Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1. La universidad de París, dirigida por la Iglesia católica, pero con una marcada
preferencia por la rama lógica y metafísica de Aristóteles, que sirve de cuna al
Racionalismo continental.
2. La universidad de Oxford, que tiene preferencia por el aristotelismo físico y su
naturalismo, por la observación de la Naturaleza y menos preocupación por la
metafísica, lo que conduce al Empirismo. Aunque conviene anotar que en
Cambridge hay un foco de platonismo renacentista y de cartesianismo.
En la universidad de Oxford, donde se gesta la corriente empirista, destacaron:
(a) Percepciones
Son tanto los contenidos de nuestra conciencia como los actos en los que se
presentan tales contenido, por tanto emanan de la experiencia sensible. “Llamarnos
percepción a todo aquello que puede estar presente en el espíritu, a los contenidos de
conciencia”. Y éstas a su vez se dividen en:
2. IDEAS: son las copias de las impresiones en la conciencia cuando éstas ya han
desaparecido, lo que una impresión deja grabado en nuestro conocimiento. Son
las representaciones internas o copias de las impresiones en la conciencia, en el
pensamiento, derivan de las impresiones. No aportan ningún contenido de
conocimiento nuevo que no haya sido dado por la impresión correspondiente. Se
diferencia de las sensaciones porque son más débiles y porque pueden aparecer
en un orden temporal distinto. Hay dos tipos: ideas simples que no admiten
distinción ni separación. Se trata de una impresión, una sensación que no se
puede descomponer y son las de mayor valor cognoscitivo. (Color verde idea
de verde). E ideas complejas: Admiten distinción, pueden separarse en partes, se
pueden dividir en otras ideas más simples. (P. ex.: Mesa: su forma, el color, el
tamaño, peso.) La relación que las ideas tienen con las impresiones es de
semejanza y origen, de modo que el criterio de verdad de las ideas se basará en
el “principio de copia”, que se aplica respondiendo a la pregunta: ¿de qué
impresión procede esta idea?
b) Conocimiento de hechos:
Este tipo de conocimiento racional se refiere a hechos. Es un conocimiento
“factual”, de hechos concretos, constituido por todas las proposiciones que se
refieren a datos obtenidos a partir de las impresiones, basado directamente en las
impresiones. Se trata de juicios de experiencia. No se basan en el principio de
no-contradicción, su verdad no se puede establecer de manera puramente lógica
sino que habrá que someterla a la experiencia. El conocimiento que tengo de que
“el cielo es de color azul”, de que “ahora escribo mediante un ordenador”, de
que “el agua hierve al ponerla al fuego”, depende enteramente de la experiencia
y de la observación. Estas proposiciones no son, por tanto, objetos puros de la
razón humana. Son juicios de existencia, basados en impresiones, son
contingentes: “Juicios que pertenecen al orden de la existencia y no se
establecen por el puro pensamiento”. Las proposiciones fácticas o sobre hechos
se fundan siempre en la relación causa-efecto. Este tipo de proposiciones es el
que constituye las ciencias empíricas.
Frente a las analíticas, las proposiciones sobre cuestiones de hecho se
alcanzan “a posteriori”, mediante los sentidos y la memoria y su afirmación
contraria no implica nunca contradicción o ininteligibilidad. Así por ejemplo,
tenemos los mismos fundamentos para afirmar “el sol saldrá mañana” que para
afirmar “el sol no saldrá mañana”. Ambas proposiciones son igualmente
inteligibles e igualmente posibles. Es probable que el sol salga mañana, pero no
es absolutamente cierto, ni es lógicamente necesario, que el sol salga mañana.
Por no ser imposible o contradictoria su afirmación contraria, estas
proposiciones, denominadas proposiciones sintéticas, no tiene el mismo nivel de
certeza que las analíticas.
Las proposiciones sintéticas no son necesarias ni demostrativas,
envuelven una inferencia causal (basada en la relación. causa-efecto) que se
apoya en los sentidos y la memoria. Sólo mediante la relación causa-efecto
podemos ir más allá de la evidencia presente, la captada mediante los sentidos y
así adelantarnos al futuro. Este tipo de conocimiento y la naturaleza de los
razonamientos basados en la experiencia será el que Hume aborde en el estudio
de la causalidad.
PROBLEMAS DERIVADOS DE LA TEORÍA DEL
CONOCIMIENTO DE HUME.
1
“Yo puedo captar las impresiones de color, sabor y olor de un melocotón, pero no conozco sensitivamente el
melocotón como unidad sustancial; mis sentidos me transmiten un haz de impresiones, un conjunto de fenómenos,
pero no ese hipotético substrato unitario al que llaman sustancia. Lo que ocurre es que asociamos y relacionamos esas
diversas impresiones, acostumbrados como estamos a que se produzcan siempre a la vez, y afirmamos gratuitamente
la existencia de la sustancia melocotón, que no existe realmente”. (T'NH)
Se trata, por tanto, de un artilugio de la imaginación con el que se explica la
permanencia con que las cosas se nos presentan, es decir, que nos tenemos que imaginar
las cosas como sustancias, pero no hay ninguna “idea legítima” de sustancia, es decir
una idea de sustancia que esté avalada por su impresión correspondiente. Creemos en la
sustancia por hábito pero no tenemos de ella un conocimiento en sentido estricto.
El problema entonces es que no hay ninguna garantía real de la permanencia del
objeto después de que yo haya tenido un acto de experiencia, una impresión, sino que lo
único que me justifica su utilidad es ese sentimiento que acompaña a la citada impresión
y que denominamos CREENCIA. Es fruto de la dinámica combinatoria de la mente y
no de las impresiones, no responde a nada real.
Una vez que Hume ha dejado claro los problemas que plantea el concepto de
sustancia, para a realizar una crítica directa a la concepción cartesiana de sustancia, lo
que supone una crítica a la metafísica:
1. MUNDO.
En la sustancia extensa, Descartes distinguía cualidades primarias
−matemáticas− y cualidades secundarias −subjetivas−. Hume entiende que las
primarias son dependientes de las secundarias porque sólo a través de éstas
llegamos a aquéllas: no percibimos un movimiento, sino la figura que se mueve;
con su color, su textura, su olor, etc. Pero si no responden a nada objetivo, no
podemos justificar su sustancialidad. Locke justificaba la realidad del mundo
exterior, como algo distinto de la mente, diciendo que es la causa de nuestras
impresiones. Pero desde el punto de vista de Hume no tenemos ninguna
impresión de la relación causa-efecto, lo más que podemos afirmar es que
tenemos impresiones, pero aunque yo tenga impresiones no sé si se
corresponden con la realidad exterior. Luego no puedo afirmar la existencia de
dicha realidad exterior ya que está más allá de mis impresiones; lo único que
puedo afirmar es la realidad de mis impresiones. En conclusión, no podemos
afirmar la existencia de una realidad corpórea distinta de nuestras impresiones.
El fundamento de la afirmación de la existencia del mundo está en la creencia
que acompaña a toda experiencia.
2. DIOS.
Tanto Locke como Berkeley afirman la existencia de Dios basados en el
“Principio de Causalidad”. Pero Hume, naturalmente, lo niega, pues de Dios no
hay percepciones, no tenemos ninguna impresión de Él. Los que defienden su
existencia, la demuestran recurriendo a principios causales o a ideas innatas.
Para Hume no hay ideas innatas, no puede haber ideas sin la impresión
correspondiente, por lo que no valen las pruebas “a priori”. Y también niega la
validez objetiva del principio de causalidad, no hallamos nexo causal alguno
entre las impresiones y Dios, que está más allá de las impresiones, por lo que
tampoco valen los argumentos “a posteriori”. No hay base alguna para sostener
la existencia de Dios. De modo que Dios no nos puede servir, como a los
cartesianos, como criterio gnoseológico de verdad (basado en una prueba “a
priori”), ni tampoco como causa primera de una cadena de causas de todo lo real
existente (prueba “a posteriori”). Dios no es una idea fundamentada en una
impresión y, por lo tanto, no puede ser fundamento de ninguna otra realidad, ni
en el orden lógico ni en el ontológico.
3. YO-ALMA.
Desde idéntico punto de vista acomete Hume la crítica de la sustancia
espiritual, del yo individual, del alma. Al observar mi vida psíquica no puedo
constatar más que la realidad de unos fenómenos variados −recuerdos,
voliciones, sentimientos...− pero no la existencia de una sustancia espiritual que
dé unidad subjetiva a esa producción fenoménica. Lo que llamamos alma no es
sino un haz de fenómenos psíquicos y basándonos en ese haz afirmamos la
existencia, incomprobada, de un yo sustancial. Admitiendo el proceso de la
duda, éste sólo demuestra que hay pensamientos indudables, pero no que haya
algo tras esos pensamientos, es decir, no hay una sustancia −alma, yo,
conciencia− en la que se dan esos pensamientos. No hay ninguna impresión que
respalde la idea de conciencia. No existe el Yo corno sustancia distinta de mis
impresiones; sólo tengo intuición de mis impresiones, pero no tengo de un yo-
permanente sujeto, sino que éste lo finge la imaginación. Podemos suponer que
tras esas impresiones hay algo que las unifica, pero es una suposición
indemostrable.
El “yo-persona” no es una impresión, es aquello que se supone como
sujeto de inhesión al que se refieren las impresiones, pero de él no tenemos
impresión. Es más, nuestras impresiones no son constantes, sino variables, una
sucede a otra, no existen todas al mismo tiempo, luego ni siquiera tengo la
impresión de un yo constante y permanente. Por lo tanto no existe el yo como
sustancia distinta de las impresiones. Lo que captamos es el flujo de la
conciencia y el hecho de que nos refiramos a nuestra propia identidad se debe a
la memoria que nos permite establecer la conexión entre las diferentes
impresiones que fluyen en nuestra conciencia. El error está en que confundimos
la sucesión de fenómenos psíquicos con la identidad personal, con un yo
sustancial, al que en ocasiones denominamos “alma”.
Por todo ello nos encontrarnos con que la teoría del conocimiento de Hure
conduce a una negación de la metafísica; su conocimiento se reduce a ser un
conocimiento de puros fenómenos −FENOMENISMO−, pues el “fenómeno” es aquello
que me “aparece” a mí en función de la constitución de mi naturaleza, por lo que sólo
conocemos nuestras impresiones, pero no puedo saber a qué se deben ni el valor que
tienen mis ideas. Y esta posición le lleva a negar cualquier posibilidad de fundamentar
el conocimiento −ESCEPTICISMO−, niega la posibilidad de conocer una verdad “en-
si” (tesis principal del realismo metafísico clásico), es decir, el que se pueda superar la
subjetividad para llegar a una afirmación objetiva; que se pueda trascender el fenómeno
para llegar al Ser.
3. Fundamento de la Ética.
Hume trata de obtener los fundamentos de la ética a partir de un análisis de las
virtudes y valores, comparando cualidades valiosas y reprobables. Pero hay que tener
presente que los sentimientos de aprobación son implantados al sujeto por la cultura;
que es la sociedad la que inculca esos sentimientos de aprobación hacia las acciones que
son útiles para la sociedad. Desde este punto de vista, considera cuatro clases de
cualidades valiosas, consideradas desde dos puntos de vista:
Útiles para la comunidad: benevolencia y justicia.
Útiles para uno mismo: fuerza de voluntad, vigor corporal, diligencia,
frugalidad, inteligencia y otros dones del espíritu.
Agradables a nosotros mismos: alegría, bondad, sosiego, valor, grandeza de
alma, dignidad de carácter...
Agradables a otros: modestia, cortesía, ingenio, buena conducta...