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IGNACIO BURGOA O.
20ª. Edición
EDITORIAL PORRÚA
MÉXICO, 2009
INTRODUCCION 3
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 4
DEDICATORIA
A mi madre, la señora
A mi esposa, la señora
Y a mis hijos
Diciembre de 1972
EL AUTOR
INTRODUCCION 5
PREFACIO
Desde que salió a la luz pública la tercera edición de esta obra, hemos
elaborado algunos trabajos monográficos y escrito ciertos artículos en revistas y
diarios sobre tópicos constitucionales. Con el objeto de actualizar el presente
libro, en esta edición hemos incorporado a su contenido dichas modestas
producciones jurídicas, sin desatender, por otra parte, la invocación de algunos
criterios jurisprudenciales sustentados posteriormente a la edición inmediata
anterior y sin dejar de tratar las modificaciones, no substanciales, que se han
introducido a nuestra Constitución vigente. Aprovechamos la oportunidad que
nos brinda la publicación de esta cuarta edición para solicitar de los estudiosos
del Derecho Constitucional las críticas y sugerencias que se sirvan formular, con
el objeto de perfecciona y complementar nuestra libro.
México, D. F., noviembre de
1981.
IGNACIO BURGOA O.
DECIMOSÉPTIMA EDICIÓN
jerarquía axiológica se subordina a los valores del espíritu, como son la justicia,
la bondad y la belleza y a las actividades culturales y artísticas para realizarlos.
Se obstinan en no admitir que la tecnología y la ciencia positiva sólo
proporcionan al hombre y a las colectividades humanas comodidad y bienestar
material, sin ser vehículo para su realización espiritual y cultural. No ha querido
advertir que los logros científicos y técnicos, proyectados al terreno del tosco
mercantilismo, han provocado necesidades secundarias y de ulterior grado que
el ser humano, insensiblemente, ha convertido en primarias y que, en su
incesante lucha por satisfacerlas, se ha alejado de la búsqueda de su felicidad,
ha restringido su libertad y sustituido, en su teleología vital, la anhelada gloria
por el efímero éxito. La tecnocracia, sin el sentido que tienen los valores del
espíritu y sin su subordinación a ellos, serían una fuerza que arrastraría al
hombre y a los pueblos hacia la más burda de las mecanizaciones y el más
degradante de los materialismos impidiendo la realización de sus naturales
destinos. Con toda razón ha dicho Octavio Paz en su estupendo libro El Laberinto
de la Soledad que “El gobierno de los técnicos, ideal de la sociedad
contemporánea, sería así el gobierno de los instrumentos. La función sustituiría
al fin; el medio al creador. La sociedad marcharía con eficacia, pero sin rumbo. Y
la repetición del mis-
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 12
ese análisis. De ahí que le jurista, que no debe identificarse con el “causídico
practicón” ni con el hábil litigante, sea necesariamente un sujeto de amplios
conocimientos sobre lo que en distintos momentos históricos de la humanidad
ha constituido la causa final del Derecho, es decir, el conjunto de motivos reales
o ideales que han determinado su contenido y
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 14
IGNACIO BURGOA.
INTRODUCCION 19
INTRODUCCCION
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 20
INTRODUCCION 21
3
La Teoría Pura del Derecho. Editorial Losada, S.A., Buenos Aires, p. 25
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 26
4
Esta equivalencia nominal la emplea Recaséns Siches. Filosofía del Derecho, edición
Bosch, Barcelona, 1936, p.11.
5
Op. Cit., p. 25.
INTRODUCCION 27
Por otra parte, como la Constitución contiene una serie de normas sobre
diversas materias, si su estudio se enmarcara exclusivamente dentro de la
esfera investigatoria de las diferentes disciplinas jurídicas distintas del Derecho
INTRODUCCION 29
Para corroborar esta apreciación, bástenos aludir a la idea que cada uno
de los más destacados tratadistas ha expuesto sobre lo que entiende por
Derecho Constitucional.
Seydel considera que esta disciplina tiene por objeto "la determinación de
los órganos por medio de los cuales el soberano provee a las funciones
estatales", abarcando su materia la organización de la legislación, de la
administración, del ejército y de las relaciones exteriores del Estado." 6
Bielsa define el Derecho Constitucional "como la rama del derecho público que
regla el sistema de gobierno, la formación de los poderes públicos, su estructura
y atribuciones, y que establece o reconoce, en principios, declaraciones o
garantías, los derechos y deberes privados y públicos de los habitantes, como
miembros de la sociedad referida al Estado y como miembros del cuerpo poIí-
tico".17
Para los juristas rusos A. Denisov y M. Kirichenko, el Derecho Constitucional soviético "es
una rama del derecho soviético, cuyas normas legalizan laorganización social y del Estado,
determinan o instituyen el sistema y los principios de organización y actividad de los órganos
estatales, los derechos y deberes fundamentales de los ciudadanos y el sistema electoral del
Estado soviético". 18
16
Tratado de la Ciencia del Derecho Constitucional. Torno 1, p. 343
17
Derecho Constitucional, p. 57
18
Derecho Constitucional Soviético, p. 6
INTRODUCCION 33
19
Traité de Science Politique. Tomo II. L'Etat, p. 233.
INTRODUCCION 37
CAPÍTULO PRIMERO
Los argumentos que dicha Comisión expuso y en los cuales fundó su proposición,
fueron los siguientes:
20
Resolución del Tribunal Pleno de 21 de septiembre de 1954. Juicio ordinario federal
promovido por "El Rosario", S. A., vs. la Secretaría de Educación Pública. Boletín de In!
maci6n Judicial. Años 1953-54, p. 397
LA ANTECEDENCIA HISTÓRICO-POLÍTICA DEL ESTADO MEXICANO
41
"Nuestra patria, por lo contrario, era una sola colonia regida por la misma ley, la
cual imperaba aún en las regiones que entonces no dependían del virreinato de Nueva
España y ahora forman parte integrante de la nación, como Yucatán y Chiapas. No
existían Estados; los formó, dándoles organización independiente, la Constitución de
1824.
"Los ciudadanos que por primera vez constituyeron a la nación bajo forma
republicana federal, siguiendo el modelo del país vecino, copiaron también el nombre de
"Estados Unidos", que se ha venido usando hasta hoy solamente en los documentos
oficiales. De manera que la denominación de Estados Unidos Mexicanos no corresponde
exactamente a la verdad histórica.
Por respeto a la tradición liberal, podría decirse que deberíamos conservar la segunda
denominación; pero esa tradición no traspasó los expedientes oficiales para penetrar en
la masa del pueblo, el pueblo ha llamado y seguirá llamando a nuestra patria, “México” o
“República Mexicana”; y con estos nombres se le designa también en el extranjero.
Cuando nadie, ni nosotros mismos, usamos el nombre de Estados Unidos Mexicanos,
conservarlo oficialmente parece que no es sino empeño de imitar al país vecino. Una
república puede constituirse y existir bajo forma federal, sin anteponerse las palabras
“Estados Unidos”.
“Yo creo que el Primer Jefe estuvo acertado al no restringir los vocablos al
Mexicanos; pero la pretensión, por parte de la Comisión, de que precisamente se
excluya de la redacción de la nueva ley fundamental el nombre de Estados
21
Diario de los Debates. Tomo I, p. 402.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 42
Unidos Mexicanos, me parece muy peregrina, por más que se diga que no ha
entrado ese nombre en la conciencia nacional y que no ha pasado de las oficinas
públicas. En este punto pienso que la Comisión ha sufrido un descuido
involuntario; porque hasta en las monedas se lee Estados Unidos Mexicanos y,
además, se recordará que ustedes mismos, señores diputados, aprobaron hace
poco la reforma del Reglamento y convinieron en que el promulgarse el decreto
respectivo debían decirse: “El Congreso de los Estados Unidos Mexicanos” y no
la ‘República Mexicana’. Parece que en este particular no hay sino una mera
preocupación de la Comisión, y en el fondo, nuestros distinguidos amigos no son
sino representantes de una idea conservadora.
1823 hubo una especie de protesta o movimiento político en la capital del Estado
de Jalisco, en nombre de toda la antigua provincia, diciéndole claramente a
México: "Si no adopta el sistema federal, nosotros no queremos estar con la
República Mexicana'; eso dijo el Occidente por boca de sus prohombres. Aquel
movimiento político no tuvo éxito, porque la República central en aquel momen-
to tuvo fuerzas suficientes para apagar el movimiento; pero surgió la idea federal
y quedó viva, indudablemente, hasta que, por efecto de dos revoluciones, el
pueblo mexicano falló esta cuestión de parte de los liberales federalistas en los
campos de batalla. Desde entonces la idea federal quedó sellada con la sangre
del pueblo; no me parece bueno, pues, que se quieran resucitar aquí viejas ideas
y con ellas un peligro de esta naturaleza.
22
Idem, pp. 404 y 405.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 44
23
Idem, p. 407
LA ANTECEDENCIA HISTÓRICO-POLÍTICA DEL ESTADO MEXICANO
45
denominación de Estados Unidos? Que se exhiba esa ley o ese decreto. Así es
que las argumentaciones nuestras o nuestro dictamen, no ha sido destruido en
forma alguna y subsiste, pues, el acuerdo y subsiste también lo que hemos
dicho: pues es una imitación de la República del Norte; esa sí es República de
Estados Unidos, porque la palabra república es la denominación política, y las
palabras Estados Unidos son el nombre del país; así es que no podemos
convencernos y, en tal virtud, subsiste el dictamen sobre ese particular." 24
26
Maritain. "El Hombre y el Estado", p. 18
27
Principios de Derecho Público y Constitucional, pp. 31
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 48
28
Op. cit . p. 19
29
Traité de Science Politiqueo Tomo H, "L'Etat", p. 96
LA ANTECEDENCIA HISTÓRICO-POLÍTICA DEL ESTADO MEXICANO
49
30
Op. cit., 15 Y 16
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 50
Estado, ya que éste es creado por él como persona moral, es decir, como centro
de imputación normativa, como sujeto de derechos y obligaciones, y al través
del cual la nación realiza sus fines sociales, culturales, económicos o políticos,
satisface sus necesidades, resuelve sus problemas, en una palabra, cumple su
destino histórico. Ahora bien, para que el Estado desempeñe esta tarea tan
diversificada, en su carácter de persona moral el Derecho lo dota de una activi-
dad, que es el poder público, desarrollado generalmente por las funciones
legislativa, administrativa y jurisdiccional mediante un conjunto de órganos,
establecidos en el estatuto creativo, y que se denomina gobierno en el amplio
sentido del vocablo. A cada uno de esos órganos, el orden jurídico señala una
esfera de atribuciones o facultades -competencia-, para que por su ejercicio se
despliegue el poder público, traducido en una variedad de actos de autoridad, y
que tiene como característica sobresaliente la coercitividad o el imperio.
A. Época pre-hispánica
Entre los pueblos primitivos o aborígenes destacan, como se sabe, los oto-
míes, nómadas que ocuparon algunas regiones de los actuales Estados de
Tamaulipas, Nuevo León, San Luis Potosí, Guanajuato, Querétaro e Hidalgo; los
olmeca y nonoalca en el centro del país; los zapoteca y mixteca en la región de
Oaxaca; los xicalanga en la costa del Golfo; los maya-quiché en el Sur y en la
península de Yucatán; etc. Historiadores, arqueólogos y antropólogos como Juan
de Dios Arias, Alfredo Chavero, Vicente Riva Palacio, José Ma. Vigil y Julio Zarate
nos hablan de tres civilizaciones: la otomí, la nahoa y la maya, que
comprendieron diversos pueblos o tribus.
"La más primitiva, la otomí del centro, antigua ocupadora del territorio, dicen, ni
siquiera puede propiamente llamarse civilización. Agrupaciones de una familia a lo más
que habitaban en una caverna sin Dios y sin patria. En un clima benigno no necesitaban
vestirse, y solamente adornaban su cuerpo de plumas y figuras fantásticas. Vivían de los
frutos naturales y de la caza, que era abundante, y acaso emplearon por único placer el
uso en pipas del tabaco silvestre. Si llegaron por la necesidad del alma a formar seres
superiores, inventaron los animales. Si tuvieron ritos, sólo fueron los funerarios que tiene
que crear la pena del corazón. No teniendo ciudades ni ganados y conociendo la agricul-
tura, no podían comprender la propiedad; y sin patria y sin ciudad debe haberles sido
desconocida la guerra, y solamente podrían tener riñas por enemistades de familia o en
defensa de su hogar. Para éste tuvieron que inventar el fuego, y existe la tradición y se
conmemoraba en ceremonias solemnes, de que lo encontraron frotando de punta un
palo seco sobre el hueco de otro horizontal."32
al agricultor. Hay motivos para presumir que la parte oriental de este continente,
que era la más baja, permaneció algún tiempo bajo las aguas, y huellas hay de
que en la occidental abundaron las lagunas. Así es que aquella civilización debió
ser lacustre; pero no ha de entenderse que los nahoas formaron sus habitaciones
en los lagos sobre pilotes, sino que se establecieron en las islas que en ellos
había."33
Por lo que concierne a la raza maya dichos historiadores afirman que "nos
es conocida ya con influencias extrañas que tenemos que estudiar después; Y
reduciéndonos sólo a la península 'maya, podemos decir que su terreno ha salido
de las aguas y por lo mismo es posterior. El mismo nombre maya lo indica, pues
es voz esa que quiere decir: la huella del agua o el sedimento de la tierra que el
agua deja al escurrirse. Naturalmente llegaron después sus habitantes, Y por
esto y por lo llano de la región no pudieron tener la época de las cavernas a
pesar de ser pueblo monosilábico primitivo, y debieron comenzar con la vida
lacustre", concluyendo que "Así se establecieron los gérmenes de las tres civili-
zaciones que debían irse desarrollando en el transcurso de los siglos, hasta que
la nahoa, más perfecta y más poderosa, se extendiera y dominara en todo el
territorio".34
33
Ibíd
34
Op. cit., pp. 176 Y 177, del tono 1
35
Historia Patria. Tomo III, p. 125
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 54
"En tiempo de la teocracia debemos figurarnos cada ciudad mandada por un gran
sacerdote y todos los grandes sacerdotes dependieron del sumo Zamná. y como los
lazos religiosos son mucho más fuertes que los comunes y civiles, se comprenderá
fácilmente el por qué de la larguísima duración de aquellos imperios teocráticos."36
predestinados de la divinidad; vieron en su viaje de siete siglos una gran prueba de ser
los elegidos, y una muestra de celeste fortaleza; ya no pensaron sino en encontrar un
sitio conveniente. no para ello, sino para levantar una ciudad a su dios; desde ese
instante vivieron tan sólo para alcanzarlo; y los pueblos que viven para una idea, son
invencibles. Siempre en esos momentos surge un hombre en quién se personaliza la idea
y que se levanta en medio de la tribu, como gigantesco volcán en la ondulante llanura:
en Egipto se llama Moisés. en México se llamó Tenoch. Siempre es en los pueblos
primitivos un sacerdote; porque en ellos domina la idea teocrática, y porque sólo con el
sacerdote habla el dios, lo mismo entre los relámpagos y truenos del Sinaí, que entre los
tenebrosos ruidos del descuajado árbol de la peregrinación azteca. Tenoch era ya el jefe
de la tribu: espíritu indomable y valeroso, escogido para levantar su ciudad y su templo a
ChapuItepec, a pesar de que ésta estaba en terrenos del temido rey tepaneca. Ningún
lugar más a propósito; ahuehuetes viejos como el mundo, y en el bosque, entre
alfombras de flores, refrescadoras albercas de aguas cristalinas. Pero sucedió también
lógicamente, que al establecerse la tribu y al organizarse en pie de guerra, necesitara
más de un capitán que de un sacerdote; y entonces, dejando el gobierno teocrático,
eligió rey a HuitziIíhuitI. Igualmente lógica fue esta elección: Huitzilíhuitl era el único de
familia real, nieto de tecuhtli de Tzompanco; esto lo hacía superior, daba derecho a que
se respetase por los pueblos vecinos, y era esperanza de apoyo y alianzas, por lo menos
con los tzompanteca.”41
afirma Clavijero "Para no dejar demasiada amplitud a los electores, y para evitar,
en cuanto fue posible, los inconvenientes de los partidos y de las facciones,
fijaron la corona en la casa de Acamapichtzin, y después establecieron por ley
que al rey muerto debía suceder uno de sus hermanos, y faltando éstos uno de
sus sobrinos, uno de sus primos, quedando al arbitrio de los electores el nombra-
miento del que más digno les pareciese."43 Fácilmente se comprende, de las
ideas expuestas, que el régimen monárquico en que estaba organizado guberna-
tivamente el pueblo azteca era electivo y dinástico, habiendo sido aristocrática
la fuente del poder, pues, según dijimos, sólo los nobles podían fungir como elec-
tores, sin que ninguna otra clase social haya tenido injerencia en el nombra-
miento del monarca.
Según sostiene don Francisco Pimentel44, y en ello coincide con Clavijero, el poder
del monarca entre los aztecas no era absoluto, sino que estaba limitado por lo que dicho
historiador denominaba "el poder judicial", a cuyo frente había un magistrado supremo
con jurisdicción definitiva, esto es, inapelable hasta ante el rey mismo. En apoyo de la
opinión de Pimentel existen los valiosos testimonios de ilustres historiadores, tales como
Alfredo Chavero, Vicente Riva Palacio José María Vigil y otros, en el sentido de que el
poder del rey o señor entre los aztecas (tecuhtli) estaba controlado por una especie de
aristocracia que componía un consejo real llamado "TIatocan" que tenía como misión
aconsejar a monarca en todos los asuntos importantes del pueblo, quien suponía a su
jefe supremo ungido por la voluntad de los dioses, atribuyéndose a dicho organismo
consultivo, además, ciertas funciones judiciales. Por otra parte, los habitante de los
"calpulli" o barrios de la ciudad, tenían un representante en los negocios judiciales, es
decir, una especie de tribuno que defendía sus derechos ante le jueces y que recibía el
nombre de "chinancalli", aseverándose que sus principales atribuciones consistían en
"amparar a los habitantes del calpulli, hablando por ellos ante los jueces y otras
dignidades". Además, entre los aztecas existía otro importante funcionario que se
denominaba "cihuacoatl", cuyo principal papel consistía en sustituir al "tecuhtli" cuando
éste salía de campaña en lo tocante a las funciones administrativas en general y
específicamente hacendarias, reputándosele, por otra parte, como algo parecido al
Justicia Mayor de Castilla o Aragón desde el punto de vista de sus facultades judiciales,
las cuales estaban encomendadas, en grado inferior, a cuatro jueces con competencia
territorial en la Gran Tenochtitlan, y que se llamaban "tecoyahuácatl", "ezhuahuácatl",
"acayacapanécatl" y " tequixquinahuacátl".45
43
Op .cit., tomo 1, p. 308
44
Obras Completas, p. 19.
45
México a Través de los Siglos. Tomo VIII, pp. 248 a 250 y 302 a 306 y ss.
LA ANTECEDENCIA HISTÓRICO-POLÍTICA DEL ESTADO MEXICANO
59
Por su parte, Clavijero asevera que "Tenía el rei de México, así como el de
Acolhuacan, tres consejos supremos, compuestos de hombres de la primera no-
bleza, en los cuales se trataban todos los negocios pertenecientes al gobierno de
las provincias, a los ingresos de las arcas reales, y a la guerra, el rei, por lo
común, no tomaba ninguna medida importante sin la aprobación de los conseje-
ros."46 En lo que respecta a la administración de justicia, el historiador citado
alude al "cihuacoatl" que era una especie de magistrado supremo, "cuya auto-
ridad era tan grande, que de las sentencias que pronunciaba en materia civil o
criminal no se podía apelar a ningún tribunal, ni aun al mismo rei", agregando
que a dicho funcionario correspondía el nombramiento de los jueces subalternos
"y tomar cuenta a los recaudadores de las rentas de su distrito".47
46
Op. cit., p. 312
47
lbid., p. 320
48
Op. cit., p. 32l.
49
Organización Política de los Pueblos de Anáhuac, pp. 162 Y 163.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 60
50
I dem, p. 171
51
Idem, p. 187
52
Al respecto afirma que: "Ya Sahagún, Zurita, Torquemada, Ixtlixóchitl Pomar,
Mendieta, Durán, Veytia y Clavijero, se dejaron llevar por esta tendencia, tratando de
comprobar que los indígenas practicaban un derecho 'civil' y 'penal', nociones que
corresponden a conceptos perfectamente definidos para nosotros, desde la antigüedad
clásica, pero que sin duda alguna, para los indígenas, no tenían el mismo sentido y
contenido, exceptuando ciertos visos de semejanza aparente y superficial. No es de
extrañar que con tales antecedentes esta tendencia haya hecho escuela, con Orozco y
Berra al frente, Chavero, Herbert Spencer, el profesor J. Kohler, Lic. Lucio Mendieta y
Núñez, el Lic. Manuel M. Moreno, Roque J. Ceballos Novelo, etc., quienes tratan de
clasificar el derecho autóctono con las divisiones del derecho romano; público y privado,
civil, penal, mercantil, internacional, etc., sin faltar, como lo hace el Lic. Carlos H. Alba
Hermosillo, quien realice un estudio comparado entre el derecho azteca y derecho
positivo contemporáneo mexicano, inclusive escrito en la forma imperativa de u ley y
lleno de preceptos que constituyen verdaderas generalizaciones." (Organización Política
de los Pueblos de Anáhuac, p. 160.)
LA ANTECEDENCIA HISTÓRICO-POLÍTICA DEL ESTADO MEXICANO
61
"Todas las provincias conquistadas por los megicanos, dice Clavijero, eran
tributarias de la corona, le pagaban frutos, animales, o minerales de los respecti-
vos países, según la tarifa establecida. Ademas los mercaderes contribuían con
una parte de sus generos, y los artesanos con otra de los productos de sus
trabajos. En la capital de cada provincia había un almacen para custodiar los
granos, las ropas, y todos los efectos que percibían los recaudadores, en el
término de su distrito. Estos hombres eran generalmente odiados por los males
que ocasionaban a los pueblos. Sus insignias eran una vara que llevaba en una
mano, y un abanico en la otra. Los tesoreros del rei tenían pinturas en que
estaban especificados los pueblos tributarios, y la cantidad, y la calidad de los
tributos. En la colección de Mendoza hai treinta y seis pinturas de esta clase, y
en cada una se ven representados los principales pueblos de una o varias
provincias del imperio. Ademas que un numero exesivo de ropas de algodon, y
cierta cantidad de granos, y plumas, que eran pagos comunes a todos los
pueblos tributarios, daban otros diferentes obgetos segun la naturaleza del pais.
53
Op. cit., pp. 318 y 320. Las apreciaciones de Clavijero son compartidas por otros no
menos ameritados historiadores como Chavero, Vigil, Arias, Riva Palacio y otros, cuyos
estudios, según Romerovargas, tienen "gran valor e interés para nosotros, pero que
inducen a error (?) en el tratamiento del derecho autóctono, cuyo pensamiento (sic)
difiere totalmente del europeo". Pese a esta desaprensiva crítica, séanos permitido
transcribir lo que dichos "equivocados" escritores sostienen como verdad histórico-
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 62
"Esto producía tres resultados prácticos: el estado social de aquellos pueblos era un
estado de guerra constante que producía odios profundos entre los vecinos y entre los
mismos que aparecían sujetos a un señor; la geografía estaba variando sin cesar, lo que
hacía que no pudiera desarrollarse el sentimiento de nacionalidad; y como no había más
ley natural que la fuerza ni más derecho que la conquista, el mayor poder y la mayor
riqueza estaban reservados a los pueblos más guerreros. Esto explica desde luego la
preponderancia que alcanzaron los mexica." (Historia Patria. Tomo VIII, pp. 49 a 51.)
54
Citas tomadas del libro Hernán Cortés, de Salvador de Madariaga, p. 197.
LA ANTECEDENCIA HISTÓRICO-POLÍTICA DEL ESTADO MEXICANO
63
B. Época colonial
Contrariamente a esta opinión, don Silvio Zavala estima que los mencionados documentos no
pueden considerarse como causa jurídica de la potestad de España para implantar su derecho
sobre las tierras conquistadas, descubiertas y colonizadas, sino que el orden jurídico que
implantó en América provino de los descubrimientos mismos, puesto que las bulas
alejandrinas "sólo eran la prueba formal que recogía el hecho y le prestaba solemnidad",
argumentando que tales documentos sólo tenían valor formal, sin que hayan podido ser "una
donación jurídica con plena validez, de suerte que los reyes de España vieran en ella la fuente
indispensable de sus derechos sobre las Indias" (Cfr. "Las Instituciones Jurídicas ('11 la
Conquista de América". Capítulo III, edición 197 J. Editorial Porrúa, S. A.).
A nuestro entender, la implantación del Derecho Indiano deriva directamente del poder
temporal de los reyes de España para legislar en todos sus dominios, así corno de la
obligación contraída ante la Santa Sede como consecuencia de su investidura teocrática, para
evangelizar a los pueblos que habitaban las tierras descubiertas. Esta era la concepción
dominante entre los juristas y filósofos del siglo XVI, tales como Bartolomé de las Casas y
Francisco de Vitoria. Ambos coinciden en la idea de que la difusión del Evangelio en todo el
orbe correspondía los Papas en su carácter de vicarios de Cristo y que, para realizar esta
misión, estaban libertad de imponer su desempeño a los soberanos temporales seleccionando
las regiones donde debían cumplir su cometido (Cfr. QP· cit., pp. 38 y 39).
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 66
En resumen, el Derecho Indiano tiene como fuente directa la mencionada obligación de los
reyes para evangelizar a los pueblos de indios como delegados de la Santa Sede, y esa
obligación se debía cumplir mediante la expedición de diversos ordenamientos que en su
conjunto y en diferentes épocas integraron tal Derecho
59
J. M. Ots. Capdequi. El Estado Español en las Indias, p. 11
60
Libro II, título I, de la mencionada recopilación. Este ordenamiento en la Ley 9, título 4,
libro III, ordenaba "que no se pueda hacer, ni se haga guerra a los indios de ninguna
provincia para que reciban la santa fe católica o no den la obediencia, ni para otro
ningún efecto". Comentando esta disposición, Silvio Zavala asevera que “… Ia guerra
llegó a ser proscrita legalmente, en términos generales, como instrumento de la
penetración religiosa y política española en el Nuevo Mundo. Extraño pero comprensible
corolario de las conquistas efectuadas desde fines del siglo xv"
"En cuanto a las prerrogativas de los nativos, aplicando las teorías del derecho
natural arriba explicadas, el legislador llegó a reconocer tanto la libertad personal como
las propiedades de ellos. En el orden político -contribuyendo a ello el propio interés de la
administración real- se conservaron los cacicazgos, aunque no con la amplitud de
funciones que pedía Las Casas. En general, se ordenó el respecto a las costumbres de los
indios cuando no fuesen contrarias a la fe cristiana ni a la buena policía." (Filosofía de la
Conquista, p. 40.
61
Por orden real del mismo emperador don Carlos, que consta en el libro II, título 1 de la
aludida recopilación, se dispuso: "Ordenamos y mandamos que en todos los casos, nego-
cios y pleytos en que no estuviere decidido, ni declarado lo que se debe proveer por las
leyes de esta Recopilación, o por Cédulas, Provisiones, u Ordenanzas dadas, y no
revocadas para las Indias, y las que nuestra orden se despacharen, se guarden las leyes
de nuestro Reyno de Castilla, conforme a la de Toro, así en cuanto a la substancia,
resolución y decisión de los casos, negocios y pleytos, como a la forma y orden
substanciar." Aludiendo, por su parte, a las Leyes de Indias, Silvio Zavala asevera que
"después de algunas fluctuaciones, prohibieron la esclavitud de los naturales del Nuevo
Mundo; por eso, a mediados del siglo XVI, fueron puestos en libertad los cautivos de
conquista y guerras. En la Audiencia de México esta libertad alcanzó a más de 3,000
indios, sin contar a los emancipados en las provincias. Después sólo se admitió la
servidumbre de aborígenes indómitos que mantuvieron focos de hostilidad en el
imperio". (Op. cit., p. 101.
LA ANTECEDENCIA HISTÓRICO-POLÍTICA DEL ESTADO MEXICANO
67
62
El nombre de "Nueva España", según Humboldt se aplicó en un principio a la provincia
de Yucatán, empleándolo posteriormente Cortés para designar con él a todo el imperio
de Moctezuma en carta dirigida al emperador Carlos V en 1520. (Op. cit., tomo I, p. 7.
63
Enrique de Tapia Ozcariz. Las Cortes de Castilla, p. 3.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 68
“En Castilla dice Tapia Ozcariz, los reyes, antes de ser reconocidos, y aclamados,
prestaban juramento a la nación, reunida en Cortes, en la forma más solemne. El
Monarca juraba guardar las leyes del Reino y las libertades de los pueblos. En las Cortes
celebradas en Madrid por Enrique III el año 1391, los representantes de la nación dicen:
'¿Querades luego en estas Cortes otorgar e jurarnos de guardar e mandar guardar todos
nuestros previllejos, e cartas, e franquezas, e mercedes, e libertades, e fueros, e bonos
usos, e bonas costumbres que habemos e de que usamos en los tiempos pasados?' "
Luego el Rey, puestas las manos en la cruz de la espada que tiene delante, dice:
'Juro de guardar e facer guardar a todos los fijosdalgo de mis regnos, a los perlados e
iglesias, e a los maestres de las Ordenes, e a todas las ciudades, villas e logares todos
los previllejos, e franquezas, e mercedes e libertades.' 64
64
Op. cit., pp. 19 Y 20.
65
Op. Cit., p. 54
LA ANTECEDENCIA HISTÓRICO-POLÍTICA DEL ESTADO MEXICANO
69
nos impone, procuramos de nuestra parte (después del favor Divino) poner medios
conveniente para que tan grandes Reynos y Señoríos sean regidos y gobernados como
conviene. Y porquen las cosas del servicio de Dios nuestro Señor y bien de aquellos
Estados, se provea con mayor acuerdo, deliberación y consejo: Establecemos y
ordenamos que siempre en nuestra Corte resida cerca de Nos nuestro Consejo de las
Indias, y en él un Presidente de él: el Gran Canciller de las Indias, que ha de ser también
Consejero: y los Consejeros Letrados, que la ocurrencia y necesidad de los negocios
demandaren, que por ahora sean ocho: un Fiscal, y dos Secretarios: un Teniente de Gran
Canciller, que todos sean personas aprobadas en costumbres, nobleza y limpieza de
linage, temerosos de Dios, y escogidos en letras y prudencia: tres Relatores, y un
Escribano de Cámara de Justicia, expertos y diligentes en sus oficios, y de la fidelidad
que se requiere: cuatro Contadores de Cuentas hábiles y suficientes: y un Tesorero
general: dos Solicitadores Fiscales: un Coronista Mayor y Cosmógrafo: y un Catedrático
de Matemáticas: un Tasador de los procesos: un Abogado, y un Procurador de pobres: un
Capellán, que diga la Misa al Consejo en los días de él: quatro Porteros, y un alguacil; los
quales todos sean de la habilidad y suficiencia, que se requiere; y ántes de ser admitidos
á sus oficios, hagan juramento de que los usarán bien y fielmente, y guardarán las
Ordenanzas de el Consejo, hechas, y que se hicieren, y el secreto de él." (Recopilación
de Leyes de Indias. Libro II. Título 11. Ley j, pp. 228 y 229 del tomo primero de la edición
de J 971. Madrid.)
"Porque los de nuestro Consejo de las Indias con más poder y autoridad nos sirvan y
ayuden a cumplir con la obligación que tenemos al bien de tan grandes Reynos y
Señoríos:
colonial hispánico, fuera del rey, según se deduce de las leyes que citamos en la
nota al calce.71 El multicitado Consejo subsistió durante toda la dominación
española en América72 con la composición orgánica y las funciones que
variablemente le asignaban distintos monarcas, y aunque esta asignación
variable se fundaba en el principio de que la autoridad suprema radicaba en el
rey, dicho organismo mediatizó su poder absoluto en orden a la administración
gubernativa, a la legislación y a la impartición de justicia en las posesiones de
Ultramar, entre las que ocupó un lugar preponderante por su importancia política
y económica la Nueva España.
71
Dichas leyes se involucran en el Libro II, título segundo de la mencionada compilación,
y son las siguientes : "Ley j. Que el Consejo Real de las Indias resida en la Corte y tenga
los Ministros y Oficiales que esta ley declara." "Ley ij. Que el Consejo tenga la suprema
jurisdicción de las Indias, y haga leyes, y examine estatutos, y sea obedecido en estos y
aquellos Reynos," "Ley iij. Que ningún Consejo, Chancillería, Audiencia, Juez, ni Justicia
de estos Reynos, sino el Consejo de las Indias, conozca de negocios de ellas." "Ley vj.
Que el Consejo tenga hecha descripción de las cosas de las Indias, sobre que pueda
haber gobernación o disposición de ley." "Ley vij. Que el Estado de las Indias esté
dividido de modo, que lo temporal se corresponda con lo espiritual. Porque tantas y tan
grandes tierras, Islas, y Provincias se puedan con más claridad y distinción percibir y
entender de los que tuvieren cargos de gobernarlas: Mandamos a los de nuestro Consejo
de Indias, que siempre tengan cuidado de dividir y partir todo el Estado de ellas,
descubierto y por descubrir: para lo temporal en Virreynatos, Provincias de Audiencias y
Chancillerías Reales, y Provincias de Oficiales de la Real Hacienda, adelantamientos,
Gobernaciones, Alcaldías mayores, Corregimientos, Alcaldías Ordinarias y de la
Hermandad, Consejos de Españoles y de Jndios: y para lo espiritual en Arzobispados y
Obispados sufragantes, Abadías, parroquias y Dezmerrías, Provincias de las Ordenes y Reli-
giones, teniendo siempre atención a que la división para lo temporal se vaya conformando y
correspondiendo cuanto se compadeciere con lo espiritual: los Arzobispados y Provincias de
las Religiones con los distritos de las Audiencias: los Obispados con las Gobernaciones y
Alcaldías mayores: y Parroquias y Curatos con los Corregimientos y Alcaldías Ordinarias.”
“Ley viij. Que el principal cuidado del Consejo sea la conversión de los Indios y poner
Ministros suficientes para ella." "Ley viiij. Que el Consejo provea lo conveniente para el buen
tratamiento de los Indios." "Ley xij. Que para hacer leyes precedan entera noticia de lo
ordenado en la materia, parecer, e informe, si en la dilación no hubiere inconveniente. Con
mucho acuerdo y deliberación deben ser hechas las leyes y establecimientos de los Reyes,
porque menos necesidad pueda haber de las mudar y revocar, y así mandamos, que cuando
los de nuestros Consejo de las Indias hubieren de proveer y ordenar las leyes y provisiones
generales para el buen gobierno de ellas, sea estando primero muy informados y certificados
de lo antes proveido en las materias sobre que hubieren de disponer, y precediendo la mayor
noticia, e información que se pueda de las cosas y negocios, y de las partes para donde se
proveyeren, con información y parecer de los que las gobernaren o pudieren dar de ellas
alguna luz, si en la dilación de pedir información no hubiere algún inconveniente." "Ley xiij.
Que las leyes que se hicieren para las Indias sean lo más conformes, que se pudiere, a la de
estos Reynos. Porque siendo de una Corona los Reynos de Castilla, y de las Indias, las leyes y
orden de gobierno de los unos, y de los otros deben ser lo más semejantes y conforme que
ser pueda, los de nuestro Consejo en las leyes y establecimientos, que para aquellos Estados
ordenaren, procuren reducir la forma y manera del gobierno de ellos al estilo y orden con que
son regidos y gobernados los Reyno de Castilla y de León, en cuanto hubiere lugar, y
permitiere la diversidad y diferencia de las tierras y naciones
72
Se suprimió ya definitivamente, con el nombre de Consejo de Ultramar, en el año de 1864.
LA ANTECEDENCIA HISTÓRICO-POLÍTICA DEL ESTADO MEXICANO
73
cuyos nombres podrían formar una copiosa lista. Esta situación originó que el rey
sustituyera la gobernación y capitanía general de la Nueva España confiada a
Cortés por una audiencia, es decir, por un cuerpo colegiado que en nombre del
monarca desempeñara su autoridad administrativa, legislativa y judicial. Dicha
audiencia se integró por Juan Ortiz de Matienzo, Alonso de Parada, Diego
Delgadillo y Francisco de Maldonado, habiéndola presidido Nuño de Guzmán, "el
abominable gobernador del Pánuco, enemigo de Cortés y quizá el hombre más
perverso de cuantos hasta entonces habían pisado la Nueva España".75 Esta
primera audiencia, que en definitiva quedó compuesta por Matienzo, Delgadillo y
Guzmán, pues sus otros miembros fallecieron recién llegados, se caracterizó por
sus atrocidades, desmanes y atropellos que sumieron a la Colonia en un
verdadero caos imposibilitando su organización política y administrativa.
Siguiendo las instrucciones reales, dicha audiencia formó juicio de residencia a
Cortés en febrero de 1529, proceso que en realidad encubrió grotescamente los
contumaces designios de Nuño de Guzmán para arruinar política y
económicamente al conquistador, a quien ya se había despojado de sus bienes,
encomiendas y solares. La farsa judicial que ese juicio entrañó dio cabida a
múltiples acusaciones y demandas contra el extremeño presentadas por sus
enemigos y por los envidiosos que sufrían a consecuencia de su fama y poder,
habiéndolo condenado la audiencia al pago de todas las reclamaciones para
cuya satisfacción fue menester la venta de sus bienes en pública subasta."76 Los
73
En su parte conducente, dicha provisión ordenaba que " ... e porque Nuestra Merced e
Volutad es que la gobernación de la dicha Nueva España e provincias della, el dicho Hernando
Cortés la tenga libre e desembargadamente conforme a las Provisiones que de Nos tiene,
entre tanto que Nos Mandamos ver lo susodicho e determinar los límites en que cada uno a
descobierto e a de poblar, e por escusar los dichos incombinientes; e porque ansí conviene
Nuestro Servicio, yo vos Mando que en lo que toca á todo lo que entra en la Gobernación del
dicho Hernando Cortés e a su descobrimiento e población, no os entremetais a comunicar ni
contratar ni poblar, ni fazer otra cosa alguna en las dichas partes, sin embargo de
qualiesquier Provisiones e Mercedes e Títulos que de nos tengais; lo cual anzi facer e cornplir
so pena de la Nuestra Merced e de diez mil ducados para la Nuestra Camara. E de como está
Mi carta vos fuere notificada e la complieredes, Mandamos a cualquier escribano público que
para esto fuere llamado, que dé en de al que gelá nostrare, testimonio signado con su signo,
porque Nos sepamos como se comple Nuestro mandato. Fecha en la Villa de Valladolid veinte
cuatro dias del mes de Abril de mil e quinientos e veinte e tres años. Yo el Rey. Por mandato
de Su Majestad, Francisco de los Cobos". (México a Través de los Siglos. Tomo Il, p. 59.)
74
Los designados fueron un licenciado Zuazo, Estrada y Albornoz.
75
México a Través de los Siglos. Tomo 11, p. 147
76
En carta dirigida a Carlos V en octubre de 1530, Cortés se lamentaba de que "Me han
dejado (dice) sin tener de donde haya una hanega de pan ni otra cosa de que me
mantenga, y demás desto por los naturales de la tierra, con el amor que siempre me han
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 74
oidores, por su parte, se dedicaron a repartir entre sus allegados y favoritos los
empleos y oficios públicos "sin detenerse en la ineptitud o bajeza de la condición
de los favorecidos".77 Frecuentes eran, además, las expoliaciones y
maltratamientos de que se hizo víctimas a los naturales durante el llamado "go-
bierno" de esa primera audiencia, lo que motivó la airada protesta del obispo
fray Juan de Zumárraga, quien erigiéndose en protector de los indios como su
colega Bartolomé de las Casas, amagó a los españoles victimarios con hacer una
información completa de sus atrocidades ante el rey, en cuyas pragmáticas, a
menudo desobedecidas y violadas, se ordenaba la cristianización de los
aborígenes y su incorporación a la cultura hispánica, pues como afirma Ots
Capdequi "La conversión de los indios a la fe de Cristo y la defensa de la religión
católica en estos territorios fue una de las preocupaciones primordiales de la
política colonizadora de los monarcas españoles." 78
tenido, visto ni necesidad e que yo e los que con migo traiga nos moríamos de hambre,
como de hecho se han muerto mas de cien personas de las que en mi compañía traje,
por falta de refrigerios y necesidades de proviciones, me venian á ver y me proveían de
algunas cosas de batismento, enviaban los dichos oidores alguaciles ír prehender á los
dichos naturales que con migo estaban, á fin de que no me proveyesen e se les diese a
entender que yo era parte para nada en la tierra." (México a Través de los Siglos. Tomo
11, p. 185.
77
Op. cit., p. 164
78
El Estado Español en las Indias, p. 13.
LA ANTECEDENCIA HISTÓRICO-POLÍTICA DEL ESTADO MEXICANO
75
codicia, no satisfecha con las riquezas que les ofrecía la Nueva España"79
de todas y cada una de las medidas que dicha audiencia puso en práctica a fin
de organizar el gobierno de una colonia con tan vasto e impreciso territorio que
paulatinamente crecía y con tal heterogénea población, séanos permitido
reproducir el resumen que respecto de él formulaban los distinguidos autores de
la importante obra "México a Través de los Siglos", quienes sostienen:
Galicia formada de lo que Nuño de Guzmán había conquistado y la parte que por
usurpación injustificable (sic) había agregado a sus conquistas en la provincia de
Michoacán, desde el río de la purificación hasta las orillas del lago de Chapala, y
por el rumbo de Colima, de las tierras de la provincia de Avalas y de las
conquistadas por don Francisco Cortés".83 Yucatán no formaba parte del territorio
de la Nueva España ni estaba sometida al gobierno de ésta según las
81
Tomo II, p. 201. 81 Op. cit., p. 227.
82
Op. Cit., p.227
83
Idem, p. 228
LA ANTECEDENCIA HISTÓRICO-POLÍTICA DEL ESTADO MEXICANO
77
84
Las capitulaciones eran los títulos jurídicos que sirvieron "de base a toda expedición de
descubrimiento o nueva población". Eran contratos celebrados entre la Corona o sus
representantes y el jefe de la expedición proyectada. "En estas capitulaciones, que
recuerdan por su carácter y contenido las viejas cartas de población de la Edad Media
castellana, se fijaban los derechos que se reservaba la Corona en los nuevos territorios a
descubrir y las mercedes concedidas a los distintos participantes en la empresa
descubridora. El estudio de sus cláusulas pone de relieve que sólo en muy contadas
ocasiones -los viajes colombinos, las expediciones de Pedrarias Dávila y la de
Magallanes- participó el Estado directamente en el costeamiento de los gastos que la
expedición originaba. Lo corriente es que todos los gastos fueran de cargo del individuo
que organizaba la expedición, el cual podía ser al propio tiempo caudillo militar de la
misma, o simplemente su empresario o financiador." "Esto explica que, en ocasiones, la
capitulación se convirtiera en un verdadero título negociable y fuera objeto de diversas
operaciones jurídicas: ventas, traspasos, permutas, contratos de sociedad, etc." "Tuvo
así este derecho (el de las capitulaciones), en sus orígenes, un carácter particularista,
porque cada capitulación constituyó el código fundamental -especie de carta puebla o
fuero municipal- en el territorio a su amparo descubierto." "Por otra parte, la necesidad
de recompensar con largueza a los particulares que todo lo ponían y que tanto
arriesgaban en estas expediciones descubridoras, motivó la concesión a los interesados
en las mismas de privilegios extraordinarios de carácter acentuadamente señorial. Se
otorgó e! título de Adelantado con un carácter vitalicio o hereditario al jefe de la
expedición descubridora; se le facultó para repartir tierras y solares y en ocasiones
también para hacer repartimientos de indios; se le autorizó para la erección de fortalezas
y para gozar vitalicia o hereditariamente, de la tenencia de las mismas; se le permitió la
provisión de oficios públicos en las ciudades de su jurisdicción, y se unieron a éstas otras
lucrativas recompensas de carácter patrimonial." "Las cláusulas sobre el buen trata-
miento de los indios se intercalaron en los textos de las capitulaciones tal y como
quedaron fijadas en la Real Provisión del 17 de noviembre de 1526. También se hicieron
constar en los textos de las capitulaciones los fines espirituales de la conquista, junto
con los fines políticos, con lo cual se acentuó el carácter público de estos contratos." (J.
M. Ots Capdequi. El Estado Español en las Indias. Cuarta edición. Fondo de Cultura
Económica, pp. 15, 16 Y 17.)
85
Consúltese el Cedulario de Puga. Tomo 1, p. 320, sobre dichos límites.
86
Toribio Esquivel Obregón.Op. cit., tomo II, p. 371.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 78
87
Idem, pp. 371 Y 372.
88
Ibíd.
89
Véase p. 373 de la misma obra.
90
Idem.
LA ANTECEDENCIA HISTÓRICO-POLÍTICA DEL ESTADO MEXICANO
79
93
Apuntes Para la Historia del Derecho en México. Tomo II, p. 340.
94
Sobre dichos recursos, véase nuestra obra El Juicio de Amparo, capítulo I.
95
Op. cit., p. 59
96
Recopilación de Leyes de Indias, 2-1-32 y 33.
97
Op. Cit., 424 del tomo II.
LA ANTECEDENCIA HISTÓRICO-POLÍTICA DEL ESTADO MEXICANO
81
Sería demasiado prolijo enumerar las facultades con que estaba investido
el virrey y sumamente difícil clasificar en cuadros precisos el cúmulo de
atribuciones que tenía, las cuales eran, como se había advertido, de naturaleza
administrativa, legislativa y judicial, pues según sostiene Ots Capdequi, la nota
distintiva de tales atribuciones "fue la universalidad, abarcando, en consecuen-
cia, todos los aspectos de la vida pública: legislativo, gubernativo, fiscal y
económico, judicial, militar y aún eclesiástico ... ".98
El amplio poder que ejercían los virreyes no dejaba de estar, sin embargo,
sujeto a una especie de control que el mismo monarca español desempeñaba
indirectamente sobre su conducta pública. Así, dichos funcionarios estaban obli-
gados a informar al mismo rey acerca de su gestión, acostumbrándose que éste
les diese instrucciones reservadas para el manejo de los negocios públicos. Ade-
más, el virrey estaba sometido a un verdadero juicio político que se conocía con
el nombre de "juicio de residencia", el cual era un proceso que se le seguía
invariablemente ante un tribunal ad hoc, compuesto por un número determinado
En 1777 se fundó el Real Tribunal de Minería, el cual, como casi todos los
tribunales neo-españoles, tenía facultades judiciales, administrativas y
legislativas. En cuanto a las primeras, conocía de las contiendas sobre asuntos
de su materia entre los mineros. De él dependía el Colegio de Minería, al que
podían asistir españoles e indios nobles, admitiéndose con preferencia a los hijos
y descendientes de dueños y trabajadores de minas. Tenían competencia dicho
Tribunal para expedir ordenanzas sobre minería, siendo muy conocidas las que
dictó en 1783 conteniendo una regulación exhaustiva sobre la citada materia y
que inclusive se aplicaba durante los primeros años del México independiente.
exigía del padre que denunciara al hijo y al hijo que denunciara al padre, y el
hermano al hermano: que conducía la investigación en medio del más
impenetrable secreto; que usaba el tormento para obtener la confesión del delito
y la denuncia de los cómplices simpatizadores, y una vez la víctima convicta, la
entregaba al brazo secular como mejor ejecutor, para ser encarcelada por el
resto de sus días, azotada o quemada viva, confiscados sus bienes, infamados a
sus hijos y descendientes.
Una de las instituciones más importantes del derecho público español fue
el municipio, cuyo régimen, gestado desde la época visigótica, alcanzó su
apogeo durante toda la alta Edad Media en los diferentes reinos existentes en la
península ibérica. Aunque el régimen municipal ya se encontraba en decadencia
al tiempo en que se iniciaron los descubrimientos de tierras del nuevo mundo
merced a la hegemonía cada vez más acentuada del poder real, no dejó de
implantarse en la Nueva España, pues como asevera Ots Capdequi, las
instituciones municipales "caducas en la Metrópoli, cobraron savia joven en un
mundo de características sociales y económicas tan distintas, y jugaron un papel
100
ldem, pp. 649 y 650 del tomo 12. Contra la opinión de Esquivel Obregón don Alfo
Junco considera que respecto del Tribunal de la Inquisición se han exagerado las críticas,
ataques y censuras, sosteniendo que, en cuanto los tormentos y torturas, se empleaban
con mas rigor y crueldad por los tribunales civiles y penales coetáneos, y por lo que
atañe al procedimiento, en el inquisitorial el acusado gozaba de amplia defensa. Justifica
Junco la existencia de la Inquisición como una institución judicial al través de la que el
Estado Español pudo conservar su unidad religiosa, base de su unidad política (Cfr.
Inquisici6n sobre la Inquisición. Cuarta edición. Editorial Jus. México, 1967).
101
Idem, pp. 692 y 693.
LA ANTECEDENCIA HISTÓRICO-POLÍTICA DEL ESTADO MEXICANO
85
102
El Estado Español en las Indias, p. 61.
103
Nadie ignora que la primera ciudad fundada en lo que sería la Nueva España Cortés
fue la Villa Rica de la Vera Cruz, previa Ia constitución de un cabildo o ayuntamiento “a
la usanza española". “Como alcaldes, dice Salvador de Madariaga citando a Bernal del
Castillo, nombró a su fiel Portocarrero y a Montejo, amigo de Velázquez", agregando
"Con la fundación de la Vera Cruz la armada se transfiguraba en un Municipio español
gobernado democráticamente por su cabildo", habiendo tomado Cortés juramento "a
Alcaldes, Regidores y Cabildo en nombre del Rey" (Hernán Cortés, p. 182
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 86
"Honor, dignidad, firmeza y patriotismo, dice Julio Zárate, que no tuvieron sus
reyes, túvolos la nación española para repeler la alevosa invasión extranjera el 2 de
mayo de 1808 lánzase en Madrid el primer grito de guerra, y corre sangre en sus calles y
plazas; levántase el pueblo español en defensa de patria, y la península será un
campamento desde Galicia á Cataluña, desde Pamplona hasta Cádiz, y lucharán sus hijos
sin tregua ni respiro; a falta dirección y pasado el primer momento de estupor erijíanse
juntas en casi todas las provincias; a falta de ejércitos, se organizarán guerrillas; ancha
tumba será España en la que irán á hundirse, uno en pos de otro, los ejércitos
vencedores de la Europa; Gerona y Zaragoza renovarán los portentos de Sagunt
Numancia, y tras algunos años de heroica resistencia, gloria será de España dibilitar al
coloso que quiso sojuzgarla, libertad á Europa del yugo que éste impusiera con su
espada, y tomar ella misma á la vida independiente, digna de la gratitud de los pueblos y
de la admiración de la historia."104
104
México a Través de los Siglos. Tomo III, p. 7 de su Introducción.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 88
de España y de las Indias a Fernando VII: que jurasen igualmente no reconocer monarca
alguno que no fuese de la estirpe real del Borbón, defender el reino y no entregarlo a
potencia alguna o a otra persona que no fuese de real familia." (Historia de Méjico. Tomo
1, pp. 195 Y 196, edición 1849). La Constitución Federal de 1824, pp. 57 y 58
107
Decretos de 9 de febrero y 22 de abril de 1811 y de 17,24 y 29 de enero de 1812.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 90
108
Orígenes del Régimen Constitucional en España. Colección Labor, pp. 89 Y 90.
LA ANTECEDENCIA HISTÓRICO-POLÍTICA DEL ESTADO MEXICANO
91
“Al pisar Hernán Cortés y sus atrevidos compañeros las ardientes playas
de Veracruz, abrían el prólogo de la historia de una nación, cuyos progenitores
eran dos pueblos profundamente divididos por la raza, por la religión y por las
costumbres, y que habitaban países tan apartados que por primera vez iban á
encontrarse después de tantos siglos de vivir mutuamente ignorados sobre la
tierra.
C. Etapa de la independización
la esclavitud y suprimida toda exacción que pesaba sobre las castas expedido
por Hidalgo el 6 de diciembre de 1810.112 Por su parte, don José María Morelos y
Pavón, a quien este mismo designó su "lugarteniente" y cuya personalidad como
político alcanza mayores alturas que la muy venerable del antiguo profesor del
Colegio de San Nicolás en Valladolid (Morelia), no sólo continuó la lucha
emancipadora que dejó trunca el Cura de Dolores, sino que pretendió hacerla
culminar en una verdadera organización constitucional. Así, bajo los auspicios
del gran cura de Carácuaro se formó una especie de asamblea constituyente,
denominada Congreso de Anáhuac, que el 6 de noviembre de 1813 expidió el
Acta Solemne de la Declaración de la Independencia de América Septentrional,
en la que se declaró la disolución definitiva del vínculo de dependencia con el
trono español. Cerca de un año después, el 22 de octubre de 1814, el propio
"Otras de las consecuencia que son en cierta forma forzosas a estos principios que
Hidalgo adoptaba, es la de que los órganos públicos, el rey incluso, como cabeza del
estado, no pueden tansgredir la esfera de esos derechos y, como ello no puede quedar
solamente en la teoría -lo que equivaldría a negar su plena validez-s-, débense estipular
en el derecho público constitucional, debe haber una Constitución que los consagre.
Quien como Hidalgo cree en la validez de los derechos individuales concedidos por Dios
o por la naturaleza, cree también en la forma constitucional del estado, o sea en que el
estado ha de tener una ley fundamental según la cual se organice y que en ella deben
figurar garantías individuales como límite de las facultades de los gobernantes." (Op. cit.,
pp. 18 y 19.)
LA ANTECEDENCIA HISTÓRICO-POLÍTICA DEL ESTADO MEXICANO
95
1
113
virrey Apodaca recibió una carta de Fernando VII en la que éste expresaba sus
deseos de gobernar a la Nueva España como Estado independiente para sus-
traerse a las limitaciones que al poder real imponía la Constitución de 1812 que
se vio constreñido a jurar y con la esperanza de convertirse en el soberano
absoluto de la nueva nación. En dicha misiva, Fernando VII sugirió algunas bases
políticas para el gobierno independiente de la Nueva España fincadas en la unión
entre mexicanos y peninsulares y en la adopción de la religión católica estatal.114
Apodaca con todo sigilo convocó a diversos personajes de gran influencia
a una reunión que debería celebrarse en la Profesa para dar cuenta a los
114
El envío de la citada epístola fue la consecuencia de que en España, en enero de
1820, el general Rafael Riego obligara a Fernando VII a reconocer la vigencia de la
Constitución de 1812, reconocimiento que tuvo directa repercusión en la Nueva España,
a tal punto que se constriñó al entonces virrey Apodaca, quien ostentó el curioso y
burlón título de "conde del Venadito", a proclamarla. Don Carlos María de Bustamante
transcribe la mencionada carta, no sin antes comentar que "El rey sufrió grandes
desaires del populacho de Madrid que pasaron a verdaderos insultos, y que le hacían
insoportable la vida, y entonces pensó venir á México á gobernar sin constitución;
proyecto atrevido y que no habría realizado, porque este código era el fundamento de la
libertad é independencia que se prometían conseguir los mexicanos; entonces mandó
con una persona de su confianza la siguiente carta que se encontró entre los papeles de
Apodaca cuando fue preso en 5 de Julio de 1821 por la guarnición española
espedicionaria pues á las órdenes del teniente coronel Bucareli, á quién el conde del
Venadito había prestado de su peculio 3.000 pesos porque se le confesó quebrado con la
caja de su regimiento, y sin duda sirvieron para hacer el levantamiento contra su
candoroso bienhechor. La carta del rey dice así: "Madrid 24 de Octubre de 1820. Mi
querido Apodaca. Tengo noticias positivas de que vos y mis amados vasallos los
americanos, detestando el nombre de constitución solo apreciais y estimais mi real
nombre: éste se ha hecho odioso en la mayor parte de los españoles, que ingratos,
desagradecidos, y traidores, solo quieren y aprecian el gobierno constitucional y que su
rey apoye providencias y leyes opuestas a nuestra sagrada religión. Como mi corazón
está poseido de unos sentimientos católicos de que dí evidentes pruebas á mi llegada de
Francia en el establecimiento de la compañía de Jesús, y otros hechos bien públicos, no
puedo menos de manifestaros que siento en mi corazón un dolor inesplicable; este no
calmará ni los sobresaltos que padezco, mientras mis adictos y fieles vasallos no me
saquen de la dura prisión en que me veo sumergido, sucumbiendo a picardías que no
toleraría si no temiese un fin semejante al de Luis XVI y su familia. Por tanto, y para que
yo pueda lograr de la grande complacencia de verme libre de tales peligros, de la de
estar entre mis verdaderos y amantes vasallos los americanos, y de la de poder usar
libremente de la autoridad real que Dios tiene depositada en mí; os encargo que si vos
me sois tan adicto como se me ha informado por personas veraces, pongais de vuestra
parte todo el empeño posible, y dicteis las mas activas y eficaces providencias para que
ese reino quede independiente, de éste; pero como para lograrlo sea necesario valerse
de todas las inventivas que pueda sugerir la astucia (porque considero yo que ahí no
faltarán liberales que puedan oponerse á estos designios) de vuestro cargo queda el
hacerlo todo con la perspicacia y sagacidad de que es susceptible vuestro talento, y al
efecto pondreis vuestras miradas en un sugeto que merezca toda vuestra confianza para
la ejecución de la empresa, que en el entretanto yo meditaré el modo de escaparme
incógnito y presentarme cuando convenga, y si esto no pudiere verificarlo por que se me
opongan obstáculos insuperables, os daré aviso para que vos dispongais el modo de
hacerlo, cuidando si, como os lo encargo muy particularmente, de que todo se ejecute
con el mayor siglio, y bajo de un sistema que pueda lograrse sin derramamiento de
sangre, con unión de voluntades, con aprobación general y poniendo por base la religión
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 98
asistentes con los designios reservados del rey, y con el objeto de poner en
práctica los planes de pacificación que las citadas bases entrañaban, se comi-
sionó a Iturbide, quien habiendo logrado la aquiescencia de don Vicente Gue-
rrero (no sin cierta reticencia por parte de éste), proclamó el Plan de Iguala
cuyas prescripciones principales eran las siguientes: la unión entre mexicanos y
europeos, la conservación de la religión católica sin tolerarse ninguna otra y el
establecimiento de una monarquía moderada que debiera intitularse "Imperio
Mexicano", para cuyo gobierno se llamaría a Fernando VII, pero que si éste no se
presentaba a fin de prestar juramento a la Constitución que se expidiese, serían
invitados al trono diversos miembros de la casa reinante de España por orden
sucesivo. Como se ve, dichos principios, a pesar de importar la emancipación
política de la Nueva España, auspiciaban la creación de un régimen monárquico
con tendencias absolutistas que repugnaban a la verdadera ideología insurgente
sustentada por el movimiento libertario del insigne Morelos y consignada en el
Acta de Independencia de 1813 y en la Constitución de Apatzingán.
nacional.
los tribunales que a la sazón existían (es decir, en los coloniales) o en los que
posteriormente se establecieran.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 100
El primer intento para sentar las bases de organización política del pueblo
mexicano fue el documento que se conoce con el nombre de “Elementos Cons-
titucionales", redactado por don Ignacio López Rayón en agosto de 1811, es
decir, a un año escaso de la proclamación de la independencia por don Miguel
Hidalgo y Costilla. En ese documento, del que su autor se retractó en marzo de
1813 en una comunicación que dirigió al mismo Morelos116. se dibujan
tímidamente
116
Así, Tena Ramírez afirma que "Tiempo después, en marzo de 1813, Rayón censuró su
propio proyecto y le manifestó a Morelos que no podía convenir en que se publicara 'la
Constitución que remitió a V.E. en borrador, porque ya no me parece bien', sino que era
preferible esperar a que se pudiera 'dar una Constitución que sea verdaderamente tal'.
Sin embargo, el proyecto de Rayón tuvo influencia en las ideas de Morelos y sirvió, sobre
todo, para estimular la expedición de una ley fundamental." (Leyes Fundamentales de
México, p. 23.) Alamán sostiene, por su parte, que atendiendo a las observaciones que
Morelos hizo al proyecto de "constitución" formulado por Rayón "o porque la meditación
hizo conocer al (éste) los inconvenientes de su constitución, o más que todo, porque
publicada ya la española iba a parecer monstruoso tal proyecto, él mismo se mostró
disgustado de él, y en nueva comunicación dirigida a Morelos desde Puruaran en 2 de
marzo de 1813, desiste de la publicación, que sin embargo deja a la discreción de éste el
hacerlo, aunque por ella dice: 'nada avanzamos, sino que se rían de nosotros y
confirmen el concepto que nos han querido dar los gachupines de unos meros
autómatas'''. (Historia de Méjico. Tomo 111, p. 550.)
117
Sobre estos tópicos nos remitimos a nuestras obras Las Garantías Individuales' y Juicio
de Amparo, respectivamente.
LA ANTECEDENCIA HISTÓRICO-POLÍTICA DEL ESTADO MEXICANO
103
secretario." (Lucas Alamán, op, cit., pp. 569 y 670 del tomo III.)
121
Op. Cit., p. 165. Tomo IV.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 106
122
En su obra Visión y herencia de una Constitución el jurista Enrique DIAZ BALLESTEROS
elaboró un exhaustivo estudio sobre la Constitución de Apatzingan, mismo que
recomendamos ampliamente. Dicha obra fue presentada por la Universidad Latina de
América y el Gobierno del Estado de Míchoacán el 15 de abril de 2002.
123
Los miembros de dicha Junta fueron: Agustín de Iturbide.-Antonio, Obispo de Puebla.-
Juan O'Donojú.-Manue1 de la Bárcena.-Matías Monteagudo.-José Yáñez.-Lic. Juan
Francisco de Azcárate.-Juan José Espinosa de los Monteros o José María Fagoaga.-José Mi-
guel Guridi Alcocer.-El mrqués de Salvatierra.-El conde de Casa de Heras Soto.-Juan
Bautista Lobo.-Francisco Manuel Sánchez de Tagle.-Antonio de Gama y Córdova.-José
Manuel Sartorio.-Manuel Velázquez de León.-Manuel Montes Argüelles.-Manuel de la Sota
Riva.-EI marqués de San Juan de Rayas.-José Ignacio García IIIueca.-José María de
Bustamante.-José María Cervantes y Velasco.-Juan Cervantes y Padilla.-José Manuel Ve-
lázquez de la Cadena.-Juan de Horbegoso.-Nicolás Campero.-EI conde de Jala y de Regla.
-José María de Echevers y Valdivieso.-Manuel Martinez Mansilla.-Juan Bautista Raz y
Guzmán.-José María de Jáuregui.-José Rafael Suárez Pereda.-Anastasio Bustamante.Isidro
Ignacio de Icaza.-Juan José.Espinoza de los Monteros.
124
La Regencia se integró con Iturbide, O'Donojú, Manuel de la Bárcena, José Isidro Yáñez
y Manuel Velázquez de León. A la muerte de O'Donojú acaecida el 8 de octubre de 1821,
se nombró al arzobispo Fonte.
LA ANTECEDENCIA HISTÓRICO-POLÍTICA DEL ESTADO MEXICANO
107
Según don Lucas Atamán, al confiar dicho mando a don Agustín, la Junta
cometió un error, "pues fue tal el poder vitalicio que se le declaró, que el empe-
rador cuando hubiese venido, tenía que estar bajo su dependencia en todo lo
relativo al ejército, y entonces fue cuando se le concedió el tratamiento de
alteza, que suele ser señal de ruina para todos aquellos a quienes se les da sin
haber nacido sobre las gradas del trono". "Por otro decreto posterior, continúa
Alamán, se determinaron también las facultades de los capitanes generales" y
comenta que "Había pues tres poderes supremos en el estado: el de la junta,
que se llamaba soberana, el cual no reconocía más limitación que la que quería
imponerse la misma junta, declarando ser o no urgentes las materias de que se
ocupaba, para resolverlas por sí o reservarlas al congreso que la reemplazó: la
regencia, e Iturbide, que como generalísimo tenía en sus manos la fuerza y con
ella la única autoridad efectiva, pero no pudiendo ejercerla libremente por el
embarazo que le oponían la junta y la regencia, había necesariamente de acabar
por ponerse en choque con la una y la otra."126 Y 127
125
Alamán, op. cit., tomo V, p. 117. 122 Idem, p. 373.
126
Idem, p. 373.
127
El mismo Alamán emite un juicio severo respecto de la actuación de la Junta Guber-
nativa en los términos siguientes que no podemos dejar de transcribir: "Por poco que se
reflexione sobre el objeto de su institución, según lo prevenido en el tratado de Córdova,
se conoce sin dificultad que la junta se hizo ilusión sobre sus facultades y equivocó
completamente el fin
Española, expedida
en Cádiz el 19 de marzo de 1812, cuya filosofía política reflejó las ideas liberales
de la Revolución Francesa."
no de los hombres'. En otra parte de esta obra Otero expresa: 'Debe también
recordarse ( esa Constitución duró once años, y que a pesar de que durante ellos
las facciones despedazaron a la patria, aquélla fue reconocida siempre como el
pacto fundamental de los mexicanos, que se invocó siempre por todos los
partidos y facciones para legitimar sus pretensiones hasta que, en 1836, un
Congreso que no tenía otros títulos de existencia que los que le diera ese mismo
pacto que había jurado solemnemente cumplir, usurpó con un descaro
indisculpable funciones del poder constituyente."
la situación adecuada para que los principios y las reglas básicos contenidos en
dicho Código tuviesen su aplicación natural.
Por su parte, el profesor José Luis Melgarejo Vivanco formula un juicio si-
milar acerca de dicha Constitución, afirmando lo siguiente: "Hay quienes, para
juzgar a la Constitución de 1824, le piden una originalidad probadora de igno-
rancia, de obstinación parroquial de autotonismo liquidado. Le reprochan otros,
no tener la universalidad trascendente de los imperialismos depredadores vis-
tiéndose con ajena retacería; y otros, un hibridismo sin el cual, ni el hombre, ni el
progreso, tendrían razones. La Constitución de 1824 fue producto de un pueblo
en un instante de su vida física y social; con ella, se inició la existencia
republicana del México Independiente, y en la vida cotidiana, sería largo y
áspero el debate; sangrientos los hechos; trágicas las amputaciones; casi a
punto de perderse todo; pero, sin caer en el milagro, México, no sucumbió;
salvadoras manos pudieron transmitirlos a futuras generaciones, y la
Constitución de 1824, a siglo y medio de formada, resplandece sus méritos
propios, porque si el país pudo emerger de todos los naufragios, lo mantuvo a
flote a un principio, el de la vida constitucional. El Pueblo, en los momentos más
tremendos, busca el cobijo de la Constitución, una en tres etapas, 1824, 1857,
1917, Y a su amparo, ese pueblo está en marcha, fiel a su pasado, seguro de su
destino." 130
129
"La Constitución Política", estudio publicado en la obra México 50 años de Revolución.
Tomo l, pp. 256 y 257, 1960
130
La Constitución Federal de 1824, p. 192.
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 113
CAPÍTULO SEGUNDO
elementos que componen su ser esencial, sin advertir que lógica y realmente
tras del poder y del Derecho está un elemento que los genera y produce, cual es
el pueblo o la nación, o al menos, un grupo o una persona dominante, que al
desplegar el uno crea al otro y lo impone. Además, ninguna de tales teorías
puede explicar por qué el Estado es sujeto de derecho y obligaciones interior y
exteriormente, pues es evidente que el solo poder como actividad, fuerza o
dinámica, y el Derecho, como conjunto de normas, no tienen esa capacidad. Un
poder y no puede contratar, ni obligarse, ni adquirir derechos y muchos menos
puede realizar estos actos el orden jurídico, que sólo son susceptibles de
efectuarse por las personas físicas o morales. Por ende, sostener que el Estado
es un poder o un orden jurídico, significa postular un "estado sin personalidad", o
sea sin la capacidad mencionada y concluir que lo tratados y convenio
internacionales, por ejemplo, son inexistentes por falta de sujeto contratante, lo
que sería verdaderamente paradógico.
Nihil est in intellectu, quod prjus non fuerit in sensu, reza un principio epis-
temológico que debe aplicarse a toda labor investigatoria tendiente a la formu-
lación de un concepto científico, aplicación que importa el método inductivo. Por
ello, tratándose del Estado, su concepto debe ser la culminación del análisis
sobre el ser estatal, según lo presenta la misma realidad histórico-política. El
concepto de Estado no debe darse a priori, como lo hace la corriente idealista
para referirlo después a la realidad, sino elaborarse mediante el examen de ésta
y extraer de ella las notas generales que se acoplen a las entidades estatales
presentes, pretéritas y futuras.
133
Teoría del Estado.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 120
II. LA POBLACIÓN
A. Consideraciones generales
134
No desconocemos que entre "pueblo" y "nación" exista una diversidad conceptual
derivada de inteligentes sutilezas dialécticas. Así Heller afirma que "El pueblo cultural,
que en sí es políticamente amorfo, se convierte en naci6n cuando la conciencia de
pertenecer al conjunto llega a transformarse en una conexión de voluntad política",
agregando que "Sólo cuando un pueblo se esfuerza por mantener y extender su manera
propia mediante una voluntad política relativamente unitaria cosa que, por ejemplo, no
sucede en los llamados pueblos naturales, sólo entonces podemos hablar de una
nación." (Teorla del Estado. Quinta edición. Fondo de Cultura Econ6mica, p. 177.) Se
infiere de estas aseveraciones que para Heller la nación es el pueblo "politizado",
distinci6n que no nos parece esencial, por lo que optamos por utilizar ambos conceptos
como equivalentes, a pesar de que a esta equivalencia la estime tan destacado
tratadista como "una de las confusiones características de la Teoría del Estado del siglo
pasado". (Op. cit., p. 179.)
135
Teoria del Estado, p. 181.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 122
nados frente a quienes los órganos del Estado, es decir, los gobernantes, ejercen
el poder estatal dentro del orden jurídico primario o fundamental -constitucional-
y del orden secundario -legal-.
136
El Hombre y el Estado, p. 26.
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 123
a) Observaciones previas
sociología averiguar y señalar sus causas, plantear los diferentes problemas que
involucra y sugerir las medidas que se estimen adecuadas para resolverlos o
atemperarlos con el objeto de que se revisen las estructuras jurídicas y políticas
que impidan o estorben su solución.
"Cuando, en cambio, son próximas las razas mezcladas, tanto en sus atributos somático
y etnográficos como en las manifestaciones de sus ideales políticos, religiosos o morales,
el pueblo nuevo que se forma suele manifestar de relieve los buenos atributos de las
razas originales. Por tanto, el cruzamiento o mestizaje no es bueno ni malo en sí. Es
bueno si la construcción biológica y sociológica que representa una raza puede sumarse
a la construcción de una raza diferente; pero si la distancia entre las razas es inmensa, o
no se produce el cruzamiento porque los inferiores se eliminan con el simple contacto de
los superiores, como ha pasado en Australia y Tasmania, a pesar de los 'Protectors of the
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 125
Don José Vasconcelos, coincidiendo con el pensamiento del maestro Caso en cuanto que
el mestizaje "patológico" requiere mucho tiempo para convertirse en "sano", benéfico,
progresista y positivo, considera que de la mezcla de razas surgirá algún día en América
la "raza cósmica", cuya génesis provendrá de los mismos elementos étnicos que forman
la población de los países iberoamericanos. Al afirmar que el "sajonismo" destruyó en el
nuevo continente a las razas aborígenes y que, por lo contrario, España y Portugal se
empeñaron en incorporarlas a la cultura europea que representaban, deduce
Vasconcelos que el mestizaje que tal empeño engendró, "da derechos nuevos y
esperanza de una misión sin precedente en la Historia", porque "nuestra civilización, con
todos sus defectos, puede ser la elegida para asimilar y convertir a un nuevo tipo a todos
los hombres". (Cfr. Obras Completas. Tomo 11,918 y 919.)
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 126
otra parte, sin embargo, es durante esa época cuando, precisamente, se forma
el nuevo pueblo y, por consiguiente, debe decirse que la Colonia es parte
entrañable de su pasado. En efecto, la Colonia (no el Virreinato) se revela como
la época en que se inicia y desarrolla un proceso evolutivo que tiene por base el
cruzamiento físico y espiritual de conquistadores y conquistados. Este es el
acontecimiento capital de nuestra historia, el que permite comprender cómo dos
pasado ajenos son, sin embargo, propios. Porque en efecto, de ese
acontecimiento surge un nuevo pueblo que, durante el régimen colonial, aparece
tan sólo bajo la especie de clase social, una clase intermedia entre el español y
el indio, el elemento moderador que provoca la igualdad, prepara la
emancipación y proclama y consuma la independencia. Ese nuevo pueblo
empieza, por lo tanto, constituyendo una clase indeseable y extraña en el seno
de la sociedad virreinal, y precisamente esta su condición de paria es la
circunstancia que lo amalgamó y obligó a reconocer a sí misma como mexicana.
La emancipación de los pueblos de América, concluye Riva Palacio, es algo único
en la historia universal. Se trata de entidades realmente nuevas, no de pueblos
ya formados que reclamen y obtengan su libertad. En suma, la independencia
lograda por la lucha que empezó en 1807 con el incidente Iturrigaray no es una
vuelta a la indígena, como quieren algunos, pero tampoco es una prolongación
de la Nueva España, como pretenden otros; es el surgimiento entre las naciones
libres del mundo de una nueva, joven y vigorosa república." 138
138
México, Cincuenta Años de Revolución, Tomo V. La Cultura, p. 200, 1960.
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 127
139
Después de demostrar históricamente que ninguno de los factores en que suele fincarse la
idea de nación, aisladamente considerado, puede ser el único soporte de ésta, Ernesto Renán en
hermosas palabras afirma lo siguiente: "Una nación es un alma, un principio espiritual. Dos cosas
que, en verdad, tan sólo hacen una constituyen esta alma, este principio espiritual. La una está
en el pasado, la otra en el presente. La una es la posesión en común de un rico legado de
recuerdos: la otra es el consentimiento actual, el deseo de vivir juntos, la voluntad de seguir
haciendo valer la herencia que se ha recibido indivisa. El hombre, señores, no se improvisa. La
nación como el individuo, es la desembocadura de un largo pasado de esfuerzo, de sacrificios y
de abnegaciones. El culto de los antepasados es el más legítimo de todos; los antepasados nos
han hecho lo que somos. Un pasado heróico, grandes hombres, gloria -entiéndase la verdadera
gloria-; he aquí el capital social sobre el que se asienta una idea nacional. Tener gloria comunes
en el pasado, una voluntad común en el presente, haber hecho grandes cosas juntos, querer aún
hacerla; ahí las condiciones esenciales para ser un pueblo. Amase en proporción de los sacrificios
consentidos, de los males sufridos. Amase la casa a que se ha construido y se transmite. El canto
espartal 'Somos lo que fuisteis; seremos lo que sois', es en su sencillez el himno abreviado de
toda patria.
"En el pasado, una herencia de glorias y de pesares que compartir; en el porvenir, un mismo
programa a realizar. Haber sufrido, gozado, esperado juntos; he ahí lo que vale más que las
aduanas comunes y que las fronteras conforme a los ideales estratégicos; he ahí lo que se
comprende pese a la diversidad de raza y de lengua. Decía hace un momento: 'Haber sufrido
Juntos'; sí, el sufrimiento en común une más que el gozo. En cuestión de recuerdos nacionales
más valen los duelos que los triunfos, pues ellos imponen deberes; piden esfuerzo en común.
"Una nación es , pues, una gran solidaridad constituida por sentimiento de los sacrificios que han
hecho y de los que aún se está dispuesto a hacer. Supone un pasado, pero se resume, sin
embargo, en el presente por un hecho tangible: el consentimiento, el deseo claramente
expresado de continuar la vida común. La existencia de una nación es (perdonadme esta
metáfora) un plebiscito de todo los días, como la existencia del individuo es una afirmación
perpetua de vida.” (¿Qué es una Nación? Traducción de Rodrigo Fernández Carvajal. Instituto de
Estudios Políticos. Madrid, 1957, pp. 106 Y 107.)
140
La heterogeneidad étnica del pueblo mexicano se agudiza primordialmente en lo que
respecta al sector indígena. En nuestro país existen muchas comunidades aborígenes cuya vida
cultura se remontan a épocas muy anteriores a la conquista hispánica. Sus condiciones
existenciales son deplorables. Es un deber humanitario y ético político atender sus
requerimientos y necesidades sociales, económicas, asistenciales, sanitarias, educativas y
morales, tarea que se antoja de colosal magnitud. Dichos pueblos, diseminados en distintas
regiones del territorio nacional, son los siguientes: Toltecas, Nahuas, Tarahumaras, Otomíes,
Coras, Huicholes, Aymara , Axaces, Zap cos, Seris, Mayos, Tlaxcaltecas, Chichimecas, Yaquis,
Mixtecos, Mexicaneros, Azteca, Purépec Quechúas, Tepehuanes, Chontales, Cholultecas,
Nahualtlacas, Texcocanos, Tecpaneca , Taras Tlahuicas, Chalca , Xochirnilcas. Aculhuas,
Totonacos, Mazatecos, Teotihuacanos, Toltechas, Mayas, Olmecas y Mazahuas.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 128
b) La nacionalidad mexicana
El derecho humano colectivo que asiste a los citados pueblos indígenas de ninguna manera
aplica convertirlos en entidades independientes del Estado Mexicano, aunque sí entraña respetar
su autonomía en cuanto a su usos y costumbres que no se contrapongan a los principios fundan
tales de la Constitución, la cual, en u artículo 4 ya proclama su reconocimiento, sin llegar a
extremos desquiciantes del "Anteproyecto de Reformas Constitucionales" presentado en
diciembre de 1996 por la llamada "Comisión de Concordia y Pacificación" (Cocopa). Tal
"Anteproyecto", rechazado por el presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, lo criticamos
duramente en un artículo que publicó "Excelsior" con fecha 15 de enero de 1997 bajo el título
"Defensa de la constitución a cuya consulta nos remitimos.
141
Principios de Derecho Internacional Privado. pp. 77. No sin razón, el doctor Francisco
Venega Trejo, distinguido profesor universitario mexicano, sostiene que el concepto de
"nacionalidad" de sustituirse por el de "estatalidad", argumentando que el primero
denota una idea sociológica en tanto que el segundo tiene una connotación política (Cfr.
Nacionalidad, Estatalidad y Ciudadanía Edición 1964).
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 129
142
Op. Cit. P. 78
143
Droit lnternational Privé. Tomo I. p. 2.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 130
145
Op. Cit., p. 7.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 132
Por lo que atañe al jus sanguinis, son mexicanos por nacimiento conforme
el artículo 30 constitucional "Los que nazcan en el extranjero de padres mexi-
canos, de padre mexicano o de madre mexicana" (frac. II inciso A). Esta hipótesis
se estableció mediante la reforma de 1934 a que hemos aludido, pues el artículo
original de la Constitución de 1917 sólo consideraba mexicano por nacimiento y
en base en el principio de jus sanguinis a "los hijo de padre mexicano, nacido
dentro o fuera de la República, siempre que en este último caso los padres sean
(fuesen) mexicanos por nacimiento”147Y 148
establezcan su domicilio dentro del territorio nacional y cumplan con los más
requisitos que al efecto señale la ley (art. 30, apartado B, fracción II). 150
150
El primitivo artículo 30 de la Constitución de 1917, vigente hasta enero de 1934 que
respecta a la naturalización, disponía que podían por ese medio adquirir la nacionalidad
mexicana las siguientes personas: "a)'-Los hijos que de padres extranjeros nazcan en el
país tan por la nacionalidad mexicana en los términos que indica el inciso anterior, sin
haber t residencia que se expresa en el mismo; b).-Los que hubieren residido en el país
cinco años consecutivos, tengan modo honesto de vivir y obtengan carta de
naturalización de la citada S. de Relaciones; c).-Los indolatinos que se avecinen en la
República y manifiesten su dese, quirir la nacionalidad mexicana.”
151
Por virtud de esta mera declaración formal, la nacionalidad española se atribuyó a los
indios, mestizos y a todos los individuos pertenecientes a las múltiples castas en que se
d población de la Nueva España, con la única condición de que fuesen "libres", pues los
quedaron privados de ella.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 136
do de ella, con tal de que tenga la vecindad de cinco años cumplidos en el te-
rritorio de la República" (art. 125). La Constitución centralista de 1836, llamada
oficialmente "Las Siete Leyes Constitucionales", toma como base de la nacio-
nalidad mexicana diferentes factores, tales como el jus sanguinis, el jus soli, la
vecindad o residencia en la República, la adhesión al Acta de Independencia, así
como la naturalización, según se advierte del artículo primero de la Primera Ley,
a cuyo texto nos remitimos. Los ordenamientos constitucionales, estatutos y
proyecto de constitución, posteriores hasta la Ley Fundamental de 1857
adoptaron, mutatis mutandis, los mismos criterios para demarcar la nacionalidad
mexicana por nacimiento y naturalización, como fácilmente puede observarse de
su respectivo texto, el que, para fines didácticos y deliberadamente sin
comentarios, aludimos en la nota al calce.152
"No obstante lo anterior, desde hace más de tres décadas se empezó a una
tendencia en el ámbito internacional y comparado para admitir la posibilidad de la doble
nacionalidad, incluso en algunas regiones del mundo, como en Europa, se han firmado
diversos conveniox para aceptar y reconocerle efectos jurídicos a la nacionalidad dual;
así, por ejemplo, España ha suscrito varios tratado bilaterales con diversos países de
América Latina a fin de otorgarle reconocimiento a la múltiple nacionalidad. Algunos
países, inclusive, sobre todo en el continente americano, han reformado sus
constituciones y legislación para darle cabida a la nacionalidad plural.
"A finales del mes de febrero de 1995, los cuatro partidos políticos representados
en el Congreso mexicano suscribieron un pacto en el entendido de aceptar, en principio,
el análisis y discusión de una posible reforma al texto constitucional para reglamentar la
irrenunciabilidad de la nacionalidad mexicana y, por consiguiente la aceptación de la
doble nacionalidad.
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 139
"A partir de entonces, grupos de expertos han preparado una cric de refor-
mas tanto al texto de la Carta Magna como de la legislación correspondiente.
También e han llevado a cabo consultas en la República como entre la comuni-
dades de origen mexicano que radican en territorio de EU.
155
Estos preceptos los estudiamos en el capítulo quinto, párrafo 111, apartados D y E de
nuestra obra Las Garantías Individuales, a cuyas consideraciones nos remitimos,
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 142
árganos del Estado cuyos titulares sean de elección popular. Esta exclusividad
se justifica plenamente, ya que sin ella, es decir, si en materia política los
extranjeros tuviesen las mismas prerrogativas que los nacionales, la inde-
pendencia del Estado mexicano se colocaría en grave riesgo de desaparacer al
abrirse la posibilidad de que su gobierno se entregara a individuos
pertenecientes a otra nacionalidad.156
159
Diario de los Debates del Congreso Constituyente, tomo 11, pp. 795 Y 796.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 144
faltan al convenio, se les hará efectiva la cláusula penal. Además, hay esta ventaja: el
tribunal de La Haya podrá declarar que la renuncia no es obligatoria; pero como no va a
someterse a este tribunal un convenio privado, este convenio surtirá en México todos sus
efectos, como lo podrán decir todos los abogados que están aquí.160
"El Sr. Ramírez (D. Ignacio) cree que como derecho del hombre se establece que los gobiernos
tengan la obligación de mejorar la condición de los mexicanos laboriosos, y que para esto
establecen tres medios: 1º. dar premios á los que se distingan en las ciencias ó en las artes; 2°
estimular el trabajo; y 30 fundar escuelas prácticas de artes y oficios.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 146
"Como para mejorar la condición de los hombres laboriosos, no hay mas arbitrio que
proporcionarles capitales ó consumidores, el primer medio que la comisión propone es esteril,
pues d que unas cuantas personas reciban premios, que serán papeles y palabras, no resultará
ningun bien á las clases que se quiere proteger. Los premios tuvieron en su orgien por objeto,
levantar á I clases trabajadoras de la degradación en que las dejó el feudalismo, ahora esta
emancipación est ya realizada, y los premios no son sino un accesorio poético en las fiestas de la
industria, que tiene un objeto mucho mas elevadodo que dar recompensar á unos cuantos
individuos.
"El segundo medio es también ineficaz, pues el gobierno no puede estimular el trabajo de un
manera directa, y para que haya trabajo basta dejar en libertad á la actividad humana. Pero aun
cuando se suponga que se puede estimular el trabajo, de eso no resultará ninguna mejora en la
condición de los mexicanos laboriosos.
"El tercer medio es casi ridículo, sobre todo establecido como derecho del ciudadano. ¿Cómo
ejerce este derecho? ¿Cómo se reclama su cumplimiento?
"Si se quiere que existan tales establecimientos, dése un precepto de una manera terminante
que cese esa enseñanza en que se juega con palabras, y se enseñe algo útil y que á los
embrollos de la teología se sustituyan conocimientos benéficos á la humanidad" (Historia del
Congreso extraordinario Constituyente de 1856 y 1857. Tomo 11, pp. 232 Y 235).
163
Este precepto establece, en su texto actual vigente a partir del 20 de marzo de 1998, q
"La Ley regulará el ejercicio de los derechos que la legislación mexicana otorga a los mexicanos
que posean otra nacionalidad y establecerá normas para evitar conflictos por doble nacionalidad.
"El ejercicio de los cargos y funciones para los cuales, por disposición de la presente
Constitución, se requiera ser mexicano por nacimiento, se reserva a quienes tengan esa calidad
y no quieran otra nacionalidad. Esta reserva también será aplicable a los casos que así lo
señalen otras leyes del Congreso de la Unión.
"En tiempo de paz, ningún extranjero podrá servir en el Ejército ni en las fuerzas de policía o
seguridad pública. Para pertenecer al activo del Ejército en tiempo de paz y al de la Armada o de
la Fuerza Aérea en todo momento, o desempeñar cualquier cargo o comisión en ellos, se
requiere ser mexicano por nacimiento.
"Esta misma calidad será indispensable en capitanes, pilotos, patrones, maquinistas, mecánicos
y, de una manera general, para todo el personal que tripule cualquier embarcación o aeronave
se ampare con la bandera o insignia mercante mexicana. Será también necesaria para
desempeñar cargos de capitán de puerto y todos los servicios de practicaje y comandante de
aeródromo.
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 147
"Los mexicanos serán preferidos a los extranjeros en igualdad de circunstancias, para toda e de
concesione y para todos los empleos, cargos o comisiones de gobierno en que no sea
indispensable la calidad de ciudadano.
164
Por la índole eminentemente variable de los hechos y circunstancias que motivan
dicho segundo párrafo, éste ha experimentado dos reformas, una en 1934 y otra en
1943, en lo que atañe a los cargos y servicios en que se refiere la nacionalidad mexicana
por nacimiento. Consideramos que esta cuestión no debe ser materia de regulación
constitucional, sino que debe dejarse su normación al legislador ordinario, atendiendo a
la circunstancialidad cambiante de los hechos y situaciones que deben inspirar a la
extensión o reducción de dicho requisito.
165
El ejercicio de los cargos y funciones para los cuales, por disposición de la presente
Constitución, se requiera ser mexicano por nacimiento, se reserva a quienes tengan esa
calidad y no adquieran otra nacionalidad. Esta reserva también será aplicable a los casos
que así lo señalen otras leyes del Congreso se la Unión.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 148
modificó dicho precepto constitucional169 era lógico que bajo ambas ideologías se
creara un sistema normativo unitario dentro del que se organizara e impartiera
la educación pública. Fue así que se tuvo que federalizarse ésta, fenómeno que
obviamente trajo aparejada la supresión de la facultad de los Estados para
legislar sobre tal materia, según refiere a la fracción XXV del artículo 73
constitucional practicada también el 1 diciembre de 1934 y en atención a la cual
la potestad legislativa en el ámbito educacional corresponde al Congreso de la
Unión, en el sentido de "dicta leyes encaminadas a distribuir convenientemente
entre la Federación, los Estados y los Municipio el ejercicio de la función
educativa y las aportaciones económicas correspondientes a ese servicio público
buscando unificar a coordinar la educación en toda la República".
169
Véase nuestra obra ya citada.
170
Artículo 2 del Código Fiscal de la Federación, publicado en el Diario O/i(l de enero de
1967. El actual Código, que se publicó en el Diario Oficial el 31 de diciembre 1981
prescinde absurdamente de la mencionada definición, sin proporcionar ninguna ya que la
fracción 1 de su artículo :" dispone que son impuestos "las contribuciones citadas en ley
que deben pagar las personas físicas y morales que se encuentren en la jurídica o de
hecho prevista por la mi ma y que sean distintas de la señalada en fracciones II y III de
este artículo". En otras palabras, para los autores del Código Fiscal actual, los impuestos
no son ni aportaciones, de seguridad social ni derechos, fiscales, estimación que es
evidentemente paradógica.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 152
En corroboración de esta idea, don Gabino Fraga sostiene que "El Estado puede
obtener por dos medios diferentes los recursos pecuniarios indispensables para su
sostenimiento: por virtud de un acto de colaboración voluntaria de los particulares, o por
un acto unilateral del Poder Público, obligatorio para los particulares.
171
Los conceptos de "gobernado' y de "acto de autoridad" los tratamos en nuestras
obras Las Garantías Individuales y El juicio de Amparo, a cuyas consideraciones nos
remitimos.
172
Derecho Administrativo. Página 188.
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 153
173
Artículos 2 y 3 del Código Fiscal de la Federación, publicado el 31 de diciembre de /
981 y que abrogó el ordenamiento anterior respectivo, publicado en enero de 1967.
174
Enciclopedia Espasa-Calpe. Tomo XV
175
Como no corresponde al contenido de la presente obra estudiar la muy variada y rica
temática que abarca el Derecho Fiscal o Financiero, sólo examinaremos la obligación
tributaria desde el punto de vista de su demarcación constitucional según la fracción IV
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 154
tributarias.
tesis 54 del mismo Apéndice, Pleno. Apéndice 1995, Materia Constitucional, tesis 168.)
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 156
personas que no son propietarios. Recorriendo el largo catálogo de impuestos que entre nosotros
ha existido, vemos que casi ninguno de ellos tiene el carácter de universalidad de que hablo,
sino que cada uno gravita sobre determinada industria, giro, capital, etc., constituyendo el
producto de todos los ingresos del tesoro. La contribución predial se paga sólo por los
propietarios; la de patente por los dueños de giros sobre que se impone; los derechos marítimos
por los que hacen el comercio con el extranjero, e tc., y nadie puede calificar de des pro-
porcionadas esas contribuciones sólo porque hay muchas personas que no las pagan, que no
pueden ni deben pagarlas.
"Tan sencillas reflexiones como éstas demuestran evidentemente, y así lo creo yo, que la
proporción en el impuesto no se toma de la universalidad de su pago, sino de su relación con los
capitales que afecta. Los economistas por esto no reputan desproporcionada a la contribución
que paguen pocos o muchos en virtud de ser muchos o pocos los dueños de los valores sobre
que recaiga, sino a los que se exige sin tener en cuenta la cuantía o importancia de esos valores.
Una contribución igual para todos los capitales, sin considerar la desigualdad de éstos, sería del
todo desproporcionada." {Cuestiones Constitucionales. "Votos", tomo TI, pp. 21 a 23.)
182
servicios, se considerará como valor el total de la contraprestaci6n pactada, así como
las cantidades que además se carguen o cobren a quien reciba el servicio, por otros
impuestos, contraviene el artículo 31, fracci6n IV, de la Constitución". (Amparo en
Revisión 8993/83 "Unión Regional de Crédito Ganadero de Durango, S. A. de C. V.".
Ponente: Carlos del Río Rodríguez, Fallado en marzo de 1985.) Por nuestra parte, la
inconstitucionalidad del citado impuesto específico la demostramos en las
consideraciones que informan un artículo que publicamos en el diario "Excélsior", el 14
de diciembre de 1979.
d
183
Tesis jurisprudencial l18. Compilación 1917·1965 del Semanario Judicial de la
Federación. Segunda Sala. ldem. Tesis IB4 del Apéndice 1975, Segunda Sala. Apéndice
1995. Materia Administrativa, tesis 184.
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 161
"El concepto material del gasto público estriba en el destino de un impuesto para
la realización de una función pública específica o general, al través de la erogación que
realice la Federación directamente o por conducto del organismo descentralizado
encargado al respecto." 184
Control jurisdiccional sobre las leyes fiscales. Una importante cuestión que
surge en materia tributaria y que generalmente abordan los tratadistas de
Derecho financiero es la consistente en determinar si los tribunales pueden o no
examinar las leyes fiscales para concluir si acatan o no los requisitos de equidad
y proporcionalidad que establece la Constitución o constatar u pertinencia o de
acierto desde el punto de vista económico y social. En otras palabras, dicha
cuestión se plantea en el sentido de i jurisdiccionalmente Y al fallar los casos
concreto que se someten a su consideración, los órgano judiciales del Estado -en
México la Suprema Corte, los Tribunales Colegiados de Circuito y lo Jueces de
Distrito-- tienen facultad para juzgar la leyes tribunales con criterio socio
económico revisando la motivación y las finalidades que hayan impulsado al
legislador para expedirlas. En nuestro país y desde la época del ilustre don
Ignacio L. Vallarta ha sostenido la incapacidad judicial para ponderar lo
ordenamiento fiscal en los términos apuntados, afirmando que solamente
incumbe a los órganos legislativos del Estado y al Presidente de la República
184
Informe de 1969, pp. 25 Y 26. Sala auxiliar
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 162
185
El que fuera ministro de la Suprema Corte don Manuel Yáñez Ruiz formulo sobre el
citad tema un exhaustivo estudio de la lectura ineludible y provechosa que se publicó en
el informe , /970. pp. 329 a 480. Apéndice de /995, te i /64. Materia Constitucional.
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 163
guar hasta qué grado el impuesto e el uso legal del poder, y en qué grado
comienza el abuso de la facultad de imponerlo.'
"La fijación de los gastos públicos es una de esas materias que, según
estas doctrinas, son de la exclusiva competencia del legislador, sin que los
tribunales puedan en caso alguno intervenir en ella. Si el Congreso abusa
decretando en el presupuesto más gastos que los que el país permita o soporte,
tal abuso no tiene más remedio que el derecho del pueblo para elegir otros
representantes que cuiden más de sus intereses. Y caso en que a los tribunales
sea lícito juzgar de los abusos legislativos en esta materia, de acuerdo con las
mismas doctrinas, será cuando el Congreso prostituya sus poderes, hasta el
extremo de decretar impuestos, no para atender a los gastos públicos, sino para
favorecer empresas o especulaciones privadas; hasta el extremo de arrebatar a
un propietario su fortuna; hasta el extremo de hacer de la contribución un
verdadero despojo de la propiedad.
"Es, pues el principio general en estas materias, que toca al Poder Legisla-
tivo pronunciar la última palabra en las cuestiones de impuestos, siendo final y
conclusiva su decisión sobre lo que e propio, justo y político en ellas, y sin que
puedan los tribunales revisar e a decisión para inquirir hasta qué grado la cuota
del impuesto es el ejercicio legítimo del poder, y en cuál otro comienza el abuso.
y la excepci6n que ese principio sufre, tiene lugar cuando el Congreso ha
traspasado los límites de su poderes, y ha decretado, con el nombre de impues-
tos, 10 que es solamente expoliaci6n de la propiedad, conculcando no s6lo 10
preceptos constitucionales que no toleran la arbitrariedad y el despotismo, sino
las más claras reglas de la justicia.
"Sólo cuando los atentados del legislador sean tan grave que él traspase
el límite de sus facultades constitucionales, dicen los americanos, es lícito a los
tribunales conocer de los abusos legislativos en materia de impuestos. Esta doc-
trina no necesita demostración. En este caso la apelación al sufragio popular
sería estéril, porque los derechos de propiedad y de seguridad amenazados se-
rían hollados sin remedio; y por esto los tribunales para hacer respetar las
garantías individuales, tienen la misión y el deber de intervenir en ese caso
186
Cuestiones constitucionales, "Votos", Tomo 11, pp. 29, 30, 31. 33, 34 Y 35.
187
Apéndice de 1975, tesis 55. en relación con la 56. Pleno. Apéndice 1995. tesis 1644.
Materia Constitucional.
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 165
"Los pueblos vencidos, sostiene, eran los que soportaban la mayor parte
de las exigencias pecuniarias de los vencedores", agregando que "Cuando un
pueblo era vencido por la triple alianza (constituida por los reinos de México,
Texcoco y Tacuba}, se le imponía un tributo de acuerdo con sus recursos", el
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 166
cual consistía "en una cantidad de efectos que el pueblo o la provincia sometidos
entregaban periódicamente a sus conquistadores", e decir. "dos o tres veces al
año. o cada ochenta días según el pacto". Citando a Alonso de Zurita, dicho
distinguido autor asevera que había cuatro clases de tributarios en los pueblos
de Anáhuac y que eran: "1. Los colonos de las propiedades de nobles y guerrero
distinguidos. E tos colono cultivaban las propiedades mencionadas y daban parte
de los producto a sus propietarios en lugar de pagar el tributo al re)'. 2. Los
habitantes de los calpullis (barrios) pagaban tributos al jefe del barrio y al rey. 3.
Los comerciantes e industriales. 4. Los mayeques, especie de e clavos de la
tierra, pagaban el tributo al dueño de las sementeras que sembraban. No
pagaban tributo al rey. Los conquistadores. además del tributo que imponían a
los vencidos, se apoderaban de algunas tierras del pueblo conquistado; el rey
otorgaba la propiedad de esas tierras a los guerreros o a los nobles, como
premio de sus servicio, con todo y los poseedores de las mismas que entonces
eran una especie de esclavos de tierra." 188
Por su parte, Ignacio Romerovargas Iturbide asienta que "Los tributos eran
entregados de cada pueblo a un calpixque de la región, y todos, centralizados,
en Tenoxtitlan, donde se distribuían entre los tres Estados Confederados, excep-
to en aquellos casos en que de común acuerdo se hubiese estipulado y fijado la
cantidad de tributos que debía ser entregada a cada una de las tres capitales o,
que la región dependiente directamente de una de las capitales donde
directamente se enviaba el importe de la recaudación.
188
El Derecho Precolonial, pp. 57 y 58.
189
Organización Política de, los Pueblos de Anáhuac. p. 358.
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 167
Los tributos que pagaban los indios formaban otra fuente importante
ingresos para la Real Hacienda. Este impuesto fue primero de cuatro reales
Felipe II lo duplicó, llegando a fluctuar a fines del siglo XVIII entre uno y tres
pesos en atención al lugar de residencia de los tributarios. De su pago estar
exentos los caciques, los enfermos y las mujeres. A consecuencia del sistema
repartimientos el tributo que debían cubrir los indios encomendados lo percibían
los encomenderos por cesión que en su favor hizo el rey respecto de
prerrogativa de cobrarlos, circunstancia que alentó la codicia de aquéllos
propició los tratamientos crueles e inhumanos de que eran víctimas los
tributarios.
ción alguna, estaba obligado "a contribuir en proporción a sus haberes para los
gastos del Estado", Las reglas fundamentales en lo concerniente a la men-
cionada obligación pública individual se prescribieron en un título preceptivo
especial, el VII, Y entre ellas se proclamó el principio de la legalidad de los
impuestos en cuanto que éstos deberían decretarse por las Cortes, o sea, por el
órgano legislativo, habiéndose desposeído de la facultad correspondiente al rey
en forma análoga a como sucedió con mucha antecedencia cronológica en
Inglaterra.
190
Debe recordarse que la nacionalidad española, conforme a la Constitución de Cádiz
extendía a "Todos los hombres libres nacidos y avecindados en lo, dominios de las
Españas y los hijos de éstos"; "Lo extranjeros que hayan obtenido de las Cortes carta de
naturaleza" "Los que sin ella lleven diez años de vecindad, ganada según la ley en
cualquier pueblo de la Monarquía"; "Los libertos desde que adquieran la libertad en las
Españas".
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 169
191
La Nacionalidad Mexicana. Publicación de la E cuela Libre de Derecho, 1940, p. 157.
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 171
192
Op. cit., p. 158
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 172
195
Esta Secretaría tiene competencia expresa para "Intervenir en todas las cuestiones
relacionadas con la nacionalidad y naturalización" conforme al artículo 28, fracción VII,
de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal de 22 de diciembre dc 1976.
196
El análisis de la garantía de audiencia lo realizamos con la exhaustividad que nos ha
sido dable en nuestra obra ya citada
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 174
cuando usara un pasaporte extranjero (fracciones III y IV del inciso A del arto 37
const.). Consideramos que la residencia a que se refiere el primer caso debe ser
voluntaria, o sea, sin coacción alguna o sin que medie ninguna circunstancia
impeditiva para que el naturalizado retorne a México, pues sólo así se presume
fundamentalmente que el extranjero que adquirió la nacionalidad mexicana ha
decidido abandonarla o abdicar de ella, por permanecer intencionalmente en su
país de origen durante el lapso mencionado. Además, en las hipótesis a que nos
acabamos de referir, la pérdida de la nacionalidad por naturalización no debe
operar de pleno derecho cuando se realice el hecho condicionante, toda vez que
éste debe ser invocado y acreditado ante la Secretaría de Relaciones Exteriores,
teniendo el presunto afectado el derecho de ser oído en defensa antes de que se
declare la pérdida, en observancia de la garantía de audiencia instituida en el
artículo 14 de la Constitución Federal.
197
A) Ningún mexicano por nacimiento podrá ser privado de su nacionalidad. "B) La
nacionalidad mexicana por naturalización se perderá en los siguientes casos:
"1. Por adquisición voluntaria de una nacionalidad extranjera, por hacerse pasar en
cualquier instrumento público como extranjero, por usar un pasaporte extranjero, o por
aceptar o usar títulos nobiliarios que impliquen sumisión a un Estado extranjero, y
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 175
e) Los extranjeros
"11. Por prestar voluntariamente servicios oficiales a un gobierno extranjero sin permiso
del Congreso Federal o de su Comisión Permanente;
"111. Por aceptar o usar condecoraciones extranjeras sin permiso del Congreso Federal o
de su Comisión Permanente;
"IV. Por admitir del gobierno de otro país títulos o funciones sin previa licencia del
Congreso
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 176
Nos referimos a la Ley General de Población, que clasifica a los extranjeros como
inmigrantes, o sea, los que se internan al país legal y condicionalmente "con el propósito
de radicarse en él" (Art. 44); inmigrados, es decir, los que han adquirido derechos para
residir definitivamente en México (Art. 52); y no inmigrantes, esto es, los que entran a
México temporalmente como turistas, transmigran tes, visitantes, consejeros, visitantes
distinguidos, locales y provisionales, asilados políticos o estudiantes (Art. 42). Dicha ley,
publicada el 7 de enero de 1974, abrogó la del 24 de diciembre de 1949 que invocamos
en la nota correlativa de la primera edición de esta obra.
199
Respecto del concepto de garantía individual, de su extensión y de su incorrecta de-
nominación al través de este adjetivo, nos remitimos a las consideraciones que
exponemos en nuestra obra varias veces citada.
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 177
200
Véase apartado 3 del inciso b ) que antecede.
201
Artículo 32 de la Ley de Nacionalidad y Extranjería.
202
Supra. Apartado 5 del inciso b) anterior.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 178
203
El estudio de la misma lo formulamos en nuestra obra Las Garantías Individuales
capítulo octavo.
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 179
"ARTÍCULO 33. Son extranjeros los que no poseen las calidades determina-
das en el artículo 30. Tienen derecho a las garantías que otorga la sección I,
título primero de la presente Constitución; pero el Ejecutivo de la Unión tendrá la
facultad exclusiva de hacer abandonar el territorio nacional inmediatamente y
sin necesidad de juicio previo, a todo extranjero cuya permanencia juzgue
inconveniente.
204
Diario de los Debates del Congreso Constituyente de Querétaro. Tomo 11, pp. 4 Y 422.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 182
206
La ejecutoria en que se sustenta el anterior criterio aparece publicada en el tomo
XCV, pp. 720 a 725, del Semanario Judicial de la Federación. Quinta Epoca.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 184
para transmitirlos por testamento o por ley a sus parientes o herederos na-
turales.
207
Diccionario de Legislaci6n 'Y Jurisprudencia. Edici6n 1852, p, 299.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 186
mandamos, que también en las alverguerías, como fuera dellas, puedan comprar
las cosas que hubieren menester, e ninguno no sea osado de les mudar las
medidas, ni los pesos derechos porque los otros de la tierra venden, e compran:
y el que lo ficiere, haya la pena que manda la ley.
se vio empañado por una fobia contra español que se observó durante los
primeros lustros de la vida independiente de México. Esta actitud antiespañola
se explica por la natural aversión e siente un pueblo contra sus dominadores
durante la lucha de emancipación y por su temor frente a nuevos intentos de
sojuzgación. Ambos motivos, acentuando en la conciencia colectiva y en el
ánimo de los primeros dirigentes , México independiente, provocaron una
reacción contra los españoles residen en nuestro país, aunque de ningún modo
contra el hispanismo, pues éste, sien uno de los elementos genéticos de la
nación mexicana, no pudo ni puede d conocerse por ella sin desconocerse a sí
misma.
ron "obra de las circunstancias", ya que "Reconocida que fue por España la
independencia de la nación, los españoles, lo mismo que los demás extranjeros,
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 188
208
Colección de Leyes. Tomo II, p. 47.
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 189
d) La ciudadanía mexicana
211
El empleo de estos adjetivos revela que la ciudadanía tiene como fuente formal sine
qua non el derecho y como finalidad la participación política a que hemos aludido. Sin
una ni otra no puede hablarse de ciudadanía, o sea, que el nacional que no tenga el
derecho de intervenir mutatis mutandis en el gobierno del Estado a que pertenezca, no
será ciudadano, sino simple súbdito o mero gobernado, es decir, s610 un destinatario del
poder público, según el lenguaje de Loewenstein.
212
La idea de gobernado la explicamos en nuestro libro Las Garantías Individuales,
capítulo segundo.
213
Análogas consideraciones sobre la participación de la ciudadanía en el gobierno del
Estado y primordialmente en la expresión de la voluntad estatal mediante la expedición
de
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 192
alguno diputado para que se exigiera el requisito de saber leer y escribir con el
objeto de asumir la ciudadanía, exigencia que sus promulgadores trataban de
justificar sobre las condiciones de incultura y analfabetismo que afectaban a
grandes masa de campesinos y obreros que por su ignorancia no
Sobre esta cuesti6n, Sergio Carda Ramírez aduce que el otorgamiento de la ciudadanía
los jóvenes mayores de dieciocho años con independencia de su estado civil, se apoya
sobre puntos fundamentales, haciéndolos consistir en lo siguiente: "a) la necesidad de
que la juventud mexicana contribuya, con su participación, a integrar la voluntad política
colectiva: pertinencia de aportar al joven, oportunamente, cauces institucionales para la
manifestación de sus inquietudes y preocupaciones, y e) la madurez alcanzada
tempranamente por la generación, en cotejo con el más lento desarrollo de las
anteriores, de manera que los ar jóvenes de dieciocho años resultan aptos,
independientemente de su Estado civil, para 1; cada labor ciudadana." Esta motivación,
como lo anota García Ramírez, inspiró la iniciativa presidencial de reforma al artículo 34
constitucional, al afirmarse en ella que "Las generaciones emergen a la vida nacional y
reclaman -como en todo el mundo contemporaneo- ser escuchadas, y contribuir con sus
puntos de vista a la integra ión de la v( colectiva que genera el gobierno
representantivo" siendo muy importante "que el joven enfrente a tiempo cauces
institucionales para expresar sus legítimas inquietudes", concluyen "Existe una
innegable mejor preparación de las nuevas generaciones, que han vivido u do distinto y
más evolucionado que las anteriores, a las que superan comparativa (Pensamiento
Político. Número 9. Volumen lIT. Enero de 1970.)
P
Art. 34.
217
El artículo 40 del Proyecto constitucional de 185ó prescribía que "Desde el año de
18ó0 en adelante, además de la calidad expresadas (edad, estado civil y modo honesto
de vivir), se necesitará la de saber leer y escribir." Contra este pretendido requisito el
diputado Peña y Ramírez adujo que no está conforme "con los principios democráticos”,
agregando que "las clase indigentes y menesterosas no tienen ninguna culpa (el no
saber leer y escribir), sino los gobiernos que con tanto descuido han visto la instrucción
pública". Ante estas objeciones don Ponciano Arriaga confesó que "no encuentra qué
contestar" y después de consultar con los demás miembros de la comisión se suprimió
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 195
218
Esos requisitos se establecieron atendiendo a diversos criterios como la posición
económica, renta, ilustración, edad" estado civil. Sobre la antecedencia meramente
preceptiva del actual artículo 34 constitucional, Sergio García Ramírez, en una bien
lograda síntesis, expone:
Siguiendo este orden de ideas, debe observarse que, si para ser diputado
se requiere ser ciudadano mexicano y si para serlo, según se dijo, se debe tener
una vida honesta, el corrupto, al no satisfacer esta exigencia constitucional, se
despoja de la ciudadanía y se incapacita, por tanto, para desempeñar dicho
cargo. Sería absurdo que tuvieran este derecho político los deshonestos, es
decir, los no ciudadanos. De ahí que es obligación insoslayable de todo partido
polí-
219
Ese carácter se corrobora por la Ley Electoral Federal de diciembre de 1951 según se
indica en su artículo 61, así como por el artículo 10 de la Ley de diciembre de 1972 que
la abrogó, precepto que dispone: "El voto es universal, igual directo y secreto para todos
los cargos de elección popular. Constituye un derecho y una obligación del ciudadano."
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 200
dad de lo que se deduce que todos los deberes que se imponen a los mexicanos
en general, los tienen los ciudadanos en puntual observancia de la lógica.
221
Este precepto también lo examinamos en nuestro citado libro.
222
Según la reforma constitucional de 1989 dicho Registro "y la expedición del
documento que acredite la cuidadanía mexicana son servicios de interés público, y por
tanto, responsabilidad que corresponde al Estado y a los ciudadanos en los términos que
establezca la ley".
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 202
Por lo que toca a la obligación que estriba en "Desempeñar los cargos con-
cejiles del municipio donde resida (el ciudadano), las funciones electorales y las
de jurado", la misma implica una salvedad de la libertad de trabajo que como
derecho público subjetivo instituye el artículo 5 constitucional. 223
224
Debemos recordar que conforme a la reforma al artículo 37 constitucional que entró
en vigor el 20 de marzo de 1988, la causa de la pérdida de la ciudadanía mexicana a que
nos referímos no entraña la de la nacionalidad mexicana por nacimiento, sino sólo la
obtenida por naturalización.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 204
225
La Constitución de 57 también en su artículo 37 previó las dos primeras causas en
términos gramaticales iguales.
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 205
226
preceptos los analizamos en el capítulo quinto de nuestra obra Las Garantías
Individuales.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 206
suspensivo no la afecta como calidad del mexicano sino que versa sobre las
prerrogativas "derecho-obligación" inherentes a esa calidad. Ahora bien, la
suspensión se traduce en que, mientras subsista la causa que la origina, el ciu-
dadano no puede ejercer tales prerrogativas, pero una vez que desaparezca la
situación creada por dicha causa, recobra su pleno goce. Debe observarse que la
cesación de la situación suspensiva varía según la Índole de la causa que la
motiva, punto éste al que aludiremos al tratar cada una de las que estatuye el
artículo 38 constitucional.
227
La Ley Electoral Federal de diciembre de 1951, en su artículo 140, fracción r, disponía
que "Se impondrá multa de diez a trescientos pesos o prisión de tres días ~ seis meses,
o ambas sanciones a juicio del juez, y suspensión de derechos políticos por un año: 1. Al
que, sin causa justificada, se abstenga de inscribirse en el padrón electoral que le
corresponda, de votar en las elecciones a que se refiere esta ley o se niegue a
desempeñar las funciones electorales que se le encomienden." A su vez, la Ley Federal
Electoral de diciembre de 1972, en su artículo 188, señalaba los casos de incumplimiento
de las obligaciones ciudadanas en términos parecidos a los que se contenían en el
ordenamiento anterior, Esta última ley fue abrogada por la Ley Federal de
Organizaciones Políticas y Procesos Electorales, publicada el 30 de diciembre de 1977 y
cuyos artículos 242 a 250 prevén diferentes sanciones en materia electoral. El Código
Federal Electoral, que abrogó la citada Ley y que entró en vigor el 13 de febrero de 1987,
prescribe diversas sanciones en su Título Tercero del Libro Cuarto sin que éstas
conciernan al incumplimiento de las prerrogativas del ciudadano.
228
El artículo 4ó del Código Penal ordena a este respecto que la pena de pensión produce
la suspensión de los derechos políticos", que comienza a contarse "desde qu cause
ejecutoria la sentencia respectiva y durará todo el tiempo de la condena”.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 208
229
Artículo 255, fracción 11, del Código Penal, precepto que ha sido abrogado.
230
Esta garantía la estudiamos en nuestra respectiva obra tantas veces invocada.
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 209
231
Artículos 401 a 410.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 210
III. EL TERRITORIO
A. Consideraciones generales
232
O p. cit .. torno 11. "L'Etat", p. 78.
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 211
vigilar y constreñir a los individuos si se les puede asegurar por medio del
territorio en el que viven". "Cuando el hombre no puede escapar a la acción de
los gobernantes sino abandonando la tierra que le nutre, su vulnerabilidad se
vuelve más grande." "Los trabajos públicos, la reglamentación de la propiedad
inmueble, la explotación de las riquezas naturales, la defensa nacional y aún el
arreglo del poder conforme a su repartición entre centros locales, implican la
utilización del territorio."233
233
G. Burdeau, Op. cit., p. B0.
234
Véase J. Jellinek. Teoría General del Estado.
235
O p. cit., p. 82.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 212
comprendiendo este último los bienes que pertenezcan a las personas físicas o
morales de carácter privado y a las entidades sociales o socio-económicas que
existan y operen dentro del mismo Estado.
a) Observaciones previas
239
Dominio" y "propiedad" son equivalentes, ya que ambos conceptos denotan el
derecho de gozar, disfrutar y disponer de una cosa. Así, Escriche, al definir la propiedad
asienta que "Esta voz tiene dos acepciones : Tan pronto expresa el derecho en sí mismo
que también se llama dominio. y tan pronto significa la misma cosa en que se tiene el
derecho" (Diccionario de Legislación 'Y Jurisprudencia, pp. 5ó7 Y 1,392).
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 214
Estado es el espacio terrestre, aéreo y marítimo dentro del que la entidad estatal
ejerce su poder, al través de las funciones legislativa, ejecutiva y jurisdiccional y
por conducto de sus respectivos órganos o autoridades. Ahora bien. en la
estructura federativa de un Estado existen dos esferas dentro de la que tales
funciones desempeñan a saber, la federal y la que corresponde a las entidades
federadas. Estas esferas no se demarcan territorialmente sino por la materia en
relación a la cual las mismas funciones se ejercitan. Así, el orden jurídico
fundamental de un Estado federal, o sea, su Constitución, determina las materias
obre las que las autoridades de la Federación pueden legislar y realizar su
actividades administrativas y jurisdiccionales, incumbiendo por exclusión a los
órganos de la entidades federativa, dentro de su respectivo territorio, la
expedición de leyes el de empeño de actos administrativo y la solución de
controversias en materia no expresamente imputadas a la potestad federal.
Estas ideas no denotan sine el principio que e contiene en el artículo 124
constitucional. en cuanto a que "las facultades que no están expresamente
concedidas a los funcionarios federales, e entienden reservadas a los Estados."
De este principio se infiere que las circunscripciones territoriales de las
entidades federales son espacios geográficos ejercen su imperio tanto las
autoridades federales como las del Estado miembro de que se trate dentro de su
correspondiente ámbito competencial. Consiguientemente, el territorio de un
Estado federal es el espacio donde sus órgano ejercen las funciones legislativa,
ejecutiva y judicial, implicando un todo geográfico independientemente de las
porciones territoriales en que se divida y 1as cuales corresponden a cada
entidad federativa. Dicho de otra manera, dentro del territorio que pertenece a
cada Estado miembro existen dos ámbitos competenciales n lo que tales
funcione se desempeñan, a saber, el federal y el loca extendiéndose el primero a
todo el e pació formado por conjunto de las citadas circunscripciones territoriales
de las entidades federadas. Ello implica, por ende,
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 215
b) Su comprensión
requiere que estén ubicados dentro de la zona que comprende el mar territorial
de nuestro país, ya que fuera de sus límites no se extiende su imperio.242
cientos metros, o más allá de este límite, hasta donde la profundidad de las
aguas suprayacentes permita la explotación de los recursos naturales de dichas
zonas", así como "el lecho del mar y el subsuelo de las regiones submarinas,
análogas, adyacentes a las costas de las islas". Estas definiciones fueron formu-
ladas por la Convención sobre la Plataforma Continental de la Conferencia sobre
el Derecho del Mar, reunida en Ginebra en 1958.
Al tratar acerca del territorio como elemento del Estado en general, diji-
mos que es el espacio donde se ejerce el imperium o poder público que se
desarrolla mediante las funciones legislativa, administrativa y judicial que des-
"ARTÍCULO 48. Las islas de ambos mares que pertenezcan al territorio nacional,
dependerán directamente del Gobierno de la Federación." 248
248
Diario de los Debates. Tomo II, p. 14.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 220
249
Las objeciones a que aludimos se presentaron por los diputados Ramírez Villarreal,
Polacicini, Monzón y Morti. Cada uno de ellos se refirió a los casos de distintos Estados de
la República para enfatizar que a los mismos han pertenecido diferentes islas situadas
frente a su respectivas co taso Así, el primero propuso que se adicionara el artículo 48
con la fórmula ya transcrita "para dejar a salvo los derechos del Estado de Colima sobre
las islas de Revillagigedo, los derechos que (entiendo) tiene el Territorio de Tepic -hoy
Estado del mismo nombre- sobre las Marías y los derechos que tienen algunos otros
Estados sobre las islas que están próximas a su territorio". Palavicini aludió a la isla del
Carmen para recordar que siempre había sido del Estado de Campeche; Monzón se
refirió a la isla del Tiburón como perteneciente al Estado de Sonora y Martí a la de San
Juan de Ulúa como parte del territorio veracruzano. Quien resumió dichas objeciones en
una proposición acogida por la Comisión dictaminadora fue el diputado Adame, quien
manifestó: "Hay dos clases de islas en el litoral de nuestros mares: unas islas que están
si tuadas dentro de las aguas jurisdiccionales de la nación, y otras islas que están muy
lejos y deben considerarse como posesiones. La, islas que están dentro de las aguas
jurisdiccionales, podrán considerarse de los Estados, como la isla de que nos hablaba el
diputado Palavicini y otras; pero las islas que están muy lejos de nuestras costas, no
pueden considerarse como posesiones de los Estados, porque en las facultades que se
conceden en el título S" de la Constitución a los Estados, no se les concede ningún
derecho de conquista. Por consiguiente, hay que aclarar este punto en los diversos
artículos de la Constitución. Considerar las dos clases de islas; las que están dentro de
las aguas territoriales y las que están alejadas; la adición que propuse yo al artículo 43,
fue para que se hiciera constar que se consideraban como territorio nacional, y en el
título S" puede dejarse a los Estados la facultad de poseer las islas que estén dentro de
sus aguas" (Diario d« los Debates del Congreso Constituyente de Querétaro. Tomo JI, pp.
14 a 17).
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 221
250
El Estado de Chiapas optó libremente por anexarse a la República Federal Mexicana
mediante proclamación solemne de su Congreso n junta extraordinaria de 14 de
septiembre de 1824, habiéndose decidido su segregación de Guatemala. México y
Chiapas. Bo quejo Histórico. Prudencio Boscoso Pastrana. Pp, 208 y 209.
251
Cfr. Historia de las Divisiones Territoriales de México.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 222
252
Por medio de este tratado, celebrado el 22 de febrero de 1819, y ratificado por
monarca español en octubre de 1820, España cedió a los Estados Unidos la Florida, des]
de que fue ocupada militarmente por un general de apellido Jackson. En dicho tratado,
más, se fijar n los límites territoriales de la Nueva España en su frontera norte. Estos
límites fueron ratificados por el tratado de 12 de enero de 1828 celebrado entre nuestro
país y los Estado Unidos.
253
Historia de México. Tomo V, p. 872.
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 223
254
Op. cit., pp. 873 Y 874.
255
Historia de México, p. 412.
256
México a Través de los Siglos. Tomo IV, p. 708.
257
Alamán, op. cit., tomo V, p. 876.
258
La Cámara de Diputados aprobó el Tratado de Guadalupe Hidalgo por cincuenta y un
votos contra treinta y cinco y el Senado por treinta y tres contra cuatro (México a T'raués
de los Siglos. Tomo IV, p. 710).
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 224
En los Estados Unidos este documento se conoce con el nombre de "Tratado Gatsen"
tomado del apellido del plenipotenciario norteamericano.
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 225
261
México a Través de los Siglos. Tomo IV, p. 812.
262
Historia de México, p. 434.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 226
263
El Tratado de la Mesilla. Editorial Polis. México, 1937, p. 71. 149 Op. cit., pp. 71 y 72.
264
Op. Cit., pp. 71 y 72.
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 227
a ) Consideraciones previas
Por otra parte, debemos advertir que cuando nuestra Constitución alude a
la nación como titular del dominio o propiedad de diferentes bienes, se refiere
concomitante o simultáneamente al Estado' mexicano como persona moral
suprema en que la comunidad nacional está estructurada jurídica) políticamente.
Aunque entre los conceptos de "Estado" y "Nación" hay una indiscutible
diferencia desde el punto de vista jurídico y sociológico que impide confundirlos
o identificarlos, en lo que concierne al dominio o propiedad y atendiendo a la
heterodoxa terminología constitucional, deben tomarse como equivalentes.
b) La propiedad originaria
gozar y disponer de todas las tierras yaguas existentes en el territorio nacional, sino
facultad potencial o una facultad legislativa respecto de las tierras y aguas como objeto
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 230
"En las distintas pragmáticas de los reyes de España se encuentra con fre-
cuencia el concepto de que por virtud de haber transmitido a ellos 'el dominio de
las tierras descubiertas', se abrogaron (sic) la facultad de otorgar mercedes, lo
que da idea de que aquellos soberanos interpretaron el alcance de la Bula de
Alejandro VI en el sentido de que les había conferido un derecho de propiedad, y
por eso transmitan derechos de esa clase en las mercedes. Pero tomando en
266
articulo 27 de la Constitución Mexicana de 1917, p. 15.
267
Estas mismas ideas se contenían en el proyecto de la Comisión, integrada por los
diputados Francisco f. Mújica, Alberto Román, Luis G. Monzón, Enrique Recio y Enrique
Colunga, quienes redactaron el texto del referido primer párrafo, sin que el Congreso
Constituyente le hubiere introducido ninguna modificación.
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 231
268
Op. Cit., pp. 9 a 14.
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 233
varón, expuesto en una época en que las ideas que lo informan se consideraban
peligrosamente heterodoxa. Dice al efecto Las Casas: "Al Papa Alejandro sexto, su
sucesor Paulo tercero, y los demás que han hablado de la concesión de las Indias á
los Reyes de Castilla jamas mencionaron guerras porque sabían que trataban de
personas que no estaban súbditas á la iglesia. Únicamente habláron de predicación
evangélica porque no pasaban de aquí las facultades pontificias; y por eso lo que
llamamos concesión de las Islas y Tierra-Firme á los Reyes de Castilla no se puede
interpretar sino por concesión privativa del derecho de predicar alli consiguiente a
la circunstancia de ser descubridores del país; y concesión que se hizo apreciable,
porque la esperanza de la conversión de los habitantes del país preparaba un
derecho para gozar la soberanía de protección " de alto poder sobre los habitantes
y sus gefes gobernantes, por medio de la civilización, del comercio, de los
conocimientos nuevos, y de otras ventajas que la conformidad de culto y
costumbres debían producir.
por la nación en favor de los particulares de ciertas tierras y sus aguas com-
prendidas dentro del territorio nacional. Pues bien, respecto de las propiedades
privadas ya existentes en el momento en que entró en vigor el artículo 27 de
nuestra Constitución, este mismo precepto, en sus fraccione VIII, IX y XVIII,
consignó declaraciones de nulidad plenarias en relación con actos, contratos,
concesiones, diligencias judiciales, etc., que hubieren entrañado contravención a
la Ley de 25 de junio de 1856270 y que se hayan celebrado u otorgado con
posterioridad al primero de diciembre d 1876; así como facultades
de revisión, en favor del Ejecutivo Federal, sobre todos los contratos y conce-
siones hechos por los gobiernos que hubieren actuado con anterioridad a la
Constitución vigente desde el mencionado año de 1876, "que hayan traído por
consecuencia el acaparamiento de tierras, aguas y riquezas naturales de la na-
ción por una sola persona o sociedad", pudiendo el Presidente de la República
declarar nulos tales contratos y concesiones "cuando impliquen perjuicios graves
para el interés público". Fuera de los casos de nulidad contemplados por el
artículo 27 constitucional en las disposiciones señaladas, nuestra Ley suprema
en realidad reconoció La propiedad privada existente con antelación a su
vigencia sobre tierras yaguas no consideradas por dicho precepto de propiedad
nacional. Dicho reconocimiento, que es de naturaleza tácita, desean a sobre el
supuesto hipotético de que, perteneciendo la propiedad originaria de las tierras
yaguas comprendidas dentro d 1 territorio d 1 Estado mexicano a la nación, ésta
transmitió su dominio a los particulares, constituyendo así la propiedad privada
respecto de ellas. Claro está que las propiedades de particular que hayan
existido con anterioridad a la Constitución de 1917 y cuyos actos generativos no
sean nulos o anulables conforme a las prescripciones contenidas en su artículo
27 (fracs. VIII, IX y XVIII), para que puedan válidamente substituir, no deben
entrañar ninguna de las incapacidades adquisitivas a que el propio precepto se
refiere (y a las cuales aludiremos brevemente con posterioridad), pues de lo
contrario la nación puede entablar las acciones judiciales que le competen
contra sus titulares para que los bienes respectivos (tierras yaguas por lo
general) ingresen al patrimonio nacional (art. 27 const.,frac. VI, último párrafo). '
270
Ley de Desamortización de Bienes expedida por Comonfort.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 236
Huelga decir, por último, que si alguna persona física o moral afectada por
cualquiera incapacidad constitucional adquiere por transmisión privada los bie-
nes en relación con los cuales se establece dicha incapacidad, también pueden
ejercitarse tales acciones.
tiene el distinguido jurista mexicano Oscar Morineau, quien afirma. "De la lectura
cuidado a del artículo 27 se desprende que dominio, dominio directo y propiedad
de la nación son la misma cosa" y refuta las ideas de destacadas personalidades
de nuestro foro que aseveran lo contrario.
272
Los Derechos Reales " el Subsuelo de México. Fondo de Cultura Económica. Edición
1948, pp. 200 y 20 1.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 238
dientemente de los antecedente del artículo 27, veamos si es posible dar a las
273
Op. Cit., pp. 222 a 224.
274
Estos párrafos establecen: "Corresponde a la nación el dominio directo de todos los
recursos, natural de la plataforma continental y los zócalos submarino, de las islas y de
todos los minerales o substancias que en vetas, mantos, masas o yacimiento,
constituyan depósitos cuya naturaleza sea distinta de los componentes de los terrenos,
tales como los minerales de los que se extraigan metales y metaloides utilizados en la
industria; los yacimientos de piedras preciosas, de sal de gema y las salinas formadas
directamente por las aguas marinas; los productos derivados de la descomposición de
las rocas, cuando su explotación necesite trabajos subterráneos; los yacimientos
minerales u orgánicos de materias susceptibles de ser utilizadas como fertilizantes; los
combustibles minerales sólidos; el petróleo y todos los carburos de hidrógeno sólidos,
líquidos o gaseosos; y el espacio situado sobre el territorio nacional, en la extensión y
términos que fije el Derecho Internacional. (Párrafo cuarto.)
"En efecto, el dominio eminente se tiene por la Nación sobre todos los
bienes que están sometidos a su jurisdicción; consiste simplemente en la facultad
de legislar sobre determinados bienes, en la facultad de expropiarlos cuando son
necesarios para un fin de utilidad pública. En una palabra, el dominio eminente no
es una forma especial de propiedad, sino un atributo de la soberanía, que consiste
en ejercer jurisdicción sobre todos los bienes situados en el territorio en el que se
ejercita dicha soberanía.
verdaderas, al igual que para las demás aguas de propiedad nacional. Cualesquiera otras
aguas no incluidas en la enumeración anterior, se considerarán como parte integrante de
la propiedad de los terrenos por los que corran o en los que se encuentren sus depósitos,
pero si se localizaren en dos o más predios, el aprovechamiento de estas aguas se
considerará de utilidad pública, y quedará sujeto a las disposiciones que dicten los
Estados." (Párrafo quinto.
275
Derecho Administrativo. Libro cuarto. Capítulo 111, inciso a).
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 241
276
La doctora María Becerra González afirma que el régimen de concesión es el único
medio jurídico para llevar a cabo la explotación de los recursos del subsuelo distintos del
petróleo, de los carburos de hidrógeno sólido, líquidos o gaseosos y de la energía
eléctrica. Reí riéndose específicamente a la concesión minera estima que ésta entraña
"la enajenación parcia limitada y revocable de cosas o derechos pertenecientes al
dominio público para aprovechamientos determinados que se subordinan a fines de
interés general y se someten a la inspección de la autoridad", agregando que al
otorgarla "el Estado se reserva ciertos derechos de una cosa que pertenece al dominio
público, como es la mina, cuya transmisión se realiza para su aprovechamiento por el
particular en la forma que se le fije, que ha de realizarse según los lineamientos de
interés general, en cuanto a la colectividad está interesada en la explotación de las
substancias mineras de interés para la economía nacional, debiendo realizar e bajo la
inspección de la autoridad para que en todo momento esté asegurada la racional
explotación y el cumplimiento d las condiciones impuestas bajo pena de caducidad".
(Principios de la Constitución Mexicana de 1917 relacionados con el subsuelo. Edición
Coordina ión de Humanidades. U.N.A.M 1967.)
277
La exclusión a que nos referimos se estableció mediante reformas al párrafo sexto del
artículo 27 constitucional introducidas el ó de enero y el 2:-1 de diciembre de 19óC así
como el 29 del mismo mes del año de 1974, publicada en esta última el 6 de febrero de
1975.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 242
278
Concesión Minera y Derecho Reales. Edición 1946, pp, 144 Y 145.
279
Los Derechos Reales y el Subsuelo de México. Fondo de Cultura Económica. Edición
1948.
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 243
"Si partimos de la Constitución (párrafos cuarto y sexto del artículo 27) dice
Morineau, resulta que la concesión contiene en esencia dos elemento: a) el
derecho otorgado al concesionario, de explotar los minerales que se encuentran en
el subsuelo concesionado de localizarlos, extraerlos y apropiárselos, entendiéndose
que las leyes secundarias pueden y deben concederle todo los derechos conexos
que sean necesarios o conveniente para el objeto de la explotación; b) las
obligaciones a cargo del concesionario, de establecer trabajos regulares y de
cumplir con las leyes.
280
Op. Cit., pp 252 y 253
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 244
A este propósito asevera: "El resto de las opiniones citadas por don
Alberto Vázquez del Mercado, en cuanto sostienen que la concesión minera
otorga derechos reales, no son aplicables a México y solamente tienen interés en
cuanto nos informan que en otros países dicha con ce ión otorga derechos
reales. Esta doctrina era perfectamente aplicable a México antes de 1917. Por
este motivo el distinguido especialista en derecho administrativo y en derecho
minero, Dante Callegari, en su obra 'L'Ipoteca Mineraria', 1934, al referirse al
derecho comparado, con exclusión del derecho mexicano, asimila el derecho del
concesionario al dominio útil, pero prefiere recurrir a cada legislación, para
derivar la naturaleza de los derechos que otorga la concesión de los preceptos
del derecho positivo. Así. en el Japón, la concesión transmite derechos reales en
virtud de que los artículos 15 y 17 de la Ley de 7 de marzo de 1905 declaran
expresamente que el derecho de explotar es inmobiliario e hipotecable. Por el
mismo motivo en Francia la concesión es un derecho real porque el artículo 1º.
de la Ley de 9 de septiembre de 1919 declara que la concesión constituye un
derecho inmobiliario susceptible de hipoteca mientras que el artículo 53, fracción
YI expresamente resuelve que es un derecho real inmobiliario. En Alemania el
derecho emanado de la concesión se considera derecho real. Pero cuando
Callegari se refiere al derecho mexicano, no solamente cita textualmente y en
español el párrafo cuarto del artículo 27 de la Constitución (página 143 de la
obra de Callegari), sino que dice: 'Por el contrario, en el sistema domanial -en la
forma como debe entenderse modernamente -, la minería pertenece al Estado y
está comprendida dentro de sus facultades plenas de disponibilidad ... y puede
con-
281
Consúltese la monografía ya citada Concesión Minera, y Derechos Reales.
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 245
"Al preguntarse si esta propiedad debe considerarse entre los bienes del
dominio público o entre los del dominio privado contesta: 'la inclusión entre los
bienes del dominio público es excepcional y la encuentro, entre todas las leyes
que he examinado, solamente en dos. En la Constitución mexicana, la cual
declara que el dominio de la nación sobre las minas es inalienable e
imprescriptible, carácter que corresponde precisamente a los bienes domaniales
en sentido estricto' (página 145).
282
Op. Cit., pp. 255 y 256.
283
Derecho Administrativo, pp. 443 Y 444.
284
Derecho Administrativo, p. 59.
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 247
Entre la variedad de- dichas leyes deben señalarse la Lev Minera, la de Aguas de
Propiedad Nacional y la Ley Forestal.
LOS ELEMENTOS DEL ESTADO MEXICANO 249
CAPITULO TERCERO
1. INTRODUCCIÓN
A. Consideraciones previas
humana. Sentimos al Estado en una diversidad de actos del poder público y esta
sensación origina que se le identifique con el gobierno o inclusive con algunos
órganos de autoridad o funcionarios en especial.
Sobre esta percepción prístina del Estado, Luis Recaséns Siches afirma: "A
primera vista parece como si la realidad del Estado fuese algo notorio, y, sin
embargo, cuando tratamos de determinarla, de un modo riguroso, se nos antoja
confusa y con perfiles huidizos. Encontramos al Estado formando parte de nues-
tra vida y nos encontramos nosotros formando parte del Estado. Prácticamente
nos referimos a él; lo sentimos gravitar sobre nosotros imponiéndonos
exigencias; nos enrolamos a veces a su servicio con entusiasmo; otras, lo
sentimos como obstáculo para nuestros deseos; sabemos que sin él la vida nos
sería imposible o por lo menos muy difícil, pero también en ocasiones llega hasta
exigimos el sacrificio de la vida; en la medida en que hacemos política, nos
afanamos para conseguir que sea de un determinado modo; nos hallamos como
ingredientes de él; lo consideramos como una magnitud transindividual; no lo
hemos percibido en su auténtico y total ser, pero lo vemos actuando en
manifestaciones varias, como actividad legislativa, como administración, como
ejército, como policía, etc.; nos parece simbolizado en un escudo, en una
bandera, en un himno; nos dirigimos a él pidiéndole que haga determinadas
cosas; y también nos enfrentamos a él en demanda de que no haga, de que se
abstenga, de que nos deje en libertad de realizar nuestros quehaceres propios e
individuales, que no quisiéramos ver violados por su intervención. Y, sin
embargo, a pesar de ser el Estado cosa tan próxima a nosotros, con el que
estamos en trato tan constante, cuando tratamos de apresar su esencia, de
determinar su ser, de encerrarlo en un concepto unitario, se nos escapa: vacilan
todas las representaciones que del mismo nos habíamos formado.”288
288
Filosofía del Derecho, pp.248 y 249.
LA SOBERANÍA, EL PODER CONSTITUYENTE Y EL PODER PÚBLICO
251
289
Op. cit., pp. 249 y 250.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 252
generales, algunas de las principales teorías que en diversas épocas del pen-
samiento jurídico, político y filosófico se han laborado alrededor del Estado, las
cuales comúnmente, según lo hemos indicado, utilizan tales ideas por necesidad
lógica de su formulación y exposición.
a) Teoría de Platón
290
Mariano de Vedia y Mitre, Historia General de las Ideas Políticas. Tomo II, pp. 154 Y
155.
291
Op. cit. Idem.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 254
tiranía.
b) Teoría de Aristóteles
Respecto del Estado, las ideas del ilustre estagirita, compartidas posterior-
mente y en general por Cicerón, coinciden en diversos puntos con el pensa-
miento de Platón. Partiendo del principio de que el hombre es un zoon politikon,
es decir, que por su propia naturaleza siempre ha vivido y vive en relación
permanente con sus semejantes, Aristóteles sostiene que el Estado es una
entidad necesaria, ya que el hombre forzosamente nace, se desenvuelve y
muere dentro de él, llegando a aseverar que fuera del Estado sólo pueden
292
Op. cit., pp. 158 Y 159.
LA SOBERANÍA, EL PODER CONSTITUYENTE Y EL PODER PÚBLICO
255
concebirse los seres irracionales o los dioses. Es bien conocida la idea aristoté-
lica de que la esclavitud es una situación natural de ciertos grupos humanos por
la ineptitud cultural y la incapacidad intelectual de sus miembros desde el punto
de vista de su mentalidad natural. Aristóteles pretende justificar la esclavitud
mediante la consideración de que existe la necesidad dentro de la vida
comunitaria para que haya hombres que la sirvan y hombres que la dirijan. El
pensamiento aristotélico anticipa ya la soberanía del Estado al hablar de la
autarquía de la polis, o sea, el poder y la capacidad que ésta tiene para darse la
organización que más le convenga sin la intervención, interferencia o hegemonía
de potencias ajenas o extrañas. En cuanto a las formas de gobierno que pueden
adoptar el Estado o la polis, el discípulo de Platón distingue la monarquía, la
aristocracia y la democracia como regímenes puros, los cuales, mediante
procesos degenerativos, se convierten respectivamente en tiranía, oligarquía y
demagogia.
de que debe perseguir el bienestar, colectivo, esto es, la felicidad de todos los
sectores integrantes de la población. Si los gobernantes de extracción popular
sólo atienden a los intereses de ciertos grupos sociales, sin proveer bienestar de
toda la comunidad, se convierten en demagogos.
para los que de ella participan. Pero cuando la comunidad rigiere, encaminada a
la común utilidad, Ilámase a aquel gobierno del nombre que es común a todos
los gobiernos: público gobierno." "Las quiebras y viciosos gobiernos que a los ya
dichos corresponden, son: al reino, la tiranía; a la aristocracia, la oligarquía y al
gobierno público (democracia), la demagogia. Porque la tiranía es señorío de uno
encaminado a la utilidad del que es señor; y la oligarquía es señorío encaminado,
al provecho de ricos y poderosos; y la demagogia es señorío enderezado al
provecho de los más necesitados y gente popular; pero ninguno de ellos se
dirige a lo que conviene a todos comúnmente."293
conducen a ese destino, como el bien común y la justicia bajo la tónica de los
principios evangélicos.
293
La Política. Libro III. Capítulo V.
LA SOBERANÍA, EL PODER CONSTITUYENTE Y EL PODER PÚBLICO
257
294
Giovanni Papini. San Agustín, pp. 165, 168 y 169.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 258
295
Tratado de la Ley. Colección "Sepan Cuantos", p. 18, 29, 34, 35, 39 y 43.
LA SOBERANÍA, EL PODER CONSTITUYENTE Y EL PODER PÚBLICO
259
296
Filosofía del Derecho, p. 407.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 260
297
Cita de Juan Carlos Smith en su monografía sobre el Estado, inserta en el tomo X,
página 825, de la Enciclopedia JurÍdica "Omeba".
298
Op. cit., p. 431.
299
Idem.
300
Filosofía del Derecho, p. 433.
LA SOBERANÍA, EL PODER CONSTITUYENTE Y EL PODER PÚBLICO
261
301
Defensio fidei, libro III. Citas contenidas en la monografía de Ignacio Carrillo Prieto
intitulada "Cuestiones Jurídico-Políticas en Francisco Suárez". Publicación de la UNAM.
Edición 1977.
302
Op. Cit., p. 435.
303
Leviathan (1651), capítulo XIII, p. 100. Edición 1940. Fondo de Cultura Económica.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 262
ella impere la paz, y esta exigencia sólo puede satisfacerse si los hombres con-
fían el poder coactivo de implantarla a otros hombres o a un grupo de individuos,
con el objeto de que mediante el ejercicio de ese poder se logre en favor de
todos y cada uno de los componentes de la sociedad humana y de esta misma,
el ambiente propicio para la convivencia armónica y la proscripción de la
violencia, pues todos los seres humanos desean "abandonar esa miserable
condición de guerra que, tal como hemos manifestado, es consecuencia nece-
saria de las pasiones naturales de los hombres cuando no existe poder visible
que los tenga a raya y los sujete, por temor al castigo, a la realización de sus
pactos y a la observancia de las leyes de la naturaleza ...”306
304
Idem, p. 103.
305
Idem, p. 105.
306
Leviathan, capítulo 17, p. 137.
LA SOBERANÍA, EL PODER CONSTITUYENTE Y EL PODER PÚBLICO
263
g) Teoría de Locke
Este pensador refuta la tesis del origen divino del poder del monarca y
contradiciendo uno de los puntos básicos de la opinión de Hobbes, afirma que "el
estado de naturaleza" en que los hombres se encontraban antes de la formación
de la sociedad civil, se caracterizaba por el "orden y la razón" que regían en él
las relaciones humanas en sus condiciones primitivas, o sea, por el "derecho
natural", antecedente del derecho positivo. La vida, la libertad y la propiedad,
decía, son derechos humanos "naturales" que siempre están en riesgo de ser
quebrantados en dicho "estado de naturaleza", pues aún no existe ningún poder
que los haga respetar coactivamente. Por ello, los hombres decidieron formar la
comunidad política mediante una especie de "pacto social", creando a la
autoridad para que ésta se encargara de imponer la observancia de tales
derechos. Sin embargo, según Locke, este acto creativo no importaba el
desplazamiento del poder comunitario hacia el órgano de gobierno, cuya
actuación, afirmaba, se encuentra limitada por el derecho natural. El pacto o
contrato por medio del cual se forma la sociedad política debe provenir del
consenso mayoritario, considerando sometidos a él a los grupos minoritarios.
Conforme a su teoría, Locke distingue entre comunidad política o Estado y
gobierno, ya que aquélla es una entidad convenida por los hombres que a todos
307
Idem, pp.140 y 141.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 264
abarca, en tanto que éste es el conjunto de órganos que la misma crea para su
administración y dirección.
h) Teoría de Montesquieu
308
Carta XLV de sus “Lettres Persanes”. Cita inserta en las páginas 64 y 65, tomo VIII, de la
“Historia General de las Ideas Políticas”, de Mariano de Vedia y Mitre.
LA SOBERANÍA, EL PODER CONSTITUYENTE Y EL PODER PÚBLICO
265
309
Idem, carta LXXXIV.
310
Idem
311
“L’Espirit des Lois”. Libro primero, capítulo III, p. 8. Edición de 1858
312
Veáse libro segundo, capítulo I, de la citada obra
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 266
derecho de gentes, y el poder ejecutivo de las que dependen del derecho civil.
Mediante la primera, el príncipe o el magistrado hace leyes por un tiempo o por
siempre, y corrige o abroga las que ya están hechas. Mediante la segunda, hace
313
Carta CV de sus “Lettres Persanes”.
314
L’Espirit des Lois, libro XI, capítulo III.
315
Idem
316
idem
LA SOBERANÍA, EL PODER CONSTITUYENTE Y EL PODER PÚBLICO
267
317
L’Espirit des Lois, libro VI, capítulo III.
318
Idem
319
En su célebre obra "Discurso sobre el Origen y los Fundamentos de la Desigualdad
entre los Hombres", Rousseau sostiene que en el estado de naturaleza no existía la
propiedad privada, cuyo surgimiento en la sociedad civil es la fuente de la desigualdad
humana y de los conflictos entre los hombres. Afirma el ilustre ginebrino que dicho tipo
de propiedad no es de
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 268
320
ninguna manera un derecho natural, sino una institución establecida por las leyes
positivas rectoras de las relaciones humanas dentro de dicha sociedad, al afirmar que "la
desigualdad, no habiendo existido en el estado de naturaleza, extrae su fuerza y su
crecimiento del desenvolvimiento de nuestras facultades y del progreso del espíritu
humano, para convertirse en estable y legítima por la implantación de la propiedad y de
las leyes" (op. cit., p. 127, edición Gallimard, 1965). Debe aclararse, sin embargo, que la
"igualdad natural" de que habla Rousseau no implica una igualdad sico-somática,
intelectual ni espiritual entre los hombres, por lo que las leyes positivas deben atender a
las diferencias naturales que entre ellos existen, sin implantar diferencias que pudieren
llamarse "artificiales". Estas últimas diferencias las considera como "desigualdades
morales", autorizadas sólo por el derecho positivo, que en este aspecto sería contrario al
derecho natural. Para ilustrar sus ideas pone como ejemplo de desigualdad moral, "que
un niño dirija a un anciano, que un imbécil conduzca a un sabio y que un grupo de per-
sonas se rodee de superfluidades, mientras que la multitud hambrienta carezca de lo
necesario" (op. cit.,
. misma página).
El pacto social, según afirma el ilustre ginebrino, resulta de la libertad asociativa de los
hombres, sin que ninguno de ellos en lo individual o en grupo lo imponga. Esta tesis es la
que fundamenta toda la teoría rousseauniana en materia política y principalmente la que
basa su pensamiento sobre la voluntad general. "Puesto que ningún hombre, dice
Rousseau, tiene una autoridad natural sobre su semejante, "que la fuerza no produce
ningún derecho, quedan, pues, las convenciones como base de toda autoridad legitima
entre los hombres." (Contrato Social, p. 355).
321
Contrato Social, Cap. IV, libro primero
LA SOBERANÍA, EL PODER CONSTITUYENTE Y EL PODER PÚBLICO
269
"Aunque se prive en este nuevo estado -el social-, dice, de muchas venta-
jas que le pertenecían (al hombre) por naturaleza, obtiene otras ventajas tan
considerables, sus facultades se desarrollan en tal manera, sus ideas se
extienden, sus sentimientos se ennoblecen, su alma entera se eleva a tal punto,
que si no fuera por los abusos de esta condición que le rebajan a veces más allá
de la condición en que se hallaban antes, el hombre debería bendecir sin cesar
el feliz instante en que la abandonó para siempre y que de un animal estúpido y
limitado ha hecho un ser inteligente y un hombre", agregando: "Lo que el
hombre pierde con el contrato social es su libertad natural y su derecho ilimitado
sobre todo lo que tienta y está a su alcance. Lo que gana es la libertad civil y la
propiedad de todo lo que posee. Para no equivocarse en cuanto a esas compen-
saciones, es menester distinguir entre la libertad natural, que no tiene otros
límites que las fuerzas del individuo, y la libertad civil, que es limitada por la
voluntad general; y la posesión, que no es sino el efecto de la fuerza o el dere-
cho del primer ocupante, y la propiedad, que sólo puede ser fundada sobre un
título positivo." "El factor singular de esta enajenación -la que el hombre hace en
favor de la comunidad sobre sus derechos- es que, lejos de que al aceptar los
bienes de los particulares, la comunidad los despoje de ellos, no hace sino
asegurarles su legítima posesión, cambiar la usurpación en un verdadero dere-
cho, y el simple goce en propiedad.” 323
322
Op. Cit., Cap. VIII, libro primero.
323
Contrat Social. Capítulo VIII, libro primero.
324
Rousseau y la fundamentación de la democracia. Traducción del francés por Juan del
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 270
hombre que reuniese todas las calidades que pueden garantizar la tranquilidad
de una nación, asegurar su felicidad y desarrollar sus fuerzas vivas en el camino
del progreso, será el ejefe de la nación. La nación le confía su poder, es decir, la
reunión de todas las voluntades , de todas las fuerzas que animan y vivifican a
cada ciudadano. Lo que ese hombre quiera hoy, la nación lo querría. Lo que
quiera mañana, o dentro de diez años, la nación también lo querria."325 Un
compromiso como el que apunta Rousseau sería temerario y destruiría la
soberanía de la comunidad, pue el poder soberano se enajenaría en provecho de
un individuo o de un grupo de individuos (monarquía o aristocracia con sus
correspondientes formas impuras: tiranía y oligarquía), y esa enajenación
equivaldría a la del soberano o pueblos mismos.
325
Idem. Libro segundo.
326
Idem.
LA SOBERANÍA, EL PODER CONSTITUYENTE Y EL PODER PÚBLICO
271
tuidas por el contrato social, se regulan por actos llamados "leyes", emanadas de
la voluntad general y que tienen como finalidad el interés social, en atención a la
cual, según Rousseau, la ley nunca puede ser injusta, porque nadie puede serlo
consigo mismo. Sin embargo, agrega, hay ocasiones en que el soberano es
incapaz "de descubrir las mejores reglas para la sociedad", siendo necesaria,
entonces, la existencia de un legislador. Conforme a su pensamiento, el legis-
lador debe ser de naturaleza muy superior a la de sus conciudadanos, cuyas
miserias y vicios debe conocer sin participar de ellos, así como sus tendencias y
necesidades. Rousseau clasifica las leyes en tres categorías: las políticas, que es-
tructuran u organizan al soberano -constitucionales--; las civiles que norman las
relaciones entre particulares y entre éstos y la nación -soberano-; y las penales,
que protegen el pacto social previniendo y castigando su desobediencia o
violación. Sobre estas categorías de leyes, que son de carácter positivo, coloca
una ley fundamental y suprema que expresa el verdadero ser del soberano y que
se localiza en los usos, hábitos y costumbres sociales. Esa ley fundamental y
suprema, que equivale a lo que posteriormente Lasalle llamara "constitución
real" de un pueblo, no está según Rousseau, escrita en ningún código, sino en la
conciencia ciudadano. "A esas tres clases de leyes -políticas, civiles y penales-,
dice, se agrega una cuarta, la más importante de todas, que no está grabada ni
en mármol ni en bronce, sino en el corazón de los ciudadanos;
que forma la verdadera constitución del Estado; que toma todos los días fuerzas
nuevas; que, cuando las otras leyes envejecen o se extinguen, las vivifica las
suple, conserva un pueblo en el espíritu de su institución, y sustituye
insensiblemente la fuerza del hábito a la de la autoridad. Hablo de las
costumbres y sobre todo de la opinión; parte desconocida para nuestros políticos
pero de la que depende el éxito de todas las otras; parte de la que el gran
legislador se ocupa en secreto, mientras que parece limitarse a reglamentos
particulares, que no son sino la bóveda de lo abovedado, y cuyas costumbres,
más lentas para nacer, forman la llave indispensable."327
327
Contrat Social, libro segundo.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 272
328
Contrat Social, Libro III.
LA SOBERANÍA, EL PODER CONSTITUYENTE Y EL PODER PÚBLICO
273
de conciencia.
j) Teoría de Hegel
Dicho célebre filósofo alemán sustenta una concepción ideal del Estado,
identificándolo con una idea ética. Al respecto afirma: "El Estado es la realidad
de la idea ética; es un espíritu ético en cuanto voluntad patente, clara para sí
misma, sustancial, que se piensa y se sabe, y que cumple lo que él sabe y cómo
lo sabe. En lo ético, el Estado tiene su existencia inmediata, y en la conciencia de
sí del individuo, en su conocer y actividad, tiene su existencia mediata, y esta
conciencia de si, por medio de los sentimientos, tiene su libertad sustancial en
él, como su esencia, fin y producto de su actividad." Según él, el Estado, como
realidad racional, es el ente "donde la libertad alcanza la plenitud de sus dere-
chos" y es el más alto fin de los individuos. Agrega que "La idea del Estado tiene:
a) realidad inmediata, y es el Estado individual como organismo que se refiere a
sí: la idea se expresa, entonces, en la constitución o derecho político interno; b)
La idea pasa a la relación de un Estado con los demás Estados y resulta el
derecho político externo; e) La idea es universal, como un género y poder
absoluto respecto a los Estados individuales; es el espíritu que se da la propia
realidad en el proceso de la Historia Universal." "Frente a las esferas del derecho
y del bienestar privado, de la familia y de la sociedad civil, por una parte, el
Estado es una necesidad externa, el poder superior, al cual están subordinados y
dependientes las leyes y los intereses de esas esferas; más por otra parte, es su
fin inmanente y radica su fuerza en la unidad de su fin último universal y de los
intereses particulares de los individuos, por el hecho de que ellos frente al
Estado tienen deberes en cuanto tienen, a la vez, derechos."
k) Teoría marx-leninista
329
Filosofía del Derecho. Colección “Nuestros Clásicos”. Publicación de la U.N.A.M., 1975,
pp. 244, 249, 269 y 280.
LA SOBERANÍA, EL PODER CONSTITUYENTE Y EL PODER PÚBLICO
275
330
Kelsen. Teoría Comunista del Derecho y del Estado, p.21.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 276
que debe ser. El comunismo 'es la resolución del conflicto entre existencia y
esencia (Wesen)', entre 'necesidad y libertad'. Sólo 'en el seno de una sociedad
comunista' el 'desarrollo original y libre del individuo no es una mera frase', es
decir, una simulación ideológica. La libertad, la justicia del socialismo, que es la
esencia, el substrato interno de la sociedad, oculto por la realidad existente de la
sociedad capitalista, se convertirá de nuevo también en realidad externa. Esto
significa que será reestablecido el estado de naturaleza que según la doctrina
del derecho natural existió antes de que apareciera el Estado político, estado de
perfecta libertad y justicia, donde no existía propiedad privada sino sólo
colectiva." 331
331
Kelsen. Ibíd.
332
Ibíd., p. 17.
333
Op. cit. pp. 49 y 50.
334
Kelsen. Op. cit., p. 52.
335
Ibíd., p. 57.
336
Ibíd., p. 59.
LA SOBERANÍA, EL PODER CONSTITUYENTE Y EL PODER PÚBLICO
277
"La dictadura del proletariado, afirma Lenin, produce una serie de restric-
ciones a la libertad en el caso de los opresores, de los explotadores, de los
capitalistas. Debemos aplastarlos a fin de libertar a la humanidad de la
esclavitud del salario; su resistencia debe ser quebrada mediante la fuerza. Es
claro que donde hay represión hay también violencia; no hay libertad, no hay
democracia." "Bajo el capitalismo, agrega, tenemos un Estado en el sentido
propio del vocablo, esto es, una maquinaria especial para la represión de una
clase por otra ... Durante la transición del capitalismo al comunismo la represión
es aún necesaria; pero es la represión de la minoría de explotadores por la
mayoría de los explotados. Todavía es necesario un aparato especial, una
maquinaria especial de represión, el 'Estado', pero se trata ahora de un Estado
transicional, no ya de un Estado en el sentido usual. .. "337
337
Ibíd., pp. 81, 82 y 83.
338
Kelsen. Op. cit., p.85.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 278
339
Ibíd., p. 86.
LA SOBERANÍA, EL PODER CONSTITUYENTE Y EL PODER PÚBLICO
279
341
El mismo Lenin sostenía que: "La dictadura es un Poder que se apoya directamente en
la violencia y no está sometido a ley alguna", agregando: "la dictadura revolucionaria
(sic) del proletariado es un Poder conquistado y mantenido por la violencia empleada por
el proletariado contra la burguesía; un Poder no sujeto a ley alguna". (V. 1. Lenin. "Marx,
Engels "y el marxismo", p. 297. Ediciones Palomar. México, 1960.)
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 280
solo hecho de concebir a un pueblo que quisiese vivir fuera de toda legalidad, es
decir, que pretendiese abolir un régimen jurídicopolítico sin sustituirlo por otro
mejor, o sea, que tratase de entronizar la opresión renunciando a la libertad y
depositando su destino en un poder dictatorial. Sería francamente absurdo,
ilógico y contrario a la dinámica natural de los pueblos, que, mediante una
revolución, abdicaran de su condición de sociedades humanas para convertirse
en masas serviles con el único "derecho" de obedecer y callar ante la voz
imperativa de sus amos. Un pueblo que quiera, por propia voluntad, ser
instrumento de una dictadura, ser esclavo de sus gobernantes, no merece sino el
repudio de la historia y su rechazamiento por la conciencia libertaria universal.
Un pueblo soporta y padece la dictadura, pero jamás la desea; nunca puede
erigirla a la categoría de finalidad revolucionaria o evolutiva, aunque sea con un
carácter transitorio, pues basta que así lo acepte como objetivo, para que a sí
mismo se condene a sufrirla indefinidamente. Si revolución implica progreso en
todos o en cualquiera de los órdenes de la vida popular y si ese progreso aspira
a institucionalizarse
poder dictatorial. Si Marx tuvo la osada ocurrencia de afirmar que "la religión es
el opio de los pueblos", en réplica podríamos contestarle que su "doctrina" sobre
la dictadura del proletariado, reiterada por Lenin en sus virulentas arengas
políticas, constituye la inducción al suicidio popular.
No sólo es utópico sino absurdo, que pueda existir una sociedad "sin Es-
tado", es decir, sin gobierno, como ingenua o demagógicamente lo vaticinan
Marx y Lenin, en cuyas opiniones se confunden ambos conceptos. Gobierno y
Estado son esencialmente distintos, pues en tanto que el primero es el conjunto
de órganos de autoridad, el segundo implica una persona moral en que se
organiza jurídica y políticamente un pueblo.
No se preocupa por forjar un tipo ideal, deontológico del Estado, sino que
lo analiza como un ser real, viviente, que comprende a todas las relaciones
humanas y a todas las asociaciones entre los hombres. Jellinek no es, pues, un
idealista del Estado, sino un científico del mismo, y para estudiarlo emplea dos
métodos complementarios pero distintos: el sociológico y el jurídico. Conforme al
primero examina al Estado al través de los hechos reales en que se manifiesta su
vida específica en sus relaciones internas y externas; y de acuerdo con el
segundo, analiza al Estado como objeto y sujeto del derecho y como relación
jurídica.
343
Cegado por la pasión, Lenin afirmaba: "... sólo el comunismo suprime en absoluto la
necesidad del Estado, pues bajo el comunismo no hay nadie a quien reprimir (¿), nadie
ene el sentido de clase, en el sentido de una lucha sistemática contra determinada parte
de la población. Nosotros no somos utopistas (¿) y no negamos, en modo alguno, que es
posible e inevitable que algunos individuos cometan excesos, como tampoco negamos la
necesidad de reprimir tales excesos. Pero, en primer lugar, para esto no hace falta de
una máquina especial (normas jurídicas y tribunales que las apliquen, decimos nosotros),
un aparato especial de represión, esto lo hará el mismo pueblo armado (linchamiento,
agregamos) con la misma sencillez y facilidad con que un grupo cualquiera de personas
civilizadas (?), incluso en la sociedad actual, separa a los que están peleando o impide
que se maltrate a una mujer..." (Op. cit., pp. 269 y 270).
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 286
344
"En esta unidad están enlazadas necesariamente una con otra, la unidad del todo y la
variedad de las partes. La unidad está limitada exclusivamente a los fines de la
asociación, por lo cual el individuo tiene una doble situación; como miembro de aquélla y
como individualidad libre. La intensidad de la asociación es distinta según la fuerza y la
significación de los fines que constituyen la asociación; es mínima en las asociaciones
privadas, aumenta en las asociaciones de carácter público y alcanza su grado máximo en
el Estado, pues éste es el que posee el mayor número de fines constantes y la
organizaci6n más perfecta y comprensiva. El es, a su vez, el que encierra dentro de sí a
todas las demás asociaciones y el que forma la unidad social más necesaria. De todas las
demás asociaciones podemos sustraernos en el Estado moderno. Todos los poderes
coactivos de las asociaciones derivan del poder coactivo del Estado mismo; así que
solamente la coacción del Estado es la que puede obligar a permanecer en la asociación.
Pero al mismo Estado nadie puede sustraerse. Tanto el viajero como el sin patria,
permanecen sometidos al poder de un Estado; pueden cambiar de uno a otro, pero no
quedar sustraídos permanentemente a la institución del Estado, tanto más cuanto que el
espacio no sometido a los Estados en la superficie de la tierra disminuye de día en día"
(Teoría General del Estado, pp. 131 y 132).
345
Teoría General del Estado, p. 133.
LA SOBERANÍA, EL PODER CONSTITUYENTE Y EL PODER PÚBLICO
287
346
Op. cit., p. 135.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 288
Para completar su pensamiento agrega: "En todos los grupos sociales que
se califica de Estados, en los más primitivos y los más simples, lo mismo que en
los más civilizados y los más complejos, se encuentra siempre un hecho único,
patente: individuos más fuertes que los otros, y que quieren y pueden imponer
su voluntad a los otros. Poco importa que estos grupos se hallen o no
establecidos en determinado territorio, que estén o no reconocidos por otros
grupos, o que tengan o no una estructura homogénea o diferenciada; el hecho
es simple idéntico a sí mismo donde quiera que surge: los más fuertes imponen
su voluntad a los más débiles. Esta fuerza mayor se presenta bajo los más
diversos aspectos: unas veces ha sido una fuerza puramente material; otras, una
fuerza moral y religiosa; en ocasiones, una fuerza intelectual, y en algunas más
(con mayor frecuencia) una fuerza económica. La potencia económica no ha sido
el único factor generador del poder político, como pretende la escuela marxista
(teoría del materialismo de la historia), pero es indudable que ha desempeñado
en la historia de las instituciones políticas un papel de primer orden. Finalmente,
esta fuerza mayor ha sido frecuentemente, y hoy en día tiende a serlo casi
dondequiera, la fuerza del número, ínterin no llega a ser la fuerza de los grupos
sociales organizados."348
Para Duguit el poder político, o sea, el Estado, tiene por objeto realizar el
derecho y sólo es "legítimo" cuando se ejerce conforme a derecho, en cuyo
servicio se desempeña. Tal poder, en atención a su objeto y sumisión jurídicos,
347
No está en nuestra intención comentar y ni siquiera exponer exhaustivamente la
doctrina de Jellinek sobre el Estado que formula en la famosa obra que con reiteración
hemos invocado y cuya lectura no debe omitirse por ningún estudioso del Derecho
Constitucional y de la Teoría General del Estado.
348
Op. cit., p. 28.
LA SOBERANÍA, EL PODER CONSTITUYENTE Y EL PODER PÚBLICO
289
Esta idea la expresa Duguit de la siguiente manera: "lo mismo que los
individuos, los gobernantes tienen deberes jurídicos fundados en la
interdependencia social, están, como todos los individuos, obligados a poner sus
propias aptitudes al servicio de la solidaridad social. Los gobernantes poseen,
por su propia significación, la mayor fuerza existente en una sociedad
determinada; están, por lo tanto, obligados, por la regla de derecho, a emplear la
mayor fuerza de que disponen para la realización de la solidaridad social. Deben,
además, y por lo mismo, hacer las leyes necesarias para alcanzar este resultado,
y a fortiori no pueden hacer leyes que se opongan al desarrollo mismo de la
solidaridad social. El derecho impone, pues, a los gobernantes, no sólo
obligaciones negativas, sino también positivas".350
349
Manual de Derecho Constitucional, p. 25.
350
Ídem, p. 35.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 290
355
Op. cit., p. 94.
LA SOBERANÍA, EL PODER CONSTITUYENTE Y EL PODER PÚBLICO
291
En puntual congruencia con las ideas que integran su teoría "pura" del
Derecho -y que en esta ocasión no vamos a comentar, pero que se supone
debidamente conocida-, Kelsen sostiene que si se acepta que el Estado pueda
tener algún fin, éste no puede realizarlo sino en la forma de Derecho, pues
habiendo una unidad inextricable entre el orden estatal y el orden jurídico, o sea,
si el Estado es un sistema de normas que tiene validez en sí mismo pueden
derivarla de ninguna "ideología", sólo al través de ese orden o sistema pueden
lograr tempo-espacialmente finalidades específicas con determinado contenido
eidético, tales como las sociales, culturales, políticas o económicas. No puede
considerarse que el Derecho sea un fin del Estado dentro del pensamiento
kelseniano, puesto que en tal hipótesis no existiría la unidad o identidad entre
ambos, toda vez que el Estado sería el "medio" para realizar el fin, es decir, el
Derecho; y es evidente que medio y fin son lógica y ontológicamente dos seres o
conceptos distintos. Por eso, en la concepción del Estado que formula Kelsen el
fin del orden jurídico-estatal es susceptible de traducirse en variados objetivos
específicos trascendentes al Derecho y al Estado. "No hay fin alguno que el
Estado pueda perseguir si no es en la forma de Derecho; y supuesto que se
admite la relación de fines y medio, el Estado y el Derecho no son fines sino
medios, de tal modo que, incluso aquello que en la terminología usual se llama
fin jurídico, no es más que un medio al servicio de un fin, que ya no puede ser el
Derecho, que es trascendente al Derecho y que puede designarse, si así place,
como fin de poder o fin de cultura."357
356
Ibíd., p. 102
357
Op. cit., p. 55.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 292
que forman parte del grupo nacional,"359 sin que el Estado se confunda con
ninguno de ellos, pues son condiciones para su formación. La pluralidad de
individuos y de grupos humanos dentro de una sociedad, advierte, se concentra
en la unidad política al organizarse a éstos mediante "el orden jurídico
estatutario establecido por el Estado", de tal manera que la entidad estatal
comprende a todos ellos y somete su actividad a su propio poder, que es la
soberanía. Considera al Estado, además, con personalidad jurídica titular del
poder soberano.
358
Teoría General del Estado, p. 73.
359
Op. cit., pp. 25, 26 y 27.
LA SOBERANÍA, EL PODER CONSTITUYENTE Y EL PODER PÚBLICO
293
"cuerpo político" y "Estado", sin que esta aseveración implique nuestro absoluto
acuerdo con tal distinción ni la asunción de la tesis que sobre el ser estatal
expone tan conocido pensador. Maritain afirma que a pesar de que se ha
utilizado los conceptos de "comunidad" y "sociedad" como equivalentes, si que
él mismo, según declara, se haya exceptuado de esta propensión, entre ambos
media una notable diferencia. Aunque comunidad y sociedad "son dos realidades
ético-sociales y auténticamente humanas no sólo biológicas", en la primera el
objeto es un hecho anterior a la inteligencia y voluntad del hombre y que "actúa
independientemente de ellas para crear una psiquis común inconsciente,
sentimientos y estados psicológicos comunes y costumbres comunes". En
cambio, continúa Maritain, en la sociedad "el objeto es una tarea realizar o un fin
que alcanzar, el cual depende de las determinaciones de inteligencia y voluntad
humanas, estando precedido por la actividad -sea decisión o al menos
consentimiento- de la razón de los individuos". En la comunidad, las relaciones
sociales proceden de ciertas situaciones y ambientes históricos: las normas
colectivas de sentimiento -o psiquis colectiva inconsciente- prevalecen sobre la
conciencia personal y el hombre aparece como un producto del grupo social. En
la sociedad, la conciencia personal mantiene prioridad, el grupo social está
modelado por los hombres y las relaciones sociales derivan de una iniciativa
dada, de una idea dada, así como de la voluntaria determinación de las
personas." 361Como se ve, Maritain reitera la distinción que entre ambos
360
IbÍd., pp. 27 y 28.
361
El Hombre y el Estado, pp. 14, 15 Y 16.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 294
362
Op. cit., p. 19.
363
Ibíd., p. 23.
LA SOBERANÍA, EL PODER CONSTITUYENTE Y EL PODER PÚBLICO
295
en tanto que el Estado representa al cuerpo político (en las relaciones externas
de este último con los otros cuerpos políticos), el 'Estado' es una entidad me-
ramente abstracta y no una persona moral o sujeto de derechos. Los derechos
adscritos a él no son derechos propios, son los derechos del cuerpo político, el
cual es idealmente sustituido por aquella entidad abstracta, realmente repre-
sentada por los hombres que han sido encargados de la conducción de los
asuntos públicos e investidos de poderes específicos."366
365
Ibíd., 25.
366
Op. cit., pp. 29 y 30.
367
La Idea Pura del Estado, 1943.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 296
ranía o poder supremo y la norma jurídica. "En el proceso real del Estado, dice,
palpitan e influyen poderosamente en su vida dos 'nociones' esencial y
estrictamente 'políticas' y, además, como se ha visto, de rancio abolengo en la
historia de las ideas; son ellas la noción de 'soberanía' -potencia o poder
supremo- y la noción de 'norma', 'ley' en sentido amplio. Esta noción de norma
se recoge y expresa en el término más comprensivo de 'orden jurídico', 'régimen
de normas', 'reinado de la ley' o Estado de Derecho (Rechtstaat), al que ha de
acomodarse el ejercicio de la soberanía", agregando: "El Estado, por tal manera,
deberá concebirse como la síntesis viva -dinámica- de las nociones de
'soberanía' -poder coactivo- y de 'ley', realizadas, soberanías y ley, en un espacio
dado y en su tiempo, y definidas por las condiciones que limitan la acción del
poder, en cuanto es instrumento de la ley."368
368
Op. cit., pp. 53, 55 y 56
LA SOBERANÍA, EL PODER CONSTITUYENTE Y EL PODER PÚBLICO
297
369
Ibíd., pp. 63 y 64.
370
Op. cit., pp. 75 y 76.
371
Teoría del Estado, p. 255.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 298
está formado por hombres, sino por actividades humanas. Un hombre, por mu-
cho que se someta a un Estado, aunque se trate de un Estado 'totalitario'
pertenece siempre a diversas organizaciones, de naturaleza eclesiástica, política,
económica, etc., que le reclaman con distinta intensidad y, con frecuencia, tam-
bién según zonas diferentes de su personalidad y da realidad a todas esas
organizaciones por medio de actividades particulares que de él se destacan. El
Estado, en fin, tampoco puede ser identificado con los órganos que actualizan su
unidad de decisión y acción. Desde hace tiempo las llamadas teorías realistas del
Estado quieren reducir éste a las personas que poseen el poder y cuya realidad
física es tangible, identificándolo, pues, con los órganos de dominación. Al igual
que su cabal contrapartida, la teoría que reduce el Estado al pueblo, la que lo
confunde con el dominador desatiende, asimismo, el hecho de que toda
organización de dominación sólo es real en cuanto unidad de dominadores
dotados de poder y súbditos que les han conferido ese poder. Pues así como lo
que hace a uno guía es la sumisión de los que son guiados, así también lo que
engendra la dominación es la obediencia. Por tal motivo la organización estatal
es aquel status, renovado constantemente por los miembros, en el que se juntan
organizadores y organizados. La unidad real del Estado cobra existencia única-
mente por el hecho de que un gobierno disponga de modo unitario sobre las
actividades unidas, necesarias para la autoafirmación del Estado."372
Aunque el poder estatal crea al Derecho (que para Heller sólo es el posi-
tivo), no por ello deja de estar sometido a ciertos principios de obligatoriedad
ética y cuyo acatamiento legitima a ese poder, el cual los convierte en normas
jurídicas propiamente dichas, o según sus mismas palabras: "la instancia que en
el Estado establecen las normas se hace legítima cuando los destinatarios de la
norma creen que el creador del derecho, al establecer los preceptos jurídicos, no
hace más que dar carácter positivo a ciertos principios de derecho éticamente
obligatorios que trascienden del Estado y de su derecho, y cuyo fundamento
precisamente constituyen." "Decir que la voluntad del Estado es la que crea y
asegura el Derecho positivo es exacto, si, además, se entiende que esa voluntad
extrae su propia justificación, como poder, de principios jurídicos suprapositivos.
"377
376
Op. cit., pp. 208 y 209.
377
Op. cit., pp. 209 y 210.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 300
"La formación del Estado, asevera, coincide con una cierta forma del
poder, y esta forma particular del poder resulta de una concepción dominante en
el grupo, y aceptado por los gobernantes mismos, en cuanto a la naturaleza de
la fuerza o potencia política. He ahí un hecho de conciencia. Pero este hecho no
constituye por sí solo el soporte del Estado. Provoca el cumplimiento de un acto
jurídico según el cual el poder se convierte efectivamente, en el plano de las
realidades, en lo que los gobernantes y gobernados ven en él. Este acto es la
institucionalización del poder que tiene por objeto disociar el poder de sus
agentes de ejercicio y de fundarlo sobre la institución a la cual se incorpora la
idea de derecho dirigente en el grupo. Esta operación de institucionalización del
poder puede tener lugar por modo consuetudinario o realizarse mediante un acto
jurídico formal: la constitución. Pero cualquiera que sea la manera como dicha
operación se efectúe, presenta siempre este triple carácter de ser un acto jurídi-
co, de modificar la naturaleza del poder y de dar nacimiento al Estado. Hay,
pues, en definitiva, en la diferenciación sobre la que reposan las sociedades
políticas, una ruptura de continuidad, un momento en que el orden empírico se
transforma en orden jurídico y es entonces cuando aparece el Estado.” 379
378
Ibíd., p. 216.
379
Traité de Science Politique. Tomo Il, "L'Etat", pp. 38 y 39.
LA SOBERANÍA, EL PODER CONSTITUYENTE Y EL PODER PÚBLICO
301
por el Derecho, sostiene Burdeau, al aseverar que cuando éste "se sustituye a
los jefes que, hasta entonces, realizaban el acto de autoridad a título de prerro-
gativa personal, el Estado toma en toda plenitud sus cualidades. Ellos encar-
naban la idea de derecho, y por ende, a partir de la institucionalización es el
t) Observación final
384
Op. cit., p. 239.
385
Véase su obra "Derecho Constitucional", edición 1965, Madrid, pp. 114 y 115.
386
Doctrina General del Estado, pp. 108 y ss.
LA SOBERANÍA, EL PODER CONSTITUYENTE Y EL PODER PÚBLICO
303
Rojina Villegas y Mario de la Cueva, entre otros. Así, Rojina define al Estado
como "una persona jurídica con poder soberano, constituida por una colectividad
humana determinada territorialmente, cuyo fin (de dicha persona) es la creación
y aplicación del Derecho al cual se encuentra sometida."387 Por su parte, el
maestro De la Cueva, después de analizar la evolución histórica de la idea de
Estado, principalmente atendiendo a diversa teleología estatal en las diferentes
etapas políticas de la humanidad vaciada en distintos sistemas
387
Teoría General del Estado, p. 15.
388
Teoría General del Estado. Apuntes de Cátedra, 1961, p. 29.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 304
que no puede existir sino en ella. Este poder, como casi dos siglos más tarde lo
reputara Rousseau, es indivisible, perpetuo y absoluto en la concepción de
Bodino, quien distingue, por otra parte, la soberanía del poder público que
transitoriamente se encomienda a diferentes formas de gobierno, como la
dictadura en Roma, o a gobernantes designados por un lapso determinado, toda
vez que éstos no son sino "guardianes" y "depositarios" del poder soberano pero
no sus titulares. Para dicho pensador los "derechos esenciales" de la soberanía
pertenecen al "soberano", llámese rey, pueblo o "cuerpo de nobles". La
incongruencia en que incurre Bodino, quizá para justificar la monarquía absoluta
y hereditaria de Francia, consiste en declarar que el poder soberano puede
transmitirse por vía de sucesión del rey (soberano)
392
La Idea de Soberanía. Estudio contenido en la obra “El Decreto Constitucional de
Apatzingán”, publicada en 1964 por Coordinación de Humanidades de la UNAM.
393
Cfr. Supra parágrafo f) de este mismo capítulo.
394
Tomamos estos dos conceptos como sinónimos o equivalentes por las razones que con
anterioridad expusimos.
395
"El Estado, dice, es la encarnación y personificación del poder de la nación. Este poder,
considerado en su majestad y en sus fuerzas supremas, se llama soberanía" (Théorie générale
de l'Etat, p. 420).
LA SOBERANÍA, EL PODER CONSTITUYENTE Y EL PODER PÚBLICO
307
396
Para el distinguido maestro de Heidelberg, "La soberanía es la capacidad de determinarse por
sí mismo desde el punto de vista jurídico", agregando que "Esta capacidad suprema no puede
pertenecer sino al Estado." (L'Etat. Moderne et son Droit, II, 155.)
397
El Estado, afirma, sujeto y titular de la soberanía, por no ser sino una persona moral, una
ficción jurídica, es preciso que la soberanía sea ejercida en su nombre por personas físicas, una o
varias, que quieran y obren por él. Es natural y necesario que la soberanía al lado del titular
perpetuo y ficticio, tenga otro titular actual activo, en quien residirá necesariamente el libre
ejercicio de esta soberanía." (Eléments de droit constitutionnel francais et comparé. Octava
edición. Tomo I, p. 4.)
398
Este famoso tratadista argentino asevera que "La soberanía es un concepto jurídico político,
pero sobre todo es lo primero. La soberanía es atributo exclusivo del Estado" (El orden político y
las garantías jurisdiccionales, p. 7). .
399
Para el distinguido maestro mexicano, "La soberanía no es un poder ilimitado e ilimitable;
esta fórmula podría ser una caracterización negativa de la soberanía, pero no nos dice cuál es su
esencia: la soberanía es la cualidad del Estado de auto-determinarse o de auto-organizarse; el
Estado no está subordinado a un derecho natural que no existe, pero tampoco es el Estado un
poder que conduzca a la anarquía, porque ello es la destrucción del propio Estado; en
consecuencia, el Estado tiene que dictar su constitución; puede, según dijimos anteriormente,
escoger el contenido de su constitución, pero no puede dejar de darse una constitución. Ahora
bien, cuando el Estado dicta su constitución sin la intervención de ningún poder, cuando actúa
como poder supremo e independiente, decimos que es un Estado soberano.
400
Según este otro destacado autor mexicano, "La soberanía es una característica del poder del
Estado que consiste en dar órdenes definitivas de hacerse obedecer en el orden interno del
Estado y de afirmar su independencia en relación con los demás Estados. Todo ello aparece
como un poder político independiente superior de monopolio y coacción." (Ciencia política. Tomo
I, p. 309.)
401
"El pueblo es el único titular de la soberanía. No hay más voluntad soberana que la
Duguit406 y Friedrich407. No debe sorprendemos esta diversidad de criterios pues
la idea de soberanía en el ámbito estrictamente especulativo o teórico presenta
contornos y matices que dificultan la definición precisa que exprese su
verdadera implicación jurídica; y en la esfera histórico-política, es decir, en la
realidad fenoménica, la soberanía como poder supremo del Estado o de pueblo,
se revela como una fuerza que ninguno de los dos desempeña, sino que se
despliega por personas físicas que encarnan a los gobernantes en quienes
fácticamente dicho poder reside, prescindiendo, desde luego, de toda conside-
ración científica, jurídica y política. Por ello, algunos tratadistas, entre los que
voluntad constituyente ni otro poder soberano que el poder constituyente" (El Poder
Constituyente, pp. 311 Y 312. Editorial Bibliográfica Argentina. Edición 1957).
402
El Estado con su potestad es independiente frente a otro Estado. Hay quienes a esta
independencia la denominan soberanía. Confundir la soberanía del pueblo con la
potestad del Estado es un grave error, que no afecta tan sólo a la terminología política,
sino al contenido sustantivo de esta ciencia." "El mismo Estado como institución tiene
facultades fijas y constituidas por el derecho político dadas por el soberano. No hacer
esta distinción equivale, una vez más, a confundir los términos de soberanía con el de
potestad" (Soberanía y Potestad. Tomo I, pp. 109 Y 115. Edición 1971).
403
"Sólo un orden normativo, dice el ilustre profesor vienés, puede ser soberano, es
decir, autoridad suprema, lo última razón de validez de las normas que un individuo está
autorizado a expedir con el carácter de mandatos y que otros individuos están obligados
a obedecer." (Teoría General del Derecho y del Estado, p. 404. Edici6n 1949).
404
"La soberanía es una doctrina moderna, que surge en el siglo XVI; es la doctrina ca-
racterística del Estado absolutista secular. En cuanto tal, era sencilla y directa; pero la
fidelidad politica, primordial a las personas en que se basaba la doctrina, cedió el paso al
constitucionalismo." "En un Estado constitucional, sólo se obedece a las personas en
virtud de la autoridad que les da la Constitución, y la aceptación de la Constitución es
anterior a la obediencia a las personas. En consecuencia, en los Estados constitucionales
la Constitución es soberana. El moderno Estado constitucional ha vuelto a la concepción
medieval de que el Estado se basa en el Derecho, pero con la diferencia de que su
'norma fundamental' es una Constitución, un método de decidir problemas, y no un
código. Esta teoría es compatible con los hechos del federalismo,
405
"El pueblo titular originario de la soberanía, subsumió en la Constitución su propio
poder soberano. Mientras la Constitución exista, ella vincula jurídicamente, no sólo a los
órganos, sino también al poder que los creó. La potestad misma de alterar la
Constitución (facultad latente de la soberanía), sólo cabe ejercitarla por cauces jurídicos.
La ruptura del orden constitucional es lo único que, en ciertos casos y bajo determinadas
condiciones, permite que aflore en su estado originario la soberanía; mas se trata de un
hecho que sólo interesa al derecho en esos casos y condiciones, según se verá en su
oportunidad.
"Lo expuesto nos lleva a la conclusión de que la soberanía, una vez que el pueblo la ejer-
ció, reside exclusivamente en la Constitución, y no en los órganos ni en los individuos
que gobiernan" (Derecho Constitucional Mexicano. Edición 1968, p. 10).
406
suprema e independiente de dictar su constitución y su derecho -entiéndase bien, aún cuando
destaca Duguit, se muestran escépticos en lo que a la radicación estatal o
popu·lar de la soberanía concierne, y contrayéndose a la mera observación de la
facticidad política, llegan a la conclusión de que dicho poder no es sino la fuerza
del gobierno de cada nación. Esta actitud, sin embargo, sólo manifiesta una
especie de abulia intelectual que contrasta con los empeños afanosos que la
doctrina jurídica, política y filosófica de vario siglos ha realizado para postular
principios que expliquen, justifiquen o fundamenten los actos gubernativos a los
que nadie puede escapar, pero con cuya real o supuesta arbitrariedad tampoco
puede conformarse ningún hombre que tenga fe en la libertad y en el Derecho,
que es su primordial garantía. Nuestra postura filosófica ante cualquier problema
nunca ha sido el escepticismo sistemático, y conscientes de los graves escollos
con que tropieza la labor dialéctica tendiente a captar y expresar el concepto de
soberanía y sus modalidades esenciales, trataremos de exponer nuestra opinión
acerca de lo que implica el poder soberano, sin desconocer que las ideas que
informan nuestro pensamiento corren el riesgo de aumentar la equivocidad que
caracteriza su pretendida definición.
B. La soberanía
repetimos las ideas, que la soberanía no es la potestad de negar todo ordenamiento jurídico,
sino, exclusivamente, la potestad de determinar el contenido del orden jurídico, que es una
necesidad para la existencia del Estado-. La soberanía y ésta es la definici6n final que se des-
prende de la obra de Jellinek, es la potestad de determinar libremente el contenido total del
derecho.
407
"La noción de 'soberanía popular' -expresión, en el mejor de los casos, confusa- tiene que ser
suplantada por la de 'grupo constitucional', que no designa al titular del poder
Hemos aseverado que la nación o pueblo en sentido sociológico, como grupo
humano real coherente, decide darse una organización jurídica y política,
creando al Derecho que a su vez da vida al Estado como persona moral.
408
concentrado sino al grupo que ejerce el poder revolucionario, residual, constituyente,
de establecer una nueva Constitución." (Teoría y Realidad de la Organización
Constitucional Democrática.. Fondo de Cultura Económica. México, p. 25.)
410
Traité de Droit Constitutionnel. Tomo l, p. 607.
a las normas constitucionales, las cuales, a su vez, emanan de la soberanía que
corresponde teóricamente a la comunidad popular o nacional. Merced a esta
subordinación se corrobora la diferencia que media entre soberanía y poder
público, ya que, en tanto aquélla es fuente originaria del derecho primario de un
Estado, dicho poder se encauza básicamente por tal derecho, sin que
válidamente pueda rebasarlo o transgredirlo.
411
Soberanía y Potestad. Tomo I. pp. 107, 108 Y 109.
412
J.J. Rousseau. El Contrato Social. Libro Il. El concepto de soberanía elaborado por el ilustre ginebrino no se
afecta en el ámbito internacional toda vez que los pactos, convenios y diversas organizaciones creados en él
surgen de la decisión de los países que en su concertación y formación intervienen. A este respecto, las
ideas que expone Leonel Pereznieto Castro confirman esta apreciación, al sostener que los Estados
desempeñan "un doble nivel de funciones": a saber, las básicas que son las legislativas, judiciales y
ejecutivas en cuyo ejercicio se manifiesta la soberanía, y aquellas en que dichas entidades deciden
"compartir funciones con otros Estados en lo que atañe a cuestiones de interés internacional". (Cfr. "Revista
Jurídica" de la Universidad Iberoamericana. Número 25, 1995·Il, Págs. 265-292).
En otras palabras, la potestad autodeterminativa que entraña la soberanía tiene limitantes esenciales en el
ámbito económico internacional merced a lo que se llama "globalización", que es fenómeno contemporáneo
que abarca a las "economías" de cada país para integrarlas a un solo sistema regido por múltiples factores
variables y hasta aleatorios o contingentes que suelen impactar a la situación económica de los estados en el
ámbito internacional. Es evidente, por tanto, que la autodeterminación no debe entenderse como una
facultad irrestricta, toda vez que su ejercicio conduciría a la sustracción de los países de la esfera económica
mundial, hecho que generaría multitud de fenómenos nocivos y perjudiciales para el país que se "sustraiga".
Estas aseveraciones no son correctas, pues aunque un país este comprendido
dentro del "mundo globalizado" no por ello su pueblo pierde sus capacidades de
autodeterminación y de autolimitación, que son inherentes a la soberanía. En la
historia política del mundo ha habido estados que presionan por variadas
causas a otro u otros, sin que esta situación haya provocado que los pueblos
"presionados" dejen de tener tales capacidades.
C. El poder constituyente
413
La concepción dinámica de "poder" también la postula Maurice Hauriou, quien afirma que "es
una libre energía que gracias a su superioridad asume la empresa de gobierno y de un grupo
humano por la creación continua del orden y del derecho" (Principios de Derecho Público y
Constitucional. p. 42). A su vez, Santo Tomás de Aquino considera al poder como "el principio
motor que dirige y establece en un grupo humano el orden necesario para conducirlo a su fin"
(De Regimine Principum ad Cypri regem. Citado en "Santo Tomás de Aquino" de Sertíllanges).
Por su parte, Francisco de Vitoria también estimaba a dicho concepto en su acepción dinámica,
al afirmar que es la "facultad, autoridad o derecho de gobernar la república civil" (Relettiones
Theologicae).
414
Cfr. Maurice Hauriou: "Principios de Derecho Público y Constitucional. Georges Burdeau:
"Traité de Science Politique". Raymond Carré de Malberg: "Teoría General del Estado". Carl
Schmitt: "Teoría de la Constitución". Carlos Sánchez Viamonte: "El poder Constituyente". Nos
abstenemos de mencionar a otros autores que coinciden con el concepto de "poder
constituyente" que hemos expuesto, con el objeto de no ser demasiado prolijos en la citas
respectivas.
Para que el poder costituyente logre su objetivo escencial consistente en
implantar el derecho fundamental y supremo que se expresa y sistematiza
normativamente en una Constitución, se requiere por modo indispensable que
ese poder tenga la hegemonía suficiente para imponerse a todas las voluntades
que dentro de un conglomerado humano suelen actuar, así como para no
someterse a fuerzas ajenas a ese conglomerado. Por tanto, el poder
constituyente, por necesidad
ineluctable de su misma teleología, debe ser supremo, coercitivo e indepen-
diente. Su supremacía se traduce en que debe actuar sobre todos los otros
poderes que se desarrollan individual o colectivamente dentro de una
comunidad humana; su coercitividad se manifiesta en la capacidad de someter a
tales poderes; y su independencia consiste en no estar subordinado a fuerzas
exteriores o ajenas al pueblo o nación para los que el citado poder establezca su
estructura jurídica básica. Es fácilmente comprensible que sin los atributos
mencionados no podría existir, desarrollarse ni concebirse siquiera el poder
constituyente. En efecto, si su finalidad estriba, según se dijo, en crear una
Constitución que organice jurídicamente a un pueblo, esta necesaria propensión
no podría lograrse si cualquier otro poder, fuerza o voluntad impidiese su
realización. Además, si por su índole formal el derecho es coercitivo, imperativo
y obligatorio, la Constitución que lo establece suprema y fundamental participa
de estos caracteres, mismos que por necesidad lógica se proyectan al poder que
la crea, es decir, al constituyente. Por otra parte, si este poder estuviese
sometido a fuerzas ajenas al pueblo o nación que tiende a organizar
jurídicamente, no sería constituyente toda vez que, al acatar las decisiones
imperativas y compulsorias de tales fuerzas, se traduciría en una mera actividad
que sirviera como medio para que aquéllas se realizaran.
415
Así lo considera Carl Schmitt al sostener que: "La Constitución en sentido positivo surge
mediante un acto del poder constituyente", o sea, por "la voluntad política cuya fuerza o autori-
dad es capaz de adoptar la concreta decisión de conjunto sobre modo y forma de la propia ex-
istencia política, determinando así la existencia de la unidad política como un todo" ... Esta idea
coincide con la expresada por Hermann Heller, quien conceptúa al poder constituyente como
"aquella voluntad política cuyo poder y autoridad esté en condiciones de determinar la
existencia de la unidad política en el todo". Por su parte, nuestro distinguido maestro Mario de la
Cueva sostiene que: “... la soberanía es (sea) la potestad suprema e independiente de
determinar el contenido concreto del orden jurídico", agregando que: "La ausencia de un poder
soberano que dicte el derecho y asegure su aplicación sería la anarquía." Véanse,
respectivamente: Teoría de la Constitución -Carl Schmitt-, pp. 24 y 86; Teoria del Estado -Heller-,
p. 298, y Teoría del Estado -De la Cueva. Apuntes-, pp. 343 y 344.
416
Así, se afirma que la soberanía es un poder supremo en cuanto que se ejerce sobre todas las
fuerzas individuales y colectivas que se registran y operan en el pueblo o nación a que dicho
poder pertenece, circunstancia que explica el vocablo mismo, ya que la palabra "soberanía" se
compone de la conjunción "super omnia", que denota "sobre todo". El tratadista francés André
Hauriou da una explicación histórica acerca del origen de la soberanía al afirmar lo siguiente:
"Aunque la Roma imperial haya dejado a las ciudades o pueblos conquistados alguna indepen-
Si se comparan los atributos de la soberanía con los que caracterizan al
poder constituyente, se llega a la conclusión inobjetable de que son los mismos,
identidad que nos autoriza a sostener que dicho poder es una faceta teleológica
del poder soberano. Esta aserción, además, se funda en otras razones que a
continuación exponemos. La soberanía, cuyo titular es el pueblo o la nación,
puede manifestarse en el mundo fenoménico o en la realidad política de dos
modos primordiales que generalmente en la historia reconocen un origen
cruento o violento. Entre ellos, por lo común, existe una relación de sucesión
teleológica. En efecto, mediante el ejercicio de su poder soberano, el pueblo
puede romper violenta o revolucionariamente, como de hecho ha sucedido con
frecuencia innegable, un régimen jurídico, político o socio-económico que no se
adecúe a sus aspiraciones o que sea obstáculo para su progreso en los más
importantes aspectos de su vida. Por ende, en su fase cruenta, la soberanía tiene
un fin destructivo, pero como también suele perseguir el objetivo de construir un
sistema jurídico en cuyas normas fundamentales se plasmen los designios popu-
lares, se apunten las soluciones a los grandes problemas que afectan a los
sectores humanos mayoritarios y se indiquen las medidas para satisfacer las ne-
cesidades y carencias colectivas, dicho poder asume el aspecto de
constituyente, toda vez que la implantación del mencionado sistema jurídico no
es sino la creación de una Constitución como ley fundamental y suprema.417
dencia, les imponía, sin embargo, una autoridad cuyas manifestaciones eran sensibles. Ciudades
y pueblos administrados por Roma fueron privados del derecho de hacer la guerra a sus vecinos,
417
y cuando surgía un conflicto entre ellos, Roma imponía a las partes disputantes su mediación.
Además, los países administrados debían pagar un tributo, suministrar contingentes militares,
colaborar en la construcción de caminos y puentes, así como en el funcionamiento de otros
servicios públicos. Los jefes políticos locales, que subsistieron frecuentemente en diversas partes
del Imperio, tenían pues, como muy natural, el sentimiento de que existía un poder por encima
del suyo, así como las poblaciones sometidas a este poder local sentían que éste estaba
subordinado a una autoridad superior. Por consiguiente, el poder de Roma, o más precisamente
quizá el del Emperador, se presenta como aquel sobre el cual no existe ningún otro. La autoridad
del Emperador aparecía como la última instancia, el poder supremo y la palabra del bajo latín
superanitas traduce esta cualidad de un poder que no tolera nada por encima de él. De ello
hemos obtenido la palabra 'soberanía'." (Droit Constitutionnel et lnstitutions Politiques, Edición
1968)
1
Mutatis mutandis, el tratadista argentino Rafael Bielsa coincide con las anteriores apreciaciones
al afirmar que el poder constituyente es "la potestad que el pueblo tiene de darse un gobier no y
establecer normas de convivencia social y jurídica que aseguren la libertad, mediante
disposiciones protectoras de los derechos y deberes", agregando que "Estas normas tienen su
concreción positiva en la Constitución política, que siempre es, en mayor o menor grado,
también jurídica", y que "El poder constituyente organiza, da estructura y define al Estado,
órgano jurídico de la sociedad, y también de la nación cuando esa sociedad tiene unidad étnica,
histórica, lingüística y aspiraciones e ideales comunes" (Derecho Constitucional. Edición 1959,
pp. 89 y 90).
vidad que el pueblo despliega para realizar una determinada finalidad que él
mismo se propone, consistente en darse una constitución positiva en la que se
'normativicen, valga la expresión, los elementos de variada índole que implican
lo que suele llamarse "la constitución real de una unidad política", es decir, el
ser, el modo de ser y el querer ser populares. El "ser" de un pueblo es su
existencia misma, su unidad, el "modo de ser", sus atributos, características o
peculiaridades reales de diverso carácter y orden, o sea, los signos distintivos
que va adquiriendo
418
Schmitt habla de "constitución en sentido absoluto" como el ser mismo de un Estado al afir-
mar bajo este sentido, que: "El Estado no tiene una Constitución 'según la que' se forma y
funciona la voluntad estatal, sino que el Estado es Constitución, es decir, una situación presente
del ser, un status de unidad y ordenación. El Estado cesaría de existir si cesara esta Constitución,
es decir esta unidad y ordenación. Su Constitución es su 'alma', su vida concreta y su existencia
individual" (Teoría de la Constitución, p. 4).
implantación de un régimen constitucional en los diferentes ámbitos vitales de
un pueblo, como el cultural, político, social y económico. En resumen, todo poder
constituyente está necesariamente orientado por principios de diferente
contenido que como decisiones políticas, sociales y económicas fundamentales,
forman la base estructural de la Constitución a cuyo establecimiento propende
dicho poder.419
Ahora bien, el pueblo o nación, como unidad real, no puede por sí mismo
ejercer el poder constituyente. Es imposible física y sicológicamente que en todo
el conjunto humano que representa se dé una constitución. La elaboración de
este ordenamiento fundamental es una obra de la inteligencia y de la voluntad y
cuya producción, por ende, requiere indispensablemente la acción del entendi-
miento manifestada en varias operaciones sucesivas, tales como la confección
de un proyecto, su estudio y discusión, y su aprobación. Estas operaciones, cuyo
desarrollo exige por modo necesario un método, no son susceptibles de
realizarse por el mismo pueblo en atención al número considerable de sus
componentes, al vasto territorio sobre el que se asienta, a la heterogeneidad de
los sectores sociales que lo integran, en una palabra, a una variedad y
multiplicidad de factores de hecho. Por ello, si bien el poder constituyente
pertenece al pueblo como aspecto teleológico inherente a su soberanía, no
puede desempeñarse por su titular. Imperativos ineludibles constriñen a
depositar su ejercicio en un cuerpo, compuesto de representantes populares,
que se denomina Congreso o asamblea constituyente y cuya misión única
consiste en elaborar una constitución a nombre del pueblo. Claramente se
advierte, por tanto, la medular distinción que media entre ese cuerpo y el poder
constituyente propiamente dicho. El primero es el órgano a quien el ejercicio o la
419
Es interesante hacer referencia al pensamiento del distinguido maestro mexicano doctor
Héctor González Uribe en lo que concierne a las limitaciones metajurídicas necesarias del poder
constituyente. Al aludir a la soberanía, de la que dicho poder es su faceta teleológica, según diji-
mos, el citado tratadista asevera que aquélla está "esencialmente limitada" y que sus
limitaciones no provienen de "la voluntad de un legislador o de un jefe de Estado o de otra
voluntad humana cualquiera", sino de "su naturaleza misma". Señala tres grandes límites a la
soberanía (o poder constituyente decimos nosotros), sin los cuales no puede existir "como poder
jurídico", ya que se transformaría en "arbitrariedad, capricho o despotismo". Dichos límites son,
para González Uribe, las ideas de bien, de lo público y de lo temporal, que explica en su
importante obra "Teoría Política" y a cuya lectura nos remitimos (Cfr. pp. 337 a 346). Concluye
tan destacado autor que la soberanía "No es un simple derecho subjetivo cuyo ejercicio quede al
arbitrio de su titular", pues "Al contrario, la soberania es la manera de ser del Estado una
cualidad intrínseca y esencial del mismo, y por ello depende de su naturaleza y de sus fines. El
bien público temporal le señala sus límites objetivos, naturales que no dependen de la voluntad
de los gobernantes. Al legislador no le toca sino dar forma normativa, obligatoria, a esos grandes
principios que limitan la soberanía desde dentro institucionalmente. Por eso no puede decirse
que el Estado se autolimite, como si esto proviniera de una decisión de su voluntad. Ya está
intrínsecamente limitado, por su propia esencia y por su finalidad. De aquí que no pueda
desligarse nunca la soberanía del fin del Estado, so pena de convertirla en un poder omnímodo y
arbitrario para una sana teoría política, que pasa por encima del escueto y estéril formalismo
kelseniano para buscar los contenidos valorativos de justicia y bien, el binomio soberanía-fin es
algo totalmente indisoluble. La una no se da sin el otro. Por tal razón, como lo anota muy bien el
gran jurista belga Jean Dabin, hay límites racionales y objetivos de la soberanía que están
contenidos en la regla del bien público temporal y forman el Derecho al que el Estado está
naturalmente sometido y fuera del cual deja de ser Estado para pasar a la categoría de una
instancia abusiva de fuerza (Op. cit., pp. 346 y 347)
actualización de dicho poder se confía o entrega, y el segundo la energía, fuerza
o actividad soberana de darse una constitución. Por este motivo, los títulos de
legitimidad del congreso o asamblea constituyente y de su obra derivan de la
relación directa que exista entre él y el pueblo, o sea, de la auténtica
representación popular que tal organismo ostente. Sin esa relación o faltando
esta representación, la obra constitucional, por más perfecta que se suponga,
tendrá un vicio ostensible de origen: su carácter espurio o ilegítimo, aunque con
el tiempo y su observancia pueda legitimarse.
Debe advertirse, por otra parte, que la representación política del pueblo
que tiene la asamblea o congreso constituyente no convierte a este cuerpo en
un mero mandatario popular bajo el concepto clásico de mandato del derecho
civil. Dicha asamblea o cuerpo goza de amplia libertad para crear una constitu-
ción, sin que actúe acatando instrucciones específicas y expresas de su repre-
sentado, las cuales, por lo demás, serían casi imposibles de darse. Sin embargo,
sobre la actuación del órgano constituyente existe un conjunto de principios,
ideales, fines o tendencias, radicados en el ser, modo de ser y querer ser del
pueblo (constitucional real o en sentido absoluto, no positivo) que no sólo
condicionan la producción constitucional, sino que deben incorporarse a ésta
como substratum de sus disposiciones jurídicas según dijimos.
Uno de esos principios es el de la soberanía popular necesariamente res-
petable por la asamblea o congreso constituyente. Suponer que no lo acatara, es
decir, que no lo declarara en la constitución que elabore, significaría una usur-
pación, una traición al pueblo mismo en cuya representación actúa, y es más, el
desquiciamiento de su base de sustentación, de legitimidad o fuente. Tal
fenómeno acaecería si despojara al pueblo del poder constituyente, si le negara
o desconociese el derecho de darse una nueva constitución cuantas veces lo
deseara, de sustituir o alterar los principios políticos, sociales, económicos o de
cualquier otra índole que informen el espíritu de un determinado ordenamiento
constitucional en un momento histórico dado. Y es que dichos principios varían
en la medida que el ser, el modo de ser y el querer ser del pueblo cambian por
impulso de su propia dinámica; y cuando la ley fundamental resulta incompatible
con ellos, debe sustancialmente modificarse o, inclusive, reemplazarse por otra
que los proclame y erija a la categoría de normas jurídicas básicas.
los últimos tiempos, y que le priva de la independencia necesaria para la alta función que les
corresponde de empeñar" (Poder Constituyente. Edición 1957, pp. 435, 436 Y 438).
421
Así debe entenderse el artículo 136 de nuestra Constitución vigente, similar al artículo 128 de
la Ley Fundamental de 1857. Su aplicación depende de elementos fácticos que se registren en la
realidad, pues "la fuerza y vigor" de dicho ordenamiento están supeditados a la circunstancia de
que los inconformes con él, los que subleven contra sus instituciones, no formen una mayoría
popular que derrote a los que lo sostienen. La victoria de los defensores de la Constitución trae-
ría concomitantemente aparejada la aplicación del consabido precepto, el cual quedaría
definitivamente sin observancia en el supuesto contrario.
individualidad, la mencionada facultad únicamente debe ser entendida como la
atribución de modificar los preceptos constitucionales que estructuren dichos
principios o las instituciones políticas, sociales, económicas o jurídicas que en la
Ley Fundamental se establezcan, sin afectar en su esencia a unos a otros.
Concebir fuera de estos límites a la citada facultad, equivaldría a desplazar en
favor de órganos constituidos el poder constituyente, lo que, además de
configurar un paralogismo, entrañaría la usurpación de la soberanía popular o
nacional.
No debemos dejar de enfatizar que, en nuestra opinión, el poder constitu-
yente es la soberanía misma, ya que si por soberanía se entiende el poder de
autodeterminarse, es decir, de establecer una estructura jurídica fundamental
que puede tener variados contenidos de carácter ideológico, el poder constitu-
yente lleva imbíbito este mismo objetivo, o sea, el de producir una constitución o
una estructura fundamental que exprese esa autodeterminación. De ello se
infiere que el poder constituyente crea al Estado en la Constitución como su-
prema institución pública dotada de personalidad jurídica."422
422
Estas consideraciones no son, desde Juego, compartidas unánimemente por la
doctrina, que se diversifica en una multitud de opiniones contrarias y que sería prolijo
siquiera esbozar. Así, verbigracia, Bielsa en cierto modo coincide con nuestro
pensamiento al afirmar que: "La potestad del pueblo de darse un gobierno y establecer
normas de convivencia social y jurídica (autodeterminación, decimos nosotros) que
aseguren la libertad mediante disposiciones protectoras, y que determinen los derechos
y deberes tiene su concreción positiva en la Constitución política, que siempre es, en
mayor o menor grado, también jurídica. Esa potestad se llama soberanía constituyente",
agregando que: "El poder constituyente organiza, estructura y define al Estado, órgano
jurídico de la sociedad y también de la nación cuando esa sociedad tiene unidad étnica,
histórica, lingüística y aspiraciones e ideas comunes" (Compendio de Derecho Público, p.
69). En cambio, Bidart Campos proclama la diferencia entre poder constituyente y
soberanía, incidiendo en una confusión de conceptos, pues para él la soberanía "es una
cualidad del poder del Estado", o sea "de su poder constituido", lo que significa que la
soberanía no es tal, pues está subordinada al orden jurídico que "constituye" este poder,
entendiendo por poder constituyente, el que "se ejercita para establecer un orden
constitucional o para modificarlo". Luego, para dicho autor, el expresado poder sí es
soberano y la soberanía no es soberana, lo que se antoja inadmisible por contradictorio
(Derecho Constitucional. Tomo 1, pp. 162 y 163).
Bidart Campos incongruentemente distingue dos especies de poder
constituyente, a saber, el ordinario, que crea la Constitución, y el derivado, que
la reforma o modifica, y el cual se ejerce por órganos constituidos en los
términos
y conforme al procedimiento que la Ley Fundamental establezca. Calificamos de
incongruente esa distinción, porque el mismo autor citado afirma que "el poder
constituyente derivado" tiene los límites que nosotros mismos hemos señalado a
la función deformativa de la Constitución. "Nosotros admitimos, dice, la
intangibilidad de una constitución escrita en aquellos principios básicos, en
aquellas normas y en determinados conceptos que sustentan la existencia de
una comunidad concreta, confiriéndole a través del tiempo una fisonomía
peculiar y un estilo político definitivos. En esos casos hay algo indestructible,
sólidamente afincado, que no puede ser suprimido, cambiado o tergiversado
válidamente por una reforma constitucional."423 De estas consideraciones se
infiere que el llamado "poder constituyente derivado" no es constituyente,
puesto que es incapaz de alterar los aspectos "intangibles" de la Constitución, o
sea, que es un poder que no "constituye" sino que enmienda o modifica lo que
no sea esencial a ella, o en otras palabras, que no puede crear o establecer una
nueva Constitución ni alterar ya la existente en su sustancia misma.
Por otra parte, debemos hacer la importante advertencia de que todas las
consideraciones anteriormente formuladas deben entenderse referidas a los
regímenes de constitución escrita, no consuetudinaria, pues en este último caso
el derecho derivado directamente de la costumbre social, como el de “common
law" de Inglaterra, y el derecho escrito o estatutario, cuya formación se confía a
determinados órganos legislativos, como el parlamento, se confunden en un
nivel de validez formal, es decir, que entre uno y otro tipo no hay una gradación
jerárquica normativa. Ahora bien, puede suceder que la misma Constitución
prescriba su alteración esencial y que ésta la encomiende a determinados
órganos constituidos o que, inclusive, autorice a éstos para expedir una nueva
Constitución. Esta hipótesis es formalmente posible si se atiende a lo ilimitado
del poder constituyente, o sea, de la facultad autodeterminativa que entraña la
soberanía nacional o popular, pero sustancial o teóricamente inaceptable si se
estima que ésta es inalienable, toda vez que tal autorización significa
evidentemente la enajenación del poder soberano en favor de los mencionados
órganos, que reemplazarían en su titularidad al pueblo o a la nación.
D. El poder público
a) Su implicación
423
Op. cit., tomo 1, pp. 174 Y 175.
tiempo y al espacio. Un Estado sin ninguna finalidad sería inconcebible y su
formación no tendría sentido, pues es ella, según veremos, la que justifica su
existencia y su aparición en el mundo político. Para que el Estado consiga los
diversos objetivos en que tal finalidad genérica se traduce, necesariamente debe
estar investido de un poder, es decir, de una actividad dinámica, valga la
redundancia. Esta actividad no es sino el poder público o poder estatal que se
desenvuelve en las tres funciones clásicas, intrínsecamente diferentes, y que
son: la legislativa, la administrativa o ejecutiva y la jurisdiccional. Estas fun-
ciones, a su vez, se ejercitan mediante múltiples actos de autoridad, o sea, por
actos del poder público, lo cuales, por ende, participan de sus atribuciones
esenciales: la imperatividad, la unilateralidad y la coercitividad cuya implicación
estudiamos en nuestras obras "El Juicio de Amparo" y "Las Garantías
Individuales", remitiéndonos a las consideraciones que en ellas exponemos424, no
sin recordar que en virtud de dichos atributos el poder público, como poder de
imperio, tiene la capacidad en sí mismo para imponerse a todas las voluntades
individuales, colectivas o sociales dentro del espacio territorial del Estado.
424
Capítulos quinto y segundo respectivamente
425
Entre otros, pueden mencionarse a Jellinek y Carré de Malberg, contra cuyas opinio-
nes existe el parecer de García Pelayo y de Laband, quienes respectivamente sostienen
que: "El Estado no solamente no ha de actuar contra legem, sino que, además,
únicamente ha de actuar secundum legem, es decir, con arreglo a normas previas,
generales, claras y precisas, no contradictorias con aqueIlos supuestos apriorísticos
sobre los que se construye el Estado ... " (Derecho Constitucional Comparado, p. 158) y
"El imperium en el Estado civilizado moderno no es un poder arbitrario, sino un poder
determinado por preceptos legales. La característica del Estado de Derecho es que el
Estado no puede requerir ninguna acción ni imponer ninguna omisión, no puede mandar
ni prohibir nada a sus súbditos más que en virtud de un precepto legal" (citado en la
obra anterior, p. 159).
426
Con el objeto de evitar ambigüedades o equívocos y para precisar mejor nuestro pen-
samiento, estimamos indispensable aclarar que el poder público sí es "soberano" en
cuanto que es el poder supremo que ejerce el Estado sobre todos los "poderes" o
"fuerzas" que suelen desarrollar diversos grupos o entidades de diferente índole que
viven y actúan dentro de su territorio y que forman parte de su población total, pero no
lo es en el sentido de que esté sobre el poder constituyente de la nación como unidad
real, es decir, "por encima" de su capacidad autodeterminativa. Bajo la primera acepción
mencionada, la "soberanía" del Estado es una soberanía "a medias", esto es, no es
soberanía, ya que sujeta a "poderes parciales", pero no a la nación misma en cuanto que
que el Estado no es soberano en lo que concierne al desempeño del poder
público, aunque sí ostente ese atributo como persona moral suprema frente a
otros Estados que forman el concierto internacional, por cuanto que ninguno de
ellos debe injerirse en su régimen interno ni afectarlo por modo alguno.
Hemos considerado al Estado como una institución pública suprema creada por
el orden jurídico fundamental primario o constitución originaria. Bajo este
pueda impedir que ésta ejerza en cualquier momento su expresada capacidad. En otras
palabras, la "soberanía" estatal no denota un poder "sobre todo" -soberano--, toda vez
que la nación no está supeditada a ella.
427
Así opina, verbigracia, Felipe Tena Ramírez (Derecho Constitucional Mexicano).
aspecto, el Estado se encuentra investido de personalidad jurídica,
siendo, como lo sostiene Kelsen, el principal centro de imputación normativa y
como tal, agregamos, titular de derechos y obligaciones." 428
428
La doctrina no es unánime en la atribución de personalidad al Estado. No está en nuestro
ánimo referimos a las teorías negativas de dicha personalidad, cuyos primordiales y más
connotados exponentes son Michoud, Duguit, Jeze y Seydel. El supuesto común sobre el que las
citadas teorías se asientan consiste en declarar que el carácter de personas sólo puede
reconocerse jurídicamente a los hombres, ya que únicamente éstos poseen una existencia real y
una voluntad. Conforme a ellas, sólo los seres humanos físicos serían sujetos de derechos y
obligaciones y tratándose de una asociación, agrupación o comunidad, tales derechos y obliga-
ciones corresponderían a sus miembros individuales considerados en su conjunto. Desde el
punto de vista de la realidad jurídica, expresada en el derecho positivo, la tesis negativa de la
llamada personalidad moral, es decir, de las entidades formadas por hombres, incluyendo al
Estado, es fácilmente refutable, pues la norma jurídica, al considerarlas como "centros de impu-
tación", las convierte en sujetos de derechos y obligaciones, conversión que no significa sino
dotarlas de personalidad. Negar al Estado su carácter de sujeto jurídico, o sea, desconocerle su
personalidad, entrañaría reputarlo como incapaz de adquirir derechos y contraer obligaciones en
cualesquiera negocios jurídicos de diverso contenido o materia, principalmente en las relaciones
internacionales, ya que no sería posible que los Estados "sin personalidad" celebraran tratados y
convenios entre sí.
Los pensadores que niegan personalidad al Estado, según acertadamente sostiene Jean Dabin,
parten del error de considerar a dicha entidad como una mera suma de individuos, tanto en su
carácter de súbditos o gobernados como en el de gobernantes o jefes. Como afirma dicho autor,
"el Estado no es solamente una colección de personas individuales ligadas entre sí por vínculos
de derecho y de obligación, de mando y de sujeción, que no tendrían, por lo demás, sentido
alguno, en ese plano estrictamente individual; el Estado es comunidad de hombres, dominada
por la idea de un fin superior que es la causa de su unión y que determina sus estatutos
respectivos en el seno del sistema social. Es esta realidad nueva, en el orden psicológico, moral
y jurídico, la que constituye el Estado", agregando que: "El Estado, empero, no es solamente una
realidad distinta de la suma de sus miembros individuales. Tiene todos los títulos para ser
reconocido como persona, tanto en el plano de las relaciones internas, con respecto a los ciuda-
danos, como en el plano internacional" (Doctrina General del Estado, pp. 113, 114 y 115).
-legislación ordinaria-. La imprescindible existencia de tales órganos es inherente
a la naturaleza institucional del Estado. La institución es un ser jurídico por
cuanto que se crea por el derecho, sin que pueda concebirse como una entidad
inorgánica o no estructurada. Toda institución implica una organización, esto es,
un conjunto de órganos colocados en una situación jerárquica
los cuales dentro de ella, desempeñan en relaciones de supraordinación la
actividad institucional para la realización de los objetivos institucionales. Por
tanto, el Estado no puede existir sin órganos, ya que en sí mismo entraña una
organización según opinión de Heller, o sea, una unidad organizada de decisión y
acción.
429
Teoría General del Estado, pp. 348 y 349.
implica la acción de desear o querer, proviniendo del verbo latino "velle".
Además, si el Estado se crea en el orden jurídico
fundamental primario y se estructura ulteriormente, pero también por modo
fundamental, en los ordenamientos constitucionales posteriores históricamente
dados, la norma de derecho que en ellos se establece puede conferir la
representación del Estado a determinados órganos, lo que, por otra parte,
sucede frecuentemente en la realidad. A mayor abundamiento, aparte de la
representación convencional a que alude Kelsen, en la que operan las volun-
tades psíquicas del representante y del representado para configurar el contrato
respectivo -mandato-, existe la representación legal o estatutaria que proviene
de una fuente normativa directamente -la Constitución, ley o estatuto- y cuya
confección no requiere la voluntad psíquica del representado, toda vez que dicha
fuente la presupone.
Ahora bien, los órganos del Estado, principalmente por lo que respecta a
la función administrativa y a la jurisdiccional, se encuentran colocados, dentro de
cada una de ellas, en una situación jerárquica, de tal manera que unos ordenan
o dirigen y otros ejecutan los actos decisorios en que el ejercicio funcional se
manifiesta.
430
Sobre la diferencia entre "legitimidad" o "ilegitimidad" y "competencia" o "incompe-
tencia", véase nuestra obra Las Garantías Individuales. Capítulo séptimo.
431
Respecto de esta cuestión, consúltese nuestro libro El Juicio de Amparo. Capítulo
quinto.
A. Exégesis de los artículos 39 y 41, primer párrafo de la Constitución de
1917
432
Este tema ya lo tratamos teóricamente en parágrafos anteriores de este mismo capítulo y lo
volveremos a abordar al referirnos a la reformabilidad de la Constitución de 1917.
433
En efecto, únicamente se suscitó un debate en torno a las locuciones empleadas por el
artículo 45 del proyecto constitucional que se convirtió, sin enmienda alguna, en el artículo 39 de
la Constitución de 1857. Así, "el señor Emparán, sin oponerse a las ideas del artículo, creyó que
estaban más claramente expresadas en el artículo 3 del Acta Constitutiva, que dice: 'La
soberanía reside radical y esencialmente en la nación y por lo mismo pertenece exclusivamente
a ésta el derecho de adoptar y establecer por medio de sus representantes, la forma de gobierno
y demás leyes fundamentales que le parezcan más convenientes para su conservación y mayor
prosperidad, modificándolas o variándolas según crea convenirle más.' El Sr. Emparán vio
también algún peligro en la vaguedad con que está consignado el derecho de modificar la forma
de gobierno. Se entabló una discusión que el señor Arriaga calificó con razón de académica, y
que fue un paralelo entre el artículo del proyecto y el del Acta Constitutiva. El señor Arriaga
defendió el primero y el señor Barrera se declaró adalid del segundo. El impugnador creia mucho
mejor que se hablara de la nación y no del pueblo, y el señor Arriaga, defendiendo el sistema
federal no veía a la nación sino al pueblo en la soberania de los Estados y en los actos
municipales. Al señor Barrera le parecía mucho más propio el adverbio radicalmente que
originariamente, y no creía que fuera preciso consignar en una Constitución democrática que
todo poder se establece para beneficio del pueblo; el señor Arriaga replicó a estas objeciones, y
el señor Ruiz pidió que el artículo se dividiese en partes, haciendo notar que la segunda
corresponde más bien a la sección que trata de la división de poderes. La primera parte que dice
'La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo', fue aprobada por
unanimidad de los 79 diputados presentes (art. 39 de la Constitución). La segunda que dice:
constitucionales
'Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para su beneficio', fue aprobada por
unanimidad de los 83 diputados presentes, después de haber convenido la Comisión en que era
justa la observación del señor Ruiz y de haber prometido pasar esta parte a la sección que
presentado por don Venustiano Carranza ante el Congreso de Querétaro el
primero de diciembre de 1916 reprodujo textualmente los artículos 39 y 41 de la
Constitución de 1857, preceptos que con muy leves correcciones gramaticales se
incorporaron a la Ley Fundamental vigente. La comisión dictaminadora
respectiva434, según afirma Miguel de la Madrid Hurtado, formuló un dictamen
sobre el artículo 39 de dicho proyecto, que es una "pequeña pero valiosa lección
de ciencia política y denota, por parte de sus autores, conocimiento y dominio
del tema relativo a la evolución y alcances de la idea de soberanía".435
"Desde que la Iglesia se erigió en el poder supremo que regía todos los
órdenes de la vida social en todos los pueblos, y que disponía a su capricho del
Gobierno y de la suerte de estos mismos pueblos, se inició una vehemente reac-
ción en contra de estas tiranías, primero de parte de los reyes, representantes
de los pueblos. Los reyes sostenían la integridad de sus derechos temporales
que enfrentaban con la iglesia, a la cual solamente querían dejar el dominio
espiritual. Esta lucha, fecunda para los pueblos, es la que llenó todo ese período
histórico que se llama de la Edad Media, y su resultado fue el establecimiento de
dos poderes esencialmente distintos: el poder temporal y el poder espiritual.
Paralelamente a este movimiento se iniciaba por los tratadistas de Derecho Pú-
blico, quienes, con Jean Bodin crearon con su significación especial la palabra
'soberanía', para indicar (super omnia) el más alto poder humano; y poste-
riormente, debido a la labor filosófica del siglo XVIII, concretado en sus postula-
434
trata de la división de poderes" (Zarco, Historia del Congreso Constituyente. Tomo II, pp. 288 y
289)
2
Esta Comisión estuvo compuesta por los diputados Paulino Machorro Narváez, Heriberto Jara,
Agustín Garza González, Arturo Méndez e Hilario Medina.
435
Estudios de Derecho Constitucional. Publicación de la U.N.A.M., 1976, p. 86.
dos esenciales en la célebre obra de Juan Jacobo Rousseau, El contrato social, la
soberanía, esto es, el poder supremo, se reconoció a los pueblos. Esta concep-
ción sirvió de base como lo hemos dicho en un principio, a todos los regímenes
políticos que se reformaron radicalmente por la gran Revolución Francesa de
1789, en que invariablemente las constituciones políticas escritas que comenza-
ron a darse las naciones revolucionarias también por aquel gran movimiento,
consignaron el dogma de la soberanía popular de tal manera, que es considera-
da hasta la fecha como la base esencial de los regímenes democráticos.
436
Diario de los Debates. Tomo I, pp. 671 y 672.
entidad metafísica, que ahora no admite la ciencia, pero que es la base de todos
los regímenes políticos; una entidad metafísica que se llama soberanía. Esta
soberanía reside en el pueblo, es decir, en todos aquellos que se han asociado
para implantar el 'Contrato Social'; de manera que reside en el pueblo originaria-
mente, puesto que al hacer el contrato se ha cedido una parte de sus derechos,
y es el pueblo el soberano, porque habiendo dado aquellos derechos, puede de-
terminar el Gobierno que ha de tener, la forma de ese Gobierno, y no solamente
las relaciones que han de tener entre sí los hombres que contraten, sino las rela-
ciones que han de tener con los miembros de otras asociaciones. La teoría del
'Contrato Social' está fundada en que el hombre ha estado en un estado
natural anterior a toda ciencia, en la cual era eso, sabio, prudente, moral, etc., y
eso es enteramente falso. De todos modos, queda una idea muy aprovechable;
la idea de la soberanía popular, y de allí se saca la consecuencia de que los
reyes sean delegados de la soberanía popular, representantes de aquella
soberanía, pero no originario, sino solamente por la delegación que el pueblo
hacía en favor. De manera que si los reyes en un principio habían defendido a
éste contra las asechanzas de la Iglesia, de esa manera se determinaba otro
poder, que era el único que podía darse al Poder público. De manera que la
soberanía, además de ser un concepto histórico, que ha servido a los pueblos en
sus largas luchas contra las tiranías, desde que se estableció el poder absoluto,
ese concepto ha servido para fundar el derecho individual, para decir que si el
individuo ha puesto en la sociedad una parte de sus derechos, no ha renunciado
a ellos. El derecho individual es el que ha dado origen a nuestra Constitución de
1857; está fundada en esos grandes conceptos: el concepto del derecho
individual y el concepto de la soberanía popular. El concepto de la soberanía
popular, como el principio del derecho político filosófico, está rudamente atacado
y algunos tratadistas llegan hasta a sostener que es enteramente falso y
absurdo. Nosotros, como no nos consideramos como un cuerpo científico y
dogmático, no tenemos necesidad de entrar en esas consideraciones y tenemos
que respetar los antecedentes históricos que nos han legado nuestros padres en
leyes constitucionales, y en este concepto tenemos que defender el principio
jurídico de la soberanía popular. A propósito, cabe observar, y lo hago con toda
complacencia, que es el principio de la soberanía popular el que nos tiene
reunidos aquí y el que justifica nuestras tareas.”437
437
Diario de los Debates. Tomo II, pp. 116 y 117.
438
La distinción entre "nación" y "pueblo", en el fondo, respondió a circunstancias
Ya hemos indicado con anterioridad que la idea de "poder público" que
emplea el citado artículo 39 debe interpretarse como actividad o energía que
desarrolla el Estado mexicano para cumplir sus fines en favor del pueblo, que es
su elemento humano. Ahora bien, al establecer el propio precepto que dicho
poder "se instituye" en beneficio popular, da a entender que el concepto
respectivo no lo utiliza con la acepción que se acaba de señalar, sino como
equivalente a "órgano estatal", aseveración que se corrobora si se toma en
cuenta lo que a su vez declara el artículo 41, en el sentido de que el pueblo
ejerce su soberanía por medio de los "poderes de la Unión" o "de los Estados",
en cuyo caso estos "poderes" son las autoridades federales o locales, según
dijimos.
B. Consideraciones históricas
Uno de los principios torales que como signo ideológico caracterizó la pre-
cursión de nuestra independencia en el ámbito del pensamiento político, fue el
de la soberanía popular, preconizado por la célebre teoría de la "voluntad
general" del ilustre Rousseau. La repercusión que en la Nueva España tuvo la
abdicación de Carlos IV a favor de su hijo Fernando VII y la renuncia de éste a la
corona impuesta por Napoleón I, fue la ocasión para que públicamente y en un
acto político se proclamara la "soberanía de la nación" a efecto de desconocer al
usurpador José Bonaparte y reafirmar en el trono español a la dinastía borbónica.
Así, en julio de 1808, al conocerse en la ciudad de México dichos
acontecimientos, el ayuntamiento "integrado por criollos y con la representación
de todo el reino, hizo entrega a Iturrigaray de una exposición, que había
elaborado el regidor Azcárate y apoyado el síndico don Francisco Primo de
Verdad", en la que se sostuvo la tesis "de la reasunción de la soberanía por el
pueblo, en ausencia y en nombre del rey cautivo”.442
442
Tena Ramírez, Leyes Fundamentales de México, p. 3.
es el Mayorazgo de sus Soberanos fundado por la nación misma que estableció
el orden de succeder entre las líneas de la Real Familia; y de la propia suerte que
en los de los vasaios no pueden alterar los actuales posedores los llamamientos
graduales hechos por los fundadores, la abdicación involuntaria, y violenta del
Señor Carlos Quarto y su hijo el Señor Príncipe de Asturias hecha á
favor del Emperador de los Franceses para que señale otra dinastía que gobierne
el Reyno és, nula, é insubsistente por sér contra la voluntad de la Nación que
llamó á la Familia de los Borbones como descendientes por embra de sus anti-
guos Reyes y Señores." 443
Así, dice Carda Ruiz, "Con motivo de los disturbios de 1808, el Tribunal
Santo Oficio de México lanzó un edicto, el 27 de agosto, que en la parte
interesante decía: 'Establecemos como regla, a que debéis retocar las
proposiciones que leyereis u oyereis para denunciar sin temor al Santo Oficio, las
que se desviaren de este principio fundamental de vuestra fidelidad: que El Rey
recibo potestad y autoridad de Dios: y que lo debéis creer con fé divina ... ya
renovando la herejía manifiesta de la Soberanía del pueblo, según lo dogma
Rousseau en su contrato social, y la enseñaron otros filósofos, o ya sea
adoptando en parte su sistema para sacudir bajo más blandos pretextos la
obediencia a nuestros Soberanos", el cual se publicó después en el Diario de
México, números de los días 4 y 5 de septiembre de 1808. Miranda Barrón, M.: El
protomártir de la Independencia. (México, 1909), pp. 7 a 9.”447
446
"Para Hidalgo, dice Alfonso Carda Ruiz, la razón de voluntad o consenso mediante la
que una nación se propone su independencia, no es solamente una causa explicativa de
hecho, sino también su principio justificativo. Su idea consistía en lo que hoy se llama el
dogma de la soberanía del pueblo, o sea, que toda autoridad dimana del pueblo y se
instituye para su beneficio y que los mandatarios de los estados deben ejecutar lo que el
pueblo desea. En su "Contestación" a la proposición de indulto que les hizo don José de
la Cruz, Hidalgo y Allende se decían "nombrados por la nación mexicana para defender
sus derechos" (Ideario de Hidalgo, p. 11. Edición 1955. Prólogo de José Angel
Ceniceros)."
447
Op. cit., p. 11, nota 3.
Este artículo, afirma Mario de la Cueva, "se antoja un pensamiento
arrancado a las páginas del contrato social: Rousseau había sostenido que la
función
primera y fundamental de la voluntad general, titular de la soberanía, es la
expedición de la ley constitucional y ordinaria, así como que dicha actividad no
es delegable, porque la voluntad general no puede ser representada: 'el poder',
dice el ginebrino en el capítulo primero del libro segundo, puede transmitirse
perfectamente, pero no la voluntad". Con base en este postulado, nuestro dis-
tinguido jurista hace notar la incongruencia que la idea de soberanía presenta en
el pensamiento de Rayón, en vista de que "si el pueblo no delega la función
legislativa en el monarca, resulta contradictorio sostener que la soberanía reside
en él, toda vez que su función principal permanece en el pueblo".448
448
Op. cit., p. 311.
449
No podemos resistir la tentación de hacer la transcripción de un precioso panegírico del gran
cura de Carácuaro que con emocionadas y certeras expresiones formula elegantemente el
maestro Mario de la Cueva, quien expone: "En plena guerra de independencia, Morelos recogió la
herencia y se enfrentó definitivamente al pensamiento y a las tendencias de los criollos, que,
según todas las apariencias, se inspiraban en sus intereses económicos y en las doctrinas de los
jesuitas y de Pufendorf. Hidalgo y Rayón pertenecían al grupo de los criollos, pero se apartaban
de ellos por cuanto amaban la libertad y querían ardientemente la independencia de la tierra
americana. De los caudillos, Hidalgo comprendió mejor al pueblo mexicano y porque lo entendió
y amó, pudo penetrar en su alma, proscribir la esclavitud y anunciar el advenimiento de una
justicia para los hombres. Rayón fue criollo siempre y por eso tuvo el temor del indio, que se
manifestó claramente en la comunicación que dirigió al Congreso de Anáhuac en el mes de
noviembre de 1813. Morelos es el pueblo de México que habla y lucha; igual que el relámpago
del rayo no admite limitaciones, ni acepta que venga un extranjero a gobernarnos. Su
preocupación única y su aspiración máxima son el pueblo; de ahí que se declare: "siervo de la
nación". El generalísimo de los ejércitos insurgentes modificó el rumbo de la guerra: la lucha se
enderezaría en el futuro en contra de España, claro está, para alcanzar la independencia de la
nación, condición indispensable para un reino de la libertad; pero también se dirigiría en contra
de los españoles y de los criollos, esto es, no sólo contra aquéllos, sino igualmente contra éstos,
toda vez que unos y otros habían explotado al pueblo con una misma crueldad. En consecuencia,
la guerra ya no sería una simple lucha por la independencia externa de la nación y para reparar
una injusticia de tres siglos, sino, además, un combate interno, una lucha de clases la más
violenta del siglo XIX, para romper el nuevo dilema: soberanía del pueblo o soberanía de los
explotadores del hombre americano; y Morelos se decidió por el pueblo. En la lucha externa, el
amor del sacerdote michoacano por la libertad era el mismo de Rousseau: no importaban los
años transcurridos, porque la soberanía de los pueblos, como la libertad de los hombres, es
imprescriptible. Por eso es que en la lucha independentista, el capitán del Anáhuac está cerca de
Bolívar, del capitán de los Andes que libertó un continente, que de los criollos mexicanos, que
sólo querían trasladar el gobierno de Madrid a la ciudad de México. Su mensaje social en la lucha
interna nació del conocimiento de nuestra historia y de la contemplación de la miseria de los
hombres, y está en la línea del pensamiento de los grandes misioneros del siglo XVI (Op. cit., pp.
312 y 313).
Sólo reproduciremos emocionadamente la version de la entrevista que tuvo con
don Andrés Quintana Roo y que transcribe el maestro De la Cueva, a quien le
dejamos la palabra: "Luis González reproduce una entrevista de inestimable
valor, de Morelos y Andrés Quintana Roo, que tuvo lugar en Chilpancingo el
13 de septiembre. El jefe de los soldados de la libertad se reveló en ella como el
creador auténtico de nuestros ideales de justicia social. Sus palabras no pueden
glosarse, porque perderían su fuerza y porque contienen una reproducción de su
doctrina de la soberanía. Unicamente lamentamos que el noble ideario esté
esperando aún su aplicación:
452
Entre las obras monográficas sobre la mencionada Constitución destaca la que
publicó la Sección de Coordinación de Humanidades de la Universidad Nacional
Autónoma de México y que constantemente hemos citado.
había impuesto una monarquía despótica, que carecía de justificación ante la
razón y la conciencia y de sentido histórico.”453
Para concluir esta breve exploración que por vía recordativa hemos
emprendido en torno al concepto de soberanía popular o nacional y que fue de
los principios más sólidos que proclamó el ideario insurgente, debemos observar
que la idea de poder soberano, mutatis mutandis, se maneja en sus lineamientos
generales por casi todos los documentos jurídico-políticos que registra la historia
constitucional de México. Así, en el Reglamento Provisional Político del Imperio
Mexicano de 10 de enero de 1823 se declara que “la nación mexicana es libre,
independiente y soberana" (art. 5) ; el Acta Constitutiva de la Federación
453
Op, cit., p. 324 .
454
La Constitución de Apat.zingán y OtTOS Estudios. Edición 1973, pp. 51 y 52.
expedida el 31 de enero de 1824, inspirándose en la Constitución de Apatzingán,
considera que "La soberanía reside radical y esencialmente en la nación, y por lo
mismo pertenece exclusivamente a ésta el derecho de adoptar y establecer por
medio de sus representantes la forma de gobierno y demás leyes fundamentales
que le parezcan más conveniente para su conservación y mayor prosperidad,
modificándolas o variándolas, según crea convenirla más" (art. 3); la
Constitución Federal de 1824, aunque no contiene
ninguna definición respecto del poder soberano, sus atributos y su radicación,
expresa que "La nación mexicana es para siempre libre e independiente del
gobierno español y de cualquiera otra potencia" (art. 1) y que "adopta para su
gobierno la forma de república representativa popular federal" (art. 4); en cuanto
a las Siete Leyes Constitucionales de 1836, según afirma Jorge Carpizo, "no
contuvieron ningún artículo que se refiera a la soberanía", agregando que esta
misión "fue una maniobra para no declarar que residía en una oligarquía, ya que
esta seudoconstitución es marcadamente aristocrática"455 . La Constitución
centralista de 36, como se sabe, se pretendió reformar en junio de 1840 por el
"Congreso de la Nación Mexicana cumpliendo la voluntad manifestada por ella
misma (?) en la declaración que hizo el Poder Conservador a nueve de
noviembre de 1839". En el proyecto de reformas respectivo ya se asentó que la
nación mexicana es "una, soberana e independiente", sin indicar en dónde
reside la soberanía, quizá por el motivo que señala el destacado autor que
acabamos de citar; las Bases de Organización Política de 1843 proclamaron que
el poder constituyente radica en la nación al través del texto de sus artículos 1 y
5 que disponen: "La Nación Mexicana, en uso de sus prerrogativas y derechos,
como independiente, libre y soberana, adopta para su gobierno la forma de
república representativa popular" y "La suma de todo el poder público reside
esencialmente en la Nación y se divide para su ejercicio en Legislativo, Ejecutivo
y Judicial. No se reunirán dos o más poderes en una sola corporación o persona,
ni se depositará el Legislativo en un individuo." La Constitución de 1857, según
dijimos, en sus artículos 39 y 41 describe a la soberanía con las mismas
modalidades que la Constitución vigente, toda vez que estos preceptos pasaron
casi textualmente al ordenamiento constitucional actual. Por ende, la crítica que
hemos formulado a las mencionadas disposiciones de éste deben lógicamente
hacerse extensivas a las de la Ley Fundamental de 57, reiterando las
condiciones en que se funda.456 Durante su vigencia, nuestros tratadistas se
ocuparon de estudiar la idea de soberanía, advirtiéndose en su pensamiento una
tónica común.
Así, don José María del Castillo Velasco afirmaba: "El hombre, por su pro-
pia organización, es libre. Esa misma organización lo obliga a reunirse en socie-
dad con otros hombres, y por esta causa existen los pueblos y las naciones...
Siendo el hombre libre ... no puede abdicar su libertad, sin atentar a esa
organización que no puede contradecir. Por consiguiente, la sociedad, los
455
La Constitución Mexicana de 1917. Edición 1969, p. 230.
456
Hemos presentado un simple esquema respecto del concepto de soberanía y sus
modalidades en los documentos constitucionales que se han reseñado. No ha sido
nuestra intención estudiarlo exhaustivamente en sus diferentes tratamientos
preceptivos. Este tópico se ha abordado profusamente en la literatura jurídico-política
mexicana, dentro de la que sobresalen las monografías de José Miranda (El Influjo
Político de Rousseau en la Independencia Mexicana); Jesús Reyes Heroles (Rousseau y el
Liberalismo Mexicano); y Miguel de la Madrid Hurtado (La Soberanía Popular en el
Constitucionalismo Mexicano), publicada en la obra denominada "Presencia de
Rousseau" de Coordinación de Humanidades de la U.N.A.M. Edición 1962.
pueblos, las naciones, que se forman de seres necesariamente libres, no pueden
tampoco abdicar su libertad. Y por esto todo pueblo, aunque esté avasallado y
oprimido y consienta en la opresión, recobra la libertad en el instante en que
quiere recobrarla ...
Por su parte, don Mariano Coronado afirmaba que "Como uno de los atri-
butos de la soberanía es constituirse, claro se ve que puede el pueblo alterar o
modificar la forma del Gobierno cuando así le plazca. Pero justamente en razón
de que entendemos aquí por pueblo la nación políticamente organizada,
creemos que esas modificaciones no han de hacerse sino según las formas
constitucionales, es decir, interviniendo los cuerpos legisladores como en toda
enmienda constitucional... la reforma por medio de la revolución, esto es por la
violación de las reglas constitucionales, no puede emplearse sino en casos muy
raros, cuando lo exige imperiosamente el bien de la nación y se lo niegan las
vías legales. Y aún entonces nuestro Código político no reconoce el derecho a la
insurrección; éste es un derecho extraconstitucional."
457
Apuntamientos para el Estudio del Derecho Constitucional Mexicano.
458
430 c Derecho Constitucional, p. 178.
personalidad de la misma nación.459
459
Elementos de Derecho Constitucional Mexicano, pp. 118 a 121.
TEORÍA DE LA CONSTITUCIÓN 371
CAPITULO CUARTO
TEORIA DE LA CONSTITUCION
SUMARIO: 1. Introducción: A. El Derecho como elemento del Estado; B. La
finalidad del Estado; C. La justificación del Estado; D. Los fines y la justificación
del Estado mexicano. Síntesis rustórica.-II. Concepto y especies de Constitución.-
III. La legitimidad constitucional: A. Exposición del principio; B. La legitimidad de
la Constitución de 1857; C. La legitimidad de la Constitución de 1917.-IV. La
deontología constitucional.-V. Los factores reales de poder y las decisiones
fundamentales.- VI. La fundamentalidad y la supremacía de la Constitución: A.
Consideraciones generales; B. El principio de supremacía en el
constitucionalismo mexicano.VII. El principio de rigidez constitucional.-VIII. La
reformabilidad constitucional: A. Las reformas en general j B. Las reformas a los
principios fundamentales.-IX. La inviolabilidad de la Constitución. A. Explicación
previa; B. El derecho a la revolución; C. Interpretación y alcance del artículo 136
de la Constitución mexicana de 1917 (128 de la Constitución de 1857) .-X. La
interpretación constitucional: A. Generalidades; B. Métodos de interpretación; C.
Organos estatales de interpretación constitucional;
D. Observaciones finales.
I. INTRODUCCIÓN
los filósofos de la escuela del derecho natural; inspiró igualmente a los hombres
de la Revolución, pues, como se vio antes, partiendo de la idea de un derecho
natural es como llegaron a formular, en la base de su obra constituyente, esas
declaraciones de derechos que, en su pensamiento, debían a la vez preceder y
condicionar el pacto social y el acto constitucional, al mismo tiempo que servirles
460
Teoría General del Estado, pp. 1166 y 1167.
Esta afirmación se corrobora en el pensamiento de Sieyés, quien al
respecto afirma: "La Constitución comprende a la vez la formación y la
organización interiores de los diferentes poderes públicos, su necesaria
correspondencia y su independencia recíproca. Tal es el verdadero sentido de la
palabra Constitución: se refiere al conjunto y a la separación de los poderes
públicos. No es la nación la que se constituye, sino su establecimiento público
(Estado decimos nosotros). La nación es el conjunto de los asociados, iguales
todos en derecho y libres en sus comunicaciones y en sus compromisos
respectivos. Los gobernantes, por el contrario, constituyen, en este único
aspecto, un cuerpo político de acción social. Ahora bien, todo cuerpo precisa
organizarse, limitarse y, por consiguiente, constituirse. Así, pues, y repitiéndolo
una vez más, la Constitución de un pueblo no es ni puede ser más que la
constitución de su gobierno y el poder encargado de dar las leyes lo mismo al
pueblo que al gobierno. Los poderes comprendidos en
puede remontarse a una época más o menos antigua, pero que, en todo caso,
ya no depende, desde hace tiempo, de la voluntad de la autoridad constituyente.
Así pues, el poder constituyente no tiene por qué ejercerse aquí con
objeto de fundar de nuevo la nación y el Estado, sino que simplemente se limita
a darle a un Estado, cuya identidad no se modifica y cuya continuidad tampoco
se interrumpió por ello, una nueva forma o estatutos nuevos. 463
Sería tedioso exponer, aun siquiera sucintamente, los fines que cada doc-
trinario realista o idealista adscribe al Estado, pues además de estimar inútil tal
exposición, ésta no vendría sino a corroborar lo que hemos expresado, a saber:
que tratar de dar un contenido sustantivo a la finalidad genérica de la entidad
estatal como institución abstracta, significa sujetarla a las condiciones variables
de tiempo y espacio, es decir, extraer al Estado del plano de generalidad en que
la teoría debe estudiarlo para otorgarle una dimensión concreta y concebir su
teleología según el muy particular modo de pensar de cada autor, o sea, para
encerrarlo en el subjetivismo regido siempre por ideologías individuales.
464
Citas tomadas de las obras de Adolfo Posada (Derecho Político, tomo I, pp. 265 a 281)
y de Jorge Jellinek (Teoría General del Estado, capítulo octavo).
en realizar el derecho fundamental en todos sus aspectos, se concluye que ese
fin está condicionado a los mismos imperativos de diversa índole que deter-
minan la creación del propio derecho, pues el poder público, mediante el cual se
pretende obtener positivamente, no puede rebasar el orden jurídico básico que
organiza a la entidad estatal. El Estado no puede perseguir ningún fin que esté
en contra, al margen o sobre el derecho básico o Constitución. Suponer lo
contrario entrañaría preterir o quebrantar el orden jurídico fundamental que
estructura al Estado y determina su teleología. No creemos que sea una osadía
afirmar, por tanto, que entre el fin social del derecho fundamental y el fin del
Estado hay una identidad. Ahora bien, atendiendo a la naturaleza normativa
vinculatoria del derecho, éste debe tomar en cuenta dos elementos que
necesariamente se registran en la realidad social, como son los intereses
individuales y los intereses colectivos que concurren en la nación, para estable-
cer entre ellos un justo equilibrio y en cuya procuración estriba el fin del Estado.
466
Op. cit., pp. 119, 121 y 122.
467
Recaséns Siches. Filosofía del Derecho, pp. 305 y 306.
TEORÍA DE LA CONSTITUCIÓN 383
El bien común es, ante todo, un concepto sintético, o sea, implica la acep-
tación eidética armoniosa de los aciertos de la tesis y de la antítesis teleológica
del Estado. Por ello, no se fundamenta en el individualismo ni en el colectivismo
excluyentemente; y como fin verdadero de la organización y funcionamiento
estatal , debe atender a las dos esferas reales que ineluctablemente se registran
en la sociedad: la particular y la colectiva o de grupo. Con vista al carácter
sintético del bien común, tanto como ente de razón como bajo el aspecto ético-
político, aquél necesariamente debe abarcar, en una pretensión de tutela y
fomentación, a las entidades individuales y a las sociales propiamente dichas,
implicando una concordancia entre los desiderata de ambas. Ahora bien, ¿cómo
se revela dicha síntesis? Siendo la libertad un factor consubstancial a la
personalidad del hombre, el orden jurídico debe reconocerla o, al menos, no
afectarla esencialmente a través de sus múltiples derivaciones específicas. Por
tanto para pretender realizar el bien común, el Derecho debe garantizar una
esfera mínima de acción en favor del gobernado individual. De esta guisa, el bien
común se revela, frente al individuo, como la permisión que el orden jurídico de
un Estado debe establecer en el sentido de tolerar al gobernado el desempeño
de su potestad libertaria a través de variadas manifestaciones especiales que se
consideran como medios indispensables para la obtención de la felicidad
personal: libertad de trabajo, de expresión del pensamiento, de reunión y
asociación, de comercio, etc. De esta suerte, las diferentes facetas de la libertad
individual natural, de simples fenómenos fácticos, se erigen por el derecho
objetivo y en acatamiento de principios éticos derivados de la naturaleza del
ente humano, en derechos públicos subjetivos.
Ahora bien, tal permisión no debe ser absoluta, ya que el Derecho, como
esencialmente normativo, al regular las relaciones sociales, forzosamente limita
la actividad de los sujetos de dicho vínculo. Por ende, para mantener el orden
dentro de la sociedad y evitar que ésta degenere en caos, la norma debe
prohibir que la desenfrenada libertad individual origine conflictos entre los
miembros del todo social y afecte valores o intereses que a éste corresponden.
Tal prohibición debe instituirse por el Derecho atendiendo a diversos factores
que verdaderamente y de manera positiva la justifiquen. En consecuencia, todo
régimen jurídico que aspire a realizar el bien común, al consignar la permisión de
un mínimo de actividad individual, correlativamente tiene que establecer límites
o prohibiciones al ejercicio absoluto de ésta para mantener el orden dentro de la
sociedad y preservar los intereses de la misma o de un
grupo social determinado. En este sentido, pues, el bien común se ostenta como
la tendencia esencial del Derecho y de la actividad estatal a restringir el
desempeño ilimitado de la potestad libertaria del sujeto.
Por tanto, bajo este tercer aspecto, el orden jurídico que tienda a
conseguir el bien común puede válidamente imponer al gobernado obligaciones
que Duguit denomina individuales públicas, puesto que las contrae el sujeto
favor del Estado o de la sociedad a que pertenece. Es evidente que la imposición
de tales obligaciones debe tener como límite ético el respeto a la esfera mínima
de actividad del gobernado, a efecto de no imposibilitar a éste para realizar su
propia finalidad vital, pues si la tendencia impositiva estatal fuese irrestricta, se
despojaría a la persona de la categoría de ente autoteleológico, y se gestarían
regímenes autocráticos que necesariamente generan la desgracia de los
pueblos, al hacer incidir a sus componentes individuales en la infelicidad.
los intereses y derechos del grupo humano, sino en una equilibrada armonía
entre los desiderata del hombre como gobernado y las exigencias sociales y
estatales.468
468
La implicación simplista del "bien común" en la equilibrada armonía a que acabamos de hacer
alusión, plantea, sin embargo, la interesante cuanto complicada cuestión filosófica-sociológica de
si el individuo es para la sociedad o si ésta es para aquél. Abordar el estudio de dicha cuestión
rebasaría los límites del presente libro. No obstante y atendiendo a que se de un problema en
cuya solución atingente estriba el destino politico, jurídico y social de la Humanidad, no podemos
eludir la formulación de algunas someras consideraciones sobre el particular.
Así como no es posible concebir al hombre aislado, sin la convivencia entre sus semejantes
TEORÍA DE LA CONSTITUCIÓN 387
tampoco es dable imaginarse a la sociedad sin hombres. Es más, el "todo social" es, en ese un
conjunto de individuos unidos por relaciones de diferente especie, partícipes de análogas
necesidades y aspirantes a los mismos objetivos generales. De ahí que la sociedad, como
"totalidad humana", sea el summum unitario de los individuos que la componen, en cuya virtud
teleología social se integra con el cúmulo de fines particulares de todos y de cada uno de sus
miembros. Ahora bien, si la tendencia natural del hombre consiste en obtener su felicidad, debe
constituir evidentemente el objetivo mismo de la sociedad; es decir, para que una sociedad sea
feliz, es menester que sus miembros componentes lo sean, ya que denotaría una insalvable
aberración la circunstancia de que el "todo" tuviese una teleología no solo diferente, sino
opuesta a la de las partes que lo forman.
Precisamente por la imposibilidad de que el hombre aislado, sin nexos permanentes con sus
semejantes, realice sus fines vitales, o sea, se desenvuelva como persona a través de múltiples
aspectos, ha surgido la sociedad como expresión de solidaridad y reciprocidad entre los
individuos. De esta guisa, los llamados "fines sociales" no son sino la convergencia de los fines
particulares de los miembros de la comunidad e implican, por ende, la propensión hacia el logro
del bienestar colectivo, o sea, de todos y cada uno de los individuos componentes de la
sociedad. En otras palabras, no puede concebirse que la sociedad, como conjunto, persiga fines
diferentes de los que importan los objetivos particulares de sus miembros integrantes. Por
consiguiente al hablarse de "intereses" o "derechos sociales", en esencia se alude a los intereses
y derechos individuales conjuntivos de los miembros de la sociedad. En estas condiciones, la
oposición entre interés o derecho individual y un interés o derecho social, en el fondo equivale a
la contraposición entre lo singular y lo plural o entre lo particular y lo general, es decir, entre lo
minoritarío y lo mayoritario, ya que la sociedad, como una entidad ficticia, deshumanizada, no es
concebible ni tampoco imaginable con "derechos" o "intereses" ajenos a los que corresponden a
todos sus miembros o a la mayoría de ellos. De lo que brevemente hemos expuesto se infiere
que la "equilibrada armonia" a que hicimos mención, en substancia denota la compatibilización
entre los intereses o derechos de los pocos con los intereses o derechos de los muchos, o sea,
entre las singularidades y las pluralidades o entre las minorías y las mayorías dentro de
conglomerado humano .
Ahora bien, como los intereses sociales, como las exigencias privativas de
cada Estado, como las deficiencias, vicios y errores que se deben corregir en
cada régimen históricamente dado para procurar el bienestar y el progreso de
un pueblo, varían por razones temporales y espaciales, es evidente que no
puede aducirse un contenido universal de bien común a través de cada uno de lo
aspectos sintéticos que éste presenta. Por ende, para fijar dicho contenido hay
que atender a una multitud de factores propios de cada nación, tales como la
idiosincrasia del pueblo, la tradición, la raza, la problemática social, económica,
cultural, etc., pero siempre respetando, sin embargo, la órbita mínima de
desenvolvimiento libre en favor de las entidades individuales y colectivas a
efecto de no degenerar en extremismos que no conducen sino a la desgracia o
infelicidad individual y social.
Por otra parte, el bien común no es sino la justicia social. Por ende, com-
prendiéndose ambas ideas dentro de un solo concepto esencial, la justicia social
no es sino la síntesis deontológica de todo el orden jurídico y de la finalidad del
Estado. Etimológicamente, la expresión "justicia social" denota la "justicia para la
sociedad"; y como ésta se compone de individuos, su alcance se extiende a los
miembros particulares de la comunidad y a la comunidad misma como un todo
humano unitario.
470
Teoría General del Estado, capítulo VII .
ejercitarse dentro de la vida social471, o como Kant decía: "El acto por el cual el
pueblo se constituye a sí mismo en Estado, es decir, según la idea del mismo,
471
Véanse en el capítulo inmediato anterior las teorías de Hobbes y de Rousseau
Parágrafo I, apartado B).
472
Citado por Jellinek. Op. cit., capítulo VII.
473
Panorama Jurídico en el Siglo XX. Tomo II, p. 833.
TEORÍA DE LA CONSTITUCIÓN 393
todo social o los sectores comunitarios o societarios que integran a una nación.
Ahora bien, para que la vida en común sea posible y pueda desarrollarse
por un sendero de orden, para evitar el caos en la comunidad, es indispensable
que exista una regulación que encauce y dirija esa vida en común, que
"Las acciones humanas, dice Jellinek, sólo pueden ser provechosas bajo el
supuesto de una organización firme, constante entre una variedad de voluntades
humanas, que ampare al individuo y haga posible el trabajo común. Esta orga-
nización creada singularmente por un acto de libre voluntad ha menester de
medios de fuerza para poder existir y satisfacer sus fines. Si al hombre le es
imposible por sí mismo alcanzar sus fines particulares, más difícil le sería a una
unidad colectiva de asociación alcanzar las finalidades de la misma. Los fines
sólo puede alcanzarlos cuando existe un orden jurídico que limite el radio de
acción individual y que encamine la voluntad particular hacia los intereses
comunes predeterminados."474
474
Op. cit., capitulo VII.
El pensamiento de Heller involucra, mutatis mutandis, ideas semejantes al
sostener que el "Estado está justificado en cuanto representa la organización
necesaria para asegurar el derecho en una determinada etapa de su
evolución”475, sustentando análoga concepción, en el fondo, Francisco Porrúa
Pérez, quien
Ihering, por su parte, considera que el fin primordial del Estado es la ela-
boración del derecho y su aplicación en todos los ámbitos de la vida social
mediante la coercitividad, sin la cual no puede hablarse de orden jurídico. Su
pensamiento al respecto se contiene en las distintas aseveraciones que nos
permitimos señalar.
"La organización del fin del Estado se caracteriza por la vasta aplicación
del derecho." "El derecho, mientras no ha llegado todavía al Estado, no puede
cumplir su misión." "El Estado es la única fuente del derecho, pues las normas
que no pueden ser impuestas por aquél que las estatuye no son principios de
derecho." "La coacción aplicada por el Estado en la ejecución constituye el
criterio absoluto del derecho; una norma jurídica sin coacción jurídica es una
contradicción en sí, un fuego que no arde, una luz que no ilumina.” 477
478
En el capítulo precedente nos referimos a esta cuestión. Parágrafo I, apartado B).
de la nación bajo el designio de procurar su "prosperidad", felicidad",
"grandeza", "bienestar", etc., mediante leyes "justas y sabias". Estos vocablos se
empleaban frecuentemente en nuestras constituciones del siglo pasado,
antojándose ingenuas, idílicas y hasta vacías de contenido sustancial,
pensándose quiméricamente que, en la realización de los ideales que significan
estriba el fin supremo del Estado. Se creyó, igualmente, que la consecución de
este fin dependía directamente de la organización político-jurídica que se diere a
la forma de gobierno y de la forma estatal que nuestro país adoptara. Sin
atender a la implicación óntica del pueblo, es decir, a sus necesidades,
problemas, carencias, condiciones económicas, sociales y culturales de los
grandes
así como el "destierro" de los abusos "en que han estado sepultados" los
pueblos, objetivos éstos que podrían lograrse mediante "la liberalidad de los
principios del Congreso, la integridad de sus procedimientos y el vehemente
deseo por la felicidad de los pueblos." 480
479
Tena Ramírez, Felipe. Leyes Fundamentales de México, p. 59.
480
Cfr. Derecho Público Mexicano. Isidro Montiel y Duarte, pp. 11 y 14.
481
Cfr. Capítulo tercero, parágrafo III, apartado B).
emancipación fue obra sectaria o clasista de los criollos y españoles residentes
en la Colonia, quienes deseaban la ruptura del vínculo de dependencia con
España pero no la transformación del régimen político y social en favor del
pueblo, el cual, merced a tal ruptura, sólo cambiaría de amos sin reivindicar su
poder de autodeterminación, reivindicación que se contuvo precisamente en una
de la declaraciones dogmáticas primordiales de la Constitución de Apatzingán.
Es muy interesante observar que de este documento arranca la corriente
liberal482 y republicana, en tanto que los otros dos que acabamos de mencionar
significan la raíz de los movimientos conservadores y monarquistas; y es obvio
que de esta bifurcación surgieron las concepciones teleológicas del Estado
mexicano que definitivamente se creó en la Constitución Federal de 1824.
Aunque ambas tendencias siempre procuraron la enigmática y metafísica
"felicidad del pueblo", su obtención la hacían derivar de la forma de gobierno y
de la forma'
482
"La Constitución de Apatzingán, dice Jesús Reyes Heroles, supuso tal radicalización en
la marcha del liberalismo mexicano, que es imposible precisar sus raíces. Se duda sobre
la existencia de un proceso ideológico que la sustente. De aquí que el documento se
quiera ver como un hecho aislado, sin conexiones. Pero ello no fue así: es un documento
franco, resultado de una evolución ideológica previa. El decreto de Apatzingán fue el
primer planteamiento radical del liberalismo mexicano; por ello mismo y por los
resultados, el esfuerzo se discontinúa, al menos exteriormente, y sólo es retomado
muchos años después. Prueba de ello la hallamos en que no solamente don Carlos María
de Bustamante, que contribuyó a la formulación del decreto, sino el doctor Francisco
Argandar, que lo firmó como diputado por San Luis Potosí, tuvieran una relevante
intervención en las primeras labores legislativas del México Independiente. Por más que
la vigencia jurídica del texto de Apatzingán no existiera, ideológicamente no cabe
subestimarlo, pues de algunos de los temas en este texto abordados, el liberalismo
mexicano se ocuparía ulteriormente con extraordinaria asiduidad" (El Liberalismo
Mexicano. Tomo I, p. 25).
483
Capítulo primero, parigrafo C).
TEORÍA DE LA CONSTITUCIÓN 399
Todos sabemos que estas bellas ilusiones fueron disipadas por nuestra
turbulenta realidad política. Nadie mejor que el ilustre don Mariano Otero des-
cribe en su magistral y sustancioso "voto" de 5 de abril de 1847, el fracaso de la
Constitución de 24, víctima del golpe parlamentario de 1835 que implantó el
centralismo en las Leyes Fundamentales de 1836 y 1843.
la sin más fuerza ni más vigor que antes tenía, para que vuelva á ser una mera
ilusión su nombre? ¿No seria decretar la ruina del sistema federal restablecerlo
bajo las mismas condiciones con que la experiencia ha demostrado que no
puede subsistir, y precisamente hoy que existen circunstancias mucho más
desfavorabIes que aquellas que bastaron para destruirlo? Ni la situación de la
República puede ya sufrir por más tiempo un estado incierto y provisional: la
gravedad de sus males, la fuerza con que los acontecimientos se precipitan,
demandan pronto y eficaz remedio; y pues que él consiste en el establecimiento
del órden constitucional, no menos que en la conveniencia y solidez de la
manera con que se fije, parece fuera de duda que es de todo punto necesario
proceder sin dilatación a las reformas."485
484
Derecho Público Mexicano. Isidro Montiel y Duarte. Tomo I, pp. 246 y 24-7.
485
Voto de 5 de abril de 1847 que precedió al Acta de Reformas de 18 de mayo del
mismo año.
La felicidad de la nación, la conservación de su unidad, el aseguramiento
del orden y la paz, el bienestar y la seguridad de los ciudadanos, el goce de sus
legítimos y naturales derechos, etc., siempre fueron los nebulosos e imprecisos
objetivos de nuestro constitucionalismo fluctuante entre la forma federal y
central del Estado. Se tenía la idea, muy arraigada en la conciencia política de
federalistas y centralistas, de que tales objetivos sólo podían alcanzarse
mediante la implantación de algunas de dichas formas estatales. Sería prolijo
transcribir los múltiples documentos públicos que demuestran este aserto. Pero,
según dijimos con antelación, el logro de los citados objetivos no solamente se
hacía derivar de la forma de Estado sino también de la forma gobierno, a tal
punto que se propugnó para ese efecto el establecimiento de un régimen
imperial o monárquico que, a través de su organización jurídico-política,
consiguiese la ventura de la nación mexicana.
Estas reflexiones nos conducen a la conclusión de que los fines que las
constituciones del siglo XIX asignaron al Estado mexicano fueron
eminentemente políticos y no sociales. Ello indica que en su realización,
mediante cualquiera de las formas estatales o gubernativas anotadas, no se
tomó en consideración la composición, estructura, implicación y modalidades del
mismo pueblo. En otras palabras, dichas leyes fundamentales no reflejaron la
realidad socioeconómica de México ni señalaron las posibles soluciones a su
vasta problemática a guisa de fines estatales. Su elaboración, oscilante entre las
aludidas formas, fue producto de las corrientes de pensamiento que
caracterizaron al siglo XIX, que, mutatis mutandis, preconizaron el liberalismo e
individualismo y que, a su vez, hicieron inabordables constitucionalmente las
cuestiones sociales.
les no osaron tocar, sino que, por lo contrario, trató de implantar la igualdad
jurídica entre todos los componentes de la población mexicana, tendencia que
apuntó nuevos fines al Estado en un impulso de superación. Es más, la Cons-
titución de 57 debió ser la primera Constitución social del mundo, como lo pre-
tendieron los miembros de la Comisión redactora del proyecto respectivo,
encabezados por don Ponciano Arriaga. El temor de introducir no sólo impor-
tantes modificaciones a la organización política de México, sino radicales
reformas a sus estructuras socioeconómicas, impidió que la Ley Fundamental
mencionada se adelantara en más de medio siglo a la Carta de Querétaro en la
evolución del constitucionalismo mexicano. De no haber operado ese
impedimento, los fines del Estado no hubiesen sido simplemente políticos como
reiteración de los que se prescribieron en los ordenamientos anteriores, sino
sociales en beneficio de los grupos mayoritarios de nuestro pueblo. La Comisión
a que nos acabamos de referir, después de declarar que la Constitución Federal
de 1824 era la única legítima, se planteó la cuestión de si se debían practicar a
ésta las importantes reformas de carácter político que imponía la realidad vivida
y sufrida por el país, o si la nación exigía un nuevo ordenamiento.
"En este punto, y para dar al soberano congreso una idea clara del que
han tomado los trabajos de la comisión, es necesario decir con toda franqueza
que, medida y circunspecta la mayoría de los individuos que la forman,
quisieron abstenerse de incluir en el cuerpo del proyecto los pensamientos y
proposiciones que pudieran tener una trascendencia peligrosa, si bien
consitieron en que se explicasen y fundasen ó en esta parte expositiva, ó en un
dictámen separado, á fin de que la discusión pudiera aprovechar de ellos todo lo
bueno y desechar todo lo malo, bien al tratarse de la constitución, ó al expedirse
las leyes orgánicas que esta honorable asamblea tiene también á su cargo,
conforme á lo prevenido en la convocatoria. Cumple, pues, á los deberes del
autor tales proposiciones al que sin mérito alguno fué encargado de la
presidencia de la comisión y de redactar esta parte expositiva, manifestar en el
seno del augusto cuerpo constituyente, como lo hará en distinto dictámen para
que este no sea muy difuso, ni pierda tampoco su unidad, las razones y
fundamentos en que descansan sus opiniones sobre la materia, así como
también instruirle del tenor literal bajo que fueron propuestas como artículos
constitucionales. Y es tanto más forzosa esta obligación para el que no esquiva
la responsabilidad de sus propias ideas, cuanto que ellas dieron motivo para que
una minoría de de la comisión pensase en formular su voto particular. Es justicia
decir que alguna de las que tenían por objeto introducir importantes reformas en
el orden social, fueron aceptadas por la mayoría, y figuran como partes del
proyecto, que se somete a la deliberación del congreso; pero en general fueron
desechadas todas las conducentes á definir y fijar el derecho de propiedad, á
procurar de un modo indirecto la división de los inmensos terrenos que se
encuentran hoy acumulados en poder de muy pocos poseedores, á corregir los
infinitos abusos que se han introducido y se practican todos los días, invocando
aquel sagrado é inviolable derecho, y á poner en actividad y movimiento la
riqueza territorial y agricola del país, estancada y reducida á monopolios
insoportables, mientras que tantos pueblos y ciudadanos laboriosos están
condenados á ser meros instrumentos pasivos de producción en provecho
exclusivo del capitalista, sin que ellos gocen ni disfruten mas que una parte muy
ínfima del fruto de su trabajo, ó á vivir en la ociosidad ó en la impotencia porque
carecen de capital y medios para ejercer su industria.”487
488
Entre los que se opusieron a la adopción de las reformas sociales figura don Ignacio L.
Vallarta, cuya actitud en este punto resume Tena Ramírez en los siguientes términos: "El 18 de
TEORÍA DE LA CONSTITUCIÓN 403
agosto (de 1856) en que fue discutido este artículo (el 17 del proyecto que se refería a la
prohibición de que la libertad de trabajo se coartara por los particulares a título de propietarios),
el constitucionalista D. Ignacio L. Vallarta leyó un discurso, en el que después de describir la
deplorable situación social que prevalecía, expuso que el Constituyente nada podía hacer para
remediarla, en primer lugar por el principio de 'dejad hacer, dejad pasar', en segundo lugar por
no corresponder estas cuestiones a la Constitución, sino a las leyes secundarias" (Op. cit.,p.
604).
de su gobierno. No se contrajo a cambiar o reiterar formas estatales y
gubernativas que alternativamente se habían implantado en dichos
ordenamientos, sino que instituyó un nuevo régimen jurídico-político cuya
sustancia fue dicha igualdad, la cual, aunque teóricamente declarada y sin
correspondencia con la realidad, no había sido adoptada por nuestro constitucion
"federalista", "centralista", "republicano" o "monarquista". Con la Constitución de
57 y su antecedente inmediato y generador, el Plan de Ayutla de marzo de 1854,
se inicia la segunda gran etapa de nuestra historia: la de la Reforma, cuya causa
final, como movimiento ideológico, fue la existencia del "clasismo” jurídico,
político y social con los fueros y privilegios que establecía, y su abolición dentro
del marco constitucional, aunque no del ámbito de la realidad sociopolítica y
económica de México. Nuestra mencionada Ley Fundamental, como toda obra
humana, no fue ni pudo ser perfecta. Representa la aurora de un nuevo periodo
en la historia política mexicana, que rompe con un tradicionalismo caduco que se
caracterizó por la intangibilidad de sistemas de privilegios que se originaron
desde la época colonial y que respetaron los ordenamientos constitucionales del
México independiente durante cerca de cuarenta años. La Constitución de 57
tuvo sus críticos y también sus defensores. Para unos no era sino un código
idílico de principios quiméricos que no podían aplicarse a la realidad mexicana y
que, por ello, carecía de vigencia positiva; para otros, entre los que nos
contamos, fue un documento lleno de sustancia ideológica que provocó el
afianzamiento de nuestra nacionalidad, la consolidación del Estado mexicano y
la exaltación de la persona humana, de sus derechos y libertades frente al poder
público; y si no pudo acoplarse a la implicación real del pueblo, se le consideró
siempre como la bandera ideal de sus luchas internas y externas para lograr la
respetabilidad de su soberanía.
493
Cfr. La Primera Contitución Político-Social del Mundo. Edición 1971.
TEORÍA DE LA CONSTITUCIÓN 407
No está en nuestro ánimo hacer puntual referencia a cada una de las pres-
cripciones de la Constitución mexicana vigente, en las que se determinan los
fines sociales y económicos del Estado en beneficio de su elemento humano y de
los grupos mayoritarios que lo componen. Nos conformamos con la simple
enunciación de los ya expuestos para reiterar el carácter social, lato sensu, del
contenido de aspectos normativos muy importantes de nuestra Ley Fundamental
vigente. Nuestra intención estriba, en esta oportunidad, en reiterar la idea que
siempre hemos proclamado, en el sentido de que la Constitución de 17, como
jurídico-política y jurídico-social, conjuga armoniosamente los diversos objetivos
que integran la teleología exhaustiva del Estado, la cual debe fincarse en la
protección y respeto simultáneo de la persona, de los grupos mayoritarios de la
sociedad y de la nación o pueblo mismos y que sustancialmente no sin entidades
metafísicas o abstractas, sino comunidades integradas por seres humanos
494
Artículo 27 constitucional, párrafo III, in capite, según reforma iniciada por el Pre-
sidente de la República el 12 de noviembre de 1975 y publicada en el Diario Oficial de 6
de febrero de 1976.
individualizados. En otra ocasión formulamos la consideración de que la ley
suprema vigente es el ordenamiento jurídico fundamental en que se
misión del Estado liberando al pueblo de los embates del fanatismo que
destruyen su verdadero libertad, deforman su conciencia, le marcan un camino
anárquico minando la respetabilidad del Estado por el reconocimiento de otro
poder espiritual y material que siembra la semilla de la desobediencia y del
desconocimiento de la
496
En Defensa de la Constitución de 1917. Estudio publicado por la Asociación de Dipu-
tados Constituyentes de 1916-1917. Edición de 1947, p. 19.
497
Véase capítulo primero.
Si de la Constitución de 57 emana un formidable impulso de superación en
la historia política de México, este ordenamiento no reflejó, sin embargo, sus
grandes problemas socioeconómicos ni, por tanto, apuntó ninguna solución a los
mismos. La situación fáctica provocada por tales problemas, principalmente el
obrero y agrario, y su falta de tratamiento normativo en la indicada Ley
Fundamental, fueron las causas primordiales que transformaron en social la
Revolución de 1910 que en su incubación y estallamiento fue eminentemente
política. La solución a esos y otros problemas nacionales de carácter
socioeconómico y cultural ha sido el más destacado objetivo de la
Constitución de 1917, que recoge en un régimen congruente el ideario
desarticulado y asistemático de nuestro mencionado movimiento
revolucionario.
498
Cfr., respectivamente, Derecho Público y Constitucional y Qué es una Constitución
Político-Social (1951) y La Primera Constitución Político-Social del Mundo (1971).
499
"La palabra 'constitución', dice el ilustre jurista alemán, reconoce una diversidad sentidos.
En una acepción general de la palabra, todo, cualquier hombre y cualquier objeto, cualquier
establecimiento y cualquier asociación, se encuentra de alguna manera en una 'constitución',
y todo lo imaginable puede tener una 'constitución'. De aquí no cabe obtener ningún sentido
específico. Si se quiere llegar a una inteligencia, hay que limitar la palabra 'constitución' a
Constitución del Estado, es decir, de la unidad política de un pueblo. En esta delimitación
puede designarse al Estado mismo, al Estado particular y concreto como unidad política, o
bien considerado como una forma especial y concreta de la existencia estatal; entonces
significa la situación total de la unidad y ordenación política. Pero 'Constitución' puede
significar también un sistema cerrado de normas, y entonces designa una unidad, sí, pero no
un unidad existiendo en concreto, sino pensada, ideal. En ambos casos, el concepto de
Constitución es absoluto, porque ofrece un todo (verdadero o pensado). Junto a esto, domina
hoy una fórmula según la cual se entiende por Constitución una serie de leyes de cierto tipo.
Constitución y ley constitucional recibirán, según esto, el mismo trato. Así, cada ley
constitucional puede aparecer como Constituci6n. A consecuencia de ello, el concepto se
hace relativo; ya no afecta a un todo, a una ordenaci6n y a una unidad, sino a algunas varias
que, como Heller500 y Friedrich501, aducen otros tipos de "constitución".
5
500
Este doctrinario distingue entre "constitución política como realidad social", "constitución
jurídica destacada" y "constitución escrita", dando prolija explicación de cada uno de estos
tipos (Cfr. Teoría del Estado, pp. 267 a 298).
501
Este conocido profesor de la Universidad de Harvard sostiene que "Podemos reconocer
como más importantes tres conceptos no políticos en que se emplea el término 'constitu-
ción', a saber: el filosófico, el jurídico y el histórico. El primero de ellos es un concepto
genérico; los otros dos, específicos. Al decir específicos, quiero decir que el historiador puede
hablar de la Constitución de Atenas, la Constitución de la Inglaterra medieval y la
Constitución de Estados Unidos, y referirse en cada uno de los casos a algo particular o
específico, que sólo se encuentra en el tiempo y lugar de que se ocupa. De modo semejante,
el constitucionalista de Norteamérica, Inglaterra o Francia habla de la constitución cuando
estudia la constitución con la referencia jurídica que le es familiar en términos de todo un
"sistema jurídico". Por el contrario, los conceptos filosóficos de la constitución son de
ordinario generalizaciones deducidas de las varias constituciones históricas o jurídicas
conocidas por el autor. Los filósofos europeos hacen derivar, por lo común, sus conceptos de
constitución del contraste entre el significado atribuido de ordinario a la palabra constitución
(constitución, Verfassung) en su país:, en la época en que escriben con el que es de presumir
sugerían Aristóteles y el derecho romano como significado del término constitución en la
Antigüedad clásica" (Teoría y realidad de la Organización constitucional democrática, pp. 123
y 124).
502
Curso de Derecho Constitucional. Tomo I, p. 43.
Para Jellinek, "La Constitución abarca los principios jurídicos que designan a
los órganos supremos del Estado, los modos de su creación, sus relaciones
mutuas, fijan el círculo de su acción, y, por último, la situación de cada uno de
ellos respecto del poder del Estado"503, idea que, más que expresar un tipo de
constitución, describe el contenido político de la misma, procediendo de igual
manera el tratadista mexicano Felipe Tena Ramírez.504
503
Teoría General del Estado, p. 413.
504
Cfr. Derecho Constitucional Mexicano, pp. 20 a 24.
505
Teoría de la Constitución. Edición 1982, p. 58
Para el tratadista mexicano Jorge Carpizo existen: a) constituciones
democráticas; b) cuasi-democráticas; e) de democracia popular y d) no
democrática. Respecto de las primera sostiene que son aquellas que
realmente aseguran las garantías individuales, establecen "un mínimo digno
de seguridad económica, no concentran el poder de una sola persona o
grupo". Al aludir a la cuasi-democráticas manifiesta que en ellas el individuo
tiene constitucionalmente aseguradas toda una serie de garantías
individuales y un digno mínimo económico pero en la realidad, estos
postulados, aunque no son simple letra ni contenido, si se cumplen bien. Para
el citado autor, las constituciones de democracia popular se configuran
primordialmente en los países socialistas donde el énfasis no se encuentra
puesto en la garantía de los derechos humanos, sino en el aseguramiento del
mínimo económico digno. En cuanto a las no democráticas asevera que ellas
no se aseguran los derechos humanos ni los mínimos económicos, y el
principio de separación de poderes y del sistema de partidos políticos se
resume en voluntad de quien detenta el poder.506
511
Ya Lasalle se preguntaba en qué casos una constitución escrita – o jurídico-
positiva- "es buena y duradera", y responde que "cuando esa constitución escrita
corresponde a la constitución real. a la que tiene sus raíces en los factores de poder
que rigen en el país", añadiendo que "Allí donde la Constitución escrita no
corresponde a la real, estalla inevitablemente un conflicto que no hay manera de
eludir y en el que a la larga, tarde o temprano, la constitución escrita, la hoja de
papel, tiene necesariamente que sucumbir ante el empuje de la constitución real, de
las verdaderas fuerzas vigentes en el país" (Op. cit., pp. 81 y 82
512
Derecho Constitucional Comparado, P. 102. Edición 1957. Madrid
también el nombre de Ley Fundamental, en vista de que tinca las bases de
calificación, organización y funcionamiento del gobierno del Estado o del
pueblo (autodeterminación) y establece las norma que encauzan el poder
soberano (autolimitación), consignando, en primer término, derechos públicos
subjetivos que el gobierno puede oponer al poder público estatal, y en
segundo lugar, competencias expresas y determinadas, como condición sine
qua non de la actuación de los órganos de gobierno.
513
Karl Loewnstein ha llamado "universalismo de la constitución escrita" a la
expansión de este tipo formal de constitución jurídico-positiva que llene su origen en
Norteamérica y en la Revolución francesa. "Desde Europa, dice, la constitución
escrita condujo su carro triunfal por todo el mundo. Durante el último siglo y medio se
ha convertido en el símbolo de la conciencia nacional y estatal, de la
autodeterminación y de la independencia. Ninguna de las naciones que -en las
sucesivas olas de nacionalismo que han inundado el mundo desde la Revolución
francesa, se han ido liberando de una dominación extranjera- ha dejado,
frecuentemente bajo graves dificultades, de darse una Constitución escrita, fijando a í
en un acto libre de creación los fundamentos para su existencia futura. La soberanía
popular y la Constitución escrita se han convertido práctica e ideológicamente en
concepto sinónimos (Teoría de la Constitución, p. 160).
Independientemente de la anterior clasificación, don Emilio Rabasa ha
elaborado una división de las constituciones, ya no desde el aspecto de su
concepción formal, sino en consideración al medio o manera de establecer su
vigencia en un Estado determinado. Alude dicho autor a diversos regímenes
jurídicos históricamente dados, afirmando que la constitución espontánea, o
sea, aquella que emana naturalmente del pueblo por medio de prácticas
sociales reiteradas y continuas, y que es de indole consuetudinaria, es la que
tiene Inglaterra; que por lo que concierne a los Estados Unidos, hay una
constitución ratificada, es decir, sometida a convenciones locales en cada
entidad federativa de dicho país; y por lo que atañe a México, y en general, a
las naciones latinoamericanas, existen y han existido constituciones
impuestas, esto es, cuerpos normativos elaborados en un gabinete, por así
decirlo, cuya observancia se impone al pueblo, prescindiendo de que
respondan o no a su idiosincrasia, O sea, a su constitución real y teleológica.
514
Teoría de la Constitución, p. 41.
515
Op. Cit., pp. 42 y 43
normativa. Con esta afirmación queremos dar a entender que las materias
suprema y fundamentalmente normadas por la Constitución han variado en el
decurso de la historia. Primeramente se pensó que la constitución jurídico-
positiva debía ser exclusivamente política, en el sentido de que sólo debía
ocuparse de la organización del Estado, o sea, de establecer sus órganos
primarios, de demarcar su respectiva competencia, de señalar los
lineamientos básicos de su funcionamiento y de proclamar la forma estatal y
la forma gubernativa. Además, merced
Para Hauriou, según García Pelayo, la constitución "posee una doble dimensión: 1) la
constitución política del Estado, la cual comprende la organización y el
funcionamiento del gobierno, y la organización de la libertad política, es decir, la
participación de los ciudadanos en el gobierno; expresándose, pues, en un conjunto
de reglas jurídicas y de instituciones; 2) la constitución social, "que desde muchos
puntos de vista es más importante que su constitución política" y que a su vez
comprende: a) las libertades individuales que forman la base de la estructura de la
sociedad civil, y b) las instituciones sociales espontáneas que están al servicio y
protección de las libertades civiles y de sus actividades. Esta constitución no sólo
puede ser tan fundamental como la primera, sino que, según el criterio anglosajón, la
constitución política no es más que prolongación de la constitución social así
entendida (Derecho Constitucional Comparado, pp. 91 Y 92).
520
Así, verbigracia, no pudo plantearse ningún problema de legitimidad de la
"constitución" griega o romana, puesto que no se traducía en un ordenamiento
escrito, sino en un conjunto de "leyes naturales" provenientes del orden mismo de las
sociedades humanas y que debían regir sobre las leyes codificadas. Como afirma
Loeumstein, "Para Platón y Aristóteles, así como en toda la teoría política griega, la
politeia fue la constitución en sentido material. Aun los más agudos juristas de la
época posterior a la República romana, sobre todo Cicerón y los estoicos, no
exigieron que las normas fundamentales de la comunidad fuesen escritas en leyes
materiales, o simplemente codificadas. Ellos tenían conciencia de un derecho
superior que, conforme a la Naturaleza, predominaba sobre todas las legislaciones
La legitimidad en sentido amplio denota una cualidad contraria a lo
falso o espurio; y aplicada esta idea a la constitución, resulta que ésta es
"legítima" cuando no proviene del usurpador del poder constituyente, y que
puede ser un autócrata o un cuerpo oligárquico. Fácilmente se advierte que la
legitimidad de la constitución y de su creador dependen, a su vez, de que
éste sea reconocido por la conciencia colectiva de los gobernados como ente
en que se deposite la potestad constituyente, en forma genuina. Esta
"genuinidad" obedece, por su parte, a concepciones de carácter filosófico-
político, y otrora teleológicas, que han tendido a justificar ese depósito. Basta
recordar, en corroboración de este aserto, que en el pueblo hebreo y en los
pueblos islámicos la organización jurídico-política era teocrática y, por ende,
el gobierno estaba encomendado a intérpretes y ejecutores de la voluntad
divina, o sea, a los profetas y sacerdotes que lo desempeñaban por sí mismos
o que aconsejaban y dirigían a los reyes. Consiguientemente, sólo las leyes
que unos u otros expidieran bajo la inspiración de Jehová o de Alá, podían
considerarse legítimas. Análogo principio legitimó en los reinos europeos
durante la Edad Media y hasta antes de la proclamación de las teorías de la
soberanía popular, la creación de leyes, fueros y "constituciones" por parte de
los monarcas o "soberanos" que recibían de Dios su poder de gobierno -omnis
potestas a Deo- sin estar a su vez ligados a las normas jurídicas que expedían
-legibus solutus-. La legitimidad de la constitución cambió esencialmente de
enfoque, como es bien sabido, en el pensamiento jurídico, político y filosófico
que preconiza la radicación popular de la soberanía, sobre todo en la teoría
rousseauniana de la "voluntad general" que en otra ocasión comentamos, en
cuanto que sólo puede reputarse legítimo el ordenamiento constitucional que
emane directamente del pueblo o indirectamente de él a través de una
asamblea, llamada constituyente, compuesta por sus genuinos
representantes.
521
Filosofía del Derecho, p. 159
por otra parte, sería francamente aberrativo, toda vez que el nuevo orden
jurídico, político, social y económico entraña la ruptura o sustitución del
antiguo.
522
Teoría de la Constitución, pp. 101, 102 Y 104.
aquélla no sería auténtica, genuina o legítima ni materialmente vigente,
aunque fuese formalmente válida como una mera "hoja de papel", empleando
la locución con que despectivamente designaba Lasalle a las constituciones
escritas que por la fuerza y la coacción se imponen a los pueblos como un
traje de luces o de etiqueta o como una armadura pesada y asfixiante. Ahora
bien, debemos advertir, empero, que si dicha adecuación puede no existir en
el momento de expedirse la constitución jurídico-positiva, es susceptible de
registrarse durante el decurso del tiempo, sea mediante las transformaciones
evolutivas del pueblo que lo conviertan en agente y paciente positivo de los
principios constitucionalmente proclamados, o a través de las enmiendas
normativas que la experiencia vaya imponiendo, hasta lograr el verdadero
equilibrio entre la facticidad y la normatividad como síntesis a que debe
aspirar el constitucionalismo en cualquier país.
Casi ninguna constitución del mundo, por más perfecta y legítima que se
suponga, deja de provocar reacciones contrarias de diversa índole y alcance en
la realidad política, social y económica en que va a regir. A esta propensión no
pudo sustraerse, evidentemente, nuestra Constitución Federal de 1857. Como se
sabe, en la historia de México hizo estallar una lucha armada entre sus sos-
tenedores, los republicanos y liberales, y los enemigos de la reforma que im-
plantó, conocidos como conservadores, apoyados por el alto clero, que fue su
principal adversario. El Código fundamental de 57 concitó a tal extremo los
odios, el fanatismo y la pasión de la clerecía, que se anatematizó a los que le
prestasen obediencia, a tal extremo de que, siendo católicos, se les negaba la
impartición de los sacramentos como si estuviesen excomulgados.
vez se quejaban de que los templos no eran respetados y que las conciencias
eran oprimidas. Se negó la absolución a los que habían prestado juramento, y
tan sólo la obtenían si se retractaban públicamente; entonces el espíritu de
partido se introdujo en los asuntos de la fe, y aquella situación fue una de las
más violentas y lamentables por las que México ha pasado."524
"Los primeros hacían fuerza para adelante, los segundos para atrás."482
Corrobora las anteriores apreciaciones la "protesta" que el arzobispo de México,
Lázaro Garza, y el obispo Clemente de Jesús Munguía lanzaron contra la
Constitución de 57 y cuyo texto es el siguiente: "Habiendo llegado a nuestras
manos un ejemplar de la Constitución federal, y visto en ella varios artículos
contrarios a la institución, doctrina y derechos de la iglesia católica, y estando
prevenido en el último que sea jurada con la mayor solemnidad en toda la Re-
524
Historia de la Intervención y el Imperio. Tomo 1, p. 2ó5. 492 Derecho Constitucional.
Edición 1875. México, p. 287.
TEORÍA DE LA CONSTITUCIÓN 433
pública, declaramos: Que ni los eclesiásticos ni los fieles podemos por ningún
título, ni motivo alguno, jurar lícitamente esta Constitución ... disponemos que
por nuestra secretaría se diga a todos los párrocos, para que lo tengan
entendido y lo hagan entender a los fieles, que no es lícito jurar la
Constitución ... que cuando los que hubieren hecho el juramento de la
Constitución, se presenten ante el tribunal de la penitencia, los confesores, en
cumplimiento de su deber, han de exigirles previamente, que se retracten del
juramento que hicieron, que ~ retracción sea pública del modo posible; pero que
siempre llegue al conoci~Il1ento de la autoridad ante quien se hizo el juramento;
ya sea por el mismo interesado, o por personas notoriamente autorizadas por él,
para que lo hagan en su nombre."525
525
Transcrita en el tomo II, segunda parte, del Código de la Reforma de don Blas ]osé
Gutiérrez, edición 1870.
"Los desencantados del régimen constitucional por los resultados que
acus: mas no por los principios que sustenta, han creído encontrar una solución
al conflicto de sus preocupaciones, declarando que la Constitución es muy
adelantada para el pueblo que ha de regir. Nada más erróneo, por más que esa
afirmación tenga viso de sabia y gane cada día terreno en la opinión de los que
no quieren parecer ilusos. La Constitución, en lo que tiene de mala y de
impracticable, obedeció a errores del pasado que ya estaban demostrados y
desechado en 1857; porque se fundó en teorías del siglo XVIII. Cuando ya la
ciencia el general seguía las concepciones positivas, y cuando la del Gobierno
buscaba su fundamentos en la observación y la experiencia. Los principios
fundamentales de que nuestra organización constitucional emana son dos: la
infalibilidad in corruptible de la voluntad del pueblo, siempre recta y dirigida al
bien público la representación única, igualmente incorruptible e inmacultada de
aquella voluntad, en la Asamblea legislativa. Estos dos principios tienen siglo y
medio de haber estado en boga, y más de media centuria de desprestigio
absoluto. Una Constitución que se funda en ellos es una ley lastimosamente
atrasada.
526
La Constitución y la Dictadura, pp. 241 Y 242
527
La Constitución de 1857 Y sus Críticos, pp. 52 Y 55.
TEORÍA DE LA CONSTITUCIÓN 435
que formó ejércitos para dar su sangre y su vida por aquel mito sagrado; no la
aprobaron en una votación como las colonias americanas a su Constitución, pero
la aprobó el plebiscito de la nación, consciente a la manera del plebiscito de
Dolores, del 1ó de septiembre de 1810.
528
La Constitución de 1857. Edición 1959, pp. 121.y 122
berla hecho a un lado la dictadura de Porfirio Díaz”.529
la arbitrariedad son imposibles, la Constitución una verdad y las garantías que ella otorga un
beneficio positivo para todos los habitantes de la República.
"Desde que el órden constitucional fue restablecido, todos esos sabios preceptos de que
se ha hecho mérito, están en pleno vigor. A los tribunales federales han estado acudiendo los
ciudadanos que han creído violadas sus garantías por leyes ó actos de las legislaturas de los
Estados y los tribunales federales han estado administrando justicia en la forma que las leyes lo
previenen. Pero por una lamentable desgracia, el poder judicial, supremo regulador de todos los
poderes constitucionales, y cuyas resoluciones son obligatorias para todas las autoridades, no
solo ha sido acatado como debiera, sino que en muchos casos ya se le ha negado toda obe-
diencia de parte de las autoridades, sin explicar siquiera los motivos de su conducta, cuando
ellas debieran ser las primeras en demostrar con sus hechos, que la Constitución no es una
mentira en la República mexicana. Semejante falta de respeto á la ley y á la autoridad, no solo
hace imposible todo órden constitucional, sino que abre las puertas a la anarquía, y siembra
gérmenes aún en los buenos mexicanos que ven vinculada la felicidad en la observancia estricta
de la ley.
"Para evitar los gravísimos y muy trascendentales males que de los abusos de poder de que se
ha hablado, se pueden seguir, el C. Presidente de la República, por las consideraciones que
quedan indicadas, y deseando que el órden constitucional quede restablecido en todo el país, sin
que en él existan poder o autoridad alguna que pueda hacer lo que la Constitución prohibe,
ordena que se recuerde, como lo haga, que estando plenamente vigentes las leyes de que ésta
nota se ocupa, vd. Y todas las autoridades de ese estado de su digno mando están, bajo las
penas que impone el artículo 103 Constitucional, obligados a respetar y hacer cumplir las
resoluciones del poder judicial sobre amparo de garantías individuales, sin que razón ni motivo
alguno puedan excusar del delito que se comete infringiendo la Constitución.”
Congreso federal.531 Por otra parte, es de suma importancia, para demostrar la
legitimación de la Constitución de 57, el hecho de que, a raíz de haberse res-
taurado la República, los tribunales de la Federación ejercieran sus funciones de
control constitucional a través del juicio de amparo, mismas que desempeñaron
ininterrumpidamente hasta antes de los sucesos revolucionarios de 1913,
situación que fácilmente se comprueba con la sola consulta del Semanario
Judicial respectivo, fundado en diciembre de 1870.532 Por último, debemos hacer
la observación, aparentemente paradójica, de que la legitimación de la
Constitución de 57 se corrobora definitivamente por el Proyecto de Reformas a la
misma presentado al Congreso Constituyente de Querétaro por don Venustiano
Carranza el primero de diciembre de 1910 y por la propia Ley Fundamental
vigente. Lógicamente, en efecto, no se reforma un documento que se considera
falso, ilegítimo o espurio, sino que lisa y llanamente se suprime, desdeña o
margina. Por tanto, al expedirse la Constitución de 1917 como ordenamiento
reformador de la de 1857, legitimó a ésta y, tácitamente, le rindió el merecido
homenaje como bandera que fue de la Revolución constitucionalista acaudillada
por el ilustre Varón de Cuatro Ciénegas.
533
En efecto, al publicar dicho ilustre constitucionalista en mayo de 1919 yen la ciudad de Nueva
York su famoso libro "El Juicio Constitucional", no alude a la Constitución de 1917 que entonces
ya tenía dos años de estar en vigor. Los estudios que contiene dicha obra los enfoca Rabasa en
tomo a la Constitución de 1857, como si la Ley fundamental vigente no le hubiese expedido,
ignorando olímpicamente al Congreso de Querétaro.
534
Entre los juristas que tal opinión sustentan como panegiristas de la recia y trascendente
personalidad de don Emilio, se encuentran Manuel Herrera y Lasso, Antonio Martlnez Báez,
Felipe Tena Ramirez y F. Jorge Gaxiola, cuyos conceptos sobre él los expone el maestro Andrés
Sena Rojas en las páginas 66 a 68 del tomo II de su libro "Antología de Emilio Rabosa" (Edición
1969).
535
La Revolución Mexicana, p. 4-95. Edición 1957
La crítica principal que Vera Estañol dirige contra la legitimidad de la
Constitución de 1917, consiste en que ésta fue producto de una asamblea que
no estuvo facultada, de acuerdo con la Constitución de 57, para reformar o
revisar este Código Político, atribución que correspondía al Congreso Federal y a
las Legislaturas de los Estados, según el artículo 127.
En efecto, dice Vera Estaño1 que "el Congreso Federal, integrado por sus dos
Cámaras y las Legislaturas de los Estados era, en los términos de la Constitución
de 57, el único poder legítimo, ortodoxo y genuino, capacitado para revisar y
reformar dicho Código", y que "después de dos años largos de precons-
titucionalismo, Carranza convocó, no obstante, a una asamblea especial, que se
reunió en Querétaro y cuya única misión fue aprobar el Código Fundamental que
hoy rige a México", agregando "por tanto, desde el triple aspecto jurídico,
político y revolucionario, la Asamblea de Querétaro fue bastardo brote de un
golpe de Estado, y su obra -la Constitución de 1917- espuria también, está
irremisiblemente condenada a desaparecer cuando el pueblo recobre su libertad,
Pues bien, para que se discutieran y aprobaran las reformas, adiciones, in-
novaciones, etc., de la Constitución de 57, ¿qué hizo Venustiano Carranza? 10
que todo hombre normal y cuerdo hubiera hecho, esto es, convocar a un
Congreso Constituyente. Bien es verdad que el artículo 127 de la Constitución de
57 establecía que era al Congreso de la Unión a quien competía acordar las
reformas y adiciones y que éstas fuesen aprobadas por la mayoría de la legis-
laturas locales, mas cabe preguntarse: ¿existía el Congreso Federal en una
época histórica en que los movimientos revolucionarios armados y el desorden
predominaban? ¿Acaso podía hablarse a la sazón de legítimas legislaturas de los
Estados, cuando el país era un caos? Había, pues, notoria y manifiesta
imposibilidad de hecho para aplicar el artículo 127 de la Constitución de 57 y
solamente una apreciación ingenua, si no es que malévola, como la de Vera
Estañol, puede criticar el proceder de Carranza en este particular. Si hubiéramos
seguido los desatinados consejos que se desprenden de la infundada crítica que
hace tal autor, aún no tendríamos la Constitución de 17, pues estaríamos todavía
tratando de encontrar el "legítimo" Congreso Federal y las "legítimas”
537
Cfr. "Crónica del Constituyente", por Djed Bórquez.
legislaturas de los Estados, tarea un tanto menos que imposible. Por ende, desde
el punto de vista de la realidad mexicana que imperaba en la época en que se
hizo cargo del gobierno don Venustiano Carranza, se justifica plenamente la
formación del Congreso Constituyente reunido en Querétaro y,
consiguientemente, su misión legislativa.
538
Semanario Judicial de la Federación. Quinta época, Tomo 1, pp. 72 a 96.
principales conmociones humanas, desde el revolucionarismo ideológico de
Confucio, Lao-Tse, Buda, etc., hasta los distintos movimientos innovadores
contemporáneos, sin dejar inadvertida la más trascendental revolución que haya
experimentado el género humano: el Cristianismo, que propende bajo los as-
pectos religioso, jurídico-social y político, a través de su excelso ideario cuya
base de sustentación es el maravilloso Sermón de la Montaña, colocar al hombre
en un plano igualitario con sus semejantes.
equilibrio armónico entre los componentes del todo social y las fuerzas vivas de
un pueblo, han cristalizado en los derechos positivos fundamentales de los
países en que las revoluciones se hubieren registrado, es decir, en sus constitu-
ciones, que participando de lo jurídico sólo en cuanto conjuntos normativos
sistemáticos, implican la seguridad y permanencia, como principios ordenadores,
de las aspiraciones populares. Por tanto, al convertirse la ideología presupuestal
de toda revolución, cualquiera que sea la finalidad específica pretendida por
ésta, en normas jurídicas fundamentales, tanto en lo político-orgánico, como en
lo socioeconómico y religioso, el ideario que orienta tal movimiento deja de ser
una mera aspiración para devenir en la pauta directriz de los destinos del pueblo
con la eficacia que le confieren, como materia o contenido de normación
constitucional, los atributos esenciales de lo jurídico: la imperatividad y la
coercitividad.
los desiguales", puesto que los "iguales" serían precisamente todos los sujetos
que se hallaren variablemente, en una misma situación abstracta, y los "des-
iguales" los que estuvieren colocados en dos o más situaciones abstractas
diferentes.
Ahora bien, la igualdad, en los términos en que hemos esbozado este con-
cepto, es el supuesto indispensable del Derecho, cuya idea romana ya lo esta-
blecía al afirmar que éste es "el arte de lo bueno y de lo equitativo"
("igualitario"). Por ende, el tratamiento desigual de los iguales implica una
actitud in justa, con independencia del modo o manera como ésta se asuma
(legislativa, ejecutiva o jurisdiccionalmente).
que en un momento dado gocen de los privilegios del poder público, las normas
constitucionales se crean, reforman o suprimen al capricho de grupos
mezquinamente interesados o bajo los tortuosos designios de hombres
ambiciosos. En estas condiciones, el proceso de creación constitucional ha
culminado en la formación de ordenamientos jurídicos formales, cuyo contenido
pugna con los verdaderos elementos reales que debieran implicar su motivación
es ajeno e indiferente a ellos (constitución en sentido positivo o jurídico-positivo,
según Schmitt y Kelsen, respectivamente), sin desembocar en la elaboración de
una genuina Constitución, que como Ley Fundamental del Estado esté
respaldada y apoyada po; factores sociales de muy diversa índole que revelen el
ser y el modo de ser del pueblo o nación que organiza o encauza, los cuales,
puede decirse, equivalen a la "norma fundamental hipotética no positiva" de que
nos habla el fundador de la Escuela Vienesa (constitución en sentido lógico-
jurídico, según este mismo, o constitución en sentido absoluto, conforme a las
ideas de Carl Schmitt o constitución real según Fernando Lasalle) .
540
Verbigracia, la Constitución de 183ó, llamada "Las Siete Leyes Constitucionales", es
superior a la Constitución Federal de 1824, en lo que atañe a la consagración de un
catálogo más o menos completo de garantías individuales y a la creación de un medio de
control constitucional, ya que el segundo de los ordenamientos mencionados incurrió en
sendas omisiones acerca de dichas dos importantísimas cuestiones (Cfr. nuestras obras
Las Garantías Individuales y El Juicio de Amparo).
541
Estas apreciaciones pueden corroborarse mediante un estudio comparativo de las
diferentes constituciones que han regido en México desde un punto de vista
socioaxiológico
TEORÍA DE LA CONSTITUCIÓN 453
FUNDAMENTALES
adscribiéndoles la expresión con que se les designa. Sin embargo, los factores
reales de poder siempre han existido y existirán en toda sociedad humana. Esta
afirmación la fundamos en la circunstancia evidente de que los mencionados
factores forman parte inescindible o inseparable de la constitución real y
teleológica del pueblo, puesto que, como ya dijimos, se dan en ella como
elementos del ser, modo del ser y querer ser populares. En efecto, esta
constitución, según lo aseveramos anteriormente, no es de ninguna manera
estática, inmóvil ni inmutable. Por lo contrario, el pueblo, como unidad óntica o
trascendente, prescindiendo de la forma político-jurídica en que esté organizado,
siempre tiene una existencia dinámica, es decir, actúa normalmente en
prosecución de multitud de fines de diferente índole que inciden en los distintos
ámbitos de su vida colectiva. 542Un pueblo sin movimiento es un pueblo muerto,
inerte, pues su presencia vital se revela en un permanente impulso de
superación, de transformación y de cambio, bien para perfeccionar los logros
que en determinada etapa de su vida histórica haya alcanzado, o bien para
corregir sus defectos, colmar sus necesidades y resolver sus problemas. Con
toda razón ha dicho Lasalle que "Los factores reales de poder que rigen en el
seno de cada sociedad son una fuerza activa y eficaz que informa todas las leyes
e instituciones jurídicas de la sociedad en cuestión, haciendo que no puedan ser,
en sustancia, más que tal como son."543
Ahora bien, es evidente que, a pesar de que el pueblo sea una unidad real, no
está compuesto por una colectividad monolítica. Por lo contrario, dentro de esa
unidad existen y actúan clases, entidades y grupos sociales, económicos,
culturales, religiosos y políticos diferentes que desarrollan, dentro de la dinámica
total del pueblo, una actividad tendiente a conservar, defender o mejorar su
posición dentro de la sociedad como un todo colectivo. En otras palabras, tales
clases, entidades o grupos, individualizadamente considerados, tienen intereses
propios que pueden ser, y frecuentemente son, diferentes y hasta opuestos o
antagónicos entre si, El juego interdependiente y recíproco de esos intereses es
lo que produce la dinámica social, la cual, a su vez, se manifiesta en los factores
reales de poder. Dicho de otra manera, estos factores
542
La misma idea la expresa el maestro Andrés Serra Rojas al afirmar; "La
sociedad es constructiva, actuante, de acción permanente que elabora sus propias
creaciones, relaciones o procesos. "En el seno de toda sociedad se manifiestan estímulos
o impulsos que conducen a una acción social. Una fuerza social representa la identidad
de pareceres de un número importante de los miembros de una sociedad para aceptar o
expresar una opinión, parecer o consentimiento que los lleve a una acción social
coordinada o individualizada.
"En sociología se denominan fuerzas sociales 'a los impulsos básicos típicos o motivos
que conducen a los tipos fundamentales de asociación y de grupo'. En todo grupo social
se manifiestan numerosas fuerzas sociales, como las económicas, las políticas, las
judiciales, etc." (Ciencia Política. Tomo II, p. 657).
543
¿Qué es una Constitución?, p. 55
no son sino las conductas distintas, divergentes o convergentes, de las
diferentes clases, entidades o grupos que existen y actúan dentro de la sociedad
de que forman parte, para conservar, defender o mejorar las infraestructuras
variadas en las que viven y se mueven. Tales tendencias actuantes, que tradu-
cen un conjunto de objetivos y medios para realizarlos, presionan políticamente
para reflejarse en el ordenamiento jurídico fundamental del Estado, que es la
Constitución, es decir, para normativizarse como contenido dogmático e
ideológico de ésta.
544
Para corroborar estas ideas puede invocarse el pensamiento del doctor Pablo González
Casanova, quien, refiriéndose a nuestro país, expresa: "Los verdaderos factores del poder en
México -como en muchos países hispanoamericanos- han sido y en ocasiones siguen siendo: a)
los caudillos y caciques regionales y locales; b ) el ejército; c) el clero; d) los latifundistas y los
empresarios nacionales y extranjeros", añadiendo más adelante: "Contemplando en una
perspectiva general la evolución de los factores reales de poder y la estructura del gobierno
mexicano se advierte cómo han perdido fuerza e importancia los caciques y el ejército; des-
apareciendo prácticamente aquéllos y convirtiéndose éste en instrumento de un Estado
moderno; se advierte igualmente cómo el poder que ha recuperado la Iglesia en lo político opera
en un nuevo contexto y siendo un factor importante, para nada hace prever el que vuelva a
jugar un papel similar al del pasado. Se perfila, en fin, un poder relativamente nuevo en la
historia de México, que es el de los financieros y empresarios nativos, los cuales constituyen, al
lado de las grandes empresas extranjeras y de la gran potencia que las ampara, los factores
reales de poder con que debe contar el Estado mexicano en sus grandes decisiones" (La
Democracia en México, pp. 45 y 85).
545
Pese a los embates de las corrientes marxleninistas y materialistas en general, la religión,
cualquiera que sea el credo en que se manifieste; se ha conservado como indiscutible factor real
de poder en los Estados contemporáneos. Sobre este importante tópico el sociólogo Arnold
Brecht afirma: "En la ciencia política de occidente se está de acuerdo en que la religión es un
factor histórico de enorme importancia en la constitución de la sociedad moderna. La religión ha
penetrado de diversos modos en la conducta humana, en parte directamente, en parte
mediatamente a través de leyes morales y costumbres populares constituidas bajo la influencia
religiosa; así ha dado la religión a nuestra, sociedad mucho del carácter y la consistencia que
tiene. A pesar del gran proceso de secularización de los últimos cuatro siglos, la fe en Dios ha
seguido desempeñando un papel relevante en las ideas políticas, las motivaciones y las institu-
ciones políticas, hasta el más inmediato presente, como ha ocurrido con la resistencia religiosa
contra el totalitarismo, la constitución de los dos Estados separados de la India y el Pakistan, el
nacimiento del Estado de Israel y el ya largo conflicto acerca del estatuto de la ciudad Jerusalén"
(Teoría Política. Ediciones Ariel. Barcelona. Versión al castellano por Manel Mauri, 19ó3, p. 470)
TEORÍA DE LA CONSTITUCIÓN 459
547
Teoría de la Constitución, p. 27. Al aludir a la Constitución de Weirnar, el famoso
jurisconsulto alemán menciona como "decisiones políticas fundamentales" la "decisión
en favor de la Democracia"; Ha favor de la República y contra la Monarquía" i "a favor del
mantenimiento de los países, es decir, de una estructura de forma federal del Reich"; "a
favor de una forma fundamentalmente parlamentario-representativa de la legislación y
el Gobierno"; "y la decisión a favor del Estado burgués de Derecho Con sus principios:
derechos fundamentales y división de poderes".
con regularidad estadísticamente previsible sin que, en ese caso, la normalidad
se convierta en normatividad. Sólo se valora positivamente y, por consiguiente,
se convierte en normatividad, aquella normalidad respecto de la cual se cree que
es una regla empírica de la existencia real, una condición de existencia ya de la
Humanidad en general, ya de un grupo humano."548
548
Teoría del Estado. Edición del Fondo de Cultura Económica, 19ó3, p. 271.
549
Así, refiriéndose a la Constitución de Weimar, Schmitt sostiene: "En vías del artículo
7ó (que corresponde al 135 de nuestra Constitución) pueden reformarse las leyes
constitucionales, pero no la Constitución como totalidad. El artículo 7ó dice que 'la
Constitución' puede reformarse en la vía legislativa. En realidad, y por el modo poco
claro de expresión corriente hasta ahora, no distingue el texto de este artículo entre
Constitución y ley constitucional. Sin embargo, el sentido es claro y se expondrá con
mayor claridad aún, después, en las explicaciones que han de venir (acerca de los límites
de la competencia para la reforma de la Constitución). Que 'la Constitución' pueda ser
reformada no quiere decir que las decisiones fundamentales que integran la sustancia de
la Constitución puedan ser suprimidas y sustituidas por otras cualesquiera mediante el
Parlamento. El Reich alemán no puede ser transformado en una Monarquía absoluta o en
una República soviética por mayoría de dos tercios del Reichstag. El 'legislador que
reforma la Constitución', previsto en el artículo 7ó, no es en manera alguna omnipotente,
la terminología que habla del 'omnipotente' Parlamento inglés, irreflexivamente repetida
desde Del Olme y Blackstone, y trasladada a todos los otros Parlamentos posibles, ha
introducido aquí una gran confusión. Pero una resolución mayoritaria del Parlamento
inglés no bastaría para hacer de Inglaterra un Estado soviético. Sostener lo contrario
sería no ya una 'consideración de tipo formalista', sino igualmente falso desde los puntos
de vista político y jurídico. Semejantes reformas fundamentales no podría establecerlas
una mayoría parlamentaria, sino sólo la voluntad directa y consciente de todo el pueblo
inglés.
TEORÍA DE LA CONSTITUCIÓN 463
están sujetas al tiempo y al espacio. Varían no sólo entre uno y otro Estado, sino
en el devenir histórico de un mismo pueblo o nación. Además, la inclusión de
ciertas declaraciones constitucionales dentro del cuadro de las citadas
decisiones, o su exclusión de éste, son tópicos que se prestan frecuentemente a
la estimación subjetiva de quien los pondera. En otras palabras, no todos los
autores o pensadores, respecto de una determinada constitución, pueden
coincidir en las d cisiones fundamentales que comprende su totalidad normativa.
Así, con respecto a México, Luis F. Canudas Oreza550 considera con ese
carácter a las declaraciones dogmáticas siguientes: radicación popular de la
soberanía; dimanación del pueblo de todo poder público; modificabilidad o
alterabilidad, por el pueblo, de la forma de gobierno; adopción de la forma
republicana de gobierno )' del federalismo como forma de Estado; democracia
representativa; institución de los derechos públicos individuales y sociales; divi-
sión o separación de poderes; y libertad y autonomía del municipio. Por su parte,
el conocido jurista mexicano Jorge Carpizo divide las decisiones fundamentales
en materiales y formales. Las materiales, afirma, "son las sustancias del orden
jurídico", o sea, "una serie de derechos primarios que la constitución consigna y
las formales son esa misma substancia, sólo que en movimientos: son los prin-
cipios que mantienen la vigencia y el cumplimiento de las decisiones
materiales", reputando con esta índole en México a "la soberanía, derechos
humanos, sistema representativo y supremacía del poder civil sobre la Iglesia 'y
como formales' la división de poderes, federalismo y el juicio de amparo".551
550
Irreformabilidad de las decisiones políticas fundamentales de la Constitución". Revista
de la Escuela Nacional de Jurisprudencia. Núms. 18, 19 Y 20, 1943, pp. 107-108
551
Op. Cit., p. 160.
adjetivo para preservar la Constitución contra actos de autoridad que la violen
en detrimento de los gobernados, y 3. en general, sumisión de la actividad toda
de los órganos del Estado a la Constitución y a la ley, situación que involucra los
principios de constitucionalidad y legalidad; c ) sociales, que estriban en la
consagración de derechos públicos subjetivos de carácter socioeconómico,
asistencial y cultural en favor de las clases obrera y campesina y de sus miem-
bros individuales componentes, es decir, establecimiento de garantías sociales
552
Sobre la historia del juicio de amparo véase nuestra obra respectiva. (Capítulos 1 y
11.
"Así como la Constitución norteamericana de 177ó (sic), dice el citado
tratadista mexicano, los Bill of Rights y la Declaración francesa de los Derechos
del Hombre y del Ciudadano de 1789, inician la etapa de las Constituciones
políticas y consiguientemente el reconocimiento de los derechos individuales, la
Constitución mexicana de 1917 marca indeleblemente la era de las
Constituciones político-sociales, iluminando el Universo con sus textos rutilantes
de contenido social; en ella no sólo se formulan principios políticos, sino también
normas sociales en materia de educación, economía, trabajo, etc., es decir,
reglas para la solución de problemas humano-sociales. Este es el origen del
constitucionalismo político-social en nuestro país y en el extranjero. La prioridad
de la Constitución mexicana de 1917 en el establecimiento sistemático de
derechos fundamentales de integración económica y social es reconocida por
ilustres tratadistas extranjeros, americanos y europeos." 553
A. Consideraciones generales
553
La Primera Constitución Político-Social del Mundo. Edición 1971, p. 33. Los tratadistas
a que alude don Alberto son Moses Poblete Troncoso, profesor de la Universidad de
Chile; Juan Clemente Zamora, de la Universidad de La Habana; Andrés María Lazcano "
Mazón, magistrado de la Audiencia de La Habana; Georges Burdeau, profesor de la
Facultad de Derecho de Dijon; Pierre Duelos, maestro de conferencias en el Instituto
Politécnico de París; B. Mirkine Guetzévich , Secretario General del Instituto de Derecho
Comparado de la Universidad de París; Georges Curvich y Karl Loewnstein.
554
Según Carl Schmitt, "ley fundamental" puede equivaler a una "norma absolutamente
inviolable que no puede ser reformada ni quebrantada" o a una norma "relativamente in-
vulnerable que sólo puede ser reformada o quebrantada bajo supuestos dificultados"
-principio de rigidez-o También puede significar, afirma, "el último principio unitario de la
unidad política y de la ordenación de conjunto, así como la norma última para un sistema
de imputaciones normativas", señalando además otras connotaciones con las que se
suele emplear el mencionado concepto y a cuya exposición nos remitimos (Teoría de la
Constitución, pp. 47 a 50).
TEORÍA DE LA CONSTITUCIÓN 467
555
Para el afamado profesor de la Facultad de Derecho de Toulouse, la superlegalidad
supone la idea de "leyes fundamentales, es decir, de leyes superiores al poder legislativo
ordinario, y cuya utilidad estriba en dar fuerza normativa a las prácticas y costumbres
esenciales de la Constitución" (Principios de Derecho Público y Constitucional, p. 304).
556
Teoría Pura del Derecho. Editorial Losada, Buenos Aires, p. 109. 52ó.
557
Curso de Derecho Constitucional. Tomo I, p. 59
que la mera fundamentalidad formal de la Constitución jurídico-positiva no
puede explicar la justificación de ésta, es decir, la fundamentación material que
debe tener, la cual ya no es de carácter jurídico. A esta fundamentación se
refiere veladamente Kelsen al aludir a la “norma fundamental hipotética" y que,
para nosotros, no es sino la Constitución real y teleológica de que hemos
hablado.559
561
El importante tema del control constitucional de las leyes lo abordamos en nuestro
libro El Juicio de Amparo, capítulos cuarto y quinto, a cuyas consideraciones nos
remitimos.
autoridades, prohíban implícita y necesariamente que uno de los poderes pueda
de cargar obre otro su cometido y su función: de la misma manera que un poder
no puede usurpar lo propio de otro, tampoco debe delegar lo suyo a uno
distinto."562
En efecto, Hamilton decía que: "No hay proposición más evidentemente ver-
dadera como la que todo acto de una autoridad delegada contrario a los térmi-
nos de la comisión, en virtud de la cual lo ejerce, es nulo. Por lo tanto, ningún
acto legislativo contrario a la Constitución puede ser válido. Negarlo equivaldría
a afirmar que el delegado es superior a su comitente, que el servidor está por
encima de su amo, que los representantes del pueblo son superiores al pueblo
mismo, que las personas que obran en virtud de poderes pueden hacer no sola-
mente lo que esos poderes no los autorizan a hacer, sino aun lo que ellos les
prohiben.”563
Además, en el célebre fallo del caso "Marbury vs. Madison", Marshall vierte los
siguientes conceptos contundentes y definitivos sobre el principio de supremacía
constitucional: "Los poderes del Legislativo quedan definidos y limitados; y para
que esos límites no puedan equivocarse ni olvidarse, fue escrita la
Constitución ... " "La Constitución controla a cualquier acto legislativo que le sea
repugnante; pues de no ser así, el Legislativo podría alterar la Constitución por
medio de una ley común ... ", "el acto legislativo contrario a la Constitución no es
una ley ... ", "los tribunales deben tomar en cuenta la Constitución y la
Constitución es superior a toda ley ordinaria del Legislativo, y entonces la
Constitución y no tal ley ordinaria tiene que regir en aquellos casos en que
ambas serían aplicables".
En el caso a que nos referimos, William Marbury había sido designado juez de
paz para el Distrito de Columbia por el presidente Adams y el secretario de
Estado de su sucesor, o sea, de ]efferson, que fue Madison, se negó a entregar el
nombramiento respectivo. Marbury, basándose en la Ley Orgánica de los
Tribunales Federales que expidió el Congreso de los Estados Unidos, otorgando
competencia originaria a la Suprema Corte para librar "mandamus", ejerció este
562
Op. cit., tomo 1, p. 61
563
El Federalista, número LXXVIII
TEORÍA DE LA CONSTITUCIÓN 471
recurso ante dicho alto tribunal. La Corte consideró que tal leyera contraria a la
Constitución Federal, porque conforme a ésta, y en los casos de "mandamus", no
tenía jurisdicción originaria, sino apelada. Por esta causa, la Corte denegó la
petición de Marbury, proclamando en la sentencia correspondiente el principio
de supremacía constitucional, incluso frente a las leyes federales, después de
haber estimado incongruentemente con dicha denegación, que el promotor del
recurso desechado sí había sido legítimamente designado )" que tenía derecho a
ocupar el cargo para el que fue nombrado.564
564
El fallo a que aludimos, pronunciado en el año de 1803, puede consultarse en el tomo
111 de la Revista Mexicana de Derecho Público, pp. 317 a 343, en que se encuentra su
traducción íntegra
de la Asamblea Nacional (que corresponde a nuestra Cámara de Diputados) o del
Senado (Arts. 61 y 62). Además, el "precontrol" constitucional que ejerce dicho
Consejo no se despliega en interés de los ciudadanos, sino en el de los poderes
públicos "para mantener entre ellos la separación de funciones establecidas por
la Constitución", según lo afirma Maurice Duverger, agregando que el
mencionado órgano interviene antes de que las leyes ordinarias entren en vigor
para suspender su aplicación hasta que se constate su constitucionalidad. "Si el
consejo, añade el citado tratadista, declara el texto (de la ley) inconstitucional,
no puede ser aplicado ni promulgado, sino después de la revisión de la Constitu-
ción", facultad que corresponde al Senado y a la Asamblea Nacional conjun-
tamente.565
"Esta Constitución, las leyes del Congreso de la Unión que emanen de eIla y
todos los tratados que estén de acuerdo con la misma, celebrados y que se cele-
bren por el Presidente de la República con aprobación del Senado, serán la ley.
suprema de toda la Unión. Los jueces de cada Estado se arreglarán a dicha
Constitución, leyes y tratados, a pesar de las disposiciones en contrario que
pueda haber en las Constituciones o leyes de los Estados."
Parece ser que la primera parte del propio artículo otorga el carácter de
supremacía no sólo a la Constitución, sino también a las leyes dadas por el
565
Institutions Politiques et Droit Constitutionnel. Colección "Themis". Edición 1968. París,
p. 653
TEORÍA DE LA CONSTITUCIÓN 473
566
Para el maestro Mario de la Cueva existen dos tipos de leyes que emanan del
Congreso de la Unión, es decir, las materiales y las formales. Nuestro distinguido
tratadista afirma al respecto: "Algunas de las leyes que emite el poder legislativo
constituyen el desarrollo de los preceptos constitucionales, esto es, son el cuerpo y el
alma de la Constitución que se expanden, determinando, precisando y diciendo con la
mayor claridad y en todos sus detalles, lo que son y lo que significan el cuerpo y el alma
de la ley fundamental, o lo que es igual: son normas que hacen explícito el sentido pleno
de los textos constitucionales; son, por decirlo así, la Constitución misma, fuerza viva
que se desarrolla siguiendo sus leyes internas para explicar a los hombres todo lo que
es, pero sin salirse nunca ni de su cuerpo ni de su alma, sin transformarse en lo que no
es." Al referirse al segundo de dichos tipos, afirma De la Cueva que el grupo respectivo
"está formado por las normas que dicta el congreso para regular los diversos aspectos
de la vida social, corno dice Villoro, sobre 'materia distinta de la constitución'; son las
normas secundarias simpliciter que integran las distintas ramas del derecho positivo: el
administrativo, el penal, el civil, el mercantil, etcétera. De estas normas debe decirse
que emanan de la Constitución, pero en un sentido meramente formal." (Teoría de la
Constitución. Edición 1982, pp. 113 Y 115).
567
Así lo ha resuelto nuestra Suprema Corte en la ejecutoria Vera José Antonio. Semanario
Judicial de la Federación. Quinta época. Tomo XCVI, p. 1639. Por su parte, el consti-
tucionalista mexicano Felipe Tena Ramírez participa de nuestro punto de vista al afirmar
que: "Aunque la expresión literal del texto autoriza a pensar a primera vista que no es
sólo la Constitución la ley suprema, sino también las leyes del Congreso de la Unión y los
tratados, despréndese sin embargo del propio texto que la Constitución es superior a las
leyes federales, porque éstas, para formar parte de la ley suprema, deben 'emanar' de
aquélIa, esto es, deben tener su fuente en la Constitución; lo mismo en cuanto a los
tratados, que necesitan 'estar de acuerdo' con la Constitución. Se alude así al principio
de subordinación (característico del sistema norteamericano) de los actos legislativos
respecto a la norma fundamental." (Derecho Constitucional Mexicano. Novena edición,
1968, p. 17.) Esta misma tesis la sostuvo el licenciado don Ramón Rodríguez al comentar
el artículo 126 de la Constitución de 1857, afirmando al efecto que "Si las leyes que
emanan de la Constitución o los tratados internacionales contravienen a los preceptos de
la misma Constitución violando las garantías individuales, vulnerando o restringiendo la
soberanía de los Estados o alterando los derechos del hombre y del ciudadano, tales
leyes y tratados n o se ejecutan, no se cumplen, porque la justicia federal puede y debe
Fundamental de 1857.
Por lo que concierne a la segunda parte del artículo 133, cuyo sentido irreflexiva
e inconsultamente fue tomado por los constituyentes de 1856-57 de la
Constitución Federal norteamericana y reproducido por el Congreso de Queré-
taro de 1917, apunta lo que en la doctrina se llama «control difuso" o ce auto-
control constitucional" por parte de las autoridades judiciales, cuestión ésta que
estudiamos en nuestra obra “El Juicio de Amparo", a cuyas consideraciones nos
remitimos, ya que atañe a la temática de la misma.569
impedirlo conforme a los artículos 101 y 102, con el fundamento sólido y legal de que
contravienen a los preceptos constitucionales; luego, la única ley que en rigor legal,
ideológico y gramatical puede llamarse suprema es la Constitución. No es cierto, por lo
mismo, que las leyes que de ella emanen y los tratados internacionales sean leyes
supremas de la República" (Derecho Constitucional. Edición 1875, pp. 702 y 703).
568
El estudio del artículo 15 constitucional lo emprendemos en nuestra obra "Las Garan-
tías Individuales", a cuyas consideraciones nos remitirnos, (Cfr. Cap. VII)
569
Cfr. Capítulo cuarto.
TEORÍA DE LA CONSTITUCIÓN 475
De acuerdo con estas ideas, la actividad del legislador ordinario, originado por y
en la Constitución, debe estar sometida a los imperativos de ella y los
fundamentales o efectos objetivos de dicha actividad, o sea las leyes, tienen,
consiguientemente, que supeditárseles también y, en caso de contradicción,
570
Filosofía del Derecho, p. 160
571
Op. Cit., p.160
debe optarse por la aplicación de la Ley Fundamental, lo cual no es otra cosa
que la expresión del principio de la supremacía constitucional.
Constitución Federal; ésta es, por consecuencia, la que debe determinar el límite
de acción de los poderes federales, como en efecto lo determina, y las
facultades expresamente reservadas a ellos no pueden ser mermadas o
desconocidas por las que pretenden arrogarse los Estados."574
la Ley Fundamental, está compuesto de dos partes según hemos dicho: una en
que se contiene dicho principio por modo eminentemente declarativo o
dogmático, y otra en la que impone de manera expresa la observancia del
mismo a los jueces de cada Estado. Estimamos que esta segunda parte del
mencionado precepto constitucional es incompleta, ya que no alude a las demás
autoridades distintas de los jueces locales, como obligadas a acatar pre-
ferentemente la Constitución sobre disposiciones secundarias que la contraríen.
Además, tampoco en dicha segunda parte se expresa que la Constitución debe
ser acatada con preferencia a las leyes federales, cualquiera que sea su
naturaleza.
Por otra parte, el único soberano, o el único capaz de alterar o modificar la forma
de gobierno (que sería el caso de una alteración total o transformación) es el
pueblo, como lo dispone el artículo 39 constitucional en su norma respectiva,
que textualmente dice o: "El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho
de modificar o alterar la forma de su gobierno". Interpretando, pues, los artículos
135 y 39 constitucionales, en la relación lógica que entre ambos debe existir,
resulta que el primero de ellos no se refiere a ninguna facultad de alterar el
régimen gubernativo que el pueblo ha elegido como titular real del poder
soberano, posibilidad que concede el segundo a la nación, por lo que debemos
concluir que las atribuciones de modificar y reformar la Constitución con que
están investidos el Congreso de la Unión y las legislaturas de los Estados, en
manera alguna involucran la de sustituir los principios políticos que informan a
dicho ordenamiento, los cuales en su conjunto integran la forma de gobierno, o
sea, la representativa, democrática y federal (Art. 40).
Doctrinalmente, casi todos los autores están contestes con la idea de que las
atribuciones que la Ley Fundamental imputa a los poderes legislativos federales
y locales, en el sentido de llevar a cabo reformas y adiciones a la Constitución,
577
Manuel de Droit Constitutionnel, p. 282.
578
Teoría de la Constitución, pp, 30 y 120.
TEORÍA DE LA CONSTITUCIÓN 483
Asienta el citado autor que el error de tales teorías (como las de Schmitt y
Recaséns Siches principalmente) "consiste en considerar como constituido al
órgano revisor (o sea, el Congreso de la Unión y las legislaturas de los Estados
en nuestro sistema constitucional), cuyas funciones son en verdad de constitu-
yente", y que "cuando el poder creador, autor de la Constitución, funda un
órgano capaz de alterar la Constitución le transmite, total o parcialmente, sus
propias facultades constituyentes", agregando que "Nada importa que ese órga-
no sea creación del Constituyente; no por ello es un poder constituido, pues
carece de facultades de gobernar y sólo las tiene para alterar la Constitución,
que es fuente de facultades para los Poderes gobernantes. Ese poder revisor es,
pues, continuación del constituyente que lo creó."580
aquel que consiste en la cuestión de si puede haber dentro del mismo articulado
constitucional preceptos o disposiciones que sean inconstitucionales. El asunto
se puede decidir en el sentido de que, si las adiciones o modificaciones
preceptivas o normativas de la Constitución pugnan con el espíritu general
Este artículo 127 provino del artículo 125 del Proyecto constitucional elaborado
por la Comisión respectiva, que establecía: "La presente Constitución puede ser
adicionada o reformada. Mas para que las adiciones o reformas lleguen a ser
parte de la Constitución, se requiere: que un congreso por el voto nominal de
dos terceras partes de sus miembros presentes, acuerde qué artículos deben
reformarse; que este acuerdo se publique en los periódicos de toda la República
tres veces antes de la elección del congreso inmediato; que los electores al veri-
ficarla, manifiesten si están conformes en que se haga la reforma, en cuyo caso
lo harán constar en los respectivos poderes de los diputados; que el nuevo
TEORÍA DE LA CONSTITUCIÓN 487
El nuevo precepto proyectado fue impugnado por Zarco, quien argumentó que
por virtud de la representación política de la ciudadanía que dentro de todo
régimen democrático tienen los diputados reunidos en asamblea, sería ocioso
acudir a la votación popular para que se aceptara o rechazara alguna reforma ~
la Constitución, máxime que, por lo general, las modificaciones a ésta entrañan
cuestiones políticas, sociales o de la otra índole que escapan muchas veces a la
apreciación del pueblo. "Si el pueblo delega su soberanía en el legislador, decía
tan insigne constituyente, a éste toca dar toda clase de leyes sin recurrir al
cuerpo electoral, y sin la reforma de la Constitución es un punto grave en que
debe evitarse toda precipitación, bien puede establecerse que iniciada y votada
una reforma por un congreso, corresponde decretarla como ley al congreso
siguiente. Esta será garantía suficiente, y así de una manera indirecta, en las
elecciones, el pueblo se ocupará de la reforma, escogiendo a los que sobre ella
han de resolver.
Don José María Mata, en defensa del referendum de los electores como medio para
introducir enmiendas constitucionales, sostuvo que Zarco partió "de un supuesto
falso", pues "no habiendo elección directa sino indirecta en segundo grado, y no
exigiéndose para la reforma el voto de todos los ciudadanos sino el de los
583
Zarco. Historia del Congreso Constituyente. Tomo 11, p. 590.
584
Ídem.
585
Ídem.
electores, no se apela a la democracia, sino al sistema representativo en más o
menos grados, puesto que el elector es un delegado del pueblo. En los demócratas
no hay inconsecuencia n ir a buscar la opinión del pueblo como fuente de acierto.
Si se diera valor al argumento de que el pueblo no sabe y es ignorante, sería
preciso quitarle el derecho de elegir, porque no sabrá escoger a los hombres
capaces de velar por sus intereses".586
sentimiento del bien, pero su señoría convendrá en que para resolver cuestiones
constitucionales se necesitan conocimientos que no han de reunir todos los elec-
tores. No es fácil resolver, por ejemplo, con un sí o un no la cuestión del senado,
que si ha parecido importuna en esta asamblea, dividió en Francia lo pareceres
de hombres eminentes, poniéndose de un lado Lamartine y del otro Odilon
Barrot. Los electores, por más que diga el señor Ocampo, no tienen ciencia infu-
586
Op. cit., p. 591.
587
Ídem, pp. 591 Y 592.
TEORÍA DE LA CONSTITUCIÓN 489
sa, ni alguna inspiración extraña que los ilumine. El buen sentido y el talento por
sí solo no harán que un hombre pueda preparar una lámina para el daguerrotipo;
el buen sentido y el talento no bastarán para que otro tomando un telescopio,
pueda hacer cálculos astronómicos. Pero el Sr. Ocampo, refiriéndose al teorema
del cuadrado de la hipotenusa y de los catetos, ha dicho que basta una sencilla
explicación para comprender las verdades científicas. Esto es cierto, pero
entonces en cada colegio lectoral debe haber un catedrático que dé expli-
caciones, y este maestro será una rábula, un tinterillo, que si se trata del teore-
ma geométrico, enseñaría que la hipotenusa es una figura cuadrada o redonda.
¿A dónde vamos a parar con e tos absurdos que se quieren derivar del senti-
miento del bien? A la insurrección contra la razón y el sentido común.
Con base en las ideas expuestas por Prieto, la Comisión presentó un nueve texto
que, aprobado en el Congreso Constituyente por sesenta y siete votos.
588
Op. cit., pp. 608,609,610 y 611.
contra catorce, se convirtió en el artículo 127 de la Ley Fundamental de 1857 y
que corresponde, según dijimos, al artículo 135 de la Constitución vigente.
siendo ésta por naturaleza cambiante, el Derecho tampoco debe ser estático o
inmodificable. Por ende, uno de los atributos naturales de la leyes su refor-
mabilidad, pero para que una reforma legal se justifique plenamente debe
propender hacia la obtención de cualquiera de estos dos objetivos: sentar las
bases o principios de un mejoramiento o perfeccionamiento social o brindar las
reglas según las cuales pueda solucionarse satisfactoria y eficazmente un
problema que afecte al pueblo o subsanarse una necesidad pública. Por el con-
trario, si la alteración al orden jurídico no obedece a dichas causas finales, que
implican su auténtica motivación real, será patentemente injustificada y sólo
explicable como mera fórmula para encubrir o sancionar, con toda la fuerza del
derecho, propósitos mezquinos y conveniencias de hombres o de grupos
interesados. La susceptibilidad reformativa de las leyes ha denotado siempre un
serio peligro para los pueblos, ya que, radicando la facultad respectiva en sus
llamados órganos representativos, queda al arbitrio de éstos la introducción de
alteraciones al orden jurídico, las cuales muchas veces no sólo no se justifican,
sino que abiertamente se contraponen a las auténticas aspiraciones sociales y
son lesivas del ser y del modo de ser de la sociedad.
No dejamos de reconocer, por otra parte, que por más perfecta que sea la
fórmula normativa en Que se contenga el principio de rigidez constitucional, el
acierto y pertinencia de las reformas y adiciones a la Constitución no podrían
lograrse positivamente sin la calidad humana de honestidad moral, preparación
cultural y espíritu y dignidad cívicos, que deben concurrir en las personas físicas
que integren los organismos a los que se encomiende la importantísima y vital
tarea de alterar la Ley Fundamental. Ese elemento humano es quizá de mayor
significación que todas las seguridades de tipo normativo que puedan
establecerse para lograr que la Constitución sea realmente rígida, y por ello, aun
sin la injerencia de la Suprema Corte que proponemos en la labor reformativa o
aditiva de nuestro ordenamiento supremo, podría abrigarse la esperanza de que
ésta realmente respondiese a una verdadera motivación social, si los
legisladores auscultaran la opinión pública y recabaran el parecer d los sectores
interesados en las alteraciones que se propongan y acogieran las observaciones
válidas que a éstas hicieren.
El incompleto panorama que acabamos de esbozar nos advierte sin duda alguna
que en la teleología histórica del pueblo mexicano, hondamente cimentada en
las viscisitudes políticas y necesidades sociales que durante su vida ha padecido,
figuran los principios fundamentales que a continuación señalamos: el
republicano, el federal, el democrático, el de no reelección presidencial y los que
atañen a las garantías sociales en las materias mencionadas. La restricción,
supresión o sustitución de estos principios sólo incumbe al pueblo en ejercicio
del poder soberano constituyente de que es titular. Por ende, ninguno de ellos
puede ser restringido, suprimido o sustituido por el Congreso de la Unión ni por
las legislaturas de los Estados, pues, según hemos afirmado hasta el cansancio,
la facultad de reformar y adicionar la Constitución a que se refiere su artículo
135 no comprende tal potestad. No puede argüirse válidamente, por otra parte,
que la representación política del pueblo que tienen tales órganos legislativos
incluya la capacidad de realizar los aludidos actos, pues ello entrañaría la
enajenación parcial de la soberanía popular al desplazarse a su favor el poder
constituyente, lo que pugnaría contra los atributos de indivisibilidad e
TEORÍA DE LA CONSTITUCIÓN 499
Los medios violentos para que el pueblo ejercite el poder constituyente no son
de ninguna manera aconsejables por razones obvias, máxime que pueden
reemplazarse por medios pacíficos de carácter jurídico-político y que nuestra
Constitución vigente no prevé. El más importante consistiría en implantar el
referendum popular, en el sentido de que las reformas o adiciones constitucio-
nales que impliquen actos supresivos, restrictivos o sustitutivos de cualesquier
de los principios esenciales que se han esbozado, deben someterse a plebiscito,
Esta locución contiene un ingente error. La "Reforma del Estado" no es tal, sino
que atañe al sistema normativo estatal en sus múltiples y diversas ma-
nifestaciones. En rigor, la susodicha "reforma" implica las reformas a la Consti-
tución para perfeccionar diversas instituciones de carácter político, económico,
592
No obstante que aún no es oportuno adicionar el artículo 135 constitucional para im-
plantar el referendum popular como único medio incruento para modificar, sustituir o
suprimir las declaraciones fundamentales sobre las que se sustenta la Ley Suprema de
México, no es ocioso ni superfluo postular, desde ahora, la adición respectiva, que
estaría concebida en los términos siguientes:
A. Explicación previa
593
Reglamentaria respectiva, una vez que hayan sido aprobadas conforme al párrafo
anterior..”
No nos cansaremos de insistir en que sólo con la adición sugerida, la esencia de nuestra
Constitución dejaría de estar constantemente amagada por los propósitos ocasionales de
la política demagógica de quienes se dicen "representantes" de ciertos sectores del
pueblo y quienes, por lo común, únicamente persiguen fines personalistas, usando el
exhibicionismo histriónico para tratar de alcanzarlos y haciendo gala de su ignorancia
sobre las verdaderas motivaciones que deben fundar y justificar toda enmienda
sustancial a la Constitución
s
B. El "derecho" a la revolución
595
El invocado artículo 136, que equivale al 128 de la Constitución de 1857, dispone que:
"Esta Constitución no perderá su fuerza y vigor, aun cuando por alguna rebelión se
interrumpa su observancia. En caso de que por cualquier trastorno público se establezca
un gobierno contrario a los principios que ella sanciona, tan luego como el pueblo
recobre su libertad se restablecerá su observancia, y con arreglo a ella y a las leyes que
en su virtud se hubieran expedido, serán juzgados, así los que hubieren figurado en el
gobierno emanado de la rebelión, como los que hubieren cooperado a ésta.”
Las anteriores consideraciones son suficientes para concluir que la vida política
de cualquier conglomerado humano experimenta múltiples vicisitudes que se
manifiestan en la ruptura o en la supresión de un stato quo existente por medios
antijurídicos o ajurídicos, es decir, no autorizados o reprobados por el régimen de
derecho que conforme a dicho status. Sin embargo, no todos los fenómenos de
ruptura o supresión de una situación dada pueden calificarse como revoluciones,
sino sólo en la medida en que mediante la concurrencia popular mayoritaria, el
consenso del pueblo o la aceptación tácita o expresa por parte de éste, persigan
un mejoramiento social en las esferas jurídicas, políticas, sociales, económicas o
culturales. Por ende, cualquier movimiento que tienda a romper un stato quo
determinado o a sustituirlo por otro, pero en cuyo ideario directo o inspirador no
se descubra la finalidad de mejorar a las grandes
c) Que las ideas o principios sobre los que dicho designio se sustente cristalicen
en una normación jurídica fundamental (Constitución); o se reimplanten
mediante el restablecimiento del orden constitucional quebrantado o subvertido
que los consagre;
d) Que el movimiento de que se trate, una vez que haya triunfado sobre sus
adversarios u opositores o conseguido la dominación de la situación anormal y
violenta por él provocada, sea respaldado por una mayoría popular o al menos
TEORÍA DE LA CONSTITUCIÓN 505
Por otra parte, no debe confundirse una revolución con la transformación social y
económica que se opera en un país sin alterar el orden constitucional. En efecto,
en una Constitución pueden estar consagrados determinados principios de
carácter social o económico, cuyo desenvolvimiento corresponde a la legislación
secundaria o a la política administrativa. Por ende, las leyes y los diferentes
actos que de muy diversa naturaleza se expidan o realicen a propósito de tal
desenvolvimiento no sólo no modifican la Constitución, sino que se ajustan a su
espíritu. En estricto sentido, en consecuencia, sólo puede hablarse de revolución
cuando se quebrante un orden constitucional por modo cruento o violento y a
través de un movimiento que sea respaldado por una mayoría popular o cuyos
designios, al menos, sean tolerados por ésta, sin resistencia. Tampoco debe
identificarse el quebrantamiento o la ruptura de dicho orden con las
contravenciones a determinados preceptos de la Constitución por leyes o actos
de autoridad por más graves que aquéllas sean. En efecto, la subversión del
orden constitucional por parte del Gobierno entraña la tendencia constante y
general a desconocer los principios fundamentales sobre los que descansa la
Constitución; en cambio, una mera infracción a la Ley Suprema es de carácter
casuístico o particular, es decir, se registra en leyes o actos específicos de
autoridad que se opongan a determinados mandamientos constitucionales;
y tales leyes o actos sólo pueden significar la ruptura del orden jurídico
fundamental cuando puedan traslucir un designio persistente a violarlos. Cuando
se desconocen los principios básicos de la estructura constitucional de un Estado
por parte del Gobierno a través de una política legislativa o administrativa
reiterada y general, el pueblo tiene la potestad para sublevarse contra sus
autoridades a fin de restablecer el imperio de la Constitución.
"El movimiento de finalidad social persigue que el hombre pueda vivir mejor,
acabando con las injusticias sociales.
"Desde el punto de vista de quien realice el movimiento, éste puede ser efec-
tuado por: 1. El pueblo; 2. Una clase social; 3. Uno o más de los poderes públi-
cos; 4. El ejército o parte de él, y 5. Una minoría ágil.
Es obvio que la eficacia normativa del artículo 136 que comentamos, esto es, su
aplicación y vigencia reales, depende de circunstancias eminentemente fácticas
que se registran en el acaecer histórico de un Estado. Son estas circunstancias,
traducidas en una multitud de fenómenos cuya prolijidad es enorme, las que
determinan, como factores condicionantes, la aplicatividad o la nugatoriedad del
citado precepto constitucional, según lo hemos dicho ya. Sin las condiciones
fácticas que propicien su aplicación, es evidente que los mandamientos que el
propio artículo contiene se antojan idílicos, románticos e inútiles, pues la "fuerza
y vigor" de toda Constitución derivan de los factores reales de poder que la
sostenga, incluyendo al poderío militar, y no de meras declaraciones
dogmáticas. Conforme al proceso lógico de toda rebelión o de algún otro
"trastorno público", aquélla y éste se pueden convertir en verdaderos
movimientos revolucionarios cuyo triunfo, frente a los sostenedores del orden
constitucional "interrumpido", haría totalmente inaplicable el consabido
precepto. Por lo contrario, éste sí tendría aplicatividad en la hipótesis opuesta, es
decir, si la victoria corresponde a los defensores de la Constitución. Por otro lado,
en el caso de que se estableciese un "gobierno contrario" a sus principios, tal
gobierno puede lograr con el tiempo su "legitimación" frente al pueblo, si los
grupos mayoritarios que lo componen lo reconocen y obedecen
espontáneamente o por inercia política, o sea, sin el empleo de medidas coac-
tivas violentas. En este supuesto, que la historia ejemplifica con bastante
frecuencia,
598
En la nota 562 transcribimos su texto.
599
En términos parecidos se expresa el licenciado Ramón Rodríguez, quien, al comentar
el aro tículo 128 de la Constitución de 57, asevera: "Tengamos presente siempre, que
para el hombre, sujeto por la misma naturaleza a frecuentes y continuas variaciones y
mudanzas, nada puede haber inmutable ni eterno, y por consecuencia, el artículo 128 de
la Constitución sólo importa una protesta contra los motines a mano armada, pero no
limita ni puede limitar la libertad natural que el pueblo tiene para cambiar en todo
tiempo, por medios pacíficos y racionales, la forma de su gobierno, sus instituciones y
sus leyes" (Derecho Constitucional. Segunda edición 1875. p. 711).
TEORÍA DE LA CONSTITUCIÓN 509
X. LA INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
A. Generalidades
B. Métodos de interpretación
Por otra parte, es muy importante enfatizar que el aludido método interpretativo
también debe utilizarse para acoplar las disposiciones constitucionales, en su
contenido esencial, a los cambios que se operen en la diversificada realidad vital
del pueblo, procurando evadir la necesidad de modificar constantemente las
disposiciones de la Constitución. Es precisamente en este aspecto en donde
descubrimos la ingente utilidad del método causal-teleológico, pues si a través
de él se determina el espíritu sustancial de un conjunto de normas
constitucionales, éstas, sin requerir ninguna enmienda, pueden conservar su vi-
gencia positiva dentro del marco donde incidan las transformaciones sociales,
económicas, culturales o políticas de la colectividad como elemento humano del
Estado y de sus diferentes grupos componentes.601
La cuestión que plantea este rubro consiste en determinar cuáles son los
órganos del Estado, dentro del orden constitucional mexicano, que tienen como
facultad jurídica interpretar la Constitución. No aludimos, evidentemente, a la
mera operación intelectual en que, según hemos dicho, estriba la interpretación
in genere, pues de acuerdo con esta denotación, es evidente que no solamente
todas las autoridades estatales deben fijar el alcance y el sentido de cualquier
norma de derecho antes de aplicarla, sino que también los particulares, de
cualquier especie que sean, deben hacerlo al invocarla.
601
Coincide con este criterio Jorge Carpizo al afirmar que "La interpretación constitucional no
puede reducirse a tener en cuenta el orden jurídico, sino que factores políticos, históricos, so-
ciales y económicos se incrustan en la vida constitucional de un país y hay que considerarlos",
agregando que tal interpretación reviste "especial importancia porque a través de ella se puede
cambiar el significado gramatical de la ley suprema. La interpretación puede modificar, anular o
vivificar la Constitución. Puede hacer que el sistema agonice o resplandezca." Estudios
Constitucionales, págs. 60 y 61. Edición Porrúa 1998
TEORÍA DE LA CONSTITUCIÓN 515
602
Análogo pensamiento exponen Jorge Carpizo y Héctor Fix Zamudio, al sostener que la
interpretación legislativa "no puede estimarse definitiva en cuanto puede ser apreciada a
través de la impugnación de la constitucionalidad de las propias leyes por parte de los
órganos del poder judicial federal, generalmente por medio del juicio de amparo, con la
excepción de aquellas disposiciones que impliquen cuestiones políticas que, según se ha
visto, no pueden ser objeto de examen por los propios tribunales de la federación",
agregando que "si corresponde a los órganos judiciales ordinarios o especializados la
interpretación final de las disposiciones fundamentales cuando son aplicadas por otros
organismos del poder (legislativos o administrativos), el criterio judicial se impone
definitivamente y debe ser aceptado por las autoridades y los gobernados como el
sentido final de la ley suprema, con exclusión de aquellos sectores que se han calificado
Como corolario de las consideraciones que anteceden debemos concluir que la
interpretación constitucional en último grado y en instancia definitiva co-
rresponde a la Suprema Corte dentro del sistema implantado por nuestra Ley
Fundamental.
D. Observaciones finales
603
Cfr. Op. cit., pp. 53 a 58.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 518
PÁGINA EN BLANCO
LAS FORMAS DE ESTADO 519
CAPITULO QUINTO
Uno de los problemas más complejos que afronta la teoría de Derecho Público
estriba en la distinción entre formas de Estado y formas de gobierno. Ambos
tipos de "formas" suelen confundirse y se alude indistintamente a cualquiera de
las dos entremezclándolas en las clasificaciones respectivas. Así, verbigracia,
Hauriou incluye en las formas de Estado a ciertos tipos de formas de gobierno
como la monarquía, considerándola una especie de género que denomina
"Estados compuestos" en oposición a los "Estados simples" que es el "Estado
unitario".604 El criterio distintivo entre ambas formas debe radicar en la diferencia
clara que existe entre Estado y gobierno y a la cual en ocasión precedente
hicimos mención. El Estado es una institución pública dotada de personalidad
jurídica, es una entidad de derecho. El gobierno, en cambio, es el conjunto de
órganos del Estado que ejercen las funciones en que se desarrolla el poder
público que a la entidad estatal pertenece, y en su acepción dinámica se revela
en las propias funciones que se traducen en múltiples y diversos actos de
autoridad. Estado y gobierno no pueden, pues, confundirse ni, por ende, sus
correspondientes formas. "El gobierno, dice Posada, es cosa esencialmente
distinta del Estado, ya se considere aquél como función =-de ordenar, de man-
tener un régimen, de gobernar, en suma-, ya se le defina como un conjunto de
órganos; una estructura: el gobierno es algo del Estado y para el Estado, pero no
es el Estado. Tiene el gobierno, como acaba de indicarse, dos acepciones: o se
definen como gobierno las funciones diferenciadas y específicas del Estado -y
será aquél el Estado, en la realización específica de su actividad funcional-, o
bien se aplica el término gobierno a la estructura institucional especializada,
mediante la cual el Estado hace efectivas sus funciones específicas.”605
604
Principios de Derecho Público y Constitucional, p. 360.
605
Derecho Político. Tomo 1, pp. 505 y 506.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 520
Ahora bien si las formas de Estado no dependen de las formas de gobierno, ¿cuál
es el criterio que debe servir de base a los tipos de forma estatales? Georges
Burdeau estima que las formas de Estado corresponde a las "formas del poder
estatal", afirmando que la "forma de Estado" equivale, a la "definición de la
naturaleza interna del poder cuyo soporte es la institución estatal", agregando
que " ... el problema de la clasificación de las formas de estado lleva a distinguir
los Estados que incorporan un poder y una idea de derecho únicos y los que
engloban una asociación de poder y una pluralidad de la idea de derecho",
concluyendo que "con el primer caso, está en presencia de un Estado unitario y
en el segundo ante múltiples formas políticas que designan el término
federalismo.”606 Como se puede deducir de las anteriores ideas, el ilustre
profesor de la Universidad de Dijon no puede sustraerse a la confusión entre las
formas de Estado y las formas de gobierno, según lo demostraremos
brevemente. La unidad de poder y de derecho supone indispensablemente la
unidad de una estructura de la cual uno y otro derive. El poder no puede
ejercerse sin un órgano o un conjunto de órganos, es decir, sin gobierno, y en
cuanto al derecho, éste no puede establecerse tampoco sin órganos que lo
elaboren. Consiguientemente, en el Estado unitario ese órgano o ese conjunto de
órganos serán de un solo tipo también unitario, y en el Estado federal, donde
según Burdeau hay "pluralidad" de poderes y de derechos, habrá igualmente
pluralidad de órganos que desarrollen los poderes y que produzcan los derechos.
De ello se infiere que el Estado federal importa un sistema de competencias
entre los órganos plurales, o sea, entre sus "gobiernos", y en el Estado unitario
existirá un régimen competencial único que estructure a un solo gobierno. En
606
Traité de Science Politique. Tomo II "L'Etat", pp. 313 u 314
LAS FORMAS DE ESTADO 521
sujetos. Los derechos de los particulares frente al Estado carecen de toda garantía
jurídica, mientras que la autoridad regia está limitada sólo a pactos de vasallaje,
estipulados con los diversos feudatarios sobre la base de una relación de
prestaciones recíprocas.
"El Estado autoritario está inspirado por el postulado de que ciertas minorías
(élites) son superiores a las masas y que el jefe posee cualidades excepcionales
que lo elevan sobre todos los ciudadanos. Se tiende, en consecuencia, a la con-
centración de poderes en el jefe, a la abolición de los procedimientos electorales o
de sus garantías; se reduce la libertad, surge la hipertrofia administrativa, etc. El
principio jurídico del Estado autoritario se condensa en esta fórmula: 'El interés de
la colectividad, interpretado autoritariamente por el más capaz, debe prevalecer
sobre los intereses singulares', su derecho constitucional se articula como 'técnica
de la autoridad'.
Ferrando Badía, por su parte, señala como forma estatal, además de la unitaria y
de la federal, a la regional. Afirma que existe como diferenciado del Estado
federal y del Estado unitario, el Estado regional. Como es lógico, la base de este
último tipo es la región que es «un hecho geográfico, etnográfico, económico,
histórico y cultural vivido en común",609 indicando que Italia es un caso típico de
dicha forma estatal.
No creemos que exista un "Estado regional" por las razones que a continuación
exponemos. La región, según la describe Ferrando Badía, tiene como centro
esencial a un determinado elemento humano o colectividad, en un cierto
territorio, con los elementos comunes que dicho autor menciona. Ahora bien, ese
supuesto "Estado regional" sería una entidad independiente, o un Estado
miembro de un Estado federal, o una división política y administrativa de un
Estado unitario. En el fondo, la región, que no debe identificarse con el espacio
territorial, equivale a la nación misma o, al menos, a una cierta nacionalidad
desde el punto de vista sociológico. Si esa región, nación o nacionalidad viven
dentro de un Estado unitario o dentro de un Estado federal, su existencia no
autoriza a considerarla como una forma estatal diferente de las dos anotadas; y
si una región, nación o nacionalidad se organiza jurídica y políticamente de
manera autónoma, autárquica o descentralizada, su implicación
609
Op. Cit., p. 146
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 524
En conclusión, las formas estatales clásicas son estas dos últimas, sin que en
puridad lógica, jurídica y política exista el tipo de "Estado regional".
Respecto de este tópico, Kelsen expresa que: "Las dos formas fundamentales a
las que se pueden reducir todas las llamadas 'uniones de Estados' son el Estado
federal y la confederación, advirtiendo que damos al concepto de confederación
un sentido más amplio del que generalmente se le atribuye, incluyendo en dicho
concepto tanto las 'uniones' (en sentido estricto), como las relaciones de protec-
torado y vasallaje ... "611 Por otra parte, para dicho autor no existe diferencia
esencial, sino de grado, entre el Estado federal y la confederación, según sea
mayor o menor la centralización o la descentralización. "En ambos casos, dice,
se trata de comunidades jurídicas cuyo ordenamiento consiste en normas válidas
sobre todo el territorio y en normas vigentes tan sólo en ciertas partes del mis-
mo; advirtiendo que la extensión y la importancia de los objetos que son regula-
dos por las primeras, es decir, por las normas centrales, es mayor que la impor-
tancia y extensión de las materias reguladas por las normas locales; de modo
que el orden jurídico vigente en la totalidad de un territorio y el conjunto de
todos los órdenes parciales recibe, en un caso, el nombre de 'Estado' -induda-
blemente, debido al grado de centralización-, mientras que en el otro se llama
'confederación' de Estados. Aparte de esta distinción, entran en juego otros
momentos formales, de organización técnica, los cuales, sin embargo, no pueden
aportar ninguna diferenciación ulterior entre la confederación y el Estado federal
y no suministran, lo mismo que el primer criterio, más que una diferencia
gradual, en modo alguno fundamental entre ambas clases de uniones."612
610
Optamos por el adjetivo "central", en virtud de que el término "unitario" se presta a
equívocos, ya que el Estado federal es un todo unitario aunque compuesto de "partes".
611
Teoría General del Estado, p. 254.
612
Ibíd.., p. 255
LAS FORMAS DE ESTADO 525
porque consta sólo de un aparato gubernamental que lleva a cabo todas las
funciones estatales. También el ordenamiento constitucional es único. b) La
organización política abarca una colectividad unificada considerada globalmente,
sin tomar en consideración las diferencias individuales o corporativas. Las
decisiones de los gobernantes obligan a todos los nacionales de un modo igual
(homogeneidad del poder). c) La organización política cubre todo el territorio
estatal de un modo idéntico, o sea, sin reconocer diferencias entre las distintas
entidades locales. 614
A. Su concepción jurídico-política
Cuando dos o más cosas se unen es porque cada una de ellas permanecía se-
parada o desvinculada de las demás, de tal suerte que la unión comprende
inexorablemente la idea de composición, de formación de un todo mediante la
aglutinación de diversas partes.
614
bis lnstitutions politiques et droit constitutionnel, París, 1972, p. 234. Obra citada por
Juan Ferrando Badia en su libro ya mencionado, pp. 39 y 40.
615
Debemos hacer hincapié en el sentido de que tanto en el Estado federal como en el
unitario existe la descentralización. Burdeau señala, dentro de este último, diferentes
tipos de descentralización, entre ellas la territorial y la "por servicio" (Op. cit., pp. 332 a
39.)
LAS FORMAS DE ESTADO 527
alianza que concertan entre sí y por la creación de una nueva entidad distinta y
coexistente, derivada de dicha alianza. La independencia previa de Estados
soberanos, la unión formada por ellos y el nacimiento de un nuevo Estado que
los comprenda a todos sin absorberlos, importan los tres supuestos lógico -
jurídicos y prácticos de la creación de un Estado federal o Federación.
Unidos de América.
Las partes que integraban ese todo formaban una unidad jurídico-política sin
autonomía interior y dependiendo directamente de la metrópoli. Esta situación
"La soberanía de la Unión es obra del arte. La soberanía de los Estados es natural; existe por sí
misma, sin esfuerzo, como la autoridad del padre de familia.
La soberanía de la Unión no toca a los hombres sino por algunos grandes intereses; representa
una parte inmensa, alejada, un sentimiento vago e indefinido. La soberanía de 101 Estados
envuelve a cada ciudadano de alguna manera y le toma diariamente en pequeños detalles. En
ella, la que se encarga de garantizar su propiedad, su libertad, su vida Influye en todo momento
sobre su bienestar o su miseria. La soberanía de los Estados se apoya en los recuerdos, en los
hábitos, en los prejuicios locales, en el egoísmo de provincia y de familia; en una palabra, en
todas las cosas que forman el instinto, la patria tan potente en el corazón del hombre." (La
Democracia en América. Tomo 1, p. 272. Edición 1848. París.)
LAS FORMAS DE ESTADO 531
funciones estatales concierne, debe observar normas superiores que, por u'
parte, no fueron elaboradas por ella, ni se pueden dejar de observar, por otra.
617
García Pelayo hace al respecto una observación interesante al afirmar que: "Esta
doctrina de la duplicidad de la soberanía y de los Estados entraba en contradicción con la
doctrina de la unicidad del Estado y, en conexión con ella, con la indivisibilidad y
exclusividad que se atribuían a la soberanía” (Derecho Constitucional Comparado, p.
222).
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 534
618
L' Esprit des Lois. Libro IX. Cap. lI..
619
Cfr. Op. cit., pp. 220 a 231.
LAS FORMAS DE ESTADO 535
620
Coincidiendo con el anterior criterio de caracterización del Estado Federal, el jurista español
José Ferrando Badía aduce a dicha forma estatal las siguientes notas: a) el Estado federal o
Estado miembro posee un ordenamiento constitucional propio, libremente establecido por el
poder constituyente federado, y revisable por él sin más límite que el respeto a la Constitución
federal. b } El ordenamiento constitucional del Estado-miembro constituye un sistema estatal
completo, regulando todos los órganos por los que se manifiesta habitualmente el poder del
Estado (autonomía administrativa, ejecutiva y jurisdiccional). e) El Estado-miembro o federado
está regido por verdaderos gobernantes, no por funcionarios sujetos a control. Las autoridades
federadas actúan con plena competencia dentro de los límites que la Constitución federal
establece. Los órganos del Estado federado son absolutamente autónomos dentro de su órbita
jurídica. Si en el ejercicio de sus atribuciones estuvieran sometidos a la intervención, dirección o
control de los órganos federales no constituyentes, entonces ya no nos encontraríamos ante un
verdadero Estado federado. d) El ordenamiento político del Estado federado es de tipo rígido. Así
como el Estado unitario puede alterar libremente el grado de descentralización local, las
competencias del Estado federado no pueden ser reducidas o suprimidas sin su propio
consentimiento o participación. (El Estado unitario, el federal y el Estado regional. Madrid, 1978,
p. 101.)
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 536
(último reducto del régimen federal mexicano, es decir, la única barrera que la
postre deba evitar que la evolución económica y social de México transforme a
nuestra patria en un verdadero Estado central.
B. El problema de la secesión
si esa soberanía no existe dentro del Estado federal, malamente puede ser
ejercitada por alguna de sus entidades componentes.
Por otra parte, tampoco la idea del pacto federativo, como acto creador del
Estado federal, puede fundar la validez de la tesis secesionista. Si bien es cierto
que en su concertación intervienen libre y soberanamente los Estados miembros
y que éstos tienen la potestad de abstenerse de ingresar a la Federación,
"En el año 1765, la Gran Bretaña trató de hacer leyes para gobernar a las trece colonias
americanas, y habiendo dado esto lugar por la cuestión de derechos, terminó por fin
aquella el 4 de julio de 1776, declarándose por las colonias, que eran y por derecho
debían ser, Estados independientes, y que como tales estaban autorizadas para declarar
la guerra, celebrar la paz, contraer alianzas, mantener el comercio y hacer, en fin, todo
aquello a que están autorizados los Estados independientes. También se declaró de una
manera solemne que cuando una forma de gobierno no llena los fines para que se
estableció, tiene el pueblo el derecho de alterarla o suprimirla para instituir otra, y por
esto mismo, en la convicción de que el Gobierno de la Gran Bretaña no satisfacía al país,
declarándose las colonias libres de toda alianza con Inglaterra, considerando disuelta su
unión con aquella potencia. Reconocida la Declaración de la independencia, cada uno de
los trece Estados entró separadamente en el ejercicio de su soberanía; adoptó una
Constitución y nombró funcionarios para administrar el Gobierno en los departamentos
legislativo, ejecutivo y judicial. Para entender a la común defensa acordaron unir sus
armas y sus consejos, y en 1778 formarán una liga conocida con el nombre de Artículos
de la Confederación, por la cual convinieron en confiar la administración de las
relaciones extranjeras en un agente común, al que se llamó Congreso de los Estados
Unidos, declarándose terminantemente que cada Estado debería conservar su soberanía,
libertad e independencia, y todos los poderes y derec hos delegados en el Congreso de
los Estados Unidos" (J. A. Spencer. "Historia de los Estados Unidos", tomo III, pp. 218 y
219).
LAS FORMAS DE ESTADO 539
también es verdad que una vez celebrado, es decir, una vez expedida y
ratificada la constitución que lo expresa, no sólo ya no tienen el derecho de
separación, sino que, inclusive, asumen la obligación de adaptar sus constitu-
ciones particulares a la federal. Por ende, la secesión implicaría el quebranta-
miento o la violación del pacto constitucional federal, que tiene fuerza obliga-
toria, en su carácter de ley suprema, para todas las entidades federadas, sin que
ninguna de ellas pueda eludir ni mucho menos infringir sus mandamientos. El
principio pacta sunt seruenda, con referencia al Derecho Constitucional, debe
necesariamente respetarse, ya que la Constitución que establece el Estado
federal, bajo su aspecto convencional no puede quedar al arbitrio de los Estados
que en ella decidieron federarse. Suponer lo contrario equivaldría a desconocer
otro principio, el de la supremacía del ordenamiento constitucional de la
Federación, pues bastaría que un Estado expidiese una declaración "reasu-
miendo su soberanía", para que tal ordenamiento queda e siempre al arbitrio de
él en cuanto a su obligatoriedad.
624
Así sucede en México conforme al artículo 136 constitucional que ya comentamos.
LAS FORMAS DE ESTADO 541
que la idea federalista nace en la breve etapa histórica de nuestro país com-
prendida entre 1812 y la Constitución de 1824, en que expresa y claramente se
proclama. Desde luego, debe advertirse que la gestación del régimen federal en
México no tradujo el desarrollo espontáneo y natural que tuvo en los Estados
Unidos de Norteamérica. Allá su establecimiento obedeció a un proceso
centrípeto definido, esto es, de la diversidad a la unidad, de la preexistencia de
entidades jurídico-políticas soberanas e independientes entre sí, a la formación
de un nuevo Estado total con personalidad, poder y autoridades propias,
distintas y separadas de las de los Estados miembros. En el vecino país del
Norte, los Estados que constituyeron la Federación no sólo gozaban, desde que
eran colonias, de una especie de autarquía o autonomía gubernativa en las tres
funciones estatales (self-government), sino que, al emanciparse de la metrópoli,
surgieron a la vida política como entidades independientes de ella y entre sí. La
preexistencia de verdaderos "Estados libres y soberanos", como primera etapa
del proceso natural de la formación federativa, y previo concierto
deliberadamente acordado entre ellos, dio origen a una Confederación, dentro
de cuyo sistema conservaron su autonomía interior y su independencia externa,
sin crear una nueva entidad. El régimen confederal que precedió a la federación
norteamericana no estableció, en efecto, un Estado superior con poder y
autoridades diferentes de las de las entidades confederadas, sino que se
contrajo a instituir una asamblea, compuesta por sus representantes, que sólo
tenía facultades consultivas y sin que sus decisiones ostentaran ningún carácter
compulsorio. Los débiles lazos que dentro del régimen confederal acercaban,
más que unían, a los Estados federados y el designio de éstos para fortalecerse
ante peligros y amenazas comunes que pudiesen provenir del exterior, fueron
las causas primordiales de que se pensara en crear una federación, acto que se
realizó en la Constitución norteamericana de 1787, discutida y aprobada en la
famosa Convención de Filadelfia y ratificada posteriormente por las legislaturas
de los Estados.
632
Entre otros, Tocqueuille así lo considera al expresarse de la manera siguiente: "Los
habitantes de México, queriendo establecer el sistema federal, tornaron como modelo y
copiaron casi enteramente la Constitución federal de los anglo-americanos, sus vecinos.
Pero al transportar a ellos la letra de la ley, no pudieron transportar al mismo tiempo el
espíritu que la vivifica. Se les ha visto, pues, embarazarse sin cesar entre los rodajes de
su doble gobierno. La soberanía de los Estados y de la Unión, saliendo del círculo que la
Constitución había trazado, se interferían cotidianamente. Actualmente (1848) aún,
México se arrastra sin cesar de la anarquía al despotismo militar y del despotismo militar
a la anarquía" (La Democracia en América. Tomo I, p. 269).
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 544
(Art. 23).
"Segundo: Velar sobre la buena inversión de los fondos públicos de los pueblos, y
examinar sus cuentas, para que con su visto bueno recaiga la aprobación superior,
cuidando de que en todo se observen las leyes y reglamentos.
"Sexto: Dar parte al Gobierno de los abusos que noten en la administración de las rentas
públicas.
"Noveno: Dar parte a las Cortes de las infracciones de la Constitución que se noten en la
provincia.
partidos en sus respectivas provincias, para que en cada una de ellas hubiere un
juez letrado de Primera Instancia, conforme al artículo 273 de la Constitución, y
de proponer el número de subalternos de que debiera componerse cada juzgado
de Primera Instancia.
634
La Diputación Provincial el Federalismo Mexicano, pp. 19 Y 20.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 548
"Así pues, el origen del federalismo en México -según juicio muy certero de
Nettie Lee Benson- se puede remontar a la forma de gobierno establecida por la
Constitución de 1812 para España y sus colonias. Proveyó de un Gobierno
representativo y de independencia política a cada provincia. Creó las diputacio-
nes provinciales, de las que seis se adjudicaron a México. Y es muy posible que
Ramos Arizpe, uno de los diputados liberales americanos más sagaces, que nun-
ca perdía la oportunidad de sostener los derechos de las Américas -particular-
mente los de las Provincias Internas de Oriente-, propusiera y abogara por esta!
diputaciones provinciales como base del sistema que hubo de incorporarse en la
Constitución mexicana de 1824. Considerado generalmente como el padre del
federalismo en México, Ramos bien puede reclamar también la paternidad de la
diputación provincial.”635
en un discurso que pronunció con motivo del homenaje que en ese año se rindió
a la Constitución de 1824 en su primer centenario. Dado lo valioso de tales
apreciaciones, creemos pertinente transcribirlas: "Nosotros creemos que el fede-
ralismo fue consecuencia de nuestra organización política. El sistema federal no
fue creado de un golpe en la América Española, sino que fue heredado de nues-
tros padres, como lo demuestra el doctor Matienzo. Efectivamente, 105
españoles han constituido en la historia, y constituyen hasta la fecha, un grupo
de diversos Estados extremadamente celosos de la autonomía. Haciendo
contraste con otros pueblos de Europa, el elemento germánico de España
-observa Biendermann- conservó su independencia comunal y provincial. Cuando
el descubrimiento de América, las diversas naciones que formaban España
635
O p. cit., p. 21
LAS FORMAS DE ESTADO 549
habían !legado apenas a formar bajo un mismo trono una nación completa. Era
natural que estas tendencias idealistas se trajeran al Nuevo Mundo y, por lo
tanto, hubiera cierta dirección en el sentido de establecer gobiernos locales. Por
otra parte, la dificultad de la comunicación y la diferencia de climas y de
condiciones de vida tenían que acentuar forzosamente una tendencia general a
la autonomía.
Carta de Cádiz, lucharon de manera tenaz, y muchas veces violenta, para que el
Gobierno nacional, de tendencias centralizadoras, reconociese su existencia y
autonomía, propugnando que nuestro país, roto el vínculo de dependencia que lo
unía con España, adoptase el sistema federal. Es más, a la sazón, las men-
cionadas diputaciones comenzaron a erigirse, en algunos casos, en "legislaturas"
y a convertir a sus respectivas provincias en "Estados libres y soberanos".
unirse a México, aun cuando antes hubiesen dependido de otras provincias del
mismo reino de Guatemala." 637
Bien es sabido que don Agustín, contando con el apoyo militar, urdió una
maniobra parlamentaria para que el Congreso, coaccionado por la soldadesca, lo
exaltara a un trono imperial ficticio y sin ningún arraigo en nuestra vida política;
y así, el 19 de mayo de 1822, fue proclamado Iturbide "emperador de México".
637
México a Través de los Siglos. Tomo IV, p. 201
LAS FORMAS DE ESTADO 553
la reinstalación del Congreso disuelto por Iturbide, quien no tuvo otra .disyuntiva
que acceder a esta coactiva petición en marzo de 1823. Siendo insostenible la
situación política de Iturbide, pues por un lado tenía en su contra al Congreso y,
por otro, a los pronunciados en el Plan de Casa Mata, don Agustín se vio
constreñido a abdicar el 19 del citado mes y año. "El Congreso consideró el 8 de
abril que no había lugar a discutir la abdicación por haber sido nula la
coronación, y declaró igualmente nula la sucesión hereditaria e ilegales los actos
realizados desde la proclamación del Imperio. Por decreto de la misma fecha,
declaró insubsistente la forma de gobierno establecida en el Plan de Iguala, el
Tratado de Córdoba y el Decreto de 24 de febrero de 1822, quedando la nación
en absoluta libertad para constituirse como le acomodase."638
"Con la adopción del Plan de Casa Mata -sostiene Nettie Lee Benson-, en menos
de seis semanas, por parte de casi todas las circunscripciones territoriales
principales, México quedó dividido en provincias o Estados independientes. Al
tiempo que cada una de ellas prestaba su adhesión al Plan, asumía el dominio
absoluto sobre sus asuntos provinciales y se declaraba así mismo independiente
del aún existente Gobierno de Iturbide', agregando que "las provincias habían
tomado por completo el cuidado de su administración dentro de sus propias
fronteras" y que "el jefe político se había convertido en el ejecutivo provincial y
la diputación provincial o alguna junta había asumido las funciones legislativas ...
"639
638
Felipe Tena Ramírez: Leyes Fundamentales de México, p. 122.
639
La Diputación Provincial y el Federalismo Mexicano, p. 121.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 554
"2) Al presente, su territorio está formado por los veintiocho distritos que
formaban la intendencia: Guadalajara, Acaponeta, Autlán, Auhacatlán, La Barca,
Colima, Cuquío, Compostela, ColotIán, junto con el de Nayarit y el Corregimiento
de Bolaños, Etzatlán, Hostotipaquillo, Lagos, Mascota, Real de San Sebastián,
San Bias, Santa María del Oro, Sayula, Sentispac, Tomatlán, Tala, Tepatitlán,
Tepic, Tlajomu1co, Tequila, Tonatlán, Tuzcacuesco, Zapotlán el Grande y
Zapopan;
''1) Todos los habitantes del Estado tienen el derecho de votar en las elecciones
para representantes que constituirán el Congreso Constituyente provincial;
"8) Todos los habitantes del Estado gozarán de los derechos inalienables de
libertad, seguridad, igualdad y propiedad, y el Estado está obligado a ga-
rantizarlos;
"9) A su vez, los habitantes del Estado están obligados a respetar y obedecer a
LAS FORMAS DE ESTADO 555
"10) Los tres Poderes -Legislativo, Ejecutivo y Judicial- nunca podrán coincidir en
la misma persona, ni dos Poderes podrán estar combinados;
"13) El Poder Ejecutivo del Estado residirá en el jefe político actuante, quien en lo
futuro se llamará Gobernador del Estado de Jalisco;
"16) El Poder Judicial en el Estado será ejercido por las autoridades actualmente
establecidas y la audiencia será la corte de más alta apelación;
"18) El Estado será gobernado por la Constitución española y las leyes exis-
tentes, en todo lo que no se contradiga con el presente Plan;
sin raíces y guiados por el puro aspirantismo, como entonces se decía; pero en el
fondo, esto es disimular y ocultar el problema. Las manifestaciones federalistas
eran emanación, y sólo así se explica su reciedumbre, de fuerzas reales no
carentes de profundidad.640 Sin embargo, no faltó quien, como el diputado por
Veracruz José María Becerra, se pronunciara en contra de la Federación. Es
interesante hacer alusión a su pensamiento, porque, podría decirse, los
conceptos antifederalistas que lo informan implicaron las bases de sustentación
de las ideas centralistas que posteriormente cristalizaron en las Constituciones
de 1836 y 1843.
Dada la extensión del voto particular que al respecto formuló Becerra, y aunque
presenta muchos ángulos importantes de carácter doctrinario para abogar por la
no adopción del sistema federal, sólo nos concretaremos a transcribir las ideas
centrales que contiene: "Cuatro son las proposiciones que se encierran en el
principio referido [el que establecía que era la voluntad general de la nación
constituirse en República federadal: l. Que hay voluntad general en la nación
para constituirse en República Federal; 11. Que la manera en que esta voluntad
está manifestada es la suficiente para conocerla sin equívoco; III. Que hay
precisión de seguirla y conformarse con ella, y la IV, y última: Que la ley es la
expresión de la voluntad general, que es el principio corriente. Todas estas
proposiciones son absolutamente falsas o cuando menos muy dudosas, para que
se pueda levantar sobre ellas un edificio sólido, teniendo una verdad eterna
sobre que construirlo, que es la de que en materia de gobierno todo debe
dirigirse al mayor bien y felicidad de la nación. Entremos al examen de estas
proposiciones y antes de ello suplico a vuestra soberanía, que aunque tenga por
paradojas mis asertos, use la indulgencia conmigo de presentarme benigno su
atención.
640
Op. cit., p. 358.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 558
refiera sus mismas palabras para mayor claridad: "Si cuando el pueblo, sufi-
cientemente informado, delibera y no tienen los ciudadanos entre sí alguna
comunicación, del gran número de pequeñas diferencias resultará siempre la
voluntad general, y la deliberación será siempre buena; mas cuando se forman
facciones y juntas parciales a expensas de la grande, la voluntad de cada una de
esas asociaciones viene a ser general por relación a los miembros, y particular con
respecto al Estado: no se puede decir entonces que hay tantos votantes como
hombres, sino tantos cuantas asociaciones: las diferencias vienen a ser menos
numerosas y dan un resultado menos general. En fin, cuando una de estas juntas
es tan grande que supera todas las otras, entonces no hay por resultado una suma
de pequeñas diferencias, sino una diferencia única, ni hay tampoco la voluntad
general, porque el voto que prevalece no es más que un voto particular.'
"Parece que basta la simple lectura de este párrafo para convencerse de que en la
que se llama voluntad general de nuestra nación para constituirse en República
federal, no se encuentran las señales que debían clasificarla de esa suerte, y que
por lo mismo es enteramente falsa su existencia...
641
Isidro Montiel y Duarte. Derecho Público Mexicano. Torno I1, pp. 14, 15, 20 y 21.
LAS FORMAS DE ESTADO 559
A las entidades federativas se las vinculó con el Gobierno nacional en cuanto que
se les dio la facultad de nombrar dos senadores cada una de ellas, "según
prescribiese la Constitución" (Art. 12).
642
Citado por Reyes Heroles. El Liberalismo Mexicano. Tomo 1, p. 407. El discurso en que
el doctor Mier expuso sus ideas antifederalistas se reproduce en las páginas 280 a 294
de la obra "Acta Constitutiva de la Federación", publicada por el Gobierno de la
República en el año de 1974 para conmemorar el sesquicentenario de la implantación
del federalismo en México.
643
Como acertadamente lo sostiene Jesús Reyes Heroles, quien influyó notablemente en
la redacción y contenido de este documento y, por ende, en la implantación del régimen
federal en México, fue don Prisciliano Sánchez a través de su estudio-proclama que
nominó "El Pacto Federal del Anáhuac", de 26 de julio de 1823. Cfr. "El Liberalismo
Mexicano". TOMO I, pp. 383 a 390. Dicho Pacto se encuentra transcrito en el volumen
segundo de la importante obra intitulada "La República Federal Mexicana. Gestación "
Nacimiento", publicada por el Gobierno de México en 1974
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 560
el 29 de abril de 1835) Y de aquí salieron las llamadas Siete Leyes, que formaron
la primera Constitución centralista del país y que, del año de 1836 al de 1841,
habían de ser el estatuto fundamental de nuestra organización política."
"A pesar de esto, nos apropiamos la palabra federación, y con ella no logramos
otra cosa que subvertir su significado para darle otro, que es exactamente su
señor Presidente fue hecho prisionero en 1833 por el general Arista y se supo
que se le proponía la dictadura, los diputados se apresuraron luego a levantar un
acta secreta, por la cual se comprometían a formar cuatro repúblicas
independientes de los diversos Estados de la federación."645
645
Montiel y Duarte. Derecho Público Mexicano. Tomo III, pp. 185.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 568
que ella misma afianzó; al de las libertades locales, tan queridas de la nación; al
de nuestra respetabilidad exterior que permaneció inviolable durante su reinado;
al de los únicos días pacíficos y venturosos de que hasta hoy hemos disfrutado.
El menos detenido examen de nuestras circunstancias actuales debe
convencernos de que nos hallamos muy lejos de poder contar con tan favorables
auspicios; debe persuadirnos a que nada será hoy tan patriótico como el colocar
las leyes fundamentales de la República bajo el amparo de todos esos
prestigios".
por establecer "la forma central, más omisiosa todavía que la de las Bases
Orgánicas, haciendo que el Gobierno general se injiera en la administración
interior de los Estados".
646
Montiel y Duarte. Op. cit. Tomo IV.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 572
federales. Por ello, era indispensable que dichas materias, como las que hemos
reseñado, se segregaran de la competencia de las autoridades locales para in-
gresarlas al ámbito legislativo de la Federación. De esta guisa, la Constitución de
57 logró la consolidación de la unidad nacional, dejando para el gobierno interior
de los Estados aquellas cuestiones que podían manejarse legislativa y
administrativamente por cada uno de ellos, dentro de su órbita autónoma, sin
afectar los intereses económicos y sociales vitales de la nación. No de otra ma-
nera se enfoca la evolución de un país hacia el fortalecimiento de su propio ser
político-jurídico dentro del concierto internacional, ya que dicho fortalecimiento
sólo puede obtenerse mediante la solidificación de los vínculos que unen a las
partes componentes de un Estado, lo cual necesariamente exige una directriz
común de las materias en que todas ellas por igual y como integrantes de una
entidad total están interesadas. Jamás la evolución de un régimen federal se
debe orientar hacia la ampliación paulatina de la autonomía de los Estados, ya
LAS FORMAS DE ESTADO 573
que este impulso traería como consecuencia fatal la disgregación del todo
mediante la erección de éstos, en entidades soberanas capaces de separarse de
él. Por eso, el llamado "derecho de secesión" de los Estados ha sido repudiado
en forma absoluta por la doctrina constitucional, no sólo por antijurídico, sino
también por peligroso para la unidad nacional.
"Igualmente, ha sido hasta hoy una promesa vana -decía el ilustre varó de
Cuatro Ciénegas-- el precepto que consagra la federación de los Estados que
forman la República Mexicana, estableciendo que ellos deben ser libres y
soberanos en cuanto a su régimen interior, ya que la historia del país demuestra
que por regla general y salvo raras ocasiones, esa soberanía no ha sido más que
n: minal, porque ha sido el Poder central el que siempre ha impuesto su voluntad
limitándose las autoridades de cada Estado a ser los instrumentos ejecutores las
órdenes emanadas de aquél. Finalmente, ha sido también vana la promesa de la
Constitución de 1857, relativa a asegurar a los Estados la forma republicana,
"Sin pretender consignar los argumentos en pro y en contra cambiados entre los
partidos de uno y otro régimen, solamente haremos mención de aquel que, por
tener más apariencia de seriedad, es sostenido aún en la fecha por personas de
cierta ilustración. Dicen éstas que el federalismo entre nosotros es una institu-
ción que, por ser imitada del régimen político de los Estados Unidos de Norte-
américa, es artificial; que como antecedente histórico, la colonia de Nueva Espa-
ña formaba un régimen central sin entidades políticas independientes, las cuales
fueron creadas por la Constitución federal de 1824.
647
Diario de los Debates del Congreso Constituyente de Querétaro. Tomo I.
LAS FORMAS DE ESTADO 575
648
Op.. cit. Tomo I, pp. 672 Y 673
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 576
"El régimen federativo ha tenido importancia más bien como disolvente de todo
despotismo, que como disolvente de despotismo federal; ha sido un factor de
libertad nacional y no un factor de autonomías cantonales; el partido progresista
se ha encariñado instintivamente con ese sistema, porque él llama á un número
de individuos á la vida pública y derrama y distribuye el poder en multitud de
fracciones, y no porque tenga la virtud de equilibrar y unir intereses provinciales;
el partido del retroceso le ha visto con temor é instintiva antipatía, no por sus
propiedades de composición administrativa, sino porque á su amparo crecía y se
alimentaba el espíritu de reforma en la vitalidad política de las provincias.
"Así es como se explica que en los Estados Unidos del Norte, el pacto federativo,
el Gobierno federal, han sido extraños á las transformaciones políticas y sociales,
á los cambios en sentido democrático operados en las constituciones de
los Estados, las que se han modificado sin alterar para nada el pacto federal;
mientras que en México la Constitución federal y el partido federalista son los
que han sometido a su influencia á las constituciones particulares de los Estados,
los que han sometido á toda la nación al impulso progresista iniciado por los
poderes federales. Podremos, pues, afirmar que en el pueblo !l0rteameri.cano. la
Constitución federal es obra de los Estados, una obra que deja y ha dejado In-
tactas sus constituciones particulares, que no ha tenido ni tiene influencia
directa en su manera de ser social; y que en México la Constitución federal ha
Sido una obra eminentemente nacional, que ha transformado la constitución
económica, política y social de los Estados, que los ha sometido á fórmulas
dictadas por los poderes federales; y j cómo no si los Estados mismos son obra
de la Federación y no ésta obra de los Estados!
"Por esto la historia y la conciencia popular han adunado entre nosotros la idea
de federación á la idea de progreso y la idea de centralismo á monarquía á la
idea de retroceso, de tradición de statu qua; por eso el partido liberal defiende el
lábaro federativo como símbolo de democracia, más bien que como escudo de
soberanías locales, como agente de libertad nacional, más que como
salvaguardia de la autonomía de los Estados; por eso hoy mismo ese partido
liberal tolera las extralimitaciones de los poderes federales en el orden político,
en el administrativo, en la acción legislativa, y no toleraría, así lo creemos, el
cambio radical del credo democrático, del económico, del credo social formulado
en la Carta fundamental y que responde á las libertades y preocupaciones de
toda la nación y no á los derechos y fueros federativos de los Estados.
"La historia está allí para confirmar las verdades que hemos enunciado y para
demostrar que la federación ha sido combatida no por federación, no por los
vicios ó defectos políticos de ese sistema, sino que ha caído envuelto en la
derrota de un partido nacional, ó ha triunfado con las victorias del partido na-
cional opuesto; que ha figurado en nuestras luchas civiles como un accidente,
como un asociado de programas más radicales, más vastos, en una palabra, más
nacionales.”649
649
Revista de Legislación y Jurisprudencia. Tomo VII, pp. 558 a 561
LAS FORMAS DE ESTADO 579
"Nuestra patria, por lo contrario, era una sola colonia regida por la misma ley, la
cual imperaba aun en las regiones que entonces no dependían del virreinato de
Nueva España y ahora forman parte integrante de la nación, come Yucatán y
Chiapas. No existían Estados; los formó, dándoles organización independiente, la
Constitución de 1824.
"Los ciudadanos que por primera vez constituyeron a la nación bajo la forma
republicana federal, siguiendo el modelo del país vecino, copiaron también el
nombre de 'Estados Unidos', que se ha venido usando hasta hoy solamente en los
documentos oficiales. De manera que la denominación de Estados Unidos
Mexicanos no corresponde exactamente a la verdad histórica.
650
Diario de los Debates del Congreso Constituyente de Querétaro. Tomo I, p. 402
LAS FORMAS DE ESTADO 581
"Ahora, por el Norte y por el Occidente, la capitanía general de Nueva Galicia fue
también independiente por mucho tiempo de la Nueva España, y aún cuando
andando el tiempo el gobierno colonial creyó necesario a su política incorporar la
capitanía de Nueva Galicia como provincia de la Nueva España, el espíritu
localista de la Nueva Galicia quedó vivo, y tan es así, que en el año de 1823
hubo una especie de protesta o movimiento político en la capital del Estado de
Jalisco, en nombre de toda la antigua provincia, diciéndole claramente a México:
'Si no adoptas el sistema federal, nosotros no queremos estar con la República
Mexicana'; eso dijo el Occidente por boca de sus prohombres. Aquel movimiento
político no tuvo éxito, porque la República central en aquel momento tuvo
fuerzas suficientes para apagar el movimiento; pero surgió la idea federal y
quedó viva, indudablemente, hasta que, por efecto de dos revoluciones, el
pueblo mexicano falló esta cuestión de parte de los liberales federalistas en los
campos de batalla. Desde entonces la idea federal quedó sellada con la sangre
del pueblo; no me parece bueno, pues, que se quieran resucitar aquí viejas ideas
y con ellas un peligro de esta naturaleza.
del Norte tienen antecedentes gloriosos de esa protesta de Jalisco; porque Jalisco
y Coahuila dieron los prohombres de la idea federal, entre otros, Prisciliano
Sánchez, Valentín Gómez Farias, Juan Cañedo, Ramos Arizpe, los que fueron
verdaderos apóstoles de la idea federal; Jalisco y Coahuila han dado, pues, su
sangre para sellar esos ideales, que son hoy los de todo el pueblo mexicano¡ por
tanto, creo que todos los diputados de Occidente deben estar en estos
momentos perfectamente dispuestos para venir a defender la idea gloriosa de la
federación." 651
651
Op. cit., pp. 404 y 405 del tomo I
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 582
652
Op. cit. Tomo I, pp. 407 y 409
653
Idem, p. 419.
LAS FORMAS DE ESTADO 583
"La Constitución de 1857, dice dicho jurisconsulto, supone que los Estados
existieron antes de ella; lo indica así el preámbulo donde se asienta que los
representantes de los diferentes Estados, del Distrito y Territorios se reunieron
para decretar la Constitución; lo confirman varios artículos de ella, lo comprueba,
por último, la circunstancia de haber sido firmada por los diputados en su ca-
rácter de representantes por los Estados. No reconocemos que esta
preexistencia de los Estados sea una verdad histórica; sólo la admitimos como
una ficción legal, de la cual se derivan varias consecuencias jurídicas y
constitucionales inútiles de mencionar.
654
El Amparo de Morelos. Colección de artículos publicados en el "Porvenir". Edición
1874.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 584
655
Creemos oportuno recordar que la Constitución de 1824 no incurrió en tales defectos,
pues simplemente declaró en su artículo 4 que "La Nación mexicana adopta para su
gobierno la forma de república representativa popular federal", idea que corresponde a
la formación federativa de México.
656
El texto de estos preceptos es el siguiente: "Las facultades que no están
expresamente concedidas por esta Constitución a los funcionarios federales se
entienden reservadas a 101 Estados.”
657
tratar acerca del Poder Legislativo aludiremos a ambos tipos de facultades.
LAS FORMAS DE ESTADO 585
casos
"Mientras que las facultades explícitas son las conferidas por la Constitución a
cualquiera de los Poderes federales, concreta y determinadamente en alguna
materia, las facultades implícitas son las que el Poder legislativo puede
concederse a sí mismo o a cualquiera de los otros dos Poderes federales como
medio necesario para ejercitar alguna de las facultades explícitas."
658
Derecho Constitucional Mexicano, pp. 120 Y 121
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 586
Bien sabido es que el origen del principio postulado por el artículo 124 cons-
titucionales remonta a la enmienda décima de la Constitución norteamericana
Celoso del tantas veces citado principio fue don Mariano Otero, quien en su
famoso Voto de 5 de abril de 1847, antecedente directo del Acta de Reformas
del mismo año, sostenía la competencia rigurosa, limitada y estricta de las
659
Op. cit., p. 118.
660
La Constitución de los Estados Unidos. Editorial Kraft. Tomo II, p. 149.
LAS FORMAS DE ESTADO 587
c) En todo sistema jurídico federal, que se integra con dos tipos de derecho
positivo, el nacional y' el local, o sea, el de la federación y el de las entidades
federadas, opera necesariamente el principio de la supremacía del primero. Sin
este principio, dicho sistema no podría funcionar. En efecto, dentro del territorio
de un Estado miembro rige su derecho y el derecho federal en diferentes
ámbitos de normatividad establecidos conforme al principio de que tratamos
anteriormente. Ahora bien, en el supuesto de que entre uno y otro de tales
órdenes jurídicos exista alguna contradicción, la prevalencia normativa
corresponde al federal, situación conflictiva que sólo puede darse al
quebrantarse el régimen de competencia que opera entre los órganos federales
y los locales.
los Estados, las que en ningún caso podrán contravenir las estipulaciones del
pacto federal." Claramente se advierte que, conforme a este precepto, en el
Estado mexicano funcionan los dos órdenes jurídicos mencionados, correspon-
diendo la hegemonía normativa no sólo a la Ley Fundamental Federal, sino a la
legislación secundaria de la Federación y a los tratados internacionales, según se
colige del artículo 133 constitucional que ya examinamos en el capítulo anterior.
Es más, dicha hegemonía impone a los gobernadores de los Estados federados la
obligación de publicar y hacer cumplir las leyes federales decretada por el
artículo 120 de la Ley Suprema. Por consiguiente, dentro del sistema jurídico
mexicano, la pirámide normativa está formada jerárquicamente «de maiore ad
minus" por los siguientes ordenamientos: a) la Constitución federal;665 b ) leyes
federales Y tratados internacionales que no se opongan a ella; c) reglamentos
heterónomos federales; d) constituciones particulares de los Estados; e) leyes
665
Para Kelsen, toda Constitución Federal es el Estado federal mismo, es decir, el orde-
namiento jurídico omnicomprensivo y total, sin el cual no podrían existir el orden
normativo nacional ni los órdenes normativos de las entidades federadas. Al respecto, el
afamado jurista vienés asienta: "Del mismo modo que de los Estados que integran la
comunidad jurídica internacional no puede considerarse que se hallan coordinados sino
por referencia al Derecho Internacional situado sobre todos ellos, delegándolos, no es
posible hablar tampoco de una coordinación entre el Estado superior y los miembros, en
el Estado federal, sino por referencia a la constitución total que delega en ambos
órdenes parciales. Esta constitución es la que merece propiamente el nombre de Estado
federal Y la que le representa en el sentido de una totalidad que abraza tanto a la unión
como a los miembros -a la manera de como un marco abraza su contenido-. (Teoría
General del Estado, p. 262.)
LAS FORMAS DE ESTADO 589
666
Es de suponerse, atendiendo a la natural opinabilidad que caracteriza a la Ciencia
Jurídica, que respecto de la gradación que forma la pirámide normativa dentro del
sistema mexicano, existen diferentes clasificaciones elaboradas por la doctrina. Así,
Jorge Carpizo expone los criterios de García Máynez, Gabino Fraga y Mario De la Cueva,
principalmente, en un interesante estudio intitulado "Interpretación del Artículo 133
constitucional", cuya lectura recomendamos. Debemos hacer notar que De la Cueva
coincide mis o menos con nuestra clasificación jerárquica, colocando, sin embargo, entre
la Constitución Federal y las leyes federales a lo que llama "leyes constitucionales" Y a
los tratados internacionales, entendiendo por "leyes constitucionales" las que emanan
material Y formalmente del ordenamiento supremo y por "federales ordinarias" las que
sólo por modo formal derivan de él (Carpizo. Estudio mencionado, publicado en el tomo
II. Nueva serie número 4. Enero-Abril de 1969. Boletín Mexicano de Derecho Comparado).
Para nosotros, lo que De la Cueva llama leyes constitucionales son las "orgánicas o
reglamentarias de preceptos constitucionales" cuando éstos expresamente prevén u
ordenan su expedición, acto que no necesariamente es de la competencia de los órganos
federales, sino que también puede incumbir a las entidades locales, como en los casos
de la reglamentación profesional (Art. 5) y de la expropiación por causas de utilidad
pública (Art. 27). Consiguientemente, lo que dicho maestro denomina "leyes
constitucionales" por emanar "material y formalmente de la Constitución", si son de
carácter local no pueden prevalecer sobre las "federales ordinarias", por esta razón a
aquéllas no las incluimos en nuestra clasificación jerárquica como tip o especial de leyes.
667
No es verdad que el orden constitucional mexicano no establezca facultades
concurrentes entre la Federación Y los Estados en forma absoluta, pues, verbigracia, en
lo que concierne a la campaña para combatir el alcoholismo tanto el Congreso de la
Unión como las legislaturas.
668
locales están facultados para dictar leyes encaminadas a ese objeto, según lo ordena
enfáticamente el artículo 117, in fine, de la Constitución Federal. Además, la misma
Suprema Corte ha sostenido que la materia de salubridad no es exclusiva de la
Federación, pues dentro de ella y por lo que atañe "a la lucha contra las sustancias
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 590
Tales son los rasgos generales del régimen federal mexicano a nivel estric-
tamente constitucional. Sin embargo, en la realidad el Presidente de la República
designa a los gobernadores de los Estados, cumpliéndose sólo formalmente con
el requisito de la elección popular mayoritaria. Para tal designación no se con-
sulta al pueblo de la entidad federativa de que se trate, aunque se realice cierta
labor de auscultación entre los sectores mayoritarios que lo componen y que
también formalmente están incorporados a la membrecía del Partido Re-
volucionario Institucional. Los gobernadores prácticamente fungen como auxi-
liares o colaboradores del Ejecutivo Federal, por no decir como servidores del
mismo. Las legislaturas locales aprueban inconsultamente las reformas a la
Constitución Federal, aunque éstas restrinjan su autonomía legislativa. Además,
en lo que atañe al ámbito fiscal, el erario federal da participación al de los
Estados sobre los ingresos que obtiene, distribuyéndose éstos proporcionalmen-
te también a los municipios. Esta situación se revela en la falta de autarquía o
autosuficiencia económica de las entidades federativas y de los municipios que
las integran, los cuales no podrían subsistir sin el respaldo pecuniario de la
Federación.
CAPITULO SEXTO
671
A este respecto, S. V. Linares Quintana apunta que "El vocablo gobierno indica la
acción y el efecto de mandar con autoridad, ordenar, dirigir y regir" (aspecto
funcional) y haciendo suyas las palabras de Jiménez de Aréchega anota que "el
gobierno es un sistema orgánico, creando, afirmando y desenvolviendo el orden
jurídico". Tratado de la Ciencia del Derecho Constitucional, Tomo VI, pp. 9 y 10
672
Principios de Derecho Público y Constitucional, p. 360; y Derecho Constitucional
Mexicano, novena edición, 1968, pp. 197 y ss., respectivamente. También Kelsen
identifica ambas formas, al estimar a la aristocracia, la democracia, la monarquía y la
república como "formas de Estado", siendo, por lo contrario, "formas de gobierno"
(Teoría General del Estado, Cap. IX).
673
Sería demasiado prolijo, y hasta tedioso, exponer todas las concepciones que se
han sustentado sobre la implicación de la idea "formas de gobierno", concretándonos
a recordar algunas de ellas. Así, Linares Quintana dice que "la forma de gobierno es
la manera de hacer efectiva la representación reflexiva y especial en que el gobierno
consiste. El gobierno del Estado obra mediante instituciones políticas, por lo que su
forma será según éstas se constituyan y combinen" (Op. cit., p. 13), coincidiendo en
este punto con el pensamiento de Posada. Para Karl Loeuienstein "el término forma
de gobierno se refiere en general al ordenamiento funcional --coordinación y
subordinación- de los diversos órganos en el proceso de determinación de la voluntad
del Estado" (Reflexions sur la valeur des constitutions dans une époque
révolutionnaire: Esquisse d'une ontologie des Constitutions, "Revue Francaise de
Science Politique", París, enero-marzo de 1952, vol. II, núm. 1, p. 17. Cita contenida
en la obra de Linares Quintana ya mencionada: tomo VI, p. 15)
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 594
Un criterio más o menos lógico para clasificar las formas de gobierno debe
fundarse en la implicación jurídica de este concepto. A este propósito, reite-
ramos que por gobierno se entiende el conjunto de órganos que desempeñan
el poder público del Estado a través de las diversas funciones en que éste se
traduce y la actividad imperativa en que tales funciones se despliegan. Por
tanto, los tipos de la mencionada clasificación deben atender a uno y a otro
aspecto, que, según dijimos, pueden combinarse dentro de un mismo
régimen o sistema político.675
11. LA MONARQUÍA
A. Ideas generales
674
Así, Burdeau, en cierto modo corroborando la anterior apreciación, manifiesta que
"la teoría constitucional dispone de un rico vocabulario para calificar los diferentes
modos de ejercicio del poder: régimen representativo, democracia directa, gobierno
parlamentario, gobierno de asamblea, dictadura, etc. Sin poner en juicio el valor de
las clasificaciones establecidas a partir de estas diversas nociones, conviene observar
que ellas no ofrecen sino una imagen muy imperfecta de la realidad política" (Op. cit.,
tomo IV, p. 292). Por su parte, Linares
675
Quintana, haciendo un laudable esfuerzo de paciencia y acuciosidad, señala las
clasificaciones de las formas de gobierno que diversos autores han postulado,
remitiéndonos a su exposición en obvio de repeticiones (Op. cit., tomo VI, pp. 17 a
40)
4
al mismo tiempo una autocracia, el gobierno está sujeto al solo arbitrio del
rey o emperador, sin supeditarse a ningún orden jurídico preestablecido que
no pueda modificar, reemplazar o suprimir. Las tres funciones del Estado, es
decir, la legislativa, ejecutiva y judicial, se centralizan en el monarca, quien
las ejerce por conducto de órganos que el mismo designa o estructura norma-
tivamente. En dicho tipo de monarquía impera el principio quod principii
placuit, legis habet vigorem y el de legibus solutus, y la existencia histórica
de diferentes regímenes políticos organizados conforme a ellos se trató de
justificar por el pensamiento teológico-filosófico de la Edad Media mediante el
supuesto
B. El monarquismo en México
a) Epoca colonial
677
Mario Bernaschina González. Manual de Derecho Constitucional. Tercera edición
1958. Santiago de Chile. Tomo 1, p. 284.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 596
Es sabido que durante esta época nuestro país, denominado "Nueva España",
pertenecía al "demonium" y al "imperium" del Estado monárquico español.
Hemos recordado que las autoridades coloniales eran nombradas por el
monarca y dependían de su irrestricta voluntad, ya que en su persona, como
gobernante absoluto, concentraba en el más alto grado jerárquico las
funciones legislativa, administrativa y judicial. También hemos manifestado
que las monarquías absolutas se sustentaban en el principio teológico-filosófi-
co que expresaba que "todo poder dimana de Dios" -omnis potestas a Deoy
que, como el rey era conceptuado representante divino en asuntos terrenales
o temporales, su voluntad y actuación no estaban sometidas a ninguna ley
humana -principio de legibus solutus-, sino que, por lo contrario, él era el
creador de las normas jurídicas que regían las relaciones sociales en todos
sus aspectos. Dicha elevada investidura imponía a los reyes absolutos
obligaciones ético-políticas en favor de sus súbditos que desembocaban en el
desiderátum
Es evidente que los dos principios mencionados, al haber sido la base idéntica
de sustentación del régimen monárquico absoluto de España, se proyectaron
hacia la organización político- administrativa de las colonias, cuya estructu-
ración jurídica dependía del ilimitado poder del rey; y como en relación con la
Nueva España ya bosquejamos dicha estructura en un capítulo anterior de la
presente obra, no nos vamos a referir a este tópico para no ser cansada e
inútilmente reiterativos.678
La Nueva España formó obviamente parte del territorio del Estado consti-
tucional monárquico español (Art. 10), habiendo estructurado la Constitución
gaditana su organización interna como "provincia de ultramar". Según ella, el
gobierno político de la colonia residía en un "jefe superior" nombrado por el
rey, siendo su órgano popular representativo la "diputación provincial", de la
cual hemos hablado en un capítulo anterior de esta obra, órgano que tenía
por misión procurar la prosperidad de la provincia respectiva (Arts. 324 y
325). Por lo que atañe a la función judicial, ésta se encomendó, en la Nueva
España, a las audiencias como tribunales superiores de apelación en los casos
civiles y criminales, así como a los jueces de letras y a los alcances en sus co-
rrespondientes jurisdicciones (Arts. 261, párrafo noveno, 268, 273, 274 y
275).
e) El imperio de Iturbide
insurgencia, a diferencia de los otros dos que eran monarquistas, siempre fue
republicano y presionó para que México adoptase la consiguiente forma de
gobierno con la que se supuso que el pueblo obtendría la felicidad mediante
la ingenua esperanza de que para ello bastaría el libre y espontáneo
funcionamiento de las instituciones respectivas. Dicha forma gubernativa se
descubre, en efecto, desde los primeros documentos emanados del
pensamiento insurgente, descollando entre ellos la Constitución de
Apatzingán de 14 de octubre de 1814. En la lucha tenaz entablada por tales
partidos, que sustancialmente se antojan meras corrientes políticas aus-
piciadas por los diferentes grupos aludidos, triunfó en el Congreso Constitu-
yente de 1823-24 la idea republicana, victoria que se tradujo en la expedición
del Acta Constitutiva de la Federación Mexicana de 31 de enero de 1824 y de
la Constitución Federal de 4 de octubre del mismo año, que fue la primera
Carta fundamental del México independiente y a la cual hemos hecho
reiteradas referencias.
"No solamente en México, dice don Manuel Rivera Cambas, sino en todas las
que fueron colonias españolas, estaba generalizada la idea monárquica. Aun
Bolívar opinaba porque se estableciera entre sus compatriotas un imperio
presidido por un Borbón de Francia; en Buenos Aires, donde la democracia
encontraba buen terreno, en poblaciones industriosas y mercantiles, los jefes
de la guerra nacional, de 1810 a 1815, Rivadavia a su cabeza, habían tenido
la singular idea de pedir a Napoleón I que les enviara al viejo monarca Carlos
IV, para que reinara en el poderoso Estado que se formaría del Chile, Río de la
Plata y Alto Perú, y aunque después cambió el candidato, permanecieron las
intenciones monárquicas a tal grado, que en 1819 las autoridades de las
provincias argentinas dieron un voto público en favor del duque de Orléans. Y
es digno de notarse que en estos países, lo mismo que en México, antes de
medio siglo había reemplazado al monárquico el sentimiento republicano.
681
Las intenciones de algunos países europeos, principalmente Francia, para crear
protectorados en los países latinoamericanos sujetos a su propio régimen político,
provocaron que el Presidente Monroe formulara el 4 de diciembre de 1823 la famosa
declaracién que lleva su nombre y que dice: "Es un homenaje que debemos a la
verdad y a nuestro deseo de confirmar nuestras relaciones amistosas con las
potencias aliadas declarar que consideraríamos como peligrosa a nuestro reposo y a
nuestra seguridad toda tentativa que ellos hicieran para extender su sistema a una
parte cualquiera de este continente. Nos hemos abstenido de intervenir en las
colonias o dependencias reales de los diferentes Estados europeos y la misma
conducta observaremos en lo porvenir. En lo que respecta a los Estados que han
proclamado y hecho proclamar su independencia, que hemos reconocido después de
madura consideración y conforme a principios de justicia, no podriamos considerar
sino como una manifestación de sentimientos hostiles a los Estados Unidos toda
intervención que tuviera por objeto oprimirlos o influir de cualquiera manera que
fuese en sus destinos. Durante la lucha que ha tenido lugar entre estos nuevos
gobiernos y la España, nos hemos declarado neutrales; en el mismo momento en que
los reconocíamos, hemos observado la neutralidad y en ella persistiremos, con tal
que no se verifique ningún cambio, que en la opinión de los poderes que constituyen
nuestro gobierno, sea de tal naturaleza que haga indispensable a la seguridad de los
Estados Unidos un cambio correspondiente de Imperio". Tomo lA, p. 22).
682
Manuel Rivera Cambas. Op. cit. Tomo lA, p. 7. Editorial Academia Literaria, 1962,
prólogo de Leonardo Pasquel.
LAS FORMAS DE ESTADO 601
683
Op, eit., p. 8.
684
Este subterfugio consistió, como se sabe, en el rehusamiento del Gobierno
mexicano para pagar a un fondero francés llamado Remontel la cantidad de sesenta
u ochenta mil pesos por concepto del precio de unos pasteles que dijo le fueron
"robados" por algunos oficiales mexicanos. Sobre este hecho, que ridiculizó al
gobierno de Luis Felipe representado en México por el barón Deffaudis, don Manuel
Payno comenta con ironía indignada que: "La política de la Francia ha sido desde
hace años atrás, invadir con cualquier pretexto a las naciones débiles y proporcionar
a sus soldados el modo de ganar con facilidad lo que se llama gloria militar. En esta
vez era menester que uno de los príncipes de la casa de Orleáns hiciera su
aprendizaje a costa nuestra... Las reclamaciones exageradas de algunos de sus
nacionales por daños y perjuicios que se les habían originado en nuestras guerras
civiles dieron el pretexto. Entre ellas figuraba una enorme reclamación que se llamó
generalmente de los pasteles, porque un pastelero francés decía que le habían sido
robados pasteles por valor de sesenta a ochenta mil pesos" (Cita contenida en la obra
"De Barradas a Baudin" de don Carlos Pe re ira. Edición 1904, p. 213, nota 1). A su
vez, este distinguido historiador manifiesta que "Hubo, pues, pasteles y razón para
llamar a aquella guerra la de los pasteles; así la bautizó el ingenio popular cuyo
instinto certero hirió en la fibra de ridículo a la altiva potencia que nos hundió con su
flota." (Op. cit., pp. 213 y 214.) En relación con la guerra "pastelaria", el mismo
Pereira formula las siguientes observaciones a guisa de corolario: "El gobierno
mexicano contestó las demandas de la legación francesa con moderación y
serenidad. Cuando se presentó el ultimatum, apoyado por una flota, aceptó la guerra.
Se estableció un bloqueo, comenzaron las hostilidades, y tras una breve y torpe
resistencia militar hubo de ceder el gobierno, otorgando cuanto pedían los
representantes de Francia, que contaban con veintiséis barcos bajo el mando del
almirante Baudin". "En 1833 no pudo México presentar fuerzas defensivas para
impedir o resistir al menos con heroísmo los atropellos de Francia, por el estado
general de desorganización del país, que alcanzaba al ejército, formado, corno las
legiones de los césares, y corno todos los vestigios d e una buena colectividad que se
disuelve, de héroes fieles a las viejas tradiciones y de conspiradores nutridos de
venalidad. Así, el 5 de diciembre, mientras Santa Anna representaba una comedia de
heroísmo, otros huían y sólo algunos mantuvieron el decoro militar de la República.
En la humillación del año 1838, el estado anárquico de la sociedad mexicana acusó
una forma especial: tuvimos diplomáticos que condujeron las negociaciones hasta un
rompimiento necesario, puesto que era el propósito de Francia imponernos la
condición servil; no tuvimos militares que secundando a los diplomáticos, hubieran
impedido la consumación del premeditado crimen" (Op. cit., pp. 230 a 232)
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 602
688
La Intervención y el Imperio. Tomo IA, p. 91.
689
Cita contenida en la obra de Reyes Heroles ya señalada, p. 337 del tomo 11.
690
No resistimos la tentación de reproducir los documentos en que tan airadas protestas
se contienen, tomando su texto de la importante obra de Rivera Cambas, donde se halla
inserto. "El Gobierno Supremo ha visto con el debido aprecio y satisfacción los
sentimientos de indignación y patriotismo que V. E. manifiesta en la representación que
me remite, con motivo a la publicación del impreso a que se refiere, y dispone le diga por
resultado: que el señor Presidente abunda en las mismas ideas que V. E. no sólo por los
deberes sagrados que le impone el alto puesto que ocupa, y a que está ligado por el
solemne juramento que hizo de sostener el sistema republicano, sino también por tener la
grande satisfacción de haber contribuido a la consumación de la Independencia nacional
en unión del inmortal Iturbide, de cuyo precioso bien quedaríamos privados si lo que es
imposible, llegase a tener efecto el antinacional programa de establecer en nuestro país
una monarquía regida por un príncipe extranjero, que para sostenerse necesitaría traer
consigo un ejército, contra el cual combatirían de nuevo los mexicanos, para volver al
goce de su Independencia y de libertad que han adquirido al precio de tantos sacrificios;
cuyo hecho no sería dudoso, porque si el héroe de Iguala con todos sus títulos a la
gratitud nacional corrió suerte tan desgraciada en el memorable Padilla, con cuánta más
razón no debe creerse que sería peor la de cualquier otro. Puede, pues, asegurarse que
México jamás será pacificado, regido por ningún monarca, y especialmente si fuera
extranjero, cuyo trono sería constantemente combatido por los republicanos nacionales y
por todos los del continente." "Por lo que respecta al autor de tan criminal proyecto, el
Gobierno Supremo se apresurará a tomar todas aquellas providencias que son propias de
su resorte, para ponerlo a disposición del juez a quien compete conocer del delito y
aplicarle la pena que designan las leyes; no obstante lo cual cuenta, en fin, el Exmo señor
Presidente con la decisión de todos sus dignos compañeros de armas, a quienes ha
dirigido hoy la proclama, para el sostén de la independencia y dignidad nacional bajo la
forma de un gobierno republicano, así como con los esfuerzos de toda la Nación. Dios y
libertad. México, octubre 22 de 1840. Almonte. Exmo. señor general de división don
Gabriel Valencia, jefe de la plana mayor del ejército."
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 604
"Aunque como ciudadano y como militar de una nación, a cuya independencia y libertad
he tenido la gloria de contribuir en cuanto en mí ha estado, debo creer que no durará la
nación misma de mis opiniones sobre aquellas esenciales bases de su existencia política,
al ver la expresión justamente unánime de todos los mexicanos contra el monstruoso y
criminal ensayo de un príncipe extranjero, que se atrevió a proponer don José María
Gutiérrez de Estrada; no seré el último que manifiesta cuánta indignación me ha causado
la lectura del folleto en que tan impolítica como criminosa variación aconseja. Templa, sin
embargo, en gran manera este doloroso sentimiento el placer que no puede menos de
probar todo buen mexicano al contemplar que todos los colores políticos, todas las
banderas de la discordia, que por desgracia dividen el país, todos los mexicanos, en fin,
agolpados alrededor del gobierno, han prorrumpido a una voz: 'Independencia-República'
691
"Para mí es un deber sagrado sostenerlas, y no guiado de un ciego patriotismo,
sino por el convencimiento de la templada razón, me parece preferible la ruina de
todos los mexicanos entre los escombros de la República, al vasallaje de un monarca
extranjero. ¡Y quién por su siervo cambiará el honor de haber derramado su sangre
por la Independencia, ni el orgullo de haber proclamado el primero la República en
Veracruz el 2 de diciembre de 1822!
de ellas, durante los años de 1857 a 1861, hubiese obtenido éxito, ya que
dicho monarca puso como condición que en la empresa actuaran conjunta-
mente España, Inglaterra y Francia.
"Aunque el partido del señor Juárez triunfó en 1861, dice don Manuel Rivera
Cambas, en mayo de este mismo año resolvieron ofrecer los intervencionistas
la corona de México al duque de Módena, que acababa de perder sus Estados
y había quedado con una inmensa fortuna; pero sondeando el asunto,
encontraron los monarquistas que el duque no aceptaría, y el intento quedó
sin veríficativo. La dificultad proveniente de que España nada haría por sí sola
y de que Francia exigía el acuerdo con Inglaterra, así como la seguridad de
que ésta no se movería el consentimiento de los Estados Unidos, que jamás
admitirían la monarquía ni la intervención, detuvieron las gestiones de los
monarquistas, y a no haber sobrevenido acontecimientos inesperados, no se
habría visto en México un segundo Imperio."693
694
Los Estados Unidos rehusaron su participación en la aventura contraria al derecho
de gentes por comunicación del 4 de diciembre de 1861 signada por Seward.
695
El general Prim es una figura grata a México por la conducta que observó en
nuestro país antes y durante la intervención tripartita pactada en la Convención de
Londres. Don Manuel Rivera Cambas al respecto sostiene: "¿Cómo no había de ser
apreciado Prim por los mexicanos? Había levantado su voz en la tribuna,
demostrando que la Convención española tenía créditos introducidos de una manera
subrepticia y fraudulente, y que siendo viciosos desde su origen, no podrían
prevalecer por más que transcurriesen siglos, y sostuvo que México estaba en el
deber de no pagarlos; también probó que México no podía en el asunto de la
hacienda de San Vicente haber dado a España mejor satisfacción que ejecutar a los
asesinos que pudo apresar. La defensa hecha por Prim indicaba rectitud y cariño a
México. 'No seáis tan arrogantes con México que carece de ejército y armada, dijo: si
lleváis la guerra, únicamente lograréis destruir la ínfluencia que allí debe tener la raza
española, influencia que no se impone a cañonazos.' Negó con razones concluyentes
que fuera verdad el cargo de que aquí eran perseguidos los españoles, y afirmó que
México había (sic) razón en no querer tratar bajo la presión de las amenazas de la
fuerza. e. 1-B, p. 713.
LAS FORMAS DE ESTADO 607
siguiente exhortación: "i Mexicanos! Escuchad la voz de los aliados, esa voz
que se os ofrece como el ancla de salvación en medio de la tempestad que
atravesáis; entregaos con confianza a su buena fe y a la equidad en sus
intenciones; no temáis a los espíritus inquietos y revoltosos, pues si algunos
se presentaren, sabréis con vuestra actitud firme y resuelta confundirlos, en
tanto que nosotros presidiremos impasibles el grandioso espectáculo de
vuestra regeneración garantizada por el orden y la libertad." "Así lo compren-
derá, estamos seguros, el supremo gobierno, a quien nos dirigimos; así lo
comprenderán los hombres de influencia en el país, y a menos de quereros
mostrar malos ciudadanos, no podréis impedir unos y otros que se reconozca
la necesidad de deponer las armas, para no atender sino a la razón, única que
debe triunfar en el siglo XIX."
séptima prevenía la intervención del ministro de Francia en todo! los procesos que tuviesen
por objeto la persecución de los culpables designados en las anteriores cláusulas, y también
en todas las causas criminales que pudiesen presentarse contra franceses en lo porvenir.
Todas las indemnizaciones estipuladas en este ultimátum debían ganar el interés de seis por
ciento anual desde el 17 de julio; Francia ocuparía los puertos de Vera cruz y Tampico, así
como todos los que conviniesen a los comisarios del gobierno francés, para que sirvieran de
garantía a los compromisos pecuniarios fijados en el ultimátum, estipulando claramente que
los comisarios podrían nombrar agentes para recibir y repartir las sumas que
correspondieran a las potencias contratantes, sobre los productos de las aduanas marítimas.
Estos agentes estarían facultados para disminuir hasta en la mitad los derechos de
importación que se percibían en los puertos, y el gobierno mexicano no podría aumentar las
cifras señaladas por sus tarifas, sino al quince por ciento a lo más. Todas las disposiciones
que hubiere que dictar para recibir y repartir los derechos correspondientes a las potencias
contratantes deberían ser dadas en común por los representantes de Francia, Inglaterra y
España".
Por último, los comisarios ingleses "pedían en el ultimátum garantías serias por parte del
gobierno mexicano, que respondieran de su fidelidad en la ejecución de los tratados
celebrados con la Gran Bretaña; habían de quedar reembolsados los seiscientos sesenta mil
pesos tomados en el domicilio de la legación por orden de Miramón, y doscientos noventa y
seis mil que aún quedaban por pagar de la conducta ocupada en Laguna Seca; aquella suma
ganaría seis por ciento anual y ésta doce por ciento; las sumas que debían ser pagadas en
virtud de las Convenciones y cuyo servicio se aplazó por la ley de 17 de julio, ganarían
también el seis por ciento; habría en los puertos agentes del gobierno británico con la
facultad de reducir a la mitad, si lo creían conveniente, el fondo de los derechos de
importación y de internación y autorizados para asegurar la repartición justa y equitativa de
los fondos que correspondían a los tenedores de bonos y a los individuos comprendidos en
las Convenciones; se procedería al examen y liquidación de todas las reclamaciones
pendientes, para determinar la validez de las que apareciesen justas y legales¡ comenzando
a hacer el pago lo más pronto posible" (Op. cit. Tomo I-B, pp. 727, 728 y 731).
a
La actitud de Napoleón "el pequeño", como lo llamó Víctor Rugo, provocó acres censuras en
el Cuerpo Legislativo Francés. El diputado Aquiles Jubinal dijo: "Si vamos a México, señores,
para defender a nuestros nacionales y proteger eficazmente nuestros intereses, no tengo
sino agradecimiento para el gobierno del Emperador. Si, por el contrario, vamos a
LAS FORMAS DE ESTADO 609
serlo."698
e) El imperio de Maximiliano
698
México con el deliberado propósito poniéndonos así a la zaga de conspiradores
vulgares, cuyos nombres han sido publicados por la prensa, para destituir a un
gobierno libre, para derrocar a una potencia independiente y para imponer a una
nación, que no depende sino de ella misma, una forma de gobierno cualquiera, en
ese caso me permitirla preguntar al Gobierno qué sucede con ese gran principio de la
no intervención que él mismo ha proclamado en otra, partes y que tan bien ha hecho
respetar." En términos parecidos se pronunció el diputado. Jules Faure y otros
miembros de dicho Cuerpo Legislativo. (Cfr. "Voces Favorables a México en el Cuerpo
Legislativo de Francia". Recopilación, prólogo, notas y traducción de Manuel Tello,
México, 1967. Edición del Senado de la República.).
el título de Emperador de México" (Art. 2); que "La corona imperial de México
se ofrece a S.A.!. y R. el príncipe Fernando Maximiliano, Archiduque de
Austria, para sí y sus descendientes" (Art. 3) ; y que "En el caso de que por
circunstancias imposibles de prever, el archiduque Fernando Maximiliano no
llegase a tomar posesión del trono que se le ofrece, la Nación mexicana se
remite a la benevolencia de S.M. Napoleón 111, Emperador de los franceses,
699
La correspondencia mencionada se encuentra inserta en la obra de Rivera Cambas
ya señalada. Tomo I-B, pp. 622 y 623
700
Los seis ministerios quedaron distribuidos de la siguiente manera: Juan N.
Almonte, los de Relaciones y Hacienda; el arzobispo Antonio de Labastida y Dávalos,
los de Justicia y Gobernación; y el general Mariano Salas, los de Guerra y Fomento.
701
De este grupo formó parte José Ma. Gutiérrez de Estrada, quien residía en Europa.
702
Los nombres de estas personas pueden consultarse en el "Código de la
Restauración" publicado por José Sebastián Segura en 1863, pp. 69 a 73.
LAS FORMAS DE ESTADO 611
para que le indique otro príncipe católico" (Art. 4). Estas declaraciones estu-
vieron precedidas por el preámbulo siguiente: "La Asamblea de Notables, en
virtud del decreto de 16 de próximo pasado para dar a conocer la forma de
gobierno que más convenga a la Nación, en uso del pleno derecho que ésta
tiene para constituirse, y como órgano e intérprete de ella, declara con abso-
luta independencia y libertad lo siguiente: ... "703
703
La resolución de la Asamblea de Notables estuvo antecedida por una extensa
"exposición de motivos" que no hizo sino repetir, ensanchándolas con verbosidad
gradilocuente, las ideas que los monarquistas mexicanos, encabezados por Gutiérrez
de Estrada, habían venido manejando con sobado deleite y las cuales, más que
constituir el fundamento jurídico, social, político y económico del régimen que
propugnaban, se traducían en desahogos contra la república, fuese central o federal,
por los fracasos que esta forma de gobierno había sufrido durante la corta vida
independiente de México. Al finalizar esa dilatada exposición de motivos, la comisión
que la formuló, integrada por los "notables" Aguilar, Velázquez de Leán, Orozco,
Marín y Blanco, resume las "razones" sustentadoras del "imperio mexicano" en los
siguientes puntos: "lo Que el sistema republicano, ya bajo la forma federativa, ya
bajo la que más centraliza el poder, ha sido el manantial fecundo en muchos años
que lleva de ensayarse, de todos cuantos males aquejan a nuestra patria, y que ni el
buen sentido, ni el criterio político, permiten esperar que puedan remediarse sin
estirpar de raíz la única causa que los ha producido. 2. Que la institución monárquica
es la sola adaptable para México, especialmente en las actuales circunstancias,
porque combinándose en ella el orden con la libertad y la fuerza con la justificación
más estricta, se sobrepone casi siempre a la anarquía, y enfrena la demagogia,
esencialmente inmoral y desorganizadora. 3. Que para fundar el trono no es posible
escoger un soberano entre los mismos hijos del país (el cual por otra parte no carece
de hombres de un mérito eminente) porque las cualidades principales que
constituyen a un rey son de aquellas que no pueden improvisarse, y que no es dable
que posea en su vida privada un simple particular, ni menos se fundan y establecen
sin otros antecedentes por solo el voto público. 4 y último. Que entre los príncipes
ilustres por su esclarecido excelso linaje, no menos que por sus dotes personales, es
el Archiduque Fernando Maximiliano de Austria en quien debe recaer el voto de la Na-
ción para que rija sus destinos, porque es uno de los vástagos de estirpe real más
distinguido por sus virtudes, extensos conocimientos, elevada inteligencia v don
especial de gobierno" (Código de la Restauración., pp. 537 y 538.)
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 612
Según sostiene Rivera Cambas, "En vez de haber sido esa Asamblea el
órgano de la nación mexicana al designar el Imperio como forma de gobierno,
lo fue un partido, y ya hemos visto que se apartó del programa de Napoleón H
l, quien al dar sus instrucciones al general Forey, le dijo que fuese sometida al
pueblo mexicano la cuestión del régimen político que habría de quedar
definitivamente establecido en México, y que después se erigiera una
asamblea conforme a las leyes mexicanas."705 Para corroborar sus aserciones,
dicho acucioso historiador transcribe una comunicación dirigida al mariscal
Bazaine, sustituto de Forey, por Drouyn de Lluys, en nombre del citado
Napoleón, y cuyos términos son los siguientes: "Hemos acogido con placer,
como un síntoma de favorable augurio la manifestación de la Asamblea de
Notables de México, en favor del establecimiento de una monarquía y el
nombre del príncipe llamado al trono. Sin embargo, según os indiqué en un
despacho precedente, no podríamos considerar los votos de esa Asamblea
sino como un preliminar indicio de las disposiciones del país. Con toda la
autoridad que se conceda a los distinguidos hombres que la componen, la
Asamblea recomienda a sus conciudadanos la adopción de instituciones
monárquicas y designa un príncipe a sus sufragios. Toca ahora al gobierno
provisional recoger esos sufragios, de manera que no pueda quedar duda
alguna acerca de la expresión de la voluntad del país. No debo indicaros el
medio que se ha de adoptar para que ese resultado indispensable sea
completamente obtenido; debe buscarse en las instituciones y las costumbres
locales. Bien que las municipalidades sean llamadas a votar en las diversas
provincias, a medida que haya reconquistado el disponer de sí mismas, o que
se abran las listas bajo su vigilancia para recoger los votos, el mejor medio
será aquel que asegure la más alta manifestación de los votos de las
poblaciones en las mejores condiciones de independencia y de sinceridad.
General, el Emperador recomienda a vuestra atención particularmente este
punto esencia.''
704
Respuesta del archiduque al discurso de ofrecimiento de la corona pronunciado
por el presidente de la comisión respectiva, Gutiérrez de Estrada.
705
Op. cit. Tomo II-A, p. 366
LAS FORMAS DE ESTADO 613
A este respecto, el tantas veces invocado don Manuel Rivera Cambas comen-
ta: "¿Pero cómo practicar ese voto (plebiscito)? ¿Se hacia el escrutinio sola-
mente en las poblaciones ocupadas por los franceses, o en todo México? Si lo
primero, el voto no sería la verdadera manifestación de la voluntad de los
pueblos que estaban bajo la presión de las armas; si lo segundo, la apelación
hecha a los pueblos no sería oída, y por consiguiente no daría resultado
alguno. Pudo haber apreciado Maximiliano la situación con sólo examinar en
una carta geográfica el espacio reducido que ocupaba el ejército francés en el
vastísimo territorio mexicano, y considerar que aun la parte ocupada era
recorrida por numerosas fuerzas de guerrilleros. La libertad y la sinceridad del
voto no eran posibles, y mucho menos cuando en las siete octavas partes de
la nación se desatendía el llamamiento a votar."706
"Nosotros probaremos, así lo espero, que una libertad bien entendida se concilia perfec-
tamente con el imperio del orden: yo sabré respetar la primera y hacer respetar el segundo.
El mismo día en que Maxirniliano aceptó el trono, firmó con Napoleón III el
documento conocido con el nombre de Tratado de Miramar, en el que, a
cambio del apoyo militar francés de veinticinco mil hombres, el gobierno im-
perial se comprometía a entregar a Francia anualmente veinticinco millones
de francos para sufragar los gastos que habían requerido y requiriese el
sostenimiento en México del cuerpo de! ejército expedicionario, gastos que se
calcularon en doscientos setenta millones desde el comienzo de la expedición
hasta el primero de julio de 1864, y cuya suma causaría un interés del tres
por ciento anual. Además, desde esa fecha en adelante, el régimen del archi-
duque debía pagar mil francos anuales por cada soldado francés y cuatro-
cientos mil francos por gastos de cada viaje entre Francia y el puerto de Vera-
cruz que exigiese el servicio de transporte de la tropa, reconociéndose, por
otra parte, el fraudulento adeudo de Jecker.
"Por último, señores, os debo anunciar que antes de partir para mi nueva patria, sólo me
detendré el tiempo preciso para pasar a la Ciudad Santa a recibir del venerable pontífice la
bendición tan preciosa para todo soberano, pero doblemente importante para mí que he sido
llamado a fundar un nuevo Imperio" (Inserción contenida en la obra de don Manuel Rivera
Cambas intitulada "Historia de la Intervención y del Imperio". Tomo II-B, pp. 579 y 580).
708
Op. cit. Tomo II-B, p. 573.
LAS FORMAS DE ESTADO 615
709
Compendio de Historia de México, pp. 521 y 522.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 616
eficaz empeño de todo lo que interesa al bienestar del soldado" (Art. 46).
Importantes restricciones a la actividad militar y en beneficio de los civiles se
prescribieron en el artículo 48 del citado Estatuto Provisional, al establecer
que "La autoridad militar respetará y auxiliará siempre a la autoridad civil;
nada podrá exigir a los ciudadanos, sino por medio de ella, y no asumirá las
funciones de la misma autoridad civil, sino en el caso extraordinario de
declaración de estado de sitio, según las prescripciones de la ley". Diversas
disposiciones sobre nacionalidad y ciudadanía mexicanas se contenían en los
artículos 53 a 57 de dicho ordenamiento y a cuyo texto nos remitimos; y por
lo que concierne a las garantías individuales, su título XV consagraba las pri-
mordialidades de seguridad jurídica, y a las que nos referimos en nuestra
obra respectiva."710
710
Las Garantías Individuales. Capítulo VII
711
Leyes Fundamentales de México, p. 669.
LAS FORMAS DE ESTADO 617
país. Por otro lado, si el archiduque, poniendo en práctica sus ideas liberales y
populistas,712 hubiere decidido, como eran sus intenciones, que la constitución
definitiva del imperio emanase de la voluntad popular mayoritaria, tendría
que haber enajenado la soberanía en favor del pueblo para que éste, por
conducto de sus representantes reunidos en una asamblea constituyente,
hubiese sido la fuente de su creación. En estas condiciones, habría surgido el
riesgo para el mismo Maximiliano y el partido conservador que a costa de su
vida trató de apuntalarlo en un débil, deleznable y postizo trono, de que el
pueblo o sus diputados, sin la fuerza de las bayonetas, hubiese votado una
constitución republicana o ratificado la de 1857. Las anteriores conjeturas no
hacen sino revelar que la monarquía "constitucional" que trató de establecer
el archiduque habría sido, por una parte, un
f) Observaciones conclusivas
cencia que caracterizó a los nueve primeros lustros de nuestra vida indepen-
diente. Sin embargo, el aniquilamiento del imperio de Maximiliano fue una
saludable lección para propios y extraños. En cuanto a los mexicanos, porque
reveló que ningún régimen puede fincarse establemente sin el respaldo popu-
lar mayoritario que nunca puede ser reemplazado por la fuerza militar; y por
lo que concierne a los extranjeros, porque demostró que no se puede
impunemente vulnerar la soberanía y dignidad de un pueblo débil. Uno de los
errores principales de los monarquistas consistió en creer que la monarquía
produciría la erradicación de todos los males, trastornos y conflictos
permanentes que achacaban al sistema republicano, fuese federal o central,
sin haber advertido que no son las formas de gobierno, en sí mismas consi-
deradas, las fuentes de bienestar o desdicha de un pueblo, sino el elemento
humano que en cualquiera de ellas encarne a los órganos del Estado. Dentro
de una república puede ahogarse la libertad y disfrazarse una autocracia tirá-
nica con la mera etiqueta que este nombre ostenta, así como en un régimen
monárquico puede operar la democracia con todos los elementos que este
sistema comprende. La estabilidad y el funcionamiento regular de las institu-
ciones, independientemente de la forma gubernativa a que pertenezcan, obe-
decen a la sinergia entre gobernantes y gobernados, y este factor, a su vez,
III. LA REPÚBLICA
A. Ideas generales
715
De República. Libro I,XXV.
716
Teoría General del Estado, p. 434. Traducción de Luis Legaz Lacarnbra, 1948.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 622
717
Teoría General del Derecho y del Estado. Traducción de Eduardo García Máynez.
Edición 1950. Imprenta Universitaria
718
Cfr. Teoría General del Estado. Capítulo XX. El distinguido profesor de Heidelberg
dice, en efecto, que" ... si bien es inexacto que todo poder corresponda
necesariamente al rey, sí es cierto, respecto de todas las monarquías, incluso de las
que han dado en sus constituciones cabida al principio democrático, que todas las
funciones del Estado tienen su punto de partida y, por tanto, su punto de unión, en el
monarca". "En las monarquías, continúa Jellinek, no precisan, por tanto, todos los
demás órganos estar subordinados de un modo necesario al monarca; pero sí
necesitan al menos depender de él en el sentido de la dirección de su actividad; su
funcionamiento ininterrumpido y la prestación de fuerza de ley a sus acuerdos han de
depender de su voluntad" (Op. cit., p. 554).
LAS FORMAS DE ESTADO 623
719
Teoría de la Constitución, pp. 46 Y 47.
720
L'Espirit des Lois. Libro segundo. Capítulos I y II.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 624
a) Esparta
b) Atenas
Sin embargo, fue Solón quien constituyó jurídicamente dicho régimen político
de gobierno. Nombrado arconte y después legislador supremo e investido por
la opinión pública con la misión de pacificar Atenas y de conciliar los intereses
de los diversos grupos que se disputaban el poder, el célebre estadista
expidió una constitución que implicó un notable progreso hacia el estableci-
miento de la república democrática, ya que, mediante un sistema mixto de
gobierno que compartían la nobleza y la clase media, atemperó el poder ab-
sorbente de la aristocracia, independientemente de que decretó diferentes
e) Roma
722
No entra en nuestros propósitos la exposición y el comentario exhaustivo del
régimen jurídico-político ateniense, sobre el cual existe una abundante literatura. Nos
hemos contraído a señalar los rasgos sobresalientes de dicho régimen en una
apretada síntesis, para cuya formulación hemos tomado como base la obra de
Roberto Cohen intitulada "Atenas, una Democracia”.
723
Los plebiscitos implicaban no sólo una especie de referéndum popular, sino los
decretos o acuerdos tomados en ellos. Como dice Teodoro Mommsen, "Los plebiscitos
(plebi-scita, lo que agrada al pueblo) no eran, por sí mismos, decretos con fuerza de
ley; venían a ser lo mismo que las decisiones o acuerdos tomados en nuestros
mítines modernos, pero consistiendo la diferencia entre los comicios por centurias y
los comicios por tribus, menos en el fondo que en la forma, por lo que quisieron los
plebeyos dar valor legal a estas emanaciones de libre voto de la ciudad. La ley Icilia,
por ejemplo, procedía de un plebiscito." (Historia de Roma. Editorial Aguilar, p. 343.)
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 628
La ley Icilia, votada en el año 492 antes de Jesucristo (Año 262 de la fundación de
Roma) imponía severas penas a quien interrumpiese en sus discursos a los tribunos
de la plebe o disolviese una asamblea popular.
724
El célebre romanista ya citado explica que patricios y plebeyos se pusieron de
acuerdo, después de graves y continuas disenciones, en que "debía procederse a la
redacción del Código y marchó inmediatamente una embajada a Grecia para estudiar
y traer de allí las leyes de Solón y las de los demás legisladores helénicos. Al regreso
de los embajadores, se nombraron lo nobles (decenviros), hacia el año 303 (451 a. J.
C.) con la misión de redactar las leyes romanas: tuvieron la autoridad suprema en
lugar de los cónsules (decenviri consulari imperio legibus scribundis); suspendióse el
tribunado, así corno el recurso de apelación y los nuevos magistrados sólo se
obligaron a no atentar contra las libertades juradas por el pueblo. Si examinamos a
fondo todas estas medidas, no hallaremos en ellas otro objeto principal que la
limitación del poder consular por el texto de la ley escrita. Parece que se
convencieron de la imposibilidad de prolongar una situación en que la anarquía oficial
y permanente conducía por fuerza a la ruina del Estado, sin provecho para nadie". El
mismo Mommsen agrega que "Los decenviros del año 303 (451 a. J. C.) llevaron su
proyecto de ley ante el pueblo, que lo votó, y quiso que se grabase en lo tablas de
bronce y después fuese clavado en el Forurn, en la tribuna de las arengas, delante de
la curia. Sin embargo, pareciendo necesarias otras adiciones, se eligieron nuevos
decenviros para el año 304 (450 a. J. C.), los cuales debían completar la ley,
redactando dos tablas suplementarias. Así se promulgó la famosa Ley de las Doce
Tablas, el primero y el único Código de Roma." (Op. eit., p. 352.)
LAS FORMAS DE ESTADO 629
d) Edad Media
725
Mommsen presenta una tabla de clasificación de las diferentes magistraturas
durante la República romana, adscribiéndolas a la clase patricia, a la plebeya o a
ambas (Cfr. Op. cit.., PP. 608 y 609).
726
Este conocido episodio de la historia política de Roma lo relata Mommsen detalla
damente en sus tantas veces invocada obra (pp. 338 a 340).
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 630
727
Los "güelfos" eran, en Italia, los partidarios del Papa y los "gibelinos" los de los
emperadores durante la Edad Media y llegaron a significar, respectivamente, grupos
"democráticos" y "aristocráticos”.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 632
Todos los principios, todas las ideas que formaron la turbulenta mística
republicana de los más fogosos revolucionarios franceses, se preconizaron
por la filosofía política del iluminismo y se recogieron en importantes y
trascendentales documentos elaborados y votados por los representantes del
pueblo y de los partidos reunidos en una Asamblea Popular primero y en una
Convención nacional después. De ellas surgió la famosa Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1798;729 la Constitución de 1971730
que conservó la monarquía; la Constitución de 1793731 que estableció la
728
Historia de la Revolución Francesa. Editorial Aerópago, Argentina. Tomo V, p. 112.
729
En el capítulo primero de nuestro libro Las Garantías Individuales hacemos un
somero comentario de este documento.
730
Esta Constitución contenía una declaración de los derechos humanos y del
ciudadano, un catálogo de los principales deberes del Estado, como el de socorrer a
los niños abandonados y a los adultos pobres y enfermos, el de impartir enseñanza
gratuitamente, el de proporcionar trabajo a los indigentes capacitados y el de
organizar las fiestas nacionales. Dividió el reino de Francia en departamentos,
distritos y cantones; consideró al matrimonio como un contrato ci1lil solamente.
Declaró que la soberanía reside en la nación, estableciendo la representación política
de ésta en favor del cuerpo legislativo y del rey; y en sustitución del absolutismo
monárquico implantó la monarquía limitada o constitucional hereditaria. Adoptó el
sistema unicamaral, prescribiendo que la Cámara jamás podía ser disuelta por el rey,
en quien depositó el poder ejecutivo. Dispuso que el monarca podía nombrar a los
ministros de Estado, sin que los pudiese escoger de entre los miembros de la
Asamblea nacional para garantizar la independencia de ésta. Para impedir que algún
miembro de la familia real adquiriese popularidad y pudiese dar un golpe de Estado,
ordenó que ninguno de ellos pudiese ocupar ningún puesto público. En cuanto al
poder judicial, previno que el nombramiento de los jueces y del ministerio público
proviniese del pueblo y tratándose de causas penales, implantó el jurado popular,
habiendo creado, además, un tribunal de casación. La Constitución a que nos
referirnos tuvo muy relativa y breve aplicación, pues la misma Asamblea nacional, el
10 de agosto de 1792, suspendió provisionalmente al poder ejecutivo, o sea, al rey,
convocando a una Convención nacional, la cual, apenas reunida, decretó la abolición
de la monarquía. La Convención nombró entonces un Comité compuesto por
girondinos para redactar un proyecto de nueva Constitución, mismo que no aceptó,
encomendándose la elaboración de otro al Comité de Salud Pública que se convirtió
en la Carta Republicana de junio de 1793.
731
La Constitución de 1793 rompió con todas las instituciones del antiguo régimen
que aún se reflejaron en la de 1791. Proclamó que la soberanía es una, indivisible,
imprescriptible e inalienable, residiendo en el pueblo. Declaró que la nación tiene en
todo tiempo el poder de cambiar su constitución y estableció la república. Depositó el
poder legislativo en una sola asamblea elegida por un año por las asambleas
electorales, mismas que hizo derivar del sufragio universal y directo de los
LAS FORMAS DE ESTADO 633
república como
Así, para Madison, la forma republicana era la "conciliable con el genio del
pueblo americano, con los principios fundamentales de la Revolución (la de in-
república, o al menos dar este nombre, a un gobierno que deriva todos sus
poderes directa o indirectamente de la gran masa del pueblo y que
administra por personas que conservan sus cargos a voluntad de aquél,
durante un periodo limitado o mientras observen buena conducta. Es esencial
que semejante gobierno proceda del gran conjunto de la sociedad, no de una
parte inapreciable, ni de una clase privilegiada de ella; pues si no fuera ese el
caso, un puñado de nobles tiránicos, que lleven a cabo la opresión mediante
una delegación de sus poderes, pueden aspirar a la calidad de republicanos y
reclamar para su gobierno el honroso título de república. Es suficiente para
ese gobierno que las personas que lo administren sean designadas directa o
indirectamente por el pueblo, y que la tenencia de sus cargos sea alguna de
las que acabamos de especificar; ya que, de otro modo, todos los gobiernos
que hay en los Estados Unidos, así como cualquier otro gobierno popular que
ha estado o pueda estar bien organizado o bien llevado a la práctica, perdería
su carácter de república.”734
734
El Federalista. Número XXXIX. Edición Fondo de Cultura Económica, 1943, pp. 161
Y 162
LAS FORMAS DE ESTADO 635
C. El republicanismo en México
Después del efímero y fracasado imperio de Iturbide, como se sabe, triunfan las
ideas republicanas y el régimen respectivo se implanta en la Constitución
Federal de 1824.735 Tales ideas y régimen se reiteran en las Leyes
735
En la exposición de motivos de esta Constitución se afirma, en efecto, que "Vuestros
representantes, al congregarse en el salón de sus sesiones, han traído el voto de los
pueblos expresado con simultaneidad y energía. La voz de la República federada se hizo
escuchar por todos los ángulos del continente, y el voto público por esta forma de
gobierno llegó a explicarse con tanta generalidad y fuerza como se había pronunciado
por la independencia. Vuestros diputados no tuvieron, pues, que dudar sobre lo que en
este punto deseaba la nación." El artículo 4 de dicha Ley Fundamental, que declara como
forma de gobierno la "república representativa popular federal",. reitera el artículo 5 del
Acta Constitutiva de la Federación Mexicana de 31 de enero de 1824. La fe republicana
se renueva por don Mariano Otero en su célebre Voto de 5 de abril de 1847, que fue el
antecedente eidético básico del Acta de Reformas de 18 de mayo de ese mismo año,
documento que restauró la Constitución de 24, a la que el ilustre jalisciense guardó gran
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 38
Fundamentales
"Lo han alcanzado los buenos hijos de México, combatiendo solos, sin auxilio de nadie, sin
recursos, ni los elementos necesarios para la guerra. Han derramado su sangre con sublime
patriotismo, arrastrando todos los sacrificios, antes que consentir en la pérdida de la República y
de la libertad.
"En nombre de la patria agradecida, tributo el mis alto reconocimiento a los buenos mexicanos
que la han defendido y a sus dignos caudillos. El triunfo de la patria, que ha sido el objeto de sus
nobles aspiraciones, será siempre su mayor titulo de gloria y el mejor premio de sus heroicos
esfuerzos.
FORMAS DE GOBIERNO 39
inflamado de pasión
Desdé que se adoptó para México la forma republicana, ésta necesariamente tuvo que
ser, como lo es, representativa, pues la representación política, Íntimamente ligada a la
"Lleno de confianza en ellos, procuró el gobierno cumplir sus deberes, sin concebir jamás un sólo
pensamiento de que le fuera licito menoscabar ningunos de los derechos de la nación. Ha
cumplido el gobierno el primero de sus deberes no contrayendo ningún compromiso en el
exterior ni en el interior, que pudiera perjudicar en nada la independencia y soberanía de la
República, la integridad de su territorio o el respeto debido a la Constitución y a las leyes. Sus
enemigos pretendieron establecer otro gobierno y otras leyes, sin haber podido consumar su
intento criminal. Después de cuatro años, vuelve el gobierno a la ciudad de México con la
bandera de la Constitución y con las mismas leyes, sin haber dejado de existir un solo instante
dentro del territorio nacional.
"i No ha querido, ni ha debido antes el gobierno, y ménos debiera en la hora del triunfo completo
de la República, dejarse inspirar por ningún sentimiento de pasión contra los que lo han
combatido! Su deber ha sido y es pesar las exigencias de la justicia con todas las conside-
raciones de la benignidad. La templanza de su conducta en todos los lugares donde ha residido,
ha demostrado su deseo de moderar en lo posible el rigor de la justicia, conciliando la indul -
gencia con el estrecho deber de que se apliquen las leyes, en lo que sea indispensable para
afianzar la paz y el porvenir de la nación.
"Que el pueblo y el gobierno respeten los derechos de todos. Entre los individuos, como entre las
naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz.
"Confiemos en que todos los mexicanos, aleccionados por la prolongada y dolorosa experiencia
de las calamidades de la guerra, cooperarémos en lo de adelante al bienestar y á la prosperidad
de la nación, que solo pueden conseguirse con un inviolable respeto a las leyes y con la
obediencia a las autoridades elegidas por el pueblo.
"En nuestras libres instituciones, el pueblo mexicano es árbitro de su suerte. Con el único fin de
sostener la causa del pueblo durante la guerra, mientras no podía elegir sus mandatarios, he
debido conformarme al espíritu de la Constitución, conservar el poder que me había conferido.
Terminada ya la lucha, mi deber es convocar desde luego al pueblo, para que sin ninguna
presión de la fuerza, y sin ninguna influencia ilegítima, elija con absoluta libertad a quien quiera
confiar sus destinos.
"MEXI CANOS: Hemos alcanzado el mayor bien que podíamos desear, viendo consumada por
segunda vez la independencia de nuestra patria. Cooperémos todos para poder legarle á
nuestros hijos un camino de prosperidad, emanado y sosteniendo siempre nuestra independen-
cia y nuestra libertad.
"México, Julio 15 de 1867.-Benito Juárez," (Inserto en la "Colección de Leyes" de Dublan " Lozano.
Tomo X.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 40
democracia, es una figura jurídica imprescindible en todo Estado moderna. Sólo las
comunidades humanas demográficamente exiguas y confinadas en un reducido territorio
pueden organizarse en una república en que la democracia sea directa, situación que
casi ya no se presenta en la actualidad.738 El concepto de "república representativa" lo
emplea
738
Abundando en esta afirmación, el tratadista mexicano Miguel Lanz Duret sostiene que "Las
doctrinas que establecen una diversa forma de gobierno, o sea el representativo, y que desde el
punto de vista de los principios admiten discusión, no pueden dar lugar actualmente a dudas
sobre su conveniencia y su aplicación prác)tica tratándose de la existencia económica, social y
política del Estado moderno tan complejo, provisto de enormes facultades y teniendo a su cargo
tan tremendas responsabilidades de la vida contemporánea; por lo tanto, ha quedado
descartado definitivamente el régimen de gobierno directo en todas las grandes naciones en la
actualidad y sujetas al régimen representativo. Claro que cuando hablamos de gobierno directo
nos referimos al puro, al que concentra todas las facultades y el ejercicio y práctica de las
mismas directamente en el pueblo.
"Si en las pequeñas repúblicas de la antigüedad, como en Atenas y Esparta, y aún en la misma
Roma, pudo haber el gobierno directo, especialmente en lo que toca al ejercicio de la función
legislativa, en los Estados modernos, tan complicados y tan lIenos de problemas y
responsabilidades, no cabe suponer la posibilidad de que el pueblo tenga ni el espacio adecuado
para ejercitar en un momento dado todas las funciones políticas, ni el tiempo necesario para
dedicarse a las mismas, puesto que necesita llenar las otras mil funciones de carácter
doméstico, económico y social que desempeñan los ciudadanos actualmente; ni por último,
puede tener los conocimientos y la capacidad intelectual bastantes para el ejercicio de las
difíciles funciones gubernamentales. Por lo tanto, en razón de todas esas imposibilidades que
presenta el gobierno directo, el pueblo en la actualidad ha sido admitido simplemente a designar
representantes, es decir, hombres ilustrados, especializados, dispuestos a consagrar todo su
tiempo a las funciones públicas y que posean a la vez aptitudes suficientes para dirigir los
negocios del Estado." (Derecho Constitucional Mexicano, pp. 50 y 51.)
Por su parte, Kelsen asevera que "En la actualidad sólo tienen el carácter de democracia directa
las constituciones (sic) de algunos pequeños cantones suizos" cuya asamblea popular se
denomina "Landsgemeine", agregando que "Como estos cantones son comunidades muy
pequeñas y tienen solamente el carácter de Estados miembros de un Estado federal, la forma de
la democracia directa no desempeña un papel de importancia en la vida política
moderna" (Teoría General del Derecho 'Y del Estado. Edición 1950. Imprenta
Universitario. Traducción de Eduardo García Máynez).
FORMAS DE GOBIERNO 41
IV. LA DEMOCRACIA
A. Ideas generales
739
Georges Burdeau se muestra, inclusive, pesimista en cuanto a la definición del
concepto de democracia, al decir que ... "el término democracia, inflado de contenidos
contradictorios, está llamado a un punto en que pierde toda pertinencia. No serviría de
nada para darle un sentido, definirla racionalmente, porque sería menester todavía
calificar los regímenes que fueren excluidos de esta definición y explicar por qué
pretenden ser democráticos. Por cuanto a utilizar los calificativos 'real', 'formal',
'vedadera', 'popular', sería aceptar previamente una concepción subjetiva de la
democracia, que seguramente no estaría desprovista de valor para quien a ella se
adhiera, pero que científicamente no tendría el mérito de proponer una descripción
precisa" (Traité de Science Politiqueo Tomo IV, p. 442).
FORMAS DE GOBIERNO 43
"¿Qué libertad, qué igualdad, son las que Aristóteles preconiza? ¿Cuál es la
justicia que define como suprema virtud del Estado? ¿Quiénes son los ciudada-
nos, es decir, los que tienen derecho a la cosa pública y deben participar directa-
mente de los comunes beneficios?", se pregunta Manuel Herrera ~' Lasso, y res-
ponde: "La libertad, la igualdad, la justicia misma, sólo se establecen en benefi-
cio de los ciudadanos. Y no son ciudadanos ni los esclavos, ni los metecos, ni los
obreros. Como el soberano bien reside en el placer intelectual, todas las
profesiones útiles son incompatibles con el título de ciudadano. Los agricultores,
los artesanos, los comerciantes, los industriales, no pueden ser miembros de la
'polis'. A tal punto el pensamiento de entonces está informado en estos
conceptos que tanto en Platón como en Aristóteles se encuentra, indiscrepante,
la misma irreductible distinción entre las dos categorías: hombres superiores y
hombres inferiores. ('Potentiores' y 'humiliores, dirán más tarde los romanos, de
los componentes de la 'civitas'.)740
Karl Loewenstein asegura que no puede darse un solo tipo de democracia y que
en la facticidad histórica las formas "puras" que suelen incluirse dentro de este
sistema no se presentan en la realidad o son muy raras. Para dicho autor, la
democracia puede organizarse diversificadamente en distintas especies
gubernativas variables en cada Estado específico. Esta variabilidad y diversidad
obedecen, sostiene, a las tradiciones, necesidades, problemática, temperamento
y demás factores socioeconómicos, culturales, políticos y geográficos inherentes
a cada pueblo o nación.
En efecto, el citado tratadista afirma: "Desde las revoluciones del siglo XVIII se
han formado dentro de esta referida estructura diversos tipos que se diferencian
entre ellos según qué detentador del poder ostente una situación preponde-
rante. Sin embargo, los 'tipos' puros son relativamente raros. Son más
frecuentes, por lo tanto, los casos que presentan combinaciones sincréticas en
las cuales un determinado tipo adopta rasgos característicos de otros. Estos
préstamos que ciertos tipos realizan de otros dificultan frecuentemente la
clasificación de un régimen político concreto bajo determinado tipo de gobierno.
Además, entre los diversos tipos de gobierno asimilables al sistema político de la
democracia constitucional no hay ninguno que pueda pretender ser 'el mejor', en
el sentido de que sea el tipo adecuado para todas las naciones. La preferencia de
una nación por un determinado tipo parece estar relacionada misteriosamente
con sus tradiciones y experiencia, como por ejemplo la tendencia de los
alemanes a formar
742
Teoría General del Estado, p. 414.
743
Derecho Constitucional Mexicano. Edición 1968, p. 95
FORMAS DE GOBIERNO 45
744
Teoría de la Constitución, p. 9l. 705.
745
Idem, pp. 91 y 92.
746
Teoría de la Constitución, p. 262.
747
Derecho Constitucional. Tomo 1, p. 335.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 46
Por otra parte, debemos advertir que la democracia como forma de gobierno, es
una estructura jurídicamente sistematizada en cuanto que se crea y organiza por
el orden fundamental de derecho o Constitución. Es precisamente en este orden
donde se deben combinar todos los elementos que la peculiarizan a efecto de
que el si tema gubernativo implantado en un Estado merezca el nombre de
"democrático", enfatizando que su origen, su contenido y su finalidad es el
pueblo, diferenciadamente en sus dos acepciones. Procuraremos, por tanto,
señalar y explicar dichos elementos concurrentes, que son: declaración
dogmática sobre la radicación popular de la soberanía; origen popular de los
titulares de los órganos primarios del Estado; control popular sobre la actuación
de los órganos estatales; la juridicidad; la división o separación de poderes y la
justicia social.
751
Carl Schmitt. Teoría de la Constitución, p. 268.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 48
Ahora bien, Heller sostiene que "la democracia es una estructura de poder
construida de abajo a arriba: la autocracia organiza al Estado de arriba a abajo.
En la democracia rige el principio de la soberanía del pueblo: todo poder estatal
procede del pueblo; en la autocracia, el principio de la soberanía del dominador:
el jefe de Estado reúne en sí todo el poder el Estado".752 Estas terminantes
expresiones suscitan la reflexión sobre la vinculación entre democracia y
soberanía del pueblo o de la nación, es decir, sugieren el problema consistente
en determinar en qué medida recoge un sistema democrático el poder soberano.
La democracia como estructura jurídica no da vida a la soberanía; antes bien,
ésta la produce como institución política dentro del orden de derecho
fundamental del Estado. Entre soberanía y democracia hay, pues, una relación
causal, en cuanto que aquélla es la causa y ésta el efecto; pero también existe
un vínculo teleológico, ya que el fin es la implantación del sistema democrático y
el medio el poder soberano que lo establece jurídicamente. Ahora bien, ya
creada la democracia como forma de gobierno, el orden jurídico fundamental
que la instituye, para ser congruente con la fuente misma de su creación, que es
la soberanía popular, debe declarar dogmáticamente y por simple vía re
cognoscitiva, no constitutiva, que el poder soberano radica en el pueblo o en la
nación y que el poder público del Estado, encauzado por el derecho, dimana de
la soberanía. Dicha declaración, en el fondo, no tiene sino un valor teórico, pues
ninguna norma jurídica puede arrebatar al pueblo su poder soberano, o sea, que
el pueblo nunca se compromete a no variar el orden de derecho en que se
autodeterminó. En resumen, un sistema de gobierno es democrático cuando el
752
Op. cit., p. 265
FORMAS DE GOBIERNO 49
La igualdad está, pues, demarcada por una situación determinada; por ende,
puede decirse que dicho fenómeno sólo tiene lugar en relación y en vista de un
estado particular y definido.
una persona colocada en una situación jurídica determinada, con la que tiene un
individuo perteneciente a otro estado de derecho particular diferente. El criterio
que sirve de base para constatar si existe o no igualdad desde un punto de vista
jurídico es, pues, la situación de derecho determinada en que dos o más
personas se hallen.
Así, una persona, que entabla con otra una relación jurídica a virtud de la cual la
energía de esta última está bajo la dirección y dependencia de la primera a
cambio de una retribución determinada, será considerada como patrón en esta
situación especial. Por otra parte, esa misma persona, reputada como propietaria
o poseedora jurídica de determinados bienes inmuebles, es susceptible de ser
causante del impuesto predial respectivo que paga al Estado. Y así sucesivamen-
te, toda persona, según la índole de las relaciones jurídicas Que haya entablado
o con la que se haya formado, goza de diferentes situaciones de derecho deter-
FORMAS DE GOBIERNO 53
Por otra parte, fácilmente se deduce de las ideas esbozadas, que el concepto de
igualdad jurídica que mediante ellas hemos expuesto, no corresponde al
concepto abstracto, deshumanizado e irreal que proclamó el liberal--
individualismo. En la vida de ningún pueblo puede existir la igualdad jurídica
absoluta entre sus variadísimos componentes, pues la ley jamás debe prescindir
de las diferentes situaciones generales determinadas que se registran en la
realidad social para normarlas diversamente. Este imperativo fue soslayado por
el expresado régimen, ya que, adoptando una postura francamente quimérica o
utópica, consideró que todos los hombres debían ser iguales ante la ley sin
tomar en cuenta las posiciones desiguales en que realmente están colocados. En
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 54
suma, la igualdad jurídica debe siempre acatar el principio que enseña "tratar
igualmente a los iguales y desigualmente a los desiguales", el cual, proyectado
hacia la vida de las sociedades humanas, genera la justicia social. Es obvio que
ese tratamiento debe desembocar en la implantación jurídica de garantías
sociales en favor de los grupos o clases económica y culturalmente desvalidos
del conglomerado humano para asegurar la libertad de todos y cada uno de sus
integrantes en la compleja y variada vida social. De ahí que la igualdad jurídica,
según nuestra opinión, sea el resultado de un proceso de igualación
socioeconómica que debe suministrar el contenido a la ley para que ésta se
adecúe a los diferentes sectores reales que deba regir.
se prevé que la elección de los titulares de los órganos primarios del Estado
debe provenir del pueblo político, o sea, de los ciudadanos, se estará en
presencia del segundo elemento que caracteriza al sistema democrático, siendo
dichos órganos, según lo manifestamos en otra ocasión, generalmente el
ejecutivo y el legislativo. En el acto electivo -sufragio- se registra la participación
popular en el citado sistema, pues es la voluntad mayoritaria de la ciudadanía la
755
Contrato Social. Libro III, Cap. XV
756
Derecho Constitucional Mexicano. Edición 1936, p. 51
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 56
"Pero aun dentro de esa minoría cívicamente activa, dice Tena Ramírez, no es
posible siempre -casi nunca es posible- obtener la adecuación íntegra entre el
'querer hacer' de cada uno y el 'deber hacer' de todos, pues para que así suce-
diera se necesitaría la unanimidad de voluntades individuales. A falta de unani-
midad, la democracia admite como expresión de la voluntad general la voluntad
de la mayoría...", agregando más adelante: “A nuestro entender, la democracia
se justifica y se practica íntegramente en cuanto proporciona oportunidad igual a
todos para externar libremente su voluntad. Dar satisfacción igual a cada uno
cuando el satisfactor tiene que ser único y cada quien lo quiere distinto, es lo
que no puede hacer la democracia ni ningún sistema. El compromiso previo,
implícito en todo evento democrático, de que los disidentes habrán de
someterse al criterio de los más, siempre y cuando aquéllos y éstos sean
escuchados por igual, es lo que a nuestro juicio deja a salvo el principio de la
autodominación; la dominación de la mayoría, aceptada de antemano a
condición de ser discutida con libertad, es cabalmente una autodominación. Por
lo demás, hay dos razones de orden práctico por las que debe prevalecer como
decisión la voluntad de la mayoría. En primer lugar, es la mayoría la que
generalmente tiene la fuerza, y ya sabemos que la autoridad sin la fuerza es una
facultad abstracta; por lo tanto, la decisión debe corresponder a quien pueda
imponerla. En segundo lugar, es la mayoría el único intérprete posible (aunque
no infalible) de lo que es conveniente y justo para la colectividad; cuando se
discute lo adecuado y justo de una medida que se va aplicar a todos, es natural
que la opinión de la mayoría de los afectados sea la que se tome en cuenta."758
La elección popular mayoritaria, que puede ser directa o indirecta según en cada
régimen político lo disponga su orden jurídico, confiere al elegido o a los elegidos
la investidura inherente al órgano del Estado de que se trate, es decir, los
convierte en titulares individuales o colectivos de dicho órgano, capacitándolos
para desempeñar las funciones públicas que a éste competan. Se dice que desde
este momento el titular o los titulares colegiados, según sucede respectivamente
en el caso del ejecutivo unipersonal y en el de los cuerpos o asambleas
legislativas, ejercen las funciones correspondientes al cargo o a los cargos para
el que o los que fueron electos, en representación del pueblo, que es el supuesto
de las democracias representativas o "democracias gobernadas" como las llama
Burdeau."761 Se afirma que los titulares de un órgano estatal no
759
Contrato Social. Libro IV, Cap. II.
760
Ibíd.
761
Op. cit., tomo IV, pp. 442 y ss.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 58
actúan per-se, sino en nombre del pueblo todo, no en el de los que mayorita-
riamente los hubieren elegido.
La representación política fue negada por Rousseau, quien para apoyar su tesis
manifestaba: "El soberano puede decir: 'Quiero actualmente lo que quiere tal o
cual hombre'; pero no puede decir: 'Lo que este hombre quiera mañana yo lo
querré también', pues sería absurdo que la voluntad se encadenara para el
futuro. Así, si el pueblo promete simplemente obedecer, se disuelve por este
acto, pierde su cualidad de pueblo; en el momento en que existe un amo, ya no
hay soberano."764 Para Juan Jacobo, "los diputados del pueblo no pueden ser sus
representantes: sólo son sus comisarios".765
762
Op. cit., p. 49
763
Teoría General del Estado, pp. 916 y 917.
764
Contrato Social. Libro II. Cap.I
765
Ibid., libro Ill. Cap. XV.
FORMAS DE GOBIERNO 59
sus electores."766
Con razón afirma Tena Ramírez que "a menudo la representación legal no
coincide con la representación real, lo que se traduce en un desacuerdo entre el
gobernante y la opinión pública, el cual no tiene otro correctivo en los países de
alta cultura democrática que la apelación directa al pueblo, mediante el ple-
biscito, el referendum o la disolución del parlamento. Pero cuando la mayoría
real y efectiva, prevalida de su fuerza, abusa de las minorías, o cuando los
766
Ob. cit., pp. 924 a 929
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 62
D. Tercer elemento: Control popular sobre la actuación de los órganos del Estado
El control popular a que nos referimos es para Jellinek una "garantía del Derecho
Público" del Estado que sólo puede operar en una democracia. Según el ilustre
profesor de Heidelberg, ese control se ejerce por distintos medios jurídicos y
políticos, tales como la acusación del funcionario, la responsabilidad civil de éste
frente al gobernado en particular por los hechos ilícitos -que cometa en su
767
Derecho Constitucional Mexicano. Edición 1968, pp. 104 Y 105
768
Op. cit., libro III. Cap. XV.
FORMAS DE GOBIERNO 63
a) La libertad
El control popular a que hemos aludido y que según Burdeau peculiariza lo que
llama "democracia gobernada", se traduce en diferentes actos, permitidos por el
orden jurídico, que expresan lo que se llama libertad política y que es una
especie de libertad en general que todo régimen democrático debe reconocer en
favor de los gobernados, ya que sin ella éste no existiría.770 no Sólo con libertad
jurídicamente garantizada, el pueblo puede ejercitar el control de que hemos
hablado sin temor a las represalias de los gobernantes que son signos
769
Cfr. Teoría General del Estado. Cap. XXII
770
Ya Aristóteles sostenía que la democracia sólo existe "cuando una mayoría de ciu-
dadanos libres y pobres ejerce una la soberanía, y la oligarquía, a su vez, cuando la
ejerce una minoría de ricos y nobles.”( La política. Libro IV. Cap. III.) Por su parte, Linares
Quintana afirma que: La democracia es un sistema politico que supone esencialmente la
diversidad de opiniones; únicamente en la dictadura es concebible una absoluta
coincidencia del pensamiento de todos los ciudadanos bajo la coerción del poder
despótico" (Teoría e Historia Constitucional, p. 389).
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 64
La libertad social, traducida en la potestad del sujeto para realizar sus fines
vitales mediante el juego de los medios idóneos por él seleccionados, y la cual
determina su actuación objetiva, no es absoluta, esto es, no está exenta de res-
tricciones o limitaciones. Estas tienen su razón de ser en la vida social misma. En
efecto, la convivencia humana sería un caos si no existiera un principio de orden.
Si a cada miembro de la sociedad le fuera dable actuar en forma ilimitada, la
vida social se destruiría a virtud de los constantes choques o pugnas que
surgirían entre dos o más su jetos. En la pretensión de hacer prevalecer sus
intereses propios sobre los de los demás, bajo el deseo de tener primacía sobre
sus semejantes, el individuo aniquilaría al régimen de convivencia. Este, por tal
motivo, debe implicar limitaciones a la actividad de sus componentes. La libertad
objetiva, como ilimitada y absoluta actuación, sólo puede tener lugar en el
hipotético "estado de naturaleza" de que hablara Rousseau, donde cada hombre,
por el hecho de vivir aislado de sus congéneres, desempeña su conducta sin
restricciones, de acuerdo con la capacidad de sus fuerzas naturales. El principio
de orden, sobre el que se basa toda sociedad, toda convivencia humana, implica
necesariamente limitaciones a la actividad objetiva del sujeto; por ende, éste
estará impedido para desarrollar cualquier acto que engendre conflictos dentro
de la vida social.771 Las limitaciones o restricciones impuestas
Ahora bien, ¿cuándo existe ese interés social o estatal como criterio limitativo de
la libertad del individuo? Esta es una cuestión que no es posible resolver
a Priori; es menester tomar en consideración para tal efecto cada caso concreto
que se presente, o mejor dicho, cada libertad específica de que se trate. Este es
el método que generalmente adoptan las constituciones en el establecimiento de
las limitaciones a la libertad humana, o sea, el consistente en consignar éstas en
relación con cada libertad específica que reconozcan. Es más, por lo general, ni
la Ley Fundamental ni las leyes orgánicas de garantías indican en que casos se
está en presencia de un interés social, estatal, público, general, etcétera, para
limitar las diversas libertades especificas; en la mayoría de las veces se
concretan los ordenamientos jurídicos a mencionar simplemente el interés del
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 66
772
De estas libertades específicas tratamos en nuestra obra Las Garantías Individuales,
capítulo quinto, a cuyas consideraciones nos remitimos.
FORMAS DE GOBIERNO 67
773
Droit Constitutionnel et Institutions Politiques, pp, 54 y 55. Edición 1968. Cfr. la misma
obra (pp. 71 y 72), traducida al castellano por José Antonio González Casanova,
catedrático de la Universidad de Barcelona. Ediciones Ariel, 1971.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 68
1. Ideas generales
A su vez, Radbruch, el ilustre filósofo del Derecho, asevera que" . Del Estado que
sólo reconoce la legalidad de un partido, excluyendo a las demás organizaciones
del mismo carácter, el Estado unipartidista, no es nunca un Estado de derecho,
como no es una verdadera norma jurídica la ley que sólo reconoce derechos
humanos a ciertos y determinados hombres'".776
774
Op. cit., tomo V, p. 591. 735.
775
Ibíd., p. 733.
776
Citado por Antonio Gómez Robledo en su magnífica monografía "Meditación sobre la
Justicia", p. 165.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 70
Es inconcuso, por otra parte, que en cualquier régimen en que imperen los
sistemas bipartidistas o pluripartidistas, uno de los partidos políticos es el
dominante. Esta preponderancia, que por cierto es normal en todo Estado de
gobierno democrático y no característica de las "sociedades subdesarrolladas"
como erróneamente lo considera Maurice Duverger, no desvirtúa la democracia,
siempre que el partido dominante derive su hegemonía sobre el otro o sobre los
demás, no de la imposición violenta, del fraude ele toral o de la coacción
gubernamental, sino de su permanente vinculación a las mayorías populares que
le sirven de respaldo y apoyo o, como afirma dicho autor, de su identificación
con el conjunto de la nación, con sus ideas, con su doctrina y su estilo,
agregando que entre los partidos "existe uno que es más importante que los
demás, detentando él solo la mayoría absoluta de los escaños parlamentarios,
con un amplio margen de seguridad, sin que parezca que esta confortable
mayoría se le escape antes de mucho tiempo".777
777
Sociología Política. Ediciones Ariel, 1968, pp. 331 y 332.
FORMAS DE GOBIERNO 71
Para complementar su pensamiento sobre este punto sostiene que "La estruc-
tura interior de los partidos ejerce una influencia fundamental en el grado de se-
paración o concentración de los poderes. En un régimen parlamentario, la cohe-
sión y la disciplina del partido mayoritario refuerza evidentemente la concentra-
ción. Si la unidad de votación es rigurosa, si las fracciones internas son reducidas
a la impotencia o a la obediencia, el Parlamento se convierte en una cámara de
registro de las decisiones gubernamentales, que se identifican ellas mismas con
las decisiones del partido. Este registro da lugar a un debate muy libre, en que el
partido minoritario puede expresar su oposición: pero ésta es platónica. Por lo
contrario, si la disciplina de las votaciones es menos estricta, la mayoría
gubernamental se hace menos segura; el partido en el poder debe tener en
cuenta las rivalidades entre sus propias fracciones, que pueden comprometer su
posición parlamentaria; el prestigio de las cámaras se refuerza y la separación
de poderes renace en cierta medida. Todavía aquí, el simple cambio de mayoría
puede modificar la naturaleza del régimen. En Inglaterra, por ejemplo, la
disciplina, la centralización y la cohesión son más avanzadas en el Partido
Laborista que en el Partido Conservador; en consecuencia, la concentración de
poderes es mayor cuando el Labour tiene la mayoría, menor cuando lo detentan
los conservadores. En el siglo XIX, cuando la armazón de los partidos británicos
era menos fuerte que hoy, la separación de poderes estaba menos acentuada
por el bipartidismo: así se explican las descripciones clásicas del
parlamentarismo inglés, régimen de equilibrio entre el Legislador y el Ejecutivo,
sistema de checks and balances, que el desconocimiento de la evolución de las
estructuras de los partidos conserva aún hoy.
778
Los Partidos Políticos. Ediciones Fondo de Cultura Económica. Traducción de Julieta
Campos y Enrique González Pedrero, 1969, pp. 404 Y 405
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 72
miembros que son una minoría en relación con los que dan sus votos al partido
en las elecciones generales." 780
779
Op. cit., pp. 424 Y 425.
780
Además, al proclamar la antinomia entre la organización de los partidos políticos (se entiende
los históricamente dados, no los ideales) y la democracia, lanza severas críticas contra ésta.
"Vivimos, dice, con una noción totalmente irreal de la democracia, forjada por los juristas,
siguiendo a los filósofos del siglo XVIII, 'Gobierno del pueblo por el pueblo', 'gobierno de la nación
por sus representantes': bellas fórmulas, propias para levantar el entusiasmo y facilitar los
desarrollos oratorios. Bellas fórmulas que no significan nada. Jamás se ha visto a un pueblo
gobernarse por sí mismo, y no se verá jamás. Todo gobierno es oligárquico, ya que implica
necesariamente el dominio de un pequeño número sobre la mayoría. Rousseau lo vio, aunque
sus comentadores hayan olvidado leerlo: 'Tomando el término en el rigor de la acepción, jamás
ha existido verdadera democracia y jamás existirá. Va contra el orden natural que el mayor
número gobierne y que el menor número sea gobernado.' La voluntad de un pueblo es
profundamente anárquica: aspira a hacer todo lo que le place. Oscuramente, considera al
gobierno como un mal necesario: frente a él, su actitud instintiva es de oposición. Alain ha
descrito notablemente la antinomia natural de gobernantes y gobernados. Todo gobierno supone
una disciplina. Toda disciplina es impuesta desde fuera: la 'disciplina interior misma es producto
de la educación que supone una primera disciplina externa; y siempre es muy limitada. Gobierno
y sujeción son inseparables: pero, por la misma definición, la sujeción es exterior al sujeto. Un
pueblo no se sujeta: es sujetado. No se gobierna: lo gobiernan. Proclamar la identidad de
gobernantes y gobernados, de los que someten y los sometidos, constituye un admirable medio
de justificar la obediencia de los segundos respecto a los primeros. Todo esto es puro juego de
palabras y construcción del espíritu.
"La verdadera democracia es otra cosa: más humilde, pero más real. Se define, en primer lugar
por la libertad 'para el pueblo y para cada porción del pueblo', como decían los constituyentes de
1793. No sólo la libertad de los privilegiados por el nacimiento, la fortuna, la función la
educación: sino la libertad real de todos, lo que supone cierto nivel de vida, cierta instruc¿ión
general, cierta igualdad social, cierto equilibrio político" (Op. cit., pp. 449 Y 450).
FORMAS DE GOBIERNO 73
(d) Estima dicho autor, con toda razón, que los partidos políticos son un "puente
selectivo" entre el cuerpo electoral o ciudadanía y los candidatos a los puestos
de elección popular. "Antes de ser escogido por sus electores, asevera, el
diputado es escogido por su partido: los electores no hacen más que ratificar
esta selección."781 En otras palabras, dentro del régimen de partidos se realiza
un acto previo a la elección, cual es la nominación de candidatos que postulan
ante los ciudadanos, y si recordamos que, según el propio Duverger, su
organización es oligárquica, resulta que la postulación no proviene de la mayoría
de sus miembros, sino de sus cuadros dirigentes o de su jefe. Sin embargo,
creemos que la nominación tiene efectos positivos en la elección ciudadana de
los titulares de los órganos primarios del Estado, pues dada la complejidad de la
vida pública contemporánea, que se desenvuelve en una prolija diversidad de
fenómenos económicos, sociales y culturales que presentan, a su vez, una
exuberante problemática, surge la imperiosa necesidad de que los gobernantes
tengan los conocimientos, la experiencia y la habilidad que el desempeño
atingente de las funciones estatales requiere, calidades que, por lo general, no
son advertidas por la mayoría de los electores.
(e) Por último, Duverger formula una interesante clasificación de los partidos
políticos desde diferentes puntos de vista, integrándola con los socialistas,
comunistas, fascistas, laboristas, demócrata-cristianos, etc., aludiendo a los
partidos de "cuadros" y de "masas", a los "totalitarios" y los "especializados".782
781
Op. Cit., p. 378.
782
Como la exposición, el análisis y la crítica de estas diversas especies de partidos implican una
temática que rebasaría el contenido propio de este libro, nos remitimos a las consideraciones
783
que al respecto expone Duverger en su tantas veces citada obra (pp. 31, 32, 33, 93,
94, 100 Y 147 a 150). Consúltese asimismo el libro de Daniel Moreno intitulado "Los
Partidos Políticos del México Contemporáneo", cuarta edición, 1975
P
de abulia no sólo frente a la cosa pública, sino ante su propia superación. Estos
fenómenos negativos, signo de la mansedumbre con cuyo velo el clero envolvía
a las masas explotando su credulidad ignorante y su proclividad fanática,
permitieron que durante los tres siglos de dominación, la Nueva España no
registrara movimientos políticos importantes ni fuera escenario de agitaciones y
trastornos más o menos graves que hubiesen tenido por finalidad sustituir o
corregir el orden social injusto dentro del que plácidamente transcurría la vida
colonial para las clases privilegiadas, "que solamente vio alterada su letárgica
tranquilidad por rebeldías individuales o de pequeños grupos, esporádicos e
intrascendentes".785 La falta de cohesión entre los diferentes grupos étnicos que
componían la población neoespañola, los hacía soportar "las espoliaciones,
vejaciones e injusticias de que los hacían víctimas las autoridades, los españoles
peninsulares y los criollos ricos, sin que su descontento encontrara el
denominador común que lo uniera en la protesta, en la resistencia o en la
rebelión".786 En estas condiciones, es evidente que la insurgencia no brotó de las
masas populares, sino de un reducido grupo de criollos y mestizos ilustrados
encabezado por don Miguel Hidalgo y Costilla, quien, conociendo la ignorancia
784
Según Miguel Othón de Mendizábal, dichos estratos comprendían numéricamente los
siguientes grupos: españoles, 70,000; criollos, 1.245,000; indios, 3.100.000; negros,
10,000 Y castas (mestizos), 1.412,000 ("El origen histórico de nuestras clases medias."
En Ensayos sobre las Clases Sociales en México. Editorial Nuestro Tiempo, 1970, p. 9).
785
Op. cit., p. 10.
786
Idem, p. 10.
FORMAS DE GOBIERNO 75
durante tres siglos, detentaban los bienes y recursos económicos como instru-
mentos de explotación y gozaban de una situación jurídica y política privilegiada.
Del Plan de Iguala y los tratados de Córdoba surge el partido iturbidista que
pretendía instaurar un trono imperial independiente de la dinastía borbónica, la
cual a su vez, contaba con la facción realista adversaria de don Agustín y sus
simpatizadores y de los verdaderos insurgentes, cuyo movimiento debilitado
representaba don Vicente Guerrero. Estos tres grupos pugnaban por asumir el
gobierno a raíz de la consumación de la independencia para organizar al país
respectivamente como monarquía o como república o para reincorporarlo al
Estado español. La frustración del efímero imperio de Iturbide y la exclusión de
los realistas o borbonistas, abrieron el escenario político de México en favor de la
ideología insurgente que tremolaba la idea republicana, cuyos partidarios, a su
vez, se dividieron en dos facciones, a saber: la federar lista y la centralista. Por
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 76
otra parte, ese escenario no fue ajeno a la actuación de las logias masónicas
durante el periodo que abarca la vigencia relativa de la Constitución de 1824. De
los ritos escocés y yorkino surgen respectivamente las tendencias conservadoras
y las progresistas787 que, formando grupos en torno al culto de las
personalidades de la época, trataron de adueñarse del gobierno788 objetivo éste
que tampoco era indiferente a las facciones que abominaban de la masonería,
"los imparciales", considerándola como la fuerza de desunión de los mexicanos y
como corriente que propendía a entregar a México a los intereses expansionistas
de los Estados Unidos, ya que las lógicas yorkinas se fundaron en nuestro país
por el funesto Joel R. Poinsett, primer plenipotenciario norteamericano ante el
gobierno de don Guadalupe Victoria.789
787
El historiador José Fuentes Mares sintetiza las tendencias y composición de las logias
escocesas en las siguientes palabras: "Para no faltar a las que fueron luego tradiciones
de la masonería mexicana, las logias escocesas tenían su programa político, que en
síntesis consistía en el sostenimiento del Plan de Iguala, por lo menos en lo que sus
postulados no resultara incompatibles con los principios liberales que ya imperaban en
España. Sustentaban los escoceses, además, un criterio político de tipo centralista. y aun
cuando buscaban excluir al clero de los centros directores de la educación juvenil, sabían
transigir en cierta forma con la Iglesia, y sobre todo con los españoles de México, cuya
era la nacionalidad de varios de los más destacados miembros de esas lógicas" (Historia
de Una Gran Intriga. Editorial Jus. México, 1951, p. 123).
788
"La masonería del rito escocés parece ser que empero a existir con trabajos regulares
a partir de 1813. Los escoceses fueron factor decisivo en la consumación de la
independencia y en los primeros congresos mexicanos. Su pecado era cierta exclusividad
española y criolla y ligas con los intereses creados. Estas últimas ligas se fortalecen y
ensanchan al percibir los escoceses que el poder se les escapa de las manos, ante la
fuerza obtenida por los yorkinos, rito que queda establecido en 1825, aun cuando
contaba con antecedentes.
"Es así como de 1826 a 1830, en medio de las sociedades en pugna, se presenta una
complicada lucha entre yorkinos y escoceses, coincidiendo a veces con la lucha de las
sociedades, complicándola en ocasiones, en virtud de los intereses de personas y de la
intensidad de las pasiones de yorkinos y escoceses. El Sol viene a ser el periódico de los
escoceses; el Correo de la Federación, de los yorkinos, y El Águila, para 1828, de los
'imparciales', corriente esta última que surge ante el encono de la disputa entre
escoceses y yorkinos" (Reyes Heroles Jesús. El Liberalismo Mexicano. Tomo II, pp. 49 y
50).
789
Cfr. "Historia de una gran intriga" de José Fuentes Mares, pp. 124 y ss
FORMAS DE GOBIERNO 77
destacados a don Valentín Gómez Farías790 y don José María Luis M ora. Según
sostiene Jesús Reyes Heroles, cuya autorizada opinión se funda en las valiosas
investigaciones que ha realizado en la historia política de México, el liberalismo
giró eidéticamente en torno a los siguientes principios que tendió a implantar
mediante el Derecho: "federalismo, abolición de los privilegios, supremacía de la
autoridad civil, separación de la Iglesia y del Estado o, al menos, ejercicio
unilateral del patronato por parte del Estado, secularización de la sociedad,
ampliación de las libertades, gobierno mayoritario, etc.". En cambio, como
también lo asevera el mismo autor, el centralismo o conservadurismo se
caracterizó por el "mantenimiento o ampliación de los privilegios legales,
mantenimiento del patronato no arreglado o arreglado previo concordato, y
restricción de las libertades".791
"Debe tenerse presente, dice Reyes Heroles, que la lucha política se realiza
durante largo tiempo dentro del mecanismo gubernamental. Son las localidades,
los Estados y las clases medias dispersas por el país, quienes activan el progreso
liberal, tanto en materia federal, como en las relaciones Estado-Iglesia y liberta-
des. Son las fuerzas centralizadas, alto clero y altos jefes del ejército, las que se
oponen al impulso liberal y pretenden retrotraer la sociedad a la Colonia o
mantener, al menos, por el mayor tiempo posible la vigencia de los elementos
coloniales. Cuando el encuentro político asume características muy especiales a
través de las logias, estos cuerpos extraconstitucionales, como son llamados, no
790
Don Valentín, a quien la historia de México adjudica el título de "precursor de la
Reforma" por los decretos avanzados que expidió cuando en 1833 fungía como
vicepresidente de la República encargado de la presidencia por ausencia temporal de
Santa Anna y que posteriormente fue presidente honorario del Congreso Constituyente
de 1856-57, se manifestó como incondicional partidario del establecimiento del imperio
de Iturbide en el Congreso Constituyente de 1822. La proposición de Gómez Farías para
este efecto y que fue aprobada bajo la presión de la soldadesca, está concebida en los
siguientes términos: "Señor: El grande" y memorable acontecimiento que se nos ha
comunicado el día de hoy, lo tenía preparado el mérito singular del héroe de Iguala. Su
valor y sus virtudes lo llamaban al trono; su modestia, su desinterés, y la buena fé en sus
tratados lo separaban. Si la soberbia España hubiera aceptado nuestra oferta, si
Fernando VII no hubiera despreciado los tratados de Córdoba, si no nos hiciera la guerra,
si no hubiera provocado a otras naciones a que no reconociesen nuestra emancipación,
entónces fieles al juramento, y consecuentes a nuestras promesas, señiriamos las sienes
del monarca español con la corona del imperio de México; pero rotos ya el plan de Iguala
y tratados de Córdoba como es bien constante por documentos induvitables; yo me creo
con poder, conforme al arto 3 de los mismos tratados, para votar porque se corone el
grande Iturbide y entiendo que V. M. se halla igualmente autorizado. Señor, confirmémos
con nuestros votos las aclamaciones del pueblo mexicano, de los valientes generales, y
de los oficiales y soldados beneféritos del ejército trigarante; y así recompensarémos los
extraordinarios méritos y servicios del libertador de Anahuac, y conseguirémos al mismo
tiempo la paz, la unión y la tranquilidad, para que de otra suerte, acaso desaparecerán
de nosotros para siempre" (Actas del Congreso Constituyente Mexicano. Edición 1822.
Tomo 1, pp. 284 y 285).
791
El Liberalismo Mexicano. Tomo n, p. XIV.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 78
"El liberalismo mexicano, continúa dicho autor, postuló y logró el gobierno de las
clases intermedias con el apoyo popular, anticipándose en la formulación del
programa a los intereses del pueblo. Triunfó en este propósito y ello permitió que
el país dispusiera de un marco sociológico y político que, en todo caso, iba por
delante de las realidades nacionales, y lejos, por consiguiente, de frenarlas,
alentaba su modificación.792
Por otra parte, es bien sabido que los grupos liberales y conservadores no fueron
monolíticos en el sentido de indivisibles. Las circunstancias históricas en que se
movían provocaron el surgimiento, dentro de cada uno de ellos, de dos
corrientes políticas. Así, en el Congreso Constituyente de 1856-57, obra ingente
del liberalismo, se destacó una selecta minoría, llamada de los «puros", que
propugnó la implantación de verdaderas reformas sociales distintas de las
meramente políticas, sin que este designio, cuya realización hubiese implicado el
avance cronológico hasta la Revolución mexicana de 1910, haya podido cris-
talizar en su institucionalización constitucional merced a la oposición de la
mayoría congresional integrada por los liberales «moderados", algunos de los
cuales habían sido antiguos conservadores. A su vez, el conservadurismo, a
cuyos paladines, militantes y simpatizadores se les denominaba "reaccionarios",
derivó hacia la tendencia monarquista, sin que ésta, por otro lado, haya
absorbido a los conservadores que siguieron alimentando su fe republicana
centralista y aristocrática.
792
Op. cit., p. XV.
FORMAS DE GOBIERNO 79
En el año de 1906, los mismos hermanos Flores Magón crean el “Partido Liberal
Mexicano" cuyos fines eran el establecimiento del principio de no reelección, la
clausura de las escuelas católicas, la implantación de la jornada de ocho horas
de trabajo, la fijación de un salario mínimo, la abolición de las deudas de los
campesinos para con los dueños de las tierras, la obligación de éstos para no
mantenerlas ociosas y otras medidas que revelan que dicho partido, además de
793
El Sistema Político Mexicano, pp. 35 Y 36. Edición 1975.
794
Débense recordar, a este respecto, las sangrientas represalias por parte del gobierno
porfirista contra las huelgas de los mineros de Cananea que trabajaban bajo la férula de
la empresa norteamericana "Creen Consolidated Mining Co." y de los trabajadores
textiles de Río Blanco en lo' años de 1906 y 1907, respectivamente.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 80
Bien es sabido que durante el corto periodo en que Madero ocupó la presidencia
de la República el descontento de diferentes grupos políticos fue el clima que
favoreció la traición consumada por Victoriano Huerta en febrero de 1913,
culminatoria del lapso vergonzoso que en nuestra historia se conoce con el
nombre de "Decena Trágica". El carácter tolerante, equivocadamente com-
prensivo por no decir ingenuamente conciliador del presidente, dio pábulo a
conveniencias, sin que desconozcamos las actividades políticas que durante esos
periodos gubernamentales y en beneficio de la clase obrera desarrollaron agru-
paciones de trabajadores como la Confederación Regional de Obreros Me-
xicanos.
De la muy compacta sinopsis que hemos hecho acerca de los llamados partidos
políticos en México, se concluye que las múltiples agrupaciones, centros, clubes
y facciones que proliferaron durante distintas épocas de la historia de nuestro
país hasta antes de la creación del Partido Nacional Revolucionario, no merecen
con autenticidad el calificativo mencionado según el concepto que con
anterioridad explicamos. La tónica general que los consabidos grupos presentan
se traduce en que fueron agrupaciones de políticos de diferentes tendencias, sin
estructura estatutaria, sin finalidades sociales permanentes y sin organización
jerárquica, que circunstancialmente se formaban para respaldar un plan rebelde,
un levantamiento militar, una proclama contra el gobierno en turno, para lanzar
a determinado personaje a la presidencia de la República, en una palabra, para
provocar consciente o inconscientemente la constante anarquía en la vida
pública de México, con los consiguientes daños sociales y económicos que esta
situación caótica necesariamente producía en detrimento de las mayorías
populares del país. Ya hemos afirmado que la presencia y actuación de los
políticos mexicanos, salvo contadas excepciones, fueron efecto de las
circunstancias sociales, económicas y culturales que caracterizaron la existencia
vital de nuestro país, y que los factores negativos inherentes a dicha existencia
imposibilitaron la politización y la educación cívica para gobernantes y
gobernados, que es una de las bases firmes sobre las que descansan las
instituciones jurídicas. Se ha dicho, y con razón, que al pueblo mexicano le ha
FORMAS DE GOBIERNO 83
La creación del Partido Nacional Revolucionario fue un acto que provino del
poder público del Estado mexicano. Por ende, dicho partido asumió el carácter
de instituci6n estatal, pues su formación no derivó de la iniciativa de la
ciudadanía, cuya voluntad, atomizada en grupúsculos desarticulados de subsis-
tencia efímera, fue la causa del surgimiento de tantas agrupaciones, ligas,
alianzas, centros o clubes que proliferaron en la historia política de México.
Dicha iniciativa fue aprobada por el Congreso de la Unión y por las legislaturas
de los Estados, habiendo tenido como lógico resultado que se introdujeran al
artículo 41 constitucional diversas adiciones respecto de los postulados básicos
que deben peculiarizar a los partidos políticos en México. Creemos que las
referidas adiciones no debieron practicarse al invocado artículo 41, que se
refiere al principio dogmático de la soberanía popular, sino que, con mejor
criterio legislativo, debieron introducirse en el artículo 9 de la Constitución que
alude a la libertad asociativa en materia política de los ciudadanos.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 88
802
760 bis. No corresponde al contenido del presente libro hacer un análisis exhaustivo
de los partidos políticos tal como éstos se estructuran en los dos ordenamientos
invocados.
803
760c En las citadas adiciones constitucionales destaca, además, la creación de un
Tribunal electoral que funcionará en Pleno y en Salas regionales y que tendrá la
competencia que determine la ley. Sus resoluciones serán inatacables pues contra ellas
"no procederá juicio ni recurso alguno", salvo cuando se dicten con posterioridad a la
jornada electoral, pudiendo ser revisadas y modificadas por los Colegios. Electorales de
ambas Cámaras del Congreso de la Unión. Se debe enfatizar que en base a tales
adiciones, se expidió el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales,
ordenamiento que se publicó el 5 de agosto de 1990 y cuyo estudio no corresponde al
presente libro, por lo que nos remitimos a sus disposiciones.
La existencia de dicho Tribunal Electoral se reiteró en las reformas introducidas al
artículo 41 constitucional que se publicaron en el Diario Oficial el 3 de septiembre de
1993 con la novedad de que cuatro de sus integrantes deberán ser miembros de la
judicatura federal que con el presidente del Tribunal Federal Electoral deben integrar la
Sala de segunda instancia, elegibles para cada proceso electoral por el voto de las dos
terceras partes de los miembros presentes de la Cámara de Diputados.
Otra novedad de dichas reformas estriba en la supresión de los colegios electorales
como revisores de las resoluciones del mencionado Tribunal Electoral Federal, lo que
implica una garantía de imparcialidad en lo que a su funcionamiento conciernen.
Nos permitimos transcribir dichas reformas: "Artículo 41. La ley establecerá las regias a
que se sujetarán el financiamiento de los partidos políticos y sus campañas electorales.
La ley establecerá un sistema de medios de impugnación de los que conocerán el
organismo público previsto en el párrafo octavo de este artículo y el Tribunal Federal
Electoral. Dicho sistema dará definitividad a las distintas etapas de los procesos
electorales y garantizará que los actos y resoluciones se sujeten invariablemente al
principio de legalidad.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 90
En un régimen democrático, los titulares de los órganos del Estado o los sujetos
que en un momento dado los personifican y realizan las funciones enmarcadas
dentro del cuadro de su competencia, deben reputarse como servidores
públicos. Ética y deontológicamente, su conducta, en el desempeño del cargo
respectivo, debe enfocarse hacia el servicio público en sentido amplio mediante
la aplicación correcta de la ley. En otras palabras, y desde el mismo punto de
vista, ningún funcionario público debe actuar en beneficio personal, es decir,
anteponiendo sus intereses particulares al interés público, .social o nacional que
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 92
806
761 Este principio lo erige nuestra Constitución en garantía del gobernado, la cual se
contiene en los artículos 14 y 16 que estudiamos en el capitulo séptimo de nuestra obra
respectiva.
807
762 En México, el primordial medio impugnativo de tales actos es el juicio de amparo.
Cír. nuestro correspondiente libro.
FORMAS DE GOBIERNO 93
808
763 Estos fenómenos que con modalidades vernáculas se registran en la vida política
de distintos países con más o menos frecuencia y proporción, los describe Manuel
Moreno Sánchez por lo que concierne a México con las siguientes palabras, no exentas
de despecho: "Una norma que se ha vuelto obligatoria para los políticos es la de hablar y
obrar siempre en tono menor y sin relieve. Mientras más destacada sea la actuación de
algún miembro de las cámaras, es casi seguro que ello constituye el primer
inconveniente para su continuación en la carrera política. El político difuso, callado,
disciplinado, 'agachado', como dice la expresión popular, es el que lleva la delantera
para aspirar a otra situación, pues ha probado su capacidad de obediencia y de
acatamiento." "Los inconformes no pueden aspirar a una posición acorde con su
capacidad o desarrollo personal, si no se someten a subgrupos, a mafias o a los
pequeños y múltiples cacicazgos que dominan por doquier la vida mexicana. Cada
jefecillo tiene su esfera de influencia y a conservar sólo a cambio de subordinare al
superior o de adularlo. Este, a su vez es fuerte en un campo limitado: su poder tiene la
validez que le concede otro jefe más alto, hasta llegar al nivel supremo" (Crisis Política
de México. Edición 1970, pp. 61 y 75).
FORMAS DE GOBIERNO 95
c) El fuero constitucional
809
764 El Poder judicial, pp. 46 y 47.
810
765 Cuestiones Constitucionales. "Votos". Tomo II, p. 434. Análogas consideraciones
formulan los jurisconsultos Mariano Coronado, José Ma. del Castillo Velasco, Ramón
Rodríguez y Eduardo Ruiz en sus respectivas obras Elementos de Derecho Constitucional
Mexicano; Apuntamientos para el Estudio del Derecho Constitucional Mexicano; Derecho
Constitucional y Curso de Derecho Constitucional y Administrativo.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 98
Esta responsabilidad restringida del Jefe del Estado la justifica don Felipe
Tena Ramírez con las siguientes consideraciones que compartimos
plenamente: "La Constitución quiso instituir esta situación excepcional y
única para el jefe del Ejecutivo, dice, con el objeto del protegerlo contra
una decisión hostil de las Cámaras, las cuales de otro modo estarían en
posibilidad de suspenderlo o de destituirlo de su cargo, atribuyéndole la
comisión de un delito por leve que fuera", añadiendo que "La Constitución
de 57 era menos estricta que la actual, pues autorizaba el desafuero, no
sólo por traición a la patria y delitos graves del orden común, sino también
por violación expresa de la Constitución y ataques a la libertad electoral
(Art. 103). Como ningún presidente mexicano estaba a salvo de cometer
alguno de los dos últimos delitos, por ese solo hecho que daba a merced
de las Cámaras."813
813
768 Ibid., p. 539.
814
769 El estudio de este precepto lo emprendemos en nuestra obra Las Garantías
Individuales capitulo séptimo, a cuyas ideas nos remitimos.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 100
" ... aunque es verdad que nuestra ley otorga el fuero desde el día de la
elección y que normalmente transcurre un término más o menos largo
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 102
entre ese hecho y el ejercicio efectivo del cargo, ello no significa sino el
establecimiento de un sistema especial, no tan estricto como el de otras
legislaciones y en virtud del cual el fuero subsiste mientras no se
suspende el servicio que entraña la relación funcional.
"El artículo 108 constitucional confirma esta tesis al establecer que los
diputados y senadores son responsables por los delitos que cometan
'durante el tiempo de su encargo' y 'por los delitos, faltas y omisiones en
que incurran en el ejercicio de ese mismo cargo'. Ahora bien, como 'el
ejercicio del cargo' y 'el tiempo del encargo' son expresiones sinónimas,
debe concluirse que la Constitución establece, como principio, la
responsabilidad en razón del ejercicio del cargo.
817
771 Dicho artículo 3 considera como delitos oficiales "los actos u omisiones de los
funcionarios o empleados de la Federación o del Distrito Federal cometidos durante su o
con motivo del mismo, que redunden, en perjuicio de los intereses públicos y del buen
despacho", señalando como tales los siguientes: "I. El ataque a las instituciones
democráticas; II. El ataque a la forma del gobierno republicano, representativo y federal;
III. El ataque la libertad de sufragio; IV. La usurpación de atribuciones; V. Cualesquiera
infracción a la constitución o a las leyes federales, cuando causen perjuicios graves a la
Federación o a varios Estados de la misma, o motiven algún trastorno en el
funcionamiento normal instituciones; VI. Las omisiones de carácter grave en los términos
de la fracción anterior;
VII. Por las violaciones sistemáticas a las garantías individuales o sociales; VIlI. En
general los demás actos u omisiones en perjuicio de los intereses públicos y del buen
despacho, siempre que no tengan carácter delictuoso conforme a otra disposición legal
que los defina como .delitos comunes." (La Ley de Responsabilidades vigente, que
señala tales delitos oficiales, se publicó el 4 de enero de 1980.)
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 104
Federación. Además, como ya lo hemos dicho, por lo que respecta a los delitos
comunes, en relación con los cuales opera el fuero de no procesabilidad (Art.
109), éste se contrae a los altos funcionarios federales que menciona su artículo
108, primer párrafo, sin incluir en él a los p:obernadores ni a los diputados
locales; y por lo que concierne a los delitos oficiales que estos funcionarios
puedan cometer al incurrir en "violaciones a la Constitución y leyes federales"
propiamente no existe fuero, sino el sistema especial de competencia que
establece el artículo 111 constitucional que excluye la intervención de las
autoridades judiciales. 818
d) El juicio político
818
772 Nuestra tesis está en pleno desacuerdo con el criterio de Tena Ramírez, para
quien los gobernadores y diputados legales sí gozan de fuero constitucional "por
infracciones delictuosas a la Constitución y Leyes Federales, lo que se traduce, agrega,
en que no pueden ser perseguidos por las autoridades federales (que es a las que
compete conocer de las violaciones a los ordenamientos federales) si previamente no
son desaforados en los términos de los artículos 109 y 111" (Op.cit., p. 537). Debemos
observar que el caso que contempla dicho tratadista no es posible jurídicamente, pues
por ningún delito oficial que cometa un alto funcionario. Y por equiparación legal, un
gobernador o un diputado local, surge la competencia de ningún tribunal (federal o del
orden común), sino la de la Cámara de Diputados y del Senado en los términos del
artículo 111 de la Constitución, precepto que, por cierto, no prevé ninguna hipótesis de
"desafuero" como lo pretende el autor mencionado, sino en el caso de que el delito
oficial tuviese señalada en la ley una pena distinta de la privación del puesto y de la
inhabilitación para obtener otro.
819
773 Esta denominación la emplea el penalista Juan José González Bustamante, en su
libro “Los Delitos de los altos Funcionarios y el Fuero Constitucional”, p. 52. Edición
1946.
FORMAS DE GOBIERNO 105
Ahora bien, si el acusado por delitos graves del orden común es el Presidente de
la República, la Cámara de Diputados es incompetente para
esta declaración, privado de su puesto "e inhabilitado para obtener otro por el
tiempo que determine la ley" (Art. 111, párrafo primero). Antes de que el Senado
pronuncie sentencia en los términos indicados, el alto funcionario acusado tiene
derecho a ser oído en defensa y de aportar y promover todas las pruebas y
diligencias que considere pertinentes para desvirtuar los cargos y las cuales se
desahogan y practican dentro del procedimiento que marcan los artículos 19 al
62 de la Ley de Responsabilidades vigente820 y cuyo texto damos por
reproducido.
a) Consideraciones generales
Dentro de esta calidad, el nuevo artículo 108 constitucional comprende "a los
representantes de elección popular, a los miembros de los Poderes Judicial
Federal y Judicial del Distrito Federal, a los funcionarios y empleados, y, en
general, a toda persona que desempeñe un empleo, cargo o comisión de
cualquier naturaleza en la administración pública federal en el Distrito Federal,
así como a los servidores del Instituto Federal Electoral, quienes serán
responsables por los actos u omisiones en que incurran en el desempeño de sus
respectivas funciones". Ahora bien, sólo a los senadores y diputados al Congreso
de la Unión, a los Ministros de la Suprema Corte, los Consejeros de la Judicatura
Federal, los Secretarios de Despacho, los Jefes de Departamento Administrativo,
los Diputados a la Asamblea del Distrito Federal, el Jefe de Gobierno del Distrito
Federal, el Procurador General de la República, el Procurador General de Justicia
del Distrito Federal, los Magistrados de Circuito y Jueces de Distrito, los
Magistrados y Jueces del Fuero Común del Distrito Federal, los Consejeros de la
Judicatura del Distrito Federal, el Consejero Presidente, los Consejeros
Electorales, y el Secretario Ejecutivo del Instituto Federal Electoral, los
Magistrados del Tribunal Electoral, los Directores Generales y sus equivalentes
de los organismos descentralizados, empresas de
821
775 según el artículo 7 de la Ley Federal de Responsabilidades de los Funcionarios
Públicos publicada el 31 de diciembre de 1982 y que abrogó el ordenamiento
correspondiente de 27 de diciembre de 1979, se considera como actos u omisiones que
redundan en perjuicio de los intereses públicos fundamentales o de su buen despacho
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 108
c) El juicio político
Los servidores públicos a que se refiere el párrafo primero del artículo 110
constitucional, así como los gobernadores de los Estados, diputados locales y
magistrados de los Tribunales Superiores de las entidades federativas pueden
ser encausados en juicio político, que culmina con una sentencia en que se
pueden' imponer como sanciones la destitución del servidor público y su
inhabilitación para desempeñar funciones, empleos, cargos o comisiones de
cualquier naturaleza dentro del servicio público (art. 110 párrafo tercero). En el
caso del juicio político, que sólo procede por los actos u omisiones que redunden
en perjuicio de los intereses públicos fundamentales o de su buen despacho y de
los que sean responsables los funcionarios anteriormente señalados, es la
Cámara de Diputados la que formula la acusación respectiva ante el Senado,
previa declaración de la mayoría absoluta del número de sus miembros
presentes en la sesión que corresponda (Idem). párrafo cuarto). El Senado,
previa dicha acusación, se erige en jurado de sentencia, pudiendo aplicar las
sanciones ya mencionadas por resolución de las dos terceras partes de los
senadores que concurran a la sesión respectiva (Idem). Tanto ante la Cámara de
Diputados como ante la de Senadores, el funcionario presuntamente responsable
tiene el derecho a defenderse, es decir, goza de la garantía de audiencia
instituida en el segundo párrafo del artículo 14 constitucional. En cuanto al
procedimiento ante uno y otro de dichos cuerpos colegiados en que se sustancia
el juicio político, nos
los siguientes: "I El ataque a las instituciones democráticas; II. El ataque a la forma de
gobierno republicano, representativo, federal; III. Las violaciones graves y sistemáticas a
las garantías individuales o sociales; IV. El ataque a la libertad de sufragio; V. La
usurpación de atribuciones; VI. Cualquier infracción a la Constitución o a las leyes
federales cuando cause perjuicios graves a la Federación, a uno o varios Estados de la
misma o de la sociedad, o motive algún trastorno en el funcionamiento normal de las
instituciones; VII. Las omisiones de carácter grave, en los términos de la fracción
anterior; y VIII. Las violaciones sistemáticas o graves a los planes, programas y
presupuestos de la Administración Pública Federal o del Distrito Federal y a las leyes que
determinan el manejo de los recursos económicos federales y del Distrito Federal."
FORMAS DE GOBIERNO 109
ambas Cámaras en lo que a dicho juicio concierne son inatacables, sin que
contra ellas proceda recurso alguno ni el amparo.
Los gobernadores de los Estados, los diputados locales y los magistrados de los
Tribunales Superiores de las entidades federativas pueden ser sometidos a: cio
político "por violaciones graves a la Constitución y a las leyes federales que de
ella emanen, así como por el manejo indebido de fondos y recursos federales”
(art. 110, párrafo segundo). En relación con dichos funcionarios locales, las
luciones que en dicho juicio emitan la Cámara de Diputados y el Senado
únicamente declarativas, debiendo comunicarse a la legislatura de que se para
que proceda en los términos de la constitución y de la legislación correspodiente
(Idem). En otras palabras, respecto de los mencionados funcionarios d. entidades
federativas, el Senado no dicta ninguna sentencia por los actos que hayan dado
origen al juicio político, sino que simplemente declara la responsabilidad
correspondiente, misma que sin ulterior recurso debe ser evaluada Congreso
Local de que se trate.
A propósito del Jefe de Gobierno del Distrito Federal surge el problema este
funcionario, en cuanto a su responsabilidad, puede incluirse en lo preceptuado
por el párrafo segundo del artículo 110 constitucional que establece:
En el caso del Gobernador del Distrito Federal, que es una entidad federativa o
"Estado", la decisión de la Cámara de Diputados no es definitiva, ya que puede
ser revisada por la Asamblea Legislativa del propio Distrito Federal.
e) Enriquecimiento ilícito
f) Sanciones administrativas
Éstas son aplicables a todo servidor público que incurra en "actos u omisiones
que afecten la legalidad, la honradez, lealtad, imparcialidad y eficiencia que
deben observar en el desempeño de sus empleos, cargos o comisiones" (art.
109, frac. III).822 Las citadas sanciones deben especificarse en la legislación
secundaria, ya que constitucionalmente sólo se prevén la suspensión,
inhabilitación y destitución, así como las de carácter económico, que deben
decretarse "de acuerdo con los beneficios económicos obtenidos por el
responsable y con los daños y perjuicios patrimoniales causados por sus actos u
omisiones" (art. 113). En cuanto a la prescripción de las sanciones
822
775 bis La Ley Federal de Responsabilidades en su artículo 47 señalaba los casos que
concretan dichos actos u omisiones. Este ordenamiento fue sustituido por la Ley Federal
de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos, publicada el 13 de
marzo de 2002.
FORMAS DE GOBIERNO 111
Por último, en lo que concierne a la prescripción de la acción penal por los delitos
comunes que cometan los servidores públicos durante el tiempo de su encargo,
dicha figura jurídica se debe normar por lo que establezca la legislación penal
aplicable, sin que los plazos respectivos deban ser inferiores a tres años,
interrumpiéndose durante todo el tiempo en que los funcionarios que gocen de
fuero desempeñen algún cargo a los que se refiere el primer párrafo del artículo
111 de la Constitución (Art. 114, párrafo segundo).
El párrafo cuarto del artículo 111 constitucional dispone que "Por lo que toca al
Presidente de la República, sólo habrá lugar a acusarlo ante la Cámara de
Senadores en los términos del artículo 110" y que en este supuesto dicha
Cámara resolverá con base en la legislación penal aplicable. Esta acusación
puede versar sobre traición a la patria y delitos graves del orden común que
dicho alto funcionario cometa durante el tiempo de su encargo, según lo dispone
el párrafo segundo del actual artículo 108. En otras palabras el Presidente,
mientras lo sea, no puede ser acusado por otros delitos diversos de los
señalados, lo que implica un fuero- inmunidad, debiendo decirse que, tratándose
de la responsabilidad penal por traición a la patria y delitos graves del orden
común, es el Senado el que se erige en juez inapelable. Ahora bien, si la persona
que haya fungido como Presidente hubiese cometido cualquier delito durante su
encargo, sí puede ser sometido al juicio penal que procesa ante el juez
competente como ciudadano común y corriente, toda vez que dejó de tener la
citada investidura, que es a la que se refiere la disposición constitucional
invocada. Suponer que nunca, por ningún delito, dicha persona pueda ser
responsable y que contra ella no pueda ejercitarse la acción punitativa por el
Ministerio Público, implicaría declararla absolutamente inmune aunque haya
dejado de ser presidente, proclamándose así una impunidad mons-
truosa por todos los delitos que durante su alto cargo hubiese perpetrado. Esta
suposición, que pugna contra toda justicia social y que auspiciaría la corrupción
incastigable de quien haya sido Presidente, equivaldría a permitir o tolerar que el
sujeto que ocupe este alto cargo pueda cometer toda clase de delitos durante su
desempeño sin que incurra en responsabilidad penal alguna, lo que se antoja
absurdo e irracional.
823
776 "Ante las dificultades creadas por los desórdenes que siguieron a la expedición de
las Hibueras; ante las acusaciones que los enemigos de Cortés no cesaban de formular
temerosos de un justo castigo por la conducta que habían observado en su ausencia,
Carlos V se encontraba en la necesidad de tomar una medida, sin saber cuál; ni podía
dar entera fe a las detracciones, ni, en su carácter suspicaz, cabía dejar que Cortés
siguiera disfrutando de una autoridad que pudiera llevarlo al extremo de levantarse con
un reino que él había conquistado. En aquella circunstancia otro habría pensado mandar
un general al mando de un ejército; pero aquel monarca pensó en un togado, en una
solución de orden judicial: el juicio de residencia, y nombró al licenciado Luis Ponce de
León juez de la causa, lo cual tenía en el caso una amplísima connotación, puesto que,
para residenciar a Cortés, era necesario dejarlo sin autoridad, y substituirlo en sus
variadas y omnímodas facultades." (Toribio Esquivel Obregón).
Apuntes para la Historia del Derecho en México. Tomo 11, pp. 298 Y ss. obra en la que su
ilustre autor transcribe las provisiones reales para entablar juicio de residencia contra
don Hernando, fechadas el 4 de noviembre de 1525.)
824
777 Política Indiana. Cfr. Tomo I. Edición 1739, Madrid.
FORMAS DE GOBIERNO 115
a jurisdicciones especiales para hacerlas efectivas, sin que esta tendencia hayan
rehuido los estatutos monarquistas. 825
En los países de gran adelanto cívico existe el referéndum popular para controlar
ciertos actos de los órganos del Estado, principalmente las leyes. Los sistemas
donde impera el referéndum suelen llamarse democráticos semidirectos, pues la
ciudadanía tiene en ellos una intervención directa de gobierno para emitir su
opinión sobre la vigencia de un ordenamiento jurídico elaborado por las
asambleas legislativas. Como dice acertadamente Lanz Duret, el referéndum
"deja la decisión final en materia legislativa al pueblo mismo, sin dar razones y
sin necesidad de justificar su proceder", añadiendo que: "Es indudable que este
sistema constituye una garantía contra los abusos, el desmedido poder y la
arbitrariedad de que han dado pruebas en repetidas ocasiones los cuerpos
legislativos, que contando con el poder omnímodo de que disfrutaban y la
imposibilidad en que han quedado los otros poderes públicos de resistir
legalmente a sus mandatos, han hecho prevalecer códigos y disposiciones
inconvenientes ... "826
825
778 Sobre este punto, que en obvio de repeticiones tediosas nos abstenemos de
explayar, consúltese la obra "Derechos del Pueblo Mexicano, México a Través de sus
Constituciones". Tomo VIII, pp. 137 a 289.
826
779 Op. cit., p. 67.
827
780 Derecho Constitucional Comparado, p. 183.
828
781 Cfr. Teoría de la Constitución, pp. 302 y 303
829
782 Derecho Constitucional, p. 229.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 116
Bidart Campos" estima como referéndum "toda consulta al cuerpo electoral, sea que
recaiga sobre leyes, constitución, reformas, decisiones políticas o de gobierno, etc.", y lo
clasifica también en consultivo, decisorio, obligatorio y facultativo.830
El tratadista mexicano Héctor González Uribe afirma que "El referéndum es la más
importante de las manifestaciones del gobierno directo y es aquella institución en virtud
de la cual los ciudadanos que componen el cuerpo electoral de un Estado, aceptan o
rechazan una proposición formulada o una decisión adoptada por otro de los poderes
públicos."
Agrega dicho autor, para complementar su pensamiento, que "Hay numerosas clases de
referéndum. Las dos principales son el referéndum legislativo y el administrativo. El
primero, desde luego, es el que reviste mayor importancia, tiene diferentes tipos. En la
doctrina constitucional francesa y en la práctica legislativa se habla del referéndum
consultivo, el referéndum de veto y el referéndum de ratificación. Por el consultivo, el
gobierno somete al pueblo el principio inspirador de una ley; por el de veto, un grupo de
ciudadanos manifiesta su opinión o una ley adoptada por los órganos legislativos y
entonces se somete a un referéndum para su aprobación final o reprobación; y por el de
ratificación, se somete al pueblo la ley ya aprobada y se le pide su aceptación."831
que en las asambleas por tribus formulaban sus tribunos. Dichas resoluciones podrían tener,
incluso, el carácter de leyes, como la ley Valería y Horatia que estableció la obligatoriedad de los
propios plebiscitos, la ley Publia que obligó al Senado a sancionar las determinaciones de los
comicios tribales y la ley Hortencia que confirmó la citada obligatoriedad. Como se ve, los
plebiscitos originalmente fueron actos resolutivos de la plebs, es decir, de una clase social para
la preservación y mejoramiento de sus mismos intereses colectivos frente a la clase patricia y a
los órganos del Estado romano que de ésta emanaba. En cambio, el referéndum, como ya lo
hemos recordado, es el acto decisorio por virtud del cual los ciudadanos emiten su voto adhesivo
o repulsivo a cualquier medida gubernativa que conforme a
la Constitución o a la ley deba ser sometida a su aprobación, sin que el sentir mayoritario de los
mismos sea la fuente creativa de tal medida sino llanamente su confirmación o rechazamiento.
Por consiguiente, y prescindiendo de la impropiedad que denota llamar a dicha votación
"plebiscito" como si emanara de una sola clase social -la plebs-, entre éste y el referéndum hay
una palpable diferencia, pues el acto plebiscitario es, al menos por su antecedencia histórica, de
carácter creativo y no confirmativo o repelente.
FORMAS DE GOBIERNO 117
(576)
En un sistema democrático, todos los órganos del Estado deben actuar conforme
al derecho fundamental -Constitución- o secundario -legislación ordinaria-, es
decir, dentro de la órbita competencial que les asigna y según sus disposiciones.
Ningún acto del poder público es válido si no se ajusta a las prescripciones
jurídicas que lo prevén y rigen. La actuación de los órganos estatales fuera del
833
786 Al tratar acerca del tema concerniente a la reformabilidad constitucional y por lo que se
refiere a México, sugerimos que se establezca en nuestra Constitución el referéndum popular
con la delimitación y finalidad indicadas, reproduciendo las razones que, en nuestra opinión,
fundan esa sugerencia.
834
787 Modernas Tendencias del Derecho Constitucional. Edición 1934. Editorial Reus,
SA, Madrid.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 118
Ahora bien, la violación por parte de los órganos del Estado al principio de
juridicidad, bien sea mediante actos de autoridad que vulneren el principio de
legalidad stricto sensu o el de constitucionalidad, trae aparejadas en un sistema
democrático la invalidez de tales actos. Esta invalidez no opera
automáticamente, sino que requiere su declaración jurisdiccional, que se
encomienda a otros órganos estatales de diversa índole según el régimen
específico de que se trate, aunque generalmente son de carácter judicial. De
esta manera, dentro de una democracia se controla jurídicamente la actuación
de las autoridades del Estado para obtener el imperio, sobre ella, de la ley
-control de legalidad- o de la Constitución control de constitucionalidad o
jurisdicción constitucional-, como también ha sido denominado desde hace más
de siete lustros por Mirkine-Guetzévich.836 Ambas especies de controles, que
Jellinek reputa como "garantías jurídicas del derecho positivo",837 son
características de los sistemas democráticos, pues mediante ellos se procura la
observancia obligatoria del orden de derecho, el secundario y el fundamental, los
cuales, sin ellos, serían ineficaces para mantener en la dinámica real dicha forma
de gobierno. Por ello no es aventurado afirmar, con Tocqueviille y Rabasa, que
en la democracia la supremacía jurídica corresponde a los jueces en el orden
funcional como sostenedores del sistema jurídico.838
835
788 La Teoría Pura del Derecho. Editorial Losada. Buenos Aires, pp. 96 a 98.
836
789 Estos temas los tratamos en nuestra obra El Juicio de Amparo, cuyas
consideraciones reproducimos.
837
790 Op. cit. Cap. XXII.
838
791 Esta cuestión también la abordamos en nuestra citada obra.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 120
real del pueblo para asumir el carácter de legítimo y auténtico. Sin esa
adecuación, o sea, sin que la constitución jurídico-positiva exprese el ser, el
modo de ser y el querer ser populares, el Estado que en ella se estructure y
articule no será Estado democrático en el sentido puro del calificativo. En tal
hipótesis, dicha constitución será impuesta al pueblo coactivamente sin implicar
el documento normativo en que sus esencias reales y teleológicas se recojan
preceptivamente, circunstancias negativas que manifiestan su ilegitimidad o su
falta de autenticidad. Ahora bien, aunque estas últimas notas se presenten en el
momento de la elaboración constitucional, pueden desaparecer en la facticidad
histórico-política si la mayoría popular respalda y se acoge voluntaria y
espontáneamente a la constitución impuesta ab origine, pues entonces ésta se
legitima. El fenómeno de la legitimación constitucional elimina, pues, el vicio
genésico de la constitución impuesta, saneándola de su falta prístina de
autenticidad.839
funcionar órganos estatales con competencia ad hoc para invalidar todo acto de
autoridad que viole la Constitución o la ley, órganos que generalmente son de
índole judicial, como acontece entre nosotros. Son, en consecuencia, los jueces
controladores del mencionado principio quienes, dentro de los sistemas
genuinamente democráticos, están investidos con una especie de supremacía
respecto de los demás órganos del Estado, según dijimos, de lo que se infiere
que los países donde no exista ese control judicial no pueden veraz y
auténticamente ostentar el carácter de democráticos, a pesar de que sus
autoridades procedan de la voluntad popular mayoritaria.
Es evidente que, para que opere la juridicidad mediante los dos tipos de control
mencionados sobre los actos del poder público, se requiere la división o
separación de poderes, que es otro signo denotativo de la democracia. Ya
Montesquieu señaló la necesidad de este principio como garante de la seguridad
jurídica. Si las autoridades encargadas de la aplicación de las leyes fueran las
mismas que las elaboran y si no existiese entre una y otras ningún órgano que
decidiese jurisdiccionalmente los conflictos surgidos con motivo de dicha
aplicación y que velara por la observancia de la Constitución, en una palabra, si
fuere un solo órgano del Estado el que concentrara las funciones legislativa,
ejecutiva y judicial, no habría sistema democrático, que es de frenos y
contrapesos recíprocos, sino autocracia, cualquiera que fuese el contenido
ideológico del régimen respectivo.
Ahora bien, el principio de división de poderes enseña que cada una de esas tres
funciones se ejerza separadamente por órganos estatales diferentes, de tal
manera que su desempeño no se concentre en uno solo, como sucede en los
regímenes monárquicos absolutistas o en los autocráticos o dictatoriales.
División implica, pues, separación de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial
en el sentido de que su respectivo ejercicio se deposita en órganos distintos,
interdependientes, y cuya conjunta actuación entraña el desarrollo del poder
público del Estado. Debemos enfatizar que entre dichos poderes no existe
independencia sino interdependencia. Si fuesen independientes no habría
vinculación recíproca: serían tres poderes "soberanos", es decir, habría tres
"soberanías" diferentes, lo que es inadmisible, pues en esta hipótesis se
romperían la unidad y la indivisibilidad de la soberanía.
magistrado hace las leyes por un tiempo o para siempre, y corrige o abroga las
que hayan sido hechas. Por el segundo, hace la paz o la guerra, envía o recibe
embajadas, establece la seguridad, previene las invasiones. Por el tercero,
castiga los crímenes o juzga las diferencias entre particulares. Se llamará a· este
último potestad de juzgar; y a la otra simplemente potestad ejecutiva del Estado.
Cuando en la misma persona o el mismo cuerpo de magistrados la potestad
legislativa' se reúne con la potestad ejecutiva, no puede haber
libertad, porque se puede temer que el mismo monarca o el mismo senado haga
leyes tiránicas para ejecutadas tiránicamente. Todo estaría perdido si el mismo
hombre, o el mismo cuerpo de principales, o de nobles, o del pueblo, ejerciera
estos tres poderes: el de hacer las leyes, el de ejecutar las resoluciones públicas y
el de juzgar los crímenes o las diferencias entre particulares."841
Como sostiene Lanz Duret, "el rasgo esencial de esta doctrina consiste en que
Montesquieu descompone y secciona la soberanía del Estado en tres poderes
principales, susceptibles de ser atribuidos separadamente a tres clases de
titulares, constituyendo éstos a su vez dentro del Estado tres autoridades
primordiales, iguales e independientes: es decir, a la noción de la unidad del
poder estatal y de la unidad de su titular primitivo, Montesquieu oponía un
sistema de pluralidad de autoridades estatales, fundado sobre la pluralidad de
poderes" ,842
Por su parte, Carré de Malberg afirma: "En principio, la potestad del Estado es
una. Consiste, de una manera invariable, en el poder que tiene el Estado de
querer por sus órganos especiales por cuenta de la colectividad y de imponer su
voluntad a los individuos. Cualesquiera que sean el contenido y la forma variable
de los actos por medio de los cuales se ejerce la potestad estatal, todos esos
actos se reducen en definitiva a manifestaciones de la voluntad del Estado, que
es una e indivisible."843
A su vez, Karl Loewenstein asevera: "Lo que en realidad significa la así llamada
'separación de poderes no es, ni más ni menos, que el reconocimiento de que por
una parte el Estado tiene que cumplir determinadas funciones -el problema
técnico de la división de trabajo- y que, por otra, los destinatarios del poder salen
beneficiados si estas funciones son realizadas por diferentes órganos: la libertad
es el telos ideológico de la teoría de la separación de poderes. La separación de
poderes no es sino la forma clásica de expresar la necesidad de distribuir y
controlar respectivamente el ejercicio del poder político. Lo que corrientemente,
aunque erróneamente, se suele designar como la separación de los poderes
estatales, es en realidad la distribución de determinadas funciones estatales, a
diferentes órganos del Estado. El concepto de 'poderes', pese a lo profundamente
enraizado que está, debe ser entendido en este contexto de una manera
meramente figurativa."
841
793 Esprit des Lois. Libro XI, Cap. VI
842
794 Derecho Constitucional, p. 116.
843
795 Teoría General del Estado, p. 249.
796 Teoría de la Constitución, p. 55. El mismo criterio lo sustenta el maestro Mario de la
Cueva al afirmar que la idea de Montesquieu sobre la separación de poderes, está
destinada a procurar el aseguramiento de la libertad. (Cfr. Teoría de la Constitución. Ed.
1982, página 199.)
FORMAS DE GOBIERNO 123
844
796 Teoría de la Constitución, p. 55. El mismo criterio lo sustenta el maestro Mario de
la Cueva al afirmar que la idea de Montesquieu sobre la separación de poderes, está
destinada a procurar el aseguramiento de la libertad. (Cfr. Teoría de la Constitución. Ed.
1982, página 199.) 796 bis
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 124
individuo? No lo creo así, y para sostener mi opinión, diré desde luego que
si se concede al Presidente de la República autorización para legislar
sobre milicia, por ejemplo, reteniendo el Congreso la suprema potestad
legislativa, ni se reúnen dos poderes en una persona, ni se deposita el
legislativo en un individuo, ni se infringe por consecuencia el artículo 50.
Yo creo que ese artículo prohíbe que en uno de los tres poderes se
refundan los otros dos, o siquiera uno de ellos, de un modo permanente,
es decir, que el Congreso suprima al Ejecutivo para asumir las
atribuciones de éste, o que a la Corte se le declare Poder Legislativo, o
que el Ejecutivo se arrogue las atribuciones judiciales. Así sí habría la
FORMAS DE GOBIERNO 127
Carta Magna o que la función respectiva sea estrictamente necesaria, para hacer
efectivas las facultades que le son exclusivas, y, en segundo lugar, que la
función se ejerza únicamente en los casos expresamente autorizados o
indispensables para hacer efectiva una facultad propia, puesto que es de
explorado derecho que las reglas de excepción son de aplicación estricta."850
que es la que precisamente asegura la firmeza del edificio, no de otra suerte que
la de aquella mutua lucha que se ve en las piezas que forman una bóveda, que
cuando parece que su gravedad debía desplomarlas sobre nosotros, su misma
oposición es el mejor garante de su firmeza."852
a) Su implicación
El pueblo o la nación como unidad real es el elemento humano del Estado sobre
el cual y en beneficio del cual se despliega el poder público y, por ende, las
funciones en que se manifiesta. Dentro del pueblo o nación existen dos esferas
irreductibles e innegables: la individual y la colectiva. La primera está
representada por las personas particularmente consideradas y la segunda por
los grupos humanos no individualizados que, colocados en diferentes estratos
sociales, económicos o culturales, constituyen los sectores mayoritarios de la
sociedad. Tanto las
personas como entes individuales y los referidos grupos humanos son centros de
imputación normativa, es decir, sujetos del derecho, entre los cuales se
establece vinculación obligatoria, imperativa y coercitiva que éste entraña como
atributo esencial. Ahora bien, la persona humana es un autofín en cuanto que
tiene la capacidad natural para determinar sus objetivos vitales y escoger los
medios a través e los cuales los pretenda lograr. En esa capacidad estriba su
"libertad natural", la cual en sí misma, y fuera del ámbito social, es indiferente al
derecho, pues sólo cuando al hombre se le sitúa dentro de la sociedad como
miembro de ella, en permanente relación con sus semejantes, la libertad es
materia de regulación jurídica. Esta regulación se traduce en una demarcación
normativa de la libertad, en el sentido de que el derecho la delimita, o sea, le fija
sus límites para contenerla dentro del marco extensivo en que su ejercicio no
pueda dañar a otro sujeto, perjudicar los intereses generales o desatender los
deberes sociales que el individuo tiene dentro de la colectividad a que
pertenece. Por esta razón hemos constantemente sostenido856 que el derecho es
simultáneamente recognoscitivo o permisivo y prohibitivo frente a la libertad
humana como dinámica individual que se desarrolla dentro de la sociedad, toda
vez que, al delimitarla, prohíbe actos que causen alguna de las consecuencias
anotadas, reconociendo o permitiendo, al mismo tiempo, los que no las originen.
La permisión y la prohibición concomitantes se consignan jurídicamente con
vista a dos especies de interés: el individual ajeno y el social, general o público,
el cual tiene indiscutiblemente hegemonía sobre el primero, pues al tutelarse
mediante las normas demarcativas de la libertad, el derecho y, por ende, el
poder público que le está subordinado, evitan una damnificación social y el
incumplimiento de los deberes sociales a cargo del individuo, objetivos éstos que
inconcusamente tienen más importancia y trascendencia que la simple
preservación del interés singular ajeno.
856
807 Véase nuestra obra Las Garantías Individuales. "Introducción".
FORMAS DE GOBIERNO 133
El señalamiento concreto de los fines del Estado puede oscilar entre uno y otro
tipo de intereses, es decir, preverse en el orden jurídico fundamental como
índice ideológico del poder público y, en consecuencia, del gobierno con vista a
su tutela, promoción y mejoramiento. Ese señalamiento puede manifestarse, ya
como tendencia permanente del Estado, en cualquiera de las siguientes
posiciones principales: exclusividad o al menos predominancia, en favor de
algunos de dichos intereses, o como equilibrio armónico entre ambos. En el
primer caso se encuentra, por una parte, el llamado Estado burgués y por la otra
el Estado socialista, y a los que respectivamente hemos calificado como
"demagógicos" en el correcto sentido de la palabra. Efectivamente, la burguesía,
desde su aparición histórico-económica, se ha caracterizado por ser una clase
social compuesta por los fabricantes o industriales, comerciantes y en general,
por "detentadores de los instrumentos de producción", sin excluir de ella a los
profesionistas libres. Dicha clase social, para el pensamiento socialista
"científico", se contrapone al proletariado urbano y rural. Ahora bien, si las
finalidades estatales establecidas por el derecho se dirigen preferentemente
hacia la protección de los intereses de la burguesía y si, por tanto, el poder
público y el gobierno tienen la misma propensión.
859
810 Persona, Estado y Derecho. Edición 1957. Madrid.
860
810 bis Ya desde la Antigüedad Clásica y durante la Edad Media, los filósofos, juristas
y teólogos identificaron la justicia social con el bien común como objetivo esencial de las
leyes. Los pensadores que así opinaron, primordialmente Cicerón, Hipias, San Isidro y en
forma destacada Santo Tomás de Aquino, consideraron que una ley que no propendiese
al bienestar de todos los ciudadanos, sino a establecer privilegios en favor de un grupo
singular y minoritario de la sociedad, pugnaba contra la j . cia. Cfr. De la Justicia y del
Derecho de Domingo de Soto y Tratado de las Leyes de Francisco Suárez.)
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 136
que desean ver realizadas por el Estado. Los intereses que defienden, por
respetables que sean, no se identifican necesariamente con el interés general
del que el Estado es guardián y defensor. Ejercen presiones constantes sobre los
poderes públicos -parlamento, gobierno y administración- con el propósito de
imponer sus concepciones. Se les ha llamado feudalismos sociales o económicos.
Son, en verdad, grupos de presión, expresión que ha llegado a ser clásica en
sociología, economía política y en ciencia política en los Estados Unidos. Estos
grupos ejercen un poder de hecho".862 Cavalcanti asevera que "bajo la
denominación de grupos de presión se entiende generalmente aquellos grupos
organizados para la defensa de intereses propios, intereses de naturalezas
diversas, y que actúan sobre los órganos responsables del Estado para obtener
los beneficios que pretenden. Esta es la noción más general de este tipo de
organización, para la cual, entretanto, se procura una conceptualización técnica
más precisa que permita la identificación de estos grupos". Agrega este autor
que "la verdad es que existen numerosos grupos y organizaciones destinados a
reunir individuos de intereses comunes (económicos, cívicos, religiosos,
culturales), y que actúan sobre los organismos del Estado y sobre los partidos
políticos, influyendo, a veces decisivamente, sobre la orientación de sus poderes
y de esos órganos. Esos grupos son cada vez más numerosos y los intereses que
defienden son de los más variados. No siempre corresponden a lo que se podría
llamar el interés público; frecuentemente son intereses que calificaríamos de
ilegítimos; mas la verdad es que hoy presentan, en el mecanismo social, y más
especialmente en el mecanismo administrativo, papel preponderante. Esos
grupos tienen, a veces, influencia decisiva porque se infiltran en los partidos
políticos, en las administraciones estatales, representan poder económico
suficiente poderoso para realizar propaganda, preparan la opinión pública, y son
suficientemente eficaces para influir en las decisiones políticas y administrativas
más serias". 863
Loewenstein afirma que "En nuestra sociedad tecnológica de masas ha surgido
un nuevo tipo de invisibles detentadores del poder en forma de grupos
pluralistas y agrupaciones de intereses que dominan los medios de
comunicación de masas", añadiendo que "la infiltración y configuración del
proceso político a través de los grupos pluralistas y de sus vanguardias -los
grupos de presión y los lobbies- es quizá, en comparación con otros tiempos, el
fenómeno político más significativo en las moderna sociedad de masas".864
Andrés Serra Rojas considera que "Los grupos de presión son las organizaciones
o coaliciones de intereses económicos, que sin ser políticas o valiéndose de la
política como un medio, tienen por misión defender los intereses, objetivos o
propósitos del grupo, al mismo tiempo que influyen en las decisiones
gubernamentales o en la política
862
812 "Pouvoir de fait et regle de droit le fonctionement des institutions politiques",
obra citada por S. Linares Quintana en su Tratado de la Ciencia del Derecho
Constitucional, tomo VII, p. 677
863
813 Citado por Linares Quintana. Ibid., p. 687.
864
814 Teoría de la Constitución, p. 37.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 138
La diferencia entre los partidos políticos y los grupos de presión parece nítida.
Sin embargo, a tales grupos hay que distinguirlos de las asociaciones o
agrupaciones
Además de los grupos de presión existen los llamados grupos de interés sin que
entre unos y otros haya ninguna diferencia esencial, pues los primeros siempre
persiguen un "interés" y los segundos también ejercen "presión".
Para nosotros, la sutil distinción entre ambos grupos consiste en que los de
"interés" están formados por individuos que en diferentes sectores generalmente
económicos están colocados en una situación de hegemonía y que, valiéndose
de ella, "presionan" directamente a los titulares de los órganos del Estado para
que, ante determinados problemas o conflictos que surgen en la vida social,
tomen decisiones que no lesionen dicha situación, misma que se traduce en una
madeja que comúnmente suele denominarse "complejo de intereses creados".
Por lo contrario, los grupos de presión se integran por sujetos que, con aparente
demagogia que puede desembocar en actos de violencia, coaccionar a los
gobernantes a fin de minar el principio de autoridad y de desquiciar las
instituciones del Estado democrático para preparar un ambiente propicio a su
subversión mediante la transformación de sus estructuras. Estos grupos son los
que mantienen lo que Trostki preconizaba como la "revolución permanente"
contra las democracias para abonar el camino hacia el establecimiento de la
"dictadura del proletariado" y de la utópica "sociedad socialista". Como se ve,
aunque ambos tipos de grupos son adversarios de los sistemas democráticos
dentro de los que paradójicamente nacen y
870
820 Consúltese sobre estas cuestiones la obra de Duverger Sociología Política, en
cuyo capítulo II de su parte especial las trata ampliamente.
871
821 Vanamente los "politólogos" y sociólogos se han empeñado en formular una
clasificación de los grupos de presión y de interés. Esta tarea es un tanto cuanto
imposible, ya que los intentos para demarcar una tipología de dichos grupos
generalmente naufragan en el océano del causismo. Grupos de presión y de interés
siempre han existido y actuado en las distintas épocas históricas de la Humanidad,
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 142
K Observación final
V. LA AUTOCRACIA
A. Idea general
Esta es una forma de gobierno en la cual el poder supremo del Estado reside en
un solo individuo, sin que su actuación gubernativa esté sometida a normas
jurídicas preestablecidas, es decir, a normas que no provengan de su voluntad.
Con esta idea queremos expresar no que en un régimen autocrático no exista
derecho positivo, sino que éste es creado por el sujeto que ejerce el poder
pudiendo variarlo a su arbitrio.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 144
gobernante, puesto que en última instancia éste concentra todas las funciones
del Estado que desarrollan las autoridades que le están subordinadas.
876
826 Teoría de la Constitución, p. 76.
FORMAS DE GOBIERNO 147
Para el fascismo, el Estado debe ser totalitario, pues nada ni nadie tiene valor ni
significación fuera de él, puesto que la persona humana, el individuo, es sólo un
"instrumento" al servicio de la nación "representada" por la entidad estatal. Esta
concepción excluye, evidentemente, la posibilidad de que, dentro del fascismo,
se proclamen derechos del gobernado frente a las autoridades del Estado, pues
aquél no es sino un siervo de éste. Tampoco, obviamente, dentro de dicho
régimen pueden existir el pluripartidismo ni el bipartidismo, en virtud de que su
continuidad debe asegurarse mediante un "partido único". Es lógico que el
fascismo, para sostener su antidemocratismo, emplee la fuerza tendiente a
sofocar cualquier brote de discrepancia contra sus principios, los cuales, como
excluyentes de los contrarios, forman el cuadro inalterable de la dictadura
ideológica y de pensamiento, en la que finca su supervivencia interna y su
expansión imperialista. La forma de gobierno fascista es la dictadura o la
oligarquía, como resultantes de su contexto estructural, que elimina la
interdependencia de los poderes públicos, subordinando a la voluntad del
autócrata o del cuerpo oligárquico la tímida y servil actuación de los órganos
legislativos y judiciales.
En el terreno económico, el fascismo se mueve dentro de un sistema
"corporativo" formado por sindicatos obreros pertenecientes a las principales
actividades económicas del Estado y cuya actuación debe evitar cualquier "lucha
de clases", puesto que los intereses de los trabajadores deben encuadrarse
dentro del interés nacional. En lugar de los enfrentamientos entre empresas y
trabajadores, el fascismo preconiza la colaboración de éstos con aquéllas en
igualdad de derechos y obligaciones.
derecho de los trabajadores para mejorar sus condiciones vitales, pues este
objetivo depende de la voluntad graciosa de la entidad estatal. Si bien es cierto
que el advenimiento del comunismo obedece a la lucha de clases, también es
verdad que su implantación la excluye absolutamente al abolir la clase de los
"explotadores". Por ende, tanto en el fascismo como en el comunismo tal lucha
queda suprimida, fenómeno que no acontece dentro de los regímenes
democráticos; y por lo que atañe a la propiedad de los medios de producción,
existe entre ambas formas económicas la diferencia de que, en el fascismo, se
conserva el dominio privado aunque bajo el control del Estado, mientras que en
el comunismo tal dominio corresponde a la entidad estatal como estructura
jurídica y política del pueblo.
Pero independientemente de las convergencias o divergencias de ambos
regímenes en lo que respecta al ámbito económico, lo cierto es que en el orden
político ambos son indeseables en virtud de que repudian toda consideración
digna y libre del hombre, estimándolo como un simple ente individual perdido en
la sociedad, sin valor personal dentro de ella y únicamente utilizable como
instrumento de fines que le son impuestos por los grupos oligárquicos que
organizan y dirigen al conglomerado.
titular anterior que sea desposeído del cargo correspondiente, sino que su
nombramiento, designación o elección no se ajustan a las normas jurídicas que
deben regir a estos actos. Además, el usurpador es repudiado por la voluntad
popular mayoritaria, en el sentido de que la conciencia colectiva no lo reconoce
como gobernante, aunque por la fuerza o compulsión los gobernados sean
constreñidos a obedecerlo. El funcionario de hecho, aunque derive su investidura
de un título ilegal o antijurídico, no es ilegítimo en el amplio sentido de la
palabra, pues la ilegalidad, como dice Bidart Campos, deriva "de la
disconformidad con el ordenamiento positivo instaurado por la Constitución o las
leyes, aun cuando pueda sostenerse que existe legitimidad si el acceso al poder,
aunque ilegal, ha sido conforme a la justicia o al derecho natural (Duverger)",
concluyendo que: "en este caso, el gobierno de facto será ilegal, pero no
ilegítimo".881 Además, el usurpador quebranta el orden jurídico preestablecido,
en cuanto que arrebata a los órganos del Estado su competencia para asumir en
su persona las funciones que éstos tienen asignadas, en tanto que los
funcionarios de hecho, como personas, encarnan a tales órganos aunque
ilegalmente. El usurpador destruye y cambia un status jurídico-político, en tanto
que el funcionario de hecho se somete a él en lo que al ejercicio del poder se
refiere, pues sólo sustituye al titular del órgano cuando la duración en su cargo
ha concluido, ya que de lo contrario sería un usurpador.
Se debe hacer hincapié, por otra parte, en la diferencia que existe entre
CAPÍTULO SÉPTIMO
EL PODER LEGISLATIVO
Al efecto, Duguit ha dicho: "Desde el punto de vista material, es ley todo acto
que posee, en sí mismo, el carácter intrínseco de ley, y esto con entera
independencia del individuo o de la corporación que realiza el acto. Es, pues,
acto legislativo según su propia naturaleza, pudiendo ser, al mismo tiempo, una
ley formal, pero también no serio, como frecuentemente sucede. Cuando se
quiere determinar qué es la función legislativa, lo que debe determinarse,
únicamente, pero absoluta y enteramente, es el carácter del acto legislativo
material." En cuanto a los elementos generalidad y abstracción de la ley, el
distinguido profesor de la Universidad de Burdeos se expresa así: "La leyes una
disposición establecida por vía general. Queremos decir, con esto, que la ley
constituye en sí misma una disposición que no desaparece después de su
aplicación a un caso previsto y determinado previamente, sino que sobrevive a
esta aplicación y que sigue aplicándose, mientras no se derogue, a todos los
casos idénticos al previsto. Este carácter de generalidad subsiste aun cuando de
hecho no se aplique la ley más que una sola vez. La disposición dictada por vía
individual se establece, en cambio, en atención a un caso determinado
exclusivamente. Una vez aplicada, desaparece la ley, puesto que el propósito
especial, concreto, exclusivo, para el cual se dictara, se ha realizado o se ha
logrado ya. La disposición de la ley dictada con carácter general sobrevive a su
aplicación a una o a muchas especies determinadas. Por ser general es,
asimismo, abstracta; con lo que se da a entender que, al dictarse, no se tiene en
cuenta especie o persona alguna. La disposición por vía general y abstracta es
una ley en sentido material. La disposición por vía individual y concreta no es
una ley en sentido material; será una ley en sentido formal si emana del órgano
legislativo. Desde el punto de vista material puede ser, según las circunstancias,
un acto administrativo o un acto jurisdiccional." 884
con la justicia (Suárez), con la razón natural -Lex ratio summa insita in natura ... lex
naturae vis- (Cicerón), con la naturaleza de las cosas (Montesquieu), o inclusive con la
explotación del proletariado por el Estado burgués (Marx y Lenin). La elaboración del
concepto jurídico de "ley" debe basarse en la consideración pura y exclusiva de que ésta
es un acto de imperio del Estado con independencia de los múltiples y variados
contenidos temporal-espaciales que puedan vaciarse en él. Bajo esta idea formal, la ley
no deja de ser tal aunque lo que ordene o mande se contraponga a principios ideológicos
de diversa índole, a los valores del espíritu o al ser un modo de ser de los hombres, las
cosas o las sociedades. "Dura lex sed lex" reza un proverbio jurídico que, parafraseado,
nos conduce a la conclusión de que puede haber, como las hay, leyes injustas,
antieconómicas, antisociales, inhumanas, etc., adjetivos éstos que resultan de su
estimación valorativa, mas no de su esencia misma.
884
834) Manual de Droit Constitutionnel, pp. 88, 90 y 91.
PODER LEGISLATIVO 155
)
Por su parte, Kelsen sostiene que "En la función legislativa, el Estado establece
reglas generales, abstractas; en la jurisdicción y en la administración, despliega
una actividad individualizada, resuelve directamente tareas concretas; tales son
las respectivas nociones más generales. De este modo, el concepto de
legislación se identifica con los de 'producción', 'creación', o 'posición de
Derecho'."885 y 886
De acuerdo con estas ideas, todo acto de autoridad que establezca normas
jurídicas con la tónica señalada, será siempre una ley en su contextura intrínseca
o material, aunque no provenga del órgano estatal en quien se deposite
predominantemente la función legislativa. En puntual congruencia lógica se
afirma, por lo contrario, que no todo acto que emane de dicho órgano es una ley
si sus notas esenciales son no la abstracción, la impersonalidad y la generalidad,
sino la concreción, la personalidad y la particularidad que caracterizan a los
actos administrativos y jurisdiccionales. De ahí que un órgano llamado
"legislativo" puede desempeñar el poder legislativo mediante la expedición de
leyes o el poder administrativo o el jurisdiccional según sean los actos que
realice conforme a su competencia constitucional. A través de esta consideración
se corrobora lo indebido o incorrecto de la identificación entre el órgano y el
poder, pues sería absurdo que el "poder legislativo" como función "ejerza" los
otros dos poderes o viceversa.
885
835 Teoría General del Estado, p. 301.
886
836 Los elementos de la ley que la doctrina ha señalado se consignan también por la
jurisprudencia de nuestra Suprema Corte en la tesis 643 publicada en el Apéndice al
tomo CXVIII del Semanario Judicial de la Federación (Quinta Época). Tesis 76 del
Apéndice 1975. Pleno. Tesis 84 del Al1éndice 1985. Pleno.
887
837 Según el artículo 89, fracción 1, de la Constitución.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 156
(611)
Bien se ve, por lo que se ha expuesto, que el poder legislativo, como actividad o
función de imperio del Estado, es susceptible de ejercerse por cualquier órgano
de autoridad, según la competencia respectiva que establezca la Constitución.
En otras palabras, las normas jurídicas generales, abstractas e impersonales que
integran el derecho positivo y cuya creación es el objeto inherente al poder o
actividad legislativa, pueden emanar no sólo del órgano legislativa propiamente
dicho, sino también de otros en quienes por excepción o temperamento se
deposita constitucionalmente.
888
838 Su estudio lo abordamos en nuestro libro Las Garantías Individuales. (Cfr. capítulo
cuarto, parágrafo III, apartado D.)
PODER LEGISLATIVO 157
(612)
lado característico de todo régimen democrático, en diferentes realidades
políticas históricamente dadas ya se practicaba, pues prescindiendo de los
Estados monárquicas absolutistas, en que toda la actividad pública se
concentraba en una sola persona que asumía diversas denominaciones y
tratamientos, los poderes o funciones legislativas, ejecutivas y judiciales se
desempeñaban por distintos órganos.
(613)
de Servio Tulio y posteriormente por centurias, eran las asambleas políticas que
desempeñaban la función legislativa con la concurrencia del rey y Senado. Así, al
rey correspondía la proposición o iniciativa de leyes, a 1os comicios su
aprobación y al Senado su ratificación.891
Durante la República, el rey fue sustituido por dos funcionarios con facultades
coextensas llamados cónsules, subsistiendo los comicios y el Senado. A los
comicios por centurias incumbía el poder legislativo, ya que el Senado no estaba
investido con la potestad correspondiente, considerándosele, sin embargo como
"el baluarte de las tradiciones romanas". 892 Debe destacarse en época
republicana la existencia de un funcionario, dotado de facultades vetatorias,
denominada “tribunos plebis", quien tenía la atribución de suspender la vigencia
de las leyes cuando afectaran los intereses y derechos de la plebe mediante la
"intercessio", que era un acto intrínsecamente legislativo.
890
840 César Cantú. Historia Universal, tomo 111, p. 95.
891
841 Guillermo Flons Margadant. Derecho Romano, p. 22.
892
842 Ibid., p. 28.
893
843 René Foignet. Prlcis de Droit Romain, p. 3.
PODER LEGISLATIVO 159
(614)
tra Era). Bajo este régimen, todos los poderes se concentraron en la persona del
emperador sin limitación alguna.
En el ejercicio del poder legislativo durante las diversas épocas que comprende
la historia política de Roma, los jurisconsultos desplegaron una labor
trascendente, a tal punto que sus opiniones llegaron a asumir un carácter
francamente legal. Esa labor extrínseca e intrínsecamente se realizaba mediante
actos de diferente índole, que se conocen con los nombres de respondere,
caveere, agere y scribiere, consistiendo, respectivamente, en dar consultas
orales, en redactar documentos jurídicos para las partes contratantes, en el
patrocinio judicial y en escribir obras de derecho. Antes de Augusto, los
jurisconsultos no tenían ningún carácter oficial, pero bajo su imperio se les
otorgó la facultad de emitir sus opiniones en público (jus respondiendi publice),
adquiriendo tal prestigio que se convirtieron en criterios obligatorios para los
jueces en los procesos sobre cuyas cuestiones controvertidas versaban. Bajo el
gobierno del emperador Adriano, los escritos de los jurisconsultos reconocidos
oficialmente tenían una autoridad semejante a la de la ley, o sea, que en ellos se
depositó el poder legislativo. Mediante una célebre disposición dictada por
Teodosio II y Valentiniano III en el año 426, los insignes jurisconsultos Gayo,
Paulo, Ulpiano, Papiniano y Modestino se convirtieron en verdaderos
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 160
(615)
característico de la Edad Media en casi todos los pueblos europeos. El señor
feudal era en la realidad política un verdadero rey; su autoridad dentro en su
feudo no reconocía restricción alguna, pues entre él y el monarca sólo existía
una ficticia relación de vasallaje, un espejismo de supeditación y obediencia. En
los Estados europeos del Medioevo, fraccionados territorial, política y
socialmente por causa del régimen feudal, no existía, aunque parezca absurdo,
una sola soberanía, sino tantas cuantos eran los señores feudales, multiplicidad
que afectaba concomitantemente al poder legislativo, pues cada uno de ellos
podía dictar leyes dentro de sus dominios. Esta situación hizo surgir la nota
común que peculiariza el desarrollo histórico de la Edad Media, a saber: las
luchas incesantes entre el rey y los señores feudales y que en Francia se
decidieron en favor del monarca, quien, a partir de su triunfo, se erigió en
soberano absoluto, concentrando en su persona las tres funciones del Estado.
PODER LEGISLATIVO 161
(616)
El parlamento de París, en su origen, fue deambulatorio y se convirtió en
sedentario por una ordenanza de 23 de marzo de 1302, reuniéndose primero dos
veces al año y permanentemente después a partir de 1380. Estuvo integrado por
diferentes salas o "cámaras" cuya competencia se determinó “ratione materiae"
e “intuitupersonae", pues conocían en último grado de asuntos penales y de los
negocios judiciales en que las partes fuesen los pares de Francia y cuyas
controversias se relacionasen con los intereses del rey, de la corona, de la
Universidad y de los establecimientos hospitalarios de París.
894
844 A. Laya. Droit Anglais, p. 106.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 162
"Estos concilios, dice Enrique de Tapia Ozcariz, ayudaron eficazmente a los reyes
en el gobierno de sus Estados. En el Concilio III de Toledo, celebrado el año 587,
Recaredo instituyó la unidad católica de España. De aquellos concilios emanaron
leyes encaminadas a cortar los abusos de la autoridad real, intervinieron no sólo
en la declaración de la paz y de la guerra, sino en el establecimiento de
impuestos, avalúo y aquilatamiento de la moneda, y sobre todo en el derecho de
petición por parte de los que se consideraban agraviados." 895
Es, pues, un error generalizado sostener que el régimen político de los reinos
españoles del Medioevo implicaba un sistema monárquico absolutista en el cual
el rey, por voluntad divina, era el gobernante irrestrictamente autocrático, ya
que el poder real estaba a tal punto limitado, que la potestad legislativa, según
hemos visto, no le incumbía, sin que, por otro lado, haya estado totalmente
excluido de su desempeño. Es interesante observar, además, que aparte del
fenómeno de colaboración en la creación de leyes, en dicho régimen funcionaba
embrionariamente el principio de división o separación de poderes, pues el
ejercicio de éstos no se concentró en un solo órgano, sino que se desplegaba
primordialmente por el monarca y por las Cortes. Es de justicia reconocer que,
situándose imaginativamente en plena Edad Media, cuando las bases del
moderno derecho constitucional eran aún desconocidas, los reinos españoles, en
cuanto a su organización política, denotaron un marcado adelanto en relación
con los demás países europeos, en los cuales, sin contar a Inglaterra, se registró
la tendencia hacia la consumación del régimen
(617)
monárquico absolutista y que cristalizó en la realidad al liquidarse el feudalismo,
según aconteció en Francia.
896
846 "Hay que advertir, dice Tapia Ozcariz, que las Asambleas se reúnen donde a la
sazón se hallan el Rey y su Corte (de aquí que a estas grandes Juntas o Parlamentos
legislativos se les llamase ‘Cortes’). No olvidemos que el Monarca y su cortejo eran las
más de las veces, un grupo de variable densidad, pero siempre ambulante, y que ello
obliga a variar el lugar donde las Cortes se reunían. Hubo circunstancias en que fueron
tenidas en cuenta la importancia de la comunidad, la utilidad pública y hasta la
salubridad o el clima, pues en algunas zonas se veían seriamente afectadas por pestes y
epidemias" (Op. cit., p. 10).
897
847 "En nuestras Cortes medievales, afirma Tapia Ozcariz, se decían verdades
amargas a los monarcas, siempre aderezadas con respetosos consejos y sabias
advertencias. Como ha podido ver el lector, los 'servicios' concedidos por los
procuradores en Cortes representantes de los tres estados, revestidos de la fuerza moral
y legal que les daba su calidad de diputados elegidos por los gremios y municipios -en
unión del clero y la nobleza-, con poderes para fiscalizar y otorgar subsidios,
desaparecen a partir del año 1700, cuando ocupa el trono de España el primer Borbón.
Las Cortes de Castilla quedan limitadas a la jura del Soberano y del Príncipe heredero;
ceremonia que no exige más que una o dos sesiones, puramente protocolaria, de la
antigua Asamblea legislativa, que se ha ido extinguiendo en el siglo XVIII y terminará por
desaparecer." (Op. cit., p. 249.)
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 164
(618)
realidad y en el pensamiento por el principio de su radicación en la voluntad
popular y por el de su desempeño a través de los representantes de la nación,
como sólidos pilares en que descansa el derecho constitucional moderno hasta
nuestros días y con independencia de su contenido ideológico. El poder
legislativo deja de ser un atributo inherente a la potestad real para erigirlo al
rango de manifestación prístina e inseparable de la soberanía popular, fijándose
así la trayectoria que hubiere de seguir en lo futuro la evolución jurídica y
política de la Humanidad.
Este tema específico lo abordaremos en relación con cada una de las etapas en
que suele dividirse la historia de nuestro país, a saber: la precolonial, la colonial
y la que comprende su vida política independiente. No está en nuestro ánimo
formular un estudio pormenorizado sobre ese tópico, ya que sólo intentaremos
presentar un panorama general acerca de él, tan someramente como lo hicimos
en el parágrafo precedente.
(619)
leyes,898 es decir, si éstas no comprenden únicamente a las escritas, puede
afirmarse, en este supuesto razonable, que el poder legislativo en los pueblos
preecortesianos, o sea, el poder de formación normativa, era su vida social
misma aserto que es válido para cualquier régimen en que la costumbre sea
fuente inmediata del Derecho, es decir, práctica vivida y constante donde éste
se registra como fenómeno social. Ante la propia índole de su derecho, los
antiguos pobladores de nuestro territorio vivían una auténtica democracia
jurídica, pues, con independencia de las formas políticas en que estaban
organizados, las normas Que en diferentes materias lo componían estaban
imbíbitas en sus costumbres, prácticas y usos, sin imposición ajena alguna, tal
como sucede en, los regímenes de derecho escrito.
898
848 Si se toma en cuenta la acepción etimológica más comúnmente aceptada de la
palabra "ley", que la hace derivar del verbo latino legere (leer), es evidente que,
conforme a ella, a la norma consuetudinaria no puede atribuirse ese calificativo, pues la
costumbre no se "lee" como un precepto escrito, Sino se interpreta.
899
849 El Derecho Precolonial, Segunda edición (1961), p. 25.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 166
900
cristiano cuyo conjunto se ha bautizado con el nombre "derecho natural", así
como por las costumbres sociales que varias legislaciones
(620)
reconocieron expresamente como fuente de derecho, contándose entre ellas, en
forma destacada, a las Leyes de Indias, cuya ley 4 de su título primero, libro 2,
prescribía: "que las leyes y buenas costumbres que antiguamente tenían los
indios para su buen gobierno y policía y sus usos y costumbres observadas y
guardadas después que son cristianos, y que no se encuentren con nuestra
sagrada religión, ni con las leyes de este libro, y las que han hecho y ordenado
de nuevo, se guarden y ejecuten y, siendo necesario, por la presente las
aprobamos y confirmamos".
Por otra parte, debe subrayarse que la autoridad real, primordialmente por lo
que concierne a la expedición de ordenamientos legales, solía no obrar en forma
arbitraria, pues para todas las cuestiones o materias susceptibles de normación
en las colonias españolas de América, se creó por el emperador Carlos V el
famoso Consejo de Indias en el año de 1519. Este Consejo, aunque tenía ciertas
facultades legislativas "sobre encomiendas, conservación y tratamiento de
indios, expediciones de descubrimiento y conquistas, misiones y tráfico
marítimo", 901 su ejercicio lo realizaba en nombre del monarca, en quien,
repetimos, residía el poder de elaboración legal. Además, la organización del
mencionado Consejo, su órbita competencial y el nombramiento de sus
miembros correspondían al rey, debiéndosele considerar, por tanto, como una
autoridad subordinada a la voluntad real, y no como un órgano coextenso a ella,
surgido de la misma fuente e intocable por ella, según acontece con los
verdaderos órganos legislativos.
político absolutista. Así como en las democracias todo el poder público dimana
del pueblo, en el sistema jurídico-político de la Nueva España derivaba de la
potestad real y se ejercía por las autoridades unipersonales o colectivas que el
mismo monarca creaba y a las que adscribía el ámbito competencial que
estimaba conveniente, precisamente al desempeñar el poder legislativo en
diferentes actos que se denominaban pragmáticas, cédulas reales, provisiones y
ordenanzas. La legislación de las Indias, incluyendo obviamente a la Nueva
España, tan dispersa y desarticulada, se recopiló por mandato del rey Carlos II
en el año de 1681. La radicación real del poder legislativo queda evidenciada por
la exposición de motivos que precede a dicha recopilación, permitiéndonos
entresacar de su texto las expresiones que corroboran esta aserción.
(621)
muchas Cédulas, Cartas, Provisiones, Ordenanzas, Instrucciones, Autos de
Gobierno, y otros despachos, que por la dilatación, y distancia de unas Provincias
a otras no han llegado a noticia de nuestros vasallos, con que se puede haber
ocasionado grande perjuicio al buen gobierno, y derecho de las partes
interesadas. Y Nos deseando ocurrir a estos inconvenientes, y considerando que
las materias son tan diversas, y los casos tantos, y tan arduos, y que todo lo
proveído y acordado por Nos es justo que llegue a noticia de todos, para que
universalmente sepan las leyes con que son gobernados y deben guardar en
materia de gobierno, justicia, guerra, hacienda, y las demás, y las penas en que
incurren los transgresores... acordamos y mandamos, que las leyes en este libro
contenidas, y dadas para la buena gobernación, y administración de justicia de
nuestro Consejo de Indias, casa de Contratación de Sevilla, Indias Orientales, y
Occidentales, Islas, y Tierra firme del mar Océano, Norte, y Sur, Armadas, y
Navíos, y todo lo adyacente, y dependiente, que regimos y gobernamos por el
dicho Consejo, se guarden, cumplan, y ejecuten, y por ellas sean determinados
todos los pleitos, y negocios, que en estos, y aquellos Reynos ocurrieren, aunque
algunas sean nuevamente hechas, y ordenadas, y no publicadas, ni pregonadas,
y sean diferentes, o contrarias a otras leyes, capítulos de Cartas, y pragmáticas
de estos nuestros Reynos de Castilla, Cédulas, cartas acordadas, Provisiones,
Ordenanzas, Instrucciones, Autos de gobierno, y otros despachos manuscritos, o
impresos: todos los cuales es nuestra voluntad, que de ahora en adelante no
tengan autoridad alguna, ni se juzgue por ellos, estando decididos en otra forma,
o expresamente revocados, como por esta ley, a mayor abundamiento, los
revocamos, sino solamente por las Leyes de esta Recopilación ... "
Con la Constitución de marzo de 1812, que no puede dejar de figurar en nuestra
historia jurídica, pues en la época en que se expidió y puso en vigor México aún
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 168
(622)
El ideario de la insurgencia, desde su precursión con el licenciado Verdad
principalmente, giró en torno al principio de la soberanía popular y al de la
radicación, en ésta, del poder legislativo y el de su ejercicio en los
representantes de la nación. Así se advierte de dos importantísimos documentos
políticos, antecedentes de la Constitución de Apatzingán, llamada "Decreto
Constitucional para la Libertad de la América Mexicana", de 22 de octubre de
1814. Se trata de los "Elementos Constitucionales" de Rayón y de los
"Sentimientos de la Nación" de Morelos.
las leyes, a propuesta del "protector nacional nombrado por los representantes"
(Art. 17 y 18).
(623)
(Art. 8), Que no es sino la soberanía popular o nacional misma, tal como lo
afirmó Rousseau y lo corroboró la Declaración francesa de 1789. Previó el
fenómeno de la colaboración funcional en el desempeño del poder legislativo, en
el sentido de otorgar la facultad vetatoria al Supremo Gobierno compuesto por
tres individuos, y al Supremo Tribunal de Justicia formado por cinco miembros
(Arts. 128, 132 y 181).
(624)
tema que no llegó a dilucidarse suficientemente. El diputado D. Lorenzo de
Zavala calificaba la situación de "falta de reglas". Iturbide consideraba que la
autoridad provisional (que había residido en la Junta y en la regencia), "cuando
reconoce una asamblea encargada de constituir, no debe confiarle más que esta
función, y reservarse siempre el derecho de hacer mover la monarquía, hasta el
momento de su completa renovación". La amplitud legislativa se destacó aún
más por el hecho de Que el Congreso no se fraccionó en dos Cámaras, a pesar
PODER LEGISLATIVO 171
de que Iturbide le recordó el día de su instalación que tal era lo prescrito por la
convocatoria.903
(625)
La reinstalación del Congreso no produjo los frutos apetecidos por el Plan de
Casa Mata y en su lugar se estableció uno nuevo, reunido el 5 de noviembre de
1823, y en cuyo seno prevaleció la idea federalista, habiendo expedido el 31 de
903
853 Leyes Fundamentales de México, p. 121
904
854 [bid., p. 122.
905
855 Derecho Público Mexicano. Tomo lI, p. IV.
906
856 Felipe Tena Ramírez, op. cit., p. 122
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 172
907
857 Isidro Montiel y Duarte. Op. cit., p. XVIII.
908
858 Cita inserta en la mencionada obra de Tena Ramírez, p. 153.
909
859 Tena condensa esas ventajas en lo siguiente: "1. Debilita, dividiéndolo, al Poder
Legislativo, que tiende generalmente a predominar sobre el ejecutivo; favorece, pues, el
equilibrio de los poderes, dotando al ejecutivo de una defensa frente a los amagos del
poder rival. 2. En caso de conflicto entre el ejecutivo y una de las cámaras, puede la otra
intervenir como mediadora; si el conflicto se presenta entre el ejecutivo y las dos
cámaras, hay la presunción fundada de que es el Congreso quien tiene la razón. 3. La
rapidez en las resoluciones, necesaria en el poder ejecutivo, no es deseable en la
formación de las leyes; la segunda Cámara constituye una garantía contra la
precipitación, el error y las pasiones políticas; el tiempo que transcurre entre la discusión
en la primera cámara y la segunda, puede serenar la controversia y madurar el juicio"
(Derecho Constitucional Mexicano, p. 284).
PODER LEGISLATIVO 173
(626)
aquellos regímenes, llamados congresionales, en que la hegemonía la tiene el
legislador frente al ejecutivo. Los partidarios del sistema bicameral se apoyan en
esta consideración que, desde luego, es indisputable, siempre que en la realidad
política exista la premisa toral en que se basa, es decir, el predominio del órgano
legislativo, pero se nos antoja innecesario en los regímenes presidencialistas,
dentro de los que al ejecutivo corresponde la supremacía juridico-política.910 Es
por ello por lo que la implantación del senado en la Constitución de 1824 no tuvo
ninguna justificación real, ya que el órgano legislativo estaba muy lejos de
adquirir hegemonía frente al ejecutivo, el cual, según lo revela nuestra historia,
ha sido casi siempre el poder fuerte, circunstancia que ha dado la tónica de
régimen presidencialista a los diferentes sistemas constitucionales y políticos en
que se ha organizado México, salvo excepciones muy contadas v a las cuales nos
referiremos posteriormente.
Por otra parte, aunque el poder legislativo como función de creación de normas
jurídicas abstractas, generales e impersonales (leyes) se depositó por la
Constitución de 24 en un Congreso General (Art. 7), el Presidente de la
República, a quien se encomendó el ejercicio del Poder Ejecutivo, no dejó de
tener injerencia en la elaboración normativa, pues, por un lado, se le otorgó la
facultad de formular iniciativas de ley y el veto (Arts. 52, inciso 1 y 55) y, por el
otro, se le concedió la potestad reglamentaria (Art. 110, frac. II), la cual,
atendiendo a su naturaleza intrínseca o material, importa un verdadero poder
legislativo, ya que los reglamentos se componen con auténticas normas jurídicas
que presenta los atributos antes anotados.
910
860 Así lo considera Bidart Campos, quien afirma que en sus relaciones con el
Ejecutivo, "una sola cámara haría al parlamento demasiado fuerte frente al gobierno en
tanto dos cámaras recompensarían el equilibrio, y que contendrían mejor ejecutivo". (El
Derecho Constitucional del Poder, p. 226.)
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 174
(627)
8 de la Ley Tercera). Aunque las juntas departamentales estaban investidas con
la facultad electiva, ésta sólo podía ejercitada limitadamente, es decir, en
relación con las personas incluidas en las listas que los tres cuerpos
mencionados les enviaban, sin poder designar a nadie que en ellas no estuviese
comprendido. Por tanto, tales juntas, más que elegir, seleccionaban, lo cual
redujo considerablemente su función política en lo que a la integración del
Senado respecta.
(628)
su sustancioso “voto" de 5 de abril, había sugerido. Hasta entonces, ninguno de
nuestros políticos y juristas se había ocupado en trazar el papel que dentro de un
régimen de frenos y contrapesos desempeña el Senado ni en razonar la manera
como éste debiera integrarse. Quizá las ideas del ilustre jalisciense estaban muy
por encima de la realidad política de la época y su aplicabilidad positiva, su
vivencia, exigía una evolución que aún no había experimentado México; pero
independientemente de que, a pesar de haberse acogido en el Acta de
Reformas, no hubiesen encontrado un campo propicio para su realización, tienen
tales dimensiones, que el transcurso de más de un siglo de que fueron
expuestas, nuestra vida política actual, por lo que al Senado concierne, se va
ajustando a ellas. No podemos abstenemos de reproducir el juicioso "voto" de
Otero, verdadero compendio de Derecho Constitucional, en aquellos fragmentos
en que describe su ideal de Senado y al que nuestro país paulatinamente se va
acercando.911
911
861 De este merecido elogio excluimos al aspecto relacionado con la forma de
integración del Senado que propuso Otero y que se estableció en la citada Acta, porque
como bien dijo don Francisco Zarco en el Constituyente de 57 dicha forma convertía a la
cámara revisora "en el cuartel de invierno de todas nuestras nulidades políticas".
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 176
(629)
"En orden a las condiciones de elegibilidad, mi opinión es muy franca: las estimo
como un tristísimo medio de acierto: creo que la suprema condición es obtener
la confianza del pueblo, y que en esta materia no puede haber garantías más
que en la organización del electorado. En efecto, que se pongan todas las
condiciones de elegibilidad que se quieran, que se exija una edad madura, una
profesión respetable, una renta cómoda, la vecindad o el nacimiento en
determinado lugar. ¿Por ventura, todos los que reúnen estas cualidades serán
buenos para diputados? Y ¿los pueblos habrán de elegirle porque las tienen? No;
un publicista distinguido (Pinheiro Ferreira. Curso de Derecho Público), observa
que 'las elecciones recaen en determinadas personas precisamente porque
tienen cualidades que faltan a la mayor parte de los que reúnen las legales"; y la
experiencia nos enseña que mientras la ley habla de la edad, de la renta y de la
vecindad, el elector busca la opinión que él cree patriótica, los intereses que
estima como nacionales, y la aptitud más conveniente para hacer triunfar esas
mismas opiniones y esos mismos intereses: la ley no pasa a las costumbres ni
influye en los hechos; en una palabra, es inútil.
"Ella tampoco puede evitar que personas poco dignas entren al santuario de las
leyes, porque las condiciones que exige no serán nunca más que una
probabilidad y probabilidad remota de ciertas cualidades; y cuando el cuerpo
electoral extraviado quiere hacer una mala elección, todas esas condiciones
serán impotentes, porque siempre habrá individuos que tengan los requisitos
que la ley establece como medio sin tener las cualidades que ella busca; con
esto hay para una mala elección. ¿Quién no conoce que se pueden encontrar
demagogos frenéticos con todos los requisitos de elegibilidad los más severos,
así como hombres de orden entre la juventud entusiasta y sin recursos? En
Roma, los tribunos del pueblo fueron patricios, y en la Convención, la más alta
nobleza concurrió a destruir la monarquía y hacer morir al rey. Hay todavía más:
así como existen entre los que la ley admite, algunos que no son dignos del
sufragio, se encuentran en los excluidos quienes sean sobrados merecedores de
él; de lo que resulta que el sistema que combato aleja de los negocios a los
hombres capaces, o hace infringir la ley aprobando elecciones nulas: de esto han
PODER LEGISLATIVO 177
(630)
tiempos antiguos a la organización del Senado, que reuniendo todos los hombres
eminentes, gobernó, por siglos, los negocios con alta sabiduría. En los Estados
Unidos, observa el autor de la Democracia en América, 'el Senado reúne los
hombres más distinguidos, asegurando que todas· las palabras que salen de
aquel cuerpo harían honor a los más grandes debates parlamentarios de la
Europa'.
(631)
más que para el nombramiento de tan alto magistrado, entonces sólo una
reputación distinguida podrá obtener los sufragios de la mayoría de los
ciudadanos. Confiando, pues, en estos medios, tengo la ilusión de creer que sin
desnaturalizar la democracia, sin exclusiones odiosas ni privilegios inmerecidos,
habremos acertado con el principal punto de nuestra organización política.
(632)
de la Unión" fue una de las cuestiones que con mayor vehemencia y
apasionamiento se debatieron. Inclusive, entre los miembros de la comisión no
hubo unanimidad en cuanto a dichos tópicos. Dado el interés que representan
para la historia legislativa de México los argumentos que en pro y en contra de la
desaparición del Senado se formularon en la exposición de motivos del proyecto
constitucional, estimamos indispensable transcribir la parte conducente en que
se esgrimieron.
"Entramos ahora en una de las cuestiones más delicadas y difíciles que se han
presentado al voto de la comisión, y que al fin ha dividido el parecer de sus
individuos. El poder legislativo de la Federación se deposita en una sola
asamblea o congreso de representantes.
"No podrá negar la mayoría de la comisión que las muchas y muy luminosas
observaciones que se manifestaron en favor de la subsistencia del Senado, la
hicieron fluctuar y meditar mucho tiempo, antes de resolver este punto, y que ya
912
862 El artículo 7 del Acta de Reformas acogió esta idea y modificó el artículo 11 de la
Constitución de 24-, rebajando a cincuenta mil y a una fracción que excediese de
veinticinco mil el número de población por cada diputado elegible.
913
863 Así lo previó el artículo 9 del Acta al disponer: "El Senado se renovará por tercios
cada dos años, alternando en ellos, año por año, la elección de los Estados con la que
deba verificarse por el tercio de que habla el articulo anterior."
914
864 El artículo 10 del mismo documento establecía al respecto que "Para ser senador
se necesita la edad de treinta años, tener las otras calidades que se requieren para ser
diputado, y además haber sido Presidente o Vicepresidente constitucional de la
República; o por más de seis meses Secretario del Despacho; o Gobernador del Estado; o
individuo de las Cámaras; o por dos veces de una Legislatura; o por más de cinco años
enviado diplomático; o ministro de la Suprema Corte de Justicia; o por seis años juez o
magistrado; o Jefe superior de Hacienda; o general efectivo."
915
865 La comisión estuvo integrada por los diputados Ponciano Arnaga, Manano Yáñez,
León Guzmán, Pedro Escudero y Echánove, José María Castillo Velasco, José M. Cortés
Esparza y José Mana Mata.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 180
(633)
extravíos de una asamblea popular: todas estas razones, decimos, han sido
examinadas y largamente discutidas por la comisión.
(634)
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 182
"A estas doctrinas prácticas y experimentales poco tiene que añadir la comisión.
Dirá, sin embargo, que ha procurado con la mayor solicitud establecer toda clase
de garantías para la organización del Congreso federal y para la expedición de
las leyes. La asamblea será doblemente numerosa de lo que ha sido hasta ahora,
una vez admitida la elección de un diputado por cada treinta mil habitantes o por
una fracción que pase de quince mil. En ella, adoptado el principio de la elección'
indirecta en primer grado, que realmente no se opone a la posible expresión del
sufragio universal, estarán representados todos los intereses legítimos y las
opiniones razonables ... Las leyes tendrán varios debates, diversos periodos y
votaciones distintas. Para que no se frustre el objeto de la igual representación
de los Estados, cuando la diputación de algunos de ellos lo pida por unanimidad,
la ley será votada por diputaciones. Para que sea el consejo de la razón y no el
prurito del amor propio, la opinión del Ejecutivo sería consultada oportunamente,
y no tendrá lugar aquel sistema de observaciones en que el gobierno solía
ponerse al frente del Congreso, como rival o enemigo de éste y discutía de oficio
y de un modo estrepitoso, las cuestiones más vitales, contribuyendo a que la ley,
acordada ya por la mayoría del Congreso, en vez de tener a su favor las
presunciones del acierto, perdiese su autoridad y su prestigio."
"La utilidad de la división del poder legislativo se funda además en otras razones
no menos importantes. Da garantías contra una legislación intempestiva,
precipitada y peligrosa, es más fácil reparar los errores antes que se vuelvan
fatales al pueblo, por la dilación que encuentran una medida en el doble debate
que tiene que sufrir una proposición, dándose así más tiempo a la reflexión de
los representantes y a la calma de las pasiones; las facciones y el gobierno
encuentran más obstáculos para la seducción de los diputados y senadores, pues
no es probable que siempre puedan apoderarse de los dos cuerpos; éstos se
vigilarán mutuamente sobre el cumplimiento de sus deberes constitucionales. Se
rearguye, no obstante, con que el Senado en México ha puesto frecuentes y
repetidos obstáculos a la marcha de la Cámara de Diputados; sin negarlo
abiertamente el que suscribe, nada más observará que es difícil averiguar con
exactitud quién de los dos cuerpos cumplió mejor su deber y de un modo
general, pues habrá habido casos en que el Senado haya evitado el bien y el
progreso, y otros en que haya salvado la situación con una demora o con un veto
si se establece que el origen y el tiempo de la elección de los senadores sean
iguales para los diputados; si se evita que el Senado ejerza un verdadero y
absoluto veto en todas las leyes, dejándoselo únicamente para las que afecten
los intereses de la Unión; si se exigen para ser senador las mismas cualidades
que para diputado, la Cámara de Senadores será como la otra, representante
verdadero de la mayoría y se habrán eludido los inconvenientes a la vez que
aprovechado todas las ventajas ... "
(635)
"Los ataques se dirigen al Senado tal cual existía conforme a la Carta de 1825 y
al Acta de Reformas. Conviene en que tal Senado tenía algo de aristocracia,
porque no se derivaba del pueblo; porque lo elegían las legislaturas, y porque
siendo requisito indispensable para ser electo haber servido ciertos cargos
públicos, la cámara revisora se convertía en cuartel de invierno de todas
nuestras nulidades políticas. El tercio que nombraban los otros poderes no
respetaba al pueblo, sino a la política dominante o a bastardos intereses. Pero si
por estos antecedentes se ha de suprimir el Senado, sería preciso también
suprimir la presidencia, recordando cuán funestos han sido muchos presidentes,
y suprimir la Corte de Justicia, porque este tribunal más de una vez ha
consentido la impunidad de los grandes culpables. Lo lógico es averiguar en qué
consistía el mal y aplicar el remedio. Se dice que con dos cámaras habrá muchas
demoras para la expedición de las leyes, y esto en el orden normal de los
sistemas constitucionales es una garantía y una ventaja de aciertos para los
pueblos. La acción de un congreso nunca debe ser tan expedita como la
dictadura, y la discusión, las votaciones, la revisión y las enmiendas, son nuevas
garantías de acierto favorables a los intereses de la sociedad."
Uno de los más tenaces opositores a la idea de conservar el Senado fue don
Ignacio Ramírez, quien, manejando más la ironía y el sarcasmo que la
argumentación jurídica, expresó:
“¿Por qué lo que han de hacer dos cámaras no ha de hacerlo una sola? Si la
segunda ha de ser apoyo de la primera, está de más y sólo equivale a aumentar
el número de diputados. Si ha de ser revisora, se busca un poder superior a los
representantes del pueblo.
"Para admitir esta revisión, sería preciso que la ejerciera un cuerpo más popular
y mucho más numeroso que la Cámara de Diputados; y lo que se propone es
todo lo contrario.
"Se teme la precipitación, se teme la ignorancia y se da por sentado que al
senado vendrán los sabios y a la Cámara de Diputados los ignorantes. Pero se
olvida que al Senado pueden venir los intrigantes, las nulidades encargadas por
las clases privilegiadas para oponerse a toda reforma. Pero aun suponiendo
buena intención en ambas cámaras y el mejor deseo en favor del país, basta que
ambas estén encargadas de una misma cosa para que se perjudiquen
mutuamente y quieran arrebatarse sus laureles.
"Se insiste tanto en la representación de los Estados, como entidades políticas,
que será preciso expedir leyes en nombre del pueblo y de los Estados, como si
se tratara del clero y la nobleza, y más tarde será preciso expedirlas también en
nombre de las municipalidades, creando así, sin quererlo, una especie de
aristocracia y separando intereses que deben confundirse en uno solo, el del
pueblo.
"El pueblo debe saber, al verificarse las elecciones, lo que tiene que esperar de
sus representantes; pero existiendo el Senado, que se ha de renovar por tercios,
de nada servirá el triunfo de un partido en el campo electoral, pues todo quedará
a merced del acaso, sin que se sepa cuál es la minoría que ha de prevalecer. Y
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 184
(636)
a los indecisos, a esas facciones fluctuantes que en todo quieren decir sí y en
todo quieren decir no.” 916
(637)
suspendió constantemente el curso de aquellas resoluciones. Sin duda hizo un
bien a los Estados Unidos, y acaso lo hizo también a México.
(638)
unicameral, puede inferirse esta conclusión: ninguno de los dos es conveniente o
inconveniente por modo absoluto, o sea, dentro del terreno de la pura
abstracción especulativa. Su correspondiente justificación debe provenir del
régimen político-jurídico o de la realidad política de que se trate. Prescindiendo
de la implicación que el Senado ha tenido como cuerpo legislativo aristocrático
en diferentes países históricamente dados, dentro de un régimen democrático
sólo puede legitimarse si la forma estatal en que se estructura es la federal, en
que dicho órgano se integra con representantes de las entidades federativas.
Bajo esta tesitura, el Senado constituye un cuerpo de equilibrio político que
asegura su igualdad en lo que atañe, sobre todo, al ejercicio del poder
legislativo. Los diputados generalmente son elegibles en razón de la densidad
demográfica, es decir, uno por cada número determinado de habitantes o
fracción fija. De esta manera, dentro de un régimen federal, los Estados con
mayor población acreditan mayor número de diputados a la cámara respectiva
Que los menos poblados, lo que quebranta la igualdad política que entre ambos
debe existir. Para evitar el predominio de unos sobre otros se ideó la creación de
un segundo órgano legislativo, comúnmente denominado Senado, en que, con
independencia de su población, todas las entidades federativas estuviesen
paritariamente representadas a efecto de contrarrestar la fuerza de la cámara
colegisladora. Estimamos que ésta es la más convincente razón que justifica el
sistema bicameral y únicamente dentro de un régimen federal. Si se supone que
el Senado tiene la misma extracción democrática que la Cámara de Diputados, o
sea, si la composición de ambos órganos obedece a la voluntad popular
mayoritaria, como sucede en México, no hay razón para que en un régimen no
federal se adopte el bicamarismo. En la producción legislativa concurren ambas
cámaras necesariamente, pues las facultades que a cada una reserva por modo
exclusivo y excluyente la Constitución, no se refieren a la elaboración legal. En
otras palabras, las leyes emanan del Congreso general y no de ninguna de ellas
separadamente, y en ese organismo los legisladores son tanto los diputados
como los senadores. Por tanto, en un régimen central, en donde no hay
necesidad de equilibrar a los Estados con menor densidad demográfica con los
PODER LEGISLATIVO 187
(639)
obedecen no a la existencia de una sola cámara legislativa, sino a la condición
personal de sus miembros; y es evidente qué no se corrigen, conjuran o
erradican con el solo hecho de crear otro cuerpo colegislador, en cuyos
componentes también pudiesen concurrir, sino con la depuración de los hombres
destinados a estructurar jurídicamente a la nación.918
918
868 Quien, a nuestro entender, brindó la argumentación jurídico-política más seria y
enjundiosa para que en México se restableciera el Senado, fue el diputado Aguirre de la
Barrera. Secundado en su pensamiento por su colega Sánchez Azcona, afirmaba: "En la
forma de gobierno que hemos adoptado, de República federativa, hay dos grandes
elementos políticos que, combinados, producen la armonía y la facilidad de la marcha
administrativa. Estos son: el elemento nacional y el elemento federal; el primero, que lo
constituye el pueblo, colectivamente tomado; y el segundo, que lo forma ese mismo
pueblo, en su calidad de entidades políticas. Compartir estos dos elementos, o
llamémosle entidades políticas, el ejercicio del poder es una cosa enteramente
necesaria, so pena de ir al desconcierto por la desviación del principio cardinal, que
consiste en hacer que los grandes elementos sociales de un país se conviertan en
elementos políticos que, combinados y equilibrados convenientemente, compartan el
ejercicio del poder público. Este es el gran principio para la formación de un buen
gobierno." Aludiendo a los Estados Unidos de América, sostenía que "Constituido el
gobierno mixto, en parte nacional y en parte federal, que es la forma de República
federativa, desde luego se estableció la segunda cámara, destinada a representar a uno
de esos elementos, el federal como se estableció la primera que representa el otro, esto
es, el nacional", concluyendo que "la segunda cámara es una necesidad que reclaman
los principios fundamentales".
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 188
Sumamente grave y perjudicial sería, por otra parte, hacer del Senado un órgano
de casta social, económica y política, despojándolo de su origen popular, como lo
pretendió Otero y según se estructuró en el Acta de Reformas de 1847, pues
como cuerpo colegislador frustraría toda la labor de la otra cámara en aras de
los intereses en él representados, amén de que, según expresión incisiva de
Zarco, "se convertiría en el cuartel de invierno de todas nuestras nulidades
políticas".
(640)
como precepto constitucional en la forma siguiente: "La Cámara de Senadores se
compondrá de dos miembros por cada Estado y dos por el Distrito Federal,
nombrados en elección directa. La legislatura de cada Estado declarará electo al
que hubiese obtenido la mayoría de los votos emitidos."
"El Senado, como lo indica la palabra y todos lo sabemos, desde los tiempos
remotos, en los pueblos de la antigüedad, ha estado compuesto de las personas
de mayor experiencia, sabiduría y edad, como sucedía en Grecia y en Roma;
pero no solamente eran ~a edad y la experiencia lo que se requería, el Senado
ha tenido otro carácter en todos los países, desde hace dos mil años es una
institución de carácter meramente aristocrático. El Senado siempre ha
PODER LEGISLATIVO 189
(641)
en México una formación distinta de la de la Cámara de Diputados; si
representara intereses distintos y fuera una Cámara aristocrática, si las clases
privilegiadas, los ricos, los industriales, los propietarios, los profesionales,
tuvieran representación en la Cámara de Senadores, entonces la formación de
esta Cámara debería ser de otra manera, como la establecieron las
Constituciones de 1843 y 1836, en las cuales los senadores eran electos, dos
terceras partes, por las legislaturas locales. y la otra tercera parte por la Cámara
de Diputados, por el Presidente de la República y por la Suprema Corte de
Justicia; era, pues, de carácter enteramente privilegiado, era el Gobierno, por
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 190
decirlo así, que entraba a la formación de la ley, como entidad política, como ser
distinto del grupo social ... " 919
(642)
sucesivamente por cada una de las Cámaras que lo componen y cuya actuación
con junta produce los actos respectivos en que se traducen: las leyes, los
decretos y los fallos. De esas tres clases de facultades, la político es la menos
dilatada, según veremos, pues sólo se desempeña en casos específicos y
919
869 Diario de los Debates del Congreso Constituyente, pp. 189 a 193.
920
870 Sin embargo, el Congreso de la Unión funge también como órgano legislativo del
Distrito Federal (Art. 73, frac. VI, de la Constitución), en cuyo caso su denominación es
inapropiada, pues actúa no como cuerpo federal, sino como local, en modo semejante a
como operan las legislaturas de los Estados.
PODER LEGISLATIVO 191
(643)
921
871 Véase capítulo sexto" apartado IV, parágrafo D, inciso e) de esta misma obra.
922
872 Debe recordarse que, sin los elementos intrínsecos o materiales, ningún acto del
Congreso de la Unión es ley en el sentido jurídico constitucional del concepto, pues
configuraría una "ley privativa", que sólo presenta el aspecto formal de "ley" y cuya
aplicación está prohibida por el artículo 13 de nuestra Constitución (Cfr. nuestra obra las
Garantías Individuales, capítulo cuarto, inciso D).
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 192
1. Competencia tributaria
923
873 Estas bases comprenden múltiples reglas que conciernen a la estructuración
fundamental del Distrito Federal a los órganos en quienes se deposita el poder judicial en
esta entidad y a la institución del Ministerio Público dentro de ella, tópicos que
abordamos en el capítulo décimo de ata obra.
PODER LEGISLATIVO 193
(644)
entidades federativas participarán en el rendimiento de estas
contribuciones especiales, en la proporción que la ley secundaria federal
determine" y que "'Las legislaturas locales fijarán el porcentaje
correspondiente a los municipios, en sus ingresos por concepto del
impuesto sobre energía eléctrica."
(645)
Constitución, es infundada y agravia la soberanía de los Estados. La
Federación, a su vez, no puede ocupar ni disponer de las rentas de los
Estados, ni impedir la recaudación de las contribuciones de éstos, porque
ello infringe el artículo 40 de la Constitución. Por tal motivo, es en mi
sentir anticonstitucional el impuesto sobre lotería en la parte que exige el
diez por ciento sobre los premios que ingresan al tesoro local. Pero en los
demás, las facultades del Congreso Federal y de las Legislaturas de los
Estados en materia de impuesto son concurrentes y no exclusivas; es
decir, aquél puede decretar una contribución que recaiga aun sobre el
mismo ramo de la riqueza pública, ya gravado por el Estado. Fuera de esta
última conclusión, sostenida fuertemente por los textos constitucionales
que he analizado, ninguna otra doctrina es posible en nuestras
instituciones, que no sea subversiva del equilibrio en que deben
mantenerse la soberanía nacional y la local." 925
Por nuestra parte, debemos enfatizar que la tributación pública y las leyes que la
establecen responden a una exigencia ineludible e inevitable de la vida
socioeconómica de cualquier Estado. La satisfacción de esa exigencia no puede
quedar supeditada al escueto principio que preconiza el artículo 124
constitucional en el sentido de que, en materia impositiva, el Congreso de la
Unión sólo puede decretar las contribuciones necesarias para cubrir el
presupuesto de la Federación gravando las actividades y las fuentes económicas
señaladas en la fracción XXIX del artículo 73 de la Ley Fundamental. Si se
adoptase esta interpretación se auspiciaría la inequidad fiscal en cuanto que,
para subvenir a los gastos públicos federales, únicamente deberían contribuir los
sujetos físicos o morales vinculados a tales actividades y fuentes económicas y
no quienes no las realizaran o no estuviesen relacionados con ellas. Por otro
lado, y siguiendo el mismo criterio interpretativo, se tendría constantemente que
ampliar la órbita competencial tributaría del Congreso Federal para que éste
tuviese facultad de expedir las leyes impositivas que requiriese la dinámica
socioeconómica del país con la correlativa reducción de la competencia tributaria
de las legislaturas locales, pudiendo registrarse estos dos fenómenos
paralelos .hasta el extremo de suprimir la autonomía fiscal de las entidades
federativas. Por las razones que se derivan del imperativo de evitar tales
fenómenos, la doble tributación, es decir, la concurrencia legislativa tributaria
entre la Federación y los Estados en las materias distintas de las previstas en la
fracción XXIX del artículo 73 constitucional, se justifica plenamente, más que
925
875 Cuestiones Constitucionales (votos). Tomo II, pp. 57 y 58.
PODER LEGISLATIVO 195
(646)
dicho artículo 73 ni conciernan a ninguna de las prohibiciones que la
Constitución impone a los Estados en el ramo tributario y a las cuales
oportunamente nos referimos en esta misma obra.
Este criterio jurisprudencial delimita con toda claridad las facultades exclusivas
del Congreso de la Unión para legislar en materia tributaria y la concurrencia
legislativa en la misma materia entre dicho organismo federal y las legislaturas
locales. Así, sólo la legislación federal puede normar, a través de diversos
aspectos fiscales -impuestos, derechos, productos y aprovechamientos-, las
siguientes actividades y fuentes económicas: 1. Comercio exterior; 2.
aprovechamiento y explotación de los recursos naturales a que se refieren los
párrafos cuarto y quinto del artículo 27 constitucional; 3. instituciones de crédito
y de seguros; 4. servicios públicos concesionados o explotados por la
Federación; 5. energía eléctrica; 6. producción y consumo de tabacos labrados;
7. gasolina y otros productos derivados del petróleo; 8. cerillos y fósforos; 9.
aguamiel y productos de su fermentación; 10. explotación forestal, y 11.
producción y consumo de cerveza.927 y 928 Además de estas esferas de
926
876 Semanario Judicial de la Federación. Apéndice al tomo CXVIII. Tesis 557. Quinta
época. ldem, tesis 15 del Informe de 1981, Pleno.
927
877 En los casos señalados, las entidades federativas tienen la participación a que
alude la fracción XXIX, in fine, del artículo 73 constitucional.
928
877 bis Tratándose de las instituciones de crédito y de seguros, una votación
minoritaria habida en el Pleno de la Suprema Corte consideró que los Estados no las
pueden gravar. Dicha votación contradice el criterio mayoritario sustentado por el propio
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 196
(647)
específicos que puedan incidir en los ámbitos donde es factible la legislación
concurrente.929 Estas consideraciones coinciden con el criterio jurisprudencial de
la Suprema Corte .930
(648)
celebren "para la ejecución de obras que directamente produzcan un incremento
en los ingresos públicos, salvo los que se realicen con propósitos de regulación
monetaria, las operaciones de conversión y los que se contraten durante alguna
emergencia declarada por el Presidente de la República en los términos del
artículo 29" .931 y 932
931
879 Estas prevenciones se adicionaron a la fracción VIII del artículo 73 constitucional
por decreto de 16 de diciembre de 1946, publicado en el Diario Oficial el día 30 del
mismo mes y año.
932
879 bis La Ley General de Deuda Pública, en vigor desde el primero de enero de
1977, reglamenta la citada fracción VIII.
933
879c Reforma publicada el 25 de octubre de 1993.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 198
(649)
935
constituyentes de 1823-24. Al plantearse dicha facultad en el proyecto de
Constitución de 1857 y al discutirse, se declaró q\le no era conveniente adoptar
el texto de la Ley Fundamental de 1824 que había encontrado reticencias por
parte de los Estados, ya que auspiciaba la intromisión del Congreso General en
su régimen interior. Se estimó, por tanto, que este organismo federal sólo debía
"impedir, por medio de bases generales, que en el comercio de Estado a Estado
se establezcan restricciones onerosas".
934
880 El texto primitivo de dicha fracción IX facultaba al Congreso para "expedir
aranceles sobre el comercio extranjero", análogamente a como lo hacía la disposición
correlativa del artículo 72 de la Constitución de 1857. Esta facultad se suprimió por
decreto de 13· de octubre de 1942 atendiendo a razones de carácter práctico, pues dada
la movi1idad,dinamismo y circunstancialidad que presentan las relaciones comerciales
internacionales, de suyo esencialmente variables, no es posible someterlas a aranceles
fijos que una asamblea deliberante, como el Congreso de la Unión, estarla poco
capacitada para agilizar.
935
881 Dicha cláusula se contiene en el articulo 1, sección VIII, inciso 3, del Código
fundamental estadunidense, que declara que el Congreso de los Estados Unidos tiene
facultad "para regular el comercio con las naciones extranjeras y entre los distintos
Estados, y con las tribus de indios". La traducción literal de esta fórmula y su
incorporación a la Constitución de 1824 se encuentra en su artículo 50, fracción XI.
PODER LEGISLATIVO 199
Las relaciones de comercio son vínculos que se entablan entre sujetos colocados
en una situación de coordinación, es decir, entrañan nexos entre particulares o
entre éstos y los órganos del Estado sin que se formen, en este último caso, por
la realización de actos del poder público.
Así, Nicolás Coviello estima que cuando el sujeto activo o el pasivo de una
relación jurídica es una persona (funcionario) que ejercita el jus imperii, tal
relación es de derecho público, sosteniendo que, por lo contrario, si dicho
sujeto no realiza ningún acto de autoridad, la propia relación es de
derecho privado. Afirma el mencionado autor, en efecto, que "Semejante
criterio nos parece exacto, en cuanto sacado del examen de aquellas
normas que por acuerdo unánime de todos se ha convenido en que
pertenezcan al Derecho público o al privado. Y, ciertamente, no hay quien
dude de que pertenecen al Derecho público todas las normas que
conciernen a la vida y estructura, así como al funcionamiento del Estado
(Derecho Constitucional o Administrativo), a la regulación de los delitos y
de las penas (Derecho y procedimientos penales), y también a la
administración de justicia en interés de los particulares (Derecho procesal
civil), porque también ésta es una función de la soberanía del Estado.
Igualmente todos están de acuerdo en reconocer que las normas que
miran al individuo en. la familia y en el desenvolvimiento de su actividad
patrimonial son de Derecho privado (Derecho civil y comercial). Ahora
bien, es evidente
(650)
que en las relaciones tenidas como de Derecho público hay siempre una
persona (física o jurídica) investida del jus imperii, esto es, de autoridad
oficial y que en tal' calidad funciona como sujeto activo o pasivo de la
relación. Semejante calidad falta en las relaciones consideradas como de
Derecho privado, aun en las de familia, en que se advierte una analogía
936
882. En la misma fracción X se facultó al Congreso federal para "establecer el Banco
de Emisión Único en los términos del artículo 28 se la Constitución". Esta facultad se
antoja obsoleta e innecesaria en la actualidad, pues se desempeñó con la creación del
Banco de México en el año de 1825, sin que, desde el punto de vista de la técnica
legislativa, se haya debido insertar en una disposición permanente sino transitoria. Esta
facultad se suprimió por reforma de 18 de agosto de 1993.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 200
(651)
A semejantes conclusiones llegan destacados juristas mexicanos. Así, don
Gustavo R. Velasco sostiene que "en tanto la fracción IX (del artículo 73
937
883 Manuale di Diritto Civile. Quinta edición, p. 3.
938
884 Derecho Mercantil Mexicano. Tomo, p. 17.
939
885 Tena. Op. cit .p. 26.
PODER LEGISLATIVO 201
940
886 Les Facultades del Gobierno Federal en Materia de Comercio. Estudio publicado
en la revista "Jus", número 73. agosto de 1944, pp. 200 y ss.
941
887 Curso de Derecho Constitucional, Administrativo. Tomo II, pp. 103 y 104.
942
888 Cfr. Cuestiones constitucionales (votos). Tomo II, pp. 114 a 119.
943
889. Estas facultades, que deliberadamente nos abstenemos de comentar por su fácil
inteligencia, se prevén en las fracciones XI, XIII, XIV, XV, XVII, XVIII, XIX, XX, XXI, XXII,
XXIII. XXIV y XXIX del citado precepto.
944
889 bis La normación de la condición jurídica de los extranjeros comprende no sólo su
situación migratoria sino sus derechos privados según lo ha establecido la jurisprudencia
de la Suprema Corte (Cfr. tesis 34 del Apéndice 1985, Pleno). ldem. tesis 34 del Apéndice
1985, Materia Constitucional.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 202
(652)
Unión el Que tiene facultades para dictar las leyes respectivas; pero cuando
dichas cuestiones o problemas incidan dentro del ámbito de algún Estado, es
éste el que, de conformidad con el artículo 124 constitucional, puede expedir la
legislación correspondiente sin invadir la esfera competencial legislativa federal.
Sobre este tópico, don Felipe Tena Ramírez sostiene que "El concepto de
salubridad general se relaciona sin duda con la salubridad que interesa a
todo el país y no sólo a una entidad federativa", agregando, sin embargo:
"Pero obsérvese que pueden presentarse casos, recluidos por lo pronto en
una zona determinada, que no obstante interesan a todo el país; por
ejemplo, la aparición de un borde de epidemia susceptible de propagarse
rápida y peligrosamente", de cuya hipótesis concluye el citado autor que
"Lo restringido y local de estas situaciones no es óbice para incluirlas en la
competencia federal, pues en realidad se trata de amenazas
potencialmente nacionales, que por este título caben dentro del concepto
de salubridad general" 945
No es posible desconocer la dificultad que entraña la demarcación de los
ámbitos "salubridad general de la República" y "salubridad general de una sola
entidad federativa" para delimitar la competencia legislativa federal y local en
esta materia. Reconociendo que un criterio apriorístico pudiese ser aventurado,
la Suprema Corte ha sostenido que sólo a posteriori, es decir, en atención a cada
caso concreto que se presente, se puede señalar esa demarcación. "Es cierto,
afirma este alto cuerpo judicial, que el inciso XVI del artículo 73 de la
Constitución· habla de salubridad general de la República, lo cual dejaría
entrever que cuando se trata de salubridad local, de una región o Estado, la
materia quedaría reservada al poder local correspondiente; esto es innegable,
pero entonces la dificultad consistirá en precisar lo que es salubridad general de
la República y lo que corresponde a las salubridades generales locales, lo cual
debe decidirse mediante un examen concreto, en cada caso de que se trate, y es
más bien una cuestión de hecho que deben decidir los tribunales y, en su
oportunidad, la Suprema Corte, interpretando la Constitución y las leyes
federales y locales." 946
Posteriormente, el mismo alto tribunal adujo el criterio de que las materias no
incluidas en la legislación sanitaria federal son de la incumbencia legislativa de
los Estados, consideración que implica que es el Congreso de la Unión el que
puede señalar su propia competencia en esta materia. Esta posibilidad nos
parece muy acertada, ya que sería francamente impráctico y contrario a los
intereses sanitarios del país, que tal competencia se especificara en la misma
Constitución en el sentido de delimitar un cuadro rígido de ramos que integran la
salubridad general de la República, dada la elasticidad fáctica que la extensión
de ésta necesariamente presenta, sin que pueda precisarse desde dónde
comienza y hasta dónde llega la de las entidades federativas.947
945
890 Derecho Constitucional Mexicano. Novena edición, p. 382.
946
891 Apéndice al tomo XCVII del Semanario judicial de la Federación, pp. 1793 y 1794.
947
892 El criterio judicial a que nos referimos sostiene lo siguiente: ''Del precepto
transcrito se desprende que corresponde a la competencia de la Federación la
PODER LEGISLATIVO 203
(653)
Pecando contra la técnica de elaboración legislativa y desdeñando las reglas de
la sintaxis, de manera incongruente respecto de las facultades del Congreso de
la Unión en materia de salubridad y fuera de ubicación normativa a moción del
doctor José Ma. Rodríguez, diputado constituyente de Querétaro, se adicionó la
fracción XVI del artículo 73 constitucional que comentamos, con diversas
disposiciones que se refieren a un organismo del Estado federal, llamado
"Consejo de Salubridad General" ya sus atribuciones. Al efecto se declara que
este consejo "dependerá directamente del Presidente de la República, sin
intervención de ninguna Secretaría de Estado"; que sus disposiciones generales
serán obligatorias en el país Y que "tendrá obligación de dictar inmediatamente
las medidas preventivas indispensables" en caso de "epidemias de carácter
grave o peligro de invasión de enfermedades exóticas en el país" a reserva de
que tales medidas sean "después sancionadas por el Presidente de la República"
(párrafos segundo, tercero y cuarto de dicha fracción XVI). Basta la somera
consideración de las facultades constitucionales con que el citado Consejo está
investido para concluir que se trata de un ominoso y omnímodo cuerpo
legislativo en materia de salubridad pública extraño a la estructura de los
poderes del Estado, pues las "disiciones generales" que puede dictar ostentan
los elementos materiales de toda ley, llegando al extremo de abrogar, derogar o
hacer nugatorios los ordenamientos que sobre dicha materia expide el Congreso
de la Unión, el cual sólo puede revisar las medidas que el propio Consejo "haya
puesto en vigor en la campaña contra el alcoholismo y la venta de sustancias
que envenenan al individuo o degeneran la especie humana, así como para
prevenir y combatir la contaminación ambiental" (párrafo quinto). No objetamos
las razones y motivos que inspiraron al diputado Rodríguez la implantación del
aludido Consejo,948 sino su creación
'salubridad general de la República', concepto que por si solo no agota toda la materia
de salubridad, sino que queda fuera del mismo la 'salubridad local', la que por no estar
reservada a la Federación corresponde a la esfera de las entidades federativas por
aplicación del principio que informa el artículo 124 de la Constitución. El alcance de la
expresión 'salubridad general de la República', es decir, el contenido de la facultad
federal al respecto, no está definido por la Constitución. Es desde luego facultad federal
sanitaria toda la que en sus cuatro incisos reserva para autoridades federales la
comentada fracción XVI del artículo 73, pero aparte de ella corresponde al Congreso de
la Unión determinar en la ley el ámbito de la facultad federal en la materia, lo que el
Congreso ha realizado a través del Código Sanitario Federal, cuyo artículo 12 enumera
los casos de jurisdicción federal, por lo que todo lo no legislado en materia federal se
entiende perteneciente a la salubridad local, que corresponde a las entidades
federativas" (semanario Judicial de la Federación. Tomo CVII,. p. 20. Sexta época).
948
893 Esas razones y motivos, cuya actualidad desafortunadamente no se ha perdido,
fueron las siguientes: "Ha quedado demostrado, por datos sacados de la estadística, que
la mortalidad general de la República, y principalmente de México, es la más grande del
mundo y, por consiguiente, en México se tiene la obligación de dictar medidas
urgentísimas para evitar esta mortalidad, porque la primera condición para que un
pueblo sea fuerte y pueda con energía luchar en el concurso general de las naciones, es
el cuidado de la salud individual y colectiva, o sea el mejoramiento de la raza llevado a
su grado máximo; y como alguna corporación o autoridad debe encargarse directamente
de poner en práctica todos los procedimiento para llevar a feliz éxito estas
determinaciones, es indispensable que la autoridad sanitaria sea la que cargue sobre sus
hombros con esta tarea y se le pueda, naturalmente, exigir la responsabilidad del mal
funcionamiento de Ia disposiciones que el Gobierno ha dictado para resolver tan
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 204
(654)
en el texto constitucional y en un sitio preceptivo completamente inoportuno, o
sea, en una disposición que se refiere a las facultades del Congreso de la Unión.
A nuestro entender, tal Consejo debió haberse establecido en una ley federal
expedida precisamente por este organismo legislativo, el cual nunca debió haber
quedado subordinado a aquél en lo que a los ordenamientos sanitarios
concierne.
Así, al declarar su artículo 27 que "la nación tendrá en todo tiempo el derecho de
imponer a la propiedad privada las modalidades que dicte el interés público",
949
esta imposición se debe realizar a través de leyes que elabore el citado
Congreso, pues equivaliendo el concepto de "nación" al de "pueblo mexicano",
este organismo es su representante en lo que al ejercicio de tal facultad atañe.
Además, dentro de nuestro orden constitucional no puede admitirse que la
imposición de modalidades a la propiedad privada incumba al Presidente de la
República, ya que este acto, al entrañar la privación total o parcial o la
afectación de dicha propiedad, sólo puede autorizarse por leyes en sentido
formal y material, es decir, por normas generales, abstractas e impersonales
provenientes del órgano legislativo.
(f) Dentro de la situación de emergencia que prevé el artículo 29 constitucional
descubrimos otra facultad legislativa del Congreso de la Unión, ya que sólo con
su aprobación el Presidente de la República puede decretar la suspensión de
garantías. Tal aprobación implica la aquiescencia previa para que este alto
funcionario ejercite la consabida facultad, y como ésta se traduce en la
expedición de una ley en sentido material, su autorización congresional ostenta
necesariamente el mismo atributo, el cual se infiere con todo rigor del texto y
espíritu del citado precepto, al ordenar que la suspensión de garantías debe
decretarse "por medio de prevenciones generales" sin que "se contraiga a
(655)
suspender garantías y consignando en él las modalidades generales a que debe
ceñirse este acto, ya que puede conceder "las autorizaciones que estime
necesarias" para que el aludido funcionario "haga frente a la situación",
comprendiéndose en ellas, además, el otorgamiento de facultades
extraordinarias. 950
ellas se preceptúen, tiene que ser acatada por las leyes que en el desempeño de
dichas facultades expida el Ejecutivo Federal, de donde resulta que la legislación
que éste elabore se condiciona a la norma constitucional y a la norma
congresional, y ésta a la primera según se dijo.952
(h) Una facultad legislativa de gran trascendencia con que está investido el
Congreso de la Unión y que no se traduce en la creación de leyes ordinarias o
secundarias es la consistente en reforma y adicionar la Constitución, prevista en
su artículo 135. Esta facultad requiere necesariamente la colaboración de las
legislaturas de los Estados, en el sentido de que la mayoría de ellas apruebe las
reformas o adiciones que el citado organismo acuerde, condición que expresa lo
que en la doctrina se conoce como principio de rigidez constitucional. Ya en este
mismo libro nos referimos al alcance que jurídicamente tiene la aludida facultad
reformativa o aditiva, habiendo afirmado que su ejercicio no debe llegar al
extremo de alterar, eliminar o sustituir los principios políticos y sociales
fundamentales sobre los que descansa nuestro ordenamiento supremo
(656)
y que implica su tónica esencial. Contrariamente a lo que algunos autores han
sostenido, el Congreso de la Unión y las legislaturas locales en el desempeño de
la facultad mencionada no actúan como órgano constituyente, sino como
órganos constituidos, aunque su labor legislativa sea indiscutiblemente de mayor
importancia que la que estriba en la expedición de la legislación ordinaria o
secundaria.
952
897 Así, el Congreso de la Unión expidió la Ley Reglamentaria del Párrafo Segundo del
artículo 131 constitucional de fecha 2 de enero de 1961, publicada el día siguiente, en la
que se establecen las bases generales conforme a las que el Ejecutivo Federal debe
desempeñar las facultades qué el mencionado segundo párrafo le confiere.
PODER LEGISLATIVO 207
(657)
(l) Tratándose de la tipificación de delitos o faltas oficiales que puedan cometer
los funcionarios y empleados de la Federación y del Distrito Federal, también el
Congreso de la Unión tiene facultad expresa consignada en el Título Cuarto de la
Constitución.
(658)
Unión al servicio púbico o al uso común" (fuertes, cuarteles, almacenes de
depósito, etc.), su régimen jurídico debe establecerse por la legislación federal y
están sujetos "a la jurisdicción de los Poderes Federales" (Art. 132). Sin embargo,
esta disposición constitucional, tal como la hemos expuesto, debe entenderse
que sólo rigió respecto de los inmuebles que ya estaban destinados por el
Gobierno federal al servicio público o al uso común antes de que entrara en vigor
la Constitución de 17 (primero de mayo de 1917) ,pues por lo que respecta a los
adquiridos con posterioridad y a los que se obtengan en lo sucesivo para dichas
finalidades, fue y es necesario el· consentimiento de la legislatura del Estado
dentro de cuyo territorio se encuentran ubicados (ídem).
(660)
PODER LEGISLATIVO 211
(661)
que dicho Congreso expida en ejercicio de la aludida facultad, y no en autorizar a
las legislaturas de los Estados, y mucho menos a los ayuntamientos municipales,
para elaborar leyes en materia de asentamientos humanos. Esta consideración la
fundamos en las razones que a continuación exponemos:
del Congreso de la Unión, consiste en que este órgano legislativo federal, en las
leyes que expida sobre asentamientos humanos, debe prever las
(662)
normas y criterios generales para la realización de los objetivos que consigna el
tercer párrafo del artículo 27 de la Constitución y para la adopción de los medios
tendientes a lograrIos, .de tal manera que dichas normas, criterios y medios los
apliquen las autoridades de la Federación, las de los Estados y las municipales
dentro de su correspondiente esfera competencial demarcada tanto en la Ley
Fundamental del país como en las constituciones y leyes de las entidades
federativas.
(e) Por otra parte, si la realización de los objetivos que prevé el párrafo tercero
del artículo 27 constitucional exige la imposición de modalidades a la propiedad
privada que dicte el interés público o social, la facultad impositiva
correspondiente sólo pertenece al Congreso de la Unión como representante de
la nación.
(663)
"El Estado al expropiar, dice nuestro máximo Tribunal, reconoce la
existencia de un régimen de propiedad privada que no altera la
expropiación y, antes bien, la respeta por medio de la indemnización que
paga al expropiado, y la razón jurídica "propiedad", como dice Álvarez
Gendín, es sustituida por la razón jurídica "indemnización". Así es que,
vista desde sus consecuencias, la expropiación se caracteriza por la
sustitución del dominio o del uso de una cosa, por la percepción de la
indemnización correlativa. Ahora bien, precisados los conceptos de
modalidad a la propiedad privada y de expropiación, las diferencias que
las separan son fácilmente perceptibles, pues la primera supone una
restricción al derecho de propiedad, de carácter general y permanente, y
la segunda implica la transmisión de los derechos sobre un bien concreto,
mediante la intervención del Estado, del expropiado, a la entidad,
corporación o sujetos beneficiados. La modalidad se traduce en una
extinción parcial de las facultades del propietario; la expropiación importa
la sustitución del derecho al dominio o uso de la cosa por el goce de la
indemnización; en aquélla, la supresión de facultades parciales del
propietario se verifica sin contra prestación alguna, en ésta se compensan
los perjuicios ocasionados, mediante el pago del valor de los derechos
lesionados, o lo que es lo mismo, en la modalidad, la restricción del
derecho de propiedad se verifica sin indemnización y, en cambio, la
expropiación sólo es legítima cuando media la indemnización
correspondiente." 955
Aplicando el criterio tan claro y preciso que sustenta la Suprema Corte sobre la
implicación de la modalidad a la propiedad privada y su diferencia con la
expropiación por causa de utilidad pública, cabe concluir que la expedición de
normas generales permanentes que modifiquen el derecho de propiedad en sí
sólo corresponde al Congreso de la Unión como representante de la nación
mexicana, y que, cuando se trate de expropiar bienes determinados y concretos
o de actos ocupatorios de los mismos, las legislaturas de los Estados sí pueden
954
897 bis Semanario Judicial de la Federación, Quinta Época, tomo L, segunda parte,
páginas 2568 y 2569.
955
897c Ibid.
PODER LEGISLATIVO 215
dictar leyes que prevean y regulen tales actos dentro de los respectivos
territorios de las entidades federativas, según sucede en la realidad.
(664)
para la agrupación de los diputados, según su afiliación de partido, a efecto de
garantizar la libre expresión de las corrientes ideológicas representadas en la
Cámara de Diputados".
Esta ley se considera como sustituta del Reglamento Interior del Congreso,956 sin
Que su previsión constitucional la consideremos necesaria, puesto que dicho
cuerpo colegiado, sin ella, siempre ha estado facultado para organizarse
legislativamente como corresponde.
En la misma adición que someramente comentamos se establece la peculiaridad
novedosa de que la ley que expida el Congreso autoestructurándose y para los
fines de agrupamiento a que nos hemos referido, no está sujeta al veto ni a la
promulgación del Ejecutivo Federal para entrar en vigor.
La exposición de motivos de la citada iniciativa presidencial contiene
razones tendientes a justificar la adición aludida, expresadas en los
siguientes términos: "La costumbre parlamentaria consagró que la
estructura interna, los órganos de gobierno y los sistemas de
funcionamiento de'! Congreso de la Unión se regulen por un reglamento
propio pero que, por su jerarquía normativa, realmente constituye un
ordenamiento con características de ley orgánica.
"El vigente Reglamento del Congreso de la Unión expedido hace tiempo,
ha dado lugar a que, por los requerimientos de los sucesivos momentos,
se le hagan periódicas reformas, no obstante que, en términos generales,
dicho ordenamiento ha conservado sus líneas tradicionales. propiciando
con ello que en la actualidad sea un texto que carece de unidad
sistemática.
956
897 d La mencionada Ley orgánica se publicó el 25 de mayo de 1979 en el Diario
Oficial de la Federación.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 216
"Si a esto añadimos que la Reforma Política que se propone mediante esta
iniciativa, de ser aprobada, incrementará el número de miembros de la
Cámara de Diputados casi al doble de sus integrantes actuales, resulta
evidente que una asamblea de tal magnitud requerirá, desde .luego,
formas específicas de organización y mecanismos de funcionamiento y
coordinación que encaucen el desarrollo de las legislativas.
(665)
la transferencia de tecnología y la generación, difusión y aplicación de los
conocimientos científicos y tecnológicos que requiere el desarrollo nacional
(Fracs. XXIX-D, XXIX-E y XXIX-F). Fácilmente se comprende la enorme extensión
que tienen las aludidas facultades legislativas congresionales en materia
económica, cuyo ejercicio no sólo reafirma sino que ensancha dilatadamente la
rectoría económica "del Estado estructurada en los artículos 25, 26 y 28 de la
Constitución, preceptos que analizamos en nuestra obra "Las Garantías
Individuales" (a partir de la decimoséptima edición, 1983). Este ensanchamiento
concomitantemente tenderá a restringir en forma progresiva la libertad
económica de los gobernados en las múltiples actividades en que se desempeña,
colocándolas bajo la férula del Poder Ejecutivo Federal, ya que dentro de nuestro
régimen presidencialista, es a dicho Poder al que pertenece constitucionalmente
y en nuestra realidad política la formulación de las iniciativas correspondientes,
primordialmente.
Dicho Congreso, conforme a ellas, puede emitir leyes que instituyan "tribunales
de lo contencioso-administrativo dotados de plena autonomía para dictar sus
fallos, que tengan a su cargo dirimir las controversias que se susciten entre la
administración pública federal y que tengan a su cargo dirimir las controversias
que se susciten entre la administración pública federal y los particulares,
estableciendo las normas para su organización, su funcionamiento, el
procedimiento y los recursos contra sus resoluciones". (Art. 73, frac X XIX .H).
8. Facultades implícitas
(666)
pero lejos de contrariarlo lo corrobora, pues las facultades implícitas que
establece no son irrestrictas, ya que no pueden desempeñarse sin una facultad
expresa previa consagrada por la misma Ley Suprema en favor de dicho
organismo o de los órganos en quienes se deposita el ejercicio del poder público
federal. Las leyes que en el desempeño de la autorización que otorga la
invocada disposición de la Constitución al mencionado Congreso no son sino
normas reguladoras de tales facultades expresas, sin las cuales
constitucionalmente no deben ex pedirse, pues entrañan el antecedente o
presupuesto ineludible para su validez jurídica.
"Por su parte, Cooley sostiene que 'El Congreso no puede expedir más
leyes que aquellas para las que la Constitución lo autoriza, ya sea de un
modo expreso, ya de una manera claramente implícita; mientras que la
legislatura de un Estado tiene jurisdicción en todas las materias en que no
le está prohibido legislar.' 959
(667)
para dar efecto a un poder expreso. El congreso posee la elección de los
medios que son pertinentes para el ejercicio de cualquier poder que le
haya sido conferido por la Constitución. Debe admitirse que los poderes
del Gobierno son limitados y que sus límites no deben ser rebasados. Pero
creemos que la justa interpretación de la Constitución debe permitir a la
Legislatura nacional el criterio necesario respecto de los medios de que
debe valerse para poner en ejecución los poderes expresos que le han
sido conferidos, lo que capacita a ese cuerpo legislativo para cumplir los
altos deberes que tiene a su cargo, de la manera más benéfica para el
pueblo. Que los fines perseguidos sean legítimos, que estén dentro del
campo de acción constitucional, y todos los medios que sean apropiados y
957
898 Curso de Derecho Constitucional" Administrativo. Tomo II, p. 146.
958
899 On Constitution, número 1255.
959
900 On Constitutional Limitations. pp. 209 y 210.
PODER LEGISLATIVO 219
(668)
9. Creación de entidades paraestatales
(669)
mediante la ley que expide para normar tanto las relaciones entre los
gobernados, como las de éstos con el Poder Público. Por ejemplo, si es una
ley de minería la que tiene facultad de expedir conforme a la Constitución,
ello no lo faculta para darse por sí y ante sí la facultad de dedicarse a
explotaciones mineras; lo mismo que en materia de comercio, petróleo,
ferrocarriles o cualquiera otra. Esto, sin embargo, se tiene por jurídico,
aunque restringido, en las leyes de minería y de petróleo vigentes, al
crear y disponer de ciertas 'zonas de explotación para el Estado',
sometiendo a un régimen especial las llamadas 'zonas de reserva', en las
que se exploten directamente por el Gobierno cuando así lo estime
conveniente; es decir, que si el Ejecutivo lo dispone así, el Estado se
convierte en minero o en petrolero en el mismo plano aparente que los
particulares o empresas, pero en el fondo con una posición privilegiada
que amenaza seriamente con vencer rápida y eficazmente a sus
'competidores' simples ciudadanos, que no tienen el poder ni los
elementos de todo género que sí tiene el Gobierno.
"Resulta pues, que no hay entre las facultades del Congreso en el artículo
73, ninguna que ampare o funde la actividad económica de la
Administración para fundar empresas, comerciar o explotar riquezas, etc.
Sólo la fracción final del propio artículo 73 que concede al Congreso la
facultad de 'expedir todas las leyes que sean necesarias para hacer
efectivas las facultades anteriores (que enumera el mismo) y todas las
otras concedidas por esta Constitución a los Poderes de la Unión', obliga a
examinar si éstos 'poderes implícitos' como los comentaristas denominan
a las que son propiamente 'complementarias' en unión de las que en otros
artículos de la Constitución se señalan al Poder Federal, son fundamento
de la acción del Gobierno en el campo mercantil, bancario, de seguros, de
pensiones, etc.
(670)
tener las facultades implícitas del Congreso previstas en la fracción XXX del
artículo 73 constitucional que, ya analizamos. Según lo advertimos, tales
facultades son medios normativos para hacer efectivas las facultades expresas
del propio cuerpo legislativo y las que la Constitución concede a los Poderes
Ejecutivo y Judicial. En el primer supuesto, debe decirse que el Congreso de la
Unión no tiene ninguna facultad expresa para crear entidades paraestatales
salvo para establecer casas de moneda (frac. XVIII del Art. 73 const.),
instituciones educativas (frac. XXV, ídem), el organismo público descentralizado
llamado "Petróleos Mexicanos" (Art. 27 const., párrafo sexto) y el banco único de
emisión de billetes e instituciones de correos, telégrafos y radiografía Art. 28
const.) y demás organismos y empresas que el Estado requiera para desarrollar
la rectoría económica a que se refieren los artículos 25, 26 Y 28 de la
Constitución.963 En lo que concierne a sus facultades implícitas, el citado cuerpo
legislativo puede expedir normas creativas de entidades paraestatales cuyo
objeto estribe en realizar las actividades que el artículo 27 de la Constitución
adscribe directamente a la nación o al Poder Ejecutivo Federal. Del ámbito
legislativo del aludido Congreso formado por sus facultades expresas e
implícitas, deben segregarse los casos en que las actividades económicas
pertenezcan a la esfera de los gobernados, demarcada por la libertad de trabajo
prevista en el artículo 5 constitucional. En otras palabras, hay ámbitos
económicos en los que el Estado es factor actuante y existen órbitas en las que
las conductas económicas pertenecen a los particulares. En lo que a estas
órbitas atañe, el Congreso de la Unión carece de facultades expresas e implícitas
para implantar entidades que compitan con los gobernados en diversas
actividades económicas, no obstante que la regulación de éstas sea de su
incumbencia en los términos del artículo 73 de la Constitución. Como bien lo
sostiene don Salvador Urbina, una cosa es expedir leyes sobre las diferentes
materias federales a que dicho precepto alude y otra muy distinta establecer,
dentro de ellas, entidades que desplieguen las actividades respectivas que el
Código Supremo del país no adscriba al Estado Federal. Aplicando a nuestra
realidad este criterio podrían señalarse múltiples empresas de participación
estatal que desempeñan actividades que constitucionalmente no incumben al
Estado.
(671)
decretos,964 y sin que entrañen la resolución de ningún conflicto o controversia,
toda vez que en esta hipótesis se trataría de actos jurisdiccionales.
Respecto de las facultades político-administrativas del Congreso de la Unión rige
el mismo principio consignado en el artículo 124 constitucional, en cuanto que
sólo son ejercitables en los casos que expresamente prevea la Constitución
Federal. Este ordenamiento, principalmente en su artículo 73, enumera tales
casos, siendo los siguientes: admisión de nuevos Estados o territorios a la Unión
Federal, erección de los territorios en Estados, formación de nuevos Estados
dentro de los límites de los existentes, arreglo definitivo de las diferencias entre
los Estados por lo que atañe a límites territoriales y cuando no tengan carácter
contencioso, cambio de residencia de los poderes federales, declaración de
guerra, etc.
Además, debe destacarse una importante función del tipo señalado con que está
investido el mencionado Congreso y que estriba en erigirse en Colegio Electoral
cuando falte absolutamente el Presidente de la República, a efecto de que la
persona que designe para ocupar este elevado cargo lo asuma, en sus
respectivos casos, con el carácter de interino o de sustituto constitucional, según
lo disponen los artículos 84 y 85 de la Constitución a cuyo texto nos remitimos.
(672)
D) Facultades político-jurisdiccionales del Congreso de la Unión
El juicio político en que las dos intervienen debe referirse a los delitos oficiales, o
sea, a aquellos en que incurran los altos funcionarios de la Federación
(senadores y diputados al Congreso de la Unión, ministros de la Suprema Corte,
secretarios de Estado y Procurador General de la República etc.) 965durante el
desempeño de su cargo o comisión pública, ya que por lo que concierne a los
delitos del orden común que puedan cometer, compete únicamente a la Cámara
de Diputados la decisión sobre si ha lugar o no a proceder contra el acusado,
para que, en caso afirmativo, sea la autoridad judicial que corresponda la que lo
juzgue en definitiva, decisión que se conoce con el nombre de "desafuero" .
En el caso de algún delito oficial, la Cámara de Diputados debe formular la
acusación contra el alto funcionario de que se trate, incumbiendo al Senado
erigirse en Gran Jurado para declarar si el acusado es o no culpable, oyéndolo
previamente en defensa y practicando las diligencias pertinentes para el
esclarecimiento de los hechos. Si la declaración fuese de culpabilidad, el acusado
quedará privado de su puesto e inhabilitado para "desempeñar funciones,
965
904 Respecto de dichos delitos, el Presidente de la República goza de inmunidad
constitucional durante el tiempo de su encargo, pues de acuerdo con el artículo 108,
segundo párrafo, de la Ley Suprema, sólo puede ser acusado, mientras lo desempeñe,
por traición a la patria r delitos graves del orden común (véase el capítulo anterior,
parágrafo D, apartado e) en que tratamos acerca de la responsabilidad de dicho alto
funcionario).
PODER LEGISLATIVO 225
(673)
V. LA CÁMARA DE DIPUTADOS
La representación política es una figura que implica una conditio sine qua non de
los regímenes democráticos, en los que se supone el poder del Estado proviene
del pueblo, ejercido a través de funcionarios primarios cuya investidura procede
de una elección popular mayoritaria. Sin dicha representación no puede hablarse
válidamente de democracia, aunque ésta se proclame como forma de gobierno
dogmáticamente en la Constitución.
(674)
repetltivo de las ideas de tan afamada constitucionalista. Por consiguiente, nos
permitiremos transcribir sus valiosas opiniones sobre el expresado tema.
“Es también frecuente confundir, dice, tanto en textos legales como doctrinales,
representación, delegación y mandato. Se trata, sin embargo, de términos que
pueden y deben distinguirse con precisión. Delegación, en sentido jurídico
público, es el acto en virtud del cual el titular de una competencia la transfiere
total o parcialmente a otro sujeto. Significa, pues, una transmisión de
competencia en la que se manifiesta simultáneamente la cesación y la
imputación de una competencia, fundándose ambos actos en la voluntad del que
hasta ahora era su titular. El mandato es mucho más limitado, y significa el
simple ejercicio de una competencia extraña. Mientras que la delegación lleva
consigo una transformación de la ordenación de competencias, el mandato no la
altera. El mandatario no recibe ninguna nueva competencia, sino simplemente la
orden o la comisión de actuar en nombre de otro. Así pues, mientras que el
delegado actúa en su propio nombre y bajo su propia responsabilidad, el
mandatario actúa siempre in alieno nomine, es un suplente, un sustituto, un
lugarteniente. De aquí también que la delegación sea impersonal, ya que se
refiere a la ordenación orgánica, mientras que el mandato se concede, en
general, ad hominem y está vinculado a una persona concreta. Si bien ambos
términos tienen de común la posibilidad de una revocación de atribuciones, el
delegado tiene un derecho a su competencia, incluso frente al delegante, en
968
907 El Misterio de la Representación Política, p. 21. Edición 1972.
PODER LEGISLATIVO 227
(675)
B. La representación mayoritaria y la proporcional. Ideas generales
(676)
fundan su parecer en que ésta traduce el sistema genuino y acendrado para que
en la cámara o parlamento estén representadas todas las primordiales corrientes
de opinión y no solamente la que, a través de una mera votación mayoritaria,
haya logrado tener uno o varios diputados en dicho cuerpo. Se sostiene, no sin
razón, que el sistema de la simple mayoría provoca la marginación, fuera de la
representación política, con gran número de ciudadanos que hayan emitido sus
sufragios por el candidato que no alcanzó la mayoría de votos, y que, en
consecuencia, dicha representación sea parcial o fraccionaria y no
auténticamente popular por abarcar sólo a una simple mayoría sin extenderse a
la totalidad de los electores o votantes. También se arguye que sin la
representación proporcional el partido político que hubiese conseguido el triunfo
en la elección de diputados respecto de todos o de casi todos los distritos
electorales, se convierte, a través de aquéllos, no únicamente en la entidad
PODER LEGISLATIVO 229
970
909Cfr. Consideraciones sobre el Gobierno representativo.
971
910 Sobre estos tópicos, un antiguo ministro de Napoleón III Emil Olivier, escribió en
el periódico "Fígaro" lo siguiente: "¿Qué es un parlamento? No es un espejo que refleja,
es una espada que corta, un poder soberano que decide y ordena; no es una academia
que diserta, es un poderoso mecanismo de Estado que legisla. Ahora bien, ésta obligado
a cortar, a decidir, a ordenar y a legislar conforme a la voluntad de la mayoría de que es
mandatario, sin tener en cuenta a los partidos vencidos en los escrutinios electorales y
sin ocuparse de ellos sino para pacificarlos, si es posible, o para domarlos si es
necesario. No es, pues, útil que las opiniones previamente condenadas estén
representadas y no es injusto alejar del Parlamento a quienes las representan. ¿Qué
harían si no incrementar su retórica y por sus maniobras la pronta elaboración de las
leyes? Según los partidarios de la representación proporcional la existencia de minorías
sería una condición tan necesaria para la vida nacional, que su perpetuidad debe
asegurarse por modo artificial. ¿Qué ha sido en nuestra historia el papel de las minorías?
Prescindiendo de los raros momentos en que han prestado servicios importantes, han
sido un azote, la causa de todos nuestros males, de la anarquía que nos disuelve, de
nuestras irremediables discordias; han contrariado las reformas por sus obstrucciones
insidiosas e impidiendo por la permanencia de sus condiciones esta unidad fuertemente
cimentada que a las naciones el equilibrio interior y la expansión internacional"
(Transcripción contenida en el opúsculo "La Representation Proportionelltl', de G.
Chatenay, pp. 19 y 20). Este mismo autor suizo, replicando las anteriores opiniones,
comenta que éstas conforman "la teoría revolucionaria de los golpea de Estado" y una
"doctrina autoritaria y tiránica", proclamando, por su parte, las ventajas de la
representación proporcional en los términos en que las expuso Numa Droz, político
helvético, quien afirmaba: "En los Estados constitucionales, la regla es que la mayoría
parlamentaria o popular, es decir, el número más grande, es lo que gobierna. En todos
los países civilizados se está de acuerdo con este punto, consistente en que las minorías
deben, en lo posible, estar representadas en el seno del poder legislativo. Aquí se
elaboran las medidas de gobierno más importantes, es decir, las leyes; y se ejerce el
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 230
(677)
A nuestro entender, el sistema de la representación proporcional traduce, con las
limitaciones e imperfecciones inherentes a la facticidad sociopolítica, uno de los
elementos característicos de la democracia, como es el origen popular de los
miembros de la cámara legisladora. En vista de tal elemento, la representación
política de la ciudadanía que dicha cámara deontológicamente ostenta, se debe
extender a la casi totalidad del cuerpo electoral y no comprender sólo el grupo
de ciudadanos que haya votado mayoritariamente por los candidatos a
diputados de que se trate. En el juego democrático debe haber siempre, como
así sucede en la realidad, diferentes corrientes de opinión pública muchas veces
antagónicas. Bajo el sistema de la simple mayoría en la elección de diputados,
las corrientes distintas, opuestas o adversas a las que hayan obtenido el triunfo
mayoritario, quedan sin representación ni voceros o exponentes en la cámara
respectiva. La representación proporcional tiende a evitar la marginación de
importantes grupos políticos fuera del seno de dicha cámara, eliminando las
desigualdades e injusticias en que incurre, por su misma naturaleza, el sistema
de la elección mayoritaria.
Por otra parte, si la fuente originaria del poder público en un Estado democrático
es la voluntad popular, y si ésta jamás puede entenderse unitaria ni
unánimemente sino por mayoría o minoría, los representantes del pueblo
acreditados en la cámara legisladora deben reflejar, en su conjunto y en lo
posible, dicha voluntad integralmente considerada y no fracciones o porciones
de la misma, fenómeno éste que concierne en sustancia al sistema electoral
simplemente mayoritario. Además, dentro de los regímenes bipartidistas o
pluripartidistas este último sistema deja sin acceso a la cámara a los partidos
políticos cuyos candidatos no hubiesen alcanzado la mayoría en la votación
aunque representen importantes sectores de la opinión pública. Con la
representación proporcional, esos partidos, es decir, los “derrotados”, pueden
hacerse oír en los debates parlamentarios a través de los diputados cuya
candidatura hayan postulado en los comicios. De esta manera, en el estudio y
tratamiento de las cuestiones políticas, económicas, sociales y culturales que
forman la
(678)
control sobre la ejecución de las urnas: no es solamente justo, sino ventajoso para la
mayoría misma, que los partidos minoritarios participen en esta elaboración y en este
control. Sus consejos y sus criticas contribuyen casi siempre a contener a la mayoría
dentro de los límites de la justicia, de lo que resulta el bien general." (Op. cit., p. 31.)
PODER LEGISLATIVO 231
972
911 En México, el precursor de la representación proporcional, quien, por cierto,
clamó en el desierto como Juan el Bautista, fue don Mariano Otero. En su célebre ''Voto''
de 5 de abril de 1847 expresó sobre el mencionado tema lo siguiente: "Entre nosotros la
imperfección del sistema electoral ha hecho ilusorio el representativo: por él las minorías
han tomado el nombre de mayorías, y por él, en vez de que los congresos hayan
representado a la Nación como es en sí, con todas sus opiniones y todos sus intereses,
sólo han representado con frecuencia una fracción, y dejando a las demás sin acción
legal y sin influjo, las han precipitado a la revolución." "La necesidad de llamar todos los
intereses a ser representados, es hoy una verdad tan universalmente reconocida, que
sólo ignorando el estado actual de la ciencia puede proclamar el duro y absoluto imperio
de la mayoría sin el equilibrio de la representación de las minorías." Invoca Otero el
pensamiento de Sismondi en apoyo de estas consideraciones, transcribiendo algunas de
sus ideas que, por nuestra parte, reproducimos: "nosotros creemos que el sistema
representativo es una invención feliz, porque pone en evidencia a los hombres
eminentes, y les da ocasión para ganar, y sobre todo, para merecer la confianza de los
pueblos, y los conduce al fin a gobernar el timón del Estado. Y entendemos que es una
institución todavía feliz, porque pone los unos delante de los otros todos los intereses,
todos los sentimientos y todas las opiniones, dando los medio. de discutir esas opiniones
y de rectificar esos sentimientos, de equilibrar esos intereses, de reunir, en fin, la
opiniones, los intereses y los sentimientos de todos los ciudadanos en un solo centro que
pueda considerarse como la inteligencia, el interés y el sentimiento de la Nación y
creemos que combinaciones hábiles, aunque difíciles, pueden con la ayuda del gobierno
representativo proteger todas las localidades, todas las opiniones, todas las clases de
ciudadanos y todos los intereses". "Examinando en el desarrollo de la civilización
europea el influjo omnipotente de las instituciones y admirando la constitución inglesa,
continúa Otero, Guizot ha dicho: "Sólo hay duración y vida en el ejercicio de todos los
derechos, en la manifestación de todas las opiniones, en el libre desarrollo de todas las
fuerzas y de todos los intereses: la existencia legal de todo los elementos y sistemas
hace que no domine exclusivamente ningún elemento, que no se levante un solo sistema
para destruir a los demás, que el libre examen redunde en beneficio y provecho de
todos'; concluyendo nuestro jurista con las siguientes palabras: 'La simple razón natural
advierte que el sistema representativo es mejor en proporción que el cuerpo de
representantes se parezca más a la Nación representada. La teoría de la representación
de las minorías no es más que una consecuencia del sufragio universal: porque nada
importa que ninguno quede excluido del derecho de votar, si muchos quedan sin la
representación, que es el objeto del sufragio'" (Derecho Público Mexicano. Isidro Montiel
y Duarte. Tomo 11, pp. 356 y 357).
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 232
(679)
C. La composición de la Cámara de Diputados.
Este órgano, integrante del Congreso de la Unión con el Senado dentro del
sistema bicameral adoptado por nuestra Constitución (Art. 50), suele recibir
también las denominaciones de “cámara popular” o “cámara baja” por una
especie de imitación extralógica de regímenes extranjeros en los que, como el
inglés, representa a las clases populares, a diferencia de la llamada “cámara
alta” (de los lores) compuesta por representantes de la aristocracia o la nobleza.
Dentro del orden constitucional mexicano esa distinción terminológica no tiene
justificación alguna, pues tanto la Cámara de Diputados como la de Senadores
tiene un origen popular directo, pudiendo afirmarse, por ende, que una y otra
categoría de legisladores deben reputarse representantes del pueblo, aunque su
respectiva elección responda a criterios distintos pero que no alteran su
expresado origen.
973
912 Derecho Constitucional Mexicano, edición 1968, pp. 269 y 270.
974
913 Doscientos cincuenta mil o fracción que pasara de ciento veinticinco mil.
975
914 Las reglas básicas que éste consignaba eran las siguientes: a) Sólo los partidos
políticos nacionales registrados legalmente con un año, por lo menos, de anterioridad al
día de la elección, podían acreditar dichos diputados (frac. V); b) Para tener este
derecho, el partido debía haber obtenido el uno y medio por ciento de la votación total
PODER LEGISLATIVO 233
(680)
de elección popular mayoritaria una igualdad en cuanto a categoría, derechos y
obligaciones (Art. 54, frac. V), siendo inconcuso que unos y otros debían
satisfacer los requisitos positivos y negativos que establecía el artículo 55
constitucional. 976
En nuestra modesta opinión, la creación de los diputados de partido significó un
avance hacia la democratización de nuestro país. El sistema de elección de
diputados por simples mayorías dejó fuera de la representación nacional, que
reside en la Cámara respectiva, a grandes grupos humanos minoritarios de la
sociedad. Esta representación comprende por ficción a todo el pueblo mexicano
desde el punto de vista estrictamente jurídico-constitucional, es decir, de las
en el país en las elecciones de diputados federales, en cuyo caso podría acreditar a cinco
diputados, "y a uno más, hasta veinticinco como máximo, por cada medio por ciento más
de los votos obtenidos" (frac. 1); c) Si dicho partido obtuviera la mayoría de votos en
veinticinco o más distritos electorales, es decir, si por este triunfo sus candidatos se
convertían en diputados de elección popular, no tendría derecho a acreditar diputados
de partido, a no ser que tal mayoría se hubiese alcanzado en menos distritos, pues en
este caso podía completar hasta veinticinco diputados, sumando a los de elección
popular los de partido, siempre que obtuviese el porcentaje a que se ha hecho referencia
(frac. II); d) Los diputados de partido no podían ser acreditados conforme al arbitrio del
partido que tuviese derecho a ello, sino que debían ser seleccionados "por riguroso
orden, de acuerdo con el número decreciente de sufragios que hayan logrado en relación
a los demás candidatos del mismo partido en todo el país". El porcentaje y el máximo de
diputados de partido a que se referían las reglas b) y e) se establecieron según reformas
al artículo 54 constitucional publicadas en el Diario Oficial correspondiente al 14 de
febrero de 1972. Anteriormente dicho porcentaje y máximo eran, respectivamente, de
dos y medio de la votación total en el país y veinte diputados.
976
915 Entre dichos requisitos figura el consistente en la edad mínima para figurar como
candidato a diputado. Dicha edad es de 21 años cumplidos el día de la elección. Antes de
la reforma que estableció dicho mínimo, la edad debía ser de 25 años. La exposición de
motivos de la iniciativa presidencial que propuso la modificación al artículo 55
constitucional en lo que a dicho requisito atañe, está concebida en los siguientes
términos: "Reducir a la edad de 21 años el requisito para ser electo diputado,
corresponde a un viejo anhelo revolucionario, que en nuestro momento es posible
considerar. Voces muy destacadas del Constituyente de 1917 (la del diputado Francisco
J. Mújica) se pronunciaron por la elegibilidad de los diputados a partir de los 21 años.
'Fueron los jóvenes quienes hicieron la Revolución', se afirmó en Querétaro para
promover la medida. Hoy la Revolución está en posibilidad, de ser aprobada esta
iniciativa por el Poder Legislativo, de asociar a las nuevas generaciones a la
representación nacional. Para ello se propone la modificación correspondiente a la
fracción II del artículo 55 de la Constitución."
"Desarrollar el sistema político implica una continua revisión de todos los elementos que
lo forman, a fin 'de incrementar su racionalidad y capacidad. Fundamenta a nuestras
instituciones una filosofía democrática social y el proceso cívico debe permitir, en
consecuencia, una cada vez mayor y más calificada participación de los ciudadanos en la
orientación de ,las actividades gubernamentales, propiciar en todo momento una
adecuada y eficiente representación popular, incorporar a las nuevas generaciones al
ejercicio del poder público, facilitar la articulación de los intereses minoritarios y
brindarles conductos para su expresión legitima y alcanzar resultados que correspondan
efectivamente a las aspiraciones de las mayorías."
"Reducir la edad mínima para ingresar al Poder Legislativo", "permitirá que se pueda dar
en ambas Cámaras no sólo una mejor representación sociológica. Es la nuestra una
Nación de población joven; más de la mitad es menor de 21 años y el 70% no alcanza los
30".
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 234
mayorías que hubiesen electo a los diputados y de las minorías que se hayan
abstenido de votar o que hayan emitido su voto en favor de los candidatos
derrotados. Sin embargo, desde el ángulo ideológico-político, filosófico y
económico-social, dicha representación era necesariamente parcial, pues, como
hemos dicho, de ella quedaban excluidos grandes sectores populares, por lo que
la creación de los diputados de partido la tendió a complementar o integrar,
tratando de dar un contenido real a la declaración formal de que la Cámara de
Diputados es el órgano representativo del pueblo. Es inconcuso advertir,
además, que para lograr este resultado positivo era menester que, como lo
establecía el artículo 54 constitucional, los diputados de partido fuesen
(681)
acreditados por verdaderos partidos políticos que se llaman “nacionales” y no
por simples agrupaciones que por su formación ocasional o el número exiguo de
sus miembros no comprendan a importantes sectores del pueblo.
“Para que el sistema funcione correctamente, debe tener dos condiciones: una
en cuanto al mínimo de votos obtenidos y otra en cuanto al máximo de
diputados de partido.
“Se ha calculado que un partido necesita obtener dos y medio por ciento de la
votación total nacional, que es una proporción fácilmente asequible, para tener
derecho a la obtención de 'diputados de partido'. Esta condición obedece a la
necesidad de impedir que el sistema degenere en una inútil e inconveniente
proliferación de pequeños partidos que no representen corrientes de opinión
realmente apreciables por el número de quienes las sustentan, ya que se ha
señalado como objetivo básico de esta reforma, y es connatural de toda
organización parlamentaria, que dentro de la representación popular estén las
PODER LEGISLATIVO 235
(683)
que enfrentan a los partidos fuertes y a los débiles en un plano de igualdad en el
reclutamiento de votos necesarios para obtener tantas curules como veces
alcancen el cociente electoral.”979 Por su parte, Miguel de la Madrid Hurtado
sostiene que el sistema de diputados de partido conformó “un régimen de
representación mayoritaria suplementado con algunas técnicas de
representación proporcional, y mejor diríamos, de representación minoritaria”.980
Coincide con los anteriores puntos de vista don Felipe Tena Ramírez al aseverar
que la reforma constitucional que implantó el régimen de los diputados de
partido “conserva en toda su pureza el sistema mayoritario, ya que tocante al
mismo no se introduce variante alguna”, agregando que al lado de este sistema
“y sin rozado siquiera, se introduce un sistema nuevo de acoplamiento a la
posible representación de las minorías, sistema que no es, sin embargo, el de
representación proporcional' y respecto del que formula el siguiente juicio crítico
que no podemos dejar de reproducir: “Sin desconocer los peligros que amagan al
sistema recientemente implantado, originados casi todos ellos en las taras
ancestrales de nuestra democracia, pensamos no obstante que la reforma es
realista, por cuanto propicia una solución sólo en parte del vasto y perdurable
problema.. Ninguna solución total y repentina puede erradicar las causas
sociales e históricas del mal secular; haber pulsado las posibilidades actuales de
saneamiento cívico, haberse ajustado a esas posibilidades y, al mismo tiempo,
haber dejado franca la puerta para todas las coyunturas del porvenir, en eso
978
917 Por la reforma al artículo 54 constitucional publicada el 14 de febrero de 1972
este número ascendió a veinticinco.
979
918 La Reforma Electoral. México, 1964, p. 129.
980
919 Reformas a la Constitución Federal en Materia de Representación. Revista de la
Facultad de Derecho de México. Número 60, p. 349.
PODER LEGISLATIVO 237
consiste a nuestro ver la esperanza de éxito del sistema que confía a su propia
flexibilidad la suerte de su destino.” 981
(684)
integración de la Cámara de Diputados, es lo suficientemente explícita para
justificar la variación del sistema respectivo. Así, se afirmó en dicha exposición
de motivos lo siguiente:
“Se han considerado los frutos y las experiencias que resultaron de la reforma de
1963, que incorporó al sistema electoral mexicano, el régimen de los diputados
de partido en la composición de la Cámara de Diputados y que a lo largo de
cinco procesos electorales permitió el acceso de las minorías a la representación
nacional, pero que, sin embargo, ha agotado sus posibilidades para atender los
requerimientos de nuestra cada vez más dinámica y compleja realidad política y
social.
“Creemos que, sin debilitar el gobierno de las mayorías, el sistema mixto que se
propone ampliará la representación nacional, haciendo posible que el modo de
pensar de las minorías esté presente en las decisiones de las mayorías.”
(685)
representantes y representados, se estrecha el contacto entre ellos en beneficio
de una mejor atención a los problemas y aspiraciones de las comunidades.
El partido político que cumplía con las condiciones y requisitos anteriores tenía
derecho a que le fuesen asignados por dicho principio “el número de diputados
de su lista regional que corresponda al porcentaje de votos obtenidos en la
circunscripción plurinominal correspondiente”, de acuerdo a las fórmulas
electorales y los procedimientos que determinan la ley ordinaria señalada.982
982
920 bis La Legislación electoral señala cuáles son dichas fórmulas, cuyo comentario
no abstenemos deliberadamente de hacer, por pertenecer su estudio a la materia de
Derecho Electoral o Político, la cual, según ya hemos dicho, por su importancia y
trascendencia se ha desprendido del Derecho Constitucional.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 240
(687)
Cámara de Diputados, preservándose el principio de mayoría relativa con los 300
diputados que hoy son elegidos de acuerdo con él, e incrementar de 100 a 200
el número de diputados que deban ser elegidos por el principio de
representación proporcional. Crecerá la Cámara en dimensión, pero también en
representatividad, favoreciendo de diversas maneras a todos los partidos que la
conforman y, en especial, a los minoritarios, pues no sólo ganarán espacio
PODER LEGISLATIVO 241
Por otra parte, el sistema vigente suscita la inquietud, en las minorías, de que la
mayoría se haga de un instrumento que le permita definir tanta al gobierno
como a la oposición, con la consiguiente cancelación de las espacios reservados
a las minorías y, consecuentemente, con la cancelación del propósito del
sistema.
El sistema mixto que se propone tiene así por objeto garantizar la estabilidad y
eficacia de la Cámara, cualquiera que sea la mayoría, absoluta o relativa, que
obtenga el partido mayoritario, sin tener que acudir a mecanismos de límites y
condiciones, que equivalen en todo caso a disminuir la representación de las
minorías.”
I. Un partido político, para obtener el registro de sus listas regionales, deberá acreditar
que participa con candidatos a diputados por mayoría relativa en por lo menos
doscientos distritos uninominales;
n. Todo partido político que alcance por lo menos el uno y medio por ciento del total de
la votación emitida para las listas regionales de las Circunscripciones plurinominales,
tendrá derecho a que le sean atribuidos diputados según el principio de representación
proporcional;
(690)
III. Al partido político que cumpla con lo dispuesto por las dos bases anteriores,
adicionalmente a las constancias de mayoría relativa que hubiesen obtenido sus
candidatos, les serán asignados por el principio de representación proporcional,
de acuerdo con su votación nacional emitida, el número de diputados de su lista
regional que le corresponda en cada circunscripción plurinomina!. En la
asignación se seguirá el orden que tuviesen los candidatos en las listas
correspondientes;
IV. En ningún caso un partido político podrá contar con más de 315 diputados
por ambos principios;
V. El partido político que haya obtenido más del 60% de la votación nacional
emitida, tendrá derecho a que se le asignen diputados por el principio de
representación proporcional, hasta que el número de diputados por ambos
principios sea igual a su porcentaje de votación nacional emitida sin rebasar el
límite señalado en la fracción IV de este artículo;
VI. Ningún partido político que haya obtenido el 60% o menos de la votación
nacional emitida podrá contar con más de 300 diputados por ambos principios; y
(691)
inconcuso de legislación que se repite con frecuencia, que es necesario respetar
a las minorías ... que el Congreso Constituyente de 1843 resuelva el problema de
que la representación nacional se componga de los diversos elementos políticos
y en la misma proporción que se encuentran en la República”.983
(692)
También dicha disposición constitucional impone a los Secretarios del Despacho
con cuyos ramos se relacionen dichas iniciativas y proyectos, la obligación de
comparecer ante la aludida Cámara para producir la información pertinente.
La facultad revisora de la cuenta pública tiene por objeto conocer los resultados
de la gestión financiera, comprobar si se ha ajustado a los criterios señalados por
el presupuesto y el cumplimiento de los objetivos contenidos en los programas.
A este respecto, debe recordarse la existencia de una Entidad de Fiscalización
superior de la Federación de la Cámara de Diputados que goza de autonomía
técnica y de gestión en el ejercicio de sus atribuciones y para decidir sobre su
organización interna, funcionamiento y resoluciones, según lo dispone el artículo
79 constitucional.
Debe subrayarse que para que el examen de la cuenta pública se realice con la
debida oportunidad el Presidente debe hacer llegar a la Cámara de Diputados la
iniciativa de Ley de Ingresos y el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la
Federación a más tardar el día 15 del mes de noviembre.
de México, el control que entrañan tales facultades no sólo existiría como mera
declaración constitucional, sino que se ejercería en la realidad política-
económica de México para beneficio del país.
(693)
Por ende, la aprobación del presupuesto anual de gastos se traduce no en una
ley, sino en un decreto, que es la forma de los actos administrativos.
Disentimos del parecer de dicho tratadista por las razones que a continuación
exponemos. Es cierto que el invocado artículo 65 imponía al Congreso de la
Unión diferentes obligaciones que debía cumplir durante el periodo ordinario de
sesiones que se inicia el primero de septiembre de cada año y que entre tales
obligaciones figuraba la aducida por Tena Ramírez; pero esta obligación, que
consistía en el examen, discusión y aprobación del presupuesto fiscal, era
simultáneamente una atribución que el mencionado órgano no debía dejar de
realizar. Esta atribución necesariamente debía complementarse con la obligación
que el precepto señalado también impone al Congreso y que escriba en decretar
los impuestos para cubrir el aludido presupuesto. Sin la fijación tributaria, el
examen, discusión y aprobación de éste serían actos estériles sin finalidad
pragmática. Ahora bien, la Cámara de Diputados, en los términos del artículo 74,
fracción IV constitucional, tiene facultad exclusiva para aprobar el presupuesto
anual de gastos discutiendo primero las contribuciones que, a su juicio, deben
decretarse para cubrir aquél. Esta facultad se antoja incompleta, ya que dicha
Cámara no puede crear por sí misma, exclusivamente, impuesto alguno, en
virtud de que éste sólo se establece en una ley y la ley únicamente emana del
Congreso de la Unión. De nada serviría que se aprobase el presupuesto de
gastos sin poder decretar las contribuciones
(694)
necesarias para cubrir, acto éste que no puede realizar la mencionada Cámara.
Por otra parte, la discusión previa de los impuestos sin poder establecidos es una
función inútil como facultad exclusiva de la Cámara de Diputados, pues en el
proceso de formación de las leyes tributarias ésta deberá discutir los proyectos o
iniciativas correspondientes en su carácter de órgano colegislador.
“De esta manera, y con la finalidad de evitar confusiones, toda vez que las
facultades del Congreso aparecen reguladas en el artículo 73, se propone una
nueva redacción para el artículo 65, de tal forma que quede establecido que el
Congreso de la Unión se reunirá a partir del primero de septiembre de cada año
para ocuparse del estudio, discusión y votación de las iniciativas de ley que
presenten y de la resolución de los demás asuntos que le corresponda, conforme
a esta Constitución. Se prescinde de hacer mención en el nuevo texto del
desarrollo de las facultades relativas a la aprobación del presupuesto y a la
votación de la Cuenta Pública, que quedarían reguladas como facultades
exclusivas de la Cámara de diputados. Concordantemente con ello, se suprime la
fracción XXVIII del artículo 73, que confiere a las dos Cámaras la revisión de la
Cuenta Pública.”
(695)
abolida por haber significado su ejercicio un oprobio para el Poder Judicial
Federal y el Poder Judicial del Distrito Federal.
(696)
A mayor abundamiento, la resolución que la Corte debe emitir al fallar el citado
recurso de reclamación se consideró por la exposición de motivos de la iniciativa
presidencial mencionada, como meramente “declarativa” y no anulatoria, lo que
la despojó de toda índole y efectividad compulsorias. Al respecto, en dicha
exposición se afirma: “El Ejecutivo Federal a mi cargo, considerando la
importancia de imprimir una mayor objetividad a los resultados de una elección
y acercarse más a la imparcialidad electoral, cree procedente instituir mediante
la adición del artículo 60 constitucional, un recurso de reclamación ante la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, contra las resoluciones dictadas por el
Colegio Electoral de la Cámara de Diputados al calificar la elección de los
aspirantes a formar parte de la misma.
987
924 El análisis de esta importantísima garantía lo realizamos en el capítulo séptimo
de nuestra obra Las Garantías Individuales.
PODER LEGISLATIVO 251
“Recogiendo otra de las propuestas más reiteradas por los partidos políticos y
por diversos sectores de la sociedad, se propone la desaparición del recurso de
reclamación, establecido en los párrafos tercero, cuarto y quinto del artículo 50
constitucional. En efecto, uno de los aspectos que más controversias ha
producido entre los juristas y los publicistas en la historia reciente de nuestras
instituciones políticas, ha sido el asignar a la Suprema Corte de Justicia
facultades en asuntos electorales en virtud del recurso de reclamación,
establecido por la reforma de 1977. La demanda por su desaparición es una
exigencia en la que han venido coincidiendo a partir de su promulgación,
numerosos sectores identificados con mayorías y minorías políticas. El Ejecutivo
Federal a mi cargo considera que el prestigio y las más importantes funciones
constitucionales atribuidas a nuestro más alto tribunal deben quedar a salvo de
polémicas o controversias, y en particular del debate político; por lo mismo, para
evitar que medien controversias que vulneren el respeto a la dignidad de
nuestro máximo órgano judicial, he considerado pertinente someter al Poder
Constituyente Permanente, la derogación del recurso de reclamación ante la
Suprema Corte de Justicia.
VI. EL SENADO
(698)
repeticiones, nos remitimos a las consideraciones que sobre estos tópicos hemos
formulado.989
988
924 bis Ese organismo, cuya importancia es evidente, se denomina Instituto Federal
Electoral.
989
925 Véase supra, parágrafo III de este mismo capítulo.
PODER LEGISLATIVO 253
A. Su composición
(699)
990
926 Los requisitos para ser senador se establecen en los artículos 55 y 58
constitucionales, a cuyas disposiciones nos remitimos.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 254
“La sabiduría del sistema ideado por los constituyentes mexicanos y la obvia
necesidad de mantener el equilibrio entre todos los Estados con el doble
principio de integración, uno por cada Cámara, nos hace apoyar enfáticamente
la conservación de la vieja fórmula: igualdad de los Estados en el Senado y
proporcionalidad demográfica en la Cámara de Diputados.”
(700)
el voto simple, pues no se puede determinar por cuál de los dos candidatos a
senador propietario se emitió éste. La obligación de sufragar por los dos
candidatos a senador de un partido, mediante un solo voto, sin posibilidad de
optar por uno de un partido y otro de uno distinto, entraña una antidemocrática
y grave restricción a la libertad de elegir. Eliminar esta opción por medio de una
fórmula rígida bipersonal que no autorizan la Constitución o la ley, produce las
siguientes consecuencias:
b) Evitar que los ciudadanos tengan la opción de votar por los candidatos que
consideren conveniente, aun cuando pertenezcan a dos partidos políticos
distintos.
e) Obligar a los votantes a sufragar por dos candidatos a senador propietario que
postule un solo partido, según una fórmula que no autorizan ni la Constitución ni
el Código Federal Electoral, eliminándose así su libertad de elección que
proclama el artículo 56 de la ley suprema del país.
(701)
“Nosotros consideramos que aunque en nuestra ley fundamental quedan
vestigios de la unión: sistema federal-senado, en la estructura de la constitución
de 1917 se acepta que los senadores, así como los diputados, son
representantes de la nación y no de las entidades federativas; para esta
afirmación nos basamos en las siguientes ideas: los requisitos para ser senador
son los mismos que para ser diputado, con la excepción de la edad; el régimen
que priva para los diputados es el mismo que para los senadores; es decir: no
pueden ser re electos para el periodo inmediato, son inviolables por las
opiniones que expongan en el desempeño de sus cargos, no pueden ocupar
ningún otro empleo federal o estatal por el cual obtengan honorarios, existe el
mismo término para computarse la renuncia tácita, y comparten igualdad en las
responsabilidades.
“Además, su interés -de acuerdo con los autores clásicos del sistema
representativo- es general; es el de toda la colectividad y no él de la entidad
federativa que los eligió.
Sin embargo, en los medios políticos mexicanos han surgido corrientes que
pretenden que se implante una nueva estructura al Senado, considerando a su
integración actual como obsoleta que no responde al régimen pluripartidista.
Acabamos de afirmar que establecer para este cuerpo legislativo un sistema de
composición similar al que tiene la Cámara de Diputados, significaría duplicar a
ésta innecesariamente. Por nuestra parte, y rechazando la idea de adoptar para
el Senado el sistema de representación proporcional, hemos emitido nuestra
opinión,
(702)
en sentido de que a dicho órgano deben acceder los hombres más eminentes del
país, objetivo que no se logra con la elección de simple mayoría de los senadores
que preconiza nuestra Constitución vigente. Tal objetivo lo proclamaron don
Mariano Otero y don Paulino Machorro Narváez.992 Para conseguir esta finalidad,
que indiscutiblemente mejoraría el elemento humano senatorial, creemos que
cada universidad de cada entidad federativa, incluyendo obviamente a la UNAM,
debe designar a la persona que, por sus merecimientos intelectuales y morales y
por su espíritu de servicio a México, pueda concurrir como senador con los
individuos que resulten electos mayoritaria mente cada seis años. De esta
manera se culturalizaría el Senado de la República con hombres cuya situación
estuviese por encima de los intereses de cada partido político. Es inconcuso que
en la reforma constitucional y legal que para tal efecto se formulara, se
señalarían las condiciones estrictas para que cada universidad no privada, por
conducto de su rector y con aprobación de su consejo, nombrara al senador que
le corresponda; y con el objeto de evitar que las casas de estudio se conviertan
en entidades políticas, se debería establecer el requisito de que dicho
nombramiento recaiga en la persona que, en el momento de formularse, no
desempeñe ningún cargo directivo ni administrativo en la institución
universitaria de que se trate. La anterior idea no deja de ser, sin embargo, una
mera ocurrencia onírica, alentada por el deseo de mejorar la integración humana
del Senado.993
992
926 c El primero manifestó que el Senado debe ser “depósito de sabiduría y de
prudencia que modere el ímpetu de la democracia irreflexiva”; y el segundo afirmó que
dicho cuerpo “debe estar compuesto de las personas de mayor experiencia y sabiduría”.
(Cfr., respectivamente, “Voto de 5 de abril de 1847” y “Diario de los Debates del
Congreso Constituyente de Querétaro”).
993
926 d La anterior proposición la formulamos el 14 de mayo de 1985 ante la comisión
de Consulta Popular del Senado de la República.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 258
(703)
c) Según la Reforma de 1996
(704)
supremo vigente estimando en la fracción X de este precepto que la ratificación
de los tratados internacionales debía corresponder al Congreso Federal.
“La fracción 1 del artículo 76 se reformaría para establecer que será facultad
exclusiva de la Cámara de Senadores el análisis de la política exterior, con base
en los informes que presenten el Titular del Ejecutivo Federal y el Secretario del
Despacho correspondiente, tal como lo establecen los artículos 69 y 93 de la
Constitución.”
(705)
d) Autorizar al Presidente de la República para que pueda permitir la salida de
tropas nacionales fuera del país, el paso de tropas extranjeras por el territorio
nacional y la estación de escuadras de otras potencias, por más de un mes, en
aguas mexicanas (frac. III). Esta facultad del Senado importa una limitación a la
potestad que tiene el citado alto funcionario para disponer de la totalidad de la
fuerza armada permanente, o sea, del Ejército terrestre, de la Marina de Guerra
y de la Fuerza Aérea conforme a la fracción VI del artículo 89 constitucional, ya
que sin la autorización de dicho órgano no puede enviar fuera de la República a
las tropas mexicanas. Así mismo, implica un elemento. de seguridad para la
soberanía del país y la integridad del territorio nacional, pues el Presidente, sin la
venia senatorial, no sólo no puede permitir el tránsito de fuerzas extranjeras por
tierras mexicanas, sino que está obligado a expe1erlas en caso de que ya
hubiesen penetrado a ellas o de que permanezcan en aguas nacionales por más
del plazo anteriormente señalado.
(706)
disponer de aquélla fuera de sus respectivos Estados o territorios, cuando para
ello lo autoriza el Senado (Art. 76, frac. IV y 89, frac. VII).
medio el Congreso, y para moverla fuera de su lugar, por medio del Presidente con
aprobación del Senado; no es institución profesional ni tampoco permanente”.996 y 997
f) Declarar, cuando hayan desaparecido todos los poderes constitucionales de un Estado,
que es llegado el caso de nombrarle un gobernador provisional (frac. V). Esta facultad
suele interpretarse incorrectamente, pues conforme a ella no incumbe al Senado
declarar la desaparición de los poderes locales, sino nombrar un gobernador cuando
todos ellos hayan desaparecido. La desaparición de poderes en un Estado es un
fenómeno de facto que implica el rompimiento, dentro de él, del orden institucional, es
decir, la violación de todo principio de autoridad provocada generalmente por disturbios
interiores de diversa índole que entrañan el desconocimiento de sus órganos
constituidos y la rebeldía sistemática para acatar sus decisiones. En otras palabras,
desaparecen los poderes de un Estado cuando por causas de distinta naturaleza de sus
órganos ejecutivo, legislativo y judicial carecen de la potestad imperativa para hacerse
obedecer por los medios legales de que dispongan, recurriendo a la violencia para
constreñir a los gobernados a la obediencia y respeto de su autoridad.998
Ahora bien, ante esta situación fáctica, el Senado simplemente declara que, para
restablecer el orden institucional alterado, debe nombrarse un gobernador
provisional a efecto de que convoque a elecciones conforme a las leyes
(707)
constitucionales del Estado de que se trate, nombramiento que se sujeta a las
reglas consignadas en la fracción V del artículo 76 constitucional, a cuyo tenor
nos remitimos.
Surge, por otro lado, una cuestión muy importante sobre el ejercicio de la
facultad senatorial a que nos estamos refiriendo, pues la parte final de dicha
fracción establece que “Esta disposición regirá siempre que las constituciones de
los Estados no prevean el caso.” Desde luego, a este respecto se suscitan las
siguientes dudas: ¿las constituciones locales pueden hacer inaplicables todas las
996
928 Derecho Constitucional Mexicano, pp. 388 y 389.
997
929 Pese a estas sutiles distinciones, “guardia nacional” y “ejército nacional”
sustancialmente son expresiones que deben designar a un mismo cuerpo de seguridad
por las razones que invocamos en la nota 158, a la que nos remitimos.
998
929 bis Con fecha 29 de diciembre de 1978 se publicó en el Diario Oficial de la
Federación la Ley Reglamentaria de la fracción V del artículo 76 constitucional, en cuyo
ordenamiento se señalan las causas que configuran la desaparición de poderes en un
Estado, dichas causas encuadran dentro de las hipótesis generales que hemos
mencionado y consisten en lo siguiente: ''Artículo 20. Se configura la desaparición de los
poderes en un Estado únicamente el los casos de que los titulares de los poderes
constitucionales: l. Quebrantaren los principios del régimen federal. II. Abandonen el
ejercicio de sus funciones, a no ser que medie causa de fuerza mayor. III. Estuvieren
imposibilitados físicamente para el ejercicio de las funciones inherentes a sus cargos o
con motivo de situaciones o conflictos causados o propiciados por ellos mismos, que
afecten la vida del Estado, impidiendo la plena vigencia del orden jurídico. IV.
Prorrogaren su permanencia en sus cargos después de fenecido el periodo para el que
fueron electos o nombrados y no se hubieran celebrado elecciones para elegir a los
nuevos titulares. V. Promovieren o adoptaren formas de gobierno o bases de
organización política distintas de las fijadas en los artículos 45 y 115 de la Constitución
General de la República.” El ordenamiento reglamentario mencionado contiene
importantes disposiciones sobre la legitimación para pedir al Senado el nombramiento
de un gobernador provisional en cualquier situación de desaparición de poderes,
incumbiendo el derecho petitorio a los senadores, diputados federales o a los ciudadanos
en la entidad de que se trate (Art. 3) En cuanto al procedimiento para designar a dicho
gobernador nos remitimos al texto de la referida ley.
PODER LEGISLATIVO 263
(708)
Esta idea se deduce de las razones que externó don Paulino Machorro Narváez,
miembro de la comisión, quien aseveró:
“La reforma vino a llenar ese vacío, y desde entonces vemos que casi han
desaparecido las disensiones locales que antes con frecuencia turbaban a las
entidades federativas. En las pocas veces que ellas han surgido, el Senado,
obrando con prudencia, y sólo en el extremo caso de una acefalía, ha hecho la
declaración correspondiente; y un gobernador provisional, auxiliado por el poder
central, ha establecido el régimen constitucional.
“¿Es esto intervenir en la soberanía del Estado? Hemos dicho que los Estados,
libres y soberanos en lo que ve a su régimen interior, no son independientes,
sino que están unidos en una federación establecida según los principios de la
Ley fundamental (Art. 40) y que deben estar organizados bajo la forma de
gobierno republicano, representativo y popular (Art. 109); luego, si dentro de
ellos no hay un régimen político o este régimen es opuesto a las instituciones
establecidas por la Ley fundamental, la Federación tiene pleno derecho de exigir
que, en obedecimiento de la Ley suprema, se organicen y que esta organización
sea la prescrita por la Constitución. Sólo al pueblo le es concedido el derecho de
alterar o modificar la forma de su gobierno (Art. 39), es decir, al pueblo
mexicano, a la Nación entera, y según las reglas establecidas para llevar a cabo
cualquiera reforma constitucional.
(709)
999
930 Diario de los Debates. Tomo II, p. 326.
PODER LEGISLATIVO 265
“Verdad que en este último caso se afecta el interés de los Estados; pero está
afectado de la misma manera el interés popular, el interés de la Nación; y de
aquí depende que cualquiera alteración en la forma del gobierno pertenezca, de
derecho, al cuerpo político en general.
“Esta convocatoria no debe tener más dilación que la necesaria para que se
restablezca el orden público, es decir, que tan luego como exista la paz, el
pueblo del Estado debe elegir a sus representantes” .1000
g) Resolver las cuestiones políticas que surjan entre los poderes de un Estado
cuando alguno de ellos ocurra con ese fin al Senado, o cuando con motivo de
dichas cuestiones se haya interrumpido el orden constitucional mediante un
conflicto de armas (frac. VI). La demarcación del alcance de esta facultad radica
en la especificación de lo que deba entenderse por “cuestiones políticas”, ya que
cuando se suscita una controversia entre los poderes de un mismo Estado sobre
la constitucionalidad de sus actos, corresponde su decisión a la Suprema Corte
según lo dispuesto por el artículo 105 constitucional. Se nos ocurre preguntar si
dentro de un régimen de derecho una cuestión política puede resolverse
ajurídicamente, o sea, sin ajustarse a ninguna norma jurídica. En este supuesto,
1000
931 p. Cit., Tomo II pp. 155, 156 y 157.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 266
(710)
expresamente excluido por la fracción VI del artículo 76 de la Constitución, ya
que, como lo manda ésta, la resolución que en tal caso dicte dicho órgano se
deberá pronunciar conforme a las prescripciones de la misma Ley Suprema y de
la del Estado correspondiente. De este mandamiento se colige que las
“cuestiones políticas”, a que nos referimos tienen que decidirse jurídicamente,
es decir, analizando la constitucionalidad de los actos de los poderes en
conflicto, consideración que nos compele a concluir que no es posible, en el
terreno estricto del derecho, delimitar la competencia del Senado, por una parte,
y de la Corte, por la otra, para dirimir tales cuestiones, ya que no es dable
escindir en ellas su carácter político de su índole jurídica.
“La otra parte de la Comisión opinó que la facultad de resolver esos conflictos
debe dejarse a la Suprema Corte de Justicia, tal como lo propone actualmente el
artículo 104 del proyecto del C. Primer Jefe; y a fin de que el Congreso tenga a la
vista estos dos extremos en cuestión de tanta trascendencia, la Comisión, de
común acuerdo, determinó que se presentara uno de estos puntos de mira en el
conjunto del proyecto y el otro en este voto particular.
“Al efecto, los subscriptos fundan este último en los términos siguientes: Los
conflictos que surjan entre los poderes de un Estado, o se fundan en la aplicación
de una ley, que cada uno de dichos poderes contendientes trate de aplicar en su
favor, o bien son conflictos meramente de hecho. Esto, en realidad, es muy difícil
PODER LEGISLATIVO 267
(711)
resolución sobre la persona que tenga derecho a un conflicto, son las
atribuciones genuinas del Poder Judicial; darlo a otro Poder es distraerlo de sus
funciones y substiituir, por una confusión, la precisión de la división de los
poderes.
“El Senado podrá resolver, lo mismo que la Suprema Corte, objetivamente; pero
su resolución no revestirá carácter jurídico, sino político, y, en consecuencia,
tendrá menos fuerza y prestigio moral que una sentencia de la Suprema Corte.
1001
932 Diario de los Debates. Tomo II, pp. 351, 352 y 356.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 268
(712)
a invocar principios de derecho, se habla de cuestiones técnicas, de educación
especial, la educación especial de un abogado, siendo la impresión de que ya
hay la idea de estorbar el criterio de la Asamblea, porque estas cuestiones se
resuelven más bien que por consideraciones técnicas, por el sentido común, por
un instinto que está en todos nosotros. Porque cada vez que se ofrece tratar de
estas cuestiones, nosotros analizamos la situación del país, los intereses que
vamos a dañar o fortificar y damos una resolución ésta, serena y adecuada,
porque está basada en el sentido común. Pues bien, se ha dicho que en el
conflicto de dos poderes en un Estado no hay una ley que venga a resolver la
cuestión, pero que habrá los principios de Derecho Público. Pues bien, llevando
la cuestión a ese terreno, los principios de Derecho Público son aquellos que se
refieren también a la parte política de la sociedad; y esos principios autorizarían,
en todo caso, a tener en cuenta los intereses políticos, para poder dar una
resolución acertada. Así es que esa objeción cae por su propio peso; por otra
parte, la objeción fundamental que nosotros hemos hecho para quitar a la Corte
Suprema de Justicia el conocimiento de las cuestiones políticas, ha sido el
verdadero terror que hemos sentido porque la Corte Suprema de Justicia vaya a
tener que conocer de intereses políticos y se haga política en el seno de la Corte;
ésa ha sido la idea fundamental que ha inspirado el criterio de la Comisión.
"El Senado toma, en un momento dado, todos los datos que se le presentan para
resolver una cuestión y, en ese momento, la resuelve, y si han llegado las cosas
hasta el extremo de que desaparezca uno de los poderes del Estado, el Senado
está en aptitud de proveer, por medio del fallo que se dicte en el término de
veinticuatro horas. La Corte Suprema de Justicia está en la imposibilidad legal de
hacer otro tanto. Esta cuestión no es nueva en los anales parlamentarios.
Cuando, a consecuencia de las reformas iniciadas por Lerdo de Tejada a la
Constitución de 57, se estableció el sistema bicameral, se estudiaron las
facultades del Senado como uno de los poderes públicos, al discutirse
precisamente esta fracción que estamos discutiendo, para dárselas a la Corte. La
opinión estaba muy dividida en aquel Parlamento; había opiniones en pro y en
contra, en un sentido y en otro; pero la consideración de mucha importancia,
que me permito invocar en estos momentos porque resolvió la misma cuestión,
PODER LEGISLATIVO 269
que no ha cambiado todavía, fue invocada por el señor diputado don Rafael
Dondé, sostenedor de la tesis que sostengo ahora yo. El señor Dondé sostuvo
que era amenaza peligrosa hacer que la Corte conociera de cuestiones políticas,
porque en ello iba su prestigio, porque se corrompería: irían los agitadores de los
Estados, de los partidos políticos, de la prensa, a hacer política dentro de la
Corte, a interesar a los ministros para que se inclinara de un lado o de otro; y
esta consideración fue la única de bastante peso que inclinó a la Asamblea para
permitir que en la Constitución de 57, reformada, se diera al Senado la facultad
de conocer de las cuestiones políticas locales de los Estados. Señores diputados:
yo os ruego y os exhorto a que consideréis atentamente esta cuestión. Aún me
parece que escucho todas las palabras del señor Dondé, aquel célebre y
prestigiado abogado, que tenía tanto aprecio en el Parlamento y que pudo
demostrar, con una elocuencia de que yo carezco en estos momentos, los
peligros a que estaba sometida nuestra más alta representación de la justicia y
sólo por el hecho de irla a involucrar con las cuestiones políticas que, entre
nosotros, no han tomado un aspecto noble, sino que siempre han sido
mezquinas y ruines. Esto debe estar fuera de la Corte Suprema de Justicia y así
pido a vosotros que votéis".1002
(713)
h) Erigirse en Jurado de Sentencia para conocer en juicio público de las faltas u
omisiones que cometan los servidores públicos y que redunden en perjuicio de
los intereses públicos fundamentales y de su buen despacho, en los términos del
artículo 110 constitucional (Frac. VII). Como afirmamos anteriormente, esta
facultad no la puede ejercitar el Senado sin la acusación previa de la Cámara de
Diputados. Por consiguiente, entre ambos órganos existe una colaboración
necesaria, semejante a la que opera tratándose de la función legislativa
propiamente dicha. Esta razón nos ha impulsado a sostener que la facultad de
que tratamos y la acusación que incumbe a dicha Cámara sólo implican en
sentido propio facultades exclusivas de uno y de otro órgano, separadamente
consideradas. Por tal motivo, entrañando la acusación y la decisión en los casos
de delitos oficiales que cometan los altos funcionarios federales dos actos
estrecha e indisolublemente vinculados en que se manifiesta la función político-
jurisdiccional, hemos atribuido su desempeño integral al Congreso de la Unión. "
1002
933 Op. cit., pp. 358, 359 y 360.
1003
934 Esta facultad se estableció por reforma publicada el 25 de octubre de 1993,
estando en contradicción con lo que prevé el inciso a) de la fracción VI de artículo 122
constitucional que disponía que el nombramiento del Jefe del Distrito Federal debía
hacerlo el Presidente de la República con la aprobación de la Asamblea de
Representantes de dicha entidad federativa, incumbiendo solamente al Senado hacer
dicho nombramiento como órgano supletorio de la propia Asamblea,
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 270
A este respecto, el artículo 59 constitucional establece que éstos "no podrán ser
reelectos para el periodo inmediato", salvo que hayan tenido el carácter de
suplentes, alcanzando esta prohibición a los propietarios tanto para volver a
serio como para asumir tal carácter en el citado periodo. Esta irreelegibilidad,
que se implantó en el año de 1933, la hemos calificado de relativa, porque sólo
opera para el periodo inmediato y no así para los subsecuentes, a diferencia de
lo que sucede en el caso del Presidente de la República, en que es absoluta,
según lo declara el artículo 83 de la Constitución. Debe destacarse que la
mencionada prohibición no impide que la persona que haya sido senador o
diputado pueda ser electo para integrar la Cámara distinta a la que hubiere
pertenecido, inclusive dentro del periodo inmediato, lo que, por otra parte,
sucede frecuentemente en la práctica política.
(714)
Ni la Constitución de 57 ni la vigente antes del año de 1933 contenían la
prohibición aludida, cuyo establecimiento obedeció a una razón de congruencia,
en el sentido de adoptar relativamente para los diputados y senadores el
principio político de no reelección que, al menos en lo que atañe al Presidente de
la República, fue uno de los lemas de la Revolución de 1910. Este principio,
concebido originariamente con temperamentos respecto de este alto
funcionario, relativizado en el artículo 83 primitivo de la Constitución de 17, se
limitó más a través de las reformas de 1927 y 1928,1004 hasta que en 1933 se
instituyó de manera inexcepcional, tal como rige en la actualidad bajo la fórmula
siguiente: "El ciudadano que haya desempeñado el cargo de Presidente de la
República electo popularmente y con el carácter de interino, provisional o
1004
935 El proyecto constitucional de don Venustiano Carranza establecía: "Art. 83. El
Presidente entrará a ejercer su encargo el primero de diciembre, durará en él cuatro
años y nunca podrá ser reelecto. El ciudadano que sustituyere al Presidente
constitucional, en caso de falta absoluta de éste, no podrá ser electo Presidente para el
periodo inmediato. Tampoco podrá ser electo Presidente para el periodo inmediato el
ciudadano que fuere nombrado Presidente interino en las faltas temporales del
Presidente constitucional, si estuviere en funciones en los sesenta días anteriores al día
de las elecciones presidenciales."
El Congreso de Querétaro suprimió la última parte del precepto, conservando la
reelegibilidad del Presidente sustituto constitucional y del interino después del periodo
inmediato.
Las reformas de 1927 y 1928 aplicaron a la reelegibilidad en favor del Presidente
constitucional, pasado el periodo inmediato, quebrantando el principio de "no
reelección", que el artículo 83, en sus textos anteriores, lo había conservado en relación
con dicha categoría presidencial.
PODER LEGISLATIVO 271
sustituto, en ningún caso y por ningún motivo podrá volver a desempeñar ese
puesto".
A este respecto, el artículo 61 constitucional prevé que éstos son "inviolables por
las opiniones que manifiesten en el desempeño de sus cargos y jamás podrán
ser reconvenidos por ellas". Esta disposición consagra lo que se llama
fueronidad, distinto del fuero de no procesabilidad. En efecto, el fuero
constitucional con que están investidos el Presidente de la República, los
senadores y diputados al Congreso de la Unión, los ministros de la Suprema
Corte, los secretarios de Estado y el Procurador General de la República, debe
concebirse bajo dos aspectos: el de inmunidad y el de no procesabilidad ante las
autoridades judiciales ordinarias federales o locales. En ambos casos, dicho fuero
opera diversamente, no sólo en cuanto a sus efectos jurídicos, sino por lo que
atañe a los funcionarios en cuyo favor lo establece la Constitución.
(715)
términos del artículo 108 constitucional, que dispone que dicho alto funcionario
durante el tiempo de su encargo sólo puede ser acusado por traición a la patria y
por delitos graves del orden común.
(716)
artículo 110 constitucional, no quedan sujetos a la potestad jurisdiccional
ordinaria. El juicio político es de la incumbencia cognoscitiva y decisoria de la
Cámara de Diputados o de la de Senadores, según se trate respectivamente de
delitos comunes ti oficiales, y se sustancia conforme al procedimiento
establecido en los artículos 109 a 114 de la Constitución, a cuyo tenor nos
remitimos.1006
(717)
amparo. Esta inatacabilidad se reiteró por las reformas de 1986 y de 1989.1007
Sin embargo, la hipótesis a que nos referimos quedó insubsistente por las
modificaciones introducidas al artículo 60 que se publicaron el 3 de septiembre
de 1993 y a las cuales ya hemos aludido.
1007
938 El Juicio de Amparo. Capítulo decimotercero, subtítulo IV, párrafo 13.
1008
938 bis Los mencionados períodos ordinarios comienzan, el primero, a partir del primero de
septiembre de cada año y el segundo, a partir del quince de marzo siguiente.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 274
Las sesiones extraordinarias pueden celebrarse por una sola de las Cámaras o
por ambas como integrantes del Congreso de la Unión, según corresponda la
competencia para tratar el negocio o negocios específicos que determine la
convocatoria respectiva. Ahora bien, hemos dicho que las sesiones ordinarias se
realizan por cada Cámara separada e independientemente para tratar todos los
asuntos a que se refiere el artículo 65. Esta regla tiene como excepción el caso
de que se trate de sesiones extraordinarias del Congreso, pues entonces éstas
se celebran conjuntamente, así como en el supuesto que prevé el artículo 69
constitucional, o sea, cuando el Presidente de la República acude a la iniciación
del periodo ordinario a rendir su informe sobre el estado general que guarde la
administración pública del país. 1009
Debemos advertir que dicha traslación debe ser ocasional y transitoria, motivada
por causas circunstanciales, sin que signifique cambio de residencia
permanente. Ninguno de los Poderes de la Unión, sin la concurrencia de los
1009
939 La Constitución de 1857, en su artículo 63, establecía que el Presidente del Congreso
debía contestar el Informe presidencial "en términos generales". Esta obligación se suprimió en
la Constitución vigente, por lo que no tiene carácter constitucional. Asimismo bajo el imperio de
nuestra Constitución próxima anterior, las Cámaras que formaron el Congreso de la Unión a
partir de 1874: en que se implantó el sistema bicameral, y el Congreso General hasta ese año
dentro del unicamarismo, tenía dos períodos ordinarios de sesiones, a saber: el primero que
comenzaba el 16 de septiembre y terminaba el 15 de diciembre y el segundo que iniciaba el
primero de abril para concluir el último de mayo (Art. 62).
En lo que respecta al informe presidencial el Congreso de la Unión únicamente debe escucharlo,
sin que ninguno de sus miembros tenga el derecho de interpelar al presidente. Es inadmisible
que este alto funcionario, depositario del Poder Ejecutivo Federal, conteste las preguntas que le
pudieren formular los diputados o los senadores. La discusión con el Presidente de la República
sobre tópicos que comprenda su informe es constitucionalmente impracticable, ya que el propio
informe deberá ser analizado y evaluado en sesiones separadas de cada Cámara, las cuales no
tienen facultad para hacer comparecer en ellas al Ejecutivo Federal, quien, en ningún caso
puede ser interpelado por dichos cuerpos legislativos, aunque éstos puedan censurar
críticamente su actuación, posibilidad que no debe confundirse con la interpelación.
PODER LEGISLATIVO 275
Dentro del sistema bicameral existe una verdadera interdependencia entre las
dos Cámaras a través de las que funciona. Por este motivo, el artículo 68 citado
dispone que ninguna de ellas podrá "suspender sus sesiones por más de tres
días sin consentimiento de la otra".
(719)
legislativa consignado en el artículo 72 constitucional, a cuyas prevenciones nos
remitimos.1010
1010
940 Entre las minuciosas reglas que tal precepto establece se encuentran las
relativas a la discusión, aprobación y desechamiento de los proyectos legislativos por
cada Cámara al veto presidencial y a la presunción de que si éste no se formula dentro
del término de diez días, las leyes emitidas por el Congreso de la Unión se estiman
aprobadas por el Ejecutivo.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 276
J) Quórum
(720)
La sanción para los diputados y senadores propietarios que no asistan a las
sesiones de la Cámara respectiva consiste en la presunción de que no aceptan
su cargo, en el que deberán ser sustituidos por los suplentes, y si éstos tampoco
se presentaren "se declarará vacante el puesto y se convocará a nuevas
elecciones".
PODER LEGISLATIVO 277
Por último, dicho precepto declara que los diputados y senadores incurren en
responsabilidad si no se presentan, sin causa justificada, dentro del plazo de
treinta días contados desde la apertura del periodo ordinario de sesiones si ya
hubiesen sido electos o desde el día de la elección en el caso contrario,
extendiéndose tal responsabilidad a "los partidos políticos nacionales que
habiendo postulado candidatos en una elección para diputados o senadores,
acuerden que sus miembros que resultaren electos no se presenten a
desempeñar sus funciones" (párrafo último).
A) Consideraciones previas
Don Felipe Tena Ramírez hace remontar los orígenes de este organismo hasta el
régimen jurídico aragonés, afirmando que "probablemente" surgió en el siglo
XIII. Sostiene dicho tratadista que "Durante el tiempo en que las Cortés no
actuaban, funcionaba una comisión compuesta por dos miembros de cada uno
de los cuatro brazos o clases en que se dividía la asamblea parlamentaria de
aquel reino. Dicha comisión reemplazaba a las Cortes en dos de las principales
funciones de éstas: administrar los subsidios y velar por la observancia de los
fueros". 1011 Coincidiendo con esta idea, don Carlos López de Haro asevera que
"La prerrogativa real de convocar a Cortes dejaba la reunión del Reino a la
voluntad de la Corona, aunque no en absoluto, porque le eran necesarias para
poder gobernar, ya que sin ellas no podía pedir servicios ni hacer fueros; pero la
nobleza veía en esa facultad del Rey un menoscabo de sus libertades, o mejor,
de sus derechos a intervenir constantemente en el gobierno, y en los Privilegios
Generales y de la Unión le impusieron la convocación anual de las Cortes,
acordándose después en las de Aragón,
(721)
en 1307, que se celebran cada bienio; esto sin perjuicio de la Diputación
permanente, vigía de la observancia de los fueros y del Tesoro general". 1012
1011
941 Derecho Constitucional Mexicano, p. 431.
1012
942 La Constitución y Libertades de Aragón, p. 79.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 278
La Comisión Permanente tiene, por otra parte, una casi ininterrumpida tradición
constitucional entre nosotros.
(722)
1013
943 Op. cit., pp. 433 Y 434. No estimamos acertada la expresión del mencionado
tratadista en el sentido de que "la Comisión Permanente responde a un precepto
exagerado de la predominancia legislativa", puesto que la existencia y el funcionamiento
de este organismo no amplían las facultades de los órganos legislativos ni se sustituyen
a ellos, ni, en suma, restringen la competencia constitucional de los demás poderes del
Estado, fenómenos que, de producirse, sí provocarían esa predominancia.
PODER LEGISLATIVO 279
B) Su composición
(723)
integrarla, según lo declara la legislación interior del Congreso de la Unión.
Atendiendo a su composición, la Comisión Permanente es un organismo que
deriva directa y exclusivamente de éste, siguiéndose a este respecto nuestra
tradición constitucional, según se advierte de la reseña contenida en el apartado
inmediato anterior.
C) Sus facultades
b) Recibir la protesta del Presidente de la República, (frac. II, Art. 79). Conforme
al artículo 87 constitucional, el Presidente debe formular la consabida protesta
ante el Congreso de la Unión "o ante la Comisión Permanente en los recesos de
aquél".
atribución que atañe al Senado, por lo que reproducimos en relación con ellas las
consideraciones que hemos formulado.
I. Prestar su Consentimiento para el uso de la Guardia Nacional en los casos de que habla
el artículo 76 fracción IV;
II. Recibir, en su caso, la protesta del Presidente de la República;
III. Resolver los asuntos de su competencia; recibir durante el receso del Congreso de la
Unión las iniciativas de ley y proposiciones dirigidas a las Cámaras y turnarlas para
dictamen de las Comisiones de la Cámara a la que vayan dirigidas, a fin de que se
despachen en el inmediato periodo de sesiones;
IV. Acordar por sí o a propuesta del Ejecutivo, la convocatoria del Congreso o de una sola
Cámara a sesiones extraordinarias, siendo necesario en ambos casos el voto de las dos
terceras partes de los individuos presentes. La convocatoria señalará el objeto u objetos
de las sesiones extraordinarias;
VIII. Conocer y resolver sobre las solicitudes de licencia que le sean presentadas
por los legisladores.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 284
PÁGINA EN BLANCO
EL PODER EJECUTIVO 285
CAPITULO OCTAVO
EL PODER EJECUTIVO
l. SU IMPLICACIÓN
También hemos sostenido que el poder público del Estado es uno e indivisible y
que, por tanto, no existen "tres" poderes como indebidamente se supone y
asevera, sino tres funciones en que se desenvuelve dinámicamente mediante
múltiples y variados actos de autoridad que provienen de los diversos órganos
del Estado. Una de esas tres funciones es la ejecutiva, que suele impropiamente
designarse como "poder ejecutivo", equivalencia terminológica que, por lo
demás, ha adquirido carta de naturaleza en el lenguaje jurídico y político,
(729)
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 286
1015
495 Conforme a la etimilogia, existe una diferencia entre "ejecutar" y "administrar” y
consiguientemente, entre "acto ejecutivo" y "acto administrativo" o "ejecución" y
"administración". Ejecutar es realizar lo que se ordena, cumplir lo que se manda o
actualizar lo que se ha decidido. Aplicada esta sinonimia al concepto de "poder
ejecutivo", resulta que éste denota la función pública consistente en realizar, cumplir o
actualizar lo que se encuentra ordenado, mandado o decidido en las leyes como acto de
autoridad que contiene determinaciones abstractas, impersonales y generales. En
cambio, "administrar" implica "servir”) "manejar", "disponer" o "mandar" (Diccionario
Latino-Español de don Manuel Valbuena), El concepto mencionado importa, por ende,
una idea distinta de la de "ejecutar". El "PHP administrativo", desde este punto de vista,
entraña una actividad imperativa de decisión susceptible de realizarse o cumplirse
mediante el "poder ejecutivo". Pese a estas discrepancias entre ambos conceptos, la
semántica, que muchas veces aleja a las palabras de su origen etimológico, ha
convertido en sinónimas las locuciones "poder ejecutivo" y "poder administrativo" en la
terminología jurídico-política para significar una sola función pública del Estado.
EL PODER EJECUTIVO 287
(730)
desenvuelve en variadísimos actos administrativos, cuyos atributos
característicos ya quedaron señalados. Ahora bien, los elementos concreción,
particularidad e individualidad también peculiarizan al acto jurisdiccional frente
al acto legislativo. Sin embargo, aunque el acto jurisdiccional y el acto
administrativo ostentan las mismas notas intrínsecas que los diferencian de la
ley en su sentido material, el segundo no se motiva por ningún conflicto,
controversia o cuestión contenciosa, ni, consiguientemente, tiene como finalidad
resolver o dirimir ninguna situación conflictiva concreta. Por lo contrario, el acto
jurisdiccional tiene como objetivo primordial la solución jurídica de esta
situación, solución en la que "se dice el derecho" entre los contendientes o
sujetos del conflicto o cuestión contenciosa, locución de la que deriva el
calificativo "jurisdiccional".
(731)
"actuación" se entiende una serie normal, continua o continuada de actos
sucesivos que pueden o no tener nexos de causalidad o de teleología.
Atendiendo a esta modalidad, aunque los órganos legislativos y los órganos
judiciales del Estado tengan competencia excepcional para realizar ciertos actos
de índole administrativa, no por ello se debe inferir que ejercen el poder o la
función administrativa o ejecutiva. A la inversa, si los órganos administrativos o
ejecutivos pueden constitucional y legalmente emitir actos de carácter
legislativo o jurisdiccional en ciertos y determinados supuestos previstos por el
Derecho, de esta potestad no debe concluirse que tales órganos desempeñan la
función legislativa o la jurisdiccional, consideradas como actuación permanente y
primordial.
IDEAS GENERALES
A. Sistema parlamentario
Este sistema entraña una de las formas orgánicas de ejercicio del Poder
Ejecutivo del Estado y su denominación obedece a la circunstancia de que es el
mismo parlamento el organismo de cuyo seno surge la entidad que lo
desempeña y que se llama gabinete, sin el cual el parlamentarismo no podría
operar, pues como dice Newman "El parlamento no gobierna" ya que,
refiriéndose al inglés, "ningún cuerpo de más de seiscientas personas lo puede
hacer". 1016
1016
946 European Comparative Government, p. 72.
EL PODER EJECUTIVO 289
Para determinar los rasgos más o menos generales del sistema parlamentario,
que en los regímenes jurídico-políticos que lo han adoptado presenta diferentes
matices, se debe emplear el método inductivo tomando como caso específico el
parlamentarismo inglés que ha sido considerado como el tipo prístino de dicho
sistema.1017 Como afirma el autor citado, en Inglaterra la "soberanía" del
(732)
parlamento reside en la Cámara de los Comunes que es la que se compone con
representantes de la nación.1018 De esta Cámara emana el órgano ejecutivo que
es un cuerpo colegiado llamado "gabinete" integrado por un número variable de
funcionarios que se denominan "ministros", cada uno de los cuales tiene
asignado un determinado ramo de la administración pública. Dicho cuerpo está
1017
947 Es bien sabido que la creación del parlamento inglés obedeció a las presiones
reiteradas de los barones y burgueses sobre el rey tendientes a que éste respetara y
garantizara los derechos de sus súbditos. Para lograr estos objetivos, los nobles formaron
un consejo aristocrático desde la época anglosajona conocido con el nombre de
Witenagemot, cuyas funciones ya se enfocaban hacia el ejercicio del poder legislativo y
el control de la actuación real.
Este consejo se transformó después de la conquista normada, asumiendo la
denominación de Gran Consejo, el cual se formó únicamente por delegados del rey,
grandes prelados y barones. Sus atribuciones consistieron en controlar la materia de
impuestos, homologar las leyes que el monarca expidiera y fungir como alto tribunal del
reino. Importante evolución experimentó dicho cuerpo a consecuencia de la famosa
Carta Magna del año de 1215, pues los barones incorporados a él representaron al
pueblo londinense como una especie de premiación por la ayuda que los burgueses les
habían brindado en su lucha por limitar la autoridad real. Bajo el reinado de Eduardo I al
finalizar el siglo XIII, se estableció definitivamente el parlamento como órgano de control
del poder del rey y como asamblea legislativa, habiéndose integrado por los
representantes del pueblo (comunes), de la nobleza (lores) y del clero. En la época de
Eduardo IlI, los representantes populares y los de nobles y del clero se separaron
formando las dos cámaras tradicionales. Durante la Guerra de Cien Años, en el siglo XIV,
el poder del parlamento aumentó en vista de la necesidad constante que tenía el
monarca de solicitarle autorización para decretar los impuestos que exigían los enormes
gastos que ocasionó dicho conflicto bélico. A partir de entonces, las reuniones del
parlamento fueron más frecuentes durante el siglo XV. Con la dinastía Tudor y
especialmente bajo el reinado de Enrique VII, el parlamento padeció serias crisis que
debilitaron su autoridad frente a la corona por la influencia que ésta ejerció sobre sus-
miembros a través de granjerías y favoritismos. Al acceder al trono Jacobo 1 en 1603, la
lucha entre el parlamento y el rey se agudizó, llegando a tales extremos en la época de
Carlos l, que degeneró en la guerra civil de la que salió triunfante el partido popular con
Oliverio Cromwell, quien proclamó la república en 1649, gobernada por un consejo
ejecutivo del que fue principal miembro y votó, como integrante de la alta corte de
justicia, la muerte de dicho monarca. Convertido Cromwell en una especie de dictador,
disolvió el parlamento sustituyéndolo por una asamblea que manejó a su arbitrio y que,
en el colmo de la adulación, le ofreció la corona de Inglaterra que no se atrevió a
aceptar, conformándose con el título de "lord protector" de su país. Restaurada la
monarquía a la muerte de tan célebre y ambicioso político con Carlos n, se creó el
gabinete dentro del régimen gubernativo inglés como cuerpo de ministros dirigidos por
el parlamento y responsable ante él. Por último, este órgano se convirtió en el
depositario de la soberanía del Estado mediante dos importantes leyes (acts), o sean, el
Bill of Rights de 1689 y el Act of Settlement de 1701, que establecieron el principio de
que el derecho al trono depende del reconocimiento parlamentario previo. La historia del
parlamento inglés, como se habrá observado, abarca muchos siglos, es decir, un largo
periodo desde la época anglosajona anterior a la conquista normada hasta nuestros días.
En la actualidad, y a partir de 1911, dicho órgano virtualmente permanece integrado por
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 290
(733)
mayoría de representantes populares y jefe del citado órgano ejecutivo o de
gobierno, cuyos integrantes también deben pertenecer al parlamento, siendo
individual o colectivamente responsables ante éste.
la Cámara de los Lores y la de los Comunes, pero esta última es la que tiene tal
prevalencia que, como afirma Newman, es la única que en la realidad política lo
compone.
1018
948 Op. cit., p. 72.
EL PODER EJECUTIVO 291
Ahora bien, aunque el mencionado tratadista considera que entre uno y otro
cuerpo existe una colaboración "en la ejecución de la decisión política
fundamental por medio de la legislación" y que, por ende, el sistema
parlamentario entraña un régimen de "colaboración de poderes", estimamos, por
nuestra parte, que en sustancia tal sistema implica una concentración del poder
legislativo y del ejecutivo o administrativo en el parlamento. En efecto, éste es el
depositario de la función legislativa, correspondiéndole al mismo tiempo la
dirección política del Estado mediante la adopción de las medidas básicas y
esenciales que juzgue convenientes, fungiendo el gabinete como su órgano de
ejecución dentro de la necesaria autonomía administrativa de que debe gozar.
Esta vinculación entre parlamento y gabinete es no sólo funcional sino orgánica,
en cuanto que éste no es sino una especie de comité gubernativo de aquél, toda
vez que se integra con individuos, denominados ministros, que forman parte del
cuerpo parlamentario, el cual, además, puede provocar su deposición al
retirarles su apoyo o confianza.1020 En nuestra opinión no desvirtúa estas
consideraciones la circunstancia de que en el sistema parlamentario, aparte del
(734)
gabinete, exista el presidente o el rey, ya que generalmente ese alto dignatario
no ejerce el gobierno del Estado sino que lo representa interior e
internacionalmente, sin perjuicio de su intervención en casos anormales para
conjurar alguna crisis política, principalmente a través de la disolución del
parlamento.1021 Creemos que la concentración funcional a que aludimos es la
principal característica del parlamentarismo y no la colaboración de poderes de
que habla Loewenstein, puesto que esta colaboración, como necesaria
interdependencia de los órganos primarios del Estado, es imprescindible para el
equilibrio gubernativo en todo régimen jurídico-político, incluyendo obviamente
al presidencialista.
1019
949 Newmann. Op. cit., p. 72.
1020
950 Cfr. Teoría de la Constitución, pp. 105 y 107
1021
951 Cfr. Carl Schmitt. Teoría de la Constitución, pp. 407 y 410.
1022
952 Op. cit., p. 34. La fusión de que habla Newman no debe entenderse en el sentido
de que el gabinete tenga facultades legislativas, sino en cuanto que a través de dicho
órgano el parlamento concentra la función legislativa y la ejecutiva, pues, como señala
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 292
(735)
sino que, por el contrario, las Constituciones que rigen en los Estados
parlamentarios instituyen la dualidad de Poderes políticos independientes.
"Y aunque es verdad que en cada Estado existe un titular del órgano
administrativo, que en teoría no puede ser revocado por las Cámaras
Legisladoras, que tiene atribuciones determinadas y que pudiera decirse que
hace uso de ellas y las ejercita tímidamente dentro de la Constitución, lo cierto
es que ese titular del Poder Ejecutivo no gobierna no administra, ni ejerce
influencia política directa sobre las Cámaras. A quien corresponden todos los
actos de administración y de gobierno y la dirección política del país es al
"Es también verdad que las Constituciones establecen que los miembros del
Gabinete serán designados y revocados en los casos en que pierdan la confianza
de las Cámaras por el Rey o el Presidente de la República; pero en realidad estas
facultades corresponden al Parlamento, según las prácticas que se han
establecido y que ya tienen el rango de ley porque jamás se dejan de cumplir.
Nos referimos al hecho de que el Parlamento designa a los Ministros, toda vez
que el Jefe del Estado no puede escoger a otros que a los que representen la
mayoría, a los que tengan la jefatura del partido, o de los bloques predominantes
en las Cámaras por lo tanto, no hay de su parte verdadera elección, sino
únicamente aceptación de los candidatos que ofrece el Parlamento y que serán
los únicos sostenidos por el mismo." 1024
El tratadista argentino Germán Bidart Campos formula una sistemática
enumeración de los atributos característicos del sistema parlamentario,
afirmando al efecto lo siguiente: a) En el parlamentarismo hay dualidad de jefe
de Estado y Jefe de Gobierno; el primero puede ser un rey o un presidente de
república; el segundo es siempre el primer ministro, aunque se le llame de otro
modo -por ejemplo canciller en Alemania Occidental-); b) El jefe del Estado es
políticamente irresponsable. c) El poder ejecutivo -o 'el gobierno', como se llama
en el derecho constitucional europeo (por ejemplo, constitución de Francia de
1958)- está a cargo de un gabinete, o ministerio, o consejo de ministros,
presidido por el primer ministro. d) Este gabinete requiere el respaldo -es decir,
la confianza- del parlamento. Cuando esa confianza le falta, el gabinete cae. La
articulación de esta relación se produce a través de la responsabilidad política
del gabinete ante el parlamento. e) Entre el poder ejecutivo -gabinete- y el
parlamento existe coordinación y colaboración. /) En tanto el parlamento puede
obligar a dimitir al gabinete -por voto de desconfianza que traduce la
efectivización de la responsabilidad política que el segundo tiene ante el
primero- el parlamento puede ser disuelto, en sus dos
(736)
cámaras o en una sola, por el jefe del Estado. Es el restablecimiento del
equilibrio: el parlamento controla al poder ejecutivo y puede hacerlo caer, pero
el jefe del Estado -no el jefe del gobierno- puede disolver el parlamento. g) Los
actos que cumple el jefe del Estado irresponsable políticamente, van
acompañados del refrendo ministerial".1025
El tipo clásico de sistema parlamentario que brevemente hemos descrito
difícilmente se registra en las estructuras jurídico-políticas de los Estados que se
dice lo han adoptado, con excepción de Inglaterra. Esta circunstancia obedece a
que sus caracteres generales son susceptibles de matizarse prolijamente hasta
el extremo de sustituirlo por el sistema presidencialista o por regímenes
1024
954 Derecho Constitucional Mexicano, pp. 229 y 230.
1025
955 El Derecho Constitucional del Poder. Tomo 1, pp. 90 y 91.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 294
híbridos. en que se combinan los atributos de uno y de otro. Para corroborar este
aserto basta recordar que Duverger alude a diferentes especies de
parlamentarismo, tales como el clásico, el de tipo orleanista y el desequilibrado.
El primero lo peculiariza por el dualismo del ejecutivo -jefe de Estado y gabinete
ministerial-, minimización .de dicho jefe (rey o presidente) y equilibrio entre los
poderes del gabinete y del parlamento; el segundo, dentro del que clasifica al
régimen de la Constitución de Weimar, lo considera como un sistema "de
transición entre la monarquía limitada y el régimen parlamentario clásico" en
que el jefe de Estado conserva ciertas prerrogativas que pueden ser de tal modo
importantes que configuren un sistema presidencialista como sucedía en dicha
Constitución; y el tercero lo distingue por la preponderancia del gobierno sobre
el parlamento o de éste sobre aquél.1026 No cabe duda de que el señalamiento do
los "tipos heterodoxos" de parlamentarismo puede empíricamente remontarse
ad infinitum mediante una caprichosa mezcla de atributos de dicho sistema y del
presidencialista, según dijimos, labor que se antoja intelectualmente estéril. El
mismo Duverger estima que "no todo régimen donde haya un parlamento es un
régimen parlamentario en el sentido técnico del término", ya que, conforme a su
pensamiento, "Se llama régimen parlamentario a un sistema político basado
sobre la colaboración de poderes donde el ejecutivo está dividido en dos
elementos: un jefe de Estado y un gabinete ministerial, que es responsable ante
el parlamento", responsabilidad que caracteriza "esencialmente" a dicho
régimen.1027 y 1028 Ya hemos advertido que en nuestro concepto, esa
"colaboración de poderes" no es atributo del sistema parlamentario clásico,
como el que funciona en Inglaterra, por la sencilla razón de que tal fenómeno no
existe en el citado sistema, sino el de concentración funcional localizada en el
parlamento, del que el gabinete no es sino un cuerpo gubernativo que brota de
su seno y cuyos miembros, los ministros, están sometidos a él. La
(737)
colaboraclón, en puridad lógica, sólo puede existir entre dos o más órganos que
se encuentren en una situación de igualdad, o sea, que no haya ninguna
dependencia de unos respecto de los otros, es decir, que no se vinculen
jerárquicamente de superior a inferior de tal manera que entre ellos se observe
un respeto recíproco. El hecho de que un órgano esté subordinado a otro en
cuanto a la integración y permanencia del elemento humano que lo personifique,
elimina toda posibilidad de colaboración en el sentido político del concepto,
1026
956 Cfr. Institutions Politiques et Droit Constitutionnel, pp. 188 a 194
1027
957 Op. cit., p. 187.
1028
958 Bidart Campos alude a "variaciones en el parlamentarismo" confrontando
diversos sistemas europeos con los atributos generales característicos de dicho régimen,
tales como el de Gran Bretaña, Francia, Italia, Alemania Occidental, Noruega, etc. De esa
confrontación concluye que en los sistemas parlamentarios de estos países no se dan
íntegramente los mencionados atributos generales, circunstancia que corrobora nuestra
consideración en el sentido de que la amplia posibilidad de combinados casuísticamente,
es decir, en cada régimen concreto, nos hace pensar en sistemas parlamentarios
heterodoxos. (Cfr. Op. cit., pp. 92 a 94.)
EL PODER EJECUTIVO 295
B. Sistema presidencial
(738)
En el sistema presidencial, por lo contrario, ninguno de esos signos de
supeditación al congreso o, parlamento se registra, pues el titular del órgano
administrativo supremo del Estado asume su investidura por la voluntad
mayoritaria del pueblo en elecciones directas o indirectas; y aunque pudiere
1029
959 Véase capítulo sexto, parágrafo VI, apartado e, de esta misma obra.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 296
darse el caso de que dicho titular sea designado por la asamblea legislativa, ésta
carece de facultad para de ponerlo mediante el retiro de su "confianza",
elemento que es distintivo de los regímenes parlamentarios. En otras palabras,
aunque el órgano legislativo tenga la potestad de nombrar al presidente, la
permanencia de éste no está subordinada a la decisión parlamentaria o
congresional por el simple hecho de que la asamblea le pierda la confianza y le
formule un voto de censura, situación que debe entenderse sin perjuicio de la
deposición de dicho alto funcionario por la responsabilidad jurídica en que pueda
incurrir. 1030
1030
960 Al referirse a las notas características del sistema presidencial que se acaban de
esbozar, Maurice Duverger las hace consistir en que "el jefe de Estado (presidente) es
elegible por la nación y no designable por el parlamento: la elección popular confiere un
gran prestigio al presidente"; y en el hecho de que "ni el presidente, ni los ministros que
escoge pueden ser eliminados del poder por el parlamento mediante un voto de
desconfianza" (Op. cit., p. 186). A su vez, Bidart Campos sostiene que "Al
presidencialismo se le cataloga entre los sistemas de separación de poderes, mientras al
parlamentarismo se le ha ubicado entre los de colaboración", agregando que "en el
primero, poder ejecutivo y parlamento no están vinculados recíprocamente al estilo
parlamentario: ni el ejecutivo precisa de la confianza parlamentaria, ni es políticamente
responsable ante las cámaras, ni dimite cuando éstas se hallan en desacuerdo con él, ni
tampoco puede disolverlas" (Op. cit., p. 113).
EL PODER EJECUTIVO 297
(739)
aunque pudiesen integrar un mero órgano de consulta y orientación en las
tareas trascendentales de la gestión presidencial. Suponer que los secretarios de
Estado pudiesen crear un órgano diverso del presidente en cuanto a las
funciones decisoria y ejecutiva, que no puedan ser removidos libremente por
este alto funcionario y que tuviesen facultades para vetar las resoluciones
presidenciales, implicaría implantar un sistema diferente del presidencialismo
que se aproximaría al régimen parlamentario, si tales secretarios fueren
designados y depuestos por el congreso y si el conjunto de ellos compusiese un
cuerpo similar al gabinete.
(740)
jurídica, técnica y científica necesaria que requieren las actividades gubernativas
en el Estado contemporáneo. Para atender y solucionar los múltiples y
complicados problemas de la existencia vital de un pueblo, que en muchas
ocasiones exigen medidas oportunas y expeditas, aunque nunca inconsultas, se
requiere un ejecutivo fuerte y ágil con la debida competencia jurídica para
desempeñar las ingentes labores administrativas que le incumben. El régimen
parlamentario, en que comúnmente opera el bipartidismo político y hasta el
pluripartidismo, en muchas ocasiones es inadecuado para la acción gubernativa
que reclama el funcionamiento cada vez más intenso y complejo del Estado
moderno. Un órgano deliberante, como es el congreso parlamentario, no tiene la
presteza necesaria para afrontar la realidad dinámica que en efervescencia va
creando multitud de problemas que deben atacarse con decisiones que no sean
asunto de apasionadas discusiones que aplazan nocivamente el remedio eficaz
para una situación conflictiva.
(741)
disposiciones constitucionales, sino un hábil gobernante que, dentro del ámbito
competencial en que debe actuar, decrete las medidas adecuadas para resolver
la extensa y complicada problemática que la existencia y la vida del pueblo
presentan, para atender con atingencia las cuestiones y necesidades que la
administración pública suscita y plantea en sus diferentes ramos y para
planificar la actividad gubernativa sobre ideas y tendencias claras y verticales,
cuya realización redunde en un diversificado beneficio colectivo.
(742)
poder legislativo al poder ejecutivo unipersonal y la abdicación táctica voluntaria
y consciente de los diputados y senadores para desempeñar las facultades de
control que la Constitución les encomienda sobre la actuación del Presidente.
"Teóricamente, dice, la subordinación del poder legislativo al Presidente es
explicable, pues la mayoría parlamentaria está compuesta de miembros del
partido oficial, cuyo jefe supremo es el Presidente de la República, aun cuando
formal y abiertamente no aparezca como tal. La verdadera razón, sigue
aseverando don Daniel, sin embargo, es de otra naturaleza. Los candidatos a
diputados y senadores desean en general hacer una carrera política, y como el
principio de la no reelección les impide ocupar el mismo lugar en el Congreso por
mucho tiempo, se sienten obligados a distinguirse por su lealtad al Partido y al
Presidente para que, después de servir tres años como diputado, puedan pasar
en el senado otros seis, y de allí, digamos, otros tantos de gobernadores de sus
respectivos estados o alcanzar un puesto administrativo importante. Esto quiere
decir que después de los tres años de su mandato, el porvenir de un diputado no
depende en absoluto de los ciudadanos de su respectivo distrito electoral, sino
del favor de los dirigentes del Partido y en última instancia de la voluntad
presidencial." Concluye Cosío Villegas, como consecuencia lógica de sus
anteriores afirmaciones, que "Todos estos hechos, y varios otros que podrían
agregarse, nos explican de un modo cabal el papel deslucido que viene
desempeñando en el escenario político nacional el poder legislativo desde hace
por lo menos treinta años." 1032
Por nuestra parte, consideramos que las opiniones de tan famoso historiador y
politólogo están impregnadas de innegable razón, pues se basan en la
observación de la realidad política de México, la cual manifiesta la subordinación
táctica del Congreso de la Unión al Presidente en el ámbito federal, y la de las
legislaturas locales a los gobernadores de los Estados. La causa de este
antidemocrático fenómeno no es evidentemente jurídica, sino humana, teniendo
como presupuesto la estructura política dentro de la que desde hace varias
décadas viene funcionando en México el sistema gubernativo, que opera en
varios aspectos al margen de la Constitución, de la que sólo respeta sus formas.
1032
962 El Sistema Político Mexicano, p. 29. Edición 1975.
EL PODER EJECUTIVO 301
(743)
i) Los atributos que configuran jurídicamente al sistema presidencial los
establece claramente la Constitución mexicana de 1917. Así, el Presidente de la
República es elegible directamente por la voluntad popular mayoritaria (Art. 81);
el Poder Ejecutivo Federal se deposita en un solo individuo, quien libremente
puede designar y remover a sus colaboradores más inmediatos llamados
secretarios de Estado (Art. 89, frac. II); y el conjunto de atribuciones
constitucionales con que está investido le asigna el papel trascendental de ser el
supremo administrador público, el representante del Estado Mexicano y el
responsable directo ante el pueblo. La esfera de sus facultades jurídicas es tan
extensa que abarca todos los ramos administrativos que se conjugan y
compenetran en la compleja vida de la nación, sin que, por otra parte, su
actuación gubernativa esté exenta de limitaciones impuestas por el régimen de
juridicidad que caracteriza a la democracia ni libre de los necesarios controles
legislativos y jurisdiccional, entre estos últimos el juicio de amparo, institución
que analizamos con la exhaustividad que su enorme importancia requiere en la
obra especializada que desde hace más de diez lustros dimos a la luz pública y
que en cada edición procuramos actualizar y profundizar.1034
(744)
III. BREVE RESEÑA DEL PODER EJECUTIVO EN MÉXICO HASTA LA
CONSTITUCIÓN DE 1917
(745)
ciertos aspectos del sistema parlamentario, ya que los secretarios del despacho
no dependían del monarca ni eran políticamente responsables ante él, sino,
como ya se dijo, ante el referido cuerpo legislativo que tenía la facultad de vigilar
y controlar su actuación. Por otra parte, es pertinente recordar que la
Constitución española de 1812 previó la creación de un Consejo de Estado
compuesto de cuarenta individuos (Art. 231), correspondiendo al rey su
nombramiento pero a propuesta de las Cortes (Art. 233). Este consejo era el
único órgano cuyo dictamen debía escuchar el monarca "en los asuntos graves
gubernativos, y señaladamente para dar o negar la sanción a las leyes, declarar
la guerra y hacer los tratados" (Art. 236). La restricción que el rey tenía para
nombrar a los miembros componentes de dicho Consejo, en cuanto qué debía
seleccionarlos de las listas que las Cortes debían elaborar al efecto, viene a
corroborar la consideración de que la función ejecutiva o administrativa
conforme a la Carta Constitucional que someramente comentamos, tendía a
desarrollarse dentro de una curiosa estructura que presentaba ciertos matices
de parlamentarismo en atención a la dependencia en que estaban colocados los
secretarios del despacho y los individuos integrantes del Consejo de Estado
frente a las Cortes y a la primordial circunstancia de que el monarca tenía mucho
menos atribuciones que el presidente en los regímenes republicanos.1036
1035
965 En el artículo 171, dicha Constitución especifica las facultades reales y en el 172
señala las restricciones a la autoridad del monarca, precepto a cuyo texto nos remitimos
para obviar prolijas y fatigosas transcripciones.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 304
(746)
de las facultades que tenían confiadas con evidente mengua de la celeridad,
presteza y oportunidad con que en muchas ocasiones deben tomarse y
ejecutarse las medidas gubernativas. No es de ninguna manera aconsejable que
el órgano administrativo supremo del Estado se componga de dos o tres
individuos, pues los cuerpos colegiados son los menos idóneos para el ejercicio
expedito, atingente y eficaz de la función ejecutiva. Tales cuerpos sólo son
operantes, a nuestro entender, en lo que toca a las otras dos funciones públicas,
o sea, la legislativa y la judicial. Por ende, consideramos que al margen de su
indiscutible sustancialidad ideológica, la Constitución de Apatzingán adoleció del
grave error consistente en haber concebido la composición del Supremo
Gobierno como entidad colegiada y no como órgano unipersonal.
aludido Plan constituyen los actos preparatorios para la creación del Estado
mexicano bajo la forma de gobierno monárquico, fueron el antecedente directo e
inmediato de este fracasado régimen que pretendió implantarse a través de un
documento que se llamó "Reglamento Provisional Político del Imperio Mexicano"
y al cual hemos hecho mención en ocasiones precedentes. Según tal
Reglamento, el Poder Ejecutivo debía residir exclusivamente en el emperador
"como jefe supremo del Estado", "inviolable y sagrado" y "sin responsabilidad"
(Art. 29). El emperador, a quien dicho estatuto provisional otorgaba amplísimas
facultades, debía estar auxiliado, en lo que concierne a la administración pública,
por cuatro ministros que debían ser del Interior y de Relaciones Exteriores, de
Justicia y de Negocios Eclesiásticos, de Hacienda y de Guerra y Marina. Conforme
al mismo Reglamento, debería funcionar transitoriamente una regencia para el
caso de muerte o de "notoria impotencia física o moral legalmente justificada del
emperador", cuerpo que debía componerse de tres individuos que éste
designaba secretamente.1037
1037
967 No podemos resistir la tentación de transcribir las ridículas disposiciones que
regulaban la integración y el funcionamiento de tal regencia y la calificación de la
"Impotencia física y moral del emperador". Al efecto, el artículo 34, de dicho Reglamento
Provisional disponía: "Luego que el Emperador sancione el presente reglamento,
nombrará con el mayor secreto, para el caso de su muerte, ó de notoria impotencia física
o moral, legalmente justificada, una regencia de uno a tres individuos de su alta
confianza é igual número de suplentes. Estos nombramientos se guardarán en una caja
de hierro de tres llaves, la que se meterá dentro de otra de la misma materia y con igual
número de llaves distintas. Esta arca existirá siempre en el lugar que el Emperador
designe, de que dará noticia a los tenedores de las llaves, que serán: de una de la arca
interior el Emperador mismo, de otra el decano del consejo de Estado, y de la tercera el
presidente del supremo tribunal de justicia. De las exteriores tendrá una el príncipe
heredero, que ya pasa de los doce año, de edad, y en su defecto el arzobispo de esta
corte; otra el jefe político de la misma, y otra el confesor el emperador.
"La impotencia se calificará por el cuerpo legislativo, oyendo previamente una comisión
de nueve individuos de su seno, de los cuatro secretarios de estado y del despacho, y de
los dos consejeros que sigan en el orden de antigüedad al decano del de estado. Las
arcas se abrid n a su tiempo en presencia de una Junta presidida por el príncipe
heredero, convocada por el ministerio de relaciones, y compuesta por una comisión del
cuerpo legislativo, de los cuatro secretarios de estado y del despacho, de los dos
consejeros arriba dichos, y de los tenedores respectivos de las llaves de las arcas. En
seguida de este acto se reunirá la regencia sin pérdida de tiempo en el palacio imperial,
y los individuos otorgarán ante el cuerpo legislativo el juramento siguiente.
"N. N. (aquí los nombres) juramos por Dios y por los Santos Evangelios, que
defenderemos y conservaremos la religión, católica, apostólica, romana, y la. disciplina
eclesiástica sin permitir otra alguna en el imperio; que seremos fieles al emperador: que
guardaremos y haremos guardar el reglamento político y leyes de la monarquía
mexicana, no mirando en cuanto hiciéramos sino al bien y provecho de ella: que no
enajenaremos, cederemos ni desmembraremos parte alguna del imperio: que no
exigiremos jamás cantidad alguna de frutos, dinero ni otra cosa sino las que hubiere
decretado el cuerpo legislativo: que no tomaremos jamás á nadie su propiedad: que
respetaremos sobre todo la libertad política de la nación, y la personal de cada individuo:
que cuando llegue el emperador á ser mayor (en caso de impotencia se dirá que cuando
cese la imposibilidad del emperador) le entregaremos el gobierno del imperio, bajo la
pena, si un momento lo dilatamos, de ser habidos y tratados como traidores: y si en lo
que hemos jurado o parte de ello, lo contrario hiciéremos, no debemos ser obedecidos,
antes aquello 'en que contraviniéramos será nulo y de ningún valor. Así Dios nos ayude y
sea en nuestra defensa; si no, nos lo demande."
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 306
(747)
E. El Acta Constitutiva de la Federación Mexicana de 31 de enero de 1824
simplemente dispuso que el "supremo poder ejecutivo" se depositaría "en el
individuo o individuos" que la Constitución señalare (Art. 15), estableciendo en
su artículo 16 el cuadro competencial del Presidente de la República formado por
las facultades administrativas, políticas y de colaboración legislativa que se
adscriben usualmente a este funcionario.1038 En el mencionado documento
preconstitucional se apunta claramente el establecimiento del sistema
presidencial que debería implantarse en la Constitución definitiva que se expidió
el 4 de octubre de ese mismo año, al disponerse que la persona o personas a
quienes se confiara el Poder Ejecutivo Federal podían "Nombrar y remover
libremente a los secretarios del despacho" (Art. 16, frac. II), atribución que,
según dijimos, expresa una de las características del indicado sistema.
(748)
F. La Constitución Federal de 1824 depositó dicho poder en un solo individuo que
debía ser "ciudadano mexicano por nacimiento, de edad de treinta y cinco años
cumplidos al tiempo de la elección y residente en el país" (Arts. 74 y 76),
1038
968 Tales facultades eran las siguientes: "l. Poner en ejecución las leyes dirigidas a
consolidar la integridad de la federación, y a sostener su independencia en lo exterior, y
su unión y libertad en lo interior. II. Nombrar y remover libremente los secretarios del
despacho. III. Cuidar de la recaudación, y decretar la distribución de las contribuciones
generales con arreglo a las leyes. IV. Nombrar los empleados de las oficinas generales de
hacienda, según la Constitución y las leyes. V. Declarar la guerra, previo decreto de
aprobación del Congreso general; y no estando éste reunido, del modo que designe la
Constitución. VI. Disponer de la fuerza permanente de mar y tierra, y de la milicia activa
para la defensa exterior, y seguridad interior de la federación. VII. Disponer de la milicia
local para los mismos objetos; aunque para usar de ella fuera de sus respectivos
Estados, obtendrá previo consentimiento del Congreso general, quien calificará la fuerza
necesaria. VIII. Nombrar los empleados del ejército, milicia activa y armada, con arreglo
a ordenanzas, leyes vigentes y a lo que disponga la Constitución. IX. Dar retiros,
conceder licencias y arreglar las pensiones de los militares de que habla la atribución
anterior conforme a las leyes. X. Nombrar los enviados diplomáticos y cónsules, con
aprobación del Senado, y entretanto éste se establece, del Congreso actual. XI. Dirigir
las negociaciones diplomáticas, celebrar tratados de paz, amistad, alianza, federación,
tregua, neutralidad armada, comercio y otros; mas para prestar o negar su ratificación a
cualquiera de ellos deberá preceder la aprobación del Congreso general. XII. Cuidar de
que la justicia se administre pronta y cumplidamente por los tribunales generales, y de
que sus sentencias sean ejecutadas según la ley. XIII. Publicar, circular y hacer guardar
la Constitución general y las leyes; pudiendo por una sola vez objetar sobre éstas cuanto
le parezca conveniente dentro de diez días, suspendiendo su ejecución hasta la
resolución del Congreso. XIV. Dar decretos y órdenes para el mejor cumplimiento de la
Constitución y leyes generales. XV. Suspender de los empleos hasta por tres meses, y
privar hasta de la mitad de sus sueldos, por el mismo tiempo, a los empleados de la
federación infractores de las órdenes y decretos; y en los casos que crea deber formarse
causa a tales empleados, pasará los antecedentes de la materia al tribunal respectivo."
EL PODER EJECUTIVO 307
1039
969 Este consejo era la Comisión Permanente del Congreso Federal (Art. 113 a 116).
1040
970 La provisión de los cargos de presidente y vicepresidente en los casos en que no
se hubiesen podido efectuar las elecciones correspondientes en los términos brevemente
reseñados o en que las personas electas no pudiesen tomar posesión de ellos, se
regulaba en la forma siguiente: "Si por cualquier motivo las elecciones de presidente y
vicepresidente no estuvieren hechas y publicadas para el día 1º de abril, en que debe
verificarse el reemplazo, o los electos no se hallasen prontos a entrar en el ejercicio de
su destino, cesarán, sin embargo, los antiguos en el mismo día, y el supremo poder
ejecutivo se depositará interinamente en un presidente que nombrará la cámara de
diputados, votando por Estados (Art. 96).
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 308
(749)
1041
971 Derecho Constitucional Mexicano, p. 246. Edición 1936.
1042
972 Según la Constitución de 1836, este Consejo debía estar compuesto de trece
miembros, entre los que necesariamente debía haber dos eclesiásticos y dos militares
(Art. 21 de la cuarta ley), y conforme a las Bases Orgánicas de 1843 estaba formado por
diecisiete vocales nombrados todos ellos por el presidente (Art. 104).
EL PODER EJECUTIVO 309
Esa supresión fue sugerida por don Mariano Otero en su célebre "Voto" de 5 de
abril, argumentando al efecto que "respecto del Ejecutivo, pocas y muy obvias
son también las reformas que me parecen necesarias. En ninguna parte la
Constitución de 1824 se presenta tan defectuosa como en la que estableció' el
cargo de Vicepresidente de la· República. Se ha dicho ya muchas veces, y sin
contestación, que el colocar en frente del Magistrado Supremo otro permanente
y que tenga derecho de sucederle en cualquier caso, era una institución sólo
adoptable para un pueblo como el de los Estados Unidos, donde el respeto a las
decisiones de las leyes, la primera y más fuerte de todas las costumbres, donde
la marcha del orden constitucional durante más de sesenta años, no ha sido
turbada por una sola revolución; pero del todo inadecuada para un país en que
1043
973 De acuerdo con el Proyecto de Reformas Constitucionales a que nos referimos, el
Consejo debería integrarse en la misma forma que previno la Constitución de 1836, es
decir, de trece consejeros, debiendo ser dos eclesiásticos y dos militares y los nueve
restantes pertenecientes a "las demás clases de la sociedad" (Art. 95).
1044
974 Estos ''medios establecidos" se consignaron en los artículos 96 a 98 que
transcribimos en la nota 970.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 310
las cuestiones políticas se han decidido siempre por las revoluciones, y no por
los medios pacíficos del sistema representativo, en que la posesión del mando
supremo ha sido el primer móvil de todas las contiendas, la realidad de todos los
cambios. Y cuando se observa que el método electoral se arregló en la
Constitución de 1824, de manera que los sufragios no se diesen separadamente
para el Presidente y Vicepresidente, sino que se acordó conferir este cargo al
que tuviera menos votos, declarando así que el Vicepresidente de la República
sería el rival vencido del Presidente, es preciso asombrarse de que
(751)
se hubiera admitido una combinación tan funesta.· Así, ella ha influido no poco
en nuestras disensiones y guerras civiles, y ha generalizado la opinión de
suprimir ese cargo. Yo he creído que esta reforma era una de las más
necesarias, porque era preciso librar á nuestro primero y próximo periodo
constitucional de este peligro y dejando para después algunas otras mejoras que
no considero ser absolutamente indispensables, aconsejo también la reforma en
el punto vital de la responsabilidad." 1045
(752)
que se practicó al artículo 79 constitucional el 3 de octubre de 1882, según la
cual incumbía esa prerrogativa al presidente o vicepresidente del Senado o, en
su caso, de la Comisión Permanente, situación que subsistió hasta el 24 de abril
de 1896, en que se volvió a modificar dicho precepto en el sentido de que "En
las faltas absolutas del Presidente, con excepción de la que proceda de renuncia,
y en las temporales, con excepción de la que proceda de licencia", el cargo
respectivo lo debía ocupar el Secretario de Relaciones Exteriores y en su defecto
el de Gobernación, mientras el Congreso designaba al presidente' sustituto o al
interino en los términos de las disposiciones reformativas a cuyo texto nos
remitimos.1047 La vicepresidencia de la República se restableció mediante
reforma constitucional de 6 de mayo de 1904, que modificó el mencionado
artículo 79 y conforme a la cual el vicepresidente sustituía al presidente en sus
faltas temporales y en las absolutas "hasta el fin del periodo para el que haya
sido electo." 1048
(753)
repetido que esto tiene el inconveniente de dar a la Corte un papel político que
puede malearla, y que debe quedar fuera de las actividades serenas e
imparciales para impartir justicia.
Para reforzar los anteriores puntos de vista, el diputado Hilario Medina consideró
como más conveniente para la realidad política de México que la designación de
la persona que sustituyera al presidente mientras no se efectuase nueva
elección, fuese hecha por el Congreso, aduciendo que "Los sistemas de la
sustitución presidencial han sido los siguientes: desde luego el nombramiento de
un vicepresidente por elección popular al mismo tiempo que el presidente, tiene
por objeto sustituir al presidente en casos de falta absoluta o temporal. La
supresión de la vicepresidencia está incluida en esa fracción (la XXVIII del
artículo 73 constitucional), y es el sentir de la Asamblea, y en el ánimo de todos
está, que la Vicepresidencia debe desaparecer de nuestras instituciones, porque
yo diré, yo que soy el autor de la exposición de motivos, diré que la
Vicepresidencia ha sido el ave negra de las instituciones republicanas en México.
El vicepresidente ha sido el llamado a hacer labor obstruccionista, cuando no es
una personalidad que tiene por objeto, como en el caso de don Ramón Corral,
como decía Jesús Urueta, continuar una política dada en favor de un hombre
dado. De manera que la supresión de la Vicepresidencia la sostiene la Comisión.
Hay otro sistema de sustitución presidencial, que consiste en darle al presidente
de la Corte Suprema de Justicia la facultad de sustituir al Presidente en caso de
falta de éste. Esto tiene el inconveniente de dar a la Corte Suprema de Justicia
un papel político y darles a los electores la oportunidad de nombrar como
presidente de la Corte a un individuo con carácter político que pueda corromper
1050
980 Diario de los Debates. Tomo 11, p. 228.
EL PODER EJECUTIVO 313
(754)
voto popular y de los intereses de la nación, se comprende que tiene bastante
aptitud para elegir en un momento dado, teniendo en cuenta las consideraciones
políticas del momento, para nombrar a la persona más propia para ocupar la
Presidencia." 1051
1051
981 Idem, p. 321.
1052
982 Durante la vigencia de dicha Constitución hubo dos leyes electorales federales, a
saber, la de 12 de febrero de 1857 (que se reformó en octubre de 1872, 23 de mayo de
1873, 15 de diciembre de 1874 y 16 de diciembre de 1882) y la de 18 de diciembre de
1901. Conforme a ambos ordenamientos, los ciudadanos nombraban electores -uno por
cada quinientos habitantes en el distrito electoral respectivo-- y éstos, constituidos en
colegios electorales, votaban por la persona o personas que debían ocupar la presidencia
de la República.
y 457).
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 314
1053
983 "Se han visto en la elección directa inconvenientes, decía Zarco, que no existen;
pero no se han examinado los que presenta la indirecta. Para referirlos no se necesita
que los invente la imaginación, porque los enseña la experiencia. Del sufragio indirecto
han resultado nuestros presidentes, recórranse sus nombres y entre ellos como
excepción se encuentran la probidad y la aptitud. ¿Cuántos hombres de Estado han sido
presidentes? ¿Cuántos han comprendido lo noble y lo elevado de su magistratura? ¿De
quiénes han venido los ataques á la libertad, los insultos a la nación, los atentados de
todas clases, las dilapidaciones y los escándalos? Pues todo lo que ha pasado y no puede
olvidarse, se debe á la elección indirecta. ¿Habrá quien sostenga que la elevación de
ciertos hombres funestos se ha verificado por la voluntad del pueblo? No, porque todos
han visto falsear esa voluntad, que ha sido reemplazada por el juego de cubiletes que se
llama elección indirecta. Y esto es natural, no hay hombres, no hay facción que pueda
seducir ni corromper a los millones de votantes que habría en la elección directa,
mientras la intriga, el cohecho y la coacción son muy fáciles en los colegios electorales,
que se componen de número muy limitado de personas." A su vez, Ramírez en tono
vehemente exclamaba: "Se teme la exaltación de los partidos, es decir, se teme siempre
la acción del pueblo, y este miedo ha de hacer al fin que sucumba toda idea republicana,
y se acepte la monarquía absoluta, para que el pueblo no tenga más que hacer que
obedecer en calma. No se quiere la elección directa, porque el pueblo puede exaltarse;
se rechaza el juicio por jurados, porque el pueblo puede excederse; se tiene horror al
derecho de asociación, porque el pueblo puede extraviarse; inspira miedo el derecho de
petición, porque el pueblo puede desmandarse... Pero á este paso, si no se ha de dejar al
pueblo ningún derecho, si todos han de quitársele por precaución, debe suprimirse la
república ya que los tímidos no ven, ni comprenden, lo que es el pueblo.
"La elección indirecta se funda en el absurdo de suponer que los menos son más difíciles
de extraviar que los mas, y que no pueden corromperse. Mientras menos sean los
electores, mas fácil es corromperlos. Cohechar á todo el pueblo es imposible, porque no
hay que darle, y es sabido que nadie se corrompe gratis. A los electores se les puede dar
dinero, empleos, esperanzas. Un elector pretende el correo, otro el estanquillo, otro la
sacristía de la parroquia, otro la exención de la alcabala, y todos votan á aquel de quien
esperan el logro de sus miserables aspiraciones. Cuando la elección la haga el pueblo,
las esperanzas serán legítimas, las aspiraciones se dirigirán al bienestar y al
engrandecimiento del país." Melchor Ocampo, por su parte condensó su pensamiento en
favor de la elección directa en una lacónica pero sustanciosa frase al afirmar que "Si el
pueblo yerra alguna vez, esto no es motivo para arrancarle sus derechos, es el dueño de
la casa y pondrá a administrarla a quien juzgue más a propósito" (Historia del Congreso
Constituyente. Tomo II, pp. 454
EL PODER EJECUTIVO 315
(756)
económicas y culturales en que vivían numerosos grupos mayoritarios. Tenía
razón don León Guzmán al afirmar en el seno del Congreso constituyente de
1856-57 que la elección directa del presidente, como uno de los elevados ideales
del régimen democrático, debía ser la meta que con el tiempo alcanzara el
pueblo, una vez que, a consecuencia de su educación y de la eliminación de los
factores negativos en que vivía, pudiese tener conciencia de la problemática
nacional y el suficiente criterio para elegir a la persona que desde ese alto cargo
pudiese afrontarla y resolverla atingentemente. La frase de "aún no es tiempo",
tan frecuentemente proferida por los moderados para retrasar o posponer la
1054
984 Diario de los Debates. Tomo I, p. 268.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 316
(757)
EL PODER EJECUTIVO 317
1055
984 bis Hemos afirmado que el Estado mexicano no está compuesto por "Estados
libres y soberanos", sino por entidades autónomas en lo que concierne a su régimen
interior. Además, y según también lo aseveramos, nuestro régimen federal no surgió por
modo centrípeto, en el sentido de que haya sido el resultado de un pacto o unión entre
Estados independientes, como sucedió en Norteamérica. En consecuencia, la República
mexicana no se integra con "Estados unidos", puesto que éstos, como entidades libres,
soberanas e independientes no preexistieron a la adopción de dicho régimen en el Acta
Constitutiva de la Federación de 31 de enero de 1824 y en la Constitución Federal de 4-
de octubre de ese mismo año. Por ende, desde el punto de vista designativo, el
presidente no debe llamarse "Presidente de los Estados Unidos Mexicanos", sino
"Presidente de la República", que es el nombre usual que se emplea con atingencia y
más frecuencia en otros preceptos de la Constitución, en distintas leyes primordialmente
administrativas, en la jurisprudencia y en la doctrina.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 318
(758)
Puede decirse que el "ejecutivo unipersonal", con el dilatado poder político y la
amplitud de facultades administrativas que configuran la actividad pública de su
titular, es creación del constitucionalismo norteamericano, desde cuya
incubación triunfó dicho sistema frente a las tendencias a hacer del presidente
un simple órgano ejecutor del congreso. Afirma Herman Pritehett que en la
Convención de Filadelfia, al discutirse el proyecto de Constitución, se manifestó
el temor de que el presidente, con una extensa esfera de atribuciones que lo
apartara de una situación de dependencia frente al órgano legislativo, fuese un
"verdadero rey" con más poderes que los monarcas europeos. 1056 El depósito
unipersonal del Poder Ejecutivo es el fundamento jurídico del régimen
presidencialista que se acentúa en la realidad política de los Estados
latinoamericanos, entre ellos México. En nuestro país, tal acentuación ha
obedecido a la periódica ampliación de las facultades constitucionales del
Presidente de la República, fenómeno que generalmente ha sido provocado por
la necesidad de Que el -Ejecutivo Federal concentre más funciones para hacer
frente a la siempre creciente y cada vez más compleja problemática nacional,
que indirectamente ha alterado el sistema de equilibrio entre los poderes del
Estado en favor de dicho alto funcionario administrativo, a tal extremo de hacer
aplicable al medio mexicano la frase de Seward: "Elegimos un rey por cuatro
años (seis entre nosotros) y le otorgamos un poder absoluto que, dentro de
ciertos límites, él puede interpretar por sí mismo." 1057
(759)
Nuestra Constitución de 57, en opinión de Rabasa, "no sólo rebajó la fuerza que
en facultades había dado al Ejecutivo, sometiéndola al Legislativo, sino que, al
depositar éste en una sola Cámara y expeditar sus trabajos por medio' de
dispensas de trámites que de su sola voluntad dependían, creó en· el Congreso
un poder formidable por su extensión y peligrosísimo por su rapidez en el
obrar".1059 Es curioso observar, como lo hace don Emilio, que pese a la
supremacía congresional fundada en el mismo orden constitucional, en México
hayan surgido varias dictaduras presidenciales a despecho de esta situación
jurídica, pues según él, "la dictadura ha sido una consecuencia de la
organización constitucional, y la perpetuidad de los presidentes una
consecuencia natural y propia de la dictadura".1060Esta extraña relación de
causalidad la explica Rabasa como una lógica reacción de. autodefensa de los
presidentes de México ante su insignificancia constitucional en lo que al ejercicio
del poder público se refiere, sosteniendo que "Fuera del orden legal, el
presidente reúne elementos de fuerza que le dan superioridad en la lucha con el
Congreso; dispone materialmente de la fuerza pública, cuenta con el ejército de
empleados que dependen de él, tiene de su parte el interés de los que esperan
sus favores, y arrastra por lo común las simpatías populares, que sólo en
momentos de agitación intensa gana la personalidad colectiva y casi anónima de
una asamblea legislativa." 1061 Estas apreciaciones condujeron a nuestro
distinguido constitucionalista hacia la propugnación de un fortalecimiento
jurídico del Poder Ejecutivo como base para la estabilidad del país, la unidad de
acción administrativa que debe estar en manos del presidente y su
responsabilidad ante la nación. Las críticas que dirigió contra la hegemonía
congresional y la consiguiente situación de debilidad y dependencia en que se
encontraba el Ejecutivo y las ideas que expresó para ampliar el ámbito de las
facultades presidenciales, tuvieron repercusión en el Congreso de Querétaro,
pues como sostiene don Andrés Serra Rojas" ... debemos anotar un auténtico
triunfo de Rabasa cuando en el proyecto del Primer Jefe del Ejército
Constitucionalista y más tarde en la propia Constitución de 1917, se aceptan sus
ideas sobre la revisión de las amplias facultades del Poder Ejecutivo y del Poder
Legislativo, con el propósito de fortalecer al Ejecutivo y aminorar la
preponderancia del Legislativo. y es que el maestro Rabasa imaginaba con
profética intuición la posición moderna del Poder Ejecutivo, como el más
poderoso medio para mantener la integridad del Estado y consolidar el orden
interior del país".1062 Estas palabras encierran gran dosis de razón, pues la
insignificancia funcional de presidente y su subordinación al legislativo en lo que
1058
987 La Constitución" la Dictadura, p. 111.
1059
988 ldem, p. 85.
1060
989 ldem, p. 11.
1061
990 Op. cit., p. 141.
1062
991 Prólogo al libro "La Constitución y la Dictadura". Edición Porrúa, 1956, p. XXX.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 320
(760)
El sistema presidencial unipersonal que establece la Constitución de 1917 está
jurídica y políticamente consolidado por estos principios fundamentales, a saber:
el que prescribe la elección popular directa del presidente, el que concierne a la
irrevocabilidad del cargo respectivo y el que atañe a la relatividad de la
responsabilidad de dicho alto funcionario administrativo. El· primero de ellos, que
someramente comentamos con anterioridad,1063 justifica el de irrevocabilidad,
pues si la investidura del titular de la presidencia de la República emana de la
voluntad mayoritaria del pueblo mexicano expresada en votación directa de los
ciudadanos, sería absurdo que cualquier otro órgano del Estado, por más
encumbrado que se suponga, como el Congreso de la Unión verbigracia, pudiese
removerlo del citado cargo. Debemos advertir, sin embargo, que el principio de
irrevocabilidad no implica que el presidente no pueda renunciar a su elevado
puesto, siendo esta posibilidad muy limitada, ya que la renuncia debe basarse en
"causa grave" que debe calificar dicho órgano legislativo (Arts. 86 y 73, frac.
XXVII). Tampoco entraña que el mencionado funcionario no pueda ausentarse
temporalmente del ejercicio de sus funciones mediante la licencia que para este
efecto le otorga el Congreso (Art. 73, frac. XXVI). Como se ve, en ambos casos la
separación definitiva o temporal del presidente queda sujeta a la estimación
congresional, la cual no debe formularse oficiosamente sino previa petición
1063
992 La elegibilidad popular directa del Presidente se prevé en el artículo 81
constitucional que dispone; "La elección del Presidente será directa y en los términos
que disponga la ley." Es lógico y natural que la elección popular del Presidente debe
estar precedida por la nominación del candidato respectivo. Esta nominación debe
provenir de los partidos políticos nacionales, los que, previa auscultación entre sus
miembros a través de los medios que sus estatutos internos prevean, postulan a la
persona que deba ocupar tan elevado cargo. Sin embargo, en la realidad política de
México, aunque se observan las anteriores formas de selección del candidato
presidencial, se ha acostumbrado que sea el Presidente saliente quien designe al
candidato que deba sucederlo, permaneciendo el nombre del agraciado en el más
insondable <le los misterios y recibiendo, por ello, el mexicanísimo nombre de "el
tapado", que sólo la voluntad presidencial puede "destapar", Esta característica de la
sucesión del Presidente en nuestro país, ha sido objeto de ataques y de ironías, aunque
también presenta sus ventajas para la vida política de México. No corresponde al
Derecho Constitucional ponderar en un sentido o en otro lo que se conoce como
"tapadismo", pues la temática y problemática de tan peculiar fenómeno incumbe a lo
que suele llamarse la "politología", de la que el maestro más destacado es don Daniel
Cosío Villegas, a cuyas obras nos remitimos en lo que tan interesante tópico concierne
(Cfr. El Sistema Político Mexicano, la Sucesión Presidencial", perspectivas, ediciones de
1975).
EL PODER EJECUTIVO 321
1064
993 Este principio no siempre se consignó en nuestro constitucionalismo, ya que en
algunos ordenamientos fundamentales a que hemos aludido se facultó al Congreso para
deponer al presidente por "incapacidad física o moral".
1065
994 Véase capítulo sexto, parágrafo IV, apartado D, inciso c)
1066
995 La Constitución de 1857, en su original artículo 84, dispuso que "El Presidente no
puede separarse del lugar de residencia de los poderes federales, ni del ejercicio de sus
'funciones, sin motivo grave calificado por el Congreso, y en sus recesos por la
Diputación permanente." Este precepto, que constreñía al presidente a permanecer
relegado en un cierto espacio del territorio nacional, fue reformado en mayo de 1904,
habiendo estado su texto redactado en términos parecidos a los de la disposición
correlativa de nuestra Constitución vigente.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 322
a) Ser ciudadano mexicano por nacimiento, en pleno goce de sus derechos e hijo
de padres mexicanos por nacimiento (frac. I).
En lo que atañe -al insalvable requisito de que dicho alto funcionario debe tener
la calidad de ser mexicano por nacimiento, a nadie se le puede ocurrir discutirla,
por lo que su justificación es evidente, ya que, como afirma el doctor Jorge
Carpizo, merced a ella "se es más adicto a la patria que los que son mexicanos
por simple naturalización", y agrega que con la mencionada calidad "se trata de
evitar que sigan (los presidentes) intereses que no sean los de
(762)
1068
México, como podría acontecer si antes se ha tenido otra nacionalidad".
Por lo que concierne a la exigencia de que el Presidente deba ser hijo de padres
mexicanos también por nacimiento, es necesario formular algunas importantes
reflexiones. En el constitucionalismo mexicano ningún ordenamiento prescribía
tal exigencia, pues las leyes fundamentales de México se contrajeron a
determinar que el titular del Poder Ejecutivo debía ser mexicano por nacimiento.
La Constitución de 1857, cuyo espíritu nacionalista es inelegible, sólo requirió tal
condición, sin exigir que también la tuvieran sus padres. Fue el Congreso
Constituyente de Querétaro el que implantó el multicitado requisito al aprobar,
en relación a él, el proyecto de don Venustiano Carranza. Según el distinguido
maestro Víctor Carlos García Moreno "el origen histórico de la restricción ínsita
en el mencionado artículo 82, fracción I, fue el nombramiento de Limantour
como secretario de Hacienda del régimen de don Porfirio Díaz, en 1893, que lo
puso en primera línea como posible sucesor del dictador"; añade que "en 1902,
se acrecentaron los ataques contra Limantour" y que "para 1909, los dos
funcionarios con mayores posibilidades de relevar al general Díaz en el poder
eran, por un lado, el mencionado Limantour, hijo de franceses, y, por el otro el
general Bernardo Reyes, de padres nicaragüenses".
estados, que en ningún caso serán gratuitos" (Art. 36, frac. IV). Por consiguiente,
si el cargo de Presidente es de elección popular, todo ciudadano mexicano tiene
la obligación de ejercerlo una vez que sea elegido.
Ahora bien, al exigirse por el artículo 82 que los padres del Presidente sean
también mexicanos por nacimiento, se merma la nacionalidad mexicana de
aquél y se le impide, como ciudadano, cumplir con la referida obligación
constitucional, quebrantándose la igualdad que debe haber entre todos los
ciudadanos respecto de sus derechos y prerrogativas cívicas y políticas, al
evitarse, mediante el mencionado requisito, que los mexicanos por nacimiento,
por el solo hecho de que sus padres no lo sean, puedan aspirar al desempeño de
la Presidencia, lo que se antoja injusto, discriminatorio y antidemocrático.
(763)
sólo los mexicanos hijos de padres, de abuelos y de antepasados mexicanos por
nacimiento, son forzosamente buenos, eficaces, útiles y patriotas ciudadanos.
1069
A su vez, don Miguel Lanz Duret, quien fue profesor de derecho constitucional en
la antigua Escuela Nacional de Jurisprudencia, asevera que: "Sólo por un espíritu
1069
996 c Revista Forúm, julio de 1993.
1070
996 d Derecho Constitucional Mexicano.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 324
(764)
por nacimiento, hijo, a su vez, de padres mexicanos por nacimiento y haber
residido en el país en el año anterior al día de la elección".
Esta prevención indica claramente que es suficiente que uno de los Padres sea
mexicano, para que el hijo de ambos tenga la primera de las calidades
mencionadas. Con toda razón, corroborando esta idea, el profesor de derecho
internacional privado en nuestra facultad, don Víctor C. García Moreno, ha
expresado que "tanto la teoría como la práctica han desglosado y establecido
con meridiana claridad que el derecho de nacionalidad no tiene por qué
relacionarse o vincularse con los problemas de la patria potestad y que la
tendencia en el mismo es igualar, hasta donde sea dable, a ambos sexos en todo
lo relativo a la nacionalidad"
(765)
Relacionando lógicamente la fracción II del artículo 30 de la Constitución con la
fracción I de su artículo 82 se debe llegar a la misma conclusión, en el sentido de
que es suficiente que alguno de los progenitores del Presidente sea mexicano
por nacimiento para que se colme el requisito a que la segunda de dicha
disposición se contrae. Sostener lo contrario implicaría interpretar
incongruentemente ambas prevenciones constitucionales, toda vez que las dos
se refieren a la misma materia, que es la nacionalidad mexicana. Sería
paradójico que, si para ser mexicano por nacimiento, según el jus sanguinis,
basta que alguno de los padres tenga dicha nacionalidad, se exigiera ésta para
los dos progenitores del Presidente. A mayor abundamiento, cuando se emplea
la expresión "los padres", se debe entender que comprende al padre o la madre
indistintamente, o a ambos, tal como sucede con la fracción II del artículo 30
constitucional y en la legislación civil.
"Por nuestro lado estimamos que tal requisito va demasiado lejos llegando a
cometer una franca injusticia en el goce de los derechos políticos de aquellas
personas que son mexicanas pero que, por alguna razón, alguno de sus
progenitores o abuelos no son o no fueron mexicanos por nacimiento, lo cual
implica una discriminación contraria a la misma Constitución (art. 36, fracc. I y
II), y sobre todo a la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, de 1948,
y especialmente, a los Pactos de Derechos Humanos, de 1966, que establecen
como un derecho humano la posibilidad de llegar al poder público de su
comunidad sin discriminación alguna".
(766)
Sería demasiado prolijo citar otras opiniones de conocidos juristas y maestros de
derecho que coinciden en sostener la ilegitimidad sustancial del artículo 82
constitucional en lo que concierne al requisito de que los padres del Presidente
deben ser mexicanos por nacimiento. A este respecto es necesario recordar que
desde el punto de vista sociológico, la legitimidad no es simplemente un
elemento formal, como la validez de que habla Kelsen, sino que en cierto modo
se revela en la adecuación entre la constitución jurídico-positiva y la constitución
real y la teleológica. Sin tal adecuación, aquélla no sería auténtica, genuina o
legítima ni materialmente vigente, aunque fuese formalmente válida como una
mera "hoja de papel", empleando la locución con que despectivamente
designaba Lasalle a las constituciones escritas que por la fuerza y la coacción se
imponen a los pueblos como un traje de luces o de etiqueta o como una
armadura pesada y asfixiante.
Estas ideas revelan que existen dos tipos de legitimidad constitucional: la formal
y la social. La primera está ligada estrechamente a la representatividad
1073
996 g Reforma al artículo 30 constitucional. Revista de la Facultad de Derecho de
México, Tomo XX, julio-diciembre, 1970.
EL PODER EJECUTIVO 327
(767)
Por otra parte, es políticamente posible que durante ese largo período se
"reforme la reforma mencionada", haciéndola nugatoria, es decir, que aborte
antes de su entrada en vigor.
Por último, debe observase que ningún cuerpo legislativo debe impedir, al que lo
substituya, el ejercicio de sus funciones, lo que acontecería en el caso del
aludido aplazamiento al evitar que los integrantes del nuevo Congreso de la
Unión ejerzan sus propias facultades.
(768)
e) No estar en servicio activo, en caso de pertenecer al Ejército, seis meses
antes del día de la elección (frac. V). Este requisito, como es obvio, sólo atañe a
los militares, sin que, en consecuencia, los aspirantes civiles a la presidencia
deban observarlo. Su justificación es inobjetable, pues se supone que quien tiene
el mando de tropas puede presionar el proceso electoral para obtener en su
favor la calificación· de la elección presidencial, lo que no amerita mayor
comentario.
1074
796 I Mediante reforma publicada el 22 de agosto de 1993 se estableció que "La
ausencia del país hasta por treinta días no interrumpe la residencia."
EL PODER EJECUTIVO 329
C. La No Reelección
(769)
1075
996 j Derecho Constitucional Mexicano, p. 442 y El Presidencialismo Mexicano,
páginas 53 y 54, Edición 1978
1076
997 El periodo gubernativo presidencial, como se sabe, no ha tenido siempre la
misma duración. Así, dicho periodo era de cuatro años en la Constitución Federal de
1824; de seis años en la Constitución centralista de 1836, llamada oficialmente "Las
Siete Leyes Constitucionales" y en el Proyecto de reformas a la misma de junio de 1840
(Arts. 1 de la Ley cuarta y 74, respectivamente); de cinco años en los Proyectos
mayoritario y transaccional o ''hibrido'' de 1842 (Arts. 92 y 77, respectivamente); de
cuatro años en el Proyecto minoritario de 1842 (Art. 57); de cinco años en las Bases
Orgánicas de 1843 (Art. 83). La Constitución de 1857 fijó el periodo presidencial en
cuatro años según lo dispuso su artículo 78 antes de la reforma de 6 de mayo de 1901,
que lo amplió a seis años. La Ley Fundamental de 1917, en su artículo 83 original lo
señaló con una duración de cuatro años y por reforma de 30 de diciembre de 1927,
publicada en el Diario Oficial el 24 de enero de 1928, dicho lapso se extendió a seis años,
que es el vigente.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 330
que por ningún motivo pueda extenderse. Esta imposibilidad significa que el
presidente, cualquiera que sea su carácter --constitucional, interino o
provisional,1077 no debe permanecer en el cargo, en ningún momento, una vez
fenecido dicho periodo, ni tampoco reelecto para uno nuevo por modo absoluto
(ídem). Esta última prohibición se involucra en el principio de «no reelección"
que proclama nuestro orden constitucional vigente y respecto del que
formularemos algunas someras consideraciones.
1077
998 A estas distintas clases de presidente nos referimos en el parágrafo D siguiente.
EL PODER EJECUTIVO 331
(770)
jurídico donde hay que localizar las razones que justifican esta afirmación, sino
en la facticidad de la sociedad mexicana. La falta de madurez cívica de grandes
sectores del pueblo de México proveniente de la inercia en que su incultura y
pobreza los han situado, ha sido al menos hasta hace relativamente pocos
lustros, el motivo que ha determinado la formación de circunstancias propicias a
las ambiciones personalistas, mezquinas y antisociales de poder. Esa inmadurez
originó, durante los regímenes de elección presidencial indirecta, que los
ciudadanos no acudieran a las urnas para designar a los cuerpos electorales
encargados de la nominación del presidente, dando ocasión a votaciones falsas
cuyos resultados se pre-fabricaban a gusto de los "hombres fuertes" del país.
Estos fenómenos antidemocráticos solían repetirse periódicamente, y al
reiterarse, la presión de un determinado presidente iba aumentando hasta hacer
imposible la renovación del titular del órgano ejecutivo supremo del Estado por
aplicación del principio de autodeterminación popular. Ante la nugatoriedad
práctica de éste, la sustitución presidencial sólo pudo lograrse mediante
continuadas convulsiones políticas que generaron movimientos armados,
retardando, cuando no impidieron, la evolución normal del país y sus progresivas
transformaciones sociales y económicas. Con toda razón Lanz Duret sostiene,
conociendo plenamente la realidad mexicana, que "la permanencia indefinida o
largamente prolongada en el poder transforma a los gobernantes en tiranos y
destruye el funcionamiento normal de las instituciones, sujetando a los pueblos a
la voluntad arbitraria de un solo individuo. Y cuando no son las leyes las que
establecen expresamente la No Reelección, son las tradiciones de los pueblos
mismos las que exigen, como válvula de seguridad, el cambio frecuente de
autoridades".
(771)
Por otra parte, la reelección presidencial en los Estados Unidos tampoco ha
estado exenta de críticas. Así, desde fines del siglo pasado el jurista francés
Adolfo de Chambrun, al comentar dicho sistema en la Unión norteamericana,
sostiene que "Cuando el jefe del Poder Ejecutivo quiere reelegirse, emplea, para
alcanzar este objetivo, toda la fuerza que la Constitución le otorga. Si ha
concebido este designio mucho antes que comience la campaña presidencial, se
asocia a los miembros de su partido que quieran secundar su empresa con el
objeto de lograr dentro de éste el apoyo que le prestó al haber sido electo por
primera vez. Gracias al empleo de todos los recursos de que dispone la
administración, se adquiere el mayor número posible de periódicos que apoyen
la reelección. Poco a poco, los funcionarios se organizan de un confín a otro del
país para integrar las asambleas primarias, que hábilmente se forman con
partidarios adictos al presidente. Una vez dado este paso, se celebra una
convención nacional, compuesta de delegados escogidos cuidadosamente, la
cual ratifica la decisión que bastante tiempo atrás tornó el jefe del Poder
Ejecutivo. A partir del momento en que la nominación se formula, las fuerzas del
partido se combinan con la organización administrativa de los Estados Unidos,
confundiéndose a tal punto que su existencia separada cesa durante algún
tiempo, sin saberse, entonces, dónde encontrar a los hombres del partido y a los
funcionarios, puesto que todos ellos se transforman en agentes electorales.
Cuando la lucha electoral se entabla, no se puede conservar la neutralidad si un
político pretende conservar su independencia y permanecer fiel a su partido, la
disciplina lo fuerza bien pronto a pronunciarse; y si se rebela contra esta tiranía,
cualesquiera que hayan sido los servicios que hubiese prestado, será denunciado
como traidor. La inmoralidad de semejante espectáculo tiende a corromper las
costumbres republicanas, siendo necesario impedir que se repita lo que sólo
puede conseguirse prohibiendo la reelección del presidente.1079
Volviendo a hacer referencia a nuestro país, recordemos que hasta antes de la
Constitución de 1917 la reelegibilidad inmediata o diferida del Presidente de la
República fue uno de los signos políticos del constitucionalismo mexicano.
Algunos ordenamientos y proyectos constitucionales la declararon expresamente
y otros, al no prohibirla por modo absoluto, la admitieron, como sucedió con la
Ley Fundamental de 1857 en el texto primitivo de su artículo 78 que establecía:
"El presidente entrará a ejercer sus funciones el primero de diciembre y durará
en -su encargo cuatro años." La Constitución de Apatzingán proclamó la
reelección de los individuos componentes del Supremo Gobierno "pasado un
trienio después de su administración" (Art. 135); la Constitución Federal de 1824
declaró en su artículo 77 que el presidente podía ser reelecto "al cuarto año de
1078
999 Derecho Constitucional Mexicano, pp. 240, 241 y 242.
1079
1000 Le pouvoír Executive aux Etats Unís. Edición 1896.
EL PODER EJECUTIVO 333
(772)
pudiendo ser reelecto "hasta pasado un cuatrienio" (Art. 57) ; y por último, el
Proyecto constitucional de 16 de julio de 1856, que se convirtió en la Ley
Suprema de 1857, no propuso la prohibición de la reelección presidencial ni la
consideró diferible, declarando en su artículo 80 que "El presidente entrará a
ejercer sus funciones el 16 de septiembre y durará en su encargo cuatro años".
(773)
Con anterioridad, la oposición al gobierno de don Porfirio, encabezada por los
hermanos Ricardo y Enrique Flores Magón, Juan Sarabia y Antonio l. Villarreal,
elaboró un programa de reformas constitucionales fechado el 19 de julio de
1906, imputando su autoría al "Partido Liberal Mexicano" que dichos precursores
revolucionarios fundaron. En ese programa y en el famoso Plan de San Luis de 5
de octubre de 1910, se proclamaron la supresión de la reelección presidencial y
la efectividad del sufragio popular, tendencias que fueron el lema político de la
Revolución mexicana, institucionalizándose hasta la Constitución de 1917.1082
1081
1002 Cita inserta en la obra Leyes Fundamentales de México de Felipe Tena Ramírez,
página 724.
1082
1003 La no reelección absoluta del Presidente de la República fue propuesta en el
Proyecto de don Venustiano Carranza y su implantación constitucional fue dictaminada
favorablemente por la Comisión respectiva del Congreso de Querétaro como "una
conquista de la Revolución que desde 1910 la escribió en sus banderas" (Diario de los
Debates. Tomo II, página 245).
1083
1004 Véase la nota 998.
EL PODER EJECUTIVO 335
reelección para que el general Álvaro Obregón volviese a ser presidente, objetivo
que truncó irremisiblemente el destino al ser asesinado el 17 de julio de 1928.
Por último, debemos recordar que dicho principio, con alcances plenos y
absolutos, se consignó en el texto vigente del artículo 83 constitucional, en el
que la persona que bajo cualquier carácter haya sido presidente de la República
«en ningún caso y por ningún motivo podrá volver a desempeñar ese puesto".1084
Merced a esta terminante prohibición, el postulado revolucionario de la "no
reelección" quedó más radicalmente expresado que en el texto primitivo del
citado precepto, ya que se hizo extensivo a todo individuo que hubiese
desempeñado la presidencia.
(774)
D. Diversas clases de presidente
Como ya se dijo, la sustitución del presidente opera en los casos en que éste
falte absoluta o temporalmente, rigiéndose ambas hipótesis por reglas
constitucionales diferentes a las cuales nos referiremos sucesivamente.
a) Faltas absolutas
(775)
sido designada durará en el cargo hasta que se elija popularmente y tome
posesión el individuo que deba concluir el periodo presidencial de que se trate.
La elección correspondiente debe ser convocada por el mismo Congreso,
"debiendo mediar entre la fecha de la convocatoria y la que se señale para la
verificación de las elecciones, un plazo no menor de catorce meses ni mayor de
dieciocho" (ídem).
b) Faltas temporales
De los someros comentarios que anteceden se habrá advertido que hay cuatro
clases de presidente, a saber: el que suele comúnmente llamarse
constitucional", 1085 el "sustituto", el «interino" y el “provisional". El primero es el
que se elige popularmente para un periodo de seis años o para completarlo en el
caso de que la falta absoluta de aquél ocurra durante los dos años siguientes a
su iniciación. El presidente sustituto es el que designa el Congreso de la Unión
para concluir dicho periodo, si la mencionada falta acontece después de esos dos
años. Se llama interino el presidente que nombra el propio Congreso mientras se
elige a la persona que deba completar el periodo de
(776)
gobierno, así como el que designa dicho órgano legislativo o la Comisión
Permanente en los casos de faltas temporales. Por último, tiene el carácter de
provisional el presidente que nombra esta Comisión mientras se formulan por el
Congreso los nombramientos de presidente interino o de sustituto en sus
respectivos casos. Debemos recordar que por aplicación del principio de no
reelección que se consigna en el artículo 83 constitucional, el individuo que haya
ocupado la presidencia con cualquiera de las mencionadas calidades no puede
jamás volver a ser presidente.
A. Facultades legislativas
a) Consideraciones previas
1085
1006 La adjudicación de este calificativo a una sola especie de presidente es
errónea, ya que a las demás, por estar previstas en la Constitución, también debiera
aplicárseles. Por "presidente constitucional" debe entenderse todo aquel cuya
investidura emane de la Ley Fundamental, oponiéndose el concepto respectivo al de
"presidente de facto", que obviamente no deriva de ninguna fuente jurídica.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 338
(777)
Injerencia que dicho funcionario tiene en el proceso de su elaboración. De ahí
que las mencionadas facultades pueden clasificarse en dos grandes grupos, a
saber: las de creación normativa y las de colaboración en el proceso legislativo.
En el primer caso, es el Presidente de la República el legislador y en el segundo
el colaborador del Congreso de la Unión en la tarea constitucional que éste tiene
encomendada para expedir leyes sobre las materias que integran su órbita
competencial.
(778)
2. Independientemente de que, previas las autorizaciones congresionales en los
casos apuntados, el presidente puede expedir leyes, también la Constitución lo
inviste con la facultad legislativa directamente, sin la intervención del Congreso,
para reglamentar la extracción y utilización de las aguas del subsuelo "que
pueden ser libremente alumbradas mediante obras artificiales" por el dueño del
terreno donde broten, así como para establecer zonas vedadas respecto de
dichas aguas y de las de propiedad nacional (Art. 27 const., párrafo quinto). La
citada reglamentación inconcusamente debe contenerse en ordenamientos
legales, o sea, en actos jurídicos abstractos, impersonales y generales llamados
"leyes", debiéndose contraer estrictamente el cuadro normativo de éstas al
alcance constitucional de dicha facultad presidencial, ya que, en el supuesto de
que lo rebasara, se invadiría por el presidente la órbita competencial del
Congreso de la Unión, órgano que tiene la atribución para legislar "sobre el uso y
aprovechamiento de las aguas de jurisdicción federal" (Art. 73, frac. XVII).
1086
1007 Esta cuestión la tratamos en el capítulo tercero de nuestra obra Las Garantías
Individuales.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 340
(779)
La facultad de iniciar leyes que el artículo 71, fracción 1, de la Constitución,
otorga al Presidente de la República siempre se ha estimado como un fenómeno
de colaboración legislativa del Ejecutivo para con los órganos encargados de su
expedición. En México todas las constituciones que han regido lo previeron, pues
se ha considerado con toda justificación que es dicho funcionario quien, por
virtud de su diaria y constante actividad gubernativa, está en contacto con la
realidad dinámica del país y quien, por ende, al conocerla en los problemas y
necesidades que afronta, es el más capacitado para proponer las medidas
legales que estime adecuadas a efecto de resolverlos y satisfacerlas. Además, y
esto acontece frecuentemente en la práctica, los proyectos de ley que emanan
1087
1008 Tratándose de los proyectos que versen sobre emprésitos, contribuciones o
impuestos, o reclutamiento de tropas, la iniciativa debe siempre presentarse ante la
Cámara de Diputados (Art. 82, inciso h), de la Constitución).
EL PODER EJECUTIVO 341
Debe observarse, por otra parte, que la colaboración presidencial en las tareas
del Congreso o de cualquiera de sus Cámaras integrantes concierne no sólo a la
función legislativa, sino también a la político-administrativa de tales órganos,
que se traduce en la expedición de decretos en sentido material, según se
advierte del artículo 71 constitucional en su fracción i.
2. El veto, que procede del verbo latino "vetare", o sea, "prohibir", "vedar" o
"impedir", consiste en la facultad que tiene el Presidente de la República para
hacer observaciones a los proyectos de ley o decreto que ya hubiesen sido
aprobados por el Congreso de la Unión, es decir, por sus dos Cámaras
componentes. El veto presidencial no es absoluto sino suspensivo, es decir, su
ejercicio no significa la prohibición o el impedimento insuperable o ineludible
para que una ley o decreto entren en vigor, sino la mera formulación de
objeciones a fin de que, conforme a ellas, vuelvan a ser discutidos por ambas
Cámaras, las cuales pueden considerarlas inoperantes, teniendo en este caso el
Ejecutivo la obligación de proceder a la promulgación respectiva.
"b) Se reputará aprobado por el Poder Ejecutivo todo proyecto no devuelto con
observaciones a la Cámara de su origen, dentro de diez días útiles; a no ser que,
corriendo este término, hubiere el Congreso cerrado o suspendido sus sesiones,
en cuyo caso la devolución deberá hacerse el primer día útil en que el Congreso
esté reunido.
1088
1009 En corroboración de este aserto y por simple vía ejemplificativa, debemos traer
a colación las reformas y adiciones que, a iniciativa de un grupo de senadores, se
introdujeron a la Ley de Amparo en materia agraria y que censuramos acremente en el
capítulo XXVI de nuestro libro El Juicio de Amparo.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 342
Entre nosotros, don José María del Castillo Velasco sostiene que: el Poder
Ejecutivo no tiene injerencia en la discusión de las adiciones y reformas, ni le
está concedido el derecho de concurrir a su examen con su opinión ni sus
observaciones. Al poder legislativo, ejercido por el Congreso de la Unión, y las
legislaturas de los Estados es a quien exclusivamente corresponde hacer las
adiciones y reformas. "El ejecutivo concurre a la formación de las leyes por la
ciencia de los hechos que en él se supone; pero cuando el pensamiento de la
reforma constitucional es adoptado por la opinión pública; cuando la conciencia
del pueblo se declara en favor de una adición o reforma, no hay otro hecho que
conocer, ni es necesaria la ciencia del poder ejecutivo. La voluntad del Soberano
se hace sentir en el congreso y en las legislaturas, y la adición o la reforma tiene
que verificarse. El poder ejecutivo en su calidad de poder administrativo hace
observaciones a las leyes por lo que éstas puedan afectar a la administración,
pero los principios constitucionales no se subordinan, sino que por el contrario,
ésta tiene que subordinarse a aquéllos."1090
(781)
1089
1010 Cfr. John W. Burgess: "Ciencia Política y Derecho Constitucional Comparado",
páginas 178 y James Bryce: "La République Américaine", p. 515; CarI J. Friedrich: "Teoría
y Realidad de la Organización Constitucional Democrática", p. 142.
1090
1011 "Apuntamientos para el Estudio del Derecho Constitucional Mexicano", p. 252 y
siguientes.
EL PODER EJECUTIVO 343
El veto remonta sus orígenes hasta el régimen jurídico público romano, en que
los tribunos del pueblo podían oponerlo a todo proyecto de ley que amenazara la
independencia de la nación o que lesionara sus derechos o intereses. Su ejercicio
se conoce con el nombre de "intercessio", al cual aludimos en nuestra obra El
Juicio de Amparo, ratificando las consideraciones que a este respecto exponemos
en ellas.1091 En nuestro país, al Ejecutivo por tradición constitucional, se le ha
reconocido la facultad vetatoria desde la Constitución española de Cádiz, que
estuvo vigente en las postrimerías del régimen colonial, hasta la Constitución de
1917, pasando por la de Apatzingán (Art. 128), la Federal de 1824 (Arts. 55 y
56), la Centralista de 1826 (Arts. 35, 36 y 37 de la ley tercera) y la de 1857 ( Art.
71), pues su justificación es evidente por los motivos y razones que legitiman
desde un punto de vista teórico-práctico la potestad presidencial de iniciar leyes
y decretos, a la cual el veto complementa.
1091
1012 Véase capítulo primero, parágrafo IV.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 344
(782)
corresponda el ramo sobre el que versen, sin cuyo refrendo no asumen fuerza
compulsaría (Art. 92 const. ). La promulgación no es una facultad, sino una
obligación del presidente (Art. 89, frac. 1), y su incumplimiento origina que una
ley o un decreto no entren en vigor por no satisfacerse el requisito formal que
entraña. Ahora bien, ¿cómo puede constreñirse constitucionalmente al Ejecutivo
a cumplir dicha obligación? La ley o el decreto no promulgados ¿cómo pueden
adquirir vigencia si el presidente se niega o rehusa ordenar su publicación?
Esta facultad está concebida en la siguiente fórmula que emplea la fracción 1 del
artículo 89 constitucional: "Proveer en la esfera administrativa a la exacta
observancia de las leyes que expida el Congreso de la Unión." Proveer significa
hacer acopio de medios para obtener o conseguir un fin. Este consiste, conforme
a la disposición invocada, en lograr "la exacta observancia", o sea, el puntual y
cabal cumplimiento de las leyes que dicte dicho Congreso. Sin
EL PODER EJECUTIVO 345
(783)
embargo, creemos que dicha facultad sólo la debe ejercer el Presidente de la
República en la esfera administrativa, esto es, en todos aquellos ramos distintos
del legislativo y jurisdiccional. En otras palabras, no puede desempeñarse en
relación con leyes que no sean de contenido material administrativo, es decir,
que no se refieran a los diferentes ramos de la administración pública
estrictamente considerada. De acuerdo con esta idea, el presidente no tiene
capacidad constitucional para proveer a la exacta observancia de leyes que no
correspondan a este ámbito, sino a la esfera de los poderes legislativo y judicial.
En efecto, las leyes, según lo hemos aseverado reiteradamente, son normas
jurídicas abstractas, generales e impersonales que regulan la actividad de los
diferentes órganos del Estado entre sí o frente a los gobernados, así como las
relaciones entre particulares o entre entidades de diverso tipo socioeconómico
que no despliegan el jus imperii. Su aplicación se encomienda por ellas mismas a
distintas autoridades estatales que pueden ser formalmente administrativas,
judiciales o inclusive legislativas. Ahora bien, únicamente cuando los órganos
estatales de aplicación o cumplimiento de las leyes sean de carácter
administrativo, puede el Presidente de la República desempeñar la consabida
facultad y no, por exclusión, en los casos en que tal aplicación o cumplimiento
correspondan a órganos de carácter legislativo o judicial. Así, verbigracia, este
alto funcionario no puede ejercerla tratándose de las leyes que rijan las
funciones del mismo Congreso de la Unión o de alguna de sus Cámaras ni de las
que regulen las de las autoridades judiciales, pues en estos casos, la normación
pertenece a dicho organismo legislativo, traducida en lo que se llama "leyes
reglamentarias".
(784)
"Esta subordinación del reglamento a la ley, dice Tena Ramírez, se debe a que el
primero persigue la ejecución de la segunda, desarrollando y completando en
detalle las normas contenidas en la ley. No puede, pues, el reglamento exceder
el alcance de la ley ni tampoco contrariarla, sino que debe respetarla en su letra
y en su espíritu. El reglamento es a la ley lo que la leyes a la Constitución, por
1093
1013 bis Apéndice 1975, Segunda Sala. Tesis 512. ldem, Tesis 732 del Apéndice
1995. Materia Administrativa.
1094
1095
1013c Informe de 1984, Segunda Sala. Tesis 104
1096
EL PODER EJECUTIVO 347
(785)
preceptos que pormenoricen las disposiciones derogadas de la ley, registrándose
el mismo fenómeno en cuanto a las modificaciones o reformas legales.
(786)
decretarse en un nuevo acto reglamentario la vigencia del en lo que no
contradiga a la nueva ley. Por otra parte, mismo Poder Legislativo, ya que si
puede poner en vigencia, ordenar que se mantengan vivos los reglamentos
anterior e lo que no contradiga a la nueva ley."
Por otra parte, y según lo acabamos de decir, la ley puede por sí misma no
establecer ninguna regulación, sino contraerse a señalar lo que se faculte al
Presidente de la República o a los gobernadores de los Estados, dentro del
Distrito Federal o de la entidad federativa correspondiente, para formular su
reglamentación. Esta, por ende, no se revela pormenorización de disposiciones
legales preexistentes, sino como normación per-se simplemente autorizada por
la ley, normación que se implica en los llamados reglamentos autónomos que
EL PODER EJECUTIVO 349
Ahora bien, ¿hasta qué punto puede una ley autoriza la administrativa sin que
haya delegación de facultades legislativas a favor del Presidente de la República
que sea contraria a los artículos 49 y 29 constitucionales? En otros términos,
¿cuáles son las materias en que una ley se contraiga a autorizar los llamados
“reglamentos autónomos", es decir, los gubernativos y de policía?
(787)
organismo d que debe establecer la normación correspondiente, sin que pueda
desplazar como facultad legislativa en favor del Presidente de la República fuera
de los casos contemplados por los artículos 49 y 29 constitucionales. Dicho alto
funcionario está habilitado, conforme al artículo 89, fracción I, de nuestra Ley
Suprema, para pormenorizar la normación que se contenga en las leyes
expedidas por el Congreso de la Unión a través de los reglamentos
correspondientes, sin que éstos tengan el carácter de reglamentos de policía y
gubernativos. Dicho de otra manera, cualquier reglamento sobre alguna materia
que esté comprendida dentro del ámbito legislativo federal del Congreso de la
Unión, no puede tener dicha naturaleza. En conclusión, en el orden federal no
pueden existir reglamentos gubernativos ni de policía, sino sólo ordenamientos
que traduzcan una pormenorización de las leyes expedidas por dicho Congreso.
Suponer lo contrario equivaldría a admitir los siguientes fenómenos
inconstitucionales: a) delegación de facultades legislativas en favor del
Presidente de la República fuera de los casos previstos por los artículos 49 y 29
de la Ley Fundamental (es decir, si el Congreso de la Unión se abstiene de
normar por si mismo las diferentes materias de su competencia federal,
autorizando simplemente a dicho funcionario para regularlas); b) invasión por
parte del presidente de la República a la esfera competencial del Congreso de la
Unión con quebranto del principio de la separación de poderes, en caso de que,
sin estar autorizado por dicho organismo, expida reglamentos sobre las materias
cuya ordenación incumbe a éste; e) usurpación de las facultades reservadas a
las autoridades de los Estados con violación al artículo 124 constitucional, en la
hipótesis de que el "Jefe" del Poder Ejecutivo Federal reglamente por si mismo
materias cuya regulación no corresponda al Congreso de la Unión por no tener
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 350
(788)
los intereses públicos. Dentro de esta finalidad, el gobierno se ejerce a través de
diversas funciones específicas, a efecto de conseguir tales propósitos en las
diferentes materias que constituyan el ámbito de incidencia de dichos intereses.
Así, la acción gubernativa debe tender a evitar o reprimir cualquier acto o
situación que altere la paz o tranquilidad pública; a velar por la salubridad
colectiva; a procurar la seguridad común en diferentes aspectos; a proteger la
moralidad de la población; a obtener y conservar la belleza de las villas o
ciudades; a facilitar los medios económicos para el sustento de la comunidad
tratando de aliviar las necesidades públicas o haciendo posible su mejor
satisfacción; y, en general, a impedir la causación de un daño público, a colmar
urgencias colectivas o a procurar un bienestar común. Por tanto, el Presidente de
la República, a cuyo cargo está el gobierno del Distrito Federal, es decir, su
dirección o rectoría, puede lograr cualesquiera de dichos objetivos mediante
actos administrativos propiamente tales o a través de actos materialmente
legislativos, o sea abstractos, generales e impersonales, los cuales no son otros
que los reglamentos gubernativos y de policía. Estos, en consecuencia, tienen
como materia de regulación cualquier actividad o situación que está vinculada
directamente con alguno de los mencionados objetivos gubernamentales,
pudiendo establecerse, en la normación reglamentaria, obligaciones o
prohibiciones a cargo de 108 particulares, cuyo no cumplimiento o cuya
transgresión signifiquen sendos obstáculos para la obtención de cualquiera de
1098
1015 a Esta fracción fue derogada en 1993.
EL PODER EJECUTIVO 351
las citadas finalidades de interés colectivo. Quedan, por ende, fuera de la órbita
material de los reglamentos gubernativos y de policía y dentro de la esfera
competencial del Congreso de la Unión en su carácter de órgano legislativo para
el Distrito Federal, los casos en que no se trate simplemente de dirigir o
encauzar la actividad gubernamental en consecución de cualquiera de los
referidos objetivos, y especialmente aquellos que conciernan a la normación de
las relaciones de coordinación entre particulares, a la previsión de los delitos del
orden común, a la imposición de tributos o contribuciones públicas y a la
organización y funcionamiento de la actividad jurisdiccional. Ahora bien,
teniendo el Congreso de la Unión amplias facultades legislativas en lo que
respecta al Distrito Federal sobre materias que no compongan expresamente su
esfera de competencia federal, puede por sí mismo establecer la normación para
cualquier función gubernativa expidiendo las leyes correspondientes o
contraerse a señalar los casos generales en que el Presidente de la República
puede elaborar los reglamentos gubernativo" y de policía en los términos
apuntados, sin que ello impida a dicho organismo asumir, a su vez, la función
legislativa sobre los propios casos.1099
(789)
Orgánica del Departamento del Distrito Federal, creando diferentes órganos de
gobierno mediante los cuales el Presidente de la República desempeña la
función gubernativa correspondiente, misma que se ejerce en los casos
señalados por dicha ley y por conducto de diversas dependencias (direcciones),
cuya actividad está centralizada en un funcionario llamado "Jefe del
Departamento del Distrito Federal". Ahora bien, el citado ordenamiento, al
determinar las materias de la función gubernamental dentro de la mencionada
entidad federativa, en algunas de sus disposiciones establece expresamente que
dicha función debe desplegarse mediante reglamentos. Consiguientemente, es
la mencionada Ley Orgánica la que, al organizar y regular para el Distrito Federal
la actividad gubernativa que ejerce el "Jefe" del Ejecutivo Federal, atribuye a
dicho funcionario la facultad de expedir reglamentos, o sea, disposiciones de
carácter general, abstracto e impersonal, mediante las cuales desarrolla el
gobierno de dicha entidad federativa. Tal facultad reglamentaria puede
desempeñarse sin que previamente exista una ley que por sí misma establezca
la normación a las distintas materias gubernativas previstas en la Ley Orgánica
1099
1015 b Véase la nota inmediata anterior.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 352
del Departamento del Distrito Federal, por lo que los reglamentos que con tal
motivo se elaboren tienen una naturaleza autónoma, pues sólo se autorizan en
el indicado ordenamiento legal.
Ahora bien, tratándose del régimen interior de los Estados, sus respectivas
constituciones pueden prever (y así acontece en la realidad) facultades
reglamentarias en favor de los gobernadores y cuyo ejercicio se traduce en la
expedición de reglamentos heterónomos o autónomos. Por consiguiente, la
demarcación de dichas facultades por lo que a unos otros atañe, responde a las
ideas que brevemente se han expuesto. Debemos enfatizar que a las legislaturas
locales no les es dable despojarse de sus atribuciones legislativas para
desplazarlas hacia el gobernador, por lo que los reglamentos heterónomos de los
Estados deben siempre reconocer, para su validez jurídica, una ley preexistente,
y los autónomos una autorización general que en los ordenamientos legales
locales secundarios o en las constituciones particulares se contenga. Suponer lo
contrario implican quebrantar el principio de división o separación de poderes y
que también es imperativo para los Estados, en el sentido de que sus
constituciones deben consagrar lo. De no ser así, éstas violarían la supremacía
de la Constitución Federal que, en los términos de su artículo 41, las supedita a
sus mandamientos.1100
B. Facultades administrativas
(790)
toma en cuenta que dentro de un régimen de derecho, en el que impera como
condición sine qua non el principio de legalidad lato sensu (que comprende el de
constitucionalidad -superlegalidad según Maurice Hauriou- y el de legalidad
stricto sensu), la función administrativa siempre debe desplegarse mediante la
aplicación o ejecución, estricta o discrecional, de las normas jurídicas abstractas,
impersonales y generales que componen dicho régimen. Sin embargo, esta
aplicación o ejecución también se realizan necesariamente como medios para
producir actos jurisdiccionales, o sean, los que dirimen o resuelven cualquier
cuestión contenciosa. Por ende, en rigor lógico-jurídico, la ejecución, en su
1100
1015c Las reflexiones que hemos hecho en cuanto a la facultad reglamentaria
autónoma del Presidente de la República por lo que atañe al Distrito Federal, deben
considerarse meramente especulativas, ya que el actual artículo 122 constitucional, que
se refiere al gobierno del Distrito Federal, y que entró en vigor el 25 de noviembre de
1993, otorgó la facultad legislativa en el ámbito de dicha entidad federativa a la
Asamblea de Representantes correspondiente.
EL PODER EJECUTIVO 353
(791)
Si a nuestro parecer las ideas de "función administrativa" y de "administración"
se conciben claramente como conjunto de actos administrativos en los términos
en que someramente acabamos de exponer el concepto respectivo, en la
doctrina descubrimos criterios divergentes para definidas. No corresponde a la
1101
1016 El tratadista mexicano Gabino Fraga sustenta la misma opinión al afinar que:
"En cuanto a que se considere que la función ejecutiva tiene el mismo contenido que la
administrativa, no tendríamos objeción que hacer, en tanto que se tratara simplemente
de una cuestión de palabras; pero debemos decir que el empleo del término 'función
administrativa', lo consideramos más conveniente, porque tiene mayor amplitud que el
de función ejecutiva" (Derecho Administrativo, p. 56).
1102
1017 Respecto de este último elemento, que nos permite diferenciar la función
administrativa:" de la jurisdiccional, Fraga asevera: "La función administrativa no supone
una situación preexistente de conflicto. ni interviene con el fin de resolver una
controversia para dar estabilidad al orden Jurídico. La función administrativa es una
actividad ininterrumpida que puede prevenir conflictos por medidas de policía; pero
cuando el conflicto ha surgido se entra al dominio de la función jurisdiccional. Si la
función administrativa llega en algún caso, a definir una situación de derecho, lo hacen
no como finalidad, sino como medio para poder realizar otros actos administrativos"
(Derecho Administrativo, pp. 55 Y 56).
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 354
Aludiendo a esta distinción, don Gabino Fraga hace esta interesante reflexión:
"Se habla con frecuencia, dice, de actos de gobierno y de actos políticos como si
se tratara de una particular actividad del Estado, no comprendida en algunas de
las funciones que hemos definido, habiéndose llegado a afirmar que la actividad
de gobierno es una cuarta actividad del Estado, que existe al lado de la
legislación, la justicia y la administración.
"Se afirma que esta actividad es la que realiza el Poder en su calidad de órgano
gubernativo o político, por medio de actos de soberanía que excluyen la idea de
normas legales a las cuales haya de sujetarse, y la de intervención de tribunal
que la controlen, oponiéndolo así a la actividad administrativa que se realiza
bajo un orden jurídico y es susceptible de discutirse en la vía jurisdiccional." 1103
Para ilustrar estas ideas, el citado jurista acude a la ejemplificación y dice que
"cuando el Ejecutivo propone a la Comisión Permanente la convocación a
sesiones extraordinarias, cuando convoca a elecciones en los casos del artículo
84 constitucional, cuando nombra los secretarios de Estado, cuando designa, en
los términos constitucionales, ministros de la Suprema Corte de Justicia, está
obrando como órgano político, pues sólo con ese carácter puede intervenir en el
funcionamiento y en la integración de los poderes públicos", enfatizando, sin
embargo, que "todos los actos que así ejecuta son sustancialmente actos
administrativos, y lo que les da un sello especial es el elemento formal de
emanar de un órgano político".1104
Por nuestra parte, reiteramos que el acto administrativo, como acto de autoridad
que claramente se distingue del acto legislativo y del acto jurisdiccional
conforme a los atributos que con antelación señalamos, puede comprender
diferentes actos de contenido específico como los llamados "políticos". Lo
"político" es· una de tantas motivaciones y finalidades que pueden no sólo tener
los actos administrativos, sino también los legislativos, posibilidad que elimina,
por ilógica, la distinción que aduce la doctrina. Pudiendo tener el acto
administrativo una variada materialidad causal y teleológica, ésta no altera su
naturaleza, es decir, no excluye ninguno de sus elementos característicos que ya
hemos indicado. Así, tan administrativos son los actos de índole "política" que
ejemplifica Fraga, como los que consisten en otorgar o negar una licencia,
permiso o concesión, en cualquier decreto expropiatorio o en toda orden o
acuerdo
(792)
1103
1018 Op. cit., p. 57.
1104
1019 Ibid., pp. 57 Y 58.
EL PODER EJECUTIVO 355
para ejecutar alguna obra pública. Todos estos actos son administrativa por la
sencilla tazón de que son concretos, particularizados y personalizados, o sea, no
tienen como atributos la abstracción, generalidad e impersonalidad que
peculiarizan a las leyes, y, además, porque no dirimen ninguna controversia o
conflicto jurídico preexistente, distinguiéndose así de los actos jurisdiccionales.
Por consiguiente, todos los actos que constitucional y legalmente puede realizar
el presidente, distintos de los que como legislador excepcional o como
colaborador en el proceso legislativo desempeña y de los jurisdiccionales que
insólitamente puede emitir, son actos administrativos que, a su vez, tienen
diferente contenido, determinado por diversa motivación y teleología. Como ya
dijimos, en aras del principio de juridicidad, tales actos, que en su conjunto
desarrollan la función administrativa; deben traducir el ejercicio de alguna
facultad que integre la competencia constitucional o legal del presidente. Nos
contraeremos a examinar la primera, ya que el estudio de la segunda es un tema
de Derecho Administrativo que no nos incumbe abordar en la presente obra.
a) Facultades de nombramiento
b) Facultades de remoción
(793)
c) Facultades de defensa y seguridad nacionales
Estas facultades las tiene el Presidente de la República como jefe del Ejército,
Guardia Nacional, Armada y Fuerza Aérea, incumbiéndole el mando supremo de
estos cuerpos para hacer frente a la grave responsabilidad que tiene a su cargo,
en el sentido de defender al Estado mexicano, a su territorio y población contra
agresiones exteriores y de asegurar el mantenimiento de las instituciones del
país ante trastornos interiores (Art. 89, frases. VI y VII). Congruentemente con
estas facultades, dicho alto funcionario está también investido con la de declarar
la guerra en nombre de México "previa ley del Congreso de la Unión" (ídem, frac.
VIII).1105
1105
1020 Esta disposición constitucional incurre en el error de considerar que el acto por
virtud del cual el Congreso "declara la guerra" en vista de los datos que le presente el
Ejecutivo (Art. 73, frac. XII), es una ley, ya que carece de los elementos característicos
de ésta, como son la abstracción, impersonalidad y generalidad. Dicha Declaración es un
acto administrativo congresional que asume la forma de decreto, con base en el cual el
presidente puede ejercitar la facultad que le confiere la fracción VIII del artículo 89 de la
Constitución.
1106
1021 Véanse nuestras obras El Juicio de Amparo y Las Garantías Individuales.
EL PODER EJECUTIVO 357
(794)
f) Facultades en relación con la justicia
Es obligación presidencial facilitar al Poder Judicial los auxilios que sus órganos
requieran para el expedito ejercicio de sus funciones (Art. 89, frac. XII) mediante
la suministración de la fuerza pública necesaria a efecto de que los jueces y
tribunales puedan hacer cumplir coactivamente sus determinaciones en cada
caso concreto.
1107
1022 El indulto necesario es el que se ordena por la Suprema Corte o el Tribunal
Superior del Distrito Federal tratándose de delitos federales o locales, respectivamente,
y en los casos a que aluden los artículos 560 y 614 de los Códigos Procesales Penales
mencionados, debiendo el presidente concederlo obligatoriamente.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 358
(795)
atribución respectiva la tiene el Congreso de la Unión con las limitaciones a que
aludimos con antelación en esta misma obra.1108
i) Facultad expropiatoria
C. Facultades jurisdiccionales
Durante el tiempo de su encargo el titular del Poder Ejecutivo Federal sólo puede
ser acusado de traición a la Patria y delitos graves del orden común. Así lo
dispone el párrafo segundo del artículo 108 constitucional. Sin embargo, la
persona que haya ocupado este elevado cargo ya no goza, evidentemente, de
este fuero inmunidad, que únicamente lo tiene el presidente durante el período
de ejercicio de sus funciones como tal.
(797)
b) Por lo que concierne a la responsabilidad penal de un ex-presidente, su
exigencia, por conducto del Ministerio Público, tendría que basarse en la
comprobación plena de los hechos delictivos que la hagan surgir y en pruebas
idóneas que acrediten su probable responsabilidad en su comisión. Debe
advertirse, por otro lado, que si bien es cierto que el Presidente de la República,
durante el tiempo de su 'encargo, sólo puede ser acusado por traición a la Patria
y por delitos graves del orden común, la persona que hubiese tenido dicho
carácter, ya como simple ciudadano, sí puede ser acusado por cualquier delito
que hubiese perpetrado durante su gestión presidencial, aunque, como ya se
dijo, el ejercicio de la acción penal en su contra debe fundarse en las condiciones
anteriormente apuntadas, que son de muy difícil satisfacción.
(798)
hacerse efectiva contra el Estado, cuando el funcionario directamente
responsable no tenga bienes, o los que tenga no sean suficientes para responder
del daño causado".
La Nación, que es una persona moral así concebida jurídicamente por el artículo
25 fracción I de dicho Código, y que equivale heterodoxamente a la Federación,
está representada por el Procurador General de la República en todos los
negocios en que sea parte, según lo prescribe el artículo 102 constitucional en su
apartado A, parágrafo cuarto. En otras palabras, es dicho Procurador el que tiene
la obligación de promover contra el ex presidente responsable, violador del
artículo 87 de la Constitución, el juicio respectivo ante el Juez de Distrito
competente, substanciable según las disposiciones conducentes del Código
Federal de Procedimientos Civiles. Contra el fallo que dicho Juez Federal emita
procederá la apelación ante la Suprema Corte de Justicia conforme a lo
establecido en la fracción III del artículo 105 constitucional.
(799)
procesos o controversias en que sea parte, como en el caso del artículo 87
constitucional. Su designación podría hacerla el Senado de entre una lista de
juristas que le presentara, por ejemplo, la Facultad de Derecho de la UNAM y que
reunieran las mismas cualidades requeridas para ser ministro de la Suprema
Corte, aboliéndose, además, la facultad presidencial de libre remoción. De esta
manera se desvincularía al Presidente de la República de la procuración de
justicia en cuyo ámbito no debiera actuar, ya que esta función no es
administrativa sino ejercitable en la esfera jurisdiccional a la que el Ejecutivo
Federal debe ser ajeno. Estas proposiciones generales asegurarían la efectividad
real de la responsabilidad constitucional del Presidente prevista en el invocado
artículo 87 y contribuirían a sanear el gobierno presidencial y eliminar la
impunidad de quienes lo hayan desempeñado.
Por otra parte, debe hacerse la observación de que cualquier persona física o
moral tiene el derecho de pedir por escrito y de manera pacífica y respetuosa al
Procurador de la República, que ejercite en nombre de la Nación la acción
indemnizatoria a que se ha hecho referencia, teniendo dicho funcionario la
obligación de contestar, también -por escrito, la citada solicitud, dando a conocer
la respuesta en breve término a la peticionaria conforme a lo dispuesto en el
artículo 8 de la Constitución. En el supuesto de que se omita tal respuesta o ésta
EL PODER EJECUTIVO 363
(800)
jerárquico al secretario respectivo, quien es subordinado directo e inmediato del
presidente.
Sin embargo, no debe considerarse que esta hipótesis, que se registra con
frecuencia en la legislación administrativa, signifique el quebrantamiento de la
(801)
unipersonalidad del Ejecutivo que caracteriza al sistema presidencial conforme al
orden constitucional mexicano, ya que, por ficción, todos los actos de los
secretarios del despacho son referibles al presidente, en cuanto que éste,
aunque no tuviese competencia legal para realizarlos, sí responde políticamente
de ellos y de sus consecuencias en los diversos campos de su incidencia. Con
base en esa ficción, don Cabina Fraga sostiene que, merced a ella, "los actos de
un Secretario de Estado no pueden jurídicamente ser revisados en la vía
jerárquica por el Presidente de la República, porque falta esa jerarquía desde el
momento en que el acto del Secretario es acto del Presidente".1115
(802)
sentido de ser meros colaboradores del presidente, en quien sólo se deposita la
función administrativa federal. El refrendo tradicionalmente ha sido, en Derecho
privado y público, el medio por el cual se legaliza algún acto proveniente de los
órganos estatales, dando fe de la autenticidad de la firma de la persona que
funja como su titular. Desde este punto de vista, el secretario del despacho,
como refrendatario de los actos presidenciales a que se refiere el artículo 92 de
la Constitución, no es sino un simple autentificador de la firma del presidente
que calce los documentos en que tales actos consten. El tratadista Felipe Tena
1116
1028 Compilación 1917-1965. Tesis 224. Sala Administrativa. Tesis 510 del Apéndice
1975, Segunda" Sala. Idem Tesis 402 del Apéndice 1985, Segunda Sala.
1117
1028 bis Esta disposición está corroborada por la jurisprudencia de la Suprema Corte.
Cfr. tesis 101 del Apéndice 1985, Pleno. Sin embargo, tratándose del acto de
promulgación de una ley, que proviene del Presidente de la República, dicho alto tribunal
ha sostenido, en una tesis jurisprudencial posterior, que basta el refrendo de tal acto que
otorgue el Secretario de Gobernación, sin que sea necesario el de los Secretarios a cuyo
ramo corresponda la ley promulgada. (Gaceta del Semanario Judicial de la Federación.
Núm. 26, marzo-julio de 1988).
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 366
Ramírez adscribe al refrendo secretarial otras dos finalidades que hace consistir
en limitar la actuación presidencial y "trasladar la responsabilidad del acto
refrendado, del jefe del gobierno al ministro refrendatario".1118 La finalidad
limitativa, que podría estribar en la ineficacia de los actos del presidente por
negativa del refrendo según el precepto constitucional invocado, es más
aparente que real, ya que, correspondiendo a este alto funcionario la facultad de
nombrar y remover libremente a los secretarios del despacho (Art. 89, frac. II),
bastarían la destitución del secretario reticente y la designación del sustituto
adicto para que el consabido requisito de eficacia se satisficiera plenamente.
Así lo considera dicho autor al afirmar que " ... si un Secretario de Estado se
niega a refrendar un acto del presidente, su dimisión es inaplazable, porque la
negativa equivale a no obedecer una orden del superior que lo ha designado
libremente y que en igual forma puede removerlo", añadiendo que "Es cierto que
el Presidente necesita contar, para la validez (sic)1119 de su acto, con la voluntad
del Secretario del ramo, pero no es preciso que cuente con la voluntad
insustituible de determinada persona, puesto que puede a su arbitrio mudar a
las personas que integran su gabinete." 1120 De estas ideas concluye Tena
Ramírez que "El refrendo, por lo tanto, no implica en nuestro sistema una
limitación insuperable, como en el parlamentario; para ello sería menester que el
Presidente no hallara a persona alguna que, en funciones de Secretario, se
presentara a refrendar el acto. El refrendo, en el sistema presidencial, puede ser
a lo sumo una limitación moral; cuando un Secretario de relevante personalidad
pública no presta su asentimiento por el refrendo a un acto del Presidente, su
negativa puede entrañar una reprobación moral o política que el Jefe del
Ejecutivo, consciente de su responsabilidad, debe tenerlo en cuenta." 1121
(803)
obran en nombre de aquél y son designados libremente por él mismo.” No
debemos olvidar que la irresponsabilidad política de los secretarios del despacho
existe sólo a- nivel jurídico, ya que en el ámbito de la facticidad estos
funcionarios sí son políticamente responsables. Además, dicha irresponsabilidad
no excluye la penal, que sí es jurídica, por los delitos del orden común y oficiales
1118
1029 Derecho Constitucional Mexicano, pp. 245 y 246. Edición 1968.
1119
1 030 En puridad jurídica, el refrendo no es requisito de validez del acto presidencial,
sino condición de eficacia.
1120
1031 Ya hemos hecho la observación de que en nuestro sistema presidencial no
existe gabinete como cuerpo colegiado de secretarios del despacho con implicación,
facultades y funcionamiento propios.
1121
1033 ldem, p. 247.
EL PODER EJECUTIVO 367
que puedan cometer, cuestión ésta que abordamos con antelación en esta
misma obra.1122
"Los Secretarios del Despacho, luego que esté abierto el periodo de sesiones
ordinarias, darán cuenta al Congreso del estado que guarden sus respectivos
ramos agregando que cualquiera de las Cámaras podrá citarlos "para que
informen, cuando se discuta una ley o se estudie un negocio relativo a su
respectivo ramo."
(804)
la propia facultad consistió en que las Cámaras legisladoras deben estar bien
informadas Para discutir las iniciativas de ley que se formulen en relación con
1122
1034 Véase Capitulo sexto, parágrafo IV, apartado B, inciso e).
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 368
(805)
La interpretación literal del artículo 93 constitucional condujo a la aparente
necesidad de reformarlo para el efecto de que también los Jefes de
Departamentos Administrativos y los Directores y Administradores de
Organismos Descentralizados y Empresas de Participación Estatal tuviesen las
obligaciones que dicho precepto impone a los Secretarios de Estado. La
mencionada reforma la estimamos innecesaria por las razones que acabamos de
exponer en líneas anteriores, toda vez que la interpretación teleológico-causal
del invocado artículo 93 auspicia la conclusión de que éste, antes de modificarse,
comprendía a los funcionarios distintos de dichos Secretarios.1123
Dicha adición está concebida en los siguientes términos: "Las Cámaras, a pedido
de una cuarta parte de sus miembros tratándose de los diputados, y de la mitad,
si se trata de los senadores, tienen la facultad de integrar comisiones para
investigar el funcionamiento de dichos organismos descentralizados y empresas
de participación estatal mayoritaria. Los resultados de las investigaciones se
harán del conocimiento del Ejecutivo Federal."
(806)
Las consideraciones transcritas son lo suficientemente explícitas para justificar la
adición mencionada que se practicó al artículo 93 constitucional. Abundando en
las ideas que la informan, debemos recordar que los organismos paraestatales,
es decir, los descentralizados y las empresas de participación del Estado,
implican en la actualidad un sector muy importante en la actividad
socioeconómica de México. Su patrimonio y los ingentes recursos que manejan
convierten a dichos organismos en factores de suma trascendencia ·para la vida
del país. Aunque estrictamente no forman parte de la administración pública
propiamente dicha, o sea, en su connotación clásica y formal, sus actividades sí
inciden en diferentes ramos conectados estrechamente con dicha
administración. A pesar de que su creación ha obedecido a un imperioso
fenómeno de descentralización o desconcentración administrativa, el
funcionamiento' de dichos organismos está controlado por el Ejecutivo Federal y
ahora, como consecuencia de la indicada adición constitucional, por las Cámaras
que componen el Congreso de la Unión.
Fácilmente se advierte que con motivo de dicho control, los indicados cuerpos
legislativos' ya no solamente reciben información de los directores de los
organismos paraestatales, sino que pueden ejercitar facultades investigatorias
acerca de sus actividades y situación financiera, con el objeto de excitar al
Presidente de la República para que, en su caso, tome las medidas pertinentes
en el supuesto de que, de la averiguación que se practique, resulten anomalías e
incluso responsabilidades de carácter civil o penal para sus funcionarios.1124
1124
1035bis Atendiendo al principio de autonomía, es evidente que la UNAM, como
institución descentralizada del Estado, no está sujeta a la facultad camaral de referencia.
EL PODER EJECUTIVO 371
(807)
"Departamento Administrativo" obedece a que la importancia del ramo que a
aquélla pertenece es mayor que la del que corresponde a éste. Si este criterio
puede ser atendible desde un punto de vista práctico, no existe ninguna razón
jurídica que justifique tal distinción, pues dentro del sistema presidencial tanto
los secretarios del despacho como los jefes de dichos departamentos son
simples colaboradores del presidente." quien puede designar y remover
libremente a unos y otros. Tampoco hace valedera la mencionada distinción, la
diversidad de actividades que en el Congreso de Querétaro se supuso que debía
existir entre las realizables por una secretaria y las desplegables por un
departamento administrativo, pues ambos tipos de entidades desarrollan dentro
de su respectivo ramo la administración pública del Estado en funciones técnica,
política y económicamente coordinadas que no admiten ninguna separación
dinámica tajante que rompa la situación de igualdad jurídica que debe existir
entre todos los colaboradores inmediatos y directos del presidente.
(808)
fracclon XV, constitucionales, aunque este último precepto, tratándose del juicio
de amparo, personifique al Ministerio Público Federal en el Procurador General
de la República o en el agente que éste designare.
1128
1038 Prólogo a la monografía intitulada "La Misión Constitucional del Procurador
General de la República", de los licenciados Luis Cabrera y Emilio Portes Gil. Segunda
Edición 1963, p. 18.
1129
1039 Circular de 13 de septiembre de 1932. Inserta en la monografía mencionada,
pp. 31 a 33.
EL PODER EJECUTIVO 373
ayude en la lucha por el derecho, es decir, un órgano del poder público que se
encargue de vigilar la aplicación de la ley, ilustrando a los jueces y ejercitando
las acciones del orden público en defensa de la sociedad; este órgano es el
Ministerio público".1130
Las funciones que se acaban de reseñar son las que constitucionalmente
incumben al Ministerio Público Federal como institución social, correspondiendo
su desempeño a los distintos órganos que lo integran dentro del sistema
jerárquico establecido por la ley respectiva y en el que el procurador de la
República tiene la categoría suprema. Ahora bien, este funcionario,
individualmente considerado, está investido con facultades específicas distintas
de las que conciernen a las expresadas funciones. Tales facultades las tiene en
su carácter de "procurador de la República", es decir, de ((representante de la
Federación" 1131 en los casos que señala el artículo 102 constitucional, pudiendo
al respecto intervenir "personalmente en las controversias que se susciten entre
(809)
dos o más Estados de la Unión, entre un Estado y la Federación y entre los
poderes de un mismo Estado" (párrafo tercero); tener injerencia, por sí o por
conducto de alguno de los agentes del Ministerio Público Federal; en todos los
negocios en que la Federación sea parte, en los casos de los diplomáticos y
cónsules generales, y en los demás en que deba intervenir dicha institución
(párrafo cuarto); y fungir como consejero jurídico del gobierno (párrafo
quinto) .1132
1130
1040 Op. cit., p. 47.
1131
1041 En efecto, si "procurador" significa "representante jurídico" es evidente que el
"Procurador de la República" representa jurídicamente a ésta como equivalente a
"Estado Federal" o "Federación".
1132
1042 Respecto de esta última función, don Alfonso Noriega considera que "es, sin
duda alguna, una muy importante novedad introducida por la Constitución de 1917 y
consignada por primera vez en el proyecto que don Venustiano Carranza, corno Primer
Jefe del Ejército Constitucionalista, presentó a la consideración del Congreso
Constituyente de Querétaro,"
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 374
(810)
intereses del Estado Federal, máxime si se toma en cuenta que es, además, el
consejo jurídico de su gobierno. No es conveniente para el buen funcionamiento
de las instituciones jurídicas y la consecución de las finalidades que persiguen,
que en un mismo órgano estatal converjan funciones incompatibles,
convergencia que se registra dentro del ámbito competencial del procurador,
quien, por ser simultáneamente jefe del Ministerio Público Federal y
representante jurídico de la Federación, siempre se encuentra ante un dilema
potencial o actualizado. En efecto, la primera calidad lo constriñe a velar por el
acatamiento cabal y la debida aplicación de las normas constitucionales y
legales que deben servir de base para la solución atingente de las controversias
jurídicas en que intervenga con legitimación distinta de la de las partes. Este
deber lo tiene que cumplir a pesar de que su observancia signifique la afectación
de los intereses de la Federación, y como al mismo tiempo es representante
jurídico de esta entidad, tiene la obligación de pretender que los fallos que se
dicten en los juicios en que su representada sea parte, sean favorables a ésta.
La incompatibilidad constitucional a que nos referimos fue señalada con toda
precisión y con acopio de argumentos por el licenciado Luis Cabrera en una
ponencia que presentó en el Congreso Jurídico Nacional celebrado durante el
mes de septiembre de 1932 bajo el patrocinio de la Barra Mexicana de
Abogados. En dicha ponencia, el mencionado jurista propugnó la escisión de las
EL PODER EJECUTIVO 375
(811)
de subordinación al Poder Ejecutivo, que tiene el Ministerio Público en su calidad
de consejero jurídico y representante judicial del mismo Poder.
(812)
B. Somera referencia histórica
Según afirma Alfonso Noriega, "La figura del Fiscal fue llevada con facultades
muy diversas y complejas a la organización de las Reales Audiencias, núcleo
central de la organización política de las colonias españolas en América, creadas
1133
1043 La Misión Constitucional del Procurador General de la República, pp. 60, 61 y
62, 69 a 71.
EL PODER EJECUTIVO 377
por los monarcas 'para que nuestros vasallos tengan quien los rija y. gobierne en
paz y en justicia y que fueron, sin duda, tribunales de prestigio superior a las
audiencias de España, no sólo por el esplendor desplegado por algunas, sino
principalmente por su influjo decisivo para la prosperidad y administración de los
territorios.
"El Fiscal de las Reales Audiencias era, según lo define un comentarista, 'la voz e
imagen del rey', y de acuerdo con la Real Cédula de 29 de agosto de 1570,
asistía a la audiencia, aunque no hubiese causas fiscales, y se sentaba en el
tribunal al lado del oidor más moderno y debajo del dosel." 1134
(813)
los órganos judiciales federales, sin haber sido titular de la acción penal, pues
ésta sólo la podía ejercitar el Fiscal "en grado" o sea, en instancias ulteriores a la
primera "en los procesos instruidos contra los presuntos responsables de delitos
de la competencia de los Tribunales de la Federación" (Art. 65, fracción III). 1137
1134
1044 Ley 12, título 18, partida cuarta.
1135
1045 Op. cit., pp. 11 Y 12.
1136
1046 Como la referencia a los preceptos de nuestros diferentes documentos
constitucionales que se refieren a tales funcionarios no sería sino una defectuosa
reiteración de la sinopsis histórica que formula dicho jurista, en obvio de repeticiones
inútiles y fatigosas nos adherimos a los comentarios que la integran (PP. 12 a 16 de la
obra invocada).
1137
1047 La fisonomía orgánica y funcional del Ministerio Público comenzó a perfilarse,
sin embargo, desde la Ley de Jurados en Materia Criminal para el Distrito Federal
promulgada por el Presidente Juárez en julio de 1869, cuyo articulo 23 calificó al
Promotor Fiscal como "representante del Ministerio Público". A su vez, los Códigos de
Procedimientos Penales de 1880 y de 1889 ya comenzaron a desligar a dicha institución
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 378
Dado el interés que ofrecen las razones que para apoyar estos objetivos adujo el
ilustre varón de Cuatro Ciénegas, no nos podemos resistir a transcribirlas:
"Las leyes vigentes, dice, tanto en el orden federal como en el común, han
adoptado la institución del Ministerio Público, pero tal adopción ha sido nominal,
porque la {unción asignada a los representantes de aquél tiene carácter
meramente decorativo para la recta y pronta administración de justicia.
"La sociedad entera recuerda horrorizada los atentados cometidos por jueces
que, ansiosos de renombre, veían con positiva fruición que llegase a sus manos
un proceso que les permitiera desplegar un sistema completo de opresión, en
muchos casos contra personas inocentes, y en otros contra la tranquilidad y el
honor de las familias, no respetando, en sus inquisiciones, ni las barreras mismas
que terminantemente establecía la ley.
. "La misma organización del Ministerio Público, a la vez que evitará ese sistema
procesal tan vicioso, restituyendo a los jueces toda la dignidad y toda la
respetabilidad de la magistratura, dará al Ministerio Público toda la importancia
que le corresponde, dejando exclusivamente a su cargo la persecución de los
delitos, la busca de los elementos de convicción, que ya no se hará por
procedimientos atentatorios y reprobados, y la aprehensión de los delincuentes.
Nadie puede negar, con vista a lo que se acaba de expresar, que en la órbita
jurídica el Presidente está sometido al control legislativo y al control judicial, el
cual sí se ejerce en la realidad. Si el control legislativo no se desempeña en el
mundo de la facticidad política de nuestro país, no es por deficiencias de nuestra
Constitución, sino porque, generalmente, los diputados y senadores no cumplen
con el deber que este ordenamiento supremo les impone. Esta situación de
hecho obedece a diferentes factores inherentes a la estructura política y
humana, no de derecho, de México, los cuales a su vez reconocen como causa
primordial la falta de vida democrática plena de nuestro país, que
afortunadamente se ha venido superando en los últimos tiempos.
(815)
Es interesante recordar que el tratadista Jorge Carpizo con todo acierto señala
las causas que denomina "facultades metaconstitucionales del presidente", que
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 380
1139
1048 bis El Presidencialismo Mexicano. Edición 1978, pp. 221 y 224-.
EL PODER EJECUTIVO 381
(816)
no se ha actualizado en nuestra realidad política es porque dichos partidos,
llamados "de oposición", no han arraigado suficientemente en la conciencia
ciudadana para contrarrestar la influencia que en ella ejerce el partido
predominante u "oficial". Es verdad que esa influencia se crea y mantiene con
una profusa y muy costosa propaganda cuya solvencia proviene del erario
nacional, privilegio del que no gozan los demás partidos políticos; pero también
es cierto que gracias a esta situación, que pudiera antojarse antidemocrática,
México ha conservado su estabilidad política y evitado la anarquía y la violencia
que en otros países de incipiente democracia han sembrado incertidumbre,
zozobra y temor.
1140
1048c A propósito del presidencialismo mexicano el escritor peruano Mario Valgas
Lioso lanzó la afirmación de que "México es la dictadura perfecta". Aseveró que la
"dictadura perfecta no es el comunismo, no es la Unión Soviética, no es Fidel Castro: Es
México. Porque es la dictadura camufiada de tal modo que puede parecer no ser una
dictadura, pero tiene de hecho, sin descargo, todas las características de la dictadura, no
de un hombre, pero sí de un partido, un partido que es inamovible, un partido que
concede suficiente espacio para la crítica en la medida en que esa crítica le sirve porque
confirma que es un partido democrático, pero que suprime por todos los medios -incluso
los peores-, aquella crítica que de alguna manera pone en peligro su permanencia. Una
dictadura que además ha creado una retórica que lo justifica, una retórica de izquierda
para la cual, a lo largo de su historia, reclutó muy eficientemente a los intelectuales, a la
inteligencia. Yo no creo que haya en América Latina ningún caso de sistema de dictadura
que haya reclutado tan eficientemente al medio intelectual, sobornándolo de una
manera muy sutil a través de trabajos, a través de nombramientos, a través de cargos
públicos, sin exigirle una duración sistemática como hacen los dictadores vulgares; por el
contrario pidiéndole, más bien, una actitud crítica, porque esa era la mejor manera de
garantizar la permanencia de ese partido en el poder.
Un partido de derecho único, porque era el partido que financiaba a los partidos
opositores.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 382
Esa dictadura es una dictadura, es decir, puede tener otro nombre, una dictadura muy
'sui generis', muy especial, muy diferente pero tanto es una dictadura, que todas las
dictaduras latinoamericanas -desde que yo tengo uso de razón- han tratado de crear
algo equivalente al PRI en sus propios países". (Uno más Uno, jueves 30 de agosto de
1990).
Los asertos de Vargas Llosa revelan un doble desconocimiento, a saber, el del concepto
de "dictadura" y el de la realidad política mexicana. En el primer caso ignora dicho
escritor peruano qué implica la idea de "dictadura", la cual entraña un gobierno que se
ejerce fuera o contra del
orden jurídico. En México, a pesar del presidencialismo, según dijimos, cuando menos se
cumple formalmente con la Constitución y con la ley. En el segundo caso, nuestro
"presidencialismo" no elimina los elementos esenciales de toda democracia y que en
esta misma obra hemos explicado. En nuestro país se vive un ambiente de libertad,
circunstancia que nadie puede negar sensata y válidamente. Todos los ciudadanos
tienen libertad política y la ejercen no solamente en las urnas electorales sino en la
afiliación al partido que más les simpatice y en la formación de grupos y asociaciones
políticas. En la falsa "dictadura perfecta" de que habla Vargas Llosa, es decir, en México,
funciona el pluripartidismo, la confrontación y concertación de ideas y de tendencias
políticas, la amplia discusión parlamentaria entre los diputados de diferente filiación
partidista e ideológica. En nuestras universidades e instituciones de cultura en general
impera la libertad de cátedra y la libre emisión del pensamiento en todos los ámbitos del
quehacer humano. Estas breves anotaciones desmienten categóricamente el punto de
vista de Vargas Llosa acerca de nuestra realidad política y lo ostentan como una persona
que, a pesar de ser un respetable escritor, es un ignorante de nuestro sistema político e
iincluso de nuestro presidencialismo.
EL PODER JUDICIAL 383
CAPITULO NOVENO
EL PODER JUDICIAL
Sumario I. Consideraciones previas: A. Observaciones conceptuales y
terminológicas; B. La dualidad de funciones jurisdiccionales de los tribunales
federales: a) La función judicial propiamente dicha; b) La función de control
constitucional. —II. La Suprema Corte. Situación anterior a las reformas que
entraron en vigor el l de enero de 1995: A. Sus miembros competentes
(ministros): a) Su nombramiento; b) Su remuneración; c) La suplencia; d)
Renuncias y licencias; e) El juicio político (inamovilidad); B. Su competencia (de
la Corte): a) En cuanto a la función judicial propiamente dicha; b) En cuanto a la
función jurisdiccional de control constitucional; c) Actos administrativos diversos;
d) Su intervención en materia política; e) Necesaria capacitación de la Corte para
iniciar leyes. —III. Los Tribunales de Circuito (Ideas generales). —IV. Los Jueces
de Distrito: A. Función judicial propiamente dicha: a) Juicios civiles y penales
federales; b) Juicios sobre derecho marítimo; c) Casos concernientes a los
miembros del cuerpo diplomático y consular; d) Controversias entre un Estado y
uno o más vecinos de otro; B. Función jurisdiccional de control constitucional. —
V. La inamovilidad judicial. —VI. Exclusividad en el desempeño del cargo. La
hipótesis del artículo 101 constitucional. —VII. Breve reseña histórica. —VIII.
Necesaria reestructuración competencial y humana del Poder Judicial Federal. —
XI. Reforma judicial iniciada por el Presidente Ernesto Zedillo Ponce de León: A.
Introducción; B. Composición de la Suprema Corte; C. Falta de independencia de
la Corte; D. Segregación de la Corte el Control de legalidad; E. Consejo de la
Judicatura Federal; F. Supresión del principio e inamovilidad; G. Las acciones de
inconstitucionalidad; H. Las controversias constitucionales; 1. Demarcación de
competencia de la Suprema Corte; J. Afectación del principio de división de
poderes; K Principales modificaciones que deben hacerse a la reforma judicial del
Presidente Ernesto Zedillo Ponce de León; L. El Tribunal Federal Electoral.
I. CONSIDERACIONES PREVIAS
A. Observaciones conceptuales y terminológicas
La locución “poder judicial” suele emplearse, como se sabe, en dos sentidos que
son: el orgánico y el funcional Conforme al primero, que es impropio aunque
muy usual, el “poder judicial” denota a la judicatura misma, es decir, al conjunto
de tribunales federales o locales estructurados jerárquicamente y dotados de
distinta competencia. Bajo el segundo sentido, dicho concepto implica la función
o actividad que los órganos judiciales del Estado desempeñan, sin que sea total
y necesariamente jurisdiccional, puesto que su ejercicio también comprende, por
excepción, actos administrativos. Tampoco la función jurisdiccional sólo es
desplegable por los órganos judiciales formalmente considerados, ya que es
susceptible de ejercitarse por órganos que, desde el mismo punto de vista, son
administrativos o legislativos. Así, en los dos capítulos retro próximos aludimos a
los casos en que el Presidente de la República y el Congreso de la Unión, a
través de sus dos Cámaras, desempeñan la función jurisdiccional, sin que
ninguno de tales órganos del Estado sea de
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 384
821
ellos mediante el control de sus actos. La función judicial propiamente dicha de
los tribunales federales consiste, por ende, en resolver controversias jurídicas de
diferente naturaleza sin perseguir ninguno de los objetivos indicados,
traduciéndose su ejercicio en los llamados “juicios federales”, esencialmente
distintos del amparo, y que pueden ser civiles lato sensu, o sea, mercantiles y
civiles stricto sensu, penales y administrativos, conociendo de ellos en primera
instancia los jueces de Distrito.
Los juicios civiles stricto sensu del orden federal pueden ser ordinarios,
ejecutivos, de concurso, sucesorios, etc., según se desprende de los artículos
322, 400, 504, 510, etc., del Código Federal de Procedimientos Civiles.
Los juicios mercantiles, en los cuales encuentran aplicación principal diversas
leyes como la de Títulos y Operaciones de Crédito, el Código de Comercio, la Ley
General de Sociedades Mercantiles, etc., pueden ser ordinarios o ejecutivos, en
atención a lo preceptuado por los artículos 1377 y 1391 del segundo de los
ordenamientos mencionados, aparte de los procedimientos especiales como el
de quiebras, suspensión de pagos, registro de sociedades, etc., establecidos y
regulados por diferentes cuerpos de leyes. Tratándose de juicios civiles federales
en sentido estricto como de los mercantiles, cuando la aplicación de las leyes
federales respectivas afecte sólo intereses particulares, el interesado puede
ocurrir a los tribunales federales o bien a los jueces del orden común, existiendo
en este caso lo que se llama jurisdicción concurrente, opuesta a la k, en la que la
competencia se reserva separadamente a cualquiera de dichos dos órdenes de
órganos jurisdiccionales.
En cuanto a los juicios de carácter administrativo, éstos se revelaban
principalmente en los llamados “de oposición”, suscitados entre el particular
afectado por un impuesto fiscal y la Secretaría de Hacienda en los diversos casos
que la ley relativa señalaba, y que propiamente quedaron eliminados (los juicios
de oposición) por la creación del Tribunal Fiscal de la Federación, de primero de
enero de 1937, cuya competencia está señalada por el Código Fiscal de la
Federación y en su ley orgánica. Otros juicios de carácter administrativo por ser
de tal naturaleza la materia jurídica sobre la que versaban, eran, por ejemplo, los
llamados revocatorios, en los cuales, como su nombre lo indica, se pretendía la
revocación de las resoluciones que sobre registro, invasión, etc., dictaba la
Secretaria de la Economía Nacional respecto de marcas, patentes y nombres
comerciales, y cuyo procedimiento estaba previsto por el ordenamiento de la
materia (Ley de Patentes, Marcas y Nombres Comerciales, de 26 de junio de
1928, ya abrogada).
También incumbe a los Tribunales Colegiados de Circuito, fuera del juicio de
amparo, el conocimiento de los recursos de revisión “que se interpongan Contra
las resoluciones definitivas de los tribunales contencioso-administrativos creados
por el Congreso de la Unión en los términos de la fracción XXIX H del artículo 73
de la Constitución que ya mencionamos.
Debemos advertir que la procedencia del recurso de revisión en el caso
señalado, queda sujeta a lo que dispongan las leyes federales ordinarias que
instituyan a los tribunales de lo contencioso-administrativo o que establezcan el
procedimiento para dirimir las controversias de que deban conocer. Ahora bien,
si dichas leyes no consignan la procedencia de tal recurso, contra las
resoluciones definitivas que dicten los citados tribunales será ejercitable por los
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 386
el cual era aquel que se daba contra las sentencias pronunciadas en segunda
instancia en los juicios en que se hubieran aplicado leyes federales, la Suprema
Corte sí conocía en tercera instancia de tales asuntos, desplegando de esta
manera la función judicial propiamente dicha no sólo en forma originaria, sino
también en forma derivada. Lo que hemos dicho del recurso de súplica, ya
desaparecido, por lo que respecta a la formación de una tercera instancia en la
Suprema Corte, podemos afirmarlo acerca del de casación en los juicios
mercantiles que se hubiesen ventilado ante la jurisdicción federal, por idénticas
razones.
La tendencia a considerar a la Suprema Corte como tribunal revisor de
sentencias pronunciadas por órganos jurisdiccionales inferiores en casos
diversos del juicio de amparo renació mediante la adición que se introdujo al
artículo 104 constitucional el 31 de diciembre de 1946, en el sentido de facultar
al Poder Legislativo de la Unión para establecer recursos ante ella contra
resoluciones judiciales recaídas en procedimientos en que la Federación sea
parte. Así, ejercitando dicha facultad, el Congreso reformó el Código Fiscal
Federal consignando el recurso de revisión ante la Segunda Sala de la Suprema
Corte contra las sentencias dictadas por el Tribunal Fiscal de la Federación en
negocios cuya cuantía excediese de cincuenta mil pesos.1141 Por virtud de dicho
recurso, la Corte readquirió la competencia derivada que tenía cuando existían
los recursos de súplica y casación, fungiendo como órgano revisor supremo de
las resoluciones pronunciadas por dicho Tribunal Fiscal en los casos ya referidos.
Además, por reforma introducida a la fracción I del artículo 104 constitucional 1142
se previó que las leyes federales puedan instituir tribunales de lo contencioso-
administrativo y que las mismás puedan establecer el recurso de revisión ante la
Suprema Corte contra los fallos definitivos que dicten los propios tribunales. De
esta manera se corroboró la tendencia a considerar al mencionado órgano
judicial federal como tribunal revisor de las sentencias dictadas en juicios
administrativos, readquiriendo la competencia derivada a que hemos aludido.
Sin embargo, mediante la Reforma judicial de 1986 se segregó de la
competencia de la Suprema Corte la hipótesis a que nos referimos para atribuirla
a los Tribunales Colegiados de Circuito, según ya se dijo. (Art. 104, frac. primera,
inciso I-B). También se releyó a la Corte, por virtud de la mencionada Reforma,
del conocimiento de los conflictos competenciales entre los tribunales de la
Federación, entre éstos y los de los Estados o entre los de un Estado y otro para
imputar la resolución respectiva al “Poder Judicial Federal”
824
en los términos de la “ley respectiva” (art. 106 Const.). Esta “ley” debe ser la
Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación que no contiene ninguna
prevención acerca de si los Jueces de Distrito o los Tribunales de Circuito,
unitarios o colegiados, tienen la competencia a que se contrae el artículo 106
constitucional, omisión que produce la inaplicabilidad práctica de este precepto
1141
Posteriormente, y hasta antes de las Reformas de 1967, dicho monto se redujo a la
cantidad de veinte mil pesos.
1142
El Decreto reformativo correspondiente se publicó en el Diario Oficial el 25 de
octubre de 1967.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 388
826
II. LA SUPREMA CORTE SITUACION ANTERIOR A LAS REFORMÁS
QUE ENTRARON EN VIGOR EL 1 DE ENERO DE 1995
A. Sus miembros componentes (ministros)
a) Su nombramiento
Dicho alto tribunal se compone de veintiún ministros numerarios y cinco
supernumerarios o suplentes, según lo dispone el artículo 94 constitucional. El
nombramiento de unos y otros1144 proviene del Presidente de la República quien
1143
Revista El Derecho. Tomo 1, p. 51.
1144
Los requisitos para la nominación los consigna el artículo 95 de la Constitución y son
los siguientes: “1. Ser ciudadano mexicano por nacimiento, en pleno ejercicio de sus
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 390
derechos políticos y civiles. II. No tener más de sesenta y cinco años de edad, ni menos
de treinta y cinco, el día de la elección. III Poseer el día de la elección, con antigüedad
mínima de cinco años, título profesional de abogado, expedido por la autoridad o
corporación legalmente facultada para ello. IV. Gozar de buena reputación y no haber
sido condenado por delito que amerite pena corporal de más de un año de prisión; pero
si se tratare de robo, fraude, falsificación, abuso de confianza u otro que lastime
seriamente la buena fama en el concepto público, inhabilitará para el cargo, cualquiera
que haya sido la pena, y y. Haber residido en el país durante los últimos cinco años,
salvo el caso de ausencia en servicio de la República por un tiempo menor de seis
meses.
EL PODER JUDICIAL 391
1145
Diario de los Debates. Tomo II, pp. 510 y 511.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 392
1146
Op. cit., pp. 526 y 527.
EL PODER JUDICIAL 393
que dicho órgano judicial funcionase en pleno y en tres salas de cinco ministros
cada una. En diciembre de 1934, se creó una sala más, la de trabajo, acreciendo
éstos a la cantidad de veintiuno y por reforma de 1950 se agregaron a ese
cuerpo cinco ministros supernumerarios.
1150
Dichas sugerencias las formulamos con ocasión del Congreso Nacional de Barras de
Abogados celebrado en el mes de junio de 1972 en la ciudad de México. Además, hemos
formulado un Proyecto de Reformas al Poder Judicial Federal proponiendo la
reestructuración de la Suprema Corte. Tal Proyecto lo incluimos como Apéndice en
nuestra obra “El Juicio de Amparo” desde el año de 1980.
1151
Derecho Constitucional Mexicano. Novena edición, p. 447.
1152
Al comentar el artículo 127 invocado, Tena Ramírez sostiene que éste deriva de la
Constitución de 1857, en la que la prohibición mencionada estaba justificada “al igualar
a los ministros de la Corte con los demás funcionarios, puesto que todos ellos eran de
nombramiento popular. Además, no existía en aquella Constitución un mandamiento
como el actual artículo 94, que se refiere especialmente a la prohibición de disminuir el
sueldo de funcionarios judiciales federales. Pero en la actualidad, cuando los ministros de
la Corte ya no son de elección popular y sí, en cambio, existe una disposición especial en
el artículo 94, respecto a sus emolumentos, el 127 no puede justificarse”. Ante la
incongruencia que existe entre ambos preceptos constitucionales, el mismo autor opina
“que debe prevalecer el artículo 94 dejando así baldía la prohibición de aumentar los
emolumentos de los ministros durante su encargo, que contiene el artículo 127”, “...no
sólo porque ya no se justifica la disposición del 127, referida a los ministros de la Corte,
sino por la razón definitiva de que la disposición del 94 es posterior (por ser reforma de
1928) a la del 127, y como tal deroga a la anterior, es por lo que debe quedar en pie
únicamente lo dispuesto por el artículo 94”, concluyendo que “la duración vitalicia del
cargo de ministro, actualmente en vigor, impediría cualquier aumento en el sueldo
durante todo el encargo de cada ministro” (p. cit., pp. 447 y 448).
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 396
Ahora bien, la situación económica del Poder Judicial Federal no debe quedar
sujeta la exclusiva voluntad del Ejecutivo, específicamente a la del Secretario de
Hacienda. Esta sujeción ha contribuido a provocar el estado financiero
deplorable en que se encuentran los Tribunales de la Federación, inhabitándolos
para adoptar las medidas idóneas al mejoramiento de la administración de
justicia que tienen encomendada, pues con el objeto de establecer un nuevo
Juzgado de Distrito, de crear nuevas plazas o de elevar los emolumentos de los
funcionarios y empleados judiciales o, inclusive, de adquirir mobiliario o de
mejorar las condiciones materiales de
d) Renuncias y licencias
El cargo de ministro de la Corte es renunciable sólo por causas graves, según lo
establece el artículo 99 constitucional, sujetando la calificación de la gravedad al
criterio del Presidente de la República, del Senado y, en su caso, de la Comisión
Permanente. En cuanto a las licencias para separarse transitoriamente del cargo
de ministro, si su duración no excede de un mes, las puede conceder la misma
Suprema Corte y, en el supuesto contrario, sólo el
EL PODER JUDICIAL 835
presidente también con aprobación de cualquiera de los dos órganos
mencionados, debiéndose advertir que ninguna licencia puede rebasar el
término de dos años (Art. 100 Const.), so pena de que opere la separación
definitiva del cargo.
Como fácilmente puede colegirse, bajo el texto primitivo de los artículos 99 ‘y
100 de la Constitución, anterior a las reformas que a estos preceptos se
practicaron en agosto de 1928, la calificación de las causas de renuncia y el
otorgamiento de las licencias que excedieren de un mes, incumbía al Congreso
de la Unión o a la Comisión Permanente.
e) Juicio político (inamovilidad)
El artículo 94 de la Constitución, in fine, dispone que los ministros de la Suprema
Corte sólo pueden ser privados de sus puestos previo juicio de responsabilidad
“en los términos del Título Cuarto” de dicho ordenamiento. Fuera de esta
hipótesis, que con antelación hemos examinado,13 tales funcionarios judiciales
gozan de inamovilidad, tema este que estudiaremos posteriormente.14 Y 14 BIS
B. Su competencia (de la Corte)
Las facultades constitucionales con que está investida la Suprema Corte se
refieren primordialmente, como es lógico y natural, a los dos tipos de funciones
jurisdiccionales en que se desenvuelve el poder de imperio del Estado federal
mexicano, a saber, la judicial propiamente dicha y la de control constitucional,
de las que ya hemos hablado. No obstante, la actividad pública de dicho alto
tribunal no se agota con el ejercicio de las mencionadas funciones, ya que
también puede realizar actos administrativos dentro del marco competencial que
le asigna la Constitución, el cual vamos a describir a continuación.
a) En cuanto a la función judicial propiamente dicha
Debemos recordar que siendo la Suprema Corte un tribunal federal, su
competencia debe integrarse por facultades expresas que en su favor establezca
la Ley Fundamental conforme al principio proclamado en su artículo 124. En
otras palabras, cualquier tipo de controversia o cualquier caso que no se
comprenda en las disposiciones constitucionales que instituyen dichas
13
Cfr. Capítulo sexto, parágrafo IV, apartado D, inciso c).
14
Véase infra, parágrafo V de este mismo capítulo
14 BIS
Por reforma al artículo 94 constitucional según Decreto publicado en el Diario Oficial
de la Federación el 28 de diciembre de 1982, se suprimió la facultad destitutoria
presidencial de los ministros de la Corte y que podía ejercerse “cuando observaran mala
conducta”
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 400
adopten para la marcha y las actividades del país. La elección de tales medios es
propia de aquellos poderes; su elección y su empleo constituyen la política de un
gobierno, y la injerencia del Judicial en tales asuntos sería una intrusión invasora
e intolerable.” 25
En resumen, la simple averiguación de violaciones a las garantías individuales o
al voto público, sin que la Suprema Corte pueda emitir ninguna decisión sobre
los resultados que obtenga, no implicaría, a lo sumo, sino una mera conducta
moral que pudiere influir o no en el ánimo de las autoridades competentes para
dictar las resoluciones compulsorias que procedan. En otras palabras, en el caso
de que dicho alto tribunal constatara la comisión del delito de violación a
garantías individuales, no podría ejercitar contra sus autores la acción penal,
pues ésta es de la exclusiva incumbencia del Ministerio Público. Por otra parte, si
la Corte determinara que se violó el voto público y que en su concepto existiese
duda sobre la legalidad del proceso de elección de los integrantes del Congreso
de la Unión o del Presidente de la República, sólo se concretaría a hacer llegar
los resultados de la investigación correspondiente a los órganos competentes
para decidir lo que proceda, es decir, a la Cámara de Senadores o a la de
Diputados. Por estas razones, consideramos inútil e ineficaz la facultad
investigadora con que en ambos casos se inviste al máximo tribunal del país, el
cual no debe tener injerencia por modo absoluto en materia política.
2. Como ya advertimos en otra ocasión, 25 bis por virtud de las reformas que en
materia política provienen de la iniciativa presidencial de octubre de 1977, a la
Suprema Corte se le asignó la facultad de conocer del recurso de reclamación
contra las resoluciones del Colegio Electoral de la Cámara de Diputados en lo
que atañe a la calificación de sus miembros, según lo indicaba el artículo 60, de
la Constitución. A través del conocimiento de dicho recurso, la Corte podía
determinar si se cometieron “violaciones sustanciales en el desarrollo del
proceso electoral o en la calificación misma”, comunicándolo así a la Cámara de
Diputados “para que emita nueva resolución, misma que tendrá el carácter de
definitiva e inatacable”.
Se comprende con facilidad que tampoco en este caso la Suprema Corte tenía
funciones de autoridad jurisdiccional, ya que su determinación sobre las
violaciones mencionadas sólo producía el efecto de que la referida Cámara
dictara nueva resolución, que pudo acoger o no el criterio de dicho tribunal, y la
cual era inimpugnable.
3. Al aludir a la facultad que tiene la Suprema Corte para averiguar los hechos
que constituyan la violación de alguna garantía individual, dijimos que la
investigación correspondiente la debe encomendar dicho tribunal a alguno de
sus miembros, a algún juez de Distrito o magistrado de Circuito o a uno varios
comisionados especiales, según lo dispone el párrafo segundo del artículo
25 c
Apéndice 1975. Tesis 112. Pleno. Idem, tesis 117 del Apéndice 1985. Pleno.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 410
conocimiento de los dos tipos procedimentales del juicio de amparo dentro del
cuatro competencial que estudiamos en nuestra obra respectiva.27 Huelga decir,
por último, que las dos especies de tribunales de circuito reciben su senda
denominación atendiendo a su integración, ya que los unitarios están
personificados en un sólo magistrado, en tanto que los colegiados se componen
de tres miembros.
IV. LOS JUECES DE DISTRITO
Estos órganos judiciales federales desempeñan, como la Suprema Corte, las dos
funciones jurisdiccionales de que hemos hablado en sus respectivos casos
competenciales. Sus titulares los nombra el Consejo de la Judicatura Federal, el
que, como a los magistrados de Circuito, los puede cambiar de adscripción. La
inamovilidad alcanza a los jueces de Distrito a partir de la ratificación de su
nombramiento una vez fenecido el periodo de seis años por el que inicialmente
son designados (Art. 97 Const., primer párrafo).
A Función judicial propiamente dicha
Ya hemos aseverado que el ejercicio de esta función se traduce en los juicios o
procesos federales distintos del amparo, conociendo de ellos en primera
instancia los jueces de Distrito, cuya competencia se integra con algunos de los
tipos de controversias que prevé el artículo 104 constitucional y a los cuales nos
referiremos a continuación.
a) Juicios civiles y penales federales
Al respecto, la fracción 1 de dicho precepto dispone que los tribunales de la
Federación, o sea, los jueces de Distrito, conocerán “De todas las controversias
del orden civil o criminal que se susciten sobre el cumplimiento y aplicación de
leyes federales o de los tratados internacionales celebrados por el Estado
mexicano. Cuando dichas controversias sólo afecten intereses particulares,
podrán conocer también de ellas, a elección del actor, los jueces y tribunales del
orden común de los Estados o del Distrito Federal. Las sentencias de primera
instancia podrán ser apelables ante el superior inmediato del juez que conozca
del asunto en primer grado.”
Fácilmente se advierte que en este caso la competencia de dichos jueces
federales se surte por modo exclusivo y excluyente de la jurisdicción común,
mediante la concurrencia de dos
26 bis
Como caso excepcional y de acuerdo con el artículo 29 de la Ley Orgánica del Poder
Judicial de la Federación publicada el 26 de mayo de 1995, dichos tribunales son
competentes para conocer: “De los juicios de amparo promovidos contra actos de otros
tribunales unitarios de Circuito, que no constituyan sentencias definitivas, en términos
de lo previsto por la Ley de Amparo respecto de los juicios de amparo indirecto
promovidos ante el juez de Distrito. En estos casos, el tribunal unitario competente será
el más próximo a la residencia de aquél que haya emitido el acto impugnado”. (Frac. 1).
27
El Juicio de Amparo. Capítulo Decimoprimero.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 412
competentes para ventilar todos los negocios que tengan relación con alguna
persona de las aludidas. Nos parece, por consiguiente, que el alcance de la
fracción VI del artículo 104 constitucional es mucho más restringido, en el
sentido de que únicamente debemos incluir dentro de la denominación general
de “casos”, empleada en la disposición en cuestión, aquellos que sean de
naturaleza eminentemente judicial, contenciosa, descartando de ella, por ende,
los que no presenten esta característica. Así, por ejemplo, de conformidad con la
fracción que comentamos, tendrá competencia un juez federal para conocer de
los negocios civiles, mercantiles y penales en los que esté inodado algún
miembro del Cuerpo Diplomático o Consular, rigiendo para este mismo, en los
casos no judiciales, los estatutos y la competencia ordinaria y comunes para
toda clase de personas, naturalmente con las excepciones legales que haya.
En corroboración a lo que se acaba de afirmar debemos hacer la observación de
que el caso competencial que comentarnos surge cuando un miembro del
Cuerpo Diplomático o Consular es sujeto de las relaciones de coordinación que
pueda entablar, de lo que se infiere que cuando se trate de actos de autoridad
que afecten su esfera jurídica, la vía procedente para impugnarlos es el amparo,
sin que, por ende, se surta la competencia apuntada.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación, en relación con la fracción que
comentamos, ha establecido la siguiente tesis en una ejecutoria que dice en la
parte conducente: “Conforme a la fracción VI del artículo 104 de la Constitución,
corresponde a los tribunales federales conocer de los casos concernientes a los
miembros del Cuerpo Diplomático y Consular; y desde el momento en que esa
disposición no distingue entre los miembros del Cuerpo Diplomático y Consular
mexicano, en el extranjero, y de los gobiernos extranjeros en el país, debe
considerarse que tal disposición legal se refiere tanto a unos como a otros; y aun
cuando los actos que dichos individuos hayan ejecutado lo sean con el carácter
de particular, deben conocer de ellos las autoridades federales, porque, dado su
carácter diplomático o consular, pueden afectar las relaciones internacionales.
La competencia de los tribunales federales para conocer de estos asuntos queda
surtida por el carácter que haya tenido el procesado en el momento en que
ocurrió el hecho que dio materia al procedimiento, independientemente de que
con posterioridad lo haya perdido.”28
Nosotros no estamos de acuerdo con la extensión que hace la anterior tesis
acerca de la competencia de los tribunales federales para conocer de los casos
suscitados con motivo de hechos realizados por todos los miembros del Cuerpo
Diplomático, en vista de que dicha extensión es violatoria del principio de
inmunidad diplomática de que gozan los representantes de países extranjeros. Si
ese principio no existe, por operar el opuesto en algún tratado internacional,
entonces es correcta la tesis de la Suprema Corte que hemos transcrito; más de
lo contrario nos parece exagerada por los motivos ya indicados.
y contenciosa. Este punto de vista está corroborado por la misma Ley Orgánica
del Servicio Exterior mexicano, publicada el 4 de marzo de 1967, la cual
establece la competencia de la Secretaría de Relaciones Exteriores para conocer
de determinados actos de los miembros del Cuerpo Diplomático y Consular
mexicano e imponer las sanciones respectivas, como suspensión en el empleo,
la destitución, etc. (Arts. 50, 51, 52, 53 y 54, que corresponden a los artículos
57, 58, 59, 60 y 61 de la Ley publicada el 8 de enero de 1982).
Alrededor de la competencia consignada en la fracción VI del artículo 104
constitucional, se presentan múltiples cuestiones y problemas jurídicos que nos
concretaremos a plantear: verbigracia, tratándose de una reclamación de trabajo
a un miembro del Cuerpo Diplomático o Consular, ¿qué autoridad es la
competente para conocer del juicio respectivo, si la Ley Federal del Trabajo no
atribuye la competencia correspondiente a ninguna autoridad laboral? ¿Será
acaso un juez de Distrito, según el artículo 104, fracción VI constitucional? Y, en
caso ‘de que así fuere, ¿no se violaría el sistema de competencia de los jueces
de Distrito, consignado por la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, al
ampliar extralegalmente su radio de acción? ¿Qué es dable a los jueces de
Distrito en primera instancia, o a los Tribunales Unitarios de Circuito en segunda,
aplicar la Ley Federal del Trabajo, no como órganos de control, sino en ejercicio
de una función judicial propiamente dicha, cuando que su aplicación sólo
corresponde, de acuerdo con este último punto de vista, a las autoridades del
trabajo federales o locales? Como advertimos anteriormente, sólo apuntamos el
planteamiento de estos problemas jurídicos, sin pretender, en esta ocasión,
elucidarlos, concluyendo no obstante que, para evitarlos, debe reglamentarse la
fracción VI del artículo 104 constitucional, especificando con claridad la
competencia de los tribunales federales y los casos en que surge.
d) Controversias entre un Estado y uno o más vecinos de otro
La fracción V del artículo 104 constitucional consagra otro caso de competencia
de los Tribunales Federales en ejercicio de la función judicial propiamente dicha
por razón de la índole o categoría de las personas entre quienes se entable la
controversia, al disponer que aquéllos conocerán los conflictos que se susciten
“entre un Estado y uno o más vecinos de otro”. El motivo que existe para que
constitucionalmente se impute la competencia en el conocimiento y resolución
de tales controversias a los Tribunales de la Federación, nos parece obvio. En
efecto, los órganos jurisdiccionales locales no pueden extender su imperio fuera
de los límites de la entidad federativa a que pertenezcan, salvo en los casos
excepcionales a que se contrae la fracción III del artículo 121 de la Constitución,
que establece:
reales o bienes inmuebles ubicados en otro Estado, sólo tendrán fuerza ejecutora
en éste cuando así lo dispongan sus propias leyes. Las sentencias sobre
derechos personales sólo serán ejecutadas en otro Estado cuando la persona
condenada se haya sometido expresamente o por razón del domicilio, a la
justicia que las pronunció y siempre que haya sido citada personalmente para
ocurrir al juicio.”
Por ende, solamente en los casos y con las condiciones a que se refiere dicha
fracción del artículo 121 constitucional, las resoluciones que pronuncien los
tribunales de un Estado tienen eficacia dentro del territorio de otro, siempre que,
claro está, las controversias que diriman se hayan entablado entre particulares.
Por otra parte, cuando la contienda surge entre una entidad federativa como
persona moral de derecho público y uno o varios particulares residentes en un
Estado diferente, para estos últimos existe mayor garantía de imparcialidad en
caso de que dicte la sentencia correspondiente un tribunal federal y no una
autoridad judicial de la entidad contendiente. Es por ello por lo que, en nuestra
opinión, el Constituyente atribuyó a los tribunales federales la competencia para
conocer de los conflictos que se susciten entre un Estado y uno o mis vecinos de
otro, la cual además está corroborada por la jurisprudencia de la Suprema
Corte.29
B. Función jurisdiccional de control constitucional
Esta función la ejercen los jueces de Distrito a través del conocimiento y
resolución del juicio de amparo indirecto o bi-instancial que en primer grado se
sustancia ante ellos. El estudio de este tipo procedimental en cuanto a sus
múltiples y diversas modalidades, figuras e instituciones procesales, así como
análisis de la competencia que en relación con él tienen dichos jueces federales,
los abordamos en nuestra correspondiente obra, a cuyas consideraciones nos
remitimos.30
V LA INAMOVILIDAD JUDICIAL
La idea de inamovilidad judicial nos sugiere un concepto de contenido negativo
que se traduce en la imposibilidad jurídica de que la persona física que encarne
en un momento dado un órgano judicial sea separada del puesto inherente por
voluntad de otra autoridad del Estado o por la expiración de un cierto término de
ejercicio funcional. En otras palabras, un juez inamovible no puede ser depuesto
de su cargo por el mero arbitrio de la autoridad que lo hubiere designado o por el
solo transcurso de un determinado plazo, de tal suerte que la inamovilidad
equivale a la permanencia de un funcionario judicial en el puesto para el que
hubiere sido nombrado o electo
29
Apéndice al tomo CXVIII, tesis 261. Tesis 77 de la Compilación 1917-1975. Materia
General. Tesis 76 del Apéndice 1975, Materia General, ídem, tesis 111 del Apéndice
1985, Materia General, ídem, tesis 175 del Apéndice 1995. Materia Común.
30
El Juicio de Amparo.
31
Por dicho periodo entendemos el lapso de vida humana en el que, en razón de la edad
del hombre, se presume que éste conserva toda su capacidad psicofísica para desarrollar
las arduas labores de juzgador, de tal manera que al rebasar cierta edad, el funcionario
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 416
judicial debe ser retirado del cargo que ocupe, otorgándosele su jubilación per vitam a
modo de prestación de previsión social por causa de vejez y como compensación a los
servicios prestados en la judicatura. En México, tal derecho jubilatorio ha sido implantado
en favor de los ministros de la Suprema Corte de Justicia según la ley relativa aprobada
por el Congreso de la Unión en el periodo de sesiones correspondiente al año de 1950 y
a cuyo tenor nos remitimos.
EL PODER JUDICIAL 417
854
inamovibles en España... ¿Qué hayamos establecido en las leyes para el caso en
que los magistrados y jueces se hagan responsables o cometan otro delito? ¿Qué
32
La Libertad Civil, tomo 1, pp. 268 a 269 y 270 a 271.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 418
el rey los deponga, o que una orden del ministro los separe?? No: las leyes
expresan las penas que se les han de imponer; y cuando se habla de penas y de
su imposición, nadie desconoce la necesidad de que proceda un juicio. Las leyes
mandan que se les forme causa y se les oiga. Está en esto bien claro el espíritu
de nuestra legislación. Cuando algún magistrado o juez deba ser separado, se ha
de hacer por medio de justicia no por, medio de gobierno. Así se ha entendido, y
así se ha practicado constantemente. Cuando se ha provisto una toga, todos han
creído que el agraciado obtenía un empleo perpetuo, del cual no se vería privado
si no cometía un delito. Cuando se nombraba a un corregidor o alcalde mayor,
todos entendían que había de servir su destino, antes por tres, y después por
seis años. El mismo gobierno supremo pensaba de este modo; y jamás hubo un
ministro bastante osado o impudente para atreverse a decir que era árbitro de
separar a los magistrados y jueces, ni tampoco que el monarca tenía esta
facultad libre y voluntaria. De esta manera la opinión pública generalmente
recibida y la aquiescencia manifiesta del gobierno reconocían la inamovilidad de
los magistrados y jueces.” 33
El principio de la inamovilidad judicial no sólo no ha sido desconocido en México,
sino que fue implantado en diferentes ordenamientos constitucionales.
Así, en la Constitución española de 18 de marzo de’ 1812, que rompió la
tradición jurídica pública de la Madre Patria al establecer un sistema escrito
unitario de organización y funcionamiento del Estado que antes de ella se
implicaba en la costumbre y en un derecho estatutario fragmentario, se disponía
que:
“ART. 252. Los magistrados y jueces no podrán ser depuestos de sus destinos,
sean temporales o perpetuos, sino por causa legalmente probada y sentenciada,
no suspendidos sino por acusación legalmente intentada.”
“ART. 253. Si al Rey llegaren quejas contra algún magistrado, y formado
expediente parecieren fundadas, podrá, oído el Consejo de Estado, suspenderle,
haciendo pasar inmediatamente el expediente al supremo tribunal de justicia
para que juzgue con arreglo a las leyes.”
Por lo contrario, en la Constitución de Apatzingan de 22 de octubre de 1814, se
consignó el principio de la amovilidad de los funcionarios integrantes “Supremo
Tribunal de Justicia”, que se componía de cinco individuos (Art.181), al
disponerse que dicho organismo se renovara cada tres años (artículo 182).
Fue en la Constitución Federal de 4 de octubre de 1824, en donde se adoptó por
primera vez en la vida independiente de México el principio de la inamovilidad
judicial respecto a los miembros de la Corte Suprema de Justicia (compuesta de
once ministros y un fiscal), al establecerse en su artículo 126 que los individuos
que compusieren dicho organismo serían “perpetuos en este destino”, pudiendo
sólo ser removidos “con arreglo a las leyes”. Sin embargo, por lo que atañe a los
jueces
aquella Corte corrompida que tuvo, hubiera surgido un individuo que, habiendo
asegurado ya para toda su vida una posición desahogada, se hubiera enfrentado
con el mismo tirano.” 36
Después de algunas vicisitudes parlamentarias que no viene al caso mendonar,
se volvió a someter a la consideración del Congreso el proyecto del artículo 94
constitucional, que fue aprobado por 148 votos contra 2 de rechazo, entre los
que se encontraba el del licenciado Truchuelo. Conforme a dicho precepto, se
implantó el principio de la inamovilidad judicial a partir del año de 1923, al
establecerse lo siguiente:
“Cada uno de los ministros de la Suprema Corte que fueren electos para integrar
ese poder la primera vez que esto suceda durarán en su encargo dos años; los
que fueren electos al terminar este primer periodo durarán cuatro años, y a
partir del año de 1923, los ministros de la Corte, los magistrados de Circuito y los
jueces de Distrito no podrán ser removidos mientras observen buena conducta y
previo el juicio de responsabilidad respectivo, a menos que los magistrados y los
jueces sean promovidos al grado superior.” (Párrafo segundo de dicho precepto.)
Además, en términos semejantes se instituyó tal principio respecto a los
magistrados y jueces integrantes del Poder Judicial del Distrito Federal, según lo
disponía el párrafo tercero del inciso c), fracción VI del artículo 73, que decía:
“A partir del año de 1923, los magistrados y los jueces a que se refiere este
inciso no podrán ser removidos de sus cargos mientras observen buena
conducta y previo el juicio de responsabilidad respectivo, a menos que sean
promovidos a empleo de grado superior.”
Por reforma constitucional de 14 de agosto de 1928, se mantuvo el principio de
la inamovilidad judicial tanto para los ministros de la Suprema Corte,
magistrados de Circuito y jueces de Distrito, como para los magistrados y jueces
del Distrito Federal, en el sentido de que tales funcionarios podían ser privados
de sus respectivos puestos al observar mala conducta, de acuerdo con la parte
final del artículo 111 o previo el juicio de responsabilidad correspondiente. En
dicha reforma, que se introdujo a los artículos 94 y 73, fracción VI, de la
Constitución, se suprimió el adverbio “sólo” que empleaban las disposiciones
constitucionales correlativas según su texto original, supresión que vino a
debilitar, al menos formulariamente, el consabido principio de inamovilidad.
El 15 de diciembre de 1934 se retornó al sistema de la amovilidad judicial
implantado en la Constitución de 1857, al reformarse los mencionados preceptos
constitucionales, en el sentido de que los ministros de la Suprema Corte, los
magistrados de Circuito, jueces de Distrito y
hablar de que, en éste como en otros casos, se usa la palabra pueblo, en este
falaz argumento, como una unidad misteriosa que no existe en parte alguna,
basta decir que el juez inglés no está colocado entre el pueblo y la corona. La
corona es suficientemente débil enfrente del pueblo. El juez inglés está entre la
corona y el individuo acusado, mientras entre nosotros está entre el pueblo y el
individuo acusado, lo que produce mayor dificultad. Se considera patriótico,
heroico resistir a la corona; resistir al pueblo (y éste significa a veces, y en los
casos de mayor excitación, una porción de él y la más altiva y apasionada) se
considera antipatriótico, indigno y aun traidor.” 37
Entre nuestros tratadistas no han faltado quienes censuren el sistema de
nombramiento de jueces por cuerpos políticos o electorales. Así, el licenciado
Miguel Lanz Duret expresaba a este respecto:38
“Era indudable que el sistema establecido por la Constitución de 1824
produciría malos resultados, pues se confiaba la designación de los magistrados
a los cargos políticos más faltos de independencia y menos prestigiados de la
República, o esa a las Legislaturas de los Estados; éstas por su origen, las más
veces fraudulento, pues jamás eran electas libremente, carecían de
independencia política, ya que siempre o casi siempre han estado subalternadas
a los gobernadores locales, que especialmente en aquellos tiempos eran
verdaderos caciques. Por estas circunstancias los resultados tenían que haber
sido fatales, dado que las Legislaturas no se consagraban a escoger hombres
rectos, enérgicos y probos que vinieran a integrar la Corte Suprema Federal, sino
que como era natural, buscaban políticos o partidarios de los grupos o facciones
a que ellas pertenecían. Constituían de ese modo, en vez de un tribunal
respetable e independiente, un almácigo de politicastros que en cualquier
tiempo podían enfrentarse a las autoridades centrales o federales, cuando
prevaleciera la fuerza de los caciques locales o, en caso contrario, se sometían
servilmente al gobierno del Centro.”
“Y la repetición de este desacierto, por lo que toca a la calidad y prestigio de los
presuntos jueces, se vio después de que se puso en vigor la Constitución de
1917, que prevenía que el Congreso de la Unión eligiera entre los candidatos
enviados por las veintiocho Legislaturas, pues salvo contadísimas excepciones,
se pudo observar que los propuestos eran más que abogados de renombre o
gran prestigio, políticos vinculados estrechamente con las autoridades locales
que los postulaban. Por lo tanto, no es por allí por donde se puede llegar a la
creación y organización de
un tribunal supremo imparcial y respetable que sea una verdadera garantía para
los habitantes del país, ávidos hoy como nunca de justicia y- necesidad del
respeto a los derechos que les ha reconocido y que les ha garantizado la Ley
Suprema de la Nación.”
“Del sistema adoptado por la Constitución de 57, que confiaba a la elección
popular la elección de los magistrados, debe decirse que es todavía peor y más
nulos sus resultados, por lo que
39
La Organización Política de México, pp. 285, 294 y 295.
EL PODER JUDICIAL 429
de los Territorios y de los jueces del orden común del Distrito Federal y de los
Territorios”. Sin embargo,
40 bis
La mencionada facultad presidencial fue suprimida mediante la reforma al art culo
111 constitucional publicada el 28 de diciembre de 1982.
EL PODER JUDICIAL 433
establecieran en cada Estado, era el depositario del poder judicial federal (Art.
18). Dentro del régimen federativo en que se organizó al Estado mexicano por la
Constitución de 4 de octubre de 1824, dicho poder se confió a ese cuerpo
colegiado, a los Tribunales de Circuito y a los Juzgados de Distrito (Art. 123),47
compuestos ambos por un “juez letrado” (Arts. 144) y 143). La competencia de
la Suprema Corte se determinó en el artículo 137 que nos permitimos transcribir
en la nota al calce 48 y su funcionamiento quedó sometido a una ley que
expidiese el Congreso General (Art. 138). Sin embargo, un poco antes de que
entrase en vigor dicha Constitución, por decreto de 27 de agosto de 1824 ya se
había organizado a la Suprema Corte en tres Salas integradas en forma
semejante a la establecida en el decreto de 23 de junio de 1823, habiendo sido
los primeros ministros de dicho alto tribunal
875
49
personajes connotados de la época.
47
La competencia de los Tribunales de circuito, que se componían de un juez letrado, se
integraba por las facultades que tenían para conocer de las causas de almirantazgo,
presas de mar y tierra, contrabando, crímenes cometidos en alta mar, ofensas contra
México, así como de las concernientes a los cónsules y de aquellas civiles cuyo valor
excediese de quinientos pesos y estuviese interesada la Federación. Los juzgados d
Distrito, que también estaban personificados en un juez letrado, tenían incumbencia para
conocer ,sin apelación, de todas las causas civiles en que estuviese interesada la
Federación y cuya cuantía no excediese de la suma de quinientos pesos, y en general,
de todos los asuntos en primera instancia, cuyo segundo grado correspondiese a los
Tribunales de Circuito.
48
Este precepto disponía lo siguiente: “Las atribuciones de la Corte Suprema de Justicia
son las siguientes:
“1. Conocer de las diferencias que puede haber de uno a otro Estado de la Federación,
siempre que las reduzcan a un juicio verdaderamente contencioso en que deba recaer
formal sentencia, y de las que se susciten entre un Estado y uno o ms vecinos de otro, o
entre particulares, sobre pretensiones de tierra, bajo concesiones de diversos Estados,
sin perjuicio de que las partes usen de su derecho, reclamando la concesión a la
autoridad que la otorgó.
“II. Terminar las disputas que se susciten sobre contratos o negociaciones celebrados por
el gobierno supremo o sus agentes.
“III. Consultar sobre paso o retención de bulas pontificias, breves y rescriptos expedidos
en asuntos contenciosos.
“IV. Dirimir las competencias que se susciten entre los tribunales de la Federación, entre
éstos y los de los Estados, y las que se muevan entre los de un Estado y los de otro.
“V. Conocer:
“PRIMERO. De las causas que se muevan al presidente y vicepresidente, según los
artículos 28 y 39, previa la declaración del artículo 40.
“SEGUNDO. De las causas criminales de los diputados y senadores indicadas en el
artículo 43, previa la declaración de que habla el artículo 44.
“TERCERO. De las de los gobernadores de los Estados en los casos de que habla el
artículo 38 en su parte tercera, previa la declaración prevenida en el artículo 40.
“CUARTO. De las de los secretarios del despacho, según los artículos 38 y 40.
“QUINTO. De los negocios civiles y criminales de los empleados diplomáticos y cónsules
de la República.
“SEXTO. De las causas de almirantazgo, presas de mar y tierra, y contrabando; de los
crímenes cometidos en alta mar; de las ofensas contra la nación de los Estados Unidos
Mexicanos; de los empleados de hacienda y justicia de la federación; y de las
infracciones de la Constitución y leyes generales, según se prevenga por la ley.”
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 440
876
49
Al efecto, don Francisco Parada Gay relata que “El día 23 de diciembre de 1824, el Congreso
General Constituyente declaró Ministros de la Corte Suprema a los señores: 1º Miguel
Domínguez, el ilustre Corregidor de Querétaro; 2’ D. José Isidro Yáñez, Oidor de la Audiencia de
México y miembro de la Primera Regencia; 3’ D. Manuel de la Peña y Peña, notable jurisconsulto
y tratadista que fue Presidente Interino de la República por dos veces 4’ D. Juan José Flores
Alatorre, abogado de gran reputación, Diputado a las Cortes de España por la Provincia de
Zacatecas y Presidente de la Academia de Jurisprudencia; 5’ D. Pedro Vélez, que desempeñó el
Supremo Poder Ejecutivo asociado a los señores Luis Quintanar y Lucas Alamán; 6’ D. Juan
Nepomuceno Gómez Navarrete, anteriormente Diputado a las Cortes de España por Michoacán y
Ministro de Justicia, que leyó ante el Congreso la exposición en la que el señor D. Agustín de
Iturbide hacia la abdicación de la Corona; 79 D. Ignacio Godoy, abogado de la Real Audiencia,
individuo del ilustre Colegio de Abogados y Diputado a los primeros Congresos Generales de
México; 8’ D. Francisco Antonio Tarrazo, miembro del Congreso Constituyente, que en un rasgo
de honradez y rectitud renunció al cargo de Ministro por no tener la edad requerida por la ley y
después fue el primer Gobernador de Yucatán; 99 D. José Joaquín Avilés y Quiroz; 10. D. Antonio
Méndez, el uno y el otro abogados distinguidos, y como todos los demás ministros, respetables
por sus costumbres y probidad; 11. D. Juan Raz y Guzmán, recto abogado y Agente Fiscal de la
Audiencia, que fue después Secretario de Relaciones. Resultó electo Fiscal D. Juan Bautista
Morales, el célebre ‘Gallo Pitagórico’, escritor y miembro del Congreso Constituyente de 182+”
(Breve Reseña Histórica de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, pp. 7 y 8).
50
Dentro de esta curiosa estructura instancial, las Salas de la Corte estaban colocadas en una
situación jerárquica, de tal modo que a una correspondía la primera instancia, a otra la segunda
y a la restante la tercera, en los casos en que dicho cuerpo judicial conociese conjuntamente en
dos o tres grados. Cfr. Los artículos 26, 27 y 28 de las mencionadas “Bases”.
51
Cfr. dicho Reglamento en el tomo ¡de la Colección de Leyes de Dublón y Lozano (pp. 782 a
792), así como en el tomo 1, pp. 80 a 97 de la obra El Juicio de Amparo y el Poder Judicial de la
Federación, de don Manuel Yáñez Ruiz.
52
Cfr. Ídem y tomo II de dicha Colección, pp. 695 a 699.
EL PODER JUDICIAL 441
53
Op. cit., pp. 22 y 23.
54
Del Supremo Poder Conservador hacemos una breve semblanza en nuestro libro El
Juicio de Amparo, capítulo segundo, parágrafo VI, a cuyas consideraciones nos remitimos
en obvio de fatigosas repeticiones, no sin recordar que uno de los estudios más
completos y bien documentados sobre dicho Poder y, en general, sobre la Constitución
centralista de 1836 que lo creó, es el elaborado por don Alfonso Noriega en su
importante obra titulada “Pensamiento Conservador y Conservadurismo Mexicano”,
publicada en 1972 por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM que dirigía el
jurista Héctor Fix Zamudio y posteriormente el doctor Jorge Carpizo.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 442
878
Este fenómeno necesariamente tuvo que repercutir en el funcionamiento de la
Suprema Corte, la cual, aunque no hubiese desaparecido bajo la férula del
incomprensible don Antonio, sufrió por parte de su gobierno autocrático graves
afrentas, pues como dice Parada Gay, “su Alteza Serenísima se arrogó la
facultad de nombrar a los magistrados y consumó graves atentados contra la
elevada corporación judicial, tales como jubilar forzadamente al señor ministro
don Fernando Ramírez y destituir a los magistrados don Juan B. Ceballos y don
Marcelino Castañeda, porque se atrevieron a rechazar la condecoración de la
Orden de Guadalupe que el déspota les había otorgado. Peor daño causó al
Tribunal, continúa dicho autor, haber formado parte de la administración
santanista y haber sufrido en silencio los ataques de que fue víctima. Su
resignada impotencia le acarreó la desconfianza de los revolucionarios de Ayuda,
que ya no respetaron la inamovilidad judicial, y declararon incursos a los
ministros en el artículo primero del Plan triunfante. Este dispuso que cesaran en
el ejercicio del poder público Santa Anna y los demás funcionarios que, como él,
hubieran desmerecido la confianza de los pueblos o se opusieron al mencionado
Plan”.59
El Estatuto Orgánico Provisional de la República Mexicana, expedido el 15 de
mayo de 1856 por don Ignacio Comonfort en acatamiento de una de las
prevenciones del Plan de Áyala, declaró que “El Poder Judicial General será
desempeñado por la Suprema Corte de justicia y los Tribunales de Circuito y
juzgados de Distrito establecidos en la Ley de 23 de noviembre de 1855 y leyes
relativas” (Art. 97).
Según esta ley, expedida por el general Juan Álvarez en carácter de Presidente
provisional, “la Corte Suprema de Justicia se compuso de nueve ministros y dos
fiscales; y fue dividida en tres Salas. La primera, unitaria, conocería de todo
negocio que correspondiera a la Corte en primera instancia; la segunda, que se
componía de tres ministros, debía conocer de todo negocio que se tuviera que
ver en segunda instancia; y la tercera, formada de cinco ministros, resolvería en
grado de revista de los asuntos que admitieran ese grado. Para ser ministro o
fiscal era preciso ser abogado, mayor de treinta años, estar en ejercicio de los
derechos de ciudadano y no haber sido condenado en proceso legal a alguna
pena infamante.
59
Op. cit., pp. 40 y 41 y artículo primero del Plan de Ayala. El mismo autor tantas veces
invocado alude a la defensa que los integrantes del “Tribunal Supremo” (o Corte
Suprema) esgrimieron ante el gobierno provisional emanado de dicho Plan, y en cuya
ocasión expusieron lo siguiente: “. . . en la dilatada serie de pronunciamientos y
revoluciones que han perturbado a la República, ninguna, hasta la que puso en la
dictadura a D. Antonio López de Santa Anna, se había atrevido a poner las manos sobre
el Poder Judicial”. “Lejos de eso, el Tribunal y los Ministros que lo formaban se creen no
haber desmerecido la confianza de la Nación, porque aunque vilipendiados y alejados
por la administración del dictador, tuvieron la firmeza de fallar contra los intereses del
mismo, contra los de sus allegados y parientes, y contra los de sus recomendados y
opiniones de sus Ministros, cuantos negocios ofrecieron con alguna de esas
circunstancias, porque afortunadamente en ninguno de ellos encontró la justicia de parte
del dictador, pues si la hubiera encontrado se la habría declarado, aunque la
maledicencia lo hubiera atribuido a un principio bastardo” (Cita inserta en la obra ya
mencionada, p. 42).
EL PODER JUDICIAL 445
60
Parada Gay, op. cit., pp. 43 y 44. Además de las atribuciones legales que este autor
resume, el Estatuto Orgánico confirmé a la Corte las facultades constitucionales que se
enumeran en su artículo 98, a cuyo texto nos remitimos.
61
El ordenamiento que estructuré la competencia de la Suprema Corte para funcionar en
Pleno y en Salas fue el Código de Procedimientos Federales de 1897 por reforma de 3 de
octubre de 1900 (Arts. 11 a 15 y 55 y 63) y la Ley Orgánica del Poder Judicial de la
Federación de 16 de diciembre de 1908 (Arts. 33, 34, 35 y 39 a 44).
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 446
crear en la Constitución de 1917,62 sin que, por ende, haya existido durante el
periodo llamado “preconstitucional”. No obstante, como afirma
62
La instalación respectiva se efectuó el primero de junio -de 1917, habiendo sido sus
primitivos integrantes los licenciados Enrique M. de los Ríos, Enrique Colunga, Victoriano
Pimentel, Agustín del Valle, Manuel E. Cruz, Santiago Martínez Alomía, José María Truchuelo,
Alberto M. González y Agustín Urdapilleta. Su secretario fue don Francisco Parada Gay, a quien
constantemente hemos citado y cuya bien documentada obra monográfica nos ha
proporcionado, en su mayoría, los datos históricos de la Suprema Corte que hemos reproducido
en esta breve semblanza.
EL PODER JUDICIAL 447
880
Parada Gay, por Decreto de 11 de julio de 1916 se organizó la Justicia Federal sin
dicho alto tribunal, previniendo que las facultades que a este incumbía las
ejerciera la Primera Jefatura, o sea, el mismo Carranza por sí o por conducto de
personas o cuerpos nombrados ad hoc en cada caso concreto, “siempre que no
fuera posible o conveniente dejarlas (dichas facultades) a los Tribunales de
Circuito”.’63
La somera reseña que antecede no ha tenido la pretensión de exponer la historia
del Poder Judicial de la Federación en México. Nos hemos contraído a mencionar,
grosso modo, la diversa situación que en nuestro constitucionalismo han
ocupado los tribunales federales, principalmente la Suprema Corte. Tampoco, en
esta ocasión, nos hemos referido a los antecedentes históricos de los elementos
o principios que configuran exhaustivamente a dicho Poder como conjunto de
órganos en los que se deposita la función jurisdiccional del Estado mexicano,
pues, como se habrá advertido, al aludir a cada uno de tales elementos o
principios, hemos procurado exponer su antecedencia normativa en el derecho
constitucional de nuestro país. Igualmente, no ha estado en nuestro ánimo
relatar, ni siquiera sucintamente, los hechos que en el transcurso de la vida
histórico-política de México han acreditado la dignidad de los tribunales
federales y el patriotismo y valor civil de las personas que en diferentes épocas
los han encarnado, como jueces, magistrados o ministros y cuyas decisiones han
sido, en muchas ocasiones, el escudo protector de la vida y libertad humanas.
Para avalar este calificativo, nada más oportuno que reproducir las palabras que
en el año de 1929 virtió don Francisco Parada Gay en honor de la Suprema
Corte, a la que por muchos años prestó sus valiosos servicios como Secretario
General. “La Suprema Corte de Justicia, dice, nació en 1824 como una institución
exótica en una sociedad acostumbrada al régimen colonial. No fue heredada de
la Audiencia. Desde el principio tuvo organización y facultades peculiares, que se
fueron modificando paulatinamente, o perduraron y se consolidaron en el curso
del tiempo.
“El Tribunal fue generalmente respetado, aun en las épocas más turbulentas de
nuestra historia. No se le tocó sino hasta en 1857, para reorganizarlo y darle
trascendentales atribuciones, que en 1917 fueron ampliadas de una manera
considerable.
“La historia del Alto Cuerpo nos demuestra que ha sabido conservar su decoro,
que ha defendido las libertades públicas y que si en alguna ocasión no pudo
sobreponerse a la tiranía de un gobierno despótico, en muchas otras cometió
actos que revelan apego a la ley, firmeza, rectitud y valor.
“Cuando se haga un concienzudo estudio de las tesis y resoluciones que ha
pronunciado el Tribunal durante su larga vida, en relación con las condiciones de
nuestra sociedad en sus diferentes épocas, se podrá definir hasta qué punto
esos fallos han calmado la sed de justicia sufrida por nuestro pueblo y cómo han
favorecido el imperio del derecho. Entonces será posible saber lo que debe la
justicia al Tribunal o lo que éste debe a la justicia.” 64
EL PODER JUDICIAL 881
63
Op. cit., p. 66.
64
Ídem, p. 81.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 448
desempeño de todas las facultades con que se le inviste y las cuales inciden en
esferas ajenas al Poder Legislativo y al Poder Ejecutivo. Entre esas facultades se
hace figurar la consistente en nombrar a los magistrados de Circuito y a los
jueces de Distrito, debiendo el nombrado “satisfacer los requisitos que exija la
ley” (art. 97 Const.), sin indicarse cuáles deban ser tales requisitos para lograr la
excelencia judicial en dichos funcionarios. En nuestro opúsculo Renovación de la
Constitución de 1917 proponemos que los magistrados de Circuito y jueces de
Distrito sean nombrados también por el Senado o por la Comisión Permanente
dentro de las listas que les proporcionen las Facultades y Escuelas de Derecho y
las Asociaciones de Abogados legalmente constituidas con una antigüedad no
menor de diez años, debiéndose exigir a los propuestos la distinción, según fama
pública, en la judicatura, en el ejercicio profesional o en la docencia o
investigación jurídicas. Si este requisito no se previene en la Constitución no
podría lograrse la excelencia en materia de administración de justicia que es uno
de los objetivos de la reforma del Presidente Zedillo.
Una importante facultad del mencionado Consejo consiste en nombrar a los
Magistrados de Circuito y a los Jueces de Distrito, “con base en criterios objetivos
y de acuerdo a los requisitos y procedimientos que establezca la ley”. También
puede el propio Consejo establecer la adscripción de los citados funcionarios
judiciales (Art. 97, párrafo primero), estando a su cargo la administración,
vigilancia y disciplina del Poder Judicial de la Federación, con excepción de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación (Art. 100, párrafo primero).
El cuerpo colegiado ya mencionado está facultado para expedir acuerdos
generales y sus decisiones son definitivas e inatacables, “salvo las que se
refieran a la designación, adscripción y remoción de magistrados y jueces, las
cuales podrán ser revisadas por la Suprema Corte de Justicia, únicamente para
verificar que hayan sido adoptadas conforme a las reglas que establezca la Ley
Orgánica respectiva”. (Art. 100 const.)64b
F. Supresión del principio de inamovilidad
La última parte del artículo 94 establece que los ministros de la Suprema Corte
durarán en su encargo 15 años y que ningún ministro puede ser nombrado para
un nuevo período. La primera de estas prevenciones, al suprimir la inamovilidad
vitalicia, resta independencia a dicho alto Tribunal respecto del Presidente de la
República en turno, al dar a éste la oportunidad de proponer nuevos ministros al
fenecimiento de dicho plazo. La inamovilidad es condición importantísima de una
recta administración de justicia, ya que supone la independencia del juzgador
frente al gobernante que lo hubiere designado y la imposibilidad jurídica de que
éste o cualquier otra autoridad del Estado lo deponga, tendiendo a proscribir las
influencias perversas que impiden la debida aplicación del Derecho. Sin
embargo, como mera situación jurídica, la inamovilidad no es, ni puede ser, el
factotum determinativo de una sana, imparcial y serena impartición de justicia,
pues en ésta intervienen múltiples elementos propios de la naturaleza humana,
la cual, sólo cuando está
Ejecutivo y Judicial.
G. Las acciones de inconstitucionalidad
La fracción II del artículo 105 se refiere a esta acción que tiene por objeto
plantear la contradicción entre las normás constitucionales y las de la legislación
ordinaria federal o local. Tal acción sólo es ejercitable por el 33 por ciento de los
componentes de la Cámara de Diputados, del Senado, de las legislaturas locales
y de los integrantes de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Debe
observar- se que la inconstitucionalidad de una ley no depende del número de
los promotores de la acción respectiva, sino de sus vicios intrínsecos. Por esta
razón, el único que debe estar legitimado para entablar tal acción es el
Procurador General de la República como lo prescribe el inciso c) de la fracción II
del artículo 105. Sin embargo, este funcionario, por depender directamente del
Presidente de la República, seguramente no se atreverá a ejercitar dicha acción,
ya que su superior jerárquico, al promulgar la ley que se considere
inconstitucional, se habría adherido a ella, lo que sería incongruente con la
impugnación que formulara su inferior jerárquico.
La infactibilidad real del ejercicio de las acciones de inconstitucionalidad a que
nos referimos, se acentúa si se toma en cuenta que los diputados federales y
senadores, componentes del porcentaje ya aludido, sólo pueden impugnar las
leyes federales, o sea, las que hayan sido discutidas y votadas por los mismos
sin que puedan impugnar por inconstitucionalidad las leyes de los Estados o los
ordenamientos de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. A su vez, los
miembros de esta Asamblea, en el porcentaje ya citado, sólo pueden argüir la
inconstitucionalidad de dichos ordenamientos; y en cuanto a las leyes de los
Estados que adolezcan del mencionado vicio, su impugnabilidad sólo es dable
por el 33 por ciento de los diputados locales que las hayan votado.
A mayor abundamiento, la posibilidad de que las acciones de
inconstitucionalidad se entablen dentro del plazo de 30 días siguientes a la fecha
de publicación de las normás jurídicas secundarias que se consideren
inconstitucionales, sujeta este grave vicio a la preclusión de tales acciones,
fenómeno que convalidaría su inconstitucionalidad.
La Reforma Política de 1996 extendió la legitimación para promover las acciones
de inconstitucionalidad a los partidos políticos registrados en el Instituto Federal
Electoral. Dicha legitimación se circunscribe a la impugnación de leyes
electorales, siendo ésta la única vía para atacarlas por su inconstitucionalidad.
Compete a la Suprema Corte el conocimiento de dichas acciones y no al Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación, órgano al cual después nos
referiremos.64
889
H. Las controversias constitucionales
La fracción 1 del artículo 105 de la Constitución da competencia a la Suprema
64 c
Con fecha 11 de mayo de 1995 se publicó en el Diario Oficial de la Federación la Ley
Reglamentaria de las fracciones I y II del artículo 105 constitucional. Sus normas están
comprendidas en tres títulos que respectivamente se refieren a las disposiciones
generales de dicho ordenamiento, a las controversias constitucionales y a las acciones
inconstitucionales.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 456
890
I. Demarcación de competencia de la Suprema Corte
Atendiendo a los casos de controversias constitucionales y de acciones de
inconstitucionalidad a que se refieren las fracciones I y II del artículo 105 ya
invocado, la actividad de la Suprema Corte queda reducida a las siguientes
hipótesis competenciales, primordiales:
1. Ejercicio de la facultad de atracción en amparos directos y en revisión a que
se refieren las fracciones V in fine y VIII, inciso b), in fine, del artículo 107
constitucional
El ejercicio de esta facultad no es frecuente, por lo que en pocas ocasiones la
Corte, a través de ella, desempeña el control de legalidad que se ha desplazado
casi totalmente hacia los Tribunales Colegiados de Circuito, máxime que la
apreciación de la presencia del “interés trascendental” que apoya dicha facultad,
queda sometida al criterio de los señores ministros.
2. Conocimiento de los recursos de apelación contra las sentencias de los jueces
de Distrito dictadas en los procesos en que la Federación sea parte
Esta hipótesis sólo se puede registrar cuando la Federación defiende derechos
que le corresponden como persona moral suprema y que integran su dominio,
equivaliendo el concepto de federación al de “Nación” o “Estado mexicano”. Por
consiguiente, la propia hipótesis no es viable en los casos de controversias en
que sea parte un órgano de autoridad federal, consideración que se ha
formulado por la jurisprudencia. Así, el Pleno de nuestro máximo Tribunal, por
resolución dictada el 21 de septiembre de 1954, aprobando la ponencia
respectiva formulada por el ministro José Rivera Pérez Campos, adoptó un
criterio muy importante, al que nos adherimos, para precisar en qué casos se
surte la competencia exclusiva de la Suprema Corte para conocer de las
controversias en que la Federación es parte según el artículo 105 constitucional,
y en cuáles otros el conflicto jurídico debe sustanciarse en primera instancia,
ante un juez de Distrito, entre el particular y un órgano federal con motivo de
actos que no sean de autoridad, sino que provengan de una relación de
coordinación entre ambos.
La Federación, sostiene dicho criterio, es el mismo Estado mexicano, es decir,
una persona jurídica colectiva con sustantividad propia, que se compone con los
tres elementos que integran el ser estatal: el pueblo (nación), el territorio y el
gobierno (potestad soberana), denominándose indistintamente Unión o Estados
Unidos Mexicanos.
No debe confundirse, como lo declara la resolución aludida, a la Federación, en
la implicación mencionada, con los órganos del Estado que ejercitan, dentro de
su respectiva competencia institucional y legal, el poder estatal o gobierno, pues
“Uno es el Estado; otro el gobierno” sin que “Jamás puedan confundirse ni en
realidad sociológica, ni en realidad política, ni en realidad jurídica”.
Partiendo de esta fundamental distinción, debe entenderse que la Federación es
sujeto judicial en una controversia, cuando en la relación de derecho sustantivo
de la que ésta necesariamente emana, figure el Estado Mexicano como tal, es
decir, como persona jurídica colectiva suprema, esto es, cuando la mencionada
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 458
895
cuyo texto nos remitimos. Sin embargo, cuando alguna Sala de dicho Tribunal
sustente una tesis sobre la inconstitucionalidad de algún acto o resolución o
sobre la interpretación de un precepto de la Constitución y sea contradictorio
con alguna que haya sustentado la Suprema Corte funcionando en Salas o en
Pleno, la decisión de tal contradicción corresponde a éste último que puede
determinar cuál de las tesis en oposición debe prevalecer. Asimismo, el Consejo
de la Judicatura Federal, a través de la Comisión respectiva, tiene a su cargo la
administración, vigilancia y disciplina del propio Tribunal Electoral. La
mencionada Comisión se integra por el Presidente de éste, por un magistrado
electoral de la Sala Superior y tres miembros del citado Consejo.
El Tribunal Federal Electoral puede funcionar a través de una Sala Superior y de
Salas Regionales. La primera se integra por siete magistrados electorales
elegibles por la Cámara de Senadores o en sus recesos por la Comisión
Permanente a propuesta de la Suprema Corte de Justicia, rigiendo también esta
disposición en lo que atañe a los magistrados regionales.64 e
64 e
En cuanto a la organización, competencia e integración del propio Tribunal Electoral,
nos remitimos al Título Decimoprimero del Código Federal de Instituciones y
Procedimientos Electorales (Cofipe), publicado el 22 de noviembre de 1996, y en el Título
Decimoprimero de la Ley Orgánica del PJ.F. Absteniéndonos de comentar las normas
conducentes, ya que esta tarea incide en el ámbito del Derecho Electoral.
EL PODER JUDICIAL 463
PÁGINA EN BLANCO
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 464
CAPÍTULO DÉCIMO
LAS ENTIDADES FEDERATIVAS
SUMARIO: I. Los Estados: A. Su naturaleza jurídica y sus elementos: a) La
población; b) El territorio; c) El orden jurídico; d) El poder público; B. Forma de
gobierno; C. Régimen municipal: a) Consideraciones generales sobre el
municipio; b) El municipio en México (generalidades) : 1. Sinopsis histórica; 2.
Bases constitucionales del municipio; 3. Observaciones finales; D. El poder
legislativo: a) Consideraciones generales; b) La facultad legislativa de los
Estados en relación con el párrafo tercero del artículo 27 constitucional; E. El
poder ejecutivo; F. El poder judicial.—II. El Distrito Federal: A. Consideraciones
previas; B. Reseña histórica; C. Bases constitucionales de su organización: a)
Ideas generales; b) Poder legislativo; c) Poder ejecutivo; d) Poder judicial; e)
Ministerio Público; f) Referéndum; g) El patrimonio.
I. LOS ESTADOS
A. Su naturaleza jurídica y sus elementos
Dentro del régimen federativo, los Estados representan porciones del Estado
federal con determinados atributos característicos que brevemente
describiremos continuación. Desde luego, independientemente del proceso de
formación federativa, tema que ya tratamos en esta misma obra,65 los Estados
son entidades con personalidad jurídica que les atribuye o reconoce el derecho
fundamental o Constitución Federal. Con esta personalidad, los Estados tienen la
concomitante capacidad para adquirir derechos y contraer obligaciones tanto en
sus relaciones recíprocas, como frente al Estado federal y en las de coordinación
que entablen con sujetos físicos o morales que no están colocados en la
situación de autoridad. Consiguientemente, los Estados no implican meras
fracciones territoriales ni simples divisiones administrativas del Estado federal,
sino personas morales de derecho político que preceden a la creación federativa
conservando su entidad jurídica o que surgen de la adopción del régimen federal
como forma estatal en el derecho básico o Constitución que la implanta. El
atributo de la personalidad jurídica es una de las notas que distinguen a los
Estados como miembros del Estado federal, de los Departamentos o provincias
en que suele descentralizarse regionalmente el Estado central y que, en rigor, no
son
65
Cfr. Capítulo quinto, parágrafo III.
LAS ENTIDADES FEDERATIVAS 465
70
Este fenómeno aconteció cuando los territorios de Baja California y Norte de Tepic (Nayarit),
fueron convertidos en sendos Estados (Arts. 45, segundo parágrafo, y 47 constitucionales).
71
Dichos requisitos son los siguientes: 1. Que la fracción que se pretenda segregar de un Estado
cuente con una población de ciento veinte mil habitantes, por lo menos; 2. Que tenga los
elementos para proveer a su existencia política; 3. Que se oiga a la legislatura del Estado del que
se trate de formar otro, así como al Ejecutivo federal; 4. Que la erección estatal sea votada por
las dos terceras partes de los diputados y senadores presentes en sus respectivas Cámaras; 5.
Que la decisión congresional correspondiente sea aprobada por la mayoría de las legislaturas
locales y en caso de que la del Estado del que se pretenda formar un nuevo se hubiere opuesto,
se requiere que la mencionada aprobación se formule por las dos terceras partes del número
total de legislaturas.
72
En el capítulo segundo, parágrafo III, apartado C, de esta obra aludimos a los bienes que
constitucionalmente se reputan del dominio de la nación o del Estado federal mexicano.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 468
76
Cfr. Capitulo sexto, parágrafo IV, apartado C de esta obra.
77
Cfr. Capítulo quinto, parágrafo III.
7
8 Cita contenida en el “Diccionario Lasino-Español” o “Nuevo Valbuena”. Edición 1873,
p. 528.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 472
79
Historia Crítica de España. Cita inserta en el libro de Moisés Ochoa Campos “La
Reforma Municipal”, p. 77.
80
Op. cit., p. 80.
LAS ENTIDADES FEDERATIVAS 473
en los consejos para combatir a los nobles sobre los cuales trataban de fincar su
poder absoluto.” 81
Coincidiendo con los (los autores mexicanos mencionados, el jurista español
Joaquín Escriche asevera que en los siglos XI y XII los monarcas tuvieron “la idea
feliz del establecimiento y organización de las comunas o consejos de los
pueblos, depositando en ellos la jurisdicción civil y criminal igualmente que el
gobierno económico, sin reservarse más que el conocimiento de los casos de
corte, el de las apelaciones y el derecho exclusivo de oír las quejas que les
dirigiesen en materias de consideración las personas que no pudiesen obtener
justicia en sus pueblos. En algunos de éstos que debían considerarse como de
cierto orden establecieron gobernadores políticos y militares, cuyo oficio era
velar sobre la observancia de las leyes, recaudar los tributos y derechos reales, y
cuidar de la conservación de las fortalezas, castillos y muros de las ciudades.
Reunidos en consejo los habitantes o jefes de familia de cada pueblo, como
depositarios de las autoridades públicas discutían los asuntos comunes,
nombraban anualmente alcaldes ordinarios,
jurados y otros ministros de justicia para que ejerciesen el poder judicial en lo
civil y criminal, como igualmente oficiales que desempeñasen el gobierno
económico del común y el mando de la fuerza armada; porque cada consejo
había organizado una fuerza militar para proveer á la tranquilidad de sus
sesiones, mantener sus relaciones con el monarca, asegurar el ejercicio de la
justicia, perseguir a los malhechores, sostener los derechos de la comunidad, y
salir al servicio del príncipe en los casos estipulados por las cartas y fueros”.82
La somera alusión que acabamos de hacer a los regímenes municipales
reflejados tiene por objeto extraer analíticamente de ellos, mediante el método
inductivo, los atributos que caracterizan al municipio para estar en condiciones
de formular el concepto general respectivo. El presupuesto que debe servir de
base a este propósito consiste en que, prima facie, el municipio es una especie
de circunscripción territorial de carácter político y administrativo que se ubica
dentro de un Estado y que entraña una forma de descentralización de los
servicios públicos, o sea, lo que los tratadistas de Derecho Administrativo llaman
“descentralización por región”.83 Sin el presupuesto a que nos referimos no
puede hablarse de municipio, es decir, que cuando se trate de comunidades
organizadas jurídicamente pero que no pertenezcan a ningún Estado ni su
territorio forme parte integrante de un espacio territorial más amplio sobre el
que se ejerza el imperio de otra entidad política superior, esto es, cuando
aquéllas sean libres e independientes, no habrá régimen municipal
908
83 bis
Sobre la historia municipal, consúltese la obra del tratadista Moisés Ochoa Campos
intitulada “El Municipio. Su evolución institucional” (Edición 1981), en la que su autor se
refiere prolijamente a los municipios en la Antigüedad, en la Edad Media, en la Edad
Moderna y en la Época Contemporánea.
84
La Reforma Municipal, p. 23.
LAS ENTIDADES FEDERATIVAS 475
los múltiples municipios in specie que han existido y existen”85 corrobora esta
última aserción que postula la tesis de que el municipio como concepto abstracto
y como realidad histórica no puede concebirse ni funcionar sin el derecho,
aunque tampoco, evidentemente, sin sus elementos naturales que son la
comunidad humana y la porción territorial en que vive y se desenvuelve. Forma
y materia, en una inextricable síntesis, constituyen, por tanto, la entidad
municipal que es titular de un poder público autónomo y autárquico que en su
nombre y representación ejercen sus autoridades, las cuales orgánicamente
integran su gobierno. Este poder público se manifiesta en actos de autoridad
administrativos y jurisdiccionales principalmente y aun en actos legislativos. La
posibilidad de que los órganos municipales desarrollen las funciones públicas
correspondientes a dichas tres especies de actos depende de la estructura
especial de cada municipio en concreto, la cual evidentemente está
condicionada a factores tempo-espaciales de variada y variable naturaleza que
operan en la vida histórica de cada Estado en particular. Si el derecho
fundamental de éste o Constitución es la fuente formal del municipio, el grado y
la extensión de su autonomía y autarquía también derivan de aquél lógicamente.
Son las necesidades políticas, económicas, sociales y culturales de cada país,
provocadas por factores mesológicos de diversa índole, las que determinan en el
ámbito de la concreción histórica la amplitud de los aludidos elementos
municipales y, por ende, la extensión de las funciones públicas del municipio y la
competencia de sus órganos de gobierno en cuanto al desempeño de las
mismás. Rebasaría el contenido de esta obra la formulación de un estudio
exhaustivo sobre los diferentes tipos de municipio que proporciona la historia
jurídico-política de múltiples Estados donde se haya adoptado el régimen
municipal, pues la temática y la problemática respectivas son de tal exuberancia
que constituyen la esfera de análisis e investigación de una rama jurídica muy
importante que es el Derecho Municipal.86 A guisa de consideración lógica
general, es decir, independientemente de cómo se encuentren o hayan
encontrado estructurados los municipios in specie, debemos advertir que el
concepto de municipio in abstracto reconoce como elementos sustanciales la
autonomía y la autarquía, sin los cuales la entidad municipal no podría existir. Si
el derecho fundamental del Estado las suprimiese, eliminaría al municipio de su
sistema político-administrativo para sustituirlo por una mera división territorial
sujeta por modo absoluto a la heterónoma y gobierno estatales, despojando a las
diversas comunidades que componen la población nacional de su potestad de
autogobierno interior, que es, repetimos, uno de los signos más destacados del
régimen municipal.
85
La temática y la problemática del municipio como idea general, de los tipos
municipales y de los municipios en concreto inciden en una importante rama del Derecho
Público que, por su trascendencia, se ha desprendido del Derecho Constitucional y
Administrativo para integrar el “Derecho Municipal”, que como especialidad jurídica tiene
su propia literatura y cuyo ámbito ya no corresponde estrictamente a la doctrina
constitucional
86
Una de las obras que con más profundidad, seriedad y documentación se ha escrito
sobre el municipio son las del investigador Moisés Ochoa Campos que ya hemos
invocado y que se intitulan “La Reforma Municipal” y “El Municipio. Su Evolución
Institucional” (1981), cuya lectura es de obligada consulta para la dilucidación de las
cuestiones sociales, políticas y económicas que atañen por modo general al municipio.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 476
910
87
Cfr. “La Reforma Municipal”, p. 32.
88
Ídem
89
Op. cit., pp. 32 y 35.
90
Ibíd., pp. 42 y 43.
LAS ENTIDADES FEDERATIVAS 477
94
Op. cit., p. 93. El primer municipio de esta índole fue el de Tlaxcala donde en 1531 se
fundó “paralelamente al gobierno indígena, el primer corregimiento español, encabezado
inicialmente por un corregidor, luego por un alcalde mayor, y posteriormente por un
gobernador, el que, con excepción de un corto periodo, rigió hasta la consumación de la
Independencia en 1821” (Actas de Cabildo de Tlaxcala ¡547-1567. Publicación del
Archivo General de la Nación y el Instituto Tlaxcalteca de la Cultura. 1985. P. III,
Preámbulo)
LAS ENTIDADES FEDERATIVAS 479
95
Hernán Cortés, pp. 181 y 182
96
En dicha batalla, que tuvo lugar en los campos que llevan a su nombre (abril de 1521),
Carlos V derrotó a la liga de comuneros encabezada por el ayuntamiento de Toledo que
logró formar una reunión de quince ciudades y villas para oponerse, incluso con la
fuerza, a la violación de sus fueros por parte del famoso emperador.
97
Apuntes para la Historia del Derecho en México. Tomo II, pp. 208 y 209.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 480
101
Op. cit.
102
Por lo que atañe a las facultades que correspondían a cada funcionario municipal, nos
remitimos a la exposición y comentario que hacen los autores que hemos venido
siguiendo en sus respectivas obras ya citadas, pues reiteramos que el tratamiento del
tema concerniente al municipio en lo que atañe a sus aspectos exhaustivos, no incumbe
estrictamente al Derecho Constitucional.
103
Esta designación, dice Ochoa Campos, “se hacía de acuerdo con la reglamentación
que aparece consignada en la Recopilación de Leyes de Indias” conforme a las
siguientes bases que el mismo autor señala: ‘1. En las poblaciones que se fundaban por
capitulación o asiento con determinada persona, ésta y su hijo o heredero debían
nombrar los regidores, según lo dispuesto por Felipe II. Pasadas dos vidas, los puestos se
llenaban según los principios del derecho común. 2. Cuando no había capitulación, los
vecinos los nombraban en cabildo abierto, conforme lo dispuso Carlos V en 26 de junio
de 1525. En este caso, después de la primera elección, los regidores eran designados a
su vez por principios del derecho común (Recopilación de Indias, 1, 4, 10, 3).” (Op. cit., p.
152.)
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 482
104
Op. cit., pp. 152 y 153.
105
Cfr. Capítulo III, parágrafo tercero, de esta obra.
LAS ENTIDADES FEDERATIVAS 483
106
Op. cit., p. 226.
107
En el Proyecto de Reformas a dicha Constitución fechado el 30 de junio de 1840, se
propusieron algunas modificaciones no sustanciales a las ‘citadas bases generales sobre
el régimen municipal y a cuyo tenor nos remitimos. Cfr. Derechos del Pueblo Mexicano
(México a través de sus Constituciones) y Leyes Fundamentales de México (Tena
Ramírez).
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 484
918
comprendiendo en la demarcación de su incumbencia parte del territorio del
distrito, en que se encuentran poblados rurales generalmente de carácter de
propiedad privada. En estas condiciones y dada la distancia no corta que suele
haber entre las poblaciones, el territorio jurisdiccional de los ayuntamientos es
muchas veces de tal extensión, que la corporación municipal sólo nominalmente
tiene autoridad ni ejercicio alguno en cuanto se halla fuera del lugar en que
reside.” 110
Si una de las lacras del porfiriato fue la existencia de las mencionadas jefaturas
que se posibilitaron jurídicamente merced a la preterición del municipio en que
incurrió la Constitución de 57, era lógico y prácticamente necesario que su
abolición y la restauración del régimen municipal fuesen los principales objetivos
políticos de los movimientos precursores de la Revolución mexicana de 1910.
Así, el Partido Liberal Mexicano, fundado por los hermanos Flores Magón, lanzó
en 1906 un programa en el que se propugnó la supresión “de los jefes políticos
que tan funestos han sido para la República, como útiles al sistema de opresión
reinante”, así como la multiplicación y el robustecimiento de los municipios. A su
vez, el Partido Democrático,111 que se organizó el 22 de enero de 1909, hizo “un
llamamiento a todos los ciudadanos para sacudir su apatía y cumplir sus deberes
cívicos, a efecto de cambiar la política personalista del general Díaz por el
imperio de la ley y de la Constitución tanto tiempo relegada al olvido”, dice don
Jesús Romero Flores, agregando que “Iba luego por los fueros de la libertad
municipal, considerando al municipio libre como la celdilla que resume en su
vida la vida entera del organismo, quitando a los ayuntamientos la oprobiosa
tutela de los jefes políticos.” 112
La institución del régimen municipal fue una de las tendencias que con más
perseverancia animó a don Venustiano Carranza como primer Jefe de la
Revolución constitucional que se inició con l Plan de Guadalupe de 26 de marzo
de 1913 en el que desconoció al gobierno magnicida de Victoriano Huerta.
Según lo recuerda Ochoa Campos, esa tendencia se manifestó desde el mensaje
que el Varón de Cuatro Ciénegas dirigió a la Convención de Generales reunida el
3 de octubre de 1914, y en cuya parte conducente expresó: “Igualmente —
durante la campaña— todos los jefes del Ejército convinieron conmigo en que el
Gobierno provisional debía implantar las reformás sociales y políticas que en
esta Convención se consideran de urgente necesidad pública, antes del
restablecimiento del orden constitucional. Las reformás sociales y políticas de
que hablé a los principales Jefes del Ejército, como indispensables para satisfacer
las aspiraciones del pueblo en sus necesidades de libertad económica, de
igualdad política y de paz orgánica son, brevemente enumeradas, las que en
seguida expreso: El aseguramiento de la libertad municipal, como base de la
110
La Constitución y la Dictadura, p. 227.
111
En este partido figuraron Benito Juárez Maza, Manuel Calero, José Peán del Valle, Jesús
Urueta, Diódoro Batalla, Rafael Zubarán Campany y otros.
112
Del Porfirismo a la Revolución Constitucionalista, p. 75.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 486
919
democráticas.113 Agrega el distinguido tratadista citado que, fiel a su
ofrecimiento, Carranza expidió en Veracruz, el 12 de diciembre de 1914, un
decreto bajo el título de “Adiciones al Plan de Guadalupe” para dar satisfacción a
las necesidades económicas, sociales y políticas del país, entre ellas, el
establecimiento del régimen municipal. “De inmediato, dice Ochoa Campos, se
pusieron manos a la obra y la Sección de Legislación Social preparó los
proyectos de ley que se adicionarían al Plan de Guadalupe. Estos fueron en
número de 19, figurando entre ellos, 5 sobre asuntos municipales: 1. Ley
Orgánica del artículo 109 de la Constitución de la República, consagrando el
Municipio Libre. 2. Ley que faculta a los ayuntamientos para establecer oficinas,
mercados y cementerios. 3. Ley que faculta a los ayuntamientos para la
expropiación de terrenos en qué establecer escuelas, mercados y cementerios.
4. Ley sobre organización municipal en el Distrito Federal, Territorios de Tepic y
Baja California. 5. Ley sobre los procedimientos para la expropiación de bienes
por los ayuntamientos de la República, para la instalación de escuelas,
cementerios, mercados, etc.
“De todos los 19 proyectos, el primero era sobre el Municipio Libre. Entre los
decretos dictados en Veracruz, llevó el número 7, el que reformaba el Plan de
Guadalupe y el número 8, el relativo a la libertad municipal, que se expidió en 26
de diciembre de 1914.
“Este Decreto constituye un antecedente preciso del artículo 115 constitucional
y tuvo la importancia de reconocer en los municipios la base de nuestra
organización política, otorgándoles la autonomía de que se encontraban privados
por la tutela de los Prefectos y Jefes Políticos. El Decreto expedido en Veracruz
dice textualmente:
“Artículo único. Se reforma el artículo 109 de la Constitución Federal de los
Estados Unidos Mexicanos, de 5 de febrero de 1857, en los siguientes términos:
“Los Estados adoptarán para su régimen interior la forma de gobierno
republicano, representativo y popular, teniendo como base de su división
territorial y de su organización política el municipio libre, administrado por
Ayuntamientos de elección popular directa, y sin que haya autoridades
intermedias entre éstos y el gobierno del Estado.
“El Ejecutivo Federal y los Gobernadores de los Estados tendrán el mando de la
fuerza pública de los municipios donde residen habitual o transitoriamente.” 114
Era perfectamente previsible, en consecuencia, que en el Proyecto de Reformás
a la Constitución de 1857 que presentó don Venustiano Carranza al Congreso
Constituyente de Querétaro el primero de diciembre de 1916, se incluyera un
conjunto de normás fundamentales dentro de las que se estructura el municipio
libre, mismás que se contienen en cl artículo 115 constitucional.
Así, en el mensaje que precede a dicho Proyecto, Carranza proclamó que: “El
Municipio Independiente, que es sin disputa una de las grandes conquistas de la
revolución, como que es la base del Gobierno libre, conquista que no sólo dará
libertad política a la vida municipal, sino que
113
Op. cje., pp. 317 y 318.
114
Ídem, pp. 318 y 319.
LAS ENTIDADES FEDERATIVAS 487
115
Leyes Fundamentales de México, p. 757
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 488
116
La citada disposición constitucional, en su párrafo segundo, establece la
irreelegibilidad relativa de estos funcionarios municipales, en Cuanto que no pueden ser
nuevamente designados “para el periodo inmediato”, determinando dicho párrafo,
además, que “Las personas que por elección indirecta o por nombramiento o
designación de alguna autoridad, desempeñen las funciones propias de es9s cargos,
cualquiera que sea la denominación que se les dé, no podrán ser electos para el periodo
inmediato. Todos los funcionarios antes mencionados, cuando tengan el carácter de
propietarios, no podrán ser electos para el periodo inmediato con el carácter de
suplentes, pero los que tengan el carácter de suplentes, si podrán ser electos para el
periodo inmediato como propietarios a menos que hayan estado en ejercicio.”
LAS ENTIDADES FEDERATIVAS 489
parlamentaria
sabemos qué es lo que constituye la hacienda municipal. ¿Son los arbitrios que
le deje el Estado? ¿Son los que el municipio fija? Si es lo último, el Estado fija un
tanto por ciento o el Estado fija una cantidad determinada. Estos problemás,
señores diputados, no debe resolverlos la Constitución, ni podemos nosotros
resolverlos; porque solamente las necesidades locales, las necesidades de cada
Estado vendrán a decirnos en cada momento si los municipios son capaces
924 DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO
para fijar sus arbitrios y el Estado debe limitarse a una parte proporcional, o si
los municipios deben fijar y el Estado exigirles determinada cantidad, o si el
Estado debe reservarse determinados ramos y dar otros al municipio, y en una
Constitución Federal que fije las bases generales para todos los Estados,
podemos decir con exactitud, como dice el dictamen: “Los municipios
recaudarán todos los impuestos y contribuirán a los gastos públicos del Estado,
en la porción y términos que señale la legislatura local.” Yo diría sencillamente:
“Los municipios recaudarán los impuestos en la forma y términos que señale la
legislatura local.” Sostuvo Lizardi la tesis de que son las legislaturas locales las
que deben determinar y expedir las leyes municipales, dejando en libertad a los
municipios para administrar sus ingresos.
El texto de la fracción II del artículo 115, según lo redactó la Comisión
respectiva, fue desechado en la sesión que se efectuó el 25 de enero de 1917
por ciento diez votos contra treinta y cinco, habiéndose presentado un nuevo
proyecto, del que disintieron Medina y Jara, concebido en estos términos: “Los
municipios tendrán el libre manejo de su hacienda y ésta se formará de lo
siguiente: 1. Ingresos causados con motivo de servicios públicos, que tiendan a
satisfacer una necesidad general de los habitantes de la circunscripción
respectiva. 2. Una suma que el Estado integrará al municipio, y que no será
inferior al diez por ciento del total de lo que el Estado recaude para sí por todos
los ramos de la riqueza privada de la municipalidad de que se trate; 3. Los
ingresos que el Estado asigne al municipio para que cubra todos los gastos de
aquellos servicios que, por la nueva organización municipal, pasen a ser del
resorte del ayuntamiento y no sean los establecidos en la base primera de este
inciso. Estos ingresos deberán ser bastantes a cubrir convenientemente todos
los gastos de dichos servicios.” El mismo proyecto sugirió que en caso de
suscitarse un conflicto entre el municipio y el Poder Ejecutivo del Estado por lo
que a los arbitrios municipales concierne, incumbiese a la legislatura local
respectiva resolverlo, y si la controversia sobre el mismo punto surgiese entre
ésta y la entidad municipal, correspondería al Tribunal Superior del Estado dictar
la decisión pertinente.
Los disidentes Jara y Medina propusieron una fórmula amplia y dúctil para que en
cada caso se integrara la hacienda municipal, sugiriendo que “Los municipios
administrarán libremente su hacienda, la cual se formará de las contribuciones
municipales necesarias para atender sus diversos ramos, y del tanto que asigne
el Estado a cada municipio. Todas las controversias que se susciten entre los
poderes de un Estado y el municipio serán resueltas por el Tribunal Superior de
cada Estado en los términos que disponga la ley respectiva.” 120
Como se ve, tanto la Comisión como dichos diputados, aunque discreparon en
cuanto al punto concerniente a la composición de la hacienda municipal,
coincidieron en lo que atañe a la eliminación de la competencia de la de la
Suprema Corte que proponía el proyecto primitivo para dirimir “los conflictos
120
Op. cit. Tómo II, p. 771.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 492
121
Este distinguido constituyente se preguntaba: “, Por qué darle esta atribución a la
Suprema Corte de Justicia ¿por qué centralizar?, ¿por qué una cuestión meramente del
Estado va a ser resuelta por la Suprema Corte de Justicia, que es de carácter federal?
¿Por qué no ha de conocer, pregunto, de esos conflictos la legislatura del Estado y el
Supremo Tribunal de Justicia del Estado? Esta es una pregunta que surge a mi mente, y
si estoy en un error, sólo quiero convencerme de él; si la Comisión, con toda su
honradez, viene y me explica: por estas razones, señor Martínez Escobar; pero antes, yo
afirmo a esta Cámara: se ataca directamente eso que comúnmente llamamos la
soberanía de los Estados y que no es m que la libertad y la autonomía de los mismos”
(Diario de los Debates. Tomo II, página 630).
LAS ENTIDADES FEDERATIVAS 493
122
Op. cit., pp. 820 y 821.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 494
931
demarcada por los principios constitucionales y las bases legales que forman su
régimen en los términos del artículo 115 de la Ley Suprema. Las facultades de
sus órganos representativos deben coordinarse con las de las legislaturas locales
y el gobierno administrativo estatal. La autonomía política municipal se
encuentra amenazada por la facultad que tienen dichas legislaturas para
suspender y declarar desaparecidos los ayuntamientos y para revocar el
mandato de sus miembros, según dijimos. Por ello, la propia facultad debe
suprimirse si se pretende asegurar y fomentar la expresada autonomía para
hacer posible la consecución de los objetivos que inspiraron las reformás de
1983 al artículo 115 de la Constitución.123 bis
4. Observaciones finales
El municipio ha sido considerado como la célula primaria y básica del sistema
democrático, en cuanto que, si en ella no funcionase este sistema, toda la forma
de gobierno que lo haya adoptado se encontraría viciada ab-origine. La
trascendencia del régimen municipal ha sido destacada por la doctrina jurídica y
por la teoría sociopolítica contemporánea, a tal punto que, como dice Daniel
Moreno, “Los teóricos le dedican importantes capítulos y aun los partidos
políticos, en nuestro caso, lo mismo el partido en el poder, el Revolucionario
Institucional, como el de oposición franca, corno es Acción Nacional, le dedican
importantes capítulos de sus programás.124 La concepción democrática del
municipio exige ante todo que el elemento humano que lo compone sea el que
elija mayoritariamente y por vía directa a los miembros que integran su órgano
de gobierno administrativo que es el ayuntamiento o cabildo. Esta libertad
política se asegura constitucionalmente en México mediante la prohibición de
que entre ese órgano y el gobierno del Estado al que el municipio pertenezca
haya alguna autoridad intermedia que pueda injerirse en las decisiones de la
entidad municipal, como sucedía otrora con el jefe político o prefecto, y merme
la mencionada libertad.
Por otra parte, y según se sostuvo reiteradamente en el seno del Congreso
Constituyente de Querétaro, sin libertad económica el municipio no puede gozar
fácticamente de su necesaria libertad política, que es el presupuesto de la
democracia. La libertad económica, como lo hemos recordado, se traduce en la
potestad que tiene el municipio para administrar su hacienda sin intromisiones
de ninguna autoridad ajena a su ayuntamiento. Esta libertad, además, supone
que este órgano municipal conozca las necesidades y problemás económicos de
la comunidad respectiva y formule los planes de arbitrios pertinentes para
adoptar las medidas adecuadas. El planteamiento de la problemática municipal y
de las soluciones idóneas debe ser tomado en cuenta por las legislaturas locales
para decretar los impuestos que nutran a la hacienda del municipio, a fin de que
su órgano administrativo la maneje libre y responsablemente.
123 bis
La importancia del régimen municipal ya vislumbra la aparición de una nueva rama
del Derecho Público, que debe estudiar profundamente su temática y problemática, tal
como lo hacen los tratadistas que hemos invocado. A sus obras deben agregarse las
monografías sobre el nuevo artículo 115 de la Constitución que aparecen publicadas en
la obra que tiene el pomposo título de “Nuevo Derecho Constitucional Mexicano” y cuyos
coordinadores son Francisco Ruiz Massieu y Diego Valades (1983, Editorial Porrúa, SA.).
124
Derecho Constitucional Mexicano. Edición 1972, p. 348.
LAS ENTIDADES FEDERATIVAS 501
125
Cfr. Apuntes Sobre la Doctrina Política de la Constitución Mexicana, pp. 136 y ss.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 502
126
Así, verbigracia, en los artículos 117 y 118 del Código Fundamental del país, se
prevén diversas prohibiciones para los Estados, por lo que, en los casos que en ellas se
comprenden, ninguna legislatura local puede dictar ley alguna.
LAS ENTIDADES FEDERATIVAS 503
E. El Poder Ejecutivo
a) Este poder, que implica la función admistrativa según lo hemos dicho en
varias ocasiones, se deposita en un solo individuo llamado “gobernador”.
Aunque la Constitución Federal no menciona esta radicación unipersonal, en
puntual congruencia lógica, jurídica y política con el unipersonalismo
presidencial, debe necesariamente entenderse como atributo orgánico de dicho
poder.
Los lineamientos estructurales básicos del órgano ejecutivo o administrativo de
la Federación deben considerarse extensivos a los órganos ejecutivos o
administrativos de los Estados miembros, ‘a que sería. ilógico, por no decir
absurdo, que en sus principios jurídico-políticos fundamentales ambos tipos de
órganos estuviesen configurados de diferente manera. En esta virtud, la
Constitución establece que la elección de los gobernados de las entidades
federativas es directa, permitiendo que las legislaturas locales puedan expedir
las leyes electorales respectivas en las que se regule el procedimiento para la
designación de tales funcionarios, misma que debe provenir de la voluntad
popular mayoritaria de la colectividad humana que corresponda al Estado
miembro de que se trate (art. 116 frac. 1). También en lo que atañe a los
gobernados la Ley Suprema del país consigna el principio de no reelección, el
cual opera por modo absoluto cuando la nominación respectiva haya sido
popular ordinaria o extraordinaria, pues en este caso la persona en quien haya
recaído no puede por ningún motivo volver a ocupar ese cargo ni aun con el
carácter de gobernador interino, provisional o sustituto o de simple encargado
del gobierno. En el supuesto de que la elección no proceda de la voluntad
popular directamente, sino, en casos excepcionales, de la legislatura local
respectiva en las hipótesis que prevean las constituciones particulares de cada
Estado, el mencionado principio no rige absolutamente sino en forma relativa, en
cuanto que el gobernador sustituto constitucional, el designado para concluir el
periodo en caso de falta absoluta del constitucional, el interino, el provisional o
131 bis
La Reforma política Mexicana de 1977 En Anuario Jurídico VI, 1979. Publicación del
Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 508
El diputado Manuel Herrera, a su ves, opinó que “Los Congresos locales son los
que deben tener facultades para determinar las condiciones bajo las cuales
pueda ser o no electo un gobernador. El
138
Estas garantías las estudiamos en nuestra obra Las (aran tías Individuales, capítulo
séptimo.
139
Cfr. El Juicio de Amparo (capítulo cuarto, parágrafo V).
140
Dicha Ley Orgánica se expidió el 9 de diciembre de 1953 y se publicó en el Diario
Oficial el 9 de enero de 1954.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 516
Las anteriores consideraciones justifican, sin lugar a duda, la creación del Distrito
Federal, cuyas autoridades legislativas y administrativas (esta última ab origine)
son orgánicamente idénticas a las federales, aunque desempeñen material y
territorialmente actos diferentes como órganos de la Federación y como órganos
de dicha entidad. Únicamente el poder judicial dentro del Distrito Federal se
confía a órganos distintos de los tribunales de la Federación, como son los jueces
de primera instancia y el Tribunal Superior de Justicia, principalmente.
B. Reseña histórica
Por vía de referencia histórica debe recordarse que la creación del Distrito
Federal tuvo su origen en el Acta Constitutiva de la Federación y en la
Constitución de 1824, cuyo artículo 50, en su fracción XXVIII, consignaba como
facultad del Congreso General la de “Elegir un lugar que sirva de residencia a los
supremos poderes de la federación y ejercer en su distrito las atribuciones del
poder legislativo de un Estado.” Se planteó la cuestión de si el asiento de los
poderes federales debía ser la ciudad de Querétaro o la de México. La comisión
dictaminadora respectiva se inclinó por la primera solución, pero fray Servando
Teresa de Mier, con argumentos de carácter geográfico, histórico y político
abogó porque la residencia de dichos poderes fuese la ciudad de México, idea
que se acogió por el Congreso, el cual, mediante Decreto de 18 de noviembre de
1824, dispuso que los poderes de la Federación. deberían radicar en esta ciudad
y que su distrito fuese “el comprendido en un círculo cuyo centro sea la plaza
mayor de esta ciudad y su radio de dos leguas” (Art. 2), habiéndose concedido al
Distrito Federal el derecho de acreditar diputados a la Cámara respectiva del
mencionado Congreso por decreto de 11 de abril de 1826.
Al establecerse el régimen federal én los dos documentos constitucionales
citados, la ciudad de México quedó comprendida dentro del territorio del Estado
de México, cuyos diputados se opusieron tenazmente en la tribuna y en la
prensa a que el Distrito Federal se formara a costa de dicha entidad. Sin
embargo, la oposición para que la capital de la República fuese la sede de los
Poderes Federales y, por ende, el núcleo de dicho Distrito, cedió ante la mayoría
parlamentaria, habiendo el Congreso expedido el Decreto a que hemos hecho
alusión, el cual está concebido en los siguientes términos: “El Soberano
Congreso General Constituyente de los Estados Unidos Mexicanos ha tenido a
bien decretar:
1º El lugar que servirá de residencia a los supremos poderes de la federación,
conforme a la facultad 28 del artículo 50 de la Constitución, será la ciudad de
México.
2º Su distrito será el comprendido en un círculo cuyo centro sea la plaza mayor
de esta ciudad y su radio de dos leguas.
3º El gobierno general y el gobernador del Estado de Mexico nombraran cada
uno un perito para que entre ambos demarquen y señalen los terminos del
distrito conforme al artículo antecedente.
6º En lugar del Jefe político a quien por dicha ley estaba encargado del inmediato
ejercicio de la autoridad política y económica, nombrará el gobierno general un
gobernador en calidad de interino para el Distrito Federal.
7º En las elecciones de los ayuntamientos de los pueblos comprendidos en el
Distrito y para su gobierno municipal se observarán las leyes vigentes en todo lo
que no pugnen con el presente.
8º El Congreso del Estado de México y su gobernador pueden permanecer
dentro del Distrito Federal todo el tiempo que el mismo Congreso crea necesario
para preparar el lugar de su residencia y verificar su traslación.
9º Mientras se resuelva la alteración que deba hacerse en el contingente del
Estado de México, no se hará novedad en lo que toca a las rentas comprendidas
en el Distrito Federal.
10º . Tampoco se hará en lo respectivo a los tribunales comprendidos dentro del
Distrito Federal ni en la elegibilidad y demás derechos políticos de los natirales y
vecinos del mismo distrito, hasta que sean arreglados por la ley.142
Al sustituirse el régimen federal por el central en la Constitución de 1836,
llamada “Las Siete Leyes Constitucionales”, el territorio residencial de los
poderes nacionales dejó de denominarse “Distrito Federal” para asumir el
nombre de “Departamento de México” según ley de 30 de diciembre de ese año.
La restauración de la Constitución de 1824, por Decretos de 22 de agosto de
1846 y 10 de febrero de 1847 y Acta de Reformás de 18 de mayo de este último
año, trajo como consecuencia lógica y natural que el lugar -de residencia de los
poderes nacionales, ya en calidad de federales, se volviese a designar como
“Distrito Federal”, aunque bajo la postrera dictadura de Santa Anna se le haya
nombrado otra vez “Distrito de México”, que fue demarcado por Decreto de 16
de febrero de 1854.143
Puede considerarse que la extensión que al “Distrito de México” adscribió este
decreto se ratificó por el Estatuto Orgánico Provisional de la República Mexicana
expedido por Comonfort el 15 de
144
El texto de este precepto decía: “Las partes integrantes de que se compone la
Federación son: Los Estados de Aguascalientes, Chiapas, Chihuahua, Coahuila, Durango,
Guanajuato, Guerrero, Jalisco, México, Michoacán, Nuevo-León, Oaxaca, Puebla,
Querétaro, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tabasco, Tamaulipas, Veracruz, Yucatán,
Zacatecas y el del Valle de México, que se formará de los pueblos comprendidos en los
límites naturales de dicho Valle, y los territorios de la Baja-California, Colima, Isla del
Carmen, Sierra-Gorda, Tehuantepec y Tlaxcala.”
1
45 Estudios Constitucionales, p. 56.
LAS ENTIDADES FEDERATIVAS 521
954
necesariamente, la reforma de este artículo constitucional aplicable al Distrito
federal instalado en el Valle de México, pero no al Distrito federal establecido en
otra parte del territorio nacional.
“De este reproche quedaría a salvo el proyecto del ‘Primer Jefe’ si hubiera
subordinado la redacción de todos los artículos relativos al propósito, muy
razonable, que parece haber tenido de convertir el Valle de México en la
residencia definitiva del Gobierno federal, dejando únicamente al Congreso la
facultad de variar esa residencia de modo extraordinario y transitorio: más no
hizo tal y por ello el proyecto resulta deficiente.”149
La omisión a que aludimos fue subsanada por el Congreso Constituyente al
decidir que “En caso de que los Poderes Federales se trasladen a otro lugar. se
erigirá (el Distrito Federal) en Estado del Valle de México, can las límites y
extensión que le asigne el Congreso General” (Art. 55 const.). Esta última
atribución posibilita a este órgano legislativo para cercenar o mutilar el territorio
del Estado o de los Estados con el que se forme el nuevo Distrito Federal con la
extensión territorial que sefiale para dicho Estado potencial, sin que se requiera
en ninguno de los dos casos el consentimiento de las entidades afectadas, ya
que el supuesto normativo que contempla el artículo 44 constitucional es distinto
del que prevé la fracción tercera del artículo 73 de la misma Ley Suprema, o sea,
del que estriba en la formación de nuevos Estados dentro de los límites de los
existentes. En efecto, en este último caso, la formación estatal se supedita a la
satisfacción de las condiciones demográficas, políticas y eco nómicas que tal
fracción determina, en tanto que la erección del Estado del Valle de México es
constitucionalmente imperativa y automática según lo ordena el citado artículo
44, sin que este fenómeno quede sujeto a la existencia o surgimiento de dichas
condiciones, toda vez que su causa determinante, es la simple traslación de los
Poderes Federales a otro lugar distinto del Distrito Federal.
149
Op. cit., pp. 79 y 80. El propósito de don Venustiano al que se refiere el invocado
constitucionalista efectivamente emerge de las siguientes expresiones de la Comisión
dictaminadora respectiva: “Los propósitos del C. Primer Jefe son militares, políticos y
civiles: el Valle de México es una extensión territorial que tiene defensas naturales
propias, que lo hacen, en cierto modo, inaccesible, y debiéndose aprovechar estas
fortificaciones naturales, es muy fácil defenderlas. Hacer de la ciudad de México,
comprendiendo toda ta circunscripción, una formidable plaza fuerte que sería el último
reducto, la última línea de defensa del país, en el caso de una resistencia desesperada
en alguna guerra extranjera.” “Haciendo del Valle una circunscripción distinta,
independiente, esto es, una entidad con sus límites propios, con sus recursos propios,
con su administración propia, se establece efectivamente la residencia de los poderes en
un lugar especialmente adecuado para su objeto, y puede lograrse con esto, también, la
mayor independencia de los Estados, que ya no tendrán más ligas ni más relaciones con
el Poder del Centro que aquellas que correspondan propiamente a nuestra organización
constitucional, esto es, aquellas que no son del régimen interior de cada Estado” (Diario
de los Debates. Tomo II. pp. 721 y 722).
LAS ENTIDADES FEDERATIVAS 525
155
Capitulo séptimo. Parágrafo IV. Apartado E. Inciso b) de esta misma obra.
156
La Ley Orgánica del Departamento del Distrito Federal vigente, publicada en el Diario
Oficial el 29 de diciembre de 1978, divide a esta entidad federativa en dieciséis
delegaciones, al frente de las cuales se encuentra un delegado, nombrado y removible
por el Jefe del Departamento, previo acuerdo del Presidente de la República (Arts. 14 y
15). Las citadas delegaciones son las siguientes: 1. Álvaro Obregón; II. Azcapotzalco; III.
Benito Juárez; IV. Coyoacán; V. Cuajimalpa de Morelos VI. Cuauhtémoc VII. Gustavo A.
Madero; VIII. Iztacalco; IX. Iztapalapa; X. La Magalena Contreras; ‘XI. Miguel Hidalgo XII.
Milpa Alta; XIII. Tláhuac; XIV. Tlalpan; XV. Venustiano Carranza y XVI. Xochimilco. Los
órganos administrativos principales que integran el Departamento del Distrito Federal
son los Secretarios Generales, el Oficial Mayor, el Contralor General, el Tesorero y
diversos Directores Generales, cuya respectiva competencia legal se establece en la
LAS ENTIDADES FEDERATIVAS 529
959
En la base 5ª de la fracción VI del artículo 73 constitucional se contienen
diversas reglas que rigen al Poder Judicial del Distrito Federal, descollando entre
ellas la que concierne a la garantía de independencia de los magistrados y
jueces en el ejercicio de sus funciones, mediante las condiciones de ingreso,
formación y permanencia de sus titulares que la propia ley señale. Asimismo es
de subrayarse la novedad consistente en que los nombramientos de dichos
funcionarios judiciales deben recaer “preferentemente entre aquellas personas
que hayan prestado sus servicios con eficiencia y probidad en la administración
de justicia o que lo merezcan por su honorabilidad, competencia y antecedentes
en otra rama de la profesión jurídica”. En la invocada base 5a se contienen otras
reglas sobre el acto aprobatorio de los nombramientos de magistrados del
Tribunal Superior de Justicia5 sobre la suplencia de estos funcionarios, sobre la
duración del cargo correspondiente, su remuneración y su destitución conforme
al Título Cuarto de la Constitución que ya hemos comentado en relación con el
Poder Judicial Federal.157 Y 158
Funcionarios, la duración del cargo correspondiente que es de seis años, su
remuneración y su destitución conforme al Título Cuarto de la Constitución que
ya hemos comentado en relación con el Poder Judicial Federal.158
2. Los conflictos laborales que surjan en el Distrito Federal y respecto de
industrias que no sean de “jurisdicción federal 159 son de la competencia de la
Junta Local de Conciliación y Arbitraje de dicha entidad federativa, según lo
prescribe el artículo 123 de la Constitución en sus fracciones XX y XXXI a cuyo
texto nos remitimos, ya que su estudio corresponde al Derecho del Trabajo.
3. En cuanto a las controversias que se susciten entre el Gobierno del Distrito
Federal y sus trabajadores, la función jurisdiccional respectiva se ejerce por el
Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje, según lo establece el invocado
precepto constitucional en su apartado “B”, in capite, y fracción XII.
4. El artículo 104 de la Constitución, que en otra oportunidad comentamos,160
disponía que el Congreso de la Unión podía instituir tribunales de lo contencioso-
administrativo dotados de plena autonomía para dictar sus fallos, para dirimir
controversias que se susciten no sólo entre la Administración Pública Federal y
los particulares, sino también entre éstos y la Administración Pública del Distrito
Federal (frac. 1, párrafo segundo). Ahora bien, en ejercicio de esta facultad, que
se trasladó a la fracción XXIX-H del artículo 73 constitucional, el mencionado
Congreso expidió la Ley de lo Contencioso Administrativo del Distrito Federal,161
creando el Tribunal correspondiente, cuyas Salas tienen competencia para
conocer “de los juicios que se promuevan
157
Por su fácil inteligencia prescindimos de hacer comentario alguno en relación a tales
reglas.
158
Es evidente que el análisis del sistema competencia] de los órganos judiciales del
Distrito Federal no nos corresponde formular en esta obra.
159
Las industrias de “jurisdicción” federal son las que señala la fracción XXXI del artículo
123 constitucional, cuyo texto damos por reproducido.
160
Capítulo noveno. Parágrafo 1 de este libro.
161
Este ordenamiento se publicó en el Diario Oficial el 17 de marzo de 1971 y entró en
vigor ciento veinte días después.
LAS ENTIDADES FEDERATIVAS 531
162
Debemos hacer la observación de que de este control quedan excluidas las
resoluciones fiscales provenientes de las autoridades del Departamento del Distrito
Federal, ya que su impugnación jurídica procede ante el Tribunal Fiscal de la Federación.
162 bis
En la primera edición de esta obra formulamos algunas breves consideraciones
sobre los «Territorios Federales”, pero como éstos dejaron de existir para convertirse en
los Estados de Quintana Roo y Baja California Sur, la referencia a aquéllos resulta
actualmente inútil.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 532
961
las autoridades estatales tienen el deber ineludible de comportarse activa o
pasivamente conforme a él, toda vez que está previsto en la ley, según hemos
afirmado.
El respeto y la observancia coercible a que hemos aludido se traducen, a su vez,
en que las mencionadas autoridades no deben impedir, imposibilitar, estorbar o
alterar el uso público o singular de ningún bien de uso común, y en conservarlo
bajo las condiciones y con los atributos que su misma naturaleza y destino
establezcan. Dicho de otra manera, ninguna autoridad puede, sin desacatar la
mencionada obligación, cambiar o variar tal naturaleza y destino, máxime
cuando se manifiesten en objetivos simultáneos respecto de ciertos bienes de
uso común.
Por otra parte, es evidente que el mencionado derecho de uso colectivo y
singular está sujeto a diferentes limitaciones en cuanto a su ejercicio y que los
bienes de uso común pueden ser cambiados de destino, según lo exijan las
necesidades públicas de suyo tan variadas y variables. Sin embargo, toda
limitación o todo cambio deben tener como fuente exclusiva la ley o los
reglamentos administrativos, según lo determinan los principios jurídicos que
hemos señalado. Así lo ordenan el artículo 30 de la Ley General de Bienes
Nacionales162 c y el 768 del Código Civil, preceptos que no hacen sino reiterar el
principio de legalidad que se instituye en el artículo 16 de la Constitución
Federal, primordialmente. En otros términos, ninguna limitación el citado
derecho de uso ni variación alguna del destino de cualquier bien de uso común
deben obedecer a la sola decisión de las autoridades u4ministrativas162 d
D. La Asamblea de Representantes
Una de las novedades de la Reforma política de 1987 en lo que al Distrito
Federal atañe, consiste en la creación de un órgano colegiado denominado
“Asamblea de Representantes.” Se ha considerado que su instauración denota la
tendencia de atemperar la “capitis deminutio” política que afecta a los
ciudadanos de dicha entidad federativa. La citada Asamblea no es el órgano
legislativo del Distrito Federal, pues esta categoría la sigue conservando el
Congreso de la Unión. Por ende, todos los ordenamientos legales respectivos
provienen de este cuerpo.
162 c
Publicada el 8 de enero de 1982.
162 d
La Ley Orgánica del Departamento del Distrito Federal comete el ingente error. de
considerar a dicho Departamento con personalidad jurídica para adquirir bienes y de
imputar éstos, sean del dominio público o del dominio privado, al propio Departamento.
El Departamento del Distrito Federal no es una persona moral, sino un organismo de
gobierno integrado por diferentes órganos que reciben distintas denominaciones y que
encabeza su jefe, el cual depende por modo directo constitucionalmente del Presidente
de la República. Un organismo de gobierno no puede tener capacidad para tener en
propiedad bienes, toda vez que es simplemente su administrador. Los bienes del dominio
público o del dominio privado que se encuentran dentro del territorio del Distrito Federal
son de esta entidad federativa, que es la que tiene personalidad constitucional, por lo
que el Departamento mencionado sólo las administra. Considerar, como lo hace dicha
Ley (Art. 32, 33, 34 y 35), que el Departamento del Distrito Federal es propietario de
tales bienes equivaldría a estimar que cada Secretaría de Estado también fuese dueña
de lm lenes nacionales que tiene bajo su manejo administrativo dentro del ramo une
corresponda.
LAS ENTIDADES FEDERATIVAS 533
162 e
Deliberadamente nos abstenemos de aludir a otras diversas facultades de la
Asamblea de Representantes que se establecen en los incisos E, F, G, H e 1 de la base
33 de la fracción VI del artículo 73 constitucional, para no ser ni repetitivos ni meros
transcriptores de las disposiciones conducentes. A mayor abundamiento, dichas
facultades se detallan en la Ley Orgánica de la mencionada Asamblea, publicada el 2 de
febrero de 1988 y cuyo estudio no nos corresponde hacer en esta obra.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 536
PÁGINA EN BLANCO
EL ESTADO Y LA IGLESIA 541
CAPÍTULO DECIMOPRIMERO
EL ESTADO Y LA IGLESIA
Sumario: 1. Breves consideraciones previas. —II. Semblanza de la Iglesia. —III.
Bosquejo de la Iglesia en México: A. El Patronato real; B. Las órdenes religiosas;
C. La Inquisición o Tribunal del Santo Oficio (Generalidades); D. La Iglesia en el
México independiente hasta las Leyes de Reforma. —IV. Las Leyes de Reforma:
A. Consideración previa; B. La supresión de los fueros; C. La intervención de
bienes eclesiásticos; D. Votos monásticos; E. Desamortización de bienes; F.
Nacionalización de los bienes del clero; G. Estado civil de las personas; H.
Libertad de cultos. —V. Somero juicio crítico sobre la Reforma. —VI.’ Exégesis del
artículo 130 constitucional A. Reiteración de la libertad religiosa; B. Intervención
del poder público en el culto religioso; C. Incapacidades y prohibiciones respecto
de los ministros del culto; D. Agrupaciones religiosas; E. Estado civil de las
personas F. Disposiciones generales; G. Necesaria supervivencia del artículo 130
constitucional.
I. BREVES CONSIDERACIONES PREVIAS
El artículo 130 de la Constitución se desenvuelve preceptivamente en diversas
disposiciones que, en su conjunto, destacan no la separación de la Iglesia y el
Estado como indebidamente suele afirmarse, sino la supeditación de la Iglesia al
Estado. Esta situación, que ha sido el resultado o la consecuencia de diferentes
acontecimientos que registra la historia sociopolítica y económica de México,
debe ser analizada desde distintos puntos de vista para justificar o rechazar la
mencionada supeditación al poder estatal. En ese análisis deben concurrir varios
criterios metodológicos, pues debe dilucidarse, con pretensión de objetividad y
eliminando en lo posible el subjetivismo, si las prescripciones constitucionales
que forman el contexto de dicha subordinación son únicamente trasunto de
situaciones fácticas que pertenecen al pasado, o si, por lo contrario, deben
necesariamente subsistir como normás jurídicas fundamentales para evitar la
colisión, tan frecuente en la historia, entre la autoridad civil y la autoridad
eclesiástica, así como para imposibilitar la hegemonía de la Iglesia sobre el
Estado que muchas veces ha impedido o frustrado la realización de principios
ideológicos de carácter económico, político, cultural y social en beneficio de las
grandes mayorías populares.
162 e
Así lo ha considerado el arzobispo Jerónimo Prigrione, Delegado Apostólico en
México, en un interesante y erudito estudio publicado en la obra “Sociedad Civil y
Sociedad Religiosa”, editada por el Episcopado Mexicano en mayo de 1985 y que recoge
las disertaciones que se expusieron en la Asamblea Extraordinaria de Estudio que se
celebró del 28 de enero al primero de febrero del propio ailo, y a la cual fuimos invitados
para tratar el tema “El Derecho Constitucional del Estado en retaci4n a la Iglesia”
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 544
972
163
era, en la Tierra, la prueba mística de la presencia de Cristo . Es más, en la
última plegaria que el Divino Crucificado eleva al Padre, el Hijo de Dios dice:
“Que todos sean uno. Padre, como Tú eres uno en Mí y yo en ti”164, de donde se
infiere el carácter de santidad de la Iglesia y cuya universalidad o catolicidad
deriva de la exhortación de Cristo a sus discípulos para que fuesen a enseñar su
doctrina a todas las naciones.
Como unidad de fe, de culto y de conducta, la Iglesia, desde su primitividad, tuvo
necesariamente una organización que se proyectó a las comunidades cristianas
o “iglesias” que la integraban y que se establecieron en diversas regiones del
mundo antiguo a consecuencia de la difusión del Evangelio por los discípulos y
apóstoles de Cristo.165. Conforme a dicha organización, había dos clases de jefes,
los obispos y diáconos, y según lo indica Rops, cuya autoridad en la materia es
indiscutible, “cada comunidad parecía dirigida por un colegio de episcopos o de
presbíteros bajo cuyas órdenes se hallaban los diáconos”, quienes tenían
contacto inmediato con los fieles.166 Los obispos estaban investidos con
atribuciones litúrgicas, es decir, dirigían los ritos sacramentales, incumbiéndoles
el deber de enseñar la religión cristiana, de administrar los bienes de la
comunidad y de vigilar moral y espiritualmente la conducta de los feligreses.
“Cada fiel tenía su modesto puesto; cada sacerdote, cada diácono tenían su
tarea que cumplir según su rango; pero el obispo, por su parte, las asumía todas;
era responsable de todo. Velaba, pues, por la disciplina, por las buenas
costumbres, por la armonía entre los cristianos. Si uno de ellos flaqueaba, se
portaba mal o apostataba, el obispo se resentía de estas faltas como de otras
tantas heridas en el cuerpo místico”, afirma el autor citado, quien agrega: “Es
evidente que el sistema episcopal fue uno de los elementos fundamentales del
Cristianismo durante el decisivo periodo en que conquistó el mundo. Debió a ese
sistema su firme flexibilidad, su solidez doctrinal y su eficacia material. No
conocemos a todos esos obispos de los primeros tiempos que fueron
verdaderamente las piedras sillares con que se edificó la Iglesia, pero cuántos
entre los que conocemos se nos aparecen con un halo de genio y de santidad.
Pensemos en Ignacio de Antioquía, en Policarpo de Esmirna, en Dionisio de
Corinto, en Ireneo de Lyon; más tarde en Cipriano de Cartago, en Hilario de
Poitiers y en todos esos grandes obispos que, en el dramático viraje de finales
163
La Iglesia de los Apóstoles y de ¡os Mártires. Edición 1955, p. 232.
164
Op. cit., p. 234. En el Evangelio de San Juan, capítulo XVII, parágrafos 21 y 22 se dice:
“Para que sean todos una cosa, así como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que también sean
ellos una cosa en nosotros: para que el mundo crea que tú me enviaste. Yo les he dado
la gloria, que tú me diste: para que sean una cosa, como también nosotros somos una
cosa.” (Biblia Sagrada. Vulgata Latina. Nuevo Testamento.)
165
Así Juan predicó en Asia Menor; Andrés entre los escitas; Tomás entre los partos;
Bartolomé llevó las enseñanzas cristianas de San Mateo hasta la India; Simón ejerció su
apostolado en Persia; Maflas en Etiopía y Pablo en Grecia y España. San Pedro envió
misioneros a Sicilia, Italia, a las costas de África y a las Galias. Las iglesias principales
fueron las de Jerusalen y de Roma, cuyo primer jefe fue el apóstol Pedro, quien, como se
sabe, fue crucificado antes de que terminara el reinado de Nerón, o sea, antes del año
68 de nuestra Era. (Cfr. Historuz de la Iglesia Católica por Daniel Olmedo S. 1. Edición
1978.)
166
O. cit., p. 236.
EL ESTADO Y LA IGLESIA 545
del siglo IV, aparecieron como los verdaderos jefes de la sociedad. Sin ese
régimen, sin esos hombres, el Cristianismo no habría podido desempeñar el
papel que todos conocemos.” 167
167
Ídem, pp. 238 y 239.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 546
168
San Mateo. Capitulo XVI. Versículo 18. “Pedro” denotaba “piedra”, y con este nombre
designó Cristo a Simón y se conoce universalmente a este dispuso. Al ser éste la
“piedra” o fundamento de la Iglesia cristiana, fue al mismo tiempo su cabeza,
habiéndose disputado su legítima sucesión la Iglesia de Roma y la de Constantinopla, sin
que la polémica entre ambas se haya decidido en favor de ninguna, pues lo
propugnadores de las tesis en contradicción siguen sosteniendo histórica y
teológicamente sus respectivos puntos de vista.
169
Ferdinand Pratt. S. J. “Jesucristo”. Tomo II, p. 337.
EL ESTADO Y LA IGLESIA 547
170
Op. cit., p. 206.
170 bis
Respuestas Populares a las Objeciones más Comunes Contra la Religión. Edición
1868. Pp. 202 y 203.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 548
975
temor de ser perseguido”, agregando que “Pero lo que otorgamos a los
cristianos lo concedemos también a todos los demás. Cada cual tiene derecho de
escoger y de seguir el culto que prefiera, sin ser menoscabado en su honor o en
sus convicciones. Va en ello la tranquilidad de nuestro tiempo”171
Comentando el Edicto de Milán, el historiador Daniel Rops expresa en acertadas
palabras que “La corriente general de la opinión, el conformismo de las masas,
que tanto actuaron en contra de la expansión cristiana, trabajaron desde
entonces en su favor. ¿No habían reconocido oficialmente los emperadores que
se habían equivocado al tratar de destruir al Cristianismo? ¿No era evidente que
el Dios de los cristianos era más fuerte que las viejas divinidades paganas,
puesto que había hecho triunfar a su amigo? En vez de atribuir las calamidades
de la época a la impiedad de los cristianos, como se había proclamado tan
menudo, ¿no habría que buscar sus verdaderas causas en la negativa opuesta
por Roma durante tan largo tiempo a la nueva fe? El mismo Constantino no
debía distar mucho de pensar en tales cosas, y aun cuando en los medios
tradicionales e intelectuales era frecuente considerar el cambio en curso como
una espantosa regresión, el conjunto del pueblo, simplista y supersticioso, había
de convencerse muy de prisa de que la victoria de Cristo estaba inscrita en los
arcanos del destino.” 172
El Edicto de Milán se ha calificado con toda razón como un documento de
trascendencia universal, pues la libertad religiosa que proclamó y el
reconocimiento oficial de la religión cristiana que el emperador Constantino hizo
consecuencia de ella por convicción ideológica o por conveniencia política,
fueron los factores que transformaron radicalmente las estructuras del Estado
romano. El Cristianismo ejerció influencia directa y decisiva sobre el derecho, ya
que determinó la expedición de varias leyes o edictos en que se recogieron sus
enseñanzas, admoniciones, exhortaciones y prácticas culturales y litúrgicas.173
Y,173 bis
La política también recibió el impacto cristiano, pues dicho célebre
emperador, al abrazar la fe de Cristo, transformó la sociedad de su época
sentando las bases de la Edad Media que iba a caracterizarse por el dominio de
171
Daniel Rops. Op. cit., p. 427
172
Ídem, p. 429.
173
Daniel Rops cita varios ejemplos de tal influencia. “El domingo, dice, día ya no del Sol,
sino de la Resurrección, fue desde entonces de descanso obligatorio y situóse en el
mismo rango que las tradicionales ferias paganas. Dos edictos, cuyas intenciones son
particularmente conmovedoras, prohibieron, el uno, el suplicio de la cruz y, el otro, que
se marcase a los condenados en el rostro con un hierro candente, pues, según decía el
texto, ‘la faz del hombre está hecha a semejanza de la belleza divina’.” (Op. cit., pp. 438
y 439.)
173 bis
Por su parte, Daniel Olmedo, al aludir a la repercusión trascendental de dicho
edicto, asevera: “La victoria militar de Constantino en Italia y su alianza con Licinio en
Milsn al comenzar el año 313 en que acordaron dar total libertad religiosa a los cristianos
va a tener consecuencias incalculables entonces. A lo largo del siglo iv, después de
algunos años de inseguridad, el Cristianismo va dominando por completo en la sociedad,
ve con frecuencia a sus obispos reunidos en concilios, bajo la protección imperial y aun,
a veces, por orden del emperador. El paganismo subsiste pero ya sin apoyo imperial, y
con positiva obstrucción, pues se prohíben los sacrificios y se toleran muchas
destrucciones de ídolos y santuarios.” (Historia de la Iglesia Católica, p. 111.)
EL ESTADO Y LA IGLESIA 549
174
Op. cit., pp. 444 y 445.
174 bis
Al entrar los pueblos germánicos, llamados “bárbaros”, en contacto con la cultura
romana que se encontraba desde el siglo IV muy influenciada por el Cristianismo, fueron
adoptándolo como base político-religiosa de los Estados que constituyeron a partir del
siglo y. Entre dichos pueblos figuran los francos y los irlandeses y posteriormente, los
visigodos que establecieron en España una importante monarquía, cuyo régimen fue, en
su época, ejemplo de democracia.
EL ESTADO Y LA IGLESIA 551
979
desataron la violencia en varios países, sin excluir a México. Las iglesias y sus
jefes, como grupos religiosos, independientemente de las creencias que profesen
y del culto que practiquen, son indiscutiblemente destinatarios del imperium
estatal que se desarrolla en actos de autoridad de diversa índole. Por ello, no
sólo la Constitución sino también las leyes del Estado deben subordinar, con
carácter de formación coercitiva, la conducta de dichas comunidades y de sus
dirigentes, demarcándoles, sin embargo, una esfera, que es la estrictamente
religiosa, dentro de la que, con respetable y respetuosa autonomía, realicen sus
objetivos espirituales sin intervención alguna de las autoridades estatales. Re
chaza esa subordinación equivaldría a proclamar el principio de
extraterrit0rialida dentro del Estado, en el sentido de que sus normás
constitucionales y legales y los actos de autoridad que en aplicación de ellas
desempeñaran sus órganos de gobierno, no tuvieran observancia ni vigencia
para las iglesias y sus jefes. Entre la Iglesia y el Estado debe haber, pues,
respeto mutuo que, a su vez, descansa en la demarcación de los ámbitos
teleológicos y dinámicos que corresponden a ambas entidades. La interferencia
de éstas convierte a la Iglesia en una organización ajena a su origen divino,
prostituyendo su implicación prístina y 41 Estado en opresor de la libertad
religiosa, quebrantándose el equilibrio que necesariamente debe haber entre
una y otro, produciéndose los consiguientes conflictos regresivos que tantos
pueblos han padecido. La verdadera Iglesia de Cristo debe ser una comunidad
como El la fundó y en la que El está. místicamente presente por todos los siglos,
teniendo como finalidad suprema el perfeccionamiento moral y espiritual de los
hombres. La Iglesia política y la actividad política de sus dirigentes cualquiera
que sea su categoría destruyen la unidad con el Mesías al violar el principio que
enseña que el reino del Salvador no es de este mundo. Mover a los feligreses,
con el señuelo de la religiosidad, hacia objetivos de índole política implica una
conducta alejada del camino que trazó Jesucristo, y la conversión de la Iglesia,
como ha sucedido en la historia, en un grupo de presión sobre las autoridades
del Estado.
Estas consideraciones no entrañan, sin embargo, que los cristianos, cualquiera
que sea su credo específico, no deban participar, como ciudadanos, en las
actividades políticas, abstención que, por lo demás, sería absurda. Por lo
contrario, la conciencia cristiana, tan radicalmente distinta del fanatismo y la
superstición, es uno de los mejores vehículos que conducen al verdadero
civismo, pues merced a ella y en cumplimiento de las enseñanzas de Jesucristo,
la persona puede cooperar al mantenimiento del equilibrio entre la Iglesia y el
Estado a que pertenezca, “dando a Dios lo que es de Dios y al César lo que es
del César”. La actitud cristiana no sólo debe observarse en la vida subjetiva o
inmanente del hombre ni únicamente se traduce en la mera intención de cumplir
las enseñanzas y exhortaciones de Cristo, sino que esencialmente estriba en la
adecuación del comportamiento externo o trascendente a los postulados que
integran su doctrina. La religión cristiana no es contemplativa, pasiva o estática,
sino eminentemente activa en cuanto que sus profesantes tienen la obligación
de practicar sus mandamientos en los distintos ámbitos de su vida
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 554
175
Cfr. Mariano Cuevas. “Historia de la Iglesia en México”. Tomo II, p. 48.
EL ESTADO Y LA IGLESIA 557
983
tenido por extraño de ello, y no pueda tener ni obtener Beneficio, ni oficio
Eclesiástico en los dichos nuestros Reynos, y unos y otros incurran en las demás
penas establecidas por leyes de estos Reynos; y nuestros Virreyes, Audiencias y
Justicias Reales procedan con todo rigor contra los que faltaren a la observancia
y firmeza de nuestro derecho de Patronazgo, Procediendo de oficio, ó á
pedimento de nuestros Fiscales, ó de cualquiera parte que lo pida, y en la
execución de ello pongan la diligencia necesaria.” 176
Claramente se advierte que el derecho común, establecido en las leyes que
expedía el monarca español, sujetaba a la Iglesia en la Nueva España a la
potestad real, convirtiendo al rey en un alto jerarca eclesiástico de cuya voluntad
provenía la integración humana de las categorías que formaban la organización
del alto clero, pues el nombramiento de arzobispos, obispos y abades que hacía
ci Papa debía ser propuesto por el soberano real.177177 La amplia intervención
que tenía el rey en los asuntos eclesiásticos conjuntaba en su autoridad las dos
potestades, o sean, la llamada “espiritual” o religiosa y la “temporal” o civil y fue
precisamente Felipe II quien hizo culminar esa conjunción durante su largo
reinado que abarcó más de cuatro décadas.178178
Ejerciendo el derecho de patronazgo, el emperador Carlos V propuso en
diciembre de 1527 a la Santa Sede la designación de fray Juan de Zum4rraga
para el obispado de México, cuya consagración se efectuó en abril de 1533.
Posteriormente, el mismo monarca español creó los obispados de Antequera
(Oaxaca), de Michoacán cuyo primer titular fue el ilustre don Vasco de Quiroga,
oidor de la Segunda Audiencia de la Nueva España 179179 y de Nueva Galicia
(Guadalajara), que tuvo como primer obispo a Pedro Gómez de Maraver. La
primera diócesis fue la de México, teniendo como sufragáneos a los obispos de
Tlaxcala, Oaxaca, Michoacán, Nueva Galicia, Yucatán y Chiapas.
B. Las órdenes religiosas
Independientemente del clero seglar presidido por los obispos y arzobispos
dentro de una organización jerárquica, existía y operaba en la Nueva España
176
Recopilación de Leyes de Indias. Libro I,títuIo VI, ley J.
177
Ibid. Ley iij, cuyo texto era el siguiente: “Los Arzobispados, Obispados y Abadías de
nuestras Indias se provean por nuestra presentación hecha á nuestro muy Santo Padre,
que por tiempo, fuere, como hasta ahora se ha hecho.”
178
“Si algún príncipe ha encarnado la total confusión entre el orden religioso y el orden
político, de manera que el uno fije los principios de otro y al mismo tiempo le provea de
medios de acción, éste fue el rey misterioso, nimbado de gloria y señalado al mismo
tiempo con algunos grandes fracasos, que reinó en España durante la segunda mitad del
siglo xvi, cuando se cumplían sus más altos destinos: Felipe II (1556-1598)” (La iglesia
del Renacimiento y de la Reforma, p. 183).
179
Don Vasco de Quiroga fue uno de los personajes que mayores beneficios realizó en
favor de uno de nuestros pueblos aborígenes, el tarasco. Fomentó la agricultura y el
comercio, y en cuanto a las artesanías impulsó el corte de madera, su labrado y pintura.
La defensa que siempre opuso a la explotación de los indígenas por parte de los
españoles le valió el tratamiento cariñoso de “Tata Vasco”. México ha reconocido sus
méritos y su cristiana labor, colocándolo con toda justicia entre los próceres de la
Colonia.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 558
180
México a Través de los Siglos. Tomo II, pp. 286 y 287.
EL ESTADO Y LA IGLESIA 559
181
Ibid., p. 287.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 560
182
El aludido Decreto ordenaba lo siguiente: “Art. 1 Q Se restablece en la República la
orden religiosa de la Compañía de Jesús, conforme á su instituto y reglas aprobadas por
la Iglesia, y con entera sujeción á las leyes nacionales. 2’ Serán en consecuencia
admitidos eñ la República cualesquiera individuos de la Compañía de Jesús y niléntras
residan en el territorio nacional, se considerarán corno mexicanos, sin poder alegar
derecho alguno de extranjería, pudiendo erigirse en comunidades, establecer colegios,
hospicios, casas profesas y de noviciado, residencias, misiones y congregaciones, en los
lugares donde ántes estuvieron establecidos, ¿ en los que juzgaren á propósito, con
aprobación del gobierno y noticia del ordinario respectivo; quedando, así los individuos
como las comunidades, sujetos en todo á las leyes civiles y eclesiásticas de la República.
30 Se les devolverán sus antiguas casas, colegios, templos y bienes que existan en
poder del gobierno, i excepción del colegio de San Ildefonso y bienes que le pertenecen,
y los que estén dedicados al servicio militar. 49 Se les devolverán igualmente todas las
fincas rústicas y urbanas, rentas, pertenencias, derechos y acciones que les fueron
ocupadas y se conserven sin destino ó aplicación particular.” (Dublán y Lozano.
Colección de Leyes. Tomo VI, p. 671.)
EL ESTADO Y LA IGLESIA 561
tales influencias: una nación en que todavía ecsisten muchas órdenes religiosas,
cuya creación si bien tuvo un fin laudable en otra época, hoy son de todo punto
innecesarias y
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 562
184
IbEd., pp. 395 a 397.
EL ESTADO Y LA IGLESIA 565
185
Op. cit., pp. 399, 402 y 403.
186
Este tema la abordamos en el capítulo cuarto, parágrafo III, apartado D, inciso e) de
nuestra bra Las Garantías Individuales.
EL ESTADO Y LA IGLESIA 567
186 bis
Entre estas herejías destaca durante el siglo xis la llamada “catarirmo”, practicada
primordialmente por los habitantes de la ciudad de Albi, en Francia, por lo que también
se le conoce como “Herejía de los albigenses”. El catarismo sostena que el mundo
terrenal estaba infestado de corrupción y de vicios, por lo que se negó a admitir que
fuese la obra de un Dios bueno, afirmando, por lo contrario, que era creación de un ser
muy poderoso llamado Satén. Dios, decían los partidarios de esta herejía, es el que reina
sobre las almás en el cielo y el demonio gobierna a los hombres en la tierra. Para
acercarse a Dios, los hombres debían purificarse de todo vicio del cuerpo, llegando los
cataristas hasta el extremo de considerar la propagacióI de la especie humana como un
fenómeno vitando contrario a su naturaleza y destino espiritual. Por consiguiente,
execraban el acto sexual dentro y fuera del matrimonio al cual consideraban como un
“concubinato legal”, afirmando que matrimonium est meretricium, matrimonium est
lupanar” (Cfr. L’Inquisition Medievale de Jean Guiraud. Edición 1978. París).
187
Cfr. Enciclopedia Universal Ilustrada. Espasa Calpe. Tomo LXIV, p. 374.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 568
991
época al imperativo de mantener la unidad política del Estado monárquico
español a base de la conservación de la unidad religiosa expresada y cimentada
en el catolicismo, cuyos adalides, difusores y defensores eran los mismos reyes
españoles merced a la institución del patronazgo del que ya hemos hablado
brevemente. Este designio implicó primordialmente el establecimiento de dicho
Tribunal en España y sus colonias, y aunque desde un punto de vista axiológico
su creación no se pueda justificar, sí se explica, por lo contrario, atendiendo a la
realidad política y religiosa que lo vio nacer y en la cual tuvo que funcionar.
Preservar una determinada fe ante los embates de las “herejías”, cuando aquella
se estimaba como la “verdad” y éstas como las “mentiras” desquiciantes del
hombre, aniquiladoras de su alma y de su vida terrenal y sobrenatural, era una
postura perfectamente lógica y necesaria en países, como la Madre Patria, en
que el catolicismo era la última razón de la existencia individual y colectiva.
Instaurar procesos contra los herejes que se manifestaban eidéticamente de
diversos modos, desde la impugnación razonada de los dogmas eclesiásticos
hasta la superchería vulgar y fanática, era la consecuencia obligada de esa
postura; y en cuanto al tormento que se aplicaba a los procesados para
constreñirlos a confesar una real o supuesta herejía, era una práctica judicial que
desde las ordalias se acostumbraba en los tribunales laicos, sin haber sido
privativa de la Inquisición.188 Su establecimiento en la Nueva España fue la
medida institucional que imponía el objetivo de proteger la unidad político-
religiosa que con tanto celo pretendieron conservar los reyes hispanos mientras
los hechos que la amenazaban pudieron ser contenidos y contrarrestadas las
188
Sobre este punto, don Vicente Riva Palacio, distinguido - historiador liberal, comenta
que “Si se estudia y se juzga Ja institución del Santo Oficio por sus reglamentos, sus
instrucciones y sus formularios, seguramente que poco habrá de tachársele, pues á
excepción del riguroso secreto que exigía en todos sus trabajos, apenas podrá
encontrarse en su manera de sustanciar los procesos algo que difiera de lo que, por el
derecho común, los jueces ordinarios practicaban en aquella época. Lo que más
horrnriza de la Inquisición es sin duda la cuestión de tormento y el suplicio de la
hoguera; pero en primer lugar el Santo Oficio cuidó bien de que sus sentencias jamás
declararan, sino que el reo como relajado sería entregado al brazo secular, y no que
debía morir y menos la clase de muerte que debía aplicársele; es verdad que relajar a un
reo era tanto como dictar contra él la sentencia de muerte y entregarle al poder
temporal que la ejecutara; pero la Inquisición quiso siempre salvar la forma, y los jueces
civiles sentenciaban a muerte conforme al derecho común y así la ejecutaban. Por otra
parte, el poder civil no sólo condenó a morir en las flamás a los herejes que la Inquisición
le entregaba; reos había también que sin pasar por la Inquisición eran quemados vivos,
por ejemplo, los convictos del delito que la Biblia atribuye a los habitantes de la antigua
y perdida Pentápolis. En México era muy común esta clase de ejecuciones: en los diarios
que algunos hombres curiosos escribían de los sucesos de sus tiempos y que después se
han publicado, a cada paso se encuentran la noticia de uno, de dos y hasta de siete
hombres quemados vivos el mismo día. El tormento como medio de prueba y aun de
purgación de falta leve, se aplicaba por los tribunales del fuero común. En Madrid, bajo el
gobierno del ilustre monarca Carlos III, en el decenio de 1770 a 1780, todavía se
empeñaban hombres eminentes como don Manuel Lardizábal y Uribe y don Alonso María
de Acevedo, en arrancar una ley que extinguiera en los tribunales civiles y aun en los
eclesiásticos, la inhumana práctica del tormento, que ya los alcaldes, de hecho, habían
dejado de aplicar désde el año de 1777.” (México a Tracés de los Siglos. Tomo II, p. 411.)
EL ESTADO Y LA IGLESIA 569
189
Herejfo_s y Supersticiones en la Nueva España, pp. X, XI y XII de su Introducción.
190
Entre dichas reformás figuran la reducción del número de eclesiásticos, la prohibición
de que los religiosos salieran de sus conventos para pedir limosnas, la orden para que
los tribunales usaran papel sellado y la obligación para los miembros del clero de pagar
los mismos tributos que los civiles.
191
El contenido de esta frase lo presenta don Artemio de Valle Arizpe en un verso
brotado del estro burlón del pueblo y que dice: “ Qué cosa es Inquisición?, un Cristo, dos
candeleros, y tres grandes majaderos, esta es su definición.” (La Güera Rodríguez, p.
164.)
192
Apuntes para la Historia del Derecho en México. Tomo II, pp. 692 y 693.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 572
193
A este respecto, Mariano Cuevas S. J., no sin pasión, refiriéndose a las leyes indianas
procedentes del monarca, dice: “Pero no se crea que en ellas se encerraba todo lo que
estaba prescrito por la corona a la iglesia y a sus instituciones. Todos los veinticuatro
títulos del libro primero, con un conjunto de seiscientas noventa leyes, con su
innumerable prole de reales cédulas, decretos virreinales o de las audiencias e
interpretaciones de los gobernantes, tenían, desde al Patriarca de las Indias hasta el más
triste sacristán, desde los Concilios provinciales hasta los hospitalejos de indios,
completamente atados, en forma que, queriendo abusar el monarca o sus subalternos,
podían tener a la Iglesia, y de hecho la tuvieron en muchos casos, en bien dura y
humillante condición” (Historia de la Iglesia en México. Tomo II, pp. 52 y 53).
194
Entre los precursores de la independencia destaca fray Melchor de Talamantes,
peruano de origen, que elaboró un plan para organizar autónomamente a la Nueva
España, y habiendo sido víctima de la Inquisición, murió en la fortaleza de San Juan de
Ulúa, en abril de 1809. Tampoco debe dejarse de hacer alusión al inquieto y digno fray
Servando Teresa de Mier ni a fray Gregorio de la Concepción (Gregorio Melero y Piña),
carmelita, que era entusiasta partidario de la independencia y corresponsal de Hidalgo;
ni olvidarse a los religiosos y clérigos que junto con éste fueron aprehendidos en Acatita
de Baján, Chihuahua, el 21 de marzo de 1811, tales como Bernardo Conde, franciscano,
Pedro Bustamante, mercedario, Mariano Belleza, Francisco Olmedo, Nicolás Nava, José
Maria Saicido, Antonio Ruiz, Antonio Belén e Ignacio Hidalgo.
EL ESTADO Y LA IGLESIA 573
995
alentaba al bajo clero para propugnar un cambio radical del estado de cosas. El
primero reiteraba en proclamas, anatemas y condenas inquisitoriales la sujeción
al rey de España, la radicación en su persona de la soberanía del Estado y el
mantenimiento de sus fueros y privilegios clasistas.195 El segundo, por
contrapartida, preconizaba la emancipación política de la Colonia por virtud de
que su pueblo debía reivindicar el poder soberano y estructurar al nuevo Estado
sobre leyes justas e igualitarias.
Según afirma el historiador Vicente Riva Palacio, “la independencia de México
tuvo en su contra, desde el instante de su proclamación, a los ricos y a los
grandes propietarios; a la aristocracia que se había formado en la colonia entre
los descendientes de los conquistadores o por las dádivas y mercedes de los
reyes en el transcurso de los siglos; a los empleados que habían vivido en medio
de los abusos de una administración complicada y exenta hasta entonces de
eficaz inspección; al ‘alto clero, finalmente, que recibió con el rayo en las manos
y la maldición en las manos el anuncio de que la patria alentaba, de que la patria
vivía y que se alzaba a reivindicar derechos olvidados y a conquistar libres y
como tales mejores destinos”, añadiendo que “. . . el último (el alto clero) se
alzaba tremendo a defender su vieja prepotencia amenazada de muerte,
adhiriéndose más que nunca al troné de los reyes ,predicando ardiente cruzada
contra las nuevas ideas que asomaban como astro radiante en los tristes
horizontes de la patria, fulminando excomuniones contra los autores de la
revolución y arrebatado de ira, contribuyendo al desprestigio de la religión
misma, porque el pueblo veía que los caudillos de la independencia también la
invocaban con ardor y que muchos de los humildes miembros del clero corrían a
afiliarse bajo las nuevas banderas, de todo lo cual hubo de deducir sin violencia
que intereses puramente temporales y profanos impulsaban al alto clero en su
encono y resuelta hostilidad”.196 “A la acción de las armas virreinales, continúa
Riva Palacio, unió la Iglesia sus anatemas, su inmenso y hasta entonces
indisputable influjo, su vivísimo celo y sus tesoros. Sobre cada cabeza de las que
altivas se irguieron clamando libertad y patria descargó el estallante rayo de la
excomunión; y antes de que las balas destrozaran los nobles corazones de los
caudillos sacerdotes, la degradación eclesiástica pretendió marcar sus frentes
con un sello de reprobación y de infamia. Al primer rumor de independencia la
Inquisición atizó la hoguera y condenó como heréticos todos los principios que
195
Así, el Tribunal de la Inquisición consideró herético el principio de la soberanía
popular. “Sabed, decía a los fieles, que los soberanos pontífices, entre ellos Clemente XI,
han encargado al Santo Oficio de la Inquisición de España celar y velar sobre la fidelidad
que a sus católicos monarcas deben guardar todos sus vasallos de cualquier grado y
condición que sean... Así . . . estimulados de nuestra obligación de procurar que se solide
el trono de nuestro augusto monarca Femando VII, establecemos por regla a que debeis
retocar las proposiciones que leyeries u oyereis, que el rey recibe su potestad y
autoridad de Dios, y que lo debeis creer con fe divina... Para la más exacta observancia
de estos principios reproducimos la prohibición de todos y cualquiera libros y papeles, y
de cualquiera doctrina que influya o coopere de cualquier modo a la independencia o
insubordinaciós, a las legítimás potestades, ya sea renovando la herejía manifiesta de la
soberanía del pueblo, segimn han dogmatizado y enseñado algunos filósofos” (México a
Través de los Siglos. Tomo III, p. 53).
196
México a Través de los Siglos. Tomo III, pp. 127 y 128.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 574
197
invocaban los que abogaron por la autonomía mexicana. “
197
op. cit., p. 226.
EL ESTADO Y LA IGLESIA 575
198
Las excomuniones de Hidalgo y Morelos las decretó el obispo de Michoacán Manuel
Abad y Queipo, quien, por no haber sido designado por el rey sino por la Regencia, no
fue confirmado en su cargo por el Papa, teniendo que regresar a España. Los
insurgentes, dice Riva Palacio, “No olvidaban que este prelado fue el primero en arrojar
los anatemás de la religión sobre los caudillos de la independencia, siguiendo
inmediatamente su ejem. pb los demás obispos de Nueva España, y recordaban con ira
patriótica el incansable celo que había desplegado durante cinco años para contrariar el
levantamiento por la emancipación con todos los recursos que el fanatismo y la
ignorancia de las másas habían puesto a disposición de la Iglesia” (Op. cit., p. 470)
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 576
997
deduciéndose lógicamente que tal “esclarecimientos’ no era sino la
propugnación de la restauración de la monarquía.199
La extinción del patronato regio por efecto automático de la consumación de la
independencia suscitó en México una grave crisis en la Iglesia por lo que
concierne a la provisión de los altos puestos jerárquicos, es decir, de los
obispados y arzobispados, ya que, al haber reasumido el pontífice romano la
potestad de hacer las designaciones correspondientes, mientras no reconociese
a los nuevos Estados y sus gobiernos, no podía formularse ningún nombramiento
válido.200 Previendo la nulidad de las designaciones respectivas, los obispos se
reunieron en una junta interdiocesana que tuvo lugar el 4 de marzo de 1822
para informar a la Regencia del Imperio mexicano que por la independencia de
éste “cesó el uso del patronato que en sus iglesias se concedió por la Silla
Apostólica a los Reyes de España, como reyes de Castilla y León: que para que lo
haya en el Supremo Gobierno del Imperio sin peligro de nulidad de los actos, es
necesario esperar igual concesión de la misma Santa Sede. . .”201
Según afirma Cuevas, durante los primeros años de la independencia de México,
los jerarcas eclesiásticos fueron desapareciendo sin que se hubiese podido
proveer el nombramiento de altos prelados, concluyendo que en el año de 1829
la República se quedó sin ninguno, pues “Fernando VII, por medio de sus
embajadores en Roma, opuso tenaz resistencia al nombramiento de obispos para
toda la América, a título de patrono lesionado en sus derechos, porque según él,
dar pastores a los fieles era reconocer la independencia.” 202 Esta acefalia
eclesiástica duró hasta 1831 en que, por gestiones del canónigo angelopolitano
Francisco Pablo Vázquez, la Sede romana cubrió, libre del patronato regio que no
pudo transmitirse a los gobiernos de los países iberoamericanos, los vacantes
obispados de Guadalajara, Puebla, Michoacán, Durango, Linares y Chiapas.
Restablecida la alta jerarquía eclesiástica, su principal tarea consistió en
intervenir directamente en los asuntos políticos del Estado mexicano. Uno de sus
primeros actos estribó en oponerse a las medidas progresistas, precursoras
199
Tal encíclica la transcribe el jesuita Mariano Cuevas en su obra “Historia de Iglesia en México”,
tomo V, pp. 184 a 187, y quien, por cierto, atribuye su expedición “maquinaciones diplomáticas
españolas”, pretendieron vanamente exculpar al Papa de su tan anticristiano contenido. (Op. cit.,
pp. 165 a 169.)
200
La validez de las nominaciones para cargos eclesiásticos hechas por la Junta de Regencia
española en favor de varias personas durante la invasión napoleónica en España, fue
cuestionada en virtud de que dicho cuerpo carecía de facultades para formularlas, toda vez que
éstas sólo correspondían a los reyes con base en el patronato de que gozaban. Una de esas
nominaciones fue la de Manuel Abad y Queipo, quien, como obispo de Michoacán, excomulgó a
Hidalgo y Morelos. Sobre este punto, Mariano Cuevas sostiene que “Hidalgo conocía más que los
suficientes cánones (sic) para cerciorarse desde el principio de que aquella excomuni&I era
inválida, porque Abad y Queipo no era su obispo, ni obispo de nadie, ni siquiera obispo electo
legítimamente. La Junta de Regencia que se decía haberle elegido no tenía ningún derecho a
hacer tal, ni siquiera el previo derecho de presentación, por eso ni Fernando VII cuando volvió al
trono, ni menos la Santa Sede quisieron reconocer a Abad y Queipo como obispo de Michoacán,
ni su nombre figura en los registros vaticanos, ni por ende su retrato debe figurar entre los de los
señores obispos de Michoacán” (Op. cit. Tomo y, p. 65).
201
Parte del acta correspondiente que inserta Mariano Cuevas en su ya invocada obra.
202
Op. cit., p. 156.
EL ESTADO Y LA IGLESIA 577
203
Cfr. “Las Garantías Individuales”. Capítulo primero, parágrafo XIII.
204
Este último, en su protesta, invocó no muy ortodoxamente el principio de la separación de la
Iglesia y el Estado, diciendo que “Los magistrados civiles, que son los que presiden y gobiernan
civilmente, en lo que es puramente temporal, las repúblicas y todos los reinos, reciben su
autoridad de los pueblos, para regirlos y gobernarlos nada más que temporalmente; pero jamás
se les confiere por éstos autoridad alguna espiritual, ni tampoco anexa a la espiritual.” “Ni los
emperadores, ni los príncipes entre nosotros, ni el Congreso General, ni menos los de los
Estados, pueden tomar medidas en esta materia, ni en otras disciplinas, íntimamente conexas
con el dogma, sin incurrir en excomunión reservada al Papa; y sólo precediendoun concordato
con la cabeza Suprema de la Iglesia, que es la única que puede digamos asi, quitar esta parte de
autoridad a los obispos, para que sean regulares, y justos sus procederes, podrán hacerlo, pues
no habiendo tal concordato, es propio y exclusivamente propio del obispo, como prelado de su
Iglesia, puesto por el mismo Dios para regirla y gobernarla. Y ciertamente los que por cualquier
título, y bajo de cualquiera pretexto se entrometan en ésto, están como he dicho,
excomulgados” (Cuevas. Historia de la Iglesia es México. Tomo V, pp. 200 y 201).
205
Los Bienes de la Iglesia en México. Publicación de El Colegio de México, 1970, página 9.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 578
999
cada una y el capital de 621,900 que le debía el gobierno. El clero secular tenía
relativamente pocos inmuebles; normalmente las fincas de las catedrales y las
parroquias sostenían los gastos llamados de “Fábrica” para el culto. En 1856, los
regulares tenían en la capital de la República fincas valuadas en $ 11 .665, 769;
los seculares, inmuebles por valor de $1 .322, 839. En la ciudad de México, el
sector regular de la Iglesia, aun cuando igualmente numeroso, era por lo menos
ocho veces más rico en bienes raíces que el secular.”206
Respecto del valor a que ascendían los bienes eclesiásticos antes de la Reforma
hay opiniones encontradas,207 sin que sea nuestra intención exponerlas ni
analizarlas ni mucho menos intervenir en el zanja miento de las discrepancias a
que conducen. Nos conformamos con subrayar la idea de que, como sostiene
Bazant, la Iglesia era rica y el Estado pobre, situación que otorgaba al clero
mexicano el poder económico y político suficiente para auspiciar cualquier
levantamiento militar que tuviese como objetivo el derrocamiento de un
gobierno, o inclusive de un sistema gubernativo, que hubiese osado eliminar, o
al menos mermar, su posición hegemónica en la vida pública del país, no
faltando en nuestra historia elocuentes ejemplos que corroboran estos asertos.
Independientemente de su desahogada situación económica, que lejos de
debilitarse se fortalecía por la amortización que sustraía del comercio jurídico los
bienes de la Iglesia, el clero regular tenía a su cargo casi toda la función
educativa que se impartía en monasterios y conventos llamados “colegios”. Así,
los agustinos dirigían el Colegio de San Pablo en la ciudad de México; “los
carmelitas el de San Ángel; los dominicos el de Porta Coeli; los franciscanos el de
Santiago Tlatelolco y los mercedarios el Colegio de Belén”, como lo asevera el
autor ya mencionado, quien agrega que también la asistencia pública, a través
de instituciones de beneficencia, estaba generalmente en manos de distintas
órdenes religiosas.208
Igualmente correspondía a las autoridades eclesiásticas, como es bien sabido, la
intervención en los diferentes actos del estado civil de las personas,
incumbiéndoles la certificación y la solemnización de los mismos. Los
documentos que expedían para acreditar los nacimientos, las defunciones y los
matrimonios —estos últimos como sacramentos— tenían fuerza probatoria plena
ante cualquier particular y todo órgano del Estado; y en cuanto a los
cementerios, su administración también les competía. Era, pues, lógico que la
Iglesia defendiese de diversos modos y con distintos medios una situación que le
permitía injerirse en muy importantes ámbitos de la vida pública de México, y en
la privada de sus habitantes, tremolando muchas veces con disimulo y
solapadamente la bandera del Cristianismo, cuyos principios no legitiman el
poderío económico ni la fuerza política en la auténtica y verdadera Iglesia
fundada por Jesucristo. Congruentemente con esa lógica actitud, el alto clero
mexicano siempre fue regresivo y conservador. Lo primero, para restaurar
posiciones que los gobiernos reformistas alteraron en su detrimento, y lo
segundó, para
206
Ibid.
207
Consúltese, entre otros autores, José Ma. Luis Mora (Obras Sueltas); Mariano Cuevas
(Obra ya citada); y Jan Bazant (Ídem).
208
Bazant. Op. cit., p. 11.
EL ESTADO Y LA IGLESIA 579
209
El texto de dicha “alocución” se inserta en la obra de Mariano Cuevas ya aludida
(tomo V, pp. 331 a 336).
210
Las mencionadas libertades las estudiamos en el capítulo quinto de nuestra obra Las
Garantías Individuales.
EL ESTADO Y LA IGLESIA 581
211
Derecho Ptíblico Mexicano. Tomo IV, pp. 246, 249, 254, 259 y 261. Isidro Montiel y
Duarte.
212
A este documento hacemos alusión constante en la presente obra.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 586
213
Sobre este punto, véase nuestro libro Las Garantías Individuales, capítulo primero,
parágrafo XIII.
214
Dicha Junta estaba compuesta por don Valen Un Gómez Farías, don Benito Judrez, don
Francisco de P. Cendejas, don Diego Alvarez y don Joaquín Moreno.
EL ESTADO Y LA IGLESIA 587
215
Artículos 2 y 3 del Decreto de 8 de diciembre de 1855.
216
Circular de 19 de febrero de 1856.
217
La fórmula del juramento era la siguiente: “,Juriis guardar y hacer guardar’ la
Constitución Política de la República Mexicana, expedida por el Congreso Constituyente
en 5 de febrero de 1857? Sí juro. Si así lo hiciéreis, Dios os lo premie, y si no, El y la
Nación lo demanden.”
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 588
218
Pata suspensión abarcó las garantías de libertad de trabajo, de imprenta, de reunión y
asociación en asuntos políticos y de seguridad jurídica a que se refieren los artículos 13,
16 y 21 constitucionales.
EL ESTADO Y LA IGLESIA 589
219
Colección de Leyes. Dublán y Lozano. Tomo IX, p. 672.
220
Dichas adiciones y modificaciones establecían: “Art. 1. El Estado y la Iglesia son
independientes entre sí. El Congreso no puede dictar leyes estableciendo o prohibiendo
religión alguna. Art. 2. El matrimonio es un contrato civil. Este y los demás actos del
estado civil de las personas, son de la exclusiva competencia de los funcionarios y
autoridades del orden civil, en los términos prevenidos por las leyes y tendrán la fuerza y
validez que las mismás atribuyen. Art. 3. Ninguna institución religiosa puede adquirir
bienes raíces ni capitales impuestos sobre éstos, con la sola excepción establecida en el
artículo 27 de la Constitución. Art. 4. La simple promesa de decir verdad y de cumplir las
obligaciones que se contraen, sustituirá al Juramento religioso con sus efectos y penas.
Art. 5. Nadie puede ser obligado a prestar trabajos personales sin la justa retribución y
sin su pleno consentimiento. El Estado no puede permitir que se lleve a efecto ningún
EL ESTADO Y LA IGLESIA 591
224
Para la debida ejecución del mencionado decreto se estableció una depositaria en
virtud de que “el venerable clero de la diócesis de Puebla se negó a cumplirlo” (Decreto
de 20 de junio de 1856)
225
Sobre la justificación de dicha medida véase nuestra ya citada obra.
EL ESTADO Y LA IGLESIA 593
226
Op. cit., p. 119
227
Libro 1. Título V
228
Ibíd. Ley III.
229
Cfr. Novísima Recopilación de las Leyes de Espan’ía. Libro 1. Título V.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 594
232
Colección de Leyes y Decretos, pp. XVII y XVIII de su Introducción. Edición 1893.
233
Labastida. Op. cit., pp. XXI y XXII.
234
Los propósitos a que se refiere Labastida se descubren, efectivamente, en los
artículos 1 a 5, 7, 8, 18 y 23 a 25 de la misma ley, a cuyo texto nos remitimos.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 596
235
Los edificios que en la época de su expulsión de la Nueva España tenían los jesuitas
eran los siguientes: en México los de San Pedro y San Pablo, San Andrés, La Profesa, San
Ildefonso y San Gregorio; en Puebla, los del Espíritu Santo, San Ildefonso y San Francisco
Javier, así como los Colegios de Tepotzotlán, Querétaro, Celaya, San Luis de la Paz, León,
Guanajuato, Morelia, Guadalajara, Zacatecas, Chihuahua, Parras, Parral, Veracruz,
Pltzcuaro, Durango y San Luis Potosí.
236
Exposición de motivos de dicho decreto
EL ESTADO Y LA IGLESIA 597
238
Exposición inserta en el tomo VIII, pp. 676 y 677, de la obra Colección de Leyes de
Dublán y Lozano.
EL ESTADO Y LA IGLESIA 599
242
Sobre esta libertad tratamos en nuestro libro Las Garantías Individuales, a cuyo
capítulo quinto, parágrafo H, nos remitimos.
243
Dicha exposición de motivos se contiene en el tomo VIII, pp. 766 a 777, de la obra
Colección de Leyes de Dublán y Lozano.
244
Este tema lo estudiamos en nuestra obra ya invocada, reiterando las consideraciones
que en elia exponemos.
EL ESTADO Y LA IGLESIA 601
245
Leyes de Reforma y Etapas de la Reforma en México, p. 282. Edición 1960.
246
Dichas reformás y adiciones las transcribimos en la nota 1268
247
Relacwnes Estado-Iglesia en México. Artículo publicado en “Comunicaciones Me.
x:canas al VIII Congreso Internacional de Derecho Comparado”, 1971.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 604
248
Diario de los Debates. Tomo II, pp. 704 y 705.
EL ESTADO Y LA IGLESIA 605
249
Sus integrantes fueron Paulino Machorro Narudez, Arturo Méndez, Hilario Medina y
Heriberto Jara
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 606
250
Dicha libertad la estudiasnos en nuestra obra Las Garantias Individuales, capitulo
quinto, parágrafo Hl. apartado H.
251
Ibfd.
EL ESTADO Y LA IGLESIA 609
252
En acatamiento de esta prevención, con fecha 4 de enero de 1927 se expidió la Ley
Reglamentaria del Artículo ¡30 Con.çtitucionai, a cuyas disposiciones nos remitimos, no
sin advertir que la intervención de referencia la encomienda al Poder Ejecutivo Federal a
través de la Secretaría de Gobernación (Art. 1).
253
Párrafo décimo del artículo 130, precepto que en su párrafo undécimo complementa
las anteriores disposiciones con los mandamientos siguientes: “El encargado de cada
templo, en unión de diez vecinos más, avisará desde luego a la autoridad municipal,
quien es la persona que está a cargo del referido templo. Todo cambio se avisará por el
ministro que cese acompañando al entrante y diez vecinos más. La autoridad municipal,
bajo la pena de destitución y multa hasta de mil pesos por cada caso, cuidará del
cumplimiento de esta disposición; bajo la misma pena llevará un libro de registro de los
templos, y otro de los encargados. De todo permiso para abrir al público un nüevo
templo, o del relativo al cambio de un encargado, la autoridad municipal dará noticia a la
Secretaría de Gobernación, por conducto del Gobernador del Estado. En el interior de los
templos podrán recaudarse donativos en objetos muebles.”
253 bis
Esta libertad la estudiamos en nuestra obra “Las Garantías Individuales”, capítulo
quinto, III, apartado H.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 610
253 c
Enciclopedia del Idioma. Martín Alonso.
253 d
Cfr. Jnsgjtucjoes del Derecho Canónico e Instituciones Canónicas de Justo Dolioso y
Juan B. Ferreres, respectivamente.
EL ESTADO Y LA IGLESIA 611
254
Diario de los Debates. Tomo II, pp. 763 y 764.
255
Capitulo segundo. Parágrafo II. Apartado B, inciso 1.
256
Esta libertad la estudiamos en el capítulo quinto, parágrafo III, apartados B y C de
nuestro libro Las Garantias individuales.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 612
257
Esta observación se entfende, evidentemente, con la salvedad de que ni la
Constitución ni la legislación ordinaria exijan la condición de no ser ministro de ningún
culto para obtener el nombramiento respectivo.
258
Párrafo decimotercero del artículo 130 constitucional.
259
Cfr. Capítulo segundo.
260
Estas reglas las enuncian los artículos 296, 297, 299 y 300 del Código Civil para el
Distrito Federal, aplicable en toda la República en materia civil federal, como es la
concerniente a la incapacidad para heredar testamentanamente de que adolecen los
ministros de los cultos.
EL ESTADO Y LA IGLESIA 613
260 bis
Desde un punto de vista lógico y realista, creemos que no se justifica el
desconocimiento de la personalidad de la Iglesia Católica, principalmente. Esta ha sido,
al través de los siglos, una institución reconocida por todos los paises del orbe, algunos
de los cuales han tenido, y tienen relaciones diplomáticas con su representante supremo
que es la Santa Sede, personificada en el Papa. Negar la personalidad de la Iglesia
significa, como se dice vulgarmente, “tapar el sol con un dedo’. Además, el
reconocimiento de tal personalidad no imipicaría por modo alguno, la conversión de la
Iglesia, como sistema jerarquizado de dignatarios, en una entidad poihica y mucho
menos hegemónica.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 614
261
Débese recordar que la Constitución de 1857, c09no documento básico de la Reforma,
fue “jurada” por los diputados, el Presidente de la República y el del Congreso
Constituyente, que lo era don Valentín Gómez Farías, quien fue “conducido por varios
diputados” y se arrodilló delante del Evangelio. (Derecho Público Mexicano. Tomo IV.
Montiel y Duarte.)
262
Cfr. Diccionario de Legislación y Jurisprudencia. Joaquín Escriche.
263
Diario de los Debates. Tomo II, p. 705.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 618
264
Capítulo cuarto, parágrafo III, apartado C.
265
A propósito de este acuerdo, Herrera y Lasso relata que “El Episcopado mexicano,
representado por los señores Arzobispo don Leopoldo Ruiz y Flores y Obispo don Pascual
Días, S. J. acordó la reanudación del culto católico suspendido desde 1926, tras de
obtener del Presidente Portes Gil las siguientes declaraciones solemnes que fueron
publicadas por todos los diarios de la ciudad el 22 de junio de 1929: ‘Gustoso aprovecho
esta oportunidad para declarar públicamente, con toda claridad, que no es el ánimo de la
Constitución, ni del Go- bienio de la República, destruir la identidad de la Iglesia Católica,
ni de ninguna otra, ni intervenir en manera alguna en sus funciones espirituales.’ Con tal
motivo, el señor Lic. Don Fernando Noriega y el autor de ese libro ocurrieron a la
Secretaria de Gobernación, por encargo y representación del Episcopado, y obtuvieron la
expedición de la Circular que aquí se publica y cuyos ténninos fueron discutidos en una
larga serie de entrevistas con el Subsecretario encargado del despacho, recto
funcionario de amplio criterio y patriótico espíritu de concordia” (Estudios
Constitucionales, p. 113).
266
Consúltese dicho proyecto en el libro ya citado de tan distinguido constitucionalista
(pp. 105 y 106).
EL ESTADO Y LA IGLESIA 619
267
L’Histoire et le Régime Politique du Mexique. Tesis doctoral. Universidad de Ciencias
Sociales de Toulouse, 1971, pp. 393 y 394.
EL ESTADO Y LA IGLESIA 621
PÁGINA EN BLANCO
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 626
CAPÍTULO DECIMOSEGUNDO
LA REFORMA DEL ESTADO
SUMARIO: Introducción. 1. Reformas al Poder Legislativo Federal. II. Reformas al
Poder Ejecutivo Federal. III. Reformas al Poder Judicial Federal. IV. Autonomía del
Ministerio Público Federal. V. Eliminación del financiamiento económico a los
partidos políticos. VI. Observación final.
INTRODUCCIÓN
Con mucha insistencia se ha hablado de la llamada “Reforma del Estado”. Esta
sola locución no es ni jurídica ni lógicamente correcta. El Estado es una persona
moral suprema y omnicomprensiva. Es un ente político real y constantemente se
habla de él en una infinita gama de situaciones.
Es evidente que la pretendida “Reforma del Estado” no puede comprender a la
entidad total. La sola posibilidad contraria la extinguiría o la convertiría en otra
persona moral mediante la alteración de todos sus elementos, entre ellos,
primordialmente, la población y el territorio. Por esta incontrovertible razón la
“Reforma del Estado” no debe comprender estos elementos formativos sino los
otros que ya quedaron expuestos. Por consiguiente, tal reforma debe referirse a
la estructura jurídica básica del Estado que entraña substancialmente la
Constitución. En otras palabras, la “Reforma del Estado” debe referirse a esta
estructura que obviamente involucra al poder público y al gobierno en cuanto a
sus funciones legislativa, administrativa y judicial y a las declaraciones bajo las
cuales estas funciones deben desplegarse. Esta referencia, por tanto, debe ser
exhaustiva y, para serlo, se requiere revisar y, en su caso, modificar la
Constitución. Sin esta ineludible tarea no sería posible la multicitada Reforma.
Los partidos políticos, los legisladores y los académicos, así como las mismas
autoridades estatales, movidos por la realización de la “Reforma del Estado”,
han organizado diversos foros, reuniones, conferencias y cursos para tratarla.
Esta actitud, empero, ha sido desarticulada, sin cohesión sistemática, pues se ha
manifestado en la discusión de cuestiones específicas inconexas y parcializadas.
Se ha debatido sobre diversos tópicos sin relación lógica alguna. Se ha hablado
sobre la reelección de diputados y senadores, sobre la restricción de las
facultades presidenciales, sobre el nombramiento de los llamados secretarios de
Estado, sobre la organización de cuerpos policiacos, sobre el federalismo, sobre
las reglas de la diplomacia internacional y, en general, sobre múltiples temás
que desde el punto de vista lógico no deben tratarse aisladamente, es decir, sin
su vinculación recíproca. Esta situación caótica, abordada con criterios políticos
partidistas, no ha culminado en la Reforma del Estado
PÁGINA EN BLANCO
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 636
EPÍLOGO
LA CONSTITUCIÓN MEXICANA DE 1917,
EL CAMBIO SOCIAL Y SU RENOVACIÓN
I
No hemos querido dejar de tratar, a modo de epílogo, es decir, como comentario
conclusivo de los diferentes temas estudiados en esta obra, una cuestión que
periódicamente se suscita en México y que estriba en la confrontación entre lo
que suele llamarse “cambio social” y nuestra Constitución vigente. No faltan
quienes, al impulso de arrebatos demagógicos y despechados, claman en todos
los tonos, adoptando actitudes oportunistas, que la Ley Fundamental de 1917 es
obsoleta, que ya no responde a las transformaciones sociales que ha
experimentado el pueblo en nuestro país, que implica un valladar para que éstas
se sigan realizando y que, en suma, debe sustituirse por un nuevo ordenamiento
que esté en consonancia con las tendencias y proyecciones evolutivas de
México. Es curioso observar que los que así se expresan lo único que revelan es
su desconocimiento respecto de nuestra Constitución o su perversidad
propendente a engañar a las masas ignorantes de nuestro pueblo con el señuelo
de una “liberación” con que dolosamente encubren la implantación de una
dictadura política y, lo que es peor, de un totalitarismo estatal. Como la actual
Ley Suprema de México es un obstáculo para el logro de tan proclives y
antirrevolucionarios propósitos, sus obstinados adversarios se empecinan en
abolirla o, al menos, en deteriorarla a tal extremo, que deje de ser el insuperable
valladar normativo a sus designios anti mexicanos.
Los enemigos más encarnizados de nuestra Constitución se localizan en las
posiciones que por derivación histórica se conocen como de “izquierda
extrema”268 o a ultranza, es decir, en los grupos o facciones que dicen sustentar
una ideología Marx-leninista que distorsionadamente invocan para pretender
apoyar sus objetivos anti populares y adueñarse del poder político a través de la
ficción absurda de la “dictadura del proletariado”.269 Su actitud es eviden
268
“La izquierda” tiene como origen el hecho de que loe jacobinos, es decir, los grupos
revolucionarios franceses avanzados y hasta extremistas, se colocaban en el lado
izquierdo de la Asamblea Nacional, ocupando el lado derecho de la misma las facciones
antirrevolucionarias integradas por el alto clero y la nobleza, de cuya circunstancia
deriva su denosninaci6n (Cfr. Historia de ls Girondinos de A. de Lamartine. Libro Primero,
pp. 15 y 22. Edici6n Espaiola, Madrid, 1877)
269
La crltica a esta expresión y al concepto que envuelve la formulamos en el apar. tado
k) del parágrafo ¡ del capítulo tercero de esta misma obra.
EPÍLOGO 637
270
Sobre la idea de justicia social, nos remitimos a las consideraciones que formulamos
en el capítulo sexto, parágrafo IV, apartado g) de la presente obra
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 638
EPILOGO 1055
una postiza monarquía para conservar sus privilegios a pretexto de la
pacificación de la turbulenta vida de México, siendo en la actualidad vocera del
imperialismo económico de los Estados Unidos. El izquierdismo marx-leninista,
por su parte, representa un apéndice de regímenes extranjeros cuyo sistema lo
proclama como base de sus estructuras políticas y económicas y cuya ideología
proscribe toda disensión como elemento esencial de la libertad de expresión del
pensamiento. A quienes defendemos y admiramos nuestra Constitución de 1917,
los paladines de dicha tendencia delirante nos lanzan inconsultamente los
epítetos de “reaccionarios” y “burgueses”, como si estos adjetivos denotasen la
adhesión consciente a los principios sociales que caracterizan a la Ley Suprema
mexicana y a la libertad que preconiza en favor de todos los habitantes del país,
donde, a través de ella, se preserva su dignidad como seres humanos.
III
El pueblo de México repudia los extremismos de izquierda y & derecha pese a los
esfuerzos que despliegan los grupos de presión que respectivamente
representan, anhelando que su vida, en todos sus, aspectos, se rija por la
Constitución, en cuya observancia, por parte de gobernantes y gobernados,
radica el impulso de su mejoramiento social, económico y cultural. La nación
mexicana, sin radicalismo “chauvinista” alguno, quiere conservar su
individualidad esencial dentro del mundo internacional. Por eso ama a su
Constitución que recoge normativamente las esencias de su ser colectivo, pues
está consciente que sin ella y sin su efectivo cumplimiento se la arrojaría a la
servidumbre que, en posiciones antagónicas, preconizan el izquierdismo marx-
leninista liberticida y degradante de la persona humana ‘ el derechismo
reaccionario enemigo de todo progreso social.
IV
Las críticas contra el Derecho en general se explican, aunque no se justifican,
por la ignorancia jurídica, histórica, filosófica y social de sus impugnadores, pero
lo que es lamentablemente sorprendente es que sean algunos abogados,
quienes se conviertan en sus apasionados enemigos. Entre ellos se encuentra el
chileno Eduardo Novoa Monreal, quien fue profesor de la Universidad de Chile y
asesor del extinto Presidente Salvador Allende.
En su libro intitulado “El Derecho como Obstáculo al Cambio Social” expone
ideas francamente insostenibles y contrarias a la verdad, sin que resistan el
menor análisis desde el punto de vista de la Constitución mexicana de 1917.
Afirma dicho autor en términos categóricos y contundentes, por no decir
desaprensivos e inconsultos, que el Derecho presenta cada vez mayor
alejamiento de la realidad social y que “su renuencia a satisfacer lo que toda
sociedad alerta a sus propios fines espera de él, no es, sin embargo, su aspecto
negativo más saliente”. Agrega que la nota “más deprimente” del Derecho
“reside en que los
EPÍLOGO 639
271
Op. cit., p. 11.
271 bis
Sobre la trascendencia del Derecho en la vida social, consúltese la obra de Rodolfo
Ihering “En fin en el Derecho”, tomo 1, p. 276.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 640
EPILOGO 1057
equilibrio, las transformaciones sociales, lato sensu, se concentrarían en uno solo
de dichos ámbitos vitales, en detrimento de los demás que permanecerían sin
mutación, e involucionarían o experimentarían una regresión. Por consiguiente,
los principios constitucionales que preconicen, posibiliten o incrementen el
cambio social, deben referirse a todos ellos dentro de una formación
sistematizada y armoniosa. Además, si dichos principios se contrajeran a un solo
ámbito vital, sin abarcar los demás, la Constitución no sólo no sería el
instrumento jurídico idóneo para la realización de todas las transformaciones
sociales que el pueblo requiera, sino que estaría condenada a desaparecer si no
se le introdujeran las reformas sustanciales que el cambio social integral exija.
En el terreno político nuestra Constitución preconiza como declaración
fundamental la democracia, cuya forma de gobierno hemos estudiado en esta
misma obra.272 Hemos afirmado, sin temor a equivocarnos, que el sistema
democrático no ha sido superado por ningún otro régimen, pues en aquél se
coordinan los intereses sociales y los individuales en un ideal que se denomina
“justicia social”. Sin el equilibrio entre ambos tipos de intereses, que es signo
vital de la democracia, se incide fácilmente en las autocracias de derecha o de
izquierda y, lo que es peor, en el totalitarismo estatal que degrada al hombre y
despoja a los pueblos de su condición de sociedades humanas.
En el ámbito socio-económico, nuestra Ley Fundamental de 1917 instituye no
sólo garantías sociales en favor de las clases obrera y campesina, sino que
considera a la propiedad privada como función social y, por ende, susceptible de
ser objeto de las modalidades que dicte el interés público, haciendo prevalecer
los derechos de los sectores mayoritarios de la población sobre los derechos
individuales. Además, los recursos naturales, indispensables para el desarrollo
económico del país, los estima categóricamente como bienes de la nación, o sea,
del mismo Estado mexicano, a través de cuyos órganos gubernamentales,
organismos descentralizados y empresas de participación estatal, el pueblo de
México realiza su explotación. En otras palabras, desde hace varios lustros en
nuestro país se ha implantado la socialización o “estatalización” de dichos
recursos, considerándose que éstos no deben ser objeto de propiedad privada ni
materia de explotación para satisfacer intereses particulares. En resumen, es en
la esfera socioeconómica en la que nuestra Constitución de 1917 presenta
gallardamente el aspecto social y no meramente político.
Nuestra Ley Fundamental vigente, por otra parte, es esencialmente humanista,
carácter que se revela en que exalta la personalidad del hombre, su libertad y su
dignidad. Por ello, dicho ordenamiento constitucional es un implacable
adversario de todo régimen dictatorial, sea autocrático o totalitario, ya que, al
establecer garantías en favor del gobernador, impide que el poder público del
Estado se desarrolle arbitrariamente, es decir, sin sujeción a ninguna norma
jurídica. Además, sus declaraciones fundamentales estiman al ser humano como
un fin de sí mismo para evitar, de esta guisa, su encuadramiento dentro de
grupos o masas serviles en los cuales sólo representaría un número
272
Cfr. Capftulo sexto, parégrafo IV.
EPÍLOGO 641
EPILOGO 1059
V
Por otra parte, no está por demás advertir que la Constitución vigente requiere
una revisión conceptual y terminológica en la mayoría de los preceptos que
integran su articulado.
Ante el número de reformas y adiciones que reclama la actualización de nuestra
Ley Fundamental, no han faltado quienes sugieran la expedición de una nueva
que recoja preceptivamente las transformaciones sociales, económicas,
culturales y políticas que se han registrado en México desde 1917. Sin embargo
consideramos, por una parte, que no existe necesidad de sustituir nuestro actual
Código Supremo por una nueva Constitución, y, por la otra, que la tendencia
contraria estaría embarazada por impedimentos jurídicos insuperables. En
efecto, las declaraciones fundamentales de diverso contenido que forman el
contexto esencial de nuestro ordenamiento constitucional vigente, han permitido
y permitirán durante muchos años todavía, que dentro de los cauces que
establece la Constitución de 1917 haya operado y siga operando la evolución
permanente del pueblo mexicano hacia objetivos de superación en los distintos
ámbitos y aspectos de su polifacética vida. Por otro lado, y aun suponiendo sin
conceder que nuestra actual Ley Suprema fuese ya obsoleta e impeditiva para
propiciar dicha evolución, la expedición de un ordenamiento que la sustituya no
podrá lograrse válidamente sin la ruptura cruenta del vigente, que desembocaría
en un movimiento revolucionario o contrarrevolucionario. Así, existiría la
imposibilidad de que el Congreso de la Unión y las legislaturas de los Estados se
erigiesen, por sí y ante sí, en asamblea constituyente, o de que ésta se
convocara por tales órganos o por el Presidente de la República, ya que ni éste ni
aquéllos, tienen facultades para lanzar la convocación respectiva. En otras
palabras, sin la ruptura del actual orden constitucional, provocada por el
movimiento que triunfase sobre los defensores posibles y hasta seguros de la
Constitución de 1917, ésta no podría reemplazarse por una nueva, la cual, de
crearse, tendría el estigma de la ilegitimidad, como lo tuvieron los
ordenamientos constitucionales del centralismo de 1836 y 1843.
Desde el punto de vista terminológico, nuestra Ley Suprema vigente requiere
una revisión total a efecto de que los distintos preceptos que integran su
articulado se redacten de modo tal, que su texto recoja el lenguaje jurídico,
social, económico y político que ya es usual en la doctrina contemporánea y en
la jurisprudencia. Al emprenderse esta tarea, se debe aprovechar la oportunidad
‘para introducir una mejor sistemática a las diferentes disposiciones
constitucionales, agrupándolas dentro del contexto de las diversas instituciones
y materias cuya regulación básica establece. Estos propósitos, que simplemente
nos permitimos enunciar en la presente ocasión, se pueden realizar en los
términos del artículo 135 de nuestro ordenamiento supremo, por el Congreso de
la Unión y las legislaturas de los Estados, ya que su logro no implicaría ninguna
variación substancial a las declaraciones fundamentales sobre las que se asienta
la Constitución, y las cuales, según hemos afirmado reiteradamente, sólo pueden
alterarse o sustituirse
EPÍLOGO 643
EPILOGO 1061
ile Goyri y Porfirio Muñoz Ledo disienten de ella a través de sus exposiciones que
también se insertan en la citada obra. El dilema entre una nueva Constitución y
la renovación de la de 1917 sigue siendo polémico. Conforme a nuestro criterio,
esta última postura es la que sostenemos.273
VI
El presidente Vicente Fox, ha anunciado inconsultamente la expedición de una
“nueva Constitución” durante su periodo gubernativo. Creemos que tal anuncio,
obedece al desconocimiento de la historia jurídico-política de nuestro país, y a
una falta de análisis exhaustivo de la vigente Ley Suprema de México. La
mencionada declaración admonitoria de don Vicente, independientemente de
sus ingentes despropósitos, entrañan una amenaza para la estabilidad de
nuestro sistema normativo fundamental al pretender destruirlo en detrimento
del pueblo.
Lo “nuevo” implica lo “recién hecho o publicado”, lo que “se hace por primera
vez”, lo “distinto o diferente de lo que antes había o se tenía aprendido”,
equivalencias a que se refiere la Enciclopedia del Idioma, publicada por Martín
Alonso y que involucra las ideas de múltiples lingüistas expuestas en
numerosísimos léxicos, glosarios y obras de consulta. Para Cicerón, constructor
del bello, culto e imprescindible latín, base sólida de las lenguas románicas como
el español, “novus, nova, novum” entraña lo “reciente, moderno, sin estirpe”, lo
“extraordinario e inaudito”, es decir, lo que no tiene antecedente, según lo
indica el Diccionario Latino-Español de don Manuel de Valbuena.
Aplicando estas acepciones del concepto “nuevo” a las pretensiones de Fox, se
concluye que la “nueva Constitución” a que aspira sería una Constitución “hecha
por primera vez”, “reciente”, “distinta y diferente” de la Constitución actual de
1917, lo cual es un colosal absurdo que rompería la historia constitucional y
política de México.
Debe enfatizarse que lo “nuevo” es distinto de lo “renovado”. Esta última idea
significa “actualización”, “mejoramiento” y “perfeccionamiento” de nuestro
ordenamiento supremo vigente, no su sustitución o abrogación por uno “nuevo”.
Por tanto, hablar de una “nueva Constitución” es un dislate anticonceptual y
antihistórico.
Siempre hemos sostenido que lo que se requiere urgentemente es la “re-
novación de la Constitución vigente”, conservando sus principios fundamentales
que expresan lo que el pueblo mexicano es y ha querido ser durante su vida
histórica en el ámbito humanístico, político y cultural. Cambiar esos principios,
reemplazándolos por otros distintos y contrarios que proclamara una “nueva
Constitución” equivaldría a destruir a la nación.
Debemos recordar que tales principios forman la esencia de nuestra actual
Constitución. Conciernen primordialmente al humanismo que recogen las ga
273
En la obra ya mencionada participamos con un estudio denominado Reformabilidad
de la Constitución.
EPÍLOGO 645
EPILOGO 1063
renovada el bienestar que sigue anhelando en los diversos ámbitos que
comprende la dinámica social contemporánea.
Por vía de interpelación, es pertinente formular al Presidente Vicente Fox, la
siguiente pregunta a propósito de su proclividad para crear una “nueva
Constitución”: ¿En ésta abolirían los principios fundamentales que proclama
nuestro ordenamiento constitucional vigente? Si la respuesta fuese afirmativa,
habría una “nueva Constitución” abrogatoria de la actual, y si fuese negativa, la
pretendida “nueva Constitución” no sería sino la reiteración de la de 1917 en lo
que a su esencia preceptiva atañe. Por consiguiente, en esta última hipótesis la
“novedad”, que don Vicente propala no existiría, permitiéndonos recomendarle
que, mediante la sindéresis, se aparte de la demagogia que involucra su
pretensión.
Por último y con todo respeto nos atrevemos a manifestar al Presidente Fox que
con base en la Constitución vigente asumió tan elevada calidad política y que en
los términos de su artículo 87 rindió ante el Congreso de la Unión la protesta de
hacerla cumplir. En consecuencia, sería incongruente que propugne una “nueva
Constitución” sustitutiva de la fuente de su alta investidura, apartándose del
deber que le impone el invocado precepto en el sentido de “desempeñar leal y
patrióticamente el cargo de Presidente de la República” que el pueblo le ha
conferido conforme a la Constitución actual. Con el mismo respeto nos
permitimos recordar a don Vicente Fox que no es lo mismo reformar este
ordenamiento para renovarlo que abrogarlo y que si “humanum errare est,
sapientium corrigere”. En este adagio latino fundamos nuestra esperanza de que
desista del propósito de crear una anti popular “nueva Constitución” y de que se
aleje de las “insidias”, que no precisan en qué aspectos normativos nuestra
actual Ley Suprema es contraria al bienestar del pueblo mexicano. Huelga decir
que las reformas renovadoras deben ser confeccionadas por juristas que
conozcan académica y pragmáticamente el Derecho Constitucional y no por
políticos protagónicos que lo ignoren.274
274
Es sumamente reconfortante establecer que uno de los juristas más destacados de
México, el doctor Sergio García Ram frez, con toda elegancia, sindéresis y precisión
sostiene:
“Constitución tenemos ya, aunque no se pliegue —formulada en 1917, pero muchas
veces revisada— a la estructura constitucional que proviene de la segunda posguerra y
que prevalece en las Cartas de su género expedidas en las últimás décadas del siglo que
hace unos días concluyó.
“Esa Constitución que tenemos —“no es una enemiga”, sentencia— sigue siendo
benéfica; y más lo sería —hay que añadir— si la cumpliésemos con puntualidad. Para ello
no hay que derogana y sustituirla, sino sólo derogar, ahora sí, la vieja regla que nos
permite manejarnos en un doble plano de la realidad: uno ficticio, otro genuino; en otros
términos, la que nos obliga a acatar la ley, pero nos exime de cumplirla.” (Prólogo del
libro del jurista José Elías Romero Apis intitulado “El Desafio de la Justicia” editado en
2002)
EPÍLOGO 647
PÁGINA EN BLANCO
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 648
APÉNDICE 1
Estructura del Distrito Federal
Nuevo Artículo 122 según la Reforma Política de 1996
Articulo 122. —Definida por el artículo 44 de este ordenamiento la naturaleza
jurídica del Distrito Federal, su gobierno está a cargo de los Poderes Federales y
de los órganos Ejecutivo, Legislativo y Judicial de carácter local, en los términos
de este artículo.
Son autoridades locales del Distrito Federal, la Asamblea Legislativa, el Jefe de
Gobierno del Distrito Federal y el Tribunal Superior de Justicia.
La Asamblea Legislativa del Distrito Federal se integrará con el número de
diputados electos según los principios de mayoría relativa y de representación
proporcional, mediante el sistema de listas votadas en una circunscripción
plurinominal, en los términos que señalen esta Constitución y el Estatuto de
Gobierno.
El Jefe de Gobierno del Distrito Federal tendrá a su cargo el Ejecutivo y la
administración pública en la entidad y recaerá en una sola persona, elegida por
votación universal, libre, directa y secreta.
El Tribunal Superior de Justicia y el Consejo de la Judicatura, con los demás
órganos que establezca el Estatuto de Gobierno, ejercerán la función judicial del
fuero común en. el Distrito Federal.
La distribución de competencias entre los Poderes de la Unión y las autoridades
locales del Distrito Federal se sujetará a las siguientes disposiciones:
A. Corresponde al Congreso de la Unión:
1. Legislar en lo relativo al Distrito Federal, con excepción de las materias
expresamente conferidas a la Asamblea Legislativa;
II. Expedir. el Estatuto de Gobierno del Distrito Federal;
III. Legislar en materia de deuda pública del Distrito Federal:
IV. Dictar las disposiciones generales que aseguren el debido, oportuno y eficaz
funcionamiento de los Poderes de la Unión, y
V. Las demás atribuciones que le señala esta Constitución.
B. Corresponde al Presidente de los Estados Unidos Mexicanos:
1. Iniciar leyes ante el Congreso de la Unión en lo relativo al Distrito Federal;
II. Proponer al Senado a quien deba sustituir, en caso de remoción, al Jefe de
Gobierno del Distrito Federal;
III. Enviar anualmente al
Congreso de la Unión, la propuesta de los montos de endeudamiento necesarios
para el financiamiento del presupuesto de egresos del Distrito Federal. Para tal
efecto, el Jefe de Gobierno del Distrito Federal someterá a la consideración del
Presidente de la República la- propuesta correspondiente, en los términos que
disponga la Ley
APÉNDICE I 649
1066 APÉNDICE
IV. Proveer en la esfera administrativa a la exacta observancia de las leyes que
expida el Congreso de la Unión respecto del Distrito Federal, y
V. Las demás atribuciones que le señale esta Constitución, el Estatuto de
Gobierno y las leyes.
C. El Estatuto de Gobierno del Distrito Federal se sujetará a las siguientes bases:
BASE PRIMERA. —Respecto a la Asamblea Legislativa:
I. Los Diputados a la Asamblea Legislativa serán elegidos cada tres años por voto
universal, libre, directo y secreto en los términos que disponga la Ley, la cual
deberá tómar en cuenta, para la organización de las elecciones, la expedición de
constancias y los medios de impugnación en la materia, lo dispuesto en los
artículos 41, 60 y 99 de esta Constitución;
II. Los requisitos para ser diputado a la Asamblea no podrán ser menores a los
que se exigen para ser diputado federal. Serán aplicables a la Asamblea
Legislativa y a sus miembros en lo que sean compatibles, las disposiciones
contenidas en los artículos 51, 59, 61, 62, 64 y 77, fracción IV de esa
Constitución;
III. Al partido político que obtenga por sí mismo el mayor número de constancias
de mayoría y por lo menos el treinta por ciento de la votación en el Distrito
Federal, le será asignado el número de Diputados de representación
proporcional suficiente para alcanzar la mayoría absoluta de la Asamblea;
IV. Establecerá las fechas para la celebración de dos períodos de sesiones
ordinarios al año y la integración y las atribuciones del órgano interno de
gobierno que actuará durante los recesos. La convocatoria a sesiones
extraordinarias será facultad de dicho órgano interno a petición de la mayoría de
sus miembros o del Jefe de Gobierno del Distrito Federal;
V. La Asamblea Legislativa, en los términos del Estatuto de Gobierno, tendrá las
siguientes facultades.
a) Expedir su ley orgánica, la que será enviada al Jefe de Gobierno del Distrito
Federal para el solo efecto de que ordene su publicación;
b) Examinar, discutir y aprobar anualmente el presupuesto de egresos y la ley de
ingresos del Distrito Federal, aprobando primero las contribuciones necesarias
para cubrir el presupuesto.
Dentro de la ley de ingresos, no podrán incorporarse montos de endeudamiento
superiores a los que haya autorizado previamente el Congreso de la Unión para
el financiamiento del presupuesto de egresos del Distrito Federal.
La facultad de iniciativa respecto de la ley de ingresos y el presupuesto de
egresos corresponde exclusivamente al Jefe de Gobierno del Distrito Federal. El
plazo para su presentación concluye el 30 de noviembre, con excepción de los
años en que ocurra la elección ordinaria del Jefe de Gobierno del Distrito Federal,
en cuyo caso la fecha límite será el 20 de diciembre.
La Asamblea Legislativa formulará anualmente su proyecto de presupuesto y lo
enviará oportunamente al Jefe de Gobierno del Distrito Federal para que éste lo
incluya en su iniciativa.
Serán aplicables a la hacienda pública del Distrito Federal, en lo que no sea
incompatible con su naturaleza y su régimen orgánico de gobierno, las
disposiciones contenidas en el segundo párrafo del inciso e) de la fracción IV del
artículo 115 de esta Constitución;
e) Revisar la cuenta pública del año anterior, por conducto de la Contaduría
Mayor de Hacienda de la Asamblea Legislativa, conforme a los criterios
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 650
APÉNDICE 1067
La cuenta pú6lica del año anterior deberá ser enviada a la Asamblea Legislativa
dentro de los diez primeros días del mes de junio. Este plazo, así como los
establecidos para la presentación de las iniciativas de la ley de ingresos y del
proyecto del presupuesto de egresos, solamente podrán ser ampliados cuando
se formule una solicitud del Ejecutivo del Distrito Federal suficientemente
justificada a juicio de la Asamblea;
d) Nombrar a quien deba sustituir en caso de falta absoluta, al Jefe de Gobierno
del Distrito Federal;
e) Expedir las disposiciones legales para organizar la hacienda pública, la
contaduría Mayor y el presupuesto, la contabilidad y el gasto público del Distrito
Federal;
f Expedir las disposiciones que rijan las elecciones locales en el Distrito Federal,
sujetándose a las bases que establezca el Estatuto de Gobierno, las cuales
tomarán en cuenta los principios establecidos en los incisos b) al i) de la fracción
IV del artículo 116 de esta Constitución. En estas elecciones sólo podrán
participar los partidos políticos con registro nacional;
g) Legislar en materia de Administración Pública local, su régimen interno y de
procedimientos administrativos;
h) Legislar en las materias civil y penal; normar el organismo protector de los
derechos humanos, participación ciudadana, defensoría de oficio, notariado y
registro público de la propiedad y de comercio;
i) Normar la protección civil; justicia cívica sobre faltas de policía y buen
gobierno; los servicios de seguridad prestados por empresas privadas; la
prevención y la readaptación social; la salud y asistencia social; y la previsión
social;
j) Legislar en materia de planeación del desarrollo; en desarrollo urbano,
particularmente en uso del suelo; preservación del medio ambiente y protección
ecológica; vivienda; construcciones y edificaciones; vías públicas, tránsito y
estacionamientos; adquisiciones y obra pública; y sobre explotación, uso y
aprovechamiento de los bienes del patrimonio del Distrito Federal;
k) Regular la prestación y la concesión de los servicios públicos; legislar sobre los
servicios de transporte urbano, de limpia, turismo y servicios de alojamiento,
mercados, rastros y abasto, y cementerios;
l) Expedir normas sobre fomento económico y protección al empleo; desarrollo
agropecuario; establecimientos mercantiles; protección de animales;
espectáculos públicos; fomento cultural cívico y deportivo; y función social
educativa en los términos de la fracción VIII, del artículo 3o. de esta Constitución;
m) Expedir la Ley Orgánica de los tribunales encargados de la función judicial del
fuero común en el Distrito Federal, que incluirá lo relativo a las responsabilidades
de los servidores públicos de dichos órganos;
n) Expedir la Ley Orgánica del Tribunal de lo Contencioso Administrativo para el
Distrito Federal;
ñ) Presentar iniciativas de leyes o decretos en materias relativas al Distrito
Federal, ante el Congreso de la Unión, y
o) Las demás que se le confieran expresamente en esta Constitución.
BASE SEGUNDA—Respecto al Jefe de Gobierno del Distrito Federal:
1. Ejercerá su encargo, que durará seis años, a partir del día 5 de diciembre del
año de la elección, la cual se llevará a cabo conforme a lo que establezca la
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 652
legislación electoral.
Para ser Jefe de Gobierno del Distrito Federal deberán reunirse los requisitos que
establezca el Estatuto de Gobierno, entre los que deberán estar: ser ciudadano
mexicano por nacimiento en pleno goce de sus derechos con una residencia
efectiva de tres
APÉNDICE I 653
1068 APÉNDICE
años inmediatamente anteriores al día de la elección si es originario del Distrito
Federal o de cinco años ininterrumpidos para los nacidos en otra entidad; tener
cuando menos treinta años cumplidos al día de la elección, y no haber
desempeñado anteriormente el cargo de Jefe de Gobierno del Distrito Federal
con cualquier carácter. La residencia no se interrumpe por el desempeño de
cargos públicos de la Federación en otro ámbito territorial.
Para el caso de remoción del Jefe de Gobierno del Distrito Federal, el Senado
nombrará, a propuesta del Presidente de la República, un sustituto que concluya
el mandato. En caso de falta temporal, quedará encargado del despacho el
servidor público que disponga el Estatuto de Gobierno. En caso de falta absoluta,
por renuncia o cualquier otra causa, la Asamblea Legislativa designará a un
sustituto que termine el encargo. La renuncia del Jefe de Gobierno del Distrito
Federal sólo podrá aceptarse por causas graves. 1_as licencias al cargo se
regularán en el propio Estatuto.
II. El Jefe de Gobierno del Distrito Federal tendrá las facultades y obligaciones
siguientes:
a) Cumplir y ejecutar las leyes relativas al Distrito Federal que expida el
Congreso de la Unión, en la esfera de competencia del órgano ejecutivo a su
cargo o de sus dependencias;
b) Promulgar, publicar y ejecutar las leyes que expida la Asamblea Legislativa,
proveyendo en la esfera administrativa a su exacta observancia, mediante la
expedición de reglamentos, decretos y acuerdos. Asimismo, podrá hacer
observaciones a las leyes que la Asamblea Legislativa le envíe para su
promulgación, en un• plazo no mayor de diez días hábiles. Si el proyectó
observado fuese confirmado por mayoría calificada de dos tercios de los
diputados presentes, deberá ser promulgado por el Jefe de Gobierno del Distrito
Federal;
c) Presentar iniciativas de leyes o decretos ante la Asamblea Legislativa;
d) Nombrar y remover libremente a los servidores públicos dependientes del
órgano ejecutivo local, cuya designación o destitución no estén previstas de
manera distinta por esta Constitución o las leyes correspondientes;
e) Ejercer las funciones de dirección de los servicios de seguridad pública de
conformidad con el Estatuto de Gobierno, y
F) Las demás que le confiera esta Constitución, el Estatuto de Gobierno y las
leyes.
BASE TERCERA. Respecto a la organización de la Administración Pública local en
el Distrito Federal:
1. Determinará los lineamientos generales para la distribución de atribuciones
entre los órganos centrales, desconcentrados y descentralizados;
II. Establecerá los órganos político-administrativos en cada una de las
demarcaciones territoriales en que se divida el Distrito Federal.
Asimismo fijará los criterios para efectuar la división territorial del Distrito
Federal, la competencia de los órganos político-administrativos
correspondientes, la forma de integrarlos, su funcionamiento, así como las
relaciones de dichos órganos con el Jefe de Gobierno del Distrito Federal.
Los titulares de los órganos político-administrativos de las demarcaciones
territoriales serán elegidos en forma universal, libre, secreta y directa, según lo
determine la ley.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 654
APÉNDICE 1069
tos que esta Constitución exige para los ministros de la Suprema Corte de
Justicia; se requerirá, además, haberse distinguido en el ejercicio profesional o
en el ramo judicial, preferentemente en el Distrito Federal. El Tribunal Superior
de Justicia se integrará con el número de magistrados que señale la ley orgánica
respectiva.
Para cubrir las vacantes de magistrados del Tribunal Superior de Justicia, el Jefe
de Gobierno del Distrito -Federal someterá la propuesta respectiva a la decisión
de la Asamblea Legislativa.
Los Magistrados ejercerán el cargo durante seis años y podrán ser ratificados por
la Asamblea; y si lo fuesen, sólo podrán ser privados de sus puestos en los
términos del Título Cuarto de esta Constitución.
II. La administración, vigilancia y disciplina del Tribunal Superior de Justicia, de
los juzgados y demás órganos judiciales, estará a cargo del Consejo de la
Judicatura del Distrito Federal. El Consejo de la Judicatura tendrá siete miembros,
uno de los cuales será el presidente del Tribunal Superior de Justicia, quien
también presidirá el Consejo. Los miembros restantes serán: un Magistrado, un
Juez de Primera Instancia y un Juez de Paz, elegidos mediante insaculación; uno
designado por el Jefe de Gobierno del Distrito Federal y otros dos nombrados por
la Asamblea Legislativa. Todos los Consejeros deberán reunir los requisitos
exigidos para ser magistrado y durarán cinco años en su cargo; serán sustituidos
de manera escalonada y no podrán ser nombrados para un nuevo periodo.
El Consejo designará a los Jueces de Primera Instancia y a los que con otra
denominación se creen en el Distrito Federal, en los términos que las
disposiciones prevean en materia de carrera judicial;
III. Se determinarán las atribuciones y las normas de funcionamiento del Consejo
de la Judicatura, tomando en cuenta lo dispuesto por el artículo 100 de esta
Constitución;
IV. Se fijarán los criterios conforme a los cuales la ley orgánica establecerá las
normas para la formación y actualización de funcionarios, así como del desarrollo
de la carrera judicial;
y. Serán aplicables a los miembros del Consejo de la Judicatura, así como a los
magistrados y jueces, los impedimentos y sanciones previstos en el artículo 101
de esta Constitución;
VI. El Consejo de la Judicatura elaborará el presupuesto de los tribunales de
justicia en la entidad y lo remitirá al Jefe de Gobierno del Distrito Federal para su
inclusión en el proyecto de presupuesto de egresos que se presente a la
aprobación de la Asamblea Legislativa.
BASE QUINTA. —Existirá un Tribunal de lo Contencioso Administrativo, que
tendrá plena autonomía para dirimir las controversias entre los particulares y las
autoridades de la Administración Pública local del Distrito Federal.
Se determinarán las normas para su integración y atribuciones, mismas que
serán desarrolladas por su ley orgánica.
D. El Ministerio Público en el Distrito Federal será presidido por un Procurador
General de Justicia, que será nombrado en los términos que señale el Estatuto de
Gobierno; este ordenamiento y la ley orgánica respectiva determinarán su
organización, competencia y normas de funcionamiento.
E. En el Distrito Federal será aplicable respecto del Presidente de los Estados
Unidos Mexicanos, lo dispuesto en la fracción VII del artículo 115 de esta
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 656
1070 APÉNDICE
F. La Cámara de Senadores del Congreso de la Unión, o en sus recesos, la
Comisión Permanente, podrá remover al Jefe de Gobierno del Distrito Federal por
causas graves que afecten las relaciones con los Poderes de la Unión o el orden
público en el Distrito Federal. La solicitud de remoción deberá ser presentada por
la mitad de los miembros de la Cámara de Senadores o de la Comisión
Permanente, en su caso.
G. Para la eficaz coordinación de las distintas jurisdicciones locales y municipales
entre sí, y de éstas con la federación y el Distrito Federal en la planeación y
ejecución de acciones en las zonas conurbadas limítrofes con el Distrito Federal,
de acuerdo con el artículo 115, fracción VI de esta Constitución, en materia de
asentamientos humanos; protección al ambiente; preservación y restauración
del equilibrio ecológico; transporte, agua potable y drenaje; recolección,
tratamiento y disposición de desechos sólidos y seguridad pública, sus
respectivos gobiernos podrán suscribir convenios para la creación de comisiones
metropolitanas en las que concurran y participen con apego a sus leyes.
Las comisiones serán constituidas por acuerdo conjunto de los participantes. En
el instrumento de creación se determinará la forma de integración, estructura y
funciones.
A través de las comisiones se establecerán:
a) Las bases para la celebración de. convenios, en el seno de las comisiones,
conforme a las cuales se acuerden los ámbitos territoriales y de funciones
respecto a la ejecución y operación de obras, prestación de servicios públicos o
realización de acciones en las materias indicadas en el primer párrafo de este
apartado;
b) Las bases para establecer, coordinadamente por las partes integrantes de las
comisiones, las funciones específicas en las materias referidas, así como para la
aportación común de recursos materiales, humanos y financieros necesarios
para su operación, y
c) Las demás reglas para la regulación conjunta y coordinada del desarrollo de
las zonas conurbadas, prestación de su servicios y realización de acciones que
acuerden los integrantes de las comisiones.
H. Las prohibiciones y limitaciones que esta Constitución establece para los
Estados se aplicarán para las autoridades del Distrito Federal.
ARTÍCULOS TRANSITORIOS
PRIMERO. —El presente Decreto entrará en vigor al día siguiente de su
publicación en el Diario Oficial de la Federación, con excepción de lo previsto en
los artículos siguientes.
SEGUNDO. Las adiciones contenidas en la fracción II del artículo 105 del
presente Decreto, únicamente por lo que se refiere a las legislaciones electorales
de los Estados, que por los calendarios vigentes de sus procesos la jornada
electoral deba celebrarse antes del primero de abril de 1997, entrarán en vigor a
partir del lo. de enero de 1997.
Para las legislaciones electorales federal y locales que se expidan antes del lo.
de abril de 1997 con motivo de las reformas contenidas en el presente Decreto,
por única ocasión, no se aplicará el plazo señalado en el párrafo cuarto de la
fracción II del artículo 105.
Las acciones de inconstitucionalidad que tengan por objeto plantear la posible
contradicción entre una norma de carácter general electoral y la Constitución,
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 658
Apéndice 1071
Decreto, antes del lo. de abril de 1997, se sujetarán a las siguientes
disposiciones especiales:
a) El plazo a que se refiere el segundo párrafo el de la fracción II del artículo
mencionado, para el ejercicio de la acción, será de quince días naturales; y
b) La Suprema Corte de Justicia de la Nación deberá resolver la acción ejercida
en un plazo no mayor a quince días hábiles, contados a partir de la presentación
del escrito inicial.
Las reformas al artículo 116 contenidas en el presente Decreto no se aplicarán a
las disposiciones constitucionales y legales de los Estados que deban celebrar
procesos electorales cuyo inicio haya ocurrido u ocurra antes del lo. de enero de
1997. En estos casos, dispondrán de un plazo de un año contado a partir de la
conclusión de los procesos electorales respectivos, para adecuar su marco
constitucional y legal al precepto citado.
Todos los demás Estados, que no se encuentren comprendidos en la excepción
del párrafo anterior, deberán adecuar su marco constitucional y legal a lo
dispuesto por el artículo 116 modificado por el presente Decreto, en un plazo
que no excederá de seis meses contado a partir de su entrada en vigor.
TERCERO. —A más tardar el 31 de octubre de 1996 deberán estar nombrados el
consejero Presidente y el Secretario Ejecutivo del Consejo General del Instituto
Federal Electoral, así como los ocho nuevos consejeros electorales y sus
suplentes, que sustituirán a los actuales Consejeros Ciudadanos, quienes no
podrán ser reelectos. En tanto se hacen los nombramientos o se reforma la ley
de la materia, el Consejo General del Instituto Federal Electoral seguirá
ejerciendo las competencias y funciones que actualmente le señala el Código
Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales.
CUARTO.—En la elección federal de 1997 se elegirán, a la Quincuagésima
Séptima Legislatura, treinta y dos senadores según el principio de
representación proporcional, mediante el sistema de listas votadas en una sola
circunscripción plurinominal nacional, y durarán en funciones del lo. de
noviembre de 1997 a la fecha en que concluya la señalada Legislatura. La
asignación se hará mediante una fórmula que tome en cuenta el cociente natural
y el resto mayor; y se hará en orden decreciente de las listas respectivas. Se
deroga el segundo párrafo del Artículo Tercero de los Artículos Transitorios del
Decreto de fecha 2 de septiembre de 1993, publicado en el Diario Oficial de la
Federación el 3 del mismo mes y año, por el que se reformaron los Artículos 41,
54, 56, 60, 63, 74 y 100 de esta Constitución.
QuIN1’o. —Los nuevos Magistrados Electorales deberán designarse a más tardar
el 31 de octubre de 1996 y, por esta ocasión, requerirán para su elección del
voto de las tres cuartas partes de los miembros presentes de la Cámara de
Senadores.
SEXTO. —En tanto se expiden o reforman las leyes correspondientes, el Tribunal
Federal Electoral seguirá ejerciendo las competencias y funciones que
actualmente le señala el Código Federal de Instituciones y Procedimientos
Electorales.
SÉPTIM0. —El Jefe de Gobierno del Distrito Federal se elegirá en el año de 1997 y
ejercerá su mandato, por esta única vez, hasta el día 4 de diciembre del año
2000.
OCTAVO. —La norma que determina la facultad para expedir las disposiciones
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 660
1072 APÉNDICE
y del apartado C del artículo 122 de este Decreto, entrará en vigor el lo. de
enero de 1998. Para la elección en 1997 del Jefe de Gobierno y los diputados a la
Asamblea del Distrito Federal, se aplicará el Código Federal de Instituciones y
Procedimientos Electorales.
N0vEN0.—El requisito a que se refiere el párrafo segundo de la fracción ¡ de la
BASE SEGUNDA, del apartado C del artículo 122, que prohíbe acceder a Jefe de
Gobierno si se hubiese desempeñado tal cargo con cualquier carácter, debe
entenderse aplicable a todo ciudadano que haya sido titular de dicho órgano,
aunque lo haya desempeñado bajo distinta denominación.
DÉcIM0.—Lo dispuesto en la fracción II de la BASE TERCERA, del apartado C del
artículo 122, que se refiere a la elección de los titulares de los órganos político-
administrativos en las demarcaciones territoriales del Distrito Federal, entrará en
vigor el lo. de enero del año 2000; en 1997, se elegirán en forma indirecta, en
los términos que señale la ley.
DECIMOPRIMERO.—La norma que establece la facultad de la Asamblea
Legislativa del Distrito Federal para legislar en materias civil y penal para el
Distrito Federal entrará en vigor el lo. de enero de 1999.
DECIM0sEGUNDO.—Continuarán bajo jurisdicción federal los inmuebles sitos en
el Distrito Federal, que estén destinados al servicio que prestan los Poderes
Federales, así como cualquier otro bien afecto al uso de dichos poderes.
DECIMOTERCERO. Todos los ordenamientos que regulan hasta la fecha a los
órganos locales en el Distrito Federal seguirán vigentes en tanto no se expidan
por los órganos competentes aquellos que deban sustituirlos conforme a las
disposiciones y las bases señaladas en este Decreto.
SALÓN DE SESIONES DE LA COMISIÓN PERMANENTE DEL HONORABLE
CONGRESO DE LA UNIÓN. México, D.F., a 21 de agosto de 1996. —Sen. Fernando
Ortiz Arana, Presidente. —Dip. Martina Montenegro Espinoza, Secretaria. —Sen.
Francisco Xavier Salazar Sáenz, Secretario.—Rúbricas.
En cumplimiento de lo dispuesto por la fracción 1 del Artículo 89 de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y para su debida
publicación y observancia, expido el presente Decreto en la residencia del Poder
Ejecutivo Federal, en la Ciudad de México, Distrito Federal, a los veintiún días del
mes de agosto de mil novecientos noventa y seis. —Ernesto Zedillo Ponce de
León .—Rúbrica.—El Secretario de Gobernación, Emilio Chuayffet Chemor.—
Rúbrica.
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 662
APÉNDICE II
Nuevo artículo 130 constitucional
ARTÍCULO 130. —El principio histórico de la separación del Estado y las iglesias
orienta las normas contenidas en el presente artículo. Las iglesias y demás
agrupaciones religiosas se sujetarán a la ley. Corresponde exclusivamente al
Congreso de la Unión legislar en materia de culto público y de iglesias y
agrupaciones religiosas. La ley reglamentaria respectiva, que será de orden
público, desarrollará y concretará las disposiciones siguientes:
a) Las iglesias y las agrupaciones religiosas tendrán personalidad jurídica como
asociaciones religiosas una vez que obtengan su correspondiente registro La ley
regulará dichas asociaciones y determinará las condiciones y requisitos para el
registro constitutivo de las mismas;
b) Las autoridades no intervendrán en la vida interna de las asociaciones
religiosas;
c) Los mexicanos podrán ejercer el ministerio de cualquier culto. Los mexicanos
así como los extranjeros deberán, para ello, satisfacer los requisitos que señale
la ley;
d) En los términos de la ley reglamentaria, los ministros de culto no podrán
desempeñar cargos públicos. Como ciudadanos tendrán derecho a votar, pero no
a ser votados. Quienes hubieren dejado de ser ministros de culto con la
anticipación y en la forma que establezca la ley podrán, ser votados;
e) Los ministros no podrán asociarse con fines políticos ni realizar proselitismo a
favor o en contra de candidato, partido o asociación política alguna. Tampoco
podrán en reunión pública, en actos del culto o de propaganda religiosa, ni en
publicaciones de carácter religioso, oponerse a las leyes del país o a sus
instituciones, ni agraviar, de cualquier forma, los símbolos patrios.
Queda estrictamente prohibida la formación de toda clase de agrupaciones
políticas cuyo título tenga alguna palabra o indicación cualquiera que la
relacione con alguna confesión religiosa. No podrán celebrarse en los templos
reuniones de carácter político.
La simple promesa de decir verdad y de cumplir las obligaciones que se
contraen, sujetan al que la hace, en caso de que faltare a ella, a las penas que
con tal motivo establece la ley.
Los ministros de cultos, sus ascendientes, descendientes, hermanos y cónyuges,
así como las asociaciones religiosas a que aquéllos pertenezcan, serán incapaces
para heredar por testamento, de las personas a quienes los propios ministros
hayan dirigido o auxiliado espiritualmente y no tengan parentesco dentro del
cuarto grado.
Los actos del estado civil de las personas son de la exclusiva competencia de las
autoridades administrativas en los términos que establezcan las leyes, y tendrán
a fuerza y validez que las mismas le atribuyan.
PÁGINA EN BLANCO
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 664
BIBLIOGRAFÍA
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libro
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-----: El Juicio de Amparo y el Writ of Habeas Corpus.
VALLE ARIZPE, ARTEMIO DE: La Güera Rodríguez.
VAN05SI, JORGE REYNALDO A.: El Misterio de la Representación Política.
VASCONCELOS, JOSÉ: Obras Completas.
VÁZQUEZ DEL MERCADO, ALBERTO: Concesión Minera y Derechos Reales.
VÁZQUEZ DE PRADA, VALENTÍN: Felipe II.
VECHIO, JORGE DEL: Persona, Estado y Derecho.
-----: Teoría &l Estado.
VEDIA y MITRE, MARIANO: Histona General de las Ideas Políticas.
VELASCO, GUSTAVO R.: Las Facultades del Gobierno Federal en Materia de
Comercio.
VENEGAS TREJO, FRANCISCO: L’Histoire et le Regime Politique du Mexique.
VERA ESTAÑOL, JORGE: Al Margen de la Constitución de 1917.
-----: La Revolución Mexicana.
VIGIL, JOSÉ MARÍA: México a Través de los Siglos.
VILLERS, M. G.: El Artículo 27 de la Constitución Mexicana de 1917.
VITORIA, FRANCISCO DE: Relationes Theologicae.
ÍNDICE
Págs.
PREFACIO A LA SEGUNDA EDICIÓN
5
PALABRAS PREVIAS SOBRE LA TERCERA EDICIÓN
5
PREFACIO A LA CUARTA EDICIÓN
6
PALABRAS PREVIAS SOBRE LA QUINTA EDICIÓN
6
PREFACIO A LA SEXTA EDICIÓN
7
PREFACIO A LA SÉPTIMA EDICIÓN
7
PALABRAS SOBRE LA OCTAVA EDICIÓN
7
PREFACIO SOBRE LA NOVENA EDICIÓN
7
PALABRAS SOBRE LA DÉCIMA FDICIÓN
8
PREFACIO SOBRE LA UNDÉCIMA EDICIÓN
8
PALABRAS SOBRE LA DUODÉCIMA, DECIMOTERCERA, DECIMOCUARTA Y
DECIMOQUINTA
EDICIÓN
8
PREFACIO SOBRE LA DECIMOSEXTA EDICIÓN
8
PRÓLOGO DEL AUTOR A LA OBRA EN GENERAL
9
INTRODUCCIÓN
La comprensión didáctica del Derecho Constitucional
17
CAPÍTULO PRIMERO
LA ANTECEDENCIA HISTÓRICO-POLÍTICA
DEL ESTADO MEXICANO
I Someras consideraciones terminológicas
29
II. La formación del Estado en general
37
III. La gestación del Estado mexicano
40
A. Época prehispánica 41
B. Época colonial
51
C. Etapa de la independización
74
CAPÍTULO SEGUNDO
I. Observaciones críticas sobre el concepto general del Estado.
90
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 678
II. La población
95
A. Consideraciones generales
1084 ÍNDICE
B. La población como elemento del Estado mexicano
97
a) Observaciones previas 97
b) La nacionalidad mexicana
101
1. Concepto de nacionalidad
101
2. Los nacionales mexicanos
104
3. La doble nacionalidad
108
4. Prerrogativas de los mexicanos
110
5. Obligación educativa de los mexicanos
117
La obligación educativa
117
6. La obligación tributaria de los mexicanos.
118
7. Pérdida de la nacionalidad
132
c) Los extranjeros
136
1. Consideraciones generales
136
2. Situación constitucional de los extranjeros.
137
3. Sinopsis histórica.
142
d) La ciudadanía mexicana
146
1. Concepto de ciudadanía
146
2. Los ciudadanos mexicanos
148
LAS FORMAS DE GOBIERNO 679
CAPÍTULO TERCERO
LA SOBERANÍA, EL PODER CONSTITUYENTE
Y EL PODER PÚBLICO
I. Introducción
190
A. Consideraciones previas
190
B. Algunas teorías sobre el Estado
194
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 680
ÍNDICE 1085
a) Teoría de Platón
194
b) Teoría de Aristóteles
195
e) Teoría de San Agustín
196
d) Teoría de Santo Tomás de Aquino.
198
e) Teoría de Francisco Suárez
200
f) Teoría de Tomás Hobbes
201
g) Teoría de John Locke
203
h) Teoría de Montesquieu
203
i) Teoría de Juan Jacobo Rousseau
206
j) Teoría de Hegel
211
k) Teoría marx-leninista
213
l) Teoría de Jorge Jellinek
222
m) Teoría de León Duguit
225
n) Teoría de Hans Kelsen
227
o) Teoría de Carré de Malberg
228
p) Teoría de Jacques Maritain
229
q) Teoría de Adolfo Posada
232
r) Teoría de Hermann Heller
233
s) Teoría de Georges Burdeau
236
t) Observación final
238
II. La soberanía y el poder constituyente
239
A. Equivocidad del término “soberanía”.
239
B. La soberanía
244
C. El poder constituyente
248
LAS FORMAS DE GOBIERNO 681
D. El poder público
256
a) Su implicación
256
b) Su ejercicio. Los órganos del Estado y sus titulares
258
III. La soberanía y el poder público en el constitucionalismo mexicano
263
A. Exégesis de los artículos 39 y 41, primer párrafo de la Constitución de
1917. 263
B. Consideraciones históricas
271
CAPÍTULO CUARTO
TEORÍA DE LA CONSTITUCIÓN
I. Introducción
281
A. El Derecho fundamental como elemento del Estado
282
B. La finalidad del Estado
287
C. La justificación del Estado
299
D. Los fines y la justificación del Estado mexicano. Síntesis histórica
304
II. Concepto y especies de Constitución
218
III. La legitimidad constitucional
328
A. Exposición del principio
328
B. La legitimidad de la Constitución mexicana de 1857
332
C. La legitimidad de la Constitución de 1917
337
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 682
1086 ÍNDICE
IV. La deontología constitucional
342
V. Los factores reales de poder y las decisiones fundamentales
348
A. Los factores reales de poder
348
B. Las decisiones fundamentales
353
VI. La fundamentalidad y la supremacía de la Constitución
357
A. Consideraciones generales
357
B. El principio de supremacía en el constitucionalismo mexicano
362
VII. El principio de rigidez constitucional
367
A. Exposición del principio
367
B. Gestación parlamentaria del artículo 135 constitucional
374
VIII. La reformabilidad constitucional
377
A. Las reformas en general
377
B. Las reformas a los principios fundamentales
380
C. La llamada “Reforma del Estado”
386
IX. La inviolabilidad de la Constitución
386
A. Explicación previa
386
B. El “derecho” a la revolución
387
C. Interpretación y alcance del artículo 136 de la Constitución mexicana de
1917
(128 de la Constitución de 1857)
391
X. La interpretación constitucional
393
A. Generalidades
393
B. Métodos de interpretación
394
a) Método gramatical
395
b) Método lógico
395
LAS FORMAS DE GOBIERNO 683
e) Método sistemático
395
d) Método causal-teleológico
396
C. Órganos estatales de interpretación constitucional
397
a) Interpretación, legislativa
397
b) Interpretación jurisdiccional
398
D. Observaciones finales
399
CAPÍTULO QUINTO
LAS FORMÁS DE ESTADO
ÍNDICE 1087
D. El hombre del estado mexicano
453
E. Exégesis básica del régimen federal en la Constitución mexicana de 1917.
456
F. Realidad del federalismo en México
464
CAPÍTULO SEXTO
LAS FORMÁS DE GOBIERNO
3. Florencia
500
e) La revolución francesa y los Estados Unidos de América
500
C. El republicanismo en México
503
IV. La democracia
509
A. Ideas generales
509
B. Primer elemento: Declaración dogmática sobre la radicación popular de la
soberanía 514
C. Segundo elemento: Origen popular de los titulares de los órganos prima rio
del Estado.
La representación política
516
D. Tercer elemento: Control popular sobre la actuación de los órganos del
Estado 527
a) La libertad
528
b) Los partidos políticos
533
1. Ideas generales
533
2. Los partidos políticos en México
538
(a) Antecedentes históricos
538
(b) Estructura normativa anterior a 1966
549
DERECHO CONSTITUCIONAL MEXICANO 686
1088 INDICE
(c) Su estructura normativa a partir de 1966
553
(d) El Instituto Federal Electoral
553
(e) El Tribunal Federal Electoral
553
E. Cuarto elemento: La responsabilidad de los funcionarios públicos.
554
I. Situación anterior a las reformas de diciembre de 1982
554
a) Consideraciones generales
554
b) Diversos tipos de responsabilidad jurídica
557
c) El fuero constitucional
558
1. El fuero inmunidad
560
2. El fuero que se traduce de la no procesabilidad
562
d) El juicio político
566
1. Delitos comunes
566
2. Delitos oficiales
567
3. Acción popular
567
II. Reformas de diciembre de 1982
568
a) Consideraciones generales
568
b) Los servidores públicos
568
c) El juicio político
569
d) Gobernadores y otros funcionarios locales
570
e) Enriquecimiento ilícito
571
f) Sanciones administrativas
571
g) Desafuero y responsabilidad penal común
571
h) La situación del Presidente de la República
572
III. Reforma de 2002
574
LAS FORMAS DE GOBIERNO 687
CAPÍTULO SÉPTIMO
EL PODER LEGISLATIVO
ÍNDICE 1089
II. Breve referencia histórica general
612
III. El poder legislativo en México hasta la Constitución de 1917 (Generalidades)
619
IV. El Congreso de la Unión
642
A. Breves consideraciones previas
642
B. Facultades legislativas del Congreso de la Unión
643
a) El Congreso de la Unión como legislatura local
644
b) El Congreso de la Unión como legislatura federal
644
1. Competencia tributaria
644
2. Competencia legislativa no tributaria
648
3. Facultades en relación con los asentamientos humanos
659
4. Facultad legislativa de auto-estructuración
664
5. Facultades en materia económica
665
6. Facultades en materia ecológica
666
7. Facultades en materia contencioso-administrativa
666
8. Las facultades implícitas
666
9. Creación de entidades paraestatales
669
C. Facultades político-administrativas del Congreso de la Unión
671
D. Facultades político-jurisdiccionales del Congreso de la Unión
673
V. La Cámara de Diputados
674
A. La representación política en general
674
B. La representación mayoritaria y la proporcional. Ideas generales.
676
C. La composición de la Cámara de Diputados
680
a) Sistema vigente hasta 1977: Los Diputados de elección mayoritaria y los
Diputados de partido
680
b) Sistema vigente desde 1978: Los Diputados de elección mayoritaria y
LAS FORMAS DE GOBIERNO 689
1090 ÍNDICE
VIII. La Comisión Permanente
721
A. Consideraciones previas
721
B. Su composición
723
C. Sus facultades
724
CAPÍTULO OCTAVO
EL PODER EJECUTIVO
I Su implicación
729
II Los sistemas parlamentario y presidencial. Ideas generales
732
A. Sistema parlamentario
732
B. Sistema presidencial
738
III. Breve reseña del Poder Ejecutivo en México hasta la Constitución de 1917
745
IV. El Presidente de la República
757
A. Unipersonalidad del Ejecutivo
757
B. Requisitos para ser Presidente
762
C. La No reelección
769
D. Diversas clases de presidente
775
a) Faltas absolutas
775
b) Faltas temporales
776
c) Breve explicación de los distintos caracteres de presidente
776
V. Las facultades constitucionales del Presidente
777
A. Facultades legislativas
777
a) Consideraciones previas
777
b) El Presidente como legislador
778
c) El Presidente como colaborador en el proceso legislativo
779
LAS FORMAS DE GOBIERNO 691
ÍNDICE 1091
VIII. El Procurador General de la República y el Ministerio Público Federal
808
A. Breves consideraciones generales
808
B. Somera referencia histórica
813
IX. Apreciación general sobre el presidencialismo mexicano
815
CAPÍTULO NOVENO
EL PODER JUDICIAL
I. Consideraciones previas
819
A. Observaciones conceptuales y terminológicas
819
B. La dualidad de funciones jurisdiccionales de los Tribunales Federales
820
a) La función judicial propiamente dicha
820
b) La función de control constitucional
824
II. La Suprema Corte. Situación anterior a las reformas que entraron en vigor
el 1º de enero de 1995
826
A. Sus miembros componentes (ministros)
826
a) Su nombramiento
826
b) Su remuneración
831
c) La suplencia
833
d) Renuncias y licencias
834
e) Juicio político (inamovilidad)
835
B. Su competencia (de la Corte)
835
a) En cuanto a la función judicial propiamente dicha
835
b) En cuando a la función jurisdiccional de control constitucional
840
c) Actos administrativos diversos
840
d) Su intervención en materia política
841
e) Necesaria capacitación de la Corte para iniciar leyes
845
LAS FORMAS DE GOBIERNO 693
1092 ÍNDICE
IX. Reforma judicial iniciada por el Presidente Ernesto Zedillo Ponce de León.
882
A. Introducción
882
B. Composición de la Suprema Corte
882
C. Falta de independencia de la Corte
882
D. Segregación de la Corte del Control de legalidad
884
E. Consejo de la Judicatura Federal
885
F. Supresión del principio de inamovilidad
886
G. Las acciones de inconstitucionalidad
888
H. Las controversias constitucionales
889
I. Demarcación de competencia de la Suprema Corte
890
J. Afectación del principio de división de poderes
893
K. Principales modificaciones que deben hacerse a la reforma judicial del
Presidente
Ernesto Zedillo Ponce de León
894
L. El Tribunal Federal Electoral
894
CAPÍTULO DÉCIMO
LAS ENTIDADES FEDERATIVAS
I. Los Estados
895
A. Su naturaleza jurídica y sus elementos
895
a) La Población
896
b) El Territorio
897
c) El orden jurídico
900
d) El Poder público
901
B. Forma de gobierno
901
C. Régimen municipal
902
LAS FORMAS DE GOBIERNO 695
ÍNDICE 1093
B. Reseña histórica
946
C. Bases constitucionales de su organización la reforma de 1993
954
a) Ideas generales
954
b) Poder Legislativo
955
c) Poder Ejecutivo
955
d) Poder Judicial
956
e) Ministerio Público
958
f) El patrimonio del Distrito Federal
958
D. La asamblea de representantes
959
E. Reestructuración Constitucional del Distrito Federal según las reformas de
1993
publicadas en el Diario Oficial” de 25 de octubre del mismo año
964
a) Ideas generales
964
b) Poder Legislativo
964
c) Poder Ejecutivo
964
d) Poder Judicial
965
e) Apreciación general de las citadas reformas constitucionales
965
F. Estructura del Distrito Federal según la Reforma Política de agosto de 1996.
965
G. Observación final
967
CAPÍTULO DECIMOPRIMERO
EL ESTADO Y LA IGLESIA
1094 ÍNDICE
VI. El artículo 130 constitucional anterior al mes de enero de 1992
1022
A. Su antecedencia normativa y su ilegitimidad formal
1022
B. Su análisis 1026
a) Reiteración de la libertad religiosa
1026
b) Intervención del poder público en el culto religioso
1026
c) Incapacidades y prohibiciones respecto de los ministros del culto.
1028
d) Agrupaciones religiosas 1031
e) Estado civil de las personas
1034
f) Disposiciones generales 1035
C. Necesaria reforma al anterior artículo 130 constitucional
1036
VII. El nuevo artículo 130 constitucional
1040
a) El laicismo estatal
1040
b) La apoliticidad eclesiástica, y
1040
c) La cooperación o colaboración entre la iglesia y el estado.
1040
CAPÍTULO DECIMOSEGUNDO
LA REFORMA DEL ESTADO
Introducción 1043
I. Poder Legislativo 1046
a) Supresión de los diputados plurinominales
1046
b) Exclusividad en la función legislativa
1048
c) Reelección de diputados
1048
d) Aumento de los requisitos constitucionales para ser diputado
1048
II. Poder Ejecutivo 1049
a) Supresión del “fuero inmunidad”
1049
b) Enjuiciamiento al Presidente
1049
c) Nombramiento de los Secretarios de Estado
1049
d) Igualdad en el trato a los partidos políticos
1049
LAS FORMAS DE GOBIERNO 699
EPÍLOGO 1053
APÉNDICE I 1065
APÉNDICE II 1073
BIBLIOGRAFÍA
1075