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El arma brilla, late abandonada en medio de la cálida noche,

y la sangre que corre como un arroyuelo al mar.


Un alma más liberada, rumbo a quien sabe, galaxia lacunar.
Silueta joven, silencios insondables, penumbra que
hace estallar la mente. Fulgor, ¡lágrima ácida!
¿Cómo sacarte del infierno?
A veces, también yo deambulo allí, en la madrugada y cerca del
nacimiento solar. Tartarus de deseos celestiales.
Elección de los dioses, que no puedo transformar.
Amor y odio, hermanos inseparables de la edades.
Nunca una tregua, pero el guerrero en mi sangre espesa,
se resiste al olvido.
Polvo, hielo, mirada implacable, sed, ¡clamor de justicia!
Grito, espectro, luz, ternura, espanto...
No pretendo que me entiendan, es pedir amor perenne.
Condena, marea estridente, ¡precipicio infinito!
Respiro en tu boca, muerte; aliento dulce, beso abrasador.
Riam

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