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1 Introducción
Durante los últimos años, en el río Maipo y el río Aconcagua, se han podido apreciar algunas
variaciones en los niveles de contaminantes, lo que ha generado una presencia explosiva de
algas, con las consecuentes modificaciones en el sabor y el olor de las aguas tratadas. Una
vez hechas las investigaciones de rigor se concluyó que las características que está
presentando el agua, tanto de olor como sabor, corresponden al trans-1,10-dimetil-trans-9-
decalol, compuesto orgánico semi volátil, producido por ciertas cianofíceas, y otros organismos.
Una característica es que su olor es semejante al de la "tierra mojada". Suele percibirse
durante los procesos de crecimientos explosivos de algas en cuerpos de agua eutroficados.
Cuando en la fuente de agua de consumo está presente este compuesto, aún a
concentraciones del orden de los ng/L, pueden impartir olor y sabor desagradable al agua
tratada. Para detectar la presencia de este tipo de compuestos a estas bajas concentraciones,
se requieren de elementos de muy alta tecnología, como las técnicas de cromatografía
gaseosa con un sistema de acoplado a la espectrometría de masa.
El tratamiento más indicado para esta clase de problemas consiste en carbón activado,
usándose tanto para ser dosificados en polvo o bien como lecho de filtro. Pero este tratamiento
también resulta ser una problemática, el carbón es un producto de alto valor económico, que
tiene gran afinidad con el cloro, y difícil coeficiente de recuperación, proceso térmico.
De las tablas anteriores se concluye que las dosificaciones empleadas por ESVAL son siempre
inferiores a las dosificaciones teóricas. De acuerdo a lo anterior se asumen como
dosificaciones eficientes a las dosis máximas aplicadas en los últimos cinco años, las cuales se
resumen en la siguiente tabla.
2 Método de Análisis
La muestra a analizar se distribuirá en 5 vasos precipitados de 500 ml cada uno, más un sexto
que servirá de blanco:
1° vaso: 500 ml de agua problema
2° vaso: 400 ml de agua problema y 100 ml de agua destilada
3° vaso: 300 ml de agua problema y 200 ml de agua destilada
4° vaso: 200 ml de agua problema y 300 ml de agua destilada
5° vaso: 100 ml de agua problema y 400 ml de agua destilada
6° vaso: 500 ml de agua destilada.
Las muestras serán puestas a disposición de un panel, la cantidad de personas debe ser la
mayor posible, sin embargo se debe considerar un número mayor que uno e impar.
Porcentualmente donde la coincidencia sea mayor se estima como valido el resultado, sin
embargo si el panel es multitudinario, más de tres percepciones de olor positivas aseguran que
la muestra tiene problemas.
Posteriormente las muestras se calentaran a 60°C y serán puestas a disposición del panel
nuevamente.
2.2 Niveles de Tratamiento
Control, monitoreos de aguas tratadas no deben arrojar valores positivos en ninguna de las
muestras en frío. Si arroja alguna presencia de olor, se deberá respaldar con dos niveles de
tratamiento. Si la precepción del olor se hace presente, incluso en el vaso N°5, se debe
incorporar carbón activado a los filtros de inmediato.
Para las muestras en caliente, no debe arrojar valores positivos en las diluciones, de ser así
debe respaldarse el tratamiento de forma inmediata, usando el siguiente criterio.
Muestra positiva en el vaso N°2, respaldar el tratamiento de nivel superior.
Muestra positiva en el vaso N°3, respaldar el tratamiento con dos niveles superiores.
Muestra positiva en el vaso N°4, aplicación en los filtros de inmediato.
Elección del punto de Aplicación, agua cruda.
Presencia de olor en el vaso N°1 aplicación en un nivel superior.
Presencia de olor en el vaso N°2 aplicación en dos niveles superior.
Presencia de olor en el vaso N°3, aplicación en tres niveles superior.
Presencia de olor en el vaso N°4, aplicación en los filtros, partir de nivel N°5, si es que
ya se estaba en este subir 2 niveles más.
Después de hacerlo se esperará una hora y se evaluará el tratamiento.
Para bajar los índices de aplicación seguir igual criterio a la inversa-
3 Antecedentes Técnicos
El sabor y el olor son dos características que nos definen, con otros parámetros, la calidad
estética del agua. Generalmente, las quejas más frecuentes de los consumidores, se refieren al
“olor y sabor del agua”, que puede considerarse como una mezcla de los sentidos del olfato y
gusto.
𝑉0 + 𝑉1
𝑁=
𝑉0
Distintas personas que estén ejerciendo el ensayo, pueden interpretar de forma distinta el olor
y su intensidad, por lo que a estas pruebas hay que darles un cierto margen de error, debido a
las valoraciones de las personas que formen el panel de probadores.
Son muy numerosas las sustancias que comunican sabores y olores al agua: el sulfhídrico,
SH2, comunica su característico sabor a huevos podridos, pero es fácilmente eliminado por
aireación y oxidación. Algunos compuestos inorgánicos (iónes metálicos) como Fe ++ y Mn++),
originan cierto sabor metálico. Las principales sustancias que comunican sensaciones
desagradables en olor y/o sabor, son compuestos orgánicos, alguno de ellos en mínimas
concentraciones (del orden de mil millonésimas), puede ser el caso de los olores fenólicos o
medicinales, originados por vertidos industriales a los cauces de agua o por fenómenos
bioquímicos entre ciertos compuestos procedentes de las algas y algunas levaduras y mohos
que pueden encontrarse en la propia red de distribución.
Uno de los principales orígenes del sabor y olor en el agua, es el producido por el metabolismo
de determinados microorganismos, especialmente el fitoplancton, concretamente determinados
tipos de algas, como las algas verdes-azules, las verdes, las diatomeas y los flagelados.
Algunas especies de algas diatomeas, como la Asterionella y Synedra, producen sabores y
olores especialmente desagradables (concentraciones de 500 Uds./ml.) de Asterionella,
comunican ya estos sabores.
Finalmente, hay que señalar, que las bacterias actinomicetos, originan olores a “tierra húmeda”
y “mohoso”, (atribuído a metabolitos volátiles formados durante su desarrollo), ya que poseen
dos compuestos, el 2, metilisoborneol (MIB) y la geosmina (también producida por algunas
algas verdes-azules filamentosas) que han sido aislados como agentes responsables; trazas
de estos productos son suficientes para comunicar también un desagradable olor a pescado.
Las técnicas para eliminación de olores y sabores que suelen emplearse son: en primer lugar,
un tratamiento con sulfato de cobre en el origen (embalse o lago), con la intención de evitar el
desarrollo de algas, es decir, como algicida. El tratamiento con sulfato de cobre se puede
considerar limitado a una capa de unos cinco metros desde la superficie, no empleándose
dosis mayores de 0,5 p.p.m., que pueden ser tóxicas para algunos peces, a este respecto sería
más apropiado el empleo de compuestos quelatos de cobre.
En las propias estaciones de tratamiento, la técnica que en primer lugar se emplea, se basa en
la oxidación de las sustancias odoríferas, siendo el método más frecuentemente empleado la
cloración, específicamente la cloración hasta conseguir cloro residual libre (proceso de break-
point) en precloración, para conseguir una oxidación completa, ya que algunos compuestos
clorados intermedios, pueden causar o intensificar los sabores y olores ya existentes, o
modificarlos “sabores medicinales”, al formar compuestos organoclorados, de aquí la
necesidad de aumentar la dosis de cloro hasta conseguir el break-point para que desaparezcan
en la medida de lo posible estos compuestos inicialmente formados. El propio cloro por sí
mismo es a veces el origen de las quejas por olor y sabor del agua tratada por parte de los
consumidores.
El dióxido de cloro oxida a las sustancias odoríferas a una velocidad superior a la del cloro y
además no forma clorofenoles, empleándose éste en precloración, en sustitución del cloro,
cuando las necesidades lo requieren. El permanganato potásico es otro de los oxidantes
empleados con frecuencia, especialmente en casos de olores provocados por vertidos
industriales y algas.
Otro oxidante empleado en el control del sabor y olor es el ozono. Se consiguen resultados
satisfactorios con dosis máximas de 2 gr./m 3.
Hay que tener presente que cuando se presentan estos problemas de olor y sabor hay que
potenciar el proceso convencional de coagulación-floculación, sedimentación y filtración (aún
cuando la turbidez y color sean mínimos, turbidez <2, color <15) ya que los grandes flóculos
eliminan también sustancias odoríferas del agua, por adsorción.
Oxidación de varios compuestos que producen olor y sabor en el agua con diferentes
oxidantes
Compuesto Oxidante % de eliminación
Cl2 5
ClO2 -28
O3 42
ClNH2 -79
1-Exanal MnO4K 33
Cl2 -79
ClO2 -83
O3 12
ClNH2 -60
1-Eptanal MnO4K 49
Cl2 >99
ClO2 >99
O3 >99
ClNH2 >99
Dimetiltrisulfuro MnO4K 82
Cl2 54
ClO2 35
O3 99
ClNH2 57
2.4 Decadienal MnO4K 95
Cl2 10
ClO2 2
O3 78
ClNH2 15
MIB MnO4K 13
Cl2 16
ClO2 17
O3 89
ClNH2 27
Geosmina MnO4k 31
Tiempo de reacción 2 h. Dosis de oxidante 3 mg /l (excepto para el ozono cuyo tiempo de
contacto es de 20 minutos y dosis de 0,2 mg/l)
Los valores negativos significan formación de olores y sabores tras la oxidación
Los olores y sabores pueden originarse en la propia red de distribución y suelen ser menos
conocidos y más difícil de adjudicar la causa que los origina, que los procedentes de las
propias fuentes de captación, otra característica es su menor concentración para producir una
más intensa percepción.
Los principales responsables de los sabores a moho y terroso, suelen ser los actinomicetos,
levaduras y hongos, siendo en muchos casos el tricloroanisol la molécula responsable de estos
problemas.
Cuando las concentraciones en cloro residual son menores de 0,1 mg/l., si es cloro libre, o 0,50
mg/l., si son cloraminas, pueden predominar los sabores a moho o tierra húmeda, si los valores
del cloro residual son mayores, pueden llegar a enmascarar y disminuir la percepción de estos
sabores, entre otras causas por la inhibición de la actividad biológica de los actinomicetos y
levaduras.
Por supuesto, que muchas quejas de los consumidores por los malos sabores del agua, como
se ha expuesto en párrafos anteriores, pueden estar asociados a la presencia de metabolitos
de las algas (MIB y geosmina) que llegan a atravesar las instalaciones de las plantas de
tratamiento, llegando así a la red, pero en cambio son bastantes los episodios de olores y
sabores cuyo origen es más desconocido, alguna de estas causas han sido puestas en
evidencia en diversos estudios que han revelado que algunos de estos sabores se deben a la
presencia de haloanisoles, concretamente tricloroanisoles, en el agua de la red, estos
haloanisoles provienen de la biotransformación de los halofenoles por medio de hongos y
levaduras de los actinomicetos (es decir, hay una metilación de los clorofenoles a
cloroanisoles).
A este respecto, se puede señalar los ensayos y estudios realizados en una red piloto instalada
en la ciudad francesa de Mont-Valerien para estudiar los sabores a moho, ligados a la
transformación de los triclorofenoles en tricloroanisoles, para lo cual a la red piloto alimentada
con agua de la red, se le incorporó 2.3.6 y 2.4.6 triclorofenol, comprobándose que una semana
después se detectaban sabores a moho ligados a concentraciones medidas de triclorofenol del
orden de g./l., como consecuencia de la intervención de las levaduras que transformaron el
triclorofenol en tricloroanisol. En este mismo trabajo, se han estudiado los parámetros que más
influyen en la formación de los tricloroanisoles, favoreciendo la aparición de estos sabores
desagradables en la red, concluyéndose según los ensayos de laboratorios y la red-piloto que:
1) La producción de estos tricloroanisoles está directamente ligada a la concentración de
levaduras; 2) El aumento de temperatura, al aumentar la actividad de los microorganismos,
aumenta la formación de tricloroanisol (al pasar de 15º C a 25º C los sabores se incrementaron
tres veces más; 3) La concentración en precursores (en este caso triclorofenol) no parece influir
mucho en la velocidad de transformación de la bio-metilación y 4) La recloración de la red
detuvo el aumento de los sabores a moho del agua, al inhibir las levaduras del agua, (no tanto
las levaduras fijadas en las paredes o biofilm de las conducciones).
El empleo del carbón vegetal como medio adsorbente empleado con propósitos medicinales,
data de hace siglos. En el siglo XVIII, Sheele reconoce las propiedades de adsorción del
carbón en experimentos con gases. Hoy día está muy extendido su empleo, tanto para eliminar
contaminante del agua como del aire; en el agua se emplea cada vez más para eliminar
compuestos orgánicos que comunican color, olor y sabor desagradables. Las propiedades de
adsorción del carbón se deben a su elevada porosidad, que le proporciona una gran superficie.
Para la preparación del carbón activo, se suele partir generalmente de carbones vegetales, de
madera, de cáscara de coco, lignitos y turba. El proceso seguido para la activación comprende
una deshidratación, carbonización y activación; las dos primeras son realizadas calentando
lentamente el carbón fuera del contacto del aire y posteriormente a este material, cuyos poros
son muy pequeños, se le somete a la acción de un agente oxidante o una mezcla de gases y
vapor de agua a una temperatura entre 800ºC y 1.000º C, con lo cual se aumenta el tamaño del
poro, obteniendo una amplia gama de poros que le hacen útil para una gran diversidad de
aplicaciones específicas. El carbón activado se puede producir en polvo o en grano y tiene una
estructura formada por placas grafíticas.
El calor de la activación cambia la forma amorfa del carbón a una forma cristalina como son
estas placas grafíticas. Los atomos de carbono en estas placas estan entrelazadas en anillos
de seis átomos de carbono que asemejan una estructura de colmena.
Figura 4: Estructura de una partícula de carbón activo con poros y sustancias adsorbidas
Después de la activación , en algunos casos , el carbón puede ser tratado para producir unas
cualidades químicas específicas en su superficie, por ejemplo un tratamiento en medio ácido
produce un carbón muy apropiado para adsorber metales pesados , pero en cambio no
apropiado para la adsorción de compuestos orgánicos clorados. El tratamiento, por el contrario,
en medio alcalino produce un carbón con características diferentes.
Los poros de transporte se comportan como caminos por los que circulan las moléculas del
absorbente o contaminante, hasta que son retenidos por los poros de adsorción.
Una clasificación según el tamaño de los poros es la que establece tres tipos según el diámetro
de estos microporos, con diámetros menores de 2 (nm), mesoporos, los de diámetro entre 2 y
50 nm y macroporos, de diámetro mayor a 50 (nm).
La pequeña dimensión de los poros y su elevado número en el carbón activo, producen una
gran superficie interna, del orden de 800 a 1.500 m 2 por gramo de carbón, según la calidad de
éste.
Diferentes grados y tipos de carbón activado presentan diferentes capacidades para adsorber
un mismo contaminante
La adsorción es un proceso físico, mediante el cual, pequeñas partículas o moléculas
(adsorbato), son atraídas y adheridas a la superficie de otra sustancia de mayor tamaño
(adsorbente). La cantidad de sustancias adsorbidas y la velocidad de adsorción depende de
varios factores como son la superficie expuesta a las partículas a adsorber, la concentración de
estas partículas o contaminante, la temperatura y el pH del líquido. El fenómeno de la
adsorción tiene lugar por la interacción, principalmente atribuída a fuerzas de Van der Waals,
entre la superficie del adsorbente y las moléculas de la sustancia contaminante presente en el
gas o en el líquido. En la adsorción hay que destacar dos factores: 1) Intensidad de
adsorción y 2) Capacidad de adsorción.
Los resultados de cada ensayo son llevados a papel logarítmico, en ordenadas la capacidad de
adsorción del carbón en mg./g. y en abcisas la concentración final de equilibrio en mg./l.,
obteniéndose finalmente la recta representativa de estos puntos o ensayos, conocida como
isoterma para ese contaminante y ese carbón, bajo determinadas condiciones . Como valor
usado a efectos de comparación se ha acordado la capacidad en mg./g. de carbón (en el eje Y)
que corresponde a un valor en la concentración de 1 mg./l. (en el eje X). Si al construir la
isoterma no se cruza el punto de img./l., se prolonga artificialmente la linea.
La isoterma de Freundlich es bastante limitada, ya que se comporta bien en cuanto a
determinar la capacidad de adsorción de un carbón, si la concentración inicial del contaminante
es elevada. Al no darse estas elevadas concentraciones en las aguas naturales, estas pruebas
no serían muy fiables, ya que requerirían dosis de carbón casi infinitesimales, lo que nos
llevaría a errores importantes.
El carbón activo adsorbe las sustancias orgánicas que comunican olores y sabores al agua, así
como otras sustancias que sin afectar directamente la calidad organoléptica del agua son
perjudiciales si se consumen y a su vez son más difíciles de eliminar por los procedimientos
convencionales de tratamiento del agua (coagulación, decantación, filtración, oxidación,
desinfección).
La eficacia del carbón para eliminar sustancias orgánicas con bajo peso molecular (menor de 2
átomos de carbono) es menor que en el caso de sustancias con mayores pesos moleculares,
este hecho ha de tenerse en cuanta al emplear la ozonización conjuntamente con el carbón
activo. El ozono al oxidar a determinados compuestos orgánicos y romper sus cadenas,
aumentará el número de compuestos con menores pesos moleculares, más difíciles de ser
adsorbidos por el carbón.
Las sustancias o moléculas que originan olores y sabores en el agua, suelen ser moléculas
pequeñas fácilmente adsorbibles por el carbón activo con porosidad tipo microporos, mientras
que para la adsorción de moléculas mayores , como por ejemplo las de ácidos húmicos y
fulvicos, precursores de trihalometanos, es más adecuado el carbón con poros de mayor
tamaño o macroporos. El carbón activo es también empleado como medio para minimizar la
formación de subproductos de la desinfección.
En el tratamiento del agua, el carbón activo se emplea, ya sea en polvo, aplicándolo como
otros productos pulverulentos empleados en el tratamiento o en forma granular, constituyendo
un lecho filtrante a través del cual se hace pasar el agua. El empleo de uno u otro depende del
grado de contaminación del agua y de la frecuencia con que se puedan presentar episodios y
problemas, tanto de olores y sabores como la necesidad de eliminar otros contaminantes. Para
un empleo discontinuo, se utiliza generalmente el carbón en polvo.
El carbón en polvo tiene la ventaja de su flexibilidad y disponibilidad mientras que el empleo del
carbón granular a través de filtración, requiere estructuras más complejas y de mayor coste
inicial de instalación, así como la necesidad periódica de regeneración del carbón activo, una
vez agotada su capacidad de adsorción.
En cuanto al punto de aplicación o fase del proceso de tratamiento, en el cual tiene lugar el
contacto del agua con el carbón, puede expresarse de forma general que el carbón en polvo se
debe aplicar en la coagulación al formarse el flóculo,. En el caso de empleo de filtros de
carbón, esta fase del proceso debe tener lugar después de la filtración por arena y antes de la
desinfección final del agua.
Se ha indicado anteriormente que la decisión de emplear carbón en polvo o en forma granular
en filtros, está fuertemente influenciada, tanto por el coste económico y la necesidad más o
menos continua o discontinua de su empleo como por el nivel de contaminantes a eliminar del
agua bruta, así por ejemplo hasta no hace muchos años, las dosis generalizadas de carbón en
polvo empleadas en el tratamiento del agua potable era del orden de 5 mg./l, alcanzándose en
muy pocos casos los 15 mg/l, casi siempre destinado a la eliminación de sabores provocados
por algas en determinadas épocas, pero a medida que la calidad de las aguas superficiales ha
ido deteriorándose, las dosis de carbón activo se han ido incrementando paralelamente y ya no
sólo para eliminación de sustancias indeseables originadas por las algas, sino para otras
sustancias contaminantes diferentes, siendo también más frecuentes estas incidencias. Todo
ello ha supuesto la mayor implantación de filtros con lechos de carbón activo en muchos
abastecimientos.
El carbón activo puede eliminar muchos, pero no todos los contaminantes. En general elimina
las sustancias orgánicas como disolventes, hidrocarburos, pesticidas y algunas otras
sustancias inorgánicas, presentes también en el agua, como el propio cloro, arsénico, mercurio,
cromo, etc.
El carbón activo elimina sustancias inorgánicas como por ejemplo el cloro, mediante un
mecanismo diferente a la adsorción física. En el caso de la eliminación del cloro o decloración
con carbón activo, éste puede actuar como reactivo o como catalizador. El cloro, al entrar en
contacto con el carbón activo, tiene lugar una reacción de oxido-reducción, el cloro se reduce a
ión cloruro al actuar el carbón como reductor, disminuyendo éste su capacidad como
adsorbente de moléculas orgánicas al acumularse los iones Cl- y los oxidos CO y CO2 en la
superficie del carbón. Esta acumulación de oxidos superficiales impide que la reacción continue
hasta la desaparición total del carbón.
5 Referencias
Tipos de Algas
Cryptomonas and
Cladophora Closterium Cosmarium
Lepocinclis (euglenoid)
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Volvox
2014
ESVAL S.A.