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ISEGORÍA.

Revista de Filosofía Moral y Política


N.º 40, enero-junio, 2009, 245-258
ISSN: 1130-2097

Bioética de los cuerpos sexuados: transexualidad,


intersexualidad y transgenerismo
Bioethics of the sexual bodies: transsexualism,
intersexuality and transgenderism
ISABEL BALZA
Universidad de Jaén

RESUMEN. En este artículo se analiza la tran- ABSTRACT. This paper discusses trans-
sexualidad y la intersexualidad como dos fe- sexualism and intersexuality as two phenom-
nómenos que desafían las concepciones di- ena that challenge dimorphic conceptions of
mórficas de la anatomía corporal, así como body anatomy and binary conceptions of sex
las concepciones binarias del sexo y del géne- and gender. In this defiance of the medical and
ro. En este desafío de la norma cultural y mé- social norm, transsexual and intersexual sub-
dica, los sujetos transexuales e intersexuales jects build a place of resistance, suggesting,
construyen un lugar de resistencia, propo- through self-designation, the concept of a new
niendo, en un movimiento de autodesigna- transgender subject. And finally, I will point
ción, la concepción de un nuevo sujeto trans- out some ethical issues related to the medical
genérico. Por último, se reseñan algunas treatments of sex assignment of intersexuals
cuestiones éticas vinculadas a los tratamien- and sex reassignment of transsexuals, concern-
tos médicos de la asignación de sexo a los in- ing the autonomy and dignity of these
tersexuales y a la reasignación de los transe- transgender subjects.
xuales, relativas a la autonomía y dignidad de
estos sujetos transgenéricos.
Palabras clave: Transexualidad, intersexuali- Key words: Transsexualism, intersexuality,
dad, dimorfismo corporal, transgenerismo. body dimorphism, transgenderism.

«Apenas hay un ser humano cuyo sexo no esté empañado por una duda con-
creta o por una sombra de duda»
(Gregorio Marañón, 1929, 75)

1. La construcción médica «transexual» es introducido en la literatu-


de la transexualidad ra sexológica en 1949. Dicho término es
admitido a principios de los años cin-
Podemos definir transexual como aquel cuenta (en el ámbito de los trabajos de
que se siente del sexo opuesto al que le varios endocrinos), cuando se diferencia
marca su sexo biológico. El término transexualidad como desarreglo médico

[Recibido: Sep. 08 / Aceptado: Feb. 09] 245


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de travestismo 1, tras la intervención de «natural» que cuestiona el saber sobre la


George/Christine Jorgensen en 1952, pri- sexuación. Los intersexuales o hermafro-
mer caso de intervención quirúrgica de ditas son los sujetos que nacen con una
cambio de sexo. Así, los sujetos transe- corporalidad ambigua, en tanto que sus
xuales aparecen a finales de los años cua- cuerpos no se ajustan a la norma cultural
renta y principio de los cincuenta en el y médica del sistema de dos sexos. Los
panorama médico y social de occidente, hermafroditas representan los límites que
en tanto que son definidos por su deman- la naturaleza ofrece a las categorías cons-
da de cambio quirúrgico de sexo: «Éste truidas de «hombre» y «mujer» 3. Por
era el principio de la designación del ello, para entender cómo se desarrolla la
“síntoma fundamental” de la transexuali- tecnología necesaria que haga posible las
dad: la demanda de una intervención qui- operaciones de cambio de sexo, debemos
rúrgica» (Hausman, 1992, 203). tener en cuenta cuál ha sido el tratamien-
La perspectiva clínica o médica es la to médico y social que ha tenido la inter-
que domina hoy la ideología imperante sexualidad, en tanto que las tecnologías
en torno a la noción de la transexualidad. quirúrgicas y la investigación endocrino-
Ello significa que, como diversos autores lógica se desarrollan con el fin de norma-
analizan y critican, la construcción de la lizar los cuerpos ambiguos de los interse-
subjetividad transexual es producto de la xuales 4. De alguna manera podemos
tecnología médica. Y utilizo tecnología afirmar que los intersexuales son el expe-
en los dos sentidos de Foucault: como rimento natural que cuestiona el dimor-
práctica técnica específica dentro de un fismo sexual.
campo dado y como práctica social de re- Porque para examinar la génesis de
presentación 2. De modo que la demanda la transexualidad, tal y como hoy la cono-
de operaciones por parte del transexual es cemos, debemos recorrer la historia de la
posible históricamente por los cambios intersexualidad. Lo que quiero destacar
en las tecnologías quirúrgicas, por la in- es que los dos niveles que hallamos en el
vestigación endocrinológica y por el con- análisis de la transexualidad, el nivel
trol psiquiátrico de la intersexualidad ideológico y el tecnológico, determinan
(Hausman, 1992, 197). también la definición y el tratamiento de
La transexualidad se entiende enton- los intersexuales. La tecnología que se
ces como efecto de una situación ideoló- desarrolla para tratar y normalizar a los
gica y tecnológica. Esta situación tecno- hermafroditas posibilitará las opera-
lógica o técnica es, como hemos visto, la ciones de cambio de sexo de los transe-
posibilidad quirúrgica de llevar a cabo xuales. Pero, a su vez, la ideología que
operaciones de cambio de sexo, con su determina la dualidad de los sexos con
consiguiente tratamiento hormonal. Y, las categorías de «hombre» y «mujer»
por otra parte, la situación ideológica a la encajona a los intersexuales en una tram-
que me refiero es la rigidez del sistema pa cultural que sus cuerpos desmienten y
sexo/género que mantiene el carácter bi- a la que no se pueden adaptar, y la tecno-
nario y excluyente del sexo y del género logía se desarrolla para tratar de adaptar-
(sólo es posible ser hombre o mujer, ma- los. En esta situación en la que la tecnolo-
cho o hembra). gía biomédica comienza siendo un ins-
Dentro de este panorama ideológico trumento de sometimiento y sumisión de
que defiende el dimorfismo sexual, los los cuerpos de los intersexuales y de los
cuerpos ambiguos y poco usuales de los transexuales a la ideología cultural, vere-
intersexuales aparecen como fenómeno mos cómo en los años 90 surge una nueva

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conciencia en los sujetos transexuales e genitales y/o llevar a cabo un tratamiento


intersexuales que reivindica la posibili- hormonal. La autora entiende que anali-
dad de habitar una corporalidad no mol- zar la historia médica de la intersexuali-
deada por los cánones que rigen la duali- dad permite entender los cambios en las
dad sexual. Lo que los sujetos intersexua- ideas que prevalecen sobre el género,
les y transexuales van a reivindicar es la tanto en Europa como en Norteamérica,
posibilidad de, o bien permanecer en un en tanto que éstos habrían heredado las
estado de sexuación ambiguo —caso de tradiciones médicas europeas (Faus-
los intersexuales—, o bien de utilizar la to-Sterling, 2000, 51).
tecnología biomédica para construir una
nueva corporalidad que no tiene por qué Fausto-Sterling defiende la idea de un
acoplarse a las categorías sexuales esta- continuo sexual en la naturaleza, afirman-
blecidas —caso de los transexuales. Este do que nuestras concepciones de la mas-
nuevo sujeto va a autodesignarse como culinidad y la feminidad son presunciones
transgénero. El sujeto transgenérico va a culturales. Un dato que Fausto-Sterling
reivindicar una nueva corporalidad y una destaca en su libro es que al estudiar la
nueva subjetividad, que se muestra trans- historia del análisis médico de la interse-
gresora con las categorías sexuales es- xualidad en Europa comprueba que no
tablecidas, al ir más allá de los dos gé- hay nada natural o inevitable en los actua-
neros/sexos que la ideología social y les tratamientos médicos de la intersexua-
cultural reconoce como necesarios. En lidad. Dice Fausto-Sterling: «Los médicos
definitiva, el sujeto transgenérico va a de la Antigüedad, que situaban el sexo y el
rearticular desde un punto de vista eman- género a lo largo de un continuo y no en
cipatorio las dimensiones ideológicas y las categorías discretas de hoy, no se in-
tecnológicas que determinan cómo se en- mutaban ante los hermafroditas» (Faus-
tiende la sexuación. to-Sterling, 2000, 51). Desde un punto de
vista científico o médico, los hermafrodi-
2. Cuerpos sexuados y política tas eran contemplados como variaciones
de género cuantitativas dentro de un continuo se-
xual, y no como rupturas cualitativas que
Para poder entender la rigidez del sistema marcan un abismo entre las dos únicas op-
que mantiene el carácter binario y exclu- ciones sexuales posibles. Por ello, eran
yente del sexo y del género que acompa- aceptados como posibilidades dentro de la
ña a las concepciones sobre la transexua- variación sexual humana.
lidad, debemos repasar el tratamiento Ahora bien, aunque los médicos tra-
cultural e ideológico que la intersexuali- taran de buscar un hueco para los herma-
dad ha tenido a lo largo de la historia. froditas en la teoría científica, ello no im-
Fausto-Sterling en su libro Cuerpos se- plicaba aceptación social. Dice la autora:
xuados. La política de género y la cons- «Históricamente, los hermafroditas han
trucción de la sexualidad analiza el modo sido vistos a menudo como perturbado-
en que los tratamientos médicos de la res, subversivos, o incluso fraudulentos»
transexualidad se derivan de los trata- (Fausto-Sterling, 2000, 52). Porque, ade-
mientos de la intersexualidad. La investi- más, no sólo los médicos o biólogos eran
gación médica y técnica sobre los herma- los únicos que tenían la autoridad y capa-
froditas, que persigue adecuar sus cuer- cidad de definir y regular la situación de
pos ambiguos a la norma diádica de los los hermafroditas, también los juristas y
sexos, es la que hace posible técnicamen- las distintas religiones ofrecen nociones,
te a los transexuales poder cambiar sus leyes y normas sobre el hermafroditismo.

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Lo que se constata en las distintas legisla- considerado un hermafrodita, y al mismo


ciones europeas es que, a pesar de su di- tiempo no contemplan la existencia de
ferente tratamiento de la intersexualidad, personas de sexo mixto o ambiguo 6. Este
coinciden en una cuestión: «la distinción proceso culmina a mediados del siglo XX,
tajante entre macho y hembra estaba en el con el desarrollo de la endocrinología y
núcleo de los sistemas legales y políti- de la posibilidad de intervenir quirúrgica-
cos» (Fausto-Sterling, 2000, 53). Por mente los cuerpos y de adaptarlos a un
ello, se exigía a los intersexuales que se cuerpo macho o hembra 7.
posicionaran en este sistema dualista, y Si antes los sujetos podían decidir a
que eligieran el sexo legal con el que que- qué sexo legal querían pertenecer, con-
rían vivir. De modo que, aunque la cien- servando su cuerpo ambiguo, a partir del
cia reconocía la situación ambigua de los siglo XX son los médicos los que ante el
cuerpos intersexuales, el sistema social y nacimiento de un bebé deciden a qué
legal sólo admitía cuerpos definidos sexo debe pertenecer y «corrigen» las im-
como de hombre o de mujer. En este sen- perfecciones de la naturaleza. La posibi-
tido, vemos que nuestras concepciones lidad de permanecer en un estado corpo-
actuales sobre los sexos no han variado ral intersexual o ambiguo desaparece con
social y legalmente. Ahora también es los avances tecnológicos, y todo sujeto
necesario pertenecer jurídicamente a uno debe encajar en el modelo dual de los
de los dos sexos reconocidos. cuerpos sexuados.
La diferencia la encontramos en el Estos cuerpos confusos para el di-
desarrollo de la biología y de los desarro- morfismo sexual que eran tratados como
llos tecnológicos que van a variar el cuerpos antinaturales y monstruosos 8,
modo de entender los cuerpos intersexua- ahora con el desarrollo de las ciencias
les. Lo que la autora analiza es como a fi- biológicas son clasificados como patoló-
nales del siglo XVIII y principios del XIX la gicos, «como aberraciones curables en
biología se va constituyendo como cien- virtud de un conocimiento médico incre-
cia, y cómo varía su modo de tratar los mentado» (Fausto-Sterling, 2000, 55).
cuerpos ambiguos. Los científicos del Los cuerpos ambiguos pasan de ser cuer-
XIX comienzan a clasificar los nacimien- pos monstruosos a cuerpos patológicos.
tos de los cuerpos siguiendo estadísticas, Estos nuevos cuerpos patológicos deben
y así a establecer qué tipo de corporalida- ser curados, rectificados en tanto que se
des son inusuales o poco frecuentes y, por consideran «errores de la naturaleza».
lo tanto, anormales. El nacimiento en el La ideología que subyace a la clasifi-
siglo XIX de la Teratología, como ciencia cación de las diferencias corporales pro-
que estudia y clasifica los nacimientos pias de la Teratología se enmarca en un
inusuales, marca un nuevo modo de con- debate político más amplio sobre las dife-
cebir a los sujetos que nacen con anoma- rencias de los sujetos. Fausto-Sterling
lías, y entre estos, a los intersexuales 5. entiende que los debates sobre la igual-
Ahora estos cuerpos ambiguos se conci- dad de los sexos y de los derechos de las
ben como imperfecciones de la naturale- mujeres de principios del siglo XX produ-
za que hay que corregir, y el sistema de jeron definiciones más estrictas del her-
clasificación de las variedades corporales mafroditismo y así, «Cuanto más se ra-
que se establece hace desaparecer paula- dicalizaba la contestación social de la
tinamente a los hermafroditas de la mis- separación entre las esferas masculina y
ma. Las nuevas clasificaciones restringen femenina, más médicos insistían en la di-
los caracteres necesarios para poder ser visión absoluta entre masculinidad y fe-

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minidad» (Fausto-Sterling, 2000, 58). blecimiento de protocolos para el control


Fausto-Sterling insiste en que la concep- de casos de intersexualidad en niños y
ción cultural de la masculinidad y la fe- adultos (por parte de médicos como John
minidad guía la clasificación sexuada de Money, Joan Hampson y John Hampson,
los cuerpos como cuerpos de hombre o en la John Hopkins School of Medicine),
de mujer 9. Afirma: «Subyacen asuncio- tiene como objetivo el mantenimiento de
nes no discutidas: primero, que debería la heterosexualidad entre los mismos.
haber sólo dos sexos; segundo, que sólo Dice el autor:
la heterosexualidad era normal; y tercero,
El tratamiento de los individuos interse-
que ciertos roles de género definían al va- xuales prestando especial atención a la morfo-
rón y la mujer psicológicamente saluda- logía genital y al establecimiento del rol de
bles. Estas mismas asunciones continúan género y la orientación tiene como objetivo
proporcionando la justificación para la primordial el mantenimiento de la heterose-
“gestión médica” moderna de los naci- xualidad entre dichos individuos. En otras pa-
mientos intersexuales» (Fausto-Sterling, labras, la enorme posibilidad de encontrar di-
2000, 63). ferentes expresiones del sexo y la sexualidad
La división diádica de los géneros de los sujetos intersexuales (es decir, la reali-
preside el dimorfismo de los sexos. Por- zación fisiológica ambigua, que pone en cues-
tión la oposición binaria entre los sexos) se re-
que frente a la idea de que es la naturale- duce al imperativo heterosexual mediante la
za y la sexuación corporal la que determi- intervención de técnicas quirúrgicas (Haus-
na la dualidad de los géneros, lo que po- man, 1992, 221).
demos afirmar al analizar la historia de la
intersexualidad y de su tratamiento médi- Así, a la hora de decidir qué hacer con
co y cultural es que son las interpretacio- un cuerpo ambiguo los médicos tendrán
nes sociales y culturales acerca de lo que muy en cuenta las finalidades reproducto-
sean los sexos las que determinan el ras de esos cuerpos, así como sus posibili-
modo de concebir los cuerpos sexuados dades anatómicas para las relaciones se-
de los sujetos. xuales 11. Por otra parte, Fausto-Sterling
Esta concepción dual de los géneros / descubre también las razones técnicas que
sexos va acompañada además de lo que subyacen a las decisiones médicas sobre
se ha venido en llamar un imperativo he- la asignación de sexo masculino o femeni-
terosexual. no. Como dice la autora, en la asignación
de sexo masculino predomina la regla del
3. Transexualidad e imperativo tamaño, y así, en la falometría que se im-
heterosexual pone en la ideología médica, el tamaño
considerado normal para un pene debe ser
El deseo heterosexual es el deseo consi- cumplido por el sujeto para poder ser con-
derado «normal» (esto es, estadística- siderado de sexo masculino 12. El proble-
mente mayoritario) y en virtud de un giro ma es que la construcción de un pene es
perverso del pensamiento pasa a ser con- mucho más difícil técnicamente que la
siderado «natural» (esto es, inscrito en la construcción de una vagina o un clítoris, y
naturaleza y el destino de los seres huma- el éxito de los cirujanos en este sentido ha
nos). De modo que se impone desde el sido escaso. Como dice la autora: «Crear
estamento médico la necesidad de que la un chico es difícil. En cambio, crear una
heterosexualidad sea destino humano 10. chica es mucho más fácil. No hace falta
También Hausman analiza cómo el trata- construir nada: sólo hay que sustraer el ex-
miento de los individuos intersexuales a ceso de masculinidad» (Fausto-Sterling,
partir de los años cincuenta, con el esta- 2000, 81).

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En este panorama, podemos situar la pervive un nudo sin examinar, la relación


posición que ocupan los transexuales con heterosexual (Wittig, 1980, 51). Superar
respecto al dimorfismo sexual. Como re- esa relación heterosexual obligatoria de
cuerda Fausto-Sterling, la conquista del carácter cultural supone para Wittig la eli-
derecho legal al cambio de sexo tuvo un minación de los hombres y las mujeres
precio, el de afianzar el sistema de dos gé- «en tanto clases y en tanto categorías de
neros. En tanto que los transexuales recu- pensamiento y de lenguaje» (Wittig, 1980,
rren a la cirugía para adecuar sus cuerpos 54). La transformación de los conceptos
a su identidad de género representan, dice clave por la que aboga Wittig exige pensar
la autora: «el extremo lógico de la filoso- una nueva categoría subjetiva que no sea
fía del estamento médico en lo que respec- ya ni hombre ni mujer. En este sentido, la
ta a la concordancia entre sexo y género tesis principal que Wittig desarrolla es la
dentro del cuerpo de un individuo» (Faus- posibilidad de hallar «una nueva y subjeti-
to-Sterling, 2000, 134). En este sentido va definición de la persona y del sujeto
aparecen como las víctimas del sistema de para toda la humanidad» (Wittig, 1981,
sexo/género, incluso más que las parejas 42), pero que esta nueva subjetividad sólo
heterosexuales tradicionales, «en la medi- puede estar, a juicio de la autora, «más allá
da en que se trata de sujetos que desean al- de las categorías de sexo (mujer y hom-
terar sus cuerpos para conformarlos a los bre)» (Wittig, 1981, 42). Y Wittig encuen-
códigos establecidos de sensibilidad y tra que es el lesbianismo el lugar social y
conducta adecuada al género» (Hausman, ontológico adecuado para pensar esta nue-
1992, 197). Porque lo que hay que desta- va categoría subjetiva. Sus análisis sobre
car aquí es que los sujetos transexuales no la nueva subjetividad lesbiana sirven para
tienen elección: si quieren obtener la ayu- pensar un nuevo modo de la subjetividad
da quirúrgica deben someterse al sistema transgenérica.
dimórfico y heterosexual. De lo contrario Por otra parte, los cuerpos intersexua-
serán rechazados como sujetos no aptos les o transexuales aparecen en la ideología
para la intervención 13. cultural como cuerpos monstruosos o ab-
Se construye de este modo un nuevo yectos. Utilizando la expresión de Butler,
esencialismo al tratar de mantener la orien- diremos que son los cuerpos que no im-
tación de los transexuales en un marco solo portan. Sólo importan en la medida en que
heterosexual. Ello afectará al modo en que permiten pensar los otros cuerpos de la
se concibe y produce al sujeto transexual, normalidad 15. A este respecto, recorde-
de modo que en numerosos protocolos clí- mos la tesis que Judith Butler sostiene en
nicos de reasignación de sexo se exige al su libro de 1993 Cuerpos que importan.
sujeto que muestre un compromiso, podría- Sobre los límites materiales y discursivos
mos decir, heterosexual 14. del «sexo». Para permitir ciertas identifi-
Este imperativo heterosexual es el caciones sexuadas el imperativo sexual
que analizaba Monique Wittig en su ar- debe excluir y repudiar otras. La exclusión
tículo de 1980 «El pensamiento heterose- de algunas posiciones conforma las posi-
xual». El fundamento de la posición teóri- ciones sexuales posibles y permitidas por
ca de Monique Wittig es la crítica a lo que la norma social heterosexual. Si la consti-
denomina pensamiento heterosexual, tución de la subjetividad implica adoptar
constituyendo éste «la relación obligatoria una posición sexual, en tanto que nuestra
social entre el “hombre” y la “mujer”» identidad es una identidad sexuada, el re-
(Wittig, 1980, 51). Para Wittig, en la críti- chazo de ciertas elecciones sexuales con-
ca a la supuesta naturalidad del género llevará el rechazo de ciertos sujetos. De

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modo que para formar la identidad subje- desde el ámbito clínico, el proceso de au-
tiva es necesario expulsar del campo de lo todesignación de la gente transexual, lo
posible a aquellos seres que nunca llega- cual llevaría a un proceso de empodera-
rán a ser sujetos. Por lo cual la producción miento, lo cual implica: «ampliar las po-
de sujetos humanos requiere el repudio si- sibilidades de desarrollo de su identidad;
multáneo de aquellos que conformarán su ofrecer nuevos referentes que rompan los
exterior constitutivo. Este exterior expul- estrechos límites que hoy establece el
sado conforma lo abyecto (Butler, 1993, modelo clínico; fomentar, así, el empode-
19-20). Y la repulsa o repudio de cuerpos ramiento de las personas transexuales y
ambiguos como son los de los intersexua- la autoafirmación en su transexualidad
les conforma la normalidad dimórfica po- como otra forma más, tan legítima como
sible. otras, de colocarse ante el mundo» (Ga-
raizábal, 1998, 61).
4. Un nuevo sujeto transgenérico Recordemos que para Judith Butler,
tanto el transexual como el travesti jue-
Tras analizar la posición sumisa con la
gan un papel subversivo frente al modelo
ideología cultural y la tecnología biomé-
binario del género, al poner de manifiesto
dica que algunos sujetos transexuales han
el carácter siempre performativo y, por lo
ocupado en la génesis y la historia de la
tanto, artificial o no natural del género.
transexualidad, y que ha determinado la
Butler trata de pensar qué tipo de oposi-
concepción de la idea de la transexuali-
ción es posible por parte de los abyectos
dad en la época contemporánea, voy a
ocuparme ahora de examinar la posición y excluidos de la norma heterosexual.
reivindicativa que acompaña la nueva Este desafío puede ser pensado si se
conciencia política de los sujetos transe- cuestiona, dice Butler, «el carácter fijo de
xuales a partir de los años 90. la ley estructuralista que divide y limita
Frente a una perspectiva clínica o los “sexos” en virtud de su diferenciación
médica, los autores críticos con la misma diádica dentro de la matriz heterosexual»
defienden la transexualidad y la interse- (Butler, 1993, 33).
xualidad como una posición subjetiva Ante los excluidos y rechazados de
propia, en el sentido en que es reflejo de la norma sexual y social, la tarea ética se
un modo de sexuación otro, diferente y cifra para Butler en resistir ante la norma
nuevo. Un modo de sexuación que pone heterosexual, desde las posibilidades dis-
en cuestión el sistema binario de sexo/gé- cursivas que ofrece el exterior constituti-
nero, así como la obligación heterose- vo de las posiciones hegemónicas, y se
xual. Porque «la concepción de la opera- pregunta qué oposición puede ofrecer el
ción como obligatoria para definir al ámbito de los excluidos y abyectos a la
transexual conlleva también, en última hegemonía simbólica (Butler, 1993, 39).
instancia, negar la legitimidad de la pro- Su tesis es que lo excluido o desterrado
pia transexualidad, como estadio definiti- de la esfera del «sexo», puede producirse
vo en el que quedarse» (Garaizábal, como «un retorno perturbador, no sólo
1998, 58). Además, se critica la defini- como una oposición imaginaria que pro-
ción meramente médica de la transexuali- duce una falla en la aplicación de la ley
dad, como si ésta se redujera al «rechazo inevitable, sino como una desorganiza-
a los genitales y por el deseo de someter- ción capacitadora, como la ocasión de
se a la intervención quirúrgica de reasig- rearticular radicalmente el horizonte sim-
nación de sexo» 16. Garaizábal defiende, bólico en el cual hay cuerpos que impor-
frente a la heterodesignación efectuada tan más que otros» (Butler, 1993, 49).

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Butler encuentra que la posibilidad mías entre la mente y el cuerpo, lo animal


de resistir se haya inscrita en aquello que y lo humano, el organismo y la máquina,
ha sido identificado como abyecto, de- la naturaleza y la cultura o los hombres y
fendiendo «la posibilidad de una insu- las mujeres, entre otras 19. Estos límites
rrección placentera contra la ley o un giro son puestos en cuestión por el cuerpo
erótico de la ley contra sí misma» (Butler, cyborg, en tanto que híbrido que señala
1993, 167). El giro erótico de la ley con- «apretados acoplamientos inquietantes y
tra sí misma se cifra en una resignifica- placenteros» (Haraway, 1991, 257). El
ción de las posiciones consideradas ab- cuerpo cyborg de Haraway no acaba en
yectas. Esta resignificación la encuentra los límites físicos que la piel del cuerpo
Butler en, por ejemplo, el acatamiento señala. Por ello, el cuerpo cyborg es flui-
paródico de la ley, del que un ejemplo es do, mostrando la elasticidad de la identi-
el travestismo 17. Frente a la posición de dad y de la encarnación sexual 20. La
una identidad coherente, Butler apuesta elasticidad y fluidez son también notas
por la incoherencia de la identidad, de- que definen el cuerpo transgenérico. El
fendiendo la idea de que «únicamente el cuerpo cyborg de Haraway es un cuerpo
sujeto descentrado está disponible para el monstruoso que permite «el sueño utópi-
deseo» (Butler, 1993, 171). Y descentrar co de la esperanza de un mundo mons-
el sujeto supone resistir a la heterosexua- truoso sin géneros» (Haraway, 1991,
lidad normativa desde las posiciones ex- 310).
teriores o marginales ocupadas por las fi- Estos cuerpos nuevos son los que
guras de la abyección, como son la se- imagina y construye la ciencia ficción
xualidad gay y lesbiana, o los cuerpos con los cyborgs. Pero también son los
intersexuales y transexuales 18. Para But- cuerpos a veces nacidos —caso de los in-
ler la abyección funciona como un sínto- tersexuales—, a veces construidos por la
ma ético de lo político. técnica —caso de los transexuales: cuer-
La transexualidad y la intersexuali- pos con senos y pene; sujetos con barba y
dad son subversivas porque muestran pechos; múltiples combinaciones que no
modos del cuerpo sexuado ajenos a los responden al ideal del hombre o de la
ofrecidos por la lógica binaria. Su papel mujer.
subversivo viene dado por la reivindica- Frente a los transexuales que no
ción de estos nuevos modos de la sexua- quieren apartarse de las normas de géne-
ción (frente a la aspiración de imitar con ro, sino adecuarse totalmente a su nuevo
la cirugía el modelo ideal del cuerpo rol sexual, surgen modos críticos de en-
masculino o femenino), en un caso posi- tender el cuerpo sexuado. En la actuali-
ble gracias a la tecnología. Los nuevos dad, persisten sujetos transexuales que
cuerpos construidos por las hormonas y/o desean adecuarse a los modelos dimórfi-
la cirugía permiten, junto con los interse- cos ideales de la sexuación, y reivindican
xuales, pensar la posibilidad de otros y utilizan así la tecnología para conseguir
cuerpos. La tecnología aparece así como sus fines. Pero también surgen ahora mo-
lugar de resistencia. vimientos críticos de transexuales que
Este nuevo cuerpo transgenérico cuestionan los tratamientos quirúrgicos
comparte características con el cuerpo en tanto que se consideran obligatorios y
cyborg que Donna Haraway plantea. Re- necesarios para adecuarse a uno de los
cordemos que el cyborg permite pensar dos sexos. Podemos recordar a este res-
las fronteras que se establecen entre di- pecto los trabajos del fotógrafo Del La-
versas dicotomías tales como las dicoto- grace Volcano (Del Lagrace Volcano &

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Halberstam, 2000) que reivindica con sus médica (tal como una orina bloqueada o
fotografías de cuerpos transexuales la dolorosa), y que se proporcione a los pa-
dignidad de los nuevos cuerpos transge- dres las herramientas conceptuales y el
néricos 21. Debemos citar también el li- apoyo emocional para aceptar las dife-
bro de Beatriz Preciado Testo yonqui, rencias físicas de sus hijos» (Chase,
donde se analiza y reivindica la experien- 1998, 95). El ISNA defiende que, dado
cia de la hormonación como un acto sub- que el modelo dual de sexo/género es he-
versivo y transgresor con el sistema polí- gemónico, los niños sean criados como
tico dual de los sexos. Se trata de utilizar chicos o como chicas, de acuerdo con la
la tecnología como lugar de resistencia designación que parezca ofrecer mayor
para construir nuevas sexuaciones corpo- bienestar futuro. Se defiende una asigna-
rales y, así, nuevas subjetividades no re- ción de género sin recurrir a la cirugía.
guladas por el sistema diádico de los se- Esta es la única posición, como afirma
xos. El concepto de «transgénero» surge Chase, que «previene el daño físico irre-
como término crítico que recuerda que el versible del cuerpo de la persona interse-
uso de la tecnología es ya transgresor y xual, que respeta la agencia de la persona
no sumiso —como en el caso de la tran- intersexual atendiendo a su propia carne
sexualidad. y que reconoce que la sensación genital y
Se reivindica una identidad transe- el funcionamiento erótico son al menos
xual permanente, que no es ni masculina tan importantes como la capacidad repro-
ni femenina. Se trata de construir un nue- ductora» (Chase, 1998, 96). Asimismo,
vo espacio multigenérico, un nuevo suje- se propone que la decisión autónoma por
to transgenérico, que al igual que el suje- parte del sujeto intersexual de someterse
to lesbiano de Wittig, se halle más allá de a cirugía o tratamiento hormonal debe ser
las categorías de hombre o mujer. respetada y facilitada. Además, se solici-
5. Ética sexual: autonomía corporal ta información exhaustiva y apoyo psico-
lógico a largo plazo tanto para los padres
Desde los años 90, los movimientos polí- como para la persona afectada 24. Lo que
ticos de las personas intersexuales, como se exige es el respeto a la autonomía cor-
el movimiento de intersexuales agrupa- poral y dignidad de los sujetos 25, que se
dos en el ISNA, impulsados por Cheryl cifra en el consentimiento bien informa-
Chase, demandan un nuevo espacio posi- do de los tratamientos a los que pueden
ble para las nuevas corporalidades 22. Su ser sometidos, así como su derecho a
exigencia es la de un cambio en el trata- rehusar los tratamientos médicos, ya sean
miento médico de los nacimientos inter- quirúrgicos u hormonales 26.
sexuales. Frente al ocultamiento, las Los actuales tratamientos de la inter-
mentiras, el sistemático encubrimiento sexualidad, así como los protocolos de
del nacimiento de intersexuales y el uso reasignación de sexo quirúrgico para la
de técnicas violentas para normalizar los transexualidad 27, están determinados por
cuerpos intersexuales 23, se exige respeto las concepciones culturales y sociales so-
a la autonomía y a la dignidad de los suje- bre qué sea el género y el sexo. Lo que se
tos intersexuales. La meta más importan- demanda es que ese imperativo social
te y más a largo plazo del ISNA es «cam- deja de ser un imperativo clínico 28. Lo
biar la forma en la que son tratados los que se exige es que el orden binario de
bebés intersexuales. Defendemos que no los géneros y de los sexos no exija ade-
se aplique la cirugía sobre los genitales cuar los cuerpos 29 a esa dualidad norma-
ambiguos a no ser que exista una razón tivizada de la corporalidad. Se trata de ra-

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Isabel Balza

tificar y apostar por la variabilidad natu- Dekker & Van de Pol (2006): La donce-
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NOTAS

1 Antes de que existiera la posibilidad de cambio de los hermafroditas han representado un reto biomé-
quirúrgico, los transexuales eran los sujetos que se tra- dico en torno a la diferenciación natural e inviolable
vestían y vivían según el sexo contrario al que les ha- entre sexos. Es lógico que con estas premisas, en las
bía sido asignado. El libro de Halberstam (1997) ana- que el trasfondo del “orden social de los sexos” subya-
liza diversas formas de la masculinidad femenina, esto ce de un modo evidente, un sexo indeterminado se in-
es, de formas de la masculinidad adoptadas por cuer- terpretara como una anomalía monstruosa» (Salaman-
pos de mujer, y constata cómo algunas de ellas po- ca Ballesteros, 2007, 285).
drían hoy ser calificadas de transexuales. Otro estudio 4 «Desde los años setenta, los intersexuales han
al respecto es el de Dekker & Van de Pol (2006), don- sido el centro de la investigación de las causas hormo-
de se narran historias de las mujeres transexuales/tra- nales de las diferencias de comportamiento entre los
vestis de los siglos XVII-XVIII en Europa. sexos... Los científicos se han valido de los interse-
2 «Ambos tipos de tecnología se ven implicados
xuales para revisar tres extendidas creencias en cuanto
en la producción de subjetividades y ambos son ins- al dimorfismo sexual: diferencias en el deseo sexual,
trumentos del fenómeno de la transexualidad tal y diferencias en los juegos infantiles, y diferencias cog-
como lo entendemos hoy» (Hausman, 1992, 196). nitivas, en particular en las aptitudes espaciales. El
3 «¿Cuáles son los límites de las categorías este- análisis de este cuerpo de conocimiento muestra que
reotipadas de hombre y mujer? Los cuerpos inusuales los intersexuales, contemplados como desviaciones de

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la norma que deben corregirse para preservar un siste- 8 En el curso que en 1975 dictó Foucault en el

ma de dos géneros, también se estudian para estable- Collège de France sobre Los anormales, describe tres
cer lo “natural” que es el sistema en primera instan- formas privilegiadas de monstruos: el hombre bestial
cia» (Fausto-Sterling, 2000, 97). en la Edad Media, los hermanos siameses en el Rena-
5 En este sentido, dice Salamanca Ballesteros: cimiento y un tercer tipo de monstruosidad para la
«Posteriormente, los monstruos experimentan una Edad Clásica: los hermafroditas. El monstruo era no
conversión desde una colección inclasificable de ma- una noción médica como hoy (esto es, no una patolo-
ravillas a especímenes diseccionables que afecta fun- gía o error de la naturaleza a corregir), sino una no-
damentalmente a la anatomía: de monstruos como ción jurídica. Lo definitorio de la esencia del mons-
prodigios a ejemplos de patología médica, de modo truo es ser mezcla: mezcla de reinos (animal y huma-
que lo sobrenatural es suplantado por lo natural, y las no: el hombre bestial), mezcla de especies, mezcla de
explicaciones mágicas por estudios racionales. El si- dos individuos (los siameses), mixtura de vida y muer-
glo XVIII marca el punto de inflexión entre el final de te, de formas, y mixtura de dos sexos: los hermafrodi-
la interpretación fabulosa y el umbral de una ciencia tas. El monstruo es «transgresión de los límites natura-
de las malformaciones. [...] La progresiva racionaliza- les, transgresión de las clasificaciones, transgresión
ción y naturalización de los monstruos, que culmina del marco, transgresión de la ley como marco» (Fou-
en el siglo XIX con el nacimiento de la Teratología» cault, 1999, 64). Foucault analiza dos casos de herma-
(Salamanca Ballesteros, 2007, 17). froditismo, uno de 1599, el de Antide Collas, quien
6 «Si en los siglos anteriores los cuerpos inusuales fue quemado por su condición de hermafrodita, y
habían sido tratados como antinaturales y monstruo- quien es considerado monstruo; y otro de 1765, el de
sos, el nuevo campo de la teratología ofrecía una ex- Anne Grandjean, caso en el que Foucault encuentra
plicación natural del nacimiento de gente con cuerpos una evolución: el discurso médico ya no define aquí el
extraordinarios. Al mismo tiempo, sin embargo, rede- hermafroditismo como mezcla de dos sexos, y así «de-
finió tales cuerpos como patológicos, como aberracio- saparece la monstruosidad como mezcla de sexos,
nes curables en virtud de un conocimiento médico in- como transgresión de todo lo que separa a un sexo del
crementado. Irónicamente, pues, el conocimiento otro. Por otra parte —y es aquí donde comienza a ela-
científico sirvió para borrar del mapa precisamente los borarse la noción de monstruosidad que vamos a en-
fenómenos que iluminaba. A mediados del siglo XX, la contrar a principios del siglo XIX—, no hay mezcla de
tecnología había “avanzado” hasta el punto de poder sexos: sólo hay rarezas, especies de imperfecciones,
hacer desaparecer de la vista cuerpos que en otro tiem- deslices de la naturaleza» (Foucault, 1999, 75). El in-
po habían sido objeto de asombro y perplejidad, todo tersexual ya no se considera monstruo, sino imperfec-
en nombre de la “corrección de los errores de la natu- ción o patología.
9 También Foucault, comentando la autobiografía
raleza”» (Fausto-Sterling, 2000, 55).
7 «Pero hasta aquí, mediados el siglo XIX, el “ver- de Herculine Barbin, dice: «Las teorías biológicas so-
dadero” sexo no había sido definido, y es que como es bre la sexualidad, las concepciones jurídicas sobre el
obvio, la interpretación de la ambigüedad sexual de- individuo, las formas de control administrativo en los
pende esencialmente de los criterios para definir el Estados modernos han conducido paulatinamente a re-
sexo: ¿qué rasgos o partes del cuerpo podrían ser valo- chazar la idea de una mezcla de los dos sexos en un
radas como esenciales o significativas de masculino y solo cuerpo y a restringir, en consecuencia, la libre
femenino? Estos criterios han variado a lo largo de la elección de los sujetos dudosos». Ello implicará, des-
historia» (Salamanca Ballesteros, 2007, 304). Pode- de el punto de vista del derecho, «la desaparición de la
mos señalar tres épocas con respecto al modo de defi- libre voluntad de elegir. Ya no corresponde al indivi-
nir y clasificar a los sujetos sexuados: hasta el si- duo decidir de qué sexo quiere ser, jurídica o social-
glo XIX es el aspecto externo y la concordancia de los mente; al contrario, es el experto quien determina el
genitales lo que guía la clasificación; a mediados del sexo que ha escogido la naturaleza, y al cual, por con-
siglo XIX es el examen de las gónadas el que define el siguiente, la sociedad debe exigirle que se atenga»
sexo de los sujetos; y ya en el siglo XX nos encontra- (Foucault, 1978, 12-13).
10 «Cuando los médicos decidían asignar un sexo
mos en una época presidida por la neuroendocrinolo-
gía y la ciencia cromosómica (Salamanca Ballesteros, definitivo a una criatura de sexo ambiguo, no bastaba
2007, 304). Aunque señala Salamanca Ballesteros que con que adquiriese una personalidad masculina o fe-
ya en el siglo I hay experiencias de cirugía normaliza- menina. Para que el tratamiento se considerara exito-
dora: «La cirugía “normalizadora” se remonta al pri- so, tenía que ser heterosexual» (Fausto-Sterling, 2000,
mer siglo de nuestra era, con las descripciones de mé- 95).
todos quirúrgicos practicados en hermafroditas, ampu- 11 «Los individuos de genotipo femenino deberían

tación de clítoris hipertrófico y castración, por el gran criarse siempre como mujeres, preservando el poten-
cirujano Leónidas de Alejandría, luego recogidos por cial reproductivo, con independencia de su viriliza-
Pablo de Egina (625-690)» (Salamanca Ballesteros, ción. En cambio, la asignación de género a los indivi-
2007, 308). duos de genotipo masculino se basa en su anatomía,

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principalmente el tamaño del falo» (Donahoe, citado público y lo privado, la naturaleza y la cultura, los
por Fausto-Sterling, 2000, 79). hombres y las mujeres, lo primitivo y lo civilizado es-
12 «¿Cuán grande debe ser el órgano para cumplir tán puestas ideológicamente en entredicho» (Haraway,
estas funciones centrales y así satisfacer la definición 1991, 279).
de pene? En un estudio de 100 niños recién nacidos, la 20 «Los cyborgs pueden considerar más seriamente
longitud del pene variaba de 2,9 cm a 4,15 cm. Para el aspecto parcial, fluidos del sexo y de la encarnación
Donahoe y colaboradores, un falo de 2 cm es preocu- sexual. El género, después de todo, podría no ser la
pante, mientras que por debajo de 1,5 cm de longitud identidad global, incluso si tiene anchura y calado his-
y 0,7 de grosor debe optarse por una reasignación de tórico» (Haraway, 1991, 309).
género» (Fausto-Sterling, 2000, 79). La autora cita 21 En el ámbito español, tenemos las reflexiones
como sólo el 55 por ciento de los varones de una de Moisés Martínez en la película El camino de Moi-
muestra tenían un pene normal en relación al pene sés (Barriga, 2002), y en su artículo «Mi cuerpo no es
ideal. mío. Transexualidad masculina y presiones sociales de
13 «En San Francisco, los candidatos a cirugía de
sexo» (Martínez, 2005).
mujer a hombre actualmente practican la narrativa del 22 «El objetivo más inmediato del ISNA ha sido
esencialismo de género que se les exige que perfor- crear una comunidad de gente intersexual que pudiera
men antes de visitar a los doctores, y para ello cuentan proporcionar apoyo entre iguales para afrontar la ver-
con preparadores, dramaturgos de la transexualidad güenza, el estigma, el dolor, y la rabia, así como temas
que les ayudan a presentar su caso sin cobrar» (Butler, prácticos como por ejemplo cómo obtener informes
2004a, 107). médicos antiguos o localizar un psicoterapeuta o en-
14 Cristina Garaizábal afirma, por ejemplo, que la
docrinólogo simpatizante» (Chase, 1998, 95). En este
heterosexualidad parece ser la meta del proceso médi- artículo de Chase se encuentra información de otros
co de adquisición de la identidad de género (Garaizá- grupos de activismo político intersexual, así como en
bal, 1998, 49). su página web: http://www.isna.org.
15 Cuando estos cuerpos ambiguos eran tratados 23 «El estatus intersexual es considerado tan in-
como monstruos de feria, su exhibición reforzaba la compatible con la salud emocional que la distorsión,
noción de normalidad, al mismo tiempo que era un el ocultamiento de hechos y las mentiras abiertas (tan-
modo de exorcizar el miedo a lo otro: «Por una lado, to a los padres como más tarde a la persona interse-
la exhibición del diferente consolidaba el concepto de xual) son descaradamente aconsejadas en la literatura
norma, y por otro, la contemplación de monstruos de profesional médica. Pero, el sistemático encubrimien-
feria era, evidentemente, una forma aceptada de dis- to del hecho de nacimientos intersexuales y del uso de
tracción y, de alguna manera, en determinados casos, técnicas violentas para normalizar los cuerpos interse-
esa vulgarización contribuyó a dignificar lo grotesco, xuales ha causado un profundo daño emocional y físi-
y a “exorcizar el rechazo más que la repulsión”» (Sa- co a los intersexuales y a sus familias. El daño co-
lamanca Ballesteros, 2007, 105). mienza cuando el nacimiento es tratado como una cri-
16 «Aunque la transexualidad —desde una pers-
sis médica, y las consecuencias de ese tratamiento
pectiva clínica— haya quedado definida por el recha- inicial se prolongan para siempre. El impacto de este
zo a los genitales y por el deseo de someterse a la in- tratamiento es tan devastador que hasta hace tan sólo
tervención quirúrgica de reasignación de sexo, desde unos pocos años, las personas cuyas vidas habían sido
mi punto de vista, esto no es así siempre. Son bastan- tocadas por la intersexualidad mantenían silencio so-
tes las personas transexuales que, en la actualidad, vi- bre su sufrimiento. Hasta una fecha tan reciente como
ven su género psicológico y social reconciliado con 1993, nadie criticó públicamente al cirujano Milton
unos genitales que —a tenor de los cánones sociales— Edgerton cuando escribió que en cuarenta años de ci-
no es la que se corresponde con dicho género» (Garai- rugía clitoriana en intersexuales, “nadie se había que-
zábal, 1998, 54). jado de la pérdida de sensación, incluso cuando se eli-
17 «Allí donde se espera la uniformidad del sujeto, minó el clítoris por completo”» (Chase, 1998, 90).
donde se ordena la conformidad de la conducta del su- 24 Fausto-Sterling asume también las demandas
jeto, podría producirse el repudio de la ley en la forma del ISNA: «Por supuesto, me sumo a los que cuestio-
de un acatamiento paródico que cuestione sutilmente nan las ideas sobre la división masculino/femenino. A
la legitimidad del mandato, una repetición de la ley en coro con una organización creciente de intersexuales
forma de hipérbole, una rearticulación de la ley contra adultos, un pequeño grupo de intelectuales, y un mo-
la autoridad de quien la impone» (Butler, 1993, 180). desto pero creciente colectivo médico, sostengo que el
18 «La resignificación de la sexualidad gay y les-
tratamiento médico de los nacimientos intersexuales
biana a través de la abyección y contra la abyección es debe cambiar. Primero, habría que prescindir de la ci-
en sí misma una reformulación y una proliferación rugía innecesaria (por necesaria entiendo la encamina-
inesperadas de lo simbólico mismo» (Butler, 1993, da a salvar la vida del bebé o mejorar significativa-
167). mente su estado físico). Segundo, los médicos pueden
19 «Las dicotomías entre la mente y el cuerpo, lo asignar un sexo provisional (masculino o femenino) al
animal y lo humano, el organismo y la máquina, lo bebé, sobre la base del conocimiento existente de la

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probabilidad de que desarrolle una identidad de géne- dad de género] es ser considerado malo, enfermo, des-
ro concreta (¡prescindiendo del tamaño del pene!). compuesto, anormal, y sufrir cierta estigmatización
Tercero, el equipo médico debería informar exhausti- como consecuencia del diagnóstico. Por ello, algunos
vamente y prestar apoyo psicológico a largo plazo tan- psiquiatras y activistas trans han argumentado que la
to a los padres como a la persona afectada» (Faus- diagnosis debería ser completamente eliminada, que la
to-Sterling, 2000, 104). transexualidad no es un trastorno y que no debería ser
25 «¿Qué demanda el movimiento político de per- concebida como tal, y que debería entenderse a los
sonas intersex? La respuesta es a la vez simple y com- trans como personas comprometidas con una práctica
pleja, y puede traducirse en una demanda universal de autodeterminación, personas que ejercen su autono-
por el respeto a nuestra autonomía. Autonomía corpo- mía [...] En este debate se da un conflicto entre aque-
ral. Autonomía de la decisión. Derecho a identidad y a llos que están intentando conseguir el derecho a la
la memoria. No es una sociedad sin géneros la que se asistencia financiera y aquellos que buscan basar la
pretende, sino el reconocimiento de la libertad inalie- práctica de la transexualidad en la noción de autono-
nable de las personas para decidir sobre sus cuerpos» mía» (Butler, 2004b, 114). La diagnosis puede capaci-
(Cabral, 2003, 123). tar, pero también puede ser un instrumento restrictivo.
26 «Los médicos reconocen que las personas adul- 28 «La cirugía genital infantil es cirugía estética

tas intersexuadas les han mostrado cómo hablarle con un fin social: remodelar un cuerpo sexualmente
abiertamente a la/el paciente de su condición, da me- ambiguo conforme a nuestro sistema de dos sexos.
jor resultado que lo que se estilaba antes: ocultársela Este imperativo social es tan fuerte que los médicos lo
con secretos y verdades a medias. Algunos médicos ya asumen como un imperativo clínico, a pesar de la ca-
están hablando abiertamente con las personas adultas tegórica evidencia de que la cirugía genital temprana
intersexuadas. El debate en sí mismo ha ejercido bas- es inadecuada: requiere múltiples operaciones, deja
tante influencia sobre la práctica médica, pero la ira y múltiples cicatrices y a menudo elimina la capacidad
la actitud defensiva que se han producido han dejado orgásmica» (Fausto-Sterling, 2000, 105).
un abismo entre ambos bandos que pocos médicos se 29 «El movimiento político de personas intersex

atreven a cruzar en público. Tal vez el próximo paso —sometidas o no en su historia de vida a normaliza-
para mejorar el tratamiento sea que los médicos y las ciones quirúrgicas y hormonales— no es un movi-
personas adultas intersexuadas se sienten frente a fren- miento en contra de la psiquiatría, la endocrinología,
te para hablar de los métodos que existen hoy en día la cirugía y/o la urología pediátricas. [...] No es, por lo
para evaluar en forma científica la atención que reci- tanto, un movimiento en contra de nadie, sino que se
ben estas/os pacientes y las nuevas propuestas que trata de un movimiento de afirmación de posibilidades
existen para mejorarlos» (Yronwode, 1999, 7). no normativizadas de la corporalidad. Es una demanda
27 La diagnosis de trastorno de identidad de género de situar el cambio en el afuera, en su necesidad impe-
se considera positiva, pero también estigmatizadora. riosa de sostener al género como orden binario, firme-
Dice Butler al respecto: «Recibir el diagnóstico de mente establecido en la polaridad normativa de los
Gender Identity Disorder (GID) [trastorno de identi- cuerpos» (Cabral, 2003, 123).

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