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HEMOGLOBINA GLICOSILADA.

 ¿Qué es?
La hemoglobina glucosilada es el valor de la fracción de
hemoglobina (glóbulos rojos) que tiene glucosa adherida.
Luego de que los alimentos son digeridos, el nivel de
glucosa libre que circula en torrente sanguíneo, se eleva, al
estar circulando libremente, la glucosa, tiene contacto con
los glóbulos rojos y puede adherirse de manera permanente.

 ¿De qué me sirve conocer mi hemoglobina


glucosilada? ¿Qué significa ese numerito?
En una persona sana, la cantidad de glucosa libre que
circula en la sangre es menor que en el caso de una persona
con diabetes, pues en su condición, existen varios
impedimentos para introducirla al interior de las células, por
lo tanto, una mayor cantidad de glucosa será adherida a la
hemoglobina. El cálculo de la hemoglobina glucosilada es
un indicador del control del paciente con diabetes. Entre
más elevado sea el resultado de la hemoglobina glucosilada
(Hb A1c) indica un mayor nivel de glucosa en la sangre, en el paciente con diabetes
esto conlleva a serias complicaciones en el organismo

 ¿Cuál es el promedio en el que me debería encontrar?


Según la Asociación Americana de Diabetes, se recomienda para personas con
diabetes tengan un valor menor a 7%.

 ¿Cómo se modifica la hemoglobina glucosilada en mi cuerpo?


A medida que hay mayor cantidad de glucosa en sangre, el valor de hemoglobina
glucosilada se eleva y sobre todo si se mantienen valores altos durante los 120 días
que viven los glóbulos rojos, al ser un promedio de la glucosa que hay en el
organismo durante este periodo, la prueba refleja los altibajos de glucosa que se
han tenido en ese tiempo.

¿Dónde puedo realizarme este estudio?


La Hemoglobina Glicosilada Hb A1c, es un estudio de sangre que puede realizarse
en los laboratorios y consultorios que cuenten con las condiciones necesarias. Lo
más importante es acudir con el médico para asesoría adecuada.

 ¿Cada cuando debería realizarme el estudio?


La Asociación Americana de Diabetes, recomienda que sea cada 3 meses, a la par
se sugiere seguir monitoreando la glucosa diariamente

Un gran porcentaje de los pacientes con diabetes, con tal de no recibir ninguna
llamada de atención por parte de su médico se cuidan días previos a sus exámenes
de laboratorio, provocando que sus niveles de glucosa sean menores a los que
manejan día a día, desconociendo que existe una prueba que puede indicar cuál ha
sido el promedio de glucosa que han tenido en los últimos tres meses. Esta prueba
es la hemoglobina glucosilada.

El examen de hemoglobina glucosilada (HbA1c) le sirve al médico para determinar


cómo ha sido el control glucémico de una persona con diabetes en los últimos tres
meses. Por esta razón se recomienda hacer esta prueba cada tres meses y una
ventaja es que no se requiere estar en ayuno para hacerla.

HbA1c y las complicaciones

La hemoglobina es una proteína que tiene la función de transportar el oxígeno de


los pulmones a los tejidos, se encuentra en los glóbulos rojos (células de la sangre),
y se caracteriza por estar formada de hierro.

La glucosa se une a la hemoglobina para formar hemoglobina glucosilada o


hemoglobina A1c, esta unión se mantiene hasta que el glóbulo rojo es desechado,
lo cual ocurre en aproximadamente 120 días. Cuando los niveles de glucosa
aumentan, también se incrementa la hemoglobina A1c.

Diferentes estudios han demostrado que mayores niveles de Hemoglobina A1C se


asocian a un mayor riesgo de complicaciones. Dado que una persona con diabetes
descontrolada es más susceptible de presentar daños en los pequeños vasos
sanguíneos, y por consiguiente de desarrollar complicaciones en el corazón,
cerebro, ojos y en los riñones, entre otros órganos. El médico y el paciente deben
tener como objetivo prioritario del tratamiento el de mantener la glucosa dentro de
los límites de normalidad, de 90 a 130 mg/dL en ayuno y menor a 160 mg/dL el
mayor tiempo posible, para retrasar al máximo estas complicaciones que deterioran
la salud y afectan la calidad de vida de las personas con diabetes.
¿Qué significan los porcentajes?

El resultado se da en porcentaje y el nivel normal es entre 4 y 6%. Se recomienda


que las personas con diabetes mantengan menos de 6.5%. Con el resultado de
esta prueba, el doctor y tú, sabrán exactamente como ha sido el control de esos
últimos tres meses.

Los resultados anormales significan que los niveles de glucosa en la sangre no han
estado bien regulados en un período de semanas a meses. Si la HbA1c está por
encima de 7%, esto significa que la diabetes está mal controlada, y por lo
consiguiente el afectado está en alto riesgo de presentar complicaciones diabéticas.

Recuerda tu meta de mantener la hemoglobina glucosilada menor a 6.5%: es para


vivir una larga y saludable vida. Revisa si estás haciendo suficiente ejercicio, si tu
alimentación está equilibrada, si estas tomando el medicamento o insulina de
manera correcta.

Mantén buena comunicación con tu médico para ver lo que haga falta o modificar lo
necesario en tu estilo de vida para alcanzar el control.
ANEMIA.
La anemia, o disminución de la
concentración de hemoglobina en la
sangre, puede deberse a diversas
causas, y la más común es la falta de
hierro, pero también puede ser un
síntoma de un trastorno subyacente.
Se considera anemia cuando
disminuye la concentración de
hemoglobina en sangre, aunque la de
eritrocitos (glóbulos rojos o hematíes)
sea normal o incluso elevada. La
hemoglobina, una proteína rica en
hierro, permite a los glóbulos rojos transportar el oxígeno de los pulmones al resto
del cuerpo. Y cuando sus niveles bajan el organismo no recibe de la sangre
suficiente oxígeno, lo que hace que el afectado se sienta decaído o cansado, o que
aparezcan otros síntomas habituales en una persona anémica, como disnea,
mareos o dolores de cabeza.
Hay que tener en cuenta que los límites de referencia de la concentración de
hemoglobina en sangre pueden variar según la población analizada, ya que
depende de factores diversos como la edad, el sexo, las condiciones ambientales y
los hábitos alimentarios.
La anemia constituye una de las causas más frecuentes de consulta por tres motivos
principales:
Elevada incidencia en niños, mujeres, jóvenes o sujetos adultos con carencias en
su alimentación (déficit de hierro y ácido fólico, especialmente).
Suele estar asociada a muchas otras patologías, en las que constituye un síntoma
del trastorno subyacente.
Elevada frecuencia en
ciertos grupos étnicos
(relacionada con la
malnutrición y muy
extendida, por lo tanto, en
aquellos países en vías de
desarrollo, cuya población
carece de recursos para
mantener una alimentación
adecuada), la causa más
habitual de anemia es la
falta de hierro (anemia
ferropénica) cuya incidencia
es especialmente elevada en mujeres jóvenes y niños en edad de crecimiento
(anemia infantil) por deficiencias en la dieta en este mineral o también por falta de
vitamina B9 o B12. Aunque también pueden provocarla otros problemas médicos o
situaciones que causen una importante pérdida de sangre, un déficit en la
producción de glóbulos rojos o su rápida destrucción. Entre estos motivos se
encuentran el embarazo, reglas muy abundantes, pólipos o úlceras o trastornos
genéticos, entre otros.
Las manifestaciones clínicas de la anemia (síndrome anémico) son consecuencia
de la puesta en funcionamiento de diversos mecanismos de adaptación para hacer
frente al descenso de la oxigenación de los tejidos (hipoxia) y depende,
principalmente, de la edad del paciente, la rapidez de su instauración y el estado
del sistema cardiovascular. Los síntomas pueden incluir fatiga, palidez, dificultad
para respirar, aturdimiento, mareos o ritmo cardíaco acelerado.
El tratamiento depende del diagnóstico subyacente. Pueden utilizarse suplementos
de hierro para la carencia de este mineral. Los suplementos de vitamina B pueden
ser utilizados para contrarrestar los niveles bajos de vitaminas. Las transfusiones
de sangre pueden ser utilizadas para las hemorragias. Si la producción de sangre
del cuerpo se ve reducida, es posible usar medicamentos para inducir la formación
de sangre.
Si la anemia se prolonga en el tiempo puede llegar a provocar complicaciones
cardíacas, cerebrales y, en los casos más graves, incluso causar la muerte.

TIPOS DE ANEMIA.
Hay diferentes tipos de anemia, en
función de cuál sea la causa de la
destrucción de los glóbulos rojos:

2. Talasemia
La talasemia es un tipo de anemia
hereditaria que destruye los
glóbulos rojos de la sangre
(hemólisis). Afecta principalmente a
individuos con descendencia
africana, asiática o mediterránea.
Existen dos tipos de talasemia, la
alfa y la beta. La enfermedad se diagnostica a través de un examen llamado
electroforesis de la hemoglobina.
La talasemia alfa, también conocida como hidropesía fetal, es muy severa y provoca
la muerte del feto durante las últimas etapas del embarazo. La talasemia beta o
anemia de Cooley resulta en episodios graves de anemia durante el primer año de
vida. Los tratamientos incluyen transfusiones de sangre frecuentes y trasplantes de
médula ósea.
1. Anemia ferropénica
La anemia por deficiencia
de hierro es la más común
de todas. Constituye
aproximadamente el 50%
del total de los casos.
Resulta de la ingesta
insuficiente o de la mala
absorción de hierro por
parte del organismo. Los
síntomas incluyen fatiga,
dificultades para respirar,
molestias en el pecho,
mareos, dolor de cabeza y ganas de picar (antojos inusuales de sustancias que
carecen de valor nutricional, como hielo, suciedad o almidón).
Ciertas pruebas de sangre, como conteos sanguíneos completos (CSC) y de nivel
de ferritina en suero, son suficientes para diagnosticar este tipo de anemia. Un CSC
le permitirá determinar el tamaño de los glóbulos rojos, los hematocritos (el
porcentaje del volumen de toda la sangre que está compuesta de glóbulos rojos) y
la hemoglobina. La ferritina es una proteína que se encuentra dentro de las células
y almacena hierro de manera tal que el cuerpo lo pueda usar posteriormente. Por lo
tanto, un examen de ferritina mide indirectamente la cantidad de hierro en la sangre.
La anemia ferropénica se trata con suplementos de hierro.
3. Anemia aplásica
La anemia aplásica es una enfermedad en la que la médula ósea no produce
cantidades suficientes de células sanguíneas (glóbulos rojos, blancos y plaquetas).
Es un trastorno poco común pero que se desarrolla a cualquier edad y puede tener
consecuencias fatales. Ocurre cuando la médula ósea de una persona falla debido
a la exposición a químicos tóxicos o radiación, a tratamientos como quimioterapia,
a ciertos medicamentos (antibióticos), a enfermedades autoinmunes (como lupus y
artritis reumatoide) o a determinadas infecciones virales (hepatitis, Epstein-Barr,
citomegalovirus, parvovirus B19 y VIH).
El diagnóstico se confirma por medio de una biopsia de médula ósea. En cuanto al
tratamiento, se incluyen transfusiones de sangre, medicamentos que alteren o
supriman el sistema inmunológico (inmunosupresores), estimulantes de médula
ósea y trasplantes. Algunos ejemplos de inmunosupresores son la ciclosporina
(Neoral) y la globulina antitimocito (Timoglobulina).
4. Anemia hemolítica
La anemia hemolítica es una enfermedad en la que los glóbulos rojos se destruyen
y son expulsados del torrente sanguíneo de forma prematura. La expectativa de
vida de un glóbulo rojo es de 120 días. La anemia hemolítica se hereda o se
adquiere. Heredar significa que la enfermedad se traspasa de padres a hijos,
mientras que adquirir implica desarrollarla en cualquier momento de su vida.
Algunos ejemplos de anemia hemolítica heredada son esferocitosis, eliptocitosis,
deficiencia de glucosa-6-fosfato deshidrogenasa (G6PD) y deficiencia de la enzima
piruvato quinasa. Dentro de los casos de anemia hemolítica adquirida se encuentran
la anemia hemolítica autoinmunitaria
(AIHA, por sus siglas en inglés), la
anemia hemolítica de causa
mecánica y la hemoglobinuria
paroxística nocturna. El tratamiento
del primer grupo incluye
transfusiones de sangre,
medicamentos (prednisona,
rituximab y ciclosporina),
plasmaféresis (un procedimiento que
remueve anticuerpos de la sangre),
cirugías (extracción del bazo) y
trasplantes de médula ósea. Aquellas personas que padezcan deficiencias de
G6PD deberían evitar las habas o alubias, la naftalina y determinados
medicamentos. Los pacientes con AIHA se benefician más con los climas
templados.
5. Anemia falciforme
La anemia falciforme es hereditaria. Quienes la sufren han heredado dos genes
anormales de hemoglobina, uno de cada padre. La enfermedad se denomina
hemoglobina S y deriva en anemia falciforme. Como consecuencia de la afección,
los glóbulos rojos adoptan el aspecto de una hoz, en lugar de ser circulares. Este
cambio de aspecto hace que el flujo de sangre a los tejidos corporales se ralentice
o, en el peor de los casos, se bloquee y provoque episodios repentinos de dolor
agudo.
La única cura para este tipo de anemia es un trasplante de médula ósea. Existen
otros tratamientos eficientes que apuntan a aliviar los síntomas. Dos dosis de
penicilina al día previenen las infecciones, al igual que las vacunas contra el
neumococo, la influenza y el meningococo. La hidroxiurea reduce la frecuencia y la
intensidad de las crisis de dolor. Las transfusiones de sangre son otra alternativa
preferida por los especialistas.
6. Anemia perniciosa
La anemia perniciosa es causada por la mala absorción por parte de los intestinos
de la vitamina B12, que permite que el organismo genere más glóbulos rojos. Los
intestinos dejan de absorberla como consecuencia de la deficiencia de una proteína
especial del estómago llamada factor intrínseco. La enfermedad suele darse
comúnmente en individuos con descendencia celta (ingleses, irlandeses y
escoceses). En los adultos, la anemia no se desarrolla hasta después de los 30
años y la edad promedio de diagnóstico es a los 60 años. Esta forma de anemia
puede provocar daños irreversibles en los nervios si no se trata dentro de los
primeros seis meses de experimentar los síntomas.
Antes de que existieran las opciones de tratamiento actuales, la anemia perniciosa
solía ser fatal. En cuanto a las alternativas de cura se incluyen inyecciones
mensuales, suplementos orales o administración por vía nasal de vitamina B12. Las
transfusiones de sangre suelen ser menos comunes. No hay forma de prevenir la
enfermedad, aunque diagnosticarla a tiempo reduce considerablemente las
complicaciones de salud en el paciente.
7. Anemia de Fanconi
La anemia de Fanconi (AF)
es una enfermedad
hereditaria poco común
que afecta la médula ósea.
Como consecuencia de
este malfuncionamiento, la
producción de células en la
sangre (glóbulos rojos y
blancos y plaquetas)
disminuye. La afección se
desarrolla tanto en
hombres como en mujeres
y no hace distinciones étnicas ni raciales. Los pacientes que la padecen son mucho
más vulnerables a sufrir cáncer. A alrededor del 10% de los afectados se les
diagnostica leucemia.
La única manera de curar la anemia de Falconi es mediante un trasplante de médula
ósea y el resto de las alternativas apunta a aliviar los síntomas. La terapia
androgénica aumenta las cantidades de glóbulos rojos y de plaquetas. Los
andrógenos son un grupo de hormonas fabricadas y segregadas por las glándulas
sexuales masculinas. Con el tiempo, esto deja de funcionar y se necesitan otras
opciones. Además, la terapia con andrógenos presenta consecuencias graves como
complicaciones hepáticas. Por otro lado, los factores de crecimiento sintético
fomentan la producción de glóbulos blancos y rojos sin contar con los efectos
secundarios del tratamiento con hormonas.
8. La anemia por deficiencia de la vitamina B12
Aunque la anemia por deficiencia de hierro produce los glóbulos rojos más
pequeños de lo normal, una anemia por deficiencia de vitamina B12 produce
glóbulos rojos de gran tamaño. Esto hace que sea difícil para el cuerpo absorber las
células rojas de la sangre a través de vasos y venas, ya que es como tratar de
absorber una canica a través de una paja. Las células rojas de la sangre con
deficiencia de vitamina B12 también tienden a morir más rápidamente que las
células normales. La mayoría de las personas consumen al menos la cantidad
mínima de B12 que necesitan una dieta variada.

Las personas mayores tienen un mayor riesgo de deficiencia de vitamina B12, ya


que son más propensos a tener las condiciones que afectan la capacidad del cuerpo
para absorber la vitamina B12. La extirpación quirúrgica de partes del estómago o
el intestino delgado, la gastritis atrófica y trastornos como la enfermedad de Crohn
pueden interferir con la capacidad del cuerpo para absorber la vitamina B12.
9. La anemia por deficiencia de ácido fólico
Una deficiencia de ácido fólico produce células rojas de gran tamaño en la sangre,
al igual que una deficiencia de vitamina B12. Una de las causas más comunes de
la anemia por deficiencia de ácido fólico es simplemente no tomar suficiente de este
nutriente en la dieta. El cuerpo no almacena ácido fólico durante largos periodos
como lo hace con otra gran cantidad de nutrientes, por lo que si uno no está
recibiendo suficiente en su dieta, puede tener problemas. Las mujeres embarazadas
tienen mayor riesgo de padecer la anemia por deficiencia de ácido fólico debido a
que la necesidad de ácido fólico aumenta en dos tercios durante el embarazo. La
ingesta de ácido fólico adecuado es esencial desde el inicio del embarazo, ya que
protege contra defectos en la columna en el feto.
 Anemias causadas por enfermedades crónicas: ciertas enfermedades de origen
inflamatorio, trastornos del sistema inmunitario, infecciones crónicas, cirrosis, o
cáncer pueden afectar negativamente a la producción de glóbulos rojos.
 Anemia drepanocítica: es hereditaria y se caracteriza por la alteración de la
hemoglobina al cambiar la forma de los glóbulos rojos, lo que reduce la cantidad de
oxígeno que estos son capaces de transportar hasta los tejidos.

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