Está en la página 1de 113
' + See = C. MARX — F, ENGELS LA SOCIEDAD NORTEAMERICANA BUENOS AIRES Traduccién: JUANA BIGNOZZI Disefio grafico: SERGIO CAMPOREALE © by Editorial Abraxas, 1972, Asamblea 1130, Bs. As., Argentina. Hecho el depésito que marca la Jey 11.723, Impreso en la Argentina. Impreso en Ja Compaiiia Impresora CADASA S.R.L., Andonaegui 1326 Buenos Aires, en mayo de 1973. PROLOGO por Rocer Dancevinie El cuerpo y el alma de una sociedad moderna En El Capital, en el capitulo sobre la colonizacién, Marx se divierte con las desventuras de un industrial inglés que al trans- ferir de Inglaterra a Nueva Holanda todo el equipo de su empresa, incluidos los obreros y sus familias, “se quedé sin sirviente para hacerle la cama o sacarle agua del rio”, porque sus empleados lo habian abandonado para establecerse en el pais como colonos libres. América vivid esta anécdota, casi tanto como los obreros con sus familias que huyeron de Inglaterra, de Irlanda y del continente europeo después de haber abandonado mdquinas y relaciones so- ciales no sabian que, fatalmente, recrearian las mismas relactones sociales que en Inglaterra, si desarrollaban la maravillosa industria y su esclavitud capitolista. La dulce tierra americana no podia man- tenerse como un puerto de paz y felicidad, debia reproducir toda la historia de su madre patria briténica Y para empezar, Io que Marx lama los horrores de la acumulacién primitiva, ¢No nece- sitaba, también ella, un alma capitalistaP Es asi como los primeros colonos, ellos mismos victimas de la violencia en Europa, debieron ejercerla a su vez, en el encuentro con los habitantes originales de América, los indios. Debieron echar« los o encerrarlos en reservas cerradas para ocupar el suelo y anu- dar relaciones sociales y productivas estables. Todavia hoy, este hecho es frecuente en América. Que el capitalismo haya sido im- portado directamente, “en toda su pureza” hace pensar que en los 7 Estados Unidos el capitalismo pudo instaurarse sin revolucién previa, De hecho, el comienzo de tada una serie de trastocamientos revolucionarios fue la eliminacién de la sociedad oficial de los indios primitivos: manera cxpeditiva, a la americana, de destruir el antiguo régimen. Por lo tanto Inglaterra no exporté directamente a los Estados Unidos sus formas de produccién mds desurrolladas, sobre todo en el. dominio industrial: América fue, en principio, una colonia inglesa. La base a partir de la cual se desarrollaron, no sin cho- ques, la nacidn y el capitalismo americanos, es la pequefia pro- duccién mercantil esencialmente agricola y artesanal, que tiene su paralelo en la produccién de las comunas libres de la Edad Media europea, en el siglo xu por ejemplo. En 1790 el noventa y cinco por ciento de la poblacién de los Estados Unidos era agricola. Por lo tanto, América debid sacudir la tutela colonial de Inglaterra (guerras de 1775-1783 y de 1812- 1814) (Cf. Notas al final del volumen: 98, 99, 100, 101 y 133) para que las trece colonias —pequetia fraceién del futuro territorio co- lonial— pudieran declararse independientes y empezar, a partir de la pequenia produccién mercantil, una evolucién econémica y, social relativamente auténoma. Era el comienzo de la revolucién nacional burguesa, que permitid la instauracién del modo de produccién capitalista, en la escala de una sociedad determinada. A diferencia del tipo de revolucién cldsica (como por ejemplo la revolucién francesa de 1789, concretada en algunos aifios), la vevolucién americana se produciréd por grandes crisis sucesivas, a medida que maduren las fuerzas econémicas americanas: el camino que va de la pequeiia produccién mercantil, donde el trabajador es propietario de los productos de su trabajo a la produccién ple- namente capitalista, donde el trabajador es un asalariado y ha dejado de ser el propietario de los frutos de su trabajo, es large. El alma de los Estados Unidos No se pueden reunir todas las revoluciones burguesas en un solo modelo. En efecto, si bien tienen un contenido de clase co- min, no por eso dejan de diferenciarse finalmente por sus carac- teristicas nacionales. Estas resultan de las relaciones que anudan entre si los productores cuando chocan con el medio climdtico y geogréfico y con el modo de produccién que ya existe: feudalismo 8 en Europa, modo de produccién asidtico y colonialismo blanco cn Tos continentes de color, y en lo que concierne mds en particular a los Estados Unidos, modo de produccién del comunismo primi- tivo hindi e imperialismo inglés. Marx dice expresamente que esas condiciones previas constitu- yen una parte integrante de la sociedad burguesa: “Las suposicio- nes previas que aparecen en el comienzo como condiciones del devenir del capital —y que por lo tanto no podian desprenderse de la accién del capital en tanto tal— aparecen ahora como resul- tado de su propia realizacién,.. Ya no son las condiciones de su génesis sino el resultado de su existencia presente.” El momento de la revolucién, por lo tanto, es determinante. porque marca un giro y constituye el acto de nacimiento oficial de una nacién nueva: la medida del éxito obtenido por las armas contra las fuerzas precapitalistas y sus aliados exteriores —siendo la violencia, en este caso, segtin la expresién de Engels, un agente econémico— determinaré la conformacién y las capacidades de evolucién de la nacidn, no solo en el espacio con sus fronteras geograficas, interiores o exteriores (Estado central o federado) sino también en sus instituciones administrativas, politicas, juridi- cas, su sistema monetario, fiscal, etc. Este coniunto determinard por una parte, la estructura interior de la dominacidn del modo de produccién burguesa y, por otra parte, el rango que ocupard esta nacién en el coniunto de los otros Estados, en una relacién de fuerzas determinada frente a ellos. Por eso las revoluciones son la gran partera de las sociedades modernas, el modelo de la sociedad nueva, también nor desarro- lar, imponiéndose en la crisis revolucionaria, cuando los hombre! bajo el efecto de los trastocamientos que ua se han producido en el seno de la hase econdémica, se ven obligados a instituciona- lizar las relaciones, de ahora en adelante preponderantes. en la economia. Segtin el mayor 0 menor éxito logrado por las fuerzas revolucionarias, las instituciones, 0 cuadro nacional en el sentido mds amplio, serian mds 0 menos propicias pava el desarrollo de las fuerzas productivas en el porvenir. Por lo tanto, en el curso de la crisis breve y aguda de las revoluciones, es donde se formdn las superestructuras, donde se decide el futuro de wna nacidn. Tal es la dialéctica entre base y superestructura, siendo la primera deci- 9 siva para la segunda, y la segunda actuante a su vez sobre la primera, Aunque se gusta asimilar revolucién con desorden, anarquia y confusiones improductivas, son “factores econdmicos” de progreso y marcan toda la vida ulterior de cada nacidn. Las estructuras y reflejos puestos entonces en su lugar dominan todo el futuro: cada pertodo de fiebre y de crisis evocaré un episodio de la revolucién pasada, y sobre todo una limitacién o un fracaso sufrido por esta. El ejemplo patético en los Estados Unidos es el actual “problema negro” que fue el centro de la guerra civil americana —antiescla- vista— de 1861-1865. Como dice Marx, la esclavitud fue el pecado original de los Estados Unidos. Con esa forma de produccién el capital inglés introdujo los gérmenes de la gran industria en los Estados Unidos con la complicidad de los americanos del Sur (y a menudo del Norte): gel algodén no era acaso el eje de la gran industria bur- guesa en sus comienzos? Marx explica que la esclavitud puede subsistir en el seno del sistema de produccién burgués porque solo es un punto aislado y transitorio del desarrollo ulterior del asalariado, del capital y de la gran industria: por lo tanto, debe ser eliminada en un momento dado: “La esclavitud de los negros —esclavitud puramente industrial— es admitida por la sociedad burguesa, aunque en el curso de su desarrollo se le haga insopor- table y desaparezca.” Sin embargo, la guerra civil americana de 1861-1865, terminard con un compromiso que marcard todas las instituciones futuras. Marx y Engels sefialan que la fuerza principal de este compro- miso, que deja en pie, en gran parte, la diferencia entre el Sur y el Norte y forma el Estado y la administracién consecuentemen- te, ha sido Nueva York, centro del mercado financiero, que deten- ta las hipotecas de las plantaciones del Sur, negocia el algodén con Inglaterra y participa en el comercio de los esclavos de Africa. Nueva York es ademds el centro del Partido demécrata, aue ase- gura la relacién entre el Sur y el Norte; en oposicién al Partido republicano de Lincoln, Entre otras cosas, ese compromiso se refiere a la abolicién de la esclavitud y deja subsistir para el futuro, el problema de los negros, que no son asimilados pura y simplemente a los otros 10 ciudadanos americanos. Ya en el curso de la Buerra civil, provo- ° la sin embargo por el problema esclavista y que gird por entero su alrededor, los nordistas antiesclavistas reprimieron por la fuerza a los simpatizantes de los esclavos Y no organizaron siste- miticamente companiia: i Pan panias de negros, como lo préeconizeron Marx y En el curso de estos tiltimos afios, en el mor i nes negros en las ciudades norteamericanas, Fronts fone com. probaba que los blancos habian aceptado a los negros sin que ubiera habido verdadero combate de los esclavos para la aboli- cién de su status. Los negros, al no abolir por si mismos su escla- vitud, no se liberaron verdaderamente, y los duefios blancos, por el contrario, los atraparon en una emancipacién formal. Liberation por sus duefios, no habian luchado ¥y arrancado su emancipacién ellos mismos. En lugar de actuar, los negros sufrieron la ‘acciGn: a cambio vino del exterior, En sus articulos Marx y Engels dgnun- tan con fuerza las numerosas astucias politicas utilizadas por las clases dominant i u x gue costabon a fes Para liberarse del problema. Siempre repitieron América de ayer y de hoy La guerra civil americana, tal como anali: Engels, presenta todavia un interés aoa aad Tiana ae evolucion general de la sociedad, y completa el estudio de las relaciones burguesas europeas. Lo més sefialable socialmente e: el hrastocamiento italiano del Renacimiento, fue el arte; en ‘Ale. ania, en el momento de la guerra civil de los campesinos de jB, fue el problema de la religién y de la filosofia; en Ingla- erra, la literatura econémica; en Francia, el elemento politico (partido, Estado democrético con sufragio universal, insteuccid obligatoria para todos y servicio militar general) el coniunto freon la superestructura que, completando la base econdémica, nos. da la totalidad de las estructuras de la sociedad burgucsa moderna En el curso de la guerra de la Independenci i Suerra de Secesién, América, revolticionaria ‘on eke Sheet fe ba contra el imperialisme briténico y sus aliados locales,’ En El Capital, Marx estudia a través del ejemplo de Inglaterra, el de rrollo econémico clésico del capitalismo, para extraer de él, las 1 ts i comprto- leyes de la evolucin de todos los otros paises ae ibn @ compte materse en la industrialiaacién capil sh ‘ et eal ala sobre ina el. primer libro de ‘apital co itulo sone Mer paieacton y se podria decir que su historia de la guerre a nel plano politico y militar, o eos na te etion del oma. Bato nos permite afirmar oceatvan en la guerra de Secesiin a la vez la fase lucie” enc ie nprmacién de la nacin americana (en el episodio nr My oe pe riaoista) y la fase imperialista de su porvenit accién de Inglaterra) . oa hecho, la caracteristica de la revolucion america onto De hecho, ad sentido més dialéetico det término. Tf run enlist es wh TaSgo fundamenial en al capital, que ear een ae roduccisn “excedentaria, creacion de plus ia, y por to bia itresistible de propagacion de sum o Pe. lo tanto fucrza rivmital siente todo limite como una wand tit TT aan desarvolla pues, irresistiblemente, mas alld de as ae rable. Se disci tas de los prejuicios. Derrumba @ su Paw toe eee 80 a italista, y él mismo estd en reoolucion co stan te vO que sompe todas lus tyabes para el desarrollo de as iyersas : i nto de las neces a L Fee a Pee para ta explotacion y eb cambio de fodes dad Oe Praturales y espirituales. Para Marx, en bos Estador 1a sds ee te nde aparece mds claramente esta propies ‘ inte eal ot ital: la fuerza imperialista de propagacién de ay odo sa a waa, luego la del capital americano que pronto a 00 ri ey territorio del Atldntico al Pacific, are sumer seg lespués de z " seen todo eh muito, een en el mercado mundial pee Fr ence meal le 5 i ‘uturo cain- La guerra civil americana de 1861-1865 anuncit al fat en bio del imperialismo britdnice por el fen eA y en hacerse inense: Tb “amaraa de ta prensa londinense: | © qu vioren oe we ear enorme on la escena mundial.” Aun el imperial smo inglés ve oli ivi i no es Sil lit guerre i americana h ‘ es sid ar Gaados Unidos de Washington: de la revolucién nacional de los dos Unidos de ia, ont unifica la nacién americana, rompe st nomento en que lt Estados idos se extienden efectivamente mome' en que los Ui di 12 desde el Atlantico al Pacifico y en que se separan definitivamente de la madre patria inglesa. Ademds, recién en los aos J860, ef capital americano conoce un desarrollo suficiente como para sepa- rarse a la vez de la industria inglesa y dominar la sociedad interna de los Estados Unidos: en la misma época, la vevolucién nacional estaba a la orden del dia en los paises de Europa central y meri: dional (Alemania, Polonia, Hungria, Italia, Espana, etc.). En una palabra, la pequefia produccién mercantil que dominaba en los Estados Unidos a fines del siglo XVHI no era suficiente come para asegurar el triunfo de la revolucidn americana, ya que se necesitaba un nuevo trastocamiento ccondmico para que se desarro~ lara en vasta escala la produccién capitalista, basada antes’ que nada en el trabajo asalariado, y no ya en ef trabajo del productor- propietario para el mercado. Pero por las insuficiencias de la primera guerra de la indepen- dencia americana y el inmenso espacio todavia virgen, el imperia- lismo inglés también hizo grandes progresos en América durante el pertodo de 1790 a 1860, sobre todo bajo el efecto del extraordi- nario impulso de la industria textil (algodonera) desde 1820 y las leyes cerealistas inglesas de 1846 que hicieron de América del Norte la gran proveedora de materias primas y alimentos de Gran Bretafia. En El Capital, Marx da cierto mimero de datos. sobre este tema: “EI desarrollo econémico de los Estadas' Unidos es, también él, un producto de la gran industria europea, y was par* ticularmente de Ja industria inglesa. En su forma actual, todavia sé los debe considerar una colonia de Europa,” Y Engels agrega, en la cuarta edicién: “Desde 1890, los Estados .Unidos se- han convertido en el segundo pais industrial del mundo, sin haber per- dido, totalmente, sin embargo, st cardcter colonial.” Por lo tanto, el impulso de la industria briténica determinaré el aumento de la agricultura americana esclavista, proveedora de alimentos y de materia prima para ¢l capitalismo inglés: Ta lucha antiesclavista se convierte, de esta manera, cn el pivote de la guerra civil americana. Destruir la esclavitud, es chogar [a influens cia del imperialismo inglés, es la ocasién histérica para el capital americano de dominar toda la saciedad americana. Es verdad, no se puede decir que las plantaciones de ultramar explotadas por medio de esclavos sean una forma capitalista pura de la agricul- 13 tura, ya que esto implica el asalariado. Sin embargo, es una prime- ra forma capitalista al servicio de la gran industria de las metré- polis: trabaja para el mercado mundial. En un segundo tiempo, cuando la revolucién nacional de ultramar, las plantaciones escla- vistas debieron ser eliminadas para reemplazarlas por una mano de obra asalariada, Estas revoluciones nacionales son pues, necesa- riamente antiimperialistas. La guerra civil americana de 1861-1865 tiene numerosos prota- gonistas: el Norte industrial donde el trabajo es libre, el Sur escla- vista, que se apoya en Inglaterra, y en menor grado, en Francia y Espaia (listas para intervenir, en provecho de los esclavistas), imientras la clase obrera inglesa tomard partido contra ste propio gobierno, en favor del norte. Es importante sefialar que Marx y Engels aconsejaron a los americanos cortar el Sur en dos y apoderarse de Georgia, basdn- dose en el andlisis no solo geogrdfico de la Confederacién del Sur sino también combinando esos datos con el estudio econd- mico y social de los Estados esclavistas. Esta estratégica era la mds racional y termind por imponerse a los estrategas america- nos, que concentraron sus fuerzas durante bastante tiempo sobre el Potomac. Como vemos, los estudios de Marx y Engels no eran del todo académicos; ademds la accién en favor det Norte, se unta a la de todos sus amigos politicos que al emigrar a los Estados Unidos, lucharon con las armas en la mano contra la esclavitud. (Cf. nota 58). Podemos sefialar finalmente, que la historia de la guerra civil americana es una de las raras revoluciones gue Marx y Engels analizaron sistemdticamente, considerando: a) las causas econdmi- cas y sociales del conflicto; b) las operaciones militares que se desprendian no sélo de la relacién de las fuerzas enfrentadas sino de la respectiva fuerza politica; c) sus efectos internacionales, en principio sobre las burguesias europeas, sobre todo britdnica, luego sobre el proletariado inglés; d) sus repercusiones en las institucio- nes econémicas y sociales. I ECONOMIA DE LAS FUERZAS ENFRENTADAS “Acabo de leer en el New York Tribune que se ha producido un levantamiento de esclavos en Mi- suri. Naturalmente, fue aplastado, pero la sefat estd dada. A medida que las cosas se pongan se- rias, gqué le pasard a Manchester?” Maxx a Encezs, 11/1/1860. Cantos Marx New York Daily Tribune, 11/10/1861 Londres, 18 de setiembre de 1861. Cualesquiera hayan sido sus valores intrinsecos, la carta de Ja sefiora Beecher-Stowe a lord Shaftesbury* tuvo el gran mérito de obligar a los érganos antinordistas de la prensa londinense a exponer al gran publico las pretendidas razones de su hostilidad al Norte y de sus simpatias mal disimuladas por el Sur. jSefialemos al pasar que ésta es una actitud extrafia entre gente que finge e} mayor horror por la esclavitud! La actual guerra americana atormenta mucha a esta prensa ya que “no es un conflicto por la abolicién de la esclavitud”, de lo que se deduce que no se puede pedir al ciudadano britanico, alma noble, ducho en sus propias guerras y en no interesarse en las de los otros pueblos sino desde el Angulo de los “grandes principios humanitarios”, que experimente la menor simpatfa por sus primos del Norte. Por eso el Economist afirma: “En principio, es tan imprudente como falso pretender que el conflicto entre el Norte y el Sur sea una querella por la libertad de los negros por un lado, y por la esclavitud de los negros por el otro.” La Saturday Review declara que el Norte “no proclama la abolicién, y nunca pretendié luchar contra la esclavitud. El Norte jams inscribié en sus banderas el simbolo sagrado de la justicia hacia los negros. Su grito de guerra no es la abolicién incondicional de la esclavitud.” Finalmente, el £xaminer escribe: “Si hemos sido engafiados sobre la significa- cién real de este sublime movimiento, gquién es el responsable sino los mismos federalistas?” . 7 Debemos reconocer que en el primer caso el punto de partida es justo. La guerra no empezé para abolir la esclavitud y el mismo gobierno de los Estados Unidos se tomé el trabajo de alejar toda idea de este tipo. Pero entonces habria que recordar que no fue el Norte sino el Sur el que empezé esta guerra, el primero no hizo m4s que defenderse. En efecto, el Norte, después de largas dudas y después de dar prueba de una paciencia sin igual en los anales de la historia europea, terminé por sacar la espada, no para romper la esclavitud, sino para preservar la Union. El) Sur, por el contrario, empezé Ja guerra proclamando bien alto que la “ins- titucién particular” era el unico y principal fin de la rebelion, pero al mismo tiempo confesé que luchaba por la libertad de reducir a otros hombres a la esclavitud. Libertad que, a pesar de las denegaciones del Norte, pretende amenazada por la victoria del Partido republicano? y por la eleccién de’ Lincoln para la pre- sidencia. El Congreso de los confederados se enorgullece de que la nueva Constitucién —a diferencia de la de Washington, Jcffer- son y Adams— reconoce por primera vez la esclavitud como algo bueno en si y para si, una defensa de la civilizacion y una insti- tucién divina. Cuando el Norte declara que combate simplemente para preservar la Unién, el Sur glorifica estar en rebelién para ha- cer triunfar la esclavitud. Aunque la Inglaterra antiesclavista e idealista no se hubiera sentido atraida por la declaracién del Norte, geémo es que no experiment6 la mas viva repulsién por la cinica, confesién del Sur? La Saturday Review se libera de este cruel dilema, negdndose pura y simplemente a creer cn las declaraciones- de los Estados sudistas, Mira mas lejos y descubre “que la esclavitud no tiene gran cosa que ver con Ja secesién”; en cuanto a las declaraciones en contrario de Jefferson, Davis y compafifa, solo son “férmulas casi tan desprovistas de sentido como las de rigor en las procla- mas “cuando se trata de altares violados y hogares deshonrados”. El arsenal de argumentos de los diarios antinordistas es extre- madamente reducido y nos damos cuenta que todos retoman mas © menos’ casi las mismas frases, como las formulas de una serie matematica que vuelven en intervalos regulares ‘con pocas varian- tes o combinaciones. El Economist exclama: “Todavia ayer, cuando el movimiento 18 de secesién empezaba a tomar una forma seria con el anuncio de la eleccién de Lincoln, el Norte ofrecié al Sur, si queria continaar en la Unidn, todas las seguridades posibles para que continuaran funcionando en Ja inviolabilidad todas sus odiables instituciones. gNo proeclamé solemnemente el Norte que renunciaria a inmiscuirse en sus asuntos, mientras los dirigentes nordistas proponian al Con- greso compromiso tras compromiso, basados todos en la conce- sién de no mezclarse en el problema de la esclavitud? “gComo, dicc el Examiner, que el Norte esta dispuesto a con- cretar un compromiso, haciendo las mds amplias concesiones al Sur en materia de esclavitud?... gCémo es que en el Congreso algunos han propuesto una zona geografica dentro de Ja cual la esclavitud seria reconocida como una institucién nece: ? Los Estados del Sur lo mismo no estaban satisfechos.” Lo que el Economist y el Examiner debieron preguntarse no es tanto por qué el compromiso Crittenden + y tantos otros fucron propuestos al Congreso, sino por qué no fueron votados. Fingen creer que cl Norte ha aceptado sus proposiciones de compromiso y que el Sur las ha rechazado, cuando en realidad fueron Ievadas al fracaso por el partido del Norte, que habia asegurado la eleccién de Lincoln. Estas proposiciones, al no con- vertirse nunca en resoluciones, de hecho quedaron en cl estado de deseo piadoso; el Sur nunca tuvo ocasién, y con justo mativo, de rechazarlas 0 aceptarlas. La nota siguiente del Examiner nos Neva al centro del problema. “La sefiora Stowe pretende que el partido esclavista decidié ter- minar con la Unién cuando comprob que ya no podia utilizarla para sus fines. Admite pucs, que el partido esclavista, hasta ese momento, habia utilizado a la Unién para sus fines. Pcro seria bueno que la sefiora Stowe muestre claramente cudindo el Norte cempezé a levantarse contra el esclavismo.” Podriamos creer que el Examiner y otros ordculos de la opinion publica en Inglaterra estuvieran bastante familiarizados con la historia mas reciente como para no recurrir a las informaciones de la sefiora Stowe en un punto de tanta importancia. La usur- pacién creciente de la Unidn por parte de las potencias esclavistas a consecuencia de su alianza con el Partido demécrata del Norte * es, por asi decirlo, la férmula general de Ja historia de los Estados 19 Unidos desde comienzos de este siglo. A sucesivas medidas de compromiso corresponde una apropiacién progresiva de la Unién transformada de esta suerte en esclava de los propictarios del Sur. Cada uno de csos compromisos marca una nueva pretcnsién del Sur y una nueva concesién del Norte. Al igual que cada una de las victorias sucesivas del Sur no se lograron sino tras una ardiente batalla previa contra cada una de las fuerzas adversarias del Norte, que se presentan bajo diver- sos nombres de partido, con miultiples directivas y con todo tipo de colores. Si el resultado efectivo y final de cada uno de csos combates singulares favorecié al Sur, wn observador atento de la historia no puede dejar de notar que cada nuevo avance de la potencia esclavista era un paso mas hacia su derrota final. Aun en la época del compromiso del Misuri®, las fuerzas en lucha se contrabalanceaban tan estrechamente que Jefferson temié —como surge de sus memorias— que la Unidn se viera ante la amenaza de un estallido como consecuencia de este fatal antagonismo. Las pretensioncs de las potencias esclavistas seguian en aumento, cuando el Kansas-Nebraska bill’ destruyé, por primera vez en la historia de los Estados Unidos —como el mismo Douglas lo reco- noce— toda barrera legal para la extensién de la esclavitud en Jos territorivs de los Estados Unidos. Cuando un candidato del Norte* compré su nominacién presidencial prometiendo que’ la Unién someteria o compraria Cuba para crear alli un nuevo campo de dominacién de los esclavistas; cuando Inego la decisién de Dred Scott® proclama que la extensién de la esclavitud por el poder federal era la ley de la Constitucién americana y final- mente, cuando se abre de facto el comercio de los esclavos africanos en una escala mas vasta que en la época de su existencia legal. Pero, al mismo tiempo que ésas culpables debilidades del Par- tidos demécrata del Norte frente a las peores usurpaciones de] Sur, comprobamos con signos inncgables, que ¢l combate de las fuerzas apuestas cra tan intenso que muy pronto iba a trastocarse la relacién de fuerza, La guerra de Kansas", la formacién del Partido republicano y los numerosos votos en favor de Frémont en la eleccién presidencial de 18562, eran otras tantas prucbas tangibles que cl Norte habia acumulado bastante energia como para corregir las aberraciones que Ja bistoria de los Estados Uni- 20 dos ya conocia desde hacia medio siglo por culpa de los escia- vistas, y para Ilevarlos a los verdaderos principios de su desarrollo. Ademas de estos fenémenos politicos hay un hecho manifiesto, de orden estadistico y econdmico, que muestra que la usurpacién de la Unidu federal en provecho de los esclavistas, habia Megado a un punto en el que éstos debian retroceder por su voluntad o la fuerza. Este hecho es el desarrollo del Noroeste, los inmensos esfuerzos realizados por su poblacién, de 1850 a 1860", y la in- fluencia nueva y revitalizante que esto signified para los Estados Unidos. Todo esto representa un capitulo secreto de la historia? Se necesitaba la confesién de la sefiora Beecher-Stowe para que el Examiner y otras lumbreras politieas de la prensa londinense des- cubricran la verdad oculta, es decir, que hasta ahora “el partido esclavista habfa usado la Unidn para sus fines”? ;Es culpa de los nortcamericanos si los peviodistas ingleses han sido sorprendidos por cl choque violento de fuerzas antagénicas, cuya lucha era la fuerza motriz de Ia historia desde hacia medio siglo? gEs culpa de los americanos si Ja prensa inglesa considera como un capricho elucubrado en un dia lo que es el resultado madurado después de largos afios de lucha? El simple hecho de que la formacién y desarrollo del Partido republicano en América apenas haya sido notade por la prensa Jondinense pone en evidencia que sus reta- hilas contra la esclavitud son solo aire. Tomemos por ejemplo las dos antinodas de Ja prensa londinense, Times de Londres y cl Reynold's Weekly Newspaper, cl mayor Grgano de las clases respetables. y cl dnica organo de la clase obrera que subsiste actualmente. Justo antes que Buchanan termi- nara su carrera, cl primero publicéd una apologia detallada de su administracién y una polémica difamatoria contra cl movimiento republicano, Por su parte ch Reynold’s durante la estada en Lon- dres de Buchanan hizo de él su blanco favorito y desde entonces en ninguna ocasién dejé de poncrlo en el banquillo y de denunciar en él a un adversario. (1) . eCémo explicar la victoria del Partido republicano en cl Norte, con un programa que se basa en la oposicién abierta a las usur- paciones del sistema csclavista y a Ja utilizacién abusiva de la Unién por parte de. los sostenedores del esclavismo? gAdemas 21 cémo es que la mayoria del Partido demécrata de} Norte se libera de los lazos tradicionales con los jefes del esclavismo, pasa sobre las tradiciones envejecidas en medio siglo y sacrifica grandes in- tereses comerciales y prejuicios politicos mas grandes todavia para correr en ayuda de Ja actual administracién republicana y ofrecerfe hombres y dinero con generosidad? En lugar de contestar a estas preguntas, el Economist exclama: “Podemos olvidar que los abolicionistas son ferozmente perse- guidos y maltratados tanto en el Norte y en el Oeste como en ell Sur? gPodemos negar que cl empecinamiento y la indiferencia para no decir Ja mala fe— del gobierno de Washington han sido, durante afios, el principal obsticulo para nuestros esfuerzos por suprimir efectivamente cl comercio de los esclavos en la costa africana; que una parte considerable de los clipers que ahora hacen ese comercio son construidos con los capitales del Norte. v_ explotados por los mereaderes del Norte con tripulacién del Norte?” Esta es, en verdad. una obra maestra de légica. La Inglaterra antiesclavista no puede simpatizar con el Norte, que se oone a la influencia nefasia de los esclavistas. porque no puede olvidar que el Norte —micntras estaba sometido a la influencia esclavista y sus jinstituciones estaban manchadas por los prejuicios de los verdugos de csclavos— sostuvo cl comercio de los esclavas y desa~ credité a los abolicionistas. ;Inglaterra no ouede simnatizar con Ja administracién de Lincoln porque ésta desaprobé la adminis- tracién de Buchanan! jCon_ toda “légica” debe atacar al actual movimiento de renovacién del Norte y alentar a los que. cn et Norte, simpatizan con el comercio de los esclavos estigmatizado por la plataforma republicana,’* debe cogaetear nor la banda esclavista del Sur cue edificé un imperio separado, porane In- @laterra no pucde olvidar que el Norte de ayer no era el Norte de hoy! Si necesita justificar su actitud con tergiversaciones a Jo Old Bailev’* esto demuestra ante todo que la fraccién antinor- dista de la prensa inglesa est4 impulsada por motivos ocultos, es decir demasiado bajos y demasiado infames para scr expresados abiertamente. Una de las maniobras favoritas de la prensa inglesa es la de reprochar a Ja actual administracién republicana Ja actuacién de 22 precedentes que fueron proesclavistas y se esfuerza, en lo posible, por persuadir al pueblo inglés que el New York Herald es el tmi- co érgano que expone auténticamente la opinién del Norte. Des« pués que el Times de Londres abrié el camino en esta direcciéit el nicleo esclavista de otros érganos antinordistas, sean grandes 0 pequefios, siguid sus pasos. Es asi que el Economist pretende: “En lo més fuerte de la guerra civil no faltan dlarios ni politicos en Nueva York para exhortar a los combitientes, ahora que tie- nen grandes ejércitos en campafia, a no luchar unos contra otras, pero s{ contra Gran Bretafa. A terminar todas las disputas inter- nas —incluso el problema esclavista— para invadir sin previo aviso el territorio britanico, con fuerzas de una superioridad aplastante.” El Economist sabe perfectamente que los esfuerzos del New York Herald, vivamente alentados por el Times de Londres tien- den a arrastrar a los Estados Unidos a una guerra con Inglaterra, y tienen como tmico fin asegurar la victoria de la secesién y arruinar el movimiento del renacimiento del Norte. Sin embargo, la prensa antinordista de Inglaterra hace una concesién. Y la snob Saturday Review anuncia: “Lo disctttible en la eleccién de Lincoln y aque ha precipitado la crisis, es pire y simplemente la limitacién de la esclavitud a los Estados donde ya existia.” Y el Economist sefiala: “En efecto, es verdad que el objetivo del Partido republicano que eligié a Lincoln, es impedir que la esclavitud se extienda a los territorios no colonizados toda- via... Tal vez sca cierto que un éxito completa e incondicional del Norte le permitirfa limitar la esclavitud a les quince Estados en los que ya existe, lo que eventualmente podria conducir a su desaparicién,’ pero esto es mas verosimil que cierto.” En 1859 --en ocasién de la expedicién de John Brown a Har- per’s Ferry 7— el mismo Economist publicd una serie de articulos: detallados para probar que en razén de una ley econdmica, Sa esclavitud americana estaba destinada a extinguirse gradualmente cuando ya no cstuviera en condiciones de crecer. Esta ley econd- mica fue perfectamente comprendida por la banda esclavista: “$i de aqui a quince afios, no beneficiamos con un inmenso acre- centamiento de tierra para esclavos, dice Toombs, deberemos per- mitirles a los esclavos que huyan con los blancos, a menos que los blancos no huyan delante de fos esclavos.” 23 La limitacién de la esclavitud a su territorio proclamada por los tepublicanos, constituye Lea ae ie evidente | de Ja amenaza de secesién formulada por primera vez en la Cam: de tepresentantes el 19 de diciembre de 1859, Sin- pi) le pregunt6 entonces a Curtis (Jowa) “si el ur obtuviera una nueva que saliera lo mas pronto posible de la Unién. fi deberfan recordar que Jefferson Davis llevé nuestras fora names ahs 2 Méfico; sigue vivo y podria muy bien dirigir el cjéreito del Haciendo abstraceién de Ja ley econdmica, segin la cual la extension de la esclavitud es una condicién vital para su manteni- miento en el territorio legal, los lderes del Sur nunca se hicieron ilusiones sobre la necesidad absoluta de mantener su hegemonfa politica en los Fstados Unidos. Para justificar sus proposiciones al Senado el 19 de febrero de 1847, John Calhoun declaré sin ambages que “cl Senado era el tinico medio para asegurar el equilibria ‘del poder, dejando al Sur en el gobierno” y que la formacién de los Estados esclavistas nuevos se habia hecho nece- Saria "para conservar el equilibrio de las fuerzas en el Senado” = Ademis la oligarquia de Jos trescientos mil propietarios de escla, vos no podria mantener su poder sobre la plebe blanca sin el cebo de futuras conquistas y la prolongacién de sus territorios tanto en cl interior como en el exterior de los Estados Unidos. Si en ade lante —segiin el ordeuto de la prensa inglesa~ el Norte tomd la firme decisién de confinar la esclavitud a sus limites actuales Tiquidarla asi por via legal, esto no deberla bastar para asegurarle las simpatias de la Inglaterra “anticsclavista”? Parece que los puritanos ingleses no pueden contentarse sino con una exptesa guerra abolicionista. E] Economist afirma: “Co- mo no se trata verdaderamente de una guerra para la emancipa- cién de la raza negra, sobre qué base quieren que simpaticemos tan calurosamente con la causa de los federados” . Hubo un tiempo, dice el Examiner, en que nuestras simpa- tias estaban con el Norte, porque pensamos que se oponia seria- 24 mente a las usurpaciones de los Estados esclavistas y defendia la emancipacién como una medida de justicia para la raza negra.” Pero en los mismos nimeros en los que esos diarios cuentan que no pueden simpatizar con el Norte, porque su guerra no tiende a una Verdadera abolicién, leemos: “El medio radical de procla- mar la emancipacién de los negros, es llamar a los esclavos a una insurreccién general.” Ahora esto es algo “cuya sola idea es repug- nante y vergenzosa”, es por eso que “es preferible un compromiso a un éxito conquistado a tal precio y manchado por tal crimen”. Como vemos, el ardor inglés por una guerra abolicionista es puramente hipdécrita. Pero percibimos la mano del diablo en las frases siguientes: “Finalmente, dice el Economist, la tarifa Morrill merece nuestra gratitud y nuestra simpatia; gpero la certeza de que en caso de triunfo del Norte, la tarifa seria extendida a toda la repablica cs una razén para que ayudemos ruidosamente a su éxito?” “Los americanos del norte, dice el Examiner, sdlo toman en serio su tarifa aduanera que los protege cgoistamente... Los estados del Sur estén hartos de ser despojados de los frutos del trabajo de sus esclavos por las tarifas proteccionistas del Norte.” El Examiner y el Economist se complementan uno al otro. Este ultimo es lo bastante honesto para reconocer finalmente que para él y los suyos, la simpatia no esté determinada sino por una simple cuestién de tarifa aduanera, mientras que el primero redu- ce la guerra entre el Sur y cl Norte a un simple conflicto tarifa- rio, una guerra entre sistema proteccionista y librecambista. Tal vez el Examiner no sepa que hasta los que quisicron anular el acta de Carolina del Sur en 1832 —como el general Jackson lo testimonia— sélo usaron el proteccionismo como un pretexto*. De cualquier mancra hasta el Examiner deberfa saber que la actual rebelién no esperé la adopcién de la tarifa Morrill 2° para estallar. De hecho, los sudistas no pod{fan quejarse de que cran despojados del fruto del trabajo de sus esclayos por el sistema proteccionista del Norte. ya que cl sistema librecambista estuvo en vigor de 1846 a 1861. En su ultimo nimero, cl Spectator, caracteriza de una manera conmovedora el pensamiento secreto de cierto niimero de dérga- nos antinordistas: “gQué desean en verdad estos organos antinor- 25 distas para justificar la pretensién que tienen de apoyarse sdlo en Ja inexorable légica? Afirman que la secesién es irrisoria porque es la tinica mancra posible de hacer cesar este “conflicto fratricida que no tiene ninguna razén de ser”. Pero en seguida descubren otras razones adaptadas a las exigencias morales del pais, ahora que es clara la salida de los acontecimientos. Por supuesto, esas razones no se mencionan, hecha Ja reflexién que, como humilde apologia de Ja Providencia y “justificacién de las vias del Sefior hacia cl hombre” Ja necesidad ineluctable sc ha vuelto manifiesta a los ojos de todos. Descubrimos asi que seria una gran ventaja para los Estados ser separados en dos grupos rivales. Cada uno haria fracasar las ambiciones del otro y neutralizaria su fuerza, Si Inglaterra entrara en conflicto con alguno de ellos, la simple desconfianza de cada grupo adverso para ella serfa un gran soco- tro. Hay que sefialar que como consecuencia habria una situacién muy favorable, que nos liberaria del temor y alentaria la “compe- tencia” politica, esa gran salvaguardia de la honestidad y franqueza entre Estados. Tal es la situacién expresamente puesta en evidencia por la teoria de los que entre nosotros empiezan a simpatizar con el Sur. Traducido en buen inglés —y deploramos que un argumento in- glés sobre este tema, tenga necesidad de traduccién— esto signifi- ca que si lamentamos gue esta “guerra fratricida” haya tomado tal amplitud, es porque esperamos que en el futuro continuard susci tando temibles convulsiones, una serie de pequefias guerras créni- cas, pasiones y rivalidades entre los grupos de los Estados rivales. La verdad efectiva —y precisamente ese modo no inglés de sentir, esconde esta verdad, aunque esté velada por formulas decentes— es, sin embargo, muy neta: Jos grupos rivales de los Estados ame- ricanos no podran vivir juntos en paz y en armonia. La situacién de enemistad, debido a las mismas causas que han suscitado el conflicto actual, se haria cronica. Se ha afirmado que los diferen- tes grupos de Estados tenjan intereses aduaneros diferentes. No solo esos diferentes intereses tarifarios serfan el origen de las pe- quefias guerras pcrmanentes, ya que los Estados estarian separa- dos unos de otros, sino también la esclavitud —raiz de todo el conflicto— agravaria las innumerables enemistades, discordias y maniobras. En una palabra, ya no seria posible restablecer un equilibrio estable entre los Estados rivales. Y sin embargo, afir- 26 man que la perspectiva de un conflicto largo e ininterrampido seria la salida mas favorable al gran problema que actualmente se esta por decidir. En el fondo, Jo que se juzga mds favorable en el vasto conflicto actual, que podria restablecer una unidad politica nueva y mas poderosa, es Ja alternativa de un gran nimero de pequefios conflictos y de un continente dividido y debilitado que Inglaterra ya no tendria que temer, No negamos que los americanos hayan sembrado, ellos mismos, jos gérmenes de esta situacién Jamentable y delorosa con la actitud inamistosa y fanfarrona que a menudo adoptan con respecto a Inglaterra. De cualquier manera, no debemos confesar que nucs- tros propios sentimientos son viles y despreciables. Ya vemos que no existe ninguna esperanza de una paz profunda y durable para América en una solucién defectuosa, ya que significa involucién y separacién de la nacién americana en pueblos y paises hostiles; y sin embargo levantamos los brazos al cielo como si estuvidramos espantados de la actual guerra “fratricida”, cuando encicrra la perspectiva de una solucién estable. Deseamos a los americanos un porvenir hecho de innumerables e incesantes conflictos, que serian todos fratricidas, pero por cierto mucho mas desmoralizan- tes: se los deseamos Unicamente para que se liberen del aguijén de Ja competencia norteamericana. Cartos Marx LA GUERRA CIVIL NORTEAMERICANA Die Presse, 25/10/1861 Londres, 20 de octubre de 1861 Desde hace meses, los periddicos y hcbdomadarios que dan el tono al resto de la prensa londinense, retoman la misma letania sobre la guerra civil americana. Al insultar a los libres Estados del Norte se defienden ansiosamente de la sospecha de sirmpatizar con 27 Jos Estados esclavistas del Sur. De hecho escriben dos Spas de articulos: uno para atacar a] norte, otro. para excusar sus ataque: contra el Norte. Qui s‘excusse s‘accuse. 1 Sus argumentos son, en esencia, lenitivos: la guerre nee a Norte y el Sur es un simple conflicto tarifario. Por Jo ant 0 tiene nada que ver con los principios, ni con, el problema -— esclavitud; de hecho se trata de la sed de poder gue experima a el Norte, Ademas, si el derecho esta de lado de los nordis as, s en vano gue se intentara poner bajo cl yugo, por da vio! enc ec acha millones de anglosajones. En fin, dla scparacion con, 3 a no libera al Norte de todas las relaciones con la esclavi uu a oe os negros y no le aseguraria —dado sus veinte millones a abitan: tes y su inmenso territorio— un desarrollo superior c ae sospecha la amplitud? En consccuencia, cl Norte eberia son iar la secesién como un acontecimiento feliz, en lugar le ra liquidarla por medio de una guerra civil sangrieata - ine sea. Vamos a considerar punto por punto cl alegato de la pI inglesa. ; / El conflicto entre el Norte y el Sur —tal es la primera exeusa no es sino una simple guerra tarifaria, una guerra catre sistemas proteccionistas 0 librecambistas en el que Inglaterra esta, os en < mente del lado de la libertad comercial. 1 propictario ce cs te yos puede gozar libremente del fruto del trabsio de sus esc ave s. o debe ser frustrado parcialmente por Jos proteccionistas Norte? Este es el problema que se plantea en esta guerra. ; Le estaba reservado al Times el hacer este brillante desouby- mionto: el Economist, cl Examiner, la Saturday Review iy tut quanti se dedican a cxponer este tema en detalle. wate i pene sefialar que este descubrimiento no fue hecho en Cl ales on si en Londres. Naturalmente, cn América, cada uno sabe ane 3 sistema de libre cambio prevalecié de 1846 a sol. y que bo que esperar a 1861 para que el representante Morr hiciers ve lar por el Congreso, su sistema de proteccién tarifaria, espués tne estallé la rebelién. Por Jo tanto, no shubo secesién porque ° Con: greso haya yotado el sisterna tarifario de Morrill sino en e! mejor de los casos, ese sistema fue adoptado en el Congreso porq habia estallado la secesién. © En francés en el original. 28 Cuando Carolina del Sur tuvo su primera crisis de secesién en 1831, las leyes proteccionistas de 1828 le sirvieron, es yerdad, de pretexto, pero solo de pretexto, como se supo por la declaracién del general Jackson. Esta vez no se retomd este viejo pretexto. En el Congreso de la secesién de Montgomery se evité toda alu- sién a la cuestién tarifaria, porque los cultivos azucareros de Lousiana —uno de los estados mas influyentes del sur— dependen totalmente de la proteccién tarifaria. Ademas, la prensa londinense sostiene en su alegato que la guerra de los Estados Unidos tiende tnicamente al mantenimiento de la Unién por la fuerza. Los nordistas no se resuelyen a borrar quince estrellas de su bandera, Los yanquis quieren hacerse un lugar enorme cn Ja escena mundial. ;Es verdad, todo hubiera sido de otra manera si esta guerra se hiciera por la abolicién de la escla- vitud! Pero como jo declara categéricamente la Saturday Review, esta guerra no tiene nada que ver con el problema de la esclavitud. Antes que nada hay que recordar que la guerra no fue provoca. da por el Norte sino por el Sur. El Norte esté a la defensiva. Durante meses miré sin moverse, cémo los secesionistas se apode- taban de fuertes, arsenales militares, instalaciones portuarias, cons- trucciones de aduana, oficinas de pago, navios y depésitos de la Union, insultaban su bandera y hacian prisioneros a cuerpos de tropa enteros. Finalmente los secesionistas decidicron obligar al gobierno de la Unién a salir de su pasividad a través de un acto de guerra resonante, y ‘es por esta tinica razon que bombardearon Fort Sumter cerca de Charleston. El 11 de abril de 1861, el gene- ral Beauregard le dijo al mayor Anderson, después de un encuen- tro con el comandante de] Fort Suniter, que la plaza disponia sulo de tres dias de yviveres y por lo tanto debia rendirse pasado ese lapso. Para apresurar la rendicién, los secesionistas abrieron el bombardeo en las primeras horas del dia siguiente (12 de abril); éste debia provocar la caida de la plaza en algunas horas. Apenas Nlegé esta noticia, por telégrafo, a Montgomery, asiento del Con- greso de la seccsidn, ¢l ministro de guerra Walker declaré publi- camente en nombre de Ja nueva Confederacién: “Nadie puede decir dénde terminard la guerra empezada hoy **.” Al mismo tiem- po profetizé que “antes del 1° de mayo la bandera de la Confedc- racion del Sur flotard en la cipula del viejo Capitolio de Washing- 29 ton y en poco, sin duda, también en el Faneuil Hall de Boston”. Esto recién después de la proclama en la que Lincoln llamé a setenta y cinco mil hombres para proteger a la Unién. El bombar- deo de Fort Sumter corté la tinica via constitucional posible, a saber: Ja convocatoria de una asamblea general del pueblo ameri- cano, como lo habia propuesto Lincoln en su mensaje inaugural **, A Lincoln no le quedaba, pues, otra eléccién que la de huir de Washington, evacuar Maryland y Delaware, abandonar Misuri y Virginia, o responder a la guerra con la guerra. Ante el problema de saber cual es el principio de la guerra civil americana el mismo Sur le contesta con el grito de guerra Janzado en el momento de la ruptura de la paz. Stephens, el vice- presidente de la Confederacién del Sur, declara en el Congreso de la secesién que lo que distinguia esencialmente a la Constitucién recién tramada en Montgomery de la de Washington y Jefferson, era, que de ahora en adelante y por primera vez, la esclavitud cra reconocida como una institucién buena en si y como el funda- mento de todo el edificio del Estado. Mientras que los padres de Ja revolucién trabados en los prejuicios del siglo xvus, habian tratado la esclavitud como un mal importado de Inglaterra que debja ser eliminado progresivamente. Otro fanfarrén del Sur, Speeds, exclama: “Para nosotros se trata de fundar una gran repiblica esclavista (a great slave republic).” Como vemos, el Norte ha saca- do la espada simplemente para defender a la Unién. ,¥Y el Sur ya no declaré que e] mantenimiento de la esclavitud no ea compa- tible por mucho tiempo con la existencia de la Unién? Asi como cl bombardeo de Fort Sumter dio la sefial de apertura de las hostilidades, la victoria electoral del Partido republicano del Norte —la eleccién de Lincoln a la presidencia— dio la sefial de la secesién. Lincoln fue elegido el.6 de noviembre de 1860. Del 8 de noviembre de 1860 es el telegrama de Carolina del Sur: “La secesion es considerada aqui como un hccho realizado”. El 10 de noviembre la Asamblea legislativa de Georgia puso en marcha su plan de secesién, y el 15 de noviembre fue convocada una sesion especial de la Asamblea legislativa de Misisipi para debatir la secesién. A decir verdad, la victoria de Lincoln en si no era sino cl resultado de una escisién en el campo demdcrata. Durante la batalla electoral los demécratas del Norte habian concentrado sus 30 votos en Douglas, y los del Sur en Breckinridge y este desmenuza- miento de los votos deméeratas permitié la victoria del Partido republicano. gDe dénde proviene por una parte, la superioridad del Partido republicano en el Norte® y por la otra, la divisiin en el seno del Partido demécrata, cuyos’ micmbros, en cl Norte y en el Sur, operaban de acuerdo desde hacia mds de medio siglo? La presidencia de Buchanan representé el punto culminaute de Ja dominacién sobre la Unién que el Sur habia terminado por usurpar gracias a su alianza con Ios demécratas del Norte. E] ultimo Congreso continental de 1787 y el primer Congreso constitucional de 1789-1790 habjan desterrado {a esclavitud legal- mente de todos los territorios de la Republica al noroeste de Ohio. (Como va sabemos, los territories son los nombres dados a las co- lonias situadas dentro de los Estados Unidos, inientras no han alcanzado el nivel de poblacién constitucionalmente prescripto para Ja formacién de Estados auténomos.) EI llamado compromiso de Misuri (1820)* a consecuencia del cual Misuri entré en las filas de los Estados Unidos en tanto Estado esclavista, excluyé la esclavitud de todo el territorio mis alla de los 36° 30° de latitud norte y al oeste del Misuri. Este compromiso hizo avanzar la zona de la esclavitud varios grados de longitud, mientras por otra parte se asignaban limites geogra- ficos muy precisos a su propagacién futura. Esta barrera geogra- fica fue trustocada a su vez en 1854 por lo que se Hama el Kansas- Nebraska bill’, cuyo promotor fue Stephen A. Douglas, entonces lider de Ja democracia del Norte. El bill adoptado por las dos cdmaras del Congreso abolié el compromiso de Misuri, puso en pie de igualdad la esclavitud y la libertad, ordené al gobierno de la Unién tratarlos con la misma indiferencia, y dejé a la soberania popular cl cuidado de decidir si cra necesario 0 no introducir la esclavitud en un territorio, Asi, por primera vez en la historia de los Estados Unidos, se abolia toda limitacién geogrifica y legal para la extensién de la esclavitud en los territorios. Por esta nueva legislacién todo el territorio, hasta entonces libre, de Nuevo Méji- co y cinco veces mds grande que el Estado de Nueva York, fue transformado en un pais de esclavitud y la zona esclavista. fue prolongada, desde la frontcra de la Replica meiicana, hasta los 38° de latitud norte. En 1859 Nuevo Méjico fue dotado de un 31 cédigo de esclavitud que rivalizaba en barbarie con las legisla- ciones de Tejas y Alabama. Sin cmbargo, como lo indica el censo de 1860, Nuevo Méjico cuenta apenas con una cincuentena de esclayos sobre cerca de cien mil habitantes, Al Sur le ha bastado con enviar mds alld de Ja frontera a un pufiado de aventureros con algunos esclavos para dar, con la ayuda del gobicrno central de Washington, a sus funcionarios y provecdores de Nuevo Meéji- co, una aparieucia de representacién popular con miras a otorgar la esclavitud a csc territorio e imponer en todos lados la domina- cién de los esclavistas, Sin embargo, este método cémodo no sera eficaz en otros terri- torios. Por eso el Sur dio un paso de mas y el Congreso apelé a Ja Corte suprema de los Estados Unidos. Esta corte, compuesta de nueve jueces, de los cuales cinco pertenccen al Sur, era desde hacia mucho tiempo, e) instrumento mas ddécil de los esclavistas. En 1857, en el memorable caso Dred Scott* decidiéd que cada ‘ciudadano americano tenia el derecho de llevar con él a cualquier territorio toda propiedad reconocida por Ja Constitucién. Ahora bien, la Constitucién reconocta la propiedad de los estlavos; de esta manera se obligé al gobierno de la Unidn a proteger esa pro- piedad. En consecueneia, con una base constitucional, los esclavos podian ser obligados por sus duefios a trabajar en todos los terri- torios, y a cada esclavista le estaba permitido introducir la escla- vitud —aun contra la voluntad de los colonos— en todos los terri- torios libres hasta entonces. De esta manera se deneg6é a las asam- bleas legislativas locales el derecho a prohibir la esclavitud, y se impuso al Congreso y al gobierno de la Unidn cl derecho a favo- recer a los promotores de la esclavitud. Si el compromiso de Misur{ de 1820 habia extcndido el limite geografico del esclavismo a los territorios, si el Kansas-Ncbraska bill de 1854 borré toda frontera geografica y la reemplazé por una barrera politica —la voluntad de la mayoria de los colonos— Ja Corte suprema de los Estados Unidos, por su decision de 1857, eliminé toda traba politica y transformé todos los territorios de la Republica, presentes y futuros, de Estados libres en cdlidos inver- naderos del csclavismo. Al mismo tiempo, bajo el gobierno de Buchanan, en 1850 se gravé la legislacién sobre la extradiccién de esclavos fugados y se 32 la aplicé implacablemente en los Estados del Norte **, Se mostré que la vocacién constitucional del Norte era volver a atrapar a los esclavos para sus duefios del Sur. Por otra parte, con miras a frenar todo lo posible Ja calonizacién de los territorios por colonos libres, cl partido esclavista hizo fracasar toda Ja legislacién sobre la libertad del suclo, es decir los teglamentos que ascguraban a los colonos una cantidad determinada de ticrras del Estado libres de cargas **. Tanto Ja politica interior como exterior de los Estados Unidos Se puso al servicio de los esclavistas. De hecho, Buchanan accedié a la dignidad presidencial Sracias al manifiesto de Ostende, donde Proclamé que la adquisicién de Cuba, fuera a titulo oneroso o por la fuerza de las armas, era Ia gran tarea de la politica nacio- nal**, Bajo su gobierno, el norte de Méjico fue distribuido a los especuladores de bienes raices americanos, que esperaban con impaciencia la sefial para invadir Chihuahua, Coahuila y Sonora”, Las contipuas expediciones de los piratas y filibusteros contra los Estados de América central ** estaban dirigidas, si les parcce, des- de la Casa Blanca de Washington. En intima ligaz6n com. esta politica exterior, que se proponia abiertamente conquistar terri- torios nuevos para introducir la esclavitud y la dominacién de los esclavistas, se situaba la reapertura del comercio de esclavos secre- tamente apoyada por cl gobierno de la Unién**, E} mismo Stephen A. Douglas declaré en el Senado americano el 20 de agosto de 1859: “El Ultimo aio importamos negros de Africa como nunca en el curso de mm afio, atin en la época en que cl comercio de esclavos todavia cra legal. El ntimero de esclavos importados el] ultiino afio se habria elevado a quince mil.” Propagacién por la fuerza armada de la esclayitud al exterior tal el fin confesado de la politica nacional, De hecho, la Union se habfa convertido en la esclava de trescientos mil esclavistas que dominaban el Sur. Este resultado se desprendia de una serie de Compromisos que el Sur debfa a su alianza con los demécratas det Norte. Todas Jas tentativas renovadas periddicamente desde 1817, para resistir a las usurpaciones creoientes de los esclavistas fracasaron frente a esta alianza, En fin, asi fue hecho, . Desde que se vot6 el Kansas-Nebraska bill que borré la linea fronteriza de la esclavitud y sometié su aplicacién a la voluntad 33 de los colonos en los territorios nuevos, los emisarios armados de los esclavistas —espfas de las regiones fronterizas de Misurl y Arkansas— se precipitaron sobre Kansas con el cuchillo de caza en la mano y el revélver en la otra, para echar de alli a los colonos y tratarlos con una crueldad sin nombre. Estos raids de pillaje encontrabau apoyo frente al gobierno central de Washington. De ahi la inmensa reaccién. En todo cl norte y sobre todo en el nor- oeste, se formé una organizacién auxiliar para aportar a Kansas un apoyo en hombres, armas y dinero*. De csta organizacién auxiliar, nacié el Partido republicano que debe su existencia, pucs, a la lucha para defender Kansas. Después del fracaso de la tenta- tiva para transformar por la fuerza a Kansas en un territorio con esclavos, cl Sur se esforz6 por Iegar al mismo resultado en medio de intrigas politicas. El gobierno de Buchanan en particular, puso todo cn marcha para relegar a Kansas entre los Estados esclavistas de los Estados Unidos, imponiéndoles una constitucién proes¢la- vista. De esto surge una nueva lucha conducida esta vez, cn lo esencial, en el Congreso de Washington. Hasta Stephen A. Dou- glas, el jefe de los demécratas del norte intcrvino entonces (1857- 1858) contra cl gobierno y sus aliados del Sur, porque la conce- sién de una constitucién esclavista contradccia el principio de la soberania de los colonos garantizada por el Nebraska bill de 1854, Douglas, senador de Illinois, un Estado del noroeste, naturalmente hubiera perdido toda su influencia si lubiera querido conceder al Sur el derecho a despojar, por la fuerza de las armas o por actos del Congreso, a los territorios colonizados por el Norte *. Después de haber creado el Partido republicano, la lucba por Kansas provoca- ba ahora Ja primera escisién en el mismo seno del Partido demé- erata. E] Partido republicano se dio una primera plataforma, en ocasién de las elecciones presidenciales de 1856. Aunque su candidato —John Frémont— no triunfara, el nimero considerable de votos que tuvo, prueba, en todo caso, que el partido crecia rapidamen- te, sobre todo en el noroeste *, Cuando la segunda Convencién nacional para las elecciones presidenciales (17 de mayo de 1860), los republicanos enrigquecieron su programa de 1856 sulo con algu- nas adiciones. Contenia esencialmente los puntos siguientes: no hay que ceder mas ni la minima pulgada de terreno a los escla- vistas; es necesario que cese Ja politica de pillaje con respecto al exterior; hay que estigmatizar la reapertura de] comercio de escla- vos; en fin, se necesita un edicto de las leyes sobre la libertad de Ja tierra, para promover la libre colonizacién. El punio decisivo y vital de este programa era el de no ceder una pulgada de nuevas ticrras a la esclavitud; por el contrario, se la debia tener acantonada en los Iimites de los Estados donde subsistia legalmente **. Asi la esclavitud cstaria formalmente con- finada. Pero la extensién progresiva del territorio y del dominio de la esclavitud més alld de, sus antiguos Imites es una ley vital para los Estados esclavistas de. la Unidn. El cultivo de los articulos de exportacién del Sur —algodén, tabaco, azticar, etc.— practicado por los esclavos, es remunerador sélo durante el ticmpo que se efectée con amplios aportes de esclavos, en vasta escala y con inmensos espacios de tierra natu- ralmente fértiles, que no exigen sino un trabajo simple. El cultivo intensivo que no depende tanto de la fertilidad del suclo sino de la inversién de capitales, de la inteligencia y de la energia del trabajador, es contrario a Ja naturaleza de la esclavitud. Asistimos a una rapida transformacién de Estados, como Maryland y Virginia, que antes utilizaban esclavos para producir articulos de exportacién, en Estados que crian esclavos para exportarlos luego hacia los Estados situados m4s al sur. Aun en Carolina del Sur, donde los esclayos representan los cuatro séptimos de la poblacién, la produccién de algodén se ha mantenido estacionaria desde hace afios, por el agotamiento del suclo. En efecto, por la sola fuerza de las cosas Carolina del Sur ya se ha transformado parcialmente en un Estado de crianza de esclavos, porque cada afic vende esclavos, por cuatro millones de délares, a los estados del extremo sur y suroeste. Apenas se alcanza ese punto, se hace indispensable adquirir territorios nuevos para que una parte de los duefios de esclavos ocupen nuevas bandas de tierras fértiles, transformandose la parte abandonada detras de ellos en territorio de ceria de°esclavos destinados a la venta en el mercado. No cabe ninguna duda que sin la adquisicién de Lousiana, Misuri, y Arkan- sas por parte de los Estados Unidos, la esclavitud se habria apa- gado, desde hace tiempo, en Virginia y en Maryland. En el Con- greso secesionista de Montgomery, uno de los voceros del Sur —el senador Toombs— formulé, de manera conmovedora la ley econé- 35 mica que dirige la expansién continua del territorio de la esclavi- mad: “Si de aqui a quince afios no nos beneficiamos con un inmen- so acrecentamiento de ticrras para esclavos, deberemos permitir- les a los esclavos huir hacia los blancos a menos que los blancos no huyan delante de los esclavos.” Como sabemos, los mandatos de los diferentes Estados en la Camara de representantes del Congreso dependen del nimero de habitantes de sus respectivas poblaciones. Como la poblacién de los Estados libres ercce infinitamente mds rapido que Ia de los Estados esclavistas, el ntimero de los representantes del Norte muy pronto va a superar de lejos al de los representantes del Sur. La verdadera base de la potencia del Sur se desplaza siempre hacia el Senado americano, donde cada Estado —aunque su poblacién sea fuerte 0 débil-—- dispone de dos bancas de senador. Para mantener su influencia cn el Senado y, a través de estos intérpretes, su hege- monia sobre los Estados Unidos, el Sur tiene necesidad de crear sin cesar nuevos Estados esclavistas. Esto solo es posible si se ganan paises extranjeros ~Tejas por eiemplo— o si se transforman los terri- torios con esclavos, luego en Estados esclavistas, como el caso de Misuri, Arkansas, etc. John Calhoun —adulado por los esclavistas y_considerado como su hombre de Estado por excelencia— ya el 19 de febrero de 1847 declaraba en el Senado que sdélo esa Céma- ra ponia la balanza del poder en manos del Sur, que la extensién del territorio esclavista era indispensable para preservar este cqui- librio entre el Sur y el Norte en el Senado, y que por lo tanto las tentativas de creacién por la fuerza de nuevos Estados esclavistas por parte del Sur, estaban justificadas. En fin, el ntmero de los actuales esclavistas en el Sur de la Unién alcanza apenas a trescicntos mil, o sca una oligarquia muy reducida a la que enfreutan millones de “pobres Blancos” (poor Whites}, cuya masa crece sin cesar cn razon de Ja concentracién de Ja propiedad terrateniente y cuyas condiciones sdlo son com- parables a las de los plebcyos romanos en la época de la decaden- cia extrema de Roma. Solo por la adquisicién —o por la perspecti- va de adquisicién— de territorios nuevos, 0 por expediciones de filibusteria, es posible adccuar los intereses de esos “pobres Blan- cos” con los de los esclavistas, y dar a su turbulenta necesidad de 36 actividad una direccién que no sea peligrosa, ya que refleja a sus ojos la esperanza de que un dia ellos mismos puedan convertirse en propietarios de esclavos. Un estricto confinamiento de la esclavitud a su antiguo dominio conduciria; pues, por las leyes econdmicas del esclavismo a su extincién progresiva y —desde el punto de vista polftico— arsuina- ria la hegemonia ejercida por los Estados esclavistas del Sur gracias al Senado y finalmente, expondria a la oligarquia esclavis- ta dentro de sus estados, a peligros por parte de los “pobres Blan- cos” mucho mas amenazadores. En una palabra, los republicanos atacaban de rafz la dominacién de los esclavistas, proclamando que se opondrian por la ley a toda extensién futura de los territorios con esclavos. La victoria electoral de los republicanos, por lo tanto, impulsaria a la lucha abierta entre el Norte y el Sur. Sin embargo, esta misma victoria estaba condicionada por la escision en el campo demécrata, como ya lo hemos mencionado, La lucha por Kansas provocé un corte entre el partido escla- vista y sus aliados demécratas del Norte. Cuando la eleccién pre- sidencial de 1860, el mismo conflicto estallé bajo una forma avn més general. Los demécratas del Norte, con su candidato Douglas, hicieron depender Ja introduccién de la esclavitud en los territo- rios, de la voluntad de la mayoria de los colonos. El partido escla- vista —con su candidato Breckinridge— sostiene que la Constitu- cién de los Estados Unidos (como ya lo habia declarado la Corte Suprema) contiene legalmente Ja esclavitud; en si y para si, la esclavitnd ya cra legal en todo el territorio y no necesitaba_nin- guna naturalizacién particular. As{ cs que mientras los republica- nos probibian toda prolongacién de los territorios esclavistas, co} partido sudista pretendia que todos los territorios de Ja repiblica eran dominios reservados para ellos. Y en Kansas, por ejemplo, de hecho intenté imponer la csclavitud a un territorio por la fuerza, gracias al gobicrno central, coutra la voluntad de los colonos, En una palabra, haria de la esclayitud la ley de todos los territorios de la Unién. Sin embargo, hacer esta consccién no estaba dentro del poder de los jefes demécratas: simplemente hubiera hecho que su ejército desertara al campo republicano. Por otra parte la “sobe- rania de los colonos” a lo Douglas, no podja satisfacer al partido de los esclavistas. Lo que querian realizar debia ser hecho en los 37 cuatro afios siguientes bajo el nuevo presidente y por el gobierno central: no podia permitirse ninguna demora. A los esclavistas no se les escapaba que habia nacido una nueva potencia, el Noroeste, cuya poblacién casi se habia duplicado de 1850 a 1860 y que ahora era sensiblemente igual a la poblacién blanca de los Estados esclavistas **. Pero esta potencia no sc incli- naba por sus tradiciones, su temperamento y su modo de vida, a dejarse arrastrar de compromiso en compromiso, como lo habian hecho los viejos Estados del norestc. La Unién solo tenia interés en el Sur si éste le daba el poder federal para realizar su politica esclavista. Si éste ya no era el caso, cra mejor romper ahora antes que asistir durante todavia cuatro afios al desarrollo del Partido republicano y al impulso del Noroeste, para emprender la lucha bajo auspicios mas desfavorables. El partido esclavista se jugd pues, entero. Cuando los demécratas del Norte rechazaron jugar por més tiempo el papel de “pobres Blancos” del Sur, el Sur le dio la victoria a Lincoln con la divisién de sus votos; en seguida sacé la espada, tomando esta victoria como pretexto. Como vemos, todo el movimiento reposaba —y reposa todavia— en el problema de los esclavos. Es verdad, no se trata directamente de emancipar, o no, a los esclavos, en el seno de los Estados esclavistas existentes; sc trata mas bien de saber si veinte millones de hombres libres del Norte quieren dejarse dominar durante mds tiempo por una oligarquia de trescientos mil esclavistas. Si los inmensos territorios de la Republica servirin de cdlidos viveros para el desarrollo de Estados libres 0 Estados esclavistas. Si, final- mente; la politica nacional de la Unién tendraé como divisa la propagacién armada de la esclavitud a Méjico y América central y meridional. En otro articulo examinamos qué significa la afirmacién de la prensa londinense segtin la cual, cl Norte deberia aprobar la secesién como la solucién mds favorable y en resumidas cuentas, la tmica posible para el conflicto en curso (II). 48 Cantos Manx EL COMERCIO BRITANICO DEL ALGODON New York Daily Tribune, 14/10/1861 Londres, 21 de setiembre de 1861 La continua alza de los precios del algodén en bruto va a tener efectos serios sobre la industria algodonera, cuyo consumo ha dis- minuido ahora en un veintieinco por ciento en relacién a Ja nor- mal. Este resultado significa que la tasa de produccién disminuye cotidianamente, que las fAbricas no trabajan sino tres, cuatro. dias Por semana y que una parte de las mAquinas estd parada, ya sea en las empresas que practican Ja jornada de trabajo limitada o en las que hasta ahora trabajaban toda la jornda, pero que est4n cerra- das temporariamente. En algunas localidades, por ejemplo en Black- burn, la jornada de trabajo limitada estA acompafiada por una reduccién de salarios. De cualquier manera la tendencia a dismi- nuir la jornada de trabajo recién esté en sus comienzos, y pode- mos predecir con certeza que de aqui a algunas semanas se pasa- rd, en toda esta rama de la produccién, a los tres dias de trabajo por semana, al mismo tiempo que se detendrin una gran parte de Jas mAquinas en la mayoria de las empresas. En general, los fabri- cantes y negociantes ingleses han tomado conocimiento muy len- tamente y con reticencia del estado precario de su aprovisiona- miento de algodén. Decfan: “Toda la Ultima cosecha americana ya esté en camino hacia Europa desde hace tiempo. El trabajo para la nueva cosecha justo acaba de empezar. No hubiéramos podido obtener un fardo mds de algodén, aunque no hubiéramos oido hablar de la guerra y del bloqueo. La estacién de navegacién no empieza antes de fines de noviembre, y generalmente hay que esperar a fines de diciembre para que se hagan amplias expor- taciones. Hasta aqui no tiene gran importancia que el algodén continte en las plantaciones o vaya al puerto, apenas esté enfar- dado. Si el bloqueo termina en cualquier momento antes de fin de aho, por cierto nos proveeran normalmente de algodén en marzo o abril, como si el bloqueo no hubiera existido.” 39 En el fondo de sus almas de tenderos, los fabricantes alimentan Ja esperanza de que antes de fin de afio toda la crisis americana estara terminada y con ella el bloqueo, o bien que lord Palmerston forzara cl bloquco por la violencia. Sin embargo, han abandonado mas o menor esta Ultima idea cuando sc dicron cuenta en Man- chester, entre otras cireunstancias, que si el gobierno britanico tomaba la ofensiva sin haber sido provocado, chocaria con la fuer- za unida de dos gigantescos grupos de interescs, a saber: los capi- talistas-de las finanzas que tienen wn enorme capital invertido en Aimérica del Norte, y los negociantcs de cereales que encuentran en’América del Norte -su principal fuente de. aprovisionamiento. Lia esperinza -de-que cl bloqueo sé levante a tiempo para satisfa- éer las exigencias dé Liverpool y Manchester, 0 que la guerra ame- ricana’ termine con un compromiso con los sccesionistas, ha dado lugar a un fenédmeno deseonocido hasta ahora dentro del mercado algodonero inglés: las operaciones algodoncras norteamericanas en Liverpool, que se manifiestan ya sea por especulaciones 0 por reexpediciones a América. En consecuencia, el mercado algodonc- ro-de-Liverpool- conovié una agitacién febril en el curso de las dos Ultimas semanas, la colocacién especulativa de los capitales de los fabricantes de Liverpool estén sostenidas por las colocaciones espe- culativas ‘de“‘los capitales de los fabricantes-de Manchester que, por_-otra parte, “trataban de proveerse de reservas de materias primas ‘para el invierno. Comprobamos en grandes ‘vasgos cual scl aleance de: estas transacciohes en el hecho -que, una parte eonsiderable de los hangares de almacenamiento de Manchester ya-est& colmada por esas reservas y que en el curso de la semana del 15 al 22 de sctiembre la variedad de algodén de calidad media subié-tres octayos de dolar por libra: y Ja mejor variedad cinco octavos' de ddlar, «Desde ef comienzo dela guecra americana el precio del algedén rio*-dejé: de subir, a pesar de que cl descquilibrio fatal entre ‘cl precio de-las materias primas y el del hilo y el tejido no se mani- festé. sino ‘en cl curso de las’ ultimas semanas de agosto. Hasta etttiinces ‘cada alza seria del precio del algodén manufacturado que" resultaba: de la disminucion considcrable de la oferta amcri- cana, estaba compensada por un aumento de las rescrvas de prime- ra mano almacenadas “y por-consignaciones especulativas hacia China e India. 40 Pero esos mercados asiticos se saturaron muy prouto. El Cal- cutta Price Current del 7 de agosto escribe: “Las reservas en stock se acumulan; desde nuestro primer acuerdo las Ilcgadas no bajan de veinticuatro millones de yardas de algodén liso. Los informes que provienen de la metrépoli nos dicen que los aprovisionamien- tos por barco van a continuar més alld de nuestras necesidades. Mientras dure esto no podemos. esperar mejora,.. El mercado de Bombay, también, esti ampliamente saturado.” ° Otvas circunstancias también coniribuyeron a la contraccién del mercado hindi, A la ultima hambruna en las provincias del nor- veste le siguieron los estragos del célera,, mientras que en tgdo Bengala inferior las Jluvias ininterrumpidas daiiaron gravemente la cosecha de arroz. Cartas de Calcuta que Iegaron esta semana a Inglaterra, nos informan que las ventas dieron el precio neto de nueve délares y cuarto por libra de hilo n? 40, mientras que en Manchester no se lo encuentra a menos de once délares’ trés octaves. Lo mismo la venta de telas de cuarenta pulgadas que por pieza dicron pérdidas de siete délares y medio, nueve délarcs y doce ddlares, en velacién a Jos precios de Manchester. - Aun en el mercado chino asistimos a una_depresién de los precios debida a la acumulacién de los stocks de mercaderfas importadas. En estas condiciones y con la demanda de algodén manufacturado britanico en disminucién, los precios, por cierto. no pueden ir a Ja par con cl aumento ereciente de los precios del algodén en bruto; por el contrario, en muchos -casos, el hilado, tejido c impresién del algodén no pagan los gastos de produccién. Tomemos, por ciemplo, el caso siguicnte que nos comunica~uno de los mds grandes fabricantes de Manchester, en lo que concier- ne al hilado en bruto: . 7 Costo del Margen de hilado por Por libra Venta : libra 17 de sctiembre de 1860: ve Costos ‘del algodén 64d. 4d. sds Trama 16 vendida por 1014 d. ~ we Beneficio: 1 d. por. libra: ” Margen de hilado por Por libra Venta libra 17 de setiembre de 1861: Costos del algodén 9d oad. 3d. Trama 16 vendida por la. - _ Pérdida: 144 d. por libra consumo de algodén hindé aumenta répidamente. Si los pre- cian siguen. subiende. el aprovisionamiento hindi aumentard. Sin embargo, es imposible cambiar, en algunos meses, todas Jas condi- ciones de produccién y modificar el curso de los intercambios comer- ciales, Inglaterra est4 en vias de pagar muy caro su larga y odiosa administracién del vasto imperio hindu. Los dos principales obstaculos con los que chocardn sus tonta: tivas de reemplazar el algodén americano por el hind son, la falta de medios de transporte y de comunicacién en el territorio de la India, y la situacién miserable del campesino hindi que Jo vuelve inepto para explotar las condiciones favorables. Los mis- mos ingleses son la causa de estas dos dificultades. La industria moderna de Inglaterra reposa, en general, en dos ejes igualmente miserables. Uno es la papa, que era el Gnico medio de alimentacién de la poblacién irlandesa y de una gran parte de Ja clase obrera inglesa, Este eje se quebré cuando Ja ‘peste de la papa y la catastrofe que esto signified para Irlanda™. Ahora es necesario encontrar una base mds amplia para la reproduccién y Ja conservacién de millones de trabajadores. El otro eje de la industria inglesa era el algodén cultivado por los esclavos en Estados Unidos. La actual crisis americana fuerza a la industria inglesa a ampliar el campo de su aprovisionamiento y a liberar el algoddén de las oligarquias productoras y consumido- ras de esclavos. Durante todo el largo tiempo que los fabricantes de algodén inglés dependieron del algodén cultivado por esclavos, podemos afirmar, en verdad, que se apoyaban en una doble escla- vitud: la esclavitud indirecta del hombre blanco en Inglaterra, y la esclavitud directa del hombre negro del otro lado del Atlantico. 4 Cantos Manx fer LA CRISIS EN INGLATERRA Die Presse, 6/11/1861 Londres, 1° de noviembre de 1861 Como hace quince afios, Inglaterra se confronta ahora con una crisis econémica que amenaza con atacar de raiz todo su sistema econémico, Como sabemos, la papa representaba el exclusivo ali- mento de Irlanda y de una parte considerable de la clase obrera inglesa, cuando la peste de la papa de 1845 y 1846 golped con la consuncién la raiz de la vida irlandesa. Los resultados de esta gran catastrofe son conocidos, La poblacién irlandesa disminuyé en dos millones, de los que la mitad murié de hambre y la otra huyé del otro lado del Atlantico. Al mismo tiempo esta espantosa enferme- dad contribuyé a la victoria del partido librecambista inglés; la aristocracia terrateniente se vio obligada a ceder uno de sus mono- polios més lucrativos, y la abolicién de las Jeyes cerealeras aseguré una base mds amplia y més sana a la reproduccién y a la vida de millones de trabajadores. El algodén es para la rama dominante de la industria de Gran Bretafia lo que la papa fue para la agricultura irlandesa. La sub- sistencia de una masa de poblacién més grande que la de toda Escocia 0 igual a los dos tercios de la actual poblacién de Irlanda, depende del trabajo de transformacién del algodén. En efecto, segan el censo de 1861, la poblacién de Escocia se eleva a 3.061.117 habitantes, Ja de Irlanda a 5.764.543, mientras que mds de cua- tro millones de personas viven directa o indirectamente de la industria algodonera en Inglaterra y en Escocia. Esta vez no es la planta de algodén Ia que est4 enferma. Su produccién no consti- tuye el monopolio de ciertas regiones del mundo. Por el contrario, no existe una sola planta que provea el tejido de las vestimentas que crezca en lugares tan variados como América, Asia y Africa, EI monopolio algodonero de los Estados esclavistas de Ja Unién~ americana no es un producto de la naturaleza, sino de la historia. 48 Nacié y se desarrollé paralelamente al monopolio de la industria algodonera inglesa en el mercado mundial. En 1793 —alvededor de la época en que se hicicron los grandes descubrimientos mecd- nicos en Inglaterra—~ un cuadqucro de Connecticut, Ely Whitney, invent6 cl cotton gin, una maquina para separar el copo del grano de algodén, Antes de este invento, el trabajo ys intenso de un negro durante toda la jornada no bastaba para separar una libra de fibra de su cdseara. Después del invento de la magnina scpa- yadora, una vieja mujer negra podia fécilmente separar, en_un dia, cincuenta libras de copos, y las mejoras progresivas muy ‘pronto hicieron daplicar cl rendimiento de esta maquina. Desde entonces ya no hubo trabas para el cultiyo de algodén en los Esta- dos Unidos. Crecié répidamente’ mano a mano con la industria algodonera. inglesa. que se convirtié cn una gran poteucia comer Gial. En el curso de esta evolucién hubo momentos en que Ingla- terra parecié asustarse por cl peligro que podia representar este mongpolio americano del algodén. Ese fue el caso, por ejemplo, siando se compré la cmancipacién de los negros en las colonias inglesas por veinte millones, de libras inglesas. Tomaron concien- cia de que la industria de Lancashire y Yorkshire reposaba en la soberania del latigo esclavista en Georgia y Alabama, en ¢] mismo momento en que el pucblo inglés se imponia grandes. sacrificios por abolir la esclavitud en sas propias colonias. Sin embargo, Ja filan- tropia no hace la historia, y menos adn la historia comercial. Tales dudas surgen cada vez que hay escasez de algodén en los Estados Unidos, tanto mds cuanto un hecho natural como ese es explotado por los esclavistas para hacer subir al maximo el precio Gel algodén con todo tipo de artificios, Los hiladores de algodén y los tejedores inglescs amenazaron entonces con rebelarse contra el “rey del alggdén’. Se _armaron diversos proyectos para aprovisio- narse de algodén cn los paises de Asia y Africa, por ejemplo en 1850. "Sin cmbargo; basté que a una ‘escasez le siguiera ua buena cosecha’ en los Estados’ Unidos para destrozar esas velcidades de enancipacion. ¥ lo que es més, el monopolio algodoncro de América aleandé, en el curso de los Ultimos afios, una amplitud insospe- chada por una parte debido a la legislacién librecambista, . que abolié el’derecho de aduana suplementario que gravaba el algo- dén cultivado por esclavos, y por la otra, por los gigantescos pro- gresos efectuados simultincamente por la industria algodonera _preisa inglesa, se ac inglesa y el cultivo del algodén en América en el lt lesa el curso del ultimo decenio. Ya en 1857 el consumo de algodén sc eleyé, en Inglaterra en-mas 0 menos mil quinientos millones de libras. .» . Y ahora, de pronto, Ja gucrra civil ‘americana ‘amenaza a~ este gran pilar de la industria inglesa. La Unién bloquea tos puertos de los Estados sudistas para cortar la principal frente de recursos de la secesion, impidiendo la exportacién de su ultima cosecha’ de algodén, pero la Confederacién dio a ese bloquco su verdadera fuerza limitativa cuando decidié no exportar, tampoco ella, el menor fardo de algodén, para obligar a Inglaterra a ir a buscar su algodén directamente a Ios pucrtos del Sur. Se trataba‘de evar a. Ingla- tee & romper el bloqueo por la fuerza y después a declararle la crra a la Unién poniendo s gucrsa aa Union poniendo sv cspada en la balanza en- favor de Desde el comienzo de la guerra civil americana, el precio. del algodén no “dejé de subir, en Tnigkiterra, aunque ‘durante “algdn tiempo en ami grado ‘tenor del que se ‘esperaba. En. conjunto;el mundo de negécios inglés pareeia considerar la crisis americana cou.mucha flema. La razon de esta actitud de total sangre’ fifa es evidente. Desde hace bastante ‘tiempo toda la Ultima’ cosecha americana esti en Europa. El producto de la nueva cosccha tea se enibarea antes de fines de noviembre y recién a- fines de.‘di- cicmbre, las expediciénes ‘toman verdadera ainplitud. Hasta-:ee momento’ es relativamente indiferente que los fardos “de -algodén estén’en las plantaciones 0 se hayan cnviado ‘a los puertos delSur apenas’ ¢] algodn esté enfardado, De tal manera que-si en -enal- guier momento, antes de fin de allo, termitia el bloqueo, Ynglatesra podria estar segura dé recibir’ en’ marzo o en. abril st provision normal de algodén, como si uunéa hubiera habido “bléiueo, E] mundo’ a negocios inglés, en gran medida engafiado_ por’ la nid con Ja loca ilusiéa de que el espccticulo de una’ guerra de sis meses terminaria con el reconocimignto” de la Confederaciéu por parte de los Estados, Unidos. Sin” embargo hacia fines del mes de agosto se vieton aparceer “amerioatiog en el mercado de Liverpool, para comprar algodén, sea con miras a las especulacionces cn Europa 0 con miras a reexportarlo a América Gel Norte. Uste hecho extraordinario Ie abrié los ojos a los ingleses Empezaron @ comprender Jo serio de la situacién. Desde entonces 45 el mercado de Liverpool se encuentra en un estado de excitacién febril. Muy pronto el precio del algodén subié un cien por cien sobre el nivel medio. La especulacién algodonera tomé el mismo cardcter frenético que la especulacién ferroviaria de 1845. Las hilanderfas y las tejedurias de Lancashire y de otros centros de la industria britdnica del algodén limitaron su tiempo de trabajo a tres dias por semana, una parte detuvo completamente sus mé- guinas y la inevitable reaccién sobre las otras ramas de la industria no se hizo esperar. Toda Inglaterra temblé en ese momento, al aproximarse la mayor catastofre econémica que hoy la amenaza. El consumo de algodén hindé, naturalmente, est& en vias de aumentar, y los precios clevados aseguran un aumento ulterior de las importaciones de la patria original del algodon. Sin em- bargo, es imposible revolucionar las condiciones de produccién y el curso de los intercambios comerciales, por asi decirlo, en al- gunos meses. Inglaterra paga ahora su larga y catastréfica admi- nistracién en la India. Sus tentativas desordenadas de reemplazar el algodén americano por el algodén hindd, chocan con dos gran- des obst4culos. La falta de medios de comunicacién y de transporte en la India, y la miserable condicién del campesino hindi que le impide explotar, en su provecho, las circunstancias favorables del momento, Ademés, serla necesario que el cultivo del algodén hindd pasara por todo un proceso de mejoramiento para tomar el lugar del algodén americano. Aun en las condiciones mds _favora- bles, se necesitarjan afios para que la India pudiera producir la cantidad de algodén requerida por la exportacién, EstA establecido estadisticamente que el stock de algodén de Liverpool se agotard ‘en cuatro meses. Solo duraré hasta entonces si se contindan apli- cando la limitacién del tiempo de trabajo a tres dias por semana y el paro total de una parte mds importante todavia de las mé- quinas. Es decir que los distritos manufactureros ya sufren los peores males sociales. ¢Pero si el bloqueo americano continia mas alld de enero, que pasarA entonces? 46 Cantos Manx EL COMERCIO BRITANICO New York Daily Tribune 29/11/1861 Londres, 2 de noviembre de 1861 «+ En la hora actual, Inglaterra no sigue ninguna linea politica general. Todo el mundo, hasta el tiltimo ciudadano, esté entera- mente absorbido por sus negocios y por Ja crisis americana. En un articulo precedente, atraje la ateneién de ustedes sobre e] es- tado febril del mereado algodonero de Liverpool. En cl curso de las dos ultimas semanas manifesté todos los sintomas de la moda de los ferrocarriles de 1845. Médicos, dentistas, abogados, cocineros, abreros, empleados, lores, comediantes, pastores, solda- dos, marinos, periodistas, institutrices, hombres y mujeres, todos especulan con el algodén. A menudo las operaciones de compra y venta, de rescate o de reventa no se rcalizan sino sobre uno, dos, tres 0 cuatro fardos. Las cantidades mds considerables con- tindan en el mismo depésito pero a veces cambian de propietario veinte veces. Se puede comprar algodén a las diez, revenderlo a las once, y tencr un beneficio de medio penique por libra. Los mismos fardos pasan asi por varias manos en el espacio de doce oras, Sin embargo, csta semana se produjo una especie de reaccién. Hay que atribuirlo al hecho de que el chelin forma una eifra redonda, ya que se compone de doce peniques, y a que la mayoria de los especuladores decidieron vender apenas el precio del fardo de algodén alcanzé el chelin. En consecuencia, hubo um acrecenta- miento sttbito de las ofertas de algodén, y por lo tanto una yeac- cién sobre su precio. Pero esto a lo mejor cs un fenédmeno pasajero. Cuando los britanicos se hayan hecho a la idea de que una libra de algodén puede costar quince peniques, desaparecer4 este limite pasajero de la especulacién y se redoblard la violencia de su fiebre. Esta evolucién contiene un momento favorable para AT los Estados Unidos y desfavorable para los que quisieran romper el bloqueo (III). Los cspeculadores ya han publicado protestas donde dicen, no sin fundamento, que tode acto belicoso del gobierno briténico serfa un acto de injusticia con respecto a los hombres de negocios que al depositar toda su confianza en el respeto al principio de la no intervencién proclamado y reivindicado por cl gobierno britdnico, hicieron sus célculos sobre csa base, espe- cularon internamente, abandonaron sus encargos en el exterior y compraron el algodén segin la evaluacién de un precio que es- peran obtener de acuerdo con el desarrollo de procesos naturales, probables y previsibles. EI Economist de hoy publica un articulo insensato en el que las estadisticas sobre la poblacién y la extensién geografica de los Estados Unidos lo evan a la conclusién de que hay bastante espacio como para fundar, al menos, sicte imperios gigantecos y que en consecuencia los unionistas deberfan arrojar de su corazon “cl suefio de un dominio en el que rcinarian sin Imites”. La nica conclusién racional que cl Economist hubiera podido sacar de sus propios datos estadisticos, a saber, que los partidarios del Norte aunque lo quisieran no podrian abandonar sus reivindica- ciones sin entregarse al esclavismo de los Estados y de los terri- torios gigantescos “donde la esclavitud sobreviviria artificialmente y no podria afirmarse como institucién permanente”; esa conclu- sién, la wnica racional, cse diario es ineapaz hasta de abordarla, I En el texto publicado por la New York Daily Tribune, leemos esta frase que contradice directamente Ja oposicién que Marx establece entre la actitud del Times y del Reynold’s en lo que concierne a Buchanan: “Por su parte Reynold’s, durante la estada de Buchanan en Londres, era uno de sus favoritos, y desde entonces no dejé pasar ninguna ocasién de ponerlo en el banquillo y denunciar a sus adversarios.” -Sabemos que la New York Tribune no se inquietaba por modificar pasajes cnteros o suprimirlos, a tal punto que Marx debié deiar de colaborar con ese diario progresista en marzo de 1862. II Este articulo esta en la parte militar con el titulo “La guerra civil en los Estados Unidos”, en Die Presse el 7/11/1861. 48 TI En el articulo titulado “Notas cconémicas” (Die Presse, 3/ 11/1861) Marx retoma, para el diario vienés, algunos argu- mentos desarrollados en New York Tribune y también llega a la conclusién de que la evolucién econémica juega en favor de los Estados Unidos y restringe, por lo tanto, los medios de presién del imperialismo de la Inglaterra de Palmerston: “De las ultimas estadisticas del comercio exterior inglés surge un hecho importante. Mientras que cn el curso de los nueve primeros meses de este afio las exportaciones inglesas hacia los Estados Unidos bajaron mas del 25 %, el puerto de Nueva York *° solo aumenté en mas de 6 millones de libras sus expor- taciones hacia Inglaterra en cl curso de los ocho primeros meses de este afio. Durante ese mismo periodo, la exporta- tacién de oro americano hacia, Inglaterra practicamente cesd, mientras que a la inversa, desde hace algunas semanas el oro inglés afluye a Nueva York. De hecho, el déficit americano esta cubierto por las compras de Inglaterra y Francia luego de las malas cosechas de esos paiscs. Por otra parte, la tarifa Morill y las economias inseparables de una guerra civi) arrui- naron al mismo tiempo el consumo de productos ingleses y franceses cn América del Norte. ;Comparemos estos datos estadisticos con las jeremiadas del Times sobre la ruina finan- ciera de América del Norte!” 49 II FASE MILITAR “Segtin mi parecer de todo esto resulta que una guerra de este tipo debe ser hecha revolucionaria- mente y los yanquis, hasta ahora, trataron de ha- cerla constitucionalmente.” Marx a Encets, 7/8/1862. Feperico ENGELS LAS LECCIONES DE LA GUERRA AMERICANA The Volunteer Journal for Lancashire and Cheshire n? 66 del 6/12/1861 Hace algunas semanas Wamamos la atencién del ptblico sobre el proceso de depuracién que se impone en el ejército de los voluntarios americanos °°, En ese entonces no agotamos en ‘absoluto las preciosas Iecciones que ese guerra da a los voluntarios de este lado del Atlintico. Nos permitimos, pues, volver sobre el tema. La manera como se ha conducido' la guerra, hasta ahora, en América, efectivamente no tiene preccdentes. Desde el Misuri hasta Ja bahia de Chesapeake, nos encontramos frente a un mill6n de soldados divididos casi en la misma proporcién en los dos campos adversos. Ahora bien, esta situacién dura desde hace mds de seis meses sin qué haya habido una sola accién importante. En Mi- suri, los dos cjércitos avanzan a su vez, se retiran, libran una batalla, avanzan y retroceden de nuevo, sin Iegar a un resultado tangible. Aun hoy, después de siete meses de marchas y retrocesos, en ocasién de las cuales ef pais sin duda fue atrezmente arrasado, las cosas parecen més alejadas que nunca de una decisién. Des- pués de un periodo bastante largo de una aparente neutralidad en realidad, de preparacién— Ja situacién parece andloga a Kentucky; en Virginia occidental agistimos constantemente a pe- quefios choques sin resultado notable;-en las dos margenes del Potomac el grueso de los dos ejércitos esta-¢oncentrado al alcance de la vista sin que nadic tenga la intehtidn-de atacar probando con esto que, en el estado de cosas actuali una ‘victoria no tendria 53 interés. Esta manera estéril de conducir la guerra todavia puede durar meses, si ciertas circunstancias, que nada tienen que ver con esta situacién, no provocan cambios mayores. . Como se explica esto? De ambos lados los americanos, practicamente, solo disponen de voluntarios. E] pequefto niicleo del antiguo ejército regular de Jos Estados Unidos ‘0 bien fue disuelto, o bien es demasiado débil para actuar sobre Jas masas enormes de reclutados sin formar to- davia, reunidos en e] teatro de la guerra. Para hacer soldados de todos esos hombres, no se dispone ni de un mimcro suficiente de sargentos instructores. Por eso el entrenamiento de tropas es muy largo y no se podrfa decir cudnto tiempo se necesitar para que el excelente material de soldados concentrado en las dos orillas del Potomac esté en estado de avanzar en masa, para librar o aceptar la batalla con fuerzas combinadas, Aunque los soldados pudieran ser instruidos en cl arte imilitar, no habria suficientes oficiales para mandarlos, Faltan sobre todo oficiales de compafifa —que evidentemente no pueden salir ense- guida de las filas de los civiles— hasta oficiales para dirigir los batallones, aunque se quisiera nombrar para tal puesto a los lugartenientes 0 cornetas, Se necesita un numero considerable de comandantes civiles; pero cualquicra que esté un poco al corriente de la situacién de nuestros propios voluntarios, pensard enseguida que McClellan o Beauregard no dan prueba de una prudencia exagerada cuando rechazan hacer ejecutar acciones ofensivas o maniobras estratégicas complicadas por comandantes civiles, que estén en ese puesto solo desde hace seis meses. Admitamos sin embargo, que esta dificultad esté solucionada en Jo esencial, que los comandantes civiles hayan adquirido, al mismo tiempo que sus uniformes, los conocimientos, la experiencia y [a seguridad necesarias para la ejecucién de su servicio, al menos en lo que concierne a Ja infanterfa. gPero qué pasa con la caba- Merfa? Formar militarmente un regimiento de caballerfa exige mds tiempo y experiencia por parte de los oficiales instructores que Jo que se necesita para formar un regimiento de infanteria. Admi- tamos que todos los hombres que retine ese cuerpo ya saben mon- tar a caballo —es decir sostenerse correctamente en él, dirigir la cabalgadura, alimentarla y cuidarla— tampoco deja de ser cierto 54 que esto acortara apenas el tiempo necesario para instruirlos, La equitacién militar, una maestria tal que el caballo se deja conducir en todos los movimientos exigidos por las evoluciones de. la caba- Ileria, difiere totalmente de la equitacién de los civiles. La caba- Ileria de Napoleén a la que sir William Napier (History of the Peninsular War) estimaba casi mds que a la caballeria inglesa de hoy, se componia —como todos lo saben— de los peores caballeros que jamds hayan adornado una silla. Y muchos de nuestros caba- Ileros de ocasién consideran que todavia tienen un cierto nimero de cosas que aprender cuando entran en un cuerpo montado de voluntarios. Por lo tanto no es asombroso comprobar que los americanos tienen una caballeria muy mediocre, y que lo poco de que disponen —algunas tropas irregulares (rangers) a la ma- nera cosaca 0 india~ es incapaz de un ataque en orden compacto. Y en lo que concierne a la artilleria y al cuerpo de ingenierfa, la situacién es sin duda peor todavia. Estas dos armas tienen un cardcter altamente cientifico y exigen una instruccién larga y mi- nuciosa de los oficiales como de los suboficiales, instruccién mis activa todavia que en la infanteria. Ademés la artilleria es un arma més compleja que la misma caballeria; exige baterias de cafiones y por lo tanto caballos preparados para sus maniobras, y grupos de hombres experimentac‘os, los cafioneros y los conduc- tores. Ademds se necesitan numerosos furgones para municiones, grandes laboratorios para la pdélvora, fraguas y otros tallcres: toda esto equipado con madquinas complicadas. Se dice que los federados tienen sciscientas baterias en campafia, pero nadie se imagina cémo estan servidas, porque se sabe que partiendo de cero es absolutamente imposible poner en pie, en seis meses, cien baterias completas, convenientemente equipadas y servidas. Pero admitamos una vez mds que todas estas dificultades se han superado y que los clemnentos combatientes de los dos campos enemigos estin prontos para entrar en accién. Todavia es necesario que puedan desplazarse. Ademds hay que aprovisionar a un ejér- cito, y en un pais poco poblado como Virginia, Kentucky y Misurf, un gran ejército debe ser aprovisionado esencialmente gracias al sistema de depdésitos. Hay que formar reservas de municiones; el ejército debe estar acompanado por herreros militares, talabar- teros, carpinteros y otros artesanos, para tener en buen estado de 55 funcionamiento del material de guerra. Todas estas cosas indispen- sables faltan en América. En principio hay que comenzar por organizar todo eso, y nada prueba que al menos la intendencia y los transportes de uno de los dos ejéreitos hays el estadio preparatorio. , an superado, hor, América —tanto del Norte como del Sur, tanto la Federacién como la Confederacién— no disponen, por asi deeirlo, de ninguna organizacién militar. El ejéreito de linea era absolutamente insu- ficiente, solo desde el punto de vista cuantitativo podia realizar una campafia contra un adversario serio. Casi no habria milicia. Las guerras precedentes de la Unién nunca exigieron un gran esfuerzo de fuerzas militares del pais. En los afios 1822 a 1814, Inglaterra casi no disponia de soldados, y Méjico se defend sobre todo con bandas desprovistas de diseiplina, Es un hecha, que América en razén de su, situacién geogrdfica, no tenia encmiga que pudiera atacarla con mds de treinta a cuarenta mil soldados, y para esa fuerza numérica, la immensa extensién del pais repre. senta un obstaculo mucho mis terrible que cualquier cjército que pudiera oponerle América. Sin embargo, su ejército bastaba para formar el nicleo para unos cien mil voluntarios y para asegurarles una formacién militar en un plazo apropiado. Pero cuando la guerra civil opone entre cllos a més de un millén de hombres, todo el sistema se derrumba, hay que empezar todo desde el comienzo. Dos cuerpos de tropa gigantescos ¢ in- habiles, cada uno teme al otro y desconfia de una victoria casi tanto como de una derrota, se enfrentan y tratan, con grandes gastos, de transformarse en una organizacién casi regular. Por terrible que sca el precio, debe ser pagado a causa de la ausencix total de una base organizada sobre la que se podria edificar cl ejército. {No pucde ser de otra manera, dada la ignorancia y la inexperiencia que reinan en el dominia militar! Es verdad que esos gastos enormes solo aportan un adelanto extremadamente dé- bil de eficacia y organizacién pero, gpodria ser de otra manera? Los voluntarios britanicos pueden agradecer a su bucna estrella, ya que disponen desde el comienzo de uu importante ejéreito con un oficio bien disciplinado y experimentado, que los toma bajo su proteccién. Haciendo abstraecién de los prejuicios propios de toda corporacién, este ejército acogié y traté convenientemente 56 a los voluntarios. Esperamos que nadie piense que una organi- zacién de voluntarios puede, de una manera u otra, converlir en supérfluo al ejéreito regular. Si algunos voluntarios los pensaran, bastaria eon echar una ojcada al estado de los dos cjércitos ame- ticanos de voluntarios para comprobar su ignorancia y su presun- cién, Ningin cjéreita recientemente formado por civiles puede ser eficaz, si no esta sostenido y ayudade por los gigantescos recursos intelectuales y materiales que estén en manos de un ejército re- gular relativamente fuerte, en lo que concierne sobre todo a orga- nizacion, fucrza principal de los ejércitos regulares. . Admitamos que Inglaterra esté amenazada por una invasion, y comparemos lo que se produciria con lo que pasa en América, En Inglaterra todo el trabajo suplementario que implica la for- macién de un ejército de voluntarios de trescientos mil hombres Jo tomaria a su cargo el ministerio de Guerra, con la ayuda de algunos funcionarios que seria facil encontrar entre los expertos militares bien entrenados. Existen bastantes oficiales de cuartel que podrian, sin duda, tomar bajo su control tres o cuatro batallones de voluntarios y con un poco de esfuerzo, cada batallén podria estar flanqueado por un ayudante y un comandante. Por supuesto, Ja caballeria no podria organizarse tan r4pidamente, pero una reorga- nizacién enérgica de los voluntarios de la artilleria con oficiales y con- duetores de la artilleria real podria dotar a numerosas batcrias de eampafia eon hombres capaces. Los ingenieros del pais solo esperan una ocasién para recibir la formacién del clemento militar de su oficio, de manera que serian oficiales de ingenieria de primer plano. Los servicios de intendencia y de transporte ya estén en pie y pueden mejorarse facilmeute para cubrir las necesidades de cuatrocientos mil hombres tanto como las de cien mil. Nada se dejara al azar, en desorden; en todos los lados se ayndard y sostendrd a_los voluntarios, que no deben andar al tanteo en la oscuridad. De ahi que, si Inglaterra sc precipita en una guerra —abstraccién hecha de faltas que son inevitables— no vemos ninguna razén para que la organizacién militar no esté a punto en el lapso de seis semanas. Basta considerar a América para darse cuenta del valor de un cjéreito regular para la organizacién de un ejército de voluntarios. Fepmrico Encets y Cantos Marx LA GUERRA CIVIL EN LOS ESTADOS UNIDOS Die Presse 26/11/1861 Londres, 19 de noviembre de 1861 “\Déjalo pasar, no merece tu cdleral” Una vez mds y siempre, la inteligencia de Estado inglesa —por boca de lord John Russell— da al Norte de los Estados Unidos este consejo de Leporello a la amante abandonada por don Juan. Si el Norte deja el campo libre al Sur, se libera de toda ligazén con la esclavitud —su peeado original histérico- y plantea las bases de un desarrollo nuevo y superior. De hecho, si el Norte y el Sur fueran dos paises tan netamente distintos como Inglaterra y Hannéver, por ejemplo, su separacién no seria més dificil que la de dos Estados *’. Pero ocurre que en relaci6n al Norte, el “Sur” no forma ni un territorio geografica- mente bien delimitado, ni una unidad moral. No es un pais, sino una orden de batalla. EI consejo de una separacién amistosa implicaria que la Confe- deracién del Sur, en lugar de haber tomado la ofensiva eu la guerra civil, se batiera por lo menos con un fin defensive. Se finge creer que para el partido esclavista solo se trata de unificar los territorios que dominaba hasta entonces, para hacer con ellos un grupo de Estados independientes, sustrayéndolos a la autoridad de la Unién. Nada.es mas falso, “EI Sur tiene necesidad de todo su territorio. Quicre y debe tenerlo.” Con este grito de guerra inyadieron los secesionistas Kentucky. Por “todo el territorio” en- tienden en principio todo lo que se llama los Estados fronterizos (border states): Delaware, Maryland, Virginia, Carolina del Norte, Kentucky, Tennessee, Misuri y Arkansas. Luego reivindican todo el territorio situado-al sur de la linea, que va desde el angulo noroeste de Misuri hasta el océano Pacifico. En consecuencia, lo que los esclavistas llaman “el Sur” es mas de las tres cuartas partes del actual territorio de 1a Unién, Una larga fraccién del territorio 58 asi reivindicado se encuentra todavia en posesién de la Unién y en principio deberia ser conquistado por su cuenta. Pero todos los territorios que se Yaman Estados fronterizos— y aun los que se encuentran en posesién de la Confederacién— nunca han sido ver- daderos Estados esclavistas. M4s bien constituyen el territorio de los Estados Unidos en el que los sistemas de esclavitud y de tra- bajo libre existen a la par y luchan por la hegemonia; de hecho, alli es donde se desarrolla la batalla’ entre el Sur y el Norte, entre la esclavitud y la libertad. La Confederacién del Sur por Jo tanto no libra una gucrra de defensa, sino una guerra de con- quista con miras a extender y perpetuar la esclavitud. La cadena de montafias que empieza en Alabama y se extiende hacia el norte hasta el rio Hudson —verdadera columna vertebral de los Estados Unidos— divide el Wamado Sur en tres partes. La regién montafiosa, formada por las montafias de Alleghany con sus dos cadenas paralclas, el Cumberland Range al oeste y las Blue Ridge Mountains al este, separa como una cuifia, las Ianuras bajas de la costa oeste del Atlantica de las de los valles meridio- nales de Misisipi. Las dos anuras bajas separadas por la zona montafiosa, con sus inmensos pantanos de arroz y sus vastas plantaciones de algodén, representan en la actualidad la Wamada drea de la esclavitud. La larga cufia que la zona montafiosa hunde hasta el corazén de Ja esclavitud —con el espacio libre que le corresponde— el clima revitalizador y un subsuelo rico en carbén, en sal, en calcdreos, en minerales de hierro, en oro, en una palabra en todas las materias primas necesarias para un desarrollo industrial diversificado, ya es, en su mayor parte, una tierra de Jibertad. Por su naturaleza fisica, cl suelo aqui solo puede ser cultivado con provecho por pequetios granjeros libres. E] sistema esclavista solo vegeta esporddi- camente y nunca eché raices. En la mayoria de los Estados fronte- rizos, los habitantes de las altas mesetas forman el nucleo de la poblacién libre que toma partido por el Norte, aunque més no sea por autoprevencién. Consideremos en detalle los territorios en discusién. Delaware, el Estado fronterizo situado mas al noreste esta de hecho y moralmente, en posesion de la Unién, Todos los esfuerzos de los secesionistas para formar aunque fuera una fraccién que le 59 sea favorable han fracasado, desde el comienzo de la guerra, frente a una poblacién undnime. La fraccién esclavista de este Estado esté en decadencia desde hace mucho tiempo. Solo entre los afios 1850 y 1860, el mimero de csclavos disminuyé a la mitad: la poblacin total, de 112.218 ahora solo tiene 1.798, A pesar de esto Delaware es reivindicado por la Confederacién del Sur y de hecho, el Norte no podria sostencrlo militarmente si el Sur se apodcra de Maryland, En Maryland asistimos al mismo conflicto entre las altas mesctas y las bajas Ianuras. Sobre un total de 687,034 habitantes hay 87.188 esclavos. Las elecciones generales mas recientes han pro- bado de mancra impresionante que la mayorfa aplastante del pueblo estaba en favor de la Unidn. El ejército de treinta mil hombres que ocupa actualmente Maryland, no solo debe servir de reserva al cjército de Potomac sino frenar la rebelién eselavista dentro del pais. Comprobamos aqui el mismo fenémeno que en Jos Estados fronterizos, donde la gran masa del pueblo esta con el Norte, mientras un partido esclavista numéricamente insignifi- cante esta con e) Sur. El partido esclavista compensa esta debi- lidad numérica con los medios de fuerza que \e ascguran un amplio eiercicio del poder en todos los servicios del Estado, cos- tumbres hereditarias de la intriga politica y la concentracién de grandes medios financieros en algunas manos. Virginia representa actualmente el mas grande cantén militar: alli se enfrentan el grueso de las fuerzas de la secesiin y del ejército de la Unién. En las altas mesetas del noroeste de Virginia, Ja masa de esclavos se eleva a quince mil, micntras que una poblacién libre, veinte veces mds numerosa, esta constituida por campesinos auténomos, Las bajas Tanuras del este de Virginia por cl contrario, cuentan con alrededor de medio millén de es- clavos. La crianza y venta de negros en les Estados del sur_repre- sentan su principal fuente de rentas. Apenas los jefes de bandas de Jas Hanuras baias hiceron pasar la ordenanza de la secesion a la asamblea legislativa del Estado de Richmond y abricron apre- suradamente las puertas de Virginia al cjército sudista, cl noroeste de Virginia se separé de la secesién, se erigid en nuevo Estado y ahora defiende su territorio con las amas en la mano bajo la bandera de la Unidn, contra los invasores sudistas. 60 Tennessee con 1.109.847 habitantes, de los cuales 275.784 son esclavos, se encuentra en manos de la Confederacién del Sur, que aplica cn toda la regién la ley marcial y un sistema de proscrip- eiones que recuerda la época del triunvirato romano. Cuando en el curso del invierno de 1861, los esclavistas quisieron convocar a una asamblea popular para ratificar la secesién, la mayoria de la poblacién rechazé esa convocatoria, para quitarle todo pretexto al movimiento de secesién #. Mas tarde, cuando Tennesee fue con- quistado militarmente por la Confederacién del Sur y sometido a un régimen de terror, un tercio del cuerpo electoral continué decla- zandose en favor de la Unién*?. Como en la mayorfa de los Estados fronterizos, cl verdadero centro de resistencia contra el partido esclavista esté en la regién montafiosa, en el este del pais. El 17 de junio de 186] una asamblea gencral del pueblo de Tennessee oriental se reunié en Greenville y se declaré a favor, de la Unién. Delegé ante el Senado de Washington al anciano gobernador Andrew Johnson, uno de los mas fervientes unionistas y publicé una declaration of grievances, un cuaderno de dolencias que develaba todos los medios de estafa, intriga y terror utiliza- dos para que Tennessee saliera de la Unién, en ocasién de las “elecciones”. Después e] este fue jaqueado por las fuerzas armadas de los secesionistas. En el norte de Alabama, al norocste de Georgia y al norte de Carolina del Norte, encontramos las mismas condiciones que en el oeste de Virginia y el este de Tennessee. Mas al oeste, en cl Estado fronterizo de Misuri, con 1.173.317 habituntes y 114.965 esclavos —la mayor parte concentrados en el noroeste del Estado— la asamblea popular se pronuneié en favor de la Unién en agosto de 1861+. Jackson —gobernador del Estado e instrumento de) partido esclavista— al rebelarse contra la Asainblea legislativa de Misuri fue declarado fuera de Ia ley y ahora esta a la cabeza de las hordas armadas. Estas invadieron Misurf a partir de Texas, de Arkansas y de Tennessee para hacerlo arrodillar frente a la Confederacién y romper sus lazos con la Uni6n, por la espada, Al lado de Virginia, Misuri constituye actual- mente cl teatro principal de la guerra civil. a Nuevo México no es un Estado sino un simple territorio. Bajo la presidencia de Buchanan, los sudistas enviaron ahi veinticinco 61 esclavos después de los cuales introdujeron una constitucién escla- vista elaborada en Washington. Como el mismo Sur lo admite, este Estado no les pidié nada. Pero el Sur quiere a Nuevo Méjico y en consecnencia vomita sobre é] a una banda de aventureros de Tejas. Nuevo Méjico imploré la proteccién del gobierno de la Unidén contra esos “liberadores”. Se babré notado que sefialamos la relacién numérica entre ¢s- clavos y hombres en los diferentes Estados fronterizos. De hecho, esta relacién es decisiva. Es el termémetro segtin el cual hay que medir el fuego vital del sistema esclavista. El alma de todo el movimiento secesionista es Carolina del Sur. Cuenta con 402,541 ’sclavos con contra 301.271 hombres libres. En segundo término viene Misisipt que dio su dictador a la Confederacién del Sur: Jefferson Davis; cuenta con 436.696 esclavos contra 354,699 hom- ‘bres libres, En tercer término Alabama con 435.132 esclavos contra 529.164 hombres libres. FE] Ultimo de los Estados fronterizos disputados que nos queda por mencionar es Kentucky. Su historia mds reciente es particu- larmente caracteristica de la politica de la Confederacién del Sur. Sobre 1.133.713 habitantes, Kentucky cuenta con 225.490 esclavos. En las tres clecciones generales sucesivas —invierno de 1861, para el Congreso de los Estados fronterizos; junio de A861, para el Congreso de Washington y agosto de 1861 para las legislativas del Estado de Kentucky— una mayoria siempre reciente se pronuncié por Ja Unién. Por el contrario, Magaffin, el gobernador de Ken- tucky y todos los dignatarios del Estado son fandticos parti- darios del partido esclavista, como Breckinridge, e} representante de Kentucky en el Senado de Washington, vicepresidente de los Estados Unidos con Buchanan y candidato del partido esclavista en 1860 cuando las elecciones presidenciales. Demasiado débil para ganar Kentucky para Ja secesién, la influencia del partido esclavista sin embargo, era bastante fuerte como para Nevarlo a una declaracin de neutralidad cuando estallé la guerra. La Con- federacién reconocié la neutralidad mientras servia a sus intereses y necesitaba destruir la resistencia de Tennessee oriental. Apenas Se alcanzé ese objetivo Hamd a las puertas de Kentucky a golpes de culata, proclamando: “El Sur necesita todo su territorio. {Quie- re y debe obtenerlo!” 62 Después del sudoeste y el sudeste sus cuerpos de francos tira- dores invadieron simultaneamente este Estado “neutro”. Kentucky se desperté as{ de su sueho de neutralidad, su asamblea legislativa tomé partido abiertamente por la Unidén, rodeé al gobierno trai- dor de un comité de salvacién publica, Ilamé al pueblo a las armas, declaré a Breckinridge fuera de la ley y ordend a los sece- sionistas que evacuaran inmediatamente el territorio invadido. Era Ja sefial de guerra. Un ejército de la Confederacién del Sur se movié hacia Louisville, mientras acudieron voluntarios de Illinois, Indiana y Ohio para salvar a Kentucky de los emisarios armados de la esclavitud. Las tentativas de la Confederacién para anexar Misuri y Ken- tucky por ejemplo, contra la voluntad de la poblacién, demuestran Ja vacuidad del pretexto segtin el cual lucha por defender los derechos ‘de los diversos Estados, frente a las usurpaciones de la Unidn. Es verdad que reconoce el derecho de los diferentes Esta- dos que forman —segun ella~ el “Sur”, de separarse de la Unién, pero les niega el de quedarse. Aunque Ja guerra contra el exterior, la dictadura militar en el interior y la esclavitud en todos lados, le dan por el momento un aspecto de armonia, a los mismos Estados esclavistas no les faltan elementos recalcitrantes. Un ejemplo impactante lo constituye Tejas con 180.388 esclavos contra 601.039 habitantes. La ley de 1845 en virtud de la cual Tejas entré cn las filas de los Estados Unidos, en tanto que el Estado esclavista le daba el derecho a formar no solo uno sino cinco Estados con su territorio. De esa manera el Sur hubiera ganado diez nuevos votos en lugar de dos en el Senado americano; y el aumento del ntimero de votos en el Senado era uno de los objetivos principales de su politica de] momento. Sin embargo, de 1845 a 1860, los esclavistas no lograron separar a Tejas en dos Estados, donde la poblacién alemana juega un papel importante ya que en el segundo Estado el partido del trabajo libre hubiera triunfado sobre el partido esclavista*4, gNo es la mejor prueba de la fuerza de la oposicién contra la oligarquia esclavista del mismo Tejas? Georgia es cl mas grande y el més poblado de los Estados esclavistas. Hay 462.230 esclavos sobre un total de 1.057.327 habi- tantes, o sea alrededor de Ja mitad de la poblacién. A pesar de 63 esto el partido esclavista hasta ahora no logré_ hacer sancionar, pot el voto general de la poblacién, Ja Constitucién que se otorgé al Sur en Montgomery *. En la asamblea del Estado de Louisiana que se reunié el 21 de marzo de 1861 en Nueva Orledns, Roselius, el veterano politico del Estado declaré: “La Constitucién de Montgomery no es upa constitucién sino una conspiracién. No instaura un gobierno del pueblo sino una oligarquia detestable que no conoce limites. En esta ocasion no se le permitié intervenir al pueblo. La asamblea de Montgomery cavé la tumba de. la libertad politica, y hoy nos invitan a asistir a sus exequias. De hecho, la oligarquia de los trescientos mil esclavistas no uti- liza solo a Ja asamblea de Montgomery para proclamar la sepa- racién del Sur con el Norte, sino que ademas la explota para trastocar la constitucién interna de los Estados esclavistas y com- pletar la servidumbre de la parte blanca de la poblacién que todavia creia conservar alguna independencia bajo la proteccién y Ja constitucién democratica de Ja Union. Ya entre 1856 y 1860 los voceros politicos, los juristas, Tas autoridades morales y reli- giosas del partido esclavista no habian buscado tanto demostray que la esclavitud de los negros estaba justificada, como que él color de la piel no era nada, que la clase obrera habia nacido, en todos lados, para la esclavitud. Como vemos, en su sentido mas total, Ja guerra de la Confede- racién del Sur es una guerra de conquista, destinada a la extension y perpetuacién de la esclavitud. La mayor parte de los Estades fronterizos y de los territorios todavia no estén en manos é ee Unién, aunque hayan tomado partido por esta por medio de las urnas, y luego por las armas. Sin embargo, la Confederacién los cuenta dentro del “sur” y trata de arrancarlos a la fuerza de la Unidn, En los Estados fronterizos que ocupa por el momento, la Confederacion tiene en jaque, con Ia ley marcial, a las regiones montafiosas en gran parte favorables al modo de vida libre, Den- tro de los Estados esclavistas propiamente dichos, suplanta la demo- cracia existente hasta ahora instaurando cl poder sin limites de la oligarquia de los trescientos mil esclavistas. is eracién de] Sur Al abandonar sus planes de conquista, Ja Confederaci ¢ renunciaria a su principio vital y al objetivo de Ia secesién. La 64 secesién sdlo se produjo porque en el seno de la Unién la trans- formacién de los Estados fronierizos y de los territorios en Esta- dos esclavistas no parece indefinidamente inrealizable. Por otra parte, si cediera pacificamente a la Confederacién del Sur los territorios en discusién, el Norte abandonaria a la republica escla- vista mas de las tres cuartas partes de todo el territorio de los Estados Unidos. El Norte perderia totalmente el golfo de Méjico, el océano Atlantico, excepcién hecha de una delgada banda de tierra que se extiende desde la bahia de Pensacola hasta la de Delaware, y se separaria del océano Pacifico. Misuri, Kansas, Nuevo Méjico, Arkansas y Tejas arrastrarian a California. Inca- paces de arrancar a la Republica esclavista enemiga la desembo- cadura del Misisipi en el sur, los grandes Estados agricolas situa- dos en Ja cuenca entre las Montafias Rocosas y los Alleghanys, en los valles del Misisipi, del Misuwyi y de Ohio, se verian obligados por sus intereses econdmicos, a separarse del Norte y a entrar en Ja Confederacién del Sur. A su vez esos Estados dcl norocste arrastrarian en la misma ronda de la secesién a todos los Estados nordistas situados més al este, con excepcién, tal vez, de Nueva Inglaterra *7. No seria la disalucién de la Unidn sino su reorganizacién sobre Ia base de la esclavitud, bajo el control reconocido de la .oligar- quia esclavista. El plan de tal reorganizacién ha sido proclamado, abiertamente, por los principales voceros del Sur, en el Congreso de Montgomery. Explica el pardgrafo de la nueva constitucién que abre la puerta de Ja nueva Confederacién a todo Estado de Ja antigua Unién, El sistema esclavista apestaria toda la Unién. En los Estados del Norte, donde la esclavitud es pricticamente irrealizable, la clase obrera blanca seria disminuida progresiva- mente a la condicién de ilota, Esa seria, pura y simplemente, la aplicacién del principio altamente proclamado, segin el cual sdlo tiertas razas serian aptas para ser libres: como en el Sur, donde el trabajo propiamente dicho esta reservado a Jos negros, en el Norte estaria reservado a los alemanes e irlandeses, 0 a sus descen- dientes directos. La actual lucha entre el Sur y el Norte es pucs, esencialmente, un conflicto entre dos sistemas sociales, entre el sistema de Ia esclavitud y el del trabajo libre. La lucha estallé porque los dos 65 sistemas no pueden coexistir mas tiempo, en paz, en el continente norteamericano. Solo puede terminar con la victoria de uno u otro. Si los Estados fronterizos y los territorios disputados, donde los dos sistemas luchan por la hegemonia, son como espina clavada en el cuerpo del Sur, no hay que desconocer, por otra parte, que en el curso de la guerra han representado, hasta ahora, el punto débil del Norte. Bajo las érdenes de los conjurados del Sur, una fraccién de los esclavistas de esos distritos simularon hipdcrita- mente su lealtad al Norte, mientras otra fraccién descubria que sus intereses inmediatos y sus ideas tradicionales los acercaban a Ja Union. El temor de alterar el humor de los esclavistas “leales” de los Estados fronterizos y arrojarlos en brazos de la secesién, en otros términos, los arreglos impregnados de prudencia frente a los intereses, prejuicios y sentimientos de esos aliados dudosos, que sacudié a la Unién desde comienzos de Ja guerra con una debili- dad incurable impulsandola por el camino de las medidas a medias Ilevandola a faltar hipécritamente a los principios inherentes a la guerra, para ahorrarle al enemigo el punto mas vulnerable, Ja raiz de] mal: Ia misma esclavitud. Si atin recientemente Lincoln ha revocado de manera pusilani- me la proclamacién de Frémont en Misuri sobre la emancipacién de los negros pertenecientes a los rebeldes**, es Gnicamente por consideracién a las violentas protestas de los esclavistas leales de Kentucky. De cualquier manera, se ha dado un giro en esta materia. Con Kentucky, el ultimo Estado fronteriza tomé su pues- to en los campos de batalla entre ef Sur y el Norte. Ya que se trata de una verdadera guerra por los Estados fronterizos en los mismos Estados fronterizos, su pérdida o su conquista se sustrae de la esfera de los debates diplomaticos 0 parlamentarios. Una fraccién de los esclavistas se quitara la mascara de la lealtad, la otra se sentira satisfecha con la perspectiva de una indemnizacién monetaria, como la que Gran Bretafia pagé a los plantadores de la India occidental **. Los mismos acontecimientos llevan a la pro- clamacién de una voz de orden decisiva: la emancipacién de los esclavos. Atin los més obstinades de los demdcratas y diplomaticos del Norte se sienten atraidos por esa formula, como lo demuestran 66 diversas manifestaciones recientes, En una carta abicrta, el Seneral Cass, ministro de Guerra de Buchanan y hasta ahora, uno “ie I mas celosos aliados del Sur, proclamé que la emancipacion de los esclavos eva la conditio sine qua non para Ja salvacién de i" Union. Eu su iiltima “revista” de octubre, el doctor Brow . —vocero del partido catélico del Norte y, segin propia confecion, el més decidido adversario de la emancipacién de los esclavos entre 1836 y 1880— publica un articulo @ favor de la abolicién. sane ‘Si hemos combatido Ia abolicién —dice entre otras cosas. porque estimamos que amenazaba a la Unién, hoy tenemos que Iuchar mas enérgicamente contra el mautenimiento de la cschn wa ya ue cstamos persuadidos que ahora es incompatible con Reo eaacién de la Unién o de la nacién como libre Estado El World, drgano neoyorquino de los diplomaticos de gabinete 1c Washington, concluye uno de sus tltimos articulos sensaciona- listas contra los partidarios de Ia abolicién, con estas palabras: * El dia en gue decidamos gue. 0 bien Ja esclavitud, o bien | Unidn, deben desaparecer, se habré promuneiaco la sentenela de muerte de Ja esclavitud. Si cl Norte no puede veneer sin la ema: . cipacién, vencerd con la emancipacion.” “ema Cartos Manx LA DESTITUCION DE FREMONT Die Presse, 26/11/1861 Londres, 19 de noviembre de 1861 La destitucién de Frémon de Misurf marca un giro hi americana. Frémont ha expi t del puesto de comandante en jefe istorico en el curso de la guerra civil ado dos pecados graves. Fue cl primer 67 candidato del Partido repmblicano para la dignidad presidencial (1856}, y es el primer general del Norte que el 30 de agosto de 1861 amenazé a tos eselavistas con la emancipacién de los escla- vos **. Por lo tanto se convirtié en un rival para los futuros candi- datos a la presidencia y en un obstdculo para los actuales hacc- dores de compromisos. Durante los dos iiltimos decenios se ha desarrollado una singu- lar prictica en los Estados Unidos: evitar que se elija para la presidencia a nm hombre que haya ocupado un lugar decisivo en su propio partido, Es verdad que se utiliza el nombre de esas personalidades en el curso de la campafia electoral, pero apenas se encara el asunto en si, se los deja de lado para reemplazarlos por mediocridades desconocidas y de influencia puramente local. De csta mancra es como Ilegaron a presidentes Polk, Pierce. Bu- chanan, ete. Lo mismo ocurrié con A. Lincoln. El general Andrew Jackson fue cl iltimo presidente de los Estados Unidos que dehié su dignidad a su importancia personal, mientras todos sus suceso- res, sc la deben por el contrario, a la insignificancia de su persona. En el curso del afio electoral de 1860, los nombres mas distin- guidos del Partido republicano eran Frémont y Seward. Conocido por sus aventuras durante la guerra con Méjico **, su audaz expo- dicién a California y su candidatura de 1856, Frémont era un persanaje muy representativo para ser considerado, tan pronto se tratara no ya de efectuar una demostracién republicana sino de tender hacia un éxito republicano. Por eso no fuc candidato. Con Seward pasé de otra manera. Senador republicano al Con- greso de Washington, gobernador del Estado de Nueva York y desde cl nacimiento del Partido republicana, indiscutiblemente su mejor orador. Se necesitaron toda una serie de fracasos mortifi- cantes para llevar a Seward a renunciar a su propia candidatura y a patrocinar con sn voto al que, en ese momento, era mds o menos un desconocido. A Lincoln. Sin embargo, apenas percibid el fracaso de su propia candidatura, se impuso a si mismo, en tanto Richelieu republicano a un hombre que considcraba como un Lnis XIII republicano. Por lo tanto contribuyé a hacer de Lincoln el presidente con la condicién de ser él, secretario de Estado, dignidad que podemos comparar en cierta medida a la de un primcr ministro inglés, Apenas Lincoln fue elegido presi- 68 dente, Seward se aseguré el sceretariado de Estado. Asistimos en seguida a un curioso cambio de actitud del Deméstenes del Parti- do republicano, ya célebre, porque profetizé un “conflicto irrepri- ible” cntre el sistema del trabajo libre y el de Ja esclavitud. Aunque elegido el 6 de novicmbre de 1860, Lincoln no accederia a la funcién presidencial sino el 4 de marzo de 1861, En e) inter- valo, durante el curso de la sesién de invierno del Congreso, Se- ward se convirtié en el centro de todas las tentativas de compro- miso. Los érganos sudistas en el Norte —por ejemplo cl New York Herald cuyo blanco hasta entonces habla sido Seward— de pronto empezaron a alabar los méritos del hombre de Estado de la recon- ciliacién y efectivamente, no fue por su culpa si no se firmé la paz a cualquier precio, De mancra manifiesta Seward utilizaba al Secretariado de Estado como trampolin y se preocupaba menos del presente “conflicto irreprimible”® que de la futura presiden- Probé una vez mas que los virtuosos de la lengua son hom- bres de Estado peligrosos a los que no sc le puede tener confian- za. jLeamos sus despachos de Estado! Son una mezcla innoble de grandes palabras y pobreza de espiritu, de fuerza aparente y de debilidad real. Para Seward, Frémont era un rival peligroso que habia que perder. Esta cmpresa resulté tanto mds facil por cuanto conforme a sus virtudes de abogado, Lincoln tenia aversién por todo lo que fuera genial y sc remitia ansiosamente al texto de la Constitucién y temia todo paso que pudiera decepcionar a los “leales” esclavis- tas de los Estados fronterizos. El caracter de Frémont ofrecié otro pretexto. Era manifiestamente un hombre emotive, nn poco exce- sivo e hiperbélico, dado a giros melodramiticos, E] gobierno, pri- mero, lo incité a renunciar voluntariamente agobidndolo con todo tipo de enredos. Cuando fracasé este método, le quité el mando, en cl momento preciso cn que cl cjército que él habia organizado se encontraba frente a freute con el encmigo en cl sudocste de Misurt y habia que librar la batalla decisiva. Frémont es el idolo de los Estados del noroeste que lo celebrau como pathfinder (explorador). Consideran su destitucion como una injuria personal, Si el gobierno de la Unién vuelve a sufrir algunos reveses como los de Bull Run y Balls Bluff*, él mismo habré dado a Frémont como jefe para la oposicién, que entouces 69 se levantara en su contra y romperd el actual sistema diplomtico de conduecién de la guerra. Volveremos mas adelante sobre las acusaciones publicadas por el ministerio de Guerra de Washington contra el general destituido. Cantos Manx CUESTIONES AMERICANAS Die Presse, 26/2/1862 Londres, 3 de marzo de 1862 El presidente Lincoln no se anima a dar un paso adelante micn- tras el curso de Ios acontecimientos y cl estado general de la opi- nién pitblica permitan contemporizar. Pero una vez que el “Old Abe” -se convence por si mismo que se ha producido ese giro, sorprende tanto a sus amigos como a sus enemigos por lo subito de una operacién realizada con cl menor ruido posible. Asi, de la manera menos ostentosa, acaba de dar un golpe que seis meses antes le hubiera podido costar la presidencia y que hasta hace pocos meses hubiera suscitado una tempestad de protestas. Ha- blamos de la eliminacién de McClellan del puesto de comandante en jefe de todos los ejércitos de la Unidn. Para empezar, Lincoln reemplaz6 al ministro de Guerra Came- ron por un jurista enérgico e implacable, Edwin Stanton, Este en seguida libré una orden del dia a los generales Buell, Halleck, Sherman y otros comandantes de servicios totales 0 jefes de expe- diciones, ordendndoles que en adelante esperaran todas las érde- nes, piblicas y secretas, del ministerio de Guerra y que respon- dieran directaifente a cse ministerio. Lincoln dio algunas érdenes . que firmé él mismo como “comandante en jefe del cjército y de Ja marina”, titulo que le pertenecia por la Constitucién. De esta ma- nera “tranquila”, el “joven Napoleén” * fue despojado del coman- 70 do supremo que ejercia hasta entonces sobre todos los ejércitos y quedé xeducido sélo a la direccién del ejército de Potomac, aunque conservé el titulo de “comandante en jefe” *, Los éxitos en Kentucky, Tennessee y en la costa atlantica, inauguraron favo- rablemente la toma en sus manos del comando supremo por parte del presidente Lincoln. El puesto de comandante en jefe, ocupado hasta entonces por McClellan fue legado a Estados Unidos por Inglaterra y corres- ponde mds o menos a la dignidad de gran condestable en el ejérci- to francés del antiguo régimen. Durante la guerra de Crimea, Inglaterra descubrid que esa vieja institucién era inadecuada, Concreté entonces un compromiso gracias al cual una parte de los atributos del comando en jefe se trasmitié al ministerio de Guerra. Para juzgar la tactica fabiana ** de McClelland todavia nos falta el material necesario. Pero no cabe dudas que su accién trababa Ja conducta de las operaciones militares en general, Podemos decir de McClelland lo que Macauly decia de Essex: “Las faltas mili- tares de Essex parten esencialmente de sus sentimientos politicos timoratos. Es verdad, es honesto pero no esté unido cn absoluto a Ja causa del Parlamento: fuera de una gran derrota, nada teme més que una gran victoria.” Como la mayoria de los oficiales formados en West Point que pertenecen al ejército regular, McClelland esté més o menos liga- do por espiritu de cuerpo a sus antiguos camaradas que se encuen- tran en el campo enemigo. Cela también a los arribistas que, a sus ojos, son los “soldados civiles”. Para él la guerra debe levarse de manera puramente técnica, como un negocio, siempre con miras a restaurar la Unién sobre la base antigua, Y por eso conviene, antes que nada, mantenerse fuera de toda tendencia y principio revolucionarios. En verdad, esa es una curiosa concepcién de una Suerra que es esencialmente, una guerra de principios! Los pri- meros generales del Parlamento inglés compartian el mismo error. “\Pero ~decia Cromwell en su mensaje al parlamento croupion °, el 4 de julio de 1653— cémo ha cambiado todo esto cuando la direccién la asumieron hombres penetrados por el espiritu de reli- giosidad y de fe!” * Nombre dado al parlamento inglés cuando Cromwell expulsé a la mayo- via de sus miembros en 1648, 7 E]l Star de Washington, érgano particular de McClelland, decla- ra en su Ultimo nimero: “El fin de todas las combinaciones mili tares del gencral McClelland cs cl restablecimiento de la Union con la forma exacta con la que existia antes del estallido de la rebelién.” jNo es de asombrarse entonccs si en Potomac cl cjército fue empleado, ante Jos ojos del comandante en jefe, para la caza de esclavos! Mas recientemente todavia, McClelland hizo expulsar del campo, por orden expresa, a la familia de miisicos Kutchinson que cantaba canciones... jantiesclavistas! Aparte de tales manifestaciones “contra las tendencias”, MeCle- land tomé bajo su alta proteccién a los traidores del ejército unionista. Poy ejemplo, promovié a Maynard a un grado supe- rior, aunque fuera un agente de los secesionistas como lo prucban Jos documentos oficiales del comité de investigacién de la Camara de representantes. Desde el geneyal Patterson, cuya traicién pro- voca la derrota de Manassas, hasta el general Stone que organiz6- el desastre de Balls Bluff en convivencia directa con cl enemigo. McClelland sustraia a la corte marcial a todos los traidores mili- tares, y hasta impedfa que lo relevaran de su pucsto. Sobre este tema el comité de investigacién del Congreso reveldé los hechos mas sorprendentes. Lincoln resolvié demostrar con una medida enérgica que, cuando asumiera el mando supremo, la hora de los traidores con charreteras habria sonado y que se produciria un giro en la politica de guerra. Por orden suya el general Stone fue detenido en su cama el 10 de febrero a las dos de la maiiana y conducido al fuerte Lafayctte. Algunas horas mas tarde llegé la orden de arresto firmada por Stanton que contenia la acusacién de ser pasible de alta tr m, de la corte marcial. El arresto de Stone y su acusacién tuvieron lugar sin que el general McClellan fuera informado previamente. Micutras estaba inactivo y lucia los laureles ganados antes, McClellan estaba manifiestamente rcsuclto a no permitir que otro general se le adclantara. Los gencrales Halleck y Pope habian preparado un movimiento combinado para obligar a una batalla decisiva al general Price, quc ya una vez habia escapado a Frémont luego de una intervencién de Washington. Un telegrama de McClelland les impidio llevar a cabo su empresa. Un tclegra- ma parecido dirigido al general Halleck “anulé la orden” de levan- 72 tar el fuerte Columbus, en el momento en que ese fuerte se encon- traba a medias debajo del agua. McClellan les habia prohibido ex- presamente a los generales del oeste, que mantuvieran correspon- dencia. Todos debian dirigirse a Washington si querian combinar un movimiento. El presidente Lincoln les dio la indispensable libertad de accién. Basta con leer el panegfrico que el New York Herald hace sin cesar, del general MacClellau para juzgar la calidad de su_politica militar. Es el héroe para el gusto del Herald. E] famoso Bennett, propictario y jefe de redaccién del Herald, yeinaba en los tiempos de las administraciones.de Pierce y de Buchanan por Ja mediacién de sus “representantes especiales”, alias correspondientes a Wash- ington. Bajo la administracién Lincoln traté de reconquistar ese mismo poder por un rodeo, gracias a su “representante especial” el doctor Ives, un sudista notorio y hermano de un oficial que habia desertado a la Confederacién y habia logrado ganar el favor de McClellan. Con el patronazgo de McClellan parece que este Ives gozé de grandes preferencias, sobre todo en la época en ce Cameron estuvo a Ia cabeza del ministerio de Guerra. Esperaba que Stanton le acordara los mismos privilegios y en consccuencia, se presenté el 8 de febrero a la oficina militar donde el ministro de Guerra, su sceretario y algunos miembros del Congreso deli- beraban sobre las medidas militares a adoptar. Lo echaron, se envalentoné y batiéndose en rctirada, amenazé con haccrle abrir cl fuego al Herald sobre e) actual ministerio de Guerra, si le retiraban su “privilegio particular”. a saber: participar confiden- cialmente de las deliberacioncs del gabincte, de los telegramas, informaciones generales y novedades de’ guerra. Al dia siguiente, el 9 de febrero, el doctor Ives reunié a todo el estado mayor de McClellan para una comida de campo. Pero la mala suerte legé pronto. Un suboficial con seis hombres, se apoderd del poderoso Ives y lo evé al fuerte McHenry donde —como lo dice expresa- mente la orden del ministro de Guerra— lo tienen bajo estrecha vigilancia por espia. 2B Fepenico Encets y CaRLos MARx LA GUERRA CIVIL AMERICANA Die Presse, 26 y 27 de marzo de 1862. I Desde cualquier angulo que se Ia considere, la guerra civil americana presenta un espectaculo sin paralelos en los a les j Ja historia militar. La inmensa extensién del territorio disputa: lo, la amplitud de las lincas de operacién y del frente, la Potencia numérica de los ejércitos enemigos, cuya creacién pricticamente no pudo apoyarse en ninguna base de organizacién anterior, costo fabuloso de esos ejércitos, su forma de direecién y los prin- cipios generales de tictica y de estrategia que rigen esta guerra, todo esto es nuevo para el observador europco. ; La conspiracién secesionista, organizada, patrocinada y somone da mucho antes de estallar por la administracién Buchanan, dio al Sur una ventaja inicial gracias a la cual sélo podia esperar el Jogro de sus fines. Amenazada por su poblacién de esc lavos » por fuertes elementos unionistas entre los blancos, con un néimei : de hombres tres veces menor al del norte, pero mds Prontos al ataque gracias a sus innumerables ociosos, sedicntos ei aven- turas, para el Sur todo dependia de una ofensiva rapi i “ daz, aun temeraria. Si los sudistas Wegaban a apoderarse de Ran Luis, Cincinnati, Washington, Baltimore, y tal vez de. Filadel in, podian levantar un movimiento de pdnico, a pesar de ave a iplo- macia y la corrupcién hubieran asegurado a todos los estados esc! la- vistas el reconocimiento de su independencia. Por el coniTario. si esta primera ofensiva fracasaba —al menos en sus Puntos lecisi- vos— su situacién empeoraria dia a dia, paralelamente al esarro- Mo de Jas fuerzas del Norte, Esto es lo que comprendieron perfee- tamente los hombres que, con espiritu en verdad bonapartista, organizaron Ja conspiracién secesionista y luego Abricron Ja cam- pafia, Sus bandas de aventureros sumergieron a Misur{ y T cnnessee, mientras que las tropas organizadas mas regularmente, invadieron 74 Virginia oriental y prepararon un Bolpe de mano sobre Washing- ton, Al fracasar ese golpe, la campafia sudista, desde el punto de vista militar, estaba perdida. El Norte entré en guerra de mala gana, en una somnolencia, como era de esperar dado el desarrollo mas elevado de su indus- tria y de su comercio. Aqui el mecanismo social era infinitamente mds complejo que en el Sur, y Se necesité mucho més tiempo para La politica del Norte debi consistir, en principio, en mantener- se a la defensiva en todos los puntos decisivos, para organizar sus fuerzas, ojercerlas y Prepararlas para batallas decisivas a través de operaciones de’ débil envergadura y poco tiesgosas; después anizacién se encontrara un poco _reforzada y los elementos indeseables estuvieran un poce separados de su ejérci- to— pasar a una ofensiva enérgica e ininterrumpida, con miras a reconquistar todo Kentucky, Tennessee, Virginia y Carolina del Noste. La transformacién de los civiles en soldados le costaria mas tiempo al Norte que al Sur. Pero una vez hecho esto se podria confiar en la superioridad individual del nordista. A grandes rasgos, si hacemos abstraccién de los errores que tienen un origen mds politico que militar, el Norte actué de acuerdo con estos principios: simulacros en Misuri y Virginia occidental, mientras protegia a las poblaciones unionistas, acos- tumbraba a las tropas al servicio de campafia y al fuego, sin expo- nerlas a derrotas decisivas. La grave humillacién de Bull Run # era, en cierta manera, la consecuencia de un error anterior: el enrolamiento de voluntarios por tres meses. Es absurdo pedirles a los recién reclutados que ataquen de frente una posicién fuerte, | situada en un terreno dificil y ocupada por un adversario apenas inferior en numero. El Panico que se apoderd en cl momento decisivo del ejército unionista y Cuya causa no siempre ha sido clarificada, no podia sorprender a nadie por poco familiarizado que estuviera con Ja historia de las Suerras populares. Esos incidentes sé produjeron, con frecuencia, entre Jas tropas francesas de 1799- 1797 *, pero de ninguna manera le impidieron a los soldados ganar las batallas de Jemappes y de Fleurus, de Montenotte, Cas- 75 tiglione y Rivoli. Las burlas de la prensa europea sobre hy pinico de Bull Run tienen una sola excusa para su-tonteria: as inten rronadas de una parte de la prensa norteamericana antes del encadenamicnto de Ja batalla. . El plazo de scis meses consecutivos de la derrota de Manassas fue explotado mds cficazmente por el Norte que por “ our Xe solo las filas nordistas crecieron mucho ms que bs sudistes, sing iciales recibieron mejor instraccién. ay orcnamienta Ge Tee. hocaron con los mistnos obstdcu- trenamiento de las trapas no choca: ¢ - Tos que cn el Sur, Los indeseables y los incapaces Freon separa, é ni un pertenece a en gran parte: la época del pinico de Bu kun per j oe ts verdad que no hay que juzgar los dos ejércitos sein fos criterios de los principales eiereltos Garden Nery clean ‘loge i jéreito regular los Estados Unidos. Nz antiguo ejército regular de iaporesn care “sus cuarteles, el entrenamiento completar cn un mes, en-sus cuarteles, n d Tones de Jos nuevos reclutados, ponerlos en marcha durante el segundo, y conducirlos al enemigo en el terccro. Pero ca ida, ate llén recibia un complemento suficiente de oficiales y su iciales experimentados,; y se destinaban a cad compara Melos ‘sola , Ia las j6venes trop: s, para que el dia de la batal / oe eee o mejor dicho encuadradas, por los veteranos. Todas estas condiciones faltan en América. / Sin Ia considerable masa de la experiencia militar de los ee emigraron a América como consecuencia de Jas convulsiones a vo i i rganizacién de los cjércitos lucionarias de 1848-1849, la organi: Siézstos dea id i igi i as largo todavia **, r Unién hubiera exigido un tiempo m 50 a tae ; elacién «al nimero tota do mimero de muertos y heridos en ; ° las tropas comprometidas Chabitualmente uno sobre veinte) fe ria de los enfrentamientos, muestran que la mayoria 7 i 5 os mis i ueron efectuados con el recientes en Kentucky y Tennessee a 1 con ot us incij de armas de fuego a larga distancia, y que la principalmente de fucs 1 d 10 ee tenian bien pronto ani cargas con bayoneta se det pronto | wets de lega i i fi fuga al adversario aun ante: E enemigo, o bien ponian en a po degar ; “1 intervalo, la nueva campaiia sc ] cuerpo a cuerpo. En cl intervalo, 7 to bajo auspicios mas favorables, con el avance de Buell y Halleck a través de Kentucky en direccién a Tennessee. / Después de haber reconquistado Misuri y Virginia cecidental, la Union abrié Ja campaiia avanzando en direccién a Kentucky ® 76 Or Los sccesionistas tenfan abj tres posiciones fuertes 0 campos atrin- cherados: Columbus sobre el Misisip{ a la izquierda; Bowling Green en el centro; Mill Springs sobre cl Cumberland a la dere. cha. Su linea sc extendia de oeste a este, on més de trescientas millas. La amplitud de esta linea le quitaha a los tres cuerpos toda posibitidad de sostenerse mutuamente, y ofrecia a Jas tropas de la Unién Ja posibilidad de poder atacar a cada uno de ellos aisladamente y con fuerzas Superiorcs. El gran error de los sece- sionistas fue, con la disposicién de sus fuerzas, querer ocupar todo el terreno, Kentucky bubiera sido defendido con mucha mas efica- cia por medio de un solo campo poderosamente fortificado, en el ventro de la regién, preparado como campo de batalla sara un cnfrentamiento decisivo y sostenido por el grucso del ejército: o bien bubiera atraido al Srucso de las fuerzas unionistas, 9 bien las hubiera puesto en una posicién peligrosa, apenas se hubieran sentido tentadas de atacar una concentracién de tropas tan fuertes Dadas esas eomdiciones, los unionistas resolvieron atacar Jos tres campos, uno tras otro, tratando de hacer salir al una serie de maniobras con miras a obligarlo a aceptar el combate en campo vaso. Este plan, de acuerdo con todas las reglas del arte nillitar, fue ejecutado con decisién y rapidez. Hacia mediados de enero, un cuerpo de alrededor de quince mil unionistas marché sobre Mill Springs, detendido por veinte mil scoesiontaten Los unionistas maniobraron tan bien que le hicieron creer a sus adver- sarios que solo tendrian que vérselas con un destacamento débil. El general Zollicoffer también cayé en la trampa: sulié de su campo fortificade y atacé a los unionistas. Demasiado tarde se dio cuenta que tenia enfrente a una fuerza superior. Lo mataron ¥ sus tropas sufrieron una derrota tan completa como los unionis. tas en Bull Run, Pero esta vez la Victoria fue explotada totalmente de otra manera. El ciército vencido fue acosado, hasta que, ago- tado, desmorahzado, perdida su artilleria de campana y sus trenes de campafia, Negé a su campamento de Mill Springs. Este cam- pamento habia sido editicado sobre la costa norte del rio Cum- berland, en caso de una nueva derrota la guarnicién tenia cortada la retirada, excepto por_el rio, por medio de algunos navios de vapor o barcos de rio. En general, notamos que los campos sece- sionistas estin edificados en la costa enemiga de los rios. Esto no solo esté en regla sino que es practico alinearse de esa forma pero 7 con la condicién de tener un puente atrds. En ese caso el campo sirve de cabeza de puente y da a los que lo tienen el privilegio de Jargar sus fuerzas a voluntad sobre una u otra orilla del rio, es decir de dominar completamente los cursos de agua. Por cl contrario un campo sobre el Iado enemigo del rio, pero sin puente atras, corta todo camino de retirada después de un enfrentamicnto ‘desgraciado, y obliga a las tropas a capitular o las expone a la matanza y al ahogo, como les ocurrié a los unionistas cerca de Ball's Bluff en la orilla enemiga del Potomac donde los habia enyiado la traicién del gencral Stone, Cuando los secesionistas vencidos aleanzaron su campamento de Mill Springs, en seguida comprendieron que debfan rechazar cl ataque del enemigo a sus fortificaciones o capitular a Ja brevedad. Después de la experiencia de la magiana habian perdido confianza en su capacidad de resistencia, En consecuencia, cuando avanzaron los unionistas al dia signicnte, para atacar el camparento, se dieron cuenta que el enemigo habia aprovechado la noche para cruzar el rfo abandonindoles el campamento, el tren de campafia, la artillerfa y el aprovisionamiento. De esta manera la extremidad derecha de la lea secesionista fue hacia Tennessee, y Kentucky oriental, donde la masa de la poblacién cra hostil al partido esclavista, fue recon- quistado por la Unién. En el mismo momento —hacia mediados de enero— los unionis- tas empezaron los preparativos para_desalojar a los secesiouistas de Columbus y de Bowling Green. Una poderosa flota de navios con morteros y cafioneras blindadas estaba lista, y se largé a los cuatro vientos la noticia de que servirfa para escoltar a un nume- roso ejército a lo largo del Misisipi, de Cairo a Memphis y a Nueva Orléans. De hecho, todas las demostraciones sobre el Mi- sisip{ no eran sino simples maniobras diversionistas. En el momento decisivo, las cafioncras fueron encaminadas por el Ohio, después de alli por el Tennessee, que remontaron hasta Fort Henry. Con Fort Donelson sobre el Cumberland, esta plaza fuerte constituia Ta segunda linea de defensa de los secesionistas en Tennessee. La posicién habia sido bien elegida ya que en caso de retirada defi- nitiva, mds alld del Cumberland, ese curso de agua cubriria ‘su frente como el Tennessee protegia su flanco izquierdo, y la estre- cha banda de tierra entre los dos rios estaba suficientemente cu- bierta por los dos fuertes mencionados antes, Sin embargo, gracias a una accin rApida, los unionistas bundieron también Ja segunda linea, antes de atacar el ala izquierda y cl centro de la primera. En la primera semana de febrero, las cafioneras unionistas hicie- ren su aparicién frente-a Fort Henry, que fuc tomado después dle un corto bombardeo. La guarnicién pudo escapar y Ileaar a Fort Donelson, ya que las fuerzas terrestres de las que disponia la expedicién no eran bastante numerosas como para _cerear la plaza. Las cafioneras volyieron a bajar por el Tennessee hasta Ohfo y desde alli, por el Cumberland, subicron hasta Fort Donelson. Una cafioncra aislada subié hébilmente por el Tennessee, en pleno corazén del Estado del misino nombre, rozando el Estado de Misuri; Ilegé hasta Florencia en el norte de Alabama, donde una serie de pantanos y bancos (conocidos con el nombre de Mussle Shoals) impidié que continuara la navegacién. El hecho de que una sola cafionera haya podido cumplir este largo crucero de por lo menos ciento cincuenta millas y volver luego sin haber sufrido el menor ataque, prueba que los sentimientos unionistas prevale- cen a Io largo del rio y seran muy titiles el dia en que las tropas de la Unién ayancen hasta alli. Esta expedicién fluvial por el Cumberland, combinaba sus mo- vimientos sin embargo, con los de las fuerzas terrestres, al manda de los generales Halleck y Grant. Los secesionistas estacionados en Bowling Green fueron inducidos a error por la demostracién de los unionistas. Se quedaron tranquilamente en su campamento durante Ja semana que siguié a la caida de Fort Henry, mientras que Fort Donelson esta cercado por tierra por cuarenta mil unio- nistas y la costa del rio estaba amenazada por una poderosa flota de caioneras. Como el campamento de Mill Springs y de Fort Henry, Fort Donelson tiene el curso de agua a sus espaldas, sin disponer de un puente para la retirada. Es la plaza mds fuerte que atacaron los unionistas hasta ahora. Los trabaios de fortifica- cién habian sido efectuados con el mayor cuidado; ademds la plaza era lo suficiontemente vasta como para contencr y alojar a yeinte mil hombres. El primer dia del ataque, las cafioneras redu- jeron al silencio a las baterias que dirigian su fuego sobre la orilla del_rio, y bombardearon el interior del perimetro fortificado, mientras las tropas terrestres rechazaban las avanzadas ene y forzaban al grueso de los secesionistas a buscar proteocién justo bajo los cafiones de sus propios trabajos fortificados. 1 segundo dia, parece que las cafioneras que ya habian sido pro adas en la vispera, no hicieron gran cosa. Por el contrario, las tzopas torres. tres tuvicron que sostener una batalla larga y apasionada por momentos, con las columnas de la guarnicién que intentaban per- forar el ala derecha del enemigo para asegurarse una linea de retirada en direccion a Nashville. Sin embargo, un ataque enérgico del ala derecha de los unionistas sobre cl ala izquicrda de los secesionistas e importantes refuerzos en beneficio del ala izquierda unionista, decidieron la victoria de los asaltantes. Diferentes pues- tos fortificados exteriores fueron tomados por asalto. Empujados a sn linea de defensa interior, sin ningun camino de retirada y de manera manifiesta fucra de estado para resistir un nuevo asalto, la guarnicién se rindié incondicionalmente, al dia siguiente. Il Con Fuerte Donelson, la artilleria, el tren de campafia y el mate. rial de guerra de la guarnicién, cayeron en manos de los. uunionis- tas; treinta mil secesionistas se rindicron el dia de la capitulacién; otros mil al dia siguiente apenas aparccid 1a vanguardia de los vencedores ante Clarsville y esta ciudad situada en el curso supe- rior del Cumberland abrié sus puertas. Los sccesionistas habian almacenado alli grandes reservas de viveres. - La toma de Fort Donelson encierra, sin embargo, un pequefio misterio: Ya hnida del general Floyd con cinco mi! hombres, al segundo dia de bombardco. Estos fugitivos eran demasiado pune rosos como para desaparecer por encanto durante Ja noche, en los barcos de vapor. Algunas medidas de precaucién por parte de los asaltantes hubieran podido prevenir la huida. Siete dias después de la rendicién de Fort Donelson, Jos fede- rades ocuparon Nashville. La distancia entre esas dos localida les es de alrededor de cien millas inglesas. Por lo tanto tuvieron que hacer quince millas por dia, por caminos Ienos de baches y durante la peor estacién del afio: esto hace honor a las tropas unionistas. Ante Ja noticia de la caida de Fort Donelson, los sece- 80 sionistas evacuaron Bowling Green; una semana mas tarde aban- donaron Columbus y se retiraron a una isla del Misisipi, cuaren- ta_y cinco millas mas al sur, De esta manera la Unién habia reconquistado enteramente a Kentucky. Y los secesionistas no podrin retener Tennessce si no libran y ganan una gran batalla, Parece que han concentrado. mas de sesenta y cinco mil hombres con ese fin, Sin embargo nada les impide a los unionistas oponerles una fuerza aun muy superior, La conduecién de las operaciones en la campafia de Kentucky merece los més vivos elogios. La reconquista de un territovio tan vasto, el avance en direccién a Ohio hasta Cumberland en un solo mes, todo esto revela una energia, una decisién y una rapidez de ejecucién que los ejéreitos regulares de Europa raramente han igualado. Comparemos por cjemplo, la lenta progresién de los Aliados de Magenta a Solferino en 1859, sin perseguir al cnemigo en retirada, sin tentativa de aislar a los tetrasados 0 desbordar y encerrar cucrpos de tropa enteros. . Halleck y Grant en particular, dan buenos ejemplos de conduc ta militar enérgica, Al dejar completamente de Jado Columbus y Bowling Green, concentraron sus fuerzas en los puntos decisivos —Fort Henry y Fort Donelson— que atacaron con rapidez y con energfa haciendo Columbus y Bowling Green, insostenibles. En seguida se pusicron en marcha hacia Clarksville y Nashville, sin dar tiempo a los secesionistas en retirada a ocupar nuevas posicio- nes en el norte de Tennessee. Durante esta rapida_persecucién el cuerpo de ejército secesionista de Columbus quedé complcta- mente scparado del centro y del ala derecha de su ejército. Los diarios ingleses criticaron injustamente esta opcracin. Aunque el ataque al Fort Donelson hubiera fracasado, los secesionistas podfan ser retenidos cerca de Bowling Green por cl general Buell; no hubieran podido scparar una tropa suficicnte como para permitir- le a la guarnicién perseguir a los unionistas en campo raso amena- zando su retirada. Por otra parte, Columbus estaba tan alejada que en ningiin caso podia intervenir en las operaciones conducidas por Grant, De hecho, cuando los uuionistas limpiaron de secesio- nistas Misuri, Columbus, para estos tiltimos, era solo un. puesto desprovisto de todo interés. Las tropas de su guarnicién debieron retirarse a toda prisa hacia Memphis o hacia Arkansas para no verse obligados a entregar sus armas sin gloria. 31 Luego de la limpieza de Misuri y de la reconquista de Kentucky, el teatro de guerra se estreché a tal punto que los diferentes ejércitos pueden cooperar, en cicrta medida, en toda la linea de operaciones y ayudarse entre si para alcanzar ciertos resultados. En otros térmi- nos, recién ahora la guerra toma un caracter estratégico y la configu- racién del pais reviste un nuevo interés. Ahora les toca a los genera- les nordistas descubrir el talén de Aquiles de los Estados algodo- netos. Hasta Ja toma de Nashville no podia haber operaciones estratégicas comuncs a los ejércitos de Kentucky y Potomac, separados por distancias demasiado largas. Es verdad que se encontraban cn la misma linea del frente, pero sus lineas de operacién eran completa- mente difereutes. Solo con el avance victorioso en Tennessce los movimientos de los ejércitos de Kentucky tomaron importancia dentro de todo el teatro de operaciones. Los diarios americanos influenciados por McClellan hicieron mucho ruide con Ja teoria “anaconda” envolvente, que preconiza que una inmensa linea de ejércitos encierre la rebelion, oprima progresiva- mente sus miembros y finalmente estrangule al enemigo. Es una chi- quilinada. Es un arreglo del llamado sistema del cordén inventado por Austria alrededor de 1770 y utilizado contra Jos franceses de 1792 a 1797 con tanta obstinacién y marcado por tantos fracasos ince- santes. En Jemappes, Fleurus y muy particularmente Montenotte, Millesimo, Dego, Castiglione y Rivoli, el sistema del cstrangulamiento prendié mucho. Los franceses cortaron en dos el “anaconda” y concentraron su ataque en un punto con fuerzas superiores, y después despedazaron uno tras otro los pedazos del “anaconda”. En los Estados mds o menos poblados y centralizados siempre existe un centro que si es ocupado por el enemigo a menudo rompe ta resistencia nacional. Paris es un ejemplo impresionante de esto. Sin embargo, Jos Estados esclavistas no poscen tal centro, Estan poco poblados y casi no tienen grandes ciudades, salvo cada tanto, sobre la costa. Sin,embargo, hay que preguntarse si al menos cxiste un centro de gravitacién militar, la captura del cual romperia la columna vertebral de Ja resistencia. O bien, como ocurrié en Rusia hasta 1812 gpara lograr la victoria hay que ocupar cada pueblo y cada localidad, en una palabra: ocupar toda Ja periferia? Echemos una ojeada a la:configuracién geografica de Secessia, con 82 su larga banda costera sobre el Atlantico y sobre el golfo de Méjico. Durante el tiempo que los confederados tuvieron Kentucky y Ten- hessce, su territorio formaba un conjunto bien compacto. La pérdida de esos dos Estados clavé en su territorio una gigantesca cufia que separa los Estados situados sobre la costa norte del océano AtlAntico de los Estados situados sobre el golfo de Méjico. El camine de Vir- ginia y de las dos Carolinas a Tejas, a Luisiana, a Misisipi y en parte, a Alabama, pasa por Tennessee que acaba de ser ocupado por los unionistas. El dinico camino que después de la conquista total de Tennessee por Ia Unién, une las dos secciones de los Estados esclavistas, pasa por Georgia, Esto demuestra que Georgia es la lave de Secessia. : Al perder Georgia, La Confederacién se encuentra cortada en dos secciones que ya no disponen de ninguna comunicacién entre si, Ahora bien, es indispensable que los secesionistas puedan reconquis- tar Georgia, ya que las fuerzas militares unionistas podrian concen- trarse en una posicién central, mientras que sus adversarios, divididos en dos campos, apenas tendrian fuerzas para realizar un ataque conjunto. Seria necesario conquistar todo Georgia inclusive la costa sur de Florida para concretar tal operacién? En absoluto. En un pais donde las comunicaciones, sobre todo entre dos puntos alejados, dependen mas del ferrocatril que de los caminos, basta con apoderarse de Ja via férrea. La linea de ferrocarril mds meridional entre los Estados del golfo de Méjico y los de Ja costa norte del Atléntico pasa por Macon y Gordon, cerca de Millegeville. La ocupacién de estos dos puntos cortaria en dos a Secessia y permitiria a los unionistas derrotar a una parte y después a la otra. De esto que acabamos de decir se deduce que ninguna republica sudista es viable sin la posesién de Tennessee. En efecto, sin Ten- nessee, el punto vital de Georgia se encuentra a ocho o diez dias de marcha desde Ja frontera. Por Jo tanto el Norte tiene constante- mente tomado del cuello al Sur: a la menor presién de sus dedos, el Sur debe ceder o retomar la lucha para sobrevivir, en condiciones en las que una sola derrota le quita toda perspectiva de victoria, De estas consideraciones se desprende que: El Potomac no es la posicién més importante del teatro de la guerra. La toma de Richmond y el avance del ejército de Potomac 83 hacia el Sur —dificiles por los numerosos cursos de agua que cortan la linea de marcha— podrian tener un terrible efecto psicolégico, pero desde el punto de vista puramente militar, no decidirian nada en absoluto. La decisién de la campatia descansa en el ejército de Kentucky que actualmente ocupa Tennessee, territorio sin el cual ja secesion no puede vivir. Por Jo tanto habria que reforzar este ejército a costa de los otros y sacrificando todas las operacioncs menores. Sus préximos puntos de ataque tendrian que ser Chattanooga y Dalton en el Tennessee superior, porque esas ciudades son los nudos ferro- viarios mds importantes de todo cl Sur. Después de su ocupacién. los Estados del este y del oeste de Secessia quedarian unidos solo por las lineas de comunicacién de Georgia. Quedaria entences por cortar la linea del ferrocarril que va de Atlanta a Georgia para final- mente destruir el ultimo contacto entre las dos secciones al ocupar Macon y Gordon. Por el contrario si e] plan “anaconda” continuara, a pesar de todos los éxitos locales y aun los del Potomac, la guerra podria prolongarse al infinito, aunque las dificultades financieras y las complicaciones diplornaticas crearan un nuevo margen de maniobra para el Sur. Cantos Marx LA PRENSA INGLESA Y LA CAIDA DE NUEVA ORLEANS Die Presse, 20/5/1862 Londres, 16 de mayo de 1862. Cuando corrieron los primeros rumores sobre la caida de Nueva Orleins, Times, Herald, Standard, Morning Post, Daily Telegraph y otros diarios ingleses que simpatizan con los desolladores de esclavos del Sur, demostraron con argumentos de orden estratégico, tactico, filolégico, exegético, politico y moral pesadamente balanceados, que 84 ese ruido no cra sino uno de los tantos engafios que Reuter, Havas, Wolff y sus agencias secundarias tienen la costumbre de dejar caer periédicamente. Afirmaban que los medios naturales de defensa de Nueva Orleans acababan de ser reforzados no solo con nuevas forti- ficaciones, sino con todo tipo de infernales mecanismos submarinos y eafioneras blindadas. Al pasar sefialaban el espiritu espartano de ja poblacién de Nueva Orleans y su odio fcroz hacia los mercenarios a sueldo de Lincoln, gY acaso Inglaterra no habia sufrido frente a Nueva Orleans la derrota que puso un fin lamentable a su segunda guerra contra los Estados Unidos en 1812-1814? Nada hacia prever, por lo tanto, que Nueva Orledns no renovaria histéricamente la epo- peya de Zaragoza o de Moscé®. Ademés encerraba quince mil fardos de algodén, gracias a los que seria facil encender un inex- tinguible fuego autodestructor, haciendo abstraccién de que en 1814 los fardos de algodén debidamente humedecidos se revclaron més resistentes al fuego de la artilleria que los trabajos fortificados de Sebastopol. {En una palabra, la toma de Nueva Orleans es un lindo ejemplo de las fanfarronadas yanquis! Cuando se confirmaron los primeros rumors, a través de los vapo- res que Ilegaron dos dias mds tarde a Nueva York, el grueso de la prensa proesclavista inglesa siguiéd siendo escéptica, El Evening Standard sobre todo, estaba tan seguro de lo que adelantaba que en el mismo nimero publicé un editorial en el que demostraba clara- mente que Nueva Orleans era inexpugnable, mientras a la vez anun- ciaba con grandes titulares la caida de la inexpugnable ciudad. Por su varte, el Times que hace gala de su diserecién, dio un giro. Todavia dudaba de Ja noticia pero se declaraba dispuesto a cual- quier eventualidad ya que la ciudad en medialuna era mas una ciudad de pillos que de héroes, Esta vez el Times tenia razén. Nueva Orleans: es el depésito de la escoria de la bohemia francesa. En el verdadero sentido del término: es una colonia penitenciaria francesa y munca, en c] correr del tiempo renegd de sus origenes. Times tardé cierto ticmpo en darse cuenta de este hecho, en general, bastante conocido. En fin, el hecho conereto se impuso a todo el mundo, 4Qué hacer? La prensa proesclavista inglesa demuestra ahora que la caida de Nucva Orledns era una ventaja para los confederados del Sur y una derrota para los federados. 85

También podría gustarte