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BIEN JURÍDICO

Legislativamente, se puede afirmar que el bien jurídico que se pretende proteger es el


sistema crediticio pero también cabe señalar a la buena fe o la confianza como bienes
jurídicos, esto debido a los títulos y capítulos de los delitos concursales asignados por el
Código Penal, aunque esto no implique definir en forma concluyente la tutela penal. Por
ello, en la doctrina se han dado diferentes teorías para identificar el verdadero objeto de
protección.

a) La economía como bien jurídico. La economía pública se protege frente a


insolvencia fraudulenta o culposa, se entiende entonces, como un objeto jurídico
colectivo a favor de la sociedad. Esta posición es preconizada por los mercantilistas
de la época.
Destaca dentro de sus tratadistas CANDIAN, quien sostiene que la quiebra “es un
delito contra la economía pública, partiendo de la idea de que al alterarse los
compromisos contraídos por el quebrado, se perturba el calendario de compromisos
de sus acreedores y todo ello repercute negativamente dentro de la economía.
b) La confianza y la buena fe como bienes jurídicos. Si bien, en el código penal, el
Título que acoge los delitos concursales y otros delitos se denomina “Delitos contra
la confianza y la buena fe en los negocios”, estas expresiones son vagas y
abstractas y no especifican lo que verdaderamente reflejan los tipos penales afines.
Para CARRARA, se acoge como protección a la fe pública, estableciendo que “el
crédito, o sea la creencia en la honradez, se volvió el alma, sangre y vida del
comercio en los pueblos cultos; de suerte que quien privase de esa confianza al
comercio, lo convertiría en una cadáver, en una reminiscencia histórica. Y como la
vida del comercio está ligada a la vida de las naciones el mantener el respeto a esa
confianza no es interés tan solo de unos pocos, sino de toda una sociedad, el crédito
es el objeto de la fe pública. En la doctrina nacional, NOGUERA RAMOS considera
que el bien jurídico protegido es la confianza y la buena fe, de acuerdo a la
legislación penal, que ha dado origen al negocio crediticio. Precisa que todas las
operaciones que realiza el dador crediticio se basan principalmente en la confianza
de que el deudor cumplirá y si no es así se vulnera no solo la confianza sino también
la buena fe del acreedor. BRAMONT ARIAS TORRES establece que el bien jurídico
es el interés público concerniente a la inviolabilidad de la buena fe y lealtad en las
relaciones crediticias, que el Estado tutela contra las acciones que prescinden del
interés de los acreedores, a una satisfacción completa o en el más alto grado posible
de sus pretensiones jurídico-patrimoniales.
c) La administración de Justicia como bien jurídico. Se presenta como un bien
jurídico colectivo. Esta tesis halla su fundamento en la naturaleza pública de los
procesos de quiebra donde interviene el órgano jurisdiccional. A primera vista, la
crítica tiene sustento, si decimos que el derecho penal no se limita en la quiebra
como presupuesto inicial, ya que va más allá, hasta el supuesto de hecho:
insolvencia permanente. Algunos partidarios establecen que la razón de la
protección penal se ubica en que el derecho de crédito y la quiebra deben perfilarse
desde una perspectiva colectiva (la masa de acreedores) con la finalidad de lograr
un tratamiento igualitario de los créditos (por conditio creditorum).
d) El derecho crediticio de los acreedores como bien jurídico (tutela patrimonial).
Se presenta el objeto de protección como un interés individual a favor del acrredor
perjudicado, conformando parte de los derechos que se derivan del patrimonio de
los acreedores, siendo así un bien jurídico patrimonial. Para CREUS, la protección
reside en “la incolumidad del patrimonio como prenda común de los acreedores,
procurando que puedan ellos cobrar sus deudas, ejecutando los bienes que lo
componen, en igualdad de condiciones con los otros acreedores. En nuestra
doctrina, GARCÍA CAVERO precisa que “en los delitos concursales, no se protege
otra cosa que el patrimonio de los acreedores, pero teniendo en cuenta para ello el
contexto propio de la insolvencia y las normas especiales de participación de los
acreedores en el concurso. CANTIZANO interpreta que, “si por un lado se afirma la
protección del sistema crediticio, y por otro, en realidad lo verdaderamente
garantizado es el derecho de los acreedores”
Esta posición no puede ser acogida en nuestra legislación penal, pues a primera
vista el legislador ha dado como solución los atentados contra el sistema crediticio.
Además, estos tipos de conductas no se encuentran dentro del Título V, “Delitos
contra el patrimonio”. Los tipos responden más bien a una afectación colectiva que,
en principio, evita cualquier intervención privada (aunque esto no es lo que persigue
nuestro Código Penal)
e) El sistema crediticio como bien jurídico (tutela al orden socio económico). La
protección se da a favor de un bien jurídico colectivo con carácter dinámico, de
interés para la sociedad. Las insolvencias que cometan los agentes, de manera
fraudulenta o culposa, afectan no solo el crédito de los acreedores, sino que los
efectos van más allá, pudiendo ser punto negativo al sistema de créditos de un
determinado país.

Bien jurídico mixto. Aunque nos inclinamos por considerar como bien jurídico primordial
al sistema crediticio, en su aspecto funcional a favor del orden socioeconómico que al final
sería el verdadero favorecido de la tutela penal, no desconocemos el interés de los
acreedores que se han perjudicado concretamente con los actos delictivos. No es, por
ello, utópico señalar que estamos ante un bien jurídico pluriofensivo, ya que la protección
también recae para el patrimonio de los acreedores. Nos adscribimos a una posición
mixta, recalcando que se tiene como objeto primordial al sistema crediticio

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