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LAS EXIGENCIAS DE LA EXPERIENCIA

EL EMPIRISMO INGLÉS (S. XVII –XVIII)

El Empirismo y la Ilustración nacen en las Islas Británicas estrechamente


vinculados, ya que ambas corrientes defienden el valor de la experiencia como fuente de
conocimiento, así como el recurso a la razón para resolver los problemas de la vida
social humana. Ambas son críticas con todo intento de fundamentar el saber o el orden
social en criterios externos (fe, tradición, autoridad) a la capacidad racional del ser
humano. Y, como veremos, la Ilustración es una corriente de pensamiento que
sobrepasa el marco estrictamente filosófico, para centrarse en la defensa del progreso
social y de la tolerancia religiosa, así como del liberalismo político y económico.

ANTECEDENTES DEL EMPIRISMO


EL EMPIRISMO, es el segundo gran movimiento de la filosofía moderna y se
presenta históricamente como una corriente filosófica opuesta al Racionalismo, de ahí
las frecuentes polémicas entre representantes de ambas corrientes. Se desarrolla en
Inglaterra a lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII y constituye una respuesta
histórica al RACIONALISMO. Sus más importantes representantes son F. Bacon
(1561-1626), T. Hobbes (1588-1679), J. Locke (1632-1704), G. Berkeley (1685-1735) y
D. Hume (1.711-1776). Este Empirismo moderno, aun teniendo sus antecedentes
históricos, digamos que lo inicia Locke y lo radicaliza Hume, y ambos participan
plenamente de las ideas de la Ilustración, extendiéndose hasta la filosofía
contemporánea a través de la corriente Neopositivista o Empirismo Lógico.

Mantienen, corno tesis fundamental la primacía del conocimiento sensible


(experiencia) sobre el conocimiento racional, afirmando que el origen y el valor de
nuestros conocimientos dependen de la experiencia sensible, mientras que la razón pasa
a tener una consideración exclusivamente práctica. Así pues, empirismo significa el
intento de fundamentar en la experiencia sensible tanto la Filosofía como la Ciencia.

Los antecedentes del empirismo moderno son:

1. La universidad de París, dirigida por la Iglesia católica, pero con una marcada
preferencia por la rama lógica y metafísica de Aristóteles, que sirve de cuna al
Racionalismo continental.
2. La universidad de Oxford, que tiene preferencia por el aristotelismo físico y su
naturalismo, por la observación de la Naturaleza y menos preocupación por la
metafísica, lo que conduce al Empirismo. Aunque conviene anotar que en
Cambridge hay un foco de platonismo renacentista y de cartesianismo.
En la universidad de Oxford, donde se gesta la corriente empirista, destacaron:

1. El franciscano inglés Roger Bacon (1215-1292) que en. el s. XIII, junto a la


exigencia de las matemáticas, reconoce la imperiosa necesidad de la experiencia
en la interpretación de la naturaleza: “Sine experientia, nihil sufficienter sciri
potest”.
2. G. de Ockham, s. XIV. La corriente nominalista se implantará con fuerza en
muchos pensadores ingleses de la época.
3. Francis Bacon, S. XVI. Desarrolla la lógica inductiva para la investigación
científica, en su obra “Novum organum”.

TESIS FUNDAMENTALES DEL EMPIRISMO:

Para el empirismo, el problema del conocimiento (origen, validez y límites) es el


tema fundamental y previo de cualquier investigación filosófica, como lo había sido
para el racionalismo

1. El origen del conocimiento es la experiencia sensible, pues la mente es como


una “tabula rassa” y no hay ideas innatas. La evidencia sensible es el criterio
gnoseológico de verdad. Esta afirmación marca la diferencia entre ambas
corrientes.
2. La experiencia es el límite del conocimiento humano. (En el racionalismo, si la
razón sigue el método adecuado, podía llegar a conocerlo todo). No podemos ir
más allá de la experiencia, solo se puede conocer lo experimentable, con lo que
se reduce la certidumbre del conocimiento: lo que no ha sido experimentado es
solo probable.
3. Es imposible un conocimiento universal y necesario, por lo que el conocimiento
solo tiene un valor útil y práctico (de supervivencia; de instinto natural) y ello
conlleva la negación de la metafísica, dado que ésta es conocimiento de
realidades metaempíricas (Dios o el alma). Otros empiristas, como Aristóteles o
Sto. Tomás, pensaban que se podía ir más allá de la experiencia, pero los
ingleses afirman que la razón está encerrada en los límites de la experiencia, lo
que hace imposible la metafísica.
4. Para ambos movimientos (racionalismo y empirismo) el conocimiento es
conocimiento de ideas, la diferencia está en el origen de ellas: para el
racionalismo son innatas y para el empirismo se adquieren a través, de la
experiencia sensible. La mente conoce sus ideas, no las cosas, y pensar es
relacionar ideas entre sí. Por esto, los empiristas dan gran importancia al análisis
de los mecanismos psicológicos que explican la asociación de ideas, pues su
contenido y alcance depende de las ideas simples que la componen.
5. Desarrollan un concepto de razón dependiente y limitado por la experiencia,
pero con una finalidad práctica: se dedica a cuestiones políticas, morales,
religiosas, etc., y es una razón crítica que examina sus propios límites y
posibilidades.
DAVID HUME (1711-1776).
EL CONOCIMIENTO Y LA ÉTICA.

David Hume nació en Edimburgo (Escocia) en 1711. Estudia derecho, y después


viaja a Francia, a La Fléche donde permaneció entre los años 1734-1737, dispuesto a
dedicarse exclusivamente a la filosofía. Aquí escribe el “Tratado sobre la naturaleza
humana” que publicó en 1738 con poco éxito. Vuelve a su país donde reescribe esa obra
de manera más sencilla con el título “Investigaciones sobre el entendimiento humano”
(1748), e “Investigaciones sobre los principios de la moral” (1752), obras que son bien
acogidas por el público. Intentó hacerse con la cátedra de ética de la Universidad de
Edimburgo, pero por ser escéptico y ateo, no se la concedieron. En 1152 fue nombrado
bibliotecario de la facultad de Derecho, investigando problemas históricos y políticos.
De 1763 a 1766 vive el espíritu ilustrado en París relacionándose con muchos
enciclopedistas e ilustrados, así como con filósofos como Rousseau. Regreso a su patria
y siguió dedicándose a actividades diplomáticas y a la investigación filosófica hasta su
muerte en 1776.

Sus obras más importantes son:

1738. Tratado de la Naturaleza humana.


1740. Resumen del Tratado sobre la Naturaleza Humana.
1741. Ensayos de moral y política.
1748. Investigación sobre el entendimiento humano.
1752. Investigación sobre los principios de la moral
1752. Discursos políticos.
1757. Historia natural de la religión.
1779, Diálogos sobre la religión natural (Escrita en 1751).

El propósito de la Obra de Hume es el del filósofo que escribe y piensa en la


Inglaterra del S.XVIII en la que una nueva clase social, con una nueva mentalidad más
práctica y positivista (la burguesía) ha subido al poder y se ha aliado con la antigua
clase dominante (Revolución burguesa de 1688). Ya han conseguido una declaración de
derechos. En este ambiente Hume pretende construir una “ciencia del hombre” y para
lograrlo tiene que analizar: (A) el conocimiento humano y (B) el comportamiento
humano, para legitimar un modelo de conducta social y fundar un orden moral y
jurídico que, ajustado a las nuevas condiciones socioeconómicas, hiciera posible la
convivencia social. La filosofía es, pues, la que debe teorizar y legitimar la tolerancia, la
convivencia de diversos credos religiosos, la libertad y el poder burgués, los derechos
privados, la división de poderes, la monarquía parlamentaria y, sobre todo, contribuir al
avance del conocimiento humano, basado éste en la seguridad de sus afirmaciones.
La obra filosófica de Hume es especialmente conocida por su teoría del
conocimiento de corte radicalmente empirista. Sin embargo, su proyecto es el de fundar
y desarrollar una ciencia del hombre, un ciencia de la naturaleza humana, análoga a la
newtoniana, esto es, basada en el método experimental. Todas las ciencias tienen como
centro de interés a la naturaleza humana, el hombre es el único fundamento de la
ciencia. Ese es el proyecto que guía el Tratado de la Naturaleza Humana: una rigurosa
investigación de los procesos psicológicos humanos y del comportamiento moral
mediante la aplicación del método experimental. La teoría del conocimiento será una
consecuencia de ese proyecto y no el proyecto mismo. Por eso comienza analizando la
naturaleza del entendimiento humano y muestra, por medio de un análisis exacto, sus
poderes y capacidades. La pregunta fundamental, por tanto, será ¿de dónde proceden
nuestras ideas?

(A) ANÁLISIS DEL CONOCIMIENTO HUMANO.


1. ELEMENTOS DEL CONOCIMIENTO

No tenemos ideas innatas, por lo que todos nuestros conocimientos se elaboran a


partir de las (a) percepciones, que se dividen en impresiones e ideas, y de la (b)
actividad propia del entendimiento, que combina las ideas simples formando ideas
complejas.

(a) Percepciones
Son tanto los contenidos de nuestra conciencia como los actos en los que se
presentan tales contenido, por tanto emanan de la experiencia sensible. “Llamarnos
percepción a todo aquello que puede estar presente en el espíritu, a los contenidos de
conciencia”. Y éstas a su vez se dividen en:

1. IMPRESIONES: lo que hay en nuestro conocimiento que proviene de los


sentidos. Son las percepciones que obtenemos con mayor fuerza y violencia por
los sentidos. Son los actos y contenidos originarios de nuestra conciencia. Y
surgen de la sensación (de los sentidos externos o internos) y de la reflexión (del
dinamismo interno, de la activación de las ideas), por lo que no cabe hablar de
ideas innatas, ni se obtienen por abstracción, no son universales ni, mucho
menos, arquetipos. Se van a distinguir de las ideas por su mayor grado de
vivacidad, de intensidad.

2. IDEAS: son las copias de las impresiones en la conciencia cuando éstas ya han
desaparecido, lo que una impresión deja grabado en nuestro conocimiento. Son
las representaciones internas o copias de las impresiones en la conciencia, en el
pensamiento, derivan de las impresiones. No aportan ningún contenido de
conocimiento nuevo que no haya sido dado por la impresión correspondiente. Se
diferencia de las sensaciones porque son más débiles y porque pueden aparecer
en un orden temporal distinto. Hay dos tipos: ideas simples que no admiten
distinción ni separación. Se trata de una impresión, una sensación que no se
puede descomponer y son las de mayor valor cognoscitivo. (Color verde  idea
de verde). E ideas complejas: Admiten distinción, pueden separarse en partes, se
pueden dividir en otras ideas más simples. (P. ex.: Mesa: su forma, el color, el
tamaño, peso.) La relación que las ideas tienen con las impresiones es de
semejanza y origen, de modo que el criterio de verdad de las ideas se basará en
el “principio de copia”, que se aplica respondiendo a la pregunta: ¿de qué
impresión procede esta idea?

(b) La actividad dinámica del sujeto (Imaginación)


Produce las ideas complejas (compuestas) agrupando las impresiones o ideas
simples. Esta agrupación se produce siguiendo tres leyes:

1. Ley de semejanza/contraste: Nos hace agrupar ideas en virtud de su identidad, o


bien porque son ideas contrapuestas o antagónicas.
2. Ley de contigüidad espacio-temporal: Tendemos a establecer una relación entre
las ideas en base a proximidad espacial o sucesión temporal.
3. Ley de causalidad: Se trata de la relación causa-efecto. Esta ley podría reducirse
a la anterior, ya que en toda relación causa-efecto lo que en realidad vemos
siempre es que a un hecho le sigue otro contiguo. Sin embargo aunque no haya
un fundamento real para la relación causal, sí que lo hay en nuestra mente: es
una ley de nuestra mente establecer relaciones de causa efecto y creer en su
necesidad.

2.- TIPOS DE CONOCIMIENTO:

Hay únicamente dos tipos de conocimiento válido, el conocimiento de relaciones


entre ideas y el conocimiento de hechos.

a) Conocimiento de relaciones entre ideas:


Todas las ideas tienen fundamento en las impresiones, pero podemos tener
conocimiento de las ideas sin necesidad de recurrir a las impresiones. Esta clase
de razonamientos pertenecen al campo de las ciencias como el álgebra, la
geometría, la aritmética o la lógica. En estas ciencias toda afirmación es intuitiva
o demostrativa, funcionan por razonamientos demostrativos. Las proposiciones
de esta clase, tales como que “el todo es mayor que la parte” las podríamos
describir como meras operaciones del pensamiento, independientemente de su
existencia física o real en parte alguna del universo, es decir, con independencia
de que haya “todos” y “partes” nuestra afirmación o proposición sigue siendo
verdadera de un modo necesario. “Son lógicamente evidentes y puramente
conceptuales; no tratan de la existencia, son independientes de los hechos,
verdaderas, analíticas y necesarias”. Es, por tanto, un conocimiento constituido
por todas las proposiciones que trabajan con ideas puras, prescindiendo de si les
corresponde algún contenido o no en la realidad. Surgen de establecer relaciones
entre ideas respetando únicamente el principio de no-contradicción.
Su veracidad no depende de la existencia, sino del significado otorgado a
ciertos símbolos significativos o ideas de los que se extraen ciertas
proposiciones que serán siempre verdaderas mientras no se altere el valor de los
símbolos. Son verdaderas, por tanto, de un modo necesario y su contraria supone
incurrir en contradicción o en una proposición ininteligible. Estas verdades se
alcanzan por medio de razonamientos a priori, son “formales” y se denominan
también proposiciones analíticas.

b) Conocimiento de hechos:
Este tipo de conocimiento racional se refiere a hechos. Es un conocimiento
“factual”, de hechos concretos, constituido por todas las proposiciones que se
refieren a datos obtenidos a partir de las impresiones, basado directamente en las
impresiones. Se trata de juicios de experiencia. No se basan en el principio de
no-contradicción, su verdad no se puede establecer de manera puramente lógica
sino que habrá que someterla a la experiencia. El conocimiento que tengo de que
“el cielo es de color azul”, de que “ahora escribo mediante un ordenador”, de
que “el agua hierve al ponerla al fuego”, depende enteramente de la experiencia
y de la observación. Estas proposiciones no son, por tanto, objetos puros de la
razón humana. Son juicios de existencia, basados en impresiones, son
contingentes: “Juicios que pertenecen al orden de la existencia y no se
establecen por el puro pensamiento”. Las proposiciones fácticas o sobre hechos
se fundan siempre en la relación causa-efecto. Este tipo de proposiciones es el
que constituye las ciencias empíricas.
Frente a las analíticas, las proposiciones sobre cuestiones de hecho se
alcanzan “a posteriori”, mediante los sentidos y la memoria y su afirmación
contraria no implica nunca contradicción o ininteligibilidad. Así por ejemplo,
tenemos los mismos fundamentos para afirmar “el sol saldrá mañana” que para
afirmar “el sol no saldrá mañana”. Ambas proposiciones son igualmente
inteligibles e igualmente posibles. Es probable que el sol salga mañana, pero no
es absolutamente cierto, ni es lógicamente necesario, que el sol salga mañana.
Por no ser imposible o contradictoria su afirmación contraria, estas
proposiciones, denominadas proposiciones sintéticas, no tiene el mismo nivel de
certeza que las analíticas.
Las proposiciones sintéticas no son necesarias ni demostrativas,
envuelven una inferencia causal (basada en la relación. causa-efecto) que se
apoya en los sentidos y la memoria. Sólo mediante la relación causa-efecto
podemos ir más allá de la evidencia presente, la captada mediante los sentidos y
así adelantarnos al futuro. Este tipo de conocimiento y la naturaleza de los
razonamientos basados en la experiencia será el que Hume aborde en el estudio
de la causalidad.
PROBLEMAS DERIVADOS DE LA TEORÍA DEL
CONOCIMIENTO DE HUME.

3.- EL PROBLEMA DE LA CAUSALIDAD:

La cuestión de la causalidad es el más significativo de los problemas a los que se


va a enfrentar Hume (más aún que el de la sustancia metafísica, o el del Yo), pues la
relación CAUSA-EFECTO no es sino el problema de la realidad. HUME niega valor al
principio de causalidad (“Todo lo que empieza a existir tiene una causa”), porque
entiende que cuando lo aplicamos, vamos más allá del testimonio inmediato de los
sentidos −mediante las inferencias causales−, cosa ésta imposible mediante la sola
razón. Para que tal principio fuese necesariamente verdadero tendría que ser o una
relación entre ideas o un conocimiento de hechos.

Comienza el examen de la relación causal preguntándose ¿de qué impresión o


impresiones deriva la idea de causa? Como no podemos encontrar una impresión común
a todas las causas, hemos de convenir que la “idea de causa” tiene que derivarse de
alguna “relación” de objetos, o impresiones asociadas. Las tres relaciones que encuentra
Hume en su análisis son:

 Contigüidad en tiempo y lugar de lo que llamamos causa y de lo que llamamos


efecto (se pueden asociar uno con otro en el tiempo y lugar).
 Prioridad de la causa respecto al efecto.
 Conjunción constante, que ambos elementos se dan sucesivos en el espacio y el
tiempo (Hume lo distingue de una “conexión necesaria”, pues esta es una idea
falsa, no fundamentada en la experiencia).

Hecho éste análisis podemos, por tanto, resumir que:


 La causalidad no es una sucesión ni un acontecimiento real (es decir, algo de lo
que tenemos una impresión) que pueda darse en los hechos naturales.
 La causalidad es una idea que, primero, no tiene referencia sensorial y segundo,
surge en nuestra mente cuando se suceden dos impresiones distintas y que
nuestra experiencia pasada nos ha mostrado como contiguas, anterior la una a la
otra, y en constante conjunción.

La conclusión a la que llega Hume es que la relación causa-efecto la


introducimos en nuestro conocimiento por costumbre, es decir, estamos acostumbrados
(habituados) a que si se presenta cierta impresión a ésta le sigan otras determinadas. Por
eso, hemos de ser conscientes de que cuando hablamos de causalidad no hablamos de
una ley de las cosas, sino de una ley de nuestro modo de pensar las cosas,
exclusivamente producida por la experiencia acumulada y por el hábito.
Así que la CAUSALIDAD no es una verdad de razón ni tampoco es una verdad
de hechos, pues el conocimiento de hechos se limita a impresiones e ideas actuales y
todo conocimiento sobre el futuro es fruto de hábito, de la costumbre, que no nos da un
conocimiento necesario de la conexión causa-efecto, pues de tal conexión no tenemos
impresiones: Sólo conocemos la sucesión de fenómenos, pero no la relación necesaria
entre ellos, su nexo causal; por tanto, no se puede justificar teóricamente.

Si no se puede demostrar el principio de causalidad, tampoco puede demostrarse


que haya una relación necesaria entre una causa determinada y un efecto determinado,
porque no hay ninguna impresión que muestre la necesidad de una relación causa-
efecto, ya que la experiencia se compone de casos particulares y de éstos no se puede
inducir una ley general. Lo único que percibimos es la contigüidad espacio-temporal,
pero nunca la necesidad de una relación.

Por lo que podemos concluir que el Principio de Causalidad es una idea


puramente subjetiva basada en la costumbre y en la creencia. La CREENCIA es un
sentimiento que se ha originado a partir de la SEMEJANZA de acontecimientos, que se
basa en el HÁBITO o COSTUMBRE y que utilizamos corno real por INSTINTO
NATURAL. “No hay conocimiento, sino creencia, y ésta proviene del hábito”, de aquí
que el conocimiento tenga un valor puramente fenoménico. La causalidad se debe a la
contigüidad espacio-temporal, a la regularidad y al hábito psicológico.

4.- CRÍTICA A LOS CONCEPTOS METAFÍSICOS:


EL PROBLEMA DE LA SUSTANCIA.

HUME se centra en la crítica al concepto de SUSTANCIA que han desarrollado


los racionalistas (Descartes) y a la noción de sustancia de Locke, a la que éste
consideraba como una idea compleja surgida de la actividad combinatoria de la mente y
posteriormente le atribuía a esa idea un correlato en la realidad. Sólo tienen validez,
realidad, las ideas surgidas de la experiencia; pero no hay experiencia alguna de
sustancia, sino de una serie de cualidades que aparecen agrupadas siempre de la misma
manera: captamos determinadas figuras, colores, olores, texturas,… pero no la “cosa”
que las unifica, eso es algo incognoscible, (Locke considera que aunque sea algo
incognoscible, aunque no haya sensación de sustancia, es necesario suponer que bajo las
cualidades hay algo que las une y eso es la sustancia).
Si el único conocimiento válido es el que procede de la percepción sensible, tan
sólo podernos afirmar lo que los sentidos nos manifiestan. O sea, un conjunto de
impresiones aisladas, pero en modo alguno la sustancia; nadie ha visto nunca una
sustancia1. En general y como hemos visto, el concepto de sustancia es un concepto al
que no le corresponde ninguna impresión de modo que la palabra “sustancia” designa
un conjunto de percepciones particulares que nos hemos acostumbrado a percibir juntas.

1
“Yo puedo captar las impresiones de color, sabor y olor de un melocotón, pero no conozco sensitivamente el
melocotón como unidad sustancial; mis sentidos me transmiten un haz de impresiones, un conjunto de fenómenos,
pero no ese hipotético substrato unitario al que llaman sustancia. Lo que ocurre es que asociamos y relacionamos esas
diversas impresiones, acostumbrados como estamos a que se produzcan siempre a la vez, y afirmamos gratuitamente
la existencia de la sustancia melocotón, que no existe realmente”. (T'NH)
Se trata, por tanto, de un artilugio de la imaginación con el que se explica la
permanencia con que las cosas se nos presentan, es decir, que nos tenemos que imaginar
las cosas como sustancias, pero no hay ninguna “idea legítima” de sustancia, es decir
una idea de sustancia que esté avalada por su impresión correspondiente. Creemos en la
sustancia por hábito pero no tenemos de ella un conocimiento en sentido estricto.
El problema entonces es que no hay ninguna garantía real de la permanencia del
objeto después de que yo haya tenido un acto de experiencia, una impresión, sino que lo
único que me justifica su utilidad es ese sentimiento que acompaña a la citada impresión
y que denominamos CREENCIA. Es fruto de la dinámica combinatoria de la mente y
no de las impresiones, no responde a nada real.

Una vez que Hume ha dejado claro los problemas que plantea el concepto de
sustancia, para a realizar una crítica directa a la concepción cartesiana de sustancia, lo
que supone una crítica a la metafísica:

1. MUNDO.
En la sustancia extensa, Descartes distinguía cualidades primarias
−matemáticas− y cualidades secundarias −subjetivas−. Hume entiende que las
primarias son dependientes de las secundarias porque sólo a través de éstas
llegamos a aquéllas: no percibimos un movimiento, sino la figura que se mueve;
con su color, su textura, su olor, etc. Pero si no responden a nada objetivo, no
podemos justificar su sustancialidad. Locke justificaba la realidad del mundo
exterior, como algo distinto de la mente, diciendo que es la causa de nuestras
impresiones. Pero desde el punto de vista de Hume no tenemos ninguna
impresión de la relación causa-efecto, lo más que podemos afirmar es que
tenemos impresiones, pero aunque yo tenga impresiones no sé si se
corresponden con la realidad exterior. Luego no puedo afirmar la existencia de
dicha realidad exterior ya que está más allá de mis impresiones; lo único que
puedo afirmar es la realidad de mis impresiones. En conclusión, no podemos
afirmar la existencia de una realidad corpórea distinta de nuestras impresiones.
El fundamento de la afirmación de la existencia del mundo está en la creencia
que acompaña a toda experiencia.

2. DIOS.
Tanto Locke como Berkeley afirman la existencia de Dios basados en el
“Principio de Causalidad”. Pero Hume, naturalmente, lo niega, pues de Dios no
hay percepciones, no tenemos ninguna impresión de Él. Los que defienden su
existencia, la demuestran recurriendo a principios causales o a ideas innatas.
Para Hume no hay ideas innatas, no puede haber ideas sin la impresión
correspondiente, por lo que no valen las pruebas “a priori”. Y también niega la
validez objetiva del principio de causalidad, no hallamos nexo causal alguno
entre las impresiones y Dios, que está más allá de las impresiones, por lo que
tampoco valen los argumentos “a posteriori”. No hay base alguna para sostener
la existencia de Dios. De modo que Dios no nos puede servir, como a los
cartesianos, como criterio gnoseológico de verdad (basado en una prueba “a
priori”), ni tampoco como causa primera de una cadena de causas de todo lo real
existente (prueba “a posteriori”). Dios no es una idea fundamentada en una
impresión y, por lo tanto, no puede ser fundamento de ninguna otra realidad, ni
en el orden lógico ni en el ontológico.

3. YO-ALMA.
Desde idéntico punto de vista acomete Hume la crítica de la sustancia
espiritual, del yo individual, del alma. Al observar mi vida psíquica no puedo
constatar más que la realidad de unos fenómenos variados −recuerdos,
voliciones, sentimientos...− pero no la existencia de una sustancia espiritual que
dé unidad subjetiva a esa producción fenoménica. Lo que llamamos alma no es
sino un haz de fenómenos psíquicos y basándonos en ese haz afirmamos la
existencia, incomprobada, de un yo sustancial. Admitiendo el proceso de la
duda, éste sólo demuestra que hay pensamientos indudables, pero no que haya
algo tras esos pensamientos, es decir, no hay una sustancia −alma, yo,
conciencia− en la que se dan esos pensamientos. No hay ninguna impresión que
respalde la idea de conciencia. No existe el Yo corno sustancia distinta de mis
impresiones; sólo tengo intuición de mis impresiones, pero no tengo de un yo-
permanente sujeto, sino que éste lo finge la imaginación. Podemos suponer que
tras esas impresiones hay algo que las unifica, pero es una suposición
indemostrable.
El “yo-persona” no es una impresión, es aquello que se supone como
sujeto de inhesión al que se refieren las impresiones, pero de él no tenemos
impresión. Es más, nuestras impresiones no son constantes, sino variables, una
sucede a otra, no existen todas al mismo tiempo, luego ni siquiera tengo la
impresión de un yo constante y permanente. Por lo tanto no existe el yo como
sustancia distinta de las impresiones. Lo que captamos es el flujo de la
conciencia y el hecho de que nos refiramos a nuestra propia identidad se debe a
la memoria que nos permite establecer la conexión entre las diferentes
impresiones que fluyen en nuestra conciencia. El error está en que confundimos
la sucesión de fenómenos psíquicos con la identidad personal, con un yo
sustancial, al que en ocasiones denominamos “alma”.

Por todo ello nos encontrarnos con que la teoría del conocimiento de Hure
conduce a una negación de la metafísica; su conocimiento se reduce a ser un
conocimiento de puros fenómenos −FENOMENISMO−, pues el “fenómeno” es aquello
que me “aparece” a mí en función de la constitución de mi naturaleza, por lo que sólo
conocemos nuestras impresiones, pero no puedo saber a qué se deben ni el valor que
tienen mis ideas. Y esta posición le lleva a negar cualquier posibilidad de fundamentar
el conocimiento −ESCEPTICISMO−, niega la posibilidad de conocer una verdad “en-
si” (tesis principal del realismo metafísico clásico), es decir, el que se pueda superar la
subjetividad para llegar a una afirmación objetiva; que se pueda trascender el fenómeno
para llegar al Ser.

(B) ANALISIS DEL COMPORTAMIENTO HUMANO.


5.- LA ÉTICA DE HUME: EL EMOTIVISMO MORAL.

En consonancia con su teoría del conocimiento, si las ideas relativas a


conocimiento de cuestiones de hecho han de tener correlato en una impresión sensible
para que éstas no sean “ideas vacías”, de igual modo, en la ética, las ideal morales han
de tener un correlato en unas impresiones, la diferencia está en que las impresiones
propias de la ética surgirán de lo qué Hume denomina “impresiones de reflexión” o, en
términos genéricos, “pasiones”. Dicho de otro modo: la pasión sería una impresión
qué nos informa acerca de nuestros estados emocionales internos y ellas son las que
nos impulsan a comportamos moralmente.

De acuerdo con esto, Hume postula la necesidad de buscar el origen de la moral


en el sentimiento y no en la razón (cuya única validez radica en juzgar sobre la verdad y
la falsedad). De esta forma, la conclusión obtenida es que “la razón ha de ser esclava de
la pasión”, en el sentido de que la razón ha de ejercer un papel previo y subordinado que
no es otro que la de distinguir y aclarar los caminos que puede recorrer una pasión: pero
es ésta la que guiará la acción. A partir de esta tesis central desarrollará su doctrina
moral y comenzará criticando, por un lado, el racionalismo moral y desarrollando, por
otro, su propia doctrina, el emotivismo moral.

1. Crítica al racionalismo moral


La Ética es el conjunto de juicios morales sobre la bondad o malicia de las
acciones humanas. Por ello, Hume se ocupa de la moral preguntándose por el origen y
fundamento delos juicios morales, de donde surgen la aprobación o reprobación de las
conductas: ¿cuál es el fundamento de los juicios morales?
Los griegos habían afirmado que el fundamento está en la razón, puesto que la
razón conoce la naturaleza del hombre y de ese conocimiento se deduce lo que va contra
la naturaleza −lo malo− y lo que es conforme a la naturaleza −lo bueno−, pero Hume lo
niega: los juicios morales determinan nuestro comportamiento y la razón no puede
hacerlo, porque es sólo descriptiva.
Hume afirma que la razón no es el fundamento de los juicios morales, porque los
juicios morales determinan nuestro comportamiento, de modo que cuando decimos que
una acción es buena, esa afirmación nos llama a realizarla y viceversa. O sea que los
juicios morales se hacen para determinar nuestro comportamiento. Y, por su parte, la
razón no puede determinar nuestro compartimiento, el conocimiento intelectual no
determina nuestro comportamiento, porque es un conocimiento de relaciones entre ideas
o de hechos.
2. El emotivismo moral.
Hume desarrollará su teoría moral en la obra Investigaciones sobre los
principios de la moral. El fundamento de los juicios morales es el SENTIMIENTO. A
él pertenecen las decisiones y la determinación de los fines últimos. Mientras que la
razón es esclava de los sentimientos, emociones y pasiones. En resumen:
 El fundamento de la moral está en el sentimiento, aunque es necesaria la razón
para el conocimiento del hecho. Ambos, sentimiento y razón son necesarios,
pero el problema está en determinar en qué medida funcionan en las decisiones
morales.
 El juicio moral es obra del corazón, del sentimiento. Lo amable de la virtud o lo
aborrecible del vicio, no lo determina la razón, sino la afectividad, se siente más
que se entiende.
 Las decisiones pertenecen al sentimiento, en ellos radican las determinaciones
morales y no en las relaciones que se dan entre los diversos hechos acontecidos.
 La moral depende de un sentimiento de complacencia, consiste en experimentar
sentimientos de agrado o desagrado, de complacencia o disgusto, ante la
contemplación de la belleza, sea natural o moral.
 Los fines últimos vendrán determinados por el sentimiento, puesto que en
ningún caso pueden ser explicados por la razón, ni dependen de las facultades
intelectuales.

3. Fundamento de la Ética.
Hume trata de obtener los fundamentos de la ética a partir de un análisis de las
virtudes y valores, comparando cualidades valiosas y reprobables. Pero hay que tener
presente que los sentimientos de aprobación son implantados al sujeto por la cultura;
que es la sociedad la que inculca esos sentimientos de aprobación hacia las acciones que
son útiles para la sociedad. Desde este punto de vista, considera cuatro clases de
cualidades valiosas, consideradas desde dos puntos de vista:
 Útiles para la comunidad: benevolencia y justicia.
 Útiles para uno mismo: fuerza de voluntad, vigor corporal, diligencia,
frugalidad, inteligencia y otros dones del espíritu.
 Agradables a nosotros mismos: alegría, bondad, sosiego, valor, grandeza de
alma, dignidad de carácter...
 Agradables a otros: modestia, cortesía, ingenio, buena conducta...

 La justicia dependerá de la utilidad social que tenga el comportamiento y en ella


se fundamenta la obediencia.

Vemos, pues, que agrado y utilidad coinciden en todos, y en ellas se


fundamentan la aprobación y desaprobación. De ahí que la ética de Hume pueda
considerarse como HEDONISTA (agradables) y UTILITARISTA (útiles).

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