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Justificación o Fuentes Sobre Las Enseñanzas de La Fe Católica
Justificación o Fuentes Sobre Las Enseñanzas de La Fe Católica
Enseñanzas De La Fe
Católica.
1.- PRIMER TEMA: ASUNCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
MARÍA.
La iglesia católica nos
enseña que “La
Inmaculada Madre de
Dios y siempre Virgen
María, terminado el
curso de su vida
terrenal, fue asunta en
cuerpo y alma a la
gloria del cielo." Antes
de explicar el tema es
necesario hacer la
siguiente aclaración:
Se habla de
ASCENSIÓN: Para referirse a Jesucristo, ASCENDER es subir por propio poder,
es decir Jesús sube al cielo por propio poder y gloria.
Por otra parte ASUNCIÓN: se refiere a la subida al cielo por obra de un poder
externo, por ejemplo el profeta Elías fue asunto al cielo por obra y poder de Dios.
Y no por obra o poder propio del profeta Elías (2 Reyes 2, 11-12).
2. ¿Por qué fueron llevadas las personas al cielo? Por la fe y por haber agradado
a Dios toda la vida ("Enoc anduvo con Dios...” dice Génesis 5, 22). Dice San Pablo
para que entendamos el caso de Enoc: “Por su fe también Enoc fue trasladado
al cielo en vez de morir, y los hombres no volvieron a verlo, porque Dios se
lo había llevado. Antes de que fuera arrebatado al cielo, se nos dice que
había agradado a Dios; pero sin la fe es imposible agradarle, pues nadie se
acerca a Dios si antes no cree que existe y que recompensa a los que lo
buscan." (Hebreos 11, 5-6) ¿Fue ese el caso de María? Debo responder que sí,
y lo fue y en mayor grado que cualquier otro profeta mencionado en la biblia, pues
es la única mujer “mandada a saludar por Dios, en persona por un ángel y decirle
LLENA DE GRACIA”.
En la Biblia, solemos encontrar distintas advocaciones para referirse por ejemplo a Jesús
y no por ello significa que haya muchos y distintos Jesús. Veamos algunos ejemplos:
El buen pastor: Evangelio San Juan 10,11 »Yo soy el buen pastor. El buen pastor da
su vida por sus ovejas.
Cristo – Hijo de Dios. Evangelio San Mateo 16,16>> Respondió Simón Pedro: -Tú eres
el Cristo, el Hijo de Dios vivo.
Son numerosas también las fórmulas utilizadas por Pablo que presuponen la idea
de la preexistencia de Cristo (por ejemplo, Gálatas 4,4; Romanos 8,3). Pero es en el
Evangelio de Juan en el que la idea de la preexistencia se aplica de modo insistente,
tanto en el Prólogo (“En el principio existía la Palabra (...) ella estaba en el principio junto
a Dios (...) Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”) como en numerosos
versículos. En todos estos lugares del Nuevo Testamento se sostiene, en definitiva, la
existencia del Hijo de Dios desde la eternidad de Dios previa a su encarnación hace dos
mil años.
Jesús mismo lo afirma, que antes de haber nacido hace 2 mil años, y resucitar él ya
había estado antes con el padre Dios, cuando dice: "Ahora pues, Padre, glorifícame tú
al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese."
(Evangelio san Juan 17:5).
En pasajes como Juan 1:3, 10, 1 Corintios 8:6, Colosenses 1:15-17, Hebreos 1:1-2 se
dice bien claro que TODAS LAS COSAS FUERON CREADAS POR MEDIO DEL
VERBO, EL HIJO DE DIOS, por lo tanto, si el Mesías Jesús fue el mediador por medio
del cual el Padre creó todas las cosas, ¡significa entonces que él ya PREEXISTÍA como
ser divino antes de nacer como hombre! Los falsos maestros unitarios que rechazan la
doctrina bíblica de la preexistencia divina del Hijo de Dios siempre salen con el cuento
mentiroso de que el Señor mencionado en Hebreos 1:10 no es el Señor Jesús pero eso
no es posible pues la biblia lo dice, todo fue creado por medio de Jesús.
Colosenses 1:16-17. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los
cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean
principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.
«Muchos de sus discípulos, al oírle, dijeron: «Es duro este lenguaje. ¿Quién puede
aguantarlo?» Pero sabiendo Jesús en su interior que sus discípulos murmuraban por
esto, les dijo: « ¿Esto os escandaliza? ¿Y cuando vean al Hijo del hombre subir adonde
estaba antes?...«El espíritu es el que da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras
que les he dicho son espíritu y son vida. «Pero hay entre ustedes algunos que no creen.»
Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que
lo iba a entregar. Y decía: «Por esto les he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo
concede el Padre.»
Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y dejaron de seguirle.
Evangelio San Juan 6, 60-66.
Nota mi querido hermano que este segundo grupo no era de judíos sino de discípulos de
Jesús. Es decir, eran creyentes que habían aceptado antes las palabras de Jesús;
creyentes que amaban a Dios y reconocían a Jesús como el Mesías; creyentes que ya
habían oído antes de las promesas y exigencias del Reino; creyentes... sí, creyentes
pero hasta un cierto nivel.
Pasemos rápidamente a ver el tercer grupo que nos muestra otro tipo de reacción
y de nivel de Fe: (los católicos)
Tan real, que tiene consecuencias reales. Si al llegar a este punto todavía hubiera
alguien que dude que se está hablando de «cuerpo y sangre» como algo real, veamos
cuál es la conclusión del Apóstol en su discurso eucarístico:
«Por tanto, quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del
Cuerpo y de la Sangre del Señor. Examínese, pues, cada cual, y coma así el pan y beba
de la copa. Pues quien, sin examinar su conciencia come y bebe el Cuerpo, come y bebe
su propia condenación». 1 Corintios 11,28. Tan real es el «cuerpo y sangre» para el
Apóstol Pablo, que recibirlo indignamente es comer su propia condenación. Cuando
alguien maltrata una foto de un artista no hay castigo, pero cuando es a la persona real
sí que lo hay. Pablo lo está diciendo así, precisamente: como algo real.
Por lo tanto debemos ir a la celebración, hora santa, y santa Misa, para estar cerca de
Jesús, y comer su cuerpo y su sangre dignamente preparados para esto.
Hay que CONFESARSE antes de COMULGAR.
Respecto a la Confesión y la Eucaristía, la Iglesia ha dispuesto que es necesario
confesarse: “Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna” (Jn. 6, 54). Se
recibe al mismo Cristo. Se tiene acceso a la Vida Eterna. Es un gran privilegio. Es
necesario hacerlo lo más dignamente posible. Dos condiciones para recibir la Comunión
1. Es necesario -saber a quién se recibe.
2. Estar en “estado de gracia”. Es el estado de amistad con Dios, que se pierde
Por el pecado mortal y se recupera con el arrepentimiento y la Confesión.
Estas dos condiciones se basan en la enseñanza de San Pablo: “Quien coma
El pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la
Sangre del Señor. Examínese, pues, cada cual, y coma así el pan y beba de la copa.
Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo” (1 Cor.
11, 27-29).
Confesarse al menos una vez al año: Sin embargo ese tiempo entre confesión y
confesión no puede ser más largo de un año, porque la Iglesia exige que todo católico
se confiese al menos una vez al año. Es uno de los Mandamientos de la Iglesia.
Comunión y pecados veniales Aunque la Comunión borra los pecados veniales, no es
una práctica saludable acostumbrarse a pasar mucho tiempo sin confesarse, pues en el
Sacramento de la Confesión se reciben gracias específicas para el fortalecimiento de la
voluntad en la lucha contra el pecado. Y estas gracias son muy necesarias para los
pecados graves, pero también para los pecados veniales, sobre todo si son pecados
habituales. Confesión frecuente: La confesión frecuente (mensual) es una práctica muy
recomendable y muy necesaria para: • el progreso espiritual, • ir creciendo en fortaleza
ante el
Pecado, • evitar también los pecados veniales, • ir purificando progresivamente el alma,
• ir eliminando la inclinación al pecado.
5 CONDICIONES PARA CONFESARSE BIEN
• Examen de conciencia para darse cuenta de los pecados cometidos desde la
Última confesión. • Arrepentimiento para reconocer los pecados y estar verdaderamente
arrepentido de haber pecado. • Propósito de enmienda para resolverse a no volver a
cometer el o los pecados que se confiesan, ni algún otro.
• Decir los pecados al Confesor: Esto es propiamente la Confesión ante el Sacerdote. •
Cumplir la penitencia que mande el Confesor. NOTA: Aunque se haya hecho la
Confesión ante el Sacerdote, si falta alguna de estas 5 condiciones no hay perdón de los
pecados. Especialmente hay que estar pendiente de que se tenga un verdadero
arrepentimiento de los pecados y un verdadero deseo de no volver a cometerlos.
DOS FORMAS DE ARREPENTIMIENTO: Arrepentimiento perfecto o Contrición:
Es un acto de arrepentimiento del pecado cometido, movido por amor y respeto a Dios.
Contrición por haber ofendido a Dios, nuestro Dueño, nuestro Creador, nuestro Todo,
infinitamente Bueno y Misericordioso, digno de todo nuestro respeto y nuestro amor.
Arrepentimiento imperfecto o Atrición: Es arrepentirse por motivos legítimos y buenos
todos, pero no tan elevados como nuestro amor a Dios. Pueden ser, por ejemplo, miedo
al castigo, miedo al infierno, deseos de comulgar, peso de la
Conciencia, etc.
Por estos motivos es costumbre muy conveniente y saludable tener el hábito del
Arrepentimiento perfecto cada vez que se cometa algún pecado, mortal o venial.
¿Significa esto que no hay que confesarse si uno se arrepiente de manera perfecta? No.
Ambos arrepentimientos requieren confesarse –lo más pronto
Posible. Aunque se haya hecho un arrepentimiento perfecto, es indispensable
Confesarse. Sólo que si por providencia divina llegara la muerte antes de la
Confesión, los pecados arrepentidos perfectamente han quedado perdonados.
¿Cuándo arrepentirse y cuándo confesarse? Es una práctica muy saludable y
Conveniente arrepentirse en cuanto se ha cometido algún pecado, sobre todo si es una
falta grave. Y, confesarse cuanto antes sea posible.
Primero diciendo
que El Hijo era
superior a los
ángeles (el cual,
siendo el
resplandor de su
gloria, y la imagen
misma de su
sustancia, y quien
sustenta todas las
cosas con la
palabra de su
poder, habiendo
efectuado la
purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la
Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente
nombre que ellos. Hebreos 1:3-4) JESÚS DIOS.
Versículo clave: “Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos;
por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos.” Hebreos 2:11
Jesús: Nuestro Hermano Mayor, Jesús, primogénito de los hermanos: Romanos 8,29.
Todos los bienes materiales son regalos de Dios, nuestro Padre. Debemos usarlos en
tanto cuanto nos lleven a Él, con rectitud, moderación, desprendimiento interior. Al mismo
tiempo, son medios para llevar una vida digna y para ayudar a los más necesitados. Lo
que Jesús recrimina es el apego a las riquezas, y el convertirlas en fin en sí mismas.
Jesús era una persona pobre. Nace de una familia sin grandes recursos y en condiciones
pobres. Incluso no pudieron ofrecer un cordero, por falta de recursos (Lucas 2, 24).
Y cuando llama bienaventurados a los pobres (Mateo 5, 3), está llamando felices a
quienes son desprendidos interiormente, aquellos que ponen toda su confianza en Dios,
porque todo lo esperan de Él. Pobre es sinónimo del que tiene el corazón vacío de
ambiciones y preocupaciones; de quienes no esperan la solución de sus problemas sino
de solo Dios. Y pobreza en la Biblia es sinónimo de hambre, de sed, de llanto, de
enfermedad, trabajos y cargas agobiantes, alma vacía, falta de apoyo humano.
Pero no vive en la miseria. Tiene su vida asegurada, pues en el grupo de los apóstoles
había una bolsa común (Lc 8, 1-3; Jn 12, 6). Compraban alimentos (Jn 4, 8) y se hacían
limosnas con parte de los bienes (Jn 13, 29). Es decir, Cristo tiene bienes y los
administra. Participa en banquetes y fiestas y sabe cooperar con vino generoso en las
bodas de Caná ( Jn 2, 1 ss). Y estos mismos goces sanos los desea para los demás. De
ahí su hermoso y gratuito gesto de la multiplicación de los panes y peces (Mt 15, 15 ss;
Jn 6, 1-15).
Acepta regalos,
incluso costosos (Jn
12, 1-8).
Cuando decimos que Jesús prefiere como amigos a los pobres no estamos diciendo que
excluya a los ricos. Jesús, enemigo de toda discriminación, no iba Él a crear una más.
En realidad, Cristo es el primer personaje de la historia que no mide a los hombres por
lo económico sino por su condición de personas.
Es un hecho que no faltan en su vida algunos amigos ricos con los que convive con
normalidad. Si al nacer eligió a los pastores como los primeros destinatarios de la buena
nueva, no rechazó, por ello, a los magos, gente de recursos y sabía. Y si sus apóstoles
eran la mayoría pescadores, no lo era Mateo, que era rico y tenía mentalidad de tal. Y
Jesús no rechaza invitaciones a comer con los ricos; acepta la entrevista con Nicodemo,
cuenta entre sus amigos a José de Arimatea, tiene intimidad con el dueño del cenáculo,
gusta de descansar en casa de un rico, Lázaro, y, entre las mujeres que le siguen y le
ayudan en su predicación figura la esposa de un funcionario de Herodes. Tampoco
rehúsa el ser enterrado en el sepulcro de un rico.
Jesús ama a todos: pobres y ricos. Conocemos su relación con Simón, el fariseo (cf. Lc
7, 36), y con Nicodemo, doctor de la Ley (cf. Jn 3, 1). El rico José de Arimatea es
mencionado expresamente entre sus discípulos (Mt
27, 57). En sus viajes le seguían "Juana, mujer de
Cusa, procurador de Herodes, Susana y otras
muchas que le servían con sus bienes" (Lc 8, 3). Por
lo que podemos juzgar, sus apóstoles no
pertenecían a las más bajas clases sociales, sino
como Jesús mismo, a la clase media.
¿Se salvará o no se salvará el rico? Si abrimos san Mateo, capítulo 25, 31-46, podemos
concluir lo siguiente: Se salvará -rico o pobre- el que haya dado de comer, de beber, el
que haya consolado al enfermo, el que haya tenido piedad con sus hermanos. Y se
condenará -rico o pobre- el que haya negado lo que tiene, mucho o poco, a los demás.
CONCLUSIÓN
Es un error pensar que la vida es un ascenso hacia la fortuna material para gozar de los
bienes en el más allá. ¡Qué diversos son los bienes que nos alcanzó Cristo con su
resurrección! Él nos consigue la verdad, la libertad, la sinceridad, la comprensión, la
satisfacción de no tener ansiedades, la paz, el perdón. Y sobre todo, la riqueza de las
riquezas: el cielo. Y por ese cielo es necesario vender todo y así comprarlo (cf. Mt 13,
44-46). ¡Es la mejor inversión en vida!