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Curso  La huida. Módulo 2  5. El viaje de una persona refugiada 


5.1 Mapeo del viaje de una persona refugiada

5.1 Mapeo del viaje de una persona refugiada


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Historias del ACNUR

Con esta actividad, que consiste en el trazar un mapa del viaje de alguien que ha tenido
que buscar refugio fuera de su país de origen, entenderás mejor las dificultades a las que
se enfrentan estas personas. Como cada historia es diferente, puede que no dispongas de
suficiente información para responder a todas las preguntas. En ese caso, no te preocupes
y déjala en blanco.

Lee los dos casos y responde a las preguntas. Luego reflexiona sobre el viaje que realizó
cada persona, e identifica similitudes y diferencias.

La historia de Sarjida, Myanmar


En junio de 2012, la violencia conmocionó Maungdaw, uno de los tres distritos del estado
de Rajine, en Myanmar occidental, donde los musulmanes rohingyas constituyen la
mayoría de la población. El aumento de las tensiones comunitarias acabó estallando el 9
de junio, y se extendió a la capital de Rajine, Sittwe. Turbas rivales de rohingyas y de
budistas de etnia rajine incendiaron los hogares de sus oponentes.

Tras otro brote de violencia en octubre, muchas personas de etnia rohingya —a quienes
Myanmar no reconoce como ciudadanos a pesar de haber vivido en el país durante
generaciones— huyeron en frágiles barcos de pesca hechos de madera. Se dirigieron a
Malasia, donde decenas de miles de rohingyas habían huido anteriormente.

Sarjida, una joven de 19 años de Maungdaw, habló sobre su experiencia a la Fundación


Thomson Reuters desde su nuevo hogar en las afueras de Kuala Lumpur (Malasia): una
sórdida casa de tres plantas que comparte con otras familias rohingyas.

“Soy de un poblado llamado A Le Than Chaung, en el sur de Maungdaw. Mis padres son
campesinos. Soy la quinta de sus hijos, y la primera chica.”
“Perdimos nuestro hogar durante la violencia de junio. Construimos un refugio con lo que
pudimos encontrar porque no obtuvimos mucha ayuda para reconstruir nuestra casa. Ni
siquiera teníamos mantas cuando llegó el monzón.”

“Había una tropa de Nasaka [la fuerza de administración de fronteras, —compuesta por la
policía, el ejército y agentes de aduanas y de inmigración— que en tiempos controlaba
cada aspecto de la vida rohingya] cerca de nuestro poblado. Tras la violencia, había más
soldados en la zona, las restricciones [de movimiento y trabajo] empeoraron y la tropa de
Nasaka comenzó a llevarse a los hombres. Algunos regresaron. Otros no.”

“Los padres y las madres empezaron a preocuparse por qué les harían a las chicas, así que
mi familia me dijo que me marchara. Ni siquiera había ido nunca al poblado de al lado. Era
la primera vez que salía de mi hogar y que viajaba sola. Estaba asustada porque los viajes
en barco eran peligrosos, pero si me quedaba en Myanmar la situación podía empeorar.”

“Salí de Myanmar en abril, al amparo de la oscuridad. El viaje duró 25 días. Fui a un


poblado, a unos nueve kilómetros de distancia, y subí en una pequeña embarcación.
Había unas 50 mujeres y niñas y unos 20 hombres. Navegamos a la deriva
aproximadamente 5 días porque el motor del barco no arrancó. Creo que se debía a que
el dueño de la embarcación no había recibido una señal del barco más grande.”

“Íbamos muy apretados y tuvimos que estar agachados en la cubierta durante todo el
viaje. Había traído conmigo dos mudas, mucha agua y poca comida, sobre todo
tentempiés ácidos para tomar si me mareaba en el barco.”

“Cinco días después, nos acercamos al barco más grande y nos subieron en él. Allí había
más de 100 personas. Nos daban una comida y un vaso de agua al día. La comida no era
suficiente. La gente se iba debilitando mucho por la falta de alimentos y agua. Algunas
personas enfermaban. Yo misma me mareé. Estaba aturdida y vomité muchas veces. Pero
nadie podía ayudarme porque todo el mundo se encontraba mal.”

“También hubo fuertes vendavales y me asustaba mucho cuando el barco comenzaba a


balancearse de un lado a otro. Pero nadie murió.”

“Pasamos ocho días en el barco grande hasta que llegamos a Tailandia. No sé dónde
exactamente. Nos llevaron a un recinto, cerca del mar. También podía ver las colinas.”

“Los traficantes separaron a los hombres de las mujeres. A nosotras nos metieron en una
tienda de lona. Tenía techo, pero no paredes. Pusieron una sábana en el suelo para que
nos sentáramos. Me trataron bien. Los traficantes hablaban birmano, así que creo que
eran de Myanmar.”
“Allí pasamos unos cinco días. No nos dijeron por qué estábamos allí. Luego anduvimos
hacia la montaña y dormimos esa noche al raso. A la mañana siguiente, unos automóviles
nos transportaron a Malasia. Llegamos a Penang por la mañana, muy temprano, tras
pasar otro día y otra noche entera de viaje.”

“Un vecino de mi pueblo que conocía desde hacía tiempo, que se había ido a Malasia unos
cuatro años atrás, me llevó con él a Kuala Lumpur. También pagó a los intermediarios
300.000 kyats (más de 300 dólares estadounidenses) para que llegara a Tailandia y 5.500
ringgit (unos 1.750 dólares estadounidenses) para llegar a Malasia. Nos casamos una
semana después de llegar yo aquí.”

“Me siento mejor ahora que estoy aquí, pero echo de menos a mi familia.”

“Si hay paz en Myanmar, entonces creo que regresaré allí porque mi infancia fue
tranquila.”

Fuente: Fundación Thomson Reuters

La historia de Emmanuel, Costa de Marfil


Cuando estalló la guerra en Liberia en la Nochebuena de 1989, los violentos combates
entre los rebeldes de Charles Taylor y el ejército del presidente Samuel Doe obligaron a
Emmanuel, que estudiaba en la localidad de Zwedru (Grand Gedeh, Liberia occidental), a
huir de su pueblo, Krllepo Kanweaken.

“Quería ser periodista así que puse en práctica mis aptitudes en la emisora local,
informando sobre las noticias en el programa ‘Saturday Special’ y dando mensajes para
animar a la gente a que resistiera frente a los rebeldes. Me encantaba, y me entristeció
mucho marcharme, pero supe que no tenía elección cuando vi a unos soldados trasladar
cadáveres al hospital próximo a la escuela. Tenía muchísimo miedo, así que me fui a mi
pueblo natal para estar con mis padres.”

Sin embargo, allí no estaría a salvo por mucho tiempo. En agosto de 1990, los

denominados “luchadores por la libertad” de Charles Taylor llegaron a su pueblo y
atacaron al amanecer, cuando todo el mundo estaba durmiendo.

“Mataron a mi tío, que era el jefe del pueblo, a mi padre, que era jefe supremo, y a mi
hermano mayor, porque sus documentos de identidad mostraban que estaban afiliados al
Partido Nacional Democrático. También mataron a mi madre. En la actualidad, sólo
quedamos con vida dos de nosotros: mi hermano pequeño, que quedó traumatizado por
lo que vio, y yo.”
Emmanuel huyó a la selva y vivió allí durante tres años, sobreviviendo a base de
mandioca, brotes de bambú y agua del arroyo. Las mujeres del pueblo le llevaban en
secreto fósforos del mercado para que pudiera hacer fuego y cocinar. Anduvo sin zapatos
durante dos años, hasta que otra persona que también estaba viviendo en el exilio le llevó
un par, de un lugar llamado “Costa de Marfil”, del que no sabía nada.

“Nunca me había planteado salir de Liberia, pero como cada vez más personas huían del
país, decidí hacer lo mismo. Quedarse allí era demasiado peligroso. Crucé la frontera el 12
de junio de 1993 y me instalé en la localidad de Tabou, en el oeste. Mi hermano pequeño
vino conmigo en 1999 y recibió asistencia médica del ACNUR, de Cáritas y de un médico
suizo. Todavía lo pasa mal, pero ya no tiene pesadillas como antes. La vida no era fácil en
Tabou: había muchísimos refugiados, y yo vivía con una familia numerosa, no había
suficiente comida, y siempre tenía hambre. Cuando iba al bosque a cortar leña, los
residentes de la zona me perseguían con machetes, me acusaban de robarles. Sólo
intentaba sobrevivir. Gracias a Dios, lo hice.”

A pesar de licenciarse en contabilidad y encontrar un buen empleo de profesor auxiliar en


una escuela local, Emmanuel tuvo que huir de nuevo en 2001 cuando los rebeldes de
Taylor lanzaron incursiones en Tabou, cruzando la frontera. En la actualidad, vive con su
esposa en Abiyán (la capital de Costa de Marfil) y es el jefe de la comunidad de refugiados
de Liberia.

Una vez leídas ambas historias, párate un momento a reflexionar y a identificar, para cada
una de ellas:

el nombre de la persona;

su país de origen y el número de países que tuvieron que atravesar para estar seguras;

los motivos para abandonar sus hogares;

¿a quién dejaron atrás?;

¿con quién viajaron?;

¿qué tipo de transporte emplearon?;

¿cuáles fueron los principales desafíos a los que se enfrentaron y cómo lograron
hacerlo?;

¿con quién viven ahora?;

¿cómo es su vida ahora?, ¿a qué se dedican?

Fuentes: Este ejercicio ha sido adaptado de material didáctico de la Escuela de Estudios


profesionales de la Universidad de Brown y de historias del ACNUR.

Dos historias reales


Paso 1. Comparte tu respuesta en el foro de debate infra.

¿Por qué crees que Sarjida y Emmanuel reúnen los requisitos para obtener la condición
de refugiado? ¿Cómo han mejorado sus vidas al llegar a un lugar seguro?

Paso 2. Comenta las entradas de otros participantes; da prioridad a las que todavía no
han recibido ningún comentario.

Revisa tu entrada y lee lo que otras personas han dicho sobre tu respuesta.

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Tema: 04 La huida. Módulo 2 / 03 Mapeo del viaje de una persona
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