Está en la página 1de 10
Fernando Pessoa Introduccién, traducci6n y notas de Florencia Preatoni Escritos sobre ocultismo y masoneria Fernando Pessoa Introduccién, traduccién y notas de Florencia Preaioni Primera edicién, 2008 Queda rigurosamente prohibida, sin la autoriza- ci6n esctita de los titulares del Copyright bajo las sanciones establecidas en las leyes, Ia reproduceién total o parcial de esta obra por eualquier medio o procedimionto, incluidos la reprografia y el trata- miento informético y la distribucién de ejemplares mediante alquier y préstamos piblicos. © de la traducci6n, Florencia Preatoni 2008 © de esta edicién, Editorial Alfama S.L. Diserio de cubierta y coleccién: ‘Modesto Garefa Maldonado Publicado por Editorial Alfama S.L. Calle La Feria, 6, 1° 29100 Cofn (Mélage) . Espafia WwwWeditorialalfama.com ISBN: 978-84-936249-4-1 Depésito legal: MA-873/2008 Impreso en Espafia PROLOGO Fernando Antonio Nogueira Pessoa nacié en Lisboa, Portugal, el 13 de junio de 1888. Desde 1896 vivid en Durban, Sudafrica, donde su padrastro, el __ portugués Jodo Miguel Rosa, habia sido designa- do cénsul. En 1905 retorné a Portugal e inicié sus estudios en Letras, los cuales abandond para dedi- earse a la traduccién comercial. Comenzé a publi- car textos poéticos en 1915, en la revista , a la que el escritor conseguia réconocer no sélo en él sino en casi cualquier persona. Estas visiones, al contrario de incomodarlo, le despertaban curiosi- dad. Estaba convencido de que su iniciacién ha- cia sentidos superiores era guiada por un maestro desconocido. Fue a partir de 1918 cuando la poesia de Pessoa comenz6 a despertar el interés de los criticos. El Times y el Glasgow Herald le dedicaron resefias a sus poemas en lengua inglesa y comenzé6 a escri- bir en las mas importantes revistas portuguesas: en Contemporanea publica O Banqueiro Anarquis- ta, Mar Portugués, O Menino da Sua Mae, Lisbon Re- visited, entre otros. Los textos incluidos aqui, si bien diversos, tie- nen en comtin el ser los que més fielmente ~si es que algo de este género se puede predicar sobre el poeta— esculpen una semblanza del propio Pes- soa. Algunos de ellos, como «Los origenes y esen- 12 cia de la Masoneria y su contribucién judaica»* 0 «La Masoneria»? porque trazan el perfil que el portugués asumié en la polémica desatada a par- tir de la decision que el «Estado Novo» tom6 res- pecto a la prohibicién de sociedades secretas con fines religiosos, politicos 0 filoséficos. Otros, como «ClasificaciGn de los sistemas filoséficos»? porque ahondan en su concepcién mistico-esotérica de la filosofia y arrojan alguna luz sobre el quid de su intervencion revulsiva en la coyuntura politica que la dictadura de Oliveira Salazar intenté regular (téngase en cuenta que inicialmente, Pessoa habia defendido la dictadura estadonovista para luego retractarse). Finalmente, «Declaracién de diferen- cia», «Diario al acaso», «Educacién sentimental», «Formas del buen sofar en los metafisicos», «El amante visual», «Rio de la posesién» y «Via Lac- tea» fueron atribuidos por Pessoa alternativamen- te a Vicente Guedes y a Bernardo Soarest. Otro denominador comtin de estos textos es la profunda carga simbolica y el misterio que los en- vuelve; impera el lenguaje inicidtico que Fernando Pessoa parece haber experimentado en su propia earnadura. Dotados de una profunda sensibilidad, algunos de los textos develan experiencias sobre- naturales. Pessoa evidencia un agudo interés y co- hocimiento por los misterios mas antiguos aproxi- mandose, en efecto, al paganismo. La realidad oculta fue para el poeta una fuerte presencia a lo 13 largo de toda su vida. Se veia a si mismo como un misionero, un mensajero o un intermediario entre la humanidad y un ser que la transciende. En di- versos textos Pessoa deja entrever su conciencia de una relaci6n con lo divino. El criterio de traduccién que se ha utilizado en todos los textos que integran este volumen es el de la «lealtad textual», es decir, se intent6 mantener el maximo equilibrio posible entre el uso original que hace Pessoa de la sintaxis y la comprensibili- dad necesaria para el lector. No obstante, el tra- ductor que ha buceado en las profundidades de la obra de Fernando Pessoa es consciente de que, al emerger, no le sera posible mostrar todos aquellos tesoros que pudo contemplar en la sima. Por ello, sabemos que la tarea de un buen traductor tiene algo de imposible, de inacabado. Florencia Preatoni agosto de 2007 Notas 1 £1 titulo de este articulo, que originalmente fue el prefacio al libro de poemas Alta errante (1932) de Eliezer Kamenezky, es responsabilidad del editor Antonio Daniel Abreu, que publicé As Origens e Esséucia da Macozu- ria, en San Pablo, en 2006. 2 Publicado originalmente el 4 de febrero de 1935 en el Diario de Lisboa, miimero 4.388, 3 Incluido en el volumen O Banquciro Anarquista e outras prosas, Editor Cul- trix, Universidade de Sao Paulo, 1988, 4 Los textos aqui citados aparecen bajo el subtitulo «Os Grandes Trechos» del Livro do Desassossiego, Companhia das Letras, Sao Paulo, 2006. ORIGEN Y ESENCIA DE LA MASONERIA La idealidad judaica se manifiesta de tres for- mas diferentes, todas ellas contaminadas del ma- terialismo central de la raza, ritmo del péndulo de la vida que la anima. La primera forma es su patriotismo tradicionalista; y patriotismo tradicio- nalista, sea de la nacién que fuere, es el modo mas material del sentimiento de la patria 0 de la raza. La segunda forma es la especulacién cabalistica, @n que, a pesar de que se pretenda sutilizar, por : interpretaciones de tres érdenes, el contenido del Pentateuco, es mas que el Pentateuco, nunca se aleanza una verdadera abstraccién 0 una espiri- tualidad verdadera: material, considerando lo que pretende ser, es ademas el Nombre Inefable, ma- teriales los Sephiroth, los Arcangeles, los Angeles y las Esferas Celestes, a través de quienes ven has- {i nosotros Su emanacién. La tercera forma —no Ms reciente, sino mds recientemente sensible— es #1 idealismo social en todos sus modos, desde el igualitarismo hasta el naturalismo, y esa es mate- rial por su misma naturaleza. Acusan a los cabalistas, de cuya sinceridad ori- ginal no se duda de, primero, a través de la Ro- sacruz, haber creado la Masoneria, Orden supues- tamente anticristiana, y de, mas tarde, por diversas vias, haberse infiltrado en ella, para, presumible- mente, contrariar y vencer las expansiones cristia- na y templaria que se manifestaron, después de la Oracién de Ramsay, en la creacidén de los Altos Grados y sobre todo en la Stricta Observancia de Von Hund! 0 de sus Superiores Incognitos. Y acusan a la masoneria de haber provocado la Revolucién Francesa y a los judios de haber pro- vocado la Revolucién Rusa. Antes que nada, entendémonos bien sobre cual es la materia de la que se esta tratando. Se trata del idealismo judaico y de la sinceridad o no sinceri- dad; no se trata de la accién politica de los judios. Esa es evidente y natural; se ha aprovechado, no sdlo de la Masoneria y de la ideologia igualitaria, sino de todo lo que, de origen judio 0 no judio, pueda de hecho, debidamente utilizado, servir para disolver la civilizaci6n tradicional, greco-ro- mana y cristiana, de Europa y del mundo europei- zado. Y legitimamente se ha aprovechado, pues a los judios les cabe los mismos derechos que a los 16 are © otros pueblos: el derecho de defensa y el derecho de imperio: el primero en absoluto, el segundo se Jo concedemos a los otros. Ni fueron los judios © la Masoneria, o cualquier otra fuerza extrafia, lo que provocé 0 podria provocar la Revolucién Tirancesa, o la Revolucién Rusa, 0 cualquier otra verdadera Revoluci6n. Las revoluciones son pro- vocadas por el Poder tiranico que las transforma, pasado cierto punto, en inevitables. Fue la tirania del Antiguo Régimen lo que hizo la Revolucién Francesa. Fue la tirania del Zarismo lo que hizo la Revolucion Rusa. Las fuerzas extranas no hicie- yon mas que aprovecharse, conforme pudieron, de la materia social.incoordinada en que las tiranias, después de las revoluciones que provocaron, deja- ton los pueblos qite regian. El problema de los orfgenes de la Masoneria y sobre todo del Grado de Maestro, que es su punto dle apoyo, es confuso y oscuro en ultima instancia: nadie, fuera o dentro de la Orden, se puede endr- pullecer de haber encontrado para él una solucién, simple o compuesta, que satisfaga sino a quien la dio. Una.cosa sin embargo se puede afirmar: la Masonerfa no es una Orden judaica, y el conteni- do de los grados fundamentales que vulgarmente Ilaman simbolicos, no es judaico en espiritu, sino sélo en forma. Si se quisiere dar un nombre de ori- jen a la Masoneria, lo maximo que se podra decir 8 que ella es, en cuanto a la composicién de los 17 grados simbélicos, plausiblemente un producto del protestantismo liberal y, en cuanto a la redac- cién de ellos, ciertamente un producto del siglo dieciocho inglés, en toda su chatura y banalidad. El cuadro judaico de los tres grtados y el escenario judaico del drama del Tercero Pueden ser consi- derados naturales en una tierra y en un tiempo protestantes. El protestantismo fue, precisamente, la emergencia, dentro de la religion cristiana, de loselementosjudaicos, en Perjuicio de los greco-romanos; Por eso se sirvid siempre abundantemente de ci- tas, tipos y figuras extraidas del Viejo Testamento. Pero nadie cree 0 dice que la Reforma, se piense de ella lo que se piense, fuese un movimiento ju- daico. Aparte de esto, los dos primeros grados mas6- nicos, no conducen definitivamente a ningtin lu- gar; y el gran misterio del Grado de Maestro —que €s, por asi decir, la Rosa de toda la Cruz Masoni- ca~ es un simbolo vital pero abstracto, que cada cual puede interpretar en el sentido que quiera. Y asi de hecho se ha interpretado ~a él y ala par- te simbélica de los otros dos- a través del vasto esquema divagativo de los Altos Grados y de los Grados Velados: estos, no obstante, ya fuera y mas alld de la Masoneria. Todo, desde el catolicismo al ateismo, se ha reflejado en esos grados interpreta- tivos. Si hay Altos Grados que son nitida y mate- rialmente cabalisticos, y hasta anticristianos, tam- 18 los hay que son espirituales o cristianos, des- a. del ienas Orden del] Sacro wal Arco hasta aquel grado critico en que Hiran gido como Cristo. Sucede, inclusive, que el ismo grado del mismo rito puede tener contents 4s diferentes bajo diferentes Obediencias: asi es Ms el Grado 18, propiamente Principe Rosacruz, i Rito Escocés, es «filos6fico» en América (des- 2 puds de la revisién de Pike), menos «filoséfico» _ que en la Masoneria francesa y en sus congéneres, plenamente cristiano (como ademas no po- .. de serlo) bajo las Magnas Obediencias britanicas. En resumen, todo y nada se ha refle- io en la Masoneria: nada en los escalones sim- bdlicos que de por si no se explican; todo en Altos Grados y en los Grados Velados, donde cada fabricante de ritos, de catélico a ateo, dejé el rastro de sus prejuicios y de sus preocupaciones. Mas en resu- men atin: la Masoneria es, en sus bases, insuficientemente dogmatica y definida para que de su contenido se pueda afirmar esto 0 aquello, judaismo u otra éosa ‘a. : Be cecrcin de elementos cabalisticos en los grados simbélicos, afirmada por algunos con vis- lumbres de raz6n, tampoco prueba el origen judai- co de la Masonerfa. Cuando la masonerfa emergi6 y se constituy6 declaradamente, en sus grados ed damentales, ya desde hacia mucho la Cabala tenia intérpretes no judios y por ellos fue cristianizada, 19 para lo que, ademas, eminentemente se prestaba. La presencia de elementos cabalisticos en la ma- soneria no prueba, pues, un origen judio. Por lo demas, esos elementos cabalisticos se resumen en dos: el sentido simbélico del Templo de Salomén, y la Palabra Perdida?. El sentido simbdlico del Pri- mer Templo puede ser en la masoneria de origen templario, y por lo tanto cristiano, pues la Orden del Templo lo era «Del Temiplo de Salomén», yno se saben bien los pormenores de la iniciacién se- creta de esa Orden. En cuanto a la Palabra Perdida del Grado de Maestro, si de hecho se recuerda el Nombre Perdido del cabalismo judaico, no es ne- cesariamente de la misma naturaleza. Se sabe en qué consiste la esencia del Nombre Perdido de los cabalistas; no se sabe (por) qué especie de Palabra es que el Maestro muri6 para no revelar. La mayor autoridad masénica de hoy interpreta la Palabra Perdida de un modo nitidamente no judaico: Ver- bum Christus est, dice. Lo que acaba de decirse de la masoneria, con mayor razén se puede decir de los Rosacruces, que, mezclados en la antecamara de su vida em- blematica, bien puede ser que la hubiesen funda- do, 0 contribuido para su fundacién, como siste- ma especulativo. La Gran Fraternidad es cristiana en su nombre, cristiana en sus dos Magnos Sim- bolos, cristiana y catdlica (aunque no romana) en su dedicaciones. Los Rosa-cruces eran, es cierto, 20 ilistas, como eran, en dos sentidos, alquimis- pero cabalistas cristianos, como eran (sobre ovecharon de la Cabala y le dieron un senti- ‘un complemento cristianos, por eso con mas se podrian quejar los judios de que los Her- nos se hab{an servido de la Cabala para fines daicos, y no los cristianos de que ellos [los | habian introducido la Cébala en la sus- del cristianismo, donde, ademas, desde el irto Evangelio, ya toda el alma de ella existia. fade, en cuanto a la Rosacruz, que los grandes itores de ella, desde antes de su aparicion nuestros dias, han sido declaradamente mis- cristianos, y, ademas, que el voto de castidad oluta, al que (por motivos que nada tienen de osos) la Fraternidad obligaba al candidato, a cosa menos judaica, a pesar de «cabalistica», se puede conceébir. | Gotthelf, Barén Von Hund tue iniciado en 1742 en Francforty recibio fllos grados en 1743 en el Capitulo de Clermont en Paris, doctrina de la Palabra Perdida existe como un arcano en las liturgias as y en las sociedades masénicas, Cada cual tiene su respectiva ex- icl6n teoldgica 0 filos6fica de esta idea, pero todas se relacionan con eoncepeién fundamental que se arraiga profundamente en las prime- ‘erencias del hombre. La mayor parte de estas explicaciones sobre la Pa- ira Perdida tienen por base la frase biblica: «En el principio era el Verbo y srbo estaba con Dios y el Verbo era Dios» (San Juan 1:1-3). 21

También podría gustarte