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PARA UNA JUSTA OBSERVACION DE SI

La primera etapa de un estudio que quiere conducir al conocimiento de sí es


la observación de sí, con tal de que se practique de una manera adaptada a
esta meta. En este sentido, la observación de sí ordinaria, tal como la gente la
practica toda su vida, es casi totalmente inútil y, pese a ías apariencias, no
aporta nada válido para el conocimiento de sí que necesitamos: un
conocimiento de sí probado y vivido. Hay, en efecto, dos métodos de
observación de sí: el análisis y la constatación. El método de análisis de sí o
introspección es el método habitual; es éste el que han aplicado
generalmente los estudios modernos y del cual ellos intentan actualmente
liberarse. En este método, cada hecho observado es tomado en si mismo y
sirve de base a un análisis intelectual, bajo la forma de preguntas sobre las
causas, las relaciones y las consecuencias de ese hecho observado : ¿de qué
depende tal cosa, por qué ocurre? ¿Por qué ocurre así y no de otra manera?
El centro de gravedad de la búsqueda es el hecho observado y los otros
elementos son agrupados, en relación con él y no en relación con el conjunto
del hombre. Este pasa a un segundo plano si no es que se le ha perdido de
vista. Ahora bien, desprendido del conjunto y las leyes generales, el análisis
de un fenómeno aislado no tiene ningún sentido y no representa sino una
pérdida de tiempo. Es más, el hombre que se observa así comienza a buscar
respuestas a lo que constata, luego se interesa en las respuestas y en sus
consecuencias, pronto pierde de vista que él estaba ahí, al principio, para la
observación de sí y no para interpretaciones, para las cuales no dispone
todavía de la cantidad suficiente de material necesario. De modo que todo un
funcionamiento intelectual se desarrolla a propósito de una observación
relegada a segundo plano, y hasta olvidada. Por lo tanto, un hombre que se
analiza de esta manera, no solamente no progresa más en el conocimiento
de si, sino que incluso hace progresar en él ideas o imaginaciones sobre sí,
algunas de las cuales llegaran a ser el peor obstáculo para este conocimiento
y entonces va en contra de lo que buscaba.

Otro efecto nefasto de este método de análisis es que divide entre sí las
funciones del hombre que se observa de esta manera: la que predomina
entre sus funciones (el intelecto casi siempre), se separa del conjunto de las
demás para mirar a su manera, seguir a su manera y frecuentemente
apreciar o juzgar el conjunto como ella lo entiende. Semejante actitud sólo
acentúa el predomino de una función sobre otra y no las reequilibra entre sí:
la disociación interior y el conflicto inherente a todo hombre quedan así
inmediatamente reforzados. El método de análisis puede ser útil mucho más
tarde para profundizar tal vez en un punto particular, cuando un
conocimiento suficiente del conjunto al cual se incorpora ha sido adquirido, y
esto sin perder de vista todo el conjunto.

Pero para llegar ai conocimiento de sí y para permitir una evolución armónica


, la observación de sí no debe ser, al comienzo , bajo ningún pretexto un
análisis o un intento de análisis.

Al principio, sólo el método de las constataciones puede llevarnos a la meta


que nos proponemos. Ninguna observación, en efecto, tiene valor real para
el conocimiento de sí, si no ha sido considerada en sus relaciones con toda la
estructura de quien se observa y si no se la ha vinculado al conjunto de los
elementos y leyes que forman esta estructura, no solamente tal como es en
el momento presente, sino también en lo que está llamada a llegar a ser: es
decir en el movimiento y la vida del todo. En el curso de esas
“constataciones”, el conjunto no debe, en ningún momento, perderse de
vista; sólo él cuenta y sobre él debe permanecer el centro de gravedad. De
manera que deben dejarse de lado todos los resultados o experiencias
anteriores de observación de sí. No es que deban ser sistemáticamente
rechazados, pues no podemos continuar viviendo sin ellos; por otra parte,
puede que haya en ellos elementos de gran valor. Pero todo este material ha
sido reunido en función de ideas sobre sí y de divisiones diferentes, o
incompletas, o erróneas, por lo tanto, no puede servir tal cual es para el
trabajo que nos proponemos; lo que pueda contener de válido será
retomado a su debido tiempo y ubicado en su justo lugar.

Una observación real con vistas al conocimiento de sí no es posible si no se


han reunido primero las condiciones previas. Para que ésta pueda comenzar
sin ser destructora,deben darse primero cierto número de informaciones
bajo la forma de un bagaje inevitablemente intelectual en esta etapa.

Ef primer trabajo de quien quiera realmente observarse, será el verificarlas lo


más pronto posible por su propia experiencia y no admitir como real nada
cuya realidad no haya comprobado por sí mismo. Estas informaciones
necesarias conciernen a la estructura misma del ser humano, su modo de
funcionamiento y sus transformaciones posibles más inmediatas. Deben ser
suministradas bajo una forma suficientemente completa como para servir de
marco y armazón a lo que será, más tarde, un real conocimiento de sí. Al
mismo tiempo que se realiza este trabajo preliminar de verificación de las
informaciones, se puede comenzar el estudio de sí por el principio, es decir,
observándose a sí mismo, por simple constatación, sin juzgar nada ni cambiar
nada, como si uno no se conociera en absoluto y como si uno nunca se
hubiera observado, tratando solamente de determinar a qué centro o a qué
grupo de centros pertenecen los fenómenos que se observan, con qué
funciones están relacionados y con qué nivel de estas funciones. Es evidente,
desde los primeros pasos, que los obstáculos son considerables y que no hay
ninguna esperanza de superarlos algún día si no son primero reconocidos y
vistos tal como son. Es evidente también que para un trabajo de esta clase
son.indispensables una energía, un tiempo, y unas condiciones particulares:
¿cómo las encontraríamos sin buscar primero las fuerzas con las cuales
podremos contar en nosotros mismos, o alrededor nuestro y la manera cómo
podremos encontrar ef tiempo y las condiciones necesarias?

No hay prácticamente ninguna posibilidad de que un hombre aislado,


cualesquiera que sean sus buenas intenciones, venza sólo tantas dificultades
diversas. El necesita, cuanto antes, dos tipos de ayuda. Necesita, por una
parte, una ayuda interior que la misma observación de sí le puede aportar,
además de las constataciones que ella permite acerca de aquello de lo que
estamos hechos. Ella pronto muestra que en este conjunto, toda una parte
funciona abusivamente y toma para sí sola todo el sitio. En un hombre que
busca ser plenamente él mismo, esta visión de su situación hace surgir el
deseo de ciertos cambios y de una transformación. Esta visión y el deseo que
hace surgir son la fuerza básica sobre la cual puede apoyarse todo el trabajo
ulterior. Pero esta ayuda interior, este aliado en él, no puede ser suficiente: a
diferencia de lo que él cree generalmente,un hombre sólo no puede saber lo
que hay que cambiar ni como cambiarlo. Necesita cuanto antes de una ayuda

exterior y hace falta que encuentre cuanto antes una Escuela donde las
condiciones - que no conoce- estén dadas para que la transformación que él
desea pueda proseguir.

Para un hombre que ha tomado conciencia de su situación,encontrar una


Escuela o un Guía se vuelve la necesidad más imperiosa.

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