Está en la página 1de 1

LAS VÍAS DE COMUNICACIÓN TERRESTRES.

Si los griegos no tuvieron especial interés en crear unas adecuadas vías terrestres de comunicación,
los romanos dedicaron por el contrario grandes esfuerzos para su desarrollo. Su carácter práctico se
ve en los intereses estratégicos y económicos que les empujaron a ello. Con el paso del tiempo y con
el ensanchamiento de su imperio los romanos crearán una extensísima red de carreteras que unirá
los distintos puntos de su amplia geografía.

Por dicha red viajaban los romanos por diversos motivos, desde las legiones que protegían las
fronteras del imperio, los comerciantes en busca de productos que vender en las diferentes
ciudades, especialmente en Roma, los primeros turistas, ansiosos de conocer nuevas y desconocidas
tierras, los funcionarios encargados de sostener la estructura estatal, etc.

La primera vía pavimentada fue la Vía Apia (Via Appia), construida en 312 a.C. por orden del censor
Apio Claudio, que unía Roma con Capua y, más tarde, con Bríndisi, y que llegó a los 495 km. A esta le
siguieron otras como la Vía Aurelia, construida en el 241 a.C., que conectaba Roma con la Galia
Cisalpina (220 km.) y que, desde Génova, se prolongaba hasta Hispania con el nombre de Vía
Domicia (Via Domitia), construida en el 121 a.C. Otras vías importantes eran la Salaria o la Emilia
(Aemilia). En Hispania hubo importantes calzadas, como la Vía Augusta, que llegaba hasta Cádiz, o la
Vía de la Plata, que cruzaba el oste de la península de norte a sur.

Todas las vías importantes partían de un mismo punto, en el foro de Roma, llamado Miliarium
Aureum, donde se indicaban las distancias de Roma con los confines del Imperio. Cada mil pasos
romanos (milia pasuum: 1472 m.) había unos monolitos cilíndricos llamados miliarios, que iban
indicando las distancias e, incluso, el nombre del constructor de la calzada.

Una característica esencial era la calidad y solidez de las vías principales, contruidas con grandes
bloques de piedra sobre cimiento y grava (strata), con una anchura aproximada de 4 metros, que
llegaba a los doce metros en las cercanías de Roma, de los que 1/3 estaba dedicado al acerado. Los
romanos pensaban que el camino más corto es la línea recta y esa idea la aplicaban al diseño de sus
vías que franqueaban los obstáculos del camino con magnificas obras de arte como los puentes.

Los romanos construían sus vías superponiendo distintas capas:

statumen (piedras gruesas unidas con mortero o tierra); rudus (cantos


rodados y cascotes); nucleus (mortero de hormigón y
ladrillos); summa crustus o pavimentum (pavimentación de piedras
cuadradas de superficie plana).

Los romanos incluso regulaban la carga útil de los vehículos que circulaban por estas vías: los
vehículos ligeros no podían pasar de los 100 kg., los de viajeros, entre los 200 y 300 kg., y los de carga
no debían sobrepasar los 500 kg. La velocidad estaba también regulada, así, por ejemplo, los carros
de transporte de mercancías no podían sobrepasar los 30 km. diarios y los transportes privados no
más de 60 km. por jornada. Excepcionalmente, los correos imperiales (cursus publicus) podían
sobrepasar los 150 km. diarios.

También podría gustarte