Varios autores destacan el valor de la proyección de los estados pulsionales en el rostro materno. La constitución del
rostro materno como espejo subraya la expresión afectiva en la que el yo se reencuentra visualmente. Ej. Un rostro
sonriente ante el cual el niño responde de la misma manera.
Juicios de atribución: Esta función de juicio corresponde al yo placer purificado. Este yo recibe su denominación
debido a que se apropia de lo placentero, que pasa a constituir el yo, mientras que lo displacentero es expulsado
fuera.
El estado de júbilo o goce adviene en el momento en que el yo se reencuentra en la percepción del rostro materno con
cuya imagen se identifica.
La cólera surge al frustrarse un deseo hostil generado por fracaso en la tentativa de expulsar lo displacentero.
Para el niño, encontrarse con un rostro desconocido no es entendido como el resultado de un cambio en su propia
mente que ahora capta diferencias, sino de una modificación en el objeto.
El cambio se debe a que el niño ya no busca sólo una expresión facial sino que pretende encontrarla en un rostro
específico. Se da un pasaje de la identificación con los estados afectivos a la identificación con los rasgos visibles.
Lo familiar se vuelve extraño y eso lo lleva a la desesperación, afecto que si se desarrolla plenamente desemboca en
un trauma. La manera de evitar una fijación duradera en el trauma consiste en apelar a un recurso defensivo: el objeto
transicional.
Este objeto es investido de manera narcisista, como aquello que ha salido de uno mismo. La forma en que se genera
el objeto transicional es mediante la expulsión de ciertas sustancias consideradas interiores (lágrimas, mocos, sudor).
Freud explica el modo en que el uso de la musculatura permite procesar el trauma transponiéndolo en agresividad. El
trauma que se intenta elaborar en este momento tiene dos orígenes: 1) cuando el niño anhelaba la presencia de la madre
sufría la ausencia de la misma y 2) el papel activo del excremento.
La lógica en esta fase es posible sintetizar en el término de contigüidad, es decir, la imbricación entre simultaneidad y
actividad. Según esta lógica designamos la relación entre estimulación pasiva y respuesta motriz.
La articulación de la visión y la coordinación motriz le permite discernir que la madre no desapareció sino que se alejó
motrizmente.
FASE ANAL La madre es modelo cinético, dado que resulta garante de los movimientos del hijo. La omnipotencia cinéticadel infante es
PRIMARIA sólo ilusoria ya que depende de su núcleo para conservar el sentido de sus acciones.
Desarrollos de afecto: Aparece un deseo hostil dirigido no hacia la madre sino hacia un doble de sí. Cuando el recurso de
la motricidad fracasa surge la humillación y la vergüenza. El primero implica una herida narcisista ante el fracaso por
poner algo como ayudante para defenderse del trauma. También cuando el yo queda derrotado en su esfuerzo por retener las
heces. La vergüenza aparece cuando fracasa el deseo que alguien idealizado pero hostil desaparezca de la vista. Por ej., los
niños ante la presencia de extraños esconden el rostro en el cuerpo de alguno de sus padres.
Meta retener
El niño puede ahora proferir los sonidos que nominan las distintas partes del cuerpo.
El nombre que el niño recibe permite la representación cuerpo propio y ajeno como totalidades cerradas, gracias al control de la
musculatura del esfínter anal.
La unificación mediante la palabra se enlaza con la unificación visual y motriz. El niño sustituye el anhelo de ver el acto defecatorio
FASE ANAL por la nominación del mismo. El nuevo logro le permite crear una ilusión de omnipotencia nominativa.
SECUNDARIA Gracias al complejo del semejante tiene lugar una nueva lógica: la analogía, que enlaza inscripciones por simultaneidad, en las que
el niño diferencia un núcleo y un conjunto de predicados.
Las teorías sexuales infantiles como forma de dominio del trauma vislumbrado ante el discernimiento del complejo del semejante.
En el varón: nacimiento de un rival y en la niña: falta de pene
La palabra es concebida como un don proveniente de la madre. El cuerpo y sus partes son erogenizados por las palabras de la
madre. El cuerpo erógeno queda entonces atravesado por las palabras.
En un primer momento el “no” se relaciona con la posibilidad de inhibir una acción motriz. Luego, el “no” deja de coincidir con el
acto motriz, y se constituye en acto verbal opuesto al primero, se precede a la conquista del término como símbolo.
Una razón de tipo económico (ahorro de energía) parece estar en la base de la sobreinvestidura de la palabra que culminará en la
constitución de otro yo, el YO REAL DEFINITIVO.
Desarrollo de afectos: La desconfianza, la misma aparece cuando el niño supone que sus padres retienen las palabras. Los celos,
por el complejo del semejante y, la envidia que incluye el deseo de tener algo, un don sobreinvestido libidinalmente. En la niña
puede vincularse con la falta de pene y en el niño con la fuerza paterna.
La premisa universal del falo, descripta por Freud como válida para ambos sexos, implica la existencia de un
único órgano genital: el pene.
El yo placer purificado coexiste aún con el YO REAL DEFINITIVO.
La representación de la madre fálica proyectada es tomada como causa del goce masturbatorio. Lógica de
causalidad.
La admisión de la no existencia del falo materno se presenta como una fantasía, que intenta salvar la premisa
FASE FÁLICA universal a través de la castración. Como se identifica con el modelo, surge el horror ante la propia castración.
Una parte del trauma es transpuesta en hostilidad hacia la madre y otra queda ligada como masoquismo.
Luego ocurre un proceso desatributivo del falo materno que arroja a la madre fuera del ámbito del ideal con el
cual el yo se identificaba.
El YO REAL DEFINITIVO cobra autonomía y pasa a subordinar al yo de placer purificado.
La palabra del padre se hace presente y surge un preconciente que expresa un pensar y no sólo un representar.
Desarrollos de afecto: Aumentan los celos y la envidia.Surge un deseo hostil hacia el modelo decepcionante.
Tiene lugar una sustitución de la persona que ocupa el ideal de la madre por el padre. El discernimiento de la falta
de pene en la madre provoca horror.