalan, sin lugar a dudas, que el Gran Heredero del Trono de
David no provendría de la familia Real de Salomón. Si demostramos esto, lograremos eliminar finalmente
las afirmaciones que algunos hacen, al sugerir que Nuestro Señor ha debido ser hijo natural de José y
de María. Examinemos con cuidado la materia. La proposición divina, claramente expuesta, fue, en primer
lugar, que, inequívoca e incuestionablemente, el Gran Heredero al Trono de David, el Gran Rey de Israel,
provendría del linaje de David. En segundo lugar, se declaró, por otra parte, que el Cristo procedería de la línea
de Salomón, de la familia reinante, pero sólo bajo ciertas condiciones. Si se cumplía con ellas, por cierto, el
Cristo de ella provendría; si con ellas no se cumplía, vendría de otra línea; mas, en cualquier caso, sería del
linaje de David; y sería, a la vez, hijo de David, y Señor de David. Esto dicen estas Escrituras; ‘En verdad lo ha
jurado el SEÑOR a David; no lo separaré a Él de ti; sobre el fruto de tus lomos estableceré Mi Trono. Si tus hijos
guardan Mi convenio, y Mi testimonio que Yo les daré, también sus hijos se han de de sentar sobre tu trono para
siempre.’ Salmos, 132. 11-12. ‘Y de todos mis hijos (pues Dios muchos me ha dado,) Él ha escogido a Salomón
mi hijo para seder sobre el trono del Reino del SEÑOR sobre Israel. Y Él me dijo, Salomón, tu hijo, construirá Mi
Casa… Aún más; Yo estableceré su reino para siempre, si él es constante en guardar y poner en práctica Mis
estatutos y Mis juicios como hasta este día.’ I Crón., 28.5-7. ‘Si tus hijos son diligentes en su camino, para andar
en verdad delante de Mí, con todo su corazón, y con toda su alma, no ha de faltarte [no será cortado de ti—
margen,] hombre para el trono de Israel. I Reyes, 2.4. La promesa del Reino Mesiánico hecha a la línea de
Salomón, según la carne, es, pues, asentada como una específica y claramente condicional, contingente a
una cierta fidelidad al Señor; y según todas las reglas de interpretación del lenguaje, la implicancia de esto es
que la infidelidad al Señor habría, sin duda alguna, de impedir a la posteridad de Salomón y a su linaje el
llegar al Trono del Viejo Israel, en tanto vinculado al Reino Mesiánico, según la carne. Surge, pues, la
pregunta, ¿Salomón, y sus sucesores, fueron constantes en guardar y poner en práctica los estatutos y los juicios
de Dios, en justicia, y con todos sus corazones y sus almas? Si así no lo hicieron, han sido descalificados de

5
facto de la posibilidad de continuar en la línea ancestral del Mesías, según la carne. Es imperioso que
consultemos las Escrituras para hallar la respuesta a esta cuestión. En ellas hallamos, sin posibilidad de
error, que Salomón y su linaje fracasaron en andar delante de Dios según los preceptos divinos. Y por lo
tanto sabemos, con seguridad, que esta línea fue cortada y abandonada, y que perdió todo derecho de
constituirse como el linaje Mesiánico; el cual, por lo tanto, ha debido proceder de otra línea y linaje, de
David. Escuchemos la Palabra del Señor: ‘Y tú, Salomón, hijo mío, conoce al Dios de tu padre, y sírvele con un
corazón perfecto… Si tú le buscas, Él será hallado por ti; pero si tú le abandonas, Él te desechará para siempre.’
I Crón., 28.9. ‘Y el SEÑOR estaba airado contra Salomón, pues el corazón de este se había aparado del Dios de
Israel… Por lo tanto, dijo el SEÑOR a Salomón; en tanto esto has hecho, y no has guardado Mi convenio y Mis
estatutos que te he mandado, con toda seguridad quitaré el Reino de ti… No obstante, no lo haré en tus días, a
causa de David Mi siervo; pero lo quitaré de las manos de tu hijo [de tu linaje Salomónico.] Sin embargo, no
desecharé el Reino por completo, mas daré un linaje a tu hijo [ancestral, Jesucristo, por el medio legítimo de
José de Nazareth] a causa de David Mi siervo, y de Jerusalén, a quienes he escogido. I Reyes, 11.9-13. En
armonía con esto, el registro enseña que las diez tribus fueron separadas del linaje Salomónico, inmediatamente
después de la muerte de Salomón. Las Diez Tribus jamás juraron lealtad a Rehoboam, hijo y sucesor de Salomón.

16. Mas escuchemos la Palabra del Señor sobre la tribu de Judá, y su consorte Benjamín, las que permanecieron
leales por un tiempo a la línea de Salomón, asociándose así, en verdad, al prometido Reino antitípico, y al
Cristo, el Gran Rey. Los últimos tres reyes del linaje de Salomón que sedieron sobre su trono fueron Joacim, su
hijo Joaquín (asimismo llamado Jeconías & Conías,) y Zedequías, hermano de Joacim. Subrayemos el testimonio
de la Palabra de Dios contra estos hombres, y la seguridad que Dios da en cuanto a que ninguno de su
posteridad jamás habría de sentarse sobre el trono del Reino del SEÑOR—figurativo (típico) o actual. Se lee,
‘Así como Yo vivo, dice el SEÑOR, aunque Conías el hijo de Joacim, rey de Judá, fuera anillo de Mi diestra, de allí
le arrancaré… ¿Es este hombre un ídolo vil, y quebrado? ¿Un vaso, que a nadie deleita? ¿Por qué fueron
arrojados, él y su generación; y echados a una tierra que no conocieron? ¡Oh tierra, tierra, tierra! Oye la
Palabra del SEÑOR. Así dijo el SEÑOR: Escribid que este varón será privado de descendencia, hombre que
no prosperará en todos los días de su vida; porque ningún hombre de su simiente prosperará para
sentarse sobre el trono de David, y gobernar sobre Judá.’ Jer., 22. 24-30. ‘Esto dice el SEÑOR de Joacim,
rey de Judá, ninguno de tu linaje habrá de sentarse sobre el trono de David.’ Jer., 36.30. En lo concerniente
a Zedequías, leemos, ‘Tú, profano e inicuo príncipe de Israel, cuyo día viene, cuando la iniquidad será cortada:
Así dice el SEÑOR DIOS, remueve la diadema, y quita la corona; no será como era: exalta al humilde, y
humilla al poderoso. Yo lo cambiaré, lo mudaré; y no será, hasta que venga Aquel a quien pertenece el
Derecho; y a Él se lo entregaré.’ Ezequiel, 21. 25-27.
17. Aquí se declara el completo descarte y abolición de la línea Salomónica: fue el linaje que había sido
exaltado, el que ahora Dios degradaba por su transgresión; en tanto la humilde y oscura línea de Natán, que
jamás había exhibido pretensiones al trono, iba ser exaltada, en el debido tiempo, en su representante,
el Cristo, nacido de María, según la carne. ¿Quién puede pedir un testimonio más poderoso que este, que el
Cristo no habría ya ser esperado como viniendo de la estirpe de Salomón, — habiendo ésta perdido, por su
impiedad, y rebelión contra Dios, todos sus derechos a ello, al no cumplir las promesas y condiciones divinas?
Por lo tanto, se demuestra así que la imprudente pretensión, según la cual Nuestro Señor debe haber sido hijo de
José, y con ello recibido Su derecho y título de un supuesto padre natural, es falsa por completo, pues ningún
hombre de este linaje jamás habría de seder sobre el Trono del SEÑOR. El cambio del Reino de la rama de
Salomón a otra rama de la Casa de David se profetiza claramente en distintas Escrituras; es así como se lee, ‘He
aquí, viene el día, dice el SEÑOR, en que Yo levantaré a David UNA RAMA DE JUSTICIA; y un Rey reinará, y
prosperará… En Sus días Judá será salvo, e Israel morará en resguardo; y este es el Nombre que hoy
proclamo: JEHOVAH [JESUCRISTO] NUESTRA JUSTICIA.’ (Jeremías, 23.6.)
18. María, la Madre de Jesús, pareciera que así lo comprendió, o es posible que fuese movida a hablar
proféticamente por el Espíritu en la Palabra, cuando pronuncia el maravilloso himno de acción de gracias
memorado por San Lucas (1.46-55.) ‘El SEÑOR ha esparcido a los soberbios en los pensamientos de su
corazón; Él ha derribado a los poderosos de sus tronos, y ha exaltado a los humildes, colmó de bienes a
los hambrientos, y dejó vacantes a los ricos.’ Aquí la poderosa y favorecida rama salomónica es contrastada
con la humilde familia del linaje de Natán. La diadema y la corona fueron removidas de Zedequías, y del linaje
de Salomón, para ser dados a Aquel a quien pertenece el derecho—el Renuevo Justo de la Raíz de David. Y así

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se lee en el Libro de Alma, ‘Y, he aquí, Él nacerá de María, en Jerusalén, la tierra de nuestros ancestros, siendo
ella una Virgen, un vaso precioso y escogido, a quien se hará sombra y concebirá por el poder del
Espíritu Santo, y dará a luz un Hijo, si, aún al Hijo de Dios.’ Ninguna concepción ‘de carne y sangre’ es
mencionada aquí. 1 Hemos visto como Nuestro Señor es la Rama, o el Renuevo, o Hijo de David; y la línea según
la cual su genealogía es propiamente trazada, y el completo acuerdo de las Escrituras con ello. Veamos, ahora,
en qué carácter Cristo es el Señor de David. ¿Cómo podía Jesucristo ser el Señor de David? Respondemos que
no es el Señor de David sino en razón de que Él fue un Espíritu, aún el Primogénito entre todos ellos; el
Unigénito del Padre, quien existía antes de manifestarse en la carne, y morar entre nosotros. Nuestro Señor
llegó a ser, así, el SEÑOR o superior de David, como así también, ‘el SEÑOR de todos,’ en razón de la gran obra
que Él ha cumplido y aún cumple como Mediador de la Expiación, al morir tomando sobre sí el castigo y la pena
por el pecado, especialmente en favor de los Suyos, por quienes presenta ahora Sus heridas delante del Trono,
como su especial Mediador, continuamente, y como su protector. ‘Para esto, en efecto, Cristo murió y volvió a
vivir, para que Él se enseñorease de los vivos y los muertos’ (Rom., 14.9.) Y por cierto, el Logos con todo
derecho debe ser llamado Señor, Altísimo en Poder y Autoridad, más que ningún otro hombre nacido de mujer
(desde que fue investido por el Padre con el Rango Supremo del Santo Sacerdocio,) y por ser Nuestro Creador
y Redentor le corresponde ser llamado Nuestro Dios, el Santo de Israel, el Alfa y el Omega, la Estrella
Resplandeciente de la Mañana, el Santo Cordero, el Todopoderoso, El que ha Muerto y ahora Vive para
Siempre.

19. Así pues, el hombre Cristo Jesús, aún antes de Su muerte, es con propiedad llamado EL SEÑOR; y así lo
designaban Sus discípulos, como está escrito, ‘Vosotros me llamáis Señor y Maestro; y hacéis bien, pues lo
Soy’ (Juan, 13.13.) Y al especial Mensajero del Convenio, a quien el Padre había santificado y enviado al mundo
para redimir al mundo, y a quien Él mismo honraba en cada ocasión, al decir, por ejemplo, ‘Este es Mi Hijo
Amado, en quien tengo Mi complacencia’—era por completo adecuado que todos aquellos que contemplaban Su
gloria, aún la gloria del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad, debían reverenciarle, oírle, obedecerle, y
adorarle—darle toda la honra—como al Verbo del Padre. Hay, asimismo, como lo denota el Apóstol, en el texto
más arriba citado, un sentido particular y diferente por el cual Nuestro Señor Jesucristo vino a ser Señor y Amo y
Maestro; y esto es así por Su sacra Pasión, Muerte, y Su gloriosa Resurrección. Es este sentido peculiar por el cual
el Cristo Resucitado es ‘el Señor de todos,’ —‘Señor de los vivos y los muertos;’ y esto se vincula de modo
trascendente con Su gran Obra como Mediador de la Expiación. Fue para ello que vino a ser hombre. La
humanidad en su condición depravada, ‘vendidos al pecado,’ luego de la transgresión de nuestro Padre Adán, se
hallaba extraviada, indefensa, condenada—bajo el dominio del pecado y con sentencia de muerte: y su liberación
de esos males, en armonía con la ley divina, requería que el castigo y la pena de Adán, en los que se incluía a toda
su progenie, debían ser plenamente ejecutados.

20. La raza requería ser redimida del pecado, y Cristo fue su comprador—su Redentor, su dueño. ‘Señor de
todos.’ Por este mismo propósito Él dejó la gloria de Su Preexistencia, y llegó a ser el hombre Cristo Jesús. Y la
declaración de las Escrituras es que Él ‘se dio a Si mismo como rescate’—pagó el precio y adquirió todos los
derechos—de la raza condenada en Adán. De este modo el hombre ‘fue comprado por precio, esto es, por la
preciosa sangre de Cristo.’ Mas por el hecho de haber adquirido todos los derechos sobre la raza, a los ojos de la
Justicia divina, llego así a ser su Amo, ‘el Señor de todos;’ Él no lo hizo para esclavizarla; no; por el contrario; Él
vino a darles libertad de la muerte, y del pecado, y aún la Vida Eterna en la gloria, a todos aquellos
preordinados en la preexistencia a recibir el gracioso don de Dios, por medio de Jesucristo. Y el mismo objeto
del establecimiento del Reino Mesiánico es que por él se invistan, sobre la familia humana, los redimidos, los
derechos y privilegios de los hijos de Dios—perdidos en el Edén; y comprados y recuperados por precio en el
Calvario. Fue para obtener este derecho a liberar al hombre que Nuestro Redentor llegó a ser el comprador, el
dueño, el Señor de todos. Es así como, por Su muerte, Jesucristo vino a ser el Señor de David, pues David era uno
más de la raza comprada con Su preciosa sangre.

1 Vemos así como Jesús fue ‘el Hijo de David.’ Si María era hija de Helí, o Joaquín, entonces Jesús era de la Simiente de David: y no sólo legalmente, por su
padre legítimo José, cuya adopción como hijo de Joaquín es la relevante, más que su paternidad que admitía a Jesús como su hijo; sino realmente, por
simiente directa y personal, a través de Su Madre, María, quien se casó con José. Esto es algo simple; hasta un niño puede comprenderlo. María, desde que
ella no tenía hermanos naturales, según la Ley, era heredera del linaje; fue a causa de esto que su marido, según la Ley del Antiguo Israel, era contado como
uno de la familia del padre de María, como hijo del padre de María. Por lo tanto, José fue, por cierto, hijo de Jacob e hijo legal de Helí. Es así que se menciona
el nombre de José, en lugar del de María, según la Ley de Moisés, que establece las genealogías y los linajes como procediendo de los padres, y no de las

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madres. El linaje de José es mencionado por Mateo, quien lo tomó de los registros Judeanos que tenía a disposición; y esto, para probar que el mismo José
provenía de una línea Davídica; pero, desde que esta estirpe era ya inválida por la apostasía de algunos de sus ancestros, la Palabra Inspirada entrega
luego, por medio del Evangelio de San Lucas, el linaje válido y seguro. Para completar esta materia, en los tiempos de Cristo era muy bien sabido que
Natán era abuelo común de José y de la virgen María; y que Jacob, padre de José, y Helí, o Joaquín, padre de la Virgen, eran hermanos, hijos de los mismos
padres; o, mejor, que Jacob era el hermano de Santa Ana, la mujer de Helí, o Joaquín; y madre de María, la virgen blanca y pura mencionada por Nefi. Por lo
tanto, la genealogía de María es la misma que la de José. Pues María era descendiente, por parte de su madre, de Jacob, Natán, y Salomón; y por su padre,
de Joaquín, o Helí, de Mathat y de Natán. e este modo, Mateo provee la genealogía de María por parte de su madre Ana; en tanto Lucas lo hace por parte de
su padre Helí, o Joaquín, de manera que se demuestre que el Cristo era heredero de la simiente de David por ambas partes. Uno, para señalar la
legitimidad de la simiente Davídica de Jesús; el otro para mostrar a los contemporáneos Judeanos de Jesús que Él, por José, provenía de la línea Davidica.
— Más allá de esto, debemos recordar, otra vez, que Dios nos dice, en Jeremías, 22.30, que ningún descendiente de Jeconías se sentaría jamás sobre el trono de
David. José era de este linaje; y en tanto la genealogía de José procura la línea real de Jesús, su hijo bajo la Ley, sigue vigente y se cumple al pie de la letra la
profecía de Jeremías; pues Jesús (estrictamente hablando) no era descendiente de José, y por lo tanto, no procedía de la simiente de Jeconías. Si Jesús hubiese
sido hijo natural de José, no podría haber llegado al trono; pero Él es hijo de Natán por María, y llegó al trono legítimamente, al casarse José con María y ser éste
adoptado como hijo de Joaquín, allanándose así el camino para el destino glorioso del Hijo de Dios manifestado en la carne.

Para un examen definitivo de la cuestión, se recomienda la lectura de la obra de Lord Arthur Harvey, The Genealogies of Our Lord and Saviour Jesus Christ
(Mac Millan & Co., 1853.)

21. Confesamos que por medio del Infinito y Eterno Sacrificio y Expiación de Jesucristo, todos los
creyentes entre los hombres serán salvos en el Reino de los Cielos; como así también lo serán todos aquellos
que, de haberlo escuchado, hubiesen creído en Él, y asimismo todos aquellos que, más allá del velo, escuchan la
predicación del Evangelio y, al creer, reciben con fe el Bautismo por los muertos, que un familiar cumple en
su nombre; y que todos los sinceros seguidores de Jesucristo vivirán en la tierra renovada, con Jesús como
Rey de todo el orbe, en el Sábado de la Creación; y que luego del fin de todo hombre mortal, Jesucristo y
escogidos Santos heredarán la tierra en su gloria celeste (I Cor., 15.40; Apocalipsis, 21.22.) ‘Pues a la vez
trabajamos y sufrimos reproche, porque creemos en el Dios Viviente, que es el Salvador de todos los
hombres, especialmente de aquellos que creen’ (I Tim., 4.) ‘El que venza heredará todas las cosas; y Yo
seré su Dios, y él será Mi Hijo’ (Apoc., 21.)
1. El Sacrificio de Jesucristo, en el lenguaje de James Strang, fue uno ‘natural;’ esto es, originario, establecido desde antes de la fundación del mundo,
anterior a que se invistiera el Sacerdocio entre los hombres en la tierra. No debemos contemplar el Sacrificio Eterno de Cristo como si Él fuera víctima
de la venganza divina, sino como a una Ofrenda Pura que se inmola ante la iniquidad de los hombres. Cristo decidió entregar Su vida para salvar al
hombre, recibiendo el castigo y pagando la pena que él merecía, en tanto todos resucitarían y tendrían la oportunidad de creer el Evangelio y ser
bautizados, y seguir Sus Mandamientos; el Padre, al contemplar Su amor infinito por los pecadores, dijo ‘¡Sea hecha Tu voluntad, Hijo Amado! y
decretó y consintió aquella, Su Sagrada Pasión y Muerte. (L.L, pág. 157; I Pedro 1.20; Efes. 1.4; ‘El Cordero que fue inmolado desde antes de la
fundación del mundo,’ Apoc., 13.8 VM; RVG)

22. Enseñamos que por Su perfecto cumplimiento de la Ley, Cristo no sufrió el dominio de Satanás; y que por
ello el Padre le levantó de entre los muertos. Luego de tres días con los espíritus en prisión, (infierno,) Jesús
fue Resucitado por Su Padre. ‘14 Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis la libertad de un
malhechor; 14 Y así matasteis al Príncipe de la Vida, a quien Dios levantó de entre los muertos; de lo
cual somos testigos’ (Hechos, 3.)

23. Jesucristo recibió todo poder sobre la Creación; incluyendo el poder sobre nuestra resurrección.
‘Y vino Jesús, y les habló, diciéndole, Todo poder me es dado en los cielos y en la tierra’ (Mat., 28.) ‘18 Yo
Soy Aquel que vivía; y estaba muerto: y, He aquí, Yo vivo para siempre, [como vuestro Salvador resucitado,]
Amén; y tengo las Llaves del Infierno y de la Muerte.’ (Apoc., 1.)

24. Confesamos que la Deidad incluye al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo. El Padre, y el Hijo son
Personajes de Tabernáculo [poseen cuerpos gloriosos… vivificados por el Espíritu Santo; Nuestro Señor,
desde Su Resurrección, uno de carne y hueso celestial (Luc., 24.39; Juan, 20.19; Hechos, 7.55-56,) y el
Espíritu Santo es uno de Espíritu.’ (Times & Seasons, Vol. 3, p. 1499.) Es cierto que Dios es un Espíritu;
también lo es Jesús, y todos los hombres. En la Escritura ‘Espíritu’ no significa ‘inmaterial, intangible,’ sino lo
opuesto al Pecado y a la carne de pecado. Cuando Dios se apareció a Abraham, le confundió con un hombre
(Gén., 18.) Jacob luchó con Él, y prevaleció, por Su Misericordia (Gén. 32.) Moisés conocía a Dios como un
amigo a otro; y vió Sus espaldas en toda Su gloria (Ex., 33.23.) Cuando Jesús volvió a Sus Apóstoles, luego de
Su Resurrección, se les apareció en carne y hueso ‘39 He aquí Mis manos y pies, Soy Yo mismo: tocadme, y
ved; pues un Espíritu no tiene carne y hueso como veis que Yo tengo’ (Lucas, 24.) (Ver, además, Joseph
Smith, Lecturas sobre la Fe. Cáp. 5; James Strang, L.L., págs. 47-57.)

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25. Creemos que el correcto conocimiento de Dios y de Jesús, del Evangelio, y del Sacerdocio de
Melquisedec, se perdió pocos siglos después de la Ascensión del Señor Jesucristo. ‘He aquí, llega el día, dice el
SEÑOR Dios, que enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, mas hambre y sed de oír la
Palabra de Dios: 12 Y andarán errantes de mar a mar, y del norte al este, se apresurarán de aquí para allá en
búsqueda de la Palabra del SEÑOR, y no la hallarán’ (Amós, 8.) El emperador Constantino cambió la
identidad de Dios y de Jesucristo en el siglo cuatro; se impuso como la cabeza absoluta de la Iglesia Cristiana (J.
Carroll, Constantine’s Sword, p. 188,) y cambió el Día del Señor del Sábado al Domingo por su edicto ‘sobre el
venerable Día del Sol.’ Es este uno de los primeros motivos que causaron la ruina de la Cristiandad, al
que luego acompañaron muchos otros, los que hoy señalan que la Segunda Venida de Cristo está cerca, al
alcance de la mano. ‘8 En llama de fuego para tomar venganza sobre aquellos que no conocen a Dios, y no
obedecen el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo’ (II Tesal., 1.)

DE LA CREACIÓN ESPIRITUAL A LA RESURRECCIÓN

26. Enseñamos que, en el Principio, todos los hombres fueron engendrados inicialmente como Espíritus.
Jesucristo fue el Primogénito de Dios, Su Unigénito Hijo, la Estrella Resplandeciente de la Mañana, el Principio
de la Creación de Dios. Cuando el espíritu de Adán fue infundido en su cuerpo, él vino a ser un alma viviente
(Gén., 2.7; 2.8 Versión Inspirada.) Cuando el cuerpo del hombre mortal muere, su espíritu retorna a Jesucristo
para Juicio. ‘7 Entonces el polvo regresará a la tierra como lo fue al principio: y el espíritu volverá a Dios, que lo
dio’ (Eccl., 12.) Nuestros espíritus residen, entonces, ya en el seno de Abrahán, o bien con los espíritus
encarcelados (infierno) hasta la resurrección. Aquellos que adoraron al Padre Celestial, creyeron en
Jesucristo como Señor y Dios, y su Salvador, y por gracia obedecieron el Evangelio, y perseveraron fieles hasta
el fin, en una fe firme y definitiva, saldrán en la Primera Resurrección con el Señor Jesús; y vivirán con Él y
todos Sus Santos en el Sábado o descanso de la Creación (Apoc., 20. 4.) ‘Bienaventurado y santo es aquel que
tiene parte en la Primera Resurrección.’ (Apoc., 20.) Luego del Milenio, habrá una corta temporada en la
cual, otra vez, Satanás engañará al hombre, llevándole a una guerra insensata (Apoc., 20,8.) Llega el fin del
hombre mortal. Entonces, el resto de la humanidad sale en la Segunda Resurrección, la de los injustos
(Apoc., 20.12,) y el hombre ingresa a la Eternidad. Habrá un Nuevo Cielo y una Nueva Tierra (Apoc., 21. 1.)
La Tierra será restaurada a su Gloria paradisíaca original. Los fieles Santos de Dios, los que recibieron la
plenitud, heredarán la tierra celestializada por la Eternidad, junto a Dios y Jesucristo (Apoc., 21. 22.)

27. Con la Sagrada Biblia, enseñamos que los hombres serán juzgados según sus obras y sus propios
pecados (Rom., 2.6; Mateo 16.27; Apoc., 16-11; 18.6; 20.12-13; 22. 12.) ‘Si guardáis Mis mandamientos
[incluyendo el Sábado] permaneceréis en Mi Amor; así como Yo he guardado los Mandamientos de
Mi Padre [los Diez Mandamientos] y permanezco en Su Amor.’ (Juan, 15.) ‘13 El que persevere hasta el
fin, éste será salvo’ (Mateo, 24.) ‘7 El que venza heredará todas las cosas; y Yo seré su Dios, y Él será Mi Hijo.
8 Pero los cobardes, y los infieles, y los degenerados, y asesinos, y prostituidos, y hechiceros [Gr. pharmakeus, los
que manipulan drogas, y envenenadores, Strong Greek Lexicon, N. 5332,) e idólatras, y todos los que mienten,
tendrán su parte en el lago que arde en fuego y azufre: y esta es la muerte segunda’ (Apoc., 21. 8.)

EL REINO DE DIOS

28. Enseñamos que el Reino de Dios consiste de cuatro elementos: (1) Rey, (2) Leyes, (3) Ministros, y (4)
Miembros. ‘33 Buscad primero el Reino de Dios, y Su justicia; y toda otra cosa os será añadida. (Mat., 6.)
Jesús es el Rey de Reyes sobre esta tierra; y en los Últimos Días destruirá toda maldad en la tierra y tendrá el
dominio sobre cada pueblo de Sión [todas las Américas] y en Jerusalén [asimismo figura de la Iglesia de
Cristo de todos los tiempos.] ’23 Entonces la luna será confundida, y avergonzado el sol, cuando el SEÑOR de
las Batallas reine en el Monte de Sión, y en Jerusalén, y ante Sus sacerdotes, con gloria.’ (Isa., 24.)

29. Jesús fue predestinado por el Padre como Dios y Rey de esta Creación, antes de que el hombre anduviese
sobre la tierra; así como todos aquellos que entran al Reino de Dios en la vida mortal son predestinados a
ello. ‘5 Antes de que te formase en el seno de tu madre, Yo te conocía; y antes que salieses del vientre
te había santificado, y ordenado para que fueras un Profeta ante todas las naciones.’ (Jer., 1.) ‘Según

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nos ha escogido en Él, desde antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha
delante de Él, en amor; 5 Habiéndonos predestinado [o preordinado] a la adopción de hijos por medio de
Cristo Jesús [por el Santo Sacerdocio] para Sí mismo, según el beneplácito de Su voluntad.’ (Efe., 1.)

30. Tuvo que dar un testimonio de fidelidad a Su juramento en la carne (Hebreos, 7; 10. 7-9,) para
manifestar aquella elección de Dios en la Eternidad. En sus treinta años, Jesucristo hombre, no ejercía aún, ni
tenía, función ni autoridad sacerdotal. Fue bautizado en las aguas, porque aún, Verbo encarnado, era ajeno al
Reino; y la Ley de Dios exige que todo aquel que ingresa a Su Reino se bautice, no necesariamente por algún
pecado de su parte. Como Aarón, cuyo Sacerdocio ejercía Juan el Bautista, quien tenía esas Llaves, cumplió
toda justicia al entrar por la puerta correcta; fue lavado y ungido por el Espíritu Santo, como los Sumos
Sacerdotes levíticos. ‘Jesús le respondió, en verdad, de cierto te digo, excepto que un hombre nazca del Agua
y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.’ (Juan, 3.) Y si se pregunta cómo el Agua puede hacer tan
grande cosa, se le dirá que la Palabra, unida al Agua, regenera al hombre. *
* Otra vez: Jesucristo era el Bendito Hijo de Dios antes de Su ordenación suprema en el Monte de la Transfiguración. Jesús es Hijo de Dios en el mismo
Principio, y en la Preexistencia. Es, asimismo, el Hijo de Dios, por haber recibido el más alto grado del Sacerdocio de Melquisedec, desde antes de la
fundación del mundo; Su título de Hijo de Dios, Señor y Dios de este mundo, y de mundos sin fin. Luego le fue investido el Sacerdocio, en sus otros rangos,
durante Su ministerio en la tierra, como Hombre divino: en el Bautismo; durante Su tentación, con ministerio angélico (Mat., 4; Lu., 22.43;) hasta Su
ordenación al más alto grado del Sacerdocio de Melquisedec en el Monte Tabor (LL., pág. 165; Mat., 17. 3-5; Hech., 5. 29-31; Exo., 3, 4, 10; Hech.,
7.35; D&C., 20.) Es, finalmente, el Hijo de Dios y el Primogénito del Padre en la Resurrección, siendo la única persona resucitada por Dios (Hech.,
4.10; 1 Pedr. 1.21.) — Más tarde, recibe Jesucristo las Llaves de la Resurrección, y se sienta a la Diestra de Dios, y reina con Él, en Gloria y Majestad,
como Su Virrey. Jesucristo ha de resucitar a todos los que han tenido un cuerpo en esta vida. — El modo supremo en este, Su ser el Hijo de Dios, es por
el Sacerdocio con que fue Ungido en el Principio, antes de que creara todas las cosas; fue por este Sacerdocio que Él tuvo toda la Autoridad y el
Poder del Padre Celestial, para cumplir todo aquello para lo cual fue enviado. Ningún otro hombre, sino el Hijo de Dios, ha recibido el rango de Apóstol
del Primer Grado, Legislador, Profeta, Vidente, Revelador y Traductor, y el de Rey de Reyes, y Señor de Señores (I Tim., 6.15; Apocalipsis, 17.14;
19.16; LL., págs. 192; 214.) Nunca hay más de un Profeta y Apóstol, Vidente y Revelador del primer rango en la tierra al mismo tiempo (D&C.,
132.7.) Esto significa que éste jamás puede ser ordenado por hombres; debe ser designado por su antecesor; y, en cualquier caso, pues podría no
haberlo, debe ser llamado por Dios, y ordenado por Ministerio de Ángeles. (D&C., 43. 2-7; 28. 2-7; 35.18; 90.4; 102.9; 107.91-92.) Jesucristo, único
en poseer las Llaves de David (Apoc. 3.7,) al recibir las Llaves del Infierno y de la Muerte, y con ellas las de la Resurrección, recibe título del Padre
como Rey de Reyes y Señor de Señores (Apoc., 17.14; 19.16) por lo cual preside y reina por encima de cualquier otro hombre nacido de mujer,
siendo, además, el Unigénito del Padre, y Su Primogénito. (Ver, asimismo, Times & Seasons, Vol, 4, ‘Priesthood,’ págs. 1554 ss.)

31. Al transcurrir los cuarenta días en el desierto, y venciendo la tentación de Satanás, fue ordenado Jesucristo
por las manos de Su Padre como Profeta, Apóstol y Legislador, al igual que Moisés. ‘11 Entonces el
demonio le dejó, y, he aquí, vinieron ángeles, y le ministraron.’ (Mat., 4.) ‘Pues Moisés dijo, en verdad, a los
padres, Un Profeta como yo os levantará el SEÑOR vuestro Dios, de entre vuestros hermanos; a Él escuchadle,
en todas las cosas que os diga. 23. Y sucederá, que cualesquiera alma que no escuche a aquel Profeta, será
destruida de en medio del pueblo.’ (Hechos, 3.) Y así, ‘desde entonces Jesús comenzó a predicar, y a
decir, Arrepentíos, pues el Reino de los Cielos está cerca, al alcance de la mano.’ (Mateo, 4.) Nadie
puede entrar al Reino de los Cielos, si no es bautizado por uno que posea el Sacerdocio de Melquisedec.
32. Enseñamos y confesamos que para ser un Ministro del Reino de Dios y que por gracia sus obras sean
escritas en el registro de los cielos, cada hombre debe ser llamado por el espíritu de profecía y ordenado
(ungido) por la imposición de manos de uno que posea, al menos, un rango u oficio superior en el Reino.
‘7 No tomarás el nombre [autoridad] del SEÑOR tu Dios en vano; pues el SEÑOR no juzgará como inocente al
que tome Su nombre en vano.’ (Éxodo, 20.) El propio Jesucristo cumplió con esta ley. ‘4 Y hombre alguno
tomará esta honra por sí mismo, mas aquel que es llamado de Dios, como lo fue Aarón. 5 ‘Así, pues, Cristo
mismo no se glorió a Sí Mismo al ser hecho un Sumo Sacerdote, mas Él [el Padre] fue quien le dijo: Tú Eres
Mi Hijo, hoy Te He Engendrado, 10 al ser llamado [ordenado] por Dios como Sumo Sacerdote del
Orden de Melquisedec’ (Hebreos, 5.) Aarón fue llamado por revelación dada a Moisés, quien tenía un Oficio
más elevado en el Sacerdocio, que el que Aarón fue llamado a recibir. ‘1 Y tomarás a ti a Aarón tu hermano, y
a sus hijos con él, de entre los hijos de Israel, para que me ministre en el oficio de sacerdote; aún a Aarón,
Nadab, y Abihu, Eleazar e Itamar, los hijos de Aarón’ (Éxodo, 28.) Jesucristo fue ordenado por Ministerio
de Ángeles, luego de Su tentación, al Oficio menor de Sumo Sacerdote (Mat., 4.11; Hebr., 5.) En el
Tabor, bajo las manos de Su Padre, como Apóstol, Profeta y Legislador, recibió un rango igual al de
Moisés. ‘14 No descuides el don que hay en ti (el Sacerdocio,) que te ha sido dado por profecía, en la
consagración, por la imposición de manos de los sacerdotes.’ (I Tim., 4, Trad. KJV, TA.) ‘19 Y te daré las Llaves
del Reino de los Cielos; y todo aquello que atares en la tierra, será atado en los cielos; y lo que desatares en la
tierra, será desatado en los cielos.’ (Mateo, 16.)
33. No creemos en aquello que las Iglesias del mundo llaman La Gran Comisión, como si todos y cada uno de
los Cristianos debiesen predicar el Evangelio a la suma del orbe. ‘19 Id, pues, y doctrinad a todas las

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naciones, bautizándolas en el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, 20 Enseñándoles a observar
todas las cosas que os he mandado: y, he aquí, Yo estaré con vosotros siempre, aún hasta el fin del mundo.
Amén.’ (Mateo, 28.) No fue esta una comisión dada a todos los creyentes, sino SÓLO a los Apóstoles
restantes. ‘14 Más tarde, Él apareció a los once, al sentarse a comer, y les reprochó por su incredulidad y
dureza de corazón, pues no creían en el testimonio de quienes le habían visto resucitado. 15 Y a ellos les dijo,
Id por todo el mundo, y predicad el Evangelio a cada criatura; 16 Aquel que crea y sea bautizado será
salvo; mas el que no crea será condenado’ (Marcos, 16.) Cada llamamiento es individual y específico sólo
para tal persona y Oficio.

34. Enseñamos que nadie puede entrar al Reino sin el Santo Bautismo y la participación en otros sacramentos, a
menos que un Ministro del Reino que posea el Sacerdocio de Melquisedec los oficie. Jesús fue a Juan el Bautista
para ser bautizado, puesto que Juan era un Sacerdote o Presbítero del Sacerdocio Aarónico, el cual
tiene la autoridad para bautizar con agua, mas no con el Espíritu. ’11 Yo en verdad os bautizo con agua
para arrepentimiento; mas tras de mí viene Uno que es más poderoso que Yo, de quien no soy digno de llevar
su calzado: Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego’ (Mateo, 3.) Jesús era más poderoso pues había sido
ordenado del Padre a un rango elevado en el Sacerdocio de Melquisedec, luego de Su tentación (Hebr., 5.)

35. Sostenemos la misma organización de la Iglesia y del Reino que ha existido en la Restauración hecha por
Jesucristo, al restituir el Sacerdocio de Melquisedec —quitado al Antiguo Israel en las Segundas Tablas, luego
del funesto episodio del Becerro de Oro— (Éxodo, 34.1-3, Versión Inspirada,) como este ha existido desde la
fundación del mundo. Jesucristo los organizó sobre la tierra con todos los Ministros del Sacerdocio de
Melquisedec, y los demás, que son apéndices de éste. ‘11 Y algunos hizo Apóstoles [a todas las naciones;] y a
otros, Profetas; y a otros Evangelistas [Sumos Sacerdotes, Apóstoles locales, L.L. 242;] y a otros Pastores
[Élderes;] y a otros, Maestros; 12 Para el perfeccionamiento de los Santos; para la obra del Ministerio,
y la edificación del Cuerpo de Cristo 1 13 Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe, y al conocimiento del
Hijo de Dios, a un hombre perfecto, hecho a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.’ (Efes., 4.)
Donde no existe el Sacerdocio de Melquisedec no puede haber salvación en el Reino de Gloria; al menos hasta
después de la muerte del cuerpo. ‘22 Comenzando por el Bautismo de Juan, hasta el mismo día en que fue
tomado de entre nosotros: de quienes con nosotros están, uno debe ser ordenado para ser testigo, junto a
nosotros, de Su Resurrección’ (Hechos, 1 KJV, Bishops Bible, Versión Inspirada.) ‘1 En verdad, de cierto os digo
que aquel que no entra por la puerta en el redil [el Ministerio] más trepa por otro lado, este mismo es ladrón,
y robador. 2 Pero aquel que ha entrado por la puerta es el pastor de las ovejas.’ (Juan, 10.)

1. El Cuerpo de Cristo existe en el Sacerdocio, que es sin principio de Días, ni Fin de Años, y no en una entidad externa. Joseph Smith recibió las Llaves del
Sacerdocio y fue Presidente del Sacerdocio; y más tarde, y sólo más tarde, fue Cabeza de la Primera Presidencia de la Iglesia; el pueblo ‘no lo votó,’ para
que asumiera ese Ministerio. La Iglesia proviene del Sacerdocio, y no el Sacerdocio de la Iglesia —recordemos a Joseph, a Oliver Cowdery, &c.,
predicando y bautizando a los Santos ANTES que alguna Iglesia fuera organizada— La Iglesia es un instrumento del Sacerdocio. El Patriarca es el
Ministro de mayor rango en la Iglesia; sin embargo, él está por debajo del más alto rango del Sacerdocio, que es el rango de Apóstol del Primer Grado,
Legislador, Profeta, Vidente, Revelador y Traductor. Nunca hay más de un Profeta y Apóstol, Vidente y Revelador del primer rango en la tierra al
mismo tiempo (D&C., 132.7.) Sí del segundo rango, como es el caso de los Consejeros de la Primera Presidencia; su poder y autoridad es menor. Todos
los Profetas, Videntes y Reveladores son llamados por revelación de Dios, y Ministerio de Ángeles, como lo fue Moisés. Por esta razón, los que se dicen
‘Profetas, Videntes y Reveladores’ de las Iglesias apóstatas de la Restauración, son meros impostores; y es por ello que no reciben revelaciones, ni
hablan con el SEÑOR cara a cara. Tengamos siempre presente que el Sacerdocio siempre puede llevar adelante sus deberes con poder y
autoridad, sin necesidad de una Iglesia organizada, tal cual ocurrió en los orígenes de la Restauración, y sucede ahora. Los Apóstoles y Setentas
son Ministros itinerantes; Misioneros; según las Escrituras, ellos no fueron llamados para gobernar la Iglesia, como luego lo analizaremos. Hay muchos que
deben arrepentirse; estos son aquellos cuyos corazones se inclinan sobre las cosas de este mundo, y aspiran a ser honrados por los hombres, y
no honran al Sacerdocio, ni tratan de edificar el Reino de Dios, como es su deber. Ni tampoco estudian; ni aprenden; ni advierten que los
derechos del Sacerdocio están inseparablemente conectados con los poderes del cielo, y que los poderes del cielo no pueden ser controlados ni
ejercidos, si no se lo hace sobre los principios de justicia.

36. A lo largo de Su vida mortal el inmaculado Jesús permitió que Sus elegidos comprendiesen que Él era el
Santo Cordero de Dios, aún el Eterno Dios de los cielos y la tierra, que tomó sobre Sí el pecado del mundo.
Cumplió Su misión perfectamente, y selló Su testimonio con Su propia sangre. ‘Pues aún para eso habéis sido
llamados: porque Cristo asimismo sufrió por nosotros, dejándonos un ejemplo, para que podáis seguir Sus
pasos. 22 No hubo pecado en Él, ni malicia fue hallada en Su boca.’ (I Pedr., 2.) ‘23 Porque el salario del pecado
es muerte’ (Rom., 6.) ‘14 Pero vosotros negasteis al Santo y Justo, y elegisteis a un homicida en lugar de Él;
15 Y asesinasteis al Príncipe de la Vida, a quien Dios había resucitado de entre los muertos; de lo cual
somos testigos’ (Hechos, 3.) Ante la impecabilidad de Su vida, Satanás no tuvo poder sobre Él, y el Padre, por

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ello, le resucitó de entre los muertos. Su Resurrección, pues, asegura la de todos los hombres, fieles, o
impíos; mas sólo los fieles, al creer el Evangelio y recibir sus sacramentos, son salvos, tomando el beneficio
pleno de Su Expiación. También todos aquellos que hubieran creído en Él, de haberle escuchado (D&C., 137;) o
aquellos a quienes se predica el Evangelio en el mundo espiritual, después de una muerte sin la fe, serán salvos
en el pertinente grado de gloria, si es que creen y no desdeñan el Bautismo por los muertos (D&C., 124.
29c; 127. 5-9; 128. 1-18; 138. 32.35, Libro de la Ley del Señor, págs. 136-141;) que un familiar pueda haber
realizado por ellos, como más tarde se expondrá. 1
1. El Profeta manifestó que este sacramento fue instituido desde antes de la fundación del mundo, para la salvación de los hombres. Es, pues, parte
constituyente del Evangelio, y un sacramento del Sacerdocio, que jamás puede ser cambiado. (Enseñanzas del Profeta Joseph Smith, pág. 107.)

37. Dios ha instituido Su Ley en la Eternidad. ‘15… pues donde no hay ley, no hay transgresión’ (Rom., 4.) En
la Preexistencia, Satanás se rebeló contra Dios, irascible, porque su plan de fe compulsiva para salvar al
hombre caído fue descartado, y admitido el de persuasión del Hijo de Dios. Transgredió la autoridad de Dios,
y fue destituido junto a un tercio de todos los espíritus, quienes nunca tendrán un cuerpo. ‘12 ¡Cómo has
caído de los cielos, Oh Lucifer, hijo de la mañana… tú, que has corrompido a las naciones, hasta el polvo fuiste
talado!’ (Isa., 14.) Otro grupo, importante, optó por Cristo, pero se exhibió indeciso; y fue preordinado a nacer en
esta tierra, más no recibirían el Sacerdocio; o de recibirlo, lo perderían por su propia responsabilidad. Todos
los que se manifestaron decididamente por Jesucristo, fueron preordinados a recibir el Sacerdocio y la vida
eterna. (Joseph Smith, Historia de la Iglesia, Documentos de Joe Whitaker, Caja 27, Carpeta No. 11; John Nutall,
Journal, 1.290-293; 31 de Mayo de 1879; DHC.4. 444-445; 4.501.) Adán fue instruido sobre la Ley de Dios, y
el Evangelio le fue predicado (Gén., 6.52-55, Versión Inspirada; Moisés, 6. 52-54.) Caín fue maldecido por
homicida, al transgredir la Ley. Los Diez Mandamientos han sido la Constitución de Dios en todas las eras del
mundo. En adición, el Padre Celestial dio a Adán un Libro de la Ley que contenía todas las leyes espirituales.
Fue restaurado por Moisés; mas se extravió poco antes de la Cautividad Babilónica. Fue restaurado en la
Dispensación del Cumplimiento de los Tiempos. Se le nombra más de veinte ocasiones en la Sagrada Biblia; y
como la Ley de Dios, cientos de veces. Es el único texto donde el Decálogo Original que recibió Moisés puede
ser hallado. El cuarto Mandamiento es ‘Amarás al prójimo como a ti mismo;’ y ‘39 Y el próximo es similar a
este, amarás al prójimo como a ti mismo’ (Mateo, 22.) Las Iglesias del mundo no incluyen esta Palabra de
Dios en su versión de los Diez Mandamientos.
38. Por lo tanto, existen dos libros que serían revelados por Dios en los últimos días. ’19 Diles, Así dice el
Señor DIOS; He aquí, tomaré la vara de José [Libro de Mormón,] que se halla en la mano de Efraín [Joseph
Smith] y las tribus de Israel [Antiguo Israel] sus compañeros, y los pondré en su mano, junto con la vara de
Judá [la Sagrada Biblia, y el Libro de la Ley del Señor, como lo tenemos ahora, desde que es de gran
beneficio para la instrucción y edificación del pueblo,] y haré con ellos una sola vara; y serán una en Mi
mano’ (Ezequiel, 37.) José era de la tribu de Efraín, y el Libro de Mormón, otro Testamento de Jesucristo,
escritos de un antiguo pueblo de la Casa de Israel, que habitó este continente. Las Sagradas Escrituras, y el
Libro de la Ley, provinieron de la pretérita Casa de Judá. Cuando el viejo Israel violó el Convenio Eterno de
adorar sólo a Dios y guardar Sus mandamientos, recibieron las segundas tablas, con una ley temporal, ya sin
el Sacerdocio Mayor (Éxodo, 34.1.2, Versión Inspirada,) que administraba el Sacerdocio Levítico, o Aarónico.
Esta ley temporal, civil y ceremonial, continuó hasta que Jesucristo perfeccionó Su Obra en el Calvario y al
ingresar al Santuario con Su sangre, y en virtud de ella (Hebr., 9.12 VM.) ‘17 No penséis que he venido a
destruir la Ley, o los Profetas: no he venido a destruir, mas a perfeccionar. 18. Pues en verdad os digo que no
pasarán los cielos y la tierra antes que el menor tilde de la Ley [espiritual, la administrada por el Sacerdocio
de Melquisedec,] sea cumplido’ (Mateo, 5.)
EL EVANGELIO
39. Enseñamos que el punto esencial de la Revelación de Dios es conocido como el Evangelio. ‘Pues no estoy
avergonzado del Evangelio de Cristo: porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al
Judeano primero, y también al Griego (Rom., 1.) ‘Pues nuestro Evangelio no vino a vosotros tan sólo en
palabras, mas asimismo en poder, y en el Espíritu Santo, y con toda certeza; para que sepáis qué clase de
hombres somos entre vosotros, para vuestra salvación’ (I Tesal., 1.)

12
40. La Palabra del Evangelio define aquellos principios y sacramentos que deben propiamente seguirse para
recibir el Espíritu Santo y así ingresar al Reino de Dios. Se conocen éstos como los primeros principios del
Evangelio. El primero es fe en Jesucristo. ‘31 Y ellos le dijeron: cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo
tú, y toda tu casa’ (Hechos, 16; VM.) ‘6 Pues sin fe es imposible agradar a Dios: pues aquel que a Dios viene,
debe creer en Él, y que Él es; y que Él galardona a quienes le buscan diligentes.’ (Hebr., 11.)

41. El Profeta Joseph Smith enseñó que, sin una correcta comprensión del ser, atributos y perfecciones de
Dios, el hombre no puede tener la fe que lleva a la salvación. ‘3 Y esta es la Vida Eterna, que te conozcan, a Ti,
el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado’ (Juan, 17.) ‘…tres cosas se hacen necesarias, para
que todo ser inteligente y racional pueda ejercer fe en Dios para vida, y salvación. Primero, la idea de que Él
realmente ES. En Segundo lugar, tener una idea correcta de Su carácter, perfecciones y atributos. En Tercero,
que Dios no cambia, ni hay variabilidad en Él; mas que Él es el mismo de eternidad en eternidad, siendo el
mismo ayer, hoy y siempre; y que este curso es un giro eterno, sin cambio,’ (Lecturas sobre la Fe, 3.)

42. La fe no es, simplemente, ‘una creencia;’ tal ‘creencia’—palabra corriente en el mundo profano—puede
ser pasiva. La fe es una fe viviente, activa y poderosa en Jesucristo como Nuestro Señor y Salvador, y un
andar por aquello que es lo bueno; pues todo lo bueno, todo bien, proceden de Jesucristo; y, de ello, se sigue
el abandono de todo lo malo, y del mal. Es preciso tener fe en Dios, en Jesucristo, en la Palabra de Dios, en
el Evangelio, y en los piadosos y sinceros Ministros del Reino de Cristo. ‘Ahora bien, la fe es convicción de
aquello en que se espera, la evidencia de lo que no se ve’ (Hebr., 11.) La Fe viene del Espíritu Santo, que
obra por la Palabra de Dios. Los que hablan ‘del Espíritu,’ mas desdeñan la Palabra escrita, son meros
Entusiastas; y tal Entusiasmo es una pasión enfermiza, que procede de las tinieblas. La Fe es un don de
Dios; no se obtiene por una decisión del hombre, ni es acto de la voluntad. Es el llamado de uno que viene de
Dios, de cuya enseñanza, que se ajusta a la Palabra escrita, el Espíritu Santo testifica la verdad de los principios
que enseña. ‘Y Él les dijo, mas vosotros, ¿quién decís que Yo Soy? 16 Y Simón Pedro respondió, y le dijo, Tú
Eres el Cristo, el Hijo del Dios Viviente. 17 Y Jesús le replicó, y le dijo, Bienaventurado eres, Simón, hijo de
Jonás; pues no te han revelado esto ni la carne ni la sangre, sino Mi Padre que está en los cielos’ (Mat.,
16.) ‘¿Y cómo predicarán, excepto que se les envíe? Escrito está, Hermosos son los pies de quienes
predican el Evangelio de la paz, y traen buenas nuevas de gran esperanza. 16 Mas no todos han obedecido al
Evangelio. Porque Isaías dice, Señor, ¿quién ha creído nuestro mensaje? 17 Así que la fe viene por el oír, y
el oír, por la Palabra de Dios’ (Rom., 10.) ¿De qué serviría conocer los pasos para ser ciudadano de un país,
si faltasen aquellos autorizados para extender los títulos?

43. Esta fe en Jesús es esencial. Estrictamente hablando, fe es creer en la Obra y la Persona de Jesucristo,
para que nuestra fe sea contada por justicia; y es esta una fe que obra por el amor. ‘36 Todo aquel que
cree en el Hijo tiene la vida eterna; y el que no cree en el Hijo no verá la vida: mas la Ira de Dios permanece en
él’ (Juan, 3.) ‘3 Y esta es la vida eterna, que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien Tú
has enviado’ (Juan, 17.)

44. Enseñamos que, sin fe en el Evangelio, el hombre no puede andar en fe y obediencia. ‘9 El Señor hará de ti
un pueblo santo, para Sí mismo, como lo ha jurado, si guardas los Mandamientos del SEÑOR tu Dios, y
marchas por Sus caminos’ (Deut., 28.) ‘6 Todo aquel que dice que permanece en Él, debe andar, como Él anduvo’
(I Juan, 2.) ‘10 Si guardáis Mis Mandamientos, permaneceréis en Mi amor; así como Yo he guardado los
Mandamientos de Mi Padre, y he permanecido en Su amor’ (Juan, 15.)

45. Fe en el Evangelio es la única entrada al Reino de Dios. ‘16 Porque yo no me avergüenzo del Evangelio
de Cristo; porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree; al Judeano, primero, y asimismo al
Griego’ (Rom., 1.) ‘15 Y decía, el tiempo se ha cumplido, y el Reino de Dios se halla al alcance de la mano;
arrepentíos, pues, y creed el Evangelio’ (Marcos, 1.) ‘16 Aquel que crea y se bautice será salvo; mas el que no
crea será condenado’ (Marcos, 16.)

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46. Enseñamos que es preciso tener fe en el poder y la autoridad del Sacerdocio; pues sólo a través de la
administración del Sacerdocio de Melquisedec una persona ingresa al Reino de Dios, y a la gloria celeste, por
medio de los sacramentos mayores del Templo. ‘16 Aquel que os escucha, a Mí me escucha; y aquel que os
desprecia, a Mí me desprecia; y aquel que Me desprecia, desprecia a Aquel que me ha enviado’ (Lucas, 10.)
‘20 En verdad, de cierto os digo, aquel que recibe a todo aquel que Yo envío, a Mí me recibe; y aquel que
me recibe, recibe a Aquel que me envió.’(Juan, 13.)

47. No hay salvación sin revelación; es inútil para cualquiera ministrar a los Santos sin ella. Ningún
hombre es Ministro de Jesucristo sin antes ser un Profeta. Ningún hombre puede ser Ministro de
Jesucristo si antes no ha recibido el testimonio de Jesús; y tal es el espíritu de profecía. Cada vez que se ha
administrado la salvación, ha sido por testimonio. (DHC., 3.385-392.)

48. Enseñamos que el arrepentimiento se instituye esencialmente en el Evangelio. El arrepentimiento se


cumple en la confesión de pecados, en la absolución (L.L. pág. 162,) en la decisión de apartarse de todo pecado
a justicia. Es el compromiso de andar como Él anduvo. Debe preceder al Bautismo. La Palabra, que obra la fe,
obra a la vez el arrepentimiento; unida al agua, hace al sacramento que regenera el alma. ‘17 Por aquel tiempo
comenzó Jesús a predicar, y a decir, Arrepentíos; pues el Reino de los Cielos está al alcance de la mano.’
(Mat., 4.) ’12 Y salieron, y predicaron que los hombres deben arrepentirse’ (Marcos, 6.) ‘8 Acercaos a Dios, y Él
se acercará a vosotros. Lavad vuestras manos, pecadores; y purificad vuestros corazones, vosotros, que tenéis
el pensamiento dividido. 9 Afligíos, y lamentad, y llorad: que vuestra risa se torne en llanto, y vuestro gozo en
tristeza. 10 Humillaos vosotros mismos ante los ojos del Señor, y Él os levantará’ (Santiago, 4.) El bautizado,
por medio de la imposición de manos de los Sacerdotes de Melquisedec, recibe el Espíritu Santo.

49. Bendecimos a los infantes, tal como fuera práctica de Nuestro Señor Jesucristo, y de todos los Ministros
del Sacerdocio de Melquisedec. ‘14 Pero Jesús dijo, Dejad que los niños vengan a Mí, no se lo prohibáis:
pues de ellos es el Reino de los Cielos; 15 Y les imponía las manos; y luego partió de allí’ (Mateo, 19.)
Dios llama a los padres a llevar a sus hijos a los que recibieron el Sacerdocio de Melquisedec, quienes les
imponen las manos, y les bendicen… ‘para que las bendiciones del Señor tu Dios estén sobre ellos, y su
corazón busque el Reino de Dios, y Su justicia: porque de ellos es el Reino. Y si mueren, aún así vivirán para
siempre; y serán tuyos.’ (L.L. pág. 114.)

LA LEY DE DIOS

50. La Ley de Dios se funda en el amor. ’36 Maestro, ¿cuál es el más grande mandamiento de la Ley? 37
Contestó Jesús, Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38 Este
es el primero y más grande mandamiento. 39 Y el segundo es como éste, Amarás al prójimo como a ti mismo.
40 De estos dos Mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas’ (Mateo, 22.) Aunque Su ser mismo es
Amor, debemos entender que Dios no puede tolerar mínimamente el pecado. El Diluvio y la Destrucción de
Sodoma y Gomorra son claras ilustraciones de ello.

51. La Ley es como una espada de dos filos. La obediencia diligente a la Ley de parte del Cristiano
regenerado, ya no es una obligación, sino un deleite. Le acompañan grandes bendiciones, siendo la mayor de
ellas el ser resucitado con los justos en la primera resurrección, como heredero de la tierra por la eternidad.
La desobediencia a ella por los impíos involucra juicio y el ser reprobado. ‘22… el que persevere hasta el fin,
este será salvo.’ (Mateo, 10.) ‘El que venza heredará todas las cosas; y Yo seré su Dios, y él será Mi hijo. 8
Pero el tibio, y el infiel, y el abominable, y los homicidas, y los libertinos, y hechiceros, e idólatras, tendrán su
parte en el lago que arde con fuego y azufre; y esta es la muerte segunda’ (Apocalipsis, 21.)

52. Cuando el Reino se halla plenamente organizado, con todos sus Ministros, ellos son los guardianes,
maestros y administradores de la Ley. Sin tales Ministros, el resultado sería la anarquía. Esto se observa en la
Cristiandad apóstata, en la que medran miles de iglesias, cada una con su propia interpretación de la
Sagrada Escritura. La verdad es una. Creencias opuestas pueden, todas ellas, ser erróneas; solamente
una es verdadera.

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EL BAUTISMO

53. ‘El que no naciere del agua… no puede entrar al Reino de Dios.’ (Juan, 3. 5.)
54. Mas hombre alguno ha de ser bautizado, excepto aquellos que, contritos, han sido engendrados por Dios,
y a Él vienen a ser sumergidos en la muerte de Cristo, en la fe que salva, por el Ministerio que el mismo Señor
ha enviado; arrepintiéndose de su impiedad y de sus obras muertas, y buscando la vida y la justicia en la
Palabra viviente: pues esta es la puerta que lleva a todos los que entran al Reino; pues si no se ingresa por
ella, no ha de verse a Dios.
55. Las Llaves del ministerio de remisión de los pecados, en el sacramento del Bautismo, el Señor Nuestro
Dios las ha investido sobre Sus Apóstoles; y sobre sus sucesores y colaboradores; los Sumos Sacerdotes,
Pastores [Élderes] y Sacerdotes del rango Aarónico; mandándoles a predicar arrepentimiento y perdón de
los pecados a todas las naciones, a lo largo de la tierra.
Marc., 16. 16; Juan, 3. 18, 36; Hech., 8. 37; 16, 31-32: Rom., 10. 9; Mateo, 3. 1, 2, 5, 6; Lucas, 24, 47; Hechos, 2. 33; 3. 19; Juan, 17. 3. Mateo, 11. 27;
Lucas, 10. 22. Ef., 1. 17-18; Juan, 3. 5. Mateo, 3. 13-16; Marc., 1. 9. Juan, 10. 1; Juan, 3. 3.

EL BAUTISMO POR LOS MUERTOS

56. Enseñamos que, en cada Templo, se levantará para el Señor una pila bautismal, para el bautismo de los
vivos y los muertos. (I Cor., 15. 29; I Pedr., 3, 19-20; Ezeq., 32. 31.)
1. Una dispensación especial fue recibida del Señor para bautizarse por los muertos en Nauvoo, en 1842, y en las aguas del Mississippi, en frente de la
ciudad, santificadas para tal propósito, hasta que se preparase lugar en el Templo de Nauvoo. (D.&C., 124.)
2. Así fue hecho; pero al perderse Nauvoo como ciudad santa, ciertos bautismos allí efectuados fueron contradichos, y la dispensación falló en ese
momento. (D&C., 103. 11-14.) Esto sucedió en el momento del Éxodo de Nauvoo, y sólo entonces los bautismos fueron ilegítimos.
3. Aquellos bautismos que se realizaron hasta el Éxodo, fueron válidos, cuando el oficiante tenía la debida autoridad. Mas los bautizados, si siguieron a
caudillos que en ese momento no eran llamados de Dios, fueron también rechazados con sus muertos; los que les dejaba sin salvadores, y aún
dependientes de la caridad de los vivos (Mal., 4.6.)
4. El registro de aquellos bautismos nunca fueron ordenados en el Templo, y se perdieron. Es necesario, para la validez de los bautismos, que exista
debida prueba delante del Amanuense calificado para esa tarea, y que cada bautismo sea debidamente registrado. Cuando se trate de bautismos
rechazados o inválidos, los representantes pertinentes serán bautizados por sus familiares, como si antes no hubiese sido hecho.
5. Una dispensación para el Bautismo por los Muertos fue dada en Voree, el 9 de Agosto de 1849, y las aguas del Río Blanco fueron santificadas para
tal propósito.
6. Cada vez que sea necesario, se dará la dispensación correspondiente, sea para aguas vivas, sea para ojos de agua domésticos, que guardarán la
debida propiedad para el uso, y serán santificados.

57. Y por ellos se bautizarán los fieles, cada uno de ellos, según los distintos derechos y los varios
órdenes, de acuerdo a la consanguinidad, y primogenitura; serán bautizados por cada esposo fallecido,
su esposa, o posteridad; o cualquiera de los padres, hasta la tercera y cuarta generación. O por cada
hermano, hermana; por todos estos, quienes, se conozca de modo fehaciente, aún por revelación, que
han creído el Evangelio y fallecido sin ser bautizados por un miembro del Sacerdocio de Melquisedec.

58. Asimismo se bautizarán por cada pariente, hasta el cuarto grado de consanguinidad; por cualquiera
comprometido al Cristiano en matrimonio; por el padre adoptivo, la madre, el padre, hermano, hermana, o
niño, que el Señor le revele por sueños, visiones, espíritu ministrante, palabra angélica, o la voz del Señor.

Los grados de consanguinidad se cuentan por cada generación, hasta el ancestro común, y de él hacia el presente.

59. Y cada vez que algún siervo fiel del Sacerdocio Aarónico sea bautizado por otro, el Señor lo certificará
enviando Su ángel para así se lo entienda. Pero el Sacerdocio de Melquisedec recibe Palabra del mismo Señor
sobre esto, o ministerio de ángeles.

1. Cuando el candidato afirma que debe bautizarse por los muertos según revelación, de la forma que fuese, el Sacerdote a cargo debe con prudencia
inquirir y juzgar la validez de este reclamo, y el Amanuense así lo especificará, de modo breve, en el Registro.
2. Debe tomarse con el mayor cuidado que cada registro sea suficiente en substancia; de otra manera el bautismo podría ser invalidado.

15
60. Enseñamos que ningún hombre o mujer de entre los fieles se bautizará por los muertos, cuando no
lo haga por un miembro de su familia, según el Orden de la Iglesia del Primogénito, que es el Sacerdocio
del Hijo de Dios: o quiera hacerlo por alguno que se halle bajo la condena de la Ley del Señor, o que no haya
sido fiel a sus convenios con Él.

1. El Bautismo por los Muertos es un sacramento del Templo, y es solamente por dispensa especial, en situación de emergencia, como la que ahora
vivimos, o en consecuencia de la pobreza de los Santos, que puede administrarse fuera de un Templo. A aquellos que, en tiempos de paz y
prosperidad, rehúsan colaborar en la construcción del Templo, no se les permitirá el bautizarse por sus muertos.
2. Aquellos que se hallen en estado impío de condenación, sea por desobediencia a la Palabra del Señor, en Mandamiento, Precepto, Sacramento o por
desdén de cualquiera de las Palabras del Padre y de Jesucristo, no son idóneos para ser salvadores en el Monte de Sión en beneficio de otros, porque
no se hallan ellos mismos en la salvación, ni en camino de arrepentimiento.

61. En cada Templo que los Santos levanten para el Señor, se apartará a Sumos Sacerdotes, o en su defecto a
Pastores; y serán santificados con óleo santo, preferentemente a manos del Profeta o de los Apóstoles, cuando la
bendición se hallare a pleno, para que aquellos bauticen por los muertos; y nadie más administrará este
sacramento.

El Profeta y los otros dos miembros de la Primera Presidencia bautizan por los muertos, sin necesidad de ser apartados a ese llamamiento.

62. Los Amanuenses serán apartados por la imposición de manos del Sacerdocio de Melquisedec actuante
en el sacramento, para su función de registrar los bautismos por los muertos; serán testigos de cada
bautismo, y registrarán de puño y letra aquello que han visto y oído. (D&C., 128. 3.)

63. Y otros testigos, que vean con sus ojos, firmarán el Registro de los Bautismos, para que cada uno posea
la prueba de dos o tres testigos. Así, todo lo que el Sacerdocio de Melquisedec registre en la tierra, será
registrado en los cielos. Y en cada Templo se llevará el registro de aquellos que han sido bautizados.

NOTA SOBRE EL BAUTISMO POR LOS MUERTOS.

1. Millones de personas jamás escucharon del Evangelio en sus vidas mortales. Si no se les predicase en otra condición del ser, entonces la salvación
que promete el Evangelio a los que creen, no llegaría a ellos. Y si el Evangelio no les fuere predicado jamás, entonces se les denegaría la posibilidad de
entrar a la vida eterna.
2. Muchos Cristianos, que no pueden comprender el por qué la salvación no fue ofrecida a todos los hombres, han aseverado una salvación universal,
aparte, o sin la fe en Jesucristo. Dicen que, al no conocer la Ley de Dios, no pudieron ser condenados.
3. Si admitiésemos que esto fuera verdad, la consecuencia sería que la ignorancia del Evangelio complacería a Dios tanto como la fe en él; y la
conclusión justa sería que el Evangelio no fue revelado para salvar a los pecadores, sino para perderlos; pues, si todos los que lo ignoran han de ser
salvos, la ignorancia universal habría producido una bendición, asimismo universal.
4. Si atendemos la Antigua voz de los Padres de la Iglesia, según la cual no hay salvación al no haber fe ni obediencia al Evangelio, entonces sin la
predicación a los muertos y el Bautismo por ellos, muchos a quienes el Evangelio jamás fue predicado en la tierra debieran creer que están perdidos;
no porque no creyeron, sino porque no lo escucharon.
5. Si, para evitar ambos extremos del dilema, el Cristiano dijese que los hombres honestos y rectos de cada nación, sin importar su fe religiosa, serán
salvos, entonces ellos no lo serían por el Evangelio, sino por su propia justicia; no por fe en la Palabra de Dios, sino por la integridad de las
instituciones de sus propios países o naciones.
6. Dios, al haber establecido la regla de que sea destruido todo aquel que no crea el Evangelio (II Tes., 1, 8; 2.12. Apoc., 22.14. Marc., 16. 16,) ha
provisto que se predique a los espíritus en prisión (I Pedr., 3.19; 4. 6. Lucas, 23. 43,) y el Bautismo por los Muertos (I Cor., 15. 29,) para que la
salvación llegue a todos los hombres, y se pierdan sólo aquellos que aman la injusticia (Mateo, 3. 10.)
7. Cuando Jesucristo culminó Su testimonio en la tierra, ofreciéndose a Sí mismo por el pecado del mundo, fue en el espíritu y predicó a los espíritus
en prisión (I Pedr., 3. 19-20,) y les abrió las puertas de la dispensación del Evangelio, antes de Su ascensión a los cielos (Juan, 20. 17.)
8. Haciendo esto, y al ser inmaculado y haberse dado en Sacrificio para la salvación de otros, el Hombre-Dios devino digno de recibir de Su Padre las
Llaves de la Resurrección y de la Vida Eterna; y así ascendió a los cielos, sentándose a la diestra del Padre como Su Virrey.
9. Aquellos que se unen a Él por la fe, el Sacerdocio, y el Sacrificio Eucarístico, comparten Su Oficio; y, al dejar su ministerio terrestre, van, y ministran
a los espíritus de los muertos; para que ellos, por fe en el Evangelio, puedan ser salvos, como lo son los vivos.

LOS GRADOS DE GLORIA (‘LA VISIÓN,’ D&C., 76.)


64. Así pues, aquellos que mueren fuera de la Fe se reúnen con los espíritus en prisión (mal llamada
infierno;) aquí, aún, existe la posibilidad de escuchar y creer el Evangelio. ‘6 Por esto fue también predicado
el Evangelio a los muertos; para que ellos sean juzgados según los hombres en la carne, mas vivan para
Dios en el espíritu’ (I Pedr., 4.) Nuestras obras nos siguen después de la muerte. Aquellos que vivieron una

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vida honorable, aunque no conocieron a Dios y a Jesucristo, mas luego creyeron el Evangelio en el espíritu,
podrán heredar la gloria terrestre, en la resurrección. Los fieles que creyeron y amaron al Padre y al Cordero
hasta la muerte en esta vida, y recibieron la plenitud, heredarán la gloria celeste, la vida eterna (los nuevos
cielos, y la nueva tierra, glorificada;) y asimismo la recibirán todos aquellos quienes, de haberlo escuchado,
lo hubiesen creído de todo corazón, si hubiesen permanecido (D&C., 137.7-8;) todo el resto hereda la gloria
telestial, similar a la de este valle de lágrimas, donde vivimos: una gloria sin gloria. ‘40 Hay, también, cuerpos
celestiales, y cuerpos terrestres: pero una es la gloria del celestial, y otra la gloria del terrestre. 41 Una es la
gloria del sol, y otra la gloria de la luna; y aún otra de las estrellas; pues una estrella difiere de la otra en
gloria. 42 Así es la resurrección de los muertos’ (I Cor., 15.) Los hijos de perdición, los impíos y la simiente
del enemigo, son arrojados junto al Diablo y el Anticristo al lago de fuego y azufre, al castigo eterno. (Isa.,
66.24; Marc. 9.43; Apocalipsis, 19.20; 20.9; 21.6; D&C., 76. 44-48.) Esta es la muerte segunda.
65. Después de la muerte, nuestro espíritu retorna a Jesús, para juicio. ‘En tus manos encomiendo mi
espíritu: Tú me has redimido, Oh Señor, Dios de la verdad’ (Salmos, 31.) ‘7 Entonces tornará el polvo a la
tierra, de donde vino; y el espíritu retornará a Dios, que lo dio’ (Ecl. 12.) Los Santos que murieron como
miembros del Reino de Dios y perseveraron fieles hasta el fin por la gracia de Dios, son llevados al Seno de
Abrahán, donde aguardan la resurrección. Los telestiales, terrestres y los hijos de perdición van a la prisión
espiritual (infierno.) Estos son el cielo y el infierno de las iglesias del mundo.

66. ‘6 Por esto fue también predicado el Evangelio a los muertos; para que ellos sean juzgados según los
hombres en la carne, pero vivan para Dios en el espíritu’ (I Pedr., 4.) El conocimiento de la vida y la eternidad
es un misterio para el mundo profano. Solamente a través de la Restauración de Joseph Smith, y por la Visión
que él y Sidney Rigdon recibieron de lo alto, tenemos un conocimiento justo de estos principios. Este plan de
salvación concuerda con las enseñanzas de la Sagrada Escritura, y la de los Profetas de los Últimos Días. 1

1. Jesucristo abrió una dispensación del Evangelio para los espíritus en prisión, en tanto Su cuerpo estuvo en el sepulcro por tres días. Aquellos que fueron
personas honorables en el mundo, y luego creyeron el Evangelio en el espíritu, tendrán ocasión de unirse a los Santos fieles en el Milenio. No obstante,
deberán recibir el Bautismo por los Muertos antes de cruzar el gran abismo. Los que persistan en impugnar la Voluntad de Dios y descreer el
Evangelio, continuarán con los espíritus en prisión hasta el fin del Milenio. Satanás ha de ser suelto por un breve tiempo; reunirá a hombres impíos de los
cuatro ángulos de la tierra; y serán destruidos por fuego del cielo. Resucitarán los injustos, y el hombre entrará de lleno en la Eternidad (puesto que ahora
mismo vivimos en tiempos esjatólogicos.) Habrá un nuevo cielo, y una nueva tierra; la tierra ingresará a su gloria celestial. Los justos la heredarán y
estarán con el Padre y con Jesucristo. No se nos dice dónde morarán los que hereden la gloria terrestre. Es posible que el lugar de quienes reciban la
gloria telestial se halle entre las estrellas.

CONFIRMACIÓN
67. El que no naciere del… Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios. (Juan, 3,5.)
68. Todo aquel que fuere bautizado para la remisión de pecados: sobre éste los Apóstoles, Sumos Sacerdotes,
o Pastores [Élderes] impondrán sus manos, y le confirmarán en el Reino, y le darán, por medio de ellas, el
don del Espíritu Santo, sellando la bendición según el Espíritu hable.
No puede esperarse que todo aquel que recibe la imposición de manos, con ella reciba una inspiración poderosa y sobrecogedora. Mas recibirá un
espíritu suficiente de verdad, que, si cultivado, le guiará a toda verdad y le hará sabio en las cosas del Reino. Este debiera evitar la espera de señales y
maravillas, y contentarse con sabiduría substancial y conocimiento creciente y duradero.

69. Y el Espíritu le inspirará con fe, inteligencia, y comprensión; y si él les cultiva, le guiarán y establecerán
en toda justicia.
1. Es un error el suponer que todos han de poseer los dones espirituales que entrega la imposición de manos, o que alguno tendrá uno de su elección.
El Espíritu distribuye los dones según su sabiduría (I Cor., 12.11.)
2. San Pablo enumera los dones del Espíritu, como sabiduría, conocimiento, fe, milagros, profecía, discernimiento de espíritus, lenguas, e
interpretación (I Cor., 12. 8-10.) De estos, cada fiel siervo de Dios, obediente en la fe, arrepentimiento, y bautismo, recibirá, por la imposición de
manos, su parte, suficiente para guiarle en la vida, si sigue esta inspiración.

70. Pues, según enseñamos, cuando el Sacerdocio impone sus manos sobre él, el Espíritu, como suave viento
reparador, vendrá sobre él, y le cubrirá, y al pasar y dejarle, su don continuará, y él andará en novedad
de vida.

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ABSOLUCIÓN (DE EL LIBRO DE LA LEY DEL SEÑOR)
71. Enseñamos que si el Cristiano peca contra Dios, o hace maldad al hombre, irá al Ministro de Dios,
quienquiera sea el penitente; y entre él y el siervo del Señor, a solas, se confesará delante de él, sin reservas;
y el siervo del Señor impondrá sus manos sobre el penitente, para que haga restitución, y penitencia, y sea
juzgado con justicia; y lo que el Sacerdote de Melquisedec juzgue, así hará el penitente, en todo de acuerdo con
la Palabra del Señor nuestro Dios; y será perdonado, según la promesa del Señor.
72. Y el penitente hará restitución en todas las cosas, según se ha juzgado; y si el siervo de Dios requiere que el
penitente se presente ante otro en autoridad, o ante quien se ha injuriado, así se hará; de otra manera el
pecado permanecerá en el penitente.
Este Sacramento reside en el poder y la autoridad del Sacerdocio del Hijo de Dios, no en el oficiante.
Lev., 6. 6-7; 5. 5-10, 15-16; Num., 5. 5-8; Josué, 8. 19-26; II Sam., 12. 1-14; I Crón., 21. 1-27; Mat., 16. 19; 18. 18; Juan, 20. 23; I Juan, 1. 9.

LA EUCARISTÍA (DE EL LIBRO DE LA LEY DEL SEÑOR)


73. Los Santos, al congregarse en caridad Cristiana, en sus asambleas solemnes, en la humillación y la
desgracia, en la intimidad de la Iglesia Familiar en estos días del Anticristo, separarán vino suave y dulce, y
pan sin levadura, de ser posible, como porción para ser santificada a Dios, para que ellos sean el verdadero
cuerpo y la verdadera sangre del único Gran Sacrificio para la propiciación de los pecados del mundo, por las
palabras de consagración (Mateo, 26. 26-29; Marcos, 14. 22-25; Lucas, 22. 19-20; I Cor., 10. 16; 11. 23-26;) y
aquellos que han sido limpios de sus pecados, y tienen una buena conciencia delante de Dios, comerán y
beberán de manos de los Apóstoles y de los Sumos Sacerdotes, que consagrarán el sacramento, o bien lo
harán de manos de los Pastores, de no estar presentes los primeros, quienes consagrarán y ministrarán a la
Congregación, comulgando del Sacrificio; y así tendrán la vida eterna.
En ausencia de vino podrá emplearse jugo de uva, o de otro fruto saludable, para la sangre del Sacrificio, y pan de mesa para el cuerpo.

74. Sabrán los Santos que este es el único Gran Sacrificio, del cual, si no se come y bebe, no hay vida en
nosotros. Y adviértase sobre el modo en que se come y bebe: pues en el espíritu que se lo haga, serán todos
confirmados y fortalecidos. Y si se come y bebe con buena conciencia, sin ofensas no reparadas a Dios y al
hombre, siendo así borrados todos los pecados del Libro de la Memoria; será el pueblo de los Santos establecido
en justicia, y crecerá hacia la vida eterna. Mas si se come y bebe en pecado, se come y bebe condenación, y los
que así lo hacen, son confirmados en su propia iniquidad.
Jesucristo fue el sacrificio real, del cual el pan y el vino son emblemas visibles, y el sacramento un memorial y oblación continua. Por la
consagración, el pan y el vino son el cuerpo y la sangre de Cristo, real y substancialmente presentes en los humildes elementos, para que, al comer y el
beber, celebremos así el Sacrificio y la Vida eterna.
Por ello ha dicho Jesucristo a Sus discípulos, ‘Excepto que comáis la carne del Hijo del Hombre, y bebáis Su sangre, no tendréis vida en vosotros’
(Juan, 6. 53.) Y cuando el pan y el vino eucarístico son comidos y bebidos, son antes consagrados como el Cuerpo y la Sangre de Cristo, y ofrecidos; y
entonces se hace celebración sobre ello, una celebración del Sacrificio. Tal es el sacrificio actual por los pecados del hombre, hecho de una vez para
siempre, del cual la ofrenda Eucarística, continuamente realizada, es una realidad viviente que nos reconduce al Calvario.

75. Por lo tanto, enseñamos que, cada vez que los Santos coman del altar del Señor su Dios, para consumir
este Sacrificio, debieran antes examinarse a sí mismos, si es que han cometido injusticia con los hombres, o
iniquidad contra Dios, para que se humillen delante del Señor, y hagan restitución al hombre; y así vengan
con manos limpias, y un corazón puro, a este muy santo sacramento. Un cáliz será empleado, y panes sin
levadura, según ya se ha explicado. Sólo los Sacerdotes de Melquisedec administrarán el Sacramento, y
ninguna reliquia de pan y vino será dejada, mas será consumida por el Ministro, luego de la Comunión. Podrá
efectuarse reserva para los enfermos y encarcelados, así como para casos similares.
76. Los paramentos, además de una toga oscura, serán, una sobrepelliz blanca y bandas dorada o negra, o del
color que se juzgue, para el Sacerdocio mayor, y una toga similar, oscura, por el duelo del martirio del Profeta y
su hermano, el Patriarca Hyrum, y paramento plateado para los del Sacerdocio menor, allí presentes.

LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS


77. Si alguno es afligido por Satanás, de modo que enferme, enviará por los Pastores [Élderes,] y ellos le
ungirán con aceite consagrado, y orarán por él, y reprenderán el poder del adversario, y le bendecirán, para
que se recobre de la enfermedad.

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78. Pero si la enfermedad continúa, y Dios no libera al enfermo, confesará sus pecados a los Pastores, y ellos
pronunciarán el perdón sobre él; y así volverá a la congregación de aquellos que han lavado sus ropas, y las
han emblanquecido en la sangre del Cordero.
79. Y si un espíritu maligno entra en alguno de los suyos, y lo atormenta, y lo domina, enviará por los Pastores
o los Sumos Sacerdotes, y ellos le impondrán las manos, y velarán por él, y reprenderán al espíritu
maligno, y le arrojarán fuera.

Sgo., 5. 14-15; Marc., 6. 13; Mateo, 8. 2-16; 4. 23-24; 12. 10, 11, 15; 14. 14; Lucas, 13. 11-13; Hech., 3, 1-11; 14. 8-11; Sgo., 5. 16. Juan, 20. 21-23; Mateo,
9. 2; Luc., 7. 21; Hech., 19. 12; Marc., 16. 17; Luc., 9. 1; 10. 9, 17; Mat., 4. 24, 8. 16, 28-32; Marc., 1. 32-34.

1. Debe evitarse el error, que afirma que, si uno tiene el don de sanidad, puede curar a quienquiera, y que alguna falla en la sanidad es evidencia de la
falta de este don. Junto a este, prevalece otro error, el que afirma que el objeto principal de la sanidad y de cualquier otro don milagroso es convencer
a los infieles.
2. La sanidad de los enfermos es un don para el beneficio de los fieles, y la sola incredulidad es suficiente para impedir la bendición. (Mateo, 13. 58;
Marc., 6. 5-6;) y aquellos que tienen el don no son enviados a todos los enfermos, mas solamente a aquellos que el Espíritu quiere. (Lucas, 4. 27.) El
don es espiritual, no personal.
3. Cuando los enfermos reciben el ministerio de los Pastores [Élderes,] toda ostentosa manifestación debe ser evitada; y si hay incrédulos presentes,
deben primeramente ser invitados a retirarse, especialmente si son numerosos. Esta ha sido siempre la regla.
4. No con poca frecuencia los infieles dicen, que si ellos vieran a los enfermos sanar, u otra clase de milagro, se convertirían, y abrazarían la fe. Mas no
es verdad. La experiencia ha enseñado que el ejercicio de los dones milagrosos enciende la persecución, antes que la fe. (Juan, 11. 53-54; 5, 15-16;
Mateo, 9. 34; Éxodo, 10.28; I Reyes; 18.38; 19.10.)
5. Miles de casos han ocurrido, en diversos lugares, en medio de comunidades paganas, donde las enfermedades y sus curaciones eran muy conocidas,
y nunca fueron cuestionadas en las vecindades donde tenían lugar; y, sin embargo, no se conoce persona alguna, que, ante todo ello, haya venido a la
fe.
6. El hecho de que los Santos, en sus propias familias, por lo general llaman al Sacerdocio, y con poca frecuencia a un médico, en caso de enfermedad,
concordando todos que el ministerio de los Pastores [Élderes] ha tenido los mejores efectos, es conclusivo. Pues ellos no pueden engañarse a sí
mismos, y no son inducidos a práctica alguna de auto-sugestión. El ministerio de los Pastores, en todo caso, no impide el cuidado médico; pero, en
general, lo desplaza.

CORTES, Y EL JUICIO DE DIOS

80. El Reino de Dios fue organizado con Cortes o Consejos para administrar la ley, tal como el hombre lo
hace con sus gobiernos. Estas Cortes administran juicios, que pueden resultar en que alguno sea cortado del
Reino, y entregado a Satanás. La más elevada de tales Cortes es el Sumo Consejo (como la Suprema Corte en
los gobiernos seculares.) Lo componen doce Sumos Sacerdotes sobre los cuales preside el Presidente de la
Iglesia (solo, o asistido por uno, o los dos Consejeros de la Primera Presidencia.) En su ausencia, puede presidir
El Primer Consejero; o ambos, de juzgarse necesario. Todas las cuestiones mayores de doctrina y los pecados
del pueblo, pueden ser apelados a esta Corte. El Presidente puede presentar el asunto al Señor, antes de una
resolución. Todas las decisiones del Sumo Consejo son definitivas (D&C., 102.)

81. El hombre está siempre sujeto a Dios en la desobediencia. ’15 Y sucederá, que si no escuchas la voz del
SEÑOR tu Dios, para observar todos Sus mandamientos y Sus preceptos que este día te mando; que todas
estas maldiciones vendrán sobre ti, y pasarán sobre ti.’ (Deut., 28.) Estos juicios pueden sobrevenir en la vida
mortal, o en el espíritu. Cuando el hombre madura en la iniquidad, es destruido: pues su condición en la
eternidad podría empeorar si se le permitiese sobrevivir. Los de los días de Noé sintieron la Ira de Dios, en
tanto solamente ocho almas sobrevivieron al Gran Diluvio.

82. Pronto sobrevendrán a esta tierra, ante la impiedad y degeneración creciente de los hombres, y ya han
comenzado, angustia, y la gran tribulación de los últimos tiempos: por fuego, desastres naturales, guerras,
hambres, y pestes. ‘La tierra ha sido contaminada por sus habitantes; porque transgredieron las leyes divinas,
cambiaron el Sacramento, quebraron el Eterno Convenio. 6 Por lo tanto, la maldición devora la tierra, y
sus moradores están desolados; y serán consumidos por fuego, y solamente quedarán unos pocos’ (Isa.,
24.) ‘Os digo que pronto hará justicia en favor de Sus santos. Sin embargo, cuando el Hijo del Hombre vuelva,
¿hallará aún fe en la tierra? (Lucas, 18.) ‘26 Y como fue en los días de Noé, así será en los días del Hijo
del Hombre…’ 27 Comían, bebían, tomaban mujeres para sí, y se las daban los unos a los otros, hasta el
día en que entró Noé al arca; y vino el Diluvio, y se los llevó a todos. 28 Lo mismo sucedió en los días de
Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban, construían; 29 Mas el día en que Lot salió de

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Sodoma, llovió fuego y azufre desde el cielo, y los destruyó a todos (Lucas, 17.) La desolación y la zozobra
que se manifestarán sobre el mundo serán de tal magnitud, que excederán la comprensión del hombre. ‘21
Pues vendrá entonces gran tribulación, como no la habido desde el principio del mundo hasta
entonces, ni la habrá otra vez. 22. Y a menos que esos días sean abreviados, ninguna carne sería salva:
pero a causa de los Elegidos, esos días serán acortados’ (Mateo, 24.)

EL RECOGIMIENTO DE ISRAEL Y EL TIEMPO DEL FIN

83. Confesamos el recogimiento literal del Israel de Dios, esto es, el de todos los sinceros creyentes en
Jesucristo; y que la Sión de Enoch será levantada otra vez en las Américas. ‘He aquí, los congregaré de entre
todas las naciones, donde les he enviado en Mi Ira, y en Mi Furia; y en Gran Cólera; y los traeré otra vez a este
lugar, y haré que aquí moren en seguridad; 38 Y ellos serán Mi pueblo, y Yo seré su Dios’ (Jer., 32.) Jesucristo no
volverá a Roma, ni a Londres, o a Estocolmo, sino a Sus Elegidos, la Casa espiritual de Israel, todos aquellos que
han creído el Evangelio de la dispensación del cumplimiento de los tiempos. La Fe en Jesucristo es el paso
inicial del Recogimiento. Las Américas serán la herencia de todos aquellos tomados de entre los Gentiles, que
son de la simiente de Efraín, en su mayoría, y así de la Casa de José, hijo de Jacob. Los descendientes de los
Lamanitas son un resto de la antigua Casa de Judá. ‘Y sucederá, que todo aquel que invoque el Nombre del Señor
será salvo: porque en el Monte de Sión y en Jerusalén [lugares de refugio en las Américas] habrá salvación, para
el Remanente que el Señor llamará’ (Joel, 2.) Unos pocos Judeanos retornarán y se congregarán, convertidos a
Jesucristo, en la Antigua Jerusalén, restaurada, poco antes de la Venida del Señor, precedida por el advenimiento
del Apóstol Juan, quien antes traerá consigo a las Tribus del Norte; y previamente Sión será Redimida del
actual estado apóstata de mano de uno Fuerte y Poderoso (D&C., 85.6-8;) de uno como Moisés (D&C., 103.15-
18;) y así la Casa de Dios será puesta en orden. Los lugares de Recogimiento señalados por los Profetas de
las Últimos Días, como refugio ante las catástrofes que sobrevienen, como Independence, Missouri, y
Voree y Burlington, en Wisconsin, soy hoy lugares inaccesibles para los Santos en la dispersión, como
nunca antes. Sólo el poder de Dios, con brazo extendido, podrá ejecutar el portento de reunirnos a todos
con nuestros hermanos en las tierras del Norte. (Mat., 24.31; 13. 37.49; D&C., 86. 1-7; 103.15-18.)

84. Según se ha explicado, enseñamos que hay salvación después de la muerte. Las personas honorables
que no conocieron el Evangelio en la tierra, pero creyeron en el espíritu, tendrán parte en el Sábado glorioso
de la Regeneración de todas las cosas. ‘6 Por esto fue también predicado el Evangelio a los muertos; para
que ellos sean juzgados según los hombres en la carne, pero vivan para Dios en el espíritu’ (I Pedr., 4.) Estos
resucitarán en la gloria terrestre, que se compara en la Escritura con aquella de la luna.

85. Todo hombre recibe una porción del Espíritu, que le llama a justicia. Cada país regularmente constituido,
al menos hasta no hace muchos años, tenía leyes similares a los Diez Mandamientos, para dar armonía y
lugar a la convivencia y las relaciones sociales. Los que desprecian la Ley y los preceptos de Dios permanecerán
con los muertos (espíritus en prisión,) por mil años; y saldrán en la segunda resurrección, la de los
injustos. Desde que no creyeron en Jesucristo, serán juzgados con el solo fundamento de sus obras muertas,
ya que no les cubrió la Sangre del Cordero. ‘12 Y vi a los muertos [espíritus en prisión,] pequeños y grandes,
de pie delante de Dios; y los Libros fueron abiertos; y otro Libro, que es el Libro de la Vida, fue abierto; y los
muertos fueron juzgados según aquello que está escrito en los Libros, según sus obras. 13 Y la mar devolvió a
sus muertos; y la muerte y el infierno entregaron a los muertos que en ellos estaban: y cada uno de ellos fue
juzgado de acuerdo con sus obras’ (Apocalipsis, 20.) Estos saldrán en la resurrección a la gloria telestial,
aquella gloria sin gloria.

86. Enseñamos que, según las Escrituras, las naciones del mundo no se convertirán a la Virtud; por el
contrario, madurarán en la Maldad, rechazando al Padre y a Jesucristo, y al Evangelio y sus Profetas y
Apóstoles, yendo en pos de la Bestia del fin y del mismo Satanás, a cuya semejanza se habrán transformado;
y por ello serán destruidos. Este día aún no ha llegado, pero se halla próximo; será ese día ‘ardiente como un
horno; y todos los soberbios, y todos los impíos, serán como estopa; y arderán en aquel día, dice el Señor, y no
quedará de ellos ni raíz [padres] ni rama [hijos;] cuando los que temen al Señor les hollarán como a cenizas
debajo de sus pies’ (Mal., 4. 1, 3.)

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87. El Apóstol Pablo nos dice que la Venida de Cristo será ‘en llama de ardiente fuego, tomando venganza sobre
aquellos que desconocen a Dios, y que no obedecen el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo; quienes serán
castigados con destrucción eterna ante la presencia del Señor (II Tes., 1.8-9.) Isaías añade que la tierra será dejada
vacía, y unos pocos subsistirán (Isa., 24. 2, 3, 6.) Son estos días de venganza, cuando Jesucristo prensará la
Viña de la Ira de Dios, y la sangre subirá hasta la brida de los caballos (Apocalipsis, 14. 20.) En tanto ese
tiempo se aproxima, se pronuncia el juicio sobre Babilonia la Grande, la Sede del Anticristo sobre las Siete
Colinas, la Madre de las Rameras apóstatas, ‘Recompénsala así como ella te recompensó, y dale el doble de lo
que tú padeciste, según sus obras’ (Apoc., 18.6.) Entonces los Santos tomarán venganza sobre los paganos e
infieles (Salmos, 249. 6-7; L.L.. pág. 213.)

88. En tanto, no olvidemos las palabras del Profeta Joseph Smith, Pastor y Roca de Israel: ‘Creemos en estar
sujetos a los reyes, presidentes, gobernantes y magistrados; en obedecer, honrar y sostener la ley. Creemos en ser
honrados, veraces, castos, benevolentes, virtuosos y en hacer el bien a todos los hombres; en verdad, podemos
decir que seguimos la admonición de Pablo: Todo lo creemos, todo lo esperamos; hemos sufrido muchas cosas, y
esperamos poder sufrir todas las cosas. Si hay algo virtuoso, o bello, o de buen nombre o alabanza, a esto
aspiramos.’(HC., Vol. 4, pág. 541.)

LA FAMILIA – EL MATRIMONIO

89. Enseñamos que la Familia es el centro de la vida en el Reino de Dios. ‘24 Por lo tanto, dejará el hombre a
su padre y a su madre, y se unirá a su mujer; y serán una sola carne’ (Gén., 2.) ‘7 Por ello dejará el hombre a su
padre y a su madre: de manera que ya no son dos, sino una sola carne [en su progenie.] 9 Lo que Dios ha unido,
no lo separe el hombre.’ (Marcos, 10.) ‘3 Mas yo quiero que sepáis, que la cabeza del hombre es Cristo; y la
cabeza de la mujer es su esposo; y la cabeza de Cristo es Dios’ (I Cor., 11.) El hombre al casarse, deja a sus
padres, desde que inicia su propia familia, y engendra y cría a sus hijos. Además, el hombre no debe apartar a
un matrimonio, por medio de la seducción impía, o el adulterio. Sin embargo, aquel ‘dejar a sus padres’ no
significa, como se cree actualmente, que los hijos ya no deben reverencia y respeto a sus padres; por el contrario;
se les llama a formar su propia familia y asumir las responsabilidades del caso; pero la obediencia a la
Cabeza Patriarcal de la familia toda, y la veneración pertinente, no se pierden jamás. Este principio de
familias eternas, ligadas a nuestro Padre Adán, y por él a Cristo y a Dios, no es comprendido por los apóstatas y
los paganos; el Bautismo por los Muertos, los Registros Genealógicos, el Matrimonio por la Eternidad, la
Ley de Adopciones espirituales y los sellamientos involucrados, junto a otros sacramentos, se vinculan
a este grande y eterno principio del Evangelio Restaurado por el Profeta Joseph Smith, en la Dispensación
del Cumplimiento de los Tiempos. De no cumplirse la Obra cuyas Llaves entregó Elías el Profeta a Joseph
Smith en el Templo De Kirtland, ‘la tierra sería completamente devastada en Su Venida’ (Mal., 4.5-6; Jer.
30, 7-10; Mormón, 9.2, D&C., 128. 17-18; 2. 1-3; 110: 13.16; JS-H., 1.37.38.)
90. Enseñamos que los hijos son una bendición de Dios a sus padres y ancestros. Matrimonios y vínculos
son una responsabilidad en el Reino de Dios. ’28 Y Dios les bendijo, diciéndoles, fructificad, y multiplicaos,
y colmad la tierra’ (Gén., 1.) Es deber de los padres, sobre todo en esta sociedad anticristiana, que está
logrando destruir la familia y fomenta el egoísmo de no engendrar, y el homicidio de los no nacidos, brindar
y educar a sus hijos en un contexto apropiado, y ofrecerles todo el amor, seguridad y disciplina que resulte
posible, para que ellos sean candidatos aptos para el Reino de Dios.
Los matrimonios que no pueden engendrar, están en posición de hacer uso de la Ley de Adopciones, al igual que los fértiles. La Ley de Adopciones,
hoy abandonada por los Brighamitas e ignorada por los de la ex Reorganizada, significa, que un Patriarca puede acceder al pedido de un miembro de
la Iglesia fiel, cuyos padres sean ateos, por ejemplo; y adoptarlo en su familia por medio del Sellamiento, de modo que en la Resurrección salga
como miembro de su familia eterna y así unido al Arcángel Miguel, Nuestro Príncipe (Adán,) y por ello al Cristo, nuestro Dios. De más está decir que
esto conlleva el desarrollo de relaciones de afecto espiritual, ya en esta vida. Asimismo, no hay impedimento para adoptar niños huérfanos para
que sean criados dentro de la Fe.

91. Enseñamos que todos los sacramentos que preside el Sacerdocio de Melquisedec (bautismo, adopción,
matrimonio, &c.) son por tiempo y eternidad. Los matrimonios que lleva a cabo la mano del hombre son tan
sólo ‘hasta que la muerte los separe.’ Enseñamos y confesamos que el Matrimonio celebrado por un
Ministro del Sacerdocio de Melquisedec es por vida, resurrección, y vida eterna (L.L., pág. 159.) Sólo
los miembros del Reino pueden unirse por tiempo y eternidad. Si uno de los esposos ingresa más tarde al
Reino, el matrimonio puede entonces ser sellado por tiempo y eternidad. La esposa del Patriarca familiar

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que así se despose, será su esposa en la vida, en la resurrección, y en la vida eterna, y los hijos que
con ella tuviese, con él estarán en la vida eterna. Y la esposa a su esposo unida de este modo, a él se unirá
con lazo indisoluble; y el esposo hallará gracia para amarla y ser amado, y ella le cuidará, y le honrará.
92. El compromiso confiere las obligaciones generales del matrimonio, pero se ejercerá de tal modo, sólo en
el caso que la autoridad para sellar sea inaccesible, de momento. El matrimonio se llevará a cabo tan
pronto sea posible.
93. Enseñamos que el Matrimonio sólo existe entre un hombre y una mujer, según la Palabra de Dios, y bajo
estrictas condiciones; deben amarse el uno al otro y ser aptos para la realidad matrimonial. No pueden
ser insanos, deformes, o de mal espíritu, o con grados de consanguinidad que no permitan el enlace (L.L.,
págs. 310.312.)
El asunto de las deformidades físicas estaba contemplado ya en el Antiguo Derecho Canónico de la Iglesia Romana (desplazado por el Conciliábulo
Vaticano II,) que establecía que no pueden ser ordenadas al sacerdocio personas con degeneraciones severas, deformidades, vicios comprobados, &c.
— Strang explica que, algunos, de forma sentimentaloide (y en esto se anticipa a los melodramáticos modernistas; era hombre muy inteligente,) dirán
‘ah, lo que importa es el alma, no el cuerpo, que es una carcasa;’ dice él que no es una carcasa, ya que según el Antiguo Testamento, el hombre es una
unidad, un alma viviente; Hebr., nephesh; y tengamos presente aquello del por qué y el cómo se nace según las decisiones y actitudes de la
Preexistencia; es por esta razón espiritual, no por lo ‘social’ que el Señor reveló este punto a Moisés. Dios, gloria sea dada a Su Nombre, no es
Jacobino de la Revolución Francesa, la Bestia que sale del Abismo (Apocalipsis, 11.)

94. El divorcio de un matrimonio sellado por Dios solo puede aceptarse ante el pecado de adulterio o abandono
malicioso irreparable.

95. La diferencia entre un ‘contrato matrimonial’ y los matrimonios celebrados por el Sacerdocio se observan
en toda la Sagrada Escritura. Abrahán se unió a Sara bajo las leyes divinas. Cuando Sara se mostró incapaz
de tener hijos, el Patriarca tomó a Agar y Ketura, sus siervas, como esposas ‘hasta que la muerte los separe.’
Aunque Ismael fue el primogénito de Abrahán por Agar, no fue reconocido como tal por la Ley de Dios. En lugar
de ello, Isaac, el primogénito milagroso de Sara, heredó los privilegios y bendiciones de la familia. La Antigua
Casa de Israel se estableció a través de Abrahán, Isaac, y Jacob. Ismael fue el padre de los árabes.

96. Enseñamos que toda unión sexual fuera del matrimonio es reprobable. Si sucede con una persona casada,
es violación del juramento matrimonial; y anula el casamiento. Fuera del matrimonio es fornicación; la cual
es una forma atenuada de adulterio.

97. Nada impide a los Santos fieles, por revelación, bajo la sabia instrucción del Sacerdocio, bajo muy estrictas y
piadosas condiciones, el formar familias plurales. Esta clase de uniones han sido aprobadas por Dios en
toda la Sagrada Biblia, (como en el caso de los Patriarcas, como el citado Abrahán; Isaac, Jacob, Salomón, el
mismo David, y otros, todos ancestros de Jesucristo,) y en las Escrituras canónicas, salvo en casos donde la
sociedad se hallare comprometida por la corrupción extrema, aún en la misma Iglesia, y la violencia criminal
incontrolable, como sucede en muchas naciones contemporáneas. Nuestro Señor Jesucristo no legisló sobre
este asunto más allá de aquello revelado en el Antiguo Testamento, aunque aclaró el significado original de
amor y de pureza que el matrimonio tuvo en los orígenes, cuando los hombres aun no se habían degenerado
como en Sus días, y en estos que vivimos; ya que en el principio no había divorcio alguno. Esta institución nada
tiene que ver con la licencia o ‘el sexo;’ mas con la vida de oración, piedad y solidaridad familiar, bajo la
Regla Patriarcal, la educación de los hijos en mejores condiciones y mayor protección, sin egoísmos,
auxiliando a la familia ante las muertes irremediables, la pérdida de las herencias, y propiedades de la familia, en
caso de que no haya hijos, como entre los matrimonios Gentiles, la eliminación del meretricio y el adulterio, y
el emprendimiento de proyectos laborales familiares que eviten que la mujer trabaje fuera de su hogar, siendo
explotada y prostituida, una de las maldiciones que la sociedad atea y anticristiana ha impuesto desde hace
dos siglos, por doquiera. Basta observar a las pseudo familias Gentiles de este tiempo, (donde, en numerosos
casos, cada uno de los padres tiene amantes, causa de daño general y de agresiones y hasta de homicidios,) para
comprender la deshonestidad de aquellos que diciéndose ‘monógamos,’ faltan de continuo a sus votos de
lealtad y fidelidad y a sus deberes como padres, incitando a sus hijos a similares conductas. Muchos, aún en
las Iglesias del mundo, y los apóstatas, se creen con voz autorizada para hacer detracción sobre el Matrimonio
Plural por la Eternidad, calificándole de modo negativo, mientras consienten, inermes, a un mundo colmado
de perversiones sexuales, que les rodea, con una sonrisa medrosa. Alegan algunos hipócritas que la institución

22
del Paganismo Romano monogámico es 'más pura o casta;' a éstos preguntamos, ¿con cuál autoridad pueden
conocer de estas cosas, hasta el día en que las vidas secretas y los pensamientos de todos los hombres se
revelen desde los tejados de las casas, ante la mirada que todo lo escruta del SEÑOR, en el Gran Día del
Juicio? No obstante, ante el luciferino contexto social y las formas de existencia y de vivienda y
alimentación que nos rodean, pareciera que es arduo, de momento, sustentar el matrimonio y la familia plural,
desde que ya vivimos en el Reino del Anticristo; y tal vez debamos esperar el Milenio y la Venida del
Señor para observar con nuestros ojos, plenamente, las bendiciones de esta institución. (Libro de la
Ley del Señor, 319, ss; comp. Ezeq., 36. 8-12; 37. 25-27; Isa., 65. 22-24.) 1

1 La inteligencia adecuada de este principio del Evangelio, envuelve el concebir que el tal se armoniza con el Recogimiento de Israel, la Ley de
Consagración, la Orden Unida, y las Leyes de Adopciones y Herencias, pues ellos son interdependientes entre sí, y constituyen la Sión de Dios,
según la revelación de la dispensación del cumplimiento de los tiempos. La falta de entendimiento de este aspecto, hace que los grupos apóstatas, que
los ignoran, así como ignoran los vínculos entre el Libro de Mormón con Doctrinas y Convenios, hallen erróneamente en aquél las que creen mociones
‘sociales y políticas,’ vinculadas con la así llamada ‘justicia social,’ tal como la ve el mundo profano. — Sólo el Profeta, o el Sumo Sacerdote o Elder
Presidente de la Iglesia, cuando así fuere, poseen las llaves para celebrar este sacramento.
Todo Santo de los Últimos Días, para comenzar, y como es obvio, debe ser bautizado, y recibir el Espíritu Santo por la imposición de manos. Luego de
un tiempo, que pueden ser seis meses, o un año, &c., el Presidente del Quórum Local, en consulta, y por revelación, determina si él o cualquier otro
hombre, debe ser llamado al Sacerdocio Aarónico, o al de Melquisedec. La Doctrina no contempla que los bautizados sean ordenados de inmediato, y
tampoco se ordenan niños de 12 o 14 años. Ni mujeres. Luego su vida, y la de su esposa, que será miembro de la Congregación, deben ser ejemplares
al servicio del Cristo, según las Escrituras y las Revelaciones. Humilde, paciente, sereno, casto, prudente, estudioso, piadoso, obediente al Sacerdocio
cuando este obra en justicia, según la Palabra del Señor, estas son las virtudes valoradas. El Señor quiere restaurar Su Doctrina fuera de ‘Iglesias’
mundanales que son puro comercio e injusto dominio. Hoy no somos una ‘Iglesia’ – el Señor dirá si llegaremos a serlo. Oramos para que el Padre
Eterno forme aquí un Cuerpo del Sacerdocio de Melquisedec. Somos una influencia sana para Iglesias de la Restauración enfermas y apóstatas, y un
lugar de refugio para Santos de los Últimos Días que se han quedado sin hogar, ni una Rama donde congregarse. No bautizamos ni ordenamos
sino a hombres de quienes conozcamos su sincero arrepentimiento y su fe y cambio de vida, para el Bautismo; y no ordenamos sino a aquellos que el
Señor revele que deban serlo, entre los que se bautizan. Obviamente, debemos vivir en relación continua. El Matrimonio Celestial Plural es un sacramento
del Sacerdocio muy digno y reservado, ofendido tanto por la ignorancia con que le ven los Paganos, como por la vergonzosa ‘suspensión’ que ha hecho la
Iglesia de Utah entre 1890/1930 hasta ahora, donde se condena y excomulga a los Santos que desean entrar en este Orden. Del mismo modo, le repudian
las otras Iglesias Apóstatas de la Restauración, excepto el puñado que aún sigue a James Strang; pero estos no le ponen por obra, por temor al gobierno… y
a las matriarcas feministas. No se trata de tener amantes ni concubinas. El Matrimonio Plural sólo es practicado por personas muy especiales para el
Señor, a fin de traer espíritus del cielo a la tierra en familias de Santos de los Últimos Días, especialmente asignados a la Casa de Efraím. El esposo y su
primera esposa oran y ayunan, para saber si el Señor desea que la familia tome una segunda esposa, luego van a ver al Profeta, o al Apóstol, o al Elder
Presidente que gobierne la Iglesia, y tienen entrevistas con él. Se considera si la pareja es de buen testimonio entre los Santos, y si la señora elegida para
integrarse es digna Santo de los Últimos Días. Hay que saber si tienen ingresos o bienes para subsistir dignamente, vivienda apropiada, un proyecto de
trabajo familiar, y cómo se cuidarán los hijos. Las Hermanas hacen voto de amar a los hijos de la familia como propios y cuidarlos si quedan
huérfanos de la madre o de ambos padres. Hay compromiso de oración familiar diaria, y las Hermanas deben ser un ejemplo de modestia y decoro
ante los infieles. El Patriarca debe amarles a todos por igual, esposas e hijos, y ser justo y equitativo, y proveer para todos su amor en Cristo y sus
esfuerzos para el bienestar, en la medida de una vida sencilla, pero digna. En la Ceremonia, la esposa primera lleva de la mano a la segunda, y la pone en la
mano del esposo, y luego ella se toma de las manos, asimismo. El Sacerdocio consagra la unión. Es por tiempo y eternidad. El Divino Matrimonio Plural
es una Ley del Sacerdocio, no de la Iglesia, y lleva a la más alta gloria de la exaltación (D&C.; 132.) Sigue a una Santa Cena o Eucaristía, donde el Elder
Presidente lava los pies de todos los fieles que se hallen presentes. Es este un Principio de los más sacros y elevados de Sión, que, se reitera, no puede ser
comprendido fuera de la Ley Celestial.

JOSEPH SMITH
98. Enseñamos que Joseph Smith fue llamado de Dios y ordenado como Profeta y Legislador, al igual
que Moisés. Nuestro Señor Jesucristo, y otros. El Evangelio y el Sacerdocio fueron quitados de la tierra por
1260 años. ‘5 Y le fue dada una boca, que hablaba cosas grandes, y blasfemias; y poder se le permitió para
continuar por cuarenta y dos meses [1260 años.] 6 Y abrió su boca en imprecación contra Dios, blasfemando Su
Nombre, y Su Santuario, y a los que moran en el cielo. 7 Y le fue dado hacer guerra contra los Santos, y
vencerlos; y poder le fue dado sobre toda tribu, y lengua, y nación’ (Apocalipsis, 13; comp. Apoc., 12.6, 14.)
99. Según las Escrituras, la forma que asume por ese entonces la Bestia de Apocalipsis fue el Papado, que se
organizó como poder absoluto en 570 D.C. Exactamente 1260 años más tarde, Joseph Smith proclamó
haber sido ordenado por Ministerio de Ángeles al Oficio Profético, restaurando la misma organización,
orden, y doctrinas de la Iglesia Primitiva; y organizó la Iglesia de Cristo el 6 de Abril de 1830. El nombre se
modificó, más tarde, ya que otras Iglesias (Campbelitas) lo adoptaron con anterioridad. Todo conocimiento del
Sacerdocio de Melquisedec se había perdido, cuando los cielos se abrieron al Profeta Joseph. Los Santos de
los Últimos Días recibieron el don de ser el pueblo de Dios. El Sacerdocio de Melquisedec se restauró en la
tierra. 1 Los Santos recibieron leyes y preceptos que requerían enormes sacrificios. ‘14 Pues muchos son los
llamados, y pocos los Elegidos’ (Mateo, 22.) Hubo acoso, y persecución continua; traiciones, y fracasos

23
individuales; y finalmente el Profeta, a pedido de la Iglesia, volvió al redil, voluntariamente, y cayó, a
sabiendas, en manos de sus captores y enemigos, muriendo como mártir, junto a su hermano el Patriarca
Hyrum, en la cárcel de Carthage, el 27 de Junio de 1844. Ministros Protestantes y Masones encapuchados
se hallaban entre la turba asesina (Folleto de Francis Darter, Sumo Sacerdote, Salt Lake City, Utah, fechado
el 8 de Junio de 1947.)
1. El Cuerpo de Cristo existe en el Sacerdocio, que es sin principio de Días, ni Fin de Años, y no en una entidad externa. Joseph Smith recibió las Llaves
del Sacerdocio y fue Presidente del Sacerdocio; y más tarde, y sólo más tarde, fue Cabeza de la Primera Presidencia de la Iglesia; el pueblo ‘no lo votó,’
para que asumiera ese Ministerio. La Iglesia proviene del Sacerdocio, y no el Sacerdocio de la Iglesia —recordemos a Joseph, a Oliver Cowdery, &c.,
predicando y bautizando a los Santos ANTES que Iglesia alguna fuera organizada— La Iglesia es un instrumento del Sacerdocio.

100. El Señor dio cuatro revelaciones en caso de que el Profeta Joseph Smith fuese quitado de en medio del
pueblo. ‘4 Mas de cierto, de cierto os digo, que ningún otro será designado a este don [el Profético, en su
rango mayor] sino por medio de él; porque si le fuere quitado, no tendrá poder sino para elegir a otro en su
lugar. 5 Y esto os será por ley: No recibiréis como revelaciones ni como mandamientos las enseñanzas de
ningún otro que se presente ante vosotros; 6 y esto os lo doy para que no seáis engañados, y para que
sepáis que no son Mías. 7 Porque en verdad os digo, que el que es ordenado por Mí entrará por la puerta
[llamado por Dios] y será ordenado, como os he dicho antes [por Ministerio de Ángeles,] para enseñar
las revelaciones que habéis recibido y que recibiréis por medio de aquel a quien Yo he nombrado.’ Doctrinas
& Convenios, 43. —Como luego veremos, ni los proclamados sucesores del Profeta de la Iglesia de Utah, ni
los de la Iglesia Reorganizada, cumplieron con los tres requisitos exigidos por Dios en Su Palabra, según ya lo
hemos expuesto más arriba: ser designados por el Profeta anterior; y, de todos modos, en caso de que esta
designación no haya sido posible, ser llamados directamente por Dios, y ordenados por Ministerio de
Ángeles.

LA PROFECÍA BÍBLICA Y LA RESTAURACIÓN


101. Al examinar la Historia, observamos que la Iglesia de Cristo fue asolada y usurpada, y llevada al ‘desierto’
de la Apostasía, ‘donde fue alimentada por… la Serpiente’ (Apoc., 12. 14, Versión Inspirada, y todas las
versiones clásicas en Inglés, y la Vulgata; las versiones en nuestra lengua traducen erróneamente este
versículo) en 570 D.C.; y Juan el Revelador nos relata que allí permanecería 1260 años, lo cual resulta
exactamente en el año 1830, cuando la Iglesia de Cristo, la Iglesia de Jesucristo de los Últimos Días, fue
organizada, con dones y beneficios. Es este un hecho sin contradicción. ‘En boca de dos o tres testigos quedará
establecida cada palabra.’ En verdad la palabra profética se verifica en este hecho, el que ella surge ‘Bella como
el sol, clara como la clara luna, temible como una armada con estandartes.’ Pues, en esta crisis asombrosa, ‘Sin
duda nada hará el Señor sin revelar Sus secretos a Sus siervos los Profetas’ (Amós, 3.7.) El Señor ha escogido a
un siervo, y reveló Su secreto al Profeta, pues, como era antaño, así es ahora. Como sucedió con los antiguos
Profetas, Juan el Bautista, Nuestro Señor Jesucristo, y Sus Apóstoles: así sucede hoy. Bendiciones se habían
previsto para los hijos del antiguo Israel, si eran fieles y obedientes al SEÑOR; en tanto, a la vez, se habían fijado
castigos a la transgresión. Había pena de muerte para los pecados más graves. Ahora bien, si la violación de la
Ley, que era un tipo, sombra o figura, acarreaba la muerte, ¿Qué ha de esperarnos a nosotros; cómo podremos
escapar, si pisoteamos los Mandamientos de Jesús, sellados con Su propia sangre? Jesucristo señaló un camino,
siguiendo el cual Su pueblo, perdonados sus pecados, es llamado a la santidad. Es necesario tener un paradigma
para todas las cosas, pero ¿de qué valdrá, a menos que se observe? Moisés fue ilustrado para construir el Arca
del Convenio, según el Modelo Celestial que se le mostró en el Monte. Sin embargo, ‘muchos señores hay, y
muchos dioses:’ hombres con poder en el pasado, y en el presente, que inventaron leyes para el Rey de los Cielos
que Él no había dictado, adjudicando a Jesús y a los Apóstoles actos y palabras que jamás dijeron, o bien
distorsionaron las que sí habían dicho, de manera que el conjunto vino a ser dañado. Se levantaron
Reformadores, pero no alcanzaron acuerdo alguno; y así se multiplicaron las Iglesias y las doctrinas. Aún en
medio de esta confusión, verdadera ‘Torre de Babel,’ se ha cumplido la Profecía de San Pedro en Pentecostés,
según la cual el Señor derramaría Su Espíritu en los últimos días, sobre sus hijos, y sobre sus hijas. ¡Glorioso
evento! En la Profecía de Daniel, 8.14, se nos dice que en respuesta a las oraciones y preguntas del Profeta
exiliado, al transcurrir 2300 días de años (Ezequiel, 6.5-6) el Santuario del Señor sería purificado, y
vindicado. Aún en el curso de la incógnita de Daniel, (9. 24) se le informa que Setenta Semanas de años han
sido ‘cortadas’ para su pueblo, desde la salida del Decreto para reconstruir Jerusalén, hasta el Cristo Príncipe,
divididas en sesenta y dos semanas, siete semanas, y una semana; después de las sesenta y dos semanas,

24
Jesucristo daría Su vida por el pecado del mundo; y la semana setenta, símbolo de plenitud, señala la unción de
‘la Santidad de santidades’ (RV 1865;) esto es, en Su Ascensión, Nuestro Señor Jesucristo sería exaltado
como Virrey de Su Padre con el grado máximo del Sacerdocio de Melquisedec, siendo el Único en haber
recibido las Llaves del Infierno y de la Muerte, declarado Rey de Reyes, y Señor de Señores. La edad en
que el Señor dio Su vida por sus ovejas, fueron los treinta años. Si, así, tomamos el año 1840 de la Era Cristiana,
y substraemos los 30 años, quedarán 1810 años. A esta cifra agregamos 490 años, el tiempo de la semana
añadida ‘para dar fin a la transgresión, y confirmar el Señor Su convenio con muchos,’ y llegamos a la
cifra exacta de 2300, definiendo el año de 1840, cuando la Iglesia Restaurada, nacida en 1830, recibe su
primera organización oficial, y es reconocida entre los hombres a quienes predica el Evangelio. (Book of
Commandments, Segunda Ed., pág. 400.) Es este un hecho evidente, que no necesita mayores explicaciones.
Además, al tomar en cuenta el decreto para la Reconstrucción de Jerusalén, (Dan., 9.25 VM,) en 456 A.C., y
sumándole a esa fecha los 2300 años proféticos de Daniel 8. 12-14, VM, se llega al año de 1844, cuando el
Profeta Joseph Smith cae, martirizado, regando la tierra con su sangre, en sincronicidad con la Purificación del
Santuario Celestial, por la remisión de pecados proclamada en la tierra, y bajo la tierra, por el Santo Sacerdocio,
restaurado en la dispensación del cumplimiento de los tiempos. Asimismo, al tomar la frase profética un tiempo,
dos tiempos y la mitad de un tiempo, tanto puede entenderse literalmente lo que aquí se lee, como también un
tiempo, otro tiempo, y la mitad entre ellos; esta tesis la defiende el Élder Daniel Mc Gregor (A Wonderful Work,
& A Wonder, The Restored Gospel, 1917,) asunto que analizaremos en otra oportunidad. Aquí hay, pues, evidencia
concluyente, que nadie en la tierra puede negar, y admitir, a la vez, que la Sagrada Biblia es la verdad de Dios.

EL SÁBADO
102. Enseñamos y confesamos que el séptimo día Sábado ha sido establecido como el Día del Señor, Su día
de descanso, en la Creación misma, y dado al hombre — Adán. ‘2 Y en el séptimo día Dios culminó Su obra
que Él había hecho; y descansó en el séptimo día de toda Su obra, que Él había hecho. 3 Y bendijo Dios el
séptimo día, y lo santificó: porque en él descansó de Su Creación y de todas las obras que había hecho’
(Gén., 2.) El Sábado es un signo perpetuo entre Dios y Su pueblo. No todos los que guardan el Sábado son
pueblo de Dios; pero, sin duda alguna, aquellos que honran ‘el venerable día del Sol’ no pueden ser
del pueblo de Dios. ’16 Por lo tanto, los hijos de Israel guardarán el Sábado, y lo observarán por todas sus
generaciones, como convenio perpetuo’ 17 Es esta señal entre Mí y los hijos de Israel por siempre, dice el
Señor: pues en seis días el SEÑOR hizo los cielos y la tierra, y en el séptimo día descansó, y halló refrigerio’
(Éxodo, 31.) (Lea nuestros Tratados 100 Hechos Bíblicos Sobre el Sábado, ¿Qué Día resucitó el Señor? y El
Verdadero Sábado Cristiano.) Al ser la mayoría de los Santos de la Casa de Efraín, son de los hijos de Israel, y,
por ello, al igual que el resto de Judá, entre los descendientes de los Lamanitas, no tienen otro Día del Señor
que el Sábado Cristiano.
103. El Sábado fue honrado por Jesucristo, los Apóstoles y los primeros Cristianos. Mas pronto comenzó la
gran Apostasía advertida por el Apóstol Pablo, y lobos rapaces entraron al rebaño. El Cristianismo puro fue
infiltrado, como ahora mismo sucede, por doctrinas paganas y de demonios. El emperador Romano
Constantino, en el siglo cuarto, decretó que fuera el Día del Sol, el domingo, primero de la semana, el que
debía guardar la Iglesia, ‘para honrar al astro rey.’ ‘Como se observa en la piedad original de Constantino, la
deidad suprema debía relacionarse con el sol; y los paganos reconocerían, con razón, su propio culto solar en
las nuevas prácticas introducidas al Cristianismo, tales como situar los templos hacia el Oriente, congregarse
en Domingo, y celebrar el nacimiento de la Deidad en el solsticio de invierno’ (James Carroll, Constantine’s
Sword, p. 183)
LA CUESTIÓN DE LA SUCESIÓN PROFÉTICA
104. Orígenes de la Iglesia Brighamita. Luego del Martirio de Joseph Smith, John Taylor, William Richards y
W. W. Phelps se hicieron cargo, temporariamente, de la dirección de los asuntos de la iglesia. Sidney Rigdon,
en verdad, poseía el derecho, como Primer Consejero, Apóstol de Segundo Grado, cuyo rango en el Sacerdocio
era mayor al de los Doce Apóstoles, a ser regente y cabeza de la iglesia (no su Profeta-Legislador,) hasta que el
Elegido y llamado por Dios viniese a su lugar. El Presidente Taylor y otros dijeron a los Santos que debía esperarse
con paciencia la decisión del Señor, sugiriendo que el Divino Maestro no les dejaría sin Pastor. Los Santos,
reunidos en Nauvoo, preguntaron ¿Quién es el Profeta, ahora? Se les dijo que pronto habría respuesta, mas que
debían aguardar el retorno de los Doce Apóstoles, que se hallaban en diversas misiones. En tanto, el 8 de

25
agosto de 1844, Sidney Rigdon se presentó y trató de dirigir la iglesia, lo cual era su derecho; mas Brigham
Young se apoderó de la conducción. De esta manera, Young y los Doce preguntaron al pueblo, ‘¿Quieren
ustedes un custodio, un Profeta, un vocero, o qué es lo que quieren? Si desean alguno de ‘esos oficiales’ [sic]
exprésenlo, levantando la mano derecha. Ninguna mano se levantó.’ (Times & Seasons, 5.637; HC., 7.232.)
105. Más tarde, Brigham Young dijo a los Hermanos, ‘ustedes no pueden designar a un Profeta, Vidente y
Revelador: sólo Dios puede hacer esto.’ (HC., 7.233.) Luego añadió: ‘los Hermanos testifican que el hermano
Brigham es el heredero legal de Joseph. Pero ustedes jamás me escucharon decir eso. Yo digo que mi mano es
buena para ahuyentar a los perros y a los lobos del rebaño.’ (Journal of Discourses, Tomo 5, 177, 869.) Y agregó:
‘yo no profeso ser un Profeta, nunca me he llamado a mí mismo de ese modo. Pero ahora creo que lo soy,
porque la gente todo el tiempo me dice que lo soy…’ Estas son palabras textuales de Brigham Young. Si él
hubiese sido el sucesor de Joseph Smith, lo habría sabido y hubiese declarado serlo, y no simplemente
admitido la adulación de una iglesia congregada para oír su Sermón. Él debiera haber asegurado, sin
hesitación alguna, que él era el Profeta de Dios, llamado por el Señor, tal como todos los otros Profetas en las
Escrituras, y que había sido ordenado al Oficio por Ministerio de Ángeles, tal como lo fueron Joseph Smith y los
demás Profetas-Legisladores.
106. En primera instancia, poco después del Martirio de Joseph, Brigham y los Doce afirmaron que gobernarían
la iglesia, diciendo, el 15 de agosto de 1844, ‘Que ningún hombre presuma por un momento que su lugar
(el de Joseph,) será ocupado por otro; recuerden esto: él permanece en su propio lugar, y así ha de serlo
siempre.’ (Times & Seasons, 5.618; HC., 7.250.) De esta manera, Young afirmaba que no habría otro Profeta
después de Joseph; o, en otras palabras, que Joseph no tendría sucesor. Más tarde se contradeciría de plano.
107. Dios había dado una revelación al Profeta Joseph Smith, el 19 de enero de 1841, en Nauvoo (Ill.) en la cual
se lee: ‘Y si Mi pueblo escucha Mi voz, y la voz de Mis siervos que he designado para guiar a Mi pueblo; he aquí,
en verdad os digo, ellos no serán desplazados de su lugar [es decir, de Nauvoo;]’ D.&C., 124.45. Joseph Smith
gobernó a los Santos hasta su muerte, y ellos no abandonaron Nauvoo. Luego de su martirio, los Doce fueron
quienes les condujeron; y así fueron, todos, desalojados al fin del Invierno (Febrero 1846) y miles
perecieron en el azaroso viaje a Utah. Poco después la Iglesia Brighamita puso su confianza en el brazo de la
carne, no sólo apartándose del Señor y yéndose a un lugar que Dios no había ordenado, zonas inhóspitas del
erial rocoso, ‘hacia una tierra de sal [Salt Lake City] por completo deshabitada,’ (Jeremías, 17.5-6,) mas iniciando
desde entonces una serie de cambios, adiciones y enmiendas doctrinales. Entre ellos se hallan el de la Doctrina
de Dios, la de Su ‘Progreso Eterno;’ el rechazo del Matrimonio Celestial Plural, del cual se abjura de
manera vergonzosa, abandonando a decenas de miles de familias a merced de los poderes gentiles; la
negación de las unciones mayores; damas sin Sacerdocio y adolescentes oficiando como misioneros,
cuando deben serlo los Doce Apóstoles y los Setenta; el incesante uso de agua y de pequeñas copas, al
estilo Calvinista, en la Eucaristía; la ordenación maquinal al Sacerdocio de niños y adolescentes, luego
del Bautismo; los Obispos interfiriendo con el Quórum de Élderes; ordenaciones inexactas, hechas a
‘Oficios’ y no al Sacerdocio; la inversión de la doctrina del Recogimiento de Israel; la negación de los
Eventos Proféticos del inmediato porvenir y la venida de Videntes futuros, anunciados en las Escrituras;
cambios incesantes en las ceremonias y arquitectura interna de los Templos; la abominable doctrina
según la cual ‘los ‘líderes’ de la Iglesia jamás han de desviarla,’ ligada a la falacia del ‘seguid sólo al Profeta
viviente;’ una suerte de ‘infalibilidad papal’ arrogada para sí mismos por ciertos individuos de dudosos
objetivos; y así sucesiva y constantemente, siempre ajustándose a las exigencias del mundo secular, a lo
‘políticamente correcto,’ y a ‘los intereses institucionales,’ en lugar de confiar en el SEÑOR, quien, si dio ésta o
aquella doctrina, no sólo no ha de cambiarla, más se basta para defenderla contra la carne, el diablo y el
mundo: pues Él exige fidelidad, ya que siempre protegerá a Su pueblo. Así, hoy día, la Iglesia de Utah no es tan
sólo una Iglesia distinta a la Restaurada por Joseph Smith en 1830; sino que difiere por completo de sí
misma en como ella fuera entre 1854 y 1889, para dar algunas fechas indicativas. Esto es lo que motivó el
surgimiento de distintos grupos Fundamentalistas, que han tratado de volver a las doctrinas originales de esta
Iglesia.
108. Fue en Diciembre de 1857 cuando, en el hogar del Elder Orson Hyde, se reunieron ocho miembros de
los Doce, para ‘reorganizar la Presidencia de la Iglesia.’ Luego de extensas discusiones, el mismo Hyde efectuó
la moción para que Brigham Young fuera ‘el Primer Presidente de la Iglesia;’ esto fue aceptado y votado por la
unanimidad de los presentes. Poco después, por el mismo procedimiento, Heber C. Kimball y William Richards

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fueron elegidos Primer y Segundo Consejeros de la Primera Presidencia. Ahora bien, ¿cuál es el fundamento
Escritural para que, no ya un Quórum completo, más un grupo de Élderes, use un sistema de Asamblea
secular para votación, a fin de designar a un Profeta de Dios? No se debe ser demasiado inteligente para
comprender que lo que aquellos hombres hicieron se opone, y está completamente fuera de lugar, frente a toda
Escritura, y la ley de la Iglesia dictada por el Libro de Doctrinas y Convenios, en lo relativo al llamado y
ordenación de un Profeta de Dios, Apóstol del Primer Grado, Vidente y Revelador, tal como lo fueron Moisés,
Nuestro Señor Jesucristo y el mismo Joseph Smith. El 27 de diciembre de 1847, y luego de cambiar por
completo sus declaraciones acerca del gobierno de la Iglesia, hechas en 1844, en Winter Quarters, Nebraska,
y Council Buffs, Iowa, aquella nominación previa fue llevada por los Doce ante una Asamblea General de la
Iglesia, compuesta por un porcentaje menor de la membrecía. En la ocasión, Parley Pratt, quien ni siquiera
había estado presente en la reunión sostenida en casa de Hyde, nominó a Brigham Young como ‘Presidente de
la Iglesia.’ La moción fue votada unánimemente. Del mismo modo fueron ‘votados’ el Primer y el Segundo
Consejeros (HC. 7.623.) Siquiera alguna imposición de manos tuvo lugar; una Banda se puso a tocar música
ligera; y el pueblo, engañado en su ignorancia, festejó su acción ‘democrática,’ olvidando que Dios tiene un
Reino, no una democracia.
109. Todo esto no tuvo, ni lo tiene ahora, ningún valor ante los ojos de Nuestro Padre Celestial y de Su Bendito
Hijo. No hubo designación del Profeta; ni llamado de Dios, ni ordenación por mano de Ministerio de
Ángeles; y es ésta la única forma verdadera para que un Profeta, Vidente y Revelador, sea elegido. Y, a la vez,
no hubo revelación al Profeta para designar y ordenar a los Consejeros de su Primera Presidencia (D&C., 43. 2-
7; 20, 60, 67; 81.1; 28.2-7; 35.18; 90.4; 102.9, y 107.91-92.) Esta Iglesia, según las Escrituras, ha permanecido
sin Profeta ni Revelaciones válidas para toda su gente, desde el Martirio de Joseph Smith, y seguramente
sin el don de Profecía desde la muerte del sexto Presidente de la Iglesia, Joseph F. Smith, Sr.
110. Enseñamos que un Profeta, Vidente y Revelador, no se elige por el voto de un Quórum y las manos
levantadas ciega y abúlicamente por una Asamblea, y tampoco creemos, según doctrina, que alguien que ejerce
un rango menor en el Sacerdocio de Melquisedec pueda ordenar a otro a un rango mayor que el que él mismo posee.
Tampoco enseñamos que debe haber una sucesión continua e ininterrumpida de Profetas a la cabeza de
la Iglesia de Jesucristo en la tierra. Con frecuencia, un grado menor del Sacerdocio ha gobernado a la Iglesia
por largos períodos. De hecho, desde la muerte del Apóstol San Juan, el Revelador, hasta Joseph Smith, no hubo
Profeta, Vidente y Revelador en la tierra; y da testimonio de ello el extenso período de los 1260 años. Ejemplo de
ello hallemos en Moisés y Josué, y en Elías y Eliseo.
111. Orígenes de La Iglesia Reorganizada. El 6 de Abril de 1860, en Amboy, Illinois, Joseph Smith III, hijo
mayor del Profeta, fue ‘votado’ y ordenado por mano de hombres, para ser el Profeta de la Reorganización. Por
moción de Isaac Sheen se resolvió que Joseph Smith III ‘fuese elegido como Profeta, Vidente y Revelador de la
Iglesia de Jesucristo, y sucesor de su padre.’ ‘Joseph Smith III fue entonces ordenado Presidente del Sumo
Sacerdocio de la Iglesia, a manos de los Élderes Zenos Gurley, Senior, del Quórum de los Doce, y de William
Marks, de los Sumos Sacerdotes, según las Minutas de la Conferencia. Esta ordenación fue previamente
decidida por el voto unánime de la Conferencia [de los miembros de la Asamblea,] General’ (RHC., Tomo 3,
250-258.) Gurley y Marks se habían unido a la Iglesia de Cristo en los días del Profeta Joseph Smith. Luego del
Martirio de éste, Gurley, Marks, y Jason Briggs, otra figura de este Movimiento, y prácticamente su fundador,
siguieron a James Strang y le reconocieron como Sucesor del Profeta y como Apóstol del Primer Grado,
Profeta, Vidente y Revelador. Briggs, de quien no existen registros de Bautismo en la Iglesia de Jesucristo, al
parecer, fue recibido u ordenado como Elder por Strang, para quien efectuó obra misional, y organizó una
Rama, como luego se verá. Tiempo después, Briggs dejó a Strang y se unió a la Iglesia del hermano del Profeta,
el Patriarca William Smith, quien le ordenó como Apóstol. En 1851, por su cuenta, se afilió con Zenos
Gurley, quien, por entonces, junto a William Marks, eran Sumos Sacerdotes de la Iglesia Stranguita. Gurley
fue Primer Consejero de la Primera Presidencia de Strang. A su vez, William Marks fue Presidente de la Estaca de
Nauvoo, en los días de Joseph Smith; la Conferencia de Octubre de 1844 lo suspendió, por pecados graves, y,
por último, se le excomulgó. Estos hombres desobedecieron la convocatoria del Profeta a permanecer y
congregarse en Nauvoo, y, ante los peligros de persecución y riesgos del éxodo, dejaron a los Santos. Más tarde,
Marks, como los demás, debió bautizarse, a fin de unirse a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos
Días (Stranguita.) En ella llegó a ser Obispo, Presidente del Sumo Consejo, y Segundo Consejero de la Primera
Presidencia de Strang. Cuando éste fue ultimado, se unió a Gurley y a Briggs, y, junto al primero de los citados y el

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señor William W. Blair, quien nunca había sido miembro de la Iglesia, ‘ordenaron’ a Joseph Smith III como
‘Profeta, Vidente y Revelador de la Iglesia Reorganizada,’ que ellos mismos habían concebido (Joseph F. Smith,
Jr., Origins of the Reorganized Church, Deseret News, 1909.)
112. Escritores modernos de la ex Iglesia Reorganizada (Aleah Koury, ‘La Verdad y la Evidencia,’ Herald, 1965)
con estilo sibilino, pretender ocultar las posiciones alcanzadas en la Iglesia de James Strang por Gurley y
Marks, presentándoles como meros ‘seguidores informales,’ quienes sólo ‘mucho tiempo después’ de unirse
a James Strang, conocieron sus enseñanzas sobre la mal llamada ‘poligamia’ y (tal vez, suponemos) su final
negación del nacimiento virginal del Señor Jesucristo; doctrinas que no pueden haber desconocido antes de unirse
a esta Iglesia, y mucho menos siendo, como fueron, Consejeros de la Primera Presidencia hasta cuatro años
antes de la muerte de Strang, cuya traducción de las Planchas de Bronce halladas en Voree se hallaba
disponible en manuscritos desde 1849, hasta la primera edición, efectuada en 1851. Cabe agregar que el Elder
Jason Briggs, uno de los fundadores de la Reorganización, en 1886 se apartó de ésta, declarando que la
Iglesia Reorganizada no era la Iglesia de Cristo que había restaurado el Profeta Joseph Smith. La familia
de Zenos Gurley le acompañó en su decisión (Joseph F. Smith, Jr., Doctrinas de Salvación, Tomo I, págs. 237-
240.) De manera que cualquier poder y autoridad del Sacerdocio que Gurley y Marks pudieron ostentar en su
ordenación de Joseph Smith III, no proviene ‘de aquella recibida en los días de Joseph Smith’ (Koury, op. cit.,
pág. 93,) sino del Sacerdocio de James Strang, quien, por otra parte, en su hora, fue bautizado y ordenado
como Elder por el Profeta Joseph Smith.
113. No obstante, más allá de estas rarezas y la inconstancia e inestabilidad demostrados por estos hechos
históricos, que tal vez en un algún caso puedan tener explicación plausible, en salvaguarda de la buena fe de
alguno de los citados, (aunque no, obviamente, de la de todos,) lo que interesa aquí es saber si Joseph Smith III
fue realmente Profeta, Vidente y Revelador para la Iglesia Restaurada de Jesucristo, como lo fuere su padre. En
primer lugar, la designación del predecesor. Contrariando todo lo que se sabía hasta aquí, en uno de sus
Tratados (The Restored Gospel of Jesus Christ, 2007,) el Elder Bob Moore, de las Ramas de la Restauración (de la
ex RLDS,) nos hace llegar varios testimonios que aseveran que Joseph Smith III fue designado y bendecido
por su padre, siendo aún un infante, como su sucesor para el tiempo porvenir. En la ocasión el Profeta Joseph
Smith habría oficiado, se dice, junto al Patriarca Hyrum, en una reunión mantenida en Nauvoo, en 1843. El
Elder Moore acompaña, citando las fuentes, testimonios adicionales de Lyman Wight, James Whitehead, y del
Patriarca William Smith (Saint’s Herald, 28 de Julio de 1909.) Sin embargo, no hay testimonio de un llamado
directo de Dios, en Visión, en tanto Joseph Smith III tan sólo alegó sueños premonitorios y experiencias
espirituales, que resultan comunes a todos los Santos sinceros (The True Latter Days Saints Herald, I, págs. 102-
104, mencionado por Koury, op. cit.) Por otra parte — y he aquí la falla fatal — Joseph Smith III no fue
ordenado de mano y Ministerio de Ángeles, como lo establece la ley de la Iglesia de Jesucristo, sino por mano
de hombres que carecían de la autoridad y el rango en el Sacerdocio de Melquisedec. Gurley y Marks, en
el mejor de los casos, eran Sumos Sacerdotes ordenados por James Strang; y, por lo tanto, eran incapaces de
‘ordenar’ a un Profeta y Apóstol del Primer Grado, Vidente, Revelador y Traductor, algo que ellos, obviamente,
no eran; sucediendo, por otra parte, según las Escrituras, que no puede haber más de un hombre en la
tierra a la vez que invista el máximo Oficio profético.
114. Antes de finalizar este acápite, deseamos señalar dos aspectos. Tanto la Iglesia Brighamita como la
Reorganizada, y las actuales Ramas de la Restauración, que pretenden sucederla, malinterpretan el significado
de D.&C., 107.22: ‘Del Sacerdocio de Melquisedec, (se lee,) tres Sumos Sacerdotes Presidentes, escogidos por el
cuerpo [de Sumos Sacerdotes] elegidos y ordenados a este Oficio, y sostenidos por la confianza, fe, y oración de
la Iglesia, forman, UN QUÓRUM de la Presidencia de la Iglesia.’ Pues bien; UN QUÓRUM, no es EL QUÓRUM de
la Primera Presidencia de la Iglesia. Estos tres Sumos Sacerdotes mencionados en D.&C., 107.22 [RD.&C.
104.11b,] no constituyen la Primera Presidencia de la Iglesia (esto es, el Profeta, y sus Dos Consejeros,) sino a
los Presidentes de los Sumos Sacerdotes. Este Quórum de Sumos Sacerdotes, es escogido por sus pares, y
ordenado por ellos, con el acuerdo de la Iglesia. Es este rango, a lo sumo, el que se podría admitir fue
investido sobre Joseph Smith III, como, asimismo, sobre los demás Presidentes de ambas Iglesias, si es
que pudiésemos consentir que hubiera una cierta ignorancia de la doctrina real, lo cual no parece, sin embargo,
muy probable. Estos tres Sumos Sacerdotes son ‘referencia cruzada’ con la Sección 68. 15, 19, de Doctrinas y
Convenios, donde se habla, con claridad, del Oficio del Sumo Sacerdote, y no del Profeta-Legislador, o Primer
Presidente del Sacerdocio y de la Iglesia. El versículo 22 de esta Sección, hace referencia a Don Carlos Smith,

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quien era Presidente del Quórum de los Sumos Sacerdotes (comp. D.&C., 124.133; 68.19.) Es este Quórum de
Sumos Sacerdotes el que, como se lee en seguida en la Sección, el que tiene la misma autoridad que los Doce
Apóstoles, y no éstos con la Primera Presidencia de la Iglesia, tal se enseña, sobre todo, en la Iglesia
Brighamita, con el afán de justificar la usurpación que los Doce han hecho del gobierno de la Iglesia: despojo
que tuvo lugar desde el principio, con Brigham Young a la cabeza, negando al comienzo el Oficio Profético, e
inventando luego una Primera Presidencia hecha por mano de hombres. La autoridad de los Doce consiste
en predicar el Evangelio, no en gobernar a la Iglesia. Es más; el versículo 26 de la misma Sección dice que
los Setenta ‘tienen una misma autoridad con los Apóstoles.’
115. En segundo término, deseamos señalar que, según la Doctrina de la Restauración, una Iglesia que rechaza
el Bautismo por los Muertos, sacramento que fue ordenado por Dios desde antes de la fundación del
mundo, como enseñó el Profeta, según ya citamos, y para lo cual éste recibió las Llaves de manos de Elías el
Profeta en el Templo de Kirtland, para el Sacerdocio de Melquisedec, no puede ser la Iglesia de Cristo (y
tenemos varias razones para decir esto,) a menos que cambie su posición al respecto, y enmiende sus graves
errores.
116. Orígenes de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (Stranguita.) En tanto Taylor,
Richards y Phelps se hacían cargo temporariamente de la Iglesia (parágrafo 104,) junto a Sidney Rigdon, y a
otros candidatos a la Sucesión, se presentó anta la Iglesia expectante James Jesse Strang, quien, cuatro meses
antes, había sido bautizado en la Iglesia de los Santos de los Últimos Días. Había aprendido el Evangelio con
Joseph Smith, su hermano Hyrum, y Sidney Rigdon. El mismo Profeta le bautizó en Febrero de 1844, y fue
ordenado como Elder por Hyrum Smith, tiempo después. En su bautismo de Espíritu Santo y fuego (espiritual,
que purga la sangre) el Profeta pronunció sobre él estas palabras: ‘Tendrás todas las llaves del Sacerdocio de
Melquisedec, y andarás con Moisés, Elías, y Enoch; y hablarás con Dios cara a cara.’ Poco tiempo más tarde,
según escribió y declaró James Strang, el 27 de Junio de 1844, inmediatamente después de que el Profeta Joseph
Smith fuese asesinado en la cárcel de Cartaghe, él fue ordenado por mano de Ángeles; y recibió entonces todas
las Llaves que fueron dadas al Profeta Joseph Smith. Debemos destacar aquí, para comentarlo luego, algunas
palabras que, sobre Strang, pronunciara el Patriarca Hyrum Smith, según el espíritu de profecía: ‘Llevarás el
Evangelio en el Espíritu como fuego flameante, a muchas naciones; y por medio de ti Dios salvará a los puros de Su
pueblo.’ (Voree Chronicles, pág. 6; The Diamond, pág. 23.) Como todas las promesas divinas, era esta una
condicional. Cumplido este paso de la ley de la Iglesia (la ordenación por medio de Ángeles, por llamado de
Dios, cuando el Ángel del Señor tocó sus manos y las impuso sobre su cabeza, diciéndole, ‘Gracia se derramará
sobre tus labios, y Dios te bendice con grandeza, en el Sacerdocio Eterno. Él inviste poder, y gloria, y majestad sobre
ti, y, en verdad y en justicia, te prosperará’ (The Diamond, pág. 6,) 1 cabe preguntarse, ¿fue designado James Strang
por su predecesor, como también lo alegan en la Iglesia Reorganizada, en cuanto a Joseph Smith III? — quién, sin
embargo, no cumplió con todos los requisitos exigidos por la ley de la Iglesia? Sí, así fue. James Strang
presentó una Carta de Designación (el original se encuentra en la Biblioteca de la Universidad de Yale, en
New Haven, Connecticut, ‘James Strang Collection;’) y fue esta una Revelación recibida por el Profeta Joseph
Smith, el 18 de Junio de 1844, en Nauvoo (Illinois,) distinguiendo a James Strang como su sucesor, según Dios
lo ordena en D&C., 43.2-7. John P. Green sirvió como escritor del Profeta, y redactó lo dictado por éste con
palabras nítidas. Todo se lee con claridad, según los testigos. ¿Hubo una doble nominación? ¿Supo el Profeta,
más tarde, que su hijo no alcanzaría a cumplir con los requisitos? Lo ignoramos. Lo cierto es, que al fin de esta
Carta, Joseph Smith estampó su firma. La Carta fue enviada desde Nauvoo a Burlington, Wisconsin. Ocho días
después, Joseph Smith, junto a su hermano Hyrum, eran asesinados por la turba, el 27 de Junio de 1844. James
Strang no la recibió hasta el 9 de Julio de 1844, luego de haber sido ordenado como Profeta, Apóstol del
Primer Grado, Vidente, Revelador y Traductor, el 24 de Junio, lo que le hizo comprender que Joseph Smith
ya no se hallaba en este mundo, pues estas Llaves, que están selladas, no pueden ser ejercidas por más de
un hombre en la tierra al mismo tiempo (D&C., 132.7.) Y así James lo declaró abiertamente a los
numerosos Santos que lo acompañaron 2 mucho antes de que el desgarrador suceso fuese publicado en los
periódicos de aquel tiempo y lugar, ya que no existía siquiera el tendido de cables telegráficos entre Nauvoo y
Burlington. Por ello, cuando por fin las noticias arribaron, los Santos pudieron dar testimonio de que James
Strang era sincero y fidedigno en sus declaraciones. La Carta de Designación llegó, finalmente, a Burlington, al
Correo, el 9 de julio de ese año de 1844, y fue llevada a James Strang con ansiedad, en medio de rumores de
persecución y guerra civil contra los Santos de los Últimos Días. Como fuere, las Llaves de misterios y revelaciones,
recibidas en su hora por Joseph Smith, pasaron a James Strang (D&C., 28.6-7; pasan de un Profeta a otro,

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nunca a los Doce; comp. D&C., 112.15) estas Llaves, como ya dijimos, están selladas, y por ello tan sólo un
hombre puede tenerlas a la vez, sin que por esto su predecesor las pierda. Podríamos dar mayores precisiones,
pero no hay lugar aquí para ampliar este asunto. James, como Joseph, recibió las mismas Llaves que Moisés
(Hechos, 7.30; 35-38; L.L. 215.4; Times & Seasons, 2.359.) Cuando, por la Apostasía, el Señor quitó a Moisés,
junto con él despojó al Antiguo Israel del Sacerdocio de Melquisedec, dejándoles el Sacerdocio Aarónico,
o Levítico, que es menor (D&C., 84.25-26; Éxodo, 34.1-3, Versión Inspirada) Josué fue ordenado por Moisés a
este Sacerdocio menor, y con él el Patriarca gobernó a la Iglesia en esos tiempos. Cuando el Profeta y Apóstol
del Primer Grado se halla en la tierra, puede haber dos Apóstoles del Segundo Grado; pero cuando el primero
es quitado de la tierra, como en los días de Elías el Profeta, sólo puede permanecer uno de éstos en la tierra; y
así Elías fue llevado, y dejado Eliseo (II Reyes, 2.10.) Todos aquellos que han sido fieles, retienen sus Llaves
en el Reino de Gloria, aún habiéndolas delegado en otros en la tierra, antes de partir.
1. Algunos Stranguitas han creído que el Mensajero que ordenó a James Strang fue el mismo Señor Jesucristo.
2. Entre ellos, sostuvieron a James Strang los Apóstoles John E. Page y William Smith; y el antiguo Apóstol William E. McLellin. El Apóstol Lyman Wight
nunca se manifestó en su contra. George Adams fue un Apóstol especial en Nauvoo, un asistente de la Primera Presidencia, y llegó a ser Consejero de
James; como también lo fue el Presidente de la Estaca de Nauvoo. Strang además fue respaldado por el Presidente del Consejo de los Sumos Sacerdotes de
Joseph Smith, como por varios de sus Presidentes de los Setentas; por el Presidente del Quórum de Élderes de Nauvoo, los Presidentes de Área de
Wisconsin, el Patriarca de la Iglesia, y muchas otras autoridades generales; y asimismo por la madre del Profeta, la esposa, Emma, sus hermanas y
otro hermano de sangre; y por los Testigos del Libro de Mormón.

117. No podemos sino mencionar, como si lo ya dicho fuera poco, la traducción que James Strang hizo de las
Planchas de Voree, cuya ubicación le fue revelada por el ángel del Señor el 1º de Septiembre de 1845
(Revelations of James Strang, pág. 2,) y que llevó a cabo sirviéndose del Urim y el Thummin empleados por
Joseph Smith para traducir el Libro de Mormón. James hizo uso de él para transcribir estas Planchas, y el Libro
de la Ley del Señor, originalmente dado a Moisés (Éxo., 28.20; Núm., 27.21; Deut., 33.8; Isa., 28.6; Esdras, 2.63;
Neh., 7.65; Lev., 8.8.; Mosiah, 28. 13-14; Ether 3.23; D&C., 17.1; Abraham, 3.1; Times & Seasons, 3. 707, 772,
786, 801, PdGP – JS-H, 1.35.) El 13 de Septiembre de 1845, James Strang, acompañado de cuatro hombres
honorables, se dirigió a Promise Hill, donde, según la visión, se debía desgajar, ingresar y cavar dentro de la
base de un roble, cuya antigüedad era de varios siglos, por su tamaño y altura; así lo hicieron, y luego de
adentrarse, excavaron más de un metro, sin que James participara de las operaciones; los hombres se
esforzaron en el trabajo, y, finalmente, hallaron una caja o cofre cubierto de arcilla, que contenía tres placas
de bronce. La antigüedad del árbol, que había permanecido intacto por siglos, probó la autenticidad del
hallazgo. Strang tradujo una Sección del Registro Sellado, que constituye el Libro de la Ley del Señor; sus
manuscritos se imprimieron por vez primera en 1850. Este era el Registro Sellado de las Planchas de Labán,
que había lacrado el Profeta Joseph Smith, junto a las Planchas de Oro, de las que tradujo el Libro de Mormón
(JS-H, 1.65; Isa., 29.12-24, Times & Seasons, 3.307; HC., 4.537.) Las Planchas de Labán fueron traídas a este
Continente por Nefi y su familia, alrededor del año 600 A.C. (I Nefi, 4.24-38.) El Libro de la Ley del Señor,
asimismo, restituyó a los Santos el séptimo día Sábado como el verdadero Día del Señor.
118. Ahora bien, se dirá el lector interesado, ‘he aquí, se ha solucionado el conflicto de la legitimidad de la
Sucesión, y nos hemos encontrado con la Iglesia de Cristo Restaurada por Joseph Smith.’ ‘James Strang ha
cumplido con todas las condiciones establecidas por el Señor en la ley de la Iglesia, según se lee en Doctrinas y
Convenios.’ Y, en efecto, creemos que así fue, y en la absoluta legitimidad del Libro de la Ley del Señor
traducido por James Strang, más allá de las notas al pie de este, y muchas veces con ellas; creemos que forma
un conjunto perfecto con la Sagrada Escritura, el Libro de Mormón y Doctrinas y Convenios. Sin embargo, y
he aquí lo trágico del caso, y aquello que prometimos explicar en el momento adecuado, y lo dicho acerca de lo
condicional de la bendición recibida del Patriarca Hyrum; James Strang el Profeta, luego de todos estos
hechos maravillosos, luego de congregar en Beaver Island un Reino Mormón de doce mil almas, y de haber
mantenido con vida la Iglesia de Jesucristo de los Últimos Días, tentado por el diablo, cayó de su Oficio
Profético; y al poco tiempo, Dios le entregó en manos de sicarios, que le asesinaron, en 1856, y la comunidad
de los Santos de los Últimos Días fue atacada y asolada por sus enemigos infieles e impíos: vencidos, a los
sobrevivientes se les obligó a embarcarse y dejar el asentamiento, perdiendo todas sus propiedades y
bienes. ¿Qué sucedió con Strang? No es fácil de explicar. Fue confundido en su comprensión de la Sagrada
Escritura; al parecer, al desafiar públicamente a Cristianos de otras Iglesias a un debate público, (mientras
desempeñaba un puesto cívico como representante de su pueblo,) empleando solamente la Biblia: se enfrentó
con un seglar católico romano, de la antigua cepa, un tal señor Rafferty; cayó Strang en un humor y un lenguaje
amargo y sarcástico, y muchas veces soberbio; y, en su pasión controversial llegó a negar el Nacimiento

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Virginal del Hijo de Dios, alegando que era hijo natural de José y María, y que había llegado a ser Hijo de Dios
por Su exaltación en el Sacerdocio. Contradecía así no solamente a la Biblia, mas al Libro de Mormón, la Versión
Inspirada, y a Doctrinas y Convenios. Probablemente Strang, hombre muy culto, aficionado a la lectura, fue
turbado por la literatura anti-católica y anticristiana de su siglo, que negaba la divinidad de Cristo y la
veracidad de la Sagrada Escritura (al igual que ahora, cuando las mismas Biblias del neo-catolicismo post
Vaticano II, impugnan la autenticidad de los Libros sacros en sus introducciones y notas;) se imaginó influencias
paganas inexistentes, según ya han probado los doctos; y argumentó absurdamente que el Evangelio de San
Mateo había sido ‘interpolado’ por Constantino, un hecho histórico fácilmente rebatible, sobre todo al presente,
cuando contamos con manuscritos de este Evangelio, y los de otros escritos del Nuevo Testamento anteriores a
Constantino, en lenguas orientales, de tierras que no estuvieron bajo el poder del citado emperador. No
desconocemos el enorme daño que Constantino hizo a la Fe Cristiana, mas no es posible inventar lo inexistente.
Por otra parte, en cuanto a la genealogía de Cristo, nos hemos dedicado con todo esmero en este Escrito
(parágrafos 14 al 20,) a demostrar el error de Strang, ya que si Nuestro Señor Jesucristo hubiese sido, como
él lo pensó, ‘hijo natural’ de José de Nazareth, jamás habría sido el Cristo: pues el linaje Salomónico de José
había sido interdicto por el mismo Dios, de modo que el Cristo no provendría de él. Por su apostasía, James
Strang vino a ser un Profeta caído; no cumplió con su obra la bendición prometida de llevar el Evangelio a
muchas naciones, de hecho, de aquellas doce mil almas, sólo subsisten menos de doscientos seguidores de
su doctrina, ahora equívoca, y que no están dispuestos a rectificarla; por el contrario, exponiéndose a la
extinción, insisten en mantenerla. Personalmente, les presentamos siete argumentos irrefutables, incluyendo la
prueba Bíblica sobre sus errores en la Genealogía de Jesucristo el Señor; pero nada hemos logrado. Esta
situación deja a los sinceros poseedores del Sacerdocio de Melquisedec sin opciones donde congregarse, ya
que las tres únicas Iglesias que dicen haber seguido la tradición original, se hallan en el error, o la
apostasía más completa. Volveremos a ello en las Conclusiones.

LA DECLARACIÓN DE LOS SANTOS EN 1852


119. A fines de la década de 1840, varias Ramas de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
(Stranguita,) algunas de las cuales consideraban dejar el liderazgo de James Strang por desacuerdos
doctrinales, reuniéndose luego bajo la dirección del Patriarca William Smith, anteriormente asociado con
Strang, comenzaron a discutir si habrían de seguir bajo la guía de los citados. Las primeras Ramas Stranguitas
involucradas fueron las de Waukesha y Beloit, de las que algunos Hermanos, como Lowe, Harrington y J.W.
Briggs se concertaron en reunión, para orar y debatir sobre estos asuntos. En general, se estaba considerando
desestimar la autoridad de Strang y la de William Smith, y se comenzaba a estudiar la posibilidad de que el hijo
mayor del Profeta Joseph Smith, Joseph Smith III, como se le conoce en la Historia de la Iglesia, ‘en el debido
tiempo del Señor, fuese llamado a actuar como Presidente de la Iglesia.’ Entre tanto, los Élderes en cuestión
seguirían predicando el Evangelio y bautizando. Luego de esta reunión, visitaron otras ramas Stranguitas, tal la
de Nephi, en el Condado de Walworth, otra en la misma Voree, y una tercera también situada en el Condado de
Waukesha, Wisconsin. Más tarde, se decidió escribir una carta a Zenos Gurley, Sumo Sacerdote ordenado
por James Strang, quien presidía una Rama en Lafayette, asimismo ubicada en el Estado de Wisconsin. Más
tarde se añadió otra Rama, ésta situada en Jeffersonville, Illinois. Briggs, Gurley y Hiram P. Brown, (ya citados
en este documento, al igual que Marks,) se hallaron a la cabeza de este Movimiento.
120. Una de las características del mismo fue la proliferación de un curioso ‘avivamiento’ en el que no
faltaron las ‘lenguas, interpretación, profecías y nueva luz;’ la consecuencia de todo ello fue la decisión de
volver a las que se estimaron como las enseñanzas originales del Profeta Joseph Smith, al menos como estos
Hermanos lo veían, retirándose todo apoyo a Brigham Young, James Strang y William Smith, negando que
alguno de ellos fuera el legítimo sucesor de Joseph Smith. En 1851, el Elder Zenos Gurley llegó a la convicción
que aquel que había mocionado como Profeta, Vidente y Revelador, acompañándole como su Primer
Consejero en la Primera Presidencia, ‘no era el hombre indicado para llevar adelante la Obra de los Últimos
Días.’ Obviamente, y de acuerdo a cómo habría de proceder en el futuro, dejó de lado las correctas doctrinas
sobre el Sacerdocio que, de modo inspirado, había recibido Strang, y llegó a la conclusión que de allí en
adelante abandonaría el Libro de la Ley del Señor, teniendo como Escrituras canónicas la Sagrada Biblia, el
Libro de Mormón, y Doctrinas y Convenios. Estas Ramas pronto quedaron aisladas del resto de los Stranguitas,
que los consideraron apóstatas, y perdieron, asimismo, todo contacto con el Patriarca William Smith. Vinieron
entonces momentos dificultosos, hasta que uno de los Hermanos, David Powell, llegó a Gurley con la novedad

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de que el Hermano Briggs había tenido una revelación, según la cual el hijo del Profeta se haría cargo de la
Iglesia, como simiente de su padre. Se apoyaba para ello en RD.&C., 107.17c; UD.&C. 124.58. Se llamó entonces a
una reunión general de todos los Santos involucrados en la situación, y se decidió abandonar a James Strang y a
William Smith, según fuera el caso, y afirmar a Joseph Smith III, como al verdadero sucesor de su padre (The
True Latter Day Saints' Herald, vol. 1, pp. 18-22.) Tuvo lugar, entonces, la Conferencia de Newark, Distrito de
Beloit, Wisconsin, en Junio de 1852, para tratar la Nueva Organización, o Reorganización de la Iglesia. En
ella se tomaron una serie de Resoluciones. En primer lugar,
121. Se resolvió rechazar, entre otros, los reclamos de Brigham Young, James Jesse Strang y William Smith,
como dirigentes de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, calificándoles de ‘usurpadores del
poder en violación de la ley de Dios,’ por lo cual se impugnaba toda comunión con ellos;
122. Se resolvió, luego, que el sucesor de Joseph Smith, como ‘Sumo Sacerdote Presidente del Sacerdocio de
Melquisedec’ debía ser, de necesidad, uno de su simiente, en cumplimiento de la ley y promesas de Dios. Más
allá del argumento hereditario, los que hemos estudiado la Doctrina de la Iglesia, observamos el error de
estos Hermanos, que ya hemos comentado más arriba, ya que el Presidente de la Iglesia no siempre es un
Profeta, Vidente y Revelador, y este menos, en cada ocasión, un Sumo Sacerdote, el cual representa un rango
menor en el Sacerdocio de Melquisedec, aunque el Profeta sea el Presidente del Sumo Sacerdocio, y su Oficio
incluya a todos los rangos del Sacerdocio de Melquisedec.
123. Como consecuencia de este error, la tercera Resolución menciona que ‘el Oficio de ‘Primer Presidente de la
Iglesia crece de la autoridad del Sumo Sacerdote Presidente, en el Sumo Sacerdocio,’ por lo cual ‘persona alguna
puede legalmente reclamar el Oficio de Primer Presidente de la Iglesia sin una previa ordenación a la
Presidencia del Sumo Sacerdocio.’ Pero, al igual que en la Iglesia de Utah, como previamente lo hemos
examinado, se confunde aquí lo dispuesto por RD.&C. 104.11b, UD.&C. 107.22, que habla de UN QUÓRUM de
Sumos Sacerdotes, que posee la misma autoridad que los Doce Apóstoles, y no DEL QUÓRUM de la Primera
Presidencia de la Iglesia, cuyos miembros no son ordenados por hombres, y menos por habientes de un rango
menor del Sacerdocio, sino que, en el caso del Profeta, es no sólo designado por su antecesor, mas llamado por
Dios y ordenado por Ángeles, en tanto los Dos Consejeros son llamados por revelación y ordenados por el
mismo Profeta de Dios. Cabe preguntarse qué instrucción habrían recibido estos hermanos en la Iglesia de James
Strang, donde esta doctrina ha sido enseñada de manera específica y correcta. 1 Ya hemos analizado los
errores de la ex Iglesia Reorganizada, y cómo, en verdad, Joseph Smith III y sus sucesores nunca llegaron a
ser Profetas, Videntes y Reveladores para los Santos de los Últimos Días. (Parágrafos 111-115.)
1. El número de miembros era entonces de 500; luego se reunieron con ellos unos mil, provenientes de la Iglesia Brighamita, lo cual podría explicar el
apóstata abandono del Sábado de parte de los Stranguitas fundadores. Esto suscitó conflictos que, con el tiempo, motivaron una llamada Revelación
de Joseph Smith III, quien, en tanto relegó la solución del asunto a alguna Revelación futura, o a una decisión del Quórum apropiado, mantuvo el día
pagano del sol como ‘Día del Señor, según se ha acostumbrado.’ Ver, su D.&C. 119, que no es recibida entre nosotros por su inconsistencia con la
Palabra de Dios.

124. Se tomaron otras Resoluciones, 1 entre ellas, el reconocimiento definido de los Libros Canónicos de la
Iglesia, sin hablarse aún de la Versión Inspirada; y también fue reconocido el Sacerdocio de todos los que
se integraban a la Reorganización, en tanto se hubiese efectuado de buena fe, bajo la autoridad que se estimó
legítima en cada caso: esta fue una decisión acertada, en tanto no lo es la pretensión actual de las Iglesias
Brighamita, Ramas de la ex Iglesia Reorganizada y los Stranguitas, que no reconocen sino el de cada
partido, y asimismo, impropiamente, rebautizan a los miembros de las otras Iglesias de la Restauración. 2
125. Por último, se destaca la Resolución que dice que ‘la Iglesia de Cristo, organizada el 6 de Abril de 1830,
existe, como en ese día, dondequiera seis o más Santos se reúnan, según lo dispuesto en el modelo del
Libro de Doctrinas y Convenios.’ A este principio adherimos, en similar situación, y es el sustento de esta
Rama Independiente de la Reorganización de la Iglesia de Jesucristo de los Últimos Días.
1. Estas Resoluciones se hicieron circular en un impreso, con el título de ‘Una Palabra de Consuelo.’ (RLDS, HC.3.202-210.)
2. El Bautismo es obrado por la Palabra, la cual, unida al agua, hace eficaz al Sacramento creando y/o fortaleciendo la fe del que se bautiza, más alla de
quien le bautice. En cuanto al Sacerdocio, se recibe en la Preexistencia, y sólo es confirmado por la ordenación en la tierra. (Alma, 13; Segundo Libro de
Mandamientos, 204. 31-38; Libro de las Revelaciones, 1. 13; 2.8-9; 5.2; 8.3.)

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CONCLUSIONES EN LOS ÚLTIMOS DÍAS
126. Hemos presentado en este Tratado de Doctrina Mormona, o, para el gusto de otros, que bien podemos
compartir, de Doctrina de los Santos de los Últimos Días, aquella que, tras cuarenta años de Estudio de las
Escrituras y de los más piadosos y eruditos doctores Cristianos, entendemos como la que representa de modo
auténtico, comparadas las fuentes, la enseñanza del Profeta Joseph Smith y la de la Iglesia Restaurada. En lo
personal, dejamos atrás, hace más de dos décadas, una de las Iglesias aquí mencionadas (siendo Élderes en
Sion, habiendo recibido del Señor el rango de Sumo Sacerdote,) comprendiendo su definitiva apostasía; no, en
principio, por las doctrinas que sustentaba, mas, justamente, por las que había abandonado o distorsionado
maliciosamente. Con los muchos años hemos aprendido otras cosas. A lo largo de este largo período, tomamos
contacto con distintos grupos y representantes de Iglesias que provienen de la Restauración, incluso con cultos
menores o desviados, como los del ‘Temple Lot,’ los Bickertonitas, las Iglesias del Mensaje de Elías.
Estudiamos sus documentos y escuchamos sus posiciones; ninguno de ellos, y específicamente las tres Ramas
principales que aún subsisten, y que aquí se estudian, representan, en nuestra comprensión, legítimamente a la
Iglesia de Cristo Restaurada por el Profeta Joseph Smith en 1830, y así creemos haberlo demostrado. Algo similar
sucede con las Iglesias o Grupos Fundamentalistas, quienes, pese a haber preservado y desarrollado hitos de
gran interés, defienden doctrinas que no compartimos en absoluto, como las de Adán-Dios, del cuño de
Brigham Young, al menos como se las ha entendido hasta ahora, 1 y quienes le siguen, o la de la Reencarnación.
Los que hayan estudiado a consciencia este Tratado, habrán advertido nuestra postura, que ha sido y es común
con otros Santos de los Últimos Días, ya sea en algunas congregaciones, o entre los Independientes, entre
quienes ahora nos contamos: más allá de la existencia de una Iglesia Externa, la cual puede o no dejarse ver en
determinados períodos, ‘el Cuerpo de Cristo existe en el Sacerdocio, que es sin principio de Días, ni Fin de
Años, y no en una entidad externa. Joseph Smith recibió las Llaves del Sacerdocio y fue Presidente del
Sacerdocio; y más tarde, y sólo más tarde, fue Cabeza de la Primera Presidencia de la Iglesia; como ya lo hemos
reiterado: el pueblo ‘no lo votó,’ para que asumiera ese Ministerio. La Iglesia proviene del Sacerdocio, y no
el Sacerdocio de la Iglesia —recordemos a Joseph, a Oliver Cowdery, &c., predicando y bautizando a los
Santos ANTES que Iglesia alguna fuera organizada— La Iglesia es un instrumento del Sacerdocio. Y el
Sacerdocio proviene de lo alto, y es teocrático en sus operaciones; toda su autoridad, poder y dirección,
vienen de Dios. A propósito y como consecuencia de esto, el Elder John A. Widtsoe, Apóstol de la Iglesia de
Utah, en 1921, expresó, ‘Como un ejemplo del gran poder, autoridad y deber llevado por los hombres del
Sacerdocio, debe recordarse que, si por cualquier circunstancia, todos los hombres que desempeñen El Oficio
del Sacerdocio en la Iglesia fueran destruidos [o, anulados,] salvo un Elder, este tendría la obligación, bajo
divina revelación, de reorganizar la Iglesia entera con todos los grados del Sacerdocio, y sus oficios’
(John A. Widtsoe, A Rational Theology, Deseret, SLC, 1952, pág. 103.) Sobre estos dos principios; éste, y el
citado en el parágrafo anterior, decimos, como una vez Martín Lutero, ‘Hier stehen wir,’ ‘Here we stand,’ en
Inglés, y, en nuestra lengua, ‘Aquí, de pie, nos mantenemos.’ En el Nombre Eterno de Jesucristo. Amén.
1. Estudiosos contemporáneos creen que, en su lenguaje y en su época, Brigham Young llamaba Padre Adam al Padre Celestial, y Adán hijo al Adán que
es Miguel, lo cual solucionaría en gran medida el problema. (Ver Elden Watson, Two Adams?, Mayo 1998.) — El Hermano Robert Crossfield, conocido
como el Profeta Onías, presenta otra visión de este asunto en su The Second Book of Commandments.

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ABREVIATURAS EMPLEADAS
D&C - DOCTRINAS Y CONVENIOS
PdGP - PERLA DE GRAN PRECIO
VM - BIBLIA, VERSIÓN MODERNA, DE H.B. PRATT
RVG - BIBLIA, VERSIÓN REINA VALERA GÓMEZ
L.L. - LIBRO DE LA LEY DEL SEÑOR, TRADUCIDO POR JAMES STRANG
KJV - BIBLIA KING JAMES VERSION
TA - BIBLIA TORRES AMAT ORIGINAL
DHC - DOCTRINARY HISTORY OF THE CHURCH (UTAH)
HC - HISTORY OF THE CHURCH (UTAH)
RHC - HISTORY OF THE CHURCH (REORGANIZED CHURCH)
RLDS – REORGANIZED CHURCH OF JESUS CHRIST OF LATTER-DAY SAINTS

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