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Universioao [se oaMeRICANA José Morales Orozco RECTOR Javier Prado alin VICERRECTOR ACADEMIC Alejandro Mendoza Alvarez DIRECTOR DE LA DIVISION DE HUMANIDADES ¥ COMUNICACION Perla Chinchilla Pasting DIRECTORA DEL DEPARTAMENTO DE HISTORIA Araceli Téllea Tio DIRECTORA DE PuLIeAcioNes Rubén Lozano Herrera (COORDINADOR DE PUBLICACIONES DEPARTAMENTO DE HISTORIA Francois Hartog REGIMENES DE HISTORICIDAD Presentismo y experiencias del tiempo Tieala original Rigimesdhisoricie, Précentiome et expbriences du temps Editions du Seu, Pats, 2003 ISBN 2-02-059328-9, UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA BIBLIOTECA FRANCISCO XAVIER CLAVIGERO Hartog, Francois Regimenes de historicided ~prescacismo y experiencias del verpo |. Histoiografia, 2. Historia ~ Hilosofia 3, Tiempo — Historia. Lt D 13 3718.2007 Diseio dela porsada: Ana Flena Pérez y Miguel Garcia Traducciin: Noema Durin y Pablo Avilés Revision técnica: Afonso Mendiola, 1a. edicion en espaol, 2007 DRO Universidad Iberoamericana, A.C. Prol, Paseo de la Reforma 880 Col, Lomas de Santa Fe 01219 México, DE publics@uia.ms ISBN 978-968-859-681-4 Impreso y hecho en México Printed and made in Mexico Tesoslos derechos esrvados, Esa publican no puede ce reproducid, ‘en rodo nen pace, nitegstrada en ransmitida por ua tema de ‘eouperacisn de informacisn, en ninguna forma ai por aingtin medio, sex mecinico, foroquimico, elecusalco, magnécco, por Focopia, © uslquier oto, sin el permizo previo por excita del edad Prefacio ala edici6n en espaol (OnDENES DEI TIEMPO, REGEMENES DE HISTORICIDAD Las brechas Del Pacifico a Berlin Historias universales Regimenes de historicidad ORDEN DEL TIEMPO 1 Capfeuto 1 De Las tstas pe mistoRIA égimen heroico Del mito al aconcecimiento El trabajo del malentendido: del acontecimienco al miro Antropologia y formas de temporalidad Capfeulo 2 Utises ¥ Acustiv: Dr LAs LAGRIMAS A LA MEDITAGION ‘Cada dia es un primer dia Las lagrimas de Ulises Las sirenas y el olvido Ulises ao ley a Agustin 50 55 7 6 Capitulo 3 (ChurzauBniaND: ENTRE BI ANTIGUO ¥ EL NUEVO REGIMEN DE HistoRiciDAD El viaje del joven Chateubriand “Eliscovia magisea vitae” La valija americana La experiencia del tiempo Tiempo del viaje y tiempo en el “Viaje” Las ruinas, Oxpen pry rm avo 2 Capinulo 4 Meson, HISTORIA, PRESENTE La ctsis del régimen moderno La ascensién del presencismo Las falls del presence ‘Memoria c historia Historias nacionales Conmemorar El momento de los “Lugares de memoria” Capiculo 5 PATRIMONIO ¥ PRESENTE Historia de un concepto ‘Los antiguos Roma La Revolucién francesa Hacia la universilizacién El tempo del entomo Conclusiéa: La DOBLE DEUDA 0 EL PRESENTISMO DEL. PRESENTE Indice analtico [nsayos acerca del tema de este bro, esertos previamente por el autor] 90 7 102 104 106 us 130 G4 ta 248) 159) 170 12 rer 186 193 202 218 239 243 PREFACIO A LA EDICON EN ESPANOL Toda persona que se ha ejercitado en la traduccién al menos una vex en la vida sabe hasta qué punto la tarea es dificil. Todo autor sabe también que tun libro no tiene oportunidad real de cicular si no es raducido. Gracias a la diligencia y disposicién amistosas de Norma Durin, Alfonso Mendiola y Pablo Avilés, Regimenes de bstoricidad puede se leido en espafil. Con estos primeros agradecimientos, me patece que podria agregar otros o formularlos de manera distinta, insertando algunas piginas reeditadas para esta ediciSn publicada en México en la prensa de una universidad donde he tenido el hhonor y el placer de ser recibido en varias ocasiones. Tres afios después de la aparicién del libro en Francia, esta ocasin es realmente buena para precisar algunos puntos de mi camino, disipas, si es posible, algunos malentendidos Fegresar sobre mi manera de concebic el oficio de historiador. Sin grandes palabras, por supuesto! Ensayo histético, cirtamente, la obra se revindiea como libro de historia en sentido pleno, Porque para mi, hacer historia y reflexionar sobre| historia van siempre juntos: con los limites de mis capacidades yen la medida dents posbldades Sepursreuiraente core de un ado pin dl] otro —“inadie entra aqui si es flésofo!”-~, como la historia moderna en el, ¥ siglo xoclo ha reivindicado, se puede explicar,comprender incluso, pero nadat ha tenido efectos més dafinos sobre la historia como conocimiento y sobre la percepci6n del papel del historiador. Cuando ella se ha querido —sobre el ‘modelo de ciencias de la naturaleza— ciencia del pasado, as vez ha transfor- ‘mado, al que la practica, en hombre del pasado. Encargada del pasado de la nacin, luego dela sociedad, se ha vuelto recolecrora de huelasydescifradora de archivos. El psado se volvia un teritorio a descubtig, “a” dominio, pero > también un limite que no debia franqueas,oficialmente al menos, y el ana~ n Foose cxonismo era denunciado como el pecado mayor. Tal fixe entonces el precio ue la disciplina debi6 pagar para verse y hacerse reconocer como ciencia, Ese tiempo dejé de existir desde hace mucho. En Alemania primero y ‘en Francia después, el historiador se introduce en la historia y con ello ha regresado la cucstién del presente en toda la historia. La historia se hace en i presente, hay que recordarlo; toda historia es contemporinea, afiadieron Collingwood y Croce; atin mas, la tinica historia flseable es la del presente, habla pronunciado Tucidides hace venticinco siglos, al inicio de su Gera del Peloponezo. En las universidades y en los medios domina ademés la historia contemporinea, que en Francia se ha denominado historia del tiempo pre- sence, Que la historia haya estado siempre rlacionada con el presente, todos estén dispucstes a admitirlo ahora, ya se trae de legitimarlo, denunciarlo 0 ddasle a espalda, Seguir la historia deestas relaciones seria, por otra parte, una manera de reflexionar sobre la historia de la historia, Pero, zen qué se han convertido el lugar y la funcién del que en el siglo xax se habiz concebido como el mediador erudito entre pasado y presente, alrededor de este objeto privilegiado, sino nico, dela nacién o del Estado, ‘en el mundo de hoy que privilegia la dimensién del presente, incluso s6lo del presente, que se proclama globalizado y se concibe a veces como postnacional? 2Bn un mundo “presentista's donde el presente habria pasado a ser probable- ‘mente la categoria més englobante y explicativa, y al mismo tiempo en que |i memoria se ha impuesto desde hace un cuarto de siglo como una palabra de época: haciendo época? :Debe convertirse en un pasajero del presente all presente, xplicindose el presente 2 si misimo? Cuil puede ser la carea del hiscoriador (incluso su responsabilidad), sino la de poner el presente en perspectiva? Por los conocimientos que aporta, su trabajo apunta a reunir més de inteligibilidad y lucidee, al hacer delahistoria un cjercicio critico. Esta ambicién tiene como condicidn previa ddelimicar algunas condiciones de la prictica de! oficio. ;Qué posturas son Michel Foucault, Linde die dlicous, Pui, Gallzmard, 1971, [El orden del dca, Barcelona, Tasquess, 1987) * Kezysarof Boman, onde de rmpe, Pais, Gallia, 1986, pai (El odon del impo, Mad, Jucar, 1989]. Véase ambien, del mismo aoe, “La crge de Tavens", Le Débe, 7, 1980, pp. 5-17, publicado de muewo en Sur ini, Pls, Gullimatd, 1999, pp. 233-62, 5 Recientemente se han desarollaéomiliplesteflsione,efecrvadas a patr de dversis ‘reas dsciplinarias pero siempre marcada por el afin de obtener un dcance més general. Veanse por siemplo Roger Sue, Temps et orde social, Pal, vur, 19845 Norbert Elie, Dar Temps, tx. francs por M, Hulin, Pais, Fsyar, 1996; (Sobre iempe, México, rc, 2008), las rellecones de Pl Vir, alo large de varios brs en los cmos quince aos Horst (Gunther Le temps de cir, francés por O. Manoai, Pals, Eliions del Ms, 1995; Jean Chesneaus, Habiter le eps. Past, prisnt eur expice dn dinlogue ptbl, Pace, Bayard. 1996; Jean Leduc, Les hse oe roms. Pats, Sel, 1999: Zaki Lai, Le sere die préent Pais, Faromasion, 2000; Jean-Nol Jeane, L Hrirwa-ell pla ve? Vrktiont ‘ser un verte, Pari Gallimard, 2001 Lothar Baier, Pas ese. Tait mer Usceration, a Feancés por M. H, Desarcy P Kauss, Avles, Acts Sud, 2002; Eienne Klein, en Lar tig rono, Paris, Flammarion, 2003, rastraber mostado que seguimoshablando del empo ipriciamence de fa misma manera que ances de Galileo”, yeas haber demoreado que Fisica moderna y el iempo ec facimamente ligados,concluye com un acento mis epiciren, Invtando al eetor “a fare dal favor del momento, del kar » eons cHMRCRND La obra de Paul Ricoeur, iniciada con Temps et récit (Tiempo y narnacién, 1983) yconcluida con La mémoire, Ubistoire, 'oubli (La memoria, la historia, ef olvido, 2000), puede resultar til para enmarcar el periodo en cuestién, ya que fos muestra a un fildsofo que siempre buscé ser contemporineo de sus contemporineos, llevado en un principio ameditar acerca de las aporias de la experiencia, y después preocupado por “una politica de la justa memoria’. Ri-| cocur ha seialado 6mo, al establecer un contacto directo entre la experiencialy temporal y la operacién narrativa, Temps et récit dejaba de lado la memoria. El autor intenté colmar esa laguna, precisamente, con su segundo libro, en el que exploraba “los niveles intermedios” entre tiempo y narracién.! Pasé ast! , de la cuestién de la verdad de la bistoria ala de la fidelidad de la memoria,|* sin renunciae a ninguna de la dos. Poco tiempo antes, Michel de Certeaut apuntabaya en una sola fase, dicha ‘como al pasar, que “sn duda la objetivacidn del pasado, desde hace tres silos, abt convertido al tiempo en lo impensado de una disciplina que no dejaba de utilizarlo como un instrumento taxonémico”.” Ese sefialamicnto constitula una invitacin a relexionar, estas péginas constituyen un intento por respon der ase llamado, partiendo de una incerrogacién acerca de nuestro presente. w Ls arecus $Leuro dela hisorareiete, marcado de manera smultinea por la cna del Muro de Berlin en 1989, por ef desvanccimiento de la idea comunista| basada en el porvenir de la Revoluci6n y por el ascenso de miltiples funda-| ‘mentalismos, ha wastocado, perturbado de manera brucal y dursdera nuestra) relacién con el tempo.’ Aqui y all el orden del siempo se ha puesto ent tela de juicio, En su calidad de mezclas de arcaismo y de modernidad, los Fenémenos fundamentaistas resultan de manera parcial de una crisis del porvenit, mientras que las tradiciones hacia las cuales vuelven la mirada en tun afin por responder 2 las desdichas del presente —a falta de esbozar una Paul Ricorus, La mémere, Phisone, Toul, Pass, Suit, 2000, p. 1. (Le memoria, de bisora el evide, Buenos Aires, YE, 204], Véte también, det mismo aaron,“ Memoite approches hiswriennes, approche philosophique", Le Deas, 122, 2002, pp. 42-4 T Michel de Certeatn Hore et pgchenalpe entre sence 6 ison, Puts, Gallina 1987, p. 89 [Husere y pcoandie ere cioncia y fib, ausvs ed, revsada y anmentada, Mésicorn Uia-Departamenco de Fistoda/rsso, 2003), » wise Jean Leduc Le bizariens er fen 9 cit * Véanse KrnjeztnfPorian, "La crse de avec’, at cit pp. 285-62, y Marl Gauchet, La democrat cnure elem, Pat, alias, 2002, pp, 345-59. n ans toc perspectiva a fururo— son ampliamente “inventadas”? En tales condiciones, gedmo articular pasado, presente y futuro? La historia, eseribia Frangois Furet ‘en 1995, se ha vuelto a convertir en se tine ene quel hombre ae interna a obscura sin saber a dénde lo conchcirin us acrones sin cerreas sobre sa destino, despsc dela asia epuridad de an Gencia dele que ce, Pvado de Dios lindivdve democrisicavetemblaren exe fin desiglo is base dle | divinidadhistort:angusia que debericanjursr. A ess amensia dela incertidumbre se afade, as entender, el escndalo de un porvenir cerrado." Sin embargo, en el caso def mundo europeo ya se habian abierco, desde mucho tiempo antes, hondas fills: algunas en la era inmediatamente posterior la Primera Guerra Mundial, y otras més después de 1945, aunque ‘de manera diferente. Paul Valéry fue buen sismégrafo de las primeras: por «jemplo, cuando en 1919 evocaba “al Hamler europeo”, mirando “sobre tuna inmensa rertaza de Elsinore” “millones de expectros, “cavilande sobre 4 fastidio de volver a comenzar el pasado, sobre la locura de querer innovar siempre. Se tambalea entre los dos abismos". O bien, de manera aun mas | precisa, cuando definis, en una conferencia dictada en 1933, la experiencia, ¥\ de ruprura dela continuidad, que confiere a todos y cada uno de los hombres ‘Ta sensacién de pervenecer “a dos eras”: “Por un lado —proseguia el autor—, un pasado que no se ha abolido ni olvidado, pero un pasado del que no podemos extraer préeticamente nada que nos oriente en el presente y nos | brinde la oporcunidad de imaginar el futuro. Por el otro, un porvenir sin la menor figura’. Asi, un tiempo desorientado, stuado entee das wbismas 0 entre dos eras, del que el auror de Regards sur fe monde actuel (Mirada sobre el mundo actual) habia vivido la experiencia, sobre a cual no cesaba de volver. ‘Tambign Franz Rosenzweig, Walter Benjamin y Gershom Sholem podrian dar testimonio de una experiencia andloga, quienes, en la Alemania de los aos veinte, buscan una nueva visién de la historia, epudian la concinuidad, yl progreso a favor de las concinuidades y de las eupeuras.!2 2 in el sentido en que se le da al ering en The Invention of Tradition, edcado por E. Hibsbawea y T. Ranger, Cambridge, Cambridge Univeniny Press, 1983. ® Francois Fuse, Le pase dye dion. Ens sur lide communis au side, Psi, Laffone, Calmann-Lévy, 1995, p. 808. [paseo de une isin, Madi, cx, 1995). Paul Valésy, Esa guar plitignes, Baars I, Bibliocheque dela Pade, Pars, Gal- smard, 1957, p. 993 fearca que primero aparecis en inglés en 1919) yp. 1063 (conferencia «nla universidad de os Anales, 1935). En 1932 rtomaba, en una conferencs que di con ef mismo enfoque, su dagnésten de 1919 sobre et desrello del Hamlet eropeo, 2 Sudphane Modis, LAnge de Unsere, Rsenewci, Benin, Schelem, Pais, Belford, 1993, p.9, 2 es ocHIOD En Le monded'bier (El munde de ayer), autobiograliaredactada antes de susuicidio cn 1942, Stefan Zweig descaba también dar fe de aquells rupeuras: “[.-Jentre nuestro hoy, nuestro ayer y nuestro antier, todos los puentes estén rocos” No obstance, en 1946, en un editorial cuyo eiulo resulta elocuente "Face au vent” (Cara al venta)—, Lucien Febvre invitaba a los lectores de la revista Annales a “hacer historia’, a sabiendas de que se estaba, a partir de eatonces, en un mundo “en condiciones de inestabilidad definitive’; un ‘mundo lleno de ruiaas, peo en cl que habia “mucho més que las ruinas, y, mis grave ain, una prodigiosa aceleracién de la velocidad que hace chocar los continentes, abolirlos océanos, suprimir los desiertos, poner en contacto brrusco a los grupos humanos cargados de electricidades contraria. Lo ur- gente, pues de otra manera no se comprenderi nada el mundo mundializado de matiana, ya de hoy, era mirar, no hacia ats, eto es, lo que acababa de su- ceder, sno hacia delante, 0 mejor dicho, por adelante. “Tetminado el mundo de ayer. Todo desaparccido. Si tenemos un oportunidad de sacar algo de él nosotros franceses—- es comprendiendo, mis répido y mejor que los ot0s, ‘sta verdad evidente. Solvemos las euinas. Al agua, yo se lo digo, nademos 2 sierra firme”. Explicar “el mundo al mundo”, responder as preguntas que se le plantean al hombre dc hoy, éa es la tarea del historiador que hace frente al viento, No se trata de hacer tabla rasa del pasado, sino de “comprender bien), en qué difere el presente”. En qué consiste ser pasado, Contenido, ton ritmo, la totalidad de las paginas de este manifieso sugiere al lector que el tiempo urge y que of presente manda. Desde los aios 1950, Hannah Arende demosts ser una observadora perpicaz de las rocuras del tiempo, por mis que exe aspecto de su trabajo no haya Ilamado mucho la arencién en aquel entonces. “Nucsiro legado no va antecedido por ningin testamento”, habia escrito el poeta René Char cn Feuilles d Fypnos, ancologia postica publicada en 1946. Mediante ese aforismo, el autor intentaba dar cuenta de la extaiia experiencia de la Re- sistencia la captaba como un tiempe intermedia, un entte-dos, durance el ‘aul un “teso10" se habia deseubierco y sostentdo en mano un breve instante, pero un tesoro que nadie sabia nombrar ni transmit. Segin el vocabulario de Arends, el esoro en cuestin consista en la capacidad para instaurar “un "4 Vease Stefan Zweig, Le monde dhien Souvenirs d'un Européen, cra fanets por S Niémee, Paris, Belfond, 1993, p 9. ™ Lucien Febvte, “Face au Vent. Manifest des Annales Nouvelles", en Combats pour ieire, Pai, Armand Colia, 1992, p. 35. [Combater porte hora, Barcelona, Ati, 1992]. toi. pp. 35, 40, 4. Fagonia: mundo comin’. Bn el momento mismo de la Liberacién de Europa, los tesistentes no pudieron redactarun “testamento” en el que habrian consignado las maneras de preservar¢ incluso, en la medida de lo posible, de ampliar el espacio puiblico que habjan empezado a crear y en el que “la libertad poda apacecer”. Ahora bien, desde el punta de vista del tiempo, el restamento, en |i medida en que indica al heredero lo que habra de ser legitimamente suyo, “asigna un pasado al porvenit”.!” Al ecusrira la fren de Char como frase inicial de Berween Past and Future (ilo ends preciso que su traduccién francesa La evive de la culture), ‘Arendt introducia el concepto de “brecha (gap) entre el pasado y el futuro”, fen corno al cual se organizaba el libro, caracterizAndolo como un “ectraio incercagno en el empo historico, en el que se cobra conciencia de un intervalo en el tiempo que ests totalmente determinado por cosas que ya no existen ¥ por cosas que todavia no existen’.)® El tiempo histrico parecta entonces \haberse detenido, Por otra parte, su estudio pionero en torno a Los origenes le soralitariomo habia Ulevado a la autora a la conclusién de que “la estructura intima de a cultura occidental, incluidas sus creencias, se habia desplomado sobee nuesteas cabezas", en especial el concepto moderne de historia, basado Jen is noc de process Una ves may etaos ane una experiencia de tiempo desorientado. En 1968 zecorsi al mundo occidenral y occidentalizado un espasmo que, entre ouas cosas, eraducia un cuestionamiento del progreso capicalistas Xi dicho de otra manera, puso en duda el tiempo mismo como progres, como "rector en side un progreso a punto de trastocar el presente. Para delimirar «se momento, las palabras de fille o de brecha llegan de la pluma de los ob- servadores, aun si ellos no les es extrafo seialar que son omnipresences las imigenes tomadasa ls gloriosas revoluciones del pasado” Los j6venes rebeldes de enconces, nacdos en su mayoria después de 1940, podfan —al menos en Francia— omar como referencia tanto las altas figuras dela Resistencia como las ensefianzas del Pequerio libro rojo del presidente Mao y las lecciones de los comunisias vietnamitae, que habian derrocado la ancigua potencis colonial ° René Char, File spar, 62, Guarer complies Paris, Gallimard, 1983 (Biblio thaque de a Pade) p. 190. seas not, eacrcs ene 1943 y 194, fueron ddicadas 2 Alsere Camu " Vinge Evenne asin, Le trbor pnd, Hanah Arend intligence de acon poitigne Pals Payry Rivage, 195, p32. "Vase sya Aen, Zac de de care, Par, Calman 1972, pp 13 714, ° hid p19. 2 Vege Hanah Arends, at orgs darn, Pass, Gallimard, 2002 (Quan), 867. [Ls orgenes del mualitarismo, Mai, Alianza, 2006) u en Dien Bien Phu y que pronto habrfan de vencer a Norteamérica. En su més reciente novela, Olivier Rolin pone en boca de su narrador las siguientes pala- bras, drigidas a su joven interlocutor: “De alk [os afios 1940-1945], dle ese desastre enorme, vienes ti, mujercica: sin haber participado en él. Tu generacién nacié de un acontecimiento que nd conocis” *! Por un momento, la crisis de los afios setenta (principalmence petrolera) parecié consolidar semejante per: cepcidn. ;Algunos llegaron a jactarse del “crecimiento cero”! Acababan apenas de terminar los treinta aos florecientes de la posguerra, conocidos en Francia, como los Trente Glorieuses, afios de reconstruccion, de veloz modemizacién, de carrera en pos del progreso entre el Este y el Oeste, com la Guerra Fria y la aparicién de la disuasién nuclear como relén de fondo. “Muy pronto, el tema de los “retornos a” (que terminé convirtiéndose en una férmula de prét-a-penery de prév-d-vendre, es decir, en una modalidad predigerida de pensamiento y en un argumento de venta prefabricado) alcanzé un brillante éxito. Después de la subversién de los retornos a Freud oa Marx, vinieron los retomas a Kant 0 a Dios, seguidos por otros retornos de un dia, ‘que se marchitaban en el momento mismo de su proclamacién. Mientras ranto, empero, los avances (recnolégicos) seguian su carrera desenfrenada, ‘Asimismo, la sociedad de consumo alin se extendta, al igual que la categoria del presence, que constivuia el blanco privilegiado de esa sociedad y que repre- sentaba de‘cierta manera su razén social. Aparecieron también entre el puiblico ‘en general los inicios de [a revolucién introducida por las computadoras, que ponderaba los méritos de la sociedad de la informacién; hicieron asimismo su aparicidn los programas de ls biotecnologias. No tardariaen legarcl tiempo de la globalizacién, més imperioso que cualquier otro: es deci, el tiempo de la World Economy, que predica siempre una movilidad creciente y que recurre cada vex mds al tiempo real; pero también, de manera simiiltanea, el tiempo del World Heritage, objeto de numerosas reglamentaciones de la UNESCO, ‘nue ellas la Convencién de 1972 “en aras de la proteccién del patrimonio mundial, cultural y natural’ De hecho, jos afoe ochenta estuvieron sumergides por la olcada dell memoria y de su alter ego, més visible y tangible, el patrimonio: patrimoniol que ¢s preciso proteger, catalogar, valorar, pera también volver a pensar. Sey erigieron monumentos conmemoratios, se renovaron y multiplicaron ‘muscos grandes y pequeiios. Todo un publico no especializado, que dabal muestras de interés o curiosidad hacia la genealogia, empeé a visitar los ar-! chivas. Crecié el apego por la memoria de los lugares, y un historiador, Pierre}\ Nora, propuso, en 1984, la nocién de “lugar de memoria". Eje orgunizadod % Oliver Rolin, Tigre de papier, Pass, Senil, 2002, p. 36 % aces tas de la vasa empresa edivorial de los Lieus de mémoire, esa nociéa resultaba en un principio de un diagnéstico del presente de Francia, ‘Al mismo tiempo, s¢ estrené Shoch (1985) de Claude Lanzmana, tuna pelicula de extraordinaria intensidad en torno al testimonio y a los so- breseimientos (en francés, los non-lieux,literalmence los “no-lugares”) de la memoria. En efecto, al exponer a la mirada del espectador a esas hombres “que entran en su ser de testigo” la pelicula buscaba abolir la distancia entee pasado y presente, es decir, hacer surgir el pasado del presente. Ya en 1982 el historiador estadounidense Yosef Yerushalmi haba publicado Zathor, libro que se hizo famaso con gran rapider.en América y Europa. De esa manera quedaba abierto ef debate en tomo a historia y memoria. “Por qué —se preguara Yerushalmi—, siendo que el judaismo a lo largo de todas las edades siempre ha estado intensamente impregnado por el sentido de la historia, 42 historiografia ocup6 una funcién ancilar entre los judios, en el mejor de los casos, y la mayor parte de las veees no desempené funcién alguna? En las pruchas 2 las que se someticron los judios, la memoria det pasado fu siempre esencial, pero ;por qué los historiadores nunca fueron sus primeros depositarios?”® ‘Aqui alld, antes o después, la marejada alcanzé casi todas las orillas del mundo —quiz4, incluso, todos los medias—: la vieja Europa, para em- ppezas, pero también y de manera muy amplia Estados Unidos; América del Sur después de las dictaduras; la Rusia de la Glasnosty los antiguos paises del Esce;Aftica del Sur al cérmino del apartheid un poco menos el resto de Africa, al igual que Asia y el Medio Oriente (con la notable excepcién de a sociedad israel), El fenémeno evolucioné de maneras diversas, en funcidn de comtextos difecentes, y alcanzé su punto culminante a mediados de los afios noventa. Empero, no cabe duda de que los crimenes del siglo xx, con sus asesinatos ‘masivos y su monstruosa industria de la muerce, fueron las tempestades {que dieron origen a esas oleadas de la memoria que aleanzaron y afectaron de manera profunda a nuestras sociedades contempordneas. Otras olas mis “reciontes”, por ejemplo lade las memorias comunistas, seguirin avanzando por largo tiempo todavia, a pasos diferentes y con ritmos desiguales. ® Michel Deguy, Au sje de Sh, kf de Claude Lancomann, Pais, Belin, 1990, p. 40. Viase Yosef Hlayisn Yersushalis, Zabhor Histoire juice ot moire june, tal fsés por E. Vigne, Paris, La Découverte, 1984, p. 12. (Zon La ion judi y le memoria judi, Barcelona, Anthropos, 2002). Sylvie Anne Goldbers, Le Clprdre. iat ser plural des temps danse jude, Pais, Albin Michel, 2000, pp. 52-55. * Viase Charles §. Maier, "Mémoite chaude, méroite fide. Mémoire du fscisme, smémoire du communism Ze Débe, 122, 2002, pp. 105-117; véne también Anne-Marie Losoncey, “Le patimoine de Foubl. Le pare-musée der saruee de Budapest’, Ednobie 6 tas aronon En todo caso, “memoria” se ha convertido en el vocablo de mayor} aleance, en una categoria metahistérica ¢ incluso teolégica por momentos.{ Se ha querido hacer memoria a partir de cualquier cosa y, en el duelo que ‘pone memoria ¢ historia, se ha ororgado répidamente ventaja la primera, que se apoya.en ese personaje hoy por hoy central en nuestro espacio pablico: dl testigo.” Se han planteado interrogates en torno al olvido; se ha hecho! valer y se ha invocado e! “deber de memoria’; y también, en ocasiones se han empezado a estigmatizar los abusos de la memoria o del patrimonio.* Dax Pacrico a Benun Mi trabajo no me ha conducido a estudiar de manera directa tales aconte- cimientos de masa. Dado que no soy historiador de lo concemporineo ni analista de la actualidad, mi investigacién me ha llevado a explorar sendas distincas. Tampoco he abordado en forma directa la veoria de la historia aun- que, siempre que puedo, intento reflexionar en rorno a la historia mientras me dedico a ella, No se trata entonces de proponer ni después ni mejor que Jos otros una explicacién general o més general de los fendmenes historicos contempordneos. Mi enfoque es diferente, distinto mi propésito, Capto esos, Fendmenos de manera tangencial, interrogindome acerca de las temporalida- des que los estrucruran o los organizan. :Qué orden del tiempo los sustenta? ae qué orden son portadores, de qué orden son sintomas? :De qué “isis? del tiempo son indicios? ara responder a esas preguntas, s preciso hallar puntos de entrada adecuados. Historiador dela historia, entendido como una forma de historia intelectual, he cerminado poco a poco haciendo mias ls palabras de Michel de Certeau. El tiempo se ha convertido a tal grado en el pan cotidiano del hiscoriador que terminé por ser naturalizado o instrumentalizado. Permna- frangise 3, 1999, p. 45-451, cuya autora present ese museo al aie libre, un tanto ahd "ain sin teminar del todo, que eine las exeatsas def eracomunista. Conservar para hacer ‘hvdar 2 Renaud Dulong, Lewtmote cule. Le coitson ial de aration prone, ati, Boole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, 1998; Anner= Wieviotka Led sain, Pats Ploa, 1998; Francois Harog, “Le een e "historia", Gradhin, 27,2000, pp. I-14 2% Kerwin L. Klein, “On the Emergence of Memory in Historical Discouse”, Repreen sation, 69, 2000, pp. 127-504 Poligues de Coubl, Le genre human, 18, 1988. Neerca de historiador que ‘peruba" ala vex salva la memoria, vane Pere Labonte Lr Fran der annie trouble, Pals, Desclée de Brouwer, 2001, pp. 52-71, y Régine Robie, La mémaire soar, Patls, Stock, 2003. Faas toe rece como fo impensudo, no por tatarse de algo impensable, sino porque ro ¢s pensado o simplemente porque nadie piensa en él, En mi calidad de hiscoriador que se empeaa en permanccer atento a su tiempo, he observado, al igual que muchos otros, cl veloz ascenso de la categorfa del presente, que ha llevado a imponer la evidencia de un presente omnipresente.” Eso es lo que yo llamo aqui “presentisme”. Es posible delimitar més cabalmente ese fendmeno y ponderar st alcance? -Que significado debemos atribuirle? Por ejemplo, en el marco de la historia profesional francesa, la aparicién de una historia que, a partir de los atios ochenta se aurorreivindicaba como una “Historia del tempo presente”, siguié el mismo movimiento, Segiin René Rémond, uno de sus defensores més asiduos, “Ia historia del tiempo presente es una buena medicina contra la racionalizacién ¢ posteriori, contra las ilusiones épticas que pueden generar la distancia y el alejamiento”.”* Anre las miltiples peticiones en aras de una hiscoria contemporines o muy contempordnea, se ha solicitado e incluso en ccasiones se ha exigido ala profesién aportar respuestas. Si bien esté presente en frentesdistintos, dca historia ha ocupado la primera plana dela actualidad judicial durante los juicios por crimenes contra la humanidad, cuya principal ‘aracteristica es atender la temporalidad inédita de lo imprescriptibie.”” Para llevar adelante mi indagacidn, la nocién de “régimen de histori > rangi Hat “Temp titi Comment ce Pirate de France Ama 1995ypp 1229122 Za Ladue w pst agus ca Lesa apres ‘pets pp 102123, par de sa debe xpetenc come medicals yaar de opt, oe Bacher dene pepe ho es prcnt peel. Qulqocs emarguet sural atte Hana) Rev (dies), Lo age polsiguer dpe Pars Eons de cole des Hawes Eudes Sines, Sects, 201, pp. 53-74 Marc gins en el preeats perpen de “aust Suda len, aces ceombros ya tsa lenpo ps comer naa econ pone a mp der utr apc de "empo purus epee ech se te ovate cundodetndgens de smalaces, de eonstuclone Mes Ah Le omen ruin, Pt Cae 2008p. 0 THs quero qu prsatsmo cs misamplioquel senda icq teconfea Gouge Sockngen a cranyo"On the Limts of Fecent and Tio inthe Hoop of he Scher Sena, publieao de uc en ae Clare and ‘oltion. Esai the Hitory of daplgy,Caeago, Univers of Chia Pes 982 fp 2 1 Flenlon proce age qu contenplael pas Cond proentea a8 Fp sk ety dna pe re 2S Rent Reon, Ewe Ps tops ret. rages Pans Bidar, ais ‘ons, 1983.31 vas ambi Henry Roun “Tour ue tie du wep pete Le ‘one pr note Philipp Pee, Pas, Teta 200, pp. 50-4, 2 Vas ene le resiones ries, Olver Damouli, Le ileal de iain. Del chai rte, Pas Albin Mil, 2003, pp 118. 2 Fetus tesa ‘idad” me parece una hetramienta operatoria. La sugeti por vez primera en 1983, para dar cuenta de un aspecto—el mas interesante, en mi opinién—de Jas propuestas del antropélogo estadounidense Marshall Sahlins, aunque en aquel entonces nadie le presté demasiada atencién a esa propucsta, incluido yo mismo.¥? ;fha a ser preciso esperar otros tiempos! En efecto, tomando ‘como punto de partida las reflexiones de Claude Lévi-Strauss acerca de las sociedades “fas” y las sociedades “calientes’, Sahlins buscaba definir la forma de historia propia de las isas del Pacifico. Podiria decirse que dejé de lado {a expresién, sin claborarla mds, hasta que volvi a encontrarme con ella, ya no entre los salvajes y en el pasado, sino aqui y en el presente; para ser més «exactos, se itnpuso casi por si sola después de 1989 como una de las maneras disponibles para abordar una coyuntura en la que la cuescién del tiempo se habia convertido en un reto maytisculo, en un problema y, a veces, en una obsesién. Mientras tanto, habia tenido oportunidad de familiarizarme con la categorias metahistricas de la “experiencia” y de la “espera”, segin la elabo- racién propuesta por el historiador alemén Reinhart Koselleck, con miras construir una semntica de los tiempos histéricos. Al someter 3 examen las experiencias temporales de la historia, ese autor buscaba en efecto defini cde qué manera se habfan puesto en relacién las dimensiones temporales del pasado y del futuro on cada presence.” Precisamente all resultaba interesante, llevar a cabo una exploraci6n, tomar en cuenta las tensiones existentes entre campo de experiencia y horizonte de espera, y prestar atencién a los modos de artculacién entre presente, pasado y futuro. La nocién de régimen d historicidad podia as beneficiarse por el establecimiento de un didlogo ( fuera eenigndome a mi por incermediario) entre Sahlins y Koselleck, es decir| ‘entre la antropologia y la historia. Un coloquio, organizado por el helenista Marcel Détienne, de honda vocacién comparatista, me dio la oportunidad de retomar la nocién y de ‘rabajarlaen colaboracién con un antropélogo, Gérard Lenclud. Coneribu mos asi, a nuestra manera, a proseguir, desplazdbamos un poco el didlogo —iscontinuo pero también recurrente; desflleciente en ocasiones pero ‘nunca abandonado— entre antropologia¢ historia, que Claude Lévi-Strauss habfa inangurado en 1949. “Régimen de hisroricidad”, segtin lo eseribimos % Vase Prango's Hariog, “Marshall Sains et Vanthropologe de histoire”, Annaler, 30, 6, 1983, pp. 1256-1263. 2 Vive Reine Kowdlleck, Le Futur pei tz al Rancts por J. Hovek y MC. Hoock, Pas Baions de Ecole des Hautes Budes en Sciences Socials, 1990, pp. 307-29. (Funu- repasede, Barcelona, Pidés, 1993} anon entonces, podia entenderse de dos maneras, De acuerdo con una acepeién Jlimitada:;cémo rata una sociedad a su pasado?, zcdmo se refiere a€P Segin |puna acepcién mas amplia: “régimen de historicidad” habria de servir para | designar [2 modaliad de conciencia de s{ misma por parte de una comuni- \ dad humana :De qué manera —retomno los términos de Lévi-Strauss, que volveré a citar més adelante— “reacciona” una comunidad ante un “grado jde hiscoricidad” idéntico para todas las sociedades? De manera espectfica, la |nocién debia proveer un instrumento stil para comparar tipos de historia » diferentes, pero también —e incluso ances que nada, drfa yo ahora— para ‘poner en evidencia diversos modos de relacionarse con el tiempo: formas | de la experiencia del tiempo, aqui y alld, hoy y ayer. Desde la éptica de la | Blosoffa, la historicidad —cuya crayectoria ha establecido Paul Ricceur desde Hoge! hasta Heidegger apunca hacia “la condicién de ser histSrico"?? 0 también “el hombre presente en si mismo en tanto que historia” nosotros, por nuestra parte, nes interesibamos primero en la diversidad de los regimenes de hiscoricidad. Lanocién me acompafs durante una estancia en ef Wissenschafskolleg de Berlin, en 1994. Las huellas del muro no habjan desaparecido todavia; en cl centro de la ciudad se velan obras por doquies, ya empezadas 0 apenas en proyecto; seguia vigente la polémica en torno ala pertinencia de reconstruir el Nuestra atencién, insisto, esti enfocada ante % acereade le noc de experiencia, véase Reinhart Kole, Leiprince de Uisire, 8 dues EHSAN todo y sobre todo hacia as categorias que oxganizan esas experiencias y que permiten expresarlas; de manera mds exacra ain, hacia las formas o los modos de articulacin del pasado, el presente y el Futuro como categorias o formas universes -De qué manera, vatiable en funcida de ls luguces, los tiem- pos y las sociedades, se ponen a funcionar dichascategorias, que son ala vez ‘categorias de pensamiento y de accién? De qué mancra logran hacer posible y pezceptible el despliegue de un orden del tiempo? ;De qué presente, con smiras a qué pasado ya qué fururo, se wata aqui o alld ayer y hoy? El andiss ‘esti enfocado a un més acd de la historia (como género o como disciplina), aun cuando toda historia, sea cual ere, a nal de cuentas, su modo de ex: presidn, presupone, emitea, traduce, uaiciona, magnifica 0 contradice, una ‘ varias experiencias del tiempo. El régimen de historicidad pone a nucstro alcance una de las condiciones de pesibilidad de la produecié de historias: segiin las relaciones respectivas del presence, del pasado y del futuro, ciertos ‘ipos de historia son factibles y otros no. tiempo histo, st adopramos gull opinibn de ReinhareKosleck} Jo produce la distancia que se crea entre el campo de la experiencia, por una} parte, y el horizonte de espera, pot la otra: el tiempo histérico se engendral por la tensién entre ambos *” I régimen de historicidad se propone arojar fnucvas luce sobre esa tensin, y estas paginas tabajan en vorno a esa distancia; mejor dicho, en tornoalos tipos de distancia y alos modos de ensién. Segin Koselleck, la estructura temporal de los tiempos modetnos, marcada tanto 1 dl fanods por A. Escudier, Pars, Hautes Exules Gallimard, Le Seuil, 1997, pp. 201-204, peincipalmente % Fa “Le langage ec expévience humaine", Ble Benveniste proponia una distncién cnt el “tempo lingitco”y el “ciempa cxbnico™: el primero "el dempo de la leg ‘mediance a cual “ve manifest a experiencia humana dl tempo", mientras que el segundo se fundamento dela vida dels sciedades”. Prods da lngage, Pars, Galimasd, 1966 (iogéne), pp. 3-13. El régimen de historicidad formaria parte de ambos. Cabe también remisiraql a las abtervciones de Nochert Elis acerca de as naciones de pasado, presente y fuuto: "Los concepts de parade, de preseney de fru expresan la relacin que Se eta. blece enue una sevie de cambios y la experiencia que de ellos vive una persona oun grupo. Un inscance dererminado dento de un fuj continuo sélo cobra el aspecto de un presente cen relzcisn con un ser humano que lo vive, mantras que fro instants cobran espero eum pasado o de un futuro. En su calidad de simbolizaciones de periods vivides, estas ‘tes exprsionesno slo seprseatan una sucsin, como al afo 0 el Sinomio ‘couse efct’, Sino eambién la presencia simultnea de eras ts dimensiones dl sempo en la experiencia humana. Podriamos deci que pasado, proent y unr conscituyen, sn cuando se tata de wes palabraedirinas, un colo ycnico concep”. Véase Nocber Elias, Ds Tem of BG; old inf, eap.2. pp. 82-83, 57 Vase Kaseleck, Le fis past op dt, p. 314 » aos a: por la apertura de! fururo como por el progreso, se caracteriza por a asimetria centre la experiencia y a espera; desde finales del siglo xvm, esta historia puede conocetse esqueméticamente como la historia de un desequilibrio siempre ‘reciente entre ambos, como efecto de la aceleracién. De esa manera, la for- mola “mientras mas scasa es la experiencia, mayor se torna la espera” podria resumir esa evolucién. En 1975, Koselleck aiin se interrogaba eh torno a lo «que podria conscicuir un “Fn” o una salida de los tiempos modemos. Tal vex podria expresarse mediante una frmula parecida a la siguiente: “mientras mayor es la experiencia, més prudence y abierta se oma la espera” ‘Ahora bien, zacaso no se ha impuesto desde aquel entonces una confi guracién bastante diferente? Una configuracién que se caracteriza, al contrario, por la méxima distancia entre el campo de la experiencia y el horizonte de ‘pera, distancia que linda la ruptura. De modo que el engendramiento del tiempo histérico pareciera suspendido. De alli, quiza, la experiencia con- temporinea de un presente perpetuo, huidizo y casi inmévil, que intenta a pesar de codo producir por st mismo su propio tempo histérico. Todo sucede como si ya no hubiera més que presente, una especie de vasta extension de agua agitada por un incesante chapoteo. Sali, “Vaporhéose ds eapisine Cook” ea La Fonction ombatine, Easeos de snropoogi unis por M. ned y Smith, Pes, Gallimard 1979, pp. 507-389 “Sahin, Deeds Piero. ce. 13: "Se puede de manera eavamene spe. dsr won solic ers l mero qu 8 plantes dese hae ocho slempo:fguen = lator dl crimen? La Kenia dl agesor de Cook es deduce a a manera de Slack oles dea careers clement”. Vid pp. 114-141 mis amplamene todo lo Vid" apshiose du epiaine Cook’, op. pp 307-389. » Claude Lada, La Prd nage, Pati, Pon, 1962 LEipramien la Maio, ree 1997) "Sila coyuneurs es una “saci que cents de un reeneweteo de dreunrancias” Ia struc delacoyuneraes “a eames de hecho de las eeporis caltunesen un contr cultural partie Sahin, De te dans Uae, op. cit p. "Len Suaus"Le champ de anduopologe” (1960), ccomadoen Ancpolgiesrctune su, at Pl, 1973, pp. 39-82 (Antropol cucu te, ide, Mee, Sigh, 2001); Georges Charbonnicr, Enger ace Clade LotSreus, Part, Plofllrd, 1961, pp. 43-46 (dre lengua erloialentrvi de George Charonnier on Claude Ls Sras, Misi, Silo a, 1977), Lak Ses, “Hina et ehnologi”, Anal EC, 6, 198, op. nip. * Chasbonoies, Emo nee Claude Livi Sr op. i,p 6 ux reece las sociedades europeas, en primer lugar. La metifora inspiradora era muy laramente la de la méquina de vapor y el motor de explosién, incluso si, para Lévi-Strauss, como ya lo habiamos visto, ef primer momento de reca- lentamiento habia sido provocado por la revolucién neolitica, dle la cual la revolucién industrial, finalmence, slo era un avatar reciente, Sobre todo, regresando més de veinte afios mis tarde sobre su distin «ida, precisaba que debja tomarse como lo que era: un modelo, presentando dos estados que, aiitaci6n del estado de nacuralera de Rousseau, “no existen, ‘no han existido, ni existirén jams, y de os cuales sin embargo es necesario tener una nocién adecuade’, pues la pretensidn de étos era, en efecto, antes ‘que nada “heuristica’. Agregaba ademds que: ‘Tas as wociedades son histricas en el mismo seid, pero mientae que algunas lo admire abieramene, as lo rechazan y prefieren gnoralo. Ast que as soce- dades se pueden ordenar con rain a partie de ea cal ideal en inc, node se grade bicricidad, que eel mismo pa todas, sno dela manera en fa cual llaso ‘xperimencan. Es importance sefaleyanalizr ls cass limite: Ea qué condiciones y bajo qué forma se abe ala hiseria foe individuos ye! pensamiento cole? {Cuindo y cémo en lugar de vera como un desorden y una amvenaza, ven en lla un instrument para acuae sobe el presente y ranefrrasl? Si, para retomar los mismos términos de Lévi-Strauss, el grado de historici- dad de las sociedades cs el mismo, “la imagen subjetiva que ellas se hacen de si mismas” y “la forma en la cual elas experimentan” esta historicidad, sin ‘embargo, varia. La conciencia que tienen las sociedades dela historicidad y cl uso que hacen de ella no son idénticas. O, para decirlo de otra manera, los moxdos de historia difieren de unas sociedades a otras, es deci, las -maneras de viviry de pensar esta historicdad, también de urilizara, las formas de articular pasado, presente y fueuro: sus regimenes de historicidad. En 1998, por ikimo, estimé necesario repeti una vez mas su posicién, siempre mal comprendida. Se traraba solamente de actitudes “subjecivas", volvié a decir, que las sociedades adopran frente ala historia, De modo que, “esta historia, al no serla nuestra, no la percibimos”. Después él prosigue con ‘una nueva precisién, eco directo de los afios 1990: “Me he preguntado si, en este fin de siglo, auestras propias sociedades no daban signos perceptibles de enfriamiento”. Y 4 explica: “En nuestras sociedades, responsableso victimas de tragedias hortibles, asustadas por los efectos de la explosién demogrifica, las guetras y otras calamidades, el apego tenaciente al patrimonio, el contacto " Lest Srauts, "Histone x echnologie”, Annales BSC, 6, 1983. 1218 (oursias nut) a sash ‘con que se esfuerzan por retomar sus ras (...] producisfan fa ilusién, al igual que en otras civilizaciones en peligro, de que pueden —no lo dice de ‘manera simbélica- oponerse al curso de la historia y suspender el iempo".!® En el modelo lévistraussiano, el reenftiamiento sera cl otro nombre de la ctisis del futuro. Bl autor de El pensamiento salvaje no ha sostenido siempre tales de- laraciones sobre la historia, en la forma de un esbozo comparativo (sobre cl modo subjetivo) de las historicidades. Asi, en su primera intervencién, en 1949, sobre etnotogia e historia, formulé el debate en otra direccién: el de las modalidades de relacién con el objec, en la medida en que Jo que dife- renciaba alas dos disciplinas, segin él, no era el objeto, ni la fialidad ni el ‘método, sino las perspectivas: la historia “organiza sus datos en relacién con |as expresiones conscientes; la etnologia, con las condiciones inconscientes | de a vida social”."! La cuestién de la historicidad, mds bien, de sus modos, 1o constituia el eje principal de su reflexion. En 1952, en cambio, al momento en que se dedicaba pot encargo dela ‘unssco a Raza historia, no podia dejar de hablar sobre el tema, pezo ponia el acento sobre otro aspeeto."? Cuidadoso, como hemos visto, de fundamentar cl concepco de diversidad de las cultura, introdujo las nociones de historia ‘stacionaria y de historia acumulariva, no sin agregar también que los proce- sos de acumulacién no eran continuos, ni prvilegio de tna sola civilizacin. Todavia més, la diferencia entre historia “estacionaria” y “acumulativa’, n0 podria estar disociada del punto de vista del observador. Tiende, en efecto, a ser juzgado acumularvo lo que va cn el mistno sentido que la cvilzacién del observador y estacionara lo que no ¢s posible medir en sus coordenadas. Del reconocimiento y de a roma en cuenta de “a perspectiva emacéntricaen Ia que siempre nos colocamos para evaluar una cultura diferente”, resltaba que “la historicidad, 0, para hablar con exactitud, La riquena en acontecimientos de cultura” era “funcién, no de sus propiedades intrinsecas, sino de la situacion, fen que nosotros nos encontramos en relacién con ella, del niimero y de la iversidad de nuestros intereses que se empefan sobre ella")? O, segin otra "© Lévi-Strauss, “Retouse en aie" Les Temps made, 598, 1998, pp. 66-69. La Fase aque explica el reenitamient contempocineo e wna ca que toma de oto de us ariculos apacecido en Hamme, 126-128, 1983, pp. 9-10. Levi Serauss, Anthroplege sractrae, Paris, Plon, 1958, p. 25. El eento aparcié pricneso en Is Renu de mitaphpigque es de morale, 34, 1949, bajo el tiulo de “Hisoite chnologie’ 1 Vad spn, pp. 35-26. ° Lévi-Strauss, Racer tse3c0, 1952, retomado en Andropolgie iuctrae des, ep. ie, pp. 395-396 (cutsivas sues. } Aces eHRCRD formulacin, “la oposicién ente culturas progresivas y culturasineresparecka venir como resultado, en primer lugar, de una diferencia de enfoque”.!* De ai, para tecminas, su llamado a la formulaciéa de una teorla de fa telatvidad generalizada, es desis, vida ala vee para las cienciasfscas y para las ciencias sociales. Amplia reflexién sobre la diversidad de culruras, {que insiste en el “hecho” mismo de la diversidad, cuando se encontraba por primera ocasién en una cvilzacién mundial, ese texto no habia natural- mente tratado de las formas o de los regimenes de hiscoriidad propios alas diferentes eulturas:rodo lo que Lévi-Strauss nombra al recucrir a nociones nada adecuadss, “su riqueza en acontecimientos” en funcién de sus “pro- piedades intrinsecas’. Ese vocabulatio, un poco vacilante o aproximativo, puede comprenderse retrospectivamente como el indicio de una dificultad para delimitar lo que quetia designar. Los términos ms precisos no estaban, parece ser, disponibles ls historiadores seguremente no tenian nada mejor gue proponer. Pero, con esta obra, Lévi-Strauss fijaba un marco, o mis bien dicho, sefalaba ana aproximaci6n, inspirado por la relatividad.? Escdbamos entonces en la Cpoca de las descolonizaciones. de ce Yb misma pita delaras eine fc Claude Lefore mareaton igualmente un avance, quid poco percibido en Ia por. El pubic, de hecho en 1952, bj el del “Sociedad in hii ¢ hisworicidad”, un articulo que, partiendo de Hegel y de su gran divisién entre sociedades con histori y sin historia, buscaba cscapar de esa division, al colocar la cucstién de la historicidad ea el centzo."6 Escribid: “Lo propio de una sociedad binérica es que contiene el principio del acontecimiento y tiene el poder de convertirlo en momento de una experiencia, de mancra que represente un elemento en cl debate que prosiguen los hombres entre ellos”? Cuando eseribe “acontecimiento”, Lefore piensa vsiblemente en un acontecimiento del ipo dela Revolucién francesa, mientras que Lévi-Strauss, considerando la emergencia de las sociedades caliente, tena en mente, en primer lugar, la revolucién neolitica, Las escalas de referencia en el tiempo no son evidentemente las mismas, efile y elwulor jampoco! Frence ala sociedad Tide, p. 396. "Levi Suauss, Ancbropolgiesraceuale dees, opt. p23: los hechossocales que esudla la ansropoogia "se matifetan en las sciedades donde cada une esa ser a, concrea€ 6 Claude efor, Les Formes desire, Pais, Gallimard, col. Folio, 2000, pp. 46-77 (Lat _frmar da sari, Mico, xc, 1983). El arin apatec6 primera en Cahier internation sdesocolgie, 12,1952, pp. 3-25. Se puedeadems subrayar que un texto de Lév-Sraus sobre “La notion Varchasme en Echnologe” aba ol smo nimero 2 bide, . 62. x Fas os “hist6rica’, ya lo que Lefort nombra como “principio del acontecimiento”, csc a sociedad “primitive, de aque abr que delim e “pina orque, muy lejos de oponerlos o separarios, buscaba, por cl concrario, volvee ponble at comparscign,precsamente"medanels dsinion de dos modes de historicidad’.. Proponiendo las aaciones de “principio” (el principio del acontecimiento) y de “modos de historicidad’”, el fl6sofo daba los medios pata salir del flujo de las caregorias histéricas usuales para plantear mejor el problema de ls formas de historicidad. De ahi su cuestidn: “Como la sociedad primitiva se cierra al porvenit, ‘cambia sin tener conciencia de transformarse y, en ciert forma, se constituye ‘en anci6n de su reproduccién”, en resumen, zcual es su principio histérico?, 2 “call ginero de hisoricidad” obec, “designando por este conceptolare- lacion general que los hombres mantienen con el pasado y con el porvenit?”™ {Esta cs ya una definicién de la historicidad que nos sirve,s6lo falta la toma de ‘conciencia explicita del presente. Si Lefort reflexionaba como filésofo, desde Tuego un lector de los etndlogos, cuidadoso de preservar la diferencia, sin necesitar nada més, sia reactivar la gran division hegeliana de las sociedades con y sin historia, &l no regresaria a examinar més profundamente -sobre el cerreno— ese “género de historicida”. Ts justamente ene punto que viene insane a contac de Marshall Sahlins. Con esta precisin: sila cuestién central (la del género de historicidad) permaneciera, los cérminos por medio de los cuales se debara ya no setin los mismos. El estructuralismo ya habfa pasado por ahi. Después {de los antropélogos, los historiadores intentarian resolverlo.” Se referirian a los géneros de historicidad para incosporatlos, rechazarlos 0 enendarlos, El campo de las ciencias umanas, en todo caso, se habia indignado por toda una serie de oposiciones binarias, comenzando por aguella del mito y de la historia, y dela muy tépidamente disputada de acontecimiento y estructura. Desde enconces, el debate incluso se ha desplazado con las diversas salidas del estructuralismo. Pero retengamos aqui el objeto, la manera y el momento de la intervencién de Sahlins REGIMEN HEROIC ‘Al transportar a su lector, primero a Fiji, Sahlins despliega una serie de mi- croandlsis que apuncan a caracterizar la historia de estas islas 0, ms bien dicho, su modo de ser histérico: su manera de vivir, de hacer, de contar su % sbidem, p. 63. ° Fssire et erncrre, wane especial, Annales B50, 3-4, 1971. so eves ce nsriao historia. Un breve preimbulo recuerda que la historia occidental tiene ella snisma una historia y que sus formas modernas, cuidadosas de ls cifras, de los ciclos y de las estructuras, no son separables de las formas de nuestra modernidad. Pero, demasiado promo, esta primera perspectiva, hoy muy evidence, es reemplazada o relatvizada por otra. No se ha necesitado esperar ala economia de mercado y las democracias modernas para ver wna historia donde el niimero y los valores colectivos pesan. En el momento en que se afirmaba la ciudad griega (y Sablins nos remite aqui a los Origenes del pen- samniento griego, de Jean-Pierre Vernané)? se estaba instaurando en efecto tuna nucva historia, en donde el dgora habia reemplazado al palacio real ya la segla de la mayoria la habfa llevado sobre la apropiacién del poder por uno solo; para resumir, habia emergido y se estaba difundiendo tn nuevo modo de ser histético y una nueva conciencia histbrica (que habia visto ademas ‘muy pronto Los inicios de la escritura de la historia, a la que precisamente la tradicién occidental ha denominado historia). Aun siendo esto esquemitico y aproximado, esta doble desviacién tiene la vied propedutica de instalar en la perspectiva del observador occidental tuna doais de relativismo, Ievandolo de golpe a cuestionar su propia tradicidn. Otros tiempos, omes costumbres, sin duda, pero también otras historias. Por tanto, estas historias no son como cantas isla, encerradas en elas mismas y a las que un océano separa, como en el caso de las escalas de Ulises, sin que las barcas de los historiadores (0 de los antropélogos) logren jams reunirlas ni relacionarlas. Al contrario, a estructura comparable, historicidad com. parable, plantea firmemente Sahlins, quien, al hacer esto, comprende que; contribuye més 2 una reflexi6n sobre la realeza divs, precisamente con si modo especifico de historicidad, a fa que denomina heroics. Entonces, el analisis no pierde jamés de vista el horizonte més amplio de la comparacién. Antes de it més lejos, y para detener el torbellino de fa palabra “historia, tomada en cada ocasién por Sahlins en acepciones diferentes, nombremos, al menos provisionalmente, “regimen heroico” a este modo de ser histérico que dl describe: régimen hewiun de hisoricidad. Segin su promovos el arco tebrico dea nocién de historia heroica encontraria su punto de partida en la obra de Giambattista Vio (con la edad hesoica, aquella que esté entre la edad de los diosesy lade los hombres) y se desplegaria 2% *jeanPlere Vernant, Les Orgies dela pense rregue, Pats, wm, 1962 (Los onigenes ‘el pesemienco grigo, Barcelona, Paidés, 1992); Sabling, Des ler dans Uhre, op. cite bis. 2 Prangois Haxog, Lise dome Aug, Pay Bd du Sel, 1999, pp 17-19. I ‘ose tare hasta Louis Durmone (con su concepto de jerarqula), pasando porlos anliss de J. G. Frazer y de A. M, Mocare sobre la realeza arcaica, Ya que el rey ee Propinmence la condicién de posbilidad dele comunidad se sigue dello que jf Yo como, excl ey; si yo duermeo, ese rey iyo bebo, es el rey” aunque fo digs el hombre comiin. “La historia es [por lo tanto} antropomérkica por Principio, es decir, estructuralmente”. Se parece a es0s indios de Fenimore Cooper que, caminando precisamente en fla india, cada uno exactamente sobs os pasos de quelo precede, danlaimpresiéa de no ser eneotal mis que iun solo indio gigante! En estas condiciones, una hstoriograla que pensara Proveder por mucstreo y estadisica extrafiaria sa objeco, pues no se esti en ua mundo donde “Cada uno cuenta por uno”, sino mds bien en uno donde “Uno solo cuenta", Esa seria la primera regla en materia de “estadistica hevoiea" Asi, en Fiji, se ha hablado desde hace mucho tiempo del cristianismo come Jk "sligin de ‘Thakombau”. Este tlkimo esabe ala cabeza de a principal confederacién de Fiji. Ahora bien, cn 1852 los misioneros contaron aslo 850 convertides, pero después de que Thakombau, en 1854, opts decididamente Bot Jehové, se alcanz6 en seguida la bela cfta de 8 870. De ahi resulta que 8.870 ~ 850 = 1, Thakombau hacia Ia diferencia En buena lid quid, sun al inicio de la década de 1980, la presin contra la historia que cuenta no faciltara cn nada su investigacién. Todos los historiadores no caminaboe, emo los indios de Fenimore Cooper. Pero aqut me da igual Foto todavia no es todo. Las mismas circunstancias de la conversion también deben tomarse en cuenta: reconocer la verdad del crisianicmo es luna cose, convertrse es otra. Como lo decia ‘Thakombau a un misionero: “Todo lo que vine det mundo de os blancos es verdad los Fuses yl polora son verdad, y, necesariamente, vuestra religién es verdadera"2" Para loc Fabirantes de Fiji, la extraordinaria presencia europea era un “hecho social coral, indisociablemencereligiso, politico, econdmico, Entonces,:por qué 2 haberse convertido inmediatamente? Porque la poblaciéa apercbe a mus Jefes, un jefe esperaba a otro, y este ileimo esperaba el momente adecuade Astlo hizo Thakombau, quien tropezaré con “el verdadero dios” cuando ag situacién, militarmente hablando, estaba mds bien comprometida, Al hacer «ata eleccin le prohibia a su adversario aniquilarlo, al tiempo que obtenia la ayuda de los misioneros, asi como la del rey de Tonga, és ya cristiano. En ‘esumen, do vence y “fue salvado”. Después de todo, Thakombau podria set visto como un émulo lejano de Constantino, 2 Sahlios, Ds tl dane Us, op. esp 58, ® Wide, p54, 2 Idem 2 Recewstestans Fs mecesario agregar que la muectesibita dl jefe enemigo en las semanas precedentes habia desorganizado completamente a la coalciSn CDuutatia. Los habitantes de Fiji se volvieron pot lo tanto ciistianoe, com, baciendo, como debfan hacerlo, por su jefe el crsianismo, o deeg og seligign de Thakombau". I hiscoria heroica cx ralmente una hisnete de ‘eyes y de batalla, pero solamente porque sc estd en un orden ealvural en ef uc sistema social desempera un papel de desmuliplcacin, las accioncy del ty poscen “un efecto histérico desproporcionado” ® Estrucaralmeme Se podria convenit de pasada, cn que semejance er también el universo fe las Vides poralelas de Plutarco, donde la permanence confromtaciée ae Tice (a Foreana) y de Arta Excelencia) tejfan un destino * Los cambios Pesibecias, para dacs su nombre grcgo, no eran menos comumes en ny {foes antiguos. greguemos que la nocibn de peripecia viene dela ages Desa indiael6o se puede dedueis, no que sts vidas son d as tagging, ¢locuente sobre la formacién 0 a procedencia dels eategorias fe le eens heroica. Este régimen heroico deberia, en todo caso, llevar a cuestionar la tranquila division que nosoteos operamos entre ritual ¢ histori, Cosuda suet cl rey, se abce un periodo de caos, que nosotros calfcamos de rina, hasta que el heredero reinscaura los tabies y restablece el orden en nate Gibiases. Pero cuando un ejército,repentinamente privado de st jlo se dlispersay se desrumba, nosoros hablamos de batalla y de decrora cones, sandonos con aplicarinsidiosamente nucstas propias distinciones come BES clotden de lo rea ylo que proviene de simbilico, entre que ede 4a historia (la historia-batalla)y lo que se desprende del cite, Sn embargo, fandamencalmente, esos dos derrumbamientas, advierte Sahling sen eg misma naturalecay hacen volver al mismo sistema de jerarquia, Bien enrendida, a historia heroice no es lcvada slo pot ls alisis, sino orun cleo ndimero de Tormas sociales’ es deci, un sistema seginervario heroico” (que, para Sablns, se desarola de arriba hacia sbaj, cnewd cc ® tBiden, p56, Pare, Vis pari, volume digit por Haro y con pico sy, Par, Glimard 2002, pp, 16-17 [Vide paras, Mad, Caen 1509) 3 tema de lina clisico se reproduce de abajo hacia arriba), reniendo en la cima “la precedencia de a autoidad sobre los privlegios de la descendenci’s “una solidaridad” quees menos “mecinica 1 “orginics” que “jerirquica’; las formas de sucesi6n y un sistema de alianzas; una especie de “divisin del trabajo en Jo que concieme ala conciencia histica’,y por timo, los “anales”, donde florecen intrigas bizancinas, marcadas de faticidios y particdios, Eley, [aépoca y as tadiciones dela ealeza, que ienen sus expecalistas, |hdbiles en manipular las categoras de la cultura, funcionan como seferenca, hhasea como historia para Ia elie. Una ver formulado y reibido este marca general, zqueé parte de este tipo de historia est del lado de los sibditos? Los investigadores han mostrado frecuentemente su ignorancia cuando se les pregunta sobre “la costumbre” 0 sobre sa “historia", como s ellos vivieran mis aci de la conciencia histérca. Pero de hecho su culcura segin Sablins, [Samco igo wd que proven el bin Ades s onemien® | y su dominio de cédigos calturales s expresa de otra manera, no por medio 3 |de genealogias interminables, de mitos césmicos o de leyendas de la ealeza, *|sino a través de noticias que se intecambian, codas estas pequedias historias jquese cuentan y vuelven acontarse (evidentemente no importa cémo) acerca de unos y de otros, de parientes y conocidos, Estas noticias consttuyen los anales ordinarios de los pobres sca historia tiene como tinico enunciador al rey, pero al “nosotros” dic a realeza, que conocimos muy bien en Europa, corresponde aqul un “yo” hheroico, “ms radical todavia", ya que “yo” designa en efecto al que habla, pero también designa alos muertos de generaciones pasadas que “como una pesadillagravitan sobre los cerebros de ls vivo’. *Yo tengo" significa tam- bien algo como: ex0 lo ha logrado un ancestro, muerto desde hacia mucho tiempo al momento de mi nacimiento. Si cada orden cultural tiene su propia historicidad, es decir, su propio ségimen de historicidad, Fiji representa el “paradigma de la historia heroica’: con sus condiciones de posibilidad, sus formas de una “conciencia historia’, dividida de un lado por ls “anaes de Jos pobres", que son asuntos de habitus y de pequetias historias, y del otro, por los “anales heroicns”, que conjugan mito e historia, o més bien dicho, que “organizan explicitamente la historia como metafora de las realidades mniticas” Sahlin, Deer dans Tiare op cits p60 Pier, pA a ecwous sono Dek To aL ACONTECANENTO Después de haber esbozado asi cl regimen heroico, como si tespondiera a la ‘cuestin planteada por Claude Lefort sobre el “principio” operativo en una so- ciedad primitiva, Sahlins examina la relaciones entre mito y acontecimiento, ¥ comienza, una ves mis, por un recordatorio griego, pues le gustaba mucho confrontar alos salvajes y 2 los antiguos. Al momento de ponerse a redactar} La Guerra del Peloponeso, Tucidides declaré querer eliminar de su relato coda) huella de muthos (a lo que de manera peyorativa él llamaba lo muchédes, 4 “micoso” [relative a Jos mitos], que podria scr seductor, pero sin sustanc con el fin de hacer una obra “itil” que, hoy como mafiana, permitirfa com-| prender el tiempo presente y sus crisis” La historia se da de aquien adelante] como biésqueda c indagacidn sobre la verdad de lo que habfa pasado. Vuelta! ¥2 no a los griegos, sino ahora ja los maories! El encuentra que en 1844 un rnuevo gobernador, Sir George Grey, desembasca en el mismo momento de luna revuelta maori. Ahora bien, para comprender algo de lo que se decia alrededor de &l, pero primero acerca de lo que sucedia, debi6, explicaba él ponerse a recopilar y a descifrar los micos y los proverbios indigenas. De ahi esta moraleja: una historia de las guetras polinestas slo puede comenzar incluyendo lo que en la historia de las guerras del Peloponeso se habla comen- zado por exclur: sin muthas, no hay historia posible; con él, no hay historia, “verdaders”. (He aqui una asimetria que le encantaba a Saline Se le podria hacer ver que Tucfdides es un indigena, lo que no es Sir George, y que para romper con los mitos de la tribu, primero hace flea conocerlos! Los maorfes piensan que “el futuro esti ateis de ellos”. Mitslogos habiles, siempre legan a seleccionar una eradicién que les permits dar una y forma y una expresién a sus “intereses” concretos del momento. El pasado! «5 como una vasta reserva de esquemas de accién posibles, donde se va de los mmitos de origen a los recuerdos recientes, de la separacién de la Tierra y de! Cielo ala fijacién de las fronteras del grupo, de lo divino alo humano, de lo abseracto alo concreto, de lo universal alo individual. Encte estos “estadios” © “épocas”, todos afectados por el mismo grado de existencia (se trata de fa vida teal), no existen rupruras. Un maori pasa por tanto muy ficilmence de lunos a otros, puesto que éstos estin integrados por estructuras andlogas, Son, en suma, tanto episodios que en cada ocasién y a sis manera relaran la be Thucyide, Guerre de Péiponnie, 1,21 (Hara de a ger delPeopones, Madi, Chredra, 1989). Hartog, "Vail de Thuevdide et Ubisote veitable”, Pcque, 49, 1982, pp. 22-30. 59 Sahline, Des le dns histoire, pct, p65 85 xy rae sisma historia, como en los que, sila historia varia, se vuelve a encontrar la ‘misma base, Desde luego, para erminar, el mito oésmico se reencuentra en cl “acontecimiento de todos los dias’. En este sentido, el acontecimiento ex | __Incluso para ser més preciso, el acontecimiento no es un miro. No lo es lencl sentido de a historia curopea moderna que, fundada sobre la dea de que lc acontecimiento cra nico, s6lo puede aprehender (y dominat) su novedad al integrarlo en una perspectiva teleol6gica, en virtud de la cua, “si no hubiese | pasado, habia un futuro”: progres y proceso oblgan. Ni rampoco en el sentido de la historia, un momento dado sin un acontecimiento especifico, en donde al negérsele toda importancia sustancial, no se veriaen él mis que ‘a huella de espuma dejada por la ola que se tompe (y esto sin contar con las burbujas, con las que se comprende cl movimiento def mar). Aqui, por el contratio, se percibe inmediaramente el acontecimiento, “segin el orden recibido de la estructura, como idéntico al acontecimicnto original” 32 No llega, sino que regresa, no es tinico, sino repeticién, Se tienen ahi, en realidad, dos estraccgias, simécricas € inven, pare hacer lugar a lo que legs, Cémo comprender que, en este mundo sin cam- ieee ede ee dela descendencia, responde Sahlins, ya que la naturaleza de los ancestros se vuelve a encontrar en los descendientes: “el universo entero es para los tuna vasa familia slida de ancestros comunes”.*? “Era una fuente de {8020 insustiuible para los viejos maories poder decir a un enemigo: ‘Yo me comi a ta padre’ o a ‘tu ancestto’, incluso si esa comida habia tenido lugar der generaciones antes de él” Se encuentra ahi la funcin del Yo heroico, vocado anteriormente, Sélo se tiene la experiencia del pasado en el presente, © tanto mejor, la rupeura de los dos, instauradora de la historia moderna occidental, aqui no tiene cabida.*® Mas valdeia hablar de cocxistencia de los dos y de “reabsorcién’ del “pasado” en cl “presente”. 2 rao, "Le quanta coin" en) Le Golf Pre Noa ood), de ‘hive, Pavis, Gallon, 1974, tp. 54 (eer lori, wo. I, Baceeion, Lala, 1984) % M. Schlins, Des il dam Pcie, op. 68. 3 biden, 9.69, * Tae 2} Michel de Cesta Z Borie de Pitre, Pars, Gallimard, 1975, p11 [Lat cerita de 4s hori, 2. ed. reviseda, Mésico, Uia- Departament de Historia, 1993) % Schlins, “Lapothéose do capitaine Coot’, ap. cit. pp. 329530. En ésra, Nicholas ‘Thomas abjes que, en el excucmralsmo histéico de Saline “el sistema iadigena no ba sido histoteado mis que en Jas relaciones cor on curopeot: "no hay har pa las wari del cambio indigens o para transformacionesenayores que han teil lugar en las socedades 6 ELTRABAJO DEL MALENTENDID: Del ACOWTECAWENTO AL TO Ta remuelta maori de Hone Heke entre 1844 y 1846, que condujo precisa- ence Sir George Grey en Nueva Zelanda (y que nos benelicis por su reco. lecciém de mitos), ofrec a Sahlns la oportunidad de desplepar estos andlisis de inerferenciastrigicas ent dos érdenes culturales y dos regimenes de bistoricdad, en donde destaca: otros tiempos, omascostumires, otras formas de historia. Seguimos esta codificacin paralela o este trabajo de! malentendido (working misunderstanding) sobre lo que, para los protagonistas, debesia ser 0 principio el mismo acontecimiento: la sublevacién de Hone Heke, en donde, para extrar a otro marco de referencia, los protagonistas presentan la éaperieneia dela simultaneidad de lo no-simultineo.®” Emblematicamente, xoda a evucla gira, en efecto, en tonno al mis de la bandera, en el que, Como debe sex, lotan los colores britinicos. Derrumbado en cuatro asaltog ds los maories, el mst es, en cada ocasi6n, reimplantado por los inglesee Para el jefe rebelde, este mastl cs, segiin sus palabras “la raiz, cause de ln guerra’ Del lado inglés, evidentemente no es cucstién de ceder,“mostat los colores’ una imperiosa (c imperial) necesidad; de ah{ que, en cada tentaiva, idan refuerzos y aumenten la proteccién de la bandera, hasta terminat con Ih ereccién de cmpalizadas y de un forcin, Pero el “malentendida’” esté de entrada en la accién. Si los maorics uieren primero y sobre todo suprimir el méstil, ue sostene la handera, los ingleses quierem ellos, antes que nada, defender la bandera que ondea sobre cl mésdl. Méstil de un lado, Union Jack del otro, diferencia en todo casos aunque, en Los dos laos, es el dominio dl terrtorio lo que esté en euestign, ‘Cuando los ingles trmian por levantar a fotificacén alrededor del mast, ‘efuerzan a la vez la interpretacin inicial de los maories. La construccién, se asemeja cada vez mas aun suahu, es decir, aun alta fortificado sobre el que se levantaban uno o varios mastiles, y termina por ser seincjane en todo alos que antiguamente habianlevantido los ancestos, para significa al lanssy de a Polinesia occidental, de Jos sitinasseaiblemeare difecente unos de os” (Hor du Temps. Hie o delatontione dn edu sntbrpaoiqn sesicid por M. Nace Par, Belin, 1998, p. 162, Inco fee can, cacton oy ‘o Pucdo jungaz cl andlisis de momento deinterfrencia de ds semas gunna odo su ror heuristic. Vid ini, p. 62-63. * Ea ingles en ol oiginal.N. del Te, * Reinhart Koselleck, Le ftur pas, Pai, Ed. de "cole des hautes ules en ences {Reis 1990, pp. 279-280 [Farum pared: pare ana somintio de los emp hoon, Barcelona, Pidés, 1995], % Sahlins, Des es dane Phir, op. ee, p. 70. a aces desembarcar sobre sas tcrras, que les regresaba el mana de estos lugares. De ahi que se veifique una vez més que el ojo que ve, segim la formula de Boas, «justo el 6rgano de la tradicién, Ahora bien la ereccién de estos recintos sagrados era en si misma una repeticién mimética de la separacién original dela Tierra y del Ciclo por'Tane y, por tanto, una manera de repetir el acto aque daba la tierra en herencia a a humanidad. Tane era, naturalmente, un 4xbol. Existe por lo tanto un vinculo, més que simbélico, entre el mastily la posesién de la tierra: el méstil es, en sentido literal, “Ia riz” de la guerra. (Otra manifestacién del malentendido nos conduce alas modalidades de la historia heroica. Aunque al rebelarse, Heke parecfa responder a una situaci6n radicalmente nueva, él explica un dia al gobernador que él no es ims que un heredero, pero un heredero de la sublevacién y de la usurpacién, Sus ancecedentes ancestrales lo obligan a ira la guerra Su plan de vida estaba fijado desde hacia mucho tiempo, ;Union Jack o ne! ‘A.quien quisiera mantenerse en una explicaciOn simple de la revueta por una crisis econémica, Sahlins no tendria trabajo en demostrarle que la Caisis, més rel, no es para los maories més que la consecuencia tangible de un episodio enigmético: el eratado “firmado” en 1840, por el cual ls jefes mao- sles, al reconocer la “Soberania” briténica, sevefan revalidando la “propiedad” de sus tierras. Pero hasta aqui son solo conceptos, como bien se sabia en la Colonial Office, que no ten‘a influencia en los maories. La exégesis también petmanece abierta: “La reina Victoria recibe la sombra dela tierra, y nosotros Ja conservamosen sustancia’, propuso alguien, a quien muy pronto le parecié ids justo dar la vuelta asu interpretacin, diciendo: “La reina Vietoria recibe Ja sustancia de la tierra ys6lo nos queda la sombra">? Se vuelve claro, en rodo caso, que lo que realmente estaba en juego era cl mana. ¥ Hone Heke, al arrancar el méstil dela bandera, era perfectamente lagico consigo mismo y con toda su historia. Golpe certero, él “desmitficaba’, alrevelar que los blancos “estaban prestos a esconderse a ellos mismos durante algin tiempo”. El volvia a accualizar lo que habia pasado mucho tiempo an- tes, cuando, al venir de Ia lejana Hawaik, fos primeros jefe desembarearon ¥ comaron el control del pais. Asi, un mito se encontraba “descodificado” Por ott0 mito, pues el eratado era un mito, incluso en el sentido europeo det término (es decir, un procedimiento destinado a engafiar a los ignorances salvaje) Las tristes aventuras del capitan Cook son justificables desde la clave misma del andlisis. Al desmontar la “codificacidn paralel’, en Inglaterra y en Hawai, del mismo acontecimiento (el sacificio de Cook-Lono el 14 de » Ibidem, 6.77. a suse nsec febrero de 1779), Sahlins muestra obmo desde el principio, en el desarrollo dela accién misma, se da un activo trabajo del malentendido, que comienza antes de la muerte de Cook, culmina con ella y prosigue después de ella Con el culto que se le rinde, bricénico por un lado y hawaiano por el oto, se tiene algo asi como una doble apoteosis. Los ingleses, en cfecto, encraron sgeneralmente “aunque no dcliberadamente, en el papel que los hawaianos les habfan modelado”, comenzando por el mismo Cooke, quien “acepté con toda pasividad su entronizacién como Lono, el dios de los hombres y de la fertilidad”.® De manera que, “en virtud del sacrificio de Cook, el mana de la realeza hawaiana se encuentra set, por esencia, inglés", puesto que para reinar seria necesario asegurarse en adelante el apoyo de Cook. Esto lo com- prendié muy bien Kamehameha quien, apoderindose del poder después de haber asesinado al heredero legitimo, se apropié de los huesos de Cooke ‘Contrariamente a algunas explicaciones simplistas, Cook no ha sido tenide por un dios ‘sani das semejanasempiicas entre oe acontecinenos des vise yo detalles el reo de Makahi feremonia en honor de Lone]. Antes ben, estos tos fueron slaborados postriormente por Kemehamcha, en primer lige, como sistas otras ‘nprecacionesbagigrifics del vse de Cook La ceermonie del Makai, cl como le hemos vend a conocer, es un ttimonio dl stricto de Cook como fuene de 1a legtmidad de la cteunscipeiéa militar hawaian,y fuente cambién dela tans formecién de cca en Escada. ‘Asi, Cook se convitté en un poderoso mito politico hawaiano, Dela llegada de Cook, descifrada por los hawaianos como el regreso de Lono, se derivaron toda una serie de intercambios entre acontecimiento y sistema, historia y estructura, presente y pasado, con todo su cortejo de malentendidos. Sablins propone la nocién —hisoria beroice- de la cual bosqueia los fasgos principales ¢ indica una aproximacién: una antropologia de la historia, ‘Con vistas a hacer de la historia en Fiji, pero también desde Fiji o Hawai, al ‘mostrar que estas islas son propiamente las /lands of Histor:* las islas en la /historia, que tienen tna historia, pero también son produuctoras de historia, se- grin un orden del siempo y un régimen de historicidad especificos, pero nunca tinicos, lo que se puede comprender muy de cerca cuando por una situacién de interferencia surge el desajuste, Se crea entonces una auténtica siemacién © Salis, "Lapothéose du apitaine Cook? op. it, p. 318, * Bider,p. 320 En inglés en original Fanos tas experimental o, para expresarlo todavia de otra forma, ef malentendido que se {nstaura opera como revelador, en particular, de formas de cemporalidad y de regimenes de historicidad diferentes. Gracias a esta perspectiva, descentrada en su celacidn con los modos de historicidad occidental, seguramente hay, como lo deseaba Sablins, “toda clase de cosas nuevas por consideras”. Para ir todavia un poco més lejos en su sentido, se podtian unir las ba- tallas de Hone Heke, cl y como él minuciosamente la ha reconstruido, con la investigacién realizada al mismo tiempo o casi, por Georges Duby en su libro Le Dimanche de Bowvines. Tanto uno como el otro proponen una reflexion sobre el acantecimiento. Duby pretendia “mirar esta batalla yla memoria que hha dejado como antropélogo, para decirlo de otra manera, intentar verlas como inscrtas en un complejo cultural diferente del que gobicrna hoy en dia nuestra apeoximacién al mundo” # Queria conducir su teabajo de historiador como antropélogo, culdadoso de la diferencia de los conjuntos culrurales. Al movilizar todos los registros de su saber como especialista del medievo para producir la interpretacién més exhaustiva posible de las huellas dejadas por cl acontecimiento, hacia de algunas horas de la batalla un revelador de las maneras de hacer y de pensar de una sociedad. En cuanto al acontecimiento ‘mismo, “no es nada’, segin Duby, fuera de las hucllas que ha dejado. Si el historiador lew a lo mas lejos la exptesion "Otros cempos, otras costumbres”, una vez realzada la ransgresién mayor (ibrar una batalla en domingo). no ‘acd sin embargo en forma directa alas formas de la experiencia del tiempo y ‘sus incidencias sobre la percepcién y la construccién del acontecimiento, ‘mientras que Sahlins, como antropélogo cuidadoso de las formas de historia, atento alas categorias ya las condiciones de produccidn de la historia, agregs Un terecr término: “otras historias’, a lo que yo he propuesto afadir, danclo tun paso mas: “otros regimenes de historicidad” Este primer ejercicio de mirada distanciada reencuentra también un ‘momento de un debate: de los afios 1950 alos afios 1980. Sahlins se encon- tuaba respondiendo a la pregunta de Lefort y prolongaba, en medio de andlisis concretos ls sugerencias tebrieas de Lévi-Strauss (no, la diferencias no son solamente del observador). Al atravesar el Pacifico con Sahlins, incluso dema- siado répidamente, hemos ganado de entrada ampliar nuestro cuestionario, 0, para decrlo con mayor precisibn, es esta cravesia [a que permite desplegatlo © Georges Duby, Le Dimanche de Bowsines, Pais, Gallimasd, 1973, . 13 (2tdomingo de Bouxines, Madd, Alianza, 1984 “© Sobre awomtecimiemo y estructura, véans las observacones de Koselleck 2 propésico dea batalla de Leuthen, ganda por Federico II, dande muestra emo, entre scontecinienta yr eeructura, hay cruzamienos, pero también bias (Le fuauy pai p. et, p. 138) o ears seco ompletaments. Sahlins me ha sevido de ovientacién (en reacién com el lebate sobre las formas de historia) y de intermediatio (ya que yo no tengo accsso dizecto a la documensaciin polinesa). De la investigacion, dl deduce que la nocidn de régimen de historicidad puede tener pertinencia fuera de la historiografla europea (dl no ¢s dinicamente un artefacto de aurocontempla- i6n),y Sobre todo, que la incerrogacién sobre las formas de histovia propias a las sociedades del Pacifico puede actuar como aguijin en la liberaci6n misma de la nocién. La historia heroica, en cl sentido de Sahlins, se encuentra ahi ‘coma la piedra de toque. -ANTROPOLOGtAYFoRMAS OE TeMPORALIOAD Antes del abandono, el historiador puede no obstante hacer valer una queja Esuna listima que Sains no haya confrontado al régimen de historia heroica con la forme que, del lado curopeo, presenta las mayores analopfas con d, ex deca a magia itt ¥ 0 historia modern. Su misma eferen sia a Vico pudo haberlo conducido hasta alli ¢Era ya la epopeya homeétiea uns forma de hiscoria heroics? En efecto, el gran modelo de hecovoyeatia europea, la historia magisea, fue durante mucho tiempo, hasta fines del siglo xvtn, la manera de esclarecer el presente por cl pasado, por la repeticién de lo cjemplar. Habremos de regresar mas largamence sobre esto. ;Fiasta qué ‘punto podsian establecerse las semejanzas entre las dos formas, la polinesia y [a curopes? ;Cémo se aticulan, en cada uno de los dos casos, las categorias dl presente, del pasado y del futuro? Después de todo, zqueé era para Cook, Y sus marinas esta articulacion: bajo que orden del riempa fan ellos? Bajo que négimen de historicidad pensaban? Cuando que la historia que Sabine pone enfrente dela historia heroica, y sobre la cual se complace tal ver en ironizan ¢s inicamente la historiografia modema, justamente aquella a la {que rompié con la ejemplaridad de lo inico. Como si hubiera olvidado que sta historia te ella también, una historia ;que presuponta otro orden del tiempo! Para que el acontecimienso (modemno) llegue, ha sido necesario que cl porvenir pase “por delante” (cuando en Fiji estaba “atrés’, para decidlo de ‘otro modo, sc le daba fa espalda) y que pueda operarse el corte entre pasado y presente. Después de Des ies d'bitoire, el debate ha continuado del lado de los ‘ancropélogos, ala ver sobre la historia de la antropologia y sobre lade las Kosellec,sbtdem, pp. 37-62. 5 ina 98 a pst |sociedades escudiadas por los anteépologos. Johannes Fabian sostuvo que | la antropologia habfa emergido y se habia instieuido como un discurso de alocrénico fo de otro tiempo: es la ciencia de fos otros en otro tiempo", 1x Helse bicados fuera del sempo."® Pues esta clencia construys el objeto Ue su saber colocéndolo en ouo tiempo. Es a partir deta postulado que en H fondo el evolucionismo, el funcionalismo, ef estructuraismo sélo han |prolongado, cada uno a su manera, que el tiempo no haya tenido jamds st {verdadero lugar en la antropolog(a. Es necesario por tanco, propone Fabian, comenzar por volvelo a poner sobre sus pies, poniendo en el punto de parida Ia “contemporaneidad” (coeuaines)* el ot y nosotros estamos “en el mismo tiempo". Si esta critica radical de los presupuests de la diseiplina aspira a introduciro reintroducri el tiempo, dice rodavia muy poco sobre la cucstién de le historia en si misma: sobre la telacién entre los mods de telacié con cl tiempo y las formas de historia ances, durante y después de los impetios ? 59 Silos campos, las referencias e istrumentos de adlsis pucsos en prictica dfera, se podria, sin embargo, sfalar un cierto paralelismo ence el camino de M. Siblins, por tun lado, desmontand fa oposicén acontecimiencoestructurs, y por el otro, el de Pieere Nora, dedicado a mostrar que el hittoridor del presente debe regresar “de a evidencia de scontecimicnuo ala puesta en evidenca del ssema” (Le rexour de lévénement™ en Five de Phe 9p. cit, 1s. 25). a Cartrovo 2 Uuises y AGUSTIN: DE LAS LAGRIMAS A LA MEDITACION ‘Quien viajara, sin detenerse, del Pacifico al mar Fgeo, del mundo de ls rea- lezas divinas al “mundo de Ulises", conjugando desplazamientas en el espacio ¥ retrocesos en el tiempo, encontrara fécilmente en los héroes homéricos ‘muchos rasgos del régimen heroico de la historia, pero otro tipo de regimen heroico, cf de Aquiles y de Ulises, al como ha sido reconocido por Vico. ‘Sin embargo, no vamos a poner aqui a Thakombau ni a Hone Heke frente a Aguinendn o Néstor, con el fin de caprar semejanzas y diferencias, En efecto, «5 sobre todo en Ulises en quien nos detendremos, aquet que, retomando las palabras del poeta ruso Ossip Mandelscam, regresé “lleno de espacio y de tiempo”, Pero dejando aqui de lado el espacio, nos concentraremas en el ‘tdempo, aunque sea muy evidente que los dos escn ligados.’ Es este segundo cjercicio de observacién a distancia el que nos condueiré entonces a un cara a cara entre Ulises y Agustin (ADA DIA ES UN PRIMER DA Ha regresado Ulises leno de tiempo? Con mayor exactitud, vamos a captarlo lun poco antes, justo antes de que los feacios, esos marinos fuera de serie, en sus mégicos navios lo hagan pasar de Fsqueria a fraca, dejindolo a fin en casa después de diez afios de tibulaciones yandartinerance. Recibido después de su dime naufeagio como invitado de honor pore rey Alcinoo y su hermana- " Frangois Hartog, Mémoire aUbyse. Recs sur le frontioe em Grice ancien, Pais Gallimatd, 1996, pp. 23-48, (Memoria de Uae Relator sobre la fotera cn le Antigua Grecia, Argentina, rox, 1999) anon esposa, fue largamente festejado, Ahora bien, durante el banquete ofrecido en su honot tiene lugar un reencuentro sorprendente entre cl aedo de los feacios, presente, como os normal, en las grandes ocasiones, y el héroe, El reencuentro es de suma importancia y las conversaciones que se intercambiaron, simples en apariencia, nos invitan a la reflexién. Este breve caraa cara arroja tna Iz tan viva como fagaz sobre una prehistoria de la historia (entendida como telato de cosas pasadas), pues con el encuentro surgié una interrogante sobre la historicidad misma tomada como articulacién del pasado y del futuro, para recordar la definicién de Leforc, o mejor ain, sobre su prehistoria, en la medida en que lo que se presenta aqui come problema es el pasado mismo: el pasado como categoria de la experiencia. Si Thakombau estaba a punto de convertirse alas promesas del cristianismo, es decir, de ensrat de lleno en otra economia del tiempo, incompatible con el zégimen heroico, los héroes hhomeéricos son y permanecen para siempre inmunes a toda Revelacién y no sabrin nunca concebir una Alianza entre un Dios nico, cteador de todas, las cosas, y un pueblo elegido, y mucho menos aiin a un Salvador, hijo de Dios hecho hombre que viniera de pronto, lreralmente, a dar sentido al tiempo. Era otro para ellos el onden del tiempo (para siempte); de ab{ que, para nosotros, se dé un mayor alejamiento, Segiin Marcel Detienne, “muy lejos de ser testigo de un primer des- cabrimiento dela separacién entre pasado y presente, Homero y la epopeya pueden ser considerados como uno de los obstéculos ms temibles en Grecia zisma para concebir el pasado como aquello que ha sido y que representa otra cosa diferente al presente’ Este juicio inapelable coincide con la gran ‘ategorizacin sacada ala luz aneriormente, por ouas vss y en una perspectiva diference, por Erich Auerbach. En el comienzo de su magistral libro, Mims, habia, en efecto, contrapuesto l estilo homérico al del Antiguo Testamento. ‘Al comparar el relato del sacificio de Isaac con la escena del reconocimiento de Ulises (Finalmente de regreso en fraca) por su nodriza Euticlea (gracias a ta cicauria dejada por la heride del jabali), Auerbach caracterizaba el estilo de Homero como uno de ‘primer plano” que, a pesar de muchas anticipaciones Y retrocesos, presenta siempre lo que esti contando como un presente puro, sin petspectiva, y “deja s6lo poco espacio al desarrollo istérico y humano” 3 Frente a las grandes figuras biblicas “tan cargadas de su pasado”, continua- mente “petsficadas” por la mano de Dios, los hévoes homéricos, con sus slsscinus claramente deverminados, “se despiercan cada dia como st fuera el 2 Marcel Decienne, Comparer fncomparable, Pass, Ed du Seal, 2000, p. 76, > Ecich Auerbach, mess al francis de C. Heim, Pai, Gallimard, 1958, pp. 20,733. (times la repreensacion de realidad en la Bantcareecideta, México, res, 1996) « primer dia" Del lado de Homero tendiamos entoncss personajes siempre superficiales y de material legendario, mientras que del otro, la historicidad, que atraviesa las vidas y organiza los relatos, se hace presente. ¥ la historia.| ‘en s{ misma, esté ya ahi o aflora.3 Aguiles, héroe de destino falgurante, parece ajustarse perfectamence a esta definicidn: cada dia es para un primer dia. Slo el presente esc ahi, incluso si sabe o tanto més cuanto que sabe que una mafiana, una tarde o clpréximo medio dia, seri su Gkimo dia, Para werminar, escapa al tiempo y puede ser laureadlo, siempre, como “el mejor de los aqueos’: el héroe pico por excelencia. Hay un regreso de Ulises, pero no puede haber un regreso de Aquiles. En eres ocasiones, sin embargo, Aquiles recurre a una fSrmiula sefiae lando una volunead de ruptura con aquello quc ha tenido lugar anveriormente, A Patroclo, a su madre, a Agamenén, declara sucesivamente: “Pero dejemos lo que esti hecho” (alla t2'men protetuchtai eatomen) o “Abandonemos lo que sucedié anteriormente”, formula que Paul Mazon tradujo bellamente como “Dejemos al pasado ser el pasado”, pero haciéndolo asi arteglaba, es decis, suprimfa el problema. “Pero dejemos al pasado ser el pasado, cueste Jo que cueste, y dominemos, ya que es necesario, nuestro corazén (thuos) ‘en nuestro pecho”.® En eada ocasién, aquello que le conviene dejar, a pesar dde que esté ahi, es el dolor causado por la afrenta que le ha hecho Agame- nbn. Ya que, sin este corte introducido en esce presente que dura, ninguna accién es posible. Todo petmanecetia bloqueado: Pattoclo no podria tomar tas armas de Aquiles, Aquiles no regresaria al combate, y la Hada no podia Pssuficience eso para hacer de “Io que sucedis” un pasado, un presente que debe pasar? Claramente no, puesto que lo que Aquiles debe dominar es sucéleea y su dolor, pero esos dos sentimientos, precise el poeta, permanecen intactos y siempre prestos a brotar de nuevo, ¥ pot es0 siempre presente ‘ninguna distancia se agranda, De esta decisi6n heroica surge, sise quiere, un presente nuevo 0, mejor, reactivado, una nueva mafana clara, pero presente precedente no se tamales, a pesar de todo, menos atin siendo que toda accién, permanece en el marco fijado por los “designios” de Zeus, que todo ve. 4 Dbidem, p21 * Ibid, p. 28: “Un lector un poco eercade ficmente puode reaiat la aid, en la ‘mayoria dels esos, ante ls historia yl leyenda SHomero, Made, 18, p. 12, 16, p. 60 y 19, p. 65. lade, Mads, Gredos 1991) Sobre el tumor como hilito,asociacion de emocisn y resprctén, vid. Rchacd B. Onians, Les orisines dels pend européenne, al francés de B. Casi A. Debeu y M, Nagy Pasi 2d. da Sail, 1999, pp, 73.74, a sac Antes de los funerales de Patroclo ocurre una muy bella escena que ‘wopieza, pero de otra manera, con la cuestién del pasado y del duelo. Hléc- tor esti ya muerto y Aquiles finalmente se encuentra harto de la matana Aunque la noche cae, él solloza desconsoladamente sobre la arena. Estf solo El suetto por fin lo vence, yen seguida Patroclo se le aparece en suefios. (Tit duermes, yte has olvidado de mi, Aquiles! Me has cuidado en vida, pero no ‘me cuidas muerto. Entiérrame pronto”.” Luego, antes de evocar cl tiempo de su vida juntos, le demands todavia colocar sus cenizas (las de Patroclo) junto a las suyas (las de Aquiles). Como siviera ya a muerte de Aquiles: en el presente! Patroclo, muerto, parece tener lafacultad de abarcar de un vistazo, ‘con una visién sindptica, tanto su vida como la de Aquiles: en el presence. El reproche que dirige a Aquiles de haberlo olvidado, evidentemente no s¢ sostiene, ya que al momento mismo de adormecerse Aquiles ain estaba llo- rando.? Todo lo contrario, Aquiles no puede poner a Patroclo en el pasado, ‘No tiene palabras para decirle que él estabay que ya no esti més. En carnbio, tan pronto como el sueiio se apodera de él, cuando pasa al otto lado de esa barrera, de pronto Patrocto esté de nuevo ahi: su “alma”, su “fancasina”, en todo momento semejante al Patroco vivo, se levanta frente ad. Pero cuando intenta abrazaro, “el alma” se evapora como humo y se queda con las manos vacias: se ha ido.” Sélo el adivino posee el saber del presente, del pasado y del futuro: como Calcas, que obtuvo su arte de Apolo,!? o Tiresias, el adivino ciego que Ulises debe ir a consular al Hades para que le indique el camino de segreso hacia ftaca y le anuncie sus tribulaciones hasta que la muerce venga a evérselo,"" Es entonces al adivino al que se consulta, esa él a quien uno se remite para conocer el tiempo. Inspirado por la musa o Apolo, el saber del aedo es del mismo tipo. Siempre presente en efecto, la musa sabe todo. Las ‘muisas, como lo recuerda Hesiodo, dicen Jo que es, lo que serd y lo que fue.!? Pero este saber méntico, que trata del presente, del pasado 0 del fururo, es siempre evocado 0 cantado en el presente, Caleas ve lo que actualmente irra 4 Apolo, Tiresias abarea a! destino de Ulises hasta su té:mino, Ferio canta, 7 Hlomero, lade Ihidem, 8, pp. 73:92. Sobre eta quel, de lo contrtio deseonocid, y sobre st “relat” con la Quer, la de Agamenén y Aguile, vd Nagy, Le Meilewe dr Achtrs op it, pp. 64.48, Odsute op ot, 8, pp. 266-368, estas disfrutan, Ulises no puede contener sus ligrimas. ¢Llora con el relato a pesar de que &l lo habia pedide?™ Alcinoo, que queria precisamente que el placer fuera el mismo para todos (homés rerpimetha pantes,®> pone de inmediaro fin a la presentacién del acdo: Dime por qué en secet supirasy Horas oyendo Ia suerte de dina ytoyanos, Son los dioss quienes lohan decdido: ello han rdido a una de esos hombres para que vs canteen el prveni, ‘Tendeis cao a alguien gue baya nue frente a Toya, yemo osuego, un guerrero aoble? Ellas son los nis quevidos, después del sangre de astro linge, 10 fie probablemente wn amigo muy quetido, noble guerrero? Porque nos cs an prciado como un hermano, sl compafero leno de sabduray azén.™ Con la Odisea parece abrirse un tiempo en el que el placer (rerpsis), normal mente esperado y procurado por el canto del aedo, se encuentra en ocasiones minade, comprometido con el dolor, la tristeza, la afioranza que suscita o despierta en una parte de su auditorio. Como siya no pusdiera cxistir ‘en es0s momentos e placer puro, salvo para una sociedad excepcional (cercana todavia ala Edad de Oro) como la de los feacios. Como si la epopeya ya no fuera suficiente para asumic la memoria de los bérocs. Antes de regresar sobre las légrimas de Ulises, vale la pena prestar atencién a las palabras de Ulises al aedo: Demédovo, enue tls fos morales, yo te saludo! La Mur, hija de Zeus, debi istriee, 0 Apolo. Con este recuerdo del estrecho lazo que une al poeta con la musa, se esc atin en al clogio convenido, esperado: inspirado, el aedo es un vidente. Pero lo ‘que sigue es mis sorprendente: (Cantasde manera tan pesca lim laze ormon) a suerte de oe greg, ‘odo lo que han hecho, cuperado y suid lo argives, Todor, 8, pp. 83.95 y 521-534, ® Bader 8, 9. 342. * Oainte, we de Ph Jaccotet, 8, pp. 577-586. Vid. David Bouvier, Le Sepire et be Lyre ade” ols rs dela mémaire Grenoble Jérdme Millon, 2002, pp. 39-40. n como (hi) si hubierasestido presente (perin), @ al menos, lo hubiess vido de alguien mis (aka? En efecto, cambiamos de registro: el vidente es también “espectador”, ands sxactamente, su descripcién es tan precisa, demasiada (lin) incluso, que Ulises esd tentado a creer que efectivamente él ha visto lo que canta, aunque sabe ciertamente que él nunca estuvo ahi. Demédoco, aedo y ciego, no es de singuna manera un testigo, Si vestigo hay, és ¢s Ulises, y slo él. Elrelato de Demédoco es demasiado veridico, parece decir Ulises, para no ser resultado de una visién directa de las cosas. Para él, actor y testigo, sta capacidad de evocar hasta e! dltimo detalle, sin perder ni dejar aada, es a marca segura dc la verdad del canto. De hecho, para la musa, ver, saber y decir van dela mano, son slo una y la misma operaciéa, Pero para Ulises, pot ‘una curiosa tasposicién, es a visibn humana la que se sigue como referencia cuando menos en el tempo de algunos de estos versos-, desde la cual evaluar ta exactitad de la visi6n divina. Por asi decirlo, se encuentran un instante yuxtapuestos un Demédoco “aedo” y un Demédoco “historiador”, Incluso si este tiltimo sélo aparece ab para “autentficar” al otro, al aedo, Evidente. ‘mente Demédoco no responde y Ulises no insite. La lima palabra es de la ‘musa. (Como podria ser de otra manera? No obstante, la ocurrencia misma deeste cambio de registro, por breve que sea, ode este cuasi-desdoblamiento de Demédoco en “aedo” y en “historiador”, no ¢s menos imporrante, en el sentido de una poérica de saberes. Cuenta, en efecto, el hecho mismo de si foramulaciSn por Ulises. Se percibe como un rayo lanzado sobre otra configu racién de saber posible, como la designacién de un lugar que todavia no tiene nombre, como mero detonador de la operacién historiogrifica que vended posterlotmente con Herodoto, Esta ocurrencia no la vuelve ni necesaria, ni incluso probable, sino simplemente posible. En esta escena, que pone frente a frente al aedo y al héroe que escuchal cl elato de sus propias acciones, Hannah Arendt vefa el principio, poécica ‘mente hablando al menos, dela categoria de historia. “Lo que habfa sido un! 2 Odden de Ph. Jacoores,ligersmente modificads, 8, pp. 487-491 2 Inchso, para el episodio del caballo de mader cl signo de la verdad sect la capacidad de Demédoco de antral largo (daeeen) yen Stall (hata mran). Ulises prolamars ‘que ce canto se debe al fivor de un dios (Odd. 9. cit, 8, pp. 496-498), Sobre kate koran en ie pase vi os sefalamicntos de George B. Wale, TBe Varictis of Enchenemens. Earp Grek Views ofthe Natre ane Function of Por, Chapel Hl, The University of Nona Carolina Press, 1984, pp. 8-9. con lor qu parcialmence eoy de acuerdo, Incluso, a pedido de Bolo, ‘Wiese cuentas lo argo yen detalle a coma de Toya (eo. cit, 10.16). La primera frase del Hide Helena de Gorgias enunciach que el ferme del dscaso sla "verdad" a x este | puro acontecimiento se volvia ahora historia”, ya que nos tropezamos con la i primera narracién del mismo. Con una imporeantesingularidad: la presencia cde Ulises, alld (en Troya) y aqui (en el banquete), permite atestiguar que eso realmente sucedis. Se disefa ahi una configuracién hasta entonces inédica, ‘una “anomalia’, ya que en la epopeya la veracidad de la palabra del aedo dlepende complecamente de la sutoridad de la musa, inspiradora y garante a la yez, Yendo més lejos atin, Hannah Atende consideraria esta cermacome | “paradigmatica” para la historia Ja poesia, ya que para retomar su ft- eae Sour cern ee que, sein | Aristoteles, era la esencia de la tragedia, y segiin Hegel, el fin dlimo de la historia, se producfa geacias alas lagrimas del recuerdo” 29 Sc rata dl *primer” elato histérico? -Para quién? Para nosotros, puede ser, pero a la manera de una escena primitiva, Pero pata quien la pregunta se planta primero es para Ulises, ya que él es también el nico en saber por experiencia que esta historia es, ala ver sw historia y la historia, Ahora bies, cbino reacciona? Llora® ;Se trata entonces de “Iigrimas del recuerdo”? Se ve d, con la evocacion de las desgracias de los aquens, como Penélope ‘© Menelao, presa del dolor? gLo lleva a este trabajo de duelo ain inacabado © imposible? Es adem el sentido correco de la pregunta de Alcinoo, que al darse cuenta de su llanto, le pregunta si perdié a un pariente o a alguien cercano bajo los muros de Tioys.*" Ulises no responde directamente, ‘Sin embargo, incluso antes de la interrogacién de Alcinoo sobre el porqué de sus ligrimas, una sorprendence comparacién ~que es una marca direcea de fa intervencién del poeta~ habia ya subrayado su singulatidad y st im- portanciat (Como mujer quello as eposo sbezindolo, ‘cuando ba caldo fente ae sndad yu pucblo Aefendiendo del fal daa se cud y out hjon, YY idndolo merbuode y palpi, ‘senza sobre a, con grit agudos pero, por det, los anceros le golpean la expalda y los hombros 2 Manoa Arendt, La Che de la cular, Psi, Galimard, 1972, p. 63 3 Ouse, op cits 8, pp. 8492 y 521-522, Sobre hs igrimas yea escen, vi. Walsh, The Varieties of. ose, pp. 3-13 8 Vid eure pp. 71-72. Ops, p., 8, pp. 581-586 y 4, p. 108, Alinoo abla de su ea (aches 8,9. 541); acs es tambien lo que sent le espost que acaba de ver moira st ‘oarido (8, p. 530), yer lo mismo que Menelao debe soportat (acho alaston. 4, p. 108). Se ‘sti en el egisto del dueloy del pot ” wens oct Ylallevan eautve sult pen y dolor, Ys mejllas quan marchits por fa mi astimose angus le igual forma, Ulises rena sus plepaosHenos de lgrimas de piedad.™= Que lore, se entiende, pero ;por qué “como una esposa? Por quign son estas ligrimas de piedad? La mujer que destrozada por el duelo lloraa su csposo desaparecido, es Penélope. La que vio a su esposo morie frente asa ciudad ¥ 2su pueblo antes de conocer el yugo de la esclavieud, ex AndrSmaca3 ‘Tambien esta comparacién, notémoslo de pasada, por sa poder de evocacién, de resumen, o de universalizacién (el dolor de Ulises equivaldria al de todas das victimas de la guerra), participa de este “arte de la alsin” sefalado por 0 Pucci como uno de los modos de funcionamiento del eexto odisea- no. Comenzando su poema Le Gyne por “jAndrémaca, yo pienso en ti”, Baudelaire hard eco de él o serd su ineésprete moderno, antes de generalizar este pensamiento: “A quienquiera que haya perdido lo que no se reaupera { Jamés, jamés![...]/jA los cautivos, a los vencidos!... jy a muchos mis, ‘odavial” La comparaci6n homérica coneribuye, en todo caso, a conlerit una profuundided de visién ala Odisea misma. Contrariamente ala afrmacion de ‘Auerbach, no hay aqui ms que un “primer plano” y puro presente Ulises, llorando, ess de duelo por si mismo: llora por mismo. ;Quién cs &B Desde el comienzo de su errr, en el espacio no humano que se ha abiertoen el cabo Malea, él es un desaparecido: ni muerto ni viv: ha perdido hhasta su nombre. Es, en este sentido, como una esposa que desde el dia en que su matido murié no tiene mis, es nada, La parte heroica, masculina, de 41 mismo, a la que se une la gloria, se qued6, por asi decielo, en las riberas swoyanas. Ahora bien, ya desembarcados en ticrras de estos navegantes que son los feacios, estos mediadores de los confines, él escucha que se le celebra «en boca de Demédoco, con su nombre de gloria: el marido regresafnalmente con la esposa. [nmediatamente después, & misimo seri quien retina las dos Partes desu existencia, la troyana y la errante. “Yo soy Ulises, hijo de Lacrtes" ‘gritard finalmente en respuesta a ls preguntas de Alcinoo, no sin tomar en 2 Ibid, 8, pp. 523-531. Ba el canto 23, cuando Ulises y elope por fin se abrazan, v= dlce que “sus lances brazs ao podian despeendese dau cu” (240) 2? Nagy (Le Meller der Achens, oct p. 101) sea que la semejana con Héctor es impresionante,y que la siti, tl como ela dea compan ce oorprendenterene Parlelaa la de Andrémaca al final de Ho Peis eegin ef samara de Proce). Paes Pace, Org pobaropos al frets de. Router Put, ile, Pees du Sepenion, 1995, pp, 308-307 y 346347, > Idem, po, 324-336. 2 Hassog, Memoied Ube. it pp. 42-44 B anes tares como si salieran de la boca de un aedo. Pero Ulises, aunque pueda tener la apariencia de un aedo, no lo es; dl ha resistido lo que el aedo, al eclebrar la slotia y los muertos, no ha hecho més que cantar, cuando mucho. (Us SERS YELOLMDO Para cerminar, quedan las enigméticas sicenas enfrentadas por Ulises des- pués de la expedicién al Hades. Ellas son musas, con todos los atributos de presencia y saber que emanan, peto son “musas de abajo” 0 contra-musas, que vienen a minar o arruinar la economia de k/eos:® Promeren el placer erpsamenas) a quien se les acerca, como el placer que se espera del aedo: “Nosotras sabemos (idmen) en efecto, le dicen a Ulises, todo aquello que en ta planicie de Troya los griegos y los royanos han suftido por orden de los Fast ‘cuenta que al contr sus suftimientos, incluso los agrandard mis. Pero es0 imple que una vex comenzado a lat nose detenga mis, yendo sin dlecencrse desde Tioya hasta el tltimo naufragio, una escala tas otra, y en cada ocasidn con su carga de esperanza frustradasy dexgracas Pero, antes, hay atin una altima prueba a soporcar. Al escuchar a Dende elas Uline nent en eps ago de sus propias hazafias en recera persona. Como si estuviera Goes sae fe cmd eveo on cas Ma cuando, para los feacos, al escuchar a su acdo, lier es sélo el nombre de uno de esos héroes alos cuales los dioses han dado la muerte para nucsis de cantos ala gente el Furro2 Bratalmentey a través de las mismas palabras cde Demédoco, la experiencia de la distancia consigo mismo sc hace més grande; dl se ve ocupando al lugar que mis tarde serd el del muerto en el relatohist6rico.3 Esti l mismo mucrto 0 vivo, él sobreviviente? Oye lo que un vivo normalmente no sabra excuchae. Esta dima experiencia es, en cierto sentido, més radical incluso que aquella precedente, li del descenso hacia el Hades para interrogar a Tiresis, en el transcurso de la cul lavancé hasta el extremo de la frontera que separa a los vivos de ls difuntos, pero permaneciendo sin ambigedad sobre la ribera de los vos.” Haber onsulado lading sberqu regres que leepere no le impide llorar por él. Pero, seguramente, no pot sa muerte furura: nunca sea opueto asa condi de moral. Al vee ver poe as palsbrs de Demédoco lo que era, no siente de ningin modo ese place igudo a recomo- cimieneo (ese ra yo, er 2s) Todo lo contaroy ora desconsoladamente No puede todavia pasar de este presente (pasado) al presente de ahora, unign- dolos mediante una historia, la sya, y hacer de ella un pasado, Precisamente de este presente &lestéexliado; de ahi la conmocisn cuando Demédoco lo hace surgi. Es como si sofara acerca de si mismo, siempre sabiendo que no diuerme. Como sun mueroe eaparecer en suefios, como cuando Patrolo Visitaba en suedios a Aquiles, peo esta muerte no es otra ms que la suya. El se sobrevive de alguna manera as{ mismo, yal igual que Aquiles, no logrd abrazar a alma de su compatiero, De pronto no se puede contenes, y ora % Ody op. cit 9 pp 19y 213. 2 tide 8, pp. 579580 Schelde Crean, LE de isi, Pr Glia, 197, pp. 17-120. 2 Oude, opt, 1, pp. 42-50 "pro lagi oon”, lo om al Rw pad sgfoe para Seg Rica ee peg milgro c“rveir de presencia aera de fo Ni pasado" (Paul Ricceus. La Mémoire, Histoire, POubli, Pais, Ed. du Seuil. 2000, p. 47) 6 or su nombre glorioso (el de antes) ellas saben quign es. Usan una féemula clogiosa —*Ven aqui, Ulises an alabado, noble gloria (mega hudos) de los aqueos’=.% que Agamendn retoma con este mistno sentido al diriginse a Ulises en una ocasion en la Méada. Ocra ves la Iliada surge en la Odiiea: él, «tanto que Ulises, se encuentra volcado hacia su pasado, 0 atrado hacia cl descanso de leas. Pero reunitse con ese pasado, ceder a este llamado, lo hraria ausentarse definieivamente de sf para siempre: no podsia hacer nada para teunir las dos partes o les dos lados de si mismo. Inmortales y aisladas en su isla, las sirenas no tienen otros oyentes que sus vicimas:ellas nunca cancan, a diferencia del aedo inspitado, para “los hombres del fueuro”. Con su canto, ella “enticrran” no alos muertos, sino a Jos vivos que ellas hacen dlesaparecer extra oficio fiinebre.*” Quien se escuche ser alabado por ella en tercera persona paga al placer de un instante aun precio muy alto, Ellas Feauestexsncato Para Ulises, esta repentina confrontacién consigo mismo a medida ue cl aedo canta, zno precipita una experiencia dolorosa de no coincidencia ‘onsigo mismo? Un deseubrimiento que no tiene palabras todavia para expre- sarse, pero que Homero vudlve visible, casi palpable, pore! llanco, mientras que ala comparacién le corresponde “explicarlos”. Ulises se encuentra atin en ese intervalo, donde él ya no es Ulises, pero no es rodavia Ulises, pues no ha sido ain capaz de pronunciar: “Yo soy Ulises.” En esta distancia suliida entre alteridad e identidad, qué viene a alojarse, sino una experiencia del tiempo? No como angustia dela finitind de! hombre, ya que Ulises se sabe se quiere ‘moral, No se tara tampoco del Gempo como flujo, sino de la experiencia dde una distancia de s{ mismo con si mismo, a la que yo llamo encuentro con Ia historicidad. Pero en este encuentro Ulises estéen él primero incontenible yllora, & que no sabe cémo aprehender el pasado, el suyo, en su dimension de pasado. Después, tan pronto como el nombre propio es recuperado y proferido, el relato de sus viajes ser la forma de reromar el camino. Por su mediacién, los episodios van a relacionarse unos con otras, y Ulises, después de salir de ‘Troya, terminard por alcanzar al que naufragé en tierra de ls feacios. Las tapas suceden a las tapas, se instaura una ctonologia narrativa, a una escena en el presente-pasado le sigue otra sin sentirlo el relato impone el iempo. El forden del relat se vuelve un orden del tiempo. A la pregunta *:quién eres ‘i2", planteada por Alcinoo, es necesario responder en un primes momento diciendo su aombre ~especialmente para que el rey sepa con quign trata, y {que de esa manera, como es conveniente entre nobles, puedan volverse anii- tziones uno del otro~ pero no es suficiente. Responder com la verdad implica contarlo que ha sucedido, forjando asi esta “identidad narrativa”, sobre la cual Paul Ricoeur, desarollando un comentario de Hannah Arendt, ha llamado precisamence nuestra atencién.‘! En cuanto a los feacios, a pesar de todo 4o que esté em juego en esta escena capital, sélo ven el humo. Ellas reciben simplemente estas historias, que los mantienen artobados por su encanto, ee re narracGn, el problema dea identdad personal xe conssgs, en ef, ca una contradccin sin slucib [.] B densa desaparececa st, en la identidadcomprendida en dl sentido de ‘ano mismo (iden), se sustnayers la idetided cr (pea diececia cme idem je oo es mis quel diferencia entre uns idenidad stan 2 formal ylaidentdad nara (..] La ipseidad’ podria escapar acer del Yo mixno Y¥ del Our, en In medida en que si idencdad deacansara solve una estvetura temporal, de ‘ Homer lade opi. 16, p31. Vd Bowie Le Sep ew ct pp 426-27, be Aguiles ques coloea “Fuera del tempo humano”, anes de aceprar Finalmente rentagrare tuna historia que va de pads a bijos” Acuonscsomee ensu canto, Pero al proponerse cantar elnastos confunde las referencias. ;Qué csdelos héroes que regresan, estin de regreso o a punto de regresar? A menos ‘que se arrbuya, como Femio en Teaca, cantar a los que han perecido.” El regreso introduce la duracion: dela salida alas tribulaciones del retornoy del antes al después de la toma de Troya. Abre una listancia, crea una tensi6n, ‘cava una brecha en el presente. Los héroes no han regresado: estin ausentes, no estén todos muertos, muchos van a regresar, de hecho, han regresado, sQuéesentonces ese tiempo intermedio -ese intervalo que Ulises habri sido cl iinico en recotter, es decir, gracias a la conmocién de su reencuentro con Demédoco, al poder finalmente concarlo-, sino el pasado? La experiencia de tun tempo que, en la distancia duramente suftida de s mismo a { mismo, es Finalmente reconocido o descubietto como su pasado. ‘VUES NO EVO A AGUSTIN Invitar a partir de estas configuraciones lejanas y pasadas, canto en Eiji como en Esqucria, a una reflexion sobre el orden del tiempo y los regimenes de his- toricidad depende del cjercicio de la mirada dstanciada que, de Montaigne a -Serauss, pasando por Rousseau y muchos otros, aspira a aporrar beneficios deinteligibilidad. Ya que de entrada nos alcjamos del centro, cuestionamos lo que reniamas como evidencias, dudamos de sus propias categorias: hacemos posible la comparacién. Ademés, para mi, se ha encontrado que el cuestio- rnamiento sobre los regimenes de historicidad comenzé en el Pacifico: con Ja lectura de Sahlins, incluso de Segalen ances que él y de Lévi-Strauss, por supuesto, Es simplemente el azar de una biografia intelectual, pero también lcfecto de un momento en el que la antropologia parecta esconder la lave cde questras interrogantes sobre el hombre y la sociedad. Pero, tanto con los maories de Fiji como con Ulises en Feacia, perma- ecemos mas acé del universo de las revelaciones judias y crstianas que han ‘modificado radicalmente las formas de la experiencia del tiempo. Retoman do la economia biblica del tiempo, el ctistianismo ha ido més lejos en este camino y ha modelado profunda y perennemente la tradicién occidental de tas telaciones con el tiempo. Tambien es cierto que no podriamos pretender hacer un ensayo de la nocién de régimen de historicidad en los tiempos modernos y hasta nuestro propio presente sin hacerlo atravesar el orden * Entonces pueden venir la reanudacién y la ampliacién: Augusta, Lr Confvony, 11,28, 38, en CBaorerde saint Aun, 14, Pace, Bbliodsque Angusinienne, 1996, [Confions, Madi, sac, 2005] bier ‘kets ranceae (Me dlspongo a cantar un canto que conorco, Anes de comenza, mi epeca va hacia cl canto en su conjunto, Fer cuando he comenzado, a medida que x aceden los ‘ements de mi espera, mi memoria asu vea va hacia ellos, yas feces vvas det scividad se dicenden hacia a memoria a causa dela que he dicho y hacia a espera sais de lo que voy a deci Sin embargo ak atecin et ahi, presence; y x por lla que tanita lo que era fiunuto para converse en pas, Cano ms wane eta sccn, mas se agregs In espera y ms alg fk memoria, hasea que toda la expera ‘queda agorada cuando la acc completa ha terminado y ha pasado ala memoria Lo que sucsde com rc e cano, cede can cada una de sus pares y con ‘ila una de sus silabas lo mismo eucede en una acin mis ampli, dela cul ete «canto ao puede ser més que ura poqucia pare: lo mismo sacede en I vida enters del ‘hombre, cn la cual las partes so toda las acciones del hombre: yo mist sacede ‘ambién ental sexe desig vivdosporlos hijo eos hombres, donde las paces sn todas las vidas dels hombres Cuando se va de lo més pequerio a lo més grande, de la silaba a Ia serie de siglos pasando por la vida entera de un hombre, el canto puede verse como pparadigma de los intercambios que no dejan de operurse entre a distension yl atenci6n, siendo la atencién el centro mismo de la distensin, Ulises no dispone de este modelo entre memoria y espera para ordenar las acciones desu vida. El tiene, si se quiere, la dicenso, pero no la attento. Cada dia es un nuevo dia para el héroc homérico ~decia Auerbach-, en conteaste a las grandes figuras biblicas, Aquiles, lo hemos dicho, no tiene pasado ni futuro, sélo presente: No puede ser Aquiles mis queen el presente, Pero incluso dl debe “dejar lo que esté hecho”, deja el dolor que le ha causado |a afrenta de Agamenén, hacerla pasar, superatla, o colocatla en el pasado, si no el riesgo es que deje, en cieta forma, de ser Aquiles. También debe tenet cl herojsmo de dominat su thurs, para que la accién se reanude, para que pueda ser plenamente Aquiles, “desaste de los troyanos”, y ast habitar en la plenicud de su brevedad, su vida en el presente. En ht Oalseas ta sitaciOn ce Ulises es muy diferente. Kd tendiendo continuamence hacia el regreso: no olvida fraca. Retenido por Calipso, a Pesar de que pasaba sus noches sin mucho placer con la diosa, “durante el dia, iba a sentarae sobre la piedras de las turbas/ ylloraba viendo el mar sin ‘ecompens’.¥, declinando su oferta de inmortaidad, decara: “deseo en todo momento / encontrarme en casa y vivir la hora del regreso”. Las Mgrimas {que viere sobre las tumbas no son las mismas que las que verter escuchando tbidem, 11,28, 38. % Ode, op. 5, pp. 1ST-ASB y 219-220, gs te a Demédoco cantar: con Calipso, son lagrimas de dolor por no estar en feaca, esperando ese dia. Las otras, vertidas en el banquets de los Feacios, no som propismence como las designaba Arends, légeimas del recuerdo, ya que la comparacién invita a comprenderlas de otra manera. Eran entonces, como las inrerpretaba simplemente Alcinoo, ligrimas de duelo? No del todo, a menos que se interprecen como duelo de sf mismo. ‘Como si Ulises estuviera de duelo por esta parte gloriosa de si mismo ‘qucse quedé cn Troya y que fuera confiada desde ese momento alos aedos. En s dos escenas expresan, en todo caso, el choque del presente (ordinario) del héroc homérico: en direcei6n del Futuro (el dia del regreso), y hacia cl pasado (la toma de la ciudad). Incluso el héroe de los mil viajes no estaba equipado pata darse cuenta por si mismo de esta doble experiencia de disensio, que dramatiza el regreso retrasado de Troya a {taca. Si, retomando las categorias agustinianas, Ulises estd termporalizado por la distnsio (el viaje que se alarga sin cesar), campoco est listo para asir y poner en marcha el tiempo por la astensio.” La tsavesta de esa ilkima crisis es sin embargo, como ya hemos insistido, lo que le va a permitir responder a Alcinoo al presionarlo para que diga su nombre, para que diga quién es él. Por el elato que da entonces de cortido, el Ulises que partié de Tioya termina por unirse, como habiamos ‘escrito ances, al néufrago de Feacia. La identidad narrativa asi producida, aclara y retine esta parte de sombra de si mismo haste entonces abandonada ala sola dispersio.®® También en otro sentido Ulises no ha feldo 2 Agustin, La fenomeno- logfa del riempo humano esté en efecto insertada en la eternidad de un Dios ‘exeador de todos los tiempos, aunque la distensi6n deba también entenderse como condicién misma del hombre sobre a terra. El vive en la dispersion: “estoy disperso (disilud) en el tiempo del cual ignoro el orden (ordinems resco), las vumuleuosas vasiaciones hacen jirones mis pensamientos”. Este arden del tiempo que él ignora es el de un Dios personal que llama a caminat hacia El, “afin de que, abandonando dias pasados vuelva a ser uno (colliger) al seguir al uno. Asi, alvidando el pasado, sin volverme hacia las cosas Futu- ras y transitoras, sino hacia aquellas que estin frente a mt y hacia las cuales no estoy distendido sino tendido, prosigo mi camino en un esfuerso no de °°, Solignac. Notas complementarias en: Augustin, Let Confosions.» 9p ity. 580. 8m este comentario de Rcrsr: "Todo a impero de lo naratno ext aga virulence dsplegdo: desde el simple porma, pasando porlahistoria dea vid cara hasta historia ‘universal Es aes exteapolaciones, simplemente cugerdae por Agari, alas quel presente trabajo [Temps eri ha sido dedicado". (Pus, Ed. du Seul 1983,c.1,p-41). Rieu habia povide considerarcomenrar com Ulises FecuosochsonN8 istensién (distenso) sino de intencién (fntemso) hacia la palma a la que fui llamado desde lo alro para escuchar ahi la voz de la alabanza y contemplar tus delicias que ni legan ni pasan’ >? De la mutabilidad de lo mildple a la inmutabilidad de la eernidad divina, de la dispersidn a la tensi6n, no hacta las cosas futuras, sino por un csfuerzo de intencién (y sobre todo de atencién) hacia aquellas que son an- teriores (ant), tales el orden cristiano del tiempo al cual es llamado el fc! ‘Agustin no hace ms que seguir los pasos de Pablo al dirigrse alos Glipenses “OWvidando lo que esté ards, yrendiendo hacia lo que ests por delante, yo persigo la meta para alcanzar el premio al que Dios me ha llamado desde arriba con Cristo Jess”. La imagen es la del corredor en el estadio. Desde |a primera frase, La ciudad de Dios despliega este mismo orden, haciendo del cristiano un corredor, quien “en la carters o en el transcurso del tiempo” (ne semporum curs) “carina entre impios” (inter impias peregrinatur) y sper pe esabildad de a morada ces". Y Pablo ins oda “No hay mis que marchar desde donde nos exicontremos (...] porque para ‘nosotros nuestra ciudadania esta en los cielos”.® eas Concebis yvivirel tempo como tensin y apertura hacia la espera noes, sin embargo, una invencién del cristianismo. Yala promuicsa hecha a Abraham por Yahvé habla inaugurado tal relacién con el tiempos “Sal de eu pais, de ta patria y de la casa de eu padre hacia el pais que te mostraré, Yo haré de ti una gran nacién, yo te bendeciré y engrandeceré tu nombre”. Posteriormente en el xodo formula una nueva expresion, mis dramatica y mis rica, Desde 1a salida de Egipeo hasta la entrada largo tiempo diferida al pais de Canain, con Yahvé caminando al frente, se crea en efecto una espera, que es el sorte ‘mismo del relaro. Se inaugura ahi esta imbricacién del tiempo y del relato que Paul Ricoeur ha venido a escrutar al ser lector de Agustin y de Aristételes. De «sta distensién, para retomat el vocabulario de Agustin, Moisés escf encargado de hacer una historia, en tanto que una parte del pueblo, incapaz de asamir esta espera, no cesa de dispersarse en la inmediater de lo miltiple. En dos ‘casiones, en Niimeros yen el Denteronomio, se recapitularin los momentos 2 Augusi, Les Confisons.. op. it, 1, 29,38. Bis Hone sax Pippin Pablo, Epo lo Sipe de J. Gry, 3 12- © Augustin, La Cité de Diew, pretmbulo en Eaores de saint Augustin, 33, Paci, ‘Bibliehtaue Augustinienne, Deslée de Brouwer, 1959, t 1 © Paul, Eplre aux Philppions ep. it. 3, 16 20. Genesis 12,1 Yt Hariog, Mémeine d'Ulye, op. cit, p. 29, Catherine Chalies, Lilitsve promi, Pari, Bd, du Cerf 1992, pp. 48-60. Fraps ts y as etapas, la sueesign de acontecimientos ~desde la salida de Egipto hasta la orilla del Jordn— que constituyen la historia de esos cuarenta afios que debian modelar a fsracl para hacerla “una dinastfa de sacerdotes y una nacién, santa” Con las Tablas de la Alianza, escritas una primera ve, después rees- crieas, enmovadas en el Deuteronomio, los hijos de Israel disponen adems de todo squello que es necesario recordar para ser fieles a su parté del contrato de la Alianza. Cuando, hacia el afio 100 de nuestra era, ereinta después de la destrucci6n del Templo, los rabinos fijaron finalmence el canon de la Biblia, se sabia todo lo que cra necesario saber. “Por primera vez, la historia de wn pueblo se inscribia en la de las santas escrituras”, Aunque cl pasado siendo “conocido”, ef fururo “cierto”, el iempo por vivic entre la era biblica y la venida del Mesias, incluso si “permanecia oscuro", no era portador de wna “revelacién nueva o tl” % Con su fuerte linealidad, sn fuerte tensién hacia fo anterior, el Exodo, en todo caso, ha dado forma a las concepciones judias del tempo, y para termina, también a las de los no judios. Este relato, con sit pprogresin en el espacio y en el tiempo, ha vuelto posible coneebir y formular ‘otras experiencia, forjar octos relatos. Estos iltimos detalles son tomados de Michael Walzer, que consagré todo un libro al Exodo como paradigma revohicionario alo largo de la historia occidental.” En la relacién con el tiempo, lo que el cristianismo aporté es fa ruptura del tiempo en dos, por el aconcecimiento decisive dela Encarnacién: el naci- rmiento, muerte y resurreccién del hijo de Dios hecho hombre. Se ha abierto asi un tiempo nuevo que vendei a cerrar un segundo yiltimo aconcecimien~ 10, el regeeso de Cristo y del Juicio Final. Este iempo, este intervalo, «= un tiempo de espera: un presente que habita la esperanza del fin, Jess mismo lo anuncia: “Si, yo les digo, esta gencracién no pasaré sin que todo haya llegado [1] Pero el dia y la hora, nadie los conoce, ni los angeles de los cielos, ni el Hijo, solo el Padre [..] Estén atentos entonces, porque no saben qué dia viene vuestzo ser (..] Es por eso que debea estar preparados, porque a la hora en que menos se imaginen vendré el hijo del hombre”. Es necesaria a vigiia en su primer sentido: “Ahuyentad el sueiio”, pide igualmente Lucas. Pero todavia mis que este presente escatolégico, lo que es nuevo en el Nuevo Testamento, es la tensibn instaurada “entre el presente y el futuro, ‘entre el acontecimiento decisivo por el que todo estd cumplido y el desenlace © Bodo, 19,6. YoreE Hayim Yeruthalin, Zathor. Hote sve mémoire ei, Pais, La Découvert, 1984, pp. 31y 4. © Michael Wales, Exar and Rrvvlation, Nuc York Basic Books, 1985, pp. 7y 12. 6 Bangaiosogin Mateo, 24, 34, 36, 42 y 4 | ' Fesmans ss final que muestra bien que no todo estd acabado”® De esta tensi6n instau~ radora surge el orden propiamente cristiano del tiempo en la historia como historia de Salvaci6n, en la cual el ya y el todavia no, no se equilibran como dos platos en una balanza. El ye pest mls, porque la historia estévolcada hacia k nunca se est mas allé dei "punto decisive"? El mundo ha sido salvado. Ato sigue que el presente abierto por el etn tiempo privilegiado, En relacién con el pasado, seguramence Jo es. Incluso si no se le ha abolido de ninguna manera, el presente viene a aclararlo, a datle sentido como preparacién y cumplimicnto. Como testimonio de ello tenemos el cuidado de los primeros cristianos para probar que la venida de Cristo ha cumplide com las Bscricuras: su insistenciaen hablar de la Ansigua'y la Nuewe Alianza, del Antiguo y del Nuevo Testamento, “Buscad las escrituras, porque ‘voxott0s tendréis por ells la vida eterna, ya que elas dan testimonio de mi, dice Jesis alos "judtos”. Y tambidn alos mismos intertocutores: “Moisés ha «escrito de m(7" En cuanto al fururo, no se distingue mucho de este presen- te vivdo como “anteipacién del i, de ewe presente que tende hela un fin posiblemente inminente, El Reino llega y esta generacién no pasaré sin {que todo haya concluido. “En verdad, yo les digo, hay algunos aqui que n0 probarin la muerte antes de haber visto el reino de Dios”, dice Jess 2 sus discipulos 7? Mas alld de esta espera, nada més puede ocurtiz. Después, una vez pasado el tiempo de los apéstoles, la Parusia se aleja, y al institucionalizarse la Iglesia el tiempo intermedio se extiende. Toda la obra de Agustin testimonia este cnsanchamiento, aunque sobre este fondo de rensiGn mantenida. Desde el nacimiento de Cristo, segiin la came, el mundo ha cntrado en su sexta edad, la de la vejer y la tiltima, antes del sabbar del séptimo dia en que se realizarélavisién de Dios.” Habed emtonces terminado cl peregrinas, peto al esperar la tensién permanece: no se ve hacia las cosas ‘pasadas, sino hacia Cristo: no se ve tanto a futuro, que también desaparecers, sino hacia lo anterior (ante). Pero llega un momento, “cuando la herencia politica y espiritual de Roma pase a la Iglesia’ cuando cede fa tensidn del ya y del todavia no, constitutivo del presente 0 del ticmpo intermedio. Entre ios dos la distancia Oscar Callmann, Le Salut dans Uso. Leitence hoon wl eNews Tame Neuchite, Delachauy ee Nie, 1966, p. 173 Ibid, p18. 7 Brangelosegin Juan, 5.397 46. 2 Brangeliosegin Lucas, 9, 27. % augutin, La Cité de Dew, op. ce, 72, 30,5. M seende, La Crt den op 16h Hoes ind creciendo, incluso sila hiscoria del cristianismo se encuentra entrecortada por fses de reactivacién, a veces exicerbada, de esta tensibn, Con las herjias F las multiples reformas proclamadss, aboreadas 0 reprimidas que, por un represo a los origenes, quieren hacer del presence un tiempo plenamente imesidnico, Pero el pa, tomado en una tradicién que se ha nutside de dy lo ‘contiene, tender ser cada ver-més pesado, Contemporineo de Constantino, Busebio, obispo de Cesirea, extablece el concepto de Historia eclesstica «que, pertiendo de Cristo hasea llegar al tempo presente, fija la tradicién mediante el esablecimiento de una cadena de testimonios, que instaura todo tun sistema de autoridades. Se pediré, desde enonces, msirar menos hacia el futuro y més hacia atrés: hacia Cristo, con quien todo comienza y quien et también el modelo vivo insuperable. El es el faro, cuyo haz luminoso aclara Jo anterior (de Adén a Ei) y lo posterior (de El hacia el fin de los tiempos). “Gracias al hecho de que la fundacién de la ciudad de Roma fue repetida en la fundacién de la Iglesia cacdlica ~aunque, desde luego, con un contenido radicalmente diference-, la trinidad romana de la religin, la autoridad y la tradicién fue retomada por la era cxistiana’.”® Esta inflexién del orden cristiano del tiempo en direcei6n al ya, 2 un pasado, claro que continuamente reactivado por el stual, permite en todo aso ala Iglesia reenconcrar, cetomar y habitar los modelos anciguos de mor ‘majorum y de la historia magistra, y hacettos uncionar en su provecho, peto Sin jams identificarse plenamente con ells; al volverse un poder semporal siempre se proclamara de otra orden de tiempo, Pesdura, en sumay una clerra plastcidad del orden cristiano del tiempo en el que presente, pasado y fi turo se articulan en la eternidad. Aunque no se confunda ni se reduzea a.un solo régimen de historicidad: ni siquiera a aquel que ha pesado tanto, el de la historia magistra. Mis tarde cl tiempo cristiano y el tiempo del mundo se disociaron, al atravesar numerosas crisis hasta la ruptura. Lo que no implica de ninguna manera, sino al contrario, que no se haya pasado de un orden a otro en la medida en que la apertura del progreso iba tomando ventaja sobre la esperanza de la Salvacién: una censién hacia To aneetiot ¥ un “fervor de esperanza”, voleado hacia l fucuro.”* 2 tbidem, p. 166, 76 Karl Lowi, Hioiect Slat Ler présepossthéloiqucs de x pilsopie de hire Paris, Gallia, 2002, pp. 21-22. Vd inf, capitulo 5, p. 200, alo que convendsiaasadir la pespectvs del deseneanamient, incoducide por Max Weber: wid. Pitre Boures, Les Promos da monde Philsophie de Mae Weber Pars, Galimard, 1996, a h i i i ¥ Caniruto 3 (CHATEAUBRIAND: ENTRE EL ANTIGUO Y EL NUEVO REGIMEN DE HISTORICIDAD A dlifrencia de ies, Chateaubland "ey a gun Efe olde por spin cisiara dl dempo yt por py Sinn sont wn orden cxtélico y monscquico del tiempo. Peso, nacido en 1768, erecié en tun periodo de crisis itensa y de cucstionamiento de las relaciones con el Siempo, Es poreso que cuya ida est desequlibradaporla Revolci, seri aqui nuestro guia, Entre Agustin y Chateaubriand, entre el saqueo de Roma por Alaricoy la Toma dea Basia, muchos nombres teadrin seguramente st lugar en particular los de Pewarca, Bacon, Monaigne Perrault o Rousseau, y centre el siglo xv y el xvuut hasta que llega el tiempo de las revoluciones, varias cexpetiencias y crisis del tiempo merecerfan ser analizadas.! : sony gue Cheba? Porque fe el ki ni de noble Secon, gue via dl anguo einen y egies in faremente lege se eansfomaba boss oo née, wo ue abandons primero igjo Mundo para reencontrarel tiempo sin edad de los salvajes, €, un vencido de la Revoluciéa, en resumen, comprendié mejor que muchos de susconeemporincosel nuevo orden del empo delor modes yaquesupo acer de cota experiencia de Ia rupraca del tempo, de eta alla biel la razén misma de su escitura. Como Agustin ances que él, es un “vencido” en el sentido de Koselleck, porque en dl aplica “que a coro plazo la historia sca hecha por los vencedores, pero a largo plzo las ganancis historias de conocimientos prvienen de los veneids” *Es cert, ni uno ni oto fueron hiscoriadores, pero quizd esto se deba precisamente a gue la historia, que 1d if pinoy 5p 19019193 i slleck, LEepértence de Uhistune, Pris, Gallimard Seni, Ftc Gallimard Seu, col. Hautes »

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