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Siguiendo a Yzunza 2010: 51-52): “Al finalizar la década de los 80, se publicó un
trabajo (Martínez, Padilla, Santa cruz y Macías, 1989) que pretendía ofrecer una
metodología integral consistente, (…) ya en este trabajo es claro que no se busca
un camino único y determinado para el diseño curricular de todo tipo de estudios
en cualquier institución educativa, sino que, a partir de las principales opciones
existentes para estructurar un plan de estudios, se pretende que cada institución
opte por las que sean más apropiadas y factibles de realizar, según sus
características, su fundamento filosófico-social y sus lineamientos de desarrollo.
En esta propuesta es importante considerar cuatro factores irreductibles entre sí:
las necesidades sociales, el mercado laboral, la demanda estudiantil y el costo de
las carreras. El análisis de la necesidad social comprende no sólo el
diagnóstico de una situación actual, sino también el juicio de valor derivado
de la comparación entre la situación real y un punto de referencia normativo
que marca lo deseable. Esta definición debe ser resultado de la reflexión
colectiva de un grupo calificado de personas con amplio conocimiento de la
problemática regional y una profunda identificación con la filosofía institucional”.
En consonancia con Yzunza (53: 2010) “A. Díaz Barriga utiliza indistintamente los
términos perfil del egresado y perfil profesional y señala que éste refleja las
intencionalidades o estados meta terminales de un proyecto curricular. Considera
que un perfil surge aparejado al estudio del contexto laboral y de las prácticas
sociales de la profesión, y que en su establecimiento es importante:
Siguiendo a Yzunza (54-55: 2010) “El perfil de egreso constituye la base para
justificar las decisiones respecto a la estructura y los contenidos del plan de
estudios en tanto que expresa de manera sintética y con un mayor nivel de
precisión las directrices principales de la propuesta educativa; es decir, el
perfil tiene la función de orientar el trabajo subsecuente de diseño curricular y se
elabora a partir de dos dimensiones. Formativa y profesional. La dimensión
formativa se refiere a los contenidos académicos: conocimientos, destrezas,
habilidades, actitudes y valores requeridos para satisfacer las necesidades
sociales, profesionales y culturales, mientras que la profesional alude al ejercicio o
práctica profesional y está constituida por funciones, tareas, acciones y
actividades que será capaz de realizar el egresado en determinadas condiciones
de trabajo y campos de desarrollo profesional”.
Por lo anterior se pone de relieve que la bibliografía más actualizada señala que
formular el perfil de egreso se relaciona con abordar de forma o manera
integrada… en tanto que expresa de manera sintética
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Se apropia de un marco teórico-metodológico en el plano cuantitativo y cualitativo
estrechamente vinculado con la práctica de la investigación en el campo de las
competencias educativas
Habilidades:
Domina las competencias de autonomía necesarias para el trabajo y la
investigación de los problemas inherentes a su campo de investigación
Domina de la teoría pedagógica actual relacionada con el campo de las
competencias en el nivel educativo en que se desempeña.
Articula con propiedad los elementos nucleares en la construcción del objeto de
estudio cristalizado en la formulación de la pregunta de la investigación, objetivos e
hipótesis o supuestos previos o hipotéticos
Despliega habilidades para analizar la problemática educativa vinculada con los
modelos y enfoques basados en competencias, desde marcos conceptuales y
metodológicos que aseguren el acercamiento científico a los problemas.
Valores y actitudes
Se forma como investigador con un sentido ético, adaptación al entorno y
confianza en el avance real de las investigaciones desde un “habitus” del
quehacer científico
Se forma con orientación al trabajo en equipo, respeto, responsabilidad,
honestidad, autocontrol, curiosidad, creatividad
Se forma para la incertidumbre, el diálogo, la tolerancia y la colaboración
Matiza su formación como investigador educativo con las competencias de
adaptarse rápidamente al cambio, avanzar con seguridad frente a la adversidad,
automotivación y la capacidad de recuperación frente al fracaso en su experiencia
de formación en el proceso natural de vivir/sufrir y gozar la investigación
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3.- Sobre la tutoría de tesis doctoral personalizada como estrategia para la
formación de investigadores educativos
Impartir clases en un doctorado es situarse en la investigación aplicada la cual
reproduce los conocimientos generados por otros, pero en sí, no genera
conocimiento, de tal forma que las clases son acordes a los procesos de maestría
las cuales tienen la finalidad de mejorar la práctica educativa, pero no del
doctorado, cuyo objetivo de acuerdo a la norma es muy claro: La generación de
nuevo conocimiento
Hace notar, además que las estrategias de formación para la investigación no son
meramente una elección de tipo didáctico o curricular; si bien hacen referencia a
las formas de hacer en los procesos de formación, tienen tras de sí toda una visión
filosófica, sociológica, epistemológica, metodológica y de la naturaleza de la
práctica misma de la investigación. De alguna manera son estas estrategias las
que van conformando la identidad de un posgrado y las que permiten apoyar –en
mayor o menor grado, con mayor o menor calidad- los procesos de formación para
la investigación.
Manero Brito (1995) señala que los procesos de aprendizaje por investigación se
construyen en espacios privilegiados para la formación; se trata de lugares
colectivos de reflexión, llamados seminarios de investigación, que se estructuran
como ejes fundamentales de los procesos de investigación; en ellos se lleva a
cabo un análisis crudo y sin miramientos de realidades, procedimientos,
estrategias de conocimiento, de control técnico, etc. Así, las asesorías y los
seminarios abren espacios de formación e información que repercuten en el
aprendizaje.
Rojas Soriano (1992) hace referencia a los cursos taller sobre investigación
sociológica y metodología de la investigación, que ha conducido durante varios
años con la intención de formar investigadores educativos.
Sobre todo hace hincapié en que el trabajo en taller facilita la realización de la
práctica investigativa al crear espacios para el análisis, La discusión y la reflexión,
que impulsan el quehacer colectivo e individual.
En este sentido, Fresán Orozco (2001) sostiene que los seminarios y talleres de
investigación son espacios apropiados para el debate de las teorías, las ideas, y
metodologías propias del quehacer heurístico, esto es porque las teorías y las
ideas no se aprenden; se asimilan, se construyen y reconstruyen a través de la
discusión académica. Por ello, son actividades esenciales para la formación de los
estudiantes en los estudios de posgrado y se requieren en un plan de estudios
adecuado para la formación de hombres autónomos.
Sánchez Puentes (2000) considera la relación de tutoría como el eje rector del
proceso enseñanza aprendizaje, por lo tanto esta debe responder a un programa
cuidadosamente diseñado. Hace notar que en los planes de estudio de
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programas de posgrado que coincidan con esta visión, se hará evidente la
ausencia tanto de cursos de metodología científica como de seminarios
generales sobre epistemología o la estructura del proceso de producción del
conocimiento en un campo científico en particular. En estos casos, es el
proyecto de investigación que se va desarrollando al lado del tutor, el que
orienta el proceso de formación y es el tutor quien enseña el oficio del
investigador en el que entran en juego saberes teóricos y prácticos
significativos.
Bibliografía