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Estar encarcelado en México cuesta caro… Y no sólo por la sentencia que debe
cumplirse, sino también porque los reos deben pagar para sobrevivir en las
prisiones.
En las cárceles mexicanas hay cuotas por todo: el derecho a dormir acostado, recibir
un poco de agua para beber y asearse, evitar golpizas y asaltos…
En otros casos la cuota es mayor, según el sitio donde se encuentre o los servicios
que necesite.
Prisiones estatales
Los problemas se presentan sobre todo en las 277 prisiones estatales del país. En
prácticamente todas ellas existen cuotas informales, según la Comisión Nacional de
Derechos Humanos (CNDH).
Según la entidad, tan sólo en 4 prisiones de Ciudad de México -Oriente, Sur y Norte,
así como la Penitenciaría de Santa Martha- los internos pagan un total de 336.000
pesos al día (unos US$20.000).
Todo cuesta
Primero para que se le entregue una muda de ropa beige, el color reglamentario
para los procesados. La cuota puede ser de unos 20 pesos (US$1,20).
Permanecer en áreas menos peligrosas cuesta hasta US$300. Luego hay que pagar
por ocupar una plancha de cemento para dormir y también por conseguir una cobija.
El cobro es, en promedio, 100 pesos (US$6) aunque varía según el tipo de prisión.
Enseguida vienen otras cuotas: por entrar al baño, por cumplir con la lista de
asistencia, salir de la celda o el pasillo donde se encuentre, por cruzar cada puerta
o recibir un aviso o notificación del juzgado.
En estos casos, los pagos varían entre 5 y 10 pesos (US$0,3 y US$0,60) cada vez.
Seguridad
Las cuotas aumentan según otras necesidades: 2 pesos (US$0,12) por cada litro de
agua, 15 pesos (US$0,90) semanales por recibir la comida de la prisión, 20 pesos
(US$1,20) por rentar una mesa de plástico en las visitas familiares o entre 100 y
260 pesos (US$6 y US$15) a la semana por dormir acostado.
Familiares de presos.
Una cantidad similar a la que se cobra por no ser trasladado a las áreas donde se
encuentran la mayoría de los internos o a dormitorios considerados peligrosos. Los
pagos se prolongan durante todo el tiempo que el reo permanece en la cárcel.
"Ese dinero llega muy alto, los custodios no se lo quedan y tampoco los directores
de los penales. Llega mucho más arriba", afirma.
Los perdedores
En la mayoría de los casos, el costo de vivir en una cárcel lo pagan las familias de
los internos.
Y es un precio alto, dice el estudio "Las mujeres invisibles: los verdaderos costos
de la prisión", de la investigadora Catalina Pérez Correa.
"Para muchas personas ha implicado perder su casa y/o carro, tener que comenzar
a trabajar o tomar un trabajo adicional, dejar de estudiar, dejar de frecuentar amigos,
de cuidar a sus hijos", afirma.
El 70% de las cárceles estatales son gobernadas por los presos: CNDH
No es sólo entregar dinero para cuidar a su familiar preso, sino también cada vez
que lo visitan.
Son otras tarifas que casi siempre están a cargo de los custodios: 20 pesos
(US$1,20) por introducir una tarjeta telefónica, 80 pesos (US$4,80) por un alimento
no autorizado o 120 (US$7,20) para no cambiar de zapatos por los que señala el
reglamento.
Un aparato electrónico como televisión o equipo de sonido paga entre 800 y 1.000
pesos (de US$48 a US$60) como cuota de ingreso.
Y llevar a los internos un teléfono móvil cuesta entre 1.500 y 2.000 pesos, según la
prisión (es decir, de US$90 a US$121).
Una vez dentro de la cárcel, los familiares también pagan algunas de las cuotas de
los reos.
México, donde los presos escapan por la puerta grande: Esta cantidad se multiplica
por cada uno de los visitantes a las prisiones. Sólo en Ciudad de México, por
ejemplo, se realizan un promedio de 3,2 milones de visitas anuales.
Pero el dinero es parte del problema. En contextos vulnerables, como vive la
mayoría de los reos en México, el precio de vivir en prisión crea un círculo vicioso
que no ayuda a la rehabilitación, advierte el estudio de la investigadora Pérez
Correa.
Autogobierno
En el fondo, lo que hay detrás del problema es la falta de control de las prisiones
estatales.
Image caption
Saskia Niño de Rivera lo supo de cerca. En una prisión de Zacatecas "me tocó que
me abriera la puerta un Zeta con un rifle AK47".
“En la mayoría de las prisiones mexicanas no hay condiciones de vida dignas para
los presos”, concluyó el ombudsman nacional, Luis Raúl González, durante la
presentación del Diagnóstico de la CNDH.
Para realizar el diagnóstico la CNDH midió cinco rubros: aspectos que garantizan la
integridad física y moral del interno, aspectos que garantizan una estancia digna;
condiciones de gobernabilidad; reinserción social del interno; y grupos de internos
con requerimiento específico.
Tras evaluar esos cinco rubros, la Comisión señaló que, del 1 al 10, el promedio
nacional de calificación de los centros penitenciarios estatales fue de 6.21 en el año
2015. Cifra que si bien supone un ligero aumento respecto de 2014 (6.02), “no
implica un avance o cambio radical” en el panorama de las prisiones.
Los tres estados con peores prisiones son Nayarit, Quintana Roo y Guerrero. Por el
contrario, los tres con mejores calificaciones fueron Guanajuato, Aguascalientes y
Chihuahua.
No obstante, el informe hace hincapié en que hasta 13 estados tienen prisiones en
situación grave por violaciones a los derechos humanos de los internos: Campeche,
Colima, Nuevo León, Sinaloa, Oaxaca, Baja California Sur, Tamaulipas, Chiapas,
Tabasco, Hidalgo, Guerrero, Quintana Roo y Nayarit.
Del total de los 130 centros penitenciarios estatales visitados, la CNDH refiere que
en 104 detectaron que personas procesadas –aún sin condena- y presos ya
condenados conviven en las mismas habitaciones y espacios comunes.
Otra situación grave que expone la CNDH hace referencia a las riñas en los penales.
De los 2 mil 110 incidentes registrados en 2015 (mil 142 en cárceles estatales y 968
en cárceles federales), el acontecimiento violento con mayor número de incidencia
corresponde a las riñas con un total de mil 382 (808 en cárceles estatales y 574 en
centros federales).
Le siguen los desórdenes con 280 (205 en prisiones estatales); los homicidios con
54 (52 en centros estatales); los abusos con 55 (48 en cárceles estatales); los
suicidios con 23 (todos en prisiones estatales), y los motines con 6 (también todos
en cárceles estatales).
Derechos Humanos
28 Febrero 2018