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Thompson |
LA GUERRA DE LAS
GALAXIAS ¡
C RÍTICA
E. P. TH O M P S O N y BEN TH O M PSO N
LA M 3U ER R A DE LA S G A LA XIA S
3 o .
< ^13:
Edición castellana y prólogo da
RAFAEL GRASA
|
EDITORIAL CRÍTICA
Grupo editorial Grijalfcxj
BARCELONA
Titulo original:
STAR WARS
Penguin Boolu Lid.,Harmondrvrorth
Traducción c«td lam de SANTIAGO JORDAN
ttA N C ü Di LA REPUBLICA
aiHIOTECA LUIS-ANGEL ARANOÍ»
OIPTO. Dt ADQUISICION
12 LA GUERRA DE LAS GALAXIAS
11. Double ,E
xpo p. 147.
12. Op. cit., p. 149.
PE D IR LA LUNA
L a gestació n d e l l ib r o
2. —THaurmm
18 LA GUERRA DE LAS CALARIAS
P K L . E S C U 2X * A L ?& X M E & G O L P E
* rv t1 ♦
J^®** *** al concepto es siempre traumático, en especié
ceAaoo el concepto cambia el perfil de lo soñado. Eso es, como se-
j&s$* Tnoeapísoa,. lo que ha sucedido con el paso de una IDE citen*
ÉUíd» a proteger a la totalidad del pueblo estadounidense y a
í«s.r coa la dlsuAsióa (Guerra de las Galaxias I) a una concepción
encamin-sda a «reforzar la disuasión» (Guerra de las Galaxias II).
Jjjatre medio., dos directivas presidenciales (NSDD 85, NSDD-6-S3)
dios inform es de- evahractón (el informe Fletcher sobre tecnologías
S s k defensa; el informe Hoffman, extragubemamental, sobre
sieguiááad estratégica futura, tras la IDE), una síntesis de la Ad,
miaLstracrón y ruta nueva directiva presidencial (NSDD 119), q\le
autoaicaha un programa que evaluase el grado de viabilidad de. un
proyecto cuya arquitectura global aún estaba por definir. Había
surgido la SD IO , la organización para la IDE, bajo el mando del
ges>erai Abrahamsoa y con unos 26.000 millones de dólares de
piespjpnresto hasta el ano fiscal 1989. Desde entonces las incógni*
tas, declaraciones y justificaciones contradictorias y, en el; último
safio, discrepancias abiertas entre diversos componentes de la Ad
m inistración, no han dejado de crecer, en buena medida por Ir in
genuidad y precipitación del sueño inicial, en que Reagan se atre*
v io a pedir la luna a los científicos norteamericanos.
P oco & poco se han id-o desvelando algunos detalles de la ges*
tacsótl del discurso seminal. Ya sabíamos del peso de consejeros
externos a la Administración, del general Graham y High Frontier,.
d e la infidencia de Edvrard Teller sobre Reagan. Frank Grevea
descubrid que Teller infiuyó también en el almirante James Wat*
fcms, quien, a su vez, persuadió a la Junta de Jefes de Estado»
M ayor para que planteara el tema de las tecnologías defensivas em
s u encuentro con Reagan días antes del discurso (fiie Watkins
qu ien sugirió a Reagan parte del hilo argumenta! ali preguntarle
X ü T tó ty o ^ £Zh¿ S * v C tu itj> f
jLpyfc 1986, Oxford University, Press, pp., 81-84.
ri:m * la luna 25
28. Alex Dely, «Star Wars, False Alarms and Accidental Nuclear War»,
en PeaceResearch Rev'tew, n.° 4 (1986). pp. 47-48. El trabajo de Dely est
basado en diversos artículos de David Horwood, un canadiense del Critical
Path Software.
re í)!* LA U M ¿y
3. —ttfourooN
34 LA GUERRA DE LAS GALAXIAS
T otal 4.413
pp. 73-78 (citado por E. Skons); E. Skons, «The SDI programme and inter-
national research co-operation», en World Armaments and Disarmament:
SIPRI Yearbook 1986, Oxford University Press, 1986, pp. 273-297.
40. La propuesta tenía especial relevancia, pues el I & D en electróni
ca de las 20 primeras universidades estadounidenses, por ejemplo, equi
vale a la totalidad de los esfuerzos universitarios europeos en ese campo.
Al propio tiempo, se ha generado un movimiento de oposición de los claus
tros y departamentos universitarios sin parangón desde la época de la gue
rra de Vietnam. Más de 6.000 científicos, entre ellos el 60 por 100 de los
miembros de los 14 principales departamentos de física de Estados Unidos,
han firmado un compromiso de no aceptar fondos de los 1.300 millones pre
vistos para investigación académica. El claustro de la Universidad de Tufts
llegó a pronunciarse a favor de la prohibición de esa investigación en el
campus, aunque la propuesta no fue aceptada por el presidente de la Uni
versidad. Véase, al respecto, Seth Shulman, «Stopping Star Wars», en
Science for the People (enero-febrero de 1986), pp. 10-16; J. Kogut y Mi-
chacl Weissman, «Taking the pledge against Star Wars», en Bulletin of
the Atomic Scientists (enero de 1986), pp. 27-30.
41. J. Pike, «SDI Contracts: Will U.S.? Allies Be Sold Short?», en
International Herald Tfibune (16 de enero d? 1986),
3$ la g uerr a d e l a s g a l a x ia s
ú ‘.sos r l m e m o x áu d u x o p a r e c e í f j v j d u r t ts c o n d i d u n e s d t tt*zzv% r¿ y
dt písAsss/óáu d t l«t 1/ansí ertocias tecnológicas.
¿P articipación española ?
Noviembre de 1986
LA G U E R R A D E LAS G A LA X IA S
1. E . P. T h o m p s o n
4. — THOM PSON
LA GÜERFA OF LAS GALAXIAS
50
La pr im er a m il it a r iz a c ió n d el esp a c io
10. Broad, op. cit.; Paul B. Stares, Space Weapons and US Strategy:
Ortgins and Development, Londres, 1985, p. 225.
11. La sigla MAD (mutual assured destruction / destrucción mutua ase
gurada), aparte del ya célebre juego de palabras que permite en inglés merced
a que mad significa «loco», alude a la concepción estratégica propia de la fase
en que ambas superpotencias contaban ya con enorme capacidad represalia-
dora. El concepto fue desarrollado por McNamara en 1964 cuando anunció
que la principal misión de las fuerzas estratégicas estadounidenses era «disua
dir un ataque nuclear deliberado sobre Estados Unidos y sus aliados mante
niendo una alta y fiable capacidad de infligir daños insoportables para un
agresor... aun después de haber recibido un primer golpe sorpresa». El miedo
a la represalia disuadiría a ambas superpotencias del ataque inicial, al menos
deliberado.
De ahí por tanto el juego de palabras con la MAS (Mutual Assured Sur-
i rival / supervivencia mutua asegurada). (N. del ed.)
¿POR QUÚ GUERRA DE LAS GALAXIAS? 55
13. Stares, op. cit.f cita a Jrushchev y a Biríuzov, pp. 74-75, SO; estos
párrafos se basan en gran medida en su exposición detallada de los desarro
llos ASAT y de satélites.
14. Stares, op. cit., p. 35.
¿ P O * Q VÚ GOKRRA Ofc LAS GALAXIAS? 57
18. Robert Scheer, With Enough Shovéis, Nueva York, 1982, pp. 104,
250-251.
19. Véase Richard Burt, «Arms and the Man», en Reagan the Man, the
President (NY Times, Especial Elecciones 1980), pp. 86-89.
20. La expresión inglesa es think-tanks, por la que se alude a los centros
generadores de pensamiento militar y estratégico como la RAND Corpora
tion. (N. del ed.)
62 JUt JSUEJÜU m LAS GALANIAS
5 . — THOMPSON
éé LA GVERRA Dife LAS GALAXIAS
E mplazar los MX
« *& **** W »« X a w * - - V ¿ * J fe
¡fe ^ v > m eaí» pdtgecsa sdfe jjvdSaa ^ ^ *.r>
S C p ííis e s W W W p d 5$w v (¿ E fe o e e ' í V v ^ áe-
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¿títefe ¿fe fe twfcMMu E s fe pricuera aefafefetr4£fe& efeí presidí&TCv
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gsese y ccs fe o p ísfe s p é b & a esí'^feíaskfesscv se^xe fes M X E a
m m etresí^ pareció próbaEfe q p ? e í el\>y » k >es pro efe fe evev
gefeáécs (fW rsr) efetmrvfera texfe e l pte>vectOi sófe> fe destnKcioa
perofessení d d a v ie s efe pasajares ccfeaw > K A L 007 p e tta id ó a
Acabar con e l m o v im ie n t o p o r l a p a z
35. Véanse Bulkeley, op, dt., pp. 16-18; The Fallacy of Star Wars, op.
pp. 10-16; Christopher Paine en Bullctin of the Atomic Sdentists (fe
brero de 1983); R. J. Smith, «Cárter*s Plan for M X Lives On», en Science
(30 de abril de 1982),
72 LA GUERRA DE LAS GALAXIAS
una isla, aunque el lector sabrá (si ha estado ahí) que es algo más
grande de lo que uno está acostumbrado a esperar de una isla. Si
mira un mapa, verá que hay una porción considerable de agua a
cada lado de ella, aguas que reciben el nombre de océanos At
lántico y Pacífico. Los Estados U nidos han crecido en esta am a,
seguros de la inm unidad frente a una invasión que les proporcio
naban estos océanos. Aparte de la ocasión en que los cañoneros
ingleses destruyeron W ashington, y aparte de su propia guerra ci
vil, los norteamericanos se han acostumbrado a pensar que las
auténticas guerras ocurrían «más allá». Y , en 1983, el presidente
Reagan aún no había pensado en prevenirles de que estaban en
peligro inm inente de ser atacados por hordas revolucionarias pro
cedentes de Nicaragua.
D e ahí que el p u eb lo estadounidense se hubiera quedado ador
m ilado cóm odam ente en su seguridad hasta que e l mismo Reagan
lo despertó bruscam ente en su campaña electoral de 1980, cuando
le inform ó d e que sus fuerzas armadas estaban en decadencia, los
soviéticos las habían alcanzado y habían adquirido superioridad, y
d e que los IC B M soviéticos podían entrar en cualquier momento
p or la ventana.
E l e fec to sobre la com placencia d el ciudadano «m edio» desin
form ado de lo s E stad os U n id os fu e fulgurante. N o fue ésa la in
ten ción d el p residente. C om prendieron por vez primera que el
territorio norteam ericano n o era sacrosanto y que ellos mismos se
encontraban en la zona d e blanco nuclear. U n estu d io realizado en
1 9 8 4 por la F und ación A gend a P ública revela un cam bio muy sen
sib le en las respuestas nacionales: e l 9 6 por 100 de la muestra
creía q u e «lanzarse a pelear con la U n ió n Soviética es muy peli
groso en u n m un do nu clear», y e l 8 9 por 100 que «tanto los Es
tados U n id o s com o la U R SS serían destruidos por com pleto» en
una guerra nuclear total; adem ás, e l 83 por 100 — que conocía
p o r e n to n ces lo s in form es sob re e l invierno nuclear— dijo que «no
p o d em o s estar seguros d e qu e siga habiendo vida en la tierra des
p u és d e un a guerra nu clear ».36
dad » .)39 Recordó sus discusiones con Edw ard T eller y con el se
nador H arrison H . Schm itt — un antiguo astronauta y presidente
del Subcomité Científico, T ecnológico y Espacial del Senado— so
bre la utilización de armas láseres para la defensa estratégica .40 A gi
tó todos estos ingredientes en una solución de apasionam iento
profano y tecnología exótica, y enriqueció la mezcla con su vieja
antipatía por la M A D . Logró una pócim a que era bastante fuerte
para envenenar a los soviéticos y al m ovim iento por la paz al m is
mo tiempo.
El presidente v o lv ió volando a W ash in gton, donde pronunció
un discurso precioso, d el que se ha llegado a sospechar que él m is
mo escribió alguna p arte .41 P ropuso cambiar el rum bo de la h isto
ria y abrir nuevas esperanzas para nuestros hijos en el siglo x x i.
La idea misma de disuasión m ediante la amenaza de represalia era
«inmoral». Superó en su hom ilía a los obisp os y le robó la ropa
al m ovim iento por la paz m ientras éste se estaba bañando. «E l es
píritu humano debe ser capaz de elevarse por encim a del trato con
otras naciones y seres hum anos que se entabla m ediante la amenaza
a su existencia.»
6 . — THOM PSON
82 LA GUERRA DE LAS CALARIAS
1) Láseres químicos
2) Haces de partículas 9
)) El láser Je rayét X
La segunda fase del plan de los tres frentes o tres capas se re
fiere a la intercepción de las cargas nucleares soltadas por los pro
pulsores supervivientes m ientras vuelan a través del espacio. Ésta
se considera la fase más d ifícil e insegura de toda la operación, por
la dificultad de localizar y seguir las cargas nucleares en su vuelo
de 20 a 3 0 m inutos desd e que se separan de sus propulsores hasta
que vuelven a entrar en la atm ósfera terrestre para dirigirse hada
sus blancos. M ientras que a lo s propulsores ascendentes los dela
taban los penachos ilum inados de sus cohetes, las cargas nudeares,
una vez en e l e sp a d o , sólo em itirán débiles radiadones infrarro
jas. La d etecd ón d e estos blancos exigiría sensores enfriados crio
génicamente de una sensibilidad muchas veces superior a la de
cualquiera de lo s actualm ente disponibles. P or si fuera poco, por
cada carga nu d ear real desplegada habría m uchos señuelos diseña
dos para confundir a lo s sensores y sobrecargar a las computadoras
que planifican la op erad ón d e com bate. Cargas falsas, globos m e
tálicos, chatarra y residuos que reflejan el radar, y aerosoles que
reflejan los infrarrojos acompañarían a las cargas nudeares en su
viaje, y sería m uy d ifícil distinguir las cargas auténticas de los se
ñuelos, porque en e l v a d o d el esp a d o todos volarían a la misma
veloddad. U n p osib le m étod o de entendérselas con esta «nube
amenazante» sería atacar indiscrim inadam ente a todos los objetos;
sería, em pero, m uy caro, y resultaría d ifícil garantizar que algún
sistema pudiera enfrentarse con eficada a todos los tipos de señue
lo que el ingenio d e lo s enem igos pudiera inventar.
Si se ded d iera atacar cada objeto de la nube amenazante, ha
bría que escoger entre utilizar aleatoriam ente ingenios buscadores,
o utilizar algún tip o central de planificación de com bate que asig
nara blancos concretos a interceptores concretos. Si se escogiera el
C ontra m edid as
7. —THOMPSON
9$ LA CUEkRA DE LAS GALAXIAS
den dé un millón a den millones de veces más eficaces que los que
hoy existen ,22 Además de eso, se necesitaría un software de una
complejidad inimaginable para hacer fundonar el sistema. Éste
tendría que codificarse de forma, que se garantizara que iba a fun
cionar en su primera experimentación real sin error alguno. D e
momento esto está simplemente mucho más allá de nuestras posi
bilidades, Todo el software comercial y científico actual precisa de
experimentación y ajuste extensivos antes de que se pueda vender
para su uso e, incluso así, se siguen descubriendo errores a lo largo
de la vida operativa del software: Todo software contiene errores,
pero el software comercial generalizado tiende a alcanzar con el
tiempo un grado en el que los fracasos sólo se producen bajo
circunstancias muy poco corrientes. Ningún proceso de ensayo y
control de errores sería posible en el software que dirigiera la
Guerra de las Galaxias.
Como ejemplo de los problemas planteados por el hardware y
software de los sistemas operativos de combate es instructivo ver
cómo funciona la red de control y mando militar de la O TAN.
Esta red deriva, en su forma actual, de un importante informe del
Pentágono, presentado en noviembre de 1961, acerca de los pro
blemas de mando y control. Como resultado de este informe se
construyeron puestos de mando subterráneos a prueba de explosión
en Omaha, Nebraska, y en la montaña Cheyenne, y se estableció
un sistema rotativo que garantiza que en cualquier momento vuela
como mínimo una nave aérea preparada para disparar el arsenal
estratégico norteamericano.
Como sistema de mando y control para una estrategia basada
en la mera disuasión, es decir, la seguridad de destrucción mutua,
el sistema actual puede ser válido. Esto equivale a decir que, in
cluso si una potencia enemiga pudiera incapacitar tanto al presi
dente como a su lugarteniente y a todos los puestos subterráneos
de mando de un solo golpe, la maquinaria nuclear aún podría lan
zar una represalia, controlada desde el aire por el puesto de mando
«observador», o , en últim o término, desde los submarinos nortea
mericanos. Sin embargo, los actuales problemas de la red de mando
25. m í* p. l i l .
26, Ball, op. cit., p. I?,
¿QUÉ ES LA QUERRA DE LAS GALAXIAS? 105
29. «The Trouble with "Star Wars%, In stitu í for Space and Sccurity
Studies, septiembre de 1983»
3. E. P. T hompson
EL COMETA DE LA LOCURA
1. Patricia M. Mische, Star Wars and tbe State of Our Souls, Minneapo*
lis, 1985, p. 7.
2. Matthew Rothschild y Keenen Pcck, «Star Wars», en Tbe Progressive
(julio de 1985), p. 6 .
3. Robert D. Bowman, «Star Wars and Arms Control», Institute fór
Space and Strategic Studies (1985),
110 LA GUERRA DE LAS GALAXIAS
y hay que empaquetar los instrum entos de guerra junto a los ins
trumentos de paz.
Por supuesto, éste era sólo el documento «privado» del señor
Bosma. La Fundación Heritage estaba avergonzada de que se hu
biera filtrado y, aunque circuló en papeles de Herírage, se ha re
tractado de él.4 Aun así, su propia contribución a la campaña elec
toral de 1984 consistió en un volumen, titulado Mándate jor Lea-
dership I I , que pedía la derogación norteamericana de los tratados
de control de armamento y la misma usurpación de la buena volun
tad del movimiento por la paz. El libro recibía el aval del presi
dente Reagan en la contracubierta: «una de las personas a quien
le ha sido más útil y lo ha utilizado soy yo».5 La única diferencia
real entre el lobby del general Graham y el grupo del «gabinete
personal» en torno a Reagan (pp. 64-65) es que el primero aboga
por despliegues de componentes BMD «fuera del cascarón» (res
paldándolo con presiones públicas), mientras que el último está
más próximo al ejercicio del poder y más interesado en desarrollos
a largo plazo. El general G raham podría decir con justicia que High
Frontier «se hizo pública en marzo de 1982 y, h ad a marzo de
1983, el presidente de los Estados Unidos nos estaba diciendo que
ése era el buen camino».6
Hoy siguen aún un camino muy parecido, promocionando la
Guerra de las Galaxias I de acuerdo con el mismo informe ideo
lógico. En una carta en busca de apoyo finandero, los Ciudadanos
en pro de H igh Frontier afirman:
— THOMPSON
114 LA GUERRA DE LAS GALAXIAS
¿ D e f e n d e r a la g e n t e o a l o s sil o s d e m is il e s ?
F antasías d e p r im e r g o l p e
y los líderes políticos del otro bando. Y es que la lógica del juego
nuclear — por lo menos hasta que un accidente o crisis política
traigan la Solución Final— es la de la postura y el prestigio, «fa
chada» y percepciones.20
El propósito es conseguir pruebas tan manifiestas de «superio
ridad» que un prim er golpe fuera creíble. Los estrategas del otro
bando verían entonces un agujero abierto en su cielo, una «venta
na de vulnerabilidad». E l enemigo no sabría si la amenaza era un
farol o no. En ese momento los Estados Unidos podrían simple
mente «atrapar a los rusos con una llamada telefónica». Como
Reagan lo expresó (pero invirtiendo, como Teller, a los protago
nistas), si los rusos «desarrollaran un arma defensiva antes que
nosotros, entonces no tendrían que preocuparse por nuestra fuerza
disuasoria ... Podrían dar un ultim átum al mundo».21 Recostado en
su sillón en el Rancho del Cielo, en Santa Bárbara, el presidente
tiene visiones en que la Fuerza está con él, cuando lanza su propio
ultimátum:
L luvia r a d ia c t iv a s o b r e l a OTAN
«A N C O Ofc LA R£PU»LK3S
líftUOTSCA LU»S-AMC>tL A#a
126 LA GUERRA DE LAS GALAXIAS
Desde luego Iklé temía, como Teller, que la MAD perdiera rá
pidamente la confianza de la opinión democrática, y entonces toda
la grandilocuente estructura del armamento y la estrategia se de
rrumbaría entre sus propias ruinas:
22. Edward Teller, «The Role of Space and Defence in the NATO
Alliance», en NATO’s Sixteen Nations (noviembre de 1984).
EL COMETA LE LA LOCURA 127
E u r o pa : ¿ fo n d o de r e p t i l e s ’o SALT?
39. «El Ilustre Richard Perle», discurso del 19 de marzo de 1985 (mul-
ticopiado).
40. Walter Schwarz estudió la conferencia «Después de 1984» en Guar
dian (22 de marzo de 1985).
41. W. J. Broad en NY Times (13 de mayo de 1985).
42. The Times (28 de marzo de 1985). «High Frontier Europe» y el
European Security Institute (EIS) organizaron una conferencia conjunta en
Rotterdam, con oradores como el general Gallois y el vicemariscal del Aire
Menaul; Jrpuw (22 de junio de 1985),
EL COMETA DE LA LOCURA 139
43. George W. Ball, «The War for Star Wars», NY Revtetv of Books
(11 de abril de 1985),
140 LA GUERRA DE LAS GALAXIAS
El señor Weinberger pensó por ello que se haría con las vo
luntades de la OTAN — y también con las de Japón, Australia,
Corea del Sur e Israel— si les enviaba una carta a los ministros
de Defensa de esos estados, invitándolos a proponer sus peticiones
para que figuraran en el proyecto:
10 . — TH O M PS O N
144 LA GUERRA DE LAS GALAXIAS
10. — moupsoH
146 LA GUERRA DE LAS GALAXIAS
La r e sp u e st a s o v ié t ic a a la ID E
I n tereses m il it a r e s e IDE
U . — THOMPSON
162 LA GUERRA DE LAS GALAXIAS
101. Boletín del Institute for Space and Security Studies (junio de 1985).
102. Philip M. Boffey, «The Dark Side of Star Wars», en NY Times
(7 de marzo de 1985). Un informador con años de experiencia en proyectos
espaciales militares dijo que las armas aire-tierra son «probablemente uno de
los aspectos más delicados» del programa de lanzadera espacial: ver Progres
sive (julio de 1985), p, 22; también Mische, op. c i t pp. 10, 43.
EL COMETA DE LA LOCURA 165
La id e o l o g ía d e l a i s l a c i o n i s m o nuclear
Por esta razón puede que hayan sido más realistas los instintos
del dolorido titular de la Casa Blanca que el consejo de sus insis
tentes ayudantes. Aún defiende obstinadamente la Guerra de las
Galaxias I. Si sus ayudantes creen que la Guerra de las Galaxias II
puede venderse mejor en Europa, de acuerdo. Pero no quiere que
el pueblo norteamericano lo sepa. Es la Guerra de las Galaxias I
—la buena nueva tecnológica— la que mantiene tranquila a Nor
teamérica y silencioso al movimiento en pro de la congelación nu
clear.
SANCO OE LA R6frUWJCfc
ÜJlS-ANGcL aRaNQ
USUOTéCA
176 1A GUE&fcA DE LAS GALAXIAS
Conclusiones y p o s t s c r ipt u m
súbitamente surgieron
los secretos del viejo abism o, un oscuro,
ilim itado océano sin fronteras,
sin dim ensiones, donde la longitud, anchura y altura
y el tiem po y el espacio se pierden; donde la noche más antigua
y e l caos, antepasados d e la naturaleza, mantienen
la eterna anarquía, entre el fragor
de guerras sin fin, y se yerguen entre la confusión.
de Eizrfcrrcs
SA C (; V.ír-xfe^ar A r Corerertuíl M ando Es: ratee ivV del 4\ir e
SA L E í ü ¡raftrgacr A-rrr LzrtttJL^'.TS Fva c a l C ojnvcruciooes vv
iCcerdos s e t ce t i n ^ j c c c o c A¡m u s Estratégicas
SA M { £ X!**JfcT5PsíesCfk .7X0*. M isiles tiierra-aire
scc jSá¡tctsiesg C e •saxEar* C cttttxssjc-x ) Coenisik>n Pernu cen : c
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r a té p e t
SDIO r>r ¿Szon ) O r ^ m r a c d n c e la ID E
SLEM (5-fc f-r jm v í c s s d S r i bxZihik: m imfex) Miisiles büiísticos
Lmraccs desde submarino
TDI (TezSszd Dr*tr.cr In¿TisSrvt) Iniciativa de Defensa Táctica
USAF (Vnire¿ States Air Forre) F u e r a s Aéreas de los Estados
U nidos
^ tm ocs ( vTori¿~xri¿e }JL3it¿Tj Ccm rrsnJ en¿ Control System) Sis-
terral d e M ^ado v Control M ilitar a Escala Planetaria
ÍN D IC E
1 3 .^
SERIE GENERAL
113. E. H. Can
DE NAPOLEÓN A STALIN
(Y OTROS ESTUDIOS DE HISTORIA CONTEMPORANEA)
114. Jean Piaget
LA PSICOLOGÍA DE LA INTELIGENCIA
115. Gérard Bekerman
VOCABULARIO BÁSICO DEL MARXISMO
116. Jost Herbig
EL FINAL DE LA CIVILIZACIÓN BURGUESA
117. M. I. Finíey (ed.)
EL LEGADO DE GRECIA (UNA NUEVA VALORACIÓN)
118. A. J. Ayer
LA FILOSOFÍA DEL SIGLO XX
119. Ester Boserup
POBLACIÓN Y CAMBIO TECNOLÓGICO
120. Noam Chomsky
LA SEGUNDA GUERRA FRÍA
CRÍTICA DE LA POLÍTICA EXTERIOR NORTEAMERICANA,
SUS MITOS Y SU PROPAGANDA
121. M. I. Finíey
LA GRECIA PRIMITIVA: EDAD DEL BRONCE
Y ERA ARCAICA
122. Milos Hájek
HISTORIA DE LA TERCERA INTERNACIONAL
123. Michio Morishima
POR QUÉ HA «TRIUNFADO. EL JAPÓN
124. Alain Guerreau
EL FEUDALISMO. UN HORIZONTE TEÓRICO
125. Sheelagh Elíwood
PRIETAS LAS FILAS
(HISTORIA DE LA FALANGE ESPAÑOLA, 1933-1983)
126. Derek W. Lomax
LA RECONQUISTA
127. Angel Viñas
GUERRA, DINERO, DICTADURA
(AYUDA FASCISTA Y AUTARQUIA EN LA ESPAÑA DE FRANCO)
1?S. Rajm ond W illiam s
H A C IA E l A N O 2OD0
123. Paul Labal
LOS CATAROS (HEREJIA Y CRISIS SOCIAL)
ISO. Adrián Shubert
HACIA LA REVOLUCIÓN
131. M a rce llo C arm agnanl
ESTADO Y SOCIEOAD Eli AMÉRICA LATINA, 1850-1930
132. Peolo Sylos Lablnl
SUBDESARROLLO Y ECONOMÍA CONTEMPORÁNEA
133. Francés Clegg
ESTADISTICA FACIL APLICADA A LAS CIENCIAS SOCIALES
134. Raphael Samuel (ed.)
HISTORIA POPULAR Y TEORIA SOCIALISTA
135. Arthur Cotterell (ed.)
HISTORIA DE LAS CIVILIZACIONES ANTIGUAS:
EGIPTO, ORIENTE PRÓXIMO
136. Arthur Cotterell (ed.)
HISTORIA DE LAS CIVILIZACIONES ANTIGUAS:
EUROPA, AMÉRICA. CHINA, INDIA
137. M. 1. Fínley
LA GRECIA ANTIGUA: ECONOMÍA Y SOCIEDAD
138. José V. Sevilla Segura
ECONOMIA POLÍTICA DE LA CRISIS ESPAÑOLA
139. E. A. Wrigley
HISTORIA Y POBLACIÓN
(INTRODUCCIÓN A LA DEMOGRAFÍA HISTÓRICA)
140. Michel Péronnet
VOCABULARIO BASICO DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA
141. José Ferrater Mora
MODOS DE HACER FILOSOFÍA
142. Henrl Wallon
LA VIDA MENTAL
143. A. Rupert Hall
LA REVOLUCIÓN CIENTÍFICA, 150M750
14 4 . John V. Lombard!
VENEZUELA (LA BÚSQUEDA DEL ORDEN.
EL SUEÑO DEL PROGRESO)
145. Antonio Gramscl
INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LA FILOSOFÍA
146. Michael Arnheim
¿ES VERDADERO EL CRISTIANISMO?
147. Henry Kamen
LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA (NUEVA EDICIÓN)
148. Jean Piaget
EL NACIMIENTO DE LA INTELIGENCIA EN EL NIÑO
149. Jean Piaget
LA CONSTRUCCIÓN DE LO REAL EN EL NIÑO
150. Roberto Fernández, ed.
ESPAÑA EN EL SIGLO XVIII (HOMENAJE A PIERRE VILAR)
151. Robert Fossier
HISTORIA DEL CAMPESINADO
EN EL OCCIDENTE MEDIEVAL (SIGLOS XI-XIV)
152. Adam Schaff
¿QUÉ FUTURO NOS AGUARDA?
(LAS CONSECUENCIAS SOCIALES
DE LA SEGUNDA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL)
153. Germán Carrera Damas
VENEZUELA: PROYECTO NACIONAL Y PODER SOCIAL
154. Roger Coüins
ESPAÑA EN LA ALTA EDAD MEDIA, 400-1000
155. Píerre Vilar
LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
156. Josep Fontana, ed.
ESPAÑA BAJO EL FRANQUISMO
157. Manuel Azaña
CAUSAS DE LA GUERRA DE ESPAÑA
158. Marvin W. Meyer, ed.
LAS ENSEÑANZAS SECRETAS DE JESÚS
159. M. I. FInley
EL NACIMIENTO DE LA POLÍTICA
160. Henry Kamen
VOCABULARIO BASICO DE LA HISTORIA MODERNA
161. Arthur Cottereil
LOS ORÍGENES DE LA CIVILIZACIÓN EUROPEA
E ste libro reconstruye la historia I
del surgim iento de la Iniciativa de I
Defensa^ E stratégica —la «guerra
de las galaxias»— y explica las ra
zon es por las que un proyecto as
tron óm icam ente caro, totalm ente
superfluo, probab lem en te inviable!
desd e e l punto de vista técn ico, si
g u e a d e la n t e acelerando enorm e
m en te la carrera d e . arm am entos.
E l delirio id e o ló g ico em parentado
con las p eo res tradiciones del p o
pulism o n orteam ericano de dere
chas, el orgullo d e sab erse los pri
m eros en recursos m onetarios y
tec n o ló g ico s, y la avaricia d el com
p lejo m ilitar-industrial constituyen
para T h om p son e l final coh eren te
de sus tesis sobre e l exterm inism o.
N o hay escu d o tec n o ló g ico contra
la m aldad nuclear; só lo ex iste un
escu d o lastim osam en te débil aun
q u e indestructible: la con ciencia
hum ana.