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ECLESIASTES 11.

Así como no sabes por dónde va el viento, ni cómo se forma el niño en el


vientre de la madre, tampoco sabes nada de lo que hace Dios, creador de todas
las cosas.

EZEQUIEL 36.25
Los lavaré con agua pura, los limpiaré de todas sus impurezas, los purificaré del contacto
con sus ídolos; 26pondré en ustedes un corazón nuevo y un espíritu nuevo. Quitaré de
ustedes ese corazón duro como la piedra y les pondré un corazón dócil. 27Pondré en ustedes
mi espíritu, y haré que cumplan mis leyes y decretos

JUAN 1.13
Y son hijos de Dios, no por la naturaleza ni los deseos humanos, sino porque Dios los ha
engendrado.

Rom.14.17
porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu
Santo.
Comentario
El nuevo nacimiento se puede producir solamente por medios espirituales. ¿Cuáles son esos
medios? El Espíritu (Jn 3.6; 6.63) y la Palabra de Dios (1 P 1.23; Stg 1.18). El «agua» en el
versículo 5 se refiere al nacimiento físico (todo bebé «nace del agua»), lo mismo que
Nicodemo mencionó en el versículo 4. Una persona nace de nuevo cuando el Espíritu de
Dios usa la Palabra de Dios para producir fe e impartir la nueva naturaleza cuando la
persona cree. El Espíritu por lo general usa a un creyente para darle a otra persona la
Palabra (véase 1 Co 4.15), pero el Espíritu es el único que puede dar vida.

Es necesario para ver (experimentar) el reino de Dios (v. 3).


Nicodemo era un hombre moral, religioso, uno de los principales maestros (dirigentes)
de los judíos, y sin embargo no entendió la verdad sobre el nuevo nacimiento. Las verdades
espirituales no la puede captar la mente carnal del pecador (véase 1 Co 2.10–14). Nicodemo
vino «de noche», símbolo del que no es salvo; espiritualmente estaba «en las tinieblas»
(véanse Ef 4.18; 2 Co 4.3–6). Ser religioso o moral no hace a la persona apta para el cielo;
debe nacer de nuevo, esto es, nacer de arriba.
Nicodemo confundió lo espiritual y lo físico (véase v. 4). Pensaba en términos del
nacimiento físico, en tanto que Cristo le hablaba de un nacimiento espiritual. Todos hemos
nacido en pecado. Nuestro «primer nacimiento» nos hace hijos de Adán y esto significa que
somos hijos de ira y de desobediencia (Ef 2.1–3). Ninguna cantidad de educación, religión
o disciplina puede cambiar la vieja naturaleza; debemos recibir de Dios una nueva
naturaleza.

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