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6.

4 Incendios

El fuego desempeña una función importante para mantener la salud de


ciertos ecosistemas, pero a causa de los cambios climáticos y del uso
(y abuso) humano del fuego, los incendios son ahora una amenaza
para muchos bosques y su biodiversidad.

E l fuego es un elemento esencial y natural en el funcionamiento de numerosos


ecosistemas forestales. Los seres humanos vienen utilizando el fuego desde hace miles
de años como instrumento de ordenación de la tierra. El fuego es uno de los elementos
naturales que ha influido en las comunidades vegetales a lo largo del tiempo y como
proceso natural cumple una función importante para mantener la salud de determinados
ecosistemas. Sin embargo, en la última parte del siglo XX, la modificación de la dinámica
establecida entre la actuación humana y los incendios y la mayor frecuencia del fenómeno
El Niño han dado lugar a una situación en la que los incendios son una amenaza
importante para muchos bosques y la diversidad que contienen. Los bosques pluviales
tropicales y los bosques nubosos, en los que no suelen producirse grandes incendios,
fueron devastados por incendios incontrolados durante los años ochenta y noventa (FAO,
2001).

Aunque se ha estudiado el impacto ecológico de los incendios en los ecosistemas


forestales en los biomas boreal, templado y tropical, se ha prestado mucha menos
atención al impacto de los incendios sobre la biodiversidad forestal, especialmente en los
trópicos. Por ejemplo, de los 36 proyectos sobre incendios forestales que se llevaron a
cabo entre 1983 y 1998 o que están en curso de ejecución en Indonesia, un país con una
diversidad exuberante, con financiación de donantes, sólo uno abordaba específicamente
los efectos sobre la biodiversidad.

LOS EFECTOS DE LOS INCENDIOS SOBRE EL ECOSISTEMA

Los incendios forestales tienen muchas repercusiones sobre la diversidad biológica. A


escala mundial, son una fuente importante de emisión de carbono, contribuyendo al
calentamiento mundial que podría modificar la biodiversidad. En los planos regional y
local, modifican el volumen de biomasa, alteran el ciclo hidrológico con consecuencias
sobre sistemas marinos como los arrecifes de coral, e influyen en el comportamiento de
las especies vegetales y animales. El humo procedente de los incendios puede reducir
notablemente la actividad fotosintética (Davies y Unam, 1999) y perjudicar la salud de los
seres humanos y de los animales.

Uno de los efectos ecológicos más importantes de los incendios es la mayor probabilidad
de que se produzcan nuevos episodios del mismo tipo en los años subsiguientes, al caer
los árboles, lo que permite que la luz del sol reseque el bosque y produzca una
acumulación de combustible con un aumento de especies susceptibles a los incendios,
como las herbáceas inflamables. La consecuencia de los incendios repetidos es
perjudicial porque es uno de los factores principales del empobrecimiento de la
biodiversidad en los ecosistemas de los bosques pluviales. Los incendios pueden ser
seguidos de la colonización e infestación de insectos que perturban el equilibrio ecológico.
La sustitución de zonas extensas de bosque por herbáceas inflamables es uno de los
efectos ecológicos más negativos de los incendios sobre los bosques pluviales tropicales.
Estos procesos ya se han observado en algunas zonas de Indonesia y de la Amazonia
(Turvey, 1994; Cochrane et al., 1999; Nepstad, Moreira y Alencar, 1999). Lo que antes era
un bosque denso siempreverde se convierte en un bosque empobrecido poblado por un
número reducido de especies arbóreas resistentes al fuego y una cubierta de malezas
(Cochrane et al., 1999). En el norte de Queensland, en Australia, se ha observado que en
los lugares en los que las prácticas aborígenes de utilización del fuego y los regímenes de
incendios estaban controlados, la vegetación de los bosques pluviales comenzó a ser
sustituida por sabanas arbóreas y herbáceas susceptibles a los incendios (Stocker, 1981).

EFECTOS DE LOS INCENDIOS PROVOCADOS POR EL HOMBRE O DE


LOS INCENDIOS NATURALES INTENSOS SOBRE LA DIVERSIDAD
VEGETAL

Los incendios son poco corrientes en la mayoría de los bosques pluviales inalterados
formados por árboles de gran altura y en los que predomina una cubierta de copas
cerrada, debido al microclima húmedo, la humedad del combustible, la escasa velocidad
del viento y las elevadas precipitaciones. Sin embargo, los bosques pluviales pueden
resultar más susceptibles a los incendios en los períodos de sequía intensa, como la que
se experimenta durante los años en que se produce el fenómeno El Niño. En esos
bosques que no están adaptados al fuego, éste puede hacer desa-parecer prácticamente
todas las plántulas, brotes, lianas y árboles jóvenes, ya que no están protegidos por una
corteza gruesa. El daño causado al banco de semillas, las plántulas y los brinzales
obstaculiza la recuperación de las especies originales (Woods, 1989). El grado de
recuperación y la necesidad de llevar a cabo intervenciones de rehabilitación dependen
de la intensidad de los efectos del incendio (Schindele, Thoma y Panzer, 1989).

Los bosques tropicales también están sometidos a incendios causados por los seres
humanos con el fin de talar árboles para practicar la agricultura. Los incendios causantes
de deforestación, que son más comunes en los bosques alterados, pueden ser de
intensidad variable y quemar árboles en pie, e incluso quemar completamente el bosque,
dejando el suelo totalmente desnudo.

Existe la preocupación de que las cortas de salvamento (la extracción de madera muerta
en bosques aprovechados que han sufrido un incendio intenso o en el bosque primario
quemado) que se utilizó como instrumento de gestión y de financiación tras los incendios
acaecidos en Indonesia 1997-1998, pueden afectar negativamente a la sucesión vegetal
(van Nieuwstadt, Sheil y Kartawinata, 2001).

Aunque el fuego es una perturbación natural frecuente en los bosques boreales, que se
regeneran fácilmente después de un incendio, los incendios frecuentes de gran intensidad
pueden alterar este equilibrio. A causa de los incendios extremadamente violentos que se
produjeron en 1998, más de 2 millones de hectáreas de bosque de la Federación de
Rusia han perdido la mayor parte de sus principales funciones ecológicas para un período
que oscilará entre 50 y 100 años (Shvidenko y Goldammer, 2001). Los incendios intensos
han tenido efectos negativos importantes sobre la diversidad vegetal. Son especialmente
vulnerables las especies meridionales que se encuentran en el límite septentrional de su
área de distribución geográfica. Por ejemplo, en Primorsky Kray (Federación de Rusia),
los incendios de origen humano han contribuido a una reducción drástica de las
poblaciones de 60 especies de plantas vasculares, 10 especies de hongos, ocho de
líquenes y seis de musgo durante los dos o tres últimos decenios (Shvidenko y
Goldammer, 2001).

En los bosques tropicales húmedos, la amenaza a la biodiversidad derivada del aclareo en beneficio de la
agricultura se complica con el uso del fuego si éste no se controla; en la imagen, la Amazonia brasileña

FAO/15891/G. BIZZARRI

REGÍMENES DE INCENDIOS NATURALES Y ESPECIES VEGETALES


ADAPTADAS AL FUEGO

En los bosques tropicales en los que se producen incendios todos los años durante la
estación seca (bosques de sabanas, bosques de zonas monzónicas y bosques tropicales
de pinos), las especies arbóreas muestran rasgos adaptativos como una corteza gruesa,
la capacidad de cerrar las cicatrices dejadas por el fuego, la capacidad de rebrotar y
adaptaciones de las semillas. La importancia ecológica de estos incendios anuales sobre
las formaciones forestales es notable. Los incendios promueven la aparición de especies
tolerantes al fuego, que sustituyen a las especies que crecen en un entorno inalterado.

Los incendios constituyen una alteración natural e importante en muchos bosques de la


zona templada, como se aprecia por adaptaciones de las plantas como el grosor de la
corteza, que permite a una especie resistir a incendios recurrentes de baja intensidad,
mientras perecen otras especies menos adaptadas. Algunas especies arbóreas de
América del Norte, en particular el pino banksiano (Pinus banksiana) y el pino contorcido
(Pinus contorta), poseen conos serotinos (que permanecen cerrados durante largo
tiempo). Mientras están cerrados, mantienen en la copa un banco de semillas viable que
está protegido hasta que el fuego afecta al árbol. Después del incendio, se abren las
escamas del cono liberando las semillas en un lecho de cenizas recién preparado.
Muchas especies vegetales pueden rebrotar, ya sea de raíz o de tallo, después de haber
sido quemadas (Agee, 1993). El Eucalyptus regnans, una especie de eucalipto de la zona
templada de Australia, también requiere un sitio para quemarse por completo y estar
expuesto al sol para que la especie sea objeto de una regeneración prolífica (UICN/WWF,
2000). La inflamabilidad del bosque es muy elevada en el Mediterráneo y la mayor parte
de las comunidades vegetales son susceptibles a los incendios.

Quercus ilex es resistente a incendios de baja intensidad y los bosques se recuperan sin
experimentar grandes cambios florales o estructurales (Trabaud y Lepart 1980). Si el
fuego no es ni frecuente ni intenso, los bosques de alcornoques (Quercus suber) pueden
perdurar.

Los incendios, a menudo de gran intensidad, son el principal mecanismo perturbador


natural en los bosques boreales. El período de repetición de los incendios (el intervalo
medio de tiempo entre dos incendios en el mismo lugar de un ecosistema) varía
considerablemente en los bosques naturales, desde solamente 40 años (en algunos
ecosistemas de pino banksiano [Pinus banksiana] en la zona central del Canadá) hasta
300 años, en función del régimen climático (van Wagner, 1978). En Suecia, se estima que
alrededor del 1 por ciento de las tierras forestales ardían cada año antes de que se
iniciara a finales del siglo XIX la supresión sistemática de los incendios (Zackrisson,
1977). La mayor parte de las coníferas y de los árboles de frondosas de hoja ancha
boreales sufren una gran mortalidad incluso cuando los incendios son de baja intensidad
debido a la estructura de la copa, la escasa humedad foliar y la delgadez de la corteza
(Johnson, 1992). Algunas especies de pinos de América del Norte (Pinus banksiana, P.
resinosa, P. monticola) y de Europa (P. sylvestris) tienen una corteza más gruesa y, en
general, una copa de mayor base y una mayor altura y los árboles maduros muy altos
pueden sobrevivir a varios incendios. La alteración provocada por los incendios
determinan modelos de sucesión que originan el mosaico de clases de edad y de
comunidades. En algunas partes del bosque existen refugios frente al fuego en lugares
húmedos, a los que el fuego no llega a veces durante varios centenares de años. Esos
refugios son esenciales para el ecosistema forestal de la región boreal porque muchas
especies sólo pueden sobrevivir en esos lugares, constituyendo una fuente de semillas
para recolonizar las zonas quemadas (Ohlson et al., 1997).

En los bosques naturales de la taiga y la tundra de baja densidad de las regiones


septentrionales, particularmente en las zonas de hielos permanentes o permafrost, los
incendios superficiales que se producen a intervalos muy prolongados de 80 a 100 años
representan un mecanismo natural que impide la transformación de los bosques en tierras
arbustivas o praderas (Shvidenko y Goldammer, 2001).
En algunos ecosistemas forestales, el fuego tiene una función importante; ciertas especies prosperan
después de que se han quemado, como estos Eucalyptus sp. que rebrotaron tras un incendio natural en el
Senegal

F. CASTAÑEDA

EFECTOS DEL FUEGO EN LA FAUNA FORESTAL

En los bosques en los que el fuego no es un mecanismo de alteración natural, éste puede
tener efectos devastadores sobre las especies forestales de vertebrados e invertebrados,
no sólo porque les causa la muerte directa, sino también porque provoca efectos
indirectos más duraderos como estrés y desaparición de hábitats, territorios, cobijo y
alimento. La desaparición de organismos de gran importancia para los ecosistemas
forestales, tales como invertebrados, polinizadores y descomponedores, puede retardar
de forma muy significativa el índice de recuperación del bosque (Boer, 1989).

Se estima que los incendios que se registraron en 1998 en la Federación de Rusia


afectaron gravemente a los mamíferos y los peces. La mortalidad de las ardillas y las
comadrejas, que se estudió inmediatamente después de los incendios, fue del 70 al 80
por ciento; la de los jabalíes del 15 al 25 por ciento y la de los roedores del 90 por ciento
(Shvidenko y Goldammer, 2001).
Desaparición de hábitats, territorios y cobijo

La destrucción de árboles huecos en pie y de árboles muertos caídos tiene efectos


negativos sobre la mayor parte de las especies de mamíferos (como los monos tarsius,
los murciélagos y los lemures) y sobre las aves que anidan en las cavidades (Kinnaird y
O'Brien, 1998). Los incendios provocan el desplazamiento de aves y mamíferos, lo cual
puede alterar el equilibrio local y en última instancia la pérdida de vida silvestre, dado que
los ejemplares desplazados no tienen lugar al que dirigirse. Los incendios devastadores
de 1998 en la Federación de Rusia causaron un aumento de la temperatura del agua y
niveles elevados de dióxido de carbono en los lagos y cursos de agua, que afectaron
negativamente al desove del salmón (Shvidenko y Goldammer, 2001). Los lugares en los
que se producen incendios frecuentes de gran intensidad, la preservación de
microhábitats puede contribuir muy favorablemente a conservar la biodiversidad (Andrew,
Rodgerson y York, 2000).

Pérdida de alimentos

La pérdida de árboles frutales se traduce en una reducción del número de especies de


aves y de animales que se alimentan de frutos; este efecto es particularmente acusado en
los bosques tropicales. Algunos meses después de los incendios que ocurrieron en 1982-
1983 en el parque nacional de Kutai, en Kalimantan oriental, disminuyó drásticamente el
número de ejemplares de aves como el bucero, cuya alimentación depende de los frutos,
y sólo pervivieron en gran número las aves insectívoras, como el pájaro carpintero,
gracias a la abundancia de insectos xilófagos.

En los bosques quemados se reducen las poblaciones de mamíferos pequeños, aves y


reptiles y también los carnívoros tienden a evitar las zonas quemadas. La disminución de
la densidad de pequeños mamíferos como los roedores puede influir negativamente en el
suministro de alimentos a los carnívoros de tamaño reducido.

Los incendios también destruyen la hojarasca y las comunidades de artrópodos que la


habitan, limitando aún más la disponibilidad de alimentos para las especies de omnívoros
y carnívoros (Kinnaird y O'Brien, 1998).

Adaptación de la fauna al fuego

Los incendios no afectan a todas las especies. Por ejemplo, las especies de escarabajos
de las sabanas australianas muestran una notable capacidad de resistencia al fuego,
aunque los incendios influyen en la abundancia de especies y familias (Orgeas y
Andersen, 2001).

En la región mediterránea, propensa a sufrir incendios, el régimen actual de incendios ha


contribuido probablemente a mantener la diversidad de aves en Portugal (Moreira et al.,
2001). En Israel, se produjo la mayor abundancia de especies de animales en
determinadas zonas de dos a cuatro años después de un incendio, para luego disminuir
con el paso del tiempo (Kutiel, 1997).

Los incendios pueden incidir positivamente en las poblaciones silvestres de los bosques
boreales, donde el fuego es un importante mecanismo natural de alteración. En América
del Norte, aunque en ocasiones las poblaciones de alces se ven atrapadas por el fuego y
mueren, lo cierto es que los incendios influyen positivamente en el hábitat en el que viven
al crear y mantener comunidades transitorias, y se consideran beneficiosos para esa
especie (MacCracken y Viereck, 1990). Se estima que los efectos benéficos del fuego
sobre su hábitat dura menos de 50 años y que la densidad de alces alcanza su mayor
cota de 20 a 25 años después del incendio (LeResche, Bishop y Coady, 1974).

El fuego ha contribuido a reducir las poblaciones de lobos grises (Canis lupus) en


Minnesota (Estados Unidos), al limitar sus presas, particularmente el castor (Castor
canadiensis), el alce y el ciervo, especies dependientes del fuego que necesitan las
comunidades vegetales que perviven después de incendios frecuentes (Kramp, Patton y
Brady, 1983).

CONSECUENCIAS DE LA SUPRESIÓN DEL RÉGIMEN DE INCENDIOS


NATURALES

En los bosques templados de los Estados Unidos y Australia, en los que se suprimieron
deliberadamente los incendios, se están registrando incendios incontrolados devastadores
debido a la acumulación artificial de combustible. La supresión deliberada de los incendios
puede incidir también negativamente en las especies. En los bosques en los que el fuego
es parte natural del sistema, las especies vegetales y animales se adaptan a un régimen
de incendios naturales y se benefician de ellos.

En América del Norte, la supresión de los incendios en algunas zonas ha contribuido a


reducir el número de ejemplares de oso pardo, Ursus arctos horribilis (Contreras y Evans,
1986). Los incendios favorecen y mantienen numerosas especies de arbustos productores
de bayas, que son una fuente importante de alimento para los osos, además de
proporcionar un hábitat a insectos y animales carroñeros. Los incendios que se
produjeron en 1998 en el parque nacional de Yellowstone aumentaron las existencias de
algunos de los alimentos que consume el oso pardo, especialmente ejemplares muertos
de alce (Blanchard y Knight, 1990).

En los bosques boreales, la exclusión del fuego provoca la acumulación de estratos de


materia orgánica que impiden el deshielo de la capa superficial del suelo durante la
primavera y el verano y aumentan la capa de permafrost, con el consiguiente
empobrecimiento de los bosques, la disminución de su productividad y su trasformación
en marismas.
La mayor parte de las comunidades vegetales del Mediterráneo son propensas a sufrir incendios; el
alcornoque (Quercus suber) (que se muestra aquí en Marruecos) puede pervivir si los incendios no son
frecuentes ni intensos

FAO, DEPARTAMENTO DE MONTES/FO-0361/T. HOFER

IMPACTO AMBIENTAL POR LA ACTIVIDADES


EXTRACTIVAS EN BOSQUES TROPICALES
Gladys López Rivadeneyra 1
Resúmen
Los trabajos de exploración y explotación de hidrocarburos generan impactos al ecosistema de los
bosques tropicales siendo estos producidos por la perforación de pozos exploratorios, instalación y
transporte de equipo logístico, ocupación del terreno para construcción de campamentos,
carreteras y caminos de acceso entre otros. Asimismo la presencia de personal de trabajo que
proviene de otros lugares con modo de vida diferentes a los nativos modifica sus costumbres y
hábitos.

La categorización de los impactos si son significativos, moderado o insignificantes varía de acuerdo


al criterio de quien evalúa los efectos. Se puede decir que son significativos cuando se afecta a
una población de especie determinada desapareciéndola de su hábitat o poniéndola en peligro de
extinción, impacto moderado que afecta a una parte de la población causando la disminución o
emigración de las especies; impacto moderado que daña a una parte de la población ocasionando
una disminución o emigración de las especies afectando solamente a un número determinado de
individuos durante un corto tiempo.

A continuación se detallan los impactos más significativos que se pueden producir:

Impactos a los Hábitats y Flora

El impacto al hábitat en ecosistemas de bosques tropicales va a depender de la diversidad


biológica que existe en la zona del yacimiento petrolífero. Evaluar o predecir los impactos que se
pueden producir sobre las especies se mide por su rareza o si se encuentra en peligro de extinción
como también su importancia para la comunidad, desde el punto de vista alimenticio, medicinal o
económico entre otros.

El hábitat se ve directamente afectado por la pérdida de la cobertura vegetal afectando a la flora y


haciendo que las especies emigren hacia otros lugares. Asimismo las actividades de corte y relleno
en la preparación de emplazamientos a los pozos, pueden producir deslizamientos y hundimiento
del terreno por el uso de equipos pesados, vertidos de efluentes tratados los cuales afectan al
entorno forestal, erosión y estancamiento del agua causados por la escorrentía de entrada y salida
y los cambios hidrológicos en cada emplazamiento, las operaciones de combustión durante las
pruebas de los pozos pueden producir abrasamiento o incendios forestales como consecuencia la
pérdida de especies vegetales. FOTO 1.

Impacto a la fauna silvestre:

La fauna que es muy sensible siendo afectada en forma directa durante la explotación de
hidrocarburos, en cada emplazamiento donde se construye un pozo se produce una serie de
ruidos, por las perforaciones, explosiones, labores de construcción en la preparación del
campamento, esto provoca la migración de la fauna hacia otros lugares por la perturbación de su
hábitat, como consecuencia se rompe la cadena trófica al retirarse algunas especies o al no existir
la cobertura vegetal que es fuente de alimento para determinados grupos de especies.

Impacto al Suelo:

El suelo es afectado de manera directa en el lugar donde se ubica los emplazamientos de las
plataformas petroleras, depósitos, campamento de trabajadores; existen riesgos de deslizamientos
por las operaciones de corte y relleno para nivelar el terreno, con el desbroce de la vegetación se
pierde la cobertura vegetal dejando al descubierto el suelo a la inclemencia del clima, provocando
erosión o enlodamiento del suelo.
El peligro de deslizamiento se ve influido por el tipo de suelo y del drenaje superficial aumentando
el riesgo en áreas de fuertes pendientes. La carga excesiva ejercida por la plataforma de
perforación puede ocasionar hundimiento.

En los suelos donde se encuentran los emplazamientos de los pozos, se debe tener en cuenta sus
características, susceptibilidad, permeabilidad, pH, para minimizar sus impactos y sobre todo
mantener patrones de drenaje e infiltración, previniendo la saturación de los suelos y la pérdida de
la capa superficial, alterando la estructura del mismo, no permitiendo la regeneración natural de la
cobertura vegetal.

Las causas de contaminación en los suelos son el mal manejo de los combustibles, productos
químicos usados para las labores de perforación, si son derramados sobre el suelo, sus impactos
van a depender del tipo, cantidad del derrame, que pueda penetrar en el suelo y subsuelo,
afectando los horizontes incluso los más profundos, dependiendo de la cantidad del derrame se
puede producir la saturación y las pérdidas de las condiciones físicas y biológicas del suelo.

Impacto en la Calidad de Agua:

Los impactos que se pueden producir en el agua superficial y subterránea van a depender de los
movimientos de tierra que se ejecuten durante las labores preparatorias para los emplazamientos,
que modifica el drenaje superficial; a esto se suma las aguas servidas residuales proveniente de
los campamentos y que dañan a la claridad del agua superficial; otra forma de contaminación se
puede producir durante el manejo de los lodos de perforación y las sustancias usadas como
complementos para las perforaciones. Las precipitaciones al no encontrar cobertura vegetal
discurre o se acumulan formando enlodamiento en áreas donde se ubican los campamentos y torre
de perforación.

Existe el riesgo que se pueda producir derrames de combustibles, lubricantes, productos químicos
entre otras sustancias que son usadas para las diferentes labores; los derrames accidentales son
la causa de efectos negativos en la calidad del agua. Se debe evitar verter directamente a los
cursos de los ríos provenientes de las áreas petroleras para no afectar el agua y la vía acuática
fluvial.

El agua subterránea es afectada cuando el agua que se infiltra ha estado en contacto con los lodos
de perforación, que por su composición química contiene grandes cantidades de sales fáciles de
disolverse en el agua, que posteriormente se infiltra.

Impacto en la calidad del aire:

El impacto del aire puede ser temporal y localizado según como se realice el planeamiento de la
producción de obtención de hidrocarburos; como ejemplo se tiene que la comprobación de pozos
es por tiempos cortos solamente por algunos días, el problema existe si se producen incendios
forestales accidentales y alcanza grandes extensiones del bosque causando grandes humaredas
que alteran la calidad del aire y amenazan la salud de los pobladores y de la fauna local.

Impactos sociales y culturales:

Los efectos que sufren las comunidades nativas son directos por la ocupación del terreno, los
ruidos de las operaciones que causan trastornos en el ambiente, modificando sus costumbres y
hábitos. FOTO 2.
Los cambios más frecuentes que se producen son: la variación que sufren los precios locales,
diferencia de ingresos, modificación en el número de pobladores, cambio de vida para las mujeres
que al emplearse los hombres ellas tienen que asumir no sólo las labores domésticas sino también
agrícolas, pérdidas de recursos naturales con valor económico, posible ocupación de terrenos
productivos, impactos a la salud humana, suministros de servicios de salud y educación.

Los beneficios positivos son los que se producen por el empleo de la mano de obra local
generando mejores ingresos económicos y la mejora en la educación, salud y asistencia social en
las comunidades.

Los impactos negativos que se pueden producir en la exploración y explotación de hidrocarburos


pueden ser minimizada, si se realiza un adecuado Estudio de Impacto Ambiental, que identifique
los principales efectos al medio ambiente, buscando adecuadas medidas de mitigación que
minimicen o eliminen tales impactos.

Ingeniero Forestal, MSc Suelos Tropicales, Universidad Nacional Agraria


La Molina -Lima - Peru.

FOTO 1. Impacto ambiental de actividades petroleras en bosques tropicales que causan perdida
de la cobertura forestal, erosion y deslizamiento de suelos, perdida de habitat de especies de fauna
y Flora silvestre.
FOTO 2. Los efectos que sufren las comunidades nativas son directos por la ocupación del terreno,
los ruidos de las operaciones que causan trastornos en el ambiente, modificando sus costumbres y
hábitos

5.-Cambios tras un incendio. Editar 0 5…

Cambios tras un incendio.

El fuego actúa con frecuencia en el bosque mediterráneo. Algunas plantas de este bosque son pirófitos es decir que se
regeneran de forma rápida tras el fuego.

1-Tras un incendio solo los elementos subterráneos y semillas pirofitas sobreviven. El suelo sufre daños y el humus
desaparece.

2-Si el suelo no ha sido totalmente destruido empieza a regenerarse y aparece el pastizal: plantas herbáceas.

3-En los siguientes 10 o 15 años predominan arbustos los troncos quemados se descomponen y enriquecen el suelo los
animales van en aumento.

4-Predominan los grandes arbustos, los pinos tardaran 30 o 35 años mas.

5-El bosque completo tarda unos 50 o 60 años.

Esto ocurre con el alcornoque, la coscoja, los brezos o el asfódelo.

noticias de regeneración de sueloshttp://www.adn.es/local/valencia/20110502/NWS-0951-Incluyen-regeneracion-incendios-


forestal-arboles.html

LA REGENERACION DE LOS SUELOS TRA UN INCENDIO.


La dinámica de la vegetación a medio plazo después de un incendio está determinada, entre otros factores, por el uso del
suelo que existía en el momento del fuego.

n cuanto al proceso de regeneración completa de una arboleda, la organización conservacionista WWF/Adena estima un
plazo de unos 50 años, para el que se requieren inversiones de varios millones de euros. Según los responsables de esta
ONG ecologista, hay que tener en cuenta múltiples factores, como el tipo de bosque afectado, el clima de la zona, la
inclinación del terreno o el daño producido.

Algunos científicos aconsejan la regeneración espontánea siempre que sea posible, puesto que la propia naturaleza es
capaz de recuperarse de un pequeño incendio: muchas plantas sobreviven y los árboles afectados pueden rebrotar de cepa
o raíz. Asimismo, otros expertos subrayan el papel de las arañas, los primeros colonizadores de estos espacios arrasados,
al favorecer la llegada de nuevas especies de fauna y flora.

Sin embargo, en el caso de un gran siniestro o si se produce en reiteradas ocasiones, el daño es irreversible, por lo que
será necesaria la intervención humana. Según WWF/Adena, se trata de una labor compleja que puede durar décadas y que
no siempre garantiza la recuperación total. Además, la acción de un nuevo incendio puede arruinar todo el trabajo realizado.

Por otra parte, las zonas de pendiente complican aún más la recuperación natural del terreno, porque los nutrientes
presentes en las cenizas son arrastrados por el agua y el viento. Las lluvias intensas que puedan producirse favorecen la
erosión directa del suelo, lo que supone una peor regeneración del terreno y un mayor arrastre de las cenizas a los ríos y al
mar. Como consecuencia de ello, la pesca y sobre todo la cría de moluscos podría verse afectada,( algo especialmente
preocupante en el caso de Galicia)

El trabajo de repoblar un bosque comienza con la retirada de la madera quemada, para evitar diversos problemas, como la
generación de plagas. A continuación, la elección de la especie arbórea para reponer el terreno es uno de los pasos más
decisivos. Según Greenpeace, en España es frecuente utilizar árboles no autóctonos para lograr una repoblación rápida e
industrial. El eucalipto es una especie que crece rápido y tiene una gran capacidad de recuperación, pero consume muchos
recursos del suelo e inhibe el crecimiento de otras especies.

Por ello, se recomienda la utilización de especies pinaceas, como pinos y abetos, y fragaceas - robles, encinas, hayas o
alcornoques-, así como la introducción de matorral y plantas herbáceas para devolver la riqueza al sustrato. El ganado o los
excursionistas pueden arruinar la replantación con sus pisadas, por lo que se aconseja el uso de retoños verdes extraídos
de viveros.

Una vez mejorada la calidad del suelo, un trabajo que precisa entre uno y cinco años, comienza la plantación, bien de
manera manual o mecanizada, distribuyendo de forma regular los brotes de los árboles por las laderas. El incendio no sólo
afecta a la vegetación superficial, sino también a las raíces y semillas, que también se pierden en gran cantidad por la
erosión. Sin embargo, según WWF/Adena, la utilización de semillas está poco extendida en España, al requerir de una
vigilancia y un mantenimiento especial.

Forestales ¿Qué perdemos? Los bosques, si son gestionados de forma sostenible, ofrecen
una fuente constante y renovable de recursos y servicios ambientales. Son fuente de
alimentos, fibra, combustible, medicinas, materiales de construcción, así como de valores
culturales y estéticos. Una pequeña parte de los incendios forestales son naturales, al ser
originados por rayos. Así, hay que aceptar que el fuego es un elemento más de la naturaleza
y que el fuego ha modelado el paisaje que hoy conocemos. Sin embargo, lo que resulta
inédito es la extensión y violencia del fenómeno desde hace unas décadas. Y es
preocupante que el 80% de los incendios forestales en España tengan un denominador
común: han sido provocados por el ser humano. Además de la pérdida de vidas humanas y
los enormes daños materiales que ocasionan los fuegos, los daños ecológicos son también
significativos. Sin duda alguna, no hay plena consciencia de la relevancia que tienen las
pérdidas ecológicas que se producen tras los incendios. Tras las llamas la destrucción de la
vegetación y la fauna, los impactos sobre los balances hidrológicos, la calidad del agua y la
atmósfera, las pérdidas irreparables de tierra fértil y erosión del suelo, y los efectos sobre el
paisaje deben ser evaluados. IMPACTO SOBRE LA VEGETACIÓN Está comprobado que
los ecosistemas vegetales más próximos a la madurez ecológica arden con más dificultad
que otras formaciones vegetales y después del incendio la regeneración de la cubierta
original, con igual composición y estructura, es más rápida. El éxito en la recuperación de
las diferentes especies vegetales afectadas por el incendio depende, por un lado, de la
adaptación de éstas al fuego - este hecho favorece el desarrollo de estas especies llamadas
pirófitas- y de las condiciones ambientales posteriores al incendio: fertilidad, iluminación,
oscilaciones térmicas. En los momentos iniciales después del incendio empiezan a
recuperarse las especies dotadas de mecanismos de resistencia al fuego, así como las
plantas herbáceas -muy frugales- que se ven favorecidas por el momentáneo aumento de la
fertilidad y por la ausencia de competidores. Posteriormente se inicia la regeneración de las
especies antes existentes que van desplazando a las especies oportunistas, dominantes en el
momento inicial. Sin embargo, la recurrencia de los incendios en un mismo lugar favorece
que las especies mejor adaptadas al fuego se conviertan en dominantes y que la vegetación
instalada sea cada vez más pirófita. IMPACTO SOBRE LA FAUNA Lógicamente, la fauna
que sufre más directamente los efectos negativos de un incendio en los momentos iniciales
es aquella que presenta menor movilidad, de manera que se ve afectada por el fuego, por la
onda de calor o por procesos de asfixia. Por ejemplo, la fauna de invertebrados que ocupa el
mantillo superficial del suelo disminuye drásticamente tras el incendio. La destrucción de
los ecosistemas y las cadenas tróficas dificulta la regeneración de la fauna preexistente
antes del incendio, fundamentalmente por la ausencia de estrato vegetal que aporte
alimento y por la condiciones extremas que presenta el suelo. Otras especies, como aves y
otros vertebrados de mayor movilidad, pueden huir hacia zonas limítrofes con las áreas
incendiadas e irán recolonizando la zona a medida que se va regenerando la cubierta
vegetal. Pero las poblaciones faunísticas se van afectadas por la pierde hábitat, de recursos
tróficos, de lugares de nidificación o regugio y ,en general, la drástica pérdida de calidad de
los ecosistemas Por otro lado, la repetición de incendios en una determinada zona boscosa,
provoca el abandono definitivo de las especies más exclusivas, por ejemplo del bosque
interior, que son sustituidas por otras más generalistas, mejor adaptadas a los espacios
despejados (sin cubierta arbórea). EFECTOS SOBRE LOS BALANCES
HIDROLÓGICOS Como consecuencia de los incendios, los balances hidrológicos en el
bosque resultan profundamente alterados. Por un lado se reduce la cubierta vegetal que
hacía de paraguas respecto al agua de lluvia (evitando la escorrentía superficial = erosión),
y que permitía el retorno de ésta a la atmósfera mediante la transpiración de las plantas. Por
otro lado, el incendio incrementa la impermeabilidad del suelo, sobre todo de aquellos más
orgánicos, ya de por sí muy impermeables cuando están excesivamente secos, impidiendo
la penetración del agua en el suelo, y reduciendo así la humidificación de éste.
Complementariamente, la infiltración del agua de lluvia se ve dificultada por la destrucción
de la estructura superficial del suelo (arrastre de las cenizas, y otras partículas finas) que
origina una compactación del suelo al quedar los poros obturados impidiendo la
penetración del agua. Como consecuencia de estos procesos, aumenta considerablemente la
escorrentía superficial, duplicándose los valores habituales. Con las primeras lluvias tras el
incendio se originan las mayores escorrentías de agua superficial, hasta un 20% de la
precipitación, cuando lo normal es que no supere el 5% de la lluvia caída. IMPACTO
SOBRE LA CALIDAD DE LAS AGUAS Las aguas que drenan rápidamente los suelos
quemados, apenas penetran en el suelo y no se ven frenadas por la vegetación por lo que
presentan un elevado potencial erosivo. Son aguas muy turbias debido a la elevada
presencia de partículas y cenizas en suspensión. El material en suspensión que portan, así
como los nutrientes que llevan en disolución, afecta a la calidad de las aguas
contaminándolas. Además, la posterior sedimentación de estos materiales va colmatando
los fondos de los ríos, estuarios, embalses y rías (por ejemplo, la colmatación de las rías
cantábricas por efecto de las quemas y la acción deforestadora del hombre). IMPACTO
SOBRE LA CALIDAD DE LA ATMÓSFERA La contaminación del aire es uno de los
problemas menos considerados de los muchos causados por los incendios, a pesar de que
éstos liberan a la atmósfera importantes cantidades de CO2, además de otros gases y
partículas. En todo caso, se liberan cantidades de CO2 muy inferiores a las cantidades
emitidas por la combustión de combustibles fósiles. Otros gases liberados en grandes
cantidades a la atmósfera por los incendios son los compuestos nitrogenados y diversos
hidrocarburos. Los compuestos más contaminantes se liberan cuando la combustión es
incompleta, cuando el frente de fuego es muy rápido o en las combustiones humeantes
posteriores al incendio. Las partículas de carbón y las cenizas son otro de los problemas
atmosféricos que causan los incendios. Éstas tienen efectos diferentes según su tamaño.
EROSIÓN DEL SUELO La pérdida de suelo por erosión es el daño ecológico más grave
ocasionado por los incendios. El suelo, además de ser el soporte y la fuente de nutrientes de
la vegetación y la fauna, es un bien escaso, sobre todo en los terrenos forestales, donde los
suelos por lo general tienen muy reducida su fertilidad. El suelo es un bien difícilmente
recuperable, de modo que la degradación de sus características iniciales -físicas, químicas y
biológicas-, y sobre todo la pérdida de sus partículas más finas y de los nutrientes por la
erosión hacen que tenga un proceso de regeneración extremadamente lento. Después del
incendio la cobertura normal del suelo, que a veces supone la existencia de varios estratos
de vegetación (arbóreo, arbustivo...), queda drásticamente reducida, apareciendo el suelo
ligeramente cubierto por cenizas y restos calcinados que desaparecen rápidamente con el
viento y las primeras lluvias. El flujo de agua sobre el terreno incendiado llega a duplicar,
como consecuencia de la pérdida de cubierta vegetal, la impermeabilidad de la superficie
del suelo. Este flujo es laminar en las partes elevadas de las laderas y canalizado en las
zonas más bajas, dando lugar a cárcavas de erosión. La erosión en los terrenos incendiados
aparece fundamentalmente con las primeras lluvias y, en el clima mediterráneo, en los dos
primeros meses después del incendio. No sólo existe erosión física, también aparece
erosión química debido a la pérdida de nutrientes y a la disminución con el tiempo de la
fertilidad. Tras la combustión, la materia orgánica vegetal se puede mineralizar o pasar a
enriquecer momentáneamente el suelo en forma de nutrientes. Sin embargo, una buena
parte de los elementos nutritivos se pierden en la atmósfera, contaminándola, debido a la
volatilización que sufren en el momento del incendio. Otros nutrientes se pierden disueltos
en las aguas de escorrentía. El incremento de la fertilidad del suelo después del incendio
llega a ser de 2 a 10 veces su valor inicial en los primeros momentos. Pero esta fertilidad es
efímera ya que la mayor parte de los nutrientes incorporados tras el incendio se pierden en
un año. Los nutrientes más solubles contenidos en las cenizas son lavados rápidamente del
suelo, desapareciendo con las primeras lluvias. La pérdida de nutrientes es mayor cuanto
más intenso sea el incendio. En los primeros momentos tras el incendio, se produce un
mayor aporte de nutrientes por la muerte de raíces y por el menor consumo de la vegetación
superviviente. Desgraciadamente los nutrientes liberados son arrastrados por la escorrentía
ocasionada por las primeras lluvias. IMPACTO SOBRE LOS MICROORGANISMOS
DEL SUELO Los incendios también alteran la actividad bacteriana y de los hongos,
responsables de procesos biológicos de suma importancia en el suelo. En el caso de las
bacterias existe una esterilización inicial, debido a los efectos de la onda de calor y la
desecación del suelo. Mas tarde, el incremento del pH (disminuyen los niveles de acidez) y
la fertilidad favorecen la recuperación de éstas. Respecto a los hongos, no ocurre lo mismo
y ,en general, resultan afectados negativamente, entre otras razones porque se adaptan
mejor a los suelos ácidos y el aumento del pH después del incendio les perjudica
enormemente. Las micorrizas, hongos simbióticos con las raíces de diversas especies
vegetales, resultan especialmente afectadas. IMPACTO SOBRE EL PAISAJE Finalmente
es preciso analizar el impacto de los incendios sobre el paisaje. El paisaje es un elemento
integrador de muchos valores imposibles de evaluar únicamente bajo parámetros medibles.
Globaliza valores estéticos y emotivos, culturales, científicos y ecológicos. Con el incendio
forestal se destruyen los ecosistemas y se malogran todos los múltiples usos de los montes
y el paisaje: naturales, ecológicos y productivos, así como los referentes al ocio. Tantos son
los impactos ecológicos de los incendios que, además de ser imposible cuantificarlos
económicamente, es difícil analizarlos hasta sus últimas consecuencias.

Incendios forestales

Se denomina incendio forestal a una situación en la cual el fuego incontrolable consume una masa
boscosa. A veces, los incendios forestales se inician a partir de incendios de pastizales, de estepa
con vegetación achaparrada o de montes de transición.

Desde que comenzó la vida terrestre sobre los continentes hubo incendios originados por causas
naturales, como por ej. erupciones volcánicas, el "efecto lupa" de los cristales y en la mayoría de
los casos los rayos de las tormentas eléctricas. Hay estimaciones según las cuales una masa
boscosa sufre un incendio aproximadamente cada 300 años que provocan una regeneración con
rejuvenecimiento favorable al crecimiento de los bosques; la ceniza es un buen fertilizante. Así, la
evolución y el equilibrio natural produjeron un planeta cubierto en grandes extensiones de una rica
vegetación, hasta la aparición del hombre. Desde entonces, a las causas naturales de los
incendios, se agregaron dos más: la accidental y la intencional, de origen antrópico. Al ser éstas
más frecuentes que las naturales, sus efectos provocan desequilibrios en el funcionamiento
armónico de la naturaleza, difíciles de predecir. La desaparición de grandes masas boscosas
provoca cambios climáticos, erosión y desertificación.

Los efectos de un incendio en lo inmediato incluyen la destrucción parcial o total de la vegetación


existente en la zona afectada; seguida por un proceso de erosión cuya intensidad depende de las
condiciones atmosféricas previas y posteriores al incendio.

La velocidad de regeneración es variable y depende de la vegetación implicada en el incendio. En


las áreas sin masa arbórea dominante, es decir en los pastizales, ésta es bastante rápida, a lo
sumo dos años, dependiendo de las lluvias, durante las cuales pudo haber regeneración
satisfactoria, ya que las raíces no habrían sido afectadas y rebrotan.

El problema es diferente y mucho más grave cuando el fuego destruye un bosque, un sotobosque
y nichos ecológicos propios del lugar y a veces únicos.

Aquí nos referimos a la franja boscosa adosada a la cordillera de los Andes, que desde los 38
grados de latitud sur se extiende hasta Tierra del Fuego. Está constituida por una vegetación de
crecimiento lento y es frecuente hallar ejemplares centenarios y hasta milenarios. Son plantas poco
resinosas que permiten, además, el desarrollo de un tupido sotobosque muy variado en especies,
que a su vez brinda posibilidades de existencia a una fauna variada.

Desde hace unos 35 años comenzaron a realizarse reforestaciones colindantes o interpuestas con
los bosques autóctonos, plantándose varias especies de pinos para su explotación comercial. Su
crecimiento es veloz, son muy resinosos y las agujas desprendidas forman gruesos colchones bajo
los árboles que ahogan todo el sotobosque, acidificando, además, el suelo.
Si se produce un incendio en una masa boscosa autóctona, el avance del fuego comienza por las
malezas, ramas o árboles caídos, el sotobosque, las ramas bajas y finalmente arde el árbol adulto;
a veces no, ya que se ha detectado en los anillos de crecimiento de ejemplares añejos el pasaje de
incendios durante la vida de dicha planta, sin que ésta fuese destruida. Es decir que, dependiendo
de la intensidad del siniestro, por su bajo contenido resinoso, el bosque autóctono en islas puede
sobrevivir al fuego. En cambio, si éste se produce en un bosque implantado y dada su alta
combustibilidad, por la resina y la resaca, la destrucción suele ser fatal. El costo de un incendio de
bosques es muy elevado, no sólo desde el punto de vista humano, cuando las llamas
incontrolables eventualmente arrasan con vidas, viviendas, ganado y otras infraestructuras, sino
para el ambiente. Hay especies que rebrotarán, pero nunca el sitio será como antes del fuego. El
hombre ha modificado sustancialmente el equilibrio de la flora y fauna autóctonas, introduciendo
especies foráneas que en ocasiones desplazan y sustituyen por su crecimiento más veloz a la
primera. Por ejemplo un bosque de lengas demora unos 90 años en recuperarse y uno de cipreses
150. Si las especies introducidas e invasoras ocupan las tierras yermas en menor tiempo, no habrá
más bosques de lengas ni cipreses, o en todo caso serán mucho más ralos.

Alternativas

La prevención es fundamental para impedir este tipo de catástrofes. Un factor de primer orden es
la educación de las personas en todos los niveles posibles;es fundamental advertir la importancia
de cuidar el entorno y comprender que formamos parte de él.

Asumir conductas preventivas y de seguridad en el manejo del fuego (fogones, colillas de


cigarrillos, etc.), sobre todo en áreas boscosas. Cumplir las reglamentaciones existentes al
respecto.

En el caso de producirse un foco de incendio, éste debería ser atacado y apagado de inmediato,
dejando un guardia de cenizas en el sitio, para combatir un eventual rebrote. Cuando un incendio
abarca una superficie de aproximadamente 10 hectáreas o más, las probabilidades de extinguirlo
son mínimas, por más medios y tecnología que se disponga. En el año 1988 se incendiaron
500.000 hectáreas en el Parque Nacional Yellowstone; actuaron 6000 brigadistas, se gastaron 120
millones de dólares y no hubo manera de frenar el fuego. En el caso de superficies inferiores a
la mencionada y mediante un ataque eficaz con brigadistas especializados, con aviones hidrantes
de apoyo y condiciones meteorológicas no demasiado adversas, puede frenarse el avance de las
llamas.

Cambios de especies y pérdida de conectividad

La biodiversidad de la zona incendiada sufre cambios en su


estructura y composición.
La fauna del lugar con menor movilidad padece el mayor impacto
en un primer momento. El resto de especies que ha sobrevivido
refugiada en la zona, o que ha conseguido huir y regresa, se
enfrenta a un proceso de regeneración muy difícil: las condiciones
extremas posteriores provocan graves daños en el ecosistema y
la cadena trófica. Las especies que escapan y se asientan en
otras zonas alteran el equilibrio de su nuevo hogar.
En la actualidad, entre un 80% y un 90% son causados por el ser
humano

Las especies vegetales de tipo leñoso son sustituidas por otras


que colonizan este hábitat. Las especies animales propias de
estas zonas boscosas dejan paso a otras adaptadas a espacios
más abiertos. El tipo de bosque generado tras un incendio (sobre
todo matorrales) es idóneo para aves como el escribano
hortelano.

Además de perder parte de su hábitat, los bosques fragmentados


por los incendios generan problemas de conectividad. Los seres
vivos ven peligrar su reserva genética viable y su supervivencia a
largo plazo.
Impacto en el suelo, el agua y la atmósfera

El suelo y el agua son dos caras de la misma moneda, así que un


incendio les afecta de forma relacionada. Las zonas
mediterráneas destruidas por el fuego son víctima de un
fenómeno conocido como "sabanización". La tierra queda casi
estéril y limita la recolonización de las plantas autóctonas. El
suelo se vuelve más impermeable e impide la penetración del
agua en su interior. La actividad bacteriana y de los hongos,
trascendentales en los procesos biológicos del suelo, se ven
también muy afectados. La sucesión de nuevos fuegos y lluvias
torrenciales incrementa la erosión y la pérdida del suelo fértil.

En las zonas mediterráneas esta erosión ocurre, en general, en


los dos primeros meses tras el incendio. El manto vegetal
desaparece y, con él, la barrera natural que retiene el agua y
frena las inundaciones. Es la denominada "desertificación del
paisaje", el daño ecológico más grave causado por este desastre
natural, según diversos expertos. Greenpeace asegura que más
de un tercio de la superficie española padece este problema.
Contaminación

Los incendios forestales generan contaminación de diversas


formas. Durante los primeros momentos después del fuego, la
mineralización de la materia orgánica vegetal provoca una
efímera fertilidad del suelo. Pero la gran mayoría de estos
nutrientes es muy volátil y pasan a la atmósfera o disueltos en
corrientes de agua. Y como efecto derivado de la combustión de
las masas forestales, diversas partículas y gases, incluidos los de
tipo invernadero, como el dióxido de carbono (CO2), acaban
también en la atmósfera.

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http://www.consumer.es/web/es/medio_ambiente/naturaleza/2009
/08/27/187605.php#sthash.kndgylDY.dpuf
http://www.fao.org/docrep/004/y3582s/y3582s08.htm

http://www.fao.org/docrep/ARTICLE/WFC/XII/1026-B4.HTM

https://ecosbiologia.wikispaces.com/5.-Cambios+tras+un+incendio.

http://www.greenpeace.org/espana/Global/espana/report/other/incendios-forestales-que-per.pdf

http://www.cricyt.edu.ar/enciclopedia/terminos/IncendFor.htm

http://www.consumer.es/web/es/medio_ambiente/naturaleza/2009/08/27/187605.php

Un incendio forestal es el fuego que se extiende sin control en terreno forestal o silvestre,
afectando a combustibles vegetales, flora y fauna. Un incendio forestal se distingue de otros
tipos de incendio por su amplia extensión, la velocidad con la que se puede extender desde su
lugar de origen, su potencial para cambiar de dirección inesperadamente, y su capacidad para
superar obstáculos como carreteras, ríos y cortafuegos.

Índice
[ocultar]

 1Causas
 2Fases del incendio
 3Tipos de incendio
o 3.1Según por donde se propaga
o 3.2Según el tamaño
o 3.3Según el elemento que rige el incendio:[4]
 4Prevención
 5Extinción
 6Consecuencias
 7Piroecología o Ecología del fuego
 8Véase también
 9Referencias
 10Bibliografía
 11Enlaces externos

Causas[editar]
Paisaje tras un incendio, en Alcalá la Real, Jaén, España.

Si bien las causas inmediatas que dan lugar a los incendios forestales pueden ser muy
variados, en todos ellos se dan los mismos presupuestos, esto es, la existencia de grandes
masas de vegetación en concurrencia con periodos más o menos prolongados de sequía.
El calor solar provoca deshidratación en las plantas, que recuperan el agua perdida del sustrato.
No obstante, cuando la humedad del terreno desciende a un nivel inferior al 30 % las plantas
son incapaces de obtener agua del suelo, con lo que se van secando poco a poco. Este
proceso provoca la emisión a la atmósfera de etileno, un compuesto químico presente en la
vegetación y altamente combustible. Tiene lugar entonces un doble fenómeno: tanto las plantas
como el aire que las rodea se vuelven fácilmente inflamables, con lo que el riesgo de incendio
se multiplica. Y si a estas condiciones se suma la existencia de períodos de altas
temperaturas y vientos fuertes o moderados, la posibilidad de que una simple chispa provoque
un incendio se vuelven significativa.
Por otro lado, al margen de que las condiciones físicas sean más o menos favorecedoras de
un incendio, hay que destacar que en la gran mayoría de los casos no son causas naturales
las que provocan el fuego, sino la acción humana, ya sea de manera intencionada o no.
Las causas que originan un incendio forestal se agrupan pues en tres categorías principales:1

 Intencionados: representan un 60-70 % de los casos. Las motivaciones son variadas,


siendo con diferencia las más comunes la quema no autorizada, ilegal e incontrolada de
superficies agrícolas, ya sea para la eliminación de rastrojos o matorrales ("quema
agrícola") o para la regeneración de pastos para el ganado.2 Otras motivaciones menos
corrientes detrás de un incendio provocado son la piromanía, usos cinegéticos,
vandalismo, venganzas personales, especulación urbanística, bajar el precio de la
madera, etc. Cabe señalar que el delito de incendio está tipificado en muchas
legislaciones.

 Negligencias y otras causas accidentales: representan un 15 %-25 % de los casos. En


este apartado, las quemas agrícolas (en este caso autorizadas, pero en las que los
autores perdieron el control del fuego extendiéndose éste por la superficie forestal
colindante) están también entre las causas habituales. Otras causas son las colillas y
hogueras mal apagadas, quema de basuras, trabajos forestales, etc.

 Naturales: representan menos de un 5 % de los casos. Se deben casi siempre a la acción


de un rayo.
Por último, en contadas ocasiones (menos del 2 %) un incendio es una reproducción de un
incendio anterior que no llegó a extinguirse del todo y se extiende a una nueva zona.
Cabe aclarar que los porcentajes indicados son valores promediados –la frecuencia de la
intencionalidad, por ejemplo, puede variar mucho de unas regiones a otras–.
Fases del incendio[editar]

Fase de propagación de un incendio forestal

Un incendio posee tres fases distintivas: iniciación, propagación y extinción:

 Iniciación: es el comienzo del incendio producido por causas naturales o mayoritariamente


por la acción del hombre.

 Propagación: es la extensión del incendio por la vegetación cercana.

 Extinción: es la finalización del incendio por causas naturales (lluvia o falta de vegetación)
o por acción humana (labores de extinción)
La propagación del fuego dependerá de las condiciones atmosféricas, de la topografía del
lugar en el que se produzca y de la vegetación presente en el mismo. Normalmente se
ocasionan en climas secos o subsecos, como el mediterráneo, donde la vegetación sufre
estrés hídrico y además algunas especies vegetales como los pinos contienen resinas que
ayudan a que el incendio se propague mejor y sea más virulento. Asimismo generalmente
también poseen mecanismos de adaptación al fuego como por ejemplo las piñas serotinas.

Tipos de incendio[editar]

Incendio forestal cerca de castillo de Aro.

El estudio de los incendios forestales distingue entre distintos tipos de fuegos, lo cual resulta
útil a la hora de considerar las medidas más apropiadas de prevención y/o de extinción dado
que pueden ser diferentes para uno u otro caso.
Según por donde se propaga[editar]

 Fuego de suelo o subsuelo: El fuego se propaga por la materia orgánica en


descomposición y las raíces. Casi siempre se queman despacio y en combustión
incandescente (poca o ausencia de llama) al no disponer de suficiente oxígeno.
 Fuego de superficie: El incendio se propaga por el combustible que encontramos sobre
el suelo, incluye la hojarasca, hierbas, arbustos y madera caída pero no inmersa en la
hojarasca en descomposición.
 Fuego de copas:
 Antorcheo: Paso de fuego de superficie a fuego de copas, pero solo de forma puntual
en algunos pies.
 Copas pasivo: Es el fuego que avanza por las copas de los árboles acoplado y
dependiente de un fuego de superficie, si se extingue este se detiene el de copas.
 Copas activo: Es el fuego que avanza por las coronas de los árboles
independientemente de la superficie. Solo se puede atacar de forma indirecta y suele
necesitar un viento mayor de 30 km/h y proximidad de copas (alta densidad aparente
de copas y largas copas).
Según el tamaño[editar]

Imagen tomada del satélite Aqua de la NASA muestra una perspectiva desde el espacio de los
incendios forestales sobre Centroamérica.

 Los grandes incendios forestales (GIF). Se definen como aquellos que de manera
continuada muestran un comportamiento que queda fuera de la capacidad del sistema de
extinción, ya sea por las elevadas longitudes de llama, por las altas velocidades de
propagación o por la presencia de actividad de fuego de copas. Por actividad de copas
entendemos que hay antorcheo importante (que prenden muchas de las copas del
arbolado) o incluso que es fuego pasivo de copas o fuego activo. Tal como se definen
estos términos en los modelos canadienses de propagación y como están en el programa
de simulación Farsite (Finney 1998).3 Los umbrales que los hacen GIF quedan a criterio
del servicio de extinción, pero proponemos los que se usan hoy en distintos servicios de
extinción en España: longitud de llama > 3m, velocidad de propagación > 1,2 km/h y
actividad de copas igual o mayor a fuego pasivo de copas. Estos incendios no son muy
frecuentes pero son el problema real, ya que calcinan enormes superficies en pocas horas
o días. Los números son elocuentes. En Canarias, por ejemplo, el 99,3 % son pequeños
incendios forestales mientras que únicamente el 0,7 % son GIF (Grillo et al. 2008). Estos
en cambio suponen el 75 % del total de la superficie quemada en el archipiélago. En
Cataluña, el ataque directo a las llamas, harto utilizado hasta ahora, se ha visto sustituido
cada vez más por el empleo de ataques a distancia o indirectos, como el que se apoya en
contrafuegos y quemas de ensanche. Así, en Cataluña se ha pasado del 98 % del
perímetro tratado con línea de agua, y 2 % maquinaria del 1998 al 65 % línea de agua,
12 % herramientas manuales, 19 % quemas ensanche, y 4 % de maquinaria, cosa que
indica un impacto del analista en la globalidad de la estructura.
 Incendios de pequeño tamaño. Son aquellos que no alcanzan las características para
ser un GIF.
Según el elemento que rige el incendio:4 [editar]
Combustible, gas, topográfico, conducido por viento y hambriento.

Prevención[editar]
La prevención del fuego se basa, por una parte, en intentar evitar que se provoquen incendios
forestales, y por otra parte en minimizar sus consecuencias una vez declarados. En tal
sentido, podemos hablar de los siguientes tipos de medidas:

 La concienciación social, con la finalidad de educar a la población en un uso racional del


fuego, evitando situaciones de riesgo. Puede realizarse mediante campañas informativas
y multas coercitivas.
 El cuidado y planificación de las masas forestales y los bosques, mediante la realización
de cortafuegos y una planificada y extensa red de pistas forestales y depósitos de agua.
 La limpieza periódica de bosques mediante las oportunas labores selvícolas, así como
las labores de desbroce.
 La introducción en franjas delimitadoras de especies con un bajo poder combustible.
 La realización de quemas preventivas (quema prescrita) durante períodos de bajo riesgo
de incendio.
 La adopción de medidas legislativas orientadas a prevenir que existan personas o
colectivos que puedan sacar beneficio de los incendios.
 Reforzar la persecución policial y judicial de los incendiarios para evitar que puedan
quedar impunes.

Extinción[editar]
Artículo principal: Extinción de incendios forestales

La defensa contra incendios forestales ha experimentado una continua tecnificación.5 No


obstante, no evita la existencia de Grandes Incendios Forestales (GIF). Los GIFs son fuegos
que muestran de manera sostenida un comportamiento que escapa a la capacidad del sistema
de extinción, en los que su rápido crecimiento exige habilidad en el análisis del incendio e
identificación de oportunidades de ataque al mismo, y un conocimiento previo del patrón de
propagación que permita definir una eficaz estrategia de ataque.

Consecuencias[editar]
Los incendios forestales naturales han ocurrido desde siempre como un elemento normal en el
funcionamiento de los ecosistemas. El fuego ha permitido la regeneración de diversos
ecosistemas y la producción de una serie de hábitats en los que distintos organismos pueden
prosperar. No obstante, la enorme proliferación de los incendios a causa de la actividad
humana en estas últimas décadas sobrepasa la capacidad de recuperación natural.
Entre las diversas formas de impacto que producen los incendios forestales se pueden
destacar las siguientes:6 7

 erosión del suelo al desaparecer la capa vegetal. Esta desprotección del suelo frente a la
elevada erosividad de las lluvias provoca grandes pérdidas de suelo y nutrientes, pero no
es solo este el efecto sobre el sistema edáfico. Las altas temperaturas modifican la
composición biológica y química del suelo.
 Muerte o daños físicos a una parte de la población animal de la zona, especialmente la
que tenga menos movilidad (invertebrados, crías de aves o mamíferos, etc.),
por quemaduras o intoxicación respiratoria.
 En algunas ocasiones, muerte o daños físicos a las personas que intervienen en la
extinción de los incendios o que resultan atrapadas por él.
 Ocasionalmente, perjuicios a la salud de las poblaciones humanas próximas.8
 Destrucción de bienes e infraestructuras (casas, almacenes, postes de electricidad y
comunicaciones, etc.)
 Corte temporal de vías de comunicación.
 Perjuicios económicos por la pérdida de madera y/o productos alimenticios, así como los
costes de las labores de regeneración de las zonas afectadas.
 Alteraciones, a veces de forma irreversible, del equilibrio del medio natural.
 Contaminación de ríos que reciben las aguas de lluvia que atraviesan la zona quemada
arrastrando partículas y cenizas en suspensión.
 Impacto sobre el paisaje.

Piroecología o Ecología del fuego[editar]


La piroecología o ecología del fuego se ocupa de los procesos que conectan la incidencia
natural del fuego en un ecosistema y los efectos ecológicos de dicho fuego. Muchos
ecosistemas, en particular la pradera, la sabana, el chaparral y los bosques de coníferas, han
evolucionado con el fuego como un elemento necesario para la vitalidad y la renovación del
hábitat. Muchas plantas germinan muy bien tras incendios y otras rebrotan (reproducción
asexual) de modo eficaz.9 El pino canario es un buen ejemplo como se puede ver en UOFF.
Diversos autores han relacionado los conceptos de piroecología10 y biodiversidad. No es
nuevo el considerar que existe un papel del fuego en nuestros ecosistemas. Hay un desarrollo
teórico y aplicado muy importante y se pueden citar muchos trabajos. Mención especial se
merecen autores australianos.
FLORA Y FAUNA AMENAZADA: Incendios Forestales y sus Efectos
¿Qué son?

Un incendio forestal es el fuego que se extiende sin control sobre combustibles forestales situados en
el monte. También puede definirse como: el fuego que se expande sin control sobre especies arbóreas,
arbustivas, de matorral o herbáceas, siempre que no sean características del cultivo agrícola o fueren
objeto del mismo y que no tengan calificación de terrenos urbanos, afectando esta vegetación que no
estaba destinada para la quema.

Causas.
Si bien las causas inmediatas que dan lugar a los incendios forestales pueden ser muy
variadas, en todos ellos se dan los mismos presupuestos, esto es, la existencia de grandes
masas de vegetación en concurrencia con periodos más o menos prolongados de sequía.

El calor solar provoca deshidratación en las plantas, que recuperan el agua perdida del
sustrato. No obstante, cuando la humedad del terreno desciende a un nivel inferior al 30% las
plantas son incapaces de obtener agua del suelo, con lo que se van secando poco a poco. Este
proceso provoca la emisión a la atmósfera de etileno, un compuesto químico presente en la
vegetación y altamentecombustible. Tiene lugar entonces un doble fenómeno: tanto las
plantas como el aire que las rodea se vuelven fácilmente inflamables, con lo que el riesgo de
incendio se multiplica. Y si a estas condiciones se suma la existencia de períodos de altas
temperaturas y vientos fuertes o moderados, la posibilidad de que una simple chispa
provoque un incendio se vuelven significativa.

Fases del incendio.

Un incendio posee tres fases distintivas que son:

 Iniciación: es el comienzo del incendio producido por causas naturales o mayoritariamente por la acción del
hombre.

 Propagación: es la extensión del incendio por la vegetación cercana.

 Extinción: es la finalización del incendio por causas naturales (lluvia o falta de vegetación) o por acción
humana (labores de extinción).

Si bien existen incendios forestales producidos por causas naturales, como la caída de rayos o por la
fuerza de razamiento o frotación de dos piedras impulsadas por el viento, aunque el origen de la gran
mayoría de ellos se debe a la acción humana ya que los humanos botan basura al piso y por el sol se
puede producir un incendio forestal. la mayoría de veces son un poco difíciles de apagar ellos pueden
llegar a durar muchos dias en apagarse; lo cual no afecta muchísimo. Sea por imprudencias, sea de
forma intencionada, el humano es causa directa o indirecta del 99.99% de los incendios que se
producen en el mundo. Aunque normalmente se ocasionan, en épocas estivales, y en climas secos o
subsecos, como el mediterráneo, donde la vegetación, sobre todo de montañas es seca, y además,
algunos árboles como los pinos, sueltan sus hojas secas en grandes cantidades con lo que ayuda a que
el incendio se propague mejor.

La propagación del fuego dependerá de las condiciones atmosféricas, de la topografía del lugar en el
que se produzca y de la vegetación presente en el mismo.

Prevención.
La prevención del fuego se basa, por una parte, en intentar evitar que se provoquen incendios
forestales, y por otra parte en minimizar sus consecuencias una vez declarados. En tal sentido,
podemos hablar de los siguientes tipos de medidas:

La concienciación social, con la finalidad de educar a la población en un uso racional del fuego,
evitando situaciones de riesgo. Puede realizarse mediante campañas informativas y multas
coercitivas.

El cuidado de las masas forestales, mediante la realización decortafuegos, la limpieza periódica de


bosques, o la realización de quemas preventivas durante períodos de bajo riesgo de incendio. Todas
estas medidas ayudan a reducir la velocidad de propagación de un potencial incendio.

El establecimiento de adecuadas políticas de detección precoz, mediante guardas forestales y


vigilancia de los bosques, de tal modo que se pueda sofocar el mayor número posible de conatos de
incendio antes de que crezcan hasta cubrir extensiones considerables.

http://latierraysudestino.blogspot.com/2010/05/flora-y-fauna-amenazada-incendios.html
El fuego tiene un importante papel en los procesos que gestionan el Sistema Tierra. La
abundancia de carbones en los sedimentos demuestra que el fuego ha actuado desde hace
400 millones de años (principios del Devónico) cambiando su frecuencia e intensidad según
los niveles de oxígeno atmosférico y el clima. Como componente del sistema terrestre, el
fuego ha influido en la composición de los gases de la atmósfera, el clima, la biota, las
geoformas, el transporte de materiales y las tasas de sedimentación (Scott, 2000; 2009). La
configuración de ecosistemas como los bosques boreales de coníferas, praderas, sabanas y
bosques mediterráneos, es debida principalmente a la acción del fuego además de por
motivos climáticos (Bond et al. 2004, Bodí et al. 2008). La recurrencia de incendios
propicia un ecosistema distinto del esperado según la situación climática en la que se
encuentra. En estas circunstancias de incendios reiterados, las especies con algún
mecanismo de resistencia al fuego perduran y desarrollan para su propia supervivencia
dispositivos de reproducción y morfologías para resistir e incluso favorecer los incendios
con un régimen concreto de recurrencia (Pyne, 2001). El fuego es así un factor ecológico
esencial en la distribución de los biomas de la Tierra, funcionando como un gran herbívoro
(Bond y Keeley, 2005). A escala humana y regional los efectos de los incendios son
heterogéneos y a veces catastróficos. No obstante, incluso dentro una misma zona, según la
litología, régimen de precipitación, orientación o usos del suelo, los efectos serán variados
y contrastados (Neary et al., 1999; Kutiel, 2006). Esta importancia y complejidad de los
incendios forestales hace que su estudio sea una cuestión relevante en determinadas zonas
del mundo. En Valencia, ya hace 20 años se llevó a cabo el seminario «El papel del fuego
en los ecosistemas mediterráneos» organizado por Manuel Costa en la Universidad
Internacional Menéndez Pelayo. En éste, se avanzaron las investigaciones más actualizadas
sobre la cuestión con la presencia de prestigiosos científicos que trabajaban (y siguen
trabajando) en el estudio de los incendios forestales en ecosistemas mediterráneos: P.
Trabaud, Z. Naveh, A. Pons, P. Zedler, W. Oechel y W. Christensen entre otros. Además
del papel de los incendios forestales en el mediterráneo, se trataron otros temas
relacionados como los efectos de los incendios en el suelo, vegetación, fauna, gestión pre- y
post- incendio e incluso se adelantaron problemas tan actuales como el incremento de CO2
en la atmosfera.
III. EFECTOS DE LOS INCENDIOS FORESTALES El fuego modifica los ciclos
biogeoquímicos, produce cambios en la vegetación, suelo, fauna, procesos hidrológicos y
geomorfológicos, calidad de las aguas e incluso cambios en la composición de la atmósfera
(Prodon et al., 1987; DeBano et al., 1998; Shakesby y Doerr, 2006; Moody y Martin, 2009;
Raison et al., 2009). Los efectos de los incendios son muy variados debido a los múltiples
factores de los que depende el incendio: biomasa disponible, intensidad (temperaturas
alcanzadas y duración), área quemada, tiempo desde el último incendio, tipo de suelo,
humedad, pendiente y vegetación (Neary et al., 1999). Así, se conforma en cada ecosistema
un régimen de incendios concreto. Sin embargo, en un mismo ecosistema e incluso en un
mismo incendio, la severidad, entendida como el grado de impacto en el ecosistema
(Keeley, 2009), y efectos del fuego son diferentes y resultan en un mosaico de manchas de
vegetación y suelo que se recuperará con o sin rehabilitación y restauración posterior
(Figura 3). En esta recuperación, los efectos del fuego sobre la vegetación y los suelos son
esenciales ya que influyen directamente sobre la evolución del resto del ecosistema. 1.
Efectos del fuego en la vegetación El aparente vacío biológico que queda tras un incendio
es fugaz. Es frecuente observar una gran actividad biológica posterior y plantas simbiontes
con algas tras las primeras lluvias (Mataix-Solera y Guerrero, 2007). Además, hay especies
vegetales que presentan adaptacio- 39 Efectos de los incendios forestales en la vegetación y
el suelo en la cuenca mediterránea: revisión bibliográfica Boletín de la Asociación de
Geógrafos Españoles N.º 58 - 2012 nes encaminadas a resistir y propagar el fuego, algunas
incluso han desarrollado mecanismos reproductivos y ciclos vitales que dan ventaja a la
especie cuando el fuego está presente. Todos estos signos denotan cierta compatibilidad y
facilidad de recolonización (Arianoutsou et al., 1993). Figura 3 INCENDIOS CON
DIFERENTE SEVERIDAD INCENDIOS: A. INCENDIO EN PINOSO (ALICANTE)
DONDE ALGUNOS DE LOS PINOS NO SE HAN QUEMADO COMPLETAMENTE,
PERO CON MANCHAS DE CENIZAS BLANCAS QUE INDICAN LA TOTAL
COMBUSTIÓN EN ALGUNAS ZONAS. B. INCENDIO EN LA SIERRA DE
ENGUERA (VALENCIA), SE PUEDEN VER LOS PINOS COMPLETAMENTE
QUEMADOS Fotografía de los autores. Existen dos grandes grupos de especies vegetales
según su respuesta al fuego: las especies rebrotadoras y las no rebrotadoras o germinadoras.
Las primeras tienen la capacidad de rebrotar después de un incendio y en las segundas
mueren los individuos pero no las semillas. También hay especies rebrotadoras que poseen
además semillas adaptadas al fuego (especies facultativas) y finalmente hay especies que no
pueden rebrotar, ni sus semillas resisten las altas temperaturas. Éstas desaparecen
temporalmente después de un incendio y colonizan el espacio desde los extremos de la zona
quemada (Pausas, 2004b; Lloret y Zedler, 2009). El rebrote es uno de los mejores
mecanismos de piroresistencia. Para ello se desarrollan cortezas gruesas y poco
inflamables, que actúan como aislantes térmicos que protegen a la planta para que después
del incendio sea capaz de rebrotar. En estos casos, las partes aéreas se queman pero se
mantiene viva la cepa, que en algunos casos está constituida por un tejido llamado
lignotuber que actúa como almacén de agua y nutrientes para asegurar la pervivencia de la
planta (Molinas y Verdaguer, 1993). Cada rebrotadora dispone de distintas posibilidades de
resistencia según la severidad del incendioy el momento de crecimiento de la planta. Los
ejemplos son múltiples en la cuenca mediterránea: Quercus suber, con una magnifica
corteza aislante (el corcho), Quercus coccifera, Quercus ilex, Juniperus Oxycedrus, Erica
multiflora, Chamaerops humillis, así como en el chaparral californiano, el «fynbos» de
Sudáfrica y los bosques australianos de «jarrah» (Arianoutsou et al., 1993) Quercus
coccifera es la especie protagonista durante la recuperación de la cubierta vegetal forestal
en la cuenca mediterránea. Esta especie tiene una gran capacidad de rebrote
inmediatamente después del incendio y un gran sistema radicular que permite en 2 ó 3 años
un A B 40 Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles N.º 58 - 2012 Merche B. Bodí,
Artemi Cerdà, Jorge Mataix-Solera y Stefan H. Doerr 90% de recubrimiento (Sala et al.,
1990). Trabaud (1973) experimentó quemando esta especie reiterativamente con diferentes
frecuencias (cada 6, 3 y 2 años) y en diferente estación durante 19 años y Quercus coccifera
no tuvo ningún síntoma de degradación junto con Rubia peregrina y Brachypodium
ramosum. No obstante, otros estudios apuntan que, en áreas más áridas al sur, Quercus
coccifera puede tener un decrecimiento tras alternancias repetitivas (Delitti et al., 2005).
Otras especies incrementan su población después de los incendios: Lonicera implexa
(Trabaud, 1973), Phyllirea angustifolia, Erica arbórea (Moreno et al., 2004), plantas
perennes como Ampelodesmos mauritanica (Lloret et al., 2003)y geófitas dotadas de
bulbos Gladiolus, Asphodelus, Ophrys, Acis nicaeensis (Naveh, 1975; Diadema et al.,
2007). Pero por otra parte, hay especies que tienen tendencia a decrecer con el aumento de
la recurrencia de incendios: Erica multiflora (Lloret et al., 2003), Rhammus alaternus y
Smilax aspera (Trabaud, 1973). Sin embargo, en general parece ser que hay diferencias
regionales en su habilidad rebrotadora (Pausas et al., 2008) (Figura 4, A, B, C, D). Por otra
parte, las plantas germinadoras adaptadas a los incendios retienen las semillas por largo
tiempo hasta que son estimuladas por el calor y se dispersan. Son semillas serótinas. En
estos casos, los individuos no resisten al incendio y son substituidos por otros que nacen de
sus semillas y que encuentran un espacio sin competencia, donde llega mucha luz y el suelo
es rico en nutrientes (DeBano et al., 1998; Pausas, 2004b). Buenos ejemplos son las piñas
que se abren con el calor y dispersan los piñones, en especies como Pinus halepensis, Pinus
brutia, Pinus pinaster, permitiendo una rápida regeneración del pinar (Arianoutsou et al.,
1993). Otros pinos con piñas no serótinas como el Pinus pinea, tienen piñones muy duros
que resisten a los incendios. Pero hay otras especies de pinos muy sensibles (Pinus nigra,
Pinus sylvestris) que pueden ser eliminados temporalmente según la extensión del incendio
(Pausas et al., 2008). Existen arbustos no rebrotadores que tienen bancos de semillas
persistentes en el suelo y resisten el calor del fuego, como las Cistus sp. o Ulex parviflorus
(que además acumula mucha necromasa en su parte aérea y cuando llega el fuego es
altamente combustible). Hay otras especies en que las semillas son estimuladas para
germinar por otros productos derivados del incendio como el humo o las cenizas (por
ejemplo: Rhamnus alaternus, Alnus glutinosa, Cistus incanus, Clematis vitalba) (Crosti et
al., 2006; Paula et al., 2006; Reyes y Casal, 2006). Sin embargo, si el periodo entre
incendios no es suficiente para que los individuos lleguen a la edad adulta, o si este
intervalo corto entre incendios es muy recurrente, el banco de semillas se puede agotar
(Pausas, 2004b). Después de un incendio no hay sucesión en el sentido de que unas
comunidades reemplazan a otras, sino que hay una progresiva reaparición de las especies
que pertenecían ya a la comunidad (Trabaud, 1990). Tras el incendio, las herbáceas de vida
corta cubren el suelo junto con los arbustos y leñosas que rebrotan rápidamente. Las
herbáceas alcanzan su pico en 1-5 años, y luego reducen su presencia y diversidad. Hay
algunas para las que el fuego es esencial, ya que sólo aparecen tras el incendio al estar sus
semillas en estado latente (De Lillis y Testi, 1990). Los rebrotes de leñosas son siempre
muy rápidos debido al sistema raticular bien desarrollado del que disponen, lo que permite
captar agua y nutrientes, aunque también las no rebrotadoras como Cistus sp., Ulex
parviflorus y Rosmarinus officinalis aparecen pronto. El crecimiento es muy activo en el
primer quinquenio y luego se ralentiza hasta ser casi nulo 25 ó 30 años después del
incendio (Ferran y Vallejo, 1992; Arianoutsou et al., 1993; Ferran y Vallejo, 1998). En este
aspecto, las variaciones son grandes y dependen 41 Efectos de los incendios forestales en la
vegetación y el suelo en la cuenca mediterránea: revisión bibliográfica Boletín de la
Asociación de Geógrafos Españoles N.º 58 - 2012 de las características del incendio y del
lugar donde se produzca (Tabla 2). Esta rapidísima regeneración es muy importante para
proteger el suelo de la erosión. Se ha comprobado que las comunidades vegetales de los
ecosistemas mediterráneos tienen en general una alta resiliencia a los incendios forestales,
es decir tienen gran habilidad para volver a las condiciones anteriores a la alteración (Lloret
y Zedler, 2009). La vegetación resistente al fuego ha evolucionado hasta conseguir un
mantenimiento y regeneración con un determinado régimen de incendios. Cuando un
régimen de incendios permanece en un ecosistema por largo tiempo se produce un tipo de
relación entre la resiliencia de las especies y el régimen de incendios (Lloret y Zedler,
2009). Según Naveh (1990), para estas especies el fuego puede que sea la única manera de
asegurar el rejuvenecimiento. Pero no hay que olvidar que las especies están adaptadas a un
régimen de incendios, no a cualquier incendio, y el cambio de régimen de incendios puede
tener impactos importantes en la sostenibilidad de algunos de los componentes (Pausas y
Keeley, 2009). Figura 4 ESPECIES REBROTADORAS 6 MESES DESPUÉS DE UN
INCENDIO EN LA SIERRA DE ENGUERA (VALENCIA), A FINALES DE ABRIL DE
2008. A. QUERCUS COCCIFERA, UNA DE LAS PRIMERAS EN REBROTAR. B.
JUNIPERUS OXYCEDRUS Y RHAMNUS LYCIOIDES.C. ERICA MULTIFLORA. D.
QUERCUS ILEX Fotografía de los autores. A B C D 42 Boletín de la Asociación de
Geógrafos Españoles N.º 58 - 2012 Merche B. Bodí, Artemi Cerdà, Jorge Mataix-Solera y
Stefan H. Doerr Tabla 2 CUBIERTA VEGETAL (%) EN SUELOS MEDITERRÁNEOS
DESPUÉS DE UN INCENDIO (T, TIEMPO EN MESES) Autor y año Cubierta vegetal
(%) Características t (m) Vegetación antes del incendio Zona de estudio Cerdà (1998b) 20
116 1272 Bosque de pinos y matorral denso Los bosques, Pedralba, Valencia, España
Cerdà y Doerr (2005) 55,6 86,4 125,9 Alta severidad 12 24 72 Bosque de pino y matorral
denso Serra Grossa, Valencia, España Cerdà y Lasanta (2005) 50 4 Matorral Valle de Aisa,
Pirineos, España De Lillis y Testi (1990) 20 18 3 Myrtus communis Spartium junceum
Brachypodium ramosum 12 Matorral Costamezza, centro de Italia Gimeno-García et al.
(2007) 26 19 29 9 12 45 16 42,5 Control Altaseveridad Baja severidad Alta severidad
Bajaseveridad Control Alta severidad Baja severidad 0 12 96 Matorral La concordia
estación experimental, Lliria, España Inbar et al. (1998) 10-30 50-70 1224 Bosque de pino
y matorral mediterráneo Mont Carmel, Israel Marqués y Mora (1992) 5025 Norte Sur 15
Bosque de pinos y matorral de RosmarinusEricion al Norte y de Quercus coccifera al Sur
Montserrat, Cataluña, España 43 Efectos de los incendios forestales en la vegetación y el
suelo en la cuenca mediterránea: revisión bibliográfica Boletín de la Asociación de
Geógrafos Españoles N.º 58 - 2012 Autor y año Cubierta vegetal (%) Características t (m)
Vegetación antes del incendio Zona de estudio Mayor et al. (2007) 507897 Alta severidad
Control 487272 Bosque de pinos y matorral Montaña de Xortà, Alicante, España.
Orientación sur. Terrazas abandonadas Pausas et al. (1999) 7138 72,85 40,45 54,14 53,63
62,10 58,20 62,74 19,51 39,55 10,02 24,36 42,55 18,37 22,01 10,85 Calizas Calizas
Margas Margas Termomediterráneo Temomediterráneo Mesomediterráneo
Mesomediterráneo Herbáceas Norte (N) Árboles-arbustos N Herbáceas Sur (S) Árboles
arbustos S Rebrotadoras N No-rebrotadoras N Rebrotadoras S No rebrotadoras S 10 34 10
34 10 34 10 34 12 Bosque de pinos y matorral Diferentes lugares de la Comunidad
Valenciana Requena Trabaud (1990) 50 Herbáceas 12 Quercus coccifera garriga
Montpellier, Francia 44 Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles N.º 58 - 2012
Merche B. Bodí, Artemi Cerdà, Jorge Mataix-Solera y Stefan H. Doerr 2. Efectos del fuego
en el suelo
Efectos del fuego en el suelo El suelo es el componente básico del ecosistema forestal. Su
sostenibilidad y recuperación dependen de las funciones y procesos químicos, físicos y
biológicos que ocurran debajo de la capa de hojarasca (Neary et al., 1999; Mataix-Solera y
Guerrero, 2007). Tras el fuego, el suelo puede sufrir cambios directos producidos por el
calentamiento y la combustión, e indirectos como consecuencia de la situación
microclimática después de la pérdida de la cubierta vegetal y recubrimiento de las cenizas
(Figura 5, A). Estos cambios dependerán principalmente de la temperatura alcanzada
durante el incendio (Neary et al., 1999). El calentamiento del suelo produce variaciones en
algunas de las propiedades físicas y químicas. El pH y la conductividad eléctrica
normalmente aumentan, debido al aporte de carbonatos, cationes básicos y óxidos
procedentes de las cenizas. El tiempo de recuperación del pH inicial es variado y se
considera que es más o menos rápido según el tiempo que las cenizas permanezcan en el
suelo (Mataix-Solera y Guerrero, 2007). Este aporte de cenizas también enriquece el suelo
con un aumento de nutrientes (Ca, Mg, K, Na, P) y según Kutiel y Naveh (1987b) es
considerado el mayor factor de crecimiento de la vegetación en los ecosistemas
mediterráneos. Sin embargo hay algunos nutrientes que se pierden con el humo del fuego,
se volatilizan (Raison et al., 1984), o existe peligro de que la acción del viento, erosión o
lixiviación laven esta inyección de nutrientes fundamentales, sobre todo cuando no hay
vegetación (Arianoutsou et al., 1993; Neary et al., 1999; Cerdà y Bodí, 2007). Así, esta
fertilización puede ser efímera, durar 4-5 meses (Kutiel y Naveh, 1990; Gimeno-García et
al., 2000), hasta 14 meses (Kutiel y Naveh, 1987b) o incluso 7 años (Úbeda et al., 2005). El
nitrógeno es uno de los elementos que más fácilmente se volatiliza. Durante la combustión
se pueden perder grandes cantidades, pero afortunadamente para los ecosistemas
mediterráneos y regiones semiáridas donde es limitado, se suele encontrar tras el incendio
más nitrógeno disponible en el suelo en la forma de amonio (NH4 +-N) (Kutiel y Naveh,
1987a; Giovannini et al., 1990b; Gimeno-García et al., 2000). Asimismo, en los meses
posteriores se produce un aumento del nitrógeno (N2 ) por microorganismos promovidos
por el incendio y especies de leguminosas fijadoras como el Ulex parviflorus (Arianoutsou
et al., 1993; Pastor-López y Martin-Martin, 1995; Neary et al., 1999; Raison et al., 2009).
Respecto a los cambios en el carbono orgánico del suelo, los resultados son complejos y
variados según la intensidad del incendio. En incendios de baja intensidad puede haber
incrementos de carbono orgánico procedente de la vegetación parcialmente pirolizada, en
cambio, a intensidades elevadas la cantidad de materia orgánica de la superficie del suelo
puede disminuir (Mataix-Solera et al., 2002). Según Knoepp et al. (2005) calentando el
suelo a 450 °C durante dos horas o a 500 °C media hora, se destruye el 99% de la materia
orgánica. Pero el fuego no sólo modifica la cantidad de la materia orgánica, también altera
su calidad. Actúa como un agente que acelera las tasas de mineralización del carbono
orgánico y además modifica las tasas de descomposición postincendio ya que, a medida que
se incrementa la temperatura, el humus sufre modificaciones que le hacen más resistentes a
la degradación microbiana (González-Vila et al., 2009; Knoepp et al., 2005). Esta materia
orgánica carbonizada que se produce en grandes cantidades y se acumula en el suelo, puede
contribuir en un 30-40% al carbono del suelo en ecosistemas propensos a incendios
forestales y al secuestro 45 Efectos de los incendios forestales en la vegetación y el suelo en
la cuenca mediterránea: revisión bibliográfica Boletín de la Asociación de Geógrafos
Españoles N.º 58 - 2012 de carbono a largo plazo, siendo un componente significativo en el
ciclo global del carbono (Forbes et al., 2006). La estabilidad de los agregados también
puede cambiar tras el paso del fuego. Generalmente se detecta una reducción de la
estabilidad de los agregados relacionado con la pérdida de materia orgánica (Cerdà, 1993;
DeBano et al., 1998; Badia y Martí, 2003). No obstante, es posible encontrar tendencias
contrarias cuando hay incendios de baja intensidad en los que aumenta la materia orgánica
(Díaz-Fierros et al., 1987), debido a fusiones de arcillas por calcinación que endurecen los
agregados (Giovannini et al., 1990a) o incluso debido la cementación por las sustancias
hidrofóbicas que los hacen más resistentes (Giovannini y Lucchesi, 1983). La porosidad y
la capacidad de retención hídrica también pueden verse disminuidas al cambiar la estructura
del suelo y desaparecer la materia orgánica si las intensidades son más elevadas (Neary et
al., 1999). Estos tres factores, junto con la hidrofobicidad, son aspectos fundamentales que
determinaran la aireación, infiltración y erodibilidad de un suelo, sobre todo cuando se
elimina la vegetación y hojarasca.

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