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Fuente de Las

Enseñanzas De La Fe
Católica.
 1.- PRIMER TEMA: ASUNCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN
MARÍA.
La iglesia católica nos
enseña que “La
Inmaculada Madre de
Dios y siempre Virgen
María, terminado el
curso de su vida
terrenal, fue asunta en
cuerpo y alma a la
gloria del cielo." Antes
de explicar el tema es
necesario hacer la
siguiente aclaración:
Se habla de
ASCENSIÓN: Para referirse a Jesucristo, ASCENDER es subir por propio poder,
es decir Jesús sube al cielo por propio poder y gloria.
Por otra parte ASUNCIÓN: se refiere a la subida al cielo por obra de un poder
externo, por ejemplo el profeta Elías fue asunto al cielo por obra y poder de Dios.
Y no por obra o poder propio del profeta Elías (2 Reyes 2, 11-12).

1. ¿Está en la biblia la Asunción de las


personas?
Las personas pueden ser asuntas a los
cielos como María. Fue antes el caso de
Enoc (Génesis 5, 24) o de Elías (2 Reyes
2, 11-12). Alguien dirá que con Jesús se
abren las puertas del cielo, porque todos
debieron esperar su llegada, pero olvida
que los designios de Dios no están al alcance de los hombres (Sabiduría 17, 1;
Romanos 11, 33). Ya lo dice la Biblia "Yahvé hizo subir a Elías al cielo en un
torbellino..." (2 Reyes 2, 1).

2. ¿Por qué fueron llevadas las personas al cielo? Por la fe y por haber agradado
a Dios toda la vida ("Enoc anduvo con Dios...” dice Génesis 5, 22). Dice San Pablo
para que entendamos el caso de Enoc: “Por su fe también Enoc fue trasladado
al cielo en vez de morir, y los hombres no volvieron a verlo, porque Dios se
lo había llevado. Antes de que fuera arrebatado al cielo, se nos dice que
había agradado a Dios; pero sin la fe es imposible agradarle, pues nadie se
acerca a Dios si antes no cree que existe y que recompensa a los que lo
buscan." (Hebreos 11, 5-6) ¿Fue ese el caso de María? Debo responder que sí,
y lo fue y en mayor grado que cualquier otro profeta mencionado en la biblia, pues
es la única mujer “mandada a saludar por Dios, en persona por un ángel y decirle
LLENA DE GRACIA”.

3. Nadie como María en materia de fe y agrado a Dios.


“Llena de Gracia" le dice el ángel Gabriel (Lc 1, 28), quien también le dice que
Dios está con ella (la maravillosa frase de Lc 1, 28 es “Alégrate, llena de gracia,
el Señor está contigo."); Enoc anduvo con Dios, pero Dios estaba con María. El
mismo Dios, por su mensajero, la declara llena de gracia en una forma
permanente pues ha encontrado el favor de Dios (Lc 1, 30) y María acata en forma
totalmente incondicional la voluntad del Altísimo (Lc 1, 38). Es tal el estado de
María, que –antes de la pasión de Jesucristo- puede declarar que Dios la ha
salvado y todas las generaciones la llamarán bienaventurada (Lc 1, 48). Siendo
así, es un caso como el de Enoc en grado máximo, pues mereció ser la Madre de
Nuestro Señor (“...has encontrado el favor de Dios" dice el ángel).

4. En María se da el cumplimiento de las promesas del Señor


Decía Jesús a los saduceos: “Pues cuando resuciten de la muerte, ya no se
casarán hombres y mujeres, sino que serán en el cielo como los ángeles."
(Evangelio San Marcos 12, 25). Dice San Pablo: “ Pero para nosotros hay un solo
Dios, el Padre: todo viene de él y nosotros vamos hacia él." (1 Co 8, 6) Y en otra
parte: “ Nosotros tenemos nuestra patria en el cielo, y de allí esperamos al
Salvador que tanto anhelamos, Cristo Jesús, el Señor." (Filipenses 3, 20). Esa es
una promesa. Cuando María visita a su prima Santa Isabel, esta –llena del Espíritu
Santo- declara “¡Dichosa tú por haber creído que se cumplirían las promesas del
Señor!" (Evangelio Lucas 1, 45).

¿Cómo sabemos que efectivamente María fue asunta a los cielos?


Por la tradición de la Iglesia desde los principios del cristianismo. Las tradiciones
de la Iglesia se verifican contra la Sagrada Escritura, y en este caso de la Asunción
ya sabemos que es consecuencia necesaria de la Biblia. Que las tradiciones de
la Iglesia deben atenderse, es mandato bíblico: “Por lo tanto, hermanos,
manténganse firmes y guarden fielmente las tradiciones que les enseñamos de
palabra o por carta." (2 Tesalonicenses 2, 15). “Les alabo porque me son fieles en
todo y conservan las tradiciones tal como yo se las he transmitido" (1 Co 11, 2;
ver además Hechos 28, 17). Eso por supuesto contradice la típica tesis de los
hermanos separados de que la Biblia es la única fuente en los temas de Dios,
tesis que no tiene fundamento bíblico alguno, mientras que como vimos la sagrada
tradición sí.
 2.- SEGUNDO TEMA: ¿HAY MUCHAS VÍRGENES? O ¿ES
LA MISMA MARÍA?
Las Advocaciones son un
título, referencia o nombre
aludido que se otorga a un
lugar, figura, imagen o
recuerdo. Literalmente
indica el “modo de llamar” o
designar. Es común que
muchos de los que se hacen
llamar cristianos, por falta de
información o mejor dicho
“formación”, confundan esos
distintos nombres con
distintos santos, santas o
“virgencitas”, como suelen
llamarle.

Por ejemplo, los católicos


solemos “apodar” a la Virgen
María, Madre de Dios, de
distintas maneras, según el
lugar dónde se halla
instalada la devoción, o
según la circunstancia, si es
una aparición o se la nombra
Patrona, por ejemplo Virgen
de Guadalupe, Virgen de Juquila, Virgen de Fátima, etc. Esto no quiere decir que haya
multitud de vírgenes. La Virgen es una sola.

En la Biblia, solemos encontrar distintas advocaciones para referirse por ejemplo a Jesús
y no por ello significa que haya muchos y distintos Jesús. Veamos algunos ejemplos:
El buen pastor: Evangelio San Juan 10,11 »Yo soy el buen pastor. El buen pastor da
su vida por sus ovejas.

Cristo – Hijo de Dios. Evangelio San Mateo 16,16>> Respondió Simón Pedro: -Tú eres
el Cristo, el Hijo de Dios vivo.

Principio y fin. Apocalipsis 2,8. Al ángel de la


iglesia de Esmirna escríbele: «Esto dice el
primero y el último, el que estuvo muerto y ha
vuelto a la vida:

Alfa y omega. Apocalipsis 22,13. Yo soy el


Alfa y la Omega, el primero y el último, el
principio y el fin.
Cordero de Dios: Evangelio San Juan 1,29. Al
día siguiente vio a Jesús venir hacia él y dijo: -
Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado
del mundo.

Como vemos, la Escritura tiene muchas formar de designar a Jesús. De otorgarle


diferentes títulos, pero no por ello significa que hay diferentes Jesús. Así también sucede
con nuestra Madre, a pesar de ser una sola, se le otorgan distintos nombres y títulos de
acuerdo al lugar de devoción, aparición o patronazgo. Dentro de las advocaciones
marianas, existen dos tipos: las de carácter místico, relativas a dones, misterios, actos
sobrenaturales o fenómenos milagrosos de la Virgen, como Anunciación, Asunción,
Presentación y las apariciones terrenales, que en muchos casos han dado lugar a la
construcción de santuarios dedicados a la virgen. Las advocaciones son una piadosa
costumbre cristiana, pero es necesario conocer el verdadero sentido de ellas evitando
las supersticiones y sobre todo, la confusión de significados.

3.- TERCER TEMA: ¿JESUCRISTO ES DIOS Y EXISTE


DESDE SIEMPRE O NACIÓ APENAS HACE DOS MIL AÑOS?
Los católicos, al proclamar nuestra
profesión de fe, afirmamos que
Jesucristo es el Hijo único de Dios
nacido del Padre “antes de todos los
siglos”; con esta oración en el credo
cristiano introduce la idea de la
preexistencia de Jesús como Hijo de
Dios, antes de su nacimiento, desde la
eternidad.

Con el título de Hijo de Dios


aplicado a Jesús la primitiva comunidad
quiso señalar que Dios se ha revelado y
comunicado en Jesús de Nazaret de
una vez y para siempre, de modo definitivo, pleno y completo, por lo que Cristo habló y
actuó en lugar de Dios, mostrando su verdadero rostro. Afirmada la filiación divina de
Jesús, se planteaba otra cuestión que exigía igualmente respuesta: ¿desde cuándo
surge esa especial relación entre Dios y Jesús?, ¿en qué momento Jesús es establecido
por Dios como su Hijo?

Esta pregunta no va a tener una respuesta uniforme. Se va a producir aquí lo que


se ha venido a denominar la “retroacción progresiva” de la filiación divina de Jesús. La
exposición anterior no implica, pese a lo que a primera vista pudiera pensarse, que la
idea de la preexistencia aparezca tardíamente, al final del proceso de formación de los
textos neo testamentarios. Así, el concepto lo encontramos ya claramente en un texto
muy antiguo, el llamado himno a Cristo en la carta a los Filipenses (Filipenses, 2, 6-8):
“El cual (Cristo) siendo de condición divina, no codició el ser igual a Dios sino que se
despojó de sí mismo
Tomando condición de esclavo. Asumiendo semejanza humana y apareciendo en su
porte como hombre se rebajó a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y una
muerte de cruz.”

Son numerosas también las fórmulas utilizadas por Pablo que presuponen la idea
de la preexistencia de Cristo (por ejemplo, Gálatas 4,4; Romanos 8,3). Pero es en el
Evangelio de Juan en el que la idea de la preexistencia se aplica de modo insistente,
tanto en el Prólogo (“En el principio existía la Palabra (...) ella estaba en el principio junto
a Dios (...) Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”) como en numerosos
versículos. En todos estos lugares del Nuevo Testamento se sostiene, en definitiva, la
existencia del Hijo de Dios desde la eternidad de Dios previa a su encarnación hace dos
mil años.

Jesús mismo lo afirma, que antes de haber nacido hace 2 mil años, y resucitar él ya
había estado antes con el padre Dios, cuando dice: "Ahora pues, Padre, glorifícame tú
al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese."
(Evangelio san Juan 17:5).
En pasajes como Juan 1:3, 10, 1 Corintios 8:6, Colosenses 1:15-17, Hebreos 1:1-2 se
dice bien claro que TODAS LAS COSAS FUERON CREADAS POR MEDIO DEL
VERBO, EL HIJO DE DIOS, por lo tanto, si el Mesías Jesús fue el mediador por medio
del cual el Padre creó todas las cosas, ¡significa entonces que él ya PREEXISTÍA como
ser divino antes de nacer como hombre! Los falsos maestros unitarios que rechazan la
doctrina bíblica de la preexistencia divina del Hijo de Dios siempre salen con el cuento
mentiroso de que el Señor mencionado en Hebreos 1:10 no es el Señor Jesús pero eso
no es posible pues la biblia lo dice, todo fue creado por medio de Jesús.

Colosenses 1:16-17. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los
cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean
principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.

 4.- CUARTO TEMA: ¿QUÉ SIGNIFICA COMER LA CARNE


Y BEBER LA SANGRE DE JESÚS EN LA MISA?
Habitualmente escuchamos a
algunos hermanos que
“humanamente” presentan dudas
“razonables” sobre la eucaristía,
su significado y la naturaleza de su
existencia: Alguna duda que nos
hace un poco como los fariseos de
los tiempos de Jesús es el pensar
¿cómo puede ser posible comer
verdadera carne y beber
verdadera sangre? Si a nuestros sentidos humanos sólo perciben pan y vino, nos suena
como si fuera un disparate. La duda que llega a nuestra mente es si ¿realmente se
encuentra el cuerpo y sangre de Jesús en la ostia y el vino, o si es sólo un símbolo? ¿Y
el cómo es posible “multiplicar o rehacer” el cuerpo de Jesús en cada misa?, a
continuación veamos el sustento bíblico de que en la Eucaristía de la Misa se hace
realmente presente el cuerpo y sangre de Jesucristo.

1.- Presencia Real de Jesucristo: Cuerpo y Sangre.


Cuando los católicos creemos en algo no es porque a alguien se le haya ocurrido sino
porque seguramente tiene una fuerte fundamentación en la Biblia y en la Tradición
apostólica. En este caso la «presencia real de Jesucristo» en el Pan y Vino consagrado
es un hecho que la Palabra de Dios nos muestra claramente. Leamos lo que Jesucristo
dice:
«Yo soy el pan de la vida. Sus padres comieron el maná en el desierto y murieron;
este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo soy el pan vivo,
bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a
dar, es mi carne por la vida del mundo.» Evangelio Juan 6,48-51.
Esas son las palabras de Jesús
en todas las Biblias del mundo: el
Pan que yo les daré ES MI
CARNE. Palabras textuales de
Nuestro Señor. Ante este texto
bíblico que es tan claro hay
muchos hermanos evangélicos y
otros que dicen que no es algo
real, sino que Jesucristo estaba
hablando simbólicamente.

Para comprobar que esto no era


nada simbólico sino algo real, lo
mejor no es dar nuestra opinión,
sino dejar que la Biblia hable por
sí misma y nos muestre cuál fue
la reacción de las personas que estaban alrededor de Jesús cuando dijo esas palabras.
Veámoslo en el siguiente punto:

2.- Los tres niveles de fe: judíos, protestantes, católicos.

El primer grupo que


encontramos es el de los
judíos reaccionando de esta
manera:

«Discutían entre sí los judíos y


decían: « ¿Cómo puede éste
darnos a comer su carne?»
Jesús les dijo: «En verdad, en
verdad les digo: si no comen la
carne del Hijo del hombre, y no
beben su sangre, no viven de
verdad. El que come mi carne y
bebe mi sangre, tiene vida
eterna, y yo le resucitaré el
último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que
come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él». Evangelio Juan 6,52-
56.

El segundo grupo de diferente reacción es el siguiente:

«Muchos de sus discípulos, al oírle, dijeron: «Es duro este lenguaje. ¿Quién puede
aguantarlo?» Pero sabiendo Jesús en su interior que sus discípulos murmuraban por
esto, les dijo: « ¿Esto os escandaliza? ¿Y cuando vean al Hijo del hombre subir adonde
estaba antes?...«El espíritu es el que da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras
que les he dicho son espíritu y son vida. «Pero hay entre ustedes algunos que no creen.»
Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que
lo iba a entregar. Y decía: «Por esto les he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo
concede el Padre.»
Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y dejaron de seguirle.
Evangelio San Juan 6, 60-66.

Nota mi querido hermano que este segundo grupo no era de judíos sino de discípulos de
Jesús. Es decir, eran creyentes que habían aceptado antes las palabras de Jesús;
creyentes que amaban a Dios y reconocían a Jesús como el Mesías; creyentes que ya
habían oído antes de las promesas y exigencias del Reino; creyentes... sí, creyentes
pero hasta un cierto nivel.

Para esos «discípulos» todo iba


bien hasta que oyeron a Jesucristo
hablar sobre «comer su carne y
beber su sangre». Discípulos, pero
a partir de ese momento, nos dice
la Biblia en el verso 66, «se
volvieron atrás y dejaron de
seguirle»

Sin duda que esos discípulos son


muy parecidos a muchos
protestantes de hoy en día que
aman y siguen a Jesús, pero al llegar a la presencia real, deciden no seguirle hasta ese
nivel.

Pasemos rápidamente a ver el tercer grupo que nos muestra otro tipo de reacción
y de nivel de Fe: (los católicos)

«Jesús dijo entonces a los Doce: « ¿También ustedes quieren marcharse?» Le


respondió Simón Pedro: «Señor, ¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna, y
nosotros creemos y sabemos que tú eres el Hijo de Dios.»
Evangelio San Juan 6,67-69.
3.- El Mandato de Jesús: Hagan
esto en Memoria mía. Veamos
ahora cómo las palabras de
Jesús no serían solamente para
ese tiempo, sino un mandato
para que los Apóstoles y sus
sucesores lo hicieran por
siempre: «Tomó luego pan, y,
dadas las gracias, lo partió y se
los dio diciendo: Este es mi cuerpo que es entregado por ustedes; hagan esto en
memoria mía.» Evangelio San Lucas 22,19. Así que mi estimado hermano, la razón del
por qué celebramos en la Iglesia Católica la Eucaristía, la misa, es porque simplemente
se trata de un mandato de Jesús.

Además, cuando celebramos la Misa, no estamos pensando en ofrecer a Jesucristo


varias veces repitiendo su sacrificio, como las sectas piensan. No. Lo que nosotros
pensamos es en «hacer presente el único e irrepetible sacrificio de Nuestro Señor». Tal
como él lo dijo: «Hagan esto en memoria mía». Por eso, años después, el Apóstol Pablo
dirá: «Porque yo recibí del Señor lo que les he transmitido: que el Señor Jesús, la noche
en que fue entregado, tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo: «Este es mi
cuerpo que será entregado por ustedes; hagan esto en memoria mía.» Asimismo tomó
la copa diciendo: «Esta copa es la sangre de la Nueva Alianza. Cuantas veces la beban,
hagan esto en memoria mía.» 1 Corintios 11,23-25. Más que un simple recuerdo o una
repetición, para el Apóstol San Pablo y para nosotros, es un «hacer presente» la alianza
que con su sangre selló nuestro Señor.

Tan real, que tiene consecuencias reales. Si al llegar a este punto todavía hubiera
alguien que dude que se está hablando de «cuerpo y sangre» como algo real, veamos
cuál es la conclusión del Apóstol en su discurso eucarístico:
«Por tanto, quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del
Cuerpo y de la Sangre del Señor. Examínese, pues, cada cual, y coma así el pan y beba
de la copa. Pues quien, sin examinar su conciencia come y bebe el Cuerpo, come y bebe
su propia condenación». 1 Corintios 11,28. Tan real es el «cuerpo y sangre» para el
Apóstol Pablo, que recibirlo indignamente es comer su propia condenación. Cuando
alguien maltrata una foto de un artista no hay castigo, pero cuando es a la persona real
sí que lo hay. Pablo lo está diciendo así, precisamente: como algo real.

A Dios no se le ve ni con Microscopio, ni con Telescopio.

Un último aspecto que te quiero comentar, es


que si tú llevabas una hostia consagrada a un
microscopio no ibas a ver a Jesucristo. Te
respondo que si la llevas a un microscopio allí
no verás a Jesús, pero si tomas un telescopio
y miras al cielo, allí tampoco verás a Dios. Nos
pareceríamos a uno de los primeros
astronautas que fue a la luna y en tono de burla
dijo: Fui al cielo y no mire a Dios.

Definitivamente no debemos olvidar algo


fundamental: A Dios no se le ve con los ojos físicos en el microscopio ni en el telescopio.
A Dios se le encuentra con los ojos de la Fe, pues como el Apóstol Pablo dijo: «Nosotros
andamos por Fe y no por vista» Romanos 8,24-25. Y seguiremos Celebrando la
Eucaristía con gozo: «Hasta que vuelva». 1 Corintios 11,28.

Por lo tanto debemos ir a la celebración, hora santa, y santa Misa, para estar cerca de
Jesús, y comer su cuerpo y su sangre dignamente preparados para esto.
Hay que CONFESARSE antes de COMULGAR.
Respecto a la Confesión y la Eucaristía, la Iglesia ha dispuesto que es necesario
confesarse: “Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna” (Jn. 6, 54). Se
recibe al mismo Cristo. Se tiene acceso a la Vida Eterna. Es un gran privilegio. Es
necesario hacerlo lo más dignamente posible. Dos condiciones para recibir la Comunión
1. Es necesario -saber a quién se recibe.
2. Estar en “estado de gracia”. Es el estado de amistad con Dios, que se pierde
Por el pecado mortal y se recupera con el arrepentimiento y la Confesión.
Estas dos condiciones se basan en la enseñanza de San Pablo: “Quien coma
El pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la
Sangre del Señor. Examínese, pues, cada cual, y coma así el pan y beba de la copa.
Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo” (1 Cor.
11, 27-29).
Confesarse al menos una vez al año: Sin embargo ese tiempo entre confesión y
confesión no puede ser más largo de un año, porque la Iglesia exige que todo católico
se confiese al menos una vez al año. Es uno de los Mandamientos de la Iglesia.
Comunión y pecados veniales Aunque la Comunión borra los pecados veniales, no es
una práctica saludable acostumbrarse a pasar mucho tiempo sin confesarse, pues en el
Sacramento de la Confesión se reciben gracias específicas para el fortalecimiento de la
voluntad en la lucha contra el pecado. Y estas gracias son muy necesarias para los
pecados graves, pero también para los pecados veniales, sobre todo si son pecados
habituales. Confesión frecuente: La confesión frecuente (mensual) es una práctica muy
recomendable y muy necesaria para: • el progreso espiritual, • ir creciendo en fortaleza
ante el
Pecado, • evitar también los pecados veniales, • ir purificando progresivamente el alma,
• ir eliminando la inclinación al pecado.
5 CONDICIONES PARA CONFESARSE BIEN
• Examen de conciencia para darse cuenta de los pecados cometidos desde la
Última confesión. • Arrepentimiento para reconocer los pecados y estar verdaderamente
arrepentido de haber pecado. • Propósito de enmienda para resolverse a no volver a
cometer el o los pecados que se confiesan, ni algún otro.
• Decir los pecados al Confesor: Esto es propiamente la Confesión ante el Sacerdote. •
Cumplir la penitencia que mande el Confesor. NOTA: Aunque se haya hecho la
Confesión ante el Sacerdote, si falta alguna de estas 5 condiciones no hay perdón de los
pecados. Especialmente hay que estar pendiente de que se tenga un verdadero
arrepentimiento de los pecados y un verdadero deseo de no volver a cometerlos.
DOS FORMAS DE ARREPENTIMIENTO: Arrepentimiento perfecto o Contrición:
Es un acto de arrepentimiento del pecado cometido, movido por amor y respeto a Dios.
Contrición por haber ofendido a Dios, nuestro Dueño, nuestro Creador, nuestro Todo,
infinitamente Bueno y Misericordioso, digno de todo nuestro respeto y nuestro amor.
Arrepentimiento imperfecto o Atrición: Es arrepentirse por motivos legítimos y buenos
todos, pero no tan elevados como nuestro amor a Dios. Pueden ser, por ejemplo, miedo
al castigo, miedo al infierno, deseos de comulgar, peso de la
Conciencia, etc.
Por estos motivos es costumbre muy conveniente y saludable tener el hábito del
Arrepentimiento perfecto cada vez que se cometa algún pecado, mortal o venial.
¿Significa esto que no hay que confesarse si uno se arrepiente de manera perfecta? No.
Ambos arrepentimientos requieren confesarse –lo más pronto
Posible. Aunque se haya hecho un arrepentimiento perfecto, es indispensable
Confesarse. Sólo que si por providencia divina llegara la muerte antes de la
Confesión, los pecados arrepentidos perfectamente han quedado perdonados.
¿Cuándo arrepentirse y cuándo confesarse? Es una práctica muy saludable y
Conveniente arrepentirse en cuanto se ha cometido algún pecado, sobre todo si es una
falta grave. Y, confesarse cuanto antes sea posible.

 5.- QUINTO TEMA: ¿JESÚS ES NUESTRO PADRE O


NUESTRO HERMANO?
Hemos estudiado que Jesús es 100% Dios y 100% Hombre, y Hebreos hace una
descripción de esta dualidad (Dios-Hombre) usando como interface a los ángeles, ¿te
acuerdas?

Primero diciendo
que El Hijo era
superior a los
ángeles (el cual,
siendo el
resplandor de su
gloria, y la imagen
misma de su
sustancia, y quien
sustenta todas las
cosas con la
palabra de su
poder, habiendo
efectuado la
purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la
Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente
nombre que ellos. Hebreos 1:3-4) JESÚS DIOS.

Versículo clave: “Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos;
por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos.” Hebreos 2:11
Jesús: Nuestro Hermano Mayor, Jesús, primogénito de los hermanos: Romanos 8,29.

6.- SEXTO TEMA ¿LOS RICOS SE SALVARÁN?


Partiremos de recordar ¿qué pensaba Jesús de los ricos? ¿Cómo actuaba frente a ellos?
¿Les obligaba a dar todo su dinero a los necesitados? ¿Les aconsejaba lo que debían
hacer con sus posesiones?

Jesús, al invitar a renunciar


a las riquezas, ¿apunta
hacia la carencia, incita a
ingresar en el vacío y la
nada? Jesús apunta más
bien a conseguir una
riqueza infinitamente
mayor. Al igual que se entra
desnudo en la vida, sólo se
entrará desnudo en el
Reino de los cielos, pues, si
desnudo se nace, desnudo
se renace. Sólo quien se ha
despojado de riquezas, de
ambiciones, de poderes, de
falsas ilusiones, de odios y
revanchas, podrá entender
mejor las riquezas del cielo. Jesús no viene a empobrecer al hombre, pero sí a sustituir
una riqueza pasajera por la gran riqueza de Dios.

Todos los bienes materiales son regalos de Dios, nuestro Padre. Debemos usarlos en
tanto cuanto nos lleven a Él, con rectitud, moderación, desprendimiento interior. Al mismo
tiempo, son medios para llevar una vida digna y para ayudar a los más necesitados. Lo
que Jesús recrimina es el apego a las riquezas, y el convertirlas en fin en sí mismas.

Hay expresiones de Jesús en los Evangelios bastante desconcertantes sobre las


riquezas y sobre los ricos: "Hijos, cuán difícil es entrar en el Reino de Dios para los que
confían en las riquezas. Más fácil es que pase un camello por ojo de una aguja, que un
rico entre en el reino de Dios" (Evangelio Marcos 10, 24). O aquella otra frase: "No podéis
servir a Dios y a Mammón" (Mateo 6, 24; Lucas 16, 13). ¿Jesús desprecia las riquezas,
las condena? ¿Excluye de su Reino a los ricos?

Jesús era una persona pobre. Nace de una familia sin grandes recursos y en condiciones
pobres. Incluso no pudieron ofrecer un cordero, por falta de recursos (Lucas 2, 24).

No almacena bienes y sabe vivir de la Providencia de su Padre (Mateo 8, 20; Lucas 9,


58). Es más, las cosas son para Jesús una obra del Padre. Brotaron de la mano amorosa
y providente de su Padre (Mateo 6, 26 siguientes).

Y cuando llama bienaventurados a los pobres (Mateo 5, 3), está llamando felices a
quienes son desprendidos interiormente, aquellos que ponen toda su confianza en Dios,
porque todo lo esperan de Él. Pobre es sinónimo del que tiene el corazón vacío de
ambiciones y preocupaciones; de quienes no esperan la solución de sus problemas sino
de solo Dios. Y pobreza en la Biblia es sinónimo de hambre, de sed, de llanto, de
enfermedad, trabajos y cargas agobiantes, alma vacía, falta de apoyo humano.
Pero no vive en la miseria. Tiene su vida asegurada, pues en el grupo de los apóstoles
había una bolsa común (Lc 8, 1-3; Jn 12, 6). Compraban alimentos (Jn 4, 8) y se hacían
limosnas con parte de los bienes (Jn 13, 29). Es decir, Cristo tiene bienes y los
administra. Participa en banquetes y fiestas y sabe cooperar con vino generoso en las
bodas de Caná ( Jn 2, 1 ss). Y estos mismos goces sanos los desea para los demás. De
ahí su hermoso y gratuito gesto de la multiplicación de los panes y peces (Mt 15, 15 ss;
Jn 6, 1-15).
Acepta regalos,
incluso costosos (Jn
12, 1-8).

Y, sin embargo, Cristo


alcanza con su
gloriosa resurrección
la máxima riqueza que
va a distribuir a todos
(cf. Mt 28, 18). Sigue
siendo pobre porque
no posee las riquezas
materiales, sino las de
Dios.

¿Cuál fue, entonces, la


postura de Jesús
frente a los bienes
materiales? La
enseñanza central de Cristo en lo económico es ésta: relativización del dinero. A Jesús
le interesa mucho más cómo se usa lo que se tiene que cuánto se tiene y, sobre todo, le
importa infinitamente más lo que se "es" que lo que se tiene. Jesús quiere dar a entender
que la verdadera riqueza es la interior, la del corazón. La riqueza material nos debe
ayudar a ser ricos en generosidad, desprendimiento y solidaridad.

Cuando decimos que Jesús prefiere como amigos a los pobres no estamos diciendo que
excluya a los ricos. Jesús, enemigo de toda discriminación, no iba Él a crear una más.
En realidad, Cristo es el primer personaje de la historia que no mide a los hombres por
lo económico sino por su condición de personas.

Es un hecho que no faltan en su vida algunos amigos ricos con los que convive con
normalidad. Si al nacer eligió a los pastores como los primeros destinatarios de la buena
nueva, no rechazó, por ello, a los magos, gente de recursos y sabía. Y si sus apóstoles
eran la mayoría pescadores, no lo era Mateo, que era rico y tenía mentalidad de tal. Y
Jesús no rechaza invitaciones a comer con los ricos; acepta la entrevista con Nicodemo,
cuenta entre sus amigos a José de Arimatea, tiene intimidad con el dueño del cenáculo,
gusta de descansar en casa de un rico, Lázaro, y, entre las mujeres que le siguen y le
ayudan en su predicación figura la esposa de un funcionario de Herodes. Tampoco
rehúsa el ser enterrado en el sepulcro de un rico.

Jesús ama a todos: pobres y ricos. Conocemos su relación con Simón, el fariseo (cf. Lc
7, 36), y con Nicodemo, doctor de la Ley (cf. Jn 3, 1). El rico José de Arimatea es
mencionado expresamente entre sus discípulos (Mt
27, 57). En sus viajes le seguían "Juana, mujer de
Cusa, procurador de Herodes, Susana y otras
muchas que le servían con sus bienes" (Lc 8, 3). Por
lo que podemos juzgar, sus apóstoles no
pertenecían a las más bajas clases sociales, sino
como Jesús mismo, a la clase media.

No obstante lo dicho, Jesús anuncia del peligro y


riesgo de las riquezas. Aquí la palabra de Jesús no
se anda con rodeos. Para Jesús la riqueza, como
vimos, no es el mal en sí, pero le falta muy poco. La
idolatría del dinero es mala porque aparta de Dios y
aparta del hermano. Así se explican las palabras de Jesús: no se puede amar y servir a
Dios y a las riquezas (cf. Mt 6, 24; Lc 16, 13); la preocupación por la riqueza casi
inevitablemente ahoga la palabra de Dios (cf. Mt 13, 22); es sinónimo de "malos deseos"
(cf. Mc 4, 19). El que atesora sólo riquezas para sí es sinónimo del condenado (cf. Lc 12,
21). Cuando el joven rico no es capaz de seguir a Cristo es porque está atrapado por la
mucha riqueza (cf. Lc 18, 23).

La crítica de Jesús al abuso de la riqueza se basa, efectivamente, en el poder totalizador


y absorbente de ésta. La riqueza quiere ser señora absoluta de aquél a quien posee. Por
eso, Jesús pone en guardia sobre la salvación del rico. Será difícil la salvación de aquel
que haya vivido sólo para la riqueza, de la riqueza, con la riqueza, despreocupado del
amor a Dios y al prójimo. Haría falta un verdadero milagro de Dios para que consiga la
salvación (cf. Mt 19, 23; Mc 10, 25; Lc 18, 25).

¿Se salvará o no se salvará el rico? Si abrimos san Mateo, capítulo 25, 31-46, podemos
concluir lo siguiente: Se salvará -rico o pobre- el que haya dado de comer, de beber, el
que haya consolado al enfermo, el que haya tenido piedad con sus hermanos. Y se
condenará -rico o pobre- el que haya negado lo que tiene, mucho o poco, a los demás.

CONCLUSIÓN
Es un error pensar que la vida es un ascenso hacia la fortuna material para gozar de los
bienes en el más allá. ¡Qué diversos son los bienes que nos alcanzó Cristo con su
resurrección! Él nos consigue la verdad, la libertad, la sinceridad, la comprensión, la
satisfacción de no tener ansiedades, la paz, el perdón. Y sobre todo, la riqueza de las
riquezas: el cielo. Y por ese cielo es necesario vender todo y así comprarlo (cf. Mt 13,
44-46). ¡Es la mejor inversión en vida!

Yo creo, señor; en ti que eres la verdad suprema. Creo


en todo lo que me has revelado. Creo en todas las
verdades que cree y espera mi santa madre la iglesia
católica y apostólica. Fe en la que nací por tu gracia, fe
en la que quiero vivir y luchar, fe en la que quiero morir.
Amén.

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